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SOBRE LA DELIMITACION DE LA
MATERIA MERCANTIL
Mientras que el Código anterior, "partiendo del concepto que tenían for-
mado de las leyes comerciales los antiguos jurisconsultos, parece ser el Código
propio y regular de una clase de ciudadanos, el proyecto, de acuerdo con los
principios de la ciencia jurídica, propende a regir todos los actos y operaciones
mercantiles, cualquiera que sea el estado o profesión de las personas que los
celebren. Por eso el primero atiende, ante todo, a calificar a las personas que
están obligadas a observar sus preceptos, de cuya calificación hace depender
muchas veces la que debe darse a los actos y contratos que celebra, y concede
tanta importancia a las formas y solemnidades necesarias para adquirir la cali-
dad de comerciantes, y muy en particular a la inscripción en la matrícula o
registro que debe contener los nombres de los que ejercen la profesión mercantil
en cada provincia. Y, en cambio, el segundo se fija principalmente en la natura-
leza de los actos y contratos para atribuirles o no la calificación de merca ntiles,
con independencia de las personas que en ellos intervienen, sin limitar su núme-
ro a los que taxativamente ha consignado el legislador en el Código .
"De estos dos opuestos conceptos del Derecho merca ntil que oste nta
respectivamente el Código actual y el proyecto, resultan las diferencias que se
advierten entre sus disposiciones, así respecto de las condiciones para ser co-
merciante como acerca de los actos o contratos que deben reputarse mercantiles.
"Según la legislación vigente, son comerciantes los inscritos en la matrícula
como tales, previos los requisitos establecidos, y los que ejerce n habitualmente
actos positivos de comercio declarados por la ley, y no se conocen más actos
mercantiles que los calificados previamente por el legislador. Según el proyecto,
se reputan comerciantes todas las personas capaces de contratar y obligarse, que
ejerce n habiiualmente actos que merecen el nombre de mercantiles, aunque el
legislador no se haya ocupado de ellos .
"Comparados ambos sistemas, salta a la vista la superioridad del adoptado
por el proyecto, pues con este sistema se agranda considerablemente la esfera
1995] VASQUEZ: SO BRE LA DELlM ITACION DE LA MATE RIA MERCANTIL 441
del Derecho mercant il, abarca ndo en sus fronteras un sinnúmero de transaccio- .
nes que antes hab ían pasado inadve rtidas para el legislador. cuyo sistema es una
consecuencia forzosa del extraordinario e incesante desarrollo que en nuestro
siglo ha tomado el afán de lucro o espec ulación, merced al cual han podido
realizarse e n los tiempos modernos las grandes tran sform aciones que se. han
verific ado en beneficio del individuo y de la soci edad; desarrollo que debe
seguir el Derecho para corre ponder a su alta misión ...
"Verdad es que el co ncepto que ha formado del Derecho mercantil el pro-
yecto exigiría para su completo desarr ollo la determinación por parte del le-
gislador de una regla o patró n que sirvi era de criterio a los paniculares y a los
trib unales para decidir en cada caso concreto lo que debe entenderse por acto de
comercio. Pero esta determinación constituye uno de los problemas más difí-
ciles de la ciencia moderna. Así la Com isión primi tiva como la revisora del
proyecto ha n ensayado la redacción de varias fórmulas, fundadas unas en el
sistema de una definición científica. y ca lcada otras de la idea de una enumera-
ci ón de tod os los actos comerciales. Este último model o. seg uido por el Código
italiano, aun en el supuesto de que fuera completa la lista de las operaciones
mercantiles . ofrecería siempre el inconveniente de cerrar la puerta a combina-
cio nes hoy desconocidas, pero que puede n fácilme nte sugerir el interé s indivi-
dual y el progreso humano, según atestigua eloc uenteme nte la historia de los
últimos cincuenta años . Y en cuanto al prime r método, sobre que ya es antigu o
el dogma j urídico que toda defin ición en derech o es peligrosísima, la discusión
de cuantas fórm ulas han sido present ada s ha puesto de relieve que en sus térmi-
nos generales se co mprendían actos de la vida civi l que en manera alguna caben
en la ca tegoría de comerciales. La Comisión, en vista de tales dificultades, se
decidió al fin por una fórmula práctica, exe nta de toda pretensión científica,
pero tan comp rensiva , que una sola frase enumera o resume todos los contratos
y actos mercantiles conocidos hasta ahora, y tan fl exible, que perm ite la aplica-
ción del Códi go a las combinacio nes del porv en ir. Acontece a menud o que es
muy difícil, por no deci r imposi ble. abarcar en una definición o en una clasifica-
ción hecha a priori un orden determinado de fenóme nos o hechos jurídicos y
que , sin embargo. es cosa fácil clasificarlos a posteriori y distinguir su verdade-
ro ca rácter, a med ida que se van present ando. Ni los tribunales ni los co mer-
cia ntes han vaci lado en califi car de actos de comercio las nuevas combinac iones
y efectos mercantil es inventados en los que va del siglo. cuando real mente han
tenido ese carácter, y por eso la Comisión, fia ndo más en la ciencia, en el buen
sentido, ha declarado que son actos de co mercio todos aquellos que men ciona el
Código y cualesquiera otros de naturaleza análoga, dej ando la calificación de
los hechos, según vaya n apar ecie ndo en la esce na mercantil . al buen se ntido
de los comerciantes y a la expe riencia y es píritu práctic o de los j ueces y magis-
trad os". (E. de M., C. de C.; énfasis del origi nal) .
