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PRIMERA CATEQUESIS DEL PAPA FRANCISCO SOBRE

LOS MANDAMIENTOS

13 de junio del 2018.

El Papa Francisco ha comenzado un nuevo ciclo de catequesis


sobre los Mandamientos, y en la Audiencia General del
miércoles explicó que “en cada una de esas leyes, antiguas y
sabias, la puerta abierta por el Padre que está en los cielos
para que el Señor Jesús, que la ha cruzado, nos lleve a la
vida verdadera. Su vida. La vida de los hijos de Dios”.

A continuación, el texto completo de la catequesis:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy es la fiesta de San Antonio de Padua. ¿Quién de vosotros


se llama Antonio? Un aplauso para todos los “Antonios”.

Hoy comenzamos un nuevo itinerario catequético. Será sobre


el tema de los mandamientos. Los mandamientos de la ley de
Dios. Nos sirve de introducción el pasaje que acabamos de
escuchar: el encuentro entre Jesús y un hombre –es un
joven- que, de rodillas, le pregunta cómo puede alcanzar la
vida eterna (cf. Mc 10.17 a 21). Y en esa pregunta está el
desafío de cada existencia, también de la nuestra: el deseo de
una vida plena e infinita. Pero ¿cómo llegar? ¿Qué camino
tomar? Vivir de verdad, vivir una existencia noble... Cuántos
jóvenes intentan "vivir" y en cambio se destruyen
persiguiendo cosas efímeras.

Algunos piensan que sea mejor apagar este impulso, -el


impulso de vivir- porque es peligroso. Quisiera decir, sobre
todo a los jóvenes: nuestro peor enemigo no son los
problemas concretos, por muy graves y dramáticos que sean:
El mayor peligro en la vida es un mal espíritu de adaptación
que no es la mansedumbre ni la humildad, sino la
mediocridad, la pusilanimidad [1]. Un joven mediocre ¿es un
joven con futuro o no? ¡No! Se queda ahí; no crece, no tendrá
éxito. La mediocridad o la pusilanimidad. Esos jóvenes que
tienen miedo de todo. “No, yo soy así…” Esos jóvenes no
saldrán adelante. Mansedumbre, fuerza y nada de
pusilanimidad, nada de mediocridad. El beato Pier Giorgio
Frassati decía que debemos vivir, no ir tirando. [2] Los
mediocres van tirando. Vivir con la fuerza de la vida. Hay
que pedir a nuestro Padre Celestial para los jóvenes de hoy el
don de la inquietud saludable. Pero, en vuestras casas, en
cada familia, cuando hay un joven que está todo el día
sentado, a veces la madre y el padre piensan: “Está enfermo,
tiene algo” y lo llevan al médico. La vida del joven es ir
adelante, estar inquieto, la inquietud saludable, la capacidad
de no estar satisfechos con una vida sin belleza, sin color. Si
los jóvenes no tienen hambre de una vida auténtica, me
pregunto ¿Dónde irá la humanidad? ¿Dónde irá la humanidad
con jóvenes quietos y no inquietos?

La pregunta de aquel hombre del Evangelio que hemos


escuchado está dentro de cada uno de nosotros: ¿Cómo se
encuentra la vida, la vida en abundancia, la felicidad? Jesús
responde: "Ya sabes los mandamientos" (v. 19), y cita una
parte del Decálogo. Es un proceso pedagógico, con el cual
Jesús quiere conducir a un lugar preciso. De hecho, ya está
claro, por su pregunta que aquel hombre no tiene una vida
plena busca algo más, está inquieto. Por lo tanto ¿qué debe
entender? Él dice: «Maestro, todo eso lo he guardado desde
mi juventud» (v. 20).

¿Cómo se pasa de la juventud a la madurez? Cuando se


empiezan a aceptar las propias limitaciones Nos volvemos
adultos cuando nos relativizamos y tomamos conciencia de
"lo que falta" (cfr. v. 21). Este hombre se ve obligado a
reconocer que todo lo que puede "hacer" no supera un
"techo", no va más allá de un margen.
¡Qué hermoso es ser hombres y mujeres! ¡Qué preciosa es
nuestra existencia! Y sin embargo, hay una verdad que en la
historia de los últimos siglos el hombre ha rechazado a
menudo, con trágicas consecuencias: la verdad de sus
limitaciones.

