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La ratonoita blanca (Véaae el cuento).

SEMANARIO CON REGALOS


© NÜM. 15 Nacional de
Biblioteca España 9 3
DOMINGO DE AGOSTO DE 1914
10 CtS-
E r x e l c a .r o .p o
e x i la p la y a .
e n . la . m o n t a . x i a .
todos ¡os muchachos deben ¡eer ¡as Bh
bliotecas de recreo publicadas p o r ¡a casa
editorial

3 D E B T J I? .C a -O S

Ilustradas por notables dibujantes.


Escritas por reputados autores.

ra a ia a . iostructiua moral i i
Pedidlas en todas las
buenas librerías ó á
la casa editorial.

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i p s m u c h a c h o s
REDACCIÓN y ADMINISTRACIÓN
M «dpid.— FERRAZ, 8 2 .— T e lé fo n o 4 .5 3 9 .— A partado 2 :9 .

S X J S 0 K .IF C I0 3 S T
ESPAÑA: Samealra. . 2,50 pesetas. EXTRANJERO: Semestre. . . 4 trances.

L a I R a t o n c it a B la n c a
C U EN TO PO R EG ESIP O M O R EAU
fu á ves. teruiaua mía, habla en Fran­ El caetigo en sí era de justicia, pero el
ca im mal rey llamado Luis X I y un cruel vencedor había obligado & asistir
gentil principe á quien decían Carlitos. al suplicio de su padre á los tres hijos
mientras llegaba dei condenado, y
el tiempo en que se arrepentía an­
le llamasen Car­ te Dios de seme­
los VIH . De or­ jante lujo (le
dinario. el ancia­ venganza. D i g o
no rey, eulermo (lue se íUTepeu-
y supersticioso, lía. pero no por
reinaba, tembla­ eso se enmenda­
ba y sufría invi­ ba. Por una in­
sible. á la som­ consecuencia es-
bra de los espe­ t r a fl a. pero co­
sos m u r o s del mún entre la ma­
castillo que po­ yoría de !0B mal­
seía en Pleseii- vados, los remor­
les-Tours. Pero á dimientos no le
mediados del aito d e s p e rta b a n la
1483. había em­ Vtiedad, y en lii.s
prendido. casi á momeatos ra i fi­
la r a s t r a , una nios en que colo­
peregrinación d caba tembloroso
Nuestra Sefic-ra la Imagen d» su
de Clery soste­ devoción e n t r a
nido por ’Tristlu sí y el fantasma
ITI e r m 11 e, su de Nemours, uno
verdugo, C o 1 ci- de los inocentes
tier. su médico, y hijos del dmiue
F r íi n c i s co eie A R .v S u I.A S r Á C iIS A ;- D R t 'K h V A M i K L I o difunto se con­
Paula, BU confe- sumía y m o r í a
.sor. porque el vtejo tirano tenía mucho cii lili calabozo de Plesslz-les-Tours.
miedo & los hombres, á la muerte y á la El castillo era una residencia terrible
justicia divina. ITn recuerdo de sangre, y misteriosa: sus vestíbulos llenos de
el do la muerte de Jiicobo d’Armagnac. guardias, sus patios resplandecientr-s
duque de Nemours, atormejitaba aii de soldados, sus capillas siempre ard'en-
agonía. Este gran vasallo había paga­ tes, sus puentes levadizos siempre en
do hacía tiempo con su cabeza una ten­ movimiento, le comunicaban el doble
tativa de rebellón contra .“ U soberano. aspecto de cindadela y de convento. Un

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Los Muchachos.

