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Respeto

El respeto es la consideración de que alguien o incluso algo tiene un valor por sí mismo y se
establece como reciprocidad: respeto mutuo, reconocimiento mutuo. El término se refiere a
cuestiones morales y éticas, es utilizado en filosofía política y otras ciencias sociales como la
antropología, la sociología y la psicología.1
El respeto en las relaciones interpersonales comienza en el individuo, en el reconocimiento del
mismo como entidad única2 que necesita que se comprenda al otro.3 Consiste en saber valorar los
intereses y necesidades de otro individuo en una reunión.4
5 Referencias
Principio de respeto o autonomía de las personas[editar]
Este principio se basa en dos teorías ético-morales5 que dicen textualmente:
El respeto por la autonomía del individuo, que se sustenta esencialmente en el respeto de la
capacidad que tienen las personas para su autodeterminación en relación con las determinadas
opciones individuales de que disponen.
Protección de los individuos con deficiencias o
disminución de su autonomía en el que se plantea y
exige que todas aquellas personas que sean
vulnerables o dependientes resulten debidamente
protegidas contra cualquier intención de daño o
abuso por otras partes.
Este principio de autonomía sirvió como base de la
bioética desde los aspectos sociopolíticos, legales y
morales aunque no para garantizar el respeto de las
personas en las transacciones médicas.
El respeto como virtud moral[editar]
El respeto también puede considerarse como punto
medio entre dos extremos vistos por exceso y por
defecto.
Por defecto: el miedo, tanto a las personas que le
rodean como a objetos o situaciones que afronta el
individuo, llevándole a situaciones de imposibilidad a realizar determinados proyectos o metas, tal
el caso de los complejos de inferioridad.
Por exceso: el abuso o desmedida de los límites preestablecidos para un correcto orden y trato de
las personas o situaciones de cada individuo, lo que lleva a conflictos con los otros como también
la imposición de límites y/o normas a fin de superar la crisis del abuso y restablecer el orden de los
derechos de cada individuo.

EL VALOR DE LA IGUALDAD
Se refiere al trato que todas las personas deben recibir todos los hombres somos igualmente
valiosos e importantes sin tomar en cuenta la raza, el sexo, la posición económica, la religión o la
inteligencia.
Relacionadas de manera estrecha con la imparcialidad están, la indiscriminación.
La Igualdad de oportunidades, como la educación o el empleo, que deben distribuirse de modo
igualitario entre todos los individuos.
El articulo 1* de la declaración de los derechos del hombre y del ciudadano establece que todos
los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos, mientras que el articulo 7* declara
iguales a todas las personas para recibir dignidades, cargos y empleos públicos según su capacidad
y sin más distinción que la de sus virtudes y meritos.
La igualdad es un valor imprescindible para el progreso, el avance, de toda la sociedad, porque
ofrece la posibilidad de que cada ser humano tenga los mismos derechos y oportunidades, y en
consecuencia, de que cada persona pueda aportar al conjunto desde su libertad, de que pueda
contribuir con su trabajo, su esfuerzo, sus conocimientos, su solidaridad.
Piensa un momento en esto: ¿cómo son los niños de tu salón?... Quizá algunos sean morenos,
otros más claros, unos chaparros y otros más altos. Sin importar las características que tengan,
todos son mexicanos y tienen los mismos derechos que marca la constitución de nuestro país.
La igualdad es un valor que no permite que alguien se sienta superior a otro sino en el mismo
nivel.

Aplícate
 Trata a los demás con respeto.
 Evita pelearte con tus compañeritos.
 Piensa que los demás son superiores a ti y no tú a ellos.
 Aprende a compartir.
Para personas como yo la igualdad es un valor importante. Una sociedad igualitaria es siempre una
sociedad más sana, con menos violencia, con menos marginalidad, más segura. La igualdad
también permite que existan más oportunidades para todos, para que las personas hagan realidad
sus proyectos. No entiendo como hay gente que
puede situarse contra este valor.
Un país igualitario suele ser un país más
próspero y mejor para vivir.

La igualdad es algo que siempre se promueve


como un derecho inherente a todo ser humano.
Pero, ¿realmente esta condición se cumple?
Además, ¿de qué igualdad hablamos? ¿Igualdad
como derecho entre los hombres? ¿Igualdad entre
sexos? En fin, la discusión puede ser muy larga. Lo
cierto es que, más allá de estas tribulaciones,
siempre es bueno reflexionar sobre ella.

