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rAftl-ANí
LOS
CHASQUIS
DEL REY
Vera Sorell
Vera y Ole Sorell
Vera de Sorell es misionera con World Team, antes RBMU. Sirvió en el Perú, con su
esposo Ole Sorell, desde 1953 hasta 1980 en que se retiraron del campo misionero por
razones de la viday de salud física. Dios llevó aOle a su hogar celestial 1988. Poco tiempo
después Vera fue de visita a Tarapoto, departamento, de San Martín, Perú, su antiguo
campo de labranza. En el vuelo hacia Tarapoto su hogar por muchos años, se sentó junto a
dos jóvenes, que con ella iban también a Tarapoto. Grande fue la sorpresa de Vera al
descubrir que aquellos jóvenes, que crecieron en San Martín y que tenían conocimiento de
las iglesias evangélicas en toda la región, nunca habían oído de las señoritas AnaSopery
Roda Gould, misioneras pioneras déla obra del Señor muy conocidas en toda la región, y
que apenas sabían acerca del Hospital Evangélico de Lamas, ni conocían a otros
misioneros. Eran, sin duda, estos jóvenes de otra generación.
El hecho de hablar con estos jóvenes fue para Vera el lenguaje del Señor que le llamaba,,
más bien desafiaba, a escribir la historia de la obra misionera, desde sus principios, y la
llegada del santo evangelio de salvación a aquella necesitada región, para que sea leída j
conocida en todos los círculos evangélicos y extraevangélicos.
Vera aceptó el llamado -reto- del Señor. Como no tenía experiencia en el difícil campo de
producción literaria tomó dos cursos para escritores a la par que estudiaba los archivos
diarios y cartas de muchos misioneros, ministros, creyentes, entre extranjeros \
peruanos. El resultado fue la aparición de la presente obra Los Chasquis del Rey.
Se espera que la lectura de Los Chasquis del Rey sea de gran bendición, edificación
beneficio y desafío para todos los lectores y que hallan muchos que oyendo el llamamientc
del Señor, sigan las pisadas de los misioneros pioneros y sigan sembrando en todas las
ciudades, aldeas y comarcas la semilla del glorioso evangelio de salvación por gracia en e
corazón de todos los hombres. Dios dará el crecimiento.
ISBN 9972-701-03-4
LOS
CHASQUIS
DEL REY
Que Corra El Que Leyere
Vera Sorell
Los Chasquis del Rey
Que Corra el que leyere
Impreso en Lima-Perú
Printed in Perú
ISBN 9972-701-03-4
A la memoria de mi esposo, don Ole Sorell,
que ahora está entre la multitud de los bienaventurados
en la presencia del Señor, con todo mi cariño.
índice
PRÓLOGO--------------------------------------- -------- i
DEDICATORIA------ -—...................................... vü
ACERCA DE LOS CHASQUIS--------------------- 1
@ Viaje Soper-Gould Jun-Jul 1922---------------------------- 4
1 Un Viaje Inolvidable------------------------ - 5
2 Paso a Paso------------------------------------ 8
3 No Temeré —---------------------------------- 12
4 Somos Libres----------------------------------- 16
5 DemasiadoTrabajo---------------------------- 21
6 La Carrera--------------------------------------- 27
7 Hijos Obedientes------------------------------ 32
8 Viene un Médico------------------------------- 38
9 Nuevos Horizontes -------------------------- 42
10 Lamasman----------------------------------------------- 46
© Departamento de San Martín.............. ........................ 46
@ Viaje Ana y Elena a Lamas Oct 1929---------------------- 52
11 Por Los Montes---------- --------------------- 53
12 Aprendiendo Armonía------------------------ 60
13 ¡Qué Dolor!-............................................ 66
14 Don Vicente------------------------------------- 71
@ Penetrando con el Evangelio a la Región
del Huallaga A. Soper y E. Cifuentes, 1932 ---------- 77
15 ...Y Por los Ríos------------------------------- 78
16 “Aquí No Pueden...”-------------------------- 86
17 ¡Auxilio!------------------------------------------ 90
(f$) Vicente Rumbo Costa Rica Feb-Apr 1935............... 95
18 Destino “Arabia”-............................................... 96
19 Dolores de Crecimiento------------------------------ 101
20 Venciendo.......................................................... 107
21 En La Angustia-----........................................... 112
22 Penetrando El Ponasa------------------------------- 119
23 Eduardo y Los Remolinos................................ 123
24 Tuvieron Visión...............................................- 129
25 ¡Salto de Ranas! ---- --------------- -— — — 1 3 6
26 ¿Otra Religión? -......................... ............ 142
27 Hermano Víctor -------------------- ---------------— 148
28 Aprendieron a Leer............. ............................. 157
29 Alcanzados en Amazonas................................ 163
30 Peruanas, su Influencia-................................... 171
@ Valles Cainarachi-Shanusi y Paranapura.................... 183
31 Cómo Dios Contestó---------------------------------- 184
32 Un Niño Les Guiará--------------------------------- 189
33 Cambios Mayores-------------------------------------- 198
34 El Remezón--------------------------------------------- 205
35 ¡Hola, Don Ole!................................................. 211
36 Siempre Seguiré............................................... 215
37 ¿Matar? o ¿Sanar?---------------------- ------------- 225
38 Impactados en Loreto-------------------------------- 235
39 Que Corra El Que Leyere-------------------------- 242
@ "Llenaron" los Valles con el Mensaje
del Evangelio............................................................. 248
EPÍLOGO----------------------------------------------------------- 249
Prólogo
Los Chasquis del Rey es el relato de una serie de historias
verdaderas de experiencias, aventuras, victorias, traspieses;
también de amor y devoción al Señor y a la obra misionera
evangélica básicamente centralizada en el departamento de
San Martín, Perú, y de allí posteriormente extendida a otras
regiones del país y más allá, vinculada a la Misión del Perú
Interior, hoy World Team. En esta obra no hay lugar para
la ficción ni mucho menos para la verosimilitud; sólo para
la realidad.
En todas las historias, especialmente al principio,
se halla entretejido un hilo de una oposición nada racional,
mezclada con odio y hasta engaño, procedente de la jerarquía
de la “religión oficial”. Las agendas (diarias) de los misioneros
pioneros están llenas de relatos de amor, devoción y sacrificio,
matizados con ataques aleves de una ciega oposición que
se veía amenazada en su propio fortín por la verdad
del evangelio de Dios.
En tanto que entre los evangélicos había un amor genuino
aun hacia la jerarquía (obispos y sacerdotes) de la Iglesia
Católica Romana (I.C.R.) de la región e inclusive se oraba con
fervor por su salvación, a pesar de los dolores que ésta
ocasionaba a los misioneros y el pueblo evangélicos, no se
notaba similar correspondencia cristiana en dicha jerarquía;
antes bien había una oposición, con prácticas malsanas,
amparada en su posición de religión oficial del Estado.
A principios de la obra misionera evangélica la oposición
era decididamente abierta en toda la región de San Martín hasta
el pontificado del Papa Juan XXIII quien declaró que los
evangélicos eran sólo “hermanos separados” y no enemigos
como antes se afirmaba. La oposición desde allí se atenuó, pero
no cesó; se hizo, sí, más sutil. Clara evidencia de ello era la
marginación de los niños evangélicos tanto en las escuelas
públicas como en las confesionales; también había velada
persecución a los individuos y grupos evangélicos.
ii LOS CHASQUIS DEL REY
La puerta de la libertad de confesión, no obstante, se abría ,
paulatinamente desde una pequeña apertura al principio hasta
una casi completa posteriormente. Entre los años 1959 a 1963,
en el departamento de San Martín a los escolares y colegiales
se les permitió usar para sus clases de religión una copia del
Nuevo Testamento en la “versión popular”: Las Buenas
Nuevas para el Hombre Moderno, así la lectura de la Biblia ya
no era del todo prohibida como antes.
El Nuevo Testamento arriba mencionado no se podía
encontrar en la región, en cualquier librería, sólo en la Librería
Evangélica de Tarapoto, ubicada en aquel entonces en la
esquina de los jirones San Martín y Alfoso Ugarte.
Los estudiantes llegaron en tropel a esta librería. Así
muchos católicos, especialmente los del sector estudiantil,
empezaron a leer las Escrituras y algunos, gracias a Dios,
fueron alcanzados para su salvación mediante la sola lectura
de la Palabra de Dios.
Pasaron tres décadas hasta que casi se dejó de hablar de
persecusión; pero bien pronto apareció en el Perú un nuevo
monstruo, tal vez mayor que el de la persecusión a los
evangélicos: era el terrorismo. Cierto grupo se alzó en armas
contra el Estado y la sociedad peruana postulando al principio
ideas políticas radicales. Bien pronto se olvidaron de sus ideas
políticas y se dedicaron al crimen, saqueo, etc., en una palabra
a la delincuencia común en todas las formas imaginables.
Este grupo acometió sin piedad contra el orden establecido,
contra todo lo que se llama religión, sin hacer diferencia alguna
entre las confesiones, también contra la sociedad peruana en su
totalidad . Esto constituyó una larga y costosa pesadilla en el
Perú. Gracias a Dios que ya está pasando, aunque su secuela se
sentirá por muchos años en el futuro. ¿Aparecerá otro
monstruo?
Bueno, Satanás no se agota en su afán de encontrar formas
para obstaculizar la obra de Dios; pero ya dijo Cristo:
“...edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no
permanecerán contra ella” (Mateo 16.18). Dios sigue
Prólogo iii
constrayendo su iglesia, rescatando a hombres y mujeres de
todas las edades de las garras del enemigo.
El lector encontrará dentro de estas páginas las experiencias
de una sierva del Señor, Hortensia de Pina, que se menciona
casi al principio del libro. Dios la preservó durante todo el tiempo
del relato hasta el último capítulo. La siguiente experiencia
de doña Hortensia que aquí se da en parte, demuestra
su valor y coraje:
Al no encontrar gente ni canoa en el puerto río Sisa,
Hortensia llamó gritando varias veces. Del otro lado,
finalmente, se oyó una voz:
—Allá voy, mama Tencha.1
Era Milena, la encargada de encontrar a Hortensia.
Momentos después apareció a la distancia cruzando el río a
nado. Al llegar donde estaba Hortensia y después de saludarse
cariñosamente, Milena dijo:
-—¡Vamos ya, mamá Tencha!
—¿Cómo? ¿Y la canoa? —preguntó Hortensia entre
sorprendida y asustada.
—Cruzaremos el río así no más, nadando. No hay canoa
—repuso Milena.
—¡¿Nadando?! —preguntó otra vez asustada Hortensia,
que ya tenía setentiseis años.
—¡Sí! ¡Nadando! —repuso con firmeza Milena. Supo que
Hortensia sabía nadar.
No había nada que hacer. Instantes después,
encomendándose a la gracia del Señor, ambas valerosas
mujeres se echaron al río que estaba bastante crecido, para
chimbar2 a. nado. Estaba en peligro sus vidas.
Dos cabecitas3 aparecían y desaparecían entre las
torrentosas aguas del río Sisa. La fuerte corriente las
arrastraba río abajo. Gracias a Dios que lograron su objetivo.
—Vera Sorell
Fuentes de información:
“The Incredible Incas and Their Timeless Land” by Loren
Mclntyre, National Geographics Society, Washington, D.C
Dr. John MacKay en el boletín misionero de William
Soper de Londres.
50 100 150 200
Moyobamba
'••-•O
Rioja 0 oTarapoto
Chachapoyas \9 Leymebamba
Lamas
CalendínQ" Balsas
vPacasmayo "Cajamarca
Viaje
Soper-
Gould
Jun-Jul
1922
1
Un Viaje Inolvidable
Una espesa neblina matutina cubría al pueblo serrano de
Cajamarca, Perú. Octavio y Javier, tanteando en la oscuridad,
ponían alforjas pesadas sobre los lomos de las acémilas.1
Ambos eran arrieros. Estaban para partir en viaje al interior del
país.