Co n estas palabras de autoelogio, entendía . la Comisión redactora haber
dado en el clavo para delimitar el ámbito propio de su competencia; sentido
práctico de la Com isión que, desde el mismo momento de la entrada en vigor
del Código de Comercio, ha crea do como problema básico y funda mental de ter-
minar qué es un acto de comercio, en analogía co n los regulados en el propio
Código, que ha vuelto a los autores desesperados al trata r de resolver ese plan-
teamiento, práctico y nada cie ntífico al decir de la propia Comisión. Pero que es
esencial al efecto de dete rmi nar qué normas se han de aplicar: si las civiles y
generales o las mercant iles y especiales.
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I Escribe R UBIO (Introducción al Derecho mercantil, Barcelona. Naut a. 1969. pp. 2 1·22):
"La doctrina mercantilista hubo de comenzar, pues. por donde es también obligado comiencen
nuestras referencias: por una remisión del concepto de Derecho mercantil al concepto de comercio;
al orden jurídico de esta actividad eco nómica. Pero no importa adelantar que desde el primer
instante se advien e la necesidad de precisarunaespecial actitudmetodológica derivada de una doble
circunstancia:
"a) Desde el lado negativo. se observa la falta de correlació n entre las nociones eco nómicas
carac terizadoras del fenómen o comercio y la acti vidad reg lamentada por los Códigos especia les. Si
el comercio es la mediación profesional de bienes entre productores y consumidores. el Derecho
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codificado como mercantil se extiende mucho más allá, especialmente al campo de la industria y al
de la explotació n de servi cios . y, en cambio, no comprende modal idades llpicamente comerciales: as í
las del tráfico e xterior. los fenómenos monetarios y. en general,los sec tores ju rfdico-p üblicos. A lo
que hay que añadirla naturaleza cambiante de las institucionesy relaciones sometidasa la preceptiva
comercial. Tanto en relacióncon los cuerposde leyes y ordenanzas anteriorescomo entre los códigos
de uno u otro país. unas mismas reglas so n especiales o generales seg ún figuren -como de hecho
ocurre- en los código s de comercio o en las compilaciones y códigos civi les.
"b) En el aspecto positivo. la doctrina comprende que lo que se trata de determinar no es un
concepto eco nómico de comercio. sino la materia comercialque el legislador hasometido. deslínd án-
dola de la co mún. al Derecho especial. No nos enfrentamoscon unaespeculación económica. sino con
un criterio de aplicación racionalmente establecido parala interpretación y aplicación de las fuentes
jurídicas.
"Y para encauzar sus investigaciones encaminadas a esta tarea demarcadora. la ciencia
de l Derec ho mercantil o, por lo menos, el sec tor de ella que, por oposic ión al que se conv ence de la
imposibilidad de alcanzaréxito en tal tarea. pudiéramos lIamar oprimisra . avanza una doble etapa: la
distinción entreconce pto económico yjurídico de comercio y la determin ación unitaria de este último.
