Está en la página 1de 91

Martín Rodriguez

Ministerio de Desarrollo Social

DR>
El Evangelio según san Marcos se puede equiparar a un manojo de huesos en el que la
información se muestra tan cruda, magra y dotada de nervio que la narración sufre de una
melancolía cimentada en la ausencia.

Nick Cave

Estado y llanura, papaíto!


Tallaste dentro
la estatuilla de un albino
que se derrite al sol,

dejame estar
a las puertas
del Ministerio de Desarrollo Social,

una solución
para los problemas laicos.
Bienestar Social
Qué

Hay un albino adentro de cada uno,


militar y con los pies untados
de manteca pintando
con cal todas las casas,
las paredes de los hospitales
y las escuelas, el complejo
habitacional Soldati, los edificios del FONAVI,
la mitad del tronco
de los árboles de la plaza, etc.,
un albino nacido
de la copulación silenciosa y nocturna
del estado con el individuo. De esa violación
imperceptible. El Estado y el sol se odian.
Guerra solar.
Guerra de las galaxias.
Nuestro albino trabaja de noche.
Se extingue de día,
como manteca sobre una chapa ardiente.
El pasado en estado de ssshhhh.
Un albino llora de nacionalidad.
Como esas vírgenes de cera que en los noticieros lloran sangre.
Un albino llora sobre un techo de zinc
recién construido por la cooperativa XXXXXXX.
Llora porque todo eso no se sostiene
más que en el amor de arriba hacia abajo.
El que ama al Estado se ama a sí mismo.
El que ama al Estado ama a cada uno de los gusanos que componen al magnánimo Estado.

El que ama al Estado se odia a sí mismo.


El que ama al Estado odia a cada uno de los gusanos que componen al magnánimo
Estado.
En las oficinas no hay aire acondicionado
porque cada funcionario es un frío/calor.
Ex Gas del Estado.
Ex SOMISA.
Ex ATC.
Ex Barrio Roca.
Ex ESMA.
Todas unidades de ejecución.
El hilo que une a Joan Báez con Hu Jin Tao
es el hilo dorado de la prosa de Estado.
Informe de situación

Los trabajadores sociales son los psicólogos para pobres.


La educación popular es la educación formal para pobres.
Dice: los pobres no tienen inconsciente.

Se les voló. Se les volaron las chapas.


Dice: los pobres no tienen representaciones.
¿Cómo se llama el que guía el estado de necesidad? Trabajador social.
¿Cuál es el árbol de problemas?
Vos no conocés todos tus saberes,
dice escrito con tiza blanca,
debajo del árbol de problemas,
en la pizarra negra del CIC.
Lo importante es salir de Egipto

Proteger la carne.
El precio de la carne.

Escribe el trabajador social en su informe sobre el barrio La Rana: ¿Ahora se le pega


menos a la carne argentina? Pero antes se le pegaba más a la carne argentina. Aunque
no están claras las estadísticas que dicen que ahora se le pega menos a la carne
argentina. Entonces: ¿ahora se le pega menos a la carne argentina? Ya no se sabe si se le
pega menos a la carne argentina sidosa, raquítica, aftosa, amarilla. ¿Se le pega menos a
la carne argentina? Hay cifras de cuánto se le pega ahora a la carne argentina. No hay
cifras de cuánto se le pega ahora a la carne argentina.
Territorialidad
Esperaba la estatuilla dorada
de un jugador de pelota a paleta
pero tallaron
la estatuilla de un albino
que se derrite
pero que al otro día
vuelve a empezar, y vuelve a empezar
y así sucesivamente volverá
a empezar siempre
porque está hecho con la cera de las velas
por si estallan las usinas eléctricas,
por si no se hace a tiempo
para tanta transformación,
por si no hay luz,
si hay un apagón, un albino

para iluminar la salida,


el pasillo,
y el camino real.

Dejame entrar
al Ministerio
donde a cada protector le entregan
la remera roja y negra,
el bate,
la camiseta blanca del ejército de salvación.
Y un casco de minero.
Y un matafuegos.
Y una botella llena de resina.
Un handy.
La que pidió que haya música clásica en los parlantes durante toda la feria ambiental del
sábado en la plaza de Villa Calacita, ¿era nazi?

Quería interrumpir la cachaca pirú.

La calesita musical que le da vueltas cada vez que vuelve de oír el lamento.

Abría la boca Loida o abría la boca Lidia, o Marta o Mirta o la viejita Ester, o la Pichi, o
cualquiera de las mujeres violadas, golpeadas, madres solteras, hijas huérfanas, con
padrastros, hermanastros, todos pijas, el hijo en cana, los santos, las velas, la concha, y era
lo mismo: cachaca pirú.

Dice: ya no puedo oír nada. Oigo todo lo mismo.

Se recomienda, como con los curas, no más de seis años en un mismo territorio.

Para ella la feria ambiental debía barrer también la contaminación sonora.

Adagio, adagio, adagio, ¡y las ganas de invadir Polonia pero con trabajadores sociales, con
psicólogos sociales, con ambientalistas, con cooperativas… Madre-Pueblo-Corazón
Atómico!

Era la psicóloga del centro de salud.

El adagio de Albinoni, dijo.


Cuando llega la hora del adagio

Cuando llega la hora del adagio


el whisky sobre los hielos tarda más en caer,
cuando llega la hora
en que la autopista es un largo shhhhh
y es la hora del "uh, me olvidé"
la hora del sms tardío a los ex compañeros
que se reunieron esa semana
y es la hora del llamado que dice
"no te llamé pero pensé toda la semana en vos",
cuando llega la hora del adagio
y se muerde el plástico del celular
con la mirada perdida
y menos mal que el pasado se pisa
con las ruedas mojadas
de una autopista lisa
y el chofer le pregunta qué prefiere
si la velocidad máxima
o la velocidad mínima
y el adagio que empieza adentro
con el chocar de los hielos que el alcohol
envuelve y disuelve hasta que se encuentra
un punto que mirar. Cuando llega la hora del adagio
del funcionario con pasado
se deja atrás la ciudad de residencia
y se vuelve a la casa natal
es viernes
y el Ministerio de Desarrollo Social
no duerme
y el celular que muerde
es el que quedará prendido
con su señal roja titilando
en la responsabilidad.
Zafá, gato

El pasado ya no es y el futuro no es todavía.

