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SABER LEER OTROS LENGUAJES

Luis Bernardo Peña Borrero

El verbo leer ha estado asociado toda la vida con los textos escritos. El diccionario todavía lo define como
“pasar la vista por lo escrito o impreso, haciéndose cargo del valor y la significación de los caracteres
empleados.” Enseñar a leer significa iniciar al niño en la lectura alfabética, esto es lo que quiere decir
literalmente alfabetizar. Decimos que un niño es capaz de leer cuando empieza a comprender el código
escrito y a expresarse mediante él, y cuando nos referimos a alguien como un lector o una lectora queremos
significar que tiene un contacto cotidiano con los libros; consecuentemente, un no lector es el que no lee
o lee muy pocos textos escritos. Los educadores estamos preocupados porque los jóvenes ya no leen o
porque no leen lo que nosotros quisiéramos que leyeran y que dediquen, en cambio, tanto tiempo al cine,
a la televisión, a la música rock o al computador. Y puesto que creemos que la lectura es de libros
exclusivamente, los hemos dado de baja como lectores y hemos terminado por declarar a los medios de
comunicación y las nuevas tecnologías como enemigos número uno del libro y la lectura.
Pero hoy están ocurriendo muchos cambios que nos obligan a revisar esta idea que tenemos de la lectura.
¿Por qué no, en lugar de seguirla limitando a lo escrito, pensar en una concepción de lectura que abarque
también otros lenguajes? Esto nos cambiaría por completo el panorama desolador de la que se ha denominado
“la crisis de la lectura”: de pronto esa crisis no tendría sólo significado negativo; tal vez habría muchas más
cosas por leer y muchos más lectores de los que creemos. Los que hasta ahora hemos visto como enemigos
pasarían a ser nuestros aliados y la lectura, en lugar de ir en descenso como se nos ha dicho, podría incluso
encontrarse en plena expansión.
Pienso que más que al fin de la lectura, estamos asistiendo a una profunda mutación de las formas de leer.
Esta mutación obedece, por un lado, a las transformaciones históricas que han venido dando nuevas
configuraciones desde hace tiempo a todos los órdenes de la cultura, pero no solo a la cultura escrita. Los
avances recientes en las tecnologías digitales han servido como catalizadores para precipitar esta crisis, que
no es solo de la lectura, sino más bien de una manera particular de leer. Y no todo lo que ésta moviliza
atenta necesariamente contra la cultura escrita; de hecho puede contribuir a enriquecerla. Más que a la
agonía del lenguaje escrito, estamos asistiendo a al aparición de nuevos modos de escribir y de leer.

