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CAPITULO XV

DEL USUFRUCTO

1. INTRODUCCION

938. LOS DERECHOS DE GOCE. Por lo general, las facultades del dominio, uso,
goce y disposición, se ejercen por una misma persona. Pero puede ocurrir
que el uso y el goce sean ejercidos por un sujeto y la facultad de disponer,
por otro. En tal caso, el primero tiene un derecho de goce sobre la cosa, y
puede corresponderle en virtud de una relación creditoria con el dueño o en
razón de un derecho real, según su derecho de goce sea personal o real.
El derecho personal de goce existe merced a un vínculo jurídico que une
al titular con el dueño de la cosa; este último, cumpliendo su obligación,
pone el bien a disposición del primero para su disfrute. Así sucede, por
ejemplo, en el arrendamiento y en el comodato: el arrendatario y el comoda-
tario, meros detentadores de cosa ajena, disfrutan de ésta en virtud del res-
pectivo contrato.
El derecho real de goce no implica ningún vínculo jurídico entre su
titular y el dueño de la cosa: el primero goza de ella por obra de su derecho,
que lo coloca en relación directa con el bien. Por tanto, el propietario no
está obligado a realizar ningún acto para poner la cosa a disposición del
titular del derecho de goce.

939. SERVIDUMBRES PERSONALES. Entre las limitaciones del dominio nuestro


Código Civil señala el gravamen de un usufructo, uso o habitación a que una
persona tenga derecho en las cosas que pertenecen a otra (art. 732, Nº 2º).
Estos derechos reales de goce (usufructo, uso y habitación) fueron agru-
pados en el Derecho romano, al menos en la época de Justiniano, bajo la
común denominación de servidumbres personales, en contraposición a las servi-
dumbres prediales: las primeras se establecían en interés de una persona y las
segundas en el interés de un fundo o predio.
Defínense las servidumbres personales como los derechos reales establecidos
sobre la cosa ajena en interés de una persona.
El Código francés repudió la clasificación antedicha y suprimió el nom-
bre de servidumbres personales; veía en éstas un resabio feudal. Nuestro

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Código Civil y la mayor parte de los Códigos modernos siguieron el mismo


derrotero y sólo consideran como servidumbres las llamadas prediales. En
cuanto a los derechos de usufructo, uso y habitación les dan simplemente su
nombre específico.
Sin embargo, los Códigos alemán de 1900 y suizo de 1907 vuelven a la
nomenclatura romana, pues teóricamente parecen estimar que las servidum-
bres personales tienen puntos de contacto con las reales, que justificaría la
denominación genérica de servidumbres para unas y otras. Con todo, los
autores modernos en su mayoría se pronuncian en el sentido contrario, ya
que atribuyen distinta configuración jurídica a las servidumbres y a los dere-
chos de usufructo, uso y habitación. Anotan al respecto profundas diferen-
cias, y entre otras, las siguientes: 1) las servidumbres reales o prediales consti-
tuyen relaciones jurídicas perpetuas o permanentes, en tanto que los dere-
chos de usufructo, uso y habitación tienen carácter temporal; 2) el usufructo
puede recaer sobre bienes muebles o inmuebles, mientras que las servidum-
bres siempre tienen por objeto estos últimos; 3) el usufructo da sobre la cosa
la totalidad del derecho al disfrute, no así las servidumbres, que sólo limitan
la propiedad en un sentido determinado y parcial. Se agrega también, que el
usufructo, uso y habitación tienen finalidades económicas distintas de las que
tienen las servidumbres prediales. Mientras éstas buscan promover la explota-
ción de los fundos que no pueden utilizarse adecuadamente en su aislamien-
to, el usufructo, el uso y las habitación procuran a una persona un sustenta-
miento.

940. SERVIDUMBRES PERSONALES IRREGULARES. La doctrina reconoce otra clase de


servidumbres personales llamadas servidumbres personales irregulares, anó-
malas o personales limitadas. Tal designación no se refiere al usufructo, uso y
habitación, sino al derecho real que determinada persona tiene sobre un
servicio o una utilidad especial que un fundo o predio es susceptible de
proporcionar. Se señalan, entre otras, como servidumbres irregulares las de
pastos, leñas y demás productos de los montes de propiedad particular, el
derecho de cazar en un predio ajeno, el concedido a una persona y sus
descendientes de ocupar determinadas ventanas de una casa ajena para pre-
senciar los festejos locales (derecho de balcón). Algunos incluyen también,
en ciertos supuestos, el derecho a ocupar determinada localidad en un teatro
(derecho de palco o butaca). Sería el caso, por ejemplo, del dueño de una
sala de espectáculos que, al venderla, estipulara en favor de sí y sus familiares
ese derecho.
A juicio del redactor, aunque en la doctrina de algunos países se discute el
punto, dentro del Derecho chileno no podrían constituirse esta clase de
servidumbres. Los derechos reales son limitados en su número; sólo existen
los que el legislador reconoce, y el nuestro, desde la definición (art. 820),
sólo considera las servidumbres prediales, las que se imponen sobre un pre-
dio en utilidad de otro predio de distinto dueño. Los mencionados servicios o
utilidades no podrían ser objeto de un derecho real de servidumbre sino de
un derecho personal que afectaría a los contratantes, a las personas ligadas
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por el pacto y a nadie más; el gravamen no pesaría sobre el predio sino sobre
el dueño de éste al momento de celebrarse el acto. Y así, por ejemplo, si el
propietario de un bosque se compromete a dejarme cazar durante toda mi
vida en ese lugar, no podría yo, por ese solo hecho, exigir al comprador o
nuevo propietario del bosque que respete la estipulación suscrita con su ante-
cesor, el antiguo dueño o vendedor.

2. GENERALIDADES SOBRE EL USUFRUCTO

941. FUENTES LEGALES. El usufructo se encuentra tratado en el Código Civil


en el Título IX del Libro II, artículos 764 a 810.

942. DEFINICIÓN. “El derecho de usufructo –dice el Código– es un derecho


real que consiste en la facultad de gozar de una cosa con cargo de conservar
su forma y sustancia, y de restituirla a su dueño, si la cosa no es fungible; o
con cargo de volver igual cantidad y calidad del mismo género, o de pagar su
valor, si la cosa es fungible” (art. 764).

943. ELEMENTOS PERSONALES DEL USUFRUCTO. El usufructo, como el fideicomiso,


supone necesariamente dos personas: el usufructuario, que tiene las facultades
del uso y goce de la cosa, y el nudo propietario, que si bien está desnudo del
uso y el goce, tiene la facultad de disposición.
La persona que crea, establece o da origen al usufructo se llama constitu-
yente. Este puede quedar totalmente al margen del derecho o pasar a ser uno
de sus elementos personales. Ninguna injerencia tiene si el usufructo de la
cosa se lo da a un tercero y la nuda propiedad a otro; pero puede despren-
derse sólo de la nuda propiedad y reservarse el usufructo (en tal caso el
constituyente sería usufructuario) o, por el contrario, puede desprenderse
del uso y el goce y conservar la nuda propiedad (caso en que el constituyente
sería nudo propietario).

944. USUFRUCTO SIMPLE Y USUFRUCTO MÚLTIPLE (SIMULTÁNEO Y SUCESIVO). Según


las personas a quienes se concede y las formas como a ellas se atribuye, el
usufructo puede ser simple, si se concede a una sola persona, o múltiple, si a
varias. Este último se subdivide en simultáneo y sucesivo. El usufructo simultá-
neo confiere un goce actual a todos los usufructuarios y constituye una espe-
cie de comunidad de usufructo. El usufructo sucesivo da el goce a los titula-
res del derecho a uno en pos de otro. Según se verá, nuestra legislación
prohíbe constituir dos o más usufructos sucesivos o alternativos (art. 769).

945. CARACTERÍSTICAS. El derecho de usufructo presenta las características


que a continuación señalamos:
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1) Es un derecho de goce. Comprende el uso y el goce de la cosa (usus y


fructus), el aprovechamiento de sus frutos. El usufructuario tiene, como se ha
dicho, las ventajas prácticas de la cosa, al paso que el nudo propietario tiene
un derecho teórico.
2) Es un derecho real, porque se ejerce sobre una cosa sin respecto a
determinada persona.
Del carácter real del derecho de usufructo (reconocido por el mismo
Código en diversas disposiciones, arts. 577, 764) se desprenden diversas con-
secuencias, como la de que es posible defenderlo mediante la acción reivindi-
catoria y, si recae sobre inmuebles, pueden usarse las acciones posesorias
ante las perturbaciones en la posesión del derecho.
3) Es un derecho de goce completo, porque permite gozar de todos los frutos
naturales y civiles de la cosa. Por el contrario, los derechos de goce llamados
de uso y de habitación son mucho más restringidos.
4) Es una limitación del dominio, pues impide al titular de éste el ejercicio
del uso y el goce; restringe la amplitud de las facultades del propietario de la
cosa gravada con usufructo.
5) Es un derecho temporal, a diferencia del dominio, que es perpetuo. El
usufructo, como dice la ley, tiene una duración limitada, al cabo de la cual
pasa al nudo propietario, y se consolida con la propiedad (art. 765, inc. 2º).
Resalta en este punto su diferencia con el fideicomiso, el cual no supone
necesariamente que la propiedad pase de manos del fiduciario a las del
fideicomisario, pues si no se cumple la condición no opera la restitución. En
cambio, el usufructo fatalmente debe terminar, ya que está sujeto a un plazo,
y es tal el hecho futuro y cierto, que siempre llega.
6) Es un derecho intransmisible por testamento o abintestato. Pero nótese
que la intransmisibilidad afecta al usufructo, y no a la nuda propiedad, que
puede transferirse por acto entre vivos y transmitirse por causa de muerte
(art. 773).
7) Es un derecho sujeto a plazo, en lo que también se distingue del fideico-
miso, que siempre supone una condición. Y aquí aparece uno de los casos en
que resulta importante distinguir entre el plazo y la condición: una asigna-
ción testamentaria sujeta a plazo, nunca será fideicomiso, pero sí usufructo; y
a la inversa, una asignación testamentaria sujeta a condición, jamás será
usufructo, pero sí fideicomiso.
8) Es un derecho sobre cosa ajena, como ya insinuamos al destacar su carácter
de limitación del dominio. Un principio fundamental dice que nadie puede
limitar su derecho en beneficio propio, y de ahí que el usufructo no pueda
ser ejercido sobre una cosa propia y que sea esencial que las calidades de
nudo propietario y de usufructuario se encuentren separadas.

946. EL USUFRUCTO SUPONE DOS DERECHOS COEXISTENTES. El fideicomiso supone


un solo derecho, el de dominio, que se encuentra primero en manos del
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fiduciario y después, si se cumple la condición, en las del fideicomisario. El


usufructo, en cambio, envuelve dos derechos actuales coexistentes, el del
usufructuario y el del nudo propietario (art. 765, inc. 1º). El dueño y posee-
dor de la cosa es este último, quien conserva la facultad de disposición: el
usufructuario es sólo un mero detentador de la cosa (art. 714, inc. 1º), pero
es dueño y poseedor de su derecho de usufructo.

947. ELEMENTOS REALES. OBJETO DEL USUFRUCTO. El legislador señaló taxativa-


mente las cosas sobre las cuales se puede constituir fideicomiso (art. 734);
pero nada dijo respecto de este punto en el usufructo. Por tanto, debe con-
cluirse que pueden ser objeto de usufructo todas las cosas, muebles o inmue-
bles, corporales o incorporales, y tanto los bienes en su unidad total o en una
de sus partes.
“La doctrina científica clasifica el usufructo, por razón de las cosas objeto
del mismo, en propio o normal, si recae sobre cosas no consumibles, e impropio
o anormal (llamado en Derecho romano cuasi usufructo), si recae sobre cosas
consumibles; total y parcial, según abarque todo o parte de los frutos de la
cosa; singular y universal, según recaiga sobre cosa o derechos determinados o
sobre un patrimonio, como una herencia.”1 En la práctica son muy frecuen-
tes los usufructos sobre la universalidad de una sucesión o sobre una cuota
de ella.

947 a. CONSTITUCIÓN DE USUFRUCTO SOBRE UN INMUEBLE HIPOTECADO. Nuestro


Código Civil declara expresamente que el dueño de los bienes gravados con
hipoteca puede siempre enajenarlos o hipotecarlos, no obstante cualquiera
estipulación en contrario (art. 2415). Pero nada dice, en cambio, si después
de hipotecado un inmueble puede constituirse sobre el mismo un usufructo
o una servidumbre.
No es de maravillarse –afirman los tratadistas– que los bienes gravados
con hipoteca puedan enajenarse, porque con la enajenación no se perjudica
ni menoscaba el derecho del acreedor hipotecario, ya que éste, valiéndose
del derecho de persecución de que está investido, puede hacer efectivo su
derecho de hipoteca aunque la finca gravada se encuentre en manos de
terceros. Tampoco sufre deterioro de su derecho el acreedor hipotecario si
sobre el inmueble gravado se constituye una nueva hipoteca, puesto que la
primera, por su fecha anterior, prefiere a la segunda y determina que el
crédito que garantiza debe pagarse antes (C. Civil, art. 2477).
Por el contrario –se dice–, el usufructo merma la garantía hipotecaria, ya
que ésta, al constituirse, abarcó la propiedad plena, reduciéndose a la nuda
con la constitución posterior del usufructo. Por eso, partiendo del principio
según el cual el deudor hipotecario no puede hacer nada que vaya en detri-
mento de la integridad de la garantía otorgada, deducen algunos que no se
puede constituir usufructo sobre una finca hipotecada con anterioridad. Tal

1 C ASTÁN, ob. cit., tomo II, pág. 233.


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prohibición no existe, de manera que el intérprete no puede establecerla por


sí y ante sí. En verdad, de las disposiciones del Código Civil fluyen solamente
que al acreedor hipotecario no le afecta, no le es oponible el usufructo
posterior. Esas disposiciones prescriben que si se vende la cosa fructuaria
para cubrir una hipoteca o prenda constituida en ella por el testador, el
usufructuario se subroga en los derechos del acreedor contra los herederos
(art. 1368, regla 3a, en relación con el art. 1366). Esta norma demuestra que
si el usufructo afectara los derechos del acreedor y persistiera a pesar de la
venta de la finca hipotecada, no habría sido menester dotar al usufructuario
de una acción contra los herederos; si esa acción se le ha otorgado es porque
a consecuencia de la hipoteca se le privó del usufructo que le asignó el
testador.
Aceptando, como acepta la mayoría abrumadora de los autores naciona-
les y de las sentencias de nuestros jueces, que el usufructo constituido con
posterioridad a una hipoteca, no afecta a ésta, la misma mayoría está de
acuerdo en que el acreedor hipotecario sólo puede solicitar la inoponibili-
dad del usufructo en el momento que vea amagado su derecho, no antes. Si el
deudor personal cumple su obligación –y es lo que ordinariamente ocurre–,
no habrá necesidad de subastar la finca hipotecada ni remover el usufructo.
Por eso la Corte Suprema ha declarado que “llegado el momento de perse-
guir y enajenar la cosa fructuaria, corresponde alzar el usufructo y cancelar la
respectiva inscripción conservatoria”1.a
El Código Civil italiano expresamente reconoce la posibilidad de consti-
tuir usufructo sobre una propiedad antes hipotecada, sin perjuicio de que
sea inoponible al acreedor hipotecario. Dice ese Código en su artículo 2812:
“Las servidumbres cuya constitución ha sido transcrita después de la inscrip-
ción de la hipoteca, no son oponibles al acreedor hipotecario, el cual puede
subastar la cosa como libre. La misma disposición se aplica para los derechos
de usufructo, de uso y de habitación. Tales derechos se extinguen con la
expropiación (subasta) y sus titulares son admitidos a hacer valer sus dere-
chos sobre lo obtenido, con preferencia respecto a la hipoteca inscrita con
ulterioridad a la inscripción de los mencionados derechos”.
Surge entre nosotros un problema: ¿qué acción debe entablarse contra el
usufructuario?
Algunos han creído que la acción de desposeimiento. Veamos si la opi-
nión es correcta o no. La acción de desposeimiento es la que tiene el acree-
dor hipotecario contra el tercero poseedor de la finca hipotecada para obte-
ner la realización de la misma y pagarse de su crédito. Por tercero poseedor
se entiende a todo sujeto que, sin obligarse personalmente al pago de la
deuda, adquiere, a cualquier título, el dominio de la finca hipotecada. El
tercero poseedor posee como dueño. Precisamente por no ser poseedor de la
finca, sino un mero tenedor, el usufructuario no puede ser demandado de
desposeimiento; no procede en su contra la acción que tiende a privarlo de
la posesión, a desposeerlo.

1.a C. Suprema, 10 de julio de 1986, Gaceta Jurídica, Nº 73, pág. 28.


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Que el usufructuario es un mero tenedor lo hace presente con énfasis


don Andrés Bello en el mensaje que acompañó al Proyecto de Código Civil al
Congreso, y, además, en el artículo 714 del mismo cuerpo legal se dice expre-
samente, con todas sus letras, que el usufructuario es mero tenedor de la cosa
cuyo usufructo le pertenece. Sin embargo, una sentencia que declara la pro-
cedencia de la acción de desposeimiento contra el usufructuario de la cosa
hipotecada, afirma que el Código califica de poseedor al usufructuario en el
artículo 2418, pues este –también con todas sus letras– advierte que la hipote-
ca no podrá tener lugar sino sobre bienes raíces que se posean en propiedad o
usufructo”.1.b En contra cabe decir que en esta disposición no se usó la palabra
“posean” en el sentido jurídico conocido, sino como sinónimo de “tengan”.
Desechada por la inmensa mayoría de los autores y de las sentencias
judiciales la procedencia de la acción de desposeimiento contra el usufruc-
tuario de la finca hipotecada, se han propuesto diversos caminos para accio-
nar contra éste y declarar la inoponibilidad del usufructo al acreedor hipote-
cario que constituyó su hipoteca con anterioridad al usufructo.1.c
Uno de esos caminos sería, cuando hay juicios separados contra el nudo
propietario y el usufructuario, pedir la acumulación de autos a fin de lograr
un remate simultáneo de la nuda propiedad y el usufructo.1.d Esta simultanei-
dad es necesaria, porque si el acreedor se adjudica primero la nuda propie-
dad, se extingue la hipoteca por confundirse y consolidarse con el dominio, y
en tal caso no cabe proceder después contra el usufructuario.
Otra vía para hacer efectiva la inoponibilidad al acreedor hipotecario del
usufructo inscrito con posterioridad en el Registro Conservatorio de Bienes
Raíces, es embargar en un solo juicio ejecutivo la nuda propiedad y el usu-
fructo, cuidando de solicitar al tribunal que ordene al Conservador inscribir
el embargo de aquélla y éste. Si bien el deudor ejecutado es el que ostenta la
propiedad nuda, no hay obstáculo para que el embargo se inscriba sobre la
propiedad plena cuando un tercero la tiene en su poder para gozarla a un
título distinto que el de dueño, según se desprende del artículo 454 del
Código de Procedimiento Civil. Así se ha fallado. 1.e
Usufructo fijado por el juez como pensión alimenticia. La Ley sobre Abandono de
Familia y Pago de Pensiones Alimenticias prescribe que el juez puede fijar
como pensión alimenticia un derecho de usufructo, uso o habitación sobre
bienes del alimentante, quien, sin autorización del juez, no puede enajenarlos.

