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2004

CONAC

Jose Gregorio Bello Porras

VALORES ESENCIALES PARA LA


VIDA EN FAMILIA Y EN
COMUNIDAD
Que cada palabra lleve lo que dice.
Que sea como el temblor que la sostiene.
Que se mantenga como un latido.

Rafael Cadenas (De Intemperie)

Introducción:
Hablar sobre los valores exige una conversación larga, personal, con mucha sinceridad, pero a la
que no falte bastante afecto. Debe ser un compartir de experiencias, un contar de vivencias, que
provienen de los hechos cotidianos, de lo que nos ha pasado día a día en este camino de la vida.

Hablar sobre los valores es reflexionar sobre nuestra vida y destino. Sobre lo que somos y lo que
queremos ser, como individuos, como familia, como país y como humanidad.

Por eso me atrevo a hablarte a ti. Directamente. A alguien al que probablemente no conozca en
persona. A alguien con el que, quizá nunca me haya encontrado en ningún sitio y con quien
posiblemente nunca me encontraré. Para ti soy sólo una voz desconocida hasta ahora, palabras en
blanco y negro con las que compartirás algunas ideas, algún tiempo y muchas posibilidades.

Pero observa, esa aparente lejanía no importa para que nuestro pensamiento fluya y para que
surja de nuestra conversación el acuerdo y la reflexión conjunta. Algo que parece difícil pero que
es esencial para constituir una sociedad.

Tú piensas, sientes y actúas. Tú decides. Pero no estás solo. Estás en relación con los seres que te
rodean. Una relación que puede ser armónica o dificultosa. Pero que es inevitable.

El entendimiento es una posibilidad que surge de un diálogo donde nos ponemos de acuerdo
sobre nuestros principios comunes y nuestras metas colectivas.

Ese es el mundo de los valores, un mundo casi invisible pero muy real. Un mundo que afecta
nuestra vida diaria.

Un mundo donde las palabras tan sólo pretenden servirte de guía. Y tú tendrás la experiencia de
reafirmar tu existencia consciente en este universo.

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Capítulo 1: Valores en tu vida, una definición
Cuando hablamos de valores nos referimos a algo que nos guía en la vida. Algo muy importante
para todo lo que hacemos. Y también para lo que no hacemos. Algo que, tal vez, no podemos
tocar, ver, oír o gustar materialmente. Pero que significa la diferencia entre sentirnos bien o
percibirnos terriblemente miserables ¿Qué es ese algo? Avanza y lo verás.

Los valores son luces en las oscuridades de la existencia. Nos permiten ver salidas en los
laberintos. En las noches tenebrosas, donde nos sentimos y estamos solos con nuestros
pensamientos y nuestros dilemas, nos anuncian el día, como el gallo convoca la aurora.

En las decisiones más importantes nuestros valores constituyen una guía. No deciden por
nosotros pero nos ayudan a elegir lo mejor para nuestro ser. Aunque lo que escojamos luzca
difícil, arriesgado o incluso peligroso. Los valores son principios que nos hacen mantener
posiciones. Los valores nos caracterizan como seres humanos.

A veces parece que los valores no tienen que ver con lo práctico, con lo inmediato, con lo
simplemente utilitario. Son percibidos, falsamente, como entidades que no tienen nada que ver
con nuestro mundo lleno de imperfecciones. Pero esto tampoco es así. Los valores nos aportan
soluciones aplicables a los problemas más inmediatos de nuestra cotidianidad.

En muchas ocasiones no logramos ver el camino para llegar hasta lo que queremos. O no
sabemos cómo transitarlo de la mejor manera, para nosotros y para los que nos rodean. En esos
momentos de incertidumbre los valores se constituyen baquianos por los territorios que aún no
hemos explorado en esta tierra y por el resto del tiempo que nos queda de tránsito en el mundo.

Vamos a tratar de comprender, más allá de esta pura descripción, lo que son los valores.
Definiéndolos paso a paso, con el propósito de hacer nuestro, de cada uno, pero sobre todo de ti
mismo, el concepto de Valores. Para ello, debes completar mi reflexión con tu experiencia.

Los Valores son guías de la conducta de las personas.

Tal como lo dijimos, los valores constituyen un principio de conducta, una manera de ser y hacer,
una guía para nosotros en todos y cada uno de nuestros actos. Como toda guía, nos muestran el
camino, lo recorren con nosotros, pero no sustituyen lo que debemos hacer. Los valores deben
ponerse en acción.

Son Guías de conducta, porque se van a expresar en actos concretos de nuestra vida. Los valores
no son simples formas de pensar alejadas de nuestro trajín diario. Los valores se prueban, se
nutren, se fortalecen o decaen en el transitar del día a día.

Los valores no determinan el pensamiento único y adecuado. No expresan la verdad absoluta sino
acciones ajustadas en nuestra vida particular.

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Son guías no materiales. Nunca se constituyen en seres de carne y hueso, aunque podamos
encontrar personas que encarnan elevados valores. Son formas de vivir la vida, según tu
experiencia. Por ello tú eres el responsable de escoger tus valores.

Su finalidad última es la supervivencia del ser humano

En su aspecto más primario, tanto como en su finalidad última, los valores buscan asegurar la
existencia del individuo. Casi podríamos decir que los valores comienzan con el instinto de
conservación que nos permite sortear los peligros más inmediatos en nuestra vida.

Los valores nos orientan hacia la búsqueda de metas en nuestra vida. Los valores ordenan
nuestras metas y finalidades en la vida. Por ello poseen una importantísima función organizadora.
Los valores aportan sentido a nuestras acciones.

Como los valores procuran dar significado a nuestra actividad, nos permiten, igualmente,
mantener una coherencia mental. Esto crea el ambiente necesario para que el ser humano se
relacione adecuadamente con el mundo y con las otras personas, aportándole un sentido de
pertenencia al mundo, a la comunidad y al entorno más inmediato.

Cada hombre y mujer posee valores.

Aunque no sea plenamente consciente de ello a cada momento, cada uno de nosotros posee una
serie de valores que le sirven de guía. No importa nuestra procedencia social, económica o
religiosa, poseemos valores que ordenan nuestra vida.

El valor, por sí mismo, no es bueno o malo. El ser humano, al darle intención a sus actos, los
conduce por la senda de lo adecuado o lo inadecuado. Y con sus valores ordena o pierde su vida.

Para alguien un valor puede ser el respeto a la vida, para otra persona su valor puede ser la
voluntad de arrebatarle a la vida a otra persona. Ambos individuos están guiados por sus propios
valores. Pero, necesariamente, existen valores que hacen crecer al individuo y otros que lo
precipitan a la destrucción. Estos últimos podemos llamarlos antivalores.

Los mismos valores no siempre son compartidos por todos los que nos rodean.

A pesar que los valores suponen la vida en comunidad, ello no significa que tus valores sean
iguales a los de tu vecino. Él ha vivido experiencias distintas a las tuyas, se ha formado de una
manera distinta a ti. Y seguramente ha llegado a conclusiones sobre la vida distintas a las tuyas.
Él posee sus propios valores que no tienen que ser los tuyos.

Esta característica plantea la revisión de un primer valor imprescindible para la vida en


comunidad, el valor de la tolerancia y el respeto por la opinión ajena.

Si tú crees en tus propios valores, tu vecino cree en los suyos. Y ambos tienen un espacio por
compartir. Ambos están animados por alcanzar el bienestar, compartiendo esta tierra.

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Los valores tienen la función social de asegurar la convivencia y el respeto mutuo.

Los valores nos permiten vivir en comunidad. El mismo hecho de pensar en una comunidad
supone que valoramos una forma de agrupación para defendernos en la vida; significa que
valoramos la vida en sociedad.

El acercamiento entre las personas constituye, de esta manera, un valor en sí mismo. La


convivencia se erige como un principio que nos puede ayudar a facilitar la vida.

Los valores funcionan en un ambiento donde tengamos que compartir. Si estuvieras solo en un
planeta distante, solo con tus pensamientos, solo con el suelo seco, tal vez no te serían tan
necesarios los valores. El único valor serías tú mismo Pero si en ese planeta solitario convives,
aunque sea con un insecto o una planta, ya se plantea el problema de la convivencia como valor
fundamental.

Algunos valores se refieren a ti y tu pensamiento. Pero la mayoría organizan tu forma de


entenderte con las demás personas, con el mundo que te rodea e, incluso, con el universo donde
habitas.

Los Valores se pueden aprender en el intercambio con las personas significativas.