Las nuevas tecnologías configuran nuevos lenguajes


Las nuevas tecnologías de la comunicación tienen mucho que ver con esta redefinición del verbo leer. No
me interesa tanto hablar aquí de la capacidad que tiene estas tecnologías para transportar información,
acortar las distancias o manipular la opinión pública (ya se ha hablado mucho sobre estos aspectos). Me
parece mucho más interesante explorar cómo el desarrollo de nuevos medios de comunicación trae consigo
la aparición de nuevos lenguajes, de diversas formas de representación y modos diferentes de sentir, de ver
y de decir.
Si queremos comprender a profundidad el impacto de los medios de comunicación, tenemos que ir más
allá de su función instrumental. Más que instrumentos que sirven para facilitar o acelerar la comunicación,
los medios son, ante todo, ‘configuradores´ de nuevos lenguajes. Quisiera hacer énfasis en el plural, porque
siempre hemos hablado de lenguaje en singular, y para referirnos exclusivamente al lenguaje de las palabras.
Las modernas tecnologías de la comunicación siguen utilizando el código verbal, aunque integrado con
otros, como en el caso del computador, que combina las imágenes, la palabra escrita y el sonido para
construir con ellos una nueva forma híbrida de lenguaje.
Cada medio tiene un lenguaje propio para representar el mundo. Pero más que una simple copia de la
realidad, esta representación es una forma particular de ver y comprender. Los medios no solo comunican
los hechos sino que los crean. Cuando en un noticiero vemos el espectáculo desolador de la devolución de
unos rehenes por la guerrilla en Cali, o el linchamiento de un zapatero en las calles de Chinchiná, la
televisión no está simplemente mostrándonos lo que pasó, está dándonos una versión particular de esos
hechos, un punto de vista, una mirada que está muy lejos de ser neutra. El mismo hecho, lo sabemos como
televidentes, aparece muy diferente cuando es contado por diferentes noticieros. Un ‘partido de fútbol no
es lo mismo transmitido por radio que por televisión y jamás podrá reemplazar la vivencia de estar en el
estadio.
Mucho de lo que es importante saber hoy día, muchos de los relatos que le interesan a al gente que le dan
sentido a sus vidas, circulan a través de estos nuevos medios de comunicación. De ahí el gran atractivo que
ejercen, sobre todo entre los más jóvenes. A través de estos nuevos lenguajes, se están diciendo cosas
diferentes, se tocan temas de los que antes no se podía hablar públicamente, se muestran facetas desconocidas
de un mundo que ya creíamos haber descubierto del todo. Los noticieros, las telenovelas, la Internet, han
llevado hasta la intimidad de los hogares temas que, hasta hace poco, nunca se trataban en familia o no
eran aptos para menores. Canales como Discovery, National Geographic, o People and Arts han puesto
los conocimientos que estaban reservados para unos pocos en manos de los niños, de los analfabetos y de
las personas que no tuvieran la oportunidad de estudiar; a través de ellos, hemos recibido un curso acelerado
sobre el Himalaya, el universo que está más allá de la órbita terrestre, la historia del hombre, el
comportamiento de los animales, las ciudades y las culturas de otras partes del mundo. Muchas personas
encuentran en estos nuevos lenguajes dimensiones de sentido que antes no estaban presentes en sus vidas.
En la esfera del lenguaje, uno de los cambios más drásticos que ha traído consigo esta revolución en las
tecnologías de la comunicación ha sido el redescubrimiento de la imagen. La televisión volvió a poner en
primer plano este lenguaje que la humanidad utilizó por milenios, pero que había sido desplazado de ese
lugar por el advenimiento de la escritura y de la imprenta. No hay que olvidar que las primeras escrituras
son llamadas pictográficas, precisamente porque eran dibujos simplificados de las cosas que representaban.
Desde sus mismos orígenes, el arte de hacer libros estuvo también asociado con la imagen; así lo testimonian
los manuscritos medievales, en los que las formas caligráficas y los dibujos forman un todo con el texto, y
toda la historia del libro a partir del siglo XV, íntimamente ligada a la del grabado y la fotografía. Incluso
hay día es cada vez mas raro encontrar un texto impreso en el que las palabras no estén entremezcladas con
las imágenes. Basta comprar libros de texto actuales con aquellos en los que estudiamos no hace muchos
años, para darnos cuenta de que una de las mayores diferencias entre unos y otros está en la utilización de
la imagen como forma de mediación pedagógica.
La escuela no puede seguir siendo indiferente ante la pluralidad y heterogeneidad de textos, relatos y
escrituras (orales, visuales, musicales, audiovisuales y telemáticas) que hoy circulan, de estos nuevos saberes
y lógicas que se escapan al control del maestro y que constituye un poderoso medio de socialización, de
transmisión de valores, pautas de comportamiento y estilos de vida. En su proyecto educativo, la escuela 2
debería incorporar como objeto de estudio los relatos y las estéticas audiovisuales y no limitar al uso de los
medios de función instrumental, es decir, a su utilización como simples ayudas de proceso pedagógico.
”Para muchas escuelas, - afirma Martín Barbero- la presencia de la videograbadora o del computador
forma parte del conjunto de gestos que es indispensable hacer para que el rostro, o mejor, la fachada de la
educación, cambie dejando el resto igual. Son gestos dirigidos más hacia afuera que hacia adentro, es el

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prestigio del colegio lo que se vería comprometido con la ausencia de ciertas tecnologías comportadoras en
sí mismas de un status moderno y por tanto modernizador.”

La lectura en la nueva galaxia


Esta revolución en las tecnologías de la comunicación está produciendo un cambio de paradigma de la
lectura que implica una transformación de los textos, los contextos, los públicos y los modos de leer.

En primer lugar, con el surgimiento de estas nuevas formas de representación, tenemos ahora no sólo más,
sino nuevas y diversas cosas que leer. Dominado durante mucho tiempo por la escritura, el espacio textual
se ha expandido para contener textos escritos en otros lenguajes. Estos mensajes que circulan a través de
nuevas tecnologías han entrado a formar parte del vasto repertorio que hoy constituye una oferta diferente
de lectura. La noción de texto, circunscrita por mucho tiempo a los textos escritos, se ha extendido también
a los otros lenguajes: una telenovela o un noticiero, un concierto de rock o de música clásica, una canción,
una ceremonia religiosa o un evento deportivo, deben ser considerados también como textos, es decir,
sistemas de signos que se le presentan al lector como objetos de lectura.