San Agustín

La chica de limpieza de la Cooperativa San Martín se detiene, manda un mensajito


apoyada en la pared, mira la pantalla diminuta de su Nokia. El que sube por el ascensor y
para en el 6° piso del ANMAT la ve y mira su propio Nextel y ve que no tiene señal. Son
las siete de la mañana de un día ordinario y hay un soplido en el aire que arrastra el polvo
del día anterior. No pasó nada. Pasó de todo.

Los expedientes se m o v i e r o n sólo un paso más.


El evangelio

Todos los pobres son buenos. Todos los pobres son buenos.
—Ok, reconozco mi derrota ante el alcohol —dice uno.
Todos los pobres son buenos. Todos. Sin excepción.
—Estoy re loco —dice uno.
Ronda de pobres en el SUM.
La trabajadora social abraza lo que sueña: abraza al violador, al pedófilo, al que hirvió
la mamadera y se le enchufó en la boca, al que quemó
el colchón, y al que dijo que vio a Cristo en la aureola de meo del colchón mientras
se quemaba, la trabajadora social abraza
al que le pide una entrevista en el CESAC 22,
y ella lo abraza porque abraza a absolutamente toda
la carne sufriente de la República Argentina, que incluye —obvio—
a extranjeros.
Cada niño pobre un boxeador.
Cada niño pobre un policía.
Pentecostal.
Llega cantando al barrio la trabajadora social.
El mp3 lleno de música del litoral. Isaco Abitbol.
¿Quién toca el acordeón y la chicharra,
con el ruido natural de aserradero que hacen?
¿Quién toca la quena del viento norte o
pinta al colibrí con esos tonos tan artificiales?
-se pregunta y escribe en los márgenes
de su cuaderno Gloria.
Vengo del barrio y estoy de éxtasis.
Colgar de árbol a árbol el cable con lamparitas y no tener dónde enchufarlas.
Cada niño pobre es un burro anónimo de Juan Ramón Jiménez.
De un hijo del vino tinto crecerán las uvas blancas.
Trabajador social: los transas te aman.
Las mujeres de los transas te aman.
Te regalan pinito,
lo dejan en la ventana de tu oficina del centro de salud.
Por donde todas las mañanas mirás el barrio y el sol.
Los gallos llevan el pelo del día al despeñadero

Pelo que ardió


como brasa en los talones,
pelo que ardió como debajo de unas monjas,
brasas como debajo de un talón
que saltaban y lo pisaban
para apagar todo el pelo
que es ceniza
en una monja
que de noche lo deja caer,
y mea sobre él para apagarlo. Y no puede.
Mea y lo enciende.
Los gallos llevan el pelo del día al despeñadero.
Reducción de daño
Principio de orden

Los demócratas llegan para repartir lo que los republicanos produjeron.


La trabajadora social fue amputada

(Ya no estás sola Stalingrado.)

Antes de ser amputada pidió que el cura despida la pierna con un pequeño sermón. Dicho
en latín, a esa hora, con todo el barrio rodeando la pierna…

La pierna fue guardada por una familia que cosechó beneficios a su amparo. La pierna fue
incinerada y guardada.

(Ya no estás sola Stalingrado.)

Todos los zapatos de esa pierna fueron apilados en el jardín de la capilla Cristo Obrero. El
cura, una noche, fue hallado en esa pila, borracho. Quiero oler talón toda mi vida.

La trabajadora social fue amputada.

Había una cola para despedirla como si se fuera a morir ella y no la pierna en la puerta del
hospital Piñero.

Estaba sola en una cama la pierna.

Mucha gente en el jardín arrojó arroz cuando pasó el pequeño baúl que llevaba la pierna.
Fue espontáneo. A todos les brotó arroz de los bolsillos.
Arroz como si nada.
La trabajadora social fue amputada. (Ya no estás sola Stalingrado.) Y a su novio no le
importa. Al novio de la trabajadora social no le importa porque hace años que ni recuerda
el sabor de un beso.
Hay quien vio alguna tarde frente al riachuelo a la pareja. Detrás del Parque Roca. Era el
atardecer. Él tomaba mate, silencioso, y arrojaba margaritas al agua. Hay que ver la
sombra de sus sillas de rueda bambolearse mientras duermen junto al río. Se quedan
dormidos y las sillas rechinan como acordeones desafinados que no terminan nunca de
arrancar. Rechinar de máquinas abandonadas. Sillas de ruedas abandonadas frente a un río
abandonado. Grrr. Terror por la moderación con que se destruye un mundo sin construir
nada sólido al lado.
De casa al barrio y del barrio a casa.

En el mp3 de la trabajadora social suena “Soy feliz”. Ella siente que cuando llega al barrio
el barrio se enciende. Lo que era blanco y negro se vuelve color.

De casa al barrio y del barrio a casa.

Ascenso y descenso en el premetro.

Pero no garchan nunca.

La trabajadora social y el trabajador social se aman. Comparten todo: las frustraciones y las
esperanzas, las mañanas de radio folclórica, las clases de guaraní. Yoga. Constelaciones
familiares.

La trabajadora social y el trabajador social llenaron su casa de incienso, de libros viejos y


amarillos, de almanaques de Alpargatas, de recuerdos andinos, imanes de Ringo Bonavena
en su pelea con el negro.

