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ESCUELA DE ACOMPAÑAMIENTO

ACOMPAÑAR UN PROCESO ESPIRITUAL DE EJERICIOS


Se basa en el artículo de García Domínguez.

Proceso espiritual y proceso vital


Idea de proceso: itinerario, camino, peregrinación, madurez.
Vida cristiana se vive de manera progresiva, abierta a un crecimiento a un crecimiento siempre mayor.
Pasamos por etapas o vías circulares en nuestra vida: purificativa, purgativa, que corresponde a la
etapa de Manresa en Ignacio. Hace una confesión general de su vida. Elabora la regla para superar
escrúpulos. El escrúpulo es ver pecado cuando objetivamente no hay esa realidad. Corresponde a
una etapa de recién convertido.
Tres etapas vitales: purgativa, iluminativa, unitiva.
La dinámica iluminativa tiene que ver con recibir la gracia, Dios como luz, que se presenta al mundo,
y la persona se deja iluminar, después de trabajar lo purgativo, la persona se dispone a seguir a
Cristo, abierto a la gracia, conocimiento para más amarlo y seguirlo, el conocimiento de la pasión y
de la alegría del resucitado, el resultado es querer identificarnos con Él, que nuestros sentidos se
vayan cristificando, ir caminando hacia lo unitivo con él.
Lo que damos a otros es una metodología de oración. La idea es que el sujeto que va a ser la
experiencia se encuentre con Dios en libertad: Dejar al Creador con la creatura. Ofrecerle el método
para que se encuentre con el Creador. Un método que tiene una estructura metodológica que
plasmó Ignacio y que nos invita a compartirla con otros.
Metodología es personalizada, hay un proceso subjetivo que tiene que ver con el proceso del que
realiza el sujeto. A veces el proceso subjetivo no va de la mano del proceso objetivo. El lugar de
síntesis es el acompañamiento. Capaz no se han integrado todavía muchos elementos, y conviene
mantener el trabajo de una semana antes de pasar a otra. Lo importante es el proceso subjetivo que
realiza el sujeto.
En Ignacio distinguimos un camino de peregrino externo, pero sobre todo de una peregrinación
interior, de maduración interior.

Visto desde fuera será primero un caballero andante a lo divino; luego un eremita
retirado en Manresa; más tarde un peregrino devoto en Tierra Santa; posteriormente
un estudiante pobre, aunque diligente, en Barcelona; después un mal estudiante en
Alcalá, demasiado activo apostólicamente; y ni siquiera puede ser estudiante en
Salamanca, donde se le juzgó como sospechoso predicador ambulante antes de
poder estudiar nada; sólo más tarde se convirtió en un alumno disciplinado en París,
hasta sacar su título universitario de maestro en Artes por la mejor universidad de la
época. Al poco tiempo fue clérigo y sacerdote carismático en la Señoría de Venecia y
misionero frustrado de Tierra santa. Poco después, en Roma, fue miembro fundador
de una orden religiosa novedosa; enseguida superior general de dicho instituto y
organizador de su actividad apostólica en la misma ciudad y en el mundo entero; y
años después, anciano y enfermo en los últimos meses de su vida, murió en aquel
cargo que no le gustaba ocupar. Así podemos resumir su peregrinación exterior.

Pero en cuanto a la peregrinación interna dice:

Sin embargo, el proceso espiritual del peregrino es más difícil de identificar, aunque
algo de su camino interior se puede rastrear en la trayectoria que sus discípulos le
pedían y que él mismo narró: "el modo como Dios le había dirigido desde el principio
de su conversión". De este modo, la experiencia espiritual de Ignacio pasa por varias
etapas, reflejadas en su narración autobiográfica y resaltada por los distintos co-
mentaristas.

Esto es fruto del ensayo y error. El escrúpulo en Manresa le lleva casi a querer quitarse la vida para
quitarse la culpabilidad.