—¡Uy, Javier, mira quiénes vienen! ¡Alediantre! ¡Son
mujeres! —Exclamó al ver acercarse dos mujeres a ese lugar
de trabajo de sólo hombres.
Al hablar Octavio dejó de ajustar la cincha de la montura de
su acémila. Se quitó la gorra tejida, de colores vivos para
mirarles fijamente. Mostró su asombro al ver que ponían
bastantes sacos y maletas en la acera de su habitación. Estaban
para viajar a Moyobamba. Era su equipaje. Sorprendido
exclamó:
—¡Tantas cosas!
Javier, molesto, le llamó la atención.
—¡Qué tanto miras! ¡Ayúdame!
Javier estaba metiendo en la alforja uno de los fardos del
correo que había llegado de la costa. Habían muchas cosa, que
acomodar para después ponerlas sobre las bestias. Las dos
mujeres, por su parte, se dirigieron al dueño de las acémilas.
2
Ana tuvo que regirse a una dieta estricta, lo cual pudiera ser difícil en
algunos paises.
3 Según confesión propia de una de las enfermeras.
10 LOS CHASQUIS DEL REY
recordar cómo se había ganado el respeto de los médicos
cuando los pacientes de cirugía se sanaban y no morían como
antes. Pronto los médicos le encargaron la responsabilidad de
asuntos de enfermería en otros dos hospitales de mujeres más
y de un asilo.
Una noche Ana había asistido al culto de oración de
misioneros. Se sentó en uno de los asientos de atrás. Un
inglés, creyente negociante, estaba informando acerca de un
viaje que había realizado al interior del país.
El hombre dijo que caminó muchos días cruzando cerros,
valles y ríos y que había llegado a un pueblo aislado en plena
Selva. Por primera vez Ana había escuchado del pueblo
llamado Moyobamba, la capital del departamento de San
Martín.4 Un ciudadano de ese lugar había compartido con él su
comida y techo. Pasados algunos días, el negociante supo que
entre los pobladores había disentería y que una epidemia
de viruela estaba diezmando a la población. Vio, además, que
el hospital estuvo cerrado de manera que los enfermos no
tenían más ayuda que la de hechiceros. Decidió que a su
regreso a Lima buscaría ayuda para esa pobre gente.
—Parece que es el lugar más olvidado del país —dijo el
negociante emocionado y se sentó.
Después del culto el negociante y Ana dialogaron por
breves momentos. Al final aquél le dijo:
—Señorita Soper, ¿no podría usted ir a Moyobamba?
Usted es enfermera. Podría ser de grande ayuda.
Ella le contestó que oraría al Señor sobre tal posibilidad.
Días después, como Isaías en el antiguo testamento, contestó
al Señor: Heme aquí, envíame a mí... (Isaías 6:8)
Un poco temerosa de ir sola a la Selva había pensado en su
amiga Roda Gould, que por aquel entonces estaba en
Inglaterra cuidando a su anciana madre. Cuando comunicó a
Roda acerca de sus planes, la encontró libre de sus
compromisos. No vaciló en aceptar la invitación. Decidió
acompañarla a la Selva del Perú.
1 Malestar que sufre la gente por la falta de oxígeno en las montañas altas.
2 Gente de piel blanca, en quechua.
3 Las partes más altas y frías, sin vegetación.
No Temeré 15
quien venían precisamente a proclamar.
Dios proveyó para las misioneras una tienda desocupada que
se ofrecía en alquiler. Estaba en el perímetro de la Plaza
de Armas. Allí se alojaron y arreglaron su primer hogar en la
Selva del Perú.
4
Somos Libres
Ana y Roda habían terminado su primer desayuno en
Moyobamba. Estaban lavando los utensilios de mesa cuando
escucharon a distancia el sonido de tambores y otros
instrumentos.
—¿Qué será? —se preguntó Ana.
Juntas abrieron la pesada puerta para ver lo que sucedía. A
cierta distancia se veía un grupo de escolares todos
uniformados de rojo y blanco. Marchaban a paso marcial
precedidos por su “banda de guerra”. Delante de todos iba
uno, escoltado por otros, llevando en alto el pabellón
nacional. Pasaron frente a la habitación de las señoritas
extranjeras y luego prosiguieron alrededor de la Plaza de
Armas.
—¡Mira! ¡Ahí están las autoridades! —dijo Roda—.
¿Serán los mismos que nos saludaron ayer? ¡Vamos a ver!
Cerrando la puerta Ana y Roda cruzaron presurosas la
Plaza, mientras los niños uno a uno saludaban al Alcalde para
luego pararse delante de él y de las otras autoridades.
'Seguidamente se oyeron las voces de los niños cuando
cantaban el himno nacional: “Somos libres, seámoslo
siempre.”
Era el 28 de julio de 1922, día de las Fiestas Patrias del
Perú. Estaban celebrando el centenario en que el General don
José de San Martín proclamó la independencia del Perú. La
ceremonia patriótica terminó con canciones, poesías y
Somos Libres 17
discursos. Era una verdadera fiesta. Los niños regresaron de
nuevo a sus locales escolares. El retumbar de la “banda de
guerra” disminuía poco a poco.
Vino a la mente de Ana, que no era por casualidad que un
día después de su llegada al Departamento que lleva el
nombre del mismo libertador, ellas observaran ese evento.
Cuando escuchaba cantar a los niños sintió un anhelo
profundo de que un día verían a los niños de Moyobamba
celebrando la verdadera libertad al tener al Hijo de Dios como
su Libertador.
Terminada la celebración, las dos enfermeras regresaron a
su alojamiento. Comenzaron a acomodar en el estante las
medicinas y el equipo médico que habían traído para poder
atender a los pacientes que se presentasen. Al principio
llegaron muy pocos. Parecía que nadie necesitaba de ayuda
médica. Un día vino a visitarles una mujer desconocida por
ellas:
—¡Ujúu! —llamó desde afuera.
—¡Buenos días! ¡Pase adelante! —dijo Ana entrando a la
clínica— ¿En qué podemos servirla?
—Me llamo Josefina Díaz Flores de Rodríguez —dijo la
mujer—. Tengo mucho gusto de conocerlas.
Josefina era alta y esbelta, morena de cabello lasio y negro,
una hermosa señora de ojos vivaces. Les hizo ver la herida
infectada que tenía en la mano. Después que la curaron se
quedó unos breves momentos más. Empezó a contar a las
misioneras las habladurías que estaban circulando en el
pueblo acerca de ellas.
—La gente está hablando —les informó—. Dicen que
ustedes son hombres vestidos de mujer; que son diablos que
han venido trayendo maldición. El sacerdote ha prohibido que
vengamos acá.
—¿Así que todo eso están diciendo de nosotras? Gracias
por avisarnos —dijo Ana—. Y usted ¿cómo es que se ha
atrevido a venir? —le preguntó.
—Porque las aprecio. Sé que todo lo que dice la gente es
pura mentira. Ellos más bien son todos una sarta de
18 LOS CHASQUIS DEL REY
mentecatos —contestó con firmeza Josefina.
Y tocando amigablemente el hombro de Ana y Roda se
despidió y salió. Por la información de Josefina se dieron
cuenta de la necesidad de llegar a conocer a sus vecinos y así
desmentir aquellos rumores. Salieron a hacer visitas a los
hogares.
Algunos las recibían con cierta reserva; pero la mayoría se
mostró amable. Las barreras iban desapareciendo poco a poco
a medida que las personas empezaron a tratarse en la clínica a
pesar de las amenazas del sacerdote.
Días después un joven llegó a la clínica. Se llamaba
Eduardo Cifuentes. Este luego de ser atendido, se retiró.
Cuando llegó a su casa, abrió con cuidado el paquete de
medicinas y luego se puso a leer el papel de la envoltura.
“Buenas Nuevas” era el título. Empezó a examinarlo con
cierta curiosidad. Ana y Roda habían optado por envolver las
medicinas con literatura evangélica.
—¡Abuelita! ¡abuelita! Mira. Este parece bueno
—exclamó—. Habla acerca de Jesús —dijo Eduardo mientras
mostraba el folleto a la anciana. Ella, por su parte, para nada
quiso verlo.
—¡Anda con tu lectura! —le increpó toscamente, dándole
un fuerte empujón. Es que se percató de lo que había recibido
de las enfermeras inglesas.
Eduardo, sin dar importancia al incidente con su abuela,
siguió leyendo cuanta literatura evangélica encontraba. Un día
fue y compró una Biblia a Ana. Esta le hizo ciertas
sugerencias sobre la lectura. Eduardo empezó a leerla. Le
gustaba mucho desde el principio todo lo que leía. A veces
leía hasta altas horas de la noche, a la luz de una pequeña
alcuza.1
El joven siempre leía en voz alta y la pobre abuelita
furiosa, y bastante asustada, iba a su cama y se cubría la
cabeza con la frazada para no oír nada. Se ocupaba también
o
La abuelita murió en el Señor unos años después. Eduardo y Manuel
siguieron en el servicio del Señor como Pastores durante largos años en
sus vidas.
Palabra de cariño para las extranjeras.
20 LOS CHASQUIS DEL REY
las noches, en sala de cultos, se llenaba completamente
durante los servicios. Los creyentes, por su parte, empezaron a
orar a Dios pidiendo su ayuda para que puedan construir un
templo propio.
La respuesta no se hizo esperar. Llegó cierta donación de
unos creyentes de Inglaterra. Inmediatamente se comenzó la
construcción. A los dos años, exactos, después de aquella
inolvidable noche en que Ana y Roda durmieron en la cueva
acompañadas del esqueleto, inauguraron la primera Iglesia
Evangélica de Moyobamba. El grupo de creyentes ya gozaba
de la libertad verdadera que sólo Dios puede dar. Ya eran
libres, por la gracia de Dios, de la condenación del pecado y
de la muerte.
Con el crecimiento de la Iglesia aumentaba más y más el
trabajo de las dos misioneras.
5___
Demasiado
Trabajo
Ana y Roda recibieron ayuda. Eduardo y Manuel y los
nuevos creyentes testificaban gozosamente a otros de su fe en
el Señor. Las enfermeras gozaban también de la generosidad
de la gente. Los pacientes raras veces venían con las manos
vacías. Como escaseaba el dinero, traían productos de sus
frutales y chacras para regalar a las misioneras como
expresión de gratitud por sus servicios médicos. Un día llegó
una visita con un nuevo desafío.
—¡Ujúu! —Era la voz conocida de la señora Josefina—
Buenos días, Miss —dijo al ver a las misioneras.
En un brazo llevaba algo ligeramente envuelto, mientras
con el otro sostenía una bandeja llena de ropa sobre su
cabeza. Entregó a Ana aquella cosa envuelta. Ana se
estremeció al darse cuenta que había recibido en sus brazos
un pequeño cuerpo inerte envuelto en harapos.
—Señora Josefina, ¿de dónde me trae esto? —preguntó
Ana cogiendo los piecesitos de la criatura.
Josefina poniendo sobre la mesa su bandeja le refirió parte
de la historia:
—Me sentí cansada en el camino y entré a una choza
desocupada para protegerme por un momento del sol. Al salir
escuché un llanto débil. Me detuve y fui a ver. ¡Cuál no fue
22 LOS CHASQUIS DEL REY
mi sorpresa al encontrar apenas envuelta a esta bebita! “Y
ahora ¿qué hago?” me pregunté. Mi mente voló hacia ustedes.
“Las gringuitas!” me dije. “¡A ellas les hace falta un bebé
para criar!” Por eso la traje aquí. ¿Podrían...? Es mujercita,
Miss Anita.
