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(El presente artículo aparece como un capítulo del libro en A. Ruiz (2003). “La Psicoterapia
en un Mundo de Complejidad e Incertidumbre” (p.19- 76). Editorial Instituto de Terapia
Cognitiva. Santiago de Chile.)
Notas Introductorias.
En este artículo, mi propuesta consiste en mostrar el punto de vista de que La Teoría
Biológica del Conocer de Humberto Maturana y el Enfoque Post-Racionalista de Vittorio
Guidano son proposiciones explicativas de la experiencia humana. La primera explica la
naturaleza de la identidad humana en su sentido más amplio; en tanto que el enfoque de
Guidano explica la identidad personal.
"Sin apenas darnos cuenta de ello, nos hemos metido en un mundo nuevo, uno creado por
el efecto acumulativo del pluralismo, la democracia, la libertad religiosa, el consumismo, la
movilidad y el creciente acceso a las noticias y el entretenimiento. Este es el mundo que se
describe como postmoderno para destacar la diferencia con el mundo moderno en el que
nacimos la mayoría de nosotros. En este nuevo mundo está emergiendo una nueva
conciencia social, y está afectando a la vida de todo tipo de personas, personas que ni
siquiera tienen un mínimo de interés por alcanzar una nueva clase de conciencia social. Se
nos está forzando a todos a ver que existen muchas creencias, múltiples realidades, una
profusión estimulante y a la vez desalentadora de visiones del mundo que se ajustan a todo
tipo de preferencia. Podemos elegir entre ellas, pero no podemos elegir el no hacer
elecciones" (1991, p.20).
Existiría, entonces, una conciencia general cada vez más aceptada de que el sistema de
creencias y las supuestas "realidades" aparentes que habitan en cada uno de nosotros, se
van configurando socialmente en lugar de venir "objetivamente" dadas y, por lo tanto,
pueden adoptar formas muy diferentes en las distintas culturas, épocas y circunstancias, a
pesar de que pudiera parecer que poseen la fuerza de la necesidad de aquellos que habitan
en ellas (Berger & Luckmann, 1976).
En el año 1903, sin embargo, ocurre un evento histórico crucial para el cambio de mirada
en la perspectiva epistemológica, con la famosa carta que un joven estudiante de problemas
lógicos de Oxford llamado Bertrand Russell -a la sazón de 21 años- le envía al gran lógico-
teórico alemán G.Frege. En aquella circunstancia Russell le demuestra -usando el mismo
lenguaje formal matemático- que una proposición paradójica (del modo "Todos los
cretenses son mentirosos; yo soy cretense; por lo tanto...etc.") no podía ser resuelta por el
sistema lógico-matemático que proponía Frege. Antes bien, explicar y resolver esta
proposición paradójica implicaba considerar el contexto, es decir, implicaba la elaboración
de un significado; pero esta elaboración tenía que ver con la persona que estaba intentando
resolver el problema y no tanto con la paradoja en sí. Asistimos por primera vez a una clara
toma de conciencia de que el conocer es un proceso autorreferencial, que no está en
relación a la realidad externa misma, sino que el conocimiento es una capacidad del
observador en tanto cognoscente humano.
Los acontecimientos se fueron sucediendo con la creación de los prodigiosos modelos de la
Física: la Teoría de La Relatividad de Einstein, el Principio de Incertidumbre (Heinsenberg)
y la Mecánica Cuántica. Se destaca esta última por su decisiva influencia en el cambio
radical de la relación observador-observado. Teorías que van en la misma dirección
epistemológica que Guidano le da a la psicoterapia.
Consideraciones finales
La explicación del observador es lo que nos permite entender la cognición, entender el
conocimiento, y, por tanto, entender la experiencia humana. Como asimismo entender que
la observación es siempre autorreferencial, es decir que la observación es el producto de la
interacción con nosotros mismos y el mundo. Guidano lo señala en estos términos: "la
relatividad histórica de los procesos de conocimiento se basa exclusivamente en su
naturaleza interactiva y constructivista como lo ha expresado con claridad el conocido
aforismo de la Escuela Chilena (o Escuela de Santiago): Todo lo dicho es dicho por un
observador a otro observador que también puede ser él mismo, y el observador es un ser
humano".