"El esfuerzo por fijarun concepto juridico de comercio está ya en los orígenes de la doctrinaque
con mayor rigor ha pretendido acotar la materiamercantil. encarándose con los sistemas apoyados
en lo ese ncial en el acto objetivo de comercio. Esto es, en la misma doctrina alemana contemporánea
de l A.D. H.G .B . Yen la itali ana que maneja los Códigos de 1865 y 1882. Esel pensamiento que lleva
a T hol a distinguir los actos de comercio prop ios de los impropios (esencialmente la industria) que
quedan. sin embargo. sometidos al Derecho mercantil. El mismo Goldschmidt , su reconocido
contradictor. se mueve, a pesar de sus fecundas apo rtac iones históricas al concepto de Derecho
mercantil, en el mismo círculo de ideas al inte ntar defin ir el concepto de acto de comercio. En Vivante,
la idea está ya mu y present e cuan do trata de establ ece r el criterio co n arre glo al cual debe reputarse
mercantiluna norm a j urídica: •Para decidir si una ley o una disposición legal aislada son mercantiles.
es preciso realizar una indagación previa, la de examinar si sirve para regular unas relaciones
pertenecie ntes a la materia mercantil; indagación que debe apoyarse principalmente en el código de
comercio que determina cuáles con los actos y las personas que tienen carácter comercial. La materia
mercantil es el dato conocido. legislativamente determinado. que sirve para resolver la incógnita de
cuá les disposic iones tienen carác te r merc ant il. ..' (énfasis original); debiendo resaltarse que las
palabras de Vi vante, llevadas al C. de C. es paño lo al de Puert o Rico no son sino una humosa peti ción
de prin cipi o qu e a parte alguna lleva.
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1 URIA. R.: Derecho mercantil, 3' ed., Madrid, 1962, pp. 5·6.
1995] VASQUEZ: SOBRE LA DELIMITACION DE LA MATERIA MERCANTIL 445
3 GARIUG UES, J.: Curso de Derecho mencantil, l. Madrid. 1955. passím, pp. 22-44.
• Panorama del Derecho comercial, Buenos Aires, Depalma, 1949, pp, ¡· 28.
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Todos estos factores le llevan a rechazar los crite rios del acto de comercio
como actos de un comerciante, del acto en masa, de la empresa o de la media-
ció n. Pero si bien son ciertas las notas de evoluci ón que señala Ascarelli, por
parte alguna nos ofrece el criterio para deslindar el mundo civil del mundo mer-
cantil, para la subsiguiente aplicación de uno y otro Derecho.
Línea similar afronta más recientemente Chuliá5, si bien tampoco explica
cómo existe Derecho mercantil antes de surgir el sistema capitalista. Y no anda
por diver so cami no Etcheverry" cuando califica al Derecho mercantil como
Derec ho de la economía, siguiendo, en cierta medida, los pasos originales de
Hedemann.
No son muchos los autores que se han ocupado del tema de deslindar lo
civil de lo mercantil ? y, regularmente, y por imperativos del origen español del
Código de Comercio, suelen seguir la pauta de la doctrina española, sensible-
mente influida, a su vez, por la italiana.
Un buen ejem plo de lo dicho lo representa González del Valle 8, que se ve
limitado a recoger la disparidad de opiniones existe ntes y, ante el anális is del
Código de Comercio, observa, acertadamente, que el famoso criterio objetivo
que pretendía el legisl ador "no se desenv uelve sistemáticamente a través del
mismo. Con excepción de alguno s contratos, como el de compañ ía y los instru-
mentos negociables, que se ciñen estrictamente al criterio objetivo, en la mayo-
ría de los casos adopta un criterio subjetivo, v, gr.: la cuenta en participaci ón
(art . 157), la comisión (art. 162), el depósi to (art. 22\), el préstamo (art. 229),
etc. Otras veces acude a un criterio alternativo, como en el caso del transporte
(art. 267) o no sigue ninguno de los mencionados, sino que toma como base un
, CHULlÁ, V.: Compendiocriticode Derechom ercantil, Valen cia.I.198I ,pp. 9-10. Pero rel ativ iza :
"b) Pero no es el Derecho del capitalismo en los siguientes sentidos: 1) Hoy. tantoen el sistema
capitalista como en el socialista no puede decirse que unaramaj urfdica sea la auténtica expresión del
sistema y otras no. Todas vienen impregnadas por las exigencias del sistema y la división del
ordenamientoj urfdicoen ramas sehace porrazonesmetod ológicas. tant o enunocomo enotro sistema
(De recho co nst ituci onal y pol ítico: penal, procesal ; del trabajo; mercantil; ci vil , etc.). Seria ab solu -
tamente injusto decir. porejemplo. que en los países capitalistas el Derecho mercantiles 'el Derecho
del capital ismo', en tant o que el Derecho admini strativo. o el Derecho laboral. son 'el Derecho del
socialismo'. 2) Hoy las -instituciones mercantiles. nacidas con ocasión del comercio e industria
especulativas o lucrativas. se extiende a todas las actividadesempresariales. incluso las organizadas sin
una finalidad de lucro. co mo altern ativa a la empresa capital ista (empresas púb licas . cooperativas,
funcional es ; y navega ci ón marít ima y aérea no comercial, etc.). Debemos dej ar simplemente plante ad os.
