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Parte histórica

En 1810 se instalaron los primeros saladeros a orillas de la cuenca Matanza Riachuelo


primera fuente de contaminación del mismo. Año siguiente, el Triunvirato se
comprometió a realizar una limpieza del riachuelo, debido a la contaminación producida
por las curtiembres, mataderos y saladeros.
El primer llamado a sanearlo fue en 1871 tras varios intentos de reubicar a los saladeros,
curtiembres y mataderos. Ya en 1854 se comprueba la imposibilidad de vida orgánica
debido al vuelco de los saladeros. Esta primera intención de sanearlo en 1871, durante la
presidencia de Sarmiento, tuvo éxito y efectivamente se erradicaron las industrias
contaminantes.
“El lecho del riachuelo es una inmensa capa de materias en putrefacción. Su corriente no
tiene ni el color del agua. Unas veces sangrienta, otras verde y espesa, parece un torrente
de pus que escapa a raudales de la herida abierta en el seno gangrenado de la Tierra"
-Diario La Nación, 1871
Entre 1880 y 1930 se instalan los primeros frigoríficos e industrias que empiezan a verter
químicos contaminantes al agua. En 1917 hay otra intención de sanear el río y en 1980
en un tercer intento, se extraen algunos buques hundidos del fondo.

Fallo Mendoza – 2006 y 2008


Hechos:
Los actores, en ejercicio de derechos propios y/o representación de sus hijos menores,
demandan ante la Corte Suprema, en instancia originaria, al Estado Nacional, la Provincia
de Buenos Aires, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y 44 empresas que
desarrollan su actividad industrial en las adyacencias de la Cuenca Matanza-Riachuelo,
requiriendo:
a) La creación de un fondo público, que tenga por fin reparar el daño ocasionado a las
víctimas, y que durante la sustanciación del proceso permita llevar adelante acciones que
busquen modificar la situación denunciada;
b) el pedido al Poder Ejecutivo Nacional de que reanude y continúe hasta su finalización
el Plan de Gestión Ambiental de Manejo de la Cuenca Hídrica Matanza - Riachuelo;
c) la implementación de medidas en orden a la inmediata atención de la salud de la
población ribereña de la cuenca;
d) la indemnización por los daños sufridos en atención a derechos individuales.
Competencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación
La CSJN establece una delimitación entre las pretensiones de la actora separándolas en
dos grupos, a efectos de resolver si la misma es competente para resolver sobre la cuestión
acaecida en autos. La primera pretensión se refiere al resarcimiento de la lesión de bienes
individuales, transgredidos como consecuencia indirecta de la agresión al medio
ambiente. La segunda pretensión tiene por objeto la defensa del bien de incidencia
colectiva para la tutela de un bien colectivo, en el caso el “medio ambiente”, el que por
su naturaleza jurídica, es de uso común, indivisible y está tutelado de una manera no
disponible por las partes, ya que primero corresponde la prevención, luego la
recomposición y, en ausencia de toda posibilidad, se dará lugar al resarcimiento.

