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FACULTAD DE CIENCIAS

BIOQUÍMICA
Laura Arias – Jonathan Carvajal

SOBREPOBLACIÓN

Los términos “población” y “medio ambiente” son propios de la Ecología. Ésta es una rama de las
ciencias biológicas cuyo objeto de estudio son las interacciones entre los organismos y su entorno
(medio ambiente). Ambos términos son claves para entenderla, así como también para
aproximarnos a los recurrentes problemas medio ambientales que afronta nuestro planeta en la
actualidad.

La sobrepoblación es un término que hace referencia a una condición en la que la densidad de la


población se amplía a un límite que provoca: un empeoramiento del entorno, una disminución en
la calidad de vida, o un desplome de la población donde el impacto que las poblaciones humanas
ejercen en el ambiente natural es severo.

El crecimiento de la población humana conlleva un aumento de los recursos, tales como: alimento,
agua, espacio y energía consumidos por la población, dado que los recursos del planeta Tierra son
finitos.

Por otra parte, la primera voz de alarma en cuanto al crecimiento incontrolado de la población
humana fue la del demógrafo británico Thomas R. Malthus, quien en su obra un ensayo sobre el
principio de la población (1798) predijo que la población humana excedería la capacidad de
producir alimento. Esta preocupación ha llevado a muchos investigadores a realizar cálculos del
número máximo de personas que el planeta puede soportar. La mayor parte de estas estimaciones
oscilan entre los 6.000 y 15.000 millones de habitantes (Cohen, 1995), con un valor mediano
cercano a los 10.000 millones de habitantes, cifra a la que se aproximan mucho las proyecciones
demográficas para el siglo XXI; cabe decir que estas estimaciones de capacidad de carga de la
población humana están basadas en aproximaciones de la cantidad máxima de recursos
disponibles, como alimentos y agua.

El crecimiento de la humanidad es un proceso imparable desde la aparición de nuestros ancestros


en el planeta, hace aproximadamente un millón de años hasta alcanzar la población actual,
superior a los 6.000 millones de habitantes.
Figura N°1. Reconstrucción del crecimiento de la población desde la aparición de nuestros
ancestros hace más de un millon de años hasta el presente.
Fuente: Cohen, 1995.

El crecimiento de la
población humana es, sin
duda, un componente
fundamental de la
creciente influencia de
nuestra especie sobre los
procesos que regulan el
funcionamiento de la
biosfera. Sin embargo, el
crecimiento de la
población ha ido
acompañado de un rápido
incremento en el consumo
per cápita de recursos
tales como territorio, agua
y energía. El consumo de
territorio ha supuesto una conversión de ecosistemas sin perturbar, que la humanidad ha usado y
usa como recolectores, a ecosistemas domesticados como pastizales o campos de cultivo, o
ecosistemas totalmente antropizados como zonas urbanas.

Figura N°2. Territorio transformado.


Progresión de la transformación de la
superficie global de bosques y otros
ecosistemas naturales a pastizales y
campos de cultivo. La superficie urbana
está en torno al 2% de la superficie
terrestre global.
Fuente: Goldewijk & Battjes, 1997.
Figura N°3. Valores de
extracción de agua en
el mundo para distintos
usos humanos, y su
proyección para el
futuro.

Fuente: Shilñommanov,
1999, IHP UNESCO.

Teniendo en cuenta tasas de consumo similares a las actuales, se espera que para el 2025 el uso
de agua global aumente entre el 25 y el 50%, lo que supone que el 70% del suministro de agua
anual se emplee en cubrir las necesidades de 8.000 millones de personas.

SOBREPOBLACIÓN Y ECOSISTEMAS

Los procesos físicos, químicos y biológicos que tienen lugar en el sistema Tierra están conectados
entre sí y entre la Tierra, océano y atmósfera. La maquinaria de la biosfera ha venido funcionando
dentro de dominios caracterizados por límites bien definidos y patrones periódicos. Sin embargo,
este funcionamiento está siendo perturbado como consecuencia de la actividad humana.

