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DESCUBRA SU MINISTERIO

Un estudio del fruto y de los dones del Espíritu

Por Raymond W. Hurn,


Albert L. Truesdale,
Mildred Bangs Wynkoop,
Morris A. Weigelt,
Paul R. Orjala

Casa Nazarena de Publicaciones


6401 The Paseo
Kansas City, Missouri 64131, E.U.A.

Esta obra apareció en inglés con el título de Finding Your Ministry. Fue traducida al
castellano por René Escalante Porras (capítulos 1, 2 y 6) y por Sergio Franco (capítulos 3, 4
y 5), bajo los auspicios de Casa Nazarena de Publicaciones.

Lista de abreviaturas de las versiones de la Biblia:

VP—Versión Popular.

NIV—New International Version (no hay traducción castellana).

RSV—Revised Standard Version (no hay traducción castellana).

BJ—Biblia de Jerusalén.

VM—Versión Moderna.

Si no se indica una de estas versiones, las citas vienen de la versión Reina-Valera, Revisión
de 1960.

5,000 ejemplares
Febrero, 1993

Diseño de la cubierta:
Isaac Abundis
Impresa en E.U.A.
Printed in U.S.A.

Contenido
Prólogo
Prefacio
1. LA PALABRA DE DIOS: Nuestra Guía a los Dones Espirituales —Raymond W.
Hurn
2. EFESIOS: La Iglesia Es el Cuerpo de Cristo —Albert Truesdale
3. 1 CORINTIOS Y GÁLATAS: Los Dones de Dios Son para Reconciliar —Mildred
Bangs Wynkoop
4. ROMANOS Y 1 CORINTIOS: Descripciones de Nuestra Asignación —Morris
Weigelt
5. TRES CARTAS DE PABLO: Los Dones Espirituales Son para Hacer Discípulos—
Paul R. Orjala
6. LA PALABRA DE DIOS EN NOSOTROS: Cómo Empezar a Utilizar Nuestros
Dones Espirituales —Raymond W. Hurn
Apéndice A
Apéndice B

Prólogo
¿Otro libro sobre los dones espirituales? Sí, pero éste es diferente. Su meta la define claramente el Dr.
Raymond W. Hurn, Director Ejecutivo del Departamento de Misiones Domésticas:
1. Examinarnos a nosotros mismos —la iglesia, el Cuerpo de Cristo.
2. Analizar la cosecha.
3. Mirar a los obreros que tenemos para realizar la obra.
Descubra su ministerio es tanto teórico como práctico. Los doctores Albert Truesdale, Mildred Bangs
Wynkoop, Morris Weigelt y Paul R. Orjala examinan, exponen y explican las posiciones escriturales y
teológicas. El Dr. Hurn provee dirección concentrada en ayudar a los laicos a descubrir “su ministerio”.
En esta época de mucha necesidad espiritual, es nuestra esperanza y oración que un estudio diligente
de este texto del Curso de Capacitación Cristiana provea entendimiento acerca de los dones espirituales para
que los miembros de la Iglesia del Nazareno puedan servir como instrumentos de bendición y sanidad.
—GEORGE COULTER

Prefacio
El énfasis de los dones espirituales es una parte integral de los materiales de estudio del crecimiento
de la iglesia que están siendo usados a través de la iglesia. El Dr. W. T. Purkiser ha escrito un tratamiento
excelente y erudito sobre el tema de los dones del Espíritu intitulado precisamente Los dones del Espíritu.
Puesto que algunos grupos religiosos han dramatizado tanto los dones de lenguas y las señales
visibles, muchas personas en la tradición teológica conservadora simplemente no han hablado fuerte,
afirmativa y positivamente sobre este asunto de los dones espirituales.
Ha sido mi intención poner los dones del Espíritu en la perspectiva apropiada y no dejar a nuestros
feligreses fieles en un vacío de falta de información.
En esta tarea, he sido ayudado grandemente por un simposio de nuestros mejores eruditos que fueron
elegidos por un gran grupo de pensadores nazarenos que se reunieron en junio de 1978. Entre ellos están los
doctores Paul Orjala, Mildred Wynkoop, Morris Weigelt, Frank Carver, Rob Staples, Irving W. Laird, Paul
Bassett, Don Owens, Bill Sullivan y Alex Deasley. Estos y muchos eruditos adicionales han aconsejado y en
muchas maneras me han ayudado para llegar a un entendimiento total del crecimiento de la iglesia en el
contexto bíblico-teológico nazareno.
El crecimiento de la iglesia se enfoca con alguna profundidad en los principios sociológicos que
producen el crecimiento. Estos incluyen el principio homogéneo (un instrumento para concentrar en grupos
especiales), examen del suelo, personas receptivas y las que no lo son, grupos principales, identificación con
las metas, y muchos otros temas.
Hay principios bíblicos y espirituales que son básicos para el crecimiento del Cuerpo de Cristo. Sería
incorrecto dejar la impresión que los principios del crecimiento de la iglesia tratan solamente con lo
sociológico.
Es nuestro propósito explorar estos principios bíblicos con alguna profundidad. Hemos aprovechado
especialmente el conocimiento de los eruditos teológicos y bíblicos (los doctores Truesdale, Wynkoop,
Weigelt y Orjala) para los capítulos principales.
El estudio de los dones espirituales se ubica y presenta en el contexto de que cada uno “descubra su
propio ministerio en el Cuerpo de Cristo”. Confiamos en que este estudio breve nos informará e inspirará a
todos nosotros a ser feligreses más productivos y efectivos mientras cumplimos la Gran Comisión: “Haced
discípulos” (Mateo 28: 19-20).

—RAYMOND W. HURN

1
LA PALABRA DE DIOS:
Nuestra Guía a los Dones Espirituales
Por Raymond W. Hurn
Recientemente me ha despertado a media noche una iluminación poderosa en mi mente y corazón
relacionada a la obra del Espíritu Santo. Esto me ha sucedido ya dos veces. En esos momentos en que me
mantuve despierto después de haber salido de un sueño profundo, recordé con frescura algunas citas claves de
las Escrituras que hablan de cómo Dios el Espíritu Santo obra efectivamente en los corazones y mentes de sus
hijos.
Dios nos ha dado diferentes capacidades, según lo que él ha querido darle a cada uno (Romanos 12:6,
VP).
Y él mismo constituyó a unos, apóstoles... profetas... evangelistas... pastores... maestros, a fin de
perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos
lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la es -
tatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento
de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino
que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo
el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la acti -
vidad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor (Efesios 4:11-16).
Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí (Gálatas 2:20).
No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales... hay diversidad de dones, pero el
Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo (1 Corintios 12:1, 4-5).
Estas ocasiones en que he despertado repentinamente y recordado citas bíblicas me han impresionado
mucho, especialmente por el interés profundo y constante que tengo en la Iglesia del Nazareno como
movimiento religioso en estos últimos días.1[1]
Creo que las iglesias de santidad están destinadas a desarrollar un papel clave en la evangelización de
la sociedad contemporánea. Nuestra herencia nos ha preparado para esta era en particular. Las doctrinas
wesleyanas amadas por los que proclaman la santidad, están en armonía con el progreso espiritual de una
manera única. Esto debería afectar de modo significativo la manera en que vivimos, en que nos relacionamos
con otros miembros del Cuerpo de Cristo, y la misión a la cual Dios nos ha llama do. Pero, ¿siempre ha sido
éste el caso en la práctica? Temo que no lo ha sido. Ningún sistema funciona perfectamente todo el tiempo.
Nuestra tradición teológica wesleyana originó con Juan Wesley en Inglaterra, a fines del siglo XVIII.
Sin embargo, él mismo heredó una tradición de la enseñanza de la santidad que empezó en la iglesia del
Nuevo Testamento, y que fue preservada fielmente hasta su era. La preservación y proyección de esta
tradición a través de los siglos son documentadas de una manera admirable por el Dr. William Greathouse, en
su libro intitulado Desde los Apóstoles hasta Wesley. 1 La doctrina del Espíritu Santo no es nueva; ha sido una
parte explícita de la herencia cristiana desde el Día de Pentecostés.
Hoy en día, cuando la atención del mundo cristiano está enfocada con nuevo vigor sobre la relación
entre los dones espirituales y el crecimiento de la iglesia, los cristianos que proclamamos la santidad podemos
ser contemporáneos simplemente si vivimos la santidad. Los dones del Espíritu han formado parte de la vida
de los cristianos desde un principio, como nos lo indican las páginas de la Santa Biblia.

EL DESCONOCIMIENTO PRÁCTICO

Algunos desconocemos acerca de los dones espirituales —Pablo nos amonestó contra esta condición
cuando escribió: “No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales” (1 Corintios 12:1). Este
desconocimiento práctico, que algunos hemos traducido como “agnosticismo”, ha limitado nuestra vida y
ministerio.
Los que formamos la iglesia cristiana en general hemos privado a la juventud de un entendimiento
claro de las verdades bíblicas. El resultado ha sido un crecimiento rápido de cultos paganos en nuestra
sociedad. Necesitamos entender quiénes somos y conocer el fundamento bíblico de cualquier posición que
tomemos. Pero no necesitamos continuar en el desconocimiento práctico de los dones espirituales; sin duda
1
alguna, vez tras vez tenemos que recurrir a la Palabra de Dios para que nos guíe en esta área tan delicada e
importante de nuestro ministerio al Cuerpo de Cristo.
El hecho central de nuestro entendimiento de los dones espirituales es que estos dones del Espíritu
Santo son “dones de gracia”. Vienen de Dios para cumplir los propósitos de Dios. El Espíritu Santo es El
mismo el Don del Cristo resucitado, por lo que es la fuente a través de la cual Cristo imparte gracias o dones a
sus seguidores continuamente, de acuerdo a las necesidades de su Cuerpo, la Iglesia.
En su obra clásica intitulada Los dones del Espíritu, el Dr. Purkiser comenta: “No hay nada en el
servicio práctico cristiano que sea de mayor importancia que el reconocimiento y el uso de los dones del
Espíritu.”2
Después agrega: “En el Nuevo Testamento hay una palabra que denota los dones espirituales; es
carismata.” Para los griegos la raíz, caris, significaba “gracia”. Los escritores del Nuevo Testamento usaban
caris para describir
el amor espontáneo, hermoso y no merecido de Dios que obra por Cristo Jesús... Carisma, nombre
sustantivo en forma singular que tiene sus raíces en caris, significa literalmente “don de gracia”. Representa
todas las dotaciones espirituales poseídas por los creyentes en varios grados y formas. Este sentido, por
supuesto, se aleja bastante del uso popular de “carisma” para describir lo encantador, lo atractivo, o lo
simpático de algún personaje público o alguna estrella del cine.3

EL ESTUDIO DE LOS DONES ESPIRITUALES ES IMPORTANTE

Podemos beneficiar de un estudio personal de los dones del Espíritu, como también podemos recibir
algunos beneficios de nuestra comunión con el Cuerpo de Cristo, la iglesia. En nuestro estudio de los dones
espirituales, deberíamos desarrollar una unidad más fuerte dentro del Cuerpo, conforme vaya aumentando
nuestra comprensión de cómo colaborar en mayor armonía.
El hecho de que se han celebrado tantos talleres sobre este tema2[2], nos ha permitido recibir muchas
encuestas en las que los participantes informaron los resultados de haber asistido. Ellos dijeron casi
unánimemente que los talleres les habían ayudado mucho para deshacerse de la culpa, y para capacitarlos a
“pensar sobriamente” acerca de sí mismos, y para dejarlos en libertad de marchar adelan te, en el poder del
Espíritu hacia un desarrollo más significativo de los dones que Dios claramente les ha dado. Algunos dieron
testimonio de que el estudio de los dones espirituales les ha revelado tanto debilidades como puntos fuertes de
su vida espiritual, especialmente cuando se han puesto bajo el escrutinio de la congregación local para
confirmar si tienen ciertos dones espirituales.
El pastor Donald Guy de Kaneohe, Hawaii, ha utilizado los dones espirituales como una medida
principal para medir las asignaciones de responsabilidades en la iglesia por más de dos años. Tales
asignaciones se confieren después de un análisis de las capacidades del individuo basado en los dones
espirituales que muestre en su vida.
“Esto ha dado como resultado tanto una respuesta mayor a necesidades humanas, como un desarrollo
más responsable de asignaciones aceptadas. En las sesiones de la Junta tenemos un promedio de asistencia de
95 por ciento, o más, y prevalece un espíritu de armonía y confianza.”
La Iglesia del Nazareno en Roseburg, Oregon, por muchos años ha incluido la enseñanza y la
implementación de los dones espirituales como parte del proceso del discipulado y desarrollo. El crecimiento
de la feligresía de 186 miembros a 501 en nueve años, es un testimonio elocuente del éxito de los métodos
que han empleado. Es verdad que el estudio y el desarrollo de los dones espirituales de una congregación saca
a luz algunos abusos y debilidades que tienen que superarse, sin embargo, la consecuencia predominante ha
sido el desarrollo responsable y fructífero de la vida del cuerpo de la iglesia.
Un nazareno que vive en la costa oriental de Estados Unidos testificó que sus dones espirituales eran
una combinación de intercesión, fe y hospitalidad, y que cuando la congregación confirmó esos dones, eso le
“dio una percepción especial de mi responsabilidad de utilizar estos dones para la gloria de Cristo.
2
¡Definitivamente me ha ayudado!” Esta persona incluyó en su testimonio que tuvo el primer indicio de que
poseía estos dones cuando vio los resultados de su examen sobre dones espirituales. La voluntad de Dios se le
manifestó de una manera nueva. Concluye su testimonio, diciendo: “Entonces Dios se apoderó de mí.”
Varios pastores han expresado que ocurre un enriquecimiento personal cuando un grupo del Cuerpo
confirma una mezcla entre ellos de los dones de la profecía, la enseñanza, el pastorado y la administración. La
confirmación ayuda “en la realización de un grado mayor de éxito”.
Al repasar los informes de las encuestas de los talleres sobre los dones espirituales, no encontré ni
una sola declaración de que la confirmación de los dones espirituales haya sido un impedimento. Al contrario,
las formas indican que esta confirmación ha animado y beneficiado a cada uno de los participantes. Algunos
han expresado que el descubrimiento de sus dones les ha ayudado a desarrollar su ministerio, o a estar en paz
con ellos mismos, o les ha dado confianza en el ejercicio de sus responsabilidades cristianas.

TENGAMOS LA META POR DELANTE

¿Cuál es la meta de este estudio? Lo que es más, ¿cuál es la meta de nuestra iglesia? Algunos de los
eruditos más destacados de nuestra denominación han hecho el exégesis sobre la naturaleza de la iglesia y
sobre los dones espirituales, que presentamos en este estudio. Todos seremos mejores personas por haber
hecho este estudio. Pero, ¿cuál es la meta que debemos tener presente? Nuestra meta está incluida en la gran
comisión que Cristo le dio a su iglesia.
Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del
Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy
con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén (Mateo 28:19-20).
La meta es hacer discípulos. La gran comisión es expresada con verbos de acción. El imperativo,
“haced discípulos”, nos aclara cuál es nuestra meta.
Ninguna iglesia debe estar satisfecha a menos que esté haciendo “discípulos”. Si no estamos
ocupados en este trabajo, con más razón deberíamos evaluar las siguientes tres direcciones que debemos
tomar.
1. Examinémonos a nosotros mismos —a esta parte de la iglesia, el Cuerpo de Cristo, que
somos nosotros. Esto no nos debería resultar difícil, pues hoy en día podemos encontrar cantidades de libros y
cursos de estudio sobre el automejoramiento casi en todos los lugares donde se venden libros y revistas.
Debemos ser tan prudentes como las personas que buscan el éxito secular. Algunos encontraremos esto difícil
de hacer porque no estamos acostumbrados a ofrecer opiniones, ni a recibirlas, uno del otro en un modo
objetivo. Con frecuencia concentramos nuestra atención en las personas —sus diferencias— en lugar de
concentrarnos en ideas y principios. Así es como empezamos a criticar a las personas, a establecer una
comunicación inadecuada, y a retardar el crecimiento personal.
Algunas de nuestras iglesias están enfermas en el sentido de que no han hecho muchos discípulos.
Las clínicas diagnósticas han provisto una herramienta de auto descubrimiento que le ayuda a la iglesia local a
encontrar las posibles enfermedades que tenga. 3[3] Pero no todas las iglesias están enfermas. Una iglesia no
tiene que estar enferma para encontrar mejores conceptos y métodos para emplear en su ministerio.
2. Analicemos la cosecha. ¿Es mucha la cosecha? ¿Qué tan receptiva es? Cristo nos mandó
que miremos la cosecha. Hizo hincapié también sobre el hecho de que debemos plantar en buena tierra. Miles
de personas comunes y corrientes como los que formamos la iglesia en Estados Unidos, esperan una
invitación a asistir a una iglesia, según el estudio compilado por el Dr. George C. Gallup en 1978.4[4]
El pastor Don Wilkins y los miembros de su iglesia en Grand Rapids, Michigan, miraron la cosecha y
descubrieron a un número excesivo de hispano-hablantes e indios norteamericanos en los alrededores de la
ciudad, a los cuales nadie les estaba ministrando.

3
4
La histórica Primera Iglesia del Nazareno en Los Angeles, California, ha estado mirando a sus
campos de cosecha, y ha descubierto que, no obstante la mudanza de muchos anglosajones a los suburbios y
el hecho de que algunos han fallecido, un gran número de coreanos y latinos viven en los alrededores de la
iglesia, los cuales disfrutan del ministerio de las congregaciones de su mismo idioma y del de algunas iglesias
de habla inglesa. Recientemente han descubierto campos de cosecha indochinos, que se desconocían casi por
completo. Este grupo está compuesto de personas de Tailandia, Camboya, Birmania, Vietnam y otros países
de la Indochina. Los tai tienen comercios dentro de un radio de cinco kilómetros de la Primera Igle sia del
Nazareno en Los Angeles. Estos comercios incluyen 37 restaurantes, 6 tiendas, 7 salones de belleza y 4
agencias de viajes. El corazón del pueblo tai se encuentra a un poco más de un kilómetro de la Iglesia del
Nazareno.
La proclamación del mensaje de santidad ha empezado por medio de intérpretes tai. Los nazarenos
también realizan programas de estudio bíblico en el hogar, y distribuyen tanto literatura evangélica como
grabaciones evangélicas. Una vez por mes traducen simultáneamente, en varios idiomas, el servicio de
adoración, para que estas congregaciones puedan unirse con ellos en adorar a Dios y en alabarle.
El Distrito de Nueva Inglaterra, y los de Nueva York, Florida, Chicago, y muchos otros, han estado
mirando hacia sus campos de cosecha. El superintendente de distrito William Taylor, dice que la población es
una mezcla de asiáticos, negros y latinos. Recientemente, las oficinas de inmigración permitieron la entrada a
un grupo grande de caboverdianos. El distrito ha llamado a un pastor capacitado de Brasil para encabezar esta
obra, y ahora su hijo le está ayudando a cosechar las almas.
El Distrito Oregon-Pacífico también ha estado mirando sus campos de cosecha
últimamente, y ha decidido empezar de inmediato 80 a 100 iglesias. Treinta pastores fueron
llamados para inaugurar la nueva obra en el verano de 1979. Las tres congregaciones de la
ciudad de Eugene, conmovidas por la cosecha, se unieron para auspiciar 20 iglesias nuevas
que se establecerían dentro de los linderos de esta ciudad de 185.000 habitantes, y a sus
alrededores. Jesucristo nos amonesta que no esperemos ya más. “Alzad vuestros ojos y
mirad los campos, porque ya están blancos para la siega” (Juan 4:35).
3. Miremos a los obreros que tenemos para realizar la obra. ¿En qué forma
estamos discipulando a los feligreses? ¿Cómo los estamos preparando? ¿Qué método es-
tamos empleando para esparcirlos con el fin de poder discipular al número mayor de
personas posible? La Primera Iglesia del Nazareno en Denver, Colorado, tiene un programa
de discipulado tan efectivo que ha influido en toda la denominación. El Departamento de
Ministerios Juveniles ha producido excelentes materiales sobre el discipulado para
cristianos jóvenes.5[5]
Recientemente un gran número de nuestras iglesias en Estados Unidos han estudiado
un curso completo acerca del crecimiento de la iglesia, con el deseo de enviar obreros más
capacitados y discipulados para cosechar el fruto de los campos. En algunos casos, el
estudio intitulado Get Ready to Grow, mencionado a principios de este capítulo, fue seguido
por una clínica diagnóstica o un taller sobre los dones espirituales. Nos han llegado muchas
noticias buenas de que Dios está realizando su obra redentora en las almas, de que éstas
están siendo salvadas, y de que la obra está creciendo. Creemos que Dios se agrada cuando
hacemos discípulos de las almas cosechadas.
¿HAY BASES BÍBLICAS PARA LA FALTA DE CRECIMIENTO?
No hemos encontrado bases bíblicas para la falta de crecimiento de las iglesias. Por
otro lado, hay bases escriturales para el crecimiento rápido (lea Hechos 2:47; 6:1). Las
iglesias tibias e indiferentes son condenadas (Apocalipsis 3:14-16). Estudiemos la
5
enseñanza de Cristo acerca de la siega. ¿Qué nos dice acerca del crecimiento de una
iglesia? La iglesia solamente puede crecer a través de los miembros del Cuerpo de Cristo.
Nos hemos aferrado demasiado tiempo al concepto medioeval de la iglesia como una
localidad o edificio. En algún tiempo en el futuro, y en algún lugar, creo que habrá una
feligresía compuesta de docenas de congregaciones que se reúnen en hogares de diferentes
niveles de vida (no de una sola unidad homogénea), con muchos líderes que combinan el
pastorado con un oficio o empleo... discipulando... enseñando. . . ganando almas para
Cristo, reuniéndose por lo menos una vez por semana para celebrar servicios de adoración,
o de avivamiento en salones alquilados con cupo para cientos de personas.
Dios no se agrada cuando una iglesia deja de crecer al contar con 24 a 35 miembros,
ni cuando tiene entre 65 y 74 miembros. Yo anticipo que por lo menos 2.500 de nuestras
congregaciones doblarán su feligresía durante la siguiente década, y aun así creo que mi
visión es muy conservadora. Por fe puedo ver la multiplicación de iglesias a tal escala que
1.900 iglesias nuevas podrían ser organizadas dentro de esos mismos 10 años en los
distritos domésticos. 6[6]
Si tenemos una mentalidad pasiva, no habrá iglesias nuevas ni se multiplicarán las
ya existentes. La preocupación con conceptos motivados por la conservación de lo que
tenemos nos hará cantar himnos que nos arrullarán mientras que la iglesia se esté muriendo
poco a poco. Si tenemos una mentalidad moldeada mayormente por la tradición,
dependeremos de nuestra lealtad a las tradiciones, pero esto no nos ayudará a ganar a los
jóvenes, especialmente si las metas para la iglesia son establecidas por los adultos de edad
avanzada que pasan por alto a la presente generación.
Podremos ver el crecimiento que tanto anhelamos si somos sensibles al mandato
bíblico de ir y hacer discípulos. La variedad y no la homogeneidad es la señal verdadera de
la vida. En este estudio esperamos descubrir las muchas maneras en que Cristo imparte sus
dones a las personas para que le sirvan. ¿Podemos estar unidos en nuestra diversidad?
Nuestra compulsión de “congelar” o inmovilizar alguna situación en particular, o de hacer
todas las decisiones, nos puede indicar que tenemos una mentalidad forjada mayormente
por la tradición.
Queremos empezar este estudio con una actitud de oración y con una Biblia a la
mano. Comencemos ahora mismo a familiarizarnos con 1 Pedro 4:10-11; Efesios 3 y 4;
Gálatas 5; Romanos 12; y 1 Corintios 12. Leamos los pasajes en varias versiones de la
Biblia. Confiamos que las traducciones fieles a los idiomas originales de La Biblia de
Jerusalén y la Versión Popular, le ayudarán a realizar este estudio.
LOS DONES ESPIRITUALES
La siguiente lista sencilla de los dones espirituales proviene de la Versión Popular
(le recomendamos comparar esta versión con la de Reina-Valera, revisión de 1960, y con la
Biblia de Jerusalén, u otra versión a su disposición).
Efesios 4 apóstoles
profetas
anunciadores del mensaje de salvación

