El Papa Francisco ha comenzado un nuevo ciclo de catequesis
sobre los Mandamientos, y en la Audiencia General del miércoles explicó que “en cada una de esas leyes, antiguas y sabias, la puerta abierta por el Padre que está en los cielos para que el Señor Jesús, que la ha cruzado, nos lleve a la vida verdadera. Su vida. La vida de los hijos de Dios”.
A continuación, el texto completo de la catequesis:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy es la fiesta de San Antonio de Padua. ¿Quién de vosotros
se llama Antonio? Un aplauso para todos los “Antonios”.
Hoy comenzamos un nuevo itinerario catequético. Será sobre
el tema de los mandamientos. Los mandamientos de la ley de Dios. Nos sirve de introducción el pasaje que acabamos de escuchar: el encuentro entre Jesús y un hombre –es un joven- que, de rodillas, le pregunta cómo puede alcanzar la vida eterna (cf. Mc 10.17 a 21). Y en esa pregunta está el desafío de cada existencia, también de la nuestra: el deseo de una vida plena e infinita. Pero ¿cómo llegar? ¿Qué camino tomar? Vivir de verdad, vivir una existencia noble... Cuántos jóvenes intentan "vivir" y en cambio se destruyen persiguiendo cosas efímeras.
Algunos piensan que sea mejor apagar este impulso, -el
impulso de vivir- porque es peligroso. Quisiera decir, sobre todo a los jóvenes: nuestro peor enemigo no son los problemas concretos, por muy graves y dramáticos que sean: El mayor peligro en la vida es un mal espíritu de adaptación que no es la mansedumbre ni la humildad, sino la mediocridad, la pusilanimidad [1]. Un joven mediocre ¿es un joven con futuro o no? ¡No! Se queda ahí; no crece, no tendrá éxito. La mediocridad o la pusilanimidad. Esos jóvenes que tienen miedo de todo. “No, yo soy así…” Esos jóvenes no saldrán adelante. Mansedumbre, fuerza y nada de pusilanimidad, nada de mediocridad. El beato Pier Giorgio Frassati decía que debemos vivir, no ir tirando. [2] Los mediocres van tirando. Vivir con la fuerza de la vida. Hay que pedir a nuestro Padre Celestial para los jóvenes de hoy el don de la inquietud saludable. Pero, en vuestras casas, en cada familia, cuando hay un joven que está todo el día sentado, a veces la madre y el padre piensan: “Está enfermo, tiene algo” y lo llevan al médico. La vida del joven es ir adelante, estar inquieto, la inquietud saludable, la capacidad de no estar satisfechos con una vida sin belleza, sin color. Si los jóvenes no tienen hambre de una vida auténtica, me pregunto ¿Dónde irá la humanidad? ¿Dónde irá la humanidad con jóvenes quietos y no inquietos?
La pregunta de aquel hombre del Evangelio que hemos
escuchado está dentro de cada uno de nosotros: ¿Cómo se encuentra la vida, la vida en abundancia, la felicidad? Jesús responde: "Ya sabes los mandamientos" (v. 19), y cita una parte del Decálogo. Es un proceso pedagógico, con el cual Jesús quiere conducir a un lugar preciso. De hecho, ya está claro, por su pregunta que aquel hombre no tiene una vida plena busca algo más, está inquieto. Por lo tanto ¿qué debe entender? Él dice: «Maestro, todo eso lo he guardado desde mi juventud» (v. 20).
¿Cómo se pasa de la juventud a la madurez? Cuando se
empiezan a aceptar las propias limitaciones Nos volvemos adultos cuando nos relativizamos y tomamos conciencia de "lo que falta" (cfr. v. 21). Este hombre se ve obligado a reconocer que todo lo que puede "hacer" no supera un "techo", no va más allá de un margen. ¡Qué hermoso es ser hombres y mujeres! ¡Qué preciosa es nuestra existencia! Y sin embargo, hay una verdad que en la historia de los últimos siglos el hombre ha rechazado a menudo, con trágicas consecuencias: la verdad de sus limitaciones.