Aliviada ya de su responsabilidad y resuelto el problema,
según ella, Josefina puso nuevamente la bandeja sobre su
cabeza y despidiéndose de las “gringuitas” se dirigió a la casa
del sacerdote para entregarle la ropa que le había lavado. Ana
y Roda más tarde se enteraron que una mujer pobre y
moribunda había abandonado a su criatura, dejándola en la
choza, porque no encontró quién la criase. Ellas quedaron con
el dilema: ¿Cómo cuidar una criatura a más de tantos otros
quehaceres? Definitivamente no les “hacía falta”, como pensó
Josefina, una bebita para criar.
Un día mientras Ana oraba para saber cuál era la voluntad
de Dios con respecto de la criatura, vinieron a su mente las
palabras bíblicas: Lleva a este niño y críamelo... (Exodo
2:9). Le pareció que eran las palabras del mismo Dios. Así
que acogieron a la niña y le pusieron por nombre Franky.1
Vino a ser la primera de muchos otros niños más que poco a
poco fueron recibidos en el hogar y en los corazones de las
misioneras.
En aquel tiempo, el hospital de Moyobamba había estado
mucho tiempo vacío y sin uso. Inexplicablemente y sin que
las misioneras se imaginaran, llegó una orden de la autoridad
competente. La orden era que entregasen el hospital a las
misioneras para su administración y servicio. Las misioneras
por su parte consideraron un honor el de servir así a la gente y
un desafío venido del Señor. Asumieron la responsabilidad.
Las misioneras empaquetaron las medicinas, los
instrumentos y todos sus efectos personales. En seguida unos
2
Herida en el lomo de las bestias causadas por el mal trato (no de Ana),
monturas rústicas, cargas pesadas, etc.
Demasiado Trabajo 25
También agradecieron por su buena amiga Josefina.
Una semana más tarde, y muy de noche, oyeron unos
golpes en la puerta.
—¿Quién es? —preguntó Roda.
—Rafael Rodríguez, Miss —fue la respuesta— ¡Mi esposa
ya va a dar a luz!
Roda quitó la pesada tranca con la que solían asegurar la
puerta de la casa por las noches. Por la luz de la luna pudo ver
el rostro preocupado de don Rafael. Tenía éste la soga de su
caballo en la mano. El caballo todavía jadeaba y tenía la piel
brillante y húmeda por el sudor.
Roda invitó al hombre a entrar y dejar que su caballo
pueda por lo menos beber agua. Mientras tanto ella entró
rápidamente a su cuarto, cogió su maletín de obstetriz,
prendió el farol, cerró la puerta y subió pesadamente sobre el
caballo. Don Rafael fue adelante, a pie, como guía.
—¿Dónde queda su chacra? —preguntó Roda después de
casi una hora de haber salido.
Le dijo que quedaba como a sólo media hora.
—Ya no está lejos. Está a la “vueltita” no más, señorita—
contestó don Rafael.
La paciencia de Roda se iba agotando. Otra media hora
había pasado hasta que por fin llegaron a la choza donde
estaba Josefina. ¡Y llegaron a tiempo! Josefina y Rafael se
gozaron mucho porque un niño varón les nació sano esa
noche.
—¿Dónde están los pañales del bebé? —preguntó Roda.
—Negrita3—llamó Josefina a su hija—, trae esa blusa
vieja. Sí, esa está bien.
Brillaban de gozo los ojos de la niña por poder ayudar a su
mamá con el recién nacido.
—¿Has preparado ropitas para tu bebé? —preguntó Roda.
—¡Oh no! —contestó Josefina—. No se debe preparar
ropas de antemano porque el bebé podría morir.
“¡Qué idea tan extraña!” pensó Roda. “A las madres de
1 Isaías 52:7
2 En octubre de 1929.
54 LOS CHASQUIS DEL REY
cocinera a preparar el desayuno.3 Para fiambre Martina y
Manuela hicieron juanes,4 uno para cada persona. Iban a
comer bien por lo menos el primer día del viaje. Llevarían
plátanos, el alimento básico de la región, huevos y pescado
seco para cocinar en el camino.
Todos trabajaban como hormigas. Empaquetaron en bolsas
impermeables cada uno sus cosas y las del hogar. Los varones
aparejaron las bestias, amarraron las bolsas y las metieron en
las alforjas. A media mañana, cuando ya estaban listos para
partir, el cielo se oscureció y en pocos minutos cayó un
tremendo chaparrón. Eso retrasó la partida. Tomaron, entre
tanto una comida ligera. Pronto después de la lluvia apareció
el sol. La lluvia había lavado todo, refrescando los árboles,
techos y el suelo arenoso. Ana salió apresuradamente a la
calle con sombrilla en mano; se dirigió a la oficina de
telégrafos.
—No me esperen, por favor —dijo—. Tengo que enviar a
mama Rodita un telegrama
para avisarle que ya estamos
de camino.
Las niñas menores
subieron a las sillas de
transporte,5 entre alegres y
nerviosas. Franky y Ruthy
formaron una pareja en la
primera silla, Ana María y
Otilio en la siguiente. Los
niños mayores montaban los
caballos por tumos.
Martina, vestida con su
uniforme de Chica Guía (Girl
3
Pelar y sancochar los plátanos, cocinar huevos y hacer el café.
4 Potaje especial de la Selva hecha de arroz con presas de gallina o
pescado envuelto en bijáo (hoja ancha de la región que se usa para
envolver cualquier alimento).
5 Cajones de madera hechos a propósito para cargar gente en viajes.
Por los Montes 55
Guides) que trajo de Inglaterra, empezó a caminar halando a
su perrito, Capitán. Ana había insistido que Elena debía ir
cargada, porque no estaba acostumbrada a tales viajes. Desde
el primer instante Félix, el carguero que le llevaba, iba
quejándose. Posiblemente había pensado que llevaría niños:
—Las inglesas son demasiado pesadas —protestaba
repetidamente.
Elena trató de ignorarlo. Se ocupaba más bien en divertir a
los chicos:
—Niños, ¿oyen? El río Mayo habla. Dice: “Vengan, ¿por
qué demoran tanto? Yo también estoy yendo a Lamas.”
Los niños veían al río correr vertiginosamente muy cerca
del camino, contrastando con el paso lento de los viajeros.
Elena quería llegar antes de anochecer por lo menos a Gera,
un pueblo que dista aproximadamente diez kilómetros de
Moyobamba. Ahí pensaba pasar la noche. Después de tres
horas apenas habían recorrido la mitad del camino. La alegría
de la partida había desaparecido. Poco más adelante vieron
una casa. Los niños porfiaron por quedarse allí para pasar la
noche.
Los dueños de la casa les recibieron bondadosamente. Pero
tenían que acomodarse como podían entre animales y otros
viajeros debajo de la habitación principal de los dueños de la
casa. Minutos después el sol ya se había ocultado.
En medio de la habitación, que no tenía aún paredes, el
fuego proyectaba sus lenguas movedizas en los rostros de la
gente. Una familia nativa, de habla quechua, estaba
calentándose alrededor de aquella fogata. Después de comer,
los niños tendieron sus esteras6 para dormir. Elena oró y
después se acostó junto a ellos. ¡Tanto anhelaba pasar una
noche tranquila! pero cerca a ella había una manada de cerdos
que no dejaban de gruñir toda la noche. Por eso y porque no
le resultó cómoda la estera sobre el piso rústico, apenas pudo
dormir. Así despertó a todos temprano para comer y luego
proseguir viaje.
n ,
Casa rustica, a veces nada más que techo y orcones, sin paredes donde
quedaban los campasinos cuando hacían trabajos en las chacras que
quedaban lejos de la ciudad o pueblo.
Por los Montes 57
casas en un claro del bosque rodeado de cerros. Les faltaba
todavía subir el famoso cerro, llamado Campana,
impresionante por su altura. Los cargueros so pretexto de
descansar, se detuvieron en Roque. Lo que en realidad
querían era tomar el ventisho casha casha.8 Algo mareados ya,
los peones recién pudieron proseguir el viaje.
Llegaron a la cumbre. Desde allí se podía apreciar el
majestuoso valle del río Mayo y a la distancia hasta el río
Huallaga. Elena pudo ver por primera vez Lamas, asentada
sobre una colina y más allá, en el horizonte, un bello arco iris.
Era una preciosa visión. Lo vio como una promesa de
bendición para el futuro ministerio en Lamas.
Continuaron el camino hasta que la oscuridad les “pescó”.
Pensaban llegar hasta el río Mayo, pero tuvieron que pasar la
noche en alguna parte, teniendo como techo el cielo infinito.
A pesar de tantos contratiempos y aunque Ana tuvo que
admitir que nunca antes se había sentido tan agotada, siempre
seguía adelante animando a los otros viajeros a hacer lo
mismo. El quinto día las dos niñas Franky y Ana María iban
cargadas por Félix. Después de una hora de viajar, Ana María
se movía incómodamente en la silla de cargar.
—Tengo miedo —susurró a Franky—. Está tomando de su
botella.
—No me diga, —contestó la pequeña y delgada Franky.
—No debes tomar ese ventisho —Ana María se atrevió a
decirle a Félix cuando otra vez vio que sacaba la botella que
había traído clandestinamente del trapiche9 en Roque.
—¿Quieres que te cargue? Bájate si no te gusta —le
contestó y siguió renegando hasta que les forzó a bajar a las
dos de la silla.
Cuando las misioneras oyeron que las niñas lloraban de
miedo, volvieron para ver lo que pasaba y ahí venía Félix
ebrio y con su silla vacía.
—No voy a cargarles porque son malcriadas —dijo al
Aprendiendo
Armonía Lucía Kisky
1 Los quechuas tenían temor a las gringas aún más que los mestizos por
razón de las amenazas de los sacerdotes y los brujos.
Aprendiendo Armonía 61
trámites para su viaje.
Mientras tanto las misioneras compraron varias hectáreas
de tierra.2 La propiedad era atractiva en parte porque tenía
dos fuentes de agua. Seguidamente planearon construir una
casa para acomodar allí a la familia. Trabajadores contratados
la hicieron con paredes de quincha, piso de tierra afirmada y
techo de hojas de palma. Llamaron “El Nido” a la nueva casa.
Tocaba a los varones mayores la responsabilidad de cuidar
los animales y cortar, con sus machetes, el follaje alrededor
de la casa. También traían lefia y agua del pozo en barriles3
para las necesidades de la casa. Elena salía diariamente
camino a la tina4 a lavar la ropa con las niñas. Charlaban
alegres mientras iban llevando cada una su propia bandeja
sobre la cabeza. No había quejas. Toda niña peruana debe
aprender a lavar sus propias ropas a temprana edad.
Lucía, la nueva misionera, esta vez no venía a San Martín
por Lima. Era demasiado esperar que una señorita pasara sola
la cordillera por donde habían venido las primeras misioneras,
pasando sustos como con el esqueleto, cruzando puentes
colgantes y muchos peligros de muerte en las alturas.
Lucía más bien cruzó el Atlántico hacia el río Amazonas,
en Brasil. Desde allí navegó a Manaus, luego a Iquitos, Perú,
terminando su navegación en las aguas del río Huallaga, en
Yurimaguas. Ana fue a su encuentro por tierra. El viaje entre
Yurimaguas y Lamas duraba seis días o más; no obstante, era
mucho mejor que seis semanas cruzando montañas altísimas
de la Sierra. ¡Qué encuentro feliz el de las dos en
Yurimaguas! Ana podía conocer de paso, y con mucha
9
Lamas llegó a ser conocido como “la ciudad de tres pisos”. La
propiedad que compraron estaba en él primer “piso”, la parte más baja
del pueblo.
3 En la región los varones cargaban agua en pequeños receptáculos
(barriles) de madera sobre sus espaldas sostenidos en las frentes con una
pretina (cinta de algodón, tejida, ancha y fuerte).
4 El pozo era una de las fuentes a donde iban los muchachos de la casa
para traer agua. Las niñas iban a la otra fuente que llamaron “tina” para
lavar sus ropas.
