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¿NO ESTOY AQUÍ YO, QUE SOY TU MADRE?

Escrito por: María Elisabet Palacios Almendro

Hace dos años pude experimentar un milagro en mi vida que, como todo
milagro, es difícil de explicar con la razón, porque son propios de nuestra fe.
Hay alguien que siempre espera por ti. En esta oportunidad, no era mi familia,
amigos, alumnos; era alguien especial que lo había preparado absolutamente
todo para que suceda.
Embarcada en un nuevo reto y experiencia profesional, tuve la oportunidad de
viajar a México, específicamente a Mérida, Yucatán, para una Feria
Internacional de Lectura donde iba a asistir como ponente. Cosas de la vida,
llego a postular por una amiga argentina, a quien conocí en Cuba y de quien
podría hablar tanto como si la conociera desde siempre. Cuando mi propuesta
fue aceptada, justamente un 12 de diciembre del año 2014, una de las primeras
personas a quien le di la noticia fue a ella, porque sabía que planificaríamos
nuestro ansiado viaje y, sobre todo, nuestro anhelado reencuentro. Pero por
razones especiales y que Dios conoce, no pudo viajar conmigo. Ella tan generosa
me encargó sus investigaciones y publicaciones. Sinceramente, no merecía
tanto y más de una persona que admiro, como profesional, ser humano y por
su testimonio de vida. Emilia, solamente ¡GRACIAS!, una y mil veces más.
Al comunicarles esta buena nueva a mi familia y allegados, no dudaron en
expresarme su alegría y mejores deseos por este nuevo logro; algunos me decían:
“nuestra viajera sullanera ya no parará hasta conocer todo el mundo”. Sé que
no es tanto así, pero sí sé que son oportunidades que hay que tomarlas para
seguir aprendiendo y creciendo, compartiendo lo que soy, sé y hago de mejor
manera, aunque el camino no sea fácil.
Mis alumnos de propedéutico de Beca 18 de aquel año, también se alegraron
mucho y solo querían saber cómo le hacía para viajar, porque ellos también lo
harían cuando terminen su carrera, que les traiga un recuerdo mexicano
(jajaja)… Al final, solo me dijeron: “miss, pida por nosotros”.
Estaba consciente de que había algo diferente en este viaje… era ¡MÉXICO!, y
la primera imagen o expresión para todo era: ¡La virgen de Guadalupe!
Cuando tuve que sacar los pasajes, pasé varias noches buscando alguna oferta
que me llevara primero a hacer una parada en Ciudad de México, pero mis
intentos no fueron exitosos. Sin embargo, por esas bendiciones de la vida, una
noche en Sullana, con mis padres, vi la oferta perfecta y sin pensarlo tanto la
tomé. Iba a hacer la tan ansiada parada en el D.F., sin saber que esto me
cambiaría la visión de mi vida.
Se fue acercando el día de mi viaje y, a pesar de tantos retos personales y
profesionales, sentía que todo fluía. Pero tuve que confiar y dejar todo en las
manos de Dios para que me protegiera y me dé mucha fortaleza en todo
momento, ya que sola jamás puedes.
En esos días, una de las bendiciones a la familia llegaría: ¡la llegada de mi último
sobrino! Fue una felicidad familiar, pero también unos días de mucha oración,
unión y fortaleza para que salga finalmente sanito. Él, también es parte de este
milagro.
Todas las personas me hablaban de cosas milagrosas sobre la virgen, incluso
personas que no conocía hasta ese momento (nunca me olvidaré cómo te conocí,

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Paty Chau). Muchos se acercaron para que pueda llevarles sus cartas,
ofrecimientos, oraciones, etc.
Poco a poco, fui sintiendo una responsabilidad muy grande por ellas, pero al
mismo tiempo tremendamente bendecida y afortunada.

Una persona que trabajaba conmigo me habló tanto de ella que se hizo parte de
mi viaje y de este milagro; ahora es una persona muy especial, tocada también
por la virgen. Además, una gran amiga me hizo un pedido especial por su hijo
y ella ahora también es parte de un milagro más.
Entre tanto movimiento, faltando horas para mi viaje, una amiga muy cercana
y especial, me dijo que no me olvide de pedir primero por mí, porque muchas
veces lo dejamos de hacer. Ella también me dijo que vaya leyendo en el avión
cosas sobre la virgen para saber más de ella y de sus milagros; me contó
nuevamente más testimonios y que no me olvide de recoger los pétalos que me
encontrase cerca de la basílica. Todo esto, hizo que cada vez sintiera algo
inexplicable dentro de mi corazón.

