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EL CONTRATO SOCIAL

Jean Jacques Rousseau

El factor principal que dio origen al Contrato social fue la enemistad que se atribuyó
Rousseau sobre otros ilustradores contemporáneos al estar en contra del Progreso
Sociopolítico ya que consideraba que este nos quitaba la libertad natural y
corrompía al hombre ideal (este no era ni bueno, ni malo; se encontraba en un punto
intermedio). Puesto que alega que el hombre ha nacido libre y sin embargo es la
civilización la que lo encadena y lo corrompe; ahora siendo un hombre histórico. Un
claro ejemplo es el nacimiento de la propiedad privada ya que da inicio a las
desigualdades sociales, dado que afirma que los frutos nos pertenecen a todos y la
tierra no es de nadie. Con la propiedad privada se pierde la libertad natural.

Rousseau, defendiendo su idea de que el hombre es bueno y bondadoso por


naturaleza, critica las propuestas políticas de Hobbes, Locke, entre otros
ilustradores contemporáneos ya que el pensamiento de estos solo favorecía a los
propietarios, es decir, a los ricos, creando más desigualdad.

Él era un ideólogo muy optimista y sostenía la idea de que la sociedad corrompida


podía modificarse en favor a todos, donde no existieran las desigualdades. Es así
como surge la propuesta de un nuevo pacto social entre los hombres para su unión.

En el contrato social se buscaban las condiciones en las que una sociedad debía
establecerse. Afirmando que la sociedad perfecta seria aquella en la que la voluntad
de todos coincidiera con la voluntad general, es decir, que se buscara el bien común
y esta voluntad se verá manifestada mediante el Estado, el cual creará leyes. De
esta manera, el soberano, que ya no es un individuo sino el pueblo (sin dejar de
representarse como un individuo), crea la autoridad y cumple con dichas leyes,
obedeciéndose a si mismo.

La voluntad general, según Rousseau, es el punto de partida del contrato social,


pues se refiere a la expresión e intereses de la comunidad colectiva y todo el interés
debe recaer sobre la voluntad general puesto que no es de importancia la voluntad
particular ya que esta es arbitraria y caprichosa, buscando el bien propio y no el bien
común.

No debe confundirse a la voluntad general con la voluntad de todos, lo que la


voluntad general busca es la armonía buena y justa para todos en la sociedad y la
voluntad de todos no es más que la suma de intereses entre particulares. Es así
como esboza la idea de que aquella sociedad en que ambas voluntades acordasen
en lo mismo sería la ideal.

Con el contrato social el hombre pierde libertad natural y obtiene a cambio la libertad
civil en el momento en que este actúa racional y civilizadamente frente a las reglas
establecidas por la voluntad general, pues obedeciendo es la única manera en que
el individuo puede ser libre, según Rousseau.

Tal y como lo vemos en la primera sociedad; la familia. Es aquí en el que los padres,
al tener la autoridad sobre sus hijos, toman su libertad, pero esto a cambio de
garantizarles su subsistencia, pues de no ser así los hijos perecerían. Esta sociedad
es la única que puede considerarse como natural, ya que cuando los hijos entran
en la edad de la razón, dejan de depender del padre y este lazo deja de existir, por
lo que cada cual recuperará su independencia. Es común que tras ello aún sigan
unidos, pero esto ya se trata de una decisión voluntaria.

Tomando ese ejemplo de la familia, se puede suponer al jefe como el padre y el


pueblo como los hijos y siendo que todos nacen libre e iguales no se vende la
libertad sino la utilidad que estos le dan al pueblo mismo.

Pero, ¿qué pasa cuando se vende la libertad a cambio de una subsistencia


garantizada tal y como ocurre con la esclavitud?, pues bien, decir que alguien se da
gratis es afirmar una cosa absurda y patética. Este acto es ilegítimo y nulo por el
simple hecho de que quien lo realiza no está en pleno uso de su razón. Renunciar
a la libertad es rechazar cualidades y derechos humanos, así como los deberes
atribuidos por estos.

Grocio relacionaba la guerra con un origen de derecho a la esclavitud, sin embargo,


las guerras son de Estado a Estado y no de hombre a hombre, siendo así que se
debe intuir ninguna relación verdadera. Al crear el derecho de vida y de muerte
sobre la esclavitud y el de esclavitud sobre el de vida y muerte se cae en un circulo
vicioso. En fin, el derecho de esclavitud es nulo y contradictorio.

Ahora bien, se realiza un análisis de todas las circunstancias en las que es preciso
dar cimiento a una civilización unida. El hombre social está dividido en dos: el
súbdito el cual debe obedecer al soberano y por otro lado está el ciudadano, quien
participa en el poder. No obstante, Rousseau veía a la comunidad general como Un
Todo, sin ningún interés de escapar a la individualidad.

Siendo entonces el pueblo el legislador se le toma como una democracia, que bien
podría encadenar sin ningún problema a cualquier tipo de gobierno, ya sea
monarquía, aristocracia, etc. Pues si el soberano ha de decidir, por tomar un
ejemplo, que es necesaria una forma de gobierno monárquica esto quiere decir que
fue dicha decisión lo que la voluntad general quiso. En pocas palabras, sea cual sea
la forma de gobierno que se tenga, se decidió porque se trata de lo correcto para
ese pueblo en concreto, tomándose en cuenta la extensión del territorio y el número
de habitantes, entre otros factores sociopolíticos.

Sosteniendo la idea de Montesquieu en cuanto a la división de poderes se refiere,


debe considerarse al poder legislativo (el soberano) como la máxima autoridad y al
ejecutivo (el gobierno) como el legitimo ejercicio de las leyes. Rousseau, relaciona
al cuerpo del Estado con el cuerpo humano, en el que el poder ejecutivo se ubica
en la cabeza y el legislativo en el corazón, por tanto, si se sufre una parálisis cerebral
el cuerpo aún es capaz de conservar vida. Por otro lado, si se sufre un ataque al
corazón esto supondría la muerte del individuo, es decir, del Estado. Esto se puede
entender como la importancia de establecer leyes fuertes que en lugar de debilitarse
adquieran más fuerza con el pasar del tiempo. Sin embargo, el cuerpo del Estado,
al igual que el cuerpo humano, tiene escrito en su destino la muerte, por tanto, entre
más se cuide al cuerpo más años se le suman. El soberano no ha de establecer
leyes que no sean fundamentales para el mantenimiento de dicho cuerpo. Y ya que
el cuerpo del estado no es sino el pueblo, debe ser este quien decida su forma de
vida en sociedad, apelando siempre, claro está, al bien común.

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