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LES. Ayer, Hoy, Mañana.

LA "ESCUELA" DE
LOS ANNALES.
Ayer, Hoy, Mañana.
Carlos Antonio Aguirre Rojas

ANM A LX S
1IRK. IC O N O W IQ U t
CT S O C IA L £
ANNALES
ANNALES Annales Armales
D 'H ISTO IRE SO CIALE
1945

907.2
A2846e
2005
la otra mirada de Clío
LA "ESCUELA" DE
LOS ANNALES.
Ayer, Hoy, Mañana.

Carlos Antonio Aguirre Rojas

Los libros de

^ontrahi^oria^
Primera edición (en español): Editorial Montesinos, Barcelona, 1999.
Segunda edición (en francés): U h istoire conquéran te. Un reg ará su r l'historiographie
fra n g a ise, Ed. L'Harmattan. Paris, 2000.
Tercera edición (en español): Ed. Universidad Juárez Autónoma de Tabasco,
Villahermosa, 2000.
Cuarta edición (en portugués): Urna historia dos A n n ales (1921-2001), Editora da
Universidade Estadual do Maringá, Maringá, 2004.
Quinta edición (en alemán): D ie "Schule" der A n nales. G estern , heu te, m orgen , Ed.
Leipziger Uni ver sitáts veri ag, Leipzig, 2004.
Sexta edición (en ruso): P ara una historia crítica de la co rrien te fr a n c e s a de los
A n n ales, Ed. Krugh, Moscú, 2005.
Séptima edición (en español): Editorial Contrahistorias, México, agosto de 2005.

isbn 970-94353-2-9

© C a r l o s A n t o n i o A g u í r r e R o ja s
© Contrahistorias. La otra mirada de CIío

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Impreso en México / P rin ted in M éxico


I n t r o d u c c ió n
C ontra el térm in o "E scu ela " de los A nn ales

C a p itu lo 1
Los A n n ales en singu lar. Los A n n ales en plural

CArlTULO 2
L os A n n ales antes de los A n n ales: 1921-1929

C a p itu lo 3
L os p rim ero s A n n ales (1929-1941): u n a revolución en la teoría de la
h isto ria

C a p ít u l o 4
D e los A n n ales de transición (1941-1956) a los A n n ales brau d elian os
(1 9 564968): cu lm in ació n de u na hegem onía histo rio g ráfica

C a p ít u l o 5
Los A n n ales de las 'm en talid ad es' y de la 'an trop ología h istórica':
los años de 1 9 6 8 4 9 8 9

C a p ít u l o 6
O tra vez la co y u n tu ra 1968 -1989: ¿A nnales m arxistas o m arx istas
a n n alistas?

C a p ít u l o 7
D esp u és de 1989: ¿cuartos A n n ales o nuevos A n n ales de
tran sición?

N ota B ib l io g r á f ic a
C O N TR A E L TERM IN O 'ESCU ELA ' DE LO S A N N A LES

H ablar hoy, en el año de 2005, de la célebre corriente fran cesa de h isto ­


riadores conocid a bajo el equívoco y erróneo térm ino de 'E scu ela de los
A nnales', equivale a hablar de la m ás im portante tend encia h isto rio g rá ­
fica fran cesa d esarrollad a durante el 'breve siglo vein te' h istórico que se
ha desplegado entre 1914-17 y 1989, a la vez que de aquella p ersp ectiv a
que, dentro de los estud ios históricos de la ú ltim a cen tu ria, ha jugado
durante m ás de tres décadas, el rol de perspectiva y ten d en cia hegemónicas
dentro de ese m ism o horizonte de la ciencia histórica contem poránea.
Porque a p rácticam en te setenta y seis años de su fech a oficial de
n acim ien to -d a ta d a el 15 de enero de 1929, con la p u blicación de la
prim era en trega de los Annales d'Histoire Économiqne et Sociale-, los
A n n ales se h an convertido, sin duda alguna, en u na referen cia obligada
para los historiad ores de todo el m undo, a la vez que en uno de los p rin ­
cipales interlocu tores que todavía hoy, definen los ru m b o s esen ciales por
los que transita la innovación historiográfica y la elaboración en cu rso de
las form as vigentes de ejercer el oficio de historiador.
Con lo cual, resulta claro que es im posible pretender, en estos in icios
históricos del tercer m ilenio que hem os com enzado a v iv ir en 1989, el
h on roso títu lo de historiador, sin im ponerse previam en te en el co n o ­
cim ien to d irecto y en la lectu ra sistem ática del hoy ya considerable
acervo de obras y de contribu ciones teóricas, m etodológicas, p ro b lem áti­
cas e h isto rio g ráficas de todo el vasto conjunto de protagon istas de esta
corrien te h isto rio g ráfica an nalista. E igualm ente, y com p lem en tan d o lo
anterior, sin haber recu perad o previam ente las prin cip ales lecciones, de
teoría, de m étodo, de p ráctica y de oficio, que nos ha legado esta h isto ­
riog rafía del siglo veinte que nos antecede en el pasado m ás reciente, y
dentro de la cual, nuevam ente, encontram os a la corrien te de los A n n ales
com o u no de su s p rin cipales protagonistas.
H ablar entonces de h istoria en la actualid ad , o referirse d irectam en te
a la h isto ria de la h istoriografía del siglo veinte, resulta im posible sin
referirse tam bién a la corriente de los A n nales. Lo que tal vez explica
la im p o rtan te p roliferación de notas de pie de p á g in a en m últiples
ensayos, pero tam bién de estudios y artícu los com pletos, e in clu so hasta
la escritu ra de unos cu antos libros, que en el m undo entero y d urante
las ú ltim as tres d écadas, van a tom ar com o su referen cia y objeto de
estudio central a esa m ism a tendencia h istoriográfica a n n a lista . Y así,
lo m ism o en A rg en tin a que en C anadá, en R usia o en E spaña, en Japón
y en Turquía, igu al qu e en M éxico y en H olanda, o en C h in a y en
V enezuela, p od rem os encontrar ahora historiad ores que in ten tan recu ­
p erar los aportes p rin cip ales de esos m ism os A n n ales, ad en trán d ose
sistem áticam en te en el estud io y exam en de sus m ás im p o rtan tes trabajos.
Lo que entonces ha term inado por consagrar, com o un térm in o m u n­
d ialm ente célebre y com o u na referen cia am p lisim ám en te d ifu n d id a, al
equívoco nom bre de 'Escuela de los Annales'. Térm ino cóm odo y que ha
conqu istad o un en orm e con sen so planetario, que es sin em bargo criti­
cado, recu sado, rechazad o y descalificado por p rácticam en te todos los
p rincipales pro tago n istas de esta m ism a corriente de los A n n ales. Pues
desde el propio L ucien Febvre hasta B ern ard L ep etit y Jean-Yves G re­
nier, y p asand o por Fernan d Braudel, M arc Ferro, Jacqu es Le G o ff o
Jacques R evel, en tre otros varios, van a m u ltiplicarse co n stan tem en te las
declaraciones exp lícitas y las reiteradas negaciones en torno a la v alid ez
y legitim id ad de esta célebre connotación, segu id as siem pre de la exp li­
cación de que no se trata, en térm inos estrictos, de 'u n a ' 'escu ela' - lo
que im p lícitam ente su p one la esencial unidad de u n sólo proy ecto in telec­
tual y de un h orizon te teórico y m etodológico tam bién unificado, que
se habría m an ten id o adem ás sin cam bios fu n d am en tales a lo largo de
ya cu atro generacion es de h isto riad o res-, sino m ás bien de u n sim ple
calificativo cóm odo, que vinculad o al h echo de que la rev ista in icia l­
m ente bau tizad a com o los Annales de Historia Económica y Social, se ha
publicad o casi in in terru m p id am en te por p rácticam en te seten ta y seis
años (1929-2005), habría term in ad o por crear esa falsa im p resió n de con­
tinuid ad y de profu n d a u nid ad de las sucesivas fases y etapas de vida de
la corriente.
Pero, com o es evidente, dicha unidad no existe ni ha existid o en
el pasado, siendo entonces carente de sentido co n tin u ar h ablan d o de
una 'E scu e la7 de los A nn ales. Pues lo que esta d esign ación co n n o ta es
en realidad u n a h isto ria m últiple y com pleja, de su cesivos y a veces
m uy d iferen tes p royectos intelectu ales, que cob ijánd ose y o rg an izán d o se
m aterialm en te siem pre en torno de la publicación reg u lar y p erm an en te
de u n a rev ista de h isto ria - l a revista que casi todo el tiem p o, y salvo
en un corto p eriod o de tres años, durante la seg u n d a guerra m u n d ial,
ha inclu id o dentro de su título el térm ino de 'A nnales'~, han su frid o el
im pacto de las tran sform acion es y de los cam bios p rin cip ales del con ­
texto in telectu al francés y europeo en el que se h an d esarrollad o, refle­
jan d o a su vez, en la m odificación y su stitu ción m ism a de unos proyectos
in telectu ales p o r otros, esas m ism as m utaciones de las co y u n tu ras so cia ­
les y cu ltu rales que co n stitu y en la h istoria m ism a de Francia, de E uropa
y del m u ndo entero d urante las últim as siete u ocho d écadas vividas.
E ntonces, m as qu e hablar genéricam ente de E scu ela de los A n n ales,
es n ecesario en trar a an alizar con detalle las p rin cipales con tin u id ad es
y d isco n tin u id ad es que jalo n an su ya considerable periplo, v in cu lan d o
a esos d iferen tes proyectos in telectu ales que co n fo rm an a su s d iversas
fases de vida, con los tam bién d istin tos períod os y con textos generales
qu e los en m arcan . Con lo cual, el propio térm ino de 'E scu e la de los
A n n a les' p o d rá ser red im ension ad o y redefinido, com o un térm in o que
entonces d esigne solam ente al conjunto com pleto de esos h eterog én eos y
m ú ltiples p roy ectos in telectu ales, lo m ism o que a la sín tesis glob al de esas
m u chas h isto rias p aralelas, que en la d ialéctica com pleja de su s co n flu en ­
cias y de sus d ivergen cias especificas, han term inado por co n stru ir fin al­
m ente a la cu rv a g lobal del itinerario sin g u lar de la co rrien te an n alista.
Y es este ju stam en te un prim er objetivo del presen te libro: in ten tar
reco n stru ir, en tod a su diversidad y com plejidad, al m apa global de los
autores, de las lín eas de fuerza, de las persp ectiv as m etod ológicas, los
cam p os p ro blem áticos de investigación, los m odelos teóricos y las obras
fu n d am en tales qu e es posible reconocer dentro de esta cu rv a evolutiva
general, de ese fenóm eno in telectu al que han sido los A n n ales.
Y ello, desde u na persp ectiva que al m ism o tiem po recu p ere y se
ben eficie de las m ism as en señ an zas de los A n n ales. Pues si qu erem os
d ar cu enta adecu ad a del aporte global que ha rep resen tad o ese itin erario
com pleto de lo s A n n ales, para los estud ios h istóricos del siglo veinte,
estam os obligad os a resitu ar dicho recorrido an n alista dentro de esa cu r­
va m ás u niv ersal de la propia historiog rafía contemporánea, de esa h isto ­
riog rafía cuyo ciclo v ital arranca, claram ente, dentro del esp acio eu ropeo
con la fech a de la revoluciones europeas de 1848, para d esp leg arse acti­
vam ente hasta el día de hoy. Y entonces, debem os m irar a los A n n ales
desde la perspectiva de la historia global que ellos m ism os h an defend ido
y d esarrollad o, p ersp ectiva que nos p erm itirá in sertarlo s dentro de las
su cesivas co y u n tu ras de la h isto ria de Francia, de E urop a y del m undo,
que se han d esplegado en estos últim os ciento cin cu en ta años que abarca
ese ciclo de vid a de la historiog rafía contem poránea tod avía vigente.
"E n cu an to a los Annales, nunca, ni Bloch ni yo, h em os p re­
tendido crear o co n stru ir una «escu ela»... U na escu ela es
algo cerrado, con un Pontífice, o dos, en la cum bre, y con d is­
cípulos, atentos en acom pasar su m arch a con la del M aestro.
Todos adoptando los gestos, m entales y verbales, y a veces
hasta físicos, y el tono del M aestro. Som etién d ose tod os p ara
co m en zar a u na d iscip lin a com ún, asu m iend o u na estricta
noción de la ortod oxia o de la heterodoxia, p legándose even ­
tu alm en te a las censuras y a los llam ados al orden, que
ellos m ism os inflig en a su tu rno a los "sep aratistas". En este
sentido, u na escuela su pone tam bién la existen cia de un
c re d o ... Pero eso no dura nunca. El cred o se d esm oron a y
los tem peram en tos libres lo superan rápid am ente. Y en to n ­
ces, sobre ciertos pu n tos esenciales, los jefes de la escu ela
en su seg u n d a generación llegan, treinta años m ás tarde,
a d efend er casi exactam ente lo contrario de aquello qu e
h abían p red icado al principio."

Lucien F ebvre

"Pro parva nostrn domo'' en Annales. E. S. C. año 8, núm. 4, oct-dic de 1953


Una p ersp ectiva de h istoria global que es adem ás, tam b ién y n ece­
sariam ente, u na persp ectiva com paratista, u na recu p eración del método
comparativo dentro de la historia. Pues es sólo com parando las d iferen tes
etapas de vida de A n n ales, que pod rem os esbozar el b alan ce general de
sus continu id ad es y discontinuid ades, estableciend o tanto sus aportes
m ás u niversales, com o aquellos que son específicos y característico s de
sólo uno, o alg u no de su s autores o de alg u no de sus períod os sin g u la ­
res. E igu alm ente, es sólo com parando a la persp ectiva de A n n ales con
las o tras ten d en cias qu e han tenido vida dentro de esta h isto rio g rafía
con tem poránea del últim o siglo y m edio, que se d estacaran m ás n ítid a­
m ente tan to su s p erfiles ind ivid u ales com o sus deudas, in tercam bios,
p réstam o s y co n tam in acio n es con esas otras corrientes h istoriográficas.
Y, entonces, aparecerá m ás claro ese diálogo fu n d am en tal, aunque
casi n u n ca abordado en los estud ios sobre los A nn ales, de estos ú ltim os
con los diversos m arxism os con los que ha convivido a lo largo de su
trayectoria, pero tam bién sus m últiples relaciones, del m ás diverso tipo
y carácter, con el p ositivism o alem án y francés, con las co rrien tes de la
h isto ria acad ém ica crítica de d istintos países eu ropeos, con los p royec­
tos m ás nuevos de la m icro h isto ria italiana, de las nuevas corrien tes de
la h isto ria n o rteam erican a y anglosajona, con la renovada h isto rio g rafía
esp añ ola p o stfran q u ista, o con las historiog rafías ru sa o latin o am erican a
de los ú ltim os cinco o seis lustros, por m encionar sólo a lg u n o s posibles
ejem plos.
U n an álisis desde el ejercicio sistem ático de la com p aración h istórica
y siem pre situad o en el horizon te de la h istoria to talizan te o globali-
zante, que tam bién nos perm itirá volver a trazar el d esigu al y para nada
fortu ito m apa de la d ifu sió n de los A n nales en el m undo. Una d ifu sió n
que se acom p asa claram ente con las d istin tas co y u n tu ras de la historia
general del siglo veinte, a la vez que se despliega por los ca m in o s de las
d istin tas sensibilidades culturales de larga duración que se h acen presen tes
en la h isto ria profu nd a, tanto de E uropa com o del m undo en su conjunto.
R esitu and o entonces a los A nnales, desde esta doble p ersp ectiv a de
u na h isto ria global y com paratista, pod rem os superar, tal vez, alg u n as
de las lim itacio n es de las que han adolecido la gran m ayoría de los
trabajos consagrad os anteriorm ente al estudio de esta m ism a corriente:
en su conjunto, y salvo algu na rara excepción, las h isto rias de m ás
largo alien to ded icad as a reco n stru ir la cu rva del itin erario an n alista, se
h an encasillad o siem pre en p erspectivas m uy acotad am en te n acionales,
dándonos entonces, en un caso, u na visión dem asiado exclu sivam ente
fran cesa de este itinerario, y en otro, u n punto de vista m uy estrictam en te
anglosajón - e n u na varian te inglés, y en otra n o rte a m e rica n o - de esta
m ism a p roblem ática.
E ig u alm ente, in ten tarem o s ir m ás allá de otro punto de v ista que
ha m arcado tam bién, reiteradam ente, varios artícu lo s o ensayos sobre
nu estro tem a, y que es el de una parte im portante de varios de los pro­
tagonistas m ism os de esa h istoria de la corriente, que h an escrito sobre
ella interp retánd ola: un punto de vista a veces testim o n ial y a v eces m ás
analítico, que, sin em bargo, term ina casi siem pre 'p riv ileg ian d o ' a unos
A n n ales sobre los restantes, reconstru yend o en fun ción de tal o cual
p royecto in telectu al, y en consecu encia, de tal o cual p eríod o de vida de
los A n n ales, al conjunto de los otros proyectos y period os diversos.
N osotros, en cam bio, quisiéram os o bserv ar y ex am in ar a esos A n n ales,
sim u ltán eam en te y todo el tiem po, desde los observ atorios cru zad os de
la h isto ria de Francia, de Europa, del O ccidente y del m undo, in sertan d o
así el d esp liegu e de su cu rv a de vida, en el horizonte m ás global de sus
rep ercu sio n es y efectos dentro de estos cuatro ám bitos. Y ello, ad em ás, en
el m arco de u na p ersp ectiva ubicada desde la larga duración histórica, que
rebasando la sola fran ja tem poral correspond iente a la existen cia m ism a
de los A n n ales, los resitue dentro de ese m apa m ás vasto de las líneas de
la h isto rio g rafía contem poránea de los últim os qu in ce d ecen ios. C on lo
cual p o d rem o s no sólo p regu n tarn o s acerca del aporte real de A n n ales,
ya concretad o en el interior de esa historiog rafía contem poránea, sino
tam bién en torno a las posibles encrucijad as y p ersp ectiv as fu tu ras de la
corriente, dentro de la historiog rafía in m ed iata por venir.
Una p ersp ectiv a de larga duración, que al m ism o tiem p o que ubica
a los A n n ales com o u no de los varios cam in os in tentad os dentro del
p royecto m oderno de constru cción de u na verdadera cien cia de la h is­
toria, nos aporta tam bién nuevos elem entos para la com p ren sión del rol
que, d urante una cierta coy u n tu ra social e in telectu al, han pod id o ju g a r
eso s A n n ales, en tanto que corriente y perspectiva hegemónicas y domi­
nantes, no sólo dentro del espacio del hexágono, sino in clu so en la doble
escala del entero co n tin ente europeo y tam bién de toda la h isto rio g rafía
del m undo occidental.
Y finalm ente, y siem pre acorde con estas leccion es p rin cip ales de
los m ism os A n n ales, qu isiéram os an a liz a r su trayectoria in telectu al
desde u n punto de vista crítico, es decir desde un em p lazam ien to que,
desconfian d o sistem áticam en te de las 'opiniones co n sag rad as' y de a lg u ­
nos de los lu g a re s com u nes' construid os, y trad icion alm en te aceptados
en las in terp retacion es m ás usuales de la h istoria de la corriente, som eta
d ich as o p inion es y explicaciones com unes al exam en rigu ro so de su real
v eracidad , y a la pru eba constante de su verdadera capacidad explicativa.
Y entonces, y desde todo el conjunto ya señalado de p ersp ectiv as glo-
b alizan tes, com p aratistas y de larga duración, que sea capaz de fu n d a­
m entar u na interpretación nueva y diferente, pero ig u alm en te sólid a y bien
establecida, del entero arco de vida de los A nn ales, y de sus p eríod os y
en cru cijad as m ás im p ortan tes.
C on lo cu al habrá que d istan ciarse tanto de las 'ley en d as dorad as'
com o de las diversas 'ley en d as negras' de tal o cu al períod o de A n n ales,
in ten tand o m ás bien exp licar los giros radicales, que sin d uda alg u na
ha conocid o la tend encia an n alista, a p artir de los cam bios m ás globales
de las co y u n tu ras cu ltu rales en que d ich a tend encia se ha desplegado.
De este m odo, será p osible d esp lazarse desde las exp licacion es fáciles
que atribu yen a los ind ivid u os la com pleta respon sabilid ad de un v iraje
in telectu al de tod a u na corriente historiográfica, hacia nuevas in terp re­
taciones m ás equilibrad as, que com binen tanto la parte que en esas
pro fu n d as m u taciones de los proyectos in telectu ales le co rresp o n d e a
los contextos in telectu ales y globales, com o la que tam bién y sin duda
algu na, es el fruto de las actividades y de las elecciones co n cretas de los
in d iv id u os y de los grupos.
D e este m odo, y apoyados en la aplicación de las m ism as con qu istas
a n n alistas, hem os tratado de abordar la historia de los A n n ales desde un
en foqu e crítico y p rácticam en te hasta hoy inexplorado, lo que de m anera
in m ed iata n os ha llevad o ya a u na nueva in terp retación de n u estro tem a:
a u na v isió n su ficientem en te d istan ciad a del problem a - e n la m edid a en
que se em plaza y se construye desde el observatorio de A m érica L a tin a -,
que nos p erm ite entrelazar, constantem ente, la historia 'in te rn a ' con la
h isto ria 'extern a' de los A nn ales, trascendiend o los d istin tos con textos o
v isio n es pu ram en te 'n acio n ales' o 'regio n ales' - la v isión pu ram en te 'fra n ­
cesa', o 'in g lesa' o 'n o rteam erican a' de la aventura a n n a lis ta - y arriban d o
a u na p ersp ectiva global, crítica, com p aratista y desde la larga d uración
h istórica, que nos lleva todo el tiem po desde los p erson ajes h acia las
obras, de las obras al proyecto colectivo, del proyecto h acia los contextos
cu ltu rales y so ciales, y de estos hasta el panoram a m ás g lobal de la cu rv a
de los estu d io s históricos de la etapa contem poránea, para volver luego,
en sentido inverso y a lo largo de toda esta cadena de eslabones exp licati­
vos, a la exp licación de la h istoria concreta y esp ecífica de la co rrien te de
los A n n ales d urante sus setenta u ochenta años de vida. H isto ria cuyas
p articu larid ad es y sing u larid ad es son entonces ju stificad as y en sam b la­
das de m an era lóg ica y coherente, desde esos niveles m ás esen ciales de la
historia larga, profu n d a y estru ctural.
A sí, y com o fruto de esta visión singular, llegam os en ton ces a toda
u na serie de problem as poco o nada abordados anteriorm ente, a la vez
que se hace p osible d etectar m ás nítid am ente varias aparentes paradojas,
hasta hoy no explicad as, que m arcan en d istin tos m om entos o en cru ci­
jad as a la corriente de A n n ales. Y al m ism o tiem po, y en esta m ism a línea,
van a d isolverse fácilm ente varios de esos 'lugares com u n es' o V isio n es
con sag rad as' y aceptadas acríticam ente, que a p a rtir de su am plio con­
senso y d ifu sión, constituyen la im agen m ás u niv ersalm en te aceptada de
lo que ha sido y es actu alm en te esa célebre "escu ela" de los A n n ales.
Por ejem plo, el hecho sin g u lar y sólo a p rim era vista paradójico, de
que es exactam ente el m ism o período de vida de los A n n ales, el de su
tercera generación que se afirm a entre 1968 y 1989, el p eríod o en el cual
la corriente va a a lcan zar su m ás vasta y enorm e d ifu sió n plan etaria,
im plantando de m an era im p ortante su presencia en u na b u en a p arte de
las h isto rio g rafías de todo el m undo, al m ism o tiem p o en que dentro
de Francia em pieza a ser m ás contestada y criticad a que n u n ca antes,
desde m últiples pu ntos de vista y tradiciones in telectu ales, y sim u ltán ea­
m ente al pro ceso en el que en Europa com ienza a d eclin a r claram en te
su hegem onía com o polo dom inante de la in n ovación h isto rio g ráfica y
del d escu brim ien to de las nuevas líneas teóricas y m etod ológicas y de los
nuevos cam p os problem áticos de la in vestigación histórica. U na parad oja
sólo aparente, que nos recu erd a a esas estrellas cuyo brillo nos llega a
n osotros m ás in tensam ente, en el m ism o m om ento en que d ich o b rillo
com ienza a apagarse en su punto de origen, y que in ten tarem os explicar
en el cap ítulo correspond iente.
O tam bién la percepción , que desde esta visión g lo b alizan te resulta
muy clara, pero que es poco abordada en los ensayos anteriores, de que
en el proy ecto fu n d acio n al de los A n n ales se encontraba ya in scrita, de
u na m anera m uy consciente, la vocación de lo que ellos van a rep resen tar
dentro de la larga cu rv a de la h istoriografía del siglo veinte: el reem plazo
de u na h eg em o n ía entonces d eclinan te dentro de los estud ios h istó rico s
de E uropa y del m u ndo occidental, detentada por el esp acio g erm ano
p arlante entre 1870 y 1930, por parte de una nueva h egem onía, ahora
localizad a dentro del hexágono francés, y que será su byacen te a toda la
h isto ria co n creta de las prim eras etapas del im pulso y del d esarrollo de
los A n n ales.
G énesis de u na nueva hegem onía historiográfica, que nos p erm itirá
in tro d u cirn o s con nuevas luces a ciertos problem as hoy ya 'clá sico s' de la
h isto rio g rafía sobre A nn ales, com o el de la d ifícil y radical d isp uta entre
M arc B loch y L ucien Febvre en la prim avera de 1941, d isp uta que se p re­
senta entonces, sólo com o el últim o eslabón de un con flicto profun d o y
m ucho m ás largo en el que se confron tan dos diferentes orientaciones, rad i­
calm ente d istin tas y com pletam ente alternativas, del rol historiográfico y
social que debe ju g ar la revista, y del sentido global que debe a n im a r a
esa nueva hegem onía en construcción. O en otro caso, el problem a del
consid erable 'p od er in stitu cio n al' que ha detentado en u na cierta época
F ernand Braudel, poder que en esta línea de explicación es m ás la sim ple
expresión y el resultado lógico de la afirm ación y el éxito de ese proceso
global de conqu ista de esa hegem onía en los estud ios históricos, que el
fruto de u na h abilid ad o vocación, realm ente inexistentes, del gran autor
de El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe n.
E ig u alm ente, la p regu n ta acuciante y fun d am en tal resp ecto del d es­
tino fu tu ro de estos m ism os A nnales. Pues dado que los estu d io s de m ás
largo aliento sobre la corriente sólo abarcan hasta los años o ch en tas, han
om itid o en tonces la evaluación de lo que representan, en la p ersp ectiv a
larga de la h isto ria entera de la tendencia annalista, esos posibles 'cuartos
A n n a les' que se esbozan claram ente desde 1989 con el célebre texto del
núm ero de n o viem bre-d iciem bre de 1989 titulado 'T en ton s l'experience'.
Y se trata de un p roblem a fundam ental, pues del d estin o esp ecífico de
estos posibles cu artos A nn ales, depende en bu en a m edid a el rol que la
h isto rio g rafía fran cesa pueda ju g ar dentro de la renovación h isto rio g rá ­
fica del siglo vein tiu n o hoy en curso. Y aunque A n n ales es hoy, sólo uno
en tre varios de los protagonistas decisivos de esa h isto rio g rafía naciente
del tercer m ilen io, no deja de ser uno de sus protagon istas prin cip ales, y
sin duda alg u na, todavía de la prim era línea.
Finalm ente, y sólo para cerrar esta rápida ejem plificación, cuyos casos
retom arem os m ás adelante con cuidado, es tam bién in teresan te com ­
p rob ar com o desde este juego de m últiples ejercicios de com paración
histórica, aparece com o fundamental el diálogo p ersisten tem en te reto ­
m ado, y resuelto siem pre de d istin tas m aneras, en tre estos m últiples
A n n ales y los ig u alm ente diversos m arxism os con los que ha convivido,
y resp ecto de los cu ales se ha definido tanto en relacion es de sem ifu sión
o en otro caso de clara alian za, com o de abierta sep aració n y d istan cia,
pasand o tam bién por u na recep tivid ad firm e pero m atizad a, o por un
escep ticism o no o b stan te atento de sus p rin cipales aportes. Un diálogo
fu n d am en tal en la h isto ria de los A n n ales, que sin em bargo h a sido p er­
m anentem ente soslayado por los distintos estud iosos de la corriente, apa­
recien d o sólo de m an era tan g en cial o periférica en sus ensayos, a rtícu lo s
y libros.
Al revisar, entonces, la historia de los A n n ales desde estas d istin tas
persp ectiv as cruzad as, este libro trata de resolver entre o tro s v arios, los
puntos, problem as y aparentes paradojas arriba enlistad os, Pero tam bién,
y d irectam en te conectad os con ellos, otros problem as que sí han sido m ás
abordados en la literatu ra consagrad a a esta tend encia h isto rio g ráfica
francesa, y que se p regu n tan acerca de en que con siste la verd ad era o rig i­
nalidad del aporte an n alista, lo m ism o que ex am in an las im p licacion es
que para la propia corriente ha tenido su paso desde un status m arg in a l
y claram en te herético, hasta su in serción clara com o p arte del establish -
m ent recon ocido y de las institucion es aceptadas y hasta prom ovidas
por la p ropia cu ltu ra d o m in an te del hexágono. O tam bién , el b alance
de lo qu e se pierde y se abandona con el p aso de los A n n a les b rau d elia­
nos a los A n n ales de la h isto ria de las m entalidades, así com o la sig n ifi­
cación m ás p ro fu n d a que puede ten er y tend rá en el fu tu ro el célebre
'tournant critique' que fu n d a a la etapa en cu rso co rresp o n d ien te a la
cu arta generación de h istoriad ores an n alistas.
Al retom ar, entonces, estos 'debates habituales' entre los estu d io sos
de A n n ales, desde el en foqu e p articu lar antes esbozado, creem os que
será p osible tam bién replantearlos en térm in os nuevos, resolvién d olos
ig u alm ente de u na m anera d istin ta a las que h asta hoy h a n sido en say a­
das. Y todo ello p ara contribuir, activam ente, a este u rgen te p roceso de
d efinición de los n uevos A n n ales post-89, frente a las en cru cijad as del
d estino in m ed iato p o r venir.
Porque este breve estud io sobre la historia y sobre la con tribu ción
de A n n ales a la h isto rio g rafía del siglo veinte, no in ten ta ser sólo un
balan ce pasivo de u na h istoria tran scu rrid a y ya term in ad a, sino por el
contrario, u na evaluación crítica y bien definida, que desde la tom a de
posición que elabora en torno de los problem as aún en debate sobre la
explicación de este m ism o itinerario an n alista, p retende in terv e n ir activa
y enérg icam en te en el ejercicio p rospectivo de la bú squ ed a y de la d is­
cu sión en torno a la urgente renovación h isto rio g ráfica a la que asisti­
m os actualm en te. Pues es sólo al precio de esta p articip ació n d irecta
en el m o vim ien to que hoy se d ibuja dentro de los estud ios históricos
m u n diales, que los historiad ores de todo el m undo -in clu id o s en tonces
tanto los A n n ales com o aquellos que nos ocupam os de estu d ia r e in v es­
tigar su h isto ria y su situación a c tu a l- pod rán coad yuvar a p erfilar los
ru m bo s fu tu ro s de u na historia que, en estas circu n stan cias, sólo puede
ser crítica, p ro fu n d a y rad icalm ente activa dentro de su propio presente.
Es decir, pro fu n d am en te in scrita en las m ejores tradicion es y herencias
de estos m ism os A nnales.
A l lecto r toca aportar, con su ju icio crítico sobre esta m ism a obra y
sobre los problem as m ás generales que aborda, su corresp o n d ien te grano
de aren a a este p ro ceso de transform ación de la h isto rio g rafía actual.

* * *
LOS A N N A LES EN SINGULAR. LOS A N N A LES EN P LU R A L

Una vez reconocid o el equívoco que im plica el térm in o de 'escu ela' de


los A n n ales, y a p artir de la reubicación de todo el com p lejo m undo de
problem as que se encierran detrás de esta célebre y aparen tem en te in o ­
cente con notación, es posible ahora p regu n tarn os, no obstante, acerca
de los p osibles trazos característicos y de los posibles perfiles que, en
una visión global y de conjunto de esos m últiples A n n ales que ab arca el
itin erario de m ás de m edio siglo de la corriente, pueden ser detectad os
com o los elementos comunes que tipifican a esta m ism a ten d en cia h isto ­
riográfica del siglo veinte.
E lem entos com u nes qüe h an estado presentes en todos los d istin tos
proyectos in telectu ales que conform an a los d iferentes períodos de vida
de los A n n ales, y que por encim a de las divergencias fu n d am en tales
entre esos diversos y m últiples
A n n ales, sin g u larizan , en algún caso, a la propia corrien te francesa
frente a las otras tend encias historiográficas d esarrollad as en los ciento
cin cu en ta ú ltim o s años dentro del panoram a de los estu d io s h istóricos
m undiales, y en otro caso, nos presentan sim plem ente el m odo de d es­
pliegu e p articu lar de ciertos trazos com p artidos con o tras corrien tes de
la h isto rio g rafía contem poránea, en la m odalidad que ad qu ieren al ser
reprod ucid os tam bién por los A nnales, pero que en cu alq u iera de las
dos variantes, se presentan claram ente com o los perfiles constantes y
característicos de la entera curva de la p erspectiva an n alista, v ista en su
totalidad.
En p rim er lugar, el hecho de que los A n n ales son u na h isto rio g rafía
de clara m a triz cu ltu ral francesa, en un p rim er m om ento, y de m atriz
cu ltu ral mediterránea en u na seg u nd a in stancia. Es decir, que al d esp le­
garse en las d istin tas co y u n tu ras cu ltu rales del siglo v ein te que les han
correspondido, todos los diferentes proyectos de A n n ales han rep ro ­
ducido, sistem áticam en te y en sucesivos m om entos, a la sensibilidad cul­
tural mediterránea de larga duración, sen sibilid ad que es corresp o n d ien te
al esp acio francés, pero que es ig u alm ente detectable, con sus varian tes
esp ecificas, en todo el u niverso de la E uropa O ccid en tal m ed iterrán ea
que abarca a p arte de Suiza, a Italia, a E spaña y a Portugal.
Ya que, com o Fern and Braudel ha explicado reiterad am ente, la civ ili­
zación eu ro p ea ha sido, a lo largo de toda su h isto ria y d esd e su m ism o
origen, no u n a sino dos civilizacion es, su bsu m id as dentro de un m ism o
proyecto civ ilizato rio , pero siem pre d iferenciad as y coexisten tes en el
seno del m ism o territorio europeo.
D os civ ilizacio n es eu rop eas dentro de 'la ' civ ilizació n eu ropea, cuyos
rasgos d istin tiv o s se h allan presentes en la geografía, en la tecnología,
en la econ om ía, en la socied ad y tam bién en la cu ltura, d án d on os a lo
largo de la cu rv a de la h istoria de esa civilizació n europea, a la Europa
de la 'G e rm a n ia ' de Tácito frente a la del Im perio R om ano, a la E uropa
de C arlom agno ju n to a la E uropa de las conqu istas y de los esp acios a se­
diados por los m u su lm an es, a la E uropa p rotestante y p ro d u ctiv ista de la
R eform a frente a aqu ella de la C ontrareform a que se co n su m e en el d is­
pendio lujoso y que p erm an ece fiel a Rom a, a la E uropa del b a rro co débil
o in existen te fren te a la del b arro co floreciente y cu asio m n ip resen te, y
fin alm en te a la Europa del n orte que crea, acoge y prom ueve al m arxism o
frente a la E u rop a m erid ional m ás bien prou d h on ista, b a k u n in ista y
an arqu ista.
D os E uropas, u n a m ed iterránea y otra nórdica, cuyos m apas con tiguos
pero bien d iferen ciad os es posible trazar, al ir estableciendo, por m en ­
cionar solo alg u n o s ejem plos posibles, a la E uropa m ás cálid a de clim a
m ed iterrán eo que se v iste de lino y de la sed a im p o rtad a, fren te a la
Europa m as fría y llu v io sa del norte que se cubre de lan a y de pieles, a
la Europa de su elos m enos duros y por lo tanto prop icios para el u so del
arado ligero, frente a la de suelos arcillosos sólo cu ltivables con el arado
pesado con v erted era y ruedas, a la E uropa del vino, el aceite de olivo y el
trigo abu n d an te ju n to al ganado escaso, frente a la E u rop a de la cerveza,
de la m an teq u illa y la leche, del trigo m enos ab u ndante y del centeno m ás
p resente y en la que el ganado es por el contrario un b ien b astan te fre ­
cuente. D os u n iv ersos que conviven perm an en tem en te dentro del suelo
eu ropeo, y que d esd e estas bases geohistóricas d elim itad am en te d iver­
sas, han con stru id o tam bién d istintas estrategias de co n fig u ració n terri­
torial, tecnológica, económ ica, social, e inclu so cu ltural, en u n a historia
m as que m ilen aria y de larga duración.
E uropas d iferen tes en sus estru ctu ras civ ilizato rias fu n d am en tales
que, sin em bargo, h an coexistid o y se h an com plem entado tam b ién de
m odo p erm an en te p ara dar vida a la civ ilizació n eu ropea com o to ta li­
dad, y en co n secu en cia, a una civilización con form ad a desde su origen
por ese d iálogo co n stan te entre sus dos m atrices o u niv ersos orig in ales
constitutivos. U n diálogo que en el plano de la cultura, nos ubica en to n ­
ces frente a la dualidad esp ecifica de sen sibilid ad es cu ltu rales de larga
duración que co h abitan tam bién en E uropa occidental.
Por u n lado, u na sen sibilid ad cu ltu ral de m atriz g erm án ica, carolin -
gia, protestante, poco barro ca y nordeuropea, que se sin g u la riz a por una
apro xim ació n in telectu al h acia los tem as y problem as que aborda que
es u na apro xim ació n m uy teórica, reflexiva y filosófica. U na v isión que
con struyend o un tipo de argum entación austero y econ óm ico en el uso
: del lengu aje, se d efine com o un d iscu rso elaborado de m an era m ás bien
ind ivid u al y autoreflexiva, y que se apoya en u na estru ctu ra cu ltu ra l p re­
d o m in an tem en te escrita y d ifu n d id a de m anera m ás a n ó n im a e im p er­
sonal. U na cu ltu ra y un d iscurso que, desde estos elem entos, van a
caracterizarse por u n a estru ctu ració n m ás rig u ro sa y acotada, de carácter
m as ab stracto y filosófico y con un m odo de form alización sobrio y poco
literario, m ás an alítico y m ás denso.
Y ello fren te a u na seg u n d a form a de sen sibilid ad cu ltu ral, d istin ta y
a veces opu esta a la prim era, que deriva en cam bio de una m atriz rom ana
o helénica, m erov in gia, con trareform ista, b arro ca y m ed iterrán ea, que
se caracteriza en cam bio por un acercam iento in telectu al h acia los o b je­
tos que estu d ia que es de orden m ás bien em p irista y exp erim en tal,
elaborand o u na reflexión que argu m en ta de m anera reiterativa y florida,
volviendo u n a y otra vez sobre u n m ism o pu nto de la reflexión, y que
con stru ye el d iscu rso siem pre de modo m ás com u n itario o colectivo, a
p artir de u na estru ctu ra m ucho m ás oral y hablada de com u n icación
d irecta. Y con ello, un tipo de cu ltura y de d iscu rso que resu ltan ser
m ucho m ás lib res e inventivos, m enos rigu rosos y siem pre m ás v in cu la ­
dos al ejem plo y al caso concreto, siendo m ás literarios y m ás colm ados
de rep resen tacio n es plásticas y de im ágenes que en carn an la idea o tesis
que in tenta d em o strarse o ilustrarse.
D os form as m uy d istin tas de concebir y de crear los prod u ctos cu l­
tu rales y las estru ctu ras d iscursivas, que nos p erm iten com p rend er
tam bién a este p rim er trazo general y recu rren te de la p ersp ectiv a h isto ­
riográfica de los A n n ales.
Pues com o hem os ya señalado, los d istintos A n n ales que co n fo rm an
a la h isto ria de la corriente, reproducen todos a este seg u nd o tipo de
d iscu rso o de sen sibilid ad cu ltural m editerráneos. Y entonces, se tratará
siem pre de textos, obras y autores, m as bien reacios a ex p licitar los
presu p u estos filosóficos de sus propias cosm ovision es h istóricas, a la
vez que reticen tes fren te a los debates dem asiado teóricos o abstractos.
Y aunque, com o verem os m ás adelante, esto no les im p ed irá d ebatir y
reflexionar en torno a los parad igm as m etod ológicos y a los m odelos
teóricos que an im an sus d istintos proyectos in telectu ales, si im plicará
no obstante el hecho de que en ocasiones, sus m odelos y conceptos teó ri­
cos se h allen m as im p lícitos que explícitos dentro de sus obras, o que
la form ulación de estos parad igm as m etod ológicos o leccion es ep iste­
m ológicas derivados de su p ráctica historiográfica, se lim iten a breves
d esarrollos, a referen cias m uy pu n tu ales e inclu so a veces a u n a sim ple
enu nciación.
A l m ism o tiem p o, y a tono con ese estilo m ed iterrán eo que ellos
rep resen tan de m anera m uy acabada, la g ran m ayoría de los autores
de A n n ales serán autores célebres por su prosa florida y cuidada, por
su bu en d o m in io del lengu aje y por sus habilid ad es literarias, que han
facilitado la m ás am plia y ágil d ifusión de sus obras entre los m ás diver­
sos públicos de Francia, de Europa y del m undo entero.
O bras, artícu lo s, textos y ensayos que com o es bien sabido, son
m u chas veces la cond ensación de un largo trabajo previo en los S e m i­
n arios y en los C ursos del Collége de France, de la E scu ela de A ltos E stu ­
dios o de las d istin tas U niversidades francesas, igual que el resultad o y el
reflejo de in ten sos y perm an en tes debates académ icos en tre los m ism os
h istoriad ores fran ceses, y entre estos ú ltim os y sus colegas de las restan ­
tes ciencias so ciales o hum anas.
C onju nto entonces de resultados in telectu ales a n n alistas, que por
d ebajo de sus claras d iferencias, van a com p artir sin duda esta p erte­
nen cia a la sen sibilid ad cu ltu ral m editerránea de larga duración, a la
que ellos van a m aterializar o en carn ar ya dentro de los p articu la res
cód igos y v arian tes fran ceses, es d ecir cartesianos, racio n alistas e ilu stra­
dos. Lo que adem ás, com o verem os m ás adelante, explica en parte la m uy
d esigu al d ifu sió n de los A n n ales tanto dentro de E u rop a com o dentro
del m u ndo occid ental. Pues si los A n n ales serán m ás o m enos ráp i­
d am en te conocid os, debatidos, traducidos e in corporad os dentro de
las h isto rio g rafías y las cien cias sociales de Italia, Su iza, E spaña, P ortu ­
gal y luego A m érica L atina - e s decir, en todo ese u niverso de países
y zon as reg ion ales que com p arten y reprod ucen esta m ism a sen sib ili­
dad m ed iterrán ea en el plano cu ltu ra l-, su d ifu sió n y recep ción m ás
gen eralizad as en p aíses com o A lem an ia, Inglaterra, A u stria, H olanda, el
C anadá in g lés o Estados Unidos, será en cam bio m ucho m ás accidentada,
difícil, tard ía y m ucho m ás tam izad a por los filtros cu ltu rales de este
segundo su bconjunto cu ltu ral que es ju stam en te el de la sen sib ilid ad cu l­
tural nordeu ropea.
Un seg u nd o perfil característico, que estará tam b ién presen te en
todos los su cesivos y d istintos proyectos ann alistas, es el del d iálogo
perm anente que la h isto ria que ellos reiv in d icarán y co n stru irá n , tendrá
con las restan tes ciencias sociales que com ponen el aban ico de d iscip li­
nas que se ocu pan de investigar acerca de lo so cial-h u m an o en el tiem po.
Y ello, hasta el punto de que el entero periplo de la corrien te h isto rio g rá ­
fica que aqu í an alizam o s puede ser ju stam en te explicado, en u na de sus
d im ensiones fu n d am en tales, com o el juego de su cesivos acercam ien tos,
v inculaciones, alian zas, y hasta intentos de fusión de la historia con esas
diferentes d iscip lin as que investigan los diversos aspectos del com plejo
ser so cial de las o rg anizacio n es hum anas.
Y si bien es cierto que este diálogo entablado con las otras cien cias
sociales, no es exclusivo de la historiog rafía de los A n n ales, sí se h ace p re­
sente com o u na nota d istintiva que ha sido asu m id a y con scien tem en te
reivindicad a en tod as las etapas de vida de la corriente, con u n a radi-
calidad, intensid ad y perm an en cia que d esem bocan en la idea de u na
historia siem p re abierta y hasta urgid a del proceso que la fecu n d a con
los aportes y desarrollos venidos de otros horizon tes d iscip lin ares, y
en co n secu en cia de u na h istoria que apunta siem pre, m ás o m enos
conscientem ente, y con m ás o m enos éxito com o verem os d esp ués, hacia
la disolución misma del fundamento de la propia d ivisión del estud io de lo
social en d iferen tes d iscip linas, cam pos, o ciencias p articu lares.
C on lo cual, y en contra de lo que frecuentem en te se ha afirm ad o, no se
trata aquí de u n a d efensa por p arte de A n nales, de u na v isión 'in te rd isci­
p lin aria' o 'm u ltid iscip lin aria' o 'tran sd iscip lin a ria ' o 'p lu rid iscip lin aria'
-lo que en el fondo p resup one que se acepta com o legítim a la d iv isión
entre las d iscip lin as, y que lo que se bu sca es entonces 'in ter'con ectarlas,
'm u lti'com bin arlas, 'tran s'relacio n arlas o 'p lu ri'v in cu larlas, acercán d olas
y h aciénd olas d ialo g ar de m últiples m o d o s-, sino de una in tención
m ucho m ás radical que apunta hacia el cu estion am ien to y luego hacia la
d esleg itim ación y su p eración total de esa m ism a d iv isió n en d iscip lin as o
ciencias so ciales diversas, autónom as y separad as, com o estrateg ia ep is­
tem ológica de co n ocim iento y aproxim ación in telectu al hacia la realidad
de lo social.
"L a escu ela de los A nn ales no es u na escuela en el sentido
estricto del térm ino, o en todo caso solo lo sería al m odo
de u n a escu ela literaria o artística. No se en tra en ella
para hacer carrera o para encerrarse en ciertos d ogm as. Los
lím ites son bastan te elásticos. El p rin cipio está con M arc
B loch y L u cien Febvre, que fueron grandes p erson ajes y a
qu ienes yo d ebo enorm em ente.
E llos son m is predecesores y, aunque yo m e con sid ero de
la m ism a g eneración cu ltu ral de L ucien Febvre, él tenía de
todos m od os veinticu atro años m ás que yo. Su d esap arición
en 1956 h izo de m í su heredero. D espu és, yo seg u í m i
cam in o p ersonal. D e la m ism a form a, aquellos que v in iero n
desp ués de m í - L e Roy Ladurie, Duby, C haunu, F e r r o - h a n
tenido su propia trayectoria p erson al."

F ern a n d B r a u d e l

"La derniere interview du m aitre de l'histoire len te" en


Le Nouvel Observateur, núm. 1100, 6-12 die, 1985
Lo que nos explica la constante acusación, por lo d em ás p ertin en te,
que han su frid o Bloch, Febvre y Braudel, en tre otros, de reiv in d icar
y prom over u na h isto ria 'im perialista', que in ten taría en g lo b ar bajo su
territorio y com o sim ples cien cias au xiliares, al conjunto de las o tras cien ­
cias sociales: en realidad , hacia donde apunta esta p reten sió n ecu m én ica
de a sim ila rse y h asta de 'devorar' a las otras d iscip lin as sociales, es ju s ­
tam ente hacia la idea de elim in ar el fund am ento de las d ivisio n es d isci­
plinares, recu p erand o para la historia el vasto y u niversal cam po de la
totalidad de lo so cial-h u m an o en el tiem po.
Y si este es otro de los horizontes generales que su byacen a todos los
p royectos an n alistas, siendo sin em bargo un horizonte que no siem pre
ha sido asu m id o con la plena conciencia de su s im p licacion es ú ltim as,
eso no elim in a el hecho de que cada p eríod o del itin erario de la ten d en ­
cia de A n n ales haya privilegiad o, en su m om ento, la recu p eració n y el
diálogo con tal o cu al d iscip lin a o grupo de d iscip lin as so ciales esp ecí­
ficas. Y entonces, no pod rem os entend er los A nn ales de B loch y Febvre
sin la ap ertu ra de la historia hacia la econom ía, la so cio lo gía y la psi­
cología, m ien tras que los A n nales brau d elianos serían in com prensibles
sin con sid erar la m utua fecu nd ación entre geografía e historia, y luego
entre h istoria, d em ografía y econom ía. O tam bién, verem os que la ter­
cera g en eración de A n n ales pondrá en el centro de su proyecto el v ín ­
culo con la antrop ología, m ientras que los A n n ales post-89 v u elv en a un
esquem a m ucho m ás abierto de diálogo y de in terp en etració n con casi
todo el aban ico de las cien cias sociales, e inclusive, lo que co n stitu y e una
de sus noved ades esp ecíficas, tam bién con la propia filosofía.
Forzando sistem áticam en te, y com o u na p ersp ectiv a de p rincipio, este
diálogo y m u tu a fecu n d ación de la h istoria con las restan tes cien cias que
se ocu p an de lo social, los A n n ales han podido entonces p royectarse,
p rogresivam ente y a lo largo de su cu rva de vida, no sólo com o una
corrien te p ro fu n d am en te innovadora dentro de la h isto rio g rafía, sino
tam bién y cad a vez m as com o un revolucionario proyecto d en tro de las
ciencias sociales en general, en cuyo seno h an ido ganand o cada v ez m ás
espacio y recon ocim iento.
U n tercer rasgo característico, que será ig u alm ente com p artid o por
los d istin to s rep resen tan tes de los d iferentes proyectos in telectu ales
de los A n n ales, es el que corresponde a la rep rod u cción de ciertos
trazos que caracterizan , en general, a todas las nuevas historiografías
d esarrollad as d urante el siglo veinte histórico, trazos que con trap on en a
esas h isto rio g rafías con casi todos los m odelos d esarrollad o s dentro del
siglo d iecinueve, a la vez que los vin cu lan con ese proyecto pionero y
excepcion al que, en los estud ios históricos, ha represen tad o el proyecto
téo rico -crítico de M arx.
Pues m ás allá de su datación cronológica in m ed iata, que lo ubicaría
falsam ente entre las d istin tas vertientes d ecim on ón icas de la h isto rio ­
grafía, es claro que ha sido el m arxism o original, es d ecir el contenido
en la obra de M arx y Engels, el que ha colocado los cim ien to s fu n d a­
m entales de lo que en sentido rigu roso podem os llam ar la historiografía
contemporánea, del m od erno proyecto de con stru cción de u n a verdadera
ciencia de la h istoria, que todavía hoy continúa vigen te y en m archa.
Em presa m arx ista orig in aria, que habiéndose d esarrollad o dentro de la
seg u n d a m itad del siglo xix, va a an ticipar entonces, en m á s de m edio
siglo, al conjun to de d escubrim ientos, con qu istas y elem entos que van
a tipificar a p rácticam en te toda la h istoriografía in n ovad ora del siglo
veinte, in clu so hasta nuestra propia ép oca actual. Pues al ed ificarse ese
m arxism o com o prop u esta crítica y alternativa a las lín eas d om in an tes
y entonces en boga de la historiog rafía eu ropea d ecim on ón ica, y al
co n stitu irse tam bién en la expresión in telectu al superadora de la entrada
de la cu rva de la m od ernid ad b u rgu esa en su fase d escen d en te de
larga duración -u n a fase que com ienza aproxim ad am ente con la co y u n ­
tura histórica de 1848-1870, para prolongarse h asta el d ía de h o y - esta
p ersp ectiva cread a por C arlos M arx ha podido d esarrollar, de m anera
in icial y gen u in am en te anticipatoria de lo que habría de d esp leg arse en
los sigu ien tes ciento cin cu en ta años, un nuevo tipo de h isto ria p ro fu n d a­
m ente social, firm em ente anclada en el esfuerzo de h acer de la h isto ria u na
ciencia, y que va a co n cen trarse de m anera p riv ileg iad a en tod o el co n ­
ju n to de d im en sio n es interp retativas de ese m ism o oficio de historiador.
U na h isto ria rad icalm en te social, científica e in terp retativ a que tam ­
bién será d esarrollad a y reivin dicad a por las sucesivas g en eracion es de
A n n ales, en la m edid a en que ellas encarnan, y luego asu m en com o
herencia o legado fun d am ental, el de haber sido p arte de los protagonistas
principales que en el siglo veinte cronológico han escen ificad o ese p ro ­
fundo viraje d esd e la h istoriografía 'estilo siglo d iecin u ev e' hasta la
nueva h isto rio g rafía constru id a ahora sólo con los 'm old es típ icos del
siglo veinte'. D e este m odo, y entroncando en esa h isto ria m ás estru c­
tural y de reg istro s profu nd os de la con strucción m od ern a de u na cien ­
cia de la h istoria, con ese anteced en te esen cial y fu n d ad o r que ha sido el
m arxism o o rig in al, los diversos A n nales van a reproducir, com o su tercer
arista com ún, a esa h isto ria de carácter social, científico e in terp retativo.
Porque al rev isar la h istoria de la corriente, en sus d istin to s períodos,
resulta claro que el tipo de historia que ella ha siem pre defendido,
construido y prom ovido, se construye siem pre a p a rtir del desplazamiento
recu rren te de la p ersp ectiva de análisis desde los pro ceso s ind ivid u ales,
de élite, sin g u lares y m ás superficiales, hacia los procesos colectivos, de
los grandes gru p os y clases sociales, pro ceso s reiterados y d ifu n d id os
de m anera so cial am plia y que corresponden siem pre en general a las
estru ctu ras b ásicas de la h istoria profunda. A sí, lo m ism o en el estud io
de la h isto ria de las técn icas so ciales y de la con stru cció n de los paisajes
agrarios, o del u tillaje m ental de una época y de las creen cias colectivas
de u na socied ad , qu e en el exam en de las form as de la civ ilizació n m ate­
rial de los hom bres y de su civilizació n económ ica, o en el estu d io de las
'm en talid ad es colectivas' y de las prácticas que definen las 'con v en cion es'
dentro de las que se o rg anizan los actores y la acción so cial, en con tram os
siem pre, com o dato repetid o y constante, el claro abordaje de u na h istoria
social, entend id a ad em ás com o la historia de los grandes procesos, estru c­
turas, grupos, realidad es y fenóm enos colectivos, de masa, y en co n se cu en ­
cia rad icalm en te sociales.
Y si b ien ha sido el propio Lucien Febvre el que ha d en u n ciad o la
; am bigüedad y vaguedad de ese térm ino de historia 'social', es claro que el
■m ism o es u tilizable para caracterizar a la propia h isto rio g rafía an n alista,
si lo red efin im o s m ás rigu ro sam en te com o ese estudio de los grandes
fenóm enos colectivos de la historia, de los procesos que afecta n a las
; grandes m asas y a los gru p os sociales princip ales de un entram ad o social
¡Vcualquiera. Y por lo tanto, com o esas historias, tan típicas de A n n ales,
que son la h isto ria económ ica y social, la historia de la civ ilizació n m ate­
rial y de la b ase g eoh istórica de las civilizacion es, la h isto ria de las
; econom ías-m u nd o y de las civilizaciones del planeta, la h isto ria de las
i: m entalid ad es y la an trop ología histórica, o la historia urbana, de las prac­
ticas cu ltu rales, de la econom ía del A n tig u o R égim en, o las h isto rias
cu antitativa y serial o antrop ológica m ás recientes, entre otras.
H isto ria p ro fu n d am en te social, opuesta a las trad icio n ales h isto rias
biográficas, de las ideas, políticas, de héroes, batallas y tratados, que será
al m ism o tiem po u na h isto ria in scrita conscien tem en te en el cam in o de
ed ificar u na verdadera ciencia de la historia. Y que m ás a llá de las viejas
d iscusiones, otra vez d ecim onónicas, sobre el estatuto de la historia com o
arte o com o ciencia, va a in tentar con stitu ir a esta ú ltim a, com o afirm a
M arc Bloch, en u na real 'em presa razonada de análisis', en u na verdadera
em presa científica.
Lo qu e nu evam en te estará p resente en todas la etapas de la corriente:
en todas ellas se reiv in d ica el objetivo de establecer las verdad es h istó ri­
cas com o verdades científicas, concibiendo el d escu b rim ien to y la con ­
quista de nuevas técnicas, nuevos paradigm as, nuevos p ro ced im ien to s
de in terp retación , nuevos m étodos, nuevos m odelos teóricos y nuevos
tem as de in vestigación, com o otros tantos pasos adelante en ese proceso
de co n stru cció n de la verdadera ciencia histórica.
Y puesto que h a sido a los A n n ales ha qu ienes ha correspond id o,
en este brev e siglo v ein te histórico ya concluido, el p ro tag o n izar la m ás
im p ortante revolución en la teoría de la historia d esarrollad a en los ú ltim os
cien años -rev o lu ció n que, a su m anera, reedita en con d icion es y en esp a­
cios d istin tos a la revolución en la teoría de la h istoria fundante de los
estud ios históricos contem poráneos, que ha sido el propio m arxism o
o rig in a l- será tam bién a ellos a quienes les correspond erá, en tre otros,
el reiv in d icar este carácter científico de la h isto rio g rafía contem poránea,
abonado su cesivam ente por los análisis b loch ian o s de la estru ctu ra
social, los m od elos de investigación del pen sam ien to de una época de
L ucien Febvre o las teo rías brau d elian as de la g eoh istoria, la civ ilizació n
m aterial o las 'econom ías-m undo', pero tam bién por los p arad igm as de
la h isto ria global, com paratista, interpretativa, problem ática o de larga
duración que verem os m ás adelante.
U na h isto ria que se sep ara entonces tanto del m ito, la leyen d a y la
ficción, com o tam bién de la constru cción a priori, de la esp ecu lació n y
de la falsa e in fu n d ad a g eneralización , para establecer en su lu gar una
explicación an alítica, coherente y razonada, pero ig u alm en te d em ostrada
a través de los hech os em píricos, de los procesos sociales co n cretos que
constitu y en a la h istoria. Y en con secu en cia, u n a h isto ria que, al estar
com p rom etida en la bú squ ed a de las regu larid ad es y de los d eterm in is-
m os sociales, y al in ten tar encontrar las causas y las razon es p rofu n d as
de los hechos, fenóm en os y procesos h istóricos que aborda, va a d istan ­
ciarse lo m ism o del m ero ejercicio narrativ o-d escrip tiv o de la h isto ria
tradicional, com o de la bú squed a exclusiva de los h ech o s ú nicos, sin g u ­
lares e irrep etib les del acontecer histórico, p ero tam bién de las v ision es
d esen cantad as, po sm o d ern as e irracionalistas, que tanto h an proliferado
en los ú ltim o s trein ta años.
P royecto de h isto ria social y científica que h ará florecer y m u ltipli­
carse tam b ién a todo el conjunto de d im ension es in terp retativ as del
m ism o oficio de historiador. Pues frente a la h istoria pred om in an tem en te
d escrip tiva del siglo anterior, que pretende alcan zar u na in g en u a o b je­
tividad y neu tralid ad total del historiador, y que tem e sep ararse aunque
sea u n in stan te de los hechos p u ros y duros, los d istin tos A n n ales van
en cam bio a ser pródigos en la construcción de variad os y m uy d ife­
rentes m od elos explicativos, que apoyándose sin duda en la erud ición
rigu rosa y en la investigación de todo tipo de fuentes y de datos, no
dudarán sin em bargo en in tro d u cir todos los nuevos pro ced im ien to s, téc­
nicas, m étod os o p arad igm as de interp retación posibles. Lo cu a l va a
exp resarse doblem ente, tanto en la m ultiplicación ilim itad a de las fu en ­
tes, com o en la invención perm anente de nuevos parad igm as y m odelos
de explicación.
Así, los an n alistas van a recuperar, sin problem as y siem pre
creativam ente, la fotografía aérea y el an álisis del polen, los testim o n io s
in volu n tarios y la lectu ra 'in volu ntaria' de los testim on ios v o lu n tarios
: e in voluntarios, las técn icas cuantitativas y el m étodo serial, la den d ro-
cronología y el an álisis iconográfico, la carto grafía y el pro ced im ien to
; m icroh istórico del cam bio de escala en el análisis, entre m uchos otros.
Y ju n to a ello, y com plem entándolo, van a elaborar esos n oved osos para-
; digm as que y a h em os m encionad o antes, y que son las v ision es desde la
larga d uración h istórica, el análisis de los fenóm enos histó rico s d esd e los
: o bserv atorios cru zad os del acontecim iento, la coy u n tu ra y la estru ctu ra,
la ap licación del m étodo com parativo para establecer las g en eralid ad es
y las esp ecificid ad es de las realidad es estud iad as, el u so de la 'h isto ria-
problem a' que saca a luz el cu estion ario explícito o im plícito p resente
: en toda in vestigación, o la perspectiva de la historia global que en sa n ­
cha los territorios de an álisis del historiad or y que recrea el v ín cu lo del
tem a an a lizad o con la totalidad o totalidad es que le son co rresp o n d ien ­
tes, en tre otros.
Elaborand o, de esta m anera, u na h istoria que pone en el cen tro el
estatuto in terp retativo del con ocim iento histórico, y que reiv in d ica su
carácter científico y su clara orientación social, los A n n ales de las varias
generaciones de la corriente van a definir un tercer elem ento com ún a
todo el enfoqu e, u n elem ento que no será exclusivo de la corrien te fran ­
cesa, sino m ás bien u na línea com p artida tanto con el m arxism o o rig i­
nal y con los varios m arxism os historiográficos g en u in am en te críticos
d esarrollad os en el siglo veinte -c o m o por ejem plo, con la E scu ela de
F ran k fu rt, o tam bién con ciertas tendencias de la h isto ria m a rx ista
b ritán ica de la seg u n d a p o sg u erra -, com o tam bién con los proyectos
m ás in n o v ad o res dentro de toda la h istoriog rafía de la ú ltim a cen tu ria,
desde las líneas de la Kulturgeschichte alem ana hasta las varias ram as de
la microstoria italian a, y pasand o por la an trop ología histórica crítica rusa,
la nueva h isto ria rad ical norteam erican a o la reciente h isto ria region al
latin o am erican a, entre m u chas otras.
F inalm ente, y com o u n cu arto y últim o perfil general, com ú n a todo el
itinerario an n alista, está el gusto y la prom oción p erm an en te de la inno­
vación problemática en la h istoria, es decir la apertu ra co n stan te de nuevas
canteras de trabajo para los historiadores, así com o la con qu ista y co lo n i­
zación de nuevos territorios para la in vestigación histórica.
Un rasgo que si b ien no es tam poco exclusivo de A n n ales, si se p re­
senta dentro de la co rrien te en todas y cada u n a de sus etapas de vida.
Y entonces, y m ás allá de las evidentes d iscon tin u id ad es que a n a liz a re ­
m os a continu ación , en térm inos del abandono de ciertos parad igm as
m etod ológicos, de la renun cia a una p osición esen cialm en te crítica y
herética, o de la co n stru cció n de ciertos m odelos g enerales de p reten ­
siones m ás u niversales, m ás allá de estas evidentes d isco n tin u id ad es
se m u estra claram en te ese trazo de continuidad entre todos los su cesi­
vos A n n a les que es el p erm an en te proceso de apertu ra y exploración de
nuevos tem as, nuevos su jeto s y nuevos cam pos del saber h istórico.
C ontinu id ad que es p osible ilustrar, por ejem plo, en el trayecto que va
d esde la historia del p aisaje agrario y de los planos p arcelarios, h asta la
renovada h isto rio g rafía de las ciudades y la h isto ria reg ion al m ás recien ­
tes, p asand o por la h isto rizació n de la in fluen cia del m edio am biente o
base geo h istó rica sobre la h istoria de las civ ilizacio n es y p o r la historia
del clim a y de su s im pactos sobre los ciclos agrarios de larga duración.
O tam bién en el cam in o que transita desde la h isto ria de las creen cias
colectivas y de su vín cu lo con los m ecan ism os so ciales del fu n cio n a ­
m ien to del p o d er político hasta la h istoria so cial de las p racticas cu l­
turales, en u n reco rrid o cuyas estaciones p rin cip ales son la h isto ria del
u tillaje m ental de u na época, la h istoria de la cu ltura vista d esd e sus
acontecim ien tos, sus co y u n tu ras y sus estru ctu ras, y los m ú ltiples y m uy
d esigu ales m od elos de la h istoria de las m entalid ad es y del im ag in ario
social. E ig u alm en te la línea que arran ca con el intento de reco n stru ir
y explicar, en su globalid ad , a la estru ctu ra social gen eral del m undo
feudal, para d esem bo car en la reivin d icación de la recu p eración del
análisis esp ecífico de las estrategias de com p ortam ien to de los actores
sociales y de la con stru cció n progresiva y d in ám ica de sus 'convencio-
nes', n orm as y relaciones sociales, pasando por los in ten tos de elaborar
un nuevo tipo de b io g rafías sociales, y por los estud ios sobre las h istorias
de la civ ilizació n m ed iterránea, de la civilizació n cap italista y de las civ i­
lizacio n es en general.
Todo un vasto u niverso de nuevos cam pos problem áticos, y de in éd i­
tas lín eas de in vestigación que tam bién van a caracterizar a los m últiples
: A nnales, a lo largo de toda su curva vital y hasta la actualid ad .
C uatro rasgos o trazos p resen tes en todos los proyectos intelectuales de
los d istin tos em peños ann alistas, que entonces nos p erm itirá n tipificar
a la ten d en cia h isto rio g ráfica de los A n nales com o u na realid ad sin g u ­
lar, en su globalid ad y con claros perfiles frente a las otras ten d en cias o
corrientes de la h isto rio g rafía contem poránea de los ú ltim o s cien to cin ­
cu enta años. Y que entonces, nos d arán este retrato posible, que d ibuja a
esos A n n ales com o u na clara varian te francesa, de u na m ás u n iv ersal sen ­
sibilidad cu ltural m ed iterrán ea y latina de larga duración, v arian te que
por la vía del d iálogo recu rren te con d istin tas y cam bian tes cien cias so ci­
ales, ha apu ntad o siem pre al cu estionam iento radical y a la su peración
del fu n d am en to m ism o del actual horizonte d iscip lin ar de estu d io de lo
social, elaborand o u na historia que siendo rad icalm en te so cial, cien tífica
e interp retativa, ha desplegado siem pre esa vocación o apetito in saciab le
resp ecto de los nuevos cam pos problem áticos y las nuevas zo n as antes
inexplorad as del saber histórico.
A n n ales definidos por estos perfiles o aristas com unes, que al m ism o
tiem po se d isg reg an en m uy d iferentes entidades, y en p royectos in telec­
tuales in clu so contrapuestos, cuando los observ am os desde su interior, y
en torno del problem a, ig u alm ente crucial, de la n ecesaria p erio d izació n
y esp ecificació n m ás rig u ro sa de sus d istintos m om entos vitales.

