Está en la página 1de 284

HISTORIA Y GENEALOGÍA

Vínculos parentales y metodología


para el estudio de las familias en México
HISTORIA Y GENEALOGÍA
Vínculos parentales y metodología
para el estudio de las familias en México

Coordinación: Laura Elena Dávila Díaz de León


HISTORIA Y GENEALOGÍA.
Vínculos parentales y metodología
para el estudio de las familias en México

Primera edición 2016


D.R. © Universidad Autónoma de Aguascalientes
Av. Universidad 940
Ciudad Universitaria
Aguascalientes, Ags. 20131
www.uaa.mx/direcciones/dgdv/editorial/

© Laura Elena Dávila Díaz de León (Coord.)


Ana María Guerrero Orozco
Bertha Topete Ceballos
Carlos Reyes Sahagún
Marco Alejando Sifuentes Solís
Jorge Refugio García Díaz
Laura Elena Dávila Díaz De León
Víctor Manuel González Esparza
Samuel Octavio de Ojeda Gastelum
Martha Lorenza López Mestas Camberos
Gonzalo Castañeda Mercado
Mónica Pérez Navarro
Guenter Boehm
Juan Manuel Hernández Almazán
Bertha Luz Montaño Vázquez
Rodolfo Medina Gutiérrez
Thomas Hillerkuss
Bertha Emilia Medina Navarro
Benjamín Flores Hernández
Juanita Rosas García
Tomás Dimas Arenas
Yttzé Quijada
Ismael Valencia Ortega
Guillermo Velasco Coronado

ISBN: 978-607-8457-44-1
Impreso y hecho en México / Made and printed in Mexico
Índice

Prólogo 11

Capítulo 1 13
Metodologías y técnicas diversas en la
reconstrucción del estudio histórico genealógico
de las familias

La familia cosmocrator en la cultura mexica. 15


Ana María Guerrero Orozco

Capítulo 2 25
Semblanzas de personajes aguascalentenses

La vida de Alejandro Topete del Valle y las relaciones 27


de parentesco. Bertha Topete Ceballos

Enrique Reyes Elizondo. Una historia de éxito. 37


Carlos Reyes Sahagún

Samuel Chávez y Carlos Contreras: una estirpe y la 47


ciudad que imaginaron. Marco Alejandro Sifuentes Solís y
Jorge Refugio García Díaz

Los descendientes de don Macario Díaz 63


de León y doña Virginia Roque Medina en
Aguascalientes. Laura Elena Dávila Díaz de León

Capítulo 3 69
Matrimonio, mestizaje e historias de familia

La “tercera raíz” en Aguascalientes. Orígenes 71
del mestizaje en el centro norte de la Nueva España.
Víctor Manuel González Esparza

Herencias familiares en Guadalajara durante 89
el siglo XVIII. Samuel Octavio de Ojeda Gastelum y
Martha Lorenza López Mestas Camberos

Con sólo el permiso de Dios. Los matrimonios de 105


conciencia en la Ciudad de México del siglo XVIII a
través de casos de archivo. Gonzalo Castañeda Mercado

Familia, matrimonio y convivencia doméstica 125


entre negros y mulatos de los centros mineros
novohispanos. El caso del Real de Minas de San Luis
Potosí. Mónica Pérez Navarro

La historia de la familia Böhm de la región de 143


Waldenburgo en Silesia, Alemania. Guenter Boehm

Kaiser. La historia de una familia suiza en San Luis 153


Potosí, 1887-1916. Juan Manuel Hernández Almazán

La historia de la familia de Adela Vázquez Schiaffino. 165
Bertha Luz Montaño Vázquez

De las minas a la costa. Breve historia de los Gradilla. 175
Rodolfo Medina Gutiérrez

Los González de Hermosillo del siglo XVI: 187
desde Guadalcanal hasta México, Jalostotitlán,
Aguascalientes, Guadiana y Pánuco. Thomas Hillerkuss

Árbol genealógico de la familia de Tiburcio Navarro 199
en los Altos de Jalisco. Bertha Emilia Medina Navarro

Los Flores de San Cristóbal de Las Casas. Benjamín 207
Flores Hernández
Capítulo 4 213
Entre empresas y relevos generacionales.
siglos XVIII y XXI

Entre la desgracia y el goce. Conformación 215
del marquesado de Salvatierra, culminación
de un mayorazgo. Juanita Rosas García

Estrategias familiares con fines económicos 229
y sociales. El caso del alférez Salvador Morillo
en Sombrerete. Tomás Dimas Arenas

El baúl de los recuerdos de Concepción 243
Morales Ávila. Yttzé Quijada

La familia Camou: alianzas y estrategias 253
para la construcción de su residencia en Sonora.
Ismael Valencia Ortega

Anexo 273

Family Search. Donde las generaciones 275
se encuentran. Guillermo Velasco Coronado
PRÓLOGO

L a palabra “genealogía” puede traer a nuestra


mente muchas representaciones, entre ellas, un
árbol genealógico.
Un árbol genealógico es la herramienta que
nos sirve para ubicar a nuestros ascendientes y des-
cendientes a partir de la recuperación de documentos
como actas y registros de nacimientos, matrimonios y
defunciones con la intención de identificar los lazos
sanguíneos existentes en diversas generaciones.
En la actualidad, los estudios genealógicos nos
permiten conocer nuestro propio origen, así como sa-
ber quiénes son nuestros antepasados, sus caracterís-
ticas, dónde vivían, a qué se dedicaban, entre otros, y
a partir de esto podemos reconstruir nuestra historia,
los lazos de parentesco, los linajes, la regulación de los
derechos tanto públicos como privados, etcétera. Los
avances de la genealogía como una ciencia auxiliar de
la historia nos abren grandes posibilidades de estudio
en relación con las temáticas y los conocimientos de
nuestra sociedad.
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

La Universidad Autónoma de Aguascalientes, el Centro de


Ciencias Sociales y Humanidades, el Departamento de Historia
y el Cuerpo Académico “Historia de la cultura y la sociedad en
México” han convocado desde el año 2014 a un grupo de espe-
cialistas y público en general a la discusión de temas genealógicos
y estudios de familia que se están generando en nuestro país y en
particular en nuestra región.
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología para el es-
tudio de las familias en México es resultado de estas convocatorias.
Los artículos que se recogen en este documento atienden prin-
cipalmente temáticas centradas en la región del Bajío y Los altos
de Jalisco.
El libro se divide en cuatro capítulos: 1) Metodologías y
técnicas diversas en la reconstrucción del estudio histórico ge-
nealógico de las familias; 2) Semblanzas de personajes aguasca-
lentenses; 3) Matrimonio, mestizaje e historias de familia; 4) En-
tre empresas y relevos generacionales. Y un anexo sobre Family
Search, tutorial sobre las ventajas y oportunidades al consultar
esta base de datos.
Invito a todos a leer este libro, pues con él descubrire-
mos el valor e importancia de la familia, y entenderemos que
nuestros ascendientes siguen siendo protagonistas de la historia
contemporánea.

Laura Elena Dávila Díaz de León

12
Capítulo 1
Metodologías y técnicas diversas
en la reconstrucción del estudio histórico
genealógico de las familias
LA FAMILIA
COSMOCRATOR EN
LA CULTURA MEXICA
Ana María Guerrero Orozco1

L a familia cosmocrator en la civilización mexica


es el eje rector del mito de la creación. Diver-
sas son las narraciones, relatos y leyendas que
existen con base en este tema. En él encontramos el
concepto de dualidad y la importancia de la partici-
pación de las divinidades femeninas, además de las
masculinas. De forma sencilla disertaré las aventuras
y peripecias de la familia celeste para la creación del
cosmos y de la vida en el mundo mexica.
Los mitos cosmogónicos mexicas relatan que
cuando todo estaba en completa calma, en silencio,
en suspenso, cuando no existía el tiempo ni el espa-
cio, no había hombres, ni mujeres, ni animales, ni pe-
ces, ni árboles, ni plantas, ni sonido alguno, sólo las
aguas primordiales y el vacío infinito del cielo. Sólo
existían los dioses supremos, aquellos que no tuvieron
origen ni principio, deidades increadas y duales llama-
das Ometeotl y Omecihuatl (El señor y la señora de


1
Universidad Estatal del Valle de México.
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

la dualidad).2 Estas deidades representaban la luz primordial, la


primera luz de las luces de toda la creación, el principio de todo
y de todos. En el centro está su manifestación como venerable
madre, como venerable padre; de todo lo que es.
Revelados como jóvenes o ancianos son diversas e in-
contables sus advocaciones;3 Tonacatecuhtli; Tonacacihuatl
(Señor y Señora de nuestra carne o sustento); Xochipilli; Xo-
chiquetzal, príncipe de las flores y princesa flor; Xiuhtecuhtli,
el Señor del tiempo; el Señor del fuego; Cihuateteo, señora de
los dioses; Huehueteotl4 e Ilamatecuhtli5 (Dios viejo y Diosa
vieja, anciano, anciana). Manifiestos ostentan juventud, fuerza,
virilidad y plenitud, experiencia, sabiduría, larga vida, y poder.
Por ello, encontramos en textos o crónicas6 expresio-
nes memoriales a sus dioses supremos, a sus dioses creadores
como: Tonacatecuhtli, Tonacacihuatl, Ipalnemohuani, Moyoco-
yani, Nahuitecuhtli, Tloque Nahuaque, Totecuyo, Tonanzin, in Il-
huicahua, in Tlaticpaque, in Mictlane. “[…] in teteu inan, in teteu
ita, in huehue teutl, in talxicco onoc… in Xiuhtecuhtli […]”,7 que
en su traducción dice: Señor y señora de la vida, del conoci-
miento, por cuya virtud vivimos, los que así mismo se inven-
tan, señor de los cuatro rumbos del universo, señor del cerca y
del junto, omniscientes. Señor nuestro, madre nuestra que son


2
Impensable entender la tradición cosmogónica mexicana sin la base de la dua-
lidad, es decir, en los opuestos complementarios, los dos polos energéticos que
dan la vida: el día y la noche, el frío y el calor, la esencia masculina y la esencia
femenina.
3
Cfr. Salvador Mateos Higuera, “Los dioses supremos” y “Los dioses creadores”
en los tomos 1 y 2 en la Enciclopedia gráfica del México antiguo.
4
Cabe notar que se ha traducido a Huehueteotl como el dios viejo; sin embargo,
la raíz de Huehue viene de “uey” grande, por ello deberíamos traducirlo como
el gran dios. Cfr. Remí Simeón, Diccionario de lengua Náhuatl, p. 746 y Fray Alonso
de Molina, Vocabulario de lengua Castellana Mexicana y Mexicana Castellana, y Moli-
na, p. 66.
5
Ilamatecuhtli es el aspecto femenino de la gran dualidad, y se ha traducido
como la diosa vieja, sin embargo, encontré que la raíz de ilama es posible que
venga de la palabra Tlama: doctor, doctora, sabio, sabia; así que podría ser
traducida como la venerable doctora, la venerable sabia y restaurar su grandio-
sidad. Cfr. Remí Simeón, Diccionario de lengua Náhuatl, p. 606.
6
Como el Códice Florentino, Crónica Mexicayotl, Teogonía e Historia de los Mexicanos.
7
Cfr. Códice Florentino, Libro VI. Fol. 71v, apud. Birgitta Leader. In xochitl in cuicatl.
Flor y canto, p. 210.

16
La familia cosmocrator en la cultura mexica

dueños del Cielo, de la Tierra y de la Región de los muertos;8


“Madre de los dioses, padre de los dioses, el dios Viejo, el que
está en el ombligo de la tierra… Xiutecuhtli […]”.9
Revelan la supremacía dual de la naturaleza misma, don-
de no se puede entender la vida sin un padre y sin una madre.
Con ellos inicia la historia de la creación.

La pareja divina y sus cuatro tezcatlipocas

La pareja divina, la pareja increada habitaba en el Omeyocan,


lugar de la esencia, lugar de la dualidad, lugar del señor y la
señora, lugar del padre y de la madre. Seres con luminosidad
propia que un día decidieron procrear cuatro hijos para crear
el universo. El primero en nacer fue Tlatlauhqui Tezcatlipoca
(Tezcatlipoca negro), el segundo y más poderoso fue Yayau-
hqui Tezcatlipoca (Tezcatlipoca amarillo), el tercero y más su-
blime Quetzalcóatl (Tezcatlipoca blanco), y el cuarto en nacer
fue Hutzilopochtli, el colibrí izquierdo (Tezcatlipoca azul),
cada uno representa una región y se le reconoce por su color
y rumbo cardinal: rojo es el rumbo de la luz, “Tlahuistlampa”
representa la parte masculina y el oriente; negro, “Mictlampa”,
el lugar del reposo y del descanso, representa la muerte y el
norte; el blanco es el lugar sublime el de las mujeres guerreras,
“Cihuatlampa” representa la parte femenina y el poniente; fi-
nalmente, el azul, “Huiztlampa”, representa la vida y el sur.10
Pasado un tiempo, los cuatro dioses, hijos de la pareja
increada Huehueteotl e Ilamatecuhtli se juntaron y decidieron
que Quetzalcóatl y Huitzilopochtli crearían y ordenarían el
universo. Hicieron el fuego, el tiempo11 y un medio sol, crea-
ron a Oxomoco y a Cipactonal, los primeros semidioses padre
y madre de la humanidad y les otorgaron diversos dones para


8
Op. cit. Salvador Mateos Higuera, “Los dioses supremos” tomo 1, pp. 26-27.

9
Traducción Miguel León-Portilla, apud. Birgitta Leader. In xochitl in cuicatl. Flor y
canto, p. 211.
10
Cfr. Cecilio A. Robelo, Diccionario de mitología náhuatl, Volumen I, pp. 91, 201,
214, 275, 321, 356 y 357, y Fray Bernardino de Sahagún, Historia general de las
cosas de Nueva España, tomo VII, 8, 2.
11
Construyeron 365 días divididos en 18 meses de 20 días y 5 de oración, Teogonía
e Historia de los Mexicanos, documento anónimo, p. 25.

17
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

curar y predecir el futuro con granos de maíz. Preocupados los


dioses por no tener lugar donde descansarían los futuros hom-
bres al morir, crearon el Mictlan, con sus nueve casas o lugares
del reposo, del silencio y del descanso, y formaron al señor
Mictlantecutli y a la señora Mictecacihuatl, marido y mujer, y
regentes en el lugar de los muertos; luego crearon 12 cielos,
ulterior del treceavo.12
En seguida, cuenta la leyenda que se juntaron los cuatro
dioses hermanos e hicieron la Tierra con el gran pez Cipactli,
que habitaba en las aguas primordiales y donde libraron una
gran batalla en la que Tezcatlipoca negro perdió un pie. Aun
así, del gran pez crearon la tierra y colocaron como regentes
a Tlaltecutli y a Coatlicue, señor y señora de la Tierra. Un día,
la gran madre y el gran padre en su advocación de Citlalicue y
Citlaltonac (la de falda de estrellas y él estrella resplandecien-
te), guardianes del cielo, volvieron a concebir, y la diosa madre
parió un gran pedernal. Sus cuatro hijos azorados e indignados
porque creían ser los únicos arrojaron el gran cuchillo desde el
Omeyocan a la tierra, y al caer nacieron innumerables dioses;13
sin embargo, Quetzalcóatl y Huitzilopochtli continuaron su
trabajo en el diseño y creación de la vida en la Tierra. Estable-
cieron como señores de las aguas a Chalchiuhtlicue, señora de
la falda de esmeraldas o jades, y a su pareja Tlaloc, les asigna-
ron su morada en el paraíso, uno de los trece cielos llamado el
Tlalocan, donde habitarían los hombres que vivieran con algu-
na enfermedad. Cuando Quetzalcóatl y Huitzilopochtli crea-
ban el agua, el líquido precioso de los hombres y de la vida, los
demás dioses dieron una característica, un don, y decían “yo
haré al agua dulce”, otro decía “y yo salada”, así el agua se ma-
nifestaba con diversas cualidades como: caliente, fría, líquida,
gaseosa, granulada, sólida, suave o tormentosa en beneficio de
los futuros hombres.
Los cuatro dioses hermanos vieron cómo el medio sol
que habían creado alumbraba poco, y Tezcatlipoca se convir-
tió en sol para alumbrar la Tierra y allí inicia la leyenda de los
cinco soles.

Ibid.
12

13
Fray Gerónimo de Mendieta, Historia Eclesiástica Indiana, Tomo I, 181.

18
La familia cosmocrator en la cultura mexica

Leyenda de los cinco soles

En el primer sol o sol de tierra, conocido como Nahuiocelot


Tonatiuh, se crearon hombres gigantes, muy grandes y de tan-
tas fuerzas que arrancaban los árboles con las manos. Este sol
pereció al ser golpeado por Quetzalcóatl y fue tan fuerte el
golpe que al salir expulsado Tezcatlipoca dio un gran salto, se
convirtió en jaguar y devoró a los gigantes.
El segundo sol, Nahui Ehecatl Tonatiuh, o sol de viento,
fue alumbrado por Quetzalcóatl, pero un día, pasados varios
cientos de años, Tezcatlipoca, que estaba hecho tigre, golpeó
tan fuerte a Quetzalcóatl que lo destituyó intempestivamente
y provocó un aire tan fuerte que se llevó todo lo que había en
su paso y los macehuales u hombres que se cubrieron en los
árboles se volvieron monos.
El tercer sol, Nahui Quiahutl Tonatiuh, o sol de lluvia
de fuego, quedó a cargo de Tlalocatecuhtli, y pereció cuando
Quetzalcóatl hizo llover fuego del cielo y los hombres que
suplicaron quedaron convertidos en gallinas.
El cuarto sol, Nahui Alt Tonatiuh, o sol de agua, fue
alumbrado por la Señora de la falda de esmeraldas o jades,
Chalchiuhtlicue, hasta que un día llovió tanta agua que se ca-
yeron los cielos, y las aguas se llevaron a todos los hombres o
macehuales y se transformaron en todas las especies de peces
que tenemos. Al ver la hecatombe, los cuatro hermanos se
juntaron para alzar los cielos y rescatar la tierra de esta gran
inundación, y restaurar el ordenamiento y la vida; sin embar-
go, Tezcatlipoca, Titlacahua, había instruido a la pareja del
señor Tata y la señora Nene para que buscaran refugio en un
gran ahuehuete cuando iniciara la gran inundación.
Llegado el momento, buscaron el árbol y Tezcatlipoca
los tapó y les indicó que su único alimento sería una mazorca
de maíz para cada quien hasta que no se revelara otra pala-
bra. Al ir acabándose el alimento asignado, la pareja se dio
cuenta de que las aguas ya habían bajado y salieron de su
guarida, tomaron un pescado y lo asaron para alimento. Los
dioses Citlallincuie y Citlallatónac expresaron indignados con
gran disgusto “¡Dioses!, ¿quién ha hecho fuego?, ¿quién ha
ahumado el cielo?”, Tezcatlipoca descendió y los riñó, pues

19
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

habían desobedecido las órdenes y les castigó convirtiéndo-


los en perros.14
Para generar la vida se dio paso al diseño del quinto sol o
Nahui Ollin Tonatiuh, Sol de Movimiento. Para ello se reunie-
ron los dioses en Teotihuacán. Se había convocado, se había
invitado a Tecuciztécatl, dios rico y de elegantes atuendos, y
a Nanahuatzin, dios humilde, sencillo, sin riquezas y enfer-
mo, para que participaran en el nacimiento del nuevo sol y
la luna con su propio sacrificio. Tecuciztécatl y Nanahuatzin
aceptaron el desafío. Tecuciztécatl realizó ofrendas ostentosas
y vestido con sus grandes galas intentó aventarse a la gran
fogata cuatro veces y no lo logró; en cambio, Nanahuatzin,
pobre y ulcerado, ofrendaba cañas verdes, púas de maguey y
su propio dolor y logró tirarse de inmediato y sin titubeos,
convirtiéndose en el gran sol; al ver Tecuciztécatl ¡cómo Na-
nahuatzin se arrojó sin vacilaciones!, de inmediato intentó
aventarse, pero la fogata ya sólo tenía cenizas y por eso la luna
es color cenizo.15
La tierra en ese momento estaba nuevamente viviendo,
¡ya tenía sol! ¡Ya tenía luna!, podían vivir las plantas, las flores y
los animales, pero no quedaron hombres y los dioses estaban
muy tristes, pues no había ya quién les orara, no había quién
los alimentara y recordara. Así, Quetzalcóatl se ofreció a re-
construir a la nueva humanidad y para ello debía librar muchas
y difíciles batallas en el inframundo para recuperar los huesos
preciosos de las anteriores humanidades, elemento indispen-
sable de la nueva creación. Descendió y con ayuda de diver-
sos animales logró guardar los huesos en un atado y salir del
inframundo, del Mictlan, del lugar del eterno descanso. Sin
embargo, Quetzalcóatl no se esperaba que Mictlatecuctli, el
señor del Mictlan, lo emboscara de tal forma que le provocó
la muerte, pero por ser dios resucitó y logró sacar los huesos
del inframundo, aunque rotos y roídos por las aves los llevó al
lugar de la esencia, donde viven sus padres, en el treceavo cie-
lo. Allí dejó caer su tilma con la preciosa carga y todos los

14
Cfr. Códice Chimalpopoca: Anales de Cuuauhtitlán y Leyenda de los soles, pp. 119-121 y
op. cit., Teogonía e Historia de los Mexicanos, documento anónimo, p. 32.
15
Op. cit., Fray Gerónimo de Mendieta, Historia Eclesiástica Indiana, Tomo I,
183.

20
La familia cosmocrator en la cultura mexica

dioses habitantes del Omeyocan se acercaron y observaron


que el aspecto de los huesos no era muy esperanzador y sus
rostros reflejaban tristeza; sin embargo, de momento llegó la
diosa madre en la advocación de Cihuacoatl, mujer guerrera,
y ordenó le pusieran el metate. Tomó el metlapil y empezó a
moler todos los fragmentos óseos. Animados los dioses, ofre-
cieron su preciosa sangre para amasar la pasta, el primero fue
Quetzalcóatl, pinchando su pene; otros dioses punzaron sus
orejas, labios, brazos y piernas. La masa con el líquido pre-
cioso se tornó de color rojizo y de ella surgieron unos geme-
los, niño y niña, el clamor de los dioses no se hizo esperar y
la alegría cundió entre ellos. “¡Seremos ofrendados! ¡Seremos
alabados! ¡Seremos por quién vivir!”, dijeron. Y así, cada uno
de los dioses expresó favores que ofrecerles, uno dijo: “Yo les
daré muchos hijos”; otro expresó: “Yo les daré alegrías”; otro
comentó: “Conmigo harán la guerra”; otros decían: “Haré de
ellos sabios, poetas, astrónomos, músicos, artistas”; agregaron
algunas deidades: “¡Yo le daré a la mujer dulzura y castidad!”.
Tlaloc y Chalchihutlicue expresaron: “¡Mis aguas han de dar-
les salud, limpieza y recreo a hombres y mujeres!”; “Yo les
enseñaré a construir templos y a punzarse sin desmayar de
dolor”, expresaron algunos otros. No faltó quien imbuyó a
los nuevos seres bajos sentimientos, pervirtiendo en algún
grado con deseos de lujuria, embragues, pereza o vagancia.16
Finalmente, el rostro de los nuevos seres exclamó un gran
chillido y buscaban alimento. Los dioses se inquietaron y ex-
clamaron: “¿Qué comerán, oh, dioses?”. Un grupo de ellos
corrió en busca de alimentos, en la ruta que Quetzalcóatl di-
visó una hormiga colorada, que venía del Cerro de los man-
tenimientos, el Tonacatépetl, cargando unos granos de maíz.
Ordenó al insecto lo guiara. Para ello, se convirtió en hormiga
negra e ideó que sería el alimento principal de los nuevos seres,
pues sembrado y cosechado se producía en cantidad, cosido
aumentaba su volumen y era sustancioso. Así, tomó algunas
mazorcas y corrió presuroso al Omeyocan, donde los dioses
no sabían qué hacer para controlarles el llanto, convirtiéndose
en vasallos en busca de darles el primer alimento. Al llegar

Birgitta Leader, In xochitl in cuicatl. Flor y canto, pp. 231-233, y Salvador Mateos
16

Higuera, “Los dioses creadores”, tomo 2, pp. 165-177.

21
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

Quetzalcóatl, presurosos los dioses tomaron sus mazorcas, las


desgranaron y masticaron el maíz hasta hacerlo papilla y colo-
carlo en las bocas de las criaturas, como las aves a sus pollue-
los. Preocupados para que no falte alimento, pensaron el llevar
al treceavo cielo al cerro de los mantenimientos, el Tonacaté-
petl. Quetzalcóatl se lo amarró con cordeles y un mecapalli
en la frente e intentó llevarlo al Tamuanchan u Omeyocan y
no podía, era muy pesado, no se podía mover, pues formaba
una pieza con el suelo. Así que Oxomoco y Sipactonal con sus
artes adivinatorias pronosticaron que se debía desbaratar y que
sólo una persona lo podría hacer. “Nanahuatzin el buboso”
gustoso aceptó, y la gran sorpresa fue que al irse descubriendo
se encontraron no sólo maíz blanco, negro, amarillo y colo-
rado, sino además etl, huautli, chian y michihuautli, es decir:
frijol, alegría, chía y otro derivado de la chía, quedando como
protectora de los mantenimientos la señora Chicomecoatl.17
Se cuenta que en los primeros tiempos se les dio la
vida a los cuatrocientos mixcohuas, y posteriormente a cinco
mixcohuas más por separado. A los primeros se les enseñó a
usar herramientas y elementos para la caza y los deberes para
ofrendar a los dioses. En cambio, sólo se divertían y dormían
con mujeres y se emborrachaban sin recordar ni ofrendar a los
dioses. Enojado, el sol llamó al pequeño grupo de los cinco
mixcohuas (Quauhtliicohuauh, Mixcóhuatl, Tlotópetl, Apant-
leuctli y la hermana menor Cuetlachcíhuatl) y les dio flechas
y escudos y les dijo “Mirad, hijos míos, que ahora habéis de
destruir a los cuatrocientos mixcohuas, que no dedican algo a
nuestra madre y a nuestro padre.” Los cinco hermanos cerca-
ron y guerrearon con los cuatrocientos mixcohuas hasta casi
exterminarlos, los pocos que se salvaron fueron a suplicar al
sol piedad y reconocían cuánto los había afligido. Así que fue-
ron enviados a Chicomoztoc, que “ya es vuestra cueva, y en-
trad, que ya es vuestra casa”.18

Salvador Mateos Higuera, “Los dioses creadores”, tomo 2, pp. 177-178.


17

Op. cit., Códice Chimalpopoca: Anales de Cuauhtitlán y Leyenda de los soles, pp. 122-
18

123.

22
La familia cosmocrator en la cultura mexica

Conclusión

En esta historia sistematizada de la narrativa cosmogónica,


mitos de civilizaciones prehispánicas mesoamericanas, vemos
cómo se delinea la necesidad de la dualidad: femenino y mas-
culino; asimismo, cómo se posiciona la presencia de la mujer
como protagonista en el diseño de la creación del cosmos,
junta siempre con su pareja. La vida del ser humano sólo será
en función de orar y alabar a los creadores; de lo contrario, se
pierde todo; sin embargo, las deidades también son culpables
de las debilidades y perversiones humanas, no sólo el hombre.

Fuentes consultadas

Códice Borbónico, www.famsi.com., lámina 21.


Códice Florentino, (digitalizado vía fotografías).
Duran, Fray Diego, Historia de las indias de Nueva España, Tomo I,
Porrúa, México, 1984.
Garibay, Ángel Ma., editor, Teogonía e Historia de los Mexicanos por
sus pinturas, Porrúa, México, 1996.
Leader, Birgitta, In xochitl in cuicatl. Flor y canto, Instituto Nacional
Indigenista, México, 1981.
León Portilla, Miguel, Literaturas indígenas de México, México, FCE,
1992.
Mateos Higuera, Salvador, Enciclopedia gráfica del México antiguo,
Tomo I “Los dioses supremos”, Tomo II “Los dioses
creadores”, Tomo III “Los dioses creados”, y Tomo IV
“Los dioses menores”, Secretaría de Hacienda y Crédito
Público, México, 1993.
Mendieta, Fray Gerónimo de, Historia Eclesiástica Indiana, Tomo I,
Editorial Cien de México, México, 1997.
Molina, Fray Alonso de, Vocabulario de lengua Castellana Mexicana y
Mexicana Castellana, Porrúa, México, (1977[1555]).
Motolinía, Fray Toribio, El libro perdido, Ensayo de reconstruc-
ción de la obra histórica extraviada de fray Toribio Moto-
linía (Edmundo O’Gorman), Editorial Consejo Nacional
para la Cultura y las Artes, México, 1989.
Popol Vuh, el libro sagrado de los antiguos mayas-quichés, ME edi-
ciones.

23
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

Robelo, Cecilio A., Diccionario de mitología náhuatl, Volumen I, Edi-


torial Innovación, México, 1980.
Sahagún, Fray Bernardino de, Historia general de las cosas de Nueva
España, Porrúa, México, (1999 [1577?]).
Simeón, Remí, Diccionario de lengua Náhuatl, Siglo XXI, México,
(1977[1885]).
Velázquez, Primo Feliciano, traductor, Códice Chimalpopoca,
Anales de Cuauhtitlán y Leyenda de los soles, Traducción di-
recta del náhuatl, Instituto de Investigaciones Históri-
cas, Universidad Nacional Autónoma de México, Mé-
xico, 1992.

Entrevistas

Entrevista grabada al tlamatinime Artemio Solís Tonalli en


marzo de 2000.
Entrevista al tlamatinime Alfredo Amador Cuauhtlatoa en
marzo de 2013.

24
Capítulo 2
Semblanzas de personajes
aguascalentenses
LA VIDA DE ALEJANDRO
TOPETE DEL VALLE
Y LAS RELACIONES
DE PARENTESCO
Bertha Topete Ceballos1

Linajes y líneas de parentesco

El estudio de la genealogía de una familia, como dice


Guadalupe Paredes López, es: “dar un paseo en el
conocimiento del pasado remoto, al establecer orí-
genes, parentescos y enlaces de los linajes”.2
Pero este paseo no solamente es navegar entre
nombres, apellidos o fechas, sino que es una trave-
sía geográfica por un país y en ocasiones entre conti-
nentes. Armar los lazos consanguíneos nos muestra el
peregrinaje territorial de las familias y cómo éstas se
van uniendo y relacionando con otras que siguieron
una ruta similar o diversa, pero que finalmente son
el producto de lazos entre las personas. Se trata de:

Dar rostro a los personajes, que con su quehacer


cotidiano: en el hogar, la agricultura, la ganadería,

Archivo Histórico del Estado de Aguascalientes.


1

http://xviiragquito.blogspot.mx/2011/09/ponencia-2da-estu-
2

dio-genealogico-de.html.
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

la minería, el comercio, como oficiales reales o eclesiásticos o


en los oficios, participaron en constituir la sociedad que se fue
gestando a partir de la segunda mitad del siglo XVI.3

Una de las finalidades más importantes en la conquis-


ta de estas tierras fue el descubrimiento y explotación de los
metales tan apreciados en el Viejo Mundo y sobre todo para
la Corona.
Muchas familias se fueron estableciendo en las ciudades
indígenas pobladas por naturales y otros fundaron villas en el
paso de los caminos que se fueron trazando para el descanso y
protección de los viandantes y conductas, como el Camino de la
Plata y el Camino de las Villas. Estas villas se fueron ocupando
por hombres con o sin familia, se establecieron y, por lo general,
se casaron; ya fuera con españolas o criollas que pertenecían al
mismo círculo social o, bien, lo hacían como una forma de ins-
talarse en la sociedad de aquella época.
Se unieron por medio de lazos matrimoniales, forman-
do así linajes y lazos de parentesco. Se convirtieron en troncos
de familias y se asentaron para dedicarse a las diversas labores:
como mineros, militares, comerciantes, hacendados o ranche-
ros, o llegaron con algún cargo ya destinado en el gobierno.
En Aguascalientes son pocos los estudios genealógicos
de las familias. Por ejemplo, está el de Alejandro Topete del
Valle sobre la familia Romo de Vivar; también, está el libro de
Aurelio de los Reyes sobre la familia García Rojas. Otros escri-
tos se deben a la maestra Martha Durón Jiménez; éstos sobre
las familias de los Altos de Jalisco. Sin embargo, aún queda en
Aguascalientes mucho por escribir.

Los Meninde Velarde

El apellido Meninde Velarde es muy poco conocido en la re-


gión. Pertenece a una familia procedente de Quijas, Valle del
Reocín, Santander, España. La genealogía fue hecha por mi
padre: Alejandro Topete del Valle. A partir de su estudio re-

http://xviiragquito.blogspot.mx/2011/09/ponencia-2da-estudio-genealogico-
3

de.html.

28
La vida de Alejandro Topete del Valle

tomé la información para realizar el trabajo de mi tesina pro-


fesional, con la finalidad de dar rostro y vida a los personajes:
saber a qué se dedicaron y conocer la trayectoria geográfica
de la familia desde que se trasladaron a Asientos, Aguasca-
lientes, la zona minera de este estado. El dato más antiguo que
se tiene en el Archivo Histórico del Estado es de 1774, que ubi-
ca el apellido en el Real de Minas de Asiento de Ibarra.
Francisco Meninde Velarde (quien suponíamos fue el
primero en llegar a estas tierras) trabajaba una mina junto a
su hermano Juan Antonio y a otro activo minero: José de la
Campa, de Tepezalá.
Francisco fue hijo de Alberto Meninde Velarde y de Ma-
ría Ana Gertrudis Díaz Galán, todos naturales de Quijas, Valle
del Reocín, Santander, España. Según noticias, nació en 1738,
dato que aún falta por confirmar.
El estatus social o “distinción de estado” de la familia
(como se les nombra en los padrones de Santander) es que fue
hijodalgo o “hijo de algo”, según obra en el Archivo de Can-
tabria, donde están registrados y donde encontré con mucha
fortuna a toda una comunidad con este apellido.

¿Quién fue Francisco Meninde Velarde?

Francisco Meninde Velarde se instaló en Asientos de Ibarra.


Casó en primeras nupcias el 14 de enero de 1782 con Rosalía
Ximénez Romo de Vivar, quien pertenecía a una de las fami-
lias más antiguas de la región, aunque no era rica, pues en un
documento Francisco lo hace notar al decir: “no trajo dicha
mi esposa (al matrimonio) a mi poder nada, lo que me precio
de hacer presente”.
Su matrimonio duró pocos años y su familia fue muy
pequeña. De dicha unión nacieron: José Francisco Teodosio,
el 1º de noviembre de 1782, y José María Saturnino, el 28 de
noviembre de 1783. Pero la tragedia enlutó a la familia Meninde
Velarde Ximénez, pues ambos fallecieron en la infancia. Al año
siguiente, el 7 de noviembre de 1784, nació su tercera hija, una
niña llamada Mariana Severa, bajo la categoría de “española”,
no porque fuera nacida en la península, sino por la pureza de
sangre.

29
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

En aquellos tiempos, ésta era una condición muy impor-


tante para una sociedad que exigía un futuro buen matrimonio;
de esta forma se matizaba el grupo racial al que pertenecía.
Los Meninde Velarde Ximénez se relacionaron con
otras familias del lugar –como era costumbre entre los espa-
ñoles–, tal como hacían los hacendados, comerciantes y mine-
ros, quienes recurrían a padrinos para estrechar las relaciones
y para que después ayudaran a sus hijos.4 Así, la madrina de
Mariana Severa fue Theresa Pérez de Terán, hija del segundo
matrimonio del conocido y temido jefe político realista Felipe
Pérez de Terán con Rosalía Castorena. Teresa declaraba ser
vecina de Pilas, cercano al Mineral de Asientos; estaba casada
con un conocido minero y político de Tepezalá llamado To-
más Jiménez.
El bautizo de Mariana Severa fue en la Parroquia de
Asientos por su tío, el sacerdote Pablo Romo de Vivar.
Francisco Meninde Velarde fue un hombre importante,
exitoso, influyente en la región. Ocupó los mejores cargos de
la época. Fue teniente de alcalde mayor en 1777, con tan sólo
unos años de haber llegado. Para 1796 declaró ser dueño de las
minas de Santa María Magdalena, Las Peñuelas, La Comuni-
dad, San Jerónimo, La Cumbre, y la mitad de la mina de Santo
Tomás, junto con Atilano Cardiel. Así como de la famosa mina
La No Pensada, junto con Roberto Oropeza y Maximiano Ro-
cha, quien también le cedió su mina llamada Nuestra Señora
de Guadalupe (pues no podía seguir manteniéndola).5
Trabajó en varias haciendas de minas, ya fuera en su to-
talidad o como socio de los mineros de Asientos o de Tepeza-
lá, así como con Fernando Rincón Gallardo, perteneciente a la
familia del mayorazgo de Ciénega de Mata, pues mediante las
alianzas se obtenían muchos beneficios, entre ellos conseguir
el azogue, que estuvo tan restringido.
Francisco fue dueño de varias recuas de mulas, tanto
para trabajar en la hacienda de beneficiar plata, como para me-
dio de transporte. Su bonanza le permitió comprar algunas
casas en la ciudad de México. Además, fue un exitoso comer-

4
Castañeda, Carmen, Élite, clases sociales y rebelión en Guadalajara y Jalisco, siglos
XVIII y XIX, El Colegio de Jalisco, Guadalajara, Jalisco, 1988, pp 34-36
5
AHEA FPN, caja 37, exp. 4, esc. 10, pp. 22f-23f.

30
La vida de Alejandro Topete del Valle

ciante, su casa era de las llamadas “de taza y plato”, porque


cumplía con una doble función.
Dentro de su comercio existían productos tan comunes
como: comino, piloncillo, madejas de ixtle, cinchos de mula,
costales de vaqueta, tornillos machos, limas, martillos, chiqui-
huites, manteca, frijol, escobas, maíz, cobre labrado, ensala-
deras, machetes, embudos, kimonos de China, medias de Gé-
nova y los comunes mexicanos: abujas [sic], rebozos, telas de
Cambaya, entre muchas otras cosas.
Aunque Calleja lo nombró como uno de los pueblos
más pobres en el reino, ¿a quién se le vendía toda esta clase de
productos? Muchos de ellos eran de primera necesidad, pero
los kimonos de China, los vinos de Málaga y la plata labrada
eran productos suntuosos que solamente podían ser adqui-
ridos por una clase pudiente; quizá sólo así Francisco pudo
enriquecerse y sostener una tienda donde existían estas ma-
nufacturas.
La fortuna de Francisco entre pasivos y activos sumó la
cantidad de 113, 614 pesos; 3 5/8 de real hasta el año de 1796,
cuando hizo un inventario de todos sus bienes.
Estuvo emparentado con el capitán Juan Antonio Gon-
zález de Peredo y Meninde Velarde, uno de esos 117 miem-
bros que formaban el regimiento de Dragones de Nueva Gali-
cia. Este dato revela su pertenencia y arraigo a la Madre Patria.
Su hermano, Ramón González de Peredo, ya estaba asentado
en Aguascalientes para el año de 1786.
Francisco quedó viudo en 1786, cuando falleció Rosalía,
su esposa, y cuando ya era todo un personaje en lo social, eco-
nómico y político. Después de diez años de viudez se volvió a
casar con doña Loreto Sáenz Ontiveros, el 24 de julio de 1796,
aunque no tuvo descendencia.
Para proteger los bienes de su hija Mariana hizo un in-
ventario muy rico en detalles. Consta de 53 páginas, y parece
un testamento adelantado donde se declara: “[...] oriundo de
los Reinos de Castilla y vecino de este Real ocupado en Co-
mercio, Minería y en Rentas Reales desde hace veintidós años
y [...] legítimo administrador y usufructuario, tutor y curador
de ella […]”.6


6
AHEA, FPN, caja 33, exp. 5 esc 18, pp. 41f-66v.

31
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

Siendo aún muy joven (tan sólo 12 años de edad), en


1796, Mariana deshizo un matrimonio que tenía pactado con
Domingo de Alvistegui –quien tenía una relación de parentes-
co con doña Loreto.
Por algún motivo que aún falta desentrañar, Mariana
pidió dispensa a la Arquidiócesis de Guadalajara para des-
hacer el trato, lo cual causó enojo en el futuro contrayente,
quien apeló el caso ante los tribunales de la Arquidiócesis
de Guadalajara e hizo notar que el culpable de que “la niña”
hubiera terminado con el matrimonio era Francisco Meninde
Velarde, pues éste mandó devolver las prendas que le había
obsequiado a Mariana en señal del compromiso. En 1800,
quedó cerrado el caso.
Al tiempo llegó a Asientos un español de nombre Ber-
nabé Antonio del Valle Arnaiz, seguramente con las caracterís-
ticas de los otros españoles que llegaron a América. Bernabé
era originario de la población de Villaviciosa, perteneciente a
la provincia de Asturias; hijo de Pedro del Valle y de Ana Ar-
naiz, quienes nunca vinieron a tierras novohispanas; atravesó
el océano para encontrar una mejor calidad de vida y hacerse
rico por medio de alguna actividad, sueño de todo español.
Bernabé conoció a Mariana y no dudó en casarse con
ella, la rica heredera, encontrando en ella a la mujer que reunía
sus requisitos. Puesto que los padres preferían para sus hijas
un esposo español recién desembarcado, las hijas heredaban
también esa mentalidad. Era lo usual. Mariana llegó al matri-
monio con una jugosa dote de 200 mil pesos; a diferencia de
Bernabé, “quien no introdujo nada a la sociedad conyugal”.
Desconozco la fecha exacta del matrimonio, pero tal vez
se realizó a fines de 1803. De esta unión nacieron cinco hijos:
María Loreto, el 8 de septiembre de 1804; María del Carmen
Paula, el 2 de marzo de 1806; María del Rosario, el 17 de mayo
de 1807; Bernabé, nacido con toda probabilidad entre el 17 de
febrero y el 14 de marzo de 1808; y José Félix Faustino, el 15
de febrero de 1810.
A estos tres últimos hijos no los conoció Francisco, su
abuelo, pues murió entre marzo y septiembre de 1806, a los 68
años de edad. No he podido encontrar su acta de defunción
en los archivos de Asientos. Asimismo, desconozco la causa
de muerte.

32
La vida de Alejandro Topete del Valle

En 1910 murió Bernabé Antonio del Valle en Guanajua-


to, a manos de la horda del negro Lino. Mariana quedó viuda
con cinco hijos.
Mariana Severa guardó su viudez 2 años y se casó por
segunda vez con el también viudo capitán José Gregorio Pé-
rez, el 26 de octubre de 1812, vecino de Sierra de Pinos, quien
se presentó ante José María Eguren, que había sido ayudante
de Francisco por muchos años y era ahora teniente de subde-
legado, para declarar que: “ha deliberado contraer matrimonio
con doña Mariana Meninde Velarde”, de 28 años edad y con
cinco hijos de su anterior matrimonio.
Mariana era una mujer de carácter; fuerte de espíritu,
pues desde un principio estableció condiciones al contraer
matrimonio con el capitán, quien “ha convenido mantenerla
en su casa con sus hijos pequeños separada de los hijos gran-
des de éste, de su anterior matrimonio, bajo cuya condición
han convenido ambos en el enlace y lo tienen por convenien-
te” [sic].7
Mariana y el capitán José Gregorio Pérez procrearon
cuatro hijos: Antonio, Josefa, Mariano y Valenta, muerta esta
última en la infancia. La familia había aumentado a nueve hi-
jos: cinco de Bernabé y cuatro del capitán Pérez.
En la familia de Loreto se practicaba mayormente la
endogamia; se casó el 1° de agosto de 1819 a la edad de
15 años con Carlos Camino Villalpando, vecino de Pinos,
Zacatecas, hijo de José Camino y de Gertrudis Villalpando.
Tuvieron por hijos a Mariano, Josefa, Guadalupe y Francisca
Camino del Valle.
Doña María Guadalupe Camino Villalpando casó con
Pedro Celestino Rangel, hijo de Gil Rangel y de Ma. Ciriaca
García. Ellos tuvieron por hijo a Celestino Rangel Camino,
quien a su vez se casó con María Aguilar Flores, padres de
Leonor Rangel Aguilar casada con Ignacio Chávez Calvillo.
Hasta aquí dejamos a la familia de Loreto para seguir con los
otros hermanos.
Carmen del Valle nunca se casó; sin embargo, fue activa
en los negocios, pues siguió trabajando en las minas de magis-
tral que le heredó su madre. Hizo dos testamentos, el primero


7
AHEA, FPN, Caja 39, exp. 3, esc. 4, pp 7f-8v.

33
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

en 1848, en el cual dejó como albacea a doña Loreto, la viuda de


su abuelo, con la que llevó buenas relaciones. Y como herederos,
dejó a sus hermanas Josefa Pérez y a las dos hijas de su her-
mana Loreto, doña Guadalupe y Francisca Camino del Valle,
declarando como sus posesiones las dos minas que recibieron
como herencia de su madre Mariana, llamadas El Tirito y La
Peñuela, ambas en el Real de Asientos, así como la hacienda de
beneficiar plata y de la parte que le correspondía de sus padres
en Asientos. Carmen fue célibe.
De Rosario hay pocos datos. Se casó y luego murió sin
dejar descendencia; probablemente murió de parto, circuns-
tancia muy frecuente en aquel entonces.
José Bernabé del Valle y Meninde casó con Luisa Vi-
llalpando Martínez en Asientos el 25 de mayo de 1842. Luisa
había nacido en 1827 en el rancho San José de Guarda-Rayas,
muy cercano a Asientos. Ella era hija de Pablo José Villalpando
Ortiz (hijo de Antonio Basilio Villalpando y Luévano y doña
Juana Rafaela Ortiz Ponce de León y Urzúa). Don Pablo José
casó en segundas nupcias con María Guadalupe Martínez
Guerra, hija a su vez de don Julián Martínez y de doña Rosa-
lía Guerra, esta última perteneciente a la gran familia Guerra,
de donde penden muchas familias de Aguascalientes.
José Félix Faustino del Valle Meninde Velarde casó tres
veces. La primera con Francisca Núñez Araiza, pero falleció el
4 de febrero de 1852. Con Francisca tuvo 11 hijos, pero 5 mu-
rieron en la infancia y otros tres posteriormente a la muerte de
la madre, así que solamente sobrevivieron Luis, Concepción
y Félix del Valle Núñez. En segundas nupcias casó con Ma-
ría Trinidad Raigosa Esparza, quien ya era viuda de Antonio
Monjaraz, y con quien tuvo un hijo. Cuando casó con Félix
introdujo la cantidad de 3,200.38 pesos. Con Félix, tuvo 6 hi-
jos, pero sólo tres vivieron: Jesús, Manuel y Merced del Valle
Raigosa; aunque ésta murió el 28 de diciembre de 1874. Por
tercera vez, casó con Ascensión Raigosa, y con ella sólo tuvo
una hija llamada Josefa del Valle Raigosa.
Se desconoce la vida de la familia Pérez Meninde Ve-
larde.
Tanto Bernabé como Félix fueron socios en la minería y
trabajaron junto con otros mineros de la región muchas minas
y fueron exitosos en la empresa.

34
La vida de Alejandro Topete del Valle

Los hijos de José Bernabé y Luisa fueron: Bernabé Gre-


gorio, quien nació el 9 de mayo (día de San Gregorio) de 1843;
María Josefa, nacida en 1846; Genaro, el 16 de abril de 1850;
Luisa, el 21 de junio de 1851; Ricardo, el 1º de septiembre de
1852; y José María, el 11 de marzo de 1854. María del Carmen,
Altagracia y Gertrudis murieron en la infancia. Todos nacie-
ron en Aguascalientes.
El tercer Bernabé en la familia hizo su vida en la ciudad
de Zacatecas, donde tuvo una posición social destacada, ade-
más de que tuvo cargos públicos de importancia. Casó con
Andrea Acosta, originaria de Rincón de Romos, en 1850, hija
de Juan Acosta y de Ma. Juana Romo.
María Josefa, perteneciente a este clan de familias de
Asientos, era mejor conocida como Pepita Valle; casó a los 25
años con el futuro gobernador de Aguascalientes: el señor Ra-
fael Arellano Ruiz Esparza, el día 18 de abril de 1871. Ambos
serían los progenitores de otro gobernador: Rafael Arellano
Valle.
Rafael, el primero, era hijo de Ramón Arellano y de doña
Luisa Ruiz de Esparza. Don Rafael nació en Aguascalientes el
9 de septiembre de 1844.
Genaro casó con Cirenia Azuela Gómez, quien era ori-
ginaria de Unión de Adobes, hoy San Antonio, Jalisco, muy
cerca de Lagos de Moreno. Nació el 1° de noviembre de 1854,
hija de Francisco Azuela Camarena y de Micaela Gómez Gue-
rra; casaron civilmente el 5 de noviembre y eclesiásticamente
el 19 del mismo mes de 1873.
Luisa del Valle Villalpando casó con Patricio H. Aizpuru
Chávez el 18 de enero de 1884. Patricio nació en 1854, y fue
hijo de Patricio Aizpuru y de Ignacia Chávez.
Ricardo del Valle Villalpando casó en Aguascalientes el
8 de febrero de 1877 por la iglesia y el 25 de abril del mismo
año civilmente con Ángela Arenas González.
José María nunca se casó. Padecía una malformación que
probablemente tuvo desde pequeño (una pierna más corta
que la otra); quizá por ello no realizó ninguna alianza matri-
monial; sin embargo, el “tío Pepe”, como todos los sobrinos le
llamaban, fue un hombre que hizo un gran capital. Fue presta-
mista moderado cuando los bancos eran aún muy recientes, tal
vez por ello la gente pedía prestado a particulares.

35
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

Del matrimonio de Genaro del Valle y Cirenia Azuela,


Dolores del Valle Azuela casó con el médico procedente de
Hostitipaquillo, Jalisco: Zacarías Topete López, padre de Ale-
jandro Topete del Valle.

Referencias

AHEA FPN, caja 37, exp. 4, esc. 10, pp. 22f-23f.


AHEA, FPN, caja 33, exp. 5 esc 18, pp. 41f-66v.
AHEA, FPN, caja 39, exp. 3, esc. 4, pp 7f-8v.
Castañeda, Carmen, Élite, clases sociales y rebelión en Guadalajara y Ja-
lisco, siglos XVIII y XIX, El Colegio de Jalisco, Guadalajara,
Jalisco, 1988, pp 34-36.
http://xviiragquito.blogspot.mx/2011/09/ponencia-2da-estu-
dio-genealogico-de.html.
http://xviiragquito.blogspot.mx/2011/09/ponencia-2da-estu-
dio-genealogico-de.html.

36
ENRIQUE REYES
ELIZONDO.
UNA HISTORIA
DE ÉXITO
Carlos Reyes Sahagún1,2

F recuentemente ocurre que en el desarrollo de


las sociedades destacan personajes que hacen
gala de iniciativas diversas, que impulsan algu-
na actividad determinada, y que tienen en común el
no ser originarios de la sociedad en cuestión.
Normalmente nadie deja el terruño, familia,
amigos, etcétera, por voluntad propia, sino obligado
por las circunstancias. Quizá ocurra que las opor-
tunidades de vida que se tienen en la tierra propia
sean escasas y limitadas, o que las que hay no son lo
suficientemente satisfactorias, y entonces se busca
fuera lo que no se encontró dentro.
Quien así piensa y actúa está lejos de confor-
marse con lo que existe a la mano, de tal manera que
esta inquietud, este carácter de emprender, se hará
notar en el lugar donde se establezca.

Universidad Autónoma de Aguascalientes.


1

Agradezco a la maestra Marta Durón Jiménez su entusiasmo y


2

apoyo para llevar a cabo este trabajo, así como la valiosa informa-
ción que me proporcionó.
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

Éste es el caso del señor Enrique Rafael Reyes Elizondo,


quien nació en la ciudad de Monterrey, Nuevo León, el 13 de
mayo de 1883, y murió el 20 de marzo de 1974 en Aguascalien-
tes, en donde se estableció en la segunda década del siglo XX.
Enrique Reyes fue hijo de Juan Reyes, que a su vez des-
cendió de Florentino Reyes y Antonia Garza. Su madre fue Gua-
dalupe Elizondo, hija de Francisco Elizondo y Petra Fernández.
El acta de nacimiento únicamente registra la edad del
padre: 37 años, y la nacionalidad de ambos: mexicana. Un tes-
tigo de su presentación en el Registro Civil fue Juan Elizondo,
seguramente hermano de su madre.3
En sentido contrario a lo afirmado anteriormente, el
señor Reyes no se estableció en Aguascalientes por falta de
oportunidades en Monterrey, sino por razones de salud. Muy
joven sufrió de paludismo, situación que lo obligó a buscar
mejores climas, a decir de su hija, la señora María de la Luz
Margarita Reyes Velasco de Martínez.4 Este problema lo im-
pulsó a desempeñar un empleo como pagador de la empresa
del Ferrocarril Central Mexicano, que le permitió alejarse del
clima neolonés.
En palabras de su hija: “Él tenía un carro que viajaba
con escolta, porque recorría toda la división, entonces iban
pagando toda la división; hasta los de vía, los peones de vía”.5
A los 25 años, el 5 de noviembre de 1908, contrajo ma-
trimonio con la señorita María Isabel Francisca Velasco García
Rojas, de 20 años, en la Hacienda de San Marcos, Zacatecas.
Isabel, aunque nacida en Zacatecas el 10 de octubre de
1888, vivió su infancia y juventud en esta hacienda, muy cerca
de Loreto, Zacatecas, en donde actualmente existe la Escuela
Normal Rural general Matías Ramos Santos, para varones. Fue
hija de Francisco de Paula Velasco Carrillo, administrador de la
Hacienda, y de Altagracia García Rojas.
Inicialmente, el matrimonio Reyes Velasco se estableció
en Aguascalientes, debido al trabajo del señor Reyes en el fe-
3
Acta de nacimiento de Enrique Rafael Reyes Elizondo, Libro 1, tomo 1, foja
56, acta 190 bis, 26 de mayo de 1883, en Archivo General del Registro Civil,
Monterrey, Nuevo León.
4
Carlos Reyes Sahagún, entrevista con la señora María de la Luz Reyes Velasco
de Martínez, realizada el 23 de febrero de 1995.
5
Carlos Reyes Sahagún, misma anterior.

38
Enrique Reyes Elizondo. Una historia de éxito

rrocarril, pero no tardó mucho tiempo en abandonarlo, pues


lo obligaba a permanecer fuera de casa mucho tiempo.
Posiblemente la huella más duradera que este trabajo
dejó en su personalidad fue el aprecio por los ferrocarriles.
Su hija, la señora María Guadalupe Reyes Velasco viuda de
Talamantes, cuenta que hacia el final de su vida, todas las tar-
des era llevado en automóvil a la estación, a ver la estancia y
salida del tren a México; el movimiento de personas y carga,
de máquinas y carros. Y luego, cuando el convoy abandonaba
la terminal, rápidamente se trasladaban al crucero de la vía del
ferrocarril con la Avenida Circunvalación (hoy Avenida de la
Convención), para verlo una vez más.6 A principios de 1909,
el matrimonio se trasladó a Zacatecas. En esta ciudad, el se-
ñor Reyes entró a trabajar al Banco de Zacatecas, en donde
alcanzó el cargo de cajero. Los balances mensuales que este
banco publicaba en El Republicano, Periódico Oficial del Estado de
Aguascalientes, de los años de 1908 a 1912, aparecen firmados
por él, con ese cargo. También consta su firma en billetes de
varias denominaciones de esta institución bancaria.
En Zacatecas nacieron sus primeros hijos, Isabel Enri-
queta Tomasa (1908), Florentino Óscar Juan (1911) y Enrique
Rafael Florentino (1912).7 En 1914, con la revolución consti-
tucionalista en ascenso, el Banco de Zacatecas cerró sus puer-
tas y la familia debió emigrar, cosa que hizo el seis de junio de
ese año, precisamente días antes de que la batalla de Zacatecas,
concluida el 23 de junio, sellara la suerte del régimen golpista
del general Victoriano Huerta.
El punto de destino fue Lagos de Moreno, Jalisco, a
donde se trasladaron en seguimiento de la familia de su espo-
sa, la familia Velasco García Rojas, y en donde permanecieron
breve tiempo. Ahí, el día 10 de junio, nació su cuarta hija, Ma-
ría de la Luz.
De Lagos cambiaron su residencia a Aguascalientes, en
donde se establecieron definitivamente. Ahí nacieron sus hi-

6
Carlos Reyes Sahagún, entrevista con la señora María Guadalupe Reyes Velas-
co, viuda de Talamantes, 28 de febrero de 1995.
7
Los datos provienen de la libreta de apuntes de Francisco de Paula Velasco,
publicada en ¿No queda huella ni memoria? (Semblanza iconográfica de una familia),
Aurelio de los Reyes, UNAM, Instituto de Investigaciones Estéticas, El Colegio
de México, México, 2002, pp. 306 y 325.

39
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

jos Abelardo Guillermo, el 18 de noviembre de 1917, Fede-


rico, y María Guadalupe, nacida el 10 de enero de 1924.
El traslado a esta ciudad debió de ocurrir entre fines de 1914 y
mediados de 1915, de acuerdo a una anécdota contada por su
hija María de la Luz, relacionada con el general Francisco Villa,
que estuvo en Aguascalientes por lo menos en dos ocasiones,
en noviembre de 1914 y luego de la derrota de la División del
Norte en el bajío, a mediados de 1915.
Dice María de la Luz que “había una jaula con un pájaro
que le dabas cuerda y cantaba. Entonces aquí llegó Villa y mi
papá fue al tren, ahí estaba estacionado en la estación, a ven-
derle la jaula, como una novedad, porque en aquel tiempo […]
Ahora lo de cuerda, pues te ríes de él, ¿verdad?, pero entonces
no. Así que se la llevó y ya le pagó y se salió. Iba por el andén
cuando un soldado le gritó: “¡Óigame! Venga para acá”. Y dijo:
“¡Ay Dios!”. Y ya fue, subió otra vez y le dijo (Villa): “Oiga,
¿qué me vendió? Mire el pájaro, ya no canta”. “No”, le dijo mi
papá, “mire, mi general, se le da cuerda aquí, entonces vuelve
a cantar”. “¡Ah! Bueno””.8
Primeramente vivieron en los altos de una casa de la ca-
lle de Juárez (construida por Refugio Reyes Rivas), que sirvió
como sede del Banco de Zacatecas.9 Posteriormente, el señor
Reyes compró una casa de la avenida Porfirio Díaz,10 entre las
calles de Zaragoza y Persia.11
Esta residencia, que posteriormente se le vendió al se-
ñor Teófilo Romo, estaba en la acera norte, en la cuadra que
va de Persia a Zaragoza. Poco tiempo después, antes de 1917,
compró un terreno de la acera sur, en donde existía una huer-
ta, en cuyo frente edificó una casa, dejando espacio para una
huerta atrás, hasta la actual calle Pedro Parga.
Antes de ser urbanizado, ese lugar fue escenario de in-
contables reuniones familiares que tenían lugar cuando venían
parientes de Monterrey o de México a Aguascalientes. Todo
esto entre chabacanos, granados, higueras, perales.

8
Carlos Reyes Sahagún, entrevista con la señora María de la Luz Reyes Velasco.

9
En este lugar inició la negociación comercial Casa de Vidrio. También fue ahí
la tienda de electrodomésticos Electro AB, del señor Roberto Barnola. Actual-
mente es una Farmacia Guadalajara.
10
Hoy Álvaro Obregón.
11
Actualmente General Barragán.

40
Enrique Reyes Elizondo. Una historia de éxito

Al establecerse en Aguascalientes, el señor Reyes hizo


sociedad con el señor Rafael Villegas en 1917,12 o a más tardar
en 1920.13 En esa época existía en el número 7 de la calle Juá-
rez un negocio de ferretería, mueblería y maquinaria: La Es-
trella, establecido a fines de 1898.14 Dice Jesús Gómez Serrano
que “La Estrella fue la ferretería más importante que hubo en
Aguascalientes en aquella época”.15 Su propietario fue el em-
presario texano Walter Eikel,16 quien se asoció con otros ex-
tranjeros en varias ocasiones, hasta que traspasó el negocio a la
sociedad Villegas Reyes, quienes conservaron este nombre.17

12
El Sol del Centro, 8 de octubre de 1950.
13
La fotografía de ambos aparece en la página 572 del libro México contemporáneo,
con el siguiente pie: “D. Rafael R. Villegas, D. Enrique Reyes, de la firma Reyes
& Villegas, banqueros y almacenistas de ferretería y mercería”. Este libro con-
tiene un texto de Augusto Genin, que está fechado en marzo de 1921. México
Contemporáneo 1921, A. F. Salazar & Cía. Editores, México, D.F., 1922.
14
“La Estrella” no comenzó su andadura en este local. Ahí se estableció hasta
1904, según informó la Revista del Centro, que en su edición del 17 de diciembre
de ese año hizo del conocimiento público que este negocio, que por cierto dis-
tribuía en esa época los carros Studebacker “acaban de pasar su establecimiento
de ferretería a la casa que ocupara antiguamente la escuela sostenida por el
estado en la calle del Reloj.
La finca ocupada actualmente por la Ferretería La Estrella ha sido reformada
del techo a los cimientos, adaptándosela para que sirva expresamente para el
objeto a que se le destina actualmente, y esta adaptación no se ha realizado a
capricho sino procurando hasta en los más pequeños detalles hacerla lo más
cómoda y adecuada, tanto a las necesidades del servicio de almacenaje y ventas
como a las de la clientela.
Amplios salones de exposición donde el parroquiano puede examinar, con toda
escrupulosidad, la mercancía que se le ofrece. Grandes y elegantes aparadores
para exponer desde los minúsculos y delicados vivelots, que demanda el lujo,
hasta las pesadas y útiles herramientas que sabe manejar el hombre de trabajo.
Bodegas donde se acumulan todos los productos útiles o de simple capricho,
que sirven los unos para ornar, y hacer gratos los íntimos rincones del hogar, y
los otros para fecundar la tierra, arrebatar a las minas su tesoro o convertir en
objetos de uso ordinario los dones de la naturaleza”.
15
Jesús Gómez Serrano, Aguascalientes en la historia, 1786-1920, Los embates de la
Modernidad, Gobierno del Estado de Aguascalientes, Instituto de Investigacio-
nes Dr. José María Luis Mora, México, 1988, pp. 237 y 238.
16
En su artículo “Los pioneros del terruño, Don Enrique Reyes Elizondo”, pu-
blicado el 21 de febrero de 1994 en Hidrocálido, Ezequiel Estrada Pérez afirma
que este personaje era alemán.
17
Un anuncio publicado en el periódico Renacimiento, de 18 de noviembre de 1922,
informaba lo siguiente: “Ferretería ‘La Estrella’ Reyes y Villegas, Calle Juárez 5

41
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

Además, la sociedad tuvo la concesión de los automó-


viles Chevrolet, al lado de la ferretería, donde luego fue La
Nueva York. Establecieron también un taller de servicio en
la esquina de la Avenida Porfirio Díaz y Zaragoza, en una bo-
dega que luego fue almacén de la Casa Reyes, y que todavía
existe. Fue, además, distribuidor de gasolinas y lubricantes de
la Huasteca Oil Company.18
Finalmente, la sociedad se deshizo19 en 1925, quedan-
do el señor Villegas con la ferretería, y el señor Reyes con la
agencia Chevrolet. Tiempo después, la ferretería quebró y el
señor Villegas se fue a vivir a México. Entonces, el señor Reyes
cambió la razón social, bautizando su negocio con el nombre
de Casa Reyes, aunque conservó el de La Estrella. Entonces,
amplió el ramo de actividad, estableciendo una fragua en la
que se fundían implementos agrícolas y otros artículos metá-
licos. Al disolverse, la sociedad dejó de vender automóviles y,
luego, a partir de 1945, se convirtió en distribuidor de gas L.P.
para uso doméstico.20 En algún momento intentó montar una
fábrica de prendas de mezclilla, e incluso construyó una nave
en la parte sur de su terreno, así como cuartos para los traba-
jadores; con el tiempo, se convirtieron en una vecindad, “pero
tuvo muchos problemas y ya ni la techó”.21
La familia permaneció en esa casa de la calle Álvaro Obre-
gón hasta mediados de los años cuarenta. Una vez que su hija
María Guadalupe contrajo matrimonio con el ingeniero Gus-
tavo Talamantes Ponce, en 1947, se cambiaron a una casa de
menores proporciones, situada en la esquina de las calles Álvaro
Obregón y Zaragoza, al lado de la bodega que sirvió como taller
de la Chevrolet y posteriormente como almacén de la Casa Re-
yes. En esta casa vivió el matrimonio hasta su muerte.
La Casa Reyes permaneció en la calle Juárez hasta octu-
bre de 1950. En esos días estaban a punto de terminar dos de

y 7, Aguascalientes. Agencia de los motores y centrífugas de la conocida marca


“Fairbanks Morse”. Molinos para olote y para nixtamal, máquinas para picar
pastura, desgranadoras, arados y toda clase de maquinaria e implementos para
la agricultura. Ventas al contado, a plazo y en abonos mensuales”.
18
Ezequiel Estrada Pérez, “Los pioneros...”.
19
El Sol del Centro, 8 de octubre de 1950.
20
Ezequiel Estrada Pérez, “Los pioneros...”.
21
Carlos Reyes Sahagún, entrevista con la señora María de la Luz Reyes Velasco.

