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A Marcial Fernández
Dios de Ficticia

3
2
Esta colección de minificciones provenientes del Taller de

«
Minicuento de Ficticia representa diez años de creatividad
y esfuerzo por aprender y aprehender (en ambos sentidos),
lo que significa concebir y plasmar historias breves.

»
Es , sin duda, un viaje en el universo de los
contenidos, los significantes y los enredos
imaginarios, acaecidos en unos cuantos
vocablos, en algunos casos dos o tres líneas,
con economía de palabras, que no de ideas.
PRÓLOGO
RICARDO ROBLES CRUZ
Estos textos han sido ganadores entre unos veinticinco mil
trabajos presentados en el taller de La Marina, y fueron
seleccionados luego, por los mismos ficticianos, lo que los
ubica, de alguna manera, entre las 101 minificciones más
populares en la historia del taller, por lo que han merecido el
honor de aparecer en esta edición especial y de aniversario.
Sean estos minicuentos un arribo al puerto de la imaginación
relámpago y que en la inmediatez de lo cotidiano, inunden
las mentes de los lectores, tomándolos desprevenidos,
para que se sumerjan en una reflexión, una sorpresa o a lo
mejor una sonrisa.

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11 Khimaira / SATORI
13 La pajillera del Edén / JOSEPH M. NUÉVALOS
15 Eyaculador Precoz / POETA NICOLÁS
17 El viaje / LOBO
19 Reflexiones / ALFONSO PEDRAZA
21 El diamante de Niemann / OSO
23 Certezas / MIRIAM CHEPSY
25 Orden alterado / LUIS TORREGROSA
27 Un tipo con suerte / ÁLVARO B.G.
29 Tota pulcra / ALFONSO PEDRAZA
31 Creación / MIRIAM CHEPSY
33 Fertilidad / TEQUILA
35 El secreto / BERTA SILENO
37 Y sucedió / S.M. HERNÁNDEZ
39 Venático / AMÉLIE OLAIZ
41 Clave de sol / ROSA DELIA
ÍNDICE 43 Relato para escuchar / CARLOS DE BELLA
45 Paranoia / JORGE PARDO
47 Informe meteorológico / ALFONSO PEDRAZA
CRONOLÓGICO 49 Kennedy / F.C. PEREZCARDENAS
51 La calavera de Hamlet / NIEVE
53 Ello / LOLA DÍAZ-AMBRONA DE LLERA
55 Clemencia / AMÉLIE OLAIZ
57 Ombligo / JOSÉ T. ESPINOSA-JÁCOME
59 Amalgama / LUCÍA CASAS REY
61 Sutilezas / J.M. DORREGO
63 La velocidad de lo efímero / ROSA DELIA
65 Aviso oportuno / VETUSTA MORLA
67 Sabiduría prematura / VERÓNICA MENDOZA
69 El gen / RUBEN GARCÍA GARCÍA
71 Destino / RICARDO ROBLES
73 Blackout / ARIS COLETTE
75 Galanteo en ropa de trabajo / LUCÍA CASAS REY
77 La dulce Irma / J.M. DORREGO
79 Sol de otoño / LUCÍA CASAS REY
81 Alateo / OJOROJO
83 Paraísos paralelos / AMÉLIE OLAIZ
85 Collage / ROSA DELIA
97 Ángeles del asfalto / COMANDANTE KILA
89 Le bajó los humos / RICARDO ROBLES

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91 Otredad / RICARDO ROBLES
93 Acomodos / RICARDO ROBLES
95 Son de pan / POCA PARCA
97 Cuentos simples, simples cuentos (3) / LAGARTIJA DE PLATA 159 Otra de vaqueros / LAURA ELISA VIZCAINO
99 Ángela y yo / LAGARTIJA DE PLATA 161 Despertares / GABRIEL BEVILAQUA
101 Inmersión / J.M. DORREGO 163 Kafka tras el cristal / EL POETA ZURDO
103 El vuelo / JOSÉ LUIS SANDIN 165 Sin retiro / GABRIEL BEVILAQUA
105 Anuncio / J. M. DORREGO 167 Écfrasis / RUBÉN PESQUERA ROA
107 Llido / ALFONSO PEDRAZA 169 Múltiple / JOSÉ LUIS SANDIN
109 Enemigos íntimos / J.M. DORREGO 171 El ladrón de tinta / J. M. DORREGO
111 Sexo mítico / LAURA HERMOSILLA 173 Viñeta nocturna / GILBERTO MARTI LELIS
113 Reducida Fe / MAMUT 175 En el escudo traía pintada una luna resplandeciente /
115 La felicidad es una palabra deconstruida / JOSÉ LUIS SANDIN ELISA DE ARMAS
117 La espiral del presente eterno / JOSÉ LUIS SANDIN 177 Cinceladas / LE NIAIS
119 Entre los cuerpos / ROSA DELIA 179 Polvo / JOSÉ MANUEL ORTIZ SOTO
121 Dearistocradencia / SERGIO PATIÑO MIGOYA 181 El peso del delirio / ALFONSO PEDRAZA
123 Duda razonable / SERGIO PATIÑO MIGOYA 183 Intuición femenina / JOSÉ MANUEL ORTIZ SOTO
125 El hombre de la pistola de oro / MAMUT 185 A la sombra de un sueño en flor / GABRIEL BEVILAQUA
127 La trama de Penélope / PAOLA CESCÓN 187 Tloque Nahuaque / RUBÉN PESQUERA ROA
129 A destajo / MANUELA FERNÁNDEZ 189 Miradas / MÓNICA ORTELLI
131 Libertad bajo las alas / ISOLDA BAXTER 191 Fauna nocturna / MÓNICA ORTELLI
133 Génesis / HORUS 193 El único sentido virgen / CARLOS DE BELLA
135 Amarás (…) a ti mismo / ARQUI 195 Noche de paz / RUBÉN PESQUERA ROA
137 Pubescencia / LUCÍA CASAS REY 197 La foto del recuerdo / JOSÉ MANUEL ORTIZ SOTO
139 Reportero de guerra / VICO ESCARLATA 199 Filius philosophorum / ELISA DE ARMAS
141 Navegar, ya no / CARLOS DE BELLA 201 La sombra del alquimista / GABRIEL BEVILAQUA
143 Almuerzo en el jardín con juego de seducción y final trágico / 203 Mitografía / JOSEPH M. NUÉVALOS
CARLOS DE BELLA 205 Juego de niños / JOSÉ MANUEL ORTIZ SOTO
145 Crimen y castigo / MANUELA FERNÁNDEZ 207 Coronación / FICTIOUS III
147 Murmullos en el Louvre / GREMLIN 209 Justicia / JOSÉ LUIS SANDIN
149 Una verdad incómoda / J. M. DORREGO 211 Crónicas de Chauburgo (mariposas de obsidiana) /
151 Favor / MÓNICA ORTELLI GILBERTO MARTI LELIS
153 Juegos divinos / GREMLIN
155 A los postres / JOSEPH M. NUÉVALOS
157 Literal / RUBÉN PESQUERA ROA

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Khimaira
SATORI (2001)

La diosa, parada en su pedestal y cubriendo sus hermosas formas con una túnica traslúcida,
descendió del Olimpo. El mortal, al verla, quedó tan prendado de su belleza que hasta sintió cómo
flotaba en el espacio. Seguro de si mismo le declaró su apasionado amor. Ella, ofendidísima, con
una mirada de desprecio, le puso los pies en la tierra.

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La pajillera del Edén
JOSEPH M. NUÉVALOS (2001)

Un cartel en la sala anuncia para hoy la clausura del “Edén”.


