Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
LA INERRANCIA DE LA BIBLIA
I. LA IMPORTANCIA DE LA INERRANCIA
A. Su importancia afirmada
¿Puede uno ser evangélico y negar el concepto pleno de la inerrancia? La
respuesta es sí, simplemente porque algunos evangélicos lo hacen.
Hablando estrictamente, un evangélico es uno que cree el Evangelio.
¿Puede uno ser cristiano y no aceptar el concepto de la inerrancia? Por
supuesto, y sin duda muchos caen en esa categoría. Ser cristiano significa
estar relacionado correctamente con Cristo. ¿Puede uno ser bíblico y negar
la inerrancia? No, si es que la Biblia enseña su propia inerrancia.
(2) Una negación de los hechos de las experiencias del profeta Jonás.
(3) Que se quiten algunos de los milagros tanto del Antiguo Testamento
como del Nuevo basándose en cualquier explicación.
B. Su importancia diluida
Todavía muchos insisten en que la inerrancia es insignificante, inaplicable
o innecesaria para la fe. Por lo tanto, todo el furor que se ha levantado
sobre ésta es meramente una tempestad en un vaso de agua, y aquellos que
insisten en ella están perturbando la paz de la iglesia.
107
Pero para que la declaración sea verdadera requiere (a) que podamos
demostrar que la Biblia claramente no enseña la inerrancia, y (b) que si no
la enseña (en el sentido de proveer textos de comprobación), no podemos
afirmar la inerrancia sobre la base de un estudio inductivo de la evidencia.
Examinemos estas declaraciones:
Para dar otro ejemplo, muchos niegan que Jesús es Dios, porque, dicen
ellos, no hay evidencia “clara” de que El alguna vez afirmara ser divino.
108
Robert S. Alley, en ese entonces de la Universidad de Richmond, levantó
un furor entre los Bautistas del Sur cuando afirmó que Jesús “nunca en
realidad dijo ser Dios ni estar relacionado con El” (“Some Theologians
Question Factual Truth of Gospels”, The Richmond News Leader, 17 de
julio de 1978, p. 1). Aun cuando tenía la misma evidencia de la Biblia que
aquellos que concluyen que Jesús sí declaró ser Dios, él llegó a una
conclusión completamente diferente. Semejante herejía indigna a los
creyentes ortodoxos, y con razón.
109
enseña. Y temo que para algunos esto ha sido su excusa por no querer
enfrentar lo que la Biblia dice acerca de la propia inerrancia.
110
Por supuesto, el argumento mismo no es válido. La veracidad o no
veracidad de cualquier doctrina no depende de si fue enseñada en la
historia de la iglesia o no. Su veracidad depende solamente de si la Biblia
la enseña o no. Ahora bien, admitimos que una enseñanza que nunca se ha
oído pudiera levantar sospecha; pero, la Biblia, no la historia de la iglesia,
es la norma por la cual todas las enseñanzas se tienen que medir.
111
Además, Tomás de Aquino (1224–1274) dijo claramente que “nada
falso puede estar detrás del sentido literal de la Escritura” (Summa
Teológica, I, 1, 10, ad 3). También, Lutero declaró: “Las Escrituras nunca
se han equivocado” (Works of Luther, XV: 1481). Juan Wesley, el fundador
del metodismo, escribió: “No, si hay algunos errores en la Biblia, muy bien
pudiera haber mil. Si hay una falsedad en ese Libro, no provino del Dios
de la verdad” (Journal VI, 117).
112
Esta breve declaración sería insatisfactoria para los errantistas. Si
hubiera alguna duda acerca de eso, ciertamente la elaboración de
diecinueve artículos impediría que los errantistas estuviesen de acuerdo
con ella.
113
ingresos que él declaró a los oficiales de impuestos fuera $100.537. Esa
aproximación diría la verdad. O si yo le dijese: “La salida del sol sobre el
Gran Cañón es una de las vistas más espectaculares que jamás yo haya
visto”. Y si usted respondiera: “¡De veras! ¿Es verdad eso?” A lo cual yo
diría: “Sí, eso es verdad”. Mi afirmación con el uso propio del lenguaje de
las apariencias diría la verdad, aunque el sol no sale literalmente sobre el
Gran Cañón.
¿Dice la Biblia que no mientas? Sí, dice que no mientas. ¿Es esta una
declaración verdadera? Por supuesto, aunque también es verdad (aunque
no más verdadero) decir que la Biblia dice: “No mintáis los unos a los
otros”. Pero la cita libre es verdadera.
Si un escritor del Nuevo Testamento hace una cita libre del Antiguo
Testamento, puesto que él estaba escribiendo bajo la inspiración del
Espíritu, esa cita libre se convierte en parte del texto inspirado e
“inerrante”. El Espíritu Santo, el autor tanto del Antiguo Testamento como
del Nuevo, sin duda tiene el derecho de citarse a Sí mismo como El desee
114
y usar citas con significados que nosotros como intérpretes no inspirados
posiblemente nunca hubiéramos visto.
115
sirve como un ejemplo claro de una excepción a la lógica enfatizada por los
que creen en la errancia.
116
singular en vez de plural de Gálatas 3:16. Pero, se puede entender que
había algunas otras opciones no pecaminosas como en la declaración
emocional de Pablo en Romanos 9:1–3. Aun así, la Biblia que tenemos es,
de hecho, el documento perfecto del mensaje de Dios a nosotros.
Pero si fuese verdad (lo cual no lo es) que aquellos que creen en la
inerrancia total de la Biblia se están adhiriendo a una herejía parecida al
docetismo, entonces sería igualmente cierto que aquellos que creen en
cualquier clase de errancia respaldan una doctrina análoga al ebionismo.
117
Ahora bien, si la inerrancia es supuestamente una herejía como la
docética, entonces la errancia, aunque limitada, es obviamente una herejía
parecida al ebionismo; puesto que la humanidad de la Biblia tiene que
permitir errores en la Biblia. De acuerdo al punto de vista errantista, por
el hecho de que hombres genuinos tuvieron participación, no se puede
garantizar que sus escritos estén libres de error, aunque el Espíritu Santo
los dirigió y los inspiró. Eso es un error parecido al ebionismo.
118