Honestidad
La honestidad es una de las cualidades que nos gustaría encontrar en las personas o mejor aún,
que nos gustaría poseer.
Si alguna vez debemos hacer un listado de las cualidades que nos gustaría encontrar en las
personas o mejor aún, que nos gustaría poseer, seguramente enunciaremos la Honestidad, porque
garantiza confianza, seguridad, respaldo, confidencia, en una palabra integridad.
La Honestidad es una forma de vivir congruente entre lo que se piensa y la conducta que se
observa hacia el prójimo, que junto a la justicia, exige en dar a cada quien lo que le es debido.
Podemos ver como actitudes deshonestas la hipocresía, aparentando una personalidad que no se
tiene para ganarse la estimación de los demás; el mentir continuamente; el simular trabajar o
estudiar para no recibir una llamada de atención de los padres o del jefe inmediato; el no guardar
en confidencia algún asunto del que hemos hecho la promesa de no revelarlo; no cumpliendo con
la palabra dada, los compromisos hechos y la infidelidad.
Faltar a la honestidad nos lleva a romper los lazos de amistad establecidos, en el trabajo, la familia
y en el ambiente social en el que nos desenvolvemos, pensemos que de esta manera la
convivencia se hace prácticamente imposible, pues ésta no se da, si las personas somos incapaces
de confiar unos en otros.
Para ser Honesto hace falta ser sinceros en todo lo que decimos; fieles a las promesas hechas en el
matrimonio, en la empresa o negocio en el que trabajamos y con las personas que participan de la
misma labor; actuando justamente en el comercio y en las opiniones que damos respecto a los
demás. Todos esperan de nosotros un comportamiento serio, correcto, justo, desinteresado, con
espíritu de servicio, pues saben que siempre damos un poco más de lo esperado.
En la convivencia diaria podemos vivir la honestidad con los demás, no causando daño a la opinión
que en general se tiene de ellas, lo cual se puede dar cuando les atribuimos defectos que no
tienen o juzgando con ligereza su actuar; si evitamos sacar provecho u obtener un beneficio a
costa de sus debilidades o de su ignorancia; guardando como propio el secreto profesional de
aquella información que es particularmente importante para la empresa en la que prestamos
nuestros servicios, o de aquel asunto importante o delicado que nos ha confiado el paciente o
cliente que ha pedido nuestra ayuda; evitando provocar discordia y malos entendidos entre las
personas que conocemos; señalando con firmeza el grave error que se comete al hacer calumnias
y difamaciones de quienes que no están
presentes; devolviendo con oportunidad las cosas
que no nos pertenecen y restituyendo todo
aquello que de manera involuntaria o por
descuido hayamos dañado..
Si queremos ser Honestos, debemos empezar por
enfrentar con valor nuestros defectos y buscando
la manera más eficaz de superarlos, con acciones
que nos lleven a mejorar todo aquello que afecta
a nuestra persona y como consecuencia a
nuestros semejantes, rectificando cada vez que
nos equivocamos y cumpliendo con nuestro
deber en las labores grandes y pequeñas sin hacer
distinción.
Las relaciones en un ambiente de confianza conducen a la mejora personal y ajena, pues si en todo
momento se obra con rectitud, se aprende a vivir como hombre de bien.

LA TOLERANCIA
Podríamos definir la tolerancia como la aceptación de la diversidad de opinión, social,
étnica, cultural y religiosa. Es la capacidad de saber escuchar y aceptar a los demás,
valorando las distintas formas de entender y posicionarse en la vida, siempre que no
atenten contra los derechos fundamentales de la persona...
La tolerancia si es entendida como respeto y consideración hacia la diferencia, como una
disposición a admitir en los demás una manera de ser y de obrar distinta a la propia, o
como una actitud de aceptación del legítimo pluralismo, es a todas luces una virtud de
enorme importancia.
El mundo sueña con la tolerancia desde que es mundo, quizá porque se trata de una
conquista que brilla a la vez por su presencia y por su ausencia. Se ha dicho que la
tolerancia es fácil de aplaudir, difícil de practicar, y muy difícil de explicar.
Hay una tolerancia propia del que exige sus derechos: La oposición de Gandhi al gobierno
británico de la India no es visceral sino tolerante, fruto de una necesaria prudencia. En sus
discursos repetirá incansablemente que, “dado que el mal sólo se mantiene por la
violencia, es necesario abstenerse de toda violencia”. Y que, “si respondemos con
violencia, nuestros futuros líderes se habrán formado en una escuela de terrorismo”. ¿Les
suena esto en la actualidad mundial?. Además, “si respondemos ojo por ojo, lo único que
conseguiremos será un país de ciegos”.
¿Cuándo se debe tolerar algo? La respuesta genérica es: siempre que, de no hacerlo, se
estime que ha de ser peor el remedio que la enfermedad. Se debe permitir un mal cuando
se piense que impedirlo provocará un mal mayor o impedirá un bien superior. Ahí entra
en juego nuestro discernimiento. Defender una doctrina, una costumbre, un dogma,
implica casi siempre no tolerar su incumplimiento. Con este concepto entendemos
claramente que la verdad siempre surge desde la individualidad y que las verdades
generalistas solo nos llevan a un camino de confusión.
De todas formas, hay dos evidencias claras: que hay que ejercer la tolerancia, y que no
todo puede tolerarse. Compaginar ambas evidencias es un arduo problema.

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