Él tiene una pierna completamente dura. Como si la leche se hubiera compactado en acero.
Una pierna calcárea. Y ella, a la mañana, suelta las fuerzas del sexo reprimido con un
alarido de parto, que a veces hace sobre el bidet y otras veces poniéndose un repasador
entre las piernas mientras calienta una pava en la cocina. Se aman.

Hay gente que nace para el amor y no nace para el sexo.


El trabajo social es un lento armisticio del cuerpo hasta que los pobres lo queman.
El río a veces, para no despertarlos, es capaz de detenerse. Ellos duermen, rechinan,
bambolean el abanico de alambres de púa en el que internaron el cuerpo y metieron para
dentro los ratones blancos, la piel de cordero, la astucia, etc. Porque a esa hora, en ese río,
dos sillas de ruedas oxidadas suenan como el acordeón de la música del viento. El río se
detiene. Para la furia de su aceite y de su agua, el runrún de sus amistades tenues con la
flora y la fauna.

Una pareja de lisiados toman mate a la orilla de la avenida 26 de Febrero.

Una pareja que se castró y mutiló y que fue donando su humanidad lentamente en forma
de carne, de miembros, de cera, de leche seca y arroz sobre un plato de loza al que vienen
a picar las palomas blancas de la paz social.
Soñó con que una empresa japonesa se llevaba en un camión a las cuarenta bolivianas de
la manzana 3 a las plantaciones de kaki en Río Tala. Se necesitan manos laboriosas y
delicadas como las que desde hace siglos cultivan esa delicia en Oriente.

Kaki no es astringente.
Kaki no empalaga.
Kaki se come duro.
(Ya no estás sola Stalingrado.
Ya te llevaste al cura y al colibrí para hacer acero en tus usinas de futuro en blanco y
negro. El futuro de la industria en blanco y negro. Futuro del comercio. Reapertura de
todos los cines de barrio. Eisenstein.)
Escribe el trabajador social en su diario:

Los árboles no nos siguen.


Los árboles se quedan en la puerta de casa
y no entran con nosotros.
Viejos señores que enterraron la cabeza en el primer granizo.
Hocico en tierra.
Los árboles no nos siguen.
Es su virtud.
No como los perros
que trotan a nuestra sombra.
O los gatos, reyes de la indiferencia, amos de sí mismos.

Por ejemplo este ciprés que veo desde mi ventana


escucho su rumia de siglos, su meditación.

Hay una radio que intercepta las mutaciones de las hojas,


espléndidas vibraciones de la madera que descansa
como si le tocaran con una flauta hecha de su propia madera
las cuatro estaciones de Vivaldi.

Y suenan las cuatro estaciones


en mi vieja spika negra
(comprada vieja a propósito)
que amplifica el sonido antiguo de su propia
tecnología artesanal con el entrar y salir
de los violines de Vivaldi que serruchan desde el más allá
hasta el más acá, serruchan hasta que cae la rama del ciprés
y cae también la rama
de mi meditación
para examinar en una población X las posibilidades
del desarrollo local,

a veces
necesito retirarme a la montaña
para ver de nuevo
cómo lo nuevo no termina de nacer
y cómo siempre nace lo viejo.
Hola, trabajadora. Hola, trabajador. Soy el espíritu del feto
víctima del misoprostol
difundido en el Centro de Salud Comunitaria CESAC 89.
Soy la lombriz que nada en el agua del estanque.
Un renacuajo al que el sol le puso su lupa encima.
Lupa me hizo pus.
Soy las hojas acumuladas del otoño pasado, cuando no pasó nada.
Hola trabajadora social que estás en la tierra,
yo en el cielo. Subo, subo, subo
por el tronco del árbol de problemas
hasta la solución final,
pus de luz se desintegra
al primer contacto con el sol.
Subí como un gusano por un tronco al que de pronto el sol hace chuz.
Hubiera sido marxista.
Hubiera sido cooperativista.
Hubiera sido jesuita.
Pero acá estoy.
Guillotinado por los jacobinos del futuro.
Una revolución que aspira a que no nazca nada. Crezca nada.
Un mundo viejo gobernando lo de siempre.
Hay que nacer más. Muchos más.
Ser millones. Billones.
Como china. Arroz, arroz. Arroz. Ese es el deseo
de nacer. Tan popular. Millones, trillones.
Una playa infinita de arroz.
Morticia entra al país de la pobreza

Va en el tren con su bolso azul.


Cruza su infancia el tren,
sus manos tiemblan.
Un hilo de su memoria compone
el afluente de música que la conmueve,
un chasquido de lluvia
dentro y fuera, repica, tiene hambre,
abre el bolso: un guaymallén.
Concentra su emoción.
El ruido del tren se acopla en su respiración.
Morticia corre en patas
con un plato de arroz
blanco
en el medio
del vapor
de un río.
Experiencia de campo
Comunidad de Solentiname

Una noche negra del mes de julio.


Se oye el canto triste de un pocoyo.
El relumbrar de miles de quiebra-platas
parece una gran ciudad.
Pero no, es una noche en Solentiname.

Elvis Chavarría

Elvis vivo fue llevado a la isla de Solentiname,


Monzón no fue llevado a la isla de Solentiname,
Elvis vivo fue llevado a los brazos de Ernesto Cardenal,
Monzón no fue llevado a los brazos de Ernesto Cardenal,
Elvis aprendía las armas de la poesía “hasta la caída del sol”.
Monzón leía Platero y yo.
Elvis va al frente.
Monzón va al frente.
Elvis canta en el sueño de un colimba una gran canción americana.
Monzón canta y hace cantar.
Elvis vivo, encapuchado, trasladado por la Guardia Nacional hasta el Río Frío.
Brota la orden: asaltar Managua.

Elvis está vivo.