* * *

Si an alizam o s ahora de m anera m ás p articu lar el itin erario de la corrien te


an n alista, y desde la p ersp ectiva de su consid eración global, nos d es­
plazam os h acia el observatorio del exam en de las d istin tas etapas o
períod os que la m ism a ha recorrido, verem os aparecer, por en cim a de
esos p erfiles generales que ya hem os referido, toda u na serie de rasgos
específicos, que en las sucesivas coyunturas cu ltu rales que los A n n ales
han atravesado, van sin g u larizan d o y tipificando a los diversos p royec­
tos in telectu ales, y en consecu encia, a los d istin tos p eríod os recon ocibles
dentro de la h isto ria de esta m ism a tendencia h isto rio g ráfica an n alista.
Una v isió n d istin ta de los m ism os A nnales, y al m ism o tiem p o com ­
p lem entaria de la anterior, que al concentrar ahora la atención en las
esp ecificid ad es de cad a u no de esos sucesivos A n n ales, apoyados en los
diversos proyectos in telectu ales que la corriente h a cobijado dentro de
su seno, nos cond uce d irectam en te al problem a, am pliam en te debatido
entre los estu d io sos y esp ecialistas de esta tend encia h isto rio g ráfica, de
las contin u id ad es y d iscontinu id ad es registrables a lo largo del entero
periplo de los A n n ales.
C ontin u id ad es y d iscontin u id ad es que, m ás allá de los perfiles
com u nes que an tes h em os resum ido, h aría referen cia m as bien a la
relación p articu lar que se establece entre las d istin tas etapas y proyectos
de A n nales, in terco n ectan d o o d istin g u ien d o n ítid am en te a unos de
otros. U na d ialéctica de lo continu o y lo d iscontinu o que, com o verem os
ahora, nos da tanto relaciones de superación dentro de la continu id ad ,
que verdad eros giro s o ru p tu ras que represen tan de h echo u na clara d is­
continu id ad y un evidente abandono del cam in o an teriorm en te recorrido,
pasand o tam bién por ciertas etapas de tran sició n de p erfiles m enos n íti­
dos, y por otros v irajes que junto a la ru ptu ra con la g en eración anterior,
sign ifican al m ism o tiem po un cierto intento de retorno a los 'o ríg en es' de
la corriente.
Un periplo que no tiene entonces nada de lineal o sim ple, y que rep ro ­
duce en su propia com plejidad, la equivalente densidad de los cam bios
m ás generales que los estu d io s históricos h an venido su frien d o d urante
los ú ltim os setenta u och en ta años.
C on lo cu al, no habrá de sorpren d ern os el hecho, claram en te registra-
ble en la h isto ria de los A n nales, de que sus m utaciones fu n d am en tales,
y en co n secu en cia la p erio d izació n de su itin erario global, se acerque en
grandes lineas a la p rop ia period ización general de la h isto ria de Europa,
cuyos cam bios de co y u n tu ra global o de m om ento so cial general, van a
ir ritm an d o tam bién a las tran sform acion es in tern as del proy ecto in telec­
tu al vigente en cada etapa de la corriente an n alista.
R ep ro d u zcam o s entonces, en una p rim era aproxim ación , esta
p erio d izació n del p eriplo de A n n ales, la que a d iferen cia del arg u m en to
que antes hem os desarrollado, nos p erm itirá o b serv ar a los diversos
A n n ales, a los A n n ales en plural, m ostránd onos el lado com p lem entario
y al m ism o tiem po alternativo a aquellos trazos com u nes de ios A n n ales
en sin g u lar que hem os definido anteriorm ente. U na p erio d izació n que
nos haga posible m arcar en térm in os m uy generales, las gran d es etapas
del recorrid o an n alista, a las que estud iarem os con m ás d etalle en los
próxim os capítulos.
Com o es b ien sabido ahora, luego de la recien te p u blicación de la
corresp on d en cia entre M arc Bloch y L ucien Febvre con H en ri P irenne,
aunque el p rim er núm ero de los Annales d'Histoire Economique et Sociale
ha visto la lu z solo el 15 de enero de 1929, el proyecto de fu n d ar esta
revista rem onta en realidad, en su p rim era co n cep tu alizació n com o in i­
ciativa in telectu al, al fin m ism o de la prim era gu erra m u n d ial. Es d ecir
que coincid e p rácticam en te con el origen de esa co y u n tu ra, en m uchos
sen tid os excepcion al, que ha sido la coy u n tu ra de la h isto ria de E uropa
entre las dos g u erras m u ndiales del siglo veinte.
A sí, el inicio de la década de los años veintes, que abren esta co y u n ­
tu ra caracterizad a por la crisis de la razón europea, y por la ru p tu ra
definitiva de la secu lar ecuación que pretendía equiparar ju stificato ria-
m ente a la civ ilizació n eu ropea con 'el p rogreso humano", es tam bién la
fech a de origen de la prim era elaboración del proyecto de fu n d ar lo que
un d ecenio d esp ués va a configu rarse com o los 'p rim ero s A n n ales'. Y es
m uy claro, al rev isar esa correspond encia d irigida por Bloch y por Febvre
a P iren n e d esd e 1921, que el proyecto inicial de la rev ista se constituye,
clara y conscientem en te, para llenar el vacío dejado dentro de los estu ­
dios h istóricos, por la interrupción - q u e luego se revelará com o u n a su s­
p ensión solo tra n sito ria - de la revista alem ana Vierteljahrschrift f u r Sozial
und Wirtschaftsgeschichte, su stitu ción o reem plazo que se rea liz a dentro
de una exp lícita lógica de contrabalancear y luego in clu so superar, a la
clara h eg em o n ía que el m undo germ ano parlante había ejercid o dentro
de la h isto rio g rafía europea y occidental, desde ap roxim ad am en te 1870 y
h asta la llegad a de esos golpes sucesivos que serán ju sta m en te la p rim era
guerra m u ndial, el ascenso del nazism o y la seg u nd a guerra m u n dial.
C on stitu y en d o entonces una clara iniciativa, fran cesa pero al m ism o
tiem po m ás internacion al, para reconfigurar la organización general de los
estudios históricos en escala europea, dentro de u na orien tación y u n m odo
de fu n cio n am ien to d istin tos al que habían desplegado en tre 1870 y 1914,
el p roy ecto o rig in ario de fu n d ar lo que m ás adelante serán los Annales
de Historia Económica y Social, se con form a desde su p rim era elaboración
com o un proyecto que intenta asu m ir las lecciones de los resu ltad os de
la prim era conflagración m u n d ial, reestru ctu ran d o tam bién en el cam po
de la h isto rio g rafía eu ropea y occidental al entero p aisaje de sus líneas de
evolución p rin cipales.
Y au nque el proyecto orig in al tard ará casi u na década en
m aterializarse, m o d ificán d ose de m anera im p ortan te d urante este lapso
de tiem po, tam bién es claro que al concretarse, ese proyecto se co n stitu irá
en u na de las v arias expresiones de los profun d os cam bios que vive el
p aisaje cu ltu ral de esa E uropa de entre las dos guerras m u ndiales. Pues
resulta im posible en tend er los rasgos de esos 'p rim ero s A n n a les' del
períod o 1929-1941, sin consid erar que los m ism os form an p arte del m ás
vasto m o vim ien to de transform ación que afecta a toda la cu ltu ra eu ropea
de los años vein tes y treintas, m ovim iento que al m a rch a r en el sentido
de la desconstrucción de todos los fundamentos de esa misma cultura europeaf
va a en g en d rar a toda la m últiple fam ilia de persp ectiv as, proyectos,
obras, escu elas y aproxim aciones cu lturales de evid ente sign o crítico, y de
claro em p lazam iento a con tracorriente de las form as an tes d o m in an tes
de ese m ism o u n iverso cu ltural.
Porque la fuerza crítica y polém ica que va a caracterizar a esos
p rim ero s A n n ales, fu erza que ha sido señ alad a por u n a g ran p arte de los
estu d io sos de la corriente, se alim en ta espontáneamente de la época y del
m edio en que ellos p rosperan, reproduciendo dentro de Fran cia y en el
nivel de la h isto rio g rafía, el m ism o esp íritu y los m ism os trazos g en e­
rales que van a so sten er al psicoan álisis freu d ian o en V iena, a la a n tro ­
p ología crítica inglesa, al m arxism o de G ram sci y del Ordine Nuovo en
Italia, a la E scu ela de F ra n k fu rty al teatro de Bertold B rech t en A lem an ia,
lo m ism o que al m ovim iento su rrealista en Francia o a ciertas v arian tes
del m o d ern ism o español, entre otros.
Y es ju stam en te esta conexión entre toda esta fam ilia de m o v im ien to s
críticos y la crisis g lobal d é la civilización y la razón eu rop eas que se d es­
pliega entre las dos g uerras m undiales, la que va a p erm itir su radicali-
dad teórica y su profund o im pacto dentro de la cu ltu ra, lo qu e p ara el
caso de esos 'p rim ero s A n n a les' va a d esem b ocar en la verdad era revolu­
ción en la teoría de la historia que ellos van a rep resen tar y a en ca rn a r de
u na m anera p arad igm ática y ejem plar.
Ten dríam os entonces, en esta perspectiva, un p rim er m om ento de
vida de los A n n ales, cuya period ización se ap ro xim aría m uy de cerca a la
:p erio d izació n general de la h istoria europea, que con figura a esa co y u n ­
tura so cial general de 1919-1939, com o u na coy u n tu ra de crisis de la so cie­
dad y de la cu ltu ra de esa pequeña Europa, dentro de la cu al se en m arca
y se d esp liega correlativam ente dicha ru ptu ra teórica fu n d acio n al que da
n acim ien to oficial a la corriente francesa en 1929.
A d em ás, es claro que ese prim er m om ento de vida a n n alista va a sub-
d ivid irse en dos claras etapas. Una prim era, que abarca desde 1921 hasta
1928, y que p o d ríam o s calificar de etapa g enético-form ativ a del proyecto
de los p rim ero s A n n ales, etapa en la cual estos ú ltim os se u bican , com o
proyecto in telectu al, fren te al vastísim o y com plejo u niverso de su s d iv er­
sos an teced en tes, tanto en la cultura y la h isto rio g rafía eu ropeas, com o
dentro de las cien cias sociales francesas y dentro de los estud ios h istó ri­
cos del hexágono. Un p eriod o de lo que pod ríam os co n sid erar la 'p re­
historia' o rig in aria de los A nn ales, en el cu al ellos h abrán de dibujar
su sin g u larid ad a través de u n com plicado m apa de ru p tu ras, alian zas,
recu peracion es críticas y deslindes que estu d iarem os m ás adelante.
U lteriorm en te, y com o fruto d irecto de esta etapa g erm in ativ a de la
; corriente, ten d rem o s el período de los 'p rim ero s A n n a les' los A n n ales
y fundadores de tod a la corriente que van a d esp legarse en tre 1929 - n o
casu alm en te el m ism o año de la g ran crisis de toda la econ om ía o ccid en ­
ta l- y 1941, fech a en que el proceso de la seg u nd a guerra m u n d ial alcan za
en el corazón a ese m ism o proyecto de los A nnales in iciales, para cerrarlo
: trágicam en te con la d ifícil disputa y luego real ruptura intelectual entre
M arc B lo ch y L ucien Febvre.
P royecto o rig in ario de los prim eros A n nales, que se d efin irá exp líci­
tam en te por su claro carácter crítico, com bativo y polém ico, que a la
vez que alu m bra a esa revolución teórica dentro de la h isto ria a la que
ya hem os aludido, va tam bién a en carn ar el claro descentramiento de la
h egem on ía dentro de los estudios h istóricos eu ropeos, que tal y com o
lo h ab ían p royectad o B lo ch y Febvre desde 1921, va a m overse entonces
p rogresivam ente d esd e el espacio germ ano parlante h acia los territorios
del h exág ono francés.
El estallid o de la seg u n d a guerra y sus efectos su bsecu en tes, cierran
entonces tan to la co y u n tu ra global de entre las dos g uerras m undiales,
com o ese proyecto revolucionario de la h isto rio g rafía y fund ad or de una
nueva h eg em o n ía histo rio g ráfica que han sido los A n n ales prim eros, el
p rim er p eríod o de la corriente que va de 1929 a 1941.
Y del m ism o m odo que a esos 'p rim eros A n n ales', tam bién a los
'segu n d os A n n a le s' o A n n ales brau d elianos va a serv irles de m arco y
a aco tar su tem poralid ad específica la coyun tura so cial gen eral de la
seg u n d a posgu erra, que va a tener vida entre 1945 y el sim bólico y fu n d a­
m ental año de 1968, u n a coyuntura m arcada por la exp an sió n económ ica,
la reco n stru cció n de todas la econom ías europeas, la m o vilid ad social
ascend ente y el crecim ien to de la in d u strializació n y de los m ov im ien tos
obreros en toda E u rop a occidental, que va tam b ién a im p reg n ar a este
seg u nd o m om ento vital, y a ese segu nd o proyecto in telectu al an n a lista
de lo que se conoce canón icam ente com o los 'años B rau del' de la historia
de la corriente.
'A ños B rau del' que v an tam bién a reflejar esa seg u n d a co y u n tu ra
general de la h isto ria de Europa en el siglo veinte, caracterizán d o se com o
una con so lid ació n y estabilizació n del proyecto crítico de los p rim eros
A n n ales. C on so lid ació n que al m ism o tiem po que p ierd e un poco el tono
com bativo y polém ico de la etapa fundadora, afirm a y h asta com ien za
a d arle cu erp o y estru ctu ra institu cio n alizad a a la corriente, a la vez
que realiza, en el plano teórico, m etodológico e h isto rio g ráfico u na v er­
dadera superación dentro de la continuidad del proyecto de los p rim eros
A n n ales.
Un m o vim ien to de 'su peración ' o de aufhebung en el m ás hegelian o
sentid o del térm in o, que al m ism o tiem po que p ro fu n d iza y rad icaliza
los aportes de eso s prim ero s A nnales, con serván d olos, los su pera al re in ­
tegrarlos d entro de un nuevo y diferente proyecto in telectu al, que dentro
de u na línea de evid ente continuid ad con sus an tecesores, recon figu ra
a esos m ism os aportes dentro de u na rad icalm en te nueva estru ctu ra o
p ersp ectiva in telectu al, esta sí com pletam ente original.
Porque al re v isar con cuidado lo que ha sign ificad o el proyecto in telec­
tu al de esos A n n ales brau d elianos, resulta claro que esta etapa va a
cu lm inar, com p letánd ola, y replanteánd ola en nuevos térm in os, a la
revolución en la teo ría de la h istoria que había sido im plem en tad a por los
prim ero s A n n ales. Y entonces, si esta revolución se h ace p resen te a través
de la d efen sa de u n a h istoria in terp retativa y p roblem ática, de la apli­
cación sistem ática del m étodo com parativo a los tem as de h isto ria eu ro ­
pea que abord an B lo ch y Febvre, de la d efensa de u na h isto ria global en
tanto abierta a la recu p eración de los aportes de las otras cien cias so cia­
les, y de u na h isto ria nueva y en con stru cció n que co m ien za a d escubrir
in éd itos objeto s de in vestigación, la h istoria de los años Brau del de la
revista va a radicalizar, profundizándolos hasta el final, a estos m ism os p ara­
d igm as, los qu e recon figurad os desde la nueva y o rig in al visión de los
procesos v istos desde la larga duración histórica, van a p resen tarse ahora
como u na h isto ria de problem as nunca antes explorados, y por tan to que
im ponen noved osísim os m od elos interpretativos, que extiend e la com ­
paración a la escala p lan etaria y en el registro tem poral ju sta m en te de
la larga duración, redefiniend o a la h isto ria global com o su p eración del
epistem e d iscip lin ar y m u ltiplicando los nuevos objetos, m étodos, té cn i­
cas y p arad igm as de esa h isto ria abierta o en con strucción.
Y al m ism o tiem po que supera de este m odo a los p rim ero s A n n ales,
el proyecto brau d elian o asim ila y reproduce, nuevam ente, los elem entos
de su contexto: este proyecto de los seg u nd o s A nn ales va a darle carta de
ciudadanía a la ram a de la h istoria económ ica en Francia, en un m om ento
en que la eco n om ía crece y prospera, siendo prom ovida y fom entada
in stitucionalm ente. Y al m ism o ritm o que la eco n om ía se vu elve pro-
tagónica en esta coy u ntu ra, apoyada por el Estado, in vestigad a por
los nuevos In stitu to s de Econom ía, D em o grafía y E stad ística, los se g u n ­
dos A n n a les rescatan y d ifu n d en am pliam ente la h isto ria cuantitativa,
inventando in clu so la h isto ria serial y abriendo los nuevos territorios de
investigación de la h isto ria de la vida o civ ilizació n m aterial.
Al m ism o tiem po, los A n n ales de la ép oca Braudel van a co n fro n tarse
com pletam ente con la ola m últiple del estructuralismo, que se d ifun d e
tam bién am p liam en te en u na sociedad en donde, en el períod o de los
'trein ta gloriosos', se afirm a la solidez y vigen cia de las 'e stru ctu ra s'
sociales y económ icas, por en cim a de sus elem entos de cam bio y su h is­
toria. Y entonces, tom ando com o referente polém ico esen cia l al estru c-
tü ralism o de C laude L evi-Strau ss d esarrollado en la an trop ología, pero
oponiéndose tam bién m ás en general a ese m ism o estru ctu ra lism o en
la lin gü ística, en la filosofía, en la econom ía, en el p sico an álisis y hasta
en el m arxism o, los A n n ales de esta seg u nd a generación van a tratar de
defender a la h isto ria y a la visión g enética y p rocesu al de los hechos
sociales, evacuad a p recisam en te en todo este aban ico de p resen cias
in telectu ales estru ctu ralistas. Un com bate que los llevará a retom ar, h is-
torizándolos, alg u no s de los tem as clásicos de esa an trop olo gía com o
los de la alim en tació n , el vestido, la o rg an izació n territo rial o la vida
cotidiana, en su s m últiples d im en sion es y elem entos.
E ig u alm ente, estos seg u nd o s A n n ales van a d ialogar y a colaborar
estrech am en te con los m últiples m arxistas y m arxism os eu ro p eos y o cci­
dentales entonces tam bién en boga, m arxism os que apoyados en el cre­
cim iento de la clase obrera y en la rad icalizació n de ciertos sectores
m ed ios in telectu ales, van a com p artir con los A n n a les el estud io y los
pro g reso s de la h isto ria económ ica, llegando en el plano m etod ológico
h asta u na con vergen cia que seg ú n el propio Braudel se establece en torno
a la d efensa de las p ersp ectiv as de u na historia p ro fu n d am en te social, de
horizontes g lo b alizan tes y construid a desde la larga duración.
Pero esos A n n ales de los años Braudel, que van a co n tin u ar y al
m ism o tiem p o a su perar a los prim eros A n n ales, no se han desplegado
inmediatamente d esp ués de estos últim os, sino sólo de m an era un poco
retrasad a y luego de todo un período in term ed io de clara transición
dentro de la corriente. C on lo cual, el segu nd o m om ento de vida de la
tendencia an n alista, correspondiente otra vez con la tem poralid ad de la
co y u n tu ra so cial general de la segu nd a posguerra, va a su b d iv id irse tam ­
bién en dos etapas, claram en te diferenciad as, y que ab arcan los p eríod os
de 1941 a 1956, y de 1956 a 1968.
A sí, desp ués de que se in terru m p e abru ptam en te el proyecto in telec­
tu al de los p rim ero s A n nales, a raíz de la ru ptu ra de la prim avera de
1941 entre sus dos d irecto res -ru p tu ra que com o verem os m ás adelante
es d efinitiva en térm in os intelectuales, aunque no lo sea en térm in os per­
sonales-, se in icia un claro m om ento de transición que va a d esp legarse
desde este año de 1941 y hasta la m uerte de Lucien Febvre en sep tiem b re
de 1956. Y se trata de u na etapa de transición, y no de un seg u nd o y nuevo
proyecto in telectu al, porque, com o lo ha dicho el propio F ern an d Braudel
en alg u na ocasión, con la m uerte de M arc B loch se ha creado, dentro de
los A nn ales, un vacío que L ucien Febvre no ha podido nunca volver a colmar.
Y entonces, sin M arc Bloch y sin su aporte cotid iano a la co n stru cció n de
la revista, se ha term in ad o el sin g u la r'tá n d em ' que con stru yó y m antu vo
vigente al proyecto intelectu al de los prim eros A n n ales, lo que im plica
que Lucien Febvre, entre 1941 y 1956, se ha lim itad o a tratar de m an ­
ten er y de rep ro d u cir el mismo proyecto in telectu al del período 1929-1941,
proyecto que sin em bargo y en la ausencia de Bloch, se ha lim itad o a
sobrevivirse a sí m ism o, perdiendo cada vez m ás su fu erza y su im pulso
orig in ales, en u na co y u n tu ra que era ya diversa de la que le había dado
origen, y bajo co n d icion es que m inab an progresivam en te esa m ism a
so brev iven cia in tentad a por Febvre.
E tapa de verdad era transición, que se expresa en el h echo de que al
m ism o tiem po que este proyecto de los p rim eros A n n a les perd ía aliento
y se com enzaba a apagar, se iba preparando el relevo g en eracion al dentro
de la corriente, a p a rtir de la m ad uración de un nuevo proyecto in telec­
tual que d ará vida a los segu nd os A n n ales brau d elian os de los años
1956-1968 a los que ya hem os aludido. Ya que com o en toda transición,
el fin del ciclo que se cierra va a co existir con los gérm enes del ciclo que
habrá de sucederlo, y así los elem entos sobrev iv ien tes de los p rim eros
A nnales conclu idos en 1941, h an convivido con los p rim ero s esb ozos de
los A n n ales de la etapa p osterior a 1956. Pues es ju stam en te dentro de la
vigencia de esos A n n ales de transición, que va a irse p reparan d o la su ce­
sión de L u cien Febvre a la cabeza de la revista, a la vez que se pu blica por
ejem plo, en 1949, la g ran obra de Fernand Braudel sobre El Mediterráneo y
el mundo mediterráneo en la época de Felipe n.
Con lo cu al será h asta 1956 -o tr a vez, u na fecha im p o rtan te de la h is­
toria eu ropea, que con la in tervención so viética en H u n gría ha p ro vo ­
cado toda u na crisis im p ortante en las filas de los partidos co m u n istas de
E u rop a-, cu an d o se afirm en esos seg u nd o s A nnales, d irigid os por Fer­
nand Braudel y cuyos perfiles generales ya hem os esbozado.
Y entonces, con el fin de estos A nnales braud elianos, provocado una
vez m ás por el cam bio de la coyun tura so cial general que rep resen ta esa
enorm e revolución cu ltu ral de 1968, van a conclu ir no solo el proyecto
in telectu al de esos años Braudel de la revista, y ese seg u nd o m om ento
vital que in clu ye tam bién a la larga etapa de los A n n ales feb v rian o s de
transición, sin o en verdad todo el ciclo com pleto abierto en 1929, con
el in icio de los p rim eros A nnales, y caracterizado por la p u esta en p rác­
tica de u n a au téntica revolución en la teoría de la historia y por el d es­
pliegue de u n a nueva hegem onía en los estud ios h istó rico s de Europa y
del occidente, hegem on ía y revolución que tu vieron com o su esp acio de
í; u bicación al h exágono francés, entre 1929 y 1968, para con struir, desple-
f gar y luego cu lm in a r a ese revolucionario proyecto crítico dentro de la
h istoriog rafía que se m aterializa en las obras de Bloch, Febvre y Braudel.
C iclo 1929-1968 de la h isto ria de los A n n ales, m arcad o en ton ces por
i el p red om in io de la continuidad, que va a contrastar rad icalm en te con
la p osición que ten d rán los A n n ales de la tercera g eneración resp ecto
de tod a su h isto ria previa. Pues com o ya hem os indicado, estos terceros
A n n ales so n un fruto d irecto de la revolución cu ltu ral de 1968 y de la
nueva co y u n tu ra global que ella inau gu ra. Y dado que esta revolución
cultural de 1968, rep resen ta un corte radical con tod as las form as de
la cu ltu ra hasta entonces predom inantes, así tam bién los A n n a les del
período 1968-1989 sig n ificarán un corte radical y evid ente con los A n n ales
anteriores del ciclo 1929-1968.
Pero si en los prim ero s y en los segu nd os A n n ales, la co y u n tu ra
so cial global serv ía de m arco abarcador de los m ism os, sin co in cid ir p er­
fectam en te con ellos, los terceros A n n ales v an en cam bio a co rresp o n d er ;
exactam en te a esta tercera y ú ltim a coyun tura general del b rev e siglo
veinte, co m enzand o igu al que ella con el em blem ático año de 1968 y ;
term in and o con el no m enos im portante año de 1989. E igual que los
A n n ales que los preced ieron, tam bién estos serán claram en te 'h ijo s de su
contexto' específico. P orque es bien sabido que estos A n n a les 1968-1989 se
han concentrado, sobre todo, en la prom oción de un cierto tipo de h isto ­
ria de las m entalid ades, lo m ism o que en el cultivo de u na cierta v a ria n te
de la entonces tam bién en boga antrop ología histórica.
D on d e la conexión con la coyun tura post-68 ap arece evidente: es la
revolución de 1968, que ha transform ad o de raíz todos los m ecan ism os de
la reprod ucción de las form as de la cultura en las socied ad es m odernas,
la que ha pu esto en el cen tro de la agenda de las d iscu sio n es a las tres
in stitu cio n es que constituyen los espacios de afirm ación de esos m eca n is­
m os, es d ecir a la fam ilia, a la escuela y a los m edios de com u nicación.
Y entonces, y p royectand o en la h istoriografía esta tran sfo rm ació n p ro ­
funda, los A n n ales han com enzad o a cu ltivar la h isto ria de la fam ilia y
de la vida cotid iana, el an álisis histórico del p roceso de alfa b etiz a ció n en
Francia y la h isto ria de la idea de la m uerte y de la im agen del niño en
el A n tig u o R ég im en, las h istorias del m iedo, de los olores y de la d escris­
tian izació n , igual que la génesis de la idea del purgatorio, las h istorias de
la v id a privada y de la m ujeres, el estudio de la m entalid ad m ed iev al o
m od erna, o las form as de vida y de conducta en u na p eq u eñ a aldea del
su r de Francia.
R etom and o así, estos tem as de la 'm en talid ad ' o de la 'an trop ología
h istó rica' de d istin tas épocas, m undos, socied ad es y esp acios, los ter- :
ceros A n n ales h an in staurado tam bién una profu n d a ruptura tanto con
los seg u nd o s com o con los prim eros A n n ales, es d ecir con ese ciclo global
de toda su h isto ria antecedente. Lo que tal vez explique su d eseo de auto-
bau tizarse com o 'nu eva historia', la nouvelle histoire, que será el apelativo
bajo el cual habrán de p o p u larizarse y d ifu n d irse en el m u ndo entero
los A n n ales, d urante esas décadas de los años seten tas y och en tas recién
vividos.
Porque al acercarn os al exam en de las prin cip ales obras de esta tercera
generación an n alista, y m as allá de sus in vocaciones a la h isto ria de las
m entalid ad es practicad a por M arc Bloch y por Lucien Febvre - y que es,
en verdad, en los dos casos, profundamente diferente de la que ellos p on ­
drán en p rá c tica -, es claro que hay un cam bio radical fren te a los p royec­
tos tan to de los seg u n d o s com o de los p rim eros A n n ales, cam b io que
abarca lo m ism o el abandono de la h istoria económ ica y so cia l antes
cultivada de m an era central, que la ren u ncia clara y exp lícita al debate
m etodológico, al d esarrollo de nuevos parad igm as h isto rio g ráfico s y
hasta a la d efen sa y aplicación de los antigu os parad igm as. Pues, com o
verem os m ás adelante, no será extrao rd in aria la d eclaración , en tre los
autores de estos terceros A n nales, de que la h istoria global es im posible
y que hay que su stitu irla por la historia general, a la vez qu e d eclaran no
estar atad os "a n in g u n a ortodoxia id eológica" y reiv in d ican el carácter
m ás b ien 'ex p erim en tal' de su h istoriografía. R econociend o exp lícita­
m ente que ellos h a n renunciado a las persp ectivas vastas y de largo
aliento, y a los tem as globales y abarcantes de sus p red ecesores, esta
tercera g eneración an n alista propone su stitu ir d ichos tem as y p ersp ec­
tivas por el ejercicio de investigaciones m ás acotadas y pu n tu ales, m ás
m onográficas y em píricas, que "con solid arían los terren os ya co n q u ista­
d os" en vez de co n tin u ar "expand iendo las fron teras" de la propia h isto ­
ria en el cam p o teórico, m etodológico y parad igm ático.
Y entonces, al m ism o tiem po que in stau ran frente a los d istin tos
A nnales del período 1929-1968, una relación de clara y rad ical discon-
itinuidad o ruptura, estos A n n ales de la historia de las m entalid ad es van
vá cu lm in ar el pro ceso de in stitu cio n alizació n de la corriente, in teg rá n ­
dola de lleno al estabíish m en t oficial de la cu ltura fran cesa recon ocida
; y hasta exp ortad a, y dejándose llevar p lácidam ente por el p roceso de
■difusión p rácticam en te p lan etaria de los A n nales dentro del pan oram a
de los estu d io s históricos de todo el m undo.
De este m odo, la h isto ria de los terceros A n n ales va a caracterizarse
por u na serie de p erm an en tes paradojas, que h abrán de d efin ir las ten sio ­
nes esp ecíficas de todo su d espliegue: los A n n ales del p eríod o 1968-1989
serán los A n n ales m ás d ifu nd id os en todo el m undo, a la vez que los
A n n ales m ás criticad os de toda la h istoria de la corriente, siendo ad em ás
los A n n a les de la ép oca en la que la h isto rio g rafía fran cesa pierd e su
anterior h eg em o n ía dentro de los estudios históricos de E uropa y del
occidente. A l m ism o tiem po, serán los A n n ales que van a p o p u la riz a r y
a divulgar, tam bién en escala planetaria, el célebre género de la h istoria
'de las m entalidad es', aunque ju sto en el m om ento en el que todas las h is­
toriografías occid entales se ocu pan de este m ism o cam po problem ático
de la cu ltu ra, b ajo los térm inos de psicohistoria, h isto ria cu ltu ral, historia
in telectu al, h isto ria del d iscurso y de las practicas d iscu rsiv as, historia
de las id eologías, h isto ria del im aginario, h istoria de las tradiciones cu l­
tu rales o h isto ria de las practicas culturales, entre otros. E igu alm ente,
estos A n n ales de la tercera generación serán los que m ás citen, refieran
y aludan a sus ilu stres predecesores, a los fund ad ores y co n stru cto res de
la corriente de los A n n ales en su prim era y seg u n d a etapas, al m ism o
tiem po en que aban d on an radicalm ente el horizonte de la h isto ria global,
y ren u n cian al ejercicio y aplicación de los p rin cip ales p arad igm as de
esos m ism os A n n ales de las épocas de 1929-1968. Y finalm ente, esos
A n n ales de las m entalid ades, que se d ivu lgaran en tod o el p lan eta gra­
cias al aura que los ilu m ina, rodea y sostien e y que es la h eren cia
crítica de Bloch, F ebvre y Braudel, van a ser ju stam en te los A n n a les m ás
in stitu cio n ales y m ás integrad os a la cu ltura oficial fran cesa de todos
los que hasta entonces h abían existido, consolidando u na red de p re sen ­
cias im p resionante, tanto en los puestos de decisión de las ed itoriales y
de la revistas -ig u a lm e n te académ icas que aqu ellas d estin ad as al gran
p ú b lico -, com o en el radio, la prensa y la televisión.
Sin em bargo, es interesan te con statar cóm o, de m an era paralela al
d esarrollo de esos terceros A n n ales de la historia de las m entalid ad es,
y tam bién com o un fruto intelectu al de esa gran revolución cu ltu ral de
1968, va a d esp leg arse toda una m atriz o abanico com plejo y diverso de
posiciones que p o d ríam o s clasificar en general com o 'm a rx ista s-a n n a lis­
tas' y que fu n cio n arán m uy claram ente com o el con trapeso alternativo
de esos A n n ales m ás franceses de la coyun tura 1968-1989. Porque com o
resultad o de la crisis definitiva de la vieja izquierd a, que se colapsa
com p letam ente a raíz de las im pugnaciones a las que es so m etid a por
parte del m ovim iento del 68, y tam bién com o co n secu en cia de la m u l­
tiplicación y florecim iento de las nuevas izquierd as post-68 en todo el
m undo, el m arxism o vulgar, sim plificado y m an u alesco que era h asta
entonces d o m in an te va a derrum barse, para d ejar su sitio a un nuevo
m arxism o que se abrirá rad icalm ente al diálogo y a la co n fro n tació n con
las ciencias so ciales del siglo veinte, y entre ellas tam bién con los aportes
princip ales de la corriente de los A n nales.
Y entonces, y com o fruto de este m ovim iento de acercam ien to del
m arxism o h acia los A n n ales, que adem ás se com plem enta con un análogo
g iro de ciertos a n n alistas hacia posiciones m ás de izq u ierd a y hasta
m arxistas, va a crearse todo un conjunto de ten d en cias y expresion es
in telectu ales dentro de la h isto rio g rafía cuyas obras, in v estigacion es y
contribu ciones teóricas e historiográficas serán d oblem ente alim entad as,
tanto por la teoría y los conceptos de M arx, com o por las lecciones y
en señ an zas de los A n n ales de los años 1929-1968.
C rean d o entonces obras tan interesantes com o las de Im m an u el
W allerstein y el g ru p o del Fernand Braudel Center, o trabajos im p o rtan tes
com o el de P ierre V ilar o el de M ichel Vovelle en Francia, en tre m uchos
otros ejem plos posibles, esta coyuntura de 1968-1989 ha visto con for­
m arse y co n so lid arse a esa m atriz 'm arxista-an n a lista ' m atriz qu e a d ife­
rencia de los terceros A n n ales franceses se entronca directamente con la
herencia de los A n n ales de M arc Bloch, Lucien Febvre y F ern an d Brau­
del. Pues m ien tras que esos A n nales de la antrop ología h istó rica y de las
m entalid ad es, in stau ran frente a su pasado u n nexo de evid ente ru p tu ra
y d iscon tin u id ad , estos m arxistas an n alistas van en cam bio a retom ar
y a p ro seg u ir las líneas de investigación desplegadas por M arc Bloch y
por F ern an d Braudel, m anteniend o el cultivo y d esarrollo de la h istoria
í económ ica com o algo central, y continuando el trabajo ep istem ológico y
m etodológico fuerte, para alim en tar y p ro fu n d izar con nuevos elem en ­
tos la co n stru cció n de explícitos m odelos teóricos y el debate tam bién
general dentro de la historiografía.
Lo que entonces sign ifica que una historia realmente integral y com­
pleta de la co rrien te de los A nnales, no puede escrib irse sin con sid erar
de m an era esp ecífica a esta m atriz d iferen te y alternativa, pero al
m ism o tiem p o contem poránea de los terceros A n n ales, que es esa m atriz
'm a rx ista -a n n a lista ' que ha florecido igu alm ente durante los años seten ­
tas y o ch en tas de este m ism o siglo.
Finalm ente, es bien sabido que la im p ortan te co y u n tu ra abierta por
los su cesos de 1968 en todo el m undo, e in m ed iatam en te resp ald ad a por
la crisis eco n óm ica y social tam bién m u ndial de 1972-1973, se h a cerrado
con la caíd a del M uro de B erlín y con la secuela de todos los h ech os fu n ­
d am entales que rod ean a esa fecha ig u alm ente em blem ática de 1989. En
consecu encia, y sigu iénd ole otra vez los pasos a estos cortes históricos
de valid ez social-general, el año de 1989 ha finiquitad o la etapa de los
terceros A n n ales, para abrir la etapa de los A n n ales actuales, que se d es­
pliega ante n uestros propios ojos desde hace ya casi u n a década.
Sin em bargo, nueve años después de concluido el ciclo de esa tercera
g eneración de A n n ales, resulta aún d ifícil d efin ir si se trata de u nos
'cu artos A n n a les' o de u nos nuevos 'A nnales de transición', m ás bien
p reparatorios de u n a cu arta etapa o período por venir. Y eso, no por
la falta de un perfil bien definido de esta cu arta generación, perfil que
se ha esbozado claram en te desde 1988 y 1989, con las ed itoriales de los
núm eros de m arzo -ab ril de 1988 y de n o viem bre-d iciem bre de 1989 y
hasta los recien tes trabajos de B ernard Lepetit, de P ierre Sou yri, de Jean-
Yves G ren ier y de Jocelyn e D aklh ia, sino m ás bien por la p ropia incer-
tid u m bre hoy v ig en te resp ecto del rol que los A n n a les podrán y sabrán
jugar, p rim ero d entro de la propia h istoriog rafía del hexágon o francés
-h o y fu ertem en te com p etid a y habitada por m últiples proyectos in n ov a­
dores, com o el del grupo de la rev ista EspacesTemps, en tre o tro s -, pero
tam bién y en seg u nd o lu gar dentro del com plejísim o m apa de la h isto rio ­
g rafía eu ropea y de la h isto rio g rafía m undial actuales.
Porque es m uy claro qu e estos A n n ales post-89, h an vu elto a tran sfo r­
m arse rad icalm ente frente a su pasado inm ediato, in stau ran d o fren te a
los terceros A n n ales, tam bién u na posición de clara discontinuidad: así,
frente a la h isto ria de las m entalidades de esos terceros A n n ales, que
cosechó una enorm e cantidad de ju stificad as críticas por p arte de los h is­
toriad ores fran ceses no an n alistas, de las d istin tas v arian tes de la m icro -
historia italian a, desde las posiciones de la historia so cia lista britán ica,
desde las tradicion es de la nueva historia so cial alem ana, de los h isto ­
riadores crítico s n o rteam erican o s y de ciertos h istoriad ores latin o am eri­
canos form ados en el horizonte del m arxism o, los A n n ales de la cu arta
generación v an a prom over en cam bio u na m uy diversa h isto ria social
de las practicas cu ltu rales, representad a en los trabajos de R oger C h artier
o de A lain B oureau. Y fren te a la an tigu a an trop ología h istó rica p racti­
cada p o r ciertos an n alistas en los años setentas y ochentas, estos nuevos
A n n ales van a fom en tar m ás bien una nueva h istoria so cial con fu n d a­
m entos an trop ológicos, que recupera ya no sólo los tem as y problem as
clásicos de la an trop ología desde la m ism a historia, sino sob re todo los
p ro ced im ien to s an alíticos, los conceptos, las m irad as y los m od os de
in terven ción antrop ológicos, ahora recuperados com o in stru m en to s de la
práctica, de la in v estig ació n y de la explicación historiog ráficas.
Al m ism o tiem p o, y rom piendo con el v irtu a l aband ono que los ter­
ceros A n n ales h abían h echo de la historia económ ica y so cial, lo s p o si­
bles cu artos A n n ales van a reivin dicar en cam bio u n a nueva h isto ria
dem ográfica, cu antitativa, u rbana, económ ica y social, que atenta a los
d esarrollos recien tes de la sociología de la acción y de la econ om ía de
las convenciones, lo m ism o que a los progresos de la h isto ria so cia l
desarrollad a por los m icrohistoriad ores italianos, y a los avances en toda
E uropa de la h isto ria cuantitativa, va a tratar de coad yu v ar a la ap ertu ra
de las nuevas vías por las que deberá tran sitar en el futuro esta h istoria
social y eco n óm ica renovada.
Tam bién en esta lín ea de deslinde y d iscon tin u id ad frente a los
A n n ales del p eríodo 1968-1989, los A nnales actuales van a retom ar, a cti­
vam ente, el debate m etodológico y la elaboración exp lícita de nuevos
parad igm as epistem ológicos, rediscu tien d o la p ertin en cia y con ten ido de
la h isto ria global y de la larga duración, a la vez que reiv in d ican u na
'in terd iscip lin aried ad dura', teorizan sobre las im plicacion es en h istoria
del pro ced im ien to del 'cam bio de escala', o intentan rein trod u cir el rol de
los actores dentro de la construcción de las convenciones, de las prácticas
y de los v ín cu lo s so ciales que investigan.
Con lo cual, y de m anera casi espontánea, estos A n n ales posteriores
al año de 1989, se verán llevados a prom over un cierto 'retorno', m ediado
y crítico, pero m uy evidente hacia los aportes de las etapas in iciales de
vida de la corriente. Pues si el trazo general de su proyecto in telectu al
im plica en p arte la efectiva superación de esos terceros A n n ales, frente a los
cu ales ello s se ubican en u na clara posición de ru p tu ra y d iscon tin u id ad ,
es lógico que en ese m ovim iento de afirm ación de su propia identidad,
estos p osibles cu artos A n n ales term inen reencontrand o ios elem entos
fu n d am en tales de la vieja herencia de M arc Bloch, L ucien Febvre y Fer­
nand Braudel. Y dado que dicha herencia, aband onada por los terceros
A n n ales, se m antu vo viva y actuante dentro del variad o u niv erso de los
d istin tos rep resen tan tes de la m atriz 'an nalista-m arxista', en esos m ism os
años de la octava y novena décadas recién tran scu rrid as, en ton ces es
lógico tam b ién que esos m iem bros de la cu arta g eneración de A n n ales
en cu en tren fácilm en te y sin problem as los esp acios de d iálo g o e in ter­
cam bio con d ichos h istoriad ores y científicos so ciales perten ecien tes a
ese ab an ico de p o stu ras 'm arxistas-an n alistas'.
Y entonces, no será tam poco casual o bserv ar que alg u n o s de los p ro ­
m otores p rin cip ales de estos potenciales cu artos A n n ales, será n ju sta ­
m ente los que red iscu tan seria y sistem áticam ente la larga d uración y la
h isto ria global, rep reg u n tán d ose acerca de los posibles u sos y la v ig en ­
cia aún actu al de la h istoria cuantitativa, del m étodo com parativo, o de
la h isto ria interp retativa, a la vez que retrabajan los p arad igm as de la
h isto ria económ ica o intervien en activam ente en los a n im ad o s debates
resp ecto de las actuales rein terpretaciones y reco n stru ccio n es críticas de
la h isto ria m ism a de esos prim eros y segu nd os A n nales.
A sí, estos A n n ales m ás recientes, tal vez cu artos A n n a les o tal vez
nuevos A n n ales de transición , se definen desde u na doble tensión, que
los lleva a fundar, por un lado, su superación de los terceros A n n ales
en un cierto retorno, m ediad o y com plejo, hacia los A n n a les brau d elia­
nos y hacia los A n n a les fund ad ores de la p rim era época, pero al m ism o
tiem po, por el o tro lado, en un real esfuerzo por co n stru ir un nuevo y
original proyecto in telectu al, acorde con las nuevas circu n sta n cia s de la
h isto rio g rafía m u n d ial -ca ra cte riz a d a hoy, en este año de 2005, por un
policcntrismo in ten so en la in novación h istoriográfica y por u n a ausencia
de h egem onías en el pan oram a global de los estud ios h istó rico s-, y capaz
de co n trib u ir a la d efinición general de los nuevos ru m bos de la h isto ­
riog rafía en este nuevo siglo y m ilenio h istóricos que h a n com en zad o en
1989.
M oviénd ose entonces dentro de este doble p arám etro, de en lace con
la herencia de lo s A n n ales del ciclo 1929-1968, y al m ism o tiem po de
genu ina in n o vació n y constru cción de un proyecto in telectu al realm en te
nuevo y o rigin al, los A n n ales posteriores al año de 1989 nos abren, con
la p regu n ta acerca de su posible destino futuro, la p reg u n ta m ucho m ás
general acerca de las encrucijad as actuales y de los posibles d erroteros
in m ed iatos de todo el com plicado universo de los estud ios h istóricos
contem p oráneos en el m undo entero.

* * *

Si p ara conclu ir sobre esta in icia l aproxim ación general, observ am os


ahora en su con junto esta trayectoria global de los v ario s y sucesivos
A n n ales que hem os intentado periodizar, nos resu ltará claro el hecho
de que la m ism a ha recibido, perm anentem ente, el im pacto directo de los
cortes h istó rico -g en erales que p erio d izan a su vez a la h isto ria global
de Europa y del occidente, durante el breve siglo veinte que corre desde
1914-17 h asta 1989. Es d ecir que, com o pod ría ser lógico de anticipar, los
cam bios gen erales de la h isto ria europea y occid ental h a n incid id o de una
manera decisiva en la h isto ria interna de la propia corriente, provocand o
ju n to con el cam bio de co y u n tu ra social-general, tam b ién cam bios de
etapa, de proyecto in telectu al, de m om ento o de d efinición gen eral de esa
m ism a p ersp ectiva an n alista.
Por eso, no es casu al que las fechas de 1939, 1968 y 1989, que son
fu nd am en tales para la h isto ria m ism a del continente eu ropeo, son tam ­
bién fech as decisivas p ara la p erio d izació n p articu lar de la h isto ria de la
corriente de los A n n ales. Lo que sin em bargo, no im plica que esta ú ltim a
se red u zca d irecta y m ecán icam ente a la prim era. Pues si los A n n ales
reciben y reproducen esos cortes de orden h istó rico -g en eraí, tien en tam ­
bién evid entem ente su propia d inám ica e h istoria in tern as, que m arch an
de acuerdo a la lógica de sus resp ectivos proyectos historiog ráficos, y
que se redefin en tam bién en función de las vicisitu d es de las trayectorias
tanto in d ivid u ales com o colectivas de sus prin cip ales protagon istas. Por
eso, com o hem os visto anteriorm ente, la h istoria in tern a an n alista, si
bien acoge y se deja im pactar am pliam ente por esos cortes y tra n s­
form aciones m ayores de la h isto ria general de la civ iliz a ció n a la que
ella pertenece, no se redu ce sin em bargo pura y sim plem en te a esos cam ­
bios ritm ad o s por la co y u n tu ras sociales globales del m undo europeo,
sino que se m atiza, sin g u lariza y d istin g u e de acuerdo a su s propias
cu rvas evolutivas, cu rv as qu e com binan largas tran sicio n es con proyec­
tos in telectu ales bien definidos, que retard an el n acim ien to de u n a nueva
etapa a p a rtir de ir m oldeando cuid adosam ente los elem entos de su
; gestación, o que p rolongan o anticipan la vigen cia de u n cierto proyecto
hísto riog ráfico a p a rtir de la com pleja d ialéctica de accion es y reacciones
de los p ro tago n istas an n alistas con sus resp ectiv os y cam b ian tes contex­
tos in telectu ales y sociales.
Con lo cu al, resulta claro que la historia de A n n ales no es ni ha sido
nunca u na h isto ria lineal, progresiva, sim ple y ascendente, sino por el
contrario, u na h isto ria com pleja de m últiples rutas, m arcad a lo m ism o
por claro s reto rn o s historiográficos que por abandonos rad icales de un
cierto horizonte, y en la que aparecen tanto giros y ru p tu ras profu n d as
com o tran sicio n es largas y m aduradas, su peraciones críticas y fundadas
y recu p eracio n es creativas y explícitas de la herencia p recedente. Y en
co n secu en cia, u n a h isto ria d ifícil y diversa aunque sin duda tam bién
d escifrable, com p rensible y explicable.
U na h isto ria en varios niveles que nos m u estra entonces, en u n prim er
plano, esta serie de tran sform aciones p rofund as que hem os intentado
resum ir, y que nos da las sucesivas etapas o períodos de v id a de los
A n n ales. U na h isto ria de la pluralidad de A n n ales donde se d ibu jan los
cuatro p royectos intelectuales fuertes que la corriente ha conocido, a través
de las seis etapas recorrid as dentro de las cuatro co y u n tu ras sucesivas
que en m arcan a esta m ism a historia. Un itinerario com plejo donde las
g eneraciones de h isto riad o res an n alistas se en cabalgan y su p erp on en
dentro de esas d iferen tes etapas, para co n stru ir las d iversas génesis,
proyectos, tran sicio n es, superaciones, ruptu ras y retorn os que en su m u l­
tiplicidad van tejiend o el periplo rico y d iferen ciad o de la corriente.
Por debajo de este p rim er nivel, y com o un p rim er p osible reagru -
p am iento m ás general de estas d istin tas etapas, se aparece u n segu nd o
plano en donde son registrables dos claros ciclos dentro de la trayectoria
general de A n n ales: un p rim er ciclo que va desde 1921 h asta 1968 y que
estaría m arcad o por la profunda continuidad de sus sucesivos m om entos
y proyectos, ciclo en donde la curva vital de la corrien te de los A n n ales
coincide con el ciclo de gestación, afirm ación y clím ax de la hegem on ía
historiog ráfica ejercid a por el hexágono francés dentro de los estu d io s
históricos eu ro p eos y occid entales. P rim er ciclo que cubre p rácticam en te
m edio siglo, y que será segu id o de un segu nd o ciclo, desplegado entre
1968 y 2005, y aún no concluido, en donde la nota d o m in an te será la
de la discontinuidad progresiva entre los sucesivos proyectos in telectu ales,
d iscontinu id ad que a su vez va a expresar la rápid a d ecad en cia de esa
hegem onía fran co p arlan te dentro de la h isto rio g rafía de E urop a y del
O ccid ente, así com o la nueva situación post-68 m arcad a por el p olicen-
trism o de la in n o vació n h istoriográfica y por la au sen cia de n uevas h eg e­
m on ías en el p an o ram a m u n dial de los estud ios h istóricos.
F inalm en te, y por debajo de estos dos prim eros planos, esta ría n los
trazo s que hem os definido in icialm ente, y que nos d an la u nid ad p ro ­
fund a de la corriente de los A nn ales, el conjunto de perfiles que, m ás allá
de estos dos prim ero s estratos, es com partido por las su cesivas gen era­
ciones, p eríod o s y p royectos del itinerario an n alista. Lo que g ráficam en te
puede ser resum ido, del m odo en que hem os intentad o esq u em atizarlo
en nuestro C uadro núm ero 1 (véase C uadro núm ero 1).
Un cu ad ro o retrato solo global de los A n n a les en p ersp ectiv a
histórica, que es preciso consid erar ahora de una m an era m ás detallada.
ESQUEMA NUM. 1. CONTIMUIDADES Y DISCONTINUIDADES EN LA HISTORIA DE LA CORRIENTE DE ANNALES
1914 1918 1929 1939 1941 1945 1956 1968 1989 2005

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LO S A N N A LE S A N TES D E LOS A N N A LES : 1921-1929

Resulta im posible entend er el proceso genético form ativo de los A n n ales,


y luego el carácter y fu n ció n de los p rim eros A n n ales, sin con sid erar
prim ero el p ro ceso m ás global que, en esta m ism a co y u n tu ra de entre
las dos g uerras m u ndiales, van a vivir los estud ios históricos eu ro p eos y
. Accidentales en su totalidad . Y dicho proceso general no es o tro que el de
la d eclin ación p ro g resiva y el fin de la hegem onía h isto rio g ráfica que el
mundo g erm ano parlan te había construido y detentado d esd e a p ro xim a­
dam ente 1870, y que va a entrar en su crisis definitiva p recisam en te con
la prim era g u erra m u n dial, y luego, con el trágico ascen so de los n azis al
poder.
A l m ism o tiem p o, y acom p asándose de m anera sim étrica e inversa
con esta d eclin ación y fin de la hegem onía alem ana y au striaca en la
h istoriografía eu ropea, va a ir desp untand o y afirm án d o se u n a nueva
d om in ación dentro de los estud ios históricos, que ten d rá ju sta m en te su
espacio de d esp liegu e dentro del hexágono francés y que recon ocerá
como sus pro tago n istas principales al entorno y a los p erso n ajes m ás
im portan tes asociad os a ese proyecto naciente de los Annales d'Histoire
Économii]ue et Sociale.
Lo que entonces, delim ita claram ente el universo de los an teced en tes
: y de las m atrices o rig in arias form ativas de esos p rim eros A n n ales. Pues
ís e rá desde este m arco creado por la h egem onía h isto rio g ráfica germ ana,
en deuda con él pero tam bién en oposición crítica al m ism o, que va a
co n stru irse ese m ovim ien to de profu nd a torsión que se d esp liega en la
h isto rio g rafía eu ro p ea entre 1919 y 1939, y que su stitu ye a un m odelo
h istoriog ráfico h asta entonces d om inan te con un nuevo m odelo entonces
em ergente y en pro ceso de con strucción.
Porque es claro que durante el m edio siglo que corre desde la fecha
del heroico ensayo derrotado de la C om una de París, h asta el fin de la
p rim era g u erra m u ndial, h an sido A lem ania y A u stria los esp acios que
han escenificad o, nueve de cada diez veces, las polém icas h istoriog ráfi-
cas m ás im p o rtan tes de esta época, generando tam bién en su m ayoría las
líneas y las obras m ás innovad oras de los estud ios históricos de entonces.
"E sta b a en fin la revista alem an a Vierteljahrschrift fu r Sozial
und Wirtschaftsgeschichte en la cual varios fran ceses y v arios
belgas colaboraban en su propio idiom a. Y7 p recisam en te,
a h í está la cu estión. E sta revista era ú til y estaba bien
hecha. En v irtu d de su am plitud de ideas y de su co m p re­
hensión, de su biling ü ism o, de la fuerza que le d aban a lg u ­
n as colaboraciones preciosas, esta revista era el in stru m en to
de trabajo in d isp en sable para nosotros. ¿Está viva aún? No
lo sé. En tod o caso, si continú a viva, es claro que nosotros
no p od em os reto m ar tran qu ilam en te n uestra colaboración
d entro de ella ig u al que antes de 1914. Y realm en te, en
verdad ¿no p o d ríam o s invertir la situación y crear u na
R evista de H istoria E conóm ica y So cial 'interaliad a', cuyas
co lu m n as p o d rían con el tiem po abrirse sin duda tam b ién a
u na colaboración g erm ánica, pero en las que esta vez serían
ellos los que vend rían hacia nosotros, y no n o so tro s los
que iríam os hacia ello s...? ¡Con lo fácil que sería poner este
p royecto en m arch a!".