1.b C. Suprema, 5 de octubre de 1989, R. de D. y J., tomo LXXXVI, sec. 1 a., pág. 129 (C. 8,
pág. 130).
1c. Véase JORGE LÓPEZ SANTA MARÍA , “Acción de desposeimiento contra el usufructuario del
inmueble hipotecado intentada por el acreedor hipotecario de la nuda propiedad”, en R. de D. y J.,
tomo LXXXII, 1985, sec. Derecho, págs. 67 a 73.
1d. SERGIO ROSSEL C., citado por López Santa María en el trabajo mencionado en la nota
anterior, pág. 71, primera columna, al final.
1e. C. de Valparaíso, 28 de mayo de 1985, citada por LÓPEZ SANTA MARÍA, ob. cit., pág. 71,
segunda columna.
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Dicha prohibición, si se trata de un inmueble, debe inscribirse en el Registro


del Conservador de Bienes Raíces (art. 11, inc. 1º).
Cuando este usufructo recae sobre un inmueble hipotecado con anterio-
ridad, la jurisprudencia de la Corte Suprema permite al acreedor hipotecario
comparecer al juicio de alimentos, en un momento oportuno, para obtener
el alzamiento del usufructo. Se dice que en estos casos el acreedor puede
comparecer al juicio de alimentos, no para interceder en la relación procesal
de este juicio, sino para, como tercero independiente, defenderse de medi-
das tomadas en ese pleito que perjudican sus intereses. El acreedor hipoteca-
rio solicita que se deje sin efecto la resolución judicial que constituyó el
usufructo e impuso la obligación de no enajenar y que, consecuentemente,
se cancele la respectiva inscripción conservatoria. Se aduce que el entrometi-
miento del acreedor hipotecario como tercero independiente es permisible y
aceptable aun tratándose de un juicio especial.1.f
Otra sentencia declara que “la intervención del acreedor hipotecario en
el juicio de alimentos y su petición de que se alce el usufructo constituido a
favor del alimentario después de inscrita la hipoteca, supone en realidad la
formulación de una controversia distinta, entre partes distintas de las que
originalmente participaron en ella y cuyo contenido resulta también diferen-
te, desde que las pretensiones del mencionado acreedor difieren de aquellas
que fueron objeto del juicio de alimentos. En virtud de esto la sentencia de
término en dicho juicio o la resolución que aprueba el avenimiento a que en
él se llegó (y en que se constituyó el usufructo referido), produce cosa juzga-
da formal, vale decir, la situación resuelta queda inimpugnable, obstando a la
interposición de nuevos recursos por lo que toca a la misma, mas la situación
no es inmutable, consecuencia, esta última, propia de la llamada cosa juzga-
da material o substancial. Justifícase tal conclusión en el plano procesal el
que en los juicios de alimentos no rija la norma contenida en el artículo 182
del Código de Procedimiento Civil, que contempla uno de los efectos pro-
pios de las resoluciones judiciales, sentencias definitivas o interlocutorias,
cual es el desasimiento del tribunal.
En consecuencia, debe accederse al alzamiento del usufructo solicitado
por el acreedor hipotecario, notificándose la medida al Conservador de Bie-
nes Raíces en cuyo Registro de Gravámenes se encuentra inscrito el citado
usufructo”.1.g
La afirmación de la doctrina jurisprudencial transcrita en cuanto a que
en las sentencias de alimentos no hay cosa juzgada material, llamada también
substancial, hoy los autores modernos no la aceptan, y exponen que en
dichos juicios las sentencias firmes producen cosa juzgada material perpetua o
cosa juzgada material provisoria, según sea el punto sobre el cual deciden. Así,

1.f C. Suprema, 17 de noviembre de 1985, Fallos del Mes Nº 323, sent. 2, pág. 643 (consideran-
dos 1º y 2º, págs. 643-644); R. de D. y J., tomo LXXXII, sec. 1a, pág. 71.
1.g C. de Valparaíso, 11 de diciembre de 1986, Gaceta Jurídica Nº 79, pág. 19 (considerandos 4º y
5º y parte resolutiva, pág. 20). Por sentencia de 21 de enero de 1987 la Corte Suprema confirmó
esta resolución, que había sido apelada.
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dichas sentencias firmes producen cosa juzgada material perpetua en cuanto


resuelven que un demandante de alimentos tiene o no tiene título (legal,
convencional o testamentario) para impetrar ese beneficio del demandado, o
si ha sido privado por la ley para ejercer su derecho a alimentos. Se compren-
de fácilmente, por ejemplo, que si una sentencia declara que la demandante,
en su calidad de suegra, no puede exigir alimentos forzosos a su yerno, no
cabe después, ni en ese juicio ni en ninguno otro, hacer la misma petición,
invocando la misma calidad contra el mismo yerno. Hay, pues, en este caso
cosa juzgada material perpetua. Y la hay sólo provisoria en la fijación de la
cuantía de la pensión alimenticia que se debe por ley, porque ella ha de
permanecer inalterable únicamente mientras continúen las circunstancias
que legitimaron la demanda (C. Civil, art. 332, inc. 1º; Ley Nº 14.908, art. 10,
inc. final).
Lo mismo sucede con otros factores mutables que determinan la proce-
dencia o improcedencia de una pensión alimenticia; por ejemplo, la cónyuge
tiene derecho a una mientras conserve su calidad de tal, pero si se declara la
nulidad de su matrimonio con el alimentante, es claro que el marido podrá
solicitar que se declare la extinción de la obligación de prestar alimentos a
que lo había condenado una sentencia.
Como vemos, la cosa juzgada material perpetua o la provisoria en los
juicios de alimentos permiten determinar si una nueva demanda relacionada
con ese beneficio es o no procedente, pero de todas maneras esta nueva
demanda está ligada a las personas de los alimentantes y los alimentarios,
pero no a terceros. Por eso pensamos que no sirve ella como argumento para
introducir en estos juicios a un tercero extraño, como es el acreedor hipote-
cario que pide se deje sin efecto un usufructo posterior decretado en carác-
ter de pensión alimenticia. Para justificar la intervención de dicho acreedor
basta la consideración de que –como anota una sentencia anteriormente
citada– su entrometimiento en calidad de “tercero independiente es permisi-
ble y aceptable aun tratándose de un juicio especial”.1.h

947 b. USUFRUCTO SOBRE PROPIEDAD EMBARGADA. Si una propiedad está embar-


gada, el Juez de Letras de Menores puede fijar como pensión alimenticia un
derecho de usufructo, uso o habitación sobre bienes del alimentante (Ley
Nº 14.908, art. 11) pero ha de obtener la autorización del tribunal que decre-
tó el embargo o el consentimiento del acreedor para cumplir con el precepto
del Nº 3º del artículo 1464 del Código Civil.1.i

948. USUFRUCTO DE COSAS CONSUMIBLES; CUASIUSUFRUCTO. De acuerdo con la


teoría clásica o tradicional, el usufructo sobre cosas consumibles es un usu-

1.h Véase más extensamente el asunto de la cosa juzgada en los juicios de alimentos en V ODANO-
VIC,
Derecho de Alimentos, Santiago, 1989, Nos 451 a 454, págs. 250 a 253.
1.i C. Suprema, 22 de diciembre de 1986, R. de D. y J., tomo LXXXIII, sec. 1a, pág. 183 (conside-
rando 4º, pág. 184).
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fructo impropio o anormal, pues el propio o normal implica el cargo de


conservar la forma y substancia de la cosa (salva rerum substantia), y tal no
puede suceder con los bienes consumibles porque su uso normal consiste en
su destrucción material o civil. Por eso, los romanos determinaron que cuan-
do una persona lega el usufructo del conjunto de sus bienes, el usufructuario
no tiene derecho alguno sobre los consumibles. Pero más tarde, a comienzos
de la época imperial, un senadoconsulto de fecha desconocida permitió le-
gar el usufructo de toda clase de bienes; estos nuevos legados fueron llama-
dos quasi usus fructus. La ciencia jurídica reservó esta designación especial-
mente para los usufructos sobre cosas consumibles.
Según esta concepción, el usufructo de los bienes consumibles se convier-
te en un traspaso de la propiedad con la obligación de restituir a su dueño
igual cantidad y calidad del mismo género (tantundem eiusdem generis), o de
pagar su valor al fin del usufructo. El cuasiusufructuario no sería, pues, usu-
fructuario, sino propietario, pudiendo en esta calidad disponer de la cosa;
sólo contraería una obligación de género.
Las razones con que se justifica la necesidad del traspaso del dominio al
cuasiusufructuario son: la incompatibilidad del goce de las cosas, cuyo uso
implica su destrucción, con la propiedad de otro, y la necesidad, como condi-
ción sine qua non, de ser propietario para poder consumirlas legítimamente.2
Otra concepción afirma que el cuasiusufructo encaja perfectamente den-
tro del concepto técnico del usufructo y niega la necesidad imprescindible de
ser propietario para poder consumir legítimamente las cosas objeto del cua-
siusufructo. Al cuasiusufructuario como al usufructuario se concede el dere-
cho de servirse de las cosas y apropiarse, no de estas mismas, sino de la
utilidad que ellas procuran, y si bien es verdad que el cuasiusufructuario debe
destruir o disponer de la cosa consumible para procurarse su utilidad, tal
hecho no quiere decir que adquiera jurídicamente el dominio de ella, del
mismo modo que el ladrón que consume ilegítimamente frutos ajenos no
adquiere la propiedad por la consumición, sino que la destruye; efectúa una
apropiación en sentido económico, pero no jurídico. El cuasiusufructuario no
adquiere propiedad alguna sino el derecho de servirse de la cosa, la cual, al
revés del ladrón, puede destruir legítimamente, merced al consentimiento del
dueño o nudo propietario. En consecuencia, hasta el momento de la consu-
mición hay un derecho de goce en cosa consumible ajena, subsistiendo el
derecho de propiedad en el nudo propietario; consumida la cosa, se pierden
al mismo tiempo la propiedad y el derecho en cosa ajena. Hasta el momento
mismo de la consumición es perfectamente compatible el derecho del cuasiu-
sufructuario con el derecho de propiedad del nudo propietario. “Lo incom-
patible es el ejercicio del primero con la subsistencia de la propiedad. Mas
esto no impide que se pueda hablar del goce de una cosa consumible ajena,

2 J UAN JORDANO BAREA, “El cuasiusufructo como derecho de goce sobre cosa ajena”, estudio
publicado en Anuario de Derecho Civil, tomo I, Madrid, 1948, pág. 984.
TRATADO DE LOS DERECHOS REALES 135

porque allí donde termina la propiedad de otro acaba también el propio


disfrute, con la consumición del objeto común a ambos derechos.
La no subsistencia de la propiedad después del goce es una consecuencia
impuesta por la naturaleza del objeto, que en nada afecta a la naturaleza del
derecho”.3
La consumición es una consecuencia del disfrute y si éste, por la naturale-
za de las cosas, conduce a la destrucción de las mismas, resulta lógico el
deber que en virtud de la ley corresponde al cuasiusufructuario de restituir el
tantundem (otro tanto de las especies recibidas) o el valor, el cual restablece
el equilibrio roto por la consumición.4
Diversas consecuencias se siguen de la doctrina tradicional del cuasiusu-
fructo y de la que lo encuadra en el concepto técnico del usufructo, especial-
mente en lo relacionado con la pérdida de la cosa y la quiebra del cuasiusu-
fructuario. Sabido es que las cosas perecen para su dueño (res perit domino) y
lo es, según la tesis clásica, a partir de la tradición, el cuasiusufructuario; si las
cosas, antes de ser consumidas, se destruyen por caso fortuito, la responsabili-
dad recae sobre el cuasiusufructuario. En cambio, de acuerdo con la otra
concepción, la pérdida de la cosa por caso fortuito la soporta el nudo propie-
tario, porque su derecho de dominio subsiste hasta la consumición de las
especies. En caso de quiebra del cuasiusufructuario, como las cosas consumi-
bles le han sido traspasadas en propiedad (según la concepción tradicional),
caen ellas en la masa de la quiebra en beneficio de los acreedores de aquél;
el nudo propietario queda como un simple acreedor ordinario; por el crédi-
to personal, a la restitución del tantundem o del valor. La solución es diversa
si se sigue la otra tesis: como la propiedad de las especies consumibles la
conserva el constituyente, lo único que ingresa a la masa es el derecho de
goce del cuasiusufructuario.
El Código Civil chileno sigue la concepción clásica, según se verá a conti-
nuación.

949. EL CUASIUSUFRUCTO EN EL CÓDIGO CIVIL CHILENO. Nuestro Código no em-


plea la terminología de cuasiusufructo, pero consagra la institución en el
artículo 789, que dice: “Si el usufructo se constituye sobre cosas fungibles, el
usufructuario se hace dueño de ellas, y el propietario se hace meramente
acreedor a la entrega de otras especies de igual cantidad y calidad, o del valor
que éstas tengan al tiempo de terminarse el usufructo”.
La ley al hablar de cosas fungibles se refiere a las consumibles, pues sólo ellas,
de acuerdo con la concepción tradicional seguida, exigen la atribución del
dominio al cuasiusufructuario para su disfrute; no se justificaría esa atribución
respecto de las cosas fungibles si al mismo tiempo no son consumibles, como
quiera que pueden prestar una utilidad reiterada sin que se destruya o altere su
substancia. El artículo 587 del Código Civil francés, antecedente del nuestro,

3 J UAN JORDANO BAREA, “El cuasiusufructo como derecho de goce sobre cosa ajena”, estudio
publicado en Anuario de Derecho Civil, tomo I, Madrid, 1948, pág. 994.
4 Ibídem, pág. 1007.
136 A. ALESSANDRI R. – M. SOMARRIVA U. – A. VODANOVIC H.

alude a las cosas consumibles. Son éstas, pues, las que ha considerado también
el Código Civil chileno; la palabra fungibles está empleada en su acepción de
consumibles.

950. DIFERENCIAS EN LA LEGISLACIÓN CHILENA ENTRE EL USUFRUCTO Y EL CUASIUSU-


FRUCTO. 1) El usufructuario es mero tenedor de la cosa cuyo usufructo le
pertenece (art. 714); el cuasiusufructuario se hace dueño de las especies
sobre que recae su derecho (art. 789).
2) El usufructuario está obligado a restituir la misma cosa que recibió: su
obligación es de especie o cuerpo cierto; el cuasiusufructuario sólo tiene la
obligación de restituir otro tanto (tantundem) de la misma especie o el valor
estimado en dinero: su obligación es de género. La obligación del cuasiusu-
fructuario no tiene por objeto los bienes mismos que se le entregan, sino una
cantidad de cosas de la misma especie y calidad o la suma representativa de
su valor.
3) Consecuencia de que el usufructuario sea deudor de especie o cuerpo
cierto y el cuasiusufructuario deudor de género, es que en el primer caso
soporta los riesgos el nudo propietario y en el segundo, el cuasiusufructuario.
Si la cosa se pierde o destruye por caso fortuito, el usufructuario nada deberá
al nudo propietario; éste carga con la pérdida, pues las cosas perecen para su
dueño (res perit domino). Por el contrario, el cuasiusufructuario responde siem-
pre del caso fortuito, porque es deudor, no de una cosa determinada, sino de
una cierta cantidad de cosas de un determinado género, y el género no
perece (genera non pereunt).

951. CUASIUSUFRUCTO Y MUTUO. Los que siguen la corriente tradicional que


inspira nuestro Código declaran imposible establecer diferencias, en cuanto
a la estructura jurídica, entre cuasiusufructo y mutuo préstamo de consumo,
porque este último da también al mutuario la propiedad de la cosa mutuada,
y el mutuante no tiene sino el derecho de exigir la restitución de igual
cantidad de cosas del mismo género y calidad que las prestadas (arts. 2197 y
2198). Sin embargo, se aducen diferencias entre una y otra institución:
1) El título constitutivo es diferente en uno y otro caso: el cuasiusufructo
puede constituirse por ley, testamento o contrato, y el mutuo, sólo por este
último.
2) El deber de prestar caución y hacer inventario solemne sólo existe
para el cuasiusufructuario.
3) Las causas de extinción no son comunes a ambas figuras jurídicas.
Como se ve, las notas diferenciales no son de esencia, sino accidentales.

952. CRÍTICAS A LA INSTITUCIÓN DEL USUFRUCTO. El usufructo ha sido criticado


porque no es favorable para la buena administración de los bienes. El usu-
fructuario tiende a abusar, a sacar el mayor provecho posible de la cosa que
debe después restituir, sin que le importe el menoscabo que ella sufra. Si los
bienes dados en usufructo exigen grandes reparaciones o gastos importantes,
TRATADO DE LOS DERECHOS REALES 137

será difícil que el usufructuario los haga, pues tendrá temor de que la com-
pensación económica la aproveche el nudo propietario. Y éste, por su parte,
tampoco estará llano a hacer sacrificios, temeroso, de que si el usufructo se
prolonga por mucho tiempo el ganancioso será el usufructuario. Todas estas
dificultades tratan de superarse con una adecuada reglamentación legal.
Sin desconocer los inconvenientes, la existencia del usufructo en los Có-
digos es defendida porque presta una positiva utilidad social, como es la de
“asegurar a una persona recursos seguros durante su vida sin quitar la propie-
dad de los bienes a los herederos consanguíneos”.

