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EL PLD, Colección Estudios

Sociales, Autor Juan Bosch

2da. Edición, 2005.-

LA ESPAÑA BOBA Y LA INDEPENDENCIA EFIMERA 1809-1822

Nuestro país volvió a ser parte de España desde el día 17 de julo de


1809, y como se dijo en el folleto No. 8, en el mes de mayo del año
anterior los españoles habían comenzado contra los ejércitos de Francia la
lucha que en la historia de España es conocida con el nombre de Guerra
de la Independencia. En los primeros meses de esa guerra España no
tenía un gobierno que dirigiera la lucha; lo que había eran numerosas
juntas formadas por las personas notables de cada lugar, y esas juntas
dirigían al pueblo de cada región, pues era el pueblo en que estaba
combatiendo a los franceses.

Con su rey Fernando VII y los padres de ese rey presos en Francia,
como se explico en el folleto No. 8, y con el país ocupado por los ejércitos
de Napoleón, la situación de España era muy confusa. Para el mes de
septiembre de 1808 se formó una junta superior, que se llamó la Junta
Suprema de Sevilla, cuya autoridad reconocieron las juntas de toda
España, y ya para el mes de octubre comenzaba aquí la lucha contra el
gobierno de Ferrand, lo que indica que la guerra contra los franceses que
tuvo lugar aquí entonces era una consecuencia de la que mantenían los
españoles contra Napoleón.

Conviene tener muy presente que España era entonces el impero


mas grande del mundo, un imperio que se extendía por territorios enormes
en América, en África y en Asia, y que la cabeza de ese impero había
estado hasta el año 1808 en España; así pues, al quedar destruida la
organización política de España por la ocupación francesa y por la guerra
que siguió a esa ocupación todo el imperio entro en crisis, y nosotros, los
dominicanos, teníamos que sentir esa crisis de manera profunda.
¿Porqué?

Porque también nosotros hicimos la guerra contra los franceses y


esa guerra había sido muy costosa para Santo Domingo; porque pasamos
a ser españoles en el momento mismo en que debido a la situación en
que se hallaba, España no tenia capacidad para comerciar con nosotros o
para ayudarnos de alguna manera, y por ultimo porque como resultado
de nuestra guerra el país pasó a ser gobernado por l os hateros, que era
la clase social más incapaz, en todos los aspectos, para resolver los
problemas dominicanos.

En cuanto al costo de la guerra en Santo Domingo, podemos


suponerlo si apreciamos el hecho de que durante más de ocho meses la
Capital estuvo sitiada por varios miles de hombres y esos hombres
consumían lo que producía la escasa población que vivía entre Los L lanos y
Baní, por un lado, y entre la costa del Sur y Monte Plata y Bayaguana, por
el otro. En toda esa región no quedaron reses ni víveres ni caña de azúcar,
como dice u historiador de la época, ni aún caballos o mulos o burros con
qué llevar productos de un sitio a otro; y hay que recordar que entonces
las cargas se transportaban solamente a lomo de animales. En cuanto a
los que vivían en la Capital durante el sitio, tuvieron que comer ratones,
gatos y cueros de sillas, de manera que al entrar en la ciudad para hacerse
cargo del gobierno, Sánchez Ramírez y sus hombres sólo hallaron miseria y
gente muerta de hambre.