42
Enrique Reyes Elizondo. Una historia de éxito

las administraciones estatal y municipal más polémicas de la


historia contemporánea de Aguascalientes.
Era gobernador del estado el ingeniero Jesús María Ro-
dríguez, apodado con el mote de “El Chapo”, quien debió
enfrentar el movimiento de resistencia civil más importante
del siglo pasado, ocasionado como reacción de una serie de
medidas gubernamentales, fundamentalmente relacionadas
con el impuesto predial y su administración, y la instrumenta-
ción de un amplio programa de desarrollo urbano de la capital
del estado. A despecho de sus enemigos, el conflicto fue zanjado
a favor del gobernador, quien pudo concluir su periodo el 30 de
noviembre de 1950. Por otra parte, el presidente municipal
de Aguascalientes, hasta el 31 de diciembre de ese año, era el
no menos polémico ingeniero civil Luis Ortega Douglas, que
trabajó conjuntamente con el Ejecutivo estatal en los planes
de desarrollo urbano.
Es importante tener en cuenta lo anterior porque el sá-
bado 7 de octubre de 1950, la Casa Reyes fue desalojada del
local que ocupaba en la calle Juárez, en lo que se puede consi-
derar como un clásico “sabadazo”.
Vale la pena aclarar que dicha propiedad pertenecía al
estado a través de la Junta Administrativa de los Bienes de
la Educación Pública del Municipio de Aguascalientes, Ags.,
establecida el 5 de noviembre de 1934 mediante decreto del
Congreso del Estado, y que presidía el presidente municipal,
ingeniero Luis Ortega.22
La pertenencia al gobierno estaba dada por el hecho de
que se trataba de un legado del filántropo del siglo XVIII:
Francisco de Rivero y Gutiérrez, quien dispuso la explotación
de dicho predio a fin de costear la educación de la niñez aguas-
calentense. Ahí se estableció en el siglo XIX la llamada “Es-
cuela Pía”, o “Escuela de Cristo”, pero en algún momento de
esta centuria se le dio un uso comercial.

AHEA, Archivo del profesor Edmundo Games Orozco, Amparo directo nú-
22

mero 6047/51, promovido por Casa Reyes S.A. contra actos del supremo tri-
bunal de justicia de Aguascalientes, Caja 1/exp.28, 9 fojas, 1949 EGO.

43
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

De acuerdo con la información de la época,23 el señor


Reyes había firmado el 8 de enero de 1945 un contrato de
arrendamiento con el Ayuntamiento por 20 años,24 y meses
antes del lanzamiento, el presidente municipal solicitó al ne-
gocio ferretero su desocupación para alquilarlo al Monte de
Piedad a cambio de $2,000 mensuales y el sostenimiento de
una escuela para niños delincuentes.
Este hecho inició un pleito legal que inició el 3 de enero
de 1949,25 y que culminó con el lanzamiento, que por momen-
tos pareció embargo, debido a que la caja fuerte del negocio
fue sellada y las mercancías concentradas en un local, propie-
dad del gobierno.
De nada valieron las protestas, no sólo del propietario,
sino también de la Cámara de Comercio. Las mercancías fue-
ron sacadas del local, interrumpiendo momentáneamente la
circulación de la calle Juárez, y llevadas al antiguo Cuartel Z.
Mena, en la calle del mismo nombre.26
Con toda seguridad, el señor Reyes se dio a la tarea de
buscar un nuevo local. En su edición del 11 de marzo de 1951,
El Sol del Centro publicó un anuncio publicitario, ubicando el
local en Morelos 36, ubicado frente al Parián, perteneciente al
señor José Sánchez Ramírez.
Posteriormente, a mediados de 1953, inauguró en la
misma calle Morelos, pero en el número 28 –acera poniente
de esta arteria, entre Primo Verdad y Hospitalidad–, el local en
23
El Sol del Centro, 8 a 10 de octubre de 1950. Las ocho columnas de este diario el
8 de octubre (entonces el único de Aguascalientes) informan: “Atraco y lanza-
miento sin precedente en Aguascalientes”.
24
AHEA, Archivo del profesor Edmundo Games Orozco, Amparo directo nú-
mero 6047/51, promovido por Casa Reyes S.A. contra actos del supremo tri-
bunal de justicia de Aguascalientes, Caja 1/exp.28, 9 fojas, 1949 EGO.
25
AHEA, Archivo del profesor Edmundo Games Orozco, Amparo directo nú-
mero 6047/51, promovido por Casa Reyes S.A. contra actos del supremo tri-
bunal de justicia de Aguascalientes, Caja 1/exp.28, 9 fojas, 1949 EGO. Según
este documento, la demanda obedeció a la “violación por parte de la inquilina a
las obligaciones que contrajo en la cláusula 6ª del propio documento, consisten-
tes en mantener o conservar durante el término del arrendamiento un seguro
contra incendio prestado por la Compañía autorizada legalmente, y cuya póliza
fuese extendida a nombre de la Junta demandante y entregar a esta el propio
documento.” Subrayado en el original.
26
Esta calle es Dr. José González Saracho, y el local correspondía a la actual es-
cuela Francisco de Rivero y Gutiérrez.

44
Enrique Reyes Elizondo. Una historia de éxito

el que la Casa Reyes existió hasta su desaparición, hace pocos


años.
Cabe destacar que durante mucho tiempo laboraron
en el negocio los hijos del señor Reyes, e incluso algunos
nietos. En el caso de los primeros, se independizaron En-
rique, Abelardo y Federico, quedando únicamente el mayor
de ellos, Florentino, quien a la muerte del señor Reyes he-
redó tanto el negocio como el local, que a su vez lo heredó
a sus hijos Florentino, Ricardo, Lucía, Guadalupe y Juan
Reyes Llaguno. Con ellos terminó su vida la Casa Reyes,
que fue, en rigor, la primera tienda departamental que hubo
en Aguascalientes.
En el nuevo local, construido por el yerno del señor
Reyes, el ingeniero Gustavo Talamantes Ponce, al ramo de la
ferretería –motores, bombas, molinos de martillos y nixtamal,
plantas eléctricas– le sumó los de fotografía, cristalería, pape-
lería, discos, juguetes, pinturas, calzado, relojes, e incluso libros
y papelería de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
En efecto, hubo una época en la que prácticamente todo
lo que uno pudiera necesitar se encontraba en la Casa Reyes.
El local fue vendido al señor Pedro Rivas Cuellar, quien
erigió en la planta baja un negocio de venta de telas, y en los
otros dos pisos las oficinas e instalaciones de Radio Grupo.
Por otra parte, el señor Reyes también fue socio fun-
dador del Club Rotario de Aguascalientes en el que, por su
origen regiomontano, recibió el mote de Reinero, y presidió
su primera mesa directiva en 1929. Ocupó este cargo en tres
ocasiones más, en 1936-37, 1941-42, 1943-44.27 También se
desempeñó como gobernador de distrito.28
Asimismo, fue representante del Banco Capitalizador
de Monterrey, presidente y vocal de la Cámara de Comercio.
Fue un hombre muy trabajador. Asistió a su negocio hasta
muy avanzada edad, no sin cierto temor de sus familiares de
que fuera a ser atropellado, puesto que acostumbraba caminar
desde su casa hasta la tienda; aunque en los últimos años lo
llevaba un chofer.

27
Club Rotario de Aguascalientes, Programa de celebraciones con motivo del 65º
aniversario de su fundación, febrero de 1994.
28
Ezequiel Estrada Pérez, “Los pioneros...”.

45
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

El matrimonio Reyes Velasco duró casi 65 años, y se di-


solvió con la muerte de la señora Isabel Velasco García Rojas
de Reyes, ocurrida el 22 de septiembre de 1973, en la clínica
“Guadalupe” de Aguascalientes. En pocos días habría cumpli-
do 85 años, y había sido internada por una dolencia que en su
momento no se consideró grave.
Para el señor Reyes éste fue un golpe definitivo; irresisti-
ble, del que no pudo recuperarse. Falleció casi seis meses des-
pués, el 20 de marzo de 1974, y bien podría afirmarse que mu-
rió de tristeza, a los casi 91 años, dado que no estaba enfermo.

46
SAMUEL CHÁVEZ
Y CARLOS CONTRERAS:
UNA ESTIRPE
Y LA CIUDAD
QUE IMAGINARON
Marco Alejandro Sifuentes Solís1
Jorge Refugio García Díaz2

Introducción

Del vasto campo de aspectos cubiertos por una ge-


nealogía a la historia de una familia en particular, las
relaciones entre algunos de sus miembros con res-
pecto a una actividad que éstos hayan compartido no
es asunto menor. Tal fue el caso de Samuel Chávez
Lavista (1867-1929) y de Carlos Contreras Elizondo
(1892-1970), ambos provenientes de dos ramales del
frondoso árbol denominado, a veces, el “clan Chávez”.
Estos personajes revisten una importancia crucial para
la historia del urbanismo de la ciudad de Aguascalien-
tes, pues fueron autores de las dos más importantes
propuestas urbanísticas de la primera mitad del siglo
XX: el ya “mítico” Plano de las Colonias (1901) y el
Plano Regulador (1948), en donde, en buena medida,
quedaron plasmados tanto los afanes y visión del mun-
do del grupo social al que ellos pertenecían, como las


1
Universidad Autónoma de Aguascalientes.

2
Universidad Autónoma de Aguascalientes.
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

transformaciones que como estirpe se fueron presentando con-


forme se iban dando los cambios experimentados en el tránsito
del Porfiriato a la modernidad revolucionaria.
A partir de un esbozo de genealogía desarrollado por
Ezequiel A. Chávez –resguardado en la Biblioteca Pública Cen-
tral Centenario Bicentenario, Acervo Alejandro Topete del Valle,
en la de la ciudad de Aguascalientes–, argumentamos, por un
lado, sobre la relación de parentesco entre Samuel Chávez y Car-
los Contreras, reafirmada por el esquema genealógico localizado
y, por otro, el papel de ambos en las transformaciones que expe-
rimentó la capital estatal a través del proceso de modernización
urbana en el siglo XX y la idea de ciudad que se plasmó en aque-
llos planos, pero que por diversas razones no se logró concretar
del todo. Este último aspecto es ejemplificado por dos visiones:
higienismo y ornato urbano vs. sanitarismo social urbano.

Dos ramas del mismo tronco: Samuel Chávez


y Carlos Contreras

Las vidas particulares de Samuel Chávez Lavista y Carlos Contre-


ras Elizondo, oriundos del estado de Aguascalientes, se pueden
estudiar a la luz del famoso libro de Luis González y Gonzá-
lez, La ronda de las generaciones.3 Esta investigación, parteaguas de
la historiografía mexicana en los años ochenta del siglo pasado,
presenta de manera acuciosa el estudio de las minorías que deter-
minaron el rumbo de esta nación y que le dieron valor y forma
al México que hoy no podríamos comprender sin la participa-
ción de esos hombres. Dentro de esta teoría podemos inscribir
a nuestros dos arquitectos de profesión, que no sólo le dieron
forma a la ciudad de Aguascalientes, sino que también dejaron su
impronta en otras entidades del país.

Este libro fue publicado por primera vez en 1984 con el sello editorial de la
3

Secretaría de Educación Pública. Sin embargo, la edición que se utiliza para


esta investigación es la del Colegio Nacional, que tuvo a bien publicar las obras
completas de Luis González y González. En particular, este estudio lo pode-
mos encontrar en: Obras Completas I, parte 2, El Colegio Nacional, México 2002,
pp. 325-476.

48
Samuel Chávez y Carlos Contreras: una estirpe

Samuel y Carlos, a pesar de que tuvieron una diferencia de


edad de aproximadamente 25 años,4 tienen puntos de encuentro
derivados de la época en que les tocó vivir. Por ejemplo, siempre
buscaron en sus obras representar la modernidad entendida por
la generación en turno; esta idea en Samuel se vio plasmada en
el progreso que se alcanzó durante el Porfiriato y en Carlos se
concretó con el anhelo de desarrollo que se vislumbró en la etapa
posterior a la Revolución mexicana. En otras palabras, a estos
dos sólo los separa una generación, pero su accionar siempre es-
tuvo encaminado a una misma idea: lo moderno como fin último
para hacer cambios sociales positivos. Así, en el trabajo que cada
uno de ellos desempeñó, se ve plasmada la idea de construir un
Aguascalientes más ordenado: Chávez Lavista con el Plano de las
Colonias y Contreras Elizondo con el Plano Regulador.
Así pues, Samuel Chávez Lavista nació en 1867 y Luis
González lo ubicaría en la generación de “La Centuria Azul”,
porque es ahí donde se sitúan los nacidos entre 1855 y 1870; en
esta generación destacan los aguascalentenses Jesús F. Contreras
–tío de Samuel y Ezequiel– y Ezequiel A. Chávez –hermano de
Samuel–, Manuel Gutiérrez Nájera, Amado Nervo, José Juan Ta-
blada, Felipe Ángeles, entre otros. La generación azul o moder-
nista se caracterizó por “[…] haber nacido en la urbe, dentro de
una familia de idioma español y en un grupo sin acosos de ham-
bre, salud y alfabeto, [y que] recibieron una educación refinada en
las mayores ciudades del país y, cuando se pudo, en planteles de
Europa y de lo mejorcito […]”.5
Con estas características se describe perfectamente la vida
de Samuel, pues él es descendiente de una de las familias más no-
tables del Aguascalientes decimonónico: el clan Chávez. Como
muestra de esta familia que cultivó los “[…] intereses liberales
por la política, el ejercicio público, la educación, el arte y el pen-
samiento, aunado a una integridad personal, espiritual y religio-


4
Los equipos rectores que dirigen cada una de las seis generaciones que estudia
Luis González tienen estaciones de quince años, pues en este lapso surgen o
nacen hombres que en un futuro serán los jefes de esa minoría rectora: “[...] con
una sensibilidad distinta, con ganas de poner los muebles de la patria en orden
diferente, con nuevos afanes de renovación, con metas y métodos que no coin-
ciden con los de sus predecesores” (p. 330). Para ver sobre el aparato teórico de
Las rondas de las generaciones, véase su introducción, en ibidem, pp. 329-332.

5
Ibid., pp. 382 y 383.

49
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

sa […]”,6 tenemos las figuras de José María Chávez, quien fue


gobernador de Aguascalientes y perdiera su vida defendiendo la
patria, e Ignacio Toribio Chávez –padre de Samuel–, quien tam-
bién fue gobernador de este estado y médico extraordinario de
profesión.
Samuel consiguió el título de ingeniero-arquitecto en el
año 1894 por la Escuela Nacional de Arquitectura y la etapa
de su madurez profesional fue marcada por tres obras que han
trascendido hasta nuestro tiempo: 1) el Plano de las Colonias
(1901), 2) la intervención en el después denominado Anfitea-
tro Bolívar de la Escuela Nacional Preparatoriana de la ciudad
de México (obra realizada entre 1906 y 1911) y 3) la participación
en la portada de los ingresos al vetusto edificio que albergaba el
antiguo Colegio de San Idelfonso (obra realizada entre 1901 y
1906). Así, la obra de nuestro precursor del urbanismo moderno
tendría el sello, en palabras de Federico Mariscal, de la belleza, el
perfeccionamiento y la armonía, pues en cada uno de sus traba-
jos dejó ver la “[…] inquebrantable firmeza de sus propósitos
[y] la tenacidad inigualable que puso en todo lo que emprendió
[…]”.7
Samuel Chávez Lavista murió a finales de la década de los
veinte del siglo pasado y su legado ha trascendido hasta nuestros
días como “el primer urbanista del siglo XX” en México. Justi-
cia que se le debe otorgar, aunque Alejandrina Escudero men-
cione que el primero fue Carlos Contreras Elizondo, pues esta
afirmación se puede refutar por el simple hecho de la existencia
del Plano de las Colonias desde 1901.8 Sin embargo, esta idea se
abordará más adelante.
Ahora pasemos a otra rama del mismo tronco. Carlos
Contreras Elizondo nació en 1892 y Luis González lo pondría
en la generación “Revolucionarios de ahora”. (Aquí cabe men-
cionar que utilizamos el pospretérito, porque tanto Samuel como
Contreras no fueron llamados en el ya citado estudio del his-


6
Daniel de Lira Luna, “La biblioteca personal de don Ezequiel A. Chávez” [ver-
sión digital], en Biblioteca Universitaria, Vol. 9, No. 2, julio-diciembre, 2006, p. 135.

7
Federico Mariscal “El arquitecto D. Samuel Chávez”, en Universidad Mensual de
Cultura Popular, Universidad Nacional, Tomo IV, No. 18, julio 1937, p. 14.

8
Alejandrina Escudero, “Carlos Contreras: primer urbanista del siglo XX en Mé-
xico” [versión digital], en Discurso Visual, Revista Digital, No. 8, Segunda Época,
enero-abril 2007.

50
Samuel Chávez y Carlos Contreras: una estirpe

toriador González y González, pero en esta investigación sí los


ubicamos en una generación específica). Ésta va de 1889 a 1905,
y se distinguió por personalidades de la talla de Lázaro Cárde-
nas, Jaime Torres Bodet, Salvador Novo, Daniel Cosío Villegas,
Manuel Gómez Morín, entre otros no menos importantes. La
generación epirrevolucionaria, como también la llamó el autor
de Pueblo en vilo, se caracterizó por su “alta dosis de urbanidad” y
una “mayor cultura” con respecto a las generaciones anteriores
y, por tal razón, “se sienten destinados a hacer algo por México,
a hacer una cosa mejor que la hecha por los revolucionarios, a
construir una sociedad habitable con la puesta en práctica de los
principios de la razón, con el apoyo en el conocimiento de acuer-
do a la técnica”.9
Una vez más, estas características de la generación de Car-
los Contreras encajan de manera natural con el accionar de la
disciplina que cultivó hasta el final de su vida. Sin embargo, con
el paso de los años, su figura y su trabajo han perdido fuerza, qui-
zá por ser visto como el primogénito de Jesús F. Contreras, quien
“[…] se convirtió ante los ojos de su generación en una suerte de
crisol de los mitos difundidos en la época acerca del creador: el
artista-empresario y el héroe trágico […]”.10
Con la anterior afirmación no se pretende restarle méritos
al trabajo de Carlos. Por ello, hacemos énfasis en que nuestro
urbanista egresó de la Universidad de Columbia, en Nueva York,
con el título de licenciado en Arquitectura en el año de 1921, y en
su etapa de madurez profesional destacan sus trabajos urbanís-
ticos en diversas ciudades de México, como los planes generales
de desarrollo en Monterrey (1927), Veracruz (1929), Acapulco
(1929) y Ciudad de México (1933); y, desde luego, el Plano Regu-
lador de la ciudad de Aguascalientes (1948).
Carlos Contreras Elizondo murió en 1970, pero su legado
sigue vigente hasta nuestros días. Por ejemplo, Alejandrina Es-
cudero reporta que las “propuestas de traza de Contreras para
el Ciudad de México fueron, con los años, adoptándose: los cir-
cuitos interior y exterior, las grandes avenidas que lo cruzaban
[…], el metro del cual hizo, en 1949, las primeras negociaciones y


9
González y González, op. cit., pp. 421-422.
10
Patricia Pérez Walters, Alma y Bronce. Jesús F. Contreras 1866-1902, CONACUL-
TA-UAA-ICA-Ayuntamiento de Aguascalientes, México, 2002, p. 26.

51
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

trazos, y la urbanización de El Pedregal, obra del arquitecto Luis


Barragán [...]”.11 Mientras que Acosta y Parga, para el caso de la
ciudad de Aguascalientes, dicen que el “orden implícito en su
diseño, la convivencia con el espacio antiguo, el principio de los
anillos periféricos, el respeto a los usos de suelo con vocaciones
específicas, forman parte de un historial de planificación local
que alcanza prestigio a nivel nacional […]”.12
En resumen, las generaciones a las que pertenecieron
nuestros arquitectos guardan similitudes que los ayudarían a for-
jar su destino y mentalidad; en palabras de Luis González: “[…]
A la elite porfírica le corresponde encauzar las aguas broncas de
un nacionalismo liberal y romántico. A la elite de 1915 le toca
reponer los platos rotos por un nacionalismo socializante y vita-
lista. Ambas impusieron la paz en sus respectivas épocas, que no
la mesura, y el afán continuado que entonces se llamó progreso y
ahora desarrollo […]”.13
Para concluir con este apartado, a continuación les mos-
tramos el grado de parentesco de Chávez Lavista y Contreras
Elizondo con el siguiente genograma (Figura 1), que se nutrió de
una genealogía hecha por Ezequiel A. Chávez –que se encuen-
tra en el ya citado Acervo Alejandro Topete del Valle–, y de la
genealogía realizada por el Seminario de Genealogía Mexicana
(http://gw.geneanet.org) –autores: Javier Sanchiz y Víctor Ga-
yol, de donde resulta que eran primos en segundo grado.

La ciudad que imaginaron

Más allá de las condiciones particulares de una ciudad como la de


Aguascalientes, caracterizada por cierta prevalencia política con-
servadora –parcialmente equilibrada con la acción de sectores
progresistas liberales así como de importantes artistas de reso-
nancia nacional (Posada, Herrán, Ponce, Contreras)–, e imbuida
de un muy arraigado catolicismo, o quizá gracias a ello, compartía
11
Escudero, op. cit.
12
Alejandro Acosta y J. Carlos Parga, “El arquitecto Carlos Contreras y el Plano
Regulador de Aguascalientes de 1948. Planificación moderna, industrial y sus
efectos en la morfología urbana” [versión digital], en Labor & Engenho, Campi-
nas [Brasil], Vol. 7, No. 1, p. 70.
13
González y González, op. cit., p. 435.

52
Samuel Chávez y Carlos Contreras: una estirpe

Figura 1. Genograma del parentesco de Samuel Chávez Lavista y Carlos Contreras Elizondo. Fuente: elaboración propia con base
en el esquema genealógico de Ezequiel A. Chávez que obra en la Biblioteca Pública Central Centenario Bicentenario, Acervo
Alejandro Topete del Valle.

53
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

con las grandes capitales latinoamericana el ethos del progreso,14


lo cual se manifestó en variados campos de la realidad social, en
particular dos que nos interesan: 1) el de las transformaciones
urbanas de su sector oriente, manifiestas en el icónico proyecto
de intervención urbanística que la historia conoce como el Pla-
no de las Colonias (1901), elaborado por Samuel Chávez Lavista;
y 2) el de los proyectos integrales de planificación, que en Carlos
Contreras Elizondo encontró expresión a través del Plano Regu-
lador (1948).
Por el clima intelectual de la época, por la formación y la
trayectoria de su autor, por las claves de composición urbanística,
y por el contexto general de desarrollo social y económico del
país, el Plano de las Colonias podría inscribirse con toda pro-
piedad dentro de la vertiente urbana del movimiento higienista,
que arrancando en Europa desde los siglos XVII-XVIII, tuvo un
momento de expansión y esplendor en América hispana entre
finales del siglo XIX y primeras décadas del XX. Varias ciudades
latinoamericanas atestiguan la penetración e impacto de las polí-
ticas sanitarias, higienistas o salubristas en el ordenamiento de las
ciudades de este tiempo.
La perspectiva analítica que aquí adoptamos, y que debe-
mos a Eduardo Kingman, gira alrededor de la relación entre el
higienismo, el ornato y la policía, lo que nos permite situar nuestro
principal centro de interés en este tercer apartado: una historia
cultural urbana –que finalmente es decir social– y sus correspon-
dientes imaginarios,15 que ronda en torno a las motivaciones que
guiaron las acciones de Samuel Chávez y de Carlos Contreras en
la confección, respectivamente, del Plano de las Colonias y del
Plano Regulador.
El movimiento higienista prácticamente tuvo su embrión
en las ciudades europeas del siglo XVII a raíz de las epidemias
que las asolaron. Pero fue hasta finales del siglo XVIII que se
constituyó en un saber especializado al ser cultivado primordial-
mente por médicos. De esta suerte, desde el inicio el movimiento
higienista estuvo ligado a la urbanización como fenómeno con-

14
Eduardo Kingman Garcés, La ciudad y los otros. Quito, 1860-1940: higienismo, or-
nato y policía, FLACSO Sede Ecuador-Universidad Rovira i Virgili, Quito, Ecua-
dor, 2006, p. 48 (cursivas en el original).
15
Ibid., p. 271.

54
Samuel Chávez y Carlos Contreras: una estirpe

comitante al proceso de industrialización, pero no se limitó a él.


Eduardo Kingman afirma, sin embargo, que “no se puede hablar
de políticas higienistas en un sentido moderno sino a finales del
siglo XVIII e inicios del siglo XIX”, ya que el higienismo “ha
sido estudiado en Europa como parte del proceso de industriali-
zación y de generación de formas de poder disciplinario”16 que,
en palabras de la microfísica de Foucault, tenían su origen en
dos tecnologías de poder: una técnica disciplinaria centrada en el
cuerpo y otra centrada, en contraparte, en la vida.17
Experiencias previas habían tenido lugar ya en la Nueva
España gobernada por la dinastía de los Borbones y, posterior-
mente, en el México independiente y liberal, a través de lo que
luego fue denominado ciencia de la policía,18 que buscaba establecer
el orden erradicando la mendicidad, la vagancia, la ebriedad, los
juegos de azar y toda clase de delitos y de comportamientos anó-
malos (por supuesto, desde el punto de vista de la autoridad); sin
embargo, Kingman aduce que no se puede hablar de salubrismo
en sentido moderno, pues “se trataba de medidas que respondían
a la idea de ornato, así como a la de beneficencia, tanto en un sentido
amplio, referente al cuidado de la ciudad, de la familia, de los
abastos y los medios de transporte, como en sentido restringido
de asistencia a los pobres; esto es, de protección y vigilancia”.19
Por lo demás, “las medidas salubristas estaban ligadas a las ac-
ciones de policía, sin que formasen un cuerpo doctrinario propio
ni fuesen objeto de preocupación de organismos especializados,
menos aún de organismos técnicos”.20
Kingman relata que, en Quito (Ecuador), el control de
los sistemas de circulación del agua y del aire, las aguas servidas
y los desperdicios, fue el criterio que introdujeron los primeros
salubristas a comienzos del siglo XX; para ser precisos en 1903.
Sus acciones constituyeron en la práctica, dice, “los primeros pa-
sos en la planificación de la ciudad en términos modernos”.21
16
Ibid., p. 273.
17
Foucault, citado por Kingman, ibidem., p. 274.
18
Ver a este respecto Hira de Gortari Rabiela, “La ciudad de México de finales
del siglo XVIII: un diagnóstico desde la «ciencia de la policía»”, en Historia
Contemporánea, No. 24, 2002, pp. 115-135.
19
Kingman, op. cit., p. 278.
20
Ibid., p. 278.
21
Ibid., p. 289.

55
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

Para los primeros salubristas, “la preocupación principal era de


tipo físico y estaba relacionada con la circulación del aire y los
fluidos […] y, por tanto, con las condiciones ambientales adecua-
das para la vida; otros, por el contrario, veían el problema de la
salud pública desde una perspectiva fundamentalmente médica.
Finalmente, para la rama más avanzada del naciente higienismo,
había una combinación de factores médicos y sociales”.22 Un
lema de una publicación quiteña del año 1888 proclamaba que
“sin higiene privada enferma y muere el hombre, sin la higie-
ne pública enferma y muere la sociedad”. Son los inicios, dice
Kingman, “del discurso salubrista, unido aún a la idea de ornato
y a criterios morales”. Nuevamente, parafraseando a Kingman,
el contexto en el que se desarrolló el discurso de los primeros
higienistas de finales del siglo XIX fue el de la “ciudad señorial”,
de donde resulta su contenido moral;23 del mismo modo, dire-
mos nosotros que el contexto en el que se desarrolló el ambiente
familiar de los Chávez fue el de la ciudad conservadora y el de
la sociedad católica, de ahí también el contenido moral que se
atisba en el Plano de las Colonias, aunque la preocupación de
Samuel Chávez era –casi– plenamente moderna.
Hasta el momento de nuestra investigación sólo podemos
conjeturar que, por ejemplo, el proyecto de reforma y mejora
del Paseo de Ojocaliente –hasta donde sabemos, de la autoría de
Tomás Medina Ugarte–, se inscribiría en el contexto del desarro-
llo de un “salubrismo práctico que acompañaba a las medidas
municipales y de Policía, de saneamiento de la ciudad”, como
afirma Kingman.24 Medina Ugarte y Samuel Chávez recogieron
elementos de lo que en Aguascalientes pudo haber sido la “pri-
mera generación de salubristas”, integrada al menos por el Dr.
Jesús Díaz de León y el Dr. Manuel Gómez Portugal, miembros
de la elite y, por lo tanto, no exentos de implicaciones morales
en su acción. En esta dirección, se supondría que los primeros
salubristas y urbanistas mezclarían parámetros higienistas y de
ornato urbano con otros tantos de índole moral, mientras que los
salubristas de la segunda generación, como el Ing. Alberto J. Pani
y el arquitecto y urbanista Carlos Contreras, conjugarían criterios

22
Ibid., p. 290.
23
Cfr. Ibidem., p. 293.
24
Ibid., p. 301.

56
Samuel Chávez y Carlos Contreras: una estirpe

científicos de la planificación moderna con sentido social. No


afirmamos que la propuesta de Samuel Chávez careciera de con-
tenido social, sino que éste aparecía concentrado en un reducido
grupo poblacional. En cambio, al momento de avance de nuestra
investigación, en el Plano Regulador la visión de la ciudad que
Contreras sostenía era la de la supeditación de la urbe a criterios
y principios racionalizadores circunscritos a la concepción de un
sanitarismo social urbano como política institucional concertada
y llevada a cabo por los distintos gobiernos revolucionarios, en
beneficio de toda la población, y que recibió un nombre propio
desde entonces: la planificación, término acuñado (en sus pro-
pias palabras) por Contreras desde 1921.25
Es decir, que pervivía en un caso, el Plano de las Colo-
nias, la visión con sentido excluyente y de distinción, del con-
cepto decimonónico de ornato,26 reforzado parcialmente por el
distinto perfil de los destinatarios finales que fueron ocupando
las áreas habitacionales que efectivamente se desarrollaron en el
proyecto urbanístico de las colonias del oriente de la ciudad de
Aguascalientes –la comparación, por ejemplo, de lo que bus-
caban los primeros higienistas ecuatorianos con respecto a los
doctores Díaz de León y Gómez Portugal, arroja similitudes in-
cuestionables; al respecto, dice Kingman que la preocupación de
uno de los higienistas ecuatorianos: “era la salud, pero en sus
textos se entremezclaban criterios médicos con jurídicos y de
embellecimiento urbano”–. A Díaz de León y Gómez Portugal
les interesaba explícitamente “el sostenimiento de la salud y per-
feccionamiento físico y moral de los habitantes de la ciudad”.27
La siguiente generación de higienistas del Ecuador tam-
bién encuentra su paralelo en México en la figura de Alberto J.
Pani, pues su punto de partida era la “observación de las con-
diciones sociales de vida” dentro de parámetros circunscritos a

25
Cfr. Gerardo Sánchez Ruiz (coord.), Rafael López Rangel y Enrique Ayala Alon-
so, Planificación y Urbanismo visionarios. Carlos Contreras, escritos de 1925-1938, en
Raíces 2. Documentos para la Historia de la arquitectura mexicana, UNAM-UAM/
Azcapotzalco-UASLP, México, 2003, p. 60.
26
Cfr. Kingman, op. cit., pp. 303 y 326 y ss.
27
Jesús Díaz de León [con la colaboración de Manuel Gómez Portugal], “Apun-
tes para el estudio de la higiene en Aguascalientes” [septiembre de 1888], en
Boletín del Archivo Histórico del Estado de Aguascalientes, No. 2, año 1, 2006, pp.
73-146 [facsímil]. Las cursivas son nuestras.

57
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

la medicina y seguridad sociales,28 de ahí que, a diferencia de la


visión de su primo segundo, el Plano Regulador de Contreras
(segundo caso) se sacudiera un poco de la concepción higienista
y de ornato de la que en buena medida –si bien no totalmente–
estaba todavía presa la visión de Samuel Chávez. Así pues, en sus
propuestas, la primera generación de salubristas en Aguascalien-
tes, por coincidencia de horizontes ideológicos y de intereses de
clase, habría sembrado las bases del tránsito de la concepción
excluyente de ornato a la concepción sanitarista incluyente que
posteriormente desarrollaría la segunda generación.
En México y en Aguascalientes la acción social de la pri-
mera generación, imbuida de todo el sistema de símbolos del
Porfiriato, parece que estaba circunscrita a los espacios y las pro-
piedades que éstos contenían en términos de la búsqueda de con-
fort ambiental y calidad de vida de sus pobladores directos; mien-
tras que en la segunda el centro estaría en la población entera a
través de las políticas estatales de bienestar social y de sanidad
urbana, debido al influjo de las transformaciones que trajo consi-
go la Revolución mexicana.
No obstante lo anterior, fuera por su relación profesio-
nal y de parentesco, fuera por causas meramente fortuitas o por
razones técnicas de diseño-planificación, en el Plano Regulador
observamos que un nodo parece haber llamado la atención de
Contreras, lo que se demuestra por el hecho de que dos de los
ejes principales de ambos proyectos coinciden en lo que ya para
1948 era –el monumento a– la Santa Cruz, y que graficamos en
una de las múltiples planimetrías generadas por Contreras (Figu-
ra 2). ¿A qué pudo obedecer esto?, eso es materia de clarificación
de nuestra investigación, para la que aún no tenemos una res-
puesta definitiva (si es que la hay), aunque ofrecemos una posible
explicación en el apartado con el que concluimos.

A modo de conclusión

Después de un análisis somero del croquis del Plano de las Colo-


nias (ver Figura 3), firmado por Samuel Chávez, podemos conje-
turar que se trata probablemente de una calca de 1925 del proyec-
28
Cfr. Kingman, op. cit., p. 303.

58
Samuel Chávez y Carlos Contreras: una estirpe

Figura 2. Plano elaborado por Carlos Contreras. En él se aprecian dos de


los ejes de los desarrollos urbanísticos correspondientes al Plano de las
Colonias (en rojo) y al Plano Regulador (en negro). Ambos confluyen en el
monumento a la Santa Cruz. Fuente: López, 2005.

Figura 3. Croquis elaborado por Samuel Chávez. Obsérvese el sistema de


nuevos ejes “en conexión con la ciudad antigua”. Fuente: Biblioteca Pú-
blica Central Centenario Bicentenario, Acervo Alejandro Topete del Valle.

59
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

to original de 1901, argumento que sustentamos en 1) el hecho


de que ya aparece con su nombre la Avenida Madero (abierta en
1914) y 2) que el mismo Samuel denomina al documento como
“Croquis de Planificación”, término que, hasta donde llegan las
investigaciones actuales, no fue conocido en México sino hasta
que Carlos Contreras lo acuñó en 1921. Es decir, la visión de
Samuel en el Plano de las Colonias contenía ya embrionariamen-
te el concepto de planificación racional, si bien todavía en clave
higienista y de ornato (denominado “arte cívico”), y tuvo la su-
ficiente lucidez para después darse cuenta de que su propuesta
encajaba en el tipo de práctica y teoría que ya impulsaba su primo
Carlos, en el marco de una suerte de “sanitarismo social urbano”,
por lo que sencillamente denominó su croquis como “de plani-
ficación” para la conexión de las nuevas colonias con la “ciudad
antigua”, aspecto, éste, que demuestra que en Samuel sí existió
una intención explícita de vincular unas y la otra.

Fuentes consultadas

Archivos

Biblioteca Pública Central Centenario Bicentenario, Acervo Ale-


jandro Topete del Valle, Serie documental y Serie mapo-
teca.

Bibliografía

Acosta, Alejandro y Parga, J. Carlos, “El arquitecto Carlos Con-


treras y el Plano Regulador de Aguascalientes de 1948.
Planificación moderna, industrial y sus efectos en la mor-
fología urbana” [versión digital], en Labor & Engenho,
Campinas [Brasil], Vol. 7, No. 1, 2013 (?).
De Gortari Rabiela, Hira, “La ciudad de México de finales del si-
glo XVIII: un diagnóstico desde la «ciencia de la policía»”,
en Historia Contemporánea, No. 24, 2002.
De Lira Luna, Daniel, “La biblioteca personal de don Ezequiel
A. Chávez” [versión digital], en Biblioteca Universitaria, Vol.
9, No. 2, julio-diciembre, 2006.

60
Samuel Chávez y Carlos Contreras: una estirpe

Díaz de León, Jesús [con la colaboración de Manuel Gómez Por-


tugal], “Apuntes para el estudio de la higiene en Aguasca-
lientes” [septiembre de 1888], en Boletín del Archivo Histórico
del Estado de Aguascalientes, No. 2, año 1, 2006 (facsímil).
Escudero, Alejandrina, “Carlos Contreras: primer urbanista del
siglo XX en México” [versión digital], en Discurso Visual,
Revista Digital, No. 8, Segunda Época, enero-abril, 2007.
González y González, Luis, Obras Completas I, parte 2, México: El
Colegio Nacional, 2002.
Kingman Garcés, Eduardo, La ciudad y los otros. Quito, 1860-1940:
higienismo, ornato y policía, Quito, Ecuador: FLACSO Sede
Ecuador-Universidad Rovira i Virgili, 2006.
Mariscal, Federico, “El arquitecto D. Samuel Chavez”, en Uni-
versidad Mensual de Cultura Popular, Universidad Nacional,
Tomo IV, No. 18, julio, 1937.
Pérez Walters, Patricia, Alma y Bronce. Jesús F. Contreras 1866-1902,
México, CONACULTA-UAA-ICA-Ayuntamiento de
Aguascalientes, 2002.
Sánchez Ruiz, Gerardo (Coord.), López Rangel, Rafael y Ayala
Alonso, Enrique, Planificación y Urbanismo visionarios. Carlos
Contreras, escritos de 1925 1938, en Raíces 2. Documentos para la
Historia de la arquitectura mexicana, México, UNAM-UAM/
Azcapotzalco-UASLP, 2003.

61
LOS DESCENDIENTES
DE DON MACARIO
DÍAZ DE LEÓN
Y DOÑA VIRGINIA
ROQUE MEDINA EN
AGUASCALIENTES

Laura Elena Dávila Díaz de León1,2

G eneralmente, se asume que el apellido Díaz


de León es originario de La Montesa, Pinos,
Zacatecas. Pero no siempre es así.
El doctor Mariano González-Leal señala en su
obra Retoños de España en la Nueva Galicia que la “Fami-
lia Díaz de León tuvo sólo en breve medida relación
con la Meseta de los Altos, debido a que su núcleo
principal estuvo en el Mineral de la Sierra de Pinos
y algunas de sus más importantes ramificaciones vi-
rreinales se vincularon reiteradamente con familias
aguascalentenses”.3 En su trabajo se ve a los Díaz de
León que se asentaron en la región de Los Altos, como
fueron Jalostotitlán y San Juan de los Lagos.

1
Universidad Autónoma de Aguascalientes.
2
Quiero agradecer a la maestra Martha Durón Jiménez el apoyo
para la localización de información, el esclarecimiento y descrip-
ción de la metodología utilizada para la realización del trabajo ge-
nealógico.
3
Mariano González-Leal, Retoños de España en la Nueva Galicia,
Tomo III, Guadalajara, Gobierno de Jalisco, 2010, p. 252.
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

En San Luis Potosí, ante el Escribano Real Pedro de Áva-


los, se encuentra un registro del 27 de agosto de 1655 de Juan
Díaz de León,4 quien deja por herederos a sus hijos Juan Díaz y
Pedro de León, lo que nos sugiere que el apellido Díaz de León
no era apellido compuesto. A menos que con el paso de los años
estos dos personajes, Juan y Pedro, hayan formalizado el apellido
Díaz de León. Esto no se puede comprobar.
La interrelación que se dio entre Aguascalientes con Zaca-
tecas y Jalisco fue constante; principalmente entre Pinos, Zacate-
cas y Ojuelos, Jalisco. Pero esta interrelación también se dio con
otros lugares como Nochistlán y Teocaltiche.
Así, vemos a familias como los Carrillo y Sandi, originarios
de Teocaltiche y Nochistlán, asentados en Aguascalientes y Pinos.
Un ejemplo es el de don Andrés Díaz de León, casado con doña
María Estefanía Carrillo. O bien, el caso de don Jacinto Díaz de
León (hijo de don Joseph Díaz de León, vecino de Nochistlán,
casado con doña María Catarina González de la Ysla, originaria
del mismo Nochistlán), casado con su deuda doña María Elena
Díaz de León, hija de don Andrés Díaz de León y Dionisia Du-
rón Gutiérrez, asentados en Pinos y en Aguascalientes.

ESQUEMA GENEALÓGICO DE LOS ASCENDIENTES


Y DESCENDIENTES DE DON JESÚS
DÍAZ DE LEÓN ROQUE

D. Andrés Díaz de León


cc Dionisia Durón Gutiérrez
(originaria de Aguascalientes)
v
D. Andrés Díaz de León Durón
cc 25 Marzo 1743 en la Parroquia de San Matías, Pinos, Zac.
María Estefanía Carrillo
(hija de Diego Carrillo y María Díaz de León)
v
José Dionisio Díaz de León Ruiz Esparza
cc María Sacramento de Ávila (o Dávila)


4
Mary Lou Montagna, Testamentos Sumarios de San Luis Potosí 1642-1671, en:
Los Bexareños Genealogical Register, San Antonio, Tex, 2009, Vol. XXVI, p.
228.

64
Los descendientes de don Macario Díaz de León

v
José María Díaz de León Avila
(B. 8 Ago. 1777, Pinos, Zac.)
cc 12 Feb. 1798 Pinos, Zac.
María Josefa Alonso
(hija de Joseph Alonso y María Francisca)
v
José Antonio Díaz de León Alonso
cc 5 Sep. 1827, Pinos, Zac.
María del Refugio Martínez Arellano
(hija de José María Martínez y María Merced Arellano)
v
Rafael Díaz de León Martínez
cc Leocadia Macías Reyes
(hija de Juan Macías Castañeda y Luisa Reyes Prieto)5
v
Macario Díaz de León Macías
(B. 10 Marzo 1870, Catedral de Ags. Y Reg. 10 Mayo 1870;
Registro Civil de Aguascalientes)
cc Virginia Roque Medina
(B. 19 Mar. 1876, Encino)
(hija de Serapio Roque Reyes y Dominga Medina Medina)
v
D. Jesús Díaz de León Roque
cc Abigail Eudave
v
________________________________________________

v v v v v
Graciela Alicia Guillermina Javier Martha
cc cc cc cc cc
Enrique Rubén J. Gpe. Cecilia Mario
Dávila Aguilera Alonso Macías Velázquez


5
Juan Macías fue hijo de José Leocadio Macías y de María de Jesús Castañeda;
casados el 5 de mayo de 1813 en el Sagrario de Aguascalientes.

65
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

La vida de mis tatarabuelos, don Rafael Díaz de León, na-


cido en Pinos, y doña Leocadia Macías Valdez, nacida en Aguas-
calientes, transcurría tanto en Aguascalientes como en Pinos. Se
dedicaban a la agricultura y a la ganadería, como una buena par-
te de los habitantes de Pinos. Su vivienda en la ciudad de Aguas-
calientes se ubicaba en el barrio del Encino. Ellos fueron padres
de: José Rafael, María Matilde, casada con Ygnacio Torres. María
Adalberta, bautizada el 3 de mayo de 1872, y mi bisabuelo Maca-
rio, bautizado el 10 de marzo de 1870, en el Sagrario, hoy Catedral
de Aguascalientes, y casado con Virginia Roque (Virginita, como
todo mundo la conoce), quien a su vez fue hija de Serapio Roque
Reyes y Dominga Medina Medina, de quienes sabemos vivían en
el Barrio del Encino.

En esta fotografía se encuentra mi abuelo (a la izquier-


da) en compañía de un norteamericano, en el momento en que
acababa de regresar de los Estados Unidos de recibir una capa-
citación para la introducción de las máquinas diésel, capacitación
que, a su vez debía transmitir a sus compañeros Don Macario y
Virginita se casaron y tuvieron seis hijos: José, Jesús, Francisca,

66
Los descendientes de don Macario Díaz de León

Esther, María de la Luz y Concepción. Todos ellos vivieron en


Aguascalientes, con excepción de María de la Luz, quien al casar-
se con Jesús Amaya se fue a radicar a la ciudad de Guadalajara.
José y Francisca nunca se casaron, Esther contrajo matrimonio
con Fortunato Hernández, quien fuera director de la Banda Mu-
nicipal de Aguascalientes, y tuvieron cuatro hijos: Teresa, Rafael,
Rosa María y Carlos. María de la Luz se casó con Jesús Amaya, y
tuvo dos hijos: Javier y Jesús Amaya Díaz de León. Concepción
se casó con Roberto Chávez y tuvieron dos hijos también: Ro-
berto y Raúl Chávez Díaz de León.
Jesús, mi abuelo, como muchos aguascalentenses, fue fe-
rrocarrilero. En sus tiempos libres creó su propio taller de torno
en la casa en la calle de Laurel (hoy Ezequiel A. Chávez).

Mi abuelo se casó con mi abuela Abigail y tienen cinco


hijos: Graciela, mi mamá –la mayor–, Alicia, Guillermina, Javier y
Martha. Todos ellos casados y con residencia en Aguascalientes,
a excepción de Alicia, quien al contraer nupcias con Rubén Agui-
lera Escobar, ingeniero en Electrónica, se fue a vivir a la ciudad
de México y, posteriormente, a Guadalajara, Jalisco. Tuvieron
cinco hijos: Rubén, Eduardo, Laura Patricia, Gustavo y Aurora
Angélica, todos viven en Guadalajara.

67
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

Graciela se casó con Enrique Dávila, quien se dedicó al


comercio. Radican en Aguascalientes y tienen nueve hijos: En-
rique, Luz María, Laura Elena, Sergio, Héctor, Silvia, Fernando,
Gerardo y Patricia.
Guillermina es profesora normalista. Se casó con José
Guadalupe Alonso y tienen tres hijos: María Guadalupe, Miguel
Ángel (quien vive en Montreal, Canadá) y Luis Alonso Díaz de
León.
Javier es médico cirujano. Se casó con Cecilia Macías y tie-
nen tres hijas: Brenda Ivette, Jeanina y Gisselle.
Martha (ya fallecida) se casó con Mario Velázquez Tejada
y tuvieron dos hijos: Mario y Martha Velázquez Díaz de León.
El trabajo realizado hasta el momento corresponde a la
genealogía de mi abuelo por vía materna, en la cual se llegaron a
identificar siete generaciones, que cronológicamente se ubican en
los siglos XVIII al XXI.
Esta investigación apenas inicia. Es importante recuperar
la historia familiar para integrar dos aspectos: el genealógico y el
histórico familiar.

68
Capítulo 3
Matrimonio, mestizaje
e historias de familia
LA “TERCERA RAÍZ”
EN AGUASCALIENTES.
ORÍGENES
DEL MESTIZAJE
EN EL CENTRO NORTE
DE LA NUEVA ESPAÑA

Víctor Manuel González Esparza1

Aunque soy de raza Conga,


yo no he nacido africano;
soy de nación mexicano
y nacido en Almolonga.

Atribuido al Negrito Poeta2

Presentar una reflexión sobre historia demográfica en


un libro sobre genealogía puede parecer un desvarío.
Primero, porque se piensa en la genealogía a partir de
historias familiares específicas, digamos individuales; y
segundo, porque la historia demográfica, como la his-
toria económica, cayeron hace tiempo en desuso dadas
las modas intelectuales; sin embargo, pensar también
en “biografías colectivas” a partir de las mismas fuentes
parroquiales puede contribuir a contextualizar nuestro

1
Universidad Autónoma de Aguascalientes.

2
La historia del Negrito Poeta es en sí misma de negación. Un
recuento reciente puede encontrarse en Boullosa, Carmen, “El
negro blanqueado mexicano”, Revista de la Universidad de México,
Nueva Época, Núm. 92, octubre de 2011.
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

pasado, en una historia pretendidamente social y no necesaria-


mente individual.
Me parece alentador que el Departamento de Historia
de la Universidad Autónoma de Aguascalientes esté a contra-
corriente con historias aparentemente superadas: la genealogía
(digamos desde la demografía) con el encuentro sobre la historia
económica, y hasta con la dedicatoria del seminario regional a
Porfirio Díaz. Con el mismo espíritu, presentaré una historia
ya no tan olvidada en el país, pero que me parece muy poco
analizada para el caso del centro norte, y en ese sentido de la
colonización hacia tierra adentro. Reflexionaré sobre el caso del
mestizaje en Aguascalientes a partir de la presencia de negros
y mulatos (entre otras “cualidades” étnicas), en una zona cuyo
imaginario es fundamentalmente criollista.
La idea del mestizaje ha estado inmersa en el debate sobre
“lo mexicano”, de tal manera que se sigue definiendo al “México
mestizo” a partir de las culturas española e indígena.3 Históricamen-
te, el protonacionalismo criollo, en su afán de encontrar las raíces
frente al Imperio europeo, exaltó el mundo prehispánico sin re-
conocer la influencia de los negros y mulatos, de tal manera que
esta raíz quedó simple y sencillamente fuera de nuestra idea de
lo mexicano.4
Por otra parte, si bien el mestizaje mismo es un fenóme-
no cultural, difícilmente podrá entenderse en su complejidad sin
considerar algunos elementos cuantitativos que pueden encon-
trarse aún de interés en los archivos parroquiales. El regreso a
éstos, más allá de la tradicional crítica de que poco contribuyeron
al conocimiento del pasado colonial dado lo fragmentado de los
recursos, puede pensarse como paradigmático, ya que mantiene

3
Este año se publicó de manera significativa el libro de MacLachlan, Colin M.,
Imperialism and the Origins of Mexican Culture, Harvard University Press, 2015, el
cual mantiene la hipótesis de que el “México Mestizo” fue creado por la gran
tradición de la cultura española, con la ascendencia árabe, e indígena […] Pero
la raíz africana no se encuentra, no obstante que en el anterior libro del autor,
en colaboración con Jaime E. Rodríguez, se considere a los esclavos negros y
mulatos: Hacia el ser histórico de México, Una reinterpretación de la Nueva España, Ed.
Diana, 2001, pp. 222-225.

4
No obstante, en los últimos años se ha tratado de equilibrar el estudio de la
tercera raíz; pueden verse algunas síntesis al respecto: Vinson III, Ben y Bo-
bby Vaughn, Afroméxico, CIDE/FCE, 2004; Klein, Herbert S., Ben Vinson III,
(Historia mínima de) La esclavitud en América Latina, El Colegio de México, 2013.

72
La “tercera raíz” en Aguascalientes

la continuidad de la fuente de manera interrumpida desde prin-


cipios del siglo XVII, a diferencia ciertamente de la mayoría del
resto de los estados del país.
En este sentido, el estudio de Aguascalientes puede ayu-
darnos a entender de manera integral un proceso, sin duda com-
plejo, que ciertamente comienza a observarse más allá de los pre-
juicios de un nacionalismo con orígenes criollos.
No obstante, los trabajos de Gonzalo Aguirre Beltrán y
de la nueva historiografía sobre africanos en Iberoamérica,5 así
como el reconocimiento de la “tercera raíz”, es decir, de la pre-
sencia negra y mulata en la conformación de la Nueva España
y por ende de México siguen siendo una asignatura pendiente.
Desde luego, como afirmara Aguirre Beltrán, la voz del Barón
de Humboldt de que esta presencia negra no rebasaba los seis
mil habitantes de la Nueva España pudo ser una de las razones
de este olvido;6 sin embargo, la formación de la conciencia criolla
y sus vínculos con el nacionalismo mexicano, con énfasis sobre
todo en el indigenismo, dejó de lado la cada vez más evidente
presencia de la población de “color quebrado” en la construc-
ción de la nación.
Específicamente, existen pocos estudios sobre la Nueva
Galicia (por otro lado, cuna de los estereotipos de la mexicanidad
después de la revolución), por lo que éste aspecto puede ayudar-
nos a entender el poblamiento en el norte del país y apuntalar
una visión más plural sobre nuestra historia.
Para el caso de Aguascalientes, si bien existen dos trabajos
sobre los negros esclavos,7 éstos se refieren específicamente a la
esclavitud, sin considerar, como veremos, la gama más amplia de
la población de “piel quebrada”. Más aún, dada la cultura predo-
minantemente “criollista” en el actual estado de Aguascalientes

5
Klein, Herbert S. y Ben Vinson III, La esclavitud en América latina y el Caribe, El
Colegio de México, 2013, ofrecen un panorama amplio al respecto.

6
Aguirre Beltrán, Gonzalo, El Negro esclavo en Nueva España. La formación colonial,
la Medicina popular y otros ensayos, Obra Antropológica XVI, CIESAS/FCE/INI/
Universidad Veracruzana, 1994, p. 17. Ciertamente Humboldt escribió sobre la
poca importancia cuantitativa de los esclavos negros, no en general de mulatos
y negros.

7
Medina, Consuelo, Esclavitud en Aguascalientes, Tesis de Licenciatura en Historia,
Universidad Autónoma de Aguascalientes, y García Díaz, Jorge, “Esclavitud,
mestizaje y dinámica demográfica en la villa de la Asunción de las Aguas Calien-
tes, siglo XVII”, en Letras Históricas, núm. 2, primavera-verano 2010, pp. 37-55.

73
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

(es el estado con menos hablantes indígenas en el país), el reco-


nocimiento de “los otros” puede ser un ejercicio necesario para
fundamentar nuestra diversidad cultural.
La primera referencia de la diversidad de la población de
Aguascalientes y su jurisdicción la proporcionó Gaspar de la
Fuente, visitador de la región entre 1608 y 1610, cuando escribe:
“habrá veinte cuatro o veinte y cinco vecinos españoles, y hasta
cincuenta mestizos, y veinte negros esclavos, y más de cien mula-
tos y hasta diez indios […]”.8 Es un punto de partida importante:
si multiplicamos por 5 (promedio obtenido entre el número de
matrimonios y bautizos) el número de vecinos o familias espa-
ñolas, tendríamos 125 españoles, más el dato de negros, mulatos
y “hasta indios”. En total, 305 personas para 1610, de los cuales
los “negros esclavos” representan sólo 6.5%; sin embargo, si su-
mamos mulatos y negros el porcentaje se eleva prácticamente a
40% del total.
Para mediados del siglo XVII existe una fuente poco ana-
lizada pero que vale la pena analizar, se trata del Padrón de 1648.9
Una primera gráfica de la composición de la población puede
ayudarnos a entrar en materia:
Lo primero que llama la atención es el alto número de
indígenas, negros y mulatos, un porcentaje muy superior al de
españoles y mestizos: 37 % de indígenas y 25% de negros y mu-
latos, en conjunto, representan 62%.
Por supuesto que habría que reconocer que la categoría
étnica es finalmente una construcción, que cambia con el tiempo
y que depende de quien elabora el concepto y con qué fines.
Este padrón, como gran parte de los elaborados por la Iglesia,
era de comunión y confesión con el fin de determinar el número
de fieles. Desde luego que el padrón no considera a la población
flotante, que suponemos amplia y difícil de determinar. Se trata
a final de cuentas de una primera fotografía. Si desagregamos las
categorías de acuerdo al censor, tenemos el siguiente gráfico:


8
Berthe, Jean-Pierre, “El Licenciado Gaspar de la Fuente y su visita Tierra
Adentro, 1608-1609”, en Sociedades en construcción. La Nueva Galicia según la visita
de oidores (1606-1616), Universidad de Guadalajara/CEMCA, 2000, p. 137. El
texto del oidor tiene referencias hasta 1610.

9
Archivo Histórico de Aguascalientes, “Aguascalientes a través del Padrón de
1648”, en Folio, Año 1, Núm. 1, Introducción de José Antonio Gutiérrez, Go-
bierno del Estado de Aguascalientes/AHEA, 1999.

74
La “tercera raíz” en Aguascalientes

Gráfico 1. Estructura porcentual de la población de Aguascalientes,


Padrón 1648.

11%

Indios
25% 37% Españoles
Negros y Mulatos

27%

Fuente: Aguascalientes a tráves del Padrón de 1648, Folio 1, Intr. de José


Antonio Gutiérrez, Archivo Histórico de Aguascalientes, 1999. Negros y
mulatos incluye las diferentes categorías de esclavos, libres y sin clasificar;
Mestizos incluye niños en general.

La diversidad reconocida muestra una fotografía con ma-


tices: el número muy similar de mujeres y hombres indígenas,
a diferencia, por ejemplo, de españoles y de negros y mulatos,
quienes estaban más representados por las mujeres. El caso de
las españolas es también relevante, frente a la opinión común
de que había mayor número de varones, por lo que se explicaba
tradicionalmente el mestizaje.
Ahora bien, negros y mulatos no sólo eran esclavos, sino
libres (en su mayoría, si consideramos los sin clasificar “sc” como
tales), lo cual habla de una sociedad más plural de lo que tradicio-
nalmente se ha referido.
En el caso específico de tierra adentro, son prácticamente
nulos los estudios sobre negros y mulatos, ya que como referi-
mos al principio de este apartado, tradicionalmente las regiones
estudiadas son Veracruz, Tabasco, Oaxaca y Guerrero; sin em-
bargo, poco se han considerado para la región norteña. Desde
luego tiene que ver con una concepción “criollista” de nuestra
historia, ya que se olvida la influencia africana en la conforma-
ción de la región y desde luego de la nación. Ello tiene que ver
también con el subregistro de negros y mulatos.
Una prueba de lo anterior la tenemos, por ejemplo, en el
número total de bautizos durante todo el siglo XVII: 37.2 %
para la población indígena, 31.3 % para la española, 12.8 % para

75
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

Gráfico 2. Composición de la población de Aguascalientes, Padrón 1648.

200
180
160
140
Hombre
120
Mujer
100
80
60
40
20
0

Mulatos sc

Otros
Indios

Españoles

Negros esclavos

Mulatos esclavos

Mulatos libres

Mestizos

Niños
Negros libres

Negros sc

Fuente: Aguascalientes a tráves del Padrón de 1648, Archivo Histórico de Aguascalientes, 1999.

76
La “tercera raíz” en Aguascalientes

mestizos, y diez por ciento para los negros y mulatos (sin contar
desde luego los no clasificados: 8 %). Comparados los datos an-
teriores con el padrón de 1648, el número de indígenas coincide,
y se incrementa el de españoles y mestizos en detrimento de ne-
gros y mulatos. Es decir, el número de bautizos, aun incluyendo
los no clasificados (muy probablemente mestizos y mulatos), no
corresponde a la presencia mostrada de negros y mulatos hacia
mediados de siglo. También es probable que la baja en la repre-
sentación de negros y mulatos en los registros parroquiales coinci-
da con la disminución de la importación de negros esclavos, dado
el fin del comercio a través de Portugal hacia mediados del siglo.10

Cuadro 1
Bautizos en Aguascalientes por categoría étnica Siglo XVII

Femenino Masculino %
Sin categoría 404 378 8.1
Negra/Mulata/Morisca/Loba/
486 542 10.6
Coyote
Castiza/Mestiza 589 647 12.8
Española 1388 1638 31.3
India 1768 1834 37.2
Fuente: Archivos parroquiales, 1616-1700.

Podemos detenernos en el análisis de las variables demo-


gráficas para conocer sus dimensiones. Los bautizos, como he-
mos visto anteriormente, crecieron a un ritmo acelerado a partir,
sobre todo, de los años sesenta de nuestro siglo XVII; sin em-
bargo, si observamos el crecimiento por grupo étnico se constata
no sólo la recuperación de la población indígena sino su sor-
prendente crecimiento, seguida del crecimiento de los españoles,
a partir de los años sesenta del siglo XVII. El caso particular
de mestizos tiene un estancamiento, y el de mulatos un ligero
crecimiento a partir de los años setenta, como puede verse en la
siguiente gráfica.


10
Thomas, Hugh, La trata de esclavos, Historia del tráfico de seres humanos de 1440 a
1870, Planeta, España, 1998.

77
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

Gráfico 3. Crecimiento natural por grupos étnicos.

600
Castiza/mestiza
Española
500 India
Negra/mulata/morisca/
400 loba/coyote
Sin categoria

300

200

100

-100
1616-1620

1621-1625

1626-1630

1631-1635

1636-1640

1641-1645

1646-1650

1651-1655

1656-1660

1661-1665

1666-1670

1671-1675

1676-1680

1681-1685

1686-1690

1691-1695

1696-1700
78
La “tercera raíz” en Aguascalientes

Ciertamente las referencias a grupos étnicos (indios, es-


pañoles, mestizos, mulatos, negros, etcétera) –conceptos entre-
sacados de los mismos archivos– son una construcción de los
funcionarios eclesiásticos, que van a repetirse consistentemente
en todo el periodo novohispano, con algunas pequeños agrega-
dos (morisca, castiza, lobo, etcétera). Ello le otorga el poder de
clasificar a la Iglesia, pero al mismo tiempo, no obstante algunos
subregistros, el poder de reconocer más allá de las ataduras a una
relevante diversidad social.
La información que muestre la dinámica interétnica está
dada por los matrimonios. El trabajo de Marcelo Carmagnani
para Charcas, San Luis Potosí, mostró en un estudio pionero las
tendencias exogámicas de los diversos grupos étnicos en el siglo
XVII. En términos generales, habría que recordarlo, los grupos
más endogámicos al matrimonio eran españoles e indios; sin em-
bargo, el grupo con una tendencia mayor a casarse con otros
grupos eran los mulatos (principalmente con indias, en 48 %),
seguidos de los mestizos; por su parte, los españoles se casaban,
después de entre ellos mismos, con mestizos (12 % en prome-
dio); los mestizos prioritariamente con indios (17 %), y los indios
con mulatos (14%).11
Para el caso de Aguascalientes, la gráfica 4 es más sintética.A
diferencia de Carmagnani, los resultados aquí presentados están
desde la perspectiva de género, y comprenden todo un siglo: la
mayor tendencia endogámica se da entre las españolas (91.6%)
seguidas de las indias (83.6%); las más exogámicas fueron las mu-
latas y negras (que se casaban, después de entre su mismo grupo,
con los indios en 29.7 %), seguidas de mestizas con mulatos en
19 %, después de su propio grupo.

Carmagnani, Marcelo, “Demografía y sociedad: La estructura social de los cen-


11

tros mineros del norte de México, 1600-1720”, en Historia mexicana, Vol. XXI,
enero-marzo 1972, núm. 3, pp. 419-459. Los datos comprenden, sobre todo, de
la segunda mitad del siglo XVII hasta 1723.

79
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

Gráfico 4. Matrimonios interraciales Aguascalientes, 1602-1700


800 Indio
Español
700 Mestizo/castizo
Negro/mulato/morisco/
600 lobo/coyote
Sin categoria
500

400

300

200

100

0
Indio Española Mestiza/castiza Negra/mulata/ Sin categoría
morisca/loba/coyota

Fuente: Aguascalientes a tráves del Padrón de 1648, Archivo Histórico de Aguascalientes, 1999.

