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La categoría analítica del género:

notas para un debate*


Sandra Araya Umaña**

Resumen
Recibido: 30 de octubre de 2014 Desde el feminismo de la década de los setenta, y en particular
Evaluado: 4 de noviembre de 2014 del anglosajón, surgió la categoría analítica del género, lo que
Aceptado: 25 de noviembre de 2014 develó el carácter construido de las desigualdades entre mujeres
y hombres. Desde sus planteamientos iniciales, esta categoría ha
referido a la necesidad de repensar y actuar sobre las perspecti-
vas de análisis, permeadas por una visión parcial y masculina
que históricamente, a partir de la diferencia anatómica entre los
sexos, han ocultado o disfrazado estas desigualdades.

La frase de Simone de Beauvoir “La mujer no nace, se hace” es


un antecedente de la construcción social y cultural que la cate-
goría de género retoma dentro de sus principales postulados.
Volverse mujer es mucho más complicado que transformarse en
hombre, pues históricamente lo humano y lo masculino han sido
conceptos intercambiables de la misma manera como lo han sido
los conceptos de mujer e inferioridad.

Este artículo pretende mostrar la riqueza del género como catego-


ría analítica y su contribución a la comprensión de otras catego-
rías como poder, cultura e ideología. En el análisis de la categoría
de poder, se retoman algunos debates surgidos de los estudios
decoloniales con el fin de evidenciar que la construcción de un
proyecto feminista ―ético político― requiere grandes dosis de
acuerdo y unidad, pero en particular de una conciencia crítica.

Palabras clave: género, cultura, poder, debates contemporáneos.


*
Artículo de revisión. Cómo citar este artículo: Araya Umaña, S. (2014). La categoría analítica de género: notas para un debate. Hallazgos, 12(23),
287-305. (doi:10.15332/s1794-3841.2015.0023.014)
Este artículo es producto de la investigación doctoral de la autora y de las reflexiones teóricas surgidas en los debates, seminarios y encuentros
feministas de los últimos diez años.
**
Profesora catedrática de la Universidad de Costa Rica. Docente e investigadora de la Escuela de Trabajo Social. Licenciada en Trabajo Social y
doctora en Educación, (Costa Rica). Correo electrónico: sarayau.san@gmail.com

HALLAZGOS / ISSN: 1794-3841 / Año 12, N.° 23 / Bogotá, D. C. / Universidad Santo Tomás / pp. 287-305 287
La categoría analítica del género: Notas para un debate

The analytic category of gender: Notes for a discussion

Abstract
Since feminism of the 70s, especially the Anglo-Saxon, the Received: October 30, 2014
analytical category of gender emerged, which allowed revealing Evaluated: November 4, 2014
the constructed nature of inequalities between women and men. Accepted: November 25, 2014
From the initial approach, this category referred to the need to
rethink and act on analytical perspectives, and permeated by a
partial male view that historically had concealed or disguised
these inequalities, from the anatomical difference between the
sexes.

“Woman is not born, she is made”; phrase of Simone de Beauvoir


is an antecedent of the social and cultural construction that gen-
der category incorporates within its main tenets. Become women
is much more complicated that transformed into a man, because,
historically, the human and the male have been interchangeable
concepts in the same way that they have been the concepts of
women and inferiority

 This article aims to show the richness of gender as an analytical


category and its contribution to the understanding of other ca-
tegories such as power, culture and ideology. In the analysis of
the category power, some discussion arising decolonial studies
to show that the construction of a feminist project ­—ético boat
politicall—, require large doses of agreement and unity are taken
up, but in particular a critical consciousness.

Keywords: Gender, culture, empowerment, contemporary


discussion.  

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Sandra Araya Umaña

A categoria analítica do gênero: Notas para uma discussão

Resumo
Recebido: 30 de outubro de 2014 Desde o feminismo dos anos setenta, sobretudo do anglo-saxão,
Avaliado: 4 de novembro de 2014 a categoria analítica de gênero surgiu, o que revelou a natureza
Aceito: 25 de novembro de 2014 construída das desigualdades entre mulheres e homens. A partir
de suas propostas iniciais, esta categoria se referiu à necessidade
de repensar e agir sobre as perspectivas de análise, permeadas
por uma visão parcial e masculina que historicamente, a partir
da diferença anatômica entre os sexos, tem escondido ou dis-
farçado essas desigualdades.

A frase de Simone de Beauvoir “A mulher não nasce, torna-se”


é um antecedente da construção social e cultural que a categoria
de gênero retoma dentro de suas principais doutrinas. Tornar-se
mulher é muito mais complicado do que se tornar homem, pois
historicamente o humano e o masculino têm sido conceitos inter-
cambiáveis da mesma forma como têm sido os conceitos de mul-
her e de inferioridade.

Este artigo tem como objetivo mostrar a riqueza do gênero como


categoria analítica e sua contribuição para a compreensão de ou-
tras categorias, como poder, cultura e ideologia. Na análise da
categoria de poder, volvem-se a tomar alguns dos debates sur-
gidos dos estudos decoloniais para com o objetivo de evidenciar
que a construção de um projeto feminista -ético político- exige
grandes doses de acordo e unidade, mas particularmente duma
consciência crítica.

Palavras-chave: Gênero, cultura, poder, debates contemporâneos.

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La categoría analítica del género: Notas para un debate