Que respecto a la primera reclamación –resarcimiento de las lesiones de derechos


individuales- la CSJN entiende que la misma no es competente para resolver sobre la
cuestión toda vez que no se dan los requisitos exigidos por la Carta Magna en su artículo
117.
Respecto a la segunda reclamación, se analiza el medio ambiente como materia
competente de la Corte y su rango constitucional como bien jurídico tutelado. En este
sentido, la cláusula incorporada por la reforma de 1994 en el Artículo 41 de la
Constitución Nacional,establece que "Todos los habitantes gozan del derecho a un
ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano y para que las actividades
productivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las de las
generaciones futuras; y tienen el deber de preservarlo. El daño ambiental generará
prioritariamente la obligación de recomponer, según lo establezca la ley". El
reconocimiento de status constitucional del derecho al goce de un ambiente sano, así
como la expresa y típica previsión atinente a la obligación de recomponer el daño
ambiental no configuran una mera expresión de buenos y deseables propósitos para las
generaciones del porvenir, supeditados en su eficacia a una potestad discrecional de los
poderes públicos, federales o provinciales, sino la precisa y positiva decisión del
constituyente de 1994 de enumerar y jerarquizar con rango supremo a un derecho
preexistente, que frente a la supremacía establecida en el Artículo 31 de la Constitución
Nacional y las competencias regladas en el Artículo 116 de esta Ley Fundamental para la
jurisdicción federal, sostienen la intervención de este fuero de naturaleza excepcional para
los asuntos en que la afectación se extienda más allá de uno de los estados federados y se
persiga la tutela que prevé la Carta Magna. Desde esta premisa estructural, pues, es que
el Artículo 7° de la Ley Nº 25.675 prevé la competencia federal cuando se trata de la
degradación o contaminación de recursos ambientales interjurisdiccionales, hipótesis que
se verifica en el caso en la medida en que, por un lado, están involucradas más de una
jurisdicción estatal; y en que, por el otro, dos de las pretensiones promovidas tienen en
mira ese presupuesto atributivo de competencia -la degradación o contaminación de
recursos ambientales- al perseguir la recomposición y el resarcimiento del daño de
incidencia colectiva.
En el pronunciamiento de 2006 entre una serie de medidas que adoptó, requirió a las
empresas demandadas a que presentaran información relativa a:
i) Qué líquidos arrojan al río (cantidad, volumen y descripción);
ii) Si tienen o existen sistemas de tratamiento de residuos;
iii) Si están aseguradas para garantizar, conforme lo exige el artículo 22 de la Ley
General del Ambiente – “Toda persona física o jurídica, pública o privada,
que realice actividades riesgosas para el ambiente, los ecosistemas y sus
elementos constitutivos, deberá contratar un seguro de cobertura con entidad
suficiente para garantizar el financiamiento de la recomposición del daño que
en su tipo pudiere producir; asimismo, según el caso y las posibilidades,
podrá integrar un fondo de restauración ambiental que posibilite la
instrumentación de acciones de reparación”- la reparación de posibles daños;
iv) Requirió al Estado Nacional, a la Provincia de Buenos Aires, a la ciudad de
Buenos Aires y al Consejo Federal de Medio Ambiente a que presentaran un
Plan integrado de saneamiento, el que debía contener un estudio sobre el
impacto ambiental que producen todas las empresas instaladas en el área
afectada;
v) La elaboración de programas de educación e información pública sobre el
tema;
vi) Finalmente, decidió convocar a una audiencia pública para que las partes
informaran en forma oral y pública el contenido de lo solicitado.

