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La Decimotercera Candela PDF
La Decimotercera Candela PDF
C e r r ó l a b o c a , a b r i ó l o s o j o s y s e q u e d ó a g u a r dando.
De la dirección de la casa siguiente a la más próxima llegó el
ruido de un plato que se rompe al caer; desp ué s, la puerta de la
coc ina de aquella casa se abrió, y salió con albor otado
í m p e t u u n a m u j e r pequeña y enjuta, secándose las manos en su
pringoso delantal.
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L a s e ñ o r a M a c G o o h o o g l y b u s c ó a t i e n t a s e n e l bolsillo de
su delantal y extrajo unos grandes anteojos de armadura de asta
profusamente tachonada de piedrecillas. Antes de ponérselos, limpió
con cuidado los cristale s con el rued o de s u falda y s e alis ó los
cabellos detrás de las orejas. Después se frotó ruidosamente la nariz con el
revés de la manga y vociferó:
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— P e r o ¿q u é a r t íc u l o e s é s e , q u e t e ha a lt e r a d o tanto?
Sin poder hablar, Marta le extendió el fragmento ajad o d e
diario q ue le había causado t oda esa con moción.
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E n s i l e n c i o , s e q u e d a r o n m i r a n d o c o n l o s o j o s bien abiertos
mientras la muchacha de los hot pants se contoneaba levantando
los talones a una altura superior a su decoro.
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— S e ñ o r a H e n s b a u m — c o m e n z ó M a u d — : c o m o sabemos que
usted es muy leída y que sabe de todo, he m o s v e n id o a
c on s u lt a r la . — S e d e t uv o y He le n Hensbaum repuso sonriendo:
B i e n , s e ñ o r a s . E n t o n c e s , p a s e n y l e s p r e p a r a r é una
taza de té. La mañana está fría. Nos hará bien descansar tu? rato.
E l l a h a r e c i b i d o d e l C a n a d á o d e n o s é d ó n d e , una
n o t i c i a e x t r a ñ a . P o r m i p a r t e , y o n o s é q u é pensar. Que le
cuente ella.
— E s e s t o ; m ír e l o . M e l o m a nd ó m i s o b r i n o . S e met ió e n un
em br ollo c on una m ujer c as ad a, s í, y salió disparado a un lugar
llamado Montreal, en el Dominio. A veces escribe, y justamente
envió esto en una carta. Yo no creo en semejante tontería —dijo
alcanzándole el trozo de papel ajado, que ahora estaba mucho peor
por el mal trato que le habían dado.
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por completo su inglés habitualmente correcto—. Ist gut, no?
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— ¡ V e a n ! - - e x c l a m ó , h a c i e n d o p a s a r l a s h o j a s c om o q u ie n
a c a r i c ia a v i e j o s y a m a d o s a m i g os — . Miren; aquí está impreso
todo eso y mucho más. La Verdad. La Verdad rev elada por un
hombre que ha sido p erseguid o y cast igad o p or decir la Ver dad.
Y ahora, simplemente porque un vulgar periodista escribe un artículo,
a la gente le es posible pensar que es verdad.
— ¿ F ic c i ón ? — p r e g u nt ó al f i n, ja d e a nd o — . ¿Ficción? He
e s t u d i a d o e s t o s l i b r o s y s é q u e d i c e n l a v erdad. Desde que le í
Us ted y l a eternid ad, yo también puedo realizar el viaje astral.
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—Sí, claro que sí; podría ocurrir si hubiera alguna verdadera razón
para eso. Si fuera por el bien de los demás, sí.
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t r a t a r ía d e l ot r o la d o d e e s t e m u nd o. ¡ I m a g í n e s e , entonces, las
dificultades que puede haber para telefonear al otro lado de esta vida!
— ¡ D i s p a r a t e s ! — e x c l a m ó M a r t a — . E l a g u a s e puede ver,
pero ¡muéstreme el alma!
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— ¡V a ya , m e e nc a nd ila s ! —e xc l a m ó c on t on o d e e s p a n t o — .
¿ E s u n a p u e s t a d e s o l c o n h u e v o s r e vueltos?
Maud.se encrespó.
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— ¡ Q u é v e o , s e ñ o r a H e n s b a u m ! — p r o r r u m p i ó Maud con
cierto asombro, a tiempo que entraban—. ¿Se ha metido a vender
libros?
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— M i m a d r e m e c o n t ó q u e u n a v e z f u e a u n a se sión
donde le dijeron c osas muy ciertas. T odo lo q u e o y ó r e s u l t ó
c i e r t o . E n t o n c e s , ¿ p o r q u é d i c e usted que esas sesiones no son
buenas, señora Hensbaum?
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Si me permite un atrevimiento,
¿podríamos venir a hablar con usted otra vez? —inquirió Maud.
—Sí, por s upuest o que p ued en. Para mí será un placer —
repuso la señora Hensbaum, demostrando su hospitalidad—. ¿Por qué
no nos ponemos de acuerdo para encontrarnos aquí, a esta hora,
dentro de una semana?
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cada cual los libros que les había regalado la señora Helen
Hensbaum.
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A l c a b o d e u n r a t o , l a p u e r t a d e l a c a s a d e O' Haggis s e
abrió lentame nte y un brazo s e alargó para recoger la botella de
leche del umbral. Trascur r id o un la r go int e r v a lo, la p ue r t a s e
a b r ió nue v a mente y apareció Maud, vestida con una casaca lis-
tada. A g ot a d a y b o s t e z a nd o e s t r e p i t os a m e nt e , se puso a
sacudir dos felpudos, y luego volvió a recluirse en el interior de su
casa.
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CAPITULO II
— ¡Timón! ¡Timón!
La voz era chillona, despavorida, con esa desgarrad o r a
e n t o n a c i ó n q u e h a c e e s t r e m e c e r y p o n e l o s nervios en tensión.
— ¡Timón, despierta! ¡Tu padre se muere!
Lentamente, el muchachito retornó de las profundidades de su
total inconsciencia y comenzó a esforz a r s e , p o c o a p o c o , e n
m e d i o d e l a s b r u m a s d e l sueño, por abrir sus pesados párpados.
— ¡ T im ó n, t i e n e s q ue d e s p e r t a r t e ! ¡ T u p a d r e s e está muriendo!
U n a m a n o l o a s i ó d e l o s c a b e l l o s y l o s a c u d i ó bruscamente.
Timón abrió los ojos.
D e p r o n t o p e r c i b i ó u n r u i d o e x t r a ñ o , r o n c o , "como si
algún yac se estuv iera ahogando", pensó. Picado por la
curiosidad, se incorporó en el lecho y v olv ió la c a b e z a d e un
la d o y d e ot r o, p r oc ur a nd o ver a través de la penumbra del exiguo
cuarto.
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— ¡ T i m ó n ! ¡ T u p a d r e s e m u e r e ; v e c o r r i e n d o a buscar al
lama! —gimió desesperadamente su madre.
— ¡T im ó n ! — r e p i t i ó la m a d r e — . ¡V e a b u s c a r a l l a m a , o t u
p a d r e m o r i r á s i n n a d i e q u e l o g u í e ! ¡Corre, corre!
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del pecho. El sudor se le helaba inmediatamente en el cuerpo al contacto
con el aire frío. Su vestidura, raída y mustia, casi no lo protegía contra los
elementos. Eran pobres, extremadamente pobres; y ahora lo serían más
aún con la pérdida del padre, el único que trabajaba.
La luz seguía llamándolo como un refugio en un océano 'de temores. Lo
llamaba, trémula, debilitándose y volviéndose a avivar, como para recordar
al atribulado chiquillo que la vida de su padre se estaba extinguiendo, pero
que volvería a brillar allende los confines de este mundo mezquino. Volvió,
pues, a lanzarse en desenfrenada carrera, apretando los codos contra sus
flancos y con la boca bien abierta, tratando de que cada músculo le
sirviera por unos pocos segundos.
La luz ya era más grande, como una estrella que le diese la bienvenida a
su hogar. A su vera, el Río Feliz se deslizaba sonriente, como si jugara con
las piedrecillas que había arrastrado desde las cumbres de la montaña
donde tenía sus vertientes. A la débil luz de las estrellas, el río tenía un
pálido fulgor argentado. Ahora, frente a él, el muchacho podía discernir
vagamente el bulto más oscuro del pequeño lamasterio que se levantaba
entre el río y la falda de la montaña.
—¿Quién anda ahí fuera, rondando nuestros muros? —inquirió una voz
profunda de anciano—. ¡Ah! ¿Qué es lo que te trae a nuestras puertas a
esta hora de la mañana? —continuó aquella voz.
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— ¡ O h ; e s t á s h e r i d o ! — p r o s i g u i ó l a v o z — . V e n adentro y veré
qué tienes.
Volvióse pausadamente el anciano y se encaminó al interior del
pequeño lamasterio. Timón se detuvo, parpadeando a causa de la luz
repentina de alguna lámpara de s ebo que parec ía muy br illante
compa rada con la oscuridad exterior.
La atmósfera estaba pesada por el olor a incienso. Timón
permanec ió un mome nt o c on un nudo en la garganta hasta que por
fin habló:
— ¡Mi padre se muere! Mi madre me ha mandado v o la n d o a
b u s c a r a u x i li o p a r a q ue t e n ga q u i e n l o guíe en su tránsito. ¡Se
muere!
El pobre chiquillo se dejó caer al suelo y se cubrió los anegados
ojos con las manos. El anciano monje s a l i ó y a p o c o s e p u d o o í r
q u e c o n v e r s a b a q u e d a mente en otra habitación. Timón se sentó en el
suelo llorando en un rapto de consternación y pavor.
— C u é n t a m e , h i j o m í o — d i j o e l l a m a , a q u i e n Timón había
ya reconocido.
Una vez más, éste refirió lo que ocurría, y, cuando hubo finalizado,
habló el lama.
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— Ha s t a e l d ía m ue r e , hij o — c om e nt ó e l la m a — ; P e r o a l a s
p o c a s h o r a s r e n a c e c o n v e r t i d o e n u n nuevo día. Así ocurre con
todo cuanto existe.
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A la p ue r t a d e s u c a s a, la m uje r s e r e t or c ía la s manos y
sacudía la cabeza con cierta turbación en su a c t it u d d e r e s p e t o. E l
la m a s e a p e ó d e l c a b a l l o y a v anz ó hac ia la a tr ib ula da m ujer.
P or s u par te, e l jov e n a c ólit o s e d e s liz ó d e s u p on y para a c ud ir
e n ayuda de Timón, pero ya era demasiado tarde: éste se había
caído tan pronto como se detuv o su cabalgadura.
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ba pasar una luz extraña a la vez que exhalaba una fragancia peculiar.
Una fragancia en que se mezclaba el olor a aceite seco con el del
hollín de la siempre humeante lámpara de sebo.
M i r ó h a c i a a r r i b a y c i e r t o d e j o d e s a t i s f a c c i ó n —cierta
expresión fugaz— cruzó por su pálido semb la nt e a l notar q ue ya
e l lam a e sta ba a llí. Es t e s e i nc l in ó a l la d o d e l m or ib u n d o y
c ol o c ó la s m a n o s sobre sus sienes mientras le decía palabras de
cons ue lo. Detr ás d e él, e l jov e n a c ólit o e xtra jo pre s ta mente los
sahumadores y tomó un poco de incienso
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El la m a , s e nt a d o en la p os ic i ón del l ot o al la d o d el
moribundo que yacía en el sue lo, hizo un mov im ie nt o d e c a b e z a
a l a c ól it o, e l c u a l d e i nm e d i a t o ence ndió la prim era ramita de
inc ie ns o de manera q ue la ll a m a t o c a r a s ól o l a p u nt a d e e s a
p r im e r a vara, y después, cuando se puso roja, la sopló y dejó que
ahumara.
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El lama prosiguió:
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El la m a , p e ns a nd o e n la in s t r uc c ió n q ue ha b ía recibido,
miró el cadáver con pesar. Pensaba en que era telépata, e n s u
facultad de oír lo inaud ib le, en q u e p od ía v e r la a ur e o la d e l
c ue r p o h um a n o, e s a e xtra ña flama c olor ea da, m ult ic olor, q ue
gira y s e entreteje en torno al cuerpo viviente. Ahora, contem-
plando ese cuerpo muerto, podía ver la flama casi e xt ing uid a . En lu ga r
d e los c ol or e s d e l a r c o ir is y aun muchos más, sólo había un
remolino azul grisáceo que se oscurecía cada vez más. Empero, al
fluir del cuerpo, el azul grisáceo se elev aba aproximadamente
sesenta centímetros sobre el cadáv er. Había allí una gran
activ idad, un intenso bullir, y parecía como si una multitud de
luciérnagas se lanzasen en derredor, luciérnagas que hubiesen sido
adiestradas como soldados y que estuvieran tratando de ocupar
posiciones prefijadas. Las diminutas partículas luminosas se
movían, se arremolinaban y se entrecruzaban, hasta que al cabo,
ante los ojos del lama, ante su tercer ojo, apareció una réplica del
cadáver, pero b a j o e l a s p e c t o d e u n h o m b r e v i v o , d e u n j o v e n .
Todav ía era sutil y flotaba desnuda a más o menos sesenta
centímetros sobre el cuerpo. Luego, subió y bajó levemente, quizá
dos o tres pulgadas en cada mov imiento. Volv ió a subir y bajar,
retomó su posic ión y ba jó y s ub ió otra v ez, y pa ula t inam e nt e
los d e t a l l e s s e f u e r o n t o r na n d o m á s c l a r o s , e l t e n u e c ue r p o
f u e f o r m á n d o s e y a d q u i r i e n d o m a y o r s u s tancia.
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b a n d e f l u i r y q u e y a e n c o n t r a b a n s u s n i v e l e s . También s e
percib ieron e l r umor y los q ue jid os de l o s ó r g a n o s q u e i b a n
d e j a n d o d e v i v ir , p or q u e e l cuerpo no muere inmediatamente,
sino por etapas, órgano por órgano. Primero sobreviene la muerte
de lo s c e nt r os s up e r ior e s d e l c e r e b r o, y d e s p ué s , e n or d e na da
s uce s ión, la d e los d emá s ór ga nos, q ue, pr iv a d os de l c ontr ol
c ere bra l, d e ja n d e f unc ionar, dejan de elaborar las secreciones o de
producir las sustancias necesarias para la supervivencia de ese
complejo mecanismo al cual denominamos cuerpo.
A h or a , e l e s p ír i t u e s t a b a c o m p l e t o y u n id o t a n sólo por un
hilo sumamente débil al cuerpo inerte. Flotaba, confundido y
asustado. Nacer a la vida en la t ie r r a e s una e xp e r ie nc ia
t r a um á t ic a . Signif ic a m o r i r p a r a o t r a f o r m a d e e x i s t e n c i a .
M o r i r e n l a tierra significa que el cuerpo espiritual nace de nuevo
en otro mundo, en el mundo espiritual, o en uno de e llos. En e s os
insta nt es , la f orma d uda ba, f lotab a más arriba y descendía; flotaba
y aguardaba las inst r uc c ione s t e le p á t ic a s d e l la m a , c uya v id a
e s t a b a dedicada por entero a auxiliar a los que dejaban la tierra.
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Aq u e l la e n t id a d v a p or o s a , q u e ha s t a m u y p o c o antes había
sido en la tierra un hombre sumamente av isado, se t urbó
ligerament e y un t int e v erdos o y oscuro cubrió su ser. Una leve
agitación la recorrió en toda su extensión y luego se apaciguó
hasta qued a r s e q u i e t a . N o h a b í a , e m p e r o , n i n g ú n i n d i c i o ,
aunque fuese vago, de que esa entidad estuviese ya en vísperas de
despertar del coma del tránsito de la muerte terre nal al
nacim iento e n el p lano del e sp íritu.
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E l a c ó l it o r e b us c ó f r e né t i c a m e n t e e n e l o s c ur o piso de tierra
la rama que acababa de sacar y masculló uná exclamación de las que
no se enseñan en el lamasterio cuando sus dedos se encontraron
con la mecha encendida, detrás de la cual se hallaba la vara. A toda
prisa le prendió fuego y la metió en el incensario.