Deseaba tanto llegar, había mil cosas en mi cabeza, sentimientos inexplicables,


y solo sabía que todo iba a salir BIEN.
¡El día llegó!
En el D.F., tuve algunas dificultades con el equipaje para mi conexión a Mérida,
lo que hizo que solo me quedara una hora para mi próximo vuelo. La decisión
de ir a la Basílica tenía que tomarla ya, sabiendo que era hora punta, como me
dijo un policía, e implicaba arriesgarme a perder mi próximo vuelo.
Recuerdo que salí apresurada al estacionamiento del aeropuerto para tomar un
taxi y llegar. Justamente, como si alguien me hubiera estado esperando, un
taxista viene hacia mí y me preguntó a dónde iba; le dije que necesitaba llegar
a la Basílica, pero él me dio pocas esperanzas por el corto tiempo que me
quedaba… es decir que: “no la hacía”, como me dicen los alumnos.
Hice el trato con el taxista, y aunque me repitió que no avanzaríamos en una
hora, igual me subí y solo atiné a decirle: “Por favor, señor, solo lléveme”.
Al subir al taxi, entre conversación y nervios, visualizamos que la pista estaba
despejada, como si todo estaba ya planificado y que nada iba a impedir que
llegara.
El taxista no entendía por qué había poco tráfico, me miraba por el retrovisor
no sé con qué cara, pero me decía: “usted, va con mucha fe, señorita; yo también
creo que ella está haciendo esto”.
Por el retrovisor fue viendo cómo me acercaba a la Basílica, fue de gran impacto.
En ese momento, el taxista me dijo que quería acompañarme y después me
regresaría al aeropuerto. Yo, dirán muchos, solo confiaba y quería estar ante la
presencia de la virgen. No me importó encargarle mis cosas y menos saber qué
pensaría de mí; sinceramente estaba impactada por todo y, ahora sé que aquel
taxista era un ángel.
Al momento de entrar solo tenía en mis manos todas las cartas, ofrecimientos y
una entrega personal que le tenía preparada a la virgen. Lo que sucedió al estar
de rodillas ante ella fue simplemente maravilloso y milagroso. ELLA estaba
esperando por mí.
Su mirada de amor me llenó completamente y sentí que toda mi vida y todas las
personas que conocí, conozco e incluso estoy por conocer fueron reveladas en

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cuestión de segundos, en realidad, sientes que el tiempo se paraliza y tu vida se
detiene.
Sucedieron tantas cosas que solo lo explicas por tu fe.
No puedo decir más, porque hay cosas que solo quedan contigo para siempre y
que guardo en lo más profundo de mi corazón.
Para cerrar la historia con el señor taxista, imagínense que tuve tiempo hasta
para hacer unas compras y él solo me indicaba que saque cierta cantidad de
dinero, porque él se encargaría de ver los mejores precios, etc. Yo solamente me
dejaba guiar por él con una sonrisa de una niña protegida, deslumbrada y feliz.
Apenas subí al carro para mi vuelta al aeropuerto pude salir un poco de mi
estado; mi llanto, emociones y pensamientos eran solo controlados por un
suspiro que me salía de lo más profundo de mi ser. Recuerdo que el señor taxista
me dio su pañuelo y no decidió hablarme porque quería respetar mi momento
hasta llegar al aeropuerto. Al bajar, ya más calmada, le pregunté su nombre,
me lo dijo, pero hasta ahora no lo recuerdo y tampoco su rostro. Solo lo abracé,
nos bendecimos, agradecimos y sonreímos. Definitivamente, fue mi ángel.

En el avión solo esperaban por mí y ahora me embarcada para llegar a Yucatán;


allí también hay historias de bendición, tanto así que hasta en mi ponencia y
entrevista radial no podía dejar de hablar de este milagro. Fue un viaje
completamente maravilloso, guiada y acompañada por la Virgen de Guadalupe.
Podría seguir con este testimonio, porque a mi regreso qué no ha sucedió. Pero
hay cosas que no se necesitan decir, sino, sobre todo, cumplirlas, sabiendo que
cada uno tiene una misión especial en esta vida, que poco a poco,
personalmente, vas descubriendo y que cada vez es más firme; saber además
que lo único que cuenta es lo que cara a Dios somos y hacemos.
Sin duda, me di cuenta de que, con todo lo que significa vivir en esta vida, sin
importar las circunstancias, condiciones, estados, etc.…la vida es UN
MILAGRO.

Han pasado ya dos años y ella no me ha abandonado, la siento más presente


en mi vida, aunque muchas veces no le corresponda con el mismo amor que
merece.

Sé que ella está siempre allí, mirándonos en el silencio, y nunca se cansa de


esperarnos.
P.D. Como verán, no tengo casi fotos en la Basílica… porque ese encuentro sigue siendo
un misterio y un milagro. Solo tengo dos fotos con dos vírgenes que me fueron
obsequiadas antes y después del encuentro.

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12 de diciembre de 2017

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