Jesús, en el Evangelio, dice algo que puede ayudarnos: "No


penséis que he venido a abolir la Ley o los Profetas; no he
venido a abolir, sino a dar cumplimiento "(Mt 5, 17). El Señor
Jesús regala el cumplimiento, por eso vino. Aquel hombre
tenía dar un salto para llegar al umbral, donde se abre la
posibilidad de dejar de vivir de uno mismo, de las propias
obras, de los propios bienes y – precisamente porque falta la
vida plena -dejarlo todo para seguir al Señor [3]. Mirándolo
bien, en la invitación final de Jesús - inmenso, maravilloso -
no está la propuesta de la pobreza sino la de la riqueza, la
verdadera, "Una cosa te falta: anda, cuanto tienes véndelo y
dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; luego,
ven ¡Sígueme!” (V. 21).

¿Quién, pudiendo elegir entre un original y una copia, elegiría


la copia? Este es el desafío: encontrar el original de la vida,
no la copia. Jesús no ofrece sustitutos, ¡sino vida verdadera,
amor verdadero, riqueza verdadera! ¿Cómo pueden los
jóvenes seguirnos en la fe si no nos ven elegir el original, si
nos ven adictos a las medias tintas? Es feo encontrar
cristianos de medias tintas, cristianos –me permito la
palabra- “enanos”; crecen hasta una determinada estatura y
luego no; cristianos con el corazón encogido, cerrado. Es feo
encontrarse con esto. Hace falta el ejemplo de alguien que
me invita a un "más allá", a " algo más", a crecer algo más.
San Ignacio lo llamaba el "magis", "el fuego, el fervor de la
acción, que sacude al soñoliento". [4]

El camino de lo que falta pasa por lo que hay. Jesús no vino a


abolir la Ley o los Profetas sino a cumplirlos. Tenemos que
partir de la realidad para dar el salto a "lo que
falta". Debemos escudriñar lo ordinario para abrirnos a lo
extraordinario.

En estas catequesis tomaremos las dos tablas de Moisés como


cristianos, de la mano de Jesús, para pasar de las ilusiones de
la juventud al tesoro que está en el cielo, caminando detrás
de Él. Descubriremos, en cada una de esas leyes, antiguas y
sabias, la puerta abierta por el Padre que está en los cielos
para que el Señor Jesús, que la ha cruzado, nos lleve a la
vida verdadera. Su vida. La vida de los hijos de Dios.

SEGUNDA CATEQUESIS 20 De junio del 2018


En una nueva Audiencia General, el Papa Francisco ofreció su
catequesis sobre los Mandamientos como palabras que liberan
de la esclavitud.

“Los mandamientos son el camino hacia la libertad, porque


son la palabra del Padre que nos hace libres en este camino”,
explicó.
A continuación, el texto completo de la catequesis:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Esta audiencia se desarrolla en dos sitios: nosotros, aquí, en


la Plaza y en el Aula Pablo VI donde hay más de 200
enfermos que ven la audiencia gracias a una pantalla gigante.
Todos juntos formamos una comunidad. Saludamos con un
aplauso a los que están en el Aula.

El miércoles pasado comenzamos un nuevo ciclo de


catequesis, sobre los mandamientos. Vimos que el Señor
Jesús no vino a abolir la Ley sino a darle cumplimiento. Pero
tendremos que entender mejor esta perspectiva.

En la Biblia, los mandamientos no viven por sí mismos, sino


que son parte de un nexo, una relación. El Señor Jesús no
vino a abolir la Ley sino a darle cumplimiento. Y existe esa
relación, de la Alianza [1] entre Dios y su pueblo. Al comienzo
del capítulo 20 del libro de Éxodo leemos – y esto es
importante-: "Dios pronunció todas estas palabras" (v. 1).