C arta de L u cien F e b v r e a H e n ri P i r e n n e ,

26 de abril de 1921, en The biríh o f Annales history; the letters o f


Lucien Febvre and Marc Bloch to Henri Pirenne (1921-1935).
Ed. Com m ision Royale d'H istoire, Bruselas, 1991
D esplegando por ejem plo la célebre Methodenstreit (polém ica sobre el
método) o el g ran debate sobre la Kulturgeschichte (la historia cultural),
que ten d rán ecos y repercusiones en toda la h isto rio g rafía eu ro p ea de
aquellos tiem p os, los espacios germ anos van a ser tam bién los esce­
narios de elaboración de obras com o las de M ax y A lfred W eber, Karl
Lam precht, A lphons D op sch, G eorges Sim m el, W ilh elm D ilthey, Nor-
bert Elias, L eopold von R an ke, W erner Som b art o W alter B en jam in,
entre tan to s otros h istoriad ores y científicos sociales cu yos trabajos van
a definir los ru m b o s y las persp ectivas principales de la h isto rio g rafía
que les es contem porán ea. A l m ism o tiem po, y siem pre dentro de esta
zona de la cu ltu ra g erm ana, es que va a ed ificarse tam bién el m odelo m ás
acabado de lo que habrá de ser la historiog rafía d om in an te que se cultiva
y se en señ a en todas las universidades europeas, durante este períod o de
los años 1870-1920.
Así, el m odelo de aproxim ación histórica bautizado com o historia posi­
tivista, que ha sido constru id o en las u niversid ad es alem an as, y que se
asocia - u n p o co abusivam ente, aunque en el fondo con p lena ra z ó n - al
nom bre de Leopold von R an ke, va a ser el m odelo que será im itado e
¡im p lan tad o en tod as las grandes escuelas y u niversid ad es de Europa,
sirviendo com o p arad igm a de los m odos en que se ejerce en ton ces el
oficio de historiad or. U n m odelo positivista que, al con d en sar dentro de
i; su p ropu esta a la exp eriencia acum ulada durante todo el siglo xix, en el
i; proyecto y en el trabajo de com pilación, ord enación y clasificació n de los
d ocu m entos que ha sido el esfuerzo del Monumentae Germaniae Historicae,
\va a afirm ar que la h isto ria se hace fu nd am en talm en te a p artir del estu-
; dio de los d o cu m en tos y testim o n io s escritos, de los textos que son su
i. fuente y m ateria p rim a fund am ental.

C on lo cu al, el pro ced im ien to historiog ráfico habrá de con sistir, esen ­
cialm ente, en la crítica interna y externa de esos d ocu m en tos escritos,
critica que establece la exacta veracidad de los testim o n io s y la fina
: datación de los acon tecim ientos, ordenando en rigu ro sas cron olog ías los
hechos m ás im p o rtan tes registrad os en esos m ism os textos.
U na v isió n p o sitiv ista de la historia, para la cual el objeto de estud io
son exclu sivam ente los hech os del pasado, y ad em ás solo aqu ellos que
han alcan zad o la d ig n id ad de su registro en fuentes escritas. Es decir, una
h istoria que no sólo excluye de su an álisis al p resente y tam bién a todas
las ép ocas de la p reh istoria -d e fin id a ju stam en te com o la etapa an terior
a la inven ció n de la e sc ritu ra -, sino que se contenta con rep etir y asu m ir
acríticam en te las p ropias jerarq u ías im plícitas que de los h ech o s h istó ri­
cos tien en esos d ocu m en tos, p rivilegian d o en co n secu en cia las acciones
y realidad es m ás 'esp ectacu lares' de la historia, las grandes batallas,
los grandes su cesos políticos, la biografía de los grandes hom bres o los
grandes acon tecim ien tos de las m onarquías, E stad os e Im p erios. Y en
co n secu en cia u n a h isto ria que deriva fácilm ente, com o lo ha h echo en la
propia A lem an ia de B ism arck, hacia u na exaltación n a cio n a lista de los
corresp o n d ien tes Estad os eu ropeos, hacia una glorificación ch o v in ista
de las gran des g estas heroicas y grandes epopeyas de form ación y afir­
m ación de las n acio n es eu ropeas y de sus gobernantes.
U na h isto ria diplom ática, biográfica, m ilitar y política, que ju n to
a su culto fetich ista del docum ento, y su carácter bien delim itado,V
esp ecializad o y hasta acartonado, va a ser totalm en te reticen te al d iálogo
con las otras cien cias sociales, a la vez que pretende copiar en el plano
de lo social, el m od elo entonces en boga dentro de las cien cias n atu rales,
y que p ersig u e u na falsa y finalm ente im posible 'n eu tralid ad ' u 'o b jetiv i­
dad absolu ta' fren te a su objeto de estudio.
H istoria p o sitiv ista que al ser la versión dominante de la h isto ­
riog rafía g erm ano parlante, va a im p onerse tam bién com o m odelo
oficial y h eg em ónico en todas las historiog rafías eu ropeas y o ccid en - :
tales, establecien d o el tradicional 'viaje a A lem an ia' com o u n requisito
im p rescin d ible en la form ación de todo h istoriad or d igno de ese nom bre
en estas d écadas que rod ean al año de 1900.
M odelo de h isto rio g rafía positivista, que con stituye la lín ea dominante
dentro de esta hegem onía g erm an a sobre la h isto rio g ra fía eu ropea, y
que será ju stam en te el m odelo a d esco n stru ír y a su p erar por p arte de
los A n n ales, en el m om ento en que estos com ien cen a afirm ar su propio
proyecto revolu cionario dentro de los estud ios h istóricos de la E uropa de
entre las dos g u erras m undiales.
H istoria p o sitiv ista que si bien es la línea d o m in an te dentro de esta
h eg em onía h isto rio g ráfica del m undo y de la cu ltu ra germ an as, no es la
ú nica línea existente. Pues al lado de este m odelo ran k ean o p o sitiv ista
van a florecer tam bién otras dos líneas im portantes, su b ord in ad as y m ar­
g in ales frente a esa línea dom inante pero sin em bargo claram en te p re­
sentes, y que co m p letarán el m apa de estas h isto rio g rafías alem an a y
au stríaca que ahora com entam os.
En p rim er lugar, la línea de la historiografía marxista, que si bien no
se encu entra in se rta dentro de los espacios académ icos, no por ello es
ignorada por estos ú ltim os. Una h isto rio g rafía que p retende in sp irarse
en las obras de M arx y Engels, y que ubicada m ás bien dentro de los par­
tidos po líticos so cialistas y los m ovim ientos sociales sind icales y obreros
de la época, ha producido ensayos y libros com o los de K arl Kautsky,
Franz M eh rin g, H ein rich Cunow, M ax Adler, O tto Bauer o R osa Luxem -
burgo, en tre otros. Una h isto rio g rafía de abierta y d eclarad a vocación
crítica y so cialista, que se opondrá a la sim ple h isto ria n arrativ a posi­
tivista, reivindican d o, d esde la herencia de M arx, la im p o rtan cia de la
dim ensión in terp retativ a de los hechos históricos, la bú squ ed a de las
causas econ óm icas, la necesidad de visiones am plias y g lo b alizan tes de
los p roblem as abordados, la construcción de m odelos exp licativ os de
carácter general, el énfasis en el carácter procesual e h istórico de los
hechos y fen óm enos so ciales y la p regu n ta perm anente de los porqu és de
esos acon tecim ien tos y procesos históricos.
V isión m arx ista de la h istoria, que a pesar de h allarse m ás bien v in ­
culada a los pro ceso s p olíticos de su época, irá no obstan te in trod u ciend o
todos esos elem entos m encionad os que le son característicos, dentro de
tos debates histo rio g ráfíco s de ese m undo académ ico germ an o parlante,
y por esta vía, dentro de los am bientes cu ltu rales de toda la h isto rio g rafía
eu ropea en su conjunto. Y que, después de la prim era guerra m u n dial,
va in clu so a exp resarse ya dentro de ese m undo académ ico, a través de
los trab ajos y las obras de ese com plejo y rico proyecto in telectu al que ha
sido la célebre E scu ela de F ran kfu rt, y que incluye los b rilla n tes escritos
de H orkheim er, A dorno y B en jam ín , entre otros.
A l m ism o tiem p o, y com o una seg u n d a lín ea no d o m in an te pero fu n ­
dam ental, en contrarem os a ese com plejo y variado aban ico de lo que
g en éricam en te p od em os llam ar u na historiografía crítico-académica. Un
conjunto vasto de autores, que va desde M ax W eber, W ern er So m b art o
Alphoris D op sch , hasta Karl Lam precht, A lfred W eber y N o rb ert Elias,
y que d esd e d istin tas posiciones va a in tentar tam bién d esm o n tar críti­
cam ente y su p erar a esa h istoria positivista, p roponiend o ig u alm ente
m odelos explicativos m uy elaborados y sugerentes, abord and o los tem as
de la h isto ria económ ica y d esarrolland o u n a h isto rio g rafía tam bién
nueva, que si bien es ajen a al horizonte del m arxism o, lo con oce y d ia­
loga sin p roblem as con él, criticánd olo a v eces y a veces coin cid ien d o
con él, pero siem pre reconociénd olo com o un interlocu tor im p o rtan te e
inelu d ible d entro del p aisaje h istoriográfico de aquellos tiem pos.
H isto rio g rafía acad ém ico-crítica que desde antes de la p rim era guerra
m u n dial, se ha planteado y debatido en térm in os m uy sistem ático s
y elaborados el con junto de los grandes problem as del con ocim ien to
histórico, com o el de la objetividad del saber producido por los h isto ria­
dores, la natu raleza sin g u lar de la cien cia h istórica fren te a las ciencias
n atu rales y a las otras ciencias sociales, el tem a del objeto de estud io de
la historia, la cru cial cu estión del 'tiem po histórico', el problem a de la
biog rafía y del rol de los individuos en la historia, a sí com o los pu n tos
del papel de la in terp retación en la recon stru cción de los h ech o s an a li­
zados, o la in tro d u cción de p erspectivas tem porales largas dentro de la
cosm ovisión general de la historia, entre otros. Y que entonces, al m ism o
tiem po que reco ge los problem as e in quietu d es plantead os tam b ién por
los h istoriad ores m arx istas, y que en cam bio h an sido d ejad os de lado o
m uy poco teo rizad o s por la h istoria positivista, in ten ta resolverlos por
vías d iferen tes a las ensayad as por los d iscípulos de M arx.
Una h isto rio g rafía no m arxista, aunque sí crítica e innovad ora, que
será tam bién conocid a en algu na m edida por los prim ero s A n n a les y
por sus anteced en tes inm ed iatos, sirviéndoles h asta cierto punto com o
fuente de in sp iració n de su propio proyecto, y al m ism o tiem p o com o
herram ien ta im p o rtan te dentro de la línea del com bate frontal contra el
p ositivism o h istoriográfico.
D e este m odo, el m apa com plejo de esta h isto rio g rafía germ ano
parlan te va a com p on erse a p a rtir de estas tres líneas esen ciales, que
coexistiend o y a veces op oniéndose dentro de la m ism a A lem a n ia y A u s­
tria, van sin em bargo a fu n cio n ar com o el m arco general d om in an te
o hegem ónico dentro de los estudios h istóricos eu ropeos de los años
1870-1930 aproxim adam ente. Y así, sirviendo de m odelo a la h istoria ofi­
cial que se ha im p artid o en las principales universid ad es eu ro p eas y o cci­
dentales, lo m ism o qu e com o referente im p rescin d ible de la in n o v ació n
historiog ráfica y de los grandes debates entre los cu ltores de Clío, esta
h isto rio g rafía g erm an a no hace m ás que expresar, dentro de la d iscip lin a
histórica, u na heg em o n ía cu ltu ral m ás vasta que se d esp liega tam bién
en todo el esp acio de las ciencias sociales, e inclu so en los cam pos de las
artes y de las hum anid ad es, y cuyos protagon istas son nuevam en te los
p aíses de habla alem ana.
Pero com o es sabido, en la disputa por la hegem onía m u n dial, escen i­
ficada entre A lem an ia y Estados Unidos durante este m ism o período,
ha sido A lem an ia la perdedora. Y entonces su d errota extern a en la
prim era guerra m u n dial, y lo que es tod avía m ás im portante, la propia
derrota interna de sus corrientes so cialistas m ás radicales, sim b o lizad a en
la represión de la C om una de Berlín, no han dejado de im p actar n eg ativ a­
mente, tanto a la fuerza y vigor generales de esa cu ltu ra e h isto rio g rafía
germ anas, com o a la propia im agen y rol de esa cu ltu ra g erm ano parlante
dentro de Europa.
Entonces, ju n to a la crisis global de la razón y de la civ ilizació n eu ro ­
peas, qu e ya hem os m encionado atrás, y que se desata con esa prim era
guerra m u ndial, va a acom p asarse tam bién u na crisis p a rticu la r de la
sociedad y de la cu ltu ra austriaca y alem ana, crisis que d esgarra y
polariza de m anera extrem a a todo el tejido so cial de este m undo, exacer­
bando las oposicion es sociales, agud izand o la con cen tración de la riqueza
económ ica y el d esarrollo de las desigualdad es sociales, y gen erand o el
clim a m ental y político propicio para la em ergencia del n azism o y del
racism o p o steriores a 1933.
C on lo cu al, si la ag resión alem ana de la prim era g u erra y luego su
derrota global, había provocado ya una d esco n fian za g en eralizad a en
toda Europa resp ecto de esa cu ltura g erm ana, y en p a rticu la r sob re su
m odelo d o m in an te de h isto ria positivista y n acio n alista, que h abía sido
utilizad o p ara leg itim ar y ju stificar a esas m ism as agresion es territoriales
: y p o líticas de las restan tes naciones europeas, la irru p ció n de los nazis
: al pod er en 1933, va a provocar en cam bio el propio éxodo físico de una
parte m uy im p o rtan te de la in telectu alidad crítica y de izq u ierd a en ton ­
ces resid ente en ese m undo germ ano. E m igración bru tal y forzosa de esa
in telectu alidad , obligada a p a rtir de su país para sobrev ivir, que va a
rep resen tar el d esm antelam iento casi total de lo m ejor y lo m ás avan zad o
de esa cu ltu ra g erm án ica de ciencias sociales, igual que de las a rtes y las
hum anid ad es.
D esm an telam ien to que, entre tantas otras cosas, tam bién va a afectar
a las dos lín eas m arg in ales críticas de la h isto rio g rafía alem an a que
antes hem os referid o, la m arxista y la acad ém ico-crítica, lín eas que van a
su cu m b ir to talm en te bajo los efectos de ese bru tal proceso de ascen so de
H itler al poder.
D os golpes rad icales a esa cu ltura germ an o parlante, que no sólo
acabarán en co n secu en cia con esa hegem onía h isto rio g ráfica alem an a del
período 1870-1930, sino que incluso van a prov ocar un aletargam ien to
profund o de las cien cias sociales de esa zona cu ltu ral de habla g erm an a
que se p rolong ará durante casi m edio siglo, y que sólo co m en zará a
superarse, m uy lentam en te y m uy poco a poco d esp ués de la revolución
cu ltu ral de 1968.
C risis y d eclin ación del m odelo y de las lín eas de la h isto rio g rafía
alem an a y au stríaca, que será el escenario general dentro del cu al va
a co n stru irse el proyecto intelectu al de los prim ero s A n n ales. Lo que
entonces, explicará lógicam ente el hecho de que tanto M arc B lo ch com o
L ucien Febvre, pero inclu so tam bién H enri B err o H en ri P iren n e, entre
otros, van todos a tener acceso y a d om in ar el u niverso global de esa
prod ucción h isto rio g ráfica germ ana, de la cual v an a n u trirse de m an era
im p o rtan te y frente a la cual van a perfilar, de m odo crítico y alternativo,
sus p ropias co n tribu cio n es intelectuales.
P ues lo m ism o al oponerse, com o en el caso de H en ri Berr, a las esp e­
cu lacio n es y a la m etafísica de la filosofía de la h isto ria alem ana, que
al entroncar, com o H en ri P irenne, con el tipo de h isto ria eco n óm ica y
so cial d ifu n d id a por K arl Lam precht, e igu alm ente al recu perar, com o ha
hecho M arc Bloch, todo el rico aporte de las in vestigacion es prod ucid as
en A lem an ia sobre la h istoria y el paisaje rurales, o al apoyarse en los
estu d io s alem an es sobre Lutero, para criticarlos y luego su perarlos, com o
ha hecho Lucien Febvre, en todos estos casos resulta ev id en te que sería
im posible entend er ese proyecto de los p rim eros A n n a les sin todas estas
filiacion es y co n exio n es con la h isto rio g rafía g erm an a p recedente.
C om o tam bién sería im posible entender la génesis form ativa de este
enfoqu e a n n alista sin consid erar que todas esas v in cu la cio n es y an te­
cedentes hered ad os de la h isto rio g rafía g erm ano p arlan te h a n sido recu ­
perados, tran sform ad os, criticados y rein tegrad os desde el h orizon te
p articu lar de la sen sibilid ad cu ltu ral latino m ed iterrán ea de larga d ura­
ción que antes hem os referido, y dentro de u n contexto caracterizad o por
la explosión y florecim ien to que, en esos m ism os tiem p os, v a n a v iv ir
alg u nas de las cien cias sociales dentro de la m ism a F rancia. P orque ju n to
a esas p rim eras raíces an teced en tes germ anas, ten d rem os tam bién a las
fu entes fran cesas, que en esa m ism a época van a alim en tar a ese naciente
proyecto a n n alista d esde un sing u lar y asim étrico m apa de las d iscip li­
nas que se o cu p an del estud io de lo social.
Porque en la ép oca en que M arc Bloch y Lucien Febvre van a form arse
com o h istoriad ores, en las v ísp eras de la prim era guerra m u n d ial, todo
el p aisaje de las cien cias so ciales fran cesas se en cuen tra d om in ad o por el
expansivo e im p erialista proyecto de la sociología de la escu ela de É m ile
D u rk h eim , proyecto que nucleado desde 1897 en torno a la pu blicación
regu lar del célebre Année Sociologique, va a irrad iarse lo m ism o dentro
de la econom ía com o "so cio lo gía eco n óm ica" a través de las obras de
Frangois Sim iand , que com o persp ectiva antrop ológica en los ensayos y
trabajos de M arcel M au ss y de H enri H ubert, pero tam b ién en tod as esas
o rigin ales obras sobre las d istintas realidad es y d im en sion es de tejido
social que son la d ivisión del trabajo, el suicidio, las form as de la vida
religiosa, las clases so ciales o los cuad ros so ciales de la m em oria, in ves­
tigadas y exp licad as en los libros de É m ile D u rk h eim y de M aurice H al-
baw chs.
Una so cio lo gía vigorosa y presente en todos estos d o m in ios de lo
social, qu e será el principal anteced ente francés dentro de las cien cias
h um anas para la con stru cció n de esos prim eros A n n ales de Bloch
y Febvre, A n n ales que v an a recuperar, tom ánd olos de esa m ism a
sociología d u rkh eim ian a, lo m ism o el concepto de civ iliz a ció n que el
problem a de la m em oria social y la tran sm isión de los recu erd os h istó ri­
cos, p asand o por el debate en torno al concepto de clase so cial, el uso
de las series económ icas com o apoyo de la explicación, o la d istin ció n
entre las d iversas "m en talid ad es" de las su cesivas ép ocas de la evolución
hum ana.
Y pu esto que se trata de fund ar unos A n n ales de historia econ óm ica y
social que reiv in d iqu en , prom uevan y en sanch en ju stam en te a esa ram a
de los estu d io s de h isto ria económ ica, y ai in m en so aban ico de lo que
pu ed e en g lo barse en ese genérico térm ino de historia "so cia l" es lógico
que ese proyecto fund ad or de la corriente de los A n n a les se alim en te
en p rim er lu gar de esa sociología d u rkh eim ian a cuasi o m n ip resen te
dentro de las ciencias sociales francesas, que lo m ism o es sociología
económ ica qu e so cio lo gía religiosa, e igu alm ente an trop ología que estu ­
dio de las m entalid ad es o de las clases sociales. Y es por este m otivo
que u n d u rk h eim ian o tan im portante com o M aurice H albaw ch s va a
p articip ar tam b ién en el prim er com ité de redacción de esos prim ero s
A nn ales, refren d an d o esa conexión fu nd am en tal, y aún p o co estud iad a
entre la so cio lo gía del g rupo del Année Sociologique, y el proyecto de esos
prim eros Annales d'Histoire Économique et Sociale. U na co n exió n que el
propio M arc B lo ch ha recon ocido com o esen cial al afirm ar resp ecto de
esta escu ela so cio ló gica fund ad a por D u rk h eim "que a este gran esfu erzo
deben m ucho n uestros estudios. (Ella) nos ha enseñad o a a n a liz a r con
m ayor profu n d id ad , a en focar m ás de cerca los problem as, a pensar, m e
atrevo a decir, de m anera m enos 'barata'".
Y si p ara la ed ificación de u na nueva y m uy d istin ta historia
económ ica, com o tam bién para la prom oción de las diversas áreas de esa
am bigu a y flotan te h isto ria "so cia l" los A n n ales in iciales se han apoyado
en la so cio lo gía econ óm ica y en las d istin tas ram as del tron co de la
sociología d u rkh eim ian a, tam bién han recogido, com o u n seg u n d o p ilar
im p ortante de su proyecto, a los grandes aportes de la escu ela geográfica
fran cesa de V id al de la Blache.
Pues si en los tem as de la econom ía, las m entalid ad es y la socied ad ,
los aportes de las d iscip lin as resp ectivas pasan siem pre por el filtro o por
la referen cia de los autores d u rkheim ianos, en el caso de la geografía,
la conexión se establece en cam bio de m an era d irecta, in co rp o ran d o no
solam ente a A lb ert D em ang eon en ese prim er com ité de red acció n de los
A nn ales, sino tam bién recogiend o de m anera am plia y plural ese diálogo
entre geografía e h isto ria que en Francia se rem onta al ú ltim o tercio del
propio siglo xix cronológico.
Un d iálogo que ten d rá u n rol principal, tam bién en esos p rim ero s
A nn ales, los que van a in stau rar de pleno derecho dentro de los estu ­
dios h istóricos, el n ecesario "razon am ien to g eo g ráfico " de tod os los
problem as, hechos y procesos de la historia. Un razo n am ien to geográfico
que rein trod u ce siem pre a los elem entos de la base geográfico natural,
ya r\o sólo com o sim ple "m a rco " o "teló n de fon d o" de los a co n tecim ien ­
tos históricos, sino com o verdaderos p rotagonistas activos del dram a
histórico, tal y com o esto va a p royectarse en los estud ios de M arc B loch
sobre "E l A d venim ien to y la C onqu ista del M olino de A g u a " o en su s
libro s sobre Los Caracteres Originarios de la Historia Rural Francesa o La
Sociedad Feudal. U n nuevo m odo entonces de in co rp o rar a estos elem entos
de la base geográfica dentro de la historia, que será exp lícitam en te teo ri­
zado y d iscu tid o tam bién en el célebre libro de Lucien F ebvre sobre La
Tierra y la Evolución Humana. Introducción Geográfica a la Historia.
G eo g rafía v id alian a que a través de las obras del m ism o V id al de la
Blache, p ero tam bién de los trabajos de Jean B ru n h es, de A lb ert D em a n ­
geon, de Ju les Sion, de M ax im ilien Sorre, o de E. D e M arto n n e, entre
otros, va a alim en tar de m an era fecu nd a a esos A n n a les del periodo
1929-1941, A n n ales que d arán un lugar esp ecialm en te relev ante a la
reseñ a crítica de tod os los trabajos que en esta época van a florecer y m u l­
tiplicarse, tanto en el cam po de la geografía h istórica com o en el área de
la h isto ria regional. U n área que para aquellos tiem p os resu lta p a rticu ­
larm en te innovad ora, y dentro de la cu al van tam b ién a a p o rtar M arc
Bloch y L ucien F ebvre con sus estudios sobre "L'U e de F ran ce" y PhiUippe
¡¡ et la Franche Comté, respectivam ente. N ueva h istoria region al, renovada
desde esta alian za estratégica entre h istoria y geografía, que se m anten-
í drá in clu so hasta el period o de los A nn ales brau d elianos, para apagarse
y decaer desp ués durante los años setentas y ochentas del itin erario de la
corriente.
Y si para co n stru ir esos A n n ales o rig in ales de todo el en foqu e, M arc
Bloch y L ucien Febvre se han posicionado de las d istin tas m an eras en
¡ que hem os visto, frente a las diversas líneas de la h istoriog rafía alem an a
; antes referid a, alim en tán d ose adem ás de estos aportes de la sociología
| y la g eo g rafía fran cesas que les son contem poráneas, su proyecto va a
! co n stru irse tam b ién en un com plejo juego de alian zas y rech azo s frente
a las d iferentes p ostu ras historiográficas que en ese m ism o p eriod o de
entre las dos g uerras m undiales, com ponen el com plicado m apa de los
; estud ios h istó rico s del hexágono francés.
M apa de la h isto rio g rafía fran cesa de los años veintes y trein tas de
este siglo, que al m ism o tiem po que reproduce, con sus p ecu liarid ad es
francesas, a ciertas de las líneas de la h istoriog rafía germ an a, in corp ora
tam bién a o tro s elem entos y p ostu ras originales, que in flu irán igu al­
m ente en esa co n stru cció n fundadora de los p rim eros A n n ales. M apa
que en p rim er lugar, y tam bién en una p osición d om in an te, va a in clu ir
al m odelo de h isto ria po sitivista cuyos trazos hem os referido an terior­
m ente. Una h isto ria positivista, cuyo m anual y texto cod ificad or p rin ci­
pal, es en Francia el libro de Ch. Langlois y C h. V. Seig n ob o s Introduction
aux études historíques, y que habiendo sido publicado en 1898 va a serv ir
de p o rtaestan d arte del tipo de h istoria oficial que se en se ñ a rá en la
entonces célebre U niversidad de la Sorbonne, pero tam b ién en todas las
grandes escu elas y universid ad es del hexágono francés.
H isto ria po sitivista, d om inante en la Francia de la prim era posguerra,
que com o es b ien sabido será realm ente el p rincipal "en em ig o a v en cer"
por parte de la revolución historiográfica que van a d esp leg ar esos
prim eros A n n ales de B loch y de Febvre. P orque com o verem os m ás
adelante, esa revolución en la teoría de la h isto ria que co n stitu y e el
núcleo ep istem ológico del proyecto intelectu al de los A n n a les del período
1929-1941 sólo va a co n stitu irse desde la d esco n stru cció n y n eg ación rad i­
cal de los p rin cip ales rasgos de esa h isto ria p ositivista, a la qu e varias
décadas d esp ués term in ará por su stitu ir y reem plazar.
Y si lo s p rim ero s A n n ales han criticado y com batido con u n ardor
polém ico que ha sido m u chas veces subrayado, a ese m odelo positiv ista
de la h isto rio g rafía, eso no se explica, com o han pretendido alg u n o s estu ­
d iosos de los A n n ales, por la "n ecesid ad " de "in v en tarse un en em ig o "
para m ejor d efin ir su propia originalid ad o singu larid ad , sino m ás bien,
en nuestra op inión , por el hecho de que en esa crítica y ru p tu ra lo que se
clausu ra y se d esco n stru ye autom áticam ente, para su perarlo d efin itiv a­
m ente, es un tip o limitado de concepción de la h istoria, que equiparand o
al d igno oficio de histo riad o r con la sola y parca d im en sió n de la eru­
dición histórica, in ten ta red u cir los horizontes de la d iscip lin a a la sim ple
y m etód ica ord en ació n y catalogación de hechos y de g ran d es "su ce so s"
registrad os en los docu m en tos escritos.
C oncep ción de la h isto ria que, si en el siglo xix rep resen tó un gran
adelanto, resu ltaba d em asiado estrech a para las exigen cias del siglo xx.
Y entonces, al d isolver todo fundam ento posible de esta h isto ria erud ita
y positivista, los A n n ales realizan , en un sólo m ov im ien to u na triple
negación o clausu ra: en prim er lugar, y de m anera d irecta esta d isolución
va a socavar las b ases del positivism o h istoriográfico francés, asestán d ole
un golpe fu n d am en tal y com enzando a p oner en cu estión su m onopolio
dentro de los estud ios h istóricos del hexágono. En seg u nd o lugar, ese
m ovim iento va a clau su rar tam bién la etapa de la h egem on ía h isto rio g rá ­
fica g erm an a dentro de la historiog rafía europea, al im p u g n a r seria ­
m ente a su línea d o m in an te y a ese m odelo que había serv id o de m arco
a todas las u niversid ad es eu rop eas del periodo 1870-1930. Y finalm ente,
y en este m ism o sentid o, esa d escon stru cción del proyecto positiv ista
va a significar, en térm in os m ás globales, el verdad ero p aso general de
la h isto rio g rafía eu ro p ea de su condición d ecim o n ó n ica a su carácter
corresp on d ien te en tanto h isto rio g rafía del siglo xx.
U na seg u n d a v ertien te p resente dentro de este m apa de la h isto rio ­
grafía francesa, que será tam bién m arg in alizad a y d esp lazad a por los
A n n ales, es la rep resen tad a por los trabajos de R aym ond A ron , - e n p a r­
ticu lar su tesis d octoral, dedicada a estud iar cu atro autores de la historia
alem an a entonces contem poránea, y luego sus dos g ru esos volú m enes
de Introducción a la Filosofía de la Historia-, vertien te que ha in ten tad o
reaclim atar en suelo francés algu nos de los aportes p rin cip ales de cier­
tos autores de lo que hem os llam ad o la lín ea de la h isto rio g ra fía crítico
acad ém ica g erm an a. U na línea que tiende a d erivarse hacia las p o sicio ­
nes del "h isto ricism o " alem án, que al in sistir cen tralm en te en la unicid ad
e irrep etibilid ad de los h echos históricos, va a co n fro n tarse n ecesa ria ­
m ente con el nacien te proyecto ann alista, que m arch a en cam b io en un
cam in o concentrado en la búsqueda de las regu larid ad es h istóricas y de
las g ran d es cau sas generales de los procesos hum anos.
Pero a d iferen cia del positivism o, esta línea no será com batid a y
d esco n stru íd a exp lícitam ente por los A n nales, sino que sim plem en te se
convertirá en un proyecto fallido, que al no encontrar ecos fuertes en la
corp oración de los historiadores franceses, so brev iv irá un poco en los
m árgenes, a través por ejem plo de la obra de H. I. M arrou, y m ás adelante
de Paul V eyne. U na línea que si bien no p rosperará m ás que m uy escasa­
m ente, d en tro del m edio historiográfico francés, testim on ia sin em bargo
con su intento de desarrollo, contem poráneo del de los A n n ales, de la
necesidad que en ton ces experim entaba la histo rio g rafía fran cesa y tam ­
bién europea, de su perar al m odelo p o sitivista d om in an te, ensayand o
nuevos y diversos cam inos alternativos para su avance ulterior.
U na tercera vertien te de este com plejo m apa de la h isto rio g rafía del
hexágono es la trad ición de una historia que pod ríam os llam ar historia
so cialista francesa, h istoria que influida fuertem ente por el m arxism o
pero no estrictam en te m arxista, rem onta sus orígenes a la im p o rtan te
obra de Jean Jaurés, Historia Socialista de la Revolución Francesa. U na h is­
toria claram en te de izquierd a, crítica y p rogresista, que si b ien tiene
un co n o cim ien to m ás bien parcial y no m uy profundo de la obra de
M arx - lo que resulta evidente, por ejem plo, al com p ararla con la h isto ­
riografía m arx ista del m undo germ ano que hem os m encion ad o a n te s -
sí ha intentado, no obstante, recu perar las o rientacion es gen erales de los
m ov im ientos obreros y so cialistas de la seg u nd a m itad del siglo xix y de
las prim eras d écadas del siglo xx, afirm ánd ose com o u n a p o stu ra d ife­
rente e in d ep en d ien te dentro de ese m apa de los estud ios h istó rico s del
hexágono.
Sin em bargo, al con cen trarse com o su tem a priv ilegiad o en la exp li­
cación de la R evolu ción Francesa - lo que en esa ép oca es com prensible,
pues d ich a revolución es vista aún com o el m om ento fu n d ad or del orden
entonces vigente en la sociedad fran ce sa-, y en la au sen cia de sólid as
trad iciones m arx istas com parables a las que existen en A lem an ia y A u s­
tria, esa línea de h isto rio g rafía so cialista será in cap az de g en erar su
propio proyecto in telectu al, alternativo y autónom o, para la renovación
de la h isto rio g rafía francesa de aquellos tiem pos. Y entonces, m ás bien, va
a te rm in ar alián dose, aunque en posición su bordinad a, con ese proyecto
en gestació n de los prim eros A nnales.
Por su parte, esos A n n ales de 1929-1941 van a acoger sin problem as
a esta h isto rio g rafía de corte socialista, con la cual coin cid en en torno al
d esarrollo y d efen sa de la h istoria económ ica y a la que con ciben tam bién
com o u na h isto rio g rafía crítica del m odelo p o sitivista, orien tad a hacia
la co n stru cció n de hip ótesis y de m odelos interp retativ os generales, e
ig u alm ente p reocu p ad a en la bú squed a de las cau sas y las cadenas expli­
cativas de las reg u larid ad es de los procesos h istóricos. H isto rio grafía
so cialista o sem im arx ista, que al poner tam bién el én fasis en el estud io
de los pro ceso s colectivos y en las realidad es de los gru p os y clases
sociales, y al defen d er los parad igm as de la h isto ria global, de la historia
crítica y problem ática, y la p ersp ectiva de u n a h isto ria realm en te cien tí­
fica, va a encontrar m últiples puentes de contacto con el proyecto fu n d a­
dor de los A n n ales.
C on lo cual, si bien es claro que esos A n n ales de 1929-1941 no han
sido u nos A n n ales ni so cialistas ni m arxistas -c o m o han pretendid o
cierto s estu d io sos fran ceses y catalan es de la co rrien te-, sí es claro que
los m ism os h an serv id o de foro para la expresión de esa h isto rio g rafía
so cialista francesa, incorporand o en su p rim er com ité de red acció n a
G eorges L efebv re y M au rice H albaw chs - e s t e últim o so cia lista declarado,
aunque no h isto riad o r-, y acogiendo en su n eb u losa de colaboradores
cercan o s tanto a gentes de izquierd a fran ceses com o E rn est Labrousse,
H enri W allon, G eorges B ou rgu in , G eorges F ried m an n o P ierre V ilar
com o a otras gen tes de Europa, igu alm ente cercanos o in scrito s dentro
del m arx ism o com o Lucie Varga o Franz Borkenau.
D e esta m an era, los A n n ales in iciales han in corporad o dentro de su
proyecto, en u na p o sició n su balterna pero im portan te, a esta v ertien te
de la h isto rio g rafía crítica so cialista francesa, la que a p e sa r de no
ocu par el esp acio d o m in an te dentro de esa em presa in telectu al, fu n cio ­
nará sin em bargo com o un ferm ento perm an en te y com o un elem ento de
acicate co n stan te p ara la definición de los perfiles m ás prog resistas, críti­
cos y abiertos a los problem as del presente, de esta m ism a p ersp ectiv a
an n alista de en tre las dos g uerras m undiales.
Finalm ente, ese m apa específico de la h isto rio g rafía fran cesa en el
m om ento de la em ergencia de los A n n ales se conform a tam b ién con u na
cu arta y qu in ta vertien tes, que son el proyecto de H en ri B err y de todo
el grupo de la Revue de Synthése Historique, por u n lado, y el h o rizo n te de
H en ri P iren n e y de su escu ela dentro de la h isto rio g rafía belga, por el
otro. Pero am bas v ertien tes se conectan de m an era m ucho m ás orgánica
y d irecta con lo que será el proyecto de los p rim eros A n n ales, y m erecen
en co n secu en cia u na consideración un poco m ás d etenida.

* * *

El proyecto in telectu al que dará vida a los A n n ales de los años 1929-1941
se ha ido forjand o, com o hem os visto, a través de u n a m últiple red de
filiaciones, conexion es y oposiciones que abarca, por m uy d istin tas vías
y en u na d ialéctica com pleja de alianzas, rech azos, em p alm es y d es­
p lazam ientos, tan to a las d iferentes líneas de la h isto rio g rafía germ an o
parlante com o a las d iversas vertientes de la h isto rio g rafía francesa,
pasand o tam bién por el universo asim étrico de las cien cias h u m an as del
hexágono. Pero en todos estos casos, se trata de contactos y de h orizontes
que, de u n a m anera general y m ás o m enos in d irecta, v an a in flu ir en
la form ación y en la d efin ición de los perfiles globales de esos m ism os
A n n ales de M arc B loch y Lucien Febvre.
A hora, y com o últim o antecedente fund am en tal de estos A n n ales es
preciso, tam bién consid erar a las dos m atrices que, dentro de la h isto rio ­
grafía franco parlante del prim er cu arto del siglo xx, van a p rep arar y
a abo n ar el terreno en que van a g erm in ar los A n n ales, v in cu lá n d o se a
ellos de m anera d irecta y hasta personal, y co n v irtién d o se en los pilares
in m ed iatos sobre los cu ales va a ed ificarse esa m ism a em presa an n alista.
D os m atrices o raíces que, a d iferen cia de las que antes hem os m en cio ­
nado, form an ya p arte orgánica de la h istoria m ism a de la corrien te de los
A nn ales, a la que preparan y sostienen de m anera d ire cta e in m ed iata.
La p rim era de esas m atrices es la represen tad a por el proyecto in n o v a­
dor y crítico de H enri B err y de su Revista de Síntesis Histórica fund ad a
en 1900. El objetivo global de este proyecto, com o lo ha d eclarad o el
propio B err en su obra La Síntesis en Historia es el de darle a esta ú ltim a
un estatu to verd ad eram ente científico, que la defina m ás a llá de tod a p o si­
ble g en eralizació n arbitraria, com o es frecuen te en el caso de las d is­
tintas filosofías de la h istoria, pero tam bién m ás allá del sim p le trabajo
m on ográfico erud ito de recopilación de hech os verídicos, com o en el caso
del m od elo p o sitiv ista historiográfico.
Lo que sign ifica que H enri B err intenta com batir en un doble frente
para afirm ar la legitim id ad de su propuesta in telectu al: de u n lado,
y puesto que él ha estud iad o bien y conoce a fondo la h isto rio g rafía
alem ana de su ép oca, qu iere evitar el riesgo de tran sfo rm ar a la historia
en u na serie de m odelos abstractos, con struid os a priori y fruto de la
genialid ad de sus autores, que con virtiénd ose en v aria n tes d iversas de
la filosofía de la h isto ria, acuden al m aterial em pírico sólo com o m edio
de valid ación de su propia exactitud y verdad. Pero del otro lado, y en
el extrem o exactam en te opuesto, nuestro autor ha conocido tam b ién a la
h isto ria p o sitiv ista francesa, que sólo colecta y o rg an iza sin sentid o d o cu ­
m entos y h echos, y entonces quiere tam bién superarla, reu b icán d o la sólo
com o sín tesis "e ru d ita " de los hechos h istóricos, que es u na fase p rep ara­
toria e im p rescin d ib le del verdadero trabajo del historiad or, pero que no
alcan za tod avía el estatuto de dignidad de este m ism o trabajo.
En co n secu en cia, y m ás allá de estas dos vertien tes de h istoria, que
H en ri B err llam a tod avía "precientífica", él va a p ropon er la síntesis
histórica, es d ecir la co n stru cció n cuidadosa de m od elos y de g en era liz a ­
ciones h istó ricas o bten id as del propio análisis y estud io de los h echos
ord enad os en la sín tesis erudita, los que en este caso son in terp retad os,
explicad os y d otados de un sentid o general y u niversal. Y entonces, rep i­
tiendo esa frase de la ép oca que afirm a que "n o hay cien cia m ás que de
lo general", H enri B err va a asign ar a esa sín tesis h istó rica la tarea de
responder, fin alm en te y por vez prim era, a las grandes p reg u n tas que a
lo largo de las épocas, se ha planteado la filosofía, p reg u n tas que en su
opin ión sólo pu ed en responderse ju stam en te desde la historia.
Pues si esta sín tesis histórica, que constituye el p aso de la h isto ria a su
cond ición de verdadera ciencia, es capaz de dar resp u esta a esas grandes
cu estio n es del esp íritu h u m ano que han con stituido siem pre la m ateria
de la reflexión filosófica, eso sólo es posible a p artir de u n trabajo de rea ­
lin eación y hasta reestru ctu ració n profund a de todas las cien cias so ciales
existen tes, las que en m u y diversas m edidas, y resp ecto de m uy d ife­
rentes zonas, lín eas y tem as d esarrollad os dentro de sus resp ectiv os
d o m in ios de an álisis, van tam bién a ser convocadas, u tilizad as y hasta
replanteadas, para que con tribu yan a esta em presa global de in terp re­
tación de vastas d im en sio n es que es esa m ism a sín tesis histórica. Lo que,
por lo dem ás, será u na de las lín eas argu m én tales p rin cip ales de esa obra
m encion ad a de B err que es La Síntesis en Historia.
F inalm ente, y puesto que se trata de u na h istoria científica, de lo
general, exp licativa y com p rehensiva de los grandes pro ceso s h u m anos
-id e a que se co n cretará tam bién en el proyecto de la colección d irigid a
p or el m ism o Berr, La Evolución de la Humanidad, colección que en cien
tomos trataba de d ar cuenta ju stam en te de la entera o d isea h u m ana
de la h isto ria u n iv e rsa l-, será tam bién com prensible que nuestro autor
dedique u n a p arte m uy im portante de su prin cip al obra ya citada, La
Síntesis en Historia, al com plicado problem a de las cau sas en la historia,
respecto del cu al va a co n stru ir un m uy d etallad o y com p lejo esquem a,
que d istin g u e entre cau sas p o sibilitan tes o contingentes, cau sas con d i­
cionantes o n ecesarias y cau sas legales o lógicas de los h ech os y procesos
históricos.
Se trata entonces de u na m atriz intelectu al que, com o es evidente,
tiene m u chos pu ntos de conexión d irecta con lo que será el p roceso de
los A n n ales fundadores. Pues al in sistir con fu erza en el ca rá cter cientí­
fico de la h istoria, indagand o con cuidado el problem a de la cau salid ad
histórica, lo m ism o que al instau rar de pleno derecho el diálogo en tre la
f historia y todas las restan tes ciencias sociales o al criticar y d esco n stru ír
í los su puestos y los lím ites de la h istoria positivista y de la filosofía de
la h isto ria "a la alem ana", lo que H enri B err y todo el g rupo de la Revue
: de Synthése Historique realiza es la apertu ra de u na serie de lín eas y de
: pistas que, reform u lad as y profund izad as bajo u na p ersp ectiv a m ás rad i­
cal, van a co n stitu ir alg u no s de los perfiles esen ciales de esos prim eros
A n n ales de los años treintas.
A d em ás, y en un terreno m ás práctico, tam bién es im p o rtan te señ a­
lar el hech o de que ha sido ju stam ente dentro de las creacio n es in stitu ­
cionales del m ism o B err - q u e com prende no sólo a la Revista de Síntesis
Histórica y a la colección La Evolución de la Humanidad, sino tam bién la
fu nd ación de un Centre Internationale de Synthése, la o rg an izació n de las
célebres "S e m a n a s In tern acio n ales de Sín tesis" y hasta el p royecto de
escritu ra de un "V o cab u lario H istó rico "- que sobre todo L ucien Febvre,
pero tam bién , aunque en m enor m edida, M arc B loch, h an publicado
algu nos de sus prim ero s libros y ensayos, ad em ás de sus libros m ás
im p o rtan tes -La Sociedad Feudal para Bloch y El Problema de la Increduli­
dad en el Siglo xv¡. La Religión de Rabelais para Lucien F e b v re - colaborand o
con cierta frecu en cia en las sem anas de síntesis y sobre todo en la m ism a
Revista de Síntesis Histórica cuya fun ción y rol dentro del m odelo in telec­
tual francés será tam bién asim ilad a por los dos fun d ad ores de la nueva
revista de los Annales d'Histoire Économique et Sociale.
A p ren d ien d o entonces por todas estas vías las lecciones h ered ad as del
grupo de H en ri Berr, los p rim eros A n n ales van tam b ién a u bicar alg u nas
de su s lim itaciones, que Fernand Braudel y otros autores señ a la rá n m ás
adelante, y que alu den a un tipo de h istoria aún d em asiad o cargad o con
la im pronta del len gu aje y de las p reocu paciones filosóficas, y en co n se­
cu en cia d em asiad o volcado a la historia de las religiones, de las ideas y
de la ciencia, y en cam bio m uy poco atento de los d esarrollo s de la nueva
h isto ria económ ica y social. Un proyecto que entonces m ás bien d ibu ja
o esboza, qu e realm en te concretar, la renovación h isto rio g ráfica, tra n s­
form ánd ose co n el tiem p o en la em presa u n poco obsesiva de u n sólo
hom bre y del p equ eñ o g rupo de sus m uy fieles seg u id ores, em presa de
la bú squ ed a de la sín tesis h istórica que fin alm en te se d esp liega bajo un
esquem a un p o co rígid o e inflexible.
A unque ju stam en te, u na de estas caren cias p rin cip ales del proyecto
de B err y de la sín tesis histórica, es el que será am p liam en te colm ado
por la seg u nd a m a triz que se constituye com o an teced en te d irecto e
in m ed iato de esos p rim eros A nn ales. Segu n d a m atriz cuyo p ro tago n ista
prin cip al es el h isto riad o r b elg a H enri Piren n e, y cu ya obra en general
puede ser ju stam en te consid erad a com o la obra p ionera o fund ad ora de
una nueva h isto ria económ ica y so cial dentro del h o rizo n te in telectu al
del m u ndo fran coparlante.
Porque H enri P iren n e, que se ha form ado tam b ién en u na cierta
etapa de su itin erario dentro de la historiog rafía alem an a, v in cu lán d ose
d irectam en te a K arl L am p rech t e im p reg n án d ose de su s en señ an zas,
puede leg ítim am en te ser considerado com o el verdad ero pad re de u na
renovada h isto ria econ óm ica y social francoparlante, h isto ria que d istan ­
cián d o se del m ero recu en to de h echos econ óm icos y de la sim ple co n s­
tru cció n de series estad ísticas y de datos parciales, ha in ten tad o co n stru ir
am plios m od elos explicativos, que integren los flujos del com ercio, las
m o d ificacion es m o n etarias, las form as de propiedad y de exp lotación de
la tierra, la recau d ación y uso de los im puestos o las form as de exp lo ­
tación del trabajo, d en tro de la elaboración de am plias h ip ótesis com ­
p reh en sivas y capaces de d ar cuenta de los p orqu és de las grandes
tran sfo rm acio n es h istó ricas de las sociedades.
Una h isto ria eco n óm ico -so cial de altos vuelos, que a la vez que abre
el esp acio del d iálogo con los historiad ores m a rx ista s - lo que explica el
hecho, para nad a casu al, de que tanto L am p rech t com o luego el m ism o
P iren n e h ayan sido en alg ú n m om ento calificad os de "h isto riad o res
m arxistas", sin serlo re a lm e n te-, perm ite h acer evid en te la im p o rtan cia
capital de estos h ech o s económ icos dentro de los procesos h istó rico s
generales, leg itim an d o la urgencia, que será recogid a por esos p rim ero s
Annales de manera central, del desarrollo y m ultiplicación de la rama de
jos estudios de la historia económica y social.
Por ello, resu lta lógico el hecho de que y a en 1921 M a rc B loch y Lucien
Febvre le h a n ofrecid o al m ism o P iren ne la d irección de la proyectada
revista que sólo se co n cretará ocho años m ás tarde, in co rp o rán d o lo todo
el tiem po com o ín tim o colaborador del proyecto, y solicitán d ole co n stan ­
tem ente co n sejo s, artícu lo s y su geren cias de colaboración. Y au nque es
sabido que P iren n e no aceptará este puesto de d irector, si va a p articip ar
en el p rim er co m ité de redacción de los A n n ales, siendo el ú n ico m iem ­
bro no fran cés, y ap ad rin and o la publicación con un artícu lo suyo p u bli­
cado en el p rim er núm ero de la revista, adem ás de co n ectar para ella a
toda su red de colegas historiad ores resid entes en Bélgica.
C on lo cu al P iren n e no sólo va a participar, m uy activam en te, en la
con stru cció n real y o rganizativa de esos A n n ales in iciales, sino que va
a tran sm itirles d irectam en te, de m anera personal, uno de sus p erfiles
in telectu ales m ás fu nd am entales, que es el del cultivo y ed ificació n de
esta nueva h isto ria económ ica y social, perfil que será d esarrollad o y
b rillan tem en te prolongado tanto por M arc B loch , com o d esp ués por Fer­
nand Braudel.
A l m ism o tiem p o, la obra de P iren ne será u na obra rica en la
co nstru cción de m odelos, y en co nsecu en cia u na h isto ria qu e po n d rá un
énfasis esp ecial en las d im ensiones interpretativas del oficio de h isto ria ­
dor. Pues lo m ism o al co n stru ir su m onum ental Historia de Bélgica que su
m ás célebre libro inconclu so sobre Mahoma y Carlomagno lo que el h isto ­
riador b elga p retend e es ju stam en te elaborar u na gran hip ótesis global,
que a rtic u la a su vez todo un conjunto de hip ótesis m enores, p ara fin al­
m ente o rd en ar tod os los hech os y datos h istóricos en un esq u em a lógico,
coherente y que nos dé el sentido profund o de los problem as o puntos
abordados.
Por eso, no es casu al que la gran h ip ótesis contenida en Mahoma y
Carlomagno aú n h abiend o sido m il veces criticad a y contestada, p ero tam ­
bién m il veces d efen d id a y apuntalada, siga con stitu y en d o u no de los
dos p osibles m od elos generales de explicación de esa in fan cia de la civ i­
lización eu ro p ea que ha sido la etapa m edieval - y en donde el seg u n d o
gran m od elo será ju stam en te el construid o por M arc Bloch, en su libro La
Sociedad Feudal- O tam bién, el h echo de que alg u n as de las g ran d es ideas
articu lad o ras de su Historia de Bélgica, com o la idea de las dos grandes
E uropas, la n órd ica y la m editerránea, que co existen o p o n ién d o se y
d ialogando en el m icro co sm o s del espacio de la n ación belga, o su ilu s­
tración co n ten id a tam bién en Mahoma y Carlomagno, que con vierte el
m ar M ed iterrán eo en un real y activo p rotagon ista h istó rico del dram a
de la evolución de la civilizació n europea, sean h asta el día de hoy
ideas e hip ótesis fecu nd as y debatidas, que han sido reco gid as por los
historiad ores u lteriores - p o r ejem plo, el propio Fernand B ra u d e l- para
continu ar an im an d o las investigaciones h istóricas m ás con tem porán eas.
Y tam bién, es H en ri P iren n e el prim er enérgico d efen so r de la in tr
ducción del m étod o com parativo dentro de los estud ios h istóricos. A lgo
que no sólo se ha hecho explícito en su célebre d iscu rso de 1923 sobre
este m ism o problem a, sino que ha sido aplicado sistem áticam en te en el
conjunto de sus obras p rincipales. Pues al afirm ar que "n o hay h isto ria de
Bélgica que no sea al m ism o tiem po u na h isto ria de E u rop a" P iren n e no
sólo ha roto las trad icion ales lim itacion es n a cio n alistas de m u chos h is - ;
toriadores, sino qu e tam bién ha abierto la pu erta al ju ego com parativo
entre la B élgica W allona y la B élgica Flam enca, y m ás allá a la com p ara­
ción tam bién sistem ática y fru ctífera entre las dos E u ropas su byacen tes
a estas dos B élgicas, p ero tam bién a la con fron tación ig u alm en te p er­
m anente en tre las d istin tas cu rvas evolutivas de la h isto ria belga con
las co rresp o n d ien tes lín eas de la h istoria alem ana, fran cesa, h olan d esa y
eu ropea en general.
Un ejercicio que se rep etirá luego tanto en el a n á lisis com parado de
los efectos diversos de las invasiones germ an as y luego m u su lm an as
sobre el cu erp o de la E uropa m ed iterrán ea y sobre el m ism o m ar m ed i­
terráneo, com o en el bello estudio sobre los d estin os com u nes y a la vez
d ivergentes de las d istin tas ciudades de la Edad M ed ia. U na aplicación
sistem ática y fecu n d a del m étodo com parativo que será ig u alm en te im i­
tad a y p ro fu n d izad a tanto por L ucien Febvre y M arc B loch , com o m ás
ad elante por F ern an d Braudel.
L egand o entonces a ese proyecto naciente de los A n n ales, la ex p erien ­
cia y los estu d io s ya concretad os en la ram a de la h isto ria eco n óm ica y
social, ju n to a la h isto ria interp retativa y al m étodo com parativo, P iren n e
se afirm a com o la seg u n d a raíz d irecta e in m ed iata en la que se apoyará
el tronco de los A n n ales, en su p rim era etapa de vida.
E ig u al que en el caso del aporte de H en ri Berr, los A n n a les v a n a
reto m ar en p ro fu n d id ad esta heren cia p iren n ian a, a la que no obstan te
tratarán de rad icalizar y de profun d izar, al darle a la h isto ria econ óm ica
y so cial por ellos co n stru id a u na d im en sión o p ersp ectiva m u ch o m ás
global que la que le otorgó el historiad or belga, teorizan d o de m anera
m ás am plia y d etallad a las im plicaciones del com p aratism o en h istoria,
y recogiend o del propio P iren n e su obra m ás m adura e innovad ora
: - e s d ecir aqu ella con cretad a después de la p rim era g u erra m u n d ia l-
obra cuyas lecciones serán trasladadas del espacio de B élgica h acia los
am bientes acad ém icos del hexágono francés, a la vez que las con v ierten
en el núcleo de u n proyecto intelectu al m ucho m ás colectiv o y general.
A rm ad os entonces con los elem entos de estas dos m atrices d irectas,
y apoyados m ás en general en todo el abanico ya d escrito de con exion es
establecidas tanto con las historiog rafías fran cesa y germ an o parlante,
como con las cien cias so ciales del m ism o hexágono, van a ed ificarse los
hoy célebres Annales d'Histoire Economique et Sociale, cuyo p rim er núm ero
/verá la lu z el 15 de enero de 1929.
L O S P R IM E R O S A N N A L E S (1 9 2 9 -1 9 4 1 ): U N A
R E V O L U C IÓ N E N L A T E O R ÍA D E L A H IS T O R IA