El equilibrio entre los ecosistemas depende en gran parte del número de ejemplares de las
distintas especies. Para que haya biodiversidad es preciso que todos los vivientes tengamos
espacio y alimento suficiente. De hecho, las especies autorregulan su número de acuerdo con: los
nutrientes existentes, la abundancia de depredadores y microbios patógenos, al clima y la
pluviosidad. sin embargo, la humanidad ha tenido un crecimiento demográfico desbordado a
partir de 1950, al grado en que nos hemos convertido en una auténtica plaga que consume en
exceso los recursos terrestres para subsistir. Actualmente, somos ya casi 7500 millones, y cada año
aumentamos por 100 millones. El resultado es que estamos provocando la sexta extinción masiva
de especies animales. Se calcula que cada día desaparecen 100 de ellas y al año unas 27 mil o 30
mil.
La biodiversidad es, desde luego, el rico y hermoso espectro de la vida, o dicho de otra forma,
conjunto de seres vivos que hay en un lugar. un millón setecientas mil formas de vida, entre las
que se encuentran desde bacterias, microbios, esponjas y miles de plantas, hasta paquidermos;
desde hongos y setas hasta peces, secoyas gigantes y perros, leones y otros mamíferos como el ser
humano.

Figura N°4. Relación socioecológico.


La biodiversidad implica el juego
mismo de la vida, es decir, el
conjunto de interacciones y
dependencias entre los vivientes.
Ella alude no sólo a una
impresionante cantidad, sino a la
variabilidad genética, a la
evolución de la vida, así como a
la función que cumplen las
distintas especies en los
ecosistemas y éstos en la
conformación de paisajes y
regiones. La biodiversidad implica el equilibrio entre las partes de un determinado ambiente y, al
mismo tiempo, cada ecosistema es fuente del equilibrio relativo del todo. De tal suerte que
cuando una especie se extingue no muere sola, se alteran seriamente algunos ecosistemas y
puede ser que también la Tierra misma. La biodiversidad es, sin duda, el corazón de la Tierra.

Figura N°5. Socioecosistema.


Desde el concepto de
socioecosistema, los humanos
y los ecosistemas constituyen
un sistema, que interactúa de
manera interdependiente a
una escala local y global.
CAUSAS DE LA SOBREPOBLACIÓN:

El crecimiento de la población se ha producido por diversos factores interrelacionados entre sí,


como son: la mejora y diversificación de los cultivos, el mejoramiento en las condiciones sanitarias,
el surgimiento y uso masivo de medicamentos (principalmente antibióticos y vacunas) y en general
el desarrollo de la tecnología. Las migraciones y la concentración urbana; en determinados países,
el impacto de las migraciones y acumulación de la población en las ciudades ha sido muy relevante
pero no sólo respecto al crecimiento demográfico, también en lo referido a la generación de
riqueza y su concentración, esta inequidad ejercerá presión en la distribución de la riqueza o
desigualdad en las condiciones de vida de la población mundial, sobre todo en lo que se refiere a
necesidades básicas como salud, alimentación, vivienda, educación, oportunidades laborales,
servicios públicos y principalmente el medio ambiente.

● Descenso de la tasa de mortalidad gracias a la medicina principalmente: la Revolución


Industrial trajo consigo la revolución en el mundo de la medicina. Los avances científicos
permitieron, a partir de esta época, vencer enfermedades que hasta entonces habían sido
mortales de necesidad. La invención de las vacunas y el descubrimiento de antibióticos
como la penicilina salvaron miles de vidas y son un factor clave del desmedido crecimiento
poblacional. Así, al descender el número de muertes anuales y mantenerse constante el
de nacimientos, la población aumenta.

● Progresos en la producción de alimentos: por su parte, la investigación científica y


mejoras tecnológicas permitieron mejorar la producción agrícola: cultivos durante todo el
año, semillas más resistentes, plaguicidas, entre otras; aspectos que Malthus no tuvo en
cuenta cuando enunció su catastrofista teoría que condenaba al ser humano a la
desaparición. Las mejoras en las técnicas de pesca y ganadería también contribuyeron a
disponer de más alimentos con los que alimentar a la población.

