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Orígenes y precursores del Desarrollo Humano

El humanismo nace en la cultura griega: "fue un hecho histórico mucho antes de


comenzar a ser una actitud consciente del espíritu o una tradición cultural".
El principio de la tradición humanista puede sintetizarse en la frase "mente sana en
cuerpo sano". Esta frase nace del concepto que tenían los griegos acerca de "la doble
naturaleza del hombre, que es material y espiritual".
El ideal del humanismo es tan alto, que difícilmente se alcanza. Todos los pueblos lo
han buscado, tanto los griegos como los romanos, los españoles como los franceses. Así,
cada pueblo ha tenido un enfoque humanista en alguna parte de su historia.
El humanismo considera al hombre desde el punto de vista espiritual: el ser humano
es, dentro de la escala de los seres vivos, el más rico en valores espirituales y en ideales;
por medio de ello, desarrolla la razón.
La palabra "humanista", proviene de humanus, un adjetivo latino que significa "el
que tiene las inclinaciones y sentimientos propios del hombre". Esta palabra se ha ido
acercando cada vez más a significar "el que tiene cualidades orales". Cuando el adjetivo
"humanista" se aplica a la psicología, deberá entenderse que ésta "no tratará exclusivamente
de las tendencias animales del hombre, ni reducirá las funciones humanas a las actividades
animales o a sus sacudimientos mecánicos semejantes al reflejo de la rodilla, sino que
tomará en cuenta la naturaleza entera del hombre, animal y espiritual". La psicología
humanista, al hacer al hombre consciente de todo aquello que es específicamente humano
en él, lo humaniza.
La tradición científica de la investigación suele cuestionar el sentido de valía que la
gente posee; es eso precisamente de lo que se ocupa la psicología humanista: le da
importancia al trabajo con los demás ya que "en la exploración de otras personas
aprendemos algo que ignorábamos" de nosotros mismos. Existen algunos profesionales,
como Sidney M. Jourard y Ted Landsman, que, después de haber llevado a cabo estudios de
investigación en su práctica como psicólogos, buscan el lado humano de la psicología, es
decir aquella parte que ayude al ser a revelar su naturaleza humana y su situación, para
hacerlas más conscientes, mediante todos los medios que estén a su alcance.
Estos psicólogos opinaban que en esta área, "el paciente y el terapeuta comparten la
experiencia pertinente, de modo que el primero pueda tener ideas más claras y sea capaz de
liberarse de las influencias que restringen su desarrollo y su autorrealización". A estos
investigadores no les parece adecuado el uso del término "terapia", por lo que prefieren
referirse a la relación entre el psicólogo y sus pacientes como un diálogo entre dos, en el
cual ambos aprenden uno del otro. Jourard y Landsman se refieren a un modo diferente de
conocer al ser humano: conocerlo con base en compartir experiencias, a diferencia de
adoptar la postura de psicoterapeuta.
"Quizá la virtud más persuasiva de la psicología humanista sea la exactitud de su
modelo intuitivo". No debo olvidarse que la psicología humanista se dirige al desarrollo de
la persona; por lo tanto, habrá que partir de que cada ser humano es uno e irrepetible y que
el psicólogo humanista desarrolla una habilidad intuitiva que lo ayuda en el proceso de
facilitación individual y grupal y que, asimismo, se retroalimenta con la riqueza que aporta
cada uno de aquellas personas a las que trata
Cuando Jourard y Landsman llegaron a trabajar con estudiantes de posgrado fueron
tomados, sorpresivamente, como innovadores ya que los estudiantes estaban acostumbrados
al estilo de la psicología norteamericana. Su innovación fue aplicar los conceptos recién
encontrados por ellos sobre la psicoterapia centrada en la persona, mismos que se citan a
continuación:

a. El proceso psicoterapéutico está fundamentalmente motivado por el impulso de la


persona hacia el crecimiento, la salud y la adaptación. La psicoterapia consiste en
liberar a la persona de los elementos que obstaculizan su desarrollo normal.
b. Este proceso está más vinculado a la expresión y clarificación de los sentimientos
que a la comprensión intelectual de la experiencia.
c. La comprensión de las circunstancias del presente inmediato de la persona es más
importante que su pasado.
d. La experiencia de la relación terapéutica y no la conceptualización de ésta, es el
elemento determinante del crecimiento en el proceso terapéutico.