80
La “tercera raíz” en Aguascalientes

Cuadro 2
Matrimonios interraciales por género. Aguascalientes 1602-1700.
(Porcentajes)

India Española Mestiza/ Negra/ Sin


Castiza mulata/ categoría
morisca/
loba/coyota
Indio
83.6 % 1.7 % 11.8 % 29.7 % 6.3 %

Español
1.4 % 91.6 % 11.8 % 3.5 % 4.1 %

Mestizo/
castizo 2.3 % 5.0 % 57.6 % 7.9 % 1.4 %

Negro/
mulato/
morisco/ 12.5 % 1.0 % 18.1 % 58.4 % 1.6 %
lobo/
coyote
Sin
categoría 0.3 % 0.7 % 0.7 % 0.5 % 86.5 %

En el caso específico de mulatas (incluidas moriscas y cas-


tizas) y negras es de notarse la tendencia a rebasar los condicio-
nantes endogámicos y raciales de una época. A diferencia de los
datos de Carmagnani, son las mulatas y negras las que se casan
con indios (29.7%), no así los varones mulatos y negros con in-
dias, uno de los hibridismos más relevantes del siglo XVII en
Aguascalientes y su jurisdicción. Ciertamente, la razón puede ser
similar en los géberos: ascender socialmente al casarse con indios.
Lo anterior muestra tendencias ciertamente endogámicas
entre españoles (91.6 %) e indios (83.6 %);12 sin embargo, al mis-
mo tiempo tendencias exogámicas, fundamentalmente entre los
grupos que requerían mayor aceptación social, motivación que
pese a prohibiciones hizo posible el crisol social del cual surgiría
Aguascalientes.
Thomas Calvo muestra esta tendencia endogámica para el caso de Guada-
12

lajara, particularmente entre indios y españoles (en 90 %), no obstante los


casos de concubinato de estos últimos; “las castas inferiores” por su parte
“realizan una buena promoción social y participan en el ‘blanqueo’ de la
población”. En Calvo, Thomas, Poder, Religión y Sociedad, op. cit., p.

81
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

De ahí que cuando alguien se burla de otra cuando le dice


“negro, negro”, el Negrito Poeta responde:
“Calla la boca, embustero
Y no te jactes de blanco,
Saliste del mismo banco
Y tienes el mismo cuero”.

El origen de los contrayentes durante el siglo XVII tam-


bién nos puede acercar a las características de nuestra población:
menos de 50% de la propia Villa de Aguascalientes, y le siguen tres
lugares de la alcaldía misma: el pueblo de San Marcos, la Hacien-
da de Cieneguilla y la de “Las Peñuelas”. En seguida provienen
de Teocaltiche, Lagos, San Luis Potosí, Nochistlán y Zacatecas.
Para luego llegar de Tepezalá, Sierra de Pinos, Jalpa y Guadalajara.
Menos de la ciudad de México, de León, Puebla, y aún menos
de Ciénega de Mata (en el siglo XVII, más relevancia para la
villa de Aguascalientes lo fueron las haciendas de Cieneguilla,
Peñuelas, y la de Juan Tiscareño, quizá la de san Bartolomé).
En fin, Aguascalientes en el siglo XVII no fue ciertamente
una villa endogámica.
La ilegitimidad es un elemento asociado a la exogamia. Los
estudios existentes generalmente se refieren a breves periodos
de análisis (una o dos décadas), y difícilmente por “cualidades”
étnicas.
El siguiente es un estudio sobre todo el siglo XVII (a partir
de los primeros registros en 1614) para Aguascalientes, conside-
rando las diferencias étnicas.
En términos absolutos, el mayor número de hijos ilegíti-
mos se registró entre la población indígena (620), pero en térmi-
nos porcentuales (dentro del total de bautizos por cada etnia) el
mayor número se encuentra entre la población negra y mulata
(46.1 %), seguida de la mestiza/castiza (27.5 %), indígena (17.2
%) y finalmente española (14 %).
Pero ¿qué novedades agrega este estudio a lo ya mencio-
nado?
1. La población negra y mulata de la alcaldía de Aguas-
calientes representó en el siglo XVII más del cuarto
de población, hecho que los historiadores no sólo de
Aguascalientes han ignorado, y que me parece repre-
sentativo de los olvidos pero también de un factor cla-

82
La “tercera raíz” en Aguascalientes

Origen de contrayentes, Aguascalientes, 1602-1700 Número


VILLA DE AGUASCALIENTES 1565
SAN MARCOS-PUEBLO DE (1621) 115
HACIENDA DE CIENEGUILLA 107
TEOCALTICHE (Tequaltiche) 89
HACIENDA DE PEÑUELAS (Las Peñuelas) 80
LAGOS-VILLA DE LOS LAGOS 56
SAN LUIS-CD. DE (Potosí) 43
NOCHISTLÁN 39
ZACATECAS 37
HACIENDA DE JUAN DE TISCAREÑO (es la llamada 37
San Bartolomé
TEPEZALÁ (Real De Minas) 32
SIERRA DE PINOS (Real de minas de) 32
JALPA (Xalpa) – PUEBLO DE JALPA – JALPA 31
PUEBLO DE
GUADALAJARA 20
HACIENDA DE SANTIAGO 18
MÉXICO-CD. DE 14
LEÓN-VILLA DE 13
PUEBLA DE LOS ÁNGELES 13
HACIENDA DE GARABATO (1619) 12
CELAYA-VILLA DE (Z(S)ALAYA) 12
CIÉNEGA DE MATA 12
QUERÉTARO-MICHOACÁN (provincia de)- 12
SANTIAGO DE QUERÉTARO
GUANAJUATO-MINAS DE-Real de Minas 11
HACIENDA-ESTANCIA DE CHAPULTEPEQUE 10
JALOSTOTITLÁN 10
MONTE GRANDE 10
Subtotal 2430
Otros 1296
Total 3726
Fuente: Registros Parroquiales, El Sagrario, Aguascalientes, 1602-1700.

83
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

100
86.0% % Ilegitimo
82.8% % Legitimo
80
72.5%

60 53.9%
46.1%
40
27.5%
20 17.2% 14.0%

0
India Española Mestiza/castiza Morisca/loba/coyota

180

150
Bautizos

120

90

60

30

0
1601- 1611- 1621- 1631- 1641- 1651- 1661- 1601- 1601- 1601-
1610 1620 1630 1640 1650 1660 1670 1610 1610 1610
Castiza/mestiza 0 1 4 7 11 41 41 71 97 67
Española 0 0 1 7 21 38 47 86 80 145
India 0 0 3 12 34 52 57 119 158 185
Negra/mulata/morisca/
loba/coyote 0 1 13 16 33 25 38 83 101 164
Sin categoria 0 20 20 25 8 0 10 92 112 104

ve de colonización de tierra adentro (hay indicios del


mismo porcentaje para el siglo XVIII).
2. Negros y mulatos eran en su mayoría libres, de acuer-
do al Padrón de 1648, lo cual les permitía mayor mo-
vilidad.
3. La exogamia en los matrimonios era claramente ma-
yor entre negros y mulatos, por un claro deseo de as-
censo social; las negras y mulatas preferían a los indios
como maridos.
4. La ilegitimidad de la población en el siglo XVII, sobre
la que existen cifras aisladas, encuentra en los datos so-
bre Aguascalientes mayores certezas que comprenden

84
La “tercera raíz” en Aguascalientes

todo un siglo: la mayor ilegitimidad se da entre negros


y mulatos (46.1 %), lo que va a explicar en mayor me-
dida el mestizaje de la población de Aguascalientes.
5. Queda un camino largo por explorar, sin embargo, es-
pero haber mostrado que el mestizaje aguascalentense
(y me atrevería a decir que novohispano), y con ello la
conformación de su identidad, necesariamente debe
considerar la tercera raíz.

Termino con las palabras del Negrito Profeta:

“Después de ver tanto dato


de dudosa filiación,
no cabe duda que al negro
le dieron reputación.

Sin embargo, se asegura


Con bastante información:
No tiene la culpa el… negro
Sino el que lo hace…cabrón”.

Referencias

Acuña, René, “Relación del Pueblo de Teucaltiche”, Relaciones Geo-


gráficas del siglo XVI: Nueva Galicia, UNAM, México, 1988.
Aguirre Beltrán, Gonzalo, El Negro esclavo en Nueva España. La
formación colonial, la Medicina popular y otros ensayos, Obra An-
tropológica XVI, CIESAS/FCE/INI/Universidad Vera-
cruzana, México, 1994.
Alcaide Aguilar, José Fernando, La hacienda de Ciénega de Mata de
los Rincón Gallardo: un modelo excepcional de latifundio novohis-
pano durante los siglos XVII y XVIII, Sevilla-Guadalajara,
Consejo Superior de Investigaciones Científicas-Centro
Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de la
Universidad de Guadalajara, México, 2004.
Arregui, Domingo Lázaro de, Descripción de la Nueva Galicia, Es-
tudio preliminar de
Francois Chevalier, Presentación de la edición en español de Car-
men Castañeda, Gobierno de Jalisco, México, 1980.

85
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

Berthe, Jean-Pierre, “El Licenciado Gaspar de la Fuente y su vi-


sita Tierra Adentro, 1608-1609”, en Sociedades en construcción.
La Nueva Galicia según la visita de oidores (1606-1616), Univer-
sidad de Guadalajara/CEMCA, 2000, México.
Calvo, Thomas, Guadalajara y su región en el siglo XVII. Población
y Economía, CEMCA/H. Ayuntamiento de Guadalajara,
México, 1992.
Calvo, Thomas, Poder, Religión y Sociedad en la Guadalajara del siglo
XVII, CEMCA, México, 1991.
Calvo, Thomas, Demografía de una parroquia mexicana, Colección
Científica/INAH, México, 1973.
Carmagnani, Marcelo, “Demografía y sociedad: La estructura
social de los centros mineros del norte de México, 1600-
1720”, en Historia mexicana, Vol. XXI, enero-marzo 1972,
núm. 3, México.
Cramaussel, Chantal, “Ritmos de poblamiento y demografía en
la Nueva Vizcaya”, en Demografía y poblamiento del territorio.
La Nueva España y México (siglos XVI-XIX), Chantal Cra-
maussel, Editora, El Colegio de Michoacán, México, 2009.
Chevalier, Francois, La formación de los latifundios en México. Hacien-
das y sociedad en los siglos XVI, XVII y XVIII, FCE, 3ª ed.
corregida y aumentada, México, 1999.
De la Fuente, Gaspar, “Relación de lo hecho por el señor licen-
ciado Gaspar de la Fuente, oidor de esta Real Audiencia,
visitador general de este reino del tiempo que anduvo en
la visita de él”, en Berthe, Jean Pierre, et al., Sociedades en
construcción, en la Nueva Galicia según la visita de oidores (1606-
1616), Universidad de Guadalajara/CEMCA, México,
2000.
De los Reyes, Aurelio, Los caminos de la Plata, H. Ayuntamiento de
Aguascalientes, México, 2010.
Elliot, John H., “La crisis general en retrospectiva: un debate
interminable”, en España, Europa y el Mundo de Ultramar
(1500-1800), Taurus, España, 2010.
Galvez, Joseph de, “Decreto para arreglar el Camino Real”, del
30 de marzo de 1770, expedido en la villa de Chihuahua,
Archivo Histórico Municipal de Chihuahua, Fondo Colo-
nial, Sec. Gobierno, Caja 37.13


13
Agradezco al Dr. José de la Cruz Pacheco la copia de este documento.

86
García Díaz, Jorge, “Esclavitud, mestizaje y dinámica demográ-
fica en la villa de la Asunción de las Aguas Calientes, siglo
XVII”, en Letras Históricas, núm. 2, primavera-verano 2010.
Gómez Serrano, Jesús, y Francisco Javier Delgado Aguilar, Un
mayorazgo sin fundación. La familia Rincón Gallardo y su lati-
fundio de Ciénega de Mata, 1593-1740, Instituto Cultural de
Aguascalientes/UAA, 2006.
Gutiérrez Gutiérrez, José Antonio (comp.), Colección de documentos
para la historia de la diócesis de Aguascalientes, Vol. I, siglos XVI
y XVII.
_____________________, “Aguascalientes a través del Padrón
de 1648”, Folio, Año 1, Núm. 1, 1999.
Klein, Herbert S. y Ben Vinson III, La esclavitud en América latina
y el Caribe, El Colegio de México, 2013.
Lacueva Muñoz, Jaime, La plata del rey y sus vasallos. Minería y me-
talurgia en México (siglos XVI y XVII), Consejo Superior de
investigaciones Científicas/Escuela de estudios Hispano-
Americanos, Universidad de Sevilla, 2010.
Lafora, Nicolás de, Relación de viaje que hizo a los Presidios Internos
situados en la frontera de la América Septentrional, perteneciente al
Rey de España, Con liminar bibliográfico y Acotaciones por
Vito Alessio Robles, Ed. Pedro Robredo, 1939.
MacLachlan, Colin M., Imperialism and the Origins of Mexican Cultu-
re, Harvard University Press, EUA, 2015.
Medina, Consuelo, Esclavitud en Aguascalientes, Tesis de Licencia-
tura en Historia, Universidad Autónoma de Aguascalien-
tes, México.
Melville, Elinor G.K. Plaga de ovejas. Consecuencias ambientales de la
Conquista de México, FCE, México, 1999.
Morin, Claude, Santa Inés Zacatelco (1646-1812), Contribución a la
demografía histórica del México colonial, Colección Cintífica/
INAH, México, 1973.
Mota y Escobar, Alonso de la, Descripción Geográfica de los Reynos
de Nueva Galicia, Nueva Vizcaya y Nuevo León, Instituto Jalis-
ciense de Antropología e Historia, México, 1966.
Powell, Philip W., La Guerra Chichimeca (1550-1600), FCE, Méxi-
co, 1977.
Rojas, Beatriz, Las instituciones de gobierno y la elite local. Aguascalientes
del siglo XVII hasta la Independencia, El Colegio de Michoa-
cán/Instituto Mora, México, 1998.
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

Romano, Ruggeiro, Mecanismos y elementos del sistema económico colo-


nial americano, siglos XVI-XVIII, Fideicomiso Historia de
las Américas, Colmex/FCE, México, 2004.
Romano, Riggiero, Coyunturas opuestas. La crisis del siglo XVII en
Europa e Hispanoamérica, Fideicomiso Historia de las Amé-
ricas, Colmex/FCE, México, 1993.
Sempat Assadourian, Carlos, Zacatecas. Conquista y transformación de
la frontera en el siglo XVI. Minas de plata, guerra y evangelización,
El Colegio de México, México, 2008.
Serrera, José Ma. Guadalajara ganadera. Estudio regional novohispa-
no, 1760-1805, Sevilla, Escuela de Estudios Hispanoame-
ricanos, Consejo Superior de Investigaciones Científicas,
1977.
Thomas, Hugh, La trata de esclavos, Historia del tráfico de seres huma-
nos de 1440 a 1870, Planeta, España, 1998.
Vinson III, Ben y Bobby Vaughn, Afroméxico, CIDE/FCE, 2004;
y Vinson III, Ben junto con Klein, Herbert S. (Historia
mínima de) La esclavitud en América Latina, El Colegio de
México, México, 2013.
Weber, David J. y Jane M. Rausch ed., Where Cultures Meet, Frontiers
in Latin American History, Scholarly Resources Inc., 1994.

88
HERENCIAS
FAMILIARES
EN GUADALAJARA
DURANTE
EL SIGLO XVIII
Samuel Octavio Ojeda Gastelum1
Martha Lorenza López Mestas Camberos2

  

E l presente trabajo analiza sucesiones de bienes


realizadas por pobladores de la Intendencia
de Guadalajara mediante sus actos testamen-
tarios. Se hace hincapié en el perfil de los otorgantes,
el grado de concentración y  división de las herencias,
los bienes vinculados a las mismas, el destino, circula-
ción y dispersión de esas  trasmisiones hereditarias; los
lazos consanguíneos, afectivos y sociales que norman
las relaciones y vínculos entre otorgantes y receptores
de esas herencias, es decir, el marco familiar en que se
inscribía el acto de heredar, mostrando rasgos sobre
las relaciones de descendencia, ascendencia, legitimi-
dad de las familias de la Guadalajara tardío colonial;
así como los montos y modalidades del valor de las
donaciones pías y las exequias funerarias, al igual que
el papel que desempeñaba la cultura y la religión en la
definición y destino del patrimonio.


1
Universidad Autónoma de Sinaloa/INAH-Jalisco.

2
Universidad Autónoma de Sinaloa/INAH-Jalisco.
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

Vida, herencia y testamento

El ámbito familiar es un espacio donde se transmiten los princi-


pales rasgos culturales, las normas de conducta y las principales
creencias, donde se reproduce el orden social vigente de una so-
ciedad; así lo expresa la sociedad de la Intendencia de Guadala-
jara del siglo XVIII, donde no están ausentes los ordenamientos
jurídicos y las normas emanadas de la Iglesia que, desde púlpitos
y confesionarios, señalaba a la familia como el espacio donde de-
berían reproducirse las buenas costumbres inspiradas en valores
morales fincados en el pensamiento cristiano.
En el hogar se expresan y transfieren modelos del mundo.
Como bien señala Pierre Bourdieu, la herencia material es tam-
bién herencia cultural y los bienes familiares “no solamente dan
testimonio físico de la antigüedad y continuidad de la familia, y,
por ello, la de consagrar su identidad social, no disociable de la
permanencia en el tiempo, sino también la de contribuir prácti-
camente a su reproducción moral, es decir, a la transmisión de
valores, virtudes y competencias que constituyen el fundamento
de la legítima pertenencia a las dinastías burguesas” [sic].3
En la sociedad local del siglo XVIII y principios del XIX,
contrariamente a plebeyos, artesanos y marginales, la clase pro-
minente adoptó signos de distinción que los convertían en no-
bles y prestigiosos a los ojos de los otros y a los propios. Era
un pequeño sector social de prominentes familias, generalmente
ligadas a la actividad comercial, agrícola y ganadera. En este mis-
mo escenario se desenvolvían familias de pequeños comerciantes
o artesanos que fincaban su labor en torno a los bienes y servi-
cios que circulaban dentro de la economía regional, pero carecían
de capital y de redes materiales extensas. Otro sector, mulatos o
mestizos pauperizados, eran los empleados, peones y sirvientes,
estos últimos comúnmente vivían en la propiedad del amo.
En general era una sociedad con privilegios estamentales
que mantenían aislados a los diversos sectores sociales, pero
el escenario se componía de una variedad de actores socia-
les que actuaban no exclusivamente bajo criterios económi-
cos sino que sus conductas tenían que ver con valores sociales


3
Pierre Bourdieu, La Distinción. Criterio y bases sociales del gusto, Taurus, Madrid,
1998, p. 75.

90
Herencias familiares en Guadalajara durante el siglo XVIII

colectivos que generaban una identidad social y un sentido de


pertenencia. A la vez, sus nexos con la vida no se limitaban a su
existencia terrenal sino que se fincaban en lo divino, ámbito al
que buscaban insertarse aún después de su muerte.
Pero también expresaban sus adhesiones, deseos y legados
que externaban antes de partir a la anhelada eternidad, donde
la referencia familiar jugaba un papel nodal. En este sentido, la
familia ocupaba un lugar trascendental al estar relacionada di-
rectamente con el matrimonio y el sistema hereditario, así como
realidades dependientes de las estructuras culturales y socioeco-
nómicas, las que incidían o condicionaban sus distintos compor-
tamientos. Así, en la Intendencia de Guadalajara, las unidades fa-
miliares eran un bastión del orden social que busca consolidarse
y acrecentar patrimonialmente, pero que al momento de morir
uno de sus integrantes experimentaba cambios que se reflejaban
en la misma estructura familiar.
Pasando a los testamentos, eran documentos jurídicos y
espirituales que se efectuaban cuando el testador se sentía cer-
cano a la muerte, en los que ponía de manifiesto disposiciones
para su cuerpo y alma. Amparado en la idea de la inmortalidad
del alma, aunada a los aspectos económicos y materiales presen-
tes en estos documentos, tenían fines explícitos de orden supra-
terrenal que ordenaba y definía su contenido: la consecución y
compra de la salvación.4 Lo anterior se derivaba de un temor a la
muerte y al juicio divino, ante el cual se debería ser justo y devoto.
Por tanto –como afirma Philippe Ariès– el testamento “Sirvió a
la vez para salvar el amor de la tierra y para invertir en el cielo,
gracias a la transición de una buena muerte”.5
Por ello, dichos legados póstumos poseen una carga emo-
tiva y una gran sensibilidad, que se obviará porque no es tema
de este trabajo. Pero sí hay que destacar que al momento de re-
dactarlo, se adquiría viva conciencia de su existencia e inminente
abandono de este “fugaz” y “transitorio” mundo terrenal; ex-
presando un discurso que establece esta conjunción entre cuerpo
y alma: la muerte de los individuos está implícita en la naturaleza

4
Máximo García Fernández, “Vida y Muerte en Valladolid. Un estudio de re-
ligiosidad popular y mentalidad colectiva: los testamentos” en Carlos Álvarez
Santaló, et al., La Religiosidad Popular. Vida y muerte: la imaginación religiosa, Antro-
phos, Barcelona, Vol. II, 2a edición, 2003, p. 229.

5
Philippe Ariès, El hombre ante la muerte, Taurus, Madrid, 1983, p. 502.

91
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

humana, es corporal, pero la salvación del alma es posible. El


testamento apunta en esta última dirección.
Por tanto, además de su peso jurídico y de la preocupa-
ción de esos sujetos por no morir intestados y dejar sus bienes
al garete, dichos testamentos elaborados entre el siglo XVIII y
principios del XIX son un mecanismo que descubre las actitudes
y valores espirituales y religiosos de sus pobladores, aunado a
que su elaboración está impregnada de aspectos marcadamente
simbólicos.
El testamento es el instrumento que les permitiría enfren-
tar y sortear exitosamente el juicio final, era una disposición espi-
ritual que les ayudaría a “bien” morir o a “no morir”, pero tam-
bién se convertía en un acto de justicia con los seres terrenales
(descendientes, familiares, sirvientes, paisanos) y, claro, también
con los extraterrenales (dios y las imágenes santificadas).

Familia, bienes y testamentos

Hacia los años coloniales, elaborar un testamento remitía a la


divisibilidad de la herencia, donde la voluntad del testador estaba
normada por la obligación de contemplar a herederos obligato-
rios por ley –esposa(o) e hijos(as)–. Estos herederos eran benefi-
ciarios de los cuatro quintos de los bienes; sólo el quinto restante
quedaba a la libre disposición del testador –que podía utilizarlo
para el bien de su alma o a favor de un extraño–. De la parte legíti-
ma, se distinguía una “estricta” para repartir de forma igualitaria,
y un “tercio de mejora”, que el testador podía repartir desigual-
mente entre los herederos forzosos. También se podían otorgar
bienes a mayorazgos y capellanías.6 En general, la legislación de
esos tiempos establecía un esquema distributivo de herencias en
partes iguales entre la pareja, entre los legítimos descendientes,
fueran hombres y mujeres. Esta división mostraba una igualdad
aritmética y una equidad formal entre los descendientes de un
mismo grupo doméstico.7

6
Nora L. Siegrist de Gentile, “Herencias e institución de legados en sucesiones
vascas en Buenos Aires, 1750-1845” en Vasconia: Cuadernos de historia-geografía,
Guipúzcoa, Sociedad de Estudios Vascos, Eusko Ikaskuntza, Nº 28, 1999, pp.
250-251.
7
Roxana Bolxadós, “Familia, herencia e identidad. Las estrategias de reproduc-

92
Herencias familiares en Guadalajara durante el siglo XVIII

Por otra parte, existían testamentos individuales y manco-


munados. Sobre estos últimos, marido y mujer disponían en un
solo acto testamentario. Al parecer, para fines del XVIII, en la
zona castellana de la península este tipo de testamentos estaban
en proceso de desuso, mientras que en el área vasca lo admitían
legalmente y se mantenía más vivo. 8
Sobre testamentos individuales en Guadalajara se puede
destacar el caso de Juana Manuela Delgadillo, de 25 años, quien
a mediados de 1777, después de pagar los costos de su funeral
y entierro, dejó cien pesos para la Archicofradía del Santísimo
Sacramento del Sagrario de la Iglesia Catedral para que con sus
réditos cada año se cantara una misa el día de la Ascención del
Señor; y la cantidad restante se dedicara a sus dos sobrinos por
mitad, hijos de una hermana ya difunta, para que con sus réditos
se les brindara vestuario y mantenimiento.9
Otro testamento similar se otorgó en octubre de 1778.
Doña Isabel Pérez Franco, de estado doncella, originaria del Pue-
blo de Xalostotitlán, desde su lecho de enferma en el Colegio
de niñas del señor San Diego de Alcalá de Guadalajara, donde
vivió por más de cuarenta años, dispuso que su casa ubicada en
el barrio de este colegio se le entregara a dos sobrinas menores
residentes en este mismo colegio.10 Ambas sobrinas tomaron los
hábitos, y cuando fallecieron tres décadas después, esta propie-
dad quedó en manos de este colegio.
También está el testamento de José Luis de Siordia, ve-
cino de Guadalajara, quien en septiembre de 1776 dejó como
herederos a sus dos hijos legítimos procreados con dos esposas.
Particularmente, a su hija le dejó mil pesos para gastos de su
ingreso en un convento.11 En esas mismas fechas, María Josefa
Esteves y Guzmán, viuda y albacea de su esposo Diego Pérez de
Vargas, hizo efectiva la disposición de don Diego, para que con
el quinto de su caudal se fundara una capellanía a favor de sus

ción de la elite en la Rioja colonial (Gobernación del Tucumán, siglo XVII y


principios del XVIII)”, en Revista de Demografía Histórica, Madrid, Asociación de
Demografía Histórica, N° XIX, 2, 2001, Segunda Época, p. 168.
8
Nora L. Siegrist de Gentile, op. cit., p. 256.
9
Archivo Histórico de la Arquidiócesis de Guadalajara (en adelante AHAG),
Sección Justicia, Serie Testamentos, Caja 21, Exp. 4.
10
AHAG, Sección Justicia, Serie Testamentos, Caja 22, Exp. 4.
11
AHAG, Sección Justicia, Serie Testamentos, Caja 21, Exp. 4, Exp. 6.

93
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

hijos, o para dote de alguna de sus hijas. Dicha capellanía tuvo un


monto de seis mil pesos, tomado de sus propiedades de Poncit-
lán, perteneciente a La Barca.12
En 1778, don Miguel López, maestro de cirujano y vecino
de Guadalajara, hace modificaciones a su testamento redactado
en 1775, pues sustituye como beneficiario de su mesón y casas a
su hijo adoptivo: el presbítero don Joseph María López, por su es-
posa Leonarda de Amésquita, con quien no tuvo descendencia.13
Al año siguiente, Petronila Manuela Gaitan, originaria de
Guadalajara, de estado doncella, además de pedir ser sepultada en
el Convento de Nuestra Señora de la Merced de esa ciudad, dis-
puso no tener herederos forzosos ascendientes ni descendientes,
su casa quedaría como herencia al clérigo Ambrosio de Carmona
y Godoy, domiciliado de Guadalajara; sin embargo, sin respetar
la investidura del presbítero, el esposo de la sobrina de la difunta
reclamó tener derechos sobre dicha casa, pues alegaba que una
parte le correspondía a la madre de su esposa. Demandaba que
la mitad del inmueble pasara a poder de sus hijos. Esta disputa
se prolongó hasta 1800, con resultados no muy favorables para
el demandante.14
Para 1781, Pablo Gómez Hurtado de Mendoza, oriun-
do de Tepatitlán pero radicado en Cuquío y dueño de la
Hacienda de don Francisco de Tateposco, viudo tres veces,
introdujo al matrimonio potrero casa, más de 150 cabezas de
ganado y bestias de silla y carga, así como cuatro esclavos, here-
dado de sus padres. De su parte, Pablo Gómez era propietario de
más de 700 cabezas de ganado vacuno y 1800 de caballar y mular,
300 cerdos, y cerca de 50 borregos. También, era propietario de
nueve esclavos, entre otros bienes. Señala que no recibió nada
de los bienes de su segunda esposa, por lo que sus cuatro hijos
podían demandar a su abuelo. Concede libertad a una de sus es-
clavas. Nombró como herederos de sus tierras y propiedades a
sus cuatro hijos. Mientras que a su hermano Germán, por ser
pobre, pidió que no se le exigiera el pago de su pequeña deuda y
la cubriera como pudiera.15

12
AHAG, Sección Justicia, Serie Testamentos, Caja 21, Exp. 8.
13
AHAG, Sección Justicia, Serie Testamentos, Caja 22, Exp. 8.
14
AHAG, Sección Justicia, Serie Testamentos, Caja 22, Exp. 6.
15
AHAG, Sección Justicia, Serie Testamentos, Caja 21, Exp. 14.

94
Herencias familiares en Guadalajara durante el siglo XVIII

En lo que respecta a testamentos mancomunados, en ju-


nio de 1776, las hermanas Fabiana y Anna de Alcalá, vecinas del
pueblo de San Juan, dejaron casa y objetos del hogar a favor de
una mulata esclava de su propiedad y su sobrina Cándida, a quien
habían criado como hija. Eso sí, a su cuñada le cobraron los 12
pesos que le prestaron para la adquisición de un hábito. Debido
a que María Magdalena (la esclava mulata) no quiso compartir el
hogar con la sobrina, la casa y sus bienes se vendieron para su
debida distribución entre ambas.16
Varios años más tarde (en 1807), en el pueblo de Teco-
lotlán se elaboró otra disposición hereditaria mancomunada. El
matrimonio formado por Francisco Lepe y Rosa María Vena-
videz (sic), con raíces en Cocula, pidieron ser enterrados con el
hábito de San Francisco, dejaron 50 pesos para cada uno de sus
funerales. A su matrimonio, ella introdujo diez reses, una yunta
de bueyes, un caballo manso, dos yeguas y un pedazo de tierra en
el puesto de La Labor, valuado en sesenta pesos; y don Francis-
co aportó una manada de yeguas, dos yuntas de bueyes, cuatro
caballos mansos y una vaca parida. Como no tenían herederos,
dispusieron “por el mutuo amor que nos tenemos” que el que
sobreviviera dispusiera de todos los bienes del que falleciera.
Estos bienes consistían en la tierra referida, una casa en
ese pueblo de La Labor, compuesta por tienda, sala, recámara,
un corredor interior, dos cuartos, cocina y otro corredor a la ca-
lle, todo de adobe, techado de teja y cercado de tapia; además,
contaban ya con 300 reses, 30 yuntas de bueyes y 15 de novillos,
50 mulas, 20 caballos mansos, 50 yeguas, y 40 cerdos de cría.
Además, otros pedazos de tierras adquiridos por 450 pesos en el
rancho Los Duendes, el que tenían arrendado. Y otras tierras en
el potrero de San Jorge, con valor de 1700 pesos.
En lo que respecta a los bienes y enseres del hogar, la des-
cripción es muy detallada: un plato de plata, dos cucharas, diez
arrobas de cobre labrado en varias piezas, hachas, una barra, una
coa, un escoplo grande, dos barrenas y dos cajas de cedro con su
respectivo herraje.
Pero no todo eran propiedades, también tenían deudas
con personas de Ixtlán y Ayutla, por casi 1500 pesos. Todo esta-
ba apuntado en sus cuadernos.
16
AHAG, Sección Justicia, Serie Testamentos, Caja 21, Exp. 5.

95
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

Finalmente, al fallecer el segundo integrante del matrimo-


nio, sus bienes se dividirían en tres partes: un tercio para misas
para las ánimas del purgatorio, otro tercio para misas por las al-
mas de los esposos, y el otro tercio en limosnas entre pobres de
su pueblo y rancherías cercanas.
Sobre esta modalidad de testamentos conjuntos, frente a
la idea de una imposición masculina y familiar sobre la mujer,
dichos documentos reflejaban la preocupación por mantener la
cohesión familiar y la consolidación de los lazos familiares ante
la muerte de alguno de ellos: “El patrimonio matrimonial podría
disgregarse; sin embargo, mediante estas declaraciones, los bie-
nes conyugales se mantenían unidos y se aseguraba su disfrute
compartido”;17 sin embargo, el desenlace de este proceso testa-
mentario tuvo sus singularidades: doña Rosa María murió y el
viudo no dio cumplimiento a lo contenido en dicho testamento
recíproco, incluso contrajo segundas nupcias. Ante ello, el cura
de Tecolotlán formuló una demanda por posibles bienes que se
le escapaban a la iglesia, pero dicha demanda no procedió. La
iglesia recibiría las dos terceras partes para misas sólo hasta que
falleciera don Francisco, la cláusula novena del testamento no
estableció montos para entregar, y si él no cambiaba el origen de
los bienes heredados nada podía hacerse.18
Pasemos a otro caso. El 22 de diciembre de 1807, Juan
Pascual, indígena de Tonalá, dejó como deseo póstumo ser
sepultado en la iglesia parroquial del apóstol Santo Santiago,
en entierro humilde, dejando para el pago del mismo una
máquina de su propiedad. De sus tres hijos del primer ma-
trimonio, sólo vivía José Clemente; por tanto, a su único he-
redero le dejó su casa y solar con árboles frutales recibidos a
su vez de su madre ya fallecida; así como otro terreno situado
en las orillas del pueblo, al igual que su azadón, rejas y mangas.
Mientras que a su esposa, en segundo matrimonio, le dejó una

17
Máximo García Fernández, “Resortes de poder de la mujer en el antiguo ré-
gimen: atribuciones económicas y familiares”, en Studia Historica: Historia Mo-
derna, Salamanca, Facultad de Geografía e Historia/Universidad de Salamanca
Vol. 12, dic. de 2009, p. 236. Disponible en: http//revistas.usal.es/index.php/
Studia_Historica/articule/view/4690/4706. Fecha de acceso: 28 de octubre de
2014.
18
Archivo Histórico de la Arquidiócesis de Guadalajara (en adelante AHAG),
Sección Justicia, Serie: Testamentos, Caja 30, Expediente 2.

96
Herencias familiares en Guadalajara durante el siglo XVIII

vaca prieta, un hacha y un azadón. Con sus pocos dineros en


metálico, apenas pudo pagar unos cuantos pesos que adeudaba
y, eso sí: doce reales para limosna, tres pesos para su mortaja y
diez pesos para los cantores.19
Poco tiempo más tarde, José María Dávila Manzano, origi-
nario de la ciudad de Guadalajara y residente del valle de Huejú-
car, ya enfermo, dispuso en su testamento que contaba con una
casa compuesta de once piezas techadas y tres corrales, y en ella
una mesa de billar, con sus regulares aperos, la cual no quedó en
manos de sus familiares sino de las benditas ánimas del purga-
torio. Eso sí, su ropa de uso y unas cuantas alhajitas que existían
en su baúl, y todo lo que hubiere en su casa, se las dejó a doña
Rafaela y a doña Ignacia Ruiz, en recompensa de los muchos
años que lo asistieron.20
Asimismo, en febrero de 1808, María Antonia de Fuer-
te, oriunda de Sayula, casada desde 1792 con don Isidoro de la
Fuente, sin hijos, declaradamente devota, dispuso testamentaria-
mente que sus albaceas la sepultaran dentro de los recintos de
una iglesia y con el hábito de San Francisco. Dejó a su esposo
como su albacea, a quien invistió como su heredero universal,
así como a su sobrina María Juliana Garciadiego y Fuente, a
distribuirse en partes iguales.
Sus bienes e intereses, muchos ubicados en el ramo de la
minería, ascendían a 96 mil pesos. Además, tenía dos casas en
Sayula con valor de doce mil pesos; en plata labrada y enseres
tenía cuatro mil. En general, el matrimonio tenía bienes por 144
mil pesos. Como ella introdujo al matrimonio 30 mil, provenien-
te de la herencia de sus padres, sus ganancias fueron por 34 mil,
sumando todo 64 mil.
En lo tocante a sus disposiciones, si su muerte ocurría en
Sayula pedía ser enterrado en el atrio del Convento de la Orden
Tercera, dejándoles 700 pesos de limosna. Otros ocho mil pesos
para misas por su alma. Y cantidad igual a repartirse entre los
pobres de Sayula, Tecalitlán, Tuxpan, Zapotlán El Grande, Ta-
mazula, Atoyac, Amacueca, Zacoalco, Tuxcacuesco, Autlán, Villa
de Purificación y Tapalpa.


19
AHAG, Sección Justicia, Serie Testamentos, Caja 30, Exp. 5.

20
AHAG, Sección Justicia, Serie Testamentos, Caja 30, Exp. 10, ff. 1 y 2.

97
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

A su criada, Juana Manuela, “que se crió en la casa de mi


difunta madre, y que me ha acompañado con el mayor juicio y
amor hasta la presente, le dejo mil pesos. Y también dos cubier-
tos de plata, un colchón, dos sábanas y sobrecama bien tratados,
dos camisas, dos naguas blancas, dos túnicas, dos pares de me-
dias de la ropa de mi uso y los trastes de cocina”.
A su sobrina María Juliana Garciadiego y Fuente, si tuviera
hijos se le darían diez mil más, y si no fuera así, dicho monto se
repartiría entre los pobladores pobres de la zona sur de Jalisco.
A los conventos de señoras de Capuchinas de Guadalajara
y Lagos, así como a la Casa Santa de Jerusalén, a los conventos
de San Juan de Dios de Guadalajara y Colima y a la parroquia
de Sayula, se les entregarían mil pesos a cada uno. Y mil más a la
Cofradía del Santísimo de la parroquia de Sayula.
A su ahijada María Antonia Moreno, le heredó quinientos
pesos. A un sobrino de su esposo, mil. A su familiar sor Marga-
rita, otros quinientos. A amistades como don Juan Bautista Enrí-
quez de Autlán, dos mil. Asimismo, dejó tres mil para seis niñas
de Sayula que fueran decentes, virtuosas, pobres y bien parecidas;
quinientos a cada una. En tanto que su ropa de uso quedaría en
manos de quienes la atendieran en su última enfermedad.
Pero seres o figuras divinas también resultaron beneficia-
rias. Para una imagen de escultura de Santa Rita de Casia dejó
1500. Y para una imagen de San José, dos mil. Ambas en Sayula.
Legó otros dos mil pesos para adornos de la iglesia de Orden
Tercera. Y sus hilos de perlas, zarcillos y cintillos los destinó para
la imagen de Nuestra Señora de los Dolores de dicha iglesia de
tercera orden. Todo lo que restara iría a parar a manos de esta
misma iglesia, como también sus cortinas de Damasco, para utili-
zarse como adorno en dicho templo, o en el atrio del Convento.21
Por su parte, su esposo ya había dispuesto testamentaria-
mente que con 60 mil pesos se estableciera un hospicio y con-
vento en este mismo lugar. La caridad cristiana se ponía clara-
mente de manifiesto.
En tanto que don José Moreno de Tejada, originario de
la Laguna de Cameros, del obispado de Calahorra, provincia
de la Rioja, del reino de Castilla, y avecindado en Guadalajara, se
casó con María Manuela Sánchez Leñero, oriunda de esta ciudad,


21
AHAG, Sección Justicia, Serie Testamentos, Caja 30, Exp. 7.

98
Herencias familiares en Guadalajara durante el siglo XVIII

con quien procreó seis hijos. Ya sintiéndose próximo a morir,


elaboró su testamento en noviembre de 1810; nombró como sus
albaceas a su esposa y a su hermano Eugenio Moreno, en caso de
que ésta faltara. Esposa e hijos fueron sus herederos universales;
para esa fecha su hija mayor tenía 16 años.
Sobre sus caudales, él introdujo al matrimonio poco más
de 20 mil pesos, y la esposa 31,678 pesos. Formó una negocia-
ción comercial con su padre y hermano, pero ya tenía su comer-
cio independiente. Además, tenía una empresa comercial con un
socio de Tepic, en la cual invirtió 60 mil pesos. Dentro del dinero
que tenía en su poder, figuraban 3500 pesos que dos de las tías
maternas (religiosas de los conventos de Jesús María y Santa Ma-
ría de Gracia de esta ciudad de Guadalajara) dejaron a sus hijos al
momento de fallecer.
Al establecer sus disposiciones testamentarias, este perso-
naje dejó 600 pesos para misas y limosnas. Mil pesos para su
hermano y otros mil para un sobrino como prueba de afecto.
La ropa de su propiedad pidió se repartiera entre sus hijos o en-
tre los pobres. Otro acto de generosidad fue que a su sirvienta
Manuela Arciniega se le entregaran cien pesos, 25 al cochero, y
10 pesos a cada uno de sus ocho criados, el portero corrió con
menor suerte y sólo recibió 5 pesos.
Dispuso que su hermano Eugenio tomara cien pesos y los
invirtiera en mejoras a la iglesia de San Felipe, y que su esposa re-
partiera otros cien entre colegialas pobres. Otros seis mil destina-
dos a la fundación de una capellanía mayor. En lugar de gastos en
pompas fúnebres ostentosas dejó mil pesos al Convento de San
Francisco en calidad de limosna; sólo pidió que su cuerpo amor-
tajado fuera conducido a dicho recinto, cargado por una docena
de religiosos con otras tantas velas, y que después se le trasladara
a otro convento, el de Jesús María, al cual le dejó otros mil pesos
para cubrir limosna, derechos parroquiales y sepulcrales. Solicitó
33 velas para su entierro y funeral.
Sobre sus cuentas de comercio, ordenó que su hermano
Eugenio perdonara todas las que estuvieran dudosas en sus li-
bros de cuenta, lo que ayudaría a la tranquilidad de su conciencia.
Otros rasgos de su vida familiar se expresan al dejar mil pesos
para su referido hermano Eugenio, con quien compartió casa,
con sus respectivas familias.

99
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

Dicha casa habitación estaba valuada en poco más de diez


mil pesos, y tenía otra contigua con valor de 5,642 pesos. En el
hogar principal, aparte de habitaciones, sala y demás, existía una
biblioteca con libros que alcanzaban un valor cercano a los 400
pesos, donde figuraban 62 títulos, entre ellos: Cartas críticas, de
Constantino; Salmos, de David; Catecismo político cristiano; Confesio-
nes, de San Agustín; Almacén de señoritas; Almacén de niños; Biblioteca
para señoras jóvenes; Don Quijote de la Mancha; Fábulas, de La Fontai-
ne; entre muchos otros. 22 Este tipo de textos indican que moral,
familia y religión son las lecturas que formulan el acervo cultural
de las familias de elite de Guadalajara de principios del XIX.
Para el 16 de mayo de 1816, doña Juana Martínez, viuda y
enferma, originaria de Cuquio y residente en Guadalajara, nom-
bró como su único heredero a su hijo Matías Zúñiga, quien podía
apoderarse de sus bienes, venderlos o rematarlos sin limitación
alguna. En cambio, aunque vivían dos nietos naturales descen-
dientes de su hijo Ramón Zúñiga y Martínez, ya fallecido, no les
dejó bien alguno, porque Ramón ya había recibido en vida su
porción hereditaria.23 Aunque también dejó para cuatro mandas
forzosas y acostumbradas, dos reales a cada una, más los tres
pesos aplicados para sufragio de los que habían muerto en la
presente guerra de España, y socorro de huérfanos y viudas.24

Comentarios finales

El proceso de testar y legar bienes en la Intendencia de Guadala-


jara muestra el enriquecimiento o nivel de vida de los individuos
y las familias, así como sus creencias e imaginarios. Muestran el
proceso de enriquecimiento de los individuos y las familias, de la
vida conyugal, profesional y familiar, así como sus pautas cultu-
rales expresadas tanto en su vida pública como privada.
Lo destacable en las familias de esta región es que el hom-
bre, en tanto esposo y padre, era el regulador de las relaciones
domésticas traducidas en la decisión de preservar y definir el
destino de los bienes, pero la mujer también jugó un importan-

22
AHAG, Sección Justicia, Serie Testamentos, Caja 31, Exp. 2.
23
AHAG, Sección Justicia, Serie Testamentos, Caja 31, Exp. 18.
24
Ibid., f. 4.

100
Herencias familiares en Guadalajara durante el siglo XVIII

te papel como aportadora a los bienes del matrimonio y como


reguladora de los mismos, así como en la trasmisión hereditaria.
Al igual que en otras regiones de la América colonial, las mujeres
resultaron valiosas vías de trasmisión de bienes, prestigio y con-
dición social hacia la descendencia. 25
Lo anterior porque la estrategia matrimonial predominan-
te era la unión entre personas con economías similares y condi-
ciones sociales equiparables. Además, de que en condiciones de
viudez o soltería se convertían en sostén principal de los caudales
familiares.
Un rasgo que resalta es que existió una tendencia reiterada
a la soltería de parte de mujeres que testaron durante esta tem-
poralidad. También fue recurrente heredar los bienes a sobrinos,
tanto en caso de soltería como de matrimonios sin descendientes
directos.
Por otra parte, ricos o pobres heredaban a sus descendien-
tes y seres cercanos, ya sea por línea consanguínea y/o afectiva.
La casuística de la herencia en este territorio novohispano
indica que la pareja y los hijos eran los principales beneficiados.
Y en segundo término, otros familiares como hermanos y a so-
brinos sin padres. Asimismo, no existió ninguna preferencia por
el hijo primogénito en la cesión de bienes. También se muestra
una cohesión familiar y, por otra parte, la presencia de una men-
talidad sacralizada como aspecto que define el acto de heredar y
el mismo escenario y estatus familiar.
La cercanía familiar, las relaciones de parentesco, vecindad,
el recuerdo a los más desfavorecidos y el peso de las creencias re-
ligiosas influyeron en las decisiones de los otorgantes a la hora de
nombrar beneficiarios y los montos de los bienes. Amor, cariño,
afecto, agradecimiento, son vocablos esgrimidos para definir el
destino de la herencia.
Estos rasgos no permanecieron siempre inmaculados.
La pareja estaba regida por fuertes normas de carácter social,
legal, moral y ético, las que se manifestaban en y después del
matrimonio,26 en algunos casos; sin embargo, se trasgredieron

Roxana Bolxadós, op. cit., p. 149.


25

Nora Siegrist e Hilda Zapico, “Introducción”, en Familia, descendencia y patrimonio


26

en España e Hispanoamérica, siglos XVI y XIX, Buenos Aires, Universidad Nacio-


nal de Mar del Plata/Edudem, 2010, p. 17.

101
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

dando pie a litigios por lo dispuesto en materia testamentaria por


algunos de los cónyuges.
El testamento muestra también cómo, al otorgarse las he-
rencias, se desarticulan y recomponen los lazos y vínculos fami-
liares. La muerte disgrega la propiedad familiar, para recompo-
nerse en nuevas uniones matrimoniales. Claro que no sólo a la
hora de la muerte se disgrega o divide el patrimonio familiar, en
vida se daban ventas, dotes, pérdidas patrimoniales, etcétera.
Lo que sí parece notorio es que el acto de heredar, da
cuenta del grado y forma de concentración y circulación de la
propiedad y los bienes. Muestra también el papel que jugaba la
herencia como pilar de varias economías familiares, pero el as-
censo y supremacía social no estaba ligado solamente a aspec-
tos económicos o méritos personales, sino a la misma identidad
familiar con el mundo material, identidad construida –en varios
casos– durante generaciones.
Al sentir la cercanía de la muerte, varios hombres y muje-
res de la Intendencia de Guadalajara plasmaron su última volun-
tad en un testamento, expresando sus creencias, valores y deseos
de salvación de su alma, así como el desprendimiento de sus cau-
dales, afectos y vivencias. Mediante su testamento, se preparaban
para lograr una “buena muerte”, dejando en paz y orden su con-
ciencia y su paso por el mundo terrenal, lo que se patentizaba con
ser justo y generoso al legar su patrimonio. Por ello, sus herencias
testamentarias constituían un patrimonio tangible e intangible:
además de otorgar bienes materiales, transfirieron una herencia
cultural, que esbozaba los rasgos de identidad de las familias del
occidente novohispano.

Fuentes

Archivos

Archivo Histórico de la Arquidiócesis de Guadalajara


Sección Justicia
Serie: Testamentos

102
Herencias familiares en Guadalajara durante el siglo XVIII

Bibliografía

Álvarez Santaló, Carlos et al., La Religiosidad Popular. Vida y muerte:


la imaginación religiosa, Antrophos, Vol. II, 2a edición, Barce-
lona, 2003.
Ariès, Philippe, El hombre ante la muerte, Taurus, Madrid, 1983.
Boixadós, Roxana, “Familia, herencia e identidad. Las estrategias
de reproducción de la elite en la Rioja colonial (Goberna-
ción del Tucumán, siglo XVII y principios del XVIII)”, en
Revista de Demografía Histórica, Asociación de Demografía
Histórica, N° XIX, 2, 2001, Segunda Época, pp. 147-181.
Bourdieu, Pierre, La Distinción. Criterio y bases sociales del gusto, Tau-
rus, Madrid, 1998.
García Fernández, Máximo, “Resortes de poder de la mujer en
el antiguo régimen: atribuciones económicas y familiares”,
en Studia Historica: Historia Moderna, Salamanca, Facultad
de Geografía e Historia/Universidad de Salamanca, Vol.
12, diciembre de 2009; en: http//revistas.usal.es/index.
php/Studia_Historica/articule/view/4690/4706.
García Fernández, Máximo, “Vida y Muerte en Valladolid. Un
estudio de religiosidad popular y mentalidad colectiva: los
testamentos” en Carlos Álvarez Santaló et al., La Religiosi-
dad Popular. Vida y muerte: la imaginación religiosa, Antrophos,
Vol. II, 2a edición, 2003.
Siegrist de Gentile, Nora L., “Herencias e institución de lega-
dos en sucesiones vascas en Buenos Aires, 1750-1845”, en
Vasconia: Cuadernos de historia-geografía, Guipúzcoa, Sociedad
de Estudios Vascos, Eusko Ikaskuntza, Nº 28, 1999, pp.
249-259.
Siegrist Nora e Hilda Zapico, Familia, descendencia y patrimonio en
España e Hispanoamérica, siglos XVI y XIX, Buenos Aires,
Universidad Nacional de Mar del Plata/Edudem, 2010.

103
CON SÓLO EL PERMISO DE
DIOS. LOS MATRIMONIOS
DE CONCIENCIA EN LA
CIUDAD DE MÉXICO DEL
SIGLO XVIII A TRAVÉS DE
CASOS DE ARCHIVO

Gonzalo Castañeda Mercado1

L a Iglesia Católica resaltaba como punto prin-


cipal para hacer válido cualquier matrimonio
el ejercicio de la libre voluntad de decisión de
quienes deseaban contraerlo sin imposiciones de nin-
gún tipo, pudiéndose llevar a cabo una unión conyugal
sin contar con el consentimiento paterno.2
El consentimiento individual o libre voluntad de
elección de una pareja para poder casarse había queda-
do definido dentro de los cánones de la Iglesia Católi-
ca como una parte fundamental dentro de su modelo
de matrimonio monógamo, heterosexual e indisolu-
ble3 desde la realización del Concilio de Florencia en

1
Escuela Nacional de Antropología e Historia.
2
Estrella Figueras Valle, Pervirtiendo el orden del santo matrimonio: bí-
gamas en México, siglos XVI-XVII: Tesis para optar al título de doctora
en Historia de América por la Universidad de Barcelona, Facultad de
Geografía e Historia, Universidad de Barcelona, Barcelona, 2000,
p. 77.
3
Durante los siglos XVI-XVIII, el catolicismo retomó las ideas
agustinas respecto a que triple es el bien del matrimonio: prole,
fidelidad e indisolubilidad del vínculo. Agustín de Hipona, Obras
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

1327.4 La causa eficiente del matrimonio, según estos preceptos,


radicaba precisamente en la voluntad de los contrayentes. Ade-
más de que la esencia del matrimonio no sería otro sino el amor
honesto,5 que radicaba físicamente en el corazón de los cónyu-
ges6 y se expresaba socialmente a través de su libre voluntad de
decisión.7
De esta forma, el amor honesto como esencia del matri-
monio se expresaría socialmente por medio del libre consen-
timiento de los cónyuges para contraerlo. Cierto sector de la
población de la Ciudad de México entendía que en su voluntad
(amor honesto) radicaba la causa más importante para poder ce-
lebrar una unión conyugal. Por tal motivo, en los casos en los que
existía oposición paterna para la celebración de un matrimonio,
quienes pretendían casarse hacían uso de los discursos en torno
al amor honesto y al matrimonio defendidos por la Iglesia, con
el único fin de superar los obstáculos de la oposición paterna y
poder celebrar el matrimonio que se pretendía.

completas de San Agustín, Vol. XXXV, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid,


1984, p. 264.

4
Ana María Celis Brunet, La relevancia canónica del matrimonio civil a la luz de la teoría
general del acto jurídico. Contribución teórica a la experiencia jurídica chilena. Tesis Gre-
goriana, Serie Diritto Canonico, 53, Editrice Pontificia Universitá Gregoriana,
Gregorian University Press, Roma, 2002, p. 137.

5
Pilar Gonzalbo detecta que los teólogos hablan de una clase de amor especial
para referirse al matrimonio, pero no logra decirnos qué nombre recibía den-
tro de la teología ese tipo de amor. Véase Pilar Gonzalbo, “Del bueno y del
mal amor en el siglo XVIII novohispano”, en Erotismo en las Letras Hispá-
nicas. Aspectos, modos y fronteras, México, El Colegio de México, 1995, pp.
139-158. Según lo que yo he encontrado, existía una clase de amor especial
que conducía al matrimonio y era llamado amor honesto. Dentro del lecho
nupcial este amor honesto alcanzaría su máxima expresión y mudaría su nom-
bre por el de amor conyugal.

6
El amor honesto es un modelo de amor defendido por la Iglesia Católica como
base del matrimonio y esencia del mismo.

7
El tema del amor honesto y su relación con el matrimonio lo desarrollé en mi
tesis de maestría: Gonzalo Castañeda Mercado, Amor a la novohispana. El amor
honesto como norma reguladora del sexo en la Ciudad de México. 1746-1808, Escuela
Nacional de Antropología e Historia, México, D.F., 2014.

106
Con sólo el permiso de Dios

Los matrimonios de conciencia

Con la Celebración del Concilio de Trento8 y los tres Concilios


Provinciales Mexicanos,9 quedó establecido que los matrimo-
nios deberían efectuarse en presencia de un párroco y de dos o
tres testigos, y una vez que se hubieran corrido las tres amones-
taciones o proclamas públicas10 ante la comunidad parroquial;11
sin embargo, existía otra forma de poder llevar a cabo un ma-
trimonio en aquellos casos en los que los padres se oponían a la
celebración del mismo: los matrimonios de conciencia.
Los matrimonios de conciencia se hacían al interior de la
parroquia, a puerta cerrada, en presencia del párroco y de dos o
tres testigos que por lo regular eran amigos o familiares de los
contrayentes y sin que se hubieran corrido las proclamas públi-
cas.12 Cinco son los componentes más importantes de un ma-
trimonio de conciencia: la solicitud de licencia matrimonial con
dispensa de amonestaciones; la extracción de la novia de casa de
sus padres; el depósito de la novia en una casa honrada; el secreto
de la celebración del matrimonio al que se obligaban: la Iglesia,
los testigos y los contrayentes; y la complicidad de la Iglesia.
De hecho, en el mismo Concilio de Trento se hace una
referencia a los matrimonios de conciencia al asegurar que:

Y si en alguna ocasión hubiere sospechas fundadas de que se


podrá impedir maliciosamente el Matrimonio, si preceden tan-
tas amonestaciones; hágase sólo una en este caso; o a lo menos
celébrese el Matrimonio a presencia del párroco, y de dos o
tres testigos. Después de esto, y antes de consumarlo, se han


8
El Sacrosanto y ecuménico concilio de Trento, Traducido al idioma castellano por Ig-
nacio López de Ayala, tercera edición de la original de 1564, Madrid, 1767.
9
Pilar Martínez López-Cano, (Comp.), Concilios Provinciales mexicanos. Época Colo-
nial, Serie Instrumentos de consulta. Universidad Nacional Autónoma de Mé-
xico, México, D.F., 2004. Versión digital en disco compacto.
10
Concilio de Trento, op. cit., sesión XXIV.
11
Sergio Ortega, “Los teólogos y la teología novohispana sobre el matrimonio,
la familia y los comportamientos sexuales. Del Concilio de Trento al fin de la
Colonia”, en Del dicho al hecho… transgresiones y pautas culturales en la Nueva España,
Serie Historia, INAH, México, 1989, p. 15.
12
Francisco Antonio de Elizondo, “Capítulo X. De los matrimonios de concien-
cia”, en Práctica Universal Forense de los tribunales de España y de las Indias, Tomo
VII, Impreso por la viuda de Ibarra, Medir, 1786, pp. 126-137.

107
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

de hacer las proclamas en la Iglesia, para que más fácilmente se


descubra si hay algunos impedimentos; a no ser que el mismo
Ordinario tenga por conveniente que se omitan las menciona-
das proclamas, lo que el santo Concilio deja a su prudencia y
juicio.13

Los matrimonios de conciencia estuvieron vigentes, prote-


gidos y defendidos por la Iglesia hasta antes de 1741, con la publi-
cación de una encíclica papal que ordenaba que ya no se hicieran
matrimonios de conciencia sino por “urgentísimos motivos”.14
Hasta ese momento, los matrimonios de conciencia se celebra-
ban por dos circunstancias: por existir oposición paterna al ma-
trimonio o en casos de amancebados en los que un miembro de
la pareja se encontraba en peligro de muerte. A veces, las parejas
amancebadas vivían públicamente como casadas, siendo esto en
realidad una mentira. Así que cuando algún miembro de la pareja
se encontraba en peligro de muerte, solicitaban un matrimonio
de conciencia, a escondidas, en complicidad de la Iglesia y sin que
corrieran las proclamas públicas.
Durante todo el siglo XVII y hasta antes de 1741, pode-
mos encontrar varios casos de archivo de parejas de novios que
solicitan casarse mediante un matrimonio de conciencia, debido
a la existencia de la oposición paterna de uno o de otro cónyuge.
Posteriormente, en 1776, con la promulgación de la Real Prag-
mática de Carlos III15 que prohibía a los hijos e hijas de familia
llevar a cabo un matrimonio con persona de condición “des-
igual” o celebrar un matrimonio que trajera “pesar y tristeza para
su familia”, se terminó de dar el golpe fatal a los matrimonios de
conciencia cuando existiera oposición paterna.
13
Concilio de Trento, op. cit.
14
Benedicto XIV, “Encíclica Papal del 17 de noviembre de 1741” en Colección en
Latín y Castellano de las bulas, constituciones, encíclicas, breves y decretos del Santo Padre
de gloriosa memoria, Benedicto XIV. Hecha según la auténtica edición romana del bulario
del mismo Pontífice de 1760, Impreso en la Oficina de Antonio de Espinosa, Ma-
drid, 1790. Documento digitalizado por google e-books a partir de su original
resguardado por la Biblioteca de Filosofía y Letras de Madrid.
15
Joaquín Amorós, Discurso en que se manifiesta la necesidad y utilidad del consentimiento
paterno para el matrimonio de los hijos y otros deudos. Conforme a lo dispuesto en la Real
Pragmática de 23 de marzo de 1776, Impreso en la Casa de Blas Román, Madrid,
1777. Documento digitalizado a partir de su original por la Biblioteca Nacional
de España.

108
Con sólo el permiso de Dios

A pesar de que en 1741 por orden papal se ordenó a los


curas párrocos que no celebraran matrimonios de conciencia
sino bajo ciertas circunstancias específicas,16 todavía se siguieron
celebrando matrimonios de conciencia por oposición paterna en
la Ciudad de México. Fue a partir de 1776, que para poder con-
traer matrimonio, los hijos e hijas de familia menores a 25 años
necesitaban contar con el consentimiento paterno por escrito
para poder casarse. Además, la Real Pragmática de 1776 negaba
derechos de herencia y sucesión a los hijos que se casaran me-
diante matrimonios de conciencia, así como a la descendencia,
fruto de dicha unión.17
Tanto en la encíclica papal de 1741 como en la Real Prag-
mática de 1776, comienza a atacarse a las cinco figuras princi-
pales de los matrimonios de conciencia, que como ya he dicho
son: la dispensa de amonestaciones, la extracción, el depósito, el
secreto y la complicidad de la Iglesia.

La extracción

Aunque los padres de la pareja de novios se opusieran al matri-


monio por cuestiones de estatus o dinero, o “sobre la base de
que un cónyuge era insuficientemente rico”,18 en la mente de los
primeros prevalecía la “idea que era indigno casarse por dinero,
o permitir que consideraciones monetarias interfirieran con la
elección de un cónyuge”.19
En la realidad social, el concepto de amor fue entendido
de la siguiente forma, se creía que “el amor era la expresión de
la voluntad [entendida como la capacidad de decisión y no tanto
como la potencia del alma definida por Tomás de Aquino20, y

16
Encíclica del 17 de noviembre de 1741, publicada por el Papa Benedicto XIV
referente a la forma en que deben efectuarse los matrimonios de conciencia, en
Benedicto XIV, op. cit., pp. 147-166.
17
Amorós, op. cit., pp. 12-21.
18
Patricia Seed, Amar, honrar y obedecer en el México Colonial, conflictos en torno a la
elección matrimonial, 1574-1821, Alianza Editorial Conaculta, México, 1998, p. 81.
19
Idem.
20
Tomás de Aquino describía al amor como la potencia más importante del alma
y origen de todas las demás potencias anímicas. Era el amor el que iniciaba e
impulsaba el movimiento de la voluntad hacia y por el ser amado. Véase Tomás

109
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

dado que la voluntad era una manifestación de la intención di-


vina, este entendimiento popular daba a los jóvenes en conflicto
con sus padres un gran apoyo normativo”21 para contraer matri-
monio, aun a costa de su oposición.
La pareja no sólo encontraba un apoyo normativo en las
creencias religiosas, sino un apoyo jurídico-religioso que se mani-
festaba socialmente mediante la celebración de los matrimonios
de conciencia, primeramente por medio de la extracción.
La extracción consistía en sustraer a la novia de casa de sus
padres con el único fin de que aquella pudiera contraer matri-
monio con el hombre que había elegido, aun cuando sus padres
o familiares se opusieran a ello. La extracción podía llevarse a
cabo de varias maneras: la novia se sustraía a sí misma de casa
de sus padres para ponerse en depósito en alguna casa honrada;
el novio podía sustraer a la mujer para ponerla en depósito; las
autoridades eclesiásticas, a petición del novio, podían sustraer a la
novia de la casa paterna y colocarla en depósito.
En el último caso, el novio debía acudir ante el Provisor
del Arzobispado de México y solicitar la extracción de la mujer
con la que pretendía casarse. Si su solicitud era atendida satisfac-
toriamente, el provisor enviaba a su Teniente de Alguacil Mayor
y a un notario hacia la casa de los padres de la novia, con el fin de
averiguar si la susodicha deseaba ser sustraída o no. Si su respues-
ta era afirmativa, las autoridades eclesiásticas extraían a la mujer
de casa de sus padres sin que éstos pudieran hacer absolutamente
nada, es decir, aquellos no podían ni debían obstaculizar la ex-
tracción, de lo contrario podían ser sancionados con una multa
económica o con excomunión mayor.
En los casos en los que el novio había sustraído a la mujer o
en los que ella se había sustraído a sí misma de la casa paterna, se
debía dar cuenta de lo sucedido a las autoridades eclesiásticas. De-
bían acudir ante el Provisorato del Arzobispado de México y ex-
plicar que ellos deseaban casarse a pesar de la oposición paterna.
A continuación, pondré un ejemplo de extracción hecha
por el novio. Éste es el caso de Francisco Guillén y Leonor Mu-
ñoz de Rosas, que según el testigo Manuel de León:

de Aquino, Suma Teológica. Segunda Parte, Biblioteca de autores cristianos, Ma-


drid, 1993, pp. 243-279.
21
Seed, op. cit., p. 69.

110
Con sólo el permiso de Dios

entre las siete y ocho horas de la noche, el dicho Francisco


Guillén en presencia de este testigo fue a casa de los padres de
la dicha Leonor Muñoz y la susodicha se salió por la puerta de
la calle con el susodicho y se fueron a casa del Señor Provisor
diciendo se querían casar y que lo hacían en esta forma porque
los padres de la susodicha no gustaban de ello”.22

En este ejemplo, tenemos que es el novio en compañía del


testigo Manuel de León quien se encargó de extraer a la novia de
casa de sus padres; sin embargo, por la declaración de otro testi-
go que dijo que también participó de la extracción, sabemos que
fueron por lo menos tres personas las que planearon la extrac-
ción de la novia de casa de sus padres: el novio, Francisco Guillén
y sus dos amigos, Manuel de León, que había sido alguacil de la
Ciudad de México y Clemente de Paz.23
Tras haber extraído a la mujer, el novio no la puso en depó-
sito en una casa honrada, sino que inmediatamente fueron hasta
las casas particulares del señor provisor, para solicitarle los casara
mediante un matrimonio de conciencia. Una vez en las casas del
señor provisor, éste ordenó a Clemente de Paz que se comprome-
tiera a tener en depósito a Isabel Núñez y que no la dejara salir
de su casa ni le permitiera tener visitas, prohibiéndole incluso que
la dejara hablar con el mismo Francisco Guillén, el novio. Todo
lo anterior bajo la pena de excomunión mayor y una multa de 50
pesos en caso de incumplimiento.24
Un ejemplo de novia que se extrae a sí misma de la casa
paterna nos lo ofrece el caso de Agustín de Dorantes y Juana de
Zaldívar.25 Según declaraciones hechas por Juana, ella se había sa-
lido por su voluntad de la casa de su madre a las cinco de la tarde,
dirigiéndose con rumbo a la de su cuñado y posteriormente a la
del provisor. Mientras ella se dirigía a la casa particular del Provi-
sor, Agustín ya estaba en la misma explicando las circunstancias
y el por qué él y Juana deseaban casarse mediante un matrimonio
de conciencia.