en relación con este fenómeno. cuestiones como las siguientes: ¿Constituye el reflejo de un sistema
eco n6mico mixto ? ¿Puede servil de base para la transici6n pacifi ca y progre siva al socialismo?"
ti Por todos , E TCHEVER RY. R. A.: Derecho comercial y econ ómico, Buenos Aires. Astrea, 1987.
Ylos autores citados en notas 3·9 .
7 Realmente, González del Valle. Santa-Pinter y Díaz Olivo, fundamentalmente. Plenamente
desorientado , SOLTEROPERALTA: Curso elemental de Derecho mercantil, Río Piedras, Cultural. 195 4.
4' ed .. 1964 .
8 Estudio teonómico-ju ridico del ocIo de comercio, Rev . Del . Prtño., N° 28, pp . 355 Yss .
448 REVISTA CH ILENA OE OERECHO [Vol. 22
13 V er V ASQUEZ B OTE: Tratado te áric o. práctico y crítico de Derecho Privado portorriq ue ño,
Butterworth, 1992 y ss., IV.
" lbidem, VII, p. 8.
I! M EHRING, F.: Carlos Marx. El fundador del socialismo cienttfico, Biblioteca de grandes bio-
grafías. Buenos Aires. Claridad. 1943. pp. 194-196.
450 REVISTA CHILENA DE DERECHO [Vol. 22
para todas las dem ás. co bra ex istencia prop ia y genu ina como valor de cambio.
es deci r. que el valor de cambio se transforma en mercancía específica y exclu -
siva que. al convertir a sf a todas las demás. viene a materializar de un modo
directo el trabaj o abstrac to. o sea. la cantidad de tiempo de trabajo, del dinero.
As í, viene a resolverse en una mercancía tfpica , la contradicción que la mercan-
cía como tal encierra. como valor específic o de uso de equivalencia general ,' de
utilid ad para todo el mundo. Esa mercancía es el dinero.
"En el dinero se cristaliza el valor de cambio de las mercancías, forman-
do una mercan cía peculiar. El precipitado dinero es un producto necesario del
proceso de cambi o en que se equiparan de hecho unos con otros varios produc-
tos de trabajo. con virtiéndo se con ello materialmente en mercancía. Ha ido
desarrollándose instintivamente por cauces histórico s. El régimen material de
truequ e o permuta. forma elemental y primitiva del proceso de cambio, repre-
senta más bien la conversión incipie nte de los valores de uso de mercancfas que
la de éstas en dinero. Conforme se va desarrollando el valor de cambio, repre -
senta más bien la co nversió n incipiente de los valores de uso de mercan cías que
la de éstas en dinero. Conforme se va desarrolland o el valor de cambio y los
valores de uso se van con virtiend o en mercancías, co nforme se van eman cipan-
do y ado ptando formas más libre s. el valor de cambio. sin depender directamen-
te del uso. va precipitándose la form ación del dinero . Al principio. desempeñan
esta función una mercancía o varias, las de valor de uso más general: el ganad o,
el trigo. los esclav os . En este cometido turna tod a una serie de mercancías más o
men os idóneas. Hasta que . por último, la función se concreta en los metales
preciosos, por la sencilla razón de que éstos poseen las propiedades ffsicas
necesarias de esa mercancía específica en que debe cristalizar la expre sión pe-
cuniaria de toda s las dem ás. por exigirl o asf direct amente la naturaleza del valor
de cambio: permanencia de su valor de uso. fácil divisib ilidad, uniformidad de
las partes e ident idad de todos los ejemplares.