E l l a m a l e e c h ó u n a m i r a d a d e r e c o n v e n c i ó n y prosiguió
instruyendo al Difunto Espíritu.
—Tu v ida, de sde la cuna al sep ulcr o, se ha enre d a d o c o n
s up e r s t ic i one s y f a ls os t e m o r e s . Ha s d e saber que muchas de
tus creencias no tienen fundame nt o. Ha s d e sa b er q ue m uc hos
de los de m onios q ue teme s que se te aparezcan s on frut o de tu
propia fantasía. La séptima rama de incienso se enciende para
obligarte a que te quedes aquí, de modo de poder instruirte y
prepararte adecuadamente para el viaje que tienes por delante.
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—No somos más que muñecos del Unico que está en lo Alto,
puestos sobre la tierra para que El pueda experimentar las cosas de la
tierra. Percibimos confusamente nuestra naturaleza inmortal, nuestros
vínculos eternos, y al percibirlos tan oscuramente la imaginación trabaja,
tememos y buscamos explicaciones.
E l e s p í r i t u s e i n c l i n ó y o n d u l ó , l u e g o , e l l a m a continuó:
—Habla con tu pensamiento. Yo captaré esos pens am ie nt os s i t e
re c up era s d el e s t up or d e l c hoque. Piensa que puedes hablarme.
El lama hiz o una ind ica c ión d e cab e za a s u a c ólito, y éste tomó
al punto una ramita de incienso.
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— E l h o m b r e e s e n l a t i e r r a u n s e r i r r e f l e x i v o —prosiguió el
lama— que se entrega. a creer lo que no es en lugar de lo que es. El
hombre está sumamente entregado a la superstición y a las falsas
creencias.
Tú, Espíritu, temes que los demonios te cerquen. Sin embargo, los
demonios no existen, salvo aquellos que ha creado t u fantas ía y
que se desv ane cerán c omo una bocanada de humo al viento
cuando comprendas la verdad. En torno a ti hay sombras insustanciales
y c a r e nt e s de s e nt id o q ue s ól o r e f le ja n t us a t e r r or i z a d o s
p e n s a m i e n t o s c o m o u n a t r a n q u i l a f u e n t e podría reflejar tus
facciones si te asomaras a ella.
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CAPITULO III
J u s t i n s e a c e r c ó p a r s im o n i o s a m e n t e y t om ó e l libro que le
extendía su amigo. Estaba abierto en la p á g i n a n o v e n t a y n u e v e
y d e b i d o a q u e a q u é l l o había doblado excesivamente en su
arranque de hilaridad, la unión del lomo se había roto.
D e n n i s o b s e r v ó p o r e n c i m a d e l h o m b r o d e s u compañero y
con un d edo largo y afilado s e ñaló el pasaje exacto.
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Los padres, al advertir que han dado vida a una pobre criaturita
afeminada y que la han expuesto a excesivos mimos o cosa parecida, tal vez
deseen inculcarle cierto discernimiento para que, de un modo o de otro, se
vuelva más varonil; pero de nada servirá. Si las glándulas funcionan mal, a
pesar de los atributos masculinos, el nuevo ser seguirá siendo mujer en
cuerpo de varón. En la pubertad, es posible que el joven no se desarrolle
normalmente o que continúe desarrollándose en el aspecto exterior. Pero, ya
en la escuela, bien puede evidenciarse como un flojo, sin que al pobre le sea
posible evitarlo. Al alcanzar la edad adulta, se encuentra con que no puede
"hacer las cosas que vienen naturalmente" y que, en cambio, lo atraen los
muchachos, los hombres. Esto sucede, evidentemente, porque todos sus
deseos son los deseos propios de la mujer. Su psique en sí misma es
femenina, aun cuando por una desdichada serie de circunstancias esa
femineidad haya sido provista con atributos masculinos, que no le sirven de
mucho, pero que están a la vista. En consecuencia, el varón se trasforma
entonces en lo que solía llamarse "ninfo", y tiene tendencias homosexuales.
Cuanto más femenina es su psique, más fuertes son esas inclinaciones.
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L o s a t r of ia d or e s d e l c e r e b r o, a l ia s p s ic ó l o go s , n o s ir v e n
r e a lm e nt e d e m uc h o, p ue s le s l l e v a a ñ os ha c e r l o q ue c ua l q u ie r
p e r s o na c or r ie nt e p od r ía h a c e r e n u n os p oc o s d ía s . S i s e
e xp li c a c la r a m e n t e a l o s h o m o s e x ua le s q u e l o q u e t i e n e n e s u n
d e s e q u i li b r io g la n d u la r , p or lo ge n e r a l l o gr a n r e g u la r l o. P or
e s o, la s l e ye s v ie n e n m od if ic á n d os e p a r a a d a p t a r la s a t a le s
c a s o s , e n l ug a r d e a l e nt a r q u e s e l o s s om e t a a u na d e s p ia d a d a
p e r s e c uc i ó n y a e n c a r c e l a m i e nt o p or lo q u e e n r i g or d e v a r e : 1 nd
e s u na e nf e r m e d a d .
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— E nt o nc e s , ¿c óm o e s q u e e s t á t a n e q u iv oc a d o acerca de
nosotros? —inquirió Dermis Dollywogga. Pero, en ese momento,
éste tuvo una idea verdaderamente brillante que le iluminó el rostro.
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M á s t a r d e , e l a u t or l e y ó d e n u e v o l a c a r t a y e l a r t íc u l o, y
v olv ié nd o s e a M i s s C l e op a t r a , s u ga t a siamesa, comentó:
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No siempre digo bien lo que he querido hacer entender, y, si bien pensé que,
si hubiera tenido tiempo, lo habría corregido y vuelto a escribir una y otra vez
hasta dejarlo lo mejor posible, tal vez pueda servir de algo tal como está.
Algunas de las cosas que quise verdaderamente decir son: que muchos
homosexuales no son los mariquitas que se ven por las calles, no son los que
médicos y psiquíatras analizan en sus escritos, porque ésos son los emocional-
mente perturbados. Como buscavida he trabajado en ciudades, en granjas, en
rodeos, etc., y conozco homosexuales en todas partes que son tan normales
como las medialunas, por decirlo así. O sea, que pueden ser muy varoniles, que
pueden pensar y obrar como hombres y que no piensan ni actúan como mujeres
ni tienen ninguno de los caracteres femeninos que tantos heterosexuales parecen
pensar que tienen.
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nadie sabe ni supone que yo sea un "alegre", a menos que yo quiera decirlo... No
me avergüenzo de ello en modo alguno ni me parece que a nadie debe importarle
más que si soy demócrata o republicano, cristiano u hotentote. También sé
que tengo más suerte que muchos porque toda la gente en seguida quiere
abrirme su corazón y de ese modo he aprendido mucho, muchísimo sobre los sen-
timientos de las personas.
Ahora bien, en cuanto a la publicación, puede usted disponer de la totalidad
o de cualquiera de las partes de este artículo que usted desee; puede redactar,
cambiar, corregir o suprimir a su criterio, o puede tirarlo al cesto si no le sirve, que
n me ofenderé. Si le hace falta un nombre, puede poner "Justin"; y si por una
REMOTA casualidad (porque no me hago ilusiones al respecto) quisiera usted
utilizar TODO O PARTE DE ESTO, Y SI TUVIERA (perdón por las
mayúsculas) que dar mis señas a alguien que honradamente quisiera
plantearme algo en favor o en contra, no tendría inconveniente en escribirle, pero,
como no tengo número de casilla de correo particular, tendría que poder
escribirle yo primero. Siempre parece que sin responsabilidad de -mi parte,
como por predestinación, la gente me encontrase de pronto y fuera como si yo
tuviera la misión de ayudar... Incluso ahora, estoy ayudando a una cantidad de
personas, pero no de mi misma clase, por decirlo así.
Bien; me parece que nada más... Me gustaría escribir algún día un libro sobre
mi vida, lo mismo que les gustaría hacer a tantos otros, porque eso parece
estimular a mucha gente a juzgar con más rigor; pero quizás lo haga cuando tenga
más años. En la actualidad estoy muy ocupado atendiendo un trabajo, una casa y
haciendo muchas cosas agradables, la jardinería, por ejemplo, me gusta
mucho. Tenemos un lugarcito de terreno con espacios agrestes y mucho
trabajo. Me gustaría que pudiera usted visitarlo; creo que le agradaría. Con los
mejores deseos para usted y sus proyectos, salúdalo sinceramente
JUSTIN.
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Se gú n la s é p oc a s y l uga r e s , la s s oc ie d a d e s c ons id e r a n
b ue na s o m a la s d is t int a s c a r a c t e r ís t ic a s , e s d e c ir, c onv e-
nie nt e s o p e r ju d ic ia le s o m e r a m e nt e d e m a s ia d o c om une s
c o m o p a r a t e n e r l a s e n c u e n t a , c o nf o r m e a l o s p u n t o s d e
v is t a y n e c e s i d a d e s p a r t i c u la r e s d e c a d a s o c ie d a d e s p e c í -
f ic a . P e r o n o no s o c up e m os d e la s s o c i e d a d e s e n p a r t i c u -
la r ; f i jé m o n o s e n c a m b i o e n la s e n s e ña nz a s d e t o d a s la s
grandes re ligiones, e st o es, e n que cada hombre v ie ne a la
t i e r r a e x p r e s a m e n t e p a r a a p r e n d e r y e x p e r im e n t a r d e t e r -
minadas cosas, que viene a la tierra y elige deliberada-
mente aquellas características que sólo él necesita para su
p r op io d e s e nv olv im ie nt o. Es t e e nf oq ue n os p e r m it e m ir a r a
l o s h o m b r e s c o n m a y o r c om p r e n s i ó n , c o n m á s t o l e r a nc i a ,
y le confiere más significación a la sentencia: No
juzgues, si no quieres ser juzgado. Est o no quiere d ecir
que la vida del hombr e esté enteramente predestinada,
p orq ue s u a lb e dr ío p ue de r e b asar e l p od er d e s us car ac t e -
rísticas indiv iduales innatas y optar por utilizar o desdeñar a
voluntad esas condiciones connaturales.
57
LOBSANG RAMPA
h om b r e p u e d e od ia r h a s t a e l e x t r e m o d e c o ns um ir t o d a s
sus energía s e n procura de eliminar lo q ue od ia, olv idand o
p or c omp let o t od o aq ue llo q ue t e nía la m is ión d e re alizar.
Ahora bien, esto es particularmente cierto en cuanto a sus
a m or e s y s us od i o s ha c ía ot r o i nd iv id u o; p e r o, c ua n d o a
e s t a s c a r a c t e r ís t ic a s e m oc io n a le s s e a gr e ga la más p e r ju-
dicial de todas, la del miedo, pueden ocurrir todos los
e stra gos, p ued e p er d ers e e l r ac ioc inio y p ued e s obr ev e nir
un desastr e total. Por ejemplo, un amante descubr e de
pronto que su amada tiene evidentemente otro preten-
diente que al parecer está ganando la batalla. Su amor por
ella se torna repentinamente aún más intenso, su temor de
p e r d e r la m a g n if i c a s u a v e r s i ó n ha c i a e l c o m p e t id or y, s i
no se domina, puede hasta olv idar su lucha por conquistar
e l am or d e e lla y c onc e ntr ars e s ola me nt e e n e lim inar a s u
antagonista por la calumnia, el engaño y por muchos
ot r os r e c ur s os t od a v ía m á s te r m ina nt e s . O p ue d e s e r q ue
a c um ule y ga s t e t od a s s us e ne r gía s e n c om p a d e c e r s e a s í
m is m o, s i n q u e c o n e ll o d e j e d e v o l c a r s e c r e t a m e nt e s us
te m or es y s us od ios c ontra s u a dv er sar io, lo c ua l a s u v e z
le insum e todas sus ener gías, de suer te que m uy a m e-
nudo se resienten su trabajo, su salud, su felicidad y
generalmente se altera todo su desarrollo.
C o n s i d e r e m o s l o q u e e s p a r t i c ula r m e nt e c a r o e im p or -
tante para casi todos los seres humanos: Su amor personal
hacia otra persona y sus efectos sobre los demás. El amor
es ciego, En amor, todos los gustos son buenos y El amor
todo lo puede son sentencias muy válidas...
J ua n y M a r ía s e e na m or a n y s e c a s a n c o n t r a la v ol u n t a d
de sus familias y de esta manera cada miembro de ellas
pued e ha cer que t oda la v ida sea de des dic has y antagonis-
mos. Per o no nos oc upe m os de ca s os ind iv id ua le s s ino d e
u na d if e r e n c ia un iv e r s a l y m á s n o t a b le . T om e m o s la d if e -
rencia entre el heterosexual y el homosexual. El hetero-
sexual (varón o hembra) nace en un mundo que parece
desenvolverse por pura necesidad de manera hetero-
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LA DECIMOTERCERA CANDELA
s e x u a l . . . D e m á s e s t á d e c i r q u e é s t a e s l a f or m a n o r m a l
para la procreación, etc. Por ello, el heterosexual no
alca nza a ent e nd er la m a ner a d e r az onar d e l hom ose xua l.
Hay quienes piensan que éste es un ser degenerado,
l a s c i v o , i n c a p a z d e d o m i na r s u s a p e t i t o s ; o t r o s l o c o n s i -
der a n un e nf erm o, e tc. Exist e n ce nt e nar es d e libr os s obr e
la materia, la mayor parte escr itos por psiquíatras que
opinan que los homose xua les son d isminuid os me ntale s, o
por médicos que estiman que habría que cambiarles
c i e r t o s s i s t e m a s o a p li c a r le s c oa d y uv a n t e s m é d ic o s p a r a
modificarlos; y unas pocas obras escritas por homo-.
s e xua les q ue tra ta n d e d ef e nder s e d e s es p era dam e nt e y d e
justificar algo su a v eces desdichada existencia. Por desgra -
cia, debido a que las susceptibilidades se propagan grande-
m e nt e e nt r e la ma yor ía d e los he t e r os e xua le s ign or a nt e s ,
no puede haber una nómina de quién es quién en el
m u n d o d e l h o m o s e x u a l . . . E m p e r o, p a r a q u i e n e s t á i n f or -
mado, la lista es sumamente extensa. Com o ocurre con
todos los conjuntos de personas, podemos subdiv idir y
clasificar a los homosexuales en tres grupos principales. El
p r i m e r o c o m p r e n d e a l o s q u e s e m e n c i o n a n e n Avivando
l a l l a ma , e s d e c i r a l o s q u e p o r u n a c o n t i n g e n c i a e n e l
nacimiento resultan ser como son. El segundo abarca a los
q u e d e s p u é s d e na c e r t i e ne n in t e n s os p r o b le m a s e m o c i o-
na le s y se v ue lca n a la hom os e xua lid ad par a r es olv er los o
mit igar los. Es t os s on los gr up os s obr e los c ua le s e s cr ib e n
los m édicos y los psiquíatras. Sin embar go, am bos son
muy p eq ue ños c on re lac ión a l ter c er o y e l m ás imp or ta nte
d e e l l os . E n e s t e gr up o s e e nc u e nt r a n l o s i nd iv i d u os q u e
p o s ib le m e nt e n o p o d r í a n a p r e n d e r t od o l o q u e d e b e n s i n
ser homosexuales. En otras palabras, son los que optan
por venir a este mundo, en esta vida, como homosexuales.