22
AGN, Matrimonios, Vol. 149, Exp. 27.
23
Idem.
24
Idem.
25
AGN, Matrimonios, Vol. 2, Exp. 84.

111
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

Finalmente, para ejemplificar un suceso en donde son las


propias autoridades eclesiásticas quienes llevan a cabo la extrac-
ción, tenemos el caso de Manuel González y Juliana Guadalupe
Ardila. El novio dirigió su solicitud hacia el Provisor del Arzobis-
pado mediante su notario Manuel Joseph Ruiz. Según sus decla-
raciones, la madre de la contrayente impedía el matrimonio que
ambos deseaban contraer, por lo que solicitó que las autoridades
eclesiásticas realizaran la extracción de la mujer de casa de sus
padres.
El provisor determinó que su Teniente de Alguacil Mayor,
don Matías de Villaverde y su notario, Manuel Pérez Cabello se
dirigieran hacia la casa de Juliana para realizar la extracción en
caso de resultar cierto que la susodicha deseara ser extraída y
casarse con Manuel. Entonces, el Teniente y el Notario del Ar-
zobispado se dirigieron hasta la casa de la madre de Juliana y le
solicitaron que les presentara a la susodicha y la dejaran a solas
con ellos. Una vez a solas con el Teniente y el Notario, Juliana
declaró no gozar de su entera libertad para contraer matrimonio
estando en la casa de su madre, por lo que el Teniente la extrajo
y puso en depósito en la casa de doña María Jacinta.
Aunque la madre de Juliana hubiera querido impedir la ex-
tracción llevada a cabo por las autoridades eclesiásticas, no podía
hacerlo so pena de excomunión mayor y una multa económica.
Cabe aclarar que el término “matrimonios de conciencia”
nunca fue empleado por los testigos ni en sus solicitudes ni en
sus declaraciones. El término formaba parte del vocabulario
eclesiástico de la época y estaba regido por las normas del dere-
cho canónico de aquel entonces; sin embargo, aunque los que
se casaban a pesar de la oposición paterna no sabían que lo
que estaban solicitando era en realidad un matrimonio de con-
ciencia, en la práctica y por parte de las autoridades eclesiásticas
era lo que estaba llevándose a cabo. Las personas que deseaban
contraer matrimonio a pesar de sus padres llevaban a cabo el
siguiente procedimiento: extraer a la novia de la casa paterna; en
la mayoría de los casos se dirigían hacia las casas particulares del
Señor Provisor; y se colocaba en depósito a la novia. Para la ex-
tracción y el depósito de la novia, como hemos visto con el ejem-
plo anterior, primeramente se hacían unas averiguaciones para
preguntarle si era su voluntad ser extraída y contraer matrimonio
con el hombre que había solicitado su extracción. Posteriormen-

112
Con sólo el permiso de Dios

te, los novios solicitaban al señor provisor una licencia matrimo-


nial con dispensa de amonestaciones, es decir, omitiendo las tres
proclamas públicas.
A diferencia de una “típica” solicitud de licencia matrimo-
nial al Provisorato del Arzobispado de México, las solicitudes de
licencia matrimonial realizadas por quienes deseaban casarse a
pesar de la oposición paterna incluían una petición extra: que se
les dispensen las amonestaciones.
La dispensa de amonestaciones consistía en que éstas no
se llevarían a cabo sino hasta después de los desposorios o es-
ponsales por palabras de presente.26 Esto se hacía con el fin de
poder llevar a cabo un matrimonio secreto, “a escondidas”, pero
en complicidad de la Iglesia. De esta forma, al no hacerse públi-
co el matrimonio, los padres o familiares de los contrayentes no
podrían impedirlo.
Cabe señalar que los matrimonios se celebraban en dos
tiempos separados: los desposorios o esponsales de presente
y las velaciones o bendiciones nupciales; sin embargo, parecía
ser un “mal” generalizado (no sólo en la Nueva España, sino
en varias regiones de Europa) el hecho de que muchas parejas
nunca regresaran a recibir las bendiciones nupciales, ya fuera que
se casaran con matrimonios ordinarios o con matrimonios de
conciencia.27 En el caso específico de los matrimonios de con-
ciencia, la condición necesaria para poder recibir las bendiciones
nupciales consistía en que debían correrse las proclamas públicas
que se habían omitido para la celebración de los desposorios.28
Por tal motivo, muchos de los que así se casaban, por temor a
hacer pública su unión, ya no regresaban a recibir las bendiciones
nupciales.29

26
Según lo establecido en Trento. Concilio de Trento, op. cit.
27
Esto se refleja en los discursos en contra de los matrimonios de conciencia de
la Real Pragmática de Carlos III de 1776 en Amorós, op. cit., pp. 204-209; y en
el IV Concilio Provincial Mexicano en Pilar Martínez, op. cit., p. 262.
28
Benedicto XIV, op. cit., pp. 55.
29
Un análisis sobre cómo operaban los matrimonios de conciencia según el dere-
cho canónico y civil, lo encontramos en la obra de Antonio Covián, Manual de
curas o breve compendio del ministerio parroquial. Obra utilísima a los párrocos y sus tenien-
tes, Imprenta Nueva de Valenzuela, Madrid, 1815, pp. 112-116, books.google.
com.mx (10/03/2012).

113
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

Entre los argumentos más comunes que la pareja daba


para justificar la extracción, el depósito y su solicitud de despo-
sarse mediante un matrimonio de conciencia están: que ambos
se han dado mutuamente palabra de matrimonio; que el hombre,
bajo esta palabra, le ha “habido la virginidad” a la mujer, por lo
que si no se casan, aquella quedará “perdida y sin remedio”; y
que ambos desean por su propia y libre voluntad contraer ma-
trimonio.
Los esponsales por palabras de futuro o promesa de ma-
trimonio consistían en la promesa que se daban tanto hombre
como mujer de que en el futuro se casarían según lo estipulado
por “la santa madre Iglesia”. Los esponsales de futuro eran una
ceremonia solemne, al menos para los novios, pues eran una ex-
presión tangible del amor honesto que se profesaban y que alcan-
zaría su clímax dentro del matrimonio. Los esponsales de futuro
eran una imitación de los desposorios por palabras de presente,
la única forma verdadera y genuina reconocida por la Iglesia para
poder celebrar un matrimonio;30 sin embargo, para los novios
tenían gran significado y a imitación de los desposorios celebra-
dos en presencia de un párroco, los novios se tomaban de las
manos y hacían un intercambio de prendas, sellando así no sólo
la promesa de una unión conyugal legítima, sino también el amor
honesto que los impulsaba a querer casarse “como Dios manda”.
Los esponsales de futuro también tenían gran significado
social y jurídico, pues si alguno de los novios pretendía romper
la promesa dada, el otro (el novio o la novia) podía demandar a
quien ya no quería cumplir la promesa. En el caso de las mujeres,
ellas demandaban por incumplimiento de palabra de matrimonio
al hombre, quien era puesto preso y sería liberado una vez que
o prometiera cumplir su palabra o compensara a la mujer con
alguna suma de dinero para sustituir la virginidad perdida.
De hecho, los esponsales por palabras de futuro fueron
asimilados en las representaciones colectivas de hombres y muje-
res novohispanos como el inicio de una especie de matrimonio
en la práctica, pues una vez realizados se debían fidelidad, respe-
to, amor entendido como una relación armónica y podían iniciar
las relaciones sexuales sin ser mal vistos por la sociedad.31

Concilio de Trento, op. cit.


30

Asunción Lavrín, “La sexualidad en el México Colonial: un dilema para la igle-


31

114
Con sólo el permiso de Dios

Lo ideal siempre era que la mujer llegara virgen al matri-


monio y que el novio pudiera disponer del cuerpo de la novia
sólo hasta que se hubieran celebrado los esponsales por pala-
bras de presente. Esto se debe al imaginario amoroso imperante
en la época que suponía que “para el matrimonio es necesaria
la promesa con signos o palabras que antecede a la entrega del
cuerpo”,32 y es que “el consenso por palabras o hechos o signos
equivalentes, es necesario, de manera que el consenso interior no
basta”.33
Para la Iglesia, la expresión del deseo interior de la vo-
luntad debía pronunciarse con palabras y la celebración de los
esponsales de presente, y sólo a partir de dicha exteriorización
de la voluntad se podía tener relaciones sexuales y consumar el
matrimonio. Las palabras eran una exteriorización de los anhelos
del alma, por lo tanto, una forma tangible del amor honesto.34
Aunque este discurso normativo del amor honesto em-
pleado por la Iglesia para justificar su modelo conyugal sólo
aplicaba, según los preceptos propios de la religión, para los es-
ponsales de presente, en la realidad social tenemos que la pareja
de novios se apropió de dicho discurso normativo haciéndolo
extensivo a los esponsales de futuro, su forma propia y particular
de materializar el amor honesto y de iniciar una vida conyugal.
De cualquier modo, “para que hubiera esponsales de futu-
ro se necesitaba una promesa verdadera (exenta de toda ficción),
libre, mutua o recíproca y expresada por algún signo externo, de
contraer matrimonio entre personas hábiles, es decir, que reunie-
ran las condiciones que el derecho canónico exigía”.35
Veamos un ejemplo de la forma en que las parejas no-
vohispanas celebraban sus esponsales de futuro, tal y como lo
demuestra el caso de Diego Sánchez y Agustina de Alba, quienes
luego de darse mutuamente palabra de matrimonio “se dieron las

sia”, Sexualidad y matrimonio en la América Hispánica. Siglos XVI-XVIII, Conacul-


ta-Grijalbo, México, 1991, p. 71.
32
Idem.
33
Idem.
34
Fray Alonso de la Vera Cruz, Espejo de los cónyuges, la problemática sobre el matrimo-
nio y la ley natural en formación de la nación mexicana, traducción de Carolina Ponce
Hernández, Novohispanía, México, 2007, p. 53.
35
Carmen Castañeda, La formación de la pareja y el matrimonio en familias novohispanas.
Siglos XVI al XIX, El Colegio de México, 1991, pp. 83-84.

115
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

manos en confirmación de la dicha palabra y luego se abrazaron


y la dicha Agustina de Alba se quitó unas pulseras de cuentas y se
las dio al dicho Diego Sánchez y él se quitó una Valona que tenía
puesta y se la dio a la susodicha”.36
Los esponsales podían celebrarse a solas o en presencia
de testigos, como demuestra el caso de Marcos Rangel y de Isa-
bel Núñez. Cierto día en casa de Isabel y en presencia de Juan
Núñez, Marcos Rangel “dio palabra de casamiento a la dicha Isa-
bel Núñez, prometiéndole casarse con ella y que otra no sería su
mujer y la susodicha aceptó la dicha palabra y se la dio así mismo
al dicho Marcos Rangel de casarse con él y que otro no sería su
marido y en la dicha conformidad se dieron las manos”.37
Las dos parejas de los ejemplos anteriores solicitaron una
licencia con dispensa de amonestaciones debido a que alguno de
los deudos se oponía a la realización de su matrimonio. En el
caso de Marcos Rangel y de Isabel Núñez, y según lo declarado
por los testigos, era el padre del novio quien se oponía a que su
hijo se casara con Isabel, argumentando que “no era su gusto el
que se casase con la dicha Isabel Núñez porque si trataba de ello,
lo había de matar”.38 Los testigos también afirmaron que el pa-
dre de Marcos dijo que si su hijo se casaba con Isabel, “botaba a
Dios, que si el dicho su hijo se casaba con la dicha Isabel Núñez
lo había de matar a palos”.39
Fueran ciertas o no las amenazas de matar a palos a su
propio hijo, lo interesante del caso es analizar el discurso que los
testigos dan a favor de la pareja de novios que desean casarse a
pesar de la oposición paterna. Si las amenazas fueron ciertas o
no, no lo sabremos nunca, lo que sí sabemos es que argumentar
tales amenazas era conveniente si se deseaba obtener una licencia
con dispensa de amonestaciones y el permiso para celebrar un
matrimonio de conciencia.
Las amenazas están presentes en todas las solicitudes de
dispensa de amonestaciones, otro ejemplo más lo tenemos en
el caso de María del Águila y Diego González. La madre de ella
se oponía al matrimonio que su hija pretendía contraer. Por tal

36
AGN, Matrimonios, Vol. 10, Exp. 27.
37
AGN, Matrimonios, Vol. 10, Exp. 167.
38
Idem.
39
Idem.

116
Con sólo el permiso de Dios

motivo, ellos también solicitaron se les dispensaran las amones-


taciones, pues según lo que declararon, si la noticia de su matri-
monio llegaba a los oídos de la madre de María, “ha de procurar
impedir este matrimonio, aunque sea haciendo dar de puñaladas
a la dicha su hija o al dicho Diego González”.40

El depósito

Una vez que la novia había sido extraída y estando ante la pre-
sencia del Señor Provisor, la pareja no sólo solicitaba una licencia
matrimonial con dispensa de amonestaciones, sino que además,
la mujer entablaba una demanda por incumplimiento de palabra
de matrimonio en contra de su novio.
Esto era una técnica, que no queda claro si era emplea-
da por la pareja como una estrategia para asegurarse que, una
vez estando demandado el novio, las autoridades eclesiásticas no
tendrían más opción que obligarlo a cumplir, es decir, obligarlo
a casarse. O bien, es un procedimiento propio de la Iglesia para
un correcto proceder en cuanto a la forma de llevar a cabo un
matrimonio de conciencia. Como fuere, esta estrategia está pre-
sente en todos los casos en que se celebraron matrimonios de
conciencia.
Como hemos visto, el depósito (o custodia temporal) de
la novia en una casa honrada servía para proteger su reputación
mientras se corrían los trámites necesarios para llevar a cabo
su matrimonio;41 sin embargo, el depósito no sólo servía para
proteger la integridad moral de la novia, sino para proteger ju-
rídicamente al novio, pues si éste había sido quien extrajera a la
novia del seno paterno, los familiares al percatarse de lo sucedi-
do podrían acusar al novio de rapto. El depósito, como figura
jurídico-religiosa, servía entonces para amparar al novio de dicha
acusación.
El rapto es una figura jurídico-religiosa que hace alusión
al robo de una mujer, fuera por la fuerza o por medio de enga-
ños.42 Por lo regular, el rapto se refiere en concreto al robo de una

40
AGN, Matrimonios, Vol. 10, Exp. 83.
41
Seed, op. cit., p. 92.
42
Real Academia Española, Diccionario de Autoridades, Tomo IV, Impreso en la im-

117
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

doncella de casa de sus padres, aunque no excluía la posibilidad


de que una mujer casada o viuda pudiera ser raptada. Lo que
diferencia el rapto de la extracción consiste en la libre voluntad
femenina. En el rapto, la mujer no otorga plenamente su volun-
tad para ser “raptada”, en la extracción, la mujer sí otorga plena-
mente su voluntad para ser extraída.
El depósito, por otra parte, es una figura jurídico-religiosa
en la que la mujer, como cualquier otro objeto de valor: una
joya, un bien, alguna prenda, se convierte en la cosa “deposi-
tada” por un “depositante” a favor de un “depositario”. De
hecho, existía un contrato con fines legales que firmaban tan-
to el “depositante”, la autoridad eclesiástica, y el “depositario, la
persona que iba a alojar en su casa a la novia.
El depositario se obligaba, al momento de firmar el contrato,
a hacerse responsable de la persona de la mujer que estaba acep-
tando en depósito; a no dejar que nadie la viera; y a tenerla a plena
disposición del Señor Provisor. Para los fines legales que competen
en caso de incumplimiento de dicho contrato, el depositario dejaba
como prenda, su persona y bienes presentes y futuros, además de
que si incumplía en todo o en parte el dicho contrato, se le impon-
dría una multa de 50 pesos y pena de excomunión mayor.
Las figuras de la extracción y el depósito, en contraste a
la del rapto, servían para legitimar el cambio de “dueño” de la
mujer que estaba siendo extraída. En el caso del rapto, el dueño
de la mujer, si se trataba de una doncella que vivía con sus padres,
era el propio padre de la doncella, por lo que el raptor no estaba
haciendo otra cosa sino robar uno de los mayores bienes de aquel
hombre: su hija.
En el caso de la extracción, el dueño de la mujer es inne-
gablemente su padre; sin embargo, el matrimonio representa el
cambio de dueño de la mujer: el padre la regala al hombre que se
convertirá en su nuevo dueño. La extracción es un paso previo
al matrimonio (uno muy irregular). Cuando la mujer es extraída
de casa de su padre, no está siendo robada, pues dentro de poco
pasará a ser “propiedad” de su marido; sin embargo, todavía no
le pertenece, entonces la autoridad eclesiástica toma momentá-
neamente potestad sobre la mujer.

prenta de la Real Academia Española por los herederos de Francisco del Hierro,
Madrid, 1734. http://buscon.rae.es/ntlle/SrvltGUISalirNtlle (10/01/2013).

118
Con sólo el permiso de Dios

Por el breve periodo de tiempo que dura la extracción, la


autoridad eclesiástica se convierte en dueña de la mujer, hasta
que la ponga en depósito como cualquier otro bien material. El
depósito no es otra cosa sino “la obligación que contrae expresa
o virtualmente el que recibe la alhaja o dinero, en este caso a la
novia, de tenerlo en guarda, custodia y resguardo”.43 El deposita-
rio no es el nuevo dueño de la mujer, tan sólo es su custodio. Un
guardia que la protegerá hasta que se defina quién será su nuevo
dueño.
Una vez que la novia era puesta en depósito, el novio
corría los trámites necesarios para llevar a cabo sus desposorios.
La extracción y el depósito son las primeras fases de los matri-
monios de conciencia, es decir, de aquellos matrimonios “a es-
condidas” tanto de los padres de los novios, como de la sociedad.
Lo que seguía era la celebración de los desposorios pero con
dispensa de amonestaciones. Hasta ese momento, es decir, una
vez desposados, el novio podía reclamar a la mujer como legíti-
mamente suya, dando por terminado el contrato de depósito; sin
embargo, la Iglesia recomendaba a los que así se casaban que no
cohabitaran hasta que hubieran recibido las bendiciones nupcia-
les, so pena económica de 20 pesos o excomunión mayor.
A diferencia del rapto, en la extracción, el padre de la no-
via ya nada podía hacer para recuperar por la vía legal a su hija.
Su hija ya no le pertenecía, por lo que no había robo alguno qué
perseguir o castigar.
A continuación, pondré el ejemplo de un contrato de de-
pósito de una novia: El caso es el antes mencionado de Manuel
González con Juliana Guadalupe Ardila. Como recordaremos, la
novia había sido extraída de la casa paterna por las autoridades
eclesiásticas tras preguntarle a ella si deseaba ser extraída o no.
Como su respuesta fue afirmativa, se prosiguió a la extracción y
posteriormente al depósito:

Y en vista de dicha declaración el expresado Teniente encargó


a ley de depósito a Don Mathías Martínez, la persona de la men-
cionada Doña Juliana Guadalupe Rozón, a lo que dijo que se

Real Academia Española, Diccionario de Autoridades, Tomo III, Impreso en la


43

imprenta de la Real Academia Española, Madrid, 1732, http://buscon.rae.es/


ntlle/SrvltGUISalirNtlle (10/01/2013).

119
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

obligaba y obligó a tener en depósito, en fiel guarda y custodia, y a


disposición del Señor Provisor la persona de la precitada Doña
Juliana para cada y cuando que por su Señoría se le pida obli-
gando para su entrega, su persona y bienes presentes y futuros,
y con ellos, se somete al fuero y jurisdicción del Señor Provisor
para que a ello le compela y apremie, por todo rigor de dere-
cho como por sentencia pasada en autoridad de cosa juzgada
otorgo depósito en forma con testigos Don Joseph Berdugo,
Don Juan de Arias y Don Joseph Telles y dicho Theniente de
Alguacil Mayor de que doy fe.

Consideraciones finales

Para finalizar, cabe decir que aunque la pareja de novios no sabía


que estaba llevando a cabo un matrimonio de conciencia, lo que
sí sabía era que para poder celebrar un matrimonio a escondidas
de la sociedad y en complicidad de la Iglesia tenía que apro-
piarse de los discursos del amor honesto como base del matri-
monio católico.
Estos discursos eran, grosso modo, que la causa eficiente de
un matrimonio era la libre elección de cónyuge; que nadie podía
obligar a otra persona a casarse en contra de su voluntad o con
alguien que no deseara; que el amor honesto se materializa so-
cialmente a través de la libre voluntad de quienes desean casarse
con el único fin de agradar a Dios, y conseguir el triple bien del
matrimonio: prole, fidelidad e indisolubilidad del vínculo;44 y que
las palabras son manifestaciones externas de la voluntad y, por
tanto, expresión social del amor honesto manifestado en los es-
ponsales de presente, según la Iglesia, pero en los esponsales de
futuro según quienes pretendían casarse mediante un matrimo-
nio de conciencia.
Además, “los autores de los manuales de confesión del si-
glo XVII pintaban al amor marital con colores brillantes […]
y describieron el amor conyugal como una emoción constante,
guía de sus pensamientos y comportamiento de uno para con el
otro”,45 lo que orillaba a la pareja de novios a defender su “amor


44
Agustín de Hipona, op. cit., p. 264.

45
Seed, op. cit., pp. 76-77.

120
Con sólo el permiso de Dios

honesto” por encima de todo, incluso de la voluntad de sus pa-


dres.
Tal vez los hombres y mujeres de la sociedad novohispana
nunca conocieron la máxima expresión del amor honesto, de la
que tanto hablaba la Iglesia, o tal vez sí. Lo que sí se puede asegu-
rar es que conocían tal concepto y algunos anhelaban alcanzarlo.
Los matrimonios de conciencia, aunque poco usuales,
existían y eran un recurso que se podía emplear cada vez que los
padres pretendían “estorbar” el matrimonio de sus hijos e hijas.

Bibliografía

Albani, Benedeta, El matrimonio entre Roma y la Nueva España,


Historia y fuentes documentales, (siglos XVI-XVII), en
Doris Bieñko de Peralta y Berenise Bravo Rubio (Coord.),
De sendas, brechas y atajos, contexto y crítica de las fuentes eclesiás-
ticas Siglos XVI-XVII, Consejo Nacional para la Cultura y
las Artes-Instituto Nacional de Antropología e Historia,
México, 2008.
Castañeda, Carmen, La formación de la pareja y el matrimonio en fami-
lias novohispanas. Siglos XVI al XIX, El Colegio de México,
1991.
Castañeda Mercado, Gonzalo, Amor a la novohispana. El amor
honesto como norma reguladora del sexo en la Ciudad de México.
1746-1808, Escuela Nacional de Antropología e Historia,
México, D.F., 2014.
Celis Brunet, Ana María, La relevancia canónica del matrimonio civil
a la luz de la teoría general del acto jurídico. Contribución teórica a
la experiencia jurídica chilena. Tesi Gregoriana, Serie Diritto
Canonico, 53, Editrice Pontificia Universitá Gregoriana,
Gregorian University Press, Roma, 2002.
Figueras, Valle, Estrella, Pervirtiendo el orden del santo matrimonio: bí-
gamas en México, siglos XVI-XVII: Tesis para optar al título de
doctora en Historia de América por la Universidad de Barcelona,
Facultad de Geografía e Historia, Universidad de Barcelo-
na, Barcelona, 2000.
Gonzalbo, Pilar, Las mujeres en la Nueva España. Educación y
vida cotidiana, El Colegio de México, México, 1987.

121
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

----------- Familia y orden colonial, El Colegio de México, México,


1998.
----------- “Afectos e intereses en los matrimonios en la Ciudad
de México a fines de la Colonia”, publicación electrónica
REDALyC, tomado de Historia Mexicana, año/Vol. LVI,
número 004, El Colegio de México, Ciudad de México,
México, pp. 1117-1161.
----------- “Del Tercero al Cuarto Concilio Provincial Mexicano.
1585-1771. Digitalización electrónica disponible en: www.
colmex.com.
----------- La educación de la mujer en la Nueva España, Secretaría de
Educación Pública, México, 1985.
----------- “Del bueno y del mal amor en el siglo XVIII novohis-
pano”, en Erotismo en las Letras Hispánicas. Aspectos,
modos y fronteras, México, El Colegio de México, 1995,
pp. 139-158.
----------- “Con Amor y reverencia, mujeres y familias en el Mé-
xico colonial”, en Anuario de historia de América Latina,
Vol. 35, 1998.
----------- “Entre la calle y el claustro ¿cuál es la dicha mayor?”, en
Sor Juana Inés de la Cruz y sus contemporáneos, México,
UNAM-CONDUMEX, 1998, pp. 53-72.
Lavrín, Asunción, “La sexualidad en el México Colonial: un dile-
ma para la iglesia”, en Sexualidad y matrimonio en la América
Hispánica. Siglos XVI-XVIII, Conaculta-Grijalbo, México,
1991.
Ortega Noriega, Sergio, “Los teólogos y la teología novohispa-
na sobre el matrimonio, la familia y los comportamientos
sexuales. Del Concilio de Trento al fin de la Colonia”, en
Del dicho al hecho… transgresiones y pautas culturales en la Nueva
España, Serie Historia, INAH, México, 1989.
Seed, Patricia, Amar, honrar y obedecer en el México Colonial, conflictos
en torno a la elección matrimonial, 1574-1821, Alianza Editorial
Conaculta, México, 1998.

Fuentes primarias

AGN, Matrimonios, Vol. 149, Exp. 27.


AGN, Matrimonios, Vol. 2, Exp. 84.

122
Con sólo el permiso de Dios

AGN, Matrimonios, Vol. 10, Exp. 27.


AGN, Matrimonios, Vol. 10, Exp. 167.
AGN, Matrimonios, Vol. 10, Exp. 83.
Amorós, Joaquín, Discurso en que se manifiesta la necesidad y utilidad
del consentimiento paterno para el matrimonio de los hijos y otros
deudos. Conforme a lo dispuesto en la Real Pragmática de 23 de
marzo de 1776, Impreso en la Casa de Blas Román, Madrid,
1777. Documento digitalizado a partir de su original por la
Biblioteca Nacional de España.
Aquino, Tomás de, Suma Teológica. Segunda Parte, Biblioteca de au-
tores cristianos, Madrid, 1993.
Benedicto XIV, “Encíclica Papal del 17 de noviembre de 1741”
en Colección en Latín y Castellano de las bulas, constituciones, en-
cíclicas, breves y decretos del Santo Padre de gloriosa memoria, Bene-
dicto XIV. Hecha según la auténtica edición romana del bulario del
mismo Pontífice de 1760, Impreso en la Oficina de Antonio
de Espinosa, Madrid, 1790. Documento digitalizado por
google e-books a partir de su original resguardado por la
Biblioteca de Filosofía y Letras de Madrid.
Covián, Antonio, Manual de curas o breve compendio del ministerio pa-
rroquial. Obra utilísima a los párrocos y sus tenientes, Imprenta
Nueva de Valenzuela, Madrid, 1815. books.google.com.
mx (10/03/2012).
Elizondo, Francisco Antonio de, “Capítulo X. De los matrimo-
nios de conciencia”, en Práctica Universal Forense de los tri-
bunales de España y de las Indias, Tomo VII, Impreso por la
viuda de Ibarra, Medir, 1786.
El Sacrosanto y ecuménico concilio de Trento, Traducido al idioma cas-
tellano por Ignacio López de Ayala, tercera edición de la
original de 1564, Madrid, 1767.
Hipona, Agustín de, Obras completas de San Agustín, Vol. XXXV,
Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1984.
Martínez López-Cano, Pilar (Comp.), Concilios Provinciales mexica-
nos. Época Colonial, Serie Instrumentos de consulta. Univer-
sidad Nacional Autónoma de México, México, D.F., 2004.
Real Academia Española, Diccionario de Autoridades, Tomo IV, Im-
preso en la imprenta de la Real Academia Española por los
herederos de Francisco del Hierro, Madrid, 1734. http://
buscon.rae.es/ntlle/SrvltGUISalirNtlle (10/01/2013).

123
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

Real Academia Española, Diccionario de Autoridades, Tomo III, Im-


preso en la imprenta de la Real Academia Española, Ma-
drid, 1732. http://buscon.rae.es/ntlle/SrvltGUISalirNtlle
(10/01/2013).
Vera Cruz, Fray Alonso de la, Espejo de los cónyuges, la problemática
sobre el matrimonio y la ley natural en formación de la nación mexi-
cana, traducción de Carolina Ponce Hernández, Novohis-
panía, México, 2007.

124
FAMILIA, MATRIMONIO Y
CONVIVENCIA DOMÉSTICA
ENTRE NEGROS
Y MULATOS DE
LOS CENTROS MINEROS
NOVOHISPANOS.
EL CASO DEL REAL DE MINAS
DE SAN LUIS POTOSÍ

Mónica Pérez Navarro1

L a generalidad de las relaciones domésticas y


las formas de vinculación de las parentelas en
la Nueva España muestra múltiples formas y
adaptaciones al tipo de familia que se pretendió esta-
blecer desde la perspectiva cristiana europea en Amé-
rica. A partir de las observaciones de Pilar Gonzalbo,2
algunos historiadores se han detenido en la definición
de lo que se puede considerar como “familia” en el
contexto novohispano.
Se ha hecho hincapié en una notoria transforma-
ción de las formas de relacionarse mediante el vínculo
familiar y en las concepciones del matrimonio en el siglo
XVIII, ya que los requisitos para el sacramento matri-
monial se vuelven más restrictivos y la población indí-
gena y española parece estar más dispuesta a celebrar
matrimonios con individuos de otros grupos sociales.3

1
Universidad Autónoma de Aguascalientes.

2
Gonzalbo Aizpuru, Pilar, Familia y orden colonial, El Colegio de Mé-
xico, México, 2005.

3
Ortega Noriega, Sergio, “Los teólogos y la teología novohispana
sobre el matrimonio, la familia y los comportamientos sexuales.
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

La relación de estas dos variables no es casual si pensamos


que la restricción y espíritu fiscalizador es característico de las
disposiciones de la Corona en el siglo XVIII. Asimismo, la so-
ciedad novohispana parecía, ante los ojos de la autoridad, estar
envuelta en el desorden, pues éste era entendido como una
seria dificultad de control de los grupos sociales. Por tal razón,
el discurso de las autoridades devino en una cruzada de refuer-
zo de las divisiones sociales que querían hacer prevalecer y en
los peligros que se derivaban de la convivencia cada vez mayor
de la población.4 Es posible pensar que el endurecimiento de
las normas morales y legales para formalizar matrimonios y
reconocer a las familias, es un indicador que nos muestra el ca-
rácter cada vez más heterogéneo de la población novohispana
en el siglo XVIII.
Esta investigación busca mostrar de forma sumaria al-
gunas características de las familias potosinas, particularmente, las
integradas por individuos de calidades mixtas.5 Para ello, hemos
centrado nuestras observaciones en la segunda mitad del XVII,
debido a que tratamos de reconstruir las notas más tempranas
en el proceso de mestizaje de la población de San Luis Potosí.
Además, para observar dicho caso, daremos seguimiento a las formas
de convivencia que adoptaron los negros y mulatos respecto a la
familia desde varias aristas, por lo que nos hemos asistido princi-
palmente de los registros parroquiales.
En este sentido, haremos hincapié en que las caracterís-
ticas de las colecciones de registros con las que el investigador
cuenta varían en periodos, accesibilidad y consistencia en la in-
formación que contienen. Por ejemplo, la revisión de libros pa-
rroquiales implica enfrentarse a la variabilidad en las formas de
registro que los párrocos elegían para hacer los libros de bauti-
zos, matrimonios y defunciones. Además, en algunas regiones de
la Nueva España, el registro regular en los libros sacramentales
comienza a regularizarse hasta muy avanzado el siglo XVII; esto

Del Concilio de Trento al fin de la Colonia”, en Del dicho al hecho. Transgresiones y


pautas culturales en la Nueva España, INAH, México, 1999, p. 33.
4
Camba Ludlow, Úrsula, Imaginarios ambiguos, realidades contradictorias. Conductas y
representaciones de los negros y mulatos novohispanos siglos XVI y XVII, COLMEX,
México, 2008, p. 61.
5
Empleamos las denominaciones de calidad tal como aparecen en la documen-
tación consultada: negra, mulata, coyote y chino.

126
Familia, matrimonio y convivencia doméstica entre negros y mulatos

nos obliga a comenzar nuestras estimaciones en fechas posterio-


res a las primeras actividades parroquiales.

Matrimonio y elección de la pareja

Si bien en la Europa del Concilio de Trento había una gran tra-


dición teológica acerca del matrimonio y las formas cristianas de
la vida conyugal, hasta muy avanzado el siglo XVI los teólogos
no parecen haber tomado muy en cuenta la situación americana.
Como en muchos aspectos de la colonización americana, queda la
impresión de que la intención de los europeos era llevar a cabo una
simple mudanza de los principios y las prácticas al Nuevo Mun-
do. No obstante, es bien sabido que nada de lo ocurrido en este
proceso fue cuestión de simple traslado y aplicación de principios.
Para la segunda mitad del siglo XVI, se comenzaron a
registrar las primeras afectaciones de las particularidades de la
población y geografía americanas; por tal motivo, los Concilios
Episcopales empezaron a ocuparse de varios asuntos para ajus-
tar la doctrina a los aspectos que lo exigían. Por ejemplo, era
importante resolver los matrimonios múltiples de los indígenas y
la permisión de vínculos matrimoniales entre individuos de dis-
tintas calidades.
La prohibición de los que se denominaron “matrimonios
desiguales” no fue tajante.6 Sin embargo, hubo importantes opo-
siciones a la doctrina que en el discurso promovía la libre elec-
ción del cónyuge.7 Estas oposiciones sólo informaban de lo que
ya estaba sucediendo en la Nueva España: las uniones entre indi-
viduos de diferentes calidades.
En términos generales, el matrimonio entre esclavos no
estaba restringido por las leyes que aplicaban en Europa y en

6
“Por matrimonios desiguales se entendían aquellos en que los contrayentes
eran de diferente calidad, ya económica, étnica o social, que con frecuencia
causaban el desagrado y oposición por parte de los padres”. Véase en Ortega
Noriega, op. cit., p. 33.
7
Sobre este punto véase el cometario de José Mariano Beristáin de Souza sobre
la postura del jesuita Matheo Delgado, tomado de Ortega Noriega, op. cit., p. 33:
“La Iglesia ha repugnado siempre casar voluntades notablemente desiguales en
calidad: que tales casamientos son causa de pecados, desórdenes y escándalos
graves; y que semejantes vínculos son por lo común vínculos de iniquidad”.

127
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

un principio, pasaron así a América.8 Pero el número y situación


de esclavos en el Nuevo Mundo fue muy distinto y pronto se
restringieron algunas de estas libertades. En las Antillas se dero-
garon estas leyes en 1526, debido a que el matrimonio y libera-
ción de esclavos afectaba las actividades económicas y el control
sobre la población. Más tarde, en 1538, esta prohibición también
pasaría a la Nueva España. No obstante, las resoluciones de los
Concilios siguieron dando preferencia a la libre elección del cón-
yuge y a la cohabitación de los esposos.9
Al analizar las disposiciones doctrinales acerca del matri-
monio, hay que hacer una diferenciación entre la doctrina y las
prácticas, y la desigual aplicación de estos principios atendiendo,
en efecto, a las diferencias sociales. Para comenzar, habría que
diferenciar las prácticas respecto a que el matrimonio represen-
taba un vínculo de diferentes significados, según el grupo social
y la adscripción cultural de los individuos. Para los españoles, el
matrimonio representaba la salvaguarda de los honor y el amor.10
Al parecer para los indígenas tenía un fin mayormente práctico
como asiento de la subsistencia, el patrimonio y la progenie. Y
finalmente para los negros y mulatos, libres o esclavos, ya que
representó una herramienta para obtener el mejoramiento de su
condición. Lo anterior no significa que para unos grupos el ma-
trimonio se haya buscado para preservar vínculos de afecto y
para otros una simple estrategia de supervivencia. Sin embargo,
es notorio –por la manera en que los estudiosos han apreciado
las formas de unión y reproducción entre los negros y mulatos–
que para unos grupos el contraer o no matrimonio podría en
efecto traducirse en el mejoramiento de la condición social.

8
Particularmente, las leyes de las Siete Partidas señalaban que el siervo que se
casara con una persona libre, quedaba libre. Véase Vilar Vilar, Enriqueta, “La
evangelización del esclavo negro y su integración en el mundo americano”, en
Berta Ares et al., Negros, mulatos y zambaigos, derroteros africanos en los mundos ibéricos,
Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, 2000, p. 189.
9
Cortés Jácome, María Elena, “Los ardides de los amos: manipulación e interfe-
rencia en la vida conyugal de sus esclavos, siglos XVI-XVII, en Del dicho al hecho.
Transgresiones y pautas culturales en la Nueva España, INAH, México, 1999, p. 57.
10
Seed, Patricia, Amar, honrar y obedecer en el México colonial. Conflictos en torno a la
elección matrimonial, 1574-1821, CONACULTA, México, 1991, p. 87.

128
Familia, matrimonio y convivencia doméstica entre negros y mulatos

Elección de la pareja y uniones mixtas

En términos generales, las pautas en el comportamiento de las


parejas potosinas, en la segunda mitad del siglo XVII, se pueden
sintetizar de la siguiente manera:

Española Mestiza India Negra Mulata Total


Español 193 28 164 385
(16.2%) (2.3%) (13.8%)
Mestizo 90 12 64 31 197
(7.6%) (1%) (5.4%) (2.6%)
Indio 75 17 112 12 216
(6.2%) (1.4%) (9.4%) (1%)
Negro 12 104 18 134
(1%) (8.8%) (1.5%)
Mulato 16 71 98 72 257
(1.3%) (6%) (8.2%) (6.1%)
Total 268 151 207 266 297 1189

Fuente: información obtenida de los Libros de matrimonios del Sagrario de


San Luis Potosí, de 1635 a 1704 y de 1680 a 1731.

Los datos de la tabla 1 muestran las combinaciones resul-


tantes de las uniones entre las distintas calidades que se registran,
pues los porcentajes nos ayudan a visualizar las tendencias de la
preferencia de los novios a la hora de elegir a su pareja, cuando
al grupo de calidad se refiere. Cabe apuntar que hemos coloca-
do en la tabla las calidades con la nominación que aparecen en
los libros, sin embargo, dejamos fuera del cuadro aquellas que
reportaron menos de 10 uniones en todo el periodo registrado.
Por lo tanto, es pertinente señalar que fueron usuales, en San Luis
Potosí, las denominaciones de morisco y chino, en masculino y
femenino, además de español, mestizo, indio, negro y mulato.
Podemos observar que en cuanto a la elección del cónyu-
ge, la tendencia general fue principalmente endogámica, sobre
todo para los grupos de calidad no mezclados. Asimismo, ve-
mos que los varones españoles prefirieron formalizar sus vín-
culos con mujeres españolas, y en segundo lugar con mulatas y

129
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

mestizas. Del mismo modo, los indios se casaron con mujeres


españolas como alternativa. Por su parte, los varones negros se
unieron preferentemente con mujeres negras y en segundo lu-
gar con mulatas. En el caso de los grupos de calidad mezclada,
encontramos la unión de varones mestizos con mujeres negras,
como sucede con los varones mulatos.
Ahora bien, estos porcentajes sólo ilustran de manera muy
general y promediada la tendencia en la elección de los cónyuges;
sin embargo, hay matices que merecen atención. Por ejemplo,
hay que considerar que negros y mulatos que aparecen en la ta-
bla podían ser esclavos o libres. Este elemento es importante,
pues nos permite observar qué tanto la elección del cónyuge,
sobre todo en el caso de los individuos de los grupos de calidades
afromestizas, podría presentarse como una posibilidad de mejora
social. Al respecto, Frank Proctor III, analizando los matrimonios
en San Luis Potosí y Guanajuato, ha señalado que hay alguna
diferencia entre la regularidad con que los negros y mulatos, es-
clavos y libres, formalizaban sus uniones.11
Hubo una notable diferencia en el número de matrimo-
nios registrados dependiendo del género del cónyuge. El estu-
dio citado muestra que, en la segunda mitad del siglo XVII, los
negros y mulatos, esclavos o libres, no optaban prioritariamente
por la formalización de sus vínculos de pareja mediante el matri-
monio. Esta tendencia parece confirmarse para otras regiones de
la Nueva España en la misma época, por lo menos en cuanto a la
poca frecuencia de matrimonios entre negros y mulatos esclavos.
No obstante, siguiendo nuestras observaciones, vemos que en
los vínculos entre esclavos que sí se formalizaron, la mayoría de
los individuos eligió su pareja no sólo dentro del mismo grupo
de calidad, sino de la misma condición.
Cabe en este punto preguntarse: ¿por qué no convendría
en general a este grupo formalizar sus uniones?, o ¿qué clase
de impedimentos o inconvenientes podrían derivarse del ma-
trimonio para no ser la primera opción de fundación familiar?
Podemos pensar que en cuanto a los esclavos, el matrimonio
pudo no ser la condición ideal por la permanente amenaza de

Proctor III, Frank, “La comunidad esclava en San Luis Potosí y Guanajuato,
11

Nueva España, 1640-1750”, en Rina Cáceres (comp.), Rutas de la esclavitud en


África y América Latina, Universidad de Costa Rica, Costa Rica, 2001, p. 227.

130
Familia, matrimonio y convivencia doméstica entre negros y mulatos

separación de sus miembros y la necesidad de someterse a la


voluntad, capricho o negocio de los amos. Diversas investiga-
ciones han mostrado que en las distintas regiones de la Nueva
España –si bien la doctrina pugnaba por la cohabitación de los
cónyuges sin diferenciar su condición y calidad–,12 los amos
constantemente encontraban la forma de intervenir en las
elecciones conyugales de sus esclavos en su propio beneficio,13
existiendo numerosos casos en donde los esclavos eran obli-
gados a casarse con un cónyuge electo por su propietario. En
estas situaciones, la Iglesia intervino regularmente respaldan-
do las disposiciones antiguas y llegó a anular esta clase de ma-
trimonios forzados.14
Por otro lado, como parte de los prejuicios sociales de-
sarrollados en torno a la población afrodescendiente, existía de
forma generalizada la idea de que el bajo rendimiento de los es-
clavos se atribuía a la unión matrimonial de éstos.15 En San Luis
Potosí hemos documentado un par de casos en relación con esta
situación. El primero es el del alcalde Joaquín de Mendalde, quien
en 1672 se negaba a dar en venta a su criado mulato Vicente
Cruz a un comerciante de Querétaro, Joseph Hernández, quien
solicitaba la compra para que pudiera contraer matrimonio con
Nicolasa Martina, mulata esclava del mercader.16 Este caso ilustra,
además de la intervención de los amos en los matrimonios de sus
esclavos, la adicional complicación que para los esclavos repre-
sentaba el que la resolución de los problemas de la convivencia
conyugal se dejara en manos de los jueces locales. En efecto, el
matrimonio, aunque teóricamente posible y deseado para los in-
dividuos de cualquier calidad, estaba mediado y cargado de inter-
venciones por su posición social.
Otro caso interesante es el de una mujer española de edad
avanzada y asentada en una huerta del barrio de Tequisquiapan.
En una causa por tierras, uno de los interrogados, el mulato Juan
Andrés, denuncia las vejaciones que sufría por parte de los es-
pañoles. Entre sus molestias, menciona que su cuñada no puede
12
Cortés Jácome, op. cit., p. 57.
13
Ibidem, p. 59.
14
Vila Vilar, op. cit., p. 189.
15
Cortés Jácome, op. cit., p. 57.
16
Archivo Histórico del Estado de San Luis Potosí (en adelante AHSLP), Alcal-
día Mayor (AM), 1672, L. II, 22 de octubre.

131
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

ir a atender a su marido “que está malo”, por la “gran cantidad


de esfuerzos que la dicha anciana” le impone a la mulata.17 Con
este testimonio, podemos notar algunos aspectos de las relacio-
nes domésticas generalizadas en el mundo novohispano, como
el hecho de que la vida doméstica de los criados giraba más en
torno a la familia que atendían que a la suya, a menos que hijos y
esposos formaran parte del servicio de la misma casa.
Para los esclavos, el matrimonio pudo no ser atractivo por
estar sujeto a demasiados intermediarios y no garantizarse el éxi-
to de la unión. Y es posible que, en efecto, fuera la condición
de esclavitud la que empeorara las posibilidades matrimoniales.
Hemos observado algunos casos de San Luis Potosí en
que las mujeres esclavas se mantienen solteras e, incluso, se con-
vierten en madres y se casan hasta que obtienen su libertad, con-
trayendo matrimonio con mulatos y mestizos.18 Esto lo hemos
verificado con el caso de Juana de los Santos, esclava mulata, que
se registra como recién liberada al presentarse a su matrimonio
con Ventura de Eguía, esclavo mulato.19 Es posible confirmar
que para los negros y mulatos esclavos, el matrimonio podría re-
sultar un inconveniente o un riesgo por la presión social, la pere-
za imputada luego de formalizar sus relaciones o la intervención
caprichosa de sus amos.
Contrario a los esclavos, los negros y mulatos libres estu-
vieron, en su mayoría, dispuestos a casarse. Las tendencias ofre-
cidas por Proctor III y Carmagnani muestran que los matrimo-
nios entre libres no son muy numerosos, aunque, sobre todo los
mulatos libres, buscaron pareja entre individuos de otros grupos
sociales. Por lo tanto, aunque su número no es tan significativo,
sí lo es el hecho del empleo del matrimonio como una estrategia
–la ya anunciada por Aguirre Beltrán–20 para el blanqueamiento,
movilidad y ascenso social.

17
AHSLP, AM, 1679, 12 de mayo.
18
Fondo Family Search (en adelante FS), México, San Luis Potosí, Sagrario, ma-
trimonios: 1635-1704.
19
FS, México, San Luis Potosí, Sagrario, Matrimonios, 1635-1704, 1674. También
Proctor III registra dos casos más, op. cit., p. 229.
20
Aguirre Beltrán, Gonzalo, La población negra de México, estudio etnohistórico, FCE,
México, 1989, p. 265.

132
Familia, matrimonio y convivencia doméstica entre negros y mulatos

En este sentido, Carmagnani21 estimó que para San Luis


Potosí, en la segunda parte del siglo XVII, el grupo mulato22 fue
de entre todos los grupos registrados el que más matrimonios
con individuos de otros grupos llevó a cabo, específicamente en
proporción de 42% del total de matrimonios contraídos en el pe-
riodo estudiado.23 Tenemos, pues, que el matrimonio con miem-
bros de otros grupos con mejor estatus social podría permitir a
los negros y mulatos la mejoría, al menos en términos de cómo
se les miró socialmente. Además, esta estrategia pudo ser verda-
deramente eficaz, pues este tipo de matrimonios se incrementó
durante el siglo XVIII.
Habría también que explorar otra forma de convivencia
familiar que no estaba vinculada al matrimonio, es decir, la vida
en concubinato o amancebamiento. En este sentido, los registros
parroquiales nos respaldan menos, pues se trata de relaciones
consensuadas pero no reconocidas legalmente.
Los estudios sobre las prácticas de la vida sexual y la con-
vivencia entre parejas no casadas marcan que el amancebamiento
fue una práctica muy recurrente y señalan su regularidad entre
los individuos negros y mulatos.24 Y si bien la Iglesia pugnaba
por el matrimonio de los negros y mulatos e, incluso, toleró las
uniones mixtas procurando la formalización de las relaciones en-
tre españoles y sus concubinas,25 los impedimentos civiles y los
problemas inherentes al matrimonio arriba explicados favorecie-
ron el concubinato, sobre todo, entre mujeres negras y mulatos,
españoles y mestizos. Para el caso de San Luis Potosí se respalda
esta generalidad, pues existen muchos testimonios documenta-
dos en los que se denuncia que algún acusado vive amancebado
con su esclava o con mujeres mulatas en asociación a su insol-
vencia moral.

21
Carmagnani, Marcelo, “Demografía y sociedad: La estructura social de los cen-
tros mineros del norte de México, 1600-1720 “ en Historia Mexicana, Vol. 21,
No. 3, enero-marzo 1972.
22
FS, México, San Luis Potosí, Sagrario, Matrimonios, 1635-1704 y 1680-1731.
23
Carmagnani, op. cit., p. 133.
24
Boyer, Richard, “Las mujeres, la “mala vida” y la política del matrimonio”, en
Asunción Lavrin (coord.) Sexualidad y matrimonio en la América hispánica, siglos
XVI-XVIII, CONACULTA, México, p. 76.
25
Vila Vilar, op. cit., p. 189.

133
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

Los casos de amancebamiento se pueden observar en dos


formas: el concubinato de españoles con esclavas o mulatas li-
bres y la vida en pareja sin el reconocimiento matrimonial de
individuos de la misma calidad. En San Luis Potosí, siguiendo las
múltiples menciones en la documentación judicial generada por
la alcaldía, encontramos que las prácticas de amancebamiento y
concubinato eran numerosas y, en ocasiones, no cuestionadas, lo
que nos lleva a pensar que posiblemente eran asumidas social-
mente como la norma, aunque hubiese prohibiciones y reproba-
ción doctrinal al respecto.
En septiembre de 1646, Joseph Francisco, un indio del
barrio de San Sebastián, acusaba a un mulato, Román Fran-
cisco, de haberse robado a su hija y tenerla escondida. En la
acusación, el agraviado padre confesaba que el mulato trabajó
algún tiempo en una huerta de los padres agustinos colindante
con su casa en aquel barrio y que desde entonces notó que te-
nía malas intenciones con su muchacha. Aunque la acusación
fue por el rapto de la chica, es notorio que el padre se presen-
taba a hacer aquella denuncia casi un año después de que tal
robo tuviera lugar, y el motivo de la fecha tan postergada de la
denuncia era que unos vecinos había visto al acusado Román
en unas cuevas del barrio de Guadalupe. El alcalde ordinario
instruyó que se fuera a la búsqueda de la muchacha en el lugar
citado y justamente, el escribano mismo certificó que en unas
nopaleras, detrás de la huerta de los Zavala, habían encontrado
al mulato “echado” con la hija de Joseph Francisco. El caso
tornó en tragedia cuando se descubrió que la muchacha tenía
varios meses embarazada, por lo que el padre exigió la restitu-
ción de su honor. La resolución del alcalde ordinario fue aún
más trágica, resolviendo que a Román Francisco se le dieran
200 azotes en público y dejando en la voluntad del padre el
castigo impuesto a la joven.26
Este caso es significativo porque no sólo se trata de un
robo, sino de un escape de una joven india con un mulato. Ade-
más, nos muestra que una forma de establecer relaciones se-
xuales entre individuos que posiblemente hubiesen encontrado
oposición de los padres al matrimonio, era precisamente hacien-
do vida amancebados. Por otra parte, el caso es singular porque

AHSLP, AM, 1646, L. III, 11 de septiembre.


26

134
Familia, matrimonio y convivencia doméstica entre negros y mulatos

el varón fue castigado, pero todavía es más particular porque el


padre de la india pidió la reposición del honor.
Sin embargo, el caso que arriba se relata parece ser singu-
lar, ya que en la mayor parte de los testimonios que acusan de
amancebamiento a una pareja o de concubinato a mujeres negras
y mulatas, el varón es un español soltero o viudo y, en menor can-
tidad, algún mestizo. Además, la mayor parte de los denunciados
se dedicaban al comercio minorista de abarrotes, lo que nos per-
mite pensar que la convivencia de mujeres que se empleaban en
estos negocios, como cocineras o mandaderas, llegaba a originar
afectos que permitían consensuar estas relaciones. En el mismo
tenor, llama también la atención que estos casos se denunciaran
principalmente en la ciudad.
También hubo diferencia entre la dureza con que se juzgó
el amancebamiento, según el género. Las mujeres, y particular-
mente las mestizas y mulatas, fueron tenidas en poca estima mo-
ral si vivían amancebadas o se prestaban al concubinato. Así lo
demuestra un expediente donde se acusaba a Isabel, una mulata
casada de muy mala reputación, de la que se decía que si no vivía
amancebada con diversos hombres “daba su cuerpo a todo aquél
que se lo pedía tanto españoles, como mestizos como mulatos
con mucha disolución y desvergüenza”.27
Otro ejemplo lo demuestra una interesante averiguación
inquisitorial sobre una mulata llamada Leonor de Vargas acusada
de hechicería. En aquella ocasión, el franciscano Pedro Gutiérrez
había tenido un enfrentamiento con una vehemente Leonor, al
reprenderla en público por estar amancebada con el comerciante
español Antonio Segura. El fraile había dado unas sacudidas a
Leonor y la había reprendido fuertemente en público llamándola
“puta hechicera”. El problema mayor se suscitó cuando Leonor
echó una maldición sobre el fraile, misma que éste confirmaba
que le había hecho efecto aquella noche, presentándosele la mu-
lata con forma de perro y propinándole varias mordidas. Pese a la
extravagante historia de fray Pedro, lo que vamos a subrayar es la
manera en que se reprendió a los involucrados: el sacerdote hizo
un viaje a la ciudad, donde estaba aquel comerciante para hablar
con él y hacerle entrar en razón; en efecto, encontró a Antonio
Segura y le habló del mal que traería a su alma vivir en pecado.

AHSLP, AM, 1609, L. V, 29 de agosto.


27

135
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

Por otra parte, la reprimenda pública a Leonor fue sumamente


mayor, como se ha señalado líneas arriba.28
El juicio social que pesaba sobre la disolución moral
de las concubinas mestizas y mulatas se respaldaba en el he-
cho de que la mayoría de los casos de concubinato y amanceba-
miento castigados por los jueces, se llevaban a proceso por haber
causado pleitos, heridas o asesinatos entre varones a causa de sus
concubinas.
Cabe precisar que las mujeres negras y mulatas esclavas
fueron constantemente abusadas por sus amos o tenidas como
sus parejas ocasionales, sin tenerlas socialmente reconocidas por
concubinas; es decir, se asumía por algunos propietarios que el
abuso de sus esclavas formaba parte de aquello que les estaba
permitido por ser sus amos. Por ejemplo, en San Luis Potosí,
Baltasar Chávez y José Vitales fueron denunciados ante la Inqui-
sición por negarse a reconocer como pecado el “servirse” de sus
esclavas mulatas, manifestando el primero de ellos que su esclava
“es su dinero”.29
Las relaciones extramatrimoniales, el amancebamiento, el
concubinato, el abuso de esclavas y los encuentros sexuales in-
formales son de especial interés para el seguimiento de los pro-
cesos de mestizaje. Jonathan Israel llamaba la atención sobre esto
afirmando que la variada, gradual y ambiguamente definida po-
blación mestiza, “o sea, la que en la sociedad mexicana del siglo
XVI era calificada como tal, crecía y se desarrollaba al margen
de la ‘república española’ y a la sombra de los negros”.30 De esta
situación se desprendió una peculiar forma de vida familiar que a
continuación repasamos.

Maternidad e ilegitimidad

El hecho de que hubiera pocos matrimonios entre negros y mu-


latos no significa que disminuyeran estos grupos de población.
28
Archivo General de la Nación (en adelante AGN), Instituciones Coloniales,
Inquisición, V. 283, Exp. 34, 1608.
29
AGN, Instituciones Coloniales, Inquisición, Vol. 249, exp. 25, 1600 y Vol. 781,
exp. 33, 1720.
30
Israel, Jonathan, Razas, clases sociales y vida política en el México Colonial, 1610-1670,
FCE, México, 1999, p. 71.

136
Familia, matrimonio y convivencia doméstica entre negros y mulatos

En otras palabras, el corazón del proceso de mestizaje de la po-


blación novohispana sucedió al margen del matrimonio.
Cecilia Rabell31 y otros historiadores han subrayado que
la bastardía o ilegitimidad es el mayor indicador de la mezcla de
calidades y el aumento de la población mestiza en diversas gra-
duaciones, representando el descenso de los hijos signados con
una calidad étnica claramente definida, según la época: “desde un
punto de vista demográfico, las altas tasas de ilegitimidad cons-
tituyen el origen de los grupos de castas y mestizos y explica el
consiguiente descenso proporcional de la población indígena”.32
Nuevamente, el panorama demográfico obtenido a partir
de los registros parroquiales arroja luz sobre esta situación en San
Luis Potosí. Por ejemplo, podemos notar que entre 1650 y 1700,
el número de madres mulatas, esclavas o libres, que llevan solas a
sus niños a bautizar son casi el doble de aquellas que presentaban
hijos legítimos.33
Esta tendencia es clara al mostrar que mulatas, esclavas
y libres, hacían vida familiar con hijos producto de la vida en
amancebamiento o de la normalidad de las relaciones con sus
amos o patrones. En los registros, estas madres aparecen como
“negra soltera esclava de” o “mulata soltera”: “[…] María mulata,
negra soltera esclava de Juan Robles. Su padrino lo fue Martín de
Salinas, español casado […]”.34 En este ejemplo llama la atención
que si bien no se menciona al padre y la madre se presenta como
soltera, la calidad asignada al infante es distinta a la de la madre:
la madre es negra soltera, pero se registra a su niña como mulata.
Por lo demás, no fue extraño en estos casos que el padre de estos
niños “blanqueados” fuera el propietario o el padrino del infante.
Además de los registros de hijos de madres solteras, son
también numerosos aquellos en los que son bautizados hijos de
padres desconocidos. En los libros parroquiales de San Luis Po-
tosí, estos casos quedaron registrados acompañados de la frase:
“hijo de la iglesia”. Muy interesante es, en esta clase de registros,
la manera en que se asignaba la calidad. Posiblemente, el criterio
31
Rabell, Cecilia, La población novohispana a la luz de los registros parroquiales, Univer-
sidad Nacional Autónoma de México, México, 1990, p. 21.
32
Idem.
33
FS, México, San Luis Potosí, Sagrario, Matrimonios, 1635-1704; y Carmagnani,
op. cit., p. 133.
34
FS, Sagrario, bautismos 1652-1678, 7 de enero de 1652.

137
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

del sacerdote influyera mucho. Nuevamente, observar a quienes


se presentan por padrinos, puede regalarnos algunos matices y
suposiciones razonables. Por ejemplo, “[…] Tomasa, española
(al parecer), hija de la Iglesia sin que se le conozcan padres […]
su madrina María de Quezada, española, mujer de Juan Merino,
mercader […]”.35 Cabe preguntarse, primero, en qué se basaba el
sacerdote para decidir que un infante blanco fuese necesariamen-
te español. En este ejemplo, la madrina es una mujer española.
Se puede suponer, quizá, que la calidad con que se bautizaba a
la criatura podría estar relacionada a la de sus padrinos; o bien,
que, como en muchos casos en la Nueva España, los padrinos
fueran familiares del bautizado y lo presentaran apadrinándolo
como hijo de la Iglesia para esconder alguna indiscreción de al-
gún miembro de la familia.
Según Proctor III, la mayoría de las mujeres negras y mu-
latas que tenían hijos sin mediar un matrimonio lo hacían por
propia elección, ya que les representaba una carga extra, inde-
pendientemente del cuidado de sus hijos y de las faenas propias
de la servidumbre.36 Es posible que la voluntad de dichas mujeres
haya definido en parte la tendencia; no obstante, nos parece que,
en buena medida, la situación de la maternidad en soltería estaba
determinada, principalmente, por la facilidad con que muchas
de ellas podían ser utilizadas para las relaciones sexuales sin su
consentimiento. Por nuestra parte, en oposición al análisis de
Proctor III, suponemos que la imposición de la situación de la
maternidad en estado de soltería no implicaba la libre voluntad
de las madres.
Sobre este punto, algunos investigadores han notado lo
estrecho de las relaciones entre diversos grupos sociales que se
vincula a la circunstancia laboral de los individuos. Esto es más
regular en el caso de los centros mineros y puede confirmarse
para San Luis Potosí. Tanto los registros bautismales como los
matrimoniales muestran que, en muchas ocasiones, los padrinos
no necesariamente se elegían de entre la familia, sino más bien
de entre el mismo nicho laboral. Un ejemplo muy ilustrativo es
el de la boda entre “Sebastián de la Cruz, negro esclavo de Juan
García, zapatero, con Isabel Hernández, mulata libre criada del

FS, Sagrario, bautismos 1652-1678, 9 de julio de 1656.


35

Proctor III, op. cit., p. 228.


36

138
Familia, matrimonio y convivencia doméstica entre negros y mulatos

susodicho […] padrinos Juan Jiménez, maestro de zapatero y su


mujer Luisa de Torres […]”.37
Alejandro Montoya ha hecho puntuales observaciones a
cerca de la convivencia familiar entre las cuadrillas de operarios
mineros y haciendas fundidoras.38 Entre los aspectos a subrayar,
destaca la heterogeneidad demográfica producida por el trabajo
en los centros mineros, misma que favoreció la comunicación y
convivencia entre los miembros de distintas calidades. En este
sentido, entre la escueta información de los registros bautismales,
es común encontrar que cuando se puede hacer relación de los
lugares de procedencia de madres y padrinos, ambos pertenecen
a una misma cuadrilla.39

A manera de conclusión

De estas observaciones sumarias podemos desprender algunos


preliminares. Primeramente, la tradición jurídica y religiosa im-
perante sobre el matrimonio y la familia poco nos dice de las
prácticas que, en efecto, los individuos de la sociedad novohispa-
na emplearon para fincar relaciones familiares y de convivencia
doméstica.
En segundo lugar, las parejas y las madres encontraron en
el matrimonio y en la soltería algo más que opciones para su
vida afectiva. La formalización del matrimonio, la elección de la
pareja y las decisiones sobre la legitimidad de la progenie fueron
elementos trascendentales para la supervivencia social, económi-
ca y laboral.
Asimismo, la calidad o condición socio-racial de los indi-
viduos estuvo estrechamente vinculada a las modalidades de la
convivencia doméstica. En este sentido, debemos hacer el es-
fuerzo de imaginar distintos espacios familiares, pues los criados
y esclavos se vincularon parentalmente a las familias de amos y
patrones. Por otro lado, la observación de este tipo de procesos
debe asumirse en toda su complejidad, ya que no puede definir-
37
FS, Sagrario, matrimonios, 1680-1731, 16 de junio de 1686.
38
Montoya, Alejandro, San Luis del Potosí Novohispano, origen y evolución sociodemográ-
fica de un real de minas, UASLP, México, 2003, p. 117.
39
FS, México, San Luis Potosí, Sagrario, Matrimonios, 1635-1704. FS, México,
San Luis Potosí, Sagrario, Bautismos, 1652-1678.

139
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

se un modelo específico de familia novohispana, mucho menos


cuando se reconoce la multiplicidad e importancia de la asigna-
ción de calidad sobre los individuos.
Finalmente, subrayamos la diversidad social que se produ-
jo a partir de la formación de familias mixtas, pues exige profun-
dización en las implicaciones de la distinción de calidad y género,
y en el entorno laboral y conflictos sociales filtrados en las vidas
domésticas de los individuos de la sociedad novohispana.

Referencias

Archivos consultados

Archivo General de la Nación. Instituciones Coloniales, Fondo


Inquisición.
Archivo Histórico del Estado de San Luis Potosí. Fondo Alcaldía
Mayor de San Luis.
Fondo digital Family Search.

Bibliografía

Aguirre Beltrán, Gonzalo, La población negra de México, estudio etno-


histórico, FCE, México, 1989.
Blázquez, María Elisa, Mujeres de origen africano en la capital novohis-
pana, siglos XVII y XVIII, INAH-UNAM, México, 2006.
Boyer, Richard, “Las mujeres, la “mala vida” y la política del ma-
trimonio”, en Asunción Lavrin (coord.), Sexualidad y matri-
monio en la América hispánica, siglos XVI-XVIII, CONACUL-
TA, México, 1991.
Camba Ludlow, Úrsula, Imaginarios ambiguos, realidades contradicto-
rias. Conductas y representaciones de los negros y mulatos novohispa-
nos, siglos XVI y XVII, COLMEX, México, 2008.
Carmagnani, Marcelo, “Demografía y sociedad: La estructura so-
cial de los centros mineros del norte de México, 1600-1720
“ en Historia Mexicana, Vol. 21, No. 3, enero-marzo 1972.
Cortés Jácome, María Elena, “Los ardides de los amos: manipu-
lación e interferencia en la vida conyugal de sus esclavos,
siglos XVI-XVII, en Del dicho al hecho. Transgresiones y pautas
culturales en la Nueva España, INAH, México, 1999.