Si qu erem os m ed ir correctam en te el im pacto que han tenido los A n n ales


dentro de los estu d io s históricos del siglo xx, así com o el rol gen eral que
han jugad o dentro de la cu rva de vida de estos m ism os estu d io s h istó ri­
cos, d ebem o s p a rtir del hecho de que su n acim ien to com o corrien te
historio gráfica, en enero de 1929, represen ta en el fondo el verdadero
d esarrollo de u na auténtica revolución en la teoría de la historia.
U na revolución rad ical e integral de todas las form as h asta entonces
dominantes de ejercer el oficio de historiador, que no tien e paran gón
alguno d entro del m ism o siglo xx - u n siglo que no obstante, está lleno de
im p ortantes tran sfo rm acio n es de los "m od os de h a ce r" h isto rio g rá fico s-,
y que sólo pu ed e ser com parada en cuanto a su m ag n itu d y su s efectos,
a la otra en o rm e revolución en la teoría de la historia que en el siglo
xix, ha rep resentad o el desarrollo de la concep ción m arx ista de la h isto ­
ria. A unque, con la d iferen cia esencial de que esta últim a se ha desp le­
gado y afirm ado, en sus orígenes y hasta u n a fecha m ás b ien tardía,
fuera de los esp acios acad ém icos y u niversitarios, y m ás en el m undo de
los m o v im ien to s so ciales y políticos con testatarios y a n tisistém ico s de
E uropa y de todo el m undo.
Lo que sign ifica que, si atendem os sobre todo a las lín eas dominantes
en cu anto a los m odos de ejercer la p ráctica h istoriográfica, dentro de
esos esp acios acad ém icos y u niversitarios en donde se p rod u cen la m ayor
parte de las obras de la h isto rio g rafía contem poránea, es posible d is­
cern ir claram en te un antes y un después, divid id os por esa revolución
h isto rio g ráfica que se instau ra con el su rgim ien to de A n n ales, y qu e nos
da dos m od os rad icalm en te diferentes de ser historiador, aso ciad os n atu ­
ralm ente a ese antes y después.
A uténtica revolución en la h isto rio g rafía del siglo xx, que no sign ifica
que los A n n ales lo hayan inventado todo, desde la nada, ni que su
proyecto sea absolu tam ente original, pero sí en cam bio qu e sólo con
ellos alcan za su verdad ero punto de condensación el p roceso p rofu n d o de
cam bio y de m u tación de la historiog rafía, en el m om ento de su paso de
su cond ición d ecim o n ó n ica dom inante, a su estatuto corresp on d ien te a
las exigencias del siglo xx.
Porque ya h em o s visto, con b astante cuidado, todo el con jun to de
an teced entes y raíces in telectu ales sin las cu ales habría sido im posible
la gestación de esos prim eros A n n ales. Pero, com o es claro, se trataba
siem pre de filiacio n es y de precedentes in telectu ales que nunca tuvieron
u n rol dominante d entro de la historiografía, siendo m ás b ien p royectos
m arg in ales, críticos e im pugnad ores - y por ello, ju stam en te, los p o rtad o ­
res de las in n o vacio n es m ás im p o rta n te s- de la h isto rio g rafía establecida,
oficial y d om inante.
P royectos que, por d iversos m otivos no llegan a forjar u n m odelo
nuevo y alternativo que pueda efectivamente su stitu ir al m od elo p o si­
tivista d om inante, funcionand o entonces m ás com o elem entos que van
poco a poco d isolviendo las bases de la legitim id ad de esa h isto rio g rafía
po sitivista hegem ónica, a la vez que acum ulan, tam b ién lentam ente, los
p equ eños cam bio s que preparan a la gran m utación fu tu ra por venir.
Pues, com o hem o s señalado, el m arxism o se h allab a p rácticam en te
ausente, h asta antes de 1929, de los m undos acad ém icos y u n iv ersitario s,
ejerciend o enton ces u n im pacto sólo in d irecto o m ediad o sob re los m odos
del oficio de histo riad o r m ás am pliam ente extend id os en tod a E urop a
y en el m undo occid ental. Por su parte, los trabajos de la h isto rio g rafía
crítico-acad ém ica g erm ana, aunque han sido fu n d am en tales en la tarea
de d en u n ciar las lim itacion es de la h isto rio g rafía positivista, no h a n
pod id o su perar su cond ición de línea m argin al dentro de la h isto rio ­
grafía, d isolviénd ose m ás com o u n u niverso de trabajos y p roy ectos fruto
de grandes in telectu ales y de varias in d ivid u alidad es fuertes, m ás que
com o un proyecto colectivo y unificado, y en co n secu en cia cap az de su s­
titu ir a la línea d o m in an te positivista. Fin alm en te, hem os v isto tam b ién
el rol jugad o por los dos proyectos pioneros de ren ovación h isto rio g rá ­
fica en el m edio franco parlante, que no alcan zan a fran qu ear el paso de
la m u tación rad ical historiográfica, o por su origen y lo calizació n en el
espacio belga com o es el caso de H enri P iren n e y de su escuela, o por el
carácter m ás bien genérico y abstracto de la propuesta im pulsad a, com o
en el esfu erzo de la Revue de Synthése d irigid a por H en ri Berr.
Y es entonces qu e acu m u lan d o todos estos im p u lso s y lín eas de ru p
tu ra con el m odelo dom inante, a la vez que dotándolos de u n a nueva
estru ctu ra dentro de un m odelo global y coherente, con b ases ep iste­
m ológicas nuevas y encuad rad os dentro de un proyecto colectivo, que va
a co n stru irse esa verdadera revolución en la teoría de la h isto ria rep re­
sentada por los A n n ales, revolución que su stitu irá al m odelo po sitiv ista
d om in ante y a la hegem onía historiográfíca del m undo germ an o parlante,
con u n a nueva h egem onía h istoriográfíca ahora francesa, nucleada en
torno al m odelo historiog ráfico an n alista y d estin ad a a ir con qu istan d o,
progresivam ente, a los m edios historiográficos de Francia, E uropa y
luego el m undo occid ental.
C on lo cu al, resulta m ás clara la delim itación del sentid o de esta revo­
lución: es u n a revolución en la teoría de la h isto ria si la o b serv am os frente
al m odelo p o sitiv ista dom inante, en contra del cu al va a d esp leg arse de
m anera explícita, siendo a la vez u na m utación rad ical de la h isto rio g rafía
que se ejerce dentro de los m edios académ icos y u niv ersitario s eu rop eos
y occid entales, razón por la cual, com o verem os m ás adelante, va a coin ­
cidir tan sorp ren d en tem en te con v arias de las conclu siones y propu estas
centrales de ese proyecto igu alm ente revolucionario y rad ical que le ha
anteced id o en seten ta u och en ta años dentro de los esp acios no acad ém i­
cos, y que ha sido el fenóm eno intelectu al del m arxism o. Y tam bién va
a ser u n a revolu ción historiog ráfíca desplegada in icialm en te d en tro del
m undo francés, y en consecu encia, m arcada por los cód igos y los trazos
de la cu ltu ra latin a-m ed iterrán ea europea, cu ltu ra en donde en co n trará y
no casualm ente, su p rim era d ifusión am plia y significativa.
Pero al m ism o tiem po, y dado el m om ento específico de su d esarrollo,
esta revolución an tipositivista, académ ica y de clara im pronta fran cesa
va a rep resen tar sim ultáneam ente, en el registro de u n a h isto ria m ás p ro ­
funda, tan to el real tránsito de los estud ios h istóricos d esd e su figura
d ecim o n ó n ica h acia sus perfiles propios del siglo xx, com o tam bién
el n acim ien to de la ú ltim a hegem onía historiog ráfíca que co n o cerán
los estu d io s históricos durante esta m ism a ú ltim a cen tu ria h istórica
conclu ida en 1989.
E n trecru zan d o entonces en el m om ento de su n acim ien to, tod as estas
lín eas de tran sfo rm acio n es m últiples, los A n n a les van a oponerse, tér­
m ino a térm in o, al conjunto com pleto de los trazos que ca racterizan
al m odelo p o sitiv ista entonces aún dom inante, m odelo que al haber
resum id o y cristalizad o todos los progresos de la h isto rio g rafía del siglo
xix, va a resu ltar obsoleto y com pletam ente anacrónico, d esp u és de las
fechas de la p rim era gu erra m undial y de la revolución ru sa que in au g u ­
ran al siglo xx histórico.
A sí, reen co n tran d o por su propio cam ino, y con sus p ropias arm as,
m u chos de los d escu brim ien to s y ru p tu ras que antes h ab ía anticipado
el proyecto p ionero y fund ad or del m arxism o orig in al, y recogien d o de
d istin tas form as las h erencias diversas de las h isto rio g rafías académ ico
críticas g erm an as y franco parlantes, los A n n ales van a red efin ir desde la
base y totalm ente, a la p ráctica de los historiadores, d esplegando, frente
a la historia p o sitiv ista decim onón ica el conjunto de tra z o s resu m id os en
nuestro cu ad ro núm ero dos (véase cuadro núm ero dos).
D e este m odo, la tran sform ación profund a y d efinitiva que, en el
cam po de los estu d io s h istóricos había sido esbozad a y a en sus con torn os
generales, con el n acim iento y desarrollo de la con cep ción m aterialista
de la historia desp legada por C arlos M arx, va a co n cretarse de m odo irre ­
versible, dentro de los ám bitos académ icos y u n iversitario s de la h isto rio ­
grafía eu ropea y occid ental, sólo ocho décadas después y ju sta m en te a
través de esta revolución en la teoría de la historia, de carácter fran cés-
m ed iterráneo y de clara traza antipositivista, que serán los p rim ero s
A n n ales o Annales d'Histoire Économique et Sociale.
Con esta revolución, que recoge y potencia los ap ortes precedentes
de las líneas críticas y m arg in ales de las h isto rio g rafías g erm an a y fran ­
cesa, v an a establecerse entonces los perfiles definitivos generales que v a n a
caracterizar a tod a la h isto rio g rafía del siglo xx. Lo que exp lica el hecho
de que, en alg u n a m edid a, todos los proyectos in n ovad ores que se afir-
m an a lo largo y ancho del espacio eu ropeo y del m undo occid en tal, y
durante toda la cu rv a de ese breve siglo xx que corre en tre 1914/17 y 1989,
v an a ser deudores d irecto s o en otro caso van a d efin irse cen tralm en te ■
en referen cia a esa m ism a corriente de los A n n ales, y m ás esp ecialm en te
resp ecto de lo que ella ha conquistado en el p eriod o de 1929 a 1968. Y
así, lo m ism o la microstoria italiana, que las d istin tas vertien tes de la h is­
toria so cialista británica, al igu al que la an trop ología h istó rica rusa, la ;
nueva h isto ria rad ical n o rteam erican a o la h istoria region al latin o am eri­
cana, entre m u chas otras, van siem pre a establecer exp lícitam ente su s
pu ntos de con vergen cia y sus espacios de d ivergencia resp ecto de estos
‘"p rim eros'' y "se g u n d o s" A nn ales, al m ism o tiem po que rep rod u cen y
recu p eran , siem p re con sus m atices y sing u larid ad es propias, al conjunto
de trazos de ese "m od elo a n n a lista " o rig in ario resu m id o en nuestro
cu ad ro antes referido.
R evolu ción en la teoría de la h isto ria cuyo núcleo m etod ológico y ep is­
tem ológico duro estará constituido por un conjunto de p arad ig m as esen-
d ales, que dan estatuto y soporte a todos los rasgos m encion ad os del
"m odelo a n n a lista " a la vez que definen el nuevo h o rizo n te co n cep tu al
general de lo que a p artir de ese m om ento y durante todo el siglo xx, será
la p ráctica del oficio de historiador. P arad igm as que in clu yen al m étodo
com parativo, a la p ersp ectiva de la h istoria global, al po stu lad o de una
h istoria in terp retativ a o 'historia-problem a', a la reiv in d icació n de u na
historia siem pre abierta o en con strucción y fin alm en te a la teoría de las
tem poralidad es d iferen ciales y de la larga duración histórica.
Para los p rim ero s A n n ales, no hay entonces historia p osible que sea
verdad eram ente científica, que no sea al m ism o tiem po u n a h isto ria com-
paratista. Pues retom and o en este punto tanto el célebre d iscu rso de H enri
P iren ne pro n u n ciad o en B ru selas en 1923, sobre el tem a "D e la M éth od e
C om parative en H istoire", com o las exp erien cias de otras cien cias so cia­
les com o la sociología, la etnología, la lin gü ística o la literatu ra qu e en
estas m ism as ép ocas "aclim atan " y refu n cion alizan dentro de su s d istin ­
tos esp acios a este m ism o m étodo com parativo, esos prim ero s A n n ales
en general, y m uy en p articu lar M arc Bloch, van a p ro fu n d iz a r y a recu ­
perar creativam ente a este prim er paradigm a m etod ológico de todo su
proyecto in telectu al. Y entonces, Bloch va a d arn os la m ás clara y hasta
hoy no su perad a d efinición de lo que es com p arar h istóricam en te, en su
artículo célebre de 1928 titu lad o "P o u r une h istoire com p arée d es sociétés
eu ro p éen n es" donde dice: "¿qué es, para com enzar, com p arar dentro de
n uestro d om in io de historiadores?: com parar es in con testab lem en te lo
sigu iente: elegir, dentro de uno o varios m edios so ciales d iferen tes, dos
o m ás fenóm enos que aparenten a prim era vista, m ostrar en tre ello s cier­
tas an alo g ías, d escribir luego las cu rvas de su evolución, co m p rob ar sus
sim ilitu d es y sus d iferen cias y, en la m edida de lo posible, exp licar tanto
las u nas com o las o tra s" Es decir, que com p arar im plica elu d ir tanto la
"falsa com p aración", en donde se intenta co n fro n tar fen óm en os que no
po seen en tre sí n in g u n a analog ía o sim ilitu d evidente - lo que im p lica que
no todo es com parable con to d o -, com o tam bién el sim ple "ra z o n a m ien to
por analogía", en donde las sim ilitu d es brotan de la p erten en cia de los
dos o m ás fenóm enos com parados al mismo m edio so cial - y en donde la
com p aración es estéril, pues las sim ilitu d es obed ecen al sim ple h ech o de
ser fenóm en os que exp resan una m ism a y ú n ica rea lid a d -.
E ntonces, si com p arar es establecer ese inventario fu n d am en tal tanto
de las sim ilitu d es com o de las d iferencias en tre d istin tos fenóm enos
h istóricos, a la vez que bu scar su explicación, es claro que el resultad o
ESQUEMA NUM. 2. LA REVOLUCIÓN DE ANNALES FRENTE AL MODELO HISTORIOGRÁFICO POSITIVISTA

MODELO POSITIVISTA MODELO ANNALISTA


1. Objeto de estudio de la Historia: el pasado escrito, 1. Objeto de estudio de la Historia: presente, pasado y
registrado en textos. “prehistoria" del hombre.
Definición: la ciencia del pasado. Definición: la ciencia de los hombres en el tiempo.

2. Objetivo de la Historia: dar cuenta de los “grandes" 2. Objetivo de la Historia: dar cuenta de los grandes pro­

C arlos
hechos históricos. Historia política, militar, diplomática y ceso s sociales y colectivos. Historia social, económica,
biográfica. cultural, del poder.

3. Campo de realidades que abarca: Historia de los

A n ton io
3. Campo de realidades que abarca: Historia de las
hechos inmediatos, superficiales, “espectaculares”, de estructuras profundas, de las realidades subyacentes, de
los grandes acontecimientos. las duraciones largas y colectivas.

4. Noción de tiempo que utiliza: idea moderno burguesa 4. Noción de tiempo que utiliza: descompone los múltiples

A g u írre
def tiempo (modelo newtoniano). Se concentra en el tiempos y crea una noción nueva del tiempo y de la
estudio del tiempo corto, “événementiel". Comparte la duración. Analiza también coyunturas y procesos largos.
idea decimonónica del progreso simple, lineal, acumula­ Critica y supera la idea lineal-simplista de progreso.
tivo y ascendente.

Rojas
5. Fuentes que usa: Historia que multiplica, recrea,
5. Fuentes que usa: Historia basada sólo en documentos inventa y descubre múltiples fuentes y nuevos puntos de
escritos. apoyo.

6. Técnicas de apoyo del historiador: Historia basada 6. Técnicas de apoyo del historiador: Historia que recrea
en la crítica interna y externa del documento, en la y multiplica sus técnicas como la Fotografía Aérea, el
Diplomática, la Numismática y la Paleografía. Carbono 14, la Dendrocronología, el estudio de series, la
Iconografía, los programas computarizados, etc.

7. Relación con su materia prima: Historia que pretende, 7. Relación con su materia prima: Historia que asume
falsa o ingenuamente, la neutralidad hacia su objeto, una concientemente y que explícita sus sesgos, presupues­
tos y determinaciones diversas.

*
objetividad absoluta.

LA "ESCUELA" DE LOS ANNALES.


8. Dominio que abarca: Historia que ha establecido ya 8. Dominio que abarca: Historia que asume que todo
los temas de su estudio, limitados por la definición de lo humano es historiable, de perspectivas globalizantes,
su objeto y cerrados en torno a su objetivo. Historia que que usa el método comparativo, que trasciende per­
aísla sus problemas y se encierra en rígidos limites cro­ manentemente las barreras cronológicas, espaciales y
nológicos, espaciales y temáticos. temáticas del problema abordado.

9. Imágen que proyecta al exterior: Historia especializada, 9. Imágen que proyecta al exterior: Historia abierta o en
limitada a un objeto parcial y circunscrito de !o social. construcción, que se enriquece, redefine y renueva en
cada generación.
10. Relación con otras ciencias sociales: Historia sepa­
rada y autónoma, carente por completo de vínculos con 10. Relación con otras ciencias sociales: Historia promo­
otras disciplinas sociales. tora del diálogo permanente y el intercambio diverso con
todas las restantes ciencias sociales.
11. Estatuto de la Historia: Historia que vacila entre ser
arte o ciencia, tratando de imitar sin crítica el modelo de 11. Estatuto de la Historia: Historia que se asume como
la ciencia natural. Historia científica o como proyecto científico, buscando
A yer,

su especifidad y diferencia respecto del modelo de la


12. Resultado del trabajo historiográfico: una Historia ciencia natural.
esencialmente descriptiva y narrativa.
Hoy,

12. Resultado del trabajo historiográfico: Una historia


13. Posición hacia los hechos: Historia positiva que com­ que despliega y explora todo el espacio y dimensiones
M añana

parte las ilusiones de cada época, testigo o actor sobre de su carácter interpretativo, creando modelos, hipótesis
sí mismo y sobre su tiempo y acción. y explicaciones globales.

13. Posición hacia los hechos: Historia crítica,


desconstructora, que disuelve las evidencias y muestra


los supuestos ocultos, cuestionando las visiones comunes
y dominantes, y marchando a contracorriente de ellas.
m ás global de esta ap licación sistem ática del m étodo com p arativo en h is­
toria es el de d elim itar n ítid am en te los elem entos generales, com u n es o
u niv ersales de los hechos, fenóm enos y procesos históricos, d istin g u ién ­
dolos de su s asp ectos m ás particu lares, sin g u lares o in d iv id u ales. Una
d istin ció n que com o sabem os resulta crucial para cu alq u ier historiador.
Ya que, por ejem plo, de ella depende la co n stru cció n de m od elos y
explicacion es generales dentro de la historia. Y si tanto H en ri B err com o
H enri P iren n e h an rep etid o que "n o hay ciencia m ás que de lo general",
es claro que h acer de la h isto ria una em presa científica sólo será posible
con el co n cu rso y apoyo de ese m étodo com parativo. P orque ¿cóm o
p od ría M arc B lo ch h aber construid o su m odelo global de exp licación
de la socied ad feu dal eu ropea, sino a p artir del ju ego com p arativo per­
m an en te entre las cu rv as de los desarrollos m ed ievales de los d istin tos
rein o s y region es de Francia, Italia, España, A lem an ia, e Ing laterra, en tre í
otros?.
Pero tam bién, es del fino trabajo de d elim itación de esa d ialéctica
entre lo p articu lar y lo general que parte la solución de esas g ran d es cu es­
tiones que son lo s tem as de la causalidad o no dentro de la h isto ria, la
bú squ ed a de reg u larid ad es y de recu rren cias, a sí com o el g ran debate
sobre los d eterm in ism o s históricos diversos. Pues es sólo a p a rtir de la
rep etició n de p ro ceso s eficaces y com probables de cau salid ad o de d eter­
m in ació n h istórica que será posible d etectar tend encias y p o stu la r p o si­
bles leyes del acon tecer histórico, acotando al m ism o tiem p o la vigen cia
de su cu rv a evolutiva general. Tem as estos que M arc B lo ch h a abordado
en su inconclusa Apologie ponr l'Histoire, y Lucien F ebvre en sus com pi- :
laciones de Combáis pour l'Histoire y Pour une histoire a part entiére, y que
se co nectan d irectam en te con esta pu esta en acción del co m p aratism o
histórico.
C om p arar en h istoria, es entonces proyectar siem pre u na nueva luz
sobre la realid ad h istó rica estudiada, nueva lu z que en m u chas o ca sio ­
nes perm ite d etectar com o esenciales, fenóm enos que antes sólo p arecían
an ecd ótico s o in sign ifican tes, develando trazos que p a re cía n o rig in ales
y ú nico s com o trazos com u nes y m ás am pliam ente d ifu n d id os, o tra n s­
figurand o situ acio n es y h echos que aparentaban ser raros y exóticos en
cosas p erfectam en te explicables y lógicas. Efectos im p o rtan tes sob re el
trabajo histórico, que se ejem p lifican m uy bien, por m en cio n ar sólo este
caso, en el libro de M arc Bloch, sobre Los Reyes Taumaturgos.
Así, de com p aración en com paración pueden ir fiján d ose las áreas o
regiones de vigen cia de un fenóm eno, igual que sus cu rv as tem porales de
existencia. C on lo cu al y desde estos lím ites tanto esp aciales com o tem ­
porales, será m ucho m ás fácil co n ectar a ese h echo o p roceso a n alizad o
con los p ro ceso s m ás globales que le corresponden.
Pues un seg u nd o p arad igm a de estos A n n ales de los años 1929-1941
es el del h o rizo n te de la h istoria concebida com o h istoria global o total.
H istoria g lo balizan te o totalizan te, que ha sido m u chas veces m al in ter­
pretada, com o si fuese equivalente a la sim ple h isto ria general, o en otra
i vertiente a la propia historia universal Y ello porque este carácter global
o total alude en verdad a dos posibles esp ecificacion es, ín tim am en te
¿conectadas, pero al m ism o tiem po claram ente d iferen ciad as.
P orque la h isto ria de estos prim eros A nn ales es global, en p rim er
lugar, p o r las d im en sio n es del objeto de estud io que abarca. Es d ecir
por in clu ir dentro de su territorio de an álisis al in m en so co n ju n to de
todo aquello que ha sido transform ad o, resignificado, prod ucid o o con­
cebido por los hom bres, desde la m ás lejana y o rig in aria “p reh isto ria "
hasta el m ás in m ed iato y actual presente. "C ien cia de los h om bres en
el tiem p o " com o la ha definido Bloch, y por ende atenta a toda huella
o traza h u m an a existente en cu alq u ier plano posible de lo so cia l. Y al
m ism o tiem p o abarcan te de toda tem poralidad v in cu lad a con ese esp a­
cio de lo h u m an o que recorre las etapas y las eras m ás d iversas, d esd e la
tran sform ación del m ono en hom bre hasta estos p rim eros años del tercer
m ilenio qu e ahora vivim os.
H isto ria global que nos dice que todo lo hum ano y todo lo que a eso
h um ano se co n ecta es objeto pertinente y posible del a n á lisis histórico, y
ello en cu alq u ier época en que esto haya acontecido. Lo que sin em bargo
no sig n ifica qu e todo eso h um ano sea igu alm ente relev ante, ni ig u al­
m ente explicativo de los grandes procesos evolutivos de las so cied ad es
y de lo s hom bres. P orque la historia global no es id én tica n i a la historia
u niversal - e s e térm in o descriptivo que engloba n orm alm en te al conjunto
de las h isto rias de todos los pueblos, razas, im perios, n acion es y grupos
h u m anos que h an existido hasta h o y-, ni tam p oco a la h isto ria general
- e s e otro térm in o, tam bién solo connotativo, que se refiere g en éricam en te
a todo el conjun to de sucesos, hechos y realidad es de u n a ép o ca dada, o
en otro caso de u n actor, fenóm eno o realidad h istó rica cu a lq u ie ra -. La
h istoria global es m ás bien u n concepto com plejo y m uy elaborad o que
se refiere a esa totalidad articulada, jerarq u izad a y d otad a de sen tid o que
constituye ju stam en te esa "obra de los hom bres en el tiem po". Y por lo
tanto, la ap ertu ra de u n territorio donde existen cosas fu n d am en tales y
otras m enos im p o rtan tes, donde hay elem entos d eterm in an tes y otros
d eterm inad os, donde hay totalidades m enores au tosuficientes, y otras
realidad es que no contienen dentro de sí m ism as los propios p rin cipios
de su au tointeligibilid ad .
Lo que entonces nos lleva a la seg u n d a sign ificación esp ecífica de esta
historia global. E s d ecir a su derivación ep istem ológica com o exigencia
de situar, p erm anen tem ente, al problem a o tem a estud iad o d en tro de las
su cesivas totalid ad es que lo enm arcan. Pues si hacer h isto ria global no
es hacer h isto ria u niversal, recorriend o todas esas m últiples h isto ria s de
todo g rupo h u m ano en el tiem po, ni tam poco hacer h isto ria general, ag o ­
tand o hasta el can san cio de m anera sólo acu m u lativa y fatigosa todos los
hech os o fenóm en os presen tes dentro de una socied ad o un nivel o u na
ép oca dada, sí es en cam bio ser capaz de, com o ha dicho F ern an d B rau ­
del, "so b rep asar sistem áticam en te los lím ites" esp ecíficos del problem a
abordado, exp licitan d o sus v ín cu lo s y puentes con las totalid ad es d iv er­
sas que le correspond en.
P artiend o en ton ces de un cierto acotam iento siem pre obligado, que es
un triple acotam iento espacial, tem poral y tem ático del problem a a in v es­
tigar, la h isto ria global lo que hace es retom ar a ese p rob lem a desde el
p u nto de vista de la totalidad -c o m o habrá dicho en su tiem p o el propio
M a rx - reco n stru y en d o las líneas de conexión del m ism o, p rim ero con
las to talidad es p arciales determ in ad as que le correspond en - la totalidad
esp acial o in flu en cia m ás general que lo envuelve o so b red eterm in a, la
totalidad tem poral que u bica las fronteras en las cu ales cesa todo rastro
de sus orígenes o de sus con secu en cias y efectos ú ltim os, y la totalidad-
tem ática de tod o el u niv erso de otras d im en sion es o hech os que se inter-
co n ectan de m odo esen cial con é l - y luego con la to talidad m ás global
y siem pre ú ltim a qu e es esa m u ltim en cion ad a obra de los h om bres en el
tiem po.
Una p ersp ectiv a globalizante, que im plica entonces que la cien cia
social no d ebe ser u na ciencia de cam pos o de espacios d iscip lin ares - la
ciencia de lo eco n óm ico o de lo político o de lo h istó rico o de lo psicólogo,
etc., e tc.-, sino u n a cien cia de problemas, tan m u ltid im en sio n ales y p o li­
facéticos, y en co n secu en cia tan "u n id iscip lin a res" y "g lo b a liz a n te s"
com o lo d ebe ser esa m ism a ciencia de lo social. Porque com o lo d irá
en fáticam en te Fernand Braudel, la realidad so cial es sólo una, "u n sólo
paisaje" al que las d istin tas discip lin as y cien cias de lo so cial se aproxi­
man, p arcial y fragm en tariam en te, desde sus d istin tos "o b serv a to rio s" o
em plazam ientos.
Por ello, el tercer p arad igm a que será reivin dicad o por esos prim ero s
Annales es el de la h isto ria interpretativa, y m ás rad icalm en te el de una
"h istoria-problem a". Una h isto ria que al m ism o tiem po que recoge la
tesis de H enri P iren n e cuando afirm a que el "n ú cleo " del trabajo del h is­
toriador no se en cu entra en la erudición sino, ju stam en te en la in terp re­
tación -te s is que tam bién H enri B err habrá planteado al co n cebir a esa
m ism a d im en sió n in terp retativa com o el elem ento que h ace posible tran ­
sitar de la sim ple "sín tesis eru d ita" a la verdadera "sín tesis cien tífica"
o h istó rica -, va a radicalizarla hasta el final para p o stu lar que esa in ter­
pretación no es sólo el núcleo o la p arte m ás im p o rtan te de la p ráctica
histórica o la con d ición del paso de la erud ición a la ciencia, sino m ás bien
la esencia general misma y el momento global determinante de toda la activ i­
dad m ism a del oficio de historiador.
Porque si las p o stu ras historiográficas anteriores veían a la in terp re­
tación com o un m om ento siem pre ulterior al proceso o trabajo de eru ­
dición, y en co n secu en cia com o un corolario, rem ate o in clu so com o
un m om ento cu lm in an te del ejercicio historiográfico, los A n n a les van a
■invertir de raíz esta tesis proponiendo en cam bio que la in terp retación
; es el punto de partida m ism o de la investigación h istórica, h acién d ose p ré­
nsente ad em ás a todo lo largo del trabajo y actividad del historiador.
Y de a h í la d en o m in ació n de "h isto ria-p ro b lem a" pues esta tesis
im plica que la h isto ria "p arte siem pre de problem as", que in ten ta resolver
.1; para llegar siem p re finalm ente a nuevos problem as. Y entonces será claro
i que "la realid ad sólo habla seg ú n se le in terrog a" y que sólo "se en cu en ­
tra lo que se está b u sca n d o " por lo que la erud ición m ism a va a depender,
d irecta y esencialm en te, de esa interp retación previa que se plasm a en
las h ip ótesis, p regu ntas, interrogaciones y h erram ien tas de a n á lisis que
el h isto riad o r tiene ya dentro de su cab eza en el m ism o m om en to in icial
en que acom ete el tratam ien to y exam en de sus fuentes y de sus d istin tos
m ateriales h istóricos.
Por eso, to d a investigació n histórica co m ien za con la d efin ició n de
una "e n c u e sta " de un "cu estio n ario " d eterm in ad o que im plica ya una
p osición frente al tem a a investigar, p osición que d elim ita, si b ien sea a
m odo de co n jetu ras pro viso rias pero actuantes, las p regu n tas sob re lo
que es o no significativo, el cu erpo de las hip ótesis a fu n d am en tar o a
"L o s primeros Annales, de 1929 a 1939, son los Annales m ás
b rillan tes, los m ás inteligentes, los m ejor d irigid os y los
m ás in novad ores, de toda su larga se rie ... Pues b ien, si
los Annales se convirtieron , a p esar de sus p rin cip io s tan
m od estos, en una esp ecie de epidem ia in telectu al, cabe
p en sar que fue n ecesario para ello un cierto n úm ero de cir­
cu n stan cias ex cep cio n ales... En efecto, los Annales fueron
durante m u cho tiem po u n pequeño grupo rev olu cion ario en
esp íritu ; m ás aún: un grupo hereje. Los Annales tu v iero n en
su contra a casi toda la U niversidad francesa. No se p u ed en
u sted es im ag in ar lo que significaba, para M arc B loch y p ara
Lucien Febvre, que se encontraban en los m árg en es del
h exág on o francés, en E strasburgo, la h ostilid ad de esta U n i­
versidad, que era ante todo la h o stilid ad de París."

F ern a n d B r a u d e l

"En gu ise de conclusión" en Review, vol. i, núm. 3/4, 1978


elim inar, así com o la agenda de los puntos y elem entos cuya exp licación
y consideración se intenta encontrar.
C u estio n ario o encuesta que deñne ju stam en te el "p ro b lem a " que
es objeto de esa in d agación historiográfica. Un problem a que, p ara los
A nnales in iciales, va a d ecid ir entonces el cu rso m ism o del trabajo eru ­
dito y m ás ad elante los propios resultad os de la p ráctica del historiador.
Y que, en co n secu en cia, va a co n stitu irse en la prim era tarea de esa
m ism a ap licación p ráctica de las reglas del oficio de los cu lto res de la
m usa Clío.
Pues si el problem a o cu estionario inicial va a so b red eterm in a r de
m anera tan fu n d am en tal al propio m om ento erudito de la actividad,
entonces se h ace n ecesario explicitarlo, con el m áxim o rigor y d etalle, en
el co m ienzo m ism o del trabajo h istoriográfico. Y entonces, al explicitarlo,
se revelará claram en te tanto la solidez y riqueza de la form ación esp ecí­
fica de cad a historiador, com o tam bién y sobre todo, el con jun to global
de los in evitables "se sg o s" p articu lares que dicho historiad or introduce,
inelud iblem ente, en el tratam ien to de su propio m aterial. Porque en
contra de la v isió n ingenu am ente positivista, que pedía u na neu tralid ad
absoluta del h isto riad o r frente a su tem a de estudio, y que so ñ ab a con una
objetivid ad tam bién absoluta de sus resultados, el parad igm a de la h isto ­
ria problem a afirm a por el contrario que es el propio h isto riad o r "el que
da a luz los h ech o s históricos", construyendo ju n to a sus p ro ced im ien to s
y técn icas de an álisis tam bién los "o b jeto s" y "p ro b lem a s" que va a in ves­
tigar, para obten er al final un conjunto de hipótesis, m od elos y ex p licacio ­
nes g lobales tam bién co n stru id as por él m ism o y por lo tanto ig u alm en te
"sesg ad as" por su m ism a actividad o intervención.
E ntonces, y puesto que no existe una relación pura, asép tica e in con ­
tam in ad a entre el histo riad o r y su "m ateria p rim a" el trabajo histórico
llevará siem pre y n ecesariam en te la m arca de los m ú ltiples sesgo s de
sus co n stru cto res. Sesgos que co m ien zan con la propia d eterm in ació n
"e p o ca l" del histo riad o r - lo que Bloch record ará con el célebre proverbio
de que los ho m bres son tan hijos de su propio tiem po com o lo so n de sus
m ism os p a d re s-, sesgo s que le d ictan parte de los criterios de la elección
de sus p roblem as, y que alcan zan h asta las sing u larid ad es m ism a s de su
b iog rafía o itin erario personal, que lleva a u nos a in teresarse en la cu ltu ra
o en la política y a otros en la econom ía o en el con flicto so cial, pasando
sin duda tam b ién por los sesgos derivados del origen y de la p osición de
clase so cial del historiador, pero tam bién de los efectos prod ucid os por
m

las co y u n tu ras sociales o cu lturales, por las situacion es gen erales o por
las ex p erien cias colectivas e individuales ig u alm ente vivid as.
C on lo cu al otra de las funciones esenciales de ese cu estion ario, o
encuesta o p ro blem a in icialm en te delim itado, será tam b ién el de hacer
explícitos y con scien tem en te asum idos a esos sesgos o sob red eterm i-
naciones. esp ecífico s del historiador. Sesgos o lim itacio n es que por lo
dem ás, no con d u cen a un relativism o absoluto de los resu ltad os h isto -
riográficos, tan caro a las recientes p ostu ras po sm o d ern as en la h isto rio ­
grafía, sino m ás b ien al reconocim ien to elem ental de que tod a verdad
histó rica -c o m o tod a verdad en g en era l- es u n a verdad relativa, y a que
por tan to el p ro g reso del conocim iento histórico -co m o , por lo dem ás,
todo p ro g reso r e a l- no es un progreso sim ple, lineal, acu m u lativo e
irreversible, sino m ás b ien un p rogreso com plejo, lleno de saltos y de
retrocesos, de m últiples líneas y ensayos, y sólo ascen d en te desde la
p ersp ectiva m ás global de su cu rv a ú ltim a y m ás general.
Un cu arto p arad igm a de esta historia prom ovida por los A n n ales, en
su etapa de 1929 a 1941, es el de la h istoria abierta o en con stru cción.
P orque si el nuevo tipo de h istoria que se reivin dica es esa h isto ria com -
p aratista, global y problem ática que hem os explicado, es claro que el
proyecto de la m ism a sólo rem onta a la seg u n d a m itad del siglo xix, a
la fech a de n acim ien to y desarrollo del m arxism o o rigin al, y a todavía
m ucho m enos tiem p o si sólo se consideran los ám bitos acad ém icos y u n i­
v ersitario s de afirm ación de la historiografía. Por lo tanto, esta historia
d efend ida por eso s p rim eros A n n ales no pod rá ser m ás que u n a historia
joven , en v ías de co n stru cció n y que se encuentra aún a la b ú squ ed a de la
d efinición de sus p erfiles m ás definitivos y fu n d am en tales.
Y en co n secu en cia, u na h isto ria que se d ed ica p erm an en tem en te a
descubrir, y luego a explorar y colonizar progresivam en te los m últiples
nuevos territorios que cada generación sucesiva de h istoriad ores le
aporta. U na tarea que com o lo ilustra la propia h isto ria de la corriente
an n alista, pero tam bién la h isto ria de la entera h isto rio g rafía del siglo xx,
se ha cu m plid o a lo largo de los ú ltim os och en ta años, ren ovan d o con
cada nueva co y u n tu ra histórica general, los tem as y cam pos de la in v es­
tigación histórica.
E ig u al qu e los nuevos territorios tam bién las técn icas, los
pro ced im ien to s, los parad igm as m etod ológicos y los m odelos, co n cep ­
tos y teo rías que u tiliza, aplica, construye e in co rp o ra esa m ism a ciencia
d e la h istoria. P u es d esd e la técnica del C arbono 14 h asta la den d ro-
cronología, desde el m étodo com parativo h asta el m od ern o "p a ra d ig m a
in d icia d o " de los m icroh istoriad ores italianos, y d esd e los m odelos del
mundo feu dal de P iren n e o de Bloch, hasta los m od elos recien tes sobre
el cap italism o de Braudel o de W allerstein o los m odelos de h isto ria cu l­
tural de C ario G in zbu rg o de Roger C hartier, la h isto ria no ha cesado
ni un sólo m om ento de en sancharse, de redefinirse, de p ro fu n d izarse
y de tran sfo rm arse inclu so radicalm ente, para d ar cabida y esp acio de
desarrollo a tod o ese conjunto vasto y enorm e de in n o vacio n es técn icas,
m etod ológicas y ep istem ológicas diversas.
D e este m odo, y a través de este p arad igm a de una h isto ria en
con strucción, los A n n ales de la p rim era ép oca van a a su m ir rad ical­
m ente el carácter sólo in icial y necesariam en te inacabad o del proyecto
de u na cien cia histórica, carácter que no sólo explica esa p erm an en te
m utación y ren ovación que la h isto rio g rafía con tem porán ea ha conocid o
en la ú ltim a cen tu ria, sino que perm ite tam bién p ro n o sticar acerca del
futuro in m ed iato de la m ism a: está todavía lejos, com o dijo alg u n a vez
con un p o co de iro n ía Fernand Braudel, el m om ento en que h abrem os
encontrado "la b u en a cien cia" de la historia, su "fo rm a definitiva", el
espacio p o r fin abarcado de su inm en so territorio, las "b u en a s té cn ica s"
y los "b u en o s m éto d o s" por fin establecidos de sus in vestigacion es.
P or el contrario, si la historia p osee el esp eso r m ism o de lo hum ano,
a lo largo de tod os los tiem p os en que esto hum ano ha existido, su p ro ­
greso sigue y seg u irá avanzand o con los cam bios y d esarrollo s m ism os
de tod as las cien cias sociales, tran sform aciones y avances cuyo final no se
d istin g u en aún dentro del horizonte. Por eso, com o M arc B lo ch reclam a,
la h isto ria "en tanto em presa razonad a de a n á lisis" es tod avía u n a cien cia
que vive su perio d o de in fan cia, reproduciend o con stan tem en te nuevos
d escu brim ien to s y nuevos hallazgo s para su com pleja ed ificación.
Y por eso tam bién , es que tal vez no logra cerrar del todo y d efin itiv a­
m ente su com bate contra las form as de h isto ria que le h an precedido, y
con las cu ales ha roto sin em bargo de m anera radical. Pues al no alca n z a r
a co n so lid ar totalm ente, dada la m agnitu d de la em presa, ese carácter
científico y crítico que la d istin g u e de las h istorias positivistas, em p iristas,
legend arias y m etafísicas, d ecim onónicas y anteriores que la preceden,
sigu e d ejan d o entonces un espacio h istoriográfico sin ocupar, espacio
en el cu al tod avía p ro sp eran y se sobreviven esas h isto rias positiv istas,
m on ográficas y p u ram ente narrativas, ya an acrón icas y v acías de con ­
tenido, p ero todavía actu an tes y activas en vastos d o m in ios de las h isto ­
riog rafías n acio n ales del m undo entero.
Finalm ente, u n qu in to paradigm a que va a caracterizar a esa revolu­
ción en la teoría de la h istoria es el parad igm a de los d iferen tes tiem p os
históricos y de la larga duración. Un parad igm a que sin em bargo, aunque
se haya esbozado en algu nos de sus puntos esen ciales en la obra de M arc
Bloch, sólo será tem atizad o e incorporado a la p ersp ectiv a a n n a lista a
través de la obra y los ensayos de Fernand Braudel, d urante la seg u n d a
etapa de vid a de la corriente, etapa que a n alizarem os en el capítulo
siguiente.
Estos cinco p arad ig m as constituyen, entonces, el núcleo duro ep iste­
m ológico de esta revolución en la teoría de la h istoria, d esp legad a por
los p rim eros A n n ales y consu m ad a por los A n n ales b rau d elian os, revo­
lución que co n stitu irá el principal aporte general de estos A n n a les a la
h isto rio g rafía del siglo xx, a la vez que el soporte en el que se apoyarán
tanto el nuevo tipo de historia económica y social por ellos prom ovida, com o
alg u nas de sus in cu rsiones igualm ente o rig in ales y renovadoras en el
cam po de la h isto ria cu ltu ral -ab u siv a m en te rebau tizad a d esp ués com o
h isto ria de las 'm e n ta lid a d e s - pero tam bién todo el rol de profun d a
tran sfo rm ació n que van a ju g ar esos A n n ales, su cesivam ente, dentro
de la h isto rio g rafía francesa, luego m ed iterrán eo -eu ro p ea y latin o am eri­
cana, y fin alm en te eu ropea y del m undo occid ental en general.
U na revolución que es el fruto d irecto de la com pleja y rica co lab o ­
ración en tre M arc B loch y Lucien Febvre, pero tam b ién del equipo de
prim ero s m iem bros del com ité de redacción y de colaborad ores cerca­
nos del proyecto, tales com o el sociólogo d u rkh eim ian o M au rice H al-
baw chs, de clara filiación socialista, o H en ri H auser, p rim er titu la r de
la C áted ra de H isto ria Econ óm ica de La Sorbonne y b u en co n oced or de
M arx, o G eorges L efeb v re y E rn est Labrousse, am bos estu d io sos de la
revolución fran cesa y am bos im pactados fu ertem en te por el p en sam ien to
m arxista, etc.
Proyecto colectivo p rofundam ente innovador y revolucion ario, que
habiéndose co m enzad o a gestar, in m ed iatam en te d esp ués del fin de la
prim era g u erra m u ndial, va a germ in ar lentam ente p ara co n cretarse sólo
en 1929, cerrán d o se luego en 1941 con la d ifícil ru p tu ra en tre M arc B loch
y Lucien Febvre de la prim avera de ese m ism o año.

* * *
La d ifícil d isp u ta entre M arc Bloch y L ucien Febvre, de la prim avera
de 1941, en torno a la decisión sobre contin u ar o no la p u b licación de
los A n n ales, ha sido retom ad a varias veces, por d istin tos estu d io so s de
A nnales, y con m u cha m ayor intensidad en la ú ltim a década. P ues luego
de que el propio Lucien Febvre la abordó en 1945, y de que la m ism a
resurgió hace casi 20 años en las in terp retacion es de A lain G uerreau y
de Josep Fontana, es sobre todo en los trabajos de los ú ltim os 10 años
dedicados a la h isto ria de los A nnales, cu and o esta d isp u ta o ru ptu ra
se ha vuelto el m otivo de una viva controversia en tre los esp ecialistas
de la h isto ria de A n n ales, controversia en la que se reflejan las m uy d is­
tintas in terp retacion es sobre esa encrucijada esen cial de los d estin o s de
A n n ales, pero tam bién de m odo general, las m uy d iversas evaluaciones
globales de ese m ism o itinerario ann alista.
Se trata, sin duda algu na, de un m om ento decisivo d entro de la h isto ­
ria general de los A n n ales. Pues la decisión a tom ar no era u na d ecisión
m enor o sin co n secu en cias: luego de la tom a de París por los n azis, y de la
ocupación de la m itad de todo el territorio de Francia, el d ecreto del 3 de
octu bre de 1940, sobre el estatuto de los jud íos, prohibía a estos ú ltim o s
particip ar en la redacción, y obviam ente y todavía m ás tam b ién en la
dirección, de cu alq u ier p u blicación de carácter periód ico. M arc B loch era
codirector, con Lucien Febvre, de los entonces llam ad os Annales d'Histoire
Sociale, lo que los colocaba entonces frente al riesgo de ser calificad os
com o u na em p resa jud ía, y suspendid os por este m otivo.
La d isy u n tiva entonces era clara: o su spend er tem p oralm en te su
publicación, com o lo h izo por ejem plo, la Revue de Synthése d irig id a por
H enri Berr, o co n tin u ar publicand o los A n n ales al p recio de su p rim ir
el nom bre de M arc B loch de la cu bierta de la revista y de som eter a
esta ú ltim a a las cond iciones im puestas por la nueva situ ación d eterm i­
nada por los n azis. Es sabido que M arc Bloch se in clin ó por la p rim era
salida, consid erand o a la segu nd a com o u na ''ab d icació n " y com o una
posible "d eserción, en alg u n a m edida". En cam bio Lucien Febvre, que ve
las cosas de un m odo d iam etralm en te opuesto al punto de v ista de Bloch,
considera a la p osición de este últim o com o "u n a de esas actitu d es n ega­
tivas que siem p re h e odiado, am parad as en uno de esos 'm ito s de p u reza'
cuyas ru in as no se reg istran en la historia", defend iend o en ton ces la p o s­
tu ra de co n tin u ar la p u blicación de los A n n ales aún bajo las con d icion es
ya señalad as. A sí, m ientras que Febvre afirm a que los A n n a les deben
prosegu ir, pues no son sólo u na revista sino "u n poco de ese esp íritu
"D esp u és de h ab er considerado todo con aten ción - y créam e
que lo he reflexionad o b a sta n te - no soporto ver a los A n n ales
p u b licarse e n la zona ocupada, ni sin m i nom bre. Tal vez m e
h abría resignado, en caso necesario, a u na de esas dos cosas.
Pero a las d os ju n tas, n o ... Si nuestra obra ha tenido algú n
sentido, este ha sido el de su in d epen d encia; su rech a z o a
aceptar las p resiones de aquello que Peguy -p a tró n sin g u ­
lar de u na clien tela que lo hubiese so rp re n d id o - llam aba
la 'tem p estad ': se expresase ésta bajo la form a del a cad em i­
cism o, de cap illa y de todo lo que u sted quiera p arecid o a
esto. La supresión de m i nom bre sería u na abd icación. Sobre
la cual, créam e, nad ie se en gañ ará."

C arta d e M a rc B l o c h a L u cien F e b v r e ,

16 de abril de 1941, citada en M assim o M astm gregori, U m anoscritto


interrotto de M arc Bloch, Ed. Istituti Editoriali e P oligrafía
Internazionali, P isa-R om a, 1995
eterno que debe ser salvado", y enfatiza que la m uerte de los A n n a les
sería "u n a nueva m uerte para mi p aís" B loch consid era en cam b io que
esa so b rev iv en cia de la revista, en las circu n sta n cia s d escritas, sería
"u na concesión, que m oralm ente es m ás que cruel", con cesión que "la
experiencia, creo, la condena".
Fin alm ente, será el punto de vista de Lucien Febvre el que p revalecerá,
y los A n n ales seg u irán editándose, con grandes d ificultad es y enorm es
irreg u larid ad es, pero sin interrupción, durante toda la seg u n d a guerra
m undial. Entonces, con esta radical confron tación de p osicion es en torno
al rol so cial y al d estin o m ism o de la revista, en las circu n sta n cia s-lím ite
de esa p rim avera de 1941 en la Francia ocu pad a de la seg u n d a guerra,
se cerrará d efin itivam en te el proyecto colectivo de los p rim ero s A n n ales,
cesando el intercam bio y colaboración inten sas y org ánicas en tre Bloch
y Febvre que an im ó a ese proyecto colectivo entre 1929 y 1941, e in iciá n ­
dose u na larga tran sició n que sólo con clu irá hasta 1956.
¿Q ué es lo que explica esta profunda d ivergencia de 1941 en tre los
dos d irecto res de los A n n ales, divergencia que llega hasta la clau su ra del
proyecto in iciad o m as de doce años atrás, y hasta la tran sfo rm ació n rad i­
cal de los A n n ales, de un proyecto vivo, colectivo, revolucion ario en la
teoría de la h isto ria y constantem ente innovador, en unos A n n ales que
serán red actad o s en u na m edida considerable sólo por Lucien Febvre,
y en donde la colaboración de M arc B loch ya no es m ás que com p leta­
m ente m arg in al y episódica? ¿Y cóm o se v incu la esta ru p tu ra del tándem
"B lo ch -F eb v re " con la h isto ria previa de los propios A n n ales, y m ás allá,
con los itin erario s in telectu ales globales tanto de M arc B loch com o de
L ucien Febvre?
Las investigacion es m ás recientes que antes hem os evocado, nos han
m ostrado claram en te que esta d iscrep an cia radical de 1941 no ha sido,
ni m ucho m enos, la primera que ha acontecido en tre las dos prin cip ales
cabezas de los prim ero s A nnales, d iscrep an cia que v en d ría a p oner en
crisis un proyecto de colaboración arm ónico y perm an en te en tre am bos.
Por el contrario, esa d isp uta de 1941 no es m ás que el ú ltim o eslabón
-a u n q u e tam bién el m ás profundo y sig n ifica tiv o - de u n a larga cadena
de co n stan tes tensiones, crisis y oposiciones, m ás o m enos ab iertas o
m ás o m enos velad as que h an caracterizado a la h istoria entera de estos
prim ero s A n nales.
Porque, si b ien es claro que Bloch y Febvre están de acu erdo en lo
esencial, en cu an to al com bate contra la h istoria positiv ista, en torno
a la necesid ad de revalo rizar y relan zar en Fran cia y en ciertas partes
de E uropa a la h isto ria económ ica y social, y resp ecto a la u rgen cia de
ayud ar a pro m o ver y co n stru ir una urgente renovación rad ical de los
estud ios históricos de su época, tam bién es cierto que estas tareas con cebi­
das en com ún son vistas, por am bos historiadores, desde p ercepcion es his-
toriográficas que en el fondo son b astante distintas. P ercep cion es en co n tra­
das que explican entonces su m utua oposición respecto de sus p royectos
in telectu ales in d ivid u ales, respecto de sus d istin tas in iciativ as cu ltu ra­
les e in clu so resp ecto de sus resultados de in vestigación prin cip ales.
A sí, es sabido que Febvre se au toreprochará, al final del p rim er año de
vid a de los A n n ales, su "sem iab sten ció n " y lim itad a p articip ació n dentro
de la em presa, reconociend o a la vez el rol m ás protagónico de B loch en
este arranqu e in icial del proyecto y criticand o m uy ab iertam en te las con­
secu en cias de este rol sobre los perfiles de la revista. T am bién, ha sido
ya señalad o el hech o de que m ientras Bloch se com prom ete de lleno y
casi exclu sivam ente en la em presa de A nnales, Febvre en cam bio su eña
con fu n d ar otra revista paralela, de "h isto ria de las id ea s" a la vez que
continúa con u na colaboración im portante dentro de la Revue de Synthése
de H enri Berr, o dentro de la Revue d'Histoire Moderne.
Tam bién es sabido que con el d esp lazam ien to de F ebvre a París, en
1933, m o vim ien to que incluye al secretario de la revista, se h an p ro ­
ducido no sólo u na sep aración y d istan ciam ien to físicos, sin o tam bién
in telectu ales de los dos d irectores de A n n ales. Ig ualm ente, y en esta
m ism a vía, es sabida la su spicacia de M arc Bloch frente al p royecto
febvrian o de la Encyclopedie Francaise, y luego fren te a los colaborad ores
cercanos de Febvre com o Lucie Varga o Fernand B raudel, su spicacia
que en el otro extrem o se reproduce tam bién por ejem plo en la abierta
oposición de Febvre, en 1938, a la can d id atu ra de B lo ch para la su cesión
de la d irecció n de la École Nórmale Superieur.
Un conjunto de reiteradas y no poco im portan tes d ivergen cias y op o si­
ciones in telectu ales, que se reproduce tam bién en la m utua evaluación
crítica y hasta u n p o co negativa, de Febvre respecto a La sociedad feudal de
Bloch, y de B lo ch resp ecto del libro febvriano El problema de la incredulidad
en el siglo xvi. La religión de Rabelais. Una relación entonces com pleja y m ul-
tifacética entre M arc B loch y Lucien Febvre, d esplegada en los años trein-
tas bajo la form a de esta perm an en te d ialéctica de p ro fu n d o s acu erdos
y de no m enos hond os desacuerdos, que al m ism o tiem po que explica la
excepcional riqueza y multidimensionalidad de ese proyecto de los p rim ero s
A nnales, co n fig u ra tam bién un p rim er escenario n ecesario para la radi­
cal ru p tu ra de 1941.
Porque esos A n n ales de 1929-1941 a los que F ernand Braudel calificará
com o 'i o s A n n ales m ás b rillan tes, los m ás inteligentes, los m ejor con ­
ducidos y los m ás innovad ores de toda su larga serie", h an sido en to n ­
ces el fruto de un delicado equilibrio establecido durante casi vein te años
entre dos p erso n alid ad es in telectu ales fuertes, que si b ien co m p artían en
profundidad u na serie de objetivos y de in ten cion es com u nes, tam bién
d iferían estructuralmente en torno al sentido global que le a sign ab an al
proyecto h isto rio g ráfico de los A nn ales, así com o respecto al rol social
que co n sid eraban debía ju g ar la revista en general.
Y del m ism o m od o que la irru p ció n de la seg u n d a g u erra m u n dial,
ha rep resen tad o la ru p tu ra del tenso eq u ilibrio de fuerzas en tre las d is­
tin tas p otencias y nacion es europeas, tam bién esa seg u n d a g u erra ha
term inado por rom per ese com plejo equilibrio, por d em ás fru ctífero y
excep cionalm en te productivo, que se había establecid o entre estos dos
"h erm an o s en em ig o s" -c o m o los calificarán algu nos de sus a d v e rsa rio s-
que fu eron M arc B lo ch y Lucien Febvre.
E q u ilib rio generador de m últiples resultados in telectu ales im por­
tantes y m u tu am en te enriquecedor, que si bien ha sido la p lataform a
de co n stru cció n del tánd em B loch-Febvre de los años trein tas, se ha
hecho a la vez p osible sólo en el verdadero punto de cruce de dos
itin erarios in telectu ales que m archaban por sen d eros d iam etralm en te
opuestos, actu alizan d o filiaciones y tradiciones in telectu ales n etam ente
d iferen ciad as, y orientánd ose en lógicas de sentid os ig u alm en te co n ­
trapuestos.
Porque si la ru p tu ra de 1941 se explica en prim er lu gar por las
circu n stan cias in m ed iatas que ya hem os aludido, y en seg u nd o térm ino
por esa tensión y conflicto perm anentes que recorren la h isto ria entera
de estos p rim ero s A n n ales del periodo 1929-1941, su cau salid ad m á s p ro ­
fund a nos rem ite en cam bio a las dos cu rvas globales de las d iversas
trayectorias b iog ráfico-in telectu ales de M arc B loch y de Lucien Febvre.
D os cu rv as que, en su evidente contraposición, nos dan tam bién la clave
de exp licación de las dos respuestas existen ciales e in telectu ales qu e van
a o p on erse en el debate de 1941 en torno a la co n tin u ación o no de la
p u blicación de los A nnales.
A sí, m ien tras Lucien Febvre ha nacido en N an cy en 1878, com o hijo
de un m od esto profesor de Liceo, M arc Bloch es en cam bio och o años
m ás joven , h abiend o nacido en 1886 y teniendo com o padre a G ustave
Bloch, que te rm in ará siendo un reconocido profesor en la U niversid ad de
La Sorbonne. A l m ism o tiem po, y ju n to a estas p equ eñ as d iferen cias de
edad gen eracion al, de origen social y de status in icial dentro del m undo
académ ico, se agrega el hecho de que se trata de tem peram en tos o p er­
son alid ad es tam b ién diferentes: Lucien Febvre será record ad o com o un
hom bre m ás b ien sociable, expansivo y capaz de fu ertes arran qu es em o ­
tivos, que abierto siem pre al diálogo con los otros habrá fu n cio n ad o un
poco com o el "b an q u ero de id eas" de su generación. U n h o m b re de u n a
cu riosid ad in telectu al desp ierta casi frente a cu alq u ier in citación ex te­
rior, que era cap az de escribir h asta veinte o treinta p á g in a s de un texto
por día, d esarrollan d o su razon am ien to en m últiples d ireccio n es con
u na libertad y audacia intelectu al considerables. En el otro extrem o en
c a m b ia M arc B loch ha sido caracterizado com o una p erso n alid ad m ás
reservad a y m ás austera en la expresión de sus em ociones, y de acceso
m ás d ifícil para entablar con él u na relación de tutoría o de co lab o ración
in telectu al. Un in telectu al que concentraba su atención en ciertos cam pos
bien d efinid os de estudio, que reescribía y corregía h asta tres y cuatro
veces su s m an u scrito s, d esarrolland o u na arg u m en tación m ás rigu ro sa y
sistem ática de los tem as que abordaba.
D os tem p eram en tos n ítid am en te opuestos que no sólo se p ro y ectan en
estas d istin tas actitu d es in telectu ales y en esos tam bién d iv ersos estilo s
de trabajo, sino que se acom p añan adem ás, y esto es tal vez el elem ento
fu n d am en tal de n uestra argum entación, de dos itinerarios intelectuales
generales que van a m arch ar igu alm ente por send eros com p letam en te
contrapuestos.
Pues cu and o o bserv am os globalm ente el itin erario in telectu al com ­
pleto de L ucien Febvre, resulta claro que este últim o ha tran sitad o desde
u na p osición de com p rom iso y hasta de activa p articip ació n en los
m edios sem i-p ro u d h o n istas y sem i-jau resian o s del so cialism o fran cés de
p rincip ios del siglo, que se han plasm ado tanto en los m ás de treinta
artícu lo s p erio d ístico s publicados en el diario Le Socialiste Comtois, com o
en su tesis de doctorado sobre La Franche Comté et Philippe 11, h acia otra
p o stu ra que se aleja cada vez m ás de las in flu en cias del so cialism o y
del m arxism o, y que op oniénd ose o d iferen cián d ose claram en te de ellos,
lleva a F ebv re a in se rta rse en un proceso de p ro g resiv a co n sag ració n
acad ém ica y de u n a actitud cada vez m enos co m p rom etid a con las cir­
cu n stan cias p o líticas in m ed iatam en te vividas. P roceso cu yas estacion es
p rin cipales serán su entrada en el Collége de France, su v ín cu lo con A. de
M onzie y el proyecto de la E n ciclop ed ia Francesa y fin alm en te su p o stu ra
respecto a los A n n ales en 1941.
E n el otro lado, el itinerario intelectu al de M arc B loch se ap arece en
cam bio com o sim étricam en te opuesto. Pues p artien d o de u n a p osición
solam ente liberal y p rogresista que B loch m an tien e tod avía d urante la
prim era g u erra m u n dial, y que se refleja claram en te en sus Écrits de
guerre 1914-1918 recientem ente publicados, irá pasand o p o co a poco a
posiciones que lo acercan p rogresivam ente a M arx y al m arxism o, desde
su cada v ez m ás fuerte trabajo en el cam po de la h isto ria eco n óm ica y
social, p osicion es que m arch an paralelas a una crecien te rad icalizació n
de sus p osiciones p o líticas, cada vez m ás a la izquierd a, y a u n a tam bién
cada vez m ás agud a concien cia de la necesid ad de com p rom eterse con
su p resen te y con su esp ecial circu n stan cia específica. Un itin erario ja lo ­
nado por los su cesivos fracasos en las tentativas de in g reso al Collége de
France y por el fallid o intento de acceder a la d irección de la Ecole Nór­
male Superieitr, que orig inad os en parte en el racism o y a n tisem itism o
rein an tes van tam bién a extrem arse profu n d am en te luego del estallid o
de la seg u n d a g u erra m undial.
M arch an d o así, Febvre desde una p osición so cialista y de izq u ierd a
hacia u n a p osición m ás de centro, y Bloch desde u n a p o stu ra de centro
izquierda, hacia otra m ás radical y de izquierda, se ha prod ucid o ese
punto in term ed io de encuen tro que ha sido el proyecto colectivo de los
p rim eros A n n ales entre 1929 y 1941. Pero con la guerra, viene la ru p tu ra
de la norm alid ad anterior y al m ism o tiem po la ag u d izació n de las p o si­
ciones d iversas, y entonces B loch y Febvre van a opon erse rad icalm en te
en sus evalu aciones de cóm o se debe reaccionar frente a esa g u erra y
frente a sus efectos, derivand o de esos divergentes d iag n ó stico s tam b ién
d istin tas solu ciones al problem a de la publicación o no de los A n n ales.
P u es u n a vez estallado el conflicto, vuelve a m a n ifesta rse esa d iver­
gencia estru ctu ra l de las dos líneas de evolución p ro fu n d a seg u id as por
n uestros dos h istoriad ores. Y m ientras B loch se en rola v o lu n tariam en te
en el ejército y se esfu erza por ser "ú til" a su patria en el propio frente,
asu m iend o que la situación ha cam biado rad icalm en te y concluyendo
que el ú n ico m odo de resistir al enem igo es com batirlo de frente, de
m anera teórica y luego p ráctica, trabajando en el ejército, luego pasand o a
la zo n a no ocu p ad a y finalm en te en rolándose en los M o v im ien to s U nidos
de la R esisten cia, Lucien Febvre se acoge en cam bio a su d erech o de no
ser llam ad o a las filas activas del frente, decidiendo p e rm a n ecer en París
aún bajo la ocu p ació n n azi y concibiendo la con tin u ación ten az y m an ­
tenida del co n ju n to de sus actividades "n o rm a les" - s u s cu rsos en el C ole­
gio de Francia, la escritu ra de sus libros y tam bién la p u blicación regu lar
de los A n n a le s - com o el ú nico m odo eficaz de resistir al enem igo, frente
al cual el co d irecto r m ás viejo de los A n n ales se n iega a acep tar o a
asu m ir del tod o las nuevas condiciones de opresión.
E n fren tan d o asi de dos m aneras com pletam ente d ivergentes una
m ism a situación, M arc B loch y Lucien Febvre dan tam b ién cu rso a la
clara d iferen cia que va a d ivid ir a m uchos de sus com p atriotas fran ceses
d urante esa m ism a seg u nd a guerra m undial, d iferen cia qu e coloca a
u nos en la p osición de negarse a aceptar la situación d irectam en te vivida,,
rebelán d o se contra los cam bios que im plica la o cu p acion alem an a, e
in tentand o m an ten er a toda costa su anterior 'n o rm alid ad ' - e n el con­
ven cim ien to de que se trata de u na situación sólo tem poral y no d efini­
tiv a -, m ien tras ubica a los otros en la posición de recon ocer que, después
de esta ocu pación y de esta guerra nada p erm an ecerá igual que antes,
y que la F ran cia y la E uropa que sald rán de esta exp erien cia rad ical
y trau m ática deben co m en zar a co n stru irse de in m ed iato, a través de
la oposición p ráctica y activa frente a esa ocu pación y esa guerra, y
m ed ian te el an álisis crítico y sin concesiones de las leccion es y de las
im plicaciones que d ich a exp erien cia conlleva. D os p o stu ras d iversas, que
nos dan de un lado u na concepción m ucho m ás anclada en la tradición
y en la h isto ria previa de Francia y de Europa, que m ira a la guerra sólo
com o un trágico p arén tesis efím ero de una situación de n orm alid ad y de
esen cial con tinu id ad , y que será la m antenid a por L ucien Febvre, m ien ­
tras del otro lado nos coloca frente a u na visión diferente, m ucho m ás
volcada h acia el fu tu ro in cierto de esa m ism a E uropa y del hexágono
francés, que se in terrog a resp ecto a la revolución p ro fu n d a cread a por esa
m ism a guerra, y resp ecto al m ejor m odo de hacerle frente de in m ed iato,
para ir prep arand o desde ahora a la 'nueva F ran cia' y a la nueva Europa
del m añ ana, v isió n m an ten id a claram ente por M arc B loch.
Lo que entonces nos aporta nuevos elem entos de com p ren sión de las
razo n es p rofu n d as que explican esa d iscrep an cia d ifícil, y no resuelta
sin graves co n secu en cias, que ha sido la ru p tu ra de la prim avera de 1941
entre M arc B loch y Lucien Febvre.
Pero tam bién, y en un plano m ás referido a la evolución in tern a m ism a
de la co rrien te de los A n nales, lo que esa co n fro n tació n de 1941 revela
es la co existen cia, dentro del proyecto colectivo de los años 1929-1941 de
dos claras lineas de filiación intelectual allí presentes, y en ca rn a d a s una
vez m ás p o r am bo s d irectores de A n n ales. Por un lado, u na tradición
in telectu al que desde M arc Bloch se conecta d irectam en te con la obra de
H enri P iren n e y u n poco m ás atrás con los trabajos de K arl L am precht,
tradición volcada al estu d io de la ram a de la h isto ria eco n óm ica y social,
que reivind ica com o central al m étodo com parativo y a las d im en sion es
in terp retativas del oficio de historiador y que m an tien e u na p ersp ectiva
m ás cosm op olita dentro de la investigación. D el otro lado, la trad ición
en carnad a por Lucien Febvre, cuyo an teced ente d irecto es H en ri Berr,
y que m ucho m ás concentrada en los tem as de la h isto ria cu ltu ral, de
ja h istoria de las ideas, de la h istoria religiosa o de la h isto ria de la
ciencia, va a estar m ás preocupad a por el diálogo de la h isto ria con
las otras ciencias sociales, y a p riv ileg iar tam bién el p arad igm a de
la "h isto ria-p ro blem a", centralizando m ás sus p ersp ectiv as d en tro del
hexágono francés, y dentro de las visiones m ás "fra n ce sa s" de los d istin ­
tos problem as.
D os filiaciones o tradiciones otra vez diferentes, que exp lican tam ­
bién la ex isten cia de dos m odelos de historia cu ltu ral - o com o se le
in tentará llam ar después, extrapolando abu sivam en te un térm in o que
L ucien F ebvre ha u tilizad o en ocasiones, aunque no exclu sivam ente, y al
que B lo ch ha criticad o duram ente, que es el térm in o de "h isto ria de las
m e n ta lid a d es"-, com p letam ente distintos, y desplegados el uno por M arc
Bloch en su libro Los Reyes Taumaturgos, y el seg u nd o por Lucien Febvre
sobre todo en su libro El problema de la incredulidad en el siglo xvi. La religión
de Rabelais. D os m od elos de h isto ria cu ltural, m al llam ad a "de las m en­
ta lid ad es" que serán, el de Bloch, m ás un estud io sociológico y globali-
zante de todos los estratos presentes que com ponen, en un p alim p sesto
de elem entos de m uy diversa duración tem poral y de m uy d istin to s orí­
genes, a las creen cias po p u lares y a los sentim ien tos colectiv os que se
co n d en san en cierto s ritos de las m on arqu ías inglesa y fran cesa de los
siglos xi-xvm, y el de Febvre, sobre todo u na rad iografía crítica de los
elem entos que co n fo rm an aí "u tillaje m ental" de los h om bres de la F ran ­
cia del siglo xvi. D os m odelos de h istoria cu ltural que, en contra de
las o p in io n es m ás am pliam ente d ifundidas, no serán ni recogid os, ni
prolongados, ni recu perad os por la tercera g en eración de los A n n ales,
en contrand o m ás b ien a sus verdaderos continu adores o h ered ero s, el de
F ebvre en ciertos trabajos de M ichel Foucault, y el de B lo ch en las obras
de C ario G in zbu rg.
D os trad iciones historiog ráficas divergentes, que se rev elan tam bién
en los m uy d iversos circu itos de relaciones acad ém icas, y en los m uy
diferentes esp acios de d ifu sió n de las obras de M arc B loch y de Lucien
Febvre. El prim ero, vincu lad o a la red de sociabilid ad in telectu al de los
historiad ores económ icos eu ropeos de aquellos tiem p os, lo que le daba
a B loch co rresp o n sales p erm an en tes en Inglaterra, N oru ega, A lem an ia,
Estados U nidos, E sp añ a e Italia, y que explica tam bién la sign ificativ a
d ifu sió n in tern acio n al de sus trabajos y su reputación en escala eu ropea
y un poco m ás allá, com o un gran m edievalista e h isto riad o r económ ico
francés de p rim er nivel. El segundo, en cam bio, m as v in cu lad o a u n a red
de sociabilid ad p arisin a y francesa, que le ha p erm itid o a Lucien F ebvre
p articip ar de m an era protagónica en u na cierta cantidad im p o rtan te de
em presas cu ltu rales fran cesas -c o m o la d irección de la E n ciclop ed ia, la
particip ación d entro del D irectorio del c n r s , la creació n de la vi Secció n
de la Ecole P ratique des H autes Études, o la rep resen tació n de F rancia
en la u n e s c o , entre o tra s-, a p artir de u na circu lació n m enos in tern a cio ­
nal de sus trabajos y de u n a reputación m ucho m as d ifu n d id a d en tro de
Francia, com o u no de lo s m ás im portan tes h istoriad ores fra n ceses de la
prim era m itad del siglo veinte.
L íneas de filiación h istoriográfíca sep arad as y h eterogén eas, que h an
lograd o sin em bargo co in cid ir en los años trein tas y cu ya sín tesis com ­
pleja ha co n stru id o esa riqueza excepcional y ese b rillo p a rticu la r que
caracteriza a esos p rim ero s A n n ales de 1929-1941. Sín tesis que no so b re­
v iv irá a la ru p tu ra de este últim o año, lo que no in v alid a el h echo de
que esas dos trad icio n es h abrán todavía de ju g ar u n cierto rol im p o r­
tante, tanto en la etapa de los A n n ales febvrianos de tran sició n com o en
el perio d o de los seg u n d o s A n n ales braudelianos.
D E L O S A N N A L E S D E T R A N S I C I Ó N ( 1 9 4 1 -1 9 5 6 ) A L O S
A N N A L E S B R A U D E L IA N O S (1 9 5 6 -1 9 6 8 ): C U L M IN A C IÓ N
D E U N A H E G E M O N ÍA H IS T O R IO G R A F IC A