Hablando de esos tiempos, refiriéndose a los 18 meses de gobierno


de Sánchez Ramírez, un historiador cuenta que cuando entraba en la
Capital un caballo con una carga de plátanos o de yuca “se le custodiaba
con una guardia para que a presencia de un Alcalde de Barrio y a veces de
un Ayudante de la Plaza se vendieran aquellos frutos”, siempre en
cantidades pequeñas para cada comprador; y explica que los compradores
iban detrás del caballo “en gran número, a veces formando filas (del largo)
de una cuadra”. Un año después de la muerte de Sánchez Ramírez se
decía en un informe que nuestro país “se halla hoy en peor estado que al
tempo de la ocupación por nuestros abuelos”, con lo que quería decir que
la situación era mas mala que en los días de Colón, cuando la isla fue
ocupada por los españoles. A mediados de 1813, es decir, cuatro años
después de haberse ido los franceses y dos años y cuatro meses después
de la muerte de Sánchez Ramírez, Núñez de Cáceres decía: ...”éste es un
país arruinado, donde la miseria ha llegado al último (extremo)”. De
acuerdo con Núñez de Cáceres, la gente del país no disponía de dinero ni
siquiera par apagar los gastos del gobierno durante un mes. El gobierno
de España mandó 100 mil pesos desde Cuba, allá por el año 1811, y nada
más, y desde finales del 1812 hubo que hacer papeletas porque no había
monedas de metal, y como los dominicanos no habían visto nunca
moneda de papel, o papeletas, no querían aceptarlas; es mas, se conoce
el case de un oficial que saco la espada para matar a Núñez de Cáceres
porque creía que esta era el culpable de la miseria que había en el país.

Desde luego, no hay que explicar por qué razones España no podía
ayudarnos. España estaba en guerra contra los franceses y en vez de dar
ayuda necesitaba que se la dieran a ella. Pero la mala situación dominicana
se agravaba debido al estado de guerra que habían en toda le región del
Caribe, Inglaterra combatía a los franceses en el Caribe y eso mantenía
paralizado el comercio internacional de nuestro países.

Por último, la mala situación se debía también al mal gobierno de los


hateros, cuyo jefe y representante era don Juan Sánchez Ramírez. Los
hateros formaban un grupo social políticamente muy atrasado, esclavista y
por tanto racista; enemigo de todos los cambios, incapaz de comprender
que el mundo se hallaba en esos días en estado general de revolución,
pasando del capitalismo manufacturero y comercial a la revolución
industrial. (La era del capitalismo manufacturero era la de la producción
hecha a mano y la de la revolución industrial comenzó cuando se
inventaron máquinas para fabricar los artículos de consumo general). Ese
paso del capitalismo manufacturero a la revolución industrial dejaba atrás,
y por tanto liquidaba históricamente a la producción esclavista. Pero los
hateros no aceptaban esa transformación y pretendían mantener a Santo
Domingo viviendo en épocas pasadas, y por eso mientras estuvieron en el
gobierno del país fueron incapaces de sacar a los dominicanos de la
situación de miseria y atraso en que caímos al quedar nuestro país
incorporado a España. Esa es la explicación de que esos años, que van
desde el 1809 hasta el 1821, se llamen en nuestra historia los de “la España
Boba”.

Sánchez Ramírez tomó algunas medidas que agravaron la situación,


como sucedió con la de la expulsión de los franceses que se habían
establecido en nuestro país en los tiempos de Ferrand. Entre esos
franceses había bastantes dedicados al corte y la venta en el extranjero
de maderas preciosas, al cultivo del café y del algodón. Uno de ellos
había establecido en los alrededores de la Capital la primera siembre de
verduras que se conoció en Santo Domingo. Esos franceses
representaban a la burguesía de su país, y la burguesía era entonces la
clase más avanzada del mundo, y aunque fueran partidarios de la
esclavitud y usaran esclavos, habían traído al país métodos de producción
mucho mas progresistas que los de los hateros, y su expulsión acabo de
arruinar la economía dominicana a la vez que significó la eliminación de
un sector social progresista. Al sacar del país a esos franceses, Sánchez
Ramírez les confiscó sus esclavos, que el gobierno pasó a cambiar por
víveres y otros productos. Algunos de ellos fueron vendidos en Puerto
Rico.