140
Familia, matrimonio y convivencia doméstica entre negros y mulatos

Gonzalbo Aizpuru, Pilar, Familia y orden colonial, COLMEX, Mé-


xico, 2005.
Israel, Jonathan, Razas, clases sociales y vida política en el México Colo-
nial, 1610-1670, FCE, México, 1999.
Montoya, Alejandro, San Luis del Potosí Novohispano, origen y evolu-
ción sociodemográfica de un real de minas, UASLP, México, 2003.
Ortega Noriega, Sergio, “Los teólogos y la teología novohispa-
na sobre el matrimonio, la familia y los comportamientos
sexuales. Del Concilio de Trento al fin de la Colonia”, en
Del dicho al hecho. Transgresiones y pautas culturales en la Nueva
España, INAH, México, 1999.
Proctor III, Frank, “La comunidad esclava en San Luis Potosí y
Guanajuato, Nueva España, 1640-1750”, en Rina Cáce-
res (comp.), Rutas de la esclavitud en África y América Latina,
Universidad de Costa Rica, Costa Rica, 2001, pp. 223-250.
Rabell, Cecilia, La población novohispana a la luz de los registros parro-
quiales, UNAM, México, 1990.
Seed, Patricia, Amar, honrar y obedecer en el México colonial. Conflictos
en torno a la elección matrimonial, 1574-1821, CONACULTA,
México, 1991.
Vila Vilar, Enriqueta, “La evangelización del esclavo negro y su
integración en el mundo americano”, en Berta Ares et al.,
Negros, mulatos y zambaigos, derroteros africanos en los mundos
ibéricos, Consejo Superior de Investigaciones Científicas,
Madrid, 2000.

141
LA HISTORIA
DE LA FAMILIA BÖHM
DE LA REGIÓN
DE WALDENBURGO,
EN SILESIA, ALEMANIA

Guenter Boehm1

Historia contemporánea

En 1945, al terminar la Segunda Guerra Mundial,


casi 10 millones de alemanes fueron expulsados de
las provincias de Prusia Oriental, Pomerania y Silesia
(25% del territorio de alemán), que pasaron a formar
parte de Polonia. Como mi papá era minero, especia-
lista en seguridad (evitar explosiones en la mina), nos
escapamos temporalmente del desalojo, pues no había
polacos capaces de hacer su trabajo. Así, tres años de
mi niñez los pasé en mi tierra como persona non grata,
sin derecho alguno, ni siquiera de ir a la escuela; en una
ocasión, mis padres fueron amonestados por haberme
puesto en clases clandestinas, por lo que ya no pude
seguir aprendiendo más que lo que ellos podían ense-
ñarme. Al fin, en 1948, nos expulsaron a lo que des-
pués fue Alemania Oriental o la Alemania comunista.
En el año 2001 tuvimos la oportunidad de visi-
tar por primera vez Polonia, naturalmente mi lugar de


1
Investigador independiente.
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

nacimiento. Fue un viaje muy emotivo, de pronto sentí lazos en


ese lugar.
Mis papás nos dejaron el “Libro de la Familia” con datos y
documentos de tres generaciones antes de ellos. Con eso y la ayu-
da de historiadores locales he llegado hasta donde nunca me ima-
ginaba llegar. Mi hermano y yo sabíamos que nuestro bisabuelo
paterno tuvo un paradero a fines del siglo XIX que se llamaba
“Zur Stadt Wien”, que era algo así como un hotel-restaurante y
caballeriza. Ahí llegaban las diligencias que viajaban entre Bohe-
mia, hoy República Checa y Silesia. En ese lugar hacían estación
para pasar la noche y cambiar caballos. Al otro lado de la carrete-
ra, se encuentra un rancho que fue de mi otro bisabuelo paterno.

Las dos familias Böhm

También sabíamos que un primo de nuestro bisabuelo tenía un


palacio y aunque nunca lo visitamos, sabía yo en qué ciudad se
encontraba (está a 10 km. aproximadamente de donde yo nací).
En 2001, después de pasar tres veces frente a él sin ver-
lo (pues está sobre una loma rodeado de bosque), preguntamos
por él en una tienda al pie de la carretera y nos dijeron que sólo
teníamos que subir por un camino de terracería –lo tomamos

144
La historia de la familia Böhm

en medio de un fuerte aguacero–. A vuelta de rueda, llegamos


al lugar y no podíamos creer lo que se nos presentó: las ruinas
de una antigua hacienda. Afortunadamente, de un edificio lateral
salió un cuidador que, después de escuchar lo que buscábamos,
nos abrió la puerta principal del palacio o casa grande y pudimos
admirar lo que quedaba de grandeza; subimos la escalera con
miedo de que se derrumbara bajo nuestros pies y entramos al sa-
lón principal, que estaba rodeado de espejos y el parquet hinchado
por la humedad.
Desde entonces, cada año visitamos esos lugares y cono-
cemos más personas capaces de ayudarme en la búsqueda de mis
raíces. Como sabía que mis antepasados eran de los granjeros
afortunados de vivir sobre yacimientos de hulla, y que la explota-
ban primero por sus propios medios y después como socios de la
mina, contacté a un matrimonio de ingenieros mineros polacos
–historiadores de la industria del carbón–, quienes gustosos me
ayudaron a buscar en los archivos de la mina y encontraron las
acciones de la empresa minera donde mis familiares participaban.
Lo interesante fue ver cómo estaban organizados en cooperati-
vas, incluyendo al conde que no necesitaban pagarle impuestos,
ya que él tenía acciones en todas las minas de la región. En el año
2002, estos historiadores, en nombre de la sociedad de mineros,

145
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

me otorgaron una medalla de plata conmemorativa de los años


productivos de las minas en la región 1536-1999.
Cuando mi tatarabuelo, Johann Gottlieb Böhm, ven-
dió sus acciones, mi bisabuelo pudo comprar su paradero. Su
pariente, Carl Wilhelm Böhm, las vendió 15 años más tarde,
obviamente a un precio más alto y sus hijos pudieron hacerse
también de propiedades: Gustav Böhm compró el Rittergut (ha-
cienda) y el Palacio Tannhausen. Fue el tiempo en que la nobleza
estaba en decadencia y vendía sus propiedades al mejor postor.
Por sus diferencias en ideas políticas, las familias de los anterior-
mente mencionados se habían distanciado, por eso no se visita-
ban. Pero sabían de su parentesco.
En el año 2004, recibí una llamada de mi amigo de Polonia,
diciéndome que una familia polaca de industriales –los nuevos ri-
cos– habían comprado el Palacio Tannhausen y por el cuidador
se enteraron de mi relación con la familia de los antiguos dueños
y deseaban conocerme. Así, en 2005, entramos nuevamente al
palacio, esta vez como invitados de los nuevos dueños. Nos re-
cibieron con una comida en uno de los salones que aunque no
estaba restaurado, sí estaba limpio y amueblado; mi amigo sirvió
nuevamente de intérprete, nos atendieron muy bien y me pidie-
ron que les platicara la historia de la familia Böhm, del palacio y
del lugar, pues ellos que venían de otra región, lo ignoraban todo:
los alemanes que conocían la historia fueron expulsados al fina-
lizar la guerra y los polacos que llegaron no tenían ni la menor
idea de la región. Además, en tiempo de los comunistas nadie se
atrevía a preguntar sobre la vida anterior al presente y menos si
se trataba de cosas que pudieran ser asociadas con el capitalismo
o de terratenientes.

Nuestras peregrinaciones

En junio de 2015 visitamos Silesia por quinceava vez; es como


una peregrinación: visitamos los mismos lugares y en todas par-
tes nos reciben con muestras de alegría. En el palacio, la familia
Leda trabaja afanosamente restaurando poco a poco el edificio;
cada año encontramos una sala más restaurada y amueblada al
estilo antiguo. En tres años pintaron la fachada, reconstruye-
ron la fuente y lo más asombroso fue que en 2012, sobre uno

146
La historia de la familia Böhm

El salón Böhm del Palacio Jedlinka (Schloss Tannhausen), 2012.

de los establos y aprovechando los gruesos muros, levantaron


un hotel de tres pisos, con restaurante, sala de conferencias y
spa. Les dieron tres estrellas, pero bien podría ser de cuatro. En
2014, en el lugar de la antigua cervecería construyeron una mi-
nicervecería con hostal en el segundo piso, ahí sí tiraron la ruina,
pues estaba muy deteriorada. Nos invitaron a la inauguración y
ahí estuvimos hace un año. Los dueños son gente de negocios
y han sabido conectarse con instituciones culturales y turísticas
que los ayudan a buscar ayuda financiera. Por ejemplo, la Unión
Europea les ha dado préstamos para los trabajos de restauración
y han convertido lo que hace 10 años era un conjunto de ruinas
en centro cultural, con eventos todo el año, museo, instalaciones
y atracciones turísticas.
Cada dos años organizan un concurso internacional de
historia regional a nivel preparatoria, con el título de “Castillos y
Palacios en Silesia”; a ese evento siempre me invitan a represen-
tar a la familia Böhm como miembro honorario del patronato.
También los políticos y hasta el párroco de la ciudad de Jedlina
Zdroj –que es a la que pertenece el palacio– me reciben con gus-
to. En 2009 me dieron la ciudadanía honoraria de dicha ciudad
por mi ayuda con la historia de la región y por haber dado a co-
nocer el lugar internacionalmente por medio de la Internet.

147
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

Las dos familias Böhm con edecanes y un conjunto musical frente al Palacio
Jedlinka (Schloss Tannhausen), 2012.

En 2008, se organizó en el palacio una reunión de la fa-


milia Böhm, incluyendo a los descendientes directos de Gustav
Böhm, que viven en Namibia. Solamente fue Irmgard, quien vive
en Alemania con su esposo, una tía y su hijo de dos años; los
de Namibia mandaron saludos y un obsequio para el palacio. El
regalo fue significativo, pues se trataba de la crónica manuscrita
del palacio. La mandó hacer Gustav Böhm cuando lo compró.
Se menciona a los dueños anteriores y la historia del lugar desde
tiempos remotos, además describe la boda del amo, los primeros
años de trabajo y el crecimiento de la familia. Cuando el escriba-
no falleció, la sra. Böhm continuó escribiendo y así se convirtió
en diario de la familia con la trágica historia de la guerra y el fín
de la familia en Alemania, y de cómo llegó el diario a Namibia.

148
La historia de la familia Böhm

Los Duques Bolko (Piastas, rama de Silesia), su sello y los Böhm en su corte.

En el paquete venían también cuatro álbumes de fotogra-


fías2 de cuando la familia vivía feliz en el palacio y algunos obje-
tos que pertenecieron al palacio. El evento fue un éxito y al año
siguiente dedicaron una saloncito a la familia Böhm, en donde se
exhiben la crónica en duplicado, ya que la original está guardada
bajo llave.
Cabe señalar que poco a poco se ha formado una bibliote-
ca en la misma sala con libros antiguos de historia regional dona-
dos por personas nacidas en los alrededores, que con sacrificios
los cargaron cuando fueron expulsadas del país y de las que los
descendientes todavía no muestran interés en conservar.

Prehistoria

Y volviendo a mis raíces, he averiguado que todos los Böhm que


fueron granjeros/carboneros fueron descendientes de Heincze
Behem, quien recibió un feudo en esa región en 1409.
Heincze Behem (Edelknecht-Hidalgo) fue hermano menor del
caballero feudal Sigismund Behem von Schwarzwaldaw y de Ro-
dov Behem. Schwarzwaldau era el nombre de sus posesiones en

2
Fotografías de Gustav Böhm con su familia, fotografías que han enviado de
Namibia sus descendientes y también algunas fotografías de mi familia.

149
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

Silesia y Rodov porque así se llamaba la población en Bohemia,


de donde su familia era originaria y en la que él tal vez había naci-
do. El padre de ambos era el caballero Witigo Behem de Rodov,
quien llegó a Silesia con su familia, formando parte de un grupo
de asesores que el rey de Bohemia envió alrededor de 1350 al
Duque Bolko II de Silesia para ayudarle a implantar, en sus domi-
nios, el sistema de registro de las propiedades (catastro).3 Por ello,
Silesia entró en el Sacro Imperio Romano Germánico, parecido a
la actual Unión Europea.
Estos antiguos Behem llegaron de Rodov, población que
hoy se encuentra en la República Checa que antes era el Reino
de Bohemia. Ahí siguen vestigios de esa familia y encontrando
ruinas y una iglesia muy antigua con epitafios del siglo XIV de
la familia Rodovsky, que parece ser otra rama de los von Rodov
que emigraron a Silesia. En 2015 recibimos una invitación del
alcalde de Rodov, a quien conocimos en 2014, en la inauguración
de la minicervecería en Jedlinka, pues casual y curiosamente las
dos son ciudades hermanas. Nos recibió muy bien y, aunque era
fín de semana, los dos días él y su ayudante nos atendieron y
acompañaron a lugares históricos y nos mostraron sus oficinas
en la alcaldía, naturalmente los invitamos a comer el sábado y a
desayunar el domingo. El sábado también estaba con ellos un
historiador que yo ya había contactado por la Internet y, aunque
no me ofreció nada nuevo, me prometió ponerme en contacto
con un colega que se especializa en las migraciones de los siglos
XII y XIII.
Es importante mencionar que un historiador alemán me
envió los resultados de sus investigaciones más recientes sobre los
Behem y, según él, es posible que la población de Rodov la fun-
daron cortesanos de un noble bohemio que pasó varias décadas
en Sajonia y al regresar a Bohemia lo acompañaron en su séquito
ciudadanos/caciques del pueblo Rodaw, en Sajonia, que al fundar
una nueva población en Bohemia la quisieron llamar como su lu-
gar de origen, pero como en checo no hay W, la llamaron Rodov.
Ellos sabían hablar y escribir alemán, y tenían experiencia en la
administración y el manejo de una oficina de catrasto.


3
Fue el momento en que los castillos feudales perdieron su importancia y los
palacios surgieron como centros administrativos, de relaciones políticas y di-
plomáticas.

150
La historia de la familia Böhm

El Escudo de Armas de los antiguos Böhm.

Hay que trabajar con historiadores/cronistas locales y/o


especialistas. Esa es mi tarea para el futuro: oír la opinión de los
expertos sobre este tema y si más de dos coinciden en lo mismo,
lo consideraré como probable por evidencia circunstancial.

151
KAISER. LA HISTORIA
DE UNA FAMILIA SUIZA
EN SAN LUIS POTOSÍ,
1887-1916

Juan Manuel Hernández Almazán1

Introducción: México, ¿cuerno de la abundancia?

“Faltan brazos”, fue el clamor de autoridades y parti-


culares, aunque advirtieran la presencia de una crecida
pero a sus ojos perezosa población indígena. De he-
cho, “la élite miraba al indígena como un lastre, econó-
micamente por su escasa productividad, y físicamente
por su fealdad”. Faltan brazos europeos, era en reali-
dad la demanda que clamaban los nacionales.2
Esta inmigración –se pensaba– se sumaría a la
población nacional, aumentando su número y su vigor


1
Universidad Autónoma de San Luis Potosí.

2
Cfr. John Womack Jr.: “Díaz gobernaba dos repúblicas, su propio
México oficial de caballeros con levitas y una raída y descontenta
república de parias. Cuando se abría una disputa entre Díaz y esta
otra república desharrapada los viejos jefes arrinconados desde
fines de la década de 1870 eran los únicos que podían mediar”.
González Navarro, Moisés, Los extranjeros en México y los mexica-
nos en el extranjero, 1821-1970, v. 2, El Colegio de México, México,
1994, p. 14; Womack, John Jr., Zapata y la Revolución mexicana, Siglo
Veintiuno, México, 2008, p. 20.
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

físico, intelectual y moral; además, iniciaría el proceso de enrique-


cimiento; y con el tiempo, al mezclarse con la población autócto-
na, la mejoraría también cualitativamente.
Al respecto, si bien era necesario satisfacer las necesidades
y conveniencias de un país que si mucho tenía necesidad de la in-
migración, del capital y de las relaciones extranjeras, también era
importante superar los dolorosos recuerdos de los “abusos diplo-
máticos” –sólo basta recordar el caso de Texas–. Además, muchos
de los inmigrantes no americanos sólo utilizaron a México como
puerta para acceder a los Estados Unidos, pues este país sí podía
garantizar su bienestar económico, por lo menos antes que México.
De esta manera, comenzó a admitirse que el éxito de las
empresas de colonización por parte del Estado estaba condicio-
nado a la resolución previa de varios problemas importantes.
Uno era el de la irrigación, pues sólo de esa manera se podía
transformar la riqueza agrícola de potencial a real; otro era el
de la propiedad, que estaba lejos de encontrarse siquiera media-
namente dividida. En síntesis, se rechazó el epíteto de “cuerno
de la abundancia” con que se calificaba a México. Su suelo era
fabulosamente rico en la leyenda; escaso y difícil en la realidad.

“¡Potosí!, y ahí se baja”

En la Europa de finales de siglo XIX, la familia Kaiser atravesaba


por una complicada situación que definiría su futuro: dos años
después de haber nacido el pequeño Arnoldo,3 Juan Kaiser padre
muere, por lo que es su madre quien tiene la tarea de educarlos
y formarlos; misión que cumple trabajando, principalmente, en
faenas agrícolas y formándolos con gran exigencia y disciplina,
como posteriormente escribiría Arnoldo sobre esta experiencia:
“Mi madre fue muy severa conmigo, no tenía yo tiempo libre,
siempre había trabajo para mí, en las noches me dedicaba a las
tareas escolares y no me era permitido faltar a la escuela”.4
3
Al llegar al continente Americano, los hermanos Kaiser castellanizaron sus
nombres de pila, como consta en los documentos oficiales que signaron, ade-
más que sus contemporáneos los identificaban por su nombre en español; es
por eso que este artículo reproduce el nombre de Juan y Arnoldo Kaiser, así
como del resto de esta familia en dicho idioma.
4
Citado en El Pulso, 2007, 6-E.

154
Kaiser. La historia de una familia suiza en San Luis Potosí

Familia Kaiser, ca. 1900. Archivo Histórico del Estado de San Luis Potosí.
Col. Juan Kaiser. RFOT7062.

Podemos imaginar la responsabilidad que debió resultar para la


madre el hacerse cargo de sus hijos, así como para el primogénito
Kaiser, ya que éste tenía la responsabilidad de ver por sus herma-
nos. Por tal motivo, se debe tomar en cuenta el hecho que Juan y
Arnoldo formaron parte de una familia más extensa, compuesta
además por Guillermo (1860), Fritz (1865) y Alejandro (1867).
Todos ellos descendientes de Juan Kaiser y Elizabet Schawab.5
En este contexto, alentado por amigos de la familia es-
tablecidos en Perú, Juan Kaiser Schawab, el mayor de sus her-
manos, decide viajar a ese país en busca de mejores horizontes.
Para ello, estableciéndose, en un primer momento, en el corazón


5
Idem.

155
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

peruano: la Provincia de Lima; aunque más tarde se trasladaría a


Arica, localidad ubicada al sur del país y donde desarrollaría acti-
vidades comerciales de todo tipo de mercancías.6
Sin embargo, sólo permanecería por un corto periodo en
este lugar, pues poco después de su llegada a Perú, este país se
vería involucrado en un conflicto político-económico con la ve-
cina nación de Chile, al punto de estallar la guerra entre estas dos
naciones. Es por ello que decide salir de ahí viajando a Bolivia,
con el fin de poner a salvo su integridad y esperanzas en el conti-
nente americano. No era momento de claudicar.7
Alguien le dice: “hombre, ya que te vas ir hacia el nor-
te, hay un lugar muy bonito que se llama El Potosí, tomando el
tren aquí hasta arriba, y allí se está desarrollando un minería muy
atractiva”; y entonces es cuando se sube al tren. “Se sube en un
tren en aquellos años, y de repente a lo mejor gritan ‘¡Potosí!’ y

6
Archivo Familia Kaiser. Traducción de cartas de Juan Kaiser escritas en Lima
entre el 7 de febrero de 1881 al 8 de marzo de 1882.

7
Kaiser, Arnoldo, 2008. El señor Kaiser seguramente se refiere a la Guerra del
Pacífico (1879-1893), cuando la economía peruana atravesaba por las últimas
fases de un auge económico con motivo de la exportación de guano: un recurso
naturalmente abundante en el país de Perú. Sin embargo, a partir de la identi-
ficación y explotación de dicho recurso al norte de Chile y con el beneplácito
de La Paz en Atacama, provincia costera boliviana, cuya única riqueza hasta ese
momento eran pocos yacimientos de salitre, se instauró una poderosa compa-
ñía chilena de extracción en la que tenían intereses numerosos políticos de este
país. Por otra parte, “dada la imprecisión de la frontera chileno-boliviana se lle-
gó al tratado de Medianería (1876), que fijaba la frontera en el paralelo 24° Sur,
creando una zona de condominio entre el 23° y 25°; a cambio de la fijación,
el estado boliviano se comprometía a la exención de impuestos a la compañía
chilena por veinticinco años. Pero para 1878, ante la bonanza en la explotación
del guano, la administración boliviana exigió el pago de aranceles; al negarse, la
compañía fue amenazada de confiscación. Es más, en tanto Perú y Bolivia eran
firmantes de un tratado de defensa mutua (1873), Perú declaró la guerra a Chile,
quien derrotó en dos meses al ejército boliviano; pero lejos de continuar hacia
La Paz, invadió las provincias peruanas de Tarapacá, Tacna y Arica. Consolida-
das sus posiciones a lo largo de 1880, en enero de 1881 el ejército chileno entró
en Lima”. De esta forma, comentan Thomas Skidmore y Peter Smith, “the War
of the Pacific had far reaching effects in all three countries. For Chile it ushered in a nitrate
boom and boosted national confidence. For Bolivia it denied access to the sea. For Peru it
was humiliating defeat, which further discredited the politicians”. Sepúlveda, Isidro, “Los
problemas fronterizos y la expansión territorial”, en Carlos Malamud et al., His-
toria de América, Universitas, Madrid, 2004, pp. 377-392; Skidmore, Thomas y
Smith, Peter, Modern Latin America, Oxford University Press, New York, 2001,
p. 184.

156
Kaiser. La historia de una familia suiza en San Luis Potosí

ahí se baja [en Bolivia], se baja con la maleta en la mano y dice:


‘¿Qué es esto?’, ¡y en la misma estación! […], y entonces él em-
pieza a platicar con la gente de ahí y ellos le dicen: ‘no; usted se
equivocó, hay un potosí en México’…”8
De esta forma, Guillermo Kaiser ingenia, hilarante y des-
venturadamente, la salida de su tío abuelo de Perú: una confusión
resultado de su escape. Lo cual nos llevaría a considerar a Juan
Kaiser como un hombre que borda entre la candidez y la nece-
dad. Más plausible sería pensar que su viaje a Bolivia representa
un intervalo o dilación de su estancia en Perú, que la exigencia de
resguardase del peligro de la guerra sin alejarse demasiado de sus
intereses comerciales en este último país.
Lo que resulta incuestionable es el hecho que no permanece
durante mucho tiempo en tierras bolivianas, pues inmediatamen-
te se ve impelido a un nuevo viaje; esta vez allende el cono sur.
Sea por corregir el rumbo del camino o sea por las pocas
oportunidades económicas en una situación de guerra, Perú, su
proyecto original, no había fraguado como él hubiera querido;
ello, empero, lo mantenía a la expectativa. Al parecer, no tenía
intenciones de regresar a casa con las manos vacías; por delante
tenía kilómetros y kilómetros de camino que lo distanciaban del
Potosí porfiriano, el nuevo blanco de sus proyectos.
De 1882, cuando Juan Kaiser sale de Perú, a 1887, cuando
llega a San Luis Potosí, es el tiempo que le toma trasladarse en-
tre uno y otro punto; aunque también comprende un momento
clave a lo largo de dicho recorrido, pues Bolivia no fue la única
escala durante este viaje: en algún momento de este quinquenio,
Juan Kaiser se establece en la ciudad de México, donde reside
como trabajador de la papelería La Helvetia.
Dicho negocio, como su nombre lo sugiere y las fuentes lo
confirman, es de origen y socios suizos; he aquí un común deno-
minador entre suelo andino y la mítica cornucopia mexicana; y
particularmente entre las ciudades de México y San Luis Potosí,
pues en la primera se empleó, como ya se mencionó, en La Hel-
vetia y en la segunda en Al Libro Mayor.
Por otra parte, el hecho de enrolarse laboralmente con sus
coterráneos nos habla de una estrategia por alcanzar más oportu-
nidades de éxito en un entorno extraño a su lejana cotidianidad.


8
Kaiser, Guillermo, 2008.

157
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

Ambos casos, a fin de cuentas, le proporcionarían la experiencia


necesaria en el ramo de la imprenta: uno de los quehaceres que
anclarían a la familia Kaiser en la ciudad de San Luis.9
De esta forma, la ruta trazada por el errabundo Kaiser va
tomando más coherencia y resultados, cada vez más inteligible,
cada vez más marcada la huella de sus pasos. Mientras esto ocu-
rría, simultáneamente la situación en San Luis también se desen-
volvía de formas agitadas. Por lo visto, este extranjero no era el
único ni el primero en buscar fortuna en estos lares.
“El que suscribe viene a manifestar que tiene un estableci-
miento de librería y efectos de escritorio con el nombre de “Li-
bro Mayor” en la calle de Zaragoza N° 4. Su patente de este año
lleva el número de 90 y la cantidad de 84 pesos por los giros
arriba expresados…”10 Esta era la voz del parisino Charles Dan-
ne, quien entre 1863 y 1867 establecería en la ciudad de San Luis
Potosí el negocio llamado Al Libro Mayor –al igual que Kaiser
en su momento, este galo residiría originalmente en la ciudad de
México antes de trasladarse a territorio potosino–; por entonces,
dicho negocio comercializaba libros en blanco y de la casa Carlos
Bouret, plumas, papel para cartas, sobres, gomas y sellos.11 Al pa-
recer, la inestabilidad política y económica de la época (resultado
de la Intervención francesa) no impidió a Danne fundar un ne-
gocio que retendría hasta el momento de su muerte, en 1883. A
partir de entonces, se abriría un breve pero intrincado paréntesis
en la vida administrativa de Al Libro Mayor.
Después de la muerte del sexagenario Charles Danne, su
establecimiento pasaba por voluntad del finado a manos de su
esposa Ana María Rivadeneira –originaria de Veracruz, no de
Puebla como llegó a escribir Montejano y Aguiñaga–. Una vez
como propietaria del mismo lo cedería a Antonia Reinoso, hija
suya de un matrimonio anterior (Charles Danne y María Rivade-
neira no tuvieron ningún descendiente a quien pudieran heredar


9
Kaiser, Guillermo, 2008; Montejano y Aguiñaga, Rafael et al., Empresas potosinas,
San Luis Potosí, Al Libro Mayor, 1997.
10
Citado en El Pulso, 1990, 3-C.
11
Es importante señalar que además de dueños del negocio Al Libro Mayor,
los esposos Danne se desempeñaban como inversionistas, junto con el señor
Eugenio Pigeon –quien aparece como el amigo de mayor confianza en el tes-
tamento de Charles Danne–, en diversas compañías mineras, situadas en el
mineral de Guadalcázar. El Pulso, 1990, 3-C.

158
Kaiser. La historia de una familia suiza en San Luis Potosí

su patrimonio en común); así, juntas, se encargarían de mante-


nerlo a flote por cuatro años más, de 1883 a 1887, este último
año en el que Rivadeneira fallecería. Sola junto al negocio, Rei-
noso decidiría enajenarlo en 1888 a un suizo de 28 años llamado
Juan Kaiser.12
En total, este último pagó la cantidad de 2,768 pesos por
los objetos de escritorio que se encontraban en el negocio Al
Libro Mayor, además de “los armazones de la tienda y trastien-
da, aparadores, prensa de escritorio, lámpara y demás objetos allí
existentes”. Dicha cantidad, la cubriría Kaiser en cinco plazos a
partir de la fecha antes mencionada hasta el 30 de abril de 1889.
Asimismo, se comprometía a pagar la cantidad de 60 pesos men-
suales durante un año –que se comenzó a contar desde el pri-
mero de noviembre de 1887– por los servicios de dependiente
prestados por la señorita Antonia Reinosa.13
Ya como dueño de “Al Libro Mayor”, los principales clien-
tes del negocio estaban en la industria minera y en los ferroca-
rriles, así como en las oficinas públicas, bancos y empresas, dado
que su principal producto consistía en libros en blanco utilizados
para llevar la contabilidad de los negocios –de ahí el nombre del
establecimiento–. Aunque también se vendían cuentos, lámparas,
cepillos, aparatos para reproducir planos, juegos de salón, termó-
metros, artículos de cuero, relojes de pared, efectos para viaje y
por supuesto, álbumes y tarjetas postales –una práctica comercial
y cultural por entonces en boga–.14
Por lo visto, la empresa comercial en Sudamérica y la ciu-
dad de México no había defraudado por completo sus expectati-
vas; ella le había proporcionado la experiencia y capital necesarios
12
Ante la muerte de su primer esposo, Ignacio Reinoso, y después que su hija Luz
Reinoso se casara con el señor Mariano Reyes, Ana María Rivadeneira decidiría
ceder en patrimonio Al Libro Mayor a su otra hija, la señorita Antonia Reinosa,
quien le ayudaría a dirigir el negocio después de la muerte de su padrastro, el
francés Charles Danne. Calvillo, Tomás, “Los 100 y más años de Al Libro Ma-
yor”, Vetas, vol. I, núm. 1, 1999, pp. 4-7; Archivo Histórico del Estado de San
Luis Potosí, Registro Público de la Propiedad y el Comercio, notario Antonio
de Padua Nieto, 26 de abril de 1883, ff. 142 y 143; notario Isidro Calvillo, 19 de
julio de 1886, ff. 36-38; notario Isidro Calvillo, 24 de julio de 1886, ff. 142-143.
13
Archivo Histórico del Estado de San Luis Potosí, Registro Público de la Pro-
piedad y el Comercio, notario Antonio de Padua Nieto, 9 de marzo de 1888, ff.
94 y 95.
14
El Estandarte, 1905, 1 y ss.

159
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

para hacerse de un negocio propio, el cual habría de poner fin a


su marcha errante: Juan Kaiser permanecería aproximadamente
durante 18 años como único propietario de Al Libro Mayor.
Desde el día primero de julio de 1906 queda establecida,
entre los señores Juan Kaiser y Arnoldo Kaiser, una sociedad
mercantil colectiva, que tiene por objeto continuar los negocios de
la casa establecida hasta la fecha en esta plaza bajo la firma de Juan
Kaiser y con la denominación o muestra de Al Libro Mayor.15
A partir de su éxito comercial en dicho establecimiento,
el primogénito Kaiser llamaría a su hermano menor, Arnoldo,
para compartir con él su negocio, pero sobre todo, pensando
aumentar su buena fortuna. Es decir, esta nueva sociedad fija-
ría su razón social para todos los efectos legales como “Juan
Kaiser y Hermano”; a la cual, cada uno de los socios contri-
buiría para la formación de un fondo social con la cantidad
de 80 mil pesos que introdujo Juan Kaiser y 40 mil pesos su
hermano Arnoldo. Asimismo, a pesar que la dirección, geren-
cia, administración y uso de la firma social la exhibían ambos
hermanos, la casa de comercio de la sociedad quedaría en lo
sucesivo a cargo de Arnoldo Kaiser, pues su hermano Juan
tendría derecho de ausentarse de ella –sin perjuicio del dere-
cho de tomar parte también en su dirección– para ocuparse de
aquellas tareas relativas a la apertura de una sucursal de Al Libro
Mayor en Guadalajara.
Esta nueva sucursal continuaría con las actividades de com-
pra y venta de los objetos de escritorio propios de la matriz potosi-
na. De hecho, se facilitaría un intercambio de mercancías entre una
y otra casa comercial, incluyendo, claro, tarjetas postales: Monterrey,
Zacatecas, San Luis Potosí y la misma Guadalajara formarían parte
de un rico inventario visual del centro-norte del país; imágenes rara-
mente conocidas dentro de su producción local.
“Ratificando como ratifican en todas sus partes el con-
trato de sociedad que bajo la razón de ‘Juan Kaiser y Hermano’
tienen celebrada, prorrogan por otros cinco años más el término
de su duración, quedando en todo su vigor y fuerza obligatoria
las cláusulas de la escritura social de que se ha hecho referencia,
teniéndose la presente como parte integrante y complementaria

Archivo Histórico del Estado de San Luis Potosí, Registro Público de la Propie-
15

dad y el Comercio, Notario Jesús Hernández Soto, 27 de julio de 1906, ff. 8-16.

160
Kaiser. La historia de una familia suiza en San Luis Potosí

Gráfica 1

Juan Elizabet
Kaiser Schawab

Juan Guillermo Fritz Alejandro Arnoldo


Kaiser Kaiser Kaiser Kaiser Kaiser

Juan
Kaiser
Arnoldo
Kaiser

Arnoldo Guillermo
Kaiser Kaiser

de aquella”.16 Formada esta sociedad entre dichos hermanos, su


duración sería de cinco años: desde el día primero de julio del
año citado hasta el 30 de junio de 1911; lo anterior bajo el con-
cepto que un año antes de la fecha límite establecida tendrían la
obligación ambos socios de manifestar mutuamente si deseaban
prolongar el contrato de asociación establecido, como en efecto
lo ratificarían.17

16
Archivo Histórico del Estado de San Luis Potosí, Registro Público de la Pro-
piedad y el Comercio, notario Jesús Hernández Soto, 28 de junio de 1911, ff.
57-59.
17
Asimismo, se acordaba la obligación de cada uno de los socios de hacer un
testamento en la forma legal, en el que harían el nombramiento de albaceas y
herederos. Porque si durante el periodo de dicho contrato ocurriese la muerte
de alguno de los socios, la negociación quedaría por cuenta del socio supervi-
viente, quien pagaría a los herederos del difunto su capital y utilidades; disposi-
ción que años después también tomaría efecto.

161
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

Sin embargo, poco después de celebrar el contrato co-


mercial entre hermanos, el mayor de ellos moriría, por lo que su
esposa e hijo regresarían a Berna. Mientras tanto, Arnoldo y su
familia (también de origen helvecio) continuarían al frente de Al
Libro Mayor, que cerraría sus puertas hasta la primera década del
siglo XXI, aunque sus descendientes directos aún residen en San
Luis Potosí (gráfica 1).

Conclusión: los Modernos (a pesar de todo)

De esta forma, es como las historias se funden, desde y hacia


México. Asimismo es como toma dimensión la empresa –en to-
dos los sentidos– llevada a cabo por estos inmigrantes; es decir,
en parte por compartir experiencias con otros viajeros y porque
el viaje emprendido por Juan Kaiser y hermano se explica y se
resuelve de forma exitosa –el hecho que un francés traspase, aun-
que sea de forma indirecta, el negocio Al Libro Mayor a otro ex-
tranjero, suizo esta vez, resulta sintomático de un fenómeno ma-
yor, el del prurito mexicano por su modernización cosmopolita–.

Referencias

Archivos consultados

Archivo Familia Kaiser


Traducción de cartas de Juan Kaiser escritas en Lima entre el 7
de febrero de 1881 al 8 de marzo de 1882.
Archivo Histórico del Estado de San Luis Potosí.
Registro Público de la Propiedad y el Comercio.

Hemerografía

El Estandarte, 1905.
El Pulso, 1990, 2007.

162
Kaiser. La historia de una familia suiza en San Luis Potosí

Bibliografía

Calvillo, Tomás, “Los 100 y más años de Al Libro Mayor”, Vetas,


vol. I, núm 1, 1999, pp. 4-7.
González Navarro, Moisés, Los extranjeros en México y los mexicanos
en el extranjero, 1821-1970, v. 2, El Colegio de México, Mé-
xico, 1994.
Montejano y Aguiñaga, Rafael et al., Empresas potosinas, Al Libro
Mayor, San Luis Potosí, 1997.
Sepúlveda, Isidro, “Los problemas fronterizos y la expansión
territorial”, en Carlos Malamud et al., Historia de América,
Universitas, Madrid, 2004, pp. 377-392.
Skidmore, Thomas y Smith, Peter, Modern Latin America, Oxford
University Press, New York, 2001.
Womack, John Jr., Zapata y la Revolución mexicana, Siglo Veintiuno,
México, 2008.

Entrevistas

Kaiser, Arnoldo. Entrevista personal. Martes 9 de septiembre


de 2008.
Kaiser, Guillermo. Entrevista personal. Jueves 9 de octubre de
2008.

163
LA HISTORIA
DE LA FAMILIA
DE ADELA VÁZQUEZ
SCHIAFFINO

Bertha Luz Montaño Vázquez1

L a historia de la familia de Adela Vázquez


Schiaffino forma parte de mi familia materna,
originaria de Sayula, Jalisco.  Don José Ignacio
Vázquez Bravo (nacido el 28 de enero de 1799) se casó
con doña Margarita de los Dolores Morett y Vizcaíno
(nacida el 20 de julio de 1804) en Sayula el 14 de mayo
de 1826 y procrearon 16 hijos. En esta ocasión, sólo
haré mención de uno de ellos: don José Julián Váz-
quez Morett, quien se casó con Doña María Manuela
Schiaffino y Ametller. Cabe señalar que estas personas
son los padres de mi abuelo y de una de sus hermanas.
Por ello, este texto aborda, principalmente, a
doña Adela Vázquez Schiaffino –periodista y enfer-
mera durante la Revolución mexicana–, ya que fue
parte del núcleo de mujeres sobresalientes nacidas en
el último tercio del siglo XIX.  


1
Sociedad Colimense de Estudios Históricos. A.C.
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

Antecedentes de la familia

A través de los años, con paciencia y acuciosidad, se van colec-


cionando fotografías, datos de familia y se acumulan sucesos y
circunstancias para el día de mañana legarlos a nuestros descen-
dientes, formando así una nueva historia de larga duración. La
unión tan entrañable que formaron entre sí los Vázquez Schiaffi-
no es lo que ha permitido localizar a muchos de ellos.
Con este último propósito, hago esta breve reseña de los
Vázquez Schiaffino y sus descendientes –aclaro que aún está in-
completa, ya que sólo he logrado reunir hasta el momento 3,100
personajes y 810 familias–.
En el siglo XVIII, la villa de Colima estaba comunicada
con las provincias de Zapotlán, Sayula y Cocula (ahora pertene-
cientes a Jalisco), ya que el comercio y los lazos familiares era cosa
de todos los días entre estos territorios. Fue hasta 1786 cuando
la villa de Colima pasó a la Intendencia de Valladolid, unificando
una dependencia eclesiástica, política y administrativa, aunque
en lo judicial y lo civil siguió dependiendo de Guadalajara por
la facilidad de los caminos. Más tarde, en 1796, Colima fue in-
corporada a la Intendencia de Guadalajara, primero en materia
administrativa y luego en lo religioso.
Es por ello que la familia de Adela es identificada en la
provincia de Colima. Don Miguel Morett, por ejemplo, llegó a
este lugar desde Lima, Perú, y fue fundador del apellido en a re-
gión señalada líneas arriba, ya que se casó con doña María Mén-
dez y llegó a ser alcalde mayor de 1732 a 1734.
Asimismo, en 1743, a Morett lo nombran alcalde mayor
de la provincia de Ávalos y jefe de las milicias de las Costas y
Puertos para vigilar la aparición de barcos holandeses, que llega-
ban por la Mar del Sur. Por tal motivo, se va a vivir a Sayula. En
Zacoalco, cerca de Sayula, nace su único hijo, don José Vicente
Morett y Méndez, quien se casa en terceras nupcias con doña
María Estéfana de Jesús Vizcaíno y García de Alba.2
Desde aquí comienza el tronco del apellido Vázquez, en
donde he localizado datos más remotos. En este tronco se in-
tegran ramas muy importantes, como son los Morett, Vizcaíno,


2
Munguía Cárdenas, Federico, Cuatro personajes ilustres de Sayula, SGEJ, Jalisco,
1999.

166
La historia de la familia de Adela Vázquez Schiaffino

Schiaffino, Brizuela, Vallarta, Villaseñor, Tapia, Olasagarre, Cor-


tina, Corcuera y De la Fuente; es decir, familias tradicionales del
siglo XIX.
Los tatarabuelos de Adela son don Francisco Vázquez y
González Corona y doña María Rita García de Alba y Guzmán,
quienes procrearon a don José María Vázquez y García de Alba.
Este se distinguió en Sayula como administrador de rentas y se
casó con doña Gertrudis Bravo de Oliva y Rivas; de esta unión
nació el abuelo de Adela, don José Ignacio Julián Vázquez y Bra-
vo, en 1799, y contrae matrimonio con su prima doña Margarita
Praxedis de los Dolores Morett y Vizcaíno en 1826.
Gracias al abuelo de Adela fue que he descubierto la his-
toria de mi familia. Éste se dedicó al comercio en su tierra natal
e hizo una gran fortuna.3 Llegó a ser propietario de las hacien-
das de Amatitlán, cercana a Sayula, La Albarrada, Los Pastores y
otras más en Colima; también fue socio de don José Palomar en
varias factorías de Guadalajara. De su peculio edificó la torre de
la Parroquia de Sayula en la segunda mitad del siglo XIX.
Don José Ignacio Julián Vázquez y Bravo,4 abuelo de Ade-
la, tuvo17 hermanos y 9 de ellos contrajeron matrimonio con
familias muy arraigadas de Guadalajara. Por ello, centraré la aten-
ción en tres de ellos: Francisco Pedro, José Julián (padre de Ade-
la) y José Trinidad Vázquez y Morett. El primero se casó con
doña Irenea Gómez y Carrasco (originaria de Tonila, Jalisco); el
segundo con doña María Manuela Schiaffino y Ametller (origi-
naria de Sayula); y el tercero con doña Isabel Abarca y Camberos
( oriunda de Sayula).
Cabe mencionar que Francisco Pedro, tío de Adela, lo
envió su padre a Colima para hacerse cargo de las haciendas y
tierras que él tenía en ese estado.5 El matrimonio de Francisco
Pedro e Irenea procreó cuatro hijos: Margarita, Juana, Antonia
y Francisco Vázquez y Gómez. Estos formarían familias fuer-
temente arraigadas e importantes en Colima: Margarita se casó
con Ponciano I. Cervantes y Ávalos, y Juana con Luis Alcázar y
Gutiérrez.

3
Ibidem, p. 7.
4
Don José Ignacio falleció en Sayula, Jalisco, el 13 de octubre de 1877.
5
Vázquez Bravo, José Ignacio, Revolución del año 1858. Sucesos de Jalisco y en particu-
lar de Sayula. Facsímiles, Tzaulán, Sayula, 1983.

167
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

En el caso de José Trinidad, el otro tío de Adela, éste se


asienta en Guadalajara, procreando tres hijos: Acela, Estefanía y
Raymundo Vázquez Abarca. Acela se casó con Agripino Valdés
Cepeda y Raymundo con Eva Michel Corona.6
El papá de Adela, José Julián, nació en 1844 y su padre lo
inició en el comercio, actividad que por aquella época era de los
pocos medios para salir adelante en aquella quieta y apacible pro-
vincia de Sayula. Llega a la adolescencia y pretendió a una joven
educada en Francia, doña María Manuela Schiaffino y Ametller,
y, al poco tiempo, se casaron (31 de Julio de 1873). Además, fue
director de un semanario que se publicó entre 1869 y 1874 en
Sayula. En 1882, después de un viaje al extranjero, fue presidente
municipal en su ciudad natal y durante su administración llevó a
cabo, con un bello estilo oriental y morisco, la construcción de los
portales Morelos, Mina, Hidalgo y Zaragoza, que tiempo después
conformarían el Parián.7 Cambió su residencia a Guadalajara,
donde trabajó 25 años al servicio del gobierno federal: se empeñó
en estudiar el “Ensayo de los metales”, lo que le mereció llegar
a ser Director de la Casa de Moneda y ensayador de la misma.
En 1911 se trasladó a la ciudad de México, donde perma-
neció durante 11 años; sin embargo, regresó a Guadalajara dos
años antes de fallecer (fecha de defunción: primero de mayo de
1923).8

Tabla 1. Hijos del matrimonio Vázquez y Schiaffino.

Nombre Datos biográficos destacados


Adelaida Célibe. Alto nivel académico. Dominó varios idio-
mas. Alcanzó puestos ejecutivos en diversas univer-
sidades en el extranjero.
María Teresa Profesó en el Monasterio de las Madres Capuchinas.
Luisa Eugenia Tomó estado ciudadano norteamericano.

6
Véase Registro Civil Colima y Guadalajara.
7
En 2013 fue elegido como “Tesoro Artístico del Estado de Jalisco”.
8
Véanse las memorias del Ing. José Fernando Vázquez y Schiaffino.

168
La historia de la familia de Adela Vázquez Schiaffino

José Salvador Ingeniero civil y diplomático. Miembro del


Instituto de Geología. Funcionario en la Secretaría
de Industria y Comercio. Miembro de la XXIV
Legislatura del Congreso de la Unión. Miembro del
Colegio de Minería.
Carlos Julio Ingeniero Metalúrgico. Egresado del Colegio Militar,
con estudios de posgrado en Estados Unidos.
Embajador de México en países centroamericanos.
Enviado extraordinario y Ministro Plenipotenciario
de México en Japón, Suecia, Noruega, Dinamarca
y Alemania.
Mariano Venancio Egresado del Colegio Militar. Teniente coronel de
EMP. Miembro del Estado Mayor del presidente
Francisco I. Madero.
José Fernando Ingeniero Mecánico Electricista. Gerente de la
Compañía Hidroeléctrica Occidental.
Luis Leoncio Alumno del Colegio Militar y de la Escuela Naval.
Teniente de Navío de la Armada Nacional en el
velero Yucatán y en los cañoneros Bravo y Morelos.
Autor de varios libros, entre ellos: Geografía del
Estado de Sinaloa y El Viaje del Morelos.
Pablo Francisco Ingeniero Meteorólogo y Sismólogo. Jefe del
Observatorio en el Cerro del Vigía, Mazatlán.
Sinaloa. Representante ante la Organización
Meteorológica Mundial, con estudios publicados
en varias revistas.
Vicente e Ignacio Fallecieron siendo niños.

La mamá de Adela, doña María Manuela Schiaffino y


Ametller, fue de doña Adela Ametller y Ponce de León y de don
Mariano Schiaffino y Vallarta, acaudalado comerciante tapatío y
dueño de las minas en la región de Hostotipaquillo y de la ha-
cienda de Contla, también en Jalisco. Ellos se casaron en Cádiz
en 1837. Don Mariano, hijo del Coronel Don José Schiaffino y
Fernández Sarmiento –figura importante en la política del estado
de Jalisco–, fue miembro de la Junta Provisional de Gobierno en
1822, siendo vocal de la Diputación Provincial del Gobierno de
Guadalajara. Además, firmó el acta donde Jalisco se erigió como
Estado Libre y Soberano el 16 de junio de 1823.

169
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

Adela Vázquez Schiaffino

Adela nació el 3 de junio de 1874 en Sayula, Jalisco. Fue maestra,


enfermera, insurrecta, poeta y periodista. En 1885 sus padres se
trasladaron de la tranquila vida provinciana a Guadalajara.9 El 30
de julio de 1891, a los 17 años, obtuvo el título de Profesora de
Primer Orden, habiendo pasado los exámenes reglamentarios por
ley en aquella época en la Escuela de Jurisprudencia. Después de
titularse, su vida da un giro radical por motivos personales, ya que
la hacen separarse de su familia. Con el fruto de su trabajo, se hace
cargo de los estudios de cuatro de sus hermanos, terminando sus
carreras profesionales con gran éxito y muchos méritos.
En ese período se inscribe como alumna en la Escuela
Práctica y Gratuita de Enfermeras. Terminó su curso de dos se-
mestres, pasando su examen final el 9 de enero de 1903. De 1902
a 1904 fue buscaba enfermeras suficientemente capacitadas para
que lo asistieran en su consultorio. Hubo conflictos de intereses
entre ambos por las ideas muy claras de Mis Warden sobre la
formación y misión profesional de la enfermería. Muy probable-
mente la vocación profesora y directora una joven enfermera ti-
tulada originaria de Estados Unidos. Miss Warden, era una de las
cuatro enfermeras graduadas en El Paso, Texas. Reclutada por el
Dr. Liceaga, quien sólo y la personalidad de ella, tuvo resonancia
en el carácter de Adela, quien fue una de sus alumnas.
En 1910 apareció como colaboradora en el periódico ca-
pitalino El Diario, con el seudónimo de Cordelia. A principio de
1911 sintió que tenía que dejar la comodidad de su nuevo oficio
para retomar su vocación, por lo que pidió licencia y se fue a
El Paso, Texas, para enlistarse como enfermera voluntaria en el
clandestino hospital insurrecto que dirigía el Dr. Ira Bush, quien
era teniente Coronel del Cuerpo Médico del Ejercito Libertador
de Francisco I. Madero.
En sus inicios, dicho hospital tenía por bandera a la Cruz
Roja, pero muy pronto adoptó el símbolo de la cruz tricolor del
listón que identificaba a los seguidores de Madero (los servicios
médicos y de enfermería del ejército mexicano todavía continúan
utilizando esta cruz tricolor).

9
Douglas, Nance, “Nursing, history Mexico, journalism, revolution”, Revista
IMSS, Centro Médico Siglo XXI.

170
La historia de la familia de Adela Vázquez Schiaffino

Alrededor de 20 enfermeras ofrecían sus servicios al hos-


pital insurrecto: algunas eran mujeres voluntarias con alguna
capacitación impartida por el Dr. Bush y otras eran enfermeras
profesionales, como el caso de Adela.
La vocación y profesionalismo que demostró la enferme-
ra Vázquez Schiaffino fue poco menos que heroica, pues cubría
el turno nocturno hasta las dos de la mañana para estar de re-
greso a las 8 am y asistir a sus pacientes algunas horas más. Era
comprensiva y extendía sus rondas con los indios tarahumaras,
que si bien se habían sumado al Ejército Libertador, se nega-
ban a entrar al hospital y preferían quedarse en las tiendas de
campaña. Era valerosa, por lo que poco le importaba poner en
riesgo su vida al acudir a los campamentos de Pancho Villa y del
capitán Aldana, ubicados alrededor de Ciudad Juárez. Además
de todo esto, se dio tiempo para enviar reportes de la situación
que se vivía en aquellos momentos y es por ello que su historia
puede recuperarse a partir de sus propios escritos publicados en
El Diario.
Haciendo honor a su profesión y principios, no se vuelve a
saber nada de su autoría, quizás por el terrible acontecimiento del
asesinato de Francisco I. Madero. Por tal motivo, Adela no quiso
saber nada más de su país.10
En 1923, habiendo fallecido su padre y dos hermanos, el
7 de julio zarpa de Veracruz en el Barco Monterrey (Biblioteca
Central NYC) con rumbo a Ellis Island.11 Para esa fecha tenía
49 años de edad, por lo que decidió permanecer en Nueva York
como traductora de español, inglés, francés e italiano. Se desem-
peñó prestando servicios en Saint Vicent Hospital y en el Pres-
biterian Hospital.12 Además, destacó en varias universidades. Y
siendo miembro de la Academia de Artes y Ciencias, hizo amis-
tad con Blasco Ibañez. En 1926, regresó a México.
Como secretaria y traductora, acompañó a su hermano
José Salvador en diferentes cargos como diplomático. Éste fue
designado embajador y ministro plenipotenciario en Dinamarca,
Noruega, Japón, Haití, Honduras y Guatemala; y en Brasil, repre-

10
Idem.
11
Pequeño islote en el puerto de Nueva York.
12
Douglas, Nance, “Nursing, history Mexico, journalism, revolution”, Revista
IMSS, Centro Médico Siglo XXI.

171
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

sentó al gobierno de México en la Exposición Internacional por


los festejos del Centenario. Adela continuó con él hasta 1935.13
A partir de 1935 empezó a escribir en algunos diarios de
la capital su artículo titulado “Recuerdos de Viaje” –relaciona-
dos con la experiencia adquirida–. En todos sus escritos utilizó
diferentes seudónimos: Cordelia, Eva, Adalid, Magnolia, María
Teresa Vázquez Schiaffino y otros.
De 1934 a 1947, en la ciudad de México, formó parte del
Círculo de Estudios Literarios y del Ateneo Mexicano de Muje-
res. En 1935 escribió en la revista Actualidades, además escribió las
famosas “Calaveras” a los personajes encumbrados de su época.

Su extensa obra

En abril de 1943 escribió “Paricutin Vulcano this week” para el


Cranbrook Institute Of Science Bloomfield Of Hills de Michi-
gan. Entre 1946 y 1947 escribió en la Revista Ideas de las Mujeres
de México diferentes artículos, entre los que destacan “La avenida
de las Miserias” y “La Mejor Mitad”. Fue escritora, poeta, pin-
tora, escribía música y tocaba el piano. Y del francés se conoce
su traducción de las Celebraciones Litúrgicas. Cabe destacar que le
gustaban los animales.
Así, rescaté cinco de sus trabajos firmados por ella: “El
Pueblo Japonés”, “Don Lorenzo de Zavala”, “Breve reseña de
las Características Generales de las Razas Aborígenes de Méxi-
co”, “Estudio sobre la Literatura Inglesa” e “Influencia de la Oda
de Horacio en la Literatura”. En 1950 publicó su libro de poe-
mas: Invita Minerva a Pesar de Minerva.
Su obra fue muy extensa, pero se desconoce la mayor par-
te de ella. Nunca se le dio el reconocimiento merecido. Era her-
mana de mi abuelo y falleció en la ciudad de Guadalajara, Jalisco,
el 16 de noviembre de 1957.

Véanse los apuntes de José Salvador Vázquez Schiaffino.


13

172
La historia de la familia de Adela Vázquez Schiaffino

Referencias

Archivos

Archivo General de la Nación.


Archivo General del Estado de Colima.
Archivo Histórico de la Secretaría de la Defensa.
Archivo Histórico de la Secretaría de Marina.
Archivo Histórico de la Universidad Nacional Autónoma
de México.
Museo Nacional de Arte.
Museo Nacional del Telégrafo.
Museo del Ejército Mexicano.
Museo de la Secretaría de Guerra y Marina.
Archivos Parroquiales de Autlán.
Archivos Parroquiales de Guadalajara.
Archivos Parroquiales de Hostotipaquillo.
Archivos Parroquiales de Sayula.
Archivo de Colima.
Archivo de Guadalajara.
Archivo de Sayula.

Bibliografía

Ahumada González, Abelardo, El ataque de los Pichilingues al puer-


to de Salagua, Sericolor, Colima, 2007.
Castaños y Cañedo, Francisco Javier, Los Tapia de Tepic. Imprenta
Unión, México, 1960.
Levy Vázquez, José, Hoy en la Historia, SCEH, Colima, s.a.
López Portillo y Láncaster, Jones Rodrigo, Familias de tradición,
s.e., México, s.a.
Munguía Cárdenas, Federico, Cuatro Personajes Ilustres de Sayula,
SGEJ, Jalisco, 1999.
Douglas, Nance, “Nursing, history Mexico, journalism, revolu-
tion”, Revista IMSS, Centro Médico Siglo XXI.
Richmond, W. Douglas, La lucha nacionalista de Venustiano Carranza
1893-1920, s.e., México, 1986.
Romero de Solís, José Miguel, Andariegos y pobladores. Nueva Espa-
ña y Nueva Galicia, Siglo XVI, COLMICH, México, 2001.

173
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

Terriquez Sámano, Ernesto, Relación sumaria de Lebrón de Quiñonez,


Secretaría de Cultura, Colima, 2006.
Vázquez Bravo, José Ignacio, Revolución del año 1858. Sucesos de Ja-
lisco y en particular de Sayula. Facsímiles, Tzaulán, Sayula, 1983.
Vázquez Schiaffino, José Salvador, [Sin título], ser, México, 1922.
(Expediente 18-5-72, III, p. 127).

Fuentes orales

Familiares y Amigos. (Entrevistas, aportaciones, mucha infor-


mación, y fotografías)
Gómez Gallardo y Latapí Juan. (Familia Cortina)
Miranda Montaño Héctor Aliosha (Fotografías y escaneo)
Peña y Pérez Plazola Alfredo (Sociedad Hispana de Investiga-
ción Histórica y Ancestral) González Corona, García de
Alba.
Vázquez y Schiaffino Ing. José Fernando. (Memorias).

174
DE LAS MINAS
A LA COSTA:
BREVE HISTORIA
DE LOS GRADILLA

Rodolfo Medina Gutiérrez1

E l día 5 de abril del año de 1605, el capitán Je-


rónimo Pérez de Arciniega “el mozo”, des-
cubrió una veta de plata en las cercanías del
serrano pueblo prehispánico de Ostotipac,2 epicentro
de la belicosa tribu de indios tecoxines que tanto había
asolado a la ciudad de Compostela durante la década
de 1530. A raíz de que este hallazgo se dio en el últi-
mo domingo de semana santa, se impuso el nombre
de Real de Resurrección de Ostotipac al nuevo pueblo
que se fundó junto a los prometedores yacimientos ar-
gentíferos.3
Al mismo tiempo, aparecieron el real de Los Re-
yes, el real de Santiago y el real de San Sebastián que,
en conjunto a una serie de rancherías y haciendas de
1
Universidad Autónoma de Nayarit.
2
Así se menciona la relación de méritos del Dr. Diego Velázquez
de Valencia, sobrino de Jerónimo Pérez de Arciniega, escrita en el
año de 1639. Archivo General de Indias, Indiferente 192, N. 248,
foja 1 rev.
3
Ortiz Minique, Yvette, Plan de el curato del Real de San Sebastián 1818:
Remigio Sánchez Porres, Particular, México, 2005, p. 12.
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

beneficio, constituían la alcaldía mayor de Ostotipac. El real de


Resurrección fungió durante los primeros años como cabecera
de la jurisdicción, siendo sus fundadores personas procedentes de
Compostela, real de Guachinango y otras poblaciones de la
alcaldía de Purificación y la provincia de Ávalos. Entre los pri-
meros habitantes criollos de San Sebastián y Ostotipac se cuenta
a las familias Ramos Ximenez, Bernal, Aguirre, Dávalos, García
y Rodríguez Ponce.
Domingo Lázaro de Arregui visitó la jurisdicción de Os-
totipac en un momento de bonanza, ya que reportó la existencia
de 10 haciendas para moler el metal, las cuales producían 150 mil
pesos de plata anuales.4 El real de Resurrección era para aquellos
momentos el más importante del sur de la Nueva Galicia y se dis-
tinguía por estar al pie de un gran cerro desde donde se avistaba
la costa neogallega, desde Cabo Corrientes hasta las Islas Marías.
Precisamente, en los años posteriores al reporte de Arre-
gui, arribó a la región un comerciante llamado Eugenio de la
Gradilla, que tenía profundas raíces en el castellano pueblo de
Gredilla de la Polera, ubicado en medio de la serranía adyacente
a la histórica ciudad de Burgos.
Don Eugenio pronto se involucró en el negocio minero,
ya que al poco tiempo de su estancia en el real de Resurrección
se casó con Francisca Ramos Ximénez y Rodríguez Conde, hija
del minero más prominente de aquel lugar5 (hasta el momento
sólo hemos detectado a tres hijos de esta pareja, los cuales lleva-
ron por nombre María, Francisca y Eugenio). Curiosamente, las
mujeres están registradas con el apellido Duarte de la Gradilla
y Ramos Ximénez. Al igual que su padre y abuelo, el segundo
Eugenio de la Gradilla se dedicó a la minería, actividad que com-
binaba con la agricultura y la arriería.
Estas actividades no eran ajenas a la explotación minera,
ya que la orografía de Ostotipac no era benigno para las activida-
des agropecuarias. Para sobrevivir, los integrantes de las familias
mineras debían de tener un equipo de arrieros que llevara o tra-
jera productos desde los aislados reales hasta Guadalajara, Com-

4
Arregui, Domingo Lázaro de, Descripción de la Nueva Galicia, Gobierno de Jalis-
co, México, 1980, p. 133.
5
De esta familia descendía directamente el Lic. Francisco Primo de Verdad y
Ramos, considerado uno de los precursores de la independencia nacional mexi-
cana.

176
De las minas a la costa

postela o Colima. De igual manera, se adquirían propiedades en


la parte baja de las alcaldías cercanas para criar ganado o sembrar
trigo y maíz que alimentarían al resto de los familiares encarga-
dos de administrar las minas o beneficiar el metal.
Todo parece indicar que Eugenio de la Gradilla Ramos Xi-
ménez fue un proveedor de productos básicos para las minas de
sus parientes en San Sebastián, pueblo que para la segunda mitad
del siglo XVII había ganado mayor importancia que el de Resu-
rrección. Sabemos, inclusive, que gran parte de su vida estuvo
avecinado en la alcaldía de Guachinango, donde contrajo nupcias
con Juana Sebastiana Pérez de Alencastre y Beltrán Dorantes,
descendiente de conquistadores.
Juana Sebastiana era propietaria de la desaparecida hacien-
da agrícola de San Juan Patolpa, ubicada al sur del pueblo de
Atenguillo. Esta propiedad había pertenecido a los Bracamonte
y a los de Híjar.6 Los archivos parroquiales de la parroquia de
Atenguillo Jalisco señalan claramente que los hijos de don Eu-
genio nacieron en esta finca, siendo bautizados en una capilla
privada adyacente a la casa grande. El 20 de enero de 1691 llegó
al mundo Eugenio de la Gradilla y Pérez de Alencastre, quien
desde muy joven se mudó a San Sebastián para laborar como
azoguero en la hacienda de un pariente suyo.
Para ese momento, el real de Resurrección estaba abando-
nado, y con el tiempo la gente comenzó a conocer este histórico
sitio como Real Alto. Todos los días, Eugenio recorría los 6 km
que separaban San Sebastián de la hacienda nombrada La Estan-
cia –hoy Estancia de Landeros, municipio jalisciense de San Se-
bastián del Oeste–, en la cual supervisaba y preparaba la mezcla
de sal, azogue y agua que arrancaba la preciada plata de la roca
corriente. Después de unos cuantos años de trabajo, el tercer Eu-
genio de la Gradilla se casó con su prima doña Antonia de Agui-
rre y Camacho, emparentada con la familia Dávalos Bracamonte,
de la cual descendía el Conde de Miravalle.7
Del matrimonio de la Gradilla y Aguirre nacieron Onofre
(1721), Petronila de los Dolores (1723), María de las Nievas y de
6
Topete Chávez, María Eva, Atenguillo, Instituto Jalisciense de Antropología e
Historia, Guadalajara, 2001, pp. 166-168.
7
Este vínculo está señalado en Garritz, Amaya, Guía del Archivo Moctezuma-Mira-
valle, UNAM, México, pp. 78-79. De igual manera, en el archivo de San Sebas-
tián están las actas de bautizo y matrimonio correspondientes.

177
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

Jesús (1726), Juan Manuel (1728), Tomasa Sebastiana (1735), Ni-


colás Victoriano (1738), Bárbara Antonia Escolástica y otro niño
fallecido al poco tiempo de nacer.
A pesar de su relación consanguínea con importantes fa-
milias de Guadalajara, Compostela y San Sebastián, los Gradilla
siempre se distinguieron por ser un grupo poco inmiscuido en
la política local. Tampoco tienen un gran lucimiento en la parti-
cipación religiosa aunque su posición económica era alta, ya que
había otros grupos más acaudalados, como los Ulibarri o los Ro-
bles. En otras palabras, los Gradilla constituían lo que coloquial-
mente se nombra como “parientes segundones”, por el simple
hecho de que su papel en el desarrollo histórico de estos lugares
es más bien humilde.
Sin embargo, el tercer Eugenio sí se distinguió como un
buen hombre de negocios. Su hermano Salvador era un arriero
que recorría los vecinos pueblos de Amatlán de Cañas y Ahu-
catlán –estado de Nayarit– para surtir de trigo, maíz y otros pro-
ductos básicos a los mineros de San Sebastián. También visitaba
la antigua ciudad de Compostela, donde adquiría sebo, cueros,
aceite de coco, azúcar, entre otras cosas.
También visitaba las haciendas y los contados pueblitos
ubicados en el Valle de Banderas y la Costa de Chila, donde
igualmente se realizaban transacciones comerciales. Salvador de
la Gradilla se interesaba especialmente en visitar los almacenes
reales de la sal, ubicados en Ixtapa de la Concepción, Chila, Xalt-
emba y San Nicolás Ixtapa –este último estaba en las cercanías de
Puerto Vallarta, Jalisco–, ya que este producto era indispensable
tanto para conservar los alimentos como para beneficiar la plata
en los molinos de patio.
La función de Salvador no era sencilla, ya que el trayecto
entre San Sebastián y los lugares citados podía alargarse hasta
una semana,8 tiempo en el cual el arriero estaba a la merced del
temporal, los asaltantes, los jaguares, los insectos ponzoñosos
y otros peligros que caracterizaban antiguamente los calurosos
caminos de herradura. Resaltamos la relación comercial que Sal-
vador de la Gradilla llevó a cabo –seguramente relacionada con
las actividades mineras de don Eugenio–, porque de esta manera

Calvo, Thomas, Por los caminos de Nueva Galicia, Universidad de Guadalajara-


8

CEMCA, México, p. 116.