Presentación los movimientos feministas y de mujeres


han sido de los más prolíferos del siglo XX
Como categoría analítica, el género ha en- no solo por su permanencia y continuidad,
frentado diversas confusiones teóricas y po- sino también por las vindicaciones y con-
líticas que han obnubilado sus verdaderos quistas alcanzadas.
alcances y aportes. En primer lugar, está la
Peor aún ha sido la sustitución de la palabra
dificultad de muchos sectores sociales ―in-
sexo por género, en particular en las tablas
cluyendo a las mismas mujeres― de mirar
estadísticas, lo que también refleja un debi-
con un lente diferente las relaciones sociales
litamiento conceptual de los términos (De
y, en general, la vida social. Ello es producto
Barbieri, 1996). Si bien es cierto ambos con-
de un orden simbólico que, por medio de
ceptos están cargados cultural e histórica-
diversos mecanismos ideológicos, natura-
mente, el sexo y el género responden a prác-
liza las relaciones asimétricas y desiguales
ticas sociales diferentes. Tradicionalmente,
confiriéndoles un carácter inmutable y tras-
el sexo ha sido asociado al conjunto de ca-
cendental de los mismos agentes que las
racterísticas biológicas que definen a los or-
producen.
ganismos como machos o hembras permi-
En segundo lugar, los términos género y fe- tiendo diferenciarlos como portadores de
minismo han sido intercambiados y tratados uno u otro tipo de células reproductoras o
como sinónimo, producto probablemente gametos (óvulos o espermatozoides), o de
de que la categoría cobró fuerza en la segun- ambos (organismos hermafroditas). En este
da ola del movimiento feminista. Las confu- sentido, el género apunta a la construcción
siones se observan en el propio movimiento de las desigualdades a partir de las diferen-
de las mujeres, pues el género se emplea, en cias anatómicas y, con su desarrollo concep-
algunos casos, como sinónimo de feminis- tual, ha evidenciado, que el dualismo entre
mo y en otros como el término que acuña los sexos es cada vez menos admisible.
las experiencias e intereses solamente de las
En un interesante artículo, Vargas (2013)
mujeres (Lagarde, 1992a).
demuestra que la diversidad sexual está
No existe un único feminismo. Feminismos contenida en el mismo material biológico
hay diversos y con diferentes postulados y que la existencia de los intersexos es una
teóricos y políticos. La fuerza simbólica y característica no solo de los animales, sino
vivencial que estos dos componentes tienen también de los seres humanos. Esta auto-
en la vida de muchas mujeres, así como el ra evidencia que el desarrollo psicosexual
uso descontextualizado que de ellos se ha humano es un proceso complejo, influido
hecho, ha promovido la satanización del gé- por múltiples factores: genéticos, gonada-
nero y de los movimientos feministas; con- les, hormonales, neurobiológicos, cultura-
secuentemente, se han diluido sus verdade- les, sociales y familiares y que, por ende, es
ros alcances.1 Es evidente, no obstante, que
mantenimiento de las relaciones de desigualdad entre mujeres y
hombres. En su contraportada se lee “La académica O’ Leary expli-
1 El texto de O’Leary (2007) es una clara y atrevida descontextuali- ca cómo la introducción del término ´género´ es parte de un esfuerzo
zación y distorsión de los planteamientos feministas, y muestra los fríamente calculado para imponer a todas las mujeres del mundo una
mecanismos que operan en la estructura social para garantizar el ideología extraña, alienante y antimujer”.

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Sandra Araya Umaña

posible clasificar a los seres humanos desde también era incompleta y no era suficiente
la diversidad (más allá de la existencia de rellenarla con los componentes de clase, et-
machos o hembras) y es factible criticar la nia y sexualidad para alcanzar su comple-
definición tradicional de sexo, como vere- tud (De Barbieri, 1992).
mos en páginas posteriores.
El debate continúa, en particular en lo
Por último, las más diversas polémicas al- que respecta al significado de los términos
rededor de las formas o mecanismos para acuerdo y unidad. Si lo que siempre se ha cri-
lograr la igualdad entre las mujeres y los ticado a través de la historia es que las muje-
hombres es otro de los aspectos que concita res han sido representadas por los hombres,
a distintos sectores2 debido, en gran medi- ¿cuáles mujeres representarán ahora a las
da, a las discusiones sobre los alcances teó- mujeres? Bultler (1990) responde indicando
rico-prácticos de las categorías mujer, mu- que es necesario replantear las construccio-
jeres, sexo, género y poder (De Barbieri, 1992, nes ontológicas de la identidad y formular
Hawkesworth, 1999, Lamas, 1996). una política representacional.3 Dicha políti-
ca debe superar la visión frágil de la “uni-
En la década de los setenta, el vocablo mujer
dad” y reconocer las diferencias de poder y
se utilizó con un contenido unívoco, como
desventajas en el bloque de mujeres y con-
si existiese un bloque homogéneo cuyas
textualizarlas, dando cabida a “coaliciones
características y vivencias en común per-
abiertas” que reconozcan las múltiples con-
mitirían la consolidación de un movimien-
vergencias y divergencias, sin que se tenga
to social de mujeres con objetivos y luchas
que obedecer a fines normativos de corte
comunes. Muy pronto, en la década de los
definicional.
ochenta, las diferentes realidades de las mu-
jeres, entre las que destacaron las de clase
social, religión, etnia y orientación sexual se
Eso llamado género
impusieron y revelaron la ahistoricidad del
Según Imre Lakatos (Hawkesworth, 1999),
vocablo. Por tanto, fue sustituido por el de
una categoría analítica es un mecanismo
mujeres con el fin de expresar la historicidad,
heurístico que desempeña funciones po-
diversidad y pluralidad de situaciones que
sitivas y negativas. Se afirma que el géne-
experimentan las mujeres y, de esta forma,
ro es una categoría analítica, pues como
dimensionar que no son bloques homogé-
heurística positiva proporciona un marco
neos sino subconjuntos colectivamente dife-
conceptual que permite formular nuevos
renciados. No obstante, las fragmentaciones
aspectos sobre el conocimiento y su carác-
dentro de los feminismos y la oposición al
ter androcéntrico al ofrecer conceptos, de-
mismo por parte de mujeres que paradó-
finiciones e hipótesis que guían un proceso
jicamente el feminismo decía representar,
de investigación. Desde la noción de heu-
evidenciaron que la categoría de mujeres
rística negativa, es decir, desde el conjunto
compartido de supuestos que son centrales
2 Los mecanismos para lograr la igualdad han constituido fuertes de-
bates entre las teóricas feministas europeas. La existencia de diver- y que, por tanto, no se pueden desechar, la
sos feminismos, entre ellos el liberal, el socialista y el radical, han
postulado diversos posicionamientos políticos cuya discusión no ha 3 Es evidente que no solo para el movimiento de mujeres la represen-
tocado las fronteras de Costa Rica. Para ampliar ver Araya (2003a). tatividad constituye un punto álgido de discusión.

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heurística negativa del género es la impug- para acceder a todo aquello que consideran
nación; el rechazo de la naturalización de recursos necesarios: prestigio, poder, privi-
las desigualdades basadas en las diferencias legios sexuales, compensaciones económi-
anatómicas. cas, entre otros.

