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El Evangelio según san Marcos se puede equiparar a un manojo de huesos en el que la
información se muestra tan cruda, magra y dotada de nervio que la narración sufre de una
melancolía cimentada en la ausencia.
Nick Cave
dejame estar
a las puertas
del Ministerio de Desarrollo Social,
una solución
para los problemas laicos.
Bienestar Social
Qué
Proteger la carne.
El precio de la carne.
Dejame entrar
al Ministerio
donde a cada protector le entregan
la remera roja y negra,
el bate,
la camiseta blanca del ejército de salvación.
Y un casco de minero.
Y un matafuegos.
Y una botella llena de resina.
Un handy.
La que pidió que haya música clásica en los parlantes durante toda la feria ambiental del
sábado en la plaza de Villa Calacita, ¿era nazi?
La calesita musical que le da vueltas cada vez que vuelve de oír el lamento.
Abría la boca Loida o abría la boca Lidia, o Marta o Mirta o la viejita Ester, o la Pichi, o
cualquiera de las mujeres violadas, golpeadas, madres solteras, hijas huérfanas, con
padrastros, hermanastros, todos pijas, el hijo en cana, los santos, las velas, la concha, y era
lo mismo: cachaca pirú.
Se recomienda, como con los curas, no más de seis años en un mismo territorio.
Adagio, adagio, adagio, ¡y las ganas de invadir Polonia pero con trabajadores sociales, con
psicólogos sociales, con ambientalistas, con cooperativas… Madre-Pueblo-Corazón
Atómico!
San Agustín
Todos los pobres son buenos. Todos los pobres son buenos.
—Ok, reconozco mi derrota ante el alcohol —dice uno.
Todos los pobres son buenos. Todos. Sin excepción.
—Estoy re loco —dice uno.
Ronda de pobres en el SUM.
La trabajadora social abraza lo que sueña: abraza al violador, al pedófilo, al que hirvió
la mamadera y se le enchufó en la boca, al que quemó
el colchón, y al que dijo que vio a Cristo en la aureola de meo del colchón mientras
se quemaba, la trabajadora social abraza
al que le pide una entrevista en el CESAC 22,
y ella lo abraza porque abraza a absolutamente toda
la carne sufriente de la República Argentina, que incluye —obvio—
a extranjeros.
Cada niño pobre un boxeador.
Cada niño pobre un policía.
Pentecostal.
Llega cantando al barrio la trabajadora social.
El mp3 lleno de música del litoral. Isaco Abitbol.
¿Quién toca el acordeón y la chicharra,
con el ruido natural de aserradero que hacen?
¿Quién toca la quena del viento norte o
pinta al colibrí con esos tonos tan artificiales?
-se pregunta y escribe en los márgenes
de su cuaderno Gloria.
Vengo del barrio y estoy de éxtasis.
Colgar de árbol a árbol el cable con lamparitas y no tener dónde enchufarlas.
Cada niño pobre es un burro anónimo de Juan Ramón Jiménez.
De un hijo del vino tinto crecerán las uvas blancas.
Trabajador social: los transas te aman.
Las mujeres de los transas te aman.
Te regalan pinito,
lo dejan en la ventana de tu oficina del centro de salud.
Por donde todas las mañanas mirás el barrio y el sol.
Los gallos llevan el pelo del día al despeñadero
Antes de ser amputada pidió que el cura despida la pierna con un pequeño sermón. Dicho
en latín, a esa hora, con todo el barrio rodeando la pierna…
La pierna fue guardada por una familia que cosechó beneficios a su amparo. La pierna fue
incinerada y guardada.
Todos los zapatos de esa pierna fueron apilados en el jardín de la capilla Cristo Obrero. El
cura, una noche, fue hallado en esa pila, borracho. Quiero oler talón toda mi vida.
Había una cola para despedirla como si se fuera a morir ella y no la pierna en la puerta del
hospital Piñero.
Mucha gente en el jardín arrojó arroz cuando pasó el pequeño baúl que llevaba la pierna.
Fue espontáneo. A todos les brotó arroz de los bolsillos.
Arroz como si nada.
La trabajadora social fue amputada. (Ya no estás sola Stalingrado.) Y a su novio no le
importa. Al novio de la trabajadora social no le importa porque hace años que ni recuerda
el sabor de un beso.
Hay quien vio alguna tarde frente al riachuelo a la pareja. Detrás del Parque Roca. Era el
atardecer. Él tomaba mate, silencioso, y arrojaba margaritas al agua. Hay que ver la
sombra de sus sillas de rueda bambolearse mientras duermen junto al río. Se quedan
dormidos y las sillas rechinan como acordeones desafinados que no terminan nunca de
arrancar. Rechinar de máquinas abandonadas. Sillas de ruedas abandonadas frente a un río
abandonado. Grrr. Terror por la moderación con que se destruye un mundo sin construir
nada sólido al lado.