● Migraciones y concentración urbana: en determinados países, el impacto de las


migraciones y acumulación de la población en las ciudades ha sido muy relevante pero no
sólo respecto al crecimiento demográfico, también en lo referido a la generación de
riqueza. En la actualidad, más de la mitad de la población mundial vive en ciudades de más
de 300.000 habitantes, ciudades a las que se prevé que siga aumentando el número y
llegue alcanzar el 70 % de la población.

La superpoblación es, por lo tanto, uno de los mayores desafíos a los que ya se enfrenta la
humanidad y que amenaza el futuro más próximo de todo el planeta en términos económicos,
ambientales y sociales.
CONSECUENCIAS DE LA SOBREPOBLACIÓN:

Socialmente, fenómenos como el aumento del desempleo por una alta oferta de trabajadores
para una demanda limitada de puestos de trabajo lo cual está destinado a desembocar en una alta
tasa de desempleo que a su vez puede provocar un aumento de la criminalidad y revueltas
sociales, o como el aumento del coste de la vida lo que supondría, en último lugar, un aumento del
coste de la vida en la mayoría de países: pocos recursos, escasez de agua, acumulación de mucha
gente en un espacio limitado y falta de dinero provoca una aumento en el coste de la vida donde
sólo un porcentaje de la población podrá cubrir todas sus necesidades. No obstante, en cuanto a
una visión menos negativa los avances tecnológicos serían unas de las pocas cosas buenas, ya que
la alta concentración de gente en entornos urbanos trae también consigo la investigación y el
desarrollo que busca soluciones a las demandas de las personas, como por ejemplo la
popularización de las tecnologías de la comunicación, la generación, recolección y
aprovechamiento de datos a gran escala con fines sostenibles, la aparición de las ciudades
inteligentes o adaptadas para garantizar unas buenas condiciones de vida para su creciente
número de habitantes.

Sin embargo, es muy probable que la gran cantidad de población vaya en aumento e impacte el
medio ambiente como nunca ha ocurrido en la historia de la humanidad, generando
empobrecimiento del suelo, deforestación, erosión de cuencas, extinción de la biodiversidad,
contaminación de cuerpos de agua, entre otros; lo que generará más pobreza, conflictos y grandes
desplazamientos poblacionales nacionales e internacionales. A su vez estas interacciones dan lugar
a cambio climáticos tales como: la elevación del nivel del mar y las inundaciones, la (malaria,
cólera), la reducción de especies marinas, las sequías, las precipitaciones fluviales excesivas y los
impactos en la agricultura, los cuales afectarían una mayor cantidad de población.

● Agotamiento de los recursos naturales: el principal efecto de la superpoblación es el consumo


desigual y desmedido de recursos. El planeta tiene una capacidad limitada de generación de
materia prima y cada año el déficit de recursos naturales, genera la sobreexplotación de estos. EL
consumo de estos recursos a un ritmo más rápido del que el planeta es capaz de generarlos cada
vez llega más temprano. Como consecuencia, en los países en desarrollo, la sobrepoblación ejerce
una presión desmedida por el control de los recursos. Los conflictos territoriales por el
abastecimiento de agua están derivando en muchos casos en tensiones geopolíticas que podrían
dar lugar a guerras.

● Degradación del medioambiente: el consumo desmedido de los recursos naturales, así como el
crecimiento de la producción de energía procedente del carbón, el petróleo y el gas natural
(combustibles fósiles) está teniendo un impacto negativo sobre el plantea. Por un lado,
consecuencias como la deforestación y desertización, desaparición de especies animales y
vegetales, cambios en el ciclo de agua, entre otros; a lo que se une la consecuencia más directa de
la emisión de grandes cantidades de gases de efecto invernadero, el calentamiento global.
● Una mayor población generará mayores desechos: Todo individuo o sistema biológico funcional,
al efectuar un metabolismo de los alimentos, realiza los procesos de ingestión o consumo, la
asimilación, la desasimilación o catabolismo y la excreción. Por medio de ésta última el individuo u
organismo elimina los desechos al medio ambiente. La cantidad y frecuencia de eliminación de
desechos dependerán principalmente de la cantidad y calidad de la ingesta de alimentos y del
sistema de procesamiento de los mismos. En este punto encontramos una primera diferencia
entre las plantas y los animales, y los seres humanos, ya que éstos a diferencia de los primeros
ingieren alimentos artificiales, los cuales una vez procesados y desechados son más difíciles de
asimilar por el medio ambiente. A esta situación se agrega, que en la actualidad existe una gran
población humana y por lo tanto, gran cantidad de desechos que cada vez son más difíciles de
disponer sin contaminar el medio ambiente.