Parece una apertura como cualquier otra, pero nada en la


Biblia es trivial. El texto no dice "Dios pronunció estos
mandamientos", sino "estas palabras". La tradición judía
siempre llamará al Decálogo "las Diez Palabras". Y el término
"decálogo" significa precisamente esto [2]. Y, sin embargo,
están en forma de leyes, son mandamientos objetivamente.
¿Por qué, entonces, el Autor sagrado usa, precisamente aquí,
¿el término “diez palabras?” ¿Por qué? ¿Y no dice "diez
mandamientos"?

¿Cuál es la diferencia entre un mandato y una palabra? El


mandato es una comunicación que no requiere diálogo. La
palabra, en cambio, es el medio esencial de la relación como
diálogo. Dios Padre crea por medio de su palabra, y su Hijo es
la Palabra hecha carne. El amor se alimenta de palabras, al
igual que la educación o la colaboración. Dos personas que no
se aman no logran comunicar. Cuando alguien habla a
nuestro corazón, nuestra soledad termina. Recibe una
palabra, hay comunicación y los mandamientos son palabra
de Dios: Dios se comunica en estas diez Palabras y espera
nuestra respuesta
Una cosa es recibir una orden, otra percibir que alguien
intenta hablar con nosotros. Un diálogo es mucho más que la
comunicación de una verdad. Yo puedo deciros: “Hoy es el
último día de la primavera, cálida primavera, pero hoy es el
último día”. Es una verdad, no un diálogo. Pero si os digo:
“¿Qué pensáis de esta primavera?, abro un diálogo. Los
mandamientos son un diálogo. La comunicación se realiza por
el gusto de hablar y por el bien concreto que se comunica
entre los que se aman por medio de las palabras. Es un bien
que no consiste en cosas, sino en las personas mismas que
mutuamente se dan en el diálogo "(ibíd., N. Evangelii
gaudium, 142).

Pero esta diferencia no es algo artificial. Observemos lo que


pasó al principio. El Tentador, el diablo, quiere engañar al
hombre y a la mujer sobre esta cuestión: quiere convencerlos
de que Dios les ha prohibido comer los frutos del árbol del
bien y del mal para mantenerlos sometidos. El desafío es
efectivamente éste: La primera regla que Dios da al hombre,
¿es la imposición de un déspota que prohíbe y obliga?, o ¿la
atención de un papá que cuida de sus pequeños y los protege
de la autodestrucción? ¿Es una palabra o es un mandato? La
más trágica, entre las diversas mentiras que la serpiente le
dice a Eva, es la sugerencia de una deidad envidiosa– “Pero,
no, Dios tiene envidia de vosotros”-, de una deidad posesiva.
“Dios no quiere que tengáis libertad”. Los hechos muestran
dramáticamente que la serpiente mintió, dio a entender que
una palabra de amor fuese un mandato. (véase Génesis 2:
16-17; 3.4-5).

El hombre se enfrenta a esta encrucijada: ¿Dios me impone


cosas o me cuida? ¿Sus mandamientos son solo una ley o
contienen una palabra para cuidarme? ¿Dios es patrón o
padre? Dios es Padre: No lo olvidéis nunca. Incluso en las
situaciones más difíciles, pensad que tenemos un Padre que
nos quiere a todos. ¿Somos súbditos s o hijos? Este combate,
tanto dentro como fuera de nosotros, se presenta
continuamente: Tenemos que elegir mil veces entre una
mentalidad de esclavos y una mentalidad de hijos. El
mandamiento es del patrón, la palabra es del Padre,
El Espíritu Santo es un Espíritu de hijos, es el Espíritu de
Jesús Un espíritu de esclavos no puede por menos que
aceptar la Ley de forma opresiva, y puede producir dos
resultados opuestos: O una vida de deberes y obligaciones, o
una reacción violenta de rechazo Todo el cristianismo es el
pasaje de la letra de la Ley al Espíritu que da vida (véase 2
Cor 3: 5-17). Jesús es la Palabra del Padre, no es la condena
del Padre. Jesús vino a salvar, con su Palabra, no a
condenarnos.

Se ve cuando un hombre o una mujer han vivido este pasaje


o no. La gente se da cuenta de si un cristiano razona como un
hijo o como un esclavo. Y nosotros mismos recordamos si
nuestros educadores nos cuidaron como padres y madres, o
si solo nos impusieron reglas. Los mandamientos son el
camino hacia la libertad, porque son la palabra del Padre que
nos hace libres en este camino.

