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Se ha señalado la Edad Media como la falta general de la libertad personal, el despojo de la gran
masa de población por parte de una pequeña minoría y el predominio de la superstición y la
ignorancia. Todos se hallaban encadenados a una determinada función dentro del orden social. Un
hombre tenía pocas posibilidades de trasladarse socialmente de una clase a otra; de igual manera
sucedía con las posibilidades de traslado geográfico. No se poseía libertad de vestirse como quería
ni de comer lo que le gustaba.
La vida personal, económica y social se hallaba dominada por reglas y obligaciones a las que
prácticamente no había escapatoria. Un individuo, al poseer desde su nacimiento un lugar
determinado, inmutable, etc. Se hallaba arraigado en un todo estructurado y de este modo la vida
poseía una significación que no dejaba ni lugar ni necesidad para la duda. Se identificaba con su
papel dentro de la sociedad.
Había mucho sufrimiento y dolor, pero también estaba la iglesia para hacerlos más tolerables al
explicarlos como consecuencia del pecado. La iglesia, al tiempo que fomentaba la culpabilidad,
también aseguraba al individuo su amor incondicional y ofrecía una manera de ser perdonado y
amado por Dios. El universo era limitado y de sencilla comprensión. El individuo no existía; no se
había desarrollado todavía la conciencia del propio yo individual, del yo ajeno y del mundo como
entidades separadas.
En Italia emergió por primera vez el individuo. Se dio en Italia debido a su geografía y otras
condiciones. Gracias a eso, surgió en Italia una poderosa clase adinerada impulsada por la iniciativa,
poder y ambición. El nacimiento y origen se volvieron menos importantes que la riqueza; así como
la estratificación social. Estaban entrelazados la libertad y la tiranía, la individualidad y el desorden.
Pero esto, les hizo perder la seguridad y el sentimiento de pertenencia. Eran más libres, pero más
solos. Su mismo yo se tornó un objeto de manipulación como lo eran las demás personas.
Los artesanos estaban seguros. Se dio lugar a la indignación e ira del pequeño comerciante contra
los monopolios.
El tiempo empezó a tener valor, las campanas empezaron a tocar los cuartos de hora.
La tendencia era que los monopolios con capital tomaban más fuerza, presionaban a los artesanos.
La clase media batallaba cada vez más.
En La Reforma, el catolisismo empieza a tener una tendencia hacia lo bueno; el principio de que la
voluntad del hombre es libre para desear lo bueno, los esfuerzos del hombre son utiles y el pecador
puede salvarse por medio de los sacramentos.
Duns Scoto refirmó que a través de la realización de su voluntad el hombre realiza su yo individual,
y tal autorrealización constituye una satisfacción suprema para el individuo. No considreaban el
pecado como una carga destinada a oprimir y humillar al individuo, sino como una debilidad humana
para la cual debe tenerse comprensión y respeto.
En la primera parte de la Edad Media, con el fin de conseguir la salvación, se tenía que ser sumiso y
autohumillarse, darse cuenta de lo insignificantes que somos.