Jesús, en el Evangelio, dice algo que puede ayudarnos: "No
penséis que he venido a abolir la Ley o los Profetas; no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento "(Mt 5, 17). El Señor Jesús regala el cumplimiento, por eso vino. Aquel hombre tenía dar un salto para llegar al umbral, donde se abre la posibilidad de dejar de vivir de uno mismo, de las propias obras, de los propios bienes y – precisamente porque falta la vida plena -dejarlo todo para seguir al Señor [3]. Mirándolo bien, en la invitación final de Jesús - inmenso, maravilloso - no está la propuesta de la pobreza sino la de la riqueza, la verdadera, "Una cosa te falta: anda, cuanto tienes véndelo y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; luego, ven ¡Sígueme!” (V. 21).
¿Quién, pudiendo elegir entre un original y una copia, elegiría
la copia? Este es el desafío: encontrar el original de la vida, no la copia. Jesús no ofrece sustitutos, ¡sino vida verdadera, amor verdadero, riqueza verdadera! ¿Cómo pueden los jóvenes seguirnos en la fe si no nos ven elegir el original, si nos ven adictos a las medias tintas? Es feo encontrar cristianos de medias tintas, cristianos –me permito la palabra- “enanos”; crecen hasta una determinada estatura y luego no; cristianos con el corazón encogido, cerrado. Es feo encontrarse con esto. Hace falta el ejemplo de alguien que me invita a un "más allá", a " algo más", a crecer algo más. San Ignacio lo llamaba el "magis", "el fuego, el fervor de la acción, que sacude al soñoliento". [4]
El camino de lo que falta pasa por lo que hay. Jesús no vino a
abolir la Ley o los Profetas sino a cumplirlos. Tenemos que partir de la realidad para dar el salto a "lo que falta". Debemos escudriñar lo ordinario para abrirnos a lo extraordinario.
En estas catequesis tomaremos las dos tablas de Moisés como
cristianos, de la mano de Jesús, para pasar de las ilusiones de la juventud al tesoro que está en el cielo, caminando detrás de Él. Descubriremos, en cada una de esas leyes, antiguas y sabias, la puerta abierta por el Padre que está en los cielos para que el Señor Jesús, que la ha cruzado, nos lleve a la vida verdadera. Su vida. La vida de los hijos de Dios.
SEGUNDA CATEQUESIS 20 De junio del 2018
En una nueva Audiencia General, el Papa Francisco ofreció su catequesis sobre los Mandamientos como palabras que liberan de la esclavitud.
“Los mandamientos son el camino hacia la libertad, porque
son la palabra del Padre que nos hace libres en este camino”, explicó. A continuación, el texto completo de la catequesis:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Esta audiencia se desarrolla en dos sitios: nosotros, aquí, en
la Plaza y en el Aula Pablo VI donde hay más de 200 enfermos que ven la audiencia gracias a una pantalla gigante. Todos juntos formamos una comunidad. Saludamos con un aplauso a los que están en el Aula.
El miércoles pasado comenzamos un nuevo ciclo de
catequesis, sobre los mandamientos. Vimos que el Señor Jesús no vino a abolir la Ley sino a darle cumplimiento. Pero tendremos que entender mejor esta perspectiva.
En la Biblia, los mandamientos no viven por sí mismos, sino
que son parte de un nexo, una relación. El Señor Jesús no vino a abolir la Ley sino a darle cumplimiento. Y existe esa relación, de la Alianza [1] entre Dios y su pueblo. Al comienzo del capítulo 20 del libro de Éxodo leemos – y esto es importante-: "Dios pronunció todas estas palabras" (v. 1).
Parece una apertura como cualquier otra, pero nada en la
Biblia es trivial. El texto no dice "Dios pronunció estos mandamientos", sino "estas palabras". La tradición judía siempre llamará al Decálogo "las Diez Palabras". Y el término "decálogo" significa precisamente esto [2]. Y, sin embargo, están en forma de leyes, son mandamientos objetivamente. ¿Por qué, entonces, el Autor sagrado usa, precisamente aquí, ¿el término “diez palabras?” ¿Por qué? ¿Y no dice "diez mandamientos"?