Monzón Machado

(Plan Nacional de Alfabetización)

Después de leer Machado,


palabras que no usará jamás:
clepsidra,
adamantino,
rueca,
tahúr,
pitagórica, prensiles,
cangilones, etc.
Pan y comunicación

El pan no es la mano que da dios.


Para eso da la carne, y el pan no es la representación del hambre.
El pan representa al pan, y el vino al vino.
Cada cual se representa a sí mismo.
Saltan con un golpe en la mesa.
La luz no es para el pan en la mesa.
La luz es para la luz.
El pan mismo ilumina sus fibras de ternura y prójimo que se abren.
Llega por mensaje de texto
el fragmento de una receta para hacer arroz.
No alcanza para hacerlo.
Estalla una comunicación.
Puño en la mesa, luz en los ojos y vino.
No sabemos cómo hacer arroz.
Salgamos.
Elvis

a Horacio Fiebelkorn

Elvis vestido con el traje de Shell.


Carga con premium un citroen viejo.
No se carga con premium un citroen viejo.
El citroen viejo explota.
La estación explota.
Elvis queda intacto.
Ni quemado ni mojado por el agua que apaga las llamas.
Sale del centro de la explosión.
Elvis está vivo.
Libre de plomo.
Plan Nacional de Alfabetización

Después de leer Machado,


palabras que no usará jamás:
clepsidra,
adamantino, rueca,
pitagórica, prensiles,
cangilones, ¡cangilones vacíos!,
etc. Las separa como el que separa
aceite usado
de aceite virgen.
Monzón, por la zorra hidráulica viene un puño.
Boxeador = golpeador de comunes.
El guerrillero/ con su gran sol central
que lo hace crepitar
El niño vietnamita que atraviesa la noche de fósforo blanco.
El niño tucumano que se desprende de la piel el napalm con los dientes.
El niño formoseño que orinaba en el fogón.
El niño argelino no se lavaba el pelo con jabón
(para que la espuma no delate…)
traídos de todo el mundo, en aviones negros,
se conocían en el aire, mientras caían,
lluvia de fósforos encendidos
para iluminar los caminos.
Noche de esperma.
A la guerra llega el más fuerte.
Y había sortijas sonando al unísono en el esqueleto de los monos que se dejaban ver,
ponían su camisa blanca sobre una rama, y la rama descendía a besar la tierra.

Etiquetas: blanco y negro.


Toro contra la luna y viceversa

Toro que embiste la casa. A la hora del vino,


que es la hora del lobo,
se enciende la luz roja, turbia.
La casa de lejos es una lamparita.
Una lamparita que se mece.
Como si la casa flotara
en el mar negro.
La luna de lejos es tierra blanca.
Luna llena. Pisarla es pisar cal trillada.
¡Desempolvar la luna
de su cántaro pavote
y arrimar su diana
de vapores lentos, lentos,
como un tren que nunca acaba de pasar
por un pueblo
y lleva ganado
para otro pueblo!
¡Porfiar esa luna
para que de pronto, rojísima
como una bola de vidrio salpicada de sangre,
interiormente estalle
como las bombas que hacen estallar
sólo lo que respira!
Y uno quede
pequeño, peludo, suave;
tan blando por fuera, que se diría
(¡todo de algodón!) que no lleva huesos.
Sólo los espejos de azabache de sus ojos…
Cenáculo

Colegio de la Doctrina para niños pobres.


Cristo Obrero. El edificio del Ministerio
está hecho con huesos de vaca
que a la noche fulguran.
La fuerza de los que aman la pobreza
se representa
con un gran puño de carne picada.
Pan de carne.
El niño pobre / el padre bebedor.
Un niño pobre que tiene en la boca versos de Juan Ramón Jiménez
se convierte en un niño de honor revelado así:
el más grande poeta de lengua castellana
con su voz de aturdido timbre,
una sola cuerda de un violín roto que toca
junto a la campana de la capilla de Guanacache,
un pastor entre sus ovejas,
lleva su pelo enrollado,
baja de la sierra
a tomar
agua,
hambriento y sumiso. Recita Platero y yo,
y se apaga.
Se deja caer en el agua a la hora
que le indican que perdió todo el peso.
Es guasca de peso pluma.
No pesa nada.
Un saco de té.
Almohadón de hojas de té.
Cae al agua.
Flota como aceite.
Se desplaza hacia los extremos.
Le birlan la luz y la recoge de su propio semen.
Se unta.
Se pone las pilas.
Ningún pibe nace chorro.
Pachango recibió por fin el subsidio para la cooperativa "La Gran Esperanza".
Cooperativa de construcción.
Cuando lo cobró la cooperativa ya no existía.
Pero los papeles hicieron el circuito.
Firmados.
Cobró 30 mil pesos en mayo de 2006.
Compró un parlante de un metro y medio.
Alucinó con armar el templo en su casa.
El templo donde vive su madre de la iglesia coreana sobre Castañares.
Repartió aguinaldos.
Borracho no sabía a quién. Pero los repartió.
Y al otro día… se deja caer en el agua a la hora
que le indican que perdió todo el peso.
Ruinas de Pompeya

Estoy yendo a vender pelo


a Pompeya. Avenida Sáenz y la vía.

Estoy yendo a vender pelo.

Desciendo…

Estoy yendo a vender pelo.


Un ungido adscripto a la teoría gritó:
¡brotó agua bendita de las aguas servidas!

Estoy yendo a vender pelo.

Estoy yendo a vender pelo.


Programa de la economía social
Génesis

En el principio fue el oficio, fue la mano creadora, su luz en el barro.


En el principio fue el soldador, para fijar la carne a la tierra.
En el principio fue el dentista para fijar bien el diente a la carne.
En el principio fue el plomero para que el agua corra, y después el agua,
los lagos, la aguada. El río. El mar.
En el principio fue el gasista para que el fuego se contenga y no dilate
sus fronteras de aire quemado en el agua.
Al séptimo día todos durmieron.