3. CONSTITUCION DEL USUFRUCTO

953. DIVERSOS MODOS. “El derecho de usufructo –dice el Código– se puede


constituir de varios modos:
1º Por la ley, como el del padre de familia, sobre ciertos bienes del hijo;
2º Por testamento;
3º Por donación, venta u otro acto entre vivos;
4º Se puede también adquirir un usufructo por prescripción” (art. 766).
La doctrina presenta una agrupación más sistemática. Habla de usufructo
legal (constituido por ley), voluntario (constituido por la voluntad del hom-
bre, sea por acto entre vivos o por testamento) y mixto (adquirido por pres-
cripción).
Habría que agregar la sentencia judicial cuando el juez fija como pensión
alimenticia un derecho de usufructo, uso o habitación sobre bienes del ali-
mentante en favor del alimentario (Ley Nº 14.908, de 5 de octubre de 1962,
sobre Abandono de Familia y Pago de Pensiones Alimenticias, art. 11).

I. USUFRUCTO LEGAL

954. NÚMERO DE USUFRUCTOS LEGALES EN LA LEGISLACIÓN CHILENA. Un precepto


del Código Civil (art. 810) califica como usufructos legales el del padre o
madre de familia sobre ciertos bienes del hijo, y el del marido, como admi-
nistrador de la sociedad conyugal, en los bienes de la mujer. Algunos autores
agregan como usufructo legal el de los poseedores “provisorios” de los bienes
del desaparecido sobre el patrimonio presuntivo de éste, pues aunque el
Código no señala este caso como usufructo, concurrirían los requisitos que
dan fisonomía a tal derecho.

955. REGLAS ESPECIALES. La misma disposición antes mencionada dice que el


usufructo legal del padre o madre de familia sobre ciertos bienes del hijo, y
el del marido, como administrador de la sociedad conyugal, en los bienes de
138 A. ALESSANDRI R. – M. SOMARRIVA U. – A. VODANOVIC H.

la mujer, están sujetos a las reglas especiales del Título “De la patria potestad” y
del Título “De la sociedad conyugal” (art. 810).
La afirmación corresponde sólo en parte a la realidad. En efecto, el usu-
fructo del padre (o madre) de familia está reglamentado (arts. 243 a 245);
pero el del marido sobre los bienes de la mujer ninguna ley lo establece,
ningún precepto del Título “De la sociedad conyugal” lo reglamenta o siquiera
nombra. El Proyecto de 1853 sólo reconocía como usufructo legal el del
padre de familia sobre ciertos bienes del hijo; el llamado Proyecto Inédito
hace alusión, como el Código definitivo, al usufructo legal del marido sobre
los bienes de la mujer (art. 959, equivalente al actual 810). Esta diferencia
entre un proyecto y otro parece indicar el propósito del legislador de crear el
referido usufructo del marido. Sin embargo, a la postre, en el Código mismo
nada se estructuró; sólo quedó la referencia a dicho usufructo.

956. USUFRUCTO LEGAL DEL PADRE SOBRE LOS BIENES DEL HIJO DE FAMILIA; CARACTE-
RÍSTICAS. El padre, y en su defecto la madre en los casos que expresa la ley,
tiene un usufructo legal sobre todos los bienes del hijo de familia, salvo
ciertas excepciones. La materia se estudia con detalles en las obras de Dere-
cho de Familia. En este lugar sólo abordaremos lo esencial para anotar las
características especiales del usufructo legal señalado.
El artículo 243 del Código Civil dice:
“El padre goza del usufructo de todos los bienes del hijo de familia,
exceptuados los siguientes:
1º Los bienes adquiridos por el hijo en el ejercicio de todo empleo, de
toda profesión liberal, de toda industria y de todo oficio mecánico. Los
bienes comprendidos en este número forman el peculio profesional o
industrial del hijo;
2º Los bienes adquiridos por el hijo a título de donación, herencia o
legado, cuando el donante o testador ha dispuesto expresamente que
tenga el usufructo de estos bienes el hijo y no el padre;
3º Las herencias o legados que hayan pasado al hijo por incapacidad o
indignidad del padre, o por haber sido éste desheredado, en cuyo caso el
usufructo corresponderá a la madre si está separada de bienes.
Se llama usufructo legal del padre de familia el que le concede la ley.
El usufructo del padre de familia sobre las minas del hijo se limitará a
la mitad de los productos, y responderá al hijo de la otra mitad.
Cuando el donante o testador ha dispuesto que el padre no tenga el
usufructo de los bienes del hijo dicho usufructo corresponderá a la ma-
dre si está separada de bienes”.

En cuanto a las minas, los hijos de familia, como todo menor adulto, pue-
den hacer pedimento o manifestaciones sin necesidad del consentimiento o
autorización de sus representantes legales. Los derechos así adquiridos quedan
incorporados a su peculio industrial (C. de Minería, artículos 24 y 25). En
cambio, las minas que el hijo no descubra o denuncie sino que las adquiera por
otro título que no sea el de la constitución de la propiedad minera, como, por
TRATADO DE LOS DERECHOS REALES 139

ejemplo, por donación, herencia, legado, compraventa, no integran su peculio


profesional sino que la mitad de los productos, como usufructo, corresponden
al padre, y éste debe responder al hijo de la otra mitad.
El usufructo legal del padre de familia presenta ciertas características que lo
distinguen del usufructo ordinario: a) el padre no goza del derecho de perse-
cución, esto es, el derecho de perseguir el ejercicio de su derecho cualesquiera
que sean las manos en que se encuentre la cosa sobre la cual recae: salidos los
bienes del patrimonio del hijo, el padre no puede reclamar el usufructo; b)
este usufructo del padre es personalísimo y como tal no puede enajenarse,
renunciarse, transmitirse ni embargarse (arts. 1464, Nº 2º; 12, 2414 y 2466);
c) el padre como usufructuario no es obligado a la fianza o caución que
generalmente deben dar los usufructuarios para la conservación y restitución
de la cosa fructuaria (art. 245); d) el usufructo del padre termina con la
emancipación del hijo (art. 244).

957. ¿USUFRUCTO O SIMPLE DERECHO LEGAL DE GOCE EJERCIDO POR EL MARIDO SOBRE
LOS BIENES DE LA MUJER ? A pesar de que algunas disposiciones legales califican
de usufructo el derecho de goce que tiene el marido, como administrador de
la sociedad conyugal, en los bienes de la mujer (C. Civil, arts. 810 y 2466; Ley
de Quiebras, art. 64), ciertos autores le niegan ese carácter y lo consideran
simplemente como un derecho legal de goce.5 Afirman, desde luego, que no
es un usufructo legal porque ninguna ley lo ha establecido, y no se puede
concebir un derecho legal sin ley que lo consagre; y si es verdad que el
artículo 810 lo nombra es para manifestar que está sujeto a las reglas especia-
les del Título “De la sociedad conyugal”, pero en dicho título nada se dice al
respecto.6 Por lo demás, se agrega, ese pretendido usufructo no participa de
ninguno de los caracteres de tal: no existe respecto de terceros ni se ejerce
en la cosa fructífera misma sino sobre los frutos de ciertos bienes, mientras
éstos pertenecen a la mujer; enajenados, como ya no son propios de la
mujer, el marido no podría pretender ejercer este derecho con respecto al
nuevo propietario.7
El derecho a los frutos de los bienes de la mujer es un derecho de goce
que compete a la sociedad conyugal. Si lo ejerce el marido es porque le está
confiada la administración de los bienes de la mujer y de los sociales entre los
cuales se comprenden los frutos de esos bienes (art. 1725, Nº 2º). El carácter
de administrador es el que habilita al marido para percibir los frutos; su
percepción es uno de los actos administratorios que puede ejecutar en cuan-
to administrador de los bienes sociales y de los de su mujer.8

5 G ONZALO BARRIGA, De los regímenes matrimoniales, en general; del patrimonio de la sociedad conyugal y
de cada uno de los cónyuges, memoria de prueba, Imprenta Chile, Santiago, 1924, Nº 82, pág. 167.
6 A. A LESSANDRI R., Tratado práctico de las capitulaciones matrimoniales, de la sociedad conyugal y de los
bienes reservados de la mujer casada, Santiago, 1935, Nº 604, págs. 394-395.
7 Ibídem.
8 Ibídem, Nº 606, pág. 398.
140 A. ALESSANDRI R. – M. SOMARRIVA U. – A. VODANOVIC H.

Y esto explica, “sin necesidad de recurrir a la noción del usufructo perso-


nalísimo, por qué el marido no necesita rendir caución, ni hacer inventario
para tomar la administración de los bienes de la mujer, por qué no puede
ceder, arrendar o hipotecar este derecho y por qué sus acreedores no pue-
den subrogarse en él”.9
La ley declara inembargable el llamado usufructo del marido sobre los
bienes de la mujer (art. 2466, inc. final). Los frutos de esos bienes son cosa
distinta del usufructo, o sea, del derecho del marido como administrador de
los bienes de su mujer; por tanto, son ellos embargables (arts. 1725, Nº 2º,
1740 y 1750). Pero como los frutos de los bienes de los cónyuges tienen una
afectación familiar (están destinados a soportar las cargas del matrimonio,
art. 1753), los acreedores sólo pueden embargarlos en cuanto excedan de lo
necesario para subvenir a las cargas de familia.
Esta limitación aparecía reiterada por el artículo 1363 del Código de Co-
mercio, ubicado dentro del Libro IV de ese Código, libro totalmente deroga-
do y sustituido por la Ley de Quiebras. En la vigente ley sobre esta materia,
publicada en el Diario Oficial de 28 de octubre de 1982, encontramos la
misma limitación en el artículo 64. No se trata de una solución excepcional
de esos cuerpos legales, sino de la confirmación de un principio que fluye de
la legislación común. Antes de la dictación del Código de Comercio la doctri-
na había puesto de relieve esa limitación, y esto demuestra que el precepto
mercantil y de la Ley de Quiebras son trasunto o confirmación del principio
general y común y no una norma de excepción.10 Por lo demás, sería absur-
do limitar los frutos embargables en la quiebra y no en otros casos de efectos
similares a los de ésta, como en el juicio ejecutivo: donde existe la misma
razón, debe existir la misma disposición, y toda interpretación que conduce
al absurdo debe rechazarse. Con todo, hay sentencias del siglo pasado de las
Cortes de Apelaciones de Santiago11 y de La Serena12 que no admiten esa
limitación como principio general.

958. USUFRUCTO DE LOS POSEEDORES “PROVISORIOS” DE LOS BIENES DEL DESAPARECIDO.


Afirman algunos que los herederos presuntivos poseen los bienes del desapare-
cido a título de usufructo. Este sería legal, pues dicha posesión la confiere el
legislador. Y estaría sometido a las reglas generales del derecho de usufructo
por no haberse establecido normas especiales para su regulación. Así se expli-
caría que el artículo 810 no haga referencia a este usufructo legal.
Dicen otros, no tratarse de un usufructo. Los poseedores “provisorios”
serían dueños de los bienes bajo la condición resolutoria de que el desapare-

9Ibídem, Nº 607, pág. 398.


10Así, por ejemplo, don JOSÉ CLEMENTE FABRES decía que vio con satisfacción que el Código de
Comercio confirmó en todas sus partes la opinión que él sustentaba, favorable a la limitación de
que trata. Véase el tomo II de las Instituciones de Derecho Civil Chileno, de Fabres, 2a. edición, Santia-
go, 1902, pág. 443.
11 Gaceta de los Tribunales, año 1886, sentencia Nº 140, pág. 74.
12 Gaceta de los Tribunales, año 1892, tomo II, sentencia Nº 2.146, pág. 109.
TRATADO DE LOS DERECHOS REALES 141

cido reaparezca o se pruebe la fecha de su muerte real, que motive la distri-


bución de los bienes según las reglas generales.

II. USUFRUCTO VOLUNTARIO

959. GENERALIDADES. El usufructo constituido por la voluntad del hombre


puede serlo por un acto jurídico entre vivos o por testamento, y puede estable-
cerse a título gratuito o a título oneroso. Se constituye a título gratuito por
donación, sea entre vivos (donación irrevocable), sea por causa de muerte
(donación revocable), y por testamento, en una asignación a título universal
(herencia) o en una asignación a título singular (legado).

960. a) USUFRUCTO CONSTITUIDO POR ACTO ENTRE VIVOS. 1) Acto constitutivo. En-
tre vivos, el contrato constitutivo es generalmente a título gratuito, una dona-
ción; raro es que sea a título oneroso (venta, permuta, transacción), pues el
usufructo se extingue por la muerte del usufructuario, aunque ocurra antes
del día o condición prefijada para su terminación (art. 806, inc. 2º), y tal
circunstancia –dice Josserand– imprime al negocio un carácter aleatorio, al
menos desde el punto de vista económico. Al momento de celebrarse el
contrato no puede determinarse la equivalencia de prestaciones, pues la
muerte del usufructuario puede inclinar la balanza a uno u otro lado: si
fallece prematuramente, habrá concluido un contrato ventajoso el nudo pro-
pietario; pero si aquél llega a una edad avanzada, ocurrirá lo contrario. Y en
verdad nadie sabe cuándo ni cómo abandonará esta tierra de leones y lagar-
tos. Porque, como decía el novelista francés Honorato de Balzac, “la muerte
es tan repentina en sus caprichos, como una cortesana en sus desdenes; pero
es más fiel, pues jamás ha abandonado a nadie”.
También en la partición puede constituirse un usufructo. De acuerdo con
la ley, “si dos o más personas fueren coasignatarios de un predio, podrá el
partidor con el legítimo consentimiento de los interesados separar de la
propiedad el usufructo, habitación o uso para darlos por cuenta de la asigna-
ción” (art. 1337, regla 6a). Algunos autores dicen que en este caso el usufruc-
to se constituye por sentencia judicial, porque el árbitro es un juez y la
partición, en esta ocurrencia, un juicio. Pero otros autores observan, con
razón, que aquí el usufructo se constituye por un acto voluntario de los
interesados, pues el consentimiento de éstos es la nota decisiva; el partidor
simplemente comprueba o verifica el acuerdo.
2) Vías por las que puede constituirse el usufructo por contrato. Como anota un
autor, la creación de un usufructo por contrato puede hacerse de dos mane-
ras diferentes: por vía de enajenación y de retención. En el primer caso el usu-
fructo es directamente el objeto del contrato: se crea a favor de una persona
que antes no tenía el goce de la cosa. En el segundo caso la constitución del
usufructo no es sino el resultado indirecto del contrato: el propietario enaje-
na la nuda propiedad de la cosa, reservándose el usufructo. El goce de la cosa
142 A. ALESSANDRI R. – M. SOMARRIVA U. – A. VODANOVIC H.

o, mejor, su ejercicio, no se ‘desplaza’: queda en poder de la persona que


anteriormente lo tenía; sólo que desde ese momento lo ejerce a título de
usufructuario y no a título de propietario.
3) Carácter consensual o solemne del acto constitutivo. El usufructo constituido
por acto entre vivos es consensual, se perfecciona por el solo consentimiento
de las partes, si recae sobre cosas muebles; pero es solemne si recae sobre
inmuebles: no vale si no se otorga por instrumento público inscrito (art. 767).
La ley alude evidentemente a la especie de instrumento público que se llama
escritura pública.
4) Papel de la inscripción conservatoria. A juicio de algunos, la única solem-
nidad que requiere la constitución del usufructo por acto entre vivos es la
escritura pública; la inscripción en el Registro del Conservador de Bienes
Raíces sólo sería el modo de adquirir, la forma de otorgar el derecho real
que tiene por causa remota el contrato; la inscripción no sería una solemni-
dad. La palabra “inscrito” con que termina el artículo 767 nada agregaría a lo
dispuesto por el artículo 686, según el cual la tradición del derecho de usu-
fructo constituido en bienes raíces se efectúa por la inscripción del título en
el Registro del Conservador; esa palabra (“inscrito”) sería simplemente una
confirmación del artículo 686 y no importaría el establecimiento de un requi-
sito o solemnidad para el perfeccionamiento del acto en que se instituye el
usufructo. Así también lo corroboraría el Reglamento del Registro del Con-
servador de Bienes Raíces, que ordena la inscripción de la constitución del
usufructo que haya de recaer sobre inmuebles por acto entre vivos (art. 52,
Nº 2º).
En opinión de otros, las solemnidades de la constitución del usufructo
son dos: la escritura pública y la inscripción, desempeñando esta última un
doble papel, el de solemnidad y el de modo de adquirir; por tanto, si falta la
inscripción, no sólo no se adquiere el derecho real de usufructo, sino que
tampoco se constituye, es inexistente por ausencia de una de las solemnida-
des prescritas por la ley para su generación. Así se desprendería de la letra de
la ley que habla de instrumento público (art. 767).
La jurisprudencia en un principio se inclinó por esta última tesis;13 pero
los fallos más recientes de la Corte Suprema se inclinan por la afirmación de
que la inscripción no es una solemnidad de la constitución del usufructo.14
Con todo, una sentencia del año 1989, haciéndose cargo de las dos opiniones
enunciadas, después de reafirmar que el usufructo que recae sobre un in-
mueble constituido por actos entre vivos, exige, para nacer como derecho

Corte Suprema, 7 de noviembre de 1916, R. de D. y J., tomo XIV, sec. 1a, pág. 340.
13
14Sentencias de 26 de julio de 1951, R. de D. y J., tomo XLVIII, sec. 1a, pág. 354, y de 13 de
diciembre de 1954, R. de D. y J., tomo LI, sec. 1a, pág. 605. Dice la primera: “La inscripción no es
propiamente una solemnidad de la constitución del usufructo, como pudiera en apariencia des-
prenderse de los términos del artículo 767 del Código Civil; es un acto posterior, dispuesto para la
tradición del derecho real, de modo que la palabra inscrita con que termina ese precepto, nada
agrega a lo que ya disponían los artículos 686 y 696 del Código Civil sobre la transferencia de
determinados derechos” (considerando 6º, pág. 369).
TRATADO DE LOS DERECHOS REALES 143

real, instrumento público inscrito, agrega que “podría también estimarse que
la inscripción del usufructo en el Registro de Hipotecas y Gravámenes es una
solemnidad del acto constitutivo del derecho de usufructo”.14.a
Nosotros creemos decididamente que la inscripción no es solemnidad del
acto constitutivo, sino el modo de adquirir, la forma de otorgar el derecho
real.
La inscripción del usufructo sobre inmuebles debe hacerse en el Registro
de Hipotecas y Gravámenes (Reglamento del Conservador de Bienes Raíces,
art. 32); si se hace en otro, como en el de Propiedades, la inscripción carece
de valor.