6US grande« salones hablábase bajo y se al escuchar un ligero ruido en los tapi­
andaba de puntillas como en un cemen­ ces; volvió la cabeza, lanzó un grito y
terio, y realnwinte lo era, porque sepul­ se dejó caer en su butaca, loco de ale­
tado« en sus subterráneos gemían cen­ gría y murmurando con nn suspiro:
tenares de cautivos, unos por haber ha­ — ¡P o r fin!
blado del rey, otros por haber hablado Sin duda te figurarás, hermana mía.
del pueblo, y otros, la mayoría, por no que la tan deseada Blanquita era algu­
haber hecho nada. Cada losa del castillo na noble dama, prima ó amiga del prlii-
podía considerarse como la piedra fú­ cipito; pero te engañas. Blanquita era
nebre de un ser viviente, y aquel lugar senclUamente una ratoncita de albo co­
era donde se criaba, ocioso con un es­ lor como su nombre Indica, y tan viva
píritu aventurero, sólo con un alma ar­ que al verla correr hubférase dicho que
diente, el principe Carlos, que á la sazón era un rayo de sol que pasaba; tan gentil,
contaba doce años de edad. ¡Pobre hijo que habría sido bien acogida en tiempo
de rey! En vano buscaba sitio donde (le guerra por Grippeminaud. Rodilard
sus ojos pudieran reposar apartándose 6 Ramlnagrobls. que como sabéle eran
de los horrores que le rodeaban. Un bos­ unos m llitajotes muy poco dellcado.s.
que verde y fresco ondulaba al pie del Carlos acarició á la linda visitante y la
castillo, pero de las encinas pendían más contempló largo rato con delicia, mien­
ahorcados que bellotas. El Loira ser­ tras que la ratoncita rola una galleta
penteaba rumoroso y alegre en el hori­ que el niño tenía en la mano. Luego, el
zonte, pero todas las noches revolvía y princlplto juzgó conveniente para su
ensangrentaba sus aguas la justicia del íilgnidad enfadarse un poco, y empezó
rey. Por eso, dsepnés de pasar largo á murmurar con tono grave, pero agra­
rato embotando su virgen espada en los dable:
muros, ó deletreando las rojas y azules — ¿Queréis decirme, señorita, qué dt-
mayúsculas de! “ Rosal de las guerras.. bo pensar de vuestro comportamiento?
6 del “ Santo Evangelio,., el nlfio soña­ ¿Cómo « e entiende? Aquí se os trata
dor. reclinado en ¡a ventana, pasaba el como á una duquesa: he cerrado mis
tiempo contemplando el hermoso cielo puertas á Oliverio el Gamo, cuya fisono­
de la Turena y buscando en las cam­ mía y corte gatuno os molestan: Pico
biantes torma.s de las nubes, ejércitos y de Oro, mi hermoso halcón, está muerto
batallas. de envidia: y vos, ingrata, todas las
Un día. sus gestos y su fisonomía re­ tardes me abandonáis para correr loa
velaban un aburrimiento menos pronun. campos como un ratón sin ley ni gobier­
ciado y menos vagas preocupaciones. El no. ¿Adónde vals así, sin temor ó los
“ Angelus., del mediodía había sonado peligros que os amenazan y sin acorda­
ya: su comida matinal, compuesta á pe- ros de mis Inquietudes? ¿A dónde vals?,
tlcióu suya de pastelillos y dulces, le ¡responded!, ¡quiero saberlo!
incitaba inútilmente con sus aromas, y Auque el interrogatorio era apremian­
permanecía intacta en la mesa que el te, la pobre Blanquita no respondió una
princlplto golpeaba con impaciencia. L e­ palabra, como os podéis figurar, pero fi­
vantábase de vez en cuando, jadeante jando con aire triste sus inteligentes
de esperanza é inquietud, y aguzando el ojillos en los del niño regañón, arañó
oído repetía: las páginas de un Evangelio que estaba
— ;Ven, Blanquita. ven! El sol de­ entreabierto encima de la mesa, y puso
rrite el almuerzo, y si tardas ee van á sus sonrosadas patitas sobre estas pala­
comer tu parte las moscas. bras: “ Visitad á los presos,.. Carlos se
Y como el olvidadizo convidado no quedó confuso y sorprendido como lee
respondiese á la llamada, el pobre an­ sucede á los presuntuosos que reciben
fitrión volvía á desolarse y á patalear á una lección en el mismo instante que
más y mejor. De pronto se estremeció creen darla ellos, porque más de una

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Loa Muchachos 3

vez habla o(do coacar cosas extrafias rey está bastante enfermo,, Carlos te­
acerca de los habitantes subterr&neos nía fe en esta fórmula, cuyo poder su­
de Plesslz-Iee-Tours, y en más de una premo había contrastado muchas veces,
ocasión habla pensado hacer una piado­ porque recordaba á la gente del ancia­
sa peregrinación al encierro de aquel no Luis X I, soldados, cortesanos, carce­
Joven d’Armagnac, cuya edad y cuya cu­ leros Ó criados, que una rabieta de niño
na excitaban especialmente su curiosi­
dad y su simpatía; pero el terror que le
Inspiraba su padre le habla contenido
hasta entonces, y ahora se reprochaba
su prudencia como un crimen, y resol­
vió expiarlo aquella misma noche. Mi­
nutos después del to­
que de silencio salló
de su torrecilla, se­
guido de un criadit»
portador de una ces-
tilla llena de pan, vi­
no y frutas, y hajó á
uno de los patios in­
teriores del castillo.
Una compañía de la
guardia escocesa ron­
daba por las murallas
á la luz de la luna.
— ¿Quién v iv e t—
gritó una voz ronca y
amenazadora.
— C a r l o s , el del­
fín ( 1 ),
— ;No se puede pa-
ear!
Pero Carlos se acer­
có al oficial de la ron.
da y dijo dos palabras
a l oído.
— ¡Si es asi, ade­
lanté, Monseñor! —
d ijo entonces el m ili­
U A R C H A U .W .V L U H D lIA L O í- t O R L A L X 'A S A L I ' Z IIK O R A A X T O R C II.V
tar visiblemente des­
concertado.— ¡Pasad y que Dios os pro­ podía trocarse de repente en un sólido
teja, porque si os descubren soy pordltlo! rencor de rey.
Nuestro héroe empleó con igual éxito El delfín y su paje, guiados por el car­
e l mismo sistema para despertar al car. celero, se aventuraron, no sin titubear
«e le ro y desterrar sus escrfipulos. Tal un tanto, bajo una bóveda húmeda y
vez, hermana mía, tendréis curiosidad sombría y por una larga escalera de ca­
de saber las mágicas palabras que en racol, cada uno de cuyes resbaladizos
boca del nlfio abatían las espadas y des. peldaños amenazaban una peligrosa caí­
corrían los cerrojos; eran estas: “ El da. Todos marchaban alumbrados por
la escasa luz de una antorcha de resina
(IJ DeUln ©rs « l titu lo il«l hijo m Avordol
que medio apagaban á veces los aletazos
rey de Pranoia. de los murciélagos ó las gotas de agua

