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Dedicado,

con un recuerdo conmovedor


de lo que podía haber sido
a
MARSYAS
"Debes entender, por lo tanto, que éste es el primer camino hacia la felicidad
que les permite a las almas la plenitud intelectual de la unión divina. Pero él,
don teúrgico o sacerdotal de la felicidad, se denomina la puerta al Demiúrgo, o
sede o palacio de lo bueno. En primer lugar, tiene el poder de purificar el alma
… y después hace que el poder de la razón se adapte y participe de la visión de
lo bueno y se libere de cualquier cosa de naturaleza opuesta y, en último lugar,
produce la unión con los Dioses que son los que nos conceden todo lo bueno."

IAMBLICUS
INDICE

INTRODUCCION
PRIMERA PARTE
CAPITULO UNO
El caos de la civilización moderna. La destrucción de las organizaciones nacionales.
Negligencia para entrar en comunión con la Realidad. Una posible causa de esta ruptura.
Filosofía tradicional de la Magia. La naturaleza real del genio. Sus raíces como
experiencia espiritual. La Magia como clave de la creatividad. Yoga y Magia las dos
ramas del Misticismo. Definición de ambos sistemas. Los Teúrgos son la luz del Mundo.
Eliphas Levi y el Hombre Celestial.

CAPITULO DOS
Ataques contra la Teúrgia. Su injusticia y absurdo. El hombre es el hijo de los Dioses y
debe aspirar a la unión con ellos. La Magia no es Psiquismo. Y no tiene relación con la
brujería. Ni hace que uno se convierta en médium. Bases de la filosofía mágica. El Árbol
de la Vida de los Cabalistas.

CAPITULO TRES
Necesidad del entrenamiento filosófico antes de acometer el trabajo práctico. Relación
entre la Magia Egipcia y la Cábala. La naturaleza del número y el significado de los
símbolos. Esquema de la teoría mágica sobre el Universo. El Tetragrammaton y los cuatro
mundos. El dogma mágico Levi. Jerarquías espirituales en el espacio d . La Teúrgia tal y
como la concebía Iamblicus.

CAPITULO CUATRO
Definición de la Luz Astral y su lugar en el sistema mágico. Cómo la concibe la ciencia
moderna. El continuo espacio-tiempo. Los dos aspectos que se observan en esa Luz.
Amentet y el Tuat. La Luna y mana. El uso del divino Astral y cómo se puede transformar
el mundo.

CAPITULO CINCO
El antiguo problema de la filosofía. El universo ¿es objetivo o subjetivo? Forma en que
los Magos conciben las jerarquías mágicas y la constitución humana. Un minutum
mundus. El sacrificio místico del ego. La ascensión de la Escala de Jacob hasta la cima de
Dios.

CAPITULO SEIS
La unión con el Divino es el objetivo mágico. Lo Divino se oculta bajo muchos disfraces.
Una consideración sobre los Dioses de los egipcios. Cada símbolo de Dios tiene un alto
significado. La implicación de las máscaras de animales.
SEGUNDA PARTE

CAPITULO SIETE
El equipo de un Mago. Cómo se ha malinterpretado. La Magia es un proceso
mnemotécnico. Cómo se emplea cada poder y sentido para crear una idea espiritual.
Signos y sigils. Perfumes. Significado auténtico del círculo mágico. William Quan Judge.
Símbolo de la consciencia humana e infinita. Nombres de Dios. El Círculo limita las
influencias hostiles. El altar y la lámpara. Vara, Cáliz, Espada y Pentacle. La Vara
simboliza la Voluntad; preparación y consagración de la misma. La Imaginación y su
naturaleza formativa esencial. Los ejercicios espirituales de Loyola. Cómo desarrollar la
Imaginación en el trabajo mágico. Los tattvas de los hindúes.

CAPITULO OCHO
Patanjali y la Voluntad. ¿Qué es la Voluntad? Un método mágico para aumentar su poder.
El auténtico significado del Ascetismo. Sus peligros. Un voto triple. Pranayama, una
ayuda excelente. Objeciones al desarrollo de la Voluntad. ¿Qué produce el éxito en las
operaciones ceremoniales? La respuesta de los Oráculos Caldeos. Ejemplos de fracasos
estrepitosos. Un ejemplo de imbecilidad. Razones proporcionadas por Barret. El delirio y
el entusiasmo.

CAPITULO NUEVE
¿Cómo funcionan los mantras? Distintos puntos de vista ocultos. La vibración de los
Nombres de Dios está asociada con la evocación de las fuerzas mágicas, afirma
Blavatsky. El poder y el valor del Sonido. ¿Cómo se pronuncian los Nombres Mágicos?
Qué es lo que sucede. El secreto de la invocación. Nombres bárbaros de evocación.
Ejemplos de palabras sudamericanas, egipcias y enoquianas. Forma del análisis
cabalístico. El Mago no debe permitir que entre en esta esfera palabras sin sentido. Uso
técnico de las palabras bárbaras. Los golpes. Necesidad y efecto de la circunambulación.

CAPITULO DIEZ
Tarea esencial de la Magia. Necesidad de entrenar la Voluntad y la Imaginación. Empleo
en la formación del Cuerpo de Luz. Comentario de Blavatsky de que aquel que viaja en el
cuerpo astral a voluntad es un Adepto. El mejor método para viajar por el Astral. Cómo
educar el cuerpo sutil. El ritual, una ayuda. Visiones. Cómo comprobarlas científicamente.
Medidas de precaución. Planos egipcios de lo Astral. Los Pilones mágicos. Como se
conquista la muerte y la inmortalidad mientras se está en el cuerpo sereno. Ritual de
destierro del Pentagrama. Su poder. Explicación. La Voluntad y la Imaginación para
formar la Estrella de Fuego. El Perro Guardián.

CAPITULO ONCE
Las ayudas más poderosas para la invocación. La clave de todo progreso mágico. Formas
de Dios. Cómo funciona esta técnica. El peligro de la Magia. Deidades egipcias. El
discurso triunfal de Maspero. Invocación de Ra, el Dios Sol. Los resultados de ser
compañero de los Dioses. Iamblichus.
CAPITULO DOCE
La pureza que se requiere en la Magia. Qué significa. El Santo Ángel de la Guarda. Cuándo se
deben realizar las evocaciones. Razones especiales para hacerlo. Forma de manifestación del
Genio y del Ángel. El Libro de la Magia Sagrada de Abramelin el Mago. Un método para
ponerse en comunicación con el yo más elevado. Instrucciones de esta antigua técnica. Los
pasos necesarios. La Visión y el Perfume. La invocación del Santo Ángel de la Guarda.

CAPITULO TRECE
La Evocación de los Príncipes del Mal del Mundo. La lógica de los ritos de evocación
ceremonial. Su relación con la moderna investigación psicológica. La construcción de la
Pirámide. Instrucciones a la Novia antes del Matrimonio Místico. La Naturaleza, el gran
modelo. El sistema mágico de la Clave de Salomón, el Rey. Cómo se une, en la práctica, el
método Mágico con el Cabalístico. El Goetia. El Libro del Ángel Ratziel. Por qué las visiones
de aficionados son inexactas. Invasión del campo de la consciencia. El paralelismo entre la
Magia y el Yoga. Cómo son esencialmente idénticos. Cómo se deben tratar los poderes.

CAPITULO CATORCE
Rituales Dramáticos en Egipto, Tíbet y la India. Fundamentos de esta rama de la Magia
ceremonial. Su lógica. Rituales de Iniciación. Grado Tercero de la fraternidad Masónica.
Ritual del Adeptus Minor de la Orden Hermética del Amanecer Dorado. Fragmentos del
Ritual de Iniciación del Libro de los Muertos egipcio. Un ritual espléndido en Las Bacantes
de Eurípides. Conmemoración. Una representación de la pasión de Osiris. Necesidad del
trabajo personal. Milarepa y marpa. El trabajo requiere paciencia e imperturbabilidad. Un Ibis
y una serpiente Uraeus.

CAPITULO QUINCE
¿Existe alguna relación entre la Magia y el Espiritualismo? Les separa un ancho golfo. La
Voluntad es el guía del Teúrgo. El Médium es un instrumento negativo. Teorías mágicas
relacionadas con la muerte. Qué sucede cuando muere el cuerpo. Obsesión Qliphótica. Los
"espíritus" espiritualistas son caparazones astrales. Por qué los médiums recurren al fraude.
Sus fenómenos físicos. Cómo puede utilizar la técnica mágica un médium sincero. Qué es la
Magia Negra. Operaciones de invisibilidad y transformación. Evocación de las fuerzas
táttvicas. Necromancia y vanidad. Más instrucciones sobre la técnica Astral. Cómo se usa el
Pentagrama y la Rosa-Cruz. Los guardianes angélicos de los Pilones. La Eucaristía. El
Camino de Ain Soph.

CAPITULO DIECISEIS
Intención de que este esbozo de la Magia quede claro. La excepción que hay que hacer. Un
método de trabajo secreto. La Misa del Espíritu Santo. El Tetragrammaton y el simbolismo
alquímico. Ésta es la quintaesencia de las operaciones de Magia. El Elixir de la Vida y la
consagración talismánica. Cómo utilizar esta Misa junto con el Ceremonial.

CAPITULO DIECISIETE
Un examen del Ritual. Los distintos aspectos de la invocación ceremonial. Sus ocho fases
diferentes. Varios ejemplos de cada tipo de invocación de fuentes egipcias, cabalísticas,
Rosacruces, agnósticas, griegas, enoquianas y poéticas.
INTRODUCCIÓN

Debido a la ignorancia universal relacionada con la naturaleza soberana de la Divina Teúrgia y a


pesar de las frecuentes referencias que se suelen hacer al tema de la Magia, se ha permitido que se
produjera un terrible malentendido a lo largo de los siglos. Incluso en la actualidad existen pocas
personas que tengan la más ligera idea de lo que constituye el objetivo más elevado del sistema que
los magos de la antigüedad consideraron como el Arte Real y la Magia Trascendental. Y como
existen todavía menos que estén lo suficientemente preparados como para defender su filosofía y
difundir sus principios entre los que merecen recibirlos, el campo de batalla cubierto con las
destrozadas reputaciones de los Magos se abandonó a los charlatanes. Y éstos hicieron buen uso de
su oportunidad. Tanto es así que incluso la palabra Magia se ha convertido en sinónimo de todo lo
que es odioso, de todo lo que se considera detestable.

Este terrible estado de cosas se toleró en Europa durante varios siglos. Y continuó hasta mediados del
siglo pasado, cuando Eliphas Levi, escritor con cierta facilidad de expresión, capacidad de síntesis y
firmeza de exposición, procuró devolverle a la Magia su antigua y elevada reputación. Es difícil decir
en qué habrían parado sus esfuerzos si no hubiera sido por el advenimiento y la ayuda de la filosofía
del Movimiento Teosófico, en 1875, junto con la discusión abierta de temas de ocultismo y místicos
que se planteó posteriormente. Incluso así, no parecen haber tenido mucho éxito. Porque a pesar de
los ochenta largos años de atención y de discusión de la filosofía esotérica y de su práctica en varias
ramas distintas, no se puede encontrar, por ejemplo, en el Catálogo de la Sala de Lectura del Museo
Británico ni una sola obra de Magia que intente proporcionar una exégesis lúcida, clara y exacta, a la
que no estorben el uso de símbolos y de figuras de dicción. ¡Ochenta años de estudio oculto! ¡Y ni
una palabra seria sobre la Magia!

En algunos lugares, durante algún tiempo, se ha sabido que el autor de estas líneas era estudiante de
Magia. Y, en consecuencia, se le han hecho frecuentemente preguntas sobre su naturaleza. A medida
que pasaba el tiempo, fueron tan numerosas y era tan abismal la ignorancia inintencionada sobre el
tema que parecía que era el momento apropiado para hacer una exposición sintética y definitiva para
que el público pudiera disponer de ella. Y como ningún individuo ha acometido una tarea de tan
enorme importancia, le correspondió al autor. No tiene la intención de limitarse a especiosos
comentarios sobre la incomunicabilidad de los secretos ocultos. Ni mencionará la imposibilidad de
transmitir la auténtica naturaleza de los misterios de los tiempos antiguos, como han hecho algunos
autores modernos. Aunque todo esto es verdad, sin embargo existe una gran cantidad de cosas en la
Magia que son comunicables. En vez de emplear cientos de páginas para intentar clarificar, se les
puede dirigir a estos escritores la acusación inflexible de que han hecho todo lo que han podido para
confirmar la opinión pública de que la Magia era ambigua y oscura. No puede haber otro concepto
más erróneo. Porque la Magia, permítanme que insista, es lúcida. Es definida y precisa. No hay
fórmulas vagas ni incertidumbres en el interior de la esfera de su exactitud. Todo es claro, neto y bien
ideado para los experimentos prácticos. Su sistema es absolutamente científico y cada una de sus
partes se puede verificar y demostrar.

La única finalidad de la publicación de El Árbol de la Vida, aunque algo vacilante, es cierto, es llenar
este vacío. El autor desea que sean inteligibles y comprensibles para el hombre corriente inteligente,
para los estudiantes de los Misterios y para todos aquellos que estén versados en otras filosofías o
sistemas místicos, los principios básicos sobre los que se asienta esta tremenda estructura de la
Magia. Y esta tarea nunca se ha llevado a cabo, aunque sea tan necesaria, con una excepción que no
es ni conocida ni apropiada para el público.
La frecuencia con que el autor ha incluido largas citas de los escritos de las autoridades mágicas tiene
una explicación muy sencilla. Se debe, simplemente, al deseo de demostrar que los elementos
imprescindibles de su exposición no son resultado de la inventiva del autor sino que están firmemente
arraigados en la sabiduría de la antigüedad. No hay necesidad de informar al autor de que existe una
cierta tosquedad de expresión, posibles malinterpretaciones de los hechos o de la teoría y pecados de
comisión o de omisión. Por todo esto, se disculpa humildemente. Se le debe perdonar por su juventud
e inexperiencia. Y ojalá sus esfuerzos espoleen a otras personas más eruditas, con más facilidad de
pluma, y que posean un conocimiento más profundo del tema y de sus concomitancias para que
elaboren una mejor formulación de la Magia. El autor se contará entre los primeros que la aclamarán
con elogios y saludos de bienvenida.

Debo, asimismo, dar las gracias a los señores Methuen & Co. por el permiso que me han concedido
para reproducir las ilustraciones de los cuatro Dioses Egipcios de la obra Los Dioses de los Egipcios
de Sir. E. A. Wallis Budge.

ISRAEL REGARDIE

LONDRES
Agosto, 1932
LIBROS DE ESTUDIO RECOMENDADOS

La Vela de Visión, de A. E. (Macmillan & Co., 1918)


Misterios de la Magia, de Eliphas Levi (Londres, 1897)
La Doctrina Secreta, de H. P. Blavatsky
La Santa Cábala, de Arthur Edward Waite (Williams & Norgate, 1926)
Raja Yoga, de Swami Vivekananda
Introducción al Estudio de la Cábala, W.W. Wescott
Los Oráculos Caldeos, W.W. Wescott
Equinoccio, de Aleister Crowley (Editado privadamente, 1909-1914)
Magia, Maestro Therion (Lecram Press, París, 1929)
El libro de los Muertos Egipcio
La Magia Sagrada, de S.L. MacGregor Mathers (Redway, 1889)
La Clave de Salomón el Rey (Redway, 1889)
El Océano de Teosofía, de Wm. Q. Judge
Los Misterios, Iamblichus (Trad. Thomas Taylor)
Los Dioses de los Egipcios, de E.A. Budge (Methuen, 1904)
Himnos Místicos de Orfeo (Trad. Thomas Taylor)
PRIMERA PARTE

"LA MAGIA ES LA CIENCIA TRADICIONAL DE LOS SECRETOS


DE LA NATURALEZA QUE NOS HAN TRANSMITIDO LOS MAGOS"

ELIPHAS LEVI
CAPITULO UNO

Una expresión corriente, que repite mucha gente hoy en día, es que la humanidad, con todos sus
males y aberraciones, se revuelca ciegamente en un terrible cenagal. Este cenagal de muerte, con
tentáculos de destrucción como los de un pulpo, aprieta al hombre contra su pecho cada vez con más
fuerza, sutiliza y sigilo. Y su nombre es, curiosamente, civilización, civilización moderna. Los
tentáculos, que son los instrumentos inconscientes de estos golpes catastróficos, nacen de la
estructura enferma, falsa y repugnante del decadente sistema social y de los valores que sustenta. Y
ahora, aparece el proceso de desintegración de todo el tejido social. Parecería como si la estructura de
la organización nacional oscilara entre la ruina económica y ese bandazo final y demente, tras el que
puede desaparecer en el precipicio de la completa destrucción. Firmemente arraigado en la amplitud
de la vida individual, el sólido baluarte de nuestra vida está más amenazado que nunca. Cada vez que
se pone el sol, parece más imposible conservar una pequeña parte de la herencia divina y llevar a la
práctica lo que convierte a un ser en un hombre. A pesar de haber nacido en este tiempo, existen
algunos individuos que son conscientes, con una seguridad que no deja lugar a ninguna duda, de un
destino que les impulsa imperiosamente hacia delante, a satisfacer sus naturalezas ideales; pero son
una minoría. Ellos, la minoría, son los Místicos, los Artistas y los Poetas, los que ven más allá del
velo y nos traen la luz de ese más allá.

Sin embargo, en el seno de la masa existe otra minoría compuesta por aquellos que, aunque no son
plenamente conscientes de que tienen un destino que cumplir ni de la naturaleza de su yo más
interior, aspiran a ser diferentes de la masa complaciente. Es difícil conseguir la integridad espiritual
si se padece una ansiedad interior. El sistema social del que forman parte les mantiene ocultos sin
piedad y la masa de sus prójimos les hace el vacío. Las posibilidades de que se reintegren al contacto
con la realidad durante la vida y no necesariamente después de la muerte se ignoran ciegamente. La
actitud que adoptan la mayor parte de los europeos modernos "inteligentes" hacia esta aspiración
constituye un serio peligro para la raza. Se ha permitido olvidar, con mucha ligereza, de lo que
depende y lo que la nutre y la sustenta, tanto en la vida interior como en la exterior. Asida
ávidamente a la fluctuante evanescencia de la existencia externa y precipitada, trata con negligencia a
los asuntos espirituales y con impaciencia a la gente más intuitiva, lo que es signo de nostalgia y de
debilidad.

Existe un dicho bastante repetido, aunque no por eso menos cierto, y que expresa bastante
exactamente la situación actual: "Donde no hay visión, el hombre perece". La humanidad en
conjunto, y en mayor medida la occidental, ha perdido de alguna manera incomprensible la visión
espiritual. Ha erigido una barrera herética que la separa de la corriente de la vida y de la vitalidad que
incluso ahora late y vibra apasionadamente en la sangre y preserva el conjunto de la forma y de la
estructura universales. Las anomalías que se presentan hoy en día se deben a este absurdo. La
humanidad está llevando a cabo, lentamente, su propio suicidio. Está teniendo lugar un
estrangulamiento por medio de la supresión de todo tipo de individualismo, en el sentido espiritual,
de todo lo que hace al hombre humano. Sigue negando la atmósfera espiritual. Y, una vez que se ha
separado de las fuentes eternas de la luz, la vida y la inspiración, ha pasado por alto deliberadamente
el hecho -que no se puede comparar en importancia con ningún otro- de que existe un principio
dinámico del que se ha divorciado. El resultado es el letargo interior, el caos y la desintegración de
todo lo que antes se consideraba ideal y sagrado.

La doctrina que enseñaba Buda, hace siglos, para mí proporciona una razón plausible para este
divorcio, caos y decadencia. Para la mayor parte de la gente, la existencia va inevitablemente ligada
al sufrimiento, al dolor y a la pena. Aunque Buda enseñaba que la vida está cargada de dolor y
miseria, me inclino a creer, cuando recuerdo la psicología del Misticismo y la de los Místicos, cosa
que él era sin ninguna duda, que adoptó este punto de vista solamente para incitar a los hombres a
que salieran del caos y tuvieran como objetivo un modo de vida superior. Una vez que ha trascendido
el punto de vista del ego personal, resultado de siglos de evolución, el hombre puede ver que los
grilletes de hierro de la ignorancia se abren y aparece una visión de suprema belleza que se puede
contemplar sin trabas; el mundo se convierte en una cosa viva, en un gozo perpetuo. ¿Es que no es
patrimonio de todos contemplar el Sol y la Luna, la magnificencia de la sucesión de las estaciones a
lo largo del año, la dulce música del alba y el hechizo de las noches bajo el manto del cielo
estrellado? ¿Y la lluvia cayendo sobre las hojas de los árboles que se elevan hacia las puertas del
cielo y el rocío de los amaneceres deslizándose por la hierba, salpicándola con puntitos de plata? La
mayor parte de los lectores conocerán la experiencia del gran místico alemán Jacob Boehme, el cual,
después de su visión beatífica y divina, paseó por los verdes campos que rodeaban su pueblo
contemplando la naturaleza en llamas debido a una luz tan gloriosa que incluso las tiernas briznas de
hierba resplandecían con un encanto y una belleza como no había visto nunca antes. Buda fue un
gran Místico y fue grande también su percepción de cómo funcionaba la mente humana. Pero sin
embargo es imposible aceptar su afirmación de que la vida y la existencia son maldiciones. En lugar
de eso, yo creo que adoptó esta actitud filosófica con la esperanza de que quizá en algún momento la
humanidad empezaría la búsqueda de la inimitable sabiduría que había perdido con objeto de
restaurar el equilibrio interior y la armonía del alma y que podría cumplir su destino sin ninguna
restricción ni de los sentidos ni de la mente. Existe una causa fundamental que produce el dolor y
evita gozar con éxtasis de la vida y de todo lo que puede proporcionar el sacramento de la vida: la
ignorancia. Al ignorar lo que es en realidad, su auténtico camino en la vida, al hombre le acosa el
dolor, como enseñó Buda, y le aflige la angustia.

De acuerdo con la filosofía tradicional de los Magos, cada hombre es un centro autónomo y único de
consciencia individual, energía y voluntad; un alma, en una palabra. Lo mismo que una estrella que
brilla y existe en virtud de la luz interna que difunde, sigue su camino, en los cielos cuajados de
estrellas, en solitario, sin interferir con ellas excepto cuando su presencia modifica su trayectoria por
las fuerzas gravitatorias. Lo mismo que en los amplios espacios estelares son muy raros los
conflictos entre los cuerpos celestiales, a menos que uno se desvíe de su camino –lo que ocurre muy
raramente-, en los reinos de la humanidad no debería producirse el caos, no tendría que haber
conflictos ni perturbaciones mutuas. Pero eso sería en el caso de que cada individuo estuviera
asentado en la realidad de su propia elevada consciencia, consciente de su naturaleza ideal y de la
finalidad de su vida y listo para emprender el camino que debe recorrer. Porque los hombres se han
extraviado de las fuentes dinámicas inherentes a sí mismos y al universo y han abandonado sus
auténticas voluntades espirituales, porque se han divorciado de las esencias celestiales y las han
traicionado por un plato de lentejas más nauseabundo que aquel con el cual Esaú vendió la
primogenitura a Jacob. Por estas causas, en el mundo de nuestros días vive gente que ha perdido las
esperanzas, una humanidad con un semblante abatido y pesimista. La ignorancia sobre la trayectoria
de la órbita celestial y el significado de esa órbita inscrita en los cielos por siempre, éstas son las
causas de la insatisfacción y de la infelicidad universales. Y, debido a esto, el alma viva llora y pide
ayuda a la muerta y las criaturas a un Dios silencioso. Pero todos estos lloros no suelen tener ninguna
consecuencia. Elevar las manos suplicantes no es ningún indicio de salvación. El resultado de
rechinar furiosamente los dientes suele ser la desesperación muda y la pérdida de energía. La
redención sólo proviene del alma y se precisa sufrimiento y tiempo, muchos esfuerzos y tensiones
del espíritu.

¿Cómo, entonces, podemos volver a esta identidad extática con nuestro yo más interior? ¿De qué
forma podemos realizar esta unión entre el alma individual y las Esencias de la realidad universal?
¿Dónde está el camino que conduce a la mejora del individuo y, en consecuencia, a la solución de los
problemas misteriosos del mundo de los hombres?

* * *
La aparición del genio, sin tener en cuenta los distintos aspectos o campos en que se puede
manifestar, va acompañada por un curioso fenómeno que casi siempre va asociado a una visión y un
éxtasis supremo. Esta experiencia a la que me refiero es, sin duda, la señal, y el estigma esencial del
logro genuino. Esta experiencia apocalíptica no se otorga a los mediocres. Las personas corrientes,
cargadas con el fardo del dogma y de la tradición inútil, raramente experimentan este relámpago de
luz espiritual que desciende en magníficas lenguas de fuego como el Espíritu Santo en Pentecostés,
irradiando gozo y la sabiduría más elevada, preñado de la inspiración espontánea. Los sofisticados,
los blasé, los dilettanti, todos ellos quedan excluidos de los méritos de esta bendición. Tampoco
tienen esta revelación los que sólo tienen talento, aunque el talento sea la piedra sillar del genio. El
genio no es, ni ha sido nunca, el simple resultado de infinitos cuidados y paciencia. Pero creo que se
le debe dar poca importancia a la manida definición de un alto porcentaje de transpiración más un
pequeño resto de inspiración. No importa lo elevado que sea el valor de la transpiración; no puede
producir el efecto magnífico del genio. En cualquier esfuerzo que hagamos en nuestra vida cotidiana,
en cualquier parte que veamos que se ha realizado una gran cantidad de trabajo excelente, aunque sea
indispensable, puede ser que se hayan gastado litros de transpiración sin que haya ni una fracción de
una idea creativa o de exaltación. Estas expresiones externas del genio –el cuidado, la paciencia, la
transpiración-, son simplemente manifestaciones de una superabundancia de energía que procede de
un centro oculto de la consciencia. No son más que los medios por los que se distingue el genio, que
se afana por dar a conocer las ideas y los pensamientos que han caído como el rayo en la consciencia
y han atravesado la frontera que separa lo profano de lo divino. El genio lo causa una experiencia
espiritual del orden intuitivo más elevado. Es una experiencia que, tronando desde la parte más alta
de los cielos como un rayo ardiente que proviniera del trono de Júpiter, comunica una inspiración
instantánea y una rectitud duradera, ayuda a realizar todos los anhelos de la mente y de la naturaleza
emocional.

No quiero indagar en la causa primaria de esta experiencia, familiar a esos pocos individuos cuyas
vidas se han visto bendecidas por ella desde los primeros días de su infancia hasta sus últimos
instantes. Estas indagaciones me llevarían muy lejos, al reino de las cosas impalpables metafísicas y
filosóficas en el que, de momento, no deseo entrar. Sin embargo, debemos hacer una reflexión sobre
un hecho significativo. Los individuos que han recibido el título de “genios” y considerados como tal
por la humanidad, han pasado por la experiencia inimitable que he mencionado. Puede que sea una
generalización que, sin embargo, lleva el sello de la verdad. Muchas otras personas inferiores, cuya
vida se vio agraciada de forma semejante, han llevado a cabo trabajos, artísticos o seculares, que
habrían sido imposibles en otro caso.

Ahora tenemos este postulado, más o menos lógico, que es la consecuencia directa de la premisa
anterior: si fuera posible inducir, por medio de una especie de entrenamiento psicológico y espiritual,
esta experiencia en la consciencia de varios hombres y mujeres de hoy, la humanidad en su conjunto
se exaltaría incluso más allá de las concepciones más elevadas y se produciría una nueva raza de
superhombres. En realidad es a ese punto a donde tiende la evolución y lo que prevén todos los
reinos de la Naturaleza. Desde el principio de los tiempos, cuando el hombre inteligente apareció en
la escena de la evolución, han existido métodos técnicos para conseguir conocimientos espirituales
por medio de los cuales se podría descubrir la auténtica naturaleza del hombre y, además, desarrollar
el genio del orden más elevado. Debería añadir que lo último se concibió para que fuera el
subproducto y la eflorescencia terrestre del descubrimiento de la órbita del Yo sembrado de estrellas
y en ningún momento se consideró que fuera en sí mismo un objetivo. Todo esto es obra de las
autoridades del Gran Trabajo. El mandato supremo que daba ímpetu a su empeño era: “Conócete a ti
mismo”. Si la creatividad del genio era la consecuencia del descubrimiento del yo más interior y de
que se abrieran las fuentes de la energía universal, si la inspiración de las Musas actuaba como
estímulo en el arte, en la filosofía o en cualquier otra ocupación profana, pues mucho mejor. Sin
embargo, al principio de este entrenamiento, los Místicos –así es como se ha llegado a conocer a
estas autoridades- se sentían completamente indiferentes a cualquier otro resultado que no fuera el
espiritual. El conocimiento de uno mismo y el descubrimiento de uno mismo –las palabras “uno
mismo” se emplean en un sentido trascendental y sublime- eran los objetivos fundamentales.

Si las artes tienen su origen en la expresión del Alma que escucha y mira allí donde, para la mente
exterior, sólo has oscuridad y silencio, entonces, evidentemente, el Misticismo es una de las artes
más importantes, quizá la más, la apoteosis de la expresión artística. El Místico lleva en su pecho esa
tranquilidad que con frecuencia aparece en la faz del sacerdote en el altar. Él es el intermediario
reconocido, el portavoz, el que tiene las llaves en sus manos. Como admiten los tiempos y sus
compañeros de otras artes, a él se le admite directamente en el interior del Santuario. Por esta razón,
sus éxitos también lo son para los hombres de todos los tiempos. Pero sus frecuentes fracasos se
reprueban amargamente, como si fueran una perdición de Lucifer. Un mal poeta, un mal músico, es
una vergüenza para este arte, y su nombre cae pronto en el olvido. Sin embargo, un charlatán o un
mago impostor ponen en peligro a todo el mundo, arrojando un espeso velo sobre la luz traslúcida
del espíritu, aunque su tarea sea llevársela a los hijos de los hombres. Es por esta razón también que
existe para los pocos elegidos de cada época, de todas las épocas. Glorificado con las
bienaventuranzas de todos los artistas y profetas de todos los tiempos sufre ignominiosamente con su
vilipendio porque ellos también son Místicos. Está solo. Sumergido en las soledades subjetivas. Allá
donde va –y pocos le pueden seguir a menos que también tengan las llaves- se le aclama
elogiosamente con canciones y ditirambos.

Lo que el Místico busca no es un conocimiento teórico del Yo Mismo, una filosofía del Universo
puramente intelectual, aunque también sea importante. El Místico busca un nivel más profundo de
conocimiento. A pesar de toda su retórica sobre lo absoluto de la razón, los lógicos y los filósofos de
todos los tiempos han estado siempre firmemente convencidos de la incapacidad e impotencia de la
facultad de raciocinio. Creían que en ella subyacía un elemento de autocontradicción que la hacía
inútil en la búsqueda de la realidad suprema. Como prueba de esto, tenemos como testigo a toda la
historia de la filosofía. Los Místicos creían, y la experiencia lo ha confirmado, que sólo
trascendiendo la mente o con la mente vacía de todo contenido y en calma cual un lago de tranquilas
aguas azules, se podía atisbar un destello de Eternidad. Cuando las modificaciones del principio del
pensamiento se han aquietado o trascendido, cuando se ha dominado el movimiento confuso
característico de toda mente normal y lo ha sustituido una serena tranquilidad, entonces y solamente
entonces tiene lugar esa visión de espiritualidad, esa magnífica experiencia de los tiempos
iluminando a todo el ser con la calidez de la inspiración y la profundidad.

La técnica del Misticismo se divide de forma natural en dos sectores principales. Uno de ellos es la
Magia y de él hablaremos en este tratado; el otro es el Yoga. En este punto, se hace necesario elevar
una vehemente protesta contra esos críticos que, en oposición al Misticismo –término que da por
sobreentendido el proceso de Yoga o Contemplación- aseguran que la Magia es algo completamente
aparte, no espiritual, terrenal y grosero. Sostengo que esta clasificación se opone a las implicaciones
de ambos sistemas y es inexacta, como intentaré demostrar después. El Yoga y la Magia, el método
de meditación y exaltación, respectivamente, son fases diferentes que engloba el término Misticismo.
Aunque ha menudo se ha abusado o utilizado mal la palabra, aparece constantemente en este libro
porque Misticismo es el término correcto para definir esa relación Mística y extática del Yo con el
Universo. Expresa la relación del individuo con esa consciencia más amplia, tanto dentro como fuera
de él, cuando, al ir más allá de sus propias necesidades personales, descubre que se ajusta a un
propósito más armónico y vasto. Si esta definición está de acuerdo con nuestras opiniones, entonces
es evidente que la Magia, igualmente ideada para conseguir esa relación aunque con métodos
diferentes, no se puede colocar en frente y cantar panegíricos sobre las ventajas de un sistema
mientras se denigra al otro. porque tanto los mejores aspectos de la Magia como los del Yoga forman
parte del Misticismo, el sistema que los reúne a los dos.

Se ha escrito mucho sobre el tema del Yoga. Parte de ello es basura y parte es muy interesante. Pero
el secreto del Camino de la Unión Real está contenido en el segundo aforismo de los Patanjali Yoga
Sutras. El objetivo del Yoga es llegar a la Realidad socavando las bases de la consciencia normal
cuando estamos en vigilia, de tal manera que el Sol interior eterno del esplendor espiritual pueda
brillar sobre el mar tranquilo que es la mente cuando ha cesado todo pensamiento y derramar una
radiación de luz, vida e inmortalidad que intensificará la mejor parte del hombre. Todas las prácticas
y ejercicios de los sistemas de Yoga son pasos científicos y su único objetivo es dejar en suspenso el
pensamiento a voluntad. La mente debe poder vaciarse de todo contenido a voluntad. Por otro lado,
la Magia es un sistema mnemotécnico de psicología en el que los casi interminables detalles de las
ceremonias, los conjuros y demás tienen como objetivo la exaltación de la imaginación y del alma y
se trasciende totalmente el plano normal del pensamiento. En un caso, el eje espiritual está situado en
las raíces del árbol y se hace un esfuerzo consciente para socavar todas las estructuras de la
consciencia para que se pueda revelar el alma que está por debajo. El método Mágico, que es
opuesto, permite la elevación más allá del plano en el que existen las raíces, los árboles y los ejes. En
ambos casos, el resultado es idéntico: Éxtasis, una maravillosa efusión de gozo, raptos salvajes y una
incomparable santidad. Es fácil darse cuenta de que el método ideal para hallar la perla perfecta, la
joya sin precio, a través de la cual se puede ver la santa ciudad de Dios, es una juiciosa combinación
de las dos técnicas. En cualquier caso, la Magia resulta ser más eficaz cuando se combina con el
control mental que se consigue por medio del Yoga. Y, de la misma manera, los éxtasis del Yoga
adquieren un cierto matiz rosado de romanticismo e inspiración cuando se asocian con el arte de la
Magia.

No necesito decir que cuando hablo de Magia me refiero a la Divina Teúrgia, venerada y adorada en
la antigüedad. Escribo sobre esta búsqueda espiritual y divina; es una tarea de autocreación y
reintegración el llevar a la vida humana algo eterno y duradero. La Magia no es esa práctica que cree
que la imaginación popular, hija de la alucinación engendrada por la ignorancia salvaje y que mima
la lujuria de la humanidad depravada. Debido a la ignorante duplicidad de los charlatanes y a la
reticencia de los escribas y de las autoridades, la Magia se ha venido confundiendo durante siglos
con la Brujería y la Demonolatría. Con excepción de algunos trabajos que son o bien demasiado
especializados o poco apropiados para el público en general, no se ha publicado nada que defina de
una vez por todas lo que es la Magia. En este libro no se hablará en absoluto de filtros de amor ni de
pociones, ni tampoco de amuletos para impedir que la vaca del vecino dé leche o para robarle la
esposa, ni para encontrar oro o tesoros ocultos. Estas prácticas viles y estúpidas apenas merecen el
apelativo, del que tanto se ha abusado, de “Magia Negra”. Este estudio no tiene nada que ver con
estas cosas. Aunque, al mismo tiempo, no hay que creer que niegue la realidad o eficacia de esos
métodos. Pero si existe algún hombre que esté ansioso por descubrir la fuente de la que mana la
llama de la naturaleza esencial de Dios, debe ser alguien que esté deseoso de descubrir en sí mismo
una consciencia más noble y sublime de su espíritu y, de entre todos aquellos en cuyo corazón arde la
aspiración de dedicar su vida al servicio de la humanidad, que por lo menos uno dedique sus
esfuerzos ansiosamente a la magia. En su técnica se pueden encontrar los medios para poner en
práctica los sueños más elevados del alma.

Las fuentes académicas definen la Magia como “el arte de aplicar causas naturales para conseguir
efectos sorprendentes”. Estamos completamente de acuerdo con esta definición –y también con la
opinión de Havellock Ellis de que es el nombre que se le da a la corriente de la acción humana
individual- ya que cualquier acto de la vida en el que podamos pensar es un acto mágico.

¿Qué efecto sobrenatural puede ser más asombroso o milagroso que un Cristo, un Platón o el
Shakespeare, que fue el vástago del matrimonio de dos pastores? ¿Qué hay más maravilloso y
sorprendente que el crecimiento de un bebé hasta que se convierte en un hombre maduro? Cada vez
que se lleva a cabo un acto de voluntad –levantar un brazo, pronunciar una palabra, la silenciosa
germinación de un pensamiento- se está realizando, por definición, un acto mágico. Sin embargo, los
efectos “sorprendentes” que la Magia busca lograr ocupan un plano de acción ligeramente diferente
que las que se acaban de enumerar aunque la última, por ser tan corriente, es sin embargo
sorprendente y taumatúrgica. El resultado que la Magia aspira a conseguir, sobre todo, es la
reconstrucción espiritual de su propio universo consciente y, posteriormente, del de toda la
humanidad; es el mayor cambio concebible por la imaginación. Por medio de la técnica de la Magia,
el alma echa a volar, directa como una flecha impelida desde un arco, hacia la serenidad, hacia un
profundo e impenetrable reposo.

Pero es el hombre y sólo él quien puede tensar la cuerda del arco; nadie puede hacerlo por él. En esta
cláusula es donde se esconde el defecto. La “salvación” la debe provocar y desarrollar uno mismo.
Las esencias universales y los centros cósmicos están siempre presentes, pero es el hombre el que
debe dar el primer paso, como dijo Zoroastro en los Chaldaean Oracles: “Los benditos inmortales
están pronto para llegar”. La causa y el que hace su propio destino es el hombre. Según actúa
conforma el curso de su futura existencia. Y no sólo eso, sino que tiene en la palma de la mano el
destino de toda la humanidad. No muchos individuos tendrán fuerzas para despertar el dormido
coraje y la inexorable determinación que rigen el universo de forma que, por un camino directo y
libre de obstáculos, se pueda conducir a la humanidad hacia un ideal más noble y un modo de vida
más gratificante y armonioso. Si sólo hubiera unos pocos hombres que se dedicaran a descubrir lo
que son en realidad y a descubrir más allá de toda duda la chispeante refulgencia de la gloria brillante
y de la sabiduría que arde en su corazón, a descubrir los vínculos que les conectan con el universo,
entonces creo que habrían conseguido no sólo su objetivo individual en la vida y realizado su propio
destino, sino, lo que es mucho más importante, el destino del universo considerado como un vasto
organismo vivo de consciencia.

¿Qué quiere decir encender una vela? En este proceso, sólo la parte superior de la vela es donde está
la llama. Aunque sólo se enciende la mecha, corrientemente se habla de la vela como si estuviera
toda encendida e iluminara la oscuridad que la rodea. En este ejemplo podemos encontrar una
sugerente referencia que tiene una aplicación significativa al mundo en su conjunto. Si solamente
hubiera unas pocas personas de cada país, cada raza, cada pueblo del mundo que se encontraran a sí
mismas y entraran en santa comunión con la auténtica Fuente de la Vida, entonces debido a su
iluminación se convertirían en la mecha de la humanidad y arrojarían una aureola de oro,
resplandeciente y gloriosa, sobre el universo. En estos individuos que constituyen una minoría casi
microscópica de la población del globo y que están deseosos de dedicarse a una causa espiritual, yace
la única esperanza de redención de la humanidad. Eliphas Levi, el famoso Mago francés, aventura
una opinión novelesca relacionada con este problema y que creo que arroja un rayo iluminador sobre
esta proposición. Escribe: “Dios crea eternamente al gran Adán, el hombre perfecto y universal, que
contiene en un solo espíritu todos los espíritus y todas las almas. Por lo tanto, las inteligencias viven
dos vidas a la vez, una general, que es común a todas y la otra especial e individual”.

Este Adán protoplástico recibe el nombre de Hombre Celestial en la obra Cabalística El Libro del
Esplendor y comprende en un solo ser, como observa el erudito Mago, las almas de todos los
hombres y de todas las criaturas, todas las fuerzas dinámicas que laten en cada porción del espacio
estelar. No deseo entrar en metafísica en este momento ni discutir si este universo primordial lo creó
Dios o, simplemente, ha evolucionado a partir del espacio infinito. Todo lo que deseo considerar
ahora es que la totalidad de toda la vida del universo, vasto y amplio, es este ser celestial, la
Superalma, como la han llamado algunos filósofos, creado eternamente en los cielos. En este cuerpo
cósmico, nosotros, individuos, bestias y Dioses, somos las pequeñas células y las moléculas, cada
uno con una función que llevar a cabo en la política social y para el bienestar de esa Alma.

Esta teoría filosófica admirable sugiere que, lo mismo que en el hombre de la tierra, existe una
inteligencia que gobierna las acciones y los pensamientos del hombre. Y, de la misma manera,
figurativamente hablando, existe en el Hombre Celestial un alma que es su inteligencia central y su
facultad más importante. “Todo lo que existe sobre la Tierra tiene un equivalente espiritual en las
alturas y no existe nada en el mundo que no esté relacionado con algo Superior y que no dependa de
ello”. Esto lo escribieron los doctores de la Cábala. De la misma manera que en el hombre la
sustancia gris del cerebro es la parte más sensible, refinada y nerviosa de todo el cuerpo, los seres
más sensibles, desarrollados y avanzados espiritualmente de todo el universo abarcan el corazón, el
alma y la inteligencia del Hombre Celestial.

En resumen, que los pocos que acometan el Gran Trabajo, es decir, encontrarse a sí mismos desde un
punto de vista espiritual e identificar su propia consciencia con las Esencias Universales, como
Iamblichus las denomina, o los Dioses, son los que constituyen el corazón y el alma del Hombre
Celestial; ellos son los servidores de la Humanidad. Llevan a cabo el trabajo de la redención y
cumplen el destino de la Tierra.

El Misticismo –la Magia y el Yoga- es el medio, por lo tanto, para alcanzar una nueva vida universal,
más rica y gratificante, libre como los rayos del sol y graciosa como cuando se abre una flor. Para
que el hombre la tome.
LAMINA I
LAMINA III
LAMINA IV

EL HEXAGRAMA DE SALOMON
CAPITULO DOS

Es muy probable que, con un ruido como el de un trueno, surja de ciertas fuentes la condena y se
afirme que el sistema denominado Magia en esta obra hace referencia exclusivamente a ese principio
de la constitución del hombre que está relacionado con su naturaleza más inferior. Como
consecuencia de esta clasificación, no nos resulta difícil anticipar que se condenará toda la técnica de
la Teúrgia tachándola de “psiquismo”, por ejemplo en los círculos Teosóficos. En realidad, como se
puede demostrar con un poco de estudio, esta condena es errónea y está totalmente injustificada. Con
este objetivo, corregir esta opinión de una vez por todas, se ofrece al público interesado El Árbol de
la Vida. Detesto esta falta de sinceridad teosófica. Se me debe permitir dejar constancia de mi odio
hacia sus demasiado fáciles clasificaciones, su perpetua tendencia a poner etiquetas ofensivas a cosas
que no conocen. Si no me sintiera tan profundamente ligado a la Magia –y sostengo que en ella se
pueden encontrar los medios para tomar por asalto el reino de los cielos- ignoraría estos abusos y
estas censuras teosóficas y las relegaría a la esfera del desprecio, que es donde deberían estar. Se han
producido muchos malentendidos sobre lo que es la Magia y sus objetivos y creo que ha llegado el
momento de limpiar de una vez por todas esta fuente constante de confusión enunciando principios
elementales de este arte.

En sus afamadas Estrofas de Dzyan, en las que toda la Doctrina Secreta viene organizada a modo de
comentario, Madame Blavatsky nos informa de que cada hombre es una sombra o un destello de una
divinidad de sabiduría, poder y espiritualidad superlativas. A estos seres sensibles los denomina una
de las autoridades en Teúrgia Dioses o Esencias Universales. Una autoridad en el campo de la
Teosofía de nuestros días, el doctor Gottfried de Purucker, escribe: “La mejor parte del ser humano
es, en cada caso, un hijo de la parte espiritual de uno u otro de los gloriosos soles diseminados por el
espacio sin fronteras. Sois dioses en vuestras partes más internas, átomos de algún sol espiritual ...”
La definición que se le otorga a un Dios en La Doctrina Secreta es la de un ser jerárquico que, en las
épocas remotas del proceso de evolución, hace mucho, mucho tiempo, fue un ser humano como lo
somos hoy nosotros. Después de muchos esfuerzos y de progreso consciente, logró unificarse con esa
Realidad Espiritual difundida por todas las ramificaciones y fundamentos del Universo. Sin embargo,
en el momento de la unión, la individualidad esencial de la experiencia se conservó. Pero la
personalidad trascendió y el ser continuó con su rol natural de dirigente o de Regente del Universo o
de alguna parte o aspecto particular del Universo. Por lo tanto, como según esta definición el hombre
es un destello de una consciencia más elevada, un hijo de los dioses cósmicos, no existe ninguna
alternativa sobre el tenor de su vida: Debe aspirar a la unión con sus progenitores. Y la Magia le debe
sus orígenes y su raison d’être a esta tendencia a llevar a cabo la unión.

Con estas páginas, espero demostrarles que la técnica de la Magia es la que más se aproxima a las
tradiciones de la antigüedad y que cuenta con la sanción, expresa o implícita, de las autoridades más
elevadas. Iamblichus, el divino Teúrgo, dice muchas cosas en sus distintos escritos sobre Magia.
Asimismo, en Proclo y Porfirio e incluso en la moderna literatura teosófica autorizada se encuentran
oscuras referencias a la Divina Magia, aunque no se explican ni son muy extensas. Al final de este
libro se presentarán algunas bellas invocaciones de los archivos Agnósticos y las distintas
recensiones del Libro de los Muertos. En otro capítulo se encontrarán también algunas disquisiciones
basadas en los conceptos mágicos Cabalísticos y Egipcios.

Por lo tanto, cualquier resumen simplista de la Magia en una sola palabra, por ejemplo, “psiquismo”,
es absurdo por no decir otra cosa. Sin embargo, conozco a los Teósofos y me doy cuenta de la
necesidad de adelantarme a sus objeciones. El Mago debe controlar totalmente su naturaleza; todos y
cada uno de los elementos que constituyen su ser se deben desarrollar, sometidos a su Voluntad, para
llegar a las cimas más altas de la perfección. No se debe reprimir ningún principio; cada uno de ellos
es un aspecto del espíritu supremo y debe cumplir su finalidad y su naturaleza.
Si, por ejemplo, el Teúrgo emprende un viaje astral –tema al que se dirigen las mayores objeciones
de los Teósofos empeñados en el Gran Trabajo- es por tres razones principales:

Primera, porque en la denominada Luz Astral puede percibir un reflejo exacto de sí mismo en todas
sus partes, cualidades y atributos; y el resultado del examen de este reflejo tiende, naturalmente, a
una especie de conocimiento de uno mismo.

Segunda, la definición de la Luz Astral, desde el punto de vista mágico, es terriblemente amplia e
incluye todos los planos sutiles, estén por encima o en el interior del psíquico; y el objetivo del Mago
es elevarse constantemente a los reinos más lúcidos y ardientes del mundo espiritual. Nunca se deben
trascender los elementos más groseros de la esfera de Azoth. Eliphas Levi llega a hacer una división,
con fines prácticos, del universo en dos planos: El mundo físico y el mundo espiritual.

Tercera, antes de que se pueda trascender esta porción en particular del mundo invisible, se deben
conquistar y dominar todos y cada uno de sus aspectos. El Mago tiene que hacer que se rindan a él
todos los moradores de esta esfera, que se sometan a sus símbolos mágicos y que obedezcan sin
vacilación a la realidad de la Voluntad Real que estos últimos representan. En nuestro plano y en
nuestro reino cotidiano de la experiencia ordinaria, los símbolos son simplemente representaciones
arbitrarias de un significado interno inteligible. Son las señas visibles de una gracia metafísica o
espiritual. Sin embargo, en la Luz Astral estos símbolos asumen una existencia independiente,
revelando su realidad tangible y, por lo tanto, son de la mayor importancia. El Mago realiza las
evocaciones no por curiosidad ni para satisfacer a un tercer poder, sino con el objeto de que estas
facetas ocultas de su propia consciencia queden al alcance de su voluntad y, en consecuencia, poder
dominarlas.

Quizá se pueda definir el psiquismo como el sistema que tiene por objeto el estímulo y la
conservación del yo más inferior, a expensas o ignorando el Yo más Elevado. Esto es una
abominación que merece la censura más severa. En la Magia no se hace ningún intento de adquirir
poderes para el propio beneficio o con una finalidad inicua o infame. Cualquier poder adquirido se
debe subordinar instantáneamente a la Voluntad y se le debe mantener en su lugar y con la
perspectiva adecuada. Se podría añadir que esta cuestión de los poderes es muy curiosa, ya que se ha
convertido en un tema importante a los ojos de la opinión pública solamente a partir del culto al
Espiritualismo y de la fundación de las sociedades Teosóficas. La razón por la cual algunos
individuos –y algunos Teósofos en particular- codician o contemplan, de la manera que lo hacen, lo
astral o los poderes ocultos (para su propio beneficio) es algo tan patológico que está más allá de mi
comprensión. Al principio de su carrera, el Mago está obligado a entender que su única aspiración es
llegar a su Yo Más Elevado, a su Santo Ángel de la Guarda, y que cualquier tipo de facultades que se
obtengan se debe emplear en esa dirección. Cualquier trabajo que se emprenda debe tener una
finalidad espiritual definida. Y cualquier otra aspiración que no sea llegar al Santo Ángel de la
Guarda constituye realmente y con pocas excepciones un acto de magia negra, lo que en definitiva es
abominable. Entonces, debe quedar claro para todo el mundo que el psiquismo, entendido como el
deseo de poderes psíquicos anormales para servir a los fines propios, es algo completamente ajeno al
objetivo de esta técnica.

Otra objeción que se puede plantear es que la práctica de la Magia nos puede conducir al mundo de
los Médiums. Esta crítica es errónea, por muchas razones. Se ha observado, correctamente, que tanto
el Mago como el médium cultivan el trance. Y, a partir de aquí, se acaba la exactitud de la
observación porque no existe ninguna similitud entre los estados de consciencia que alcanzan cada
uno de ellos. Recordemos el dicho popular de que el genio y la locura son aliados. La diferencia real
es que en el primer caso el equilibrio de gravedad está por encima del centro normal de la
consciencia. En el segundo caso está por debajo y la consciencia cuando uno está despierto ha sido
invadida por una horda de impulsos inconscientes incontrolados.
Esta misma idea se puede aplicar a la comparación entre un médium y un Mago. Porque el Médium
cultiva un trance pasivo y negativo, que lanza su centro de consciencia hacia abajo, hacia lo que
podemos denominar Nephesch. Por el contrario, el Mago es intensamente activo, tanto desde el punto
de vista mental como espiritual; y, aunque también persigue el trance para llegar a los procesos de
raciocinio en suspenso, su método consiste en elevarse por encima de ellos, abrirse a los rayos
telésticos del Yo Más Elevado en lugar de descender hasta el fondo del Nephesch. Ésta es la única
diferencia. El cultivar la Voluntad Mágica y, en consecuencia, obtener la exaltación del alma: Ésta es
la técnica de la Magia. El trance espiritualista no es, ni más ni menos, que una caída antinatural hacia
la inercia y la inconsciencia animal. Todo lo que hay de divino y de humano en la persona abdica en
el trance pasivo y negativo y lo sustituye la vida animal y la consciencia demoníaca. La abdicación
del ego racional en la Magia se produce a favor de un logro espiritual, no del torpor de la vida
instintiva y vegetativa. Por lo tanto no se puede asociar, desde ningún punto de vista, al Mago con el
pasivo médium.

Antes de entrar a la exposición de los principios fundamentales de la Magia, es necesario que yo


aclare mi posición por lo que se refiere a las fuentes de la postura teórica que subyace en mi
interpretación personal de esta técnica. Resulta evidente que me siento profundamente ligado a la
Teosofía. Muchas de las prácticas mágicas tienen sus raíces en la Cábala Práctica de los filósofos
hebreos y en la Teúrgia sacerdotal de los egipcios. Se han entresacado fragmentos de distintas
fuentes. También estoy en deuda con un gran número de pensadores, tanto anteriores a mí como de
mi tiempo y a ellos dirijo mi reconocimiento.

Por lo que se refiere a la Teosofía, creo que es honesto que confieso que siento por Blavatsky la más
alta admiración y respeto, a pesar de los anteriores comentarios sobre el comportamiento de los
Teósofos. La mayor parte de la superestructura filosófica que se revela en La Doctrina Secreta
concita una muda aquiescencia y una cordial conformidad. Mi propio concepto de la filosofía mágica
le debe no poco a Blavatsky, sobre todo en el campo de los desarrollos de religión y filosofía
comparadas. Sin embargo, mi actitud es ecléctica: Tomo de aquí, rechazo de allá y formo una síntesis
coherente y consistente, placentera para la mente y satisfactoria para el alma. No puedo aceptar la
totalidad de las enseñanzas de Blavatsky, todas sus ramificaciones. Hay una gran parte que suscrito,
que me siento orgulloso y feliz de incorporar a mi filosofía personal; y, al mismo tiempo, hay otra
parte que es desagradable y repugnante en el sentido más estricto.

También me siento en deuda con los trabajos de Arthur Edward Waite, en especial con sus
resúmenes de las enseñanzas cabalísticas. Hay una gran cantidad de hermosa literatura escrita por
éste, ahora, anciano contemporáneo que está llena de gracia y es increíblemente informativa y
sublime y que a veces canta con incomparable elocuencia. Y creo que no se debe olvidar este aspecto
de erudición y lirismo, aunque algunos párrafos de sus escritos merezcan una justificada censura.
Son de una extremada pomposidad y muestran una tendencia innecesaria a la crítica destructiva.
Pero, por lo que se refiere a mis sentimientos personales, guardo un cálido lugar en mi corazón para
Mr. Waite y le debo más de lo que puedo expresar con palabras. Por lo tanto, y como suplemento del
presente estudio, recomiendo a todos los lectores su Doctrina Secreta en Israel y La Santa Cábala.

Aunque en las obras del eminente Mago francés, cuyo pseudónimo fue Eliphas Levi Zahed, se
pueden encontrar muchas tonterías sin sentido que no tienen la mínima relación con la Magia, sin
embargo se encuentran, diseminadas en Dogme et Rituel de la Haute Magie y en otras obras suyas,
gemas que brillan como estrellas en el firmamento, pepitas de oro puro en la oscura mina de la
trivialidad. Sin embargo, debo confesar que no me siento impresionado en absoluto por su propia
relación de sus habilidades prácticas como Mago, ya que su denominada Evocación de la sombra de
Apolonio de Tyana tiene un resultado muy insuficiente. Es un problema muy difícil para muchos
lectores. Además, se ha cargado a sí mismo con una confusión o un estúpido intento de reconciliar la
Magia con el Catolicismo Romano. Por lo tanto, si no ha comprendido perfectamente los principios
fundamentales de la Cábala y de la filosofía comparada, el estudiante se encontrará arrojado de
cabeza en trampas que le tiende al incauto.

S.L. MacGregor Mathers y W. Wynn Wescott también me han proporcionado muchos datos básicos
para esta filosofía Mágica, especialmente el primero, y muchos materiales útiles los he recopilado de
sus obras. El mundo le debe gratitud eterna a Mathers por su traducción de La Magia Sagrada de
Abramalin, el Mago; y la Introducción al Estudio de la Cábala de Wescott es, quizá, uno de los
mejores tratados elementales sobre este tema. Sin embargo, el que acepte en su totalidad las
opiniones de estos autores estará expuesto a sufrir una grave indigestión mental. En ambos se puede
encontrar varios elementos de verdad –por lo menos, de verdad para el estudiante individual- y,
escondido en el fondo, hay un ligero residuo de exageración, falta de entendimiento o error.

Se puede observar también que he citado con frecuencia a Aleister Crowley y es fundamental que
defina claramente mi actitud hacia este hombre de genio. Pasando por alto el oprobio de la magia
negra, que le han achacado muchos individuos ignorantes por completo de sus enseñanzas, hay
muchas cosas importantes en Crowley, una gran cantidad de pensamientos filosóficos originales
sobre la Cábala y la Magia, bellamente expresados en prosa y en verso, muy profundos en concepto.
En mi opinión es una pena que se le robe al público la frescura y originalidad superlativas de sus
obras y se le prive de los aspectos de sus enseñanzas que son acertados, nobles y duraderos
simplemente porque existe parte de su producción que es trivial, carente de importancia y, sin duda,
censurable.

Las personalidades y vidas privadas de estas personas no me importan nada en absoluto y no tengo
ninguna inclinación a discutirlas. Casi todos ellos, en una época u otra, han sufrido las picaduras y
los dardos de los juicios erróneos de la multitud maliciosa. No tengo nada que ver ni con esa multitud
ni con la naturaleza de sus invectivas, porque la Magia nunca será para ellos de ninguna manera.

Por lo tanto, todo estudiante tiene la misión de determinar por sí mismo lo que se debe considerar
auténtico y fiable y fijar sus propios objetivos y normas de referencia. Y esta norma debe ser la
experiencia espiritual. Por esta razón se ha adoptado el Árbol de la Vida Cabalístico como marco de
organización de la Magia práctica ya que, en primer lugar, está abierto a la clasificación sintética y
constructiva y porque proporciona lo que se podría denominar un alfabeto mágico. Debemos
observar que la palabra “alfabeto” se utiliza preferentemente aplicada a un lenguaje. La Cábala no
intenta proporcionar un lenguaje mágico completo ni una filosofía global. Esta última sólo se puede
adquirir por medio de la experiencia espiritual. Pero a partir del Alfabeto de Ideas, Números y
Símbolos y de las indicaciones que proporciona, el estudiante adquiere la capacidad de, con la ayuda
de la investigación mágica, construir un edificio satisfactorio de alta filosofía que le acompañará a lo
largo de toda su vida.
CAPITULO TRES

Todos los Teúrgos eminentes del pasado han insistido en que tiene la misma importancia que el
trabajo práctico la Filosofía augusta que sirve de base a la teoría y la técnica de la Magia, por lo que
su estudio es un requisito previo a cualquier discusión posterior. Sin embargo, difícilmente se puede
dar un entendimiento real de la lógica de la Magia ni, por descontado, de las complejidades que tiene
lugar en el interior y en el exterior de la constitución del Mago, si la piedra sillar de la filosofía no
está firmemente asentada en la mente. Si existe un peligro en la búsqueda de la Magia, ese peligro
solamente aparece cuando el Agente no tiene un conocimiento preciso de lo que está haciendo. La
eficacia de los ritos depende ampliamente de que exista una comprensión inteligente del significado
de los símbolos ocultos y de las realidades que intentan comunicar. Estos símbolos y los accesorios
de la Magia en manos de un profano que no está familiarizado con los fundamentos del arte no
producirán, con toda seguridad, los resultados taumatúrgicos adecuados. Pero, sin embargo, el estar
simplemente familiarizado con estos principios arcanos no es ninguna garantía de que se produzca la
experiencia espiritual. Por otro lado, la investigación mágica del Universo y su consiguiente
comprensión en la consciencia asume una mayor dignidad, y una implicación más rica y más
profunda cuando la refuerza la comprensión teórica.

En su reciente obra, Los Misterios de Egipto, Lewis Spencer afirmaba que el sistema filosófico de la
Magia recogía y “ponía de manifiesto toda la sabiduría y el conocimiento arcano del mundo antiguo
que cristalizó y fue sintetizado de tal manera que, si se hubiera conservado de una forma libre de
adulteraciones, habría evitado muchas catástrofes religiosas y falso misticismo en épocas posteriores.
Pero, debido a la falta de carácter y la negligencia de sus conservadores y, quizá, a las influencias
cínicas procedentes del extranjero que los contaminaron, se perdió gradualmente su primitiva belleza
divina y al final lo único que quedó fue el esqueleto: Sus rituales y sus ceremonias”.

Fueron las religiones esotéricas ortodoxas las que conservaron fragmentos dispersos del esqueleto
mágico, ineficaces en general e incomprensibles para la mayoría de la gente debido a que se han
deformado sin escrúpulos. Pero la esencia de la Magia, su “primitiva belleza divina”, ha sido
conservada por manos generosas y mimada en mentes sublimes y, si se pone mucha atención, se
puede hallar incluso en libros publicados. En las obras Agnósticas, contenidas en los escritos
Neoplatónicos, en las deliberadas oscuridades de los Alquimistas, entre las literaturas que emanan de
los Rosacruces, en todas ellas podemos hallar luminosos vestigios de la filosofía y la práctica de esa
Magia de la Luz que, unidos cuidadosamente según la síntesis que proporciona el Árbol de la Vida,
conforman un sistema sublime y práctico que le ofrece el esplendor del conocimiento a todo el que lo
quiera ver. Los principales ingredientes del sistema mágico son la fuente de referencia, que es el
Árbol de la Vida de los Cabalistas, y la religión hierática de la casta sacerdotal de Egipto. Debo
mencionar que existe la leyenda –y que el lector lo interprete como quiera- de que Moisés recibió la
Cábala en el Sinaí como una obligación sagrada, que se la transmitió a Josué el cual se la pasó a los
Jueces y ellos al Sanedrín hasta que, finalmente, el Tanaim y los últimos Rabinos Cabalistas la
fijaron y elaboraron. Otra gente mantiene firmemente que si alguna vez existió históricamente
alguien llamado Moisés y que si la Cábala y sus corolarios emanaron de él, entonces es que él la
consiguió de los sacerdotes egipcios con los que estudió, sin ningún género de dudas, en los Templos
del Nilo. Existen pocos países en el mundo, excepto quizá India, que se puedan jactar de contar con
una crónica tan elocuente de tradición mágica y mística como Egipto, al que se ha considerado como
la Madre de la Magia. El que la Cábala derive de los egipcios o de otro pueblo es una cuestión
discutible y, a pesar de la leyenda y de las especulaciones fantásticas, no existe ninguna evidencia
apoyada por la historia en ninguna dirección. Sin embargo, la Teúrgia práctica de los egipcios
armoniza extraordinariamente bien con las teorías filosóficas de la Cábala y la experiencia de una
multitud de Magos apoya la creencia de que sería muy difícil encontrar una combinación más
apropiada o satisfactoria.

Por lo tanto, realizaremos una presentación de los principios esenciales del universo tal como lo
conciben los Magos y un estudio de lo que debe ser la base de todo el trabajo práctico.

Esta concepción del Universo se explicará brevemente según los términos filosóficos de la Cábala y
se tejerá alrededor de la estructura del Árbol de la Vida. “Al penetrar en el Santuario de la Cábala, se
apodera de uno la admiración a la vista de una doctrina tan simple y, al mismo tiempo, tan absoluta.
La unión necesaria de ideas y signos, la consagración de las realidades más fundamentales por medio
de los caracteres primitivos, la trinidad de palabras, letras y números; una filosofía simple como el
alfabeto, profunda e infinita como el Logos: teoremas más luminosos y completos que los de
Pitágoras; una teología que se puede comparar a contar con los dedos; una infinitud que se puede
meter en la mano de un niño; diez cifras y veintidós letras, un triángulo, un cuadrado y un círculo.
Éstos son los elementos de la Cábala; ésos son los principios primarios de la palabra escrita, la
sombra del Logos Oral que creó el mundo”. Así pensaba Eliphas Levi y ciertamente, uno tiene que
estar de acuerdo con él. Porque la base admiración-compulsión de la Cábala es una simple estructura
matemática de símbolos, números y nombres en la que se utilizan diez cifras y veintidós letras del
Alfabeto de los Ángeles, que es como se ha denominado al Alfabeto Hebreo. Los devotos de la
filosofía esotérica, en especial los Pitagóricos, siempre han considerado las Matemáticas como una
ciencia divina que anunciaba el proceso creativo del universo y del desarrollo del ser humano. En
opinión de muchos Magos, la Naturaleza fue concebida en el vientre del espacio infinito según ideas
expresadas por medio de números. A partir de esas ideas o universales se produjeron los elementos
primordiales, los inmensos ciclos de tiempo, los cuerpos cósmicos y todos los cambios celestiales.

Como los Números eran los medios o los símbolos para entender el significado de las Ideas
universales abstractas, con el paso del tiempo fueron sustituidos por las propias ideas. Al principio de
sus estudios, se enseñaba a los filósofos de los números a pensar en el crecimiento y en el desarrollo
en términos de números, a considerar las realidades cósmicas en sus estados progresivos como si
fuera el avance de una secuencia numérica. Y se identificaron los distintos estados-número. Por
ejemplo, en la filosofía mágica hacer referencia al Cero equivale a mencionar la Esencia no
identificada del Universo, antes de que nacieran los mundos, la inmutabilidad del espacio infinito e
ilimitado en el que no hay ni estrellas, ni soles, ni planetas, ni hombres. Por lo tanto, se consideró que
el Cero, con forma de Círculo (O), era una representación adecuada de esta realidad primordial que
había dado la existencia a todas las cosas y los seres en las vastas extensiones de espacio. El punto,
metafísico y espiritual, que aparece estrictamente de acuerdo con la ley cíclica, venía representado
por una raya o línea que se extendía de la parte de arriba del círculo a la de abajo, un vertical uno.
Este número venía a indicar el proceso de germinación de los mundos. Cada número, en virtud del
proceso de evolución al que se aplicó inicialmente, pasó a representar el mencionado proceso.
Tenemos, en consecuencia, la base de las figuras geométricas, sigillas y símbolos que se emplean en
las ceremonias mágicas. A medida que se vaya revelando la filosofía de la Cábala, el lector irá
descubriendo cuáles son las implicaciones fundamentales de los signos y símbolos que utiliza la
Teúrgia. Y se percibirá claramente que pasan de ser signos arbitrarios de connotación dudosa a
austeras realidades investidas de una augusta verdad. Sin embargo, le tengo que rogar al estudiante
que tenga paciencia conmigo en este capítulo y los siguientes, ya que este tema es complejo y
dificultoso. Aunque una simplificación para el estudio general sea buena, siempre es necesario
mucha atención y aplicación.

En primer lugar, la filosofía de la Cábala es una filosofía de evolución. El concepto del universo, con
todos sus planetas, mundos y seres independientes, es que es una emanación de un principio-
sustancia primitivo al que algunos han llamado Dios, el Absoluto, el Infinito, el Todo, etc. En la
Cábala, este principio, que es la Única Realidad, recibe el nombre de Ain Soph, el Infinito.
El Sepher haZohar, quizá el texto cabalístico más importante, lo concibe como: Inmutable,
incognoscible para la mente, ilimitable, inmanifestable y absoluto. Más allá de toda comprensión
intelectual de Él, ya que nunca lo podrá entender una mentalidad que no es más que un segmento
suyo, se afirma que es Ain-Nada. Como sobrepasa todo el entendimiento finito, es inmutable y sin
límites, las más profundas especulaciones de la mente humana no pueden ni aproximarse a lo que es
en Sí Mismo y debe permanecer en un vacío misterioso: Ninguna-cosa. En este sentido, la
concepción gráfica de los primitivos egipcios es muy convincente y pintoresca. El Cielo, o el Espacio
anterior a toda manifestación, se concebía como el cuerpo desnudo de la diosa Nuit, la reina del
espacio infinito; de sus senos salía la leche de las Estrellas, las aguas primordiales.

Todo lo que se puede decir de esta Realidad Suprema y Absoluta es que ES. Debe bastar.
Omnipresente, eterno y autoexistente: Estas ideas trascienden incluso los vuelos más elevados de la
imaginación, son abstracciones que están más allá del entendimiento de las mentes mortales. Uno de
los símbolos de la potencialidad del Ain durante un período de quintaesencia es un Círculo, lo que
significa que todo lo que se ha sumergido en la homogeneidad y el movimiento vuelve
perpetuamente a sí mismo como en el glifo la cola de la serpiente se retuerce y la traga la cabeza. El
círculo lo rompe solamente la ley de la periodicidad. Esta ley, que afecta a todos y es inherente a la
naturaleza de las cosas, gobierna el constante flujo y reflujo, aparecer y desaparecer de los mundos.
La potencialidad del Ain Soph sólo la refleja la salidad del aliento de la creatividad, con el comienzo
de un ciclo cuando la Única Vida se polariza en espíritu y materia. La ruptura del círculo del
movimiento incesante se realiza por medio de una contracción de su Luz Infinita, postulando un
punto minúsculo de deslumbrante refulgencia en los confines del espacio. No sabemos explicar cómo
se produce una concentración de Luz en un centro cósmico, cuál es su oscuro origen. Existen
explicaciones confusas relativas a la Voluntad del Ain Soph y a la Ley de los Ciclos que no
proporcionan una satisfacción inteligente. En un caso, es imposible concebir que una condición
espiritual tan infinita y abstracta como el Ain Soph posea una Voluntad que se puede poner en
funcionamiento; es como si tuviera una mente o un cuerpo. La tradición filosófica dice que Ain Soph
no es un Espíritu ni una Voluntad, sino la causa que produce ambos; no es fuerza ni materia, sino su
fundamento, su Causa última. En otro caso, este postulado de que la ley cíclica justifique la aparición
del Centro de Luz indica la necesidad de algo independiente que se imponga al Ain Soph. Si la Ley
Cíclica se identifica con el Absoluto, entonces el postulado se convierte en idéntico a la Voluntad
que se manifestará. En cualquier caso, como estamos de acuerdo con la Teúrgia en que la razón no
puede ser árbitro final por lo que se refiere a esta cuestión metafísica y a otras similares, debemos
aceptar simplemente esta escueta afirmación de la tradición filosófica sin esforzarnos en buscar
explicaciones racionales para un centro cósmico de radiación que aparece en el espacio.

Este centro cósmico metafísico recibe el nombre de Keser, la Corona, y es la primera manifestación
de lo Desconocido, una concentración de su Luz Infinita. Asimismo, en cierto sentido, es
desconocido al Zohar, el Disimulado. Blavatsky lo considera como el primer Logos, no manifestado,
del que nacerán tanto el espíritu como la raíz de la materia cósmica. Su número es el Uno, porque el
Punto del círculo se alarga y queda dibujado como una raya vertical.

Lo mismo que la Corona situada sobre el sistema de emanación, que la copa del Árbol de la Vida que
tiene sus raíces en el cielo y desciende hacia la tierra, Keser es el sentido más profundo del “uno
mismo” que constituye el substrato de la consciencia humana y la raíz última de su sustancia. Este
punto espiritual y sensible fundamental, este centro metafísico o mónada de consciencia cumple
estos dos requisitos: Existe como la individualidad real y es la división final de la materia. A partir de
la Mónada se genera la dualidad, dos principios distintos de actividad permanente a lo largo de todo
un período de manifestación, que coexisten y son coeternos. Éstas son la Consciencia y las bases
metafísicas sustantivas sobre las que siempre actúa la consciencia. A una se le denomina Chokmah-
Sabiduría y a la otra Binah-Entendimiento. Para hacer que las cosas abstractas se hagan un poco más
inteligibles para las mentes de aquellos a los que se estaba intentando instruir en esta metafísica, uno
de los filósofos cabalistas explicó, dentro de lo posible, los complejos y difíciles teoremas utilizando
paralelismos de la conducta, actividad y emociones humanas. Y así tenemos que a Chokmah se le dio
el título del Padre y a Binah de la Madre. A todos los Sephiros, como se denominan esas
emanaciones, bajo la Corona se les dieron atributos masculinos y femeninos y la actividad entre un
Sephiros masculino y otro femenino cuando se reconcilian se la llamó “niño”; un Sephirah neutral
actuando en equilibrio. Por lo tanto, el Árbol de la Vida, que comprende estas diez emanaciones,
pasa de ser la abstracción más elevada al material más concreto, en varias tríadas de potencia y de
fuerzas espirituales. Hombre, mujer y niño; positivo, negativo y su resultante, un tercer factor
reconciliador.

A estos dos principios o Sephiros, llamados el Padre y la Madre, también se les atribuyen letras del
llamado Tetragrammaton: YHVH. Por lo que se refiere a la doctrina del Tetragrammaton, debo
recordarle al lector que los atributos de este nombre y las formas de utilización exegéticas son de
suma importancia y cuanto más claro y preciso sea el entendimiento que tengamos de ellas, mayor
será la intuición en las fórmulas mágicas que consideremos posteriormente. Al Padre se le asigna la
letra “Y” de su nombre y la primera “H” se le atribuye a la Madre. A partir de la unión de la Y y de
la H fluye el resto de las cosas creadas. En otras palabras, todas las cosas se forman a partir de la
consciencia y de su vehículo y cualquier ser concebible, dios o humano, divino o animal, tiene sus
fundamentos en la Y y la H del nombre divino.

De paso hay que mencionar que la actitud adoptada por lo que se conoce como Ciencia Cristiana, al
negar la existencia de la materia, no tiene ninguna confirmación en la filosofía de los Teúrgos. Es
cierto que los últimos afirman que el mundo físico es una ilusión; es decir, que sus formas exteriores
están cambiando constantemente, que es un estado de flujo perpetuo. Desde este punto de vista,
cuando se le mira desde “arriba”, el universo parece una ilusión. Pero su existencia está
fundamentada en una realidad: La raíz-sustancia de Binah como algo distinto y separado del aspecto
consciente de Chokmah. Solamente en este aspecto, ignorando otras oportunidades de pelea, la
Magia no tiene ningún interés ni simpatía hacia la Ciencia Cristiana. Tanto el espíritu como la
materia, son reales, reales durante el tiempo que se manifiestan. Por sí mismos, no son otra cosa que
formas pasajeras de la actividad de Ain Soph.

Expandiéndose por la totalidad del Espacio, usando a Binah como un vehículo inmediato, las
energías de Chokmah hace que se eleven las siete emanaciones restantes y el resultado es la
aparición del mundo físico tangible. El Chokmah, el plan del mundo real o imaginativo viene
formulado por el logos, que esta en Keser, y en esas ideas se basará el mundo futuro. En el Libro de
los Muertos de los Egipcios, el dios Tahuti o Thoth, la deidad correspondiente a Chokmah, ya que las
características esenciales de ambos son idénticas, fue la “lengua” del creador Ptah y siempre
expresaba la Voluntad del gran Dios y ordenaba a los seres y a las cosas del cielo que existieran.

Sir E. A. Wallis Budge, el famoso egiptólogo, comenta en el folleto informativo del Museo Británico
sobre el Libro de los Muertos, que “Thoth formuló las leyes por las que se rigen el cielo, la tierra, y
todos los cuerpos celestes; él ordenó las trayectorias del sol, la luna y las estrellas”. Todo esto está en
armonía con la naturaleza de Chokmah, la Creación o la Imaginación del Cosmos en el que se
concibieron todas las cosas y se ejecutaron y se hicieron manifiestas en sustancia.

La Madre de todas las formas, es decir Binah, es el tercer Sephirah. Según el gran cabalista del siglo
XVI, el rabino Moses Cordovero, este número es la raíz de las cosas. Los términos que emplea
Blavatsky para esta manifestación particular son sustancia de la raíz cósmica y energía primordial; en
la Cábala se le llama Gran Mar. La forma de las letras del alfabeto hebreo en la palabra Mar son
como un glifo y nos indican la elevación y caída de las olas en el seno del mar. Los antiguos, muy
sabiamente, simbolizaron con el mar la sustancia virgen e intacta que se extiende por el espacio;
porque el agua es plástica, siempre cambia de forma y toma la del recipiente que la contiene. El mar
es el símbolo adecuado para esta sustancia plástica de la que se harán todas las formas y también
representa una incesante aunque pasiva energía.
Se dice que el color de Binah es el negro porque el negro absorbe a todos los otros colores, lo mismo
que todas las formas materiales, después de innumerables transformaciones y mutaciones, vuelven y
son absorbidas por la sustancia raíz.