Mientras tanto el proceso revolucionario desatado por el desarrollo de


la revolución industrial, que había dado lugar a la Revolución Francesa y la
larga guerra de los ingleses contra Francia y había provocado las
numerosas guerras de Napoleón Bonaparte contra varios países de Europa,
entre ellos España, seguía causando convulsiones en América. Para
mediados del año 1810, a Francia, que había tenido tantos territorios en el
Caribe, no le quedaba en la región ni una tarea de tierra; Inglaterra había
conquistado una por una todas las posesiones francesas del Caribe. Para
ese año Haití se hallaba dividido en dos países: el reinado de Henri I –
primero--, el antiguo general Cristophe o Cristóbal de los días de Toussaint
y Dessalines, cuya capital era la ciudad de Cap-Haitien o Cabo Haitiano, que
había pasado da llamarse Cap-Henri, y la república de Alejandro Petión, con
su capital en Port-au-Prince o Puerto Príncipe. En Venezuela,
Colombia, México y otros lugares españoles de América habían
comenzado las luchas por la independencia. Nuestro país había quedado
comercialmente aislado, pues sólo podíamos comprar y vender en dos
países, que eran Inglaterra y los Estados Unidos. Las ventas en el exterior
eran principalmente de tabaco, que se cosechaba en La Vega, Moca y
Santiago y se embarcaba por Puerto Plata, y de maderas preciosas, como
la caoba, que estaba entonces de moda en Europa. El comercio era
pobrísimo, según dice un historiador, y estaba “limitado a la importación
de lo que necesitaba para su consumo una población escasa y pobre en
que apneas era conocido el lujo”. En el país no había una sola fábrica de
nada. Se hacían serones para el tabaco, cachimbos de barro y cosas
parecidas.

Las guerras en a Europa, especialmente la de España y Francia, y la


situación general de América, agravaban el estado de miseria del país, y ese
estado de miseria provocaba un estado de atraso al cual contribuía el tipo
de gobierno incapaz y extremadamente reaccionario de Sánchez Ramírez y
de los gobernadores que tuvimos en los tiempos de “la España Boba”, que
era, en fin de cuentas, el gobierno de los hateros. Como es natural la
población, aunque era pequeña, no podía estar conforme con su suerte y lo
manifestó a través de complots y conspiraciones.

Los esclavos y los negros libertos y los mulatos tenían muy en cuenta
el ejemplo de Haití, donde los antiguos esclavos eran libres, y algunos de
ellos llegaron a ser gobernantes, uno de ellos como emperador –Desalines--
, otro, el general Cristóbal, como rey, y otro, Petión, como presidente; o
llegaban a ser generales, ministros, altos funcionarios, en fin. La pequeña
burguesía de esos años, que era escasa pero aspiraba a extenderse,
formada por los pequeños productores de tabaco, los pequeños
propietarios, lo pequeños comerciantes –y hay que tener en presente que
entonces no había comerciantes grandes porque todo el comercio era muy
pobre--, veía que no podía progresar bajo un gobierno tan retrógrado; y
hasta algunos hateros, que a pesar de ser hateros vivían prácticamente en
la pobreza, se hallaban inconformes con la situación del país. Ninguna de
seas capas sociales ni todas juntas tenían fuerza para hacer cambiar la
situación; pero se agitaban y buscaban la manera de actuar a través de
movimientos conspirativos. Esas conspiraciones eran síntomas de una lucha
de clases débil, pero lucha de clases al fin y al cabo, en la cual los esclavos,
que sufrían su esclavitud, y los negros libres y los
mulatos, que eran discriminados por causas raciales y por eso mismo no
podían mejorar de situación, y la pequeña burguesía y algunos hateros
pobres se unían para luchar contra el grupo dominante, o lo que es lo
mismo contra el poder de los hateros, representados en el gobierno por
Sánchez Ramírez y por otros altos funcionarios. Los hateros gobernaban
apoyándose en el poderío tradicional de España, y ese poderío español no
podía ser ejercido directamente desde España debido a la guerra que
mantenían los españoles contra Napoleón, aunque sí se reflejaba a través de
Cuba y Puerto Rico, donde España tenía importantes fuerzas económicas,
militares y políticas, y a través de Inglaterra que era aliada de los españoles
en la guerra.

En septiembre de 1810 el gobierno descubrió una conspiración


conocida con e nombre de Revolución de los Italianos debido a que en ella
participó el capitán Emigdio Pezzi, jefe de una compañía de soldados
italianos que servían a España. Junto con Pezzi conspiraron un venezolano y
varios dominicanos. El capitán Pezzi fue fusilado, y el venezolano y dos
dominicanos ahorcados; a los cadáveres se les cortaron las cabezas, que
fueron fritas en alquitrán y colocadas en diferentes lugares de la Capital, y
sus alrededores. Ese tipo de medidas da idea a lo que era el gobierno de los
hateros.