Ant e s d e e nt r a r e n e s t o, r e pa r e m os e n e l he c ho d e q ue
en el mundo hay millones de hom osexuales, hombr es y
m u j e r e s , y q u e a l g u n o s d e lo s m á s p r e c la r o s t a m b i é n l o
han sido.. . No obstante, el com ún de la gente no tiene
idea de q ue entre s us amigos , héroe s y líd eres haya tantos
que no tienen la misma manera de pensar que ella. En
ciertas ciudades del Oeste el porcentaje se eleva al diez
por ciento, e incluso hay estadísticas que arrojan cifras
m á s a lt a s . En la s z ona s r ur a le s , e l p or c e nt a je p a r e c e s e r
m e n or , d e b i d o, p or lo g e ne r a l, a q ue , c om o la m uj e r o e l
hombre homosexual joven deben buscar al de su misma
condición y todo el m undo se conoce per fectamente en
las comunidades pequeñas, a la persona le resulta violento
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LOBSANG RAMPA
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LA DECIMOTERCERA CANDELA
d e b id o a la gr a n i gn or a nc ia d e l m und o he t e r os e x ua l. E s e
torpe mundo heterosexual estima que es justo porque
para él ta l pers ona ate nta c ontra las leyes de los hombre s y
contra la ley de Dios... Sin embargo, permítaseme
decir aquí muy categóricam ente que: 1) si fuera por vo-
luntad de Dios que él sea como es, ¿cómo puede ser
c on t r a S u v o lu n t a d ? ; 2 ) c o nt r a r ia m e n t e a l o q u e c r e e l a
mayor ía, ningún hom bre p ue de hacerse hom ose xua l s i no
lo es, así como tampoco ningún hombre puede trasfor-
marse en heterosexual si no lo es. En verdad, todo hom-
bre o mujer puede intentar cualquier cosa... Incluso
pued e ha cerlo d urante un bre v e lapso, com o lo ev ide nc ian e l
b us c a v id a s y la s p r os t it ut a s q ue ha c e n c ua lq u ie r c os a p o r
diner o, per o no es de éstos de quienes estam os ha-
b la nd o. . . N i n gu na m a d r e ni n in g ú n p a d r e t ie n e n p or q u é
te mer q ue s u hijo o s u hija v aya n a c onv ert ir s e d e pr ont o
en otra cosa... Yo, que llevo mucho tiempo vivido y
cuya e xis tencia es la de hom ose xual, he pasad o gran part e
d e e s t a v id a inv e s t iga nd o e s t e v e r d a d er o p r ob le m a c on e l
n ov i c i o. P e r o m á s t od a v í a d e s p ué s . . . S i n e m b a r g o, ja m á s
he visto ninguna conversión feliz ni permanente de una
c o s a e n l a o t r a . S i n o e x i s t e e l " m i l a gr o " q u e a t r a e a u n
ser humano hac ia otro, nad ie pued e ha cer que s urja. Si se
pudiera, no habría casi homosexuales en el mundo, por-
q u e e l t o r m e n t o p o r e l c u a l a t r a v i e s a n d ur a n t e s u e v o l u -
ción e s tan inte ns o, que darían cua lquier cosa para que s e
produjese ese milagro. No obstante, hay en todo eso un
lado mucho más feliz, y es que el homosexual puede
a p r e nd e r , e v o l u c i o na r y r e a l iz a r c o s a s q u e p o s ib l e m e nt e
no podría aprender de otra manera.
P a r a e l hom os e x ua l c or r ie nt e , una v e z q ue s e a c e p t a a
s í m i s m o c o n p l e n a c o n c i e n c i a , e l m a y or d o n q u e r e c i b e
e s la c om pr e nsión... Ha ad q uir id o a trav é s d e s us pr op ias
experieficias v itales una profunda sensibilidad respecto de
los sentimientos de los demás y habitualmente tiene un
s e nt i d o m or a l m uy e s t r ic t o d e b i d o a l e x t r a or d in a r i o e s p í -
rit u inda ga d or q ue s e ne c e s ita par a ac e pt ars e a s í mism o
en tales condiciones. De esa manera le es posible hacer
muc ho bie n e n e s te m und o p orq ue ha a pr e nd id o la nec e s i -
d a d d e l a d i s c r e c i ó n , la n e c e s i d a d d e la v e r d a d , l a n e c e-
sidad de tener una mente vivaz, la capacidad de captar
r ápida y exactam ente a la gente y de com pr ender inme-
diatamente una situación. En últim o análisis, su vida
entera ha depe nd ido d e esa c apacidad. As í, pues, los gran -
des líderes, guerreros, hombres de negocios, médicos y
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LA DECIMOTERCERA CANDELA
Na cí e n una p eq ue ña p ob lac ión de Ca lif or nia, d e padres
perfectos. Eramos sumamente pobres, es verdad; pero nuestra
extraordinaria madre, cristiana devota, jamás permitió que nos
sintiéramos ni nos imagináramos ser "pobres". Eramos ricos y muy
afortunados, porque, en resumidas cuentas, cuando llovía, ¿quién
podía echar a navegar barquitos por el piso del cuarto de estar
mientras la madre leía emocionantes historias marinas? ¿Quién
tenía un padre que saliese con su rifle al anochecer y al cabo de
una hora trajese a su casa un conejo fresco, en lugar de tener que
comer carne común comprada en la carnicería? Eramos unos
niños afortunados, los tres, además de felices. Educada en una
escuela mixta de misioneros, el deseo más ferviente de mi madre era
que alguno de nosotros entrara en una orden religiosa. Hacia los cinco
años de e dad, me di cue nt a de que mi hermano y yo
teníamos ideas diferentes sobre la importancia de las chicas.
Dos años más tarde supe que nada me resultaba más atractiv o y
agradable que estar en c ompa ñía de muchachos y de hombres.
La belleza física del varón me maravillaba y, ya a esa edad, erá
importante para mí mirar a los muchachos, y eso que era uno más
entre ellos
(quiero decir que participaba en sus correrías y me unía a ellos); pero
siempre me daba cuenta de que la razón que yo tenía para que
me gustaran era distinta de la que tenían ellos para que les
agradara yo. Para ellos, yo sólo era uno más; para mí, ellos eran
algo muy especial, aun cuando no estaba del todo seguro por qué...
Comprendía que las chicas se deshicieran por ellos, pero las
compadecía porque nunca podrían ser un muchacho como yo y
ser ellas al mismo tiempo. Jamás quise ser una chica. Naturalmente,
como jóvenes que éramos, experimentábamos con nuestras cosas,
una vez que supimos que había algo más de lo que originariamente
saltaba a la vista. Así noté nuevamente que yo era distinto debido
a la manera cn que me "sentía" acerca de eso. Y aun entonces
siempre me sentía disgustado al saber que para el otro muchacho la
experiencia no significaba nada..., porque, para mí, era algo tan
espiritual como la religión. Eso me preocupaba porque tanto las
queridas y santas monjas como la Iglesia enseñaban que todo eso era
muy malo, sin duda; de suerte que yo ofrecía misas, plegarias,
velas, obras y toda clase de cosas, pidiendo ser como los
demás. No porque yo lo quisiera, pero tantas personas me
habían dicho que estaba equivocado... No con tantas palabras,
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LOBSANG RAMPA
quería concurrir al colegio (de todos modos nunca había sido demasiado
bueno en él). Cuando salí de la gran urbe para buscar fortuna, por un
momento estuve a punto de ser marinero y echarme a navegar por los
siete mares, incluso llegué a introducirme como polizón en un barco, pero
el sentido común (o el miedo) me obligó a salir antes que zarpara.
Entonces se me ocurrió por un instante que podía ir a Arizona a pelear
contra los indios y los forajidos. Me gustaban los caballos y me daba
maña con ellos, de modo que podía servir en la partida; pero la idea de cazar
hombres con quienes podía simpatizar me apartó de llevar a cabo tal
empresa. Como tenía un temperamento aventurero, estaba en constante
movimiento, en la búsqueda de algún amigo especial y de nuevos descubri-
mientos. Al llegar a los dieciséis años había aprendido tres cosas muy
importantes. Primero, todos los hombres, mujeres y niños se sentían de alguna
manera atraídos hacia mí. Además, todos contaban conmigo y me hacían su
confidente, y así yo era como una estación receptora y debía reconfortar a
casi todos aquellos con los que me encontraba. Esto me llevó a casi todas
las clases sociales, por lo cual entre mis amigos (algunos de los cuales
todavía lo son) había adinerados, pobres, ladrones y sacerdotes.
En segundo lugar, me enteré de que era homosexual. Traté de
obligarme a llevar una vida heterosexual, pero eso siempre me parecía
impuro, mientras que con los de mi misma índole era de lo más espiritual y
digno que se pudiera pedir. Tercero, supe lo afortunado que era y todo lo
obligado que estaba hacia los demás debido a que era fuerte, seguro,
normal, aventurero y porque me necesitaban. Sin embargo, eso me
planteaba un serio problema. Me impo-
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LA DECIMOTERCERA CANDELA
nía obligac iones para las cua les no estaba preparado, obli -
gaciones hacia los sentimientos de las personas. Me di
cuenta de que yo, como cualquiera, podía herir muchí-
s i m o a l a g e n t e s i n o m e c u i d a b a . A d v e r t í, t a m b i é n, q u e
muc hos m uc ha c hos d e m i e d ad, p oc o má s o m e nos, lucha -
b a n t a n t e na z m e nt e a l s a b e r q ue e r a n hom os e xua le s , q ue
todo se les estaba trastr ocando, por lo cual algunos se
volcaban hacia la delincuencia para demostrarse a sí
mismos que eran hombres, otros se abandonaban y se
c om p or t a b a n c om o c hic a s, y ot r os s e hund ía n e n la s m á s
ne gra s pr of und id ad e s. C ompr e nd í q ue, de a lgún m od o, yo
p o d í a a y u d a r l o s . L a ú n i c a m a n e r a q u e y o c o n o c í a e r a la
de hacerme am igo de toda la gente que pudiera y dejar
q u e m e p i d i e r a n a y u d a . C om o t e n í a p r e d i l e c c i ó n p o r l o s
barr ios de ma la v ida, pa s é b as ta nt e t iemp o e n los sa lone s
d e b illa r e s y e n lo s p a r a d or e s . Sin e m b a r go, c om o ne c e s i-
taba también de la estab ilida d de lo más prósp ero, pasaba
igua lm e nte a lgún tiem p o e n la par te a lta d e la c iuda d. Mi
t r a b a j o m e l l e v ó h a c i a l a f o t o g r a f ía y l a s a r t e s c o m o m e -
dio d e v ida, si bie n c ualq uier a que fues e la ocupa ción q ue
me tocara des empe ñar era para mí atractiv a, en particular
s i a nte s no la ha b ía llev ad o a ca b o nunca. L le gó la guerra y
m e a l i s t é e n la a r m a d a . C u a nd o m e d i e r o n d e b a ja , tr a -
b a j é e n c a m p o s p a r a la j uv e nt u d y e n e s c u e la s d e r e e d u -
cación; pero eso no tenía la misma significación que
cuando por casualidad m e encontraba con alguien que
r e a lm e nt e m e ne c e s it a b a . . . P e r m ít a s e m e d e c ir , t a m b ié n,
q u e e n m i v i d a h a h a b i d o m á s h e t e r o s e x u a l e s q u e h o m o-
sexuales y que nunca les dejé traslucir mis gustos, no
porque me avergonzara de ellos, sino porque muchos
p od ía n p e r d e r s u c onf ia nz a e n m í e n c a s o d e no c om p r e n-
der.
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LOBSANG RAMPA
JUSTIN.
66
CAPITULO IV
El autor se sentó en su despacho y sonrió disimuladamente con
una mueca de gran comprensión. Aquello no era en realidad un
"despacho", sino una cama de metal sin alsticos y de lo más
incómoda, de esas q u e s e le v a nt a n y s e b a ja n a p r e t a nd o un
b o t ón y que, cuando están arriba, se produce algún corte de energía.
Empero, ése era el único lugar de que disponía, de manera que
se sentó en él, tal como estaba, con una sonrisa de verdadera
satisfacción.
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LOBSANG RAMPA
El pobre autor suspiró otra vez, irritado. " ¡Vaya, qué cosa
extraordinaria es la gente! ", pensó, si bien la contestación, una vez
mecanografiada, podría ser que le sirviese a alguien.
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Lotta resopló:
— ¡Hombres! No piensan más que en esas cosas. Si alguno se me
acercara con intenciones torcidas, lo mataría. Lo que a mí me interesa son
las mujeres, y
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LA DECIMOTERCERA CANDELA
nada más. Nada más. ¿Has tenido alguna vez relación con un hombre,
Rosie?
Rosie sonrió. Luego, impulsada por sus pensamientos íntimos, se
echó a reír abiertamente.
C o n u n r á p i d o a d e m á n, L o t t a B ul l h iz o q u e u n taxi girara en
redondo y fuera a detenerse ante ellas. Mientras subían, el conductor
les echó una ojeada; lue go b a jó la ba nd era , y c ua nd o L ott a le
ind ic ó la dirección de una sórdida calle de Paddington, situada
exactamente detrás del hospital, hizo un gesto afirmativo con la
cabeza. Para Londres, a esa hora de la n o c h e e l t r á f i c o e r a
l i v i a n o . L o s o f i c i n i s t a s y a s e habían retirado a sus casas, los
comercios estaban cerrados y para que las mult it ude s afluyeran
a los cines y teatros aún era demasiado temprano. El taxi avanzaba
rápidamente, sorteando los pesados ómnibus rojos, pasando a los
v ehículos familiares de la Green Line que también circulaban
velozmente atravesando la ciudad en su recorrido hacia la campaña y
de ella. Al cab o, al lle gar a una esq uina dob ló y se d e t uv o
s ua v e m e nt e . L ot t a B ul l m ir ó e l t a xím e t r o, buscó a tientas en su
bolsillo y abonó el importe.
73
LOBSANG RAMPA
— D e l o q u e t e n g o a n s i a s e s d e u n a t a z a d e t é —dijo—.
Estoy más seco que un esparto.
El t é e s t a b a c a lie nt e ; lo s b iz c oc h os , d e l ic i os os . Luego se
sentaron juntas en una dormilona de estilo antiguo, frente a una mesa
baja.
—Me ibas a hablar, Rosie, del primer hombre que conociste —dijo
Lotta, alargando un pie para hacer a u n l a d o l a m e s a . D e s p u é s
s e d e s c a l z ó e h i z o q u e Rosie se echara a su lado en el diván del amor.
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Bueno, ¿y después?
Rosie Hipps exhaló tal suspiro que por poco sale disparada.
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L o t t a a b r a z ó n u e v a m e nt e la c i nt ur a d e R os i e y replicó:
E n e s e m o m e n t o s e o y ó u n f o r m i d a b l e r u i d o a lata producido
por dos autos al chocar. Lotta Bull se incorporó con tanta brusquedad
que la pobre Rosie s e c a y ó a l s ue l o, y c or r ió a la v e nt a na p a r a
ver la e s c e na q ue s e d e s a r r olla b a a b a jo: tr a ns e únt e s b o-
quiabiertos, dos conductores insultándose a gritos y, después, la policía.
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De sp ué s d e lo q ue de b ió de s er un la ps o m uy pr olongado, volví
a tener noción de las cosas. Me parecía tener sobre mí un peso
tremendo que me estaba v a p u l e a n d o . " ¡ O h , m i D i o s ! " , p e n s é
c o m o e n sueños, "se me ha sentado encima un elefante". Abrí los
ojos y lancé un grito de terror. El yacía sobre mí y yo también
estaba desnuda. Me estaba lastimando, te imaginas. Entonces dio
un salto y cayó de rodillas y se puso a suplicarme insistentemente.
En ese mom e n t o s e o y e r o n p a s o s a l a c a r r e r a , u n a l l a v e S e
introdujo en la cerradura y dos hombres irrumpieron en la
ha b it a c ión. ¡Y t od o c ua nt o m e c ub r ía e r a e l r u b o r d e m i
b o c h o r n o ! — L o t t a B u l l s e a c o m o d ó contra el respaldo con los
ojos entornados, como si estuviese entreviendo la escena. Rosie
prosiguió—:
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— A q u e l l a n o c h e a p r e n d í t o d o l o r e f e r e n t e a l a v ida. T od o
lo q ue ata ñe al s e xo. ¡V a ya, v a ya! Algu nas de aquellas
muchachas estaban locas. ¡Completamente loc as ! ¡Qué c osas que
hacía n entre ellas! Sin embargo, aquella noche infernal e
interminable también pasó y a la mañana me dieron el desayuno,
que no pude probar, y después me llevaron al juzgad o. . . ¡q u e n o
e r a p r e c is a me n te e l B u c k i n g h a m P a -lace! —Guardó silencio unos
instantes para poner en ord e n s us am ar gos p e nsam ie nt os y
e nc e nde r otr o cigarrillo. Luego continuó—: La empleada de policía
q u e v i n o a p o r m í m e t r a t ó c o m o s i y o f u e r a u n a peligrosa
delincuente. Sin duda me tenía fastidio. Le d ije q ue la ofe ndida
era yo, p er o me r e plic ó: " ¡N o me digas! " Después de mucho
esperar, me metieron en la s a la de a ud ie nc ia s . ¡Oh, f ue
e s p a nt os o! Al lí estaba la prensa. Mamá me miraba enojada desde su
asiento. Después trajeron al maestro de doctrina y lo sentaron en el
banquillo. Yo tuve que contarlo todo. Algunos hombres acezaban.