D espués de la ru p tu ra profund a de M arc B loch y Lucien Febvre acon te­


cida en la prim avera de 1941, y que pone fin, d efin itivam en te, al tándem
de estos dos h istoriad ores que había construid o el proyecto fu n d ad or de
los p rim ero s A n n ales, va a in iciarse una larga etapa de transición dentro
de la h isto ria de la corriente, que cu brirá todo el period o de los años de
1941 hasta 1956, fech a de la m uerte de Lucien Febvre. U na etapa en la
cual la d irecció n real y efectiva de la revista recaerá exclu sivam en te en
Lucien Febvre -c o m o lo ha afirm ado el propio Fern an d B ra u d el-, quien
le im p o nd rá entonces a la m ism a su propio sello e im pron ta in telectu al.
Y se trata claram ente de unos "A nnales de tran sición ", y no de
unos seg u n d o s A n n ales, ju stam ente porque al o bserv arlos con m ás
d eten im iento se revela el hecho de que Lucien Febvre no ha con stru id o
para ellos un nuevo y d istinto proyecto intelectu al, que su perand o al
proyecto de los A n n ales del periodo 1929-1941, se hubiese m ostrad o com o
un proyecto diverso con u na identidad propia y alternativa a la de esos
prim eros A n n ales, y en co nsecu encia capaz de generar nuevas lín eas de
in vestigació n y nuevos resultad os h istoriográficos esp ecíficos.
Entonces, au nque después de 1945, el contexto in telectu al general y la
coy u ntu ra so cial global cam bian radicalm ente en Europa y en Francia,
el proyecto de los prim ero s A n nales, de M arc B loch y L ucien Febvre, se
"so b rev iv e" a sí m ism o tod avía durante qu ince años d esp u és de 1941>
siendo ahora im pulsad o sólo por Lucien Febvre y sin el aporte fu n d am en ­
tal de M arc B loch , dentro de cond iciones y contextos gen erales que no
son ya los m ism os que aquellos que le dieron n acim ien to y razón de ser
en la co y u n tu ra in telectu al anterior.
Si o bserv am os entonces las diversas entregas de estos A n n a les de los
años de 19414956, verem os que dentro de sus lín eas d om in an tes, no apa­
recen en absoluto nuevos aportes epistem ológicos, teóricos o m etod ológi­
cos resp ecto de aqu ellos que habían sido ya con qu istad os y explicitad os
durante los años treintas del d esarrollo de la revista. Pero en cam bio, y
com o u n a clara co n secu en cia de la d esaparición de M arc Bloch, asesinad o
por los nazis en 1944, estos "A nn ales de Lucien F eb v re" v erán atemiarse
claram en te aqu ellos elem entos que correspon d ían a la lín ea de filiación o
tradición in telectu al rep resentad a por el m ism o Bloch, y que im plicaban
una p resen cia fu erte de estud ios h istóricos de tipo com p aratista, muy
p reocu p ad os de reflexio n ar y p roblem atizar sobre la cu estión del tiem po
histórico y de sus im plicaciones, estud ios volcados hacia las áreas de la
historia económ ica, y tam bién de la h istoria eco n óm ico -so cial que ap u n ­
tan siem pre h acia la co n stru cció n de grandes m od elos y de explicaciones
generales de los d istin tos aspectos de u na estru ctu ra so cial. A l m ism o
tiem po, y ju n to a la d ism in u ció n de estos tem as y trazos de origen m ás
bloch ian o, van a acentuarse lógicam ente, los p erfiles d erivados de esa
d irección exclu siva de Febvre, haciendo de esos A n n a les de los años de
1941-1956, u nos A n n a les m ucho m ás orientados dentro de la p ersp ectiva
de la historia problem a, que se abocan m ás al tratam ien to de tem as de
historia cu ltu ral y de las m entalid ad es, y que se in terrog an co n stan te­
m ente acerca del d iálogo entre la h istoria y las cien cias so ciales com o
fu n d am en to de la bú squ ed a de u na h istoria global. Unos A n n a les que
entonces m an tien en , aunque dism inuido, el m ism o proyecto gen eral de
sus años anteriores, au nque ahora dentro de un contexto que sin em bargo
es rad icalm en te d istin to al del period o entre las dos g u erras m u ndiales.
Pero al m ism o tiem po, si hablam os de unos A n n a les de tran sició n es
tam bién porqu e ju n to a estas líneas d om inantes, establecid as por L ucien
Febvre, van a d esp leg arse igu alm ente ciertas líneas su bord in ad as, que
asociad as en lo fu n d am en tal a los trabajos y a la obra de Fern an d Brau­
del, van a p erfilar poco a poco a la etapa de los seg u n d o s A n n a les o
A n n ales brau d elian os que ten d rán vida entre 1956 y 1968. P u es es todavía
dentro de esos A n n ales de tran sición de Lucien Febvre, que Fernand
Braudel co m en zará a p u blicar sus p rim eros artícu lo s de tem as de h isto ­
ria económ ica y de h isto ria social, a la vez que pu blica en 1949 su gran
obra sobre El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe n
y co m ien za a in tro d u cir dentro del círcu lo a n n alista las problem áticas
de la h isto ria de las civilizaciones, del vín cu lo entre la h isto ria por un
lado y la econ om ía, la geografía y la sociología por el otro, así com o sus
reflexiones esp ecíficas acerca de los diferentes tiem p os y de la p ersp ec­
tiva de la larga d uración histórica.
Junto a estos pro ceso s de orden m ás in telectu al, los A n n ales de Febvre
son tam bién de tran sició n en la m edid a en que van a v iv ir el tránsito
desde u n a co nd ición de clara m argin alid ad acad ém ica e in stitu cio n al,
que habían m an ten id o durante toda su p rim era etapa de 1929-1941, hacia
una situ ació n de in icial conqu ista de esp acios in stitu cio n ales y de posi­
ciones acad ém icas im portantes, que se exp resará tanto en la fu n d ación
desde 1947, de la vi secció n de la École Pratique des H autes É tu d es com o
en las varias com isiones otorgadas a Lucien Febvre com o delegad o de
Francia en la u n e s c o , m iem bro del d irectorio del c n r s de Francia, p resi­
dente del C om ité de H isto ria de la Segu n d a G uerra M und ial o m iem bro
de la A cad em ia de C ien cias M orales y Políticas, entre otros.
A n n ales de tran sició n que, com o en tod a tran sició n , serán en tonces
una m ezcla o com bin ació n evidente de rasgos, trazos y elem en tos del
viejo proyecto que les precede, y que se m anten d rá com o lín ea d om i­
nante au nque d ism in u id a en p arte de sus com p on en tes o rig in ales, con
los g érm en es o expresiones, todavía incip ientes y su bord in ad os, pero p re­
sentes y actuan tes, del proyecto por venir, del en ton ces fu tu ro proyecto
de lo que serán m ás adelante los A n n ales de la d irección de Fernand
Braudel.

* * *

Los seg u n d o s A n n ales, tam bién conocidos com o A n n ales b rau d elian os,
tienen sus an teced en tes y sus prim eras raíces com o hem os dicho, dentro
del p eriodo de los A n n ales de Lucien Febvre. Pero sólo van a afirm a rse y
d esp legarse realm ente después de la m uerte de este últim o, en sep tiem ­
bre de 1956, cu ando Fernand Braudel asu m a com p letam en te la d irecció n
de la revista. Y au nque durante una p rim era etapa, tam bién R o b ert M an-
drou ten d rá u n rol im p o rtan te dentro de la cond u cción y co n stru cció n
de la rev ista -r o l qu e cesará abru ptam ente luego de la d isp u ta p ro fu n d a
entre Braudel y M an d rou, en 1962-, será sin duda la figura y so b re todo
la obra de Fernan d B raudel, la que va a d efinir los perfiles esp ecífico s y
m ás esen ciales de ese nuevo proyecto intelectu al que va a a n im a r a la
corriente en tre 1956 y 1968.
Perfiles esp ecífico s de este segu ndo proyecto a n n a lista que se en cu en ­
tran m ag istralm en te resum id os, y m uy claram en te d elim itad o s en el
célebre artícu lo publicad o en el últim o núm ero de A n n a les de 1958,
redactado por el m ism o Braudel y titu lad o "H isto ria y cien cias sociales.
La larga d u ración". U n artícu lo que visto desde la p ersp ectiv a de la
h isto ria global de la corriente de los A n n ales tien e un claro carácter
programático, que in tenta d efinir el p articu lar tipo de h isto ria que será
prom ovido y d esplegado por estos m ism os A n n a les b rau d elian os. Y del
m ism o m odo en que podem os considerar a la b rillan te au nque in co n ­
clusa Apologie ponr l'Histoire de M arc Bloch, com o la sín tesis m etod ológica
o con densad o ep istem ológico del proyecto de los "p rim eros A n n ales", y a
los célebres Combats ponr l'Histoire de Lucien Febvre com o el resu m en tam ­
bién m etod ológico del tipo de h istoria desplegado durante los A n n ales
de tran sició n ya referidos, así tam bién p od em os con sid erar al ensayo
sobre la Marga d u ración' de Fernand Braudel com o el verdad ero texto-
m anifiesto p rin cip al del proyecto intelectu al de esos seg u n d o s A n n ales.
Porque si releem os con cuidado este ensayo de 1958, que con ju sticia
es el m ás d ifu n d id o y el m ás célebre de todos los que h an salid o de la
plum a de Fern and Braudel, encontrarem os que en el m ism o se explícita
la p ersp ectiva global que ha servido de hilo cond u ctor para la elabo­
ración y co n stru cció n progresiva de esos A n n ales del p eriod o 1956-1968,
la p ersp ectiva de la larga duración histórica. A l m ism o tiempo,, es en ese
m ism o texto que se tom a p osición frente a las corrien tes de p en sam ien to
entonces m ás en boga, las corrientes tanto del m arx ism o m ed iterrán eo
francés com o del estru ctu ralism o , y que se d elim itan los tem as, cam p os o
áreas de investigación que serán los m ás frecuentad os d urante esta etapa
de la co n stru cció n b rau d elian a de los A nnales.
Así, la línea del argum ento central, anunciad a en el m ism o título del
ensayo, es la de la explicitación de la teoría b rau d elian a de las d iferentes
tem poralid ad es histó rico sociales y en p articu lar de las realid ad es de la
larga d u ración h istórica. Una teoría que para fu n d am en tarse va a com en­
zar por criticar y d esco n stru ír rad icalm ente la noción m o d ern o -b u rg u esa
de la tem poralid ad , que adoptando sin crítica al concepto n ew ton ian o del
tiem p o físico, afirm a que existe un sólo tiem po, hom ogéneo, v acío y com ­
puesto de fragm en to s idénticos entre sí, y que avanza de m an era in d e­
pen d ien te e irreversible frente a los hechos y procesos h um anos, a los que
inclu so regu la, controla y subordina. Frente a ella, la teoría b rau d elian a
va a afirm ar que existen m últiples tiem pos, tiem p os que no son los del
reloj o los del calend ario, sino que son tem poralid ad es histórico-sociales,
tan m últiples, d iversas y heterogéneas com o las realid ad es históricas
mismas,, y en co n secu en cia tiem pos variables, m ás o m enos den sos y
m ás o m enos d isím iles, que al h allarse d irectam en te v in cu lad o s a esos
acon tecim ien tos, fenóm enos y procesos so ciales-h u m an o s v a n a ex p re­
sarse com o las m u chas duraciones h istóricas a in vestigar por parte de los
historiadores.
T iem pos o duraciones d iferenciad os que Braudel va a resu m ir en su
triple tip olog ía del nivel de los acontecim ientos o h echos del tiem po
corto, el nivel de las coyunturas o fenóm enos del tiem po m edio y el
plano de las estru ctu ras o de los procesos propios del tiem p o largo. Una
descom posición trip artita de las d uraciones que hace posible d iscrim i­
nar, y luego clasificar en d istintos órdenes, a los diversos h ech os h istó ri­
cos, u bicand o in icialm en te a aquellos hechos in m ed iatos, n erv io so s e
in stan táneos, que durando u nas pocas horas, días o sem an as se han
constituido siem pre en la m ateria prim a favorita de los h istoriad ores
tradicionales en general y de los h istoriad ores positivistas en particu lar.
H echos de m uy co rta vida, tales com o la devaluación bru sca de una
m oneda, la m uerte de un jefe de estado, la irru p ció n de un terrem oto
que d estru y e a u n a ciudad, o el d esen cad en am ien to de u na g u erra que
sirve para g astar y enterrar cientos de m isiles en el d esierto y que son
hechos que tien en a veces un im pacto esp ectacu lar y que atraen de u na
m anera d esm esu rad a tod as las m iradas de quienes los p ro tag o n izan o
p resencian, estand o en general cortados a la m edida del trabajo de los
period istas y de los pu ntos de vista de los políticos del día al día. H echos
de m uy corta d uración que se d istin g u en claram en te de los fenóm enos
de co y u n tu ra, de esos d atos repetid os y reiterados d urante años, lustros
y hasta décadas, que han sido los datos m ás estud iad os por los h isto ria­
dores económ icos, so ciales o cu ltu rales de la ú ltim a cen tu ria. H ech os de
la co y u n tu ra com o un m ovim iento cu ltural o literario de u na generación,
com o u na ram a d epresiva o ascendente del ciclo Kondratiev, o com o los
efectos d iversos de un m ovim ien to político o so cial con testatario, que
en m arcan a los acon tecim ien tos del tiem po o de la duración cortas, a la
vez que se p ro y ectan a la m edid a de la tem poralidad co rresp o n d ien te a
las p ropias vid as de los hom bres.
F inalm ente, y por debajo de este tiem po m edio de las co y u n tu ra s cu l­
turales, so ciales, económ icas o políticas, están las estru ctu ras de la larga
duración histórica, que correspond en a los procesos secu la res y a veces
h asta m ilen ario s de las realidad es m ás duraderas, m ás elem en tales y m ás
p rofund as de esa m ism a vida histórica de las socied ad es. R ealid ad es de
largo aliento com o los rasgos y perfiles de u na civ ilizació n , los hábitos
alim en ticios de un g ru p o .d e hom bres, los sistem as de co n stru cció n y
de vigen cia de las jerarq u ías sociales o las actitud es m entales frente al
trabajo, la m uerte, la vida o la n atu raleza, que serán entonces algu nos
de los tem as esp ecialm en te im pulsad os, para su exam en e investigación,
dentro de esos seg u nd o s A n n ales de los "años B rau d el" de la corriente.
Ya que com o ha d icho el m ism o Braudel, cuando él tom ó "la d irec­
ción de los A n n ales, fijó la línea seg ú n la larga duración", lo que explica
el hecho de que en 1961 y 1962 se haya im pulsad o u na v asta encuesta
internacional, dentro de las p ág in as de la revista, en torno a los tem as de
la "v id a m aterial" O tam bién los m últiples artícu lo s sobre el tem a de las
civ ilizacio n es y su h isto ria, que se m ultiplican y p rosp eran d urante estos
m ism os años. E ig u alm en te los ensayos sobre la id ea de cru zad a a través
de varios siglos, sobre la h istoria serial de los precios en tre 1450 y 1750,
sobre los fu n d am en to s g eográficos del individuo biológico, o sobre otros
tem as ig u alm en te centrados en estas estru ctu ras p ro fu n d as de la larga
duración. Y ello, por no m encion ar el propio debate m etod ológico, tam ­
bién escenificad o en los A n n ales, en torno al artícu lo m ism o ya referido
de "H isto ria y cien cias sociales. La larga duración".
P ersp ectiva de la larga duración h istórica que al m ism o tiem po que
constituye el aporte esencial, y la o rigin alid ad m ayor de estos A n n ales
brau d elian os en el plano de la m etodología h istórica, es tam b ién el
paradigm a que va a p erm itir la clara profundización y radicalización del
conjunto de los p arad igm as heredados de los p rim eros A n n ales, profu n -
d ización que m an ten ien d o u na continuidad esencial entre los p rim ero s y
los seg u nd o s A n n ales, va a in stau rar sim u ltán eam en te a estos ú ltim os
com o la etapa de superación y a la vez cu lm in ació n de los prim eros.
A u nqu e se trata de u na "su p eración " en el sentid o h eg eliano, de una
aufhebung, que al m ism o tiem po que niega, co n serv a a esos parad igm as
de los A n n ales fund adores, refu n cion alizán d olos dentro de u n a nueva
estru ctu ra y red im en sio n án d o los desde ese nuevo referen te de la propia
larga duración.
Porque dado que la larga duración se plantea entre sus o b jetiv o s p rin ­
cipales, el de d elim itar y aprehender a esas a rqu itectu ras o realidad es
lentas en co n stitu irse, que se repiten y reiteran en la h istoria, y que sólo
se d esg astan y d esestru ctu ran tam bién m uy lentam ente, nos p roporciona
con ello u n a entrad a privilegiad a al ejercicio sistem ático del m étodo
com parativo, al que perm ite extenderse dentro de period os m ucho m ás
prolongad os de tiem po, y dentro de un universo m ucho m ayor de "fen ó ­
m en o s" o "c a so s" su scep tibles de ser ju stam en te "com p arad os". Y dado
que la com p aración arroja com o uno de sus resultad os esen ciales el de la
d iscrim in ació n de los elem entos generales o u niversales, frente a aquellos
particu lares o ind ivid u ales, es claro que dicha d iscrim in a ció n se hace
más evidente y hasta necesaria cuando, desde esas estru ctu ras de esa
larga d u ració n histórica acced em os ya a uno de los v arios eslab o n es de
esta cadena, al u niverso de ciertos elem entos generales, reiterados y per­
sistentes que se exp resan en esos procesos cíclicos, rep etid o s y que rea­
parecen co n stan tem en te com o elem entos reales de d eterm in ació n de los
procesos históricos hum anos, a lo largo de itin erarios siem pre tra n secu -
lares. C on lo cu al la larga duración dilata enorm em en te los territorios y
puntos de apoyo del com paratism o histórico, otorgánd ole ad em ás a este
últim o otra entrada posible hacia uno de los elem entos cuya apreh en sión
constituye su objetivo general.
Por otro lado, y al concentrar toda su atención en este d escubrim ien to,
registro y luego explicación de esos elem entos m ás durables, profun d os
y d eterm in an tes de la h istoria larga de las socied ad es h u m anas, los
A n n ales b rau d elian o s van a d esem bocar en la reivin d icació n de un nuevo
e inédito d eterm in ism o histórico: justam ente, el d eterm in ism o de las
estru ctu ras de la larga duración histórica. Pero puesto que, com o b ien lo
ha rem arcad o B raudel, la larga duración se encu en tra presen te lo m ism o
en la g eo g rafía que en la cultura, e igu alm ente en la política o la econ om ía
que en la socied ad , entonces ese d eterm in ism o de la larga d uración
va a co n d u cir n atu ralm en te a esos segu nd os A n n ales h acia un rep lan ­
team ien to rad ical de la h isto ria global. Y entonces, la h isto ria globali-
zante no lo será ya solam ente por el hecho de in ten tar ab arcar tod as las
d istin tas realid ad es o niveles de la totalidad social, sino tam bién por el
hecho de afirm ar, com o postu lad o epistem ológico central, el de la pro­
funda y originaria unidad fundamental de lo social. Para Fern an d Braudel y
los A n n ales brau d elian os lo so cial es, en el punto de p artid a, u na unidad,
a la que las d istin tas ciencias o d iscip lin as sociales "m ira n " u "o b serv a n "
desde d istin to s em p lazam ien tos o plataform as esp ecíficas. Y entonces,
la exigen cia de resitu ar todo problem a dentro de las resp ectiv as to tali­
dades que lo en m arcan , y resp ecto de la totalidad global en que se in serta
va a convertirse, en estos A n n ales de los años 1956-1968, en la m ás radi­
cal n ecesid ad de d esco n stru ír y su perar al "ep istem e" d iscip lin a r a ctu a l­
m ente vigente de aproxim ación hacia lo social, para su stitu irlo por otro
nuevo epistem e, esen cialm en te "u n id iscip lin a r" y g lo b alizan te de acer­
cam iento a esa m ism a realidad.
H istoria que gracias a los servicios de la larga duración, extiend e los
d om in ios y los m od os de acceso a la com paración, rad icalizan d o y hasta
su b v irtien d o el carácter g lobalizan te de sus p erspectivas, y que ig u al­
m ente va a p ro fu n d izar hasta el final a los po stu lad o s de la historia
problem a de los prim ero s A nn ales. Pues a tono con este abord aje de las
realidad es del tiem po largo, van a co n stru irse en cuestas, cu estio n ario s
y problem as que d efin itivam ente serían im posibles de abord ar por parte
de la historia po sitivista o tradicional. Pues si com o ha dicho Braudel,
es im posible d ecir que el m ar M ed iterráneo "n ació el día tal o ta l" o
narrar resp ecto de sus cam bios o m an ifestacion es esen ciales "la s cosas
tal y com o h an aco n tecid o " entonces es claro que desde la larga d u ra­
ción y desde los problemas específicos que a ella correspon d en , se ha
vuelto im p rescin d ible irrem ed iablem en te la u rgen cia de co n stru ir y de
exp licitar los cu estio n ario s de estas nuevas investigaciones, delin ean do
las encuestas que nos p erm itan aprehender a la civ ilizació n m aterial, a
las irrad iaciones civ ilizato rias del m ar M editerráneo, a las estru ctu ras
p rofu nd as de la econ om ía de m ercado o del cap italism o, o a las co n d icio ­
nantes geo h istó ricas de las d istin tas civ ilizacion es del m u ndo actual. Y si
no hay in dagación p osible de los procesos de la larga d uración histórica,
m ás que d esde los presupuestos de la historia problem a, en ton ces esta
ú ltim a se su b su m e e incorp ora com o precond ición fu n d am en tal de la
prim era.
Finalm ente, si esta p ersp ectiv a de la larga duración ha revolucionado
pro fu n d am en te la agenda de los tem as de la in vestigación histórica,
abriend o todo el vasto territorio de problem as antes m encion ad os, tam ­
bién ha renovad o con ello la conciencia del carácter abierto y todavía en
proyecto de co n stru cció n de esa m ism a ciencia h istórica. Pues dado que
es, otra vez, im posible h acer una historia em pírica, factual, o "év én em en -
tielle" de las estru ctu ras de larga duración, y es tam b ién em p resa vana el
tratar de erig ir a esa larga duración en u na nueva "filo so fía " m etafísica
de la h istoria, en ton ces vuelve a acen tu arse de m odo acu cioso el carácter
nuevo, inicial, p rim ario o sólo in fan til del m od ern o proyecto de u na cien ­
cia de la h istoria, la que de nueva cuenta, y bajo el im p u lso d irecto de esta
larga duración, ha vuelto a m udar de piel para ren ovar su s técn icas, sus
p ro ced im ien to s de análisis, sus horizontes generales y hasta p arte de sus
conceptos, teorías y m odelos principales.
R ed im en sion an d o así desde la perspectiva de la larga d uración y en
todas estas v ertien tes a los paradigm as característico s de los prim ero s
A n n ales, los A n n ales brau d elianos van a superar, en sentid o hegeliano, a
sus p red ecesores, desplegando un nuevo proyecto in telectu al que aunque
diverso y o rig in al frente a los A n n ales de 1929-1941, se in scrib e sin
em bargo resp ecto de este últim o en una clara lín ea de con tin u id ad p ro ­
funda y esen cial.
Si volvem os de nuevo al texto de "H isto ria y cien cias sociales. La larga
duración"' de 1958, verem os que adem ás de exp licitar esta teoría de los
d iferen tes tiem p os y esta persp ectiva m etodológica de la larga d uración
-q u e h an servid o de criterio rector para la definición de la p olítica ed ito­
rial y del entero proyecto de estos A n nales b rau d elia n o s-, tam bién refleja
de m anera clara, a través de los m últiples ejem plos que u tiliza, a la esp e­
cial co y u n tu ra general que va a ser el m arco de esos m ism os seg u nd os
A n n ales. P u es com o ya hem os m encionad o antes, estos A n n ales de los
años 1956-1968 son hijos de esa coyun tura exp an siv a del ciclo K on d ratiev
que se d esp liega desde el fin de la seg u n d a guerra y h asta la g ran crisis
económ ica in tern acio n al de 1972-1973, y que en Francia ha sido calificad a
com o el perio d o de los "trein ta años g lo rio so s"
Una co y u n tu ra m arcad a por un crecim iento econ óm ico sosten id o, que
va a acelerar enorm em en te la in d u strializació n tanto de F ran cia com o
de tod a E uropa, haciend o rem ontar a las cifras absolutas de la población
u rbana por en cim a de las de la población ru ral, y d esen cad en an d o un
p roceso de m ejo ram ien to del nivel de vida de las clases pop u lares y
una clara m ovilid ad so cial ascendente de todos los estratos y grupos
sociales de las d iferentes naciones de Europa occid ental. Un period o
entonces de claro auge económ ico, que d isp ara h acia arriba los ín d ices de
u rban izació n , in d u strializació n y m o d ern ización de la "p eq u eñ a E u rop a"
y que va a ex p resarse tam bién en un fortalecim ien to im p o rtan te del
m ovim iento obrero y en la consolid ación de socied ad es cu yas estru ctu ­
ras y fu n d am en to s generales parecen gozar de u na clara e in cu estion ab le
estabilid ad y legitim id ad .
E ntonces y a tono con estos trazos generales de esa co y u n tu ra
económ ica y so cial expansivas, que ponen en el cen tro de la reflexión
a las d im en sio n es económ icas y eco n óm ico -so ciales de las socied ad es
eu rop eas m od ernas, es que van a legitim arse, dentro de la h isto rio g rafía
eu ropea y tam bién francesa, los d istin tos estud ios in scrito s d en tro de la
ram a de la h isto ria económ ica, pero tam bién las in vestigacio n es de la
recién cread a h isto ria dem ográfica y ciertas áreas esp ecíficas de la h isto ­
ria social. Y todas ellas, en una orientación que apoyada en los pro g reso s
de la estad ística y de la cuantificación, va a derivarlas prim ero hacia la
h isto ria cuantitativa y en un segundo m om ento inclu so hacia la propia
h isto ria serial.
A lgo que será evid ente dentro de esos A n n ales d irigid os por Fern an d
Braudel, A n n ales qu e no sólo lan zarán la in iciativa y m u ltip licarán las
investigaciones sobre, por ejem plo, la historia de los p recios en todos los
p aíses de E uropa entre los siglos xv y xix, sino que tam bién fom en tarán
y se harán eco d irecto de esos d istin tos estud ios cu an titativ o s y seriales
sobre el papel de la m oneda en la econom ía eu ropea m od ern a, sobre las
raciones y los m od os de alim en tación de las flotas de esa E u rop a a la
conqu ista del m undo, o sobre la estratificación diversa de los d istin tos
"ó rd en es" en las socied ad es del antigu o régim en, entre tantos otros de
los tem as enton ces abordados.
Sirvien d o en ton ces sim ultáneam ente, de foro para esas nuevas in v es­
tigaciones h istó rico -eco n ó m icas de los historiad ores de toda Europa, y
de polo de con cen tración de una p arte im p ortan te de todas las in icia­
tivas d esplegadas en estos cam pos de la h istoria so cial, dem ográfica,
económ ica, cu an titativa y serial, los A n n ales b rau d elian os v a n a in ser­
tarse muy activam en te en el conjunto de los grandes debates in telectu ales
que en esa ép oca agitan a la m ayoría de los cu ltivad ores de Clío, y que
se refieren tan to a la transición de las socied ad es feu dales hacia las
socied ad es m o d ern as capitalistas, com o a las m últiples cu rv as evoluti-S:
vas de estas ú ltim as, referid as igu alm ente a los m ov im ien tos e in su rrec- ;
ciones cam p esin as de las sociedad p rein d u strial, que a las m u taciones :
de la nobleza y luego de la bu rgu esía de los ú ltim os cin co siglos, pero
tam bién a los orígen es y significado de la revolución in d u strial y a la
caracterizació n global de la entera h istoria de las socied ad es cap italistas
contem poráneas.
Porque a tono con esta expansión económ ica fu erte que entonces v an
a v iv ir to d as las eco n om ías eu ropeas occidentales, y ju n to a ella a la
co n com itan te p o p u larizació n y consolid ación de una renovad a h isto rio ­
g rafía económ ica y so cial, es que los A n n ales brau d elian os co m en zarán
a in crem en tar su p resencia in stitucion al dentro de los m ed ios acad ém i­
cos del hexágono e in clu so dentro de la m ism a Europa, co n v irtien d o a
la vi Sección de la École Pratique des H autes É tu d es en la in stitu ció n de
v an g u ard ia dentro de la investigación y la docencia en cien cias so ciales
dentro de Francia, y ech an d o a andar la origin al y tam b ién m uy av an zad a
Maison des Sciences de l'Homme, que se convertirá ráp id am en te en un ver-
dadero lu gar de recep ción y punto de concentración de la m ás avanzad a
in telectu alid ad crítica de E uropa y del O ccidente de aqu ellos tiem pos.
Al m ism o tiem po, y respaldados por esta cada vez m ás im p o rtan te
estru ctu ra de apoyo in stitu cio n al, esos A n n ales d irigid os desde la óptica
de la larga d uración histórica, van a in sertarse tam bién d en tro de las
grandes lín eas de las m utaciones in telectu ales que entonces va a vivir el
paisaje cu ltu ral del hexágono, y que se con centran en torno a la doble
d ifusión, m asiva e invasora dentro de las ciencias so ciales francesas,
p rim ero de un m arxism o de m atriz cultural claram en te m editerrán ea, y
luego de la fu erte im plantación del estru ctu ralism o.
Y si volvem os nuevam ente al texto pro g ram ático -m etod o lóg ico de
Fernand Brau del de 1958, verem os que en él se encuentra tam bién una
clara tom a de posesión frente a estas dos grandes ten d en cias in telectu ales
que en los años cincu en tas y sesentas han reh ech o com p letam en te el
clim a in telectu al francés. En prim er lugar, Braudel va a d efin irse frente
a M a rx y a los m arx istas, en térm inos de una postura de abierta co lab o ­
ración estratég ica y de clara alian za intelectu al. Y ello, no sólo porque
com p arte con esos m arx istas el m ism o cam po problem ático de la h is­
toria eco n óm ica y social, sino tam bién porque ha d escu b ierto fren te a
la obra de M arx u na profund a afinidad de persp ectiv as m etod ológicas
y ep istem ológ icas fu nd am entales. Porque es ju stam en te en este ensayo
sobre "H isto ria y cien cias sociales. La larga duración", en donde Braudel
va a d eclarar en fáticam en te que "el genio de M arx, el secreto de su p ro ­
longado poder, se debe a que él fué el prim ero en fabricar verdad eros
m od elos sociales, a p artir de la larga duración histórica".
En co n secu en cia, y ju sto en torno de esta p ersp ectiv a de la larga d ura­
ción, es que Braudel va a encontrar un terreno posible y propicio de
d iálogo en tre los m arx istas y sus colaboradores y d iscíp u lo s m ás in m e­
diatos. Y así, en contrán d ose am bos en todos los co n g reso s de h istoria
econ óm ica de aquellos tiem pos, y com p artiend o sus resp ectiv os resu l­
tados de in vestigació n sobre los tem as de los orígenes del cap italism o
o los cam bios históricos de la bu rgu esía, pero tam bién sobre la h istoria
serial de los precios eu ropeos y sobre la d in ám ica en tre las d istin tas
civ ilizacio n es, es que se ha establecido esa relación de diálogo abierto y
fraterno, y luego de m u tu a colaboración y apoyo, en tre ese círcu lo de los
colaboradores y co n stru cto res centrales de los A n n ales brau d elian os y los
d istin tos m a rx ista s de E uropa y del occidente. Y si los prim ero s A n n ales
de B loch y F ebv re fueron un foro abierto en donde p u d ieron escrib ir y
participar, a veces inclu so m uy p a ta g ó n ica m en te, autores so cia lista s y
com u nistas com o G eorges Lefebvre, Franz Borkenau, Lucie Varga, E rn est
Labrousse, H en ri M ougin, Pierre V ilar o M aurice H albaw chs, los A n n ales
brau d elian os v an a rad icalizar tam bién esta posición, entabland o rela­
ciones estrech as y sistem áticas con los m arxistas de la rev ista inglesa
Past and Present, con los historiadores com u n istas polacos del g rupo de
W itold K ula, con los h istoriad ores soviéticos y h ú n g aro s de clara filiación
so cialista, con los h istoriad ores italianos, españoles o p o rtu g u eses de
izquierd a, ig u al que con los historiad ores m arxistas v enid os de C anad á,
E stad os U nidos o A m érica Latina.
Y au nque es absolu tam ente claro que Fernand Braudel no ha sid
nunca m arxista, com o no lo han sido tam p oco esos A n n a les brau d e­
lianos, eso no h a im p ed id o que el autor de El Mediterráneo y el mundo
mediterráneo en la época de Felipe n declare m últiples veces que adm ira
a M arx, no sólo porqu e éste poseía ya la "p ercep ción de la larga d ura­
ción h istó rica" sino tam bién porque tiene un "agud o sen tid o histórico",
porque es cap az "d e ad optar las p erspectivas de la h isto ria g lo b al" y
porque su em presa se in scrib e tam bién en el cam in o de un in ten to de edi­
ficar "u n a verdadera cien cia o proyecto científico de la h istoria". Y enton­
ces, n ad a de extraño tiene este hecho de que los A n n a les brau d elian os
hayan colaborad o y hasta hecho "fren te com ú n" con los m a rx ista s del
occidente, de Europa y de Francia, abriéndoles sus p á g in a s, in vitán d olos
a sus co n g reso s y a sus in stitu cio n es académ icas, y d ebatiendo con ellos
sobre sus m ism os tem as y resultados de in vestigación. E ig u alm ente, el
hecho de que F ernand Braudel va a reclutar a los h istoriad ores a quienes:
h ered ará la d irecció n de la rev ista - y tam bién varios de los pu estos de
p od er acad ém ico o de im p o rtan cia in telectu al que él había o cu p a d o -,
d entro de esos m ed ios com u nistas y de izq u ierd a del propio hexágono
francés.
D efin ién d o se entonces, frente a ese m arxism o que se d ifu n d e
am p liam ente en toda la cu ltu ra de las ciencias so ciales en Fran cia después
de 1956, en térm in os de u n a apertu ra am istosa y de una cierta alian za
in telectu al, los A n n ales de la larga duración van en cam bio a oponerse
frontal y rad icalm en te a la seg u n d a gran tend encia in telectu al, que tam ­
bién en los años cin cu en tas y sesen tas va a in vad ir al co n ju n to de las
d iscip lin as so ciales del hexágono, a través de las su cesivas "o la s" de
em ergen cia y luego d esp liegu e del estructuralismo francés. Y esto, por el
sim ple y elem ental hecho de que este estru ctu ralism o ha sido en general,
y aún en su s rep resen tan tes m ás brillantes, pro fu n d am en te ahistórico,
cuando no abierta y d eclaradam ente antihistórico.
Porque u no de los postu lad os básico s de ese estru ctu ralism o es ju sta ­
m ente el de prom over el m ás detallado an álisis p osible de los elem entos
y de las relaciones de la "estru ctu ra" que se in vestiga, a n á lisis que en
general sólo se h ace posible si "con g elam o s" el m ovim ien to y evolución
de esa estru ctu ra, sacriñcand o entonces la d iacron ía a la sin cro n ía. En
consecu encia, el "co rte" presupuesto, que d iseca y luego d iseccio n a a
esa estru ctu ra, para m ejor captar los víncu los entre su s d istin ta s partes
constitutivas, cond u ce casi siem pre a la evacuación de los elem entos
g enéticos o form ativos de esa m ism a estru ctu ra, lo que no pudo ser sal­
vado ni siquiera por p arte de un fallido "estru ctu ra lism o g en ético " que
fué prom ovid o en respuesta a esa crítica recu rren te del a h isto ricism o o
an tih isto ricism o congénito al enfoqu e estru ctu ralista.
Así, y de m an era casi espontánea, tanto Lucien Febvre com o Fernand
Braudel van a oponerse enérgicam ente a esas "olas e stru ctu ra lista s"
tratando de reiv in d icar el carácter n ecesariam en te histórico - y por tanto
genético ev o lu tiv o - de todos los fenóm enos sociales, y en co n secu en cia
esas d im en sio n es esen cialm en te históricas n ecesariam en te o lvid adas por
ese nuevo en foqu e estru ctu ral.
Lo que sin em bargo, no va a im pedir a Braudel, ni a sus A n n ales braude-
lianos el u tilizar, y abundantem ente, el térm in o m ism o de "estru ctu ra".
Pero se trata ju stam en te de un uso o co nn otación "an tiestru ctu ra lista ", si
es p osible plantearlo así, de la propia noción o con cepto de estru ctu ra.
Pues sigu ien d o u na estrategia in telectu al a la vez su til e in teligen te, lo
que Braudel va a hacer es ju stam en te historizar el con cepto de estru ctu ra,
recu p erán d olo desde la h istoria y u tilizánd olo para co n n o tar p recisa­
m ente a esas realid ad es, arqu itectu ras o fenóm enos de larga d uración
que ahora serán tam bién rebautizad os com o "e stru ctu ra s de la larga
duración h istó rica" Pero se trata, com o es evidente, de un " u s o " del
térm ino absolu tam ente diverso al u so que los estru ctu ra lista s hacen del
m ism o.
O p o n ién d o se entonces m uy explícitam ente al estru ctu ra lism o en
general - lo que no ha im pedido, paradójicam ente, que lectores poco aten­
tos de su obra lo califiquen de ¡historiador estructuralistal-, Braudel va
a co n fro n tarse m ás d irectam en te con la an trop ología estru ctu ra l de su
gran am igo C lau de L evi-Strau ss. Lo que u na vez m ás es evid en te en el
texto -m an ifiesto de 1958, Pues siguiendo otra vez la m ism a estrateg ia
"A sí pues, n o so tro s aceptam os el p en sam ien to m arxista
entre otros, N o lo hem os usado com o credo ni com o m arco
de referencia, pero tam poco lo hem os apartado de n osotros.
M ás de lo que u stedes piensan, en un país com o el nuestro
y tal vez en todos los países del m undo occid en tal, el
p en sam ien to de M arx h a pen etrado en profu n d id ad . No
existe n in g ú n intelectu al, en Estados U nidos com o en F ra n ­
cia, en Italia com o en A lem an ia, en In g laterra com o en
España, que no esté im buido por el vo cab u lario de M arx y,
com o las p alabras no lleg an nunca solas, por el p en sam ien to
de M arx. No es pues sorprend ente que nos h ayam os en ten ­
d id o bien con alg u no s m arxistas polacos, y tod avía m ejor
con los m arx istas italianos, aprendiendo m ucho de u n o s y
otros. N in g u n a barrera nos ha separado de los m a rx ista s
franceses".

F e rn a n d B r a u d e l

"En guise de conclusión" en Review, vol. i, núm. 3/4, 1978


sutil ya señalad a, lo que Braudel y sus A n n ales b rau d elian os van a hacer
frente a esta an trop ología levistrau ssian a estru ctu ralista, será ju stam en te
"ap o d erarse" de sus m ism os tem as y objetos de in vestigación , pero para
exam in arlo s y luego explicarlos desde u na p ersp ectiv a rad icalm en te
histórica, d esde u na óptica que al historizarlos, les d evu elva esa d im en sió n
esencial pero au sente dentro de los estud ios de la an trop ología francesa
de aquellos tiem p os. Una estrategia que se ejem plifica m ag istralm en te en
las investigacion es y en los resultados brau d elianos sob re el tem a de la
"civ ilizació n m aterial".
P ues es claro que en estos últim os, Fernan d Braudel va a estu d iar los
mismos tem as que había abordado antes esa an trop ología estru ctu ralista,
tales com o las m aneras de m esa, las form as del vestido, la com p osición del
hábitat, la o rg an izació n esp acial del territorio o los hábitos alim en ticio s
entre otros, pero ahora desde esta óptica p rofu n d am en te h istórica, que se
preocu pa m enos de las relaciones funcionales o de las in terco n exio n es o
co m bin atorias p osibles entre esos elem entos, y m ás de los efectos h istó ri­
cos y de las cu rvas evolutivo-progresivas y de las d uracion es de esas
m ism as "e stru ctu ra s" de la civilización o vida m aterial de los hom bres.
Con lo cu al, ese com bate radical y frontal en contra del estru ctu ralism o ,
no será u na sim ple crítica o d escalificación de sus tesis, sino m ás bien
toda u n a ilu stració n y dem ostración de sus lagu nas a n alíticas y de los
lím ites esp ecíficos de sus posibles explicaciones sobre cierto s tem as fu n ­
d am entales de las socied ad es hum anas, lagu nas y lím ites que en la
posición b rau d elian a es posible colm ar y su p erar ju stam en te a través de
su rig u ro sa historización.
P osicionánd ose de estas d istintas m aneras, frente al m arxism o
y al estru ctu ralism o entonces en boga en la cu ltu ra fran cesa, los
A n n ales brau d elian os han term in ad o de definir sus esp ecífico s perfiles
in telectu ales, perfiles que no sólo establecen u na profun d a continuidad
superadora con los A n n ales del periodo 1929-1941, y en co n secu en cia, tam ­
bién con los A n n ales febvrianos de transición, sino que al m ism o tiem po
dan con tenido in telectu al a un tam bién in in terru m p id o p roceso de afir­
m ación de u na cierta hegem onía h istoriográfica, que co m ien za con esos
m ism os prim ero s A n n ales, para llegar a su punto de clím ax y cu lm i­
nación m áx im a con estos A nnales d irigidos por Fernand Braudel d urante
los años de 1956 a 1968.
Ya hem os exp licad o antes, com o la prim era guerra m u ndial y luego
sobre todo el ascen so de los nazis al poder, han golpeado cen tralm en te
la cu ltu ra alem an a y austríaca, d estruyendo rápida y totalm en te el
rol hegem ónico que esa cu ltura germ ano parlante había ejercid o sobre
Europa d esd e aproxim ad am ente 1870 y hasta esas fech as trágicas de 1914
y 1933. C on ello, com o ya hem os explicado, se creó un vacío profund o
e im p o rtan te dentro de la cu ltura europea, vacío que d esd e el fin de la
p rim era guerra m u n d ial, y de una m anera lenta pero seg u ra, com enzó a
ser llenad o cada vez m ás por los autores franceses y por las obras produ­
cidas dentro del u niverso europeo franco parlante. Por eso, no es extraño
que al o bserv ar m ás en perspectiva la h istoria de esa cu ltu ra eu ropea
en el siglo xx, se m an ifieste m uy claram ente este p asaje de u n a h eg e­
m onía cu ltu ral a otra, escen ificad o durante el p eriod o de en tre las dos
g u erras m u n diales y consolidado durante la co y u n tu ra de la seg u nd a
posguerra.
Un p asaje que afecta tanto al conjunto de las cien cias so ciales com o
tam bién a la esfera del arte y la literatura, exp resán d ose de m an era evi­
dente en el conjunto de las cu rvas in tern as evolutivas de tod as estas d is­
ciplin as y actividad es. Entonces es pasando por ejem plo d esd e el teatro
de situ acion es de Bertold B rech t al teatro ex isten cialista de Jea n Paul
S artre y de A lb ert C am us, y de la literatu ra de R o b ert M usil y de Thom as
M an n a las obras de M arcel Proust y de A n d re M alrau x, que el arte
eu ropeo co m en zó a recen trar los polos de sus cen tros de graved ad p rin ­
cipales.
Pero tam bién la filosofía, que pasa de los ensayos de H eid egger y H us-
serl a los de S artre y M erlau-Ponty, o la sociología que tran sita desde Ton-
nies y Sim m el hasta G urvicht, o la cien cia política que reco rre el arco
que va d esd e M ax W eber hasta R aym ond A ron y la an trop olo gía que
d esde M au rer y B ach o fen se m ueve h asta Claude L ev i-Strau ss, v a n tam ­
bién a atestig u ar esta su stitu ció n de la hegem onía germ an o parlan te por
la nueva h eg em o n ía cu ltu ral francesa. Y lo m ism o el p sico an álisis, que
de Freud pasa a L acan, o el m arxism o que ve su ced er a la escuela de
F ra n k fu rt con los trabajos de H enri Lefebvre y de L ou is A lth u sser, o
la econom ía, que de neo clásica de la escuela au stríaca se tran sfo rm a en
planificadora y estu d io sa de los polos económ icos con Fran^ois Perroux,
o la lin g ü ística que d esd e W ittg en stein y el círculo de V ien a nos conduce
hasta los b rillan tes resultad os de Roland B arth es, o la geo grafía, que de
ratzelian a se convierte en vidaliana, van todos ellos a expresar, dentro
de estos d iversos cam pos del análisis de lo so cial, ese m o v im ien to m ás
general de la d eclin ación de la cu ltura g erm án ica y de su relevo en el
puesto h eg em ónico por p arte de la cu ltura del hexágono francés.
U n m ovim iento que se in iciará claram en te en la co y u n tu ra de
1919-1939 p ara consolid arse definitivam ente d esp ués de la seg u n d a
guerra m u n d ial. Y que en el plano de la h isto ria y la h isto rio g ra fía tendrá
como su p rin cip al protagonista, ju stam en te a la corrien te de los A n n ales
que aquí an alizam o s. Porque como ya hem os explicado antes, la crisis
profund a que van a vivir los estud ios históricos en A lem an ia y A ustria,
después de la p rim era guerra m undial, y que se d esp liega y ag u d iza a
todo lo largo de los años veintes y treintas de este siglo, va a p ro v o car el
progresivo eclip sam ien to de esa d om inación germ ano parlan te en la h is­
toriografía, p roceso que corre paralelo con el n acim ien to y con stitu ción
de u na nu eva h isto rio g rafía que ahora serv irá de m odelo al co n ju n to de
las h isto rio g rafías europeas, y que es ju stam en te la h isto rio g rafía fran ­
cesa prod ucida por los Annales d'Histoire Economique et Sociale fundados
en 1929. Y si antes de 1939, esta nueva hegem on ía h isto rio g ráfica apenas
in icia su cu rv a de vida, d esp un tand o tenuem ente d entro de los estu d ios
h istóricos eu ro p eos de aquella época, d esp ués de la seg u n d a guerra en
cam bio, d icha h egem onía va a afirm arse y a co n so lid arse com p leta­
m ente, erig iend o a la h isto rio g rafía de los A n n ales en el claro espacio
en donde se p ro cesan las líneas m ás im portan tes de la in n o v ació n h is­
toriográfica, a la vez que se d esarrollan y se escen ifican los m ás im p o r­
tantes d ebates h isto rio g ráfico s y se escriben y pu blican , nueve de cada
diez veces, las obras m ás representativas y fu nd am en tales de la h isto rio ­
grafía de aqu ellos tiem pos.
E ig u al que en 1900 era A lem an ia quien d efinía los d erroteros de
la h isto rio g rafía europea, en 1960 será Francia la que va a d icta r los
ru m bos del d esarrollo y del ejercicio prin cip al de historiad or en el m undo
europeo y O ccid ental. A poyada entonces, en esta fu erte irrad iació n ya
evocada del conjunto de las ciencias so ciales y de las artes de la cu ltu ra
francesa, la h isto rio g rafía an n alista va a ser la que abra para el conjunto
de los cu lto res de C lío en el m undo, esa h isto ria cu an titativ a y sob re todo
serial que se d ifu n d irá am pliam en te después de los años cin cu en tas y
sesentas de nuestro siglo. Al m ism o tiem po, será tam bién F rancia la que
va a in au g u rar los cam pos de la historia dem ográfica, o los de u na muy
noved osa g eo h isto ria o h isto ria con reales fu n d am en to s g eográficos, a la
vez que re lan za con nuevas y m ás sofisticad as h erram ien tas y apoyos, a
la h isto ria de las civ ilizacio n es en general, y a la de la civ ilizació n m ate­
rial en particu lar, Y esta últim a, en u na óptica que sim u ltán eam en te abre
todo el com p lejo abanico de u na tam bién pionera y o rig in al h isto ria de
la vida co tid ian a. F inalm ente, y otra vez nueve de cad a diez veces, serán
los historiad ores fran ceses los que van a prod ucir las obras m ás im por­
tantes y rep resen tan tiv as de esta coyun tura in telectu al, desde los fu n d a­
m entales libro s de E rn est L abrousse sobre La crise de l'économie frangaise á
la fin de l'ancien régime et au debut de la Révolution, o el de Fern an d Braudel
sobre El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe //, hasta
Les Paysans du Languedoc de E m m an uel Le Roy L ad u rie o Cataluña en la
España moderna de P ierre V ilar, entre m uchas otras.
U na h eg em o n ía historiográfica francesa que avan za claram en te
durante el p eriodo de los A n n ales de tran sición de 1941-1956 para alcan ­
zar su clím ax y cu lm in ació n durante el periodo de los A n n a les d irigid os
por F ernand B raudel, en tre los años de 1956 a 1968. Pues es claram en te
en estos tres lu stros referidos, cuando la h isto rio g rafía fran cesa ha ejer­
cido, de m anera p rácticam en te incontestad a, su d om in io sobre la h isto ­
riog rafía eu ropea y occidental, dom inio que ha term in ad o por su stitu ir
al célebre "v ia je a A lem a n ia " de los historiad ores del p rim er cu arto de
siglo, por la o bligad a "estan cia fran cesa" y hasta m ás bien "p a risin a "
-d a d a la en o rm e cen tralizació n de F ra n cia - de los h isto riad o res de esta
co y u n tu ra de los años de 1945-1968. Una estan cia fran cesa y parisin a, que
era un req u isito im p rescin d ible en la form ación de un h isto riad o r d igno
de ese título, en esas ép ocas referid as de la seg u n d a posguerra.
H egem on ía o d o m in io esen cialm en te in telectu al de la cu ltu ra de cien­
cias so ciales y de la h isto rio g rafía fran cesas de esos años cu arentas,
cin cu en tas y sesen tas que explica entonces tam bién , sen cillam en te, el cre­
ciente fortalecim ien to in stitu cio n al y el aum ento de pod er acad ém ico que
la corrien te de los A n n ales va a ir conqu istand o a lo largo de esta co y u n ­
tu ra aludida. P u es si la h isto rio g rafía fran cesa se con vierte en el m odelo
a seg u ir p ara la h isto rio g rafía de van g u ard ia en E uropa y en el occidente,
y si los A n n a les son la corrien te m ás im p ortan te d entro de esa h isto rio ­
g rafía fran cesa, lógico es que atraigan hacía sí m ism os a los h istoriad ores
m ás d esp iertos e innovad ores de A m érica L atin a, de la A m érica del
N orte y de toda Europa. Y entonces, y para pod er acoger todo ese flujo
de colegas, escu ch as, seg u id ores e interlocutores, es que se ha fundado,
p rim ero en 1947 la vi Secció n de la École Pratique des Hautes Études y luego
en 1962, la Maison des Sciences de VHomme. Y es por ello tam bién que,
en cierta m edid a, los m iem bros de la n ebu losa a n n alista co m ien z a n a
ser llam ad os para ocu p ar C áted ras en el Collége de France, para d irig ir
colecciones de h isto ria en las grandes ed itoriales, para presid ir los ju ra ­
dos de exam en de agregación, o para p articip ar en d istin tas com ision es
u o rg an ism o s g u bern am en tales encargados de la prom oción o d iseñ o de
las p o líticas relativas a la en señ an za e investigación h istóricas.
P u estos de "p o d er in stitu cio n al" y "p o d er acad ém ico " que son el
sim ple com plem ento, a nivel de las in stitu ciones, de esa cu lm in a ció n de
la h eg em o n ía histo rio g ráfíca ejercid a por los A n n a les febvrian os y luego
b rau d elianos, y no el resultado de u n a estrateg ia "co n scie n te " de con­
qu ista de d icho p o d er por parte de Lucien Febvre o de Fern an d Braudel,
o el fruto de no se sabe qué extraña cond ición p erson al o p sicológica de
"m an d arín ", "g ran p atró n " u "h o m bre de poder", que a veces h a sido evo­
cada por alg u n o s intérp retes un poco apresurados de la h isto ria de estos
A n n ales d irigid o s por L ucien Febvre y luego de aquellos lid eread os por
Fernand Braudel.
D e este m odo, el pod er in stitu cional que por ejem plo, ha detentado
en su m om ento Fernan d Braudel, no se explica ni m ucho m enos por una
am bición p erso n al o por algú n trazo de la perso n alid ad del célebre autor
de Civilización material, economía y capitalismo. Siglos xv-xvui, sin o sim p le­
m ente com o el correlato in stitu cio n al del rol h eg em ón ico ejercid o por
los A n n a les dentro de los estud ios históricos fran ceses, eu ro p eos y occi­
d entales de eso s años cin cu en tas y sesen tas en que Braudel ha ocu pad o
el pu esto d irectiv o de la corriente. Un pod er que, por lo d em ás, será
abandonado alegrem ente y sin n in g ú n problem a por el m ism o Braudel
después de esa gran fractura de larga d uración que ha sido la revolución
cu ltu ral de 1968. R evolu ción que cierra la etapa de los A n n ales brau d e­
lianos, al m ism o tiem po que clausura, m ás en profun d id ad , todo el
ciclo general vivido por la corriente de los A n n ales desde 1929 hasta
1968, ciclo m arcad o por u na esencial com u nid ad de p ersp ectiv a s teóri­
cas, m eto d oló gicas y problem áticas entre los su cesivos A n n a les de este
periodo, y que d esp ués de esa fecha em blem ática sim b o lizad a en los
sucesos del m ayo francés, cederá el paso a u na nueva etapa y a un nuevo
ciclo de vid a de la corriente de los A n nales, ahora caracterizad o por una
esencial discontinuidad y ruptura frente a todos los d istin tos p roy ectos de
los A n n ales que le habían precedido.
LO S A N N A LE S D E LA S "M EN TA LID A D ES" Y DE L A
"A N TRO PO LO G ÍA HISTÓRICA": LO S AÑ OS DE 1968-1989