El mundo no necesita legalismo, sino cuidados. Necesita


cristianos con corazón de hijos. [3]Necesita cristianos con el
corazón de hijos: no lo olvidéis.

TERCERA CATEQUESIS 27 DE JUNIO DEL 2018

Catequesis del Papa: si no sentimos a Dios, gritar pidiendo

su ayuda

Audiencia General del 27 de junio de 2018

“No nos salvamos solos, pero de nosotros puede partir un


grito de ayuda: Señor sálvame, enséñame el camino,
acaríciame, dame un poco de alegría"; "este grito es
importante, es oración, es conciencia de lo que todavía está
oprimido y no liberado en nosotros”: lo dijo el Papa en su
tercera catequesis sobre los mandamientos

Griselda Mutual - Ciudad del Vaticano


«Si alguien no ha hecho todavía experiencia de la acción
liberadora de Dios en su vida, necesita elevar su grito al Padre
como hizo el pueblo de Israel, Él siempre escucha el lamento
de sus hijos y los libera»: con estas palabras el Santo Padre
inspiró a los fieles a sentir cercano al Dios Padre generoso que
nos ama y nos salva.
Dios primero salva y luego nos pide confianza
En la Audiencia General del miércoles 27 de junio el Obispo de
Roma impartió su tercera catequesis sobre los mandamientos,
reflexionando sobre el texto que precede el Decálogo:
El texto de los diez mandamientos está precedido por una
frase que pone de manifiesto la generosidad de Dios,
recordando que Dios liberó a su pueblo y lo sacó de la
esclavitud. Es una muestra más de que Nuestro Dios primero
salva y después nos pide confianza.
La vida cristiana no es sólo cumplir deberes
La primera declaración, “Yo soy el Señor tu Dios”, dijo el Santo
Padre, “ilumina el decálogo de los mandamientos”, que más
que mandamientos son las “palabras amorosas de Dios” a su
pueblo para que camine bien:
Desde esta perspectiva, -explicó Francisco hablando en
nuestro idioma- la vida cristiana no es simplemente un
obedecer normas ni cumplir deberes, ni tampoco depende
sólo de nuestra fuerza de voluntad, sino que es una respuesta
agradecida a un Padre generoso que nos ama y nos libera. Un
corazón que ha sido tocado por el Espíritu Santo es
agradecido y recuerda la bondad de Dios y los muchos
beneficios que ha recibido de Él.
Efectivamente, el Papa Francisco observó, en su alocución en
italiano, que los cristianos que siguen sólo los “deberes”,
denuncian que no tienen una experiencia personal de Dios:
“Yo debo hacer esto, esto, esto… sólo deberes. ¡Pero te falta
algo!” “El fundamento de este deber es el amor de Dios, que
primero da, y luego, manda”. “Poner la ley antes de la
relación no ayuda al camino de la fe”, afirmó. “La formación
cristiana –dijo- no se basa en la fuerza de voluntad, sino en la
acogida de la salvación, en dejarse amar: primero el Mar Rojo,
luego el Monte Sinaí”.
Si no sentimos la experiencia de Dios, gritar pidiendo su
ayuda
Profundizando, el Papa señaló que depende de nosotros el ser
escuchados. Remarcó que "no nos salvamos solos", pero que
de nosotros puede partir un grito de ayuda: "Señor sálvame,
enséñame el camino, acaríciame dame un poco de alegría",
rezó a modo de ejemplo. "Depende de nosotros: pedir ser