Sánchez Ramírez murió el 12 de febrero de 1812, y su sucesor, el


gobernador Carlos Urrutia, a quien el pueblo iba a llamar Carlos Conuco,
llegó a España más de dos años mas tarde. Año y medio después de la
muerte de Sánchez Ramírez, el comenzar el mes de agosto de 1812, hubo
un levantamiento de esclavos en Mendoza, cerca de la Capital, que fue
ahogado en sangre con los mismos métodos brutales que usó Sánchez
Ramírez en el caso de la Revolución de los Italianos. Los jefes del
levantamiento de Mendoza fueron ahorcados, luego se les cortaron las
cabezas y los brazos, que fueron fritos en alquitrán. A partir de entonces se
produjo una especia de acuerdo no concertado, desde luego, entre los
dueños de esclavos de nuestro país, y como entre los dueños de esclavos
había hateros y pequeños burgueses, aquellos con más esclavos y éstos con
menos, pero al fin y al cabo todos propietarios de esclavos, el acuerdo vino
a ser naturalmente, entre hateros y pequeños burgueses. Ese
acuerdo que podríamos llamar espontáneo tuvo como resultado una
especia de paz social y política, pero no la mejoría de la situación general,
que siguió siendo mala, especialmente en el orden económico. La base del
acuerdo espontáneo entre los dueños de esclavos era el miedo a que
cualquier movimiento destinado a cambiar el tipo de gobierno tuviera
como resultado la libertad de los esclavos, y esto se comprende si se tiene
presente que en un país sumamente pobre y de población muy escasa, lo
poco que se producía se obtenía a base del trabajo de los esclavos, y si la
esclavitud desaparecía todo el mundo pasaría a un estado de miseria total.
La pobreza era tan grande, a pesar de la existencia de la esclavitud, que
el gobernador Carlos Urrutia hizo un gran conuco donde está hoy Villa
Duarte en el cual obligaba a trabajar a todos los que caían presos; lo que
se producía en ese enorme conuco era vendido a las familias de la Capital,
y ésa fue la razón por la cual el pueblo bautizó a su gobernador con el
apodo de Carlos Conuco.

Como es natural, en un país tan pobre la gente que tenía


inquietudes políticas, eso que Bolívar llamo la población políticamente
activa, era muy escasa, y la especie de acuerdo no escrito y no hablado a
que llegaron las dos capas que poseían esclavos, esto es, los hateros y
los pequeños burgueses, los unificó en ese aspecto del problema político
y social del país; pero también unificó en contra de ellos a los que
formaban el núcleo políticamente activo de los esclavos, los negros libre,
los mulatos y los pocos pequeños burgueses que no tenían esclavos. En el
país se produjo, pues, una división política y social que iba a hacerse
presente en los acontecimientos llamados a presentarse en los años
venideros. En esos acontecimientos habría dos corrientes principales; una
llamada a mantener la esclavitud y otra llamada a ponerle fin. Como
sabemos, la que triunfo fue la última, pero de manera inesperada.

¿Cómo se presentó esa manera inesperada?

Se presentó a través de la unión de nuestro país con Haití. Mientras la


situación económica nuestra seguía siendo muy mala, la de Haití había
mejorado mucho, pero más aún en el reino de Henri I que en la república de
Petión. Esos dos países haitianos se habían recuperado bastante de la
destrucción que habían sufrido en los años de la guerra contra Francia, y
por tanto su producción de azúcar, de café, de melaza, de maderas,
algodón, cacao y tabaco había aumentado y a base de esos productos
mantenían un comercio regular con los Estados Unidos y con Inglaterra, y
después que termino en al año 1814 la larga guerra de Inglaterra y Francia,
pasaron a venderle también a Francia.