Estas tres emanaciones son únicas de una forma especial. Se tiene el concepto de que la Corona con
sus dos emanaciones, el Padre y la Madre, son Sephiros Supremos y además no tienen relación con
las emanaciones que proceden de ellas. En el diagrama del Árbol de la Vida se puede ver que los
Supremos existen más allá del Abismo, ese gran golfo que se extiende entre lo Ideal y lo Real y los
separa de sus Inferiores, lo Superior de lo que está Abajo. De la misma manera que las olas se elevan
y se hunden por debajo del nivel normal de las aguas sin que esto produzca ningún efecto duradero
en las propias aguas, así se considera la relación del universo real con el Sephiros Supremo, ya que el
último está situado en un plano en el que no hay nada que podamos comprender intelectualmente.
Solamente cuando aparece la cuarta emanación tenemos algo realmente cognoscible por la mente
humana.

Por esta razón, existe un segundo método de numeración, suplementario del anterior. Según este
método, los Supremos son completamente independientes de los Sephiros más bajos; y, mientras
estos últimos han nacido a partir de y en el seno de sus propias esencias divinas, el ser de los
Supremos no sufre ningún efecto. Una luz brilla en la oscuridad y la ilumina sin que esto afecte a su
propia existencia; de la misma manera, el flujo de los Supremos parte de su ser central sin disminuir
de modo alguno la realidad de la fuente. Por lo tanto, Ellos existen solos, más allá del Abismo,
aunque su presencia se difunde por todo el espacio. Y su número es tres. Veamos ahora qué pasa con
los Inferiores que están por debajo del Abismo, el plano de la existencia finita condicionada. La
numeración empieza, una vez más, en el uno. Por lo tanto, en este sentido, cada Sephirah tiene dos
números que indica un desarrollo dual distinto de la corriente de la vida. Chesed tiene el número
cuatro y el uno, ya que es el primer Sephirah del plano causal que está por debajo del Abismo. A
veces se asocia a Júpiter, padre de los Dioses, a Keser en el alfabeto mágico. Pero, de otra manera,
también está relacionado con Chesed, ya que Chesed, en un plano inferior, es el reflejo de la Corona.
Se mantiene la numeración corriente para evitar la confusión entre dos series de números diferentes y
se continúa de uno a diez sin interrupción. Lo mencionamos solamente para explicar los fragmentos
aislados que pertenecen al sistema de numeración Pitagórico y que pueden producir confusión
cuando se aplican al Árbol de la Vida sin recordar que existe una numeración dual.

Tenemos, entonces, que a partir de la primera tríada de emanaciones se refleja o proyecta por debajo
del Abismo una segunda tríada. Está igualmente compuesta por una potencia masculina, otra
femenina y un tercer Sephirah que se produce para reconciliar, armonizar y equilibrar sus poderes. El
cuarto recibe los nombres de Chesed, que significa Gracias, y Gedulah, que significa Grandeza y
para los antiguos filósofos estaba situado en la categoría astrológica denominada Júpiter. Cuatro es
un número que significa sistema y orden; éstas son las cualidades que la tradición astrológica le
atribuía a Júpiter. Según algunas autoridades, es el primer número que muestra la naturaleza de la
solidez y, como hemos visto antes que Chesed es el primer Sephirah que hay por debajo del Abismo
y el primero de los Sephiros “Reales”, estos comentarios tienen justificación. El Sephirah masculino
Chesed es el símbolo de las potencialidades de la Naturaleza objetivizada, y debido a la atribución
astrológica de Júpiter contiene la figura mitológica de la deidad tutelar de ese nombre; los
Pitagóricos le llaman cuatro. “El milagro más grande, un Dios después de otra forma de la tríada”.

El quinto es Gevurah-Fuerza y, aunque en cualidad es una emanación femenina, la apariencia de su


naturaleza es altamente masculina. Algunos antiguos han dicho que el cinco es el símbolo del poder
creativo, así que tenemos el carácter de Gevurah según este concepto de creatividad y poder. Es una
fuerza formativa, como indica su nombre fuerza y el planeta que se le atribuye, Marte, y por medio
de esta fuerza se pone en actividad y se manifiesta el plan formulado en la Imaginación Cósmica y
proyectado como imagen en la sustancia raíz por debajo del Abismo en Chesed. El cinco está
compuesto por tres y dos; el primero representa la energía pasiva de la Madre y el segundo la
sabiduría del Padre. Esto expresa no tanto un estado de cosas como un acto, una evolución posterior
y una transición de la idealidad a la realidad.

Seis es el Sephirah que ha evolucionado para proporcionar armonía y equilibrio a las fuerzas
anteriores; su nombre es Tipharas, palabra hebrea que significa Belleza y Armonía. El número es un
símbolo de todo lo equilibrado, armónico y de agradables proporciones; además, es el doble de tres y
refleja las abigarradas ideas que representa este número. De la misma manera que tres representa los
poderes reales que motivan la evolución, el Macroprosopus o Logos, en Tipharas encontramos un
reflejo oportuno y uniforme de un Logos inferior, el Microprosopus. A este Sephirah, los cabalistas
le han atribuido el sol, señor y centro del sistema solar. Si consulta el diagrama, el lector se dará
cuenta de que Tipharas ocupa una posición conspicua en el centro de la estructura del Árbol de la
Vida. Los filósofos Pitagóricos decían que el seis es el símbolo del alma y más tarde descubriremos
que en el ser humano Tipharas, la armónica emanación del Sol, es el Sephirah del alma del hombre,
en el centro del sistema microscópico y el luminoso intermediario entre el Espíritu, arriba, y el
cuerpo con sus instintos, abajo. Los Doctores Zoháricos le asignaron a Tipharas la tercera letra del
nombre divino, “V”, y como es el niño del Padre Celestial y la Madre Celestial se le denomina Hijo.
El símbolo adecuado es el sello de Salomón, los triángulos entrelazados, un auténtico signo de
equilibrio.

El proceso de reflejo continúa y la tríada formada por los números cuatro, cinco y seis da paso a una
tercera que se reproduce en un plano más inferior. El primero de estos Sephiros es masculino:
Netsach, que significa Triunfo o Victoria. El sistema se define como un número completo y
representa una consumación de cosas, la conclusión de un ciclo y la vuelta a sí mismo. En el
Sephirah Séptimo empieza una segunda tríada y concluye la segunda serie de Sephiros y en él se
resumen las potencias anteriores. Su naturaleza es el amor y la fuerza de atracción; el poder de
cohesión del universo que hace que una cosa esté ligada con otra y actúa como la inteligencia
instintiva de las criaturas vivas. Los filósofos mágicos le atribuyen a este Sephirah el planeta Venus,
el emblema del amor y de la emoción; y el color verde que tradicionalmente pertenece a Afrodita,
por lo que las fuerzas relacionadas con este Sephirah tienen que ver con el crecimiento, las cosechas
y la agricultura.

En oposición a Netsach y como segundo Sephirah de la tercera tríada tenemos a Hod, el Esplendor o
la Gloria, que es una cualidad femenina y repite las características de Chokmah aunque en un plano
menos exaltado y sublime. Representa esencialmente una cualidad mercurial de las cosas que
siempre están fluyendo. Creo que se le ha denominado “cambio en estabilidad”. Junto con él, y con
una naturaleza muy semejante, está el Sephirah noveno, Yesod, el Fundamento, que es “estabilidad
en cambio”. De la misma manera que la tremenda velocidad de las partículas electrónicas aseguran la
estabilidad del átomo, las formas pasajeras y el movimiento de Yesod aseguran la permanencia y
seguridad del mundo físico. Es el noveno Sephirah y, por lo tanto, el noveno dígito y comprende en
sí mismo a los que le preceden. A Yesod se le llama corrientemente Plano Astral o Alma del Mundo,
y es el fundamento de la sutil sustancia electromagnética a la que se enfocan las fuerzas más elevadas
y constituye la base o modelo final sobre el que se construye el mundo. Yesod tiene naturaleza lunar;
la luminaria que se le atribuye es la Luna y existe una curiosa relación entre el satélite muerto y la
tierra y la Luz Astral. Con él se completa la tercera tríada y queda Malkus, el décimo y último
Sephirah que representa, en forma concreta, en una cristalización completa visible y tangible para los
sentidos, todas las cualidades de los planos anteriores. La palabra significa Reino, el reino del mundo
físico y el escenario de las actividades y encarnaciones de las almas exiliadas de arriba, el lugar
donde mora el Espíritu Santo. En el Zohar, a Malkus se le asigna la letra “H”, que es la Madre. Este
décimo Sephirah recibe los nombres de la Novia, la Hija y la Virgen del Mundo.

Es verdad que este resumen proporciona solamente una visión muy breve del sistema numérico de
evolución y del desarrollo cósmico al que Levi debía tanto respeto y que despertaba en él una
admiración tan elocuente.
En este bosquejo elemental se puede percibir claramente que los números están relacionados con
procesos creativos o evolutivos y que lo que fundamentalmente entiende la naturaleza del Número es
el ritmo. Esta última afirmación es importante, ya que las actividades y las proporciones armónicas
guían realmente y marcan las primeras manifestaciones de la Única Vida en los elementos y
sustancias que están presentes alrededor de uno. Estas diferenciaciones se pueden simbolizar con un
número que se puede asociar a un glifo. Representan el desarrollo de un universo tangible y explícito
a partir de una esencia implícita e intangible. A partir de una concepción ideal se completa una forma
construida en la que las Ideas encuentran su casa terrena. Por lo tanto, para los Teúrgos, los números
simbolizan el auténtico ritmo del Universo y con sus sigillae adecuadas presagian poderes y entes
con los que buscan comunicarse.

Existe otra opinión sobre el Árbol de la Vida que me gustaría mencionar. Está relacionado con lo que
se suele denominar los Cuatro Mundos. Estos mundos son regiones metafísicas tanto de consciencia
como de materia, ya que la Teúrgia afirma que cada estado de consciencia posee su propio vehículo,
un grado apropiado de sustancia. Estos mundos se pueden considerar desde dos puntos de análisis
distintos. El primero de ellos sitúa un Árbol en cada uno de los cuatro mundos, con lo que tenemos
un total de cuarenta Sephiros.

Los cuatro mundos reciben el nombre de Mundo Arquetípico, y en él se desarrollan los arquetipos o
emanaciones primordiales con la forma de un Árbol de la Vida. Se puede imaginar que este Árbol de
la Vida Arquetípico representa una forma humana que, en el Libro del Esplendor, recibe el nombre
de Adam Kadmon, el Hombre Celestial, y contiene en sí mismo todas las almas, espíritus e
inteligencias que existen en el cosmos. Este Alma Universal es el padre divino y progenitor de todas
las otras. Es este alma, este Hombre Divino, a lo que se refiere Levi y al que se ha hecho referencia
anteriormente; es ese alma de la gran vida de la que participan todos los seres y consciencias
individuales. Los desarrollos que se siguen de este simple postulado son numerosos, lo mismo que
las sugestivas ideas que concita. En principio, tenía intención de presentar solamente un breve
resumen de la filosofía mágica y dejar al lector que rellenará él mismo las lagunas que pudieran
quedar.

La totalidad de los Sephiros en el Olam Atsilus, el Mundo Arquetípico, ocupa el plano más elevado
de la consciencia espiritual, la primera aparición de consciencia a partir del Ain Soph. Lo mismo que
en los procesos de evolución anteriores, Adam Kadmon proyecta gradualmente en la materia, aunque
de forma más densa, la unidad de su ser aparentemente rota y al reflejar sus muchas facetas, forma el
Mundo Creativo, el Olam Briah. E este mundo, el plan contenido en la imaginación creativa del
Macroprosopus se lleva todavía más lejos y las ideas o destellos se cubren con la condición de
sustancia que es la apropiada de esa esfera. Aquí también se desarrolla un Árbol de la Vida completo
por medio del reflejo. Desde el Mundo Creativo, el Árbol se proyecta a un tercer plano, el Mundo
Formativo, el Olam Yetsirah, en el que las ideas imaginativas del Logos, los destellos espirituales
monádicos cubiertos todavía con la sutil sustancia mental del Mundo Creativo, se conforman como
entidades definidas y coherentes: Los modelos astrales que producen o sirven como base al mundo
físico. El Mundo Físico, el Olam Assiah, es el cuarto y último plano y como proyección cristalizada
del Mundo Formativo, es el compendio y representación concreta de todos los mundos más elevados.

Esta concepción justifica el axioma hermético: “Igual que arriba, abajo”. Porque todo lo que existe
abajo tiene su contrapartida arquetípica ideal en los mundos más elevados. Para decirlo de otra
manera, las ideas arquetípicas encuentran su representación particular abajo; las piedras, joyas,
perfumes y formas geométricas nos indican, en la esfera mundana, una idea celestial. Esta fórmula
metafísica le proporciona a Levi una razón adecuada para hablar del “único dogma de la magia: Lo
visible es, para nosotros, la medida proporcional de lo invisible”. El Mago francés comenta en otro
lugar que “lo visible es la manifestación de lo invisible o, en otros términos, el Logos perfecto en las
cosas apreciables y visibles, está en la proporción exacta con aquellas que no son apreciables por
nuestros sentidos ni visibles a nuestros ojos ... la forma guarda proporción con la idea ... y nosotros
sabemos que la virtud innata de las cosas ha creado palabras y que existe una proporción exacta entre
las ideas y las palabras, que son las primeras formas y articulan la comprensión de las ideas”. Ésta es
la afirmación filosófica de la relación entre las ideas y las cosas que proporciona la lógica
fundamental de gran parte de lo que se considera verdad en Magia. Volveremos sobre esto más tarde,
pero antes consideraremos algunas ideas que exigen elaboración.

La fórmula del Tetragrammaton se aplica también a los Cuatro Mundos y a los cuatro elementos
primordiales. Al Mundo Arquetípico se le asigna la letra “Y”. Por lo tanto, el Mundo Arquetípico es
el Padre, el engendrador y devorador de los mundos. La “Y” representa también, en este caso, el
elemento Fuego que simboliza la naturaleza espiritual, activa y violenta del Padre. La “H” del
Tetragrammaton se le asigna al Mundo Creativo, lo mismo que el elemento Agua, por ser receptivo y
pasivo. Este plano representa a la Madre que, antes de que nazca el Hijo, espera la energía y el
influjo de la vida divina del Padre. Al Mundo Formativo se le asocia la letra “V”, el Hijo; este
último, como Padre, es activo, masculino y enérgico. Se le atribuye el elemento Aire. Para completar
el nombre divino, nos queda la segunda “H”. Esta letra es similar a la Madre, pasiva e inerte, y recibe
todas las influencias que le llegan. En el Libro del Esplendor, esta “H” recibe el nombre del Palacio
del Rey y es la Hija, que representa al Mundo Físico, síntesis de todos los otros mundos.

El segundo método es ligeramente diferente del que acabamos de bosquejar. En este caso solamente
se emplea un Árbol y se sitúan sobre él los cuatro planos. Keser, la Corona, ocupa un plano: Es el
Mundo Arquetípico, el reino del Logos. Los Sephiros segundo y tercero, el Padre Supremo y la
Madre Suprema, constituyen el Mundo Creativo y reciben y ejecutan la imaginación divina. El tercer
plano, el Mundo Formativo, el plano astral propiamente dicho –del cual se hablará más extensamente
en el capítulo siguiente- está comprendido en los seis Sephiros siguientes, y en él, el mundo queda
preparado para su manifestación visible. Malkus, es Reino, es el Mundo Físico. Todas las
atribuciones dadas en la primera descripción de los Cuatro Mundos siguen siendo válidas con este
segundo método con la única excepción, que ya he subrayado, de que sólo se emplea un Árbol.

Antes de cerrar este capítulo se deben mencionar una serie de conceptos. Desde el punto de vista
Teúrgico, el conjunto del Universo es consciencia, vida e inteligencia expresadas de forma visible e
invisible. Por todo el cosmos se estremece y vibra una inteligencia, una consciencia espiritual que
presagian miríadas de destellos o mónadas, impregnando todas las formas y de la que no hay nada en
el universo que esté libre. De la misma manera que existen varios grados de vida mineral, animal y
vegetal e innumerables grados de inteligencias entre los hombres, sucede con las tradiciones
mágicas; la misma escala jerárquica de inteligencias existe más allá y por encima de los hombres. Y
no sólo es verdad para nuestro propio universo, sino que en otras partes, en la infinitud del espacio,
existen otras jerarquías de seres espirituales e inteligencias divinas. En la desconocida e
incomprensible Oscuridad que es el Ain Soph sólo hay una consciencia indivisible, lo mismo en el
demonio de cara de perro de rango más inferior que en la jerarquía celestial más elevada. Existen
jerarquías de consciencia celestial y terrestres; unas divinas y otras demoníacas y otras entre las que
se cuentan los dioses más altos y las Esencias universales. Éste es el centro fundamental de la
filosofía mágica. Es, al mismo tiempo, el monoteísmo y el politeísmo en un único sistema filosófico.
Todo el Universo está impregnado de una sola Vida y la manifestación de esa Vida viene
representada por multitudes de sabios Dioses, seres divinos y espíritus o inteligencias cósmicas a las
que se puede dar el nombre que se quiera. El estado espiritual y la diversidad que se les puede
asignar es grande, tremenda; entre ellas se encuentran las fuerzas deíficas del amanecer rosado de la
manifestación cósmica, de las que provenimos destellos espirituales de su divina esencia.

Ahora se puede ampliar el concepto del Árbol de la Vida y de los Cuatro Mundos en términos de
consciencia. La primera manifestación son los Dioses o seres de consciencia más elevada que
provienen de la Corona y abarcan la Mente del Logos. Estos seres son los Dioses, Dhyan Chohans,
Elohim, Teletarchae o cualquier otro nombre que se les quiera dar. Lo que hay que entender bien es
la idea fundamental. Es decir, que existen muchas jerarquías de seres en el espacio en una escala
secuencial ordenada descendente, desde los Dioses más elevados de los mundos más elevados a las
jerarquías más inferiores de seres angélicos de los mundos más inferiores. Existe una cierta jerarquía
de Dioses relacionada con cada Sephirah y con cada uno de los mundos emanados de Ain Soph y
cada una de ellas tiene una tarea específica en la evolución y el gobierno del universo y una
naturaleza característica. Lo mismo que Keser, la Corona, produjo los otros Sephiros, los Dioses más
elevados hacen que evolucionen, a partir de Ellos mismos, otras deidades menos exaltadas y
sublimes. Recordemos que se asignaron números a los Sephiros para simbolizar el proceso creativo
del cosmos; como los Dioses, están situados en los Sephiros, también se pueden simbolizar con
números, y las ideas asociadas con un proceso cósmico particular se le pueden aplicar, asimismo, a la
naturaleza de un Dios dado. Pitágoras dijo acertadamente que “existe una misteriosa relación entre
Dioses y los números”.

“Igual que arriba, abajo”. Todas las cosas de la tierra tienen sus prototipos espirituales y eternos en
los cielos y todos los seres son reflejos, débiles y tenues, de los Dioses. Cuanto más distante
(metafísica y relativamente) esté una emanación de su fuente, más débil y tenue será el reflejo que
parta de ella. Los Dioses o las Esencias universales expresan de forma más clara y brillante la
naturaleza espiritual inefable del Ain. Y en los Dioses más inferiores este límpido brillo se presenta
más velado, pálido y falso de expresión. En el hombre, la sombra de la imagen de los Dioses, el
brillo del esplendor Bráhmico aparece en muchos casos reprimido. Es la misma relación que la del
calor con el fuego, que disminuye a medida que aumentan las llamas; así es el hombre a los Dioses.
Cuanto más se aparta de ellos, más se aproxima a su autodestrucción. Esta relación entre el orden de
la vida y los Sephiros, entre los Dioses, los hombres y los números, nos proporciona una explicación
de la eficacia de los símbolos mágicos y del papel que juegan en los ritos Teúrgicos. Los signos y
sellos indican profundamente realidades más interiores y cada símbolo particular representa alguna
de las jerarquías de Dioses o de inteligencias espirituales. Por medio de esta doctrina, cualquier
fenómeno está indisolublemente relacionado con un nóumenon ideal, con lo que se asegura la
eficacia de la Teúrgia.

Por lo tanto, el objetivo de la Magia es que el hombre vuelva a los Dioses, unir la consciencia
individual durante la vida con el ser más elevado de las Esencias universales, la consciencia global
de los Dioses, que son las fuentes eternas de luz, vida y amor. Solamente así conseguirá el ser
humano la libertad y la iluminación, el poder de ver la belleza y la majestad de la vida. Al volver en
espíritu a las fuentes de las que proviene, al abrirse a ellas como una flor dorada se abre y se vuelve
al sol para embeber ansiosamente su sustancia y su luz, el hombre llegará a la iluminación y se
librará de sus huesos y de sus cadenas. Cuando descubra su propio Dios interior y conforme una
relación indisoluble con los Dioses de la vida universal empezarán a solucionarse los problemas del
hombre y del mundo. Y por medio de esta consciencia más noble de iluminación que se desarrolla a
partir de la unión divina, se resolverá el caos mundial. Las ligaduras que atan al hombre, más allá de
los grilletes y las cadenas mortales, se rompen. No se pueden disolver estos hierros de otra manera
que por medio del conocimiento mágico de su propio yo más interno y de los Dioses de la
Existencia. “Si la esencia y la perfección de todo lo bueno la resumen los dioses, y su poder primero
y más antiguo está con nosotros por medio de los sacerdotes (teúrgos), y si aquellos que se adhieren
de forma similar a las naturalezas más excelentes obtienen la unión con ellos, entonces se consigue el
principio y el fin de todo lo bueno. En este caso, se llega a la contemplación de la verdad y a la
posesión de la ciencia intelectual. Y el conocimiento de los Dioses viene acompañado ... del de
nosotros mismos”.1

1
(Los Misterios, Iamblichus).
CAPITULO CUATRO

“Existe un agente que es natural y divino, material y espiritual, un mediador plástico universal, un
receptáculo común de las vibraciones del movimiento y de las imágenes de las formas, un fluido y
una fuerza que se puede llamar, de cierto modo, la Imaginación de la Naturaleza ... La existencia de
esta fuerza es el gran Arcano de la Magia práctica”.

El agente mágico al que Levi hacía referencia aquí es la sustancia del Mundo Formativo o, de otra
manera, la esfera del Yesod, palabra hebrea que se puede traducir como Fundamento o Base. El
equivalente directo del Yesod cabalístico en la filosofía Teosófica, según dictamina Madame
Blavatsky –y aquí sigo las líneas generales de su sistema y que formuló Levi en Magia
Trascendental- recibe el nombre de Luz Astral. En algunos lugares se la define como un medio o
fluido de una materia extremadamente sutil, omnipresente y que todo lo impregna. Esta luz se
difunde por todo el espacio y penetra y satura cualquier forma u objeto visible. Para expresar esta
idea en otras palabras, es un plano de cuatro dimensiones formado por una sustancia luminosa y
etérea en un estado altamente tenue, de naturaleza eléctrica, magnética y radiactiva.

“Este fluido que todo lo penetra, este rayo que parte del esplendor del sol y queda fijo por el peso de
la atmósfera y por el poder de la atracción central, este cuerpo del Espíritu Santo al que llamamos la
Luz Astral y el Agente Universal, este éter electromagnético, este calórico vital y luminoso viene
representado en los monumentos antiguos por el ceñidor de Isis que se ajusta en un nudo de amor
alrededor de los dos polos, el de la serpiente con cabeza de toro y el de la serpiente con cabeza de
cabra o de perro; en las antiguas teogonías, era la serpiente que se muerde la cola, emblema de la
prudencia y de Saturno. Es el dragón alado de Medea, la serpiente doble de los caduceos y la
tentadora del Génesis; pero también es la serpiente cínica de Moisés que rodea al Tau, es decir, el
lingam generador. Es la doble cola que forma las patas del gallo solar de Abrexos”.

El Mago francés describe la Luz Astral utilizando estos términos cuajados de elocuentes símbolos,
aunque para el lector casual pueda parecer una verborrea desmesurada. Son símbolos altamente
interesantes y significativos y, si se presta mucha atención y se tiene mucho cuidado con su
interpretación, son muy edificantes, proporcionan mucha información de gran valor y ayudan a la
comprensión intelectual de la naturaleza y las características de este sutil plano. La Luz Astral vibra a
otra velocidad que la sustancia grosera del mundo físico, por lo que existe en un plano más elevado,
y contiene el plan o el modelo del constructor o, para decirlo con otras palabras, proyecta hacia abajo
las Ideas o la Imaginación del Padre; el plan según el cual se ha construido el mundo externo y en
cuyas esencias yace latente la potencialidad de todo crecimiento y desarrollo. Todas las fuerzas y las
“ideas” de los reinos Creativo y Arquetípico quedan representadas y se concentran en este agente
plástico, el Mundo Formativo. Es, al mismo tiempo, sustancia y movimiento, y el movimiento es
“simultáneo y perpetuo, siguiendo las líneas espirales de los movimientos opuestos”. Debo decir que
fue el difundo Lord Salisbury el que definió el éter como el nominativo del verbo “ondear”.

En muchos sentidos, este Mundo Formativo, el recipiente de las fuerzas creadoras más elevadas, se
puede comparar en sus aspectos más bajos con el Éter de la Ciencia. Sin embargo, existe esta
excepción. La Luz astral ha podido ser verificada en el pasado (y lo mismo sucederá en el futuro) por
medio de la experiencia de la visión directa. El concepto científico del éter hoy es radicalmente
distinto del que tenían los científicos de hace cincuenta años de lo que era el éter luminífero. Es
decir, que si juzgamos de acuerdo con sus normas y hablamos en su lenguaje, la idea moderna del
éter y de sus ondas de radiación no son realidades en absoluto. Y, sin embargo, como dice sir James
Jean en El Universo Misterioso, el éter es una de las cosas más reales “de todas las que podemos
conocer o experimentar y es tan real para nosotros como cualquier otra cosa”. El ente que los físicos
experimentales de la actualidad definirían como éter tiene que ser algo que responda cualitativa y
cuantitativamente a sus instrumentos y ecuaciones matemáticas. Por otro lado, cuando los Teúrgos se
refieren a la sustancia eléctrica y magnética de la Luz Astral, lo que se implica es un estado o una
condición metafísica de la sustancia, algo que no se puede medir ni observar con instrumentos físicos
aunque su existencia la hayan corroborado en idénticos términos una sucesión de videntes y de
magos. Como se ha dicho antes, yace en otro plano diferente de existencia y de consciencia y sus
partículas vibran de tal forma y a tal velocidad que son invisibles e imperceptibles para nuestros
órganos sensoriales.

En años recientes, hemos sido testigos del desarrollo de la teoría electromagnética en el reino de la
especulación científica; esta teoría descarta, por innecesaria, la hipótesis victoriana de un éter
luminífero y ondulante que todo lo impregna. En su lugar, se ha colocado en un trono, coronado y
reverenciado con devoción un concepto matemático mucho más abstracto: El continuo Espacio-
Tiempo. Hay un grupo de científicos que están a favor de mantener la hipótesis del éter; y otros, no
menos conocidos ni eruditos, están seguros de que no existe ni es posible la existencia de una
estructura tan sutil como la del éter. La admiten solamente como un marco teórico de referencia, en
cuyo caso asume el rol de una simple hipótesis de trabajo, sin ningún grado de actualidad objetiva. El
examen de las definiciones científicas de estos dos grupos de científicos revela el hecho de que el
concepto de Éter y el de Continuo Tetradimensional Espacio-Tiempo es el mismo. Sir Arthur
Eddington, en uno de sus recientes trabajos en el que hacía referencia a estos dos conceptos,
expresaba su convencimiento de que los dos grupos quieren decir exactamente lo mismo y que sólo
les separan las palabras. Sir James Jean, en su obra anteriormente mencionada, observa cautamente
en relación a este oscuro problema, que sería procedente descartar la palabra “éter” a favor de la más
moderna “continuo”, aunque el principio esencial permanezca casi por completo inalterado. En otras
partes de esta erudita obra nos encontramos con la afirmación, hecha por distintos científicos, de que
se puede considerar que todos los fenómenos electromagnéticos tienen lugar en un continuo de
cuatro dimensiones –tres de espacio y una de tiempo- en el que es completamente imposible separar
el espacio del tiempo. Subrayo esta observación porque es más o menos la confirmación de lo que
han escrito los magos más eminentes de todos los tiempos sobre el Ánima Mundi o el Azoth. Los
posteriores comentarios de Jean se pueden explicar de la siguiente forma: Si deseamos visualizar la
propagación de las ondas luminosas o de las fuerzas electromagnéticas considerándolas
perturbaciones en un éter, entonces hay que considerar que nuestro éter es una estructura
tetradimensional, que llena todo el continuo y se extiende por todo el espacio y todo el tiempo; con lo
que tenemos el mismo éter.

Este éter científico, del que todos pueden disfrutar y que se extiende por todo el espacio y el tiempo,
sirviendo de medio para que se propaguen vibraciones de todo tipo, difiere en algunas cosas
esenciales de la Luz Astral de Levi. La definición en la que siempre insisten los Teúrgos, por lo que
se refiere a este plano etéreo, es que es una sustancia plástica refinada, menos densa y grosera que lo
que nos rodea, de naturaleza eléctrica y magnética y que sirve de base real sobre la que se disponen
las formas de los átomos en el universo físico. Este plano que, en su aspecto más bajo, es el auténtico
pozo negro del universo, comprende esa faceta de consciencia que dirige los instintos y las energías
de los animales; en sus ramificaciones más elevadas, que están más allá de esta esfera mundana, roza
lo divino. Y esto se puede aplicar al Árbol de la Vida; en él, el Mundo Formativo incluye no sólo la
esfera del Yesod sino que, en la clasificación del Árbol separado en los Cuatro Mundos, se percibe
que se extiende más allá del Yesod y que incluye el Tipharas, la Casa del Alma, y que llega hasta el
borde del Abismo. La esfera del Fundamento es solamente su fase más inferior. Sólo como Yesod es
esa grosera región del cosmos metafísico que contiene los sobrantes astrales de desecho de las
criaturas vivas, las inmundicias mentales y bestiales de las que se desprenden los seres humanos
cuando, después de la muerte, ascienden a esferas más elevadas. En sus aspectos de Chesed y de
Gevurah, es el cielo más celestial. Cuando se considera de este modo, se le suele denominar el Astral
divino y el Alma del Mundo.
“En sí mismo, es una fuerza ciega; pero los caudillos de almas, que son espíritus de acción y energía,
la pueden dirigir. Ésta es la teoría de los prodigios y de los milagros. De hecho, ¿cómo las fuerzas
buenas y malas de la Naturaleza pueden descubrir sus fuerzas excepcionales ...? ¿Cómo es posible
que el réprobo, errante y perverso espíritu tenga, en algunos casos, más poder que el espíritu de la
Justicia, tan poderoso en su simplicidad y su sabiduría, si no asumimos la existencia de un
instrumento del que todos podemos hacer uso, en ciertas circunstancias, por un lado para el dios más
grande y, por otro, para el diablo más grande?”. Deseo hacer hincapié en esta interpretación dual del
éter mágico que nos proporciona Levi en este párrafo, ya que en ella se incluye un elemento inferior
y básico y un elemento superior y noble. El primero es la sede de las causas de muchas de las
dolencias de la humanidad y el último es el fuego fundamental y el Alma del Mundo. La naturaleza
del Astral Divino es solar y celestial, mientras que el Astral grosero es lunar, reflexivo y puramente
automático. Blavatsky confirma esta hipótesis de la naturaleza dual de la Luz Astral con las
siguientes palabras: “La Luz Astral o Ánima Mundi es dual o bisexual. La parte (masculina) ideal es
puramente divina y espiritual, es la Sabiduría, el Espíritu de Purusha. Y la parte femenina está
corrompida, en cierto modo, por la materia; de hecho, es materia y, por tanto, demonio”.2 No es
necesario decir que el Teúrgo tiene relación con las regiones superiores más elevadas de la Luz
Astral.

Desde el punto de vista práctico, este plano es el agente mágico al que las visiones acumuladas de los
Teúrgos le han asignado el poder de transmitir vibraciones e impresiones, no sólo de luz, calor y
sonido físico, sino esas vibraciones más sutiles y menos tangibles, reales sin embargo debido a su
imperceptibilidad, que pertenecen a las corrientes de Voluntad, pensamiento y sentimiento. Levi
denomina a este instrumento la Imaginación de la Naturaleza, ya que está permanentemente vivo,
con ricas formas y sueños exóticos, lujosas imágenes, y es el vehículo inmediato de las facultades
mentales y emocionales. En cierto modo, el control de este plano es lo que constituye el Gran
Trabajo. Algunos Magos, entre ellos el distinguido Levi, opinan que el secreto mágico fundamental
está en la dirección de este arcano. Es el vehículo en el que están dinámicamente registradas las
pasiones, pensamientos e impresiones de toda la humanidad, la memoria de naturaleza más inferior y
está presente sobre la tierra todo el tiempo, ya que es permanente, por lo que influye enormemente en
la mente de los hombres débiles y sensibles. Por tanto, para aislarse de sus ciegas ondulaciones y
para trascender al estrato más elevado que es su alma, se precisan todas las energías de los hombres.

Un autor mágico moderno, que utiliza el pseudónimo de Therion, afirma que en los estratos más
altos de la Luz Astral “dos o más objetos pueden ocupar el mismo lugar en el mismo momento sin
interferir entre sí o perder sus contornos. Bajo esa luz, los objetos pueden cambiar de aspecto por
completo sin que su naturaleza sufra ningún cambio. La misma cosa se puede revelar a sí misma
asumiendo un número infinito de aspectos diferentes. Bajo esa luz, uno se puede trasladar sin pies y
volar sin alas; viajar sin moverse y comunicarse sin utilizar las formas de expresión
convencionales”.3 Por lo que se refiere al proceso de viajar en el Cuerpo de la luz, la autoridad a la
que cito anteriormente menciona, además, que uno se hace insensible al calor, al frío, al dolor y a
cualquier otra forma de aprehensión sensorial y que, bajo esta Luz, se queda sometido a lo que
aparentemente puede parecer una serie de leyes completamente diferentes. En este plano, que es el
agente mágico par excellence, los símbolos, los emblemas y los sigillae no son convenciones
intelectuales, ni siquiera representaciones arbitrarias de ideas universales y fuerzas naturales. Son
entes absolutamente vivos que tienen en este plano una vida real y una existencia independiente y
propia. Puede que, a primera vista, esto no parezca importante; pero tiene una enorme importancia
por lo que se refiere al trabajo mágico. En el plano Astral, los símbolos representan entes reales y
tangibles. En un capítulo anterior, se intentó demostrar que los números eran un indicativo poderoso
de los procesos de evolución y desarrollo y que expresaban de una forma sintética tanto el ritmo

2
La Doctrina Secreta, vol. I (Publicada por Luis Cárcamo, editor).
3
Magik. The Master Therion. Publicada en español por Luis Cárcamo, editor: “Magia en teoría y práctica” (Aleister
Crowley).
cósmico como ciertas fuerzas e inteligencias ocultas a las que hemos denominado Dioses, Dhyan
Chohans y Esencias. A estos Números que representan fuerzas tremendamente poderosas se les
pueden aplicar varios sigillae y pictografías, ya que en este Mundo Formativo tienen una existencia
que no es, en absoluto, simbólica en el sentido en que solemos entender este término, sino real y
vital. Bajo la sustancia plástica y maleable de la Luz Astral, estos símbolos se galvanizan y se ponen
en actividad por medio de la Voluntad y de la Imaginación. Su sustancia es peculiarmente
susceptible a los vuelos y al trabajo de la imaginación, ya que esta última posee el poder de
transformar su flujo perpetuo y la falta de forma en moldes y matrices que la voluntad puede
estabilizar y vigorizar en una dirección dada. Existen numerosos ejemplos de esto, como en el caso
de las mujeres embarazadas que reciben una conmoción; la impresión, por medio de la imaginación
que actúa sobre la Luz Astral, se transfiere inmediatamente al feto en formación que lleva en su
vientre. Históricamente, entre los antiguos, las diosas que presidían los nacimientos eran diosas de la
Luna, es decir, de la Luz Astral. Esas razas pensaban que la Luna poseía mucho poder para acelerar
el crecimiento de la vida, de las plantas y de todo tipo de vegetación, más poder incluso que el Sol.
Siempre se la ha considerado como el planeta del cambio, de la generación y de la fertilidad. En La
Doctrina Secreta existe una cantidad de información poco común y de especulaciones sobre la
relación oculta de la Luna con nuestro planeta, aunque al novicio le baste con saber que la relación
existe. Sin embargo, la relación de la Luna con la Luz Astral es válida y la mayor parte de las
autoridades se muestran de acuerdo sobre este punto. Astrológicamente hablando, la Luna es el
planeta que simboliza el cambio, el flujo, la continua alteración de las formas, lo mudable de las
condiciones. En el Plano Astral, las personas que han tenido visiones afirman que cambian las
formas, colores y tamaños de una manera asombrosa. Y para el novicio es un fenómeno muy
desconcertante cuando todo un conjunto de percepciones desaparecen de debajo de sus narices
siendo sustituido por otro que corre la misma suerte que el primero. Es un caleidoscopio fluctuante
de fenómenos. Las figuras, formas y energías no tienen un momento de quietud. Por lo tanto, es
perfectamente evidente la correspondencia entre la Luz Astral y la Luna. Además, se ha observado
que la Luna no brilla debido a su propia luz interior, lo que ella genera, sino que refleja la radiación
del Sol. Yesod, la esfera de la Luna, está situada en el Árbol de la Vida inmediatamente por debajo de
Tipharas, la esfera del Sol, por lo que refleja las fuerzas creadoras que le llegan de arriba. Existe un
cierto número de razones altamente significativas, aunque demasiado numerosas para mencionarlas
aquí, relacionadas con esta asociación de la Luna con la Luz Astral; el estudio y la experiencia
mágica demostrarán la validez y la exactitud de esta correspondencia.

En las leyendas de todos los pueblos, incluso en las tribus más primitivas y salvajes, existe el
concepto de la Luz Astral como el medio para transmitir vibraciones y realizar actos mágicos. Sir
J.G. Frazer, el eminente antropólogo y autoridad en folklore, incluye un cierto número de ellas en su
obra La Rama Dorada. Otros autores han discutido también sobre la naturaleza de esta fuerza
hipotética reorganizada por los primitivos, pero no han llegado a ninguna conclusión clara sobre su
naturaleza de gran agente mágico. Lo que no es nada raro, ya que sus estudios e investigaciones no
abandonan por un momento el plano académico. Los melanesios de las Islas de los Mares del Sur
creen, según dice el profesor Bronislaw Malinowsky en su obrita sobre los Mitos, que existe un
almacén o reserva de fuerzas sobrenaturales o mágicas al que han denominado mana y que tiene su
centro en la Luna, lo mismo que la otra fuerza semejante a la que los indios de Norteamérica llaman
Orenda. Según esto parece como si hubiera en la Luna un tanque inmenso conteniendo este poder
oculto que ellos asocian con la fuente de la vida y la energía. No es difícil ver que este concepto –no
se sabe si imperfectamente recogido por los antropólogos o mal explicado por los primitivos, aunque
lo más probable es que la culpa la tengan ambos- este concepto, repito, es una formulación muy vaga
de esa realidad que, en Magia, llamamos Luz Astral.

Esto lo reconocieron bastante claramente los Teúrgos egipcios, sin ningún tipo de teorías o
descripciones vagas. Podemos observar que casi cada centímetro de los denominados Mundo
Superior e Inferior, Amentet y el Tuat, que son los dos aspectos inferior y superior del Plano Astral,
están cuidadosamente ordenados y trazados y se han detallado sus cualidades.
Y no sólo eso, sino que en algunos capítulos del Libro de los Muertos cada una de las subdivisiones
viene descrita con precisión a favor de los difuntos –y de los Teúrgos- y se incluyen los nombres de
los guardianes y de los cuidadores de los postes a través de los cuales tiene que pasar el alma del
difunto para que se le admita en alguno de los vestíbulos del Reino de Osiris. Al hablar del criterio
egipcio, Budge observa que el Tuat no se le considera subterráneo, ni en el cielo ni en sus confines,
sino que estaba situado en las fronteras del mundo visible. No debía ser un lugar particularmente
agradable, según la descripción que viene en el Libro de los Muertos, cuando llegó el Escriba Ani,
que se quedó aturdido. “Aquí no hay ni agua ni aire, sus profundidades son insondables, reina la
oscuridad como en la noche más negra y los hombres vagan sin esperanzas”. El venerable
Conservador de las antigüedades egipcias del Museo Británico hizo la observación de que el Tuat era
una región de destrucción y de muerte, un lugar en el que los muertos se descomponían y se pudrían,
un lugar de abominación, horror, terror y aniquilación. Esto coincide perfectamente con las esferas
astrales inferiores de desintegración o kama loka.

El Astral Divino se conocía como el Reino de Osiris o Amentet; también se le denominaba la Isla de
la Verdad, ya que no se transportaba allí a ningún alma después del fallecimiento hasta que los
dioses, en el Gran Juicio, no declaraban que no había mentido. Uno de los rincones de esta región se
había apartado especialmente y era la morada de las almas beatificadas; en este lugar, Osiris, como
Dios de la Verdad, era la esperanza y el consuelo eterno de los que allí estaban. Teosóficamente
hablando, Amentet podía llevar el nombre de Devachan, la morada de los Dioses. Y desde el punto
de vista de la Teúrgia ocuparía esa parcela del Azoth que hemos denominado el Astral Divino. Según
el Libro de los Muertos, existen Siete Grandes Vestíbulos y veintiún postes que dan entrada a esta
región celestial; en cada uno de estos veintiún postes hay dos guardianes sagrados. En otra parte de
este libro se explica con cierto detalle cuáles son los nombres de los heraldos y de los guardianes de
las puertas y también las fórmulas prácticas de magia con las que se les puede vencer y hacer la
entrada en la Isla de la Verdad. El pensamiento de los Magos egipcios era bastante preciso; así que
imaginaron correspondencias entre las distintas divisiones de Egipto y los reinos metafísicos de Tuat
y Amentet. Cada uno de los estratos o las regiones del Mundo Astral, tanto groseras como divinas,
estaba diseñado con una precisión que ni siquiera hoy en día se ha podido igualar.

Existe otra comparación muy significativa a la que se debe prestar atención. Entre los psicoanalistas
oficiales se utiliza el concepto de Inconsciente. Este término implica una corriente dinámica de
pensamiento, memoria y tendencias que fluye por debajo del nivel de nuestra consciencia individual
normal. Sirve de receptáculo para los instintos, los recuerdos étnicos y para los complejos que son el
resultado de un conflicto consciente. Como esta colección de instintos y de impulsos automáticos
tiene origen evolutivo, muy anterior a la formación y al desarrollo del intelecto en el hombre, es muy
poderosa. Se supone que los pueblos primitivos han elaborado sus mitos y leyendas a partir de este
estrato de hábitos y de consciencia étnica heredada. Los mitos y leyendas no son solamente un
registro de historias prehistóricas, sino la expresión dinámica de lo que los psicólogos denominarían
inconsciente colectivo, ya que son en esencia idénticos para todos los pueblos y razas primitivas, sin
tomar en consideración las relaciones sociales ni las comunicaciones. Como lo que los analistas
llaman Inconsciente es prácticamente un sinónimo de lo que los cabalistas denominan el Nephesch y
como este último está basado en la Luz Astral de la misma manera que el cuerpo físico está basado y
formado de materia, entonces tenemos que existe una correspondencia clara entre la Luz Astral y el
concepto de Inconsciente Colectivo. Y de la misma manera que el Inconsciente, en algunos
individuos, es algo subterráneo y volcánico que tiende a hacer pedazos la integridad y la unidad de la
consciencia, la tradición mágica tiene la misma función por lo que se refiere al aspecto más inferior
de la Luz Astral, el almacén de los recuerdos étnicos, los deseos predatorios, los instintos y todos los
impulsos animales, al que gran parte de la humanidad le debe sus problemas, dolencias y conflictos.

Sobre esta parte del Nephesch o del Inconsciente los Magos, afirma Levi, deben asentar firmemente
sus pies; deben conquistarla, controlarla y mantenerla en su lugar. Al mismo tiempo, sin embargo, el
denominado Inconsciente, con toda su riqueza de materia animada, su fertilidad en ideas y
sugerencias, puede ser para algunas personas la fuente de la inspiración artística y poética. Este
aspecto del Inconsciente, el aspecto más elevado o divino de la Luz Astral (el Neschamah en el
hombre) es el que el Mago tiende a cultivar y ampliar, ya que su desarrollo y facilidad de expresión
proviene de su integridad individual y de la capacidad de superarse a sí mismo.

Es en el seno de esta Luz Astral, que individualmente llevamos con nosotros siempre y a todos
lugares, donde vivimos, nos movemos y tenemos nuestra existencia. Cualquier pensamiento que
tengamos deja una impresión indeleble en la impresionable sustancia de ese plano; de hecho, según
la tradición, se funde con una de las criaturas de ese plano y entonces se escapa de nuestro control
inmediato y se sumerge en ese océano pulsante de vitalidad y de sentimientos para influir en otras
mentes. Todas las cosas vivas respiran e inhalan libremente esta Luz y no es exclusiva ni privada
para nadie. En realidad, vivimos en ella, lo mismo que un pez vive en el agua, rodeados por todos los
lados y en todas direcciones. Y, como un pez, continuamente respiramos en ella por nuestras
branquias astrales, tomamos energía de ella y le añadimos una variedad de impresiones a cada
momento que pasa. Y este agente mágico no es sólo la Imaginación de la Naturaleza, sino que
también hace el papel de la Memoria de la Naturaleza, ya que en cada acto que llevamos a cabo, cada
pensamiento que entra en nuestro cerebro, cada emoción que abandona nuestro corazón queda
registrado en la materia astral y se queda allí para siempre, como en un archivo eterno, para que lo
puedan ver y leer todos los que tengan capacidad de hacerlo. Sobre esto, Eliphas Levi ha comentado
que “El libro de la Consciencia que, según la doctrina cristiana, se abrirá el Último Día, no es otra
cosa que la Luz Astral en la que se conservan las impresiones de todos los Logos, todas las acciones
y todas las formas. No hay actos solitarios y tampoco hay actos secretos. Todo lo que deseamos
auténticamente, es decir, todo lo que confirmamos por medio de nuestras acciones, está escrito en la
Luz Astral”.

Aunque algunos puedan pensar que para el Teúrgo pocas cosas pueden haber más interesantes e
iluminadoras que examinar los recuerdos de esa Luz, en realidad el Teúrgo no hace eso, ya que no
tiene ningún interés ni utilidad práctica para él como su único objetivo es conseguir el conocimiento
de sí mismo y llegar a la unión divina, sería una pérdida de valioso tiempo ocuparse en la
transcripción de este archivo. Aunque es necesario que el Mago investigue la naturaleza de esta Luz
en su Cuerpo de Luz y que se familiarice con los distintos aspectos de consciencia que ese plano
presenta continuamente, por lo que se refiere a su trabajo, solamente busca ascender a los reinos
espirituales más intensos. El interés que siente por el Plano Astral es debido a que, como es un plano
dinámico y magnético, sirve mejor que cualquier otro para enfocar las fuerzas y las inteligencias con
las que se quiere poner en contacto. Y, en segundo lugar, porque en esa Luz o en ese estrato superior
se puede percibir a sí mismo según su reflejo, es decir, como le ven los otros, y de esta manera,
puede adquirir datos fiables que le servirán de gran ayuda para conocerse a sí mismo.

Al separar al dios del diablo, al éter solar y divino del éter lunar y maléfico tiene lugar,
automáticamente, una división en esta luz. En este plano, los pensamientos impuros de los hombres
parecen extenderse durante un período de tiempo más largo que los buenos, porque estos últimos
ascienden aparentemente a los estratos más elevados, a las regiones de la Armonía y a los sectores
más altos del Mundo Formativo. El resultado es que la Luz Astral, cuyo espacio lunar está poblado
por los toscos y maliciosos elementos del Ser, se va contaminando gradualmente y su inmundicia se
cierne sobre la humanidad como un velo tóxico y mortífero. En los libros de la Cábala, los elementos
que constituyen este paño venenoso se comparan con el Qliphos o conchas de desecho de los grados
de existencia más inferiores. Son cortezas repugnantes, los “demonios con cara de perro” de los
oráculos caldeos “en los que no hay ni rastros de virtud y nunca le muestran a los mortales ningún
signo de verdad”. Este aspecto de la Luz Astral es para todos los hombres la serpiente seductora y
demoníaca del Génesis; este aspecto ciego es el que deben trascender los Teúrgos, ya que entorpece
la realización del Gran Trabajo.
Si este proceso de llenar el Plano Astral con Qliphos continuara indefinidamente sin que hubiera
ningún medio adecuado de detenerlo y efectuar una purificación, se tendría como consecuencia el
total envenenamiento de la raza humana debido a sus viles emanaciones.

A pesar de todos los esfuerzos del pequeño grupo de Místicos y Teúrgos de todos los tiempos, que
transmutaron por medio de su propia vida y de sus logros espirituales los elementos base en cosas
buenas y graciosas, sin embargo el diablo sigue estando mal equilibrado, por decirlo de alguna
manera. Entonces, la excesiva fuerza maléfica se precipita de acuerdo con las leyes naturales y
físicas. Y estas precipitaciones de impureza astral tienen lugar en forma de desastrosas convulsiones
de la Naturaleza. Algunas de sus manifestaciones son: terremotos, incendios, inundaciones, crímenes
y enfermedades. Eliphas Levi, en sus profundos escritos a favor de esta opinión, afirma su
convicción de que la Luz Astral es “la fuerza misteriosa cuyo equilibrio implica la vida social, el
progreso y la civilización; al perturbarla se produce la anarquía, la revolución, y la barbarie y, a partir
de ese caos, después de cierto tiempo, evoluciona hacia un nuevo equilibrio, el cosmos de un nuevo
orden, cuando otra paloma vuelve sobre las aguas ennegrecidas y tumultuosas. Ésta es la fuerza que
trastorna al mundo, que modifica las estaciones; por medio de ella, la noche de desgobierno y
sufrimientos se puede transfigurar en el día de Cristo ... en la era de una nueva civilización, cuando
las estrellas de la mañana canten juntas y todos los hijos de Dios profieran un grito alborozado”.

Es decir que la Luz Astral es, al mismo tiempo, un nimbo de la suprema santidad y una vil serpiente
de destrucción; la concepción más elevada del reino celestial y un infierno de depravación. Las
catástrofes universales se producen por medio de los canales de la Luz Astral y si la anarquía y las
calamidades son el resultado de su desequilibrio y perturbación, entonces se deduce que, por estos
medios, también se puede instituir en la tierra un nuevo y mejor orden de equilibrio y armonía y que
se puede conseguir incluso en nuestro tiempo. Así que el resultado de nuestro paso actual por en
medio del caos y de la confusión puede ser una civilización más graciosa. Ésta es la clave.

Algunos han acusado a los Teúrgos de ser egoístas en el sentido de que se afanan, en primer lugar,
para conseguir su propia salvación. En realidad, están comprometidos con una alta misión,
transfigurar este mundo de desgobierno en un brillante eón; ser el heraldo silencioso e invisible de un
mundo nuevo y mejor. Superficialmente, puede parecer que lo que intentan es conseguir cierto grado
de consciencia espiritual para ellos solos y que no les importa nada el bienestar de la humanidad.
Pero sus intentos para llegar a la divinidad afectan el avance de la marcha normal de la humanidad.
Un sabio dijo: “Si yo fuera elevado, elevaría a toda la humanidad conmigo”. Lo mismo sucede con
los Teúrgos. Proclo ha observado que, por medio de sus invocaciones mágicas y de la unión
espiritual, las esencias divinas buscan una manera de descender al mundo y encarnarse entre las
gentes corrientes. Cuando el Teúrgo ha consumado la unión con el alma Universal y se ha hecho uno
con las grandes Esencias que constituyen el Alma y ha conseguido dirigir la Inteligencia de Adam
Kadmon, el Hombre Celestial, le ha prestado un incomparable servicio a la humanidad con todo el
poder que ha conseguido. Porque la humanidad será supremamente exaltada con el descendimiento
de los Dioses. Y entonces habrá una posibilidad definida de llevar a cabo los cambios necesarios en
la sustancia plástica y en los arquetipos del Mundo Formativo, que se resolverán armónicamente en
el plano físico y ayudarán a elevar las mentes de los hombres y restaurarán la armonía eterna y el
orden de las esferas, fuente de vida y existencias. Pero el poder del Mago es limitado hasta que no
haya instituido la armonía en la esfera de su propia consciencia. Hasta que la belleza y la iluminación
pertenezcan al orden de su vida, hasta que haya equilibrado esa esfera con las Esencias Universales,
los perpetuos centros de Luz y Vida que sostienen el Universo en todas sus ramas, no podrá realizar
este sueño utópico de la humanidad.
CAPITULO CINCO

Por lo que se refiere a la compleja controversia filosófica, que comenzó hace siglos, sobre la
objetividad o subjetividad de los fenómenos, existen algunos problemas muy abstrusos que deben
resolver cada Teúrgo individualmente. Cada uno de estos problemas exige una solución inmediata.
La Cábala deja la cuestión abierta de forma que se pueda hallar la respuesta a la luz de la experiencia
espiritual. No se debe pasar a la ligera sobre este gran problema, aunque no es necesario que afecte a
la práctica mágica el que se prefiera una perspectiva u otra. Hay muchos Teúrgos que han preferido
la honesta opción de considerarse libres de todas las complejidades de la metafísica. Según este
criterio, todas las cosas individuales, los Dioses y todas las fuerzas de la Naturaleza existen
independientemente unas de otras y son externas a la consciencia individual; es decir, que el Teúrgo
no es más que una porción infinitesimal de la majestuosa grandeza de la universalidad. Esta teoría
presupone que las jerarquías espirituales existen de la forma más objetiva que se pueda pensar. En
algún lugar del Universo, en algún plano sutil e invisible, existe una inteligencia denominada, por
ejemplo, Taphthartharath que a su manera es un ser real, como lo puede ser un sastre, y que, como el
sastre, responde bien si se le llama de la forma apropiada. Por lo tanto, Taphthartharath es tan
independiente de la consciencia y de la sensibilidad del Mago como este último es independiente de
una mosca común. Ambos existen objetivamente, cada uno en su propio plano y a su manera. Este
comentario se puede aplicar a los distintos planos sutiles de la Naturaleza con los que el Mago se
pone en contacto. Aunque son invisibles y están compuestos de una sustancia muy sutil, son sin
embargo objetivos para la mente del Mago. Es decir, que el progreso en Teúrgia implica una unión
efectiva entre la consciencia inferior del Mago y la gran consciencia del Dios. La primera se asimila
al tejido y la naturaleza del Otro.

Uno de los postulados fundamentales de la Magia es que el Hombre es una imagen exacta, en
miniatura, del universo, considerando a ambos objetivamente; y que lo que el hombre percibe que
existe en su entorno está de algún modo representado en su interior. Blavatsky –y, de hecho, todos
los filósofos ocultistas incluidos Steiner y Heindl- proporcionó una explicación de esta idea: Que el
hombre fue formado por distintas jerarquías creadoras; y que cada una de ellas no sólo contribuyó
con alguna parte de sí misma al ser en proceso de formación, sino que descendieron y se encarnaron
ellas mismas en la naturaleza humana. Existen asimismo evidencias en el Libro de los Muertos que
demuestran que, entre los egipcios, no había ninguna parte del hombre que no estuviera relacionada
con las Esencias Universales; de hecho, cada miembro, cada parte de su naturaleza era el miembro de
un Dios. Según esta teoría, los Dioses y las Esencias Universales se pueden conocer en el interior del
hombre. Esto nos lleva a una interpretación según la cual, para la práctica del arte de la Teúrgia, no
se necesita invocar a entes extraños, como sucede con la teoría objetiva, sino que simplemente hay
que desarrollar las facultades inherentes al propio hombre. Desde este punto de vista, la experiencia
mística no hace ninguna referencia primaria a ningún sujeto externo. Para decirlo de una forma un
poco más precisa, el cambio espiritual de la unión es fundamentalmente un reajuste de los elementos
psíquicos entre sí y permite que toda la máquina funcione armónicamente. No es necesario introducir
por medio de los canales del ritual mágico nuevas ideas ni Dioses. Y se descartan las ideas
decadentes que han atascado el proceso vital con consecuencias desastrosas. La organización
psíquica o el alma nunca ha estado en armonía consigo misma y por medio de la maquinaria de la
Magia gira realmente alrededor de su propio eje y, al hacerlo, se encuentra en su auténtica órbita en
el sistema cósmico.

Al hacerse una consigo misma, al realizar este ajuste dinámico, esta reanudación de la integridad de
su conciencia, se convierte en una con el universo o con alguna parte del universo. El proceso es
análogo al que tiene lugar en el plano físico cuando una persona, por ejemplo, se disloca una
muñeca.
El pobre hombre con la muñeca dislocada no sólo ha dejado de estar en armonía consigo mismo, sino
también con el universo. Ni sus esfuerzos ni los de sus amigos le pueden ayudar. Pero entonces
aparece el doctor y, con una ligera presión de sus dedos coloca los huesos de la muñeca en su lugar;
se ha restaurado la armonía del hombre y, por descontado, el universo se ha transformado
extáticamente. Por lo tanto, la “unión con un dios” y el éxtasis consiguiente son el resultado de
armonizar o equilibrar las distintas y conflictivas porciones de la mente utilizando la Magia. No se ha
añadido nada nuevo a la mente ni se ha invadido la esfera de la consciencia para iluminar al hombre
y que sea capaz de percibir, en un hermoso rapto, la belleza de la Naturaleza y la gloria espléndida
que yace en el corazón de todas las cosas. Se estimulan ciertos centros de su mente, hasta entonces
dormidos en el interior de los departamentos de su propio ser, hasta el punto de que se le revelan las
síntesis más elevadas y un mundo mejor.

Como lo que el Mago desea es afectar a su propia consciencia, extender y elevar sus límites, se dará
un breve repaso a los métodos por medio de los cuales conciben los Teúrgos esta consciencia.
Anteriormente consideramos al Árbol de la Vida como el símbolo numérico de la progresión
ordenada del universo a partir de la idealidad; un método de clasificación al que se podían referir
sistemáticamente las jerarquías espirituales; y, en tercer lugar, como el marco de referencia para las
ideas, símbolos y signos que pertenecen al terreno de la Magia práctica. Se puede pensar en los
Sephiros como en las fuerzas cósmicas, como emanaciones cuya principal esfera de funcionamiento
es el macrocosmos. Por analogía y como el hombre es, por definición, el microcosmos, prevalecen en
la economía humana principios semejantes. Las jerarquías de Dioses, al ser cósmicas sus actividades,
están también representadas, de la primera a la última, en algunos de los principios que, en su
totalidad, comprenden lo que nosotros conocemos como el hombre, de la misma manera que ellas
mismas, como la totalidad de las fuerzas cósmicas, están incluidas en la concepción unificadora de El
Hombre Celestial. El poeta celta A. E., en su obra más reciente, La Canción y sus Fuentes, en la que
logra seguir la pista de la fuente de la creación lírica, percibe este concepto con gran belleza. “Creo
que lo que deberíamos encontrar, si nuestra meditación fuera profunda, es que habla de que nuestros
egos parten hacia algún zodíaco celestial. Como si fuera un sueño, el ego se divide dramáticamente
en Esto y Aquello y Tú y Yo; de la misma manera, en la totalidad de nuestra naturaleza están los
seres que los hombres han imaginado, eones, arcángeles, dominios y potencias, los anfitriones de la
oscuridad y los anfitriones de la luz; y que podemos conducir a este ser multitudinario a la unidad y
ser los herederos a toda su sabiduría”.

Desde los seres más grandes del amanecer de los tiempos a los más inferiores y elementales y el eón,
todos los dioses y las fuerzas celestiales están contenidas en el hombre, que es el Templo vivo del
Espíritu Santo, la Corona, el primer Sephirah, que representa el Espíritu que existe por sí mismo,
eterno, supremo, que no nació y que no morirá, y que persistirá a lo largo de todos los tiempos. Los
Zoharistas le llaman el Yechidah, el “Único”, y es por definición un punto de conciencia metafísica y
espiritualmente sensible, indivisible y supremo, de cuyo centro fluye la energía y la fuerza del
hombre. El hombre es un espíritu, un centro de consciencia eterno; todos los otros principios no son
sino variaciones de sus actividades, incluso la cubierta de su propia sustancia. Y la espiritualidad y la
corporeidad no son sino dos facetas de la misma esencia. La Mónada es como un espejo y, aunque es
inmutable en sí mismo, refleja a la vez la armonía de todas las otras Mónadas con las que esta
comunión indivisible en el cuerpo de Adam Kadmon. Sus vehículos directos son Chockmah y Binah,
la Sabiduría y el Entendimiento, los dos polos manifiestos, del instrumento creativo que utiliza. Y,
sin embargo, no son sólo instrumentos, sino los aspectos más elevados de la actividad del ser
espiritual cuya luz santificada es infinita y eterna. En el hombre, estos Sephiros están representados
por dos principios denominados Chiah y Neschamah, la Voluntad y el Alma Espiritual, cuya
naturaleza es la intuición. Al existir en el plano creativo y reflejar las potencias que emanan del Yo
Divino en el Mundo Arquetípico, la Voluntad y el Alma constituyen junto con la Mónada el hombre
inmutable e imperecedero. Y no la Mónada sola, porque como principio es demasiado abstracto y
demasiado espiritual para que lo pueda concebir el hombre; es esta trinidad de Sephiros la que forma
colectivamente una unidad metafísica que es el Dios Íntimo, el Creador en la vida individual, el
artista y el poeta, el Genio cuyas creaciones ideales se proyectan desde su divina esencia hacia la
consciencia de su vehículo inmediato. Esta tríada celestial, la Mónada con sus vehículos, la Voluntad
y la Intuición, es lo que es realmente un Dios, una inteligencia divina sobre la tierra para obtener la
experiencia y la autoconsciencia. Cuanto más profundamente se ponga uno en comunión con este
ente y cuanto más firmemente se atrinchere la consciencia personal en su consciencia, más tierna y
extensa más completamente comprenderá y llevará a cabo el sacramento de la encarnación y logrará
todo el esplendor de ese milagro eterno: La Humanidad. Vivimos, nos movemos y desarrollamos
nuestro ser en el creador del universo individual. Pero los caminos del hombre son tan equivocados,
nos hemos apartado tanto de las esencias que pocos de nosotros nos damos cuenta conscientemente
de nuestra deidad, de que nosotros, lo mismo que Cristo, Buda o Krisna somos hijos de Dios, Dioses
en verdad.

Chiah es la Voluntad, el primer vehículo creativo de la Mónada y su actividad es la sabiduría y el


discernimiento, lo mismo que esa fuerza misteriosa de creatividad que Blavatsky denomina
Icchashakti. También es el aspecto activo de Buddhi Teosófico, normalmente la arquilla de la
Mónada, que se pone en contacto peculiarmente con la esplendorosa serpiente enrollada, el
Kundalini, simbolizado por el Uraeus que muchas deidades egipcias llevan en la frente y en el
tocado. Como el Chiah es la potencia creadora, energética y activa, en la magia práctica el
instrumento ceremonial de la creación es la Vara; por lo tanto, la Vara es el auténtico símbolo de la
Voluntad Espiritual, única, recta, que se eleva hacia los cielos, una poderosa e irresistible potencia de
creación.

El Neschamah está en oposición al Chiah en el Árbol, por lo que es femenino y pasivo y representa
la auténtica visión espiritual de la Intuición o la Imaginación. Como el Cáliz sobre el altar, siempre
está abierto para recibir los dictados y las órdenes que vienen de arriba. A él se refiere la imaginación
espiritualizada denominada Kriyasakti que, junto con la voluntad, es el poder por excelencia que se
utiliza en Magia. Estos tres principios, como el Sephiros Supremo, existen más allá del Abismo y se
reflejan hacia abajo en el universo fenomenológico de la consciencia humana, donde dominan el
alma humana junto con la voluntad más inferior, la memoria y la imaginación. Pero mientras estas
últimas existen por debajo del Abismo, sus nóumenas existen por encima del Abismo sin las
limitaciones y las restricciones que por lo general les imponen la mente y las condiciones humanas.
Cuanto más se abre uno a la Voluntad divina y a la Imaginación Divina del Dios interior, mayor es la
manifestación de la propia deidad, un oráculo de lo más elevado, un vehículo impoluto del fuego
espiritual más puro. Lo mismo que un poeta o un músico actúan así y no de otra manera cuando la
inspiración apocalíptica se vierte sobre ellos desde la fuente divina, hecho que, en muchos casos,
apenas se reconoce o entiende o alienta, en el hombre existe un Místico mejor y un Mago más grande
que abdica en devoto sacrificio su voluntad y su ego humanos para que la Voluntad de su Padre en
los cielos se cumpla sobre la tierra.

Igual que el Sephiros Supremo y las Esencias Cósmicas se proyectan en formas más densas y en
materia menos sutil, así hace el Sephiros humano obedeciendo a la ley del macrocosmos. Por debajo
del Abismo, los cinco Sephiros siguientes reciben el nombre de Alma Humana o Ruach, principio
compuesto por la Razón, la Voluntad, la Imaginación, la Memoria y la Emoción centrada en el
Sephirah de la Armonía. Este Ruach es el vehículo creado del Yo Real, un mecanismo, por decirlo de
alguna manera, creado en los largos eones de evolución, trabajos y sufrimientos y que sirve para
ponerse en contacto con el mundo exterior de manera que, a través de la experiencia así adquirida, el
Yo pueda llegar al conocimiento autoconsciente de sus poderes divinos y elevada naturaleza. Es en el
Ruach donde se centra la autoconsciencia; aunque existe la anomalía psicológica de que este
mecanismo de percepción, evolucionando únicamente como instrumento, usurpa el poder de lo que
le hizo nacer y se coloca a sí mismo en un pedestal como si fuera el Ego, como si tuviera poder real,
voluntad, intuición y la capacidad de resolver los problemas de la vida.
El Ruach que se llama a sí mismo “Yo”, que cambia de un momento a otro con el paso del tiempo,
que se trastorna por el flujo y las oleadas de los pensamientos mudables y de las emociones
convulsivas, es justo la única cosa que no es “Yo”. Es simplemente un vehículo, pero ha asumido –lo
mismo que un mono que imita los gestos de su amo- las prerrogativas de una existencia
independiente divorciándose de su señor divino, la energía que le da vida y sustento. En Magia, es
este ego empírico, este yo más inferior, el que hay que ofrecer en sacrificio al Santo Ángel de la
Guarda. Como el concepto de sacrificio implica que aquello a lo que se renuncia debe ser lo mejor y
lo más grande, entonces el mayor sacrificio que un Mago puede poner sobre el altar, ofreciendo lo
más alto, es un Ruach bien desarrollado, especializado en todos los procesos de lógica y de
pensamiento, que posea conocimiento y observación y que sea lo más perfecto posible en las cosas
de su propio reino. “El que pierda su vida, la encontrará”.

Por lo general, debido a la naturaleza ilusoria de la mente en la que se enfoca el centro de


consciencia y debido también a su propia predilección por las cosas frías e ilusorias, nuestra visión
del Yo Más Elevado queda oscurecida y evita que nos pongamos en contacto con esa consciencia
real, permanente e inmortal que es, realmente, la nuestra. Por lo tanto, solamente abnegando del falso
ego lograremos la conversación espiritual y el conocimiento del Santo Ángel de la Guarda. Sólo
abdicando de la mente y destruyendo su naturaleza ilusoria y las raíces de ese elemento que le
confiere egoísmo a la simple combinación de percepciones, tendencias y recuerdos, se manifestará el
Dios interior y le darla alma humana la suprema bendición del éxtasis místico. Para que no haya una
mala interpretación de las palabras “destrucción”, “abnegación” y “sacrificio” del ego, tiene que
quedar claro que no se destruye el principio en sí. Es imposible en cualquier caso. Pero el falso valor
del ego, su complacencia, la ilusión que posee de que sólo él es real y permanente y todo lo demás es
creación suya, todo esto es lo que hay que ofrecer a la destrucción. Cuando se arranque de raíz la
suficiencia y el falso egoísmo del Ruach, se convertirá en un instrumento del alma que pocos podrán
mejorar.

El noveno Sephirah es el fundamento del hombre más inferior. Recibe el nombre de Nephesch; este
principio lunar, vegetativo e instintivo sólo tiene que ver con el acto de vivir. Este alma animal es al
mismo tiempo un principio de energía y una sustancia plástica, la totalidad de las corrientes vitales
de la vida y el molde astral invisible en el que se disponen los átomos formando el cuerpo físico. El
cuerpo astral es un principio sustantivo, el doble plástico construido con sustancia astral y que sirve
como base para el diseño del cuerpo físico. Le nutre de Luz Astral, lo que reproduce con precisión
cómo se nutre el cuerpo físico con los productos y las energías de la tierra y se le puede comparar a
lo que denominamos Inconsciente –aunque no posee ni mente ni inteligencia propias- ya que todo
pensamiento que se nos haya ocurrido, toda emoción que hayamos sentido, toda acción que hayamos
llevado a cabo deja en esa sustancia una impresión indeleble o recuerdo, con lo que el cuerpo Astral
conserva el reflejo y el registro automático de la vida pasada. Todas o casi todas las características
que los psicoanalistas le atribuyen al subconsciente se le pueden atribuir igualmente al Nephesch o,
por lo menos, a ese aspecto del Nephesch relacionado con los impulsos y los instintos y que actúa
como un almacén automático de sensaciones y de impresiones; de la misma manera, el término
Inconsciente Colectivo se le puede aplicar a nuestro concepto de la Luz Astral. Todos los instintos
fundamentales del hombre, los impulsos primarios que experimenta, pertenecen al Sephirah de
Yesod, el Fundamento del que fluyen todas las energías vitales.

Todos estos principios existen y funcionan como un organismo vivo en el principio del cuerpo físico,
el Guph, que se le atribuye al décimo y último Sephirah del Reino, la sede de todas las fuerzas y
funciones de todos los planos sutiles de la naturaleza y de cualquier poder espiritual del hombre. En
verdad, y en este sentido, el cuerpo humano es el Templo del Espíritu Santo.

Es del Ruach o del Manas más inferior de lo que deseo tratar con más detalle. Aunque comprende los
cinco Sephiros, del cuatro al ocho inclusive, su centro fundamental está en Tipharas, la esfera de la
armonía y el equilibrio.
Si bien la Voluntad y la Imaginación, en sus aspectos vitales, están situados por encima del Abismo,
en el Sephiros Supremo, en la constitución imperecedera del Hombre Interior, sin embargo en el
Ruach se encuentran los pálidos reflejos de esas dos potencias que tienen un interés particular para
los Teúrgos en la práctica de sus artes. Otro problema que le afecta al Mago es el hecho de que,
inherente al Ruach, está el principio de la autocontradicción que impide su utilización en la búsqueda
de la luz y de la verdad y que es independiente de cualquier auxilio exterior. Siempre he intentado
tratar de este tema de la falta de capacidad del hombre racional para trascender el mundo
fenomenológico; también se puede encontrar en el espléndido tratado de Kant de las Cuatro
Antinomias de la Razón, en Apariencia y Realidad de Bradley y en el excelente resumen que es
Tertium Organum de P.D. Ouspensky.

Usando la razón solamente, el hombre nunca puede llegar a ningún conocimiento auténtico de lo que
es en realidad. Es decir, nunca puede entender tan sólo con la mente que es un ente espiritual y
eterno, una estrella brillante que emite la luz de su propia esencia en el seno del cuerpo de Nuit, la
Reina del Espacio Infinito. Para llegar a conocerse a uno mismo como un Dios y entrar en comunión
con el creador personal, el hombre debe utilizar otros instrumentos y otras facultades. Iamblichus
enuncia la ley bastante claramente en Los Misterios: Que no es por medio del razonamiento
discursivo ni del pensamiento filosófico solamente como se llega al compañerismo de los Dioses.
Hay que despertar los poderes espirituales más elevados por medio de los ritos de la Teúrgia que han
estado vigentes durante largo tiempo. “Porque una concepción de la mente no une a los Teúrgos con
los Dioses; ya que si fuera así, ¿qué impediría que todos aquellos que filosofan teóricamente tuvieran
una unión teúrgica con los Dioses? ... Y, sin embargo, no es el caso. Porque es la perfecta eficacia de
las palabras inefables, que están divinamente trabajadas de una manera que sobrepasa a la
inteligencia, y el poder de los símbolos inexplicables, que sólo conocen los Dioses, lo que imparte la
unión teúrgica. Por lo tanto, no interpretamos estas cosas por medio de la percepción intelectual”.

Hay una observación bastante corriente según la cual un hombre con pequeño poder intelectual está
frecuentemente en contacto con una presencia espiritual; y también que está mucho más abierto a las
intuiciones que su hermano más agraciado intelectualmente. Paracelso asegura que a veces una
simple mujer en su rueca entiende mucho mejor los grandes Misterios que el erudito que los estudia
en profundidad. Y, si la memoria no me juega una mala pasada, recuerdo que en alguna parte de sus
escritos mágicos Levi comenta que a menudo se encuentran auténticos Magos prácticos en el campo,
entre personas sin cultura, y que no son intelectuales ni sofisticados, sino sencillos pastores. No es la
falta de mentalidad o de intelecto lo que convierte a un campesino en superior. Le hace inferior,
naturalmente, ya que es la mente lo que diferencia al hombre de las bestias. Pero cuando esa mente
está corrompida por la complacencia, por el convencimiento de que es suprema, por la sofistería
egotista, lo que sucede a menudo, entonces su carencia se convierte en una virtud por comparación.
Havellock Ellis cita un ejemplo que corrobora lo anterior. Cuenta que durante un largo paseo por el
monte australiano con un tranquilo y poco sofisticado colono, este último le confió de repente que a
veces ascendía a la cima de una colina y perdía contacto consigo mismo y con todo lo demás
mientras se encontraba en contemplación del paisaje que le rodeaba. Estos momentos de éxtasis, de
olvidarse de sí mismo y entrar en comunión con la belleza divina de la Naturaleza eran
perfectamente compatibles, observa Ellis, con las actitudes de un simple trabajador, que no está
cargado con teología, tradición dogmática o la sofisticación de la civilización.

Es cierto que los que no son sofisticados ni intelectuales (no digo inteligentes) comprenden más
fácilmente los Misterios y las intuiciones, porque no existe en ellos ninguna barrera racional que se
oponga a los rayos telésticos del Neschamah. Sin embargo, como el Ruach se ha desarrollado en
virtud de una larga evolución, no se le debe descuidar sino que, por el contrario, lo que se debe hacer
es fomentar su desarrollo en su propio campo y en el plano de aplicación que le ha sido asignado. Y
aquí es donde, en cierto sentido, se introduce algún peligro en la Teúrgia. No es suficiente con que el
Teúrgo esté bien intoxicado y envuelto en el conocimiento y en la conversación con el Santo Ángel
de la Guarda y con las Esencias de los Dioses. No es suficiente.
Porque en él, cuya mente es desordenada, ignorante y carente de disciplina, los Dioses derraman su
vino en vano. Como se ha abdicado de la razón para llegar a una síntesis más elevada y a un tipo de
consciencia más noble, no hay ninguna causa para descuidar la aplicación de esa facultad a los
asuntos que pertenecen a su propio lugar en la naturaleza.

Ésta es la razón por la cual, con el sistema de Pitágoras, se enseñaba gramática, retórica y lógica para
cultivar y mejorar la mente; y matemáticas también, porque los métodos de esa ciencia eran
disciplinarios y ordenados. Asimismo, había que aprender geometría y música y, a partir de estas
disciplinas, se desarrolló un sistema de símbolos. Este esbozo de capacitación intelectual lo puede
seguir el Teúrgo moderno con toda tranquilidad. Cultivar la intuición intelectual es una tarea
esencial; pero, una vez que se ha hecho, queda todavía un paso por dar. Vaughan escribe: “El rey
brujo construye su torre de especulación con las manos de trabajadores humanos hasta que llega al
piso alto; entonces convoca a sus genios para que labren sus almenas inexpugnables y las coronen
con fuego estrellado”. No tiene ninguna utilidad el contemplar las almenas de la torre hasta que la
torre sea algo posible. Y tampoco es muy aconsejable construir el vértice de una pirámide antes de
poner las bases sobre las que se asentará. Pero una vez que las bases están allí y que se ha erigido la
torre de la razón, tanto las almenas como el vértice de la experiencia espiritual son una necesidad
urgente.

Por lo tanto, el objetivo supremo de cualquier ritual mágico es construir el vértice de la pirámide e
instalar las almenas en la torre intelectual; en otras palabras, la comunión con el Yo Más Elevado.
Este paso es el más importante para todos los hombres y ningún otro se le puede comparar en cuanto
a importancia y validez hasta que se ha logrado esta unión única. Proporciona nuevos poderes,
nuevas ampliaciones de la consciencia y una nueva visión de la vida. Lanza un rayo brillante de
iluminación en las hasta entonces fases oscuras de la vida y retira de la mente las nubes que tapan la
gloria de la luz espiritual. Cuando se consigue la Visión y el Perfume uno ve, como Jacob Boehme
percibió, todo el campo de la existencia natural literalmente en llamas con un esplendor
incomparable y divino, de manera que hasta los árboles parecían levantar sus copas hacia el cielo y
las hierbas de los prados cantaban gentilmente una oración de gracias y le ofrecían himnos de gloria
a la Luz Suprema.