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Los Muchachos
iiue exudaba la bóveda. Por flji, un rui­ hermana ttiía, no 6ra sino la coniensal
do vago al principio, pero más claro á del delfín, el rival de Pico de Oro. Blf.i:.
cada paso, un ruido de lamentos y sus­ quita. puesto que es preciso llamarla por
piros, les anunció el término del viaje. su nombre. Pasando á través dsl enreja,
B l gula se alejó y Carlos retrocedió ho­ do. gracias á su diminuto tamaño, tre­
rrorizado ante el espectáculo que te paba por las piernaa y los brazos enca­
ofrecía ó sus ojos. ¡Figuraos, hermana denados de Nemours y prodigaba al pri­
mía, una jaula de hierro, baja y estre­ sionero caricias semejantes, si no más
cha, empotrada en el muro, en la que vivas, á las que aquel mismo día había
cada movimiento debía de ser un dolor, hecho al príncipe.
en la que el sueño serta una pesadilla — ¡Cómo! ¿Conocéis 4 Blanqulta?-
y en la que gemía y se retorcía un niño! dijo Carlos sorprendido y picado.
Y digo “ niño.,, aunque el duque de Ne­ — ¿Que si la conozco?— respondió Ne­
mours. el ocupante de aquella afrentosa mours.— Desde haoe diez años esta rn-
morada, iba á cumplir los diez y siete toncita es mía, es mi amiga, es mi her­
aüos. porque al verle tan enflaquecido y mana.
tan pálido, se hubiera creído que con­ — ¡Ingrata! Todavía esta mañana
taba doce años á lo sumo. .Apenas entra­ compartía conmigo en el castillo las ga-
do en la adolescencia, había sufrido tan­ lletae de mi almuerzo.
to. que á sus verdugos les sorprendía su — Hace diez años. Monseñor, que vie­
tenaz longevidad, y hasta el carcelero ne á mi calabozo á compartir conmigo
que le llevaba el cántaro de agua y el mi pan negro.
negro pan cotidianos, vacilaba todos los — ¡H u m !— murmuró »1 priacipito...
días al llegar al dintel del calabozo, pen­ Pero su cólera infantil se desvaneció an­
sando si serla mejor mandar en su lu­ te la sonrisa maliciosa de Nemours.
gar al sepulturero. Para abordar al pri­ — Parece. Monseñor— dijo el duque-
sionero, el delfín buscó dulce pa!abr;ia sito.— que de buena gana me dispensa­
y sólo encontró lágrimas. Nemours en­ ríais el honor de romper una lanza eon-
tendió aquella muda salutación y res­ mlgo por loa bellos ojos de una ratonci-
pondió con una sónrlsa de agradeci­ ta... Pero me es Imposible en este rao-
miento: luego hablaron ambos 4 través inenlo responder al cartel: mirad...
de los barrotta, Cuando uno de ellos de­ Y alzó ante los ojos de su rival sus
clinó tímidamente su calidad do hijo brazos que se doblaban bajo el peso de
de Luis XI, el otro no pudo reprimir las cadenas. Entonces se promovió un
un movimiento de sorpresa y espanto: tierno y original debate entre el hijo de
pero esta desagradable impresión no Luis X I, y el prisionero del mismo mo­
duró mucho ante la palabra y el rostro narca, pretendiendo cada cual sobrepu­
francos del delfín. Extraño desde hacía ja r á su interlocutor en desdichas. Tuo
diez años á las cosas del mundo, el re­ hacía tocar ul otro las paredes húmedas
cluso dirigió al noble visitante pregun­ y los espesos barrotes de su prisión, y
tas inocentes y simples que recordaban pintaba el otro la atmósfera de tedio y
las de los anacoretas que interrogaban la cadena viviente de cortesanos y de
á los escasísimos viajeros del desierto; espías cuyo peso le ahogaba: mostraba
"¿Siguen construyendo ciudades^? “ ¿Se el primero su cuerpo torturado, el se­
celebran todavía casamientos?,,, cuando gundo su corazón ensangrentado, y ter­
una clrcunstaucia imprevista dió á la minaban ambos sus lamentsciones con
conversación un giro nuevo y de ma­ la misma conclusión: "Y a lo véla, Ne­
yor interés. Entre nuestros viejos ami­ mours.— Ya lo véls. Monseñor— nece-si-
gos de hace una hora acababa de preci­ ID á Blanqulta para que me ayude á vi­
pitarse aturdidamente un tercer perso­ vir y á sufrir...
naje. y e.stc tercer personaje mal com­ Después de una discusión larga y es-
prendido, me avergüenza el confesarlo. 11(1til,.