El universo de los lectores también se expande. Si ver cine o televisión, o navegar por Internet son
consideradas nuevas formas de lectura, sus actores tienen también todo el derecho a ser reconocidos como
lectores. Además de lectores de libros, hay ahora lectores de lenguajes virtuales, de imágenes diagnósticas,
de hipertextos, de videojuegos, de pantallas…Aparece un nuevo tipo de lector, un polivalente, capaz de
moverse como pez en el agua por todas estas lecturas, del mismo modo que el que habla varios idiomas
puede pasar de uno a otro sin darse cuenta y explotar lo mejor de cada uno de ellos para expresarse.

Surgen, así mismo, lectores que antes permanecían marginados de la lectura por su condición de analfabetos,
es decir, por no tener acceso al código escrito. El lenguaje audiovisual les ha permitido ha estas personas no
solamente tener acceso a expresiones de la cultura que antes estaban reservadas por una elite, sino también
compartir nuevas sensibilidades, relatos y formas de sociabilidad.

Los nuevos lectores nos están revelando también nuevas competencias lectoras. En un artículo titulado
”Descifrando los códigos de la televisión: el niño como antropólogo”, Howard Gardner, investigador de
la universidad de Harvard, muestra como, cuando un niño ve televisión, lejos de ser un receptor pasivo,
esta realizando un acto de lectura muy complejo, en el que tiene que aprender a leer el lenguaje visual
utilizado por la televisión (como los planos o el montaje), descifrar las reglas que diferencian la televisión
comercial de la pública, las motivaciones que están detrás de los anuncios comerciales, analizar el carácter
de los distintos canales, los programas en vivo de los pregrabados.” Estas tareas- afirma Gardner –
intimidarían hasta el más eximio etnógrafo.”

En otros campos, las personas que interactúan a diario con el computador tienen que desarrollar una gran
velocidad de lectura y una gran concentración para manejar varios programas simultáneamente. En la
ciencia médica, los avances en la tecnología de las “imágenes diagnosticas” suponen una competencia muy
avanzada de parte del que las lee, para interpretar correctamente el lenguaje de las imágenes que proyectan 3
los escáner o los dispositivos para hacer ecografías.

Las nuevas tecnologías determinan también formas muy diferentes de leer. A diferencia de los caracteres
de la página impresa, la imagen demanda lecturas mucho más globales, más totalizantes.- Los medios
audiovisuales nos obligan a hacer una lectura sumamente rápida de fragmentos que duran muy pocos

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segundos en la retina y con los que el lector tiene que ir construyendo un cuadro total. En la televisión o
en el cine, el tiempo no se despliega de una manera lineal, es decir, del pasado al presente y al futuro, sino
que está saltando permanentemente entre estas tres dimensiones.
Gracias a la mayor oferta de canales, del control remoto y la posibilidad que ya tienen algunos televisores
de vivir la pantalla en varios recuadros, hemos ido aprendiendo una forma de leer completamente novedosa,
que consiste en saltar de un canal a otro para seguir simultáneamente varios programas que versan sobre
asuntos completamente diferentes. Sobra decir que ésta es una manera de leer que no tiene nada que ver
con la que utilizamos los que hemos sido sobre todo lectores de libros. Los adultos hemos terminado por
aprenderla (aunque con alguna torpeza); los más jóvenes, en cambio, la dominan y se sientes totalmente a
gusto con esa forma de leer que obedece a reglas muy diferentes a las de la lectura de libros.

¿Leer o navegar?
Las nuevas tecnologías están cambiando los modos de escribir. El hipertexto es una nueva forma de
escritura que reemplaza la lógica lineal por una estructura en forma de red, y que da lugar a una lectura
eminentemente interactiva. La tecnología de la imprenta impone una escritura y una lectura lineales: el
libro tiene principio y fin, está dividido en capítulos que tienen una secuencia prefijada por el autor, se
lee de arriba abajo y de izquierda a derecha, línea por línea, palabra por palabra. La encuadernación y
paginación son una garantía de que este orden se cumpla en la lectura. En el hipertexto, en cambio, en
lugar de seguir un solo trayecto de lectura, el lector está ante múltiples opciones; puede comenzar por
cualquier punto y saltar de texto en texto, lo mismo que hace el televidente con su control remoto. Esto
da como resultado una lectura muy diferente a la que se impuso con la cultura del libro; quizás por eso
ya no se habla de leer, sino de navegar.