En la plenitud del Conocimiento y la Conversación con el Santo Ángel de la Guarda, el Teúrgo es


capaz de prever, con la amplitud de la luz de la razón, cuáles son los siguientes pasos a dar en la gran
búsqueda que no ha terminado con la iluminación del Ángel, sino que acaba de empezar. Todo el
universo es una vasta extensión de jerarquías y el Santo Ángel no es más que un peldaño de la gran
escala que se extiende de abajo arriba hasta el Infinito. El Teúrgo percibe que él es una chispa de la
esencia espiritual de un Dios y que su Ángel es asombrosamente brillante. Y si, como le enseñan los
principios de su arte, el Ángel no es más que una chispa, ¿cómo será el Dios del que nació? Por lo
tanto, su aspiración, siempre bajo la guía de su Ángel, es dirigirse hacia arriba y hacia delante,
promoviendo su visión interior de la Única Vida, hacia Ain Soph, la Fuente Innombrable de todo. La
naturaleza no va a tirones ni a sacudidas. Hay una marcha gradual y el Teúrgo intenta emular esta
tranquila oleada de progreso. La unión con Ain Soph no se puede hacer de repente; el Teúrgo debe
subir lentamente por la escala de la Vida, uniéndose en cada peldaño, en amor y sabiduría, con cada
jerarquía superior hasta que llegue a la Luz Eterna y Sin Límites. Iamblichus concibe el mismo
procedimiento con las siguientes palabras: “Y cuando el alma le ha recibido como su jefe, el daemon
preside el alma inmediatamente, da conclusión a sus vidas y la adhiere al cuerpo cuando desciende.
Él igualmente gobierna al animal corriente del alma, dirige su vida particular y nos imparte los
principios de todos nuestros pensamientos y razonamientos. También ponemos en práctica las cosas
que sugiere a nuestro intelecto y sigue gobernándonos hasta que por medio de la Teúrgia sacerdotal,
conseguimos un Dios. Entonces el daemon o bien se somete o le cede su gobierno a una naturaleza
más excelente o se somete a ella para contribuir en sus tareas de guardiana”.
No es, en realidad, que el Santo Ángel de la Guarda ceda el gobierno del alma humana ante la
presencia de un Dios, sino que el alma, que ya se ha unido con el Ángel y forma con él un ser
completo, se une de la misma manera con el Dios. O puede ser también que el Ángel, que ya se ha
unido a la vida del alma, pase a la vida más amplia y superior del Dios que es para el Ángel lo que el
Ángel había sido anteriormente para el alma. Yendo un poco más allá, Iamblichus añade: “Además,
después de que (la Teúrgia) ha unido el alma a distintas partes del universo y a los poderes divinos
totales que pasan a través de ella, entonces conduce al alma hacia el Demiurgo y la deposita en él y
hace que sea independiente de toda materia y que se una con la razón eterna. Pero lo que yo quiero
decir es que conecta el alma de una forma peculiar con el Dios que se engendra a sí mismo y se
mueve por sí mismo y con todos los poderes intelectuales y embellecedores del Dios y lo mismo con
ese poder suyo que eleva la verdad y con los otros poderes demiúrgico. De esta manera, el alma
teúrgica queda perfectamente establecida en las energías e intelectos demiúrgico de estos poderes.
Entonces inserta el alma en la totalidad del Dios demiúrgico. Y éste era el final, entre los egipcios, de
la elevación sacerdotal del alma a la divinidad”.

Es difícil encontrar una versión mejor o más completa. El propósito de la Teúrgia es tomar a un
hombre y, por decirlo de alguna manera, desnudarle gradualmente de todas sus cosas no esenciales y,
finalmente, penetrar en su Alma. Entonces, esta alma es exaltada y edificada hasta que,
gradualmente, encuentra a su propio Señor Soberano, el Bien Amado. Elevándola cada vez más alto,
aunque todavía humana, con cuerpo, carne y sangre, el hombre se eleva más allá de los cielos y entra
en unión espiritual y compañerismo con los Poderes que son el Universo, las fuentes que le dan vida
y sustento de toda existencia manifiesta. Y, más allá de ellas se remonta y asciende; trasciende
incluso a los Dioses que antecedieron las primeras luces del amanecer dorado; hasta que, en un
incomparable éxtasis de silencio, vuelve a la Gran Fuente de Todo.
CAPITULO SEIS

Uno de los objetivos de la Magia más elevada, como se ha visto, es la unión con lo divino tanto aquí
como en la otra vida; y esta unión no se logrará solamente por medio de la doctrina o de las estériles
especulaciones intelectuales, sino ejercitando facultades y poderes más espirituales en los ritos y en
las ceremonias. Los Teúrgos entienden por “lo divino” un principio eterno, espiritual y dinámico y su
manifestación refractada en Seres cuyas consciencias, individualmente y por separado, tienen un
grado de espiritualidad tan sublime como para merecer el calificativo de Dioses. Ésta es,
evidentemente, la visión objetiva y en este capítulo hablaré de los Dioses solamente desde este punto
de vista, dejando que el lector los interprete de otra manera si así lo desea.

Sin embargo, hay que hacer una advertencia. No se debe pensar que los Teúrgos y los Filósofos
divinos eran politeístas en el sentido corriente de la palabra. Esta conclusión estaría muy lejos de la
verdad. Incluso en el caso de los egipcios, que poseían un panteón bien provisto de jerarquías y de
dioses celestiales y a los que se acusa frecuentemente de ser cruda y primitivamente politeístas. E. A.
Wallis Budge sale en su defensa, porque aunque la gente no educada amaba a una pluralidad de
dioses, “los sacerdotes y las clases educadas, que podían leer y entender los libros adoptaron la idea
de un Dios, el creador de todos los seres del cielo y de la tierra que, a falta de otra palabra mejor, fue
denominado ‘dioses’.”

El punto de vista de la Magia es muy semejante. En primer lugar, solamente existe una Vida
Omnipresente que se extiende por todo el cosmos. Impregna y conmueve cada rincón, cada porción
del espacio y sustenta la vida individual de todos los seres que existen en cualquiera de los mundos
infinitos. Desconocida en sí misma, como es omnipresente e ilimitada en todas las direcciones y
exaltada más allá del alcance intelectual, la mente humana no la puede llegar a entender nunca. Pero
hay que tener claro que de ella salieron todos los dioses, las almas y espíritus humanos y cualquier
cosa concebible que exista. En cierto modo, incomprensible para nuestro entendimiento finito, la
energía pasiva y negativa homogéneamente distribuida por todo el espacio cobró vida; se formó en
centros activos primitivos y después de que transcurrieran eones de tiempo se expandió y
gradualmente evolucionó hasta convertirse en el cosmos. En estos centros, las primeras
manifestaciones, floreció de la homogeneidad latente un grupo heterogéneo de entes divinos o
fuerzas cósmicas Inteligentes que se convirtieron en arquitectos o constructores del Universo. A
partir de sus propias esencias espirituales individuales, nacieron las jerarquías inferiores y éstas, a su
vez, emanaron o crearon de sí mismas otros grupos hasta que apareció el alma humana, el reflejo de
los Dioses benditos. Estas fuerzas inteligentes han recibido diversos nombres: Dioses, Daimos,
Esencias Universales, Dhyan Chohans, Aeones, Teletarchae y muchos otros. Todos implican la
misma idea fundamental de centros de fuerza consciente (aunque no necesariamente autoconsciente,
intelectual), sabiduría e inteligencia que emana o crea, de una u otra forma, a partir de sí misma, el
universo finito manifiesto.

Los Teúrgos egipcios estudiaron con mucho detalle estas fuerzas cósmicas o Dioses, observaron
cuidadosamente sus atributos y lo registraron todo en forma de parábolas, alegorías, mitos y
leyendas. Incluso en las representaciones pictóricas convencionales de sus deidades, cada uno de sus
emblemas tiene un elevado significado, de profundas implicaciones y, a la vez, simple elocuencia por
lo que se refiere a la descripción de las características de Dios. Por ejemplo, la Pluma azul que lleva
en la mano uno de los Dioses o colocada en el tocado implica Veracidad, Firmeza y Rectitud. Un
Cetro intentaba transmitir la idea de que ese Dios tenía la soberanía y la autoridad supremas. Cada
símbolo y sigil que llevaba el Dios en cualquier parte de su persona era una clave de su naturaleza.
Los sacerdotes egipcios hicieron que pasaran a la posteridad los mitos y leyendas relacionados con
los Dioses; no eran simples invenciones de hombres ignorantes aunque imaginativos que no tenían
otra cosa que hacer que inventar historias y tejer ficciones agradables y desagradables sobre las
quimeras de su imaginación. Por el contrario, lejos de ser pueriles, en cada una de esas leyendas y
descripciones pictóricas de los Dioses está oculta una gran riqueza de conocimiento trascendental
para que la descubra quien tenga la capacidad de percibirla. Con un pueblo tan astuto como el
egipcio, un pueblo que creó una fuerte civilización cuyos restos siguen siendo como nobles recuerdos
incluso hoy en día, es difícil de creer que sus mitos no fueran algo más que cuentos interesantes o
fantasías infantiles. No se debe considerar que el Panteón Egipcio, en especial los Dioses asociados
con los cultos Teúrgicos, fuera mítico en ningún sentido ni que fuera el resultado de una fértil
facultad de invención. El hombre primitivo no “creó” a los Dioses, como piensan muchos modernos
estudiantes de religión comparada y que carecen de todo genio religioso. Lo que hizo en realidad,
aunque quizá inconscientemente, fue ponerles nombre (e incluso esos nombres eran significativos) y
asignarles facultades cuasihumanas a esas “potencias” o grandes fuerzas de la Naturaleza que
observaba cuidadosamente y que creía, con bastante razón, que eran símbolos o manifestaciones de
lo divino. Todos los pensamientos y las ideas, todo el conocimiento y las enseñanzas de los egipcios
encontraron su expresión pictórica en alegorías, parábolas y pinturas. Y así los hemos recibido en la
actualidad. Y el despreciar su sistema bien desarrollado de leyendas y mitología como algo infantil o
ridículo indica una inteligencia pueril y superficial. Se puede demostrar que solamente se precisa un
poco de estudio para que se revele una profundidad de intuición como no había existido antes nunca.
Además, las viñetas y los símbolos pintados de los Dioses con los que los egipcios solían decorar sus
papiros no son de ninguna manera ni dibujos infantiles de vagas opiniones intelectuales. Cada Dios
de la mitología egipcia tenía una función precisa y bien definida que llevar a cabo en el cosmos –
creativa, preservadora o destructiva, según el caso- y esa función se había determinado
cuidadosamente por medio de la observación, tanto secular como teúrgica, realizada durante un largo
período de tiempo; las cualidades y naturaleza de los Dioses se expresaban en pinturas. No creo que
los egipcios concibieran que Ra, el Dios Sol, existiera en realidad con la forma artística convencional
con que le pintaban. Ni que consideraran que el sol a medianoche asumiera la forma de un
escarabajo. Lo que de hecho creían es que el símbolo del “scarabeaus” expresaba sutilmente la
naturaleza del Sol después del ocaso. Igualmente, la Vaca era un símbolo de exuberante fertilidad; el
Ibis, símbolo de la Sabiduría y de la Inteligencia suprema. El Halcón, debido a su capacidad de
permanecer serenamente en el firmamento, era un símbolo perfecto del Yo divino que, separado de
todas las cosas de la tierra, mira hacia abajo y las contempla con el ojo de la ecuanimidad. Habría
que estudiarlo todo cuidadosamente y si el lector interesado en el estudio de los Dioses le dedica la
mitad de atención que dedica el hombre medio a la lectura diaria del periódico, conseguirá una gran
cantidad de útiles conocimientos que tienen profunda importancia en Magia.

Los filósofos dejaron constancia de la evolución y del desarrollo del Cosmos, espiritual y físico, en
primer lugar por los cambios geométricos de forma. Todas las cosmogonías esotéricas utilizaban un
círculo, un punto, un triángulo, un cubo y otros. Estos últimos se incorporaron a una forma
geométrica simple que en la Cábala recibe el nombre de “Árbol de la Vida”. A cada desarrollo
cósmico se le asociaba un número y, junto con el significado específico del número o la fase de
evolución particular, estaba la actividad de un Dios o de una jerarquía de Dioses. Así, en la Cábala,
tenemos diez emanaciones primarias. A cada una de ellas se le asigna un número, por lo que a cada
número le corresponde un Dios. Existen diez series de jerarquías o fuerzas cósmicas, espirituales,
dinámicas e inteligentes y el resultado de sus intervenciones es la formación del universo físico. La
tradición de los Teúrgos las clasifica en escala descendente de pureza y espiritualidad, desde los
Dioses hasta los Arcángeles, Inteligencias y Espíritus.

El objetivo de la Magia es conseguir, de una u otra forma, una unión espiritual próxima y permanente
con estas deidades cósmicas que son las realidades subyacentes y las fuerzas de todo sustento y
vitalidad. Por lo tanto, es aconsejable dar una breve descripción de ellas tal y como las entendían los
egipcios. En la tabla de la página siguiente vienen clasificadas según sus jerarquías y la escala
graduada. Por lo que se refiere a la interpretación, el lector debe recordar las afirmaciones de un
capítulo anterior relacionadas con los Saphiros.
Presentaré una breve descripción de cada uno de esos Dioses basada en los textos egiptológicos,
dejándole al lector que las interprete a su voluntad. La naturaleza de los arcángeles, inteligencias y
espíritus mencionados en la tabla quedarán patentes por los atributos de la Deidad predominante.

Por lo que se refiere al desarrollo cósmico que los cabalistas representan como Keser, la Corona, le
corresponde la deidad egipcia de Ptah, que significa El Que Abre. Para los egiptólogos, parece que
ha sido un obstáculo en sus clasificaciones porque esta deidad está asociada con el abrir del día por el
Sol, es raro que no forme parte de los grupos importantes de Dioses del Sol en los textos hieráticos.
En el Libro de los Muertos, sus atributos no tienen la mínima relación con Ra, Khephra ni Tum, los
Dioses asociados con el amanecer, el ocaso y el oscurecimiento del Sol a medianoche. Sin embargo,
con el esbozo de la filosofía mágica no es difícil darse cuenta en qué sentido Ptah recibe el nombre
de “El Que Abre”. Y es porque su aparición inauguró o comenzó un ciclo de manifestación cósmica;
y él es el Logos oculto, la esencia metafísica fundamental a partir de la cual nace todo. Parece que
esta interpretación la confirmarían distintas ilustraciones en las que se le puede ver formando el
huevo del mundo en un torno de alfarero. Budge, en confirmación, señala que la raíz etimológica de
Ptah es un cognado de otra palabra que significa grabar o cincelar. Esta palabra cognado sitúa al dios
de una forma excelente, lo mismo que la palabra “artificiero” que aparece en los textos. Y no es sólo
que Ptah abra un ciclo de evolución, sino que, surgiendo de la oscuridad, es el Gran Arquitecto del
Universo y, junto con Thoth e Isis, es el que hace que nazcan todas las cosas. Se le llamó “el gran
dios que llegó a ser en los tiempos más remotos” y también se le consideró como “el padre de los
comienzos y el creador de los huevos del Sol y de la Luna”.

En la misma categoría que Ptah y en correspondencia con las mismas ideas filosóficas asimiladas a la
Corona, tenemos al Dios Amón o Amen. Era el poder creador invisible que era la fuente de toda vida
en el cielo, en la tierra y en el infierno. A veces se manifestaba en Ra, el Dios Sol. El nombre indica
lo que está oculto o escondido y en las épocas Ptolemaicas estaba asociado con una palabra que
significaba “morar” y también “ser permanente”. En uno de los documentos sacerdotales, se saluda
al Dios en términos tales que nos proporcionan una enérgica descripción de su naturaleza real: “El
alma santa que empezó a existir en el principio ... la primera sustancia divina que fue el origen a las
otras dos sustancias divinas; el ser a través del cual todos los otros dioses tuvieron existencia”.
Existen además muchas otras evidencias que nos hacen pensar que Osiris pertenece a esta misma
categoría. El folleto del Museo Británico sobre el Libro de los Muertos hace una afirmación que se
refiere a una princesa egipcia según la cual ella consideraba a Amón Ra y a Osiris no como dos
Dioses diferentes, sino como dos aspectos distintos del mismo Dios. Ella creía que el poder creativo
“oculto” del que estaba investido Amón no era sino otra forma del mismo poder que simbolizaba
Osiris. Sin embargo, para ser exactos, se debe considerar a Osiris como la encarnación humana del
poder creativo, la asunción en la humanidad del Dios Más Alto. Un Avatara, si así lo desean, del
Espíritu Supremo. Tenemos todo tipo de razón para creer que este criterio sobre Osiris es el correcto.
Porque él también significa el nacimiento renovado y la resurrección espiritual y representa al
Adepto iluminado purificado por el juicio y el sufrimiento. Una persona murió y, después de
descender al Infierno, se levantó milagrosamente de nuevo, glorificado, para reinar eternamente en
los cielos. Como éste es el caso, se puede considerar que es un tipo que pertenece a Tipharas. Existe
sin embargo un aspecto suyo, Asar-Un-Nefer, Osiris hecho Benéfico o Perfecto; y en su forma
deífica, es una representación muy apta de esa fase del Keser que es el aspecto más real y profundo
del yo.

La naturaleza de Thoth o Tahuti y la descripción de las características que le asignaron los egipcios
no dejan posibilidad de que se nos plantee ninguna duda: Se le sitúa en el Chokmah. Él es Sabiduría
y el Dios de la Sabiduría y, como observó Budge, es la personificación de la inteligencia de todo el
grupo de los Dioses. Parece que el nombre, Tahuti, deriva del nombre antiguo del Ibis; éste era un
pájaro cuya postura sugería meditación y, en consecuencia, sabiduría. Existe una descripción
excelente de los atributos de Thoth en la obra de Budge Los Dioses de los Egipcios; tomo una cita de
ella: “En primer lugar, se consideraba que era el corazón y la lengua de Ra, es decir, que era la razón
y los poderes mentales del Dios y también el medio por el cual su voluntad se traducía en discurso;
en cierta medida, él mismo era discurso y en tiempos posteriores bien podía haber representado,
como dijo el doctor Birch, el Logos de Platón. En todas las leyendas en las que la intervención de
Thoth es importante, podemos ver que es él quien pronuncia la palabra cuyo resultado es que se
cumplan los deseos de Ra y es evidente que cuando ha pronunciado una orden, esta orden no puede
dejar de cumplirse, por los medios que sean. Él pronunció las palabras que produjeron la creación de
los cielos y de la tierra ... Sus conocimientos y poderes de cálculo distribuyeron las medidas de los
cielos y planificaron la tierra y todas las cosas que existen en ellos; su voluntad y poder mantuvieron
en equilibrio las fuerzas del cielo y de la tierra; su habilidad con las matemáticas celestiales hizo que
se utilizaran adecuadamente las leyes sobre las que descansa el mantenimiento del universo; fue él
quien dirigió los movimientos de los cuerpos celestiales, de las temporadas y de las estaciones”. Él
fue, en fin, la personificación de la mente de Dios o el Logos y, como potencia del cielo que todo lo
impregna, dirige y gobierna, es una de las características de la religión egipcia “que es tan sublime
como la creencia en la resurrección de la muerte en un cuerpo espiritual y como la doctrina de la vida
perpetua”.

Palas Atenea es la Diosa griega de la Sabiduría y, según la fábula, nació perfectamente armada del
cerebro de su poderoso Padre, Zeus, Urano, el Dios de los cielos estrellados, se puede poner en la
misma categoría que Thoth y Atenea. Debemos mencionar que, tradicionalmente, al Chokmah se le
denomina la Esfera de las Estrellas Fijas.

Isis, que corresponde a Binah, se consideraba como madre del universo, el primer descendiente de
los tiempos, soberana del cielo, el mar y todas las cosas de la tierra; y era la Madre Suprema a la que
todo el mundo antiguo adoraba bajo nombres distintos. Como Reina de los Cielos, como la
compasiva y omnipotente señora de ambos mundos, tuvo una gran multitud de devotos y fieles
sinceros. Para resumir brevemente lo que dice Budge sobre ella, podemos decir que se la consideraba
como la gran Madre benefactora cuya influencia y amor impregnaban el cielo, la tierra y la morada
de los muertos; y que era la personificación de ese gran poder pasivo y reproductor que concebía sin
mácula y que producía todas las cosas y criaturas vivas.
Ella protegía, cuidaba y alimentaba todo lo que creaba. Empleaba su vida en utilizar sus poderes
graciosamente y con éxito, no sólo creando cosas nuevas sino también restaurando las muertas.
Además de todo esto, era el tipo más elevado de esposa y madre fiel y amorosa. Por esto es por lo
que más la honraban y adoraban los egipcios. Según una leyenda, ahora familiar, Osiris, su esposo,
fue asesinado por su astuto hermano Typhon o Set (símbolo del aspecto destructor de la Naturaleza)
y su cuerpo introducido en una caja y arrojado al Nilo, llegó al mar. Isis, después de una larga
búsqueda, lo encontró y lo escondió en lo que ella consideraba un lugar seguro. Sin embargo,
Typhon lo encontró y, maliciosamente, cortó el cadáver en trozos. Los incidentes de su búsqueda del
cuerpo mutilado y de la concepción y nacimiento de su hijo Horus impresionaban fuertemente la
imaginación de los egipcios. Especialmente cuando la leyenda narra que acudió en busca de ayuda a
Thoth, el Dios de la Sabiduría y de la Magia. Y él, con su consumada habilidad en las Artes
Teúrgicas, le comunicó los procesos y poderosas palabras que le devolvieron temporalmente la vida
a Osiris y le permitieron engendrar en ella al dios-niño Horus.

Además de lo anterior, existe una oscura leyenda relacionada con la ayuda que Isis, paradójicamente,
le prestó a Typhon en la batalla que libró contra Horus. Éste, iracundo por la aparente traición de su
madre, la mató y decapitó. Sin embargo, inmediatamente después, Thoth transformó su cabeza en la
de una vaca y la unió al cuerpo de su madre. De esta manera, la leyenda nos indica la relación entre
Isis, la Madre, y la diosa vaca, Hathor; muchos de los atributos de esta última coinciden
significativamente con los de Isis. El Árbol de la Vida, que bosqueja en forma de diagrama el
proceso de evolución, debería añadir algo para ayudar en la comprensión de la idea que yace bajo
esta leyenda, lo mismo que la leyenda griega sobre Kronos, que también es un atributo de Binah. En
esa leyenda se describe cómo Kronos le arrebató a su padre, Urano, el gobierno del mundo y que a
él, a su vez, se lo arrebató Zeus, su propio hijo. Blavatsky nos proporciona una explicación muy
sugerente de esta parábola en su obra La Doctrina Secreta. Más o menos, implica que Kronos
representa la Duración sin fin, sin principio ni fin, más allá del Tiempo y el Espacio divididos. Estos
Dioses que nacieron para actuar en el espacio y en el tiempo, es decir, para abrirse camino en el
círculo del reino espiritual y llegar al plano terrestre, se dice alegóricamente que se rebelaron contra
Kronos y combatieron contra el entonces único Dios y el más elevado. A su vez, cuando se
representa a Kronos mutilando a su padre, el sentido de esta mutilación es muy simple. Se ha creado
el Tiempo Absoluto para que se convierta en finito; se roba una porción del total y entonces se
demuestra que Kronos, el padre de los Dioses, se ha convertido de la Duración Eterna en un período
de tiempo limitado. Esta misma interpretación se le puede dar a la decapitación de Isis; el resultado,
en este caso, fue su transición de diosa suprema creadora a un plano terrestre inferior.

Maat, la diosa que se atribuía a la esfera de Chesed, en el antiguo Egipto está íntimamente aliada con
Thoth. Tan íntimamente, que se la puede considerar como su réplica femenina. El tipo y símbolo de
esta Diosa es la pluma de avestruz, sencilla o doble, y siempre la lleva en su tocado o en una mano.
La palabra “maat”, que en principio indicaba “lo que estaba derecho”, pasó a utilizarse en un sentido
físico y moral y su significado se convirtió en “correcto, auténtico, recto, justo”. Por lo tanto, esta
diosa encarna las ideas de la ley física y moral, el orden, la verdad y la regularidad cósmica. Se debe
observar que muchos de estos atributos de Maat son muy semejantes a los que los astrólogos asignan
al planeta Júpiter, que corresponde al mismo Sephirah que le corresponde a Maat. Como poder
moral, se le concedió a Maat el ser la más grande de las diosas y llegó a ser la señora en la Sala del
Juicio en el Tuat, o en el infierno, donde se pesaba el corazón en presencia de Osiris. Por lo general,
aparece como una mujer sentada o de pie y lleva en una mano el cetro de la soberanía y en la otra el
Ankh, el símbolo de la vida. Algunas pinturas nos la muestran con un par de alas que nacen cada una
de un brazo; en otras representaciones la pluma de la Verdad aparece sobre su cabeza, erguida y sin
tocado.

El Júpiter romano fue originalmente una deidad elemental y se le consideraba el dios de la lluvia, la
tormenta, el trueno y el relámpago. Era el Señor del cielo, el príncipe de la luz y el dios que podía
prever el futuro; y los sucesos que preveía eran el resultado de su voluntad.
Zeus es el equivalente griego y los dos se asocian con Chesed.

La traducción del quinto Sephirah Gevurah como “Fuerza”, junto con su correspondencia astrológica
con Marte, resume las características de Horus. Es el Dios egipcio de la Fuerza y tiene muchas
formas; las más importantes son dos: Hoor-para-Kraat y Heru-Khuti. El primero de ellos, como el
griego Harpocrates, se representa con un mechón de cabellos, el símbolo de la radiante juventud, en
la parte derecha de su cabeza; a veces lleva sobre la cabeza, a modo de tocado, la triple corona con
plumas y discos y, en otras ocasiones, sólo con el disco de plumas. En la mayor parte de los casos
tiene el dedo índice alzado hasta los labios, el signo del silencio. Como Heru-Khutti, “el Horus de los
dos horizontes”, se le suele representar con forma de halcón y lleva el disco solar rodeado por una
serpiente Uraeus o bien con la corona triple o ateph. Está muy relacionado con el Dios-Sol y
representaba el disco solar en su periplo diario a través de los cielos, desde el amanecer a la puesta de
sol. Pero es como Horus, descendiente de Isis y de Osiris, como se relaciona con Gevurah, en su
aspecto de vengador del asesinato y violación de su padre. Cuando se le representaba como un
halcón podía, desde las alturas del cielo, ver a los enemigos de su padre a los que perseguía, según la
leyenda, asumiendo la forma de un gran disco alado. Atacaba a los enemigos con tal ira y vigor que
perdían los sentidos y no podían ni ver con los ojos ni oír con los oídos. Las afirmaciones del folleto
del Museo Británico, relacionadas con Horus, son tan interesantes que se transcriben a continuación:

“Cuando Horus llegó a los años de madurez, partió en busca de Set para hacer la guerra contra el
asesino de su padre. Por fin se encontraron y se enzarzaron en una fiera lucha y aunque Set fue
derrotado, antes de ser lanzado a tierra consiguió sacarle el ojo derecho a Horus y guardárselo.
Incluso después de esta pelea, Set se permitió perseguir a Isis. Horus no lo pudo evitar hasta que
Thoth hizo que Set le diera el ojo derecho de Horus. Thoth le restituyó el ojo a Horus y lo colocó en
su lugar y le devolvió la visión escupiendo sobre él. Horus, entonces, buscó el cuerpo de su padre
para devolverle a la vida y cuando lo encontró desató las vendas para que Osiris pudiera mover sus
miembros y levantarse. Bajo la dirección de Thoth, Horus recibió una serie de fórmulas al mismo
tiempo que le presentaba las ofrendas a Osiris ... Abrazó a Osiris y le transfirió su ka, es decir, su
virilidad y su personalidad vivas, y le dio el ojo que Thoth había rescatado de Set y había devuelto a
su rostro. En cuanto Osiris se hubo comido el ojo de Horus ... recobró el uso de todas sus facultades
mentales, que habían quedado en suspenso debido a la muerte. Inmediatamente, se levantó de su
féretro y se convirtió en el Señor de los Muertos y en el Rey del Infierno”.

Los equivalentes griego y romano son Marte y Ares, respectivamente; se les adoraba como a los
dioses de la guerra y de las batallas y en ellos estaban las ideas esenciales de Gevurah; Resistencia,
fuerza y energía.

De lo que quiero tratar más ampliamente es de Tipharas y de los dioses asociados a él, ya que están
más relacionados que cualquier otro con las aspiraciones de los Magos. Como Tipharas es la esfera
de la Belleza y de la Armonía, al mismo tiempo que “la casa del alma”, los dioses que
tradicionalmente se le asocian simbolizan y representan de forma peculiar al alma glorificada o al
Santo Ángel de la Guarda. Dionisos, Osiris, Mitra y muchos otros son los prototipos de la
inmortalidad, la belleza y el equilibrio. Maurice Maeterlinck ha resumido espléndidamente la
posición filosófica por lo que a esto se refiere. Dice: “Dionisos ... es Osiris, Krishna, Buda; es todas
las encarnaciones divinas; es el dios que desciende hacia o se manifiesta en el hombre; está, temporal
e ilusoriamente, muerto y renace inmortal y real; es la unión temporal con lo divino que no es otra
cosa que el preludio de la unión final, el ciclo sin fin del eterno Devenir”. Por lo tanto, las deidades
típicas de Tipharas representan al alma iluminada y exaltada por medio del sufrimiento,
perfeccionada por medio de las pruebas y que resurge en gloria y triunfo. Se puede suponer que
Osiris representa bastante bien a estas divinidades rejuvenecedoras y existen pruebas de que Osiris
fue para los egipcios el dios-hombre que sufrió y murió y resucitó para convertirse en el Rey del
reino espiritual.
Los egipcios creían que podían heredar la vida eterna, como él lo había hecho, siempre y cuando los
dioses hicieran por ellos lo mismo que por Osiris; esto nos proporciona la base del denominado
Ritual Dramático. Celebraban los rituales con objeto de obligar o convencer a los dioses que habían
hecho posible su resurrección (es decir, a Thoth, el “señor de las divinas palabras, el escriba de los
dioses”; a Isis, que empleó las palabras mágicas que Thoth le enseñó; y a Horus y a los otros dioses
que pusieron en práctica los ritos cuyo resultado fue la resurrección de Osiris) de que actuaran en su
beneficio igual que lo habían hecho en el de Osiris.

El culto a Mitra y Dionisos tiene las mismas raíces. Está relacionado con el triunfo espiritual del
Dios-Hombre y el retorno del Dios-Sol que penetra en la conciencia humana del hombre, como
símbolo del alma perfeccionada, y que al iluminar la mente y salvar a la vida de la oscuridad hace
que el espíritu se torne en luminoso y gozoso. De esta manera, Krishna es un símbolo del Dios-
Hombre ya que en él están equilibrados el espíritu y la materia; y al convertirse en un Avatara, el
cuerpo terreno del espíritu universal, reunió en una personalidad humana las cualidades duales de un
dios, inmortal y extático, y las características típicas de la humanidad.

También el Sol se atribuye a Tipharas. Por lo tanto, Ra –lo mismo que Tum y Khephra, el sol
poniente y el de medianoche- pertenece a esta serie de dioses. Para los egipcios era tan sagrada esta
concepción del Sol que le asignaron a Ra los atributos de la luz divina y de la vida; era la
personificación de lo correcto, la verdad y la bondad y, en consecuencia, el destructor de la
oscuridad, de la noche, de la maldad y del demonio. Sus relaciones con Osiris, que eran en parte dios
y en parte hombre y la causa de la inmortalidad del hombre, fueron al mismo tiempo las de un dios,
un padre y un igual. En Ra se concentraron algunas de las concepciones religiosas más nobles de los
egipcios; el dios solar, al que proporcionaba sustento y vitalidad (tanto en sentido físico como
espiritual) se identificó con Amón, con el poder creador oculto que produjo todo el universo.

La naturaleza de Osiris se pone de manifiesto en las leyendas; enseñó a los hombres los usos del
maíz y el cultivo de las uvas, y en este último aspecto, se le puede identificar claramente con
Dionisos-Baco, el dios griego de la vitalidad, de la abundancia y del éxtasis. Con el tiempo, se
consideró a Osiris como el monarca de los muertos y el que conducía a las almas de la oscuridad de
la tierra al reino deleitoso en el que, según su teología, podían contemplar a la divinidad sin
restricciones. El difunto, si había llevado una buena vida, se identificaba místicamente con Osiris. En
Grecia, Dionisos había representado el poder que conducía las hojas, las flores y las frutas en los
árboles. Las viñas, con sus racimos de uvas y, por consiguiente, el vino que alegra el corazón de los
hombres, era su obra principal pero en absoluto la única. Al ser el dio de los árboles y de las viñas, es
una deidad amable y benévola que ennoblece al hombre y a su vida, le deleita en la paz y en la
abundancia y otorga riqueza y euforia a sus adoradores. De acuerdo con la leyenda, aunque fue
derrotado, lacerado y torturado por sus perseguidores, el dios que lleva un tirso por insignia huye de
sus enemigos y se levanta a una nueva vida y a una renovada actividad. Bajo el nombre de Iacchos,
el hermano o novio de Perséfone, toma parte con ella y con Deméter en los ritos de Eleusis. Puede
ser interesante señalar de pasada que Perséfone es un atributo del Reino, denominada la Virgen en el
Zohar, la Novia del Hijo en Tipharas. Este gracioso y joven Dionisos, la deidad sufriente y
transformada, al mismo tiempo evanescente y eterna, que muere y renace a una nueva vida espiritual,
fue la divinidad principal de los poetas y de los místicos de la secta Órfica; según los Misterios de
esta Secta, cuando el alma y sus bienaventuranzas se libran del cuerpo se convierten en el objeto más
importante.

Mitra, el Dios persa de la Luz, la luz del cuerpo y la luz del alma, es un dios semejante; expresa la
misma idea de equilibrio espiritual y de transformación y sus características son casi idénticas a las
de Dionisos. Simbolizaba el brillante poder del sol que indefectiblemente, día tras día y año tras año,
vence a las fuerzas de la oscuridad y a sus terrores. Mitra, al que se solía rendir culto en una cueva
que originalmente quizá representaba el lugar subterráneo donde el Sol se ocultaba por las noches,
significaba para sus devotos adoradores el abismo de la encarnación al que debe descender el alma.
Y de allí, como el propio dios, se podían elevar purificados por muchas pruebas y sufrimientos hacia
la gloria y la exaltación.

La diosa Hathor, junto con Afrodita y Deméter, se asocia al Sephirah Netsach, la Victoria. En las
primeras épocas, en Egipto, se la consideraba una diosa cósmica y se creía que era, como la vaca-
diosa, la purificación del poder generador de la Naturaleza que estaba perpetuamente concibiendo y
creando y que mantenía todas las cosas. Era “la madre de su padre y la hija de su Hijo”, lo que nos
recuerda la fórmula tradicional del Tetragrammaton. Parece que no existe mucha relación entre ella e
Isis y Nuit, la reina y la personificación del espacio. Ya hemos mencionado la leyenda según la cual
Horus dio muerte a Isis; y Thoth transformó su cabeza en la cabeza de una vaca, la cabeza de Hathor.
Esto sugiere la transformación, por medio de la evolución, de las energías cósmicas generadoras de
Isis desde el Abismo hacia una esfera de manifestación más mundana. Se la representa de varias
maneras, aunque la más común sea la de Vaca. A veces se representa a Hathor como una mujer que
lleva un par de cuernos en la cabeza sobre los que descansa el disco solar. Otras, con una tiara de
buitre en la que se puede ver la serpiente Uraeus coronada por otras cinco Uraei. En la parte de atrás
de su cuello hay, generalmente, un símbolo que significa alegría y placer y lleva en la espalda una
especie de sudadera con un diseño lineal; a veces su cuerpo aparece completamente marcado con
cruces que intentan representar las estrellas. En la última imagen indudablemente representa a Nuit,
de cuyos pechos se dice que fluye la leche de las estrellas. Como Hathor representa no sólo lo que es
verdad, sino también lo que es bueno y todo lo mejor de la mujer en tanto esposa, madre e hija. Era
la diosa patrona de todos los cantantes, danzarines y participantes en los festejos, de las mujeres
hermosas y del amor, de los artistas y de los trabajos artísticos. En esta advocación, se le puede
comparar con Afrodita, la Señora del Amor. Como equivalente de Deméter, representa la fecundidad
aparentemente inextinguible, la continuidad de la generación de plantas y animales sobre la
superficie de la tierra y que vuelven a la tierra.
Se la adoraba sin ninguna duda como la diosa fértil de la vegetación y de la agricultura, en especial
debido a que los antiguos consideraban que el crecimiento y el desarrollo era un acto de amor.

Hermes y Anubis corresponden a Hod, la Gloria. Hermes es un dios intelectual y representa, en un


grado mucho más inferior, las cualidades de Thoth. Pero mientras que este último es una deidad
trascendental y cósmica, Hermes es un dios terrestre del que se afirma inventó la astrología, la
geometría, la medicina y la botánica; que organizó el gobierno y estableció el culto a los dioses; que
inventó las cifras y las letras del alfabeto y las artes de la lectura, la escritura y la oratoria en todas
sus ramas. También conducía las sombras de los difuntos del mundo superior al inferior. Aquí se le
puede asociar con Anubis o Anpu, el dios egipcio de cabeza de chacal, y también se tiene la
combinación griega de estos dos nombres: Hermanubis. La cabeza que era el prototipo y símbolo de
Anubis era el chacal. Esto parece demostrar, según Budge, que en épocas primitivas Anubis era
simplemente el dios chacal que se asociaba con la muerte debido a que no era difícil ver chacales
merodeando por entre las tumbas. Pero también se puede pensar en él como la deidad con cabeza de
perro. El perro es el observador y el guardián Anubis viene representado en el Tuat desempeñando
esta función. Por analogía, representa la razón del hombre, que es la guardiana de la conciencia
humana y la que observa las impresiones y las reacciones del mundo exterior. De acuerdo con la
tradición, Anubis fue el que embalsamó el cuerpo de Osiris y le envolvió con las vendas de lino que
había tejido Isis. Consultando otro pasaje del Libro de los Muertos, queda claro que Anubis fue un
gran dios en el Mundo Subterráneo y parece que su rango e importancia se podían comparar con los
de Osiris. En la escena del Juicio en el Tuat, parece que Anubis el Observador actúa a favor de
Osiris, con quien está íntimamente relacionado; porque es aquel que tiene como misión examinar el
fiel de la Gran Balanza y tener cuidado de que el astil esté perfectamente horizontal.

La diosa Bast o Pasht es la deidad que corresponde a Yesod, el Fundamento, y se suele representar
como una figura de mujer con cabeza de Gato. A veces tiene la cabeza de una leona coronada por
una serpiente y que lleva en la mano derecha un instrumento musical llamado sistrum y en la
izquierda un aegis4 coronado por la cabeza de un gato o una leona. Era una de las personificaciones
de la luna, en particular porque su hijo Khensu era también un dios lunar. Con la cabeza de la leona,
que por lo general va pintada de verde, simboliza la luz del sol; pero con la cabeza de gato, no se
puede dudar de su relación con la luna. Cuando se la asocia con la esfera del Fundamento (que
expresa el aspecto dual de la Luz Astral) no es solamente Bast, sino también Shu. El cambio y la
estabilidad son dos características paradójicas de esta Luz: Bast expresa el aspecto lunar de cambio y
flujo perpetuo y la forma de Shu expresa la idea de la estabilidad y del firme fundamento de las
cosas. A veces se le representa agarrando un escorpión, una serpiente o un cetro con cabeza de
halcón; se le rendía culto como dios del espacio que existe entre la tierra y el cielo. Él fue el que
soportaba el cielo con sus manos, una de ellas situada en el punto por donde sale el sol y la otra en el
punto por donde se pone. Se le ha identificado con el principio vital de las cosas, lo cual está de
acuerdo con la teoría implícita de la Luz Astral que es el vehículo directo de los cinco pranas o
corrientes vitales. Existe un mito muy interesante relacionado con su papel de portador del cielo.
Cuando el gran dios Ra gobernaba a los dioses y a los hombres, la humanidad sobre la tierra empezó
a murmurar palabras de sedición en contra suya, lo que le hizo decidir que debía ser exterminada.
Reunidos varios dioses en asamblea, y por sugerencia de Nuit, le ordenó a Hathor que llevara a cabo
la destrucción de los hombres a lo largo y ancho del mundo. Poco después se sintió fatigado y, como
Nuit había tomado la forma de vaca, Ra se sentó sobre sus lomos. Antes de que pasara mucho
tiempo, la vaca empezó a agitarse y a removerse debido a la elevación por encima de la tierra; y
entonces se le ordenó a Shu sostenerla y llevarla al cielo. Cuando Shu ya se había colocado debajo de
la vaca y esta soportando su cuerpo, empezaron a existir los cielos, arriba, y la tierra, abajo, y las
cuatro patas de la vaca se convirtieron en los cuatro puntales de los cielos en los cuatro puntos
cardinales. Así es como el dios Seb entró en una existencia independiente.

4
El “aegis” era la capa protectora que utilizaba Zeus y a menudo viene representada por una piel de cabra (N. de la T.)
Seb era el dios de la tierra, que formaba su cuerpo. Por eso recibía el nombre de la Mansión de Seb,
lo mismo que el aire, era la Mansión de Shu y los cielos la Mansión de Ra. Se le representa como un
hombre que lleva la Corona Ateph y a veces se añade la figura de un ganso. Seb, que corresponde a
Malkuth, el Reino, representa la fertilidad de la superficie de la tierra y tuvo un papel muy importante
en la mitología del mundo subterráneo, ya que era el que detenía a los difuntos que no eran dignos de
penetrar en el Tuat. Perséfone es la diosa griega de la tierra que le correspondería al egipcio Seb.
Entre los romanos recibía el nombre de Proserpina.

Es muy conocida la historia de su violación por Hades y su encarcelamiento bajo la tierra, así que no
la contaremos aquí. Algunos interpretan que representa la desaparición del cuerpo y el posterior
renacer del alma, mientras que otros ven en Proserpina un simple mito del culto a la vegetación: la
diosa es la semilla de maíz que permanece oculta en el suelo durante parte del año y, cuando vuelve
con su Madre Deméter, es el maíz que nace de la tierra, el alimento de los hombres y de las bestias.

Aunque con esto podemos dar por terminado el examen de los dioses, nunca se repetirá lo suficiente
que este tema tan complejo se debe estudiar teniendo en cuenta sus distintos aspectos y sus
relaciones filosóficas antes de acometer el trabajo práctico de las innovaciones. El Teúrgo, antes de
tener el mínimo éxito en las invocaciones y en establecer firmemente cualquier unión o trato
amistoso con los dioses, debe conocer bien al menos en teoría la naturaleza de los dioses, qué
principios o funciones desempeñan en la economía natural y universal y qué son en realidad. Todas
las leyendas y los mitos de los pueblos antiguos relacionados con los Dioses nos descubren una parte
importante de su verdadera naturaleza; pero para ello debemos hacer unas pequeñas discriminaciones
y entender los fundamentos que son la base de la Cábala. El Teúrgo debe intentar entender todo lo
posible por qué se adoptan formas de animales como máscaras de los dioses y, como puede haber
muchas interpretaciones de esto, debe hacer una síntesis de las que le parecen más probables y más
sensatas. Y, como sugerencias, añadiré que es una buena idea realizar un estudio de las
representaciones pintadas de los dioses. El estudiante interesado no podrá por menos que visitar las
salas egipcias del Británico y de otros museos y familiarizarse con las formas convencionales con
que se representa a los Dioses en el mundo del arte.
SEGUNDA PARTE

"SENTADO EN TU SILLA PUEDES VIAJAR MÁS LEJOS QUE COLÓN Y


DOMINAR MUNDOS SOBRE LOS QUE ÉL HA POSADO SUS OJOS. ¿NO ESTÁS
CANSADO DE SUPERFICIES? VEN CONMIGO Y NOS BAÑAREMOS EN LA FUENTE
DE LA JUVENTUD. TE PUEDO ENSEÑAR EL CAMINO A EL DORADO."

Vela de Visión, A. E.
CAPITULO SIETE

En este punto, ya debe estar claro cuáles son la función y la finalidad de la Magia. Es una ciencia
espiritual. Es un sistema técnico de capacitación cuyo objetivo es divino en lugar de mundano o
terrestre. Si algunos observadores casuales piensan que el Teúrgo solamente se ocupa de cosas
objetivas, esto se debe a que será capaz de conseguir lo que persigue solamente por medio de ellas y
de los nóumenas que simbolizan. El equipo que utiliza el Mago no se reduce a los medios de que se
vale, aunque el profano nunca podrá entender el aspecto invisible de sus trabajos. Todas las cosas,
físicas y mentales, eran necesarias para acometer este trabajo y no es con la finalidad de engañarse a
sí mismo o engañar a sus seguidores la razón por la cual el Mago se rodea de lo que muchos pueden
considerar un “escenario” impresionante en el que se pueden encontrar varitas, cálices, incienso y
perfumes, signos y símbolos extraños, campanas e invocaciones que tienen sonidos bárbaros. Con
respecto a estos símbolos y sigillae, Iamblichus escribió que “ellos (los Teúrgos) imitan la naturaleza
del universo y de la energía creadora de los Dioses; por eso exhiben ciertas imágenes por medio de
símbolos de ideas místicas, ocultas o invisibles; lo mismo que la naturaleza ... expresa razones
invisibles por medio de formas visibles. Por lo tanto, los egipcios (que percibieron que todas las
naturalezas superiores se regocijan con las similitudes que tienen con ellos los seres inferiores y que,
en consecuencia, quieren colmar a estos últimos de bondad) tienen una forma muy apropiada de
teologizar que está adaptada a la doctrina mística encubierta por los símbolos”.

Esto, sin embargo, no consigue dar una respuesta adecuada y satisfactoria a la pregunta corriente de
por qué el Mago va equipado con “puntales” como la túnica, la campana y el círculo, cosas todas
ellas que a las personas corrientes les resultan bastante incomprensibles, un tanto repugnantes y con
un punto de charlatanería. Esta opinión es, por supuesto, completamente incorrecta. En realidad, es
tan errónea y tan injustificable como acusar a un médico de ser un curandero porque tiene en su
laboratorio distintos microscopios de diferente potencia, con sus ruedecitas, tubos y portaobjetos; y
que en su mesa se apilan papeles en los que se pueden ver fórmulas físicas y matemáticas
incomprensibles. No son sino recursos por medio de los cuales el doctor puede llegar a entender a los
gérmenes, los bacilos y otros organismos microscópicos que estudia. De la misma manera, el aparato
mágico es el medio –igualmente incomprensible para el profano- por el cual el Mago es capaz de
entenderse a sí mismo y ponerse en comunicación con partes invisibles de la naturaleza, aunque no
por ello menos reales.

Ya hemos definido la Magia como la ciencia que tiene por objetivo el incremento y el esfuerzo de la
Voluntad y de la Imaginación. Y lo que es más, en la Magia lo que cuenta realmente es el
pensamiento y la voluntad; y la hipótesis mágica es que utilizando los instrumentos de su arte y los
sigillae de que se rodea el Teúrgo en su trabajo ceremonial es como se consigue que se realcen las
facultades creadoras. Eliphas Levi es muy claro en este punto y observa que “las ceremonias, los
ropajes, los perfumes, los caracteres y las cifras son tan necesarios como hemos afirmado para poner
en marcha la imaginación en la educación de la Voluntad; sin embargo, el éxito de las operaciones
mágicas depende de la observancia fiel de todos y cada uno de los ritos”. Y, se podría añadir, de la
presencia y utilización fiel de todos y cada uno de los sigillae adecuados. Hieráticos, sugerentes e
impresionantes, lo importante de estos instrumentos y vestiduras, de estos signos y símbolos, es que
representan una fuerza oculta inherente al hombre o bien una Esencia o principio que es la fuerza que
mueve al Universo. Su propósito fundamental es comunicar pensamientos armoniosos o un espíritu
irresistible en la imaginación que exaltará el Mago en la dirección que marca el carácter de la
ceremonia y la naturaleza individual de los símbolos.

En resumen, el ritual mágico es un proceso mnemotécnico organizado para que produzca como
resultado un estímulo deliberado de la Voluntad y la exaltación de la Imaginación.
Al final se llegará a la purificación de la personalidad y a conseguir un estado espiritual de
conciencia en el que el ego se une con su propio Yo Más Elevado o bien con un Dios.
Constantemente se indica, para cualquier acto, palabra o pensamiento, el objeto de cada ceremonia
específica. Incluso los sigillae son distintos de una ceremonia a otra, lo que nos indica que su
finalidad es única y que su tipo de símbolo sólo se puede aplicar a una especie concreta de símbolo
de la esencia universal. Según creía Iamblichus: “No hay nada que, en el mínimo grado, se pueda
adaptar a los Dioses ante lo cual los Dioses no se hagan presentes inmediatamente y con lo cual no se
reúnan”. Porque en el asalto a la Ciudad Sagrada se movilizan deliberadamente todos los sentidos y
todas las facultades y el alma individual completa del agente debe participar en el acto. Cada una de
las varias fumigaciones, cada uno de los mínimos detalles de la invocación y de la circunambulación
sirve de recordatorio de la finalidad que existe para el Mago, un método tanto de concentración como
de exaltación de sus poderes. Cuando su conciencia se ha visto afectada por un símbolo tras otro,
cuando una emoción tras otra han conseguido estimular la imaginación del Mago, entonces llega el
momento orgiástico supremo. Cada uno de los nervios del cuerpo, cada uno de los canales de fuerza
del cuerpo y de la mente queda tirante en un espasmo arrollador de bienaventuranza, un extático
rebosamiento de la Voluntad y de todo el ser en la dirección predeterminada.

Cualquier impresión, por medio del método cabalístico de asociación de ideas, se convierte en el
punto de partida de una serie de pensamientos relacionados y el resultado es la idea suprema de la
invocación. Cuando, durante una ceremonia, el Teúrgo permanece en el interior de un octógono, los
nombres que hay alrededor del círculo, las ocho velas ardiendo alegremente, el color naranja
predominante, la ascensión del incienso Storax como si fuera una columna de nubes que sale del
incensario, todas estas cosas le sugieren el significado de Mercurio y de Hermes. De acuerdo con el
Misticismo, los sentidos son barreras para la luz del alma; y la influencia seductora y la turbulencia
de los sentidos y de la mente impiden que el alma se manifieste. En la Magia, sin embargo, se
considera que los sentidos son, cuando se controlan, las puertas doradas por las que puede penetrar el
Rey de la Gloria. En el trabajo de invocación deben participar todos los sentidos y todas las
facultades. “El entendimiento se debe formular por medio de signos y resumir por medio de
caracteres o pentacles. La Voluntad debe ser determinada por las palabras y las palabras por actos.
La idea mágica se debe transformar en luz para los ojos, armonía para los oídos, perfume para el
sentido del olfato, sabores para el gusto y formas para el tacto”. Esta cita de Eliphas Levi nos
comunica la forma en que todo el hombre debe participar en los ritos Teúrgicos.

Como ha hemos visto, el ritual egipcio establece que no existe ninguna parte del hombre que no sea
de los Dioses; entonces el utilizar los sentidos y las potencias de la mente siguiendo un ritual bien
ordenado es el método ideal para invocar a los Dioses. Cada una de las partes individuales del
hombre, cada uno de sus sentidos y de sus potencias se debe dirigir a la parte del rito en la que juega
un papel. Normalmente, nuestra preocupación con las diferentes exigencias del cuerpo y de la mente
y de las emociones es lo que nos ciega y no nos permite apreciar la presencia de ese principio
interior, la única realidad de la vida interior. Por lo tanto, uno de los requisitos del ritual es que debe
ocupar o tranquilizar esas porciones particulares del ser para que no interfieran en la unión con el
Daimon. Ésta es la motivación secundaria de las elaboradas formas de Dios, de la vibración de los
nombres divinos, de los gestos y de los signos, de las marcas de los espíritus, de la importancia de los
símbolos geométricos y de los perfumes penetrantes, además de su finalidad evidente de invocar a la
idea deseada para que se manifieste.

Una de las funciones del ritual es ocupar por completo la atención de todos los principios inferiores,
o estimularlos, con lo cual el alma queda libre y puede exaltarse y volar hacia el fuego celestial en el
que se consumirá para renacer en la bienaventuranza y en la espiritualidad. De alguna forma, el
efecto del ritual y de la ceremonia es hacer que los sentidos y los vehículos queden vinculados cada
uno de ellos a su misión específica y que no perturben la concentración más elevada del Mago. Y,
además, separarlos al asignar una misión definida a cada uno de ellos.
Por lo tanto, cuando llega el momento de la exaltación, cuando se ha consumado el matrimonio
místico, el ego queda desnudo, despojado por completo de todas sus envolturas, libre para seguir
cualquier dirección que desee. Al mismo tiempo, se ha realizado la función más importante de la
ceremonia. En el corazón del Agente se produce una especie de intensa intoxicación que es el
preliminar del éxtasis de la Unión con el Dios o con el Ángel.

Desde otro punto de vista, el efecto del ritual y de todo su aparato es crear en la imaginación del
Mago, por medio de los canales de los sentidos, una idea que ha recibido el nombre de Dios o
Espíritu (debido a su suprema realidad, iluminación y poder cuando se la invoca). Ésta es la posición
subjetiva que se anticipó hace algunas páginas. “Todos los espíritus y todas las esencias de las cosas
permanecen ocultas en nosotros y nacen y se manifiestan debido solamente al trabajo, al poder
(voluntad) y a la fantasía (imaginación) del microcosmos”5. En la frase que hemos citado, Barrett
argumenta que se puede suponer razonablemente que los dioses y las jerarquías de espíritus no son
sino facetas, anteriormente desconocidas, de nuestra propia consciencia. Y que cuando el Mago las
evoca o invoca, esto se puede comparar de alguna manera con el estímulo de alguna parte de la
mente o de la imaginación; la consecuencia es el éxtasis, la inspiración y la expansión de la
consciencia. Las observaciones y las experiencias de los Teúrgos realizadas durante un largo período
de tiempo, demuestran que existe una relación natural peculiar entre ciertas palabras, números,
ademanes, perfumes y formas que no son particularmente significativos por sí mismos.

La imaginación es un poderoso agente creador y, cuando se la estimula de distintas maneras, sus


creaciones guardan un cierto parecido con la realidad más elevada. Cualquier idea o pensamiento,
rudimentario o dormidos en la imaginación –o, como prefieren los Teúrgos, un Espíritu- se puede
convocar o crear en la consciencia individual utilizando una combinación de cosas con las que está
en armonía, que expresen fases particulares de su naturaleza. No tiene ninguna importancia si, para
describirlas, debemos utilizar los arcaísmos de los filósofos medievales, el lenguaje de laboratorio
del psicoanálisis o el mundo de fantasía ensoñadora de los poetas. Podemos denominarlo el alivio del
subconsciente, la restauración crepuscular de la memoria de la raza o, si tenemos el valor suficiente,
podemos usar la palabra resonante y pasada de moda “invocación” o inspiración. Las palabras no son
nada, los hechos, todo. Lo mismo que las letras “p.e.r.r.o.” aisladas unas de las otras no tienen
ninguna importancia particular pero que combinadas comunican la idea de un can, las palabras
mágicas, el incienso, los pentacles y el estímulo de la voluntad pueden producir en la imaginación
una idea muy poderosa. De hecho, esta creación ha demostrado ser tan poderosa que puede conferir
inspiración e iluminación y una reacción muy positiva para la mente humana.

Desearía hablar ahora de los distintos accesorios que se utilizan. En los ritos mágicos siempre se han
usado los perfumes y los inciensos y los Taumaturgos de la antigüedad hicieron un estudio especial
de las reacciones físicas y morales a los diversos olores. Su empleo en las ceremonias tiene una
finalidad triple. En algunas operaciones es necesario ocasionalmente proporcionarle un vehículo
material al espíritu que se va a manifestar. Se queman cantidades de los inciensos indicados de forma
que, a partir de las partículas pesadas que forman una densa nube de humo en la atmósfera, el
espíritu evocado pueda construir una base o un cuerpo físico y lo utilizará como vehículo temporal.
Además, los perfumes se le ofrecen al espíritu o al Ángel como una ofrenda o sacrificio de dulce olor
y el tipo de incienso varía según las clases de inteligencia a que se invoque. El benjuí y la madera de
sándalo se usan para los espíritus Venusinos; el macis y el stórax (que se obtiene del ámbar líquido)
para los Mercuriales; el azufre para los Saturnales; el gálbano y la canela para las fuerzas solares; y
así sucesivamente. En tercer lugar, tenemos el efecto intoxicante fundamental de estos penetrantes
inciensos en la consciencia misma y se le asigna uno diferente para acompañar a la invocación de
cada deidad.

5
El Mago, de Francis Barrett.
Existe otra interpretación del uso de los inciensos. A cada una de las letras del alfabeto hebreo se le
ha asignado un gran número de correspondencias, de espíritus, inteligencias, colores, gemas, ideas e
inciensos. Si se toman las letras en nombre del espíritu y se consulta a una autoridad adecuada, se
puede elaborar un compuesto de inciensos que deletreará, por medio del sentido del olfato, el nombre
del espíritu. Solamente a partir de este compuesto específico puede surgir en la imaginación el
espíritu apropiado y se le puede convocar por medio de los ritos adecuados. No debe quedar ninguna
duda sobre la sugestividad esencial de tales perfumes, ya que incluso para los individuos corrientes
algunos inciensos tienen un efecto sugestivo y excitante, como, por ejemplo, el pachulí y el almizcle.
Y, sin embargo, hay otros abrumadoramente fragantes y generosos que son sedantes y
tranquilizantes.

Por lo que se refiere a los sonidos, su poder es mucho menos conocido y trataremos de ellos más
adelante, en relación con los denominados “nombres bárbaros de la evocación”. De momento, es
suficiente con decir que el sonido está relacionado con la ley de la vibración. Si las fuerzas son
poderosas, pueden destruir o construir una nueva forma en el punto hacia el que se dirigen. El
egiptólogo Sir. E. A. Wallis Budge observó que los sacerdotes egipcios le concedían una gran
importancia a las palabras que se pronunciaban en ciertas condiciones. De hecho parece que la
eficacia de las invocaciones teúrgicas depende de la forma y del tono de voz con que se dicen las
palabras. Iamblichus dice que la invocación “es la clave divina que le abre al hombre los asuntos
secretos de los Dioses; les acostumbra a los ríos espléndidos de luz sobrenatural; y en poco tiempo
les prepara para el abrazo inefable y el contacto con los Dioses; y no cesa hasta que nos ha conducido
a la cima de todo”6.

El sacramento para el sentido del Gusto es un problema más arduo. Su fundamento es el mismo que
el de la Eucaristía. Se consagra ceremonialmente una sustancia y se le da el nombre de un principio
espiritual que tenga una afinidad especial por ella. Una galleta de trigo tendría afinidad con Ceres o
con Perséfone; el vino, con Baco y con Dionisos. Algunas sustancias estarían más de acuerdo con las
inteligencias Jupiterianas o Venusinas que otras. El estudio del alfabeto mágico le permitirá al
estudiante estar seguro de cuáles debe usar. La sustancia se carga con la invocación de la divina
presencia así denominada y al ser consumida, por medio de la asimilación de los elementos, el Dios o
la esencia divina invocada se encarna invariablemente en el ser del Mago por medio de la sustancia
consagrada. Esta encarnación es otra de las formas de la Unión de los Teúrgos con el Dios, unión
que, por definición de las autoridades de los pueblos antiguos, es uno de los aspectos más
importantes de la Magia. Si se continúa durante un cierto tiempo realizando esta forma particular de
Unión, favorece la comunión con las Esencias Divinas, ya que los vehículos se hacen más refinados
y más sensibles a la presencia del Dios.

Por lo que se refiere al sentido de la Vista, sería necesario que nos ocupáramos con más profundidad
de los diferentes tipos de símbolos que se usan. Algunos de estos símbolos son, naturalmente,
comunes a todas las ceremonias; mientras que otros sólo se emplean en una ceremonia especial. Por
ejemplo, la lanza es un arma de guerra que se dedica a las invocaciones de Horus y de Marte. En una
ceremonia para convocar a, supongamos, Afrodita o Isis, sería poco amable y contrario a la armonía
de sus naturalezas utilizarla y, en consecuencia, se anularía todo el proceso. Un accesorio como la
rosa, que expresa amor y la declaración de que la Naturaleza es la graciosa hija de Dios, sería el más
adecuado para una ceremonia en la que el Teúrgo quisiera desarrollar las emociones más elevadas.
Pero estaría totalmente fuera de lugar en una invocación a la Dama Maat, la Reina de la Verdad.

El símbolo principal común a todas las operaciones es el Círculo Mágico. Por definición, esta figura
supone un espacio limitado, una frontera que separa lo que está dentro de lo que está fuera. Al
emplear el Círculo, el Mago se asegura de que confina sus trabajos en el interior de estos límites que
se ha impuesto él mismo.

6
Los Misterios, de Iamblichus.
Que se limita para conseguir una finalidad específica y que ya no va a volver a estar en un laberinto
de fantasía y de perpetuos cambios, vagando como un ciego sin objetivos ni aspiraciones. El Círculo
además de ser, como es evidente, el símbolo del infinito representa también la esfera astral del Mago
que, de cierta forma, es la consciencia individual, su universo, fuera del cual nada puede existir. En
este caso, la teoría individualista subjetiva es, una vez más, práctica. El Círculo en el que está
encerrado el Mago representa su cosmos particular. Y la conquista de ese universo, que acabamos de
inaugurar, es parte del proceso para conseguir la autoconsciencia total. Como el cosmos es una
creación del Ego trascendental, el Mago amplía la esfera de acción de su universo conociendo su
estructura y diversidad y, con ello, se acerca a su propia realización. Desde otro punto de vista, se
puede considerar que el Círculo es Ain Soph y que el punto central del mismo es el Yo Mismo; su
función sería extenderse hasta incluir la circunferencia y llegar a ser el Infinito.

Alrededor del Círculo, se inscriben nombres divinos. Muchos de ellos son distintos de una ceremonia
a otra y según el poder innato y la influencia inherentes a estos nombres el Mago está protegido de
los viciosos demonios del exterior: Los pensamientos hostiles de su propio Ego. Al mencionar los
nombres del Guardián de alrededor del Círculo, se plantea la cuestión del proceso de protección en el
interior del círculo astral, el universo de la consciencia, y qué tipo de protección se puede obtener
para la esfera astral y para el Círculo exterior. Para el Mago, no es suficiente con pintar los nombres
divinos en la circunferencia del Círculo, sobre el suelo de su templo. Esto no es otra cosa que una
parte del proceso real, un signo externo y visible de su gracia espiritual interior. El crear un Círculo
astral tan inexpugnable como una fortaleza de acero y del que el Círculo pintado sea un símbolo
auténtico lleva meses y meses de practicar con los “destierros”. La consagración y la invocación,
implícitas en el Ritual del Destierro, se deben realizar con perseverancia, día tras día; entonces una
sustancia sutil y espiritual proveniente de planos más elevados, se infundirá en la esfera astral y la
hará elástica y relampagueante de luz. Esta aura resplandeciente es el Círculo mágico real y el que
está en el suelo del templo no es más que un símbolo suyo.

No sobrarán algunos comentarios sobre el Círculo Mágico ya que ayudarán a explicar la posición
real de la Magia en contra del oprobio arrojado por William Q. Judge –uno de los fundadores de la
Sociedad Teosófica, junto con Madame Blavatsky, en 1875- en sus Notas sobre el Bhagavad Gita.
William Q. Judge abriga la fantasía en esta obra, como muchos otros autores, de que las operaciones
mágicas se dedican exclusivamente a la evocación de elementos. Espero demostrar que esta
suposición es completamente errónea.
Sin embargo, no es inconcebible que Judge le dé esta interpretación para reprimir a los hermanos
más débiles, para mantenerles fuera del peligro y que no estropeen las cosas que están más allá de su
entendimiento. Judge expresa la creencia de que la utilización del Círculo como un elemento
protector para impedir la entrada de los demonios y otros seres astrales implica que se les teme; y
concluye afirmando que el miedo es el resultado de la ignorancia, de que se lamenta. En teoría, estos
comentarios son plausibles y sutiles. La ignorancia produce el miedo, el fracaso y una gran cantidad
de problemas. Sin embargo, en la vida cotidiana, ¿desacreditamos y prohibimos la utilización de
técnicas profilácticas en el campo de la cirugía o de dispositivos de desinfección basándonos en que
su utilización implica el temor a la infección? ¿Hay que abolir y quitar de las calles las aceras porque
son elocuentes recordatorios de nuestro miedo o pánico a los accidentes de automóvil? En realidad,
todo el argumento, enfocado en esta dirección, es un absurdo. Y, en cualquier caso, supone que no se
ha entendido en absoluto ni la naturaleza, ni la finalidad, ni la función del Círculo. Cuando se puede
prever el peligro, venga de donde venga, se dan los pasos que uno cree necesarios para evitarlo y las
ideas de miedo y de ignorancia no tienen nada que ver con el tema. Y por eso el hombre sigue
existiendo sobre la faz de la tierra. Si, por ejemplo, estoy ocupado en una ceremonia en la que el
objetivo es la invocación de mi Santo Ángel de la Guarda, ¿me voy a quedar tan tranquilo ante la
posibilidad de que mi mente, mi alma y la esfera de las operaciones en general se vean invadidas por
una cohorte de entes repugnantes, los habitantes más abyectos del plano astral que, sin ningún tipo de
dudas, se sentirán atraídos por las influencias magnéticas que emanan de mi círculo? Si lo hiciera,
estropearía mi esfuerzo y la operación fracasaría. Y no sólo eso, sino que podía tener otro resultado:
La obsesión de haberme apartado del propósito inicial. La función del Círculo es, simplemente, fijar
un límite espacial en el interior del cual se puede realizar el trabajo mágico sin sufrir molestias y sin
temer la intrusión de fuerzas extrañas y demoníacas. De todas maneras, comenzar la carrera de la
Magia con el corazón lleno de miedo cobarde, es invitar a los problemas. Y ya se tienen bastantes
problemas en la vida como para asumir que uno es un héroe y pedir más.

Para indicar la naturaleza del trabajo suele haber inscrita e el interior del Círculo otra figura
geométrica como, por ejemplo, un cuadrado, un octógono, una cruz tau o un triángulo. Una figura de
cinco puntas nos indica que estamos realizando una operación relacionada con Marte y representa el
imperio de la Voluntad sobre los elementos. Un octógono indica un trabajo ceremonial de naturaleza
mercurial, ya que ocho es el número de Hod, el Sephirah al que se atribuye Mercurio. Elevándose en
el interior de esta figura y como base de todo el trabajo, el símbolo de la Voluntad inferior, se yergue
el altar sobre el que se encuentran todos los instrumentos que se van a utilizar. Es el centro
fundamental del trabajo del Mago, el punto al que vuelve una y otra vez después de la
circunambulación. El altar debe estar construido de tal manera que su forma, tamaño y los materiales
de que está hecho estén de acuerdo con los principios fundamentales de la Cábala, es decir, que sirva
para recordarle al Mago el trabajo que está realizando. Por ejemplo, si se emplea madera de cedro en
la construcción del altar, puede sugerir una asociación con Júpiter, mientras que el roble es un
atributo de Marte. La madera de Laurel o de Acacia, ambas atribuidas a Tipharas, estarían en
armonía con cualquier tipo de trabajo, ya que Tipharas y sus correspondencias simbolizan la armonía
y el equilibrio. Por lo tanto, el altar debe construirse de forma que pueda funcionar como cáliz en el
interior del cual se pueden guardar todos los instrumentos y estén a salvo. Sin embargo, esta regla
tiene una excepción. La lámpara siempre debe estar colgada por encima de la cabeza del Teúrgo y no
se debe guardar nunca en el cajón del altar. Simboliza, en todos los sistemas, la brillante radiación
del Yo Más Elevado, el Santo Ángel de la Guarda, a cuyo conocimiento y Conservación se aspira.
Siempre que la lámpara esté brillando, iluminando el trabajo mágico, esa operación llevará el sello
inmortal de la legitimidad y contará con la aprobación del Espíritu Santo. Además, el aceite que
consume esta lámpara es aceite de oliva, consagrado a Minerva, la diosa de la Sabiduría.

Estas armas, denominadas armas elementales, se disponen sobre el altar de la operación. Son: la
Vara, la Espada o Daga, el Cáliz y el Pentacle y representan las letras del Tetragramaton y los cuatro
elementos a partir de los cuales se ha producido la heterogeneidad del cosmos. La Vara se le asocia
al elemento Fuego.
El Cáliz es Agua, mientras que a la Espada se le señala el Aire; el Pentacle simboliza la inercia de la
Tierra. No existe ningún arma que represente el quinto y supremo elemento, el Espíritu de Akasa.
Porque es invisible y su color es el negro o el índigo.

Existe una serie de correspondencias que han demostrado ser de interés para el Mago. Cada uno de
los Dioses viene caracterizado por un símbolo o arma particular que expresa, más clara y
perfectamente que ningún otro, su naturaleza esencial. Por lo tanto, cuando el Mago blande la Vara,
se puede pensar que toma sobre sí la autoridad y la sabiduría de Tahuti ante la asamblea de los
Dioses cósmicos. Cuando toma el cetro, anuncia su relación con Maat, la Señora de la Verdad y de la
Soberanía; el mayal o azote denota su autoridad y autosacrificio y le relaciona con Osiris.

La Vara es la Voluntad, representa la sabiduría y la presencia espiritual del yo creativo, el Chiah, y


debe ser vertical y fuerte, símbolo de la fuerza divina.

El Cáliz o Taza, pasivo y receptivo, es el símbolo de su Neschamah, la intuición y el entendimiento


siempre abierto y esperando el rocío celestial que desciende diariamente de acuerdo con El Libro del
Esplendor, de las regiones más elevadas para purificar el alma. En el ceremonial, el Cáliz no se usa
mucho y, en estas ocasiones, sólo en las invocaciones más elevadas, para realizar las libaciones. No
tiene ningún papel en las evocaciones.

La Espada es de frío acero, dura y afilada, penetrante como el aire que todo lo invade y en un estado
de perpetuo flujo, de permanente movimiento. Este símbolo va asociado con el Ruach o la mente
que, cuando no ha recibido instrucción, es volátil y está en un estado de perpetuo movimiento, sin
estabilidad ni concentración. Como es un instrumento cortante, usado en el análisis y en la disección,
su función fundamental es ahuyentar y nunca se debe utilizar en trabajos cuya finalidad sea la
invocación de lo más elevado.

Redondo, inerte y hecho de cera, un símbolo muy adecuado de la tierra, plástico y que espera que la
inteligencia lo cultive, tenemos el Pentacle que es como un símbolo del cuerpo, el Templo del
Espíritu Santo, preparado para recibir el influjo del Espíritu Santo por medio de los ritos teúrgicos y
telésticos. Según Levi, un Pentacle es un carácter sintético que resume todo el dogma mágico en una
de sus fases especiales. Por lo tanto, es la expresión real de un pensamiento y acto de la voluntad
completos; es la señal de una mente.

El Triángulo del Arte, donde se conjura al espíritu invocado para que se haga visible, es un símbolo
filosófico de la manifestación perfecto. Representa las primeras manifestaciones cósmicas, es decir,
los tres Sephiros mayores de los Mundos Celestes; el Triángulo es la representación ideal de la
generación, de la manifestación en una existencia tangible y coherente de lo que anteriormente era
pensamiento, invisible y metafísico. De la misma manera que la primera tríada representa la primera
manifestación completa del Círculo o Ain Soph en la Magia, el Triángulo representa la primera
llamada a la luz del día a los poderes de la oscuridad y de la noche. “Existen tres que dan testimonio
sobre la tierra” y esos tres son los vértices del Triángulo, limitados por los tres grandes nombres de
Dios. Desde el Círculo de la Consciencia, que es el universo del Mago, se convoca a una idea
especial y parcial para que se manifieste en el interior del Triángulo.

La túnica que lleva puesta el Teúrgo representa su gloria interna encubierta. El papel que desempeña
es semejante al que desempeña en el Budismo la túnica amarilla que lleva el Bhikkhu y que
simboliza el esplendor dorado de su cuerpo solar interno, hecho de gloria después de despertar a los
poderes más elevados. El color de la túnica varía según el tipo de operación: Rojo para un trabajo
dedicado a Marte, azul para Júpiter y amarillo o dorado para las operaciones solares. El lector puede
elaborar los otros símbolos que se utilizan en Magia.
Por lo que se refiere a la Vara, aunque algunos Magos, entre ellos Abramelin, aconsejan que debe ser
bastante larga, Eliphas Levi comenta que su longitud no debe exceder a la del brazo del que la
maneja y que debe estar hecha de madera de almendro o de avellano. Algunos Magos ponen
símbolos en el ápex de este báculo. De vez en cuando se utiliza una cabeza de Ibis, recuerdo de
Tahuti, el Señor de la Sabiduría y el patrón de la Magia. Uno de los símbolos más hermosos para una
Vara es una trinidad de dientes de oro que representan a la letra hebrea Shin; esta letra significa el
Espíritu Santo de los Dioses. Otro símbolo es el Loto que, cuando corona la Vara, indica la
regeneración y el renacimiento que el Mago intenta conseguir. En este caso, el eje va pintado de dos
colores: la parte inferior de negro y la superior de blanco. Muy semejante, por lo que se refiere a
implicaciones, es la Vara coronada por un Fénix, símbolo asimismo de la regeneración por medio del
fuego. Como la Vara es el símbolo de la Voluntad Creadora, su construcción debe ir acompañada de
un esfuerzo de esa Voluntad y en esta idea está el fundamento de algunos de los mandatos
aparentemente absurdos y mal traídos de los Teúrgos relacionados con la adquisición de armas
mágicas adecuadas. Superficialmente y a primera vista puede parecer que las perturbaciones que
ocasiona tener cuidado de los instrumentos son una exageración y excesivamente infantiles. Pero si
esta opinión se aprueba, entonces se pasa por alto la idea esencial. Si, por ejemplo, seguimos el
consejo de Levi por lo que se refiere a la Vara, entonces el instrumento debe estar hecho a partir de
una rama de almendro o de avellano perfectamente derecha; se debe cortar sin mellarla ni vacilar, de
un solo golpe, del árbol con un cuchillo muy afilado y además antes de que salga el sol y en la
estación en que el árbol esté a punto de florecer. Se la debe someter a un meticuloso proceso de
preparación: limpiarla de ramitas y de hojas, quitar la corteza, arreglar los extremos y desbastar los
nudos, todo esto seguido de otros significativos procesos que se pueden encontrar en la obra Magia
Trascendental. Lo que está por debajo de todos estos procesos es el desarrollo de la Voluntad. Y el
Mago que se ha molestado hasta el punto de levantarse dos o tres veces a medianoche por su Vara y
se ha privado del descanso y del sueño, simplemente por hacerlo, habrá beneficiado
considerablemente a su Voluntad. En un caso así, la Vara se habrá convertido en un símbolo
dinámico de la Voluntad Creadora y éstos son los símbolos e instrumentos que se precisan en Magia.
“El campesino que todas las mañanas se levanta a las dos o a las tres y se va lejos de su casa para
reunir un manojo de las mismas hierbas es capaz de realizar innumerables prodigios simplemente
llevando esas hierbas consigo, porque se convertirán en todo lo que él desee y estarán al servicio de
sus deseos”.7

Para la construcción de las otras armas elementales, se deben seguir procesos semejantes al descrito
en relación con la Vara, ya que estas armas son encarnaciones visibles de la condición del alma y de
la mente del Mago sin dejar de tener el efecto de símbolos taumatúrgicos. Si, por ejemplo, la mente
del Mago no es aguda y analítica y si esta cualidad de la mente no contribuye a la fabricación de la
Espada, ¿cómo pueden los espíritus elementales y los demonios con cara de perro obedecer sus
mandatos y no entrar en el círculo de las invocaciones? De la misma manera, el cáliz, símbolo tanto
de la intuición como de la divina Imaginación, debe estar labrado de tal manera y asistido por tan
altos pensamientos y acciones tan grandes como para encarnar una idea intuitiva, bien llevando en el
exterior un diseño o una palabra de supremo significado, o bien ejemplificando, por la forma de la
copa, una idea divina. Cada lector debe decidir de qué manera llevarán los otros instrumentos el sello
de la facultad o principio espiritual que tienen que representar.