178
De las minas a la costa

se formaron redes y vínculos entre los ganaderos y autoridades


de Compostela y la vecina costa de Bahía de Banderas, situación
que será muy determinante en las siguientes generaciones de la
familia Gradilla.
Eugenio de la Gradilla falleció repentinamente el día 13
de junio de 1745 en San Sebastián, sitio donde sus hijos vivieron.
Curiosamente, sus descendientes terminaron recortando el ape-
llido, escribiéndolo simplemente como Gradilla. Nicolás Gradilla
Aguirre fue el penúltimo de los hijos de don Eugenio, y a dife-
rencia que sus antecesores, mostró poco interés por la minería.
Don Nicolás comenzó a invertir su capital en la adquisición de
tierras, siendo dueño de un rancho llamado Potrero de Abajo,
ubicado en las cercanías de San Sebastián.9
De igual manera, en 1777, don Nicolás Gradilla adquirió
una tira de tierra realenga adyacente al rancho de Jalisquillo, ubi-
cado en el Valle de Banderas –hoy estado de Nayarit–.10 En ese
sitio llevó a cabo actividades agropecuarias de temporal, aunque
nunca dejó de vivir en el real y minas de San Sebastián.
En 1767, Nicolás Gradilla había contraído matrimonio
con la adolescente Josefa de Robles y Ortiz Palomera, nacida en
Santiago de Talpa –hoy Talpa de Allende, Jalisco–, pero avecina-
da desde tierna edad en San Sebastián. Juntos procrearon a Nico-
lasa (1771), Nicolás Esteban (1773), Antonio Estanislao (1786),
María Francisca (1789) y José Manuel Cleto (1791).
Nicolás Esteban Gradilla Robles, con toda seguridad,
acompañaba a su padre a las labores del Valle de Banderas, y muy
pronto se avecinó definitivamente en la región. El exuberante
territorio costero sufrió muchos cambios a la largo de la domina-
ción española. A finales del siglo XVII, las epidemias y el ataque
de piratas había diezmado a la población autóctona e, incluso,
desparecieron la mayoría de los pueblos que todavía llegó a co-
nocer Arregui. Con ello, los habitantes de Compostela pudieron
adquirir enormes propiedades en la costa, donde al principio se
instalaron huertas de cacao, luego ranchos agrícolas y, posterior-
mente, estancias ganaderas.


9
Pulido Sendis, Gabirel, El Real y Minas de San Sebastián: documentos y apuntes, Par-
ticular, 1989, Nayarit, p. 42.
10
Meyer, Jean, Nuevas mutaciones: el siglo XVIII, UAN, Nayarit, pp. 103-104.

179
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

Aun así y a pesar de que este territorio contiene incalcu-


lables recursos naturales, el territorio seguía prácticamente aban-
donado a raíz de que el clima tropical y los insectos incomodaban
mucho a los orgullosos compostelanos. Solamente Santiago Ti-
michoque –después nombrado Valle de Banderas–11 se mantuvo
más o menos estable a lo largo del virreinato. Al principio, este
lugar era un pueblo de indios, pero ya para el siglo XVIII algunas
familias de españoles y de mulatos se contaban entre los pobla-
dores del valle.
Sin embargo, para el siglo XIX la gente de Compostela
comenzó a deshacerse de sus ancestrales propiedades costeras,
vendiéndolas principalmente a gente de Guadalajara, Mascota,
Ameca y San Sebastián. Este proceso comenzó a presentarse
desde el siglo XVIII, siendo el caso de la hacienda de Ixtapa
uno de los que atañen al tema de los Gradilla.
Hasta el año de 1763, la hacienda de San Nicolás de Ix-
tapa había pertenecido al ilustre bachiller Joseph Antonio de la
Peña y Tovar, fallecido en Compostela. Este sacerdote dividió su
patrimonio con miras a mantener a sus parientes más cercanos,
fundar un colegio de jesuitas en Compostela y destinar fondos
para la ejecución de misas en beneficio de su alma.
Las últimas dos disposiciones mencionadas no se cumplie-
ron, pero sus descendientes sí dividieron la hacienda, vendien-
do los potreros que se encontraban al norte del río Ameca, los
cuales a su vez fueron rematados por el cura de San Sebastián al
señor Manuel González de Villalás y a Esteban Gradilla, quienes
por cierto eran primos.12
Por supuesto, esto generó división entre la familia de la
Peña, quienes entablaron un pleito entre Gradilla y Villalás, los
cuales llegaron a un arreglo benéfico para ambas partes, aunque
el resentimiento duró para siempre. Villalás se quedó con la ha-
cienda de San Juan Papachula, mientras que Esteban Gradilla
fundó la de San Juan de Abajo, que abarcó el territorio que en el
pasado perteneció a un pueblo llamado Atotonilco.13
11
Gómez Encarnación, Eduardo, Al trochi mochi: el habla cotidiana en los pueblos del
Valle de Banderas hasta 1960, CECAN, Nayarit, p. 110.
12
Carta escrita por Agustín de la Peña al Obispo de Guadalajara fechada en 1816,
en la cual se queja contra Gradilla y Villalás. El documento está resguardado en
el Archivo de Compostela.
13
Idem.

180
De las minas a la costa

Presumiblemente, este proceso se llevó a cabo durante el


año de 1808, pero existen documentos que muestran el pleito en-
tre los de la Peña y los oriundos de San Sebastián hasta el año de
1816. Independientemente de ello, Gradilla prosperó y se volvió
uno de los principales vecinos de Compostela. A pesar de que no
vivía en la antigua capital de Nueva Galicia, sí tenía una fuerte re-
lación comercial con los principales mercaderes compostelanos,
a quienes surtía de productos de la costa.
Se casó en primeras nupcias con doña Leonarda Flores
Ulloa, perteneciente a una rica familia de Compostela y propie-
taria de la hacienda de Ixtapa de la Concepción –hoy estado de
Nayarit–. A diferencia de muchos de sus antepasados, Esteban
Gradilla sí ostentó cargos políticos importantes, siendo nombra-
do Teniente de Justicia del Valle de Banderas por la gracia del
mariscal José de la Cruz, intendente de Guadalajara.14
Desafortunadamente, su esposa y sus primeros hijos falle-
cieron por causas desconocidas entre los años de 1822 y 1823.
Al poco tiempo de enviudar, contrajo nupcias con doña María
Guadalupe de la Peña y de Haro, con quien procreó a Ignacio
Félix (1825) y Mariquita (1835) Gradilla de la Peña.
Un tal Manuel Gradilla figura como uno de los principales
vecinos del Valle de Banderas en la década de 1850 e, incluso,
se cuenta como uno de los promotores de la construcción de la
iglesia que actualmente brinda servicio a los feligreses de dicho
pueblo.15 Es muy probable que este Manuel también sea hijo de
don Esteban, aunque lamentablemente no podemos compro-
barlo porque el archivo parroquial del Valle de Banderas sólo
conserva los documentos del siglo XX en adelante. Ignacio Gra-
dilla de la Peña heredó la hacienda de San Juan de Abajo, donde
tenía una huerta de árboles frutales, sementeras de frijol y maíz y
un pequeño hato ganadero.
Su casa estaba ubicada en el Valle de Banderas, a tan sólo
20 km de la hacienda. El trato con parientes y socios en Com-
postela era constante, por lo cual no es de extrañar que en abril
de 1859, se casara con su prima hermana doña Gabriela Ge-
14
Así se hace llamar en un acta enviada al religioso Agustín de la Peña, quien
había solicitado una descripción de la condición de las tierras que antiguamente
pertenecían a Ixtapa en la zona del Valle de Banderas. El documento fechado
en 1816 está resguardado en el Archivo de Compostela.
15
Pulido Sendis, op. cit., p. 127.

181
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

rardo de la Peña. Ésta descendía del capitán genovés Jácome


Gerardo, quien hacia el año de 1685 había llegado a Compostela
para combatir a los pilichingues que habían desembarcado en el
Valle de Banderas.16
La pareja se fue a vivir al Valle de Banderas, donde procrea-
ron a Juan Francisco de Jesús (1860) y María Pomposa. Lamenta-
blemente, don Ignacio murió muy joven, siendo su viuda la he-
redera universal. Aparentemente, fue incapaz de administrar la
hacienda, por lo cual se fue a vivir a Compostela, desde donde
procedió a dividir la hacienda en cuatro grandes predios, los cua-
les fueron adquiridos en el año de 1885 por los señores Isabel
Arreola, Cosme Alcantar, Carlos Robles y Mariana de la Peña en
2 mil pesos. A cada comprador le tocaron 1,000 hectáreas.17
Los Gradilla Gerardo se instalaron definitivamente en
una céntrica casa ubicada por la calle Zaragoza, a escasos 30 me-
tros de la plaza principal. En este lugar, Juan Francisco Gradilla
Gerardo instaló una tienda de abarrotes, misma que con el tiem-
po se convirtió en el comercio más importante de Compostela.
La clave de su éxito fue la variedad y calidad de productos que
ponía a la venta, ya que además de recurrir a los tradicionales
productos locales, se esforzó por viajar a Guadalajara para traer
mercancía exótica que mucho impactó en la sociedad compos-
telana de principios del siglo XX.
Una calle atrás de la casa del hogar de doña Gabriela, esta-
ba la casa de la familia Ibarría, quienes curiosamente descendían
de don Diego de Ulibarri Guevara, uno de los mineros más exi-
tosos del real y minas de San Sebastián en el siglo XVII. Los Uli-
barri se habían establecido en Tepic, de donde se distribuyeron
a los municipios de Xalisco, Compostela y San Pedro Lagunillas,
donde transformaron su apellido en Ibarría.18
Juan Francisco se casó en Compostela con Porfiria Ibarría
Meza el 9 de febrero de 1886. Con ella, procreó a Ignacio (1888),
Carlos (1892), Eliseo (1894), Antonio (1897) y Gabriel (1898).
Desafortunadamente, el 15 de septiembre de 1906 Porfiria Iba-
16
Noticias varias de la Nueva Galicia, Intendencia de Guadalajara, Tip. de Banda, Gua-
dalajara, 1878, p. 388.
17
Paniagua Salazar, Héctor, San Juan de Abajo a 201 años de su fundación, Ayunta-
miento de Bahía de Banderas, Nayarit, 2005, p. 2.
18
Así lo demuestran numerosas actas parroquiales de Compostela, donde varios
individuos aparecen algunas veces como Ulibarri y otras como Ibarría.

182
De las minas a la costa

rría falleció mientras daba a luz a una niña que se llamó María
Guadalupe, que tampoco logró sobrevivir.
Don Juan Francisco Gradilla solamente duró viudo dos
años, ya que contrajo matrimonio con doña Merced Muñoz La-
rios, originaria de San José del Conde. De esta unión nacieron
Manuel (1909), Juan Francisco (1911), María de Jesús (1912) y
Esteban (1914). Sin embargo, en el año de 1908, el patriarca de
los Gradilla compostelanos tuvo un hijo natural que se llamó
Miguel Gradilla Ulloa, quien en su tiempo fundó en el pueblo
de Las Varas la tienda comercial más grande de la costa de Com-
postela.19
Juan Francisco Gradilla Gerardo falleció en su domicilio
particular el día 2 de marzo de 1936, legando una cuantiosa
fortuna que fue repartida de manera desigual entre los nume-
rosos hermanos Gradilla. Ignacio, Eliseo y Miguel siguieron
la vocación comercial de su señor padre, mientras que el resto
buscó fortuna en la ganadería. Los más acaudalados en sus
respectivas actividades fueron Ignacio y Manuel. El primero
fue el heredero principal de Juan Francisco Gradilla, y además
de mantener y expandir la famosa tienda, invirtió exitosamente
en bienes raíces.
Por otro lado, Manuel Gradilla Muñoz llegó a ser uno de
los principales ganaderos del municipio, ya que su familia ma-
terna tenía una cantidad importante de reses en los potreros ad-
yacentes al pueblo de Zapotán. Gracias al respaldo de su primo
Gilberto Flores Muñoz –ex gobernador de Nayarit y presiden-
ciable en la elección de 1958–, logró ser presidente municipal de
Compostela de 1961-1963 y diputado local de la XIV Legislatura
de Nayarit.
También Don Eliseo Gradilla Ibarría en 1930 y el doctor
Juan Gradilla Vidriales –hijo de don Ignacio Gradilla Ibarría– en
1955 lograron ser presidentes municipales de Compostela.20 To-
davía en nuestros días, esta familia sigue teniendo protagonismo
en la cuestión política, religiosa y empresarial de los municipios
de Compostela y Puerto Vallarta.

19
Martínez Osuna, Alejandro, Las Varas, casos y sucesos, edición particular, Nayarit,
p. 83.
20
Gutiérrez Contreras, Salvador. Historia de Compostela Nayarit, Compostela,
Edición particular, pp. 402-403.

183
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

Los Gradilla de Compostela prosperaron de tal manera


que hoy en día se cuentan por cientos los descendientes de Juan
Francisco Gradilla Gerardo, mismos que están distribuidos en
los estados de Sonora, Sinaloa, Nayarit, Jalisco y la ciudad de Mé-
xico. Indudablemente, el contexto, las relaciones personales y los
procesos históricos que encierra tras de sí la emigración de esta
familia, desde las minas de San Sebastián del Oeste hasta la Cos-
ta de Nayarit, nos brinda herramientas y nuevos elementos para
seguir explorando el pasado de esta interesante región, la cual no
está de más decir, constituye un eslabón importante para el futu-
ro desarrollo socio-económico del occidente de México.

Referencias

Archivos

Archivo General de Indias, Sevilla.


Archivo Parroquial de Atenguillo, Jalisco.
Archivo Parroquial de Compostela, Nayarit.
Archivo Parroquial de San Sebastián del Oeste, Jalisco.

Biblografìa

Arregui, Domingo Lázaro de, Descripción de la Nueva Galicia, Go-


bierno de Jalisco, Guadalajara, 1980.
Calvo, Thomas, Por los caminos de Nueva Galicia, Universidad de
Guadalajara-CEMCA, México, 1997.
Garritz, Amaya, Guía del Archivo Moctezuma-Miravalle, UNAM,
México, 1993.
Gómez Encarnación, Eduardo, Al trochi mochi: el habla cotidia-
na en los pueblos del Valle de Banderas hasta 1960, CE-
CAN, Nayarit, 2007.
Gutiérrez Contreras, Salvador, Historia de Compostela, Nayarit,
edición particular, Nayarit, 2003.
Martínez Osuna, Alejandro, Las Varas: casos y sucesos, edición par-
ticular, Nayarit, 2004.
Meyer, Jean, Nuevas mutaciones: el siglo XVIII, UAN, Nayarit, 2008.
Noticias varias de la Nueva Galicia, Intendencia de Guadalajara, Tip. de
Banda, Guadalajara, 1878.

184
De las minas a la costa

Ortiz Minique, Yvette, Plan de el curato del Real de San Sebastián


1818: Remigio Sánchez Porres, Particular, México, 2005.
Paniagua Salazar, Héctor, San Juan de Abajo a 201 años de su funda-
ción, Ayuntamiento de Bahía de Banderas, Nayarit, 2005.
Pulido Sendis, Gabriel, El Real y Minas de San Sebastián: documentos
y apuntes, Particular, Nayarit, 1989.
Topete Chávez, María Eva, Atenguillo, Instituto Jalisciense de An-
tropología e Historia, Guadalajara, 2001.

185
LOS GONZÁLEZ DE
HERMOSILLO
DEL SIGLO XVI:
DESDE GUADALCANAL
HASTA MÉXICO,
JALOSTOTITLÁN,
AGUASCALIENTES,
GUADIANA Y PÁNUCO

Thomas Hillerkuss1

U na de las familias más emblemáticas de los Al-


tos de Jalisco y de otras partes del virreinato
novohispano de los siglos XVI y XVII, tuvo
sus orígenes en el sur de España, en la villa de Guadal-
canal, provincia de Sevilla, que fue uno de los pocos
centros mineros de relevancia en la Península Ibérica.
El descubrimiento de América, las crisis económicas
regionales y otras circunstancias, durante la primera
mitad del siglo XVI, produjeron varias oleadas de mi-
gración a la Nueva España, donde muchos que eran
originarios de Guadalcanal se insertaron exitosamente
en la sociedad naciente. Ellos fueron comerciantes, ca-
rreteros, agricultores y criadores de ganados mayores,
primero, en la ciudad de México y sus inmediaciones.
La familia González de Hermosillo, por su parte, de-
cidió avanzar más y asentarse en los Altos de Jalisco
y Aguascalientes, pero también en la norteña región
del valle de Guadiana y la provincia de Pánuco, en el
norte del actual estado de Veracruz. Seguir las pistas


1
Universidad Autónoma de Zacatecas.
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

de tres de sus ramas e identificarlas mediante la presentación de


árboles genealógicos, van a ser los dos temas principales de esta
investigación.
Entre los genealogistas es común relacionar a la familia
González de Hermosillo con Juan de Hermosillo, natural de la
villa de Hermosilla, Burgos. Éste todavía se casó en España con
Catalina Ramírez, y en la península tuvieron a Juan Ramírez (fi-
gura 1). Juan de Hermosillo recibió su licencia para pasar a Indias
el 26 de julio de 1515.

Juan de Hermosillo

Pedro Tomás
Fernández González
de Hermosilla

Alonso de Catalina
Hermosillo (= Alonso González,
de Hermosilla), * villa * villa de
de Hermosilla, Hermosilla,
Burgos Burgos

Joan de Catalina
Juan de Hermosillo, Burgos, Ramírez
conquistador, * villa de conquistador
Hermosilla, Burgos, ~
1495, † ~ 1545
OO España

Juan Ramírez, doña


* España, Isabel de
antes de 1516 Escobar

Cristóbal Juan Francisco


Ramírez Ramírez de Pérez de
Escobar Vargas

Figura 1. Juan de Hermosillo

Después de haber estado en Cuba en 1518, pasó a México


con Cortés. Como capitán a guerra fue conquistador de Teno-

188
Los González de Hermosillo del siglo XVI

Simbología

hombre
mujer
* nacimiento
† muerte
~ poco más o menos
OO matrimonio

chtitlan y de la Nueva España. En 1531 estaba asentado en la


Ciudad de México. Un año después, su hijo, Juan Ramírez, se
trasladó como poblador a la Nueva España, donde éste contrajo
matrimonio con doña Isabel de Escobar, hija natural de Joan de
Burgos, otro conquistador del imperio azteca y hombre acau-
dalado; tuvieron tres hijos: Cristóbal Ramírez, Juan Ramírez de
Escobar y una mujer que contrajo matrimonio con Francisco
Pérez de Vargas. Todo indica que Juan de Hermosillo, el viejo
conquistador, falleció a mediados de la década de 1540.2
El problema empieza con el supuesto de que Juan de Her-
mosillo tuvo otro hijo con una mujer llamada Catalina García de
Hermosilla, nacida cerca de 1521 (debía ser en la Nueva España,
porque Juan se hallaba a partir de 1519 en México, sin regresar
jamás a Europa), lo que le hubiera dado el estatus de hija natural,
porque la mujer de Hermosillo nunca estuvo en América. Y esta
Catalina se casó con Diego Gavilán (figura 2), “de quienes proce-
de toda la sucesión que conservó el apellido Hermosillo”, como
explica Mariano González Leal.3
No obstante, González Leal, para esta hipotética hija, en
ningún momento proporciona una fuente documental o biblio-
2
Archivo General de Indias, Sevilla, España (en adelante, AGI), Contratación
5536, Libro 1, f. 406. Dorantes de Carranza, Baltasar, Sumaria relación de las cosas
de la conquista de la Nueva España con noticia individual de los descendientes legítimos
de los conquistadores y primeros pobladores españoles, Imprenta del Museo Nacional,
México, 1902, pp. 210-211 y 299. Grunberg, Bernard, L’univers des conquistadores.
Les hommes et leur conquête dans le Mexique du XVIe siècle, Éditions L’Harmattan,
París, 1993, pp. 170 y 393. Palomino y Cañedo, Jorge, Los protocolos de Rodri-
go Hernández Cordero, 1585-1591. Escribano público de Guadalajara, Ediciones del
Banco Industrial de Jalisco, Guadalajara, 1972, p. 227.
3
González Leal, Mariano, Retoños de España en la Nueva Galicia. Tomo IV, Vol. 2.
Diccionario genealógico de las familias alteñas (González de Rubalcava-Guillén), Gobier-
no de Jalisco, Guadalajara, 2011, p. 206.

189
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

Diego Gavilán y Catalina García de Hermosilla

Diego Gavilán, Catalina García


* Guadalcanal, de Hermosilla, *
† Nueva ¿Guadalcanal?,
España † Nueva España
OO España

Cristóbal Pedro Sainz doña Catalina Gracián doña Catalina Ana Martín doña Isabel Pedro de Bernardina doña Gonzalo,
de Bonilla de Mañosca, López Morillo, de de Hermosilla (= Alonso de García de Ortega y de Catalina de bautizado
Bastida, * * Marquina, * Belalcázar Barzola doña Ana de Hermosillo Hermosilla, Valencia, * Castañeda Hermosilla México,
Guadalcanal, secretario Hermosilla), * * España, Guadalcanal 18-07-1586
† después del Santo España, antes de antes de
de 1614 Oficio 1584, † después 1584
de 1614
1° OO/1° OO OO México, 05-03-1585 1° OO/1° OO

sin Catalina,
descendencia bautizada
1° OO/2° OO México, 18-06-1589 México, 2° OO/1° OO 1591
30-11-1586

capt. don doña María Sainz don Mariana Bonilla sor Águeda de sor Antonia de Gonzalo, Ana, Juan, sor Juana sor Catalina Gaspar doña Juan doña Ana María de Ortega
Nicolás de Mañosca, * Antonio Bastida de la Encarnación, Jesús, * 1604 bautizado bautizado de la de San González Antonia Esteban de Ortega y y Hermosillo,
de Bonilla México Urrutia y Hermosillo (= doña bautizada bautizada México, México, Purificación, Cristóbal, * de Gaucín Hermosillo bautizada
y Bastida, Vergara María de Bonilla y México México, 15-01- 19-12- * 1589-1599, antes de Hermosillo México,
* México Bastida), bautizada 31-03-1597, 24-03-1600, 1605 1605 conv. de 1594, conv. 08-11-1595
México, 03-10-1591 conv. de Regina conv. de Regina Regina Coeli, de Regina
Coeli, México Coeli, México México Coeli, México
00 Guadiana, después de 1621 00 Guadiana, después de 1621

descendencia descendencia

Figura 2. Diego Gavilán y Catalina García de Hermosilla

190
Los González de Hermosillo del siglo XVI

gráfica. Ésta tampoco existe, porque Catalina y Diego vivieron


en México más de 60 años después, es decir, ellos eran de una
época completamente diferente.
Diego Gavilán había nacido en Guadalcanal y quizá tam-
bién su mujer, porque los apellidos de ella eran comunes en esta
villa y sus alrededores. En Aranjuez, el 24 de abril de 1584, me-
diante Real Cédula, recibieron su pase para viajar a la Nueva Es-
paña, licencia que asimismo era válida para sus hijas, un sobrino y
dos mujeres de servicio.4 Las hijas fueron: doña Catalina Ana de
Hermosilla, la cual celebró primeras nupcias con Gracián Barzo-
la, enlace que quedó sin hijos; y por segunda vez, el 18 de junio
de 1589, con Cristóbal de Bonilla Bastida:5 de este matrimonio
nacieron al menos nueve hijos: cuatro mujeres fueron monjas del
convento de Regina Coeli en México; el hijo varón, don Nico-
lás de Bonilla y Bastida, fue alguacil mayor de Corte de Chan-
cillería de la ciudad de México y se casó con doña María Sainz
de Mañosca, criolla, hija legítima de Pedro Sainz de Mañosca –el
poderoso secretario del Tribunal del Santo Oficio de México–,
y tuvieron hijos;6 Mariana Bonilla Bastida de Hermosillo o doña
María de Bonilla de Bonilla y Bastida, bautizada en México el 3 de
octubre de 1591,7 fue mujer del sevillano y maese de campo don
Antonio Urrutia y Vergara, con descendencia;8 de los tres hijos
restantes, dos hombres y una mujer, todos nacidos ya en el siglo
XVII en México, hasta ahora no se dispone de más información.9
La segunda hija de Diego Gavilán y Catalina García de
Hermosilla, de nombre doña Isabel García de Hermosilla, con-
trajo matrimonio en México, el 5 de marzo de 1585, con Martín
Alonso de Hermosillo, después de haber recibido licencia y dis-
pensación por parte del arzobispo por estar emparentados en

4
AGI, Indiferente 1952, Libro 2, f. 219v.
5
Archivo del Arzobispado de la Ciudad de México, México, D.F., México (en
adelante AACM), Sagrario Metropolitano, Actas Sacramentales, Matrimonios
de españoles, Libro 2, f. 266.
6
González Leal, op. cit., pp. 206-207.
7
AACM, Sagrario Metropolitano, Actas Sacramentales, Bautismos, Libro 5, ff.
38v-39v.
8
Lohmann Villena, Guillermo, Los americanos en las órdenes nobiliarias, vol. I, Con-
sejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, 1993, pp. 162-163.
9
González Leal, op. cit., p. 207.

191
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

tercero y segundo grado de consanguinidad.10 Catalina, su hija,


fue bautizada en esta ciudad el 30 de noviembre del siguiente
año, estando presente como padrino Diego Gavilán, el abuelo
materno.11
La tercera y última hija fue doña Catalina de Hermosilla,
también nacida en España, la cual a partir de 1591, se convirtió
en la segunda mujer de Pedro de Ortega y Valencia, igualmen-
te natural de Guadalcanal, con al menos tres hijas: dos de ellas,
doña Ana de Hermosillo y doña Ana de Ortega y Hermosillo,
acompañaron en 1621 a don fray Juan Gonzalo de Hermosillo y
Rodríguez –el primer obispo de Durango– al lejano norte donde
encontraron marido.12
Todavía en México, Diego y Catalina procrearon un hijo
varón, es decir, un cuarto hijo, llamado Gonzalo, quien fue bauti-
zado en la capital el 18 de julio de 1586.13 Inexplicablemente, por-
que tampoco se basa en fuente alguna, González Leal dice que
este varón nació por 1541 y que se iba a llamar Juan González de
Hermosillo, como el patriarca de esta familia alteña.14
Según nuestras indagaciones, casi toda la estirpe de Diego
Gavilán y de Catalina García de Hermosilla, al menos hasta los
años veinte del siglo XVII, se concentró en la ciudad de México
y tuvo apenas dos ramales que se esparcieron por la Nueva Viz-
caya, pero de ninguna manera hacia la Nueva Galicia.
Sin embargo, González Leal, cuando menciona a un Juan
González de Hermosillo nacido por 1541, nos deja una pista
que hay que seguir. Conocemos a un hombre con este nombre y
apellido que nació en Guadalcanal poco antes de 1540; éste fue
arriero y mercader en la ciudad de México desde 1558 y falleció
entre octubre de 1587 y abril de 1606. Su mujer se llamaba Ana
Hernández, también conocida como Ana Rodríguez o Ana Ro-
dríguez Madaleno, bautizada en el Sagrario de la catedral mexi-
cana el 30 de enero de 1541, siendo hija de Gonzalo Hernández
10
AACM, Sagrario Metropolitano, Actas Sacramentales, Matrimonios de españo-
les, Libro 2, f. 187v.
11
AACM, Sagrario Metropolitano, Actas Sacramentales, Bautismos, Libro 4, f.
264.
12
González Leal, op. cit., pp. 207-208.
13
AACM, Sagrario Metropolitano, Actas Sacramentales, Bautismos, Libro 4, f.
251v.
14
González Leal, op. cit., p. 207.

192
Los González de Hermosillo del siglo XVI

Juan González de Hermosillo, natural de Guadalcanal, y Ana Hernández (o Ana Rodríguez Madaleno), natural de la ciudad de México

Gonzalo Leonor Gonzalo Hernández Hernán María Mari


García Sánchez Madaleno, * Pérez López Hernández, *
Hermosillo Parra Guadalcanal Guadalcanal

Diego, bautizado Pedro Catalina Cristóbal María


Juan González de Ana Hernández (= México, Madaleno Hernández Pérez
12-06-1542
Hermosillo, * Guadalcanal, Ana Rodríguez o
antes de 1540, arriero y Ana Rodríguez
mercader en la Cd. de Madaleno),
México desde 1558, † bautizada México,
entre 10-1587 y 04-1606 30-01-1541, † entre
10-1587 y 04-1606
OO México, 19-12-1577

Juan Rodríguez Leonor de la doña Diego doña Catalina de sor Ana de San Juan González de Alonso Catalina Luis de doña María de Francisco de don fray Juan sor Francisca María, bautizada
de Leon, * Parra, baut. Mariana Rodríguez Hermosilla, Miguel, bautizada Hermosillo, Muñoz Núñez León, Hermosillo (= Hermosillo, Gonzalo de Hermosillo de San México,
Fregenal, † México, Martínez, * de León, bautizada México, México, bautizado México, escribano de doña Ana de notario, * y Rodríguez, * México, Agustín, † 08-04-1560
21-03-1607 15-06-1559, † Coatepec escribano 29-03-1561, † 06-01-1563, † 08-07-1571, vec. Diputación, † Hermosillo), México, poco 1° ob. de Durango, † México,
antes de 1589 público, † después de 03-1607 México, Regina de Pánuco 1606, entre 03 y bautizada México antes de 1578, villa de San Felipe y México, Regina
antes de Coeli, antes de † después de 08-1604 08-09-1572, † † después de Santiago de Sinaloa, Coeli, después
07-1605 08-1606, 10-1613 antes de 01-1615 1607 28-01-1631 de 08-1606

1° OO/1° OO OO México, princ. de los 90

2° OO/1° OO

descendencia Juan de fray Diego Francisco, Diego, Andrés, Gonzalo, Jacinta, Alonso doña Br. don Gonzalo sor Leonor de
León, de León, bautizado bautizado bautizado baut. bautizada Muñoz Luisa García de Hermosillo, San Luis,
bautizado O. de M., México, México, México, México México, de León presbítero y bautizada México,
México, bautizado 13-05-1585 11-05-1586 08-01- 24-01- 07-03- canónigo, bautizado 25-04-1596,
10-08-1579 México, 1591 1592 1599 México, 20-07-1594, monja de San
08-03- † Durango Gerónimo de
1582 OO México, 1612 02-04-1652 México

Figura 3. Juan González de Hermosillo.

193
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

Madaleno y Mari Hernández, ambos naturales de Guadalcanal


(figura 3).
Esta familia, formada por Juan y Ana, tuvo un total de
ocho hijos: cinco mujeres y tres varones, entre ellos el menciona-
do obispo de Durango. Dos hermanas de este prelado lo acom-
pañaron en su vocación religiosa, sor Ana de San Miguel y sor
Francisca de San Agustín, quienes fueron monjas del convento
de Regina Coeli de México. Leonor de la Para (el apellido viene
de la abuela paterna), al parecer la mayor de todas, se casó con
Juan Rodríguez de León, y no tuvo descendencia; doña Catalina
de Hermosilla fue mujer del escribano público capitalino Diego
Rodríguez de León, cuyos siete hijos –y quizás más– fueron bau-
tizados todos en México; Francisco de Hermosillo nació poco
antes de 1578 en México y fue notario; y, en 1606, Juan Gonzá-
lez de Hermosillo, bautizado el 8 de julio de 1571 en la catedral
metropolitana, era vecino de la provincia de Pánuco, muriéndose
después de 1613, sin que se sepa si tuvo mujer e hijos. Además,
estaba doña María de Hermosillo o doña Ana de Hermosillo,
nacida en 1572, que fue mujer de Luis de León –escribano de
la Diputación de la capital–, con tres hijos: doña Luisa de León,
casada con Alonso Muñoz; el Br. don Gonzalo García de Her-
mosillo, presbítero, quien acompañó a su tío a Durango; y sor
Leonor de San Luis, quien entró al convento de San Gerónimo
de México.15Por lo anterior, observamos que tampoco esta rama
de la familia se puede relacionar con los Altos de Jalisco o Aguas-
calientes.
Pero existe otra estirpe que nos da la solución, basada en
las investigaciones del genealogista Mariano González Leal. Hay
que buscar el origen, de nueva cuenta, en Guadalcanal. Un cierto

González Leal, Mariano, Retoños de España en la Nueva Galicia. Tomo II. Esquemas
15

genealógicos: Las familias genearcas. Diccionario de familias: Aceves-Gómez-Hurtado de


Mendoza, Universidad de Guanajuato, Guanajuato, 1983: esquema 2a. González
Leal, Mariano, Retoños de España en la Nueva Galicia. Tomo II. Diccionario genealógico
de las familias alteñas (Abalza-Cano), Gobierno de Jalisco, Guadalajara, 2010, p.
23. González Leal, Mariano, Retoños de España en la Nueva Galicia. Tomo IV,
Vol. 2. Diccionario genealógico de las familias alteñas (González de Rubalcava - Guillén),
Guadalajara, Gobierno de Jalisco, 2011, pp. 206-208. Pérez de Rivera, Juan,
Catálogo de protocolos del Archivo General de Notarías de la Ciudad de México, vol.
II (2005), UNAM-IIH, México, 2005 (edición en disco compacto), n° 3570 y
3955. AACM, Sagrario Metropolitano, Actas Sacramentales, Bautismos, Libro
2, Tomo 1, f. 124.

194
Los González de Hermosillo del siglo XVI

Juan González de Hermosillo y María Muñoz, naturales de Guadalcanal


Capitán Francisco Gutiérrez Rubio y doña Ana González Florida, la Mayor

Diego María
González, Rubio, *
* España, España,
† España † España

Gonzalo García Juan Trujillo Micaela de Felipe María Rodrigo doña María doña Ana
capt. Francisco Hermosillo, vec. Cueto, vec. de Arce, vec. de Macías de de Hurtado de
Gutiérrez Rubio, el de Guadalcanal Guadalajara Guadalajara Valadés Tavera Olivares Mendoza González Florida,
Viejo, * España, ~ 1551 la Mayor, * ~ 1555
OO ~ 1576

Carlos (1) María Gonzalo García Nicolás Polonia Juan Antonia (4) capt. doña (5) Diego Francisco (6) doña
Muñoz de González (= Juan de Hermosillo, * Ramírez de María Trujillo Tavera Francisco Francisca González Muñoz de la Catalina
Aceves María Gutiérrez González de Guadalcanal Torres Muñoz, * Talavera Gutiérrez Hurtado Rubio, * Barba, † ~ Gutiérrez
Rubio, *
Rascón, * Rubio y González Hermosillo, * Guadalcanal, Rubio, el de 1597, † 26/27-06-
1599
México Florida), * ~ 1577 Mozo, * Mendoza 07-07- 1667
Guadalcanal, † antes ~ 1595 y Olivares 1672
~ 1555, † ~ de 1636
Xalostotitlán,
antes de 1637

OO ~ 1592 OO ¿Guadalcanal?, ~ 1575 OO ~ 1620 OO 1619

Juan Muñoz de (1) Juan González María (3) doña Ana Francisco Francisca Silvestre doña Teresa Diego Paula de Beatriz (2) capt. Miguel doña Leonor Cristóbal Leonor descendencia descendencia. Polonia
Aceves (= Juan Gonzalo de Hermosillo y Magdalena González Muñoz Cabeza de Camacho de Alonso Torres, * Hermosillo Gutiérrez de Hermosillo, Muñoz de de de
Aceves Rascón, Juan de Muñoz, * ~ 1591, (india) Florida, * ~ (= Francisco Torres, Riquelme, Hermosillo (= Pedroso de Aguascalientes Rubio, * ~ * ~ 1588, † Hermosillo Talavera Torres
Aceves y González o Hermosillo, † Xalostotitlán, 1594, † Muñoz de + * Jerez de Doña Teresa Hermosillo 1584, testó Xalostotitlán,
Juan de Aceves), * † antes 06-01-1666 Xalostotitlán, Hermosillo), † Xalostotitlán la Frontera González de 06-09-1682 08-09-1682
México, ~ 1593 de 1628 07-05-1672 Xalostotitlán, 16-07- ~ 1585 Hermosillo),
02-08-1672 1668 * ~ 1589
OO 1614 OO ~ 1624 OO ~ 1610 OO ~ 1609 OO ~ 1635 OO ¿Aguascalientes?, 1624

Diego Ana descendencia descendencia descendencia descendecia descendencia descendencia descendencia


Sánchez Muñoz
Carranza

OO ~ 1614

descendencia

Figura 4. Juan González de Hermosillo y María Muñoz.

195
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

Juan González de Hermosillo, descrito como labrador, nació en


esta villa por 1555, siendo hijo de Juan García de Hermosillo.
Juan González de Hermosillo tenía un hermano llamado Gon-
zalo García de Hermosillo, éste radicaba a principios de los años
ochenta del siglo XVI en Zacatecas. Hacia 1575 Juan contrajo
matrimonio –posiblemente en Guadalcanal– con María Muñoz,
natural de esta villa. Ambos salieron a la Nueva España con
rumbo a Zacatecas en 1582 o 1583, acompañados al menos por
un hijo varón: Gonzalo de Hermosillo. En México procrearon
siete hijos, de los cuales Juan González de Hermosillo y Muñoz,
Francisco Muñoz Cabeza y doña Leonor de Hermosillo, junto
con sus parejas legítimas, vivieron y murieron en Xalostotitlán
–igualmente que el patriarca “alteño” Juan González de Hermo-
sillo16 (figura 4).
Todo lo que presentamos no descarta el hecho de que las
tres familias reseñadas aquí hubieran sido parientes entre sí, pero
en Guadalcanal. Suponemos que todavía se enlazaron antes de
emigrar a la Nueva España, probablemente en el siglo XV y a
principios del siguiente, sobre todo, por las reducidas opciones
para poder hallar pareja en Guadalcanal, que siempre fue una vi-
lla pequeña. Sin embargo, hasta que no se recupere más informa-
ción de escrituras notariales, actas sacramentales e información
matrimonial en España y México, esta interrogante queda aún
por aclararse.

Referencias

Archivos

Archivo General de Indias, Sevilla, España


Archivo del Arzobispado de la Ciudad de México, México, D.F.

Bibliografía

Dorantes de Carranza, Baltasar, Sumaria relación de las cosas de la


conquista de la Nueva España con noticia individual de los descen-

González Leal, Mariano, Retoños de España… (González de Rubalcava-Guillén),


16

1983, pp. 206-213.

196
Los González de Hermosillo del siglo XVI

dientes legítimos de los conquistadores y primeros pobladores españo-


les, Imprenta del Museo Nacional, México, 1902.
González Leal, Mariano, Retoños de España en la Nueva Galicia.
Tomo IV, Vol. 2. Diccionario genealógico de las familias
alteñas (González de Rubalcava-Guillén), Gobierno de Ja-
lisco, Guadalajara, 2011.
__________, Retoños de España en la Nueva Galicia. Tomo II. Es-
quemas genealógicos: Las familias genearcas. Diccionario
de familias: Aceves-Gómez-Hurtado de Mendoza, Uni-
versidad de Guanajuato, Guanajuato, 1983.
__________, Retoños de España en la Nueva Galicia. Tomo II. Dic-
cionario genealógico de las familias alteñas (Abalza-Cano),
Gobierno de Jalisco, Guadalajara, 2010.
Grunberg, Bernard, L’univers des conquistadores. Les hommes et leur
conquête dans le Mexique du XVIe siècle, Éditions L’Harmattan,
París, 1993.
Hillerkuss, Thomas, Diccionario Biográfico del Occidente No-
vohispano. Siglo XVI. Vol. 3. H-I, Universidad Autónoma
de Zacatecas- Unidad Académica de Docencia Superior,
2006.
Lohmann Villena, Guillermo, Los americanos en las órdenes nobilia-
rias, vol. I, Consejo Superior de Investigaciones Científicas,
Madrid, 1993.
Palomino y Cañedo, Jorge, Los protocolos de Rodrigo Hernández Cor-
dero, 1585-1591. Escribano público de Guadalajara, Ediciones
del Banco Industrial de Jalisco, Guadalajara, 1972.
Pérez de Rivera, Juan, Catálogo de protocolos del Archivo General de
Notarías de la Ciudad de México, vol. II (2005), UNAM-IIH,
México, 2005 (edición en disco compacto).

197
ÁRBOL GENEALÓGICO
DE LA FAMILIA
DE TIBURCIO
NAVARRO, EN LOS
ALTOS DE JALISCO

Bertha Emilia Medina Navarro1

M i abuelo materno Tiburcio Navarro Acevez


nació en Tepatitlán, Jalisco, el 7 de septiem-
bre de 1884. Sus padres fueron Narciso
Navarro y Anastacia Acevez, ambos descendientes de
familias genearcas de la región de los Altos de Jalisco.
Sé que sus antepasados Navarro llegaron a esta región
a principios o mediados del siglo XVII, procedentes
del Obispado de Michoacán, en donde Mateo Navarro
aparece como vecino de la ciudad de Zamora en 1593,
año en que recibió una merced del virrey don Luis de
Velasco. Dicha merced consistió en una estancia de ga-
nado mayor (1,755 hectáreas)2 en las inmediaciones de
Tlazazalca, Michoacán, con la condición de que la po-
blara con 500 cabezas de ganado mayor en el transcur-
so de un año y que no la enajenara o traspasara durante
los siguientes cuatro años.3


1
Investigadora independiente.

2
El Saltillo Virreinal en sus Orígenes”, Dra. Ma. Elena Santoscoy.
3
El documento original de la merced está en el Archivo General de
la Nación, Ramo: Mercedes, vol. 18, exp. 762, fs. 232 y 232v.
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

Por lo anterior, me imagino que desde entonces la fami-


lia se dedicó a la ganadería, como lo hacía el suegro de Mateo,
don Pedro Briseño Gaytán y su cuñado del mismo nombre, que
se dedicaban a la crianza de ganado mayor. Los descendientes
de Mateo Navarro y Jerónima Briseño Gaytán, que emigraron
a Los Altos de Jalisco, parece que fueron propietarios de varios
ranchos. Asimismo, sé que el padre de mi abuelo falleció de un
paro cardíaco cuando estaba cepillando sus caballos, entonces
mi abuelo tenía apenas nueve años. Tiempo después, emigró la
familia a Guadalajara; ahí radicado se casó con mi abuela Elena
Ramírez Valdez a los 19 años, ella tenía 23 años.

Boda de Tiburcio Navarro Acevez y Elena Ramírez Valdez, Guadalajara,


1904.

Mi abuelo se dedicaba al comercio. Abrió una tienda de


abarrotes que, según decían, era la más grande del antiguo Mer-
cado de San Juan de Dios, en Guadalajara, y prosperó hasta bien
entrada la Revolución mexicana.

200
Árbol genealógico de la familia de Tiburcio Navarro en los Altos de Jalisco

Por sus ideas liberales y anticlericales, tuvo problemas no


sólo con su familia, sino también con su clientela. Esto y la crisis
económica causada por la Revolución, lo llevaron a la quiebra; mi
mamá se acordaba que la dejaba jugar con un baúl lleno de dinero
que había perdido su valor de la noche a la mañana. Bajo esta cir-
cunstancia, trató de levantarse económicamente, ya que instaló en
otras ciudades una tienda de abarrotes, una fábrica de fideos y una
fábrica de jabón. No tuvo éxito en ninguno de los tres casos, por
lo que emigró a la ciudad de México, en donde trabajó un tiempo
para Palmolive y, después de unos años, se independizó. De esta
manera, puso una fábrica pequeña de jabón con dos pailas y un
puesto, en donde vendía su jabón –yo recuerdo haberle ayudado–.
También hubo épocas en que se iba de encargado a jabo-
nerías grandes: una en Guaymas, Sonora, por 1940 y otra en Po-
chutla, Oaxaca, por 1947. En las temporadas que pasaba tiempo
completo con la familia, hacia jalea de membrillo del árbol que te-
níamos en el jardín y toda la familia ayudaba a venderla. Además,
criaba cerdos finos y los vendía; también criaba pollos, pichones
y conejos para nuestro consumo y, a menudo, él preparaba los
platillos. Todo esto me hace pensar que venía de una familia in-
dustriosa y acostumbrada a bastarse a sí misma. Por fotografías y
relatos de su juventud, sé que su situación económica fue buena,
hasta que la Revolución acabó con sus bienes.
Cabe señalar que fue buen jinete y le gustaba la charrería.
Falleció a los 74 años cuando ya llevaba avanzados los trabajos
para su nueva tienda de abarrotes. Sobra decir que su carácter
era independiente, fuerte y emprendedor, y su aspecto era total-
mente criollo.
Gracias a la información que encontré en el archivo de Fa-
mily Search y en la obra de Mariano González Leal, pude hacer
mi árbol genealógico de mi lado materno, desde mis bisabuelos
hasta la generación actual.
Parece que los padres de Mateo Navarro fueron Pedro Na-
varro y Catalina de la Cerda, residentes de Pátzcuaro a mediados
del siglo XVI, pero de eso no se han encontrado documentos.4

Les recomiendo a las personas que buscan sus raíces en los Altos de Jalisco,
4

consultar Retoños de España en la Nueva Galicia de Mariano González Leal, pues


contiene los árboles genealógicos de las primeras 117 familias españolas que
llegaron a poblar esa región en la segunda mitad del siglo XVI.

201
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

Otros familiares Navarro, en Tepatitlán

Existen dos ramas de la familia Navarro que llevaban relaciones


cordiales entre sí, pero de las que aún no he podido encontrar el
entronque con el árbol genealógico de mi abuelo materno: Ti-
burcio. Esto lo afirmo porque siempre que íbamos a Guadalaja-
ra los visitábamos. A continuación daré cuenta de dos personajes
importantes de mi ascendencia:
1. Anacleto González Flores (fue primo de mi abuelo Ti-
burcio). Nació el 7 de julio de 1888 en Tepatitlán, Jalisco, y murió
el primero de abril de 1927 en Guadalajara, Jalisco. Fue abogado
y dirigente intelectual del movimiento cristero en Los Altos de
Jalisco, por lo que fue perseguido, aprehendido y martirizado por
no delatar a sus compañeros de lucha y el escondite del arzo-
bispo Francisco Orozco y Jiménez. Finalmente, fue pasado por
las armas el primero de abril de 1927 en Guadalajara. El 20 de
noviembre de 2005, el Papa Benedicto XVI lo beatificó por ser
un mártir de la guerra cristera.
Sus padres fueron Valentín González Sánchez y María
Flores Navarro. Sus abuelos paternos fueron Ramón González
González y Felipa Sánchez. Y sus abuelos maternos fueron Luis
Flores y Francisca Navarro. Aquí cabe destacar que el entron-
que de Francisca Navarro con mi familia Navarro, posiblemente,
debe estar con Onofre Navarro o una generación anterior.
Como dato curioso: en el siglo XVII, Pedro Navarro Ga-
ytán y Catarina González de Hermosillo son antepasados de mi
abuelo Tiburcio; y el hermano de Catarina, Melchor González de
Hermosillo, y Beatriz González de Rubalcava son los antepasa-
dos de Anacleto González.
2. Esperanza González Navarro. Misionera Eucarísti-
ca de la Santísima Trinidad. Ignoro quiénes fueron sus padres o
abuelos, pero recuerdo que mi mamá, Carmen Navarro Ramírez,
dijo que era su prima cuando asistimos a su misa de Bodas de
Plata de Profesión Perpetua, 1954-1977.

Familia Ramírez, en Guadalajara

Brevemenete, mencionaré a mis otros tres abuelos, aunque de


ellos no tenga mucha información.

202
Árbol genealógico de la familia de Tiburcio Navarro en los Altos de Jalisco

Con mi abuela materna, Elena Ramírez Valdez, esposa de


Tiburcio Navarro, no he tenido tanta suerte. Sé que nació en
Guadalajara y que sus padres fueron Anastacio Ramírez y Ama-
da Valdez. Y también sé que su padre, Anastacio, era ebanista y
hacía muebles finos en un taller que tenía en su casa y que trabajó
en la construcción del altar mayor de la Catedral de Guadalajara.
Además, en el archivo de Family Search encontré el acta
de matrimonio de sus padres, por lo que me enteré que su mamá
nació en Zamora y sus abuelos maternos fueron Manuel Valdez
y Dolorez Navarro. Con este último nombre, tuve la curiosidad
de saber si la familia de Dolorez Navarro tenía algún parentesco
con los antepasados de Tiburcio Navarro que salieron de Za-
mora a poblar Los Altos de Jalisco en el siglo XVII. De ser así,
seguro mis abuelos eran parientes, a pesar de que ellos nunca lo
mencionaron.
Los descendientes de mi abuela y sus cuatro hermanas so-
mos los que acostumbramos reunirnos una vez al año en la ciu-
dad de México. A todos nos da mucho gusto vernos y conocer a
los nuevos miembros de la familia.

Reuniones anuales. Descendientes de las cinco hermanas Ramírez.

203
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

Mis dos abuelos al centro. Familias Navarro y Medina, celebrando mis 15


años, Tacubaya, ciudad de México, 1952.

Familias Medina y Rojas, en Milpa Alta, ciudad de México

Mi padre Román Medina Rojas y todos sus antepasados nacie-


ron en Milpa Alta, población ubicada en el sureste de la ciudad
de México. Ahí todos son mestizos, con más sangre indígena
que española. En ese lugar, en tiempos de la Revolución, se li-
braron fuertes batallas entre zapatistas y carrancistas, por lo que
estos últimos quemaron el pueblo con el afán de terminar con
los zapatistas (los archivos civiles y eclesiásticos se perdieron).5
Otra razón por la que es muy dificil buscar antepasados en Milpa
Alta, Ciudad de México, es porque en ese lugar, en tiempos de
la Conquista, los frailes bautizaban a los aborígenes en masa, y
todos recibían nombre cristiano, y el apellido del padrino, que
obviamente era de un español, por lo que desgraciadamente la
identidad anterior de las personas se perdió.
Mis abuelos fueron Gabino Medina Ponciana, campesino,
y Cecilia Rojas Lagar, dedicada al hogar. Los padres de Gabino
fueron Tomás Medina, campesino, e Isabel Ponciana, curandera,
hierbera y partera. Los padres de Cecilia fueron Apolinar Rojas,
campesino, y Evarista Lagar, dedicada al hogar.
Ya se imaginarán los problemas que tuvieron mis padres
para poder casarse. Para los Navarro era inconcebible que su hija


5
“De Porfirio Diaz a Zapata” Fernando Horcasitas.

204
Árbol genealógico de la familia de Tiburcio Navarro en los Altos de Jalisco

se casara con un indio. Aunque ya había estudiado y era maestro,


nada le quitaba lo indio. Y para los Medina fue insoportable que
su hijo se casara con una pelona de la ciudad que ni siquiera sabía
hacer tortillas. Pero como suele suceder, el amor triunfó.

Fuentes

“El Saltillo Virreinal en sus Orígenes”, Dra. Ma. Elena Santos-


coy.
Archivo General de la Nación: Ramo Mercedes, Vol. 18, Exp.
762, fojas 232 y 232 vuelta.
Retoños de España en la Nueva Galicia”, Tomo VI, Volumen 2,
pg.460 (483), Dr. Dn.Mariano González-Leal
“Retoños de España en la Nueva Galicia”, Los Altos de Jalisco.
Ensayo de Historia, Antropología y Sociología de una Re-
gion de Méjico, Tomo I, Dr. Dn.Mariano González-Leal
“De Porfirio Diaz a Zapata” Fernando Horcasitas.

205
LOS FLORES
DE SAN CRISTÓBAL
DE LAS CASAS

Benjamín Flores Hernández1

U na forma de acercamiento a la historia, de


viejísima tradición, si no es que la primera
que empezó a frecuentar el hombre en sus
primeros tiempos de descubrimiento en la necesidad
de reconocerse a sí mismo en el relato y luego en la
escritura, es el de la historia personal, propia, y en ella
la de preguntarse a sí mismo de dónde venía, antes que
nada desde el punto de vista mismo de su origen bioló-
gico personal, de su nacimiento y de quiénes eran sus
padres y los padres de éstos, sus abuelos, bisabuelos,
tatarabuelos, choznos…
Dentro de esta vertiente historiográfica, de esta
manera de enfrentarse los hombres con el pasado,
puede situarse la historia de los apellidos –nombres
propios de las familias–, así la de los apellidos en ge-
neral como la de un apellido en particular, a través de
diferentes lugares por todas las épocas o en un lugar
determinado. Aquí se presenta un primer acercamien-
to en este último sentido: a la del apellido Flores en un


1
Universidad Autónoma de Aguascalientes.
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

específico sitio de la geografía: la ciudad de San Cristóbal de las


Casas, en el estado mexicano de Chiapas, llamada Ciudad Real
hasta el momento de la independencia.
Es de señalar que mi interés por este tema concreto deriva
de mi pertenencia a esa familia. Soy Flores de primer apellido,
y aunque nací en México y mi padre era jalapeño, mi abuelo sí
era sancristobalense, y así lo fueron todos sus ascendientes por
línea paterna, que me conste, por lo menos hasta los primeros
años del siglo XVIII. Éstos son los puntos de partida para la
ponencia:
• Antes que nada, mi convicción de que “todo es historia”, así
la de este apellido en un lugar y una época determinados.
• El estudio se desarrolla a partir de no muchos datos e infor-
maciones de origen familiar. Se trata de la historia de un ape-
llido: “Flores”. De probable origen patronímico: del nombre
germánico Fruela o Froilán. Con una gran presencia en todo
el mundo hispánico.
• Es muy frecuente en los archivos parroquiales de Ciudad Real,
cuando menos desde principios del siglo XVIII; también se
encuentra mucho en otras poblaciones de la zona: Comitán, e
incluso Tuxtla y Guatemala.
• Concretamente, aquí habrá de hacerse referencia a la historia
del apellido en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, antigua
Ciudad Real. Muy mayoritariamente, los Flores encontrados
eran del barrio de El Cerrillo.
• La familia emparentó con varias de las otras familias tradicio-
nales sancristobalenses: Esponda, Cancino, Morales, Rojas,
Robles. Es notable la endogamia entre todas ellas.
• Se trata de una familia de los que hoy se les conoce popular-
mente como “coletos”.
• De quienes hoy se reconocen como “auténticos” coletos; es
decir, como los tradicionales pobladores de San Cristóbal, en
contraste con los “indios” o con los cada vez más frecuentes
inmigrantes: de otras zonas del estado, del país e, incluso, del
mundo.
• El sobrenombre adquirió su actual significado después de los
hechos del primero de enero de 1994, cuando la “toma” de
la ciudad por los neozapatistas, que adquirió repercusión me-
diática universal.
• Se adoptó entonces como divisa por quienes, frente a revo-

208
Los Flores de San Cristóbal de Las Casas

lucionarios y recién llegados, quisieron presentarse como los


verdaderos sancristobalenses, con toda una historia propia
que reivindicar.
• Es de recordar que San Cristóbal fue tradicionalmente una
ciudad criolla, ubicada dentro de una zona densamente indí-
gena. Fue hasta después de la independencia que dejó su viejo
nombre de Ciudad Real.
• En 1829 se le dio el nombre de San Cristóbal, el antiguo santo
patrón: el gigante que llevó sobre sus hombres al Niño Jesús;
por cierto que hoy la Iglesia desconoce la historicidad de este
personaje. En 1848, en homenaje a su primer obispo, el po-
lémico dominico fray Bartolomé, se le agregó “de las Casas”.
• Fue la antigua capital de Chiapas; durante el siglo XIX hubo
etapas en que lo siguió siendo, y sólo hasta fines de la centuria
tuvo que dejar sus pretensiones reivindicadoras en ese senti-
do, por última vez durante la gubernatura porfirista de Emilio
Rabasa.
• Los de las poblaciones vecinas catalogaban a San Cristóbal
de “ciudad de abogados” -allí se podía obtener el grado de
licenciado en derecho- conservadores. La palabra “coleto” se
deriva de “recoleto”, en el sentido de recatado, reportado, or-
denado, silencioso, conservador, tradicional…

Mi genealogía

• Benjamín Flores Hernández (yo) (nacido en México en 1951),


casado con Martina Íñiguez Díaz, hijo de
• Benjamín Flores Barroeta (Jalapa, Ver., 1923 - México, D. F.,
1985), casado con Esperanza Hernández Gabucio, hijo de
• Luis Flores Esponda (San Cristóbal de las Casas, 1891- Mé-
xico, D. F., 1966), casado con María Stella Barroeta Pasquel,
hijo de
• Manuel de Jesús Flores Morales (San Cristóbal de las Casas,
1855 - Jalapa, Ver., 1917), casado con Serafina Esponda Rojas,
hijo de
• Cristóbal Pablo Flores Cancino (San Cristóbal, 1827), casado
con María Mercedes Morales Flores (como se ve, integrante
a su vez de la misma familia Flores, hija de Bonifacia Flores
Navarro y nieta de José Nicolás Flores Flores), hijo de

209
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

• Eligio José Flores Ruiz (nacido en Ciudad Real, hacia 1800),


casado en 1821 con Manuela Cancino Rojas y en 1833 con
Rita García Melgar, hijo de
• Julio José Flores Cabrera (nacido hacia 1770, posiblemente
en Ciudad Real, de cuyo ayuntamiento fue miembro), casado
con Rita Ruiz Rivera, hijo de
• Antonio Flores (vivía en Ciudad Real a mediados del siglo
XVIII; debió nacer hacia 1730), casado con Teodora Cabrera.
• Un primer integrante célebre de la familia fue el médico José
Felipe Flores Fernández
• No está clara su indudable vinculación con la familia.
• Ciudad Real, 1751 - Madrid, 1824.
• Estudió medicina en la Universidad de Guatemala, donde
obtuvo el grado de doctor y fue catedrático, introduciendo
innovaciones en sus clases.
• Escribió un célebre y polémico texto publicado en México
en1782, sobre un método para curar el cáncer utilizando las
lagartijas del lago Amatitlán.
• Protomédico en Guatemala y médico de cámara del rey.
• Autor de otros interesantes proyectos sobre conservación de
alimentos y navegación de vapor.
• Julio José Flores (Cabrera)
• Abuelo de mi tatarabuelo.
• Importante comerciante y miembro del ayuntamiento de Ciu-
dad Real.
• Como miembro del ayuntamiento de Ciudad Real, el 16 de
septiembre de 1821 es de los firmantes del acta que declara la
independencia de Chiapas con respecto a España y su incor-
poración a México, según lo proclamado en el plan de Iguala
y los tratados de Córdoba.
• Por su parte, también pertenecen a la familia Carlos Zacarías
Flores y su hija María Adelina Flores
• Carlos Z. Flores García, hijo del segundo matrimonio de mi
chozno Eligio Flores con Rita García Melgar, nació en 1851
y murió en 1928, fue importante ingeniero urbanista, renova-
dor de la arquitectura de San Cristóbal y restaurador de varios
edificios antiguos.
• Su hija María Adelina Flores Morales (1895-1963), fue por
muchos años directora de la escuela “La Enseñanza”; en su

210
Los Flores de San Cristóbal de Las Casas

casa recibía y alimentaba a los indígenas. Una céntrica calle de


San Cristóbal lleva su nombre.
• Luego, Jesús Flores Morales
• Mi bisabuelo
• 1855 - 1917.
• Se casó con Serafina Esponda Rojas.
• Tuvo interesante relación con el licenciado Herminio Rojas
Agüero, escritor, abogado, catedrático, tío de su esposa.
• Fue abogado, catedrático del Instituto de Ciencias y Artes.
• Diputado local en 1901 y 1903.
• Renunció a su diputación, posiblemente por diferencias con
el gobernador Emilio Rabasa con motivo del traslado de la
capitalidad chiapaneca.
• Salió del estado y fue juez en Tehuantepec y Veracruz.
• Murió en Jalapa.
• Por último, Luis Flores Esponda
• Mi abuelo.
• 1891-1966.
• Abogado. Estudió en Jalapa, en cuya Preparatoria trabajó con
Salvador Díaz Mirón.
• Juez, procurador y secretario general de gobierno en Vera-
cruz.
• Jefe del Departamento Consultivo Legal de la Secretaría de
Comunicaciones, con Adalberto Tejeda y Juan Andreu Al-
mazán.
• Jefe del Departamento Jurídico de la Secretaría de Educación,
con Gonzalo Vázquez Vela.
• Representante del gobierno de Veracruz en México.

Fuentes

Archivo Histórico Diocesano de San Cristóbal las Casas.

En la red

Family search: http://familysearch.org


Geneanet: http://es.geneanet.org

211
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

Aznar López, José., El Dr. Don José Flores, una vida al servicio de la
ciencia, Guatemala, Editorial Universitaria, 1960.
Bermúdez Hernández, Luz del Rocío., “Carlos Z. Flores y el
neóstilo de arquitectura en Chiapas”, en Anuario, Universi-
dad de Ciencias y Artes de Chiapas, 2011.
Flores, José. Felipe, Específico nuevamente descubierto en el reino de Gua-
temala para la curación radical del horrible mal de cancro y otros más
frecuentes, México, 1782.
González Galván, Manuel., “Vignolia en San Cristóbal las Casas
(Chiapas)”, en Anales, Instituto de Investigaciones Estéti-
cas, 1960: 15-35.
Gutiérrez Cruz, Sergio. Nicolás., Casa, crisol y altar. De la hidalguía
vasconavarra a la hacienda chiapaneca. Los Esponda y Olaechea,
1731-1821, Tuxtla Gutiérrez, Universidad de Ciencias y
Artes, 2009.

212
Capítulo 4
Entre empresas y relevos
generacionales. Siglos XVIII y XXI
ENTRE LA
DESGRACIA Y EL GOCE.
CONFORMACIÓN DEL
MARQUESADO DE
SALVATIERRA.
CULMINACIÓN
DE UN MAYORAZGO

Juanita Rosas García1


El Colegio de San Luis

Introducción

A través de este trabajo, se pretende mostrar cómo la


otorgación de algún título de nobleza –en este caso el
marquesado– resultó ser la cúspide social para algunos
poseedores de mayorazgos españoles y comprobar que
para la fundación de mayorazgos se necesitaba cumplir
con una serie de requisitos. Por tal razón, nuestro ma-
yorazgo siguió la fórmula que a continuación se mues-
tra: [Encomienda] + [Mayorazgo (bienes + símbolos
de distinción)] = [Nobleza]
En este estudio sólo nos enfocaremos en el pri-
mer vínculo del mayorazgo López de Peralta, fundado
el 19 de mayo de 1608. Antes de convertirse en mar-
quesado tuvo como mérito la donación, por parte de
Gabriel López de Peralta –primer poseedor del primer
mayorazgo López de Peralta–, de 50 sitios de ganado
mayor y menor con sus respectivas caballerías de tie-
rra, que sirvieron para la fundación de la ciudad de San


1
El Colegio de San Luis.
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

Andrés de Salvatierra (actualmente Salvatierra, Guanajuato). Por


lo tanto, esto nos refleja cómo los mayorazgos en el virreinato
novohispano tuvieron un desarrollo parecido en líneas genera-
les, pero con las excepciones o particularidades que acabamos
de señalar. Por último, abordaremos cómo se conformó el mar-
quesado de Salvatierra, a través de la acumulación de capital, las
alianzas matrimoniales y el acopio de méritos; sin dejar de lado
el papel que jugó Juan Bautista de Luyando y Bermeo, para que
la Corona le permitiera, más tarde, la otorgación de este título
nobiliario y una remuneración económica.