Esta lógica del hipertexto se acomoda mucho mejor a los modos de leer de los lectores jóvenes, influenciados
por la sintaxis fragmentaria del cine y la televisión, donde la discontinuidad, las rupturas espacio-temporales,
la simultaneidad de acciones y las ideas encontradas suelen ser la norma, más que la excepción. Este es el
modo característico de percibir y de leer el mundo propio de los jóvenes, que están dotados, como dice
Jesús Martín-Barbero, de una tremenda elasticidad cultural, y de una “plasticidad neuronal” que les permite
una camaleónica adaptación a los más diversos contextos y les otorga una enorme facilidad para los “idiomas”
de la tecnología.

Vigencia y transformación del libro


Nos queda pendiente todavía un interrogante: ¿Cuál va a ser el futuro del libro en medio de esta revolución
desencadenada por las nuevas tecnologías de la comunicación? ¿Se harán, ahora sí, realidad los vaticinios
sobre su presunta desaparición?

También se dijo, en su tiempo, que la fotografía acabaría con la pintura; que el cine terminaría con el 4
teatro y con la novela; y que la televisión clausuraría el imperio del cine. La historia nos ha enseñado que
el asunto no es tan simple. Casi nunca se ha visto que una nueva tecnología haya aniquilado la anterior;
más bien ha producido en ella profundas transformaciones: la fotografía modificó la manera de pintar (¿el
impresionismo no es una rebelión contra el retrato?); el teatro y la literatura incorporaron elementos del
cine.

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Lo mismo podríamos decir del libro: no estamos asistiendo a su muerte sino a su transformación; no se trata
de la extinción de la Galaxia Gutenberg, sino de su integración a una constelación mucho más grande.
Como escribe Umberto Eco, “hablar de una guerra entre lo visual y lo escrito me parece un tema totalmente
superado; lo que necesitamos analizar es, por el contrario, la sinergia entre estos dos lenguajes.” Rechaza,
por eso, “la actitud maniquea de los falsos intelectuales, para quienes la escritura es el bien y la imagen, el
mal; la una, cultura, y la otra el vacío. Recordemos que la imagen existía ya en Da Vinci o en Rafael, y que
éstos nos dicen cosas que las palabras no pueden decir.”
La pregunta no es, entonces, si las nuevas tecnologías van a reemplazar al libro, sino cuál es ese lugar único
que le corresponde al libro en esta nueva galaxia. Una cosa es cierta: el libro ya no será más el centro del
universo cultural, como lo fue durante un tiempo muy largo, tanto así que configuró toda una manera de
pensar y una pedagogía centrada también en la enseñanza y el aprendizaje de los textos, que ha dejado su
impronta en la escuela hasta nuestros días. En el nuevo entorno creado por las tecnologías de la información,
el libro no podrá seguir siendo el texto único de la escuela, ni el único eje en torno al cual giren todo el
currículo y las prácticas pedagógicas (de hecho, el libro informativo y los manuales de enseñanza ya están
empezando a ser sustituidos por la tecnología informática.) En un modelo educativo que incorpore de una
manera inteligente las nuevas tecnologías, el libro de texto será sólo un elemento más dentro de un entorno
en el que circulan otras formas de comunicación.
Además, sus funciones tendrán que redefinirse, de modo que no se trate de suplir con él lo que pueden
hacer mucho mejor otros medios.
Lo que sí veo muy difícil es que las nuevas tecnologías puedan darnos aquello que únicamente se encuentra
en los verdaderos libros: una habitación propia, un espacio mucho más personal, más íntimo, donde
poder encontrarnos con nosotros mismos; esa otra manera de habitar el tiempo que nos ofrece la lectura
reflexiva y reposada. O, como lo ha dicho tan bellamente Michael de Certau, esa posibilidad de crear
rincones de sombra y de noche en una existencia sometida a la transparencia tecnocrática.”
Regresemos al punto por donde habíamos comenzado toda esta reflexión. No podemos seguir viendo los
medios de comunicación y las nuevas tecnologías informáticas como a fantasmas que acabarán por derrotar
la lectura cuando, por el contrario, la están enriqueciendo. Lo que ha ocurrido con el surgimiento de estas
tecnologías es una explosión de nuevos lenguajes y formas de comunicación capaces de registrar nuevos
relatos, de lógicas, saberes y sensibilidades diferentes; este fenómeno ha desencadenado una expansión del
universo textual, una redefinición de los públicos lectores y una transformación de los modos de leer. La
evolución hacia la pluralidad y la heterogeneidad de lenguajes y formas de representación ha producido
una crisis de lectura, aunque ésta deberá ser entendida en sus sentido positivo, es decir, como una crisis de
crecimiento. Tampoco podemos seguir hablando de una guerra entre la palabra y la imagen, entre el libro
y el computador, sino de una relación sinérgica entre los lenguajes diferentes que, en últimas, amplia y
enriquece las formas de expresión humanas. Pero, ante todo, lo que todas esas mutaciones en el entorno
tecnológico nos están indicando es que llego la hora de cambiar nuestra estrecha mirada sobre lo que
significa leer y escribir en una sola galaxia.