Por otro lado, los desechos que eliminan los seres humanos en el medio ambiente no se limitan a
aquellos procedentes de su metabolismo, sino que existen una gran cantidad de objetos (materia),
sustancias y gases, que los seres humanos han creado a través de procesos científicos de
transformación física, química y biológica de los recursos naturales, que diariamente se disponen
en el medio ambiente. En la actualidad muchas de las consecuencias de la disposición de estos
desechos artificiales son impredecibles ya que nuestro conocimiento científico es limitado. Lo que
sí sabemos es que la mayoría genera una alteración mucho más drástica en los ecosistemas de la
que producen los desechos provenientes del metabolismo de los seres vivos, como por ejemplo
serían las pilas, plásticos, ácidos, solventes y reactivos usados.

➢ Desertificación: La desertificación se define como el proceso de degradación del suelo que


afecta a zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas causadas, entre otros, por cambios
climáticos y antrópicos. Este proceso acarrea la reducción del potencial productivo de los
recursos superficiales y subsuperficiales y, por tanto, la disminución de la capacidad de
mantener la población de forma sostenible. Conviene resaltar que el origen de los
procesos de desertificación está siempre ligado a la acción intencionada del ser humano.
La vulnerabilidad a la desertificación depende del clima, el relieve, las condiciones de los
suelos y la vegetación, así como de la gestión de los recursos naturales. Entre las malas
prácticas de la gestión ambiental se encuentran la deforestación, el deficiente manejo
agrícola y el sobrepastoreo. Estas actividades humanas pueden producir el deterioro del
suelo (erosión física, degradación física, salinización, etc.) y/o la destrucción de la cubierta
vegetal.

Figura N°6. Situación de las


regiones más vulnerables a
la desertificación (en rojo)
Fuente: USDA-NRCS Soil
Survey Division.
● Aumento del desempleo: por otro lado, una alta oferta de trabajadores para una demanda
limitada de puestos de trabajo parece destinada a desembocar en una alta tasa de desempleo.
Esto, a su vez, puede provocar un aumento de la criminalidad y revueltas sociales.

● Aumento del coste de la vida: todo lo anterior en conjunto supondría, en último lugar, un
aumento del coste de la vida en la mayoría de países: pocos recursos, escasez de agua,
acumulación de mucha gente en un espacio limitado y falta de dinero provoca un aumento en el
coste de la vida donde sólo un porcentaje de la población podrá cubrir todas sus necesidades.

● Avances tecnológicos: en el aspecto positivo, la alta concentración de gente en entornos urbanos


trae también consigo la investigación y el desarrollo que busca soluciones a las demandas de las
personas, como por ejemplo la popularización de las tecnologías de la comunicación, la
generación, recolección y aprovechamiento de datos a gran escala –Big Data- con fines
sostenibles, la aparición de las ciudades inteligentes o Smart Cities adaptadas para garantizar unas
buenas condiciones de vida para su creciente número de habitantes.

EL CONTROL DE LA POBLACIÓN MUNDIAL:

Toda población de individuos que habita en un ecosistema debe estar sujeta a un control para
asegurar su supervivencia y la del ecosistema que la sustenta, esa es la principal premisa para
corregir o mejorar en cuanto al comportamiento de la humanidad. Naturalmente, existen sistemas
de regulación que rigen el resto de seres vivos, pero el ser humano es diferente porque este es
capaz de generar artificialmente su propio alimento a través de la agricultura y la ganadería,
además, tiene un nivel de raciocinio que le otorga una gran capacidad de adaptarse y transformar
su medio ambiente para su beneficio (muchas veces en detrimento de las demás especies que con
él habitan), y adicionalmente porque éste se encuentra en la cima de la cadena alimenticia por lo
que no tiene depredadores naturales.