6
pastores
maestros
Romanos 12 comunicar
servir
enseñar
animar
dar
desempeñar un puesto de responsabilidad
ayudar a los necesitados
1 Corintios 12 hablar con sabiduría
hablar con profundo conocimiento fe
curar enfermos
hacer milagros
comunicar mensajes
distinguir entre los espíritus falsos y el Espíritu verdadero
hablar en lenguas (idiomas)
interpretar lenguas (idiomas)
¿CUÁLES DONES TIENE USTED?
¿No siente algo de curiosidad por saber cuáles son sus dones espirituales? Por lo
general cada persona encontrará que tiene una mezcla de dones con dos o más de ellos
operando por medio de su personalidad. Con frecuencia descubrirá que diferentes dones
operarán en puntos particulares en su vida. Tal vez ni usted ni su iglesia habían visto estos
dones. Cuando principié mi ministerio, creía tener el don especial o la unción para ser
evangelista. Cuando predicaba, con frecuencia las personas pasaban al altar buscando la
ayuda de Dios. Temprano en mi carrera noté que tenía los dones de la administración y la
organización, aunque no me había dado cuenta de ello en aquel tiempo. Pensaba en mí
como un pastor, un consejero, un impartidor de estímulo; pero después, los dones de la
administración empezaron a notarse más en mi vida que el de evangelista. Ahora me
considero un ayudador de personas que desean el éxito en sus esfuerzos de ganar almas y
en proyectos espirituales. Más y más el Cuerpo confirma mis dones de administrador, y yo
recibo gran satisfacción cuando influyo, ayudo y conceptúo en el planeamiento de
reuniones para ayudar a otros a saber cómo lograr el éxito de la manera más efectiva.
¿Cuáles dones espirituales tiene usted? ¿Le gustaría saber? Juntos podemos hacer la
prueba. Hemos diseñado un auto examen sencillo que le revelará las áreas en que usted
posiblemente tenga dones. No podemos depender totalmente de este examen, pero le puede
ayudar a prepararse para el estudio que le espera. Quizá se sorprenda de sus buenos
resultados en ciertas áreas del examen. Lo más seguro es que descubrirá resultados
superiores en más de una área, porque en general cada persona tiene una “mezcla de
dones”.
Ya sea que usted pueda o no descubrir un don espiritual en su vida, ciertamente
encontrará algunas funciones que son esenciales para poder tener éxito en la obra de Dios.
Tal vez usted no esté funcionando como maestro, ujier, cantante, tesorero, encargado del
departamento de cuna, ni encargado del estacionamiento. Pero es posible que parte del
Cuerpo esté confirmando en usted un don especial que Dios le haya dado para hacer su
parte.
Tengamos cuidado de que este estudio no resulte en algún abuso. Después consideraremos estos
abusos. Para principiar, debo advertirle que ningún examen humano garantiza la posesión de dones
espirituales. Ningún método diseñado por los hombres es seguro. Nuestra esperanza es poder estimularlo a
meditar, orar y estudiar para que pueda encontrar su ministerio personal en el reino de Dios, en el cual usted
pueda ser efectivo y sentir tanto satisfacción propia como por su iglesia.
EL DESEO DE ENCONTRAR LA VOLUNTAD DE DIOS PARA NUESTRA VIDA
Nuestra oración y deseo es ser dirigidos a descubrir la voluntad de Dios para nuestra
vida. El Dr. C. Peter Wagner nos recuerda que la ignorancia no produce la felicidad. “La
ignorancia de los dones espirituales puede ser una de las causas principales de que el
crecimiento de la iglesia se ha retardado, como también la raíz del desánimo, la
inseguridad, la frustración y la culpa que afectan a muchos cristianos, disminuyendo su
efectividad total para Dios.”4
AUTO EXAMEN
En esta primera sesión de nuestro estudio, utilicemos el siguiente examen para
determinar cuáles dones espirituales son los más abundantes entre nosotros.
INSTRUCCIONES
1. Conteste las 20 preguntas en cada una de las seis categorías A, B, C, D, E, F.
Anótese “0” puntos si nunca ha experimentado lo que indica la pregunta. Anótese el
máximo de “5” puntos si la pregunta representa alguna experiencia que usted tiene con
mucha frecuencia. Si la pregunta representa algo que usted experimenta de vez en cuando
en su vida, tal vez desee anotarse sólo 2, 3 ó 4 puntos. Sea práctico y pragmático al
contestar las preguntas.
2. Anote los puntos en cada una de las columnas de la cédula para
calificaciones. Si no entiende el proceso a seguir, consulte al instructor.
3. Después de haber contestado todas las preguntas, sume el total recibido en
cada una de las categorías y escriba el total en el espacio provisto (A+B+C+D+E+F=total).
4. Ponga un círculo alrededor de los tres totales más altos, y una raya enseguida
de los tres totales siguientes.
5. Cuando termine, vea la clave en el Apéndice A (o la que le provea el
instructor) para anotar los nombres de los dones espirituales en los espacios numerados 1 a
20.
6. Ahora reúnanse en grupos de 4 ó 5 personas para comentar sobre los
resultados de sus exámenes. Pregúnteles a los demás si ellos piensan que usted se ha
calificado bien.
Ejemplo de la Cédula Para Calificaciones

Dones Espirituales A B C D E F Total Dones Indicados

1 5 3 3 4 3 2 20

2 3 3 2 2 3 2 15

3 2 2 3 3 3 4 17

10
CÉDULA PARA CALIFICACIONES
UNA REPRESENTACIÓN DE MIS DONES ESPIRITUALES

Dones Espirituales A B C D E F Total Dones Indicados

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11

12

13

14

15

16

17

18

19

20
Una Representación de Mis Dones Espirituales -Sección A
1. Dios me ha dado un entendimiento acerca del futuro.
2. Comprendo la importancia de mantener los cuartos bien aseados y cómodos.
3. Soy capaz de realizar tareas especiales para otros cristianos.
4. Puedo explicar los hechos de la Biblia de tal manera que las vidas de otras
personas sean cambiadas.
5. Puedo persuadir a otros a mejorar aunque al principio no quieran hacerlo.
6. El dinero que doy a la obra de Dios excede el 10% de mis entradas.
7. Tomo completa responsabilidad por mis decisiones sin ofrecer excusas.
8. Puedo pensar en maneras de hacerles la vida más llevadera a los afligidos
físicamente.
9. Soy sensible a las necesidades de otras personas.
10. Puedo hacerme responsable por grupos de cristianos de distintas
comunidades.
11. No me es difícil ajustarme a una cultura diferente de la mía.
12. Puedo explicar con claridad el significado de la salvación tal como se
encuentra en la Biblia.
13. Por lo general puedo escoger un plan de acción que beneficie a otros
cristianos.
14. Tengo una buena memoria.
15. Las personas por quienes voto casi siempre desarrollan su tarea con
efectividad.
16. Me satisface mucho orar por la curación de los enfermos.
17. En el nombre del Señor he hecho lo que de otra manera habría sido
imposible.
18. A través de la oración, Dios me ha revelado la salvación futura de algún
inconverso.
19. Puedo hablar y escribir en más de un idioma.
20. Con facilidad puedo discernir diferencias sutiles de significado en otro
idioma.

Una Representación de Mis Dones Espirituales-Sección B


1. Me satisface enseñarle la Palabra de Dios a un grupo.
2. Me gusta ayudarles a otros a estar cómodos.
3. Me gusta hacer favores a otros cristianos.
4. Me gusta aprender.
5. Me gusta aconsejar a otras personas para su beneficio.
6. Mis entradas económicas exceden a las de una persona asalariada.
7. Me satisface hacer decisiones que afectan el futuro de mi iglesia.
8. Me gusta hacer tareas pequeñas para los que no pueden cuidarse a sí
mismos.
9. Me agrada ayudarles a otros cristianos a crecer espiritualmente.
10. Para mí es un desafío tener la responsabilidad de ayudar a un grupo de
personas a crecer espiritualmente.
11. Puedo aprender de las personas cuyo estilo de vida difiere radicalmente del
mío.
12. Me agrada dirigir una conversación sobre asuntos seculares hacia una sobre
asuntos espirituales.
13. Me encanta investigar las respuestas a los problemas de la vida, y luego
apropiarlas a mi vida.
14. Me gusta aprender acerca de la actividad de Dios en la historia humana.
15. Me interesa investigar las razones que mueven a las personas a hablar y a
actuar en la manera en que lo hacen.
16. No tengo duda alguna de que Dios milagrosamente sana a los enfermos aun
en estos días.
17. No me afecta en lo absoluto tener que arriesgar mi reputación en defensa de
la Palabra de Dios.
18. Aun cuando las circunstancias parecen contradecir a la Palabra de Dios, me
es fácil confiar en Dios, y mi fe casi siempre es recompensada.
19. Dios me ha ayudado a testificar en un segundo idioma.
20. Dios me ha ayudado a entender un segundo idioma.

Una Representación de Mis Dones Espirituales-Sección C


1. Me parece que Dios bendice mis presentaciones de mensajes bíblicos, los
cuales son bien recibidos por los oyentes.
2. Algunas personas me dan las gracias por las tareas pequeñas que desarrollo
en la iglesia.
3. Me asignan responsabilidades que requieren mucha aptitud, pero que reciben
muy poco reconocimiento público.
4. Algunas personas me piden información bíblica o en otras áreas de
conocimiento.
5. He influido de una manera significativa en la decisión de algunas personas
de hacer algo por el Señor.
6. Mis entradas económicas me alcanzan para poder contribuir con mucho
dinero a escuelas cristianas, a la iglesia, y a organizaciones de beneficencia.
7. Otros cristianos buscan mi opinión y aceptan mis sugerencias.
8. Me piden que visite a las personas que tienen necesidades especiales, como
los ancianos y los hospitalizados.
9. Algunas personas me expresan su aprecio por la ayuda espiritual que han
recibido a través de nuestra amistad.
10. He sido autorizado por mi iglesia para dirigir a otros cristianos, o para
empezar iglesias nuevas.
11. Reconozco de inmediato cuando estoy apenando a otras personas con lo que
digo o con lo que hago.
12. Tengo poder en la oración y he llevado una petición en oración audible hasta
recibir la contestación.
13. Otras personas parecen estar inclinadas a aceptar mis consejos y ponerlos en
práctica.
14. Me han pedido que realice proyectos de estudio específicos sobre la Biblia
15. Algunas personas que ocupan puestos de autoridad piden mi opinión
respecto a la asignación de tareas a ciertas personas.
16. Los enfermos me piden que los visite y que ore con ellos.
17. Algunas personas me han dicho que yo tengo más fe que ellas en la
posibilidad de que ocurran milagros.
18. Otros cristianos han comentado que a ellos les parece que yo he aprendido a
confiar completamente en Dios.
19. Los grupos o congregaciones de feligreses extranjeros responden cuando les
hablo en su propio idioma.
20. He fungido como intérprete para un orador extranjero.

Una Representación de Mis Dones Espirituales-Sección D


1. Cuando les hago saber a otros que lo que yo siento es la voluntad de Dios,
ellos parecen estar dispuestos a seguir.
2. Me gusta hacer diligencias rutinarias en la iglesia, como acomodar sillas,
mesas, himnarios, y otras tareas parecidas.
3. Cuando ocupo un puesto subordinado, puedo pensar en algunas maneras de
ayudarle al director a tener éxito.
4. Cuando enseño, los alumnos aprenden.
5. Fácilmente converso con las personas que se sienten muy solas, y parecen
recibir ayuda.
6. Cuando se presentan necesidades financieras en la iglesia, recurro a mis
fondos para satisfacerlas.
7. Mis decisiones son consideradas valiosas por otros cristianos.
8. Cuando me cuentan de la necesidad de otro, reconozco la clase de ayuda que
debo ofrecer.
9. Las personas bajo mi influencia crecen espiritualmente.
10. Conozco las tradiciones tanto bíblicas como denominacionales que debo
comunicar a la nueva generación.
11. Puedo establecer una comunicación significativa con personas de otras
nacionalidades.
12. Cuando testifico de la manera en que me salvó Cristo, algunos de los que me
oyen reconocen su necesidad del Salvador y son convertidos.
13. Soy capaz de ayudarles a otras personas a encontrar soluciones cristianas a
sus problemas morales y espirituales.
14. Aprendo lecciones nuevas de los que me enseñan.
15. Puedo distinguir entre la espiritualidad genuina y su imitación.
16. He orado para la curación de un enfermo y éste ha sido sanado.
17. Las leyes de la naturaleza han sido alteradas debido a mis oraciones.
18. Algunas de las promesas que Dios me ha hecho se han cumplido.
19. Las personas que hablan otros idiomas me entienden cuando les hablo en su
idioma.
20. Puedo pensar en dos idiomas simultáneamente.

Una Representación de Mis Dones Espirituales-Sección E


1. Otros cristianos me han pedido que proclame la Palabra de Dios en
reuniones de grupo.
2. Me piden que haga tareas prosaicas que otros no quieren hacer.
3. Algunos pastores, directores y maestros de la escuela dominical y otras
personas me tienen confianza cuando me piden que les ayude.
4. Encuentro diferentes maneras para expresar la misma verdad.
5. Cuando mis amigos y compañeros de la iglesia se sienten deprimidos, les
agrada que los visite.
6. Me alegra dar mucho dinero a la iglesia ahora que gano más, así como me
alegraba también dar todo lo que podía cuando ganaba menos de lo que gano hoy.
7. He sido elegido para desarrollar responsabilidades claves que requieren
decisiones importantes.
8. Algunas personas recuerdan por mucho tiempo después, que les ayudé
cuando estuvieron enfermas.
9. Algunas personas me confían sus problemas.
10. He servido a la iglesia en los niveles distrital y general.
11. Las personas de otras culturas me tienen confianza y reaccionan a mí de una
manera plancentera y significativa.
12. Algunas personas me han dicho que soy sensible a sus problemas o
condición espiritual.
13. Con frecuencia algunas personas me piden que les ayude a decidir lo que
deben hacer con sus vidas.
14. Algunas personas me han elogiado por mi conocimiento de la Biblia.
15. Con éxito he tratado problemas relacionados a los cultos rendidos a Satanás,
a la posesión demoníaca, etc.
16. Dios contesta mis oraciones por la curación de otra persona de una manera
visible a otros.
17. Con frecuencia me asignan tareas difíciles porque otros saben que Dios
siempre está conmigo.
18. Otros me han llamado hombre (o mujer) de fe.
19. Me han pedido que escriba cartas en otro idioma.
20. Algunas personas han solicitado mi ayuda para que les explique el
significado de lo que otro ha dicho, especialmente cuando el que ha hablado es de otra
generación o de otra cultura.

Una Representación de Mis Dones Espirituales-Sección F


1. Si yo recibiera un entendimiento claro de la voluntad de Dios, no titubearía
en comunicarla a los demás.
2. Desarrollo tareas rutinarias sin sacrificar la atención que debo prestarles a los
detalles.
3. Me contento cuando alguien más recibe el crédito por algo que yo hago.
4. Yo podría ser maestro de la escuela dominical o el director de un estudio
bíblico de hogar.
5. No me cuesta dificultad escuchar a los confundidos o afligidos, y animarles a
hacer el mayor esfuerzo para resolver su problema.
6. Me contentaría con un estilo de vida económicamente más sencillo si esto
ayudaría a avanzar el reino de Cristo.
7. Me gustaría ver a otras personas seguir mi dirección en la obra de Dios.
8. Siento confianza en mí mismo cuando puedo ayudarles a los enfermos y a
los que lloran la muerte de un ser querido.
9. No sería un inconveniente platicar con alguien sobre cualquier problema que
tuviera, aunque eso interrumpiera mi descanso por la noche.
10. Me agrada la idea de que tal vez Dios me utilice de modo significativo en su
servicio a personas de otras nacionalidades.
11. Acepto las diferencias de otras personas sin prejuicios.
12. No temería buscar a los inconversos en donde estén para testificarles de
Cristo.
13. Entiendo cómo las verdades de la Biblia pueden ser desarrolladas en nuestra
vida.
14. Me emociona el aprender nuevas verdades de la Biblia.
15. Puedo distinguir entre el bien y el mal.
16. Confío en que, a través de mis oraciones de fe, puedo ayudarle a un
accidentado o enfermo a mejorar.
17. Tengo muchísima confianza en el poder de Dios que obra milagros.
18. "Porque Dios lo ha dicho” es toda la prueba que necesito de que algo
acontecerá.
19. Puedo expresar ideas complejas de una manera sencilla.
20. Puedo entender ideas complicadas y repetirlas con palabras más sencillas.

PARA LECTURA ADICIONAL


Greathouse, William. Desde los apóstoles hasta Wesley. Kansas City: Casa Nazarena
de Publicaciones, 1978.
Orjala, Paul. Get Ready to Grow. Kansas City: Beacon Hill Press of Kansas City,
1975.
Purkiser, W. T. Los dones del Espíritu. Kansas City: Casa Nazarena de
Publicaciones, 1979.
Schaller, Lyle. Understanding Tomorrow. Nashville: Abingdon Press, 1976.
Wagner, C. Peter. Your Spiritual Gifts Can Help Your Church Grow. Glandale,
California: Regal Books, 1979.
7
[1]Mi interés me ha guiado y motivado en el desarrollo de un proceso de entrenamiento para el crecimiento de
la iglesia, en el cual han participado el 90% de nuestros superintendentes de distrito, cinco de los seis
superintendentes generales, 35 de los más destacados eruditos nazarenos, y 700 miembros de comités del
crecimiento de la iglesia al nivel de distrito. Este primer paso nos dirigió hacia el estudio del Curso de Capa -
citación Cristiana intitulado Get Ready to Grow (1978), el cual se llevó a cabo en todas las iglesias anglosajonas
de la denominación. A través de este estudio los miles de participantes llegaron a una comprensión más
completa de la misión de la Iglesia de Jesucristo en el contexto del movimiento moderno del crecimiento de la
iglesia.
8
[2] El autor y otros capacitados en esta área de servicio, han celebrado estos talleres a través de los Estados
Unidos con el fin de mejorar el autoconcepto de los cristianos. Esto a su vez les ayudará a desarrollar sus dones
en el poder del Espíritu.

9
[3] La Clínica Diagnóstica puede ser comprada de la Casa Nazarena de Publicaciones. Contiene un
instrumento que señala con exactitud las debilidades o enfermedades dentro de una iglesia que haya llegado a un
punto de estabilidad sin cambio, o de una que vaya en declive. Las medidas preventivas siempre son
provechosas aun en iglesias sanas.

10
[4] El censo intitulado Unchurched American Survey (encuesta para determinar el número de personas que
no asisten a la iglesia en Estados Unidos) del Dr. Gallup, incluye los resultados de un consorcio de cuerpos
religiosos, en el cual figura la Iglesia del Nazareno:

61 millones de norteamericanos no son miembros de ninguna iglesia o institución religiosa.

De ellos—

El 76% dice que a veces oran a Dios.

El 74% desean que sus hijos reciban instrucción religiosa.

El 68% creen en la resurrección de Jesucristo.

El 52% aceptarían una invitación de asistir a la iglesia.

11
[5] En preparación.
12
[6] Estados Unidos y Canadá

7
8
9
10
11
12
2
EFESIOS:
La Iglesia Es el Cuerpo de Cristo
por Albert Truesdale

¡DIOS ESTÁ TRABAJANDO!


Es obvio para muchas personas que Dios el Espíritu Santo está trabajando hoy en la
iglesia, renovando, enseñando y comisionando a sus miembros. La prueba de su presencia
renovadora puede verse en todas las denominaciones. Seguramente todos los cristianos nos
regocijamos por esta renovación, y por el despertamiento entre los cristianos de sus
posibilidades de la gracia y responsabilidades del discipulado.
La renovación del interés en los dones del Espíritu Santo es una parte vital del
trabajo que el Espíritu Santo está haciendo en la iglesia. Este interés renovado viene
acompañado con la responsabilidad de entender la actividad del Espíritu Santo.
La Iglesia del Nazareno ha procurado proteger la actividad libre del Espíritu y su
actividad creadora dentro de la iglesia; a la vez hemos insistido que lo que se entienda
como la actividad del Espíritu sea sometido al escrutinio de la Biblia.
EFESIOS, CAPÍTULO 1
LA IGLESIA: EL CUERPO Y LA PLENITUD DE CRISTO
Todos reconocemos la importancia de empezar en el lugar debido para llegar al
destino deseado. Una costurera no empieza cosiendo los botones a una tela que no ha sido
cortada; un mecánico no empieza a cambiarle el aceite a un automóvil agregándole el aceite
nuevo sin haberle sacado primero el usado. Donde uno empieza cambia los resultados en
forma significativa, y esta verdad también se aplica a los asuntos de la fe cristiana.
La discusión de la iglesia empieza propiamente con la persona y la obra de
Jesucristo. En términos sencillos, la iglesia es la creación de Cristo a través del Espíritu
Santo.
Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos
y sin mancha delante de él (Efesios 1:4).
En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra
salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa
(Efesios 1:13).
Y sometió todas las cosas bajo sus (los de Cristo) pies, y lo dio por cabeza sobre
todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en
todo (Efesios 1:22-23).
La iglesia no existe primordialmente por la actividad de los hombres, sino por la
redención lograda por Cristo en su vida, muerte, resurrección y ascensión.
Cristo es el Señor de la iglesia, y sólo a El la iglesia le debe su vida, y sólo a El le es
fiel.
Y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito
de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia (Colosenses 1:18).
El es la cabeza y no comparte su puesto con nadie más (como hemos visto en
Efesios 1:22-23). Todo lo que Dios hace en la iglesia —su creación, redención, adoración y
ministerio de servicio al mundo— es provisto directamente por la obra redentora de
Jesucristo.
(Jesucristo) se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y
purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras (Tito 2:14).
¿QUIÉN ES ESTE CRISTO?
Sin embargo, estemos seguros de quién es este Cristo. El es Dios encarnado en Jesús
de Nazaret. En Jesús no encontramos una persona que sea mitad Dios y mitad hombre. Más
bien, en El nos enfrentamos al eterno Dios quien fue encarnado en Jesús de Nazaret —un
ser totalmente humano. Los cristianos confesamos que El es el Cristo de Dios. En El, Dios
se ha revelado en la historia humana como el Creador. Por lo tanto, puesto que el que es la
cabeza de la iglesia también es la persona en quien nos enfrentamos a Dios como Creador y
Redentor, vemos que la iglesia es en efecto la creación de la gracia de Dios, por medio del
Hijo, y a través de la actividad del Espíritu Santo. Además, la gloria de Dios como Creador
y Redentor se manifiesta en la iglesia. La iglesia es el templo santo del Señor (Efesios
2:21).
La iglesia ha sido llamada a vida por el Señor resucitado y su presencia constituye el
compañerismo de la iglesia.
Cristo creó la iglesia y nos ha llamado a usted y a mí a vida en ella. El es la vida de
la iglesia, y usted y yo tenemos la vida de Cristo donde el Señor resucitado se revela a sí
mismo dentro de la iglesia, “la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en
todo” (Efesios 1:23). Cuando medito en el hecho de que comparto la presencia redentora de
Cristo a través de mis hermanos y hermanas en el Señor, entonces mi vida como un
miembro de la iglesia, un miembro que contribuye y recibe, toma un significado totalmente
diferente. Pero es sólo por medio de tal entendimiento que las palabras del Nuevo
Testamento acerca del Cuerpo de Cristo y del ministerio dentro del Cuerpo de Cristo tienen
sentido.
UNA CREACIÓN DE GRACIA
La iglesia, entonces, es una creación de la gracia de Dios. Es la creación directa del
evangelio, que significa “buenas nuevas”. Pero, ¿qué es el evangelio? El evangelio es las
buenas nuevas de que, aun siendo pecadores, Cristo murió por nosotros, los injustos
(Romanos 5:8). El evangelio es la proclamación de que Dios no nos ha tratado de acuerdo a
lo que merecemos por nuestro pecado, sino que ha elegido brindar su perdón y
reconciliación a todos los que se aparten de su pecado y vivan sólo en la nueva vida que El
nos ofrece. El evangelio es verdaderamente una realidad nueva. A través de la expiación de
Cristo el orden viejo de muerte, culpa y destrucción ha pasado, y ahora todo es nuevo (2
Corintios 5:17). A todos los que le recibieren, dijo Juan, les ha dado el poder para llegar a
ser “hijos de Dios” (Juan 1:12). Y Pablo nos recuerda que en Cristo Dios está reconciliando
consigo al mundo.
Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a
los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación (2
Corintios 5:19).
El propósito de la iglesia es ser una comunidad del evangelio. En ella las buenas
nuevas son proclamadas a través de la vida de sus miembros, y el poder salvador de Dios
también es realizado y demostrado en ella. De hecho, la iglesia es “un acontecimiento”, el
evento-lugar donde Aquel que es la Palabra de Dios, está presente como el Señor
resucitado, dándose a sí mismo como las buenas nuevas a sus miembros, y ellos a El, y
juntos llevando este mensaje al mundo.