La corriente de los A n n ales, que ha sido y es sin duda u na de las m ás


relevantes exp resion es cu ltu rales del intelecto francés en el siglo xx, no
ha escapad o entonces a los enorm es y profu n d os efectos de esa fu n ­
dam ental revolución cu ltu ral de 1968, revolución que Fern an d Braudel
ha com parado, en su sign ificación profund a, con las revoluciones tam ­
bién cu ltu rales del R enacim iento y de la R eform a eu ropeos, y a la que
Im m anuel W allerstein ha calificado com o toda u na "rev o lu ció n en la geo-
cultura del sistem a-m u n d o contem poráneo".
P orque a treinta años de distancia, resulta ahora m ás fácil ev aluar
el h ech o de que esa revolución, sim bolizad a en las m últiples rev u eltas
juveniles del año de 1968, ha sido en verdad toda u na revolución profunda
de las estructuras culturales de larga duración hasta entonces vigentes, revo­
lución que h a alcanzad o adem ás d im ension es p lan etarias, involucrand o
en su d esp liegu e tod a u na serie de con secu en cias civ iliz a to ria s de largo
alcance. P u es al reco rrer la geografía de los grandes m o v im ien to s de
protesta del seg u nd o lustro de los años sesentas, se h ace ev id en te que
es un sólo pro ceso de m u tación cu ltu ral profun d a el que a n im a tanto a
la gran revolución cu ltu ral proletaria de C hin a d esen cad en ad a en 1966,
com o al otoño calien te de los trabajadores italian os en 1969, p asan d o por
los m o v im ien to s estu d ian tiles, p opu lares y obreros del m ayo francés de
1968, de la revuelta estu d ian til trágicam ente m asacrad a en M éxico, de
la prim avera de Praga sofocada con la ocu pación sov iética, de las "o cu ­
p acio n es" estu d ian tiles en N ueva York o Berkeley, del m ovim ien to de
protesta berlin és, o de la corta in su rrecció n pop u lar del "co rd o b a z o " en
A rg en tina, entre tantos otros ejem plos posibles.
U na revolución que recorre prácticam en te todos los p aíses del orbe,
readap tán d o se en cada caso a las cond iciones n acionales, y que tend rá
sus cu atro ep icentros fu n d am en tales en París, por lo que to ca a los
países occid en tales m ás desarrollad os, en la ciudad de M éxico, que va
a estar a la cab eza de los países pobres y m enos d esarrollad o s, y en
Pekín y m as ad elante en Praga, por lo que toca al grupo de los países
entonces llam ad os so cialistas. C uatro epicentros en donde esta revolu­
ción ad qu iere sus form as m ás acabadas, y que despliega sus efecto s d ife­
rencialm en te, ex p resán d o se en París y en los países d esarrollad os com o
una crítica rad ical de la cu ltura con su m ista m oderna, crítica que intenta
"lle v a r la im ag in ació n al p o d er" para "rev olu cion ar la v id a co tid ia n a " de
los hom bres, evid encian d o el carácter caduco y lim itan te de las jerarq u ías
escolares, de las estru ctu ras fam iliares y de los m odos de ejercicio del
saber-pod er. Pero tam bién , y en otra vertiente, u na revolución cultural
que va a m an ife starse en Pekín, en Praga y en el resto de los p aíses del
m u ndo so cialista, com o el intento radical de "revolu cion ar las form as de
conciencia y de v id a " tod avía b u rgu esas o cap italistas y al m ism o tiem po
com o esfu erzo de creació n de u na genuina cu ltu ra so cialista, com u nista,
del "h o m bre nu evo " y de la "nu eva so cied ad " en v ías de edificación.
O tam bién, en el caso de la ciudad de M éxico, de C órdoba y de otras
revu eltas en el llam ad o tercer m undo, 1968 irru m p irá sob re todo com o
u na exigencia de in stau ración de u na real y efectiva cu ltu ra ciudadana
y d em ocrática, resp ald ad a por un ejercicio libre del derech o a la in fo r­
m ación y por u na activa transform ación de las co stu m b res y de las p rác­
ticas fam iliares, escolares, sociales y políticas, siem pre en el sen tid o de su
verdadera d em ocratización.
Pero m ás allá de estas esp ecificacion es region ales, n acio n ales y locales,
la revolución de 1968 ha sido entonces u na auténtica revolución de los
prin cip ales m ecan ism o s que generan y que reprod ucen a las estru ctu ras
de la vida cu ltu ral contem poránea, y en con secu en cia, u na m u tación total
de la escuela, de la fam ilia y de los m edios de com u n icación . P orque al
reco rrer la h isto ria de estos tres espacios de la rep rod u cción cu ltural,
resu lta claro que en tod os ellos, la fech a de fines de los años sesen tas
m arca el pu nto sin retorno de un claro antes y un absolu tam en te d ife­
rente después. A sí, com o efecto d irecto de 1968 va a rom p erse la ver­
ticalid ad in cu estio n ad a de la jerarq u ía m aestro-alu m n o, p on ien d o fin
absoluto al intocad o "Magister dixit", y abriendo todo el aban ico in m en so
de la bú squ ed a, hoy tod avía en curso, de nuevos m odelos ped ag ó gico s de
tran sm isión del saber y de la generación y d ifu sió n de los nuevos co n o ­
cim ientos cien tíficos. Se acaba entonces tam bién el respeto fetich ista dé
los estu d ian tes fren te a lo im preso, que desde entonces será su stitu id o
por el libre exam en de las opiniones escritas, tan v álid as o tan eq u iv oca­
das com o las p ro p ias op iniones expresad as sólo verbalm ente. Y tam bién,
será d esp ués de 1968 que la pedagogía educativa co m en zará a b u sca r m ás
orgánicam ente nuevas form as de incorporar m ás activa y críticam en te a
los estud iantes, recom p on iend o las relaciones del aparato esco lar desde
la d in ám ica de grupos, los m étodos de la in stru cció n p e rso n a liz a d a y las
aplicaciones d iversas de la m ás m oderna p sicología de la ed u cación.
Sim ultáneam ente, y tam bién com o efectos d erivados de la revolución
del 68, co m en zarán a m u tar las tradicionales estru ctu ras fam iliares,
las que cu estio n ad as y evidenciadas por la antipsiquiatría m od erna, se
rem od elarán , trastocan d o el rol de la m ujer dentro de la pareja y dentro
de la célula fam iliar, pero tam bién la relación de pad res a hijos y m ás
en general en tre las d istin tas generaciones, a la vez que el peso m ism o de
las relacio n es fam iliares dentro de la constitución m ism a de la p erso n a li­
dad de los in d ivid u os. Porque es claro que en los ú ltim os trein ta años, se
ha revalorad o enorm em ente -lo que entre tantas o tras form as, se exp resa
tam bién en el auge de los m ovim ientos fe m in ista s-, el papel so cial y
fam iliar de las m ujeres, acrecentand o su in d ep end encia eco n óm ica ju n to
a su lib ertad de d ecisión resp ecto de su cuerpo, su m atern id ad , su
sexu alid ad y sus co stu m bres en general. Al m ism o tiem po, se ha tra n s­
form ado tam b ién de raíz la percepción de los niños, d ism in u y en d o la
autoridad ilim itad a de los pad res sobre ellos y acercán d ose cada vez m ás
al real co n o cim ien to de su evolución, sus necesidades y sus d istin tas
dem and as. A tono con esto, la fam ilia ha perdido terreno com o esp acio
de co n stitu ció n de los individuos, cediendo cada vez m ás alg u n a s de sus
an tigu as fu n cio n es a otros m ecanism os de so cializació n y form ación de
la p erso n alid ad com o la escuela, el barrio o los m edios de com u n icación
m asiva.
Igualm ente, es sólo en las tres últim as décadas que estos m edios de
com u n icación de m asa explotan e invaden cada vez m ás ciertos territo ­
rios de la vid a so cial, acelerando la velocidad de la co m u n icación y acre­
cen tan d o inu sitad am ente la cantidad de in fo rm ació n d isp on ible, pero
tam b ién las posibilid ad es de m an ip u lación y diversa u tilizació n de esa
in fo rm ació n y com u nicación. A p artir de entonces la cu ltu ra se vuelve
tam bién "m ed iática", potenciand o con ello en escala ex p o n en cial las posi­
bilid ad es de su circu lació n y d ifusión, en u na d im en sió n v irtu a lm en te
plan etaria.
D e este m odo y transform and o de m anera total al aparato escolar
y a la estru ctu ra fam iliar, a la vez que abre las p u ertas a un nuevo e
inédito rol de los m edios de com u nicación, la revolución cu ltu ra l de 1968
ha term in ad o por d esco n stru ír y hacer caducas todas las form as de la
rep rod u cción cu ltu ral que tu vieron vigen cia entre 1848 y 1968, sentand o
las bases de u n a reco n stru cció n de sus m ecan ism os cu ltu rales que llena
la h isto ria de los ú ltim os seis lu stros y que aún hoy con tin ú a todavía
desp legánd ose frente a nosotros.
Y a tono con esta revolución y con todas estas secu elas p rofun d a
que la acom p añan, se ha revolucionado tam bién la h isto rio g rafía
contem poránea, tanto francesa y europea com o la de todo el m undo. Pues
no es u na casualid ad que sea ju stam en te a p artir de 1968 que van a flo­
recer y a cobrar fuerza, en todas las historiog rafías del occidente, d is­
tin tas v ertien tes de u na h istoria cuyos tem as centrales son los tem as de
la cu ltura. U na h isto ria cu ltu ral que será b au tizad a de m ú ltip les form as
en los d iferen tes esp acios cu ltu rales o n acionales, pero que en el fondo
co m p artirá el h ech o esencial de in corporar dentro de su agenda a esas
m ism as realidad es y fenóm enos que la contestación del 68 ha puesto en el
cen tro de la escena. Entonces, es nuevam ente esa realidad ú n ica del cata­
clism o cu ltu ral del 68 y de sus con secu en cias prin cip ales la que subyace
tanto al d esarrollo y pop u larización de la psicohistory an glo sajon a com o a
la am plia d ifu sión de la histoire des mentalités francesa. Pero tam bién a la
exp ansión de las vertientes m ás innovadoras de la an trop olo gía histórica
rusa, al éxito creciente de la intellectual history n o rteam erican a, a la con­
solid ación de la lín ea de la m icro h isto ria italian a que se o cu p a de la h is ­
toria cu ltu ral, a ciertas derivaciones ju stam en te ocu pad as de esta nueva
agenda de las pro blem áticas del discurso, la id eología y las form as de
conciencia de la Neue Sozial Geschichte alem ana, o a la recu p eració n que
varios autores de la h isto ria m arxista britán ica d esarrollarán en torno a
d istin tos tem as de las tradicion es y los elem entos de la cu ltu ra popu lar.
Todo un vasto abanico de enfoqu es historiográficos y de p o stu ras y
ten d encias entre los h istoriad ores que escrib en h ace seis lu stros, cuyo
d en o m in ado r com ún es ju stam en te el de red efin ir las priorid ad es de la
agenda de trabajo de los segu id ores de la m usa Clío, reu bican d o en u n
lugar central a todos los problem as conectados con la ram a de la historia
de las estru ctu ras cu ltu rales, las que al estarse tran sfo rm an d o de m anera
tan profun d a, im ponen tam bién a la d isciplin a histórica este esfu erzo de
rep ro blem atización y recu peración crítica y analítica. N ueva d istrib u ció n
de la agend a h isto rio g ráfica que tam bién va a rep lan tear la relación de
la h isto ria co n o tras d iscip lin as, d ejando en u n seg u nd o p lan o a la g eo ­
grafía, la econom ía y la sociología que antes la habían alim en tad o tan
centralm ente, p ara volcarse ahora m ucho m ás del lado de la an trop ología,
de la filosofía y de la p sicología social.
E ntonces, y en fu n ció n de esta nueva lista de prioridades, y com o un
esfu erzo in telectu al de com prensión y de asu n ción de los cam bios que
se viven en estos ú ltim os treinta años, es que los h istoriad ores co m en ­
zaron a o cu p arse de tem as que antes habían sido poco frecuentados,
p o p u larizan d o y m u ltiplican do las investigaciones sobre la historia de la
fam ilia, sobre las tradicion es y form as de conciencia de u na clase obrera
en gestación, sobre la h istoria del m iedo o de los olores, sobre la sen sib ili­
dad y las actitu d es m orales de una cierta sociedad, sobre los im a g in a rio s
p opu lares, sobre el nacim iento de la idea del purgatorio, sob re la cosm o-
v isión de un m olin ero en el siglo xvi, sobre la historia de la lo cu ra o de
la razó n p u n itiv a en las ép ocas clásica y m oderna, sob re la h isto ria de la
vid a p rivada y de la vida cotid iana, sobre el im ag in ario trifu n cio n a l del
feu dalism o, sobre la idea de la m uerte o la d escristian izació n , o sobre la
im agen del n iño en el antigu o régim en o los estratos con d en sad os en el
rito y el m ito del aqu elarre europeo, entre m uchas otras.
U na verdadera explosión de tem as cu ltu rales nuevos, acom p añad a
de u na paralela m u ltiplicación de enfoqu es y p ersp ectiv as para su
tratam ien to, que caracterizó tam bién sin duda a la h isto rio g rafía de la
corrien te de los A n n ales del periodo 1968-1989, pero que la d esbord a muy
am pliam ente, constituyénd ose com o un trazo general y com p artid o por
todas las h isto rio g rafías del m undo occid ental p osteriores a 1968.
H isto ria que adem ás, gracias a ese nuevo rol so cial de los m edios de
com u nicación , se va a volver tam bién u na historia "m ed iática", en tanto
que acog id a y p royectad a g enerosam ente por esos nuevos can ales de la
co m u n icación y la in fo rm ació n global. Pues d esp ués de 1968, los tirajes
de los libro s de historia v an a cam biar de escala, ed itán d o se ahora en
ciertos casos en can tid ad es de decenas de m iles de ejem plares. Tirajes
que llev an a la h isto ria a convertirse en un bien de con su m o popular, que
com pite ahora con la literatu ra en las p referen cias del gran público, y que
en co n secu en cia gana fácilm ente los esp acios de la televisión , del radio,
de los sem an ario s de g ran circulación, de los p eriód icos y de las co leccio ­
nes de libros de b o lsillo baratos y producidos tam bién en esca la m asiva.
U na h isto ria que al abord ar los tem as que preocu p an a todo el m undo, va
a en con trar fácilm en te su correlativa y cada vez m ás am plia d em an d a de
d estinatarios.
T ran sfo rm an d o entonces tanto la agenda de sus tem as m ás frecu en ta­
dos, com o su relación con las otras d iscip lin as sociales, pero tam bién la
m edida y las form as de su im pacto y d ifu sió n en el gran público, esta
h isto rio g rafía p o st-68 va tam bién a com en zar a fu n cio n ar dentro de un
nuevo y to talm en te inéd ito m odelo de in terrelación en tre sus com p o­
nentes nacio n ales esp ecíficos. Pues ya hem os in sistid o en el h echo de
que, antes de 1968 y por lo m enos desde 1870, si no d esd e antes, la
h isto rio g rafía fu n cio n ó a p artir de con stitu ir siem pre a un sólo polo
hegem ónico, que concentrando u na clara m ayoría de los pro ceso s p rin ci­
pales de la in n o v ació n historiográfica, de los debates p rin cipales, de las
líneas d o m in an tes y de los autores y obras m ás rep resen tativ o s de los
estudios históricos de un cierto periodo, sirvió de "m od elo a im ita r" por
p arte del resto de las h isto rio g rafías n acion ales del m u n do occidental,
que de esta m anera eran colocadas com o h isto rio g rafías segu id oras, im i­
tadoras o rep rod u ctoras de ese m odelo hegem ónico con stituido. Y hem os
visto tam bién com o ese rol hegem ónico le correspond ió, su cesivam ente,
prim ero a las h isto rio g rafías germ ano parlantes y luego a la h isto rio ­
grafía francesa, dentro del periplo recorrido por la h isto rio g rafía occid en ­
tal anterior a 1968.
Pero la revolución cu ltural asociad a a ese "aco n tecim ien to -ru p tu ra"
de finales de los años sesen ta ha cerrado tam bién, entre tan tas otras
cosas, la vigen cia de ese m odo de in terconexión entre las h isto rio g ra fía s
n acion ales, haciend o caducar a la hegem onía h isto rio g ráfica d etentada
por Francia en tre 1930 y 1970, pero al m ism o tiem po y de m an era m ás
profund a, a todo tipo de hegem onía h istoriográfica posible. A sí, d espués
de 1968 no existe más u n a nueva hegem onía dentro de los estu d io s h istóri­
cos, sino m ás bien una nueva e in éd ita situación de m u ltip licació n cre­
ciente y de p erm an en te renovación de los d istin tos polos que generan
ahora las nuevas líneas de la investigación h istórica. Ya que durante los
ú ltim os seis lustros, no existe m ás u na sola "p o ten cia d o m in a n te" dentró
de la h isto rio g rafía occid en tal, que detentara en exclusiva "e l" m odelo a
seg u ir por tod os los dem ás, sino m ás bien una situación d iversa en la
que las g ran des polém icas, las obras fu n d am en tales y los autores m á s ;
im p o rtan tes dentro del p anoram a h istoriográfico m u n d ial se rep arten d é
m odo m ás h om ogéneo y plural a lo largo y ancho de todos los esp acios
cu ltu rales del planeta. Y entonces, en los treinta ú ltim os años son tan
im p o rtan tes los "te rce ro s" y los "cu a rto s" A n n a les fran ceses, com o las
m últiples ram as d iversas de la com pleja m atriz 'm a rx ista -a n n a lista ' que
an alizarem o s m ás adelante, pero tam bién e igu alm ente, las dos v ertien ­
tes p rin cip ales de la m icro h isto ria italiana, lo m ism o que la nueva an tro ­
pología h istó rica ru sa, la radical history n o rteam erican a, las v a ria s lín eas
y ten d en cias de la h istoria so cialista y m arxista britán ica, la nueva h isto ­
riog rafía region al latin o am erican a o la h istoria in stitu cio n al p o rtuguesa,
entre tan tas otras. El m onopolio de la innovación h isto rio g ráfica ha d esa­
parecido, para ceder su puesto a una situ ació n de libre y plural com ­
peten cia entre to d as las histo rio g rafías del m undo, ahora ig u alm en te
convocad as a d efin ir los nuevos derroteros del oficio de historiador.
Por lo dem ás, se trata de un p roceso que p arece ir m ucho m ás allá
de la h isto rio g rafía, e inclu so de la cu ltura en general, y que afecta al
con junto del tejido social en cuanto a esta caducidad de la centralid ad y
d o m inación de un sólo elem ento sobre los restantes: porqu e es claro que
desde los años seten tas y h asta hoy la clase obrera ha d ejado de ser el
sujeto ú n ico o central de los m ovim ientos contestatarios an tisistém icos,
com p artien d o cada vez m ás su anterior protagonism o, con la variad a
y m últiple gam a de m ovim ien tos sociales de factura reciente. Ig u al­
m ente, y luego de la gran crisis económ ica in tern acio n al de 1972-1973,
E stad os U nidos ha perdido su función de centro de la econ om ía-m u nd o
occid ental, para d ar paso a la actual situación de creación de v arios b lo ­
ques eco n óm ico s ig u alm ente poderosos e igu alm ente en fren tad o s en esta
b ú squ ed a de u na nueva hegem onía. O tam bién, es el caso de la an tigu a
cen tralid ad de las dem and as económ icas y políticas de los m ovim ien tos
de resisten cia an ticap italista, la que ha caducado para ser su stitu id a por
la nueva y v asta agenda de d em andas fem in istas, ecologistas, indígenas,
étnicas, p acifistas, u rban as, o de las m últiples m in o rías que ahora enar-
b olan esos m ovim ientos.
Pérd ida del m odelo de la centralidad y em ergen cia de u n m odelo
de plu ralid ad y diversidad que en la cu ltu ra en gen eral se va a
ex p resar tam bién com o crisis de los "grand es m odelos explicativos",
com o cu estio n am ien to de las grandes interp retacion es en gen eral y de
los in tentos de co n stru cció n de grandes síntesis y de las p ersp ectiv as
v astas y globales, dando lu gar a m últiples respuestas, com o la del auge de
las cóm odas pero estériles p o stu ras posm od ernas, pero tam b ién a otras
resp u estas críticas m ás creativas com o la del enfoqu e m icro h istó rico de
los h isto riad o res italian os.
D e esta form a, el contexto general en el que h abrán de p ro sp erar estos
"te rce ro s" A n n ales del p eriodo 1968-1989 estará m arcad o com p letam en te
por estos efectos que la revolución cu ltural de 1968 ha tenido sobre el
con ju nto de la h isto rio g rafía m u ndial, y que la d efin en com o u n a h isto ­
riog rafía abocad a al estud io de los tem as cu lturales, que co n q u ista su
"E l territorio del historiador, gracias a Fernand B raudel, no
ha cesado de am pliarse. Pero al progresar, la in vestigació n
se ha hecho m ás esp ecializad a, m ás lo calizad a, corriend o
a sí a la vez el riesgo de la d isp ersión y el del ren acim ien to de
una co n cep ció n p u ram en te acum ulativa de la historia.
¿Por qué tratar de disim ularlo? Fernand Braudel tenía
m u chas reserv as resp ecto a la revista de la cu al él había
tran sm itid o la resp onsabilid ad hace m ás de qu in ce años, y
de la cual él se ha ido d istan cian do p rogresivam ente. Y ha
dicho las razo n es de sus reticen cias y de sus críticas. No
negaba que la revista se diversificó y en p arte se renovó.
Pero le rep ro ch aba de d isp ersar sus in tereses y de d istin ­
g u ir m al, en ocasiones, lo im portante de lo accesorio. Su
proyecto había sido el de u na h istoria global, que in teg raba
los aportes de tod as las ciencias hum anas. N osotros, en
cam bio, nos ded icam os a exp erim en tacion es m ás lo c a le s ..

Los A n n a les,

"Fernand Braudel (1902-1985)" en Annales. E. S. C.;


año 41, núm. 1, ene-feb 1986
"sta tu s" m ed iático y que se expresa ahora dentro de u na situ ació n m ulti-
polar y m uy com p etid a en térm inos de la elaboración y d efin ición de sus
nuevas lín eas, cam pos, técnicas y parad igm as fu n d am en tales.
Y es p recisam en te este contexto el que va a explicar, en bu en a m edida,
los p erfiles gen erales de estos A n nales de las m entalid ad es y de la a n tro ­
pología h istórica. Unos A n n ales que com o ya hem os señ alad o antes,
rep resen tarán u na com p leta ru ptu ra con las etapas p reced en tes de la
corriente, in stau ran d o frente a ellas una relación de clara discontinuidad.
D iscon tin u id ad que se m an ifiesta ya inicialm en te, en el claro abandono
y m arg in ació n hacia u n segu nd o plano, de la historia eco n óm ica y
eco n óm ico -so cial que había sido tan centralm en te cu ltivad a por M arc
Bloch y por F ern an d Braudel. Un abandono y m arg in ació n que se acom ­
pasa p erfectam en te con la apertura, dentro de la revista, de un nuevo
cam po p roblem ático central que será ju stam en te el de los tem as de las
"m en talid ad es" y de la "antrop ología h istó rica" Tem as típicos de esa
coy u n tu ra post-68, que ya hem os m encionado antes, que poco a poco
irán g anand o terren o y relevancia dentro de las p ág in as de los A n n ales,
y para d ar cu enta general de los cuales se ha forjado ese térm in o con ­
fesam en te ambiguo, poco delim itado, y m ás p roblem ático que ú til de las
"m en talid ad es". Y así com o todas las h isto rio g rafías del o ccid en te se
vu elcan, d esp ués de 1968, a esa aproxim ación e intento de asim ilació n
de los d istin tos renglones y fenóm enos del cam po de la "cu ltu ra", a sí los
A n n a les van a acoger, prom over y p o pu larizar, en F rancia y m ás allá, a
esta h isto ria cu ltu ral ahora rebautizada con el novedoso térm in o de "h is ­
toria de las m entalid ad es"
R eu bicand o enton ces el cam po problem ático central de interés de
la revista, que se d esp laza de la h isto ria económ ica y so cial hacía la
an trop ología histórica y las m entalidades, los A n n ales post-68 van a
ab an d on ar tam bién las persp ectivas de la historia global, que h ab ían sido
tan fu n d am en tales en la etapa de los A n n ales b rau d elianos. U n aban ­
dono que va a acom p añarse, a veces de u na d eclaración exp lícita de las
d ificu ltad es o h asta de la im posibilidad de esa historia global, y en con ­
secu en cia de su su stitu ció n por una "h isto ria g en eral" en el sen tid o que
M ich el F ou cau lt da a este térm ino en su libro de La arqueología del saber,
y otras veces, lisa y llan am en te de una reivin d icació n de la necesidad
de u n a apro xim ació n m ás particular, m onográfica, acotada y lim itad a
a las nuevas problem áticas de la historia. C om o lo d irán claram en te
esos terceros A n n ales, en la nota necrológica titu lad a "F ern a n d Braudel
(1902-1985)" que fué pu blicad a en el núm ero uno de 1986 de la m ism a
revista: "¿Por qué tratar de d isim ularlo?. F ernand Braudel ten ía m uchas
reservas frente a la rev ista (de los A nnales) cuya resp o n sab ilid ad había
tran sm itid o a otros h ace m ás de quince años y de la que él se había ido
p ro g resivam en te d istan ciando. El dijo las razones de sus reticen cias y
sus críticas. No negaba que la revista se diversificó y en p arte se renovó.
Pero le rep ro ch aba de d esm enuzar sus intereses y de d istin g u ir m al, a
veces, lo accesorio de lo im portante. Su proyecto había sido el de u na h is­
toria global, que in teg rab a los aportes de todas las cien cias del hom bre.
N osotros, en cam bio, nos dedicam os a exp erim en tacion es m ás locales..."
A bandono de la h isto ria económ ica y de la p ersp ectiv a de la h istoria
global que se acom p aña tam bién con u n a renuncia al debate y al trabajo
en el p lano m etod ológico y epistem ológico. Porque no es u n a casualid ad
que no exista u n sólo equivalente, dentro de toda la p rod u cción de esos
terceros A n n ales, ni de la Apologie pour l'Histoire de B lo ch o de lo s Combats
pour VHistoire de Febvre, ni de los Ecrits sur l'Histoire de B raudel. Pues lo
m ás cercano a estos textos m encionados, que serían los tres volúm enes
de Faire de l'histoire de 1974 o el d iccionario de La nouvelle histoire de 1978,
son com o es sabido textos colectivos, tan heterogén eos y d isp ares com o la
m ultiplicidad de autores a llí convocados, y que cubre un aban ico de p o si­
ciones que va d esd e el m arxism o m ás clásico h asta cierto s autores p o s­
m od ernos, pasand o por todas las posiciones in term ed ias posibles. C on ló
cual, esos textos se co n vierten en textos rep resen tativ os de lo que h a sido
la h isto rio g rafía fran cesa en su conjunto durante esos años seten tas, m ás
que en textos rep resen tativo s de esos terceros A n n ales. U na ren u n cia que
por lo d em ás será exp lícitam ente aceptada por el m ism o Jacqu es Le G ofí,
que en el prólogo a la ed ición de ese d iccion ario de La nueva historia titu ­
lado "U n a cien cia en m archa. Una 'ciencia en la in fa n cia '" d eclara que "la
nueva h istoria, en efecto, aunque p o stu la la necesid ad de u n a reflexión
teórica, no es trib u taria de n in g u n a ortodoxia ideológica. A firm a, p o r
el contrario, la fecu nd id ad de los p lanteam ientos m últiples, y la plu­
ralidad de los sistem as de explicación por en cim a de la u nid ad de la
p roblem ática". Lo que entonces, y tal com o lo ilu stra la h isto ria de esta
tercera etapa de la corriente, sign ificaba que el eje articu lad o r del p royecto
de estos terceros A n n ales era exclusivam ente un campo problemático com­
partido, el cam p o de las m entalid ad es y la an trop ología histórica, y no
com o en el caso de los p rim eros y los segu nd os A n n ales, u na clara
o rientación m etod ológica y una definida persp ectiva teórica, articu lad as
ju stam en te en torno del conjunto de parad igm as que antes hem os
explicitado. R eprod uciend o de este m odo alg u no s de los trazos m ás u n i­
versales que entonces d esarrollan las d istin tas h isto rio g rafías del m undo
occid ental, tam bién estos A n n ales p ost-68 van a d ista n cia rse de esos
"m od elos generales", de esas "explicaciones g lo b a liz a n tes" y de esas
"g ran d es sín te sis" que h abían con struid o su b rillo y su fuerza antes de
1968, para volcarse ahora a estud ios m ás locales, a tem as m ás acotados,
a obras m ucho m enos am biciosas y m ás m onográficas, y por lo tan to y
de m an era lóg icam en te com plem entaria, hacía u na esp ecie de confeso
"eclecticism o " ideológico y m etodológico, que acepta ecu m én icam en te
cu alq u ier p osición epistem ológica, teórica e h istoriográfica, siem pre y
cu and o conflu ya hacia ese tratam iento de la p roblem ática com ú n articu -
ladora que son d ichas 'm entalidades'.
P roblem ática nueva que al relegar a un seg u nd o plano a la h istoria
económ ica y social, relega tam bién con ella el fecu nd o d iálogo que los
A n n ales m antu vieron, antes de 1968, con el m arxism o y con los m a rx is­
m os que le fu eron contem poráneos. Pues al can celar el tem a gen eral de
in vestigaciones com p artido con esos epígonos del au tor de El capital, y
al a ban d o n ar tam bién la perspectiva de la historia global y el debate
ep istem ológico fuerte, estos A n n ales de la tercera gen eración clau su ran
todos lo s esp acios de su anterior diálogo con el m arxism o, del que
entonces co m en zarán a d istan ciarse cada vez m ás. Lo que sin em bargo
no im p ed irá, com o verem os m ás adelante, que este d iálogo con tin ú e e
inclu so se m an ifieste aún con m ás fuerza, en otros núcleos y tend encias
im p ortantes de la h isto rio g rafía occid ental y m undial.
Por otra parte, y a tono con esta conversión de la historia en h istoria
"m ed iática", estos terceros A n n ales se con vertirán tam bién en los gen era­
dores de u n a h isto rio g rafía que p rogresivam ente va a penetrar, en gran
escala, dentro de esp acios im portan tes de la opinión pú blica y de la vida
so cial francesa, al tiem p o que se consolid a y acrecien ta su total in stitu cio -
n alizació n e in teg ració n dentro del stablishment acad ém ico y cu ltu ra l del
h exágono francés. P orque cuando el libro de E m m an uel Le R oy Ladurie,
Montaillou, aldea occitana vende 130,000 ejem plares en dos años y m edio,
cu and o Jaqu es Le G off dirige un program a sem an al de radio llam ad o
"Lundi, histoire" que cu enta con m iles de auditores, y cu and o la serie
de telev isió n sobre "La Méditerranée'' co ord inad a por F ernand Braudel,
es v ista por d ecenas de m iles de televidentes, entonces los A n n a les
co m ien zan a ser conocid os m ás allá del g rem io de los h istoriad ores de
p rofesión y fuera de los solos círculos académ icos. Y entonces, y com ­
p lem entand o esto, vend rá la p articipación de esos m ism os d irigen tes
de A n n ales en los com ités editoriales de las grandes casas de ed ición
francesa com o G allim ard o F íam m arion , en las rev istas sem an ales y
m ensu ales de g ran circu lació n com o L'Express, Le Nouvel Observateur, o
L'Histoire, en los p rogram as de radio o de televisión com o la p opu lar
em isión "Apostrophes" o en las com isiones de los p rogram as de h isto ria de
la en señ an za p rim aria, m edia y superior.
Lo que entonces va a provocar el hecho de que los A n n a les sean
asim ilad o s e integrad os com pletam ente dentro del estab lish m en t cu l­
tu ral francés, co n v irtién d o se en un "artícu lo de ex p o rta ció n " cu ltural
prom ovido por las em bajadas fran cesas en todo el m undo, em bajadas
que ad em ás de apoyar d irectam en te la traducción de las obras an n a lista s
en todos los p aíses y len gu as posibles, van tam bién a o rg a n iz a r cu rso s
y co n feren cias p ara su d ifu sió n igu alm ente plan etaria, C on lo cual, se
cierra tam bién el ciclo de esos A n n ales pre-68, que h ab ían sido esen ­
cialm ente críticos del stablishment, rad icalm ente in n ovad ores y revolu­
cionarios en la teoría y m etodología de la historia, y en co n secu en cia
d esafiantes y com bativos fren te a la h istoria oficial y d o m in an te en los
esp acios acad ém icos del hexágono, para pasar a unos A n n a les que, por el
contrario, son p arte de ese establish m en t siendo eclécticos o in d iferen tes
en cu an to a la teoría y m etod ología h istóricas y co n stitu y én d o se en parte
de esa m ism a h isto ria oficial y d om in an te que ahora los acoge, integra
y proyecta com p lacientem en te en todo el m undo. C om o lo ha dicho el
propio Braudel en su intervención de clausura de un coloquio celebrado
en B in g h am to n en 1977, intervención titulada "E n g u ise de con clu sión":
"...m is su cesores tien en u na tarea m ás d ifícil que la m ía, pues los A n n ales,
qu ieran o no qu ieran, h an entrado a form ar p arte del stablishment, h an
llegado a ser un poder, gozan de tran quilid ad , no tien en enem igos. Y esto
plantea m u chos p roblem as. No digo que sea n ecesario com p rar en em i­
gos para sim p lificar la tarea de los A nnales, pero es d ifícil ser h erético
e inn ovad or cuando, de repente, se ha llegado a ser de alg u n a m anera
ortodoxo".
Y al m ism o tiem p o que ab and onan su antigu o ca rá cter herétic
crítico, d esafian te y com bativo, estos A n n ales terceros van a rep rod u cir
en su interior, tam bién los efectos de la nueva situación de m u ltip olari-
dad y de au sen cia de hegem on ías en la historiog rafía. Y entonces, y en
u na tam bién clara situ ació n de "p érd id a" del esquem a de la centralid ad ,
estos A n n ales no tend rán, com o lo rep etirá con frecu en cia Fern an d Brau­
del, u na clara "lín e a d ire ctriz " de su proyecto in telectu al. Pues si los
A n n ales de M arc B lo ch h a n sido con struid os en torn o a la lín ea de la
h istoria com p arativa y global, los A n n ales de Lucien Febvre desde el eje
de la historia-p roblem a, y los A n n ales brau d elian os desde la óptica de
la larga d uración, los terceros A n n ales no tienen en cam bio ningún eje
paradigmático reconocible que hubiese servido de sustento a la co n stru c­
ción de u na nueva política editorial, y de un sólid o p royecto in telectu al.
Porque las m entalid ad es y la antropología h istórica no son parad igm as
m etod ológicos ni p ersp ectiv as teóricas esp ecíficas, sino sólo un cam po
problem ático nuevo, que puede ser abordado, com o efectiv am en te lo fué,
desde m últiples enfoques, p erspectivas y aproxim aciones m etodológicas.
Entonces, y en sinto n ía con la m ultipolarid ad h isto rio g ráfica que
com ien za a d esp legarse después de 1968, los A n n ales de la co y u n tu ra
1968-1989 van a caracterizarse por la p luralización y la co existen cia de
mídíiples lín eas in telectu ales, n in g u n a de las cu ales será d o m in an te sobre
las otras, y que cu b rirá desde los trabajos de an trop ología h istó rica de
E m m anuel Le Roy Ladurie hasta la historia de las m entalid ad es de
Jacqu es Le G off, p asand o por la historia exp erim en tal de M arc Ferro, la
h isto ria an trop oló gica crítica de Lucette V alensi o los en fo qu es d iferen tes
de A n d ré B u rg u iére o Jacqu es Revel.
H isto ria de m últiples rostros y de muy diversas en trad as cuyo único
denom inad or com ú n será el de conflu ir en el esp acio tem ático del a n á li­
sis y la d escrip ción de lo m ental y lo antropológico. Pero h isto ria que al
negarse tam b ién a p ro seg u ir el trabajo ep istem ológico de sus an tecesores,
y al alejarse del debate m etodológico fuerte, va a perd er claram en te su
rol h eg em ónico dentro de los estudios h istóricos del m undo eu ro p eo y
occid ental. A unque, paradójicam ente, y gracias a las con d icion es ya m en­
cionadas de la d ifu sió n m ed iática de los resultad os h istóricos, y tam bién
al p roceso de su inco rp o ració n dentro del stablishment cu ltu ra l de Fran­
cia, u n a h isto ria que au nque no es ya hegem ón ica en térm in os de la in n o ­
vación y de la red efin ició n de los nuevos ru m b o s h istoriog ráficos, si será
una h isto ria que se d ifu n d irá am p lísim am ente en todo el m undo, h acién ­
dose p resente en los m ás d istin tos am bientes h isto rio g ráfico s n acion ales
y rebasando, com o ya hem os señalado, las fronteras de los m edios
académ icos h acia los m ás vastos espacios cu ltu rales del gran público y de
la op inión popu lar.
A n n ales de las m entalid ad es y de la an trop ología h istó rica que nos
recu erd an entonces a esas estrellas lejan ísim as cuyo b rillo m ás intenso
llega a no so tro s ju sto en el m om ento en que ellas ya están m uertas:
así estos terceros A n n ales son los A n n ales m ás traducidos, difund id os
y conocid os en escala planetaria, siendo tam bién los A n n a les que han
dejado de ser h eg em ó n ico s dentro de E uropa y del O ccid ente, en cuanto
a la in n o vació n h isto rio g ráfíca y en cu anto a la d efin ición de los destinos
p rin cip ales de la h isto rio g rafía contem poránea.

* * *

E n m ay o-ju n io de 1969, y luego de extraer las leccion es p rin cip ales que se
an u n ciaban de m an era in m ed iata com o d erivadas de esa p ro fu n d a revo­
lución cu ltu ral de 1968, a la que él m ism o ha caracterizad o com o com pa-;
rabie al R en acim ien to y a la R eform a eu ropeos, Fern an d Braudel decide
de m anera to talm en te libre y volu ntaria ceder la d irecció n de la revista
Annales. Economies. Sociétés. Civilisations., a un triu n virato com p u esto por
E m m anuel Le R oy Lad urie, Jacques Le G off y M arc Ferro. P or lo dem ás,
se trata de u n a d ecisió n lógica, que no solo in ten ta a su m ir activam ente
los efectos del claro cam bio de coy u n tu ra so cial e in telectu a l que enton­
ces se vive, sino que cu lm in a tam bién un p roceso que arran ca desde
1962-1963, y en el que Braudel, luego de la d ifícil ru p tu ra con R ob ert M an-
d rou, había co m enzad o a d istan ciarse un poco del trab ajo efectiv o de
co n stru cció n de la revista, delegando cada vez m ás resp o n sab ilid ad es en
el nuevo secre tario del com ité de redacción que era entonces M arc Ferro,
D e este m odo, y en el contexto nuevo post-68 cu yos trazo s ya hem os
referido, los terceros A n n ales van a co m en zar a d esp leg ar un nuevo
proyecto que, d esd e el origen m ism o de esta tercera etapa, será un doble
proyecto, orientad o en u na prim era lín ea h acía la an trop olo gía h istórica
que E m m an u el Le Roy Ladurie con cretará en obras com o Montaillou,
aldea occitana o El carnaval de Romans, y en u na seg u n d a lín ea hacía la h is­
toria de las m entalid ad es que se ejem plificará con El nacimiento del pur­
gatorio de Jacqu es Le G off. D os líneas que m ás ad elante se convertirán
en tres, cu and o se con solid e el proyecto de h istoria con tem porán ea, m ás
exp erim en tal y volcada a las problem áticas del siglo xx, que in trod ucirá
M arc Ferro dentro de esos A nn ales. Pero dado que esta lín ea no será
secun d ad a, d entro de A n n ales, por otros m iem bros del eq u ip o d irectivo
de la revista, serán entonces sólo esas dos lín eas antes m encion ad as las
que d efin irán el horizonte general de lo que será el proyecto in telectu al
global de esos terceros A n n ales. D os lín eas que si bien co m p arten en tre sí
varios de los trazos de la h isto rio g rafía post-68, tam b ién p resen tan claros
m atices de d iferen ciació n im portante.
Pues cu an d o h ablam os de antrop ología histórica en estos terceros
A n n ales, h ablam os sobre todo de un tipo de h isto ria que va a recu p erar
los tem as y problem as m ás clásicos de la an trop ología, para in ten tar
renovar su exp licación y exám en desde la aplicación de las m irad as y
de los in stru m en to s h abituales del análisis histórico. Se trata entonces
de investigar, ex am in a r y luego com prender y hacer com p ren d er a todo
ese u n iv erso com p lejo de prácticas y comportamientos sociales que trad icio ­
n alm en te h an ocu pad o la atención de los antrop ólogos, recon stru yen d o,
com o en el libro ya citad o de Montaillou, aldea occitana, la h isto ria de las
p rácticas m atrim o n iales, de la organización del h ábitat dom éstico, de los
hábitos alim en ticio s, h ig ién ico s o sexu ales de las gentes, de los esp acios y
form as de so ciabilid ad en general o de los m ecan ism os de tran sm isión y
circu lació n de la cu ltura y del saber. U na h istoria m ás a n trop oló gica, que
será cu ltivad a d entro de esos terceros A n n ales, p rim ero por E m m an u el
Le Roy L ad u rie y luego por Lucette V alensi -a u n q u e en este ú ltim o caso
con cen trad a sobre todo en los tem as de historia del m undo islám ico y
m ed iterrán eo m u su lm á n -, y que, aunque se ocupa tam bién de ciertos
tem as y ám bitos cu ltu rales, se abre m ás am pliam en te a todo el estud io
de esas realidad es p rácticas que son ciertos com p ortam ien to s, hábitos,
m odos de o rg an izació n y de relación so cial de los g rupos h u m anos. Una
lín ea de in vestigació n historiográfica que si bien florece b rillan tem en te
con esos trabajos m encion ad os de Le Roy Ladurie y de L ucette V alensi,
no a lcan zará sin em bargo, dentro de Francia, u na d ifu sió n e im itació n
colectivas m uy am plias, fuera de esos trabajos de sus p rom otores ya m en­
cionados.
E n cam bio y frente a esta p rim era línea, habrá u n a seg u n d a d eri­
vación de estos A n n ales post-68 hacia la llam ad a historia de las m en tali­
dades, d erivación que va a concentrarse m ucho m ás en el estu d io de las
actitud es m entales, las visiones colectivas de las cosas, los u n iv ersos cu l­
tu rales y los sen tim ien to s y creen cias de una sociedad o u na época d eter­
m inad a, y en co n secu en cia m ás en el exam en de d istin tos asp ecto s del
nivel de las realidades culturales o "m e n tale s" de los h om bres (lo que no
im pid e que, ocasion alm ente, y en algu na de las tan tas y ta n d iversas
d efiniciones de lo que son esas "m entalidades", se inclu ya en ellas tam ­
bién a las realidad es prácticas que estud ia la an trop ología h istórica, lo
que en nuestra o p in ión solo acrecienta la in d efin ición del térm in o y su
co n fesa "am b ig ü ed ad "). Una segu nd a línea que dentro de los A n n ales
será cu ltivad a sobre todo por Jacqu es Le G off, y fuera de ellos por gentes
m ás o m enos cercan as a la corriente com o G eorges D uby, P h ilip p e A riés,
M ichel V ovelle, Jean D elu m eau o A lain Corbin, entre otros.
U na "h isto ria de las m entalid ad es" que será reco gid a y luego
proyectada por esos A n n ales de la tercera generación, y que alcan zan d o
una m ucho m ayor d ifu sió n e irrad iación tanto en Fran cia com o en el
m undo, te rm in ará por aso ciarse fin alm ente com o el p rin cip al "a p o rte" de
estos terceros A n n ales. Pero com o es claro a p artir de u na aproxim ación
m ás d etallad a a la obra de los p rin cipales rep resen tan tes de esta tercera
ép oca an n alista, d icha h istoria de las m entalid ad es ha sido generada,
mucho más fuera que dentro de los A n n ales, los que sólo le h an servid o de
caja de reso n an cia y de plataform a de proyección. Y si bien, a través de
los trabajos de Le G off, estos A n n ales han tam bién contribuido a esa h isto­
ria de las m entalid ades, es claro que no son ellos ni los pioneros que la han
relan zad o en los años sesentas y setentas -p io n e ro s que han sido m ás
bien R obert M and rou, G eorges Duby, M ich el Vovelle y P h ilip p e Aries-/
ni tam p o co su s ú n ico s rep resen tan tes relevantes.
P orque en contra de un lugar com ún, ten azm en te rep etid o por m uchos
de los estu d io sos de los A nnales en general/ y de estos A n n a les de láá
m entalid ad es en particu lar, es total m ente falso que estos terceros Annalesi
rep resen ten la "co n tin u ació n " o "p rolongación " de la h isto ria de las
"m en talid ad es" escrita por Lucien Febvre y por M arc B lo ch treinta o
cu arenta o cin cu en ta años atrás. Pues si bien es cierto que la historiá
de las m entalid ad es de Lucien Febvre es ya distinta, esen cialm en te, de lá
historia de las creen cias p opu lares de M arc B loch - e l que en su carta a
L ucien Febvre del 8 de m ayo de 1942 calificará a ese térm in o de m ental^
dad com o u n "térm in o m ed io cre" que "se presta a a lg u n o s eq u ív o co s"-
siend o entonces dos lín eas diferentes de aproxim ación a la h istoria cu l­
tu ral, tam bién es claro que n in g u n o de estos "m o d elo s" de los fun ­
dadores de A n n ales ha sido im itado o prosegu id o por los m iem bros
p rin cip ales de esos A n n ales de la coy u n tu ra 1968-1989. Pues com o lo
ha dicho el propio Fernan d Braudel, el único verdad ero con tin u ad or del
tipo de h isto ria de las m entalid ad es que ha h echo L ucien F eb v re ha
sido M ichel Foucault. M ien tras que, en nuestra opinión, el verdadero
continuador del com plejo m odelo de an álisis de las creen cias colectivas
pop u lares conten ido en Los reyes taumaturgos de M arc B loch , es precisa-
m ente C ario G in zbu rg, lo que es ya claro en su libro El queso y los gusanos,
pero sobre todo y m ás n ítid am en te en su b rillan te obra Historia nocturna.
H isto ria de las m entalidades de los terceros A n n ales, que si b ien no
prolonga ni continú a p ara nada, ni a los trabajos de M arc B lo ch ni a las
obras de L ucien Febvre, sí se define en cam bio en abierta con traposición
crítica frente a la tradicional "h isto ria de las ideas", con la que rom pe
rad icalm en te y a la que intenta explícitam ente superar. P ues si esa h isto ­
ria de las ideas ha sido siem pre u na h isto ria de los grandes pensadores,
los g ran d es artistas, los grandes creadores de sistem as filosóficos o políti­
cos y de los gran d es inventores, o tam bién en otro caso u n a h isto ria
de las selectas corrientes literarias, científicas, políticas o h u m an ísticas
en carn ad as en las élites intelectu ales, la h isto ria de las m entalid ad es se
esforzará en cam bio por ser u na h istoria no de élites o in d ivid u os sino
de los g ru p o s colectivos, y por lo tanto de las creen cias, sen tim ien to s,
o p in ion es e im ag in ario de toda u na época, o del conjunto de u na so cie­
dad o de la to talidad de u na cierta civilización. A dem ás, y frente a esa
h isto ria trad icional de los h ech os del esp íritu, que sólo ha p restad o aten ­
ción a los sistem as conscientes de pensam iento, codificad os en coh eren tes
a rm azo n es y co n stru cciones filosóficas o científicas en tre otras, la h isto ­
ria de las m entalid ad es intentará abarcar tam bién a las d istin tas d im en ­
siones d e las actitud es, com p ortam ientos y visiones in co n scien tes, no
p rob lem atizad as y a veces ni siquiera explícitam ente form uladas por los
hom bres y por las socied ad es.
R ep resen tan d o así, un paso adelante respecto de esa an acrón ica h is­
toria de las ideas, la h isto ria de las m entalidades francesa, acogid a y
practicad a p o r esos terceros A nn ales, ha su scitad o sin em bargo, casi
desde su propio origen, toda u na serie de críticas serias y b astan te p er­
tinentes. En p rim er lugar, y reiteradam ente, u na crítica resp ecto del
carácter ind efinid o, poco p reciso y claram ente am bigu o del m ism o con­
cepto de m entalid ad es. U n concepto que, p resentando un ca rá cter m ás
connotativo que propiam ente riguroso y articulado en térm in os teóricos, ha
sido d efinid o de m uy d istin tas m aneras por cada uno de los d iversos
autores que h an intentad o presentarlo. Y entonces, ad qu irien d o u n sen ­
tido m ás b ien de designación de un cierto género no m uy p reciso de
p roblem as, m ás que un estatuto claram ente establecid o y estrictam en te
jera rq u iz ad o y estru ctu rad o , ese térm in o de "m en ta lid a d es" al que el
"Q u e m is su cesores prefieren estu d iar las m entalid ad es en
d etrim en to de la vida económ ica ¡peor para ellos!. Por m i
parte, n o estu d iaría las m entalidades sin con sid erar todo
lo restante. Pues yo estoy de acuerdo con Eric H obsbaw m :
no ex iste u n a h isto ria autónom a de las m entalid ad es, sino
que ellas están v incu lad as a todo lo dem ás. C reo que m is
su cesores no se dan p lena cuenta de ello. D an la im p resió n
- e n la m edid a en que se in teresan por las m e n ta lid a d e s- de
aban d on ar ese terreno económ ico que nos p erm itía u n v ín ­
culo con n u estros colegas m arxistas. Yo, que soy p rom otor de
la historia globalizan te, no puedo estar de acuerdo con esto.
Sin em bargo h e aband onado los Armales a m is sucesores.
Son cosa de ellos. ¡A cada generación le corresp on d e su
tarea!. Si qu iero que los Armales sean algo vivo, no puedo
obligarlos a p erm an ecer con Lucien Febvre, con M arc B loch
o con F ernand Braudel. Se les tiene que d ejar con tin u ar."