La riqueza y dinamicidad del género como Debido a su naturaleza constructivista, la


categoría analítica, por consiguiente, reside noción de construcción social de la realidad4 es
en que ha permitido el desenmascaramien- una dimensión central para la comprensión
to del rol ideologizante de creencias com- de la categoría del género. Para Peter Berger
partidas contribuyentes de la desigualdad y Thomas Luckmann (1970), construcción
y desvalorización de las mujeres y de lo social hace referencia a la tendencia feno-
relacionado con lo femenino. Su uso refiere menológica de las personas a considerar los
al complejo mundo de lo social, pues es en procesos subjetivos como realidades objeti-
esta esfera, a partir de los cuerpos sexuados, vas, pues ellas aprehenden la vida cotidiana
donde la diferenciación tiene su fundamen- como una realidad ordenada e indepen-
tación y justificación. De ahí que no solo fo- diente de su propia aprehensión. En este
caliza las relaciones sociales entre mujeres sentido, se les aparece objetivada y como
y hombres, sino también entre las mismas algo que se les impone.
mujeres y entre los hombres.
La construcción social de la realidad da cuenta
El género remite a la creación social y cultu- del entramado simbólico donde lo social se
ral de las ideas. Ofrece una visión de lo que articula individualmente en las personas y
sucede en el interior de los sistemas socia- posibilita así visualizar la relación entre la
les y culturales, y da cuenta del entramado estructura social y el pensamiento práctico
simbólico en el que las sociedades repre- de las personas. De igual manera, explica las
sentan los cuerpos sexuados y hacen uso de dificultades y resistencias que se presentan
este para enunciar las normas de las relacio- en todos los procesos de cambio voluntario
nes sociales y para construir los significados debido a los procesos naturalización social.
de las experiencias. Los símbolos, metáforas
Las acciones humanas tienen diferentes sig-
y concepciones juegan, por tanto, importan-
nificados sociales para las personas que las
tes roles en la definición de la personalidad
ejecutan y, si bien el género presenta rasgos
y de la historia humana.
particulares según el contexto histórico,
Desde el género, lo biológico se desmitifica social y político, en todos ellos existe una
como el referente central de las diferencias
de género, pues es en la constitución del
4 La noción de construcción social de la realidad es una idea fun-
orden simbólico de una sociedad donde se dante de la sociología, y la encontramos en los Escritos económicos
fabrican las ideas de lo que deben ser los filosóficos de Marx, aunque fue Durkeim quien más la desarrolló.
Posteriormente Schutz “sociologiza” los aportes filosóficos de la fe-
hombres y las mujeres. Entendido como nomenología de Husserl y desarrolla su teoría de la importancia de
construcción cultural de la diferencia y de los significados sociales (en 1932 Schutz publica La fenomenología
las desigualdades sociales, el género se di- del mundo social). Luego, Peter Berger y Thomas Luckmann (1970)
realizan el análisis de la construcción social de la realidad, basados
mensiona como un proceso histórico que casi exclusivamente en la obra de Schutz. Para ampliar ver Araya,
distintos grupos configuran al relacionarse 2003b).

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Sandra Araya Umaña

constante y marcada diferenciación entre lo 3. Las instituciones y organizaciones so-


que es considerado “la norma”, “lo central” ciales de las relaciones de género: el
y que, por lo general, suele ser lo simboli- sistema de parentesco, la familia, el
zado como lo masculino y lo que se opone mercado segregado por sexos, las insti-
a esa “norma” que también, por lo general, tuciones educativas, la política.
suele ser lo simbolizado como lo femenino
4. La identidad subjetiva: la subjetividad
(Rubin, 1996; Harding, 1996).
está moldeada por la identidad de
Lo anterior se traduce en que los sistemas género (la cual se establece, aproxima-
de género, sin importar su contexto o mo- damente, entre los dos y los tres años,
mento histórico, son sistemas que oponen lo cuando niñas y niños saben referirse a
masculino a lo femenino en un orden jerár- sí mismos como femenino y masculino)
quico cuyo componente central es el poder y por las biografías personales (identi-
y el control, así como la exclusión y margi- dad individual). Si bien las biografías
nación de lo que es considerado opuesto. personales se experimentan con el filtro
Prácticamente en todas las culturas, las di- de la cultura, establecen un sello parti-
ferencias de género constituyen una forma cular a las personas de acuerdo con la
clave para que los seres humanos se iden- historia de sus vidas, con sus conflictos
tifiquen como personas, para organizar las emocionales, con su ubicación social,
relaciones sociales y para simbolizar los con su orientación sexual y con la etapa
acontecimientos y procesos naturales y so- del ciclo de vida donde se encuentran.
ciales significativos (Harding, 1996). Por ello, en las subjetividades se inclu-
yen los sentimientos, las emociones, los
En este sentido, Scott (1996) apunta que el gé- deseos, las representaciones y la auto-
nero “es un elemento constitutivo de las rela- rrepresentación de las personas.
ciones sociales basadas en las diferencias que
distinguen los sexos y por otra parte es una Scott señala que el concepto de género se
forma primaria de las relaciones significan- establece como un conjunto objetivo de re-
tes de poder” (p. 289). La primera parte de ferencias que estructuran la percepción y la
su definición comprende cuatro elementos: organización concreta y simbólica de la vida
real (se basa en Bourdieu para este análisis).
1. Símbolos culturalmente disponibles que Como referencia, el género establece un
evocan representaciones múltiples. control diferencial sobre los recursos mate-
riales y simbólicos, por lo que el género se
2. Conceptos normativos que manifiestan
implica en la concepción y construcción del
las interpretaciones de los significados
poder.
de los símbolos en un intento de limitar
y contener sus posibilidades metafóri- En concordancia con esta autora, Scott seña-
cas (doctrinas religiosas, educativas, la que el poder es un factor esencial en el de-
científicas, legales y políticas que afir- sarrollo histórico de las relaciones sociales
man unívocamente el significado de y es clave para la comprensión del género,
masculino y femenino). debido a que este se articula en el poder y, a

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La categoría analítica del género: Notas para un debate

su vez, consolida el poder característico de otro, ubicó a las mujeres como víctimas y
las relaciones sociales imperantes. carentes de poder (León, 1997).

