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Provincia de Buenos Aires.

Dirección General de Cultura y Educación.


Dirección Provincial de Educación Superior.
Región 21, Distrito de Adolfo Gonzales Chaves.
Instituto Superior de Formación Docente y Técnica Nº 68.
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HISTORIA Y PROSPECTIVA DE LA EDUCACION: Tercer Año.
Profesor: Sargiotti, Matías.
Carrera: Profesorado de Educación Inicial.
Año: 2018

FICHA DE CATEDRA:
Teorías e Instituciones Contemporáneas de Educación

Juan Jacobo Rousseau

La vida y las obras.

Nació en Ginebra el 28 de junio de 1712. Su padre se encargo de su primera instrucción


tras el fallecimiento de su madre. Este al verse obligado a huir, dejó a Rousseau en la
casa de unos parientes. Todo marchó a la perfección, hasta que debido a las dificultades
económicas se vio obligado a marchar a Ginebra, en donde fue aprendiz de grabador. Se
fue a Saboya, tras verse las puertas de la ciudad cerradas. En donde pidió ayuda a un
párroco , el cual le recomendó a una joven viuda, quién a su vez, lo envió al Instituto de
Catecúmenos de Turín , de donde salió católico. Después de algunos meses en Turín,
volvió a Saboya. Este es el periodo más apacible y feliz, el que aprovechó para hacer
pequeños estudios.

En 1740, a los 28 años, se dirigió primero a Lyón y después a Paris, donde conoció a
Diderot, Condillac y otros enciclopedistas. En esta etapa se preocupa sobre todo de la
música, y escribe comedias y melodramas. Colabora en la Enciclopedia redactando
artículos sobre música.

En 1749, lee en el Mercure de France que la Academia de Dijón había convocado un


concurso, el cual gana. El hecho causa sensación. En 1753, la Academia de Dijón
propone otro tema y Rousseau escribe un discurso en el que habla de abjurar el
catolicismo y ser admitido en la “Santa Cena”.

De regreso a Francia, en Montmorency, y tras haber cortado toda relación con los
enciclopedistas, escribe sus obras más importantes: Eloísa, Emilio y El Contrato Social.
La publicación de Emilio provoca la intervención del poder judicial. El Parlamento de
París condena la obra y ordena el arresto de su autor. Rousseau escapa a Suiza (que
sigue el ejemplo de París) y después a Inglaterra, en donde conoce a Hume, el cual le
brinda su hospitalidad. Pero tiene la impresión de que Hume también va contra él.
Vuelve de nuevo a Francia, aun sabiendo el riesgo que corría, y tras vivir en varias
ciudades, vuelve en 1770 a París. En donde muere (2 de julio de 1778) tras escribir sus
dos obras biográficas, en casa de un admirador.
Rousseau y la Ilustración.

Rousseau es el hombre de las paradojas. En él se inspiran los protagonistas del Terror.


Pero estas paradojas no son más que una pura contradicción aparente.

Rousseau cambio de raíz el metro de la Ilustración. Condena el intelectualismo residual


del pensamiento ilustrado. Él cree que los sentimientos coinciden con la utilidad y la
felicidad del género humano. En esto reside su romanticismo y, a la vez, su
pragmatismo. Se puede hablar de romanticismo porque en Rousseau la interioridad del
sentimiento deja de estar a la merced del juicio sobre el que se puede formular la razón.
En lo que se refiere al pragmatismo, Rousseau cree que el valor de un planteamiento
teórico reside exclusivamente en las consecuencias prácticas que derivan de él.

La clave del pensamiento de Rousseau es la conciencia entre la felicidad individual y la


felicidad general. Esta conciencia no es algo dado, sino es más bien algo que debe
conquistarse. El sentimiento debe incluso educarse. Para Rousseau la relación entre
sentimiento y experiencia es igual que para la Ilustración la relación entre conocimiento
y experiencia. El sentimiento puede ampliar indefinidamente el campo de sus
perspectivas, pero no puede construirse este en un criterio supremo de todas las
valoraciones sinceras.

La centralidad del problema educativo.

La tesis de la anticultura y la exaltación del estado de naturaleza, son las herramientas


que usa Rousseau para conquistar en sus discursos su autonomía crítica frente a la
Ilustración. Pero Rousseau sabe que con esto no da soluciones, sino que crea problemas.
Cultura y sociedad no hacen por sí mismas la felicidad del hombre, de eso está
totalmente seguro. Esos términos son la “virtud” y la simplicidad natural. En el primer
término se mezclan temas de tradición clásica t el mito de la inocencia primitiva. Se
explica así, que en el segundo Discurso pase a ser relevante el concepto de “estado de
naturaleza “, el cual es una fase aun no dañado por las injusticias sociales, un estado en
el que el hombre es feliz porque puede dar libre expansión a su naturaleza sencilla. El
estado de naturaleza no es más que la proyección hipotética de las fuerzas de la
naturaleza humana en una especie de espacio enrarecido que no ofrece las resistencias y
perturbaciones del medio social actual. De lo que se trata es de determinar la naturaleza
humana en su espontaneidad originaria.