F ern a n d B r a u d e l

“En guise de conclusión" en Review, vol. i, núm. 314, 1978


propio Jacqu es Le G o ff caracteriza explícitam ente com o "am bigu o", ha
servido com o u na su erte de "p arag u as" general para el cobijo de in v es­
tigaciones de m uy d istin ta relevancia y de m uy heterogén ea p ro fu n d i­
dad.
P orque b asta com p arar con cuidado las definiciones, claram en te d ife­
rentes y a v eces alternativas, que han dado de esas "m en ta lid a d es"
autores com o R o b ert M androu, G eorges D uby, M ich el Vovelle, P h ilip p e
A ries o Jacqu es Le G off, para d arse cu enta que se trata de un térm ino
que no alcan zó nunca una elaboración y co n stru cció n teórica fuertes, y
cuya in ven ció n resp o n d ía m ás al deseo de d esign ar o co n n o tar de a lg u n a
m anera, si b ien fu ese p rovisoria, a ese nuevo espacio de problem as que
la h isto ria trad icio n al de las ideas había ignorado, y que los efecto s de
la revolución cu ltu ral de 1968 actu alizaba y hasta u rgía p ara su reco n o ­
cim iento y explicación m ás detenidas. Lo que entonces exp lica que, en
un m om ento dado, casi toda investigación de tem as de historia u n poco
exóticos y extrañ os haya podido ser calificada de "h isto ria de las m en tali­
dades", a la vez que se in clu ían dentro de esta ú ltim a tam bién problem as
que eran m ás bien problem as de h istoria antrop ológica, o estu d io s de
h istoria de la vid a cotid iana, o investigaciones de historia lin g ü ística, o
folklórica, o artística.
Y tam b ién el hecho de que casi in m ed iatam en te, se abrió la d iscu sió n
resp ecto de los vín cu lo s, articu lacion es, su p erp osicio n es o nexos esp ecí­
ficos de estas "m e n talid ad es" con otros conceptos p rovenientes a veces
de trad iciones teóricas fuertes y m ucho m ás elaborados y p roblem atiza-
dos com o los con ceptos de "ideología", "form as de co n cien cia " "cu ltu ra "
"im a g in a rio " o "in co n scien te".
U na seg u n d a crítica, tam bién recu rren te a este concepto débil de "m en ­
ta lid ad es" fu é la de que, debido tam bién a esa falta de sistem atizació n y
de m ayor rigor, era un concepto que dejaba en su sp en so la relación que
ten ían d ich as "m en talid ad es" -fu e s e cu al fuese, el con ten ido que se les
asign ara a ellas m is m a s - con el conjunto m ás vasto de la totalid ad social.
Pues a d iferen cia por ejem plo del concepto de "ideología", que rem ite
siem pre a m uy p recisas relaciones de ésta con las clases y los g ru p o s
sociales, con las realidad es económ icas y con los co n flictos so ciales en
el plano m ism o de la cu ltu ra, el concepto de m entalid ad es, en su total
am bigü ed ad e in d eterm in ació n , dejaba com p letam ente en silen cio este
problem a, p erm itien d o lo m ism o p o stu ras que reiv in d icab an la absoluta
autonom ía y au tosuficiencia explicativa de estas m ism as realid ad es de
lo "m e n ta l" que p osiciones que, por el contrario, in ten tab an establecer
y reco n stru ir de d istin tas m aneras esos puentes de relación con el todo
social. Y así com o cad a autor que se ocupaba de estas m entalid ad es, se
sentía obligado a aportar su propia definición de las m ism as, así cada
autor ha resuelto de d istinto m odo este punto tam bién in d efin id o de
su conexión con los restan tes niveles o d im ensiones del com p lejo tejido
social. Lo que por lo dem ás, confirm a el h echo ya señ alad o de que
esa h isto ria de las m entalidades no es ni un p arad igm a teórico ni una
p ersp ectiva m etod ológica, sino solo u n nuevo cam po pro b lem ático que es
su scep tible de ser abordado desde muy d istin tas persp ectivas, enfoqu es,
parad igm as o aproxim aciones históricas.
Por últim o, u n a tercera crítica central a esas m entalid ad es es la de
su p retendid o carácter "tran sclasista " o universal. Pues si afirm am os,
com o hace Jacqu es Le G off, que la m entalidad es aquello "qu e com p arte
N apoleón con el m ás hu m ild e de sus soldados, o C ristób al C olón con el
últim o de sus m arineros", lo que hacem os es ev acu ar el rol, fu n d a m en ­
tal e ineludible, del con flicto de clases en la esfera cu ltural, y tam bién la
m uy relev ante d istin ció n entre la cultura de las clases d o m in an tes y la
cu ltu ra popular. D os p arám etro s de análisis de los fenóm enos cu ltu ra les
que al ser ignorados sesgan inevitablem ente todo a n álisis p osible de esas
heterogéneas realid ad es inclu id as en el térm in o de m entalid ad es.
Tres críticas con stantem ente repetid as frente a esta h isto ria fran cesa
de las m entalidad es, que sin em bargo no han im ped id o su m uy vasta
d ifu sión , tan to en F rancia com o fuera de ella, durante toda esta co y u n ­
tu ra de los años 1968-1989. Lo que en el fondo testim on ia, ju stam en te, de
la p rofund idad de los cam bios desatados por la revolución de 1968, y de
la n ecesidad tam bién ap rem iante de la socied ad fran cesa p ara a sim ila r y
p ro cesar in telectu alm en te dichos cam bios.
H istoria de las m entalid ad es que florecerá entonces ab u n d an tem en te
en Francia, en los años seten tas y ochentas, para co n stitu irse en el aporte
m ás característico de estos terceros A n n ales. Pero que, com o h em os ya
señalado, no p o seerá un carácter hom ogéneo y b ien d elim itad o, sino
que por el contrario, va a desp legarse a través de d istin tas v ertien tes o
m odelos m uy d iferen tes entre sí. Y resulta cu rioso co n statar que, ni los
estu d iosos de la h isto ria de la corriente de A n n a les en general, ni ta m ­
poco aquellos que se concentran en an a liz a r a esta tercera g eneración
de a n n alistas y a esta h isto ria de las m entalidades en p articu lar, han
intentado hasta hoy co n stru ir un esbozo de tipología general de los distintos
modelos de historia de las mentalidades que prosp eraron d en tro de la h isto ­
riog rafía fran cesa en esa coyuntura in m ed iata p o sterior a 1968.
Tipología general que am eritaría sin duda u na in vestigació n m ás
d etenida, y que al concretarse, tend ría seg u ram en te que señ a la r las d ife­
ren cias entre los sigu ien tes "m o d elo s" de ap roxim ación a esas "m e n ta li­
dad es":
1. El m odelo de una h istoria autónom a, au tosuficiente y casi id ealista
de las m entalid ad es. M odelo que se ejem plifica en la obra de P h ilip p e
A ries, El hombre ante la muerte, en la cual la evolución y tran sfo rm acio n es
de las d istin tas actitud es de los hom bres frente al acto de m orir son rem i­
tidas, finalm ente, a los cam bios de un etéreo e in d efinid o "in co n scien te
colectivo". U n m odelo que hace abstracción com p letam ente del contexto
so cial general, y de los cam bios reales y m ateriales de las so cied ad es que
han elaborado y d esarrollad o estas form as diversas de m orir, p ara in ten ­
tar exp licarlos sólo a través de factores exclusivam ente "psicológ icos",
com o el p rog reso de la conciencia de sí, el rech azo frente a la n atu raleza
salvaje, o las creen cias en la vida después de la m u erte y en el m al. Un
m odelo apoyado en una enorm e y a veces m uy in teresan te eru d ició n fac­
tual, pero lim itad o com pletam ente por esta persp ectiva, que consid era
a las m entalid ad es com o un fenóm eno autoexplicativo y absolu tam en te
in d ep en d ien te de otras esferas o procesos de la totalidad social.
2. U n seg u nd o m odelo de historia, o m ás bien de arqu eo log ía y
genealogía de las estru ctu ras discursivas y de los fu n d am en to s su b ya­
centes a la co n stru cció n m ism a de los d iscu rsos. M odelo com p letam en te
original, asociad o a ciertos trabajos de M ichel Fou cau lt com o La historia
de la locura en la época clásica, Las palabras y las cosas o Vigilar y castigar, que
rech azan d o exp lícitam ente el concepto de m entalidades, y tam b ién el
objetivo de reco n stru ir un problem a desde u na secu en cia h istó rica lineal
y cronológ ica tradicion al, va sin em bargo a prolongar en alg u n a m edid a
al tipo de h isto ria de las m entalidades propuesto por Lucien Febvre en
su libro El problema de la incredulidad religiosa en el siglo xvi. La religión de
Rabelais. Pues es m ás que evidente la cercanía entre el "u tilla je m en tal"
febvriano y el "e p istem e " foucaultiano, am bos u tilizad o s p ara d iscern ir
lo que es posible y lo que es im posible p en sar y con cebir en u na ép oca
dada cu alq u iera. U n m odelo entonces de arqu eología y g en ealogía de los
d iscu rsos, apoyado en una com pleja síntesis de la filosofía, la lin g ü ística
y la h isto ria de las ciencias, que será aplaudido y rev eren ciad o por esos
terceros A n n ales, pero que fuera de la obra m ism a de M ichel Fou cau lt no
ten d rá casi im itad o res o segu id ores im portantes.
3. Un tercer m odelo de h istoria que p od ríam os llam ar n eop ositiv ista
o p u ram ente d escrip tivo de las m entalidades. Es decir, u na varian te que
sobre la b ase del abandono ya señalado de las persp ectiv as de la historia
global y del debate m etod ológico fuerte, ha cultivado trab ajos casi p u ra­
m ente descriptivos y testimoniales de historia de la fam ilia, de h isto ria del
cuerpo, de h isto ria de la m uerte, etc., que ú n icam en te nos reprod ucen
u na su erte de d isecció n o rad iografía de tal actitud, in stitu ció n , creen cia
o fenóm eno de la m entalidad en u na cierta ép oca o socied ad d eterm i­
nada, pero sin in ten tar nunca elaborar m odelos gen erales o exp licacion es
articu lad as de m ás largo aliento de esos tem as que abord an. U n m od elo
de h isto rizació n de las m entalid ad es que es en el fondo u na resu rrecció n
de la vieja h isto ria po sitivista, p u ram ente n arrativa y d escrip tiva, y qu eí
ahora se aplica tam bién a este cam po problem ático de las m entalidades,
cam p o que com o es claro en esta versión o m odelo, acepta cu alq u ier
enfoqu e o p ersp ectiva de an álisis posible, e inclu so p ersp ectiv as b astan te
tradicion ales. U n m od elo que h a estado presente tam bién d en tro de estos
terceros A nn ales, y que luego se ha d ifun d id o con cierta am plitud en
Francia, y aún m ás en la historiog rafía española p osterior a la m uerte de
Franco, y en ciertos ám bitos de la historiog rafía latin o am erican a de los
ú ltim os veinte años.
4. U na cu arta v ertien te sería la de u n a historia so cio ló gica o so cio ­
económ ica de las m entalid ades, ejem plificada en los trabajos de G eorges
D uby, por ejem plo su libro sobre Los tres órdenes o lo imaginario del fe u ­
dalismo. Una aproxim ación que intentando m ás seriam en te im b ricar a
estas m entalid ad es con los contextos sociales y econ óm ico so ciales que
las en m arcan , se ha dejado influir de m an era im p o rtan te por ciertos
aportes del m arxism o. Y entonces, recu perand o el trasfon d o esen cial de
la d ivisión en clases so ciales y de la lu cha de clases, y tam b ién la u bi­
cación de esas m entalid ad es dentro del con jun to de la totalid ad social,
esta historia de los fenóm enos de la m entalidad se acerca m u ch o m ás
que los otros m od elos a las viejas p erspectivas de la h isto ria global d efen ­
dida y p rom ovid a por M arc B loch, Lucien Febvre y F ern an d Braudel. Y
aunque sin duda no se trata ni m ucho m enos de u na h isto ria m arxista,
estrictam en te hablando, sí será un m odelo de h isto ria de las m en tali­
d ades que no tend rá d em asiado eco dentro de las p á g in a s de esos ter­
ceros A n n ales, los que acogerán m ás abu n dan tem en te a otras v arian tes
de esta m ism a h istoria. Lo que no im pide el h echo de que ciertos traba­
jo s de Jacqu es Le G o ff com o El nacimiento del purgatorio p u ed an tam bién
in clu irse dentro de este cu arto m odelo.
5. Por últim o, un m odelo de h istoria serial y crítica de las m en ta li­
dades, que se puede ilu strar con el libro de M ichel V ovelle, Pieté baroque
et déchristianisation en Provence au xviue Siécle. Una h isto ria de explícita
filiación lab rou ssian a que ha intentado abord ar este llam ad o "tercer
n iv el" de las m entalid ad es con todas las herram ien tas y apoyos de la h is­
toria cu an titativa y sobre todo serial, a la vez que recu p era de m anera
m ucho m ás explícita y central todo el aparato crítico del m arx ism o para
introd u cirlo com o punto de apoyo fu n d am en tal de la explicación . Una
h isto ria que rep ro blem atiza el vín cu lo entre id eología y m entalid ad es,
esforzán d ose por u bicar a estas últim as com o ese "tercer n iv el" siem pre
a rticu lad o e im bricado tanto con el nivel económ ico in ferio r com o con el
nivel in term ed io de lo social. H istoria que a la vez que co n stitu y e otro
de los m od elos alternativos posibles de exam en y exp licación de las m en­
talidad es -m o d e lo que tam poco ha tenido u na p resen cia m uy fu erte en
los A n n ales de la tercera g en eració n -, se in serta tam bién com o u na de
las tan tas expresiones del m ovim iento de convergencia in telectu al entre
las p ersp ectiv as de los A n n ales y el m arxism o que in v estigarem o s a co n ­
tinuación.
Porque de m anera paralela al d esarrollo de estos terceros A n n a les de
h isto ria de las m entalid ad es y de la antrop ología histórica, que h an tenido
vida entre 1968 y 1989, afirm ándose sobre todo desde la co n tin u ación de
la p u blicación de la revista Annales. Économies. Sociétés. Civilisations., y de
su irrad iació n desde Francia hacia todo el planeta, de m an era p aralela a
estos A n n ales m ás "fra n ce ses" de la tercera generación, v an a florecer y
a m u ltip licarse tam bién, a lo largo y ancho de los esp acios de la h isto rio ­
grafía m u n dial, toda u na serie de proyectos y p ersp ectiv as in telectu ales
cuyo sign o com ú n será el de intentar aproxim ar o h acer dialogar, en d ife­
rentes m od alid ades, a los aportes derivados de las dos prim eras etapas
de vida de la corrien te de los A n n ales por un lado, con la con tribu ción
y los d esarrollo s fu n d am en tales de los tam bién d iversos y m últiples
m arx ism os que la h isto ria del siglo veinte ha conocido.
U n d iálogo o aproxim ación que se despliega sim u ltán eam en te a estos
terceros A n n ales franceses, y que m ás allá de sus d iferen cias y esp eci­
ficidades, co n stitu irá tam bién parte esencial de la h isto ria general de la
corriente de los A n n ales, sin cuya consideración es im posible entender
el rol que hoy ju eg an y pueden ju g ar esos m ism os A n n ales, d en tro del
pan o ram a m ás global de los estud ios históricos m ás con tem p orán eos.
O TR A V E Z L A C O Y U N T U R A 1968-1989: ¿A N N A LES
M A RXISTAS O M ARXISTAS A N N A LISTA S?

La revolución cu ltu ral de 1968 no ha dejado in tacto p rácticam en te n in g ú n


esp acio im p o rtan te de la cu ltura contem poránea. Y entonces, lóg ica­
m ente, tam bién ha im pactado de una m anera profund a a los m últiples
m arxism os que ex istían en esta época, d isem in ad os a lo largo y ancho
de todo el planeta. M últiples m arxism os, de los m ás d istin tos signos
ideológicos y u bicad os en las m ás heterogéneas posiciones dentro de sus
resp ectivas socied ad es, que abarcan desde un m arxism o que term inó
co n v irtién d o se en "id eología de estad o" y en d o ctrin a sim plificad a de
m an u ales que lim itab an y constreñían el d esarrollo del p en sam ien to
so cial, h asta un m arxism o g enuinam ente critico, siem pre m in o ritario
y m arg in al, que se esforzaba por p ro fu n d izar creativ am ente en las
p ersp ectiv as d esarrollad as originalm en te por C arlos M arx, y que in ten ­
taba explicar, d esde ese h orizonte crítico y m arxista, los fen ó m en o s del
siglo vein te que le eran contem poráneos.
A banico in m en so de m últiples m arxism os, que en tre estos dos
extrem os conoció todas las posiciones in term ed ias posibles, d esp le­
gand o enton ces m arx ism os h u m anistas frente a otros estru ctu ralistas,
un m arxism o m ás econom icista frente a otro m ás político y m ilitante,
m arxism os stalin istas frente a m arxism os trosquistas, ig u al que m arx istas
que se au tocalificaban de "len in istas", "re v isio n ista s" "lu x em b u rg u ista s"
o "co n se jista s" constituyend o a todo ese paisaje que llen a el siglo veinte
de los m arx ism os m ás diversos, a veces sucesivos y a veces coexisten tes
que son el m arxism o g ram scian o, el de la E scu ela de F ra n k fu rt, el aus-
trom arxism o, el m arxism o de José C arlos M ariateg u i, el alth u sseriano, el
an glosajón , el esp artaqu ista de José R evueltas, o el m aoísta, en tre tantos
otros ejem plos posibles.
M últiples m arxism os del siglo xx que, en su m ayoría, y salvo esa línea
crítica y m arg in al ya m encionad a, se alejaron b astan te del pen sam ien to
o rig in al de sus fund ad ores, constituyend o com o sus version es dominantes,
a través de la in m en sa m ayoría de los partid os co m u n istas de la época
afiliados a la Tercera In tern acional, a expresiones m ás bien sim p lificad as
y redu ctoras del propio p ensam iento m arxista, expresiones que con­
tentándose con re p etir u na serie de "apotegm as m arxistas", v acíos de real
contenido y sep arados de su com pleja y sutil fu n d am en tación, p ropaga­
ron u na v isió n esquem ática, em pobrecida y m uy alejad a del verdad ero y
m uy elaborado y com plicado pen sam ien to original de C arlos M arx.
Versión d o m in an te del m arxism o, p resente en la m ayoría de los
esp acios cu ltu rales del m undo occidental, que expresaba en realidad la
situación de un m ovim iento social que había sido p rim ero d errotad o y
luego d iezm ad o de sus m ejores cuadros en la p rim era guerra m u ndial,
para luego ser progresivam en te cooptado e integrad o corp orativam en te
dentro de las d istin tas socied ad es de E uropa y del occidente. C on lo
cual, las élites d irigen tes de esos m ovim ientos so ciales y obreros, que
en el origen h abían sido realm ente revolucionarios y a n tisistém ico s, se
fueron tran sfo rm an d o poco a poco en sim ples b u ro cracias reform istas,
que m an ten ían la protesta obrera y las rein vind icacion es so ciales dentro
de los m arcos tolerables por el propio sistem a, y que a lim en tab an ju sta ­
m ente, en el p lano in telectu al, a esas versiones lim itad as y casi caricatu ­
rales del m arxism o.
Pero 1968, com o ya hem os señalado, v ino tam b ién a rom p er con
estas estru ctu ras de funcio n am ien to de esa "v ieja iz q u ierd a " b u ro cra-
tizad a, refo rm ista e im p u lsora de ese m arxism o "v u lg a r" y m an u alesco .
Porque ju n to a la tran sfo rm ació n radical de las estru ctu ras cu ltu rales
que ya hem os evocado, y secu n d an d o a esta revolución de 1968, vino la
enorm e crisis econ óm ica in ternacion al de 1972-73, que in ició la co y u n ­
tu ra econ óm ica d epresiva que se prolonga h asta hoy m ism o, y que com ­
binán d o se con la fractu ra de 1968, relan zó n uevam ente en el m undo
entero, a los m o v im ien to s sociales de protesta y an tisistém ico s que van a
d esp leg arse en todas partes durante los ú ltim o s treinta años.
M o v im ien to s so ciale s que, ad em ás, no eran sólo u n a sim p le
resu rrecció n de los m ovim ientos obreros y cam p esin os que existían
desde antaño, sino tam bién y sim ultán eam en te la em ergen cia de nuevos ■
y m uy originales m o v im ien to s sociales, antes cuasi in existen tes o com p le­
tam en te lo calizad o s y m ino ritario s. Y así, al ritm o m ism o que cad u can
y d esap arecen las v iejas form as de la reprod ucción cu ltural, para ser
reem p lazad as por otras nuevas, van afirm ánd ose y creciend o los nuevos
m ovim ien tos fem in istas, ecologistas, contra la guerra y por la paz, estu ­
d ian tiles, an tirracistas, hippies, u rb an o-p op u lares, étn ico s e in d ígen as, y
de las m últiples m ino rías d iscrim in ad as, cuya con exión con los efectos
del 68 es m ás que evidente. N uevos m ovim ien tos de con testación anti-
sistém ica que no sólo m ultiplican y com p lejizan los frentes de lucha
en contra del cap italism o dom inante, sino que tam b ién van a red efin ir
com p letam ente la agenda de los tem as fu n d am en tales que la socied ad
plantea a su s in telectu ales, exigiéndoles los elem entos de a n á lisis y de
co m p ren sión de los m ism os.
Y enton ces el m arxism o y los diversos m arxistas, igual que todos
los estratos p en san tes de esta época, van a verse in terrogad os para que
provean sus explicaciones específicas acerca de todos estos fenóm enos,
in stitu cio n es y realidad es que esos nuevos m ovim ien tos an tisistém ico s
p onen en el centro de su im pugnación: ¿cuál es el rol de la m ujer dentro
de la fam ilia, dentro de la econom ía y dentro de la sociedad?, ¿cuáles son
los efectos de la tecn o log ía m od erna sobre el m edio am biente, y cu á le s los
lím ites de su explotación?, ¿qué relación debe d esp legar la socied ad frente
a su "m ed io n atu ral"?, ¿cuáles son las cau sas de la guerra, y el papel que
ésta ha jugad o en la h isto ria de los pueblos? y ¿cóm o pu ed en crearse las
cond icion es de u na verdadera paz duradera y generalizada?, ¿qué es lo
que genera y reprod uce a la violencia de las socied ad es m od ern as?, ¿qué
vín cu lo s existen entre guerra, sociedad y política?, ¿cuál es la función
so cial de los estud iantes?, ¿qué perspectivas de largo plazo pu ed e tener
un m o v im ien to estudiantil?, ¿cóm o se conecta él con las estru ctu ra s de la
escuela cap italista y con los m odos de tran sm isión del saber?, ¿y cuáles
son las raíces de los con flictos raciales en las d istin tas socied ad es co n tem ­
poráneas?, ¿cóm o se co nectan con la lucha de clases y con o tras form as
posibles del conflicto social?, ¿qué perspectivas tiene la fam ilia m oderna?,
¿qué form as alternativas de fam ilia es posible generar y con stru ir?, ¿qué
papel pu ed en ju g a r los m ovim ien tos generados en los b a rrio s, en las
colonias, y m ás en general en los distintos territorios del esp acio urbano
m od erno?, ¿o los m o vim ien to s ind ígenas, o de m in o rías étn ica s dentro
de las naciones?, ¿o los grupos excluidos y d iscrim in a d o s de los pri­
sioneros, de los hom osexu ales, de los trabajad ores in m ig ran tes, etc.?.
Toda una serie de cu estion es fu ndam entales, que ni los m arx ism o s ni los
in telectu ales an teriores a 1968 habían abordado de m anera sistem ática y
central, y que se volverán u rgentes y acu ciosas d urante los ú ltim o s seis
lu stros vivid os.
R esu lta claro que ni la v ieja izquierd a esclerosad a, ni el m arx ism o
d o m in an te sim plificad o y de m anual eran capaces de responder, so cial e
in telectu alm en te, a las dem andas prácticas de estos nuevos m ov im ien tos
an tisistém ico s y a sus u rgencias teóricas correlativas. C on lo cual, la
fractura de 1968-1972/73 va a ser tam bién una crisis d efinitiva de esa
vieja izq u ierd a y de ese m arxism o vu lgar d om inante, crisis que dará
com o resultad o el n acim iento y desarrollo de m últiples nuevas izq u ier­
das, siem pre m ás rad icales y críticas que la izquierd a pre-68, y tam bién la
em ergen cia de m últiples m arxism os post-68, que se a b o ca rá n ju stam en te
al estud io de los nuevos agentes y sujetos sociales, igu al que al abordaje
de toda esa lista com pleja de nuevos tem as, problem as y fen óm en os antes
referidos.
A p ertu ra fu n d am en tal de esa nueva izquierd a y de esos nuevos
m arxism os, a los fenóm enos de esta nueva co y u n tu ra de 1968-1989, que
va a in citar a esos nuevos m arxistas a aband onar las v iejas p o stu ras dé
sus p red ecesores, en las cu ales su atención se con cen traba nueve de cadá
diez veces en el estud io y exam en de los tem as econ óm icos y políticos)
p ara abrirlo al an álisis y la reflexión en torno a todos los nuevos tem as dé
la agenda post-68 que antes hem os resum ido. C on ello, y com o u na corí-
secu en cia lógica de esta p ostu ra, los diversos m arxism os y m a rx ista s vari
tam bién a aban d on ar su vieja postura sem isolipsista, que re ch azab a por
p rincipio todos los d esarrollos intelectu ales consid erad os com o exp resio ­
nes de u na "cien cia so cial bu rgu esa", para entablar un d iálogo abierto
y m u cho m ás org ánico con otras tradiciones cu ltu rales, d iálo g o qu e le
p erm itirá a esta nueva izquierd a neom arxista recu p erar los prin cip ales
resu ltad os alcan zad o s por las ciencias sociales d urante todo el siglo
veinte, a la vez que se acerca a otras persp ectiv as críticas, aunque no
m arxistas, desp legad as tam bién dentro de este espacio del pen sam ien to
so cial contem poráneo.
Un ejercicio de diálogo, confrontación y debate abierto, que si bien
había sido olvid ado y om itido por esos m arxism os v u lg ares d om in an tes;
se m an tu vo sin em bargo vivo a través de los m ejores represen tan tes
del m arxism o g en u in am en te crítico, los que desde L en in y R osa Luxem -
bu rgo hasta M ao Tse Tung, y pasando por G eorg L ukács, K arl Korsch,
A n ton io G ram sci, Jo sé C arlos M ariategui, y tod a la E scu ela de F ran kfu rt,
d esp legaron un trabajo de verdadera crítica y d esco n stru cció n de los d is­
cu rso s d om inantes, trabajo directam en te heredado de la m ism a práctica
y actitud de M arx.
En el cam p o de los estud ios históricos, uno de estos m últiples d iálo ­
gos que esa nueva izq u ierd a va a d esarrollar, será ju sta m en te el de un
m ovim iento de reco n o cim ien to y recu peración crítica de los aportes de la
corrien te de los A n n ales en general, y m ás esp ecíficam en te de su periodo
1929-1968. Lo que entonces va a provocar un p roceso que, corrien d o p ara­
lelo con la ru p tu ra entre los terceros A n n ales y todo su pasado anterior, va
a com plem entarlo de u na m anera casi sim étrica. Pues ju sto cu and o esos
A n n ales del p eriod o 68-89 abandonan el cam po de la h isto ria econ óm ica
y eco n óm ico -so cial, los m arxistas van a continuar d esarrollan d o esos
m ism os cam p os de la investigación historiográfica que les h abían servid o
de pu n to de encuentro con los A n n ales braudelianos, cam pos en los que
ellos po seen ya u na im portante experiencia, trad ición y presencia, y que
ahora co m en zarán a ser cultivados por esos m ism os m arxistas, siem pre
desde la p ersp ectiv a crítica heredada de M arx, pero ahora tam bién in te­
grando en u na m edid a im p ortan te dentro de sus a n álisis, a las co n tri­
b u ciones esp ecíficas de M arc Bloch y de F ernand Braudel. Y dado que
la obra de estos dos ú ltim os autores es u na obra co n stru id a desde la
p ersp ectiva de la historia global, y puesto que los m arx istas están siem pre
habituad os, d esd e el propio M arx, a estas visiones co n stru id as desde el
punto de v ista de la totalidad , entonces ellos serán los que m an ten d rán
tam bién vivo a este horizonte g lobalizante o to talizan te dentro de la h is­
toriografía, h o rizo n te que com o ya hem os visto atrás ha sido exp lícita­
m ente m arg in ad o por esos terceros A nnales, en aras de in vestigacion es
m ás p u ntu ales, m onográficas y particu larizad as.
Lo m ism o acontece con el debate epistem ológico y el trabajo teórico
fuerte. D os d im en sio n es que habían sido im p o rtan tes en los prim ero s
y en los seg u nd o s A n n ales, y que estarán ausentes en los A n n ales
fran ceses de la tercera época. Lo que p erm itirá que sean tam b ién esos
m arx istas que ahora hacen suyo p arte del legado a n n alista, los que se
o cu p en de p ro se g u ir ese trabajo conceptual y m etodológico, trabajo que
desde la h eren cia de M arx ha sido siem pre uno de su s ren glon es m ás
d esarrollad os. Y entonces, m ientras que los A n n ales de la h isto ria de
las m entalid ad es y de la antropología h istórica se su m ergen en el trata­
m iento d etallad o y m inu cioso de los m últiples elem entos de la "m o n o ­
g rafía ald eana", o en la reco n stru cció n exhau stiva y erud ita de la génesis,
a firm ació n y co n secu en cias de la noción cristian a del pu rgatorio, los
m arx istas van a co n tin u ar intentando co n stru ir exp licacion es generales
y m od elos teó rico s de largo alcance, que nos recu erd an tan to al m odelo
de u na estru ctu ra so cial global d esarrollad o y o p eracio n alizad o dentro
de La Sociedad feudal, com o al m odelo general de exp licación del capi­
talism o que to m ará form a en el libro de Civilización material, economía y
capitalismo, pero ig u alm ente a los com plejos y elaborados m od elos con­
tenid os en El capital y en casi todas las obras im p ortan tes de M arx.
C om p letand o fin alm en te estas sim etrías casi perfectas, es claro que
m ien tras que los A n n ales de la coy u n tu ra 68-89 se in stitu cio n alizan
totalm ente, in teg rán d o se en el estab lish m en t acad ém ico y en la cultura
oficial francesa, los m arx istas fuertem ente influidos por los A n n ales, van
en cam bio a m an ten er el filón crítico heredado de los prim ero s y seg u n ­
dos A n n ales, filón que se em palm a perfectam en te con el p u n to de vista
de M arx, y que va a p ro seg u ir intentando h acer u na h isto ria diferente,
d es-centrad a resp ecto de los lugares com u nes consagrad os, crítica de
las in terp retacion es apologéticas, com placientes o rev ision istas, y siem ­
pre a con traco rrien te de la h isto ria oficial y legitim ad ora de los pod eres
estatuid os. U n a h isto ria siem pre innovadora, que disu elve las evid en ­
cias, que restitu ye los p asad os vencidos, que hace h ab lar a los silen cios y
que sólo se atiene a la bú squ ed a de la verdad histórica, sin com p rom iso
algu no y fiel a su carácter de real "em presa razon ad a de a n á lisis"
Y al m ism o tiem po que algu nos m arxistas de esas nuevas izq u ierd a
post-68 se acercan a la heren cia de A n n ales, alg u n o s an n a lista s, que
h abían p articip ad o activam ente en la con stru cció n de los A n n a les braude-
lianos, y que van a m arg in arse de los terceros A n n a les cu an d o éstos
in stau ren la ru p tu ra in telectu al evidente resp ecto a eso s seg u n d o s
A n n ales, van a ap ro xim arse tam bién al m arxism o, acen tu an d o su s posi­
ciones de izq u ierd a, o reivin d ican d o de nueva cu enta an tigu as y exp líci­
tas p osiciones so cia lista s y m arxistas. Es por ejem plo el caso de G eorg es
Duby, que d esp ués de 1968 va a integrar a sus in vestigacion es el concepto
alth u sseriano de ideología, intentando o p eracio n alizarlo en térm in os del
an álisis histórico, a la vez que con stru ye sus a n álisis desde u n a explícita
consideración que tom a en cuenta el planteam iento de la d iferen cia de
clases y de su lu cha histórica. O tam bién los trabajos de M ich el Vovelle,
que siendo d iscíp u lo d irecto de E rn est Labrousse, y por tanto d eudor de
la con cep ció n crítica y so cialista de este últim o, va a p ro fu n d iz a r tam bién
en el m arxism o, recu p erand o en sus trabajos u na p arte im p o rtan te de
los aportes de esa m ism a cosm ovisión m arxista. C on lo cu al va a lograr
d esarrollar u n a h isto rio g rafía m uy creativa, que rescata a la vez el doble
aporte de M arx y tam bién el de las en señ an zas de A n n ales. O tam bién el
caso de P ierre V ilar, que habiend o m antenid o siem pre un p u n to de v ista
m arxista, no dudó sin em bargo en asim ilar e in co rp o rar en sus trabajos
toda la h eren cia de M a rc B lo c h y tam bién la persp ectiv a b rau d elian a de la
larga duración, tal y com o él m ism o lo reconocerá m uy claram en te en su
"In tro d u cció n " a su prin cip al obra sobre Cataluña en la España moderna.
D e este m odo, y confluyendo con el m ovim ien to ya anotad o de acer­
cam iento del m arxism o a los A nn ales, habrá tam b ién este m ov im ien to de
ciertos h isto riad o res form ados básicam en te en la n ebu losa de A n n ales,
que se ap roxim an al m arxism o o que rev italizan su propia interp retación
m arxista con elem entos an n alistas, contribu yend o así a fortalecer y m ul­
tip licar ese d iálogo A n n ales-m arx ism o que d esp ués de 1968 se vuelve
realm ente orgánico y sistem ático. Un diálogo que si bien ha estado pre­
sente de m últiples m aneras, a lo largo de toda la h isto ria de la co rrien te de
los A n n ales, ad qu iere sin em bargo, a raíz de los efectos de la revolución
cu ltu ral de fines de los años sesentas, un nuevo e inéd ito carácter, que da
ju stam en te sentid o a este doble m ovim iento de acercam ien to y con flu en ­
cia d esd e el m arx ism o hacia los A n n ales y viceversa.
Ya que si recorrem os rápid am ente, de nueva cu enta, esta h istoria
global de los A n n ales, p od rem os u bicar m uy claram en te cóm o la relación
de estos ú ltim o s con el m arxism o y con los m arxistas que le so n co n tem ­
p oráneos, va tran sfo rm án d o se, otra vez, conform e cam b ian las co y u n tu ­
ras gen erales e in telectu ales de la historia francesa, eu ro p ea y occid ental,
y con ellas los p royectos m ism os de los sucesivos A n n ales. Y enton ces, es
claro que el perio d o de los prim eros A n n ales va a caracterizarse, en esta
actitud frente al m arxism o, com o un period o de abierta apertura del foro
que esos m ism os Annales d'Histoire Économique et Socíale represen tab an ,
para la colaboración y p u blicación dentro de sus p ág in as de artícu lo s y
de autores d eclarad am ente so cialistas y m arxistas. Es d ecir que m an te­
niendo claram en te su identidad esp ecífica y su propio p royecto original,
am bos no m arx istas, esos A n n ales del períod o 1929-1941 h an aceptado
sin em bargo, sin n in g ú n im p ed im ento ni oposición, la p resen cia de cier­
tos so cia lista s o m arx istas, que h an p articipad o en su s propios com ités
de red acció n -c o m o el caso de M aurice H albaw chs, H en ri H au ser o de
G eorges L e fe b v re -, o que han colaborado con m ás o con m enos fre­
cu en cia den tro de las d istin tas entregas de la revista, com o en los casos
de Lucie V arga, F ran z B orkenau, H enri M ougin, P ierre V ilar, E rn est
L abro u sse o G eorges F ried m ann , entre tantos otros. Un d iálogo que
entonces, ju n to a la declarad a ad m iración y sim p atía tanto de M arc
B lo ch com o de L ucien Febvre resp ecto de la m ism a obra de M arx, se
ha establecid o sobre todo, com o la cesión abierta y sin cortap isas, de un
espacio p ara esos autores m arx istas y so cialistas, d en tro del proyecto
"E l m a rx ism o ,., es, para nosotros, una p ro b lem ática que
hoy form a parte n ecesariam en te de todo a n á lisis h istórico
s e r io ... entonces, a p a rtir del m om ento en que se estab lece el
d iálogo, es d ecir el deseo de com prenderse recíprocam en te,
n in g u n a d ivergen cia resulta m olesta. Por el contrario, ella
es con frecu en cia u na incitación a pensar, una m anera de
reco n o cer las d istan cias y las proxim idades, de p ercib ir u na
co n ciliació n posible. Porque n o so tro s sosten em os siem pre
que no pu ed e h ab er dos form as de cien cia h istórica. Las
pro blem áticas pu ed en d iferir y efectivam ente, difieren, p ero
los resultad os, entre historiad ores de b u en a fe, d eben re e n ­
co n trarse."

F e rn a n d B r a u d e l

"P resentación al artículo 'Les A nnales vues de M oscú " en


Annales. E. S. Cv año 18, núm. 2, ene-feb, 1963
global, no obstan te inequ ívocam ente no m arxista, de esos A n n ales de los
años 1929-1941.
U na relació n que va a in ten sificarse y a h acerse m ás relevante d urante
la etapa de los A n n ales braudelianos. Pues com o ya h em os señalad o, el
periodo de vid a de estos segu nd os A n n ales es tam b ién el period o del
auge y am plia d ifu sió n del m arxism o m ed iterrán eo y francés d en tro de
la cu ltu ra del hexágono. Entonces, ese diálogo en tre A n n ales y m arxism o
va a co n v ertirse en un diálogo sistem ático entre dos in terlocu tores co lo ca­
dos en pie de igu aldad , interlocutores que teniendo p erfiles e identidades
diversas, v an a h allarse com prom etidos en la in vestigació n y exp licación
de v arias problemáticas comunes. Lo que natu ralm en te los llevará a con ­
frontar co n stan tem en te sus resp ectivos resultad os de in vestigación , a
criticarse y en riq u ecerse m u tu am ente y a co m p artir en ton ces p istas e
in fo rm acio n es sobre archivos, fuentes, acervos, datos y d o cu m en tació n
atingente a esos m ism os tem as convergentes de análisis. Lo que explica
el hecho, ya antes referido, de los víncu los de colaboración y los debates
am isto so s re cu rren tes entre Fernand Braudel y d istin tos h istoriad ores
m arx istas de Rusia, Polonia, H ungría, Italia, Francia, In glaterra, Estados
U nidos, C an ad á y A m érica Latina, pero tam bién la nueva situ ación
en la cu al los m arx istas no sólo continu arán colaborand o dentro de
los A n n ales, sino que ahora en tablarán u n debate co n stan te y m ulti-
facético con esas m ism as perspectivas y con esos autores im p o rtan tes
de los A n n a les brau d elian os, debate en el que am bos p articip an tes se
in fluyen y retro alim en tan de m anera significativa, co n tam in án d o se en
cierta m ed id a de sus m utuas aproxim aciones.
R elación de in terin flu en cia recíproca, que d esp ués de 1968 va a
rad icalizarse y a p ro fu n d izarse bajo los efectos de las m u tacion es del
m arxism o y de los cam bios en ciertos autores a n n a lista s que ya hem os
señalado. P u es ahora, durante la coy u n tu ra de 1968-1989 la form a de ese
d iálogo m arx ism o -A n n ales va a convertirse en el intento de construir
un espacio teórico e historiográfico común que p erm ita acercar a estas
dos p ersp ectiv as, in teg ran d o un horizon te con cep tu al, m etodológico,
problem ático e historiog ráfico que sea capaz de in clu ir los ap ortes p rin ­
cipales de esas m ism as dos aproxim aciones in telectu ales, al m ism o
tiem po que se op eracio n aliza in stru m en talm en te en todo un conjunto
de nuevas h erram ien tas de investigación, h erram ien tas que in ten tan
hacer po sible un renovado y siem pre crítico a n álisis em pírico de los d is­
tin to s problem as históricos que se abordan. U n esfu erzo com p lejo de
elaboración de ese lu gar de convergencia para los A n n a les y el m arxism o,
que se propone de m anera explícita serv ir de plataform a in telectu al para
la co n stru cció n y elaboración de nuevos m odelos gen erales de in terp re­
tación, nuevas exp licacion es de los viejos problem as, y nuevos pu ntos de
vista h isto rio g ráfico s en torno de los principales debates y las m ás im por­
tantes p olém icas que entonces ocupan al grem io de los d istin to s cu ltiva­
dores del oficio de historiador.
El fruto de este esfu erzo m encionado ha sido el de crear, en esta co y u n ­
tu ra de la octava y novena décadas de nuestro siglo, toda u na m atriz con
m últiples expresiones, pero con u na ineludible p resen cia p lan etaria, de
lo que p o d ríam o s llam ar "m arx ista s a n n a lista s" o "A n n ales m a rx ista s"
U na m atriz tan heterogénea e internam ente d iversificad a com o los tantos
m arx ism os que llen an toda la h istoria del siglo veinte, que sin em bargo
com parte, en todas sus expresiones y autores, el trazo com ún de que se
trata de obras h isto rio g ráficas que sería imposible entend er sin el doble
referen te de las lecciones de Bloch, Febvre o Braudel, y ta m b ién de los
conceptos, las categorías, los horizontes y las p ersp ectiv as d esarrollad as
o rig in alm en te por M arx.
Una m atriz de m últiples caras, pero d irectam en te fruto de esta
conflu encia post-68 entre los A n n ales y el m arxism o, que será el con­
trapeso evid ente de los terceros A n n ales franceses, volcad os h acia las
m entalid ad es y la antrop ología histórica. Y con trapeso no sólo en el
sentid o de m an ten er viva y vigente la heren cia de esos A n n a les de los
años 1929-1968, aband onada por la tercera g en eración an n alista, sino
tam bién en el sentid o de crear y d esarrollar nuevas vías y nuevos espacios
de la investigació n h istórica, alim entad os ahora d oblem ente por el legado
m arxista y por el viejo legado an n alista y que van a fu n cion ar, en toda
esta co y u n tu ra de 1968-1989, com o cam in o s d istin tos y alternativos a los
prom ovidos por esos A n n ales fran ceses de esta m ism a época.
¿Q uiénes son estos m arx istas a n n alistas o a n n a lista s m a rx ista s que,
a igu al títu lo que la h isto ria de las m entalid ad es, co n stitu y en u n a p arte
ineludible de la h isto ria general de la corriente de los A n n a les en el siglo
veinte?. E n p rim er lugar, varios de los h istoriad ores fra n ceses que ya
hem os m encion ad o antes, y que por el sim ple h echo de h aberse for­
m ado, de v iv ir y de trabajar dentro del hexágono fran cés se h an im preg­
nado, n ecesariam en te, de las en señ an zas de los A n n ales. Y que entonces,
aunque so sten gan o se in trod u zcan al estudio de la h isto ria d esd e posi­
ciones m arx istas o cercanas al m arxism o, no pueden d ejar de in co rp o rar
tam bién, en m ayor o m enor m edida, a la heren cia de Bloch, F ebvre
y B raudel. H isto riad ores com o P ierre V ilar o M ich el Vovelle, qu e sin
ren eg ar de un claro y explícito punto de vista m arxista o en otro caso
lab rou ssian o - e s d ecir so cialista y m uy influid o por el p en sam ien to
de M a rx -, son capaces ig u alm ente de reconocer la im p o rtan cia y n ece­
sidad de co n stru ir visiones desde la larga duración h istórica, reiv in d i­
cand o los ejercicios b loch ian o s de vin cu lació n en tre g eo g rafía e historia
d esarrollad o s p o r ejem plo en sus Caracteres originales de la historia rural
francesa o recu p erand o ios aportes del m odelo de a n álisis del "u tilla je
m en tal" p rop u estos por Lucien Febvre.
U na h isto ria que lo m ism o puede ocu parse de cu estion es econ óm icas
que de tem as cu ltu rales, para an alizar por ejem plo com o h ace P ierre
Vilar, los fu n d am en to s económ icos de las estru ctu ras n acio n ales, en el
caso del nexo entre C atalu ñ a y España, incorporan d o lo m ism o la d ialéc­
tica entre m edio geográfico y m edio histórico o la in flu en cia de las evo­
luciones d em og ráficas del caso estudiado, en el m ás puro estilo de los
A n n ales, ig u al que el estudio de las tran sform acion es agrarias, la for­
m ación de la b u rg u esía y el fu ncion am ien to del capital com ercial con las
categorías y d esd e las persp ectivas aportadas por M arx y por los m a rx is­
m os u lteriores. O tam bién , en otra vertien te posible, u n a h isto ria com o
la de M ich el V ovelle, que puede investigar las m od ificacion es lentas
y p ro fu n d as del sen tim ien to cristiano y de la creen cia piadosa de los
p ro ven zales franceses, a lo largo de todo el siglo x v i i i , m o d ificación que
avanza en el sentid o de una progresiva "d escristia n iz a ció n " a su m ién ­
dola sim u ltán eam en te com o un estudio de realidad es que corresp on d en
a ese "tercer n iv el" que se bau tiza explícitam ente con el térm in o m arxista
de las "su p ere stru ctu ras id eológicas" al tiem p o que n u estro autor se
au tocalifica ig u alm en te sin problem as com o un "h isto ria d o r de las m en­
talid ad es" en la lín ea de los m últiples proyectos prom ovidos por los ter­
ceros A n n ales.
G rupo de h istoriad ores franceses de p o stu ras in icialm en te m a rx ista s
o cercan as al m arxism o que se im p reg n an a la vez del "esp íritu de los
A n n ales", o h istoriad ores form ados en las p ersp ectiv as a n n a lista s que
se acercan luego al m arxism o, y que incluye, en u na con cep ció n laxa,
ad em ás de los casos ya m encionados de P ierre V ilar y M ich el Vovelle, a
autores com o G uy B o is -a u to r por lo dem ás de un ensayo qu e se ocupa
ju stam en te de las conexiones y vasos co m u n ican tes en tre el m arx ism o y
los A n n ales, en el d iccion ario de La nueva historia-, A la in G uerreau , o con
los m atices antes señalad os, el m ism o G eorges D uby. G rupo de autores
representativos, dentro de la m ism a Francia, de ese m o vim ien to de con­
vergencia entre A n n a les y m arxism o, que evid entem ente no se reduce
a estos h istoriad ores m ás conocidos, sino que abarca tam bién a todo un
sector im p ortante de los cultores fran ceses de C lío que van a realizar
in vestigación histórica en esta coyun tura 68-89, y cuyos resu ltad os se
p lasm arán ig u alm ente en la producción h istoriográfíca de este periodo.
L o que p o r lo d em ás, se reproduce igu alm ente fuera de F ran cia y en
m últiples am bientes historiográficos. Por ejem plo en E spaña, en donde la
d ifu sió n m asiva y en gran escala del m arxism o y de las in terp retacion es
m arx istas de la h isto ria -rep rim id o s durante d écadas por el d o m in io del
oscu ran tism o fra n q u ista - va a coin cidir exactam ente, luego de la m uerte
de Franco en 1975, con la tam bién vasta y gen eralizad a p en etración del
en foqu e de A n n ales en ciertos círculos de la h isto rio g rafía española,
penetración que es acogid a igualm ente com o alternativ a renovad ora y
refrescan te frente a la tradicional y m ás bien esclerosad a h isto ria que fue
do m in an te durante el franquism o. Entonces, y com o fruto natu ral de esta
sim u ltánea y activa d ifu sió n tanto de los A n n ales com o del m arx ism o
en la cu ltu ra h isto rio g ráfíca española p ost-franqu ista, es que van a p ro s-
perar, tam bién en la p en ín su la ibérica, obras, ensayos e in v estigacion es
cuya m an u factu ra sería im posible de com prender sin ese doble referen te
in telectu al su byacente tanto an n alista com o m arxista. Lo que se expresa
entonces en obras im p ortan tes com o las de R icardo G arcía C árcel, R eyna
Pastor o Ju lio V aldeón - a l m ism o tiem po críticas p ero tam b ién d eudoras
de las m ejores leccion es de A n n a le s-, igual que en la actu alid ad todavía
candente, que en la h istoriografía esp añola con tem p orán ea tiene, el
problem a y el esclarecim ien to de las m utu as relacion es recíp ro cas que
existen o que p u ed en ex istir entre los A n n ales y el m arxism o.
A lgo sim ilar a lo que ha acontecido tam bién en A m érica L atin a, luego
de la gran fractu ra de 1968. Porque aquí, esta ú ltim a fecha, que en Cuba,
B rasil y A rg en tin a se ad elanta en algu nos años, ha fu n cio n ad o tam bién
com o el m om ento detonador, de un lado de u na d iv u lg ació n e irrad iación
en gran escala del m arxism o dentro de las cien cias sociales, y por tanto
tam bién dentro de la h isto rio g rafía latin oam erican a, y del otro de un
relanzam iento, ig u alm ente am plio, de las p ersp ectiv as a n n alistas. Pues
com o resultad o de los golpes m ilitares en varias n acion es su d am erican as
y de la represión bru tal del gobierno m exicano contra el m o vim ien to estu-
d ian til-p o p u lar de 1968, se ha provocado u na ola m igratoria im p o rtan te
de jó v en es in telectu ales latin oam erican os al viejo m undo, y d en tro de
éste a varios centros cu ltu rales im portantes de Francia. Y entonces,
cu and o dos, tres o cinco años después, esos jó v en es re g resa n a sus
p aíses de origen, van a fu n cio n ar com o un activo ferm ento p rom otor de
la cu ltu ra fran cesa en A m érica Latina, in clu id a o b v iam en te la am plia
d ifu sió n de los A n n ales en las resp ectivas h isto rio g rafías de todo el sem i-
contin ente latin oam ericano. Y al com binar esta fuerte im p lan tación de
A n n ales, con el auge de los varios m arxism os en L atin o am érica, auge
propiciado por el clim a de protesta social crecien te y por el forta leci­
m iento de los m ovim ientos so ciales revolucionarios de esta co y u n tu ra
post-68, va a crearse tam bién aqui esa confluencia m a rx ista -a n n a lista que
se ex p resará claram ente en los trabajos de autores com o A n ton io G arcía
de L eó n en M éxico, M anuel Burga en Perú o C iro F lam m arió n C ard oso
en Brasil.
C onflu encia entre m arxism o y A nn ales que está tam bién en la base
de la b rillan te y o rig in al contribución de Im m an u el W allerstein . Pues
en este caso, se trata de u na obra que habiendo partid o de u na co n cep ­
ción claram en te m arxista, que vive y asim ila d irectam en te las leccion es
de 1968,. va a fecu n d arse después con todo el aporte de la p ersp ectiva
brau d eliana, para generar com o resultado la visión del "w o rld -system
a n aly sis" que tanto im pacto y tantos ecos ha tenido en E stad os U nidos,
pero tam bién en el m undo entero. Una visión m uy n oved osa de la h isto ­
ria general y de la h isto ria m ás reciente y hasta in m ed iata del cap italism o
m u ndial, que no sólo ha producido la ya célebre obra de El moderno
sistema-mundo, sino que se ha desplegado com o todo un p royecto in telec­
tu al de m ás largo alcance, que se afirm a tanto in telectu al com o in stitu ­
cionalm ente, al d ar origen a la fu nd ación del Fernand Braudel Center en
la U niversid ad E statal de N ueva York y a la p u blicación reg u la r de la
rev ista Review. Y si es claro que la revista Annales, con tin u ó d urante la
co y u n tu ra de 1968-1989 com o el órgano de expresión y com o el polo
de co n cen tración fu n d am en tal de los terceros A n n ales fran ceses de las
m entalid ad es, tam bién es interesante constatar que en las p ág in as de
Revíeiv h an escrito varios de esos autores m arxistas que se h an acercado
a A n n ales, ju n to a m u chos otros autores, que en carn an tam b ién a los
d istin tos m arx ism o s y a las nuevas izquierd as post-68. D oble proyecto
del C entro Fern and Braudel y de la revista trim estral Review, que no
casu alm en te serán apad rinados por Fernand Braudel desde 1977, haciend o
entonces evid ente la lín ea de continuidad que ya h em o s señ alad o entre
los A n n ales de los años 1929-1968 y esa m últiple y diversa m atriz de
m arx istas an n alistas, m uy ejem plarm ente represen tad a por Im m an u el
W allerstein y por alg u no s otros m iem bros del Fernand Braudel Center.
Y así com o los A n n ales franceses de las m entalid ad es h an alcan zad o
una d ifu sió n p rácticam en te planetaria, así tam bién se h an reproducido
en escala m u ndial, los represen tantes de esta m atriz m arxista an n alista.
Lo que exp lica por ejem plo tam bién u na obra com o la que ha con cretad o
el h isto riad o r polaco W itold Kula con toda su escuela. Pues defend iend o
e in ten tan d o d esarrollar, dentro de la Polonia so cialista, u na versión no
d ogm ática ni em p ob recid a del m arxism o, sino por el con trario u n a p o s­
tu ra de un m arx ism o abierto y creativo, K ula ha pod id o tam b ién reco ­
ger, en tre o tras in flu en cias y de m anera significativa, a los ap ortes de la
corriente de A n n ales, debatiendo con Fernand Braudel sob re su p ersp ec­
tiva de la larga duración y realizand o un in tercam bio de v isita s de estu ­
diantes e h isto riad o res polacos en Francia y fran ceses en Polonia que no
tuvo p aralelo algu no, por su d im ensión cu antitativa, con n in g ú n otro
program a de in tercam bio entre Francia y cu alquier país extranjero.
C aso equiparable al de los m arxistas soviéticos del grupo de A ron
G u rievich y Yuri B essm ertny. H istoriad ores que tam b ién form ados en las
tradiciones del m arxism o y sin ren egar de sus p rin cip ales en señ an zas,
van sin em bargo a ser p articu larm en te recep tivos a otros h o rizo n tes
cu ltu rales, y entre ellos tam bién y de m anera relevante, a la co n trib u ­
ción an n alista. Con lo cual pod rán in cu rsio n ar en los cam p o s de la
d em ografía h istórica, de la h istoria an trop ológica o de la h isto ria de las
m entalidad es, recu p erand o a la vez los escritos a n n a lista s sob re estos
d istin tos tópicos, pero m anteniend o una visión m aterialista y crítica de
los m ism os, que se expresa entonces en sus d iferen tes obras.
A banico, entonces, m uy plural de expresiones de esta m atriz "m arx ista-
an n alista", que ju n to a los casos m encionados de p resen cia en Perú,
Brasil, M éxico, Estad os U nidos, España, Francia, Polonia y R usia, va a
u bicarse tam bién en autores y obras fácilm ente id en tificables en Italia,
C anad á, H o lan d a o A lem an ia, entre v arios de los ejem plos posibles.
A banico que ad em ás es u na pieza im prescind ible del com p lejo ro m p e­
cab ezas que co n stitu y e la h istoria global de la corrien te de los A n n ales,
pieza sin la cu al no sólo resu ltan incom prensibles los cam in o s del man­
tenimiento y persistencia de la herencia de los prim ero s y los seg u n d o s
A nn ales, sino tam bién el esp ectro hoy todavía vigente de las p rin cip ales
in flu en cias y p resen cias de A n n ales dentro de los d iversos am bientes
h isto rio g ráfico s nacio n ales de todo el m undo. Pues a sí com o en la edad
m ed ia le corresp ond ió a ciertos m onasterios m ed iev ales el co n serv ar
los ejem p lares de los autores de la ciencia de la an tigü ed ad , p ara s a l'
varios de u na sociedad que con frecuencia era azotad a por la guerra y
por la d estru cción, así le h a correspond id o a esta m atriz de "m a rx ista s-
a n n a lista s" el co n servar y recrear ía heren cia de M arc Bloch, Lucien
F ebvre y Fernan d Braudeí, dentro de u na situación h isto rio g ráfíca que
com o ya hem os señalad o se caracterizó entre 1968 y 1989 por la irru p ­
ción de u n a com p etencia historiográfica gen eralizad a y por la m ulti­
plicación acelerad a de enfoques y pu ntos de vista d iferen tes. E igual
que esos m o n asterio s tran sm itieron a los pensadores ren acen tistas, ese
legado co nservad o de los tesoros científicos de la an tigü ed ad clásica en la
aurora de u na nueva sociedad, así los m arx ista s-a n n a lista s v an a tran s­
m itir esa h eren cia reactu alizad a de los A nnales de los años 1929-1968 a
la cu arta g en eración annalista, a esos A n nales que co m ien zan a d esp u n ­
tar en el seg u nd o lu stro de los años ochentas, para la n z a r su m an ifiesto
p ú blico de n acim ien to con el célebre núm ero seis del año de 1989 de esos
m ism os Annales. Économies. Sociétés. Civilisations.
Lo que en ton ces da sentido a la enfática frase con la que co m ien za el
ed itorial de ese núm ero seis de 1989, y que afirm a: "L a h eren cia de los
A n n a les p erten ece a todo el mundo...". Y no hay duda, qu e a la lu z de la
h isto ria ya v iv id a de la coy u ntu ra de los años 1968-1989, la h eren cia de los
p rim eros y los seg u nd o s A n n ales le ha pertenecido, m ás que a n in gú n
otro, a esa m atriz d iversa, plural y com pleja de "m a rx ista s-a n n a lista s".
D ESP U ÉS DE 1989: ¿CUARTOS A N N A LES O N U EV O S
A N N A LES D E TRA N SICIÓ N ?

1989 ha representad o, en tanto fech a sim b ólica fu n d am en tal de los


ú ltim os años, el verdadero fin histórico del breve siglo xx que había
com enzad o con la p rim era guerra m u ndial y con la revolución ru sa de
1917. Y así, com o 1968 abrió la coy u n tu ra que dio origen tan to a los
A n n ales fran ceses de las m entalidades com o a la m atriz de los "m a rx is-
tas-an n alistas", así 1989 inau gu ra, ju nto al siglo xxi h istórico y al tercer
m ilen io real, tam bién la ú ltim a etapa de vida de la corrien te de los
A n n ales.
P orque a u na d écada de d istancia del conjunto de p ro ceso s que se
sim b o lizan en la h istó rica caída del M uro de Berlín, es cad a v ez m ás
nítido el hecho de que, h acia esta fecha de 1989, van a e x tin g u irse d efin i­
tivam ente varios de los trazos profund os m ás característico s cu yo d es­
p liegu e llen a las cu rvas esen ciales de ese "corto siglo xx". Trazos que
abarcan d esd e la creación y luego la existen cia de la clásica polaridad
de la g u erra fría y el enfren tam ien to entre un p royecto "s o cia lista " y
otro cap italista - u n p roceso com enzado a fines de la prim era guerra
m u ndial y no de la seg u n d a com o se afirm a g en era lm en te-, h asta el fin
de todos esos p royectos conocidos com o inten tos del "so cia lism o real",
intentos que pretend ieron m aterializar el proyecto so cia lista y co m u n ista
de M arx, en socied ad es no obstante m uy pobres y m arcad as por la
escasez del d esarrollo económ ico, social, político y cu ltu ral en general.
Trazos tam bién com o el de la declin ación de las h egem on ías de los países
eu ropeos sobre el m undo occid ental y el de la em erg en cia de la su stitu ía
y efím era heg em o n ía estad ounidense sobre ese m ism o espacio, que tam ­
bién v an a term in arse y a eclipsarse hacia esta ép oca del fin de los años
ochentas recién vividos.
P ro cesos com p lejos in iciad os con la prim era guerra m u n d ial y que
cierran su ciclo de vida con las célebres jo rn a d a s b erlin esas del 8 y 9
de n oviem bre de 1989, que van entonces a crear un vacío que será lle ­
nad o con los nuevos d esafíos sociales e in telectu ales que se afirm an
en los ú ltim os dos lu stros. D esafíos que inclu yen tanto la asu n ción
radical de la actual situación histórica de bifurcación, y por tanto la
bú squ ed a de un nuevo cam ino de reorgan ización global para la so cie­
dad h u m ana plan etaria, com o la necesidad de reco n stru ir un p arad igm a
g en u in am en te crítico dentro del p en sam ien to so cial, que sea cap az de dar
resp u estas y exp licacion es fund ad as, creativas y noved osas a los nuevos
m ovim ientos so ciales hoy activos. Pues luego de la crisis d efinitiva de los
diversos p royectos del llam ado "so cialism o realm en te ex iste n te" y de la
enésim a d em ostración de la inviabilidad h istórica del cap italism o com o
alternativa ju sta, d em ocrática e igu alitaria para las socied ad es, vuelve a
rep lan tearse la necesid ad de co n stru ir alternativas, tan to so cia le s com o
in telectu ales, para m ovim ien tos com o el de los in d íg en as n eo zap atistas
de C hiap as en M éxico, el m ovim ien to de los desem pleados en Francia, el
gran m o vim ien to b rasileñ o de los "sin tierra" o los m o v im ien to s de resis­
tencia en Rusia o en C hina, alternativas que p erm itan p o ten cia r a estos
m ism os m ovim ientos en la bú squed a de la con stru cció n de u na so cie­
dad no cap italista, donde se haya suprim ido la explotación económ ica,
las m últiples form as de d iscrim in ació n social, la opresión y m a rg in ació n
políticas, y tam bién la d esigualdad so cial y cultural.
D esafío s y tareas del siglo x x j y del tercer m ilen io de u n a envergadura
enorm e, que en el p lano esp ecífico de la historiog rafía se p ro y ectan tam ­
bién com o la necesid ad de reco n stru ir o de co n trib u ir desde el aporte
p osible del cam p o de los estud ios h istóricos a esa reco n stru cció n de un
nuevo parad igm a, siem pre crítico y herético, capaz de en fren ta r in telec­
tu alm ente los p roblem as y las in terrogan tes fu n d am en tales de este fu tu ro
por venir. R eco n stru cció n que no puede llevarse adelante, m ás que sobre
la asu n ció n rad ical de los m ejores elem entos de la h eren cia recib id a de ese
breve siglo xx, y entre ellos, obviam ente, tanto del legado de los su cesi­
vos proyectos an n alistas com o de las con qu istas de esa m atriz "m a rx ista -
a n n a lista " reciente. Pero tam bién, desde la in co rp o ració n , ig u alm en te
profu nd a y radical, de la situación que se ha cread o a p a rtir de 1968, y
que com o resultad o de la m ultiplicación y m u ltid isp ersión de los polos
de la in novación h istoriográfíca, im pone ahora la co n stru cció n de un v er­
d adero diálogo plural de las h isto rio g rafías de todo el m undo, sin reía-
ciones de h egem on ía y sin jerarq u ías a propri, d iálogo que le p erm ita
a E uropa reco n o cer los reales aportes del "o tro " y a esos m ú ltiples
"o tro s" in terco n ectarse d irectam en te y sin la m ed iación obligad a del
in term ed iario eu ropeo.
Y es ju sto dentro de este contexto nuevo, m arcad o por los retos m en­
cionados, que ha com enzad o a d esarrollarse el posible proyecto de unos
cu artos A n n ales, proyecto que desde su origen ha tenido que en fren tar
doblem ente tanto el agotam iento y la crisis general de la historia de las
m entalid ad es de lo s terceros A nnales, com o, de otra parte, el fin del auge
de la m atriz de los m arxistas-an n alistas, sacudidos ig u alm en te por los
efectos del d erru m b e de 1989. Ya que, m uy conscien tem en te, ese proyecto
de la cu arta g eneración an n alista se ha edificado en p arte com o intento
de resp u esta y de su peración frente al vasto, diversificado y m uy intenso
conjunto de críticas que, desde los m ism os años seten tas pero sob re todo
d urante los años ochentas, recibieron esos A n n a les de la h isto ria de las
m entalid ad es, críticas que cu estionaban sobre todo la p ertin en cia y u tili­
dad del concepto m ism o de m entalidades, y la viabilid ad de este en foqu e
para abord ar los problem as que el m ism o se planteaba, pero que se
exten d ían tam bién m ás allá hasta abarcar en ocasiones los aportes g en e­
rales m ism os de la corrien te de los A nnales, o su rol h istó rico esp ecífico
dentro de la cu rv a de la h istoriografía contem poránea. C ríticas que en
ocasion es p ro ven ían de los propios representantes del m arxism o, y otras
de los pro tago n istas de la m atriz an n alista-m arxista, pero qu e tam bién
in clu ían a antigu os colaboradores asiduos e im portan tes y h asta a las
cab ezas cen trales m ism as de las etapas de la h istoria an terior de los
A n n ales. C ríticas entonces tanto intern as com o extern as a la n ebu losa
de los A n n ales, y tanto fran cesas com o provenientes de todo el m undo,
que fu eron realizad as por toda una lista de p erson ajes que van desde
el m ism o Fernan d Braudel hasta Im m anu el W allerstein, p asan d o por
Jean C hesnaux, Frangois Furet, G eorges Duby, M ichel Foucault, Fran^ois
D osse, R u g giero R om ano, Pierre V ilar o H ervé C outau-B égarie, igu al que
por Josep Fontana, Peter Burke, M arin a C edronio, Cario G in zbu rg, o
G eo ffrey Lloyd, entre m uchos otros.
C onju nto de aproxim aciones críticas hacia esos terceros A n n a les y
h acia la h isto ria de las m entalid ad es que, realizad as d esd e todos los
án g u lo s y p osiciones teóricas e ideológicas posibles, p erm itiero n d es­
m ontar todos los su puestos inconsistentes de esa h isto ria de las m en­
talidades, ilu strand o sus lim itacion es e insu ficien cias y p reparan d o las
cond icion es de su rápida superación. Pero que al m ism o tiem po y al com ­
b in arse con críticas que señalaban la in stitu cio n alizació n de los A n n ales,
y su in co rp o ració n total al establishm ent académ ico oficial francés, lle­
garon a provocar u na fuerte p olém ica intern a en el seno del co m ité de
"¿Ha com en zad o u n a cu arta etapa dentro de la h isto ria de
los A n n a le s? ... confieso haber dudado antes de resp on d er
por escrito, y ello por v arias razones.
La m ás evid ente es la dificultad que existe en este tipo
de asu ntos en ser a la vez ju ez y parte. D esearía, claro está,
que el ed ito rial titu lad o 'H isto ire et Scien cies So ciales. Un
to u rn an t critiq u e7, que abre el últim o núm ero de la revista
Annales. E. S. C. del año de 1989, pu d iese ser leído com o el
signo de u na in flexió n en el trabajo de la revista: si no ¿para
qué lo hem os escrito?. Pero si, dentro del orden del saber,
m e ha p arecid o siem pre bastante sen cillo in d icar aquello
que no se d eseaba hacer, m e p arece en cam bio m u cho m ás
d ifícil d efin ir precisam en te y por anticipad o la lín ea de
p en sam ien to nuevo, e incluso im posible el cap tar en su
totalidad las im plicaciones de dicha línea. D e tal m od o
que yo ign o ro si esta esp eran za está fundada. Y ad em ás se
trata de u na em presa que es colectiva: ella es fru to de u n a
d ecisió n deliberada del C om ité de la revista, la resp u esta a
u na situ ación an alizad a conjuntam ente."