Fue en 1987, en el IV Encuentro Feminista,


El poder, el género y los cuando se discutió abiertamente el tema de
debates decoloniales poder y muchos de los mitos arrastrados
desde la década de los setenta (uno de ellos
En la década de los ochenta surgió el tér-
que a las feministas no nos interesa el po-
mino empoderamiento5 como una forma de
der). La apertura y la discusión generada
ganar terreno en la estructura social y, en
permitieron aceptar el “poder sobre” y abrir
particular, en el campo político por parte de
la posibilidad de resistirlo o manipularlo a
las mujeres. No obstante, los términos poder
favor de los intereses de las mujeres y, por
y empoderamiento también debieron recorrer
consiguiente, disminuir el sentido victimi-
caminos de discusión que permitieron, fi-
zante y más bien rescatar la capacidad de
nalmente, algunas precisiones.
agencia6 de las mujeres. Desde esta dimen-
La concepción tradicional de poder es la de sión, se cuestionó el carácter victimizante
“poder sobre”, el cual es un poder de suma conferido a las mujeres y las resistencias
cero en el que el aumento de poder de una de las mujeres se redimieron como formas
persona produce la pérdida de poder de positivas y legítimas de ejercer poder. La
otra. Implica un conjunto de procesos don- interpelación a los recursos hegemónicos
de una parte (sea esta una persona, grupo, provenientes del “poder sobre” permitió
institución o Estado) conserva la capacidad pensar en la existencia de otras formas de
de mantener su voluntad repetidamente poder (Riger, 1997; León, 1997), entre las
sobre la otra, por medio de retribuciones, cuales resaltan las siguientes:
amenazas o castigos, entre otros. • Poder para: abre la posibilidad de ac-
tuar más libremente dentro de algu-
La segunda ola del feminismo negó, duran- nos campos compartiendo el poder,
te un largo período, la discusión sobre el po- pues sirve para incluir cambios por
der y en ello estaba implícita la creencia de medio de una persona o líder que
que solo existía el “poder sobre” lo que con- estimula la actividad en las otras e
incrementa su ánimo. Permite com-
llevó su “demonización” (Valcárcel, 1991).
partir el poder y favorece el apoyo
Así visualizado, el poder se percibía malva- mutuo. Es importante para que se
do, dañino y perteneciente a los hombres y expresen los potenciales y se logre
las mujeres como “víctimas indefensas de construir individualmente la propia
este poder”. Esta presunción tuvo efectos en agenda.
dos vías: por un lado, obstaculizó el recono- • Poder con: se aprecia, especialmente,
cuando un grupo presenta una so-
cimiento de las relaciones de poder dentro lución compartida a sus problemas.
del mismo movimiento feminista y, por el Descansa en el principio de que el
todo puede ser superior a la suma-
toria de las partes.
5 El rasgo más sobresaliente del término empoderamiento es que
contiene la palabra poder, la cual puede ser definida como el control
sobre los bienes materiales, los recursos intelectuales y la ideología
(Baltiwala, 1997, p. 191). 6 Agencia: acción con conciencia.

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Sandra Araya Umaña

• Poder desde adentro o poder desde el in- clara perspectiva feminista; esto es, con una
terior: se refiere a la habilidad para teleología que conlleve la superación de las
resistir el poder de otros por medio
asimetrías entre las personas, sean estás por
del rechazo efectivo de sus deman-
das indeseadas. Ofrece la base desde género, clase, etnia, u otras.
la cual construir a partir de las mis-
mas personas. Educadas en la desconfianza de géne-
Es importante advertir que no hay un “po- ro, cantidad de mujeres actúan desi-
der bueno” y un “poder malo”. El primero, dentificadas entre sí, y si no muestran
erróneamente, ha sido asociado al “poder un compromiso real con la causa de las
sobre” y, a su vez, a lo masculino; el segun- mujeres, hablan a nombre de ellas sin
do, al “poder para” y, consecuentemente, representarlas. Si además las ignoran y
a lo femenino (Facio, 1997). Además del omiten en su quehacer público ―civil,
esencialismo7 contenido en esta óptica de legislativo, de gobierno―, se produce
análisis, se pierde de vista que ambos po- un nuevo malestar entre ellas (Lagar-
deres no son polos opuestos y que el poder de, 2014. p. 234).
no solo es imputable a atributos personales,
Considero que la desconfianza aprendida
pues ello le confiere un carácter estático,
como algo “dado” o “no dado” y, por tanto, de las mujeres es solo uno de los factores
lo reduce a una capacidad adquirida. que inciden en lo que Lagarde denomina
desidentificación de las mujeres; según mi cri-
No es una cuestión de tener o no tener terio, el poder derivado del lugar que las
poder, sino más bien de acceso y de uso, personas ocupan en la estructura social y
y el control sobre los recursos materiales el acceso diferenciado a los recursos inter-
e ideológicos de la sociedad. Tampoco se vienen como elemento central de las rela-
trata de que las mujeres ocupen puestos ciones sociales. Consecuentemente, teori-
de poder como si su sola presencia fuese zar las formas o mecanismos de la relación
suficiente para la promoción de relaciones entre el poder y el género es un reto de
equitativas e igualitarias; lo cierto es que se los movimientos feministas. Según Davis
requieren vindicaciones políticas que ase-
(1991), existen dos posibilidades para esta
guren la superación de las asimetrías entre
teorización.
los sexos y para ello es imprescindible la
presencia de mujeres (y hombres) con una La primera toma el género como el concep-
to central e intenta desarrollar una teoría
7 El pensamiento esencialista es un enfoque minoritario y criticado feminista sobre el poder y el género. Esta
dentro del feminismo contemporáneo, cuya producción académica posición asume que la experiencia social,
se puede ilustrar con diversas autoras: “Las mujeres tienen una vi-
sión distinta y dan una importancia diferente a la construcción social incluyendo las relaciones de poder entre los
de la realidad porque difieren de los hombres fundamentalmente en sexos, se puede entender mejor en términos
lo tocante a sus valores e intereses básicos” (Ruddick,1980); “a su
de género. También asume que el poder tie-
modo de hacer juicios de valor” (Gilligan, 1982); “a su creatividad li-
teraria (Gilbert y Gubar, 1979); “a sus fantasías sexuales” (Hite,1976; ne un género y que existen formas específi-
Radway,1984; Snitow et al, 1983); “a su sentido de la identidad cas de poder operando en las relaciones de
(Laws y Schwatz, 1977) y a sus procesos generales de conciencia
e individualidad (Kasper, 1986 y Miller, 1976). Ver Madoo y Niebrug- género. Finalmente, asume que se requiere
ge-Brantley (1997, p. 367). una perspectiva feminista específica.