Los valores se aprenden en el contacto con las personas significativas en nuestra vida. Una
persona significativa es aquella que te deja huellas importantes. Pueden ser rastros positivos o
negativos. Personas significativas pudieron ser tus padres, tus maestros o quienes hicieron este
papel en tu vida. Ellos te enseñaron el amor. O el odio. La esperanza o el desencanto. Ellos te
enseñaron valores sin proponérselo.

¿Cómo lo hicieron? Únicamente el aprendizaje por el ejemplo nos deja valores en nuestra vida.
Piensa unos instantes cómo adquiriste ese valor que le das a la honestidad, por ejemplo.
Seguramente alguien que significó mucho en tu vida te transmitió ese valor.

Los valores son la herencia de nuestros mayores. La verdadera herencia que nos permite construir
el mundo. Piensa unos instantes en el legado que nos dejaron nuestros Libertadores. Su herencia
no fue la de riquezas materiales, ni siquiera el de los monumentos de piedra a su memoria. Su
auténtico legado fue el amor por la libertad y el sentido de patria. Ellos nos transmitieron valores
que aún hoy nos esforzamos en poner en práctica real y verdaderamente.

Tú también recibes y transmites valores en tu vida. Lo haces con tu familia, con tus allegados,
con tus vecinos y amigos. Porque aunque no prediques sobre los valores, das ejemplo de ellos y
te constituyes en una lección viva de valores puestos en práctica.

Resumamos:
Los Valores son guías de la conducta de las personas. Su finalidad última es la supervivencia
del ser humano. Cada hombre y mujer posee algún tipo de valor que ordena su vida. No
siempre estos valores son compartidos por todos los que nos rodean. Los valores tienen la
función social de asegurar la convivencia y el respeto mutuo. Y se pueden aprender en el
intercambio con las personas significativas en nuestra vida.

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Capítulo 2: Dimensión de los Valores
La vida es el valor primordial del ser humano. Por simple instinto el hombre o la mujer busca su
conservación. Sin embargo, para llegar a la conciencia de la vida como un valor fundamental,
como algo que debe respetar, es mucho lo que debe recorrer el individuo. Ese camino marca la
distancia entre los valores individuales y los valores trascendentes del ser humano.

El egoísmo, visto de esta forma, puede cumplir con una función elemental. Se constituye en una
manera inmediata de defender la existencia. En cierta forma es un valor. Pero diferente a otros.
Distante y distinto, por ejemplo, de lo que representa el valor del desprendimiento y el amor a la
humanidad, situado en el extremo opuesto. El egoísmo puede ser adecuado en un momento dado.
Pero si la persona permanece en él, verá limitado su crecimiento. Desde el egoísmo debe pasar a
otra etapa y crecer hacia la amplitud social.

Los valores, en ese sentido, van a ir ascendiendo en una especie de escalera, desde lo más
elemental hasta lo más trascendental. Esa subida se da a lo largo de la vida de cada individuo.
Todos los valores se proyectan, de una u otra forma, desde el mantenimiento y desarrollo del
bienestar del individuo hasta el de la humanidad. Van evolucionando, ampliándose. Desde el los
intereses inmediatos de cada persona hasta la preservación del universo donde transcurre la
existencia del ser humano.

Los valores, además, se van diferenciando en cada ser humano, en cada familia, en cada
comunidad. Y entre los valores que cada cual posee se establecerá una jerarquía. Es fácil
encontrar cómo uno mismo da más importancia a unos valores que a otros. Esta característica
permite que nos distingamos los unos de los otros. Cuando coincide nuestra escala de valores, nos
maravillamos y nos identificamos. Pero la falta de coincidencia de la escala de valores entre las
personas no tiene por que ser un impedimento para se comprendan entre sí.

Por todo eso hablamos de la dimensión de los valores. Una dimensión que nos diferencia o nos
identifica. Una dimensión ascendente. Con muchos matices. Una dimensión que revisaremos, de
esa manera, desde la individualidad hasta la universalidad.

Valores del individuo:


El ser humano se afianza en la vida a través de sus acciones. Pero para ello debe poner en claro
algunos líneas de acción que le permitan desarrollarse en ella. Todos los seres humanos, en
diverso grado, pensamos y planificamos nuestra vida. Aunque no lo hagamos de una manera
consciente.

En algún momento nos decimos a nosotros mismos lo que queremos de esta existencia. De esta
manera establecemos nuestros valores. Ellos son de nuestra posesión exclusiva. Son de cada uno,
aunque hayan partido de la experiencia ajena.

Los primeros valores individuales apuntan hacia el egoísmo. Afianzan nuestro yo. Eso no es malo
de por sí. Incluso, llega a ser fundamental para la conservación de la vida. Pero al igual que el ser
humano avanza desde al infancia hasta la edad adulta, alcanzando la madurez, debe progresar en
la formulación de su sistema de valores.

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Muchos de los valores individuales sobreviven durante toda la vida del humano. Otros
evolucionan hacia formas mejor elaboradas. Algunos, simplemente, son sustituidos por otros.
Cambiamos, nos adaptamos, según nuestras necesidades y la influencia social.

Los valores individuales son la base para el establecimiento de valores grupales de diverso tipo.
La propuesta de un individuo puede resultar valedera para otros muchos. Descubrimos la afinidad
y coincidimos, a veces, en un objetivo que se convierte en objetivo común de varios individuos.

Los seres humanos comparten y crean juntos si establecen valores comunes. Si no poseemos un
destino común a donde queramos llegar, no nos acercaremos juntos a ese sitio. Los valores
permiten acercarnos entre nosotros y a nuestro destino.

Valores de la familia:
Siempre hemos escuchado que la familia es la base de la sociedad. Tanto la familia como la
sociedad pueden convertirse en valores en sí mismos. Ello dependerá del cultivo que hagamos, de
la importancia que le demos, de la conciencia que tengamos del proceso de la vida en el marco de
un grupo o la sociedad.

Los valores familiares primarios apuntan hacia el mantenimiento grupal para el logro de la
supervivencia. El hombre o la mujer solos son la excepción. El ser humano ha podido sobrevivir
por su trabajo conjunto. En ese esfuerzo construye la sociedad.

Entre esos valores que afianzan la unión del grupo primario, la familia, están la colaboración
mutua, el compartir, la solidaridad y otros muchos que se ejercerán igualmente en el marco de las
comunidades mayores.

La familia es la comunidad primaria. Como toda comunidad humana, su inicio es una relación
entre individuos humanos. La calidad de esa relación es clave para el logro de la propuesta
común. Por ello, las relaciones que establecemos en la familia son indispensables para conseguir
los fines comunes.

El acuerdo, la conciliación y la tolerancia provienen de esta necesidad y se establecen como


valores. Todo ello contribuye a la convivencia, sostenida en la colaboración, valores
fundamentales para el sostenimiento social.

Los valores que se forman en la familia los ejercemos luego en comunidades cada vez mayores
que pueden llegar a abarcar hasta la humanidad entera.

La conciencia de familia es un avance importantísimo para la construcción social. La familia


misma va a constituirse en un valor social. Los estados modernos y progresistas, a través de una
legislación coherente y medidas apropiadas, van a proteger a la familia como un valor
fundamental para su existencia.

Valores de la colectividad o la sociedad:


La sociedad es fruto de un acuerdo entre seres que viven en un mismo espacio y en un tiempo
determinado. Cuando constituimos un grupo lo hacemos por un acuerdo entre todos los que

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estamos en ese grupo. La sociedad viene a ser un gran grupo organizado con normas. Su objetivo
último es proveer de subsistencia apropiada a todos los que la constituyen.

Pero la sociedad no es una cosa teórica, aislada de nuestra vida cotidiana. Al igual que hacemos
una familia, los habitantes de un espacio mayor logramos acuerdos para convivir y crecer juntos.
Estamos, de esa manera fundando una sociedad organizada.

La sociedad constituida por acuerdo mutuo, tiene también como fundamento unos valores
compartidos por todos o la gran mayoría de sus miembros.

Al igual que los valores familiares, los sociales provienen de una necesidad de mantenerse y
crecer en comunidad. Esos valores sociales aportan fortaleza y cohesión a grupos que de otra
manera serían diversos. Las familias y los grupos de intereses múltiples, se organizan y tienen en
los valores compartidos una sustentación que no se toca pero se siente.