Sentada en la última fila, la vieja enana malvende sus habilidades tal como ha hecho desde que
tiene uso de razón.
Miles de orgasmos se han derramado entre sus menudas y expertas manos al tiempo que
devoraba secuencias: tesoros enterrados, alfombras voladoras, ventanas indiscretas, hombres
lobo, tipos con pistolas, testigos acosados, falsos culpables, vampiros, rubias platino…
La diestra manipuladora, reconoce los contornos fragmentados en las sombras igual que
maniquíes olvidados en un remoto almacén: el adolescente que cierra los ojos para evocar los
retratos de aquella revista oculta en libros de texto; el viajante de comercio que permuta la
rutina de la pensión, por la más acogedora del sexo de su juventud; el cuarentón aniñado, con la
marca de su diferencia, buscón de peces revueltos por las aguas y el olor a desinfectante de los
aseos; el anciano que demora regresar a una casa donde esperan la verdura cocinada sin sal, los
medicamentos y aquella calavera con la que se casó.
Berta la enana, dibuja una amarga sonrisa e imagina que aquel viejo local y las almas que lo
habitan, forman parte de un flasch-back que alguien, sentado en un palco infinito contempla
proyectado en una nube, mientras una mano enorme busca, con ansia, el tibio calor de la divina
entrepierna.

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Eyaculador Precoz
POETA NICOLÁS (2001)

—Doctor, lo vengo a ver porque sospecho que soy un eyaculador precoz. Es algo que me tiene
muy torturado.
—A ver mi amigo, cuénteme: ¿Qué le hace pensar que usted tiene ese problema?
—Cada vez que me masturbo mis manos quedan insatisfechas, Doctor.

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El viaje
LOBO (2001)

Viajó hasta ese rincón del universo para protestar ante Él por las miserias humanas y para
hacerle entender que las diferencias de color entre los hombres eran causa de los sentimientos
de superioridad, de ambición, de envidia y de temor, provocando con ello que se mataran entre
hermanos.
Y en representación de la humanidad gritó de frustración. Gritó de dolor y gritó de impotente
enfado ante lo que acabó por comprender en ese sitio; pues en vez de encontrarse cara a cara
con un ser divino –un ente descomunal– , sólo vio un trono de piedra que los eones habían
derruido y entre los restos encontró un polvoso cartel que decía:
“SEDE OFICIAL DE LA DIVINIDAD”
-VACANTE-

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Reflexiones
ALFONSO PEDRAZA (2001)

Listo para iniciar el día me acerco al espejo y ante la mirada de mi hijo empiezo a reflexionar en
voz alta.
—Pararse frente a un espejo es como estar frente a Dios: pretendemos verlo y lo que nuestros
ojos perciben es el mismo mundo que nos rodea; le mostramos la mejor cara que no es la
misma que los demás observan e irremediablemente notamos toda nuestra grandeza y nuestra
pequeñez.
El niño, con los ojos muy abiertos, exclama:
—Y todo eso ¿a quién le importa?

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El Diamante de Niemann
OSO (2001)

Ahí estaba de nuevo, absorto en la contemplación de la magnífica joya destellando sutiles


colores bajo la luz directa de la lámpara. Había olvidado ya cuántas veces admiró los cortes, las
facetas, la misteriosa radiación que parecía brindar una ventana a un mundo de maravillas tras
los múltiples espejos del diamante de Niemann-Sacks.
Tarde a tarde, en Madison Avenue, se había detenido frente al aparador exhibidor de la
prestigiosa joyería, burlándose de los estúpidos transeúntes ignorantes de la enorme calidad
del cristal. Solo él sabía apreciar aquel tesoro. Soñó tantas veces en comprarlo y regalarlo a
Melissa… imaginó con deleite el rostro de admiración de su amada reflejando los destellos del
diamante y lanzándose a sus brazos.
Era el mismo. Tallado en flor, con tonos azules, un fondo de violeta y reverberaciones amarillas.
Entonces se decidió.
Quebró el anular con las poderosas pinzas para acero. De los ojos polvorientos que le observaban,
mudos, bajo las vigas derrumbadas, no salieron lágrimas, sólo algo que pudo ser pestañeos
dolorosos y asombrados. Guardó la joya en la chaqueta y tiró el dedo seco.
—¿Algún rastro de vida, Jones?
Jones se recarga en la grúa, exhausto. Se retira los guantes. Niega con la cabeza. Está llorando.
El capitán ordena que metan las máquinas.

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Certezas
MIRIAM CHEPSY (2001)

—¿Crees que tu marido puede tener una amiga?


—Imposible, vuelve temprano y sólo sale a pasear con los perros, después de cenar, todos los
días.
Enlazados apasionadamente, desnudos sobre la cama, ella gozaba con sus caricias y él apuraba
esos cortos momentos de sensualidad y placer en que sus manos y su boca la redescubrían.
Mientras, sus dos perros se disputaban los favores de la perra de María.

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Orden alterado
LUIS TORREGROSA (2001)

Cada mañana saltaba de la cama al baño, del baño a la cocina, de la cocina a la escalera, de la
escalera a la calle, de la calle a la oficina y vuelta de nuevo, hasta que un día se quebró la rutina
y el destino dispuso que saltara de la cama a la calle, hecho mil pedazos.

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Un tipo con suerte
ÁLVARO B.G. (2001)

Fue un tipo con suerte; de los seis disparos que recibió sólo uno fue mortal.

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26
Tota pulcra
ALFONSO PEDRAZA (2001)

¿Cómo?
¿Es mi madre quien yace desnuda junto a mí?
¿En qué momento empezó a llenarme de besos, de caricias?
¿Cuál es esa sensación maravillosa que me recorre el cuerpo?
¿Qué fuerza impulsa mis manos para tocarla y asirme a sus pechos?
Justo, cuando empiezo a penetrarla: comienza a tararear la misma nana de siempre y mi cuerpo,
empequeñeciéndose, se introduce por completo en un viaje de retorno a sus entrañas.
Y ya no siento frío.

29
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Creación
MIRIAM CHEPSY (2002)

Y un universo se creó en su interior. Las palabras se condensaron como galaxias narrativas que
giraban atraídas por la fuerza de una Idea.

31
30
Fertilidad
TEQUILA (2002)

A punto de terminar su relato, una ráfaga de viento se llevó las palabras. Cayeron en tierra fértil
y, en primavera, brotaron cuentos de colores.

33
32
El secreto
BERTA SILENO (2002)

De entre todas las noches, la mil dos era la más íntima y favorita de Sherezada, según le confesó
a Anónimo en el transcurso de la misma.
Para preservar su secreto, el autor puso el final del libro justo en la noche anterior. Y ambos
callaron discretamente.

35
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Y sucedió
S.M. HERNÁNDEZ (2002)

Juraron amarse hasta el fin del mundo.


Cuando ese día llegó, la encontró con otro hombre, a quien prometió
amar por toda la eternidad.

37
36
Venático
AMÉLIE OLAIZ (2002)

Soñaba que lo perseguían. Escribió sus pesadillas para mitigar el temor, cuando agotado por
el desvelo se quedó dormido, las palabras saltaron del texto y lo atraparon en el delirio de su
interpretación.

39
38
Clave de sol
ROSA DELIA (2002)

Mi mente grita lo que callo. El silencio se volvió música y un susurro de lo que soy formó la escala
tónica. Inventando armonías surgió una sinfonía ejecutada bajo la piel.
Seré percibida en clave de sol.