De hecho, la población continuará en aumento hasta la primera mitad del presente siglo. En
opinión de los demógrafos de la ONU, el cálculo más aproximado se ubica en un punto intermedio
y, según sus proyecciones, la población mundial podría ascender a cerca de 9000 millones antes de
2050 (en 2045). Aunque en la actualidad, a nivel global la fecundidad y el tamaño de las familias
habría disminuido (el mundo alcanzará la tasa de reemplazo hacia el año 2030), vivimos una época
en donde la esperanza de vida se ha extendido gracias a la ciencia y existen una gran cantidad de
mujeres (1800 millones aproximadamente) que van alcanzando la edad reproductiva, lo que
significa que la población seguirá aumentando. Lo negativo es que 2030 se encuentra a escasas
dos décadas de distancia y la generación de adolescentes más numerosa de la historia iniciará
entonces su etapa reproductiva, de modo que aun cuando esas mujeres tengan solo dos hijos, la
población continuará su impulso ascendente durante otro cuarto de siglo.
El investigador en temas ambientales de Ecuador, Iván Narváez, coincide en que esta coyuntura de
gran crecimiento poblacional, al cual él denomina período de transición, habría comenzado en el
año 1965 y duraría hasta el año 2050. Durante este período de ochenta y cinco años, la población
del mundo se multiplicará por tres y envejecerá notablemente. Es indiscutiblemente el período
más crítico y singular por el que nunca haya pasado la humanidad, que a lo largo de su historia
siempre ha seguido un patrón de crecimiento estable y continuo.
En la actualidad resulta difícil predecir con exactitud las consecuencias que para el planeta traerá
consigo este gran crecimiento poblacional. Lo que si podemos afirmar con seguridad es que este
crecimiento desmesurado ha roto el equilibrio del medio ambiente mundial, puesto que la
densidad de la población humana no guarda una adecuada proporción respecto a los demás seres
bióticos y abióticos que residen en la Tierra. Así lo confirma la Organización de Estados
Iberoamericanos OEI al manifestar: “Como explicaron los expertos en sostenibilidad, en el marco
del llamado Foro de Río +5, la actual población precisaría de los recursos de tres Tierras para
alcanzar un nivel de vida semejante al de los países desarrollados. Puede decirse, pues, que hemos
superado ya la capacidad de carga del planeta, es decir, la máxima cantidad de seres humanos que
el planeta puede mantener de forma permanente.
La situación se torna delicada si tenemos en cuenta que esta coyuntura de alta densidad
poblacional se cierne sobre el planeta cuando éste ya afronta una serie de graves problemas
medio ambientales. Efectivamente, la alta densidad poblacional no es otra cosa que una variable
que aumenta exponencialmente los problemas globales por los cuales atravesamos. Como lo
expresa Robert Kunzig, en su artículo sobre población en el volumen 28 de la Revista “National
Geographic”, año 2011, “es difícil no alarmarse frente a un crecimiento poblacional que, hoy, es de
alrededor de 80 millones de individuos al año”. Además, mientras la población aumenta, los
recursos naturales están en disminución. Asimismo, agrega: “Casi 1000 millones de personas
padecen hambre a diario y en unas cuantas décadas tendremos que alimentar 2000 millones de
bocas adicionales, sobre todo en países pobres”.

Al respecto debemos manifestar, que a pesar de que en la historia ha habido experiencias