Luego me preguntaron si yo h a b ía i d o c on é l v o l un t a r ia m e n t e .
D ij e q u e s í, p e r o q ue n o s a b í a q ué e r a lo q ue é l q ue r ía . Tod os
s olt a r on la c a r c a ja d a . ¡Oh; t od a v ía no p ue d o c a s i soportar
acordarme de eso! —Calló para enjugarse los ojos con un trocito
de cinta—. No obstante, dijeron que de cualquier manera yo
estaba en edad de consentir, con más de dieciséis años. Entonces, un
periodista que había hecho una descripción cabal de nuestra escuela, se
apresuró a decir Atte él me había visto correr hacia el auto y entrar en
él. Y agregó
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q ue n o ha b ía m e d ia d o u s o d e f ue r z a . En s ínt e s is , dejaron en
libertad al maestro, con la advertencia de que en lo futuro debía
portarse bien. ¡Caray, cómo salió corriend o de aquel juz gado! —
Se de tuv o para a p a g a r el cigarrillo y tomar un trago—.
D e s p u é s empezaron conmigo. Yo era una chica mala, desagradecida,
perversa. Hasta mi pobre madre, viuda y suf r i d a , q u e s e h a b í a
deshecho las manos por m í durante dieciséis arios, había
caído enferma por mi culpa y me había ec hado, me había
desprec iad o, y no quería saber más nada de mí. De manera,
pues, que el tribunal tenía que tomar alguna medida al respecto
para salvar mi alma. Entonces, una delegada de l i b e r t a d v i g i l a d a , o l o
q u e f u e r e , s e p a r ó r u i d o s a mente sobre sus patas traseras y echó un
discursb. El vejete que entendía en los casos jugueteaba con sus
ante ojos, c ons ultó uno o dos libros y de sp ués d ijo que te nían
que env iarme d os años a la Escuela de Niñas Descarriadas. —Lotta
Bull meneó la cabeza con muda conmiseración—. Eso me destrozó
totalmente. P o r q u e y o n o h a b í a h e c h o a b s o l u t a m e n t e n a d a .
Entonc es les dije lo que me p arecía, pero c on toda la ca lma que
p ud e p or q ue q uer ía ma nt e ne r lim p io mi prontuario. El
vejestorio me contestó que yo era una chica grosera y de lo más
desagradecida. Luego dijo "el caso siguiente", y me llevaron a
empellones a una celda. Hubo un tipejo que me puso un empa -
redado entre mis manos temblorosas y otro que me ala rgó un
jarro grande y rústico de té frío. Ni decir que no pude probar nada
de eso.
— I g u a l q u e c u a n d o m e a g a r r a r o n a m í — d i j o Lotta--. Pero,
sigue.
—Al rato vino una mujer que me dijo que ese día n o p o d r í a i r
a l a E s c u e l a y q u e d e b e r í a p a s a r L i noche en la prisión de
Holloway. ¡Imagínate, yo en H o l l o w a y , y s i n h a b e r h e c h o n a d a d e
veras! No
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¿ A h , s í ? ¡ C u e n t a ! P e r o s i e s e l m á s e r m i t a ñ o de todos los
ermitaños. ¿Cómo has hecho para conocerlo?
En el rostro de Rosie se dibujó una misteriosa sonrisa.
—Me ha ayudado mucho. Me ayudó cuando creí volverme loca. ¡Por eso
lo conozco! —Hurgó en su cartera hasta que al fin extrajo una carta—. Es de
él —explicó extendiéndosela a Lotta.
Esta la leyó y asintió con la cabeza.
—Dime, ¿cómo es él? —inquirió.
¡ O h ! E s m á s b i e n a n t i c u a d o — r e p u s o R o s i e — . No bebe ni
fuma y, en cuanto a la mujer, sólo existe como concepto abstracto para él. Y,
además, porque tiene el mismo sex appeal que una pasa de uva —agregó—.
No; piensa que si las mujeres se quedaran en casa y cuidaran de sus hijos, el
mundo sería mejor. Ya sabes, muerto el perro se acabó la rabia.
Lotta Bull frunció el ceño pensativamente.
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A s í q u e . . . n a d a d e m u j e r e s , ¿ e h ?
¿ S e r á , acaso... como nosotras: homosexual?
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CAPITULO V
De una c e r c a na d e p r e s i ón d e l t e r r e n o l le g ó u n murmullo
débil, extraño, seguido de gorgoteos y del traquetear de guijarros. En
seguida aparecieron las
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U n j ov e n s e a p a r t ó d e l gr u p o y e c hó a c or r e r a campo
traviesa, saltando de lugar seco en lugar seco lo mejor que podía.
Junto a él, un gran mastín iba ladrando y haciendo cabriolas. Con
gritos y ladridos, entre ambos hicieron que los yaques fueran en
direcc ión d e lo s ot r os , y u na v e z he c ho e s t o, h om b r e y m a s t ín
s a lie r on a m a nt e ne r a los p on ies r e unid os contra un distante
muro de roca.
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A ll í, e l o b s e r v a d or a t e nt o p o d ía d is t in g u ir u na mancha de
color, es decir... dos manchas de color. A la entrada de la
caverna se hallaban sentados un lama y su acólito, ambos secos
y a sus anchas, mir a nd o la vasta p la ni c ie de L ha s a y
ob s e r v a nd o e l rápido retroceso de las aguas que hasta ese momento
inundaban la tierra. El inesperado aguacero había dejado el aire
aún más límpido que de costumbre y los d os c ont em pla ba n
aq ue l pa isa je q ue les er a fa miliar.
Desde lejos, los techos dorados del Potala se veían relumbrar con
enceguecedores destellos al reflejarse el sol en sus múltiples
facetas y ángulos. El frente recién pintado del edificio despedía un
fulgor ocre, y las Banderas de Oración se sacudían y ondeaban con
el fuerte viento. Los edificios de la Escuela de Medicina, en la
Montaña de Hierro, tenían un aspecto e xtra ñam e nte fr es c o y limp io,
y los d e la a ld ea d e Shii relumbraban.
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. A b a j o, a l p ie d e la m o nt a ñ a , l o s m e r c a d e r e s ha bían logrado
cargar sus yaques y montar sus ponies y, en ese momento, entre
gritos y chanzas, habían emprendido su lenta marcha hacia el paso
que desc i e n d e , d e s c i e n d e , y l l e v a a l a s t i e r r a s b a j a s d e l
Tíbet... y de la China.
A l l á e n l o a l t o , l o s b u i t r e s s e c a l a b a n y r e v o l o teaban en
busca de alimento, escudriñando., con su penetrante mirada la presencia
de algún ser humano
u otra criatura viviente en aprietos. Uno de ellos se
p r e c i p i t ó s o b r e e l b o t e r o a h o g a d o y a ú l t i m o m o mento v iró
observando atentamente. Al ver que no se movía, el ave volvió a
lanzarse sobre su presa y se
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D i c h o e s t o , v o l v i ó s e y e n t r ó e n l a c a v e r n a . E l muc hachit o
se puso pre stament e de pie y tom ó un t r o z o d e c u e r d a q u e
ha b ía a u n c os t a d o, s e l o e n roll ó a la c int ur a y e n t or no a los
hom b r os , y a s í, con grave riesgo de ahorcarse, se deslizó por el
sendero hacia el llano del valle. Iba ya a dirigirse hacia el otro
lado de un gran peñasco, cuando de pronto se detuvo. Allí estaba,
echado, un enorme pájaro, componiéndose y secándose las plumas
mojadas por el reciente aguacero.
E l a c ó l i t o s e q u e d ó p e n s a n d o q u é l e c o n v e n í a hac er. Si
e sp era ba a q ue e l av e oc ult as e la ca b eza bajo el ala, podría
acercársele a hurtadillas y asestarl e u n g o l p e q u e l a d e j a r a
bien aturdida. Si, en cambio, se le aproximaba reptando,
podría agarrarla de una pata. Ev identemente, la primera idea era
la mejor. Se escurrió, pues, de costado, conteniendo la respiración y
av anzando lentamente hasta ponerse bien arrimado a la roca.
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S i n e m b a r g o , l a t e n t a c i ó n e s a l g o q u e s i e m p r e tiende celadas
a los niños. Sobre una gran roca plana oscilaba un inmenso peñasco
que, por algún capricho de la naturaleza, había caído en una posición
que
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aquel me nsaje, " ¡leña, leñ a! " Volv ió a girar sobre sus talones y
lanzóse nuevamente a la carrera por el s e nd e r o, c on a q ue l
a p r e m ia nt e " ¡le ña , l eñ a! " g ol peándole el cerebro.
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— ¡Per o, c r i a t u r a ! — r e p l i c ó l e e l l a m a , u n p o c o enfadado—.
Este ejercicio no puede hacer sino bien, a m e n o s q u e s e t r a t e d e
u n a p e r s o n a d e c o r a z ó n débil o de mujeres aquejadas por
alguna indisposic ión fem e nina. No cr e o q ue pad e zc as de l
c ora z ón, p er o p or la f or ma , c om o pr ote s ta s y gime s e s muy
p os ib l e q ue s e a s una v ie ja y, p or lo t a nt o, q ue ya hayas pasado
el tiempo de padecer de los trastornos
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—¿Por qué estás encorvado de esa manera? ¿Estás enfermo? ¿Te duele
algo?
— ¡ S í , e n f e r m o ! ¡ T ú ! ¡ S e n t a d o a h í c o m o u n a v ieja con
juanetes y callos! ¡Como las v iejas que se sientan en los
alrededores del mercado para oír el c hism or re o d e los me rc ad e re s!
¿Te s ie nt e s ma l d e los pies? —Se puso de rodillas para revisarle
los pies;. pero, al comprobar satisfecho que no tenía nada, se lev ant ó—.
¡Muc hacho, p onte de pie ! —le orde nó—. Ya verás cómo tienes que
hacer para relajar los pies. Porque supongo que los sientes cansados
después de h a b e r q u e r i d o a p o r r e a r a q u é l p á j a r o y p o r h a b e r
t um bad o aq ue lla p ie dra q ue , p or c ier t o, no te ca usaba mal
alguno. Ese es el motivo de que ahora estés cansado. Yo te enseñaré la
forma de relajar tus pies. —Tomó al muchacho por los hombros e
hizo que se p a r a s e d e r e c h o — . A h o r a v e r á s c ó m o t e c i r c u la r á
m e j o r l a s a n g r e . P á r a t e e n u n p i e , p r i m e r o e n e l izq uie rd o.
L ue go lev a nt a e l p ie d er e c ho y m uév e lo d e l t ob i l lo p a r a a b a j o.
No m ue v a s toda la p i e r na , recuérdalo, pues estamos
trabajando con tus pies. Muévelo. Deja quieta la pierna y sacude
fuertemente el pie desde el tobillo para abajo. Sacúdelo durante
tres minutos hasta que empieces a sentir un hormigueo. Después
pon ese pie en el suelo, levanta la otra pierna y sacude el pie tres minutos
seguidos. Haz
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rarte así. —Se inclinó y apartó los pies del muchacho unos sesenta
centímetros—. Párate siempre con los pies bien separados y deja
que tu cabeza quede colgando hacia adelante como si tus músculos
hubieran perdido la fuerza. Con la cabeza colgando libremente,
imprímele un movimiento de rotación lento, una vez, en el sentido
de las agujas del reloj. Los brazos deben estar colgando
sueltamente. Después de eso, deja que tu cabeza quede otra vez
colgando inánime hacia adelante, pero ahora debes dejar que tus
hombros caigan como si no tuv ieras músculos. Es decir que tanto
tu cabeza como tus hombros y tus brazos est á n c olga nd o
libr em e nt e. De sp ué s haz gira r tus hombros en el sentido de las
agujas del reloj, pero cuidando que la cabeza y los brazos estén
fláccidos y n o s e m u e v a n . U n a v e z h e c h o e s t o , h a z e l m o v i -
miento inverso.
—Ahora —dijo el lama— tienes que poner los pies mucho más
separados para tener una buena base de sustentación; deja que de la
cintura para arriba todo
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E l j o v e n a c ó l i t o m i r ó c o n a s t u c i a a l l a m a y r e puso:
— S í , v e n e r a b l e l a m a ; d e b o r e c o n o c e r q u e r e a l mente me
siento mucho mejor después de esto. Pero estoy seguro de que me
sentiría mejor aún si pudiera descansar después de hacerlo, porque, como
usted ha dicho, mañana nos espera una larga y difícil travesía y m e
t e m o q ue e s t os e je r c ic i os m e f a t igue n in út il mente.
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I n m e d i a t a m e n t e , e l s o l s e o c u l t ó d e t r á s d e l a s montañas y la
oscuridad de la noche pareció elevarse c om o se elev a n la s a gua s e n
ép oca de av enida. El m a c iz o or ie nt a l d e la c or d il le r a s e f ue
hund ie nd o cada vez más profundamente en la naciente noche, y a
p o c o s ó l o q u e d ó e l t i n t e m ú r i c e d e é s t a y u n a suave brisa que
trasportaba, incluso a esa distancia, un hálito de incienso y de sebo
rancio.
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E l v i e n t o n o c t u r n o a m i n o r ó ; d u r a n t e u n l a p s o apreciable
reinó una calma chicha y luego comenzó a soplar una brisa ligera en
sentido contrario. Los seres que viven de día comenzaban a moverse.
El lama suspiró.
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A l c a b o d e u n r a t o l a c a v e r n a q u e d ó l i m p i a y barrida con
ramas secas, y con un montón de leña apilada contra un muro
interior, preparada ya para los próximos viandantes. Entonces,
ambos se sentaron juntos en el borde de la roca.
— T i e n e s q u e a p r e n d e r u n p o c o d e r e s p i r a c i ó n ---dijo el
lama—. El ruid o q ue hace s a l resp irar es c om o e l d e la s a la s
d e l b uit r e e n e l a ir e . V e a m os; ¿cómo tienes que sentarte para hacer
los ejercicios respiratorios?
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El m uc ha c ho se se nt ó y c om e nz ó a r e sp ir ar, e n ta nto q ue el
lama lev antaba lentament e una mano para marcarle el ritmo
correcto de la respiración.
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o lv id a d o d e n a d a , y j u nt o s d e s c e n d i e r on ha c ia e l v a lle p o r e l
s e nd e r o, e n c uy o e xt r e m o e l la m a d isp us o a lguna s p iedr a s d e
maner a q ue se ña las e n e l camino hacia la cueva.
— V e a b u s c a r l o s p o n i es — d ij o , v o l v i é n d o s e a l muchacho.
De mala gana, el acólito se alejó en busca de algún ra str o d e los
ca ba llos y, a l ca b o, tr ep á nd os e a un gran peñasco, los divisó
como a unos cuatrocientos metros. Cautelosamente se fue
deslizando de roca en roca hasta llegar muy cerca de ellos.
Advertidos, los caballos se miraron entre sí y luego miraron al joven
a c ó l i t o ; p e r o, a m e d i d a q ue é s t e c a m i n a b a h a c i a ellos, los
animales se alejaban exactamente al mismo compás. El muchacho cambió
de dirección y procuró tomarlos de frente, pero los dos caballos, impertur-
b a b l e m e n t e , a c e l e r a r o n u n p o c o l a m a r c h a y s e mant uv ier on
a la m ism a dis ta nc ia. A t od o e st o, e l pequeño ya se sentía
bastante acalorado y jadeaba. E s o s animales —para él no
cabía duda a l g u n a — t e nía n en la cara una e xpr e s ión
c ínic am ent e s oc a rrona.
