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Psicología General
Teorías de la
Motivación
17/04/17
Claudia María Alcaraz
35.306.156
Desde que una persona comienza a tomar decisiones, acumula a lo largo de la visa una serie
de acciones que dan forma a su conducta. Estas no son resultado azaroso de la coincidencia o
algún plan predestinado. Partiendo desde dicho aspecto, es necesario profundizar sobre cuáles
son los qué, porqué, para qué de lo que hacemos.
Reír ante un comentario que me pareció gracioso o repetir el cepillado hasta cubrir cada uno
de los dientes, son ejemplos de actos mecánicos que desempeñamos sin dificultad, pero si
hablamos de la reacción de un individuo ante la pérdida de su trabajo (como muchas otras
situaciones propias de la naturaleza humana) rara vez resulta tan predecible. Entre los
procesos cognoscitivos involucrados, existen relaciones extraordinariamente complejas por
descubrir.
La motivación es un proceso fisiológico y psicológico responsable del desencadenamiento,
mantenimiento y del cese del comportamiento. Los tres elementos fundamentales e
interrelacionados que intervienen en la conducta son: necesidad, objetivo e impulso. Para
situarlo en un ejemplo: Un hombre tiene a su esposa con una enfermedad en estado crítico y
solo un medicamente puede salvar la vida de la mujer (necesidad). El único farmacéutico que
dispone de la droga la vende a un precio muy alto y no accede a recibir una oferta menor por
parte del sujeto desesperado. Este se plantea conseguir el medicamento a como dé lugar
(objetivo) y unos días después comete un robo en el depósito farmacéutico (impulso). Puede
observarse que tanto la dirección como la persistencia de las acciones son factores
importantes dentro de la motivación.
Ni toda la conducta refleja las impulsos y los objetivos, ni todas las necesidades son iguales.
Es necesario tener en cuenta agentes secundarios que inciden directamente: las condiciones
ambientales, el aprendizaje por los hábitos sociales y por las actitudes, además de los
impulsos en sí mismos. Por otra parte, la combinabilidad entre factores es de lo más versátil:
dos o más necesidades diferentes pueden combinarse para dar origen a determinado
comportamiento. También, ciertos mecanismos fisiológicos invariables establecen
necesidades comunes en los seres humanos (alimentos, agua, contacto sexual), y no solo
exclusivamente a causa de las tasas hormonales sino que existen evidencias científicas de que
el sistema nervioso central tiene una influencia directa sobre el origen de los impulsos.
Tanto la satisfacción como la frustración pueden, respectivamente, hacer aproximarse o evitar
las necesidades en base a las experiencias previas de aquella persona conforme tiene la
confianza de que podrá satisfacer su deseo (o no).
Para tener una noción general sobre la motivación, basta con conocer la etimología latina de
la palabra: Motivus (movimiento) y el sufijo –ción (acción y efecto). Sin embargo, muchos
han sido los autores que, desde sus propios enfoques, estudiaron (y estudian) el proceso de la
motivación como un aspecto primordial en la psicología del ser humano. A continuación, se
presentan algunas de las teorías más importantes.
Maslow
También se deben tener en cuenta la diferenciación entre los objetivos que plantea esta teoría.
Para cada impulso, los objetivos suelen variar dependiendo de una serie de agentes que permiten
definir aquellos como tales:
Las normas y valores culturales: Se refiere a la historia del aprendizaje del individuo, lo
que le resulta importante. Por ejemplo: la familia, ser ventajista, el arte, etc.
La capacidad biológica: El respaldo genético, desde la ontogénesis, en cuanto lo
condicionan a buscar ciertas metas y no otras. Por ej.: las personas celíacas mantendrán
una estricta dieta libre de gluten.
La experiencia personal: Al momento de organizar equipos para partido de fútbol, la
persona que nunca ha sido muy hábil en la ofensiva pero tiene buena reacción para atacar,
pedirá el puesto de arquero.
Accesibilidad en el medio ambiente físico y social: Hace foco sobre las oportunidades,
recursos y estímulos que marcarán determinadas tendencias en el sujeto. Por ejemplo: Un
niño que creció en una zona costera donde se practica frecuentemente surf, tendrá más
disposición a habituarse en dicho deporte ya que su contexto se lo facilita.
Hull
Desde una perspectiva conductista, plantea que las
necesidades incitan a la acción, enfocándose en el hábito e
ignorando la conciencia, como un medio que sirve a los
organismos para adaptarse a sus ambientes con el fin de
sobrevivir. Los seres vivos buscan mantener un equilibro
natural (homeostasis) que está desnivelado cada que se sufre
de una necesidad.
Existen impulsos primarios, determinados por factores
biológicos, que estimulan la conducta del organismo hacia
buscar alimento, refugio, etc. En base a aquellos (primarios),
se presentan impulsos secundarios, relacionados con el
aprendizaje. Si bien el individuo posee algunos mecanismos
de estímulo-respuesta desde el mismo momento de nacer, una conducta siempre se aprende
desde una necesidad fisiológica.
Hull concibe la conducta de forma molar, no molecular, dando principal importancia a factores
fisiológicos.
Las críticas principales a este modelo son la insistencia en la reducción de impulsos como
mecanismos motivacionales básicos, el hincapié en aspectos locales y la poca aplicación que
tiene para el comportamiento humano (mucho más complejo).
Lashley
Morgan
Lorenz y Tinbergen
Stellar
Lindsley
También conocida como teoría de la activación. La formación reticular y el tálamo son los
protagonistas, en los cuales los procesos neuronales suscitan estados motivacionales. Estos
comienzan con una función de alerta general que produce una
actividad generalizada, el impulso.