∗ ∗ ∗
Se ha aludido frecuentemente al hecho de que las dos facultades que se utilizan principalmente en
Magia son la Voluntad y la Imaginación. Debemos dedicar unas pocas páginas a esta reflexión y
proporcionar las opiniones de los Teúrgos junto con algunas sugerencias útiles.

7
Magia Trascendental, de Eliphas Levi.
Uno de los poderes más elevados con que contamos, creador más allá de toda descripción o
expresión, es la Imaginación. Según postula Iamblichus, es “superior a toda naturaleza y generación
y, por medio de ella, podemos unirnos a los Dioses, trascender el orden del mundo y participar de la
vida eterna y de la energía de los Dioses supercelestiales. Por lo tanto, por medio de este principio,
somos capaces de liberarnos del destino”. Mucha gente piensa que esta facultad es idéntica a la
fantasía o a soñar con los ojos abiertos y, en consecuencia, le niegan cualquier valor definido y
coherente. Es difícil cometer un error más grave. Como la misma palabra dice, es la facultad para
crear imágenes, un poder de fabricar imágenes que, cuando se desarrolla, tiene una gran importancia
a la hora de asistir al alma en su viaje hacia delante. El filósofo escéptico Hume habla de ella como
una especie de facultad mágica en el alma que es siempre más perfecta en el genio y que es
exactamente lo que podemos llamar el propio genio. Incluso el metafísico Emmanuel Kant, el
inventor de la pesada y a veces inestable maquinaria intelectual del a priori, creía que se debe hablar
del entendimiento simplemente como de la imaginación que ha llegado a la conciencia de sus propias
actividades.

La Magia propone un desarrollo acelerado del alma por medio de una cultura intensiva y en ella la
Imaginación juega un papel muy importante. Por lo tanto, es una parodia y una causa de pesar el
considerar lo poco que se utiliza esta facultad y cuán raramente la gente la pone a funcionar en el
curso de la vida cotidiana. Sin embargo y en realidad, sin ella y sin los abigarrados aspectos del
preguntarse el porqué que confiere a nuestras actividades en sus distintos campos, el pensamiento
quedaría restringido y limitado y no se podría crear nada nuevo ni duradero. Y no es solamente el
poeta, el artista, el músico, el matemático y el inventor los que dan pruebas patentes de su existencia
y entonan cánticos a su grandeza agradecidos de su misteriosa existencia sino que también el
magnate del mundo de los negocios, el organizador y el hombre de estado deben usar esta facultad si
desean obtener el éxito. Los hombres sin imaginación pierden más de la mitad de la riqueza, del
sabor y del colorido de la vida, mientras que aquellos que son lo suficientemente afortunados o
sabios como para utilizarla activamente, alcanzan los placeres más extraordinarios.

El mejor ejemplo de imaginación creativa es un espectáculo que tenemos constantemente ante


nuestros ojos: los juegos de los niños. Unos palos y cuerda, un par de piedras, un poco de barro y un
charco de agua le proporcionan al niño normal y saludable todas las materias primas que necesita
para construir en su mente una armada de acorazados y navíos de guerra además de un magnífico
puerto. La muñeca más fea es, por lo general, para las niñitas, la más bella y la favorita porque de
alguna manera la historia del “patito feo” parece que da un mayor campo de acción a la mente de los
niños. La muñeca bien vestida, con ojos movibles, rubio cabello y mejillas sonrosadas destruye a la
imaginación más activa y vívida. Cuando se observa a los niños jugar, uno se da cuenta de las pocas
cosas que necesitan para elaborar un drama completo o una tragedia. De esta manera, una persona
puede percibir poesía en un repollo o en un cerdo con sus pequeñuelos, mientras que otra percibirá
en las cosas más elevadas sólo sus aspectos inferiores y se reirá de la armonía de las esferas y
ridiculizará los conceptos más sublimes de los filósofos. ¿Por qué ese pintor puede ver en ese triste
vagabundo una figura para realizar un gran cuadro? ¿Cómo podemos explicar el misterio de este
poder creativo individual que, como si saltara sobre nosotros, se convierte en el amo de las imágenes
y de las palabras? Le arrebata a la mente razonadora el control sobre ellas y les confiere significados
simbólicos y más profundos hasta que las imágenes, las ideas y las palabras se arremolinan y se
reorganizan y se convierten en un organismo debido a la acción de una potencia formadora y
trascendental que es superior a toda razón. Esto es tan misterioso como el crecimiento de un
organismo en la naturaleza. Y no es menos maravilloso que cuando una planta empieza a nacer de la
tierra, debido a algún poder oculto, transmuta las esencias y las hace subordinadas suyas.

En siglos anteriores, en la ardua tarea intelectual de determinar las raíces fundamentales de la


existencia, los filósofos solían asegurar que la existencia está basada en la Razón y en el
pensamiento, es decir, siempre y cuando no fueran monistas, porque entonces decían que la única
realidad era la materia.
La opinión mágica, como ya se ha dicho, es que la raíz de las cosas no está ni en la razón ni en el
pensamiento, ya que el pensamiento es simplemente un aspecto del cosmos. Existe una esencia
espiritual innombrable que no es la mente, sino la causa de la mente; no es el espíritu, sino la causa
de que exista el espíritu; no es la materia, sino la causa a la que la materia debe su ser. Y para la
mente filosófica, fue un duro ejercicio explicar el abismo insalvable que existe entre la Razón y el
universo concreto. La posición idealista principal era semejante a la Lógica: la conclusión sigue los
pasos de la premisa; de la misma manera, en el universo el resultado lógico de la Razón Absoluta y
de su desarrollo es la deducción de las categorías racionales de pensamiento.

Sin embargo, en años recientes, un filósofo llamado Fawcett fue agraciado con una ráfaga de genio
supremo y se le ocurrió que el proceso por el cual el universo había evolucionado y se había
convertido en lo que era había sido un proceso creativo imaginativo y que la Imaginación (y no la
Razón Absoluta ni la Voluntad) era la clave para dar con la solución de este problema filosófico tan
intrincado. Define esta imaginación como la sustancia plástica, creativa y psíquica en la que tienen su
ser todas las actividades y facultades humanas. No puedo decir que esté de acuerdo por completo con
las conclusiones de Fawcett ya que mis criterios son los de la Cábala, como ya he explicado
ampliamente. Pero, en parte, esta idea está de acuerdo con la de los Teúrgos. Éstos postularon que la
primera manifestación fue la “Ideación” y que, a causa de sus actividades, se produjo el universo. Sin
embargo, es evidente que esto no implica ni el Pensamiento ni la Razón tal y como nosotros les
conocemos, sino una facultad más abstracta y creativa que, de alguna forma, es la aliada de la
Imaginación. La Razón es a la Imaginación lo que la materia a la forma; lo que el instrumento al
agente, lo que el cuerpo al espíritu que le rige y lo que la sombra a la sustancia reflectante. Esta
potencia del hombre que Blavatsky denomina Kriyasakti, viene definida en La Doctrina Secreta
como el “misterioso poder del pensamiento que le permite producir resultados externos, perceptibles
y fenomenológicos debido a su energía inherente” y, como tal, podría parecer que está íntimamente
relacionada con la Voluntad.

A los rituales y las ceremonias los consideran una simple pérdida de tiempo solamente los que no
saben cómo dirigirlos y los condenan afirmando que no producen ningún efecto real; y realmente
tienen una reacción muy fuerte cuando se reconoce completamente y se entiende el simbolismo de
cada una de las acciones de la ceremonia y la Imaginación se extiende y la Voluntad se concentra en
el objetivo que hay que conseguir. El ego humano completo queda en un estado de excitación
teúrgica; entonces el Yo más elevado o una Esencia Universal desciende sobre el Ego así elevado, el
cual se convierte en un vehículo luminoso de un poder sobrehumano.

Lo que solemos denominar la Imaginación de los hombres corrientes es, según los Teúrgos de todos
los tiempos, la facultad inherente del alma de asimilar las imágenes y los reflejos del Astral divino y
Eliphas Levi adelanta la sugerencia de que por sí misma y con ayuda de la imaginación, el Alma
puede percibir, sin la mediación de los órganos corporales, los objetos que existen en el universo,
sean espirituales o físicos. En otras palabras, la imaginación es la visión del alma ya que percibe
directa e inmediatamente ideas y pensamientos de todo tipo. Por lo tanto, la clarividencia es una
ampliación del poder de la Imaginación.

Admitiendo, como lo hacemos, la afirmación de Levi de que la Voluntad y la Imaginación son


aquellas facultades creativas capaces de convocar a las fuerzas naturales durante las ceremonias
Teúrgicas, al lector se le pueden plantear las siguientes cuestiones: “¿Qué pasa si las facultades que
tengo son sólo corrientes? ¿Y si existe una pobreza de creatividad espiritual? Y si estas facultades no
son particularmente poderosas y capaces de realizar la formulación mágica, ¿se pueden desarrollar y
reforzar?”. La respuesta es, definitivamente, que sí, sin ninguna duda, se puede. Los sabios de la
antigüedad idearon varios ejercicios y, si se practican, una persona más o menos corriente se puede
transformar en alguien creativo e inspirado. Aquél cuyo espíritu está muerto puede volver a formarse
y remodelar sus energías y pasar a poseer una facultad de creación y un genio poderosos.
Hablaré de dos métodos: El que es más importante entre los hindúes y el que practican algunos
cristianos; el método egipcio viene esbozado y explicado unas páginas después y con otro título.
Aunque no tengo una opinión muy elevada del catolicismo, con su jesuitismo luminario, sin
embargo, existe un libro muy recomendable, indispensable e inestimable para el estudiante que fue
escrito por un místico jesuita, San Ignacio de Loyola. En este pequeño volumen se esboza el más
extraordinario sistema de capacitación, en especial por lo que se refiere a la imaginación. Es
extraordinario cuando se sigue aisladamente, separado de todo el dogma y la teología católica.
Evidentemente, es cristiano en intención y los símbolos tienen un encanto sectario para los católicos.
Sin embargo, con un poco de perspicacia, podemos separar fácilmente el núcleo de este método de la
bazofia doctrinal del dogma. Por medio de este método experimental, San Ignacio se convirtió en el
hombre de genio preclaro que fue; un hombre que conquistó la reputación de ser, según el Profesor
William James, uno de los motores más poderosos de la organización humana que han existido sobre
la faz de la tierra.

En este libro, Los Ejercicios Espirituales, Loyola aconseja a sus discípulos que revivan en la esfera
de la imaginación todos los sucesos de la vida pública de su Señor Jesucristo. De acuerdo con este
método, tienen que forzar sus imaginaciones para ver, tocar, oler y degustar aquellas cosas visibles,
refundir aquellos incidentes sucedidos y desvanecidos hace tanto tiempo y que su Señor encarnado
percibió por medio de sus sentidos. San Ignacio desea que la imaginación se exalte hasta el límite. Si
usted está meditando sobre un artículo de fe, él le pedirá que reconstruya claramente la localidad en
que tuvo lugar, como si la tuviera ante sus ojos, que la observe cuidadosa y exactamente, e incluso
que la toque. Si es el infierno, le proporciona rocas ardientes; le hace flotar en una espantosa
oscuridad, tan densa como la brea, y le pone en la lengua azufre líquido. Sus fosas nasales se llenan
de un hedor abominable, como el del infierno mismo, y le muestra los terribles tormentos, lo que
hace que usted escuche gemidos atroces. Puede ordenarle que reconstruya la visión del Calvario, con
el Cristo glorioso y coronado de espinas en la Cruz, logrando la redención de la humanidad y
mirando hacia los cielos con ojos doloridos mientras llama a Su Padre. Puede pedirle que se
represente la sorprendente maravilla de la Resurrección y los milagros realizados hace mucho tiempo
en Palestina. Todo esto es lo que San Ignacio espera que cree en su imaginación por medio del
ejercicio constante.

Franz Hartmann escribió hace algunos años, sobre el mismo tema, que “los ejercicios prescritos por
Loyola están calculados para desarrollar los poderes del alma, especialmente la imaginación y la
voluntad. El discípulo tiene que concentrar su mente en los relatos de la Biblia sobre el nacimiento,
sufrimientos y muerte de Jesús de Nazareth como si fueran hechos históricos reales. Es como si fuera
un espectador mental pero, gradualmente, haciendo funcionar su imaginación, pasa a ser un
participante. Sus sentimientos y emociones se alzan hasta un estadio de vibraciones más elevadas. Se
convierte en el actor de la obra y experimenta las alegrías y sufrimientos de Cristo como si él mismo
fuera Cristo. Esta identificación con el objeto de la imaginación se puede llevar tan lejos que es
posible que aparezcan sobre su propio cuerpo los estigmas y las heridas sangrantes que tenía el
Cristo crucificado”.

Aunque los Teúrgos no tienen que llevar el ejercicio tan lejos como para que se produzcan los
efectos de que habla Hartmann, no cabe ninguna duda de que el método es infalible para estimular la
facultad creativa que es débil. La perseverancia y la aplicación continua le proporcionarán al
estudiante una voluntad indomable, una mente capaz de la concentración más prolongada y, sobre
todo, una imaginación que será la apoteosis de la creatividad. Si no aprueba el sentido religioso que
el Santo le da a estos ejercicios –y si muestra una profunda desaprobación por la teología y el dogma
católicos- entonces el estudiante debe usar su propia imaginación y elaborar los ejercicios más
favorables y apropiados con su carácter personal. Se puede imaginar que está sentado al lado de unas
enormes cataratas, en Niágara por ejemplo, y crear con sus ojos interiores una imagen del río en sus
fuentes, deslizarse murmurando pacíficamente.
Después, puede imaginarse cómo se va aproximando gradualmente al precipicio, los salvajes
torrentes de aguas enloquecidas, arremolinándose aquí y allá en revueltas cascadas de blanca
espuma, chocando contra los cantos rodados y lanzándose por encima de la orilla. Puede después
imaginar las toneladas, cientos de toneladas de agua, cayendo impetuosamente por el precipicio junto
con la constante reverberación de un eco de trueno. Pensar luego en el agua pulverizada en todas
direcciones, en la belleza de la nívea espuma refractándose en la luz del sol en iridiscente arco iris de
brillantes colores y matices. Y puede escuchar y maravillarse con la profunda voz de trueno del
terrible impacto de todo este volumen al chocar contra las rocas y el agua que se encuentran abajo.

El estudiante puede construir con su imaginación, asimismo, cosas más familiares: el ruido de un tren
en marcha, el sabor del chocolate en su boca, los aromas de suaves perfumes y de penetrantes
inciensos y el tacto del carbón ardiente. La formulación imaginativa del sentido debe ser
diferenciada; por ejemplo, se debe imaginar claramente el sabor del chocolate y no de caramelos.
Además, el Mago debe aprender a hacer que sea duradera la imagen o la impresión. Por medio de
estos estímulos, su fuerza de voluntad germinará y crecerá, desarrollándose más allá de los conceptos
y, con el paso del tiempo, adquirirá un nuevo poder de construcción espiritual y de voluntad de
visión.

De forma semejante, los hindúes prescriben la meditación sobre el Tattvas o los símbolos coloreados
de los elementos, que según ellos son cinco. Las combinaciones de estos cinco producen treinta
elementos y subelementos y sus símbolos pictóricos son muy buenos objetos para ejercitar la
imaginación. Tenemos el triángulo equilátero rojo, Tejas; Apas, la media luna horizontal plateada;
Vayu, un círculo azul; Prithivi es un cuadrado amarillo y Akasa un huevo negro. La combinación de
dos símbolos de estos cualesquiera como, por ejemplo, un triángulo rojo coronando una media luna
plateada, o un circulito azul colocado en el centro de un cuadrado amarillo parecen una forma muy
singular de apartarse del fondo oscuro de la visión interior y de estimular los poderes de la
imaginación. Pero se necesita muy poco tiempo para dominar la visualización de estos símbolos. Por
lo tanto, cuando el Agente intenta acometer tareas más importantes de Magia práctica, tales como la
formulación del Cuerpo de la Luz o el Mayavi-rupa, y construir en su imaginación las máscaras
simbólicas o las formas de los Dioses, descubrirá que posee una poderosa fuerza creativa que le será
utilísima. Todos estos ejercicios, se hagan los de San Ignacio o los de los símbolos tattva, no son
nunca una pérdida de tiempo ni futilidades, ya que el resultado que se obtiene es el fundamento de
todos los trabajos teúrgicos y sin él no se puede conseguir nada duradero ni significativo.

Por lo que se refiere a estos comentarios sobre la imaginación estamos de acuerdo con el Mago
francés, que es el Mago más grande del Universo. A esta facultad le debemos las inmortales
creaciones en poesía, música y todas las obras de arte. La Canción y sus Fundamentos, una de las
obras más sensatas de un poeta y que trata de los orígenes de su arte, corrobora todo esto y es una
prueba de las teorías mágicas relacionadas con la imaginación. A. E. Se aproxima bastante a la
filosofía teúrgica, ya que supone que en nuestra naturaleza espiritual hay un ser que se despierta
cuando nosotros dormimos y que se conoce confusamente en los estados duales de sueño, cuando la
consciencia parece dividida y confiere inspiración y luz por medio de la palabra estelar: Imaginación.
Es la lente cristalina del yo creador; este poder es el que realiza los milagros, sana a los enfermos,
socorre a los débiles y otorga las revelaciones del espíritu a todos los hombres.
CAPITULO OCHO

En su Introducción a la obra Los Aforismos del Yoga de Patanjali, William Q. Judge afirma que los
antiguos Sabios hindúes conocían el secreto del desarrollo de la Voluntad y de cómo incrementar
diez veces tanto su potencia como su eficacia. Este antiguo secreto, el aumento del poder de la
Voluntad y de la Sabiduría, no se ha perdido nunca. Para el estudiante de la divina Teúrgia, la
Voluntad es el factor fundamental para que se produzcan los cambios espirituales que va buscando y,
en consecuencia, todo lo que tienda a incrementar este potencial y a despertar sus posibilidades
latentes, a transformarse en una fuerza absoluta e irresistible capaz de ser manipulada
conscientemente, es como una bendición trascendental. La Voluntad no es ni buena ni mala; es,
simplemente, un poder y, como tal, vitaliza todas las cosas.

En su obra Magia Trascendental, Levi hace varias sugerencias. Algunas de ellas son las siguientes:
“Si deseáis reinar sobre vosotros mismos ... aprended a tener voluntad ... ¿Cómo se puede aprender a
tener voluntad? ... Hay prácticas que son, aparentemente, insignificantes y, en sí mismas, ajenas a la
finalidad a la que tienden y que conducen a ese objetivo; sin embargo, por medio de la educación y el
ejercicio de la voluntad ... Los hábitos pueden cambiar al hombre y, según el proverbio, convertirse
en su segunda naturaleza. Por medio de ejercicios atléticos perseverantes y graduales se desarrollan o
se crean las energías y la agilidad del cuerpo hasta un punto pasmoso. Lo mismo sucede con las
potencias del alma”.

La esencia de estas sugerencias, que no se puede decir que no sean sensatas, se reducen a esto. Por
medio de un ascetismo conscientemente impuesto, negándonos a nosotros mismos, mientras estamos
aprendiendo, cosas que normalmente se consideran necesarias, aprenderemos el arte de la conquista
de nosotros mismos y a vivir; entonces nos sentiremos libres de las vicisitudes del eterno flujo y
reflujo que es la vida y habremos obtenido un alto grado de voluntad. Es fundamental no pasar por
alto las palabras “ascetismo conscientemente impuesto” que preceden a la frase “mientras estamos
aprendiendo”. Es muy importante porque es la llave que abre las Puertas de la Voluntad. Antes de
elaborar esta afirmación, merece la pena reflexionar sobre cómo se puede calificar la “autonegación”,
que niega solamente el no-yo de las cosas que anhela, con objeto de abrir esa ciega oscuridad a la
Luz de la Auténtica Voluntad, a la Visión Interior al Yo Real. Y el último no se niega en absoluto.
Solamente se niegan y disciplinan los deseos del Ruach, ese ente cuyo egoísmo cambia con el paso
de las horas; esto se puede convertir en un instrumento muy útil por medio del cual el Santo Ángel de
la Guarda y sus Pares pueden trabajar sin restricciones y sin retrasos innecesarios.

El factor digno de subrayarse es que hay que mantener el voto de ascetismo en su sitio. Porque este
voto se debe hacer con una finalidad bien definida y entendida muy claramente y no se debe permitir
que se extravíe más allá de ella. Si empezamos a vagar, todo está perdido. Cuando el voto va más
allá de los límites de la intención premeditada, entonces el ascetismo, como la voluptuosidad
extrema, es un vicio desordenado y se le puede asociar con las tendencias más bajas del ego y en
esos casos se debe eliminar. Hay algunos críticos que afirman que el ascetismo es una forma de
egoísmo y de autocomplacencia. Cuando estas críticas se dirigen solamente a aquellos que abusan de
él, hacia aquellos que consideran que su negación de sí mismos es una virtud suprema, que sienten
gran placer cuando su vicio es alabado en público, la acusación es correcta. Pero no en ningún otro
caso. Debe quedar muy claro que el ascetismo no es ni un vicio ni una virtud. Lo mismo que la
Voluntad, en sí misma, no es ni buena ni mala. No posee ningún mérito en sí misma aparte de ser
muy conveniente para los que la cultivan con la finalidad de su capacitación. Es lo mismo que el
entrenamiento de un boxeador, por ejemplo; lujos tales como la bebida y el fumar están
escrupulosamente prohibidos, pero en estas privaciones no hay ninguna virtud moral oculta. Así
sucede con el ascetismo que adoptan los Teúrgos.
El ascetismo al que se refiere la Magia y del que habla Levi es completamente diferente del vicio
egotista corriente, ya que su objetivo es reforzar la Voluntad y la abnegación mística de ese ego. Y es
a este falso ego al que el egotista y asceta sólo de nombre se abraza con tanta devoción, al que el
Mago quiere ofrecer en sacrificio al Espíritu Santo cuando desciende sobre el Altar en forma de
lenguas de fuego para consumir la ofrenda y vivir en él por siempre.

Por lo que se refiere a los misterios de la antigüedad, Levi observa que cuanto más terribles y
peligrosos eran y más severo era el rigor que imponían, mayor era su eficacia. Lo mismo sucede con
el ascetismo. Cuanto mayores son las privaciones, se eliminan más necesidades superfluas de la
forma de vivir y, en consecuencia, se adquiere más Voluntad y es más fácil destruir los vínculos
egoístas. Sin embargo, el ascetismo no debe ser tan terrible como para dañar los instrumentos con los
que el Mago está obligado a trabajar. El astrónomo no destruye su telescopio en un ciego arranque de
ira. Cortarse la garganta, mortificarse el cerebro es una tontería, una completa sandez. Si el aspirante
tiene tendencia a caer en este tipo de absurdos, sería mejor que se apartara de la Magia por completo
y se quedara, calentito y tranquilo, al lado de la chimenea.

Un Mago contemporáneo ha desarrollado una técnica muy eficaz. Es un sistema práctico que está
libre de todas las implicaciones desagradables y de las tendencias morales de los sistemas más
antiguos. De acuerdo con este sistema8, la técnica se organiza de tal manera que cubre todo el campo
de las acciones humanas, la conversación y el pensamiento, y por esta razón se puede aplicar a toda
la constitución del hombre. Básicamente, está de acuerdo con la concepción general del ascetismo de
que se debe rechazar cierta acción, palabra o pensamiento que se haya convertido en habitual y forme
parte del Ruach. Por ejemplo, jurar durante un período provisional de, digamos, una semana, o evitar
cruzar la pierna sobre la rodilla cuando se está sentado o no tocarse la cara con la mano izquierda. Y,
de otra manera, el Agente se libra de la tendencia de considerar que su ascetismo es una virtud. Es
necesario observar que no hay ninguna sugerencia de aplicar el principio ascético de este esquema a
lo que se suele denominar malos hábitos, como por ejemplo fumar, beber o decir palabrotas. En este
caso, sería como invitar a ciertos individuos a que consideraran como una virtud su abstinencia de
alcohol o de tabaco en vez de darse cuenta de que su privación es simplemente cuestión de
conveniencia para el entrenamiento, una idiosincrasia personal que no es ni positiva ni negativa. Se
debe mantener una actitud completamente impersonal y distante. El sistema se debe aplicar a
aquellas acciones, palabras o pensamientos a los que sea imposible asociar un valor moral. Es
imposible que el lector inteligente considere que tenga algún valor moral el hecho de abstenerse de
cruzar las piernas. O de no tocarse la cabeza con la mano izquierda. Esta actitud se debe cultivar en
todas las ramas de la Magia.

Debe haber un castigo por cada violación de este juramento de dejar de hacer una cosa. De esta
disciplina es de donde la Voluntad obtiene su fuerza. Por ejemplo, supongamos que el Agente ha
hecho el juramento mágico de abstenerse durante un período de cuarenta y ocho horas de cruzar la
pierna derecha sobre la izquierda cuando esté sentado. En un momento de distracción, realiza el acto
proscrito. Esta violación debe ser castigada haciendo un corte en el brazo con una cuchilla para que
la impresión quede profundamente grabada en la mente. De esta manera, la acción prohibida queda
grabada en el antebrazo con una aguda cuchillada para ayudar a la memoria perezosa.

La segunda sección es la que se refiere al lenguaje. Durante un período de varios días, una semana o
algunos meses, según el caso, se debe proscribir alguna palabra que se emplee frecuentemente en el
habla cotidiano, como por ejemplo “yo” o “y”. En este tiempo o bien se omite por completo la
palabra o bien se sustituye por otra. Cuando se tiene el suficiente dominio de las dos secciones
anteriores, se pasa a la tercera, que es la del pensamiento. Se debe evitar un pensamiento que sea
completamente impersonal y esté libre de todo sesgo moral.

8
Liber Jugorum, El Equinoccio. Londres, 1912.
Siempre que se produzca un olvido, la sanción será la misma: un corte en el brazo. Esta sección tiene
derivaciones que llegan muy lejos, en especial por lo que se refiere al entrenamiento de la mente. Si
hay que evitar la entrada de algunos pensamientos a través de las indefensas puertas de la mente,
implica que ya se deben haber hecho prácticas y aprendido a cerrar las puertas de la mente
impidiendo la entrada de todo tipo de pensamientos. De esta manera, se consigue lo mismo que con
el Yoga: Vaciar la mente a voluntad de todo su contenido.

Y ahora vemos los resultados de esta técnica disciplinaria. En primer lugar, no hay ninguna cuestión
arbitraria ni de ética ni de moral en esta técnica de ascetismo. Es como si fuera una forma elaborada
de entrenamiento atlético. El cuerpo no es torturado, según la costumbre, para que el alma inmortal
pueda vivir y alcanzar la bienaventuranza al librarse de él. Esta actitud pasa por alto que el ascetismo
es una fase en el viaje del alma hacia su ideal, pero que cuando se lleva a los extremos lo que se hace
es negarle al alma ciegamente el alimento que la sustentará en el largo viaje. El principio básico que
suponen las prácticas de los fakires que duermen en camas de clavos o de alambres, que mantienen
los brazos verticales durante toda su vida, que arrancan carne viviente de cuerpos doloridos, todo
esto el Teúrgo lo considera censurable y es exactamente el principio opuesto a todo lo que se ha
explicado anteriormente. El cuerpo no es una cosa del diablo, porque hemos definido que la
corporeidad y la espiritualidad son dos grados distintos de una sustancia divina. Todos los vehículos
del espíritu son instrumentos por medio de los que puede actuar. Y, aunque en asuntos relacionados
con la comunión celestial, algunos son un obstáculo si no están convenientemente adiestrados, esto
lo único que significa es que hay que adiestrarlos, no destruirlos cruelmente.

Por medio de la técnica ascética de la Teúrgia, uno simplemente decide conseguir un control
consciente sobre ciertos aspectos de la propia organización física y mental; la finalidad de este
control es adquirir un gran potencial de Voluntad. Es cierto que los cortes en el brazo producen algo
de dolor. Pero este dolor es útil y necesario para fijar ciertas corrientes en los centros inhibidores del
cerebro o de la mente. El resultado es que se establece una curiosa vigilancia por parte de la
Voluntad, un flujo libre e inconsciente de la fuerza de Voluntad que está siempre presente y
preparado para ejecutar los deseos del Amo. Si, por ejemplo, la decisión ha sido no cruzar las
piernas, uno descubrirá que, si está manteniendo una conversación intrascendente con un grupo de
gente y en un estado de olvido completo del juramento, la Voluntad puede detectar cualquier
tendencia automática de las piernas a repetir el hábito a que estaban acostumbradas mucho antes de
que el acto se haya realizado o, incluso, mucho antes de su principio.

Se ha observado una y otra vez que justo cuando las piernas están a punto de cruzarse, a veces
durante el sueño más profundo, cuando el cuerpo hace movimientos espasmódicos automáticos, la
Voluntad opera sobre los centros inhibidores de la mente y hace que se envíe un aviso, con lo que la
acción se detiene. Si se está durmiendo, se produce un inmediato despertar y se es perfectamente
consciente del acto que se iba a realizar. Por lo menos, esto es lo que se suele conseguir cuando el
Agente ha fracaso una docena de veces o así y tiene el brazo bellamente adornado de cortaduras. Y
en especial en el caso de que la prohibición sea usar la palabra “yo”. Por lo general, somos tan
individuales y estamos tan ligados a las cosas “egoicas”, que en las conversaciones corrientes
estamos impacientes por hablar de nosotros mismos y las frases del estilo de “yo hice esto” o “yo
hice aquello” están presentes en el diálogo casi constantemente. Por lo tanto, al principio, cuando las
ventajas de un juicioso silencio todavía no son muy evidentes, el brazo sufre bastante. Incluso puede
ser necesario recurrir a la decoración de ambos brazos antes de que el ego y su voz respondan al
ejercicio y asuman que tienen que obedecer a los dictados de la Voluntad.

La consecuencia es evidente. Por medio de esta técnica y según pasa el tiempo, el Mago consigue
dos cosas distintas que son ambas dos aspectos fundamentales del Gran Trabajo. Se ha generado una
vigilancia perpetua que se aproxima a una poderosa corriente de fuerza de Voluntad. Ésta, desde el
principio, tiende a someter las distintas actividades del ser humano al control consciente de la
Voluntad.
Como acertadamente observó el Abate Constante, si las operaciones mágicas son el ejercicio de un
poder que, aunque natural, es superior a las fuerzas corrientes de la naturaleza, si ese poder es el
resultado de un conocimiento y de una disciplina que exalta la voluntad más allá de sus límites
normales, entonces esta práctica cumple todos los requisitos imaginables que le pudiéramos haber
exigido. Y no se puede sobreestimar la ventaja que tiene esto para el Neófito que se ha
comprometido a conseguir nada menos que la Conversación y el Conocimiento del Santo, del Ángel
que le custodia. Tiene en sus manos el tremendo poder de la Voluntad, con su significado espiritual y
su aplicación inconcebiblemente creadora.

El segundo aspecto es que no sólo el Mago se encuentra en posesión de una Voluntad reforzada sino
que el Ruach, todas las facultades del ego que anteriormente le causaban problemas y falta de
concentración, se ha ido sometiendo gradualmente a su control debido a la Voluntad dinámica. El
Neófito que haya sobrevivido al horror preliminar y al disgusto de infligirse este ligero castigo en el
brazo, ve por primera vez a su cuerpo como lo que es: Un sirviente al que hay que usar y ordenar y
cuyas negativas rebeldes a obedecer órdenes que parten de una fuente más elevada se reprimen y
castigan severamente. Sinceramente, es de esperar que no se malinterprete el fundamento de esta
técnica y que se piense que tiene algo que ver con el Hatha Yoga o el Masoquismo. No existe ningún
placer en cortarse el brazo con una cuchilla; de eso, el lector puede estar completamente seguro.

Esta Voluntad se puede convertir en una fuerza tan poderosa sometida a disciplina y entrenamiento
que en las instrucciones adjuntas a una reciente versión de una Invocación, el editor ha sugerido que
la Voluntad se debe formular en el Mundo Creativo con la forma de una vara mágica, su auténtico
símbolo, o de un rayo de luz que parte del Mago como una línea derecha y vertical hacia el Infinito.
Este comentario sugiere que, lejos de ser impalpable, intangible y metafísico, una incoherencia que
es lo que suele suceder con el individuo medio, para el Mago la Voluntad es una fuerza espiritual
controlable y definida y que, lo mismo que todas las otras facultades del alma, su amo y señor la
puede utilizar.

Existe, sin embargo, otro método para entrenar la Voluntad. Aunque pertenece a los procesos del
Yoga, no podemos sobreestimar su importancia. Es una de las ocho ramas del Yoga que recibe el
nombre de Pranayama, un ejercicio que le proporciona al que lo cultiva una triple cosecha. En primer
lugar, el inhalar grandes cantidades de oxígeno y prana tiene un efecto inconfundible sobre las
glándulas endocrinas. No cabe ninguna duda de que las glándulas intersticiales en particular reciben
un tremendo estímulo. Como consecuencia de esto y desde un punto de vista puramente físico, toda
la personalidad queda inundada por una energía creativa que produce una reacción favorable, si se
conserva, sobre la mente, sobre la Voluntad y sobre cualquier otro aspecto de la constitución
humana. De hecho, se puede llegar a afirmar que esta energía creativa, aunque pueda parecer física,
es la que pone las bases de las visiones espirituales. En segundo lugar, en su obra Raja Yoga, el
difunto Swami Vivekananda proporciona una explicación admirable del efecto de la respiración
rítmica regulada, que refuerza y estimula la Voluntad hasta llegar a la concentración de potencia más
formidable. En pocas palabras, su teoría es que al hacer que las propias células vibren al unísono se
establece tanto en el cuerpo como en la mente una poderosa corriente eléctrica de Voluntad. Y la
forma de establecer esta vibración al unísono es respirar rítmicamente.

Sin embargo, aunque ignoremos la teoría de que Pranayama tiene el efecto que acabamos de esbozar
en el párrafo anterior y excluyamos de nuestra consideración toda teoría mística, se tiene otro
resultado que nadie debe poner en tela de juicio. Cualquier persona que haya ensayado el Pranayama
firmemente, aunque haya sido unos momentos, entenderá en seguida lo que quiero decir. No se
puede imaginar nada más aburrido, laborioso y descorazonador que este simple juego de ejercicios.
Porque para el Mago, sentarse tranquilamente durante dos o tres horas todos los días a lo largo de un
período de, digamos, tres o cuatro meses, intentando respirar con un ritmo mesurado y regulado y
observando cuidadosamente la inhalación y la espiración del flujo de su aliento, es una de las tareas
más arduas que puede concebir la imaginación humana.
Requiere que se emplee toda la fuerza de voluntad y que se aprieten los dientes firmemente para
poder seguir adelante con esta determinación. Al hacer esto, el individuo tiene que enfrentarse con la
inercia y la laxitud del cuerpo por lo que le hace falta no poca austeridad, dominio de sí mismo y
fuerza de voluntad para seguir adelante en la tarea que ha jurado llevar a cabo. Si el Neófito no
consigue ningún resultado técnico como los que vienen descritos en los libros como, por ejemplo,
que el funcionamiento de la mente se haga más lento o que se produzcan diversos cambios
psicofisiológicos, por lo menos habrá conseguido aumentar notablemente su fuerza de voluntad ya
que ha perseguido indomablemente su objetivo y se ha entrenado para vencer la pereza de las
circunstancias corporales y la inercia mental que se oponían a su práctica. “Aprender a conquistarse a
uno mismo es, por lo tanto, aprender a vivir y las austeridades del estoicismo no eran ningún vano
alarde de libertad ... Resistirse y vencer a la naturaleza es conseguir para uno mismo una existencia
personal e imperecedera; es librarse de las vicisitudes de la vida y de la muerte”9.

Es un hecho reconocido y demostrable que la disciplina y la paciencia que impone el Pranayama,


aparente de cualquier teoría sobre el Yoga, le es muy útil al Mago cuando tiene que acometer las
tareas, más complejas y difíciles, de la Magia.

Existen algunos individuos sobre los que la Magia cae como sobre un campo estéril. Como creen que
el desarrollo consciente del genio por medio de la capacitación mágica es imposible por naturaleza,
afirman que las grandes acciones y las más bellas obras creativas se hacen inconscientemente y no
por propia voluntad; que los ejemplos más nobles del arte, la literatura y la música reciben su
inspiración primaria de una parte del hombre que es independiente de la voluntad consciente y del
conocimiento. Esto, sin duda, es cierto y por esta razón el Mago es superior al artista corriente. Con
el artista, la inspiración es automática, independiente de sus deseos y conocimientos y, en este
sentido, es un instrumento pasivo, un médium. El Mago, sin embargo, se propone un objetivo
elevado y desea conscientemente conocer ese poder que reside en él y es el Creador, el Conocedor, el
Que Ve. Y llega a ello por medio de un acto, o una serie de actos, de Voluntad. El objetivo final es la
identificación de la Voluntad mágica con todo el ser de forma que el ejercerla no requiera más
esfuerzo consciente que el necesario para mover los labios o levantar una mano; que sea una fuerza
tan constante y omnipresente como la de la gravedad.

La Magia Ceremonial (y esto debe quedar muy claro) le es especialmente útil al principiante como
instrumento para adquirir el potencial indispensable de fuerza de voluntad. “Las ceremonias son,
como ya se ha dicho, métodos artificiales para crear un hábito de voluntad y dejan de ser necesarias
cuando este hábito ya se ha formado ... Pero el método se debe ir simplificando progresivamente
antes de prescindir de él por completo”10. Si el Mago observa un rígido programa de prácticas,
después de un cierto tiempo puede renunciar enteramente al ceremonial, dejando el trabajo no
preparado de antemano dentro de los límites de su Círculo mágico interior y, todavía más tarde,
dedicarse exclusivamente a la práctica mágica denominada la Misa del Espíritu Santo. El resultado
de la aplicación cuidadosa a este reverberante motor mágico será el desarrollo de un centro de
Voluntad muy poderoso. Cuando se haya conseguido, se pueden desechar todas las técnicas porque
una vez que han cumplido su objetivo de mejorar el bienestar del individuo, ya no se requieren más
ejercicios.

Este principio es comparable a otro que se aplica en los deportes. Durante un partido de tenis, por
ejemplo, uno de los jugadores puede realizar algunos tiros realmente buenos en una insignificante
fracción de segundo sin haber tomado la decisión conscientemente. Los mejores tiros en el juego de
billar, como todos sabemos, son los que se hacen accidentalmente. Para el tenista o el jugador de
billar, esa habilidad consumada con que juega libremente es el resultado de una gran cantidad de
prácticas deliberadas. Lo mismo se puede aplicar al Mago.

9
Misterios de la Magia, de Eliphas Levi.
10
Magia Trascendental , de Eliphas Levi.
Y en este caso, el fundamento del arte que ha estado celosamente oculto a las miradas de los demás
está a salvo en las profundidades de su consciencia espiritual para que nadie en el mundo pueda
adivinar su existencia. Su vara es tan poderosamente fuerte que, con un golpecito, podría destruir los
mundos; y con otro golpecito podría hacer que nacieran nuevos mundos.

∗ ∗ ∗
Existe otra potencia o fuerza que está peculiarmente relacionada con la Voluntad y la Imaginación en
las invocaciones ceremoniales y de su presencia o ausencia depende el éxito o el fracaso de la
operación. El secreto de toda la Magia Ceremonial es sencillo aunque no siempre evidente. Se puede
oficiar en las ceremonias mágicas, llevar a cabo hasta el mínimo detalle con todo cuidado, ejecutar
las proscripciones, sufumigaciones y circunambulaciones, rugir sonoramente los conjuros y gemir los
nombres bárbaros de evocación; pero no existe ningún criterio real al que nos podamos ajustar para
que la invocación tenga éxito en su propósito ostensible o para que el clima de éxtasis de la
operación “se desprenda”. Este fracaso es la base de historias muy cómicas sobre la Magia que relata
gente que se ha interesado intelectualmente en esta técnica y ha seguido cuidadosamente las
instrucciones de los textos corrientes y que se pueden obtener con toda facilidad y que se ha sentido
defraudada por los pobres resultados obtenidos. Se tomaron todas las precauciones. Se utilizaron
bellas túnicas de la mejor seda, candelabros de plata y bronce, compuestos de incienso muy costosos
y conjuraciones elaboradamente escritas. Sin embargo, a pesar de todos estos preparativos, no pasó
nada. No se produjo en la atmósfera astral ni la mínima alteración y, al sacar una mano
cuidadosamente de los confines del Círculo no se quedó paralizada, como decía la leyenda, como si
la hubiera tocado un rayo emitido por un espíritu enfurecido.

Existe una historia espléndida que le sucedió a un estudiante entusiasta que deseaba “hacer magia”
antes de haber entendido los principios elementales sobre los que se basa la Magia Ceremonial.
Estaba deseoso de invocar a una ondina, un espíritu del elemento Agua y se le ocurrió que si la
operación tenía lugar en las proximidades del agua se eliminarían muchas dificultades. Se eligió
como escenario la ciudad de Eastbourne. Y el estudiante, cargado con todo el equipo, tomó el tren
que le llevaría a esta playa “solitaria”. Una noche, bastante tarde, cuando la mayor parte de los
respetables ciudadanos de esta ciudad costera estaba durmiendo tranquilamente, se dirigió hacia la
orilla del mar. La marea estaba muy baja. Trazó su Círculo, dispuso el altar y las luces sobre la arena
y comenzó a hacer sus conjuros rodeado de una niebla cada vez más espesa. Altos fueron sus rugidos
y fieros sus sonoros gemidos y los nombres bárbaros rompieron de forma horrible la paz de la noche;
las espesas nubes de incienso se elevaban desde el altar, envolviendo toda la escena en una niebla de
humo perfumado. La única ondina que vio este Mago fue una iracunda criatura vestida de azul: Un
policía.

Desde que se escribió lo anterior, se ha cometido una imbecilidad mucho más grave y menos
excusable. Algunos miembros de una famosa sociedad de investigación creían firmemente que había
llegado el momento de revelar la Magia en todas sus ramas para demostrar que no poseía ninguna
realidad. Y con esta benemérita intención, lo organizaron todo para llevar a cabo una ceremonia en la
cima de una colina, en el Continente. Iban a seguir las instrucciones de un manual. Los conjuros los
recitó, de acuerdo con las mencionadas instrucciones, una doncella virginal vestida de blanco sobre
una cabra, la cual, según el texto, se convertiría en un joven de belleza embelesadora. La
transformación, naturalmente, no se produjo y se dio mucha publicidad a esta ceremonia con objeto
de terminar con todas ellas. Hordas de curiosos se congregaron en la cima de la montaña que, durante
el rito, ¡estaba iluminada por potentes arcos voltaicos! Esto le hace recordar a uno al inocentón que,
después de llenar su caldero, lo puso en el hornillo sin encender el gas. Y cuando, después de una
hora, el caldero seguía sin hervir, afirmó indignado que los inventos modernos eran completamente
inútiles.
No creo que esta ridícula ceremonia requiera ningún comentario. Nos muestra el extraordinario tipo
de inteligencia que no puede distinguir entre un estúpido libro de brujería y la Magia Teléstica. Y
también la incapacidad de darse cuenta de la verdad que hay en la afirmación, frecuentemente citada,
de que es el pensamiento, la voluntad y la intención lo que forma parte principalmente de los trabajos
de magia ceremonial y que los símbolos externos y las sigillae son secundarios y de menor
importancia. En cualquier caso, la obra de Barrett, Mago, ofrece a la consideración de estos
investigadores “científicos” “la razón por la cual los exorcismos, encantamientos, conjuros, etc.,
fracasan a veces y no cumplen el efecto deseado y la razón es la siguiente: Si la mente o el espíritu
del exorcista no están excitados, el trabajo no es efectivo”.

Aquí tenemos en una corta frase el secreto del éxito. Los Oráculos Caldeos afirman que uno debe
“¡Invocar a menudo!”. Abramelín el Mago aconseja que uno debe “Inflamarse” con la plegaria. La
clave queda implícita en estas lacónicas afirmaciones.

La clave queda implícita en estas lacónicas afirmaciones. Hacer invocaciones a menudo denota un
cierto grado de entusiasmo y de persistencia y el principio que creían los Magos antiguos era que si
un hombre reza o hace invocaciones durante un tiempo lo suficientemente largo con sus labios, un
día se encontrará haciendo estas invocaciones con todo su corazón. El éxito implica, sobre todo,
entusiasmo. Y el entusiasmo que debe cultivar el Mago es esa indescriptible especie de excitación o
de delirio por medio del cual puede salir de sí mismo y llegar mucho más lejos. Es una cualidad
completamente incomprensible y, en consecuencia, indefinible. El Mago debe inflamarse él mismo y
ésta es su hislahabus o autointoxicación que los cabalistas pensaban que era la auténtica copa de la
gracia y el vino de la vida.

Todos los nervios, todas las fibras del individuo (físicas, astrales y mentales), todos los átomos de
todas las partes de la constitución del hombre deben estar sintonizados con la aparición de esta fiebre
y todas las facultades del alma deben estar exaltadas hasta el máximo. De la misma manera que el
artista, el poeta, el bailarín, incluso el amante, se siente arrastrado en una locura de candente pasión,
en un frenesí de creatividad, esto es lo que le sucede al Mago. Se debe sentir empujado por su
ceremonia con un entusiasmo mántico que, aunque reside en él y es una parte necesaria de las
fuerzas que le forman, no tiene nada que ver con lo que él normalmente considera como su Ruach.
No tiene ninguna relación con el ego mundanal, aunque exalta a este ego hasta la cresta de la
bienaventuranza de tal manera que trasciende la consciencia de su existencia y pasa por un nuevo
nacimiento con unos horizontes más amplios y dilatados.

Iamblichus afirma que “la energía entusiástica no es tarea ni del cuerpo ni del alma ni de los dos
unidos”. Es imposible enunciar reglas teóricas que conduzcan a la inducción de este frenesí, a que se
produzca este estímulo, este espasmo mántico. En algunas personas, ciertos factores producen el
estímulo y la excitación. En el caso de otros individuos, se producen después de prolongadas y
repetidas invocaciones que han durado semanas, o incluso meses. Un estudiante puede sentirse tan
impresionado por el misterio puro o la sugestividad de una ceremonia como para conseguir el
resultado apetecido. Otro se puede sentir curiosamente conmovido y estimulado por el estilo lírico en
que están escritas las invocaciones, por las imprecaciones y conmemoraciones, o incluso por los
fantásticos y bárbaros nombres de la evocación, aunque le resulten ininteligibles a su ego consciente.
Puede suceder que, a pesar de contar con un conocimiento intelectual excelente de la Cábala, se le
hayan escapado algunas interpretaciones adecuadas o satisfactorias de las palabras misteriosas; y
entonces, de repente, en el transcurso de una ceremonia, su significado aparece ante él como un
relámpago, como una llamarada escarlata, como una hoguera de júbilo y, así excitado, se siente
arrastrado por su descubrimiento a la cresta de una ola de éxtasis. Otras causas posibles que el Mago
debe cultivar son oler un perfume especial, la psicología de las maravillosas túnicas de seda, los
tocados, o incluso el cansancio físico resultado de la danza.
Todos estos factores deben contribuir a que el Mago consiga su objetivo, es decir, que se produzca
ese rapto exuberante, ancho como el mar y elevado como los vientos que soplan en los Polos. Y
entonces, como nace la rosa roja de la negra tierra, nace la informe naturaleza del hombre de la tierra
a la luz de esa exuberancia, la flor de muchos pétalos del alma restaurada. Y los poderes espirituales
y las facultades latentes se abren tan lenta y gradualmente como los pétalos de una flor. De la misma
manera que las flores blancas como la nieve que florecen en la acacia permanecen hasta que el árbol
queda cubierto y se inclina con el peso de los capullos, se desarrollan las raíces del éxtasis de la
Visión y del Perfume.

Como en la leyenda Rosacruz, la vida de los jóvenes pelícanos la mantenía el sacrificio de la vida de
la madre; de las fuerzas exteriores del Mago se alimentan, cuando el ego sucumbe a la intoxicación,
del espíritu y de su señor, los Dioses invocados.

No olviden nunca que los secretos de la invocación y de cualquier acto de Magia son: “Inflámate con
las plegarias” e “Invoca a menudo”.
SEGUNDA PARTE
(continuación)
CAPITULO NUEVE

Existen diversos aspectos de los métodos mágicos en el trabajo ceremonial que es necesario tener en
cuenta. Por ejemplo, un sonido que tiene un poder creativo o formativo que la mayor parte de la
humanidad conoce y reconoce desde hace mucho tiempo. El mantram hindú y sus efectos tanto sobre
el cerebro como sobre las ramificaciones nerviosas del cuerpo ha sido el tema de una gran cantidad
de trabajos científicos y experimentales. Hay una teoría racional relacionada con el sagrado
mantram: su acción sobre el cerebro se puede comparar con la de una rueda que gira rápidamente y
cuyos radios no puede atravesar ningún objeto. Se afirma que cuando el mantram está firmemente
establecido y el cerebro ha absorbido sus líquidos acentos, entonces todos los pensamientos, incluso
los del mantram, son rechazados y se puede ya producir en la mente, vacía de todo contenido, la
experiencia mística. Otra teoría, que mantienen otras escuelas ocultistas, afirma que la vibración que
produce el mantram tiene un efecto purificador sobre toda la constitución del hombre; por medio de
esta acción vibratoria, los elementos groseros del cuerpo se expelen gradualmente y tiene lugar un
proceso de refinación que afecta no sólo al cuerpo de carne y sangre, de cerebro y nervios, sino
también al Cuerpo de la Luz y a toda la estructura mental que está en su campo de acción.

En la admirable biografía de Milarepa, el yogui Budista, publicada por la Oxzford University Press,
encontramos la siguiente nota a pie de página: “Según la escuela Mantrayana, asociada con cada
objeto y elemento de la naturaleza ... existe una cantidad particular de vibración. Si un yogui
perfeccionado, tal como lo fue Milarepa, la conoce, la fórmula en un mantram y la utiliza
expertamente, entonces puede impeler a las deidades menores y elementales y hacerlas que
aparezcan; y que las deidades superiores emitan telepáticamente su influencia divina en forma de
rayos de gracia”.

En el campo de la Magia, se sostiene que la vibración de ciertos nombres divinos hace que se
produzca este fenómeno espiritual y psicológico. ¿Por qué?, pregunta Blavatsky en su obra Doctrina
Secreta. Y, contestándose ella misma, afirma: “Porque la palabra hablada tiene un poder que les es
desconocido a los modernos “magos”, que ni lo sospechan y no creerían en él. Porque el sonido y el
ritmo están íntimamente relacionados con los cuatro elementos de los antiguos; y porque una
vibración y otra en el aire puede despertar las potencias correspondientes, siendo los resultados
buenos o malos según el caso”.

Esta leyenda que pertenece al Tetragrammaton Hebreo es muy interesante. El que conozca la
pronunciación correcta de YHYV, llamado Shem ha-Mephoresh, el Nombre Impronunciable, tiene
poder para destruir el universo, su propio universo particular, y lanzar esa consciencia individual en
el Samadi. Además, de acuerdo con la teoría mágica, la vibración que produce la voz humana tiene el
poder de moldear la sustancia plástica de la Luz Astral y hacer que asuma una gran variedad de
formas según el tono y el volumen; y no sólo eso, sino que puede atraer la atención de seres y
Esencias metafísicas hacia ese molde.

El poder del sonido se puede demostrar con bastante facilidad por medio de unos pocos
experimentos, de poca importancia pero interesantes. Al pronunciar el monosílabo Om en voz alta y
aguda se sentirá, indudablemente, una vibración tanto en la garganta como en el pecho.

Si se repite, aumentará considerablemente la capacidad de incrementar la potencia o la frecuencia de


las vibraciones y el área de detonación, realizando una cierta cantidad de prácticas juiciosas (y,
siempre, utilizando la inteligencia), el aprendiz se encontrará con que es capaz de hacer vibrar una
palabra y que, entonces, todo su cuerpo se ponga a estremecerse y temblar bajo el impacto de este
poder.
Por otro lado, la práctica le permitirá al estudiante aprender a limitar, a voluntad, esta vibración a una
cierta zona de su cuerpo. No es necesario decir que se debe tener siempre mucho cuidado: El
ejercicio no requiere que el cuerpo sufra ningún daño debido a vibraciones catastróficas.

Existen ejemplos muy famosos del poder destructor del sonido: La detonación de un trueno o la
explosión de proyectiles. Merece la pena mencionar aquí la historia de un truco que llevó a cabo un
gran cantante. Golpeaba ligeramente un vaso de cristal con una uña, de forma que se producía un
sonido. Entonces emitía la misma nota con su voz apoyando la boca directamente sobre el cristal.
Después de un momento, cuando su voz vibraba al unísono con la nota que emitía el cristal,
cambiaba repentinamente la nota a una más alta y el vaso de cristal se rompía en pedazos. Jugaba con
la ley de las vibraciones, porque todas las cosas, tanto las que se ven como las que no, están dentro
de su campo de acción y cualquier objeto en el que podamos pensar existe en un plano definido y
posee una tasa de vibración diferente. Toda masa, orgánica o inorgánica, está compuesta por una
multitud de centros de energía infinitamente pequeños que, con objeto de estar adheridos los unos a
los otros, deben vibrar. El cambio de esta vibración o bien destruye la forma o bien le produce
mutaciones y alteraciones.

Aunque hay un aspecto destructor en el sonido, también hay otro de formación y de creación y éste
es el que tenemos que descubrir por medio de pacientes y constantes experimentos. El poder real de
formación se puede poner de manifiesto con bastante facilidad. Que el lector eche un poco de arena
fina en la caja de un violín y, sin mover la arena, pulse ligeramente una de las cuerdas. Se dará
cuenta de que la vibración ejerce una influencia formativa ya que al sonar la nota y su amplificación
en la caja del violón, la arena adopta curiosas formas geométricas. A veces se forma claramente un
cuadrado; otras, un triángulo o una elipse o un dibujo que se puede comparar a la estructura de un
copo de nieve, un diseño cristalino y de rara belleza. Este mismo experimento se puede llevar a cabo
sobre una lámina de cristal. La forma que tome la arena variará dependiendo de que la cuerda se
pulse lenta o rápidamente, sobre el borde, ligeramente o con mucha fuerza. En el violín,
naturalmente, una nota suave y profunda producirá una forma de sonido diferente que un lamento
penetrante.

En alguna parte de los escritos de Madame Blavatsky tenemos su testimonio de una ocasión en que
estaba en los umbrales de la muerte y volvió a la vida y sanó debido a los poderes del sonido. Todas
estas cosas demuestran que el sonido posee un poder creativo. El Mago debe practicar para descubrir
cuál es el tono de voz más apropiado para cada trabajo mágico. La experiencia demuestra que el
método más satisfactorio es un canturreo estridente de los nombres que se deben pronunciar; la voz
que se requiere vibra en vez de pronunciar claramente.

Por lo tanto, la vibración de los nombres de Dios es esencial en la práctica de la Magia ya que el
conocimiento del nombre de cualquier ser –y en conocimiento se incluye la capacidad de vibrarlo y
pronunciarlo correctamente, además de entender sus implicaciones cabalísticas- implica que se posee
una especie de control sobre él. El conocimiento del nombre se puede adquirir aplicando los
principios cabalísticos, de tal manera que se pueda encontrar en el nombre un resumen de todas las
fuerzas y potencias inherentes al mismo.

Levi dice que la Magia está contenida en una palabra y que una palabra pronunciada adecuadamente
es más fuerte que los poderes de la tierra, del cielo y del infierno. Se domina a la Naturaleza con un
nombre y de la misma manera se conquista a los reinos de la Naturaleza; y las fuerzas ocultas de las
que se compone el universo invisible obedecen a aquél que pronuncia con entendimiento los
nombres incomunicables. “Para pronunciar estos grandes nombres de la Kaballah, según la ciencia,
debemos hacerlo con completo entendimiento, con una voluntad libre y con una actividad que nada
pueda rechazar"”
Por lo tanto, la vibración de los nombres de Dios constituye una de las partes más importantes de la
invocación ceremonial. Los inciensos, perfumes, colores, imágenes y luces colocados alrededor del
círculo mágico ayudan a evocar la idea o espíritu que desea la imaginación y a que se manifieste de
una forma apropiada, coherente y tangible para el exorcista. Y no sólo debe haber intención y
pensamiento, sino también la expresión concreta del pensamiento en una acción o una palabra que
sea como el logos a la idea. Para explicar mejor la forma de vibración, supongamos que un exorcista
desee invocar los poderes que pertenecen a la esfera de Gevurah. El planeta será Marte; su cualidad
esencial es la de la fuerza o energía cósmica, resumida en la divinidad de Horus; su arcángel será
Kamael, su espíritu, Bastsbael y el Sephirah al que se atribuyen lleva el Divino Nombre de Elohim
Gibor.

En el ceremonial mágico que pone en práctica el Teúrgo, cuando llega el momento de pronunciar el
nombre divino, éste debe inhalar profunda, lenta y fuertemente. En el momento en que el aire del
exterior llega a la nariz, se debe imaginar con toda claridad que se está inhalando, junto con el aire, el
nombre del Dios, Elohim Gibor. Hay que imaginar el nombre escrito con grandes letras de fuego y
llamas y, a medida que el aire llena lentamente los pulmones, hay que imaginar que el nombre
impregna y vibra por todo el cuerpo, que desciende gradualmente por el tórax y el abdomen, por los
muslos y las piernas hasta los pies. Cuando parece que la fuerza choca con la parte más inferior de
las piernas, expandiéndose y extendiéndose a cada uno de los átomos, de las células del pie y la
práctica demuestra que esta hazaña de la imaginación es menos difícil de lo que parece-, el Teúrgo
debe asumir una de las posturas características de Horus que se pueden ver en el egipcio Libro de los
Muertos. Una de ellas, el Signo del Escribiente, consiste en dirigir el pie izquierdo hacia adelante e
inclinar el cuerpo al frente; los brazos están primero levantados hacia la cabeza y extendidos, como si
estuvieran proyectando una fuerza mágica hacia el Triángulo de Evocación. En esta postura y
mientras los pulmones exhalan el aire cargado con el nombre, hay que imaginar que éste empieza a
subir desde los pies, que atraviesa los muslos y el cuerpo y que es lanzado al exterior enérgicamente
con un grito de triunfo. Si todo el cuerpo del Mago está como en llamas, lleno de fuerza y energía, y
atronando en sus oídos, de todas partes del universo, escucha resonar el eco del nombre que acaba de
vibrar, entonces puede estar seguro de que ha pronunciado correctamente el nombre. El efecto de la
vibración de los nombres de Dios es que se produce una tensión en la Luz Astral superior en
respuesta a la cual, la inteligencia evocada llega apresuradamente. Existen, para cada uno de los
Dioses, gestos y señales propios y el estudio de las formas de los Dioses egipcios proporcionará un
buen conocimiento de lo que son estas señales.

Existe otra rama de la Magia estrechamente aliada con la vibración de los Nombres Divinos. En
algunos rituales, el estudiante puede haber observado un cierto número de palabras incomprensibles,
en una lengua extranjera o desconocida, y que se conocen técnicamente como los “nombres bárbaros
de la evocación”, los cuales, según los consejos de los Oráculos Caldeos, no cambian nunca “porque
son nombres divinos que tienen en los ritos sagrados un poder inefable”. Originalmente, lo que
implicaba lo de los “nombres bárbaros” es que estas palabras estaban en los dialectos de los egipcios,
caldeos y asirios, que los griegos consideraban bárbaros; G.R.S. Mead transforma la frase en
“nombres nativos”. Iamblichus, en respuesta a las preguntas de Porfirio sobre este tema, señala:
“Aquellos que aprendieron en primer lugar los nombres de los Dioses lo hicieron en su propia lengua
y nos los transmitieron a nosotros, que debemos conservar siempre inamovible la sagrada ley de la
tradición, en un idioma peculiar y apto para ellos ... Asimismo, “nombres bárbaros” tiene mucho
énfasis, es muy conciso y tiene poco de ambigüedad, variedad y multitud”. La experiencia confirma
que las invocaciones más poderosas son aquellas en las que las palabras utilizadas pertenecen a una
lengua extranjera, antigua o, incluso, olvidada. O aquellas expresadas en una jerga degenerada o sin
sentido. La cualidad más sobresaliente de estos conjuros es que lo que se dice siempre es muy
vibrante y sonoro. Ésta es su única virtud y son particularmente efectivas cuando se recitan con
entonación mágica, haciendo que cada sílaba vibre cuidadosamente. Por alguna razón, se ha
descubierto que el recitar estos nombres lleva a la exaltación de la consciencia y que ejerce una sutil
fascinación en la mente del Mago.
Según dice Madame Blavatsky: “La magia de los antiguos sacerdotes consistía, en aquellos días, en
dirigirse a los dioses en su propio idioma ... Es una composición de sonidos, no de palabras; de
sonidos, números y cifras. El que sepa armonizar los tres, puede esperar la respuesta de un Poder
superior. Por lo tanto, este lenguaje es el de los encantamientos o de los Mantras, como se llaman en
la India; el agente mágico más poderoso y efectivo es el sonido y es la primera de las llaves que
abren la puerta de comunicación entre los Mortales y los Inmortales”.

La base y la explicación de la exaltación raya con la experiencia general. No es único ni se reduce


exclusivamente al trabajo ceremonial o Teúrgico. Con bastante frecuencia se pueden leer artículos
sobre poetas que entran en trance repitiendo versos y nombres rítmicos. De hecho, muchos de los
poemas de Swinburne son un magnífico ejemplo de esta poesía. También se tienen noticias de niños
a los que afectan las lecturas de la biblia en las que aparecen largas listas de nombres y de lugares
hebreos. Thomas Burke, el famoso novelista, le explicó en una ocasión al autor que, cuando era
joven, los nombres de ciudades y países de América del Sur actuaban sobre él como si fueran
ensalmos mágicos. Nombres tales como Antofagasta, Tierra del Fuego, Antononoriva y Venezuela
son, en realidad, nombres bárbaros con los que se pueden hacer conjuros.

Recuerdo en una ocasión que estaba leyendo un poema de William J. Turner, el crítico músico, en el
que recuerda que, cuando era un niño, las palabras y los nombres mexicanos ejercían sobre él un
encanto fascinador: Popocatapetl, Quezapetl, Chimborazo y otros. Los nombres, por sí mismos, no le
comunican nada a una imaginación fértil y desarrollada. La exaltación de la consciencia se debe, por
completo, a su ritmo y a su música; el hechizo de los nombres entra en el mundo de la imaginación y
ésta llega a un peculiar estado de frenesí o excitación. En cualquier caso, no cabe ninguna duda de
que las palabras bárbaras, formidables y de apariencia aterradora que se repiten en muchas de las
mejores invocaciones que nos han llegado de la antiguedad tienen un efecto estimulante sobre la
consciencia y la exaltan hasta el punto que requiere la Magia. La Invocación “No Nacida”, cuyos
elementos básicos se encuentran en algunos fragmentos greco-egipcios y se incluyen en el último
capítulo de esta obra, es quizá el ejemplo más notable. Como ritual, muchos consideran que es uno
de los mejores y está cuajado de extrañas palabras ricas en música y excitaciones primitivas, sonoras
a más no poder. Muchos de los rituales empleados por el astrólogo isabelino Doctor Dee, en sus
trabajos en colaboración con su colega Sir Edward Kelly, son también buenos ejemplos de este
lenguaje. De hecho, se puede afirmar que los rituales de Dee son únicos.

Están escritos, casi por completo, con excepción de unas pocas palabras en hebreo, en un curioso
idioma denominado Angélico o Enoquiano que, según asegura el autor, le fue dictado por los
Ángeles. Sea cual sea su origen, las invocaciones en este lenguaje han demostrado que funcionaban
con una fuerza que no se ha encontrado en otra lengua.

Se darán ejemplos típicos de las palabras bárbaras y citas de distintos rituales. Lo siguiente es una de
las conjuraciones de Dee:

“Eca, zodocare, Iad, goho. Torzodu od Kikale qaa. ¡Zodacare od zodameranu! ¡Zodorje, lape
zodiredo Ol Noco Mada, das Iadapiel! ¡Ilas! ¡hoatahe Iaida!”.

En el capítulo CLXV de la mencionada Recensión del Libro de los Muertos, podemos encontrar una
petición a Amón Ra en la que se cita el más poderoso de los nombres mágicos del Dios: “¡Salve, tú,
Bekhennu, Bekhennu! ¡Salve, Príncipe, Príncipe! Salve, Amón. ¡Salve, Amón!. ¡Salve, Amón!
¡Salve, Par, Salve, Iukasa! ¡Salve Dios, Príncipe de los Dioses de las zonas orientales de los Cielos,
Amón-Nathekerethi-Amón! Salve, tú cuya piel está oculta, cuya forma es secreta, tú señor de los dos
cuernos, nacido de Nut, tu nombre es Na-ar-k y Kasaika es tu nombre. Tu nombre es Arethi-kasatha-
ka y tu nombre es Amón-naiu-anka-entek-share, ¡oh, Thekshare-Amón Rerethi! ¡Salve! Amón y
déjame que te suplique, porque yo conozco tu nombre ... Oculto es tu lenguaje, Oh Letasashaka, y te
he confeccionado una piel. Tu nombre es Ba-ire-qai, tu nombre es Marquatha, tu nombre es Rerei, tu
nombre es Nasa-kebu-bu, tu nombre es Thanasa-Thanasa; tu nombre es Sharshathakatha.”.

Otro hermoso ejemplo, quizá uno de los mejores por lo que se refiere a los nombres aparentemente
ininteligibles, lo podemos encontrar en el Papiro Mágico Harris. Existe una traducción al inglés en la
obra Facsímiles de Papiros Hieràticos, en el Museo Britànico.

“¡Adiro-Adisana” Adirogaha-Adisana. Samoui-Matemou-Adisana.

Samou-Akemoui-Adisana. ¡Samou-deka! ¡Arina-Adisana! ¡Samou-dekabana-adisana! ¡Samou-


tsakarouza-Adisana! ¡Dou-Ouaro-Hasa! ¡Kina! ¡Hama! (Pausa) ¡Senefta-Bathet-Satitaoui-
Anrohakatha-Sati-taoui! ¡Naououibairo-Rou! ¡Haari! “.

En el fragmento al que ya nos hemos referido del Ritual greco-egipcio, editado bpor Charles
Wycliffe Goodwin por la Cambridge Antiquarian Society a mediados del siglo pasado, se pueden
encontrar también algunos nombres ejemplares: “Yo te invoco a tí, Dios Terrible e Invisible que
moras en el lugar vacío del Espíritu; Arogogorobrao; Sothu; Modorio; Phalarhao; Doo; Apé; El No
Nacido”.

Tanto la investigación como la filosofía están de acuerdo en que resulta una ayuda considerable para
la práctica del Mago el tener un conocimiento profundo de la Cábala en todas sus ramas. Como el
Mago intenta hacer que su vida sea comprensible e interpretar todos los incidentes como una parte de
la relación de Dios con su alma, que todas las cosas tiendan a su iluminación espiritual, podría
parecer incongruente el hecho de que incorporara a sus invocaciones palabra sin significado y sin
sentido. Lo que caracteriza la mente del Mago, por encima de todas las cosas, es la coherencia
interna, la lógica. Por lo tanto, pasar por alto los principios exegéticos de la Cábala significa dejar
indefensos los canales por los que el caos y la inconsecuencia pueden invadir el lugar sagrado de la
cognición. Todas las palabras bárbaras se deben estudiar cuidadosamente, hasta que se entiendan,
con un grado de atención como el que se dedicaría al análisis de la Crítica de la Razón Pura de Kant.
El significado oculto puede traspasar el nivel de la consciencia y, durante la ceremonia, puede ser de
gran ayuda para producir la excitación requerida. Y, para descubrir el espíritu real de los nombres
bárbaros, es absolutamente necesario tener un profundo conocimiento de la Cábala.

Por ejemplo, consideremos la palabra “Assalonoi”, que aparece en otro lugar del fragmento grego-
egipcio. La primera letra puede sugerir a Harpócrates, el Señor del Silencio, que es el Bebé del Loto
y el Loco Puro del Tarot. El inocente Parsifal que parte silenciosamente en busca del Santo Grial. Él
y sólo él, debido a su locura mundana, a su divina sabiduría y a su inocencia, puede llegar al final
sano y salvo. La “S” puede hacer referencia a la carta del Tarot que representa al Santo Ángel de la
Guarda, que lleva en el pecho un símbolo en el que aparecen grabadas las letras del Tetragrammaton.
“Al” se puede interpretar como si fuera la palabra hebrea que significa “Dios”. De la misma manera,
“On” es un nombre Agnóstico. El sufijo “oi” puede indicar el pronombre personal hebreo “Mí”.
Considerada en conjunto, la palabra es en realidad un epítome de una invocación completa al Santo
Ángel de la Guarda.

Consideremos ahora “Phalarthao”, otra palabra de la misma invocación. “Phal” es, evidentemente,
una abreviatura de falo que, según Jung, es el símbolo de las facultades creativas del hombre. De
hecho, lo define como “un ser que se mueve sin miembros, que ve sin ojos y que conoce el futuro; un
representante simbólico del poder creador universal, que existe en todas partes y que lleva en él la
inmortalidad. Es un profeta, un artista y un fabricante de milagros”. Si sometemos las dos letras “ar”
al proceso cabalístico denominado Temurah, tenemos a “Ra”, el Dios Sol que derrama liberalmente
la luz, el calor y el sustento sobre todo lo que existe en el mundo material y que concede gracia e
iluminación espirituales para la vida interior. “Th” es Tes, la serpiente leonada que es la esencia de la
vida física y que es la base de la visión espiritual.
“A” una vez más es el Rayo de Thor, las fuerzas mágicas del Adepto puestas en movimiento. “O”
representa la cabra de la montaña y el aspecto creador y fecundo del ser humano.

La palabra “Adisana”, que encontramos frecuentemente en la lista de nombres bárbaros que


proporciona el Papiro Mágico Harris, le recuerda a la mente una alusión Teosófica. En las Estancias
de Dzyan, incluidas en La Doctrina Secreta, se menciona la palabra sánscrita “Adi-Sanat”. Blavatsky
explica que es el equivalente de Brahma y el Sephira cabalístico de Keser y significa Un Creador. A
falta de un conocimiento más preciso y definido, el Mago puede suponer que la palabra egipcia sea
una referencia a la Corona, la Mónada en el Hombre y en el Cosmos.

Existen otros métodos para hacer inteligibles las palabras bárbaras, de forma que en los ritos no haya
ninguna imperfección que pueda afectar la integridad y la lógica de la propia consciencia.

Por lo que se refiere a su utilización práctica –la exaltación del alma-, puede servir de ayuda un
método desarrollado por Therion. Supongamos que la ceremonia culmina con una invocación mayor
en la que hay un cierto número de estas palabras especiales. Se debe emplear, por lo tanto, una
técnica especial pero que, sin embargo, suponga una cantidad mínima de entrenamiento de la
imaginación. Esta facultad se debe desarrollar de tal manera que uno pueda imaginar cualquier objeto
o cualquier dibujo en su totalidad y con toda claridad. Y no sólo eso, sino que esta imagen tiene que
durar un rato. Durante la invocación, el Teúrgo tiene que imaginarse que la primera de estas palabras
intoxicantes es como un pilar de fuego que se extiende como una columna vertical en la Luz Astral.

A medida que las letras del nombre salen de sus labios y son impulsadas hacia el éter, debe imaginar
que su propia consciencia en el Cuerpo de la Luz sigue a las letras en su viaje a través del espacio
sutil y que es lanzado violentamente a lo largo de ese eje. Con la siguiente palabra bárbara se debe
imaginar que es una columna dos veces más alta que la anterior, de tal manera que cuando se llega a
la última palabra de la invocación –ignorando por el momento la acción y el poder inherentes a la
invocación- la consciencia está completamente intoxicada y el ego inundado por un sentimiento de
fatiga y aturdimiento. Al final se debe ver cómo la columna aumenta de altura ante el ojo espiritual y
llega cada vez más arriba hasta que la imaginación descubre la grandeza y la inmensidad de lo que ha
creado. Este sentimiento de temor reverencial producido por el viaje a lo largo de la fiera columna de
cada una de las palabras bárbaras es el precursor de la exaltación mágica y del éxtasis. Con la
práctica, el Teúrgo puede inventar otros métodos, más adecuados para su propio carácter, para
emplear satisfactoriamente estas palabras.

∗ ∗ ∗
Existen otros acompañamientos secundarios que tienen como finalidad animar el trabajo ceremonial
y son la Danza, la Música y los redobles. Por lo que se refiere a los redobles o golpes rítmicos, su
número tiene que armonizar con el tipo de operación. Su objetivo es anunciar la autoridad, registrar
la nota del triunfo del Mago y devolver la atención distraída. La Música es un tema mucho más
complicado ya que el grado en que se puede apreciar depende del individuo. En muchas
invocaciones se omite, ya que puede distraer la atención del Teúrgo aunque, como preludio, puede
favorecer el éxtasis y la exaltación. Requiere la presencia de uno o varios músicos y cualquier
defecto de su técnica produce disonancias. El violín y el arpa tienen las notas más trascendentales y
exaltadoras y se pueden emplear ocasionalmente.

El tantán, con su sonido fiero y apasionado, es muy útil en otros tipos de trabajos en los que se
requiere provocar energía o incluso tranquilizar la mente. Es muy sencillo forzar a la mente a seguir
el golpeteo rítmico del tantán y éste se puede acelerar o ir haciendo más lento, hasta que sobreviene
la paz de la mente cuando se ha fundido con el silencio. La música oriental es de este tipo, monótona,
lo que implica un motivo religioso o místico.
En una representación de ballet a la que el autor fue invitado por un amigo en Java, había como una
docena de bailarines vestidos con trajes y máscaras grotescos aunque de colores muy vistosos, típicos
del ostentoso Oriente. La orquesta constaba de cinco músicos; tres de ellos tocaban un instrumento
que parecía un xilofón muy grande y sólo daba cinco notas; los otros dos aporreaban tambores de
Java. El teatro era al aire libre y la danza, principalmente realizada con las manos y los dedos, se
prolongó durante cinco horas sin un solo descanso. Todo ese tiempo, los diligentes miembros de la
orquesta estuvieron golpeando con entusiasmo sus monótonos ritmos hasta que los europeos tuvimos
la sensación de que nuestros sentidos y nuestra mente iban a sucumbir a ese ritmo monótono y a
sumergirse en el silencio.

Una danza airosa, un pasodoble, por ejemplo, puede ser muy útil y acompañada de un tantán y de un
mantram mental, en el interior de un círculo o de una cámara consagrada, puede ser la precursora del
éxtasis. Esta danza tiene un interés particular para el Mago ya que su característica es el ritmo y el
conjunto de la naturaleza es la personificación del ritmo y de la gracia, ambas cosas aspectos de la
danza. En la Naturaleza, la danza asume las formas del crecimiento y del movimiento, ya que el
movimiento es el elemento esencial de la vida, el tema que se representa en un escenario infinito.

El éxtasis de la Naturaleza y de sus criaturas ha pasado a ser una cosa de uso común, recurriendo una
vez más al habla popular. Le han prestado atención a la música de las esferas y a las danzas de la
multitud de planetas y cuerpos celestiales en las infinitudes del espacio los más grandes filósofos y
poetas que han sabido ver en el corazón de las cosas. Con demasiada frecuencia se habla –son
tópicos, es cierto- del retozar de los corderos y de los cabritillos brincando en los verdes prados; de la
danza flotante de las nubes y de cómo ondean las olas del mar. Y estos fenómenos, ¿qué son sino la
participación en la Danza de la Vida que día tras día, año tras año, siglo tras siglo sigue adelante, sin
cambios ni alteraciones y que, en su perpetuidad, se debe considerar como la encarnación de la
alegría?

Por lo que se refiere a la utilización de la Danza en las operaciones mágicas, debe ser suficiente con
las indicaciones que dan los Derviches Islámicos. Estos místicos de Mahoma se enorgullecen de una
danza que no es, como muchos han pensado, un frenesí incontrolado. En su principio, es justamente
lo contrario. En su ejecución subyace un alto motivo religioso: El éxtasis y la unión con Alá. Los
danzarines, a partir de una posición estacionaria, aumentan gradualmente su velocidad de rotación y
con los brazos extendidos dan vueltas con tal rapidez que parece que no se mueven en absoluto.
Después de un corto período de tiempo, este movimiento de rotación induce un vértigo tanto en el
cuerpo como en la mente y, haciendo un gran efecto de voluntad, se aplaza su efecto y se elimina de
la consciencia. La danza culmina con el Derviche en un estado de completa inconsciencia y no sólo
eso, sino (y creo que esto es importante) en un estado de completo éxtasis. Algunos pueden conocer
nombres tales como Shri Chaitanya y a su discípulo Nityananda, que viajaron por toda la India en el
siglo XV cantando, predicando y danzando alegremente la doctrina de Bhakta o la unión con Dios
por medio de la devoción.