E l la m a m ir ó a la p o b r e c r ia t ur a y u na s onr i s a juguetona se
le insinuó en la comisura de los labios.
—¿Conque es así? —inquirió tiernamente—. Veamos
entonces si vienen por mí.
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E l l a m a h i z o u n g e s t o c o n l a c a b e z a , m o n t ó a caballo y se
quedó aguardando. El muchacho dio un salto excesivamente grande
para tomar desprevenida a s u c a b a lga d ur a , p er o e l a nim a l hiz o
un le v e m ov im ie nt o y e l c h iq u il l o p a s ó p or e n c i m a d e l l o m o y
fue a aterrizar estrepitosamente en la arena.
— ¡ A y, q u e r i d o, q ue r id o ! — s e l a m e nt ó e l la m a , suspirando
resignadamente mientras se le acercaba—. Tod os los día s la misma
his toria. Pero e s que t ene mos prisa... —Se inclinó para levantar
al muchacho y lo depositó sin contemplaciones sobre el lomo del
pony—. ¡Andando! —ordenó--. Ya hemos perdido bastante
tiempo. Tenemos que apresurarnos, o perderemos otro día más.
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CAPITULO VI
— E s t e t i p o d e b e d e e s t a r t o c a d o — v o c i f e r ó — . ¡Papanatas!
¡Qué cantidad de gente inconsciente se sale con la suya con los libros!
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E n e s e m o m e nt o s e a b r i ó l a p u e r t a y e nt r ó m e neándose
Candy Hayter, una de las mecanógrafas.
— ¡Vaya manera de gritar la de ustedes! —observ ó— . P e r o y o
s é q u e e s v e r d a d l o q ue d i c e n e s t os libros. Su autor ha sido
acusado, juzgado y sentenciado por la prensa corrompida, sin
que se le diera ninguna oportunidad para defenderse. Para
ustedes, eso es periodismo; . y los incautos como ustedes son ta n
e st úp id os — c lav ó la v is ta e n R ust y Na le s y e n Iv án Aust in—
que cree n a pie junt illas t odo lo que dicen los diarios. ¡Bah!
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S u v o z s e e s f u m ó y p o r u n m o m e n t o h u b o u n silencio,
quebrado al fin por Iván Austin para decir:
¿ V e n , l o q u e y o d i g o ? E s t á l o c o . . . E l t i p o debe
de haber estado muy drogado cuando escribió eso.
A h o r a v o y a e n t r a r e n l a d i s c u s i ó n — d i j o — . E s c u c he n.
Voy a le er le s algunos p as aje s d e una de la s revistas británicas
más importantes.
S e d e t u v o p a r a r e p a s a r la p á g i n a , p e r o e n e s e m om e n t o
v olv i ó a a b r ir s e la p u e r t a y e nt r ó R . U. Crisp, gerente del
establecimiento.
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( . . . ) Ar r e g l é , p u e s , a q u e l l a p ie z a d e m u s e o y, q u e r i e n d o
a v e r i g u a r s u c a p a c i d a d D X , t o m é p o r c o s t u m b r e , d u rant e
la s v a ca c ione s e sc olare s, p oner e l d es p ert ad or para q u e
sonara a las dos de la mañana y buscar estaciones
radiofónicas estadounidenses para escucharlas con los auri-
culares.
Y a h o r a v i e n e l o e x t r a o r d i na r i o . E n d o s o t r e s o p o r t u -
nid a d e s , e n e l la p s o d e v a r ias s e m a na s , e n lo s m om e nt os
e n q ue ya hab ía re t ira d o la b ob ina r em p laza b le de la a nte -
na para cambiar de longit ud de onda (lo c ual s ignifica que
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v e z ; p e r o r e c ue r d o q ue m e q ue d é e s p e r a nd o a lr e d e d or d e
una h or a p a r a t r a t ar d e oír a lgo m á s , s i n c ons e gu ir lo. L a
mayor ía de las emisoras eur opeas hacía ya rato que ha-
bían dejado de trasmitir, y yo estaba lejos de las radio-
difusoras comerciales de gran potencia y tampoco había
aficionados que operasen en el área.
Ya m e había olv idado de todo aquello, cuando m e lo
hizo recor dar la hipótesis de Free Gird. Después, de la
manera inopinada en que siempre suceden las cosas, di
con un libro de publicación reciente, titulado Break-
through, que muy esp ec ialme nte les rec omie nd o. Su a utor
s ost ie ne q ue, s i s e c onec ta u n gra ba d or ma gne t of ónic o d e
los comunes y se lo deja andar solo, al pasar la cinta
p ue d e a dv ert ir s e q ue re pr od uc e v oce s pr ov e nie nt es d e lo s
muertos.
Y, ahora, unas pocas palabras que impresionan más que e l
"espiritism o", cuya sola m ención levanta vehementes
op i n i on e s e n f a v or y e n c on t r a . De m a n e r a q ue , s i u s t e d
e stá e n c ontra y p ie ns a: "P e ro, ¡t odav ía m ás s up er cher ía s
s ob r e v i b r a c i o n e s y e c t op la s m a ! " , l e p id o q ue s e s of r e ne y
me tenga paciencia unos minutos más.
Yo, personalmente, por el momento soy neutral. Sólo
sé lo que he leído. El doctor Raudive, su autor, no se
de d ica a la e lec tr ónica, per o apar e nt em e nte ha re gis tra d o
alreded or de set enta y d os mil de esas v oce s, de las cua les
s e ha t r a s la d a d o a l d is c o u n a se le c c i ón q ue s e e nc ue nt r a
en venta. Lo que es más im portante aún desde nuestr o
punto de vista, es que ha reunido una gran cantidad de
op in ion e s im p a r c ia le s , inc lu s o la s d e f ís ic os e in ge n ie r o s
e le c tr ónic os d e pr imer a línea , t od os los c ua le s c orr ob or a n
la a f ir m a c i ó n d e q u e la s v o c e s a p a r e c e n v e r d a d e r a m e nt e
en la c inta, a pesar de que no tod os ellos está n se gur os d e
que prov engan de los muertos. Nadie es capaz de formula r
ning una t e or ía q ue p e r m it a c onc ilia r la s le yes na t ura le s
c onoc ida s c on e st e fe nóm eno . Los inge nier os e lec tr ónic os
h a n s o m e t i d o a e x p e r im e n t a c i ó n e s t a m i s t e r i o s a p r o d u c -
c ión d e v oc e s , p or m e d io d e s us e q uip os e s p e c ia l e s , y la s
han hec ho más not orias c on div ersos circ uitos cread os p or
e llos (e n es t e libr o s e pr op or c iona n los gr áf ic os c orre s p on -
dientes), los cuales son más adelantados respecto del
aparato original d e Raudiv e. Entre parénte sis, se d ice que e l
video tape p od r ía s er uno d e los m e d ios , p a r a lle v ar a cabo
futuras tareas de perfeccionamiento.
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nuevo sus anteojos y miró en torno para observar el efecto que había
causado su lectura.
En los lindes del valle de Lhasa, donde el sendero desciende hacia las
tierras bajas y donde el lama y su acólito se incorporaban ya para
prepararse a continuar su travesía en los reluctantes ponies, el
descanso había llegado también a su fin.
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M u c h a s v e c e s , e l l a m a y s u a c ó l i t o t e n í a n q u e cruzar y
recruzar el río por precarios puentes construidos con maderos
suspendidos de bejucos o largos t a llos d e p la nt a s t r e p a d o r a s,
t a llos e s t os q ue s on flexibles como la maroma y fuertes como la
madera; y c a d a v e z q ue e s t o oc ur r ía t e nía n q ue v e nd a r los ojos
a los ponies y conducirlos cuidadosamente por a q ue ll os p ue nt e s , p ue s
d e ot r a m a ne r a no ha b r ía habid o pon y ni caballo alguno que se
hub ie se atre vido a atravesar tan riesgosas estructuras.
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E s a n o c he s e ha b l ó m u c ho. Se ha b l ó d e l o q u e s uc e día e n
Lhas a, d e lo q ue los m er cad er e s pr oc e dentes de la India contaban a
los lamas acerca de los monjes, y así la conversación de los lamas y
acólitos a l c a n z ó animación en aquel pequeño lamasterio.
Además, se contaron sucesos referentes a los cultiv a d or e s d e t é
d e As s a m , e p i s od i os t o c a nt e s a l os mercaderes de Bhutan y, por
supuesto, las inevitables hist or ias a ce rc a d e los c hinos y s us
v ile za s, d e s u perfidia, y de que, con el correr de los años, habrían
de invadir aquellas tierras. La conversación, pues, se tor naba
interminable. En ese lugar, el sol se ponía temprano y la más
profunda oscuridad cubría aquella negra hondonada del valle.
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Allí, como las tierras eran bajas, al joven acólito le costaba trabajo
respirar debido a la atmósfera demasiado húmeda, excesivamente
densa. Le parecía que el aire lo ahogaba y andaba de un lado a
otro, desvelado, pues le resultaba totalmente imposible dormir
entre las cuatro paredes del dormitorio colectivo de los monjes.
L a luz d e l d ía d e m or a b a m uc ho m á s e n ll e ga r a aquel
lamasterio diminuto oculto en el abrigado valle r od ead o p or t oda s
par te s d e e norm es r oca s d e nsa mente cubiertas de vegetación
subtropical (debido a que, por lo compacto de la atmósfera, la
temperatur a s ub e r á p id a m e nt e ), d a d o q ue l os r a yos s ol a r e s
eran interceptados casi hasta promediar la mañana, p or lo cua l
t od o p e r m a ne c ía e n p e num b r a e n una vaporosa lobreguez.
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L u e g o l e r o c i ó l a c a r a y l a c a b e z a r a p a d a , y e l chico se
estremeció espantado.
Y a t e h e a d v e r t i d o — p r o s i g u i ó e l l a m a — q u e n o hay
q ue e xt r e m a r la r e s p ir a c ión p r of und a a l p r in cipio. Aunque te
parezca bueno no la exageres Y
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LOBSANG RAMPA
p or a ña d i d ur a , t ú lo ha s he c h o a s p ir a n d o a t od o p ulmón este
aire tan fuerte... Te he v isto desde la ventana. Tus pulmones se
expandían y se contraían c omo fuelles... Pero he llegad o jus to a
tiemp o, por que, de no ser así, te hubieras desbarrancado y ya no
habría tenido a nadie para divertir a los ponies. . . Ven; ponte de pie y
volvamos al lamasterio.
—Ten cuidado cuando comas esas frutas —le dijo por lo bajo al
jov en acólito el muchacho con quien a n t e s había hablado
aquél—. Porque, si comes
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LA DECIMOTERCERA CANDELA
— D e b o r e c a l c a r , u n a v e z m á s , q u e d e n i n g ú n modo es
imprescindible que os sentéis en la posición d e l loto ni en
n i n g u n a o t r a q u e n o s e a c ó m o d a . Siempre debéis sentaros de la
manera más agradable, en una posición en que vuestra columna
vertebral se halle derecha, porque solamente así es posible obte-
ner el máxim o de be neficios. Recordad, asim ismo, que durante
el día hay que sentarse con las palmas de la mano vueltas hacia
arriba para poder absorber la benéfica influencia del sol; pero
que, cuando los ejercicios se hacen después de la puesta del sol,
hay que poner las palmas hacia abajo, porque en ese
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LOBSANG RAMPA
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LA DECIMOTERCERA CANDELA
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LOBSANG RAMPA
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LA DECIMOTERCERA CANDELA
De t úv os e de n ue v o para v e r if ic ar q ue s us d is c í pulos
realizaran correctamente los ejercicios, y, al advertir que un
hombre mayor se iba poniendo azulado, se apresuró a indicarle:
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LOBSANG RAMPA
A l f i n, d e s p u é s q u e l os n iñ o s , l os m o n je s y l o s lamas hicieron
durante aquella mañana sus ejercicios r e sp ira t or ios, pa ra d e lic ia de l
jov en a c ólit o la s le c c i o ne s l l e ga r o n a s u t é r m i n o y, t a n t o é l
c om o l os d e m á s , q u e d a r o n e n l i b e r t a d p a r a s a l i r a c a m p o
abierto, donde ya el sol del mediodía se derramaba sobre el v alle
disipand o las tiniebla s, aun c uand o, también, aumentando
desdichadamente el calor. Los insect os zumba ban ob stinadam ente
en t orno, ob ligando al infeliz acólito, que no estaba acostumbrado
a ellos, a saltar y saltar continuamente para eludir los ataques
que le inferían en las partes más vulnerables de su anatomía.
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CAPITULO VII
L a d y S t . J o h n d e T a w f e - N a us e , d e l H e l l z a p o p p i n Hall, sentóse
en mayestática soledad a la cabecera de la inmensa mesa del salón
comedor. Contrariada, j ug ue t e a b a c on una p e q u e ña r e b a na d a d e
p a n d e centeno tostada que tenía ante sí. Tomó con delica deza la
taza de té y la llevó hasta sus bien delineados l a b i o s ; pero
i n m e d i a t a m e n t e , r e s p o n d i e n d o a u n impulso, la depositó en el
platillo y se dirigió presur os a a s u e s c r it or i o la b r a d o. Es c ogi ó
una h oja d e p a p e l d e c a r t a q ue t e n ía im p r e s o e l t im b r e d e un
famoso antepasado normando ( ¡en realidad, se llam a b a
Gui lla um e ! ), f or m a d o p or un c uc lil lo c a lv o rampante
(concedido por ser él también un poco cuclillo y porque
andaba siempre arriesgándose), y c om e nz ó a e s cr ibir c on una
pluma q ue hab ía s id o sustraída a uno de los lacayos del Duque de
Wellington, el cual, a su vez, la había sustraído en una posada de
Fleet Street.
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LOBSANG RAMPA
E n a q u e l m o m e n t o , e s e g r a n h o m b r e , S y l v a Skreen, se
encontraba sentado en su despacho y se disponía a escribir una carta que,
esta vez, no mecanografiaría su secretaria. Con toda parsimonia
desenroscó su estilográfica de oro macizo —la tachonada d e
b r i l l a n t e s , c o n u n e n o r m e r u b í e n e l e x t r e m o opuesto a la
pluma—, hizo una mueca, hurgó en su mente algunas palabras de
su maltrecho y fragmentario inglés, y al fin, cuando ya el suspenso
se tornaba fatigoso, estiró un brazo, tomó una llamativa hoja de
papel y comenzó a escribir.
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LA DECIMOTERCERA CANDELA
E s t a n d o e n e l le ja n o Ur ug u a y, e l Au t or r e c ib i ó una carta
proveniente de Seattle, E.U.A. La enviaba un individuo sumamente
acaudalado, que decía: "Me he enterado de que quiere usted
regresar a América del Norte, pero que no dispone de dinero para
viajar. Le hago, pues, una proposición muy ventajosa. Me
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LOBSANG RAMPA
—Am ig o, e lla dice ir, dice. Dice us ted a l lama quiere v er,
d i c e . N o m u e v e d e l um b r a l c o nm ig o y espera todav ía. Dice a él
está Vilhemina Cherman, ¿eh?
132
LA DECIMOTERCERA CANDELA
— ¿ R a m p a ? — p r e g u n t ó u n a b r o n c a v o z f r a n c o canadiense—.
¿Vive aquí el doctor Rampa?
— ¿ Q u i é n e s e s e t a l d o c t o r R a m p a ? ¿ E n q u é s e ocupa?
¿Dónde está? —inquirió el otro.