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La categoría analítica del género: Notas para un debate

En la segunda posibilidad, se toma el poder colocan la categoría de racismo como la expli-


como el concepto central y se hace un inten- cativa de la jerarquía global de superioridad e
to por elaborar teorías tradicionales o críti- inferio­ridad sobre la línea de lo humano que
cas sobre el poder dentro de las ciencias so- ha sido políticamente producida y reprodu-
ciales para incluir relaciones entre los sexos. cida durante siglos por el sistema imperialis-
Lo anterior asume que la experiencia social, ta/occidentalocén­trico/capitalista/patriarcal/
incluyendo las relaciones de género, se pue- moderno/colonial (Grosfoguel, 2011).
de entender mejor en términos de poder; así
mismo, que el poder se genera y reproduce El racismo puede marcarse por color,
en las mismas relaciones sociales y por ende etnicidad, lengua, cultura o religión.
se presenta entre las mismas mujeres. Aunque el racismo de color ha sido
predominante en muchas partes del
En lo particular, comulgo con esta última mundo, no es la forma única y exclu-
idea, pues a partir del poder como elemento
siva de racismo […] Si colapsa­mos la
central, y a partir de teorías críticas (Marx,
forma particular que el racismo adopta
Gramsci, Freire, Giddens, Foucault), es po-
en una región o país del mundo como
sible evidenciar las múltiples y variadas
si fuera la definición universal de racis-
formas en las que el poder se expresa. Si
mo perdemos de vista la diversidad de
bien, muchas de estas teorías no hacen re-
racismos que no son necesariamente
ferencia a expresiones específicas del poder
marcados de la misma forma en otras
desde una óptica feminista, lo cierto es que
regiones del mundo […] Mientras en
su riqueza conceptual aporta elementos que
muchas regiones del mundo la jerar-
permiten una mejor y mayor comprensión
quía etno/racial de supe­rioridad/infe-
de las dinámicas sociales.
rioridad está marcada por el color de la
La noción de clase social aportada por Marx piel, en otras regiones está construida
y su explicación de la explotación y desi­ por prácticas étnicas y lingüísticas o
gualdad social es, a mi modo de ver, un ele- rasgos religiosos o culturales. La racia-
mento central del análisis, en tanto las rela- lización ocurre a través de marcar cuer-
ciones de poder y las formas de conciencia pos. Algunos cuerpos son racializados
son históricas y culturalmente condiciona- como superiores y otros cuerpos son
das por la lucha de clases. racializados como inferiores (Grosfo-

No se trata de desconocer la multiplicidad guel, 2012, p. 98).


de formas como las mujeres son diferencia- Como se señaló anteriormente, el vocablo
das (etnia, nacionalidad, condición migrato- “mujeres” se hizo insuficiente para dar
ria, ciclo etario, entre otras), sino de retomar
cuenta de la multiplicidad de formas como
la base material en la que dicha multiplici-
se expresan el poder y el dominio entre las
dad se expresa, para así evidenciar que, se-
mujeres. Así, desde comienzos de los años
gún sea la clase social, más crudas y exclu-
ochenta, surgió en el interior del feminismo
yentes son estas otras intersecciones.
la necesidad de atender las complejas in-
En contraste con lo anterior, los estudios tersecciones constitutivas de las relaciones
decoloniales abren otras vetas de análisis y de subordinación a las que se enfrentan las

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Sandra Araya Umaña

mujeres respondiendo no solo a las relacio- que, en el fondo, opera solo para las muje-
nes de género o de clase, sino también a la res de ciertos estamentos sociales. Al igual
discapacidad, el racismo, la lesbofobia, los que Vega y Gil (2003), quienes opinan que
efectos de la colonización, la descoloniza- en España esto no solo se presenta en ho-
ción, el ciclo de vida, las migraciones trans- gares conformados por “cónyuges”, en Cos-
nacionales, entre otras. ta Rica se observa una tendencia creciente
y sostenida de contratar para los servicios
Ello ha propiciado diversas posturas, y se
domésticos a mujeres migrantes (en parti-
hará referencia acá a algunas de ellas. Por
cularidad, de nacionalidad nicaragüense)
una parte, las mujeres negras indican que la
por parte de diversos sectores: hombres y
agenda feminista toma como sujeto de re-
mujeres, con o sin hijas e hijos, parejas jóve-
ferencia a la mujer blanca, occidental, hete-
nes y con distintas sexualidades, profesio-
rosexual, de clase media, urbana, educada
nales con trabajos inestables y precarios y
y ciudadana (hooks, 2004), desconociendo
personas adultas mayores que viven solas.
por ende que bajo el lema “todas las muje-
O sea, estas mujeres se insertan en este tipo
res somos oprimidas” se ocultan las formas
de relación laboral tanto por su condición
como el racismo y la posición de clase ha-
de género, como por su condición migrato-
cen específica la opresión de género para las
mujeres negras. ria y de clase.