En años más recientes, hemos tenido al eminente maestro religioso Shri Ramakrishna Paramahamsa,
cuyas frecuentes canciones y danzas devotas estaban tan cargadas de fervor y emoción que se dice
que se producían cambios morales y espirituales en aquellos que tenían la fortuna de presenciarlas.
Según los informes, muchas de estas personas quedaban tan vencidas por la profunda emoción que
sentían al ver al Maestro danzando que caían en éxtasis y desvanecimientos.

Por lo que se refiere al Teúrgo moderno, la finalidad principal de la danza es conseguir un estado de
agotamiento físico y de cese de todos los pensamientos. La presencia espiritual invocada se puede
encarnar en el seno de esta negatividad, si ha sido inducida en la zona adecuadamente consagrada en
la cual ningún otro ser osaría penetrar. Ésta es la idea fundamental de la Danza, aunque algunos
prefieran eliminarla de sus ceremonias. Cada una de las fuerzas que pertenecen a los distintos
Sephiros tiene su propio tipo de Danza, con sus propios pasos y su propio tiempo.
Un movimiento que es común a casi todas las invocaciones y que es menos parecido a una danza que
los bailes actuales, es la circunambulación. A veces, el Mago tiene que caminar desde uno de los
puntos cardinales del círculo y dar un cierto número de vueltas a su alrededor. Este número
específico es el que determina la naturaleza de la fuerza que se va a invocar. Y el que el sentido de la
circunambulación sea hacia el este o hacia el oeste determina también si está invocando o
desterrando. El movimiento en el sentido de las agujas del reloj sirve para invocar y en el sentido
contrario para “desterrar”. Tradicionalmente, la circunambulación en el interior del Círculo ha sido el
método más maravilloso de conseguir potencial y adquirir la fuerza y el entusiasmo necesarios.
CAPITULO DIEZ

En los capítulos anteriores se ha querido mostrar la forma en que la Teúrgia concibe la Voluntad y la
Imaginación como instrumentos para reconstruir al ser humano. Propongo seguir adelante con este
tema del uso de la Imaginación, ya que tiene relación con la tarea fundamental de la Magia. Como la
sustancia plástica que forma la Luz Astral es particularmente sensible a la manipulación de las
corrientes de la imaginación y como las imágenes que se hacen en esta Luz producen cambios
perceptibles, si la Voluntad es lo suficientemente fuerte, el Mago ambiciona aplicar estos hechos a su
propia esfera. Hay que prestar atención al hecho de que todas las autoridades en el tema consideran
que la naturaleza de la Luz Astral es dual. Tenemos el aspecto astral básico, la denominada serpiente
engañadora, ocupado por los esqueletos podridos y la fantasmagoría. Y el plano superior en el que
hay una gran riqueza de imágenes reales, ideas e insinuaciones espirituales. Evidentemente, la tarea
mágica fundamental es ir más allá de la serpiente astral y llegar al Astral más elevado. Las
invocaciones al Santo Ángel de la Guarda y la unión Teléstica con los Dioses y las Esencias
universales son los métodos supremos para conseguir trascender los planos etéreos más inferiores. Y,
además, son objetivos a los que se tienen que ajustar todos los métodos y las técnicas. Para hacer que
los objetivos de la invocación sean menos arduos de alcanzar y se pueda llegar a ellos con más
facilidad, los Teúrgos recomiendan un ejercicio que, si se lleva a cabo con éxito, confiere la
capacidad de trascender conscientemente la zona astral inferior, e incluso ir más allá de la zona astral
superior, hacia los reinos espirituales donde arden los fuegos divinos. De la misma manera que todos
los planos de la naturaleza y todas las fuerzas del universo están representadas en el interior de la
constitución del hombre, así el plano astral en su aspecto dual se encuentra en él. El aspecto inferior,
la fase lunar, corresponde al principio humano del Nephesch, mientras que el principio más elevado
corresponde al Sephirah central del Árbol de la Vida, Tipharas, el corazón palpitante del Ruach, e
incluso se extiende hasta los confines del Neschamah.

El Mago tiene poco o nada que ver con el aspecto lunar más inferior del astral, la región de los
esqueletos, los demonios y los fantasmas decadentes de los muertos. Sus aspiraciones se dirigen
hacia lo que está por encima, en el estrato superior del Árbol de la Vida. El Oráculo Caldeo previene:
“Inclínate no hacia abajo, en el Mundo oscuramente espléndido; en donde continuamente se
encuentra una pérfida profundidad y el Hades, envuelto en nubes, placentero con sus ininteligibles
imágenes, serpenteando; un Abismo negro perpetuamente retumbando; siempre adhiriéndose a un
cuerpo no luminoso, sin forma y vacío ... No te quedes en el precipicio con la escoria de la Materia,
porque existe un lugar para tu Imagen en un reino que es espléndido”. Este “reino que es espléndido”
es lo que interesa al Teúrgo, ya que en él residen las fuerzas y los poderes que le favorecerán en su
búsqueda. En el seno del dual Nephesch existe un principio energético sustantivo y vital. El primero
es el denominado cuerpo Astral, el sutil duplicado al que debe la existencia y la persistencia el
cuerpo físico. El desarrollo de este cuerpo Nephesico no pertenece a ninguna de las ramas de la
Magia, así que no trataremos este tema ya que tampoco tiene mucho que ver con la Teúrgia más
elevada. Pero existe un aspecto más elevado de este cuerpo astral que pertenece al reino de Tipharas
y que tiene mucho que ver con la Teúrgia práctica. No es realmente un cuerpo astral en el sentido de
un modelo vital que le da vida al físico, sino que es un cuerpo mental o pensado, el vehículo directo
de las facultades ideales o espirituales y su sustancia es la misma que la del Astral divino o más
elevado. Según Blavatsky, es el Mayavi-rupa, el cuerpo pensado o soñado, la cubierta de la mente, la
memoria y la imaginación, conocido y denominado en Teúrgia como el Cuerpo de Luz. Los Teúrgos
sostienen que este Cuerpo de Luz se puede separar conscientemente del cuerpo y proyectarlo, ¡y
Blavatsky opina que el que puede hacerlo es un Adepto!. “Tú separarás lo fino de lo grosero,
actuando con mucha sagacidad” aconseja el Tres Veces Gran Hermes. Este Cuerpo de Luz, como
vehículo de los principios más elevados, puede investigar el mundo interior con el objeto de
determinar su naturaleza real, es decir, la del propio hombre, ya que las leyes que rigen el universo
son las que rigen la mente y viceversa.
En consecuencia, el astral más elevado, al que se puede llegar a conocer por medio de la
instrumentalización del Cuerpo de Luz, se utiliza como si fuera una escalera por la cual el Teúrgo
puede llegar al reino del espíritu supremo, ardiente, creativo y estático.

Por lo tanto, una de las bases de la Magia práctica es proyectar este bello cuerpo, adquirir la facultad
de funcionar en él con la misma facilidad que se funciona en el cuerpo grosero, capacitar y educar a
este Cuerpo de Luz para que realice los deseos del Teúrgo. El tener éxito o no en esta fase particular
del trabajo depende por completo de si el Mago ha ejercitado su imaginación o no, porque ésta es la
palanca mágica con la que se conseguirá la deseada proyección.

La técnica, en breves palabras, es la siguiente: Una vez sentado cómodamente en una silla –o, si ha
practicado, en una de las posturas del Yoga sería mucho mejor- y con la mente y las emociones lo
más tranquilas posibles, el Mago debe intentar imaginar que tiene ante él un duplicado exacto de su
propio cuerpo. Si el Teúrgo ha practicado antes con los símbolos tattva o con los ejercicios
espirituales de San Ignacio, entonces no tendrá muchas dificultades para formular su imagen. El
Teúrgo debe imaginar vívidamente que tiene ante él, en su mente, un simulacro de su propio cuerpo;
que está vestido de la misma manera que el Mago, con la túnica mágica y con la vara o espada, según
el caso, y que está parado, o sentado en una silla o doblado en un fácil y confortable Asana. Si el
Mago está sentado, la imagen tiene que estarlo también. Con un gran esfuerzo de voluntad, tiene que
hacer que la imagen se mueva en su mente y que se levante poniéndose vertical sobre sus pies. Ahora
viene la parte más difícil de la tarea del Mago. Debe transferir su propia consciencia al Cuerpo de
Luz; esta transferencia puede ser difícil y, a veces, simplemente no se produce.

En este caso, empleando hasta el último grado de su Voluntad y todo el poder de su Imaginación,
hasta el punto de imaginar y desear que está en el cuerpo pensado, el Teúrgo debe hacerle llevar a
cabo distintas acciones. Un ejercicio espléndido es que ponga en práctica algún ritual como, por
ejemplo, el Ritual del Destierro del Pentagrama ya que se obliga al Cuerpo de Luz a que se mueva, se
dé la vuelta y pronuncie palabras. Si persiste, después de varios intentos, el Mago se dará cuenta de
que quien está realizando el Ritual no es el Cuerpo de Luz, como un autómata, sino él mismo en el
interior del cuerpo pensado.

Estos métodos desatan las ataduras del alma y abren las cerradas puertas de la mente. Además, puede
suceder que a medida que el Mago recita la invocación, siguiendo mentalmente cada uno de los
puntos del Ritual con atención y cuidado, se encuentre casi sin saber cómo en el Cuerpo de Luz. El
efecto tonificante de las palabras y las sugerencias que se expresan en algunos casos favorecen a la
transferencia. “¡Piso sobre lo alto! ¡Piso sobre el firmamento de Un! ¡Hago que se eleve una
llamarada con el rayo de mis ojos, que se precipita hacia delante en el esplendor del diariamente
glorificado Ra y ofrezco mi vida a los moradores de la tierra!” “¡Me elevo, me elevo como un halcón
de oro!”. Las dos primeras frases en particular, si se recitan con entendimiento y sentimiento, les
resultan suficientes a muchos individuos para conseguir el resultado deseado. Incluso físicamente,
estas palabras le fuerzan a uno a elevarse sobre las puntas de los pies como si quisiera pisar sobre el
firmamento de Un. Una vez que se ha alcanzado el éxito, se debe practicar una y otra vez hasta que
el Mago pueda entrar y salir de su estructura física de la misma manera que un hombre corriente se
quita su abrigo de invierno. La tarea real comienza cuando se ha llevado a cabo la proyección.
Porque se debe enseñar al Cuerpo de Luz a moverse y a ver en el Plano Astral, aunque no se necesita
mucho tiempo para que responda a esta enseñanza, y sea capaz de moverse y de ver con la rapidez
del pensamiento mismo.

Una vez que ha conseguido habitar en el Cuerpo de Luz, el Teúrgo tiene que practicar para ver con
sus sentidos astrales. Tiene que intentar ver las cosas físicas y los objetos que existen en el
apartamento del que ha salido, notar el cuerpo, su antiguo habitáculo sobre la tierra, los muebles, las
paredes, el techo, en fin, todo.
Cuando descubra que lo puede hacer sencillamente y que los sentidos astrales responden con
facilidad, entonces se debe elevar hacia los cielos y observar lo que se puede ver allí. La cuestión
principal es de educación. El Cuerpo de Luz, el llameante vehículo solar del Ángel, se debe convertir
en un instrumento respetable y, de la misma manera que se enseña a un niño de un año a hablar, a
gatear y a caminar, se debe enseñar a este hermoso cuerpo de pensamiento a funcionar perfectamente
en su propio plano.

En ejercicios de este tipo, el Teúrgo descubrirá que lo que eran símbolos convencionales en el mundo
exterior, ahora son realidades dinámicas que viven su propia vida en el mundo Astral o del
pensamiento. El objetivo de investigar minuciosamente este reino, en la multitud de aspectos y
compartimentos que presenta continuamente, no lo debe perder nunca de vista ya que coincide, de
hecho, con los límites de su conocimiento consciente e inconsciente. Con este objetivo en la mente,
hay que llevar a cabo varias tareas globales. Se pueden utilizar los símbolos tattva, que anteriormente
se han usado para ejercitar la concentración y la imaginación, como sigillae con los que conseguir
visiones que revelarán la naturaleza invisible del símbolo. En el Cuerpo de Luz se puede imaginar
una puerta en la que está inscrito un triángulo equilátero rojo, o Tejas, por ejemplo. El atravesar esa
puerta y observar el tipo de paisaje, a los seres angélicos que le hablan y las conversaciones que tiene
le proporcionará al Teúrgo una idea ajustada de la trascendencia implícita y del significado del
símbolo. Parece que existe una relación absoluta entre los símbolos y las realidades visionales del
plano astral. La visión del tattva lo debe dejar absolutamente claro. Existen innumerables casos
registrados de experiencias en las que se le daba un símbolo a una persona que no lo conocía ni lo
había visto nunca. Solamente el dueño del símbolo conocía su significado. El resultado de la visión
corroboraba este conocimiento del propietario.

Este procedimiento se ha seguido una y otra vez y, la mayor parte de ellas, la visión que se obtenía
estaba relacionada con la naturaleza del símbolo. Y se debe realizar en relación con otros símbolos y
subelementos de los tattvas. Igualmente, los símbolos astrológicos de los planetas y de los signos del
zodíaco se deben investigar utilizando este método, lo mismo que los dibujos de las cartas del Tarot.
Esto le abre al Mago un amplio campo de investigación y puede adquirir un tipo completamente
nuevo de conocimiento. Debe investigar la naturaleza de un símbolo hasta entonces desconocido
para él y deducir su significado de la observación y de la experiencia ligada a él. Puede realizar una
gran cantidad de experimentos con la finalidad de familiarizarse con la naturaleza del plano.

∗ ∗ ∗
Cuando estas visiones astrales no confieran ningún conocimiento real, se las rechazará como simples
ejercicios técnicos. Una vez que se ha dominado esta técnica y ya no se tropieza con estas visiones de
experiencia vital ni se adquieren nuevos conocimientos, desaparece el valor del ejercicio. Se sabe de
alguna gente tonta que es capaz de viajar por el astral sin hacer nada, sin conseguir ningún beneficio.
Para ellos, la visión astral no tiene significado espiritual y la intoxicación astral es la forma insidiosa
de corrupción espiritual que les sorprende; entonces se pierden y degeneran en simples “vagabundos”
astrales. Que el estudiante grabe esta advertencia en su corazón.

El astral debe utilizarse o bien para conseguir un conocimiento definido o bien servir de paso para
llegar a la escalera celestial que conduce a planos todavía más sutiles. En cualquier otro caso, se
produce un estancamiento perenne allí y uno queda vencido por la intoxicación, enredado en las
seductoras trampas para serpientes que tientan al incauto y al temerario. Es un mundo reflectante en
el que uno se puede perder con facilidad a menos que sus aspiraciones sean puras y fuertes. Se
pueden desperdiciar horas, días e incluso años teniendo visiones fútiles y lo que se consigue es lo
mismo que después de pasar horas mirándose uno en un espejo. “A todos aquellos que, en su
evolución espiritual, tienen semejantes visiones les diría: Intenta llegar a ser el amo de tu visión y
busca y evoca los mayores recuerdos de la Tierra, no las cosas que sólo satisfacen la curiosidad, sino
las que nos elevan e inspiran y nos proporcionan una visión de nuestra propia grandeza; y el más
noble de todos los recuerdos de la Tierra es el ritual augusto de los antiguos misterios, donde el
mortal, entre escenas de grandeza inimaginable, fue despojado de su mortalidad y elevado a
compañero de los dioses” 1.

Se debe decir que existen ciertos métodos por medio de los cuales el Teúrgo puede comprobar la
exactitud de la visión y que no ha sido engañado por los elementos o por la naturaleza de su propia
mente creadora de fantasías. Además, con estos métodos se evita la posibilidad de perderse en el
laberinto de la fantasmagoría astral. Supongamos que el Teúrgo ha tenido una visión de Mercurio,
porque ha utilizado los Sellos Mercurianos de Henry Cornelius Agrippa o la Clave de Salomón el
Rey; una vez que ha regresado a su cuerpo, su primera obligación es escribir esta experiencia en un
diario especial que debe llevar con esta finalidad. A propósito, el Mago debe llevar un diario
científico en el que consigne diariamente los experimentos y las visiones mágicas, ya que esto ayuda
a conseguir el orden y el equilibrio a que aspira. Y estas visiones se deben consignar de forma
auténticamente científica ya que cada apuntación elimina muchas posibilidades de ambigüedad. La
memoria no es siempre fiable y, después de que haya pasado cierto tiempo, puede consultar lo que ha
escrito si quiere seguir el mismo procedimiento para comprobar o verificar la visión. Por lo tanto,
inmediatamente después de cada experiencia, de cada visión, se debe anotar en el diario.

En las columnas del Magus de Barrett o de la obra de Agrippa de Occulta Philosophia, en la que se
basa gran parte del primero, el Liber 777 de Crowley y en mi Jardín de Granadas se puede encontrar
una amplia serie de correspondencias naturales y simbólicas de cada una de las Treinta y Dos Sendas
del Árbol de la Vida. El Mago debe recurrir a estos atributos cuando desee verificar su visión ya que
la experiencia ha demostrado, como he dicho antes, que existe una conexión real entre los símbolos y
atributos del alfabeto mágico y las realidades subjetivas.

Si en la visión de Mercurio aparecen elementos irregulares, de color o de número, por ejemplo, que
en esas columnas se atribuyen a digamos Marte o Saturno, el estudiante puede estar seguro de que
algo mal ha sucedido y debe dar todos los pasos necesarios para repetir la visión, teniendo mucho
cuidado en no cometer errores y en que no se vuelva a producir una visión confusa. A medida que la
experiencia del Mago aumente, conservará en su memoria un alfabeto global de correspondencias; y,
a medida que se vaya familiarizando con ese plano, se dará cuenta instantáneamente si la visión es
correcta o no. Esta creciente intuición le avisará cuando algún peligro amenace a la coherencia.
Nunca me cansaré de decir que el comprobar la visión por medio del alfabeto mágico es una de las
tareas más importantes del Mago. Si se pasa por alto la verificación científica y el examen crítico de
la visión, más pronto o más tarde, uno se encuentra revolcándose en el fango maloliente de la
intoxicación astral y que se desvanecen en el aire todas las perspectivas de progreso o de avance.

Se deben tomar algunas precauciones, sin embargo, antes de proyectar el Cuerpo de Luz. El
abandonar el cuerpo físico sin inteligencia y el control del Yo interior equivale en muchos casos a
enviarle una invitación a cualquier ser astral, maligno o no, que esté por las proximidades, para que
tome posesión de él. No hay necesidad de preocuparse por el bienestar físico del cuerpo ni del
Nephesch, sede de las fuerzas vitales, que permanece en él para asegurar la continuación de sus
funciones y de la vida física. La obsesión se debe evitar a toda costa. La posesión de la estructura
humana por un demonio con cara de perro se opone a la finalidad y a los métodos de la Magia. Por lo
tanto, se han desarrollado ciertos métodos para evitar la obsesión y dejar el cuerpo a salvo mientras
el alma vuela hacia los fuegos sagrados. Algunos autores creen que uno de los métodos protectores
más efectivos consiste en rodear el cuerpo de un círculo imaginario de luz blanca, ya que al ser
blanco el Trono del Espíritu Más Alto, ningún espíritu inferior se atrevería a desafiar a sus
guardianes. Otros están a favor de realizar la proyección en el interior de un círculo mágico bien
dibujado, pintado de color y con los nombres divinos en su exterior; en su interior, habría figuras

1
La Vela de visión, de A. E.
geométricas. En este caso, sin embargo, el círculo tiene que estar consagrado y desterrado
ceremonialmente por medio del ritual adecuado y esto es bastante fatigoso para hacerlo con
frecuencia. Por esta razón, se afirma que el Ritual del Destierro del Pentagrama es suficiente para
asegurar la protección adecuada y que elimina toda posibilidad de posesión demoníaca.

También se debe atender con cuidado y juiciosa precaución el retorno al cuerpo después de una
visión. Una vez que se penetra en la estructura física, se debe respirar de forma profunda
deliberadamente para tener la seguridad de que los dos organismos se unen perfectamente; se ha
sugerido que se debe asumir físicamente una forma de Dios y que se debe vibrar un Nombre. Por lo
general, basta con la forma de Harpócrates, que consiste en permanecer de pie con el brazo izquierdo
en frente del cuerpo y el dedo índice apoyado sobre los labios, haciendo el signo del silencio, y todo
esto acompañado de la pronunciación audible del nombre del Dios. Lo que puede tener
consecuencias desastrosas es que no se consiga unir las dos esencias, la del cuerpo pensado y la del
cuerpo físico.

Si se consulta el Libro Egipcio de los Muertos, el lector ampliará considerablemente sus


conocimientos ya que en él, tanto el Tuat como el Amentet, las subdivisiones de la Luz Astral, son
objeto de una minuciosa observación y de una precisa clasificación. En la segunda parte del capítulo
CXXV, se puede ver al Dios Osiris sentado en un extremo del vestíbulo de Maati, acompañado de la
Diosa de la Ley y de la Verdad, junto con los cuarenta y dos asesores que le ayudan.

Cada uno de estos cuarenta y dos Dioses representa una de las divisiones administrativas de Egipto y
tiene un nombre mágico simbólico. De acuerdo con esta concepción, nos podemos dar cuenta de la
tremenda ingenuidad de los sacerdotes-teúrgos egipcios, que hicieron correspondencias entre los
planos de la Luz Astral y de las divisiones administrativas del Alto y del Bajo Nilo. Si estudia
cuidadosamente este capítulo y los siguientes, el Teúrgo recogerá mucha información útil
relacionada con la Luz Astral, los Guardianes y los Conservadores de los Pilones entre los que tiene
que pasar en su auto-iniciación. Aunque en el Libro de los Muerte vienen representados los Pilones
como aquellos que el difunto debe atravesar en su camino hacia Amentet, donde descansará, se
pueden considerar también como las Puertas que hay que atravesar en el viaje hacia la visión
espiritual. No se debe considerar como ficciones a estas Puertas guardadas por Vigilantes con forma
de Dios porque, como se descubrirá en el curso de las investigaciones, el Mago se aproximará a
algunas de estas Puertas y ningún artificio mágico le franqueará la entrada a los sellados santuarios y
mansiones. El que se le niegue la entrada es un signo claro de indignidad e indica, por encima de
todo, la incapacidad de existir en esa condición enrarecida. Además, indica que se debe purificar el
Cuerpo de Luz, hacerlo brillante, iridiscente, incandescente, como un organismo solar que emite la
luz radiante del Espíritu que mora en su interior. Solamente de esta manera llegará a los estados más
ardientes y exaltados y los Ángeles Guardianes con sus espadas llameantes le dejarán pasar por los
sagrados Pilones y las Puertas interiores. La forma de efectuar la purificación es realizar con
frecuencia el Ritual del Pentagrama, es decir, formular de forma más clara y radiante el cuerpo
pensado, y celebrar diariamente alguna forma de Eucaristía que infunda el Cuerpo de Luz la
sustancia refinadora de la esencia espiritual.

Las visiones que se conseguirán serán de orden mucho más alto. Quizá después de que pase cierto
tiempo, el Teúrgo se quede atónito al darse cuenta de que su papel de observador objetivo de la
visión se ha terminado y que, en cierta manera, la visión está teniendo lugar en su propio ser. Y se
siente inmerso en una experiencia que nunca se borrará de su memoria en todos los días de su vida.
Las iniciaciones, en el sentido real, no implican una sala formal de ceremonias en la que el Teúrgo
toma parte, como candidato, en los misterios sagrados. No hay necesidad de decir que para estas
iniciaciones no se necesita hacer instancia por escrito. Simplemente, suceden. Y entonces no cabe
ninguna duda sobre qué es lo que está ocurriendo. Cito lo siguiente como ejemplo de una experiencia
realmente emocionante, es decir, una visión astral del tipo más elevado:
“Había un vestíbulo más amplio que cualquier catedral, con pilares que parecían construidos de
ópalo vivo y tembloroso o de sustancias sembradas de estrellas que lanzaban destellos de todos los
colores, los colores del amanecer y del ocaso. Un aire dorado llenaba este lugar, vivo y difuso, hasta
el último rincón del amplio vestíbulo. Y, elevados entre los pilares, había tronos que se perdían hacia
el fondo. En ellos se sentaban los Reyes Divinos. Tenían crestas de fuego. Vi que uno de ellos
llevaba una cresta de dragón y otro iba coronado por fuegos brillantes que parecían plumas de
llamas. Estaban allí sentados, como estrellas, mudos como estatuas, más colosales que las imágenes
egipcias de sus dioses. Al fondo del vestíbulo había un trono más grande en el que se sentaba alguien
más grande que los demás. Y una luz como el sol brillaba tras él. Abajo, en el suelo, yacía una figura
oscura como si estuviera en trance y dos de los Reyes Divinos hacían movimientos con las manos
sobre su cabeza y su cuerpo. Y vi que allí donde sus manos ondeaban se producían chispas de fuego
que eran como destellos de joyas. Y de aquel cuerpo oscuro salió una figura tan alta, gloriosa y
brillante como las que estaban sentadas en los tronos.

Y vio a sus parientes divinos y levantó las manos en señal de saludo. Había vuelto de su peregrinaje
por la oscuridad y ahora era un iniciado, un amo de la cofradía celestial. Mientras le observaba, las
figuras doradas se levantaron de sus tronos, también con las manos extendidas en señal de saludo, y
desaparecieron en la gran gloria de detrás del trono”. 2

El Árbol de la Vida Cabalístico debe ser objeto de una amplia investigación y una concienzuda
experimentación en este plano. El iniciado debe practicar e ir de un Sephirah a otro, y analizar
cuidadosamente la naturaleza de esa esfera. Subirse por todas las ramas de este Árbol que crece de
los brillantes cielos hacia abajo, descendiendo sobre la tierra multicolor. Se deben explorar
cuidadosamente todos los Senderos que parten en forma radial y unen los Diez Sephiros y registrarlo
todo en un diario científico. De esta manera se llega al conocimiento de uno mismo y también del
Árbol, que es un mapa simbólico no sólo de la constitución interna del hombre sino de la estructura y
las fuerzas del universo en cada una de sus distintas fases.

Crowley escribió: “El Universo es una proyección de nosotros mismos; una imagen tan irreal como
la de nuestra cara en un espejo y, sin embargo, lo mismo que esa cara, es la forma necesaria de
expresión y que no se alterará a manos que nos alteremos nosotros mismos ... Por lo tanto, lo que
hacemos en esa Luz es descubrirnos a nosotros mismos por medio de una secuencia de jeroglíficos y
los cambios que aparentemente llevamos a cabo no son más que ilusiones sensoriales objetivas ...
Nos permite vernos a nosotros mismos y, en consecuencia, nos ayuda a iniciarnos al mostrarnos lo
que estamos haciendo”.

Al estudiar este mapa simbólico de lo astral, por medio del Cuerpo de Luz, el Mago se familiariza
con todos los aspectos de su propia consciencia y del Universo. Las visiones que percibe, evocadas
por medio de símbolos, son más bien revelaciones de su propia consciencia en las distintas zonas de
las que él no había tenido conocimiento anteriormente. El método por excelencia, mejor que ningún
otro, para revelar las distintas capas de la mente y del alma y sus contenidos en forma dinámica es la
Luz Astral y su investigación en el ardiente cuerpo solar. De esta manera se consigue el
conocimiento de uno mismo. Y también la consciencia de uno mismo, en su sentido auténtico, lo que
sirve de preludio a las sinfónicas armonías de la unión celestial.

Los resultados de estos ejercicios son tangibles y saludables. El dejar de lado la posibilidad de la
proyección consciente del Cuerpo de Luz y el no tomar en consideración las experiencias vitales y el
conocimiento de uno mismo que se obtiene en el Divino Astral por la calumnia infamante de que
“todo son imaginaciones” es absurdo por no decir otra cosa. Los experimentos y solamente ellos
demostrarán si esta aventura empírica es una realidad suprema o una quimera de la fantasía. Y eso
aún admitiendo que los primeros pasos se dan por los canales de la Imaginación.

2
La Vela de visión, de A. E.
“Prometeo Encadenado” fue, primero, concebido en la fértil imaginación de Shelley pero, ¿quién
será lo suficientemente tonto como para negar la belleza intrínseca del poema o su innegable realidad
debido a su origen inmaterial? Esta forma de pensar se puede aplicar al asunto que nos ocupa.

Utilizando la Imaginación, el Mago crea un sutil instrumento-pensamiento con el que puede medir,
investigar y explorar un plano de consciencia en el universo que existe, aunque a él le resulta
desconocido. En cualquier caso, el Mago comprenderá en un período de tiempo muy corto, aunque
sea escéptico y debe de serlo, que los seres Angélicos que se encuentra en el curso de sus visiones,
sus conversaciones y su manera de tratarle difícilmente pueden ser producto de su imaginación. Ni
tampoco son creaciones subjetivas especialmente cuando, quizá para su consternación al principio,
“empiezan a pasar cosas”.

En este punto, desearía considerar uno de los resultados más importantes que nace de esta rama
importantísima de la Teúrgia. Antes de conseguir la proyección del Cuerpo de Luz, la consciencia
humana era inseparable del cuerpo físico. La capacidad de transferir la consciencia al Cuerpo de Luz
creado en la imaginación, nos hace llegar a esta significativa conclusión filosófica. El alma es muy
diferente del ser del cuerpo y si se utilizan los métodos apropiados se puede separar de él y hacerle
independiente. Para empezar, no se debe sacar la conclusión de que el alma es imperecedera e
inmortal; no lo ha demostrado la experiencia. Sin embargo es el Ruach, el falso ego, el que prevalece
en la transferencia. No se produce ningún cambio en absoluto en el ser individual ni en la naturaleza
de la consciencia, porque la proyección del cuerpo pensado no es semejante a la experiencia Mística
que aniquila la dualidad y proporciona el éxtasis y la iluminación.

El Teúrgo sigue siendo la misma persona que era antes y la dualidad todavía habita en su
consciencia. Sin embargo, ha tenido lugar un cambio supremo en el punto de vista y en la actitud.
Mientras está en el Cuerpo de Luz, cuando se ha efectuado con éxito la transferencia de la
consciencia, puede ver ante él, como si estuviera dormido, al cuerpo físico en el que habitaba hasta
hace sólo un momento. De esta manera, él sabe, después de hacer una observación corriente, que no
es su cuerpo porque lo puede abandonar a voluntad. Y se da cuenta de que es un ente espiritual que
puede funcionar con independencia de su cuerpo orgánico. Lo que ahora es fundamental es aniquilar
la dualidad. El objetivo inmediato es trascender el Ruach, abrir sus puertas de par en par, de forma
que se pueda encontrar al Auténtico Ego Espiritual. Junto con este descubrimiento, cuando el éxtasis
y la iluminación invaden la esfera de la mente, se produce otro: que el Alma es inmortal; que la
mente, la emoción y el cuerpo no son sino vehículos de ese Alma, instrumentos que empleará para
sus propios fines. Y la forma de realizar estos descubrimientos es seguir el Sendero Mágico. Las
autopistas que nos conducen a la comunión con el Dios interior son las invocaciones, las formas de
Dios asumidas cuando se está en el cuerpo sutil y la Ascensión de los Planos.

Estas prácticas se deben continuar durante un cierto tiempo y se debe persistir en el esfuerzo para
lograr la purificación de la funda espiritual que encierra hasta que se convierta, gradualmente, en una
organización espiritualizada. El viejo principio de la inercia, la pereza y la negrura, al que los
hindúes denominan Tamas, se rompe y se le expulsa de la esfera mágica. Los huecos del cerebro,
antes impenetrables y oscuros, se hacen claros y extrañamente luminosos. Y se manifiesta un curioso
fenómeno, que lleva alegría al corazón del Mago una vez que ha entendido su significado. Mientras
que antes pasaba la noche durmiendo profundamente o, como mucho, soñando aventuras fantásticas,
ahora conserva la consciencia incluso mientras duerme. No se sume en el olvido del sueño; todo es
una corriente de consciencia que fluye libremente mientras el cuerpo duerme y que no interrumpen
lapsos de inconsciencia ni durante el día ni durante la noche. Esto es importantísimo. Se manifiesta
gradualmente una nueva cualidad de pureza en el sentido hindú de Sattva, una cualidad de ritmo,
continuidad y bienaventuranza. Debido a esta infiltración de la cualidad Sattva y a que se han
eliminado de la esfera de la personalidad los elementos tamásicos, la luminosidad crece en el cerebro
y la consciencia (no del Ruach sino del Alma más elevada) persiste.
De esta manera se conquista la vida, porque el Alma está por encima de su humilde alcance. Y se
trasciende la Muerte, ese horror gris, el temor de la humanidad y la desesperación de los filósofos.
Solamente muere el cuerpo. La mente y las emociones también sufren la muerte. Pero el Ángel
Divino de la Sagrada Luz sigue inmutable e inalterable, purificado por medio del juicio, triunfante
sobre las mutaciones de la vida y de la muerte, calmado, sereno, imperturbable por el conocimiento
de su propia Inmortalidad.

Los resultados de Iniciarse en la Visión Espiritual nunca se podrán loar lo suficiente. Esta práctica le
puede conducir al Mago a los pináculos más elevados del Árbol de la Vida, donde el aire es claro y
los puntos de vista claros e inmaculados. Existe, ya lo hemos visto, el peligro preliminar de perderse
por los caminos laterales de ese plano o quedar preso en las garras seductoras de las formas brillantes
y las visiones astrales de las profundidades. Pero todo esto es elemental. Si se mantiene la aspiración
pura y firme y se aplican los principios escépticos de la Cábala, el peligro de que esto ocurra es
mínimo. Entonces el Mago puede elevarse calmadamente por encima de su propia personalidad, más
allá de los brillantes fantasmas del Astral, pasar las espléndidas visiones infieles, con su encanto y su
embrujamiento, y llegar al núcleo interno del Hombre Celestial donde está entronizado el Señor de
todo.

* * *
Antes de que empiece una visión, o de cualquier trabajo de Magia, se aconseja al estudiante que lleve
a cabo un profundo “desterramiento” que tiene dos funciones: es purificador y protector. El método
más rápido y mejor es el Ritual del Destierro del Pentagrama. El Pentagrama expresa, según Levi:
“el dominio de la mente sobre los elementos y, por medio de este signo, los sometemos ... Es el
símbolo de la Palabra hecha carne y, según la dirección de sus rayos, representa el bien o el mal, el
orden o el desorden ... Es un signo que resume, representa por su significación todas las formas
ocultas de la Naturaleza y que siempre ha manifestado que posee un poder superior que el de los
espíritus elementales y los otros, por lo que les domina por el miedo y por el respeto y les obliga a
obedecerle al poner el conocimiento y la voluntad por encima de la ignorancia y la debilidad”.

Debemos volver sobre ciertos aspectos de la Cábala si queremos entender el significado de la forma
geométrica del Pentagrama, por qué tiene el poder para desterrar de una esfera dada a todas las
fuerzas inferiores y por qué es la “Palabra hecha carne”. Uno de los nombres divinos que daban los
judíos a la fuerza creadora universal era YHVH, el Tetragrammaton, que se considera bomo el
equivalente a los Cuatro Elementos del Cosmos. También se consideraba que representaba al hombre
corriente no iluminado, aquél en el que la luz del espíritu todavía no había hecho su aparición; al ser
no regenerado de tierra, aire, fuego y agua, abandonado a las cosas del yo no redimido. Por medio de
la Magia se consideraba que el Espíritu Santo, entre fuego y gloria, descendía sobre estos cuatro
elementos que componen la carne. En hebreo, el elemento Espíritu se representa con la letra Shin,
con sus tres dientes móviles de fuego espiritual unidos bajo la forma de un principio.

Al deshacer al ser de carne y conservar en él los gérmenes de la iluminación, la inspiración y la


revelación, el Espíritu Santo forma con su presencia en el corazón una nueva especie de seres: Los
Adeptos o Maestros YHshVH. Esta palabra, en hebreo, es el nombre de Jesús, el símbolo del Dios-
Hombre, un nuevo tipo o especie de ser espiritual.

Debido a esto y a la ideología que representa el signo del Pentagrama, el símbolo de los cuatro
elementos coronados por la llama conquistadora del Espíritu Santo, posee un poder y una eficacia
incomparables para dominar toda oposición astral y eliminar la sustancia grosera del ser del Mago.
Los resultados dependerán por completo de la dirección en que siga el Mago esta figura. Si se parte
del punto más alto y se va descendiendo en línea recta hasta el punto más inferior situado a la
derecha, entonces se está invocando a los poderes del Fuego. Si el Mago, con su vara, va desde la
parte de la izquierda hasta la cima, entonces destierra los elementos de Tierra. Quiero señalar que
este último tipo de Pentagrama es el que se emplea en el Ritual del Pentagrama y que basta para
desterrar a todo tipo de seres. Y el instrumento que se suele utilizar es la espada, para representar la
disipada facultad crítica del Ruach.

El denominado Ritual del Pentagrama ha adquirido la reputación de ser simplemente un ritual de


destierro, aunque en realidad es una estructura compuesta. Antes de comentarlo, lo citaremos:

1. Tocando la frente, decir Atoh (hacia Tí)


2. Tocando el pecho, decir Malkus (el Reino)
3. Tocando el hombro derecho, devir ve-Gevurah (y el Poder).
4. Tocando el hombro izquierdo, decir ve-Gevulah (y la Gloria).
5. Apretando las manos sobre el pecho, decir Le-Olahm Amen (por siempre Amén)
6. Vuelto hacia el Este, hacer un Pentagrama de Tierra con la vara o con la espada y decir
(vibrar) YHVH.
7. Vuelto hacia el Sur, lo mismo, pero decir ADNI.
8. Vuelto hacia el Oeste, lo mismo, pero decir AHIH.
9. Vuelto hacia el Norte, lo mismo, pero decir AGLA.
10. Extender los brazos en forma de cruz y decir:
11. Ante mí, Rafael.
12. A mis espaldas, Gabriel.
13. A mi derecha, Gabriel.
14. A mi izquierda, Auriel.
15. Porque a mi alrededor Llamea el Pentagrama.
16. Y en la columna se yergue la Estrella de seis rayos.
17. Repetir del 1 al 4, la Cruz Cabalística.

Por lo que a esto se refiere, le puede interesar al lector saber que Aleister Crowley comentó que
“quien considere que este ritual es un simple dispositivo para invocar o desterrar espíritus, es indigno
de merecerlo. Si se entiende adecuadamente, es la Medicina de Metales y la Piedra de la Sabiduría”.

Para ponerlo en práctica se requiere, como ya he señalado, un complejo movimiento. El ritual, en


primer lugar, invoca, luego destierra de los cuatro puntos cardinales, con ayuda de los cuatro
nombres de dios, a todos los elementos; después evoca a los cuatro Arcángeles, como guardianes
divinos, para que protejan la esfera de la operación mágica. Y, para terminar, invoca una vez más el
Yo Más Elevado de forma que toda la ceremonia, desde el principio hasta el final, está bajo la
supervisión del Espíritu. La primera parte, los puntos del uno al cinco, identifica al Santo Ángel de la
Guarda del Mago con los aspectos más elevados del universo Sephirótico. De hecho, se afirma la
identidad del alma con Adam Kadmon. En la segunda parte, los puntos del seis al nueve, el Mago
traza un círculo protector mientras que en su imaginación está formulando un Círculo astral de Fuego
en el interior del cual va a llevar a cabo su trabajo. En el Norte, Sur, Este y Oeste de este Círculo se
trazan con la vara o con la espada Pentagramas de destierro del elemento Tierra. Como estos
Pentagramas se forman en el aire con el arma elemental, hay que esforzarse para conferirles vitalidad
y realidad.
El realizar este ritual mecánicamente, y esto se puede aplicar a todos los aspectos de la Teúrgia, es
completamente inútil, una pérdida de tiempo y un derroche de energía. Se debe estimular la
Imaginación para crear estos Pentagramas alrededor del Mago en el Plano Astral con brillantes
figuras de fuego, de tal manera que ningún ente inferior de ningún tipo se atreva a atravesar estas
líneas de luz y poder que representan al ser espiritual. Es necesario que el Mago se asegure de que no
baja el arma elemental antes de haber formulado un Pentagrama en el aire. El Círculo debe ser
completo, una línea ininterrumpida de un Pentagrama a otro. La abrazadora estrella de cinco puntas
es como la espada de fuego que expulsó a Adán del paraíso edénico. Los cuatro Arcángeles, los
regentes espirituales de los cuatro elementos, se invocan con objeto de darle legitimidad al trabajo y
proporcionar poder espiritual y protección a los Pentagramas circundantes y al Círculo en el que está
el Mago. La última frase del ritual declara que los Pentagramas están en llamas y se invoca una vez
más al Santo Ángel de la Guarda de forma que la operación quede sellada con el sello de la luz
divina.

Uno de los resultados más significativos e importantes de este ritual, siempre que se realice de la
manera indicada, es que limpia profundamente toda la esfera de la personalidad. Un poco de práctica
será suficiente para demostrarle al joven Teúrgo hasta qué punto le acompaña el éxito y está
consiguiendo el efecto deseado. Lamento decir que es extremadamente difícil describir el resultado
del destierro, ya que la mayor parte pertenece al reino subjetivo de la sensación y de la percepción.
Pero debe quedar un sentimiento claro, inconfundible como la limpieza, incluso la santidad, como si
todo el ser hubiera sufrido una purga profunda y todos los elementos impuros o sucios hubieran
desaparecido, aniquilados. Este ritual debe ser como un chapuzón en las frescas aguas de un río un
día caluroso de verano: uno se queda con un sentimiento de limpieza y purificación.

Los beneficios del ritual dependen de la purificación de todos los elementos que constituyen la
naturaleza del Mago. Afecta a cada célula, cada molécula –astral, mental y física-., ya que los
principios se fundamentan sobre centros de energía y de fuerza espiritual. Estos puntos
microscópicos o mónadas son los diminutos puntos sensibles de la consciencia espiritual y en la
realidad de su funcionamiento y existencia se basa no solamente el sentido más profundo de la
individualidad sino también la propia materia y sus acompañantes: la energía y la vida física. Estas
mónadas son la base de la célula. El resultado de la formulación del Círculo de Fuego y de los
Pentagramas llameantes, de la vibración de los Nombres de Dios y de la Invocación de los Ángeles
de los Puntos Cardinales y del Santo Ángel de la Guarda es que, gradualmente, las burdas células o
átomos monádicos son expulsados de la esfera de la consciencia. Para sustituirlos otras vidas, más
sensibles y refinadas, de un grado más delicado de sustancia espiritual, son atraídas hasta la esfera
del ser e impregnan la sustancia de la constitución física y de la invisible.
Es decir, que se produce una purificación vital que permite que la influencia del Santo Ángel de la
Guarda penetre en el cerebro y en la mente ya refinados y difunda su presencia y su gracia por toda
la personalidad. Esto es un importante prólogo del progreso mágico.

La historia de este rito es bastante oscura. No he visto ningún otro ejemplo como éste, que nos llega
de la antigüedad, aunque es evidente que se han tenido que utilizar algunas formas parecidas de
destierros. Levi es el que da las primeras referencias del ritual en cuestión. En su obra Dogme et
Rituel de la Haute Magie encontramos el siguiente comentario:

“El signo de la Cruz, que han adoptado los cristianos, no les pertenece en exclusiva. Es también un
signo Cabalístico y representa las oposiciones y el equilibrio tetrádico de los elementos.
Originalmente, había dos métodos de hacerlo; uno de ellos estaba reservado para sacerdotes e
iniciados y el otro para los neófitos y profanos. Por ejemplo, el iniciado levantando la mano hasta la
frente, decía: “Tuyo es”; luego se llevaba la mano al pecho y decía: “el Reino”; después la llevaba
hasta el hombro izquierdo y decía: “Justicia” y, a continuación, al hombro derecho y decía: “y
gracia”. Por fin, unía las manos y añadía: “por todos los tiempos venideros”. Tubi sunt Malchut et
Geburah et Chesed per aeonas, un signo de la Cruz que es absoluta y espléndidamente cabalístico y
que las profanaciones de la Agnosis lo han permitido para la iglesia oficial y militante. El signo,
hecho de esta manera, debe ser el comienzo y el final de la Conjuración de los Cuatro”.

No hay ni que decir que este método no es más que una parte del ritual que he reproducido
anteriormente. Sin duda alguna, Levi se refiere al Ritual del Pentagrama. En la actualmente disuelta
Orden de la Aurora Dorada y bajo la dirección del difunto S.L. MacGregor Mathers, este ritual se
utilizaba muchísimo y, después de su fallecimiento y de que se produjera la destrucción de partes de
la Orden, Aleister Crowley se lo apropió y perpetuó reproduciéndolo en El Equinoccio. Antes de esta
edición, he sido incapaz de encontrar ninguna referencia autorizada que guardara el mínimo parecido
con este ritual.

Existen pruebas, sin embargo, de que los Magos medievales conocían algunas formas de protección
o desterramientos preliminares. A juzgar por los contenidos fue de ellos de los que Francis Barrett
recibió sus métodos. Y también está en deuda con Cornelius Agrippa y Pietro de Abano.

En la obra de Barrett El Mago se dice que antes de empezar las invocaciones se debe recitar “una
oración, salvo o evangelio que nos sirva de defensa”. En otra página posterior proporciona una
fórmula de consagración del Círculo en la que la idea de defensa queda claramente formulada.
Además, tenemos el método de la utilización del Pentagrama mencionado en las instrucciones
mágicas del Goetia y en la Clave de Salomón y analizado por el Mago francés. La figura mágica
viene dibujada como un sigil, con las palabras y símbolos apropiados, sobre metal o pergamino
virgen, se debe usar durante la ceremonia. Si algún peligro le amenaza al Exorcista o se siente
incapaz de acomodar la inteligencia invocada a su Voluntad, entonces debe tomar el Pentagrama en
la mano y realizar una circunambulación a las Cuatro Direcciones, donde se recitará una corta
plegaria al Señor del Universo. El resultado es el mismo que si se formula y se traza en el aire la
figura con la vara o la espada.

Existe, asimismo, una variación que debemos mencionar porque debe figurar en todo trabajo
ceremonial. Se denomina el Permiso para Salir y se usa en aquéllas ceremonias en las que se ha
conjurado a una inteligencia a que aparezca de forma visible en el Triángulo. Cuando el Mago ya no
desea que el espíritu siga en el Triángulo, se recita el Permiso y el espíritu se desmaterializa y sale
del campo de operaciones. “Oh, tú, Espíritu N, como has respondido diligentemente a mis preguntas,
como estabas preparado y deseoso de responder a mi llamada, te concedo licencia para que vuelvas
al lugar del que procedes sin causar ningún daño ni ser un peligro para los hombres o para las bestias.
Parte, entonces, te ordeno, y estáte preparado para responder a mis llamadas cuando seas exorcizado
y conjurado por los sagrados ritos de la Magia. Te encargo que desaparezcas apacible y
tranquilamente y que la Paz de Dios perdure por siempre entre Tú y yo. ¡Amén!”. Barrett da una
ligera variación del Permiso de Goetia: “En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo,
vuélvete en paz a tus lares. Haya paz entre tú y yo y estáte preparado para venir cuando te
convoque”. Añade después que cuando el Espíritu ha partido, el Mago no debe salir del Círculo en
algunos minutos, sino que debe recitar una breve plegaria dando gracias por el éxito de la operación
y “orando por la defensa y la conservación futuras y, como todo ha sido realizado correctamente, te
puedes retirar”. A pie de página y como advertencia adicional, Barrett añade que los que omiten el
Permiso para Salir están en grave peligro y se conocen casos en los que el Mago ha fallecido de
muerte repentina.

No se puede decir que estos métodos sean tan científicos ni tan fiables como el Ritual del Destierro
del Pentagrama anteriormente descrito. El Ritual es realmente único y no se debe omitir en ninguna
circunstancia antes de ningún trabajo mágico, sea la Magia ceremonial formal, la celebración de la
Misa del Espíritu Santo o la Iniciación en la Visión del Espíritu. La esfera de la personalidad se
mantiene limpia y pura y se evita que cualquier ente extraño penetre en el radio de percepción, lo que
supondría que se destruyera la continuidad y la coherencia del trabajo que se quiere realizar.

Quedan por describir otros dos métodos de destierro. Cuando en una ceremonia es necesario que el
destierro sea más profundo que el que proporciona el Ritual del Pentagrama, es obligatorio utilizar
una técnica que recuerda a algo así como un exorcismo oficial. Se rocían unas gotas de agua
alrededor del Círculo; una vela ardiendo, que representa el elemento Fuego, se apaga
deliberadamente; se mueve en el aire un abanico y se echan unos granitos de sal en el borde del
Círculo. Al mismo tiempo, hay que pronunciar las palabras mágicas: “Exarp, Bitom, Hcoma y
Nanta”. Cada una de estas palabras controla el espíritu del Aire, del Fuego, del Agua y de la Tierra
respectivamente. También se debe recitar un conjuro para que se vayan los elementos regidos por
esos nombres y, por supuesto, es mejor que se realice primero el Ritual del Pentagrama. Se pueden
utilizar algunos de los versículos de Los Oráculos Caldeos, lo que hará que sean de más provecho las
acciones ceremoniales que se acaban de mencionar.

El otro método lo utilizaban los sacerdotes egipcios y está en uno de los capítulos del Papiro Mágico
Harris. Es un Ritual de Destierro que hay que realizar en los Cuatro Puntos Cardinales, formulando
en la Imaginación un Guardián con forma de Perro, que se supone que es terriblemente destructor si
ataca alguna fuerza enemiga. No intentaré describirlo, sino que citaré el Papiro directamente:

“Levanta, Perro del Diablo, que te voy a enseñar cuáles son tus tareas actuales. Estás prisionero.
Confiesa que es así. Horus es el que ha dado esta orden. Que tu rostro sea terrible hacia la parte del
cielo que amenaza tempestad. Que tus mandíbulas se cierren sin piedad ... Que tu pelo permanezca
erizado como púas de fuego. Sé tan grande como Horus y tan terrible como Set. Y lo mismo hacia el
Sur, hacia el Norte, hacia el Oeste y hacia el Este ... Que nada te detenga mientras estés encargado de
mi defensa ... mientras estés encargado de guardar mis caminos oponiéndote al enemigo. Te otorgo el
poder de desaparecer, de convertirte en inaudible e invisible. Porque eres mi guardián, valiente y
terrible.”.

Esta forma de destierro, en cualquier caso, debe ir acompañada del Ritual del Pentagrama. Se usa
principalmente en operaciones difíciles, en las que pueden plantear algún peligro los seres malignos
que se sienten atraídos por el Templo y pueden penetrar en un Círculo consagrado de forma corriente
en detrimento del Mago. También se ha usado en la Invocación a Horus o las inteligencias del
planeta Marte, cuando se deseaba que la esfera astral permaneciera profundamente limpia y pura.
Estoy seguro que no hace falta subrayar que si se emplea este método, la formulación del perro
guardián en la imaginación debe ser tan precisa como la del Pentagrama y que el Teúrgo debe
conceder importancia, por lo que se refiere a la figura ante los ojos de su mente, a los datos que
proporciona la propia conjuración.
CAPITULO ONCE

Una de las ayudas más poderosas en las invocaciones, y esencial para tener éxito en cualquier trabajo
de Magia, es la suposición astral de la forma o de la máscara por la que el Dios ha llegado a ser
conocido públicamente y se le ha representado en la pintura. François J. Chabas, en su libro, ahora
agotado, El Papiro Mágico Harris, nos presenta una información muy significativa y difícil de
encontrar en otra parte; y es que la fórmula mágica más poderosa que conocían los sacerdotes de las
castas sacerdotales egipcias era que el Ritualista se identificaba, en su imaginación, con la Deidad a
la que estaba invocando.

Iamblichus hace la siguiente afirmación: “El sacerdote que hace la invocación es un hombre; pero
cuando domina ese poder es porque, de cierta forma y gracias a los símbolos arcanos, está investido
con la sagrada Forma de los Dioses. Si la frase ‘de cierta forma’ se refiere o no a la fórmula que
vamos a considerar ahora, es algo que dejaremos abierto aunque bien podría ser que se refiriera a
esta Asunción de la Forma de Dios. Disperso por todas las páginas del Libro de los Muertos y en
algunos de los Rituales e Himnos a los Dioses, nos encontramos con que el escriba de este libro se
identificaba con ellos”.

Existen numerosos ejemplos, en diferentes versos, que confirman esta creencia. “Me he unido con el
divino Apes, que canta al amanecer, y ahora soy un Ser Divino entre Ellos”. En el capítulo cien, nos
encontramos el verso “Me he convertido en el equivalente de la Diosa Isis y su poder (khu) me ha
hecho fuerte”, el mal parece que sostiene definitivamente esta posición; también la confirman otras
fuentes, por lo que podemos asegurar que la Asunción de la Forma de Dios constituye uno de los
factores más importantes a estudiar en la Magia de los Egipcios.

Si se recuerda todo lo que se ha dicho en relación con la naturaleza plástica y magnética de la Luz
Astral, tanto en su aspecto superior como inferior, la potencialidad creativa de la Imaginación bien
ejercitada y el comentario de Levi sobre el cuerpo astral (“puede asumir todas las formas que evoque
el pensamiento”), entonces el estudiante puede tomar como tema de estudio las distintas formas
convencionales con que se ha representado a los Dioses. En un capítulo anterior, se han descrito
brevemente las formas y algunas de las características filosóficas de los Dioses más importantes
relacionados con el Árbol de la Vida para que el lector corriente encontrara un resumen simplificado.
Ahora, la experiencia ha demostrado a los Teúrgos occidentales que las representaciones pictóricas
de sus Dioses egipcios son perfectas para este ejercicio en particular –mucho más que las de la India-
y reúnen un recóndito y maravillosos sistema de simbolismo.

Las formas de estos poderes universales y de estas esencias cósmicas inteligentes que las castas
sacerdotales de Egipto denominaban Dioses permanecen intactas tras una máscara humana o de
animal y cada uno de los atributos viene simbolizado por algún emblema u ornamento artístico. La
divinidad de un Dios la simbolizaba el tipo de tocado que llevaba y los emblemas que aparecían en él
como, por ejemplo, la Serpiente Uraeus, el Disco del Dios Naciente o las plumas dobles de la
Verdad, la divina y la mundana. La representación de los poderes estaba a cargo de la vara de Ibis, el
Cetro o el Ankh, que el Dios llevaba en la mano. Y todavía hay más símbolos que llevaba el Dios y
que sugerían su capacidad para otorgar la resurrección o el renacimiento, la autoridad y el poder, el
éxtasis o la estabilidad, y que de alguna manera representaban su función particular en la economía
cósmica. Por lo tanto, la forma convencional de los Dioses resume de forma pasmosa una amplia
cantidad de ideas, leyendas y mitos y representa, al mismo tiempo, a fuerzas especiales de la
naturaleza o, acaso, a poderes inconscientes de la naturaleza espiritual del hombre.
Para dar un ejemplo del método a seguir para poner en práctica esta hipótesis, supongamos por el
momento que la tarea que tenemos asignada es la invocación y la identificación de la conciencia con
esa divinidad o aspecto de la vida cósmica que recibe el nombre de Ra, la deidad que habita el Sol.
Al principio, el Mago debe ocuparse de la tarea de descubrir todo lo posible sobre la naturaleza del
Dios. Se deben analizar minuciosamente todas las leyendas que existan sobre el carácter del Dios, ya
que las fantásticas leyendas y mitos de la antigüedad guardan una gran cantidad de conocimiento
espiritual y de sabiduría. Además, una leyenda referida a un Dios en particular nos indicará aspectos
de la naturaleza y del temperamento ideal de la deidad y nos sugerirá distintos poderes de la
Personalidad del mismo que el estudiante nunca habría sospechado.

El peligro de la Magia, al menos uno de los peligros importantes, es que se ponga en práctica de
forma poco inteligente una cierta parte de la Técnica Teúrgica, es decir, que no haya un
entendimiento real previo ni de los procesos que se van a poner en práctica ni de los principios
filosóficos que sustentan esta práctica. Por lo tanto, el estudiante tiene que darse cuenta, dentro de lo
posible, de lo que desea hacer, a qué fuerzas espirituales desea invocar. Y entonces, una vez que está
seguro y bien informado, ir adelante. Puede ser muy útil consultar algún libro de información como,
por ejemplo, Los Dioses de los Egipcios, de Sir E.A. Wallis Budge que, en un tiempo, fue
Conservador de las antigüedades egipcias del Museo Británico. Debe emplear los dibujos en blanco y
negro y los de color, de la obra que acabamos de mencionar, para familiarizarse con la forma del
Dios, las posturas que se usan en la interpretación artística. Esta lectura puede ser complementada
con la visita a las Salas Egipcias del Británico o de cualquier otro Museo. Le puedo asegurar al lector
que merece la pena realmente.

Con todo esto en la memoria, el estudiante pasará a la fase más difícil del trabajo que consiste en la
aplicación de la Imaginación y de la Voluntad, ya ejercitadas en sus prácticas anteriores. En su
trabajo –no necesariamente ceremonial- debe esforzarse en construir ante los ojos de su mente una
imagen perfecta o máscara del Dios. La forma debe destacarse claramente en la visión de la
Imaginación, gigantesca, resplandeciente, radiando la luz del Sol espiritual del cual Ra es el símbolo
esotérico convencional. Debe observar que el Dios lleva un vara Ibis en su mano izquierda, porque el
Ibis es el símbolo de la sabiduría y de la divina voluntad; en la mano derecha, el sagrado Ankh, el
símbolo de la luz y de la vida que el Sol, a lo largo de innumerables siglos, otorga graciosamente a la
humanidad y a todas las criaturas de la tierra. Sobre la cabeza como una corona, un nimbo, una
aureola dorada de inimitable esplendor, ante la que está una serpiente Uraeus enrollada, el símbolo
del fuego espiritual interior. Representado como un halcón con la cabeza de color naranja, el nemyss
del Dios desciende desde la corona azul oscuro, casi negra, el color del tattva símbolo del Espíritu. Y
la piel del Dios es llameante como el fuego del sol a mediodía. La imagen que se forma en la mente
debe tener todos estos detalles; debe llegar a verse como una imagen dinámica de Ra, una imagen en
la que no hay ni rastro de imperfección. Es una tarea tremenda para la mente creativa, y muy difícil.
Pero se debe perseverar un día tras otro, con ardor y devoción, hasta que se finalice la tarea sagrada
y, completo y brillante, el Dios esté ante nosotros, un Dios de verdad ante su devoto. Con esta
imagen fijada firmemente en la luz astral, el Teúrgo debe hacer un esfuerzo para envolver su propia
forma con el velo del Dios y, entonces, unirse con la Forma que le envuelve.

Como Levi ha afirmado, el cuerpo astral debe tomar la forma de cualquier poderoso pensamiento que
evoque la mente. Esta efigie astral del Dios, que antes no era más que una imagen exterior al cuerpo
del Teúrgo, se debe disponer como una figura divina alrededor de su propia forma astral hasta que
coincidan; y su propio Cuerpo de Luz cambiará y se convertirá en el Cuerpo del Dios. Sólo cuando el
Teúrgo siente el soberbio influjo del poder espiritual, que ha adquirido la fuerza solar, la energía y la
iluminación espiritual, sólo cuando sabe con la intuición del trance deífico que se ha llevado a cabo
la identificación, se puede decir que se ha terminado la tarea.
Iamblichus, el divino Teúrgo, escribió: “las imágenes de los Dioses están repletas de una luz
refulgente ...” y “el fuego de los Dioses brilla con una luz indivisible e inefable y llena todas las
profundidades del mundo” de una forma celestial.

De todos los Teúrgos y de los Reyes-Sacerdotes de Egipto que llevaron a cabo esta comunión de
esencias con la gloria del Dios del Sol, tenemos una descripción, en forma de discurso, que cita el
egiptólogo G. Maspero, la cual muestra el poder del espíritu que ha entrado en el devoto después de
la identificación. El discurso dice: “Te pareces a Ra en todo lo que haces. Por lo tanto, siempre se
cumplen los deseos de tu corazón. Si deseas una cosa durante la noche, al amanecer ya está allí. Si
dijeras: apareced sobre las montañas, las aguas celestiales manarían según tus órdenes. Porque eres
Ra encarnado, y Khefra creado de carne. Eres la imagen viva de tu padre, Temu; Señor de la Ciudad
del Sol. El Dios que ordena está en tu boca y un Dios se sienta en tus labios. Tus palabras se realizan
todos los días y los deseos de tu corazón se hacen realidad como los de Ptah cuando crea sus obras”.

Al mismo tiempo que se lleva a cabo el proceso de unificación con el Cuerpo de Dios, es de gran
ayuda recitar una invocación, un himno de alabanzas lírico o un ditirambo en el que se canten los
elogios del Dios y se delineen la naturaleza y las cualidades espirituales del Dios en cuestión. Si el
estudiante es hábil con la pluma, no tendrá muchas dificultades. Por otro lado, se puede elaborar
fácilmente una letanía a partir de los Himnos Órficos o de la colección de textos líricos que se
encuentran en el Libro de los Muertos. En resumen, la innovación del Dios se debe hacer en un
lenguaje que reproduzca la vitalidad mental y el éxtasis. El siguiente párrafo, adaptado del Libro de
los Muertos, es un ejemplo que se incluya no para que se siga rígidamente sino para que sirva de
ayuda al estudiante sincero:

“Honor a ti, oh, Ra, y a tu bello nacimiento. Naces, brillas al Amanecer. La compañía de los
Inmortales te alaba al alba y al ocaso, cuando tu barca mañanera se encuentra con tu barca vespertina
y navegas por las alturas del cielo con el corazón lleno de gozo. ¡Oh, tú, Único, oh, tú, Perfecto! Oh,
tú que eres eterno, nunca débil, a quien ningún poder puede rebajar. Oh, tú, esplendor del Sol de
mediodía, sobre las cosas que pertenecen a tu esfera, nadie tiene ningún dominio. Y, por eso, te rindo
homenaje. Todos gritan ¡Horus! Todos gritan ¡Tum! Todos gritan ¡Kephra! Tú, gran Halcón, con tu
bello rostro haces que todos los hombres se regocijen, renuevas tu juventud y estás siempre en tu
lugar de ayer. Oh, divino joven, te creas a ti mismo, te unges a ti mismo, tú eres el Señor del Cielo y
de la Tierra y creaste a los seres celestiales y a los seres terrestres. Oh, tú, heredero de la eternidad,
perpetuo Jefe, cuando te elevas tus graciosos rayos caen sobre las caras todas y alegran todos los
corazones. ¡Vive en mí y yo en ti, oh, tú, Halcón Dorado del Sol”.

Al recitar cada uno de los puntos de la invocación, si se da a las palabras entonación e intención
mágicas, se debe llegar a un entendimiento profundo en el pensamiento del significado de las
palabras. Cuando dice el Teúrgo, “brillas al amanecer”, se debe ver la forma astral del Sol y sentir
con los sentidos que emite una refulgencia ante la cual el sol más brillante de mediodía es como una
bola de oscuridad; y la luz es tan clara y agradable, tan rica con una brillante gloria dorada que su
esencia debe impregnar el corazón, la mente y el alma. Y cuando el Mago dice: “Vive en mí y yo en
ti, oh, tú, Halcón Dorado del Sol”, el proceso de identificación con la Forma Astral debe ser lo más
vívido posible. Hasta que sea capaz de llevar a cabo perfectamente el trabajo creativo de la
imaginación, todos los esfuerzos se deben considerar como prácticas. El Teúrgo sabrá que el éxito ha
coronado sus esfuerzos por medio de signos infalibles en su propia conciencia que serán como el
resurgir de una nueva vida. El Dios buscará en él y en su alma una morada eterna. En el corazón
habrá un santuario y una serena habitación de tremenda fuerza espiritual, una conciencia divina que
le acompañará mientras viva transformando al hijo de la Tierra en un auténtico Hijo del Sol eterno.
“Por qué la oscuridad no es apta para albergar el esplendor de la brillante luz del sol sino que de
repente se hace totalmente invisible, retrocede y se desvanece inmediatamente; de la misma manera,
cuando el poder de los dioses, que llena todas las cosas de bondad, brilla esplendorosamente no
queda sitio para el tumulto de los espíritus demoníacos”.3

Esto es lo que nos enseñan los Magos de la antigüedad. Y los esfuerzos modernos lo confirman.
De este modo, al crecer hasta una grandeza inconmensurable para unirse con la grandeza de los
Dioses, el Teúrgo salta, como las cabras de las montañas, más allá de todas las formas y llega a ideas
y esencias que están en la cima de la manifestación y trascendiendo el tiempo, lo convierte en
eternidad e infinito. Por lo tanto, “de la súplica, llegamos en poco tiempo al objeto de la súplica, nos
asemejamos a él por medio de la conversación íntima y, gradualmente, obtenemos la perfección
divina en vez de nuestra imbecilidad e imperfección”.4 Llegará a la altura más elevada en esa
perfección, a las profundidades más recónditas, será parte integral de la creación universal, joven,
viejo, autoexistente e inmortal. Lo que antes era grosero, una vez privado de todos los tópicos
sensuales, se convierte en belleza, exquisitez apasionada, como si se le hubiera robado a un espíritu.
Sentirá en sí facultades espirituales latentes que no conocía y la desfalleciente memoria de las
experiencias de tiempos pasados iluminará gradualmente su mente, latirá de nuevo en su corazón y
ampliará el horizonte de su conciencia. Y hoy está de pie en el lugar que ayer, cuando contemplaba
la naturaleza augusta del trabajo, apenas podía ver. Ante él, en lo Invisible, se encuentra el lugar de
descanso donde estará los próximos días. Y será como el propio Ra, un sol de luz radiante y de
alimento celestial para todos aquellos con los que esté en contacto cotidianamente. Por encima de lo
pequeño y por encima de lo grande, por encima de lo alto y por encima de lo bajo; el pobre no será
menos que el rico: Su ayuda descenderá hasta más allá de los límites extremos del espacio.

3
Iamblichus, Los Misterios.
4 4
Iamblichus, Los Misterios.
CAPITULO DOCE

Uno de los requisitos previos a cualquier adiestramiento mágico, sea de la rama Goética o en la que
pertenece a la invocación del Yo Más Elevado y las Esencias Universales, es la pureza de la vida que
debe acompañar a todas las prácticas Teúrgicas y ceremoniales; y sobre esto han insistido los Magos
de todos los tiempos. Parece que todas las autoridades lo han repetido, unos dogmáticamente y con
seguridad, otros vagamente; estos últimos son los que transmiten lo que han recibido de sus
antepasados y solamente lo han entendido a medias y lo han digerido a medias. Sin embargo, todos
están de acuerdo en que la pureza y la santidad deben acompañar a las artes mágicas. Me gustaría
profundizar en qué es lo que se entiende por “pureza”.

No quiero entrar en una discusión sobre ética y moral, porque me alejaría del tema de la Magia. Y he
decidido conscientemente abstenerme de tocar este punto controversial que parece que ha creado más
confusión y diferencias de parecer que cualquier otro. Por lo que se refiere a la pureza en Magia, el
estudiante puede descansar tranquilo con lo que se va a decir y después puede elegir la interpretación
moral que desee. Nuestra vida debe apuntar en una dirección y concentrarse y dedicarse a una serie
de objetivos. Cuando, por ejemplo, afirmamos que la leche o la mantequilla es pura, ¿qué queremos
decir? Solamente esto. Que a la leche que estamos considerando no se le han añadido ni agua, ni
productos químicos, ni ninguna otra sustancia extraña y que todo el contenido de la botella es el
ingrediente principal. Pues hay que considerar la pureza de la vida mágica de la misma manera. La
vida del Mago debe ser, sobre todas las cosas, eka-grata, de una dirección, y la suma total de sus
pensamientos, emociones y acciones, sean cuales sean, deben tender a interpretar y a dar empuje a la
aspiración espiritual. Cualquier otra virtud que la moralidad pueda tener en sí misma, y para algunos
individuos está preñada de posibilidades morales, queda completamente fuera de la esfera del Mago.
No cabe ninguna duda de que una persona que haya sido iniciada en el misterio espiritual y que se
haya visto bendecida por el influjo del Yo va a ser moral porque está en armonía consigo misma. Y
un hombre así está, por lo general, también en armonía con otros hombres. Pero el Místico o el Mago
no es necesariamente un hombre moral en ningún sentido convencional. Es decir, que no debemos
esperar de ninguna manera que el Mago, aunque esté en armonía con su prójimo, esté necesariamente
en armonía con la moral y las leyes éticas de su tiempo.

En resumen, la Moral no tiene nada que ver con la Magia. Esta idea la ha expresado claramente
Waite que, en sus Estudios sobre Misticismo afirma: “El objetivo de la religión es el desarrollo y el
perfeccionamiento de la humanidad por medio de una serie de procesos espirituales y su unión con lo
más elevado del Universo, mientras que la moralidad propone el perfeccionamiento de la raza
solamente con la ayuda de la ley natural ... Debemos conocer a Dios para ser buenos, pero ninguna
bondad moral nos proporcionará el conocimiento divino ...”. por lo que se refiere al Mago, esto es
importante. Haga lo que haga, coma, beba o trabaje, esa acción debe transfigurarse en un símbolo y
dedicarse al servicio de la Idea que él guarda como un tesoro en su corazón por encima de las
riquezas y de todos los otros valores. Su vida entera debe ser una concentración continua. De otra
manera, todo es aprendizaje del Dharana y el desarrollo de su Voluntad Mágica serán una pérdida de
tiempo y un derroche de energía; debe transferir su concentración y su actitud sacramental a todos
los aspectos de su vida.

Ahora, el Ideal que es para el Mago el mayor tesoro y al que dedica todas las actividades de su vida
es la recuperación del conocimiento de su Santo Ángel de la Guarda, el Augoeides, la parte más
noble de su conciencia que es real, permanente y generosa, fuente permanente de inspiración y de
sustento espiritual. Y esto es, en realidad, un ritual perfecto de Magia; un objetivo que tiene
preferencia sobre cualquier otro: La invocación del Santo Ángel de la Guarda. Y la unión con él debe
preceder siempre a todas las invocaciones a los Dioses y a las Esencias Universales según el método
de Iamblichus.
El alma primero busca y luego dedica su vida al control de su Daimon, bajo cuya guía se puede
suplicar a los dioses. Y proviniendo de ellos, se puede retornar a la Mansión Suprema del Descanso.
Pero la invocación al Augeoides debe tener preferencia sobre todas las otras. Si se descubre que es
necesario realizar cualquier operación secundaria anterior a ella para lograr el Conocimiento y la
Conversación con el Santo Ángel de la Guarda, tiene que ser con una finalidad bien definida. El
motivo debe ser espiritual, por supuesto, y debe servir de preliminar para conseguir el éxito en el
ritual principal. Sin embargo, en los mejores sistemas de Magia, las evocaciones siempre se
representan como siguiendo al logro principal de la invocación de las grandes fuerzas cósmicas de la
vida o el Daimon interior, el Santo Ángel de la Guarda, aunque por lo general a este último siempre
se le da prioridad como se ha dicho.

La unión con los Dioses y con Adonai se busca por medio del amor y la unión con las esencias se
logra por medio de la rendición del ego y la renuncia espontánea a todo lo que es mezquino,
insignificante e irrelevante. La invocación suprema implica, por encima de todas las cosas, el
sacrificio y la renuncia a todo terreno. Lo mismo que cuando se entra en el celestial Adytum y
quedan atrás todas las estatuas del templo exterior; o cuando se entra en el santuario interior del
Santo de los Santos, que se dejan de lado todas las prendas de vestir para ir desnudo y sin vergüenza,
de esta manera el alma se tiene que aproximar a su meta. En la Operación de Abramelin, que se
describirá en breve, el método que se sigue es muy semejante. En primer lugar, se invoca al Ángel en
una cámara especialmente consagrada y, después de conseguir que el Ángel le otorgue al Mago
instrucciones especiales y autoridad, se puede llevar a cabo la invocación de los Cuatro Grandes
Príncipes del Demonio del Mundo.

El resultado de la invocación del Santo Ángel de la Guarda no es el mismo en todas las personas.
Adonai se aparece de varias formas y con distintos disfraces según el individuo. Iamblichus nos lo
confirma: “Además, los dones que provienen de las manifestaciones no son iguales para todos ni dan
los mismos frutos. Pero la presencia de Dios nos proporciona salud para el cuerpo, virtud para el
alma, pureza para el intelecto y, en una palabra, eleva todo lo que existe en nosotros”.5

El resultado del matrimonio místico dependerá, pues, de lo que el hombre ha deseado durante toda su
vida y de la concepción de su Ángel a que aspiraba. Según este amor, será el resultado. Cada uno de
los estudiantes, a medida que asciende o entra en el Monte místico Abiegnus de los Rosacruces, verá
ante él, perdiéndose en el horizonte lejano de la sagrada tierra prometida, el paisaje que existía
potencialmente en su interior antes de que la Visión le diera vida. Porque el Monte es un símbolo de
esa cima del alma que atrae la noche a sus raíces divinas. Entonces, la memoria y la imaginación
quedan penetradas e impregnadas con ese supremo resplandor de naturaleza distinta y superior. Lo
que esté en embrión en el Ruach germina a la vida por medio del fuego de Adonai. Nuestra
inspiración dependerá de las aspiraciones y del tipo de genio que se manifieste al mundo después de
la unión mística y puede ser poética, artística, musical o de otro tipo. Recuerdo un pasaje de los
Upanishads que trata de este tema. Si uno se acerca al Yo que es Brama creyendo que es Poder y
Fuerza, uno consigue Poder y Fuerza. Y si lo que ve es el conocimiento celestial y sabiduría,
entonces queda impregnado de la Sabiduría del Yo. Y si aspira a él como el creador de las
Canciones, se convierte en cantante. En otras palabras, el Ángel se manifiesta según lo que el Teúrgo
ha imaginado que es y la revelación y la inspiración que mana procede de las fuentes más profundas
de su ser. Si se piensa en el Ángel solamente como el símbolo del amor, la paz y la benevolencia,
Adonai le muestra al mundo este aspecto gracioso y benigno. San Francisco de Asís es el ejemplo
más claro de esto; y el Buda que aspiraba a la Sabiduría el que halló, para la humanidad, las
soluciones para sus infortunios y aflicciones, es el símbolo de lo anterior. Y esto nos da la respuesta a
la pregunta: “Si el Misticismo y la Magia le otorgan al hombre el genio, ¿cómo es posible que
muchos Magos y Místicos no manifiesten ni una brizna de genio?”. Se debe a que sus aspiraciones
han sido muy humildes.

5 5
Iamblichus, Los Misterios.
Su deseo fue convertirse en una gran figura en la tierra y no aspiraban a ninguna forma de Arte.
Hicieron un sublime trabajo de creación artística de sus vidas y aplicaron su inspiración a la vida
cotidiana y no parecían sino hombres y mujeres humildes de aspecto agradable. Pero, lo mismo que
en encapuchado Ermitaño del Tarot, llevaban en ellos la luz angélica en secreto y todo lo que toaban
en su vida diaria quedaba bendito por el amor de Adonai e impregnado de la santidad del espíritu y
de la pureza de sus influjos. Esta es la clave. Porque cuando uno se inflama en una plegaria dirigida
al Santo Ángel de la Guarda, como la aspiración secreta del alma, el Ángel se apodera de esa
voluntad, en el éxtasis de bienaventuranza que embelesa, y comunica su manifestación al resto del
mundo.

Uno de los mejores sistemas técnicos para conseguir la comunión con el Daimon viene explicado en
un libro medieval de Magia. Y, comparado con los otros, es como el sol de mediodía a la luz
parpadeante de la noche. La mayoría de los antiguos tratados y textos de magia son, a propósito,
ininteligibles, ambiguos o, dejando aparte las cuestiones de oscuro simbolismo, pueriles tonterías. Y
los que son directos y prácticos, por lo general, contienen secciones que serían más apropiadas para
las aspiraciones de un granjero muerto de amor o para los ignorantes primitivos que para personas
educadas que tienen objetivos serios. De todos ellos, sólo hay una excepción. La excepción de la
regla es El Libro de la Sagrada Magia de Abramelin el Mago.

Este libro, escrito con un estilo exaltado, es perfectamente coherente y consecuente. No exige los
fantásticos detalles minuciosos de ritual ni siquiera los cálculos habituales sobre el día y la hora. No
contiene nada que sea un insulto para la inteligencia. Por lo contrario, la operación que nos propone
el autor es la apoteosis de la sencillez y el Método se ajusta a esto también. Existen, naturalmente,
ciertas prescripciones y mandatos previos que hay que observar; pero son muy pocos, algunos más
de lo que aconsejaría el sentido común para realizar con decencia una operación tan augusta. Por
ejemplo, uno debe poseer una casa donde se puedan tomar las precauciones adecuadas para evitar las
perturbaciones. Y poco más. Lo que queda por hacer es aspirar, con ardor y concentración, durante
seis meses, al Conocimiento y la Conversación con el Santo Ángel de la Guarda.