41
40
Relato para escuchar
CARLOS DE BELLA (2002)

El Jurado recorre con su mirada la hoja en blanco, la gira del revés y la vuelve, la observa al
trasluz, regresa al sobre que la contenía y allí tampoco hay más nada.
No comprende lo que ocurre.
En un primer impulso la dejaría de lado y seguiría con el próximo participante, pero… le intriga.
La apoya sobre la mesa y fija sus ojos en ella. Nada, allí no se lee nada.
—No tienes que mirar, solo escucha –dice una vocecilla muy baja.
El Jurado se vuelve en su sillón y el espejo a su espalda le devuelve su mirada intrigada.
—… solo escucha.
¡El sonido surge de la hoja! Sí, de la hoja misma.
—Este relato no está escrito en letras ni en signos, está contado con suspiros, lágrimas, palabras
entrecortadas, silencios, ayes, sollozos, sonrisas, gemidos y murmullos, todos esos sonidos
relatarán la historia a quien los escuche. Tú puedes, pon interés en hacerlo. Haz el esfuerzo y
luego juzga.
La vocecilla calla. El Jurado está perplejo. Esto no cumple con las reglas del concurso. Pero…, es
casi un desafío intelectual.
¡Bien! Se arrellana y decide comenzar. Entrecierra sus ojos y prepara sus oídos.

43
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Paranoia
JORGE PARDO (2002)

Sus tres intentos frustrados de suicidio le provocaron una seria paranoia. La vida lo perseguía
implacablemente.

45
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Informe meteorológico
ALFONSO PEDRAZA (2002)

Centro de Pronósticos del Tiempo


INSMET. de la República de Cuba
Pronóstico del tiempo para la tarde y la noche
Fecha: 10 de Abril del 2002. Hora: 10:30 A.M.

Después de incontables huracanes, tormentas y ciclones procedentes del noroeste, felizmente


en el centro de la isla, el anciano y siempre verde roble sigue de pie.

47
46
Kennedy
F.C. PEREZCARDENAS (2002)

Cuando resucitó, la Revolución todavía estaba ahí.

49
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La calavera de Hamlet
NIEVE (2002)

Ser. . . no ser. . .
a mí me da lo mismo.

51
50
Ello
LOLA DÍAZ-AMBRONA DE LLERA (2002)

No trato de justificarme, pero la verdad, se esforzaba en amargarme la vida diciéndome cosas


que yo no quería oír… y no digo que le faltase razón, pero no se puede ir por el mundo haciendo
daño gratuitamente: que si era un fracasado, que si en realidad hacía esto o lo otro por tal o cual
causa, que si no me aceptaba tal como era. Eso irrita, va minando tu aguante; llega primero a
preocuparte, después, a dolerte, y el dolor, cuando alguien te lo causa así, sólo por hacer daño,
se convierte en irritación, y la irritación deviene en odio; además, creo que en realidad era él el
que quería reafirmarse a sí mismo, cobrar relevancia a costa de destruir mi ego.
Yo había oído decir donde se escondía, así que cogí el cuchillo que uso para desviscerar la caza,
y lo hundí en mi abdomen. No pude ver la sangre de mi subconsciente muerto, porque antes, la
mía lo inundó todo.

53
52
Clemencia
AMÉLIE OLAIZ (2002)

En múltiples vidas has sido madre, esposa, puta, reina, hija, bruja, amante, gata, hermana y
víctima. Yo he sido verdugo, padre, rey, amante, hermano, macho, hijo, padrote, mago, esposo
y mastín.
Hoy, por la transmutación de las almas, soy la mujer que escribe estas palabras, y tú, eres mi
hombre.

55
54
Ombligo
JOSÉ T. ESPINOSA-JÁCOME (2002)

Era yo una letra i, con la luna en mi cielo.

57
56
Amalgama
LUCÍA CASAS REY (2002)

Pandora pertenecía a esa estirpe de mujeres que no tenía predisposición al miedo ni a la


obediencia divina. Indómita e indiscreta abrió la caja prohibida. Contenía una roja y reluciente
manzana que golosa devoró.

59
58
Sutilezas
J.M. DORREGO (2003)

Mientras se dirige con elegante vuelo hacia el centro de la fascinante tela, el insecto piensa que
sí, que quizás hay otros caminos, más cortos y menos peligrosos, pero tan vulgares…

61
60
La velocidad de lo
efímero
ROSA DELIA (2003)

Sólo era cuestión de tiempo, su vida se había convertido en un caos vertiginoso, atrapado en
lo cotidiano. Un día Hong Kong, otro Nueva York y luego, quizá París. Envuelto en la soledad
de los días escurridos de prisa, sobre las manecillas del reloj. Todo ocurría a tal velocidad que
parecía no suceder. Vivía en una ficción, tejida en forma de laberinto, sin imaginarlo lo atrapó
por siempre.
Una mañana o ¿era el atardecer?, subió a un tren. Sentado en la quietud de un compartimiento
vacío, viajaba a gran velocidad. Nunca se detuvo a mirar el sol.
La muerte apareció puntual a la cita, ataviada con un vestido de seda negro, lo sedujo poco a
poco.
Él la confundió con la rutina y la abrazó.

63
62
Aviso oportuno
VETUSTA MORLA (2003)

Se solicitan fantasmas para devolver capacidad de asombro.


Interesados, favor de presentarse sorpresivamente.

65
64
Sabiduría prematura
VERÓNICA MENDOZA (2003)

Mientras esperaba oía hablar de enfermedad, guerra y muerte. Envolviéndose en el cordón


umbilical se negó a nacer.

67
66
El gen
RUBEN GARCÍA GARCÍA (2003)

En su hábitat sintió la presencia de otro ser similar. Aprovechando una contracción y


comprobada esa existencia, puso el cordón alrededor de su cuello. Luego de la cesárea
sólo uno de los dos lloró.

69
68
Destino
RICARDO ROBLES (2003)

Al desayunar ojeaba el periódico; una ráfaga de aire entró por la ventana, se desprendieron las
letras del matutino y dejó las hojas en blanco: vocales, consonantes y toda la puntuación se
regaron sobre el mantel. Con la cuchara fue devolviendo la tipografía a su lugar, pero al hacerlo
se formaron noticias nuevas. Leyó con azoro la nota de su suicidio… Se apresuró a realizarlo.

71
70
Blackout
ARIS COLETTE (2003)

La ciudad se quedó un día y una noche sin electricidad. Los hombres se encontraron cara a cara
con su lado oscuro. Cuando la luz volvió sólo hubo desierto: Cada uno había matado a su alter
ego y cada doble a su doble.

73
72
Galanteo en ropa de
trabajo
LUCÍA CASAS REY (2003)

Lo encuentro como siempre, con el escobillón en las manos, extasiado frente al lienzo. Entonces
acentúo las pisadas para que advierta mi presencia, y reanuda con prontitud su tarea.
Al pasar delante de la pintura, siento la intensa mirada de reproche de la joven del cuadro. Prosigo
mi camino perturbada, porque he vuelto a interrumpir el sublime momento que acontece por
las mañanas, entre el muchacho de la limpieza y ella.

75
74
La dulce Irma
J.M. DORREGO (2003)

Cada vez que hace el amor con Fidel, piensa que está con Carlos. Cuando lo hace con Chema, se
imagina que está con Luis. Si con Juan, se hace a la idea de que yace junto a Roberto y galopando
sobre Antonio, la cabeza se le marcha hacia Manuel.
Ahora, observando a su marido realizar patéticas contorsiones sobre ella, no sabe lo que pensar.