Con esto, puede afirmarse que la psicología humanística nació en los años 1962/62.
El concepto de verdad cambió gracias a las aportaciones de grandes filósofos
preocupados por el desarrollo del ser humano, tales como Soren Kierkegaard quien,
rompiendo con la filosofía tradicional, sostuvo que la verdad no es objetiva sino que
depende de que aquél que la busca esté afectado o no por ella. Así puede concebirse el
proceso de búsqueda como la verdad. Todo individuo tiene qué encontrar una verdad,
aunque sea la verdad para sí mismo.
El presupuesto fundamental de Kierkegaard es la libertad humana: ve al hombre
fundamentalmente libre y, al mismo tiempo, con la posibilidad de estar en la prisión de no
ser libre, es decir con la libertad de elegir responsablemente frente a sí mismo.
Posteriormente, apareció el psiquiatra Kurt Goldstein (1878-1965), quien procedía
de una familia judía. Su obra principal es El organismo, escrita en alemán y publicada en
Holanda en 1934. Murió a los 85 años en la ciudad de Nueva York.
Goldstein difiere con Freud en el concepto de superación, ya que para Goldstein la
superación es la tendencia de ir desde un comportamiento desordenado hacia un
comportamiento ordenado, lo que conduce a la autorrealización.
Este psiquiatra hace varios planteamientos que nos acercan a la psicología
humanista entre los que están los siguientes:

a. Habla acerca de la elección y decisión que todo ser humano tiene como
característica existencial, así como de la autorrealización como proceso organísmico y
unitario. Afirma que una parte esencial de la autorrealización es la confrontación con el
entorno, que conduce a conmociones y catástrofes, en las que puede encontrarse placentera
la tensión.
b. Integra, en su teoría del organismo, dos principios de la gestalt: los fenómenos de
figura y fondo, como componentes sólidos de una teoría de la totalidad del organismo y la
tendencia hacia una buena gestalt. Cabe recordar que Fritz Perls, el fundador de la terapia
gestalt la calificaba como terapia existencial; la veía como algo inherente a la naturaleza
humana, como una forma totalizadora de organización de elementos individuales, como
una homeostasis. Hay que tener presente que para Goldstein el mismo organismo es una
totalidad, una gestalt.
Este psiquiatra tiene relación con Heidegger cuando habla de las posibilidades de
elegir y decidir que tiene todo ser humano. Es importante hacer notar que Goldstein
buscaba clarificar los principios establecidos por filósofos anteriores a él. Por último la
comprensión de Goldstein de la ciencia es fundamentalmente fenomenológica. Todos estos
factores lo hacen ser como un "padre de la psicología humanista".
En 1945, W. Snyder realizó un estudio que analizaba el contenido de las
investigaciones del psicoterapeuta sobre la persona que recibe ayuda. Su estudio fue
repetido por J. Seeman, en 1949, quien encontró que a partir de las primeras entrevistas
comenzaba el movimiento de quien recibe la terapia hacia una mayor comprensión de su
persona en cuanto a sí misma. Cuando el terapeuta tenía una actitud empática y una
aceptación incondicional, se apreciaba más claramente que en la persona sujeta a
tratamiento surgía una mayor actividad en la planeación de la expresión de sentimientos
positivos en sustitución de la anterior manifestación de los sentimientos negativos.
En un segundo momento, aproximadamente entre 1946 y 1953, Rogers escribió un
libro sobre psicoterapia no directiva, que facilitó el trabajo de los psicólogos clínicos y los
orientadores, quienes no habían encontrado un instrumento apropiado para satisfacer las
necesidades de sus clientes.
El planteamiento del cual parte Carls Rogers es la empatía, que puede describirse
así: el modo como el terapeuta "siente el mundo interno del cliente, con todos sus
significados muy personales, como si fuese el suyo propio.