62 LOS CHASQUIS DEL REY
satisfacción, la ciudad-puerto de Yurimaguas. De inmediato
las dos viajeras enfilaron hacia Lamas.
Lucía, que por primera vez en su vida veía un cerro tan
alto, pensó que nunca alcanzaría la cumbre del cerro
Escalera,5 a pesar de que los cargueros les llevaron por las
partes menos escarpadas en las sillas de carga. Había mucho
barro. El descenso fue otra historia. Así y todo, después de un
total de cincuenticuatro días de viaje, Lucía llegó finalmente
al soñado Lamas.
Agregó a la familia su espíritu alegre y su buen sentido de
humor. Fue bien recibida. Llegó a conocer a los niños:
Martina y su hermano César, Ana María, Consuelo, Franky,
Manuela, Emerson, Roberto, Inés, Ruthy y Otilio. La familia
ya sumaba diecisiete en total; ese número incluía niños y
empleados.
Lucía estaba consciente sobre la necesidad de enseñar
acerca del amor de Dios, el perdón por Jesucristo y cómo
vivir en armonía unos con otros y en humildad. Eso se veía
cuando iban las niñas un tanto vanidosas al templo para la
Escuela Dominical, bien limpias y peinadas, con vistosos
vestidos y lazos que ataban a su cabello. Lucía creía que a los
varones les gustaba, como a las niñas, caminar en grupo por
la calle. No era así. Ellos tenían algo de vergüenza cuando los
vecinos de ambos lados de las calles salían para verlos pasar
todos uniformados ¡con pantalones cortos (recibidos de
Inglaterra) y sin zapatos! Pero los muchachos no dijeron nada
a sus mamás inglesas. No dieron importancia. Pensaban que,
finalmente, quizá era mejor soportar la vida con las
misioneras, pues habían ventajas.
Una de esas ventajas era que con la llegada de Lucía
podían aprender más canciones. Lucía era experta en música
y les enseñaba a cantar a cuatro voces. ¡Cómo les gustaba
cantar! Los creyentes cantaban con gusto no solamente en el
templo, lo hacían también en sus casas, en el campo, por los
caminos, y por todas partes. Razón hubo cuando se ganaron el
Costa Rica.3
El efecto benéfico de esas oraciones fieles de las
misioneras y de sus colaboradores en ultramar se había
sentido con toda claridad. Vicente Coral, el borrachín del
pueblo de Lamas, era otro que iba a sentir en su vida ese
poder. De él se hablará luego.
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15
...Y Por Los Ríos
En cierta manera Ana era como el apóstol Pablo. Siempre
sentía la urgencia de predicar el Evangelio en ...los lugares
más allá... (2 Corintios 10:16). Había muchos más que
necesitaban, como Vicente, alimentarse de la Palabra del
Señor.
Fue luego con un doble propósito que Ana iría a
Moyobamba con Lucía y Elena. En cierto modo era como una
vacación. Pero era más para pedir la dirección del Señor y
consultar con Eduardo Cifuentes, el joven predicador, sobre la
posibilidad de realizar con él una jira médico-evangelizadora
por el valle del Huallaga. Eduardo se mostró encantado.
Aceptó y de inmediato entró en acción.
Tomando en cuenta la importancia de conservar las
energías de Ana, optaron por viajar tanto como les fuere
posible por los ríos en canoa o en balsa. Eduardo, que tenía
algunos parientes en Picota, iría primero a preparar el lugar
para el arribo de Ana.
Elena decidió acompañar a su tía hasta Cuñumbuque, en el
río Mayo, en la primera etapa del viaje. Salieron con sus
bestias tan cargadas que apenas podían caminar. Llevaban lo
necesario para la cocina, clínica y cultos. Iban preparadas para
cualquier eventualidad.
Pero no se imaginaban que en el primer pueblo se les
.Y Por Los Ríos 79
rompería la única jeringa hipodérmica que llevaban. En esos
tiempos eran de vidrio. Ana había encontrado en el lugar a
muchos que sufrían con una enfermedad contagiosa que sólo
podía sanarse con inyecciones de salvarsán. Envió a Antonio,
su empleado de unos catorce años de edad, rápidamente a
Lamas para que traiga otra jeringa.
Esa noche realizaron un culto. Elena habló. La sala estaba
repleta. Al siguiente día también, ella dio un estudio bíblico a
una buena concurrencia. Por la tarde Elena volvió a Lamas
para atender su trabajo en la escuela, mientras tanto Antonio
regresó de Lamas con otra jeringa. Ana seguía atendiendo a
los pacientes hasta bien entrada la noche.
Como siempre, Ana empezaba el nuevo día en comunión
con su Señor a la par que muchos enfermos venían en busca
de atención. Pronto abrió su clínica/dormitorio para atender a
los pacientes. A la una de la tarde, Antonio le informó que los
peones estaban listos para iniciar el viaje río abajo. Habían
preparado una balsa.4 Antonio les alcanzaría más tarde con
las bestias por un camino de herradura.
Salió la comitiva y Ana con ellos. Tuvieron que pasar la
noche en una choza. Ana durmió en una hamaca sobre un
almacén de maíz seco. Bien temprano, al siguiente día,
emprendió el viaje, cambiando el medio de transporte de
balsa a canoa. Esta se deslizaba más rápido sobre las aguas,
río abajo.
A las siete de la mañana ya estaba cerca a Juanguerra,
pueblo casi a la orilla del río Mayo. Ana tuvo que hablar a los
remeros gritando por causa del ruido de la corriente.
—El río está muy crecido, ¿podrían dejarme al otro lado
cerca del pueblo? —les pidió.
Pero los remeros no atendieron a su pedido porque estaban
apurados. Atracaron, para dejar a Ana sola en la playa con su
equipaje, en la orilla opuesta a Juanguerra. Ellos, por su parte,
prosiguieron su viaje tranquilamente sin pensar ni dar
importancia de lo que ella sufriría.
2
La primera parte del viaje Antonio tuvo que hacerlo en balsa, río abajo
en el Huallaga, hasta un pueblo llamado Shapaja. El viaje en balsa
duraría alrededor de seis horas. De allí a Lamas el viaje tuvo que
hacerlo por tierra. Tendría que caminar dos días por lo menos.
82 LOS CHASQUIS DEL REY
¡su corazón también hubiera ardido con una oración para que
esa gente olvidada pronto llegase a conocer el amor del Dios
verdadero!”
El plan de Ana y su equipo era quedarse en Picota
solamente una semana, pero la gente estaba desesperada. El
pueblo se reunió para pedir a las autoridades que usen de sus
buenos oficios para hacer que los misioneros se queden unos
días más para ayudarles. El alcalde vino a hablar con Ana:
—Vengo con la expresa petición del pueblo de que se
quede en Picota unos días más. Estamos a sus órdenes, Miss
Anita. ¿En qué manera podemos ayudarle con el fin de que
pueda atender a un mayor número de enfermos? —preguntó.
Ana decidió quedarse unos días más. Pidió que traigan a
los enfermos a la improvisada clínica. En seguida fueron
despachados soldados para traer a todos los que no podían
venir a pie. Y venían sea sobre caballos o cargados en
camillas rústicas o en sillas de cargar. Mientras Ana los
atendía uno por uno, Eduardo respondía a las llamadas de
otros caseríos para predicar el evangelio.
Un día Ana estaba tan concentrada en su trabajo que ni
pensaba en la hora. Al oír voces de mujeres recordó que había
convenido tener un servicio exclusivo para ellas. Estas habían
venido para llevarla. Fue con ellas. A pesar de su sorpresa al
ver que estaban asistiendo tanto hombres como mujeres,
siguió conforme a su plan para educar a las mujeres sobre
temas personales.
Terminada la reunión, las mujeres acompañaron a Ana de
regreso a su habitación. Se quedaron con ella hasta tarde,
ansiosas de oir más de sus enseñanzas sobre la higiene
personal y los cuidados del niño.
—¡No, no! No deben usar tabaco ni orina para curar nada,
como dice el brujo —les dijo respondiendo a sus preguntas—
¡Que horror! —advirtió— Eso hace aumentar aún más los
microbios. Son los microbios que causan las enfermedades,
.Y Por Los Ríos 83
no el arco iris,3 tampoco el baño tomado durante la
menstruación o la brujería de la silla.4
Les explicaba todo abiertamente y con sencillez. Cuando
se fueron las mujeres Ana se dio cuenta que Antonio había
llegado de Lamas. Recibiendo de éste los encargos, regresó a
su clínica/dormitorio. Se decepcionó al ver el desorden en que
había dejado todo. Era por causa del apuro: vendas, botellas
con medicinas; pescado, huevos, pandisho,5 café, repollo,
tomates, cosas que la gente le había regalado en gratitud por
sus servicios.
Ana se sentía cansada y ya era tarde. Quiso acomodar las
cosas, pero sus ojos se cerraban. Optó por dormir un rato.
Después de descansar algo se levantó y, a la luz de una
lámpara de kerosene, arregló la comida para el viaje.
Pronto escuchó que tocaban a la puerta. Antonio y
Eduardo se habían levantado también temprano, y tenían todo
listo para emprender el viaje. Acomodaron en las alforjas todo
el equipaje, lo pusieron sobre los lomos de las bestias y
pronto estuvieron de camino.
Sufrieron otros contratiempos más. Estaban aprovechando
el lonche que Ana había preparado en la madrugada, cuando
el caballo decidió tomar un baño de polvo para refrescarse él
también. Se revolcó en el suelo con el equipaje todavía sobre
sus lomos. Gracias que Dios protegió las botellas de
medicinas y la preciosa jeringa de vidrio. Milagrosamente
nada se rompió.
Prosiguieron el viaje hasta que llegaron al mediodía a San
Cristóbal de Sisa. La noticia de su llegada había corrido por
todas partes. La gente venía de lugares distantes en busca de
-y
Palabra quechua que significa montón.
r ';
17
¡Auxilio!
*
Eleanor Wohlfarth
4 El corazón de Enrique Strachan latía por las almas perdidas del mundo
igual como él de Ana Soper. Tan preocupado estaba por el mundo
Latino que se ausentaba mucho del Instituto Bíblico que había fundado
en Costa Rica, dejando a su esposa, Susana, encargada del Instituto y de
su familia mientras iba en busca de las almas y estudiantes, tal como en
esta ocasión. Una gratitud infinita al sacrificio que hicieron por el
impacto sentido en San Martín, Perú y muchos otros lugares. “Strachan
of Costa Rica: Missionary Insights and Strategies" por W. Dayton
Roberts.
¡Auxilio! 95
desde que Ana y Roda le plantearon antes la sugerencia.
—Sí, yo iría, si el Señor lo desea —contestó.
El amado Profesor Strachan continuó su viaje, dejando en
los corazones de muchos creyentes oleajes de gozo y
esperanza y especialmente en el de Vicente.
¡Y de las misioneras! ¿Iba a prepararse otro chasqui
peruano para correr con el mensaje del evangelio de Cristo?
18
Destino 'Arabia"
Vicente estaba procurando dormir. Iba en tercera clase en la
cubierta del barco donde no daban cama ni comida ni nada.
Los siete dólares que pagó no habían alcanzado para alquilar
un camarote. Acostado sobre el almacén de carga oía el golpe
de las olas del mar que daban contra el barco.
Reflexionaba. “¿Qué le importa al inmenso mar que yo me
1
2 Del año 1935.
Cargar en los brazos.
3 Gálatass 1:17-19.
98 LOS CHASQUIS DEL REY
viajar a Costa Rica.
Vicente había salido aprovechando la compañía de unos
arrieros. Contrató a uno de ellos para que cargue su baúl.
Anduvieron por las heladas alturas de Pishcu Huañunam y de
Molino Pampa. Días después llegaron a Chachapoyas.