(Microcrédito. Estado parroquial.)


Foto

Tenían en su departamentito de Flores, de Floresta, de Caballito, de Parque Centenario, da


lo mismo, tenían una heladera Siam Di Tella a la que amaban, tenían un Valiant rojo en la
puerta, y tenían pegada en la heladera de su departamentito (de Santa Rita, de San Telmo,
da lo mismo) los imanes de pizzerías y heladerías y tenían sobre todo la foto del bautismo
de Maradona en la catedral de Pompeya y habían dibujado sobre el cura que derramaba el
agua bendita sobre la cabeza de Diego (un cura de barba) una línea y un círculo en el que
escribieron: ¿dónde está Dios?

Bajaban cada mañana al pesebre barrial del Pueblo Argentino con su bisturí oxidado de
ciencia social, con su Mao, con su Marx, con sus fotocopias de cursillistas sobre
prevenciones de salud reproductiva. Guiados en ese descenso por la luz de la heladera
Siam Di Tella. Por la luz roja de un Valiant. Salían de su departamentito de Parque
Patricios o Monserrat, da lo mismo. Ascensos y descensos. Un edificio sin ascensor, por
escalera. Se necesita estar liviano. Dispuesto a perder todo. Religión del viento. Dispuesto
a inundarse en la ansiada inundación. A quemarse en el ansiado incendio. Love or
Confucio.
Pro y Contras

La feminización del mundo, o, mejor: el fin de la guerra como organización del tiempo,

ah, el flujo de energía erótica que provocará...

No hay ninguna institución que en su inercia lleve la Clase al paraíso.


Golpear donde más duele cuando menos se lo espera

Gallo amateur golpeando la campana de bronce


en la capilla donde Padre Francisco bendice herramientas
de los viejos torneros…
Soñé que eras Joan Báez, dice el trabajador social. Y todos a tu alrededor oíamos una
canción dulce y lúgubre y el modo en que tu voz se confundía en un suspiro de flauta
traversa y universal que llegaba a ser insoportable porque a tanta dulzura se le ven las
costuras, las costureras, los talleres clandestinos. Nada es como la voz de Oh Land oída en
el locutorio de la estación Virreyes cuando canta White Winter Hymnal. Los sentimientos
van de arriba/abajo. Los sentimientos siempre “descienden”. Lo que crece de abajo arriba
es el resentimiento, el rencor, la calentura. Y esos no son sentimientos. Eso es fuerza.
Fuerza oscura. La partera murió de forma violenta.
Padre Francisco bendice herramientas que
pidió de cada vecino desocupado
o sub-ocupado (martillo, lija, taladro,
gubia, sierra caladora, etc.)
y las puso sobre un lienzo
amarillo con imágenes andinas.

Arrojó agua para su bendición,


Coca Cola para su desoxidación
y oraciones para la liberación.

Todos chochos
con las herramientas nuevas
de la construcción.
Las herramientas construyen
más rápido que todas las ideas que destruyen.
La trabajadora social escribe:

Que se levante el torno de su


tumba de carne y hueso y cante la marcha fúnebre
a caballo en Chacarita. Grrrr.
La trabajadora social escribe:

Que se reparta la donación de Kolynos


para el concurso anual de sonrisas
del Ministerio de Desarrollo Social,
una solución visual para los problemas laicos.
Entre los restos radiactivos
del barrio fundado cuando implosionaron
el Albergue Warnes, inaugurado durante la presidencia de
Carlos Saúl Menem y bajo la intendencia
de Carlos Grosso con el nombre del Doctor
Ramón Carrillo. Escribe la trabajadora social:

De noche hay que ver el color verde agua del agua corriente con que lavan las
mamaderas, y la caca verde que sale y se mueve como una lombriz… Escribo mi informe
socio-ambiental iluminada por una vela hasta que el viento la apague, y apague el
informe y apague mis ideas. Un albino me protege, sus alas de ángel de la guarda son
muchas mariposas vencidas bla, bla, bla (…) el albino está acá, con su uniforme de
colimba verde agua y los ojos en blanco, y aunque hagan sonar los chicos que rajan a
Pinar a todo volumen Wisin y Yandel feating Cosculluela no se mueve, no se mueve de la
vigilia que le mandaron a cumplir a mi sombra, mientras completo el informe final del
resultado de los microcréditos para emprendimientos sociales.
Que vuelva el colimba con la leña

Que vuelva el colimba con la leña


fresca silbando como el niño que silba en las viñas
con el mismo silbo que acompañó a unas cabritas a tomar agua del río
y el mismo silbo que sigue como una mariposa sigue
a un tractor.
El que compuso Zamba de mi esperanza no sabía nada de música.
Somos todos colimbas de la canción.
La canción está en nosotros. Dentro.
No estás sola Stalingrado ni Morticia ni la maravilla de la pobreza
mientras haya Grandes Silbadores Argentinos.
GRASA.
El arroz

Un reo
bajo una lluvia de puños
prefiere consumirse en un soplo
de gelatina ardiente.
El arroz del Servicio Penitenciario Federal es vietnamita.
Negra lechuza

Del cuerpo lozano


desprendió, desató ese cuero
de una atadura, saltaron pelos
que iba a vender después,
lacios, a un mercado
de intercambio de cosas sin peso,
cosas del derrame.
El reo de noche soñaba que era un vietnamita
en noche lúgubre rociada por napalm
en la ciudad bajo tierra arrastrado
como un cuerpo ya sólo hecho de lombrices.

Más tarde leía una poesía de Oriente con las piernas cruzadas.

