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El género dramático:
- “Responde a unas convenciones literarias que afectan al lenguaje, a la estructura, a los personajes, a los
temas y al tono.
- “Tiene un comienzo que puede estar en un autor, de cuya genialidad nace un tipo de obra que tiene
éxito y es seguida por otros autores.
- “Es histórico, se da en el tiempo y también es social, ya que algunos han nacido en torno a un
colectivo, ya sea cortesano, popular o burgués”.
MAYORES:
PUROS: Tragedia y Comedia.
MIXTOS o Híbridos: Tragicomedia y Melodrama.
MENORES: Entremés, Farsa, Sainete, Auto Sacramental.
Tragedia.
El término griego
tragoedia significa canción del macho cabrío y hace referencia a su origen en el ritual de Dionisos.
En la tragedia, el protagonista se encuentra ante un dilema, tiene que elegir. La elección es irreversible, no
cabe el retorno, y supone un riesgo que afecta su propia vida (Antífona tiene que elegir entre enterrar a su
hermano o respetar al rey). El héroe no puede dejar de luchar por conseguir su objetivo y no puede conseguir
su objetivo sin que ello le acarree la muerte, ya sea física o social. El mundo de la tragedia es el mundo de la
ética, requiere la convicción de fuertes principios.
Comedia.
La palabra comedia procede del griego komedia. Vendría del komos, cortejo de carácter festivo en honor a
Dionisos. Este género tiene como finalidad la risa, la hilaridad y está ceñido, desde sus orígenes en Grecia, a
un ambiente popular y festivo.
En la trama se establece con frecuencia el equívoco. Los personajes no son nobles, sino de clases inferiores o
medias, por los que la actitud del dramaturgo ante ellos no es en ningún modo reverencial, al encontrarse a su
misma altura o incluso en un plano inferior. Trata de acontecimientos cotidianos, por lo que se establece
fácilmente la complicidad con el espectador. El final es siempre feliz, produciendo en el espectador una
sensación agradable. Produce risa.
“Lo cómico es fruto de la imperfección. Entre hombres perfectos en un mundo perfecto no podría haber
comicidad ni risa” (Spang, 1996).
Tragicomedia.
Género teatral que combina elementos de la tragedia y de la comedia;
la lengua mezcla lo elevado con lo vulgar, comparten la escena personajes de clases altas y bajas, y no
siempre a cumplirse el destino trágico del héroe. La tragicomedia parece demostrar una tendencia hacia la
mezcla de lo trágico con la farsa y lo grotesco.
Generalmente tienen un tono serio, y la acción se complica con múltiples peripecias. El tema principal suele
ser el amor, sobre todo el amor pasión. La violencia siempre está presente, ya sea por la existencia de un
tirano, por la maldad de un rival, por efecto de los celos. El desenlace puede ser feliz o desgraciado.
Melodrama.
Viene a ser la versión burguesa de la tragedia. Su característica principal es la exageración de lo emocional,
siempre ubicándolo en los acontecimientos más cotidianos, reflejo de la realidad común.
Los móviles de la acción suelen ser fuertes sentimientos como el amor (ya sea maternal o pasional), la
venganza o la ambición. Los personajes cumplen funciones claras: hay un protagonista leal y bondadoso, que
generalmente es víctima (y sufre) por las complicaciones generadas por un personaje caracterizado por la
malicia (el villano). Dicho en otras palabras, son personajes planos, divididos en buenos y malos, según
apoyen al héroe o al villano.
Farsa.
Proviene de la palabra latina farcire, que significa rellenar. Denota un sentido popular.
Rellenar es la función que cumplían las pequeñas representaciones de carácter cómico que se intercalaban en
las representaciones religiosas de la Edad Media. Se caracterizan por su brevedad: la acción es mínima y no
están divididas en actos. La acción es simple y rudimentaria, planteándose una situación que puede terminar
de forma abrupta. Se rompe en la farsa con la lógica, al presentar situaciones disparatadas en las que son
frecuentes los equívocos. No busca verosimilitud. Los temas giran por lo general en torno al engaño.
El diálogo es ágil, con juegos de palabras, repeticiones, mezcla de dialectos, términos ininteligibles,
equivocaciones intencionadas. Abundan los elementos escatológicos. Se rompe la ilusión escénica
dirigiéndose el actor al público. La comicidad es rasgo constitutivo, por lo que va a utilizar todos los recursos
propios de un teatro popular, que no sólo es verbal, sino que recae sobre el gesto y el movimiento del actor;
muchos de estos recursos pueden ser toscos o infantiles, como carreras, golpes, payasadas, máscaras; todo ello
relaciona la farsa con el teatro de títeres.
El fin de la farsa es provocar la carcajada. No tiene intención moral o didáctica. Los personajes por lo general
son grotescos, se presentan tipificados y caricaturizados.