Individuo y sociedad.

Rousseau propone en el Contrato Social encontrar una forma que defienda y proteja con
toda la fuerza común la persona y los bienes de cada asociado y por medio de la cual,
cada uno, no obedezca más que a sí mismo y quede tan libre como antes. Se trata no
solo de conservar la libertad natural, sino más bien de transformarla en libertad cívica.
No hay que concebir al estado social capaz de ofrecer ventajas con una convivencia
cualquiera, pues se trata de una convivencia fundada en el contrato social y que realiza
una voluntad general. No se trata de un contrato estipulado, sino de una relación ideal
cuya mayor subsistencia en los sistemas políticos es criterio de legitimidad de éstos.
Cada individuo al darse a todos, entra en una convivencia social sin sacrificar nada de
su libertad.

Rousseau tiene en cuenta que la libertad natural, no es la libertad cívica. Todos los
derechos civiles nacen del contrato mismo, ellos son un producto social. Cae en la
cuenta de una grave dificultad en este planteamiento: entre la educación del hombre y la
del ciudadano existe un contraste grave. Es difícil imaginar y representarse una
educación cívica que no desnaturalice a la personalidad.

En el segundo libro de Emilio, Rousseau, afirma que una convivencia civil regulada por
la voluntad general del pueblo tendría un efecto contrario. Esto le impide quizás
proporcionarnos indicaciones más precisas.

Es absurdo querer educar para la sociedad fuera de ésta, pero es claro que se trata de una
abstracción metodológica necesaria por la dificultad de imaginar en concreto una
convivencia democrática formativa.

Educación natural y educación negativa.

Emilio es una novela pedagógica escrita con la intención de exponer los criterios
educativos que han surgido, mostrándolos en relación a un niño imaginario. Emilio es
huérfano, noble y rico . Esta última condición es necesaria para poder imaginar el
género de la educación que Rousseau considera como deseable.

Los cinco libros de Emilio trazan el desarrollo del alumnado. Los dos primeros libros
nos lo muestra en el periodo en que predomina el sentido (hasta los 12 años), el tercero
se refiere al periodo en que predominan consideraciones de utilidad (13-15 años), el
cuarto se abre al alcance de la razón (15 años), y el quinto libro está dedicado a la
educación de la mujer, a la entrada de Emilio a la sociedad y su matrimonio.

Al principio de Emilio, Rousseau, distingue tres tipos de educación: la educación de la


naturaleza, la educación de las cosas y la educación de los hombres.

Para Rousseau la regla más importante de cualquier educación no es ganar tiempo, sino
perderlo. De lo que se trata no es de dejar al niño que es enmohezca, sino de no
obstaculizar o acelerar un proceso natural de maduración. El método inactivo es posible
solo porque en la intimidad del niño existe un principio activo, la educación natural.

Rousseau distingue tres disposiciones que forman la naturaleza del hombre: sentido,
utilidad y razón , las cuales maduran de forma espontánea. Este esquema temporal está
en contra de la tendencia de acelerar el desarrollo. El optimismo de Rouseeau tiene
también un valor metodológico. No significa que sea suficiente desarrollar la naturaleza
humana, lo que quiere es impedirnos atribuir nuestros fracasos educativos a la maldad
natural.
La naturaleza humana no se desarrolla sino mediante experiencias importantes y el
primer deber del educador es hacerlas posibles. Los hombres pueden intervenir en estas
experiencias solo indirectamente. Para Rousseau, la relación educativa fundamental es
la relación entre el individuo y el ambiente natural y se trata de una relación activa que
es la única que vuelve posibles las funciones psíquicas.

Es de subrayar que Rousseau no está de acuerdo con el sentimentalismo en la


educación. Por lo demás no hay en Rousseau la menor intención de fijar en el niño
disposiciones rígidas y mecánicas.

La regla del “perder tiempo “vale hasta los 12 años. A esa edad, el niño, puede
desplegar una atención más prolongada y persistente a los fenómenos que lo circundan.

Conclusión.

El Contrato Social y Emilio estudian al hombre en la sociedad y la formación del


hombre fuera de ella.

Rousseau reconoce a la mujer dotes de intuición y sensibilidad mayores que en el sexo


opuesto. Por ello limita tanto la educación femenina. La mujer debe sujetar su conducta
a la opinión pública y al sentimiento interior. La educación femenina debe tender
exclusivamente al cultivo de estas disposiciones.

El optimismo de Rousseau se refiere al alumno aislado, es decir a un caso imposible.


Volverlo posible significa promover formas automáticamente democráticas de
convivencia humana.

Giovanni Enrico Pestalozzi

La vida y la obra.