La experiencia humana, para finalizar, nace de la experiencia de vivir. En palabras de
Humberto Maturana:
- 1. Una visión circular, no lineal, sistémica de los sistemas vivos, que conducen a una
comprensión de la vida como proceso de conocimiento en la realización del vivir en
congruencia con el medio.
- 2. El carácter ontológico no trascendente (ontologías constitutivas en términos de
Maturana) y la potencia explicativa de la proposición de Maturana en relación a la
comprensión de la experiencia humana.
- 3. Una concepción del observador como un participante constitutivo y activo en todo lo
que observa. El observador como también la realidad emergen como explicaciones de la
experiencia del observador y no como entidades trascendentes.
- 4. Una negación de la separación de la mente y el cuerpo, junto con negar la suposición de
que la mente tiene una localización en el cerebro. La mente es entendida como un
fenómeno relacional que pertenece a la dinámica de relaciones del organismo.
- 5. Una comprensión no reduccionista totalmente consistente.
- 6. Una concepción de que el sistema nervioso es una red neuronal cerrada que no opera
con representaciones del medio o con símbolos.
- 7. Una visión del conocimiento como acción efectiva y no como una representación de
una realidad independiente.
- 8. Y, finalmente, una visión de la cognición como un fenómeno biológico que pone fin a
la creencia en el conocimiento objetivo.
Habiendo expuesto el fundamento teórico de base de la biología del conocer, que permite
explicar y ver cómo opera el observador (surgiendo desde ahí, por tanto, una comprensión
de la experiencia humana); quisiera centrarme ahora en el otro objetivo propuesto en este
trabajo, que es el modo en que se construye la identidad personal, es decir quisiera exponer
en líneas generales el enfoque post-racionalista de Vittorio Guidano.
Lo que observamos es que, cada individuo humano, tiene una particular manera de
mantener estable el sentido de sí mismo, es decir una forma particular de ordenar su
mundo. A partir de aquí Guidano se va a formular estas cruciales preguntas: ¿Por qué los
seres humanos necesitan, para poder funcionar, tener un sentido unitario y continuo de sí
mismos en el tiempo? ¿Cómo es que ocurre que cada ser humano tenga esta necesidad de
estabilidad del sentido de sí mismo y una necesidad de individuación? ¿Cómo es que en
cada ser humano ocurre que hay esta necesidad de una identidad personal? Es lo que ahora
intentaremos mostrar: cómo Guidano llega a explicar la identidad personal, cómo explica al
Simismo, esta estabilidad que tienen los seres humanos de vivir su experiencia personal.
Epistemología Evolutiva
Para ello, postula Guidano, tenemos que ponernos en un contexto de epistemología
evolutiva; esto significa entender el tipo particular de animales que somos. La experiencia
humana sólo puede ser entendida si se la considera desde una perspectiva evolucionista. Al
ponernos entonces en este contexto de epistemología evolutiva, vamos a ser reconocidos
como primates; no se quiere decir que descendamos de los primates, sino que somos
primates. Esto está demostrado por los estudios de inmunología que se han hecho con
respecto al ADN, y que muestran que la correlación que hay entre el ADN de los
chimpancés y los seres humanos es del 99,7%.
Dimensión Intersubjetiva
Desde un punto de vista evolutivo con los primates comienza la aparición de una novedad,
cual es de vivir en una realidad intersubjetiva. Esto se traduce en que el conocimiento de
nosotros mismos es siempre en relación al conocimiento de los otros, quienes nos dan un
sentido de nosotros mismos, que está dado por lo que visualizamos en los demás: por las
intenciones, por la visión que percibimos que los otros tienen de nosotros. Y a su vez, el
conocimiento que tenemos de los otros es siempre en relación a cómo reconstruimos,
simulamos o imaginamos en nosotros mismos lo que pueden estar sintiendo los otros. Y
esto -como decimos- se empieza a ver ya entre los primates; el conocimiento que empieza a
tener cada primate de sí mismo, -y que se aprecia muy claramente en el chimpancé, nuestro
pariente más cercano- es que siempre ese conocimiento está en relación a como el primate
se ve en relación a los otros (esta cualidad no se distingue en otras especies de mamíferos;
sólo se aprecia en los primates).
