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1.- las políticas sociales no son más que el brazo social del Estado;
Se puede decir entonces, tal como lo afirma Peter Ward que “el sistema
sexenal de México sí crea una tendencia interna a evitar los programas de
bienestar social a largo plazo” (1989:216). Es lo que explica que las políticas
adoptadas han sido, invariablemente, paliativos a corto plazo, como respuestas
a presiones específicas, económicas o sociales. De esta manera, entonces, “el
moderno Estado -autoritario, paternalista, teleológicamente orientado hacia el
logro del bien común y por tanto, más interesado en la unidad que en el
pluralismo- está más cerca de Santo Tomás de Aquino que de Montesquieu”
(Carlos Fuentes: 1994:45).
En los últimos tres gobiernos del PRI, el de Miguel de la Madrid (1982-1988),
el de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) y terminando con el de Ernesto
Zedillo (que finalizó en el 2000), México ha transitado por un profundo proceso
de cambio y ajuste estructural, así como de adaptación a la economía
globalizada que busca transformar la orientación de la economía, pasando de
una estatista a una economía de mercado, y de un modelo de sustitución de
importaciones a uno de industrialización abierto a la competencia
internacional.
Cabe destacar que para estos años el gasto social alcanzó un monto de
proporciones históricas en relación a años anteriores y, sin embargo los
recursos siguen siendo insuficientes. Según el Informe del Secretario de
Desarrollo Social del gobierno de Ernesto Zedillo, Carlos Jarque, presentado
en el Coloquio internacional "Enfrentando el reto del Desarrollo Social", en
noviembre de 1999, se estima que se destinarían los siguientes recursos:
Es importante destacar que los recursos del Ramo 26 que hasta 1997 se
denominó Superación de la Pobreza y que hasta 1999 se llamó Desarrollo
Social y Productivo en Regiones de Pobreza, se orientaron principalmente a
proyectos de alcance regional y social, así como a propiciar la generación de
empleos y el mejoramiento de las actividades productivas de las zonas y
grupos de mayor pobreza. En el año 2000, los recursos se transfirieron al
Ramo 20, Desarrollo Social, que alcanzó una cantidad de 3,899 millones de
pesos distribuidos de la siguiente forma: 84% al Fondo para el Desarrollo
Productivo; el 2,1% al Fondo para impulsar el desarrollo Regional Sustentable;
el 5,4% al Fondo para atender a grupos prioritarios; y el 7,6% al Fondo de
Coinversión Social y Desarrollo Comunitario.
Como podemos ver, en México existen y han persistido algunos mitos sobre la
política social y la evaluación de ésta. Alejandro Tuirán Gutiérrez (2001), ha
estimado que estos son los que se han generado en la mayoría de las
discusiones relacionadas con la pobreza y la política social. Estos son los
siguientes:
2.- Todo gasto que se realice para abatir la pobreza siempre deja beneficios;
A nuestra manera de ver, estos mitos van ligado a una postura de carácter
institucional. Aunque en los últimos tres gobiernos del PRI (Miguel de la Madrid,
Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo), se crearon las bases para un
proceso de transformación institucional, la institución relacionada con la
cuestión social, no obstante haber contado con programas sociales tales como
el Crédito a la Palabra, Empresas Sociales, Programa de Empleo Temporal,
Programa Nacional de Jornaleros Agrícolas, Fondos Regionales Indígenas,
Comisión Nacional de las Zonas Áridas, Programa Nacional de Reforestación,
Programa de Desarrollo Productivo de la Mujer, Programa de Maestros
Jubilados y el Fondo de Coinversión Social, no fue tocada a fondo en este
sentido. Se puede afirmar que esto fue a causa de que se continuó con el
Estado de negociación corporativa, para hablar en términos de James G.
March y Johan P. Olsen (1997), donde, por una parte, la sociedad se sintió
limitada por la falta de participación, para proponer las reformas de la
burocracia pública8. Y donde, por la otra, se continuó con una debilidad de la
institución social, ya que la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol)9, fué
excluida de los ámbitos de poder en donde se tomaban las grandes decisiones
de política económica que incidieron sobre la sociedad, quizás porque en esta
esfera del Estado ha sido un bastión del clientelismo e ineficiencia. Esto fue lo
que puso en cuestión la efectividad del sistema político mexicano, puesto que
ésta depende en mucho grado de la efectividad de las instituciones
administrativas.
Este año el gobierno prevé que la proporción del gasto público destinado al
Desarrollo Social se eleve en 4.7% real en comparación al año anterior. El
monto en el 2001 representará el 61.2% del gasto programable total y el 9.2%
respecto al Producto Interno Bruto.
En segundo lugar, el gobierno debe enfrentar a la visión asistencialista de
la política social. Para ello debe establecer acciones que generen empleos de
mayor calidad e ingresos que le ayuden a los sectores más pobres del país a
salir de su condición precaria. Así, coincidiendo con Alejandro Tuirán Gutiérrez
(2001), “es urgente crear programas que permitan potenciar las capacidades y
habilidades de la población ocupada de escasos recursos con el propósito de
que puedan insertarse en mejores condiciones en el mercado de trabajo”
(2001:21-22). Es importante, en este sentido, aplicar una enérgica política de
calidad de la educación. Así la capacitación laboral deberá ser fundamental
para aumentar las oportunidades de empleo e ingresos.
Estos retos, comunes a México como al resto de los países de América Latina,
se pueden hacer efectivos si los gobiernos se centran en desagregar la
inequidad en las capacidades de funcionamiento, en el acceso a los activos, en
el acceso al crédito, en el acceso a la formación de capital humano y en el
acceso a la atención de salud básica. Por lo que creemos que la agenda
mexicana y en general latinoamericana debe priorizar en lo siguiente:
BIBLIOGRAFÍA
ROJAS, Carlos
TREJO, Guillermo & Claudio Jones (1993) Contra la pobreza (Por una
estrategia de política social), Cal y Arena, CIDAC, México.