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Los Muchachos

E L .Ml’ XDO PIXTOUES'.' '

LA PUNTA DEL VENTISQUERO DEL VALLE YOSEMITE

Kl Valle YoseinUe, de California lEs- variados colores: sus blancas casitas


tiiclc>> ru idos) es un hermoso país cu­ semejan pequefios dados sobre un lindo
bierto de exuberante vegetación, con ár­ tapete verde, y sus altísimos árboles pa­
boles gigantescos >• variatilsiinas >■ flo­ recen aiflleres. Frente por frente, por
ridas [llantas, En él se halla la famosa tas laderas de otro monte gigantesco si­
Pulita del Ventisquero, que es una gran tuado á dos kilómetros de distancia,
montufia, una roca inmensa, que se alza precipítanse, desde una altura de ocho­
verticalmente hasta novecientos metros cientos metros, en tres prodigiosas cas­
de altura. El fondo del valle, nue es cadas. las masas de agua de la aterra­
como uu vastísimo jardín, parece desde dora y soberbia catarata del Yosemitc,
lo ulto de la roca un tapiz de Persia de la más alta que se conoce cu el mundo.

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Los muchachos

Para w les siruea las colas a los


Aunque á primera vista os parezca un perros duermen tapándose la nariz, para
simple adorno sin ninguna utilidad que no se les hiele, con su poblada cola,
práctica, la cola es uno de los más va­ á través de cuyos largos pelos pueden
l í o s d s Organos con respirar s i n difleuL
que la.N atu raleza h'Hu tad. Todos los perros
dotado á mflchos ani­ salvajes son animales
males, y los que están sociables y cazan en
d e s p rovlstt s de ella j a u r í a s , 6 s e a re.
t i e n e n más CnotiVos uniéndose muchos, y
para deplorar su lufi’. hay quien opina que
rlorlJad que para ale. c u a n d o v a n persL
grarse de la falta de guiendo á un animal
este apéndice que mu. se hacen señas unos
chos creen un estorbo. á o t r o s con la cola.
Para los asnos, 1 o s E s t o puede ser muy
caballos y las v a c a s cierto, porque mucho»
constituye la cola un de e s t o s animales
excelente e s p a n t a , tienen la punta de la
moscas. La costumbre cola blanca como pa­
de quitarse de encima L'N L E O N EN A C E I'IIO ra que se vea mejor,
los insectos molestos LoR movimícntoB de ta oola indican la y además por q u e ya
con la cola, está t a n excitación del animal. sabéis que los perros
arraigada en la espe­ expresan con la cola
cie caballar, que se ba trasmitido de pa. la alegría, la pena y e l cansancio, y el
dres á hijos como un indicio de sensi­ miedo, levantándola, bajándola 6 me­
bilidad de la piel, y por eso casi todos tiéndola entre las piernas.
ios caballos mue­ Para el gato es
ven ia cola apenas ____________________ el rabo lo que el
cae el látigo sobre balancín p a r a ei
su l o m o . Las ca­ e q u 1 1 ibrista que
bras y los carneros anda por la cuerda
8 a Ivajes, habitan, floja; c u a n d o se
tes todos e II o s en pasea por el borde
las a l t a s monta- de ,una tapia, mue­
fias, d o n d e ias ve la cola h a c i a
m o s c as son poco uno y otro l a d o ,
frecuentes, tienen s e g ú n lo exija la
la cola corta, y en c o n servacffin del
cambio, ios carne- equilibrio. E l rabo
r o 8 domésticos la de la gata t i e n
t i e n e n bastante otra utilidad mu­
larga, observándo­ C A K O U K O I X V K X D ia a U O S K D B U H F B R R O S A L V A J E cho m á s notable:
se que lo es mucho ha cola, airviéndole de soporte, lo permite le sirve p a r a que
m á s en las razas bacer nao do las dos patas á la vox. jueguen sus h i j i.
que tienen poca ¡a. tos.
na y, por consecuencia, están más ex­ E l leén es uno de los animales que
puestas á los ataques de Ies Insectos. tienen la cola más fuerte, con la parti­
En los países préxlmos al Polo, los cularidad de llevarla armada de una

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Los Muchacho&

A algunos no les sirve ni4s que de ba­


lancín para andar sobre las ramas, mas
para otros es una mano suplementaria
con la cual puede coger loa objetos más
pequeños y colgarse de las r a m a s . En
Am érica hay unos mamíferos llamados
zarigüeyas que cuando quieren llevar &
sus hijos de paseo se los ponen sobre el
lomo y los pequeñuelos se agarran con
sus rabitos al rabo materno para no
caerse.
Muchos mamíferos acuáticos como la
rata de agua y la nutria emplean la
cola como timón y para aumentar la ve­
locidad de la natación.
A los peces tes sirve de timón y á las
aves les sirve de mucho para volar.
ZaOUALCtlOS
Los Animalitos qno tionon esoamas
(Isbajo (le la oola.