Necesidad de individuación
Probablemente éste sea el aspecto más importante de la experiencia humana, la necesidad
de una individuación, lo que se ha llamado "self individuation"; que aparece junto con la
importancia que se da a la cara como señal de reconocimiento entre varios miembros de un
grupo, y, conjuntamente, la cara como pantalla en la que terminan todas las emociones, y
que ha permitido también la evolución de la identidad personal. Es debido a la capacidad de
reconocer y distinguir de manera segura entre diferentes individuos, que conlleva también
la capacidad de poder anticipar cuáles serán las reacciones de cada individuo en particular.
Por una parte esto permite una mejor sintonía, una mejor reciprocidad.
Procesos de vinculación.
Otro aspecto más que podemos visualizar aquí es que, en este sentido, los procesos de
vinculación son centrales en todo el arco de vida humana o en el arco de vida individual;
son muy importantes en la fase del desarrollo cuando el niño necesita cuidado, cariño,
aceptación incondicional. Desde este punto de vista, los procesos de vinculación en los
seres humanos aparecen siempre como fundamentales, porque tienen una raíz
epistemológica que señala que es sólo a través de la conciencia de los otros que podemos
alcanzar una conciencia de nosotros mismos, y esto sucede como una consecuencia
afectiva. Esto, en la vida adulta, también es algo determinante.
En la vida adulta ocurre lo mismo que en la vida de la infancia, es decir, cuando hablamos
de los fenómenos de “social reference” en el que un niño, desde la cara de la madre, tiene
automáticamente una experiencia inmediata y específica de sí mismo que le señala la
situación en que se encuentra en ese momento. Como mecanismo, esto se mantiene durante
toda la vida adulta. Las relaciones afectivas en la vida adulta pueden ser vistas desde esta
perspectiva también. Una persona significativa para nosotros -la esposa, el esposo, un hijo,
etc.- es, fundamentalmente, haber construido por nuestra parte una imagen de esta persona
con características de exclusividad, de unicidad; la imagen de esta persona es
interdependiente con nuestra percepción de nosotros mismos. Y eso es, exactamente, lo que
pasa en un niño; aunque lo que vive un niño es mucho más sencillo porque el niño está más
conectado a lo concreto; es como si fuera una reacción química de la cara de la madre, que
inmediatamente le da un sentido de sí mismo. En el adulto esto es mucho más articulado y
complejo porque hay más capacidades abstractas. No obstante, el aspecto básico de la vida
afectiva adulta es esencialmente el mismo. En este sentido no podemos decir que una
persona en el curso de su vida elige “objetivamente” a otra persona, sino lo que hace es
llegar a un modo específico de sentirse a sí mismo con esa persona determinada, y esto es
coherente con su continuidad de vida. El la realiza de esta manera construyendo una
imagen de esa persona significativa que tiene una serie de características muy importantes
desde el punto de vista emotivo; es una imagen construida con características de unicidad y
de exclusividad que le da una calidad específica de percepción a la experiencia inmediata
de sí mismo, y que posteriormente puede ser organizada en una imagen consciente de sí
positiva y aceptable.
Esto es muy importante y veremos que tiene consecuencias también en la terapia, ya que
una de las fuentes más significativas de emociones perturbadoras que pueden dar lugar
después a patologías en la vida adulta, son por repentinos cambios en la imagen del otro
significativo que le puede ocurrir a una persona. Esta es, precisamente, fuente de rupturas
de equilibrio que se ven en la vida adulta. Lo característico es lo que pasa siempre en los
procesos de la dinámica entre el "yo" y el "mi". La percepción del cambio de imagen en la
otra persona es algo que experiencia el individuo y empieza generalmente como un proceso
de negación, o bien de confirmar que la persona con respecto a la cual se ha experimentado
este cambio sigue siendo la misma, incrementando aún más las características que tenía
antes, de unicidad y de exclusividad. Este es uno de los procesos más frecuentes que suelen
ocurrir. Examinemos a continuación cómo es que esto ocurre.
Para ello, debemos señalar nuevamente que los primates viven una realidad intersubjetiva y
que la supervivencia del joven primate y del adulto va a depender de la calidad de
vinculación con la madre, y no sólo de una relación de proximidad física de cuidado y
protección. Si nos desplazamos de los primates a los humanos, vamos a encontrar que el
sistema vincular se torna extremadamente complejo. Porque el sistema de vínculo humano
es el medio por excelencia por el cual cada humano logra construir un sentido de sí mismo,
específico y único por el cual se reconoce, es decir, que vincularse a alguien es reconocerse
y tener un sentido de sí mismo específico.