EL ESPÍRITU SANTO Y LA IGLESIA


JUAN 14—15
Ahora necesitamos hacernos esta pregunta: “¿Cuál es la relación del Espíritu Santo a
Cristo y a la iglesia?”
Tal vez el mejor lugar para empezar a buscar la respuesta sea en las instrucciones de
Jesús a sus discípulos que encontramos en los capítulos 14 y 15 de Juan. En este último
Jesús dice que el Espíritu Santo dará testimonio, en la iglesia y en el mundo, de que Jesús
es el Cristo.
Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de
verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí (Juan 15:26).
El Espíritu no testifica acerca de Sí mismo, sino acerca de Cristo. Todo lo que El
hace —confortar a la iglesia, enseñar, y convencer al mundo de su pecado y de su nece-
sidad de la santidad— anuncia el señorío de Cristo. Todo lo que el Espíritu Santo hace en la
iglesia y en el creyente glorifica al Señor quien hizo la expiación por nuestros pecados y
quien es la cabeza de la iglesia. La gloria del Espíritu Santo en la iglesia y en el mundo da
testimonio de que en Jesús de Nazaret la santidad de Dios se ha revelado para la salvación
de las personas; y también testifica que Jesús es el Cristo de Dios. Hacia este fin están
dirigidas todas las actividades del Espíritu Santo. Cualquier doctrina del Espíritu Santo que
lo separa de la expiación de Cristo y le niega el primer lugar en la iglesia, debe ser re-
chazada como dañina a la vida y a la misión de la iglesia.
La confesión del Espíritu Santo de que Cristo es Señor no puede considerarse como
una declaración verbal simplemente. El hecho de que El da testimonio de Cristo como
Señor y nos guía a nosotros a hacer la misma confesión, significa que el Espíritu se
convierte en Señor y Redentor de cada parte de nuestra vida. A través del Espíritu el Cristo
resucitado completa su obra redentora en la iglesia y en el mundo. Y a través de la obra del
Espíritu, lo que Cristo es llega a ser un sinónimo de lo que El hace: Redentor creador (Juan
1:1-5, 9-14).
EL ESPÍRITU NO HACE NADA APARTE DE CRISTO
El Espíritu Santo no hace nada en la iglesia ni en el mundo aparte de la persona y la
obra de Cristo. Siempre exalta al que fue crucificado y resucitado; siempre dirige a
hombres y a mujeres a Cristo y hace que Este haga acto de presencia en la iglesia. Por lo
tanto, cuando hablamos acerca del fruto del Espíritu, o de los dones del Espíritu, estamos en
efecto diciendo que el señorío de Cristo se está manifestando a través del ministerio del
Espíritu Santo.
Los cristianos no debemos permitir que la obra del Espíritu Santo se aleje de la
persona y la obra de Cristo. El Espíritu Santo nunca va más allá de la reconciliación entre
Dios y el mundo que Dios efectuó en la cruz en Cristo. Donde esté el Espíritu Santo
trabajando, allí da testimonio de Cristo quien está “sobre todo principado y autoridad y
poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en
el venidero” (Efesios 1:21).
Por lo tanto la iglesia es la creación de Cristo a través del Espíritu Santo. Por medio
de su testimonio reconocemos que el Hijo está en el Padre, que los creyentes estamos en el
Hijo, y que El está en nosotros.
EL TRABAJO PROPIO DEL ESPÍRITU SANTO
El Espíritu Santo siempre trabajará entre los hombres para cumplir lo que Dios en
Cristo logró en la cruz y en la resurrección, y con esto nos referimos a la reconciliación a
Dios del mundo por medio del amor santo, y la transformación de los hombres a la imagen
divina.
No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de
vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable
y perfecta (Romanos 12:2).
La obra reconciliadora de Dios en Cristo también significa que el Espíritu Santo
busca la reconciliación de los hombres unos con otros y con sus prójimos. Logra esta
reconciliación cuando quita el pecado y la culpa que causa la separación entre Dios y el
hombre y entre las personas, y cuando crea de nuevo en santidad y en amor a las personas.
El Espíritu Santo crea la comunidad, y la iglesia debe ser la muestra de Dios ante los
hombres del verdadero significado de la existencia humana y de la comunidad.
Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza,
sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como
teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey (1
Pedro 5:2-3).
EL GENIO WESLEYANO
El genio de la doctrina wesleyana del Espíritu Santo tiene tres características: (1)
protege la relación entre el Espíritu Santo y Cristo; (2) reconoce que la obra del Espíritu
Santo es efectuar en el proceso de la historia lo que la expiación de Cristo hizo posible —la
reconciliación, el amor santo a Dios y a nuestro prójimo, y la creación nueva de la
comunidad entre los hombres; y (3) enseña que la presencia del Espíritu Santo en el
creyente puede verse no en manifestaciones fabulosas, sino en el fruto de la santidad
verdadera —“amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre,
templanza” (Gálatas 5:22-23).
LA UNIDAD EN LA DIVERSIDAD
Antes de estudiar a fondo la relación entre el fruto y los dones del Espíritu,
estudiemos la unidad y la diversidad de la iglesia como las describe el capítulo cuatro de
Efesios. Con frecuencia la iglesia está descrita como una unidad en la diversidad, y ésta
parece ser una descripción apropiada de la discusión de Pablo en este capítulo de la Biblia.
La iglesia es una, no debido a una estructura de gobierno singular ni a cualquier otra
evidencia humana, sino debido a que Cristo es uno y la iglesia es uno en El como su Señor
y cabeza. La iglesia no tiene significado aparte de la presencia del que le da vida. Cristo es
la vida de la iglesia; El es la unidad de la iglesia. Y el Espíritu cultiva esta unidad en todo lo
que hace.
Por lo tanto, Pablo dice, hay un solo cuerpo y un solo Espíritu que le da vida al
cuerpo. Hay una sola esperanza, que somos reconciliados con Dios por medio de Cristo por
fe solamente, y que esperamos su regreso en honra y gloria. Hay un Señor, una fe, un
bautismo; y “un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos”
(Efesios 4:6).
Nada que disminuya la importancia de esta unidad puede ser de Dios. La discordia,
el egoísmo y otras características parecidas no son la evidencia de que el Espíritu Santo
mora en nosotros, sino más propiamente son características del fruto y obras de la carne o
de la vida dominada por el pecado.
LA DIVERSIDAD DEL CUERPO DE CRISTO
Hay una diversidad dentro de la unidad que enriquece al Cuerpo de Cristo. Pablo
emplea la metáfora del cuerpo en 1 Corintios y en Efesios para aclarar este concepto.
El Cuerpo de Cristo no es una repetición monótona de un solo miembro. Todos sus diversos
miembros con sus distintas funciones son importantes para la vida del Cuerpo. Ningún miembro es
innecesario. A pesar de que algunos miembros del cuerpo humano sean más atractivos que otros, sus
funciones pueden ser menos significativas para el bienestar del cuerpo.
Por lo tanto, en la iglesia, el grado de atención pública que uno reciba no es el criterio principal con el
cual medimos la importancia y la justificación de los miembros del Cuerpo de Cristo. La verdad central que
Pablo recalca es que en vez de que la diversidad frustre la unidad del Cuerpo, en efecto la enriquece. La
armonía y la riqueza se manifiestan más en la incorporación de las partes en un todo, que en la monotonía y
en la falta de diversidad.
Empero la diversidad de la iglesia se cumple, no en el aislamiento de las partes, sino en su
incorporación en el Cuerpo, y de hecho en Cristo, la cabeza del Cuerpo, quien coordina las partes y les da
significado. Cada una de las partes del Cuerpo de Cristo es un ministerio y un siervo a las otras partes, y a la
cabeza. Por ejemplo, el pie encuentra su cumplimiento sólo cuando sirve a todo el Cuerpo, y esto sucede con
los otros miembros del Cuerpo. Lo que es más, si un miembro sufre, todo el Cuerpo sufre también (lea con
cuidado 1 Corintios 12:26).
La diversidad del Cuerpo de Cristo no encuentra su cumplimiento en sí mismo, sino en la cabeza
quien es Cristo (Efesios 4:13). El Cuerpo es edificado, enriquecido y logra su cumplimiento cuando la
plenitud de Cristo se realiza en él. La presencia vivificante de Cristo en la iglesia logra mayor coordinación
entre sus miembros. El que la iglesia conozca la cabeza, el Hijo de Dios, la guiará hacia una madurez en que
pueda alcanzar “la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Efesios 4: 12-13).
LA SUPERIORIDAD DEL FRUTO DEL ESPÍRITU
La unidad y la diversidad de la iglesia también se ven en el fruto y los dones del Espíritu. Hay una
unidad en el Cuerpo, una comunidad en el cuerpo, que señala al pie como una parte propia del Cuerpo. En 1
Corintios, Pablo nos dice que el pie no tiene que parecerse a la mano, sino que tanto el pie como la mano
muestran la unidad que derivan de la cabeza. La unidad de la iglesia, y lo que identifica a las partes como
pertenecientes a la cabeza, no es una o más de las distintas partes, sino el carácter único—la vida— del que es
la cabeza del Cuerpo.
Por lo tanto, la evidencia distintiva de que Cristo mora en su Cuerpo, y de que el Cuerpo es suyo, es
la característica por la cual lo conocemos mejor: su santo amor. Este es precisamente el mensaje que Pablo
expone en el decimotercer capítulo de 1 Corintios. Ninguna de las diversidades de las cuales se jactaban los
corintios tenía significado aparte del amor. Dios es amor santo, y su presencia y obra son caracterizadas por lo
que El es. El ha establecido a la iglesia y a sus miembros en El mismo, y se ha establecido a sí mismo en la
iglesia y en sus miembros. El amor santo que reconcilia al hombre con Dios, al hombre consigo mismo, y al
hombre con su prójimo, es la evidencia de la actividad del Espíritu Santo en la iglesia y en el mundo. Y lo que
el Espíritu Santo puede hacer en los seguidores de Cristo es hecho posible a través de la vida, muerte, resu-
rrección y ascensión de Jesús quien es el Cristo. “Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo” (2
Corintios 5:19).
TODOS LOS CRISTIANOS TIENEN FRUTOS
Hemos llegado a un lugar en nuestro estudio en que podemos tratar el significado del fruto del
Espíritu. Notemos primero que el sustantivo es singular, “fruto” no “frutos” (Romanos 6:22; Gálatas 5:22;
Efesios 5:9; Juan 15:8). En cada uno de estos pasajes el término griego karpos, “fruto”, es singular. Aunque el
fruto del Espíritu se manifieste en distintas maneras, es uno solo. ¿Y qué es lo que lo hace uno? La vida de
Cristo manifestada en la iglesia y en sus miembros. El fruto del Espíritu es la vida manifestada de Cristo. Y la
vida de Cristo, como hemos dicho, establece a la iglesia y a sus miembros en la santidad y el amor de Dios.
A pesar de que nos referimos al fruto del Espíritu, debemos recordar que de hecho estamos
describiendo el fruto de Cristo realizado en la iglesia a través de la obra del Espíritu Santo. El Espíritu Santo
lleva a cabo lo que el Señor de la iglesia hace posible. El fruto del Espíritu es el fruto de Cristo.
El fruto del Espíritu —“amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre,
templanza” (Gálatas 5:22-23) — es hecho posible sólo a través de la redención que Cristo logró en la cruz y
en la resurrección. El fruto no es el resultado de la auto-disciplina (pero reconocemos que ésta es importante),
sino de la vida transformadora, redentora, y santificadora de Cristo en el cristiano. El fruto del Espíritu,
cultivado y madurando por medio del ministerio del Espíritu Santo, es la evidencia de la vida de Cristo y la
plenitud del Espíritu de Dios en el cristiano.
Toda persona nacida del Espíritu, nacida de nuevo, empezará a mostrar el fruto de la vida de Cristo
porque ahora es una criatura nueva en Cristo por medio del Espíritu. Mientras que en la vida pasada, nuestros
miembros estaban inclinados a producir el fruto de la carne, ahora, el Espíritu nos ha capacitado para que
presentemos nuestros miembros al Espíritu (Romanos 6:13-14) para producir “fruto apacible de justicia”
(Hebreos 12:11). Ningún cristiano que ha nacido de nuevo carece del fruto del Espíritu.
En el capítulo 15 de Juan, Jesús dice que el Padre es glorificado cuando los cristianos dan fruto.
Sabemos que la producción del fruto requiere la cultivación cuidadosa y la inversión de tiempo. Esta verdad
también se aplica al cristiano en quien ahora mora Cristo como Señor redentor.
El Espíritu cultiva la vida de Cristo en el creyente, y el que haya nacido de Dios deseará con todo su
corazón que la vida de Cristo dé fruto en todas las áreas de su vida. No obstante, el Espíritu Santo está
trabajando en una vida humana que ha entrado en contacto con muchas influencias, algunas de las cuales
contradicen la vida de Cristo en el creyente. Algunas de estas influencias han moldeado su vida. Que no nos
sorprenda ver al Espíritu Santo trabajando paciente y determinadamente para armonizar a toda la persona con
la vida de Cristo que ahora caracteriza al cristiano. Jesús comenta que la obra del Padre es limpiar los
pámpanos para que lleven más fruto.
Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará;
y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto (Juan 15:1-2).
Todo cristiano sincero presenta su existencia total a la actividad que produce fruto del Espíritu Santo.
Pablo nos exhorta: “Ofreceos vosotros mismos a Dios como muertos retornados a la vida; y vuestros
miembros, como armas de justicia al servicio de Dios” (Romanos 6:13, Biblia de Jerusalén).
El Nuevo Testamento es absolutamente explícito sobre este punto. La evidencia del Espíritu Santo en
la vida del creyente es producir el fruto de la vida de Cristo—el amor santo. Este es el poder del evangelio:
que Dios en Cristo a través del Espíritu Santo logra crear para sí mismo un pueblo en quien su propia vida —
el amor santo— es la cualidad que lo caracteriza.
LOS DONES DEL ESPÍRITU EN LA IGLESIA
Ya estamos preparados para tratar el tema de los dones del Espíritu en la iglesia. Es muy importante
que pongamos todos los elementos de esta discusión en su relación correcta al entendimiento comprensivo de
la obra de Cristo. Para principiar, recordemos que los dones del Espíritu (llamados así en Hebreos 2:4,
Versión Moderna), son los dones de Cristo. Efesios 4:7 lo aclara: “Pero a cada uno de nosotros fue dada la
gracia conforme a la medida del don de Cristo.”
El Cristo resucitado y triunfante da los diversos dones a la iglesia. “Y él mismo constituyó a unos,
apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros” (Efesios 4:11). Pero esto no
excluye a la obra del Espíritu Santo quien, por la autoridad de la expiación de Cristo, administra estos dones
dentro del Cuerpo de Cristo.
Otra lección que necesitamos aprender acerca de los dones del Espíritu es que son diversos. Por eso
se usa el plural para describirlos. Funcionan para lograr la diversidad y el ministerio necesitados en el Cuerpo
de Cristo. Cuando los entendemos de esta manera, fortalecen la unidad del Cuerpo, que es su coordinación
como un todo integrado y orgánico, donde cada una de las partes contribuye al bienestar de las otras partes.
Los dones del Espíritu ministran a la vida de Cristo en la iglesia, porque son los medios a través de
los cuales el Cuerpo de Cristo logra su plenitud y participa en el evangelismo. Son diversos, pero encuentran
su unidad en la vida de Cristo.
LOS DONES Y EL SERVICIO
Los dones del Espíritu cumplen su propósito sólo cuando desarrollan el papel de siervos trabajando
para edificar al Cuerpo de Cristo (esto incluye su función evangelizadora). No cumplen su propósito cuando
son usados para promover el egoísmo, el orgullo, el ego de algún miembro en particular, o cuando conducen a
la división dentro de la iglesia. Pablo aclara en la Epístola a los Efesios que el propósito de los dones es
“perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos
lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la
estatura de la plenitud de Cristo” (Efesios 4:12-13).
Los dones “falsificados” que son usados para propósitos del orgullo espiritual y la discordia deben ser
rechazados.
EL FRUTO DE LA SANTIDAD
Ya deberíamos ver claramente que ninguno de los dones aparte de los demás puede fungir como la
única evidencia de la presencia y de la obra del Espíritu Santo. La verdadera evidencia del Espíritu Santo es
esa que es común a todos los miembros, el fruto de la santidad. Lo que es más, debe ser evidente que si los
dones han de desarrollar su función, ellos también tienen que tener la característica primaria, la misma que es
el fruto del Espíritu, el fruto de la santidad. Desde los tiempos de la iglesia primitiva hasta hoy, muchos
cristianos han errado en este punto. Incorrectamente identifican acontecimientos atractivos y espectaculares
como la verdadera esencia del propósito de la vida, muerte, y resurrección de Cristo. Este es un error muy
serio. “Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo”
(Romanos 14:17).
Esta es la razón por la cual la tradición wesleyana a la que pertenecemos ha recalcado la doctrina de
la entera santificación, del amor hecho perfecto a través de la obra del Espíritu Santo, como requisito a un
entendimiento completo de la actividad redentora de Cristo. Hemos llegado a la comprensión, y muy
correctamente, que el principio y la señal común de la presencia del Espíritu Santo son su fruto (el de Cristo),
el fruto que es de hecho la vida del Señor resucitado de la iglesia.
Los dones del Espíritu son dados a la iglesia por Cristo para el bienestar del Cuerpo. No son dados
como la propiedad privada de los individuos, ni tampoco en reconocimiento de la superioridad espiritual de
uno. Los dones del Espíritu Santo son “los trabajadores de la iglesia”. Son siervos dentro del Cuerpo, y
resultan pervertidos y destructivos cuando son utilizados de otra manera. Sin el amor de Cristo como su
característica principal, perecerán (1 Corintios 13). “Sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo
en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo” (Efesios 4:15). A través de los dones del Espíritu, la iglesia recibe la
capacidad para llegar a ser una comunidad de servicio, de servicio no sólo a sí misma sino a todo el mundo
también.
UNA MISIÓN DE REDENCIÓN
La iglesia existe como misión tan seguramente como las llamas existen cuando hay fuego. En
Jesucristo Dios ha actuado para reconciliar consigo a todo el mundo. Y la iglesia es el lugar donde el poder y
la verdad de la nueva realidad se realizan y se demuestran. Si la vida de Cristo caracteriza a la vida de la
iglesia, entonces no tendrá ningún otro propósito para su existencia aparte de ser una comunidad redentora
entre los hombres. No hay justificación alguna para que existan sólo como una sociedad de admiración
recíproca entre sus miembros, ni para que continúe su existencia únicamente porque está ubicada en el
mundo. Existe como una misión de redención. Vive y se mueve en obediencia a la dirección del Señor. Y la
única manera en que el fruto y los dones del Espíritu Santo pueden cumplir su propósito es que la iglesia dé
un testimonio auténtico de la realidad de gracia, de reconciliación y de santificación que Dios ha efectuado en
Cristo.
Como una comunidad redentora, la iglesia necesita ser fiel en obedecer al Espíritu Santo al
desarrollar su ministerio en el mundo, con el fin de aprender de El nuevas maneras de lograr la salvación de
Dios entre los hombres. ¡Esto es su responsabilidad y su gozo! Hoy, el Espíritu Santo está trabajando en la
iglesia, enseñándoles a sus miembros que aún no hemos llegado a una comprensión completa de las
posibilidades del amor reconciliador de Dios entre los hombres.
Que este estudio en que estamos participando esté libre del egoísmo espiritual que se concentra en el
bienestar de uno mismo. Que lo consideremos como una oportunidad para que podamos captar la visión de la
magnificencia comprensiva y misión de la iglesia de Cristo, y de nuestro lugar en ella. Y esperamos que este
estudio nos ayude a tener una visión nueva de las demandas y las posi bilidades del amor reconciliador de
Dios.
PARA DISCUSIÓN
1. ¿Por qué es importante empezar con el tema de la persona y la obra de Cristo en una
discusión sobre la iglesia?
2. ¿Por qué debemos considerar a la iglesia como un cuerpo completo en lugar de como una
reunión de individuos?
3. ¿Cuál es la relación entre el Espíritu Santo y el señorío de Cristo?
4. ¿Cómo nos ayuda la tradición wesleyana a comprender la relación entre el Espíritu Santo y
Cristo?
5. ¿Cuáles son algunas maneras en que se demuestran la unidad y la diversidad de la iglesia?
¿Cómo se relaciona Cristo a las diversas partes de la iglesia?
6. ¿De qué manera afecta la presencia del “amor santo” al cuerpo de creyentes?
7. ¿Cuál es el significado del fruto del Espíritu?
8. ¿Qué significa el fruto del Espíritu, y cuáles son sus resultados?
9. ¿Qué damos a entender cuando llamamos a la iglesia “una comunidad redentora”?
PARA LECTURA ADICIONAL
Carter, Charles Webb. The Person and Ministry of the Holy Spirit: A Wesleyan Perspective. Grand Rapids:
Baker Book House, 1974.
Deal, William S. Be Filled with the Spirit. Kansas City: Beacon Hill Press of Kansas City, 1971.
Earle, Ralph. The Quest of the Spirit. Kansas City: Beacon Hill Press, 1951.
Gould, Joseph. The Spirit’s Ministry. Kansas City: Nazarene Publishing House, 1941.
Greathouse, William M. The Fullness of the Spirit. Kansas City: Nazarene Publishing House, 1958.
Murray, Andrew. Aids to Devotion, Thoughts on the Holy Spirit in the Epistle to the Ephesians. Londres:
Nisbet and Co., 1909.
Stedman, Ray C. Body Life. Glendale, Calif.; G/L Publications, 1977.
Steele, Daniel. The Gospel of the Comforter. Kansas City: Beacon Hill Press, 1960.