Allí le impresionaron a Vicente las carreteras construidas
con maquinarias modernas. Era la primera vez que había visto
tales cosas. Había visitado la Iglesia de San Burgos, donde los
feligreses estaban preparando una urna de vidrio para el
“Cristo de los Burgos”, como parte de la celebración de
Semana Santa. Se sentía feliz por haber dejado la idolatría y
el fanatisismo de la religión de su país. Pero estaba triste
porque no encontró ni un solo creyente evangélico con quien
alabar al Señor. Oró pidiendo que el Señor envíe obreros a esa
ciudad enorme sumergida en tinieblas.
También pidió a su Padre celestial el coraje suficiente y la
protección para seguir adelante en el camino. Otros viajeros y
hasta su peón le habían abandonado por temor a los asaltantes
en el camino a Celendín. Siguió adelante cargando él mismo
su baúl.
Llegó a Celendín dando gracias a Dios por no haber tenido
ningún contratiempo. El viajero de la Selva ahora iba en tren
de Chilete a la Costa. Fue otra novedad maravillosa.
En Pacasmayo, vio por primera vez el océano Pacífico y
conoció lo que es el desierto. Porque no iba otro barco a Lima
hasta la próxima semana, optó por viajar en automóvil. Las
treintiocho horas en un taxi lleno de pasajeros aburrió a
Vicente en su primera experiencia en auto.
En la obscuridad de la noche el taxista le había dejado en un
hotel barato de Lima. No pudo olvidar su primer encuentro
allí con el negocio de la prostitución. Había sufrido una fuerte
tentación. Pero Dios le protegió. Tuvo mucha pena al pensar
que esas mujeres estaban vendiendo así sus cuerpos.
Se alegró al encontrar el siguiente día al doctor Renwick y
gozar de su hospitalidad hasta que pudo conseguir su
Destino “Arabia” 99
pasaporte, y también por conocer el Colegio Anglo Peruano.4
A dos meses de su salida de Lamas, había embarcado en el
carguero Santa Mónica rumbo a Centro América. Le parecía
inolvidable otra “maravilla del mundo”, un portento de la
ingeniería, el Canal de Panamá.
Se terminaron las remembranzas de Vicente, cuando
finalmente se quedó dormido más o menos a las dos de la
mañana. Se despertó feliz por el sol que ya rayaba, dando
calor para su cuerpo frío y adolorido. Dentro de unas horas
estaría desembarcando en tierra costarricense. Al dejar el
barco viajó otras siete horas más por tren para llegar a San
José, ciudad capital de Costa Rica. El viaje parecía
interminable. Pero al fin llegó. Era el 25 de abril de 1935.
Toda la familia del Instituto se alegró con la llegada de
Vicente. Le cantaron un himno de bienvenida y se regocijaron
al oír de la protección divina en su largo viaje.
Pero al principio Vicente se sentía incómodo porque no
conocía las costumbres del lugar. La estricta disciplina le
incomodaba. Sentía como si fuese niño otra vez y en hogar
ajeno. En su casa, como padre de familia, esperaba que le
obedecieran todos; ahora tenía que aprender a obedecer
órdenes de otros, cosa humillante para un lameño. Además
tenía que hacer trabajos domésticos como barrer y limpiar.
Iba de cuarto en cuarto con escoba en mano barriendo las
oficinas de los profesores. Después de las comidas tenía que
lavar platos, luego asistir a clases y estudios hasta las 10:00
p.m. ¡Era una buena lección de disciplina y humildad!
Si cumplir las reglas del internado le era difícil, más difícil
aún le fue aprender a estudiar. ¡Cómo sufría el pobre Vicente!
Al mismo tiempo luchaba para no fracasar porque se daba
cuenta de toda la dedicación y esfuerzo que sus profesores
ponían en sus enseñanzas. Todo eso le impulsó a mantenerse
bien con su Señor, a dedicarse a los estudios y tener una
conducta intachable. ¡Poco a poco se adaptó al régimen de la
vida del Instituto!
o
No había ninguna escuela en esos pueblos indígenas, pero Demetrio
Córdova no hizo la escuela en Santa Ana. Satanás habrá luchado
fuertemente para evitarlo y le desvió con astucia a través de un
enamoramiento que le llevó por otros caminos.
4 Documentación sobre la Historia de Lamas, 1990, Tabel Coral Carbajal
y de Edith Vinall Vda. de Tuanama.
104 LOS CHASQUIS DEL REY
sus trabajos de rutina. Consciente de las limitaciones que
enfrentaba la Misión, Ana se detuvo de los quehaceres y
escribió una carta a Inglaterra haciéndoles saber sobre la
urgente necesidad de más obreros para San Martín.
Parecía la respuesta directa "de Dios cuando llegó de
Inglaterra la solicitud de una señorita enfermera, Margarita
Taverner. Estaba ofreciéndose para venir a Lamas. Esto
produjo mucho regocijo en toda la familia. Inmediatamente
salió la respuesta, por cable, hacia el otro lado del mundo:
MARGARITA NECESITADA URGENTEMENTE.
En setiembre de 1935 Margarita subió al barco rumbo al
Perú. Es más, venía en compañía de otras dos enfermeras:
Lydia Norton, de Londres, y Miranda Cooper, de Aberdeen,
Escocia. Las tres alabaron al Señor por el compañerismo entre
paisanas en el largo viaje.
Margarita era alta, y la más seria entre las tres. Miranda,
bastante gorda y Lydia, la delgada, aliviaron cualquier
problema de aburrimiento por su disposición alegre.
Las tres enfermeras fueron recibidas en Lamas con mucho
regocijo. Ya eran siete las misioneras en San Martín. Ana se
ocupaba de ayudarles a adaptarse a su nueva vida organizando
el tiempo para aprendizaje de la lengua y, al mismo tiempo,
medicina tropical. Dios las ayudó.
Aún antes de la llegada de las tres enfermeras, en el año
1934, la Iglesia de Lamas había crecido en número y era
necesario construir un templo. Con los fondos de la Iglesia los
creyentes pagaron cuarenta soles por un terreno de
29 x 27‘/2 m. En agosto habían empezado la construcción.
Unos trabajadores cargaban tierra en capachos5 para hacer
las paredes, vaciándolas dentro de los tablones; otros
afirmaban la tierra, pisoneando en ritmo con pisones pesados
de madera. Y así tablón tras tablón crecían las paredes.6 Las
mujeres, acompañadas de sus niños, atendían a los
trabajadores con alimentos y bebidas.
1 Los pacientes que tenían que internarse en el hospital eran atendidos con
el lavado de ropas y comidas por sus familiares, que siempre los acom
pañaron quedando hasta que el enfermo regresaba a su hogar.
En La Angustia 113
de Elena se agregó el calor de otro fuego más. De una chacra
bastante cerca al hospital venía humo. Llamas amenazaron el
mismo hospital.
Pronto hombres y mujeres de la Misión corrieron llevando
palas y baldes de agua. Solamente Edith se quedó orando al
lado de sus pacientes. Dios contestó con un milagro. La
dirección del viento cambió bajando instantáneamente la
intensidad del fuego. Con la ayuda de balde tras balde de
agua, pronto se conjuró el peligro. Todos con gran alivio
volvieron nuevamente a sus trabajos.
Edith estaba segura que Dios también iba contestar sus
oraciones a favor de Elena como la había hecho con el
incendio. Pero en lugar de bajar su temperatura subió de
40.3°C a 40.8°C. “¡Ojalá que estuviera el doctor MacKay!”
pensaban todos. Entre el cuidado de otros pacientes, tales
como de un hombre que se había quemado severamente en el
incendio, Ana y Edith velaban por turnos a Elena. Para ellas
la semana pasó como una sola noche triste e interminable.
Después de ponerle una inyección Ana y Edith oraron otra
vez con mucha aflicción. En ningún momento dudaban que,
de un momento a otro, la fiebre bajaría. ¿No había sanado
Dios a Ana misma cuando su familia había rogado junto a su
cama hacía muchos años en Inglaterra? ¡Podría hacer eso y
mucho más por Elena! Aunque su sobrina amada seguía
empeorando,2 Ana tenía firme su fe como un pilar de mármol.
Suministraron más sueros e inyecciones a Elena. Cuando
Eleanor llegó con Ana María de Cuñumbuque, se pusieron
sumamente turbadas al ver a Elena tan enferma. El siguiente
día, a las 2 a.m., Elena ya no mostraba ni siquiera una sonrisa.
Empezaron a administrarle oxígeno. En ese momento Ana no
pudo controlarse más. Lloró con angustia. A las 10 a.m. Elena
murió. Allí alrededor de la cama de tan hermosa joven,
cayeron de rodillas cinco débiles mujeres, llorando como
niñas. No podían orar; tampoco podían levantarse dejándola
'y
El diario de Edith menciona con gratitud a unos creyentes Saavedra que
ofrecieron velar a la enferma para permitir que ellas descansen.
114 LOS CHASQUIS DEL REY
sola.
Momentos después Ana cobró ánimo. Se levantó y recitó:
Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo
entenderás después (Juan 13:7). En un instante supo lo que
debía hacer. Enviar cables para participar a sus familiares y
amigos la triste noticia. Dios le dio las fuerzas para actuar.
Fue lo que hizo reaccionar a las demás misioneras también.
Valentín3 y unos creyentes trajeron un rústico ataúd y lo
pintaron con barniz. Al mediodía Lucía llegó de Juanjuí, río
Huallaga.
Edith sintió que ciertas experiencias la envejecían. La de
ese día era preparar ella misma el cuerpo de su amada amiga
para ponerlo en el ataúd, pues no había funeraria en la zona.
Lucía, Eleanor y Edith arreglaron las bancas en el templo y
pusieron en floreros las muchas flores frescas que llegaban.
Las condolencias de peruanos conmovían a las misioneras.
Ana4 y una nueva misionera inglesa, Gladys Tyley, fueron
caminando siguiendo el féretro con los niños del hogar.
Llevaban coronas hechas de flores. Mucha gente esperaba en
el hospital para unirse a la procesión.
Les alentaba la presencia en el templo de un buen número
de amigos, entre los cuales estaba el juez del pueblo, que
había prestado su lámpara de gasolina. El servicio dirigido
por don Valentín les trajo fortaleza.
El siguiente día fue sumamente difícil. Los hombres
llevaban el ataúd en sus hombros por el camino accidentado a
lo largo de los cuarenticinco minutos del trayecto al
cementerio. La tristeza de los creyentes no era porque creían
que su amada Miss Elena estaba en el purgatorio o porque tal
vez iría al infierno. Sabían que no tenía necesidad de la
extrema unción ni de que otros recibieran látigos por ella para
que tenga perdón, como acostumbraban en los barrios
'i
Valentín Velázquez era pastor en la Iglesia de Lamas durante la ausencia
de don Vicente Coral en Costa Rica.
4 Edith no hace mención de Roda en el relato de esta experiencia. Se cree
que tal vez estaba en su país durante este tiempo.
En La Angustia 115
quechuas. Nada de eso, porque como los demás creyentes
había creído en Jesucristo y todos sus pecados fueron
borrados eternamente. Era la separación corporal que dolía—
una separación para siempre de esta vida terrenal.
El mensaje de la Biblia traído otra vez por don Valentín
salió clara y poderosamente. Confirmó a los creyentes que la
verían otra vez en gloria. Leyó victoriosamente y con voz
resonante I Corintios 15:54,55: Y cuando esto corruptible se
haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya
vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra
que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. ¿Dónde
está oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu
victoria? Con estas palabras se alentó el pueblo de Dios.
Las misioneras regresaron a casa para participar de la
comida sabrosa que Lydia había preparado con mucho amor.
Sus corazones seguían palpitando de dolor. En medio de
aquella pena, dieron gracias a Dios porque no vinieron
muchos enfermos esos días al hospital. Las misioneras se
consolaron con los telegramas de simpatía que llegaban de
Iquitos, Cajamarca, Moyobamba y del exterior.