De igual manera, la condición de clase so- Indiscutiblemente, lo anterior es reflejo de


cial ha impuesto que muchas mujeres en- la naturaleza compleja de las relaciones so-
grosen las filas de la economía informal ciales en un sistema que, aparte de patriar-
(con la subsecuente ausencia de medidas de cal, es esencialmente capitalista y racista. En
seguridad social), lo cual, sumado al impul- virtud de ello, es posible afirmar que clase
so de las políticas neoliberales en países de social, género y, etnia constituyen los prin-
África, Asia y América Latina, ha propicia- cipales pilares en los que descansa la asi-
do no solo un mayor empobrecimiento de metría y la desigualdad de poder. Articula-
las mujeres, sino también la contratación dos con otros ejes como la discapacidad, la
de mujeres inmigrantes para el servicio do- orientación sexual, la religión, la zona geo-
méstico y de cuidado. gráfica, la migración, el ciclo etario, entre
otras, provocan las formas más insidiosas y
Según Sassen (2003), la creciente demanda excluyentes, y de ahí que desde estos ejes
de este tipo de servicios (que denomina cla- se comparte la desigualdad con respecto a:
ses de servidumbre), en los nuevos “hogares
profesionales sin esposa” es una expresión • El acceso los recursos producidos
socialmente, posición social, in-
referente a que las estructuras patriarcales
fluencia cultural y política.
del hogar y del trabajo siguen intactas. Se-
• Las oportunidades para hacer uso
gún esta autora, el trabajo doméstico, ade- de los recursos existentes.
más de que es mal remunerado, no es repar- • En la división de deberes y derechos.
tido entre las personas que conforman los • En los estándares explícitos e im-
hogares y la contratación de estas mujeres plícitos de juicio, que guían con fre-
migrantes crea la idea de una “igualdad” cuencia a ser tratados distintamente

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La categoría analítica del género: Notas para un debate

(en leyes, mercado laboral, prácticas Género y cultura


educacionales, etcétera).
• En representaciones culturales: de- El concepto de cultura, indudablemente,
valuación del grupo con menos po- posee un gran valor heurístico para el aná-
der, estereotipos, referencias de la
lisis del género. Dicho concepto no es uní-
“naturaleza” o “esencia” (biológico)
del menos poderoso. voco; existen decenas de definiciones que
• En cuanto a consecuencias psicoló- poseen, sin embargo, un punto en común:
gicas: una “psicología de inferiori- la cultura es creación del ser humano frente
dad (inseguridad y algunos casos a la naturaleza y su explicación deriva de
de identificación con el grupo do- una serie de relaciones y condicionamientos
minante) versus una “psicología de sociales, religiosos, políticos, científicos; en
superioridad” (arrogancia, inhabili-
una palabra, culturales.
dad para abandonar la perspectiva
dominante).
La multiplicidad de definiciones encuentra
• En cuanto a la tendencia social y su explicación en la existencia de cinco co-
cultural para minimizar o negar
rrientes denominadas: evolución unilineal,
la desigualdad de poder: conflicto
(potencial) a menudo representado antropología cultural temprana, antropología
como consenso; desigualdad de po- funcionalista, la ecología cultural y la antro-
der visto como “normal” (Komter, pología simbólica (Bohannan y Glazer, 1993).
1991, p. 52).
Son las posiciones de la antropología sim-
Un análisis de género, por ende, exige el
bólica las que ofrecen un mejor marco ex-
análisis del poder desde el plano de las
plicativo de la construcción cultural del
grandes determinaciones económicas, so-
género. Desde ellas podemos visualizar que
ciales y políticas, sin perder de vista la parti-
así como el ser humano crea su cultura, crea
cularidad de dichas determinaciones según
valores respecto a esta, y le asigna así esca-
las múltiples y variadas intersecciones de la
las dentro del mismo grupo o con respecto
realidad social, la cual es vasta, múltiple y
a otros grupos humanos. Los conceptos se
variada. Es entonces el reconocimiento de van construyendo en sociedad basados en
esta condición lo que posibilitaría el esta- normas sociales, en “el deber ser” de los
blecimiento de alianzas y acuerdos que, sin grupos, en la fijación de los límites. Esto es
suprimir o negar a las demandas específi- lo que hace que se creen códigos excluyen-
cas de distintos grupos o sectores, generen tes de acuerdo con el sexo, el color de la piel,
igualdad y relaciones democráticas. la religión, la orientación sexual, entre otras,
y que se establezca lo que es válido o “nor-
Es imprescindible no perder de vista el aná-
mal” para cada una de ellas.
lisis de las estructuras sociales, pero a la vez
es necesario reconocer las formas microscó- Las diferentes cosmovisiones se van cons-
picas como el poder se ejercita y afecta las truyendo en las personas según el marco
singularidades de las personas. cultural donde están insertas. De ahí que

298
Sandra Araya Umaña

dichas cosmovisiones sean un manantial por Zuñiga, 1996, p. 41) como “el juicio más o
de significados históricamente heredados menos generalizado de que por lo general la
por cada una de las personas pertenecien- conducta de las mujeres (sus roles, activida-
tes a una cultura, con el fin de poder definir des y control sobre los recursos), sus intereses
y dar sentido a las situaciones que deben y sus estatus ideológico son menos valiosos,
atravesar a lo largo de su vida. Construyen son menos importantes o menos significati-
paulatinamente un determinado tipo de sa- vos que los de los hombres”, es racionalizada
ber colectivo o sentido común que es el que por la cultura occidental desde el supuesto
utilizan los miembros que comparten una de que estas son características inherentes a
misma cultura para resolver las situaciones la naturaleza biológica de las mujeres.
a las que se ven abocados. Cultura es, en-
Según Álvarez (1992), se ha comprobado,
tonces, un sistema de signos y significados
empíricamente, que en la mayor parte de
existentes en los grupos sociales, permite la
las sociedades occidentales se socializa a
comunicación entre las sociedades y es la
los hombres para que asuman roles de do-
plataforma desde la cual los diferentes gru-
minancia, asertividad, orientación al logro,
pos organizan y dan sentido a sus prácticas:
independencia, control de sentimientos y
religiosas, políticas, educativas, literarias.
para que se dirijan a actividades que son
Desde lo cultural surgen, por lo tanto, di- asociadas a procesos cognitivos más com-
versas formas de producción de sentido y plejos. En contraste, a las mujeres se les es-
distintas expresiones de los modos de sen- timula para que desarrollen características
tir, actuar, pensar y comunicarse en la expe- como sociabilidad, expresión de sentimien-
riencia de la vida cotidiana. Dentro de esta tos, sugestionabilidad, dependencia, y para
diversidad, las pautas y normas asignadas a que ejerzan tareas que no están asociadas a
hombres y mujeres constituyen la expresión un desarrollo cognitivo mayor.
más evidente no solo de las diferencias, sino
La condición de inferioridad de las mujeres,
también de las desigualdades entre la con-
empero, no comporta rasgos homogéneos
dición y posición social de unos y de otras.
para todas ellas. Como ya se analizó, otros
Efectivamente, numerosas investigaciones factores interactúan en la conformación de
(Subirats, 1992) han demostrado que desde un bloque diferenciado de mujeres.
los primeros días de vida, en la familia se
Es importante, además, recuperar los cam-
señalan diferencias que van conformando
bios a los que hemos asistido en los últimos
el “ser mujer” o el “ser hombre” aceptados
años que, a todas luces, indican avances
en la sociedad. Este “deber ser” es reforza-
importantes con respecto a las exclusiones:
do por otras instituciones sociales como la
equiparación de la matrícula en todos los
educación, la religión y los medios de co-
niveles de la educación e incluso en las uni-
municación, entre otras, que transmiten ca-
versidades de algunos países, la matrícula
racterísticas de superioridad a los hombres
de las mujeres supera la de los hombres; el
y de inferioridad a las mujeres.
reconocimiento de los derechos de las per-
Esta condición de inferioridad de las muje- sonas gais, el acceso a puestos de dirección
res, definida por Gabriela Castellanos (citada por parte de las mujeres, entre otros.