3
1 CORINTIOS Y GÁLATAS:
Los Dones de Dios son para Reconciliar

por Mildred Bangs Wynkoop


Los dones espirituales son extensiones de la iglesia, que es el Cuerpo de Cristo, al
mundo por el cual El murió.
El evangelio de Jesucristo es el mensaje que activa esta extensión. Este mensaje le
da significado a cada parte del Cuerpo. Ninguna parte puede ser correctamente percibida o
entendida si no es considerada en tal relación.
La autoridad para la iglesia cristiana es el libro cristiano, la Biblia. Los planos para
la iglesia cristiana emanan del Nuevo Testamento, no de instituciones hechas por el
hombre. La iglesia cristiana no surge de la cultura humana sino que desciende a la cultura
para redimirla desde adentro.
LA LLAVE
El evangelio y el crecimiento de la iglesia están vitalmente conectados. Ninguno de
los dos puede funcionar sin el otro. El evangelio tiene que saturar todo lo que el creci-
miento de la iglesia es y hace, y el crecimiento de la iglesia debe estar conectado tan
vitalmente, y ser tan sensible al evangelio, como el brazo de una persona es al resto de su
cuerpo.
El crecimiento de la iglesia es un concepto inherente al mismísimo Cuerpo de Cristo
entre los hombres, aquí y ahora. El crecimiento es la vida desarrollándose, abriendo sus
pétalos. Definitivamente significa un ensanchamiento que puede medirse, pero la analogía
de ensanchamiento como una mera adición de brazos y piernas no es muy atinada. El
crecimiento tiene más que ver con el proceso de maduración, con cambios que es necesario
hacer a fin de que la persona o cuerpo que está creciendo se relacione a las demandas y
oportunidades crecientes de la vida. El crecimiento de la iglesia, en el sentido del
evangelio, es el poder de Dios para salvación, transformando individuos en la sociedad en
la que éstos viven. Primordialmente, la dinámica del evangelio es la redención que pone en
libertad el potencial de cada persona. La gracia de Dios nos da la libertad para poder ser
aquello para lo que Dios nos hizo.
El evangelio es la llave para la tarea de la iglesia creciente. El evangelio de
Jesucristo voltea al mundo de cabeza, y fija normas de éxito que habían sido enteramente
deformadas por el interés propio. La iglesia es la vida de Dios entre los hombres, adaptada
a las necesidades humanas, pero eternamente chocando con las estructuras del egoísmo
humano.
JESÚS Y LA IGLESIA
Pablo declara: “Nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo... se dio a sí mismo por
nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de
buenas obras” (Tito 2:13-14).
El apóstol Pablo, en particular, captó la enorme verdad: Jesús vino a este mundo a
establecer aquí un Cuerpo de seres humanos que se volvieran su propia Persona extendida,
o la extensión de su Persona, a fin de ser testigos suyos, mediante una penetración
saturadora de cada rincón y cada recodo del mundo humano.
El factor interesante e importante acerca de la vida cristiana es que ni el Señor Jesús
ni su apóstol Pablo la definieron en una manera abstracta y nebulosa ni en términos de un
sentimentalismo humano superficial.
No hay tal cosa como un cristiano fuera del cuerpo de Cristo. La definición de un
cristiano es, precisamente, una persona que está “en Cristo”, y El es quien determina quién
entra a su Cuerpo. Las condiciones son las que El pone, y la lista de prioridades para el
desarrollo de la vida cristiana y para el servicio cristiano la hace El, no nosotros.
EL MANDATO DE JESÚS A LA IGLESIA
Lo que debe crecer es la iglesia, el Cuerpo de Cristo. El crecimiento de la iglesia
debe significar todo aquello que está implicado en que la iglesia sea llamada por Dios a su
servicio, a tomar en sus manos el ministerio de Cristo.
Uno de los eventos más poderosos y persuasivos en la vida de Jesús con sus
discípulos ocurrió en la hora más negra de la experiencia de los Doce. El colapso de su fe
después de la muerte del Señor los hizo esconderse, unidos en un compañerismo estrecho y
temeroso, detrás de puertas cerradas, para defenderse de los que habían crucificado a quien
ellos creían que sería su Mesías (Lucas 24:21); todo esto para evitar que a ellos les
sucediera lo mismo.
En esos terribles momentos Jesús se les apareció. Sus palabras fueron tan
sorprendentes como su aparición. Les dijo: “Como me envió el Padre, así también yo os
envío.” El último verbo literalmente significa, yo los estoy enviando. Luego leemos del
significativo acto: “Habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo” (lo
que sería la “señal” que el Mesías debía tener).
Antes de que los discípulos se pudieran recuperar por tales sorpresas, Jesús siguió hablando: “A
quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos” (Juan
20:21-23). Aquí está el indicio que Dios nos da para que entendamos el significado de crecimiento de la
iglesia.
En estas palabras yace el significado y la autoridad y el poder de la iglesia. La
intención de Dios para la iglesia es que ésta sea la agencia a través de la cual el mundo en-
cuentra perdón y no condenación, en imitación de su Señor, quien vino al mundo no a
condenarlo sino a salvarlo.
LA COMUNIDAD DE AMOR
En este evento breve y dramático yace el meollo del significado de la iglesia, del
poder de la iglesia y del mandato dado a la iglesia. La iglesia no es auto creada sino casi
literalmente recogida del suelo, y formada con los pedazos, los residuos de la humanidad, y
hecha de nuevo “en Cristo” el Señor. “En Cristo”, personas perdidas pueden “descubrir
quiénes son” en la comunidad cristiana, y llegar a ser verdaderas personas dentro de la
Verdadera Persona. El mandato dado a la iglesia de Dios, de la cual Cristo es el Señor, es
forjar en el mundo una comunidad de amor, en la cual el mundo pueda disfrutar, probar el
amor de Cristo.
Permítaseme ahora hacer una declaración breve de introducción a los principios
respectivos del crecimiento de la iglesia en el sentido del evangelio.
PRINCIPIOS DEL EVANGELIO PARA EL CRECIMIENTO DE LA IGLESIA
La iglesia es la creación de Dios
Los convertidos cristianos están “en Cristo” por la gracia. La iglesia es un
organismo (la extensión de la vida de Cristo) antes de ser una organización. No es
meramente un agregado de individuos creyentes que forman un compañerismo, o unidades
sociales de personas compatibles, en las cuales las tensiones humanas se resuelven en
alguna manera.
Cristo es la cabeza de la iglesia
La iglesia confronta al mundo. No refleja los prejuicios pecaminosos del mundo.
Debiera ser una encarnación de parecido a Cristo (agape), en forma muy similar a la
manera en que Cristo era Dios encarnado. Está en el mundo tan cómodamente como Jesús
estuvo (comiendo con los pecadores), pero no más cómodamente que lo que El estuvo
(pues el mundo lo mató).
El amor, el nuevo mandamiento de Cristo
La Cabeza de la iglesia determina quiénes entran a ella. Cristo es el Señor. Su
Palabra domina. Cuando “aceptamos” a Cristo aceptamos su señorío, donde, precisamente
reside su capacidad de salvar (2 Pedro 1:11). La “ley real” que dice: “Amarás a tu prójimo
como a ti mismo" (Santiago 2:8), no es una sugestión de carácter opcional, sino un
mandato. Tan imperativo como el otro muy parecido que Jesucristo mismo diera: “Un
mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también
os améis unos a otros” (Juan 13:34).
EFESIOS: UN MODELO PARA LA IGLESIA
Podemos deducir que cuando el apóstol Pablo estuvo en la prisión en Roma tuvo el
tiempo necesario para destilar la esencia de cuanto él había enseñado sobre la fe cristiana, y
su significado en la vida cristiana práctica. En la carta de él que conocemos como la
Epístola a los Efesios tenemos esa condensación. El tema de Cristo es esa esencia y el
glorioso edificio que El está construyendo, de la iglesia, que es su Cuerpo en este mundo.
Cada hebra del pensamiento paulino principia aquí, y de aquí se extiende hacia su
manifestación práctica.
Efesios nos da la clave para comprender todo el evangelio tal como Pablo lo
interpretó. Destacándose en un perfil muy claro encontramos en esa carta las siguientes
enseñanzas acerca de la iglesia, que son la esencia del evangelio: La iglesia es la creación
de Dios; desde antes de la creación, Dios tenía el propósito de que la humanidad fuese “en
Cristo”, santa y sin mancha, y que expresara alabanzas a Dios; en Cristo “todas las cosas”
habían de ser reunidas; todas las separaciones o barreras terminarían con El, pues “El es
nuestra paz... (habiendo) derribado la pared intermedia de separación” (Efesios 2:14); la
iglesia fue creada en Cristo para hacer buenas obras “las cuales Dios preparó de antemano
para que anduviésemos en ellas” (2:10); Cristo es la Principal Piedra “en quien todo el
edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien”
añadió Pablo “vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el
Espíritu” (vv. 21-22); en Cristo, todos somos conciudadanos y miembros de la familia de
Dios.
Para lograr este crecimiento hacia la unidad de Cristo, son necesarios los servicios
de los miembros (1) para equipar a los santos para la obra del ministerio, (2) para edificar el
Cuerpo de Cristo, (3) para “siguiendo la verdad en amor”, crecer “en todo en aquel que es
la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el Cuerpo, bien concertado y unido entre sí por
todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada
miembro”, (4) para “ir edificándose en amor” (Efesios 4: 15-16).
LA IGLESIA QUIERE DECIR PERSONAS
El elemento más sorprendente del magnífico concepto de Pablo acerca de la iglesia
es el hecho de que Dios nos usa como personas diferentes en ella. Ninguna parte de la
iglesia como Cuerpo de Cristo es mero bagaje de sobra. Que nadie espere viajar “gratis”.
Ser miembro de la iglesia, en la mente de Pablo, no es tener el nombre en un libro o en una
lista, sino el ser un órgano o extensión vital de un Cuerpo viviente, visto o invisible, pero
esencial de todos modos a la salud y la utilidad de todo el Cuerpo. Es obvio que el ojo es
importante, tanto como la mano, pero igualmente importante es el hígado o alguna glándula
diminuta, y como éste, invisible. Todo el Cuerpo sufre cuando cualquiera de sus partes
decide “flojear” en vez de hacer su tarea.
Es imposible exagerar la importancia del individuo. En la comunidad cristiana
emerge el verdadero significado de la persona. El valor de la persona, y la estatura moral
personal nacen en la atmósfera que se forma cuando Dios nos acepta, así como en la
relación que tienen entre sí las personas aceptadas por Dios en la comunidad cristiana.
Cuando, por su gracia, Dios nos llama por nuestro propio nombre (en vez de
meramente dar un grito, “¡oye, tú, ven para acá!”), una reconstrucción masiva de cómo
pensamos acerca de nosotros mismos principia a ocurrir. Esas personas a quienes las
injusticias de la sociedad casi han vapuleado hasta el punto de la muerte, encuentran que
hay un Alguien que es quien “levanta (nuestra) cabeza” (Salmos 3:3). El verdadero
individualismo nace cuando la persona principia a darse cuenta de que Dios nos ha
encomendado a cada uno de nosotros cierto propósito y cierta misión: ser intérpretes del
evangelio.
DIOS NOS USA COMO SUS INTÉRPRETES
Una cosa es captar este significado más amplio de iglesia; otro muy diferente es que
cada creyente confronte el hecho de que él, y todos los demás cristianos, sin excepción, es
una “célula” viviente en ella, una célula esencial a la salud del todo.
La naturaleza humana ha recibido mucha “mala publicidad” en incontables obras de
teología. Frecuentemente ha parecido que era cosa más “religiosa” menospreciar o
despreciar la humanidad de la raza, y de esa manera sutil darle (a la humanidad) una excusa
para no llegar a ser lo que podemos hacer, y para lo cual se nos dio la gracia de Dios.
¡Dios nos usa! Este hecho increíble es el subsuelo de cada aseveración de que Dios
nos ama, y de que espera ciertas respuestas de nosotros, que serían imposibles sin su amor.
EL ESPÍRITU SANTO Y LA NATURALEZA HUMANA
El crecimiento de la iglesia requiere que haya personas. Empero, las personas no
pueden producir el crecimiento de la iglesia sin el Espíritu Santo. Tal situación entonces
suscita la fundamental pregunta: ¿Por qué trabaja el Espíritu Santo a través de seres
humanos? La contestación a esta pregunta arrojará luz sobre el significado de los dones
espirituales.
¿Son naturales los dones espirituales, o son sobrenaturales? La respuesta a esta
pregunta yace exactamente en presuposiciones teológicas. Si la teología que uno tiene no
puede encontrar la manera de admitir la aceptabilidad espiritual del “hombre natural”,
entonces la obra y el ministerio del Espíritu Santo tienen que pasar por alto los talentos y
las habilidades naturales del hombre. La consecuencia de esto es que los dones tienen que
ser adiciones no-naturales a la persona humana; literalmente dádivas impartidas o
concedidas, que no tienen raíces algunas en la persona.
El problema es cómo vamos a considerar a la naturaleza humana, o a la persona
natural. ¿Están la naturaleza y la gracia en oposición la una a la otra, o hay un elemento de
“sentirse cómodas” la una con la otra, desplegado en su relación?
Nos ayudaría a llegar a una solución el recordar que lo natural también es la creación de Dios. Todos
los dones son dones dados por Dios. Nadie tiene un don que no haya recibido. El hombre fue hecho para ser
morada del Espíritu. El hombre no es menos humano cuando es pecador que cuando es cristiano.
HECHO A LA IMAGEN DE DIOS
Cristo es la imagen de Dios. Lo más significativo que puede decirse del hombre es
que, con toda su humanidad, sus limitaciones y su falibilidad, pese a toda su ignorancia y
pequeñez, es hecho a la imagen de Dios. En nuestra naturaleza como personas humanas hay
algo reflejado tan esencial a la naturaleza de Dios que eleva al hombre a una altura y una
grandeza que jamás puede perder en tanto que sea hombre.
El hombre puede degradarse, profanarse, degenerarse, arruinar sus potencialidades,
pero no puede “deshumanizarse” a sí mismo. Esto es al mismo tiempo su gloria y su
vergüenza.
¿Qué podemos decir, o qué sabemos de Dios que nos dice algo acerca de nosotros
mismos? La contestación es: Cristo. Sólo podemos entendernos a nosotros mismos al mirar
a Cristo. Nuestros cuerpos finitos nos separan de otros seres, y aun del ser de Dios. Somos
individuos y somos capaces de hacer decisiones inteligentes y significativas sólo porque
también somos cuerpos.
Es precisamente el cuerpo lo que hace posible que haya tal cosa como una
inteligencia humana, o vida moral o religión algunas. Este cuerpo nos es esencial. No es
una prisión para nuestros espíritus ni un enemigo que deba ser derrotado o descartado, sino,
más bien, es la vasija que contiene todos nuestros poderes, el centro de comunicaciones de
la personalidad.
La teología wesleyana principia con un concepto de Dios en Cristo. Cristo revela en
Sí mismo a Dios y al hombre. Cristo vino a salvarnos del pecado, y Wesley preguntó sobre
el particular: “Si no nos salva del pecado aquí y ahora, ¿de qué nos salva?”
LA GRACIA CAPACITADORA
Un estudio bíblico cuidadoso de los términos que son usados para designar esas
avenidas de gracia por medio de las cuales el Espíritu es derramado sobre la iglesia, y de
ésta sobre el mundo, nos revelará una verdad muy importante. La palabra que traducimos
“don divino” nos habla de una cualidad presente pero intangible de amor que no se vuelve
una posesión sino una relación, de la cual fluye, en tanto que esa relación con la Fuente
subsista.
Una analogía mejor que el otorgamiento de alguna posesión que alguien pudiera
ufanarse de tener, y más veraz a la intención de los escritores bíblicos, es entender la
relación del Espíritu Santo con nosotros como una gracia capacitadora, una vitalización de
toda la persona. La dinámica del Espíritu Santo despierta habilidades latentes pero pasivas
en nosotros, utiliza lo que le hemos “presentado a Dios” para los propósitos de su voluntad.
Esas capacidades prosaicas que nosotros frecuentemente menospreciamos diciendo que no
tienen valor alguno, o esas habilidades espectaculares de las que antes abusamos, pero que
ahora han sido “presentadas a Dios” como una parte vital de “todo nuestro ser”, ahora están
a la disposición de Dios, y por así decirlo, “incendiadas” con fuego santo, para lograr
mucho más de lo que nosotros jamás habríamos logrado por nosotros mismos.
Dios necesita a toda la persona; y no meramente una premisa sobre la cual pueda El
actuar. Los dones no pueden ser considerados correctamente como una efusión de gemas
sin relación entre sí, distribuidas al azar. Carismata es la actividad del Espíritu Santo en la
iglesia, derramando gracia y amor en las vidas de aquellos que necesitan a Dios, por medio
de personas que están suficientemente dispuestos a cooperar con El completamente.
EL DON PARA LA IGLESIA
El Espíritu Santo es la presencia residente de Dios en su santuario (1 Corintios
3:16), la iglesia. Cada individuo es una parte integral de ese santuario, y participa en la vida
del Espíritu. El Espíritu de Dios pertenece en esa comunidad, no como un visitante sino
como la mismísima vida de ella. En un sentido muy verdadero, cada individuo ha hecho a
esa comunidad la contribución de sí mismo o misma, no para perder su identidad sino
precisamente para encontrarla allí, única manera en que el verdadero yo13[1] puede madurar
y ser auténtico. En esa comunidad el Espíritu Santo opera en el mundo.
LA IMPORTANCIA DEL LAICADO
El interés contemporáneo en dones espirituales es evidencia de la apreciación y
comprensión crecientes de la importancia del laicado. Por demasiado tiempo, un dualismo
radical entre el clero y el laicado ha tendido a desalentar la participación vital de los laicos
en la iglesia.
Cada individuo en la iglesia es importante. No hay en todo el mundo del
pensamiento humano un concepto de la importancia del individuo que presente tan
sanamente la tensión creadora entre la naturaleza social del hombre y su integridad
personal, como lo hace la fe cristiana. Dios no es la víctima de su propia naturaleza, sino el
Autor de las libertades que El mantiene para sus seres creados.
La exhortación a que presentemos nuestro cuerpo como un sacrificio viviente a Dios es un
comentario elocuente de la unidad de la personalidad que los escritores de la Biblia siempre enseñaron.
Nosotros no somos tres seres (cuerpo, alma y espíritu) sino un solo ser. La idea tricotómica del estado humano
es una idea griega, no hebrea, y yace en la base de la mayoría de las enseñanzas heréti cas que han surgido
acerca de Cristo y su iglesia. Es precisamente el ser unificado, integrado, presentado entero y santo (Romanos
12:1) a Dios para su servicio lo que se requiere de nosotros. Carlos Wesley cantó:
Tuyo soy, oh Dios,

y te regreso hoy

tu propiedad.14[2]
Es ese ser completo, total, lo que Dios necesita en su servicio, no como un terrón en
el cual El hace su trabajo en el mundo, sino un ser con quien El obra, y a quien El le
encomienda el supremo llamamiento en Cristo Jesús. Un ser integrado, la meta de la
santificación, es el ser que Dios necesita.
EL FRUTO DEL ESPÍRITU EN 1 CORINTIOS 13
El “capítulo del amor”, 1 Corintios 13, no es un poema sentimental fuera de lugar,
sino la médula misma de la teología paulina de dones.
La prioridad del amor sobre los dones es un tema frecuente del Apóstol. En Gálatas
Pablo habla de la importancia del amor como el cumplimiento de toda la ley expresado en
una sola frase: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Gálatas 5:14). Esta fue la
enseñanza de Jesús, que él citó del Antiguo Testamento, una verdad que ligó al evangelio
cristiano con el todo de la revelación. Pero Pablo ve esta básica verdad como la evidencia
del ministerio del Espíritu Santo. “El fruto del Espíritu es amor...” Los dones son
verificados por el amor que es el fruto del Espíritu. Cualquiera de los dones puede ser
falsificado o abusado (1 Corintios 13:1-3), pero no el fruto.
Primera de Corintios 13 provee la perspectiva para evaluar los dones y describe la
función que se intenta que los dones cumplan cuando son portadores del amor evangélico.

13
14
EL FRUTO DEL ESPÍRITU Y LOS DONES ESPIRITUALES
Los dones del Espíritu no pueden ser divorciados del fruto del Espíritu que es el
amor. Los dones y el amor pertenecen juntos, en el mismo paquete. Los dones no son más
que ruido (“címbalo que retiñe”) sin amor, y el amor solamente es genuino cuando es una
expresión del deseo de edificar el Cuerpo de Cristo. Los dones y el fruto (el amor) deben
ser los dos lados de la relación personal de uno con Dios y con sus prójimos.
La sorprendente verdad está saliendo a la superficie, de que los dones y el fruto no
son realmente de dos fuentes diferentes, sino que sólo son dos lados de la misma cosa. Los
dones no son sino la expresión del Espíritu, tal como su fruto es. El doctor Frank Carver
cita en una conferencia inédita, y concuerda con ellas, las siguientes líneas de Michael
Green:
Los dones carismáticos no son nada más que los dones del amor de Dios. Principian
con nuestra redención. Incluyen la profundización de cualidades que ya están presentes o
latentes en nosotros, tales como los dones de administración, de dirección, de la enseñanza,
del matrimonio o del celibato. Estas cualidades naturales pueden ser carismáticas si están,
y mientras que estén, dedicadas al servicio del Señor y a la edificación de seres humanos,
en la fuerza que El da. Si son usados con egoísmo pueden ser desastrosos.
El doctor Carver expresa su posición diciendo:
De mucha importancia a nuestra aproximación, como wesleyanos, a los dones
espirituales, es el hecho de que no son arbitrariamente “añadidos” a las vidas de creyentes
que, de no ser por esto, serían cristianos típicos. Más bien consisten en todo lo que un
cristiano es, y fluyen de lo que es, tal como es constituido esencialmente por la gracia de
Dios que ha entrado en operación por Dios en su libertad soberana, en las situaciones
concretas y únicas y en las tareas de cada cristiano.
En otras palabras, un cristiano que le ha presentado a Dios todo su “equipo” humano
(que Dios le dio), como su don, es el vehículo a través del cual la gracia de Dios, por el
Espíritu Santo, puede ser manifestada al mundo.
LOS DONES ESPIRITUALES SON PARA RECONCILIAR
El efecto de todo es, o debería ser, que una atmósfera de amor y de aceptación y de
sanidad es “arrojada” alrededor de los que están encarcelados en el pecado, y demasiado
impotentes para escapar de su prisión. Antes de que estas personas encarceladas puedan
hasta principiar a pedir ayuda (o tal vez sean demasiado orgullosas para pedir, o no sepan
que hay ayuda disponible), la iglesia debería estar alerta y lista a ayudarlas en tal forma que
sea clara y significativa para ellas. Si estamos haciendo la tarea de Jesús, construiremos
puentes de amor y aceptación, puentes que permitan el encuentro con esas vidas. Así como
el perdón estaba disponible desde mucho antes de que pudiéramos hacer cosa alguna para
encontrarnos con Cristo, así nosotros necesitamos iniciar ese encuentro con otros. La
reconciliación es la clase de perdón que describe nuestra tarea.
Todos los dones tienen su centro en este gran propósito: ser reconciliadores. El
hecho es que el significado de los dones es amor-perdón-reconciliación. Todos estos dones
tienen esto en común: demostrar en la vida cotidiana el mensaje y la realidad viviente del
amor de Jesús para los seres humanos.
En pro de la iglesia como el cuerpo de Cristo en el mundo, necesitamos vernos a
nosotros mismos como la comunidad perdonadora, reconciliadora y redentora llamada a
ello por el Señor en persona. En este contexto, los dones del Espíritu tienen significado.
CONCEPTOS WESLEYANOS DE LOS DONES
A la luz del estudio que ha servido como fondo, la comprensión siguiente de los
dones espirituales emerge:
1. El término “dones” tal como es usado en el crecimiento de la iglesia es
asociado con la idea de la iglesia en acción. Defínanse los “dones” como se definan, el
aspecto evangelizante, que comunica, que comparte, está implicado. La experiencia
religiosa ha virado hacia afuera, hacia otros.
2. Los “dones espirituales” recalcan la importancia de los individuos para el
ministerio total de la iglesia, en contraste con la distinción tradicional, y algunas veces
artificial entre el clero y los laicos; distinción que excusa a éstos de tal responsabilidad, y
frecuentemente se las prohíbe.
3. El ser el recipiente de “dones” puede guiar a un concepto más sano de la
dimensión de comunidad de la iglesia.
4. Como un miembro responsable (una parte del Cuerpo), el potencial cabal de
cada uno es incrementado. Cada uno es importante, no sólo como un componente de cierto
dato estadístico, sino como una persona-recurso, que contribuye vida y valores esenciales
al Cuerpo. No somos meramente consumidores sino productores. ¡Dios nos usa! No hay
nada en la Biblia que nos permita justificar esa actitud sumisa, en una sola dirección, que
resulta en la humillación, la represión o la inhibición de las capacidades para dirigir, o de
los talentos de un cristiano dado, o para arbitrariamente tomar la autoridad de decidir qué
dones espirituales se le va a permitir a otra persona ejercer.
5. En toda el área de los dones hay que recordar que como personas somos
hechos por Dios. Cualesquiera talentos o capacidades que tengamos tienen el propósito de
parte de Dios, de hacer de nosotros la clase de criatura con la que El puede tener comunión.
El Espíritu Santo se siente en casa en la clase de persona que Dios hizo. Cada
aspecto de la naturaleza humana hace que el Espíritu Santo que mora, se sienta en casa. La
intención de Dios para nosotros nunca fue que careciéramos de esa relación íntima con el
Espíritu. El verdadero hombre natural es el anfitrión del Espíritu Santo. La humanidad fue
hecha para ser el medio del Espíritu Santo en su ministerio al mundo. El pecado es la
clausura de ese medio desde adentro. Es el acto, de nuestra parte, de rechazar el propósito
para el cual fuimos creados, robándole a Dios su criatura, (pues estamos entonces “muertos
a Dios”), e intentando usar las enormes capacidades de nuestro potencial creado para
servirnos a nosotros mismos. Esto es el peor robo de todos, la arrogancia final, la
profanación máxima.
6. Los “talentos naturales”, redimidos por la sangre de Cristo, son los que Dios
nos está pidiendo. El nos hizo y ahora nos está pidiendo que le regresemos lo que nos enco-
mendó.

PARA DISCUSIÓN
1. ¿En qué forma es el evangelio esencial para el crecimiento de la iglesia?
2. ¿Qué es la iglesia? ¿Qué significa el crecimiento en relación a la iglesia?
3. ¿Qué implicaciones tiene pensar en la iglesia como la creación de Dios?
¿Cómo entra alguien a la iglesia de Dios? ¿Quiénes pueden ser miembros de ella?
4. Jesucristo puso fin en Sí mismo (en su propio cuerpo) a todas las divisiones de la
humanidad, todo el antagonismo, todos los odios. ¿Qué significa esto prácticamente?
5. Jesucristo fue el intérprete de Dios. ¿Qué significa esto?
6. ¿En qué formas hemos nosotros de ser intérpretes? ¿Causaría una diferencia
de significado para usted si substituyéramos “testigos” por “intérpretes”? Explique.
7. ¿En qué forma son naturales los dones espirituales? ¿Y en qué forma son
sobrenaturales? ¿Cómo está usted usando los términos “natural” y “sobrenatural”?
8. ¿Por qué llamamos a los dones “espirituales”?
9. Discuta la relación entre fruto y dones.
10. El fruto es personal, y los dones son relacionados con la comunidad.
¿Cómo? ¿Por qué?
15
[1] todo el ser, la persona
16
[2] traducción literal.