I nc óm od o s , a m b os p ol ic í a s p e r m a ne c ía n m ir á ndose,
descansando ora en una pierna ora en la otra. Por último, el de más
edad dijo:
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LOBSANG RAMPA
Se ñ or a s y s e ñ or e s , n i ñ os , f e l i no s d e t o d o ja e z , escuchad este
aserto, proclama y declaración: Yo,
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LA DECIMOTERCERA CANDELA
M a r t e s L o b s a n g R a m p a , e n u s o d e m i s n o m b r e s propios,
legales y únicos, digo: Que no tengo intereses comerciales. Que no
me dedico a actividad alguna q ue no s e a la d e e s c r it or . Qu e n o
a v a lo ningún in cienso, a ninguna empresa de v entas por correo
ni nada. Ciertas personas vienen utilizando denominac i o n e s
c o m o , p o r e j e m p l o , " E l T e r c e r O j o " : y o h e es crit o un libro con
ese t ítulo, pero no he fundad o ninguna c om pa ñía d e v e nta s p or
c orr e o. De m od o que no tengo nada que ver con ella.
Señoras y señores, niños, felinos de todo jaez. Yo no tengo
discípulos, estudiantes representantes, seguidores, alumnos,
intereses comerciales ni agentes, except o mis agent es liter ar ios .
Tampoc o he e scrit o ningún libro "rechazado por los editores debido a
su contenido ilícito". Puede haber alguien que pretenda d e sp ojar os de l
diner o q ue t a nt o tra ba jo os c ue sta ga na r ( ¡oja lá p ud i e r a
ga na r lo yo! ). De m od o q ue estáis advertidos... y por mí.
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LOBSANG RAMPA
E l A u t o r s e e c h ó h a c i a a t r á s y m i r ó p a s a r u n barco.
Nuevamente arribaba un barco trayendo todo género de especies
desde el Japón, pero eso no compa ginab a c on e l libr o... El Aut or,
p ue s, v olv ió c on reluctancia a su trabajo y prosiguió.
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LA DECIMOTERCERA CANDELA
S u p o n g a m o s q u e e l S u p e r yó n o e s e l S u p e r y ó , sino un
cerebro cualquiera. Tenemos, así, que hay una cantidad de
cerebros flotando en alguna parte, hasta que al fin uno de ellos
resuelve conocer, exper im e nt a r algo m á s q ue e l p ur o p e ns a r . P or
" p ur o" p e ns ar q ue re m os s ignificar q ue e l p e ns am ie nt o e s algo
inma t er ia l, s in r efe rirnos c on e llo a lo p ur o o impuro en el sentido
moral de la expresión.
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LOBSANG RAMPA
N u e s t r o c e r e b r o e s c o m o e l S u p e r y ó . N o t i e n e sensibilidad
por sí mismo. Pero volvamos al cerebro dentro de su caja, en
procura de experiencias. Debemos tener presente, sin embargo, que
hacemos una comparación entre el cerebro y el Superyó, pues éste
e s u n e l e m e n t o m u l t i d i m e n s i o n a l d i f í c i l d e c o m prender.
Pero, después de haber visto y oído, falta todavía saber qué olor
tiene las cosas. Para ello, lo mejor es
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LA DECIMOTERCERA CANDELA
E l a lb a ñ i l t i e ne d e d os b a s t os p or q u e m a n ip u la ladrillos. El
cirujano, en cambio, tiene dedos sensi bles debido a la imprescindible
delicadeza de tacto
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LA DECIMOTERCERA CANDELA
E n c a r e m o s e s t o d i r e c t a m e n t e d e u n a v e z p o r todas: Nadie
tiene Guías pieles rojas, pieles blancas, pieles negras ni tibetanos,
ni muertos ni v iv os. En realidad, no alcanzarían todos los tibetanos por
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LOBSANG RAMPA
Mucha gente se imagina que los que se han ido de este mundo se
lo pasan dando vueltas entusiasmados hasta que logran sentarse en los
hombros de alguien para guiarlo todos los días de su existencia,
ev itar que caiga e n alguna z anja del cam ino, decir le qué debe
hacer y una serie de cosas más. Basta pensar un momento: usted tiene
vecinos con los cuales se lleva bien, o no; pero, como quiera que
sea, suponga que llega un momento en que tiene que mudarse al
otro extremo del mundo. Si usted vive en Inglaterra, digamos que
debe trasladarse a Australia; si está en los Est ad os Unid os ,
s up ongam os q ue s e v a a Sib er ia. Pues bien, se marcha usted y se
halla ocupado con la mudanza, ocupado instalándose en su nuev o
domic i l i o , o c u p a d o e n s u n u e v o t r a b a j o e n e s e s i t i o nuevo,
ocupado haciéndose de nuevas relaciones. ¿Se detiene usted, en
realidad, a hablar por teléfono con f ula n o, m e nga no, z ut a n o o
p e r e nga no? C la r o q ue no. Usted ni se acuerda de ellos. Lo mismo
hacen los que se van al Otro Lado.
Los que han dejado este mundo no están instala dos en nube s
toca ndo el arpa ni arrancánd ose las plumas de las alas, ni nada
de eso. Tienen una tarea que realizar: dejan esta tierra, pasan por un
período
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LA DECIMOTERCERA CANDELA
E s a s e n t i d a d e s , c u a l q u i e r a q u e s e a s u o r i g e n —aunque, por
supuesto, no son humanas— andan rondando y no tardan en gravitar
hacia alguna fuente que las atrae. Si hay personas que se hallan
pensando empeñosamente en recibir algún mensaje de un difunto,
esas entidades son atraídas automáticamente por el grupo,
rev olotean en torno a él y emiten seud ó p o d o s que, por
s u p u e s t o , s o n c o m o m a n o s y dedos compuestos de energía, hasta
que tocan algún cerebro o una porción de éste, o alguna mejilla, de
suerte que la persona que percibe ese contacto queda persuadida de que
hay un espíritu que la ha tocado, debido a que los seudópodos que
emiten esas formas son similares a los que produce 'el ectoplasma.
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LOBSANG RAMPA
T o d o s s a b e m o s q u é s u c e d e e l d í a d e T o d o s l o s Sa nt o s,
c ua nd o los niños se d isfraz a n y se p onen caretas para remedar a
alguien. Eso mismo es lo que hacen esas formas pensantes, esas
entidades. Son, verdaderamente, elementos de inteligencia limitada y,
a no d ud a r , p ar á s it os . Se nut r e n d e q uie n q uie r a creer en ellos.
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O t r a d e l a s r a z o n e s p o r l a s c u a l e s e x i s t e e s t a c r e e nc ia e n
un Es p ír it u Gu ía s e d e b e a l h e c ho d e que a veces la gente oye o
cree oír alguna voz mister ios a q ue le ha b la . Lo q ue oye ,
r e a lm e nt e , e s una e s p e c ie d e c o nv e r s a c i ón t e le f ó n ic a c o n s u
p r o p i o Superyó, que se trasmite por medio del C ordón de P lata,
amp lif ica e l et ér e o y, a v ec e s, e l a ura r e pr oduce en forma de
vibraciones. Asimismo, hay casos en que se siente una palpitación
en la frente, exactame nt e e ntr e los ojos , pe r o un p oq uit o más
arriba. Esto ocurre cuando se establece una conversación entre
el subconsciente de la persona que está en la tierra y el Superyó,
y el décimo consciente trata de oír, aunque sin lograrlo; recibe, en
cambio, unas pulsaciones como si la telefonista le dijese que el
número está ocupado.
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CAPITULO VIII
— G uv , ¿ p or q u é l o s h um a n o s n o c r e e n q ue l o s animales
puedan hablar?
—Pues, verás, Cleo —repuso el Autor—. Los humanos necesitan
tener pruebas de todo. Necesitan tener las cosas entre sus febriles
manecillas para reducirlas a p o l v o y p o d e r l u e g o d e c i r : " B i e n ,
t a l v e z e s t o antes func ionara, pero lo qüe es ahora...". Pero tú
y y o s a b e m o s q ue l os ga t o s ha b la n, d e m o d o q ue ¿por qué
preocuparse de que nadie lo crea?
—Guv —dijo al cabo—,. ¿por qué los humanos no piensan que los
sordos son ellos? Todos los animales hablan por telepatía. ¿Por qué no los
humanos?
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M i s s C l e o p a t r a , e m p e r o, l o m i r ó f i j a m e n t e y l e espetó:
— ¡Oh, pero hay un modo, claro que hay un modo!
¡Acabas de leer algo sobre eso!
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L o s p o l i c í a s l l e g a r o n c o r r i e nd o y s e p l a n t a r o n frente a él.
N o d e b e r í a s a l i r s o l o . T i e n e u s t e d u n a s p e c t o que
da la impresión de que se fuera a morir en cualquier momento.
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E l A u t or e n t r ó e n e l a s c e ns or , s ub i ó a l n ov e n o piso y
desapareció con la silla de ruedas en su departamento. Otra puerta se
acababa de cerrar para él. P or lo v is t o, a h or a le estaba
p r o h ib id o s a l ir s o l o. Tendrían que llevarlo poco menos que con
una cadena, como a los monos, o con una correa, como a los
perros. Miss Cleopatra fue a su encuentro, y saltando sobre sus rodillas,
dijo:
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LOBSANG RAMPA
Muc ha s v e c e s s e e xp e r im e nt a e s a m is m a s e ns a c i ón e n
este mundo. Sucede, a veces, que vemos a una persona
q ue s a b e m os q ue t i e ne un l una r e n la m e jil la iz q uie r d a y
alguien nos dice: 'No; se lo ha eliminado hace aproxima-
dam ente un año'. Dicho de otra m anera, sólo v em os lo
que queremos ver, lo que esperamos ver; de modo que
c ua nd o v am os a l Otr o La d o v em os a la s p ers onas q ue q ue -
remos ver y con la forma y color que estamos acostum-
brados a percibir en ellas. Veamos un ejemplo: supon-
g a m o s q u e t i e n e u s t e d u n a m i g o n e g r o , e s d e c ir q u e e s a
persona era negra en la t ierra cuand o us ted la c onoc ió. Si
e n e l Otr o La d o es b lanc a, c ua nd o s e le a c erq ue no p odr á
reconocerla, ¿no es cierto? Pues bien, entonces se le
presentará como negra.
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LA DECIMOTERCERA CANDELA
Cuando entre en el plano astral después de dejar esta vida, irá, por supuesto, al
Salón de las Memorias y verá todo cuanto le ha sucedido, no ya solamente en
la vida que acaba de dejar, sino también en las demás que ha vivido anteriormente.
Después determinará —probablemente con el asesoramiento de consejeros— qué
desea hacer para adelantar en su evolución. Podría ser que le interesase
ayudar a los que llegan de la tierra. En tal caso, si fuera verdaderamente
conveniente que usted viese el Registro Ascásico para poder ayudar mejor a los
demás, entonces se le autorizará a ello. No obstante, debo advertirle que
nadie puede verlo por mera curiosidad. En la actualidad, en Occidente
existen personas que anuncian que por medio de una paga pueden viajar al
astral (incluso con un cartapacio, supongo) para consultar el Registro Aseas" ico y
regresar con toda la información que se desee. Naturalmente, esto es
absolutamente falso. No es cierto que consulten el Registro Ascásico, e incluso
dudo de que se trasladen conscientemente al astral. Los únicos espíritus que
consultan son los que vienen en botella. De manera que le repito que no es
posible ver el Registro Ascásico de otra persona a menos que de ello resulte
algún beneficio auténtico para esa otra persona.
La cuarta pregunta es también muy atinada, y me place contestarla
por la cantidad de gente que suele formulármela, preocupada por el
problema. Pregunta usted: ¿Cuál es la mejor posición para meditar? Yo
no puedo sentarme en la Posición del Loto y tampoco con la espina dorsal
erecta. Permítame que le diga lo siguiente: Cuando usted respira no se le
ocurre adoptar ninguna posición especial, ¿no es cierto? Para leer un
diario o un libro tampoco tiene por qué adoptar ninguna posición particular.
Cuando se dispone a leer, usted adopta la postura que le resulta cómoda.
No interesa que se siente en un sofá o que se acueste. Cuanto más cómodo
se encuentre, más disfrutará y más asimilará lo que lee. Lo mismo cuenta para
la meditación. De modo que entienda bien esto: No interesa en lo más
mínimo cómo se siente usted. Siéntese como más le plazca. Si le parece
mejor, acuéstese. E, incluso, si quiere acostarse enroscado, hágalo. Lo
que se procura al reposar es poder liberarse de toda tensión. Para meditar
adecuadamente debe usted liberarse de las tensiones y no distraerse. Por tanto,
cualquier postura que para usted sea adecuada, es adecuada para la
meditación.
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E l H o T a i , p u e s , f o r m a p a r t e d e u n g r u p o d e imágenes,
estatuas, cuadros o representaciones de las diversas fases del hombre.
Puede decirse que alcanzar la budidad está a la mano de todos,
pues para ello no c ue nta q ue s e s ea r ey o p leb e yo, ni la
p os ic ión q ue se t enga en la v ida, ni la circ uns tanc ia de ser r ic o
o p ob r e . Se p u e d e a s p ir a r a la b ud id a d c ua l quiera que sea el
rango que se tenga. Lo único que hay que seguir es... Pero,
¿cómo vive usted?- ¿Vive c on arreglo al Camino Medio; v iv e
según la norma que dice que debemos comportarnos como
quisiéramos que se comportasen los demás con nosotros? Si así es,
está usted en camino de alcanzar la budidad.
A m e n u d o l a g e n t e e n t i e n d e m a l l o r e f e r e n t e a Buda, lo
mismo que lo t oca nte a yoga, yogui, loto, etc. El Buda fue
Gautama. Gautama era su nombre. Quizá puede entenderse esto
algo mejor si lo trasladamos a términos cristianos: Jesús fue el
Hombre, pero, en otro sentido, fue "el Cristo". Se puede par-
tic ipar d e la c ond ic ión d e Cr ist o, p er o no d e la d e Jesús, ¿no es
verdad? En el mismo sentido, Buda es un e s t a d o, un r a ngo, una
c ond i c ió n, e l r e s ult a d o final. Aquello a lo cual aspiraba Gautama
y hacia lo cual Gautama evolucionó. Es, en realidad, un grado de
evolución, y todas esas imágenes diferentes que mucha gente
poco informada denomina "ídolos", no lo son en modo alguno. Son
meras representaciones, m e r o s r e m e d o s , l o c ua l n o e x c lu y e q ue
s i u n o e s austero (el Buda Sereno) o una persona jovial (el Ho Tai)
pueda alcanzarse inc lus o la budidad, siempre que se viva con
arreglo a la verdadera devoción que
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LOBSANG RAMPA
— ¡ A h ! — d i j o d i r i g i é n d o s e a M i s s C l e o p a t r a — . ¡Menos mal
que no tenemos aparato de televisión y no podemos ver los horrores
de las escenas de violencia occidental y todas esas sandeces! No
me explico por qué no pasan buenas noticias por telev isión en vez
de esas escenas de sexo, sadismo y toda clase de desviaciones.
M i s s C l e o p a t r a l e d ir i g i ó u n a m i r a d a d i s c r e t a . Luego bajó la
vista y delicadamente comenzó a higienizarse de nuevo, no
obstante estar más limpia que casi todos los seres humanos.
—Guv —dijo, al fin, con cierta timidez—. Guv, ¿no te has olvidado
de nada?
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LA DECIMOTERCERA CANDELA
como solía hacerlo de preferencia cada vez que tenía que susurrarle
algo al oído.
N o s h e m os r e f e r i d o a l m a t r im o ni o d e i nv e s t i ga dores, los
Gardner, quienes le enseñaron a un chimpancé a hablar por medio
de señas. La información fue tomada de las páginas 170 y 171
del libro tit ulado Body Language [Expres ión corporal], de Julius
Fast, editado por M. Evans & Co. Inc., New York.
M i s s C l e o s e i n c o r p o r ó c o n t o d a p a r s i m o n i a , bostezó, dio
media vuelta, y meneando suavemente la punta del rabo emprendió el
camino de regreso a lo largo d e l Aut or y se ec hó d e tr av é s s obr e
s us t ob illos. No cabía duda alguna de que sentía una gran satisfacción
por haber desempeñado su parte para que se mencionara lo que
era un deber mencionar. Por eso, después de cumplir con su
misión, se acurrucó plácidamente y se durmió. A ratos, los bigotes
se le movían y le temblaban al compás de sus deleitosos sueños,
puros e inocentes.