El doctor por fin llegó aquella tarde muy cansado. Había
viajado a bestia día y noche para llegar más pronto. Le afectó
mucho saber que Elena había fallecido ya. Le aseguró a Ana
que Elena no murió de fiebre amarilla ni de tifoidea u otra
enfermedad contagiosa, sino de un virus incurable. La
aseguró que las medidas que había tomado ella para combatir
el mal eran las correctas. El hubiera hecho lo mismo si
hubiese podido llegar a tiempo.
El domingo Edith caminó al templo con Ana y el doctor
MacKay. La casa estaba repleto. Todos escucharon
atentamente el sermón que el doctor predicó. Sus palabras
eran de consolación, pero hicieron brotar nuevamente las
lágrimas de Edith y de muchos otros.
En Inglaterra el dolor de la famijia Soper era mayor.
William sacó del archivo la carta que había recibido de su
hija, la última que ella había escrito. La leyeron en familia.
Antes de enfermarse, había escrito del evangelismo de casa en
116 LOS CHASQUIS DEL REY
casa que hizo anteriormente por las calles de Cuñumbuque.
Las siguientes palabras parecían resaltar de la página escrita:
“¡Qué hermoso es hablarles de las cosas tan preciosas a mi
corazón...!”
También Elena había citado la promesa: ...así será mi
palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que
hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello
para que la envié (Isaías 55:11). Del mensaje que dio Elena
el último domingo antes de enfermarse se destacaron como en
alto relieve las palabras: Me has guiado según tu consejo, y
después me recibirás en gloria (Salmo 73:24). Era como un
presentimiento de lo que iba a suceder.
Costó a la familia Soper entender los caminos del Señor.
¡Tanto la amaban! ¡Tanto la necesitaban en Lamas! No
podían, sino poner todo en las manos de Dios, el mayordomo
divino de ellos y de la obra en San Martín. Se consolaron. La
semilla de la Palabra que ella había sembrado llevaría fruto en
el corazón de la Selva del Perú.
En Lamas, Ana estaba parada en su oficina-dormitorio,
rodeada de sus colegas de trabajo. Las había llamado para
hacerlas oír el contenido del cable que había llegado de
Inglaterra. Leyó:
COMITE LONDRES COMUNION SENTIMOS PESAR
Isaías 61:3.
Ana buscó la cita en su Biblia, y leyó: ...a ordenar que a
los afligidos de Sión se les dé gloria en lugar de ceniza,
oleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar
del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de
justicia, plantío de Jehová para gloria suya.
Con dificultad, por las lágrimas que nublaron sus ojos,
buscó en el archivo el nombre escrito a mano, COMITE DE
LONDRES, WILLIAM,5 y guardó el cable en su lugar.
Después de algunos comentarios breves, una tras otra, las
demás misioneras salieron silenciosamente del cuarto. Ana
meditó: Dios había concedido a Elena solamente diez años de
3 Carlos se casó con una de las señoritas del hogar, Yolanda Alarco. Vio
imposible sostener a una familia con las ofrendas de la Iglesia e ingresó
126 LOS CHASQUIS DEL REY
de esa ciudad.
La pareja buceó entre las olas del trabajo y la vida de las
iglesias.4 El primer remolino que tuvieron que superar era el
problema de la falta de fondos en todas ellas. No era que
estaban preocupados por su sostén económico. Ellos recibían
tal cosa de las iglesias de Inglaterra. Las donaciones sólo eran
posibles porque en su país practicaban el diezmo y tenían
amor por la obra misionera. Si las iglesias en San Martín
aprendieran esa práctica, también podrían sostener a sus
pastores y obreros.
Tarapoto era la única iglesia evangélica que tuvo su pastor.
Las demás recibieron enseñanzas y dirección de un miembro
laico de su congregación o cuando les visitaban los obreros
itinerantes o los misioneros. Pero cuando obreros como
Hildebrando Tello, Carlos del Castillo, Alejandro del Castillo
y otros visitaban las iglesias en los pueblos, enseñando la
Palabra, las ofrendas eran mezquinas y resultaban poco para
su sostén.
En las iglesias ponían excusas. Eduardo veía con
preocupación que éstas faltaban el respeto a los obreros
nacionales. Algunos creyentes decían que los obreros
deberían aprender a vivir por fe. Otros pensaban: “¿Por qué
voy a compartir con los que no trabajan? Pasan sus días
leyendo libros.” No reconocían que estudiar también es
trabajo y tal vez más que sudar como carpintero u agricultor.
Para que el obrero viva por fe era necesario que los
creyentes también ejercitasen su fe cumpliendo su parte, que
era precisamente el diezmo.
Los misioneros enseñaron acerca de los diezmos y
ofrendas. Presentaban estudios de la Biblia sobre el tema.
Jesús mismo había enseñado en Lucas 10:7 que ...el obrero
es digno de su salario. El anhelo de los misioneros era que si
tan sólo las iglesias pudiesen cumplir con el diezmo, entonces
1 Números 24:4.
130 LOS CHASQUIS DEL REY
descansar algo temprano.
El chirrido de los grillos y el croar de sapos y ranas eran
como música para sus oídos, porque el coro de la naturaleza
estaba anunciando lluvia y el tanque de agua estaba vacío.
Apenas había dormido Megan cuando oyó: “¡Pum! ¡Pum!
¡Pum!” Alguien tocaba fuertemente la puerta principal del
Hospital. Saltó como un resorte de su cama y corrió por el
corredor, abotonándose el uniforme antes de llegar a la puerta.
Maniobró la chapa y abrió la puerta.
Vio que gentes se movían en medio de la oscuridad.
Conversaban en voz baja. A menudo llegaban pacientes así en
camillas al Hospital de Lamas, pero aquella noche Megan se
descorazonó con lo que veía.
Se percató que la paciente era la esposa del Alcalde de
Tabalosos, y al examinarla, descubrió que necesitaba una
operación de emergencia en el abdomen. Megan procuró
convencer a la familia para que la lleven al Hospital de Salud
Pública de Tarapoto que estaba más equipado para el caso.
Los hombres ya la habían cargado durante siete horas
desde Tabalosos haciendo malabares. Definitivamente no
querían llevarla otras seis horas más, y por la noche, hasta
Tarapoto. Además la paciente no aguantaría más. Estaba
grave, gravísima.
Megan no había hecho cirugía anteriormente; pero los
familiares de la paciente insistían a porfía que ella la operase.
Entró a cierta sala y oró. En un instante le vino la respuesta
del Señor. Le hizo recordar cómo le había ayudado antes en
una situación sumamente difícil en Inglaterra. Y diciendo:
“para Dios nada es imposible,” Megan se puso manos a la
obra. Revisó el texto de ciriguía de cómo proceder en tal caso.
Llamó luego al joven que le servía en casa. Tenía que elevar
el nivel de la mesa de cirugía. Gustosamente ayudaba. Buscó
bloques de maderas y los puso debajo de las patas de la mesa.
Luego prendió dos lámparas de kerosene, aunque traían
insectos. No se podía evitarlos. Otra vez Megan oró con sus
ayudantes y con la paciente. Puso todo en las manos de Dios.
Con las chicas que eran sólo aprendices comenzaron la
Tuvieron Visión 131
operación. Ellas ya sabían administrar la anestesia, pero no
hubo ni suero ni sangre para una eventual transfusión. La
mujer sobrevivió a la operación y pasó la noche. Por varios
días estaba entre la vida y la muerte, pero luego entró en
recuperación. Los familiares y especialmente el Alcalde y su
esposa se quedaron sumamente agradecidos. Megan dio las
gracias al Médico Divino. La parte mejor de todo fue que la
señora también puso su confianza en el Señor. Megan siempre
se regocijaba cuando el Señor sanaba no sólo los cuerpos sino
también las almas, y esto eternamente.
Ana y Roda anteriormente habían practicado cirugía y así
salvaban muchas vidas cuando no habían médicos en la zona.
Esta experiencia fue para Megan el principio de muchas otras
intervenciones quirúrgicas mayores, inclusive accidentes y
muchas cosas más. Por sus éxitos ella vino a ser conocida en
toda la Selva como “la doctora” Miss Megan.
Esos servicios de los misioneros podían realizarse
solamente porque en el extranjero, también, había gente con
visión que oraban. A fines de la década del cuarenta la obra
en Lamas se benefició por unos cambios ocurridos en las
oficinas administrativas de la Misión. William ya era jubilado
y su hijo, hermano de Elena, también.
Un hombre de Dios, el señor Ebenezer G. Vine, de la
associación misionera RBMU,2 fue de Inglaterra a los EEUU
con el deseo de promocionar la obra misionera allí y en
Canadá. El señor Vine participaba del corazón de Dios mismo
para las almas perdidas del mundo.
Por la visión de él y de otros hombres cristianos de
influencia, la Junta Directiva de la Misión del Perú Interior
(MPI) Perú Inland Mission (PIM) de Inglaterra, fue invitado a
unirse con la RBMU. Así la Misión se benefició con un
reconocimiento más amplio en dos continentes y con el Pastor
Hospital de Lamas
25
¡Salto de
Ranas!
3 • !
Se había casado con Misael Tuanama, pero después de dos años de
casados Misael murió, triste experiencia para Edith. Servía muchos años
en el Valle y vino a ser como madre para Víctor.
Hermano Víctor 153
trabajo San José de Sisa. En 1962 la Misión Peruana AMEN
le envió en su primer viaje misionero acompañado por Delfín
Flores y su esposa Dionela.
En sus andanzas por el Valle, Víctor llegó al caserío de
Huaja. Distaba, camino a pie, una hora y media de Sisa. Una
familia le recibió muy bien. Era la familia Amasifuén. Con
qué bondad y regocijo atendían al pequeño predicador en su
casa.
Un día algunos miembros de la familia fueron a trabajar en
la chacra. Se sorprendieron cuando aquél que había llegado de
visita se alistó y les acompañó. Trabajó con ellos todo el día
en la cosecha del café. Mientras trabajaban, Víctor les hablaba
las cosas del Señor. Igual hizo durante el regreso. Al final del
día, luego de los obligados baños en la quebrada y la comida
de la tarde, la familia, y Víctor con ellos, se juntaban en un
patio fuera de la casa para gozar del frescor de la noche. Eso
era la costumbre de los quechuas.
Durante la tertulia se oían carcajadas por los chistes y
cuentos. Las tertulias duraban hasta bien entrada la noche.
Víctor era experto como pocos en contar historias y chistes
interesantes en quechua. Aprovechó de su don y de las
oportunidades cada noche para hablar del amor de Dios y su
plan de salvación.
¡Qué sorprendida estaba la gente al darse cuenta, al
siguiente día, que él mismo pegó el botón de su camisa y,
aunque cojo, se ofrecía traer agua del río! Le respetaban
porque guardaba una gratitud especial por sus propios padres
por no haber permitido que él sea ocioso. Eso mismo instaba
a otros padres que enseñaran a sus hijos. Víctor insistía en que
los trabajos de la casa no eran sólo para las mujeres y que los
varones también debían ayudar.
Un día, el hijo menor de la familia Amasifuén, Juandela,
se convenció acerca de la verdad y se convirtió al Señor. El, y
uno tras otro, todos sus hermanos se entregaron al Señor,
menos el brujo. Este hacía todo lo posible para desanimar a los
demás. Cuando se dio cuenta que no podía hacer nada para que
sus hermanos desistiesen de su nueva fe, fue a vivir
154 LOS CHASQUIS DEL REY
en otro lugar, distante como tres días de camino.
Entre tanto al igual que las alcuzas que usaban para
alumbrarse en el camino por las noches, pronto se prendieron
luces espirituales en la vida de la gente quechua en el valle de
Sisa. Primos, tíos, parientes, vecinos y otras familias
depositaron su fe en el Señor Jesucristo. Eran las primicias de
la iglesia quechua en San Martín. Poco más tarde el mismo
brujo fue librado del poder de Satanás cuando también se
entregó al Señor.