4
ROMANOS Y 1 CORINTIOS:
Descripciones de Nuestra Asignación

por Morris Weigelt


El entero proceso redentor es un don opulento de Dios al pecador. En respuesta a la
obediencia del hombre, Dios da su Espíritu Santo para mejorar, enriquecer y estabilizar al
creyente, para propósitos del reino.
El Antiguo Testamento presenta una amplia variedad de metáforas que anticipan que
se cumplan los propósitos de Dios entre su pueblo. Primordiales entre esos pasajes están los
que describen el día cuando la unidad y la plenitud y la perfección serán visibles. Entonces,
la edad del Mesías habrá sin duda alguna llegado.
Los escritores del Nuevo Testamento entienden que estas maravillosas promesas han
sido ya cumplidas con la venida de Jesucristo. ¡El Mesías de veras ha venido! La
comprensión de Jesús sobre esto se refleja en el sermón inaugural de su ministerio, en
Nazaret, cuando leyó el pasaje de Isaías 61. Este pasaje recalca la emancipación de los
cautivos, la restauración de vista a los ciegos, la liberación de los oprimidos, y la
proclamación de la celebración del jubileo, y la proclamación del evangelio a los pobres. El
15
16
comentario que Jesús hizo sobre el pasaje que había leído debe haber sacudido a todos los
oyentes: “Hoy mismo se ha cumplido esta Escritura delante de ustedes” (Lucas 4:21, VP).
Los cristianos primitivos reconocieron el Día de Pentecostés como la culminación
de las promesas mesiánicas.
Los que estuvieron presentes en la reunión del Día de Pentecostés reconocieron lo
que había pasado entre ellos como la culminación de las promesas mesiánicas. Lo que Dios
había prometido en la profecía de Joel ahora era una realidad que todos podían ver, y esta
unidad en la comunidad de creyentes es comentada insistentemente una y otra vez en
Hechos.
El resultado neto de esta presencia largamente esperada pero nueva del Espíritu
Santo, y de que El descendiera sobre ellos, fue una transformación a través de la recon-
ciliación. La introversión y el egoísmo ya no serían la norma. Pablo expresó bien esta
reorientación, al escribir: “El amor de Cristo nos obliga, ya que estamos seguros de que uno
murió por todos, y que por esto todos han muerto. Cristo murió por todos, para que los que
viven ya no vivan para ellos mismos, sino para él, que murió y resucitó por ellos” (2
Corintios 5: 14-15), VP). Pablo nunca se cansó de declarar que la vida ya no era para ser
desperdiciada en deseos personales, sino para ser usada en los propósitos del reino.
LA NUEVA PRIORIDAD
Después del Pentecostés había una nueva prioridad: la del Cuerpo de Cristo, la
comunidad de creyentes. El “Dios de toda consolación... nos consuela en todas nuestras
tribulaciones... por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios”
(2 Corintios 1:3-4). Dios no derrama su gracia sobre nosotros meramente para nuestro
beneficio, sino para que todo el Cuerpo se beneficie. Esta es la vena de pensamiento en la
que Pablo exhortó a los corintios: “Procurad abundar en ellos (los dones) para edificación
de la iglesia” (1 Corintios 14:12).
En la discusión sobre la distribución de los dones de Cristo que tenemos en Efesios
(notemos cuán fácilmente se alterna entre Dios y Cristo y el Espíritu Santo en la discusión
de los dones), el Apóstol primero advierte que la meta primordial es completar la unidad del
Cuerpo. Notemos cómo Pablo cambia un sujeto plural en un objeto-meta singular: “Hasta
que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón
perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Efesios 4:13). La misma
secuencia y meta aparecen en los versos 15 y 16, que rezan: “Sino que siguiendo la verdad
en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el
Cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutua-
mente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir
edificándose en amor.”
En estas discusiones de los dones del Espíritu no hay duda alguna de que la
responsabilidad primordial de los recipientes de estos dones es contribuir al Cuerpo. Los
dones son distribuidos a fin de que individuos reconciliados puedan contribuir al
crecimiento del Cuerpo. El Cuerpo tiene la máxima prioridad.
LA ACTITUD CORRECTA
El capítulo 12 de Romanos nos da una descripción poderosa de la actitud del
miembro individual del Cuerpo de Cristo. En el capítulo anterior Pablo ha estado discu-
tiendo la parte del Israel nacional o físico en los propósitos de Dios. En Romanos 11:29 el
Apóstol se refiere a los privilegios que la elección le brinda a Israel y afirma: “Porque
irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios.”
El capítulo 12 principia con un llamado a la santificación. No hay lugar para un servicio
descorazonado. Las demandas de Dios son totales y la respuesta divina es reconciliación, transformación y
renovación. La gracia de Dios fluye ahora a través del creyente obediente.
Inmediatamente después Pablo menciona en el versículo 3 que el don de la gracia de
Dios no es razón alguna para un enorgullecimiento indebido. El Apóstol pide que cada
cristiano tenga una valorización correcta de sí mismo en la presencia de Dios y bajo su
gracia. Pablo usa su autoridad apostólica para pedirle a cada miembro de la iglesia “que no
tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura,
conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno”.
El problema de una auto evaluación exagerada es resuelto rápidamente por el
reconocimiento de que Dios, en su soberanía, le ha dado a cada hombre de acuerdo a su
decisión. El complemento y verbo en esta significativa frase vienen de la misma raíz, y
permitirían la siguiente traducción: “Dios ha medido una medida fija (o concedido una
cantidad fija) a cada persona.” La pregunta retórica entonces se vuelve: Si Dios ha provisto
estas habilidades y estas funciones, ¿quién puede usarlas como un motivo para
enorgullecerse?
Es obvio que la “medida de fe” a la que se alude aquí no es fe de salvación, pues
ésta no es asunto de grados o medidas.
En los versos 4 y 5 Pablo se torna otra vez a la metáfora favorita del Cuerpo como
una analogía, para enseñarnos la actitud correcta del individuo dentro del Cuerpo de Cristo.
Hay muchos miembros con una variedad de funciones. Estas funciones diversas entre sí son
todas ellas necesarias, y juntas (o juntos), “nosotros, siendo muchos, somos un Cuerpo en
Cristo, y todos miembros los unos de los otros”. La interdependencia mutua requiere que
tengamos la debida actitud el uno hacia el otro, y hacia el todo.
En los versos 6 al 8 Pablo nos da unas cuantas de sus notorias frases incompletas;
falta el verbo principal. La idea verbal del verso 6 evidentemente depende del verbo
principal del verso 5, y podría por ende traducirse así: “Nosotros, que somos muchos,
somos un cuerpo… aunque tenemos dones diferentes de acuerdo a la gracia que nos ha sido
nada.” La gracia de Dios que fluye a través del creyente obediente es un don que ha de ser
ejercido a la luz de esa gracia; algunas versiones en efecto suplen este verbo para que el
significado del verso 6 sea más claro.
LOS DONES DIFERENTES DENTRO DEL CUERPO (ROMANOS 12)
Siete diferentes dones (nótese que la palabra “don” es usada con un significado más
limitado aquí que en 11:29) son mencionados en conexión con la especificación que
controla la operación de ese don en particular. La implicación es que cada don ha de ser
ejercido sin una indebida auto evaluación y sin una indebida auto negación, dentro de la
diversidad y la interdependencia mutua del Cuerpo. Sólo bajo este procedimiento podrá
operar el Cuerpo de Cristo tal como Dios intentó que operara.
Profecía
El primer don mencionado es el “de profecía”. El concepto de profeta tiene una
larga historia antes de que el Nuevo Testamento lo adopte. Jesús es identificado en los
Evangelios como un profeta, debido a sus poderes milagrosos (Lucas 13:33-34), y su
habilidad de enseñar con autoridad y sabiduría (Lucas 4:21-24; 7:39; Marcos 1:22; 6:2 y
ss.). La tarea del profeta es proclamar la gran revelación de Dios a través del poder del
Espíritu Santo. Las referencias del Nuevo Testamento indican que el don de profecía
operaba tanto individual como colectivamente. En la lista de 1 Corintios se le da un lugar
de preferencia a la profecía en ese catálogo de dones, porque contribuye directamente a la
edificación de la iglesia.
El profeta ha de ejercer este don de proclamación y de enseñanza inspiradas
“conforme a la medida de (su) fe”. Probablemente lo que esta frase significa sea que el
profeta ha de revelar su mensaje en conformidad (“proporción” es un término usado en
matemáticas, y no se halla en ningún otro lugar del Nuevo Testamento) a toda la revelación
de Dios.
El profeta está sujeto a la comunidad también, y su contribución ha de ser probada
por la comunidad (1 Corintios 14:29; 1 Tesalonicenses 5:19 y ss.; 1 Juan 4:1). Hasta el
profeta mismo comparece dentro de la comunidad, como uno entre muchos miembros del
Cuerpo que es uno.
Servir
El segundo don mencionado en la lista de Romanos es “servicio”. La palabra griega
usada aquí es la que se usa comúnmente en el Nuevo Testamento para designar ministerios
cristianos generales, con atención especial a la caridad y las necesidades físicas. Es el
término en que se origina nuestra palabra “diácono”, si bien probablemente tiene un
significado más amplio que esto en el Nuevo Testamento; nótese por ejemplo la selección
de diáconos en Hechos 6 (pero nótese también que los apóstoles iban a dedicarse al
ministerio —otra vez el mismo término —de la Palabra). Es raro encontrar la palabra que
designa ministerio en esta lista particular de los dones del Espíritu, como si fuera un
“emparedado” entre la profecía y la enseñanza.
La especificación para este don es que sea ejercido en la misma manera en que el
don de profecía ha de ser ejercido: de acuerdo “a la medida de la fe”. La persona a través de
la cual el Espíritu Santo fluye en servicio, ha de estar contenta con servir sin desear que su
servicio sea profetizando o enseñando. El don de ministerio (servir) es exactamente tan
importante como estos últimos dos para el funcionamiento correcto del Cuerpo.
Enseñar
El tercer don mencionado es “la enseñanza”. La palabra griega usada aquí se refiere
técnicamente a la persona que está haciendo o dando la enseñanza, más que al don mismo
de la enseñanza. En este caso también Jesús nos dio un hermoso modelo de esta función. Se
le conoció en su día por su habilidad para enseñar que hizo a un lado los interminables
debates del judaísmo contemporáneo, y se dirigió al corazón del asunto (por ejemplo, la
manera en la cual el Sermón del Monte maneja los delicados asuntos de los detalles de la
Ley). El don de la enseñanza es la capacidad de compartir las verdades básicas del reino de
Dios con claridad e intuición, y de ayudar al oyente a ver las relaciones internas y las
implicaciones del nuevo material.
Pablo exhorta al maestro a que permita que la gracia del Espíritu fluya a través de él
cuando trata de explicar y de bosquejar las verdades básicas del Reino a otros, para el bien
de todo el Cuerpo de Cristo. El maestro ha de ejercer el don de la enseñanza sin orgullo
injustificado, pero también sin humildad indebida, como un miembro responsable del
Cuerpo.
Exhortación
El cuarto don es el de la exhortación, o estímulo. Una vez más, el énfasis aquí es
puesto en la persona que está exhortando, más que en el don mismo. La persona que
exhorta es particularmente diestra en estimular, consolar, y fortalecer a través de la
inspiración que Dios le da. La palabra griega es una forma de la palabra que traducimos
Paracleto, que es la designación para el Espíritu Santo en el Evangelio de Juan, y la
designación de Jesús en la Primera Epístola de Juan. Otra vez encontramos aquí a Jesús
como el modelo de este don, que ha de ser ejercido para el bien común, sin indebida
presunción o autonegación.
Dar, presidir y tener misericordia
Los últimos tres dones dan atención a la actitud desplegada al usar el don. En cada
caso el énfasis primordial es dado a la persona a través de la cual Dios está obrando: “el que
reparte”; “el que preside”; “el que hace misericordia”. La especificación en cada caso
claramente tiene que ver con la actitud. La persona con el don de dar o repartir es exhortada
a ejercer ese don, de acuerdo a la gracia que le es dada, con generosidad. La palabra griega
que traducimos liberalidad recalca ambas ideas: generosidad sencillez o franqueza. La
persona que presida, o dirija, debe hacerlo de acuerdo a la corriente de la gracia de Dios
que fluye por ella. El requisito o condición aquí alude a esa diligencia vehemente que nos
hace tratar de terminar la tarea tan pronto como sea posible.
El último don en la lista capacita a la persona motivada y conmovida por el Espíritu
de Dios a extenderle ayuda a los que pasan por alguna crisis: los pobres, los enfermos y los
extranjeros. El término griego que se usa aquí aparece en el Nuevo Testamento para
expresar tanto la acción de dar ayuda como la de dar una limosna. La actitud primordial que
se pide aquí es la de alegría y amabilidad.
El tema básico de todo el capítulo es repetido en el versículo 16: “(Sed) unánimes entre vosotros; no
altivos, sino asociándoos con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión.” La estructura para esta
sección se ve con más claridad al recordar los dos primeros versículos del capítulo, que dicen: “Así que,
hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo,
agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de
la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y
perfecta.”
La operación correcta de los dones del Espíritu dentro del Cuerpo de Cristo es presentada bellamente
en este capítulo. El énfasis yace en la actitud con la que cada miembro participa en el Cuerpo. Dios distribuye
los dones. Los dones operan sólo a través de la gracia de Dios que fluye por medio de los miembros
enteramente consagrados y santificados del Cuerpo de creyentes. Y la actitud superior o culminante es la de
amor tal como es modelada en Cristo.
Notemos una vez más que el propósito primordial de estos dones es que contribuyan a la vida del
Cuerpo.
PARA EL BIEN COMÚN
En la discusión de dones espirituales de Romanos 12, el énfasis es puesto en la actitud correcta del
individuo que ejerce el don por la gracia de Dios. En la discusión de dones espirituales en 1 Corintios 12, se le
da énfasis principal a la Fuente de los dones, que es Dios mismo, quien distribuye y guía el uso de los dones
para la edificación de todo el Cuerpo.
Los primeros versículos de 1 Corintios 12 indican con claridad que los dones son distribuidos con el
propósito de confesar que Jesús es Señor. El contexto implica que ciertos excesos en Corinto no eran en
ninguna manera la obra del Espíritu Santo, y que, por lo tanto, no eran dones espirituales. Todos los dones
espirituales contribuyen a la glorificación de Jesús como Señor, y no a la glorificación del individuo.
En los versículos 4-6 se emite la nota clave del pasaje. Notemos el paralelismo en la estructura:
v. 4: Diversidad de dones; el mismo Espíritu
v. 5: Diversidad de ministerios; el mismo Señor
v. 6: Diversidad de operaciones; el mismo Dios
El paralelismo recalca la unidad básica de los dones como distribuciones de Dios. También da énfasis
a la soberana distribución del Dios único que distribuye los dones de acuerdo a su designio.
La palabra traducida “diversidad” en esta versión 17[1], es traducida en otras versiones: “diferentes
capacidades” (VP), “diferentes clases” (NIV), y “variedades” (RSV). La palabra griega puede significar ya
sea diferencia, distinción, distribución, repartimiento, asignación, o variedad. El significado en este párrafo
es indicado por la reaparición de la palabra en el verso 11: “Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo
Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere.” El énfasis no es puesto en las distinciones finas
entre los dones diferentes, sino en la distribución y repartimiento de los dones por todo el Cuerpo, para el bien
común, por Dios mismo.
El mismísimo Espíritu que capacita a los creyentes a confesar a Jesús como Señor, opera en los
dones, y a través de ellos, para la edificación del cuerpo de Cristo, que es la iglesia. “Pero a cada uno le es
dada la manifestación del Espíritu para provecho” (1 Corintios 12:7). La “manifestación del Espíritu” puede
ser interpretada ya sea como aquello que revela o manifiesta al Espíritu, o el resultado producido por el
Espíritu. Recuérdese que la manifestación primordial del Espíritu es la confesión del señorío de Jesús (v. 3).
La alusión que se hace aquí al “provecho” se refiere a una ventaja o a una ganancia. La distribución
soberana del Espíritu Santo provee dones que fluyen a través de los creyentes para la ventaja del Cuerpo de
Cristo.
1 CORINTIOS 12:8-12
Pablo ahora procede a darnos otra de sus listas de dones espirituales. Hay una variedad interesante en
estas listas, lo que indica que intentan sugerir más que agotar el tema.
Sabiduría, ciencia
El verso 8 marca una distinción entre la comunicación de sabiduría y la comunicación de
conocimiento (ciencia). Los significados precisos en el contexto de Corinto tal vez jamás puedan ser
descubiertos completamente. Sin embargo, las distinciones básicas entre ambas ideas son claras gracias al
resto de la correspondencia corintiana. Los corintios estaban siendo afligidos por un concepto falso de
sabiduría, y Pablo señala con mucho cuidado que la verdadera sabiduría fluye de Dios. Tal sabiduría es una
intuición y una comprensión de las verdades profundas de Dios, especialmente en lo que toca al “misterio” de
la salvación. La sabiduría evidentemente incluye el conocimiento, pero es caracterizada por la comprensión e
intuición espirituales manifestadas en la aplicación de conocimiento en situaciones específicas.
La sabiduría ha de ser ejercida “por el Espíritu”, y el conocimiento (o ciencia) ha de ser usado “según
el mismo Espíritu”. El conocimiento involucra el uso de la razón y la comunicación de datos. Ambos,
sabiduría y conocimiento, son parte de la función esencial de la enseñanza dentro del Cuerpo.
Fe, sanidades, milagros
17
El verso 9 introduce el don de fe como una manifestación del Espíritu en la vida del creyente.
Obviamente esto no es la fe de salvación, sino, probablemente, la fe que obra maravillas. Los dos puntos
siguientes en la lista favorecen esta interpretación: “dones de sanidades” y “el hacer milagros”. Es claro que
los tres son dones relacionados entre sí. Orr y Walter se refieren a la fe como “la clase de llaneza y de
confianza que permite que el poder de Dios opere a través de la persona que la tiene”. 1 Las operaciones
milagrosas del Espíritu para la ventaja de la comunidad operan a través de creyentes obedientes.
Discernimiento
Puesto que la obra del Espíritu se presta a ciertos abusos engañosos, el don del Espíritu llamado
“discernimiento de espíritus” es la capacidad para identificar la imitación. Tal diferenciación era
absolutamente esencial para el futuro de la iglesia, especialmente en una situación tal como la de Corinto, y
en otros lugares donde el gnosticismo estaba tratando de contaminar el Cuerpo de Cristo. Poderes de
discernimiento tales son un don del Espíritu para la protección de la iglesia.
El orgullo está fuera de lugar
Puesto que el Espíritu es el Distribuidor, no hay lugar alguno para ninguna forma de orgullo. Pablo ya
se ha referido a ello antes en la epístola: “Pues, ¿quién te hace mejor que los demás? ¿Qué tienes que Dios no
te haya dado? Y si él te lo ha dado, entonces ¿por qué te sientes orgulloso como si lo que tienes lo hubieras
conseguido por ti mismo? (4:7, VP). Cuán frecuentemente la iglesia (y sus miembros individuales) han caído
en la trampa de darle valor al don, ¡y han dejado de ver al Dador!
El versículo 12 es un resumen muy efectivo de toda la sección. La unidad del Cuerpo de Cristo viene
de la operación y la manifestación efectivas del Espíritu. No se niega la diversidad, pero ésta es arrebatada y
fundida en el concepto superior de la prioridad del Cuerpo. En el sentido más alto y rico posible, el
compañerismo del Cuerpo de Cristo es la unidad más fuerte disponible antes de la segunda venida del Señor.
I CORINTIOS 12:27-28
La siguiente sección de 1 Corintios 12 usa con mucho éxito la analogía del Cuerpo para mostrar
dependencia e interrelación mutuas de los miembros individuales que tienen los dones específicos que el
Espíritu les ha distribuido. Todos se interesan en todos, y en cada uno. Todos sufren cuando uno sufre. Todos
se regocijan cuando uno se regocija. No hay lugar alguno para la menor división.
La culminación de esta discusión aparece en el versículo 27, que reza así: “Pues bien, ustedes son el
cuerpo de Cristo, y cada uno es una parte de ese cuerpo” (VP). Luego Pablo procede a darnos todavía otra
lista de dones, en la que hay una mezcla de funciones y manifestaciones del Espíritu. Una vez más se ve la
operación soberana de Dios en el proceso, en el uso del verbo “puso” (v. 28).
Apóstol
La lista principia con el don de apóstol (v. 28). El uso que el Nuevo Testamento hace del término es
reservarlo para el grupo selecto de los Doce. Pablo se incluye a sí mismo, y a unos cuantos más, que no eran
miembros de los Doce, en esa categoría. Los eruditos están divididos en cuanto a la connotación distintiva o
específica del término en este pasaje. Algunos lo interpretan como refiriéndose al grupo original de los 12
discípulos. Otros lo ven como un don especializado para la continuación de la iglesia. (Nó tese el comentario
sobre este don en el capítulo cinco).
Profetas, maestros, milagros, ayudas
Los dos dones siguientes en esta lista son “profetas” y “maestros”, y ya los hemos definido. Los
“milagros” mencionados aquí corresponden al don mencionado en el verso 10. Los “dones de sanidad”, que
algunas veces es traducido “de sanidades”, también fueron ya mencionados antes. Los dos asuntos siguientes
en la lista son “los que ayudan” y “los que administran”. “Ayudas” se refiere a acciones serviciales que
brindan ayuda o beneficio o bondad a otra persona. Es casi exclusivamente una relación de uno-con-uno, que
se lleva a cabo sin atraer mucha atención.
Administraciones
El término griego que traducimos así proviene de una palabra griega que alude al piloto de un barco,
quien controla la dirección de la nave, y coordina el trabajo de los demás miembros de la tripulación. Es
interesante que estos dos dones que aparecen a la mitad de la lista no están repetidos en los versículos 29 y 30.
SOLAMENTE UNOS CUANTOS
Pablo ahora procede a demostrar que esta lista de dones no es una combinación que se le ofrece a
cada miembro individual del Cuerpo, sino que sólo unos cuantos de los miembros desempeñan la función
indicada. Las preguntas retóricas que Pablo repite frecuentemente recalcan una vez más la distribución que
Dios decide hacer en la debida proporción y combinación, para el bien común de la iglesia. “¿Acaso son todos
apóstoles? ¿Acaso todos comunican mensajes recibidos de Dios? ¿Son todos maestros? ¿O hacen todos
milagros? ¿Tienen todos poder para sanar enfermos? ¿Hablan todos en lenguas extrañas? ¿Saben todos
explicar lo que se dice en esas lenguas?” La respuesta obvia es la que Pablo mismo da: “Claro que no” (vv.
29-30, VP). ¡Claro que no! ¡Cuán necio es imaginar tal cosa!
La discusión de la diferencia de dones en el seno del Cuerpo culmina con el hermoso capítulo 13.
Aunque no todos los miembros de la comunidad de fe tienen un mismo don, todos ellos tienen amor, el
camino más excelente. Los que desean una evidencia especial de la gracia de Dios en su vida harían bien en
buscar o anhelar más amor. Entonces, la unidad del Espíritu será visible, y el funcionamiento del Cuerpo será
mejor, y la gloria de Dios aumentará. “Procuren, pues, tener amor” (14:1, VP).

PARA DISCUSIÓN
1. ¿Cuál es la razón bíblica para darle prioridad al todo en el Cuerpo de Cristo?
2. ¿Cuál es la actitud debida del miembro individual del Cuerpo hacia sí mismo?
3. De acuerdo a Pablo, ¿cómo ha de ser ejercido cada uno de los dones en la lista de Romanos
12:6-8?
4. ¿Cómo contribuye cada uno de los dones de esta lista (Romanos 12:6-8) a todo el Cuerpo?
5. ¿Por qué la mayoría de los dones tienen que ver con las necesidades del Cuerpo?
6. Discuta la importancia del concepto de que Dios ha distribuido los dones de acuerdo a su
designio.
7. ¿Qué dones adicionales son descritos en 1 Corintios 12, y cómo contribuyen al bien del
todo?

PARA LECTURA ADICIONAL


Purkiser, W. T. Los dones del Espíritu. Kansas City: Casa Nazarena de Publicaciones, 1979.
Stedman, Ray C. Body Life. Glendale, California: Regal Books, 1972.
18
[1] Reina-Valera, Revisión de 1960