Siente la confusión del cliente, su miedo, su ira o su sentimiento de ser tratado en
forma injusta, como si esos sentimientos fuesen los suyos propios, pero no se enreda en
ellos con su propia inseguridad, miedo o ira", es decir, se hace uno con el paciente, sin
perder su propio yo, pero con la aceptación incondicional hacia la persona que recibe
ayuda. Cuando el terapeuta experimenta una actitud cálida, positiva y aceptante hacia la
realidad del paciente, lo aprecia en forma total
Para conseguir lo anterior es necesario:
a. Establecer un ambiente de empatía en el que el otro se sienta entendido, sea cual
fuere su situación.
b. Lograr que el paciente se sienta aceptado en forma incondicional, sea cual sea la
situación en que se presenta o por la que está pasando.

Para que un terapeuta consiga lo antes mencionado, tendrán que pasar varias
sesiones; también es posible que la relación se establezca desde las primeras sesiones: no
hay una regla para ello. Rogers dice que el establecimiento de este tipo de relación se va
"sintiendo" y afirma, también, que es válido aceptar frente al cliente y discutir con él que la
empatía no se está dando, por lo que la terapia no funcionará.
Las aportaciones de Rogers fueron de gran ayuda para los psicólogos clínicos y para
los orientadores, sobre todo en 1951, cuando estos profesionales no encontraban aún en
dónde ubicarse, a pesar de que existía ya un cierto número de posturas al respecto. No
obstante, la labor de los psicólogos clínicos y de los orientadores aún no se identificaba
plenamente con ningún proceso terapéutico, lo que habría facilitado llevarla a cabo con
mayor seguridad y brindar una ayuda que realmente satisficiera los problemas de los
pacientes.
Como se dijo más arriba, J. Seeman repitió, en 1949, la investigación que en años
anteriores había realizado Snyder y encontró que, en principio, cuando el terapeuta
mantiene una actitud empática con el cliente y una aceptación incondicional, la persona
logra tener una mayor comprensión de sí misma y una mayor actividad en planeación de la
expresión de sentimientos positivos.
Otro autor, llamado D. Stock (1949), encontró una correlación positiva entre los
sentimientos de una persona hacia sí misma y los sentimientos de esa misma persona hacia
los demás.
Otra contribución importante de Rogers fue su planteamiento acerca de la expresión
y clarificación de los sentimientos, más que de la comprensión intelectual de los mismos, lo
cual se pone de manifiesto en la entrevista con el terapeuta cuando el cliente no únicamente
se refiere a sus sentimientos, sino que, además, transmite actitudes cuando se siente
aceptado y comprendido.
"En 1951, Bergman concluyó que después de las intervenciones estructuradas o
interpretativas del terapeuta se producía en la persona que recibía ayuda un abandono de la
exploración en la experiencia del yo, mientras que la clarificación empática del sentimiento
generaba en la persona una continuada exploración de la experiencia y la adquisición de
una más profunda comprensión de sí misma".
Las investigaciones continuaron y los resultados iban siendo cada vez más
interesantes. En una de ellas, se llegó a la conclusión de que era más importante la empatía
que los años de experiencia que tuviera el terapeuta.
"Burgental profetizó que la psicología humanista traería a la humanidad cambios
revolucionarios parecidos a los que supuso la ciencia en su tiempo". En 1949 formuló, por
vez primera, algo parecido a unos principios de psicología humanista.
De igual modo, Rogers, en 1963, profetizó: "la psicología humanística conducirá a
formulaciones teóricas que resultarán tan sorprendentes para los psicólogos convencionales
como lo fueron las teorías del espacio no euclidiano para los físicos convencionales.
Conllevará una visión del hombre como arquitecto responsable de sí mismo,
subjetivamente libre y que elige".
Finalmente, en 1962, se fundó la American Association of Humanistic Psychology.
Así pues, los promotores más importantes del movimiento humanista fueron los
estadounidenses Carl R. Rogers (1902-1987) y Abraham Maslow (1908-1970). Maslow,
quien era hijo de un inmigrante ruso judío de Kiev, se describía a sí mismo como muy
tímido. En un principio estudió derecho, pero lo abandonó para estudiar psicología. Sus
deseos eran un tanto utópicos y mesiánicos por lo que al leer a Skinner se enfocó hacia su
teoría. Sin embargo, conoció a otros psicólogos como Kurt Koffka, quien era de origen
alemán. Koffka trabajó arduamente en investigaciones relacionadas con el proceso del
desarrollo de la psicología como ciencia experimental. Su trabajo, junto con el de W.
