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NUEVAS CIFRAS PARA UNA NUEVA ERA

El desastre natural ocurrido en Sendai – Japón en el año 2011, del cual se presenció
temblores de 9000 kilómetros y olas que lograron alcanzar los 18 metros de altura, dejaron
20 000 personas fallecidas. Este hecho trajo como consecuencia una gran baja en la
economía de Japón, el cual se logró cubrir con 235 000 millones de dólares, lo cual es
equivalente también a todo el PBI de Grecia.

El economista Larry Summers menciono que la tragedia ocurrida ayudó a que la economía
de Japón se recupere, esto se llevó a cabo en un corto plazo pero en unos meses los
esfuerzos de recuperación impulsaban la demanda, el empleo y el consumo.

Japón experimento los efectos de una perdurable Ley Económica, que sostiene que cada
desastre tiene su lado positivo, al menos para el PBI. Esto se comprobó una vez más porque
la economía aumento en un 2% para el 2012 y al año siguiente las cifras fueron incluso
mejor. Otro episodio fue el de La Gran Depresión, Estados Unidos empezó a superar la
crisis en la que se encontraba hasta que entro a la segunda guerra mundial.

Al principio de los años cincuenta fue un periodo en el que la industria nacional estaba en
recesión, este periodo trajo consigo un crecimiento anual entre el 2% y el 8%. Con lo cual
se puede decir que los países que sufrieron dichos desastres pues lograron levantarse del
fango tirado de las abrazaderas de las botas. El filósofo Frederic Bastiat escribió un ensayo
titulado “Lo que se ve y lo que no se ve”, en el que después de tener conocimiento de todos
los casos que se han mencionado el razonamiento o la conclusión a la cual podemos llegar
no coincide al cuestionarnos si ¿Deberíamos de alegrarnos de los desastres naturales?,
¿Derruir barrios enteros? y ¿Dinamitar fábricas? Podrían ser un buen antídoto para el
desempleo y obrar maravillas en la economía.

El PBI viene a ser la suma de todos los bienes y servicios que produce un país, ajustado
conforme a fluctuaciones estacionales, la inflación y tal vez el poder adquisitivo. Este no es
muy eficaz a la hora de calcular los avances en conocimiento. Los ordenadores, cámaras y
teléfonos son más inteligentes, más rápidos y más vistosos que nunca, pero también más
baratos, y por consiguiente apenas cuentan. Mientras que hace treinta años aun bebíamos
de pagar 300 000 dólares por un solo gigabyte de almacenamiento, lo que hoy cuenta
menos de 10 centavos, estos asombrosos avances tecnológicos apenas figuran como una
nimiedad en el PBI.
El PBI no solo pasa por alto un montón de cosas valiosas sino también se beneficia de toda
clase de sufrimiento humano como lo son los casos de Atascos, drogadicción o adulterio.
Estas son minas de oro para las gasolineras, centros de rehabilitación y abogados
matrimonialistas. Para el PBI el ciudadano idóneo sería un jugador compulsivo con cáncer
que está travesando un largo proceso de divorcio al que se enfrenta tomando Prozac a
puñados y que consume desenfrenadamente en el Black Friday.

A CADA ÉPOCA SUS PROPIAS CIFRAS

En muchos países puede malinterpretarse que el crecimiento económico, el bienestar y la


salud van de la mano. Son lugares donde aún hay estómagos que llenar y casas que
construir. Anteponer otros objetivos al crecimiento es u privilegio de los ricos. Pero para
mayor la mayor parte de la población mundial, el dinero se lleva la palma. “Solo hay una
clase social que piensa más en el dinero que no son los ricos, y son los pobres”, escribió
Oscar Wilde.

Pensar que el PBI todavía sirve para calibrar con precisión el bienestar social es uno de los
mitos más extendidos de nuestro tiempo. Hasta los políticos que se enfrentan por todo lo
demás se pone siempre de acuerdo en que el PBI debe crecer. El crecimiento es bueno, es
bueno para el empleo, para conseguir poder adquisitivo y es bueno para nuestro gobierno,
porque asi dispone de más dinero para gastar.

El deseo de medir la riqueza es muy antiguo, en aquellos tiempos los economistas


conocidos como fisiócratas creían que toda riqueza salía de la tierra. En consecuencia
estaban preocupados principalmente por el rendimiento de las cosechas. En 1665 William
Petty fue el primero en presentar un cálculo de lo que denomino RENTA NACIONAL.
Teniendo como principal propósito descubrir cuanto podía obtener Inglaterra en
recaudación de impuestos y por extensión, cuanto tiempo podría seguir financiando la
guerra con los países bajos. A Diferencia con los fisiócratas, Petty creía que la verdadera
riqueza no procedía de la tierra, sino de los salarios. Por consiguiente, razono, los salarios
deberían gravarse más.

El significado de RENTA NACIONAL nunca se ha fijado o fluctuado con las corrientes


intelectuales y los imperativos del momento, debido que cada época genera sus propias
ideas sobre lo que define la riqueza de un país.

LA VARA DE MEDIR DEFINITIVA


Desde las ruinas y la guerra, el PBI emergio como la vara de medir definitiva del progreso:
la bola de cristal de las naciones, la cifra que se imponía a todas las demás. En esta
oportunidad la función no era potenciar el esfuerzo belico, sino consolidar la sociedad de
consumo.

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