5
TRES CARTAS DE PABLO:
Los Dones Espirituales son Para
Hacer Discípulos
18
por Paul R. Orjala
En sus cartas a tres iglesias jóvenes —en Roma, en Corinto y en Éfeso— el apóstol Pablo indicó su
profunda preocupación por un equilibrio saludable en el ejercicio de los dones espirituales. El tenía un hondo
deseo de que estas iglesias no sólo enfocaran sus dones espirituales hacia ministerios dentro del Cuerpo de
Cristo, sino también de que desarrollaran ministerios que les permitieran hacer contacto con otros, para
cumplir su misión de hacer discípulos.
LOS DONES ESPIRITUALES FUNCIONAN TANTO ADENTRO
COMO AFUERA DE LA IGLESIA
Probablemente hay sólo un don que pueda ser clasificado exclusivamente con un don evangelizante,
y es el don del evangelista (Efesios 4:11). Sin embargo, aun ese don tiene un ministerio dentro del Cuerpo de
Cristo, por cuanto mantiene a todo el Cuerpo al tanto de la importancia, las oportunidades, y los medios de
evangelismo.
Por otro lado, el evangelismo no es la función exclusiva de los que tienen el don del evangelismo,
sino que es la función de todo el Cuerpo. A primera vista, el resto de los dones que aparecen en las listas de
estos tres pasajes clásicos sobre los dones espirituales podrían aparecer como que los hemos de clasificar
sencillamente como dones para continuación y apoyo, como en efecto lo son primordialmente. Como tales,
estos dones para continuación estarían relacionados al contacto evangelizante del Cuerpo cuando menos en
estas tres maneras: (1) Ministran a los que están involucrados en contacto-evangelismo, y de esa manera
ayudan a que su contacto sea efectivo; (2) preparan a los trabajadores para que se involucren en ministerios de
contacto-evangelismo (como por ejemplo el don de la enseñanza); y (3) sirven como ministerios adjuntos en
la tarea de hacer discípulos y de cuidar a los que son traídos al Cuerpo mediante el evangelismo.
Sin embargo, una inspección más cuidadosa de estos dones de mantenimiento nos lleva al jubiloso
descubrimiento de que todos los dones tienen la capacidad de enfocar directamente en la tarea evangelizante
de la iglesia en una manera u otra. En un sentido muy profundo, todos los cristianos están llamados a salir del
mundo para ser miembros del Cuerpo de Cristo, a fin de ser enviados de regreso al mundo, como testigos del
evangelio.
TODOS LOS DONES ESPIRITUALES PUEDEN ENFOCAR EN EL
MINISTERIO EVANGELÍSTICO DE LA IGLESIA
El principio de la unidad del Cuerpo requiere que ninguno de los dones funcione aislado de los otros,
ni siquiera el don del evangelista. Lo que es más, muy pocas veces alguien es ganado a Cristo mediante la
influencia exclusiva de una sola persona. Generalmente una conversión es el producto del ministerio de
muchas personas, que a veces difieren mucho entre sí. Pablo les recordó a los corintios: “Yo sembré la
semilla, Apolos regó, pero Dios es el que la hizo crecer. De manera que ni el que siembra, ni el que riega, son
nada; pero Dios es todo, pues él hace crecer la planta. Los que siembran y los que riegan son iguales, aunque
Dios pagará a cada uno según su trabajo. Somos compañeros de trabajo al servicio de Dios, y ustedes son
como el terreno que Dios está trabajando. O también, ustedes son como un edificio que Dios está
construyendo” (1 Corintios 3:6-9, VP).
En la última sección de este capítulo haremos un estudio detallado de cómo cada uno de los dones
puede enfocarse o aplicarse al ministerio de contacto-evangelismo de la iglesia, pero una inspección rápida de
cada uno de los dones que aparecen en los tres capítulos, inmediatamente nos hace pensar en casos, tanto en el
Nuevo Testamento como en la vida cotidiana de la iglesia, en los que estos dones funcionaron y funcionan
dinámicamente para evangelizar. Aun dones tales como el gobierno, la administración, y las contribuciones
financieras pueden servir para facilitar ministerios, para asegurar que el evangelismo seguirá ocurriendo a
través de la acción del Cuerpo.
LOS DONES ESPIRITUALES SIRVEN A TRAVÉS DE
CANALES
¿Por qué, podría alguien preguntar, la música no es incluida en las listas de dones espirituales?
Obviamente Dios usa la música para ministrar tanto dentro como fuera de la iglesia. Parece ser una
herramienta poderosa para el evangelismo, a un lado de la predicación, el testimonio personal, los diversos
medios de comunicación electrónica, y la página evangelística.
Parecería que hay dos razones por las que la música no es incluida como un don espiritual. En primer
lugar, su forma presente en la que es usada en la adoración y el evangelismo es un desarrollo moderno, que
era desconocido en los tiempos del Antiguo Testamento y de la iglesia primitiva. Lo que es más importante,
probablemente la música deba ser vista como un canal para el ejercicio de dones, más que como un don
espiritual en sí misma. Los cristianos pueden ministrar profética o evangelísticamente a través de la música,
especialmente mediante el canto; y otros dones como el del estímulo, también pueden ser expresados a través
de este canal.
En cuanto a si hay más dones espirituales, además de los que son mencionados en los tres pasajes del
Nuevo Testamento, que puedan enfocar en ministerios de contacto y evangelísticos, posiblemente podríamos
identificar algunos. Ninguna de las tres listas de dones es exhaustiva, lo cual debería hacernos cautelosos en
cuanto a estereotipar las definiciones de dones espirituales, o de listas de ellos. Por otro lado, es probable que
algunos de los “dones” que nosotros querríamos añadir, podrían ser incluidos merced a una comprensión más
flexible de lo que algunos de los dones espirituales incluidos podrían incluir en cuanto a formas de ministerio.
LOS DONES ESPIRITUALES FUNCIONAN TANTO PARA
SERVICIO COMO PARA TESTIMONIO
A juzgar por el alcance total de los dones espirituales en las listas del Nuevo Testamento, debemos
concluir que la intención de Dios es que los ministerios de alcance y evangelismo del Cuerpo incluyen ambos,
evangelismo e interés social (incluyendo la acción social en ocasiones apropiadas). El testimonio y el servicio
no son ministerios que compiten, sino ministerios que se complementan. Algunos liberales, a guisa de
“ministrarle a todo el hombre o a toda la persona”, terminan minstrando sólo a las necesidades sociales y
materiales, y descuidando la necesidad más grande, que es la de la salvación.
En el otro extremo, hay cristianos ultrafundamentalistas que se dejan asustar por el espectro del
“evangelio social” al grado que terminan en el rincón opuesto, donde su sentido de responsabilidad va muy
poco más allá de tratar que las personas entren al reino de Dios. En esta generación estamos principiando a
retornar a una filosofía equilibrada, de “esto y lo otro también”, como desplegaron nuestros predecesores
espirituales, en el principio del movimiento de santidad en el siglo XIX.
EL MANDATO CULTURAL
Una manera de expresar ambos lados de la responsabilidad cristiana es hablando del mandato
cultural y el mandato evangelístico (misionero). El mandato cultural está relacionado al estilo de vida
cristiano, y habla de cómo espera Dios que vivamos al cumplir nuestra responsabilidad social con nuestro
prójimo. Las raíces del mandato cultural datan del Antiguo Testamento, de cuando Dios le dio al hombre la
responsabilidad de “sojuzgar” la tierra y sus criaturas (Génesis 1:28), y de cuando, después del diluvio, Dios
amplió el mandato para que incluyera también la mayordomía del hombre sobre las vidas de los otros miem -
bros de la raza humana (Génesis 9:1-7).
Jesús añadió su aprobación de este concepto al ligar al gran mandamiento (“amarás al Señor tu
Dios.”) un segundo mandamiento: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:36-39, citando de
Deuteronomio 6:5 y de Levítico 19:18). El Señor definió con más precisión lo que este amor al prójimo
mediante su historia del Buen Samaritano (Lucas 10:30-37), y mediante su famoso pasaje de “en cuanto lo
hicisteis” (Mateo 25:31-46), en el que los verdaderos creyentes son descritos ministrando a los hambrientos,
los sedientos, los extranjeros, los que no tienen ropa, los enfermos y los encarcelados. Para estar seguros de
que el Cuerpo de Cristo se involucra en mitigar esas necesidades, Dios ha dado dones especializados para
hacer contacto y servir, no sólo para el desempeño de esos ministerios, sino también para mantenernos a todos
los demás conscientes de la necesidad de participar en ellos, como una parte de nuestro estilo cristiano de
vida.
EL EVANGELISTA
El mandato evangelístico (o misionero) es enunciado en la gran comisión, en sus diversas formas en
los Evangelios y en Hechos. En su forma más sencilla puede ser postulado como el mandato de “hacer
discípulos” (Mateo 28:19). Aquí tenemos la esencia de la misión de la iglesia. Implícita en este mandato está
también la orden de plantar iglesias, puesto que el bautizar y el enseñar son funciones de la iglesia. Los que
tienen el don del evangelista dan dirección en la iglesia en la tarea de “buscar y salvar” a los que están
perdidos (Lucas 19:10). El don del apóstol, como veremos después, puede ser interpretado parcialmente como
que está involucrado en la tarea implicada de plantar iglesias.
¿Cómo podemos mantener el equilibrio bíblico debido? En primer lugar, reconociendo que el Espíritu
Santo es el Único que da los dones “como él quiere” (1 Corintios 12:11). Si El les da a algunos creyentes
varios dones para que los desempeñen en ministerios de servicio, así es como ellos deben funcionar en el
Cuerpo y para el Cuerpo. Si el Espíritu les da a otros ciertos dones para que los desempeñen en ministerios
evangelísticos, ésta es el área primordial de su responsabilidad con el Cuerpo.
Por otro lado, no debemos permitir que la doctrina de los dones espirituales se vuelva una avenida de
escape que nos exima de responsabilidad en algunas de las áreas en las que obviamente no tenemos los dones
que otros tienen. Ya hemos afirmado que el estilo cristiano de vida (tal como es descrito en docenas de pasajes
bíblicos) requiere de nosotros que seamos sensibles y obedientes en cuanto a cumplir el mandato cultural,
independientemente del hecho de que algunos cristianos tengan dones que los capaciten a ministrar a las
necesidades físicas y sociales de los necesitados, mucho más allá de lo que nosotros podemos hacer, y con
mayor éxito.
Lo mismo es cierto en cuanto al mandato evangelístico: todos los cristianos hemos sido llamados a
ser testigos (Hechos 1:8), como parte de nuestro estilo cristiano de vida; sin embargo, algunos que han
recibido el don del evangelismo logran resultados mucho más grandes que los nuestros. Peter Wagner ha
descrito esta relación en una manera muy útil para comprender mejor; la define como la diferencia entre el
don (que ayuda a definir el foco de ministerio para los individuos dentro del Cuerpo) y el rol (que identifica a
los diversos componentes del estilo cristiano de vida en el cual todos los creyentes estamos involucrados).
LOS DONES Y LOS ROLES ESPIRITUALES DEFINEN LA
ESFERA DE MINISTERIOS
¿Cómo nos afecta esto a cada uno de nosotros? Podemos hacer un resumen de todo ello en términos
de tres niveles de ministerios que funcionan adentro y afuera del Cuerpo de Cristo.
1. Ministerios intrínsecos
Aquí nos referimos a ministerios que todos los cristianos tienen en común. También podríamos
llamarlos ministerios de estilo de vida, puesto que son parte de lo que significa ser cristiano. Un cristiano se
interesa, ayuda, da, estimula, sirve, tiene compasión y testifica. Todos los cristianos deben cultivar estos
ministerios. Se dirigen tanto hacia adentro como hacia afuera del Cuerpo de Cristo.
2. Ministerios para la vida del Cuerpo
Estos ministerios (Romanos 12 y 1 Corintios 12) son diferentes para cada cristiano ya que el Espíritu
Santo desarrolla estos dones espirituales especiales en nosotros. No todos los cristianos tienen estos dones, así
que debemos ejercer nuestros dones que tenemos en particular, para el beneficio del Cuerpo de creyentes y el
ministerio de éste en el mundo. Algunos de estos dones se adaptan especialmente para la tarea evangelizante
de la iglesia, pero todos ellos deben enfocar en una manera u otra en los ministerios por los cuales la iglesia
hace contacto y evangeliza.
3. Ministerios de liderismo
Los ministerios de liderismo (Efesios 4:11) no sólo funcionan directamente adentro y afuera de la
iglesia, sino que también guían a la iglesia, le dan visión y la entrenan a fin de que no carezca de ningún
ministerio esencial. Los ministerios de liderismo son los del apóstol, el profeta, el evangelista, el pastor y el
maestro. Funcionan con un propósito doble: (1) equipar a los santos para la obra del ministerio, y (2) edificar
el Cuerpo de Cristo (Efesios 4:12). Estos ministerios de liderismo casi inevitablemente involucran a personas
que tienen un ramillete, por así decirlo, de dones espirituales. El propósito de los ministerios de liderismo no
es quitar el ministerio de las manos de los laicos, sino multiplicar el ministerio y darle dirección. Parte de la
dirección que el conjunto de los cinco ministerios de liderismo le dan al Cuerpo es un equilibrio entre el
mantenimiento (o perpetuación) y alcance-evangelismo. Estos dones de liderismo necesitan ser ejercidos en la
iglesia local y también en los niveles más altos de organización de la iglesia, para ayudar a la iglesia a ser la
iglesia.
MINISTERIOS DE ALCANCE-EVANGELISMO DEL CUERPO
DE CRISTO
Enfoquemos ahora nuestra atención en los dones individuales, y en cómo pueden ser enfocados o
dirigidos a los ministerios de alcance-evangelismo del Cuerpo en el mundo, teniendo presente que los
ministerios de servicio y de testimonio se complementan y ayudan mutuamente, en el cumplimiento de la
meta principal e inclusiva de hacer discípulos, que es la misión de la iglesia. Por conveniencia, estudiaremos
los dones en cinco grupos, de acuerdo a sus funciones para la tarea evangelizante de la iglesia.
1. Los dones que facilitan
Esta primera sección incluye el liderismo, la administración, la enseñanza, y dar. Puede decirse que
contribuye a la tarea evangelizante por cuanto la hacen posible.
El liderismo mantiene la atención puesta en metas y prioridades para asegurarse de que la iglesia no
está funcionando meramente como un fin en sí misma. El liderismo también se asegura de que la iglesia está
trabajando para cumplir ambos mandatos: el cultural y el evangelístico. El liderismo ayuda a hacer planes en
esa dirección, examina los resultados, y luego modifica los planes si es necesario para que en efecto la iglesia
haga discípulos y ministre a los necesitados. La diligencia debe caracterizar el funcionamiento adecuado de
este don.
La administración trabaja para la coordinación y cumplimiento de los planes de extensión de la
iglesia. Cuando éstos se estancan o se desvían, la administración descubre dónde está el problema y ayuda a
poner todo otra vez en movimiento, a fin de que la iglesia no se deslice a un estado pasivo. Trata de ver por
delante, y de ayudar a proveer para el futuro, a fin de que las facilidades y la orga nización necesarias estén
dispuestas para lograr las oportunidades máximas de extensión del Cuerpo.
La enseñanza mantiene en funcionamiento los programas de entrenamiento, a fin de que los dones
individuales puedan ser adecuadamente desarrollados para lograr la participación cabal en los ministerios de
extensión para los que esos individuos sean idóneos. La enseñanza mantiene una corriente de información a
fin de que los feligreses sepan cuáles son las necesidades y oportunidades presentes, para que ellos puedan
responder participando con sus dones. La enseñanza también puede participar directamente al entrenar a
hombres y mujeres para que se ayuden a sí mismos en algunas áreas de necesidades materiales y sociales, y
también (la enseñanza) puede enfocar directamente en el evangelismo (como por ejemplo en una clase de
escuela dominical) al ayudar a los educandos a aprender el contenido del evangelio, y al motivarlos a desarro-
llar una obediencia completa que les permita aceptar a Cristo como su Salvador. La prueba de la verdadera
enseñanza es que los educandos respondan y aprendan.
Es obvio que dar (o contribuir) puede hacer posibles muchos resultados al proveer los fondos
necesarios para que haya programas de extensión debidamente equilibrados con programas de mantenimiento.
La característica de dar como don espiritual es que se hace generosamente.
2. Los dones que ministran
Los dones de ministerio incluyen: servir, estimular, misericordia (o compasión), ayudar y el cuidado
pastoral. Estos dones, aliados con los dones de señales que estudiaremos en la siguiente sección, funcionan en
una área que pudiera ser llamada de ministerios compasivos. Están dirigidos a esa área de extensión que está
más directamente relacionada a mitigar las necesidades sociales y físicas incluidas en el mandato cultural.
Ayudan a confirmar el evangelio que compartimos, y dan un ejemplo vívido del estilo cristiano de vida, que
es el de amor que se da a sí mismo. Estos dones logran que las personas desarrollen una actitud de estar listas
a responder a las demandas del evangelio y a entregarse a Cristo Jesús.
La diferencia entre el don de servicio y el don de ayuda generalmente se explica diciendo que el
servicio es más general y ayudar es más personal. Servir es una habilidad rara de ver las necesidades de otras
personas y de mitigarlas, mientras que ayudar es una habilidad rara de hacer posible que otras personas
cumplan sus tareas (y que se sientan felices al hacerlo). Estos dos dones pueden abrir la puerta para el
testimonio, o facilitar el ministerio de la persona que tiene el don del evangelista, al encargarse de detalles
tales como la conservación de datos.
La misericordia, o compasión, ha de ser ejercida con alegría, a fin de que pueda ser un testimonio de
la cualidad de vida que el evangelio produce. Demuestra la ternura y sensibilidad del amor cristiano, y le da a
los que lo contemplan un “poquito” del compañerismo precioso que se encuentra en el círculo de amor de la
iglesia. A veces eso los trae al Señor. El cuidado pastoral (Efesios 4:11) es uno de los cinco dones de
liderismo, y le da énfasis al sentido de responsabilidad que la persona que lo posee, tiene de mantenerse al
tanto de la gente y de sus necesidades, alegrías y penas, y de encontrar maneras apropiadas para mitigar tales
necesidades. Frecuentemente este don es un medio por el cual los seres humanos son atraídos a la fami lia de
Dios, y persuadidos a unirse a ella. Por cierto este don no está reservado a pastores de iglesias; muchos laicos
han recibido el don de tener un corazón de pastor.
3. Los dones de señales
Los dones de fe, sanidad, milagros y discernimiento de espíritus forman esta categoría. Los primeros
tres dones de este grupo frecuentemente son llamados dones de señal, o dones-señal porque tienen cierto
parecido a los milagros de Cristo que son llamados “señales” en el Evangelio de Juan (10:41). El don de
discernimiento sencillamente queda mejor aquí que con los otros dones.
En Mateo 11:2-6, donde leemos que Juan el Bautista desde la prisión envió a sus discípulos a
preguntarle a Jesús si El era el Mesías esperado, el Señor les dijo a éstos que regresaran con su maestro y le
dijeran lo que habían visto y oído: milagros de sanidad y de resurrección y la predicación del evangelio a los
pobres. Sus milagros como demostraciones del poder de Dios eran señales de Quién era El y la clase de reino
que estaba principiando. En la iglesia primitiva, los poderes milagrosos que los apóstoles demostraron,
lograron un propósito similar de darles autenticidad.
Es interesante que en la historia de las misiones (y aun hoy), cuando el evangelio es anunciado por
vez primera entre los miembros de cierto grupo o tribu, no es inusitado que ocurran milagros de sanidad y de
otras clases. El hecho de que esto suceda generalmente entre personas que sólo tienen una tradición oral (sin
un lenguaje escrito, y por ende, sin la Biblia), es también muy interesante, pues los milagros sirven como una
comunicación sin obstáculos, y una prueba de autenticidad de que Dios está obrando a través de sus hijos.
Si bien estamos justificados en tener cautela en cuanto a declarar que estos dones y sus efectos están
apareciendo en nuestro día, no debería sorprendernos que Dios quiera manifestarse de esa manera. Sin
embargo, parece que están sujetos a mucho abuso e interpretaciones erróneas. Cuando se le atribuye la gloria
a Dios, estos dones pueden tener un efecto poderoso en atraer a la gente al evangelio, así como en sanar sus
enfermedades y mitigar otras necesidades. Estos dones frecuentemente son considerados como que no son
permanentes, sino que han sido dados para sanidades y milagros específicos, y que no se han de repetir. No
hay mucho que decir en cuanto a estos dones, pues en efecto no sabemos mucho de ellos, excepto recono-
cerlos cuando se manifiesten.
El discernimiento de espíritus también es raro, si bien no tanto como el anterior, pues nos permite
distinguir entre lo que es genuino y lo que es falsificación, para la edificación del Cuerpo. Es una protección
para el pueblo de Dios cuando alguien está tratando de engañarlo. En su aspecto positivo, nos capacita para
identificar a un verdadero cristiano, con una certidumbre inexplicable, que desarrollamos antes de que
hayamos podido ver cualquier medio normal de confirmación. Cuando Dios da este don, se vuelve muy útil
para los ministerios de extensión.
4. Los dones de comunicación
La profecía, la sabiduría, el conocimiento, los idiomas y la interpretación de idiomas constituyen esta
área vital de dones de comunicación.
La profecía, o profetizar, es el don de proclamar el mensaje o interpretar la verdad de Dios para una
ocasión dada y para los individuos involucrados en ella. Puede incluir la capacidad de declarar
anticipadamente un suceso o evento, pero más frecuentemente significa la declaración del consejo de Dios.
Puede ser ejercido en público o en privado. Tiene el efecto de que los oyentes sientan que Dios les está
hablando directamente y a su situación en particular. Cuando la predicación alcanza su potencial más alto,
tiene un elemento de este don, pero el don puede ser ejercido por otros medios además de la predicación. El
doctor W. T. Purkiser escribe: “La parte de Dios es darnos su unción; la nuestra es la de proveerle algo qué
ungir mediante nuestro estudio, meditación y oración.” 1 Pablo declara: “si el (don es) de profecía, úsese
conforme a la medida de la fe” (Romanos 12:6).
El conocimiento y la sabiduría como dones espirituales generalmente son interpretados como un
contraste, y se dice que representan la percepción y la aplicación. Dios les da el don a ciertos miembros de la
iglesia de una habilidad extraordinaria para razonar o pensar conceptualmente, y a otros miembros les da la
capacidad de traducir tales conceptos en acción y resultados. La iglesia definitivamente necesita ambas clases
de personas para aplicar sus talentos en la extensión y evangelización. Necesitamos “pensadores para el
crecimiento de la iglesia” que nos guíen y nos instruyan, pero especialmente necesitamos “practicantes del
crecimiento de la iglesia”, que traigan a muchos seres humanos al Cuerpo de Cristo, al ser usados por el
Espíritu.
El don de lenguas del que leemos en Hechos fue obviamente un don de profecía funcionando para
cruzar barreras de culturas y de idiomas: Dios milagrosamente les dio palabras para hablarle a personas cuyo
lenguaje materno era diferente del idioma de los que hablaban. El don de lenguas mencionado en 1 Corintios
12 al 14 es un don de comunicación también, puesto que Pablo prohíbe el uso de lenguas en cualquier manera
que impediría la comunicación. Hay diferencias de opinión en cuanto a los detalles de la manera en que este
don ha de ser entendido en nuestro día, pero de una cosa no hay duda alguna, Pablo condenó el uso
equivocado que le dieron los corintios en su día.
Muchas personas creen que el equivalente moderno del don de lenguas es esa habilidad
extraordinaria que Dios les da a algunos misioneros, gracias a la cual aprenden y usan un idioma, que no era
el de ellos, para comunicar el evangelio con resultados extraordinarios en el evangelismo y en la edificación
de la iglesia. Es un hecho extraordinario el que la investigación lingüística contemporánea sobre la glossolalia
(hablar en lenguas), entre grupos cristianos y no-cristianos, no ha podido producir ni un solo caso
documentado en el que el hablar en lenguas fue identificado como el hablar en un lenguaje natural que el indi-
viduo no había aprendido.
La interpretación de lenguas es asimismo un don que ha sido explicado en diversas maneras en
nuestro día. Lo que se cree que este don es, generalmente depende de lo que se cree que es el don de lenguas.
Empero, cuando menos, su sentido bíblico es que este don sirve para lograr que el mensaje de Dios sea
comunicado a personas que no pueden entenderlo cuando es pronunciado o dado originalmente. Toda persona
que haya viajado a un país donde se habla un idioma diferente al suyo, se da cuenta de la importancia de este
don. El mensaje de Dios tiene que ser comprendido antes de ser creído y obedecido. El don de interpretación,
tanto en su sentido limitado como en su sentido amplio, es vitalmente necesitado en nuestro día, en el que los
ministerios étnicos reciben nueva importancia, y en el que las oportunidades para las misiones mundiales y
domésticas van en aumento. Nunca hemos necesitado más las pericias lingüísticas y culturales, saturadas por
el poder del Espíritu Santo.
5. Los dones para el crecimiento de la iglesia
Estos dones son solamente dos: el don del evangelista y el don del apóstol.
El don del evangelista se enfoca en la meta de la misión de la iglesia: hacer discípulos (Mateo 28:19).
No todos los cristianos tienen este don (como en el caso de los otros dones), pero todos los cristianos hemos
de funcionar como testigos, y de desarrollar nuestro talento para guiar a otros al Salvador, en la medida en que
la oportunidad se nos presente. La combinación de este don con otros determina si ha de ser usado a través de
la predicación, o en el evangelismo personal, o en ambos. Es tanto un don para ministros como para laicos, y
se ejerce en ocasiones públicas y privadas. La prueba de este don es que hombres y mujeres en efecto se
vuelvan cristianos gracias a los esfuerzos del evangelista (en este sentido significa la persona que usa el don
del evangelismo). Hay miles y miles de cristianos en quienes este don yace subdesarrollado, porque nunca
han aprendido cómo ejercerlo. El reconocimiento y la aplicación de este don es una de las prioridades más
altas de la iglesia de nuestro día.
El don de apóstol es probablemente uno de los dones menos comprendidos de nuestro día porque los
protestantes generalmente han pensado que su función terminó con la muerte de los 12 apóstoles. Sin
embargo, el Nuevo Testamento usa el mismo término para designar a otros líderes principales en la iglesia
primitiva, tales como Jacobo y algunos asociados de Pablo en el ministerio misionero y de establecimiento de
iglesias. El hecho es que apóstol fue el nombre técnico para designar al misionero en las iglesias de habla
griega de los primeros dos siglos.
El significado que continúa hasta nuestro día de este don yace en el hecho de que equipa al que lo
tiene para los ministerios pioneros en las fronteras de la iglesia, donde ésta invade al mundo. Es el don que
necesitan los líderes generales de la iglesia, ya que ellos tienen que lograr que la iglesia siga entrando en
nuevas áreas geográficas del mundo, y funcione allí. Es el don que nos equipa para ministerios entre personas
que son de otra cultura, en el nivel de la iglesia local; es lo que nos da la visión y los medios para evangelizar
a los grupos étnicos a nuestro derredor. Es el don que forja la orientación mental del organizador de iglesias,
quien está feliz de aceptar una misión en la que no hay nadie ni nada, y quien con la ayuda del Espíritu ve la
conversión de los perdidos, y los ve volverse miembros responsables del Cuerpo de Cristo. Obviamente este
es el don que hace que uno que aspira a ser misionero se vuelva un misionero.
Así que vemos que, aunque hay algunos dones que funcionan primordialmente para la extensión de la
iglesia, todos los dones pueden ser enfocados o utilizados para la extensión en una manera u otra, a fin de que
el Cuerpo de Cristo logre su misión de hacer discípulos y de edificar el reino de Dios.

PARA DISCUSIÓN
1. ¿En qué sentido es el evangelismo “una función de todo el Cuerpo?
2. ¿Por qué no está incluida la música en las listas de dones espirituales?
3. Explique la diferencia entre el mandato cultural y el mandato evangelístico (o misionero).
4. ¿Cuáles son los ministerios del estilo de vida?
5. ¿Cuáles son los ministerios para la vida del Cuerpo?
6. ¿Cuáles son los ministerios de liderismo?
7. ¿Cuáles son los dones del crecimiento de la iglesia?

6
LA PALABRA DE DIOS EN NOSOTROS:
Cómo Empezar a Utilizar Nuestros
Dones Espirituales

por Raymond W. Hurn


Ahora que hemos llegado a un punto de vista bíblico más claro acerca de los dones
espirituales, necesitamos descubrir nuestra función en el Cuerpo de Cristo.
El Dr. C. Peter Wagner ha sido un pionero moderno en el estudio de los dones
espirituales y en el impacto que han tenido en el crecimiento de la iglesia. A pesar de que
existen puntos de diferencia entre el Dr. Wagner y otros eruditos sobre algunos aspectos de
la teología de los dones, su contribución fundamental es de valor indiscutible. El Dr.
Wagner señala cinco pasos hacia el descubrimiento de los dones espirituales (nosotros
hemos agregado un sexto paso).
1. “Explore las posibilidades.” Usted las ha estado explorando mentalmente y
en las conversaciones que ha tenido con sus amigos al repasar los primeros cinco capítulos
de este libro. Las posibilidades se le han revelado en las Escrituras y a través de la
enseñanza de los excelentes maestros que escribieron estos capítulos.
2. “Experimente con todas las posibilidades que pueda. “ Los dones espirituales se descubren
de la misma manera en que se descubren los talentos naturales —experimentando con ellos. Nadie ha
aprendido a nadar, a pasearse en una bicicleta o a cantar una aria leyendo un libro solamente. Para aprender
uno tiene que participar en esas actividades. Lo mismo es cierto respecto a los dones espirituales.
3. “Examine sus sentimientos.” ¿Siente satisfacción cuando pone en práctica
algún don en particular? En caso de que no sienta satisfacción, tal vez sería mejor que con-
tinúe su evaluación de ese don.
4. “Evalúe su efectividad.” Dios nos da los dones espirituales con ciertos
propósitos específicos. Nuestros dones producirán resultados siempre y cuando los usemos.
5. “Espere que el Cuerpo confirme los dones que usted tiene.” Si usted es el
único que piensa que tiene cierto don, lo más probable es que no lo tenga. Recuerde que
recibimos dones no para nuestro propio beneficio, sino para el beneficio del Cuerpo. Por lo
tanto es natural que el Cuerpo debería poder reconocer el beneficio de sus dones.
6. “Espere que el Espíritu de Dios le dé una confirmación interna de los dones
que usted tiene.” Este sexto paso fue agregado por el Dr. Paul Orjala en su libro intitulado
Get Ready to Grow, Nunca debemos pensar que los dones del Espíritu Santo son objetos
que pueden ser manipulados por una colección especial de procedimientos humanos. El
testimonio del Espíritu es esencial a nuestra vida en el Espíritu.
Estos seis pasos nos llevan sucesivamente al descubrimiento de nuestros dones
espirituales. Tomar sólo un paso no es suficiente. Los pasos tienen que ser tomados al
mismo tiempo y deben afirmar el mismo resultado.
RESPONSABILIDADES O FUNCIONES
Uno no tiene que sentirse “dotado” espiritualmente para poder desarrollar ciertas responsabilidades o
funciones. En una familia un padre tiene que fungir como padre aunque otros padres sean más efectivos. La
“función de padre” verdadera requiere la provisión de alimentos, abrigo, educación y nutrición espiritual de
los hijos. Estos pueden causarles muchos inconvenientes a los padres, quienes tienen que ajustarse a los
horarios, lecciones y actividades escolares de sus hijos. Muchas de las responsabilidades de ser padre son
desarrolladas por necesidad y no por deseo.
De igual manera, todos los que somos files al Señor Jesucristo tenemos
responsabilidades cristianas. En Romanos 12:3 Pablo nos insta a que pensemos de nosotros
mismos con “cordura” y que no tengamos “más alto concepto” del que debemos tener.
Como cristiano, tal vez yo no tenga el don espiritual de dar, que incluye la habilidad de
ganar dinero, pero se requiere de mí que sea un mayordomo fiel de lo que he ganado, lo que
significa que debo diezmar fielmente toda mi vida.
Yo era miembro de una iglesia local cuya junta hacía algunas decisiones muy malas
(por lo menos esta era mi opinión). No dejé de asistir a esa iglesia, ni tampoco dejé de
diezmar u ofrendar. Hay dos elementos que debemos recordar respecto al liderazgo de
cualquier iglesia local: (1) los líderes a veces harán decisiones malas (por lo menos en la
opinión de algunos de los feligreses); (2) con el tiempo, algunos líderes terminan el plazo
de su servicio, y son elegidos líderes nuevos. Mi responsabilidad como cristiano es ayudar a
los que ocupan puestos de responsabilidad y ser fiel a mis deberes en el Cuerpo de Cristo.
Por lo general, el liderazgo de una iglesia mejora con el tiempo, la oración y la experiencia.
La oración es tanto una responsabilidad como un privilegio. La fe de salvación es
requisito para entrar al reino de Dios, y la fe debe ser continuamente manifestada por todos
los cristianos. Otro gran privilegio del cristiano es mostrar hospitalidad a las personas que
asisten a nuestra iglesia, como también a las que no asisten a ella. Y usted no tiene que
sentir que ha sido dotado por el Espíritu para cumplir con estas responsabilidades.
En cierta ocasión observé a un reconocido erudito bíblico, el Dr. Ralph Earle,
realizar un trabajo de aseo improvisto e inconspicuo. La ocasión era una serie de servicios
de avivamiento de distrito en la que él era el orador especial. El simplemente hizo la
limpieza a la carrera antes de que alguien más se diera cuenta. El aseo no era su deber.
Acababa de proclamarles algunas verdades bíblicas a más de mil personas que se habían
congregado para ese servicio. El aseo era necesario para la comodidad de todos los
presentes, y él lo hizo.
Tal vez sea provechoso hacer una lista de las ocasiones en que usted ha observado a
personas desarrollar responsabilidades o funciones no asignadas a ellas, o para las cuales
ellas no tienen un don espiritual.
¿No fue Jesús quien dijo: “Yo estoy entre vosotros como el que sirve” (Lucas
22:27), y “El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo” (Mateo 23:11)?
LA IMITACIÓN DE LOS DONES
No olvidemos que el fruto se requiere de todos los cristianos, pero que todos los
dones no son requeridos. Creemos que Dios nos da a cada uno de nosotros dones a desa-
rrollar y utilizar para el máximo éxito de la iglesia. Aunque el fruto del Espíritu no puede
ser imitado de manera efectiva, cualesquiera de los dones sí lo puede ser. ¿Quién puede
imitar o fingir el amor verdadero, el gozo espiritual, la paz o la paciencia? Los que tratan de
imitar el fruto pronto son descubiertos.
A pesar de que los dones espirituales pueden ser imitados, es importante notar que nuestra falta de
comprensión de los dones espirituales está a la raíz de la falta de crecimiento de miles de iglesias. Algunos
miembros están frustrados y se sienten culpables. ¿Podemos encontrar algunas ayudas prácticas que nos
ayuden a todos a crecer más, utilizando los dones espirituales? Espero que así sea.
DESARROLLE SUS DONES
En su capítulo, la Dra. Mildred Wynkoop recalca la relación entre los talentos
naturales y los dones espirituales. Aunque no sean iguales, están relacionados. De igual
manera en que los talentos naturales no alcanzan su madurez en el momento en que nace
una criatura, así tampoco los dones espirituales emergen maduros y completos en el
momento en que son descubiertos.
Tienen que ser desarrollados en el contexto del Cuerpo de Cristo. En seguida
repasaremos algunos de los dones que ya hemos tratado en este libro con el fin de que usted
y yo pensemos en algunas maneras en que podamos desarrollarlos, y usted pueda formar su
propio portafolio sobre ministerios al Cuerpo.
Profecía
A algunas personas Dios les da una habilidad extraordinaria para comunicar su
mensaje al cuerpo de creyentes para su edificación. Por lo común creemos que este es un
don del pastor de la iglesia. Recuerdo bien que como pastor yo hacía un gran esfuerzo en la
oración, en el estudio y en la interpretación de la Biblia para encontrar algún mensaje
ungido por el Espíritu que yo pudiera comunicar. Ahora que sirvo como oficial de la iglesia,
en mis viajes he observado lo consciente que están nuestros pastores de esta res-
ponsabilidad, y cuánto trabajan, a veces ayunando y orando, para cumplir la divina tarea de
comunicar el mensaje de Dios. ¡Cuán afortunados somos de tener a tantos “profetas”
dedicados!
Hace varios años el Departamento de Educación y el Ministerio descubrió en una encuesta realizada
entre estudiantes de colegios y seminarios que 2.221 habían ingresado en las escuelas nazarenas de educación
superior porque Dios los había llamado al servicio cristiano, la mayoría al pastorado, otros a ser evangelistas,
misioneros y maestros. ¡Dios ha estado contestando nuestras peticiones de llamar obreros a su mies! Esta
cantidad es mayor que el mínimo de obreros que se necesitan para tomar el lugar de los pastores, evangelistas
y misioneros que fallecen o se jubilan cada año. Esto debe ser ocasión de gran gozo para nosotros.
Recordemos que nuestras escuelas sólo pueden preparar a las personas que les
mandamos de nuestras iglesias locales. Así que toda iglesia local tiene la responsabilidad de
mantener un ambiente de victoria, gozo, y crecimiento con el fin de dar un buen ejemplo
que los jóvenes puedan seguir.
Sin embargo, en este estudio no estamos interesados en personas que se dediquen de
lleno al ministerio. Aquí intentamos ayudar a los laicos a descubrir “su ministerio”. ¿Hay
algún laico que tiene el don espiritual de profecía, y si lo hubiera, cómo lo descubriremos?
Seguramente que algunos laicos han recibido el llamado divino de presentar un
mensaje profético a la iglesia. Esa voz de profecía con el mensaje de Dios ha fortalecido,
preparado, motivado, o inspirado a los miembros de la familia de fe.
Enseñanza
La enseñanza es parecida a la predicación. Es comunicación del orden más alto. Al
igual que la predicación, funciona para la edificación del Cuerpo. Suple al mensaje bíblico
con mayores detalles, aplicándolo a la vida de hoy, y presentándolo de una manera muy
personal. Los participantes en la enseñanza tienen más oportunidad de expresarse,
explicando y reforzando el mensaje con otros feligreses.
Es una lástima que contemos con tan pocos maestros. Podríamos tener muchos más
si en las iglesias hiciéramos lo siguiente:
1. Extender la base del programa educativo estableciendo más puestos para
maestros y equipándolos para enseñar.
2. Reorganizar las aulas de clase, o construir algunas nuevas, para proveer más
espacio para que los maestros recién preparados enseñen las riquezas inescrutables de
Cristo.
Tenemos otras alternativas también, como enseñar en los hogares, en salas
alquiladas, bajo la sombra de un árbol, o dondequiera que la gente se pueda reunir. Algunas
iglesias en áreas muy pobladas, como en pueblos rurales, han descubierto modos
innovadores para incorporar estas dos sugerencias en su programa educativo, y las iglesias
han crecido mucho.
La Iglesia del Nazareno ha alcanzado un punto de estancamiento muy serio en mil o
más de nuestras congregaciones, y allí nos quedaremos hasta que los líderes locales quieran
“darle un ministerio” a muchos más maestros y trabajadores. Es relativamente fácil lograr
el crecimiento de la iglesia hasta tener 35 miembros, y no es mucho más difícil hacer que la
feligresía crezca a 74 miembros (el 57% de las Iglesias del Nazareno tenían 74 miembros o
menos en 197819[1]). Es muy difícil alcanzar el nivel de 125 miembros o más, y sólo el
10% de nuestras congregaciones han alcanzado el nivel de más de 200 miembros.
La capacidad de ascender de una etapa a otra más alta siempre gira alrededor del
deseo de confiar el ministerio educativo a personas con poca experiencia en la educación, y
en ciertos casos a personas sin preparación alguna. Dios les ha dado dones espirituales a
todos sus hijos. Y el Espíritu Santo quien nos purifica, también nos unge para su servicio.
Es una lástima ver a los “pioneros de la iglesia” (los que llegaron primero), frustrar el
dinamismo de los que recién se han establecido en la iglesia (los que llegaron al último),
procurando exaltar a Cristo a través del uso de dones espirituales en la iglesia.
Parece costoso tomar el tiempo para preparar a otros para que participen en el
ministerio, pero si lo hacemos en el Espíritu y con la preparación adecuada, los resultados
se verán en el crecimiento del reino de Cristo. Nuevas almas serán ganadas y la obra
crecerá y se multiplicará.
EL DESARROLLO DE PROFETAS Y MAESTROS
Usted no necesita esperar hasta estar dentro de un aula y recibir una asignación
oficial de la iglesia para desarrollar su don espiritual de profecía o de enseñanza. Debe
empezar a tomar los siguientes pasos prácticos hoy mismo.
1. Sea fiel a los medios de la gracia —en oración, en estudio bíblico, y en
asistencia a la iglesia. Practique la buena mayordomía de diezmar su dinero y su tiempo.
Mantenga un buen espíritu.
2. Practique relacionando los principios bíblicos a las situaciones de la vida
(como eventos continuos y eventos pasajeros que relatan las noticias).
3. Observe a los que explican la Palabra de Dios, como a su pastor o su
maestro de escuela dominical. ¿Cuáles métodos emplean? ¿Hay un modelo consistente en
su enseñanza? ¿Son efectivos en su comunicación? Si no son efectivos, ¿por qué no? Usted
puede aprender de los fracasos y los éxitos de ellos. El fracaso de no haberse comunicado
efectivamente a veces puede enseñarle más que la metodología que siempre resulta
efectiva.
4. Encuentre a alguien a quien usted pueda enseñar. Tal vez pueda empezar
con uno de sus hijos o con el niño o la niña del vecino. Puede empezar una clase bíblica en
el patio de su casa o un estudio bíblico de hogar. Enseñe una clase de escuela dominical o