especie de uña escondida en el mechón


de pelo de la punta. Antes se creía que
esta uña le servía para espolearse cuan,
do iba á lanzarse sobre su presa, pero
hoy parece desmentida esta suposición,
por más que es cierto que mientras está
en acecho se azota con ella el cuerpo.
Es posible que la cola sirva al león como
de timón si por casualidad tiene que
variar en el aire la dirección del salto
para caer sobre su presa.
Para los canguros la cola es un quin­
to pie; cuando saltan les sirve de timón
y de propulsor, y si se ponen derechos,
¡a cola forma, con las patas traseras,
un trípode.
Para las ardillas volantes que e>i rea.
lldad no vuelan, sino saltan de un árbol
á otro, la cola sirve de timón. En .Vfii-
ca hay unos animalitos llamados “ ano-
maluros... parecidos á estas ardillas que
tienen debajo de la cola varias escamas
muy puntiagudas, que se supone las uti.
u a UOMO D E C O L A B B M S IL
Usan para agarrarse mejor á la corte­ f

za del pie del árbol cuando caen. No toiloe lofi monos pnedon colgfirfifi
de la oola, oomo ¿ate qae le llam a monn-
La cola es Utilísima para los monos. araóa y oomo otros de otras especies

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ó el perrito belicoso.

i'oii su papá va -luaiilio Y en el agua pone al fln Viento en popa, á toda vela
á jugar con ru tiarquito. el velero bergantín. no corre ya. sino vueia.

Pero al ver la zambullida Qne aún amonesta al caído


Pierde papá el equilibrio acude el guarda en seguida. que se halla bien afligido.
y se convierto en anfibio-

Y le cuesta al guarda un rato Conseguido el salvamento


.\1 iiánfrago T>on Sinißn
extraer el ballenato. sale hecho un esperpento-
lo pescan con un bastón.
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10
Los Muchachos

EL LIB R O DE LOS HEROES

El sacrificio del Padre Damián


En un seminario de Bélgica seguían ansiaba dejar la vida tranquila y feliz
los estudios sacerdotales dos hermanos. de su patria, donde todos hablaban su
Ei hermano mayor iba 0 ser muy pronto idioma, y donde todo le era conocido?
misionero y marcharla á iaa islas del ;.Por qué quería ir á trabajar entre sal­
.Mar del Sur. A l hablar de lo que iba á vajes, allá muy lejos, olvidado de sus
hacer en aquellos amigos?
remotos parajes se José D a m i á n
frotaba I a s manos quería ser un mi­
y se reía satisfe­
sionero Ignorado,
cho. Pero un d in
porque m á s que
c a y f l gravemente las p o m p a s del
e n f e r m o y tuvo mundo, m á s que
que guardar cama. la dicha del hogar,
Le consumía la fie­ le atraía el ejem­
bre, y sus fuerzas plo del Salvador y
S e agotaban. Y a quería ejercer la
no p o d la realizar caridad.
su viaje.
José Damián lle­
A l poco tiempo gó á las islas del
se aoercd al lecho Mar del S u r ; fiié
su hermano menor misionero y traba­
y le pregunto cari.
jó noblemente has.
Sosamente: ta los t r e i n t a y
— ;T e gusta r I a tres afios de edac.
que ocupara yo tu Entonces, estando
puesto de misión*, trabajando con los
ro?
salvajes, oyó decir
Los ojos del en­ al obispo g u e no
fermo se animaron
habla nadie á
un m o m e n t o , y quien enviar á Mo.
quiso abrazar d su lokal para cuidar
hermano. Entonces á los leprosos, y
é s t e , escribid se- q u e aquellas po­
c r e la m e n t e á las B L ¡'A D R E D A M IA N
bres estaban aban,
autoridades rogan­ donados á su terri.
do que le enviasen en el puesto del en­ ble enfermedad y á su espantoso fin.
fermo. José Damián, cuyo corazón se habla
Un día que estaba estudiando se acer­ condolido muchas veces al oír hablar
ca el superior del seminario y le dijo de loa leprosos, rogó al obispo que le
que tenia ya permiso para emprender mandase á él. y el obispo aceptó el ofre­
el viaje. E l Joven se puso de pie de un cimiento.
salto y corrió al jardín dando saltos. ¡Admirable caridad! Dejar los salva­
— ¿Se habrá vuelto loco?— pregunta­ jes por cuidar á los leprosos era un sa­
ban sus compañeros. crificio mucho mayor que abandonar
¿Por qué alegraba tanto í José Da­ Bélgica por convertir salvajes. Los le­
mián la idea del destierro? ¿Por qué prosos vivían separados de las personas

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Los Muchachos 11

lO L E ÍIA V M IP U IX D E L P A D R E D A M IÁ N E N M O L O K A I

sanas, aislados completamente de la hu­ Padre Damián no sintió la escaldadura.