Germen y desarrollo de un mayorazgo

Etimológicamente, la palabra mayorazgo, según Escriche, pro-


viene del latín major natu, que significa “mayor de nacimiento,
primogénito”.2 El diccionario de la Real Academia de la Lengua
Española define mayorazgo como “institución del derecho ci-
vil, que tenía por objeto perpetuar en la familia la propiedad de
ciertos bienes con arreglo a las condiciones que se dictaran al
establecerlo, o, a falta de ellos, a los prescitos por la ley”.3
Según Escriche, el mayorazgo viene a ser “el derecho
de suceder en los bienes vinculados, esto es en los bienes suje-
tos al perpetuar dominio en alguna familia con prohibición de
enajenación”.4 Posteriormente, la palabra mayorazgo, desde su
regulación en 1505 con las leyes de Toro, fue teniendo distintas
modificaciones a lo largo de la historia. En 1820, con las leyes
desvinculadoras, se efectuó la eliminación de los mayorazgos,
que quedó circunscrito en España a títulos y derechos honorí-
ficos. Para 1823, cuando México obtuvo su independencia, Es-
paña limitó los mayorazgos, quedando eliminados finalmente en
1841.5


2
Escriche, Joaquín, Diccionario de Legislación y Jurisprudencia, Librería de Rosa Bou-
ret y Cía., París, 1851, pp. 422, 423.
3
Diccionario de la Lengua Española, Real Academia Española (vigésima segunda
edición), Madrid, 2001. En: http://lema.rae.es/drae/?val=mayorazgo. Consul-
tado el 25 de mayo de 2014.
4
Escriche, op. cit., p. 422.
5
Véase Margadant, Guillermo, “El mayorazgo novohispano, producto natural
de un zeitgeist, y anatema para el siguiente”, Anuario Mexicano de Historia del Dere-

216
Entre la desgracia y el goce. Conformación del marquesado de Salvatierra

El mayorazgo, como institución típica castellana, se esta-


bleció en la Nueva España, según José de la Peña, para mantener
las “bases patrimoniales de la oligarquía novohispana”.6 En este
trabajo se analizará cómo se generó este proceso en torno a un
estudio de caso después de la fundación y distribución de tres
mayorazgos establecidos el 19 de mayo de 1608, por Jerónimo
López “el Mozo” y su esposa Ana de Carrillo de Peralta. El pri-
mero lo heredó el quinto hijo varón Gabriel López de Peralta –ya
que su hermano mayor, Gerónimo López de Peralta, murió un
año antes de la otorgación del vínculo, a la edad de 37 años–;7 el
segundo mayorazgo se le otorgó a Francisco López de Peralta
(sexto hijo); y el tercer mayorazgo se le concedió a su nieto Jeró-
nimo López de Peralta Rivadeneira (hijo de Gerónimo López de
Peralta y Clara de Rivadeneira). Sin duda, con el establecimien-
to de estos tres mayorazgos, se sentaron las bases de lo que a
principios del siglo XVIII, se conocería como el marquesado de
Salvatierra.

El concepto de mayorazgo en el marco novohispano

La función de los mayorazgos en Castilla la explica Clavero, a


través de la definición de Molina: es un derecho de suceder los
bienes dejados por el fundador, con la condición de que se con-
servarán íntegros perpetuamente en su familia para que los lle-
vase y tuviera el primogénito más próximo por orden sucesivo.8
El mayorazgo novohispano no funcionó diferente al castellano,
puesto que cumplió con la misma función.
Para la fundación de mayorazgos en la Nueva España se
tenía que seguir una serie de requisitos: el primero de ellos era
contar con una licencia real, con posterioridad el fundador o fun-
dadores –en muchas ocasiones era un matrimonio– incluía una

cho, UNAM, México, núms. 0-1, 1999-2000, p. 236. Diccionario de la Lengua Espa-
ñola, Real Academia Española. En: http://lema.rae.es/drae/?val=mayorazgo.

6
Peña, José Francisco de la, Oligarquía y propiedad en la Nueva España, (1550-1624),
Fondo de Cultura Económica, México, 1983, p. 219.

7
Véase “Testamento de Jerónimo López El Mozo” (México, 29 de mayo de
1608), Archivo General de Indias (en adelante AGI), México 679, f. 1916r.

8
Clavero, Bartolomé, Mayorazgo: propiedad feudal en Castilla (1369-1620), Siglo XXI
Editores, Madrid, 1989, p. 211.

217
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

lista de la cantidad de bienes, los cuales pasarían de generación


tras generación, siguiendo las normas de sucesión establecidas
por él o los fundadores; dicho listado y normas se incorporaban
dentro de la escritura de fundación o una disposición testamen-
taria, dándole siempre preferencia al hombre sobre la mujer y al
mayor sobre el menor.9
Estos vínculos y mayorazgos, bajo ninguna circunstancia,
podían transferirse a otra familia. Los mayorazgos se daban en
orden de primogenitura, tomando en cuenta edad, sexo y otras
cualidades; cabe recalcar que esta sucesión se manejaba por espe-
cial voluntad del testador.10
Por otra parte, el trabajo de José de la Peña destaca cinco
variantes para la formación de mayorazgos en la Nueva España.
La primera se refiere a que estas personas acapararon toda clase
de oficios públicos, sobre todo, aquellos que ganarían prestigio
social y traerían consigo remuneraciones económicas, a través
de concesiones y mercedes; la segunda se fundó por personas
de alto cargo en la jerarquía eclesiástica;11 la tercera se originó
por alguna actividad minera (estos mayorazgos fueron escasos,
y los que se otorgaron fueron a causa del fenómeno del oro);12
la cuarta se relaciona con los capitales causados por el comercio,
industria o préstamos; y la quinta se encontró en funcionarios
reales, como los de la Real Hacienda que de manera muy común,
según los estudiosos en el tema, llegaron a estos puestos a través
de enlaces matrimoniales.13
La primera y quinta variables son las aplicables al mayo-
razgo creado por Jerónimo López “el Mozo” y Ana Carrillo de
Peralta, en 1608. Su familia obtuvo, desde su padre Gerónimo
López “el Viejo”, puestos de responsabilidad política en el ca-
bildo de la ciudad de México y en instituciones oficiales, como
la Audiencia y la Real Hacienda. Al amparo de estas relaciones


9
Artís Espriu, Gloria, Familia, riqueza y poder. Un estudio genealógico de la oligarquía
novohispana, CIESAS, México, 1994, p. 118.
10
Véase Castro, Juan Francisco de, Discursos críticos sobre las leyes y sus intérpretes.
En que se demuestra la incertidumbre de estos y la necesidad de un nuevo y metódico cuerpo
de derecho para la recta administración de justicia, tomo II, Imprenta de E. Aguado,
Madrid, 1829, p. 144.
11
Peña, op. cit, pp. 185-186.
12
Ibidem, p. 186.
13
Ibidem, pp. 185-186.

218
Entre la desgracia y el goce. Conformación del marquesado de Salvatierra

políticas, tuvieron acceso a mercedes de tierra, estancias de gana-


do y propiedades inmobiliarias, es decir, bases patrimoniales para
crear un mayorazgo.
Para muchas familias de pobladores y descendientes de
conquistadores, el vincular un mayorazgo les permitió adquirir
estatus; en palabras de Castro, “permaneciendo la familia y ma-
yorazgo ilustrado con el esplendor de un antiguo linaje, o sólo de
un apellido sobresaliente”.14

Fundación de los mayorazgos hechos por Jerónimo López


“el Mozo” y Ana Carrillo de Peralta

Como ya se ha hecho referencia, la función de los mayorazgos


en la Nueva España fue de gran utilidad para muchas familias, ya
que resultó ser el medio ideal para no desmembrar su patrimo-
nio. Para la fundación de un mayorazgo se tenía que hacer una
petición o solicitar ante el Real Consejo de Indias el permiso, que
iba acompañada de una lista de bienes y rentas que se querían
vincular. Una vez autorizado el mayorazgo, se les otorgaba a los
fundadores una licencia real, la cual se podía incorporar en la
escritura de fundación o en una disposición testamentaria, regis-
trando los bienes vinculados y las especificaciones claras y conci-
sas que se tenían que dar para el régimen sucesorio; por lo tanto,
los bienes otorgados no podían salir de la familia y eran dados
al hijo mayor (primogénito), prefiriendo a los hombres sobre las
mujeres, aunque no siempre se dieron de esta manera. El mayo-
razgo fundado por Jerónimo López y Ana Carrillo de Peralta su
mujer, se encuentra dentro de los mayorazgos irregulares, puesto
que la reglamentación para suceder a los vínculos las establecie-
ron al capricho de sus fundadores.
Cabe recordar que todos los mayorazgos contaban con
tres características fundamentales, según Artís: “inalienables, in-
divisibles e imprescindibles”,15 mientras que Fernández de Recas
agrega en su trabajo una cuarta característica de los mayoraz-
gos: “perpetuos”.16 Estas particularidades fueron las bases que

14
Castro, op. cit., p. 173.
15
Artís, op. cit., p. 118.
16
Fernández de Recas, Guillermo S., Mayorazgos de la Nueva España, UNAM, Mé-

219
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

les podía permitir obtener estabilidad de la tierra y crear nuevas


alianzas matrimoniales; además, esta institución les permitió a
sus poseedores la posibilidad de obtener en un futuro próximo
la otorgación de un título nobiliario, distinción que reflejaría su
linaje para perpetuar su nombre y riquezas conseguidas.
Para muchas familias de la elite novohispana, el mayorazgo
representaba la conservación de sus bienes para no sufrir ningu-
na alteración y, en cierta forma, no se viera amenazada su riqueza
conseguida. Sin embargo, el vínculo del mayorazgo tenía como
trasfondo la conservación no sólo de bienes materiales, sino el
beneficio social que representaba su creación, pues de esta forma
es como se distinguiría el abolengo de una familia. En el caso que
nos interesa, la fortuna y riqueza generada por la estirpe familiar
que inició Jerónimo López “el Mozo” fue tanta que se fundaron
simultáneamente tres mayorazgos, además de un listado de algu-
nos bienes libres que les permitirían vivir decorosamente.
Jerónimo López junto con su esposa Ana Carrillo de Pe-
ralta fundaron tres mayorazgos el 19 de mayo de 1608. Antes,
por una Real Cédula dada en Valencia el 9 de febrero de 1586,
crearon un mayorazgo otorgándoselo a su hijo mayor y primo-
génito, Gerónimo López de Peralta.17 Sin embargo, éste falleció
el primero de mayo de 1607,18 un año antes de su otorgación.
Ante este lamentable suceso, los tenedores del mayorazgo –sus
padres– revocaron la escritura ante Andrés Gallo, escribano, el
23 de noviembre de 1607,19 fundando posteriormente tres ma-
yorazgos bajo una misma real cédula.
Tras la muerte de Gerónimo López de Peralta, el reparti-
miento del mayorazgo se hizo de la siguiente manera: el primer
vínculo se otorgó al quinto hijo mayor del matrimonio entre Ló-
xico, 1965, p. XXX.
17
“Mayorazgo López de Peralta” (México, 19 de mayo de 1608), AGN, Tierras
1608, vol. 168, 2da parte, exp. 2, f. 1v.
18
Monroy Castillo, María Isabel, Guía de las actas de cabildo de la ciudad de México
(1601-1610), s. XVII, D.D.F/S. GD.S/ C.I.E.G/U.I, México, 1987, p. 278.
19
Afinando un poco la información que nos proporciona Artís sobre el año de
fundación del mayorazgo, ella menciona que fue en 1594, pero Jerónimo López
y Ana Carrillo de Peralta aprovecharon la facultad real otorgada el 9 de febrero
de 1586, pero no es hasta el 23 de noviembre de 1607 que revocaron la real
cédula fundando tres mayorazgos en uno. Cfr. “Mayorazgo López de Peralta”
(México, 19 de mayo de 1608), AGN, Tierras 1608, vol. 168, 2da parte, exp. 2,
f. 3v; Peña, op. cit., p. 207; Artís, op. cit., p. 28.

220
Entre la desgracia y el goce. Conformación del marquesado de Salvatierra

pez “el Mozo” y Ana de Peralta, Gabriel López de Peralta, con


un valor total de 294 mil pesos de oro común y de renta sumaba
cada año 24,920 pesos de oro común.20 El segundo mayorazgo
se le concedió al sexto hijo, Francisco López de Peralta, con un
valor total de 235 mil pesos de oro común, obteniendo de renta
14,900 pesos de oro común anualmente.21 El tercero y último
mayorazgo tendría que habérsele otorgado al tercer hijo mayor,
Miguel López de Peralta, pero no fue así, ya que pasó a Jerónimo
López de Peralta, hijo de Gerónimo López de Peralta y Clara de
Rivadeneira: equivalía a un total de 136 mil pesos de oro común,
con una renta de 11,950 pesos de oro común cada año.22

Posesión del primer mayorazgo y obtención del marquesa-


do de Salvatierra

Como vimos anteriormente, a Gabriel López de Peralta se le de-


signó el primer vínculo: grandes extensiones de tierra, ganado,
una huerta, una hacienda, 50 gañanes, 20 esclavos,23 una semen-
tera y diversas casas en la ciudad de México. De esta manera, su
mayorazgo no sólo constituía una base económica estable, sino
que aportaba prestigio y garantizaba la permanencia del linaje en-
tre la elite, con su escudo de armas y los enlaces matrimoniales.24
De acuerdo a la escritura de fundación del mayorazgo Ló-
pez de Peralta, Gabriel López de Peralta fue llamado al primer
vínculo cuando contaba con 15 años de edad, pero no fue hasta
el 19 de octubre de 1611 que tomó posesión del primer mayo-
razgo.25 Este personaje ocupó un cargo público como regidor
20
“Mayorazgo López de Peralta” (México, 19 de mayo de 1608), AGN, Tierras
1608, vol. 168, 2da parte, exp. 2, f. 11r.
21
Ibidem, f. 22r.
22
Ibidem, f. 28r.
23
Para 1622, Gabriel menciona en su inventario que sólo contaba con 10 esclavos
chicos y grandes, valiendo 3 mil pesos. Véase “Inventario de los bienes de Ga-
briel López de Peralta” (México, 10 [sic] de noviembre de 1622), AGI, México
261, f. 307r.
24
Véase Caño Ortigosa, José Luis, “El poder económico en Guanajuato: un caso
de integración en la élite local”, en Luis Navarro García (coord.), Élites urbanas
en Hispanoamérica, Universidad de Sevilla, España, 2005, p. 78.
25
“Institución del mayorazgo” (México, 19 de octubre de 1611), AGI, México
679, f. 1786v.

221
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

del partido de Taximaroa (actualmente ubicado en el estado de


Michoacán)26 alrededor de un año aproximadamente, del cual
afirmaba no recibió salario ni aprovechamiento alguno.27 Ade-
más, en 1632, el virrey Rodrigo Pacheco y Osorio, marqués de
Cerralvo, comisionó a Gabriel López para que pudiera detener
delincuentes, facinerosos, vagabundos, homicidas y personas que
vinieran sin licencia a la Nueva España. El territorio que se le
designó fueron las jurisdicciones del camino y cordillera que iban
de la jurisdicción de la villa de Celaya a las minas de San Luis Po-
tosí y paraje de las estancias de Tarimoro, donde Gabriel López
tenía varias estancias de ganado.28
De acorde a su inventario de bienes sabemos que en 1612
aproximadamente, Gabriel López contrajo matrimonio con
Catalina de Sámano Turcios (hija de Juan Sámano de Turcios
e Inés de Carvajal). Como bien lo afirma Peña, gracias a este
enlace matrimonial se concretó una alianza de alto renombre en

26
Taximaroa pertenecía al obispado de Michoacán y lindaba con Marabatío, Cha-
chilpa y Cinapécuaro. El 24 de julio de 1524, Cortés le entregó en encomienda
Taximaroa y su jurisdicción, al Factor Real Gonzalo de Salazar; dicha enco-
mienda se mantuvo en esta familia por mucho tiempo, al morir el Factor, se
le otorgó en segunda vida a Juan Velázquez de Salazar a partir de 1553, tasada
en 2 mil pesos. Una vez fallecido Velázquez de Salazar en 1612, adquirió los
derechos su esposa María de Urdiñola. Descripción del Arzobispado de México hecha
en 1570 y otros documentos, José Joaquín Terrazas e hijas imps., México, 1897,
p. 34; Paso y Troncoso, Francisco del, Papeles de la Nueva España, segunda serie,
tomo I, Suma de visitas de pueblos por orden alfabético, manuscrito 2,800 de la Biblioteca
Nacional de Madrid, anónimo de la mitad del siglo XVI, Establecimiento Tipográfico
sucesores de Rivadeneyra, Madrid, 1905, p. 253; Paso y Troncoso, Francisco
del, Epistolario de Nueva España 1505-1818, tomo IX (1560-1563), Antigua Li-
brería Robredo de José Porrúa e Hijos, México, 1940, p. 25; Pérez Escutia, Ra-
món Alonso, Taximaroa. Historia de un pueblo Michoacano, Instituto Michoacano
de Cultura, México, 1986, pp. 59-61. Véase Carrasco, Pedro, Estructura político
territorial del imperio tenochca. La triple alianza de Tenochtitlán, Tezcoco y Tlacopan, Fon-
do de Cultura Económica-Fideicomiso Historia de las Américas-El Colegio de
México, México, 1996, p. 301.
27
“Inventario de bienes de Gabriel López de Peralta” (México, 10 [sic] de noviem-
bre de 1622), AGI, México 261, f. 307r.
28
“Comisión a don Gabriel López de Peralta, para que en las jurisdicciones del
camino y cordillera que va de la jurisdicción de la villa de Celaya y las minas de
San Luis y parajes de las estancias de Tarimoro, prenda delincuentes, facinero-
sos, vagabundos y personas que hayan venido en la presente flota sin licencia
de su majestad” (México, 23 de junio de 1632), AGN, General de Parte vol. 7,
exp. 241, fs. 155v-156v.

222
Entre la desgracia y el goce. Conformación del marquesado de Salvatierra

la sociedad novohispana (cabe recordar que esta alianza había


quedado trunca tras la muerte de la primera esposa de Jerónimo
López “el Mozo”).29 De esta unión matrimonial nacieron cuatro
hijos: Juan Jerónimo López de Peralta y Sámano Turcios “el Vie-
jo”, Catarina o Catalina de Sámano Turcios Quiñones (contrajo
matrimonio con su primo Gerónimo López de Peralta, segundo
poseedor del tercer vínculo de los López de Peralta) y dos hijos
más que hasta el momento desconocemos sus nombres.30
El 22 de septiembre de 1643, el rumbo del primer ma-
yorazgo cambiaría su cauce, ya que Gabriel López de Peralta se
presentó ante el superior gobierno para hacer un recuento de
la posesión de sus tierras: tenía 50 sitios de estancia de ganado
mayor y diversas caballerías de tierra que le pertenecían a cada
sitio, con su respectivo derecho de agua –sacada del río Grande
(Lerma)–. Además, mencionó que las tierras eran fértiles, ya que
se podía sembrar trigo, maíz y otras semillas –dichas cosechas
abastecían a Celaya, reales de minas y otras provincias–, y servían
para la cría de ganado. Por lo anterior, Gabriel López valoró sus
estancias estaban en 500 mil pesos.31
Posteriormente, Gabriel López optó por donar sus es-
tancias, con este sucesorecibiría ciertas recompensas, que en un
principio estuvo cerca de obtenerlas, pero con el correr de los
años se vieron tan lejos de alcanzar. La primera de ellas era darle
el título de fundador de la ciudad a Gabriel López y el oficio de
corregidor perpetuo (este cargo lo podían utilizar todos sus des-
cendientes o sucesores llamados por su mayorazgo), así como el
oficio de corregidor, llevando el título de teniente de capitán ge-
neral. Este oficio sería utilizado a perpetuidad.32 La segunda era
que se le dieran en mano a López de Peralta 2 mil pesos de oro
29
Véase Peña, op. cit., p. 208.
30
“Inventario de bienes de Gabriel López de Peralta” (México, 10 [sic] de noviem-
bre de 1622), AGI, México 261, f. 307v; Fernández del Castillo, Francisco, Tres
Conquistadores y pobladores de la Nueva España (versión paleográfica, notas e índice
alfabético), Talleres Gráficos de la Nación, México, 1927, p. 324; Fernández de
Recas, op. cit., p. 77.
31
“Testimonio de los autos hechos sobre la situación de la encomienda de los
herederos del mayorazgo de Jerónimo López” (México, 1708), AGI, México,
654, fs. 6r-7r.
32
Ibídem, f. 8r. Véase Chevalier, François, La formación de los latifundios en México. Ha-
ciendas y sociedad en los siglos XVI, XVII y XVIII, Fondo de Cultura Económica,
México, 1999, p. 129.

223
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

de minas, sin necesitar de librazas.33 La tercera condición era que


se le quedara la hacienda de labor de trigo y riego, llamada San
Gabriel –que se conformaba de 15 caballerías de tierra (641.85
hectáreas aproximadamente)–, y pudiera hacer uso del agua del
río, sin necesidad de entrar en las tandas, puesto que la hacienda
se localizaba muy cerca del río Grande y de la presa que el mismo
Gabriel López había construido.34 Por último, si el cabildo y regi-
miento lo autorizaban, le diesen seis solares, donde López podía
construir casas, huertas o donarlos.35
Consecutivamente, la ciudad de San Andrés de Salvatie-
rra se fundaría el primero de abril de 1644, tomando en parte
la antigua fundación del pueblo de San Andrés Chochones (la
cual, en época prehispánica, comprendía el valle de Guasindeo,
sujeto a Acámbaro). La ciudad fue nombrada de esa manera en
honor al virrey García Sarmiento de Sotomayor, conde de Salva-
tierra.36 Esta ciudad poseía una extensión de cuatro leguas – 17
o 22 km aproximadamente–, tenía forma de rectángulo y medía
45,412 varas (37,959.8908 metros), contando con 207 caballerías
(8,857.53 hectáreas).37 Asimismo, al momento de su fundación,
33
“Testimonio de los autos hechos sobre la situación de la encomienda de los
herederos del mayorazgo de Jerónimo López,” (México, 1708), AGI, México,
654, f. 8r. Véase Chevalier, op. cit., p. 129.
34
“Testimonio de los autos hechos sobre la situación de la encomienda de los
herederos del mayorazgo de Jerónimo López” (México, 1708), AGI, México,
654, f. 7v.
35
Ibidem, f. 8r.
36
“Memorial del pleito sobre el cumplimiento de las recompensas que se han de
dar por su majestad a los poseedores del primer mayorazgo de Jerónimo López
por las tierras y aguas con que se fundó la ciudad de San Andrés de Salvatie-
rra” (México, 1705-1709), AGI, Escribanía 189B, f. 8r. Aunque localizamos en
un documento que la donación de Gabriel López de Peralta consistió en 56
estancias. Véase también “Por oficio del cabildo de Salvatierra el 13 de marzo
de 1788, dirigido a esta intendencia, consta, que una de las partes que forman
los fondos de aquella ciudad, es de donación de 56 sitios de ganado mayor que
hizo para su fundación don. Gabriel López de Peralta, por lo que su majestad,
le concedió el título de castilla, con la denominación de marqués de Salvatierra,
razón de los bienes que se apuntaron a Casimiro Luciano Vázquez, por el capi-
tán de los solares, Joaquín Villegas” (Salvatierra, 13 de marzo de 1788), AGN,
Inquisición, 1795, vol. 1378, exp. 4, fs. 20r.
37
“Documentos relativos a la fundación de la ciudad de San Andrés de Salvatie-
rra, en el sitio llamado San Andrés Chochones, cedido por don Gabriel López
de Peralta” (Salvatierra, 12 de abril de 1646), AGN, Tierras, Año: 1646. Vol.
185, exp. 1, f. 99r.

224
Entre la desgracia y el goce. Conformación del marquesado de Salvatierra

tenía 140 vecinos españoles con sus mujeres e hijos, distribui-


dos en 46 casas; contaba con dos conventos de religiosos: San
Francisco y Nuestra Señora del Carmen; y poseía tres haciendas
grandes, 24 labores de riego con cinco cajas de agua, algunos si-
tios y siete molinos de trigo corrientes con dos asientos de piedra
cada uno.38
Después de 64 años (1644-1708) y tras un largo pleito,
Juan Bautista Luyando y Bermeo –esposo de Jerónima López
de Peralta Sámano Turcios, cuarta poseedora del vínculo– pudo
negociar con la Corona y comprobar la donación de las estan-
cias ofrecidas por Gabriel López, por lo cual se le resolvió por
real decreto, el 13 de diciembre de 1707, conceder a los posee-
dores del mayorazgo 6 mil pesos cada año y perpetuamente
y liberar de todas las cargas en los primeros indios vacos o
que primero vacaren. De igual manera, se le otorgaba el título
de marqués de Salvatierra, libre de lanzas y media anata, con la
misma perpetuidad y libertad en todos los sucesores; si acep-
taba dicha propuesta, desistiría Juan Bautista Luyando y todos
sus sucesores a este pleito.39 Obviamente, Juan Luyando no lo
pensó dos veces, aceptó el ofrecimiento, que recompensaba a la
familia de su esposa, pero justamente cinco días antes de que se
le otorgará el título de marqués de Salvatierra murió, recayendo
el vínculo en su única hija el 18 de marzo de 1708.

38
“Documentos relativos a la fundación de la ciudad de San Andrés de Salvatie-
rra, en el sitio llamado San Andrés Chochones, cedido por don Gabriel López
de Peralta” (Salvatierra, 10 de abril de 1646), AGN, Tierras, Año: 1646. Vol.
185, exp. 1, f. 106r; “testigos presentados por parte de Juan Bautista de Luyan-
do y Bermeo caballero de la orden de Alcántara como padre y legítimo admi-
nistrador de Francisca Gerónima López de Peralta Turcios y Sámano Luyando
y Bermeo su hija legitima y de Gerónima de Sámano Turcios y Peralta su legiti-
ma mujer difunta sobre el cumplimiento de las recompensas en nombre de sus
majestad ofrecidas a Gabriel López de Peralta por las tierras en que se fundó
la ciudad de San Andrés de Salvatierra, con el señor fiscal de su majestad y lo
demás que son los autos” (Salvatierra, 4 de diciembre de 1699), AGI, Escriba-
nía, 189B, f. 30v. Zavala, Silvio, El servicio personal de los indios en la Nueva España
1636-1699, tomo VI, El Colegio de México-El Colegio Nacional, México, 1994,
p. 42.
39
“Testimonio de los autos hechos sobre la situación de la encomienda de los
herederos del mayorazgo de Jerónimo López” (México, 1708), AGI, México,
654, f. 1r.

225
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

Conclusiones

Con todo lo anterior, podemos observar el funcionamiento del


mayorazgo como un mecanismo estratégico para estas familias.
Asimismo, la fórmula presentada inicialmente se pudo aplicar a
nuestro estudio; por ello, la donación de 50 estancias que hizo
Gabriel López de Peralta para la fundación de la ciudad de Sal-
vatierra logrará ser una variante dentro de los símbolos de dis-
tinción, comprobando que no todos los mayorazgos se desen-
volvieron de la misma manera, pero sí muchos de ellos tuvieron
sus antecedentes en encomiendas; asimismo, la acumulación de
bienes les permitió a estas familias obtener algunos títulos de no-
bleza. No obstante, la fundación de la ciudad de Salvatierra se
edificaría en un lugar estratégico y bien comunicado.

Referencias

Archivos

Archivo General de Indias (AGI)


Escribanía, México
Archivo General de la Nación (AGN)
General de Parte, Inquisición, Tierras

Bibliografía

Artís Espriu, Gloria, Familia, riqueza y poder un estudio genealógico de


la oligarquía novohispana, CIESAS, México, 1994.
Caño Ortigosa, José Luis, “El poder económico en Guanajuato:
un caso de integración en la élite local”, en Luis Navarro
García (coord.), Élites urbanas en Hispanoamérica, Universi-
dad de Sevilla, España, 2005, pp. 77-92.
Castro, Juan Francisco de, Discursos críticos sobre las leyes y sus intér-
pretes. En que se demuestra la incertidumbre de estos y la necesidad
de un nuevo y metódico cuerpo de derecho para la recta administración
de justicia, tomo II, Imprenta de E. Aguado, Madrid, 1829.
Carrasco, Pedro, Estructura político territorial del imperio tenochca. La
triple Alianza de Tenochtitlán, Tezcoco y Tlacopan, Fondo de

226
Entre la desgracia y el goce. Conformación del marquesado de Salvatierra

Cultura Económica-Fideicomiso Historia de las Améri-


cas-El Colegio de México, México, 1996.
Chevalier, François, La formación de los latifundios en México. Ha-
ciendas y sociedad en los siglos XVI, XVII y XVIII, Fondo de
Cultura Económica, México, 1999.
Clavero, Bartolomé, Mayorazgo: propiedad feudal en Castilla (1369-
1620), Siglo XXI Editores, Madrid, 1989.
Descripción del Arzobispado de México hecha en 1570 y otros documentos,
José Joaquín Terrazas e hijas imps., México, 1897.
Diccionario de la Lengua Española, Real Academia Española, Espasa
Calpe, Madrid, 2000 (21ª edición).
Escriche, Joaquín, Diccionario de Legislación y Jurisprudencia, Librería
de Rosa Bouret y Cía., París, 1851.
Fernández del Castillo, Francisco, Tres Conquistadores y pobladores
de la Nueva España (versión paleográfica, notas e índice alfabético),
Talleres Gráficos de la Nación, México, 1927.
Fernández de Recas, Guillermo S., Mayorazgos de la Nueva España,
UNAM, México, 1965.
Margadant, Guillermo, “El mayorazgo novohispano, producto
natural de un zeitgeist, y anatema para el siguiente”, Anuario
Mexicano de Historia del Derecho, Instituto de UNAM, Méxi-
co, núms. 0-1, 1999-2000, pp. 225-258.
Monroy Castillo, María Isabel, Guía de las Actas de Cabildo de la
ciudad de México (1601-1610), s. XVII, D.D.F/S. G.D.S/
C.I.E.G/U.I, México, 1987.
Paso y Troncoso, Francisco del, Epistolario de Nueva España 1505-
1818, tomo IX (1560-1563), Antigua Librería Robredo de
José Porrúa e Hijos, México, 1940.
__________, Papeles de la Nueva España, segunda serie, tomo I, Suma
de visitas de pueblos por orden alfabético, manuscrito 2.800 de la
Biblioteca Nacional de Madrid, anónimo de la mitad del siglo XVI,
Establecimiento Tipográfico sucesores de Rivadeneyra,
Madrid, 1905.
Peña, José Francisco de la, Oligarquía y propiedad en Nueva España
(1550-1624), Fondo de Cultura Económica, México, 1983.
Pérez Escutia, Ramón Alonso, Taximaroa. Historia de un pueblo Mi-
choacano, Instituto Michoacano de Cultura, México, 1986.
Zavala, Silvio, El servicio personal de los indios en la Nueva España
1636-1699, tomo VI, El Colegio de México-El Colegio Na-
cional, México, 1994.

227
ESTRATEGIAS
FAMILIARES CON
FINES ECONÓMICOS
Y SOCIALES.
EL CASO DEL ALFÉREZ
SALVADOR MORILLO
EN SOMBRERETE

Tomás Dimas Arenas Hernández1

Introducción

El objetivo de este artículo es estudiar las estrategias


familiares sobre la base de genealogías descendentes
para reconstruir las redes sociales que utilizaban algu-
nas familias del septentrión novohispano, gracias a las
cuales podían asegurar la conservación y el aumento
de su poder económico. Aunque en el curso del texto
se hace referencia a varias familias, la figura principal
de este documento es el alférez real Salvador Morillo,
criollo, de condición humilde, que logró experimen-
tar su capacidad para negociar en diversas ramas de la
economía hasta llegar a ocupar cargos en el gobierno
real en las minas de Sombrerete.
En el siglo XVIII, la parroquia de San Juan Bau-
tista de Sombrerete comprendía, además de numero-
sas rancherías, las capillas establecidas en la hacienda
de San Ildefonso de Corrales, real de San José de Hon-
duras, La Noria, Mateo Gómez y el pueblo de indios


1
Centro de Actualización del Magisterio en Zacatecas.
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

de San Mateo, que administraban los franciscanos.2 En 1754, se


contaban en la jurisdicción 500 españoles más mil 500 de “co-
lor quebrado”, distribuidos en las diversas haciendas, labores y
estancias, sujetas a la parroquia. Asimismo, había 25 indios que
habitaban una pequeña doctrina administrada por los francisca-
nos (se trataba del convento de San Mateo, su población había
disminuido a la décima parte en 41 años).
La población de Sombrerete se recuperó después de la
debacle de mediados de siglo, aunque siempre fue superior la de
Zacatecas, que para estas fechas contaba con 15 mil habitantes.
Así, Sombrerete era la segunda población con mayor cantidad
de habitantes, después de Zacatecas. Para 1777, la alcaldía ma-
yor de Sombrerete había aumentado a 4,702 personas y creció
aún más a finales del siglo cuando concurrieron muchos opera-
rios tras el impresionante auge minero que ocurrió entre 1792
y 1800, pero se frenó después de esa fecha cuando sobrevino la
decadencia extractiva.
La documentación que se generó en esa parroquia resul-
ta útil para reconstruir las genealogías familiares, dado que los
registros parroquiales contienen datos muy interesantes; sin em-
bargo, para la elaboración de este texto se recurrió, primero, a la
consulta de Protocolos Notariales, debido a que ahí fue posible
encontrar una mayor cantidad de elementos para entender la
evolución de las estrategias familiares para obtener prestigio so-
cial y poder económico.
El primer indicio fue la localización de varios expedien-
tes de denuncios mineros, cartas poder, escrituras de donacio-
nes, contratos de censos redimibles, títulos de compra-ventas
de casas y testamentos, que con frecuencia hacían referencia a
Salvador Morillo. Esto condujo a rastrear su ascendencia y la de
su familia a fin de conocer sus raíces y la fecha de su arribo al
centro minero de Sombrerete. Los datos apuntan a que Salvador
Morillo llegó a constituirse como una figura importante de la
oligarquía sombreretense en el siglo XVIII, muy en especial la de
la última década de esa centuria en que los Fagoaga impulsaron
con gran éxito la explotación de Vetanegra y Pabellón.

AHPSO, Libros de bautizos, casamientos y entierros del pueblo de indios de


2

San Mateo. AHAD, rollo 8, ff. 132–139, año 1638. Licencia a fray Juan de He-
redia, para la administración de los sacramentos.

230
Estrategias familiares con fines económicos y sociales

Salvador Morillo pertenecía al grupo de la opulencia y,


además, a una parentela de mineros, comerciantes y hacendados:
entre ellos destacan su hermano Manuel, su yerno Juan de Az-
cunaga, y su cuñado y compadre Francisco Bravo Castilla, ade-
más de Isidro Molina, Diego Berdejo, Miguel Rada y Hermene-
gildo Fernández de Castro. La base de su ascenso social fue el
comercio y la minería, pues poseía una pulpería con efectos en
la Nueva España y Castilla, que le redituaba grandes utilidades
y que aprovechó, posteriormente, para adquirir minas, tierras y
casas. De hecho, los comerciantes de Sombrerete y Zacatecas
vivieron en ese tiempo una época dorada, debido al auge de la
producción de la plata y, gracias a ello, lograron grandes patri-
monios que a la postre permitieron a algunos de ellos alcanzar
la cúspide social.
¿Cuáles fueron las estrategias que utilizó Salvador Morillo
para lograr una condición social distinguida y poder económico?,
¿quiénes conformaron su familia nuclear y extensa?, y ¿cómo co-
laboraron éstas para que Morillo alcanzara el prestigio social y el
incremento de su patrimonio?

El concepto de las estrategias familiares

En los ámbitos de la historia demográfica y la sociodemografía se


han acuñado los conceptos de estrategias familiares o estrategias
de casa, para designar el hecho de seleccionar recursos humanos
y materiales (recursos tácticos) para producir resultados (objeti-
vos) ante una situación de incertidumbre y poder garantizar la
reproducción social.3 Los recursos tácticos de las estrategias son
los que pueden activar a los miembros de las familias, es decir, los
bienes que controlan y las actividades que pueden realizar. Por su
parte, los objetivos se entienden como la búsqueda de un mayor
y mejor éxito. Las estrategias de las familias dependen de la flexi-
bilidad con que puedan adaptar sus comportamientos al entorno.
En esta circunstancia, el concepto de estrategia familiar aplicado
a la familia deriva de un paradigma económico que:


3
Garrido Medina, Luis y Gil Calvo, Enrique, “El concepto de estrategias fami-
liares”, en Estrategias familiares, Alianza, Madrid, 1997, pp. 15-16.

231
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

Considera cada clase o estrato social, con base en sus con-


diciones de vida que se derivan de dicha pertenencia, desa-
rrollan deliberadamente determinados comportamientos
encaminados a asegurar la reproducción material y biológica
del grupo al que pertenecen. A la reproducción material se
asocian comportamientos relativos a la adopción de pautas de
participación económica por sexo y edad, así como conductas
migratorias. En cambio, a la reproducción biológica se relacio-
nan los comportamientos demográficos como la formación y
disolución de las uniones, la constitución de la descendencia
(reproducción) y la mortalidad.4

Es decir, se trata de mecanismos utilizados por individuos


que se proponen conservar y aumentar el poderío económico, el
prestigio social y la influencia política para mantener la hegemo-
nía en alguna comunidad determinada. Pero también esas estra-
tegias son esencialmente familiares porque utilizan la vía familiar
para afianzar y mejorar la posición del linaje de algún grupo; es
decir, desde la familia, se establecen las alianzas y relaciones de
clientelismo para conseguir el incremento de riquezas, honores,
favores y poder.
A partir de este marco de referencia, algunos investiga-
dores han usado esos basamentos teóricos metodológicos para
entender los mecanismos que operan al interior de los hogares
que permiten aumentar o mantener los niveles de bienestar y
no caer en mayores riesgos de pobreza (sobrevivencia);5 otros,
para explicar la formación y funcionamiento de redes, en donde
se priorizan los vínculos que establecen distintos actores con la
finalidad de prevenir situaciones de crisis económicas, de mane-
ra que sus miembros participan en intercambios recíprocos de
bienes y servicios entre los que se cuentan información, entre-
namiento y ayuda para el empleo, o préstamos de dinero, herra-
mientas y semovientes, etcétera.
En otras indagaciones, se utiliza este recurso metodológi-
co para observar los niveles de vulnerabilidad-acción y estructura

4
Torrado, Susana, “Clases sociales, familia y comportamiento demográfico:
orientaciones metodológicas”, PROELCE, Demografía y economía, vol. XII, núm.
3, 1978, p. 9.

5
González de la Rocha, Mercedes, Los recursos de la pobreza. Familia de bajos ingresos
en Guadalajara, El Colegio de Jalisco, México, 1986.

232
Estrategias familiares con fines económicos y sociales

de oportunidades. Aquí el análisis se ha centrado en el tema de


los recursos y actividades que se realizan en el interior de los
hogares (capital humano, infraestructura social y económica, vi-
vienda, relaciones familiares y capital social) para la potenciación
o limitación de su desarrollo de conformidad con el contexto y la
normatividad. Monser considera que la vulnerabilidad se asocia
a la necesidad de bienestar de los individuos, los hogares y las
comunidades ante un medio ambiente cambiante. De ahí que el
estudio de la misma permite identificar no sólo la amenaza, sino
también la capacidad de adaptación sobre la base del aprovecha-
miento de oportunidades y la resistencia a los efectos negativos
del cambio.6
Otro enfoque ha puesto el acento de las estrategias fami-
liares en un contexto de cambio sociocultural e institucional. En
este sentido, dicha noción relaciona aspectos de las teorías es-
tructurales con la elección racional en un marco temporal. Bajo
esta circunstancia, se considera que las familias son capaces de
movilizar varias opciones a lo largo de su ciclo vital, en respuesta
a las exigencias externas a partir de los recursos disponibles y las
concepciones de sus miembros. Hareven ha realizado un estudio
de estrategias familiares para analizar el proceso de industrializa-
ción de la sociedad norteamericana durante el siglo XIX: conclu-
ye que el parentesco de los migrantes jugaba un papel importante
en la inserción al trabajo industrial;7 y las familias se apoyaban
mutuamente para encontrar trabajo, proporcionarse ayudas de
tipo asistencial, de sobrevivencia, así como de defensoría social.
En suma, el concepto de estrategias familiares permite entender
cómo la sociedad del pasado y la actual han enfrentado el cambio
y la incertidumbre en la vida cotidiana.

Las estrategias familiares de Salvador Morillo

Salvador Morillo figuró como el patriarca de una de las familias


con mayor influencia en la vida política en las minas de Sombre-

6
Monser, Caroline, “Situaciones críticas. Reacción de las familias de cuatro co-
munidades urbanas pobres ante la vulnerabilidad y la pobreza”, ESD, Serie de
estudios y monografías sobre el desarrollo ecológicamente sustentable, núm. 75, 1996.

7
Hareven, Tamara, Families, history and social change, Westview Press, Great Britain,
2000.

233
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

rete durante el siglo XVIII. Fue hijo del español Domingo Mo-
rillo y Castro y de Josefa Lazalde. Por un lado, Domingo había
servido a los intereses de la Corona española como teniente de
capitán general en las Costas del Sur y comisionado por el juez
privativo de ventas y composiciones de la Real Audiencia de la
Nueva Galicia para realizar mediciones y otras diligencias en el
territorio; además, fue alcalde mayor de Sombrerete en 1738.8
Por otro, Josefa Lazalde nació en Saín Alto y era descendiente de
familias de amplia tradición en la región de Sombrerete.9
Salvador Morillo nació en alguna parte del extenso terri-
torio de la Nueva Galicia en el año de 1737, pues en un interro-
gatorio, que se le presentó para unas diligencias con el gober-
nador de la Nueva Vizcaya en 1763, declaró tener 26 años de
edad. En 1756, se casó por primera vez con Petra Validiago; en
segundas nupcias, el 3 de mayo de 1766, con Teresa Sidriano,
hija de Pascual Sidriano y de Antonia Franco, con ella procreó
a Petra Morillo. En tercera ocasión contrajo matrimonio el 25
de noviembre de 1783 con María Josefa Caro, hija de Timoteo
Caro y de Juana María Carrillo, con quien tuvo por hijos a Fran-
cisco, Salvador y María Guadalupe Morillo y Caro. Al enviudar
de Josefa Caro, Salvador Morillo, de inmediato, buscó un nuevo
enlace, ahora con Guadalupe Bravo Castilla, de quien recibió por
dote 600 pesos en reales. Con ella procreó a María Francisca,
Juana Vicenta, María Isabel, María Rosalía, todos Morillo y Bravo
(véase árbol genealógico 1).
Mientras vivía en esa relación, la justicia real lo requirió
por no haber presentado el testamento e inventario de bienes
de su esposa anterior. Se le emplazó a que en término de ocho
días, contados a partir del 18 de agosto de 1784, presentara al
juzgado correspondiente los documentos notariales.10 Cuando se
acudió a su domicilio a notificarle lo anterior, no lo admitió y sólo
verbas respondió, diciendo que: “se vería con su merced”, aunque
en otro auto alegó que no había sido autorizado para hacer el do-


8
AHMS, exp. 325, año 1738. ARAG, civil, caja 285, exp. 5, año 1726. Memorial
que ante el Cabildo de Guadalajara, presentó José Domingo de Morillo, Pro-
vincial de la Santa Hermandad y Regidor Perpetuo de la misma ciudad, por la
administración de negocios pertenecientes al tribunal de la Real Audiencia.
9
AHMS, exp. 22, ff. 103-106, año 1806. Testamento de Salvador Morillo.
10
AHMS, exp. 3997, año 1784. Exhorto del alcalde mayor Juan López Portillo a Sal-
vador Morillo para que presente el testamento de su difunta esposa Josefa Caro.

234
Estrategias familiares con fines económicos y sociales

Familia del alférez real Salvador Morillo

Hombre

Domingo Morillo Josefa Dolores Pascual Antonia Timoteo Juana Ma. Mujer
y Castro vecino Lezalde † Sidriano Franco Caro Carrillo
* Bautizo
de Guadalajara 15-07-1763
∞ Casamiento
† Entierro

Manuel Vicente María Joaquín Teresa Fermín Moreno Ma. Salvador Petra Teresa Josefa Guadalupe
†14-09-1803 Gertrudis Castañeda Estrada y Lodosa, Isidora (alferez) Validiago * Jerez Bravo
Fuertes Sierra originario Castañeda * 1737 Castilla
†11-07-1786 de Navarra †17-11-1806

26-06-1756

Francisca Vicente María María Ana María José María Esteban José José Antonio
Espinosa Carmen Guadalupe Bracho †ca. 1786 Luis †13-11-1806

03-05-1766

Ana Rita Petra Pedro Juan Azcunaga Leonardo Jacinta


María María Parra Escobedo
25-11-1783

Sebastián Teresa Marcelina Josefa Rudecinda Antonia Juliana Aleja Salomé Ma. de Jesús Francisco Salvador Ma. Agustina Gregorio
Flores Castañeda *15-02-1791 Guadalupe García Parra

28-11-1793

Bárbara José Antonio Francisca Juana María María María


Vicenta Rosalía Isabel Candelaria
∞ 09-03-1779 ∞ Sombrerete 12-02-1816

Fuente: Elaboración propia a partir de la consulta de registros parroquiales de Sombrerete.

235
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

cumento de su difunta mujer y que además ella había cumplido


con las mandas forzosas. Sostuvo que no existía ley que lo obligara
a presentar en dicho término el documento que se le pedía. Ante
ese razonamiento y sintiéndose ofendido el alcalde mayor por la
conducta de Morillo, dispuso que el caso se declarara por intes-
tado para que de esa manera no dejara desamparados a sus hijos,
ni tampoco a los herederos del nuevo matrimonio que contraía,
para que en lo sucesivo todas las causales se ajustaran a las leyes
vigentes.11
Al tiempo que se dirimían los asuntos hereditarios, Salva-
dor empezó a participar en los negocios, primero en el comercio
y después en la minería y la propiedad de la tierra. Sus utilidades
las invertía en habilitar a varios mineros y dueños de ranchos y
haciendas. Su labor como aviador se extendió, además de Som-
brerete donde había fijado su residencia, hacia los distritos mi-
neros de Zacatecas, Fresnillo, Nieves y Durango, entre otros, lo
que le favoreció el establecimiento de una red de compromisos
recíprocos entre numerosos acreedores.
En 1772, aprovechando esa base económica y social pre-
eminente, se encaminó a adquirir cargos concejiles en la admi-
nistración del gobierno virreinal. En la búsqueda de oficios ven-
dibles y renunciables, no dudó en esgrimir que era descendiente
de una familia de linaje, aunque reconoció que estaba casado con
una mujer que no correspondía a la limpieza de sangre. Presentó
testimonios de idoneidad y legitimidad, requisitos que le valieron
para que las autoridades virreinales le concedieran el cargo de
aguacil mayor, tras el pago de los derechos correspondientes.12
Con ese oficio ingresó al mundo de la política de manera firme.
Como jefe de la policía del lugar era considerado el principal ofi-
cial ejecutivo de la justicia. Tenía el privilegio de portar la vara de
la justicia, entrar al cabildo con sus armas y nombrar tenientes

11
AHMS, exp. 3997, año 1784. Se exhorta a Salvador Morillo a dictar el testamen-
to de su difunta esposa.
12
AGN, Real Hacienda, oficios vendibles 80, contenedor 10, vol. 21, exp. 11, ff.
222-299v, años 1772-1773. El juez privativo de ventas, avalúos y almonedas
de oficios vendibles y renunciables, a solicitud del alcalde mayor de la villa de
Llerena, de acuerdo a la real cédula sobre el remate de oficios cuyo valor no
exceda de mil pesos, aprobó el remate llevado a cabo en esa villa sobre los ofi-
cios adjudicados a Francisco Díaz Gamero, el de regidor alférez real; Joaquín
de Castañeda para depositario general y don Salvador Morillo, alguacil mayor.

236
Estrategias familiares con fines económicos y sociales

de alguacil mayor; además, tenía el derecho de voz y voto en


el ayuntamiento, todo lo cual le valían gran honra. De manera
particular, recibía un porcentaje de las condenaciones y otros in-
gresos de la administración de la cárcel, vigilancia y ejecución de
la justicia.
Más tarde, en 1783, Morillo obtuvo en subasta pública el
oficio de regidor y alférez real de Sombrerete, por el que pagó 200
pesos en reales.13 De acuerdo con las funciones señaladas en las
leyes de Indias, correspondía al alférez portar el pendón en dis-
tintas ceremonias de gran lucimiento y, sobre todo, en las sesio-
nes de cabildo, donde gozaba del derecho a voto; además, debía
velar por la integridad del reino y el cumplimiento de la justicia.14
Participaba en todas las actividades administrativas del cabildo,
ya fuera acompañando a los regidores o alcaldes ordinarios a ins-
peccionar los establecimientos comerciales: pulperías, tendejones
y panaderías o, incluso, podía sustituir a los alcaldes ordinarios en
su ausencia. El lucimiento del alférez real en los días de fiesta re-
flejaba el prestigio social de la persona que portaba el estandarte
real.
Dadas las distinciones, atribuciones y remuneraciones que
el empleo denotaba, Salvador se apresuró a conservar en la fami-
lia o casa el cargo de alférez real, de modo que con toda anticipa-
ción lo renunció en su hermano Vicente Morillo, una vez que el
otorgante hubiera fallecido, pero como Vicente falleció primero,
nuevamente se escrituró la cesión a nombre de su hijo Pedro, en
quien aseguraba que también concurrían todas las circunstancias
y calidades del otorgante.15
Años más tarde, en 1792, Salvador fue nombrado mayor-
domo de la cofradía de San José16 y el 19 de mayo de 1796 –con-
siderando que era un vecino distinguido de la villa, de notorio
caudal y conducta decorosa, distinciones que podían asegurar la
custodia de ciertos capitales–, se convino en confiarle en depó-
sito regular el patrimonio de la Archicofradía del Santísimo Sa-
cramento de la parroquia de Sombrerete, por el que pagaría los

13
AHMS, exp. 3943, año 1783.
14
ARAG, civil, caja 194, exp. 19, año 1791. Juicio presentado por Salvador Mori-
llo contra José Cayetano de Cázares, sobre referencia de privilegios, 4 fs.
15
AHMS, exp. 4212, año 1785.
16
AHMS, exp. 4192, ff. 41-44, año 1792.

237
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

réditos correspondientes.17
De la misma forma, en 1797, el gremio de mineros del
que ya formaba parte, lo eligió para que representara sus inte-
reses ante las autoridades del reino: respaldó las aspiraciones de
los Fagoaga cuando solicitaron la exención de pago de derechos
fiscales a la Real Hacienda por la explotación de las minas en
Sombrerete.
En ese momento, Salvador Morillo estaba en la cúspide de
la popularidad: apoyaba la cohesión familiar con su yerno Juan
de Azcunaga y sus compadres Juan Antonio de Unda, adminis-
trador de alcabalas en la región, y Pedro Antonio Iturbide, admi-
nistrador del tabaco; y extendía y recibía poderes para diversos
asuntos judiciales y notariales, tratos que realizaba con personas
radicadas en otras poblaciones, incluso, distantes del real minero.
Además, formó compañía con Celedonio Larrea, Joaquín Uri-
barry y Pedro Ignacio de Iparraguirre, para explotar las vetas del
Tajo Airón y Tajo de Ibarra, en el real de la Noria.
Cuando todo parecía éxito, prosperidad y hegemonía, Sal-
vador aceptó participar como fiador de Pablo de Agudo, quien
llegó a ocupar el cargo de tesorero de la Caja Real. Sin embargo,
debido a malos manejos en la administración de la contabilidad,
el tesorero y sus apoderados tuvieron que enfrentar un proceso
judicial. Entre 1804 y 1805, cuando la administración general de
la Real Hacienda de la capital del virreinato descubrió las irregu-
laridades administrativas y contables en las que incurría el teso-
rero de la Caja Real de Sombrerete, se giraron de inmediato las
instrucciones para hacer una amplia investigación, sancionar a
los responsables y evitar mayores desfalcos.
Al tiempo que iniciaban las averiguaciones, el cura de
Sombrerete se adelantó a reclamar a Morillo el pago de varios
capitales piadosos que tenía pendientes con la parroquia.18 Con

17
AHAD, rollo 194, ff. 320-324, año 1796. Testimonio de depósito por nueve
años de la cantidad de 6 mil pesos con 5% de réditos, bienes de la Archicofradía
del Santísimo Sacramento de Sombrerete, confiados a Salvador Morillo, quien
para asegurar el capital hipotecó casas, muebles y raíces que tenía en esa villa.
18
AHMS, Ayuntamiento, exp. 62, año 1804. Entre los débitos pendientes de Sal-
vador Morillo se contaron 4,540 pesos seis reales y cinco granos que Miguel
Velásquez aportó para fundar una obra piadosa a favor del Santuario de Guada-
lupe de Sombrerete; otra deuda por la cantidad de 6 mil pesos correspondientes
al patrimonio de la archicofradía del Santísimo Sacramento de la parroquia;

238
Estrategias familiares con fines económicos y sociales

este incidente judicial, Salvador Morillo no tuvo más remedio


que aceptar que era necesario tener más cuidado en la selección
de ciertas estrategias para poder garantizar la conservación y au-
mento del poder económico y la distinción social. Envuelto en
ese litigio, falleció en Sombrerete el 17 de noviembre de 1806, a
los 69 años de edad.19

Conclusiones

El caso que hemos seguido en este texto es un ejemplo de cómo


las personas se empeñan en alcanzar los más altos honores de
la época, supuestamente reservados para unos cuantos privile-
giados. El aprovechamiento de estrategias familiares, dentro de
las que se pueden contar las alianzas matrimoniales, el trabajo, el
capital humano, los activos productivos, las relaciones familiares,
el capital social, la vivienda, el lugar de residencia y el uso de los
ingresos, puede ser útil para conseguir la supremacía económica,
el poder político y el prestigio social.
En este punto se coincide con Francisco Indalecio Queve-
do, ya que señala que el poder económico ha sido, a través de la
historia, la llave más importante para el acceso al mundo de los
negocios, la política, la cultura y las relaciones sociales.20 El dine-
ro es el elemento que permite comprar voluntades, contar con
buenos clientes, acceder a mejores cargos y optar por los grandes
beneficios de la Corona. No obstante, además, es necesario con-
tar con una base social para poder ascender y triunfar: Salvador
Morillo se aprovechó de los frutos reunidos por sus padres y se
dedicó a establecer relaciones que le redituaran prestancia social,
para luego impulsarse hacia la búsqueda de un buen patrimonio

una más correspondiente a la obra pía que dejó Francisca de la Campa, quien
estableció sobre casas del señor Morillo 200 pesos de principal, para que con
sus réditos se celebraran misas cantadas los días 13 de junio y 12 de diciembre,
a favor del alma de la bienhechora; y otra por el valor de 2,850 pesos correspon-
dientes a una obra pía del convento de San Francisco de Sombrerete. AHMS,
causas civiles, exp. 24, año 1807.
19
AHPSO, registro de entierros de la parroquia de Sombrerete, año 1806.
20
Quevedo Sánchez, Francisco Indalecio, “Estrategias familiares con fines eco-
nómicos y sociales. El caso del jurado cordobés Martín Gómez de Aragón”,
Historia y genealogía, núm. 3, 2013, pp. 67-82.

239
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

material y la obtención de cargos honoríficos dentro del apa-


rato del gobierno virreinal. En ese intento, se apoyó de todos
los recursos disponibles y trajo a cuento su limpieza de sangre,
servicios a la Corona y demás méritos para conseguir, primero,
el cargo de alguacil mayor y después el de alférez real y regidor
perpetuo, en el ayuntamiento de las minas de Sombrerete; con
ello, ingresó al grupo de la nobleza novohispana y, como hombre
precavido, pudo dejar bien posicionados a sus descendientes.

Referencias

Archivos

Archivo General de la Nación (AGN), México, D. F.


Archivo Histórico del Arzobispado de Durango (AHAD), Dgo.
Archivo Histórico del Municipio de Sombrerete (AHMS), Zaca-
tecas
Archivo Histórico del Palacio de Minería (AHPM), México, D. F.
Archivo Histórico de la Parroquia de Sombrerete (AHPSO),
Zacatecas
Archivo de la Real Audiencia de Guadalajara (ARAG), Jal.

Bibliografía

Arenas Hernández, Tomás Dimas, Migración a corta distancia. La


población de la parroquia de Sombrerete de 1677 a 1825, UAZ-El
Colegio de Michoacán, México, 2012.
Garrido Medina, Luis y Gil Calvo, Enrique, “El concepto de es-
trategias familiares”, en Estrategias familiares, Alianza, Ma-
drid, 1997, pp. 15-30.
González de la Rocha, Mercedes, Los recursos de la pobreza. Familia
de bajos ingresos en Guadalajara, El Colegio de Jalisco, México,
1986.
Hareven, Tamara, Families, history and social change, Westview Press,
Great Britain, 2000.
Monser, Caroline, “Situaciones críticas. Reacción de las familias
de cuatro comunidades urbanas pobres ante la vulnerabili-
dad y la pobreza”, ESD, Serie de estudios y monografías sobre el

240
Estrategias familiares con fines económicos y sociales

desarrollo ecológicamente sostenible, núm. 75, 1996.


Quevedo Sánchez, Francisco Indalecio, “Estrategias familiares
con fines económicos y sociales. El caso del jurado cordo-
bés Martín Gómez de Aragón”, Historia y genealogía, núm.
3, 2013, pp. 67-82.
Torrado, Susana, “Clases sociales, familia y comportamiento
demográfico: orientaciones metodológicas”, PROELCE,
Demografía y economía, vol. XII, núm. 3, 1978, pp. 5-24.

241
EL BAÚL
DE LOS
RECUERDOS
DE CONCEPCIÓN
MORALES ÁVILA1

Yttzé Quijada

L a tendencia en la historia es observar lo que ha


dejado huella, para encontrar entre líneas lo no
evidente, es decir, el porqué de las acciones o
palabras. Max Weber1 propuso la posibilidad de estu-
diar las ausencias en los procesos históricos. De esta ma-
nera, podemos considerar que las historias familiares
son ausencia históricas, que por mucho tiempo fueron
consideradas como no trascendentales en la historia
de la humanidad; sin embargo, en ellas, podemos ob-
servarnos, encontrar y conocer el mundo que somos:
¿qué tan inmersos estamos en nuestra historia fami-
liar?, ¿qué tan integrados nos encontramos socialmen-
te en ella?
Mi tema surgió por las fotografías de mi abuela
Concepción Morales Ávila, que nos hicieron llegar en
una reunión familiar, pues mi abuela hace años que


1
A mi abuela en su memoria.

2
Burke, Peter. Historia y teoría social, trad. de Horacio Pons, Amo-
rrortu editores, Buenos Aires, 2007, pp. 72, 204-216.
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

falleció. Existen pocas fotografías de mi abuela y sus hermanos


de cuando eran niños, por lo cual, en una de ellas, aparecen ve-
lando a su madre Graciana Ávila Escamilla. Como en muchas
familias, los tíos y mi madre ya conocían las fotos, pero era la
primera vez para mí que nos dábamos cuenta de lo que nos decía
la foto, más allá del simple retrato. Por una parte, nos mostraba
que mi abuela Concepción y sus hermanos quedaron huérfanos
muy jóvenes y, por la otra, se observaban sus ropas y el ataúd; y
así fuimos desmembrando la foto que se artículo a lo que se sabe
en la memoria familiar.
Durante muchos años, sólo sabíamos de mi abuela y su
familia que habían vivido en el pueblo de Coyoacán, que fue a
dar a la casa de su madrina y que su familia nuclear, hermanos
y padres, venían de las afueras de la Ciudad de México, del Río
de los Remedios, Naucalpan, Estado de México. Gracias a mi
abuelo Ramón Maldonado Palma, cónyuge de Concepción, nos
enteramos que uno de sus tíos había sido dueño de la pulque-
ría “Las buenas amistades”, en Coyoacán, y que habían vivido
en Tacubaya. Entre la ausencia de mi abuela y sus hermanos,
quedando cada vez menos familiares, por años sólo tuvimos un
rompecabezas de la historia familiar.
El padre de Concepción, Simón Trinidad Morales Saucedo,
contaba con un cuaderno personal donde, de manera inconstante
e indiscriminadamente, anotaba sus recuerdos, nacimiento y de-
función de sus hijos, movimientos de sus negocios, etc.; así como
recortes de periódicos e imágenes. Estos objetos se encontraban
guardados en un baúl que perteneció a mi abuela Concepción.

244
El baúl de los recuerdos de Concepción Morales Ávila

Después de ver las fotografías, comprendí la importancia


de la documentación que contenía el baúl de mi abuela. Como
historiadora enfocada en los procesos del siglo XIX, esas foto-
grafías me reflejaban ciertos elementos culturales que han per-
manecido en la sociedad de principios del siglo XX. Entendien-
do que los cambios culturales requieren de años o décadas para
su transformación, y partir de las fotografías, comprendí un poco
sobre la historia familiar.
Analizando los elementos que componen las fotografías2
y conociendo un poco del trasfondo familiar, deduje que los hi-
jos y el padre sabían leer y escribir, y las hijas bordaban y tejían
dedicándose de adultas a la costura. Los negocios de Trinidad
pertenecían a la producción y venta del pulque; las ropas y el
paseo por la Basílica de Guadalupe nos reflejan una familia perte-
neciente a la clase media, que había comenzado a forjarse desde
el Porfiriato en la Ciudad de México.

La familia Morales Ávila es un ejemplo de muchas familias


de su tiempo, ya que la madre murió dejando a sus hijos huérfa-
nos y, después, el padre se juntó tres veces, por lo que Concep-
ción y sus hermanos –hijos de la tercera concubina– fueron des-
pojados de cualquier bien y enviados con su madrina o a la casa
de la futura suegra. Estas anécdotas nos cuentan parte de la vida
cotidiana que se vivía en el país, y que al ser analizadas encontra-
mos elementos de larga duración, pues, en el siglo XIX, la per-

En la foto del ataúd de Graciana Avila Escamilla, aparecen sus seis hijos, su
2

concubino Trinidad, los hijos mayores de Trinidad, y su suegra Javiera Saucedo.

245
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

fección femenina, sobre todo, radicaba en haber sido criada en


un hogar tranquilo y de buena familia –social y económicamente.
En la literatura encontramos varias referencias sobre la
mujer decimonónica. Por ejemplo, Juan de Dios Peza hizo una
descripción de la vida de la poetisa Josefina de García Torres,
en la que se conjugan todos los elementos de una mujer perfec-
ta: “Una niñez sosegada y dulce; una educación moral y sana,
merced a los esfuerzos sacrosantos de una madre amorosísima;
una afición desde muy temprano al estudio y cultivo de las bellas
letras y después, en el albor de la juventud, un viaje a la capital de
la República…” Cabe decir que fue una mujer tan perfecta, que
tuvo el recato de guardarse para su familia después de haber sido
desposada: “…amó y fue amada; se desposo con el dueño de su
corazón, que como los antiguos caballeros levantó para su dama
un opulento castillo y se escondió a las miradas de la multitud
que la aplaudían para ser en el silencio un modelo de esposa y de
madres”.3
En una sociedad donde la vida económica era inestable, las
diferencias económicas eran evidentes: las mujeres sin recursos
no contaban con la posibilidad de educarse o de viajar. Es decir,
eran eco de su condición que compartían con los hombres y los
diferentes grupos sociales que integraban su entorno; según el
abad Emmanuel Domenech:
Clase Baja: formada por indios, jornaleros, peones, cria-
dos, léperos, etcétera. En su generalidad viven en la miseria y
no forman un todo estructurado u homogéneo, como sucede
con el peuple francés, sino un “amontonamiento de carne huma-
na explotada, envilecida, sumisa, ignorante, supersticiosa, inerte
e indiferente a todo, excepto a la lujuria, al juego y a la pereza”.
Con todo, si se les compara con sus equivalentes europeos, estos
individuos no quedan muy atrás, sostiene el cura.4
De esta manera, entre las mujeres, las más esforzadas, so-
lían ser las “mujeres del pueblo”, ya que “su existencia es triste,
sus trabajos rudos, y sin premio; sus placeres efímeros, su condi-
ción digna de lástima”.5 No obstante, estas mujeres compartían

3
Peza, Juan de Dios, Memorias, reliquias y retratos, Porrúa, México, 1990, p. 29.

4
Covarrubias, José Enrique, “Emmanuel Domenech”, en Visión extranjera de
México 1840-1867. 1. El Estudio de las costumbres y de la situación social, UNAM-
Instituto Mora, México, 1998, p. 115

5
Peza, op. cit., p. 56.

246
El baúl de los recuerdos de Concepción Morales Ávila

un tipo de fisonomía común: la de las mujeres criollas, que fue-


ron resultado de la historia del país.
Algunas mujeres se dedicaban a realizar labores domés-
ticas para sobrevivir. Estos casos eran de aquellas que carecían
de una figura masculina que les diera sustento: “Y recordando
las amarguras del adverso destino, pensando en la angustia de las
mexicanas que lloraban a sus padres, a sus esposos, a sus hijos o a
sus amantes, ausentes, muertos o comprometidos en la tenaz lu-
cha por la causa y por la libertad de la patria…”6 La vendedora de
castañas en Madrid trabajaba para sustentar a sus hijos y a su ma-
dre, como le refiere a Juan de Dios Peza cuando este le anuncia
su viaje a México, lo cual afectaría considerablemente su ingreso:

¿México?, pues Dios sabe dónde será; pero a mí me hace mu-


cho daño que usted se vaya, porque de las castañas que usted
se lleva en las bolsas todas las noches, salen el desayuno de
mis hijos y el de mi madre, porque usted me da siempre tres
veces lo que vale lo que le vendo y porque usted es mi buena
sombra, y cuando no viene lo extraño y siempre que lo miro
ir lo bendigo y le pido a Dios que le dé mucha salud, señorito.7

Se debían buscar alternativas que permitieran alcanzar el


mínimo nivel de subsistencia para sobrevivir, recurriendo siem-
pre al empeño de los escasos objetos personales o familiares, de
ello la importancia de los objetos heredados. Las enaguas, los
cubiertos de plata y las sábanas fueron los objetos más empeña-
dos, sin importar el estatus o condición social de la familia.8 In-
dependientemente de la clase económica, las mujeres contaban
con sábanas bordadas o con más de una enagua que podía ser
empeñada en caso de necesidad. Las sábanas eran consideradas
artículos de peso en el empeño.9 De ello, podemos desprender la
importancia de la transmisión de las labores en las mujeres, como
el bordado, pues este elemento aumentaba unos centavos el valor
de la prenda al momento de empeñarla. Las prendas a medio

6
Ibidem, p. 156.
7
Ibidem, p. 87.
8
Staples, Anne (coord.), Historia de la Vida cotidiana en México. IV Bienes y vivencias.
El siglo XIX, FCE-Colegio de México, México, 2005, pp. 99-100.
9
Cuéllar, Tomás de, Los mariditos, Premia-SEP, México, [1890], p. 20.