Los valores sociales van a variar de acuerdo con las sociedades específicas, con las comunidades
que se constituyen. Así como en cada familia se establece un valor distinto, en cada comunidad
se promueven valores que pueden tender a engrandecer esa sociedad. O por el contrario la pueden
destruir. Porque debemos recordar que al igual que los valores, pueden existir antivalores.

Los valores sociales se forman en cada comunidad específica, en cada población y país, como
fruto de un proceso de intercambio. Al igual que en la familia, los valores sociales provienen de
la interrelación entre los miembros de la sociedad.

Pero en la sociedad, a veces, no todos los miembros tienen la palabra. Por ello se presentan en
ocasiones valores grupales como valores de toda la sociedad.

Dada esta característica, es importante que exista un flujo democrático de la comunicación en


toda la sociedad. Ello garantizará que los valores que se promuevan representen los de la
mayoría, los más adecuados a los intereses comunes, los que van a dar la mayor suma de
felicidad a todos. Pero a la vez, es fundamental que se respeten los valores de las minorías y de
los individuos, porque todos constituyen la sociedad.

El impulso de los valores sociales va a depender, no obstante la importancia de los grupos y las
organizaciones, de los seres individuales que formamos una sociedad. Si cada uno se
responsabiliza de sus acciones, si ellas giran en torno al bien común y todos mantenemos una
coherencia entre nuestra vida y nuestros valores, estaremos contribuyendo a la constitución sana
de una sociedad de valores.

Valores universales de la persona humana:

¿Existen valores universales? ¿Existen valores que comparten todos los seres humanos donde
quiera que estén o quienes quiera que sean? No vamos a contestar afirmativa o negativamente
esta pregunta en este momento. Vamos a dejar que seas tú quien encuentre la respuesta.

El ser humano además de los instintos que explican su supervivencia más primaria, posee otros
recursos para defenderse, progresar y existir en el mundo. Ha desarrollado su inteligencia, su

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capacidad de entender los procesos a su alrededor y dar respuesta adecuada a esas demandas del
medio ambiente. Y su capacidad de aprender.

El ser humano es un vencedor de obstáculos. Tal vez no está tan bien dotado de fuerza y de
resistencia como muchos animales, o de otras capacidades físicas. Pero su fortaleza está en esa
posibilidad de dar respuesta a las interrogantes más exigentes. Las grandes obras demuestran esa
capacidad. Pero sobre todo lo demuestra el hecho de sobrevivir a la misma capacidad humana de
destrucción.

El ser humano revela su vocación, su llamado a la trascendencia, al trazar valores que van más
allá de lo simple y de lo útil. La belleza, por ejemplo, es algo que no puede explicarse como algo
utilitario. El placer, no se explica como simple saciedad. ¿Por qué comemos algo que nos gusta y
no simplemente algo que nos alimenta? ¿Es una vanidad? ¿O es una característica humana?

El ser humano, al resolver algunas necesidades primordiales se encamina a la satisfacción de


otras necesidades, no menos importantes, las de afecto, las de tener una familia o un grupo con el
cual identificarse, las de socialización y finalmente las de realización personal. Entendiendo esta
última como una necesidad de encontrar sentido en su existencia.

Este ascenso en la escala de necesidades, sin embargo, no es mecánico.

Tú, por ejemplo, puedes no haber resuelto una necesidad básica y sin embargo encaminarte hacia
la superación personal. Por ejemplo, el hecho de no poseer una vivienda propia no te paraliza en
formarte como un trabajador competente o un profesional capacitado. Todo lo contrario, tal vez
buscas con mayor impulso tu formación profesional como camino para tu mejora económica y la
consecución de tus metas.

Estos valores cada vez más intangibles y cada vez más elevados en la escala de necesidades, por
ejemplo, los de la realización personal, no poseen el mismo significado en cualquier lugar del
mundo. La realización personal puede significar fama y reconocimiento para algunas sociedades.
Y a través de esos valores tratar de encontrar sentido a la vida. Para otras sociedades puede
significar un conocimiento profundo de sí mismo y del mundo. Y una acción consecuente en tal
sentido.

No obstante las diferencias de interpretación, se conserva la realización personal como un valor


en diversas culturas. La universalidad está presente más allá de la expresión específica geográfica
o social del valor. Los valores pueden ser universales aunque se desarrollan en un contexto
cultural determinado. Y es precisamente su expresión diversa la que le da la característica de
universal. Se da en todas partes de diverso modo.

En el ejercicio de los valores, el individuo se convierte en persona. Esto significa que obtiene
conciencia de su poder ordenador del mundo, una organización ecológica de su existencia y una
comprensión de la vida. La trascendencia está fundada en la misma importancia del ser humano
en el universo. Su conciencia de creador de cultura y civilización. Su condición de ser social que
busca la evolución en la mejora de sus relaciones con todo lo existente.

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Capítulo 3: Cultivo de los Valores:
Los valores son característicos del ser humano. Pero ellos no aparecen espontáneamente en los
individuos. Los valores deben aprenderse. El individuo tendría que hacer todo el inmenso
recorrido de la evolución, si quiere encontrarse con los valores sociales por su propia cuenta, sin
la ayuda del aprendizaje social. Cuánto tendría que discernir un hombre solo o una mujer sola,
para alcanzar lo que toda la humanidad ha alcanzado en cuanto al aprendizaje de los valores.

Porque lo que ha hecho el género humano en su recorrido por el mundo y la historia ha sido
aprender. Tropezarse, caer y levantarse. Y seguir aprendiendo. Lo mismo, en cierto sentido, que
hace cada individuo en su tiempo de vida. Sólo que cada unidad individual del género humano,
cada hombre y cada mujer, tienen la ventaja del lo que ya ha aprendido y le transmite la
humanidad entera.

Los valores construyen una forma de comportamiento. Son una forma de vida. Por ello, su
incremento en las diversas dimensiones del ser humano, constituye una búsqueda coherente de
sentido al tránsito por el mundo.

La familia educadora de Valores

La familia es la gran educadora del ser humano. No nos referimos estrictamente a la familia
biológica. Queremos englobar a todo grupo o núcleo que nos sirvió de apoyo, que nos alimentó
en nuestra forma de ver el mundo. La familia está formada por algunas personas significativas en
nuestra formación para la vida. La familia, de esta forma, está constituida por padres y hermanos,
pero también por algunos otros familiares o quienes hicieron las veces de tutores en nuestra
experiencia de aprender a vivir. Nuestra familia extendida puede englobar hasta nuestros
maestros.

El ser humano es un ser de aprendizajes. Su capacidad de adaptación, vale decir su inteligencia,


es fruto de su avidez por aprender, aparte de sus condiciones biológicas, emocionales y sociales.
La inteligencia humana es fruto de algo que va más allá de lo simplemente instintivo.

Esta capacidad de aprendizaje es inmensa mientras el individuo es más joven. A menor edad
parece haber mayor capacidad de aprendizaje. Porque hay un mayor número de cosas por
aprender. El niño pequeño es una esponja. Día a día, obtiene muchísimas conductas e
informaciones que no tenía. Sin otro criterio que el aprender. Pueden ser informaciones correctas
o erradas, conductas adecuadas o inadecuadas. Pero esa es su capacidad.

A mayor edad parece que el individuo aprende menos. Pero esto es solo porque posee criterios
más estrictos para incorporar nuevos aprendizajes.

Estas posibilidades de aprendizaje tienen su marco, su sitio, su estímulo o su inhibición en la


familia. Una familia que estimula el aprendizaje va a tener miembros mejor preparados para la
vida.

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Pero el aprendizaje no es solo información. Son conductas. Y sobre todo criterios para
desenvolvernos en la vida. Los valores son criterios de conducta arraigados. Y los aprendemos en
la familia.

Revisa en este momento tu historia personal. Hazte preguntas. Sobre quién te enseñó a ser
honrado. A ser trabajador. A cumplir con la palabra empeñada. A tener fuerza para enfrentar la
vida.

Seguramente tus respuestas te llevan a personas significativas. A tu familia o a quienes hicieron


sus veces.

Ahora reflexiona simplemente. Si tienes una familia, tienes el enorme rol de ser educador de
valores. Lo sepas o no lo sepas hacer. Seas instruido o no. Ya has visto que los valores no
dependen de títulos sino de actitud ante la vida. Con sencillez la vida te da la oportunidad de
enseñar. No la desaproveches.

La sociedad y el cultivo de Valores

La sociedad enseña a través de instituciones formales o con la informalidad de la existencia


diaria. En el trabajo, en las relaciones interpersonales, en las costumbres, va sembrando la semilla
de lo que le parece aceptable o inaceptable. De allí derivan conductas constructivas o
destructivas. De allí traza la sociedad su futuro mejor o su decadencia.