liberados, del egoísmo, del pecado, de las cadenas de la
esclavitud. Este grito es importante, es oración, es conciencia
de lo que todavía está oprimido y no liberado en nosotros",
dijo.
Si alguien no ha hecho todavía experiencia de la acción
liberadora de Dios en su vida, necesita elevar su grito al
Padre como hizo el pueblo de Israel, Él siempre escucha el
lamento de sus hijos y los libera. Nosotros no podemos
salvarnos únicamente con nuestras propias fuerzas, pero
podemos gritar pidiendo ayuda. Esto es ya una forma de
oración, que brota de lo que en nosotros existe de oprimido y
necesitado de libertad. Dios escucha siempre nuestro grito,
pues él nos ha llamado a vivir como hijos libres y
agradecidos, obedeciendo con alegría a aquel que nos ha
dado mucho más de lo que nosotros podremos darle.
Aprender del testimonio valiente de los Apóstoles Pedro y
Pablo
En sus saludos finales, como es habitual el Romano Pontífice
dirigió un pensamiento especial a los jóvenes, los ancianos,
los enfermos y los recién casados. Recordando que pasado
mañana será la Solemnidad de los santos Apóstoles Pedro y
Pablo, Patronos de Roma, alentó a aprender de estos
apóstoles la capacidad de dar un testimonio valiente del
Evangelio de Jesús, más allá de los propios sufrimientos,
“conservando la concordia y la amistad que fundan la
credibilidad de cualquier anuncio de fe”.
Mientras que a los fieles de lengua española invitó a que
“recordando todo lo bueno” que Dios ha hecho en cada uno,
“respondan con libertad y alegría a la llamada de Dios, que
nos ama y nos libra de nuestras esclavitudes para que
podamos vivir como sus hijos amados”.
Saludo del Papa a los fieles en el Aula Pablo VI y a la
delegación "Olimpíadas Especiales"
Antes de la Audiencia General, el Papa se asomó al Aula Pablo
VI, desde donde siguieron la Audiencia los enfermos, para
evitar el calor de Roma. Allí el Santo Padre dio la bienvenida a
la delegación de la organización «Olimpiadas Especiales», con
motivo del 50 aniversario de su fundación: “El mundo de los
deportes ofrece una oportunidad particular para que las
personas crezcan en el entendimiento mutuo y en la amistad.
Rezo para que esta Llama Olímpica sea un signo de alegría y
esperanza en el Señor que otorga los dones de la unidad y la
paz a todos sus hijos. Sobre todos los que apoyan los
objetivos de las Olimpiadas Especiales, imploro de corazón a
Dios su bendición, que él os conceda el gozo y la paz”,
manifestó.
Palabras especiales tuvo el Romano Pontífice hacia el
grupo «Iniciativa católica para el joven sordo de América»,
también en el Aula: "Rezo para que vuestra peregrinación, 'Un
tiempo para caminar con Jesús', los ayude a crecer en el amor
a Cristo y a los demás. El Señor tiene un lugar especial en su
corazón para aquellos que sufren cualquier tipo de
discapacidad, y también lo tiene el Sucesor de San Pedro.
Espero que vuestra permanencia en Roma sea
espiritualmente enriquecedora y fortifique vuestro testimonio
del amor de Dios por todos sus hijos. Mientras continúan su
viaje, les pido que por favor que no se olviden de rezar por mí.
Que Dios todopoderoso los bendiga abundantemente".