Pero es que, además, Ignacio aparece siempre como un guía que trata de llevar a las
personas "suavemente", a su ritmo, como sucede en los casos paradigmáticos de
Pedro Fabro y de Francisco Javier. Se muestra como un pedagogo humano y espiritual,
que no da a nadie "cosas que no pueda descansadamente llevar y aprovecharse
dellas" (Ej 18), acercando los ideales deseables al bien realistamente posible en cada
momento. Del mismo modo, el que da los Ejercicios debe tratar con suavidad
ciertamente al ejercitante tentado (Ej 7), pero también en otros momentos; pues debe
acompasar el proceso ideal (objetivo) al ritmo suave del Espíritu y las posibilidades
reales (subjetivas) de cada persona; por lo mismo, un acompañamiento que fuerce los
procesos o agite excesivamente al ejercitante no parece muy ignaciano. Seguramente
Ignacio transmite también esta mentalidad de proceso espiritual a sus discípulos; por
ejemplo el dulce Pedro Fabro, el que mejor daba los Ejercicios según Ignacio, también
expresa su experiencia espiritual como proceso y se manifiesta como un afable
conversador espiritual y consumado maestro del afecto.

A cada uno lo va guiando según sus necesidades y características, cómo fortalecer y potenciar sus
virtudes y ayudar al crecimiento de los límites. Esto nos lleva a acompañar a cada uno según su
camino y sus características, con dulzura como Ignacio, y no sobrecargar sus cargas sino aligerar el
peso.
La síntesis del Ignacio maduro, es ser contemplativo en la acción, es capaz de descubrir a Dios en
todas las cosas, va encontrando a Dios en todas las cosas.

Los Ejercicios como proceso


Ignacio aparece como un guía que trata de llevar a las personas suavemente a su ritmo.
Invita a la persona que acompaña EE que trate con suavidad al tentado, que interpele al que esté
viviendo afectos desordenados.
Los EE proponen valores que piden un cambio cualitativo de la mente y el corazón.
Los EE se organizan en cuatro semanas.
Finalidad de los EE es “vencerse a sí mismo”. El gran fruto es vencer al ego, vencerse a uno mismo.
Tiene que ver mucho con la voluntad. Lo cual en Ignacio es una extraña síntesis entre pedir la gracia
y trabajar la voluntad. No es un voluntarismo ni la pura gracia, pedida y no trabajada por el sujeto.
A todo como si viniese de Dios, pero a la vez con todos los medios necesarios para ello. Es la actitud
de poner todo de nosotros y al mismo tiempo abandonar en manos de Dios el resultado.
Buscar y hallar la voluntad de Dios para nuestras vidas.
Constituyen un proceso de preparación, elección y entrega que el ejercitante recorre a lo largo de la
experiencia.
Esto tiene el marco de la comunidad, el sentir con la Iglesia.
Los EE proponen un proceso en el conjunto de sus semanas.

El proceso en el principio y fundamento


Se puede dividir en:
- El fin del hombre
- El uso de las cosas
- La necesidad de libertad o la indiferencia
El ser humano ve todo lo creado orientado al bien del hombre.
Necesitamos ordenarnos en relación con las cosas, crecer en libertad afectiva. Hoy es más desafiante.
Tendrá que ver con la vocación con cada uno esta relación con las cosas. Necesitamos crecer en esta
libertad afectiva.
Tanto quanto, indifierencia, magis.
Algunos riesgos del principio y fundamento. ¿Cómo trabajar hoy la dimensión de la alabanza? Cómo
recuperar la dimensión de alabanza, que tiene que ver con reconocernos hijos, en un tiempo de
carencia de trascendencia, donde la conectividad con Dios es más desafiante.
¿Cómo hoy poder seguir presentando el principio y fundamento?
¿Qué aspectos me parecen fundamentales de subrayar?
En el mismo se nos habla del fin del hombre y subyace una mirada trascendente
¿Qué tensiones sentimos frente a la realidad cultural actual? (posmoderna, consumista, globalizada)

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