77
76
Sol de otoño
LUCÍA CASAS REY (2003)

Se observa con cuidado en el espejo, aplica crema humectante sobre el rostro y lo cubre de
maquillaje; pasa el corrector de ojeras; ruboriza las mejillas y acaricia la tersura de su piel.
Colorea los ojos en la gama del azul; dibuja una línea negra a su alrededor; unta con máscara las
pestañas y comprueba que su mirada se ve sugestiva. Con el rouge dibuja unos labios carnosos y
ensaya una sonrisa provocativa; da un toque marrón a las cejas y ahora sí está lista. Se contempla
nuevamente de cuerpo entero, hace delicados mohines al cristal, otorga con un polvo rosado
su último retoque al mentón y la nariz. Por último unas gotas de perfume detrás de las orejas y
en las muñecas. Mira el reloj y comprueba que llegará cuarenta minutos tarde a la reunión de
trabajo. Pero no importa, ella se siente diez años más joven para enfrentar la vida.

79
78
Alateo
OJOROJO (2003)

—¡Alá una, alados!


Corean a su equipo de vuelo al ver que los contrarios son arcángeles de “porfesión”.

81
80
Paraísos paralelos
AMÉLIE OLAIZ (2004)

Ella escribe sobre las bellezas marinas. Él, que nunca ha salido de la urbe de concreto, no ceja en
su intento de hacerle creer que el mar no existe. Ella sale del cibercafé acuático, sacude la cola y
se zambulle de lleno en el agua.

83
82
Collage
ROSA DELIA (2004)

Su mirada se clava autómata en las entrañas del animal. La sangre y las vísceras resplandecen en
medio del entorno sobrio y oscuro. Las moscas vuelan golosas sobre el olor a muerte y mugre
pegada. La rata va tomando rigidez ceremonial. Mientras, por instinto, el niño esconde sus ojos
bajo sus manitas.
Segundos más tarde, en su diminuta boca se mezclan la carne cruda con la saliva. El hambre
asesina todo, hasta el horror; entonces, el sabor se vuelve una soportable bendición y el fétido
aroma es ya omisión.
A Tobías, con cinco años de edad, el miedo se le ha ido recorriendo por la piel.
Afuera de la alcantarilla amanece.

85
84
Ángeles del asfalto
COMANDANTE KILA (2004)

Cuando la ciudad dormita surgen de las alcantarillas niños de cara sucia. Ellos iluminan, con el ir y
venir de sus alas blanquísimas, a los armadillos que avanzamos a tientas por nuestras pesadillas.

87
86
Le bajó los humos
RICARDO ROBLES (2004)

Escribía un cuento mientras fumaba. Notó que el humo estaba introduciéndose en el texto. Su
personaje tosía y manoteaba tratando de dispersar la nube gris. Divertido, el escritor le arrojó en
la cara un arito de humo. Colérico, el hombrecillo inició un fuego que pronto se extendió al resto
de las páginas. El autor apagó las hojas azotándolas en la pared. Después, arrojó los residuos al
cesto de basura. Respiró hondo y se dispuso a trabajar de nuevo. Antes, por supuesto, encendió
otro cigarro.

89
88
Otredad
RICARDO ROBLES (2004)

Salgo a la calle y me doy cuenta de que me he quedado en casa. Por lo cual, regreso a por mí
mismo. Al cruzar la calle, por poco y me arrolla un auto. Caray, qué hubiera pasado si me alcanza
a pegar, seguramente no hubiera podido regresar a por mí mismo y estaría muerto. Cuando me
veo llegar, respiro aliviado.

91
90
Acomodos
RICARDO ROBLES (2004)

“Todo cabe en un jarrito, sabiéndolo acomodar”, le aseguró a su mujer, mientras iba introduciendo
diversos objetos. Empezó con cosas pequeñas como cubiertos, peines y cepillos. Luego, más
grandes: sillas, televisores y cuadros. El jarrito se ensanchaba para dar cabida a más y más triques.
Al meter la mesa del comedor supo que nada lo detendría hasta hacer llegar la casa al fondo con
todo y cimientos. Continuó con los postes de luz, el gendarme y la tienda de la esquina. Después,
fue poniendo edificios, calles y ciudades enteras. Más tarde acomodó dentro las montañas, los
valles y los continentes. Siguió con el planeta completo que desapareció a través de la boca del
jarro. Entonces, volteó a buscar a Dios, que presuroso, huyó despavorido.

93
92
Son de pan
POCA PARCA (2004)

Pan, contigo pan: pan blanco, pan de dulce que cruje con sones de pandereta, pan de a ocho, de
bizcocho, migajón de costra leve elevado en levaduras: con azúcar, pan de muerto; sin azúcar,
vil bolillo que se parte, se reparte y en dos partes se comparte aderezado con aire, con caricias,
roces, lenguas y nadita —pero nada—, de cebolla por ver de que no verdeen con la verdura los
besos ni se nos amargue el pan.

95
94
Cuentos simples,
simples cuentos (3)
LAGARTIJA DE PLATA (2005)

Érase una vez una mujer simple, una de ésas mujeres como tú, como yo, amante de erradicar
la mugre de raíz, de ésas que desmancha a los niños a mano antes de remojarlos por doce
horas, de introducirlos uno a uno en la lavadora con detergente, cloro, abrillantador de colores
y suavizante bastante para que no se les estrague la piel. Una mujer corriente, amante de las
cosas bien hechas, que entre el primer y segundo aclarado saca a orear a sus niños bajo la luna
y una vez lavados y centrifugados los deja secar al sol, para que huelan a aire, a luz. Una de esas
mujeres como tantas, tú, yo, mi madre, la tuya, de ésas que planchan con almidón en polvo
arruga por arruga, que pliegan a los niños con primorosa simetría y perfuman con espliego los
dobleces antes de guardar la ropa en el armario: cada prenda en su cajón, cada cajón en su
hueco, cada hueco con un niño dormido que no despertará hasta la próxima primavera, cuando
toque de nuevo sacudir la casa y lavar el ajuar. Una mujer simple pues, como tú, como yo,
amante del orden y la ropa limpia.

97
96
Ángela y yo
LAGARTIJA DE PLATA (2005)

Conversamos en silencio, ella quieta en su pared y yo en mi silla. A veces nos miramos, a veces la
pupila se deja resbalar del suelo al techo y fingimos no estar: ella enreda con sus ángeles, yo con
la taza de café. Luego, una de las dos, fatigada de jugar al no te veo, piensa cualquier tontería:
“los amores en desuso dormitan en la esquina derecha del corazón”, y la otra sonríe, se pellizca
el seno, recuerda a aquel su amante de banqueta e inventa una bobada, uno de esos sinsentidos
de mujeres que sirven únicamente para enredar a los hombres: “Porque lo quise menos de lo
que me quiso fue que te compró con todo y ángeles, guardiana del desquerer”. Entonces, los
ojos en los ojos, rompemos a reír con un rasgueo de guitarra que cimbra el desayuno, las plumas
azules de los querubines y hasta el recuerdo desamorado de esos viejos amantes a la antigua
que sellan el adiós con cuatro letras mil y un años después de haberse ido: “La vi y te extrañé.
Vais a llevaros bien porque se te parece”. Y algo, no sé qué sea, si humo de tabaco o polvo de
polilla entre el marco y la memoria, nos acalla la risa a la altura del vientre, ahí donde él estaba
y ahora que no está gustamos nosotras de olvidarlo a fuerza de palabras y silencios, Ángela en
su pared y yo en mi silla como buenas amigas que a ratos hablan mucho, a ratos no se hablan y
en los tercero ratos, cuando el café se enfría, se prestan una a otra un carmín amapola, no vaya
a ser que a él le dé por regresar y las encuentre así, fachosas, despintadas, todas feas…

99
98
Inmersión
J.M. DORREGO (2005)

En cierta ocasión, me entretenía jugando con una canica cuando fue a dar a un hoyo. Mientras
horadaba el orificio tratando de encontrarla, descubrí el mayor de los placeres inimaginables: cavar
agujeros; tan placentero lo hallé, que ahora no me es posible vivir sin ellos. Como suele suceder en
los comienzos, me servía de cualquiera que hallara a mi paso: profundos, al ras del suelo, negros,
de colores…
Al paso del tiempo adquieres experiencia, te vuelves exigente. Tras una larga temporada
manipulándolos, me dediqué en exclusiva a los agujeros de doble fondo, cuyo arduo y atractivo
proceso te garantiza la máxima satisfacción cuando los concluyes. Y así, dando los últimos retoques
a unos fabulosos boquetes pareados de color bermellón y borde liso, resbalé con la canica que
había extraviado años antes y caí dentro de uno de ellos. Ahora estoy aquí, cavando tranquilamente
mientras trato de salir al exterior, disfrutando con el trabajo, con mis huecos cada vez más
insondables, más oscuros, más fascinantes, a mi aire, a mi ritmo, a lo mío: feliz.