19
enséñele a uno de sus amigos. El ni siquiera tiene que saber que él es el alumno. Usted
sabrá que su fin es enseñar de la Palabra de Dios, y la observará arraigarse en la vida de
otra persona. Los predicadores hacen esto todo el tiempo cuando en oración escogen
pasajes bíblicos para leer durante sus visitas en hogares y en hospitales. Con frecuencia el
mensaje tiene que ser presentado con benignidad y sutileza. La enseñanza más efectiva tal
vez sea la ilustración o el testimonio improvisto y amable.
5. Estudie los métodos de la enseñanza. Aprenda de los cuadernos de enseñanza de su
denominación los cuales exponen las lecciones de todo un trimestre; también puede aprender de las ayudas
pedagógicas. Esté dispuesto a ayudar en la enseñanza de una clase de escuela dominical cuando se lo pidan
los líderes de la iglesia local. Sumérjase en un ambiente de enseñanza. Usted mismo sea un apren diz; el
aprendiz activo resulta ser el mejor maestro. Comuníquese con la División sobre la Vida Cristiana y con la
oficina del Curso de Capacitación Cristiana para recibir sugerencias sobre la enseñanza (6401 The Paseo,
Kansas City, Missouri, 64131).
De todas las maneras posibles ayude a los jóvenes a desarrollarse a través de la utilización de sus
talentos y capacidades. Con frecuencia hemos descubierto a jóvenes que estudian para el ministerio que nunca
han enseñado una clase de escuela dominical. ¿Quién es responsable? Usted puede culpar a esos jóvenes si le
parece bien hacerlo, pero yo creo que la culpa la tiene la iglesia interesada sólo en sí misma, que está tan
interesada en no trastornar a los pioneros, que no hace el esfuerzo para desarrollar a los jóvenes que están
entrando a la iglesia por la puerta de enfrente, a veces en grupos numerosos. ¿Qué ganamos al llevar a los
jóvenes a la iglesia si se van sin que los hayamos discipulado ni empleado en la cosecha del Maestro?
En ciertas ocasiones he hecho un esfuerzo especial para entrar en una clase y estudiar los métodos del
maestro. He observado que los maestros que tienen el mayor éxito en la comunicación no son siempre los que
hablan todo el tiempo de la sesión. Algunos de ellos permitieron que otros se expresaran y reaccionaran.
Habían preparado a algunos de los alumnos para que ayudaran en la presentación de la lección. Efectivamente
dirigieron los pensamientos de la clase hacia los principios básicos de la lección. Lograron que todos los
alumnos se sintieran tranquilos. Mostraron comprensión por cada uno de los participantes en la discusión sin
criticarlos. Parecieron identificarse con los problemas de los jóvenes y de los adultos, y parecieron
comprender estos problemas. Su interés fue marcado. Los estilos que emplearon fueron estimulantes
intelectualmente y desafiadores.
¡Los alumnos deben recibir ayuda en cada sesión!
Servir
Mi esposa y yo estamos de acuerdo de que uno de los ejemplos más finos de una persona que tiene el
don de servir, que hemos observado recientemente, es la señora Stephens, quien vive en Greystones, cerca de
Dublín, Irlanda. Cierto domingo la observamos mientras preparaba una mesa para 20 personas, a la cual sólo
podían sentarse seis por lo general. Lo hizo humilde, serena y bellamente, y con mucho amor. Ella rinde esta
clase de servicio con frecuencia, como usted ya pudo habérselo imaginado. Observamos en ella esta misma
mansedumbre y humildad tan efectiva cuando ayudó a servir a 150 irlandeses norteños en una sala alquilada
en el corazón de Dublín. Tuvo la asistencia de su esposo y de seis miembros de la Iglesia del Nazareno en esta
ciudad.
Los 150 congregados eran nazarenos de nuestras iglesias en Irlanda del Norte, que se habían reunido
para darles la bienvenida al superintendente pionero Harold Brown, y a su esposa Vera, pero también para
afirmar y respaldar con su presencia e interés al pequeño grupo de nazarenos en Dublín cuya iglesia tiene sus
cultos en un apartamento. La señora de Stephens trabajaba en otro cuarto, callada, preparando emparedados y
otros manjares para los invitados. El domingo por la mañana, en su manera callada, mansa e improvista,
dirigió a los niños a otro cuarto del apartamento en que celebran los servicios, para que los adultos pudieran
adorar a Dios en la pequeña sala.
Mi esposa y yo tenemos a una vecina nazarena que también tiene el don de servir. Es mansa y
humilde. Recientemente se ofreció para cuidar a dos niños dos días por semana para ayudarle a una vecina
recién divorciada. Algunos de nuestros otros vecinos van a su casa regularmente para que los aconseje sobre
asuntos de la vida diaria y sobre asuntos espirituales.
Jesús dijo que “los mansos… recibirán la tierra por heredad” (Mateo 5:5). Todos los que tienen el don
de profecía o el de enseñanza tomen nota de que en Romanos, Pablo puso el don de servir entre los de
profecía y enseñanza, y que el de enseñanza es seguido por el don de animar.
Al desarrollar las posibilidades que le ofrece el don de servir, haga un esfuerzo específico para pensar
de los servicios que usted puede prestarles a los miembros del Cuerpo. Busque las maneras en que pueda
servir a otros. Extiéndale los brazos abiertos a alguien que tiene las manos llenas, comparta su himnario. El
hecho de ofrecer un vaso de agua fría y el ayudar a los necesitados nos puede parecer inaceptable, ¿pero con
cuánta frecuencia usamos medios creativos para servir? Utilizamos estos medios para servir a personas en
ciudades o países lejanos, ¿pero cómo serviremos a las personas con que nos relacionamos todos los días?
Hospitalidad, ayudar
Es evidente que en la explicación del don de servir incluimos características relacionadas al don de
hospitalidad y al de ayudar. ¿Puede diferenciar entre estos tres dones?
Hospitalidad. El Dr. C. Peter Wagner define este don como “amor a los extraños”. 1 Los que tienen
este don pueden crear un ambiente receptivo, aceptado y cálido alrededor de los necesitados. Los corazones se
unen como resultado de su hospitalidad generosa. Son felices cuando sus hogares están llenos y cuando están
satisfaciendo las necesidades de sus invitados. La satisfacción de sus invitados es de primera importancia.
Wagner escribe: “El lema de la persona con este don es ‘la hospitalidad antes que el orgullo’.” 2 Todo no tiene
que estar en orden perfecto antes de que un invitado sea bienvenido en su hogar; la necesidad del individuo es
más importante que la apariencia que da el altero de los platos del desayuno, o el periódico regado por todo el
piso de la sala.
Ayudar. La diferencia entre el don de servir y los dones de hospitalidad y de ayuda es que el primero
se dirige a un grupo o institución, y estos últimos se dirigen al individuo. Y la diferencia entre el don de
hospitalidad y el de ayudar es que el de hospitalidad se dirige hacia cualquier persona necesitada, y el don de
ayudar se dirige al cristiano necesitado.
Wagner define el don de ayudar como la capacidad que Dios nos da para “invertir nuestros talentos
en la vida y ministerio de otros miembros del Cuerpo, capacitando a la persona ayudada a aumentar la
efectividad de sus dones espirituales”.3
Tengo el privilegio de servir como el director ejecutivo de un departamento altamente diversificado.
Trabajamos con distritos nuevos, iglesias donde no se habla inglés, iglesias de minorías étnicas, la
arquitectura de iglesias, préstamos para misiones domésticas, la organización de iglesias nuevas, materiales de
lectura y estudio misionero, ministerio a los arrabales, materiales para el crecimiento de la iglesia, talleres de
entrenamiento, ministerios de experimento, y con un presupuesto de dos millones de dólares que incluye el
fondo de alabastro, becas para estudiantes de minorías que se preparan para el ministerio, entre otros
proyectos. En estas áreas de servicio cuento con excelentes ayudantes. Harold Allen, asistente administrativo;
John Oster, editor; Franklin Cook, coordinador de misiones urbanas; y Jan, Kathy, Linda, Cecilia, Mary,
Cherryl, Charles, Dale, Gladys, y Arlene me ayudan muchísimo. Todos ellos son dados a crear en su manera
de pensar, y ensanchan mi influencia en toda actividad. Son tan importantes en los ojos de Dios como el
ejecutivo.
¿Quiénes son los ayudantes en su iglesia? ¿Qué pasaría (o no pasaría) si su iglesia de un momento a
otro ya no tuviera a estas personas “dotadas”?
Animar
Animar o exhortar significa ofrecer palabras de fortaleza y ayuda a los miembros del Cuerpo para su
edificación. Este don puede desarrollarse en grupo o entre dos personas. Por lo general se desarrolla entre dos
personas. Ore por alguien que está solo o desanimado; cada día haga algo por solo una persona, o diga algo
que la anime; haga una lista de los miembros nuevos, de los miembros olvidados —estos son los posibles
candidatos a la soledad; llévele flores a un anciano; pídale al fotógrafo que experimenta con la cámara o al
músico que empieza a tocar que le demuestren su talento. Sea sensible a las señales físicas que nos indican el
desánimo en una persona, y lleve a cabo deliberadamente un plan para levantarle el espíritu a esa persona.
Mi ayudante de oficina, la señora Gladys Johnson, ha hecho una carrera de usar su don espiritual de
animar a otros durante los 11 años de empleo en el Departamento de Misiones Domésticas. Aun firma su
nombre “Glad” (que en inglés significa “alegre”). Yo me siento alegre de que ella trabaje conmigo.
Constantemente nos anima a todos. Ella dejó su carrera de negocio, lo que le causó muchos inconvenientes y
sacrificio, para servir a la iglesia. Esto es típico de muchos de los trabajadores en la sede internacional de la
Iglesia del Nazareno.
Usted puede desarrollar este don si hace un esfuerzo especial para amar y ser sensible a las
necesidades de los que agonizan, de los divorciados, de los desempleados o de los que están experimentando
una crisis en su vida.
Dar
Por cada persona que tiene el don espiritual de dar, ha de haber mil que no lo tienen pero que son
fieles mayordomos en dar sus diezmos y ofrendas. El don especial de dar siempre depende de la capacidad
para ganar dinero. Un truco favorito del diablo es lograr que los hijos de Dios busquen los dones espirituales.
Los que son tan necios como para pedir que Dios les dé un don específico se frustran o pierden la fe. Algunos,
son persuadidos erróneamente, a prometer que darán cantidades imprudentes con la esperanza de que esto los
haga dadores “ricos”.
Durante mis pastorados, yo prediqué con regularidad sobre la mayordomía. Cierta viuda jubilada y
pobre pero fiel, confesó su gran desánimo porque no tenía mucho dinero. Todos la conocíamos y la
amábamos, y sabíamos que prácticamente no tenía dinero y apenas subsistía (por lo menos físicamente). Me
decía: “¡No cuento con entradas de ninguna clase!”
Con toda bondad le hice preguntas acerca de su situación. “¿Cuánto es el 10% de nada?” Ella pudo
ver el punto de mi pregunta, y sonrió cuando agregué: “Si el total de las entradas que Dios le ha encomendado
es cero, el diezmo también es cero, y esto es tan importante para Dios como el diezmo de un millón de
dólares.” Dios requiere todo de nosotros, todo lo que somos y todo lo que tenemos, sea poco o sea mucho.
Algunas personas astutas que están orientadas hacia el éxito, siempre han logrado engañar a algunos
a “dar mucho para poder recibir mucho”. Esta no es la fórmula del éxito. Es verdad que algunos de los hijos
de Dios tienen el don de ganar mucho dinero, y le damos gracias a Dios por ellos. Hacen posibles grandes
contribuciones para el adelanto de la obra de Dios. Yo conozco a algunos de estos gigantes en asuntos
espirituales y económicos que viven en los estados de Texas, Oregon, Colorado, Kansas, Missouri, Oklahoma,
California, Illinois, Ohio, en algunos de los estados del noreste, y en Canadá, Irlanda, y en muchos otros
lugares. No cabe duda de que ellos tienen el don de ganar dinero y de darlo.
Pero entonces, ¿qué queda para mí? ¿No debemos todos experimentar con los dones del Espíritu?
¡Claro que sí! Y puede resultar muy divertido el experimentar con el don de dar. John Oster, el editor del
Departamento de Misiones Domésticas es hombre de mucha iniciativa y me ha ayudado en diferentes
maneras. De él son las siguientes sugerencias.
Haga una contribución que no está obligado a hacer. Haga una contribución anónima. Observe la
diferencia que hace en las vidas de otros y en su propia vida. Establezca una meta para dar más que el
acostumbrado diezmo por un período específico de tiempo. Note el cambio en sus sentimientos o actitud.
Observe si el dinero adicional ayuda al Cuerpo a alcanzar alguna meta financiera. Busque maneras nuevas
para dar; no siempre dé dinero. Dé ropa, o comida, o tiempo, o lo que se necesite y sea apropiado. Dé con
atrevimiento y examine sus sentimientos. ¿Está Dios con usted cuando da?
Liderazgo20[2]
Me parece atinada la definición de presidir de C. Peter Wagner en su nuevo libro sobre los dones
espirituales, en el que escribe:

