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DECIMA TESIS

El estoicismo, el escepticismo y el eclecticismo son actitudes posibles para


cualquier hombre y cualquier época.

 Define y caracteriza con sus representantes el contenido de dichas escuelas.


1. Estoicismo: La filosofía estoica nació en Atenas a finales del siglo IV a.C.
Su fundador es Zenón, nacido en Citio (Chipre) hacia el año 334-333, el
acontecimiento que más influyó sobre él fue quizás la fundación del Jardín,
él al igual que Epicuro renegaba la metafísica y concebía a la filosofía como
un arte de vivir desconocida para las demás escuelas, pero llevada a la
práctica de un modo imperfecto. Debido a que no era ciudadano ateniense
no podía comprar un edificio por lo que optó por enseñar en un pórtico que
en griego se dice “stoa” cabe resaltar que, en Epicuro, no existía la crítica
hacia los dogmas del fundador de la escuela, dejando permanente e
inmutable dicho pensamiento, algo que en el estoicismo revolucionó
proveyendo notables innovaciones y evoluciones de manera considerable.
Hay tres periodos que dividen a la escuela estoica: el primero es el “Antiguo”
(S. III) donde se desarrolla y se sistematiza con Zenón, Cleantes de Aso y
Crisipo de Soli (terminó de sentar las bases doctrinales de la primera fase de
la escuela) el segundo periodo es el “medio” (S.II y I) en este periodo el
estoicismo adquiere rasgos de la doctrina eclética; y el tercero es el “Romano
o nuevo Estoicismo” (S. I D.C en adelante) donde lo más predominante es la
convivencia con el cristianismo.

Los estoicos comparan la filosofía en conjunto a un huerto de árboles


frutales, en el que la lógica constituye el muro exterior que delimita el ámbito
propio y que al mismo tiempo sirve como baluarte defensivo. Los árboles
representan la física, porque son una especie de estructura fundamental, sin
la cual no existiría el huerto. Los frutos, que son el objetivo que se propone
conseguir el huerto, representan la ética.
2. Escepticismo: antes de que Epicuro y Zenón fundasen sus escuelas, Pirrón
había comenzado a difundir el nuevo mensaje escéptico a partir del 323 a.C.
o poco después. no fundó una escuela propiamente dicha, Mas bien que tener
discípulos se trataba de admiradores y de imitadores. Él sostiene la
convicción de que es posible vivir con arte una vida feliz, aun sin la verdad
y sin los valores, al menos de la forma en que habían sido concebidos y
venerados en el pasado, las sensaciones de las cosas y las representaciones
de la razón son aparentes de las cosas pensadas. pero ¿Cómo llego Pirrón a
esta convicción? La respuesta viene desde un Peripatético llamado Aristocle
que recoge lo que dice Timón, un seguidor inmediato de Pirrón “ Pirrón no
dejó escrita ninguna obra; pero su discípulo Timón afirma que el que
pretenda ser feliz debe mirar estas tres cosas: 1) en primer lugar, cómo son
las cosas por naturaleza; 2) en segundo lugar, cuál debe ser nuestra
disposición hacia ellas; 3) por último, qué pasará si nos comportamos así.
Las cosas, de acuerdo con nuestro filósofo, son meras apariencias en función
del principio dualista de la existencia de cosas en sí, que son inaccesibles
para nosotros. Además, también son apariencias, en función de la
contraposición a aquella naturaleza de lo divino y del bien, de la que habla
el fragmento de Timón. Si se compara con esta naturaleza de lo divino y del
bien, ante Pirrón todo aparece como irreal y, como vamos a constatar, él lo
vivirá así, incluso desde un punto de vista práctico. En este contexto, no cabe
duda de que existe un trasfondo casi religioso que inspira el escepticismo de
Pirrón.

3. Eclecticismo: A partir del siglo II a.C. se hace cada vez más fuerte la
tendencia hacia el eclecticismo, hasta convertirse en predominante durante
el siglo I a.C. e incluso más tarde. La palabra «eclecticismo» procede del
griego ek-legein y que significa elegir y reunir, tomando de diversas partes.
El eclecticismo, pues, se proponía reunir en un conjunto lo mejor —o lo que
se creía que era lo mejor— de las diversas escuelas. Todas las escuelas se
vieron contagiadas por el eclecticismo. El Jardín no resultó demasiado
afectado, debido a la actitud cerrada a cualquier debate o posibilidad de
modificación, que Epicuro había prescrito. El Peripato aristotélico sufrió
consecuencias moderadas. El Pórtico fue contagiado de un modo más
acentuado, conservando siempre, no obstante, el espíritu originario y
auténtico que lo caracterizaba. Filón de Larisa afirma que, “las cosas son
incomprensibles; pero en cuanto a la naturaleza de las cosas mismas, son
comprensibles.” De acuerdo con la interpretación de Cicerón, el texto
significa lo siguiente: Esto no implica que las cosas sean objetivamente
incomprensibles; se trata simplemente de que no son comprendidas por
nosotros. Al admitir esto Filón se aparta del escepticismo. Afirmar que las
cosas son comprensibles en cuanto a su naturaleza significa realizar una
afirmación cuya intencionalidad ontológica, a tenor de los cánones
escépticos, es dogmática. Supone admitir una verdad ontológica, aunque se
niegue la posibilidad de su correlato lógico y gnoseológico. El escéptico no
puede decir: «Existe la verdad, soy yo el que no la reconoce.» Lo único que
puede afirmar es: «No sé si existe la verdad; sólo sé que, en cualquier caso,
yo no la conozco.»

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