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CAPITULO IX
M á s a l l á d e l a b o c a d e l a c a v e r n a , e l r í o Y a l u s e guía s u
e t e r no c ur s o d e s d e la s t ie r r a s a lt a s d e l Tibet, a trav és de la
India, para formar al sagrado Ganges y proseguir luego su
rumbo hacia la inmens i d a d d e l o s o c é a n o s , c o m o s i c a d a g o t a
d e a g u a fuese un alma camino de la eternidad. Las rugientes aguas
se estrellaban contra las abigarradas rompientes y a través de las
gargantas se desplomaban en balsas profundísimas para más
adelante dispersarse y discurrir tumultuosas.
Ent r e la f a ld a d e la m o nt a ña y la im p e t u os a c o rriente se
extendía un sendero llano, que a través de cientos de años había
desbrozado y asentado el paso de los viandantes. Al observador
occidental, el tinte castaño rojizo d el s ue lo p od ía sugerirle la
idea .de una barra de chocolate, tan castaño y liso como era. A los
lados del sendero se hallaban diseminadas al acaso enormes piedras
que también mostraban una c o l o r a c i ó n c a s t a ñ o r o j i z a , q u e e s
el matiz que
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LA DECIMOTERCERA CANDELA
—Mi esposo y mis dos hijos vivían aquí, conmigo —explicó, al fin—.
Nos arreglábamos muy bien ayudando a los mercaderes a vadear
el río un poco más abajo, pues conocíamos con exactitud el lugar
donde se encuentran las piedras para poder atravesarlo, ya que las
habíamos colocado de tal manera que sabíamos perfec tamente
cuál era la mejor forma de que pasaran por ellas los mercaderes
sin peligro de caer y ser arrastrados a través de la hondonada. Pero
ayer, mis dos hijos y mi esposo subieron al risco. Queríamos
huevos y aprovechamos porque era la época de la postura. —Se
detuvo presa de un nuevo acceso de congoja. El lama le rodeó los hombros
con un brazo
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LA DECIMOTERCERA CANDELA
— Y a m e h a b é i s d i c h o b a s t a n t e — i n t e r v i n o e l lama—. No os
angustiéis.
— Mu y b ie n, s i é s e e s v u e s t r a d e s e o. . . De c i d m e todo cuanto
queráis, que yo os escucharé —repuso el lama.
— E l m e r c a d e r y y o n o s q u e d a m o s a l l í , n o s é cuánto
tiempo, horrorizados, llenos de espanto, mirando cómo los pájaros
dejaban pelados aquellos despedazados huesos. Después, como no
los podíamos dejar esparcidos por el sendero, ¿no es cierto? , los
recogimos en una canasta y los arrojamos en el río, donde
desaparecieron dando tumbos a trav és de la ga r ga n t a . A h or a ya
no tengo e s p o s o, ya no t e n go hijos, ya no tengo nada.
V o s o t r o s , l o s t i b e t a n o s , tenéis fe en las Tierras Puras; nosotros
tenemos fe en el Nirvana. Pero yo estoy profundamente desgarrada,
estoy aterrada. Yo también quisiera dejar este mundo...
Tengo miedo.
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— S í — m u s i t ó e l l a m a c o m o s i h a b l a s e c o n s i g o mism o, lue go
de suspirar—; todos quieren ir a las T ie r r a s C e le s t ia le s , p e r o
na d i e d e s e a m or ir . S i a l menos la gente recordase que, aunque se
transite por e l V a l l e d e l a S om b r a d e l a M u e r t e , n o s e e x p e r i -
menta mal alguno si no se teme al mal. —Y agregó, volviéndose hacia la
anciana—: Mas, buena mujer, si t od a v ía no v a is a d e ja r e s t a t ie r r a,
¿q ué e s lo q ue tanto teméis?
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LA DECIMOTERCERA CANDELA
U n p o c o m á s a l l á , e n l o a l t o d e u n a r o c a m u y escarpada,
notó algo que le llamó poderosamente la a t e n c i ó n . E s c a l ó c o n s u m o
c u i d a d o a p r o x i m a d a me nt e quinc e m et r os y a l lle gar a rriba
ala rgó una mano para tomar aquel ob jet o e xtraño, relucie nte,
provisto de unas hebras negras. Al tomarlo, el terror le hiz o da r un
re sp ingo y ca yó d e slizá nd os e p or la superficie de la roca. Lo que
había asido era la parte
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LA DECIMOTERCERA CANDELA
El j ov e n a c ól it o la m ir a b a f a st id ia d o, p e ns a nd o p o r q u é l a s
m u j e r e s t i e n e n q u e m e t e r s e s i e m p r e cuando los hombres hacen
algo. ¿Por qué las mujeres tienen que meterse siempre y aprovechar
los frutos de los mayores desvelos del hombre para acaparar
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LA DECIMOTERCERA CANDELA
t od o e l c r é d it o, t od o e l b ue n k a r m a ? I rr it a d o, d io un puntapié
a una piedra y se fue entre las rocas a recoger un nuevo fardo de
ramas. "Por las dudas que e s a v ie ja d e s c uid e la le ña " , p e ns ó
p a r a s í, "m e jor será que esta vez lleve una buena cantidad".
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LOBSANG RAMPA
Al p oc o r a t o, e l la ma , e l a c ólit o y la a nc ia na s e hallaba n ya
s enta d os s e para dam e nte, c omie nd o y b e b i e nd o, p or q ue lo s
t i b e t a n o s q ue p e r t e n e c e n a órdenes sacerdotales prefieren por
lo común comer s o l o s o e n c o m p a ñ í a e x c l u s i v a m e n t e d e s u s
m á s íntimos allegados. Concluida aquella comida frugal, ca d a
c ua l l im p i ó s u e s c u d i l la c o n a r e na f i na y la enjuagó en el río,
para luego volver a guardarla entre sus ropas. Entonces dijo el lama:
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LA DECIMOTERCERA CANDELA
m a t á i s , s i o s s u i c i d á i s , t o d o c u a n t o h a r é i s s e r á aumentar
vuestros problemas, en vez de concluir con ellos.
— ¡Oh, s í; d e c id m e ! S oy i gn or a nt e , no s é na d a , no tengo
absolutamente ninguna instrucción. Pero, sí; he pensado en
matarme, en arrojarme en la hondonada y destrozarme contra las
rocas, como se destrozaron mi esposo y mis hijos.
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LOBSANG RAMPA
E l l a m a s e i n c o r p o r ó y , a l h a c e r l o , d ir i g i ó u n a mirada a la
anciana. El rostro de ésta se había puesto de una palidez verdosa;
tenía la boca abierta y los ojos desencajados. Parecía la vera efigie del
terror. El
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LA DECIMOTERCERA CANDELA
lama tomó la imagen de las manos del muchacho y al, volverla del
revés advirtió una marca en su base.
L a e n c o n t r é a l l í — e x p l i c ó e l j o v e n a c ó l i t o — . Estaba
enterrada en la arena y la saqué.
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LOBSANG RAMPA
pusieron de pie y retornaron al lado del fuego, donde la anciana
aguardaba sentada.
—Mañana —díjole el lama— llevaréis estas cosas al lamasterio. Os daré una
nota para que os presentéis ante el abad, de modo que éste os
entregue una suma de dinero como recompensa por devolver estas cosas.
En la nota le haré saber claramente que no sois vos la culpable. De esta
manera, con la suma de dinero que obtendréis, podréis tomar el camino de
regreso a vuestra tierra, Assam, donde tal vez tengáis familiares o amigos con
quienes poder vivir. Mas, ahora, continuemos conversando de vuestro
problema, porque las cosas del espíritu deben anteponerse a las cosas
terrenales.
—Venerable lama —intervino el joven acólito—. ¿No podríamos tomar
uñ poco más de té mientras habláis? Con todo lo que he trabajado y con
estas emociones, me ha venido mucha sed. Me gustaría tomar más té.
Sonriendo, el lama envió al muchacho al río a buscar más agua para
hacer té nuevo.
—Buena mujer --recordó el lama—, ¿qué era aquello otro que también os
preocupaba tanto? Habéis dicho algo acerca de estar junto a vuestra
faMilia...
Apesadumbrada y temerosa, la anciana sorbió nuevamente con la nariz.
—Venerable lama —dijo—. He perdido a mi esposo y a mis hijos. Pero,
aunque hayau robado al templo, siguen siendo mi esposo y mis hijos; y yo
quisiera saber si podré encontrarlos nuevamente en la otra vida.
—Pero, por supuesto —repuso el lama—. Sin embargo, muchos
conceptos equivocados hay debido a que la gente de esta tierra piensa que
las cosas deben ser siempre iguales. A la gente no le gusta el cambio. No le
agrada que nada sea distinto. En el Otro Lado es diferente. Aquí, en la
tierra, habéis
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CAPITULO X
Y a s í , u n a v e z m á s , l a s e m a n a l l e g ó a s u f i n . E l anciano Autor
suspiró aliviado pensando-que ese día no habría correo, porque en
Montreal los sábados no se distribuye correspondencia. De manera,
pues, que en tanto que los carteros se iban a descansar a sus
ca sa s d e c amp o o sa lía n de pe s ca e n s us b ote s, e l Autor se echó
a descansar en su lecho pensando, no con mucho entusiasmo, en
todas las preguntas que debía contestar.
He a q uí u na d e la s q u e s o l ía r e c ib ir c o n m a y or frecuencia:
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¡ A y , D i o s , D i o s ! ¡ Q u é g r a n c o n f u s i ó n e x i s t e acerca de
este asunto del Superyó! Sin embargo, en una part e ant er ior de
e st e libr o he m os tr ata d o d e aclarar algo la cuestión. No obstante, a
fin de que se entienda mejor todavía, supongamos una gran enti-
d a d c o n p o d e r e s q u e e n e l m o m e n t o n o p o d e m o s comprender.
Esta entidad tiene la facultad de pensar y, p or e l l o, d e e m it ir
p r o l o ng a c i o ne s d e s í m i s m a para extenderlas cuando desea: éstas se
denominan seudópodos. De este modo, nuestro Superyó —aunque
permanezca en un mismo sitio— puede emitir p r o l o n g a c i o n e s f u e r a
d e s u c u e r p o p r i n c i p a l l a s cuales quedan unidas a él, en cuyos
extremos existen nódulos sensoriales capaces de captar todo a través
del tacto, de la vista y de la audición, es decir, son nódulos
receptores que perciben en frecuencias distintas.
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LA DECIMOTERCERA CANDELA
t o, s ig ue t od a v ía v ib r a nd o y d e s i nt e gr á nd os e r e a lm e n t e e n
d i f e r e n t e s v i b r a c i o n e s a m e d i d a q u e e l cuerpo se descompone.
Percibimos el objeto, ya sea que esté en reposo o en
m ov im i e nt o. L o t o c a m os y l o s e nt im o s p or q u e tiene cierta
vibración que podemos captar e interpretar por medio de uno de
nuestros nódulos adaptado a ese tipo de frecuencia; es decir, en
otras palabras, somos sensibles al tacto.
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LOBSANG RAMPA
Pero hay algo que, solamente de pensarlo, espanta. Algo para ponerle
carne de gallina antes de ir a acostarse. Ya hem os v ist o q ue los
seres humanos hac e mos ciertos aparatos para captar ondas de
radio MA, FM y ondas cortas. Ahora bien, suponiendo que su
Superyó tuviese sintonizada la tierra en MA, eso no obstaría para
que, además, tuviese seudópodos en frecuencias más altas, ¿no es
cierto? Pues bien, por eso algunas veces se tienen pesadillas
cuando al pobrecit o del Super yó s e le cr uzan las líneas y usted
capta imágenes de monstruos de ojos saltones, etc. Ya se sabe que
a veces pasa cada cosa...
E s t a p r e g u n t a , t a m b i é n , p ue d e c o n t e s t a r s e e n parte por
medio de otra. Veamos una que puede servir de algo: ¿Cuándo, en
toda la historia, la divini-
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LA DECIMOTERCERA CANDELA
dad suprema ha sido alguna mujer? ¿Podéis vosotros, lectores, mencionar
un solo caso de alguna mujer que haya sido la divinidad suprema? Es cierto
que ha habido diosas, pero éstas han sido "inferiores" a los dioses. El Dalai
Lama es Dios en la tierra, según la religión tibetana; de manera, pues, que
por su calidad de Dios en la tierra no podría contentarse con ser "Diosa" en
la tierra. Se presenta bajo la forma masculina, porque las cosas que
debe hacer exigen que tome esa apariencia. Por otra parte, ¿cómo
sabe usted si el Superyó del Dalai Lama no tiene, además, entidades
femeninas que aprenden otras cosas? No hay duda que las tiene. No
hay duda que mucho es lo que se aprende también desde la perspectiva
femenina.
A quien esto escribe, evidentemente, hay cosas que le hacen perder los
estribos. Una de ellas es la referente a la insania del periodismo, y la otra la
que concierne al denominado Movimiento de Liberación Femenina. El Autor
tiene la más absoluta convicción de que a las mujeres les está reservada
una misión muy importante en la vida, es decir la de acrecentar la futura
población del mundo. Si las mujeres dejaran de imitar al hombre —como
en realidad lo imitan, hasta el 'extremo de usar pantalones con olvido total
de que su figura no ha sido hecha para eso—, el mundo sería mucho mejor.
Para el Autor, las mujeres son responsables de gran parte de los problemas
que aquejan al mundo por querer emanciparse y ser "libres", como
erróneamente dicen, en lugar de aceptar sus responsabilidades como madres.
Las mujeres dicen que quieren ser iguales, pero ¿no son, acaso, iguales?
¿Qué es más importante, el perro o el caballo? Son criaturas distintas. El
hombre y la mujer son también criaturas diferentes; el hombre jamás ha
podido procrear sin la participación de la mujer, pongamos por caso, pero
la hembra puede parir, sin
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L a p r e g u n t a c o n t i n ú a i n q u i r i e n d o p o r q u é l a mujer nunca
puede aspirar a la alta dignidad lamaísta. Porque la mujer es
irracional, por eso; porque la mujer no p ie nsa c on c lar idad , p or
e s o. P orq ue las mujere s perm ite n que la afect iv idad e nturb ie la
razón, por eso. Si las mujeres no fueran tan borricas e hicieran frente a
sus responsabilidades, el mundo, el universo entero, sería mejor.
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comida es mejor. No se puede decir que una cosa sea mejor que ot ra si
no se c onoc e e l de stino q ue s e le piensa dar. Sin embargo, para no
dar una respuesta totalmente negativa, haré algunos comentarios
sintéticos. Pueden utilizarse div ersos tipos o clases de incienso, y
nadie mejor que usted para saber cuál es el que le conviene para los
momentos de tranquilidad, para cuand o se halla irritad o o para
cuando des ea meditar. Fíjese, según las circunstancias, cuál es el
que más le satisface, y tenga una buena reserva de esos tipos.
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L a p r e ns a ha b la d e s u l ib e r t a d — la li b e r t a d d e prensa—;
pero, ¿dice algo acerca de la libertad del individuo? Si el periodismo
tiene la libertad de decir todo cuanto se le ocurre, a la gente respecto de
la
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Como budis ta, uno no deb e disp oner de la v ida; pero hay
ciertas cosas que van más allá de todas las religiones tradicionales,
sea que se trate del budismo, del cristianismo, del judaísmo, del
hinduismo o de cualquiera otra, y que constituyen lo que podría-
mos denominar un deber hacia el Súpery6. Para el Autor, es
mucho más caritativo eliminar sin dolor al a n i m a l s i , s e g ú n e l
estado actual de los conoci-
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ta: "¿Sería posible utilizar datos tomados del Registro Ascásico para
escribir la verdadera historia de las civilizaciones antiguas y biografías
auténticas de personajes famosos? "
N o , p o r q u e n o l e c r e e r í a n. L a h i s t o r i a i m p r e s a sólo coincide
ocasionalmente con la historia antigua. La historia se escribe, se
reescribe y se omite a v oluntad de los dictadores, etc. En
nuestros días contamos c on un e jemp lo acabad o e n la hist oria
de la Alemania nazi. Todo e l mund o sabe p erfectamente que la
historia fue alterada en parte para presentar a Hit le r a lgo d ifer e nt e
de lo q ue era e n r ea lid ad. Es sabido, también, que la historia
rusa ha sido modificada a gusto y paladar de los dictadores
comunistas. Es decir, en síntesis, que, si usted escribiera la ver-
dad fundándose en el Registro Ascásico. vería que no podría creerse
porque su relato diferiría enormemente de la historia oficial del
correspondiente país.
