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Eduardo Grüner
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un significado, a un sentido, histó-
rico y político. Pero no solamente:
hay una dimensión filosófico-
cultural, y por supuesto ideológica,
que no puede soslayarse en ese
conjunto heteróclito, conflicti-
vo, incluso contradictorio, por
momentos solo brumosamente
inteligible, que (des)conocemos
bajo esa etiqueta excesivamente
amplia. Y es en el contexto de esa
nueva interrogación a la noción
misma que debería plantearse
–una vez más– la pregunta sobre
si esos movimientos (vacilamos,
como se verá, en llamarlos “re-
voluciones”, para ello habrá que
esperar al “pretexto”) indepen- eurocéntrica (o, al menos, fuerte- Grabado que representa una escena de la
dentistas que este año celebran mente eurocentrada). Pareciera Revolución Haitiana.
en toda América su bicentenario, que, en efecto, las condiciones de
pertenecen –y de qué manera, y posibilidad históricas (y políticas,
con qué peculiaridades– a aquella filosófico-culturales, etc.) que
“modernidad”. No es una pregunta dieron lugar a la emergencia de
cualquiera. Llevada a sus con- la modernidad constituyeron una
secuencias últimas (que no son, excepcionalidad europea; algo así
nunca, definitivas) es la pregunta –si se nos disculpa la aparente
por qué lugar tienen esos movi- banalidad– como un producto
mientos –y la historia particular de exportación del “Centro” a la
que los hizo posibles y necesa- “Periferia”. Y ya la utilización de
rios– en la propia conformación de estos términos debería dar lugar
la modernidad, en el sentido más a la sospecha: no se trata, las de
amplio posible. “centro y periferia”, de entidades
“Modernidad” es, por supuesto, preconstituidas que, por algún
una categoría de origen europeo azar de la historia, entraron en
(y relativamente reciente: no intersección. La lógica es por
anterior, en todo caso, a la célebre supuesto la inversa: son entidades
Querelle des Anciens et des Modernes desde el inicio relacionales, que
del siglo XVII). Ello, desde luego, implican el ejercicio de un poder
y en abstracto, no está ni mal ni por parte de una de ellas –a partir
bien. El problema es que, casi de entonces devenida “centro”–
indefectiblemente, ha tendido a sobre la otra –a partir de entonces
transformarse en una categoría devenida “periferia”–. Para nuestro
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