Kohler, sentó las bases para el futuro desarrollo de la gestalt como una forma de interpretar
y manejar la realidad psicológica.
Erich Fromm es también considerado como uno de los profesionales que hicieron
aportaciones al humanismo en la psicología. Fromm consideraba que las sociedades
enfermas producían personas igualmente enfermas. Su teoría habla acerca de cómo se va
formando la personalidad con base en la situación social, política y económica en que se
vive. Contrariamente a otros psicólogos, no centra el desarrollo de la personalidad en la
relación entre padres e hijos que se da en los primeros cinco años de vida de un individuo.
Alfred Alder, quien rechazó el pansexualismo de Freud y consolidó una estructura teórica
acerca de la conducta humana formando su propia aproximación psicoanalítica, llegó a la
conclusión de que la motivación real del hombre es su afán de superioridad; él, junto con
otros autores, cambió el rumbo que se llevaba y optó por comprender la psicología con el
sentido de las ciencias naturales.
Maslow era, desde entonces, una personalidad importante para la psicología
humanística. Al igual que Carl Rogers, fue un psicólogo científicamente reconocido y de
orientación científica. Este intelectual buscaba el crecimiento de la persona a raíz de lo
"bueno" que tiene como, por ejemplo, la lucha por la salud, la identidad, la autonomía, la
demanda de perfección, etc., actitudes que, según afirmaba Maslow, todo ser
universalmente humano posee.
En 1954, Maslow publica su obra principal titulada Motivation and Personality y, en
1968, publica Towards a Psychology of Being. El tema principal de este autor es la teoría
de las necesidades. El Desarrollo Humano hace referencia a la psicología humanista, cuya
filosofía establece que todo ser humano es diferente a los demás, es único y que, por lo
tanto, debe admitir la responsabilidad de sus actos y su comportamiento tomando en cuenta
las influencias ejercidas sobre él por su constitución genética, su familia, la sociedad y las
circunstancias.
A diferencia de otros especialistas que sólo estudian ciertos tipos de conducta, los
psicólogos humanistas se concentran en los sentimientos y el bienestar general de quienes
acuden a ellos, a los que suelen llamar clientes y no pacientes, porque consideran que esas
personas no son seres enfermos.
Las terapias del orden humanista atienden más bien a los problemas vigentes del
individuo, a sus sentimientos y a sus reacciones ante los hechos de la vida. Estas terapias no
tratan de hacer una evaluación exhaustiva de las experiencias infantiles y de los motivos
inconscientes que pueda haber tenido el cliente sino que, más bien procuran desarrollar en
él un mayor conocimiento de su modo de ser y de la capacidad para comunicarse consigo
mismo y con los demás.
Los humanistas buscan devolver a las personas la confianza en sí mismas, para que
sean capaces de adoptar actitudes que los hagan sentirse mejor y estar más sanos.
El Mtro. José Gómez del Campo, quien fue alumno de Juan Lafarga, realizó una
labor académica que sirvió de base para que se estructurara la Maestría en Desarrollo
Humano en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). Este
programa se estructuró, asimismo, para la Universidad Iberoamericana contando con la
valiosa cooperación de Alberto Segrera, egresado de la Universidad de Lovaina, Bélgica, en
el desarrollo curricular.
Con estos antecedentes se formalizó la propuesta, misma que se llevó a cabo en las
dos universidades mencionadas anteriormente y, además, en la Escuela de Psicología del
CETYS, en Tijuana. El programa en esta última institución fue diseñado por Darío Sánchez
junto con un grupo de colegas egresados del ITESO.
En nuestro país existen algunos estudiosos del Desarrollo Humano. Esto ha tenido
como consecuencia una actividad académica que ha cristalizado en la producción de obras
bibliohemerográficas, generadas por especialistas, -como la Mtra. Ana María González, el
Dr. Juan Lafarga y el Dr. José Gómez del Campo, entre otros- que han contribuido al
enriquecimiento de la evolución y moderación de la teoría del counseling y su adaptación a
nuestra cultura.