Una figura de vinculación en el niño es una coordinación de sensaciones, de acciones, de
percepciones que le dan un sentido de sí mismo. Este tema del vínculo e identidad es el
tema básico de todo el desarrollo emocional desde los 0 hasta los l8 años a 20 años.
Podemos decir muy breve y gráficamente que la calidad del vínculo es la manera de dividir
y ordenar el espacio con ciertas tonalidades emotivas, de la misma manera como lo
veíamos en los primates. Se empieza a ver entonces que en el niño, desde el momento
mismo de nacer y de acuerdo a las modulaciones emotivas que acompañan sus experiencias
activadoras relacionadas con el alejamiento de la figura referencial (que puede ser la madre
u otra persona) o de las tonalidades emotivas que están asociadas a la desactivación por el
acercamiento a la figura vincular, algunas tonalidades emotivas comienzan a delinearse más
que otras. Lo que sabemos hoy con respecto al desarrollo emocional es que los humanos
nacemos con un repertorio de emociones. Podemos decir que un niño al momento de nacer
tiene un repertorio de emociones básicas potencialmente listas, completas. Ahora, estas
emociones van a tomar forma a través de la experiencia inmediata, que van a tener que ver
con los procesos de vinculación con las figuras de referenciales. En base a las
características emotivas de la persona que ejerce el vínculo, ciertas tonalidades emotivas
serán más seleccionadas que otras. Por ej.: en una madre muy preocupada y asustada con su
hijo, en éste la tonalidad emotiva de miedo será mucho más desarrollada y vivida que las
otras. Otra madre que no está nunca presente o que no acude a los llamados de su hijo, la
tonalidad emotiva de pérdida, abandono y desamparo serán seleccionadas en él. Pero estas
emociones se irán desarrollando de una manera diferente a los pensamientos, cuya forma es
secuencial y lineal. El desarrollo de las emociones es por semejanza analógica. Para
Guidano la mejor metáfora de cómo esto sucede es la metáfora musical. Si se tiene presente
cómo se construye una sinfonía, notamos que en ella hay una tonalidad musical básica y
que ésta es la llave ordenadora de todas las otras tonalidades musicales.
Volvamos entonces a ese niño que su particular vínculo familiar le ha seleccionado y
amplificado una tonalidad emotiva de pérdida. Todo su desarrollo emotivo se hará en esa
línea, es decir, el niño va a diferenciar las otras tonalidades emotivas confrontándolas con la
pérdida. Así la tonalidad emotiva de alegría es la ausencia de pérdida. El miedo, la
anticipación de una pérdida. La tristeza, la vivencia de la pérdida, etc. Todas las emociones
son diferenciadas desde esta tonalidad básica. La calidad emotiva del vinculo se refleja en
una unidad organizativa del dominio emotivo que es un proceso. Es unitario porque hay
una tonalidad emotiva de fondo, que le va dando al niño un sentido específico de sí mismo,
de identidad, de unicidad en diferentes situaciones, y con esa modalidad el niño diferencia
todas las emociones. Es unitaria porque todas las emociones son contempladas siempre
como derivadas de una sola. Esta unidad da un sentido específico de uno mismo como una
manera precisa de sentirse en el mundo.
La duración completa de este proceso se prolonga hasta pasada la adolescencia. La
vinculación se va volviendo más compleja a lo largo del desarrollo para favorecer la
instauración de procesos autorreferenciales más estructurados, como la identificación y la
imitación de modelos.
El mundo oral
En nuestro proceso evolutivo la mayor parte del tiempo la hemos vivido en un mundo oral,
cuya principal característica está en una concentración del lenguaje en el sonido, pues en
este período no había la posibilidad de representar el lenguaje. En el mundo oral la
memoria es el problema fundamental, es decir la mantención en el tiempo de la
información significativa para el individuo y el grupo. En un grupo que tiene la necesidad
de vivir en una coordinación consensual recíproca –de acuerdo a Maturana- el mantener la
información, la instrucción y compartirla era fundamental para la supervivencia misma.