5
Bibliografía comentada
Ana Rosique, Jesús, “Leer hoy: Entre Gutenberg y Sony”, en Hojas de lectura, No. 44, FEBRERO, 1997,
P. 8 – 13. Este autor mexicano analiza los cambios que experimentan la creación de textos, las maneras de
leer y las generaciones actuales de lectores en la formación a partir de los nuevos soportes electrónicos.

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Autores varios, Lectura de nuevas tecnologías, Santa Fe de Bogotá, Fundalectura, 1997. El libro recoge los
textos de las ponencias presentadas en el marco del Tercer Congreso Nacional de lectura.

Chartier, Rogher, “Del códice a la pantalla: trayectoria de lo escrito”, en revista Quimera, No. 150,
septiembre, 1996. En este artículo el autor hace un análisis de la transformación radical en las modalidades
de producción, transmisión y recepción de lo escrito, como consecuencia de las nuevas tecnologías
electrónicas.

Eco, Umberto, “Ni la escritura es el bien ni la imagen el mal”, en Lecturas Dominicales, El Tiempo, abril
26,1992, p. 5-6. Eco se ha referido permanentemente en sus escritos a la relación entre la escritura y la
imagen y ha propuesto una relación sinérgica entre los dos lenguajes.

Gardner, Howard, Arte, Mente y Cerebro. Una aproximación cognitiva a la creatividad, Barcelona, Paidós,
1987. Garner es el mismo autor que conocemos en educación, sobre todo por su teoría de las inteligencias
múltiples. Este libro es un estudio fascinante sobre la creatividad humana.

Hojas de lectura es la revista de Fundalectura. El número 50 (enero-marzo de 1998) está dedicado


íntegramente al tema “Leer literatura”. Fundalectura ha tenido un papel fundamental en la promoción y la
investigación sobre la lectura en nuestro país. Los interesados en conocer más afondo sus actividades y
publicaciones pueden dirigirse al apartado Aéreo 048902 de Santa Fe de Bogotá, Fax 2877071.

E-mail: fundalec@impsat.net.co

Martín. BARBERO, Jesús, “Nuevos modos de leer”, en Magazín Dominical, El Espectador, No. 474,
mayo 24,1992, p. 19 -22. Al Profesor Martín Barbero, investigador de la universidad del Valle, le debemos
uno de los análisis más profundos que se han hecho sobre los desplazamientos producidos por las nuevas
tecnologías de la comunicación. El texto también fue reproducido en Hojas de lectura, Número 44, febrero
de 1997. Ver también, del mismo autor, “Des-centramiento del libro y estallido de la lectura”, en Lectura
y nuevas tecnologías, Memorias del Tercer Congreso Nacional de Lectura, Santa Fe de Bogotá, Fundalectura,
1997, p.153-167.

McLuhan, Marshall, La galaxia Gutenberg, Barcelona, Planeta-Agostini, 1985. McLuhan es conocido


como un de los más célebres teóricos de la comunicación, sobre todo por sus tesis sobre la inexorable
desaparición del libro y de la cultura escrita. Un texto esencial para quienes estén interesados en estudiar la
transición entre la cultura escrita y la cultura audiovisual.

Peña, Luis Bernardo, “Lectores, ratones e hipertextos”, en Lectura y nuevas tecnologías, Memorias del Tercer
Congreso Nacional de Lectura, Santa Fe de Bogotá, Fundalectura, 1997, p. 89-112. En este ensayo, el autor
explora los desafíos que las tecnologías digitales le plantean a la cultura escrita. En otro texto titulado
“Nuevos y eternos modos de leer”, publicado en las Memorias del X seminario de Literatura Infantil,
Medellín, octubre 22-24, 1997, el autor comenta esta reflexión y se pregunta por el lugar del libro en
medio de la revolución desencadenada por las nuevas formas de producción y circulación de lo escrito.
6
Rey, Germán, “Leer desde lo audiovisual”. En este texto, que hace parte de las Memorias del Tercer Congreso
Nacional de Lectura, el autor hace un recorrido por las que él llama “intersecciones entre la lectura y
objetos audiovisuales,” Ver también “El gigante y la bella dama de tamaño de dedal: La comprensión
televisiva”, en Signo y Pensamiento, Revista de la Facultad de Comunicación de la Pontificia Universidad
Javeriana, junio, 1989. *

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