Desafiando vientos y corrientes, al punto de exponerse a la
zozobra, las cuatro naves de Colón lograron ese día doblar un cabo, donde la tormenta se calmó y los vientos cambiaron a favor de las velas, razones por las cuales el Almirante bautizó aquel cabo como Gracias a Dios, la primera visión de Nicaragua el 12 de septiembre de 1502.
Cinco días más tarde el 17 de septiembre del mismo año y setenta
leguas al sur, las naves alcanzaron la desembocadura de un río. Envió Colón un bote en busca de agua y leña, con tan mala suerte que al regresar la embarcación se volcó sobre la barra, pereciendo ahogados sus dos tripulantes. La corriente fue bautizada como Río del Desastre, según refirió años más tarde Fernando, hijo y acompañante de Colón durante el cuarto viaje.
Nuestros historiadores, han repetido que aquella corriente era
el actual río Grande de Matagalpa, en cuya desembocadura existe hoy una peligrosa barra.
Sin embargo, las 70 leguas anotadas por el piloto Diego de
Porras, más bien conducen al río Escondido, cuyo extenso delta se abría entonces directamente al mar, en lugar de echar sus aguas en la bahía de Bluefields, como sucede actualmente.
En esa desembocadura existían cuatro islotes boscosos que el
Almirante denominó “Cuatro Témporas”, por ser ese sábado, 17 de septiembre, un día de abstinencia, de los cuatro que la Iglesia obligaba observar al inicio de cada estación.
En efecto, a 13 leguas al este franco de las Témporas, el
Almirante descubrió dos islas, a las que llamó Limonares, por haber encontrado en ellas unas frutas parecidas a limones. Obviamente fue Colón durante este descubrimiento el primero en avistar las dos islas de Corn Island.
El paso por Monkey Point es señalado en un viejo mapa (Código
Zorzi), elaborado por Bartolomé‚ hermano de Cristóbal —quien también lo acompañó en el cuarto viaje— donde el promontorio es marcado como Cabo de la Sierpe.
El 21 de septiembre Colón bautizó un río con el nombre de San
Mateo en honor al santo del día. Anglería afirma ser el mismo que después fuera llamado Río de los Perdidos, donde otro explorador, Diego de Nicuesa, gobernador de Veragua, encalló su nave, ocho años después de Colón. El lugar quedaba, según Anglería, a 140 leguas al oeste del puerto Nombre de Dios, fundado en Panamá. Esa distancia nos conduce al actual río Punta Gorda.
Nada indica que Colón desembarcó en la pantanosa, lluviosa e
inhóspita Costa Caribe de Nicaragua. Cuando Alonso Calero navegó por el mismo litoral en sentido inverso, 37 años después, tampoco pudo encontrar alma viva que lo socorriera con alimentos.
Estamos celebrando 515 años del Descubrimiento de nuestro país,
hoy se hace necesario la celebración de este acontecimiento histórico tan trascendental sin dejar de recordar las consecuencias que tuvieron para nuestra cultura autóctona este acontecimiento que posteriormente llamamos colonización y que nos ha dejado una huella imborrable en nuestro acervo cultural.