961. b) USUFRUCTO CONSTITUIDO POR TESTAMENTO. El modo más frecuente de


constituir el usufructo es una cláusula testamentaria. Cualquier testamento,
solemne o privilegiado, es apto para establecer el usufructo. Y en este caso
ninguna inscripción es necesaria, porque la ley (C. Civil, art. 767, Reglamen-
to del Registro Conservatorio de Bienes Raíces, art. 52, Nº 2º) sólo impone la
inscripción del usufructo que recae sobre bienes raíces por acto entre vivos.
Así, pues, “si el usufructo se ha constituido por testamento, la inscripción
no es necesaria para que el usufructuario adquiera el derecho de usufructo,
puesto que lo adquirirá por el modo de adquirir llamado sucesión por causa
de muerte, y no es, por lo mismo, necesario que para que el usufructo quede
constituido a su favor se realice la inscripción. Pero esto no significa que no
se inscribirá un usufructo sobre inmueble constituido por testamento, pues
el heredero en todo caso deberá inscribir ese inmueble por lo que respecta a
la nuda propiedad separadamente del usufructo, es decir, inscribirá el in-
mueble con el gravamen del usufructo que comprime el dominio que le
transmitió el testador con esa limitación, y además habrá debido inscribir el
testamento al inscribir el decreto de posesión efectiva de la herencia”.15

III. USUFRUCTO MIXTO (CONSTITUIDO POR PRESCRIPCIÓN)

962. GENERALIDADES. Conforme al Código, “se puede también adquirir un


usufructo por prescripción” (art. 767, Nº 4º). En este caso el usufructo se
denomina mixto porque la prescripción adquisitiva es un modo de constituir
que resulta a la vez de la ley y de un hecho del hombre.
La mención de la constitución del usufructo por prescripción no es sino
una confirmación de la regla general conforme a la cual se ganan por pres-

14.a C. de Ap. de Santiago, 9 de agosto de 1989, Gaceta Jurídica Nº 110, sent. 2, pág. 38 (conside-
rando 2º, pág. 38).
15 CLARO SOLAR, ob. cit., tomo VII, pág. 163.
144 A. ALESSANDRI R. – M. SOMARRIVA U. – A. VODANOVIC H.

cripción los derechos reales que no estén especialmente exceptuados


(art. 2498).
En la práctica, la prescripción del usufructo se presenta rara vez, “pues
generalmente la prescripción se referirá a la totalidad de la propiedad; pero
tendrá perfecta cabida cuando el usufructo emana de una persona que no
tenía el dominio de la cosa fructuaria y constituye, por lo mismo, sin derecho
el usufructo”: el usufructuario que goza de la cosa por el tiempo y en las
condiciones que determina la ley, lo adquiere por prescripción.

963. TIEMPO REQUERIDO PARA LA PRESCRIPCIÓN DEL USUFRUCTO. Como el Código


no consagra ninguna regla excepcional respecto del usufructo, éste se ad-
quiere por la prescripción de la misma manera que el dominio (art. 2512).
Por tanto, si el usufructuario es poseedor regular, adquirirá el usufructo por
la prescripción ordinaria de dos años si la cosa fructuaria es mueble, y de
cinco años si es inmueble (art. 2508). Si el usufructuario es poseedor irregu-
lar, adquirirá el usufructo por la prescripción extraordinaria de diez años
(art. 2511).

IV. USUFRUCTO CONSTITUIDO POR SENTENCIA JUDICIAL

964. CASO CONTEMPLADO COMO PENSIÓN ALIMENTICIA. La Ley Nº 14.908, de 5 de


octubre de 1962, fija el texto definitivo de la ley Nº 5.750, sobre Abandono
de Familia y Pago de Pensiones Alimenticias. Y dispone que estas pensiones
no sólo puede fijarlas el juez en dinero que el alimentante debe pagar al
alimentario, sino que también puede fijarlas en forma de usufructo, uso o
habitación sobre bienes del alimentante. Este no podrá entonces enajenar
esos bienes sin autorización del juez. Si se trata de un inmueble, dicha “pro-
hibición” debe inscribirse en el Conservador de Bienes Raíces (art. 11, inc. 1º).
La inscripción de tal prohibición de enajenar es lo único que se necesita para
el goce del usufructo en referencia. Y esto importa prescindir del otorga-
miento de una escritura pública, cosa ajustada a derecho, pues no se trata de
un contrato de usufructo, sino de una forma legal de pensión alimenticia.16
Se ha fallado que estando embargada una propiedad del alimentante, el juez
de Letras de Menores puede fijar como pensión alimenticia un derecho de
usufructo, uso o habitación sobre ese inmueble; pero debe obtener la autori-
zación del tribunal que decretó el embargo o el consentimiento del acreedor
(C. Civil, art. 1464, Nº 3º).16.a

16 Corte de Apelaciones de Santiago, 29 de mayo de 1969, R. de D. y J., tomo LXVI, sec. 2a,
pág. 30 (considerando 3º, pág. 31).
16.a C. Suprema, 22 de diciembre de 1986, R. de D. y J., tomo LXXXIII, sec. 1a, pág. 183; Gaceta
Jurídica Nº. 78, sent. 7, pág. 27.
TRATADO DE LOS DERECHOS REALES 145

En los casos en que se fija como pensión alimenticia un derecho de


usufructo, uso o habitación sobre bienes del alimentante, el usufructuario
está exento de caución de conservación y restitución de la cosa fructuaria y
de la obligación de practicar inventario solemne, y el habitador y el usuario,
de la obligación de hacer inventario, que es la que en los casos ordinarios le
impone la ley, pues nunca tienen la de caución. En todos los casos bastará un
inventario simple (art. 11, inc. 2º).
Si el alimentante contraría las normas anteriormente expuestas, aun an-
tes de haberse efectuado la inscripción de la prohibición de enajenar el
inmueble sometido a usufructo, uso o habitación como pensión alimenticia,
incurre en los apremios que señala la Ley de Abandono de Familia y Pago de
Pensiones Alimenticias (art. 11, inc. 3º).

V. LIMITACIÓN A LA CONSTITUCIÓN DEL USUFRUCTO

965. RECAPITULACIÓN. Dijimos que el usufructo es simple si se concede a una


sola persona, y múltiple si a varias. Este último se subdivide en simultáneo y
sucesivo: el primero confiere un goce actual a todos los usufructuarios y cons-
tituye una especie de comunidad de usufructo; el segundo da el goce a los
titulares del derecho a uno en pos de otro.

966. ACEPTACIÓN DEL USUFRUCTO SIMULTÁNEO. “Se puede constituir un usufruc-


to a favor de dos o más personas, que lo tengan simultáneamente, por igual,
o según las cuotas determinadas por el constituyente; y podrán en este caso
los usufructuarios dividir entre sí el usufructo, de cualquier modo que de
común acuerdo les pareciere” (art. 772).
Cuando hay dos o más usufructuarios, la ley reconoce el derecho de acrecer, o
sea, que se aumente o agregue el derecho. Siendo dos o más los usufructua-
rios, hay entre ellos derecho de acrecer, y dura la totalidad del usufructo hasta
la expiración del derecho del último de los usufructuarios (art. 780, inc. 1º). Y
así, por ejemplo, si se deja en usufructo una casa a Primus por dos años, a
Secundus por cuatro y a Tertius por seis, una vez cumplido el plazo de Primus,
la parte que gozaba éste la siguen gozando Secundus y Tertius; cumplido el
plazo de Secundus, continúa gozando la totalidad del usufructo Tertius, y sólo
una vez expirado el derecho de éste se consolida con la propiedad.
La regla de que entre dos o más usufructuarios hay derecho de acrecer, y
de que la totalidad del usufructo dura hasta la expiración del derecho del
último de los usufructuarios, sólo se entiende si el constituyente no ha dis-
puesto que terminado un usufructo parcial se consolide con la propiedad
(art. 780, inc. 2º). Así, el constituyente puede establecer que, cumplido el
plazo de uno de los usufructuarios, se consolide su cuota con el dominio.

967. PROHIBICIÓN DE CONSTITUIR USUFRUCTOS SUCESIVOS O ALTERNATIVOS. La ley


prohíbe constituir dos o más usufructos sucesivos o alternativos (art. 769,
146 A. ALESSANDRI R. – M. SOMARRIVA U. – A. VODANOVIC H.

inc. 1º), porque, como decía el Mensaje, “unos y otros embarazan la circula-
ción y entibian el espíritu de conservación y mejora, que da vida y movimien-
to a la industria”.
Usufructo sucesivo es el concedido a varias personas una después de otra.
Usufructo alternativo es el concedido a varias personas sucesivamente, pero de
modo que al terminar el tiempo del último de los llamados, vuelve nuevamente
a gozar de la cosa el primero, y después el segundo, etc. Es un usufructo sucesivo
y circular. Ejemplo: se deja a Primus una casa en usufructo por cinco años,
cumplidos los cuales pasará en el mismo carácter a Secundus por un lapso igual,
en seguida volverá a Primus en la misma forma, y después a Secundus, y así
indefinidamente o por cierto número de años.
La sanción de la prohibición de los usufructos sucesivos y alternativos no
es la nulidad, porque el legislador señala un efecto especial a la contraven-
ción: los usufructuarios posteriores se consideran como substitutos, para el
caso de faltar los anteriores antes de deferirse el primer usufructo. El primer
usufructo que tiene efecto hace caducar a los otros; pero no dura sino por el
tiempo que le estuviere designado (art. 769, incs. 2º y 3º). Ejemplo: se deja
un fundo a Primus por quince años, para que pase después a Secundus
también por quince años; el usufructo no es nulo, sino que se considera que
Secundus es substituto de Primus, y aquél sólo podría adquirir el usufructo si
éste por cualquier causa llega a faltar al momento de deferirse el usufructo; si
tal no acontece, Primus recibe su usufructo, caducando el derecho de Secun-
dus; el usufructo de Primus durará sólo por el tiempo que el constituyente le
designó, o sea, no aprovechará el tiempo del usufructo caducado.

968. SUBSTITUTOS. Nada se opone a que el constituyente designe substitutos


del nudo propietario o del usufructuario; pero se entiende que la substitu-
ción es vulgar, o sea, que el designado en segundo o ulterior lugar es sólo
para el caso de que falte el primeramente llamado antes de deferirse el
usufructo. Otra substitución, por cuyo efecto el usufructo pasara al ulterior
llamado sin que falte el que lo ha sido primeramente, sería inaceptable, pues
prácticamente conduciría al establecimiento de los usufructos sucesivos que
prohíbe la ley.

969. PROHIBICIÓN DE CONSTITUIR USUFRUCTO BAJO UNA CONDICIÓN O A UN PLAZO


QUE SUSPENDA SU EJERCICIO. Se prohíbe constituir usufructo alguno bajo una
condición o a un plazo cualquiera que suspenda su ejercicio. Si de hecho se
constituyere, no tiene valor alguno (art. 768, inc. 1º).
El plazo y la condición se admiten sólo para poner término a la duración del
usufructo; pero no para suspender la iniciación del ejercicio de este derecho
real. La prohibición tiende a impedir la existencia virtual o disimulada de los
usufructos sucesivos, pues mientras pendiera la condición gozaría de la cosa una
persona y, cumplida la condición entraría al goce otra, el usufructuario.
Excepcionalmente, la ley reconoce valor al usufructo bajo una condición o a
un plazo que suspende su ejercicio, cuando se constituye por testamento, y la
condición se ha cumplido, o el plazo ha expirado antes del fallecimiento del
TRATADO DE LOS DERECHOS REALES 147

testador (art. 768, inc. 2º), porque en esta hipótesis, desde el momento en
que el usufructo puede ejercerse, al fallecimiento del testador, aparece como
puro y simple. Y tal no ocurre en el usufructo constituido por acto entre
vivos, por escritura pública, ya que en este caso el usufructo debería ejercerse
desde la fecha misma de la escritura constitutiva y a esta fecha la iniciación
del ejercicio esta suspendida.
La excepción a favor del usufructo constituido por testamento es una
mera aplicación de las reglas generales que el Código establece en los artícu-
los 1082 y 1072 sobre las asignaciones testamentarias a día y las asignaciones
testamentarias condicionales.

VI. D URACIÓN DEL USUFRUCTO

970. DURACIÓN LIMITADA. El usufructo tiene una duración limitada, al cabo de la


cual pasa al nudo propietario, y se consolida con la propiedad (art. 765, inc. 2º).
El constituyente puede fijar la duración del usufructo por un determinado
tiempo o por toda la vida del usufructuario, y si omite fijar tiempo alguno, se
entiende constituido el derecho por toda la vida del usufructuario. Cuando éste
es una corporación o fundación cualquiera, el plazo del usufructo no puede
pasar de treinta años (art. 770).
Si el usufructo es por tiempo determinado y el usufructuario muere an-
tes, los herederos de éste no le suceden en el goce hasta la expiración del
plazo prefijado por el constituyente, porque el usufructo es intransmisible
por testamento o abintestato (art. 773, inc. 2º). La muerte del usufructuario
pone siempre fin al usufructo.

971. EL TÉRMINO DEL USUFRUCTO PUEDE SOMETERSE A CONDICIÓN. Si bien la inicia-


ción del usufructo no puede subordinarse a una condición, el fin o la extinción
del mismo puede serlo. Pero esta condición no suprime la exigencia del plazo,
ya que todo usufructo es por esencia temporal; el efecto que puede producir la
condición es sólo anticipar la extinción del usufructo, poniéndole fin antes de
la llegada del plazo: en caso alguno puede retardar la extinción más allá de la
expiración del término. Si la condición se cumple antes del plazo, el usufructo
termina y se consolida con la propiedad; si la condición no se cumple antes del
plazo o antes de la muerte del usufructuario, según los casos, se mira como no
escrita (art. 771), y entonces, lógicamente, el usufructo terminará con la expi-
ración del plazo o con la muerte del usufructuario.

4. DERECHOS DEL USUFRUCTUARIO

972. OBSERVACIÓN GENERAL; COEXISTENCIA DE DOS DERECHOS. En el usufructo co-


existen dos derechos reales: el de propiedad, en manos del nudo propietario,
148 A. ALESSANDRI R. – M. SOMARRIVA U. – A. VODANOVIC H.

y el derecho de usufructo, en manos del usufructuario. Pero ambos tienen


vida independiente; trátase de dos derechos distintos que recaen sobre una
misma cosa. De ahí que sus titulares no sean comuneros, porque la comuni-
dad supone la existencia de dos derechos de idéntica naturaleza, y el derecho
de usufructo es distinto del de propiedad.

973. 1) DERECHO DE USO Y GOCE. Como el nombre lo indica, el usufructuario


tiene el derecho de usar y gozar de la cosa fructuaria; y de acuerdo con el
artículo 782 del Código Civil, el usufructuario de la cosa fructuaria, está
sometido, en ese uso, a las servidumbres que graven la cosa fructuaria; pero,
a su vez, goza de las servidumbres activas constituidas a favor del predio dado
en usufructo.
Igualmente, de acuerdo con el artículo 785, en este uso y goce el usufruc-
tuario aprovecha de los aumentos naturales que recibe la cosa fructuaria, sea
por accesión, aluvión, etc.

974. 2) DERECHO DE PERCIBIR LOS FRUTOS; A QUIÉN PERTENECEN LOS PENDIENTES. El


usufructuario tiene derecho a los frutos naturales y civiles.
¿Qué suerte corren los frutos naturales que se encuentran pendientes al
momento de la delación del usufructo? Según el artículo 781, pertenecen al
usufructuario, así como los pendientes al momento de la restitución corres-
ponden al nudo propietario.
Los frutos civiles, de acuerdo con el artículo 790, se perciben día a día.
Ejemplo: Pedro deja en usufructo a Juan una casa, pero la casa estaba arren-
dada, digamos por cinco años; si al momento de la delación del usufructo
iban corridos dos años y medio y se habían pagado al propietario los cinco
años de renta de arrendamiento, toca al nudo propietario entregar al usu-
fructuario los dos años y medio de renta que caen en el plazo en que Juan
será usufructuario.
Lo contrario sucede en la extinción. Ejemplo: el usufructuario había arren-
dado el bien dado en usufructo por cinco años, percibiendo por adelantado
la renta de los cinco años; pasa un año y se extingue el usufructo: debe
devolver al nudo propietario los cuatro años que había percibido por adelan-
tado, porque los frutos civiles pertenecen al usufructuario día a día.