manidad. La espantosa miseria de su V ió á un médico.
cuerpo dañaba á su alma. Sus chosns — ¿Tengo lepra?— preguntó.
eran como pocilgas de cerdos: vivían — Siento decírselo— respondió el doc­
peor que los animales y tenían un as­ tor,— pero, si, es usted leproso.
pecto horrible. No podéis imaginaros los Desde aquel momento, el Padre Da­
horrores de Molohai. Sdlo con que os mián dijo en sus sermones, no “ mis
contase la cuarta parte de ellos os pon­ hermanos« sino “ nosotros los leprosos—
dríais malos. El Padre Damián se sentía completa­
Pero el Padre Damián se presentó á mente feliz.
aquellos desterrados dlcléndoles senci­ Decía que aunque supiera que se cu­
llamente que Dios les amaba: y su ros­ raba saliendo de la isla, no abandonarla
tro agradable, su voz acariciadora, sus il los leprosos y trabajaba como un le­
ojos cariñosos y. sobre todo, la ardiente proso, mientras la muerte Iba exten­
fe de sus palabras, los cambiaron de diéndose por su cuerpo.
bestias en hombres, y luego, de hom­ Cuando al fin tuvo que guardar cama,
bres en siervos de Dios. Empezaron á dió gracias á Dios por las bondades que
avergonzarse de sus pecados: empeza­ habla derramado sobre él, permitiéndo­
ron á comprender que Dios les amaba le ejercer la caridad.
realmente. Para ellos era c i e r t o que Junto á su lecho de muerte se arrodt.
existía, al menos, un ser humano que Han dos sacerdotes y varias hermanas
los amaba, y este ser era el Padre l>a- de la Caridad.
mlán. — ¿Olvidará usted á sus huérfanos
Este santo y devoto varón vivió diez cuando esté usted en el cielo. Padre?—
y seis años con los leprosos. Les constru­ preguntó uno de los presentes
yó una Iglesia y casas mejores, les pro­ — ¡Oh. no! — respondió sonriendo el
porcionó agua en abundancia, los cuidó, moribundo.— SI Dios me lo permite, ba­
curó sus espantosas llagas, confortó á jaré á rezar por todos vosotros “ en la
los moribundos y cavó sepulturas para leprosería.,.
los muertos. E l mundo oyó hablar de — ¿Querrá usted dejarme su capa, pa­
aquel solitario sacerdote que trabajaba dre?
entre los leprosos; mucha gente le es­ — ¿Para qué?— preguntó el moribun­
cribió enviándole cosas para sus enfer­ do. y luego añadió lentamente:— “ está
mos. y algunas personas fueron á verle llena de lepra...
y le ayudaron. El alma del Padre Damián no tardó
Pero un día recibió un aviso terrible. en ser recibida por tos ángeles. Toda su
Le cayó agua hirviendo en un pie, y el vida habla sido heroica.

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12 Los Muchachos

Oomo j-u.eg-a.xi los iiizios ciiinos

1.0 » cliíros somos igualos eii todas


las partes del mundo: un chico pielero-
ja t i ) es tan alegre y risueño como
ciialtiuler pequeñuelo die' nuestra raza,
pese á la fama de grave y taciturna
que tiene la cobriza, y lo m is singular
es que los chicos que viven en los puntea
más apartados del planeta tienen casi
los mismos juegos que nosotros. Es.
por ejemplo, una sorpresa para el via­
jero que visita la China, encontrar á la
e.Ulquerla tie aquel curioso país jugando
á la gallina ciega exactamente lo mismo
que hacemos nosotros en el Retiro-
Sin embargo, los nlñoe chinos ttenen
también ciertos juegos muy suyos, al­
gunos de loe cuales merecen explicarse,
aunque sin proponemos, claro está. Im­
portarlos en nuestro país. Uno de ellos
es el que llaman ellos “ el juego del ele­
fante... Uu chtnillo encoge los brazos
dentro de las amplias mangas de su
J U U A K D O A I« R I.K F A N T K

túnica, y acerca éstas á su boca, Ue ino*


do que cuelguen por delante como una
trompa, y otro se coloca tras él, Incli­
nado hacia delante y cogido á su cintu­
ra. de modo que entre los doe simulan
la forma de un elefante. Un tercer mu­
chacho. provisto de un sonajero 6 ca­
rraca, monta sobre el segundo de los
que figuran el elefante, y entoii.i
tina cantinela que traducida llteralmeii-
ZJ J tpe viene á decir: ■
Mi simóla Vísnto lis vucido de Oriente
Montada en nn borriqtiíllo;
ì l i .negra L luvia ba vuelto
Viene de Occidente montada A raiiallo;
Mientra- mi madre ItclAmpago lia llegado
Idei Snr
Calialgando en un gran elefante.
•\1 compás do esta mdsica. el elefan­
te marcha moviéndose lo más vlolenta-
lueiue que puede, y si el jinete cae,
tiene que hacer á su vez de cuarto pos­
( M'rojAft ftnn nnnft ítí'I io* ijue vi ven
terior dol animal y llevar á otros en­
j !• a Norte. cima.