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La categoría analítica del género: Notas para un debate

No obstante lo anterior, la fuerza de las tra- social. “[El sistema sexo-género] es el con-
dición cultural se manifiesta en el acento junto de disposiciones por el que una socie-
colocado a la familia y a la maternidad, y dad transforma la sexualidad biológica en
así vemos cómo en nombre de estas dos ins- productos de la actividad humana y en el
tituciones se siguen recreando y perpetuan- cual se satisfacen esas necesidades huma-
do distintas exclusiones. Ello hace que “al nas transformadas” (Rubin, 1996, p. 37).
techo de cristal” se le sumen las fronteras de
Es posible identificar estudios pioneros que
cristal que las mismas mujeres se imponen
abarcan las diferencias inherentes/aprendi-
como producto de la existencia de leyes y
das entre los sexos. Entre ellos se pueden
códigos familiares y sociales que tácitamen-
mencionar Sex and Temperament in Three Pri-
te les imponen el mandato de la familia y
mitive Societies (Sexo y temperamento en tres
del cuido (Burin, 2008). De igual manera y sociedades primitivas), elaborado por Mar-
desde mi práctica como docente universita- garet Mead en 1935, en el que planteó las
ria, he observado que a pesar de las nuevas diferencias de género como culturales y no
expresiones con las cuales las mujeres expe- biológicas. En 1937, con su obra Comparative
rimentan su sexualidad, continúan ancla- Data on the Division of Labory by Sex (Análisis
das a tradicionales esquemas en los que el comparativo de la división del trabajo por sexo)
amor se convierte en el fin, a diferencia de Murdock concluyó que la división sexual
los hombres, para los cuales se constituye del trabajo no se explica solo por las dife-
en un medio de realización personal. rencias físicas entre los sexos.

El sistema sexo-género como categoría de


Evolución del género como
análisis permitió develar el entramado
categoría analítica simbólico que sustenta la construcción de
un hecho cultural a partir de lo biológico.
La categoría género irrumpe en el escenario
Originalmente, la distinción entre sexo y
académico político de las feministas univer-
género apareció para combatir la formu-
sitarias de habla inglesa, a mediados de la
lación de que la biología marca el destino
década de los setenta. El planteamiento ini-
(Butler, 1992); sin embargo, es una categoría
cial fue que género es a cultura como sexo a
que recrea las dualidades que precisamente
biología. En este planteamiento resultó de-
criticaba, pues ubica lo biológico en el plano
cisivo el clásico artículo “The Traffic in Wo-
de la naturaleza y el género en el plano de
men: Notes on the Political Economy of Sex”
lo cultural (Mackinnon, citado por Sharrat,
de Gayle Rubin (1975) y publicado en espa-
1993).
ñol en 1986 (“El tráfico de las mujeres: No-
tas sobre la “economía política” del sexo”). Tradicionalmente se ha considerado lo
El sistema sexo/género, categoría central del biológico como lo inmutable y lo cultural
análisis de Rubin, colocó la determinación como lo transformable; no obstante, el peso
cultural del sexo y la existencia, en todas las de las tradiciones y prácticas sociales y su
sociedades, de un sistema sexo-género que persistencia en el tiempo han evidencia-
le permite moldear el material biológico del do que es “más fácil” cambiar lo biológico
sexo humano por medio de la intervención (en particular con los avances tecnológicos

300
Sandra Araya Umaña

que caracterizan a las sociedades actuales) unívocamente determinada por la biología.


que las prácticas culturales fuertemente Ello no significa que las capacidades bioló-
arraigadas en los pensamientos, ideas y va- gicas no sean determinantes de la sexuali-
loraciones de las personas. A ello se suma dad, pero no tienen el peso que tradicional-
la existencia probada de los intersexos, lo mente se les ha asignado.
cual acentúa el debate acerca de la duali-
dad y polarización entre conceptos co­mo Como categoría que implica las formas de
cuerpo-mente, naturaleza-cultura, in­ nato- interacción donde el cuerpo sexuado se asu-
adquirido. me y relaciona con los otros y las otras por
medio del deseo, el placer, las fantasías y las
Las nuevas escuelas surgidas sobre el sexo acciones en general, la sexualidad es tam-
y la sexualidad (Foucault, 1987) han eviden- bién una elaboración cultural, construida
ciado la construcción histórica y cultural discursivamente, regulada y reglamentada
del sexo y la sexualidad, por lo que el trata- mediante prohibiciones y sanciones que le
miento de sexo y el género se debe realizar dan forma y direccionalidad.
como dos sistemas de diferente orden y ex-
presión en la esfera social. Sexo, sexualidad La orientación sexual adquiere en la se-
y género, aunque relacionados, no son lo xualidad una dimensión particular. Lo que
mismo y constituyen la base de áreas distin- cuenta son los significados que las personas
tas de la práctica social. les atribuyen y los efectos que esa valora-
ción tiene sobre la manera como organizan
Once años después de su publicación de la vida sexual.
1975, la misma Rubin realizó una crítica a
su posición8 y reformuló su definición de [El género] es un elemento básico
género. “Afirmo ahora que es absolutamen- para explorar las pautas de domina-
te esencial analizar separadamente género ción, subordinación y resistencia que
y sexualidad si se desean reflejar con mayor moldean lo sexual, y para analizar los
fidelidad sus existencias sociales distintas” discursos que organizan los significa-
(Rubin, 1989, p. 184). dos de las identidades sexuales. Los
nuevos trabajos históricos- deconstruc-
Las nuevas escuelas han evidenciado la
tivistas, que investigan las múltiples
debilidad del esencialismo sexual, o sea,
narrativas sociales sobre la vida sexual,
la idea de que el sexo es una fuerza natu-
ponen en evidencia, justamente, que la
ral que existe con anterioridad a la vida so-
sexualidad está sujeta a una construc-
cial. El sexo, en esta concepción se entiende
ción social: la conducta sexual aparece
como algo eternamente inmutable, asocial
de lo más sensible a la cultura, a las
y transhistórico. Los nuevos aportes han
transformaciones sociales, a los discur-
creado una alternativa constructivista, pues
sos, a las modas (Lamas, 1994, p. 12).
parten de que la sexualidad se constituye
en la sociedad y en la historia y que no está El sexo no es un constructo inmutable, está
construido socialmente a partir de los sig-
8 En el artículo “Reflexionando sobre el sexo: Notas para una teoría nificados culturales que se le asignan a los
radical de la sociedad”, publicado en español en 1989. cuerpos sexuados en su reconocimiento