975. FRUTO CIVIL DE UNA COSA INCORPORAL; USUFRUCTO DE ACCIONES DE SOCIEDADES.


Sabemos que como el legislador ninguna limitación impuso, puede darse en
usufructo una cosa incorporal, un crédito. Ahora bien, el usufructuario del
crédito tiene derecho a percibir los intereses, ya que éstos constituyen una
especie de fruto civil. Todavía más, una vez expirado el crédito, podría el
usufructuario cobrarlo, reteniendo el capital hasta el término del usufructo.
Respecto al usufructo sobre acciones de una sociedad, la Superintendencia
de Compañías de Seguros, Sociedades Anónimas y Bolsas de Comercio, ha
dicho que “los dividendos que reparte una sociedad pertenecen en todo caso
al accionista usufructuario, como quiera que ellos son justamente los frutos
civiles que produce la acción constituida en usufructo, y sobre los cuales
TRATADO DE LOS DERECHOS REALES 149

recae precisamente este último derecho. En cambio, la opción para suscribir


nuevas acciones corresponde al nudo propietario, quien, como no goza de
los dividendos otorgados para pagarlas, deberá, si desea hacer uso de ella,
desembolsar dinero de su propio peculio para este objeto. El hecho de que
en la práctica se entreguen directamente las acciones que se emiten y se
compensen en forma automática con el dividendo que se otorga simultánea-
mente, no cambia la situación expresada, pues jurídicamente el dividendo es
siempre la suma nominal de dinero que se acuerda repartir, y no las acciones
que son adquiridas por los accionistas en virtud de la suscripción que se les
ofrece y cuyo valor pagan con la compensación del dividendo”. 17
La Corte Suprema, por su parte, ha declarado que “constituido un usu-
fructo sobre acciones de un Banco, las acciones liberadas emitidas mediante
el traspaso a capital de utilidades acumuladas en un fondo de reserva espe-
cial, pertenecen al nudo propietario con la misma carga usufructuaria que
grava las acciones antiguas”.18
En el Derecho italiano, los premios y otras utilidades aleatorias produci-
das por un título de crédito corresponden al propietario como valor capital;
el usufructuario sólo tiene el goce de esos premios y utilidades (C. Civil,
art. 1998). Esto significa que se consagra la misma doctrina de la sentencia
chilena recién transcrita. La razón estaría en que los frutos civiles exigen el
requisito de la periodicidad, carácter que no tienen tales premios y, por lo
mismo, no pueden pertenecer al usufructuario, que sólo tiene derecho a
apropiarse los frutos y no otros incrementos de la cosa. Esta razón sería
también valedera en el Derecho chileno, si se concluye que éste supone la
periodicidad de los rendimientos de la cosa para calificarlos de frutos.
El mismo criterio prevalece en la doctrina y la jurisprudencia francesas,
que lo aplican, entre otros casos, a las reparticiones entre accionistas de un
fondo de reserva constituido con beneficios no distribuidos en dividendos,
principalmente cuando estas reparticiones se hacen bajo la forma de atribu-
ción gratuita de acciones nuevas a los accionistas.19 En cuanto a los réditos o
beneficios no distribuidos se arguye que, por el hecho mismo de no haber
sido repartidos, tales sumas han cesado de ser frutos, como quiera que han
sido capitalizadas, y al usufructuario corresponde sobre ellos sólo el goce
hasta el fin del usufructo.20

976. 3) DERECHO A CIERTOS PRODUCTOS. El usufructuario, por regla general,


sólo tiene derecho a los frutos, pero no a los productos. Mas, el legislador,
expresamente, concede al usufructuario derecho a ciertos productos que

17 Oficio 283, de 29 de marzo de 1946. Véase el libro de ELOY SÁNCHEZ TORRES, Usufructo de
acciones de sociedades mercantiles (Problemas entre usufructuario y nudo propietario), Madrid, 1946.
18 Sentencia de 8 de agosto de 1955, R. de D. y J., tomo LII, sec. 1 a, pág. 223.
19 C OLIN ET CAPITANT, Traité de Droit Civil, tomo II, París, 1959, Nº 278, págs. 158-159, y la
jurisprudencia ahí citada.
20 LÉON JULLIOT DE LA M ORANDIÈRE, Précis de Droit Civil, tomo II, París, 1961, Nº 136, pág. 64.
150 A. ALESSANDRI R. – M. SOMARRIVA U. – A. VODANOVIC H.

participan de algunos caracteres de los frutos: bosques y arbolados, minas y


canteras, ganados o rebaños.
a) Goce de bosques y arbolados. Dice el artículo 783: “El goce del usufructua-
rio de una heredad se extiende a los bosques y arbolados, pero con el cargo
de conservarlos en un ser, reponiendo los árboles que derribe, y respondien-
do de su menoscabo, en cuanto no dependa de causas naturales o accidentes
fortuitos”.
Pongamos por caso que en la finca fructuaria haya una viña; tiene dere-
cho el usufructuario a las uvas; pero no podría arrancar la viña y dedicar el
sitio a nocedal o nogueral.
b) Goce de minas y canteras en actual laboreo. Según se ha dicho, el usufruc-
to supone el goce de la cosa fructuaria dejando a salvo su sustancia; por
tanto, si ésta con el uso y goce se agota o mella profundamente, en rigor no
debe ni puede ser objeto de usufructo. El aprovechamiento de las minas por
la extracción de las sustancias que las constituyen, no significa aprovecharse
de los frutos de ellas, si se parte del concepto clásico o tradicional que
supone que el fruto periódicamente vuelve a producirse o renacer. Y ocurre
–como decía Juan Gutiérrez, un comentarista del siglo XVII– que ateniéndo-
se a la realidad no es susceptible de usufructo una cantera, “porque en
España la piedra no renace, y tampoco en la mayoría de las regiones”.21 En
puridad de verdad, la explotación de la mina significa que la cosa misma es
consumida y no queda a salvo su sustancia. Sin embargo, el Código Civil,
considerando que el agotamiento de las minas es lento, equipara los minera-
les o productos de ellas a los frutos y dispone: “Si la cosa fructuaria compren-
de minas y canteras en actual laboreo, podrá el usufructuario aprovecharse
de ellas y no será responsable de la disminución de productos que a conse-
cuencia sobrevenga, con tal que haya observado las disposiciones de la orde-
nanza respectiva”, es decir, del Código de Minería (art. 784).
Como el usufructuario debe respetar la forma de la cosa fructuaria
(art. 764), la ley no lo autoriza para explotar nuevas minas o canteras, sino
sólo las en actual laboreo, o sea, las que lo están al deferirse el usufructo.
Sabemos que, de acuerdo con las disposiciones constitucionales, la ley
determina qué sustancias mineras puede el Estado dar a los particulares en
concesión de exploración o explotación, y faculta al concesionario para dis-
poner por acto entre vivos o por causa de muerte de sus derechos (art. 19,
Nº 24, inc. 5). Luego, puede dar en usufructo la concesión sobre la mina,
salvo disposición legal expresa en contrario.
c) Goce de ganados o rebaños. Hay que distinguir la situación en que se da el
usufructo de uno o varios animales considerados individualmente, y aquella en
que se da en usufructo un ganado, considerado como una universalidad.

21 JUAN GUTIÉRREZ, “De cuestiones prácticas sobre las leyes regias de España. De la segunda
parte de las nuevas recopilaciones reales”. Libro VII, Tratado de las Gabelas, Madrid, Editor Juan de
la Cuesta, MDCXII (1612), Cuestión XXXVI.
TRATADO DE LOS DERECHOS REALES 151

α) Al primer caso se aplica la regla general del artículo 787, según la cual
“el usufructuario de cosa mueble tiene el derecho de servirse de ella según su
naturaleza y destino; y al fin del usufructo no es obligado a restituirla sino en
el estado en que se halle, respondiendo solamente de aquellas pérdidas o
deterioros que provengan de su dolo o culpa”. El usufructuario, pues, debe
restituir los mismos animales en el estado en que se encuentren, sin respon-
der por la natural disminución de fuerzas por el trabajo y la vejez, haciendo
suyos el estiércol, las astas, la lana, la leche y las crías, es decir, todos los
frutos de los animales. También puede obtener frutos civiles de los mismos,
arrendándolos, ganando premios con un caballo de carrera, etc. Puede, por
excepción, aplicarse la regla del artículo 789, cuando los animales son desti-
nados a la venta o abasto, como si se constituye un usufructo sobre novillos
de engorda.
Recuérdese que el artículo 789 dice que “si el usufructo se constituye
sobre cosas fungibles, el usufructuario se hace dueño de ellas, y el propieta-
rio se hace meramente acreedor a la entrega de otras especies de igual
cantidad y calidad, o del valor que éstas tengan al tiempo de terminarse el
usufructo”.
β) En el segundo caso nos encontramos en presencia de un usufructo de
ganado propiamente dicho; a él se aplica el artículo 788, que dice: “El usufruc-
tuario de ganados o rebaños es obligado a reponer los animales que mueren o
se pierden, pero sólo con el incremento natural de los mismos ganados o
rebaños; salvo que la muerte o pérdida fueren imputables a su hecho o culpa,
pues en este caso deberá indemnizar al propietario. Si el ganado o rebaño
perece del todo o en gran parte por efecto de una epidemia u otro caso
fortuito, el usufructuario no estará obligado a reponer los animales perdidos, y
cumplirá con entregar los despojos que hayan podido salvarse”.
Vemos que se aplican ciertas reglas propias, consecuencia de que el gana-
do constituye una universalidad distinta de los animales que lo componen.
Los derechos del usufructuario son mucho más amplios que los que tiene el
usufructuario de animales individualmente considerados, ya que no sólo hace
suyos los frutos de los animales, sino que puede disponer de todos los que
considere inhábiles para la reproducción, de los animales de engorda y de las
crías; su obligación es sólo restituir un rebaño y no restituir los mismos
animales; esta obligación está limitada en cuanto al número, de modo que
debe restituir igual cantidad. Si hay exceso, puede disponer de los animales
sobrantes; pero si faltan, sólo está obligado a reponer con las mismas crías.
Esta disposición concuerda con la del artículo 1984, referente al caso en
que se arrienda un fundo con ganado.

977. LAS REGLAS DEL DERECHO DE GOCE DEL USUFRUCTO PUEDEN DEROGARSE, porque
son supletorias de la voluntad de las partes. Expresa el artículo 791 que “lo
dicho en los artículos precedentes se entenderá sin perjuicio de las conven-
ciones que sobre la materia intervengan entre el nudo propietario y el usu-
fructuario, o de las ventajas que en la constitución del usufructo se hayan
concedido expresamente al nudo propietario o al usufructuario”.
152 A. ALESSANDRI R. – M. SOMARRIVA U. – A. VODANOVIC H.

Según normas especiales, el Banco que es administrador de bienes gravados


con usufructo, no puede ser privado de la administración de los bienes com-
prendidos en éste, ni por el usufructuario ni por el nudo propietario, ni por
ambos de consuno. Tal prohibición rige también respecto del propietario fidu-
ciario y del fideicomisario, cuando el Banco es designado administrador de
bienes constituidos en fideicomiso (Ley General de Bancos, art. 48, Nos. 8 y 9).

978. 4) DERECHO A ADMINISTRAR LA COSA FRUCTUARIA. Es evidente que tiene el


usufructuario derecho a administrar la cosa fructuaria, porque para poder
gozar de una cosa es necesario administrarla. Por lo demás, el inciso final del
artículo 777 así lo indica: “El usufructuario podrá en todo tiempo reclamar la
administración prestando la caución a que es obligado”.
Dentro de la administración, el usufructuario puede arrendar el bien dado
en usufructo. Así, si se me deja una casa en usufructo, tengo derecho a arren-
dar la casa; porque, como vimos en su oportunidad, la forma de ejercer esta
facultad de percibir los frutos en el derecho de dominio, puede hacerse por
actos materiales o por actos jurídicos, y el arrendamiento es uno de éstos.
Administración por un banco de los bienes gravados con usufructo. Los bancos
comerciales e hipotecarios que por intermedio de su departamento especial
de comisiones de confianza administran bienes gravados con usufructo, tie-
nen los derechos y las obligaciones que les hubiere señalado el constituyente
y, en su defecto, los que el Código Civil (en su art. 777) confiere al nudo
propietario cuando el usufructuario no rinde caución (Ley General de ban-
cos, art. 48, Nº 9). Agrega esta misma disposición que ni el usufructuario ni el
nudo propietario, ni ambos de consuno pueden privar al banco de la admi-
nistración.

979. 5) DERECHO A HIPOTECAR EL USUFRUCTO. El usufructuario puede dar en


hipoteca su derecho de usufructo, de acuerdo con el artículo 2418: “La hipo-
teca no podrá tener lugar sino sobre bienes raíces que se posean en propie-
dad o usufructo, o sobre naves”.
La hipoteca del usufructo no significa que el acreedor hipotecario vaya a
percibir los frutos; éstos los sigue percibiendo el usufructuario. El derecho
del acreedor hipotecario se reduce a poder embargar y sacar a remate el
goce, con exclusión de la nuda propiedad, si el usufructuario no paga la
obligación principal que está garantizada con la hipoteca.

980. 6) DERECHO DE ARRENDAR Y CEDER EL USUFRUCTO. “El usufructuario puede


dar en arriendo el usufructo y cederlo a quien quiera a título oneroso o
gratuito” (art. 793, inc. 1º).
A pesar de que los términos de la disposición legal aluden al usufructo, se
discute si el objeto de la cesión es propiamente este derecho o su ejercicio, el
emolumento del derecho de usufructo.
La cuestión tiene importancia práctica. Si el cesionario adquiere el dere-
cho de usufructo (inmueble), puede hipotecarlo (art. 2418); por el contra-
rio, si el cesionario no adquiere sino el emolumento del derecho de usufruc-
TRATADO DE LOS DERECHOS REALES 153

to, quiere decir que éste queda en poder del cedente y sólo él, en calidad de
titular del derecho de usufructo, podrá hipotecarlo. Recordemos que “emo-
lumento” viene del latín emolumentum y, literalmente, significa “suma pagada
al molinero por moler el grano”, y de ahí que en general la palabra denota
ganancia, sin perjuicio de que exprese el concepto, dentro de algunas mate-
rias, en forma más específica o circunstanciada. En el usufructo el emolu-
mento vienen a ser los frutos a que tiene derecho el usufructuario.
Diversos preceptos legales inducen a pensar que el objeto de la cesión del
usufructo no es el usufructo mismo, sino su ejercicio, el emolumento del
derecho. Entre otros textos, pueden citarse los siguientes:
a) El que declara que, cedido el usufructo a un tercero, el cedente perma-
nece siempre directamente responsable al propietario (art. 793, inc. 2º). Esto
importa decir –expresa la Corte Suprema– que el derecho de usufructo con-
tinúa radicado en el usufructuario y que lo que se cede no es el derecho
mismo, sino los frutos a que tiene derecho el usufructuario.22
b) Las disposiciones según las cuales pierde el derecho de usufructo el
usufructuario que, no obstante la prohibición impuesta por el constituyente
cede el usufructo (art. 793, incs. 3º y 4º). Si al usufructuario cedente que
contraviene la prohibición de enajenar se le priva del derecho de usufructo,
es porque la cesión no lo ha despojado de ese derecho; de lo contrario no se
explicaría cómo, aun después de la cesión, pueda el usufructuario perder su
derecho.

Sanción de la prohibición de arrendar y ceder el usufructo. No puede el usufruc-


tuario arrendar ni ceder el usufructo si se lo ha prohibido el constituyente, a
menos que el propietario lo releve de la prohibición. El usufructuario que
contraviene a esta disposición es sancionado con la pérdida del derecho de
usufructo (art. 793, incs. 3º y 4º). En consecuencia, éste se consolida con la
propiedad.
¿Qué suerte corre el acto celebrado entre el cesionario y el usufructuario
cedente, infractor de la prohibición de arrendar o ceder el usufructo? La
respuesta da margen a controversia. Algunos estiman –en forma muy discuti-
ble– que el acto adolece de nulidad absoluta, pues cuando la ley permite
expresamente a los particulares establecer la cláusula de no enajenar o de no
celebrar un contrato sobre determinada cosa, hace suya la prohibición de la
cláusula, comunicándole el efecto de las prohibiciones legales. Tendrían apli-
cación los artículos 1464, Nº 2º, ó 1466 del Código Civil. El primero dice que
hay objeto ilícito en la enajenación de los derechos o privilegios que no
pueden transferirse a otra persona; y el segundo agrega que hay asimismo
objeto ilícito en todo contrato prohibido por las leyes. Y el objeto ilícito
produce nulidad absoluta (art. 1682).23

22 Sentencia de 26 de julio de 1939, Revista de Derecho y Jurisprudencia, tomo XXXVII, sec. 1a,
pág. 177.
23 En este sentido: LUIS VICUÑA SUÁREZ, De la facultad de enajenar y de su prohibición impuesta en el
contrato, memoria de prueba, Valparaíso, 1928, pág. 203; A. ALESSANDRI BESA, La nulidad y la rescisión
en el Derecho Civil Chileno, memoria de prueba, Santiago, 1949, Nº 189, págs. 173-175.
154 A. ALESSANDRI R. – M. SOMARRIVA U. – A. VODANOVIC H.

981. DERECHO A DISPONER DE LA COSA DADA EN CUASIUSUFRUCTO. El cuasiusufruc-


tuario puede disponer de la cosa misma, enajenando no ya su derecho de
usufructo, sino también la cosa misma dada en usufructo, porque en el caso
del cuasiusufructo, el cuasiusufructuario se transforma en propietario de la
cosa dada en usufructo, según la explicación tradicional.

982. ACCIONES PARA DEFENDER EL DERECHO DE USUFRUCTO. Finalmente, siendo el


usufructuario titular de su derecho de usufructo, y pudiendo administrarlo,
cederlo, hipotecarlo, enajenarlo o venderlo, también está provisto de accio-
nes para defender su derecho: acción reivindicatoria y acciones posesorias;
tiene estas últimas siempre que el usufructo recaiga sobre un inmueble.

983. EL DERECHO DE USUFRUCTO ES EMBARGABLE. El usufructo es un derecho


patrimonial que sólo participa del carácter de personalísimo en cuanto es
intransmisible. De ahí que los acreedores del usufructuario puedan pedir el
embargo del usufructo y se les pague con él hasta concurrencia de sus crédi-
tos, prestando la competente caución de conservación y restitución a quien
corresponda. Pueden por consiguiente oponerse a toda cesión o renuncia
del usufructo hecha en fraude de sus derechos (art. 803).
Pero los usufructos legales, dado el fin social que mueve su constitución,
no son embargables; no lo es el usufructo del marido sobre los bienes de la
mujer, ni el del padre o madre de familia sobre los bienes del hijo (art. 2466,
inc. final). Tampoco lo es el usufructo constituido por sentencia judicial
como pensión alimenticia, pues las pensiones alimenticias forzosas son inem-
bargables (C. de Procedimiento Civil, art. 445, Nº 3º).
Nótese que cuando procede el embargo, lo que se embarga no es el
derecho mismo de usufructo, sino su ejercicio, la facultad de percibir los
frutos para pagarse con ellos: los acreedores se subrogan al usufructuario en
el ejercicio del derecho (art. 2466, inc. 1º).