Realizada las audiencias públicas durante el año 2007, la Corte Suprema de Justicia
de la Nación dictó sentencia en el año 2008. Que en el escrito inicial de demanda, de
los informes emitidos en cumplimiento del pronunciamiento de la CSJN en el año
2006 y de la pericia realizada por la Universidad de Buenos Aires, surge que entre las
fuente de contaminación se destacan las industrias, que en la mayoría de los casos
vierten sin depuración al río y al suelo los líquidos que utilizan, conjuntamente con
residuos sólidos tóxicos y peligrosos. Las empresas que desarrollan dichas
actividades, según afirman, evidencian un estancamiento tecnológico y un estado
ambiental deficiente. Manifiestan que el río en su parte media está fuertemente
contaminado, pero en su parte inferior y zona portuaria está altamente contaminado,
ya que contiene un grado muy elevado de metales pesados y compuestos orgánicos,
con fuerte presencia de hidrocarburos totales y pesticidas "organoclorados". A todo
ello se agrega la inexistencia de sistemas cloacales y la consiguiente vertiente en el
río de los desechos correspondientes, como así también de desperdicios de todo orden
provenientes de basurales inadecuados. Tal estado de cosas, según ponen de resalto
en el escrito inicial, ha provocado también la existencia de un gran número de terrenos
potencialmente contaminados, con impacto en las aguas subterráneas y superficiales,
y en los suelos.
Respecto a la la tutela del ambiente como bien jurídico tutelado manifiesta que dicha
tutela importa el cumplimiento de los deberes que cada uno de los ciudadanos tienen
respecto del cuidado de los ríos, de la diversidad de la flora y la fauna, de los suelos
colindantes, de la atmósfera. Estos deberes son el correlato que esos mismos
ciudadanos tienen a disfrutar de un ambiente sano, para sí y para las generaciones
futuras, porque el daño que un individuo causa al bien colectivo se lo está causando a
sí mismo. La mejora o degradación del ambiente beneficia o perjudica a toda la
población, porque es un bien que pertenece a la esfera social y transindividual, y de
allí deriva la particular energía con que los jueces deben actuar para hacer efectivos
estos mandatos constitucionales. Que en este sentido, la recomposición y prevención
de daños al ambiente obliga al dictado de decisiones urgentes, definitivas y eficaces.
De acuerdo con este principio, debe resolverse de modo definitivo la específica
pretensión sobre recomposición y prevención.
A efectos de resolver de modo definitivo la CSJN establece una serie de pautas que
debe contener el Plan Integral Matanza Riachuelo a que persigue tres objetivos: 1) La
mejora de calidad de vida de los habitantes de la cuenca; 2) la recomposición del
ambiente en la cuenca en todos sus componentes (agua, aire y suelo) y 3) la
prevención de daños con suficiente y razonable grado de predicción.
Se establece dentro del programa un sistema de información pública digital vía
internet para el público en general que de modo concentrado, claro y accesible, el
cuál contiene todos los datos e información que fueron solicitados por la CSJN en las
audiencias públicas del año 2007.
Respecto a la contaminación de origen industrial, el programa prevee la realización
de inspecciones a todas las empresas existentes en la cuenca Matanza-Riachuelo, la
identificación de aquellas que se consideren agentes contaminantes y la intimación a
aquellas que se consideren como tales a que presenten el respectivo plan de
tratamiento. En caso de que las empresas con carácter de agente contaminante no
presenten el plan de tratamiento, se les emitirá una orden de cese en el vertido, emisión
y disposición de sustancias contaminantes que impacten de un modo negativo de la
cuenca. En caso de incumplimiento, se podrán utilizar medidas de clausura total o
parcial y/o traslado. En caso de que las empresas manifiesten la imposibilidad
económica de pagar los costos de tratamiento o cuando exista una situación social de
gravedad, se podrá conceder una prórroga en el plazo de realización o se podrán idear
otras medidas tendientes al cumplimiento de los objetivos del Programa.
Sobre la tarea de saneamiento de basurales previstos en el Plan, se dispuso adoptar las
medidas necesarias para impedir que se sigan volcando residuos en el los basuretos,
ya sean legales o clandestinos, disponiendo, en igual sentido, su cierre. Asimismo, se
estableció la obligación para la adopción de medidas a fin de implementar el programa
de prevención de formación de nuevos basurales a cielo abierto. Erradicar y prevenir
las habitaciones dentro de estos basurales y por último la implementación del plan de
Gestión Integral de los Residuos Sólidos Urbanos.
Se dispuso la finalización de la desratización, limpieza y desmalezado de los
márgenes del río, así como la transformación de toda la ribera en un área parquerizada
Siguiendo el mismo lineamiento se estipularon obligaciones respecto al cumplimiento
de expansión de la red de agua potable, desagües pluviales, saneamiento cloacal y un
plan Sanitario de Emergencia.
Que la autoridad obligada a la ejecución del programa, que asumirá las
responsabilidades ante todo incumplimiento o demora en ejecutar los objetivos del
Programa, es la Autoridad de Cuenca que contempla la ley 26.168 – ACUMAR /
Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo-.. Ello, sin perjuicio de mantener intacta en
cabeza del Estado Nacional, de la Provincia de Buenos Aires y de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires, la responsabilidad que primariamente les corresponde en
función del asentamiento territorial de la cuenca hídrica y de las obligaciones
impuestas en materia ambiental por disposiciones específicas de la Constitución
Nacional.
Se establece que la Auditoria General de la Nacion llevara un control especifico de la
asignación de fondos y de ejecución presupuestaria de todo lo relacionado con el plan.
Se dispone habilitar la participación ciudadana en el control del cumplimiento del
plan de saneamiento y del programa fijado en el presente. Se encomienda al defensor
del pueblo la coordinación de dicha participación.
Se atribuye competencia al juzgado federal de primera instancia de Quilmes para
conocer en todas las cuestiones concernientes a la ejecución del pronunciamiento y
en la revisión de las decisiones finales tomadas por la autoridad de cuenca.
Es importante destacar que se entenderá por “agente contaminante” a “a todo
establecimiento industrial o actividad de servicios que se encuentre radicado u opere
en el ámbito de intervención de la ACUMAR, como así también a aquellos que tengan
relación directa o indirecta con el saneamiento de la Cuenca Matanza Riachuelo, que
generen, transporten, traten o dispongan residuos sólidos o efluentes líquidos o
generen emisiones gaseosas, en contravención a la legislación aplicable, que no
permitan alcanzar y preservar los objetivos de calidad fijados por este organismo,
conforme lo establecido en la reglamentación de la presente norma. Quedan
incluidas en lo regulado en el presente artículo las urbanizaciones que cuenten con
sistema propio de tratamiento de aguas servidas” conforme lo estableció la
ACUMAR mediante Resolución N°46/2017
Según un informe realizado el 7 de julio de 2017 por el Cuerpo Colegiado integrado
por la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), el Centro de Estudios
Legales y Sociales (CELS), Greenpeace Argentina, la Asociación Ciudadana por los
Derechos Humanos (ACDH) y la Asociación Vecinos La Boca se estableció que
mediante la misma resolución se permite verter en el agua sustancias prohibidas por
la Convención de Estocolmo sobre los Contaminantes Orgánicos Persistentes (COP)
a la cuál la Argentina está adherida.

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