Ahora bien, a partir del año 1818 sucedieron en Haití hechos de


enorme importancia. Ese año, en el mes de marzo, murió el preside nte
Petión y a presidencia pasó a ser ocupada por el jefe de la guardia
presidencia, el general Jean Pierre Boyer; y dos años y medio después, en
octubre de 1820, el rey Henri I se dio un tiro en la cabeza cuando halló
que sus tropas se le había rebelado. A la muerte de Henri I, el presidente
Boyer marchó sobre el reino del Norte y lo ocupó, de manera que Haití
quedo reunificado como república bajo la presidencia de Boyer. La
reunificación de Haití fue un éxito político para Boyer, que gano con eso
mucho prestigio, pero al mismo tiempo su gobierno se fortaleció
económicamente debido a que el reino de Henri I era más rico en
producción y estaba mejor organizado desde el punto de vista económico
que la re publica del Sur. Como es natural, una parte de la población
dominicana, sobre todo la que vivía mas cerca de Haití, pensaría que
rendía más ser haitiano que ser español, y con mucha más razón
prensarían eso los esclavos, los negros libres y los mulatos, que eran
tratados socialmente en nuestro país como seres inferiores, además de
que en el caso concreto de los esclavos, eran explotados por sus amos.

La reunificación favoreció a Boyer, pero también le planteó un


problema sumamente serio. En la república del Sur Petión había hecho
una reforma agria mediante la cual la mayoría de las tierras fueron
repartidas en propiedades pequeñas entre los campesinos u los oficiales
del Ejército, y Boyer, que no era partidario de la pequeña propiedad, no
podía quitarles esas tierras que les había dado Petión porque si lo hacia
provocaría una sublevación general. En cambio, en su reino del Norte
Henri I había distribuido las tierras en grandes propiedades que les dio a
sus favoritos, a quienes hizo duques, marqueses, y condes; y como él era
partidario de la gran propiedad, el presidente Boyer no estaba dispuesto a
distribuir esas grandes propiedades del antiguo reino entre los oficiales y
los soldados de Henri I, y sucedía que esos oficiales y soldados se le
habían rebelado al rey precisamente para dar fin a los privilegios que él
alimentaba. Así, pues, para evitar que las que fueron las tropas de Henri I
le hicieran a él lo que le habían hecho al rey, Boyer tenía que darles
tierras. ¿Pero cuáles tierras? Las dominicanas; las de nuestro país, donde
había millones de tareas libres. La solución del conflicto que se le
presentó a Boyer al ocupar el reino del Norte estaba, pues, en la
ocupación de Santo Domingo; por donde venimos a darnos cuenta de que
la ocupación de nuestro país por parte de Haití no se debió, como han
dicho tantos y tantos historiadores dominicanos, al oído de los negros de
Haití contra los blancos dominicanos, pues lo cierto es que aquí había una
minoría muy pequeña de blancos mientras las mayorías de la población
era negras o mestizadas de blancos y negros.

Para lograr sus fines, Boyer organizó una propaganda en varias


regiones de nuestro país, y como resultado de esa propaganda comenzó a
recibir cartas de dominicanos que le pedían entrar en Santo Domingo y
unir nuestro país a Haití. El pueblo dominicano no iba a rechazar esa
unión, porque en ella los esclavos hallarían su libertad y los negros no
esclavos y los mulatos hallarían la igualdad social; los pequeños
productores de tabaco pensaban que venderían sus andullos en Haití,
como lo habían hecho sus padres 30 años antes, y por último algunos
hateros pensarían que al unirnos a Haití volverían los tiempos en que los
dominicanos les vendían animales a los franceses de Haití.