La cárcel es un lugar donde volverse libre, lee en ayuno


sobre la mente en blanco de otro reo que hace días
sólo resiste el paso del tiempo
llenando formularios. Pero la mente en blanco
del otro reo es su pantalla.
Se llega a amar la burocracia y la libertad.

Recoge los restos


de algodón usado para limpiar
el bronce de una canilla.

Había en su mente
un ahogado de pus
contra las vías eléctricas.

Suena Fela Kuti.


África 70.
Ex Ho Chi Minh: ciudad mocoví

¿Tradición?
El amor al pelo.
La que tiene el marido pastor es pelo que arde.
El de una viuda es pelo de ceniza.
El de una sirvienta es pelo de muñeca.
El pelo teñido con lavandina es re de madre soltera.
Cenáculo

Donde mi madre fuera violada,


donde mi madre fuera
violada.

—Colegio de la Doctrina para niños pobres—

Vengo de vender mi pelo a su salud.


De venderlo para vender a mi madre de nuevo.
Para entregarla a los brazos de los hombres.
Porque de ella tengo el pelo.
Vengo de venderla porque vengo de ella,
y de ella doy mis pelos.
Pelo, pelo, pelo.
Braudel sueña la fiebre de la arcilla

Somos mágicos.
Somos celestes.
Mariposas en el río de las corrupciones.
Entrismo en cada oficialismo.
Puente

Canción tonta para una tarde en babia.


Los camiones con cartoneros, llenos.
Llegan, se van.
La camisa del coordinador territorial
se puso negra abajo de la chapa
del puesto de pancho
porque durante todo día el sol lo coló
y el humo también y se la pasó
leyendo el informe final de 2005
de la trabajadora
que no llegó a tiempo a la cita
porque la retrasó un corte
y el informe es una plaga de luciérnagas y alucinación,
escrito con locura.
Puente Uriburu.
¿Hay trabajo infantil?
La trabajadora social anota:
Niños que trabajan, niños que no pueden quedar solos en casa.
Niños que prefieren ir a la ciudad y recorrerla arriba de un carro.
Niños que son tentados a subir a un departamento del barrio de Congreso
por un pedófilo profesor de inglés que los amará.

El precio del cartón es de 0,20 el kilo.


Las balanzas de los depósitos son truchas: a 15 kilos los pesan 12.
Hay que mojar el cartón
para que la humedad empate
el peso que restan las balanzas.

¿Cuántas leyes?
Dos. Ley 992, Ley Basura Cero.
¿Tracción a sangre?
Prohibida.
Sólo la policía anda a caballo l e g a l m e n t e en la ciudad.
Informe de situación

Lo importante es salir de Egipto.

Así tituló su informe abrochado y metido en un sobre papel madera presentado en el


octavo piso del edificio ANMAT donde funcionan las oficinas de la Subsecretaría de
Abordaje Territorial un viernes a las 13 horas, hora en que todos se tomaron el palo.

Menos el delegado de Unión de Personal Civil de la Nación.


Empoderamiento
El evangelio según Eduardo Galeano

La infancia de Monzón transcurrió en el lenguaje silencioso y olvidado de los huarpes,


sus padres le habían hablado lo justo y necesario. Sus días, una vez que creció, se
redujeron a llevar las cabritas al cerro y a mirar el atardecer junto a ellas. Antes de que
oscurezca él bajaba, y alguna vez arrancaba flores que envolvía en un suéter de
carpincho, y se las dejaba abajo de la cama a su madre. Su madre nunca las vio. Porque
cuando despertaba las pisaba y se le adherían al talón y así andaban todo el día como
flor del talón al rojo vivo. Nadie le había enseñado más que lo necesario. Una expresión
de señas, una sonrisa, miraba la luna de día como quien mira despegar aviones,
ahuyentaba mosquitos con el humo y a veces, los días de mucho calor, dormía en el piso.
A los 12 años ya tenía la contextura física de un hombre. Las tardes que pasaba solo,
casi todas, lo habían endurecido, el viento había soplado fuerte adentro suyo, el zonda
había alcanzando sus profundidades más inocentes con las garras de un temporal: había
sacado la criatura de adentro, la había esparcido como ceniza, y había dejado un hurón
en ese hueco. Un famélico. Algunas tardes se limitaba a tomar mate junto a un rollo de
paja que lo cubría del viento, y su mente temblaba, el mismo viento apagaba los restos de
la laguna de Guanacache donde sus antepasados moraron. Conocía los mensajes del
zorro, la espiritualidad liviana: cierto color en los ojos del gallo auguraban la visita de un
pariente. Un día partió rodeado de cabras todo ceniciento por las viñas. Ese día empezó
a cantar una canción de despedida. Se representó a su madre despidiéndolo con un
pañuelo que se volaba en el viento y que le tapaba la cara a él. Monzón tuvo un padre
bebedor, una uva negrísima que depositó en su sangre, una madre acuartelada en su
cama de lactancia, hermanitos perdidos confundidos entre las cabras. Una vida que
perfectamente podría no haber existido. Como las semillas que reparte el viento. Ponele.
La única iglesia que ilumina es la que arde

Dice: ama la pobreza como a ti mismo.


Dice: presérvala en su pobreza.
Dice: ama al esclavo, el contacto directo de la humildad con Dios.
Dice: ya no somos una nación moderna.

Es hermoso ver bajar de la montaña


los pies del mensajero de la paz.

Etiqueta: siempre nace lo viejo.