Giovanni Enrico Pestalozzi (1746-1827), nació en Zurich. En una atmósfera protectora,


Pestalozzi creció tímido, delicado e hipersensible. En él repercutió la vida cultural de
Zurich y empezó a entusiasmarse por ideales humanitarios y pro generosos proyectos de
reformas jurídicas y sociales. Influenciado por Rousseau, se entregó al estudio del
derecho con la intención de seguir una carrera política para luchar por la educación y las
libertades populares. Con el paso del tiempo se fue dando cuenta que tenía pocas
capacidades para la política y se dedicó a formular proyectos de reforma agraria, para
volver productivos terrenos estériles mediante los adelantos de la ciencia. El
experimento se llevó a la práctica, pero debido al poco poder económico, resultó un
completo fracaso. Debido a esto, en 1775, creó un instituto para niños pobres en el
mismo lugar. Los niños eran niños tarados o vagabundos acostumbrados a todos los
vicios. En 1780 se vio obligado a cerrar la escuela debido a que las dificultades
económicas crecían y a que Pestalozzi no podía con los problemas orgánicos que le
salían al paso.
De este modo Pestalozzi veía naufragar sus sueños y se encontraba en una mala
situación económica. Decidió entonces conseguir como escritor aquellos mismo ideales.
Escribió Leonardo y Gertrudis, una novela pedagógica de carácter popular, que describe
las difíciles situaciones de una aldea.

La continuación de Leonardo y Gertrudis no contó con la misma fortuna que el primer


volumen. Igual fracaso había tenido Cristóbal y Elisa. También escribió anotaciones de
diario con intenciones de Studio psicológico. Asimismo abordó escabrosos problemas
jurídicos-sociales, como en Legislación e infanticidio.

Tras varios métodos y principios, el nombre de Pestalozzi empezó a gozar de fama


europea y muchos visitantes acudieron a conocer su instituto educativo.

En 1825 se retiró a Neuhof, donde un nieto suyo había hecho prosperar la finca que
Pestalozzi no había querido vender jamás. Allí escribió el Canto del Cisne. Falleció en
1827.

Naturaleza, sociedad, moralidad

El peculiar moralismo de Pestalozzi se desarrolló independientemente de las


formulaciones Kantianas. El intentará unir lo que Rousseau ha separado, es decir, la
autoridad de la naturaleza con la autoridad del deber, debido a la preocupación de
Pestalozzi porque se instaure un orden moral y una disciplina social. Defendía que para
que la convivencia humana no sea constrictiva, debe basarse en la libre aceptación de
los vínculos sociales, no por simple cálculo, sino sobre la base de la autonomía de la
vida social. La educación es precisamente el encaminamiento hacia esa autonomía.

El niño quiere el bien para sí mismo. El bien al que hay que conducirlo no tiene porque
ser su capricho, sino que debe ser un bien en sí mismo. De aquí la exigencia de acción,
el rechazo del verbalismo perceptivo. La falta de una enseñanza práctica y experimental
de la virtud tiene las mismas consecuencias que la falta de una enseñanza práctica y
experimental en el campo científico.

Según Pestalozzi, en el niño hay que despertar unas fuerzas, que las identifica, como las
fuerzas del corazón, de la mente y de la mano, (Sentimiento, intelecto y gusto
constructivo práctico). Estos resortes determinan todos y cada uno de nuestros hábitos
virtuosos.

La educación ético-religiosa (fe y amor)

Para Pestalozzi, la educación de las fuerzas del corazón no es un aspecto particular de la


educación. Ninguna educación es posible sin haber sido educados los sentimientos y las
aptitudes prácticas.

La educación ético-religiosa goza de una especie de procedencia ideal y temporal: El


niño antes de pensar y actuar, ama y cree, lo cual no debe entenderse en el sentido de
que existe una vida sentimental desprovista de pensamiento, sino en el sentido de que el
pensamiento y la acción no se organizan, sino sobre la base de una seguridad emotiva ya
construida.

Para Petalozzi, entre el amor de los padres y la fe religiosa existe una continuidad plena:
si la madre ama, ama también el hijo. Así con todas las condicionantes de la vida.

La educación intelectual y la institución.

Pestalozzi consideró siempre como el valor fundamental la claridad cognoscitiva basada


en la experiencia, es decir, la intuición efectiva de las cosas. Reivindica los derechos de
la directa aprehensión sensible de los objetos. El sujeto, al captar la forma del objeto,
capta también sus partes. Pestalozzi quiere revalorar la experiencia de primera mano
como única que puede transformarse en un saber sólido. Cuando se parte de la
experiencia directa y de su articulación general se pone en movimiento un proceso que
pasa de intuiciones oscuras a intuiciones determinadas.

La educación del arte.

La actividad, implícita en todos los niños, no se conforma con expresarse a través del
dibujo, sino que los impulsa a realizar por sí mismos, con las manos, todas aquellos
trabajos cuya naturaleza han comprendido. Esta educación artística puede encaminarse
más adelante hacia manifestaciones estéticas. Estas ideas escapan de caer en el concepto
utilitario y de adiestramiento precoz al trabajo productivo.

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