¿Cuál es la diferencia entre un mandato y una palabra? El
mandato es una comunicación que no requiere diálogo. La palabra, en cambio, es el medio esencial de la relación como diálogo. Dios Padre crea por medio de su palabra, y su Hijo es la Palabra hecha carne. El amor se alimenta de palabras, al igual que la educación o la colaboración. Dos personas que no se aman no logran comunicar. Cuando alguien habla a nuestro corazón, nuestra soledad termina. Recibe una palabra, hay comunicación y los mandamientos son palabra de Dios: Dios se comunica en estas diez Palabras y espera nuestra respuesta Una cosa es recibir una orden, otra percibir que alguien intenta hablar con nosotros. Un diálogo es mucho más que la comunicación de una verdad. Yo puedo deciros: “Hoy es el último día de la primavera, cálida primavera, pero hoy es el último día”. Es una verdad, no un diálogo. Pero si os digo: “¿Qué pensáis de esta primavera?, abro un diálogo. Los mandamientos son un diálogo. La comunicación se realiza por el gusto de hablar y por el bien concreto que se comunica entre los que se aman por medio de las palabras. Es un bien que no consiste en cosas, sino en las personas mismas que mutuamente se dan en el diálogo "(ibíd., N. Evangelii gaudium, 142).
Pero esta diferencia no es algo artificial. Observemos lo que
pasó al principio. El Tentador, el diablo, quiere engañar al hombre y a la mujer sobre esta cuestión: quiere convencerlos de que Dios les ha prohibido comer los frutos del árbol del bien y del mal para mantenerlos sometidos. El desafío es efectivamente éste: La primera regla que Dios da al hombre, ¿es la imposición de un déspota que prohíbe y obliga?, o ¿la atención de un papá que cuida de sus pequeños y los protege de la autodestrucción? ¿Es una palabra o es un mandato? La más trágica, entre las diversas mentiras que la serpiente le dice a Eva, es la sugerencia de una deidad envidiosa– “Pero, no, Dios tiene envidia de vosotros”-, de una deidad posesiva. “Dios no quiere que tengáis libertad”. Los hechos muestran dramáticamente que la serpiente mintió, dio a entender que una palabra de amor fuese un mandato. (véase Génesis 2: 16-17; 3.4-5).
El hombre se enfrenta a esta encrucijada: ¿Dios me impone
cosas o me cuida? ¿Sus mandamientos son solo una ley o contienen una palabra para cuidarme? ¿Dios es patrón o padre? Dios es Padre: No lo olvidéis nunca. Incluso en las situaciones más difíciles, pensad que tenemos un Padre que nos quiere a todos. ¿Somos súbditos s o hijos? Este combate, tanto dentro como fuera de nosotros, se presenta continuamente: Tenemos que elegir mil veces entre una mentalidad de esclavos y una mentalidad de hijos. El mandamiento es del patrón, la palabra es del Padre, El Espíritu Santo es un Espíritu de hijos, es el Espíritu de Jesús Un espíritu de esclavos no puede por menos que aceptar la Ley de forma opresiva, y puede producir dos resultados opuestos: O una vida de deberes y obligaciones, o una reacción violenta de rechazo Todo el cristianismo es el pasaje de la letra de la Ley al Espíritu que da vida (véase 2 Cor 3: 5-17). Jesús es la Palabra del Padre, no es la condena del Padre. Jesús vino a salvar, con su Palabra, no a condenarnos.
Se ve cuando un hombre o una mujer han vivido este pasaje
o no. La gente se da cuenta de si un cristiano razona como un hijo o como un esclavo. Y nosotros mismos recordamos si nuestros educadores nos cuidaron como padres y madres, o si solo nos impusieron reglas. Los mandamientos son el camino hacia la libertad, porque son la palabra del Padre que nos hace libres en este camino.