El libro es uno de los documentos más extraordinarios sobre Magia que existen en nuestros días. Y el
sistema que enseña para lograr la comunión con el yo más interior, o con el Santo Ángel de la
Guarda, es acaso el más sencillo de los sistemas de Magia. Y, sobre todo, es efectivo. Está redactado
dividido en tres secciones. La primera contiene consejos generales sobre Magia y una descripción de
los viajes y las experiencias del autor; asimismo, menciona los trabajos maravillosos que ha sido
capaz de realizar utilizando esta técnica. Luego viene una descripción general y completa de los
Métodos para obtener la crisis extática de la operación y, en esta parte, el estilo del libro difiere de
forma saludable del de los capítulos anteriores y posteriores. La última parte trata de los métodos de
aplicar los poderes que nos confiere la Operación. El sistema se lo describió un tal Abraham el Judío
a su hijo más joven, Lamech. Y afirmaba que lo había recibido de un Mago egipcio llamado
Abramelin.

Abraham el Judío es una figura confusa y sombría, desconocida y reservada, que vivió entre las
tremendas complicaciones y sacudidas que se produjeron en el centro de Europa de esa época,
cuando esta parte del mundo estaba sumergida en los conflictos. La historia de Abraham, tal y como
la cuenta él mismo en el primer libro, es muy simple, lo que le choca a uno es la tremenda
simplicidad de la fe del hombre, después de haber realizado muchos y peligrosos viajes a lo largo de
muchos años por regiones a las que, incluso hoy en día, es difícil llegar. Esta parte del libro narra sus
fracasos y sus esperanzas defraudadas y algunos callejones sin salida en los que se vio metido; hasta
que cesó su errar cuando conoció a Abramelin, el Mago egipcio. Éste le transmitió las enseñanzas
que constituyen la segunda parte del libro. De acuerdo con las costumbres de su pueblo, Abraham
instruyó a su hijo mayor en la filosofía de la Santa Cábala y a su hijo menor le enseñó el sistema de
la Magia.
A pesar de su origen, la fecha y la paternidad literaria, todo lo cual ha sido criticado y puesto en
duda, este libro le resultará muy valioso al estudiante sincero; le animará para que persiga esa
cualidad rara y necesaria: la fe firme; y le proporcionará un conjunto de instrucciones que le
permitirán distinguir los sistemas mágicos verdaderos de los falsos. Abraham no plantea exigencias
imposibles, como las que se pueden encontrar en tratados fraudulentos, para las que se precisa sangre
de murciélagos cazados a media noche, la cuarta pluma del ala izquierda de un gallo completamente
negro, el ojo de un basilisco joven y cosas por el estilo. Aunque quizá algunos de los requisitos de
Abraham son un poco más difíciles, siempre existe una razón excelente para plantearlos. Aunque
MacGregor Mathers no hubiera hecho otra cosa en toda su vida a beneficio de la humanidad que
traducir este libro del manuscrito francés y poner su contenido a la disposición de aquellos
estudiantes que estén interesados, sólo por eso merecería nuestra gratitud. Y debo añadir que la
traducción es excelente, y expresa de forma muy comprensiva el pensamiento de este autor medieval.
Como este libro lleva muchos años agotado y actualmente es muy difícil de conseguir, me atrevo a
dar un resumen de la operación que nos propone el libro.

Al principio, Abraham advierte a su hijo en contra de los impostores. Este Mago, como muchos de
nuestros días, era injusto porque consideraba como un charlatán a todo el que no siguiera su sistema
particular. Aunque es probable que en esa época fuera tan necesario poner en guardia contra los
charlatanes como hoy. Después, dicta la regla según la cual lo principal que hay que considerar es:
“Debes tener buena salud, porque el cuerpo débil y enfermizo está sometido a sufrir dolencias y, a
largo plazo, el resultado es la impaciencia y la falta de poder para llevar a cabo la operación; un
hombre enfermo no puede ser ni limpio ni puro ni tiene capacidad para gozar de la soledad; y, en este
caso, lo mejor que se puede hacer es abandonar”.

El momento mejor, es decir, el más conveniente, para comenzar esta Operación es el primer día
después de la celebración de la Pascua, por la época del Equinoccio de Primavera. Entonces, el Sol
empieza su viaje hacia el Norte llevando con él la luz, el calor, el sustento y la gracia; y todo el
mundo viviente, las plantas, los árboles, los pájaros y las bestias, responden llenos de gozo a la
resurrección. Por lo tanto, es el momento más apropiado para el desarrollo interior y el crecimiento,
adaptado a la expansión y a la manifestación del espíritu. El período necesario para concluir la
Operación con éxito es de seis meses lunares, de manera que si empezamos el 22 de marzo
terminaremos alrededor del Equinoccio de Otoño, en septiembre. Este período de seis meses se
divide en tres períodos bien definidos de dos meses cada uno. La característica de cada uno de los
períodos es la severidad de las abnegaciones voluntarias y, además, de las invocaciones por lo que la
concentración hacia el Santo Ángel de la Guarda se hace más intensa y ferviente.

La naturaleza del escenario de la Operación es objeto de una amplia discusión. Si es posible, se debe
llevar a cabo en el campo, donde se puede tener una soledad real. Y digo “soledad real” a propósito
porque, por lo que yo sé, uno se puede aislar del resto del mundo en el centro de una gran ciudad
simplemente encerrándose en sí mismo. La soledad que sugiere el libro es una retirada física de la
vida bulliciosa de la ciudad y se menciona que Abraham, Moisés, David, Elías, Juan y otros santos
hombres se retiraron a lugares desiertos hasta que consiguieron la ciencia santa y la Magia. Abraham
sugiere que el mejor lugar es “Donde exista un bosquecillo en medio del cual puedas colocar un
altarcito y cubrirlo con un cobertizo de ramas de forma que la lluvia no pueda penetrar y apagar las
Lámparas y el Incensario”. Si no se puede recurrir a un bosque tranquilo, se sugieren otros lugares.
Hay que insistir en que, para realizar todos los trabajos mágicos, se debe tener mucho cuidado al
elegir el sitio en el que van a tender lugar.

Además de las consideraciones antes mencionadas, el Mago se debe asegurar de que en el teatro
mágico que ha elegido no se han llevado a cabo actos de brujería o sesiones de espiritismo. Es
evidente que si uno de los objetivos de la Magia es que la constitución del Mago se haga más
sensible, no debe situarse en un lugar en el que esta sensibilidad se pueda ver invadida por
influencias hostiles y perturbadoras.
Hay personas normales a las que afectan la atmósfera y, para el Mago en particular, el sitio en el que
trabaja debe estar libre de cualquier asociación nociva para que la esfera sensible de la conciencia no
se vea alterada. Abraham menciona también el tipo de casa que se precisa, si el trabajo se va a
realizar en una ciudad o en un pueblo. Se hace hincapié en la construcción del Oratorio, que es la
cámara realmente importante ya que va a servir de Templo mágico. En este Oratorio debe haber una
ventana que dé a un balcón o a una terraza, el suelo de la cual se cubrirá con una fina capa de arena
de río. Ahora, una de las cosas que más impresiona a los principiantes que leen a Abramelin: No se
menciona un círculo mágico protector en el que se realicen las invocaciones aunque sí se habla en
términos que no dejan lugar a duda de demonios y espíritus malignos que desean hacer daño al
Mago. La razón es que el autor desea reducir la Ceremonia a los principios fundamentales y emplear
tan pocos instrumentos como sea posible; y la terraza tiene el papel del Triángulo en el que
aparecerán los espíritus después de la conversación con Adonai. La alcoba y el oratorio, al haber sido
consagrados durante un largo período de tiempo por las continuas plegarias, invocaciones y
subfumigaciones, actúan como el Círculo y fijan una barrera astral natural alrededor de los Límites
del Oratorio y ningún demonio puede atravesar su santidad ni su seguridad. Por esta razón, no hace
falta ningún círculo visible, ya que las continuas invocaciones habrán tenido el efecto de exaltar la
constitución del Mago y elevado la vibración de las moléculas de los distintos vehículos de forma
que la esfera astral y espiritual estará purificada hasta tal punto que, como se ha sugerido antes,
servirá de círculo mágico.

También se debe mencionar aquí, en beneficio del estudiante actual que piense dedicarse a esta
Operación de la Magia Sagrada, que no es preciso obedecer escrupulosamente estas reglas, sino que
hay que seguir su espíritu, su esencia. Se necesita mucha ingenuidad para construir todo el conjunto
de circunstancias externas favorables para la ejecución de este concepto del Gran Trabajo. Sin
embargo, se debe entender claramente que una vez que se consigue este conjunto de circunstancias
hay que adherirse rígidamente a ellas.
En su poema mágico Aha Aleister Crowley da una bella interpretación de una posible variante del
escenario de la Operación:

“... Elige con ternura


Un lugar para tu academia.
Y que haya un bosque sagrado
De enramada soledad.
En el silencio, el río seco;
Por debajo, las raíces enmarañadas.
De árboles majestuosos que se estremecen
En los aires tranquilos; un lugar en el que
La hierba sea verde y amable,
Y en ella duerman el musgo y los helechos.
Y haya lirios que se mecen en el agua
Y rayos de sol atrapados en las ramas de los árboles.

¡Sin viento y eternas!


Todos los pájaros del cielo silenciados
Por la baja e insistente llamada
De la constante catarata.
Y allí, en semejante montura,
Su tallada gema de Deidad,
Un fuego central intachable, cautivo.
Como la Verdad en una esmeralda”.

En este Oratorio o Aposento consagrado, debe haber un altar con forma de armario y sobre él,
suspendida del techo, debe arder una Lámpara; su combustible será aceite de oliva. En el altar debe
haber un Incensario de bronce que no se sacará del Oratorio en los seis meses que dura la Operación.
También se necesita una Túnica de seda carmesí guarnecida de oro que llegue por debajo de las
rodillas y otra Túnica de lino blanco. “Por lo que se refiere a las vestiduras, no hay ninguna regla
especial ni hay que seguir instrucciones especiales. Pero cuanto más resplandecientes, claras y
brillantes sean, mejor”. “Debes tener una Vara de madera de almendro, suave y derecha, y su
longitud no superará los seis pies”. Por lo que se refiere a la preparación de estas cosas, se pueden
emplear los principios enunciados en las páginas anteriores aunque el autor no los menciona.

Durante el primer período de dos meses, se aconseja que el Iniciado se levante exactamente un cuarto
de hora antes del amanecer, que entre en el Oratorio después de haberse lavado y vestido con ropa
limpia, abra la ventana y, arrodillado ante el Altar situado ante la ventana que da a la terraza, invoque
los divinos nombres de Dios con la mente y la voluntad. “Y después, debes confesarle todos tus
pecados”. La finalidad de este mandato es, simplemente, proporcionar la tranquilidad mental y la
emoción necesarias para conseguir la inspiración y la iluminación del Ángel. No es preciso
demorarse comentando el hecho de que si a uno siempre le remuerde la conciencia o le perturban
recuerdos de pecados anteriores, no se puede concentrar bien y sus invocaciones no serán intensas. A
una persona así se le aconseja que se abstenga incluso de contemplar una operación mágica de este
tipo, porque no sólo se daría cuenta de su fracaso al invocar al Ángel, sino que se podría ver inmerso
en situaciones catastróficas. Los poderes que acompañan a la Operación de Abramelin no tienen
ninguna utilidad para los entrometidos. Una vez que se logran esta calma y esta serenidad, el Mago
debe suplicar al Señor del Universo “que en los tiempos venideros, esté deseoso y complacido de
apiadarse de ti y otorgarte Su gracia y bondad enviándote a Su Santo Ángel para que te sirva de
guía”.

No hay que hacer mucho hincapié, supongo, en que Abraham era de creencias judías y, en
consecuencia, adicto a la concepción judía imperante –es decir, medieval- del Monoteísmo personal.
El matiz teológico que le da el Adepto hebreo a esta Magia y que lo debe haber incluido después de
recibirla de Abramelin, el lector lo puede pasar por alto con toda tranquilidad si así lo desea, ya que
no tiene nada que ver con el auténtico significado de toda la Operación. El estudiante puede adaptar
inteligentemente las tendencias de los mandatos de Abraham sobre este punto de la teoría mágica del
Universo bien según se explicaba en un capítulo anterior o bien según sus propias creencias. Pero
debo subrayar que ni el dogma ni la fe religiosa esotérica tienen espacio en el Santuario de la Magia.
Le debe quedar claro al lector que la Magia depende enteramente de principios experimentales
rígidos, tan fiables y exactos como los de la ciencia.

Antes de comenzar la Operación, convendría que el Mago formulara un juramento según el cual se
compromete a poner en práctica esta Magia sagrada y a escribirlo detalladamente después. La
voluntad y la determinación de triunfar se deben expresar con palabras y las palabras, con acciones.
Porque durante la Noche Oscura del Alma, cuando los ojos espirituales están cerrados y la intuición
ha desaparecido, cuando el acólito se siente debilitado por la tentación y por la angustia de la mente,
solamente observando el juramento podrá conseguir el Mago la esperanza de que la Operación
terminará en un clímax satisfactorio. En cualquier caso, la expresión directa de la Voluntad es la
palabra y el registrar una determinación deseada en un juramento por escrito está de acuerdo con los
fundamentos de la filosofía mágica.

En el ejercicio de plegaria anteriormente descrito, el punto más importante a tener en consideración,


como el propio Abraham señala a su hijo, es que “No sirve de nada hablar sin devoción, sin atención
y sin inteligencia ... Es absolutamente necesario que tu plegaria nazca del centro mismo de tu
corazón, porque si simplemente te sientas a escribir plegarias, al escucharlas luego no te enseñará en
absoluto como se ora”. Después le aconseja a su hijo Lamech “Inflámate con las plegarias”. Nos
debemos detener brevemente en este mandato, ya que el éxito o el fracaso en el arte de la invocación
depende por completo de que se siga este consejo o no. El realizar una serie de invocaciones varias
veces al día durante un período de seis meses, repetir la primera invocación, confesión y oración
diariamente durante el primer período de dos meses es una tarea que el Mago, si no está confirmado
por el hábito en su Camino de Luz, puede no aprovechar como es debido. Para, lector, y medita sobre
lo que esto implica. Un simple fragmento de trabajo mágico que se repite durante un dilatado período
de tiempo es una de las tareas más arduas y más tediosas que se pueda imaginar. Y sólo puede
esperar tener éxito el que se atiene persistentemente a su juramento. Y, sin embargo, estas
invocaciones no se pueden recitar de una forma monótona y rutinaria o en un tono de voz que
indique aburrimiento, falta de fervor, sinceridad o devoción. Esa actitud lo echaría todo a rodar. Sin
esas cualidades, la invocación es como los gritos que se pegan en los mercados y su efectividad es la
misma. Todas las facultades del Mago se deben dedicar a la tarea de la invocación. Debe emplear
todas las potencias de su alma, hasta el último gramo de sinceridad, de entusiasmo y de vigor
espiritual y las invocaciones deben nacer del auténtico corazón y alma de su ser.

Durante el primer período, se mencionan otros mandatos que deben ser escrupulosamente observados
según el autor. Algunos de ellos pueden parecer triviales o incluso ridículos; pero ese juicio final se
le deja al lector individual. Simplemente los menciono para completar. Tanto la alcoba como el
Oratorio se deben mantener en un estado de limpieza absoluta y de orden ya que el Teúrgo debe estar
atento de la “pureza de todas las cosas”. Debe cambiar las sábanas a la cama todos los sábados y la
habitación debe ser profundamente perfumada e inciensada para que también quede impregnada de la
carga de santidad y se amplíen los límites del Círculo. Los ingredientes que compondrán el incienso
son: Incienso francés, Storax (el bálsamo aromático que se obtiene del ámbar) y acíbar; se deben
reducir a fino polvo y mezclarlos muy bien.6 Además, Abraham el Judío insiste con firmeza en que
no se debe permitir que ningún animal se aproxime a la casa mientras está teniendo lugar la
operación. La soledad debe ser lo más absoluta posible.

6
Las proporciones que se requieren para la mezcla son: cuatro partes de incienso francés, dos partes de Stórax y una
parte de acíbar.
“Si tú eres tu propio Maestro, por lo que se refiere a tu poder, libérate de todas tus preocupaciones,
elimina toda compañía y conservación mundana y vana; lleva una vida tranquila, solitaria y honesta
... Pon atención al tratar de los negocios, al comprar o al vender, es necesario que nunca te dejes
ganar por la ira, sino que seas modesto y paciente en tus acciones”. Éstas son reglas de sentido
común que nadie, creo, puede criticar. Otra sugerencia es que se deben leer y meditar las Sagradas
Escrituras durante dos horas al día; esto se hará después de la cena y no se permitirá que ninguna otra
tarea interfiera o tenga prioridad. Se puede utilizar cualquier devocionario, si el estudiante no se
siente predispuesto al estudio de la Biblia, en especial aquellos que hayan dejado más huella en su
mente y que le hayan servido para que despertaran en él elevados sentimientos y para estimular el
amor y las hermosas emociones. Esta meditación también nos proporcionará indicaciones que nos
serán de utilidad para la composición de los rituales supremos.

Por lo que se refiere a los hábitos corrientes de la vida, Abraham sugiere moderación en todas las
cosas y comer, beber y dormir ni demasiado ni poco. El Mago no debe participar en nada
superficialmente. Sobre el tema que, para la mayor parte de los estudiantes de Magia y Misticismo,
está rodeado por un velo de oscuridad, Abraham aconseja, además del mandato de moderación que
“debes dormir con tu esposa en la cama cuando ella esté pura y limpia” y nunca en otro caso. La
única cuestión del celibato es, simplemente, la conservación de la energía y nada más. Como la
Operación transforma todas las fuerzas del individuo y las dirige hacia un fin noble y espiritual
cualquier desperdicio o fuga de esa fuerza que es tan importante en asuntos que no tengan nada que
ver con el objetivo final es inmoral en el sentido de que acepta la autodestrucción. Durante la
Operación, deben vivir con él pocas personas y “por lo que se refiere a la familia, cuantos menos,
mejor; también debes tomar precauciones para que los criados sean modestos y tranquilos”. Se
sugiere que se practique la caridad y la modestia en lo relacionado con la ropa. Se debe eliminar
severamente toda vanidad.

Esto para el primer período. Las tareas a realizar en estos dos meses son relativamente fáciles: Una
sencilla vida de meditación y se insiste bastante en el reposo y en la tranquilidad. Dos veces al día, al
amanecer y en el ocaso, cuando ciertas fuerzas ocultas de la Naturaleza están en su momento
ascendente y más puro, se deben realizar las invocaciones. Y se debe pasar el día perfeccionando las
distintas formas de concentración mental y en un estado fervoroso hacia “El Santo Ángel que te sirve
de guía”. El programa que propone Abramelin se puede complementar fácilmente con otros temas de
magia, adaptados a la aspiración principal, que puede sugerir la ingenuidad del individuo. Durante
este período, el Mago debe dedicar las facultades que ha adquirido al practicar las otras fases de la
técnica a reforzar su aspiración principal. Se deben realizar Rituales de Destierro; la Ascensión sobre
los Planos ha demostrado ser gran ayuda en las invocaciones. La repetición continua de mantras
sagrados, coherente con el concepto mágico de la naturaleza de su Ángel, es asimismo de gran ayuda
para mantener la concentración mental.

Con la llegada del segundo período, se conserva gran parte del método. Pero se exhorta al Mago para
que sus invocaciones sean más intensas y ardientes y “debes alargar tus plegarias hasta los límites de
tu capacidad”. Las invocaciones se hacen mañana y tarde, como en los dos meses anteriores, pero
“antes de entrar en el Oratorio, te debes lavar cuidadosamente las manos y la cara con agua pura. Y
debes prolongar tus plegarias con el supremo afecto posible, con devoción y con sumisión; y suplicar
humildemente al Señor Dios que se digne enviarte a Sus Santos Ángeles para que te guíen por el
Camino Verdadero”. Es fácil darse cuenta de la idea psicológica que Abraham formula
gradualmente. Las invocaciones al Santo Ángel de la Guarda se deben ir haciendo más frecuentes,
ardientes e imperiosas; de esta manera, cuando hacia el final del período de seis meses, se le aconseje
al Teúrgo que se inflame con la invocación, la práctica anterior le hará que vuele como una flecha
impelida por un arco hacia la gloria del Ángel y no experimentará ningún problema en llegar al
entusiasmo necesario y a la devoción con que se produce la Unión Mística.
En el segundo período se deben observar otros mandatos que se pueden resumir de la siguiente
manera: “El uso de los ritos del Matrimonio está permitido, pero se debe hacer poco uso de ellos, si
se hace alguno”. “Debes lavar todo tu cuerpo todas las vísperas de Sabbath”. “Por lo que se refiere al
comercio y a las reglas de vida, lo mismo que en el primer período”, pero ahora “es absolutamente
necesario, durante este período, que te retires del mundo y busques el aislamiento”. Se refuerzan las
observaciones anteriores sobre la comida, la bebida y la ropa.

A medida que el segundo período toca a su fin, y con él el cuarto mes de invocaciones continuas, la
mente del Mago debe concentrarse gradualmente en un solo punto en virtud de esta forma de vida
serena y tranquila y debe aumentar el fervor de sus invocaciones, que ahora ocupan amplios períodos
de tiempo. En esta época, habrá entrado también en ese estado de Sequedad del que han hablado
siempre los Místicos, ese horrible estado psicológico en el que todas las potencias del alma parecen
muertas y la visión de la mente se cierra en estúpida protesta como si fuera en contra de la disciplina
del juramento. Mil y una seducciones tenderán a apartar al Mago de la contemplación del objetivo
que ha elegido y le presentarán mil y métodos para romper el juramento en espíritu, que no en letra.
Y parecerá que la mente se vuelve salvaje y le aconseja al Teúrgo que sería mejor que omitiera, por
ejemplo, un tiempo dedicado a la invocación e hiciera otra cosa, profana y placentera.

Constantemente intentará asustarle con temores relacionados con la salud del cuerpo y de la mente.
Contra todas estas locuras –y es fatal si sucumbe a la tentación aunque sólo sea una vez- hay un
único remedio: La disciplina del juramento hecho al principio, es decir, perseverar en el trabajo de
pasar seis meses invocando al Santo Ángel de la Guarda. No se puede hacer otra cosa que continuar
con las ceremonias y las invocaciones, ahora temporalmente sin sentido y horribles, porque la visión
espiritual se ha oscurecido y el ojo interior se ha cerrado. Puede suceder que con el tercer período,
esta “Noche Oscura del Alma” se pase lenta e imperceptiblemente y se abra la suave rosa y la
grandeza del Amanecer, a los que seguirá la brillante luz del Conocimiento y de la Conversación del
Santo Ángel de la Guarda, junto con la Visión Beatífica y el Perfume tan embriagador del mismo,
que es el sustento de los sentidos y del alma.

Al llegar al final de los últimos dos meses, se aconseja al hombre que es su propio Maestro que deje
todas las tareas a un lado excepto, quizá, las obras de caridad con sus vecinos. Sin embargo, debe
tener cuidado al ejercer esta virtud por que no se debe romper la concentración y la aspiración a lo
más elevado. “Debes rehuir toda compañía excepto la de tu esposa y tus sirvientes ... Todas las
vísperas de Sabbath debes lavar todo tu cuerpo y cambiar tus vestiduras”. Estas reglas están
relacionadas con la vida y la conducta. Pero el consejo que hace referencia al aspecto mágico de la
Operación es el siguiente: “Por la mañana y al mediodía debes lavarte las manos y la cara al entrar
(es decir, antes) al Oratorio; en primer lugar, harás una Confesión de todos tus pecados. Después, con
una ardiente oración, le rogarás al Señor que te conceda esa gracia particular que es que puedas gozar
y resistir la presencia y la conservación de Sus Santos Ángeles y que Él se digne, por mediación de
ellos, concederte la Secreta Sabiduría de forma que puedas dominar a los Espíritus y a todas las
criaturas”.

Esto es lo que se recomienda para los dos últimos meses. En esa época, pasarás la mayor parte del
día, como aconsejan los Oráculos Caldeos, "Invocando con frecuencia", concentrando todos los
poderes de tu mente, tu cuerpo y tu alma; condensándolos, por medio de la invocación, para que el
Ángel se aparezca y eleve al Teúrgo a su vida más grande y amplia. Una vez que se ha completado el
tercer período, el 21 de septiembre, el Mago se tiene que levantar muy temprano al día siguiente y
"no te debes lavar ni vestirte con tus ropas corrientes". En lugar de eso, toma una Túnica de Duelo y
entra en el Oratorio descalzo; dirígete hacia el lado del Incensario, abre las ventanas y vuelve a la
puerta. Allí, póstrate con la cara contra el suelo y ordénale al Niño (que se utiliza en este sistema
como ayudante y clarividente, aunque yo creo que este último cargo es superfluo si la Operación se
ha realizado cuidadosamente) que ponga el Perfume en el Incensario y después se ponga de rodillas
ante el Altar. Sigue cuidadosamente las instrucciones. Humíllate ante Dios y Su Corte Celestial y
comienza tu oración con fervor, porque entonces es cuanto te inflamarás en la plegaria y verás un
Esplendor extraordinario y sobrenatural que llenará toda la cámara y te rodeará con un aroma
inexpresable; y sólo esto te consolará y confortará tu corazón, de tal manera que siempre llamarás
feliz al Día del Señor.

Abraham, como hombre sabio y Mago que era, no se carga ni tampoco, observémoslo, la mente de su
hijo, al que comunica esta técnica mágica, con ninguna sofistería intelectual ni ninguna pregunta
metafísica relacionada con la naturaleza del Ángel. No hay ninguna discusión sobre si este último
tiene algún objetivo, si es independiente, si tiene existencia o si pertenece de forma subjetiva a la
estructura psicológica del Teúrgo. Al haber pasado por este entrenamiento y alcanzado su
consumación en la Visión y el Perfume, conoce muy bien las falacias de la esclavitud intelectual. Y
se puede suponer que por esta razón escoge las palabras "Santo Ángel de la Guarda" y no otras, ya
que son tan palpablemente absurdas desde un punto de vista racional que a ninguna persona sensata
se le ocurriría perderse en especulaciones sobre ellas. Cuanto mayores sean la fuerza y el entusiasmo
de este acto de fe hacia un ente irracionalmente denominado y concebido, más eficaz será la crisis de
los conjuros.

Abraham aconseja que el Mago realice las ceremonias durante siete días y cuidando de que la forma
sea correcta en todas ellas. El Día de la Consagración, el Santo Ángel de la Guarda se le habrá
aparecido al Teúrgo y le habrá otorgado a su alma gracia y esplendor, sustento para su espíritu y
habrá llenado toda la esfera de su mente con una iluminación que todo lo abarca y que no existen
palabras para describir. Después, por mandato del Ángel, sigue una Asamblea de tres Días y se
conjura a Dios y a los Espíritus Santos a que se aparezcan en la Terraza y entren bajo el dominio de
la renovada Voluntad del Mago; y otro período de tres días para la Evocación de los Espíritus
Demoníacos. El segundo día, aconseja Abraham, "debes seguir los consejos de tu Santo Ángel de la
Guarda y dedicar el tercer día a dar gracias". Y entonces serás capaz de examinar si has utilizado
bien tu período de Seis Meses y si has trabajado bien dignamente en la Búsqueda de la Sabiduría del
Señor. Como habrás visto, tu Ángel de la Guarda se te aparece con una belleza sin igual. También
conversará contigo y hablará con palabras llenas de afecto, de bondad y con tal dulzura que ninguna
lengua humana se puede expresar igual … En una palabra, te ha recibido con tal afecto que la
descripción que te estoy dando te parecerá vana … Y, en este punto, empiezo a limitar lo que escribo
al ver que, por la Gracia del Señor, te he sometido y enviado a un Maestro tan grande que nunca te
permitirá errar.

Continuando directamente con la descripción en verso de la Operación mágica, antes citada, y


elaborando los comentarios de nuestro autor mágico, Aleister Crowley prosigue:

"Tendrás una vara de abedul


En el río, en la oscuridad;
Y por la noche irás
Al centro de la corriente
Y harás sonar una campana de oro.
La llamada de los espíritus; entonces recita el encantamiento;
"Ángel, Ángel mío, ¡roba tu noche!
Haciendo el Signo del Magisterio
Con una vara de lapislázuli.
Entonces, acaso, a través del ciego estúpido
Noche, verás a tu Ángel llegar,
Oirás el ligero murmullo de sus alas
Contemplarás las doce piedras de los doce reyes.
Su frente estará coronada
Por la tenue luz de las estrellas, donde
el Ojo reluce dominante y vivo.
Acto seguido, te desvaneces; y su amor
Atrapará la voz sutil.
Le informará a su feliz amante;
¡Mi tonta charla debe terminar!
Permanece abierta, copa de camaleón,
¡Y permítele que libe tu miel!

Así termina la sección más importante del sistema recomendado por Abramelin el Mago, que bien
pudo haber sido uno de los Maestros de Magia más importantes en occidente. Con perfecta lucidez,
con sencillez en los conceptos espirituales, con claridad en la expresión y en las instrucciones, sin
agobiar la mente con detalles que no son esenciales, con símbolos de pureza y de limpieza. Abraham
el Judío lleva al Teúrgo gradualmente, paso a paso, y le ayuda a subir la escalera que es el Árbol de
la vida que crece hacia la tierra desde la Antigüedad de los Días, hacia el Maestro Inefable. Es el
Augeoides, Adonai, el Yo Más Elevado, el Santo Ángel de la Guarda, llámale cuando desees. Y la
iluminación y la gloria espiritual que el Ángel concede es una visión tan bella, sagrada y terrible que
se induce en el devoto un rapto, una adoración, un transporte de éxtasis que está más allá de toda
concepción humana y no se puede explicar con palabras. Ningún santo ni ningún poeta ha sido capaz
de sugerir más que un eco distante de esta experiencia incomparable.

Este logro marca el comienzo de la carrera del Adepto y solamente entonces, cuando el alma ha sido
elevada a las alturas y ve cosas que no es legítimo decir, cuando se puede ver la auténtica naturaleza
de la vida. Entonces se puede apreciar el mundo por lo que es, cuando se está impregnado por una
riqueza de sabiduría, bienaventuranza y claridad de la visión interior. Hasta entonces, los ojos del
alma estaban cerrados y ciegos, espantados e ignorantes y el individuo estaba atado a la rueda en
perpetuo movimiento de vida y dolor. Al conseguir el esplendor angélico, el centro de la consciencia
se ha exaltado para siempre más allá del ego empírico y el flujo de éxtasis hace que nos demos
cuenta de que el Ángel es y ha sido siempre el Ego, el Yo Real que no se conocía antes. El Ángel ya
no le encerrará nunca como las murallas distantes del abismo estrellado sino que Él se quemará
abrasador en el núcleo del hombre, derramando por los canales de sus sentidos una corriente infinita
de gloria y de delicias. Las puertas de la mente están abiertas y se balancean sobre sus goznes y se
descubre, abundante y extáticamente, el reino celestial en el que el Ángel hace pasar el alma.

Existe un hermoso poema escrito por el poeta irlandés A. E. en el que el argumento es una
conversación entre el hijo de la tierra de la oscuridad y el Santo Ángel de la Luz. Habla el primero:

Te conozco, oh, gloria,


Tus ojos y tus cejas
Canosas por el fuego blanco
Vuelven a mí ahora,
Junto vagamos
Por edades pretéritas
Nuestros pensamientos, según meditábamos,
Eran estrellas al amanecer.
Mi gloria se ha reducido;
Mi azur y mi oro;
Tú, sin embargo, sigues ardiendo
En el fuego del sol de la antiüedad.
Mis pasos están encadenados
A los brezos y a las piedras ...

El Ángel contesta con unas palabras muy significativas para el estudiante de Magia y le ruega al yo
sumergido en las sombras que se rinda a la guía del pastor celestial:

¿Por qué tiemblas y gimes


Si las estrellas te obedecieron una vez?
Avanza hacia las profundidades
Y no tengas miedo ...
Hay un diamante ardiendo
En las profundidades de lo Aislado.
Tu espíritu, al volver,
Puede reclamar su trono.
En islas orladas de fuego
Debe cesar su dolor
Absorbido en el silencio
Y apagado en la paz.
Ven, apoya tu pobre cabeza
En mi corazón, donde brilla
Con amor un rubí rojo
Por la aflicción de tu corazón.
Rindo mi poder
A ti te lo debo.
Ven, porque el esplendor
¡Te está esperando!
CAPITULO TRECE

Una vez que se ha llevado a cabo la Unión con el Santo Ángel de la Guarda y el alma se ha asimilado
en la esencia interna de su esplendor y su gloria, el Mago, según el sistema de Abramelin, procede a
la evocación de los espíritus y de los demonios con la intención de subyugarlos y someterlos a su
Voluntad trascendental y, en consecuencia, a toda la Naturaleza. A primera vista, puede parecer que,
una sección así después de la exaltación de la sección anterior del libro es un descenso de
subliminidad y que se puede comparar con un anticlímax. No se puede negar que el éxtasis y lo
altamente irreprochable, en el sentido espiritual, del Libro queda un poco desfigurado cuando se
añaden estas cosas a la dignidad impresionante de la Operación de Abramelin. En una ocasión,
Aleister Crowley proporcionó la explicación. Razona así: “Existe una razón. Cualquiera que enseña
un nuevo mundo debe adaptarse a las condiciones de éste. Es verdad, evidentemente, que la jerarquía
del diablo le resulta algo repugnante a la ciencia. En realidad, es muy difícil explicar lo que
queremos decir cuando afirmamos que invocamos a Paimon, pero, profundizando un poco, lo mismo
podemos decir de nuestro vecino de al lado el señor Smith. No sabemos quién es el señor Smith ni
cuál es su lugar en la Naturaleza o cómo responder de él. Ni siquiera podemos estar seguros de que
exista. Y, sin embargo, en la práctica, llamamos a Smith con este nombre y viene. Usando los medios
adecuados, podemos inducirle a que haga por nosotros cosas que estén de acuerdo con su naturaleza
y sus poderes. Por lo tanto, la cuestión es simplemente práctica. Y, según esta norma, descubrimos
que no existe ninguna razón particular para no emplear la nomenclatura convencional”.

El método que propone Abramelin para convocar a los Cuatro Príncipes del Mal de los Mundos
consiste en valerse de cuadrados mágicos que contienen letras y números organizados según una
cierta disposición. Estos cuadrados, cuando están cargados y energizados por la Voluntad mágica,
producen una tensión eléctrica o magnética en la Luz Astral; y a esta tensión responden ciertos seres
que ejecutan los actos ordenados por el Mago. Además de la Evocación de los Demonios, hay
cuadrados en la Terraza, diseñados y descritos por Abraham, que hacen que se cumpla cualquier
deseo que se le pueda ocurrir a un ser humano. No voy a describir el capítulo final del libro de
Abramelin que habla de los cuadrados y de las fórmulas prácticas de Evocación, ya que es la rama
menos importante del sistema. En cualquier caso, este tema particular alude a otros escritos mágicos
que sí deseaba describir brevemente.

Estas obras, como, por ejemplo, La Magia Sagrada de Abramelin, están agotadas desgraciadamente
y es prácticamente imposible conseguirlas excepto en el caso de tener acceso a un museo o a una
buena biblioteca. Tengo intención de hablar de ellas porque tratan de la rama de la Magia que está en
oposición con la Invocación y relacionada con la Evocación y con el control de los espíritus
planetarios y de los seres angélicos. Sin embargo, quiero advertir al lector y llamarle la atención
sobre el punto: el método de Abramelin es el mejor. Primero se debe llegar al Conocimiento y la
Conversación con el Santo Ángel de la Guarda y después vienen las Evocaciones. Y menciono esto
para que el lector pueda estar enterado de toda la fórmula, aunque no voy a reproducir muchas de las
instrucciones prácticas. Los libros a que me voy a referir son: La Clave de Salomón el Rey, El Goetia
o La Clave Menor de Salomón el Rey y El Libro del Ángel Ratziel. Este último, por desgracia, nunca
se ha traducido de hebreo a inglés. Por supuesto, el Rey Salomón, el modelo más elevado de
erudición y sabiduría de todos los tiempos, es la figura a la que los autores desconocidos de estas
obras atribuyen sus propias composiciones para que sean más impresionantes y parezcan más
autorizadas. Este fraude evidente no supone ninguna diferencia porque si el sistema es práctico,
entonces Salomón es un gancho tan bueno o tan malo para colgar el discurso mágico y las
instrucciones como, por ejemplo, un hipotético no-ser como Yosel ben Mordecai.
Además, supone una cierta abnegación del ego del autor el hecho de omitir su nombre y que toda la
fama de su trabajo sea para otro individuo. Los libros y el sistema mágico que contienen es el asunto
de interés; quien fuera el autor no tiene ninguna importancia.

La necesidad de los ritos de Evocación es simple. Aunque el objetivo supremo del Mago es el
Conocimiento del Yo Más Elevado y aunque desear otra cosa que no sea eso es Magia Negra, a
veces es necesario reorganizar tanto los materiales como el escenario de las Operaciones, lo mismo
que hacer preparativos para mejorar el Ruach que se va a ofrecer en sacrificio al Bien Amado. Estos
preparativos varían, evidentemente, según los diferentes individuos y los distintos momentos. Como
se va a renunciar al Ruach y se va a inmolar en el altar del sacrificio como una ofrenda al Más
Elevado y como parecería una roñosería y una falta de devoción sacrificar una víctima maculada,
algunos Teúrgos pueden necesitar para lograr su objetivo prácticas que para otros serían
completamente innecesarias. Por ejemplo, un estudiante puede tener mala memoria, lo que le
estorbará a la hora de recordar la Visión y el Perfume; otro puede ser incapaz de responder a ciertos
estímulos emocionales y puede haber un tercero que tenga que cargar con una actitud negativa sobre
la vida, lo que se opone a la intensa generosidad y el fecundo abandono de la Naturaleza. En estos
casos, la tarea mágica inmediata es perfeccionar el vehículo a través del cual se manifestará el Santo
Ángel de la Guarda. Si el elixir de la vida y la ambrosía de los Altos Dioses se vierte en una copa
rota o sucia, será en vano y hay que buscar el remedio adecuado para paliar esas deficiencias.
Cuando se produce la rendición final del Ego en el matrimonio místico con el bien Amado, y el Ego
se inmola en el altar, ningún feo complejo debe desfigurar el embeleso del éxtasis espiritual de la
unión ni debe ser deficiente la víctima del sacrificio en nada que les sea grato a los Dioses ni debe
haber nada que obstaculice el crecimiento y la vida de la flor dorada dentro de su alma. Así que es
preciso retrasar un poco la Operación con el Santo Ángel de la Guarda para instruir a la Novia sobre
sus obligaciones con el Hijo del Rey. Es decir, que al principio se tiene que dedicar a las
Evocaciones del Goetia, no a la Magia de la Luz.

Puede haber varias partes de la mente y del alma que estén defectuosas y que se precise un esfuerzo
mágico especial para estimularlas y repararlas. Siempre y cuando los métodos seculares corrientes
hayas demostrado que no sirven. En estos casos, está permitido y es legítimo dedicar la atención a los
ritos de la Evocación de forma que, por su mediación, todas las facultades del individuo reanuden su
funcionamiento completo y normal. Se puede necesitar evocar, por ejemplo, a algunos de los entes
de que constan las Setenta y Dos Jerarquías mencionadas en La Clave Menor de Salomón el Rey para
intensificar las facultades emocionales tales como la razón, la lógica, la memoria o cualquier otro
departamento del pensamiento o de la mente. Por lo tanto, cuando el Goetia afirma que el espíritu
llamado “Foras” enseña “el arte de la lógica y de la ética”, lo que quiere decir es que, si se estimula
un cierto aspecto de la mente a consecuencia de un tipo especial de magia, se mejoran las facultades
lógicas.

Me gustaría llamar la atención sobre una hipótesis mágica que legitima el uso continuado de la
evocación de seres planetarios y angélicos antes del Conocimiento y de la Conversación con el Santo
Ángel de la Guarda. Asegura que la finalidad de las artes de la Evocación debe ser rellenar los
huecos de la escalera por la que tiene que subir el alma hasta las alturas del cielo. Por medio de este
método, el Teúrgo adquiere una sólida base para construir su pirámide de logros. Es inútil, añade el
que propone el sistema, contemplar un edificio tan elevado como el vértice de una pirámide que se
pierde entre las nubes si los cimientos no están firmemente establecidos bajo el suelo y le sirven de
base inquebrantables al espíritu del que aspira. Si la aspiración del alma es pura, sus motivos son
limpios y no la manchan los deseos egoístas de poder, entonces al Mago no le hará ningún daño su
búsqueda de la técnica de la Evocación siempre y cuando, evidentemente, tome las precauciones
habituales de realizar los destierros y consagrar tanto el Círculo como el Triángulo. Pero con este
método, se dice, el Mago imita al trabajo y el progreso de la Naturaleza.
En ella, su guía y modelo, puede ver que no existe ningún paso brusco, que cualquier madurez
requiere largos preliminares o preparativos de algún tipo; todo se desarrolla gradual, armoniosa y
ordenadamente, paso a paso, con cuidado y gradaciones. Esta armonía, este orden son los que
pretende aplicar a su propio trabajo. Debe comenzar éste por la parte de abajo de la superestructura y
construir cada ladrillo que vaya a incorporar a la pirámide con el mayor cuidado, celo y devoción;
debe colocar una capa tras otra, sin pasar por alto ni un solo nivel. Gradualmente, a medida que
avanza la ancha base piramidal de logros y se eleva hacia arriba asentada en firmes cimientos,
asegurada por las evocaciones y sostenida por su aspiración, tiende a descartar las cosas más
pequeñas, ya que su necesidad es menos evidente, y se va haciendo cada vez más devoto hasta que
sus esfuerzos se desbordan en el logro supremo. En este caso, el logro está asentado sobre una sólida
base; no se ha edificado sobre arenas movedizas algo que un simple soplo de aire puede echar por
tierra. Las raíces del Conocimiento y la Conversación están en el espíritu y en el cuerpo de todo el
ser y no existe ningún peligro de que una iluminación le obsesione con una idea fanática o que
perturbe el equilibrio de su mente.

No es difícil encontrar la razón de los poderes que concede la Evolución, solamente hay que echarle
un ojo a la psicología patológica por un momento. El fenómeno de la Evocación se puede comparar a
una ligera neurosis o a un complejo presente en nuestra mente y nos encontramos incapaces de
eliminarla, de deshacernos de ella a menos que, de alguna forma, podamos definirla claramente y
averiguar su causa. Este conocimiento le da una forma definida, precisa y racional y, entonces
podemos enfrentarnos a ella francamente y desterrarla de la mente para siempre, ya que es un
impulso que nos persigue y nos causa problemas. El psicoanalista no puede ayudar a ningún paciente
neurótico grave hasta que éste investiga en su Inconsciente, por medio de su técnica, y descubre la
causa de que existan los conflictos típicos de estas neurosis. Este examen del contenido de la mente o
una parte de la mente y la memoria le proporciona claridad y coherencia a la causa neurótica
subyacente y el paciente, una vez que ha visto claramente la forma y la causa de la psicosis evocada,
es capaz de desterrarla, de hacer que se desvanezca. Mientras el complejo sea un impulso
inconsciente oculto, es decir, posea la fuerza suficiente para desbaratar la unidad consciente, uno no
se puede enfrentar a él. Este razonamiento se puede extender al aspecto Goetia de la Magia, la
Evocación de los Espíritus.

Mientras que en el interior del Mago existan ocultos, incontrolados y desconocidos estos poderes
subconscientes o espíritus que le confieren la perfección a cualquier facultad consciente, el Mago es
incapaz de enfrentarse con ellos, examinarlos y desarrollarlos, modificar unos y desterrar a otros del
campo de la conciencia. Antes de que se les pueda utilizar, deben tomar forma. Sin embargo, por
medio de un programa de Evocación, se puede convocar a los espíritus o poderes subconscientes de
las profundidades y, al darles forma visible en el Triángulo de la Manifestación, se pueden controlar
usando el sistema mnemotécnico de los símbolos trascendentales y poner bajo el dominio de la
voluntad espiritualizada del Teúrgo.

Pero mientras sean intangibles y no tengan forma, no se puede tener con ellos las relaciones
adecuadas. Solamente al darles apariencia visible, por medio de las partículas de incienso, y
evocándoles en el interior del Triángulo Mágico, el Mago puede dominarlos y hacer con ellos lo que
desee. La teoría subjetiva que se utiliza aquí es muy práctica porque proporciona una explicación que
se entiende fácilmente del fenómeno de la Evocación. Porque los espíritus se pueden conectar
debidamente al contenido-idea o al subconsciente-pensamiento-contenido de la mente y funcionar sin
que se puedan ni ver ni oír y sin forma en los oscuros abismos de la mente. Al otorgarles forma
tangible por medio de la imaginación que entra en una prodigiosa actividad debido al proceso de
Evocación, el Mago puede sojuzgar a la horda de indisciplinados pensamientos, pasiones y
recuerdos, es decir, concederle forma y orden a la jerarquía de los espíritus y subordinar a su
Voluntad la riqueza de su conocimiento y energía. Ésta es la razón y la necesidad de las Evocaciones
y por eso se lleva a cabo antes de haber conseguido el Conocimiento y la Conversación con el Santo
Ángel de la Guarda, que es el ritual supremo y más importante de la Magia.
Esta base lógica nos proporciona una definición de las dos divisiones principales de la Magia y
también una clasificación inequívoca de la jerarquía de los entes espirituales. La Invocación
significa, sobre todas las cosas, la llamada al interior del Círculo de la esfera humana de la
conciencia (que es la definición del Círculo Mágico) a un Dios o al Santo Ángel de la Guarda. En
esta forma de Magia más elevada, no se necesita triángulo exterior porque el Mago está deseoso de
confundir su propia vida y rendir todo su ser con la vida más grande de un Dios. El Triángulo
implica manifestación y dualidad, la separación de un ser más inferior del Teúrgo. En la Invocación,
la dualidad es una maldición absoluta. La Evocación, por otro lado, es el conjuro deliberado o la
convocatoria a un ente incompleto o inferior al interior del Triángulo de Manifestación, que está
situado fuera de la circunferencia del Círculo. La definición de las dos figuras fundamentales es muy
importante y útil y creo que se debe recordar siempre.

El Círculo es la esfera de la conciencia; uno, integral y completo. El Triángulo representa


manifestación y separación y en él puede ver la luz un ser de la oscuridad venido de los últimos
confines del círculo interior. Se puede suponer que un Dios será una idea completa y armoniosa;
coherente y absoluta en el interior de su propia esfera; un Macrocosmos al cual el Mago, que es un
microcosmos, se une en el interior de los límites protegidos del Círculo. Por otro lado, un espíritu o
una inteligencia es un ser inferior y, aunque por definición es una fuerza de la Naturaleza
semiinteligente, no es completo ni está bien desarrollado y su conciencia es limitada y partitiva. En el
caso de la Evocación, se evoca al espíritu al interior de un Triángulo limitado y protegido por
nombres divinos, situado en el exterior del Círculo consagrado y el Mago, en el interior del Círculo,
es para el espíritu un Macrocosmos y un ser superior. De la misma manera que en la Invocación de
un Dios la conciencia humana fluye como una oleada extática de la luz y de la vida divinas, el
Teúrgo es como un Dios y el que le da energía al espíritu. En resumen, la finalidad de la evocación
es que destaque la parte del alma humana que tenga deficiencias en alguna cualidad importante. Una
vez que el poder de la imaginación y de la voluntad le han dado cuerpo y forma y que, usando una
metáfora, el sol le ha dado calor y sustento y se la ha regado, entonces puede crecer y florecer. La
técnica consiste en la asimilación de un espíritu en particular por la conciencia del Teúrgo. No hay
amor ni rendición, como en el caso de la Invocación a Dios, sino una orden superior y un además
imperioso de la Voluntad. Por medio de esta asimilación se sana la herida de Amfortas, se remedia la
deficiencia y se estimula el alma del Teúrgo de una forma especial que depende de la naturaleza del
espíritu.

El primero de los tres libros que tratan de la Evocación y que me propongo comentar es La Clave de
Salomón, el Rey. Este libro, con mucho el más famoso de todos los libros de inspiración mágica, fue
traducido al inglés de textos latinos y franceses por S.L. MacGregor Mathers en 1889. éste, por lo
que sé, era muy experto y tenía mucho éxito en la utilización del método y, para uso de sus
estudiantes, adaptó un resumen científico que cubre todas las ramas del proceso de Evocación. En
opinión del traductor, la fuente y mina de este trabajo es la Magia Cabalística. En ella se debe buscar
el origen de gran parte de la Magia Ceremonial de las épocas medievales cuando los mejores autores
ocultistas y practicantes de la Magia consideraron que La Clave era una obra muy autorizada. Es más
que probable que le sirviera de dirección y que le proporcionara a Eliphas Levi muchos de los datos
sobre los que se basa su Magia Trascendental; para cualquiera que haya estudiado a Levi
cuidadosamente es evidente que ‘La Clave de Salomón, el Rey’ debió ser un texto principal de
estudio y de práctica. Aunque no lo reconoce abiertamente, se pueden encontrar en su obra floridos
comentarios sobre las Clavículas del Rey Salomón. En su obra Ritual de Magia Trascendental cita
una invocación que atribuye a Salomón. Este ritual guarda un cierto parecido, aunque no es exacto,
por lo que se refiere a la construcción y tendencia, con la primera conjuración de la Clave,
reproducida en el último capítulo de esta obra. La Clave en conjunto, con la excepción de algunos
capítulos realmente despreciables que se dedican a la lascivia animal de los ignorantes depravados y
que, posiblemente son interpolaciones posteriores en el texto, es uno de los sistemas más prácticos de
Magia técnica que existen. Su interés fundamental reside en la Evocación de los espíritus planetarios.
Se ha planteado varias veces la oscura cuestión de si, en realidad, hubo un original hebreo, y tanto P.
Christian en su Histoire de la Magie, como S.L. MacGregor Mathers son de la opinión que, si existió
un documento a partir del cual se hicieron las versiones latina y francesa, este documento se ha
perdido. Waite se inclina a dudar que existiera un texto hebreo y otros escritores escépticos creen que
la mención a Salomón y a un autor hebreo es simplemente un recurso literario medieval para darle
mayor autoridad ante las mentes crédulas, sea cual sea el mérito y la validez del libro. Sin embargo,
en años recientes, el doctor Herman Gollancsz descubrió un manuscrito hebreo y, en 1914, la Oxford
University Press hizo una edición facsímil. Después de un examen de este libro, publicado con el
título de Sepher Maphteah Shelomo, que es la traducción al hebreo de El Libro de la Clave de
Salomón, no puedo admitir que haya una conexión necesariamente entre los dos, a pesar de que la
traducción de la obra inglesa lleve el mismo título. Los contenidos son bastante diferentes.

El sistema mágico que se expone en ‘La Clave de Salomón, el Rey’ es extremadamente objetivo y se
basa en la existencia, independiente de la propia conciencia de uno, de los Dioses o Ángeles que
habitan en los planetas. Su raison d’être es el postulado de que el hecho de que les invoque el
hombre es una posibilidad clara de que se pueden someter a la voluntad soberana de aquél. La
filosofía mágica postula la existencia de un ente espiritual que es el alma o nómenon que se esconde
tras la corteza visible de cada planeta. Es el regente o el guardián, de la misma forma que el alma en
el hombre es la realidad metafísica que funciona en las profundidades de su ser. Ésta es, desde luego,
la opinión objetiva y, en el desarrollo de esta teoría, los antiguos sistemas atribuían a los Dioses de
los Planetas jerarquías de espíritus inferiores, inteligencias y elementos que eran los administradores
del movimiento celestial y de la actividad.

En uno de los capítulos anteriores se incluye una tabla de clasificación de estos entes. Todo el mundo
sabe que los días de la semana tienen un significado astrológico y que el domingo es el día del Sol,
lunes de la Luna, sábado de Saturno, etc. Debido a esta organización, como enseña la Astrología, en
un cierto día predomina la influencia de un planeta dado y su Regente y ese día es más poderosa que
cualquier otro. Esta clasificación se lleva más lejos todavía en La Clave y los Magos medievales
concibieron sistemáticamente que ciertas horas del día podían estar también bajo la influencia directa
de los planetas. Por lo tanto, en La Clave se proporciona una lista global de las horas planetarias en
las que se explica qué horas particulares de los siete días de la semana se atribuyen a qué planetas y
los nombres de los Ángeles que son los gobernadores en el curso de esa hora.

Por lo tanto, para que sea efectiva la evocación al gobernador de un planeta, a su espíritu o
inteligencia, la ceremonia debe tener lugar no sólo el día adecuado de la semana, como, por ejemplo,
el miércoles a Mercurio, sino también la hora correcta. Como en el Árbol de la Vida se atribuye
Mercurio al Octavo Sephirah, su número significativo es ocho. La hora adecuada sería, en
consecuencia, las ocho que, según la tabla, recibe el nombre de Tafrac y es peculiarmente susceptible
a las cosas Mercuriales. A las ocho horas del día de Mercurio, que es el miércoles, utilizando las
hierbas, inciensos, colores, sellos, luces, formas y nombres divinos que estén en consonancia con la
naturaleza tradicional de Mercurio, el Mago puede estimular más fácilmente la creatividad de la
Imaginación y evocar bien de su propia mente o bien de la Luz Astral, la idea o el espíritu que
pertenezca a ese grado de la jerarquía denominada Mercurio. Una vez escritos los conjuros
apropiados la ceremonia ha concluido. El Mago, cubriéndose astralmente con la forma del Dios al
que se atribuye el mismo Sephirah del cual Mercurio es una correspondencia –pero no uniéndose con
la forma, en caso de que sólo se requiera un espíritu o una inteligencia- y dirigiendo una poderosa
corriente de fuerza-de-Voluntad, invoca al Dios, suplica al Arcángel y conjura al Ángel para que
obliguen al ente espiritual adecuado para que se manifieste en el exterior del Círculo, en el Triángulo
de Arte consagrado de acuerdo con los sellos y otros símbolos empleados. Aunque esta técnica no
viene explicada totalmente en La Clave, la experiencia y la tradición demuestran que los métodos
egipcios armonizan muy bien con el cabalístico de La Clave y favorecen más que se produzcan los
resultados apetecidos.
Hay capítulos en el libro en los que se elabora cuidadosamente las cualidades esenciales de los
planetas y las diferentes operaciones que pertenecen a uno u otro; todas estas instrucciones vienen
complementadas con el consejo fundamental de realizar cualquier operación cuando la Luna está en
creciente, es decir, en los días comprendidos entre su nacimiento y la fase de luna llena. Así, la
evocación de las fuerzas de Marte, en los días y horas adecuados, confieren coraje, energía y fuerza
de voluntad, mientras que los momentos apropiados para el Sol, Venus y Júpiter son adecuados para
operaciones de amor, bondad e invisibilidad. Las operaciones destinadas a conseguir la elocuencia, el
conocimiento científico, el don de la profecía y la capacidad de adivinación caen dentro de la esfera
de Mercurio, según afirma la astrología. En la obra El Mago vienen enumerados los Ángeles
relacionados con los Doce signos del Zodíaco y los momentos más propicios para evocarlos serán el
día y la hora del planeta que rige el signo. El método exacto para construir el Círculo Mágico viene
ampliamente explicado y también la forma en que se debe consagrar. Debo añadir que aunque La
Clave afirma que hay que trazar el Círculo en la tierra con el cuchillo mágico, el Teúrgo moderno
puede dibujarlo, con los colores adecuados, en un trozo de lienzo virgen o en el suelo de su Templo,
sea de baldosín, parqué o linóleum, después de trazarlo en el aire con la espada o con la vara.

Una de las cosas que hacen de La Clave una de las obras mágicas más importantes y única es que
proporciona excelentes ilustraciones de los Pentacles y sellos adecuados para cada uno de los siete
planetas, necesidad de usar Lamen y sigillae durante las ceremonias y también muestra cómo se
deben construir. Cuando la Luna está en un signo de aire o de tierra es el momento más propicio para
fabricar los Pentacles y los sellos. El Mago debe tener, si es posible, una cámara especial en la que
pueda aislarse para, después de realizar la consagración y las subfumigaciones de rigor, construir los
Pentacles bien de metal, bien de papel limpio y sin usar. “Estos Pentacles se suelen hacer del metal
más adecuado para la naturaleza del Planeta ... Para Saturno, Plomo; para Júpiter, Estaño; para
Marte, Hierro; para el Sol, Oro; para Venus, Cobre; para Mercurio, una mezcla de metales; y para la
Luna, Plata. También se pueden hacer con papel Virgen exorcizado escribiendo con los colores que
adopta cada Planeta, según las reglas que se han fijado en los capítulos pertinentes y según el Planeta
con el que el Pentacle tiene afinidad. Es decir, para Saturno es apropiado el color Negro; para Júpiter,
el Azul Celeste; para Marte, el Rojo; para el Sol, Oro, Amarillo o Amarillo Limón; para Venus, el
Verde; para Mercurio, los Colores Mezclados (según las mejores tradiciones cabalísticas, Naranja);
para la Luna, Plata o el color de Tierra de Plata”.

Se da una serie parecida de reglas relacionadas con los ropajes que deben llevar durante la ceremonia
el Maestro de Arte y sus Asistentes. Cada uno de los instrumentos que se van a usar –la vara, la
espada, la daga, etc., y los accesorios, tales como incienso, pergamino para los sellos, cera para los
pentacles o talismanes y las cubiertas de seda para los sigillae- debe ser cuidadosamente exorcizado
para purificarlo y, después, debe consagrarse al trabajo en cuestión. En resumen, este sistema es un
método muy completo y de varias invocaciones y conjuraciones que tienen como resultado la
apariencia visible del espíritu al que se ha invocado; con un poco de inventiva, el Mago puede
utilizar este esquema para casi todo. La evolución de la Operación se puede resumir de la siguiente
forma: en primer lugar, se tienen que consagrar las armas y los instrumentos y construir el Círculo.
Después de un destierro concienzudo, el Mago debe pronunciar una Oración o Invocación al Señor
del Universo o al Yo Más Elevado para darle legitimidad a la Operación. En el capítulo final de este
libro vienen algunos ejemplos. Una vez hecho esto, se debe asumir astralmente la forma del Dios, de
tal manera que la Máscara cubra completamente al Mago en la Imaginación, aunque no hace falta
que llegue al punto de la identificación. Debe seguir una conjuración general en la que se recibe la
autoridad por la cual trabaja el Mago y en la que se deben enumerar los poderes que, en el pasado,
les han producido buenos resultados a otros Magos.

En este punto, la consciencia del Mago debe haber empezado a exaltarse después de quemar el
incienso y debido a la psicología de las vestiduras, al lirismo y al intoxicante valor de la invocación,
con su larga lista de reverberantes nombres bárbaros y la enumeración de prodigios, órdenes e
imprecaciones, además del efecto desconcertante de las luces, las figuras y los sellos.
Núm. Colores Plantas Piedras preciosas Perfumes Metales Nombres
divinos
1 Blanco Almendro en Flor Diamante Ámbar Gris --- Eheieh

2 Gris Amaranta Rubí Estrella, Musgo --- Jehová


Turquesa
3 Negro Ciprés, Amapola Zafiro Estrella, Mirra Plomo Jehová Eloim
Perla
4 Azul Olivo, Trébol Amatista, Zafiro Cedro Estaño El

5 Rojo Roble, Nuez, Rubí Tabaco Hierro Elohim


Vómica, Ortiga Gibor
6 Amarillo Acacia, Laurel, Topacio, Diamante Incienso Oro Jehová Eloh
Viña amarillo ve Däas
7 Verde Rosa Esmeralda, Benjamín Cobre Jehová
Sándalo, Rosa Roja Tsavoös
8 Naranja Moly, Anhal, Ópalo, espec. de Storax Mercuri Elohim
Lewinii Fuego o Tsavoös
9 Morado Manyam, Cuarzo Jazmín, Plata Shaddai El
Damiana, Yohimba Ginseng Chai
10 Mezcla Sauce, Lirio, Cristal de Roca Orégano de --- Adonai
Hiedra Creta Melech

El clímax de la operación, la manifestación del espíritu tiene lugar casi automáticamente. La Clave
de Salomón proporciona más o menos la evolución correcta y, cuando el espíritu ha aparecido en
forma visible y ha obedecido al Mago, se debe recitar el Permiso para Salir y el Ritual de Destierro
para cerrar la ceremonia.

En la obra de Francis Barret El Mago (que se ha descubierto que es casi una copia palabra por
palabra de Agrippa), hay un par de páginas que le pueden ser útiles al Mago, ya que en ellas se
explica el proceso de consagración y de preparación. Y no sólo eso, sino que también se bosqueja
uno de los secretos de la composición de los rituales, el de la conmemoración. Escribe:

“Por lo tanto, cuando consagres cualquier Zona del Círculo debes emplear la plegaria de Salomón
que se usaba en la dedicación y consagración del Templo. Asimismo, debes bendecir el lugar
rociando agua bendita, con subfumigaciones y conmemorar la bendición de los santos misterios tales
como: la santificación del trono de Dios, del Monte Sinaí, del Tabernáculo de la Alianza, del Santo
de los Santos y del Templo de Jerusalén. También, la santificación del Monte Gólgota por la
crucifixión de Cristo; la santificación del Templo de Cristo; del Monte Tabor por la transfiguración y
la ascensión de Cristo, etc. E invocar los nombres divinos relacionados con esto; es decir, el lugar de
Dios, el trono de Dios, la silla de Dios, el Tabernáculo de Dios, el altar de Dios, la habitación de Dios
y los nombres divinos de este tipo, que se escribirán alrededor del Círculo o lugar que se desea
consagrar”.

“Y en la consagración de instrumentos y de todas las cosas que se emplean en este arte, debes
proceder de la misma manera, rociando con agua bendita, fumigando y ungiendo con aceite sagrado,
sellando con un sello sagrado, bendiciéndolo con oraciones y conmemorando cosas sagradas
extraídas de las Sagradas Escrituras, recitando nombres divinos que son agradables a las cosas que
hay que consagrar. Por ejemplo, en la consagración de la espada, podemos recordar el siguiente
pasaje del Evangelio: “El que tenga dos capas ...”, etc., y que en el libro segundo de los Macabeos se
dice que una espada le fue divina y misteriosamente enviada a Judas Macabeo; y cosas parecidas que
aparecen en los profetas como “toma una espada de doble filo ...”. y, de la misma manera,
consagrarás experimentos y libros y todas las cosas parecidas como escritos, dibujos, etc.: rociando,
perfumando, ungiendo, sellando, bendiciendo, con santas conmemoraciones, y trayendo a la
memoria la santificación de los misterios. Lo mismo que las Tablas de los Diez Mandamientos que
Dios le entregó a Moisés en el Monte Sinaí, la santificación del Antiguo y el Nuevo Testamento, los
profetas, las Escrituras que fueron promulgadas por el Espíritu Santo; y, una vez más, hay que
mencionar los nombres divinos que sean más convenientes, como, por ejemplo, el testamento de
Dios, el libro de Dios, el libro de la vida, el conocimiento de Dios, la sabiduría de Dios y otros. Y
con este tipo de ritos se realiza la consagración personal ...

“Se debe observar que los votos, las obligaciones y los sacrificios tienen poder para consagrar; real y
personal. Y existen convenciones entre esos nombres con que están hechos y nosotros que los
hacemos, adhiriéndonos fuertemente a nuestros deseos y a los efectos que deseamos, lo mismo que
cuando sacrificamos con ciertos nombres o cosas; lo mismo que las fumigaciones, unciones, anillos,
imágenes y espejos; y otras cosas menos materiales como caracteres, sellos, pentacles,
encantamientos, oraciones, dibujos y Escrituras de las que hemos hablado ampliamente”.

La Clave Menor de Salomón, el Rey o El Goetia (palabra que probablemente deriva de una raíz que
significa “aullar” o “gemir” y que posiblemente hace referencia a la técnica de los nombres bárbaros,
una característica de las invocaciones del libro) ofrece una descripción minuciosa de los Setenta y
Dos espíritus o jerarquías que, según la tradición, Salomón evocaba y dominaba. Por medio de ellos,
Salomón consiguió la sabiduría superlativa y el conocimiento espiritual que, de acuerdo con la
leyenda, poseía. Al abrir el libro, y en forma de poema, nos encontramos con una definición de la
Magia en los siguientes términos: “La Magia es el Más Elevado, el Más Absoluto y Más Divino
Conocimiento de la Filosofía Natural y sus trabajos y hermosas operaciones son avanzados debido al
correcto entendimiento del interior y la virtud oculta de las cosas. De manera que si se aplican los
agentes auténticos a los Pacientes apropiados se producen efectos extraños y admirables. Y, por
consiguiente, los Magos son investigadores de la Naturaleza profundos y diligentes. Ellos, a causa de
su habilidad, saben cómo anticipar un efecto, lo que al vulgo le parecería un milagro.”

No estoy de acuerdo con Waite y con su opinión de que El Goetia tiene que ver con la Magia Negra.
Mi juicio es que Waite se inclina a considerar Magia Negra cualquier método técnico que predomine
en el exterior del ámbito consagrado de su propia organización. El sistema que esboza Barrett en la
sección de este libro, que lleva el título Magia Ceremonial, está basado, en realidad, en La Clave, en
el libro que estamos comentando ahora y en la obra de Agrippa De Oculta Philosophia. Varios de los
rituales que incluye están tomados palabra por palabra y solamente con algunas alteraciones mínimas
y pocas adiciones de El Goetia. Aunque es difícil competir con Abramelin en punto de sublimidad y
fuerza de concepción espiritual, El Goetia es, sin embargo, un sistema fácil de entender y de poner
en práctica. Porque en él tampoco se carga al Mago con exigencias fantásticas tales como sangre de
murciélago, calaveras parricidas y corderos o cabritos vírgenes. Todo lo que el Mago debe hacer para
conseguir el éxito es observar unas pocas reglas más o menos elementales. Como requisitos mágicos
previos a las Evocaciones, debe poseer el siguiente equipo: una Vara o Espada, un Cáliz y una túnica
o bata larga de lino blanco con la que trabajará; asimismo, debe contar con diversos mantos o
casullas de distintos colores, según el tipo de operación y la naturaleza del Espíritu que se va a
conjurar. Como siempre, debe haber un Incensario con el incienso especial y el aceite de ungir para
la consagración; y cualquier talismán o sello que quiera cargar el Mago. Hay luego instrucciones
sobre la naturaleza del Círculo Mágico y de su compañero el Triángulo: dimensiones, colores,
inscripciones y nombres divinos que se deben usar como protección y se deben pintar en color tanto
alrededor del Círculo como del Triángulo. En la página siguiente se puede ver una reproducción de
uno de los tipos de Círculo y Triángulo que recomienda El Goetia.
Las palabras en hebreo que se ven alrededor del Círculo son los nombres del Sephiros con las
atribuciones planetarias, los Nombres Divinos, los Arcángeles y los Coros Angélicos adecuados.

La mayor parte del libro es una minuciosa descripción de los Espíritus y de sus jerarquías. Las
Setenta y Dos jerarquías vienen clasificadas en distintos grados: Reyes, Duques, Príncipes,
Marqueses, etc., que tienen naturalezas buenas, malas e indiferentes. Tienen su función particular en
la economía de la Naturaleza, una tarea específica que desempeñar y cuando se las evoca y el
Invocador las controla, sus símbolos confieren una cierta facultad, un poder o tipo de conocimiento
como se ha explicado antes. Se pueden emplear varios métodos para clasificarlas ya que su número
se puede distribuir entre los Cuatro elementos, referir a los Siete Planetas o a los Doce Signos del
Zodíaco. Los sellos de extraña apariencia que proporciona El Goetia y que representan las firmas de
los Espíritus deben estar sobre el pecho del Mago durante la ceremonia, en la parte de atrás del
Pentagrama grabado sobre un lamen de metal según el rango, dignidad y carácter del Espíritu al que
se convoca para que tome apariencia visible. O sea, el sigil de un Rey de Espíritus debe estar grabado
sobre un lamen de oro; el de un Duque debe estar sobre cobre; el de un Príncipe sobre estaño
mientras que el lamen para la evocación de un Marqués será de plata. Con este método, los caracteres
de los espíritus quedan claros por los materiales de los metales que se emplean en la construcción de
los lamen. Los Reyes tienen dignidad Solar; los Duques son Venusianos; los Príncipes, Jupiterianos
y los Marqueses pertenecen a la Luna.

Para la conjuración de los espíritus hay que observar épocas y ocasiones especiales ya que
“conocerás y observarás la Edad de la Luna por tu trabajo. Los mejores días son cuando la Luna tiene
2, 4, 6, 8, 10 y 12 días de edad, como dijo Salomón. Los otros días no dejan beneficios”.
Continúa la exposición según la cual los Reyes “se pueden dominar de 9 a 12 de la mañana y desde
las 3 hasta la puesta del sol; los Marqueses, desde las 3 de la tarde hasta las 9 de la noche y desde las
9 de la noche hasta el amanecer; los Duques, desde el amanecer hasta el mediodía con tiempo claro;
los Prelados, a cualquier hora del día; los caballeros desde el alba hasta el amanecer o desde las 4 de
la tarde hasta la puesta del sol; los Presidentes, en cualquier momento, excepto en el crepúsculo, por
la noche, a menos que se invoque al Rey del que dependen; y los Condes o Condados a cualquier
hora del día, sea en los Bosques o en cualquier otro lugar, donde los hombres no se reúnen o donde
no hay ningún ruido”.

Bajo el dominio de los Cuatro Grandes Soberanos o Reyes Elementales de los Cuatro Puntos
Cardinales están estas jerarquías de setenta y dos espíritus. Están: Amaimón en el este; Corson en el
oeste; Zimiar al norte y Göap al sur; y el Mago se debe enfrentar a un cuadrado cardinal específico
con el Triángulo apuntando en la misma dirección, en consonancia con el Soberano del espíritu al
que se va a invocar. No hay que suponer ni siquiera un momento que estos espíritus a que se refiere
El Goetia sean simples elementos, espíritus naturales o fuerzas semiinteligentes que llevan la carga
mecánica de la Naturaleza. Por el contrario, se ha afirmado que la mayoría de ellos tienen un gran
séquito de subjerarquías o de espíritus elementales subordinados que les atienden. Podemos pensar
que son los denominados reyes elementales cuya función en el orden natural de las cosas es
solamente secundaria en el gobierno de los dioses planetarios principales o ángeles. Madame
Blavatsky sugiere, en La Doctrina Secreta, que no hay que confundir de ninguna manera a los Reyes
o Dioses de los seres elementales con los espíritus elementales, ciegos y brutales. A los últimos,
como mucho, los utilizan los brillantes Dioses elementales como vehículos luminosos y como
materiales para vestirse.

Por ejemplo, de acuerdo con la descripción de Paimón, él es quien enseña todas las artes, las ciencias
y otras cosas secretas. “Puede descubrir en ti lo que es la Tierra y lo que contienen las aguas; y qué
Mente es y dónde está; o cualquier otra cosa que tú desees saber. Da y confirma la dignidad. Hay que
observarle hacia el oeste. Es la Orden de los Dominios. Tiene a sus órdenes doscientas legiones de
espíritus, parte de ellos en la Orden de Ángeles y la otra parte de la Orden de Potentados”. El Goetia
también intenta describir la forma en que hace su aparición en el Triángulo de Arte donde se le
evoca. Acompañándole en su manifestación visible “va ante él una Horda de Espíritus, como
Hombres con Trompetas y Címbalos y otros instrumentos musicales”. Otro ente menor es Botis que
es al mismo tiempo Presidente y Conde de Espíritus y cuando se le evoca “dice las cosas Pasadas y
Por Pasar y reconcilia a Amigos y Enemigos. Manda sobre sesenta legiones de Espíritus”. Para
mencionar un jerarca más hablaremos de Bifrons, un Conde cuya tarea es familiarizarnos con la
Astrología, la Geometría y otras Artes y Ciencias y conoce también las Virtudes de las piedras y
maderas preciosas; tiene a sus órdenes sesenta legiones de Espíritus.

Entre los numerosos sellos que hay en este libro de instrucción mágica, tenemos un Pentagrama que
usaremos de sigil durante cualquier Operación mágica, ya que su finalidad es proteger al Mago de los
espíritus peligrosos y devolverle la confianza en el poder de la Voluntad. La ilustración que está al
principio, lámina III, nos proporciona el diseño de esta figura. El Mago la debe llevar en el pecho
como un lamen; en la parte de atrás va el Sello del espíritu que se va a evocar. En distintas fases de
una ceremonia, se debe tomar este sigil con la mano y levantarlo hacia los puntos cardinales mientras
el Mago recita una petición para que los Espíritus rindan obediencia a los sigils inscritos en el
Pentagrama. Además, El Goetia incluye un Hexagrama que se debe dibujar en un pergamino de piel
de carnero y que se llevará en la camisa del manto o de la casulla corta. Según las instrucciones que
acompañan al diseño, esta figura se debe cubrir con un paño de fino lino, blanco y puro, y “hay que
enseñársela a los Espíritus cuando aparezcan para obligarlos a tomar forma humana y ser obedientes.
El Hexágono está reproducido a todo color al principio, lámina IV.

Menos conocido para los estudiantes de Magia de la actualidad, sobre todo porque no se ha traducido
al inglés, El Libro del Ángel Ratziel.
Los judíos, durante los últimos doscientos años, lo han considerado un fideicomiso sagrado y todavía
hoy los miembros de una secta corrupta cuasimística llamados los Chassidim –que en un principio
incorporaban bellas enseñanzas espirituales y aspiraciones- lo siguen venerando. Uno de sus Rabinos
ha informado al autor que, cuando un miembro de la Congregación cae enfermo, se le hace llegar
inmediatamente un ejemplar al lecho del enfermo y debe colocarse bajo la almohada. El libro es una
colección de escritos y visiones mágicos, no particularmente impresionantes, la mayoría de los cuales
son bastante ordinarios, que se pretende que datan del Paraíso de Adán, aunque existen evidencias
que nos permiten asegurar que por lo menos tres autores de fecha no tan remota contribuyeron
individualmente a su contenido y que el conjunto fue sintetizado por una mano habilidosa. En una
época, era fácil de encontrar aunque hoy en día no es tan sencillo hallar un ejemplar.

Como todos los nombres angélicos judíos, “Ratziel” es una palabra compuesta producida cuando se
analiza la frase “El Ángel del Misterio” que se supone que es el divino autor de los misterios
mágicos que fueron comunicados a Adán, el primero en recibir este conocimiento. Su tradición se
ajusta casi exactamente a la leyenda de la ortodoxia cabalística: Una vez expulsado del Paraíso, al
que no le permitía la entrada un Ángel que llevaba una espada de fuego, Adán en el exilio, le pasó el
libro a su hijo, el cual se lo reveló a Enoc. Enoc se lo pasó a la siguiente generación de patriarcas
hasta que, finalmente, como el lector puede imaginar, llegó a Salomón, el Rey, que de esta forma,
adquirió todo conocimiento, sabiduría y riqueza.

El conjunto de la obra está dividido en tres partes, aunque hay suplementos más cortos que le
proporcionan al lector complejas aunque ambiguas fórmulas para amuletos y algunos talismanes y
encantaciones de aspecto bastante divertido. Se dedica mucho espacio al estudio de la Angeología,
en el que han colaborado muchos escritores modernos, y al principio hay una advertencia relacionada
con la evocación visible de estos ángeles. Las instrucciones varían dependiendo del día, hora, mes y
estación.

Hacia el final del libro se encuentra una larga plegaria o invocación en la que se apostrofa a Dios de
Rey de la típica forma hebrea y repasa todo el alfabeto cierto número de veces para describir sus
atributos distintivos, todos los cuales son fases de algunas fuerzas y funciones especiales del
universo. Como sistema de técnica mágica, la comparación es muy desfavorable respecto de los
libros que hemos mencionado anteriormente por lo que se refiere al modus operandi y al tenor de
escrito filosófico.