101
100
El vuelo
JOSÉ LUIS SANDIN (2005)

Despegó en alas de tela, a pesar de viajar en nave de último modelo. El servicio a bordo le
ofreció un par de valiums. Su angustia fue cayendo en un sueño que se desplomaba en el mar,
donde todo se oscureció finalmente.
Ya en el aeropuerto, los encargados lo bajaron en peso. Sólo se extrañaron por el agua, las algas
y el olor a mar del cadáver.

103
102
Anuncio
J. M. DORREGO (2005)

Vendo margarita especial, tamaño XL, con amplios, amarillísimos y tersos pétalos, suaves al
tacto, infinitos, para que nunca termine tu duda. Uno, para el “me quiere”… Otro, para el “no
me quiere”… Y así hasta la eternidad. Para que te mueras ahogado entre pétalos sin llegar a oír
lo que más temes, lo que más te aterra, lo que por nada del mundo quisieras escuchar.

105
104
Llido
ALFONSO PEDRAZA (2005)

Llido es gris, tierno y tímido.


En los corrillos donde se conoce del hechizo, del defecto y el dolor de ser diferente, le dieron ese
mote.
Es de noche. En el cielo, entre el rostro pletórico y redondo de Selene, emerge el perfil del
lobezno sobre el cimero rocoso. El torso rígido como esfinge, el cogote erecto, y en el hocico,
de entre los níveos colmillos sólo se le oye gemir —no tiene voz de lobo— como un triste perro.
Entonces, Llido corre, se pierde entre el frío y los olores verdes de ese entorno nemoroso donde
sólo se percibe el cricrí de los grillos y por fin, el silencio.

107
106
Enemigos íntimos
J.M. DORREGO (2006)

Nada más verse comprendieron que habían nacido el uno contra el otro. Hoy forman un
matrimonio ejemplar.

109
108
Sexo mítico
LAURA HERMOSILLA (2006)

En algunas islas griegas, la sabiduría popular sustituye la Viagra por un pulverizado de medusa
seca. Según la tradición, bastaba una mirada de la Gorgona para que todo se te pusiera duro
como una piedra.

111
110
Reducida Fe
MAMUT (2006)

—¡Por Dios, es una cabeza!— exclamé horrorizado cuando el padre Antonio me mostró el
contenido del cofre. —Lo sé, Monseñor… una “cabeza reducida”, para ser más exactos. Y créame
que eso no es lo más sorprendente… —¡¿De dónde la sacó?!— le pregunté histérico. —Fue el
hermano Rodrigo quien me la trajo— me respondió nerviosamente—. Él estaba realizando su
labor evangelizadora en las selvas ecuatorianas, cuando se topó con una de las más antiguas
tribus de cazadores de cabezas conocida hasta hoy… ellos la tenían. Ahora, mírela con cuidado.
El padre Antonio la cogió entre sus manos y, delicadamente, me la acercó. Entonces, sin saber
cómo, los párpados resecos de la cabeza se abrieron y, en una visión que puso a prueba mis
creencias y mi entendimiento, se me reveló lo que había dentro de ella: Al principio, vi los Cielos
y la Tierra…

113
112
La felicidad es una
palabra deconstruida
JOSÉ LUIS SANDIN (2006)

El hechicero de las letras, cortó la palabra en dos, con cuidado, para no estropearla. Los colores
surgidos iluminaron su rostro. Luego las incisiones fueron más finas. Una vez que la redujo a
segmentos de sonidos, los colocó en una caja transparente y se los dio a su mujer para que
reconstruyera el significado.
Pasaron los días y la ilusión de encontrar el detalle procaz le mantenía acoplando los pequeños
murmullos, analizando los resultados en su paladar.
No acertaba obtener un resultado loable: chiquita mía, chulita muina, muchachita…; todo lo
habitual, menos cuichinauta. Poco antes de morir, pidió a su marido que le desvelara la palabra.
Al escucharla musitó: “Jamás lo hubiera pensado”, esbozando una pálida sonrisa con filitos de
vergüenza.

115
114
La espiral del
presente eterno
JOSÉ LUIS SANDIN (2006)

Recuerda la crátera con dibujos de sirena y titanes en la esquina del salón. Su madre le dijo que
escuchara el canto que surgía del interior y pegó el oído.
No sabe cuánto tiempo estuvo allí hasta que cayó espantado. Tampoco si escuchó el famoso
canto, ni si lo subyugó, pero sí le confiere presencia a una ausencia interna, monótona y que
lo mantuvo oyendo el lentísimo movimiento de los titanes en su huida de la sirena, cosa que
tampoco puede precisar, pues un trueno, quizá el de un rayo, rompió la crátera. Sus parientes
armaron una escandalera, pero esa ausencia interna es a la que se había aferrado, y que se ha
roto, lo que le provoca un miedo a perderse a sí mismo, en el silencio, en la muerte: eso lo lleva
a dibujar en el suelo un garabato con el que intenta evocarse a sí mismo, porque no puede llegar
adonde iba.
Frente a un espejo se recuerda, por ser evocado, dibujando otro garabato, el de una sirena que
entona una canción de victoria.

117
116
Entre los cuerpos
ROSA DELIA (2007)

Diminutas, como de mosca, sus patas me acarician; mi cuerpo, entre cacharros y basura, yace
en lóbrega humedad. La araña baja y sube por mis párpados cerrados, besa mis labios y en el
caracol de mis orejas, se tiende —por vicio— a dormir. Medito en los artefactos que habitamos el
lugar: lluvia, gusanos y hierba silvestre; flores de invernadero que sólo por algún tiempo vinieron
a dejar los otros; oscuridad y silencio atropellado por el sonido del tren que pasa a un costado
del cementerio: un muro lleno de cuarteaduras. La arañita ha hecho apacible la estancia. Por un
momento pienso en aplastarla, pero mis manos son de trapo. Su telaraña abriga mi soledad.

119
118
Dearistocradencia
SERGIO PATIÑO MIGOYA (2007)

En aquella mansión, ante la mirada de los ancestros que atisban desde su atalaya enmarcada,
la familia se reúne para cenar. Ropa de etiqueta, mantelería fina. Orfebres minuciosos
repujaron la cubertería, que brilla bajo la luz de augustos candelabros. El servicio, dos
señoras de edad improbable, acerca el alimento en bandejas impolutas. Los comensales
mastican despacio, prolongan el instante plácido de engañar a sus estómagos. Una noche
más, deciden postergar la decisión de qué hacer cuando se acaben las ratas, ya escasas
merodeadoras en los sótanos de su hogar.

121
120
Duda razonable
SERGIO PATIÑO MIGOYA (2007)

Alérgica a las dudas, la mujer enamorada estornudó violentamente y los pétalos volaron como
esperanzas huidizas. Sólo uno aguantó. Se quedó mirándolo con la nariz colorada y cara de tonta,
el pulgar y el índice dudosos de prenderlo mientras se decía:
—Me… ¿quiere?