Así, por tanto, ¿cómo mantener la información que se refiere a los valores, a las
tradiciones? ¿cómo conservar las instrucciones fundamentales para cazar, para huir, para
refugiarse...? etc. La única posibilidad de mantener la información en un mundo oral es a
través del ritmo, repitiéndolo continuamente de manera que todo el proceso de repetición
sea facilitado. Para esto era necesario que los componentes más importantes de cada
información o instrucción fuesen conectados unos con otros, no por un medio lógico-
causal, sino conectados siempre en un sentido rítmico. En fin, todo el mundo oral tiene una
consistencia rítmica; es un mundo en donde se inventa la poesía, la danza, el baile, los
cuentos, los proverbios; y todo esto era necesario repetirlo: enganchando los ritmos, los
proverbios y las enseñanzas que eran fundamentales para el grupo. Estos aspectos fueron
los que determinaron los procesos de secuencialización en el mundo oral.
Por otro lado, este es un mundo prevalentemente de acción, lo que en términos narrativos se
denomina “la narrativa épica”; que se caracteriza por una secuencialización muy peculiar:
nunca presenta un orden cronológico ni causal (como lo entendemos ahora), no había
posibilidades de distinguir entre quien hablaba y aquello que decía quien hablaba; en otras
palabras no había distinción entre el decir y lo que significa el decir, pues el decir se
confundía con la cosa. Esta es, por tanto, otra característica fundamental de la
secuencialización en el mundo oral: no existe un reconocimiento de la interioridad de los
individuos.
La cronología tampoco era posible, porque en un mundo rítmico el contenido de la
información o la secuencia cambia continuamente según el contexto. Por ejemplo, si el
Chamán está relatando ante un grupo los hechos o hazañas de un héroe –lo cual significa
resumir las enseñanzas de qué es lo que uno debe hacer, cómo conducirse, etc.- , y en ese
mismo momento surge un trueno o un relámpago, esto va a enganchar otra serie de cuentos
del héroe comenzando un nuevo relato, como que aún está en el vientre de su madre o que
todavía no nace. Vale decir, no hay una dimensión cronológica en este momento de la
evolución humana. Esta es, por consiguiente, la forma que toma el relato en un mundo oral.
Es más, en un mundo donde no hay separación entre persona y lenguaje, el lenguaje se
queda en el sonido, no es visualizable. Es un mundo en el cual no sólo esta
secuencialización narrativa tiene falta de cronología, falta de paralelismo causal con el
contexto, es un mundo en el cual las instrucciones que hay que tener en cuenta para
sobrevivir se quedan en el lenguaje, en el sonido. En otras palabras, se quedan en forma
alucinatoria.
El Mundo Escritural
Cuando se inventa el alfabeto y, con ello, el mundo escritural, surge la posibilidad de
visualizar el sonido y esto genera un cambio repentino, porque se elimina el problema de
cómo mantener la información; una vez que el lenguaje puede ser visualizado, el individuo
ya lo puede mantener estable en su memoria, sin necesidad de hacer una constante
repetición rítmica que le ocupaba gran parte del tiempo. Y lo más importante (sobre todo
para nuestro rastreo histórico del self): por vez primera es posible establecer una
diferenciación ontológica entre “conocedor” y “conocido”, entre “hablante” y “hablado”;
en que “lo hablado” pasa a adquirir una realidad propia, diferenciada del “hablante”, del
“conocedor”; ya que el producto del lenguaje se puede ver escrito y reconocer que está
ontológicamente separado del sujeto que emitió esas palabras. En suma: en el momento en
que el lenguaje pudo ser diferenciado, se volvió un producto vivo de ese hombre o
individuo que lo produjo; el problema quedó centrado entonces en la persona que lo creó,
en quien lo construyó. Con la separación entre ser humano y lenguaje surgió por primera
vez el espacio epistemológico para el estudio del self, del simismo. (Guidano. Inteco. Chile,
1997).
Recordemos que antes la persona estaba fundida con su acción, no había una diferenciación
entre persona y acció; pero en tanto emergió esta nueva dimensión de realidad, la persona
pasó a constituirse en una personalidad. Una vez que el lenguaje se visualiza y –sobre todo-
se escribe, lo que se ha escrito queda independiente de quien lo hizo, y para mejor entender
lo escrito -lo establemente escrito- se requiere una comprensión y estudio de la persona que
lo produjo. Es decir, si no se tiene acceso al autor o a quien escribió el texto, el significado
tendrá que ser reconstruido cada vez, si se quiere acceder a la interioridad del autor.