Pero ¿quién en la sociedad decide lo que es bueno? En ocasiones ese proceso es bastante
complicado. Se establecen costumbres, creencias comunes, maneras de hacer a lo largo de una
historia llena de agitaciones y circunstancias. Y de allí derivan lo que establecemos como un
valor o un antivalor.

Pero también, en ocasiones, se nos quiere vender una idea, una creencia o una actitud como la
correcta. A través de medios masivos de comunicación se nos ofrecen valores que no
necesariamente son constructivos. Estos medios dictan, a menudo, por no decir de continuo,
pautas de vida que no pocas veces aceptamos sin ningún sentido crítico.

Y no en pocas ocasiones también estos medios obedecen a intereses que no son los de la mayoría.
Por el contrario. Pertenecen a minorías que quieren ejercer un poder de sometimiento sobre el
resto de la sociedad.

Pero en ti reside la conciencia de vivir y escoger lo mejor para ti y los tuyos. Mediante el
ejercicio del discernimiento. Tú también tienes el poder de la comunicación directa, del diálogo,
del intercambio de ideas y experiencias. Incluso a través de medios masivos de comunicación que
te sirvan de verdad.

Una sociedad que quiere construir su futuro cultiva los valores. Una sociedad que quiere
enaltecer a sus miembros promueve la discusión de valores que lleven a construir y a desarrollar
el potencial de los individuos. Una sociedad justa busca formar personas.

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El mejor camino para la enseñanza es el ejemplo. Cuando alguien exitoso en la conducción social
enseña valores, debe hacerlo con su propio ejemplo. Cuando las acciones concuerdan con las
palabras existe lo que llamamos congruencia. Ser congruente es ejemplificar con la conducta lo
que se dice. Es: hacer lo que se dice. Y si esto propone un valor, será un poderoso medio de
enseñanza.

Quienes tienen valor de referencia en la sociedad, desempeñan este rol de maestros o guías o
facilitadores de un proceso. Por ello, la importancia de ejercer con plena conciencia el papel de
líder que nos pueda dar la vida y la comunidad.

El líder comunitario no es un privilegiado, en el sentido que tenga simplemente mayores


facilidades para satisfacer sus propios intereses. El líder de las comunidades, no importa el
tamaño que estas tengan, es un servidor.

Ser servidor de los demás, eso sí es un privilegio. Facilitarle a los demás los procesos. Facilitarle
una mejor condición o calidad de vida ofrece mayores satisfacciones que las que el dinero o el
poder puedan dar. Un líder comunitario es un maestro de valores. Tanto si actúa bien como si da
la espalda a quienes lo pusieron en ese rol.

Por todo ello, la conciencia es lo único que garantiza que el líder pueda ejecutar con rectitud su
papel. Es la única condición que va a facilitar la congruencia y le va a permitir al líder
constituirse en un ejemplo válido.

Y esto se da en todos los niveles. Desde el líder familiar hasta el máximo líder de una nación.
Todos, con la conciencia de trabajar únicamente para los demás, van a constituir ejemplo de
valores congruentes.

Valores Esenciales para la vida en Familia y en comunidad

La muerte debe ser vencida


La miseria echada
Que haya pájaros en cada pecho.

Gustavo Pereira (Cartel de la Alegría)

Vamos a revisar ahora una serie de valores importantes para la vida en familia y en comunidad.
Será una reflexión en voz alta. O tal vez simplemente un murmullo. Los valores no son
imposiciones. Son sugerencias de acción en las que crees tan firmemente como para realizarlas.

Estos valores que encontrarás aquí pueden ser tus valores. O tal vez no lo sean. No hay ninguna
obligación de que los asumas como tuyos. Léelos, simplemente, con mente abierta. Aprovecha lo
que puedas de ellos, lo que escuches familiar, lo que veas que te sirve. Hazlos tuyos, luego, si te
pertenecen. Eso sí, revísalos con ojo crítico. Y deja pasar aquellos que no se adaptan a tu forma
de ser. Son una simple referencia. Una posibilidad de vida que tú puedes hacer real.

Agradecimiento

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Cuando alguien te da algo que te gusta, algo que no esperabas, y que tal vez no creías merecer,
está obsequiándote más que un objeto o una acción. Te está dando un poco de su afecto, un poco
de sí mismo. Quien se desprende de algo o emplea su esfuerzo para agradarte, te está reglando,
realmente parte de sí mismo.

La retribución, en ese caso será un acto de justicia y una señal de conciencia. El afecto debe ser
correspondido.

Tenemos mucho que agradecer diariamente. A quienes nos trajeron al mundo, a quienes nos
criaron y mantuvieron, a quienes desinteresadamente nos hicieron el bien. A tantos, que no sería
fácil nombrarlos. Tal vez cometeríamos una injusticia al omitir a alguien. Por ello, agradecer en
el momento en que recibimos los beneficios es un acto de sabiduría.

Es realmente fácil agradecer lo que se te da. Ello significa que estás consciente en tu paso por la
vida. Ello también significa que eres un ser que se da cuenta de lo que acontece a su alrededor. El
agradecimiento es un acto de vida. Con él le dices a la vida que estás presente. Y quieres
continuar tu presencia.

El agradecimiento es un valor conectado con la justicia y el amor. No temas ser agradecido. Ello
te engrandece y te abre las puertas de nuevo a más actos de afecto que agradecerás a la vida.

Amor
Cuando de mí no quede sino un árbol,
cuando mis huesos se hayan esparcido
bajo la tierra madre;
cuando de ti no quede sino una rosa blanca
que se nutrió de aquello que tú fuiste
y haya zarpado ya con mil brisas distintas
el aliento del beso que hoy bebemos;
cuando ya nuestros nombres
sean sonidos sin eco
dormidos en la sombra de un olvido insondable;
tú seguirás viviendo en la belleza de la rosa,
como yo en el follaje del árbol
y nuestro amor en el murmullo de la brisa.

Miguel Otero Silva (De Agua y Cauce)

El amor es el sentimiento más trascendente que posee el ser humano. Y el más perdurable. Por
amor el hombre es capaz de transformarse y cambiar su forma de ser. Por amor se salva a sí
mismo. Esta salvación significa construcción, innovación, evolución, en contra de todo lo caótico
y destructivo.

El amor permite que el hombre sobreviva. Más allá del impulso reproductivo, el ser humano
pervive por la fuerza constructiva que representa el amor. El amor permite creer en el ser humano
y darnos una oportunidad de existencia. Si el hombre es capaz de despertar la fuerza del amor,

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todo esfuerzo por asegurar su vida en la tierra está justificado. Por ello el amor es un valor
esencial.

El amor como valor se convierte en el punto más elevado en la escala de valores. Pero es también
de donde proceden, de donde derivan, de donde arrancan todos los demás valores.

El amor perdura como uno de los valores fundamentales del ser humano. Como valor, tiene la
virtud de persistir contra toda adversidad. Y de vencer los obstáculos del espacio y del tiempo.
Tiene la singularidad de motorizar los grandes logros, y de construir donde no existía nada en pie.
El amor tiene la inmensa virtud de dar sentido a la vida. Practícalo y no te equivocarás.

Belleza
Una pared blanca.
Sol y plantas creciendo
en un silencio de entrega perfecta.
Una claridad mediterránea
donde algo como polvo
flota ingrávido en la luz
a la vez inexpresable y banal de la mañana.
Esto que apenas soy
si me busco con sencillez
en la limpieza del instante.

Alicia Torres (De Consideración de la Rosa)

La belleza es simplicidad. Sólo necesita de tu ojo o de tu oído para manifestarse en todo su


esplendor.

Lo que pretende presentarse como belleza, recargándose de accesorios o adornos, siempre será un
producto perecedero. A veces, incluso, se transforma en un símbolo de lo ridículo. El olvido será
su destino.

Si existe una belleza universal, esta se caracteriza por la más despojada simplicidad. Un paisaje,
una flor, una persona, no necesitan complementos ni composición para parecer expresión de
belleza. Simplemente lo son, sin ostentación, pero sin falsa modestia.

El hombre puede crear belleza. Y encontrar la forma de que los demás seres aprecien sus
creaciones. Pero debe conocer interiormente su propia belleza para poder manifestarla con
eficacia. La belleza es el valor fundamental que nos guía en la creación humana.