247
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

coser valían más que las confeccionadas en máquina.10 Por eso


Manuel Payno afirmo: “Una mujer que no sabe coser y bordar,
es como un hombre que no sabe leer y escribir”.11
De hecho, la ropa empezó a estandarizarse en cuanto a
color, siendo el negro el color que unificaría las vestimentas. Se
acostumbraba comprar una prenda para la festividad más próxi-
ma y, una vez concluida la fiesta, se empeñaba. Algunas prendas
llegaron a usarse para confeccionar otras, la misma tela pasaba a
ser una sábana, una camisa o un calzón,12 pues ni la ropa usada
era barata: “…los pantalones viejos de algodón costaban 5 rea-
les, un sarape 2 pesos, una frazada de algodón 12 reales, y cuatro
enaguas 17 reales”.13
Existían casos en los que la servidumbre, principalmente
las mujeres, llegaron a conservar artículos de lujo, pues represen-
taba dinero en especie.
Las labores que se aprendían en casa eran las herramien-
tas para sobrevivir, para auto-emplearse, lo cual va muy ligado
con la educación que habían recibido y el nivel económico del
que provenían, pues la sociedad mexicana seguía siendo una so-
ciedad estamentaria. En los casos de las mujeres que contaron
con una educación formal, además de saber coser, bordar, tejer,
cocinar y lavar, contaban con la cualidad de tocar el piano, dibu-

10
Staples, op. cit., p. 109.
11
Payno, Manuel, Memorias sobre el matrimonio, Joaquín Mortiz-Planeta, México,
2002, p. 40.
12
Staples, op. cit., p. 99.
13
Idem.

248
El baúl de los recuerdos de Concepción Morales Ávila

jar o cantar, según el caso. Algunas se dedicaron a cuidar enfer-


mos o llegaron a la prostitución, pues a mediados del siglo XIX
no existía una profesión para las mujeres: más allá de la familia,
sólo la vida religiosa. Es hasta finales del siglo XIX que se da el
caso de la primera mujer profesionista en México, Laura Mante-
cón Arteaga, quien fuera esposa del general Manuel González,
y además de ser el primer caso de divorcio en el país. Aun así,
tuvo que afrontar obstáculos: “Ella puso una escuela, una casa de
huéspedes, estudió homeopatía en el extranjero, se hizo costure-
ra y abrió una tienda de ropa para dama; sin embargo, su esposo
hizo todo lo posible por hostigarla y destruir sus proyectos“.14
Esto es porque la mujer debía pedir permiso, primero, del padre
y los hermanos, y después del marido, para realizar cualquier ac-
tividad externa del hogar.
La atención de cajones o estanco (tiendas) era una buena
opción para las mujeres de clase media, que a veces heredaban.15
Por otra parte, existían otros oficios, como el de las parteras o las
brujas, que eran señoras con experiencia en medicina tradicional.
Payno, en Los Bandidos de Río Frío,16 evidencia este oficio cuando
el protomedicato no resuelve los remedios de Doña Pascuala:
“Las brujas [le comenta Don Espiridión a Doña Pascuala] nos
costaran poco, pero no es por el dinero, sino porque aunque veas
a todo el protomedicato, no te han de sanar”.17
La retribución económica de las labores femeninas no
era acorde a la actividad que se realizaba. En el Archivo Histórico
del Colegio de Vizcaínas, las listas de materias y su retribución
muestran la diferencia de pago.

14
Consultado en junio 2015: http://es.wikipedia.org/wiki/Laura_Mantecón_Ar-
teaga.
15
Arrom, Silvia Marina, “Las mujeres de la Ciudad de México. 1790-1857”,
Consultado en mayo 2015, http://books.google.com.mx/books?id=T-
buNEf4z0QC&pg=PA32-IA13&hl=es&source=gbs_selected_pages&cad=3
#v=onepage&q&f=false. Laminas de la 8 a la 11.
16
Payno, Manuel, Los Bandidos de Río Frío, Porrúa, México, 1959, p. 747.
17
Ibidem, p. 10.

249
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

Cuadro 1. Cuaderno de cuentas del Colegio de la Paz, 12 de julio de 1877.18

Paga en
Nombre Cargo Días reales
Guadalupe del Toro Lectura 30 6
Clementina Gallardo Escritura 30 6
Dolores Ortega Costura blanca 30 6
Antonia de la Fuente Costura en blanco 30 6
Rosa Guzmán Dibujo 30 6
Victoria Díaz Ayudanta de las clases públicas 30 6
Piedad Peredo Ayudanta de las clases externas 30 6
Isabel Contreras Bordado 30 6
Pedro Mellet Música 30 50
Juan Bautista Goya Escritura 30 35
J. Bruno Flores Canto 30 34
Joaquín Noreña Gimnasia 30 16.66
Lauro Tagle Dibujo de las clases públicas 30 25

Conclusión

En las primeras dos décadas del siglo XX hubo una continuidad


cultural con la última mitad del siglo XIX, pues la modernidad
y la institucionalización del país se gestaron, pero las tradiciones
perduraron, lo cual se refleja en la historia de Concepción Mora-
18
Archivo Histórico del Colegio de Vizcaínas, 017-IV-010, foja 28.

250
El baúl de los recuerdos de Concepción Morales Ávila

les, quien es una mujer que nació a principios del siglo XX en los
alrededores de la Ciudad de México y fue hija de Trinidad Mora-
les y Graciana Ávila, al parecer una pareja típica de sus tiempos.
Graciana fue una mujer que tuvo seis hijos, más de fuerza que de
ganas, pues sufrió violencia familiar y murió dejando a sus hijos
a la suerte del padre, que como ahora sabemos, conformó tres
familias en el pueblo de Santiago Ocipaco, Naucalpan, Estado
de México.
Los hijos mayores –los hijos de la primera familia– se hi-
cieron cargo de las cosas del padre y poco a poco lo fueron dejan-
do sin propiedades y dinero. Por ello, terminó viviendo con sus
hijos pequeños en Santa Catarina, Coyoacán, Ciudad de México.
Concepción y su hermana Susana fueron quienes se hicieron car-
go del señor en sus últimos años y de sus hermanos pequeños
Antonio y Teodora. Trinidad Morales, después de sobrevivir un
asalto al salir de su pulquería de Coyoacán, que cuidaba uno de
sus hijos mayores, Epifanío Morales, sufriría un segundo asalto
por aquellos que lo habían asaltado antes, y quienes habían asesi-
nado ya a su hijo Epifanío.

Referencias bibliográficas

Archivos

Archivo Histórico del Colegio de Vizcaínas.

Bibliografía

Arrom, Silvia Marina, “Las mujeres de la Ciudad de México. 1790-


1857”, En http://books.google.com.mx/books?id=T-
buNEf4z0QC&pg=PA32-IA13&hl=es&source=gbs_se-
lected_pages&cad=3#v=onepage&q&f=false. Laminas
de la 8 a la 11.
Burke, Peter. Historia y teoría social, trad. de Horacio Pons, Amo-
rrortu editores, Buenos Aires, 2007.
Covarrubias, José Enrique, “Emmanuel Domenech”, en Visión
extranjera de México 1840-1867. 1. El Estudio de las costumbres
y de la situación social, UNAM-Instituto Mora, México, 1998.
Cuéllar, Tomás de, Los mariditos, Premia-SEP, México, [1890]

251
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

Gonzalbo, Pilar, Historia de la vida cotidiana. Vol V. Tomo I, FCE-


COLMEX, México, 2006.
Peza, Juan de Dios, Memorias, reliquias y retratos, Porrúa, México,
1990
Staples, Anne (coord.), Historia de la Vida cotidiana en México. IV
Bienes y vivencias. El siglo XIX, FCE-Colegio de México, Mé-
xico, 2005.
Payno, Manuel, Los Bandidos de Río Frío, Porrúa, México, 1959.
__________, Memorias sobre el matrimonio, Joaquín Mortiz-Planeta, México,
2002.

252
LA FAMILIA CAMOU:
ALIANZAS
Y ESTRATEGIAS
PARA LA CONSTRUCCIÓN
DE SU RESIDENCIA
EN SONORA

Ismael Valencia Ortega1

Algunas precisiones teóricas

Todas las grandes corrientes del pensamiento y sus


correspondientes modelos teóricos han hecho de la
familia un concepto obligado de análisis, de tal ma-
nera que su omisión en una propuesta la vuelve ende-
ble o incompleta, porque finalmente no contempla el
análisis de un hecho histórico que para el ser humano
resulta necesario de entender ante la diversidad de sus
formas y los cambios que ha presentado.
Las diferencias conceptuales y la función analítica
que se le otorga en cada uno de esos modelos van de la
mano con el desarrollo histórico del ser humano, siem-
pre presente como estructura social primaria para pro-
ducir y reproducir el condicionamiento necesario del
individuo en una sociedad con normas establecidas.2

1
Universidad de Sonora.

2
El problema de analizar las diversas estructuras familiares, cono-
cer su funcionamiento interno y observar el papel en su entorno
ha pasado de ser un capítulo más a objeto central de investigación.
En todos los casos, se reconoce la supremacía de una imagen fa-
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

Así, se ve a la familia como transformadora del individuo


en ciudadano, condición que lo despoja de las particularidades de
su origen y calidad social o económica. Esto implica la conver-
sión de individuo en su sentido terrenal –mediante los códigos
de deberes–, ya que se le imprime un sentido de pertenencia y
responsabilidad ante el Estado, porque la existencia del Estado
no implica la desaparición o yuxtaposición por encima de ellas,
sino que se presenta como fin a lograr tanto de la familia, como
de la sociedad, sólo que la existencia posterior de las mismas ad-
quiere una dimensión universal donde la diversidad de formas
suponen verse representadas.
Esto implicará que la familia, al preparar al individuo como
ente político o fuerza de trabajo, lo separa de ella para instalarlo
en las necesidades del estado o el capital; lo prepara en el cono-
cimiento del Estado por la vía de la vida política, la producción
y el intercambio.
Otras perspectivas hacen de la familia un espacio donde
se reflejan las condiciones culturales y materiales de existencia y
desarrollo de una sociedad, que los lleva a definirse en su escala
social.
En nuestro caso de estudio, requerimos una definición o
concepto de familia donde podamos comprender su proceso de
formación como propietarios de bienes o capital –léase comer-
cio, tierras, ganado, dinero–, lo que implica su diferenciación del
resto de la sociedad, pero sin separarse de ella; y, por el contrario,
que contribuya a la construcción de las estructuras del poder po-
lítico.3

miliar por encima de las otras, como una forma ideológica. Al respecto, David
Cooper señala: “El poder de la familia reside en su función social mediadora.
En toda sociedad explotadora, la familia refuerza el poder real de la clase domi-
nante, proporcionando un esquema paradigmático fácilmente controlable para
todas las instituciones sociales”. Cooper, David, La muerte de la familia, Editorial
Ariel, México, 1985, p. 6.
3
Desde la perspectiva de Colletti, Carlos Marx resuelve el dilema planteado por
Hegel al identificar en la figura del ciudadano, el hombre real, que era el bur-
gués, para hacer posible la existencia del Estado. “Ya en el régimen burgués, la
sociedad real, la sociedad civil, solamente puede adquirir significación política y
constituirse como Estado a condición de darse un espíritu ajeno a ella y distinto
de ella, “o sea, a condición de llevar a cabo un acto político que representa una
completa transustanciación”. Al igual que en el idealismo, la sustancia mística
sustituye en sujeto real, también en la sociedad burguesa el ciudadano –el hom-

254
La familia Camou: alianzas y estrategias

Si bien las propuestas de Marx4 y Hegel5 incluyen la pro-


piedad privada como recurso analítico, pero encontradas en la
importancia que uno y otro le dan, lo cierto es que en ambos es
fundamental comprender la organización de la sociedad y el Es-
tado: mientras que para Hegel la propiedad privada es la forma
más elemental del análisis social porque pertenece al mundo em-
pírico, para Marx es la expresión final donde se define la posición
social respecto de los medios de producción, como propietarios.
En ese sentido, si bien existen distintas formas de familias,
la que más nos interesa es la de los empresarios, no en el senti-
do de mayoría o minoría respecto de las demás, sino porque es
la sustancia económica y política en la que es posible formar y
consolidar una posición frente a la existencia del Estado, como
panóptico de la voluntad general.6
Entonces, esa familia específica se distinguirá por los me-
dios o bienes de que son propietarios, pero al interior de la socie-
dad por una conducta derivada de la misma. Podríamos consi-
derar que si al igual que el resto de la sociedad se ven envueltos
en hechos sociales y cuentan con una conducta humana, la que
bre abstracto, artificial, el hombre como persona alegórica, moral– sustituye al
burgués, es decir al hombre real”. Colletti, Lucio, El marxismo y Hegel, Grijalbo,
México, 1977, p. 172.
4
Para Marx, el desarrollo de la familia es la primera relación social en que el
individuo como productor se desenvuelve, aunque esta tiende a extenderse en
otras tipos de comunidad, en las que el modelo original se ve obligada a inser-
tarse. La forma en que ésta se organice dependerá no del tipo de familia ideada,
sino de las condiciones materiales imperantes. Marx, Karl, La ideología alemana,
Ediciones de Cultura Popular, México, 1979, p. 29.
5
Si bien Hegel concibe a la familia como el espacio básico donde el individuo se
prepara y socializa para su vida en sociedad, también resulta que es el reducto
de defensa contra la misma, porque la familia en su sentido singular protege
a sus miembros, ya que representan sus intereses y los desarrollan, sólo que
la aceptación del individuo fuera de ella dependerá de su disposición para ser
sustento de la comunidad y la primera que le fijara las normas será el segmento
social semejante de sus intereses. Hegel, Friedrich, Enciclopedia de las ciencias filo-
sóficas, Editorial Porrúa, México, 1985, p. 263.
6
Otros trabajos que van en la misma tónica han encontrado que las familias no
actúan a título cerrado, sino en redes familiares por medio de la cual establecen
alianzas llegando a convertirse en la elite gobernante. Al hacer uso de concep-
tos como elite, oligarquía o notables, pretendemos, en todo caso, referirnos por
igual a la minoría dominante. Balmori, Diana et al., Las alianzas de familias en la
formación del país en América latina, Fondo de Cultura Económica, México,
1990, p. 10.

255
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

los distingue es su racionalidad económica, vista como hábitos y


tendencias calificados como negocios.
Lo contradictorio en este caso es que por el origen francés
de nuestros protagonistas, con arribo posterior a la Nueva Espa-
ña, la actividad comercial fue su punto de arranque y la adquisi-
ción de tierras aparece como un elemento temporal a través del
cual se identifica su consolidación familiar en la sociedad sono-
rense, identificados como “gente rica” o empresarios.
Las grandes extensiones de suelo que adquirieron fueron
un bien, cuyo papel rebasó haberles otorgado calidad social, para
emplearlas en el sentido de capital, en la expansión y diversifica-
ción de actividades económicas. Por lo tanto, es necesario ob-
servar sus disputas contra otros propietarios, con el fin de en-
contrar los distintos mecanismos para la adquisición del suelo,
en el contexto de un mercado de las mismas, dado su carácter de
inmigrantes sin las ataduras de las tradiciones virreinales, pero a
las que se verán obligados a reconocer y acomodarse.
Las respuestas que se intenten dar dependerán de una ade-
cuada definición. Nuestro objeto de estudio es de individuos que
conservaron muchas de sus costumbres europeas y el conoci-
miento de los vericuetos comerciales como un recurso nuevo
apreciable por la comunidad que los recibió, como condición
para relacionarse con las familias nativas y formar las propias.
Dado que la familia está en el centro del análisis, la defi-
nimos aquí como la institución a través de la cual se establecen
nexos filiales, de parentesco y sociales, pero que en realidad son
estrategias donde lo fundamental es el interés económico como
base de susceptibles acuerdos de negocios.
Estos recursos informales, en el terreno económico, son
importantes en el contexto de una sociedad en que el Estado
aún no define un esquema jurídico regulador de los mismos; y
los aparatos institucionales no encuentran la madurez que otorga
la identificación con la sociedad, pero que a la vez no separa con
claridad la vida política del individuo y sus intereses con respecto
al Estado. El empresario y el hombre de Estado aún no llegan a
mostrar sus diferencias.

256
La familia Camou: alianzas y estrategias

Un contexto para el arribo

En 1889, recuperada de la guerra con Prusia y sus aventuras co-


loniales en México, Francia se engalanaba organizando la exposi-
ción universal con sede en París.
Los países invitados a participar convergerían a mostrar
sus riquezas y avances tecnológicos. El revolucionario desarrollo
industrial tenía un lugar donde deslumbrar al mundo. Cien años
antes, otra revolución de índole política y social había cimbrado
las bases de los gobiernos y las tradiciones monárquicas, atrope-
llada por masas campesinas y vagabundos urbanos liderados por
nuevas ideas y pensamientos republicanos.
Desde ese momento, Francia se vio inmersa en la revuelta
interna y la confrontación con sus vecinos europeos. La guerra y
la hambruna expulsarían del campo francés a contingentes cam-
pesinos a otros lugares, tomando por rumbo natural norteaméri-
ca o Canadá, aunque otros tomaron rutas migratorias distintas
a otros puntos del orbe en búsqueda de mejores perspectivas de
vida, de nuevos mercados o simplemente a la aventura.

Un primo y cinco hermanos inmigrantes. Una cabeza de


playa para una historia

Juan Camou Serralier llegó hacia 1829 al puerto de Guaymas en


compañía de Cyprien Combier, otro francés con el que hizo so-
ciedad comercial, los que atracaron en los puertos de La Paz y
otros puntos del Golfo de California.7
Juan es la mezcla del aventurero y el buscador de fortuna. No
siempre fue inteligente en las inversiones, pues en el caso de la mi-
nería actuó con torpeza, según su socio Combie, mismo que lo des-
cribe como displicente y dado a las frecuentes aventuras sexuales.8
El matrimonio parece haberle apremiado pronto, no por
necesidades como las anteriores, sino por razones de mayor

7
Juan Camou Serralier llegó aproximadamente en mayo de 1829 al puerto de Gua-
ymas, mientras su socio francés Cyprien Combier arriba el 16 de junio del mismo
año. Combier, Cyprien, Viaje al Golfo de California, ed. Ardhus Bertran, París, s.a.
8
Cuevas Arámburo, Mario, “Buenas y malas costumbres de los hermosillenses
en 1829, según un viajero francés”, Universidad. Revista de la Universidad de Sonora,
Hermosillo, junio, p. 7.

257
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

peso, como el conflicto entre México y Francia en 1832, en la


llamada guerra de los pasteles. El matrimonio con María Gua-
dalupe García Noriega lo salvó de la expulsión, dándole cinco
hijos y un lugar en la sociedad sonorense.9
A Juan Camou Serralier le cabría el honor de ser pionero
de la extendida red Camou en Sonora, nació aproximadamente
en 1801 y llega a la edad de 27 años. Las hijas procreadas con
Guadalupe se casaron con sus primos de apellido Bascou, quie-
nes años después llegaron a Sonora. Su hija Emilia se casó con
José Camou Méndez, mientras que Aglae lo hizo con Juan Pedro
Camou Bascou.
Esto inaugura una práctica de matrimonios entre ellos
mismos, de donde toda una generación será Camou Camou.
Con excepción del matrimonio de José Camou Bascou con las
hermanas Méndez, el resto cierra filas a otros en torno a su rela-
ción matrimonial y consanguínea, dando la impresión de evitar el
arribo de elementos ajenos al núcleo familiar original.
Otra rama familiar, pero de la misma región de los Piri-
neos Bajos, concretamente de St. Marie, Cantón de O`loron, fue
lanzada al exterior. En este lugar se da el matrimonio de una pa-
reja de campesinos formados por Jean Laurent Camou Juncas y
Catherine Bascou: el tronco original del que se desprenden cinco
hijos, cinco inmigrantes que arribaron a Sonora aproximadamen-
te en la década de los treinta y cuarenta del siglo XIX.
Al mismo tiempo que ellos, otros habitantes de la misma
región de Francia llegaron a Sonora, formando otro núcleo fa-
miliar de gran importancia en el ramo de la tenería: los Fourcade,
quienes fueron propietarios de la tenería de San Germán, nom-
bre que fue tomado del primer inmigrante. Entre los Fourcade


9
Archivo Histórico del Gobierno del Estado de Sonora (en adelante AHGES),
Tomo 94, Libro de patentes y pasaportes que se extienden por esta superio-
ridad, comenzando en el año de 1838: “Manuel María Gandara, Gobernador
y Comandante General del Departamento de Sonora. Por cuanto don Juan
Camou, vecino y del común de esta ciudad de Hermosillo, con el goce de su
naturalización en la República desde el 16 de septiembre de 1832 y exceptuado
por esta razón y la de ser casado con mejicana de la expulsión decretada por
los naturales franceses a donde pertenecen; se ha presentado a este gobierno
pidiendo pasaporte para hacer un viaje a la ciudad de Guadalajara en el Dpto.
de Jalisco, he tenido en concederla por lo que ordeno y mando a todas las auto-
ridades [...] den los auxilios que para el necesitase previa la satisfacción que de
ellos va a hacer…”

258
La familia Camou: alianzas y estrategias

y los Camou se establecería un parentesco político lejano a tra-


vés de su relación con las hijas del futuro líder revolucionario en
1910, José María Maytorena.
De esta manera, estos protagonistas iniciaron una histo-
ria culturalmente ajena a las condiciones del convulso escenario
europeo, pero matizada por las razones y pasiones de este lejano
punto del mundo que les era desconocido: Sonora.

El despertar de la memoria. En busca de las raíces y un


monumento para el honor familiar

La Francia festiva, que ahora llamaba al sexagenario José Camou


Bascou, era seguramente distinta a la que lo obligó a la aventura.
Él logró sortear los vaivenes políticos de las luchas intestinas y
las intervenciones de sus compatriotas en México que lo com-
prometieron personalmente, pero el saldo para 1889 era, a final
de cuentas, afortunado. Para 1889 había procreado 10 hijos de
sus dos matrimonios: tres en el primero con Francisca Méndez y
siete en segundas nupcias, con Dolores, hermana de la anterior.
Ese año, 1889, las noticias provenientes de Francia en tor-
no a la exposición de París, lo deslumbraron y le avivaron los res-
coldos íntimos de la nostalgia por su terruño. Ocho años antes,
su padre, Jean Laurent Camou, había muerto sin volver a verlo, a
la increíble edad de 114 años.
José Camou que proyectaba regresar tampoco era el mis-
mo, al igual que sus otros cuatro hermanos. Ahora era hombre
con fortuna, propiedades y un lugar honorable, que si bien era
en una sociedad ajena a aquella de que era originario, ahora le
permitía regresar con honores.
No era únicamente José10 el que se desesperaba por vi-
sitar de nueva cuenta el terruño, a su hermano Juan Francisco

No ha resultado fácil saber a ciencia cierta la fecha de arribo de José a Sonora.


10

Uno de los indicios para señalar fecha parte de que en un arranque de histo-
riador, José hace un recuento de los tipos de gobierno que el país ha tenido,
centralistas o federalistas, pero además indica en un momento determinado que
él llega a Hermosillo en 1842, contando con el apoyo de uno de sus hermanos
para instalar una tienda con un capital de 3 mil pesos. Ver borrador de litigios
y demandas judiciales llevados por Camou Hermanos, 1888, contenidos en la
colección documental Eduardo Robinson.

259
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

también lo atrapaba la ansiedad de pisar el suelo del que un día


se desprendió hacia 1861, en plena juventud y contando con 23
años. Su arribo fue años después de José, pero ahora pensaban al
mismo tiempo su reencuentro con la madre patria.
Para Juan Pedro Camou Méndez, el hijo mayor del segun-
do matrimonio de José, el alboroto de su papá y su tío resultaba
excesivo por su avanzada edad. El viaje estaba proyectado por
dos meses, extendiéndolo de Francia a España e Italia. Un itine-
rario demasiado largo, según Juan Pedro, para hacerlo en com-
pañía de Dolores y Francisca, también hijas del segundo matri-
monio. En tanto, Juan Francisco se haría acompañar por su hija
Teresa. Para Juan Pedro el viaje le resultaba peligroso ante la duda
que su padre resistiera el trasteo del viaje, máxime cuando en mu-
chos años no realizaba un viaje tan largo; además, no quería que
se descuidaran los ranchos y el molino “El Vapor”, ya que podría
aumentar la carga administrativa.11
Los Camou estaban ya extendidos en la geografía sono-
rense y la red social. Tal parecía que los miembros de las distin-
tas ramas –o la mayoría inicialmente– se trasladaron en grupos,
aunque lo hicieron lentamente. El apellido Camou refleja la raíz
del parentesco, aunque el segundo apellido el grado del mismo.

Foto 1. Juan Pedro Camou Méndez, hijo de José Camou Bascou y diputado
local en varias ocasiones.

CMRHUS, Minutario de Correspondencia de José Camou hijo. Carta del 7 de


11

abril de 1889 entre José Camou hijo con su hermano Juan Pedro M. Camou.

260
La familia Camou: alianzas y estrategias

En Sonora, al primer apelativo se le encontraba asocia-


do con otras ramas, como Bascou, Juncas, Serralier y Turon,
aunque la casa Camou Bascou se erguía como la más repre-
sentativa en estas latitudes. Por otro lado, lo cierto es que el
primer Camou que arribó a Sonora fue Juan Camou Serralier,
primo de los Bascou.
No hay evidencias de que José realizara el viaje, pero sí
uno de sus hijos: Juan Pedro. Un año después del arranque emo-
tivo de su padre y con problemas de salud, diagnosticado por un
médico alemán como “catarro intestinal crónico”, Juan Pedro
Camou Méndez escribe desde Alemania a uno de sus tíos de sus
vivencias en Francia. Hijo de inmigrante y con el peso de las cos-
tumbres francesas, se lanza a recorrer la campiña de Asasp Sant
Marie de Oloron y sus pueblos cercanos, visita a sus familiares y
se llena de los paisajes del terruño hasta exclamar: “todo aquello
es un país hermoso”.12
CER Documentos sueltos. Carta de Juan Pedro M. Camou a su tío Juan Pedro
12

Camou Bascou, de Carlsbad a Guaymas el 26 de julio de 1890. “Como verá ud.


por la carta que le dirigí de aquí a Lupe el 20 del corriente ya llevo seis días de
estar tomando las aguas de este lugar, bajo la dirección del doctor Land, uno de
los médicos famosos de Carlsbad, quien me dice que probablemente tendré que
seguir el tratamiento durante cuatro o seis semanas y cree que con dichas aguas
quedaré radicalmente curado de mi enfermedad que titula de un catarro intestinal
crónico. Ya vería ud. por las cartas que he escrito a Lupe y a José, que el mes
pasado estuve en los Pirineos y que conocí por allá casi a todos los parientes, a lo
menos a todos los más cercanos; y que sin excepción todos ellos me recibieron
muy bien. […] Últimamente recibí aquí cartas de Asasp de Catarina Perdies y
de la tía María Juana (la monja) y las dos me dices que el tío Francisco de Asasp,
padre de Juan J., se vio hace poco bastante malo de una hernia, pero habiéndolo
luego atendido un médico ya estaba otra vez bien. […] Catarina Pardies me dice
también que ya está colocada sobre el sepulcro de mi abuelo una tumba de már-
mol que mandé yo construir en Oloron, con una inscripción cuyos pormenores
habrá ud. visto en algunas de mis cartas que dirigí a José de París. Nada se había
puesto sobre la sepultura en que descansan los restos de mi pobre abuelo y sus
dos esposas, todos se encuentran en el mismo lugar en un hoyo en la tierra; sólo
una piedra brusca se veía a flor de tierra [...] me dio mucha pena aquello y desde
luego puse en práctica de hacer colocar allí algo que recuerde la memoria de un
jefe de una familia tan larga como la nuestra. […] Me pasee bastante en las cerca-
nías de Asasp y conocí casi todos los pueblos de los alrededores, hasta Larrance
sobre el camino de España, a donde fui a ver la tía Mariana. Todo aquel es un país
muy hermoso! […] Aquí me encuentro muy fastidiado y atrasadísimo con la falta
del Alemán, pues es el idioma del país y no entiendo ni jota. Afortunadamente en
este hotel de Russie en que estoy alojado, alguno de sus empleados hablan francés
e inglés y en esas dos lenguas me hago entender con ellos”.

261
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

Pero la verdad era que Juan Pedro Camou Méndez, a diferen-


cia de su padre y su tío, a quien ahora escribía, ya no sentía la
fuerza de la cultura francesa de sus padres; por el contrario, la
distancia le recordaba más Sonora, pidiendo a sus parientes:
“Escríbame con frecuencia siempre contándome todo lo que
ocurra por allá, ya sabe ud. cuan agradable es recibir noticias
de los suyos cuando se encuentra uno en tierra extranjera y a
una distancia tan larga como la que ahora me separa”.13

No pierde la oportunidad de rendir honores imperecede-


ros al creador de su linaje, el abuelo Jean Laurent Camou Juncas
y sus dos esposas. Por años sus restos descansaron en una tumba
que no daba señales de ninguna grandeza, por lo que era nece-
sario hacer un monumento que rescatara del olvido al fundador:
“me dio mucha pena aquello y desde luego puse en práctica de
hacer colocar allí algo que recuerde la memoria de un jefe de una
familia tan larga como la nuestra”.14
Cuando Juan Pedro se refiere a las dos esposas de su abue-
lo, aparecen las dudas sobre cuál es la abuela. Es un punto que
rebasa nuestras posibilidades de explicar ciertas lagunas, porque
no es el objetivo profundo y por la carencia de recursos para de-
sarrollar la genealogía de los Camou en Francia, cuando el interés
se limita a sus actividades en Sonora.
Expresados sobre el papel, el mapa familiar tiene líneas
que confunden en cuanto al nivel de parentesco entre sus miem-
bros, pero rebelan más sobre sus costumbres y su idea de la utili-
dad de los lazos hechos a partir del matrimonio. Lo cierto es que
la familia Camou presenta una tendencia a cerrar filas, al menos
entre las ramas Camou Bascou e, inicialmente, con las descen-
dientes de Camou Serralier.
Aparentemente, los matrimonios entre los tíos y sobrinos
dan pie a suponer que no les importaba mucho su cercanía o
grado de consanguinidad, pero atendiendo a las limitantes que
imponían las Leyes de Reforma contenidas en el Código Civil,
13
Carta de Juan Pedro M. Camou a su tío Juan Pedro Camou Bascou, de Carlsbad
a Guaymas, el 26 de julio de 1890. Colección Eduardo Robinson, situada en
Nogales, Arizona.
14
Carta de Juan Pedro M. Camou a su tío Juan Pedro Camou Bascou, de Carlsbad
a Guaymas, el 26 de julio de 1890. Colección Eduardo Robinson, situada en
Nogales, Arizona.

262
La familia Camou: alianzas y estrategias

hacen pensar en lagunas no esclarecidas sobre su parentesco, al


no poder resolver la manera que lo lograron.15 Hay evidencias,
aunque no contundentes, de que el parentesco entre ellos podía
tener sesgos culturales propios de la región de origen.
Con esa práctica matrimonial entre las distintas ramas de la
familia, se aseguraba cohesión interna en torno al núcleo familiar
marcado por los cinco inmigrantes originales y una sólida pre-
sencia social. De Juan Camou Serralier, una de sus hijas, Aglae,
se casó con Juan Pedro Camou Bascou, procreando nueve hijos:
Juan Pedro, Antonio Catarina, María Guadalupe, Eduardo, Ra-
fael, Enrique, Luisa y Aglae. En cambio, María Eugenia contrae
nupcias con José Camou Méndez, primer hijo de José Camou
Bascou, procreando seis hijos.
Algo que llama poderosamente la atención de esa estrate-
gia de agrupamiento familiar son los matrimonios de Pedro An-
drés y Juan Francisco, hermanos de José, con las hijas del primer
matrimonio: Emilia y Eloisa. Las cosas no paran allí. Juan Pedro
Camou Méndez, hijo del segundo matrimonio de José, contrae
nupcias con su prima Guadalupe, hija de Juan Pedro.
Esta medida les permitió cerrar flancos ante el resto de
la sociedad sonorense y explica por qué durante largo tiempo
se manejaron como empresa familiar y sociedad de hecho, co-
nocida como ”Camou Hermanos”, hasta que los cambios en el
Código de Comercio los obligó a constituirse formalmente, aun-
que eso derivó al parecer en la salida de uno de los hermanos:
Pascual, quien fue parte de la línea familiar con la que se guardó
una relación incómoda que se agudizaría durante los años de la
Revolución.16

15
AHGES, Tomo s/n, Oficio de Juan Francisco Camou al Prefecto del Distrito
de Hermosillo, solicitando permiso para contraer matrimonio con su sobrina
Eloisa Camou Méndez. Hermosillo, 6 de noviembre de 1862
16
Galaz, Fernando A., Dejaron huella en el Hermosillo de ayer y hoy, Gobierno del
Estado de Sonora, México, 1971, p. 355.

263
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

Los matrimonios de Juan y José con la familia García


Noriega y la familia Méndez: la entrada a la sociedad
sonorense

Tal vez la excepción en este caso son Juan Camou Serralier y José
Camou Bascou, ya que en su calidad de inmigrantes, se ven en
la necesidad de establecer los primeros acercamientos sociales
como parte de su estrategia; en esta aventura no podían esta-
blecer condiciones, pues su futuro dependía de ser bien recibi-
dos y lograr reconocimiento. Pero, ¿quiénes eran las familias con
las que Juan Camou Serralier y José Camou Bascou se unieron?
¿Qué tan importantes eran y qué representaban en Sonora?
Para la época, el comercio, la agricultura y la ganadería eran
las actividades más sobresalientes, pero la tenencia y usufructo
del suelo era la más importante, sobre todo en términos de su
ubicación y extensión. En ese sentido, María Guadalupe García
Noriega y Francisca y Dolores Méndez eran hijas de propietarios
de terrenos en Hermosillo y San Miguel de Horcasitas, que eran
irrigados por las intermitentes avenidas de los ríos San Miguel y
Sonora o de manantiales en pleno desierto.17
En ambos casos, Fermín Méndez, padre de Francisca y
Dolores, y Ambrosio García Noriega, padre de Guadalupe, eran
propietarios de considerables extensiones de tierras, como Ce-
rro Colorado, en el que compartían parte de la propiedad18 y de
incipientes molinos harineros. Además, ambos levantaron, entre
1839 y 1840, molinos harineros, realizando obras de canalización
para uso de fuerza hidráulica y mover las turbinas y piedras de
molienda.19
17
CER, Minutario de casos judiciales de la familia Camou, Oficio dirigido al Juez
de Distrito por Juan Pedro M. Camou, el 19 de febrero de 1889. Es el caso de
la Laguna Cercada, que después se le conocerá como la Cercada, cercano a
otro rancho de la misma propiedad de los García Noriega y la familia Méndez
y que, posteriormente, pasaron a ser propiedad de José Camou Bascou. Origi-
nalmente esta propiedad se tituló a Ciriaco Aguirre, Antonio Moreno e Ignacio
Valencia en el año de 1835.
18
Galaz, op. cit., p. 206. “El 8 de abril de 1848, con esa fecha, Ambrocio Noriega
vende a Fermín Méndez una casa, a la vez que un sitio en los alrededores de
Tres María, La Lista Blanca y San Juan Nepomuceno, cita al norte de la ciudad.
La casa por una cantidad de 500.00 pesos y las tierras por mil pesos”.
19
Ibidem, p. 84. Las obras se realizaban al mismo tiempo, construyendo una ace-
quia que atravesaba otras propiedades con la anuencia de sus dueños y el edi-

264
La familia Camou: alianzas y estrategias

“La Laguna Cercada” o “Cercada” está localizada al no-


roeste de la ciudad de Hermosillo. Muy cerca estaba La Lista
Blanca, que en sus títulos originales fueron expedidos a Ambro-
sio G. Noriega y su esposa María Bitongo el 15 de noviembre de
1824. Posteriormente, se fue vendiendo en partes, aunque de
nueva cuenta las agrupó José Camou Bascou.20
Ambas familias, García Noriega y Méndez, eran cono-
cidas tanto en la Villa de Hermosillo como en San Miguel de
Horcasitas, y vivían un proceso de ascenso y prosperidad eco-
nómica. Su origen se remonta a mediados del siglo XVIII, en
que ocuparon puestos jerárquicamente menores en la milicia; por
ejemplo, a José María García Noriega, teniente de milicia local en
la Villa del Pitic, la independencia y la formación de los Ayunta-
mientos le abrió espacios y oportunidades para iniciar su ascen-
so social y económico. Los primeros veinte años del siglo XIX
denotan una dinámica económica poco relevante; sin embargo,
la apertura del puerto de Guaymas da la palanca para desarrollar
sus actividades económicas.21
En todo caso, la tenue relevancia social y económica que
los García Noriega alcanzaban se denota en su constante presen-
cia como testigos en actos jurídicos y económicos. De la misma
manera, Fermín Méndez finca su ascenso social y económico en
la adquisición de tierras y compra de casas.22
Ahora bien, la importancia para incluir brevemente al-
gunos datos de los Noriega y los Méndez radica en la forma
que sirvieron en la construcción del entramado familiar de los
Camou. Juan Camou Serralier se casó con Guadalupe García

ficio del molino harinero. Estas propiedades estaban localizados en lo que hoy
sería la calle Obregón y que, curiosamente, en su época dio pie a que la calle se
le conociera como de Los Molinos, en virtud de otros más que se localizaban
en la misma rúa.
20
Minutario de casos judiciales de la familia Camou, Oficio dirigido al Juez de
Distrito por Juan Pedro M. Camou, el 19 de febrero de 1889. Los títulos otor-
gaban el derecho de propiedad a Ambrocio G. Noriega y su esposa Ma. Biton-
go por una extensión de seis sitios de ganado mayor.
21
Galaz, op. cit., pp. 43-56.
22
Ibidem, p. 202. “El 2 de julio de 1847, Francisco García Noriega se convierte en
fiador del sr. Fermín Méndez, hasta por la cantidad de dos mil sesenta pesos
y ocho gramos, que salió debiendo a la testamentaria de la casa Mortuoria del
finado don Ignacio Monroy, por resto de mayor cantidad en que fue rematada
a favor del sr. José Camou, la casa del citado finado Sr. Monroy”.

265
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

Noriega y Fermín Méndez con Dolores García Noriega, ambas


eran hermanas. Los hijos del matrimonio Méndez García No-
riega, Francisca y Dolores, contrajeron nupcias con José Camou
Bascou, que arribó en octubre de 1843 a Hermosillo.
Es decir, la red se va tejiendo por la vía de los intereses ma-
trimoniales. En tanto los Méndez y los García Noriega se convir-
tieron en un asidero social y los recién llegados fueron la novedad
de quien conoce el mundo externo y las peripecias comerciales
del mismo, para una sociedad que encontró en Guaymas una
rendija para iniciarse en la actividad de quienes llegaban como
conocedores. De una u otra manera, su carta de presentación
como comerciante y la inversión que Juan Camou hiciera en
1829 en un proyecto minero, a pesar de la crítica de su socio, por
7 mil pesos, le dieron el crédito social que requería. La diferencia
entre Combe y Camou es que mientras el primero siguió de paso,
Camou invirtió en lo más importante que fue aceptación, ya sea
que lo hiciera consciente o inconscientemente.23

El tejido de las alianzas familiares: las características de sus


miembros

La importancia de la actividad comercial y el control de las fun-


ciones administrativas y fiscales de la aduana de Guaymas se
convirtió rápidamente en parte central de toda estrategia de as-
censo. Esta situación lo ejemplifica el matrimonio entre Ma. del
Carmen García Noriega y José Francisco Velasco, al que Am-
brosio Noriega, José Ma. García Noriega y Antonio Andrade
respaldaron, convirtiéndose en “fiadores” del mismo, como el
nuevo administrador de rentas de la Aduana Marítima de Guay-
mas el 20 de abril de 1832.
Velasco era un personaje que contaba con una larga tra-
yectoria militar, política y administrativa y el matrimonio con
María del Carmen era estratégico para el futuro comercial de
la familia.24 El puerto de Guaymas tenía tan sólo cuatro años
Ibidem, pp. 154 y 155.
23

“..nació en 1790, desempeño la secretaría de la comandancia General de Pro-


24

vincias Internas, fue presidente del primer Ayuntamiento de Hermosillo en


1821 y con este carácter juró la independencia de acuerdo con las bases del
Plan de Iguala. Diputado al primer Congreso General en 1822. [...] Fue también

266
La familia Camou: alianzas y estrategias

de haberse abierto al comercio, aproximadamente los mismos


en que había llegado Juan Camou Serralier. Con Guaymas se
inaugura un corredor comercial y da pie a la formación de un
nuevo grupo social, que tiene en el comercio su centro de acu-
mulación y la fuente de su ascendente poder político.
Aunque los puestos políticos, administrativos o judiciales
eran importantes dominarlos, no se tenía el mismo interés por
todos. El ocupar cargos, incluso de manera obligada, no siempre
fue bien aceptado, en la medida que el tiempo que exigían las
tareas de los mismos no retribuían económicamente. Sin embar-
go, para un extranjero en búsqueda de un lugar social, la mejor
retribución al ocupar esas responsabilidades no era económica,
sino más bien social, proyectándole como gente de saber.
En un medio donde el aparato estatal –el ejercicio de la
administración pública y la justicia– carecía de las “gentes de ra-
zón”, del saber obligado para realizar funciones específicas de
gobierno, un conocedor de las más mínimas letras, como lo po-
día ser un comerciante, encontraba en esos recién llegados los
hombres ideales para llenar esos espacios. Eso explica los pues-
tos que ocupó Juan Camou Serralier, como Juez Segundo de Paz
en 1837 o de Alcalde 2° de turno en Hermosillo.25
Una de las ramas que más usufructuaron sus relaciones
familiares contraídas por la vía del matrimonio en la segunda mi-
tad del siglo XIX, fue la de Juan Pedro Camou Bascou. Los
enlaces de dos de sus hijas sellaron en definitiva su presencia en
la sociedad sonorense y se convirtieron más bien en parte de su
soporte. Catarina se habría de casar con Rafael Escobosa, promi-
nente comerciante de Guaymas, y Guadalupe hizo su parte con
Arturo Morales, quien también era parte de la elite de Guaymas.
Rafael Escobosa, de corta vida, muere sin dejar descen-
dencia, aunque una gran experiencia en cuanto al comercio in-
ternacional para sus parientes políticos y capital para su esposa.
Arturo Morales trajo al seno de la familia la raigambre de la fa-
milia Morales, de origen urense. De hecho, uno de los miembros
diputado a los Congresos Constituyentes del Estado de Occidente en 1824 y de
Sonora en 1831; Secretario General de Gobierno de 1828 a 1829. [...] Fue autor
de una obra titulada Noticias Estadísticas del Estado de Sonora, que se imprimió en
1850”. Almada, Francisco R., Diccionario de Historia, Geografía y Biografía Sonoren-
ses, Gobierno de Sonora, México, 1990, p. 772.
25
Galaz, op. cit., p. 210 y 211.

267
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

de esa familia, Francisco de Paula Morales, llegó a ocupar la gu-


bernatura interinamente a la caída del grupo torrista, durante la
rebelión maderista en Hermosillo.
Las ramas que se desprenden de José, Juan Pedro y Juan
Francisco, que construyeron y consolidaron su presencia en los
últimos treinta años del siglo XIX, permanecieron fieles al grupo
torrista, pese a las convulsiones que desde los primeros años del
siglo XX se presentaron al momento que Corral abandona So-
nora y se enrola en las huestes de Porfirio Díaz.
Este último, Juan Francisco, tenía en su hijo Fernando la
clave que lo relacionaba con el grupo en el poder, ya que estaba
casado con Carmen Escalante, hija de José V. Escalante –herma-
no del eterno presidente municipal de Hermosilllo, que gobernó
por 15 años, y suegro de Ramón Corral; además, fue quien agi-
tó políticamente a Hermosillo en las elecciones municipales de
1900, al son del Club Verde–.
No todos los matrimonios de los Camou trajeron promi-
nencia económica o social. Uno de los cinco hermanos, Pascual
Camou Bascou, más apegado a su origen, se casa con Margarita
Dupuy de la misma nacionalidad, con la que procrea 14 hijos. De
inicio, su pertenencia y aceptación social era un saldo de lo hecho
por sus hermanos.
A Pascual Camou a menudo lo rodearon los conflictos
propios de sus vástagos o parientes políticos. Al parecer, el éxi-
to económico de su familia no siempre fue de la mano de lo
político. En 1883, abandonó la sociedad formada junto con sus
hermanos, situación que no ha podido ser aclarada, pues su vida
en Sonora es acompañada de una actitud contradictoria hasta en
la red social a la que se ligó.
Tres de sus hijos, Lamberto, Leonardo y Margarita, tra-
jeron las notas discordantes al seno de la familia ampliada, en
los años de consolidación del poder político de Luis Emeterio
Torres, Ramón Corral y Rafael Izábal, de 1882 a 1910. Pero esas
relaciones que fueron la fracción incómoda, dieron el pasaporte
para salir al paso en los difíciles años de la lucha armada entre
1910 y 1920, en que la presencia de los Camou se resquebrajó
peligrosamente.
Lamberto se involucró con firmeza en las fuerzas oposi-
toras del Club Verde, que lucharon por la presidencia municipal
de Hermosillo, aunque los reajustes políticos tomaron rumbo

268
La familia Camou: alianzas y estrategias

distinto al ocupar su suegro, Filomeno Loaiza, la presidencia mu-


nicipal de la capital. En tanto su hermano Leonardo, casado con
Guadalupe Maytorena, hija de José María Maytorena, vivieron el
asedio y represión del triunvirato durante varios años, virtud a
sus aspiraciones político-electorales por ganar la gubernatura de
Sonora, hasta que la revolución maderista les dio un respiro.
Margarita, por su parte, se casó con Rodolfo Campodó-
nico, autor del inmortal vals “El Club Verde”, empleado como
himno de lucha por los miembros del Club García Morales, quie-
nes lucharon por la presidencia municipal de Hermosillo el año
de 1900. Su cercanía familiar con los Maytorena les otorgó la
gloria efímera de gobernar Sonora entre 1911 y 1915, hasta que
se ven obligados a abandonar el estado rumbo al exilio acompa-
ñando a Maytorena.26
Si bien los años de crisis económica en 1907 y la década
revolucionaria debilitaron las funciones de las relaciones de pa-
rentesco en la estructura del tinglado económico y político, al
menos jugaron su último papel en la recomposición y destino de
sus propiedades y empresas e iniciar una lenta recuperación de
su presencia social.
La ruptura de enlaces y redes familiares mucho tuvo que
ver con la formación de nuevos núcleos ligados a servicios no
precisamente empresariales, sino de ilustrados, como abogados,
y de una clase media acomodada, que es el principal producto
social, junto con un proletariado abundante, que arrojó la trans-
formación del Porfiriato. Nuevo segmento social con ideas y
proyectos políticos propios, que para concretarlo tuvieron que
embarcarse en una lucha de la que la visión que de la familia se
tenía quedaría erosionada.
La construcción de una imagen ideal de la familia donde
todos se identificaban o se ofrecía como parámetro fue gestán-
dose a través de la prensa, la escuela e, incluso, las instituciones,
que para finales del siglo XIX eran antagónicos al estado, como
la Iglesia. Para entonces, quienes se apegaban a ese discurso, tal
vez ya no recordaban ni eran conscientes de cómo se fue llegan-
do al mismo y menos que formaron parte de esa construcción.
La familia es instancia para agrupar capitales por distintas
vías que la misma propicia, como el matrimonio o el compa-

Gracida Romo, Juan José, Historia General de Sonora, Hermosillo, 1985, p. 115.
26

269
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

drazgo. De esa manera, se establece una versión pública e ins-


titucional de la familia, ya que sólo así es útil para motivos de
poder y control social. La imagen que de la familia se tenga, será
la idealización que sirva a ciertos grupos de poder de la sociedad
que, expuesta ante ella, les permita ubicarse y formar parte de su
capacidad reguladora de la comunidad.
Por ello, a la familia aquí observada en sus diversas ramas
como objeto de estudio, se rastrea las conductas derivadas de sus
actividades económicas específicas. Su influencia social depen-
derá, por tanto, de sopesar las relaciones de sus miembros, tanto
en su conjunto como en sus individualidades, y la convivencia
cotidiana fijada por sus intereses. Es decir, entender que si bien
la estructura familiar es la organización primaria, como defensa
o seguridad ante el resto de la sociedad, es a su vez a partir de la
cual la sociedad cimienta su estructura organizativa como empre-
sa y unidad política.

Referencias

Archivos

Archivo Histórico del Gobierno del Estado de Sonora.

Bibliografía

Almada, Francisco R., Diccionario de Historia, Geografía y Biografía


Sonorenses, Gobierno de Sonora, México, 1990.
Balmori, Diana et al., Las alianzas de familias en la formación del país
en América Latina, Fondo de Cultura Económica, México,
1990.
Colletti, Lucio, El marxismo y Hegel, Grijalbo, México, 1977.
Combier, Cyprien, Viaje al Golfo de California, ed. Ardhus Bertran,
París, s.a.
Cooper, David, La muerte de la familia, Editorial Ariel, México,
1985.
Cuevas Arámburo, Mario, “Buenas y malas costumbres de los
hermosillenses en 1829, según un viajero francés”, Univer-
sidad. Revista de la Universidad de Sonora, Hermosillo, junio.

270
La familia Camou: alianzas y estrategias

Galaz, Fernando A., Dejaron huella en el Hermosillo de ayer y hoy, Go-


bierno del Estado de Sonora, México, 1971.
Hegel, Friedrich, Enciclopedia de las ciencias filosóficas, Editorial Po-
rrúa, México, 1985.
Marx, Karl, La ideología alemana, Ediciones de Cultura Popular,
México, 1979.

271
Anexo
FAMILY SEARCH.
DONDE LAS
GENERACIONES
SE ENCUENTRAN

Guillermo Velasco Coronado1

• Descubre tu historia familiar (vídeo): http://1drv.


ms/1UvxtNW
• Acerca de FamilySearch: https://familysearch.
org/about
• El blog: https://familysearch.org/blog/es/
• Servicios a archivos: https://familysearch.org/
archives/services/
• Novedades: https://familysearch.org/whats-new/

Hechos en FamilySearch.org al mes de julio 2015

• Nombres con posibilidades de búsqueda en regis-


tros históricos: 6.0 billones
• Imágenes digitales de documentos históricos pu-
blicadas: 1.1 billones
• Registros indexados que se publican por año:
630.2 millones
• Número de colecciones de registros históricos que
admiten búsquedas en línea: 2,021 colecciones.


1
Universidad Hispana, Salt Lake City Utah.
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

• Número de libros digitales: 223,096


• Número de Centros de Historia Familiar: 4,875
• Número de cámaras digitales en operación: 291
• Visitas por día: 280,953
• Páginas vistas por día: 5.77 millones
• Indexadores voluntarios en línea: 833,365
• Usuarios registrados en familysearch.org: 5.46 millones
• Total de contribuciones al Árbol familiar: 24.42 millones
• Fotos subidas: 8.13 millones
• Historias subidas: 463,227
• Registros en el árbol familiar: 1.1 billones

La página de inicio, descripción de sus menús: www.family-


search.org
Cómo crear una cuenta en FamilySearch: https://family-
search.org/ask/#/FamilySearch_Account/
Árbol familiar (https://familysearch.org/tree/)
Árbol: Las cuatro vistas: horizontal, vertical, abanico, descen-
dencia.
Persona (ya en el árbol familiar):
Búsqueda por número de identificación, en la lista desplegable y
agregar a persona no conectada al árbol familiar.
Encontrar (personas ya en el árbol familiar):
Nombre completo y diversos datos o por Número de identifi-
cación.
Listas (de personas que estamos dando seguimiento):
Tiene diversos filtros para ayudar cuando se está siguiendo a mu-
chas personas.
Qué hay de nuevo: Novedades y mejoras recientes en Family-
search.
Árbol de práctica (http://bit.ly/1PmZROD)
Recuerdos (https://familysearch.org/photos/)
Fotografías: fotografías que usted ha cargado, acuerdo de envío
de contenido de Familysearch.
Historias: historias que usted ha agregado.
Documentos: documentos que usted ha cargado.
Audio: grabaciones de audio que usted ha cargado.
Personas: personas con etiquetas en fotos e historias.
Álbumes: álbumes que usted ha cargado.
Encontrar: buscar fotos o historias.

276
Family Search

Buscar (https://familysearch.org/search)
Búsquedas eficaces en registros históricos: https://family-
search.org/learn/wiki/es/images/c/cc/Busquedas_eficaces.
pdf.

El objetivo de este material es mejorar sus resultados en los regis-


tros históricos de FamilySearch usando varios tipos de búsque-
das, navegando las imágenes y usando el catálogo para encontrar
más registros para su búsqueda.

Consejos importantes
1. Siempre busque primero por nombre y apellido.
2. Siempre vea el registro o la imagen original de un registro
indexado.
3. Adjunte fuentes a su árbol familiar en FamilySearch.
4. Busque por varias maneras.
5. Menos es más. Ponga un mínimo de información y aplique
filtros a los resultados para definir bien lo que busca.
6. Ingrese con su cuenta de FamilySearch primero para poder
guardar registros e imágenes en su caja de fuentes o para ad-
juntar información encontrada directamente a su antepasado
en el árbol familiar.

Búsquedas por nombre


Para tener más resultados busque solamente con un apellido;
para variedad, se puede buscar con dos apellidos. Es importante
recordar que muchos de los registros indexados solamente con-
tienen un apellido.

Ejemplo 1: Juan Gómez

1. Nombre: Juan Apellido(s): Gómez


2. Limitar los registros por: Ubicación > País: Chile. Estado
o provincia: Copiapó
3. Haga clic en Buscar
4. Filtre sus resultados por Año de matrimonio = 1800
5. Elija el resultado de Juan Gómez López
6. ¿Cuál es el número de microfilm de donde indexaron esta
información?

277
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

Leyenda de la página de resultados

Cambiar la cantidad de resultados para mostrar en la página.

El nombre que coincide con lo que busca y el nombre de la co-


lección de donde vino el resultado.

El evento del registro y su fecha.

Parentescos que se encuentran entre las personas en el registro.

Detalles - para ver el resumen de la información indexada.

Imagen - para ver la imagen del registro de donde indexaron la


información.

278
Family Search

Búsquedas por parentesco

Tipos de búsquedas por parentesco


• Cónyuge - Busque a la persona con el nombre de su cónyuge
• Padres - Busque a toda la familia usando solamente los nom-
bres de los padres.
• También puede buscar una familia usando solamente los
apellidos paterno y materno.

Búsqueda por cónyuge

Ejemplo 2: José Ripa y Antonia Mutuberria como cónyuges

1. Ingrese: Nombre: José Apellido(s): Ripa


2. Haga clic en Cónyuge
3. Nombre: Antonia Apellido(s): Mutuberria
4. Limitar los registros por: Ubicación > España
5. Haga clic en Buscar

Búsqueda por padres

Ejemplo 3: José Ripa y Antonia Mutuberria como padres

1. Haga clic en Padres


2. Ingrese: Nombre(s) del padre: José Apellido(s): Ripa
3. Ingrese: Nombre(s) de la madre: Antonia Apellido(s): Mu-
tuberria
4. Limitar los registros por: Ubicación > España
5. Haga clic en Buscar

Búsqueda por dos apellidos

Ejemplo 4: Ripa Mutuberria

1. Ingrese: Apellido(s) Ripa Mutuberria


2. Limitar los registros por: Ubicación > España
3. Haga clic en Buscar

Ejemplo 5: Ripa Mutuberria sin indicar algún lugar

279
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

1. Ingrese:
Apellido(s) Ripa Mutuberria
2. Haga clic en Buscar

Cómo encontrar la imagen de un registro indexado


Esta habilidad es importante porque siempre debemos ver el
registro original para ver TODA la información en el registro.
A veces hay información adicional y pistas importantes que no
están incluidas en la información indexada.

Ejemplo 6: Eduarda Cornejo Campos


1. Ingrese: Nombre: Eduarda Apellido(s): Cornejo
2. Haga clic en Padres
3. Ingrese: Apellido(s) del padre: Cornejo
4. Ingrese: Apellido(s) de la madre: Campos
5. Limitar los registros por: Ubicación > País: México Esta-
do: Zacatecas
6. Haga clic en Buscar
7. Elija el resultado de Eduarda Cornejo Campo bautizada el 14
de octubre de 1864.

Para llegar a las imágenes


1. FamilySearch.org
2. Buscar > Registros
3. Pase al mapa
4. Elija la región geográfica [México]
5. Haga clic en el nombre del país o estado [Zacatecas]
6. Haga clic en Empezar la búsqueda en [Zacatecas]
7. Elija la ciudad o el pueblo y luego la parroquia [Momax, Mo-
max]
8. Elija el tipo de registros y años [Bautismos 1850-1878]
9. Haga clic en Navegar por imágenes
10. Busque su lugar empezando con la jurisdicción más grande
hasta la más pequeña
11. Elija el tipo de registros y años que le convenga - nacimien-
tos/bautismos, matrimonios, defunciones

Consejos para imágenes

• Podrá ir avanzando o retrocediendo con las flechas que apa-

280
Family Search

recen al lado de las palabras Imagen xx de xx. La flecha a la


derecha es para avanzar, y la de la izquierda es para retroce-
der. También podrá colocar dentro de la cajita el número de
la imagen que le interese; le irán apareciendo las actas.
• Para usar las herramientas para mejorar la calidad de la ima-
gen, haga clic en la palabra Herramientas y saldrán varias op-
ciones.
• Busque primero en índices, si hay.
• La página del índice no coincide con el número de la imagen.
• Empiece con la fecha del evento (nacimiento, matrimonio,
o defunción).
• Si el evento no está en la fecha debida, busque algunos años
antes o después.
• Tome apuntes o use una lista de investigación.
• Tenga paciencia.
• Sea diligente.

El catálogo de FamilySearch

Utilice el catálogo de FamilySearch para encontrar registros no


digitalizados. Puede ser microfilmes, libros, o mapas.
Se puede buscar por:
• Localidad
• Apellidos
• Títulos (de libros o revistas)
• Autor
• Temas
• Palabras clave

Para ver el catálogo siga estos pasos

1. Vaya a FamilySearch.org
2. Buscar > Catálogo

Búsqueda por número de microfilme


¿Quiere saber si los registros de algún microfilme ya están in-
dexados? Siga estos pasos.
1. Vaya a FamilySearch.org
2. Buscar > Registros
3. Haga clic en Número de microfilme

281
Historia y genealogía. Vínculos parentales y metodología

4. Ingrese el número de microfilme


5. Haga clic en Buscar
Se pueden filtrar los resultados por años, nombres, y/o apellidos

Indexación (https://familysearch.org/indexing/)
Cómo unirse a los esfuerzos voluntarios de indexación: https://
familysearch.org/indexing/
La indexación es copiar datos vitales de una imagen digitalizada
a un formulario para crear un registro en el que se pueden hacer
búsquedas.

Obtener ayuda (menú arriba a la derecha):


Cada vez que está en Árbol Familiar, Recuerdos, Buscar e In-
dexación, el menú cambia un poco apuntando hacia temas co-
rrespondientes a cada uno. A continuación una vista general del
menú de “Obtener ayuda”:

Llámenos: 001-866-822-0428 Línea gratuita 24/7 misioneros


voluntarios de ayuda, o Charle en vivo, Envíe un mensaje o
Encuentre ayuda local.

Centro de ayuda (https://familysearch.org/ask/#/)


Puede anotar preguntas en la búsqueda, por ejemplo:
“Árbol de práctica” y arroja: Sitio de práctica para el Árbol
Familiar o “Sandbox” (para el público en general)
https://familysearch.org/ask/salesforce/
viewArticle?urlname=Family-Tree-Training-or-Sandbox-Site-
for-general-public-use-1381815615352&lang=es

“Cómo buscar registros históricos según la región” y arroja:


Cómo buscar registros históricos según la región
https://familysearch.org/ask/salesforce/
viewArticle?urlname=Cómo-buscar-registros-históricos-según-
la-región-la-localidad-o-el-país-1381813532843&lang=es
“Cómo buscar un microfilme en el Catálogo de Family-
Search” y arroja: Cómo buscar un microfilme en el Catálogo
de FamilySearch

https://familysearch.org/ask/salesforce/
viewArticle?urlname=Cómo-buscar-una-imagen-en-el-Catálo-

282
Family Search

go-FamilySearch-Catalog-usando-el-número-de-microfilm-en-
contrado-en-los-Registros-Históricos-1381813536523&lang=es
Centro de aprendizaje (https://familysearch.org/learnin-
gcenter/home.html)
Explore cientos de cursos de genealogía en línea que le ayudarán
a descubrir su historia familiar.

Wiki de investigación (https://familysearch.org/learn/


wiki/es/Página_principal)

Consejos gratuitos para la investigación de historia familiar –de


la comunidad, para la comunidad. Puede buscar por temas, por
ejemplo:

“Seminarios en línea por el equipo de especialistas de Investiga-


ción en América Latina”, y arroja:
https://familysearch.org/learn/wiki/es/Seminarios_en_línea_
por_el_equipo_de_especialistas_de_Investigación_en_Améri-
ca_Latina

Muy recomendable este recurso gratuito de grabaciones de clases


y volantes para descargar de los seminarios en línea.

El lugar donde protegemos todos los registros y la información


compartida en el árbol familiar, la Bóveda de la Montaña de Gra-
nito: https://familysearch.org/learn/wiki/es/B%C3%B3veda_
de_la_Montaña_de_Granito

Vídeo de resumen de esta bóveda y cómo conservamos los mi-


crofilmes y archivos digitales: vídeo en español
http://link.brightcove.com/services/player/bcpid16222534180
01?bckey=AQ~~,AAAAsMO7iuE~,0a6boL_aMzSpABfUAvp
bSY8nYDlb6wqR&bctid=1409994199001

Le invitamos muy cordialmente a usar FamilySearch.org y dis-


frutar la maravillosa experiencia de sembrar su árbol familiar y
compartirlo con los suyos. Y también le invitamos a colaborar
con nosotros voluntariamente en esfuerzos de indexación y la
búsqueda de registros para digitalizar.

283
HISTORIA Y GENEALOGÍA
Vínculos parentales y metodología
para el estudio de las familias en México

El diseño y edición de este libro


estuvieron a cargo del Departamento Editorial
de la Dirección General de Difusión y Vinculación
de la Universidad Autónoma de Aguascalientes.

También podría gustarte