La canilla del patio llenando el balde también…

suena como un río, y el jabón


es la piedra antigua, tallada para raspar
el polvo de tu camisa blanca, colgada, como otra bandera antigua
de paz, en la tarde, en el patio de tu casa, secándose, escribe el trabajador social
en su carta a los trabajadores el 1° de Mayo.
Bandera blanca que trae la rendición de cada día.
El parte de guerra del pueblo argentino que dice lo mismo:
los pueblos aman la paz.
Camisa blanca con el círculo del río imaginario que la atraviesa.
La luna blanca de donde baja
un albino con una carretilla
llena de cal viva
para pintar la escuela,
el CIC y la mitad de cada uno de los árboles...
La cal está hecha con guasca de cura y toro
y cada mañana la trabajadora social se mira en ella
como en un espejo que con voz de curda
le dice "sí, sos la más linda".
Todavía Monzón no palma

Todavía está, de chico, parado apretando


los puños. Todavía escucha los puños
contra la pared de carne de vaca. Todavía está
parado viendo la pared del cuarto temblar:
los puños al rojo vivo.
Todavía tiene la luz de la lamparita que
desciende como un huevo de luz lechosa
hasta su cabeza como una araña lo haría:
lana de vidrio en su conciencia, el comisario
trajo a un reo. Reo y res cuelgan del mismo gancho
del Ministerio de Desarrollo Social.
La trabajadora no pudo diluir
el trauma. Carne, carne, carne.
Todavía su puño, que es
una lamparita a punto de quemarse,
está hundiéndose en la luz,
en el agua, en el balde, en la carne.
Todo esto no existe. Es imaginario puro.
Puro y duro, puro y duro, puro y duro,
en una cabeza a libro rojo.
Riña del universo

Tufo pardejón,
cimarrón, Monzón,
“incapaz de agriculturas”,
chilla porque a la mañana lo despierta
una lluvia ácida, la vida es una
colimba. Tucumán
y un círculo de fuego de suboficiales de una piña
suben al reo a una pica
para que pegue la primera piña
como si diera
el puntapié inicial
y de fondo una larga carcajada
cruza como un temblor la tierra
de los Quilmes.
Monzón Machado

Después de leer Machado,


palabras que no usa:
clepsidra,
adamantino,
rueca (no, rueca sí),
tahúr, tahúr,
pitagórica, prensiles,
cangilones, cangilones vacíos,
¿dónde tiene su morada la rueca
y la clepsidra?, ¿tahúr?
Recita de noche:

Que nada me invada de afuera,


que sólo me escuche yo dentro.
Zafá gato.
Desarrollo Social

Del cuerpo lozano una monja


desprendí, desaté del cuero
una atadura de virgen
o fraila, soltó pelos
que iba a vender después
lacios, lacios,
a un mercado
de intercambio de cosas
sin peso: etéreas,
cosas del derrame.
Creemos los nombres.
Derivarán los hombres.
Luego, derivarán las cosas.
¿Existe la criatura celestial?

Carcajada del gallo


en la aldea arrasada

Enrique Molina

Una ráfaga de flores desprendidas


del ring de una riña de gallos.

Tocaba el agua y su mano se hacía pus.

Era más blando que el agua. Y el guerrillero de sus sueños se desnudaba, ponía su camisa
blanca sobre una rama, y la rama descendía a besar la tierra, a pedir perdón en nombre de
todas las clases que lo habían puesto ahí. Un esfuerzo de la sociedad del IVA.

La Inteligencia cambió definitivamente


su paradigma de la guerra fría:
intercambió infiltración
por creación.
Cuando sueña Morticia

del pastorcito
—que es su representación en la
tierra—
una gota
de esmeralda
cae
y
forma una campana de cristal
donde nieva,
es el centro de un ring
donde Capital y Trabajo empatan
su pelea.
Monzón se llama la doctrina

Sudor en la camiseta, también se puede llamar.


O la historia del hombre no agarrado a tiempo.
Sombras adentro de sombras, hociqueando para salir de cauce.
Ministerio de Desarrollo Social de la Nación: acción de gracias.
Un diente brilloso en la oscuridad es algo más que una sonrisa
perdida para la que viene cruzando las vías
en la mañana rumbo a la escuela
y parece que le pintaran pecas
como si fuera una verdadera hija de Chivilcoy
que como toda hija de Chivilcoy
no leyó el discurso de Sarmiento en Chivilcoy
porque nadie lee páginas amarillas de la historia en Chivilcoy,
porque Chivilcoy es el futuro…
Todas las niñas que son hijas de las granjas
tiemblan en medio del polvo
que levanta
la turba de la imaginación,
como si no hubiese salida
deja ver su oficio en las manos
o en la lengua la bestia no cooperativizada
ni alfabetizada:
de un tajo arranco
el tajo, sacudo todo el temblor
abriéndola en tajos,
bestia cada vez que suda saben lo que viene:
su inmensa máquina de vencedor milenario
en la niebla de las vías,
aprovechando el pasto alto, la salida de las chicas de la escuela
en Villa Ballester, las nietas de alemanas
protestantes, donde caminan, crecen el pasto
y las llamas del pasto…
Fifty fifty

Contento cada hombre va al trabajo.


¡Fifty fifty!
Todos los globos
estallan en cuatro colores primarios.
La alegría infinita
del hombre que lleva
sus herramientas en la bicicleta
es la imagen pintada en carbonilla
en la sala de espera
donde el ministro administra
su tiempo y el tiempo
de los demás,
las herramientas brillan como un
montón de mineral, las lamparitas de los talleres
un instante antes de encenderse
brillan, dan su señal
de que nunca habrá abandono
de tareas. Parte de guerra del Gran Pueblo Argentino:
ama la paz.
El trabajo es un don,
no es explotación.
Ministerio de Desarrollo Social
de la Nación.
Todo esto no existe. Es imaginario puro.
Puro, duro, puro, duro, duro, duro.
Cuando llega la hora del adagio

Repite el funcionario con pasado pastoral: Se gobierna desde un limbo que borra las
mediaciones. La gente está afuera, la gestión está adentro. Los ‘daños colaterales’ del
misil lanzado con el objetivo del bien común. Aquí, allá y en todas partes. No es una cosa
que se hace a propósito. La política es una máquina de salvar la conciencia individual.
Todos duermen: la noche con alplax es la simple noche monótona en que se oye el runrún
de las conspiraciones, un aserradero natural del que las pastillas te alejan en balsa hasta
el próximo amanecer”.