123
122
El hombre de la
pistola de oro
(Serie: inmersos en la lectura)
MAMUT (2007)

Tras escapar con éxito de los engaños urdidos por el Servicio Secreto para dejarlo en evidencia,
el espía llega a un callejón sin salida: el capítulo final de la novela. En unos párrafos más, su
doble identidad será revelada y su vida no tendrá valor alguno. Decidido a evitarlo, corre a la
última hoja del libro, se desliza hasta la margen inferior, apoya la espalda en la palabra “Fin”
y descarga su arma dorada en contra de quien lo ha perseguido, implacable, a través de 365
páginas repletas de acción.
El victimario, presuroso, desanda lo leído y se resguarda en el anonimato que le brindan las
primeras líneas de la trama escrita por Fleming. Desde allí, mientras toma un café, se dedica a
contemplar la agonía del sorprendido lector.

125
124
La trama de Penélope
PAOLA CESCÓN (2007)

Luego de dos largas décadas de ausencia, se le ocurre aparecer justo ahora cuando ella, rendida
de soledad, se enamoró perdidamente de una de sus sirvientas. Aquella dulce joven que con
cuerpo seductor como canto de sirena, supo levantarle el velo y transformar en miel tanto
infortunio. ¡Maldito el momento en que juró a Ulises fidelidad eterna!
Es hora de conjugar juramentos. Pero ¿cómo? Si el deseo ya ancló en la más deliciosa y húmeda
de las bahías. Y su bahía, se llama Agneta.
Ulises se encuentra con una esposa distante, la cual alegando un shock provocado por las
circunstancias, implora tiempo para el encuentro carnal. El tiempo preciso para terminar otro
sudario que, con alevosía, cuatro suaves manos ya comenzaron a tejer.

127
126
A destajo
MANUELA FERNÁNDEZ (2007)

Desde que cambiaron el contrato al enterrador del pueblo, la tasa de mortalidad ascendió
notablemente. Los tres ciudadanos que aún quedan en pie, discuten si el pagarle por horas fue
buena idea.

129
128
Libertad bajo las alas
ISOLDA BAXTER (2008)

Decía que volaba en sueños y se convertía en pájaro. Por eso no me sorprendí cuando un gorrión
se posó en mi hombro y me guiñó el ojo.

131
130
Génesis
HORUS (2008)

El discurso de Zeus al inaugurar la era Andrógina fue sublime: nada de vivir separados del ser
amado, ahora serán literalmente uno mismo. Y si bien hemos tenido algunos problemas menores
como la sincronía de cuatro piernas y cuatro brazos, lo que me tiene más molesto es el asunto
de la reproducción. Zeus nos prometió que podríamos tener sexo cuantas veces quisiéramos, ya
que en un mismo ser habría un órgano masculino y uno femenino. Solo que alguien cometió un
estúpido error de diseño, porque mi órgano sexual apunta para un lado, y el de mi compañera
para el otro. Físicamente, jamás podremos copular. Esto es inadmisible. Seguramente estos dioses
que nos han tocado son una punta de principiantes. He escuchado que es tal el descontento, que
a Zeus no le ha quedado más remedio que dividir a los andróginos con sus rayos. Menos mal.
Espero con ansias mi turno.

133
132
Amarás (…) a ti mismo
ARQUI (2008)

Magnífico. Extraordinario. Sorprendente. Excepcional —enuncia mientras se tumba de espaldas


en la cama y enciende un cigarrillo. —Asombroso. Tremendo. Impresionante. Inigualable.
Una tímida mano acaricia sus cabellos e interrumpe el momento de exaltación. Gira, entonces,
la cabeza y susurra con desgano: Claro, además, tú has estado bastante bien.

135
134
Pubescencia
LUCÍA CASAS REY (2008)

Me fuiste deshojando con tus dedos rugosos y te obsequié mi primer néctar. Hoy no guardo
penas ni reproches, sólo el recuerdo del espasmo desconocido y la inquietud inocente de la
caricia nueva.

137
136
Reportero de guerra
VICO ESCARLATA (2008)

Vio por la lente un soldado que impedía el paso de la prensa, que sacaba la pistola, que apuntaba
a su cámara.
Ambos dispararon al mismo tiempo.

139
138
Navegar, ya no
CARLOS DE BELLA (2008)

Cuando pequeño, armaba barcos de papel que echaba a la corriente después de la lluvia; corría
tras ellos hasta que se perdían dentro de la alcantarilla.
Hoy la vida ha cambiado: no hay niños jugando con barcos, ni niños, ni barcos.

141
140
Almuerzo en el jardín
con juego de seducción
y final trágico
CARLOS DE BELLA (2008)

Puro morbo. En vuelos cada vez más riesgosos desde una mancha de dulce en el mantel hasta
una migaja caída sobre el césped, al pasar casi rozando gritó —¡Jamás me tendrás!—
Desde la tela tendida entre el cerco y la mesa de hierro, ella mirando hipnotizada pero atenta,
murmuró —¡Fallarás y serás mía!—.
Así un tiempo y lo no imaginado sucedió: un rocío letal de dicloro dimetil abatió la mosca que
cayó sobre la red; la araña herida de muerte agonizó sin alcanzarla.

143
142
Crimen y castigo
MANUELA FERNÁNDEZ (2009)

De niño inventé un amigo invisible al que llamé Siul, mi nombre al revés. Con el tiempo Siul se
volvió prepotente, dominante, y agresivo, hasta que perdí todo control sobre él. Fue Siul quien
mató a ese hombre y no yo.
Me autoinculpé en la declaración. Sabía que haciéndome pasar por Luis le culparían a él y no a
mí. Ahora él vive entre rejas imaginando que soy yo.

145
144
Murmullos en el
Louvre
GREMLIN (2009)

—¡Pues yo no sé de qué te quejas— estalló la Victoria Alada de Samotracia al oír los lamentos
de la Venus de Milo, —Al menos conocen tu rostro!.

147
146
Una verdad incómoda
J. M. DORREGO (2009)

El día que los científicos descubrieron el primer agujero negro, comprobaron la presencia de agua
en su interior. Dicho indicio suponía la existencia de vida, tal y como pudieron corroborar más
adelante. La civilización que hallaron resultó ser sorprendentemente parecida a la nuestra. No
sólo se organizaban en diferentes países, ciudades, pueblos y comunidades de vecinos, sino que
también había banqueros, curas, militares, policías, vendedores de coches, políticos e incluso
bailes regionales. Y lo que era peor aún: existían los lunes por la mañana. Ante el panorama de
ver duplicada nuestra existencia en el Universo, los científicos optaron con buen criterio por omitir
dicho hallazgo.
Desde entonces, sólo se habla de los agujeros negros como regiones espaciotemporales, casi
míticas y lo bastante inaccesibles como para que nadie caiga en la tentación de colonizarlas.

149
148
Favor
MÓNICA ORTELLI (2009)

Si el zapato no se hubiera deslizado debajo de la cama, Antonia no hubiese visto un envoltorio


de tela negra en la quinta pata. Dentro, recortados, torso y cabeza de su marido con la cara
borracha del último cumpleaños. A la altura del primer botón prendido de la camisa, un agujero
de lado a lado, prolijo, con el borde pintado de rojo.
Sorprendida, fue por su madre y la tía Ulda; las encontró calentando agua para el café, riendo por
lo bajo. Se incomodaron al ver foto y trapo en su mano pero ninguna apartó la vista, al contrario.
Entonces Antonia les dio las gracias y, con disimulada satisfacción, retornó al comedor, donde
velaban al cónyuge muerto de un infarto.