5. OBLIGACIONES DEL USUFRUCTUARIO

984. DISTINCIÓN. Para estudiar en forma metódica las obligaciones del usu-
fructuario, hay que distinguir:
a) Obligaciones que tiene antes de entrar en el goce de la cosa;
b) Obligaciones que tiene durante el usufructo, y
c) Obligaciones que tiene una vez extinguido el usufructo.

I. OBLIGACIONES PREVIAS AL GOCE DE LA COSA

985. INVENTARIO Y CAUCIÓN. Estas obligaciones, que son dos, han sido estable-
cidas por el legislador en consideración a los derechos del nudo propietario,
TRATADO DE LOS DERECHOS REALES 155

él que debe ponerse a cubierto de la mala fe del usufructuario. Para preca-


verse de ella y evitar que el usufructuario niegue que ha recibido los bienes,
el legislador lo obliga a hacer inventario solemne. También conviene al nudo
propietario ponerse a salvo de una insolvencia del usufructuario; y por eso el
legislador obliga a éste a rendir caución.

986. FACCIÓN DE INVENTARIO SOLEMNE. El usufructuario no puede tener la cosa


fructuaria sin prestar antes caución suficiente de conservación y restitución, y
sin previo inventario solemne a su costa, como el de los curadores de bienes
(art. 775, inc. 1º). Es inventario solemne el que se hace, previo decreto judicial,
ante un ministro de fe y dos testigos, con los requisitos que la ley expresa (C.
de Procedimiento Civil, arts. 858 y 859).
Los usufructuarios legales no tienen obligación de hacer inventario. El Código
declara que el usufructo legal del padre o madre de familia sobre ciertos
bienes del hijo, y el del marido, como administrador de la sociedad conyugal,
en los bienes de la mujer, están sujetos a las reglas especiales del Título “De la
patria potestad” y del Título “De la sociedad conyugal” (art. 810). Pues bien, esas
reglas especiales no imponen la obligación del inventario previo en el usu-
fructo del padre de familia ni en el usufructo del marido, como administra-
dor de la sociedad conyugal, sobre los bienes de la mujer.24
Exoneración de la obligación de hacer inventario. Fuera de los usufructuarios
legales, todos los demás tienen obligación de hacer inventario previo a la
tenencia de los bienes constituidos en usufructo. Se ha cuestionado si el
constituyente puede dispensar al usufructuario de esta obligación.
a) Los que opinan por la negativa apoyan su pensamiento en la circuns-
tancia de que la ley expresamente dice que “tanto el que constituye el usufructo
como el propietario podrán exonerar de la caución al usufructuario” (art. 775,
inc. 2º); en cambio, respecto del inventario, en abierto contraste, la ley guar-
da absoluto silencio.
b) Otros sostienen que puede, en la constitución del usufructo, dispen-
sarse al usufructuario de la obligación de hacer inventario, siempre que éste
no sea un requisito del título mismo. Y lo es en el usufructo constituido por
acto entre vivos a títulos gratuito sobre la totalidad de los bienes de una
persona o de una cuota de esa totalidad, porque ese usufructo debe sujetarse
a las reglas de la donación que el Código llama a título universal, y esta
especie de donación exige como solemnidad el inventario de los bienes
(art. 1407). Del mismo modo, se precisa de inventario cuando la donación
entre vivos requiere insinuación, porque deben particularizarse también en
este caso los bienes donados.
Si el inventario no es un requisito del título del usufructo –afirma esta
opinión–, no hay motivo legal para no dar valor a la dispensa de la obligación

24 Nótese que los poseedores “provisorios” de los bienes del desaparecido están obligados a
formar inventario.
156 A. ALESSANDRI R. – M. SOMARRIVA U. – A. VODANOVIC H.

aludida, ya que cuando la ley ha estimado que no puede eximirse del deber
jurídico de hacer inventario, lo ha dicho expresamente, como en el caso de
los tutores y curadores (art. 379). Corresponde aplicar el principio de que en
Derecho Privado puede hacerse todo lo que la ley no prohíbe. Por tanto, en
el usufructo constituido a título oneroso las partes podrían convenir en no
practicar un inventario del estado de los bienes.
Por fin, el argumento de la tesis contraria de que la ley sólo faculta al
constituyente para exonerar de la caución al usufructuario, y no de la facción
de inventario, tiene una explicación histórica y no el alcance que se le atribu-
ye: la ley se refirió expresamente a la dispensa de la caución en razón de que
conforme a la antigua legislación, el testador no podía liberar de la caución
al usufructuario; para patentizar el cambio de criterio se hizo esa referencia
expresa en el Código. De la posibilidad de eximir de la obligación de hacer
inventario nada se dijo porque, en la antigua legislación, esa obligación no se
imponía,y el hecho de que ahora se exija no es motivo para darle carácter de
ineludible. Más todavía: el haber autorizado la ley la dispensa de la caución,
modificando en esto el antiguo Derecho Civil, sería una razón para admitir
que también puede exonerarse al usufructuario de la obligación de hacer
inventario.25
Con todo, en la práctica las más de las veces será obligatoria la facción de
éste, porque las leyes tributarias lo exigen, junto con la tasación de los bie-
nes, para determinar el monto del impuesto.
Derecho de usufructo fijado como pensión alimenticia; inventario simple. Referen-
cia. Véase nuestro Nº 964.

987. CAUCIÓN DE CONSERVACIÓN Y RESTITUCIÓN; DISPENSA DE LA CAUCIÓN. De acuer-


do con el artículo 46 del Código, la caución consiste en una obligación
accesoria que se contrae como garantía de la obligación principal. Y agrega
el artículo: “Son especies de caución la fianza, la hipoteca y la prenda”.
El legislador no ha establecido aquí una caución especial y puede rendir-
se cualquiera. Tampoco se ha pronunciado sobre la cuantía, pero es evidente
que deben fijarla de acuerdo el nudo propietario y el usufructuario. En caso
de discusión, el juez determinará el monto de la caución, tomando para ello
en cuenta el valor de los bienes dados en usufructo.
Usufructuarios que no están obligados a rendir caución. Por excepción, no
están obligados a rendir caución:
1) Los usufructuarios legales, vale decir, el padre o madre de familia y el
marido sobre los bienes del hijo y de la mujer, respectivamente. En forma
expresa el legislador los exime de esta obligación.
2) El constituyente del usufructo por donación que retiene precisamente
el usufructo. Si en forma gratuita el donante se ha desprendido de la propie-
dad, es lógico no exigirle caución.

25 En este sentido: CLARO SOLAR. ob. cit., tomo VIII, Nº 1029, págs. 189 a 191.
TRATADO DE LOS DERECHOS REALES 157

3) El usufructuario obligado a rendir caución eximido expresamente de


ella por el propietario. La caución está establecida en interés del nudo pro-
pietario, y si éste tiene confianza en el usufructuario, perfectamente puede
renunciar a su derecho.
4) Las personas a quienes el constituyente hubiere eximido de rendir
caución.
5) El alimentario que tiene fijada como pensión alimenticia el usufructo
de algún bien del alimentante está exento de la obligación de caución de
conservación y restitución de la cosa fructuaria (Ley Nº 14.908, art. 11, inc. 2º).
6) De acuerdo con la Ley General de Bancos, éstos, por medio de sus
departamentos especiales de comisiones de confianza, pueden ser adminis-
tradores de bienes gravados con usufructo, cuando así se haya establecido en
al acto constitutivo. Los derechos y obligaciones del Banco son los que hubie-
re señalado el constituyente y, en su defecto, los que el artículo 777 del
Código Civil confiere al nudo propietario cuando el usufructuario no rinde
caución. El Banco no necesita rendir caución ni prestar juramento en los
casos en que las leyes lo exijan (arts. 48, Nº 9, y 50).

988. SANCIÓN QUE ACARREA LA OMISIÓN DEL INVENTARIO Y DE LA CAUCIÓN. La omi-


sión del inventario y de la caución no trae consigo la pérdida del derecho del
usufructuario. El artículo 776 establece que mientras no se rinde la caución y
se hace el inventario, tendrá el nudo propietario la administración de la cosa
fructuaria con cargo de dar el valor líquido de los frutos al usufructuario.
Puede pasar cierto tiempo sin que el usufructuario rinda caución o sin que
haga inventario: en este caso, el artículo 777 faculta al nudo propietario para
recurrir a la justicia con el fin de que el juez le fije al usufructuario un plazo
equitativo dentro del cual deba rendir la caución; y si no la rindiere, se le
adjudicará al nudo propietario la administración de la cosa fructuaria, de-
biendo entregar al usufructuario el valor líquido de los frutos, “deducida la
suma que el juez prefijare por el trabajo y cuidados de la administración”.
Aquí ya tiene derecho el nudo propietario a una remuneración; antes admi-
nistraba en forma gratuita.
En caso de que no se rinda la caución, de común acuerdo el nudo pro-
pietario y usufructuario pueden tomar diversas determinaciones, que estable-
ce el artículo 777 en los incisos 2º, 3º y 4º:
“Podrá (el propietario) en el mismo caso tomar en arriendo la cosa fruc-
tuaria, o tomar prestados a interés los dineros fructuarios, de acuerdo con el
usufructuario.
Podrá también, de acuerdo con el usufructuario, arrendar la cosa fructua-
ria, y dar los dineros a interés.
Podrá también, de acuerdo con el usufructuario, comprar o vender las
cosas fungibles y tomar o dar prestados a interés los dineros que de ello
provengan.”
Llama la atención la diferencia que ha hecho el legislador entre el nudo
propietario y el usufructuario; éste, para tomar la administración y goce de la
158 A. ALESSANDRI R. – M. SOMARRIVA U. – A. VODANOVIC H.

cosa, debe rendir caución y hacer inventario el nudo propietario está exento
de ambas obligaciones cuando se le adjudica la administración.

989. CAUCIÓN JURATORIA. Excepcionalmente, puede el usufructo comprender


ciertos bienes muebles necesarios para el uso personal del usufructuario o de
la familia. En este caso (inc. 5º del art. 777), puede el usufructuario exigir la
entrega de esos bienes al nudo propietario, jurando aquél restituir las espe-
cies o sus respectivos valores, tomándose en cuenta el deterioro proveniente
del tiempo y del uso legítimo. Hay aquí una caución juratoria, esto es, un
juramento por el cual se garantiza que se cumplirá lo prometido.
El juramento, dentro de nuestra legislación, está desterrado en general
como medio de prueba, carácter que no tiene en el caso citado.

990. DERECHO IMPRESCRIPTIBLE DE RECLAMAR LA ADMINISTRACIÓN. “El usufructua-


rio podrá en todo tiempo reclamar la administración prestando la caución a
que es obligado” (art. 777, inc. final).
Este es un derecho para el usufructuario imprescriptible. El Código lo
dice bien claro: “El usufructuario podrá en todo tiempo reclamar...”, lo que
significa que no tiene plazo de prescripción o de caducidad.

991. OBJETO DE LA CAUCIÓN EN EL USUFRUCTO Y EN EL CUASIUSUFRUCTO. En el


usufructo la caución tiene por objeto garantizar la conservación y restitución
de la cosa en el momento oportuno; en el cuasiusufructo, la restitución de
otras tantas especies del mismo género y calidad que las recibidas, o el valor
que tuvieren al tiempo de la restitución.
En el primer caso, la caución garantiza una obligación de especie o cuer-
po cierto, y en el segundo, una obligación de género.

992. LIMITACIONES EN EL GOCE DE LA COSA FRUCTUARIA. Una vez rendida la cau-


ción y ejecutado el inventario, tiene derecho el usufructuario a entrar en el
goce de la cosa fructuaria; pero en este goce tiene dos limitaciones, relacio-
nadas con:
1) Los arriendos, y
2) La recepción de la cosa en el estado en que se encuentre.

993. 1) RESPETO DE LOS ARRIENDOS. “El usufructuario es obligado a respetar


los arriendos de la cosa fructuaria, contratados por el propietario antes de
constituirse el usufructo por acto entre vivos, o de fallecer la persona que lo
ha constituido por testamento” (art. 792, inc. 1º). Esta disposición hay que
concordarla con el artículo 1962, disposición ya conocida por nosotros, que
establece los casos en que terceras personas están obligadas a respetar un
contrato de arrendamiento.
Ahora bien, de acuerdo con el artículo 1962, cuando se sucede en la cosa
dada en arrendamiento a título oneroso, para que esté obligado a respetar el
TRATADO DE LOS DERECHOS REALES 159

arrendamiento la persona a quien se le cede a título oneroso, debe el arren-


damiento constar por escritura pública. Si se ha constituido un usufructo a
título oneroso, para que el usufructuario esté obligado a respetar el contrato
de arrendamiento, ¿deberá o no constar por escritura pública? La solución
parece no exigir escritura pública, porque esta disposición del artículo 792 es
una disposición de carácter excepcional que se aplica a una clase de suceso-
res a título oneroso, los usufructuarios.
El usufructuario debe respetar el arrendamiento y, a su vez, tiene dere-
cho a la renta o pensión desde que principia el usufructo (art. 792, inc. 2º).
Todo lo anterior se entiende sin perjuicio de conformarse a las leyes
especiales sobre arrendamientos urbanos y predios rústicos, que oportuna-
mente se verán en el estudio del contrato de arrendamiento.

994. 2) EL USUFRUCTUARIO DEBE RECIBIR LA COSA EN EL ESTADO EN QUE SE ENCUEN-


TRA. Así lo establece el artículo 774, que dice: “El usufructuario es obligado a
recibir la cosa fructuaria en el estado que al tiempo de la delación se encuen-
tre, y tendrá derecho para ser indemnizado de todo menoscabo o deterioro
que la cosa haya sufrido desde entonces en poder y por culpa del propieta-
rio”.
De modo que si el deterioro o menoscabo lo ha sufrido la cosa antes de la
delación del usufructo, aunque sea por culpa del nudo propietario, no tiene
derecho a reclamar el usufructuario. Sólo puede hacerlo cuando el deterioro
ha tenido lugar después de la delación del usufructo.

II. OBLIGACIONES DEL USUFRUCTUARIO DURANTE EL GOCE DE LA


COSA FRUCTUARIA

995. 1) GOCE DE LA COSA SIN ALTERAR SU FORMA Y SUBSTANCIA. Hay una obliga-
ción que es de la esencia del usufructo: el usufructuario debe gozar de la
cosa sin alterar su forma y substancia. Así lo establece el artículo 764.
Salva rerum substantia. Desde el Derecho romano la doctrina universal ha
tratado de explicar qué se entiende por conservar la forma y la substancia de
la cosa fructuaria (salva rerum substantia).26 Al respecto, no nos detendremos
en las interpretaciones puramente romanas; sólo señalaremos algunas que
sirven o se formulan en la actualidad.

26 Véanse: F RANCISCO F. V ILLAVICENCIO, “Salva rerum substantia en el usufructo”, trabajo


publicado en Revista de Derecho Privado, vol. 35, Madrid, 1951, pág. 189 y siguientes; BORREL
MACIÁ , “Algunas consideraciones sobre la conservación de la substancia en el usufructo”, en
Revista de Derecho Privado, vol. 33, Madrid, 1949, págs. 1061 y siguientes; ALFONSO GARCÍA
VALDECASAS. “La idea de sustancia en el Código Civil”, en Revista de Derecho Privado, vol. 35,
Madrid, 1951, págs. 881 y siguientes, y en “Anales de la Academia Matritense del Notariado”,
tomo VIII, Madrid, 1954, págs. 401 a 421.
160 A. ALESSANDRI R. – M. SOMARRIVA U. – A. VODANOVIC H.

a) A juicio de ciertos autores, la frase significa que el usufructuario debe


respetar la estructura externa y el destino económico de la cosa existente al
momento de la delación del usufructo. El usufructuario no puede cambiar
esa estructura y ese destino, aun cuando de ello resultase mayor ventaja
patrimonial, una mejora económica de la cosa. En consecuencia, el usufruc-
tuario no puede transformar una viña en un olivar, un campo de agricultura
en otro de pastoreo, etc. Esto no importa afirmar que el usufructuario esté
impedido de mejorar la cosa; puede hacerlo, siempre que conserve la forma
y la substancia de ésta. Pero si el mejoramiento económico resulta a costa de
la forma o substancia, la regla salva rerum subtantia queda infringida. Por eso
el Tribunal Supremo de España, aplicando con todo rigorismo esta interpre-
tación, declaró que el usufructuario de unos solares improductivos no puede
cambiar el objeto de éstos, aunque el usufructo, por no realizarse el cambio,
permanezca desprovisto de todo goce o disfrute efectivo. Más de un comenta-
rista observó que dicha sentencia (de 29 de mayo de 1935), correcta desde el
punto de vista de los conceptos, es criticable desde el punto de vista socioló-
gico, máxime cuando la consideración primera y básica debe ser, no el con-
cepto de substancia, sino la idea de que el usufructo nació en el mundo del
derecho para dar medios de vida a quien carece de ellos.
El Código Civil italiano de 1942 no habla de la obligación del usufructua-
rio de conservar la substancia de la cosa, sino que afirma directamente que el
usufructuario debe respetar la destinación económica de la cosa (art. 981).
En general, la doctrina y la jurisprudencia entienden por destinación económica
la utilidad que proporciona la cosa en razón de su misma naturaleza o de la
función que a la cosa imprimió el constituyente o que éste mantuvo al mo-
mento de constituirse el usufructo.
El Código Civil francés, al igual que el chileno, se refiere a la obligación
de conservar la substancia (art. 578). Consideran los intérpretes que esto
supone no sólo el deber de abstenerse de destruir o menoscabar material-
mente la cosa, sino también de no modificar la destinación de ella, confor-
mándose para el uso y goce a los hábitos del antiguo propietario.
b) Otra teoría refunde la substancia con el valor de las cosas, pues éstas
no son sino un valor socialmente apreciable. Por tanto, conservar la substan-
cia es conservar el valor de la cosa, lo que implica no sólo conservar su
rendimiento normal, sino su potencial permanente; y así como una merma
de la productividad normal es un ataque a su substancia, también lo es un
aumento de esa productividad a costa del potencial futuro.27
c) Algunos autores creen que esta materia ha sido enturbiada por sutile-
zas filosóficas o sociológicas, y propugnan un criterio práctico. Estiman que
en el fondo lo que la ley pretende es armonizar los intereses del usufructua-
rio y del propietario; por ende, en la interpretación de la regla salva rerum

27 En este sentido: A. GARCÍA VALDECASAS , “La idea de substancia en el Código Civil”,


estudio publicado en Anales de la Academia Matritense del Notariado, tomo VIII, Madrid, 1954,
págs. 401 a 421.
TRATADO DE LOS DERECHOS REALES 161

subtantia debe adoptarse un criterio práctico que, en términos generales, se


traduce en afirmar que la conservación de la substancia supone mantener la
cosa en el estado más semejante, que su disfrute racional permite, al que
tenía ella en el momento de constituirse el usufructo.28
En la práctica, la jurisprudencia pondera en una u otra forma todos los
criterios. Contempla incluso el deterioro económico futuro de una cosa por
causas morales. Al respecto es ilustrativo un ejemplo de la jurisprudencia
italiana. Sucedió que el usufructuario de una casa habitación no encontró
mejor manera de sacar provecho de ella que estableciendo una comunica-
ción entre la misma y una casa contigua en la que funcionaba un burdel o,
como dice la sentencia italiana, “in cuiviene gestito un postribulo”. Estimó el
Tribunal de Casación que aquel acto del usufructuario repercutía profunda-
mente sobre el valor económico del bien concedido en usufructo, sobre su
valor capital y, por ende, afectaba su aptitud para producir réditos.29 Nadie
ignora que una casa destinada a un lupanar o sus anexos, si más tarde quiere
ser vendida o arrendada como simple y limpia habitación, se cotiza desventa-
josamente por su mala fama y las molestias que por cierto tiempo pueda
ocasionar a los nuevos y pacíficos moradores, de esos que no adoran todas las
noches falsas reinas rubias con “los cristales llenos de aromados vinos”, como
por ahí decía el músico renovador de la lingüística y los versos, llamado
Rubén Darío.