Se repartirá todo el arroz del mundo. Y llegarán recetas a todos por mensaje de texto.
2006

Me gusta vivir cerca de hospitales.


Me gusta vivir a diez minutos de la Casa Cuna.
Me gusta vivir frente a la Maternidad Sardá.
Me gusta ver desde mi calle el edificio vacío de la cárcel de Caseros.
Me gusta ver el instituto Bernasconi desde mi ventana.
Me gustó criarme frente al Hospital de Niños.
Me gusta caminar solo de noche hacia el Congreso (iluminado).
Quieto, sublime y monstruoso...
Me gusta la masonería.
Hay que decir “genocidio” porque los grandes países se levantan de las cenizas.
Me gusta el país, la arquitectura, los vencedores.
A vos que te dimos la remera

Sólo espero que vengas un día


a pedir lo que es tuyo.
A vos que te dimos la remera.
A vos que te dimos la remera.
Roja y negra.
A vos que te dimos la remera.
Traela transpirada.
A vos que te dimos la remera.
Que tenés entre 18 y XX años.
A vos que te dimos la remera.
Traela chivada.

Que la cosiste.
Que la descosiste.
A vos.
Que te dimos la remera.
La roja y negra.
Para asustar.
Una remera lisa negra para asustar a tu clase. Tu familia. Tu promoción.
Una remera lisa negra y letras rojas.
A vos que te dimos la remera.
Venite con el hacha.
Estás en las filas del partido del Orden/Desorden.

(Escribí en tu muro para siempre: Elvis está vivo.)


Cuando llega la hora de retiro

En su retiro el trabajador social se pone una santería donde vender las estampitas
acumuladas en años.

Santa Rosa de Villa 3. San Jorge de la escuela de fútbol del ex barrio policial. Pachango
de la cooperativa “La Gran Esperanza”, dos años de espera de subsidio.

Si burocracia no se hace a propósito la espera del pobrerío en la tierra tiene un pequeño


mesías de la buena fe que llena formularios, abre su oficina de gestión comunitaria a las
ocho y multiplica el tiempo.

Cada puerta de un rancho golpeada sin que se caiga el rancho acaricia la generosa mano
de dios.

Doña Rosa, Jorge, Pachango entregan su alma y tatúan con tinta china las estampillas del
futuro.

Vengo de la escuela rural y estoy en éxtasis.

Vengo de la campaña de vacunación y estoy en éxtasis.

Jordán de agua corriente en la canilla recién abierta de la Planta Potabilizadora de


ACUMAR y estoy en éxtasis.

Que se multipliquen los pobres y los panes y el éxtasis.

Trabajador social y calcáreo, el bien no tiene erotismo.

Va hasta el río y tira su pierna, su pija, su dedo. Sobras de sobras. En el mundo de puro
bien donde no se garcha nunca.

Existen las licitaciones, las cometas, dice. Pero el dinero en la mano de un trabajador social
se hace ceniza de mundo viejo.

Lleva cemento, cal, ladrillos para construir un mundo nuevo. Porque sí. Porque toda
pobreza y humildad es contacto más directo con la divinidad.

Todo trabajador social mora en la tierra de su mente. Y negocia con el mundo de afuera
los arreglos para dormir en paz. Sshhh. Ya duerme.

Apaguen la luz, la vela, las usinas y ya.


Martín Rodriguez nació en Buenos Aires en abril de 1978. Publicó
Agua negra (Siesta, 1998), Maternidad Sardá (VOX, 2005),
Paniagua (Gog y Magog, 2005) y Para el lado de las cosas sagradas
(Niño Stanton, 2009), entre otros libros.
Trabaja en la TV Pública y escribe en el blog http://www.revolucion-
tinta-limon.blogspot.com.
Otros títulos

Rosa y negro
Paula Trama

La justicia del suelo


Mauro Lo Coco

Una destrucción muy fina


Fernando Callero

TELEPATÍA
Paula Peyseré

Cuatro paredes
Noelía Vera

Tres islas
Mercedes Halfon

El pekinés
Mario Arteca

Pistas
Cecilia Eraso

No existís
Mariano Blatt
After Sangre
Diego Carballar

Elegías
Horacio Fiebelkorn

Descargalos en www.determinadorumor.com.ar
Ministerio de Desarrollo Social

Martín Rodriguez

2012

ISBN 978-987-27311-9-9

Diseño y edición: Sebastián Morfes [bombo(a)determinadorumor.com.ar]

Rodríguez, Martín
Ministerio de Desarrollo Social. - 1a ed. - Buenos
Aires : DR>, 2012.
EBook.
ISBN 978-987-27311-9-9
1. Poesía Argentina. I. Título.
CDD 861

Licenciado bajo Creative commons by-sa Argentina 2.5 - Atribución-Compartir Obras Derivadas Igual-2.5-Argentina
(http://creativecommons.org/licenses/by-sa/2.5/ar/)

Usted es libre de:

copiar
distribuir
exhibir la obra
hacer obras derivadas.

Bajo las siguientes condiciones:

Atribución. Usted debe atribuir la obra en la forma especificada por el autor o el licenciante.
Compartir Obras Derivadas Igual. Si usted altera, transforma, o crea sobre esta obra, sólo podrá distribuir la obra derivada resultante
bajo una licencia idéntica a ésta.
Ante cualquier reutilización o distribución, usted debe dejar claro a los otros los términos de la licencia de esta obra.
Cualquiera de estas condiciones puede dispensarse si usted obtiene permiso del titular de los derechos de autor.
Nada en esta licencia menoscaba o restringe los derechos morales del autor.

También podría gustarte