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H e a q u í o t r a p r e g u n t a r e f e r e n t e a l e s p í r i t u : "Cuando el
espír itu aband ona a una p ers ona cuya v i d a c o n t i n ú a e n f o r m a
v e g e t a l, ¿ d e b e l a c i e n c i a médica mantenerlo vivo por medios
puramente mecánicos? "
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M u c h a g e n t e h a h a b i d o q u e d i j o s e r L o b s a n g Rampa. Pero
éste era el primero que lo manifestaba en un artículo periodístico.
No, yo no tengo sucesores. No, no tengo discípulos ni alumnos. No
tengo "herederos". Cuando muera y deje esta tierra, será porque
ya habré hecho todo cuanto tenía que hacer; y, si alguien se erige en
mi sucesor, mi heredero, mi representante, será sin duda un perfecto
impostor. Permítaseme decir una vez más, y con mayúsculas, q u e
NO TENGO SUCESORES, que NO HAY NADIE A
QUI EN L E HAYA DEL EGAD O "AUTORIDAD" ALGUNA.
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LOBSANG RAMPA
q u e , s i la p e r s o na c on t in ú a e nf e r m a o s e a gr a v a , cuando
recurra al médico ¿qué podrá hacer éste si no e nc ue ntra los
s ínt oma s? De no ha b er oc urr id o e s o, e l m é d ic o ha b r ía p o d id o
d ia gnos t ic a r p os ib le mente la enfermedad exacta y curarla.
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CAPITULÓ XI
R e s p u e s t a : A l g u n o s d e e s o s n i ñ o s r e t a r d a d o s nacen en tal
estado porque antes de venir al mundo ciertamente eligen esa forma
de v ida para adquirir e s e t i p o d e e x p e r i e n c i a . P o r q u e , ¿ d e q u é
m a n e r a pueden conocerse las sensaciones del niño retardado si
uno jamás lo ha sido? Y, si nunca se ha sido un niño retardado,
posteriormente recuperado, ¿cómo cree usted que se les puede
prestar auxilio?
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L a q u e s i gu e e s un a l i nd a p r e g u nt a q u e , e s t o y seguro, les ha
de gustar: "¿Hasta qué punto debemos perd onar? La Bib lia d ice: "Ojo
por ojo y d iente por diente"; pero esto es inhumano. Jesús ha dicho
que debemos perdonar setenta veces siete, si bien tal cosa resulta
imposible en la v ida de nuestro tiempo. Ent o n c e s , ¿ c u á l d e b e
s e r e l l í m i t e d e n u e s t r a t o l e rancia? "
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LA DECIMOTERCERA CANDELA
A q u e l m u c h a c h o , h i j o d e u n a l d e a n o, q u e m á s tarde sería
conocido con el nombre de Shakespeare, p os e ía un d on
e xt ra or dinar io. T e nía una "fr e c ue ncia" perfectamente compatible con
una entidad que nec es itaba v enir a la tierra para llev ar a cabo
una misión especial, de modo que el joven Shakespeare me reció
que ésta reparase en él con toda atención, c om o p o d r ía ha c e r l o
u n d i l i ge nt e ja r d i n e r o a l v e r brotar una planta extraña y preciosa.
En el momento o p o r t u n o s e p r o d u j e r o n c i e r t o s c a m b i o s p o r l o s
cuales la entidad que a la sazón habitaba el cuerpo d e q uie n
p os t e r ior m e nt e ib a a ser c on oc id o c om o Shakespeare, el
dramaturgo, fue liberada de lo que ya le resultaba un tedioso
cautiverio. A él no le agradaba vivir en la pobreza, pasar
privaciones, de manera que fue fácil realizar las debidas
diligencias para que la entidad que gobernaba a Shakespeare lo aban-
donara —renunciara a su dominio— y cambiase de lugar.
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LOBSANG RAMPA
A p a r t ir d e e s e i ns t a n t e , e n e l c ue r p o d e a q u e l humilde
aldeano hubo un intelecto descomunal, un intelecto formidable para el
cual era sumamente difícil adaptarse a un espacio reducido, para
acomodarse a las limitadas circunvoluciones de un cerebro. Por
ello sobrevino un breve período de estasis durante el cual no
produjo ninguna obra. Entonces, la gigantesca entidad que regía el
cuerpo del aldeano se marchó a Londres, partió a explorar, para
acostumbrarse a ese nuevo cuerpo y vencer sus imperfecciones.
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LA DECIMOTERCERA CANDELA
H e a q u í o t r a p r e g u n t a q u e p u e d e s e r d e a l g ú n int e r é s :
" C ua nd o us t e d d ic e q ue es p r e c is o t e ne r paciencia para
realizar el v iaje astral, ¿se refiere a semanas, meses o años ? ¿O
ese períod o p ued e ser muy v ariable según la persona de que se
trate, del tiempo que se dedique a practicar y de la capacidad potencial
de cada una? "
V i a j a r p o r e l a s t r a l, o m e j o r d i c h o , a p r e n d e r a viajar por el
astral, es casi lo mismo que aprender a andar en bicicleta. En
realidad, parece algo totalmente imposible que alguien pueda
aprender a andar en dos ruedas; y no digamos nada acerca del
uniciclo... N o ob s t a nt e , la ge nt e p ue d e a p r e nd e r a a nd a r e n
ambos. Asimismo puede aprender a caminar sobre una cuerda
tensa, sí bien no es posible predecir el tiempo que p ued e
demandarle c onse guir su p ropó s it o. T od o es c ue s t ió n dé
a p t it ud e s . Si us t e d c r e e que puede andar en bicicleta, usted podrá
andar en bicicleta. Si usted cree que puede caminar sobre una cuerda
tensa o sobre una cuerda floja, podrá hacerlo. L o m ism o oc urr e c on
e l v ia je as tra l. N o es p os ib le dar una lista de los ejercicios con los
cuales se logra realizar el viaje astral. ¿Cómo haría usted para ense-
ñarle a alguien la forma de aprender a andar en bicic le t a ? ¿C óm o
le e ns e ña r ía la m a ne r a d e a nd a r e n patines, salvo advirtiéndole
que se coloque un almohadón en la parte trasera? Y, por si esto
fuera poco, ¿cómo haría usted para enseñar la manera de respi-
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LA DECIMOTERCERA CANDELA
P or e l m om e nt o c o nf ór m e s e c on p e ns a r q u e s u cuerpo, su
cuerpo astral, está flotando un poco por encima de su cuerpo
material. Después, gradualmente visualice el cuerpo astral en la
operación de penetrar en su envoltura corporal como si usted
deslizara su mano dentro de un guante.
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En e l a s t r a l, e nt r e p a r é nt e s is , no int e r e s a q u e s e t e nga m al la
v is ta. N i s iq uier a im p or ta q ue s e s ea ciego. Allí se poseen todos
los sentidos. Se puede oír y ver, se puede oler y se puede tocar. Y
siempre con e l c ie nt o p or c ie nt o de p erf e cc ión. De ma nera q ue
¿por qué no procurar hacer el viaje astral? Es sencillo y natural. Y,
por añadidura, es totalmente seguro. Nadie p uede hac erse daño, y
mientras no s e t enga m ied o ningún p er juic io p ued e oca s ionar.
Si ust ed t em e, t od o c ua nt o c ons igue e s d ila p id ar e ner gía s. Con
eso es lo único que se consigue. Porque si usted siente temor,
disipa su energía innecesariamente y aminora tanto sus vibraciones
que se le torna difícil m a n t e n e r s e e n e l a s t r a l , d e l m i s m o m o d o
q u e e l a v i ó n q u e p i e r d e v e l o c i d a d s e p r e c i p i t a a l s u e l o . Usted
no quiere caerse, ¿no es verdad? Pues, entonces, no tenga miedo. No
hay nada que temer.
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LA DECIMOTERCERA CANDELA
c on oc im ie nt os t é c ni c os q ue p os e e n parecen estar muy por
encima de los nuestros; aunque no solament e s u i nt e le c t o, s i n o
t a m b ié n s u p ie d a d y s u c om prensión. ¿Podría usted explicar esto, por
favor? "
Sí, por supuesto. El planeta que habitamos es uno de los cuerpos
más pequeños entre todas las partículas de polvo que componen el
universo. Sabemos que e xist e n más p la ne ta s, m ás m und os que
gra nos d e arena en todas las playas juntas de la tierra, y para
tener una noción más aproximada todavía, podemos agregar aun
toda la arena que hay en el lecho de los mares, porque la cantidad
de universos que existen supera la capacidad de comprensión humana.
Si mira usted a trav és del microscopio una brizna de polv o de una
uña, verá que se trata de miles de partículas de polv o. Piense,
entonces, en la cantidad de partículas que hay en la superficie de su
cuerpo; piense asimismo, en que, cualquiera que sea el aspecto que
para usted presente este "polvo", está formado a su vez,
básicamente, por moléculas de carbono. Entonc e s , pobres
b r i z n a s d e p o lv o d e b a j o d e u n a u ñ a , ¿cómo podemos pretender
imaginar siquiera cuántas m olé c ula s — c uá nt o s m u nd os— ha y e n
un c ue r p o humano? Y si esto es así, qué decir del conjunto de los
cuerpos humanos, de la totalidad de los cuerpos de los animales,
de los cuerpos de los otros univ ersos, etc.
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LOBSANC, RAMPA
E f e c t i v a m e n t e ; l o s J a r d i n e r os d e l a T i e r r a s o n mucho más
conscientes y lo son también en muchas más dimensiones. Estos se
han trazado su ruta a part i r d e l o q u e h o y s o m o s n o s o t r o s ;
p e r o , a u n p o r e n c im a d e e l l o s , ha y s e r e s m á s e le v a d o s p a r a
l os cuales son exactamente como nosotros les parecemos a aquéllos.
No obstante, si seguimos la pauta correcta, e s d ec ir, s i ha c e mos
lo q ue sa be m os q ue otr os han hecho en comparación con
nosotros, entonces podremos elevarnos también nosotros en nuestro
derrotero, hasta alcanzar el nivel de los Jardineros de la T i e r r a , p a r a
d e s p u é s s e g u ir a v a nz a nd o. L a m e j or manera de explicar esto es
hacerlo con el lema de la R.A.F.: "Por el esfuerzo, a las estrellas".
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CAPITULO XII
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LOBSANG RAMPA
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LA DECIMOTERCERA CANDELA
Adivinos ALL 53
Advertencia ALL 160
Alcoholismo MT 56; CA 195; UE 99;
MAD 134; ALL 187
Alma CA 36; SA 15
Alma animal MAD 29; ALL 38, 42, 153
Alma gemela CV 217; ALL 197
Amuletos SA 16; MAD 113
Animales CP 43; UE 257; CV 82 ;
MAD 29; ALL 153, 168
Antimateria CV 56, 59
Aprendizaje CA 57, 203; MAD 100
Aprendizaje en sueños ALL 85
Asesinato MAD 107
Asma CV 221; MAD 136
Astrología TO 48, 91, 147; CV 215;
MAD 131; ALL 99, 101
Atención justa MA 77
Atlántida ALL 167
A u r a T O 9 7 , 1 3 8 , 2 0 2 ; M T 6 6 ,
70; CP 25; CA 157, 163,
175; UE 29, 57; SA 22; MA
212; CV 223; MAD 146;
ALL 205, 211
Autohipnosis UE Lecc. 28 y 29; SA 23
Barco invisible CV 87
Barcos desaparecidos CV 65
Biblia CV 50, 242; MAD 85; ALL 38
Bolas de cristal TO 101, 150; MT 122,
1 2 8 , 133; MA 150; UE 190;
CV 128
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LOBSANG RAMPA
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LA DECIMOTERCERA CANDELA
Educación ALL 67
Efecto inv erso ALL 58, 64
E l e c t r i c i d a d
M T 5 1 ; C A 8 0 , 1 1 5 , 1 1 9 ;
UE 151, 177; CV 215; ALL
205
Elementales UE 82; SA 64; CV 132, 183,
208
Emociones UE 196; SA 66; CV 130
Encarnación TO 170; UE 107; SA 66;
ALL 191
Energía nerviosa MT 209; ALL 201
E n f e r m e d a d M T 2 1 0 ; C A 2 1 1 ; U E 1 7 0 ;
MAD 69, 129; ALL 148,
186, 205
Enfermedad mental ALL 187
Era de Kali CV 23, 101, 207; MAD 103,
106
Ermitaños CA 72; MA 35, 223
Escándalo CV 238
221
LOBSANG RAMPA
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LA DECIMOTERCERA CANDELA
Lamaísmo TO 155; MA 21
Lamasterios; lamaserías TO 126;*MA 19
Lavado de cerebro MT 95
Levitación TO 226; SA 109; CV 126
Leyendas TO 104, 220
Leyendas de gatos VL 153; ALL 44
Leyes TO 21, 76, 161; MA 91; SA
110
Liberación del alma TO 233
Libros CA 79, 143, 181; CV 229
Lincoln-Kennedy ALL 92
Luz CV 244
223
LOBSANG RAMPA
Obediencia UE 108
Obras del hombre CV 209
Ocultismo SA 140; CV 124
Ojos SA 141
Ondas del pensamiento ALL 58 UE
Ondas lumínicas 162 UE
Opiniones 258 MAD
Ovariotomía 64
224
LA DECIMOTERCERA CANDELA
225
LOBSANG RAMPA
Sacrificio CV 237
Santo Camino Octuple MA 74; SA 170
Satanás ALL 30
Serenidad UE 174, 199
Sesión espiritista SA 171; ALL 149
Sexo CA 185, 190, 193; CP 106;
CV 174; MAD 26, 66, 70
Signos del Zodíaco CV 216
Sócrates Sonidos ALL 107
Subconsciente UE 47; ALL 33
UE 235; CV 44; MAD 120,
Sueño del Templo 123; ALL 87
Sueños CV 185
Sufrimiento SA 176; UE 137; ALL 82 M A
62; UE 105, 170, 218,
227; MAD 106; ALL 148,
Suicidio 181, 187
CP 18; CA 42, 219; ALL 71,
Superyó
146
CA 36; UE 19, 65; SA 177;
CV 43, 111; ALL 96, 110,
152, 196, 202
226
LA DECIMOTERCERA CANDELA
227
LOBSANG RAMPA
Yeti TO 218
Yoga TO 227; MA 174; SA 202
228
LA DECIMOTERCERA CANDELA
229
LOBSANG RAMPA
De b e m os c u lt iv a r s i e m p r e la s e r e n id a d in t e r i or ,
cultivar la tranquilidad. UE 177
L a e s e n c ia d e c ua nt o h e m os a p r e nd id o e n la T ie -
r r a e s lo q ue d e t e r m ina l o q u e v a m os a s e r e n la
próxima vida. UE 177
Ha c e o s la s ig u i e n t e p r e g u nt a : ¿Q u é im p or t a n c ia
tendrá esto dentro de cincuenta o cien años? UE 180
230
LA DECIMOTERCERA CANDELA
231
LOBSANU RAMPA
232
LA DECIMOTERCERA CANDELA
" H a y a l u z " [. . . ] s i g n i f i c a s a c a r e l a lm a d e l h o m -
bre de la oscuridad para que pueda percibir la
grandeza de Dios. CV 244
La muerte en la tierra es el nacimiento dentro
del mundo astral. MAD 22
Tod o depe nde d e v uestra pos t ura, de v uestra acti-
tud mental, porque de la manera cómo pensáis,
así sois. MAD 66
233