Además, con el mundo escritural comienza por primera vez en la historia el problema del
significado, derivándose una nueva disciplina llamada “hermenéutica”. Esta, como ciencia
escritural, empezó con el estudio del significado de los textos religiosos hasta llegar a los
temas de nuestro tiempo. Actualmente la hermenéutica concentra su mayor interés en los
asuntos narrativos; los especialistas estudian la estructura de la novela, la relación entre
estructura y literatura, la estructura de la conciencia individual y conciencia social, etc.
Pero lo interesante para nuestro entendimiento del self está en las consecuencias que
derivan con el pasaje a un mundo escritural, ya que cambia la secuencialización, que se
vuelve estrictamente cronológica -como hoy la entendemos-. Con el mundo escritural nace
el tema de la historia o “lo histórico”. En el mundo griego Heródoto y Eurídice comienzan
su obra con el alfabeto, ya que antes no era posible una exacta cronología. Pero la
secuencialización ahora no es sólo cronológica sino también estrictamente causal:
encontramos una completa serie de eventos que en esta secuencia son causales, generando
eventos sucesivos y temáticos; es decir también tenemos una secuencia de orden temático.
Y lo más importante, que la secuencialización se destaca por mantener siempre un
paralelismo con el contexto: es decir, lo que es un ordenamiento cronológico y causal que
la persona lleva adelante, tiene que ser siempre consistente con una experiencia cultural y
de vida que pertenezca a los contextos circunstanciales de referencia en los que está
inmerso el sujeto (Guidano, Inteco, 1997). Por ello resultaría absurdo en el mundo
escritural tener una secuencialización sin cronología –ir desde la muerte al nacimiento o del
nacimiento a la juventud, por ejemplo-. Para Guidano el paralelismo secuencial con el
contexto se convierte en un requisito fundamental, a menos que se explicite que se trata de
una ficción literaria con la cual se quiere significar algo (v.gr., como se aprecia en “Cien
Años de Soledad”, de García Márquez); de lo contrario, el sujeto –en nuestra cultura
escritural- puede ser tomado por loco o suponer que su proceso de secuencialización es el
delirio. El delirio tiene todas las características de ser una secuencia narrativa de tipo épico,
no sólo por la construcción en donde falta la cronología, y en donde no hay una adecuada
consistencia causal, sino sobre todo porque no hay ningún paralelismo con el contexto, en
el cual se va por cuenta propia y sin considerar la experiencia de vida de los otros.
Pero lo que nos interesa enfatizar aquí, a raíz de la distinción entre el mundo oral y el
mundo escritural, es la emergencia por primera vez del ámbito epistemológico para
empezar a construir el sujeto, el self, la persona. En el mundo escritural surge una
dimensión que antes no había, que es una dimensión para construir el interior de un sujeto;
para construir todas las categorías de la vivencia, a saber, el sentir experiencial, emocional
y la relación entre el sentir y el pensar. Para Guidano esto es una construcción muy larga y
que toma mucho tiempo; pero no obstante ya se empieza a distinguir este primer elemento
importante en el mundo escritural: se empieza a diferenciar en cada secuencia -cronológica,
causal y temática- entre lo externo y lo interno. Es decir, en cada secuencia uno sabe que
hay un conjunto de acontecimientos y de eventos que se refieren a los personajes; esto es lo
externo. Pero a la vez cada personaje tiene un mundo interno, hecho de emociones e
intenciones, de valores, puntos de vista, etc. Luego, para comprender lo externo necesito
tener una recta comprensión de lo interno; son dos niveles que deben ir siempre juntos, no
separados. Esto es muy interesante porque la distinción entre lo externo y lo interno ha
dado paso al nacimiento del mundo simbólico –como se conoce en la actualidad-,
facilitando la distinción entre palabra y significado. La palabra pertenece a lo externo, a la
persona que emite la expresión; en cambio el significado pertenece a lo interno, a lo que
percibe el sujeto.
Metalenguaje de significado
Una de las mayores consecuencias que se derivan del mundo escritural es el denominado
“metalenguaje de significado”, que hace posible articular en infinidad de formas el mundo
interno en cada individuo. Recordemos que, el advenimiento de la escritura permitió hacer
la diferenciación entre lo interno y lo externo en cada persona. Esta particularidad es
acompañada a su vez de un aspecto muy importante, cual es la posibilidad de construir, de
conjugar el mundo en “subjuntivo”. Esto equivale a conjugar infinidad de mundos posibles,
muchos puntos de vista a partir de una secuencia de acontecimientos bien definidos y
especificados. En suma: el metalenguaje de significado, conectado al mundo escritural,
permite la posibilidad de articular y construir el mundo interno.