Víctor visitaba otros pueblos
alrededor de Sisa. Guió a los
pies de Cristo al señor Luis
Tuanama y a su esposa, Ruperta
Fasabi. Ellos llegaron a ser el
pilar de la Iglesia de
Chumbaquihui, que a su vez iba
a ser la iglesia evangélica más
grande en todo el departamento
de San Martín. ¡Gran regocijo
había el día en que se
presentaron unos treinta
candidatos para el bautismo!
Dieron su testimonio en idioma
quechua y fueron cuatro, entre
pastores y misioneros, quienes
administraron la ordenanza del Señor.
Pero en medio de tanto regocijo Víctor sentía soledad.
Clamaba al Señor: ¿Cómo podré seguir viviendo así, lejos de
mi familia y sin hogar? Dios mismo enseña que no es bueno
que el hombre esté solo. Pidió a Dios con urgencia su
provisión: “Oh, amado Señor, quiero casarme pero todas las
que me rodean son incrédulas. ¿Qué puedo hacer?”
Dios le contestó. Puso en su camino una señorita muy
bonita, Elinor Arellano. Ella aceptó a Cristo en uno de los
cultos en que Víctor predicó en su pueblo, San José de Sisa.
A los treintisiete años Víctor se consideraba joven todavía
cuando pidió la mano de Elinor. En 1961 se casaron en la
Hermano Víctor 155
casa de los padres de ella. Víctor testificó en el matrimonio
gozosamente lo que Dios le había dado en respuesta a sus
oraciones. Elinor era una persona que amaba primeramente a
Dios y después a él.
Dios contestó también la oración de los dos que su primer
bebé sea varón. Llamaron Fóster a su primogénito. Después a
su tiempo les nació una niña, Marinell, y luego otro varón,
Aecio.
Pero le vino a Víctor la prueba más grande de toda su vida
cuando Fóster, su hijo mayor, tenía once años. Este servía de
manos y pies a su papá. Le ataba las correas de sus zapatos y
hacía sus mandados cuando las caderas de Víctor no le
permitían por su propia cuenta. Con buena voluntad Fóster
acompañaba a su papá a todas partes y le ayudaba mucho en
sus viajes.
Tal vez no era porque Víctor amaba tanto a Fóster, un hijo
tan noble, tan bueno y el gozo de su vida; tal vez era porque
Dios quiso pulir más todavía a su instrumento escogido y
especial que el Señor sometió a Víctor a una prueba
extremadamente dura. Regresando de uno de sus viajes
misioneros, Víctor se detuvo para descansar junto a una
quebrada. Fóster se distraía entre tanto con los pecesillos que
veía dentro del agua. Con una destreza propia de él, cogió uno
con su mano, luego le aseguró entre sus dientes para poder
coger otros más. Pensó en la alegría de su mamá si pudiese
llevar una buena cantidad de pescados para hacer un buen
timbuchi4 y así tener una sabrosa cena.
Inesperadamente, el pecesillo aún vivo, se introdujo en la
garganta de Fóster y éste empezó a asfixiarse. Su papá trató
de ayudarle. Impotente, gritó pidiendo auxilio. Vinieron unos
hombres. Nada pudieron hacer. Más tarde cargaron el cuerpo
inerte de Fóster camino a su casa.
1 Mateo 9:38
Vino una invitación para el Departamento de Amazonas, departamento
vecino al nor-oeste de San Martín. En 1960 Colin y Betty Hall de
Inglaterra exploraron las posibilidades. Se establecieron en Rodríguez
de Mendoza. Les siguieron dos señoritas inglesas, May Walker y Elena
Webster. Una pareja de peruanos de San Martín, Delfín Flores y su
esposa Dionela se establecieron en Huambo.
164 LOS CHASQUIS DEL REY
pueblo que se ve se llama Jalea Grande.3 Allí vive gente.
Muchos sobreviven en cuevas, en extrema pobreza y siempre
con el temor de que alguien vaya a conquistarles. Hay
personas que nunca han bajado de allí durante toda su vida.
Algunos, como salvajes, matan a cualquier extraño que se
acerca.
Andrés empezó a pensar en ellos. Las palabras del Señor
rondaban en su mente: También tengo otras ovejas... (Juan
10:16) “Esto incluye a la gente de Jalea Grande,” pensaba.
Aunque sus vecinos le advirtieron de lo peligrosa que era esa
gente, más como lobos, Andrés pidió las oraciones de la
congregación de Chachapoyas para una posible visita a Jalea
Grande. Poco tiempo después estaba convencido de que había
llegado la hora de ir. No sentía temor de los peligros que
podrían derivar de su visita.
Quizás pocos hubieran intentado subir en moto ese cerro
alto y escabroso y por curvas cerradas en un camino tan
estrecho. Pero un día Andrés montó su motocicleta y fue a
Jalea Grande. Cuando llegó, toda la gente estaba admirada.
Nunca antes habían visto a un gringo.
—¡Es un ángel! —exclamó uno, viéndole de piel blanca y
ojos azules.
—Seguramente que ha venido para damos un mensaje de
Dios —dijo otro.
Andrés casi no podía creer cuando las autoridades le
ofrecieron el balcón de la Iglesia Católica4 para proclamar
desde la plaza el mensaje de Dios. Tocaron la campana y la
plaza se llenó de gente.
o
Parte alta y fría, casi sin vegetación en la Sierra Alta; en este caso está
por los 3,300 metros, s.n.m.
4 Es difícil creer que la Iglesia Católica haya llegado hasta tales áreas tan
remotas a construir entre la gente pobre un elegante edificio y luego
dejar en abandono a la gente para que vivan sus vidas en ignorancia. Un
sacerdote venía tal vez una vez al año o tal vez dos. En lugar de traer
libertad a sus almas, les aumentó sus supersticiones anteriores
agregando temores en contra de la gente extraña y civilizada que
llegaría. Prohibía la lectura de la Biblia durante muchos años.
Alcanzados en Amazonas 165
—Sí —dijo Andrés, hablando con voz segura y fuerte—.
Tengo un mensaje de Dios.
Abrió la Biblia y les predicó del amor de Cristo y su plan
de salvación. Al concluir la entrega del mensaje y luego de
recibir la gratitud de los presentes, volvió en paz a su hogar.
Supo que Dios mismo había prosperado su visita.
Los creyentes de la iglesia de Chachapoyas se regocijaron
al escuchar de la experiencia milagrosa de Andrés, el chasqui
del Rey dedicado a la entrega de su mensaje donde nunca
antes lo habían escuchado. Y Dios mismo, contestando sus
oraciones, había preparado al pueblo de Jalea Grande, a
quienes amaba, para que oiga ese mensaje. Andrés no pudo
hacer otra visita más porque tuvo que trasladarse a San Martín
con su familia para trabajar allí. Pero la obra no terminó así
no más.
La familia Webb, después de unos diez años de servicio
abnegado y eficaz por el río Huallaga, en San Martín, siguió a
los Stancliff en el trabajo en Chachapoyas. Federico oyó del
rechazo que sufrieron Víctor González (de la Iglesia de Mito)
y otro creyente cuando, después de Andrés, habían ido a
visitar Jalea Grande. El resultado de la visita de ellos terminó
dramáticamente. Les habían tirado piedras. Apenas pudieron
escapar con vida.
Federico descubrió que vivían unos tres mil habitantes en
ese pueblo y dos mil en los alrededores. Los creyentes de
Chachapoyas seguían orando mientras esperaban otra
oportunidad para una visita. Federico con Miliciades
Montenegro,5 (ahora finado) graduado del Instituto Bíblico de
Lamas (IBL),6 subieron un día en su moto hasta la plaza de
El Hogar de Lamas
172 LOS CHASQUIS DEL REY
círculo. Era la hora del culto familiar. Héctor, hijo de cinco
años de la viuda Hortensia, miró con ojos desorbitados a
Mamanita y luego a la misionera Miranda que estaba en el
grupo y preguntó:
—Y cuando venga Cristo a recoger a los suyos, ¿podrá
llevar a Miss Miranda al cielo también?
Miss Miranda, que apenas cabía en la silla donde estaba
sentada, era para los niños por demás gordiflona. El niño
pensaba que sería difícil, por razones de peso, aun para
Cristo, llevarle a ella al cielo. Mamanita, procurando evitar
soltar una carcajada, le aseguró que, sin duda, Dios podrá
llevar a Miss Miranda, también. Miranda, que felizmente
tenía un buen sentido de humor, también se sonrió por la
inocente pregunta de Héctor.
Quizás solamente a la viuda Hortensia le parecía que su
hijo estaba dando muestras desde tan tierna edad, que en el
futuro entendería cosas
espirituales profundas.
Tal vez llegaría ser
un gran teólogo o
predicador. Algunos
de los varones del
hogar querían aprender
carpintería, otros, zapa
tería. ,De entre los
niños de ese tiempo,
solamente uno quiso
aprender inglés.
Realmente a él le
gustaban los idiomas y
más tarde llegó a ser un
guía de turistas.
En cuanto a Héctor,
cuando habían pasado
algunos años, tenía que
Manos hábiles: viajar a Lima para
Hortencia de Pina e Isabel de Cueva estudiar. Después de un
Peruanas su Influencia 173
año, Hortensia supo que su hijo no andaba bien allí, ya que
vivía con unos familiares no creyentes. Le siguió a Lima para
darle un hogar.
Hortensia siempre había orado por él, pero especialmente
cuando terminó colegio. El había decidido estudiar medicina
e intentaba ingresar a la universidad. No ingresó. Pero Dios es
fiel. Cerró una puerta para abrir otra. Su hijo joven decidió
prepararse para el ministerio cristiano. Viajó a Costa Rica a
incorporarse en el Seminario Bíblico Latinoamericano, el
Alma Mater de su madre. Esta vez le tocó a Héctor dejar a su
madre. En cuanto a Hortensia, mientras tanto, trabajaba con la
Iglesia Evangélica Peruana (IEP) y seguía orando por su hijo.
Llegó el día cuando una carta de Héctor desbordaba de
emoción por una señorita bonita que estudiaba enfermería en
la Clínica Bíblica, adjunta al Seminario. Se había enamorado
de aquella señorita. Amanda, natural de Honduras, era para
Héctor la más bella que podía existir en la tierra. Después de
graduarse ambos, se casaron y vinieron al Perú para empezar
su vida y su ministerio juntos.
Hortensia desde el principio amó a Amanda y apreciaba su
fina atención en el hogar de su hijo. Era hospitalaria. Además,
como fiel sierva del Señor, ayudaba a Héctor en el ministerio.
Hábilmente daba estudios bíblicos para mujeres en
convenciones. Juntos sirvieron al Señor. Como equipo eran
bendecidos y eran bendición dondequiera que iban.
Hortensia salió a
buscar su propia
vida, como viuda,
cuando no la necesi
taban en Lima. Su
hijo ya tenía su
esposa y su hogar.
Se fue a visitar a sus
familiares en Ata
laya y después
trabajó un tiempo
174 LOS CHASQUIS DEL REY
con el Instituto Lingüístico de Verano, en Pucallpa. Su
característica, dondequiera que iba, era su amor para con los
niños y siempre ayudaba en EBV, Club Bíblico y Escuela
Dominical.
Cuando volvió a Lima, Hortensia asistía a la iglesia donde
Héctor estaba pastoreando. Trataba de persuadirle que
intentase estudiar en la universidad.
—Hijo, debes procurar otra vez ingresar a la universidad.
—Ay mami, ¿universidad? —respondió Héctor—. Ya no.
Ya pasó el tiempo y las ganas de estudiar.
Más tarde el hijo le dio la razón. Era importante mejorar su
educación. Logró ingresar a la Universidad Católica. Era raro
que asistiera un evangélico a esa universidad y todavía pastor,
pero así fue. Figuraba en su registro como “hombre casado
evangélico”.