negativas de controles de la población humana como ocurrió en la India entre 1976 y 1977, en
donde la primera ministra Indira Ghandi y su hijo, Sanjay, utilizando poderes especiales de
emergencia para lograr un incremento impresionante en las esterilizaciones, forzaron a los
trabajadores de planificación familiar a cumplir sus cuotas de esterilización, utilizaron a ésta como
prerrequisito para recibir viviendas nuevas y otros beneficios gubernamentales, e inclusive
facultaron a la policía a organizar redadas para realizar esterilización forzada de gente pobre, y
como también acaeció en Perú, en el gobierno del ex presidente Alberto Fujimori, con el programa
de Anticoncepción Quirúrgica Voluntaria (AQV) que se desarrolló en el Perú en los años 90, donde
se habría captado a cientos de personas de los estratos sociales más bajos para que se sometan a
intervenciones quirúrgicas de esterilización como ligaduras de trompas o vasectomías
Es difícil realizar un control de la población sin vulnerar los derechos de las personas, sino que
dado el contexto mundial actual; pero es necesario que se efectúe, que como individuos
racionales que somos actuemos responsablemente y solo tengamos hijos cuando podamos
satisfacer sus necesidades básicas y afectivas, para que puedan desarrollarse en un contexto
adecuado y convertirse en individuos valiosos para la sociedad. Primando desde los mismos
estados el establecimiento de políticas principalmente preventivas, y que respeten los derechos
humanos.

Contexto Colombiano

La necesidad de satisfacer la demanda generada por el crecimiento de la población es una fuerza


motriz de grandes movilizaciones humanas, con notables impactos ambientales, aunque a veces se
la exagera al considerarla por separado de otros procesos económicos y sociales. El primer censo
confiable del país, de 1843, reporta una población de tan sólo 1,6 millones, que ascenderá a 1,9 en
1851, a 2,4 en 1870 y a 4,7 en 1912. A partir de este año empieza a presentarse un crecimiento
acelerado: 5,4 millones en 1916; 8,6 en 1938; 11.1 en 1951; 18,3 en 1964; 20,6 en 1973 y 29,9 en
1985. Desde entonces hasta ahora el país ha pasado por una transición demográfica que ha
llevado el crecimiento poblacional, que alcanzó más del 3,2% entre 1951 y 1954, a cifras del 2%
entre 1985 - 1993. La población para 1996 se calculó en 37,4 millones de habitantes, para una
densidad bruta de 32,7 habitantes por kilómetro cuadrado; la densidad ecológica (esto es
considerando sólo las áreas efectivamente ocupadas) es de 78 habitantes por kilómetro cuadrado,
pero varía mucho en un análisis detallado, desde unos pocos habitantes en áreas rurales poco
habitadas hasta alrededor de 7.950 habitantes por kilómetro cuadrado para la población
concentrada en ciudades y pueblos. Un cálculo con base en el concepto de “huella ecológica”
(Rees, 1996), esto es el área requerida por cada colombiano para la satisfacción de sus
necesidades de alimentación, vivienda, disposición de desechos, infraestructura de apoyo, entre
otros, y sobre la base hipotética de que dicha huella sea de 1,5 hectáreas por persona (la de un
europeo promedio está entre tres y cuatro), indicaría que el territorio colombiano es suficiente
para mantener a la población actualmente existente, es decir aún conserva un “superávit”
ecológico del orden del 34,5%.

El crecimiento demográfico y el consecuente incremento en la demanda ambiental por parte de la


sociedad son sin duda factores fundamentales subyacentes en los procesos primarios de
transformación de ecosistemas. No obstante, son factores complejos en sí mismos, pues como se
ha señalado reiteradamente, se corre el riesgo de caer en una simplificación del tema y atribuir al
exceso de población lo que bien puede obedecer a desequilibrios sociales; en efecto, parece
conveniente deslindar ambos aspectos. En primera instancia es necesario indicar que una
población que pasó de menos de dos millones de habitantes en su punto inferior, a mediados del
siglo XVII, y luego ha aumentado hasta superar los 36 millones a finales del XX, inevitablemente
genera una presión creciente sobre el medio natural, con independencia de otros factores; esta es
la faceta que interesa destacar aquí.
A ello se debe añadir la influencia que haya podido tener el crecimiento poblacional en fenómenos
puntuales, como el ya señalado de la expansión antioqueña desde mediados del siglo XIX, que
autores como Villegas (1978) no dudan en atribuir, entre otros, a factores demográficos.