David Olson es quien más se ha ocupado de este aspecto del desarrollo de metalenguaje de
significado conectado al mundo escritural, sobre todo en la forma de articular un mundo
interno. El sostiene que en los adolescentes de dieciocho a veinte años, este repertorio de
metalenguaje de significado está desarrollado al setenta u ochenta por ciento. Es un
desarrollo muy largo y que –por tanto- puede ser interferido, hasta puede ser fuertemente
perturbado en algún momento y por las circunstancias más variadas. En un desarrollo que
se toma entre quince a veinte años, en el cual son muchísimas las situaciones que pueden
favorecerlo, perturbarlo o interferirlo.
Ahora, en este proceso de buscar una coherencia entre como yo me siento y como yo me
veo -retomando el punto “El simismo narrador y el simismo protagonista”-, el metalenguaje
de significado nos permite una excelente articulación, una gran capacidad de conocimiento
en esta dimensión de integración de la conciencia. Esta es la variable más importante. El
alfabeto, que permite visualizar el lenguaje, implica el desarrollo de un metalenguaje de
significado que no sólo me hará visualizar el lenguaje, sino también me permitirá visualizar
mi experiencia inmediata. Mientras más desarrollado sea el metalenguaje de significado,
más puedo diferenciar matices en emociones como el miedo, la rabia, la desesperación. Es
decir, las puedo visualizar. Puedo ver todas las veces que sentí deseos de venganza, de
revancha, irritación. Todo mi interior se visualiza, lo puedo ver como en una pantalla.
Esta capacidad de observar la experiencia inmediata a través del metalenguaje de
significado es lo que nos permite mantener la continuidad de nosotros mismos también en
un curso de vida que para todo el mundo es siempre discontinuo. Es también la capacidad
de tomar distancia de nuestras reacciones imprevistas, de conductas inexplicables y
poderlas visualizar e insertar en nuestra historia con el fin de reconstruir una continuidad.
Cuanto más interferido sea el metalenguaje de significado, cuanto menos articulado y
menos abstracto sea su desarrollo, menor será la capacidad de observar la experiencia
inmediata. En este punto se dan dos situaciones posibles (1) la primera, que el metalenguaje
de significado que no se ha desarrollado de manera apreciable, no muy articulado, no muy
abstracto, apenas existe un mundo subjuntivo. En situaciones de disturbio emocional
bastante alto, muchas de las activaciones emocionales no pueden ser reconocidas por la
trama rígida y poco articulada del sujeto. Las activaciones emocionales se transforman en
síntomas, por ejemplo, un ataque de pánico en un fóbico, un ataque de ansiedad de
contaminación en un obsesivo, que lo vive como sufrimiento personal., pero como si fuera
al mismo tiempo ajeno.
Para una comprensión mas profunda del rol que tiene el self narrador y el self protagonista
en la matención y estabilidad del sentido de identidad personal debemos desarrollar
previamente lo que Guidano señala como los procesos de continuidad discontinuidad del
self o simismo.
Nos detendremos entonces en estos dos procesos, comenzando por la sensibilidad hacia lo
canónico, hacia lo que es familiar para nosotros. Jerome Bruner y sus colaboradores han
demostrado que a los veinte meses un niño ya tiene claro el sentido de lo que es normativo,
de lo que es canónico. Si bien es un proceso básico, sin embargo no puede ser un proceso
único y exclusivo, ya que también está presente la atención hacia lo novedoso, hacia lo
extraordinario; es un proceso a través del cual transformamos lo novedoso para que nos
llegue a ser familiar, ampliando así nuestro sentido de estabilidad del mundo. Ampliamos,
en otras palabras, nuestro sentido de continuidad.
Guidano sostiene que en el desarrollo del sistema del simismo o del self system, haciendo
referencia a lo que han evidenciado varios autores en cuanto a que es la dialéctica interna
del sistema del simismo, que nos habla de la conservación de la continuidad mientras, al
mismo tiempo, se perciben cambios y novedades.