B e rn a n d L e p e t i t

"Les A nnales aujourd'hui" en Review, vol. x v iii, núm. 2, 1995


d irecció n de los A n nales, polém ica en que se p lanteó in clu so la p o sib ili­
dad de cerrar la revista, en 1989, clausu rand o con ello la h isto ria in iciad a
oficialm ente sesen ta años atrás.
Sin em bargo, desde 1985 había entrado a la revista, com o secretario
del com ité de red acció n B ern ard Letetit, un h istoriad or form ado en el
cam po de la d em o g rafía histórica y en el de la nueva h isto ria u rbana,
y que siendo m iem bro de la célebre generación "so ix a n te-h u ita rd " fran ­
cesa, tenía u na clara sensibilid ad de izquierda. Y él, d esd e este segu nd o
lustro de los años o ch en tas había com enzad o a im p u lsar poco a poco
u na clara renovación del proyecto intelectu al de los A n n ales, renovación
que tom a cu erp o in icial, en p rim er lugar, con la con vocatoria de la ed ito ­
rial "H isto ire et Scien ces So ciales: un to u rn an t critiq u e?" publicado en el
núm ero de m arzo -ab ril de 1988 y redactado co n ju n tam en te por Jacqu es
Revel y por el propio L epetit, y m ás sólidam ente, con el n úm ero resu l­
tante de esa convocatoria, el núm ero seis de 1989, que será y no por co in ­
cid en cia un nú m ero contem poráneo a la caíd a del M uro de B erlín , que
se vend erá de m anera in h ab itu al para agotarse en unos cu an to s m eses,
y que puede ser legítim am en te considerado com o un n ú m ero -m an i­
fiesto de las lín eas p rin cip ales a través de las cu ales se in ten ta co n stru ir
ese nuevo proyecto intelectu al de unos posibles cu artos A n n ales, y esa
su peración rad ical del proyecto de los terceros A n n ales.
Porque al rev isar con cuidado el conjunto de textos de esta en treg a del
ú ltim o n úm ero de 1989 de Annales E.S.C., se hace evid ente que esta cu arta
g eneración a n n a lista ha in staurado frente su an teceso r in m ed iato u na
clara relación, u na vez m ás, de profun d a discontinuidad intelectual. Una
d iscon tin u id ad que se expresa en el abandono y en la total su peración
de las lín eas que an im aro n el proyecto de los A n n ales fran ceses en los
años de 1968-1989, y al m ism o tiem po en el claro intento de reco n ectarse
de nueva cu enta, y por m últiples vías intelectu ales, con la h eren cia m ar­
g inad a de los prim ero s y los segu nd os A n n ales. E n tonces, fren te a la
a m bigu a y nu n ca m uy b ien definida h isto ria de las m entalid ad es, esos
posibles cu artos A n n ales van a proponer m ás bien u n a nueva h isto ria
cu ltu ral de lo so cial o u na h istoria so cial de las d istin tas p rácticas cu l­
tu rales, en la v ertien te que recientem en te han d esarrollad o autores com o
R oger C h artier o A lain Boureau. Así, su stitu yen d o el in ap reh en sib le
térm in o de "m e n talid ad " por el m ás p reciso y rig u ro so co n cep to de
"p rá ctica s cu ltu rales", los autores de esta cu arta g en eración v an a pod er
p roponer u n a visión de los tem as cu ltu rales en donde se vu elve obligada
la in terco n exió n de esa cu ltu ra con su entorno so cial y m aterial, a la vez
que se abre su o p eracio n alizació n para ser capaz de reflejar la diversidad,
dentro de u na m ism a socied ad , de las d istin tas exp resion es cu ltu rales de
las clases y de los gru p os sociales que la constituyen.
Porque frente al concepto de "m en talid ad " que resp ecto de su con­
texto so cial general tien e u na relación totalm en te in d efin id a y por lo
tanto aleatoria -d a n d o espacio lo m ism o a u na h istoria donde la m en ­
talid ad "flo ta en el a ire " autónom a y autosuficiente, que a u n a historia
que intenta re co n stru ir los nexos de esa m entalid ad con sus fu n d am en tos
so ciales esp e c ífic o s-, el concepto de p rácticas cu ltu rales d iferen ciad as
rem ite en cam bio, necesariam ente, a la m aterialidad m ism a de los pro­
cesos cu ltu rales, y en consecu en cia, tanto a esos fu n d am en to s sociales
y econ óm icos de d ich as p rácticas, com o tam bién a los esp acios y m odos
reales y con cretos de co nstru cción de los m ensajes y de las ideas, ju n to
a los m ecan ism o s y figuras reales de su d istrib u ció n , apropiación y
asim ilació n . A d em ás y al in sistir en que se trata de u na h isto ria so cia l de
esas p rácticas cu ltu rales, se reivin dica n uevam ente el ca rá cter in d iso lu ­
blem en te so cial de la cu ltura, es decir, el hecho de que d ich as p rácticas
son siem pre exp resiones cu ltu rales de las p ropias realidad es y fenóm enos
sociales, a las que se ligan y reproducen de m an era com p leja y m ediada.
Igualm ente, y en esta m ism a lín ea superadora, la v isió n de u n a m en­
talidad "tra n scla sista " va a ceder su lugar a u na nueva aproxim ación , que
al in terro g arse sobre las d iferen cias p rofund as entre las m últiples p rá cti­
cas cu ltu rales coexisten tes en cu alq u ier sociedad, va a en co n trar su raíz
en la d iferen ciació n y com p artim en tación com plejas m ism a s de la so cie­
dad, que está g en eralm en te y sin duda divid id a en clases sociales, pero
tam bién y a un m ism o tiem po habitada por grupos so ciales d iferen ciad os
d esd e las d istin cio n es o p olarid ad es de lo urbano y lo ru ral, lo m a scu lin o
y lo fem enin o, las g eneraciones viejas y las jóvenes, los gru p os católicos y
los protestantes, los estratos artesan os y los de pro fesio n istas, etc., etc.
Lo cual nos cond u ce a u na h isto ria que, ad em ás de recu p erar las d ife­
ren cias cu ltu rales nacid as de la oposición de clases, es cap az sim u ltán ea­
m ente de in tro d u cir los m atices derivados de estas o tras d iferen cias de
los g ru p o s sociales, que a su tu rn o se exp resan en o tras tan tas p rácticas
cu ltu rales ig u alm ente disím iles. N ueva h istoria cu ltu ra l de lo social, que
asim iland o p arte de las críticas y de los aportes de los autores a n n a lista s-
m arx istas de la co y u n tu ra 68-89, va a co n stitu ir u na real alternativ a a la
histo ria de lo m ental prom ovida por los terceros A n n ales.
Lo que ig u alm en te va a expresarse, en segu nd o térm in o, en u n giro
im p o rtan te fren te a la an trop ología histórica desp legad a por esos terceros
A n n ales. P u es frente a esta ú ltim a, que era sobre todo un intento de "h is-
to rizació n " de los tem as clásicam ente abordados por los an trop ólogos,
y en co n secu en cia, u n intento de convertir "p ro blem as an tro p o ló g ico s"
en "p ro blem as de h isto riad o res" para an alizarlos tod avía con las h erra­
m ien tas m ism as del practican te de Clío, la nueva h isto ria an trop ológica
de estos posibles cu arto s A n n ales va a tran sfo rm arse, para en say ar la
co n stru cció n de u na nueva m irad a de esos m ism os problem as, m irad a
que sin tetizan d o a la vez el m odo de ver h istórico y el acercam ien to
an trop ológico in teg re ju n to a las herram ien tas del h isto riad o r a los
conceptos, las p rácticas, las técnicas y los p ro ced im ien to s de la a n tro ­
pología, p ara elaborar otras y nuevas in terp retacion es de los viejos
p roblem as. In corp o ran d o entonces todos los com p lejos d esarrollo s del
debate an trop oló gico de los ú ltim os treinta años en torno a la relación
entre el in v estigad o r y el "o tro " al que se investiga - e n u n a cu rio sa pro-
fu n d izació n del p arad igm a de la historia p ro b lem a-, esta nueva h istoria
an trop ológica, p racticad a por gentes com o Jocelyn e D a k h lia y en parte
anticipad a por los trabajos de Lucette V alensi, será o tro de los ejes de
d iferen ciació n en tre estos A n n ales post-89 y sus an tecesores.
Una tercera frontera de d em arcación se refiere a la clara m a rg in ació n
y casi aban d ono que los A n n ales fran ceses de 1968-1989 h iciero n de la
h isto ria eco n óm ica y de la historia social. Frente a esto, y otra vez en
clara p o sició n de ru p tu ra resp ecto a sus antecesores, esos A n n a les de
la ú ltim a d écad a v an a recu p erar y a relan zar de nueva cu en ta a la h isto ­
ria eco n óm ica y a la h istoria social dentro de las p á g in a s de la revista,
red iscu tien d o por ejem plo el estim u lan te y prod uctivo efecto in telectu al
de las nuevas posibles alian zas e in terferencias, en cu an to a conceptos,
pro blem áticas, técn icas y enfoques, entre la historia de un lado y la
econom ía, la geo grafía, la sociología y el derecho, por el otro, d iscu sión
que co n stitu y e u n a p arte im p ortante del núm ero ya citado de A n n a les de
n o v iem b re-d iciem b re de 1989. A sí, lan zan d o u na prim era exploración de
la p o sible red efin ició n del cam po de in teraccion es en tre la h isto ria y las
cien cias so ciale s referid as, estos A n n ales de los ú ltim os dos lu stros han
roto con el en casillam ien to en torno a la an trop ología y a la p sicología
que caracterizó a la tercera etapa de los A n n a les fran ceses, para reab rir
el d iálogo con la econom ía, la geografía y la sociología, que tan fecu n d as
y centrales fu eron en los prim ero s y en los seg u nd o s A n n ales, ig u al que
entre gran p arte de los autores de la m atriz m a rx ista -a n n a lista .
D iálogo recu p erad o entre el conjunto de las cien cias sociales y la h is­
toria, que in iciad o d esd e este núm ero de A n n ales de 1989, va a p ro segu ir
d urante los años sigu ientes, m aterializánd ose, en el plano in stitu cio n al,
tanto en el cam bio del su btítu lo de la revista, que d esd e 1994 dejó de lla­
m arse Annales. Economies. Sociétés. Civilisations., -títu lo que había m an ­
tenido desde 1946-, para rebau tizarse com o Annales. Histoire, Sciences
Sociales, com o en la incorporación de un econ om ista (A ndre O rlean), y
un sociólogo (L au ren t Thevenot) dentro del tam bién renovado com ité de
d irección de la revista. Lo que en el plano in telectu al, va a d esem b o car en
un explícito proyecto de estos posibles cu artos A n n ales de reincorp orar,
para el an álisis histórico, tanto a los aportes de la so cio lo gía de la acción
y de los actores, com o al p arad igm a de la econ om ía y la so cio lo gía de las
convenciones, dos p ersp ectiv as desde las cu ales se ha in ten tad o red efin ir
cóm o es que los agentes h istóricos con struyen la n o rm ativid ad y el tipo
de relación so cial que rige sus com p ortam ientos, actitud es y p rácticas
co tid ian as, p ero tam bién cóm o es que los in d ivid u os d iversos se in teg ra n
e im b rican en d eterm in ad os esquem as de relaciones y de convenciones
para co n stitu irse com o actores esp ecíficos que prod ucen y rep rod u cen u n
d eterm in ad o entram ad o social. Lo que adem ás, y derivado de u na clara
rep roblem atización de las p reocu pacion es brau d elian as, se com p lem enta
con la p reg u n ta de cóm o eso s m ism os actores generan lo nuevo al in te­
rior de lo viejo, es d ecir com o es que logran ed ificar las figuras de una
nueva n orm atividad , de nuevos v ín cu lo s sociales, de nuevas con v en cio­
nes y por tanto de nuevas prácticas, actitud es y com p ortam ien to s, sin
violentar ni tra n sg re d ir durante largos periodos, y sólo en el m om ento
del reem p lazo de u n as figuras por otras, a las v ieja s con ven cion es, rela­
ciones y norm as. Un proyecto intelectu al com plejo, largo y que se en cu en ­
tra todavía en su etapa inicial, que va a reflejarse m uy claram en te en el
con junto de ensayos com p ilad o por el m ism o B ern ard L ep e tit y titu lad o
Les formes de l'experience. Une autre histoire sociale.
R eivin d icación de los varios cam pos posibles de la h isto ria so cial, que
se acom p aña con un paralelo relan zam ien to de la h isto ria econ óm ica, la
que no sólo es nu evam ente recuperada, por ejem plo, com o fu n d am en to
de una renovad a h isto ria u rbana, sino tam bién , rein co rp orad a de una
nueva m an era a través de la con frontación entre los datos, fu en tes y tes­
tim o n io s eco n óm ico s d isp onibles y los d iscu rsos econ óm icos que le h an
sido contem poráneos, con frontación que perm ite su perar el an acron ism o
en el an álisis de las econ om ías del pasado, y co n stru ir por ejem plo todo
un novedoso m odelo de explicación de los trazos que fu n d an la esp ecifi­
cidad de la econ om ía del antigu o régim en en los siglos xvn y xvm. Junto a
esto, va a d esarro llarse tam bién la investigación y el rep lan team ien to en
cu anto a v ario s de los tem as centrales de esta nueva h isto ria econ óm ica,
tales com o los nuevos u sos posibles y las nuevas posib ilid ad es in terp re­
tativas de la h isto ria cu an titativa y serial o las p ersp ectiv as actu a les de
co n stru cció n y aplicación de las tem poralid ad es econ óm icas d iversas.
E lim in an d o , entonces, supuestos de la h isto ria econ óm ica anterior, com o
los de que la serie económ ica refleja realidades hom ogéneas, que la cu rva
co n stru id a de la serie es la m edición efectiva de m ovim ien tos reales de
los fen óm enos históricos, o que la descom posición an alítica co rresp o n d e
d irectam en te con la d iferenciación de niveles del objeto an alizad o, esta
nueva h isto ria eco n óm ica de los posibles cu artos A n n ales se in trod u ce
m ás bien en el sond eo de las p osibilid ad es de m edición de realidad es
h eterogéneas, de las lecciones derivadas de la m u ltiplicación de v arian tes
p ara exp resar serialm en te u na m ism a realidad , y de red iscu tir con m ás
detalle la m ed iad a y com pleja relación entre la co n stru cció n tem poral y
las realid ad es económ icas que se intentan com p rend er y explicar. N uevo
tipo de apro xim ació n h istórica económ ica que va a ejem p lificarse clara­
m ente en los trabajos y ensayos de Jean-Yves G renier, hoy d irecto r de la
redacció n de los Annales. Histoire, Sciences Sociales.
Un cu arto trazo que evid encia la d iscontin u id ad p ro fu n d a en tre los
A n n ales pre y post-89 es el de su actitud en torno a las p ersp ectiv as
b rau d elian as de la h isto ria global y de la larga duración. Si los A n n a les
fran ceses de la tercera época han renegado de la historia global, p ro p o ­
nien d o en su lu gar o la historia general o u na v u elta a h isto rias m ás
acotad as y locales, los posibles cu artos A n n ales van en cam b io a reto ­
m ar cen tralm en te esta p roblem ática de la historia global, definiendo
nu evam en te a la socied ad "com o un to d o " y rep lan tean d o la vigen cia
y n ecesidad de acced er nuevam ente a la historia total, d and o cuenta
de la totalidad so cial y de los procesos m acroh istóricos, p ara d esem ­
b o car siem pre en la con stru cció n de m odelos g en u in am en te globales.
R ep lan team ien to que va a cu estion ar algu nas de las form as antes in ten ­
tadas de acced er a esa totalidad , que creían llegar a ella por la sim ple
a cu m u lació n o su m a de elem entos, en un caso locales y en el otro de
la totalidad so cial -su m a n d o regiones para co n stru ir la n ación o ag re­
gando lo eco n óm ico a lo social, a lo político y a lo cu ltu ral p ara form ar
el todo so c ia l-, o en otro caso que p retendían a lcan zar a esa totalidad
desde el p ostu lad o de u na hom ología necesaria entre la p arte y el todo, lo
que im p licaría que el an álisis del "ca so " escogido sería in m ed iatam en te
extrapolable a la to talidad de la que aquel form a parte. A d iferen cia de
esta po stu ra, los A n n ales post-89 van a proponer que esa to talidad no se
redu ce en su exp licación a un principio único, y al m ism o tiem p o u nifi-
cador del conjunto, sino que rem ite al cru zam ien to y m u ltip licació n de
p ersp ectiv as y de p rin cip ios explicativos, d efiniénd ose en ton ces com o un
sistem a generalizad o de equivalencias p arciales en d onde lo eco n óm ico
es tam bién cu ltural, lo cu ltural tiene significación política, lo político
es p ro fu n d am en te so cial, lo social se expresa en la econ om ía, etc., etc.
U na visión de la h isto ria total, que seg ú n el propio B ern ard L ep etit
estaba todavía en su fase experim en tal, ind icand o m ás un cam in o de
in vestigació n a seg u ir que resultad os acabados ya establecidos.
Ig ualm ente, estos A n n ales posteriores a 1989 van a rep ro b lem atizar
tam bién la vigencia de la "la rg a duración en el p re sen te" reiv in d ican d o
de nueva cu en ta el p ostu lad o braudeliano de que es sob re tod o a la h isto ­
ria a qu ien corresp on d e la reflexión m ayor sobre los m ecan ism o s tem p o ­
rales del an álisis social, pero cuestionand o por ejem plo la legitim id ad de
la jerarq u ía m ayor de esa larga duración frente a las d uracion es m ed ian a
y corta. Pues si la explicación del cam bio en la corta d uración se rem ite
a los procesos de la co y u n tu ra, y las tran sform acion es co y u n tu rales sólo
se explican por la m od ificaciones estru ctu rales, entonces ¿cóm o se exp li­
can estas últim as?. C riticand o la idea de que el cam bio sea v isto sólo
bajo la form a de la ru p tu ra bru sca y de la su stitu ció n total de u n a estru c­
tu ra por otra, B ern ard L epetit va a recond ucir nu evam en te el problem a
a la sociología de la acción y a la econom ía de las convenciones/ p o stu ­
land o que si restitu im o s, fren te al peso in erte y cu asio m n ip resen te de las
estru ctu ras, el rol activo y cam bian te de los actores, entonces acced em os
a las m o dalid ades concretas de las con figuracion es su cesivas que, in clu so
en la larga duración, co n form an las d in ám icas de los pro ceso s so ciales
estudiad os, lo que perm ite exp licar la g en eración del cam bio so cial
dentro de todos los niveles de la articu lació n tem poral. Y afirm an d o tam ­
bién que "tod a la densidad de la carga tem poral resid e en el p resen te"
L ep e tit va a defender ju n to a los proced im ien tos h ab itu ales de d etección
de la larga d uración d esarrollados por Fernand Braudel, el esfu erzo de
reen co n trar a las estru ctu ras de esa larga duración tam b ién d esd e u na
genealogía d iscrim in ato ria de los elem entos de ese presente, que id en ti­
fica en el hoy las líneas o hilo s que nos conducen h acia esas arq u itectu ras
b rau d elian as del tiem po largo, com o en el ejem plo p roporcion ad o en la
obra m ás reciente de D enys Lom bard sobre el problem a de la h isto ria de
la en cru cijad a javanesa.
U na recu p eració n entonces reivindicatoria, pero al m ism o tiem po
crítica y actu alizad o ra de las p erspectivas de la h isto ria g lobal y de la
larga duración, que se in terroga sobre las m o d alid ades que en la situ ació n
actual post-89 p u ed en ad qu irir estos p arad igm as m etod ológicos, en
u n contexto in telectu al diverso al que fu eron cread os y fren te a los
nuevos d esafío s de la h isto rio g rafía m ás contem poránea. Y que al m ism o
tiem po, tiende un espacio de posible diálogo futuro en tre estos A n n ales
de los años m ás recien tes y los eventuales h ered eros de la m atriz
m arx ista-an n alista, que tam bién hoy se en cu en tran tod avía en p roceso
de redefinición.
Un qu into horizonte de d iferenciación en tre la tercera y la cu arta
g eneración an n alistas, se ha construid o en torno a su actitud resp ecto
del debate m etod ológico y el trabajo teórico y ep istem ológico fuerte. Y si,
com o ya hem os visto, los terceros A n nales fran ceses ab an d o n aro n p rá c­
ticam en te estos terrenos, que fueron sólo cu ltivad os p o r los m arx istas
an n alistas de esta m ism a tercera etapa, los posibles cu a rto s A n n a les van
a desp legar en cam bio un intenso trabajo en estas dos lín eas, abriendo
todo u n frente de reflexión teórica y de elaboración m etod ológica que se
prosigu e d urante tod a la ú ltim a década. Pues ju n to a esa reiv in d icació n
e inten to de p ro fu n d izació n y de puesta a punto de la larga d uración y
de la h isto ria total que ya hem os señalado, y que im plica o b v iam en te el
retorno a estos planos teoréticos, va a d arse tam bién u na exp lícita recu ­
p eración de la h isto ria síntesis, de la historia problem a, del m étod o com ­
parativo y de la h isto ria interp retativa, p arad igm as y referen tes qu e son
claram en te m encionad os y relegitim ados en el célebre ed ito rial "T en ton s
l'ex p erien ce" qu e abre el núm ero seis ya referido de los A n n a les de 1989.
C on lo cual, esos posibles cu artos A n n ales se reco n ectan , no sólo con el
legado brau d elian o, sino tam bién y m ás allá con la h eren cia m ism a de
M arc B loch y de L ucien Febvre.
R ecu p eran d o entonces esta línea que se había in terrum pid o en los
A n n ales fran ceses de la co y u n tu ra 68-89, estos A n n ales de lo s diez
ú ltim o s años van por ejem plo a proponer u na nueva ap ro xim ació n al
viejo tem a de la in terd iscip lin aried ad , prop u gn an d o por u na in terd isci-
p lin aried ad "d u ra" que lejos de intentar reducir, o am in o rar o h acer m ás
débil o tenue la frontera entre las d iscip lin as d iversas que estu d ian lo
social, com ience por el contrario por asu m ir rad icalm en te y hasta por
refo rzar d ich as fron teras o barreras. Y que entonces, conciba a la inter-
d iscip lin aried ad no com o en el pasado, en torno a un im p o sib le "m étod o
com ún y u niversal", o en torno a un "objeto ú n ico " com p artido por d ichas
d iscip linas, pero tam p oco com o la b u squed a de tem as o problem as 'de
frontera' entre dos o m ás d isciplinas que tend eria ju sta m en te a h acer
m enos rigid as o vigentes dichas b arreras in terd iscip lin arias, sin o m ás
bien com o un p roceso consciente y explícito de transferencias reguladas, de
técnicas, conceptos, m irad as o p arad igm as entre las d istin tas d iscip lin as.
Es d ecir com o el exp erim en to que consiste en tom ar tal o cu al m étodo
o concepto o m odo de percepción, por ejem plo de la econ om ía, para
in tentar aplicarlo y hacerlo operativo dentro de por ejem plo la historia.
A lgo que en opin ión de B ern ard L e p e tity Jean-Yves G renier, se ilustraría
de m anera ejem p lar en la obra de E rn est L abrousse, tal y com o ellos lo
d esarrollarán en su artícu lo conjunto incluido siem pre en la en trega de
noviem bre-d iciem bre de 1989 de los Annales E. S. C.
O tam bién , el caso de la interesante recu peración que estos A n n a les
m ás recien tes han tratado de hacer, de los aportes y de las im p licacion es
de la rica y creativa p ersp ectiva de la microstoria italian a. Un trabajo
que com p arten Jacqu es Revel, B ernard L ep etít y Jean-Yves G ren ier
y que ha dado com o resultad os sugestivas rep ro b lem atizacion es del
pro ced im ien to del "cam bio de escala" en historia, p ro ced im ien to que
d istin g u ién d o se de la variación de las escalas en la arqu itectu ra, la g eo ­
grafía, la econ om ía, la sociología y la antropología, pero in clu so tam bién
de las p rácticas h abitu ales de la h isto ria local y region al, nos reen vía
de nueva cu en ta al com plejo problem a de la d ialéctica en tre la historia
general y las m últiples h isto rias p articu lares que la co n stitu y en , y por
esta vía al problem a de la d ialéctica com pleja en tre m acroh isto ria y
m icrohistoria. Un problem a para nada sencillo, y que h a sido ya d iscu ­
tido d esde tiem p o atrás por los historiadores, su scitan d o m uy d iversas
salidas, y que ahora parece poder ser replanteado con nuevos elem entos
desde la ex p erien cia h istorio gráfica y desde los resu ltad o s ya co n creta­
dos de la co rrien te italian a de E doardo G rendi, C ario Poni, G io van n i L evi
y Cario G inzburg.
M ostran d o entonces las aporías a las que a v eces con d u cen las
tesis m icrohistóricas, pero reivindican d o la legitim id ad del p roblem a
que abord an y del proced im ien to que in au g u ran para resolverlo, estos
A n n ales post-89 h an contribu id o tam bién desde la p ersp ectiv a fran cesa a
d esarrollar este horizonte que pone en el cen tro del debate las in su ficien ­
cias y los lím ites de los antigu os "m od elos g en erales" de in terp retación ,
pero que rech azan d o explícitam ente la cóm oda y estéril salid a posm o-
d erna, in ten ta reco n stru ir nuevos y m ás com plejos m od elos generales,
d esd e la ex p erien cia del tránsito por el an álisis exh au stivo del caso, la
reco n stru cció n m icro h istó rica y la legitim ació n de u n p arad igm a de lo
particu lar, pero que con du zca no obstante com o su resultad o fin al a la
capacidad de revelar y d escifrar fenóm enos de ord en m ás general.
U na reap ertu ra entonces fru ctífera de estos A n n ales recien tes hacia
el trabajo y el debate m etodológico, que les ha perm itid o d ialo gar y
d ebatir con autores m arx istas y m arx istas-a n n a lista s com o Im m an u el
W allerstein, Y uri Bessm ertny, Peter B urke o Fran^ois D osse, en tre otros.
F inalm ente, un ú ltim o eje que sin g u lariz a estos A n n ales post-89, y
que no se define por oposición a la etapa anterior, sino m ás bien com o un
trazo nuevo del posible proyecto intelectu al en ciernes, se refiera a u na
exploración m ás sistem ática de los horizontes, las cu ltu ras, los pu n tos de
v ista y las ap ortaciones de otras civilizacio n es d istin tas a las civ ilizació n
eu ro p ea y al m u ndo occid ental. Un trabajo que ha d esarrollad o p o r ejem ­
plo Pierre-Fran^ois Sou yri, y que nos coloca frente al d esafío de las leccio ­
nes que la h isto rio g rafía actual puede obtener del estud io de otras lógicas
de co n stru cció n de lo social, y por ende, de otras m irad as de lo que es u na
socied ad , de d iversas configuraciones de la in d iv id u alid ad y por tanto
del problem a m ism o de la biografía, de m odos alternativos de abord ar
a la racion alid ad , y en consecu encia de otras versiones de la h isto ria cu l­
tu ral, o de otra form a de "co n e ctarse" los hom bres con la n atu raleza, y
desde a llí nuevas v isio n es de la h istoria g eográfica o am b ien tal, entre
otros ejem plos posibles. U na reflexión que se in au gu ra apen as d en tro del
proy ecto de la revista, y que tal vez p e rm itirá d escen trar y red efin ir en
cierta m ed id a los estud ios históricos, antes tal vez d em asiad o co n cen tra­
dos en el exam en de los casos eu ropeos, y m ás extensam ente, o ccid en ­
tales.
E stos son, m uy resum id am ente, los trazos fu n d am en tales de un
proyecto de ren ovación profund a y radical de los A n n a les que se
com enzó a g estar desde 1985, y que adquirió form a m ás o rg ánicam en te
d esd e 1989, proyecto que en 1994 dio un paso adelante, con el cam bio del
su btítu lo de la rev ista y sobre todo con la inco rp o ració n de cin co nuevos
m iem bro s al equipo dirigente. C am bios im p ortan tes para los A n n ales,
vivid os en un lap so relativam ente corto de tiem po, que a n u n ciab an la
gestación de un nuevo proyecto intelectu al, cuyo an im ad or y prom otor
fu n d am en tal fue sin duda alg u n a B ern ard Lepetit. Pero en m arzo de
1996, com o co n secu en cia de u n inesperado, absurdo y trág ico accidente,
m urió B ern ard L ep etit, lo que ha representad o un golpe m uy im p ortan te
a ese naciente proyecto de u nos posibles cu artos A n n ales, com p licand o
aún m ás las posibilid ad es de su ulterior afirm ación. P u es a casi tres años
de esa trágica m uerte y luego de u na década de un claro com bate en pro
de estos posibles cu artos A nn ales, aún se hacen sen tir las in m en sa s d ifi­
cu ltad es para la con so lid ació n com pleta de un nuevo proyecto in telectu al
alternativo.
D ificu ltad es que com p renden tanto el hecho de que los m iem bros
m ás an tigu o s de A n n ales h an aportado ya lo fu n d am en tal de su p osible
co n tribu ció n historiog ráfica, estando adem ás en p rácticam en te todos los
casos encargad os de m últiples otras tareas y resp o n sab ilid ad es diversas, ;
com o tam bién el reto aún no com pletam ente resuelto de in teg rar a algu ­
nos de los nuevos m iem bros reclutados en 1994, a la d in ám ica global
y co tid ian a de co n stru cció n de la revista, y a través de ella de dicho
proyecto alternativo.
Con lo cual, resulta claro que será a aquellos m iem bros del com ité de
A n n ales que se com p rom etan integralmente y con todas su s capacidades,
en la recu p eració n y contin u ación de este proyecto de ren ov ació n rad i­
cal que co m en zó a p erfilarse entre 1989 y 1996, bajo el en érgico im p u lso
de B ernard L epetit, a qu ienes les correspon d erá realm en te co n tin u ar
com o los pro tago n istas activos en la edificación de la h isto ria in m ed iata
y m ed iata de la corriente de los A nnales.
A su m ien d o entonces esa herencia de revolucion ar u na vez m ás a
los A n n ales, ese pequeño y joven núcleo activo d entro del com ité de
A n n ales, deberá p ro seg u ir con la d in ám ica de in teg rar en esta tran sfo r­
m ación a todo el com ité en su conjunto, pro fu n d izan d o en la d efinición
de los perfiles de ese m ism o proyecto alternativo de u nos reales cu artos
A n n ales, d esde la resolu ción de los debates internos que hoy en día tejen
la activid ad re g u lar de la revista, y desde la tom a de p osición activa y
la in terv en ció n rad ical frente a los d esafíos que su situ ació n d en tro de la
h isto rio g rafía co ntem p orán ea les plantea.
D ebates in tern o s im portan tes, que reflejan los p osibles d estin o s
fu tu ro s de esos Annales. Histoire, Sciences Sociales, y que cu bren d esd e la
alternativa entre d esarrollar u na h istoria m ucho m ás a lim en tad a por la
filosofía y m ás atenta a exp licitar sus leccion es y resu ltad os teóricos
o en cam bio u na h istoria m ás exp erim en tal y em pirista, m ás volcada
h acia sus objeto s con cretos de estudio y sus d escu brim ien to s h isto rio g rá-
fícos, h asta la d iscu sió n sobre com o tender los pu entes y las nuevas a lia n ­
zas en tre la h isto ria y las restantes ciencias sociales, o p eracio n alizan d o
de m anera con creta la vocación expresada en el nuevo su b títu lo de la
revista. Y pasand o tam bién por la polém ica resp ecto de si los A n n ales
deben ser m ás u na revista de h istoria francesa y europea, o por el con ­
trario u n a verdad era rev ista de h istoria m u ndial, que in co rp o re m ás
seria y reg u larm en te los trabajos de y sobre todas las otras civ iliz a c io ­
nes, ab rién d ose orgánicam ente a otros horizontes cu ltu rales h isto rio g rá-
ficos antes "in v isib les" o "sem i-in visibles". O igu alm ente, y com o ya
hem os m encionad o antes, tam bién form an p arte de estos debates vivos y
co tid ian o s tanto el de la p regu n ta sobre las con dicion es esp ecíficas para
la co n stru cció n de u na nueva historia social, cuyo p rim er esbozo se con ­
cretó en el libro de Les formes de l'exiperience, com o el de la p ro fu n d izació n
en el tem a de las im plicaciones e in stru m en tació n del p arad igm a del
cam bio de escalas.
Serie de debates que an im an las reunion es perió d icas del grupo que
hoy d irige a los A n n ales, que son a la vez otras tantas en cru cijad as de
la d efin ición de ese proyecto in telectu al en cu rso. Y de las cu ales d eberá
d eriv arse tam bién u n a apuesta concreta de po sicio n am ien to fren te a
alg u n o s de los que, desde nuestro punto de vista, son p arte de los p rin ­
cipales d esafío s práctico s y teóricos que hoy debe asu m ir la corrien te
a n n alista.
E n p rim er lugar, y en la m ism a línea de lo que antes hem os
d esarrollad o, p en sam os que es urgente acelerar la d efin ición p recisa de
lo s p erfiles esp ecíficos de ese proyecto in telectu al nuevo, lo qu e p er­
m itirá u b icar con m ás elem entos si nos encontram os fren te a unos cuar­
tos A n n a les o si se trata sólo de u na nueva transición equiparable a la
del p eriod o 1941-1956. Porque m uchos h istoriad ores en el m u ndo entero
sigu en con atención la evolución reciente de A n n ales, p regu n tán d o se
co n stan tem en te acerca de las propuestas historiog ráficas esp ecíficas que
la corrien te fran cesa es cap az de proponer p ara la ren ovación del oficio
de historiador. Y al observarlos con cuidado, la im presión que se tien e es
que se trata de un proyecto que no term in a de con solid arse, de un esbozo
que p areciera resistirse a convertirse en cu ad ro term in ad o. Sin em bargo,
y dadas las cond iciones hoy vigentes de fuerte com p eten cia h isto rio g rá-
fica de m últiples corrientes, y el p roceso de continu a m u ltiplicación de
los polos de la in n o vació n h istoriográfica en todo el planeta, resulta n ece­
saria esa m ayor y m ás p recisa definición de las aristas que pu ed an acotar
a estos eventu ales cu arto s A nnales.
Para lo cu al se im p one tam bién una ru ptu ra radical con las in ercias de
la situ ación actual, situ ació n m ás bien cóm oda y fácil de rep ro d u cir sin
cam bio. Porque hoy, los A n n ales siguen siendo la rev ista m ás im p ortan te
de h isto ria en Francia y una de las m ás im p ortan tes en E uropa y en el
m undo, con u na tradición y u na historia respetables que los acom p añan ,
y con un reco n o cim ien to e im plantación dentro de la h isto rio g rafía que
no son nada d esp reciables. Pero, com o h an repetid o ten azm en te Lucien
Febvre y F ernand Braudel "es necesario ser h erético " si se q u iere seg u ir
siendo realm ente innovador, lo que debe co n seg u irse aún al p recio de
rem over y de p o n er en cu estión esa situación cóm oda, e inclu so, si hace
falta, h asta de socavar los fu nd am en tos m ism os en los que u no se apoya
(algo qu e B ern ard L ep etit habia com prendido m uy b ien y que p racticó
sistem áticam en te durante todo su trabajo dentro de los A n n ales). Ya que
sólo avanzand o m ás allá de esas fáciles inercias, es que será posible
relan zar d en tro de los A nnales u na h istoria m ás rica, in n ovad ora y
g en u in am en te crítica, com o la que practicaron en su tiem po Bloch, F eb v re
y B raudel, y com o la que intentaron pro segu ir los m a rx ista s-a n n a lista s
del p eriod o de 1968-1989.
A l m ism o tiem po, y com o otro d esafío central, se plantea la n ece­
sidad para estos A n n ales, de abrirse m ás o rg ánicam en te al diálogo, al
reco n o cim ien to y a la colaboración sistem ática, tanto con otras ten d en ­
cias o p osicion es h isto rio g ráficas francesas, com o con otras corrien tes y
p ersp ectiv as de la h isto rio g rafía europea y m undial. En el p rim er renglón
p en sam os que sería fru ctífero abrir un espacio de diálogo y con fron tación
con gru p os com o por ejem plo el de la rev ista EspacesTemps, inclu yend o
en A n n ales artícu lo s de los h istoriad ores de este tipo de gru p os, pero
sobre todo d ebatiendo con ellos, criticand o y evaluand o sus resultad os
h istoriográficos, colaborand o en em presas h isto rio g ráficas com u nes, y
d esp legand o in iciativas que les perm itan con flu ir en p royectos acad ém i­
cos, in telectu ales e in clu so sociales en general. Pues si es cierto, com o lo
h an declarado ellos m ism os en v arias ocasiones, que los A n n a les qu ieren
realm en te "reflejar el m ovim ien to histórico en cu rso", eso sólo es posible
sobre la b ase de co n stru ir y luego retro alim en tar este d iálogo y espacio
de en cu en tro con las restan tes posiciones dentro de la h isto rio g ra fía fran ­
cesa, ig u al que con las restan tes corrientes h isto rio g ráficas de todo el
m undo.
Así, en el seg u n d o renglón, pod ría tam bién ser m uy ú til y prod uctivo
para los A n n ales el g en eralizar la experiencia que ya han aplicado para
el caso de la microstoria italian a. Pues habría que acercarse con la m ism a
atención y creativid ad al rescate, y tam bién a la colaboración, de y con
alternativas com o la del Fernand Braudel Center y su propu esta del world-
system analysis, a los desarrollos de la Nene Sozial Geschichte alem an a,
a las v arias ram as de la h istoria so cialista y m a rx ista b ritán ica, a los
d esarrollo s en cu rso de la nueva h istoria region al latin o a m erica n a o a los
m ás recien tes resultad os de la antropología h istórica ru sa, en tre tantas
o tras p osibilid ad es. Pues sólo reconociend o de cerca estos aportes e in te­
g rando sus m ejores contribu ciones en el proyecto de co n stru cció n de la
revista, será posible m antenerse dentro de las posicion es de v an g u ard ia
en el cam po de los estu d io s históricos, que h ab itu alm en te h an ocupad o
las su cesivas generacion es an n alistas.
Tam bién, y com o otro reto central, creem os que ha llegado la hora
de un verdad ero balance crítico y autocrítico de toda la h isto ria h asta hoy
vivid a por esa corrien te de los A nn ales. Pues si el proyecto de los cu artos
A n n ales apu nta a d eñ n irse claram ente com o algo nuevo y rad icalm en te
d istin to resp ecto de los terceros A nnales franceses, y al m ism o tiem p o se
proyecta com o un inten to de reconectarse por d iferen tes cam in o s con la
h eren cia de B loch, Febvre y Braudel, entonces se vuelve cen tral retom ar,
por estos m ism os A n n ales actuales, ese trabajo que por lo d em ás ya está
en m archa, de reco n stru cció n crítica de toda la h isto ria global de la
corriente, pero tam b ién de las m últiples in vestigacion es m ás acotad as
sobre los aportes esp ecíficos de M arc Bloch, o de Lucien Febvre, o de Fer­
nand Braudel, ig u al que sobre los lím ites de la co n trib u ció n de los ter­
ceros A n n ales de las m entalidades y la antrop ología histórica, o sobre
los m uy d esigu ales desarrollos de las varias lín eas de la m atriz m arx ista-
a n n alista.
U n m o v im ien to de sucesivos balances p arciales, y de m u ltiplicación
de las ap roxim aciones a todas estas tem áticas de la h isto ria a n n a lista , que
apunte h acia un verdad ero balance global de lo que d ebe recu p erarse y
lo que debe aband onarse dentro de la com pleja y m u ltifacética h erencia
de los p rim ero s seten ta años de vida de los A n n ales. Ya que si las so cie­
dades no reco m ien zan su h istoria nunca desde cero, y p u esto que ni
aún las revolucion es m ás radicales pu ed en hacer tabla rasa absolu ta de
su pasado, entonces esos posibles cu artos A n n a les tienen ta m b ién que
co n stru ir lo nuevo, desde la recu peración y refu n cio n a liz a ció n de los
m ejores elem entos de su herencia anterior. Algo que, por lo dem ás, y
en n uestra op inión , d em ostrará claram ente el hecho de que la vigen cia
actual y la cap acidad h eu rística aún viva de m uchas de las leccion es de
M arc Bloch, de L u d e n F ebvre y de Fernand Braudel está todavía lejos de
haber sido realm en te agotada y explotada en tod as su s posibles p o ten ­
cialidades.
Finalm ente, un ú ltim o reto im portante que co n fro n tan estos A n n ales
de hoy es el de rev in cu larse doblem ente a la h istoria contemporánea. En
p rim er lugar en térm in os intelectu ales, recu perand o la cen tralid ad del
estud io de los hechos y procesos que acontecen ah ora m ism o, y que
habiendo sido tan im p ortan tes en el proyecto de los p rim eros A n n ales
- a l pu n to de consid erar a la revista tam bién com o apta para los "h o m ­
bres de acció n " de esta é p o c a - se fué apagando d esp ués h asta qu ed ar
relegad a en u n seg u nd o plano de los in tereses a n n alistas. F rente a esto,
parece relev ante volver a desarrollar la línea del exam en in m ed iato de las
ten d encias fu n d am en tales de esta historia contem poránea "en train de se
faire", abriendo seccio n es o espacios m ás regu lares para la inclu sión de
artículos, n otas críticas y ensayos dentro de esta lín ea de in vestigación . Al
m ism o tiem p o y en térm in os m ás prácticos, tal vez sea p ertin en te in ser­
tar m ás activam en te a la revista dentro de los debates sociales, políticos
e intelectu ales que hoy m ism o se escen ifican en Francia, en E uropa y en
el m undo. Pues ahora que vuelve a replan tearse la cu estió n de la fun ­
ción so cial del in telectu al, en tanto que n ecesaria in telig en cia crítica de
una sociedad, la h isto rio g rafía en general y los A n n a les en p a rticu la r
no pueden p erm an ecer al m argen de esta in terp elación de p arte de la ■:
socied ad.
En nuestra op in ión, es sólo al precio de hacer frente a estos d esafío s, y
a alg u no s otros ig u alm ente im portantes, que los A n n ales actu ales p o d rán
co n v ertirse efectivam en te en unos cu artos A n n ales, con un estricto perfil
de un nuevo proyecto in telectu al, y con u na clara u b icació n d en tro del
p aisaje h isto rio g ráfico m undial. C on lo cual, serán fieles a la con sign a
brau d eliana de situ arse "tanto com o se pueda y acep tand o todos los
riesgos, en el lím ite m ism o de las in novaciones que se esbozan", y tam ­
bién a la vo cació n innovadora, com bativa y m ilitan te que ha so sten id o el
proyecto fun d ad or de los A n nales, anim ad o hace siete u och o d écad as
por M arc B lo ch y por L ucien Febvre.

* * *
Los A n n ales, en este año de 2005, no son ya ni pu ed en ser esos A n n ales
p ion eros y heréticos que entre 1929 y 1941 se co n stitu y ero n en la ver­
d adera v an g u ard ia de los estud ios h istóricos franceses, llevan d o a cabo
u na genu ina revolución en la teoría de la h istoria, y abriend o el espacio
para que la an terior hegem onía g erm ano parlan te dentro de la h isto rio ­
grafía, co m en zara a d esp lazar su centro de gravedad h acia el hexágono
francés. Tam poco son ni pueden ser esos A n n ales brau d elian os de los
años de 1956-1968, que afirm ando el m om ento de auge de esa hegem onía
fran cesa dentro de la h isto rio g rafía occid ental de la seg u n d a posguerra,
sirv iero n de "m od elo a im ita r" para u na g ran p arte de los h istoriad ores
m ás avanzad os y críticos que trabajaron en Francia, en E urop a y en el
m undo occid en tal durante estas épocas. M ucho m enos pu ed en ser los
terceros A n n ales franceses de la coy u n tu ra 19684989, que rep resen tan d o
la d ecad encia y el fin de esa hegem onía h isto rio g ráfica francoparlante,
se alejaro n p ro fu n d am en te del cam in o con struid o por los p rim ero s y
los seg u nd o s A n n ales. Y tam poco pueden ser esa com p leja m atriz de
m arx istas-an n alistas que retom and o dicho cam ino, lo co m b in aro n e
in co rp o raro n dentro de u na inéd ita perspectiva, ig u alm en te alim en tad a
por las co n tribu cio n es de M arx.
Pero si los A n n ales en este 2005 no pu ed en ser ya n ada de esto, si
pu ed en en cam bio, si son capaces de recu p erar los m ejores elem en tos de
toda esa heren cia m últiple que les precede, con tin u ar siendo p ro tag o n is­
tas de p rim era fila dentro de la historiog rafía m u n d ial con tem porán ea.
P ro tag on istas u bicados adem ás en verdaderas p osicion es de v an g u ard ia,
que co n tribu yan eficazm ente a definir, ju n to con las otras corrien tes y
tend encias hoy fu n d am en tales dentro de los estud ios h istó rico s de todo
el planeta, los ru m b o s que habrá de seg u ir la h isto rio g rafía en el siglo
xxi y en el tercer m ilenio histórico que hem os com en zad o a v iv ir hace ya
m ás de tres lu stros. Lo cual pod ría ser un adecuado y fiel h om enaje a ese
p royecto que dos profesores de la U niversidad de E strasb u rg o co m en ­
zaro n a p erfilar h acia 1921, y que m ás de och en ta años después, con tin ú a
tod avía estan d o p resente e im pactan do a las m ás d istin tas h isto rio g rafías
y a los m ás d iferen tes p racticantes de Clío, ubicados en los m ás apartad os
rin co n es y esp acios de nuestro hoy pequeño planeta.

* * *
A . P A R A U N A P R IM E R A A P R O X IM A C IÓ N G E N E R A L

Para saber lo que h an sido y son los A nn ales, lo p rim ero que habría
que h acer sería rev isar las colecciones com pletas de las d istin tas series
que abarca la p u blicación de la revista. Y au nque sin duda alg u na, el
aporte gen eral de la corriente no se agota ni m u ch o m enos en los textos
pu blicados d en tro de d ich as series, su consu lta resulta ú til p ara un acer­
cam iento in icial, ya que dicha revista ha servid o de esp acio con cen trad or
y de órgano de d ifu sió n de los d istintos proyectos in telectu ales del entero
itin erario an n alista.
D ich as series com p rend en, en lo fun d am en tal:

1. L os Annales d'Histoire Economique et Sociale (1929-1938). D iez tom os


co rresp o n d ien tes a diez años, con 4 fascícu los por año.
2. Los Annales d'Histoire Sociale (1939-1941). Tres tom os corresp o n d ien tes
a tres años. E n 1939, 4 fascícu lo s; en 1940, 3 fascícu los y en 1941, 2 fas­
cículos:
3. L os Mélanges d'Histoire Sociale (1942-1944). Tres tom os co rresp o n d ien ­
tes a tres años, con 2 fascícu los o entregas por año.
4. L os Annales d'Histoire Sociale (1945). Un tom o que incluye 2 fascícu los
de "H o m e n aje a M arc Bloch".
5. Los Annales. Economies. Sociétés. Civilisations (1946-1993). C u aren ta y
ocho tom os corresp on d ien tes a cu arenta y och o años. D e 1946 a 1959,
4 fascícu lo s por año, y de 1960 a 1993, 6 fascícu los p o r año.
6. L os Annales. Histoire, Sciences Sociales (1994-...). H asta finales del año
de 2004 se h an com pletado once tom os co rresp o n d ien tes a once años,
con 6 fascícu lo s por año.

Para o rien tarse en esta lectu ra de la rev ista de los A n n ales, so n ú tiles los
d iversos ín d ices que ella m ism a ha publicado y que co m p ren d en hasta
hoy:

ARNOULD, Maurice. Vingt années d'histoire economique et sociale. Table analytique


des “A nnales" fondées par M arc Bloch et L u d en Febvre (1929-1948),Editorial
Librairie Armand Colin, Paris, 1953.
TENENTI, Branislava. Vingt années d'histoire et de sciences humaines. Table ana-
lytique des Annales (1949-1968), Editorial Librairie Armand Coiin, París,
1972.
GRINBERG, Martine y TRABUT, Ivette. Vingt années d'histoire et des sciences
humaines. Table analytique des Annales (1969-1988), Editorial Armand Colin,
Paris, 1991.
GRÉARD, Catherine, GRINBERG, Martine y TRABUT, Ivette. Table analytique
des Annales, Economies. Sociétés. Civilisations. 1989-1993, Editorial Armand
Colin, Paris, 1995.
BRANCHEREAU, Simone, GRÉARD, Catherine, GRINBERG, Martine y TRABUT,
Ivette. Table analytique 1994-1998, Editions de I'École des Hautes Études en
Sciences Sociales, Paris, 1999.

Sobre la corrien te de los A n n ales existen pocos trabajos de largo aliento,


que an alicen su trayecto ria global com o tem a central u o bjeto p rincipal.
D en tro de este conjunto, es posible señ alar los sigu ien tes libros, qu e abor­
dan desde u na visión m as general, o bien un p eriod o im p o rtan te de la
h isto ria de la corriente, o b ien u n aspecto o lín ea de su d esarrollo en
general, o bien su cu rv a de evolución global:

AGUIRRE ROJAS, Carlos Antonio. Los Annales y la historiografía francesa. Tradiáo- :


nes críticas de M arc Bloch a Michel Foucault, Ediciones Quinto Sol, México,
1996.
- Itinerarios de la historiografía del siglo xx. De los diferentes marxismos a los varios
Annales, Ed. Centro Juan Marinello, La Habana, 1999.
-L a Escuela de los Annales. Ayer, hoy, mañana , Ed. Montesinos, Barcelona, 1999.
-L'histoire conquérante. Un regará sur l'historiographie frangaise, Ed. L'Harmattan, :
Paris, 2000.
-C orrientes, Temas y Autores de la Historiografía del siglo xx, Ed. Universidad Juárez
Autónoma de de Tabasco, Vilíahermosa, 2002.
—Antimanual del mal historiador, (Séptima edición latinoamericana), Ed. Contrahis­
torias, México, 2004.
-F erna nd Braudel et les sciences humantes, Ed. L'Harmattan, Paris, 2004.
-L a historiografía del siglo xx. Historia e historiadores entre 1848 y ¿2025?, Ed. Mon­
tesinos, Barcelona, 2004.
-U rna historia dos Annales (1921-2001), Ed. Universidade Estadual do Maringá,
Maringá, 2004.
-D ie Annales "Schule". Gestern, Heute, M or gen, Ed. Leipziger Universitátsverlag,
Lepizig, 2004.
BURKE, Peter. La revolución historiográfica francesa. La escuela de los Annales:
3929-2989, Ed. Gedisa, Barcelona, 1993.
CARRARD, Philippe. Poeíics of the New History. French Historical Discourse from
Braudel to Chartier, Editorial Johns Hopkins University Press, Baltimore,
1995.
COUTAU-BÉGARIE, Hervé. Le phénoméne nouvelle histoire, G randeur et décadence
de l'école des Annales , Editorial Económica, Paris, 1989.
DOSSE, Frangois. La historia en migajas. De los Annales a la nueva historia, Ed.
Alfons el Magnánim, Valencia, 1988.
MASTROGREGORI, Massimo. II genio dello storico. Le considerazioni sulla storia
di M arc Bloch c L u d en Febvre e la tradizione metodologica francese, Edizione
Scientifiche Italiane, Nápoles, 1987.
RAPHAEL, Lutz. Die Erben von Bloch und Febvre. Annales-Geschichtsschreibung und
nouvelle histoire in Frankreich 1945-1980 , Editorial Klett-Cotta, Stuttgart,
1994.
STOIANOVICH, Traían. French Historical Method. The Annales Paradigm, Editorial
Cornell University Press, Ithaca-Londres, 1976.
VÁZQUEZ GARCIA, Francisco. Estudios de teoría y metodología del saber histórico,
Editorial de la Universidad de Cádiz, Cádiz, 1989.

A esta lista p o d ria ag reg arse u na com p ilación que da u na bu en a idea del
itin erario.en su con junto de la corriente, a través de sus propios textos:

MIDDELL, Matthias y SAMMLER, Steffen. Alies Gewordene hat Geschichte. Die


Schule der Annales in ihren Texten, Editorial Reclam Verlag Leipzig, Leipzig,
1994.

Tam bién vale la p en a co n su ltar ciertos núm eros de revista, de p eriód icos
o libros colectivos, consagrad os total o parcialm en te a la h isto ria de los
A n n ales:

-Review ,num. 3/4, Binghamton, Nueva York, 1978.


, Paris, 19 de enero de 1990.
- L e M onde
Año xiv, num. 1-2, Roma, 1993.
- Rivista di storia della storiografia moderna,
- Sporii a glavnom. Diskusii a nashtayashiem u budushiem istoricheskoi nauki vokrug
Editorial Nauka, Moscú, 1993.
frantsuskoi shkolii "Annalov",
-Eslabones,núm. 7, México, 1994.
, núm. 36, México, 1995.
- Iztapalapa
-Pedagogía, núm. 8, México, 1996.
-M ars, núm. 7, Paris, 1997.
núm. 2, México, 2004.
- Contrahistorias,
A lo que h abría que añ ad ir la consulta, para el caso esp ecífico de la obra
y de los ap ortes in telectu ales de M arc B loch en general, de los cinco
núm eros pu blicad os de los Cahiers Marc Bloch, editados en P arís por la
A sso ciatio n M arc B loch, entre 1994 y 1997.

B. P A R A A C E R C A M IE N T O S M Á S E S P E C ÍF IC O S ,

A guirre Rojas, Carlos Antonio, "El problema de la historia en la concepción de


Marx y Engels", Revista Mexicana de Sociología, vol. x l v , núm. 4, México,
octubre-diciembre, 1983.
___, "Los problemas y las tareas del historiador en América Latina", Estudios.
Revista de Ciencias Sociales, núm. 1, Ed. Universidad de San Carlos, Guate­
mala, 1988.
___, "Fernand Braudel y la invención de América", La Jornada Semanal, núm. 72,
México, octubre 28, 1990.
___, "Between Marx and Braudel. Making hístory, knowing history" en Review,
vol. xv, núm. 2, Binghamton, primavera, 1992.
___, "Annalii i Marksisni. Diesit tesisov a metodologuicheskij paradigma)", Sporii
a gíavnom. Diskusii a naktoyashiem u budushiem istoricheskoi nauki vokrug
frantsuskoi shkolii "Annalov", Ed. Nauka, Moscú, 1993.
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___, "La recepción del Metier d'historien de Marc Bloch en América Latina" en
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___ , Braudel a Debate, Coedición Fondo Editorial Tropykos/Fondo Editorial Buría,
Caracas, 1998.
___, "La visión braudelienne sur le capitalisme antérieur a la Révolution Indus-
trielle" en Review, vol. xxn, num. 1, Binghamton, 1999.
___ , Fernand Braudel und die modernen Sozialwissenschaften, Ed. Leipziger Univer-
sitaetsverlag, Leipzig, 1999.
___ , Breves Ensayos Críticos, Ed. Universidad Michoacana, Morelia, 2000.
___ , Ensayos Braudelianos, Prohistoria & Manuel Suárez Editor, Rosario, 2000.
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en Caravelle, num. 74, Toulouse, 2000.
___, Am érica Latina. Historia y Presente, Ed. Jitanjáfora, Morelia, 2001.
___, Tempo, durarlo, civilizagao. Percursos braudelianos, Cortez Editora, Sao Paulo,
2001.
___, "Braudel inconnu?. L'épisode latinoaméricain d'unebiographie intellectuelle"
en el libro Écrire l'histoire de VAmérique Latine, Ed. cnrs, Paris, 2001.
___, "Braudel in Latín America and the U. S.: A Different Reception" en Revieiv,
vol. xxiv, num. 1, Binghamton, 2001.
___, Pensamiento historiográfico e historiografía del siglo xx, Ed. Manuel Suárez
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LA "ESCUELA" DE LOS AN N ALES. Ayer, Hoy, M añana
se term inó de im prim ir en el mes de agosto de
2005, en los talleres de Jim énez Editores e Im presores,
S. A. de C. V., en 2o Callejón de Lago M ayor núm. 53,
Col. Anáhuac, 11320. México, D. F. Correos electrónicos:
jim enez_edit@ att.net.m x / jim enezedit@ yahoo.com .m x.
Se tiraron 2000 ejemplares más sobrantes para reposición.

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