CUARTA CATEQUESIS

Catequesis del Papa: La


vida verdadera la da
sólo Jesús, buscar
original y no la copia
Con el deseo de que volvamos a descubrir y revivamos
los mandamientos, para que alcancemos una vida plena,
el Santo Padre dio inicio a una nueva serie de catequesis
sobre el tema

Griselda Mutual -Ciudad del Vaticano


En el miércoles de la X semana del tiempo ordinario el Papa Francisco
inició un nuevo ciclo de catequesis, sobre el tema de los
mandamientos, para ver cada uno de ellos como “la puerta que el
Padre celeste ha abierto para conducirnos a la vida verdadera”.
Para realizar la introducción, y como él mismo lo dijo, tomó como
punto de partida el pasaje del Evangelio oído en la plaza de San
Pedro, Marcos capítulo 10, versículos 17 al 21, en el que un hombre
pregunta al Maestro cómo hacer para heredar la Vida Eterna. Una
pregunta en la que – señaló el Papa- se encuentra el desafío de toda
existencia, es decir, el deseo de una vida plena e infinita.
“Comenzamos hoy una nueva serie de catequesis dedicada a los
mandamientos. Nos sirve de introducción el diálogo de Jesús con
aquel hombre que se acercó a preguntarle lo que tenía que hacer
para heredar la vida eterna. En su pregunta latía el deseo de una vida
plena, auténtica. Jesús le responde indicándole el camino del
cumplimiento de los mandamientos”.
Para alcanzar la vida eterna vivir una
existencia noble
Reflexionando sobre cómo alcanzar esa vida plena el Pontífice posó su
pensamiento en los jóvenes, que tratan de “vivir” y en cambio se
destruyen yendo detrás de cosas efímeras:
“Quisiera decir – expresó el Papa- especialmente a los jóvenes:
nuestro peor enemigo no son los problemas concretos, por cuan
serios y dramáticos sean. El peligro más grande de la vida es un mal
espíritu de adaptación que no es mansedumbre o humildad, sino
mediocridad, pusilanimidad”.
De allí que - tras citar al Beato Pier Giorgio Frassati que afirmaba la
necesidad de “vivir”, y no de “ir tirando”- el Santo Padre pidiera para
ellos el don de la “sana inquietud”, la capacidad de “no contentarse
de una vida sin belleza”, porque, se preguntó Francisco, “si los
jóvenes no serán hambrientos de vida auténtica, ¿adónde irá la
humanidad?”.
Es necesario aceptar la verdad de nuestros
límites

Audiencia General del 13 de junio de 2018


El Santo Padre manifestó sucesivamente que, de la pregunta del
hombre del Evangelio a Cristo, - que también está dentro de cada uno
de nosotros, y a la Jesús responde citando el decálogo de los
mandamientos - se evidencia precisamente, que ese hombre no tiene
la vida plena:
“Pero él, a pesar de que cumple los mandamientos desde pequeño,
siente que le sigue faltando algo. Así, mediante un proceso
pedagógico, Jesús lleva a esa persona a reconocer sus propios límites
para que confíe en él, el Hijo de Dios, el único que puede dar una vida
plena. El hombre debía convencerse de que ya no puede vivir de sí
mismo, de sus propias obras, de sus propios bienes; es necesario que
lo deje todo para seguir al Señor, porque Él es la vida plena, el amor
verdadero y la riqueza auténtica”.
El desafío es encontrar el “original”, no la
“copia”

Mundial 2018. El Papa: ocasión de encuentro entre culturas y


religiones
"¿Quién pudiendo elegir entre un original y la copia, elige la copia?"
Esta pregunta el Pontífice propuso a los presentes para remarcar que
la vida plena, el amor verdadero, puede darlo sólo Jesús:
“Jesús no ofrece sustitutos, ¡sino la vida real, el amor verdadero, la
verdadera riqueza! ¿Cómo pueden los jóvenes seguirnos en la fe si no
nos ven elegir el original, si nos ven adictos a las medias medidas? Se
necesita el ejemplo de alguien que me invita a un “más allá”, a algo
“más. San Ignacio lo llamó el “magis”, “el fuego, el fervor de la acción
que sacude dormideras”.
El Papa concluyó afirmando que “el camino, de lo que falta pasa por
lo que hay”, es decir, que “debemos escudriñar lo ordinario para
abrirnos a lo extraordinario”, y adelantó que “en estas catequesis
intentaremos ver cada uno de los mandamientos como esa puerta
que el Padre celeste ha abierto para conducirnos a la vida verdadera,
dejando que Jesús nos tome de la mano y nos ayude a atravesarla”.
«Que María nos dé la gracia de revivir los diez
mandamientos como camino de amor»
Tras saludar a los fieles de diferentes nacionalidades dirigió, como de
costumbre, su pensamiento a los jóvenes, los ancianos, los enfermos
y los recién casados. Recordando la memoria de San Antonio de
Padua, oró para que el Santo Doctor de la Iglesia y Patrono de los
pobres les enseñe la belleza del amor sincero y gratuito: “sólo
amando como Él amó, ninguno alrededor de ustedes se sentirá
marginado y, al mismo tiempo, ustedes serán cada vez más fuertes
en las pruebas de la vida”, les dijo.
A los fieles de lengua española invitó a pedir “a la Virgen María que
obtenga para nosotros la gracia de volver a descubrir y revivir los diez
mandamientos como un camino de amor que nos llevará a la vida
verdadera, que es Cristo” y les impartió su bendición.

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