De casa al barrio y del barrio a casa.
En el mp3 de la trabajadora social suena “Soy feliz”. Ella siente que cuando llega al barrio
el barrio se enciende. Lo que era blanco y negro se vuelve color.
La trabajadora social y el trabajador social se aman. Comparten todo: las frustraciones y las
esperanzas, las mañanas de radio folclórica, las clases de guaraní. Yoga. Constelaciones
familiares.
Él tiene una pierna completamente dura. Como si la leche se hubiera compactado en acero.
Una pierna calcárea. Y ella, a la mañana, suelta las fuerzas del sexo reprimido con un
alarido de parto, que a veces hace sobre el bidet y otras veces poniéndose un repasador
entre las piernas mientras calienta una pava en la cocina. Se aman.
Una pareja que se castró y mutiló y que fue donando su humanidad lentamente en forma
de carne, de miembros, de cera, de leche seca y arroz sobre un plato de loza al que vienen
a picar las palomas blancas de la paz social.
Soñó con que una empresa japonesa se llevaba en un camión a las cuarenta bolivianas de
la manzana 3 a las plantaciones de kaki en Río Tala. Se necesitan manos laboriosas y
delicadas como las que desde hace siglos cultivan esa delicia en Oriente.
Kaki no es astringente.
Kaki no empalaga.
Kaki se come duro.
(Ya no estás sola Stalingrado.
Ya te llevaste al cura y al colibrí para hacer acero en tus usinas de futuro en blanco y
negro. El futuro de la industria en blanco y negro. Futuro del comercio. Reapertura de
todos los cines de barrio. Eisenstein.)
Escribe el trabajador social en su diario:
a veces
necesito retirarme a la montaña
para ver de nuevo
cómo lo nuevo no termina de nacer
y cómo siempre nace lo viejo.
Hola, trabajadora. Hola, trabajador. Soy el espíritu del feto
víctima del misoprostol
difundido en el Centro de Salud Comunitaria CESAC 89.
Soy la lombriz que nada en el agua del estanque.
Un renacuajo al que el sol le puso su lupa encima.
Lupa me hizo pus.
Soy las hojas acumuladas del otoño pasado, cuando no pasó nada.
Hola trabajadora social que estás en la tierra,
yo en el cielo. Subo, subo, subo
por el tronco del árbol de problemas
hasta la solución final,
pus de luz se desintegra
al primer contacto con el sol.
Subí como un gusano por un tronco al que de pronto el sol hace chuz.
Hubiera sido marxista.
Hubiera sido cooperativista.
Hubiera sido jesuita.
Pero acá estoy.
Guillotinado por los jacobinos del futuro.
Una revolución que aspira a que no nazca nada. Crezca nada.
Un mundo viejo gobernando lo de siempre.
Hay que nacer más. Muchos más.
Ser millones. Billones.
Como china. Arroz, arroz. Arroz. Ese es el deseo
de nacer. Tan popular. Millones, trillones.
Una playa infinita de arroz.
Morticia entra al país de la pobreza
Elvis Chavarría
a Horacio Fiebelkorn
Desciendo…
Bajaban cada mañana al pesebre barrial del Pueblo Argentino con su bisturí oxidado de
ciencia social, con su Mao, con su Marx, con sus fotocopias de cursillistas sobre
prevenciones de salud reproductiva. Guiados en ese descenso por la luz de la heladera
Siam Di Tella. Por la luz roja de un Valiant. Salían de su departamentito de Parque
Patricios o Monserrat, da lo mismo. Ascensos y descensos. Un edificio sin ascensor, por
escalera. Se necesita estar liviano. Dispuesto a perder todo. Religión del viento. Dispuesto
a inundarse en la ansiada inundación. A quemarse en el ansiado incendio. Love or
Confucio.
Pro y Contras
La feminización del mundo, o, mejor: el fin de la guerra como organización del tiempo,
Todos chochos
con las herramientas nuevas
de la construcción.
Las herramientas construyen
más rápido que todas las ideas que destruyen.
La trabajadora social escribe:
De noche hay que ver el color verde agua del agua corriente con que lavan las
mamaderas, y la caca verde que sale y se mueve como una lombriz… Escribo mi informe
socio-ambiental iluminada por una vela hasta que el viento la apague, y apague el
informe y apague mis ideas. Un albino me protege, sus alas de ángel de la guarda son
muchas mariposas vencidas bla, bla, bla (…) el albino está acá, con su uniforme de
colimba verde agua y los ojos en blanco, y aunque hagan sonar los chicos que rajan a
Pinar a todo volumen Wisin y Yandel feating Cosculluela no se mueve, no se mueve de la
vigilia que le mandaron a cumplir a mi sombra, mientras completo el informe final del
resultado de los microcréditos para emprendimientos sociales.
