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IDEAS PRELIMINARES
En el proceso concurren dos instituciones como garantía patrimonial: las medidas cautelares
como los medios puestos a disposición del demandante en un proceso para asegurar la tutela
jurídica que solicita y la contracautela, como garantía exigida legalmente para asegurar las
consecuencias derivadas de la realización de un acto procesal en concreto, como es la
ejecución del mandato cautelar.
Esto justifica que la contracautela tenga como objeto el asegurar las responsabilidades
pecuniarias derivadas de la ejecución cautelar. Busca neutralizar el eventual efecto dañoso de
una resolución judicial (mandato cautelar) para el caso que este no sea confirmada al decidir
el derecho de fondo.
La obligación de indemnizar no surge porque la medida cautelar dictada sea injusta, sino por el
hecho que su expedición y ejecución importa riesgo, el cual debe ser asumido por quien se
beneficia con él. Concurre una cautela a favor del afectado con la medida cuyo objeto de
aseguramiento es diverso al del ejecutante, pues no solo el mandato del juez se orientará a
cautelar la satisfacción futura del derecho en litigio sino a cautelar el daño que puede causar la
ejecución de dicha medida; de ahí que algunas opciones disienten en calificar de contracautela
a la tutela del posible daño al afectado con la cautela, pues en ambos casos existe esta.
En ese escenario, las medidas cautelares se convierten en medios de garantía que aseguran la
efectividad de la sentencia que se dicte en un determinado proceso, lo que, en la mayoría de
los casos, supone un aseguramiento indirecto de un derecho subjetivo discutido en el proceso;
por su parte la contracautela constituye un medio de garantía de que dentro del proceso,
asegura el cumplimiento de determinadas obligaciones futuras, de las que todavía no se
conoce su existencia. Ambos supuestos tienen como denominador común el ser medidas de
garantía, prestadas en el seno de un proceso, que se superponen frente a una relación jurídica
principal, ya sea presente o futura, con la finalidad de asegurar la efectividad de esta.
al fiscal que realice una actuación orientada al pago de una pretensión respecto de la cual se
ha perdido todo legitimación procesal.
Por el contrario, en los casos en que el agraviado no se ha constituido en actor civil, al estar
legitimado el fiscal para pretender el objeto civil del delito, puede solicitar la medida cautelar
orientad a asegurar el pago de la reparación civil, por propia iniciativa y sin necesidad de
ofrecer contracautela. Sin embargo, si el agraviado, que no se ha constituido en actor civil,
solicita al fiscal que pida la medida cautelar al juez, el fiscal podrá evaluar si existen razones
para las que el agraviado no ha podido constituirse en actor civil pese a comparecer en la
investigación o el proceso, y en función a ello deberá tomar una decisión al respecto; pudiendo
orientar al agraviado para que se constituya en actor civil y solicite la medida cautelar
directamente al juez, o asumiendo el pedido del agraviado, canalizarlo ante el juez, sin que el
agraviado ofrezca contracautela; obviamente, esto último será posible cuando circunstancias
especiales y razonables así lo aconsejen, como por ejemplo, insolvencia para ofrecer
contracautela, o imposibilidad de comparecer como actor civil por alguna razón.
De otro lado, debe quedar claro que la contracautela solo resulta exigible cuando se trata de
solicitudes de medida cautelares de carácter patrimonial, como embargo, orden de inhibición,
n anotación preventiva, etc; mas no así cuando se trata de solicitudes de medida, y quien
quiere que se levanten, el que podrá o deberá ofrecer garantías como la caución o la fianza.