"De los metales preciosos es el oro, a su vez, el que va monopolizando las
funciones prop ias de la mercancía dinero. Sir ve de med ida de valores. de crite-
rio determ inant e de los preci os y de medio de circulació n de mercancías. El
salto mortal de la mercancía al dinero revela que el trabajo en ella acumulado
tie ne. en efecto, carác ter abstracto. general y social. Tod o obje to que no admita
esta tran sform ación falta a su destin o de mercancía. y aun al de produ cto, pues
si por algo es mercancía es porque no tiene valor de uso para su poseedor".
Porque si algo es mercancía es porque no tiene valor de uso para su
poseedor. Ello, ciertamente y en un plano de Derecho. es la concreta finalidad
que se persigue en la relaci án juridica y no con la rela ción jurfdi ca.
Es esa indif erencia hacia el valor en uso y la sola apreciación del valor en
cambio lo que ha caracterizado, desde siempre y hasta hoy, al Derech o mercan-
til bajo cualquier nombre co nocido.
Ello expl ica, aparte que el dinero metal pueda ser sustituido por un sim-
ple trozo de papel, de plástico o un mero sfntoma electrónico, que el Derecho
mercantil. como Derecho que regula las relaciones j urídicas . cuyo fin es so-
lamente la relación de cambio, haya tenid o una larga historia : como Dere-
cho que regula la actividad, de cambio, ha sido caraterís tica de los camb iante s
o comercia ntes, mientras la utilid ad de uso era prototipo y señorea las re-
laciones soci ales ; y que siga manteniénd ose co mo Derecho que regula las rela-
cio nes de cambio cuando éstas se convierten en prototipo y señorean las relacio-
nes sociales.
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Esto es, que, concebido el Derecho mercantil como Derecho de los comer-
ciantes, lo es en tanto en cuanto éstos se dedican al cambio. Y que estimado
como Derecho del capitali smo (Chuliá, etc.) lo sea en cuanto el capitalismo es
un sistema en que privan y priman las relaciones de cambio, siendo las de uso
(Derecho civil) completamente marginales al sistema social imperante. Lo que
explica, además, que, según se van ampl iando e imponiend o com o típicas las
relaciones de valor en cambio, la mercadería que a todo lo convierte en ella
misma, se vaya ampliand o y generalizando la esfera de competencia del Dere-
cho mercantil.
Consiguientemente, el criterio subjetivo, que podía ser válido en tanto en
cuanto los sujetos expresaban la actividad de cambio, deja de tener verdadera
virtualid ad desde el momento en que cualesquiera sujetos entran en la relac ión
de cambio, al ser la típica socialmente.
Cuand o alguno s autores rechazaban la reforma del Título Preliminar del
Código Civil español, concretamente su arto 1.3, párrafo segundo ("Los usos
jurídicos que no sean meramente interpretativos de una declaración de voluntad
tendrán la consideración de costumbre "), recogido en el anteproyecto elaborad o
por la Academia Portorriqueña de Jurisprud encia y Legislaci ón'P, estaban recla-
mando la preeminencia de las relaciones de uso, rechazando las de cambio ("no
querem os ser comerciantes"), olvidando que el sistema capitalista, imperante,
nos convierte a todos y a todo en comerciante s!", esto es, en depend ientes de re-
laciones de cambio.
y esa, creo, es la analogía que reclama el arto 2, C. de C. Al igual que todos
los actos que regula el Código de Comerc io, son actos que expresan rela ciones
de cambio (sea que se identifiquen por intervenir un comerciante, por estar
expresamente incluidos en el citado texto legal, por suponer ánimo de lucro,
etc.), allí donde la concreta relación jurídica tiene por finalidad económico-
social el cambio. será mercantil. Y donde tiene por finalidad el consumo, lo
será civil. Y es, por ello, indiferente, desde un plano objetivo, que quien inter-
venga lo haga o no como comerciante, si la finalidad de la relación es consumir
la mercancía. Por ello, no será mercan til la compra que haga un comerciante de
un bien, si tiene por finalidad objetiva ser consumido el mismo, incluso si ha
de ser consumido en el proceso de trabajo , pues, en cuant o capital fijo, no está
destinado al cambio, no le es indiferente al comerciante.
Por ello, cabe defin ir el Derecho mercant il como aquella parte del Derecho
privado que regula las relaciones de cambio.