Cuando la belleza se convierte en un valor, todo cuanto hacemos, en cierta forma, seguirá el
comportamiento del creador de belleza. Nuestros actos serán proporcionados, tendrán propósito y
expresarán las posibilidades creativas del ser humano.

En este sentido, el valor de la belleza, nos lleva a la simplicidad en la vida. A abandonar todo lo
recargado, lo vano, lo inútil al sentido de la proporción. Por ello practicar la belleza no es ajeno al
ser humano común. Por el contrario, caracteriza su verdadera humanidad.

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Bien común

Parece un bien que a nadie beneficia en particular. Sin embargo, la práctica del bien común
favorece un conglomerado de seres que no siempre están concientes de ello.

La individualidad, no pocas veces, debe sacrificarse por la colectividad. Quien así lo comprende,
está dispuesto a hacer evolucionar el mundo. Por ello el bien individual está sujeto al bien común.
Favorecer a un individuo para perjudicar a muchos es un pavoroso principio de desequilibrio
social e incluso ecológico.

El bien común no es un valor fácil de comprender y de digerir. Y menos aún de practicar. Cuando
prescindes de lo que son, incluso, tus necesidades y tus anhelos más queridos por favorecer a un
conjunto de gente que ni siquiera conoces, estás haciendo gala del desprendimiento y del amor
más universal. De ellos se nutre el bien común.

Si comprendes que el bienestar de todos sirve a tu propio bienestar, habrás dado un inmenso
salto, enorme en todo sentido, en la escala de los valores. Al practicar el bien común, resumes y
retomas otros muchos valores que te construyen como persona. Está practicando amor,
solidaridad, generosidad y convivencia. Y de esa manera, estás construyéndote realmente como
persona humana.

Bienes materiales

Los bienes materiales constituyen un valor para muchos individuos. A veces, los únicos reales,
según su óptica. Sin embargo, los bienes materiales son solo medios. Hace tiempo atrás se
hablaba de hombre o mujer de medios, refiriéndose a alguien que tenía posesiones materiales y
posición social. Es acertado, pues, hablar de medios en ese sentido.

Los medios no son los fines. Los medios sirven para llegar a un fin que supera al medio mismo.
Si tu quieres trasladarte a un lugar distante utilizas un medio de transporte. Pero no te quedas en
el medio. Utilizas un auto y una carretera, por ejemplo, pero no te satisfaces sólo con disfrutar la
carretera o con estar en el automóvil, quieres alcanzar el sitio que deseas. Los bienes materiales
siempre serán un medio para el fin de la felicidad personal y colectiva. Y en este sentido son un
valor de importancia.

Dale valor a los bienes materiales. Valor de medios. Porque se te han confiado, como se le dan a
un administrador que debe incrementar el beneficio que se le concede. Si posees medios
materiales, cuídalos y hazlos crecer. Pero mantén la posibilidad de desprendimiento. La sabiduría
del conocimiento de que son sólo medios para alcanzar el fin.

Bondad

Tu bondad no es necesariamente el bien. Es solamente tu interpretación de él. Siempre existe la


posibilidad de que lo que crees bueno, no sea, exactamente, todo lo bueno que crees. Porque tal
vez tu idea de la bondad está influida por simples deseos personales, que aunque no sean malos
por sí, no pueden traducir toda la verdadera esencia del bien.

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En demasiadas ocasiones creemos que el bien es sólo la bondad que ejercemos. Y nos quedamos
cortos. En esos momentos, debemos saber más que nunca que la bondad puede ser una
manifestación del bien. Pero sólo eso.

La bondad, incluso, a veces se confunde con una debilidad humana. En un mundo materializado,
deshumanizado, la bondad es una provocación. Pero por ello tiene la condición de valor
fundamental para la persona y la colectividad. La bondad procura el bien en todos los ámbitos.

El buscador del bien debe poseer una intención en esa búsqueda. De allí que sus actos estén
preñados de buena intención. Además debe saber hacia dónde se dirige, al practicar las buenas
acciones. Y mostrar voluntad sostenida de mantenerse en esa búsqueda, para que afloren acciones
procedentes del bien.

Busca el bien en ti mismo. Hazlo un valor esencial en tu vida a través de la práctica de la bondad.
Hazlo un valor que se convierta en obras. Encuéntralo, en la práctica de las buenas obras. Pero,
conoce que esas obras proceden de ti y que tú eres la fuente de donde procede el bien que
demuestras. Tú eres la fuente de ese valor.

Constancia

Y cuando jadeante por la libre vía,


lleno de entusiasmo continuar quería,
mi padre, en la tierra, se alzó como pudo,
y con gran orgullo, ¡oh qué orgullo el suyo!,
me gritó:
Hijo mío: ¡Sigue! ¡Sigue! ¡Sigue!

Antonio Arráiz (De Canto a la Rebeldía)

La constancia es la clave para conseguir las metas que el ser humano se propone. Ser constantes
significa continuar siempre adelante a pesar de las aparentes dificultades del camino. Porque, tú
lo sabes, la vida tiene sus contrariedades.

Casi todo lo que nos propongamos, podemos ejecutarlo, si poseemos como valor la
perseverancia. La perseverancia nos hace saber que simpre habrá una nueva oportunidad. Y que
tenemos que intentar alcanzar nuestros objetivos todas las veces necesarias para lograrlo.

La realidad nos muestra que a cada acción nuestra hay una reacción. Nada más tenemos que
fijarnos cuando alzamos un peso, o cuando caminamos. Todo exige un esfuerzo. Si tomamos el
esfuerzo como un destino terrible, nos quedaremos sentados en la vida, quejándonos de lo que no
pudimos hacer. Y repartiendo culpas que son enteramente nuestras.

La perseverancia es un valor que sólo se traduce en un empuje constante que proviene de


nosotros mismos. Nadie nos puede mover a realizar acciones, si no queremos. Basta querer
siempre para mantener la perseverancia como el impulso que necesitamos para triunfar en la vida.

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Convivencia

El humano es un ser social. Busca a otros semejantes, se reúne con ellos, organiza su vida en
función del esfuerzo común. Esta característica nos señala la convivencia como una necesidad.
No podemos vivir aislados de los otros, sin que ese aislamiento afecte nuestra forma de vivir.
Basta observar a quienes han perdido esa capacidad de convivencia y deambulan por las
carreteras excluidos del mundo que les rodea. El ser humano progresa en la medida que se
comunica y convive con sus semejantes. La convivencia nos hace evolucionar tanto
individualmente como colectivamente.

Pero la convivencia, aparte de ser una necesidad humana, es un valor. Como tal posee una serie
de exigencias. No basta vivir con alguien. Es necesario saber aprovechar la experiencia de vivir
en beneficio mutuo. Convivir es algo más que una obligación. Es esfuerzo por aligerar las
diferencias que necesariamente surgen entre todos los que vivimos juntos.

La convivencia tiene diversos niveles. Desde el familiar hasta el universal. En la medida en que
aprendemos a vivir en familia, ayudándonos mutuamente, podemos emprender la experiencia de
convivir con nuestra comunidad.

Existe igualmente un nivel de convivencia con el medio ambiente. Una actitud que refleja la
conciencia de compartir un espacio para la vida, el mundo en el que vivimos. Ese lugar no nos
pertenece con exclusividad, es un préstamo temporal, por ello es necesario cuidarlo para quienes
nos sobrevivirán.

La convivencia es una actitud, que se pone en práctica en la cooperación mutua. La convivencia


es una necesidad de vida. Pero se hace un valor que demuestra conciencia sobre la existencia y
sus circunstancias. Sólo cuando haces tuyo el valor de la convivencia, no te afectarán las
diferencias con los demás. De esa manera, uno deja de criticar a sus semejantes para ser
simplemente constructivo en sus acciones.

Generosidad

Este es el tesoro de una hija de la luz:


Una pluma del ave de las cumbres para adornar la aurora
Un collar de oro, tejido con la dulzura de las noches de
espera frente a las estrellas
Un escudo de plata con incrustaciones de nácar, para
ayudar a los que se deshacen de los miedos
Un espejo grande y liviano, para cargar las imágenes
dobles que contrarrestan el paso del tiempo

Jazmín Zambrano (De Los Dones)

El egoísmo es temor. Pura creencia de imposibilidades, de limitaciones basadas en el miedo. Pero


el egoísmo tiene su momento en la evolución del individuo. Los niños pequeños son egoístas.
Para ellos sólo existe el yo. El mundo gira a su alrededor. La experiencia les va demostrando, a

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través de frustraciones y de diversos aprendizajes que no están solos. Y, más o menos de repente,
descubren al otro. El egoísmo deja de tener, en ese momento, valor primordial.