Que vuelva el colimba con la leña
Un reo
bajo una lluvia de puños
prefiere consumirse en un soplo
de gelatina ardiente.
El arroz del Servicio Penitenciario Federal es vietnamita.
Negra lechuza
Más tarde leía una poesía de Oriente con las piernas cruzadas.
Había en su mente
un ahogado de pus
contra las vías eléctricas.
¿Tradición?
El amor al pelo.
La que tiene el marido pastor es pelo que arde.
El de una viuda es pelo de ceniza.
El de una sirvienta es pelo de muñeca.
El pelo teñido con lavandina es re de madre soltera.
Cenáculo
Somos mágicos.
Somos celestes.
Mariposas en el río de las corrupciones.
Entrismo en cada oficialismo.
Puente
¿Cuántas leyes?
Dos. Ley 992, Ley Basura Cero.
¿Tracción a sangre?
Prohibida.
Sólo la policía anda a caballo l e g a l m e n t e en la ciudad.
Informe de situación
Tufo pardejón,
cimarrón, Monzón,
“incapaz de agriculturas”,
chilla porque a la mañana lo despierta
una lluvia ácida, la vida es una
colimba. Tucumán
y un círculo de fuego de suboficiales de una piña
suben al reo a una pica
para que pegue la primera piña
como si diera
el puntapié inicial
y de fondo una larga carcajada
cruza como un temblor la tierra
de los Quilmes.
Monzón Machado
Enrique Molina
Era más blando que el agua. Y el guerrillero de sus sueños se desnudaba, ponía su camisa
blanca sobre una rama, y la rama descendía a besar la tierra, a pedir perdón en nombre de
todas las clases que lo habían puesto ahí. Un esfuerzo de la sociedad del IVA.
del pastorcito
—que es su representación en la
tierra—
una gota
de esmeralda
cae
y
forma una campana de cristal
donde nieva,
es el centro de un ring
donde Capital y Trabajo empatan
su pelea.
Monzón se llama la doctrina
Repite el funcionario con pasado pastoral: Se gobierna desde un limbo que borra las
mediaciones. La gente está afuera, la gestión está adentro. Los ‘daños colaterales’ del
misil lanzado con el objetivo del bien común. Aquí, allá y en todas partes. No es una cosa
que se hace a propósito. La política es una máquina de salvar la conciencia individual.
Todos duermen: la noche con alplax es la simple noche monótona en que se oye el runrún
de las conspiraciones, un aserradero natural del que las pastillas te alejan en balsa hasta
el próximo amanecer”.
Se repartirá todo el arroz del mundo. Y llegarán recetas a todos por mensaje de texto.
2006
Que la cosiste.
Que la descosiste.
A vos.
Que te dimos la remera.
La roja y negra.
Para asustar.
Una remera lisa negra para asustar a tu clase. Tu familia. Tu promoción.
Una remera lisa negra y letras rojas.
A vos que te dimos la remera.
Venite con el hacha.
Estás en las filas del partido del Orden/Desorden.
En su retiro el trabajador social se pone una santería donde vender las estampitas
acumuladas en años.
Santa Rosa de Villa 3. San Jorge de la escuela de fútbol del ex barrio policial. Pachango
de la cooperativa “La Gran Esperanza”, dos años de espera de subsidio.
Cada puerta de un rancho golpeada sin que se caiga el rancho acaricia la generosa mano
de dios.
Doña Rosa, Jorge, Pachango entregan su alma y tatúan con tinta china las estampillas del
futuro.
Va hasta el río y tira su pierna, su pija, su dedo. Sobras de sobras. En el mundo de puro
bien donde no se garcha nunca.
Existen las licitaciones, las cometas, dice. Pero el dinero en la mano de un trabajador social
se hace ceniza de mundo viejo.
Lleva cemento, cal, ladrillos para construir un mundo nuevo. Porque sí. Porque toda
pobreza y humildad es contacto más directo con la divinidad.
Todo trabajador social mora en la tierra de su mente. Y negocia con el mundo de afuera
los arreglos para dormir en paz. Sshhh. Ya duerme.
Rosa y negro
Paula Trama
TELEPATÍA
Paula Peyseré
Cuatro paredes
Noelía Vera
Tres islas
Mercedes Halfon
El pekinés
Mario Arteca
Pistas
Cecilia Eraso
No existís
Mariano Blatt
After Sangre
Diego Carballar
Elegías
Horacio Fiebelkorn
Descargalos en www.determinadorumor.com.ar
Ministerio de Desarrollo Social
Martín Rodriguez
2012
ISBN 978-987-27311-9-9
Rodríguez, Martín
Ministerio de Desarrollo Social. - 1a ed. - Buenos
Aires : DR>, 2012.
EBook.
ISBN 978-987-27311-9-9
1. Poesía Argentina. I. Título.
CDD 861
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