El mundo no necesita legalismo, sino cuidados. Necesita
cristianos con corazón de hijos. [3]Necesita cristianos con el corazón de hijos: no lo olvidéis.
TERCERA CATEQUESIS 27 DE JUNIO DEL 2018
Catequesis del Papa: si no sentimos a Dios, gritar pidiendo
su ayuda
Audiencia General del 27 de junio de 2018
“No nos salvamos solos, pero de nosotros puede partir un
grito de ayuda: Señor sálvame, enséñame el camino, acaríciame, dame un poco de alegría"; "este grito es importante, es oración, es conciencia de lo que todavía está oprimido y no liberado en nosotros”: lo dijo el Papa en su tercera catequesis sobre los mandamientos
Griselda Mutual - Ciudad del Vaticano
«Si alguien no ha hecho todavía experiencia de la acción liberadora de Dios en su vida, necesita elevar su grito al Padre como hizo el pueblo de Israel, Él siempre escucha el lamento de sus hijos y los libera»: con estas palabras el Santo Padre inspiró a los fieles a sentir cercano al Dios Padre generoso que nos ama y nos salva. Dios primero salva y luego nos pide confianza En la Audiencia General del miércoles 27 de junio el Obispo de Roma impartió su tercera catequesis sobre los mandamientos, reflexionando sobre el texto que precede el Decálogo: El texto de los diez mandamientos está precedido por una frase que pone de manifiesto la generosidad de Dios, recordando que Dios liberó a su pueblo y lo sacó de la esclavitud. Es una muestra más de que Nuestro Dios primero salva y después nos pide confianza. La vida cristiana no es sólo cumplir deberes La primera declaración, “Yo soy el Señor tu Dios”, dijo el Santo Padre, “ilumina el decálogo de los mandamientos”, que más que mandamientos son las “palabras amorosas de Dios” a su pueblo para que camine bien: Desde esta perspectiva, -explicó Francisco hablando en nuestro idioma- la vida cristiana no es simplemente un obedecer normas ni cumplir deberes, ni tampoco depende sólo de nuestra fuerza de voluntad, sino que es una respuesta agradecida a un Padre generoso que nos ama y nos libera. Un corazón que ha sido tocado por el Espíritu Santo es agradecido y recuerda la bondad de Dios y los muchos beneficios que ha recibido de Él. Efectivamente, el Papa Francisco observó, en su alocución en italiano, que los cristianos que siguen sólo los “deberes”, denuncian que no tienen una experiencia personal de Dios: “Yo debo hacer esto, esto, esto… sólo deberes. ¡Pero te falta algo!” “El fundamento de este deber es el amor de Dios, que primero da, y luego, manda”. “Poner la ley antes de la relación no ayuda al camino de la fe”, afirmó. “La formación cristiana –dijo- no se basa en la fuerza de voluntad, sino en la acogida de la salvación, en dejarse amar: primero el Mar Rojo, luego el Monte Sinaí”. Si no sentimos la experiencia de Dios, gritar pidiendo su ayuda Profundizando, el Papa señaló que depende de nosotros el ser escuchados. Remarcó que "no nos salvamos solos", pero que de nosotros puede partir un grito de ayuda: "Señor sálvame, enséñame el camino, acaríciame dame un poco de alegría", rezó a modo de ejemplo. "Depende de nosotros: pedir ser liberados, del egoísmo, del pecado, de las cadenas de la esclavitud. Este grito es importante, es oración, es conciencia de lo que todavía está oprimido y no liberado en nosotros", dijo. Si alguien no ha hecho todavía experiencia de la acción liberadora de Dios en su vida, necesita elevar su grito al Padre como hizo el pueblo de Israel, Él siempre escucha el lamento de sus hijos y los libera. Nosotros no podemos salvarnos únicamente con nuestras propias fuerzas, pero podemos gritar pidiendo ayuda. Esto es ya una forma de oración, que brota de lo que en nosotros existe de oprimido y necesitado de libertad. Dios escucha siempre nuestro grito, pues él nos ha