Si el egoísmo se instala y permanece en el individuo, se convierte en un ancla que le impide


avanzar, crecer, desarrollarse en toda su potencialidad. Será fuente de más frustraciones que de
satisfacciones. Por ello debe elevarse para que progresemos en la vida.

Al egoísmo se le opone como valor la generosidad. La generosidad es una virtud que se convierte
en valor para el ser humano cuando evoluciona como tal. Ella representa compartir sin miedos los
bienes materiales e intangibles de los que disponemos, los que compartimos en esta tierra.

Si podemos comprender que nuestro paso por la tierra tiene los límites del tiempo y el espacio,
podemos darnos cuenta que todo lo que tenemos es un préstamo de la vida. Lo que acumulamos
como experiencia es nuestro verdadero tesoro. El conocimiento, los afectos las obras. Cuando
compartimos con generosidad estos bienes, la retribución será segura. Y si los demás no nos la
dan, con toda seguridad habremos obtenido la satisfacción de dar.

Cuando damos generosamente, cuando compartimos nuestro y pan y nuestra experiencia, estamos
venciendo los temores del pasado, los miedos de la limitación y la miseria. Cuando hacemos de
esa actitud un valor en nuestra vida, estaremos asegurando nuestro futuro de felicidad.

Honestidad

La honestidad es otra de las virtudes que han de convertirse en valores del ser humano para
alcanzar la plenitud como persona. La honestidad es conservadora de los valores del individuo.
La honestidad nos lleva a conservar nuestros principios en todo tiempo y lugar. Sin las dobleces
de la conveniencia.

La honestidad es un arte en nuestro tiempo. No es imposible. Pero tiene sus dificultades que una
vez vencidas son de gran estímulo para el individuo.

En muchas ocasiones, aún las más cotidianas, tienes la oportunidad de afianzar la honestidad
como un valor. Cuando debes cumplir las leyes de la convivencia estás frente a una de esas
oportunidades. Cuando la viveza fácil se presenta como una conducta aplaudida, la honestidad
nos hace caer en cuenta que los demás también poseen derechos. No sólo se es honesto cuando
no se roba o no se miente. También se es en las pequeñas circunstancias, cuando haces una cola,
cuando no pretendes obtener privilegios, cuando actúas en concordancia con lo que predicas
como tus principios.

La honestidad te mantiene con la frente en alto cuando sopla el viento huracanado de la dificultad
en tu cara.

Humildad

A veces parece un defecto en este mundo de publicidades vanas, donde la grandeza inflada y el
éxito de un instante eclipsan el verdadero esfuerzo, la verdadera dimensión de cada ser. La

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humildad parece estar hecha para otro tiempo. Un tiempo donde también se valore al ser por lo
que es y no por lo que aparenta. Pero ese tiempo puede ser el nuestro.

La humildad es ser lo que se es, sin pretender otra cosa, sin aparentar otra cosa. Ser humilde es
ser auténtico. No vanagloriarse de lo que se tiene, de lo que se ha obtenido con esfuerzo, de lo
ganado en el campo de batalla de la vida.

¿Qué ganamos con ser humildes? Nada. Porque la humildad precisamente no busca nada. Es una
simple manera de ser, sin gastar el tiempo, el esfuerzo y la vida misma en aparentar lo que no se
es o lo que no se tiene. La humildad es un valor que facilita la comprensión del mundo.

Quien sabe no habla. Quien habla, muchas veces no sabe. Quien aparenta ser o tener, lo hace
porque no tiene lo que dice. Quien realmente es grande sabe que hablando de su grandeza nada
gana. Sólo actuando obtendrá el respeto de sus semejantes.

Justicia

La justicia es un valor que se construye día a día. Es una posibilidad, más que un hecho
consumado. Pero los seres humanos conscientes de su naturaleza están empeñados en edificarla,
como se hace un gran edificio que nos cobija a todos.

Vivimos en un mundo de injusticias. Pero si tenemos a la justicia como un valor de nuestra vida,
debemos buscar ese estado de equilibrio en todas nuestras acciones.

La justicia es dar a cada cual lo que le corresponde, según sus acciones. Esta determinación no es
nada fácil. En ella podemos equivocarnos. A veces sobrevalorando a algunos o evaluando a otros
por debajo de lo que realmente son o han realizado.

La justicia en el mundo exige grandes esfuerzos de toda la humanidad. Más cerca de nuestras
posibilidades cotidianas, pero no por ello menos importante, está el sostener una conducta de
justicia en todas nuestras acciones. Ello exige ponderación y respeto, así como otras virtudes y
valores que nos permitan dar a cada semejante lo que se merecen. La justicia en el mundo
comienza por tu casa y contigo mismo.

Libertad

Amamos tu heroísmo, Libertador, tu ardiente


vocación de libertad, tu fuego
que no apagan los años
ni el olvido
y amamos
tu pasión y sed de justicia,
lo que de humano hay en las honduras de tu carne y espíritu.

Dionisio Aymará (De Escúchanos, Libertador)

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La libertad camina junto a la justicia en este mundo de opresiones e injusticias. No hay libertad
sin justicia. Y no es posible hallar verdadera justicia sin libertad. Sin embargo ambas deben
abrirse camino. A través del trabajo constante de los seres humanos comprometidos con esos
valores.

La libertad no fue un regalo pasivo de los libertadores. Ellos fueron sólo los iniciadores de una
gran tarea. Si creemos que la libertad quedó detenida en los libros de historia, seremos fácil presa
de una esclavitud basada en la ignorancia. La libertad que soñaron y emprendieron los grandes
hombres de la independencia, está aún por realizarse a plenitud. Y la responsabilidad de ello
recae en nosotros.

La libertad es un conjunto de condiciones que le permiten al ser humano obrar, ser y desarrollar
su potencial según su propio esfuerzo. Pero la libertad también es una actitud personal. Cada
individuo es propulsor de libertad, cuando promueve el diálogo, la apertura en el compartir las
ideas, la crítica constructiva y la autocrítica. Libertad es posibilidad de ser humano.

La defensa del valor de la libertad debe hacerse en congruencia con lo que aspira ese valor. La
actitud de libertad debe traducirse en respeto. A pesar de la firmeza que podamos demostrar en su
conservación.

La libertad además, proviene de nuestra actitud personal de no ser esclavos. Y ello significa
también no estar sometidos al imperio de nuestras debilidades. La libertad marcha desde nuestra
interioridad, se esparce en el colectivo y regresa a cada cual convertida en una posibilidad de ser
plenamente una persona.

Optimismo

Resurgiré de las cenizas


de esta tragedia,
estos días negros
serán alumbrados
por otros soles.

Beatriz Alicia García (De Antología Retrospectiva)

El optimismo es un valor extraño. En la práctica, consiste en saber que todo acabará de la mejor
manera, aún cuando parezca que se avecina el fin del mundo.

El optimismo se nutre del más puro sentido de la realidad. El optimismo no es fantasear sobre lo
que se desea, creyendo que de esa manera se obtendrá lo anhelado. No es un simple pensar. Es
una actitud que conoce el significado de los sucesos reales y siente y actúa en consecuencia.

Quien conoce la realidad sabe que los problemas, por más difíciles que parezcan, siempre tendrán
una solución. Que las noches más oscuras tienen un amanecer. Que hasta la naturaleza busca y
encuentra su equilibrio en los más terribles cataclismos.

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Los problemas de los seres humanos pueden tener una respuesta. Y si no la posee no son
problemas. De esta manera, el optimismo se hace, simplemente, una forma de encarar la realidad
con las enseñanzas de esa realidad.

El optimismo tiene la ventaja de ser una actitud positiva, que requiere menos preocupación,
menos esfuerzo inútil y es más productiva que el pesimismo y la aflicción. Por ello se convierte
en un valor para la vida que enaltece y confiesa las posibilidades de la vida misma.

Paz

En la guerra, sí, en la guerra


no hay vidas inocentes,
no hay culpables, no hay amos.

¡La guerra! ¡La guerra! ¿Qué saben los muertos?


La guerra es de nosotros los sobrevivientes.

Luis Ordaz (De Dies Irae)

La paz es fruto de la justicia y del ejercicio de la verdadera libertad. Es uno de los valores
fundamentales de la humanidad. Uno de los valores que permiten la supervivencia de la especie y
la preservación del mundo donde vivimos.