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I.os Muchachos i;>

larse, Itts acüiiiecidas de otro penuoüo


que hace de milano, el cual atrapa al
que puede y empieza ft darle lirones
del vestido, simulando que le arranca
pedazos de carne y fingiendo que de­
vora. Otro Juego es ei que llaman “ ft
€eeoger fruta... En él. fdrmanse dos
bandos, cada uno con su capitán. El ca­
pitán de uno de los grupos tiene ven­
dados loa ojos, y un chico del grupo
opuesto se acerca á él, le toca en la ca­
beza y vuelve á su puesto. Entonces el
primero se quita la v,;nda. va al grupo
contrario y trata de descubrir al cul­
pable, fijándose en todos basta que el
rubor, la risa 6 cualquier otro indicio
revela quién es el que le tocé. Puede
sefialar á uno, y ai acierta se lo lleva á
su bando; pero si se equivoca, e! capi­
tán contrario es vendando á au vez y
E L V IA J B U U H K Iim U O

Los nifios cbiiios son también muy


aficionados á jugar al "via jero perdi­
do... Uno de ellos, cabalgando en un ca­
ballo de palo, se acerca á los demás y
les hace esta 6 parecida pregunta: S ^ r r v :- > >
— ¿Me permitís que os moleste p e ­
guntándoos por el camino de la aldea
de la fam ilia l^lu?
■X lo que los interrogados contestan,
sobre poco más ó menos:
— Ko nos molestas, al contrario.
Tenemos gran placer en servirte.
-Nos honras dirigiéndote á nos­
otros.
Así prosigue el diálogo, en términos
tan corteses como solamente los chinos
emplean. El viajero es acompañado á
la supuesta aldea, después de decir su
nombre, su edad y su procedencia, y
ios acompañantes se despiden luego de
él con un sin fin de reverencias.
“ I^as gallinas y el halcfin,, es también L 4 S ( Í A L L I N A - V l:l. IIA I.C Ó X

un juego quo tiene muchos partidarios


••ntre la gente menuda de Pekín. Los se repite la escena en sentido contrario,
chicos que hacen de gallinas se forman continuándose' así hasta que uno de los
un lila, cogidos por la cintura, como dos bandos pierde toda su gente.
hacen las niñas españolas para Jugar Hay, eu fin. en China el juego de "la.s
á la -víbora del amor... y tieiiPii .|Ue e\i- puertas forzadas.,, en el que también
lar, sin deshacer la formación ni sol- dividen loe niños en dos grupos, for-

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l'i Los Muchachos

madoe en dos Alas y cogidos de la« ma­ va á los dos vencidos á su grupo, pero
nos. Uno de los grupo« canta: en caso contrario, queda prisionero de
aquel bando, y el Juego continúa asf al­
Con ona pLnma eo sombrero
Marcho contra la oiudad;
ternando los doa grupos, hasta que uno
Los niños le han visto á eabailo; de ésto« queda sin chico«.
K l os el que AorriHó las pnertas. Terminemos advirtiendo al lector
que los grabados que ilustran «ate ar­
V uno de los chico« más fuertes del ticulo eon reproducciones de pinturas
bando corre y se arroja contra las ma­ sobre seda hecha« por artistas chinos,
nca de dos de los contrario«, tratando por lo cual parecetn algo raro« y lo son
de romper la fila. S1 lo consigue, se lle­ en realidad.

COMO SE HACE UNA CESTA


Esta bonita ceeta puede hacerse de círculos queden divididos en doce trozos
cartas de baraja, de papel 6 de lotogra- como se ve en la figura 2.
ftas 7 se puede cubrir toda ella con se­ Con unas tijeras se cortan esas líneas,
llos de correo. pero sólo en el espacio que hay entre
Para h a c e r la círculo y círculo, para que resulte algo
ceeta se coge un parecido á una margarita.
trozo grande de Para que se parezca aún mas á dicha
cartulina y se tra­ ñor se redondea cada uno de lea trocí-
zan en ella dos tos. como ae ve en la misma figura 2, es
círculos con un decir, en form a semejante á un festón.
l.-L A C »IA .VCABADA COmpéS. SI UO tO- Cada uno de estos trozos se dobla hacia
néls compás pue­ arriba y la c e s ­
den serviros de patrón dos platos, uno ta em p e z a r á á
más chico que otro. Los círculos deben tomar la forma de
estar uno dentro de otro y si. por la figura 1. Para
ejemplo, el de fuera mide 38 centíme­ que los trozos le­
tros de diámetro (la parte más ancha vantados c o n ser­
del círculo), el de dentro debe medir ven su posición se
unos 30, de modo que entre círculo y rodean, por fuera,
círculo quedará un espacio de cuatro con una tira de
centímetros. papel engomado.
Luego se trazan varias líneas rectas E l asa se hace
encima de los círculos. Una de Izquier­ a.—r.ns CÍRCULOS T KI.
de cartulina y tan.
da á derecha que los divide en doe mi­ FESTÓN
to ésta como la
tades, otro de abajo á arriba que loe cesta se forran con papel de colores 0
divide en cuatro partes y otras cuatro con sellos de correos usados, natural­
en sentido diagonal, de modo que los mente, porque nuevos saldrían caros.

REGALO A LOS SUSCRIPTORES


Además de optar á los sortees como todos les lectores, los suscriptorss recibirán al pago
ti semestre 4 pliegos de construcciones de cartón, cuyo valor os do 1.80 oesstas.

