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Todos nacemos con la capacidad de aprender, a no ser que suframos alguna enfermedad que
nos lo impida, pero el nivel de aprendizaje será mayor o menor, en gran medida, según las
condiciones en las que éste se realice. Teniendo en cuenta la Pirámide del Aprendizaje de Cody
Blair, y defendida por otros expertos, podremos ver cómo favorecer el aprendizaje entre las
personas que forman parte de nuestra organización y nuestro entorno.
La pirámide del aprendizaje defiende que el nivel de aprendizaje que realicemos será diferente
dependiendo de las circunstancias en las que se produzca; de la misma manera que una semilla
crecerá de forma diferente según se plante en tierra fértil o en una zona árida.
Los niveles más bajos de aprendizaje se producen en la clase magistral, donde el aprendizaje es
muy bajo, entre un 5% y un 10%. En este contexto, en el que se supone que aprendemos a través
de los mensajes que oímos del profesor, el estudiante mantiene un papel pasivo.
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El nivel de aprendizaje será más alto a media que
el estudiante se involucre en el proceso de
aprendizaje. Una clase magistral que incorpore
mensajes breves escritos ganará impacto.
También podemos mostrar imágenes como
refuerzo a los mensajes orales y escritos. Otro
paso que podemos dar para que se produzca un
mayor impacto es potenciar más los sentidos. Para
ello podemos utilizar el lenguaje corporal tanto
del profesor como de los estudiantes:
movimientos y gestos harán que los mensajes sean más comprensibles y memorables. La música
y los olores son otros recursos para potenciar el aprendizaje.
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Teniendo en cuenta este modelo, nos podemos
explicar por qué el sistema educativo no es tan
eficaz como nos gustaría, o por qué cuando
pensamos que alguien ha aprendido algo, nos
damos cuenta de que no es así. Los que
gestionamos personas también debemos tener en
cuenta que aprender puede ser un proceso
complejo y que, si no prestamos atención,
estaremos desatendiendo las necesidades de las
personas a las que estamos dirigiendo. Esta pirámide nos puede ayudar en situaciones
cotidianas, muy sencillas.
Cuando introduzcamos una herramienta nueva en el lugar de trabajo será necesario asegurarnos
de que las personas aprenden su utilización. Por ejemplo, si incorporamos una fotocopiadora
nueva, no podremos dar por hecho que todo el mundo sabe cómo utilizarla. Para que aprendan
quizá tengamos que poner un cartel explicativo sencillo junto a ella, hacer una demostración y,
lo que es muy importante, pedir a las personas que la vayan a utilizar que hagan una prueba
antes de asumir que la herramienta está incorporada a nuestro sistema de trabajo. Que sean
ellas las que nos muestren cómo utilizarla, que sean los profesores.
Como todas las teorías, la Pirámide del Aprendizaje tiene defensores y detractores pero lo cierto
es que después de haber pasado más de 20 años en el aula y realizado muchos cursos en
diferentes contextos, creo firmemente que el nivel de aprendizaje aumenta a medida que el
estudiante se involucra en este proceso y se apodera de él.