La paz es algo más que la ausencia de guerra. No es el simple fruto de un equilibrio inestable
entre potencias armadas que pretenden imponer su dominio. Es un esfuerzo. Una positiva
actividad del ser humano por lograr la convivencia en todos los ámbitos de su vida.

La paz comienza en tu hogar. Y más allá, la paz comienza dentro de ti mismo. Si tú no estás en
paz contigo mismo, ¿cómo puedes estarlo con los demás plenamente?. El ser humano que no
tiene paz en su conciencia vive atemorizado de sus propios defectos, vive en la amargura y, tarde
o temprano la pagará con los demás.

La paz se expande en el campo comunitario. Si no creamos activamente lugares para la existencia


pacífica en nuestras colectividades, este valor no podrá activarse en el país entero para ser
germen en todo el mundo.

Pero ¿cómo podemos crear la paz en todos estos ámbitos? Únicamente con el cultivo de los
valores de la tolerancia, la practica del respeto y el cuido de la libertad y la justicia. Los valores,
nuevamente, se unen en comunidad esencial, para buscar la felicidad humana en torno al
equilibrio y la convivencia. Ese es el espacio donde todos podemos ser felices.

Responsabilidad

La responsabilidad es un valor individual y colectivo que no es demasiado frecuente. La


responsabilidad es hacerse cargo de las acciones, de los procesos y de las consecuencias de los
actos, aún cuando estas no sean las más apetecibles.

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Pero, definitivamente, la responsabilidad es una cualidad indispensable para crecer como
persona. De niños evadíamos, muchas veces, la responsabilidad de nuestras acciones cuando
estas no eran las deseadas por quienes nos supervisaban. En la medida que crecimos, fuimos
tomando posesión de nosotros. Y en esa medida nos hicimos responsables.

Hacernos responsables de nuestros actos y nuestra vida requiere que nos demos cuenta que
nuestras acciones tienen consecuencias que nos afectan y afectan a los demás. Y en esa medida,
aceptamos ser los ejecutores de esas acciones. Ser responsables exige ver más allá de nuestra
propia conveniencia. Y buscar en el bien común las razones de hacer o evitar algo.

Porque la responsabilidad va más allá de lo meramente individual. La responsabilidad entra en el


plano social cuando nuestra conducta toca los intereses colectivos. Allí debemos responder a la
comunidad, un ser abstracto si se quiere, pero que tiene miles de ojos, dedos y corazones, que nos
ven, nos señalan y nos sienten.

La responsabilidad puede ser una amarga obligación. O una virtud que se convierte en valor
personal. La responsabilidad que nos viene señalada desde fuera de nosotros, casi siempre será un
peso, una carga que no queremos aceptar. La responsabilidad que asumimos, como compromiso
con nuestras acciones, siempre será un valor destacado.

Sinceridad

La sinceridad es un valor muy relacionado con la verdad. Es la expresión de sentimientos e ideas


en congruencia con nuestras acciones y nuestros principios. Es una expresión franca y
transparente de nosotros mismos.

Sin embargo a la sinceridad se le confunde con otras características de la comunicación humana


que no son necesariamente importantes para lograr una buena comunicación. La sinceridad, por
ejemplo, no tiene que ser grosería. Para decirle algo a tu vecino, algo que en verdad piensas y
sientes, no tienes por qué molestarlo, ofenderlo o agredirlo. Esto ya no es sinceridad sino falta de
prudencia y agresividad.

Los mensajes que mejor llegan son los que se expresan directamente. Pero que no buscan ofender
a la persona. Simplemente llegan porque quien los escucha no tiene que defenderse de ellos sino
identificarse con ellos.

La sinceridad pasa a ser un valor en nuestra vida personal cuando la aplicamos a nuestras
relaciones. Ella nos evita malos entendidos, confusiones. Y propicia el diálogo y el entendimiento
entre las partes. La sinceridad en el terreno comunitario debe facilitar el intercambio entre las
personas.

Pero, por supuesto, la sinceridad como valor exige madurez para recibir también mensajes que
pueden no ser agradables pero que nos aportan algo importante a nuestro crecimiento. Por ello, la
sinceridad va a requerir del valor de la tolerancia. Y bastante de amor a la humanidad, para no
quedarse en las palabras duras sino en el conocimiento cierto que puede esconderse en ellas.

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La sinceridad es un valor positivo para nuestra sociedad. Su transparencia es la que busca la
democracia participativa. Pero no es un valor de fácil práctica. Sus profundas exigencias nos
ayudan a modelarnos como personas, imperfectas pero en búsqueda de una perfección posible en
el intercambio con nuestros semejantes.

Solidaridad

En ocasiones las palabras pierden su significado por el uso indiscriminado que les damos. A
pesar de la enorme frecuencia con que la usamos, la palabra solidaridad, sin embargo, aún
mantiene su sentido primordial.

La solidaridad es colocarnos en el lugar del otro, sentir lo que él sentiría y regresar a nuestro
lugar para actuar en consecuencia. Esto no es nada complicado, aunque parezca. Ponte en el lugar
del otro. Pero actúa desde donde tú estás. Como tú. El resultado es la solidaridad.

El acto de solidaridad es desprendido y generoso. Acudimos a la ayuda del otro simplemente


porque ese otro individuo es un ser humano o ese pueblo un pueblo de semejantes. Aunque la
solidaridad comienza y se aprende en casa, es en el campo de nuestras relaciones con quienes no
son nuestra familia, nuestros allegados, donde se demuestra. Por ejemplo, es más fácil ayudar a
nuestra madre que a alguien desconocido. Con nuestra madre el acto de cooperación es
consecuencia del afecto materno filial. Pero con un desconocido es real solidaridad. Traduce el
afecto por la humanidad, el desprendimiento y la generosidad.

La solidaridad es fruto de la conciencia de quienes somos. Seres humanos que compartimos un


mismo espacio y un mismo tiempo. Compartimos hasta el aire que respiramos, sin distingos. En
consecuencia, podemos compartir nuestras propias acciones y nuestros bienes con quien está a
nuestro lado y lo necesite. Más aún con aquellos quienes están más distantes, el acto de
solidaridad se hace mayor.

La solidaridad se demuestra, generalmente, en los momentos difíciles. En las ocasiones festivas,


en los triunfos, tal vez demostremos otros sentimientos. Pero la solidaridad es prestar apoyo a
quien lo necesite por el sólo hecho de que lo necesite.

La solidaridad es un valor que complementa otros como la generosidad y el amor a la humanidad.


Con su ejercicio crecemos como personas humanas.

Tolerancia

En tiempos de lucha, la tolerancia es esencial para continuar siendo humanos. La tolerancia es


respeto a la otra persona, a pesar de las diferencias que mantengamos con ella. Contrariamente,
incluso, de las acciones inadecuadas que esas personas puedan emprender en contra nuestra.

La tolerancia es ejercicio de discernimiento. Esto significa que podemos separar lo que significa
el valor de la persona, el valor de la vida humana, el valor de la existencia, de lo que son
acciones, pensamientos y emociones que las personas puedan tener.

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La tolerancia es consecuencia del acto de valorar la vida humana, de apreciar a los otros seres. Es
conocer que existen diferencias fundamentales en la manera de pensar entre distintos individuos o
grupos humanos. Pero es también conciencia de que la otra persona es un ser humano como
nosotros y que el otro conglomerado también posee razones aunque no las compartamos. Y
tienen el mismo derecho a la vida, la libertad y a la expresión de sus ideas.

El fragor de la batalla del pensamiento, en ocasiones, nos vuelve insensibles a lo que son en
esencia nuestros contendores. El valor de la tolerancia nos devuelve a la raíz de donde todos
venimos: compartimos la vida y la condición de seres humanos. Así que las diferencias de
concepción del mundo, de credos, de puntos de vista, son sólo circunstancias. Y como tales las
apreciamos.

El valor de la tolerancia se demuestra exclusivamente, pues, en el ejercicio de la discrepancia de


ideas. No hay otro medio. Cuando todos coincidimos en nuestros puntos de vista no hay
tolerancia. Hay un compartir de ideas. La tolerancia es exigente. Por sobre las emociones
encontradas, por sobre las ideas e incluso las acciones, en ocasiones, disparatadas, el valor de la
tolerancia nos devuelve a la esencia de nuestra humanidad. Al reconocimiento del semejante. Y
ello nos hace crecer como personas.