llamado a vivir como hijos libres y agradecidos, obedeciendo con alegría a aquel que nos ha dado mucho más de lo que nosotros podremos darle. Aprender del testimonio valiente de los Apóstoles Pedro y Pablo En sus saludos finales, como es habitual el Romano Pontífice dirigió un pensamiento especial a los jóvenes, los ancianos, los enfermos y los recién casados. Recordando que pasado mañana será la Solemnidad de los santos Apóstoles Pedro y Pablo, Patronos de Roma, alentó a aprender de estos apóstoles la capacidad de dar un testimonio valiente del Evangelio de Jesús, más allá de los propios sufrimientos, “conservando la concordia y la amistad que fundan la credibilidad de cualquier anuncio de fe”. Mientras que a los fieles de lengua española invitó a que “recordando todo lo bueno” que Dios ha hecho en cada uno, “respondan con libertad y alegría a la llamada de Dios, que nos ama y nos libra de nuestras esclavitudes para que podamos vivir como sus hijos amados”. Saludo del Papa a los fieles en el Aula Pablo VI y a la delegación "Olimpíadas Especiales" Antes de la Audiencia General, el Papa se asomó al Aula Pablo VI, desde donde siguieron la Audiencia los enfermos, para evitar el calor de Roma. Allí el Santo Padre dio la bienvenida a la delegación de la organización «Olimpiadas Especiales», con motivo del 50 aniversario de su fundación: “El mundo de los deportes ofrece una oportunidad particular para que las personas crezcan en el entendimiento mutuo y en la amistad. Rezo para que esta Llama Olímpica sea un signo de alegría y esperanza en el Señor que otorga los dones de la unidad y la paz a todos sus hijos. Sobre todos los que apoyan los objetivos de las Olimpiadas Especiales, imploro de corazón a Dios su bendición, que él os conceda el gozo y la paz”, manifestó. Palabras especiales tuvo el Romano Pontífice hacia el grupo «Iniciativa católica para el joven sordo de América», también en el Aula: "Rezo para que vuestra peregrinación, 'Un tiempo para caminar con Jesús', los ayude a crecer en el amor a Cristo y a los demás. El Señor tiene un lugar especial en su corazón para aquellos que sufren cualquier tipo de discapacidad, y también lo tiene el Sucesor de San Pedro. Espero que vuestra permanencia en Roma sea espiritualmente enriquecedora y fortifique vuestro testimonio del amor de Dios por todos sus hijos. Mientras continúan su viaje, les pido que por favor que no se olviden de rezar por mí. Que Dios todopoderoso los bendiga abundantemente".
CUARTA CATEQUESIS
Catequesis del Papa: La
vida verdadera la da sólo Jesús, buscar original y no la copia Con el deseo de que volvamos a descubrir y revivamos los mandamientos, para que alcancemos una vida plena, el Santo Padre dio inicio a una nueva serie de catequesis sobre el tema
Griselda Mutual -Ciudad del Vaticano
En el miércoles de la X semana del tiempo ordinario el Papa Francisco inició un nuevo ciclo de catequesis, sobre el tema de los mandamientos, para ver cada uno de ellos como “la puerta que el Padre celeste ha abierto para conducirnos a la vida verdadera”. Para realizar la introducción, y como él mismo lo dijo, tomó como punto de partida el pasaje del Evangelio oído en la plaza de San Pedro, Marcos capítulo 10, versículos 17 al 21, en el que un hombre pregunta al Maestro cómo hacer para heredar la Vida Eterna. Una pregunta en la que – señaló el Papa- se encuentra el desafío de toda existencia, es decir, el deseo de una vida plena e infinita. “Comenzamos hoy una nueva serie de catequesis dedicada a los mandamientos. Nos sirve de introducción el diálogo de Jesús con aquel hombre que se acercó a preguntarle lo que tenía que hacer para heredar la vida eterna. En su pregunta latía el deseo de una vida plena, auténtica. Jesús le responde