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Coaching para Padres
Coaching para Padres
El principio fundamental del que nos nutrimos en inteligencia emocional es que “todo lo que
sentimos los seres humanos, padres o hijos, es legítimo. Este principio ya comienza a
mostrarnos que la clave para el desarrollo de la inteligencia emocional reside en la aceptación y
la presencia de las emociones.
Cuanto antes aprendan nuestros hijos a manejar sus emociones, antes sabrán manejarse en
sociedad, en el mundo material de pérdidas y ganancias. Un manejo sano para ellos y para las
personas con las que se relacionen.
Entonces, ¿cómo ayudar a nuestros hijos a gestionar esas emociones que a los padres no nos
gustan? ¿Quién tenemos que ser con nuestros hijos cuando estos sienten tristeza o rabia o
miedo…?
Por nuestra experiencia vital trabajando con padres sabemos que la inteligencia emocional en
familia se adquiere en familia. Es decir, no se trata sólo de que nuestros hijos aprendan, por
poner un ejemplo, a gestionar su rabia, sino que nosotros tenemos que aprender a estar con
nuestros hijos de una forma que les ayude a a vivir y canalizar esa emoción. El aprendizaje será
mutuo.
El coaching para madres o padres es, en su acepción más sencilla, una conversación en la que el
coach emplea preguntas poderosas y otras sencillas herramientas para ayudar a su cliente
a aprender de si mismo y a poner en práctica estos aprendizajes en el día a dia.
Éstos son algunos de los temas/asuntos/problemas con los que los padres llegan al coaching:
¿Qué se llevan los padres después de un proceso de coaching? Además de haber resuelto los
asuntos que les traían al coaching, los padres consiguen:
Pues lo mismo les ocurre a los niños, cuando les dices que no hagan algo: “…no quiero ver tu habitación
desordenada” en realidad visualizan lo que no tienen que hacer. Estás reforzando, sin darte cuenta,
precisamente lo que no quieres que haga. ¿Qué tal si le dijeras:”Me encanta ver tu habitación cuando
está ordenada y alegre.”?
Esto es especialmente importante en situaciones en las que los niños están adquiriendo una nueva
habilidad y responsabilidad.
Otros ejemplos: en lugar de decirle: "no se pega" le puedes decir:"trata a tus amiguitos con cariño", en
lugar de decirle "no pintes en la pared", puedes decirle "aquí tienes un montón de papeles para pintar
en ellos todo lo que tú quieras"...
2.- Ojo con el exceso de halagos.
En esta sociedad hoy, nos enseñan que para fomentar la autoestima de nuestros hijos, hemos de
alabarles constantemente y aplaudir todos sus logros. ¡Nada más lejos de la realidad!
Cuando un niño pequeño hace un dibujo o consigue cualquier logro, solemos escuchar cosas como ¡qué
bien! ¡muy bien!...
Los niños, naturalmente tienden a hacer las cosas porque les gusta descubrirlas y hacerlas por sí
mismos. Pero, cuando los adultos que les rodean alaban sus logros en exceso, empiezan a asociar el
hecho de hacer una cosa, con hacerla para que le guste a mamá (o a papá o a la profe o a la abuela).
De este modo los niños van perdiendo la motivación interna y comienzan a sentir la presión de hacer
las cosas para gustarles a los padres, el miedo a no hacerlo bien, y la necesidad de seducir para ser
queridos crece de forma incontrolada.
Un buen comienzo es que recojan sus juguetes siempre que los saquen de su sitio. Pueden ayudar desde
muy pequeños a poner la mesa, etc.
Pero ojo, no esperes de un niño de tres años que ponga la mesa solo ni autorices a uno de cinco que
deje sus juguetes por el medio.
¿Por qué hemos de evitar las etiquetas positivas? Si le decimos a un niño: "eres bueno" le estamos
diciendo que también puede ser malo. Mientras que si le decimos:”te comportas bien y a mí me
encanta,” no estamos alterando para nada su propio concepto.
Cuando decimos cosas como: eres: bueno, malo, inteligente, vago, listo, perezoso, rápido, risueño,
triste.... a un niño que está construyendo su auto-concepto, es como darle las piezas del puzle con el
que se irá identificando y que marcará definitivamente su autoestima.
Háblale de sus comportamientos, no de lo que es.Permite que él mismo cree su propio auto-concepto
(base de la autoestima) basado en su experiencia y no en absurdas y limitadoras etiquetas subjetivas.
5.- Permíteles disfrutar de tiempo para estar solos. ¡Ojo con las actividades extraescolares!
Los niños necesitan tiempo para estar solos, (no aislados). Tiempo para experimentar la vida por sí
mismos, para descubrirse, descubrir sus talentos, gustos y habilidades propios.
Nuestra labor como padres es la de delimitar reglas claras de conducta, límites, que ayudarán a los
niños a guiarse por la vida, a dirigirse por la misma sin dificultad cuando se encuentren con todas las
que nos impone nuestra sociedad y que ya conocemos nosotros.
Fomenta que tu hijo descubra qué es lo que a él le gusta realmente. Plantéale opciones: facilítale que
toque algún instrumento de música, o que participe en clases de teatro baile o de pintura o de cualquier
otra cosa que le atraiga... por muy diferentes a tus gustos que sus elecciones puedan ser.
Si tratas de protegerle de esta realidad, lo único que conseguirás es que se vuelva una persona
dependiente e hipersensible.
¡Respeta a tu hijo y permítele que viva su vida! Su propio conflicto solo le está pidiendo, como a todos
nosotros, que aprenda, que se atreva a resolverlo. Anímale a seguir adelante, sin darle tú mismo al
problema más importancia de la que tiene. Confía en tus hijos, ya que los quieres.