Trabajo

El trabajo construye el mundo tal cual es. El mundo es el territorio donde se desarrolla el ser
humano. Un préstamo de la naturaleza que el hombre transforma con su esfuerzo y su
inteligencia. El trabajo es la modificación de la tierra en beneficio de la existencia humana.

Esto sería muy ambicioso, si vemos solo nuestro pequeño esfuerzo cotidiano. ¿En qué medida lo
que yo hago cambia el mundo? Si nos limitamos a pensar que el trabajo es solo una acción para el
beneficio inmediato de nosotros y nuestras familias, tal vez no le encontremos sino ese
significado. Útil, pero limitado.

Todo esfuerzo humano sirve, de alguna forma, a modificar la realidad que nos fue entregada.
Porque el trabajo tiene la capacidad de irse sumando. Tu trabajo con el del vecino o compañero
de labor van formando un gran todo. Así, el trabajo viene a ser la suma de muchos esfuerzos. Y
estos no son aislados. Se dan consecutivamente a lo largo del tiempo y en diversos lugares. Por
eso la singular importancia de cada pequeño impulso a la contribución del todo.

El trabajo también tiene capacidad de transformar tu vida en términos prácticos. Tu trabajo


productivo te señala posibilidades de superación. Si a la vez, colocamos en el trabajo la
motivación suficiente, las ganas de hacer bien las cosas, de hacerlas mejor cada vez, estaremos
emprendiendo la vía del mejoramiento personal a través del trabajo.

La falsa concepción de que el trabajo era para los sirvientes y que el hombre superior no
trabajaba, ya cayó en desuso por persistencia de diversos pueblos trabajadores. El trabajo es una
vía de liberación del ser humano, del hombre y de la mujer. Pero será de esa manera sólo si se es
capaz de transformar la condición utilitarista del trabajo, dándole la dimensión de valor
inalienable que nos permite llegar a ser personas.

24
Verdad
Me detuve en la orilla luminosa del río
y jugué con el agua, limpia como un espejo,
y en ella vi mi rostro como cuando era niño.

Manuel Felipe Rugeles (De Cantos de Sur y Norte)

Vivir en la verdad es un compromiso con uno mismo. Es simplemente un compromiso de vivir.

La verdad, en ocasiones, se convierte en una especie de objeto buscado con avidez. Se hace una
cosa. Sin embargo, esta búsqueda ansiosa, externa, que desea una captura de un cuerpo que se
toca o se ve, parece una tarea infructuosa. Siempre la verdad parece ocultarse en otro sitio. La
verdad, sin embargo, es transparencia.

Nuestro compromiso con una verdad externa siempre estará marcado por las dificultades, por
deslealtades y hasta culpabilidades. Si la volvemos un objeto, se aparta de nuestras posibilidades
inmediatas y se hace inaccesible. Y nos engañamos, paradójicamente, buscando la verdad.

Cuando logramos comprender que la verdad reside en cada uno de nosotros, en nuestra
interioridad, entonces la verdad se hace una posibilidad y no una invención extraña a nuestra
vida. En ese momento la verdad se activará como valor en nuestra vida. Entonces podemos
comprenderla como una posibilidad compartida. Sin el fanatismo de quien se cree único dueño de
ella. La verdad es siempre un bien compartido.

Como valor, la verdad está ligada a la sinceridad, al bien común, a la convivencia y a la


tolerancia. Porque todos estos valores se complementan en el ser que busca la felicidad.

El compromiso con la verdad es un compromiso de vida. Es dejar que la verdad que está en
nuestro ser interior se manifieste, sin tratar de publicarlo ni ganar ventajas cuando ello suceda.

La verdad es una flor muy frágil. El manoseo la arruina. Solo la contemplación, la descubre, la
capta, la disfruta, la hace posible en su singular belleza. La verdad es una belleza que nos
pertenece. Y un valor que nos ilumina el camino.

25
Conclusión
La más alta poesía consiste
en intuir lo invisible del universo
tal como el chamán de los orígenes.

Juan Liscano (De Sola Evidencia)

El ser humano es un buscador de valores. Esa búsqueda le va dando sentido a su vida. Un


significado que obtiene no solamente cuando encuentra un valor fundamental en el cual
afirmarse, sino también en todos y cada uno de los momentos de la búsqueda. El experimentar, el
responder preguntas, el plantearse nuevas dudas, todo ello conforma parte del proceso del
individuo humano en su busca de convertirse en persona.

Los valores se hacen propios de cada individuo. Cada uno de nosotros los piensa, los siente y los
pone en práctica como si fueran exclusivos suyos. Pero la conciencia de valores colectivos nos
hace avanzar hacia la constitución de comunidades. Los grupos se convierten en comunidades
cuando poseen valores compartidos. Y los conjuntos de comunidades, de la misma manera, se
transforman en una patria, al profesar valores comunes.

En este recorrido, es el momento de reflexionar sobre nuestro particular sentido de la existencia a


la luz de esos valores. Detente un momento y examina el sentido de tu vida en particular. Si lo
haces con esmero, seguramente los valores que posees iluminarán de sentido tu respuesta.

El significado de tu vida siempre estará íntimamente unido a un valor que exaltas en ella. Si el
sentido de tu vida es tu familia y su bienestar, serán esos valores familiares los que buscas
desarrollar a lo largo de la existencia. Si el sentido de tu vida está en los demás o en ti mismo,
siempre aparecerán valores que explican tu respuesta. Por eso es tan importante una clara
conciencia sobre los valores.

Los valores representan siempre una guía para la acción. Una guía que te permite asegurar la
felicidad. Todo el esfuerzo que te exigen tiene ese sentido final. Concederte la felicidad. Pero
observa bien, tu felicidad personal, sólo puede lograrse en un conglomerado de felicidades
compartidas. De qué te vale ser feliz a costa de la desdicha ajena. Tarde o temprano quienes son
infelices por tu causa te cobrarán su aflicción. Y serás terriblemente desdichado.

La felicidad individual, familiar y comunitaria están indisolublemente unidas. Porque, como has
constatado, somos seres en relación. Puedes entonces ir más allá. No solo no hacer mal, sino
fomentar la mejor manera de que todos ganemos en nuestra relación. Allí comenzarás a ejercer
los valores de una manera casi perfecta. En función de su sentido más profundo. Que no es otro
sino tú mismo. Porque la razón de ser de los valores, la verdadera y profunda razón de que
existan valores es tu propia existencia como persona, integrada en una familia y en una
comunidad.

26
Índice
Introducción: ................................................................................................................................ 2
Capítulo 1: Valores en tu vida, una definición ............................................................................ 3
Los Valores son guías de la conducta de las personas. ................................................................ 3
Su finalidad última es la supervivencia del ser humano .............................................................. 4
Cada hombre y mujer posee valores. ........................................................................................... 4
Los mismos valores no siempre son compartidos por todos los que nos rodean. ........................ 4
Los valores tienen la función social de asegurar la convivencia y el respeto mutuo. .................. 5
Los Valores se pueden aprender en el intercambio con las personas significativas. ................... 5
Capítulo 2: Dimensión de los Valores ........................................................................................... 6
Valores del individuo: .................................................................................................................. 6
Valores de la familia: ................................................................................................................... 7
Valores de la colectividad o la sociedad: ..................................................................................... 7
Valores universales de la persona humana:.................................................................................. 8
Capítulo 3: Cultivo de los Valores: ............................................................................................. 10
La familia educadora de Valores ................................................................................................ 10
La sociedad y el cultivo de Valores ........................................................................................... 11
Valores Esenciales para la vida en Familia y en comunidad ..................................................... 12
Agradecimiento ...................................................................................................................... 12
Amor....................................................................................................................................... 13
Belleza .................................................................................................................................... 14
Bien común ............................................................................................................................ 15
Bienes materiales.................................................................................................................... 15
Bondad ................................................................................................................................... 15
Constancia .............................................................................................................................. 16
Convivencia ............................................................................................................................ 17
Generosidad ............................................................................................................................ 17
Honestidad .............................................................................................................................. 18
Humildad ................................................................................................................................ 18
Justicia .................................................................................................................................... 19
Libertad .................................................................................................................................. 19
Optimismo .............................................................................................................................. 20
Paz .......................................................................................................................................... 21
Responsabilidad ..................................................................................................................... 21
Sinceridad ............................................................................................................................... 22
Solidaridad ............................................................................................................................. 23
Tolerancia ............................................................................................................................... 23
Trabajo ................................................................................................................................... 24
Verdad .................................................................................................................................... 25
Conclusión ..................................................................................................................................... 26

27

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