El Dr. Lafarga y el Dr. Gómez del Campo han publicado una obra en cuatro tomos
titulada "Desarrollo del Potencial Humano" que contiene diversas aportaciones a la
psicología humanista. Estas aportaciones están constituidas por artículos relacionados con
los principales autores del Desarrollo Humano y la psicología transpersonal, cuyo
contenido se expone con claridad y sencillez. En dichos volúmenes, Juan Lafarga aporta al
lector elementos esenciales de la psicología humanista.
Esta corriente ha atravesado por una serie de dificultades para avanzar, sobre todo
por las grandes críticas y los fuertes cuestionamientos de que ha sido objeto; por lo tanto,
debe cuidarse mucho el cuadro conceptual básico de esta disciplina. Otro desafío que hay
que afrontar es el desarrollo de una ciencia que sea humanística. A este respecto Carl
Rogers decía: "si hemos de existir en un mundo científico, de moléculas de DND y RNA;
en un mundo de microbiología, de estimulación eléctrica del cerebro y de análisis químicos
de estados psicológicos, debemos hallar una forma de conocimiento que sea promisoria. El
mismo autor se preguntaba si podrían formarse científicos humanistas que tuvieran el
compromiso, la audacia y la tenacidad de pensamiento en relación con los problemas y
paradojas que las ciencias "difíciles" han desarrollado.
Los humanistas se preguntan: ¿Lograremos sostener, en este mundo que se empeña
en materializarnos y en desvalorizarnos, una filosofía en donde el ser humano se escoja a sí
mismo, sea su propio arquitecto?
¿Sobreviviremos ante las disyuntivas que nos plantea a diario el consumismo, en un
mundo en donde se impone el utilitarismo? Podría parecer que la filosofía humanista es
contraria a todo lo que hoy estamos viviendo; por ello reconocemos que el valor de vivir se
encuentra en el proceso de la vida. Lo anterior significaría que en vez de preguntar: ¿Has
aprendido quebrados, biología o matemáticas?, debería preguntarse: ¿Qué existe en el
proceso de estos aprendizajes que para ti resulta valioso? Asimismo, significa que en vez de
la pregunta: ¿Has logrado un matrimonio feliz?, podría preguntarse: ¿Cuál es el proceso de
tu matrimonio?
En esta filosofía se busca un método científico como un proceso que alcance
aproximaciones de la verdad, ya que vivimos en un mundo que constantemente está
cambiando en conocimientos y en tecnología. Así, sólo podremos encontrar la seguridad en
un proceso cognoscible y no, en certezas conocibles.
Las contradicciones son, día a día, mayores y los valores más distantes en el mundo
de hoy; parecería que el hombre no va a llegar a acercarse al otro en esa relación que busca
la psicología humanista. Por otra parte, se observa que cada día se da una mayor demanda
de estos procesos como una necesidad de la vida, que parece írsenos de las manos sin poder
hacer nada. Así, se hace necesario que los individuos se preparen más y más para transmitir
con actitudes el proceso de vida que propone el Desarrollo Humano.
En México es cada vez más notoria la necesidad de ayuda o facilitación en el
proceso de crecimiento. Otro tanto o más sucede en otros países, donde el materialismo
parece agobiarlos a tal grado que se han despersonalizado, lo que ha lanzado a sus
habitantes tras la búsqueda de algo que los rescate y los vuelva a encontrar como seres
humanos, como personas. Desmaterializar a la humanidad no es muy difícil: lo que pasa es
que se han perdido las dimensiones de lo que hace que los individuos crezcan o no como
personas. La violencia, la corrupción y el poder han invadido a la Humanidad; se les ha
dejado penetrar en los hogares y ahora habrá que rescatar todo lo perdido.
Es en este punto donde la psicología humanista tiene mucho qué hacer, en todos los
estratos sociales y en todos los países del mundo. Es notable, diariamente, la invasión de los
medios masivos que evidencian el grado de enajenación al que se ha llegado y el grado de
violencia que invade las sociedades. Lo que puede hacerse es rescatar a la persona, a ese ser
humano tan dotado de todo y tan desperdiciado para que, como dice Rogers, desarrolle
todas sus potencialidades, que son innatas.

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