Ello no significa que se desconozca la importancia de fenómenos tales como la inequitativa


distribución de la riqueza como agravante de presiones demográficas. En efecto, puede afirmarse
que en Colombia, ni siquiera en la actualidad y mucho menos a lo largo de la historia, la población
ha alcanzado niveles insostenibles en términos de su densidad o de la relación oferta - demanda
ambiental, como ya lo señala Márquez (1997) en un análisis muy preliminar desde el concepto de
huella ecológica (Rees, 1996), que indica que Colombia es uno de los cada vez más escasos países
que tienen superávit ecológico. Desde esta perspectiva, el crecimiento de la población tiene un
efecto sinérgico con la inequidad para generar presiones aún más fuertes sobre la base natural.

A partir de 1950 y hasta mediados de los 80 el crecimiento demográfico de Colombia va a ser muy
acelerado, hasta alcanzar los 36 millones de habitantes actuales. Esto ha venido acompañado de
una recomposición en la ubicación, con abandono de numerosos municipios y concentración en
otros pocos, las grandes ciudades. El impacto ambiental de este fenómeno es importante tanto en
lo que significa como descanso para muchas tierras como por la fragilidad ambiental asociada a las
grandes concentraciones de población.

En cuanto a los recursos, la existencia de estos aprovechables en determinadas áreas ha sido, sin
duda, un factor primordial en los procesos de transformación y en el devenir histórico del país.
Desde esta perspectiva, la historia colombiana puede verse como la búsqueda de sucesivas
fuentes naturales de recursos que explotar, como un proceso eminentemente extractivo que pasa
de una a otra bonanza, basada en una enorme riqueza natural que hiciera parecer innecesaria una
planificación de largo plazo y la sustitución de los procesos extractivos por procesos productivos
exigentes. La economía, gran parte de la organización social, política y física del país, resulta de su
ordenamiento para aprovechar las sucesivas bonanzas: oro, palo Brasil, quina, caucho, petróleo,
carbón o para un aprovechamiento pasivo de los suelos en ganadería extensiva; la agricultura es
marginal, con excepción del café y otros renglones recientes (banano, arroz, flores, coca), a los
cuales se acude con desgano. La gran riqueza natural moldea así uno de los caracteres básicos de
la nacionalidad, una mentalidad en eterna búsqueda de “Dorados” que nos traigan la riqueza que
no parecemos dispuestos a buscar por el trabajo cotidiano, así sea bastante menos riesgoso.

El deterioro de la base de recursos, resultante de su paulatina transformación y en especial de su


desperdicio y uso inadecuado, se traduce en la necesidad de buscar nuevas fuentes y, en
consecuencia, en una amplificación de los impactos. El caso de mayor impacto se relaciona con los
suelos, la mayoría de los cuales se destinan a la ganadería, bajo formas poco tecnificadas con
capacidades de carga muy limitadas. El agotamiento paulatino de estos mismos suelos y de
recursos asociados a los bosques, como agua, leña y caza, bien puede estar en la base de muchos
de los procesos de migración interna que se han llevado a cabo a lo largo de la historia del país y
con especial agudeza en el presente siglo y en las últimas décadas.
REFERENCIAS

● COHEN, J. E. (1995). How many people can the Earth support? Norton, Nueva York.
● MALTHUS, T. R. (1978). Un Ensayo sobre el Principio de la Población. Oxford's Word
Classics, 1993. Oxford.
● Broswimmer, Franz, Ecocidio, Méx., Océano, 2005, p. 24.
● www.conabio.gob.mx
● Eldredge, Niles, La vida en la cuerda floja, Barcelona, Tusquets, 2001, p. 191 CE (2001). La
Gobernanza Europea, un Libro Blanco, COM (2001) 428 final de 25.7.2001. Copenhagen,
2005.
● CROSBY, ALFRED, W. Y DONALD WORSTER (1986). Ecological Imperialism: The Biological
Expansion of Europe, 900-1900, Cambridge University
● https://earchivo.uc3m.es/bitstream/handle/10016/8520/cambio_pardo_2006.pdf?seque
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● http://revistas.pucp.edu.pe/index.php/derechoysociedad/article/download/13182/13795
● https://www.sostenibilidad.com/desarrollo-sostenible/causas-consecuencias-
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● Impacto de la actividad humana and sobre el sistema Tierra, "Cambio global," (2006).
● http://www.idea.unal.edu.co/publica/docs/abund_escasez.pdf

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