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La categoría analítica del género: Notas para un debate

anatómico corporal. Lo universal es la clasi- con una base en común: un sistema capita-
ficación sexual, pero los contenidos especí- lista y patriarcal cuyo eje de sobrevivencia
ficos de esta clasificación varían de acuerdo es la desigualdad y la explotación.
con el contexto histórico y cultural.

La mayor parte de las culturas han sido A modo de corolario


impactadas por las diferencias corpora-
El género es una categoría útil para el aná-
les ligadas a las funciones de la repro-
lisis de la vida social por cuanto permite re-
ducción y sobre todo a la anatomía. Mu-
velar desigualdades entre las mujeres y los
chas sociedades clasificaron en hombres
hombres, así como los mecanismos ideoló-
y mujeres primero por la anatomía y
gicos que coadyuvan en su naturalización.
después por la reproducción. Pero en
A partir de las denuncias y evidencias que
nuestra cultura se nos clasifica desde la
ha colocado en el escenario social, esta ca-
reproducción y se asigna un destino a
tegoría ha permitido el reconocimiento de
nuestros órganos sexuales, a los cuales
otras formas de desigualdad pues el cues-
se nombra como órganos de la repro-
tionamiento de lo considerado “normal y
ducción. Se dice por ejemplo que son
características secundarias, la vellosi-
natural” evidenció que la subordinación
dad, la estatura, la talla, el peso o la voz. no solo se da para mujeres y hombres, sino
Pero otras culturas no reconocen a to- también para las personas con diversas
das éstas como características sexuales sexualidades, de distinto color y religión,
secundarias, y nos hacen comprender entre otras. De esta manera, se ha podido
que tampoco el contenido de lo sexual comprender su valoración a partir de cate-
es universal (Lagarde, 1992b, p. 6). gorías que cada vez resultan más insuficien-
tes debido a la complejidad y diversidad de
La sexualidad también es una construcción las relaciones sociales.
cultural y es parte del dominio de la prácti-
ca humana organizada para la construcción Los debates, suscitados en torno al poder
de la asimetría y la desigualdad, pues a par- y a la representatividad muestran que no
tir de ella se construye, en cada persona, un basta señalar las desigualdades entre mu-
conjunto de cualidades, aptitudes, esque- jeres y hombres para un análisis integral
mas y destrezas diferenciadas. Se direccio- de la realidad social. La base material de la
na por medio de una “política sexual” que existencia así como la etnia son factores que
es la contestación de los temas de sexuali- confieren una particularidad a las formas
dad por parte de los intereses sociales cons- de subordinación y opresión de los distin-
tituidos dentro de las relaciones de género tos grupos de mujeres y de ahí la imperiosa
(Connell, 1991). necesidad de articular el análisis a partir de
los distintos ejes de desigualdad social.
En síntesis, género, sexo, poder y sexua-
lidad están imbricados en el complejo sis- Lo anterior es clave fundamental para la
tema de relaciones sociales y, por ende, su articulación de un proyecto feminista de ca-
análisis exige criticidad para así evidenciar- rácter ético-político que cuestione la moral
los como prácticas sociales diferenciadas dominante y los discursos hegemónicos y

302
Sandra Araya Umaña

así propiciar relaciones justas y democráti- conceptos desde la acción. En M. León


cas. Para ello es preciso que se reconozca y (Comp.). Poder y empoderamiento de las
actúe sobre la base de que las condiciones mujeres (pp. 187-211). Bogotá. Tercer
materiales de existencia son determinantes Mundo S.A.
de la conciencia y, por tanto, la categoría Beauvoir, S. (1999). El segundo sexo. Buenos
trabajo, desde su comprensión marxista, Aires: Sudamericana.
debe ser colocada como un elemento cen- Berger, P. y Luckmann, T. (1970). La cons-
tral. No obstante, dicha categoría no basta trucción social de la realidad. Buenos Ai-
para comprender los otros ejes de desigual- res: Argentina: Amorrortu.
dad y es en función de ello que, reitero, la Burin, M. (2008). Las “fronteras de cristal”
categoría de género y etnia proporcionan en la carrera laboral de las mujeres.
vetas teóricas significativas. Género, subjetividad y globalización.
Ciertamente, la categoría de racismo colo- Anuario de Psicología, (39)1, 75-86.
cada desde los estudios decoloniales aporta Butler, J. (1990). Subjects of Sex/Gender/
nuevos horizontes para la construcción y Desire. En Gender Trouble: Feminism and
consolidación de un proyecto feminista. Sin the Subvesion of Identity (pp. 3- 44). New
embargo, se debe prestar atención a las esci- York: Routledge.
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No se trata de homogenizar ni de suprimir
Davis, K. (1991). Critical Sociology and
las divergencias y contradicciones, menos
Gender Relations [Sociología Crítica y
aún de aspirar a la conformación de un
relaciones de género). En. K. Davis, M.
bloque monolítico ―tarea de por sí impo-
Leijenaar, J. Oldersma (Eds.). The Gen-
sible―, sino a la concatenación de las fuer-
der of Power (pp. 126-147). London: Sage.
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