indicándole el camino del cumplimiento de los mandamientos”. Para alcanzar la vida eterna vivir una existencia noble Reflexionando sobre cómo alcanzar esa vida plena el Pontífice posó su pensamiento en los jóvenes, que tratan de “vivir” y en cambio se destruyen yendo detrás de cosas efímeras: “Quisiera decir – expresó el Papa- especialmente a los jóvenes: nuestro peor enemigo no son los problemas concretos, por cuan serios y dramáticos sean. El peligro más grande de la vida es un mal espíritu de adaptación que no es mansedumbre o humildad, sino mediocridad, pusilanimidad”. De allí que - tras citar al Beato Pier Giorgio Frassati que afirmaba la necesidad de “vivir”, y no de “ir tirando”- el Santo Padre pidiera para ellos el don de la “sana inquietud”, la capacidad de “no contentarse de una vida sin belleza”, porque, se preguntó Francisco, “si los jóvenes no serán hambrientos de vida auténtica, ¿adónde irá la humanidad?”. Es necesario aceptar la verdad de nuestros límites
Audiencia General del 13 de junio de 2018
El Santo Padre manifestó sucesivamente que, de la pregunta del hombre del Evangelio a Cristo, - que también está dentro de cada uno de nosotros, y a la Jesús responde citando el decálogo de los mandamientos - se evidencia precisamente, que ese hombre no tiene la vida plena: “Pero él, a pesar de que cumple los mandamientos desde pequeño, siente que le sigue faltando algo. Así, mediante un proceso pedagógico, Jesús lleva a esa persona a reconocer sus propios límites para que confíe en él, el Hijo de Dios, el único que puede dar una vida plena. El hombre debía convencerse de que ya no puede vivir de sí mismo, de sus propias obras, de sus propios bienes; es necesario que lo deje todo para seguir al Señor, porque Él es la vida plena, el amor verdadero y la riqueza auténtica”. El desafío es encontrar el “original”, no la “copia”
Mundial 2018. El Papa: ocasión de encuentro entre culturas y
religiones "¿Quién pudiendo elegir entre un original y la copia, elige la copia?" Esta pregunta el Pontífice propuso a los presentes para remarcar que la vida plena, el amor verdadero, puede darlo sólo Jesús: “Jesús no ofrece sustitutos, ¡sino la vida real, el amor verdadero, la verdadera riqueza! ¿Cómo pueden los jóvenes seguirnos en la fe si no nos ven elegir el original, si nos ven adictos a las medias medidas? Se necesita el ejemplo de alguien que me invita a un “más allá”, a algo “más. San Ignacio lo llamó el “magis”, “el fuego, el fervor de la acción que sacude dormideras”. El Papa concluyó afirmando que “el camino, de lo que falta pasa por lo que hay”, es decir, que “debemos escudriñar lo ordinario para abrirnos a lo extraordinario”, y adelantó que “en estas catequesis intentaremos ver cada uno de los mandamientos como esa puerta que el Padre celeste ha abierto para conducirnos a la vida verdadera, dejando que Jesús nos tome de la mano y nos ayude a atravesarla”. «Que María nos dé la gracia de revivir los diez mandamientos como camino de amor» Tras saludar a los fieles de diferentes nacionalidades dirigió, como de costumbre, su pensamiento a los jóvenes, los ancianos, los enfermos y los recién casados. Recordando la memoria de San Antonio de Padua, oró para que el Santo Doctor de la Iglesia y Patrono de los pobres les enseñe la belleza del amor sincero y gratuito: “sólo amando como Él amó, ninguno alrededor de ustedes se sentirá marginado y, al mismo tiempo, ustedes serán cada vez más fuertes en las pruebas de la vida”, les dijo. A los fieles de lengua española invitó a pedir “a la Virgen María que obtenga para nosotros la gracia de volver a descubrir y revivir los diez mandamientos como un camino de amor que nos llevará a la vida verdadera, que es Cristo” y les impartió su bendición.