996. 2) GOCE DE LA COSA COMO BUEN PADRE DE FAMILIA; RESPONSABILIDAD DE LA


CULPA LEVE. El usufructuario debe gozar de la cosa fructuaria como un buen
padre de familia; responde de la culpa leve. El Código no lo dice expresa-
mente en el Título “Del derecho de usufructo”; pero como en diversas dispo-
siciones, al referirse a la responsabilidad del usufructuario, habla de culpa,
hay que concluir que se trata de la leve, pues cuando la ley dice culpa o
descuido, sin otra calificación, alude a la culpa o descuido leve (art. 44, inc. 3º).
Algunas disposiciones que aluden a la culpa del usufructuario:
a) “Artículo 787. El usufructuario de cosa mueble tiene el derecho de
servirse de ella según su naturaleza y destino; y al fin del usufructo no es
obligado a restituirla sino en el estado en que se halle, respondiendo sola-
mente de aquellas pérdidas o deterioros que provengan de su dolo o culpa.”
b) “Artículo 788. El usufructuario de ganados o rebaños es obligado a
reponer los animales que mueren o se pierden, pero sólo con el incremento
natural de los mismos ganados o rebaños; salvo que la muerte o pérdida
fueren imputables a su hecho o culpa, pues en este caso deberá indemnizar al
propietario” (inc. 1º).
c) “Artículo 802. El usufructuario es responsable no sólo de sus propios
hechos u omisiones, sino de los hechos ajenos a que su negligencia haya dado

28 En este sentido: J. PUIG BRUTAU, Fundamentos de Derecho Civil, tomo III, Barcelona, 1953,
pág. 307.
29 CASSAZIONE, 19 maggio 1956, II Massimario del Foro italiano, 1956, Nº 1.724, c. 313.
162 A. ALESSANDRI R. – M. SOMARRIVA U. – A. VODANOVIC H.

lugar. Por consiguiente, es responsable de las servidumbres que por su tole-


rancia haya dejado adquirir sobre el predio usufructuario, y del perjuicio que
las usurpaciones cometidas en la cosa fructuaria hayan inferido al dueño, si
no las ha denunciado al propietario oportunamente pudiendo”.
El goce de la cosa fructuaria empleando la llamada diligencia del buen
padre de familia es la del buen padre de familia colocado en la posición de
usufructuario y no en la de propietario. La reflexión es importante por la diver-
sidad de intereses de uno y otro. La diligencia del usufructuario no consiste
en comportarse en el goce como lo haría un buen propietario en el goce de las
cosas propias: “el propietario tiene intereses que no tiene el usufructuario,
por la diversa naturaleza de los dos derechos; el propietario puede estar
interesado en sacrificar hoy un goce para encontrar mañana acrecentado el
capital; esta limitación no puede imponérsele al usufructuario bajo la obliga-
ción de la diligencia del buen padre de familia. La figura del buen padre de
familia no se la identifica con la de un buen propietario sino con la de persona
diligente, como es, en abstracto, un buen padre de familia, según la posición
en que se encuentra”.29.a De aquí se desprende, a juicio de algunos, que la
diligencia del buen padre de familia no implica para el usufructuario la
obligación de asegurar la cosa, como lo hace por lo común el buen propieta-
rio. No faltan quienes sostienen que la mediana diligencia obliga a asegurar
la cosa al menos cuando ella es fácilmente perecedera. Pero otros, incluso en
este caso, niegan la obligación porque –arguyen– el seguro refleja un interés
de valoración o apreciación discrecional y no una obligación de diligencia.30

997. 3) CARGAS FRUCTUARIAS. Son las indispensables para que la cosa produz-
ca frutos y que el usufructuario debe satisfacer. Entran en esta categoría las
siguientes:
a) Las expensas ordinarias de conservación y cultivo (art. 795), ya definidas
en este libro en el capítulo de la propiedad fiduciaria (Nº 910 de este tomo).
b) Las cargas anuales o periódicas. Dispone el Código que son de cargo del
usufructuario las pensiones, cánones y en general las cargas periódicas con
que de antemano haya sido gravada la cosa fructuaria y que durante el usufruc-
to se devenguen. No es lícito al nudo propietario imponer nuevas cargas sobre
ella en perjuicio del usufructo (art. 796, inc. 1º).
Corresponde asimismo al usufructuario el pago de los impuestos periódi-
cos fiscales y municipales, que graven a la cosa durante el usufructo, en cual-
quier tiempo que se haya establecido (art. 796, inc. 2º).
Si por no hacer el usufructuario estos pagos los hiciere el propietario, o
se enajenare o embargare la cosa fructuaria, debe el primero indemnizar de
todo perjuicio al segundo (art. 796, inc. final).

29.a DOMENICO B ARBERO, Sistema del Derecho Privado, traducción del italiano, vol. II, Buenos Aires,
1967, Nº 561, pág. 390.
30 Ibídem.
TRATADO DE LOS DERECHOS REALES 163

998. 4) INTERESES DE LOS CAPITALES INVERTIDOS POR EL PROPIETARIO EN LAS OBRAS O


REFACCIONES MAYORES DE LA COSA. Se entienden por obras o refacciones mayores
las que ocurren por una vez o a largos intervalos de tiempo, y que concier-
nen a la conservación y permanente utilidad de la cosa fructuaria (art. 798).
Ahora bien, las obras o refacciones mayores necesarias para la conservación
de la cosa fructuaria, son de cargo del propietario; pero el usufructuario,
mientras dure el usufructo, debe pagar a aquél el interés legal de los dineros
invertidos en ellas (art. 797, inc. 1º). El pago de este interés se justifica: repre-
senta la compensación de los frutos que obtiene el usufructuario gracias a la
ejecución de dichas obras. La ley Nº 18.010, que establece normas para las
operaciones de crédito y otras obligaciones de dinero, de 27 de junio de
1981, ordena que debe aplicarse el interés corriente en todas los casos en que
las leyes u otras disposiciones se refieran al interés legal (art. 19).

999. 5) CONTRIBUCIÓN A LAS DEUDAS HEREDITARIAS Y TESTAMENTARIAS. Tratándose


de un usufructo constituido por testamento, el propietario y el usufructuario
se consideran como una sola persona para la distribución de las obligaciones
hereditarias y testamentarias que cupieren a la cosa fructuaria, y las obligacio-
nes que unidamente les quepan, se dividen entre ellos según las reglas que
establece el artículo 1368, que se estudia en las obras relativas al Derecho
Sucesorio.

III. OBLIGACIONES DEL USUFRUCTUARIO UNA VEZ EXTINGUIDO EL USUFRUCTO

1.000. RESTITUCIÓN DE LA COSA FRUCTUARIA. La obligación que le correspon-


de al usufructuario es la de restituir la cosa fructuaria. El artículo 764, al
definir el usufructo, dice expresamente: “con cargo de restituirla a su due-
ño...” Es, por lo tanto, un elemento esencial del usufructo. Repite el mismo
concepto el artículo 787, al decir: “El usufructuario de cosa mueble tiene el
derecho de servirse de ella según su naturaleza y destino; y al fin del usu-
fructo no es obligado a restituirla sino en el estado en que se halle, respon-
diendo solamente de aquellas pérdidas o deterioros que provengan de su
dolo o culpa”.
La disposición anterior se refiere a los bienes muebles; pero es perfecta-
mente aplicable a los bienes raíces.
Dado el carácter del cuasiusufructo, esta obligación es diversa; porque el
usufructuario está obligado a restituir otras tantas cosas de igual calidad y
cantidad, o su valor. Así lo dice el artículo 789, que repite la idea del artícu-
lo 764.
Con respecto del cuasiusufructo, se presenta una cuestión: ¿Quién tiene
derecho a elegir entre la devolución de otras cosas del mismo género y
cantidad, o su valor? De los términos del artículo 789, parece desprenderse
que le corresponde el derecho de decidir al nudo propietario y no al cuasiu-
sufructuario. Dice el artículo: “Si el usufructo se constituye sobre cosas fungi-
164 A. ALESSANDRI R. – M. SOMARRIVA U. – A. VODANOVIC H.

bles, el usufructuario se hace dueño de ellas, y el propietario se hace mera-


mente acreedor a la entrega de otras especies de igual cantidad y calidad, o
del valor que éstas tengan al tiempo de terminarse el usufructo”.

1.001. DERECHO LEGAL DE RETENCIÓN. De acuerdo con el artículo 800, el usu-


fructuario puede retener la entrega de la cosa fructuaria; en otros términos,
goza del derecho legal de retención mientras el nudo propietario no lo
indemnice. Dice el artículo: “El usufructuario podrá retener la cosa fructua-
ria hasta el pago de los reembolsos e indemnizaciones a que, según los
artículos precedentes, es obligado el propietario”.
El derecho legal de retención tiene interés, porque según sean muebles o
inmuebles los bienes retenidos, se equiparan a los bienes dados en prenda o
hipoteca. Pasa a ser, una vez adquirido, un derecho privilegiado.

6. DERECHOS Y OBLIGACIONES DEL NUDO PROPIETARIO

I. DERECHOS

1.002. 1) DERECHO DE ENAJENAR LA NUDA PROPIEDAD. El nudo propietario es


dueño, y como tal, tiene derecho a enajenar su nuda propiedad. Es evidente
que si el nudo propietario enajena la nuda propiedad, la persona que la
adquiere está obligada a respetar el usufructo existente sobre la cosa; porque
nadie puede adquirir más derechos que los que tiene su causante.

1.003. 2) DERECHO A HIPOTECAR LA NUDA PROPIEDAD. El propietario puede hi-


potecar su nuda propiedad, de acuerdo con el artículo 2416; el acreedor
hipotecario debe respetar el usufructo existente sobre la cosa. En otros térmi-
nos, la hipoteca no afecta al usufructo, sino únicamente a la nuda propiedad.

1.004. 3) TRANSMISIÓN DE LA NUDA PROPIEDAD. El nudo propietario, conforme


lo establece el artículo 773, puede traspasar por causa de muerte su nuda
propiedad. Dice el artículo: “La nuda propiedad puede transferirse por acto
entre vivos, y transmitirse por causa de muerte” (inc. 1º).
Es un derecho que está en el comercio; en lo que se diferencia del
usufructo. Este no puede transmitirse (art. 773, inc. 2º). Entre vivos, según
algunos, puede traspasarse el ejercicio del derecho de usufructo; según otros,
el derecho real mismo.
La transferencia o transmisión de la propiedad es con la carga del usu-
fructo constituido en ella, aunque no se exprese (art. 779, inc. final).

1.005. 4) DERECHO A LOS FRUTOS PENDIENTES AL MOMENTO DE LA RESTITUCIÓN. El


nudo propietario puede reclamar del usufructuario los frutos pendientes al
TRATADO DE LOS DERECHOS REALES 165

momento de la restitución, pues los frutos pendientes al iniciarse el usufruc-


to, pertenecen al usufructuario y los pendientes al momento de extinguirse
el usufructo, al nudo propietario (art. 781).

1.006. 5) DERECHO A INDEMNIZACIONES. El nudo propietario tiene derecho a


exigir del usufructuario las indemnizaciones correspondientes por los dete-
rioros que la cosa haya sufrido por su culpa durante el usufructo. Recuérdese
que el usufructuario debe gozar de la cosa como un buen padre de familia,
respondiendo de la culpa leve. Así fluye de diversos artículos (787, 788, 802).

1.007. 6) COBRO DE INTERESES DEL DINERO INVERTIDO EN OBRAS MAYORES NECESA-


RIAS. El propietario tiene derecho a cobrar al usufructuario el interés corrien-
te del dinero que ha invertido en las obras o refacciones mayores necesarias
para la conservación de la cosa fructuaria (art. 797; Ley Nº 18.010, art. 19).

1.008. 7) DERECHO AL TESORO. De acuerdo con el artículo 786, el tesoro que


se encuentre en el terreno fructuario no corresponde al usufructuario, sino
al nudo propietario.

1.009. 8) DERECHO A PEDIR LA TERMINACIÓN DEL USUFRUCTO. Dice el artículo 809:


“El usufructo termina, en fin, por sentencia de juez que a instancia del propie-
tario lo declara extinguido, por haber faltado el usufructuario a sus obligacio-
nes en materia grave, o por haber causado daños o deterioros considerables a
la cosa fructuaria. El juez, según la gravedad del caso, podrá ordenar, o que
cese absolutamente el usufructo, o que vuelva al propietario la cosa fructua-
ria, con cargo de pagar al fructuario una pensión anual determinada, hasta la
terminación del usufructo”.
Nótese por curiosidad que esta vez Bello habla de fructuario para referirse
al usufructuario, que es una de las acepciones de aquella palabra.

1.010. 9) ACCIONES REALES. Frente al usufructuario y a cualquiera persona, el


nudo propietario puede, para defender su derecho, ejercer las acciones rei-
vindicatoria y posesorias, estas últimas cuando la nuda propiedad tiene por
objeto bienes inmuebles.

1.011. 10) ACCIÓN PERSONAL DE RESTITUCIÓN. Tradicionalmente se reconoce tam-


bién al nudo propietario una acción personal de restitución, que encuentra su
base o fundamento en el acto constitutivo, y en caso de usufructo legal, en una
larga tradición relacionada con la cautio usufructuaria del Derecho romano.31
Esta era una promesa, garantida con caución, por la cual el usufructuario se

31 JOSSERAND, Derecho Civil, tomo I, vol. III, Buenos Aires, 1952, Nº 1.924, pág. 421.
166 A. ALESSANDRI R. – M. SOMARRIVA U. – A. VODANOVIC H.

comprometía a gozar como buen padre de familia y a devolver la cosa al fin


del usufructo.
La acción personal de restitución tiene sobre la acción reivindicatoria la
ventaja de que no exige, por parte del demandante, la prueba del derecho
de propiedad de la cosa; al nudo propietario le basta exhibir el acto que dio
origen al usufructo.

II. OBLIGACIONES

1.012. EXPENSAS EXTRAORDINARIAS MAYORES. Las expensas ordinarias de conser-


vación y cultivo le corresponden al usufructuario sin derecho a ningún reem-
bolso. En cambio, las expensas extraordinarias mayores le corresponden al
nudo propietario.
El legislador se encargó expresamente de decir en qué consisten las obras o
refacciones mayores. Dice el artículo 798: “Se entienden por obras o refaccio-
nes mayores las que ocurran por una vez o a largos intervalos de tiempo, y que
conciernen a la conservación y permanente utilidad de la cosa fructuaria”.
Ejemplo: hacer el techo, reconstruir una muralla, etc. El usufructuario
debe pagar, como sabemos, el interés corriente durante todo el tiempo del
usufructo.
Procede calificar de obra mayor la defensa de un juicio. Si el juicio sólo se
refiere al usufructo, el usufructuario debe pagar; si se refiere a la nuda
propiedad, está obligado a pagar el nudo propietario.
Si la cosa fructuaria está afecta a una hipoteca, los intereses de la deuda
hipotecaria está obligado a solventarlos el usufructuario, de acuerdo con el
artículo 796; y lo que corresponde a la amortización corre de cuenta del nudo
propietario. De tal modo que si la deuda es de 7% y 1%, el usufructuario
paga el 7%, en tanto que el 1 lo pagará el propietario.