Consiguientement e, no anda desen caminado el Tribunal Suprem o cuando
califica de civil una compraventa realizada entre dos personas, amb as comer -
ciantes, si las agujas objeto de la concreta relación no están destinadas a un
fin típico inmediato de cambio, sino a ser consumidas, aunque por ello, y así,
entren en el proceso de producción. Y es por ello el acierto de quienes estiman
que las ventas realizadas en establecimi entos abiertos al público son relaciones
civil es, pues el fin de los bienes objeto de tales relaciones, típicas, es el consu-
mo. Así, y por la misma razón, es mercantil el acto aislado, aunque no haya de
IR Lo que explica el fallo recaído en Colegio Internacional Sek Puert o Rico. lnc. v. Antonio R.
Escrib á, citado . C.A .. 94 · 37 . Si no fuese así . si la mediaci ón incidental no resultase acto mercantil,
monopolizado (y esto es lema aparte. derivado de la crisis del sistema. que lleva a cada sector a tener
.fU propia le)' ) profesionalmente. sería absurdo sancionar a quien comete dicho acto mercantil.
19 Art. 1.226. C.C.:"En los contratos onerosos se entiende por ca usa. para cada parte contratante,
la prestación o promesa de unacosa o servicio por la otra parte: en los remuneratorios, el servicio o
beneficio que se remunera. y en los de pura beneficencia. la mera liberalidad del bienhechor".
10 No lo está, ciertame nte, en las decenas de corporaciones constituidasporel Departamento de
la Defensa. federal, paraquemar excedentes. Realmente. ese ánimo de lucro no es sino la relación
clásica ·'O-M· O (incrementador.. que en el capitalismo financiero se significa simplemente en: "0 -
D-D (i ncre mentado)" ,
21 Art . 1.253. C.C.:
" La acció n de nulidad só lo durará cuatro a ños,
"Este tiem po e mpezará a correr:
"( ...) .
" En los de ... false dad de la causa ..,"
Art . 1.257. C.c. : "Cuando la nulidad provenga de ser ilfcit a la ca usa u obje to del contra to. si el
hecho constituye un delito o falta común a ambos contratantes, careceránde toda acción entre s í, y
se procederá co ntra e llos . dán dose además a las cosas o precio que hub iesen sido materia del contrat o
la ap licaci ó n preven ida en el Cód igo Penal respec to a los efectos o instrument os del delito o falla.
"Esta disposici ón es aplica ble al caso en q ue sólo hubiere delito o falla de parte de uno de los
cont ratantes ; pero e l no culp ado pod rá reclamar lo que hub iese dado, y no estará obligado a cumplir
lo q ue hub iere prometido" .
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A los juristas que nos ocupamos del Derecho burgués no parece preocupar-
nos cómo y de dónde surge el lucro en toda relación de cambio. Nos limita-
mos a apreciarlo cuando ya es manifiesto y no acabamos de ver que permanece
oculto en la estructura de la relación misma. Sin embargo, es fundamental para
delimitar el ámbito de competencia del hoy abarcador Derecho mercantil y del
residual Derecho civil. .
y todo ello explica también los movimientos dirigidos a la unificación de
ambas ramas (destacadamente, y como es natural, las obligaciones que nacen de
negocio jurídico, que encauzan precisamente las relaciones de cambio), remi-
tiendo al estricto Derecho civil las raquíticas de consumo, pues aquellas relacio-
nes son hoy las prototípicas en la sociedad entera, siendo las restantes margina-
les, cuando no reviviscencias. Hoy, y hay que reconocerlo, el Derecho civil se
limita a proporcionar las categorías o conceptos jurídicos (y ni para eso sirve en
figuras aparentemente modernas como el censo financiero -leasing-, las nuevas
formas de vinculación -trust-, etc.).
También se comprende, ante lo expuesto, que al momento de redactarse el
Código de comercio, fuesen excluidos de su consideración mercantil determina-
dos bienes, cuales los inmuebles, ya que los mismos no eran objeto de relacio-
nes de cambio, salvo en los arrendamientos, como paso previo a la hipoteca de
éstos, todo ello en un marco económico capitalista sumamente retrasado, que
explica, asimismo, la prohibición de la hipoteca al portador en la vida civil.
No andaba, pues, desencaminado el legislador español, si bien pudo ser
mucho más claro al determinar el criterio obje tivo, al que llega solamente me-
diante descripciones externas y síntomas indiciarios, en lugar de ofrecérnoslo
directa y claramente, esto es, más científicamente.