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Los Muchachos 15

PROBLEMAS Y RECREOS
l.ns AI.FILKIIKS
P H O U l.K M \

lüttCas nueve cabezas son nueve cabezas de ra gue puedan coulsrse diez lilas de alfile-
alliler, y se trata de una coga muy sencilla, rea con tres alfileres cada uoa.
Kl problema consiste en prenderlos de mnne-

OTRO D IB t’ JO INCOMPr.lO'l’O nombres de loe solucionistas de este pro­


SO LÜ O 16K blema.
No se os olvide poner al pie de la solu-
cl6n vuestro nombre y apellido y la pobla­
ción donde vivís, porque algunos ee tiejaji
estos datos en el tintero y luego se quejan
de ijue uo aparece su nombre en la lista.

Han enviado soluciones del problema “ fJ!
juego de la estrella” :
Carmen Siluchez, María Iluiz. Rupcrtn
nfludez. Bernabé Jiménez, Manuel Serrane.
Jaén. Rodolfo Valle, Norberto Valle Her-
Luis Castnnen, Luisito y Angelito Gonzft-
iez, Angel Gémez Andrés. Mariano üareí:i
.Andrés, Otón Gómez Andrés. Maria Raque­
ra. Celestino Arrieta. Pepito Miguellii j-
l.uisito Moscardo, Federico Pascual Ron-
eal. Antonio -Monfort. Rieardo Camarero.
Ijorcnzo Pernles. I'loequiel Manzanares. A r­
turo Fernández. Amadeo Roldin, Knrique
Salvatierra, Fausto Rodríguez. Gorméii
Ruiz, Alberto Roldán. Guillermo Fernández.
José Nieto TApez, Humberto Bark. Angel
Gamboa. Beriiardu Hiera Diez. Antonio R<"
jo Pieri. Sebastián Alcalde, Jo.sé Altolngul-
rre, Eurii|ue Sancbia y Juan, Consuelo Es-
eiirsell, Fernando Muñoz. Abelardo de COr-
dova. .Madrid; José Formoso. Pancho Villa.
Kineilo Torrente. Ji>sé Ferrar, del Ferrol.
Fernando Rebelles .\costa. Sevilla: José Ma
i-ln de Rordons. Ueus ; Francisco Rústelo.
I.a senianu que viene iiublicarduu« lo“ Ililindeo; .Tusé Pernas. Mondoiledo; .losás

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Il; Los Muchachos

un; Jiii4 Casunuvn. Valpiioiii; Andrés Mer­


I.A PAJA RESISTKNTIO cado. .Icwé liomoro. Sevilla; Manuel .Mora­
Hecm;. les, -Vlliucete: Iri(iuitra<|iic. .Teres; Jiiau.
-VnRcl. (julllet'iiio é Isabel Cabrera, Luis I ’é-
rcz-('oboUei'o, \'illn del l ’rado: Xod Aceve­
do. de Cfioeres; José Cn.stnüpi' Fons, Vnlcu-
ciíi.
lian remitido sniiieioiies de “ K1 sello de
.Mahoma" y de •‘ íQué nuimal es?”
Juan Claveria; .Taeiiito de Sosa. Pedra-
jaa de San lOgielmii; J. Itomeo.
lian enviado soluciones de "K l sello de
Mniioma";
I''raiie¡sco f'oiicli.'X. Ferrol.
Tambiéu Imn remitido solueioucs de
“ ¿Qué animn! es?’
.losé Novalbos. Fernando ('asas, Feruaii-
do Stii.vek, t'i-eilio de I.c-rn, Rafael Barsi.
lOmilia Vila. .Manolo Gorriz. Luisa Riofrin.
Genoveva .Midinn, Gervasio Delcado, .Marla
Vila. <‘armen Lorenzo, Luis Pajares. Ale­
jandro Hipóla. José Ruiz, Nieolils Riifiio,
Marfil Riiiz : Kladio Raíz. M.'ílai.ii.

Levantar una botella con una sola


paja, parece cosa IniposiUie. y sin embar­
go, es fácil si se emplea en la forma
(]iie Indica el grabado.
Para que el experimento resalte bien,
la paja ha de ser fuerte y no tener nin­
guna grieta ni rotura.

roroiia, Sautiindor; Anronio Due Rojo. -Má-


lazn : Knfnela María y M uría del Carmen — ¿Te han dado buenas las cerillas?
.Vparieio Frfns. V alladolid; Diego Valencia. — SI, papá; hoy arden muy bien; las
C ádiz: .Tosé Gn.vfi I5iázr|iiez, Cartagena; L o ­
renzo Cid, Iteus: Miguel García. Bareelo- he probado todas...

A l publicar en el número D del periódico la lista de agraciados con piemics de nues­


tro primer sorteo advertíamos que no rei-pondísinos de los extravíos si no se nos re­
mitían 25 céntimos para el certificado. A pesar de esto, dos lectores que no tuvieron
en cuenta esta advertencia nos amenazan con dejar de ser amigc k nuesttns por no ha­
ber recibido el regalo. A estos lectores sólo podemos decirles que, contra sus dos pn •
testas está el testimonio de trescientos agraciados que lian recibido sus regalos y
nneder atestiguar nuestra formalidad.

H A U R ID .^ Im p . de •Al.BSDZooR DEL M l'SDU>, Ferraz, litf.

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