1.013. ¿PUEDE EL USUFRUCTUARIO OBLIGAR AL PROPIETARIO A EJECUTAR LAS OBRAS O


REFACCIONES MAYORES? Dice el Código que “las obras o refacciones mayores
necesarias para la conservación de la cosa fructuaria, serán de cargo del propie-
tario, pagándole el usufructuario, mientras dure el usufructo, el interés legal
(ahora corriente) de los dineros invertidos en ellas. El usufructuario hará saber
al propietario las obras y refacciones mayores que exija la conservación de la
cosa fructuaria. Si el propietario rehúsa o retarda el desempeño de estas
cargas, podrá el usufructuario para libertar la cosa fructuaria y conservar su
usufructo, hacerlas a su costa, y el propietario se las reembolsará sin interés”
(art. 797).
La doctrina mayoritaria, tanto nacional como francesa, sostiene que el
usufructuario no puede forzar al nudo propietario a ejecutar las obras o
refacciones mayores. Las razones que se dan son las siguientes:
a) El principio de que el nudo propietario no está sujeto a ninguna
obligación respecto al usufructuario; aquél sólo tiene el deber pasivo y nega-
TRATADO DE LOS DERECHOS REALES 167

tivo que corresponde a todo el mundo frente a un derecho real: respetarlo,


abstenerse de perturbarlo. El nudo propietario nada está obligado a hacer,
sino sólo a dejar hacer, que el usufructuario goce tranquilamente de su
derecho; en el caso la ley lo establece especialmente al decir que “no es lícito
al propietario hacer cosa alguna que perjudique al usufructuario en el ejerci-
cio de sus derechos; a no ser con el consentimiento formal del usufructuario”
(art. 779, inc. 1º).
Así, pues, a diferencia de un arrendador con respecto al arrendatario, el
nudo propietario no tiene obligación positiva alguna de hacer gozar al usu-
fructuario, ya que éste tiene un derecho real, directo, sobre la cosa y no un
derecho de crédito contra el nudo propietario.
b) También probaría que el usufructuario no puede exigir al nudo propie-
tario que haga las obras o refacciones mayores necesarias, invirtiendo inmedia-
tamente de su peculio los gastos que demanden las expensas, la diferencia de
redacción de los artículos 795 y 797. “El primero dice que corresponden al
usufructuario las expensas ordinarias dando así por establecido que deben ser
en todo caso ejecutadas; el segundo dice que serán de cargo del propietario las
obras o refacciones mayores necesarias, no sus expensas inmediatas. Y esta
diferencia de redacción tiene mayor significación si se tiene presente que en el
artículo 949 del Proyecto de 1853 se decía: ‘El propietario es obligado a las repara-
ciones mayores, a menos que hayan sido ocasionadas por la negligencia del
usufructuario, que las hará, en tal caso, a su costa’. Al cambiar la frase es
obligado por serán de cargo, se quiso, seguramente, evitar toda duda al respecto.
La Ley se coloca precisamente en el caso de rehusar o retardar indefinidamen-
te el nudo propietario las obras o refacciones mayores necesarias de que tiene
conocimiento o que le ha denunciado el usufructuario, y en lugar de facultar
al usufructuario para demandar al nudo propietario la ejecución de dichas
obras o refacciones, autoriza al usufructuario que quiere libertar de ruina la
cosa fructuaria, y poder usufructuarla convenientemente, para que la haga él a
su costa con derecho de reembolso”.32
En el Derecho francés también la mayoría de los autores estima que el
nudo propietario no está obligado a hacer las obras o refacciones mayores,
sino sólo a reembolsarlas al usufructuario al final del usufructo. Sin embargo,
una minoría opina que esta interpretación está condenada por la letra de la
ley, de acuerdo con la cual “las reparaciones mayores son de cargo del pro-
pietario” (C. Civil francés, art. 605, inc. 2º), fórmula que tiende a imponer a la
persona a que se refiere una obligación estricta y no solamente una simple
facultad. Además, está el antecedente de Pothier: éste enseñaba que el nudo
propietario está obligado a las reparaciones mayores (Traité de l’usufruit,
Nº 246). Por fin, dice Josserand, “este sistema es el único coherente y que
tiene valor económico: al usufructuario, las reparaciones de conservación; al
nudo propietario, las reparaciones mayores; este es el buen sentido mismo,

32 CLARO SOLAR, ob. cit., tomo VIII, Nº 1.156, págs. 343-344.


168 A. ALESSANDRI R. – M. SOMARRIVA U. – A. VODANOVIC H.

pues, por otra parte, sería enojoso e injusto que el nudo propietario pudiera
poner obstáculos al goce del usufructuario –indirecta y pasivamente, sin duda,
pero muy efectivamente– dejando que se hunda un edificio: ni la justicia ni
el interés general quedan de esa manera servidos”.33

1.014. INEXISTENCIA DE LA OBLIGACIÓN DE REEMBOLSAR LAS MEJORAS VOLUNTARIAS.


“El usufructuario no tiene derecho a pedir cosa alguna por las mejoras que
voluntariamente haya hecho en la cosa fructuaria; pero le será lícito alegarlas
en compensación por el valor de los deterioros que se le puedan imputar, o
llevarse los materiales, si puede separarlos sin detrimento de la cosa fructua-
ria, y el propietario no le abona lo que después de separados valdrían. Lo
cual se entiende sin perjuicio de las convenciones que hayan intervenido
entre el usufructuario y el propietario relativamente a mejoras, o de lo que
sobre esta materia se haya previsto en la constitución del usufructo” (art. 801).

1.015. INEXISTENCIA DE LA OBLIGACIÓN DE REPONER UN EDIFICIO QUE SE VIENE TODO A


TIERRA. Si un edificio se viene todo a tierra por vetustez o por caso fortuito, ni
el propietario ni el usufructuario son obligados a reponerlo (art. 799).

7. EXTINCION DEL USUFRUCTO

1.016. 1) LLEGADA DEL DÍA O DEL EVENTO DE LA CONDICIÓN PREFIJADO PARA LA


TERMINACIÓN DEL USUFRUCTO. Esta causal general de extinción se entiende siem-
pre que la condición o el plazo llegue antes de la muerte del usufructuario.
Si el usufructo se constituyere hasta que una persona distinta del usufruc-
tuario llegue hasta determinada edad, y esa persona fallece antes de cumplir
dicha edad, el usufructo durará hasta el día en que esa persona hubiere
cumplido la edad prefijada. Tal es lo que se desprende del artículo 804. Por
ejemplo, se constituye en favor de Juan un usufructo hasta que Sofía cumpla
veinticinco años, lo que debería ocurrir el 30 de diciembre de 1996; pero
Sofía muere a los dieciséis años. A pesar de esto, el usufructo continúa y
perdurará hasta el 30 de diciembre de 1996 porque ha sido ese día el que el
constituyente quiso fijar como término.
“En la duración legal del usufructo se cuenta aun el tiempo en que el
usufructuario no ha gozado de él, por ignorancia o despojo o cualquiera otra
causa” (art. 805).

1.017. 2) SE EXTINGUE EL USUFRUCTO POR LA MUERTE DEL USUFRUCTUARIO, aunque


ocurra antes del día o condición prefijada para su terminación (art. 806,

33 JOSSERAND, Derecho Civil, tomo I, vol. III, Nº 1.890., págs. 401-402.


TRATADO DE LOS DERECHOS REALES 169

caso 1º), salvo que haya varios usufructuarios y el constituyente no hubiere


modificado el derecho de acrecer.

1.018. 3) SE EXTINGUE POR LA RESOLUCIÓN DEL DERECHO DEL CONSTITUYENTE, como


cuando se ha constituido sobre una cosa que se posee fiduciariamente, y
llega el caso de la restitución (art. 806, caso 2º).

1.019. 4) POR LA CONSOLIDACIÓN DEL USUFRUCTO CON LA PROPIEDAD, según lo


dispone el artículo 806, caso 3º. Se entiende por consolidación el hecho de
reunirse en una sola persona las calidades de nudo propietario y usufructua-
rio, como si el usufructuario hereda del nudo propietario. Un caso de conso-
lidación es el del artículo 793, inciso final, según el cual pierde el usufructo
el usufructuario que arrienda o cede su derecho de usufructo, habiéndolo
prohibido el constituyente y sin que el nudo propietario releve de la prohibi-
ción.

1.020. 5) SE EXTINGUE POR LA RENUNCIA DEL USUFRUCTUARIO ( ART. 806 CASO 5º).
Se trata en este caso de un derecho que sólo mira al interés particular de su
titular, y su renuncia no está prohibida. Superfluamente, el artículo citado la
permite, ya que puede renunciarse, de conformidad con el principio general
contenido en el artículo 12.
De acuerdo con lo dispuesto en el Nº 3º del artículo 52 del Reglamento
del Conservador, la renuncia del usufructo debe inscribirse en el Registro
respectivo.

1.021. 6) SE EXTINGUE POR PRESCRIPCIÓN. Nuestro Código dice que el usu-


fructo se extingue también por prescripción (art. 806, caso 4º). No hay
duda de que el usufructo se extingue por la prescripción adquisitiva de un
tercero que adquiere el derecho de usufructo, o que adquiere la propie-
dad plena de la cosa en que el usufructo se halla constituido. Pero ¿se
extingue el usufructo por la prescripción extintiva, por el simple no ejerci-
cio, por parte del usufructuario, de su derecho durante cierto tiempo? El
Código Civil francés así lo dispone expresamente (art. 617, Nº 4º). El
fundamento de su solución sería que las cargas de la propiedad son admi-
sibles sólo por su utilidad, y si no se ejercen, no pueden considerarse
útiles y deben declararse por la ley extinguidas.
Dentro de nuestro Derecho las opiniones no son uniformes. Don Luis
Claro Solar dice que el derecho de propiedad es perpetuo por su propia
naturaleza y no se pierde por el no uso del propietario, pues la acción reivin-
dicatoria de éste no se extingue por el simple lapso, sino por la prescripción
adquisitiva del mismo derecho por el actual poseedor de la cosa; el usufruc-
to, al contrario, es esencialmente de duración limitada, y como constituye
una grave limitación del libre y pleno ejercicio de los derechos del propieta-
rio, si el usufructuario no lo ejercita, lo natural es que sea consolidado con la
170 A. ALESSANDRI R. – M. SOMARRIVA U. – A. VODANOVIC H.

propiedad.34 Don Arturo Alessandri Rodríguez, en cambio, estima que para


que prescriba el derecho de usufructo no basta el simple no uso, pues las
acciones para reclamar un derecho se extinguen por la prescripción adquisi-
tiva del mismo derecho (art. 2517) y, además, dentro de las concepciones de
nuestro Código Civil, el usufructuario tiene el derecho de dominio sobre su
derecho de usufructo, dominio que no pierde mientras otra persona no lo
haya ganado por prescripción adquisitiva. La jurisprudencia no ha tenido
ocasión de pronunciarse al respecto.

1.022. 7) EL USUFRUCTO SE EXTINGUE POR LA DESTRUCCIÓN COMPLETA DE LA COSA


FRUCTUARIA, como lo dispone el artículo 807. De manera que para que el
usufructo se extinga por destrucción de la cosa, es menester que la destruc-
ción sea total, porque si queda una parte, el usufructo subsiste sobre ella.
Usufructo de heredad que se inunda. Si una heredad dada en usufructo se
inunda, ¿qué suerte corre el usufructo? ¿Se extingue o subsiste? El legislador
da la respuesta en el artículo 808 del Código, diciendo que una vez cesada la
inundación revive el usufructo por el tiempo que falta para su terminación.
Según el artículo 653, ubicado en la accesión, si una heredad permanece
inundada por más de cinco años, pierde el propietario su derecho de domi-
nio; y aun cuando el Código no lo diga, esta heredad pertenece a los propie-
tarios riberanos, de acuerdo con las reglas del aluvión. No hay, pues, ningún
inconveniente en armonizar estas dos disposiciones: el usufructuario conser-
va su derecho no obstante que la inundación dure más de cinco años, por-
que el artículo 808 es una disposición de carácter especial, aplicable al usu-
fructo, que el legislador hace primar sobre el artículo 653, disposición de
carácter general.
Pero lo que parece evidente es que cesará el derecho del nudo propietario.
Y la razón es muy sencilla: si el artículo 653 establece que pierde el dominio el
propietario, poniéndose en el caso del propietario pleno de la cosa, no se ve
por qué no aplicar igual disposición al caso del nudo propietario.
En síntesis, a virtud del artículo 808 conserva su derecho el usufructuario;
y, por el contrario, a virtud del artículo 653, se extingue el derecho del nudo
propietario, pasando a ocupar el lugar del nudo propietario las personas a
quienes el terreno corresponde de acuerdo con las reglas del aluvión; dichas
personas están obligadas a respetar el derecho del usufructuario hasta su
extinción.

1.023. 8) EXTINCIÓN DEL USUFRUCTO POR SENTENCIA JUDICIAL. El usufructo termi-


na, en fin, por sentencia de juez que a instancia del propietario lo declara
extinguido, por haber faltado el usufructuario a sus obligaciones en materia
grave, o por haber causado daños o deterioros considerables a la cosa fruc-
tuaria.

34 Ob. cit., tomo VIII, Nº 1.239, págs. 407-408.


TRATADO DE LOS DERECHOS REALES 171

El juez, según la gravedad del caso, podrá ordenar, o que cese absoluta-
mente el usufructo, o que vuelva al propietario la cosa fructuaria, con cargo
de pagar al fructuario una pensión anual determinada, hasta la terminación
del usufructo (art. 809).

1.024. 9) EXTINCIÓN DEL USUFRUCTO POR EXPROPIACIÓN DEL PREDIO RÚSTICO SOBRE
EL QUE RECAÍA. La legislación agraria disponía que los derechos de fideicomi-
so, usufructo, uso y habitación que afecten a un predio expropiado por la
Corporación de la Reforma Agraria o a una parte del mismo, se extinguen
desde la fecha de la inscripción de dominio en favor de esa corporación. Sin
embargo, los mencionados derechos subsisten en la parte del predio expro-
piado que, en definitiva, quede en dominio del propietario. La sola extinción
de los derechos de fideicomiso, usufructo, uso y habitación no faculta a los
titulares para demandar indemnización, y la que proceda por otro motivo o
título que no sea la extinción, deben hacerla valer sobre el monto de la
indemnización. Normas especiales regulan la liquidación de indemnizacio-
nes por expropiaciones de predios rústicos efectuadas por la Corporación de
la Reforma Agraria de conformidad a la Ley Nº 16.640 (Ley Nº 16.640, de 28
de julio de 1967, art. 57; Decreto con Fuerza de Ley Nº 3, de 26 de diciembre
de 1967, sobre normas de la citada liquidación de indemnizaciones, publica-
da en el Diario Oficial de 9 de febrero de 1968, arts. 1º y siguientes).35

8. DIFERENCIAS ENTRE EL USUFRUCTO Y EL FIDEICOMISO

1.025. a) DIFERENCIAS EN CUANTO A LA NATURALEZA DE AMBAS INSTITUCIONES:


1) En el usufructo coexisten dos derechos reales: el del nudo propietario
y el del usufructuario; en el fideicomiso hay un solo derecho, el del dominio,
que estamos primero en manos del fiduciario, puede después pasar al fidei-
comisario.
2) El fideicomiso es una institución fundamentalmente condicional: ja-
más puede faltar la condición, aun cuando ella sólo sea la existencia del
fideicomisario al momento de la restitución; el usufructo es una institución
sometida siempre a plazo que, si nada se dice, es por toda la vida del usufruc-
tuario.
3) Consecuencia de lo anterior es que en el fideicomiso la restitución del
fiduciario al fideicomisario puede tener lugar o no, es algo incierto que
depende del cumplimiento de la condición; en el usufructo es fatal la restitu-
ción del usufructuario al nudo propietario: porque el plazo siempre llega; es
algo futuro, pero cierto, inevitable. Al respecto un profesor recordaba el

35 Este decreto con fuerza de ley aparece reproducido en la Recopilación de Leyes, Decretos con
Fuerza de Ley, Reglamentos y Decretos Agrarios, Santiago, Editorial Nascimento, 1968, págs. 32-35.
172 A. ALESSANDRI R. – M. SOMARRIVA U. – A. VODANOVIC H.

adagio “no hay deuda que no se pague ni plazo que no se cumpla”. Lo


primero –comentaba– puede no ser cierto; pero lo segundo siempre lo es.

1.026. b) DIFERENCIAS EN CUANTO A SU CONSTITUCIÓN:


1) El fideicomiso sólo puede recaer sobre la universalidad de una heren-
cia o sobre una cuota de ella, o sobre una especie o cuerpo cierto; pero no
puede recaer sobre cosas consumibles o sobre cosas genéricas. Por el contra-
rio, el usufructo puede recaer sobre estas cosas, y cuando tiene por objeto
cosas consumibles, toma el nombre de cuasiusufructo.
2) En cuanto a las formalidades de la constitución, el usufructo constitui-
do por acto entre vivos sobre muebles es un acto consensual que se perfeccio-
na por el sólo consentimiento de las partes. En cambio, el fideicomiso consti-
tuido por acto entre vivos que comprende sólo bienes muebles, siempre
requiere instrumento público, mejor dicho, escritura pública: es un acto
solemne.
Además, cuando se constituye por testamento el usufructo y comprende
bienes raíces, no requiere inscripción en el Conservador de Bienes Raíces.
En cambio, el fideicomiso constituido por testamento y que versa sobre bienes
raíces, necesita inscripción en el registro del Conservador de Bienes Raíces.
3) El fideicomiso no puede constituirse por ley; en otros términos, no
hay propiedad fiduciaria legal; pero hay usufructos legales, o, por lo menos,
así los llama el Código.

1.027. c) DIFERENCIAS EN CUANTO A SUS EFECTOS:


1) En el usufructo debe hacerse inventario y otorgarse caución; el pro-
pietario fiduciario debe hacer inventario, pero no está obligado a rendir
caución, salvo que por sentencia judicial se le obligue.
2) El usufructo es embargable por los acreedores, en los términos expli-
cados; el fideicomiso es inembargable.
3) La propiedad fiduciaria es transmisible, pasa a los herederos; el dere-
cho de usufructo es intransmisible.
4) También hay diferencias en cuanto a las expensas extraordinarias ma-
yores. En el caso del fideicomiso está obligado a hacerlas el propietario fidu-
ciario; pero si éstas consisten en obras materiales, el fideicomisario sólo está
obligado a pagarle lo que valgan ellas al momento de la restitución; y si se
trata de obras inmateriales, estará obligado a pagarle el fideicomisario lo que
hubiere invertido el propietario fiduciario, con la deducción de una veintava
parte por cada año que el fiduciario hubiere gozado de las obras mayores. En
cambio, en el usufructo, estas obras mayores o refacciones mayores está obli-
gado a pagarlas el nudo propietario; pero el usufructuario deberá satisfacer-
le, mientras dure el usufructo, el interés legal de los dineros invertidos en
ellas.

1.028. d) DIFERENCIAS EN CUANTO A SU TERMINACIÓN. Estas diferencias se redu-


cen a dos:
TRATADO DE LOS DERECHOS REALES 173

1) En la propiedad fiduciaria no termina el derecho del fiduciario por su


muerte, sino que pasa a sus herederos; en el usufructo se extingue por el
fallecimiento del usufructuario, ya que el usufructo es intransmisible.
2) El fideicomiso jamás puede terminar por sentencia judicial; pero sí el
usufructo, en el caso del artículo 809, y en el que se estableció como pensión
alimenticia.

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