151
150
Juegos divinos
GREMLIN (2009)

Corre a resguardar de la llovizna la ropa casi seca. Ve que cesa la lluvia y vuelve a tenderla. De
nuevo empieza a caer el agua; a recoger. Desiste a la tercera vez y deja que se empape.
Por un agujero entre las nubes, los dioses llevan la puntuación: a ver quién atina más gotas a la
camisa roja.

153
152
A los postres
JOSEPH M. NUÉVALOS (2009)

Una bodega surtida ennoblece a su dueño. El Conde postergó hasta el final a aquella brillante
pelirroja —cuerpo rotundo, buqué espeso, carácter vivaz— por el exquisito dulzor que le daba
su quinta añada como diabética.

155
154
Literal
RUBÉN PESQUERA ROA (2009)

Eva mordió la manzana… de Adán.

157
156
Otra de vaqueros
LAURA ELISA VIZCAINO (2009)

En Ficticia somos realistas: la liebre es un gato, Pinocho es Jonás y el dinosaurio está allí.

159
158
Despertares
GABRIEL BEVILAQUA (2009)

Desperté en una embarcación. La adusta mirada de los pasajeros y el porte del barquero me
revelaron, tempranamente, que estábamos navegando por las aguas del Estigia. Se me oprimió
el corazón. De súbito, una mujer —que me recordó a mi madre— posó sus manos sobre mi
cabeza y con una voz dulcísima me dijo: «Vuelve a la costa, pajarillo».
Esta mañana, al restregarme los ojos, algunas plumas persisten entre mis dedos.

161
160
Kafka tras el cristal
EL POETA ZURDO (2009)

El público, siempre paciente en los trámites burocráticos, apenas ha notado que es un escarabajo
quien atiende al otro lado de la ventanilla. No les sorprende que el coleóptero sostenga una
póliza con sus patitas delanteras; tampoco que lance volutas de humo desde la cazoleta de su
pipa, aunque les desconcierta, eso sí, el hecho de que lo haga en un edificio público donde,
según el artículo 3654/67/4352cd/Bis, está terminantemente prohibido fumar.

163
162
Sin retiro
GABRIEL BEVILAQUA (2010)

Cuando la joven, bella y arrepentida prostituta cruzó las puertas del cielo, creyó que había
sido absuelta de sus pecados. Ignoraba que en verdad la requerían, clandestinamente,
por su oficio.

165
164
Écfrasis
RUBÉN PESQUERA ROA (2010)

Tras el pretil, la mecedora se mueve sin que el abuelo se esfuerce. Ocupado en vigilar a las niñas
que juegan, se balancea a capricho de viento y madera. Las vigas del piso crujen al parejo del
viejo mueble y la mirada fija recorre de arriba a abajo —con precisión cronométrica— la curva:
desde los árboles que delimitan la milpa recién barbechada hasta la mugre de los pies descalzos
de la más pequeña nietecita.
La madre, atareada con el metate, se baña en el sudor de la lumbre y del mediodía. Para completar
el lienzo, un niño, el hermano mayor, se acerca por la vesana acompañando al famélico hato de
ganado.
El abuelo ha muerto desde las ocho de la mañana, pero sigue atento el juego de las niñas, es su
obligación, su contribución a la magra economía doméstica. Ya después lo llorarán y prepararán
café, bolillos y novenario.
Para sosiego de todos, es sordo, y hace caso omiso al clamor de los ancestros que llegan a
recogerlo, entre vapores de fósforo y departiendo con las escuálidas vacas.

167
166
Múltiple
JOSÉ LUIS SANDIN (2010)

Percibía un personaje distinto con cada lectura de la minificción. “Sin duda, el autor sufre de un
grave trastorno”, sentenció para sus adentros el sicoanalista. Dispuesto a obtener un diagnóstico
exacto, leyó de nuevo la página en blanco.

169
168
El ladrón de tinta
J. M. DORREGO (2010)

Cervantes se pensaba Alonso Quijano y éste se creía Cervantes, mientras calmada y metódicamente
Sancho iba escribiendo El Quijote.

171
170
Viñeta nocturna
GILBERTO MARTI LELIS (2010)

Nada que nada la luna blanda, remonta las olas, se tuerce en las crestas oscuras del agua. Vienen
las nubes de lluvia cargadas, embozan la luna y no se ve más nada, nada de nada. Luego las
gotas: agitan y trizan el espejo acostado en que la noche nada. Y no veo nada: el azogue frío me
empapa. Nada que nada, entre las ondas: nada de nada. La lluvia pasa. Llevo en los ojos metida
la luna blanda, remonto en silencio las crestas oscuras del agua. Alguien encuentra mi cuerpo en
la playa. En el acantilado una lechuza canta, canta que canta, a la luna blanda.

173
172
En el escudo traía
pintada una luna
resplandeciente
ELISA DE ARMAS (2010)

El caballero de la Blanca Luna, tras derrotar al de la Triste Figura, descabalgó y se le arrimó para
escuchar las débiles palabras de la rendición. Fue así como se le contagió la cruel enfermedad
de la fantasía y, a imitación del vencido, se lanzó a la búsqueda de una dama que pudiera
parangonarse con Dulcinea del Toboso y de aventuras en las que probar la fuerza de su brazo.
Mas ocurrió que la Luna, que no perdona a quienes toman su nombre en vano, lo privó del don
de la locura, de modo que no encuentra señora cuya hermosura sea digna de su amor ni empresa
alguna merecedora de su afán. Y desde entonces vaga por el mundo, cuerdo y anhelante, como
un desgarro entre la realidad y el deseo.

175
174
Cinceladas
LE NIAIS (2010)

Tras meses de entrenamiento, el aprendiz logró ver al ángel atrapado en el mármol. Tomó el
cincel y martilló hasta tener su figura bien definida, a unos milímetros de tocar su carne. Pero
la piedra se agrietó. El ángel extendió sus alas, se sacudió los guijarros y emprendió el vuelo sin
más.
—No te preocupes —lo consoló el maestro escultor—, a todos se nos escapa el primero.

177
176
Polvo
JOSÉ MANUEL ORTIZ SOTO (2010)

Mientras su cuerpo se resquebrajaba entre mis manos, era tarde para sopesar los riesgos de
amar a una mujer de barro.

179
178
El peso del delirio
ALFONSO PEDRAZA (2010)

Cuando llego a casa observo si las ventanas me sonríen. En tal caso entro sin recelo. Si las
baldosas, limpias de toda suciedad, me invitan a chirriar las suelas por su tersa faceta, continúo.
Si acaso al entrar al dormitorio me encuentro a mí mismo postrado y ni por un momento intuyo
mi presencia, despierto o vuelvo más tarde.

181
180
Intuición femenina
JOSÉ MANUEL ORTIZ SOTO (2010)

La acarició y la besó antes de colocarla sobre la marca de los once pasos. Mujer al fin y al cabo,
la pelota percibió lo falso de aquel acto y fue directa a los brazos del portero.

183
182
A la sombra de
un sueño en flor
GABRIEL BEVILAQUA (2010)

Pasados los cien años del hechizo, la bella durmiente se resiste otra vez a despertar:
«Tarde o temprano, sueña, lo intentará una princesa».

185
184
Tloque Nahuaque
RUBÉN PESQUERA ROA (2010)

La máscara de obsidiana, el manto de piel de coyote, y el penacho de plumas de quetzal, yacen


sobre la cama de piedra. Con cuidado, el dios invisible se quita el maquillaje de arcilla, sangre
y látex. Otro día con la rutina de siempre y estos aztecas que ya no creen en nada… Sólo lo
consuela saber que ya vienen los españoles. Acaso se tome unas vacaciones.