Aquí se distinguen dos aspectos fundamentales que están en relación dialéctica entre sí, o
sea son interdependientes. Por una parte tenemos lo que se define en inglés como
"sameness", que se traduce como la mismidad, queriendo significar el sentido de
continuidad que tenemos de nosotros mismos, es decir que me siento ser siempre la misma
persona, que siento que soy siempre el mismo en el tiempo. Y, por la otra, tenemos el
"selfhood", como se dice en inglés, que es lo opuesto de la mismidad; se diría entonces que
es la ipseidad, esto es, lo que a uno le va sucediendo en la vida momento a momento, es lo
no previsto. Entonces las experiencias de mí mismo a menudo son experiencias diferentes y
que están en contraste con el sentido de continuidad interna.
A continuación examinaremos muy brevemente cómo Guidano percibe estos dos aspectos.
Para este autor el sentido de mismidad, el "sameness" está vinculado con la organización
del dominio emotivo y por tanto con la organización de significado personal. Por una parte
es como si a partir de las fases de apego de los años preescolares de la niñez se
establecieran patterns de activación emotiva recurrente, en los que se fundamentaría el
sentido de estabilidad y continuidad. Asimismo hay que notar algo muy importante, que el
sentido de continuidad o de mismidad, del sameness, es esencialmente emotivo y, por lo
tanto, es algo que por sobretodo sentimos, es sobretodo a nivel emocional. Lo cual significa
que tenemos que focalizarnos en el hecho de que la calidad de un feeling emotivo no
cambia nunca. Aquí la dialéctica -como lo vimos en el desarrollo de la continuidad de vida
de los primeros años- entre lo que es normal canónico y lo que es nuevo y excepcional, se
mantiene y sigue en la vida adulta con la dialéctica entre el sentido de mismidad y el
sentido de diversidad de sí mismo, de ipseidad, que se repite cotidianamente frente a
situaciones que son siempre distintas a como las esperábamos.
Aquí en este punto podemos introducir el tema que nos interesa y que dejamos enunciado,
me refiero al tema de la narrativa, la dialéctica entre el simismo o el self como protagonista
y el self como narrador. Es aquí también donde se pueden captar los aspectos del sameness
o la mismidad y de la ipseidad o selfhood. El self narrador es el self que trata de compactar
la experiencia, es el que se ve desde afuera y que actúa directamente, podemos decir que es
el self que forma parte de la mismidad y que se ocupa de reconstruir, de entrelazar esta
continuidad; mientras que el self protagonista es el que está actuando, es el que nos da el
sentido de diversidad, de discrepancia respecto a la continuidad que mantenemos. Este es
un trabajo continuo, el actuar en primera persona sintiéndonos protagonistas, y también al
contarnos, compactar, reorganizar o asimilar la discrepancia que hemos vivido, en la que
nos parece ser una continuidad y en la que nos reconocemos dentro de esa continuidad. Así
entonces, este transformarnos para pasar de un self protagonista a un self narrador es lo que
nos da la coherencia, lo que le da un orden a nuestra historia de vida; y de esta manera, con
la intervención del self narrador sobre el self protagonista, la historia de vida se convierte
en una historia dotada de una univocidad. Guidano sostiene que es la intervención del self
narrador quien transforma todo lo que es casual en destino, quien hace que se transforme en
destino. Así nada queda afuera de esto.
Así pues, lo que produce cambios en el ciclo de vida es tanto la mismidad como la
discrepancia de lo que sucede momento por momento, la ipseidad; es decir la
complementariedad entre cambio y mantenimiento. Pero a menudo esto no lo consideramos
y suponemos que el cambio es algo que tenemos que perseguir de manera independiente de
los procesos complementarios del individuo. Esta complementariedad entre cambio y
mantenimiento, la podemos ver muy bien en todas las experiencias de cambio personal.
Cada cambio personal o del sentido de sí mismo que se verifica a lo largo del ciclo de vida
( no importa si es espontáneo o si lo induce la psicoterapia), la manera en que vemos
nuestra historia cuando cambia tiene una mezcla de varios ingredientes, es una mezcla de
sorpresa y familiaridad, Cada cambio personal hace que nos demos cuenta especialmente
de algo que ya conocíamos, por lo tanto el sentido de familiaridad está presente; en tanto
algo que vemos por primera vez tiene un sentido de sorpresa. Por otra parte esta
complementariedad entre mantenimiento y cambio podría parecer lógica, si dentro de un
sistema complejo y autoorganizador no hay algo que se mantiene siempre invariable. El
sistema mismo no podría percibir el cambio del sí mismo. El cambio lo podemos reconocer
en nuestra conciencia, debido a que tenemos este sentido de continuidad.