La primera parte del libro, que es la única que vamos a considerar aquí ya que las otras son
comparables a El Goetia y a La Clave, ya descritas, es única por esta razón. Intenta describir toda la
organización del cielo o los distintos estratos o planos de la Luz Astral. La esencia de la visión es una
descripción del cielo al que Noé fue llevado por dos ángeles de aspecto imponente. No es nada
impresionante ni añade nuevos conocimientos ni nuevas informaciones que ayuden a elucidar los que
poseíamos anteriormente. Un cielo, el tercero, viene caracterizado po El Que Ve y es la casa de las
almas o dioses internos del Sol y de las Estrellas. Al primero le atienden un sinnúmero de aves Fénix,
que simbolizan la regeneración y la inmortalidad. A Noé le cuidaron cuatro ángeles y todas las
noches le quitaban su corona para llevársela al Señor del Cielo; cuando, por la mañana, se la
devolvían, ellos mismos se la colocaban sobre las sientes. En el cuarto cielo se veían cohortes de
ángeles armados con espadas centelleantes para juzgar a la humanidad y a los mensajeros de las
decisiones del Más Elevado. Estos espíritus armados cantaban y danzaban ante Dios acompañados
por la música de címbalos. Al llegar al quinto cielo, la visión le revelaba a Noé que había cuatro
órdenes diferentes de Guardianes que, aunque se acongojaban por los ángeles caídos, sus antiguos
compañeros, cantaban continuamente y tocaban cuatro tipos distintos de trompetas en alabanza a
Dios. En el sexto cielo había resplandecientes legiones de ángeles, más brillantes y espléndidos que
el Sol cuando brilla con toda su fuerza. Había también arcángeles y, en este cielo, vio Noé cómo se
ordenaban y planificaban todas las cosas y los prototipos de todas las cosas vivas y todas las almas
de la humanidad.
En medio de esta gloriosa visión, vio siete criaturas arcangélicas, con seis alas cada una, que
cantaban al unísono. El cielo más elevado se percibía como una luz ardiente, coronada de arcángeles
y seres incorpóreos y en él estaba la faz de Dios iluminada por la luz celestial y que emitía chispas
del fuego más puro.

Creo que se puede atribuir la omisión de ciertos preliminares como el Ritual del Destierro del
Pentagrama a la gran cantidad de confusión que caracteriza a las visiones amateur; el resultado es
que a pesar de la pureza de El Que Ve y de la elevación de su mente, la esfera de la percepción es
invadida por cualquier ser que pase por las proximidades astrales. No siempre es una obsesión o una
posesión elemental el fracaso en desterrar adecuadamente, pero cuando entes indispensables pasan
sin que nada les moleste ante la visión interior no hay continuidad ni consistencia en la misma. Por lo
tanto, al incluirlas en su relato, El Que Ve, quizá temeroso de fiarse de su propia capacidad en estos
temas, describe la visión junto con las cosas no esenciales. Y es así en un cierto número de casos;
solamente cuando la esfera astral es inusualmente clara y radiante, con una luz espiritual a través de
la cual ningún ente astral se atrevería a entrar a no ser que fuera con el permiso de El Que Ve
solamente, repetimos, en ese caso se puede prescindir del destierro protector preliminar.

Existe otro tema de importancia aleccionadora que debemos mencionar para el caso de que el lector
desee comprobar estas cosas. Existe un gran peligro en utilizar los sellos y sigils que vienen en obras
tales como El Libro de Ratziel y El Mago especialmente debido a los enormes errores y erratas de
imprenta en hebreo, que se han conservado. Si son accidentales o se deben a la ignorancia de los
copistas, no lo sabemos. No es difícil darse cuenta de que, si el objetivo de un sello es producir una
tensión en la Luz Astral a la que responda el ente que deseamos, entonces un error en la inscripción
textual producirá un error similar en el tipo de corriente astral. La consecuencia es que el efecto será
muy diferente del que se buscaba, incluso peligroso. Se requiere, por encima de todo, conocimiento y
capacidad para distinguir cuándo existe un error y saber corregirlo. A riesgo de hacerle al lector
odiosas las advertencias, debo repetir que es indispensable el conocimiento de la Cábala para la
práctica de la Magia. Deben conocerse Gematria, Notariquon y Temurah, los tres métodos que tratan
del uso esotérico de los números; asimismo el aspecto de la filosofía que trata del simbolismo de las
letras hebreas, el alfabeto mágico de símbolos, nombres, números e ideas relacionadas con los
Treinta y Dos Senderos de la Sabiduría. Aunque existe una multitud de burdos errores en los sigillae
y en los grabados hebreos que Barrett utiliza, sin embargo, el texto impreso en inglés está bastante
cuidado y es muy útil y el lector serio sacará muchas ventajas en consultarlo. Las obras de Waite “La
Doctrina Secreta en Israel y La Santa Cábala son, quizá, los mejores trabajos que se pueden
conseguir en los que viene un buen resumen del contenido doctrinal de la Cábala. Las obras de
Cornelius Agrippa sobre Magia, el Liber 777 y el Sepher Sephirot de Aleister Crowley y mi Jardín
de Granadas son muy útiles porque proporcionan las bases del alfabeto con las atribuciones
correctas necesarias para comprender los sellos y los símbolos.

Ahora desearía tener en cuenta una importante comparación entre los procesos de la Magia y del
Yoga. Merece la pena hacer esta comparación, ya que se ha dicho que no se debe colocar al Yoga en
oposición con la Magia, sino que estos dos sistemas constituyen juntos lo que se puede denominar
Misticismo. Si suponemos que nuestras correspondencias con las jerarquías mágicas representan
hechos de la Naturaleza –y que no quepa la menor duda ni por un momento-, entonces la base
filosófica a la que se puede denominar Magia, según he descrito aquí, no se aleja mucho del Camino
de la Unión Real tal como lo han descrito algunos autores autorizados como, por ejemplo, Swami
Vivekananda.

Ya se ha explicado ampliamente que se atribuyen a los Sephiros del Árbol de la Vida distintos
Dioses cósmicos, seres elevados que son soberanos inteligentes y que guían los procesos de
evolución. Cada uno de estos Dioses tiene una jerarquía subordinada adecuada y los Mensajeros
inmediatos son Ángeles, Arcángeles, Espíritus e Inteligencias. Y este sistema de clasificación no sólo
se puede aplicar al Macrocosmos, sino también al microcosmos.
Las bases del Árbol de la Vida se han elaborado de tal manera que no se refieren solamente al
desarrollo cósmicos, sino también a las distintas partes del hombre –física, mental y espiritual-, es
decir, que enfoca todo el campo de la actividad universal al interior del organismo del hombre. Al
Árbol, en su conjunto, se le atribuyen los Doce Signos del Zodíaco y los Siete Planetas. Si se
considera al hombre como un microcosmos del gran universo cósmico y estelar, entonces todos los
elementos, planetas y fuerzas están en él; incluso los signos del Zodíaco están representados en su
naturaleza. La energía del Carnero está en su cabeza; el Toro le da fuerza a sus hombros; el León
representa el valor de su corazón y el fuego salvaje de su carácter, mientras que las rodillas, que le
ayudan a elevarse, están bajo el signo de la Cabra. Esto, como ejemplo, nos proporciona la base para
una teoría subjetiva tanto de ontología como de epistemología. El universo existe solamente en el
interior de la consciencia del hombre y sus leyes son las leyes de la mente.

En mi obra anterior, Jardín de Granadas, se incluía el diagrama de correspondencias entre el


Sephiros cósmico, las distintas Partes del Hombre y los Chakras centros nerviosos astrales que
existen en el departamento psicoespiritual de la constitución del hombre. Y, a la luz de las anteriores
especulaciones, inmediatamente se plantean otros atributos. Como ejemplos, se pueden considerar
los siguientes, que describen hacia dónde tienden mis especulaciones. El Anahata Chakra, que es el
centro situado en o cerca del corazón físico, al ser una correspondencia del sexto Sephira de la
Armonía y el Equilibrio, está en correspondencia directa con Esencias tan sagradas como Osiris,
Helios, Mitra y el resplandeciente Augeoides. Thoth y todos sus atributos divinos de Voluntad y
Sabiduría está en perfecta correspondencia con el Ajna Chakra, situado en el centro de la frente,
encima de los ojos. Mientras que el Chakra más elevado de todos, el Sahasrara Chakra, situado en la
coronilla, donde Adonai retoza, está alineado por Path y Amón, la esencia cósmica oculta, el centro
creador secreto tanto del microcosmos como del macrocosmos.

El adoptar la teoría subjetiva lleva consigo conclusiones muy atrevidas y un entendimiento auténtico
de este punto de vista hace que se entienda la afirmación de que en el interior del hombre existe la
totalidad del universo y la amplia confluencia de todas las fuerzas universales. Mi teoría es que
invocar a Artemisa y a Chomse y el haberse confabulado para unirse con la Esencia que representan
estos nombres, por ejemplo, supone haber realizado una tarea de suprema importancia que es
idéntica, debido a nuestras correspondencias, con el despertar de las fuerzas de Muladhara Chakra, lo
que supone poner en movimiento a la serpiente Kundalini en su ascenso por el Árbol de la Vida
hacia la Corona. Mientras que con un sistema se logran los resultados apetecidos por medio del ritual
y las invocaciones, en el otro es por medio de la concentración y la meditación. Si por medio de la
invocación mágica se ha conseguido una identidad indisoluble con la sabiduría suprema de Tahuti, se
ha logrado el poder de ver claramente a través del ojo interior de la Auténtica Sabiduría y esto es
equivalente a una estimulación a través de la meditación del Ajna Chakra, el órgano de la
clarividencia espiritual y de la Voluntad creadora. Y también que, por medio de los ritos de la
Teúrgia, se ha unido la conciencia individual con Asar-Un-Nefer y que se ha asimilado su gloria y su
inefabilidad, lo que es comparable a haber guiado el Kundalini por el Sushuma hacia el cerebro. Y se
ha despertado el potencial de fuerzas en el Sahasrara Chakra.

Los resultados del sistema del Yoga, como se puede percibir en obras tales como el Raja Yoga de
Vivekananda o en la adaptación europea de Rudolp Steiner, El Camino de Iniciación –por lo que se
refiere a la vivificación de Chakras- se producen casi en su totalidad ejercitando la Voluntad y la
Imaginación. Una y otra vez, los autores escriben “Imagina una llama o un triángulo blanco en el
corazón” o “un loto por encima de la cabeza” y otras. El despertar del esplendor arrollado de
Kundalini en las cámaras vertebrales del Muladhara Chakra viene rodeado por una intensa
concentración y por imaginar un nuevo tipo de actividad espiritual en esa región, lo que hace que la
diosa serpiente dormida empiece a desenroscar sus anillos y precipite el Sushuma hacia el asiento de
su Señor Interior.
La Magia, aunque emplea una técnica táctica diferente de la del Yoga, tiene los mismos fundamentos
como he intentado demostrar, por lo que se refiere al uso de la Imaginación y la Voluntad e intenta
estimular estas dos facultades en una ceremonia bien ordenada para conseguir los resultados
espirituales más elevados. Y las advertencias del Yoga no son más rigurosas ni verdaderas que las de
la Magia. La vitalización de los Chakras, lo mismo que la invocación de los dioses seguida de la
invocación de los espíritus, le confiere al que la lleva a cabo diversos poderes de enorme fuerza. Esos
que El Goetia atribuye a los espíritus y entre los que se cuenta un crecimiento espontáneo de un
conocimiento dormido hasta el momento de ciencias, filosofía y artes en sus connotaciones más
amplias y el despertar de las facultades emocionales más delicadas. Los poderes que describe
Pantajali en el Yoga Sutras, como otorgados por Samayana, son casi idénticos a los que se le
conceden al Mago como resultado de las evocaciones de El Goetia.

Sin embargo, ¡ay de aquél que codicia esos poderes! Porque los Dioses se quedarán en silencio y no
le darán ninguna respuesta. Los espíritus se cebarán en él y le desgarrarán de la cabeza a los pies. Si
se le confieren poderes al Mago, se deben dedicar al Santo Ángel de la Guarda. Además, se debe
ahogar a la serpiente del Ruach, se la debe matar para que no restrinja la presencia del Ángel.
Entonces se pueden aceptar los poderes y, una vez aceptados, se deben usar de la forma que el Ángel
crea oportuna.

Tanto en el Yoga como en la Magia, nos encontramos con que el aspecto más importante del trabajo
es la parte consciente de la meditación y las invocaciones a Dios. Si los poderes le llegan al que hace
los ejercicios, ¡pues muy bien! Pero en ambos sistemas técnicos la finalidad fundamental y sagrada
es la expansión de la consciencia individual hasta un punto infinito y el descubrimiento del centro
real de la vida. Si se acerca uno a ella honestamente, con una aspiración pura y sencilla, la Magia
puede conducir al alma a las alturas más elevadas del Árbol, donde recibirá, según Iamblichus, “una
liberación de las pasiones, un perfeccionamiento trascendente y una energía muy excelente con la
que participará en el amor divino y en su inmenso gozo”. Y, además, la expansión de la consciencia
confiere “verdad y poder, rectitud en obras y dones de los dioses más grandes”.
CAPITULO CATORCE

Para el caso en que haya un cierto número de individuos que deseen participar en una ceremonia
mágica compuesta en la que todos tengan un papel activo, existe una forma de ritual de grupo
denominada el Ritual Dramático. Cada persona que participa contribuye con fuerza de voluntad y
energía en la creación de una manifestación espiritual. Casi todos los Misterios de las épocas
antiguas asumían esta forma y los Ritos de Iniciación de las hermandades secretas de todos los
tiempos se realizaban de acuerdo con este principio. Es un hecho de todos conocido que los Rituales
son muy útiles en materia de iniciación. Y también está comprobado que estas ceremonias tenían un
papel fundamental en los misterios mágicos del Tíbet, donde la aceptación de un Ianoo se celebraba
por medio de un rito en el que se consagraba al discípulo a la realización del Gran Trabajo.

La historia del Yogui budista Milarepa tiene un punto perfectamente claro: recibió de las manos de
su Gurú Marpa diversas iniciaciones ceremoniales, según las cuales invocaba a distintas deidades o
potencias espirituales estando en el interior de un Círculo o mandala. También sabe todo el mundo
que el candidato a la iniciación brahmánica presencia un ritual purificante y consagrador. Tampoco
hay que mencionar, por conocido, que existían rituales de iniciación en el antiguo Egipto y el rumor
de las ceremonias mágicas de esta civilización ha llegado hasta nosotros enriquecido con muchos
detalles sugerentes y con informaciones muy significativas. En realidad, si el principio que subyace
bajo el Ritual Dramático en grupo, mágico o de iniciación, es la consagración al Gran Trabajo y la
exaltación de la consciencia, entonces tenemos pruebas irrefutables de que se han venido celebrando
ceremonias similarmente concebidas desde la antigüedad.

El principio básico es idéntico al del ritual mágico: La invocación a un Dios, en un sentido o en otro.
Pero en el caso del Ritual Dramático, el método hace un llamamiento estético a la imaginación,
representando de forma dramática el suceso más importante de la vida histórica del Dios y, en
algunos casos, el ciclo terrestre de un hombre ideal o un hombre-Dios como, por ejemplo, Dionisos,
Krishna, Baco, Osiris, etc., es decir, alguien que logró esa sabiduría y esa plenitud espiritual que
busca el Teúrgo. El vivir en esa atmósfera nuevamente creada y el repetir las acciones realizadas por
el Dios es un método excelente para exaltar el alma hacia lo alto. Esta idea recibe el nombre de
Principio de Conmemoración y es parte esencial de toda ceremonia mágica. En la obra de Henry
Cornelius Agrippa, Oculta Philosophia, queda patentemente claro que este autor y aquellos de los
que él obtuvo sus conocimientos entendían perfectamente el principio teórico que supone esta forma
de Magia. Exige que se invoque una imitación del carácter del Dios o una repetición de los sucesos
acaecidos en el ciclo vital de su existencia mundana. Y no es solamente que este principio pertenezca
al Ritual Dramático, sino que todo aspecto de una ceremonia mágica, oficiada individualmente o en
grupo, debe ir marcado por la repetición entusiasta de una serie de incidentes altamente significativos
de la historia del Dios; de esta manera, la repetición sirve para añadir autoridad mágica y énfasis al
proceso dual de consagración e invocación. Incluso en un aspecto aparentemente trivial como los
preparativos previos de las armas e instrumentos, Agrippa recomienda que se lleve a cabo la
repetición de acciones santas. Y, como ejemplo del principio conmemorativo que defiende, se puede
citar el siguiente método contenido en la obra El Cuarto Libro de Filosofía Oculta: “Entonces, en la
consagración del agua, debemos conmemorar la forma en que ese Dios colocó el firmamento en la
mitad de las aguas y la forma en que Dios colocó la fuente de las aguas en el Paraíso Terrenal ... y
también que Cristo fue bautizado en el Jordán, con lo que las Aguas quedaron limpias y santificadas.
Además, se deben invocar ciertos nombres divinos que sean procedentes; como ese Dios es una
fuente vida, entonces serán agua viva, la fuente de la misericordia, y nombres del estilo”.

El lector puede asimismo observar la forma conmemorativa del ritual de El Goetia, citado en el
último capítulo de esta obra. La invocación intenta seguir las huellas de las palabras autorizadas que
se utilizaban en las Escrituras para llevar a cabo ciertas acciones.
Sin embargo, no es un ejemplo especialmente bueno de este tipo de ritual. Las Bacantes de Eurípides
es un gran ejemplo de la forma que debe tener un ritual dramático completo. El ritual se debe
organizar de tal manera que cada uno de los celebrantes desempeñe un papel sin que la acción del
drama quede dispersa o incoherente. Se pueden aplicar perfectamente las reglas del Arte del Teatro y
del Drama en la elaboración de estos rituales.

La evidencia histórica de que disponemos nos demuestra claramente que la representación anual de
la “pasión” de la vida del Gran Dios Osiris, Rey del Tuat, era realmente un ritual dramático complejo
en el que se le invocaba, una ceremonia conmemorativa que implicaba la repetición de casi todo lo
que le aconteció a Osiris en el curso de su legendaria vida en la tierra entre los hombres. La base de
esta celebración y de otras semejantes es la invocación a un dios, o el Avatara en el que mora, y por
medio de estas repeticiones dramáticas el Teúrgo exalta su imaginación y su consciencia con objeto
de culminar en la crisis extática de la unión divina. Para las personas cuyo sentido estético y poético
esté muy desarrollado, este tipo de celebración es, con mucho, el más efectivo. Es evidente que una
representación simbólica de lo que fue un proceso espiritual real de una Personalidad a la que se
reverencia es de gran ayuda en el momento de reproducir la Unión, ya que coloca al Teúrgo en una
situación de armonía y de simpatía mágicas al actuar sobre su Imaginación; la obra le ayuda a
elevarse para conseguir el objetivo supremo.

En resumen, el Teúrgo se imagina, en el drama, que es el Dios, que ha sufrido experiencias


semejantes; y las distintas partes de la obra y los rituales que recita le sirven para que la
identificación sea más completa. Esto es lo que hizo que ciertas generaciones de Magos que no
estaban altamente iniciados adoptaran para el uso ceremonial máscaras, y otros artilugios del mundo
del teatro. Aquí tenemos el tema fundamental del ritual dramático: Podemos elegir la Misa de la
Iglesia Católica Romana, el Ritual del Adeptus Minor de la Orden Hermética del Amanecer Dorado,
el Grado Tercero de la Francmasonería y las juergas Dionisíacas tal como aparecen en Las Bacantes.
En cada uno de los casos, se repite de forma ceremonial la vida de un Adepto iluminado; es decir, la
historia de un ser cuya consciencia ha llegado a ser divina y se hace una celebración mágica. El
método de la representación retrata a un hombre que muere, real o místicamente, y resucita como
dios irradiando sabiduría y poderes divinos. Para los egipcios, Osiris fue el mejor ejemplo de alguien
que vence a su humanidad y consigue la Unión divina, pasando a la posteridad como el símbolo de la
regeneración. En el Libro de los Muertos se pueden encontrar varios capítulos y versículos en los que
se representa el difundo identificándose con este Dios cuando se dirige a los Asesores en la Sala del
Juicio. El ritual dramático que los egipcios representaban para la invocación de Osiris en Abydos era
una obra que parece que constaba de ocho actos. “El primero era una procesión en la que el antiguo
dios de los muertos, Upwawet, preparaba el camino para Osiris. En el segundo, la gran deidad
aparecía en la barca sagrada, que se había puesto a la disposición de un número limitado de los
peregrinos visitantes más ilustres. El viaje en el barco lo representaban algunos actores vestidos
como los enemigos de Osiris: Set y compañía. Entonces tenía lugar un combate en el que parece que
las heridas que se producían eran reales. Parece que sucedía durante el tercer acto, que era una
alegoría de los triunfos de Osiris. En el cuarto se narraba la salida de Thoth, probablemente en busca
del cuerpo de la divina víctima. Después tenían lugar las ceremonias para preparar el entierro de
Osiris y la marcha del pueblo al santuario situado en el desierto, más allá de Abydos, para dejar al
dios en su tumba. A continuación tenía lugar una gran batalla entre el vengador Horus y Set y en el
acto final aparecía Osiris, devuelto a la vida, que entraba en el Templo de Abydos acompañado de un
cortejo triunfal”.

Y no eran solamente los Misterios de Osiris, los mitos relacionados con el Dios, los que
representaban, sino que había rituales para la invocación de Isis, Hathor, Amón y Pasht que se
oficiaban en grupo; y otros que se celebraban sin hacer referencia a ningún ser humano cuya relación
con ellos fuera la de la manifestación visible. En la Misa Católica, se celebra la vida divina y el
ministerio del Hijo del Dios Cristiano, la crucifixión de su Salvador, su resurrección en la gloria y la
posterior asunción a los cielos.
En las primeras épocas, esta celebración de la Misa iba acompañada por vistosas procesiones y
representaciones de los misterios de gran pompa y esplendor; aunque hay que decir que si la técnica
mágica no está presente, los arreglos externos sirven para poca cosa. El Grado Tercero de los
Masones dramatiza el asesinato del Maestro, Hiram Abif, y su posterior resurrección después de un
acto mágico: El sonido de las palabras mágicas perdidas devuelven la vida a H.A.

Los acontecimientos, ricos en viajes, hazañas y organización de la vida del legendario fundador de la
Orden Rosacruz Christian Rosenkreutz, también el símbolo de Jesús Hijo de Dios, están bellamente
dramatizados en el Ritual del Adeptus Minor de la Orden del Amanecer Dorado. La finalidad es que,
por medio de la simpatía que actúa sobre una refinada imaginación, el Teúrgo se pueda identificar
con la consciencia ejemplar de la que es símbolo Rosenkreutz, cuya historia se repite ante él. En una
escena, la más importante y elocuente de este ritual, el jefe oficiante hierofántico yace como si
estuviera muerto en el Pastos o Tumba Mística. Por medio de invocaciones y plegarias, el Adepto
resucita simbólicamente de la tumba, cumpliendo la profecía del fundador. En el momento solemne
de la resurrección, cuando la Ceremonia revela la salida del Pastos del Adepto como Christian
Rosenkreutz, el Jefe Adepto recita triunfalmente: “Porque sé que mi Redentor vive y que
permanecerá sobre la Tierra hasta el último día. Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida; nadie puede
acercarse al Padre más que Yo; yo soy el Purificado; he atravesado las Puertas de la Oscuridad hacia
la Luz; he luchado por Dios en la Tierra; he terminado Mi Trabajo; he entrado en lo Invisible; soy el
Sol en su salida; he pasado la hora de las nubes y la noche. Soy Amón el Oculto, el Que Despliega el
Día. Soy Osiris Omnophris, el Justificado. Soy el Señor de la Vida triunfante sobre la Muerte. No
hay parte de Mi que no sea de los Dioses. Soy el Preparador del Camino; el Salvador en la Luz.
Fuera de la Oscuridad, ¡que se eleve la Luz! Antes era ciego, pero ahora veo. Soy el Reconciliador
con el Inefable. Soy el Habitante de lo Invisible. ¡Que descienda el Blanco Brillo del Espíritu
divino!”

Este himno de alegría no se ha interpretado como un simple discurso compuesto de bellas palabras.
Si el Adepto ha realizado adecuadamente su trabajo mágico y se ha identificado con la conciencia del
Dios, entonces los otros participantes en la ceremonia experimentarán una exaltación que aumentará
paralelamente con el discurso.

Las formas más corrientes del Ritual dramático, como se aplica en las Iniciaciones, transcurren más o
menos de esta manera. Después de penetrar en las cámaras exteriores del Templo de Iniciación,
donde se le cubre con una capucha inmediatamente, se le viste con una toga negra y se le pone
alrededor de la cintura un cordón que le da tres vueltas, el Neófito es conducido por un Guardián a
los lugares en donde presiden los Dignatarios en los cuatro puntos cardinales. Con la capucha se
quiere representar la ceguera de la ilusoria vida mundana y la ignorancia en la que se debate el
hombre no regenerado, víctima inocente de esa tragedia que se está representando permanentemente
de dolorosos nacimiento, decadencia y muerte. El cordón da tres vueltas para representar a los tres
elementos más importantes: Fuego, aire y agua; y la toga es negra porque simboliza la negrura de la
vida y Saturno que está muerto, el Gran Segador de todo. El Neófito da varias vueltas al Templo y
mientras tanto, los Dignatarios, que en el futuro serán sus instructores mágicos y que representan a
los elevados Dioses benéficos, le exigen al Neófito que declare cuáles son sus objetivos y
aspiraciones. Este método inmediatamente nos recuerda El Libro de los Muertos; en el capítulo
CXLVI y siguientes, los Ángeles y los dioses encargados de los Sagrados Pilones y de los grandes
lugares que debe atravesar el difunto en su viaje hacia Amentet, le exigen sus derechos. En
contestación a su reacción, se conoce el nombre del guardián –teniendo claro que el nombre no es
más que un símbolo-, luego va a buscar a Thoth, es decir, a buscar la sabiduría celestial y ellos le dan
permiso para que siga adelante: “¡Pasa!, dice el Guardián del Pilón. ¡Eres puro!”.

En el Museo Británico se puede encontrar un excelente ritual de iniciación titulado “El Misterio del
Juicio del Alma” reconstruido por M.W. Blackden a partir de estos capítulos del Libro de los
Muertos que trata del ascenso del difunto a la Sala del Juicio y su posterior beatificación en la Isla de
la Verdad. Demuestra de una forma extremadamente sutil que es posible que los textos que han
llegado hasta nosotros con el título de Libro de los Muertos no sean sino fragmentos de un ritual de
iniciación que se utilizó en los días en que Egipto florecía con los Sacerdotes-Reyes-Adeptos en el
gobierno.

Igualmente el Ritual del Neófito de la Aurora Dorada ha incorporado elementos egipcios semejantes.
En este ritual hay varios oficiantes que representan a los Dioses cósmicos y retrasan al Neófito en sus
vueltas alrededor del Templo. “No puedes pasar a mi lado a menos que conozcas mi Nombre, dijo el
Guardián del Oeste”. Y se da la respuesta en nombre del candidato: “¡Oscuridad es Tu Nombre!
¡Eres el Grande del Sendero de las Sombras!”. A continuación, se profiere el siguiente interdicto:
“Hijo de la Tierra, el miedo es el fracaso. ¡Por lo tanto, sé tú mismo, sin miedo! ¡Porque en el
corazón del cobarde no habita la Virtud! Me has conocido. ¡Pasa!” A medida que el Ritual avanza, se
producen otros desafíos y respuestas y se tocan algunos aspectos de instrucción mágica. A todo esto
le sigue la consagración por medio del agua y el fuego, que purifica al Neófito para el posterior viaje.
Estas consagraciones realizadas por los representantes de los Dioses en el Templo, situados en los
puntos cardinales, le preparan para que lleve a cabo el Gran Trabajo. Por medio de las invocaciones
las fuerzas celestiales del más allá se infunden en el ser del Neófito y le dotan de valor y voluntad
para que pueda perseverar resueltamente hasta el final. Entonces se le quitan la capucha, el cordón y
la vestidura negra y se sustituyen por una túnica blanca o una capa que se coloca sobre sus hombros
y que simboliza la pureza de la vida y las sublimes apariciones que han llegado al candidato. Y, bajo
un voto de silencio, se realiza la consagración, se terminan las invocaciones de las esencias y se
imparten ciertos conocimientos fundamentales de Magia y del alfabeto filosófico. En conjunto y
omitiendo gran número de cosas no esenciales y de variaciones triviales, éste es el Ritual de
Iniciación del Neófito.

Sin embargo, si el neófito no realiza ningún trabajo mágico por su cuenta, las iniciaciones y los
rituales son completamente inútiles. Es cierto que sirven de preparación y que comunican una cierta
consagración y un cierto sacramentalismo que hacen su tarea más comprensible y, quizá, menos
arriesgada. Para confirmar esto, debemos recordar que, después de su iniciación, a Milarepa le
aconsejó Marpa que comenzara con el trabajo práctico que, en su caso, era meditación y
concentración. Para el estudiante preparado, sea por medio de la práctica o por alguna peculiaridad
de nacimiento –que, en cualquier caso, por razón de la reencarnación supone que anteriormente se
prestó atención a estas cosas, la iniciación ceremonial tiene el efecto inequívoco de proporcionarle
una breve aunque brillante visión del objetivo espiritual que busca. En especial si los oficiantes del
Templo son hierofantes no sólo de nombre sino realmente, bien versados desde el punto de vista
técnico en la rutina y en la técnica mágicas. Porque cuando un oficiante del Templo representa la
parte de un Dios, si conoce bien los métodos técnicos mágicos, asume la Forma de ese Dios tan
perfectamente que las emanaciones magnéticas del Dios en él fluyen hasta la parte más recóndita del
alma del Neófito. Esta asunción de las Formas de Dios se puede llevar muy lejos, incluso hasta el
punto de la transformación real, y se han registrado ejemplos auténticos en los que el Neófito,
cuando es lo suficientemente sensible, ve en la distancia de la Sala no sólo a un ser humano actuando
arbitrariamente de hierofante, sino una figura divina gigantesca, imponente y brillante del Dios al
que el hombre represente ceremonialmente. Como ya he dicho, cuando el hierofante es un Mago
capacitado, como eran en los días del antiguo Egipto, la Iniciación de los Neófitos no es un servicio
formal y sin significado, sino una ceremonia de suprema realidad y poder.

Esto por lo que se refiere a rituales de iniciación. El ritual dramático en el que no se alude para nada
la Iniciación es muy semejante, tanto en concepto como en ejecución. Varios individuos representan
a la vez la vida de un Dios y, por medio de repetidas invocaciones y recuerdos, recitados y
escenificados, de sucesos e incidentes que acontecieron en la vida del Dios, convocan al Dios a la
zona consagrada. Si se sigue la técnica mágica y se exaltan lo suficiente más allá del plano dualista
normal de la consciencia, se produce una unión perdurable entre los participantes y la divinidad. Las
Bacantes es un magnífico ejemplo del ritual dramático griego.
De hecho, y desde un punto de vista ceremonial, es formalmente lo que debería ser todo ritual
dramático. Es tan excelente que todos los que lo encuentran interesante creen que es una espléndida
tragedia teatral. Con un grupo de iniciados que estuvieran familiarizados con la invocación y
trabajando con comprensión unos con otros, utilizando la Imaginación y la Voluntad de la forma
mágica prescrita, la obra se transformaría en una invocación dramática de Dionisos. La traducción en
verso rimado del profesor Gilbert Murria es una obra maestra clásica de la poesía creativa más que
una traducción literal del griego y comunica fielmente la atmósfera religiosa y el espíritu ditirámbico
del culto a Baco. En la obra hay una súplica al Dios en el estilo exaltado tan típico de todas las
invocaciones:

Aparece, aparece, sea cual sea tu forma o nombre


Oh Toro de la Montaña, Serpiente de Cien Cabezas
León de Fuego Ardiente
Oh, Dios, Bestia, Misterio, ven ...

Con el mismo tema mágico, existe un espléndido himno a Dionisos en Los Himnos Místicos de
Orfeo traducido por Thomas Taylor:

“Ven, bendito Dionisos, de muchos nombres,


Cara de Toro, engendrado por el Trueno, pariente de Baco
Oh, Dios, de poderío universal
Al que deleitan las espadas, la sangre y la furia sagrada;
En fiestas celestiales, loco, atronador Dios
Inspirador furioso, el que lleva la vara
Amado de los Dioses, vives con la humanidad
Ven propicio, con mucho regocijo.

Se requiere una gran cantidad de práctica para que estos rituales dramáticos sean eficaces además de,
como ya se ha señalado antes, un trabajo mágico personal que hay que realizar. Sin lo último, no se
consigue nada. La técnica astral de la Elevación de Planos, la investigación de los símbolos por
medio de la visión, la formulación de las Formas o máscaras de Dios, la vibración de los Nombres y
la celebración de alguna forma de Eucaristía: éstas son las necesidades en el Camino de la Magia. Es
cierto que se precisa una gran cantidad de paciencia. Un día tras otro, el Teúrgo debe perseverar
practicando las invocaciones y el ritual antes de llegar a la fase en la que siente que tiene el poder
bajo control.

De hecho, lo fundamental para tener éxito en todas las formas de Magia –sean rituales dramáticos o
cualquier otra cosa- es la perseverancia. No importa qué otras cosas se logren, el Mago debe cultivar
la paciencia. Acepta resueltamente, sin desmayo, cualquier programa mágico previamente
organizado. La trayectoria que se ha marcado y que ha jurado observar representa el logos de su
Voluntad, de la que no osaría desviarse ni un milímetro ni una fracción de milímetro. Los temores y
las dudas le asaltarán con toda seguridad. Tanto amigos como enemigos amenazarán su paz mental y
la serenidad de su alma y harán todos los esfuerzos posibles para perturbar su equilibrio espiritual
parloteando sobre los peligros de la Magia y la inseguridad de los resultados. Todas las cohortes
celestiales, por no mencionar las miríadas de legiones del infierno, no conspirarán en su contra.
Solamente si abandona, olvidando su voto y dejando de lado sus aspiraciones, el Mago está
irrevocablemente perdido. ¡Le espera un horrible desastre! Una vez que ha hecho el voto mágico,
debe perseverar resueltamente, sin considerar lo que pueda pasar. Si la muerte le sorprende en el
curso de su trabajo, seguirá adelante, de una vida a otra, con el alma bien concentrada y los ojos
espirituales fijos en las alturas, jurando continuar ese trabajo. Levi una vez comentó que el Mago
debe trabajar como si fuera omnipotente y tuviera la eternidad a su disposición. Me viene a la mente
una sencilla, pero hermosa leyenda en la que esto sucede: el Mago es impulsado hacia delante, a la
Casa del Descanso, y no cesa en su empeño, libre de dudas y de miedos, trabajando por el objetivo
que creó y que ahora vagamente adivina a lo lejos, en la distancia del amanecer dorado en la Tierra
Sagrada. Esta leyenda no es muy conocida actualmente y es difícil encontrar referencias a ella; está
en un librito titulado El Libro del Corazón Ceñido por la Serpiente de Aleister Crowley. Aunque no
apoyo a este poeta, sin embargo, creo que es uno de los más exquisitos y profundos que se ha escrito.
Esta cita servirá como ejemplo tanto de su prosa como de sus ideas con respecto a la cuestión que
estamos considerando. La cita dice:

“Había también un pájaro cantarín que charlaba con la cornuda cerastes (una serpiente) y le pedía
veneno. Y la gran serpiente de Khem, la Santa, la Real Serpiente Uraeus, le contestó y dijo:
Navegué por el cielo de Un en el carro llamado Millones-de-Años y no vi ninguna criatura en Seb
que fuera igual a mí. El veneno de mi colmillo es la herencia de mi padre y del padre de mi padre.
¿Cómo te lo voy a dar? Vive y que vivan tus hijos como mis padres y yo hemos vivido cien
millones de generaciones y puede ser que la misericordia de los Poderosos conceda a tus hijos un
gota de veneno.

Entonces el pájaro cantarín sintió su espíritu afligido y voló por entre las flores y era como si no
se hubiera hablado nada entre ellos. Y, al cabo de un rato, una serpiente le mordió y murió.

Pero un Ibis que meditaba sobre uno de los bancos del Nilo sobre la belleza de dios escuchó y
oyó. Y dejó de lado su comportamiento de Ibis y se convirtió en serpiente diciendo: Acaso en cien
millones de millones de generaciones mis hijos conseguirán una gota de veneno del colmillo de la
Exaltada. ¡Observad! Cuando pasaron tres lunas se convirtió en una serpiente Uraeus y se creó en
su interior el veneno y permaneció allí por siempre”.

Este espíritu sublime de indomable voluntad y determinación que nadie puede vencer le es
indispensable al Mago. Es el poder de la Voluntad lo que de facto constituye el Mago y sin ese poder
nunca se conseguirá nada. No se consigue el objetivo en veinticuatro horas ni después de varias
puestas de sol. La Visión resplandeciente y el Perfume que consume la auténtica sustancia del alma
pueden estar en el futuro, a muchos años; pueden ser necesarias, incluso, varias encarnaciones en la
vaga oscuridad del tiempo por venir. Acaso sea el deseo y la aspiración de Adonai un objetivo que
pertenece a otro mundo, otro eón y existe en la naturaleza de un sueño. Otras personas pueden
encontrar que éste es un objetivo cuyos dulces frutos les vienen repentinamente a las manos, sin
haber hecho más que un pequeño esfuerzo para tomarlos. En cualquier caso, ningún estudiante está
en posición de decir, desde el principio, cuándo se llegará finalmente a la meta. Ni tampoco es un
problema del que debemos preocuparnos. Porque el alma crece y progresa a medida que la
comprensión y la intuición aumentan por medio de los sucesivos hechos del Espíritu en el Camino de
la Magia de la Luz. Las alas se hacen más fuertes, los vuelos más prolongados y la lámpara interior,
alimentada con el aceite de la sabiduría permanece ardiendo constantemente. El Mago debe estar
siempre atento a esta luz interior y llevarla pacientemente consigo por los caminos apartados y las
autopistas de los hombres, hasta que él se convierta en esa luz. Lo que se requiere, en primer lugar,
es una imperturbable aspiración y una Voluntad indomable; luego ¡al trabajo! Que el Mago aspire a
ser como el sabio Ibis de Khem. Que deje de lado los comportamientos de los hombres y adopte los
del Dios. El conocimiento y la Conversación pueden ser un regalo que no se le conceda en cientos y
miles de años. Pero ¿quién sabe dónde escucha el espíritu? Puede ser que por medio de la inexorable
determinación, como la del Ibis, de lograr el objetivo, no importa el tiempo que tarde, nazca la flor
dorada de la vida de Adonai en el corazón.

Mientras tanto, se debe proseguir el trabajo mágico. El Teúrgo se debe elevar diariamente en los
planos, pretender llegar cada vez más arriba hasta las esferas traslúcidas de la luz límpida del Fuego.
Con el paso de las estaciones verá que su aspiración se hace más fuerte y que le comunica fuerza
para realizar su tarea de la conquista y de la unión mágica. Todas las cosas deben caer dentro del
campo de acción de su Voluntad. Los cielos más elevados y los infiernos más profundos. Debe
imponer esta Voluntad sobre los habitantes inferiores del astral y éstos deben caer de rodillas ante el
menor de sus deseos.
Sobre el Mago, evidentemente, cae una gran responsabilidad que aumenta con cada paso adelante
que da y cada vez que transcurre una hora más de su carrera. “La Naturaleza nos enseña y los
Oráculos también lo afirman: incluso las malas semillas de materia se pueden convertir en útiles y
buenas”7. Por lo tanto, ésta es la responsabilidad que pesa sobre el Mago. Suya es la tarea, y
solamente suya, de transformar el Universo y de transmutar los elementos básicos de la materia y
convertirlos en sustancias del verdadero espíritu. Su vida se debe convertir en una operación de
alquimia constante durante la cual destila en el alambique de su corazón todas las cosas groseras del
mundo y las convierte en la esencia del cielo sin nubes. Su cabeza debe remontarse por encima de las
nubes y, de pie, debe permanecer firme sobre la tierra multicolor. Solamente la tenacidad y la
persistencia le proporcionarán esta rectitud de espíritu y esta inexorable fuerza de Voluntad. Éstos
son los dos polos gemelos que le dan longitud y fuerza al báculo del Mago. Se deben estudiar
profundamente todas las ramas de la Teúrgia a lo largo de los años. En cualquier caso, como todos
podemos ver el Arte divino produce carácter y voluntad y, a veces, un karma favorable y ningún
obstáculo se atreve a cruzarse en su camino; y cuando el Ángel se apresure a elevar el alma, su bien
amada, se consumarán las nupcias místicas y las fiestas se prolongarán. “En ese día, el Señor será
uno y su Nombre será Uno”.

Incluso si no se consigue la unidad de Adonai, la Magia nos proporciona muchos beneficios ya que
lo que pretendemos es cambiar lo grosero en puro y sutil. Y ésta es la redención del mundo. Muy
pronto, nuestro ser circula alrededor de un Sol invisible de esplendor y cada vez estamos más ligados
a él, como el acero (¡sic!) a un imán. Aunque pueden transcurrir eones antes de que, por fin, venga la
noche, sin embargo, nos sentimos como acaso se hubiera sentido Adán si hubiera visto parpadeando
en la oscuridad del exilio en el que penaba el brillo del Paraíso Celestial y supiera que, en realidad,
no lo había perdido sino que, después de su purificación, podría entrar. Y no es poco tener esa
seguridad. Aunque inevitablemente fracasaremos y caeremos una y otra vez, hay horas y minutos de
delicia y gozo cuando los ángeles de las alturas empiezan a desplegar ante nuestra vista su antiguo
aspecto glorioso y nos fundimos en el calor y fuego del éxtasis y de la felicidad, sabiendo que aunque
muramos durante siglos y siglos, nos podremos levantar de nuevo.

7
Los Oráculos Caldeos. Traducción de W.W. Wescott
CAPITULO QUINCE

La relación teórica que ocupa el moderno Espiritualismo con respecto a la Magia es un tema que,
más pronto o más tarde, había que tratar. Y aquí se debe proporcionar alguna respuesta. De todas
maneras, le dedicaremos solamente un breve espacio ya que el autor considera que no tiene especial
importancia. Unas pocas palabras bastarán para mostrar de qué forma existe esa relación.

Aunque algunos pueden haber pensado otra cosa, no existe ningún vínculo real entre el fenómeno del
Espiritualismo y lo que ocurre en la Magia. Una sola palabra separa al uno de la otra: ¡Voluntad!
Todos los fenómenos espiritualistas de trance y de materialización son pasivos. Están más allá del
control consciente del médium que no es capaz en absoluto de modificarlos, alterarlos ni siquiera de
fijar el momento en que tendrán lugar. (Por la fuerza de la costumbre, automáticamente se piensa que
el médium es una mujer. Existe excepciones, por supuesto). Por otro lado, el Mago se esfuerza por
entrenar su Voluntad, de tal manera que no suceda nada en las Operaciones de Luz sin su concurso.
Haga lo que haga en Magia, lo hace consciente y deliberadamente. La única excepción importante
sucede cuando la Voluntad se ha convertido en un motor taumatúrgico tan potente que toda la
organización del Mago se ha identificado con esa Voluntad y todos los fenómenos de forma y
conciencia suceden automáticamente. Su funcionamiento puede estar vinculado al movimiento de
algún miembro o músculo que, aunque no dependa de la volición consciente, se realiza, sin embargo,
por la Fuerza de la Voluntad. Incluso por lo que se refiere a lo que vulgarmente se denomina
“materialización”, el Mago controla la aparición de un espíritu. Y no sólo eso, sino que puede hacer
que este espíritu aparezca por medio de sus conjuros y limitar sus actividades a una zona
determinada por el poder de su Voluntad. La forma visible del espíritu está compuesta por las toscas
partículas del incienso que se quema con esta finalidad. Además, el Mago tiene poder para hacer que
el espíritu conteste preguntas inteligentemente y de desterrarle cuando ya no tiene necesidad de su
presencia. Esto, permítanme que lo repita, sólo por lo que se refiere al aspecto más inferior de su
trabajo, ya que todo el mundo está de acuerdo en que las Evocaciones pertenecen a los niveles más
bajos de la técnica teúrgica.

Y, entonces, ¿qué pasa con la Magia de la Luz? Pues que también está de acuerdo con la Voluntad
Mágica. Cuando llega la crisis suprema de la Invocación, cuando el ego se queda pasivo ante la
llegada del Esposo y, temeroso y temblando, rinde su propio ser, esa abdicación se ajusta a una
determinación consciente y deseada. Estos pocos comentarios deben bastar para mostrar que los dos
tipos de fenómenos pertenecen a planos distintos y que no existe ninguna relación entre ellos. Parece
que lo único que le interesa al Espiritualismo es la producción de fenómenos físicos que, en cualquier
caso, difícilmente se pueden considerar pruebas de sobrevivencia y de la existencia continua del
alma. La Teúrgia está relacionada con un noble reino y con el desarrollo de grande poderes en el
hombre. El Mago persigue unir su esencia con una realidad profunda y perdurable y aspira a un
conocimiento espiritual: con intuición y sabiduría puede aprehender su suprema inmortalidad,
incorruptibilidad y eternidad.

Para hablar del Espiritualismo con inteligencia, es necesario que volvamos a los principios
fundamentales establecidos unas páginas atrás. La Teúrgia concibe la eliminación de los envoltorios
del alma después de la muerte del cuerpo físico de una manera parecida a la de la Teosofía de
Madame Blavatsky. Después de la muerte del cuerpo, que es el vehículo visible de los principios más
elevados, el Hombre Real, perfectamente intacto excepto el cuerpo físico, es arrojado al Plano Astral.
Gradualmente, asciende a los distintos Palacios que ha producido su antigua forma de vivir, Palacios
en los que reposa y asimila su experiencia terrena y elaborando facultades para una nueva
encarnación. La Magia, según los cabalistas, apoya la idea filosófica de la Reencarnación o Gilgolem
de las almas.
De hecho, los Magos van tan lejos en dirección de esta teoría filosófica que afirman que, en ciertas
fases de desarrollo, cuando el organismo humano debido a las repetidas consagraciones e
invocaciones se hace luminoso, refinado y sensible, los recuerdos del Neschamah, con sus elevadas
emociones y poderes, se infiltran en el Ruach y se tienen recuerdos claros de existencias pasadas.

Después de la muerte física, la trinidad de principios que es el Hombre Real permanece en el Astral
encerrada dentro del Ruach y su Nephesch. La desintegración ya se ha puesto en marcha debido a la
muerte física y continua. El Nephesch, que es el vehículo de las pasiones, las emociones y de los
procesos instintivos queda expulsado de la constitución. Sin embargo, un ente permanece en ese
plano animado, hasta cierto punto por las fuerzas y las energías ciegas con que se pone en contacto.
Lenta, pero inexorablemente se desintegra si se le abandona a sí mismo hasta que, lo mismo que el
cuerpo físico vuelve al polvo de la tierra, el Nephesch vuelve a los elementos del Plano Astral. Por
esta razón, los Teúrgos prohíben las visiones y las experiencias en este reino astral inferior. En él no
se puede encontrar nada de valor espiritual, ya que es un mundo de desintegración y de decadente
materia Nephéschica. Una vez dejado de lado el Nephesch, el Hombre Interior encerrado en el Ruach
“se eleva” a los estratos medios del Astral en el que lentamente se van destilando los pensamientos
más delicados, las experiencias y emociones más nobles y se separan de las partes más groseras,
quedando asimilados a la naturaleza del Neschamah. En este punto, es necesario mencionar que se
usa el verbo “elevarse” y otros y que, ni que decir tiene, que está implicado un sentido metafísico ya
que los planos subjetivos de los mundos invisibles no están colocados uno encima del otro, como los
pisos de un rascacielos; ni se rodean unos a otros como, por ejemplo, las capas de una cebolla. Al ser
metafísicos, todos los mundos se entrelazan y se entremezclan unos con otros y de esta manera el
mundo físico o externo queda penetrado por las esferas internas y más sutiles. Por lo tanto, la frase
“elevándose sobre el Astral” intenta comunicar la partida de un plano más grosero y un sentido de
ascenso hacia un mundo menos denso y rarefactado.

Aplicando la tradición mágica al Espiritualismo, es de los cuerpos astrales o Qliphos, como se


llaman, de lo que los espiritualistas se ocupan fundamentalmente. Por medio del trance pasivo y
negativo, los principios más elevados se ven obligados a retirarse y no dejan ningún vínculo ni
protección a los vehículos inferiores del médium. La puerta queda abierta para que entre cualquier
ente que esté por las proximidades. Como las almas de los hombres y de los seres angélicos
ascienden al Astral divino, la mayor parte de los seres del astral inferior son los elementos más
groseros, los administradores de los fenómenos naturales y el decadente Qliphos. Por lo tanto, el
trance espiritualista negativo implica fundamentalmente una obsesión por los residuos decadentes y
los desperdicios inmundos que habitan en ese plano. La cuestión que se puede plantear es la
siguiente: “¿Por qué si los espíritus que se comunican con los médiums son meros caparazones
astrales a veces se produce un destello de inteligencia y de razón?”

Las palabras “a veces” son muy gratificantes. Uno de los hechos a los que se suelen referir los
investigadores es la ausencia de coherencia y de inteligencia en estos mensajes “del otro lado”. Sin
embargo, en caso de que se aprecie un ligero destello de inteligencia en la verborrea que
generalmente utilizan los médiums, se puede aplicar el razonamiento de Levi. Hay que recordar que
Levi define la Luz Astral como el agente mágico y que en esta sustancia se encuentran grabados
todos los pensamientos, emociones y hechos. El Cuerpo Astral, un aspecto del Nephesch, al estar
formado por la materia sutil de la Luz Astral, participa en la definición de Levi. En una página
anterior, ya se ha indicado la relación entre el concepto académico formal de lo que es el
Inconsciente y el concepto cabalístico del Nephesch, del que el cuerpo astral es un aspecto. En este
vehículo están grabados todos los pensamientos que tuvo un individuo durante su vida, todas las
percepciones y sensaciones que recibió y todos los actos que llevó a cabo. Cuando, después de la
muerte, este Nephesch descargado se pone en actividad como un ser aparentemente vivo y animado
por la inteligencia, por medio de la energía del médium en trance y de los pensamientos de los que
asisten a la sesión de espiritismo, su cadáver astral puede proporcionar una réplica de la inteligencia
que tenía en vida.
Este amplio resumen lo han motivado los comunicados recibidos de fuentes espiritualistas aunque
hay que decir también que existen excepciones, pero que los médiums capaces de penetrar en los
planos más elevados del espíritu son extremadamente raros. El médium, una vez que ha abierto la
puerta de su organización astral y psíquica, es incapaz de controlarse y tampoco puede decidir sobre
lo que entrará y lo que no por la puerta abierta y tomará posesión de su personalidad. Naturalmente,
estos comentarios sólo hacen referencia a los casos en los que el fenómeno es genuino. Porque hay
muchos casos de fraude deliberado y de charlatanería. Al ser pasivo, el médium no tiene ningún
control sobre el poder para producir los fenómenos ni puede impedir que la corriente psíquica se
interrumpa, por ejemplo. Y cuando hay dinero por medio, es muy sencillo asimilar una posesión
genuina. Es muy fácil pronunciar una sarta de tonterías y afirmar que son mensajes del “difunto”.
Además, como el ente que produce la obsesión pertenece a lo más bajo de los abismos terrestres, su
asociación con el médium no se puede considerar ennoblecedora. Es una mala influencia y hace que
se desarrollen en el médium tendencias o rasgos demoníacos. Por lo tanto, no requieren un gran
esfuerzo ni el fraude, ni la decadencia ni el libertinaje.

Se puede anticipar aquí una explicación de los fenómenos físicos más generales, parte fundamental
del Espiritualismo, pero como la teoría mágica sobre el tema está por completo de acuerdo con la de
Blavatsky, no hay necesidad de repetirlo. Baste con observar que la mayor parte de las
manifestaciones, cuando son genuinas, tienen su origen en el comportamiento y en los poderes del
cuerpo astral. La sustancia de este vehículo se ha definido como plástica, magnética y de gran fuerza
de tensión por lo que varios de sus componentes, debido a un desarrollo anormal, pueden exudarse
del cuerpo físico y enviarse a cierta distancia. Esta teoría explica que se puedan mover los objetos sin
tener contacto físico con ellos, el fenómeno de Poltergeist y otros semejantes. Casi todos se deben a
perturbaciones del equilibrio del aspecto sustantivo del Nephesch. Evidentemente, no son espirituales
y no prueban ni una sola de las afirmaciones de los espiritualistas.

En el caso de un médium de nobles pensamientos que, al darse cuenta de la verdad inherente a los
anteriores comentarios, desee transformar sus poderes pasivos en activos, le recomiendo la técnica
mágica. En el Espiritualismo, no existe técnica del trance ni métodos selectivos ni protectores. Una
vez que se ha abierto la puerta astral, puede entrar quien quiera. El médium está tan abierto a la
obsesión, incluso más debido a la naturaleza del plano astral, como a la inspiración divina. Sin
embargo, con la ayuda de algunos dispositivos tales como el Ritual del Destierro del Pentagrama, se
puede eliminar esta predisposición a la obsesión elemental. En el interior de un círculo
adecuadamente consagrado y protegido por los nombres divinos formales, el médium puede entrar en
trance sin temores ni peligros. El recitar una invocación adecuada y el asumir la Forma del Dios
antes del trance le asegurará un resultado completamente diferente; además, ocupará un plano mucho
más elevado. Mientras que anteriormente el médium era una víctima indefensa ante cualquier
presencia astral que visitase su esfera áurica, que podía traer la contaminación y el rancio olor de la
corrupción y de la decadencia, al adoptar los métodos mágicos se puede impedir que estos deshechos
penetren en la esfera de la personalidad. Y no sólo eso, sino que se puede invocar a entes de una
categoría definida, divina y espiritual por naturaleza, completamente opuestos a los “espectros”
espiritualistas; esto repercutirá favorablemente en el médium y en el incremento de su poder
espiritual.

No he creído apropiado describir en este libro un cierto número de diferentes tipos de operaciones
mágicas, ya que no tienen un lugar eterno en el edificio del santuario celestial. Ni tampoco están
dentro de los límites que rodean el Templo de la Santa Magia de la Luz. Aunque no necesariamente
caen dentro de la definición de “Magia Negra”, rozan este tipo de cosas. Como van en esa dirección,
son muy poco útiles para el que busca a Adonai y la felicidad de los Dioses. Existe un montón de
ocupaciones menores para la adquisición de objetos deseados, tales como libros, oro, mujeres y otros
del estilo. Existen trabajos de destrucción y de fascinación, de adivinación y de transformación y
otros. Existen pocos a los que se dé tanta importancia y conceda tanta atención, a expensas de
asuntos mucho más importantes, en manuales y textos de instrucción.
Divorciados de las aspiraciones más elevadas, no hay palabras para censurarlos.

Una rama bastante importante de la Magia inferior, aunque no negra, es el control de los Tattvas o de
las corrientes vitales que funcionan en la Naturaleza. Utilizando los símbolos tattva, junto con el
conocimiento de las horas específicas del día en que estas fuerzas adquieren predominancia y pureza,
el Mago que así lo desee puede abrir las puertas del cuerpo y de la mente a las fuerzas vivificantes y
reanimadoras de estas corrientes ocultas. Por este medio, consigue un refresco físico y psíquico
cuando las fuerzas de un ser están sin vitalidad. En el Libro de los Muertos se menciona un cierto
número de transformaciones mágicas de las que es capaz el Khu o ente mágico del hombre y hay
algunas fórmulas prácticas para realizar estas transformaciones en halcón, loto, golondrina, etc. Otra
de las ramas de esta magia “gris” que se sitúa entre la Magia de la Luz y la oscura se ocupa de cómo
hacerse invisible a los ojos de otras personas, aunque se esté en medio de una multitud, por medio de
la formulación de una envoltura astral. No puedo decir que el aspirante al Augoeides haga mucho uso
de estos dudosos poderes.

La Magia Negra, tema que parece representar una gran molestia para muchos histéricos, es algo que
está en la mente del “operante”. Cuando Levi trata este tema y el de la brujería en sus escritos, se sale
por la tangente a fondo y sus tremendas exageraciones, coloreadas con lo rimbombante y retórico
que puede hacer su estilo cuando le conviene, los convierte en lecturas muy amenas. Y que algunos
han citado seriamente, interpretándolos literalmente, en vez de considerarlos como simple verborrea;
esto es algo que no puedo entender. Sus observaciones sobre la cabra de Mendes y el culto de
Baphomet relacionados con los Templarios son simplemente ridículos. ¿Qué comentarios se les
pueden a las absurdas instrucciones que da y que se supone que son los pasos que siguen los que
tienen relación con las artes negras, aparte de decir que son un material espléndido para una novela
de misterio? Todavía no he encontrado unos grandes almacenes en los que se puedan comprar velas
hechas de grasa humana. ¿Qué ser humano sería tan asno o tan tonto como para pensar que se puede
conseguir incienso mezclando la sangre de una cabra, un topo y un murciélago? Otras de las cosas
absolutamente necesarias son la cabeza de un gato negro muerto recientemente, un murciélago
ahogado en sangre, los cuernos de una cabra virgen y ¡la calavera de un parricida! Y, sin embargo, en
el Libro de la Magia Ceremonial, Waite se ha tomado la molestia de proferir una advertencia en
contra del Goetia y de las descripciones de Levi, por ridículas, sobre la utilización del círculo
goético. Preparando una demoledora ofensiva en contra de la Magia Negra, Waite ha maniobrado
con su artillería pesada cuando, en realidad, habría sido mucho más efectivo utilizar una cerbatana
contra este enemigo. Creo que no cabe ninguna duda de que Levi estaba “tomando el pelo” a algunos
lectores y se estaba permitiendo el lujo de inventar algunos ritos misteriosos imposibles, hijos de una
curiosa aunque exuberante imaginación.

El hipnotismo y el hecho de impedir que otra persona elija o use su voluntad constituye una de las
formas más abominables de la Magia Negra. A los que emplean estos métodos, los Teúrgos los
deberían evitar como a la peor de las enfermedades. Los absurdos banquetes relacionados con la
elaboración de filtros, pociones y figuras de cera para trabajos de fascinación o maliciosos están por
debajo de la dignidad del Mago sincero. Lo que sí puede ser Magia Negra auténtica es la utilización
de sellos y talismanes cargados, fabricados por una persona que haya adquirido poderes mágicos con
la finalidad de causar daño a su prójimo. Las operaciones cuyo objetivo es evocar la sombra de un
amigo o pariente fallecido para que se manifieste de forma visible se realizan manipulando la
sustancia astral y no son muy aconsejables, ya que perturban el tranquilo proceso de asimilación y de
creación de facultades que se desarrolla en el astral más elevado después de la muerte física. La
Necromancia sólo puede satisfacer a la vanidad insana y a la curiosidad desordenada. Esta rama de la
brujería es semejante al espiritualismo aunque, para no pecar de injusto, debo admitir que los
motivos del último habitan en un plano más elevado y sincero. Sin embargo, en ninguno de los dos
casos es excusa el motivo, ya que ambos son abominaciones contra la tendencia de los procesos de la
Naturaleza.
Ya que en este capítulo estamos tratando ampliamente de lo Astral, me gustaría hablar de la técnica
del viaje astral que realiza el Mago. Para el Teúrgo es una tarea fundamental investigar
cuidadosamente, como ya se ha dicho en un capítulo anterior, en su Cuerpo de Luz brillante e
iridiscente los niveles más elevados de la Luz Astral, aquellos que limitan con los mundos creadores
y arquetípicos. Debe también penetrar impávido en el interior de todos los santuarios guardados y
familiarizarse con la naturaleza esencial y los distintos aspectos que presenta este plano, aunque hay
un hecho importante que nunca debe perder de vista. Siempre debe intentar trascender ese plano. No
es más que una Academia de Aprendizaje. Y aunque sus lecciones son necesarias, una vez que se han
aprendido y asimilado, ya no hay necesidad de permanecer allí y hay que partir en busca de las
siempre espléndidas Mansiones del Fuego y la Sabiduría. Se debe educar y ejercitar continuamente el
Cuerpo de Luz espiritualizado, se debe hacer que su sustancia sea más sensible y refinada de forma
que, de un cuerpo lunar vago y sin forma renazca un brillante cuerpo solar. Y en este cuerpo el Mago
puede ascender a las alturas espirituales translúcidas y al fuego que mora más allá de ellas.

Puede ser que el estudiante que esté realizando sus investigaciones sistemáticas en ese plano, con el
propósito de descubrir cuál es la naturaleza de su estructura psicológica, se encuentre con ciertas
puertas y tenga que enfrentarse con guardianes armados. A pesar del poder del Pentagrama, los
gestos y signos mágicos, la invocación de los Cuatro Ángeles y otros dispositivos mágicos, los
guardianes, bajo ninguna circunstancia, le permitirán entrar ni atravesar las puertas que guardan. En
La Vela de Visión encontramos una descripción de A.E. de esta experiencia de naturaleza mágica.
“Entonces empecé a girar de nuevo y yo era la figura más pequeña que había por el aire y ante mía
había una puerta gigantesca que parecía tan alta como los cielos y una figura sombría llenaba el
quicio y me impedía el paso. Esto es todo lo que puedo recordar ... El escriba del Libro de los
Muertos también menciona este hecho: En los capítulos relacionados con los nombres de los Pilones
y con los nombres de los Guardianes y Porteros angélicos se proporcionan algunas pistas mágicas
veladas sobre cómo se puede entrar”.

En ese punto, antes de seguir adelante con el tema de la Elevación sobre los Planos, es necesario
explicarle al lector uno de los aspectos más importantes de la técnica Astral que no debe olvidar
nunca. Los habitantes del Plano Astral responden al Pentagrama de dos formas muy distintas y
claramente diferenciadas. La experiencia de los Teúrgos modernos sobre esta cuestión corrobora toda
la tradición mágica de la antigüedad. Según su testimonio, cuando nos enfrentemos con la llameante
Estrella de cinco puntas, formulada por la Voluntad Mágica, algunos seres astrales se encogerán
perceptiblemente y desaparecerán. Sin embargo, otros seres crecerán y se expandirán y cubrirán el
horizonte con una espléndida luminosidad. La experiencia de los Magos de todos los tiempos
demuestra que el ser que se arruga de miedo ante el Pentagrama o desaparece rápidamente es o bien
un demonio de cara de perro o un elemento y según eso se le debe tratar. Por otro lado, el ser cuya
apariencia no sufre con el Pentagrama ni con el ritual del destierro es una inteligencia espiritual, un
Ángel, un ser celestial elevado al que hay que amar, respetar y venerar.

Una variación del Pentagrama que emplea alguna gente con un cierto nivel de éxito es una cruz
dorada coronada por una rosa carmesí. El simbolismo es idéntico en ambos casos, aunque se puede
considerar que la cruz tiene algunas implicaciones teológicas desagradables. Es un símbolo de los
cuatro elementos extendidos en los cuatro puntos cardinales; coronándola tenemos la Rosa, el
símbolo de la belleza, de la nobleza y de la vida espiritual. En la práctica, su aplicación es algo
distinta a la del Pentagrama, ya que es menos sencillo formular la Rosacruz con la Vara; el Mago
interpone en su imaginación este símbolo entre el otro ser y él mismo, sin intentar trazarlo.

Es decir, que el hecho de que el Ángel vestido de fuego y gloria, llevando una espada flameante, le
impida la entrada al Pilón debe hacer que el Teúrgo se detenga y reflexione. Ya que esto implica que
no se ha purificado lo suficiente ni su Cuerpo de Luz es lo bastante sensible como para poder pasar
por ese Pilón del que se le ha expulsado. Y su tarea solemne será considerar qué medios puede
utilizar para purificarse.
Se debe infundir en el Cuerpo de Luz una sustancia espiritual que provenga de planos más elevados y
celestiales. El método más infalible de todos es asumir continuamente formas de Dios y transmutar
su propio astral en el del Dios e identificarse con la moral sublime y el carácter espiritual del Dios.
Con este método, la sustancia del Cuerpo de Luz empezará a participar, en su momento, en el
esplendor y la refulgencia de la sustancia del Dios.

Quizá la mejor forma de Dios a asumir,


con esta finalidad, sea la de Harpócrates
sentado en el loto, el Señor del Silencio,
que es el gemelo de Horus, el Señor de
la Fuerza y del Fuego. La forma
convencional en que se le suele
representar es como si fuera un bebé
inocente, con un dedo en la boca, en una
postura embrionaria y encima de un loto
que brota del mar. Está rodeado de un
color azul oscuro no muy diferente del
que se podía ver en el símbolo tattva del
espíritu, y que representa la noche que
todo lo impregna. El loto es el símbolo
perenne de la resurrección y de la eterna
juventud y el bebé representa la
inocencia, la espiritualidad y el supremo
reposo. Iamblichus afirma en Los
Misterios: “Con este Dios “sentado
sobre el loto” se simbolizan oscuramente
una trascendencia y una fuerza que de
ninguna forma se ponen en contacto con
el lodo y también indica el imperio
intelectual. Porque todo lo que
pertenezca al loto se ve como circular,
tanto la forma de las hojas como el fruto;
y la circulación está aliada solamente
con el movimiento del intelecto, que le
proporciona energías en un sentido y
según una única razón. Pero el Dios se
consolida por sí mismo, por encima del
dominio y la energía de este tipo,
venerable y sagrado, que habita en sí
mismo, que es lo que significa estar
sentado”.

El asumir esta forma mágicamente, en especial el entorno del cuerpo astral con el huevo azul-negro o
índigo, implica el poder de desterrar cualquier influencia no deseada.

Esta técnica particular de la Forma de Dios de Harpócrates tiene un significado especial, incluso por
lo que se refiere a la vida cotidiana. Cuando a uno le asalten pensamientos no deseados o emociones
odiosas, necesite alivio para las tensiones o precise de fuerza o asistencia espiritual, que asuma la
forma del Dios. Al asumirla, el ser se convierte en la forma de este Dios y la mente se eleva por
encima de las pequeñeces mundanas por asimilación del carácter y la naturaleza de la divinidad.
Supone, ciertamente, una poderosa imaginación y mucha fuerza de voluntad, pero para mucha gente
es más fácil tener en la mente una imagen que una idea abstracta y cualquier individuo, con un poco
de práctica, puede aprender a visualizar una forma tan sencilla y bella como el bebé del loto.
La única dificultad se puede encontrar en la transfiguración del Cuerpo de Luz y la posterior
identificación y unión con el Dios. En esto, evidentemente, es necesario practicar.

La vibración de los nombres divinos es un ejercicio que no se debe omitir en ninguna circunstancia
ya que, a medida que se sigue adelante, se expulsan los elementos groseros de la constitución (física,
astral y moral) y ocupan su puesto otros elementos más bellos y sensibles. Las frecuentes
celebraciones de la Eucaristía son también un método excelente para transmutar y exaltar la sustancia
de todo el ser. Esta operación se describió brevemente en una página anterior, pero por mor del
énfasis, volveremos sobre ella. Divorciada de todo dogma, la esencia de la Eucaristía es ésta. Se
toma una sustancia simple como, por ejemplo, hostia de trigo; se la bautiza con el concepto más
elevado de Dios o, según el caso, con el nombre de una Esencia espiritual particular y se consume.
De esta forma, se realiza una transustanciación de los elementos debida a la Voluntad. Lo que antes
era terrestre se ha convertido en celestial. Lo que antes era una cosa de la tierra se ha convertido en
una cosa de los cielos. Una galleta de trigo y el vino, directamente asimilados a la sangre, son
absorbidos por el propio ego. En realidad, es una especie de magia talismánica porque al nombrar la
sustancia, el Mago invoca la fuerza espiritual que corresponde a ese nombre y en esos elementos
físicos, pan y vino, reside una fuerza como si fuera su hogar terrenal. El hecho es que, cuando el
Mago los consume introduce en su ser un poder espiritual que, en virtud de su energía inherente,
expulsa de su ser a los elementos impuros y transmuta y eleva al hombre a un plano superior. De esta
manera se lleva a cabo la transmutación del Cuerpo de Luz: un cuerpo lunar, oscuro, se convierte en
un cuerpo Solar, un organismo brillante, claro, de forma definida, que despide chispas como el acero
bruñido y que puede pasar por todos los Pilones, penetrar en los santuarios más celosamente
guardados y solicitar la ayuda de los guardianes angélicos. Con este cuerpo celestial de sustancia
espiritual, la gozosa vestidura de la Fiesta Nupcial, el Teúrgo no experimentará ningún problema
para elevarse sobre los planos, desde el Malkus por medio del Camino de Saturno, hasta la Esfera de
los Fundamentos. Desde los Fundamentos y por medio de la Flecha de la Aspiración, puede llegar al
Poder de la Armonía y la Belleza, hacia arriba, siempre hacia arriba, y más allá del desértico Abismo,
que atraviesa sobre el Camello Cabalístico, llega al Palacio del Rey y de la Reina, que es la sagrada
Copa del Árbol de la Vida, donde es recibido con gozo y adulación. Una vez que ha llegado a la
Copa, ya no es Mago. Sin embargo, todavía existe esa consciencia suprema de la Vida Eterna que es
la individualidad real del Mago –la parte real de él de la que acaso apenas era consciente en sus
anteriores vidas sobre la tierra-, ese espíritu universal primigenio que late y vibra, inadvertido, en el
núcleo del corazón de todos nosotros.

Porfirio escribió que “las almas que atraviesan las esferas de los planetas se van poniendo, como si
fueran túnicas sucesivas, las cualidades de esas estrellas”. Como tanto los Planetas como los Signos
del Zodíaco se le han atribuido al Árbol y están incluidos en la implicación de los Diez Sephiros, el
Mago, por medio de este proceso de Elevación sobre los Planos, asimila las cualidades más elevadas
y las características de todos los Planetas y Sephirah. A medida que asciende hacia la Luz Celestial
de la Llama Perdurable de la Vida, va incorporando a su ser el poder innato de los planos que
atraviesa y, como las características más inferiores de su ser son apenas compatibles con la majestad
impersonal del reino celestial, se eliminan y las primeras quedan al cuidado de los augustos
guardianes del campo de la consciencia. El Mago va asumiendo sucesivamente todas las
características de los mundos más elevados y las trasciende hasta que al final de su viaje mágico se
funde en un mismo ser con el Señor de toda Vida. La meta final de su peregrinación espiritual es ese
plácido éxtasis en el que la personalidad finita, el pensamiento y la autoconsciencia, e incluso la
conciencia elevada de los Altos Dioses, desaparecen y el Mago se funde con el Ain Soph en una
unicidad en la que no existe ni sombra ni diferencia.
CAPITULO DIECISEIS

Cuando el autor empezó a bosquejar y escribir este libro sobre Magia, tenía la firma intención de
explicar y aclarar todos los procesos mágicos para que quedaran tan inteligibles como fuera
humanamente posible y, al tiempo, coherentes con el tratamiento exegético que se debe dar a un
tema tan difícil y complejo. Como en el pasado ha habido mucha oscuridad intencionada y muchos
engaños deliberados sobre este tema, parecía que era el momento adecuado para proporcionar un
informe que se pudiera utilizar, de una vez por todas, y que fuera una explicación clara y definida. El
autor espera haberse ajustado a sus intenciones aunque, sobre este punto, el único juez puede ser el
lector.

Las características de muchos libros sobre Magia han sido la ambigüedad y, algunas veces, el intento
deliberado de engañar por medio de la utilización de un difícil simbolismo y largas listas de nombres
autorizados, lo que les restaba parte del valor que pudieran tener. Lo que queda por incluir en este
libro es una fórmula secreta de Magia Práctica, pero es de una naturaleza tan tremenda –oculta como
lo ha estado siempre en el pasado con el encanto de símbolos secretos y espesos velos- que el autor
duda si será prudente o político mantener su intención original.

CAPITULO DIECISEIS

Por supuesto, se podía haber omitido en el índice general, pero si se quería que este tratado fuera
moderadamente completo, por lo que se refiere a los aspectos fundamentales y al mismo tiempo
elementales de la Alta Magia, había que incluirla de alguna forma. El método del que se va a hablar
Es una fórmula muy poderosa de la Magia de la Luz y de la que se puede abusar
indiscriminadamente si se aplica a la Magia Negra. Pero para presentar un concepto de esta técnica y
teoría, el autor tiene que dar de lado su intención original. Será necesario recurrir al elocuente
simbolismo que se lleva siglos utilizando para comunicar estas ideas. Y el lector puede estar seguro
de que este simbolismo no se ha embrollado a propósito ni se ha convertido en ambiguo, oscuro y sin
sentido. Si se estudian cuidadosamente los términos empleados, se descubrirá que existe una
continuidad y una coherencia que le revelarán, a las personas adecuadas y de forma muy exacta, los
procesos de esta técnica.

¡La Misa del Espíritu Santo! Así se denomina esta técnica especial. Y es única en el conjunto de la
Magia, ya que comprende casi todas las formas conocidas de procedimientos Teúrgicos. Y, al mismo
tiempo, es la quintaesencia y la síntesis de todos ellos. Entre otras cosas, tiene que ver con la Magia
de los Talismanes. Por este método, una fuerza espiritual viva queda unida a una sustancia
telesmática especial. Este "telesmata" no es una cosa inerte ni muerta y en los ceremoniales
habituales recibe evocación telesmática. Por el contrario, es algo vivo, vibrante y dinámico y
contiene la semilla de la posibilidad de crecimiento y de desarrollo. De cierta forma, muy especial,
tiene que ver con la fórmula del Santo Grial. Se emplea un Cáliz dorado de gracia espiritual en el que
se vierte la esencia y la sangre viva del Teúrgo para la redención, no de su alma sino de todo lo que
se debe salvar de la humanidad. La Eucaristía queda implícita y el Cáliz se utiliza como una copa de
comunión; su contenido santificado -taumatúrgico e iridiscente; en resumen, el vino sacramental- se
debe dedicar y consagrar al servicio de lo Más Elevado. La Oblación que se consumirá con este vino
Eucarístico es la esencia secreta del intoxicado Mago y del Dios al que ha invocado. En este método
también hay que hacer alarde de profundos conocimientos sobre la técnica de la alquimia, ya que en
su mayor parte tiene relación con la producción del Oro potable, de la Piedra Filosofal y del Elixir de
la Vida que es Amrita, el Rocío de la Inmortalidad.

Por encima de todo, el lector debe recordar la fórmula filosófica del Tetragrammaton, que es el
método de esta Misa. Esto demuestra la necesidad de tener conocimientos prácticos de los principios
numéricos de la Santa Cábala, porque cuanto más amplio y más sistematizado sea el conocimiento
que uno posea, más significado le conferirá a la Fórmula del Tetragrammaton. En el capítulo en que
se explicaba la teoría mágica del Universo, también se hablaba brevemente de las implicaciones
generales del Nombre sagrado. Estas ideas se deben asimilar profundamente en relación con el
Árbol. Y con este entendimiento, el lector será capaz de aplicar sus poderes al esquema simbólico
que viene a continuación.

Ilustrando un principio de capítulo en la obra de Franz Hartmann Los Símbolos Secretos de los
Rosacruces, encontramos un dibujo de una sirena que sale del mar. Tiene las manos en los pechos y
de ellos salen dos corrientes que vuelven al mar. Para explicar esta figura, Hartman escribió: "La
figura representa el fundamento de las cosas y de dónde nacen todas las cosas. Es un principio dual
de la Naturaleza; sus padres son el Sol y la Luna; produce agua y vino, oro y plata, por la bendición
de Dios. Si torturas al Águila, el León se debilitará. Las "lágrimas del Águila" y la "roja sangre del
León" tienen que encontrarse y mezclarse. El Águila y el León se bañan, comen y se aman. Se
asemejarán a la Salamandra y arderán en fuego constante".

Para elaborar lo anterior, se deben postular los siguientes principios. En este sistema, la Y del
nombre sagrado recibe el nombre de León Rojo. La primera H es el Águila Blanca. El concepto de
estas letras es que son representaciones de dos principios cósmicos, dos ríos de sangre escarlata que
manan de los pechos de la sirena y van al mar, dos corrientes diferenciadas y de flujo perpetuo de
vida, luz y amor que provienen eternamente de la propia Vida. En ellas reside el poder de tocarse y
comunicarse, de hacerse nuevo el uno al otro, sin romper los sutiles límites de las corrientes y sin que
se confundan sus sustancias. Son complementarias y de naturaleza opuesta y, sin embargo, en ellas
tiene sus raíces la totalidad de la existencia. Según las autoridades, todas las operaciones de alquimia
requieren dos instrumentos principales: "Una vasija circular y cristalina, justamente proporcionada a
la calidad de lo que contiene" o Cucurbite y "un horno teosófico y sellado cabalísticamente o
Atanor"8. Al Atanor se le asigna la letra Y y al Cucurbite la H.

Y ahora, aunque el Oro puro que se mencionó es una sustancia homogénea, única e indivisible,
dinámica y preñada de infinitas posibilidades; sin embargo, en su producción se usaron dos
sustancias distintas. Reciben los nombres de Serpiente o la Sangre del León Rojo y las Lágrimas o el
Gluten del Águila Blanca. La Serpiente es una atribución de la V del Tetragrammaton y el Gluten de
la última H del Nombre. Los instrumentos alquímicos que se han mencionado se deben considerar
como almacenes o generadores de estos dos principios divinos o rápidas corrientes de sangre, fuego
y fuerza; el Atanor es la fuente o el vehículo de la Serpiente y el Cucurbite la morada del Gluten.