187
186
Miradas
MÓNICA ORTELLI (2010)

Tras cuarenta años de felices acuerdos, ambos presumen de entenderse sin palabras.
Casados por trámite civil, en su momento prefirieron comprar la cama grande a los anillos;
después, se olvidaron. O casi, porque ahora ella mira su mano un tanto artrítica y piensa que
le gustaría lucir un aro de oro junto al cintillo heredado de su madre. Entonces la extiende y
pregunta sonriendo a su marido:
—¿No crees que ya es hora? —Mueve el dedo anular con cierta dificultad—. ¿No te gustaría a ti
también? —agrega entrelazándole los dedos. Él observa las manos de los dos, la mira a los ojos
intensamente y asiente.
Al otro día, irá contento a reservar la excursión para las aguas termales.

189
188
Fauna nocturna
MÓNICA ORTELLI (2010)

Nada plácidamente entre ballenas que meditan; los sonidos, como ronroneo de gato, son graves
y cadenciosos. Pero, las vibraciones se tornan cada vez más disonantes, molestas. De pronto,
espasmos sibilantes le lastiman los oídos porque ahora está en la sabana y un elefante barrita
furioso. Huye despavorida, tropieza y cae junto a un cerdo que le gruñe ruidosamente al oído.
Se despierta, observa con fastidio a su marido que duerme boca arriba y le da un codazo.

191
190
El único sentido virgen
CARLOS DE BELLA (2010)

Esa mañana trabajando la madera José recordaba los hechos vividos por su mujer en los últimos
días: primero que al tocar el cactus sintió un escalofrío, luego que al beber de la fuente dentro
de ella cantó algo, al mirar el horizonte una nube le saludaba y ayer que el estiércol olía a rosas.
Allí viene ¿qué tendremos hoy?
—¡Ay mi querido! debo contarte la buena nueva.

193
192
Noche de paz
RUBÉN PESQUERA ROA (2010)

La escena es tierna en extremo, conmovedora. Los pastorcitos todos muy lindos, José y María,
los reyes que se distinguen a lo lejos, la estrella de Belén. Y el niñito Jesús, clavado a su crucifijo
de juguete, la llaguita en el costado y una pequeña corona de espinas.

195
194
La foto del recuerdo
JOSÉ MANUEL ORTIZ SOTO (2010)

—¿Tú eres Santa? —preguntó el chiquillo sentado en las piernas del hombre regordete.
—La verdad, no. A mí me pagan por estar aquí fingiendo.
—Lo sabía. No por nada soy el Niño Dios.

197
196
Filius philosophorum
ELISA DE ARMAS (2010)

Tras años de introducir dentro del crisol la mezcla de pelos, piel y esperma y de rodearlo con
estiércol de caballo para mantener la temperatura, el viejo alquimista vislumbra por primera
vez en su fondo la criatura quebradiza, casi sin sustancia, aún carente de vida. En secreto la
alimenta con sangre humana hasta que, al fin, una madrugada lo despiertan sus gemidos
desconsolados. Las impacientes manos del anciano extraen del recipiente un homúnculo de piel
rosada, perfectamente constituído, aunque de un tamaño mayor del que imaginaba e, incapaz
de calmar su llanto, reclama la ayuda de su joven criada que acude presurosa, se desabotona el
corpiño, acerca al pequeño ser a su pecho y lo deja succionar hasta que se calma. El entusiasmo
por el éxito de su experimento no permite al sabio apreciar las ojeras de la muchacha, ni la
repentina estilización de su cintura, ni el alivio que refleja su rostro. Mientras tanto, en el corral,
las gallinas picotean el cadáver semitransparente de un hombrecillo diminuto.

199
198
La sombra del
alquimista
GABRIEL BEVILAQUA (2010)

Efraím Erasmus, alquimista de pueblo, podía darle vida a su sombra. Al conocer esto el rey, de
inmediato lo llamó a formar parte de su corte, lo que le granjeó a Efraím un peligroso enemigo: el
alquimista real. Una noche, tras hurtarle la fórmula de la sombra, el alquimista real le ordenó a la
suya que estrangulara a la princesa. Y al descubrirse el crimen, señaló: “Sólo una sombra podría
pasar entre decenas de guardias y una puerta con cerrojo». Sereno, Efraím tomó la palabra: «Su
majestad, no puedo devolveros a vuestra hija, pero sí, hablar con ella. Si perseguís la verdad,
dejadme intentarlo”.
Entonces, tras un ensalmo de Efraím, se oyó la melodiosa voz de la princesa: “Mi matador,
ciertamente, ha sido una sombra; mas no la de Erasmus…”
Años después, Efraím dejó escritas unas célebres memorias donde destaca el capítulo “De mi
don de ventrílocuo”.

201
200
Mitografía
JOSEPH M. NUÉVALOS (2010)

Tras extirparse los ojos, Edipo descubre un complejo ignorado: su fobia a la oscuridad.

203
202
Juego de niños
JOSÉ MANUEL ORTIZ SOTO (2010)

De pie ante el interruptor, parecía meditar su siguiente movimiento.


―¡Deja de jugar con el apagador y ven acá! ―gritó la madre desde algún lugar de la planta baja.
El borbotón de luz emanado de la lámpara descubrió al chiquillo que, agazapado bajo las sábanas,
no paraba de sollozar.
―Sí, mamá, ya voy ―respondió de mala gana el fantasma y desapareció.

205
204
Coronación
FICTIOUS III (2010)

Llegado el momento, fue llevado hasta el trono. Satisfecho, tomó posesión de él mientras le
colocaban los brazaletes y le era ceñida la corona. Por su mente desfilaban vívidos recuerdos de
lo que había hecho y por lo que hubo de pasar para llegar hasta ahí.
Una diabólica sonrisa se esbozó en su rostro al verse al fin en aquella sala, de donde sólo muerto
podrían sacarlo, después de que el celador accionara la palanca del interruptor.

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Justicia
JOSÉ LUIS SANDIN (2010)

Dado que todas las pistas conducían a él, se entregó a la policía. Ya cometería el crimen cuando
saliera de prisión.

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Crónicas de Chauburgo
(mariposas de
obsidiana)
GILBERTO MARTI LELIS (2010)

1
Al amanecer encontraron a la muerta flotando boca abajo en la fuente de la plaza. El Juglar
(Pérez Maqueda, Fernán), improvisado capitán de policía, escribió un verso pidiendo la autopsia.
2
Tenía la boca llena de pétalos de rosa y del vientre inflamado, al corte del bisturí, brotaron
Iztpapalotl, mariposas de obsidiana, grandes como murciélagos.
Flor del Carmen profetizó que el asesino se entregaría al ocaso, que bebería en La Flor hasta que
vinieran por él.
3
Pérez Maqueda se instaló desde las cinco en la barra, vigilando en el espejo la entrada, bebiendo
cerveza, sonriéndole a las sanjuaninas que cuchicheaban en las mesas.
4
A las 6 un aleteo en la calle anunció la llegada del opeta. El de la gabardina vieja, verde y
deshilachada de las mangas, saludó con la mano. “Hola, Flor”, le dijo a la enana. “Limonada con
mucho hielo”, pidió y fue a sentarse al lado de Fernán. Encendió un Lucky, y sólo entonces miró
a Pérez Maqueda.
5
“Si viene por lo del fiambre de la fuente: ella me pidió que lo hiciera, estaba podrida; dijo llamarse
Ofelia, venía del Golfo, problemas con drogas; nada que hacer, salvo darle una muerte bella”.
6
Se apoyó en el borde de piedra. Con el culpable cautivo ya podría tomarse un descanso. Fernán
estuvo escuchando la hojarasca llevada por el viento, mirando el vaivén de las hojas hundidas en
el agua de la fuente, dejando fluir su calculada tristeza.

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