Ahora bien, además de esclavos, negros libres y mulatos


socialmente despreciados, de pequeños comerciantes y pequeños
propietarios y pequeños productores de tabaco, en Santo Domingo había
un grupo de personas que eran dominicanos porque habían nacido aquí y
aquí vivían, pero desempeñaban los puestos más importantes del
gobierno del país como funcionarios de España. De ese grupo se
exceptuaba el gobernador, pues el gobernador y capitán general era
siempre, después que murió Sánchez Ramírez, español de España, no de
Santo Domingo. Ese grupo formaba lo que en la ciencia política se llama
el sector burocrático, palabras que significan el sector de empleados del
gobierno. Para ese pequeño grupo, la posibilidad de que nuestro país
quedara unido a Haití representaba lo pero que podía pasar debido a que
naturalmente perderían sus empleos y con ellos perderían su influencia y su
categoría social y política. El jefe de ese grupo era el licenciado José Núñez
de Cáceres. Cuando el sector burocrático comprendió que la unión con Haití
era inevitable porque tenia apoyo en varias capas de la población
dominicana, decidió separar el país de España y al mismo tiempo impedir
que se uniera a Haití. Los hechos que produjo el sector burocrático dieron
lugar a lo que en nuestra historia se llama Independencia Efímera.

Núñez de Cáceres y su grupo planearon quedar bien con los


haitianos y con los partidarios de la unión con Haití y al mismo tiempo
quedar bien con los partidarios de que siguiéramos siendo españoles y
hasta quedar bien con la misma España. ¿Y cómo pensaban ellos que
podíamos conseguir todo eso a la vez? Pues bautizando al país con
nombre de Haity Español. Planearon también quedar bien con los
partidarios de que el país se independizara de España y con los que no
querían la independencia, y decidieron que el país quedaría separado de
España, pero unido a Colombia, Ecuador, Venezuela y Guayana. Colombia,
cuyo presidente era Simón Bolívar, se hallaba en guerra contra España, y
seguramente Núñez de Cáceres y su grupo pensaron que poniendo al país
bajo la protección de Colombia, España no se atrevería a enviar aquí
fuerzas desde Puerto Rico y desde Cuba para obligarnos a seguir siendo
españoles. Lo cierto, sin embargo, es que el gobierno español no
demostró ningún pesar por la separación de Santo Domingo y no tomó
ninguna media para impedirla. Por último, Núñez de Cáceres y su grupo
de burócratas solicitaron el apoyo de los negros y los mulatos para sus
plan es, pero no movieron un dedo para liberar a los esclavos a fin de no
disgustar a los hateros esclavistas. Todo el plan del sector burocrático era
de un oportunismo increíble, pues ni siquiera pensaron ponerse de
acuerdo con el gobierno de Colombia antes de actuar; lo hicieron después
que proclamaron la separación del país de España, su transformación en
Haity Español y su unión a Colombia, cosa que llevaron a cabo en la noche
del 30 de noviembre al 1ro. de diciembre del 1821.

Si algo contenía a Boyer en sus deseos y su necesidad de avanzar


sobre Santo Domingo, era el temor de que España se enfrentara a Haití en
una guerra provocada por la decisión de defender un territorio que era
español. Pero cuando Boyer vio que los propios dominicanos de habían
separado de España y España no trataba de impedirlo, tomó las medidas
militares del caso y en el mes de enero de 1822 comenzó a moverse para
entrar en nuestro país. Simón Bolívar no se hallaba entonces en Bogotá,
que es la capital de Colombia, sino que iba viajando hacia el sur de su país,
y cuando recibió la noticia de lo que había sucedido en Santo Domingo
había pasado tanto tiempo que ya el presidente Boyer había entrado en
territorio dominicano. El 9 de febrero de 1822 el jefe haitiano llegaba a la
Capital dominicana sin que en todo el camino desde la frontera hasta la
ciudad de Santo Domingo hubiera oído la menor protesta de los
dominicanos; al contrario, en todas partes fue recibido con afecto. Al llegar
a la Capital, el propio Núñez de Cáceres le entregó a Boyer las llaves de la
ciudad, que era la forma que se usaba en aquellos tiempos para hacer
entregar de un país a un ejército que pasaba a ocuparlo.

Haity Español, invención del grupo burocrático de la España Boba,


duró solamente dos meses y nueve días, y ese corto período de nuestra
historia se conoce con el nombre de Independencia Efímera. La palabra
efímera quiere decir pasajera. La independencia que proclamaron Núñez de
Cáceres y su grupo de burócratas fue efímera o pasajera porque fue la
obra de unos pocos oportunistas que actuaron para defender sus
posiciones e intereses; no fue la obra del pueblo, que no participó en
hacerla y no tenía razones para defenderla.

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