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El factor principal que dio origen al Contrato social fue la enemistad que se atribuyó
Rousseau sobre otros ilustradores contemporáneos al estar en contra del Progreso
Sociopolítico ya que consideraba que este nos quitaba la libertad natural y
corrompía al hombre ideal (este no era ni bueno, ni malo; se encontraba en un punto
intermedio). Puesto que alega que el hombre ha nacido libre y sin embargo es la
civilización la que lo encadena y lo corrompe; ahora siendo un hombre histórico. Un
claro ejemplo es el nacimiento de la propiedad privada ya que da inicio a las
desigualdades sociales, dado que afirma que los frutos nos pertenecen a todos y la
tierra no es de nadie. Con la propiedad privada se pierde la libertad natural.
En el contrato social se buscaban las condiciones en las que una sociedad debía
establecerse. Afirmando que la sociedad perfecta seria aquella en la que la voluntad
de todos coincidiera con la voluntad general, es decir, que se buscara el bien común
y esta voluntad se verá manifestada mediante el Estado, el cual creará leyes. De
esta manera, el soberano, que ya no es un individuo sino el pueblo (sin dejar de
representarse como un individuo), crea la autoridad y cumple con dichas leyes,
obedeciéndose a si mismo.
Con el contrato social el hombre pierde libertad natural y obtiene a cambio la libertad
civil en el momento en que este actúa racional y civilizadamente frente a las reglas
establecidas por la voluntad general, pues obedeciendo es la única manera en que
el individuo puede ser libre, según Rousseau.
Tal y como lo vemos en la primera sociedad; la familia. Es aquí en el que los padres,
al tener la autoridad sobre sus hijos, toman su libertad, pero esto a cambio de
garantizarles su subsistencia, pues de no ser así los hijos perecerían. Esta sociedad
es la única que puede considerarse como natural, ya que cuando los hijos entran
en la edad de la razón, dejan de depender del padre y este lazo deja de existir, por
lo que cada cual recuperará su independencia. Es común que tras ello aún sigan
unidos, pero esto ya se trata de una decisión voluntaria.
Ahora bien, se realiza un análisis de todas las circunstancias en las que es preciso
dar cimiento a una civilización unida. El hombre social está dividido en dos: el
súbdito el cual debe obedecer al soberano y por otro lado está el ciudadano, quien
participa en el poder. No obstante, Rousseau veía a la comunidad general como Un
Todo, sin ningún interés de escapar a la individualidad.
Siendo entonces el pueblo el legislador se le toma como una democracia, que bien
podría encadenar sin ningún problema a cualquier tipo de gobierno, ya sea
monarquía, aristocracia, etc. Pues si el soberano ha de decidir, por tomar un
ejemplo, que es necesaria una forma de gobierno monárquica esto quiere decir que
fue dicha decisión lo que la voluntad general quiso. En pocas palabras, sea cual sea
la forma de gobierno que se tenga, se decidió porque se trata de lo correcto para
ese pueblo en concreto, tomándose en cuenta la extensión del territorio y el número
de habitantes, entre otros factores sociopolíticos.