20
El don de presidir es la capacidad especial que Dios da a ciertos miembros del Cuerpo de Cristo para
que establezcan metas de acuerdo al propósito de Dios para el futuro, y con el fin de que comuniquen estas
metas a otros en tal manera que voluntaria y armoniosamente colaboren para alcanzarlas y así glorifiquen a
Dios.4
Uno no puede ser líder sin seguidores. Esto es obvio. Los feligreses de una iglesia son más leales y
sensibles con sus líderes o dirigentes, que lo son los empleados en organizaciones seculares con sus jefes.
Esto se debe a la cohesión de los lazos de amor y apoyo mutuo que unen a los miembros del Cuerpo de Cristo.
Sin embargo, con frecuencia esta unión tan cohesiva oculta nuestras imperfecciones y los resultados malos de
algunos métodos que empleamos. A menudo asumimos que estamos progresando más de lo que indican los
resultados.
Todo cristiano debe ser optimista respecto al evangelio, y tener completa fe en él, pero los buenos
dirigentes también tienen que ser pragmáticos; deben reunir todos los datos, ser honestos respecto a los
programas que no producen buenos resultados, y desecharlos y luego desarrollar métodos efectivos.
El que preside tiene la responsabilidad principal de observar la cosecha, encontrar las áreas donde la
gente es más receptiva al evangelio, y entrenar y enviar a los obreros a cumplir el mandamiento de hacer
discípulos.
Sin embargo, todos debemos experimentar con el don de presidir. ¿Por qué no empezar a
experimentar hoy mismo? He aquí algunas sugerencias.
Observe lo que necesita hacerse en la iglesia. Pruebe su capacidad como líder; haga algo. Si usted
preside, ¿lo seguirán otras personas? Nunca lo descubrirá si no hace el esfuerzo. El líder tiene que ser
valiente. Usted tendrá que sobresalir un poco de los demás o ellos no podrán seguirlo. Experimente con su
don de presidir primero con proyectos pequeños y luego con proyectos mayores. Hay muchas tareas que
podrían llevarse a cabo si usted usara su don de presidir. Siempre sea fiel si desea ganar el respeto ne cesario
de los que pudieran constituirse en sus seguidores.
Misericordia
Claro que usted es amable, pero ¿quién más lo sabe aparte de usted? Busque
maneras de mostrar su amabilidad. Tome nota de los enfermos o afligidos dentro del
Cuerpo. Luego examine sus propios sentimientos para determinar cómo se sentiría si
estuviera en las mismas circunstancias. ¿Qué lo animaría o lo haría sentirse mejor? Hágalo
entonces para el enfermo o el afligido. Con deliberación muestre su misericordia.
Imagínese a Jesús en su situación. ¿Encontraría El oportunidades para ser misericordioso?
Tal vez el Espíritu Santo le guíe en algún hecho de misericordia.
Evangelista
A menos de que usted ya tenga una idea de que tiene este don, no empiece a
experimentar con él. Practique algunos de los otros dones primero, los cuales le abrirán las
puertas a las oportunidades para testificar. Después experimente con el don de evangelismo.
Este representa la gracia que Dios nos da para dirigir a otra persona a Cristo. Familiarícese
con los pasajes bíblicos acerca de la salvación y con algunos métodos específicos de cómo
testificar, como los que ha producido nuestro Departamento de Evangelismo.
Todos sabemos que el cristiano nacido de nuevo debe testificar, o debería estar dispuesto, capacitado
y listo para hacerlo. Algunos estudios minuciosos revelan que el testimonio se ha practicado muy poco
últimamente. El análisis del trabajador del material de estudio al cual nos hemos referido como la Clínica
Diagnóstica (véase Apéndice B), sorprenderá a la mayoría de los dirigentes de las iglesias porque revela cuán
pocas personas participan en el evangelismo. Muchos feligreses tienen el don de evangelismo, cuya función
es reproductora. Tenemos que descubrir quiénes son, luego prepararlos, y asignarlos en esta importante tarea.
Recientemente asistí a una iglesia de 600 miembros para analizar a sus trabajadores,
y los que me ayudaron en el análisis y yo descubrimos que sólo el 1.5 por ciento de la
feligresía participaba en el evangelismo de un modo directo. Es obvio que esta iglesia
necesita utilizar a un número más grande de personas en actividades evangelísticas aunque
tenga que usar a los que están dedicados a funciones de conservación para lograrlo.
Por lo general, no más de 10 por ciento de la feligresía de iglesias que tienen un
programa efectivo de evangelismo participa en el evangelismo. En su mayoría los feligreses
trabajan como ujieres, maestros de escuela dominical, miembros del coro, limpieza,
administradores, etc. Las tareas de conservación que mantienen viva a la institución usan
casi toda la energía de la iglesia local.
¿Qué porcentaje de los miembros de su iglesia participan directamente en el
evangelismo personal cada semana, y en la visitación dirigida a encontrar nuevos asistentes
o prospectos?
Es importante que la iglesia experimente tanto crecimiento interno como
crecimiento de expansión. Una meta buena para su iglesia es involucrar al 50 por ciento de
los miembros en alguna responsabilidad de conservación como la enseñanza o el
ministerio. Entonces, si logra que el 10 por ciento participe en el evangelismo semanal, es
casi seguro que su iglesia crecerá.
Misionero
El don de misionero definitivamente cruza las fronteras culturales. Con resolución
asóciese con grupos de otras culturas en situaciones de servicio o en que pueda testificarles.
Explore su capacidad de aprender otro idioma.
Enseñe una clase de escuela dominical compuesta de alumnos de una minoría étnica.
Examine su efectividad en dar testimonio atravesando barreras culturales. Ofrezca sus
servicios a la obra misionera en los arrabales. Invite a cenar a una persona o familia de otra
nacionalidad o de otro nivel socio-económico con el propósito de llegarse a conocer unos a
otros, cantar, estudiar las Escrituras, y compartir verdades espirituales. Comuníquese con
las agencias del gobierno para investigar cuántos grupos minoritarios de distintas
nacionalidades hay en su comunidad y dónde están localizados. Investigue cuáles son sus
necesidades.
Sabiduría
¿Qué es lo que verdaderamente nos dice la Biblia respecto a la manera en que
vivimos? ¿Qué soluciones propone a los problemas de familia, iglesia, comunidad, estado,
nación y el mundo? La Biblia nos asegura que si pedimos la sabiduría, estará a nuestra
disposición. “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a
todos abundantemente y sin reproche, y le será dada” (Santiago 1:5). Examine las
Escrituras específicamente para ver qué dicen acerca de cómo podemos resolver los
problemas. Comparta su entendimiento de estas soluciones bíblicas con otros cristianos,
incluyendo su maestro de escuela dominical y su pastor. Luego compárelo con el
entendimiento de cristianos más maduros en la fe. Pruebe su entendimiento en proyectos
pequeños para que crezca su confianza en su capacidad para usar el don de sabiduría. No
avance más aprisa de la luz que Dios le ha dado, pero busque la sabiduría y aplíquela.
Pastor
A principios de este estudio es probable que usted haya tomado el examen que
intitulamos “Una representación de mis dones espirituales”. Sin duda alguna usted recibió
una alta calificación para el don de pastor. Tal vez esto le sorprendió. Este don es el más
común entre los pastores de casi todas las denominaciones. El pastor cuida a las ovejas de
su rebaño, las alimenta, y procura satisfacer sus necesidades y aflicciones. Asume la
responsabilidad por su bien espiritual, dándoles prioridad a sus necesidades y bienestar.
Con frecuencia llega al hogar donde hay un enfermo o donde acaba de fallecer uno de sus
feligreses, antes que el médico. Anima y consuela a la familia en tiempos de muerte y
desconsuelo. Aconseja a los que están bajo su responsabilidad de pastor, y en muchas ma-
neras contribuye a su condición espiritual, social, física, y aun económica.
Hemos descubierto que también algunos laicos tienen el don espiritual de pastor. Si
usted recibió una alta calificación para este don, no significa necesariamente que debe
abandonar su empleo y lugar en la comunidad y debe estudiar para ser ministro. Es posible
que este examen sencillo haya despertado a algunos a la realidad de que Dios los está
llamando a esta tarea de vida. Pero no asuma que el examen indica que Dios nos está
llamando a todos al ministerio pastoral. Usted puede ser efectivo como pastor laico.
La desventaja del pastor es que sólo puede ministrar a un grupo pequeño de
personas. Tal vez no pueda ministrarles a más de 40 ó 50 personas de una manera muy per-
sonal. Si hay 100 familias en su congregación, el pastor casi tendría que trabajar día y
noche para atenderlos a todos. Esto explica por qué algunas iglesias dejan de crecer antes
de tener a 100 feligreses adultos que asistan con regularidad. Es físicamente imposible que
un pastor (especialmente si él siente que es su responsabilidad hacer todo el trabajo)
ministre a una congregación de más de 100 feligreses adultos.
La solución común a este problema es que la iglesia emplee a más personal pagado.
El hecho de que una iglesia tenga personal pagado es un símbolo de prestigio. El mayor
número de subordinados que uno tenga debe hacerlo sentirse más importante, según dice la
filosofía basada sobre el “síndrome del éxito”. Y nosotros afirmamos que un personal
pagado puede ser de extrema importancia cuando lo incorporamos juiciosamente en un
equipo pastoral. Sólo hay unas pocas iglesias grandes que tienen cientos o miles de
miembros que no tienen un personal pagado muy competente.
Cualesquiera que sea el tamaño de una iglesia, el personal pagado está limitado a la
cantidad de trabajo pastoral que puede desarrollar. Necesitamos en cada iglesia a más
personas con el don espiritual de pastor dispuestas a ser responsables por 15 ó 20 adultos y
sus familias, para proveerles alimento espiritual y atención pastoral.
Recientemente tuve el privilegio de almorzar con el señor Wilbert Eichenberger y su
esposa de la iglesia Garden Grove Community Church en California. Me contaron que su
iglesia tiene 529 pastores laicos que asisten en la obra pastoral a la feligresía de 9.000
miembros. Estos pastores o ministros funcionan bajo la dirección y supervisión del personal
pagado.
Este es el significado del programa “descubra su ministerio” para los miembros de
congregaciones grandes, porque la mayoría de pastores tiene dificultad en delegar parte de
“su” ministerio a sus pastores laicos, y la mayoría de los laicos consideran al pastor como
un empleado pagado para pastorear al rebaño. Principalmente por esta razón muchas
iglesias han dejado de crecer. Tenemos que encontrar la manera de lograr que 2.600 iglesias
domésticas que tienen 74 miembros o menos, multipliquen su ministerio. La mejor manera
de lograrlo es que cada uno de los laicos que tiene el don espiritual de pastor, pastoree un
grupo pequeño de los feligreses.
Si uno de cada diez miembros adultos tuviera la tarea de pastorear a 10 familias, el
pastor podría utilizar su tiempo y ministerio al máximo y su iglesia crecería. Estos pastores
laicos tendrían la responsabilidad de procurar que los miembros de su grupo asistieran a
todos los cultos. A los ausentes les podrían llamar por teléfono o visitarlos personalmente
para descubrir si su ausencia se debía a enfermedad, muerte u otros problemas en la familia.
La información de cada persona podría archivarse en la oficina de la iglesia para consultar
en futuros esfuerzos de ministerio a esa persona. Cada uno de los miembros necesita sentir
que él o ella forma parte de una comunión amante e interesada en otros.
Hay muchos negociantes en nuestras iglesias que viajan con regularidad. Uno de los
pastores laicos podría orar por ellos y comunicarse con ellos especialmente durante los
viajes largos para que sientan que son parte de la iglesia aun cuando su negocio los obliga a
estar fuera de la ciudad. Otro pastor laico puede estar encargado de los cumpleaños y los
aniversarios, enviándoles a los festejados una sencilla tarjeta de felicitación. Todavía otro
pastor laico puede estar al tanto de los problemas espirituales, siempre consultando primero
con el pastor. No cabe duda que la feligresía de 2.500 iglesias podría ser doblada dentro de
poco tiempo, si estuviéramos suficientemente dedicados y amáramos lo suficiente como
para dedicarnos a delegar tareas a muchos subpastores en la iglesia.
La lista de responsabilidades semanales del pastor laico debe incluir a los ausentes,
las necesidades espirituales de los miembros de su grupo, emergencias, enfermedades, y
nuevas circunstancias en el empleo, como jubilaciones, ceses, promociones, y otras
circunstancias. Cada uno de los subpastores podría llegar temprano a la iglesia cada do-
mingo lleno de anticipación para recibir a los miembros de “su” rebaño, siempre teniendo a
la mano un paraguas en las temporadas lluviosas, y ayudando a los ancianos e inválidos,
creando de esta manera un ambiente de emoción y gozo.
Muchos feligreses tienen las características de un pastor pero no están enseñando
una clase de escuela dominical ni dirigiendo el coro. Necesitamos su ministerio. Los
miembros de la iglesia tienen un sentido de pertenecer a una familia de extensión. Desean
ser amados, apreciados y extrañados.21[3]
EL DESARROLLO DE LOS DONES ESPIRITUALES
Aquí sólo he presentado un ejemplo. Aplique esta misma manera de pensar a
cualquier don que usted piense que pueda tener. En estos mismos momentos sería bueno
hacer una lista de los dones espirituales que usted ve en su iglesia local, pero que no hemos
incluido en este texto breve. ¿Quiénes tienen ese don? ¿Cómo lo están usando?
Por supuesto que usted ya ha empezado a usar sus dones, pues ha estado
experimentando con cuantos le ha sido posible para descubrir cuáles dones tiene. Y lo que
es más, ha tomado otro paso ya que ha empezado a desarrollar los dones que ha descubierto
que tiene.
El uso de sus dones espirituales se llevará a cabo en armonía con otros miembros del
Cuerpo de Cristo para que algunas necesidades específicas del Cuerpo sean satisfechas. Las
21
necesidades pueden diferir de una iglesia a otra. También la variedad de dones puede diferir
de una iglesia a otra, y de una denominación a otra. El uso de sus dones espirituales
siempre será para el bien de todo el Cuerpo no para su beneficio personal, aunque usted
recibirá su máximo provecho al servir al Cuerpo del cual usted es parte. La salud de todo el
Cuerpo se extiende a cada una de sus partes.
Los beneficios de desarrollar nuestros dones espirituales son numerosos. Enseguida
mencionamos algunos de ellos:
BENEFICIOS A LA IGLESIA
1. Cada uno de los miembros del Cuerpo colabora en mayor entendimiento y
armonía al ir desarrollando sus dones.
2. Toda la iglesia muestra más amor conforme los miembros aprenden a ser
más sinceros, honestos y pacientes unos con los otros.
3. Cada uno de los miembros conoce sus responsabilidades espirituales. No es
necesario pedir “voluntarios” a la congregación o persuadirlos a base de regaños.
4. La humildad fingida es eliminada. Aprendemos a reconocer que Dios nos ha
dado a cada uno una porción especial de gracia.
5. Todo el Cuerpo madura. Hay crecimiento interno de espíritu, entendimiento,
amor, conocimiento de la Palabra de Dios y uno del otro.
6. La iglesia crece más y más al grado en que el cuerpo funcione en el uso
saludable de sus dones.
7. Ganamos almas y hacemos discípulos al invitar a personas nuevas, o a
personas diferentes de nosotros, a formar parte de nuestro compañerismo de amor.
8. Desarrollamos una sensibilidad a opciones espirituales. Es normal que
también mostremos interés por todos al utilizar nuestros dones espirituales; no sólo por los
que son como nosotros o piensan como nosotros.
BENEFICIOS QUE YO RECIBIRÉ
1. Conoceré la voluntad de Dios para mi servicio. Conoceré mis propias
responsabilidades espirituales.
2. Seré librado de la culpa que he sentido en mi esfuerzo para desarrollar
ciertas funciones para las cuales Dios no me ha capacitado.
3. Seré más efectivo como siervo de Cristo porque tendré un mejor concepto de
mí mismo y de mis hermanos y hermanas en Cristo.
4. Podré concentrarme en desarrollar el don especial que Dios me ha dado en
lugar de perder tiempo en cualquier esfuerzo menos productivo.
5. Podré organizar mi tiempo para rendir el máximo servicio a Dios,
concentrándome en aquello en lo que Dios me ha capacitado.
Usted puede ver que en este último capítulo no hemos tratado ni con los dones de
lenguas ni con los de señales o milagros. En los capítulos que le anteceden los eruditos de
nuestra iglesia han presentado una excelente exégesis bíblica sobre estos dones. Sería de
muy poco provecho discutirlos de nuevo, especialmente en un estudio de introducción tan
breve como este.22[4] La Iglesia del Nazareno no cree que el hablar en lenguas o idiomas
desconocidos es significativo para el desarrollo de nuestra vida y conducta religiosas. No
reñimos con los que han aceptado esta enseñanza; sencillamente no la incluimos en nuestra
filosofía de ministerio ni en nuestra misión. No creemos que ninguna señal física es
necesaria para demostrar que hemos recibido al Espíritu Santo en su plenitud santificadora.
Creemos que los dones de lenguas y de señales en general no son productivos, y que
algunas veces crean disensión entre los que han recibido la gran comisión de discipular a
las naciones.
En las primeras páginas de este capítulo mencionamos que los dones pueden ser
fingidos. Nuestro interés de largo alcance es llegar a tener “el fruto del Espíritu”.
EL ABUSO DE LOS DONES
Todos los que escriben sobre el tema de los dones espirituales aclaran que surgen
algunos abusos en las congregaciones cuando éstas estudian los dones espirituales por largo
tiempo. Estos abusos pueden resultar de darle un énfasis exagerado a los dones, o de un
énfasis deformado. Sin embargo, estos abusos resultarán de todas maneras en algunas
iglesias. Tenemos que velar para no caer en ciertos abusos.
Exaltación de un don específico
El Dr. C. Peter Wagner dice que un abuso común es el de la “exaltación de un don
específico”.5 Esto sucede cuando uno de los dones recibe importancia y énfasis in-
merecidos, lo que se debe a un sistema de evaluación de los dones. Algunas personas
consideran que el don que ellos tienen está en uno de los niveles más altos de la espi-
ritualidad. Otros dones son considerados menos importantes. Esta deformación ocurre
cuando la congregación trata de determinar cuál es el mayor de los dones. Como conse-
cuencia, el individuo que tiene ese don es glorificado en lugar de Dios, el Cuerpo no
aprovecha nada, y los dones se constituyen en medios hacia un fin de la condición espi-
ritual.
Proyección de un don específico
El Dr. Wagner dice que otro de los abusos comunes es el de la “proyección de un
don específico”.6 El problema de la proyección ocurre cuando los feligreses no reconocen
la razón de sus logros espirituales sobresalientes. Erróneamente creen que la razón de estos
logros es su amor y devoción a Dios. Por lo tanto, asumen que cualquier persona puede
duplicar esos logros, si tiene suficiente fe, amor, devoción y otras características. Esto
resulta en que muchos cristianos que no tienen este don en particular se sientan culpables,
inadecuados e inferiores. Los “proyectadores de dones” no toman en cuenta que están
capacitados para hacer lo que hacen porque tienen dones y habilidades específicos que Dios
les ha dado. Sus logros no se deben únicamente a su amor y devoción a Dios. Cada uno de
nosotros somos responsables sólo por el desarrollo y el uso de nuestro don, y dones,
espirituales.
Un cuerpo está compuesto de cada una de sus partes. No todos podemos ser pies o
manos —algunos tenemos que ser párpados y codos. Usted es responsable por su función

22
como codo. Tiene que funcionar adecuadamente para que las partes del brazo y del
antebrazo funcionen a su capacidad máxima.
Negligencia de un don específico
No podemos descuidar nuestro don espiritual por temor, inferioridad, o pereza. Este
es uno de los abusos más serios. Dios le ha dado a usted un don, o tal vez varios dones, con
un propósito muy especial. Lo ha equipado con las herramientas necesarias para el trabajo
que sólo usted puede hacer.
Su corazón es un músculo. Si usted descuida hacer ejercicios que le den fuerza al
corazón, dañará todo su cuerpo. Su corazón es un músculo que debe ser desarrollado y
mantenido para que tenga una vida normal. El don espiritual que usted tiene llega a ser
como una parte no usada del cuerpo cuando no lo utiliza. Entonces se atrofia y esto le causa
daño a todo el cuerpo.
En su libro intitulado Los dones del Espíritu, W. T. Purkiser presenta este excelente
resumen:
Todos los dones espirituales tienen un solo propósito: edificar el Cuerpo. En este
sentido, todos son iguales. “Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para
provecho” (1 Corintios 12:7).7
LOS BENEFICIOS EXCEDEN A LOS ABUSOS
Entre las historias extraordinarias de la vida y conducta espirituales que me ha
facilitado el Departamento de Evangelismo, encontré que el siguiente testimonio de la
señora Sarah Castle es típico al de muchas personas que han desarrollado su don
evangelístico.
Después de varios años de estar casados y dedicados a los valores materialísticos, su
esposo y ella fueron ganados a Cristo a través del ministerio de evangelismo personal de
Wayne Sharpes. Su desarrollo espiritual empezó lenta pero positivamente. Los clientes del
salón de belleza en que ella trabajaba notaron el cambio radical y con frecuencia inquirían
sobre lo acontecido. Varios de ellos decidieron visitar la iglesia de la señora Castle. Luego,
ella recibió la invitación para prepararse en el ministerio de evangelismo personal. Aunque
al principio no quería hacerlo, empezó a aprender cómo hacer evangelismo personal. El
señor Castle también asistía a las sesiones de entrenamiento y empezó a emplear lo que
había aprendido en su trabajo. También le satisfacían las tareas que llevaban a cabo en las
sesiones, pero no le gustaba hacer el evangelismo de hogar. Era un buen testigo de Cristo en
su trabajo secular.
Luego sucedió que cierta noche, a uno de los equipos de evangelismo le hacía falta a
una persona más, y él fue con su esposa para ayudar. Era aparente que Dios había ungido a
esta pareja, pues las almas eran salvadas a través de su ministerio. Fueron estimulados a tal
grado que este equipo de esposo y esposa evangelizó en los hogares tres noches por
semana, durante todo el verano. El domingo por la mañana y por la noche estaban en la
iglesia dándoles la bienvenida a los nuevos cristianos, a quienes llevaban también al culto
de oración.
Cierta noche los esposos Castle recibieron la tarea de visitar a una familia, a cuyos
padres reconocieron como amigos íntimos de años pasados, y compañeros de vicio; no los
habían visto en cuatro años. Lucharon internamente con esta tarea; la verdad era que no
querían visitar a esta familia. ¿Cómo sería posible que esta familia se interesara en el
evangelio de Cristo? Sin embargo, hicieron la visita, y se sorprendieron cuando
descubrieron que el Espíritu Santo ya había empezado a trabajar en la vida de sus amigos,
especialmente en la vida del esposo quien había estado escuchando las predicaciones del
evangelista Billy Graham en la televisión. Cada vez que Billy Graham oraba, el señor se
arrodillaba cerca del televisor y oraba juntamente con él. Pronto los amigos de los esposos
Castle fueron gloriosamente salvados.
Aquella noche en particular señaló el principio de varios acontecimientos
maravillosos. El pastor y otros amigos cristianos extendieron a los nuevos convertidos todo
su amor y cuidado. Desde aquella noche, estos nuevos cristianos ganados por los esposos
Castle, han ganado a más de 40 personas para Cristo en sus hogares o a través de su
testimonio personal.
Hoy los esposos Castle enseñan una clase de escuela dominical para los recién
convertidos y participan en el trabajo de conservación de estos convertidos. ¿Cuántas
personas como Sarah Castle cree usted que hay en cada una de nuestras iglesias? Sería
como una gran celebración de Navidad si pudiéramos encontrar la manera de desenvolver
nuestros dones espirituales y emplearlos bajo la unción del Espíritu Santo en la edificación
del reino de Cristo.

PARA DISCUSIÓN
1. ¿En qué forma cumplen sus tareas y responsabilidades los miembros de su
iglesia?
2. ¿Cómo desarrollaría un plan nuevo para doblar el número de maestros de
escuela dominical a través del reclutamiento, el entrenamiento y la utilización de los
jóvenes en la secundaria y en el colegio?
3. ¿En qué otras maneras podemos comunicarles a los niños y a los jóvenes el
sentido de dedicación a la Gran Comisión?
4. ¿Quiénes tienen los dones de servir y de hospitalidad en su iglesia? Después
de haberlos nombrado, conteste la pregunta: ¿En qué fecha les expresé mi apreciación a
estas personas?
5. Haga una lista de las distintas maneras en que el don de presidir necesita
utilizarse en su iglesia. ¿Qué pueden hacer usted y otros adultos para afirmar a los jóvenes
que aparentemente tienen el don de presidir?
6. Nombre a las personas de su iglesia que tienen el don de pastor. ¿Cómo
podrían los pastores laicos librar a su pastor para que él se concentre en la preparación de
evangelistas personales y a traer a personas nuevas a la iglesia? ¿Cuáles tensiones
resultarían? ¿Cómo puede usted anticipar estas tensiones y preparar a algunos feligreses de
antemano para librar al pastor de algunas de sus responsabilidades?
7. Discuta cómo más laicos pueden ser entrenados y utilizados en el ministerio
de evangelismo personal. ¿Cuáles fueron los momentos de decisión importantes en la vida
de los esposos Castle?
PARA LECTURA ADICIONAL
Dudley, Carl S. Making the Small Church Effective. Nashville: Abingdon Press, 1978.
MacNair, Donald J. The Birth, Care, and Feeding of a Local Church. Grand Rapids: Baker
Book House, 1971.
McGavran, Donald A.; y Arn, Winfield C. Ten Steps for Church Growth. San Francisco:
Harper and Row, Publishers, 1977.
Rich, Marion K. Discovery: The Art of Leading Small Groups. Kansas City: Beacon Hill
Press of Kansas City, 1978.
Schaller, Lyle E. The Decisión-Makers. Nashville: Abingdon Press, 1974.
Shanafelt, Ira L. The Evangelical Home Bible Class. Kansas City: Beacon Hill Press of
Kansas City, 1969.
Wiseman, Neil B. Leadership. Kansas City: Beacon Hill Press of Kansas City, 1979.
23
[1] Estos datos se refieren a los distritos domésticos.
24
[2] Se refiere a los que presiden
25
[3] Para un plan más documentado sobre el empleo de pastores laicos en la iglesia, véase el libro del Dr. Millard Reed
intitulado Let Your Church Grow. Consígalo de la Casa Nazarena de Publicaciones.
26
[4] Para una presentación más completa de un taller sobre dones espirituales, le sugerimos la obra intitulada Spiritual
Gifts Workshop del Dr. Raymond W. Hurn. Pídala a la Casa Nazarena de Publicaciones. Incluye un cuaderno para el
instructor que desarrolla a fondo la base escritural de todos los dones espirituales, como también 10 cuadernos de trabajo
para los alumnos que pueden llenarse mientras el instructor da la lección correspondiente. APÉNDICE A
CLAVE PARA EL PERFIL DE LOS DONES ESPIRITUALES

1. Profecía

2. Servir

3. Ayudar

4. Enseñar

5. Animar

6. Dar

7. Presidir

8. Misericordia/Compasión

9. Pastor

10. Apóstol

23
24
25
26
11. Misionero

12. Evangelista

13. Sabiduría

14. Ciencia

15. Discernimiento de espíritus

16. Sanidad

17. Milagros

18. Fe

19. Lenguas (idiomas)

20. Interpretación de lenguas (idiomas)

Nota: en la mayoría de las iglesias, los jóvenes tendrán algunos problemas con cuestiones que tienen
que ver con su participación en la iglesia local (“… algunas personas me han dicho”, etc.). Esto es debido a
nuestro fracaso en la disciplina y en la utilización del servicio de los jóvenes. Los adultos jóvenes fuera de la
universidad pueden tener también una lucha aquí.

APÉNDICE B

ANÁLISIS DE TRABAJADOR

Averigüemos qué tipo de trabajo está haciendo nuestra iglesia.


A continuación están los tipos de trabajo que normalmente son hechos por la iglesia. Si se aplica a su
iglesia, haga una señal (ü) para mostrar si ese tipo de trabajo es dirigido hacia aquellos que asisten a la
iglesia, o hacia los que no asisten.

Tipo de Trabajo Asisten No Asisten.

1. Enseñar en la escuela dominical ________________

2. Guardar los datos _______ _________

3. Supervisor/Supervisar ________________

4. Hacer planes para la Junta/Comité _______ _________


5. El evangelismo personal por semana _______ _________

6. Ujier ________________

7. Dirigir a los ujieres ________________

8. Ensayo y canto del coro ________________

9. Coordinar y dirigir la música ________________

10. Acompañar al coro/congregación ________________

11. Dirigir los estudios bíblicos de casa _______ _________

12. Recibir los estudios bíblicos en su casa ________________

13. Visitación en el hospital ________________

14. Visitación de casa _______ _________

15. Trabajo en la guardería ________________

16. Trabajo benévolo y social _______ _________

17. Trabajo infantil ________________

18. Trabajo juvenil ________________

19. Trabajo de comité _______ _________

Otro:

20. _______________________________ ________________

21. _______________________________ ________________

22. _______________________________ ________________

23. _______________________________ ________________

24. _______________________________ ________________


Totales ________________

TRABAJADORES DE LA CLASE 1

(Los trabajadores no pagados que sirven al cuerpo de la iglesia existente en tareas de conservación)
Calcule cuántos trabajadores hay en su iglesia en cada una de las categorías de la clase 1. En algunas
iglesias hay personas que desarrollan más de una responsabilidad, pero usted puede empezar a medir la fuerza
de trabajo de su iglesia sumando el número de personas en cualquier posición; después puede ajustar la
medida si algunas personas ocupan más de una posición cada una.

Primero indique el número de trabajadores en cada categoría (vea el ejemplo). Luego calcule el
promedio de horas semanales empleadas en la misma realización de la responsabilidad o en la preparación,
para cada uno de los trabajadores en cada una de las categorías. Por ejemplo, el trabajo que hace un comité y
la preparación para las reuniones del comité, etc. Ahora multiplique el número de la columna 1 por el de la
columna 2 para determinar el total de las horas invertidas cada semana en esta tarea de la iglesia. Por fin, cada
una de las tres columnas.
1 2 3
Total de Promedio de Total de horas
Tipos de trabajadores de la clase 1
trabajadores horas trabajadas trabajadas por
por semana semana
Ejemplo:
Maestros de la escuela dominical ________50_______ X ______80_______
_____400____
1. Maestros de la escuela dominical _________________ _______________
____________
2. Dirigentes sobre la vida cristiana _________________ _______________
____________
3. Registradores _________________ _______________
____________
4. Miembros de la junta de la iglesia _________________ _______________
____________
5 Directores de los estudios bíblicos de hogar _________________ _______________
____________
6. Directores encargados de la comunicación con

miembros que se ha mudado _________________ _______________


____________
7. Promoción, publicidad _________________ _______________
____________
8. Bibliotecarios _________________ _______________
____________
9. Ujieres _________________
_______________ ____________
10. Director del coro/músicos _________________
_______________ ____________
11. Miembros del coro _________________ _______________
____________
12. Directores en la guardería _________________
_______________ ____________
13. Participación en la visitación en los hospitales _________________ _______________
____________
14. Trabajadores con los niños _________________ _______________
____________
15. Trabajadores con los jóvenes _________________ _______________
____________
16. Trabajadores con los jóvenes adultos _________________ _______________
____________
17. Miembros de los comités _________________
_______________ ____________

Otros:

18. ________________________________ ________________ ________________


____________
19. ________________________________ ________________ ________________
____________
20. ________________________________ ________________ ________________
____________

Totales ________________ ________________


____________

TRABAJADORES DE LA CLASE 2

La clase 2 representa a trabajadores voluntarios (sin pago) que se dirigen hacia fuera de la iglesia.
Ellos evangelizan a otros en la comunidad que necesitan a Cristo. Hacen su trabajo en la comunidad o en la
iglesia, pero su foco de atención son las personas que no asisten a la iglesia. Tal vez participen en el
evangelismo personal, en hecer nuevos contactos, en visitar a los nuevos contactos, etc. Por lo general,
trabajan con el fin de ganar almas a Cristo o de satisfacer las necesidades humanas (i.e. e., intereses sociales,
reconciliación, etc.).
Siguiendo el mismo procedimiento que empleó con los trabajadores de la clase 1, calcule los totales
en cada columna para los trabajadores de la clase 2
1 2 3
Total de Promedio de Total de horas
Tipos de trabajadores de la clase 2
trabajadores horas trabajadas trabajadas por
por semana semana
Ejemplo:
Evangelismo personal por semana ________5________ X ______10_________
_____50_____
1. Evangelismo personal por semana _________________ _________________
____________
2. Trabajo de hacer nuevos contactos _________________ _________________
____________
3. Visitación de los nuevos contactos _________________ _________________
____________
4. ________________________________ _________________ _________________
____________
5. ________________________________ _________________ _________________
____________

6 Trabajo para satisfacer necesidades humanas,


intereses sociales, reconciliación, etc. _________________ _________________
____________
Totales ________________ ________________
____________

ANÁLISIS DE LOS DATOS

Escriba el número total de trabajadores y de horas trabajadas por semana para las dos clases (1 y 2)
en los cuadros respectivos. Compare estos datos con la feligresía total de su iglesia.
La feligresía de nuestra iglesia es__________
Totales de los Trabajadores de la Clase 1
(Los que sirven al cuerpo de la iglesia existente)
Total de Trabajadores Total de Horas

Trabajadas
por semana

______________% del total de la feligresía de la iglesia

Totales de los Trabajadores de la Clase 2


(Los que se dirigen hacia fuera de la iglesia)
Total de Trabajadores Total de Horas

Trabajadas
por semana

______________% del total de la feligresía de la iglesia


RESUMEN
Escriba el porcentaje de la feligresía que colabora en la clase 1, en la clase 2; y el porcentaje restante
de consumidores.
Trabajadores de la clase 1 Trabajadores de la clase 2
Consumidores

¿Cómo se comparan estos datos con los de las iglesias en la siguiente gráfica 27[1]?
Clase 1 Clase 2
Consumidores
(Conservación) (Evangelismo)

Iglesia A 20%

Decayendo 2%
78%

Nominal

Iglesia B 35%

Típica 5%
60%

27
Sobreviviendo

Iglesia C 20%
40%

Activa

Creciendo 50%

Nota: En la iglesia C puede haber hasta el 10% de trabajadores que trabajan en la clase 1 y en la
clase 2 (i. e., maestros de escuela dominical que también dedican parte de su tiempo semanal al
evangelismo personal).

28
[1] La gráfica es una modificación del material intitulado “Clases de Trabajadores” del Dr. Donald
McGavran

El Análisis del Trabajador (Apéndice B) ha sido modificado del material intitulado Diagnostic Clinic,
publicado por la Casa Nazarena de Publicaciones y formulado por la asociación Evangelística Fuller. Usado con
permiso

28
Notas de Referencia
Capítulo 1:
1. William M. Greathouse, Desde los Apóstoles hasta Wesley (Kansas City, Mo.: Casa
Nazarena de Publicaciones, 1978).
2. W. T. Purkiser, Los dones del Espíritu (Kansas City, Mo.: Casa Nazarena de Publicaciones,
1975), p. 15.
3. Ibid., pp. 15-16.
4. C. Peter Wagner, Your Spiritual Gifts Can Help Your Church Grow (Glendale, California:
Regal Books, 1979), p. 32.
Capítulo 4:
1. William F. Orr y James Arthur Walter, 1 Corinthians (New York: Doubleday and Co., Inc.,
1976), p. 282.
Capítulo 5:
1. Purkiser, Los dones del Espíritu, p. 26.
Capítulo 6:
1. C. Peter Wagner, Your Spiritual Gifts Can Help Your Church Grow, p. 70.
2. Ibid.
3. Ibid., p. 262.
4. Ibid., p. 260.
5. Ibid., p. 53.
6. Ibid.
7. Purkiser, Los dones del Espíritu, p. 22.

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