Al contrario que la teoría de Stellar, Lindsley se centra más en
la activación que parte desde el sistema talámico-cortical difuso
(centro principal de procesamiento de la motivación) en acción
final sobre los estímulos asociados con la satisfacción de la
necesidad pendiente. En otras palabras, posiciona su perspectiva
en los mecanismos efectores.
El sistema límbico (del cual forma parte el tálamo) se vincula con mecanismos como la
homeostasis, integración y la asociación.
Grossman
Incorpora el concepto de los impulsos no homeostáticos (como el sexo), además de los
homeostáticos ya tratados en teorías anteriores. En los primeros, los estímulos sensoriales
aferentes provienen de cambios en el ambiente externo y el impulso se presenta ante a la acción
de ciertos factores químicos como la cantidad de hormonas en la sangre o la concentración de
determinadas sustancias.
Estimulación
Se nombran a autores que tratan la idea de cómo el organismo busca el desequilibrio, en lugar
del equilibrio.
Leuba y Hebb
Glanzer
Plantea una nivelación de la cantidad de estimulación por unidad de tiempo que un sujeto recibe.
Si es escasa o excesiva, buscará llegar a la incitación sensorial si no está en su nivel óptimo.
Otros modelos sobre la estimulación son:
Otras teorías
Freud
La persona tiene motivación basada en impulsos provenientes del
inconsciente que condicionan y determinan sus actos y decisiones.
Estos motivos inconscientes son llamados pulsiones. La pulsión que
moviliza al hombre es fundamentalmente la libido que va adoptando
distintas formas según la etapa del desarrollo (oral, anal, fálica, de
latencia, genital) que el ser humano atraviese y que tienen
significancia dentro de la interpretación clínica.
Erikson
Todo individuo va desarrollando su conciencia del yo o identidad por
mediación de la interacción con la sociedad a la cual pertenece. Plantea,
también, un sistema de ocho etapas evolutivas y continuas a lo largo de
toda la vida donde la persona va ganando ciertas competencias y crisis a
las cuales debe enfrentarse. La resolución de cada crisis (favorable o
desfavorable) determinará el desarrollo de la etapa posterior.
Hebb
Teoría de la disonancia cognitiva: Cuando la presencia de conocimientos de una
persona (sobre sí misma, su conducta o el entorno) no son coherentes entre sí o
le resultan de pronto desconocidos o ignorados, genera en el individuo un estado
psicológico de temor y ansiedad que le incomoda y que le dirige a esforzarse en
disminuir aquellos, buscando regresar al primer estadio.
Weiner
Teoría atribucional de la motivación y emoción: Presenta cómo una
persona intenta explicar sus éxitos y fracasos en relación causal con
sus resultados anteriores importantes. El éxito y el fracaso generarán,
respectivamente, un efecto general positivo (felicidad) y un efecto
general negativo (frustración, tristeza) que podrán encausar la
conducta del individuo.
Para cada caso, propone modelos causales entre variables
cognoscitivas (atribucionales y expectativas) y el rendimiento
académico.
La motivación está directamente relacionada con las actitudes, valores y opiniones que son los
engranajes del motor que nos incita a conseguir lo que nos interesa. Y aquellos operan de
manera “orgánica”, poniendo sobre la balanza el conjunto de actitudes que desencadenaran en
un determinado comportamiento.
Hay quienes, por otra parte, quieren discernir entre motivación externa e interna, dependiendo
del origen (entorno o intrínseco) que tenga el estímulo. Pero sería más acertado hablar de la
motivación como un proceso que es el resultado entre mi “yo” y el entorno, como una relación
bidireccional.
En cuanto a los objetivos no siempre son dirigidos en retroalimentación hacia el mismo
individuo. En muchos casos la necesidad que nos crea el desequilibrio, radica en fomentar la
motivación en alguien más como sucede con quienes trabajan con otras personas como
profesores o psicólogos. Esto representa, probablemente, un desafío aún mayor pues estimular
a otro conlleva variables (actitudes, valores y opiniones) que no están tan fácilmente bajo
nuestro dominio pero que sí repercuten, en mayor o menor medida, en la sensación de éxito o
fracaso y perturbación del autoestima que el resultado traerá para nosotros.
Para afrontar este reto, es importante asimilar que:
La motivación es un proceso dinámico, cambiante y consecuencia de la interacción entre
distintas variables.
Lo que definirá el sentido o resultado de la intervención son mis actitudes como
herramienta para evaluar el entorno.
Motivar es ofrecer a otra persona algo que es útil y benéfico para que lo incorpore como
propio en sus actitudes.
Lo cual, entonces, implica:
1. Conocer al otro, saber lo que valora: Motivar a otro precisa, primeramente, de sumergirse
en los intereses impropios mediante observación, percepción, respeto y empatía.
2. Poder actuar sobre algunos de los dos elementos (“yo” y el entorno): Cambiar los estímulos
externos en la medida que la situación nos los permita, es decir, ajustes dentro del marco
legal, ético y moral que nos concierne como individuos de una sociedad. Lo que “mueve”
a otro ser humano puede no ser siempre lo más adecuado pero si orientamos sus actitudes
para que tenga una manera de concebir el mundo que no le produzca conflicto, habremos
logrado que esa motivación, ajena, tenga mayores posibilidades de no desembocar en
frustración y, a su vez, colaborar con su desarrollo personal y social.