Para fabricar el oro alquímico, que es el Rocío de la Inmortalidad, hay que llevar a cabo una
operación muy peculiar que consta de varias fases. Por medio del estímulo del calor y del fuego
espiritual que se comunican al Atanor, se debe producir una transferencia, una ascensión de la
Serpiente desde ese instrumento al Cucurbite, utilizado como retorta. El matrimonio alquímico o la
mezcla de las dos corrientes de fuerza en la retorta produce la corrupción química de la Serpiente en
los menstruos del Gluten. Ésta es la parte solvé de la fórmula alquímica general solvé et coagula.
Después de la corrupción de la Serpiente y de su muerte, se eleva el resplandeciente Fénix al que,
como si fuera un talismán, hay que cargar por medio de una invocación continua del principio
espiritual que se ajusta al trabajo que tenemos entre manos. La conclusión de la Misa consiste o bien

8
Amphitheatrum, H. Khunrath.
en la consunción de los elementos que se han transustanciado, que es el Amrita, o bien en el
ungimiento y consagración de un talismán especial.

Antes de seguir adelante con el análisis de los aspectos de esta Operación, me gustaría presentarle al
lector una cita en la que se repite esta Misa con algún detalle y se utiliza la nomenclatura habitual de
la alquimia. “Soy una diosa famosa por mi belleza y origen, nacida del mar que rodea todas las
tierras y que nunca reposa. De mis pechos brota leche y sangre; hiérvelas hasta que se transformen en
oro y plata. Operación excelente, a consecuencia de la cual se generan todas las cosas, aunque a
primera vista eres veneno, adornado con el nombre de Águila Voladora ... Tus padres son el Sol y la
Luna; en ti está el agua y el vino, el oro y también la plata de la tierra que el hombre mortal puede
disfrutar ... Pero considera, oh, hombre, cuáles son las cosas que Dios te otorga por estos medios.
Tortura al Águila hasta que llore y el León se debilitará y se desangrará hasta que muera. La Sangre
de este León junto con las lágrimas del Águila son el tesoro de la tierra”. Esto, sin duda, es una
explicación de la figura que reproduce Franz Hartmann.

En opinión de algunos autores la Operación, desde la Invocación preliminar con la vinculación de la


fuerza en los elementos, hasta el acto de la Comunión en el Cáliz consagrado, no debe durar menos
de una hora. Sin embargo, a veces se precisa un período más largo, especialmente si se desea cargar
el talismán de forma completa y profunda. Hace falta tener mucho cuidado para evitar que se pierdan
los elementos. Existe la posibilidad de que el Cucurbite rebose o que tenga una fuga; otro accidente
muy lamentable es la asimilación o la evaporación de los elementos corruptos en ese instrumento.
Nunca me cansaré de repetir que si los elementos no se consagran correctamente; o si la fuerza
invocada no los afecta adecuadamente; o si está vinculada de forma insegura a los elementos, toda la
Operación puede quedar anulada. Y puede degenerar fácilmente a las mayores profundidades; la
consecuencia será que se ha creado un horror Qliphótico que existirá, como un vampiro que afectará
a los muy sensibles y a los que están inclinados a la historia y a la obsesión. Si el elixir se destila
correctamente y le sirve de médium al espíritu invocado, entonces se abren los Cielos, las Puertas
quedan de par en par ante el Teúrgo que tiene a sus pies todos los tesoros de la tierra. “Si lo
descubres, guárdalo en silencio y como algo sagrado. No confíes en nadie más que en Dios”.

El problema del vínculo para conectar la operación mágica con el resultado apetecido se debe
considerar en sus distintos aspectos. Si es necesario que haya un talismán exterior para que este
efecto se produzca de forma visible, entonces se debe construir un sello apropiado de metal, cera o
sobre pergamino. Se debe consagrar y ungir con el elixir que se ha elaborado por medio de los
canales del Trabajo Hermètico. Los sellos y talismanes que vienen en la Clave de Salomón el Rey
son muy adecuados para este caso. Y, lo mismo, los que están incluidos en El Mago. Si la operación
que el Mago desea realizar está relacionada con Júpiter, se debe preparar un pantacle apropiado.
Durante la fabricación del Elixir, se debe asumir la Máscara de Dios de Maat y recitar un conjuro
para el ángel o la inteligencia requeridos. dEspués que se ha terminado la Misa, se debe poner una
cantidad pequeñísima de rocío celestial sobre el sigil o talismán de Júpiter, con lo que queda cargado
por una fuerza insuperable para producir los resultados deseados. En la práctica, este procedimiento
puede sufrir ligeras variaciones.

La cuestión del vínculo no se plantea en una Ceremonia en la que el Círculo y el Triángulo o el


demonio y el exorcista ocupen el mismo lugar. Es decir, cuando el Teúrgo trabaja únicamente sobre
su propia consciencia sin hacer referencia a ningún efecto exterior. En un caso así, la Misa del
Espíritu Santo llega automáticamente al clímax cuando se consumen los elementos cargados y la
fuerza invocada se encarna en el Mago. Creo que es en este tipo de Operación cuando la Misa del
Espíritu Santo genera mayor cantidad de fuerza y llega a los niveles de eficacia más elevados.

La gran ventaja de este método, incluso en las operaciones corrientes, es que se puede prescindir del
ceremonial casi por completo. El Mago puede llevar a cabo fácilmente el ritual de destierro sobre el
Astral y las invocaciones se pueden recitar en silencio de manera que el profano no puede percibir la
Magia de naturaleza ceremonial. Sin embargo, para el caso de operaciones en las que el resultado
deseado exista en otro plano o sea exterior a la consciencia del Mago, los efectos no se producen con
la misma infalibilidad que en los trabajos subjetivos. El examen de informes privados realizados por
Magos que habían utilizado este motor mágico nos muestra que es mejor utilizarlo para trabajos en el
interior de la consciencia del Mago. En ellos, la Misa del Espíritu Santo es más poderosa y eficaz. Es
difícil inventar un método mejor o más apropiado para el desarrollo de la Voluntad Mágica, el
incremento de la Imaginación y para la invocación a Adonai y a los Dioses Universales para que
vayan a morar en el Templo consagrado del Espíritu Santo. No implica ningún gasto de energía vital,
porque toda la energía que se utiliza en la Operación retorna al Mago al final de ella, aumentada y
enriquecida con el nacimiento del Fénix dorado, el símbolo de la resurrección y el renacimiento.

El poder supremo que hace funcionar esta técnica es el amor. Aunque pueda parecer trivial, aunque
la palabra se haya convertido en algo trillado, hay que repetir que el poder motivador es el amor. Una
fuerza amorosa que la Voluntad lleva sujeta por una traílla y que controla el Alma. El poder
destructor de la Espada y todo lo que implica la Espada, el carácter dispersor de la daga o cualquier
otra de las armas elementales no tiene espacio aquí. En consecuencia, este método es uno de los más
elevados. Como participa del amor, también lo hace de la sustancia y de la esencia de la propia vida.

En la Operación, esta Misa es extraordinariamente simple. De hecho, un Mago ha observado que no


es más complicada que montar en bicicleta.

Es decir, después de haber realizado algunos preliminares y ejercicios. Y, más que nada, requiere una
Voluntad especialmente poderosa y destacada y una mente ejercitada y capaz de concentrarse
durante largos períodos de tiempo. Una de las particularidades de esta técnica es que, a menos que
desde el principio uno permanezca excepcionalmente alerta y cauteloso, al Mago le resulta fácil
perder el control sobre sus instrumentos alquímicos, con lo que se arruinaría toda la operación. El
peligro mayor y supremo consiste en gozar tanto con la ejecución técnica de la Misa que quede
excluido el auténtico trabajo mágico. Por otro lado, debido a este elemento de delicia y de gozo, la
técnica exige pericia mucho más que las otras. Se debe haber ejercitado la mente para que sea capaz
de concentrarse en cualquier circunstancia. La técnica del Yoga supone una tremenda ventaja como
preliminar a una práctica mágica de este tipo. Se puede decir que para tener éxito en la magia se
requiere un profundo conocimiento en la técnica del Yoga.

Hay otra observación que tampoco está fuera de lugar. Superficialmente y a primera vista, puede
parecer que entre este tipo de operación mágica, tan detalladamente descrita, y el trabajo ceremonial
habitual existe un gran vacío. Cierto es que la Misa del Espíritu Santo es un avance en el lento
trabajo del ceremonial, aunque este último sea esencial al comienzo del entrenamiento mágico. Este
método es muchísimo más directo y, debido al tipo particular de energías que hace que soporte la
Naturaleza, sus efectos son muchísimo más poderosos y de más largo alcance que los del ceremonial
solo. Sin embargo, aunque subsistan como dos clases de trabajo muy diferenciadas, se pueden
combinar y utilizar en conjunción la una con la otra.

Las autoridades en alquimia, que tienen este método en alto concepto, están de acuerdo en que unos
resultados tan elevados no se pueden conseguir sin plegarias. No se puede conseguir nada
permanente ni divino si no es con plegarias. Por lo tanto, mientras se desarrolla la Operación de la
Misa y se hace más intenso en fuego en el Atanor, se debe recitar una entusiasta invocación, bien
astral, bien audible. La operación en conjunto debe ir precedida por una invocación más general que
le conferirá legitimidad al trabajo. A medida que avanza el proceso astral de creación, los mantras
rítmicos ayudan a formular y a vivificar los moldes que han creado la Voluntad y la Imaginación y a
atraer la fuerza espiritual deseada. Entonces, cuando la Serpiente se traslade desde el Atanor y
comience la corrupción alquímica en el Gluten del Águila Blanca, el Cucurbite se convertirá en el
receptáculo de la nueva sustancia, viviente y dinámica, que lleva la marca indeleble de las
invocaciones que le habrán comunicado su plasticidad y potencialidad, junto con un enorme ímpetu
en una dirección dada. Y el resultado será que, al entregar esta sustancia que es el Mercurio filosofal,
impregnada por una inteligencia de energía espiritual y dinámica capaz de producir el cambio
deseado dentro de los límites de su esfera, satisface completa y totalmente las aspiraciones del Mago.

Ejecutada en el interior de un Círculo adecuadamente consagrado, después de un cuidadoso destierro


seguido de una poderosa conjura a las fuerzas divinas y asumiendo la Forma de Dios apropiada, esta
Ceremonia ha demostrado que tiene un incomparable poder para abrir las Puertas de los Cielos.
Usando como armas elementales solamente la Copa y la Vara, junto con los mantras o invocaciones
rítmicas especiales, es muy difícil que no se consiga el efecto deseado. Esta unión de dos armas
mágicas distintas, aunque haya aparecido por primera vez, aumenta la potencia de cada una de ellas,
ya que se combinan en una sola operación los mejores aspectos y las mejores ventajas de ambas.
CAPITULO DIECISIETE

Ya se han tratado los aspectos más importantes de la Magia. Sin embargo, antes de concluir este libro
deseo dar algunos ejemplos de los distintos tipos de rituales e invocaciones de los que consta una
ceremonia completa. En páginas anteriores, se han mencionado varios tipos de rituales y ahora es
necesario hacer más explícitas esas referencias. Una operación ceremonial completa consta de un
cierto número de ciclos inferiores, por decirlo de alguna manera. Aparte de todas las cuestiones de
preparación y consagración de las Armas del Arte, el Círculo y el Triángulo y los Talismanes,
cuestiones de las que ya se ha hablado, la Ceremonia se compone de ocho fases diferentes y cada una
de ellas se debe repetir dos o tres veces por aquello del énfasis. La Ceremonia comienza con un
cuidadoso Ritual de Destierro, del que ya se ha hablado, con objeto de que la esfera de trabajo quede
perfectamente pura y limpia. A continuación, generalmente viene la Oración o Invocación al Señor
del Universo. Luego se debe utilizar otra invocación al Dios que rige esta Operación y se debe recitar
un llamamiento al Arcángel o Ángel; a este llamamiento le seguirá una poderosa conjura al Espíritu
o Inteligencia que se desea tome apariencia visible. Su manifestación en el Triángulo viene saludada
por una bienvenida especial y se quema incienso a modo de ofrenda y para que pueda tomar cuerpo.
Después viene el Permiso para Salir y la Operación termina con un Ritual de Destierro completo.

Lo que nos proponemos en este capítulo final es dar algunos ejemplos de cada uno de los ciclos más
importantes del trabajo y reproducir las invocaciones que las autoridades consideran inimitables.

Uno de los preliminares más importantes que debe tener en cuenta el Teúrgo es la preparación de un
Templo adecuado que se utilizará como escenario de las operaciones. La utilización continuada de
una habitación especial en la que la ocupación fundamental ha sido la práctica de la Meditación y de
cosas generalmente mágicas tiende automáticamente a consagrar ese espacio limitado al Gran
Trabajo, expulsando a todas las influencias perturbadoras o no deseadas. Se puede elaborar una
forma muy simple de ceremonia para consagrar una cámara especial a finalidades mágicas; basta
incorporar al Ritual del Pentagrama alguno de los aforismos de los Oráculos Caldeos, como por
ejemplo en el siguiente ritual:

“Que el Mago mire hacia el Este y, agarrando la Vara del Loto por la parte negra, diga las siguientes
palabras:

¡HEKAS, HEKAS, ESTI BEBELOI!

Entonces se debe poner en práctica el Ritual de Destierro Menor del Pentagrama, de manera que el
Círculo se forme rodeando toda la Cámara; después de esto, se debe colocar la Vara sobre el Altar.

Purifica con agua los límites exteriores del Círculo diciendo: “Así, por lo tanto, en primer lugar, el
Sacerdote que gobierna los trabajos del Fuego debe rociar el agua del mar estrepitoso y resonante”.

Purifica el fuego diciendo: “Y, cuando después de todos los Fantasmas, veas ese Santo Fuego Sin
Forma, ese Fuego que brilla en las profundidades ocultas del Universo, escucharás la Voz del
Fuego”.

Entonces, levanta de nuevo la Vara del Loto por el extremo blanco y repite la Adoración:

Santo eres Tú, Señor del Universo


Santo eres Tú, al que la Naturaleza no ha formado
Santo eres Tú, el Inmenso y Poderoso
Señor de la Luz y de la Oscuridad
Inmediatamente después de haber ejecutado el Ritual del Destierro y justo antes de que comience la
Ceremonia, se aconseja recitar una Invocación de lo Más Elevado. De la misma manera que la
voluntad inferior aspira a lo que está porque está por encima, la voluntad superior aspira a la unión
con lo que está por abajo. Para equilibrar la Ceremonia se considera indispensable una Invocación, a
la Voluntad Más Elevada se la considera el Augoeides o el Señor del Universo. La plegaria que se
incluye a continuación aparece en la obra Los Símbolos Secretos de los Rosacruces, de Franz
Hartmann, y es uno de los cánticos religiosos más elocuentes que se hayan escrito:

“Eterna y Universal Fuente de Amor, Sabiduría y Felicidad; la Naturaleza es el libro en que está
escrito Tu carácter y nadie puede leerlo a menos que haya asistido a Tu escuela. Y por eso nuestros
ojos se dirigen a Tí, como los ojos de los sirvientes se dirigen a las manos de sus amos y amas, de los
que reciben las dádivas.

Oh, Tú, Señor de los Reyes, ¿quién no debe alabarte sin cesar y por siempre con todo su corazón?
Porque todo lo que existe en el Universo proviene de Tí, pertenece a Tí y debe volver a Tí. Todo lo
que existe, en última instancia, tiene que someterse a Tu Amor o a Tu Ira, a Tu Luz o a Tu Fuego y
todo, bueno o malo, debe servir para Tu glorificación.

Tú solo eres el Señor y Tu Voluntad es la fuente de todos los poderes que existen en el Universo.
Nada puede escapar de Tí. Tú eres el Rey del Mundo y Tu residencia está en los Cielos y en el
santuario del corazón del virtuoso.

Dios Universal, Vida Unica, Luz Unica, Poder Unico, Todo Tú en Todo, más allá de la expresión y
del concepto. ¡Oh, Naturaleza! Tú, símbolo de la Sabiduría. En Mí, no soy nada; en Tí, soy Yo. Vive
Tú en mí y condúceme a la región del yo en la Luz Eterna”.

En La Magia Sagrada de Abramelin el Mago, Abraham el Judío no incluía ni oraciones ni


invocaciones y sugería que las mejores invocaciones son las que escribe cada uno para sí mismo
porque así se ajustan a las necesidades personales. Sin embargo, incluye una Oración que, como la
anterior plegaria Rosacruz, es apropiada para el comienzo de la Ceremonia y sirve para elevar la
mente del Mago y para solicitar a los impulsos divinos que bendigan el trabajo que se va a realizar.

“Oh, Señor Dios de Misericordia, el Más Benigno y Generoso, que concedes Tu gracia de mil
maneras; que perdonas las iniquidades, los pecados y las transgresiones de los hombres; en cuya
Presencia, nadie es inocente; que extiendes las transgresiones del padre al hijo y al sobrino hasta la
tercera o la cuarta generación. Conozco mi infamia y sé que no merezco aparecer ante Tu Divina
Majestad ni implorar tu Bondad y Misericordia ni suplicarte la menor Gracia.

Pero, oh, Señor de los Señores, la Fuente de Tu Munificencia es tan grande que llama a los que están
avergonzados por sus pecados y no se atreven a aproximarse y les invita a que beban de Tu gracia.
Por tanto, oh, Señor Dios mío, ten compasión de mí y aparta de mí toda iniquidad y toda malicia;
limpia mi alma de la impureza del pecado; renueva mi espíritu y consuélame. Así podré fortalecerme
y seré capaz de entender el Misterio de Tu Gracia y los Tesoros de la Divina Sabiduría. Santifícame
con el Aceite de Tu Santificación, con el que santificaste a todos Tus Profetas; y purifica en mí todo
lo que pertenece a mí para que pueda ser digno de la Conversación con los Santos Ángeles de la
Guarda y de Tu Divina Sabiduría y me otorgues el Poder que concediste a Tus Profetas sobre todos
los Espíritus Malvados”.

Quizá una de las oraciones preliminares más hermosas que conoce el autor es una que escribió
Aleister Crowley. Pertenece a una comedia mística titulada El Barco, compuesta hace algunos años y
en ella no se encuentran las desagradables implicaciones metafísicas que hay en otras Oraciones y
que tienden a herir nuestra sensatez filosófica. Al estar en verso, su efecto es acumulativo y hace que
el proceso de exaltación sea mucho más fácil. Dice así:
Tú que eres Yo, más allá de todo lo que soy
Que no tienes naturaleza ni nombre
Que existes cuando todo, excepto Tú, ha desaparecido,
Tú, centro y secreto del Sol,
Tú, primavera oculta de todas las cosas conocidas
Y desconocidas, Tú distante, solo
Tú, el auténtico fuego interior
que obsesiona y engendra, fuente y semilla
De la vida, el amor, la libertad y la luz,
Tú que estás más allá de la palabra y de la vista
Te invoco, mi tenue y fresco fuego
Encendido al que aspiro.
Te invoco, perdurable,
Tú, centro y secreto del Sol,
Y de ese misterio sagrado
Del que yo soy el vehículo.
Aparece, el más terrible y el más dulce,
Como es lícito, en tu hijo.
Porque del Padre y del Hijo
El Espíritu Santo es la norma;
Masculino-femenino, quintaesencia, único,
El hombre-ser velado en la mujer-forma
Gloria y adoración en las alturas
Tú, Paloma, humanidad que deifica
En esa carrera, corres espléndidamente
Hacia el sol primaveral
Atravesando las tormentas del verano.
¡Gloria y adoración a Él,
jugo de la ceniza del mundo, árbol prodigioso!
¡Gloria a Ti desde la Tumba Dorada,
Gloria a Ti desde el vientre preñado,
Gloria a Ti desde la tierra no trabajada!
¡Gloria a Ti, desde el voto de virginidad!
¡Gloria a Ti, auténtica Unidad
de la Trinidad Eterna!
Gloria a Ti, Tú padre y dique
Y Yo de yo soy lo que soy.
¡Gloria a Ti, Sol Eterno,
Uno en Tres y Tres de Uno!
¡Gloria y adoración a Ti
jugo de la ceniza del mundo, árbol prodigioso!

En los escritos del eminente platonista Thomas Taylor se pueden encontrar también algunos buenos
ejemplos de himnos e invocaciones apropiados para el trabajo mágico. De hecho, existe un volumen
que tradujo Taylor del griego en 1787 titulado Los Himnos místicos de Orfeo en el que se pueden
encontrar invocaciones dirigidas a casi todos los Dioses más importantes. Así, pues, para el
estudiante de Teúrgia, este libro será una ayuda fundamental para su trabajo práctico, en especial si
tenemos en cuenta la opinión de Taylor de que el contenido del libro se empleaba en los Misterios
Eleusinos. Hay un Himno a los cielos muy interesante porque pertenece al tipo de oración general
que debe preceder a la ceremonia; para esto es incomparable:
Gran Cielo, cuya poderosa estructura no conoce respiro,
Padre de todos, del que nació el mundo,
Escucha, padre generoso, fuente y final de todo,
Que siempre estás alrededor de esta pelota de tierra
Mora de Dioses, a cuyo guardián rodea el poder
El mundo eterno con sempiternos vínculos;
Cuyo amplio pecho y pliegues envolventes
Domina la calamitosa necesidad de la naturaleza.
Etéreo, terrestre, cuyas distintas estructuras,
Azures y multiformes, ningún poder puede dominar.
Todo lo ves, fuente de Saturno y del tiempo,
Bendita seas por siempre, deidad sublime,
Propicia para un nuevo brillo místico
y corona sus deseos con una vida divina.

En el mismo volumen hay un Himno a la Madre de los Dioses y, como invocación, se puede usar
también antes del trabajo ceremonial. Merece la pena citarlo:

Madre de Dioses, gran nodriza, acércate,


Divinamente reverenciada, y considera mi oración.
Sentada en un carruaje, tirado por leones,
Por leones destructores de toros, veloces y fuertes,
Balanceas el cetro del polo divino
Y el asiento del mundo, famoso, eres Tú.
La Tierra es Tuya y los necesitados mortales
Comparten los constantes alimentos y Tus cuidados protectores.
De Ti mana el mar y todos los ríos.
Fuente de toda riqueza, Tu nombre
Produce regocijo entre los hombres.
Porque produces deleite a las almas, ven
Poderosa fuerza, y sé propicia a nuestros ritos
Domadora de todo, bendita, Salvadora Frigia, ven,
Gran Reina de Saturno, celestial,
Anciana, doncella sustentadora de la vida,
Furia inspiradora; danos Tu ayuda suplicada
Con aspecto gozoso, brilla en nuestro incienso
Y, por favor, acepta el sacrificio divino.

La plegaria siguiente es un extracto de una ceremonia de invocación al Santo Ángel de la Guarda que
elaboró el difunto Alan Bennett, uno de los Adeptos del Amanecer Dorado, antes de entrar en el
Budismo Shanga y convertirse en el Bhikku Ananda Metteya:

“Adoración a Ti, Señor de mi Vida, porque me has permitido penetrar muy dentro en el
Santuario de Tu Inefable Misterio; y te has dignado a manifestarme algún fragmento de la
Gloria de tu Ser. Escúchame, Ángel de Dios, el Inmenso. ¡Escúchame y asiente a mi plegaria!
Concédeme que alguna vez pueda defender el Símbolo del Autosacrificio. Concédeme que
pueda entender a aquellos que me llevarán más cerca de Ti. Enséñame, Espíritu estrellado, más
de Tu Misterio y Tu Autoridad. ¡Que cada día y cada hora me acerquen más a Tí! Permíteme
ayudarte en tus sufrimientos y que un día pueda compartir Tu Gloria, el día en que el Hijo del
Hombre es convocado ante el Señor de los Espíritus y Su Nombre en presencia de los
Ancianos.

Y, para ese día, enséñame esta única cosa: cómo puedo aprender de Tí los Misterios de la
Magia de la Luz Más Elevada. Cómo puedo obtener de los Moradores de los Elementos
brillantes sus conocimientos y su Poder; y cómo puedo usar mejor ese concimiento.

Y, finalmente, Te pido que permitas que haya un vínculo de Esclavitud entre nosotros; que
busque y, al buscar, consiga ayuda y consuelo de Ti que eres mi mismidad. Y ante Ti prometo
y juro que con ayuda de Aquél que se sienta sobre el Trono Sagrado purificaré mi corazón y mi
mente hasta tal punto que acaso un día me pueda unir auténticamente a Tí que eres mi Verdad,
mi Genio más Elevado, mi Amo, mi Guía, mi Señor y Rey”.

Aunque la forma de las invocaciones Agnósticas han llegado a conocerse bastante bien entre los que
estudian Magia y Misticismo, sin embargo, hay una invocación particularmente hermosa que deseo
reproducir; está en el manuscrito de Bruce. En ella podemos encontrar un cierto número de los
nombres bárbaros y la utilizaba Jesús para la purificación de sus discípulos.

“Escúchame, oh, mi Padre, Padre de toda Paternidad, Luz Infinita, haz que mis discípulos sean
dignos de recibir el Bautismo de Fuego, perdona sus pecados, purifica las iniquidades que
hayan cometido, consciente o inconscientemente, todas las que han cometido desde su infancia
hasta este día, sus palabras irreflexivas, sus malas palabras, su falsa sabiduría, sus hurtos, sus
mentiras, sus calumnias fraudulentas, sus fornicaciones, sus adulterios, su codicia, su avaricia y
todos los pecados que puedan haber cometido, bórralos, purifícales de ellos y que
ZOROKOTHORA venga en secreto y les traiga el Agua del Bautismo de Fuego de la Virgen
del Tesoro.

Escúchame, oh, mi Padre: Invoco Tus Nombres Incorruptibles Ocultos por siempre en los
Eones. AZARAKAZA AAMATHKRATITATH IOIOIO ZAMEN ZAMEN ZAMEN IAOTH
IAOTH IAOTH PHAOPH PHAOPH PHAOPH KHIDEPHOZPE KHENOBINYTH ZARLAI
LAZARLAI LAIZAI, AMEN AMEN; ZAZIZAYA NEBEOYNISPH PHAMOY PHAMOY
PHAMOY AMOYNAI AMOYNAI AMOYNAI AMEN AMEN AMEN ZAZAZAZI
ATAZAZA ZOTHAZAZAZA. Escúchame, Padre mío, Padre de todas las paternidades, Luz
Infinita, invoco Tus Nombres Incorruptibles, el que está en el Eón de la Luz de
ZOROKOTHORA debe envidiarme el Agua del Ardiente Bautismo de la Virgen de la Luz con
objeto de que yo bautice a mis discípulos. Escúchame de nuevo, oh, Padre mío, Padre de toda
Paternidad, Luz Infinita, que la Virgen de la Luz venga, que bautice a mis discípulos con
Fuego, que les perdone sus pecados, que purifique sus iniquidades, porque invoco Tu Nombre
Incorruptible que es ZOTHOOZA THOITHAZAZZAOTH AMEN AMEN AMEN. Escúchame
también, Oh Virgen de Luz, Oh Juez de la Verdad, perdona los pecados de mis discípulos; y si,
oh, Padre mío, haces desaparecer sus iniquidades, acaso se puedan contar entre los herederos
del Reino de la Luz, para lo cual tienes que realizar un milabro sobre los censores de suave
perfume”.

Al novicio no le hace falta ser muy habilidoso para poder hacer las alteraciones necesarias a estos
rituales y adaptarlos a sus propios fines. Un pronombre aquí, una palabra allá y el resultado es un
ritual personal. Lo mismo se puede aplicar al Libro de los Muertos, muchos de cuyos rituales son
líricos o panegíricos. En el capítulo CLXXXII viene una corta Invocación en la que se representa a
Thoth identificado con el difunto:

“Soy Thoth, el escriba perfecto, cuyas manos son puras. Soy el Señor de la pureza, el destructor
del mal, el escriba de la verdad y lo correcto y abomino del pecado.
Contempladme, porque soy el instrumento de escrita del dios Neb-er-tcher, el señor de las
leyes, que otorga la palabra de sabiduría y entendimiento y cuyo discurso domina sobre la tierra
doble. Soy Thoth, el señor de lo correcto y de la verdad, que hace que el débil consiga la
victoria y que los oprimidos y los desdichados se venguen de sus ofensores.

¡He dispersado la oscuridad!


He llevado lejos la tempestad y he traído el viento a Un-Nefer, la bella brisa del norte, como si
viniera del vientre de su madre.

Le he hecho que penetrara en la morada oculta y vivificará el alma del Corazón-Tranquilo, Un-
Nefer, ¡el hijo de Nuit y de Horus triunfante!”.

No hay ni que decir que si se usa la invocación anterior se asume mágicamente la Forma de Dios
Thoth y el ritual enumera algunas de las cualidades y poderes del Dios; al recitarlo, se favorece la
unión de las sustancias. El tipo de ritual que nos proporciona E.A. Wallis Budge en Los Dioses de los
Egipcios, para emplearlo como invocación, es un ejemplo mucho mejor.

Se ha resumido porque es muy largo y disperso.

“Salve, señor Osiris. Salve, señor Osiris. Salve, señor Osiris. Salve, salve, bello muchacho, ven
a tu templo directamente porque no te podemos ver. Salve, bello muchacho, ven a tu templo y
rescátanos de la noche que nos envuelve desde tu partida.

Salve, el que conduce la hora, el que aumenta excepto en su época. Eres la imagen exaltada de
tu padre Tenen, eres la esencia oculta que viene de Atmu. Oh, tú, señor, oh, tú, señor, eres más
grande que tu padre, oh, tú, hijo mayor del vientre de tu madre. Vuelve con nosotros, con los
que a ti pertenecemos y te abrazamos. Oh, tú, bello y muy amado rostro, tú, imagen de Tenen,
tú viril, tú señor del amor. Ven en paz y permítenos ver, oh, señor nuestro ...

Salve, Príncipe que vienes del vientre ... de una materia primitiva. Salve, Señor de multitudes
de aspectos y de formas creadas, círculo de oro de los templos. Señor del tiempo y conocedor
de los años. Salve, señor de vida para toda la eternidad; señor de millones y de miríadas que
brillas tanto al alba como en el ocaso. Salve tú, señor del terror, señor de los estremecimientos.

Salve, señor de multitudes de aspectos, tanto masculinos como femeninos; tú, que estás
coronado por la Corona Blanca, tú señor de la Corona Urerer. Tú, santo Bebé de Her-hekennu,
tú hijo de Ra, que te sientas en el Barco de Millones de Años, tú Guía del Reposo. ¡Ven a tus
lugares ocultos!

Salve tú que te has creado a ti mismo. Salve tú cuyo corazón está tranquilo, ven a tu ciudad tú,
amado de los dioses y diosas, que te bañas en Nu, ven a tu templo; estás en el Tuat, ven a tus
ofrendas ...

Salve, tú, flor sagrada de la Gran Casa. Salve, tú que traes el santo cordaje del bote de Sekti.
Tú, señor del Barco de Hennu, que renuevas tu juventud en el lugar secreto, tú alma perfecta ...
Salve tú, oculto, que le eres conocido a la humanidad.

Salve. Salve. Debes brillar sobre el que está en el Tuat y mostrarle el Disco, tú, señor de la
Corona Ateph. Salve, poderoso de terror, tú que te elevas en Tebas y que floreces siempre.
Salve, tú, alma viva de Osiris coronada por la luna”.
Otro ritual de fuentes egipcias es el Himno a Amón-Ra. Lo reproducimos del famoso Papiro Mágico
Harris:

“Oh, Amón, oculto en el centro de su ojo, espíritu que brilla en el ojo sagrado, adoración de los
Sagrados Transformadores que no te conocen. Brillantes son tus formas veladas en una
llamarada de Luz.
Misterio de los Misterios, Misterio Encubierto, Salve a Tí en la mitad de los Cielos. Tú, que
eres la Verdad, has parido a los Dioses. Los signos de la Verdad están en tu misterioso
santuario. Por medio de ellos tu madre Meron brilla. Despides rayos iluminadores. Rodeas la
tierra con tu luz hasta que vuelves a la montaña que está en el País de Aker. Eres adorado en las
aguas. La tierra fértil te adora. Entonces tu cortège pasa a la montaña oculta, el animal salvaje
se levanta en su guarida, los Espíritus del Este te suplican porque temen a la luz del disco. Los
Espíritus de Khenac te aclaman cuando tu luz brilla en sus rostros. Cruzas otro cielo por el que
no puede pasar tu enemigo. El fuego de tu calor ataca el monstruo Ha-her. El pez Teshu guarda
las aguas alrededor de tu barca. Ordenas que muera el monstruo Oun-ti y Nub-ti le golpea con
su espada.

Éste es el Dios que se apoderó del cielo y de la tierra en su tempestad. Su virtud es poderosa
para destruir a su enemigo. Su lanza es el instrumento de muerte para el monstruo Oubnro. De
repente, le apresa y le derriba. Se convierte en su amo y le obliga a que le rinda su morada;
entonces devora sus ojos y éste es un triunfo. De la cabeza a los pies, todos sus miembros arden
con su calor. Bajo ti, los vientos encuentran la paz. Tu barco se regocija, tus senderos se
ensanchan porque has vencido al autor del mal.

¡Navedad, estrellas errantes! ¡Navegad, estrellas brillantes! ¡Vosotras las que vagáis con los
vientos! Cuando lleguéis al horizonte occidental, la tierra abrirá sus brazos para recibiros;
porque descansáis en el seno del cielo, vuestra madre os abraza. Vosotras, a las que adoran
todas las cosas que existen”.

Se puede observar que el nivel poético de las últimas líneas de la anterior invocación es mucho más
elevado que el del conjunto. Es una perforación extremadamente buena. Estos rituales merecen que
se les dedique una gran cantidad de estudio y, a la luz de los principios de la Cábala, se pueden
extraer de ellos muchos conocimientos.

El ritual que ha llegado a conocerse en general como la “Invocación No Nacida” le parece al autor
que es, acaso, uno de los mejores. Las primeras informaciones que tenemos de él están en un libro
titulado Fragmento de un Trabajo Greco-Egipcio sobre la Magia escrito por Charles Wycliffe
Goodwin, M. A., publicado en 1852 por la Sociedad de Anticuarios de Cambridge. Budge lo volvió a
editar a finales de los años noventa en su Magia egipcia y llegó a ser muy conocido entre los devotos
de la Teúrgia. Magos con experiencia lo elaboraron y editaron cuidadosamente. Reproducimos a
continuación la versión corregida:

“Te invoco, el No Nacido.


Tú que creaste la Tierra y los Cielos.
Tú que creaste la Noche y el Día.
Tú que creaste la oscuridad y la Luz.
Tú eres Osorronophris; al que ningún hombre puede ver en ningún momento.
Tú eres Iabas; tú eres Iapos. Tú has hecho la distinción entre lo justo y lo injusto. Tú hiciste lo
femenino y lo masculino.

Tú produjiste la Semilla y el Fruto. Tú hiciste que los hombres se amarán y se odiarán.


Yo soy Mosheh9 tu Porfeta al que entregaste tus Misterios, las ceremonias de Israel.
Produjiste lo húmedo y lo seco y lo que nutre todas las cosas creadas.

Escúchame: Ar: Thiao: Rheibet: Atheleberseth: A; Blatha: Abeu: Ebeue: Phi: Thirasoe: Ib:
Thiao.
Escúchame y haz que todos los Espíritus se sometan a mí; de tal manera que todos los Espíritus
del Firmamento y del Éter, sobre la Tierra y bajo la Tierra, en tierra seca y en el Agua de Aire y
de Fuego; y que todo encantamiento y calamidad de Dios me obedezca.

Te invoco, el Dios Terrible e Invisible que Mora en el Espacio Vacío del Espíritu:
Arogogorobrao: Sothou: Modorio: Phalarthao: Doo: Apé: El No Nacido.

Escúchame y haz que todos los Espíritus se sometan a mí; de tal manera que todos los Espíritus
del Firmamento y del Éter, sobre la Tierra y bajo la Tierra, en tierra seca y en el Agua, de Aire
y de Fuego; y que todo encantamiento y calamidad de Dios me obedezca.

Escúchame: Roubriao: Mariodam: Balbnabaoth: Assalonai: Aphnaio: I; Thoteth: Abrosat:


Aeooou: Ischure, Poderoso y No Nacido.

Escúchame y haz que todos los Espíritus se sometan a mí; de tal manera que todos los Espíritus
del Firmamento y del Èter, sobre la Tierra y bajo la Tierra, en tierra seca y en el Agua, de Aire
y de Fuego; y que todo encantamiento y calamidad de Dios me obedezca.

Te invoco: Ma: Barraio: Ioel: Kotha: Athorebalo: Abraoth.

Escúchame y haz que todos los Espíritus se sometan a mí, de tal manera que todos los Espíritus
del Firmamento y del Éter, sobre la Tierra y bajo la Tierra, en tierra seca y en el Agua, de Aire
y de Fuego; y que todo encantamiento y calamidad de Dios me obedezca.

Escúchame; Aoth: Abaoth: Basum: Isak: Sabaoth: Isa.

Éste es Él, que habiendo expresado Sus Mandatos, es el Señor de todas las Cosas, el Rey, el
Regidor y el Ayudante.

¡Éste es el Señor de los Dioses! ¡Éste es el Señor del Universo! ¡Éste es aquel a quien los
Vientos temen!

Escúchame y haz que todos los Espíritus se sometan a mí; de tal manera que todos los Espíritus
del Firmamento y del Éter, sobre la Tierra y bajo la Tierra, en tierra seca y en el Agua, de Aire
y de Fuego; y que todo encantamiento y calamidad de Dios me obedezca.

Escúchame: Ieou: Pur: Iou: Pur: Iaot: Iaeo: Ioou: Abrasar: Sabrium: Do: Uu: Adonaie: Ede:
Edu: Angelos ton Theon: Anlala lai: Gaia: Ape: Diarthanna Thorum.

Yo soy Él. El Espíritu No Nacido. El que tiene vista en los Pies. Fuente y Fuego Inmortal.

¡Yo soy Él! ¡La Verdad!


¡Yo soy Él! El que odie ese mal traerá muchos cambios al Mundo. Yo soy el que ilumina y
truena. Yo soy el que es el Chubasco de la Vida Sobre la Tierra. Yo soy aquel cuya boca
siempre llamea. Yo soy El Engendrador y el Manifestador de la Luz.

9
Aquí el Mago puede poner su propio nombre y jerarquía mágica.
Yo soy Él: La Gracia del Mundo:
El Corazón Ceñido por una Serpiente es mi Nombre.

Venid y seguidme y haced que todos los Espíritus se sometan a mí; de tal manera que todos los
Espíritus del Firmamento y del Éter, sobre la Tierra y bajo la Tierra, en tierra seca y en el Agua,
de Aire y de Fuego; y que todo encantamiento y calamidad de Dios me obedezca.

IAO : SABAO
Estas son las palabras”.

Quizá la invocación a Dios siguiente es mejor. Hay muchos Teúrgos que la prefieren a la anterior. La
Invocación de Thoth, que cito a continuación, se basa en el Libro de los Muertos, en especial en el
capítulo de los que Vienen por el Día y una sección del llamamiento sacerdotal al Faraón que cita
Maspero. No se puede apreciar trazas de parches: El Ritual es perfectamente coherente y lógico y
conduce al éxtasis.

“Oh, Tú, Majestad de Cabeza Divina, Tahuti Coronado de Sabiduría, Señor de las Puertas del
Universo, a Ti Te invoco!

¡Oh, Tú, cuya cabeza es como la de un Ibis, a Ti Te invoco!

Tú que llevas en tu derecha la Vara mágica del doble Poder y en tu izquierda la Rosa y la Cruz
de la Luz y de la Vida, ¡a Ti Te invoco!

Tú, cuya cabeza es como una Esmeralda y cuyo Nemyss tiene el azul del cielo de la Noche, ¡a
Ti Te invoco!

Tú, cuya piel de un naranja centelleante parece como si estuviera ardiendo en un horno, ¡a Ti
Te invoco!

¡Mira yo soy ayer, Hoy el hermano de Mañana! Nazco una y otra vez. Mía es la fuerza no vista
de la que surgen los dioses, que da vida a los que moran en las torres vigía del Universo.

Soy el áuriga del Este, Señor del Pasado y del Futuro, que ve debido a su propia luz interior.
Soy el Señor de la Resurrección que viene del crepúsculo y que nace en la Casa de la Muerte.
¡Oh, vosotros, divinos dos halcones, que mantenéis la Vigilancia sobre el Universo! Vosotros
que acompañáis el féretro hasta su Morada de Reposo, que pilotáis el barco de Ra, siempre
avanzando sobre las alturas del cielo! ¡Señor del Santuario que permaneces de pie en el centro
de la Tierra!

¡Mira! Él está en mí y yo en Él. Mía es la radiación cuando Ptah flota sobre su firmamento.
¡Viajo hacia lo alto! Elevo una llama centelleante con la luz de mi ojo, siempre hacia adelante
en el esplendor del diariamente glorificado Ra, dando mi vida a los moradores de la Tierra. Si
digo Venid sobre las montañas, las aguas celestiales obedecerán mi palabra. Porque soy Ra
Encarnado, Khephra hecho carne. Soy la figura idealizada de mi Padre Tmu, Señor de la
Ciudad del Sol.

El Dios que ordena está en mi boca. El Dios de la Sabiduría está en mi corazón. Mi lengua es el
santuario de la Verdad. Y un Dios se sienta entre mis labios. Mi palabra se cumple cada día y
los deseos de mi corazón se realizan como si fueran los de Ptah, cuando creó sus obras. Como
soy eterno, todo actúa de acuerdo con mis designios y todo obedece a mis palabras.
Por lo tanto, ven a mí desde tu Morada en el Silencio, Impronunciable Sabiduría, Toda Luz y
Toda Poder.

Thoth, Hermes, Mercurio, Odín. De cualquier manera que Te nombre, eres y serás el
Innombrable por toda la Eternidad. Ven, te pido, y ayúdame y guárdame en este Trabajo de
Arte.

Tú, estrella del Este, que condujiste a los Magos. Estás presente lo mismo en el Cielo que en el
Infierno. Tú que vibras entre la Luz y la Oscuridad, elevándote, descendiendo, siempre
cambiando y, sin embargo, siempre el mismo. ¡El Sol es tu Padre! ¡Tu Madre, la Luna! ¡El
viento te ha llevado en su seno! ¡Y la Tierra siempre ha alimentado la Cabeza de Dios de tu
Juventud!

¡Ven, te pido, ven y haz que todos los Espíritus se sometan a mí! De tal manera que todos los
Espíritus del Firmamento y del Éter, sobre la Tierra y bajo la Tierra, en tierra seca y en el Agua,
de Aire y de Fuego; y que todo encantamiento y calamidad de Dios me obedezca”.

Entre los estudiantes de Magia de la actualidad, es poco conocido Proclus, el Gran Neoplatónico
autor de varios himnos e invocaciones. Desgraciadamente, la mayoría se han perdido y solamente
unos pocos han llegado a nosotros. Thomas Taylor tradujo cinco de estos himnos y los publicó en
1793 en un apéndice de su obra Salustio sobre los Dioses y el Mundo. Los cinco son extremadamente
buenos y el estudiante tendría que familiarizarse con ellos. Reproducimos el Himno al Sol para que
el lector se pueda hacer idea de su valor:

¡Escucha, Titán dorado! Rey del fuego mental,


Regidor de la Luz; a Tí, supremo, pertenece
La espléndida clave de la prolífica fuente de la vida;
Y desde lo alto derramas corrientes de armonía
En abundancia sobre el mundo de la materia.
Escucha. Porque te has elevado por encima de los planos aéreos
Y Tú reinas en el brillante orbe del mundo
Mientras todas las cosas se llenan de ti, poder soberano
Con la mente excitada y cuidado providencial.
Lo celestial arde a Tu alrededor con vigoroso fuego,
Y con una danza incansable, que no cesa,
Difunde sobre la tierra un vívido rocío.
Por tu perpetuo y repetido curso,
Las horas y las estaciones se suceden;
Los elementos hostiles terminan sus conflictos
En cuanto ven tus terribles rayos, gran Rey;
Nacido de una deidad secreta e inefable ...
Oh, el mejor de los Dioses, bendito dios coronado de fuego,
Imagen de la naturaleza que todo lo produce
Y alma del que nos lleva al reino de la luz.
¡Escucha! Y límpiame de las manchas de culpa;
Recibe la súplica de mis lágrimas
Y cierra mis heridas profanadas con sangre nociva;
Perdona los castigos de los pecados
Y mitiga tus enojos, ojo sagaz
De la sagrada justicia, de visión ilimitada.
Tu pura ley espanta constantemente a los diablos
Dirige mis pasos y derrama Tu luz sagrada
en abundancia sobre mi nublada alma.
Disipa las sombras malignas y tenebrosas
De la oscuridad, preñada de infortunios
Y concédele a mi cuerpo la fuerza necesaria,
Junto con salud, cuya ostentación otorga espléndidos presentes.
Dame fama duradera; y acaso el sagrado cuidado
Por el que serán míos los presentes
de la antiguedad preservados por mis píos antecesores.
Añade, si Te complace, Dios que todo lo concede,
Riquezas duraderas, recompensas a la piedad;
Porque el poder omnipotente inviste tu trono
Con fuerza inmensa e imperio universal.
Y si el huso giratorio del destino
Amenaza desde el tejido estrellado una catástrofe,
Envía tus flechas más certeras con fuerza irresistible.
Y derrota antes de que caiga la inminente catástrofe.

Deseo incluir una Invocación más de la misma categoría antes de pasar a dar citas de los Rituales
empleados en las ceremonias de Evocación. Por desgracia, me veo obligado a prescindir de gran
parte del siguiente ritual por razones de espacio y lo que voy a incluir es, aproximadamente, la mitad
del mismo. Fue escrito por Crowley, que lo publicó en sus Oráculos. Se basa en ciertas fórmulas
mágicas y documentos que se utilizaban en la Orden Hermética de la Aurora Dorada. Su devoción,
excelente y fogosa, no requiere de mí ningún comentario.

¡Oh, Yo Divino! ¡Oh, Señor vivo de Mí!


¡Oh, llama que brilla por sí misma!
Engendra en el más allá.
Inmaculada Cabeza de Dios, Lengua de fuego giratoria
Encendida por esa luz inconmensurable,
El ilimitado, el inmutable. Ven,
Dios mío, mi amante, espíritu de mi corazón,
Corazón de mi alma, virgen blanca del Alba,
Mi reina de todas las perfecciones, ven
De tu morada más allá de los Silencios
Hasta mí, el prisionero, el hombre mortal,
Enterrado en esta arcilla; ven, te pido, a mí,
Inicia mi alma apresurada; acércate
Y deja que brille la gloria de Tu Cabeza de Dios
Y que llegue hasta la tierra, Tu escabel ...
Tú Ángel Regio de mi Voluntad Más Elevada,
Forma en mí espíritu un fuego más sutil
De dios y podré entender mejor
La sagrada pureza de Tu divina
Esencia. Oh, Reina, oh, Diosa de mi vida,
Luz no engendrada, chispa centelleante
Del Todo-Yo. Oh, Santa, santa Esposa
Del pensamiento más celestial, ¡ven! Te pido
Y manifiéstate ante tu adorador.

¡Mi Yo real! Ven, oh deslumbrador,


Envuelto en la Gloria del Santo Lugar
Cuando Te llamo; ven a mí
E impregna mi ser hasta que mi cara
Crille con el reflujo de Tu luz, hasta que mi frente
Refulja con Tu símbolo estrellado, hasta que mi voz
Alcance al Inefable; ven, te pido,
Y haz que sea Uno contigo; que todos mis actos
Lancen destellos de la sagrada influencia;
Y que al final haya merecido la pena
Sacrificar ante el Santo ...

¡Eca, zodocare, Iad, goho,


Torzodu odo Kikale qaa!
¡Zodocare od zodameranu!
¡Zodorje, lape zodiredo Ol
Noco Mada, das Iadapiel!
¡Ilas! ¡Hoatahe Iaida!
¡Oh, coronado con la luz de las estrellas!
¡Alado con esmeraldas Más Anchas que el Cielo!
¡De un azul más profundo que el abismo de agua!
¡Oh, Tú, llama que lanzas destellos por todas
las cavernas de la noche,
lenguas que provienen de lo inconmensurable
y, a través de los brillantes excesos,
llegan a lo inefable. ¡Oh Sol Dorado!
¡Gloria vibrante de mi Yo más Elevado!
He oído tu Voz resonar en el Abismo:
“Soy el único Ser en las profundidades
de la Oscuridad; déjame levantarme y ceñirme
Para pisar el Sendero de la Oscuridad; acaso así
Pueda llegar a la luz. Porque del Abismo
Viene antes de mi nacimiento: Por todos los confusos
Pasadizos y el silencio del sueño primigenio.
Y Él, la Voz de las Edades, me contestó y dijo:
¡Observa! ¡Porque Yo soy El que formula
En la Oscuridad! ¿Hijo de la Tierra! La luz brilla
En la Oscuridad, ¡pero la oscuridad no entiende
Los rayos de esa luz de iniciación!

... No me dejes solo


¡Oh, Espíritu Santo! Ven y consuélame,
Muéstrame, pon de manifiesto
a Osiris ante este mundo lloroso; que yo
sea elevado hasta la Cruz del Dolor
y sacrificado para atraer a toda la humanidad
y a todo germen de materia viva
tras de mí hasta el inefable
Reino de la Luz. ¡Oh, Santa, Santa Reina!
Que tus anchas alas me protejan ...
¡Yo soy la Resurrección y la Vida!
El que reconcilia la Luz y las Tinieblas,
El Salvador de las cosas mortales,
La Fuerza que se manifiesta en la Materia,
El Dios que se manifiesta en la carne.
Estoy por encima y entre los Santos.
El sufrimiento me ha purificado por completo.
Completamente perfecto en el sacrificio místico
Y en el conocimiento de mi Yo.
El glorificado por la adversidad es mi Nombre.
El Salvador de la Materia es mi Nombre.

Veo que la oscuridad cae como cae la luz.


Veo las Edades que corren como un torrente
Y me sobrepasan; y como si fueran una vestidura,
Me sacudo las adheridas camisas del Tiempo.
Mi lugar ya está fijado en el Abismo,
Más allá de todos los Soles y Estrellas.
YO SOY la Resurrección y la Vida.

¡Santo eres Tú, Señor del Universo!


¡Santo eres Tú, al que no ha formado la Naturaleza!
¡Santo eres Tú, el Inmenso y poderoso!
¡Oh, Señor de la Oscuridad,
Oh, Señor de la Luz!

En uno de los capítulos anteriores se hizo referencia a las Invocaciones Dee y a su poder. Los hechos
que marcan estas invocaciones o claves, como se las suele llamar, son éstos. Dee y su colega Kelly
obtuvieron más de cien páginas llenas de letras de una manera que todavía nadie ha descubierto. Dee,
por ejemplo, podía tener ante él una o más de esas tablas, por lo general de 49” X 49”, algunas
completas, otras solamente con letras en cuadros alternos, colocadas sobre un escritorio. Sir Edward
Kelly se sentaba en lo que él llamaba la Mesa Santa y miraba fijamente un Cristal en el que, después
de un rato, veía un Ángel. Este Ángel le señalaba con una vara letras de alguna de las tablas. Kelly le
informaba a Dee sobre lo que decía el Ángel, por ejemplo, columna 4, fila 19; aparentemente, no
mencionaban la letra que Dee encontraba en la tabla que tenía ante él y anotaba. Cuando el Ángel
había terminado sus instrucciones, el mensaje se volvía a escribir al revés. El Ángel lo había dictado
al revés ya que se consideraba que era demasiado peligroso comunicarlo de una forma sencilla,
porque cada una de las palabras era una conjuración tan poderosa que simplemente pronunciándola
se habrían evocado poderes y fuerzas que no se deseaban en ese momento.

Una vez escritas al revés, resultó que las invocaciones estaban escritas en un idioma que los dos
Magos denominaron Enoquiano. No es una jerga sin sentido; tiene su propia gramática y sintaxis
como se puede ver consultando a Casaubon, que proporciona la traducción de muchas de las claves.
Muchos consideran que es más sonoro y más impresionante que el griego o el sánscrito y en las
traducciones inglesas, aunque a veces difíciles de entender, se pueden encontrar pasajes sublimes, de
tal poder lírico que no les aventajan muchos poetas ni la misma Biblia.

Por ejemplo: “¿Pueden las alas del Viento entender tus Voces de Admiración? ¡Oh, Tú, el Segundo
después del Primero, al que las ardientes llamas han expresado en las profundidades de mis
Mandíbulas! ¡A quien yo he preparado como copas para la boda o como flores, en toda su belleza,
para la cámara de la Virtud! Tus pies son más fuertes que las áridas piedras; y tus voces más fuertes
que los vientos. Porque te has convertido en un edificio excepto en la mente del Todo Poderoso”.

Existen diecinueve de estas claves; en las dos primeras se evoca al elemento llamado Espíritu; en las
restantes dieciséis se invoca a los cuatro elementos y hay cuatro subdivisiones. Las diecinueve se
puede usar para invocar a alguno de los denominados Treinta Aethyrs cambiando una o dos palabras
especiales. A continuación, citaremos una de estas Claves en Enoquiano seguida de su traducción al
español:

“Ol sonuf Vaoresaji, gohu IAD Balata, elanusaha caelazod; sobrazod ol Roray i ta nazodapesad,
Giraa ta maelpereji, das hoel ho qaa notahoa zodimezod, od comemahe ta nobeloha zodien; soba
tahil ginonupe perje aladi, das vaurebes obolehe giresam. Casarem ohorela caba Pire; das
zodonurenusagi cab: erem Iadanahe. Pilae farezodem zodernurezoda adana gono Iadapiel das
homotohe; soba ipame lu ipamis: das sobolo vepe zodomeda poamal, od bogira sai ta piapo
Piamoel od Vaoan. Zodacare, eca od zodameranu, odo cicale Qaa; zodorje, lape zodireco Noco
Mada, Hathahe IAIDA”.

“Reino sobre ti, dijo el Dios de la Justicia, con un poder exaltado por encima del Firmamento de
la Ira, en cuyas manos el Sol es como una espada y la Luna como el agresivo Fuego. Quien
midió tus Vestiduras entre mis Vestiduras y te ató como las palmas de mis manos. A quien yo
hice una ley que rigiera el Santo, y te di una Vara con el Arco del Conocimiento. Además,
elevasteis vuestras voces y jurasteis obediencia y fe al que vive y triunfa, que no tuvo principio
ni puede tener fin; que brilla como una llama en vuestros palacios y reina entre vosotros como la
balanza de la justicia y la verdad.

¡Moveos y mostraos! Abrid los misterios de vuestra creación. Sed amistosos conmigo porque
soy un sirviente de vuestro Dios; el auténtico Adorador del Más Alto”.

Aunque, por lo general, los rituales que Eliphas Levi nos proporciona en sus obras son de poca
calidad y no son muy recomendables para su utilización práctica, sin embargo, en su Magia
Trascendental encontramos una notable excepción. Titula este ritual Plegaria de los Silfos:

“Espíritu de Luz, Espíritu de Sabiduría, cuyo aliento da y quita la forma de las cosas; Tú, ante el
cual la vida de cualquier ser es una sombra que se transforma y un vapor que se evapora; Tú, que
asciendes hasta las nubes y que vuelas en las alas del viento; Tú, que cuando respiras pueblas las
inmensidades sin límites; Tú, que cuando atraes haces que vuelvan a Tí todas las cosas que de Tí
partieron; ¡movimiento sin fin en la estabilidad eterna, seas bendito por siempre!

Te alabamos, Te bendecimos en el efímero imperio de la luz creada, de las sombras, reflejos e


imágenes; y aspiramos sin cesar a Tu inmutable e imperecedero esplendor. Que el rayo de Tu
inteligencia y la calidez de Tu amor descienda sobre nosotros; que lo que es volátil se quede fijo,
que la sombra se haga cuerpo, que el espíritu del aire reciba un alma y que el sueño sea
pensamiento. Nunca más seremos arrastrados por la tempestad, sino que llevaremos por la brida
a los corceles alados de la mañana y guiaremos el curso de los vientos de la tarde y volaremos a
Tu presencia. ¡Oh, Espíritu de los espíritus; oh, eterna alma de las almas; oh, imperecedero
Aliento de la Vida; oh, Visión Creativa; oh, Boca que cuando respira la vida abandona a todos
los seres y cuya palabra eterna es el divino océano del movimiento y la verdad!”.

Todos los rituales que van a continuación tienen que ver con la rama de la Magia que trata de la
Evocación de los Espíritus y no precisan comentarios ni explicaciones adicionales a los que se han
proporcionado en los capítulos que hablan del tema. La forma de la Segunda Conjuración, en el El
Goetia, es como sigue:

“Te invoco, conjuro, y ordeno, oh, tú, espíritu N., que aparezcas y te hagas visible a mí delante
de este Círculo, que tomes una forma adecuada, sin deformidades ni tortuosidades, en el nombre
y por el nombre de IAH y VAU, que Adán escuchó y pronunció; y por el nombre de Dios
AGLA, que Lot escuchó y fue rescatado con su familia; y por el nombre IOTH, que Jacob
escuchó al Ángel que luchó con él y fue arrebatado de la mano de Esaú, su hermano; y por el
nombre de ANAPHAXETON que Aarón escuchó y pronunció y le hizo sabio; y por el nombre
de ZABAOTH que Moisés pronunció y, entonces, los ríos se convirtieron en sangre; y por el
nombre de SHER EHYEN ORISTON que Moisés pronunció y sobrevino una plaga de ranas que
entraron en las casas y lo destruyeron todo; y por el nombre de ELIÓN, que Moisés pronunció y
hubo una tormenta de granizo como no la había habido desde el principio del mundo; y por el
nombre de ADONAI, que Moisés pronunció y apareció una plaga de langostas sobre la tierra que
destruyó lo que había sobrevivido al granizo; y por el nombre de SCHEMA AMATHIA que
pronunció Josué y el sol detuvo su curso; y por el nombre de ALFA y OMEGA que pronunció
Daniel y destruyó a Bel y hizo morir al Dragón; y por el nombre de EMMANUEL que
pronunciaron los tres niños, Shadrach, Meshach y Abednego, cuando estaban en el ardiente
horno y quedaron libres; y por el nombre de HAGIOS; y por el Sello de ADONAI; y por
ISCHYROS, ATHANATOS, PARACLETOS; y por O THEOS, ICTROS, ATHANATOS, y por
estos tres nombres secretos AGLA ON TETRAGRAMMATON te ordeno y te obligo. Y por
todos estos nombres y por todos los otros nombres del DIOS VERDADERO Y VIVO, el
SEÑOR TODOPODEROSO, te exorcizo y te ordeno, oh, Espíritu N., incluso por Aquel que
pronunció la Palabra y todo quedó hecho y a Quien todas las criaturas obedecen; y por los
terribles juicios de Dios: y por el Mar de Cristal que está ante la Divina Majestad fuerte y
poderosa; y por las cuatro bestias que están ante el Trono y tienen ojos delante y detrás; por el
fuego que rodea el Trono; por los santos Ángeles del Cielo; y por la poderosa Sabiduría de Dios;
te exorcizo poderosamente para que aparezcas aquí ante este Círculo y cumplas mi voluntad en
todas las cosas que me parezcan buenas; por el Sello de BASDACEA BALDACHIA; y por este
nombre PRIMEUMATON que Moisés pronunció y la tierra se abrió y se tragó a Kora, Dathan y
Abiran. Por lo tanto, debes dar respuestas fieles a mis preguntas, oh, Espíritu N., y llevar a cabo
mis deseos ya que eres capaz de hacerlo. Así, ven, toma forma visible, aparece en paz y
afablemente, ahora sin retraso, y manifiesta lo que deseo hablando con voz clara y perfecta,
inteligible y que yo pueda entender”.

En El Mago, de Barrett, viene una ligera variación de este ritual. Es idéntica a la de El Goetia hasta el
verso en que menciona a Kora, Dathan y Abiran, con la única excepción de algunos cambios de poca
importancia en los nombres. Después viene una sección que es única y que merece que se la cite aquí
por los nombres bárbaros:

“Y con el poder de ese nombre PRIMEUMATON, que impera sobre las huestes del cielo, te
maldecimos y privamos de tu oficio, alegría y lugar, y te arrojamos a las profundidades del
abismo sin fondo para que te quedes allí hasta el día terrible del último juicio; y te arrojamos al
fuego eterno, al lago de fuego y azufre, a menos que aparezcas ante este círculo para cumplir
nuestra voluntad; por lo tanto, ven, por esos nombres ADONAI, ZABAOTH, ADONAI,
AMIORAM; ven, ven, ven, Adonai te lo ordena; Sadai, el más terrible Rey de reyes, cuyo poder
ninguna criatura puede resistir, será terrible para tí a menos que obedezcas y aparezcas
afablemente ante este círculo, y que la lluvia y el fuego inextinguible sean contigo. Así, ven en el
nombre de Adonai, Zabaoth, Adonai, Amioram; ven, ven, ven, ¿por qué te retrasas! ¡Apresúrate!
Adonai Sadai el Rey de Reyes te lo ordena: Él, Aty, Tutcip, Azia, Hin, Hen, Moisel, Achadan,
Vay, Vaah, Eye, Exe, A, Él, Él, Él, A, Hau, Hau, Hau, Vau, Vau, Vau”.

De los métodos de Honorio he tomado la siguiente invocación y la he abreviado ligeramente. Como


es una evocación al Espíritu del Rey Amaimón, que figura como uno de los jerarcas en El Goetia y
como su conmemoración tiene un tono cristiano, hay que tener en cuenta que se debe comparar con
el ritual anterior cuyo matiz es judío.
“Oh, Tú, Amaimón, Rey y Emperador de las zonas del norte, te llamo, invoco y exorcizo y
conjuro para que, por la virtud y el poder del Creador, y por la virtud de las virtudes, envíes a mi
presencia y sin demora a Madael, Laaval, Bamlahe y Ramath junto con los otros espíritus que te
obedecen y que se presenten con forma humana y gentil. En cualquier lugar en el que estés ven y
hazle ese honor al Dios auténtico y vivo que es tu Creador. Te exorcizo, te invoco y te ordeno
severamente por la omnipotencia del Dios eterno y del Dios verdadero; por la virtud del Dios
santo y por la virtud de Él, que habló y todas las cosas quedaron hechas; incluso por su santo
mandato se hicieron los cielos y la tierra con todo lo que contiene. Te lo ordeno por el Padre, por
el Hijo, por el Espíritu Santo, incluso por la Santa Trinidad, por ese Dios al que no te puedes
resistir y por su imperio te obligo; te conjuro por Dios el Padre, Dios el Hijo, por Dios el Espíritu
Santo, por la Madre de Jesucristo, Santa Madre y perpetua Virgen, por su sagrado corazón, por la
leche bendita que tomó de ella el Hijo del Padre, por sus santos cuerpo y alma, por todas las
partes y miembros de esta Virgen, por todos los sufrimientos, trabajos, aflicciones y agonías que
soportó en el curso de Su vida, por todos los suspiros que profirió, por las santas lágrimas que
derramó cuando su querido Hijo sufrió la dolorosa pasión y pereció en el árbol de la Cruz y por
todas las cosas sagradas y santas que se ofrecen y se hacen, y también por otras, tanto en los
cielos como en la tierra, en honor de Jesucristo nuestro Salvador y de la Bendita María, Su
Madre, por lo cual es celestial. Te conjuro por la Santa Trinidad, por el signo de la Cruz, por la
sangre y el agua preciosas que brotaron del costado de Jesús, por el sudor que bañó su cuerpo
cuando dijo en el Huerto de los Olivos: “Padre, si es Tu voluntad, que pase de mí este Cáliz”; por
su muerte y su pasión, te conjuro por la corona de espinas que le fue colocada en la cabeza, por
la sangre que manó de sus pies y manos, por los clavos con que le clavaron en el árbol de la
Cruz, por las santas lágrimas que derramó, por todo lo que sufrió voluntariamente debido al gran
amor que sentía por nosotros, por todos los miembros de nuestro Salvador Jesús Cristo.

Te conjuro por el juicio de los vivos y los muertos, por las palabras del Evangelio de nuestro
Salvador Jesús Cristo, por sus predicaciones, por sus milagros, por el niño en pañales, por el niño
que llora nacido de un vientre puro y virginal, por la intercesión gloriosa de la Virgen Madre de
nuestro Salvador Jesús Cristo y por todo lo que es de Dios y de su Santa Madre tanto en el cielo
como en la tierra. Te conjuro, oh, tú, gran Rey Amaimón, por los santos Ángeles y Arcángeles,
por todas las benditas órdenes de Espíritus, por los santos patriarcas y profetas, por todos los
santos mártires y confesores, por las santas vírgenes y las viudas inocentes y por todos los Santos
de Dios”.

El siguiente ritual, extraído de La Clave de Salomón el Rey, es muy semejante. Sin embargo, es una
invocación cabalística y no contiene ningún elemento cristiano. El punto de interés fundamental es
que, después del prólogo, cada uno de los párrafos es una conjuración en el nombre de cada uno de
los Diez Sephiros del Árbol de la Vida. Este ritual es el primer Ritual de Evocación de la Clave; el
segundo es muy semejante al segundo del Goetia.

“Oh, vosotros, Espíritus, yo os conjuro por el Poder, la Sabiduría y la Virtud del Espíritu de
Dios, por el no creado Conocimiento Divino, por la inmensa Misericordia de Dios, por la Fuerza
de Dios, por la Grandeza de Dios, por la Unidad de Dios y por el santo nombre EHEIEH que es
la raíz, la fuente y el origen de todos los nombres divinos y entre todos ellos reparte su vida y su
virtud y cuando Adán lo invocó adquirió el conocimiento de todas las cosas creadas.

Te conjuro por el nombre indivisible, IOD, que marca y expresa la simplicidad y la Unidad de la
Naturaleza Divina; invocado por Abel, le hizo escapar de las manos de su hermano Caín.

Te conjuro por el nombre TETRAGRAMMATON ELOHIM, que expresa y significa la


Grandeza de una Majestad tan Alta que cuando Noé lo pronunció se salvó, junto con toda su
parentela, de las Aguas del Diluvio.
Te conjuro por el nombre de Dios ÉL, fuerte y maravilloso, que denota la Misericordia y la
Bondad de Su Majestad Divina. Y cuando lo invocó Abraham pudo partir de Ur de Caldea.

Te conjuro por el nombre poderoso de ELOHIM GIBOR, que muestra la fuerza de Dios, de un
Dios todopoderoso que castiga los crímenes del perverso, que persigue las iniquidades de los
padres en los hijos, hasta la tercera o cuarta generación. Y cuando lo invocó Isaac, le permitió
escapar de la espada de su padre, Abraham.

Te conjuro y te exorcizo por el santo nombre de ELOAH VADAATH, que invocó Jacob cuando
estaba afligido y pudo llevar el nombre de Israel, que significa Vencedor de Dios, y se libró de la
furia de su hermano Esaú.

Te conjuro por el poderoso nombre de EL ADONAI TSABAOTH, que es el Dios de los


Ejércitos, y que rige en los Cielos y al que José invocó y pudo escapar de manos de sus
Hermanos.

Te conjuro por el nombre poderoso de ELOHIM TSABAOTH, que expresa piedad, misericordia,
esplendor y conocimiento de Dios; lo invocó Moisés y pudo sacar al pueblo de Israel de Egipto y
librarlo de la servidumbre al Faraón.
Te conjuro por el poderoso nombre de SHADDAI, que significa hacer bien a todos; Moisés lo
invocó y, habiendo llegado al mar, se dividió en dos partes, hacia la derecha y hacia la izquierda.
Te conjuro por el santo nombre de EL CHAI, que es el Dios Vivo y por medio de la virtud de su
alianza con nosotros se nos ha concedido la redención. Y Moisés lo invocó y las aguas volvieron
a su estado anterior y envolvieron a los egipcios y ninguno pudo escapar para llevar las noticias a
la Tierra de Mizraim.

Por último, te conjuro Espíritu rebelde, por el más Santo Nombre de Dios ADONAI MELEKH,
al que invocó Josué deteniendo el curso del Sol en su presencia, por medio de la virtud de
Methratton, su Imagen principal. Y por las legiones de Ángeles que no cesan de llorar día y
noche, QADOSCH, QADOSCH, QADOSCH, ADONAI ELOHIM TSABAOTH, es Santo,
Santo, Santo, Señor Dios de las Legiones, llenos están los Cielos y la Tierra de Tu Gloria; y por
los Diez Ángeles que presiden los Diez Sephiroth, a los que Dios comunica y extiende su
influencia sobre las cosas inferiores y que son; KETHER, CHOKMAH, BINAH, GEDULAH,
GEBURAH, TIPHERETH, NETSACH, HOD, YESOD y MALKUTH.

Os conjuro, de nuevo, Oh, Espíritus, por todos los Nombres de Dios y por su obra maravillosa;
por los cielos; por la tierra; por el mar; por la profundidad del Abismo y por el firmamento que
ha movido el Espíritu de Dios; por el Sol y por las Estrellas; por las aguas, por los mares y por
todo lo que contienen; por los vientos, por los torbellinos, por las tempestades; por la virtud de
todas las hierbas, plantas y piedras; por todo lo que hay en los cielos y sobre la tierra y en el
Abismo de las Sombras.

Os conjuro de nuevo, oh Demonios, no importa en qué parte del mundo estéis, de forma que no
podréis permanecer ni en el fuego, ni en el agua, ni en la tierra ni en ningún lugar que os resulte
agradable y atrayente; porque tenéis que venir rápidamente a realizar nuestros deseos y todo lo
que exijamos de vuestra obediencia.

Os conjuro de nuevo, por las dos Tablas de la Ley, por los Cinco Libros de Moisés, por los Siete
Brazos del Candelabro de Dios situado ante el Trono de la Majestad de Dios y por el Santo de
los Santos en el que sólo se permitía entrar a KOHEN HA-GODUL, es decir, al Supremo
Sacerdote.
Os conjuro por Él que ha hecho los cielos y la tierra, Él que ha medido esos cielos en el hueco de
su mano y ha encerrado la tierra con tres de Sus dedos. Él que está sentado sobre el Querubín y
sobre el Serafín y al lado del Querubín llamado el Querube al que Dios ordenó guardar el Árbol
de la Vida, armado con una espada llameante, después que el Hombre fuera expulsado del
Paraíso.

Os conjuro de nuevo, Apóstatas de Dios, por el Único que ha realizado grandes maravillas, por la
celestial Jerusalén; y por el Más Sagrado Nombre de Dios de Cuatro Letras, por Él que ilumina
todas las cosas y brilla sobre todas las cosas, por su Nombre Venerable e Inefable EHEIEH
ASHER AHEIEH, para que os presentéis inmediatamente y ejecutéis nuestro deseo, sea el que
sea.

Os conjuro y os ordeno, oh, demonios, en cualquier parte del Universo donde estéis, por la virtud
de estos Santos Nombres: ADONAI, YAH, HOA, EL ELOHA, ELOHINU, ELOHIM, EHEIEH,
MARON, KAPHU, ESCH, INNON, AVEN, AGLA, HAZOR, EMETH YIII ARARITHA,
YOVA HAKABIR MESSIACH, IONAH MALKA, EREL KUZU, MATZPATZ, EL
SHADDAI; y por todos los Santos Nombres de Dios que han sido escritos con sangre en señal de
alianza eterna.

Os conjuro de nuevo por estos otros Nombres de Dios, más Sagrados y desconocidos, por cuya
virtud tembláis todos los días: BARUC, BACURABON, PETACEL, ALCHEEGHEL
AQUACHI, HOMORION, EHEIEH, ABBATON, CHEVON CEVON, OYZROYMAS, CHAI,
EHEIEH, ALBAMACHI, ORTAGU, NALE, ABALECH, YEZE; que vengáis rápidamente y sin
demora a nuestra presencia, no importa en qué parte del mundo os encontréis, y que ejecutéis
todo lo que ordenamos en el Gran Nombre de Dios”.

La obra de Agrippa, Occulta Philosophia, contiene varios rituales cortos para uso diario y cada uno
es para la entidad que se ajusta al día. Por ejemplo, el ritual para el domingo es como sigue:

“Os conjuro y os confirmo, fuertes y santos ángeles de Dios, en el nombre de Adonai, Eye, Eye,
Eya, que es el que fue, es y será, Eye Abray, y en el nombre de Saday, Cados, Cados, Cados,
sentado en las alturas sobre el Querubín; y por el Gran Nombre del propio Dios, fuerte y
poderoso, exaltado por encima de los cielos; Eye, Saraye, que creó el mundo, los cielos, la tierra,
el mar y todo lo que contienen el primer día y lo selló con su santo Nombre Phaa; y por el
nombre de los ángeles que rigen en el cuarto cielo y sirven al poderoso Salamia, un Ángel
grande y honorable; y por el nombre de su estrella, que es el Sol, y por su signo, y por el
inmenso nombre del Dios Vivo, y por todos los nombres ya mencionados, te conjuro Miguel, oh,
Gran Ángel, que eres el jefe que dirige este día; y por el nombre de Adonai, el Dios de Israel, yo
te conjuro, oh Miguel, para que trabajes para mí y cumplas mis peticiones según mi voluntad y
deseo”.

Cuando, durante la Ceremonia de Evocación, empiezan a aparecer signos de que está teniendo lugar
la manifestación del Espíritu, cuando el humo del incienso se arremolina hacia el Triángulo y asume
una forma tangible, entonces se debe recitar una Oración de Bienvenida a los Espíritus. Barrett
recomienda la siguiente:

“BERALANENSIS, BALDECHIENSIS, PAUMACHIA y APOLOGIA SEDES, por los reyes y


las potencias más poderosas, y los más poderosos príncipes, genios, Liachidae, ministros de la
sede Tartárea, príncipe jefe de la sede de Apología, en la novena legión, te invoco y, al invocarte,
te conjuro; y al estar armado con el poder de la suprema Majestad te ordeno enérgicamente, por
Él que habló y se hizo, y al que obedecen todas las criaturas; y por inefable Nombre
Tetragrammaton Jehovah al oír el cual los elementos se desmoronan, el aire se agita, el mar se
retira, el fuego se apaga, la tierra tiembla y las legiones de seres celestiales, terrestres e infernales
tiemblan también y se afligen y quedan confundidos. Por lo tanto, y sin demora, venid de todas
las partes del mundo y dad respuestas racionales a todas las cosas que os pregunte; y venid
apacible, visible y afablemente, sin demora, manifestando lo que deseamos y para lo que os
hemos conjurado en el Nombre del Dios Vivo y Verdadero, Helioren, y cumplid nuestras
órdenes y persistid hasta el final, según nuestras intenciones, visibles y hablándonos
afablemente, con voz clara e inteligible y sin ninguna ambiguedad”.

En el mismo libro, Francis Barrett nos da otro discurso que se debe recitar al término de la
manifestación del ente requerido, es decir, cuando el Espíritu se encuentra perfectamente claro y
visible en el Triángulo.

“Contempla el pentacle de Salomón que ha traído a tu presencia; contempla la persona del


Exorcista en medio del exorcismo y al que ha armado Dios, sin miedo, que te ha invocado y
llamado por medio del exorcismo. Ven, por tanto, velozmente, por la virtud de estos nombres:
Aye, Saraye, Aye Saraye; no difieras tu llegada, por los nombres del Dios Vivo y Verdadero,
Eloy, Archima, Rabur, y por el pentacle de Salomón, aquí presente, que manda sobre ti
poderosamente; y por la virtud de los espíritus celestiales, tus señores; y por la persona del
exorcista en medio del exorcismo; al ser conjurado, apresúrate y ven; y obedece a tu amo, que se
llama Octinomos. Prepárate para ser obediente con tu amo en el Nombre del Señor, Bathat o
Vachat que está a la altura de Abrae, Abeor que está a la altura de Aberer”.

Cuando el Espíritu evocado ha contestado adecuadamente a todas las preguntas del Exorcista y han
quedado satisfechos todos los deseos del Mago, ya no hay necesidad alguna de retenerle en el
Triángulo de la Manifestación y se le debe dejar partir del escenario de la Evocación. El
procedimiento habitual consiste en recitar el Permiso para Salir; la fórmula del Permiso que aparece
en la Clave de Salomón el Rey es la siguiente:

“En virtud de estos pentacles y porque has sido obediente y has obedecido las órdenes del
Creador, siente y aspira este agradable olor y después parte hacia tu morada y refugio; que la paz
sea entre tú y yo; estáte listo para venir cuando te cite y convoque; y que la bendición de Dios
sea contigo, hasta donde seas capaz de recibirla, siempre y cuando seas obediente y estés
dispuesto a venir con nosotros sin que por nuestra parte tengamos que ejecutar ritos solemnes”.

FIN

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