Hortensia oraba a favor de la pareja joven mientras que
luchaban durante esos largos años de estudios. Amanda le
ayudaba en todo posible a su esposo mientras éste estudiaba,
pastoreaba la Iglesia de Barranco y enseñaba en varios
colegios, al mismo tiempo, para sostenerse económicamente.
Después que Héctor se graduó, la misma Universidad
Católica le honró invitándole a quedar como profesor.
Fervientemente Hortensia oraba que no aceptara tal
invitación. Dio gracias a Dios cuando Héctor y Amanda
preferían quedar en el pastorado de su Iglesia. Era preferible
ganar menos y no desviarse del ministerio cristiano.
Hortensia se gozaba cuando, por un tiempo, Héctor
trabajaba como director de una escuela evangélica en
Tournavista, en el Pachitea, Huánuco. Esa mamá otra vez dio
gracias a Dios cuando, en 1972 su hijo aceptó la invitación
para ser profesor en el Seminario Evangélico de Lima (SEL)
y cuando ese mismo año ganó el grado de doctor en
educación en la Universidad Católica. Nuevamente se gozó
cuando, en 1973 fue invitado a ser Rector del Seminario, con
apenas un año de experiencia, y cuando en 1975, recibió una
beca completa para hacer estudios avanzados, en Teología, en
el Seminario Teológico de Westminster, en Philadelphia. (un
Peruanas su Influencia 175
buen desafío para adaptarse al inglés).
Hortensia tuvo sentimientos
entremezclados cuando llevaron lejos a
su nietecita Esther, de seis años de
edad.
Llegó el día cuando la familia debía
volver nuevamente a Lima. Mamá
Hortensia danzó de alegría, batiendo
sus manos cuando supo que iba volver a
ver a sus hijos. Héctor reasumió el
rectorado de inmediato y dirigió
hábilmente por más de veinte años ese
renombrado Seminario. Cuando se
retiró del rectorado en 1990, continuó trabajando como
profesor a tiempo completo en la misma institución y sigue
hasta hoy.
En cuanto a su mamá, a principios de los años ochenta,
volvió a su antiguo y amado San Martín, para allí lanzarse de
nuevo a un servicio de visitación y edificación en las iglesias
especialmente entre las mujeres. Algunas de sus visitas eran
bastante aventuradas, como la siguiente.
Tenía que viajar a San Cristóbal, al otro lado del río Sisa,
176 LOS CHASQUIS DEL REY
un afluente del río Huallaga. El Sisa cuando está crecido,
como estaba ese día, tiene aproximadamente cien metros de
ancho. Es torrentoso y profundo especialmente cerca de la
desembocadura donde está San Cristóbal. Es peligroso
cruzarlo a nado en esos tiempos.
Eran como las cinco y el sol iba declinando cuando
Hortensia llegó. Se suponía que, o a este lado o al otro lado
del río, habría un bote en el cual podría cruzar, pero no había.
Hortensia llamó. Tal vez alguien escucharía.
—¡Ujúu! —dijo, a voz en cuello— ¡Ya estoy aquí!
¡ Vengan a llevarme!
Milena, una de las creyentes, le estaba esperando. Del otro
lado resonaba su respuesta:
—Allá voy, mamá Hortensia.
Milena había esperado encontrar un bote, también, pero no
había. No podría dejar a mama Tencha ahí parada en la playa.
Milena, cogiendo una topa (palo de balsa) y una tina de
plástico, se lanzó al río y nadó. Ella sabía que mamá Tencha
se había criado en Iquitos junto al río Amazonas y que sabía
nadar bien. Cuando Milena llegó, colocó en la tina el equipaje
de Hortensia. La topa les serviría para mantenerse a flote. Y
así nadando, cogidas de la topa con una mano y empujando la
tina con la otra, a la par que braceaban, cruzaron las dos el río
bastante torrentoso y sumamente peligroso.
Los creyentes de San Cristóbal habían invitado a Hortensia
para que sea la predicadora en un servicio especial esa noche.
Ella gustosamente había aceptado la invitación. Después de
viajar todo el día en una camioneta por un camino
extremadamente tosco, a sus setentiseis años de edad,1 y de
haber cruzado a nado el río tan ancho, al final de esa aventura,
se sentía cansada. Pero con la emoción de ver a los hermanos,
y porque consideraba un privilegio especial presentarles la
Palabra de Dios, se olvidó totalmente del cansancio. Se sentía
1 Sirvió al Señor en San Martín con mucho amor y entusiasmo hasta sus
83 años. Fue a la presencia del Señor en Julio de 1997 casi a los 88,
luego de una breve y maligna enfermedad.
Peruanas su Influencia 177
llena de vida. ¡Qué bello servicio tuvieron aquella noche allí
en lo profundo de la Selva del Perú!
Héctor y su familia, entretanto en Lima, se preocupaban
por mamá Hortensia que vivía en Tarapoto. Sabían que hacía
a menudo viajes similares con aventuras. Cuando Héctor supo
lo del cruce del río en su edad avanzada no pudo más que
mover su cabeza y decirle:
—¡ Ay, mami, usted ya no está para esos trotes!
—Ahora los viajes no son tan difíciles como antes —
explicaba Hortensia para tranquilizarle—. Ahora hay
carreteras por todas partes. Imagínate, ahora hay carretera a
Chazuta y Aguano Muyuna. Se sale por la mañana y en pocas
horas ya se llega a cualquier lugar.
Y así iba Hortensia. Brindaba además de la predicación
también el fruto de sus manos hábiles. Como Dorcas de la
Biblia o como en la leyenda peruana de Mama Ocllo, en el
Incanato, Hortensia enseñaba a las mujeres a cocinar, coser,
tejer y bordar. Por las noches predicaba donde estaba o
cuando le pedían.
Sirvió por varios años como obrera del Comité Central de
Damas de la Asociación de Iglesias Evangélicas del Nor-
oriente Peruano AIENOP,2 animando a las mujeres de la
región.
—¡Hola, mamá Tencha!
Se oía el llamado familiar con entusiasmo cuando ella
llegaba a cualquier de los pueblos, porque era la conocida y
amada mamá de una multitud variada de gente. Ya que se ha
jubilado mamá Tencha, otra sierva amada y valiente del Señor
asumió su lugar con el Comité de Damas; era Asunción Díaz.
Dios a través de sufrimientos comenzó a moldear a ese
instrumento, en Moyobamba desde mucho tiempo atrás. Sus
tíos de Asunción le prohijaron cuando vino a Lamas de
Moyobamba, después del fallecimiento de sus padres. Cuando
era adolescente aún, sus tíos también murieron y ella quedó
r\
3 Exodo 20:4-6.
Peruanas su Influencia 179
templo evangélico. Asunción rogó otra vez a su amiga que
entrasen. Natividad le contestó:
—No, Ashuka.4 Ya es tarde y no se verá bien si entramos
tarde. Vamos otro día.
—Entonces voy sola.
Contestó con determinación y dejó a Natividad. Al
principio Asunción se sentía totalmente fuera de ambiente,
vestida así como estaba, de negro, con velo en la cabeza.
Tenía todavía una vela en su mano. Pero pronto le cautivó el
tema que estaba introduciendo el pastor Carlos del Castillo:
“¿Por qué murió Cristo?” Era el título, a modo de pregunta,
del mensaje que iba dar. Asunción en su interior sentía una
mezcla de admiración y arrobamiento. El predicador estaba
basándose únicamente en la Santa Biblia, la Palabra de Dios.
Ella sabía instintivamente que lo que decía el predicador era
la verdad, que Cristo había muerto para salvarle a ella, y
después había resucitado. Estaba vivo y en ese momento
estaba tocando su corazón.
—¿Cuántos desean entregarse a Cristo esta noche? —
preguntó finalmente el predicador—. Si deseas hacerlo, al
llegar a casa, arodíllate para pedir el perdón de Dios. Esta es
tu oportunidad. No es asunto de la iglesia o la religión a la
cual uno pertenece; lo que importa es que hagas tus paces con
Dios —dijo, y luego clausuró el servicio.5
Le parecía a Asunción que el pastor estaba dirigiéndose
directamente a ella. Salió rápido y fue a su casa. En su cuarto
se arrodilló a solas y se entregó al Señor, prometiendo servirle
durante el resto de su vida. Momentos después se quedó
dormida con paz y tranquilidad. Al siguiente día se despertó
tan llena de gozo que no podía guardarlo en secreto. Contó a
sus amigos y vecinos lo que había hecho.
4 Ashuka o Ashukita. Nombre diminutivo en la región para Asunción.
5 En San Martín los evangelistas hacían así sus invitaciones para evitar
que contestara una multitud livianamente. Era fácil conseguir que
levanten la mano y pase al frente toda la congregación. Pero las perso
nas sinceras podían aceptar a Cristo a solas con el, y después venir a
testificar voluntariamente.
180 LOS CHASQUIS DEL REY
—¡Vaya! ¡No te va a durar! —dijeron algunos de sus
conocidos y hasta se burlaban de ella.
—¡Verán! —contestó Asunción sin hacer más
comentarios.
Hambrienta por aprender más, no faltaba ella al templo
después de esa experiencia. La enseñanza que Dios había
perdonado sus pecados y que le había recibido a ella como su
hija, una pobre huérfana pecadora, resultó tan refrescante para
su alma como un manantial de agua limpia y fresca. Satisfizo
su necesidad espiritual.
—¡Quiero ser evangelista! —sentenció— ¡Quiero aprender
a predicar como el pastor Carlos del Castillo!
Dios había eligido a una de sus “chasquis” para llevar en el
futuro su mensaje. ¡Qué preciosos fueron los días cuando un
año después, en 1950, Asunción entró en el IBL. Cuando
sufría por las limitaciones económicas, Ana le alentaba. Las
palabras de un himno, “Si el cuida de las aves, cuidará
también de mí” inspiraban más su fe. Supo que Dios velaba
sobre ella. Le proveyó en sus necesidades hasta que terminó
sus estudios.
Pero Asunción iba sufrir otras pruebas más. Encontró tan
difícil los estudios que fue tentada a dejar todo. En ese
momento, Margarita Tavemer, la directora del IBL en aquel
entonces, le animó a seguir adelante. Asunción aprendió a
reconocer y resistir la tentación de Satanás cuando la atacaba
con las dudas. Principió a aprender a vivir la vida cristiana
por fe.
Cuando estaba muy preocupada de lo que haría con su
vida, tuvo la oportunidad de ir con Miss Margarita por el
Huallaga. En uno de los caseríos estaba una mujer que se
moría. ¡No lograba dar a luz! Por la gracia de Dios y la
pericia de Margarita, como obstetriz, nació el bebé y se salvó
la madre. Fue el tiempo cuando nació en Asunción el deseo
de ayudar a los enfermos en los pueblos. Decidió, luego de
terminar sus estudios en el IBL, a prepararse aprendiendo
enfermería.
Después de dos años de entrenamiento en el hospital como
Peruanas su Influencia 181
enfermera, Megan la invitó a quedarse a trabajar con ella en
Lamas. Durante la semana ayudaría en el hospital y los fines
de semana iría a evangelizar en los pueblos, ya que había
reconocido su don de evangelista. Así empezó lo que
posteriormente serían catorce años de fiel servicio al Señor de
Asunción con Megan en el hospital.
Durante esos años un joven creyente quería casarse con
Asunción. Ella también quería. Pero sufrió una decepción
grande cuando a última hora se deshizo el plan del
matrimonio. Recibió paz cuando se sometió a la voluntad del
Señor. Quedó claro que Dios estaba desarrollando algo más
grande para ella. Tomó una firme decisión. Se dedicaría a
predicar, curar a los enfermos y ayudar a los necesitados
dondequiera que él le guiara. Era la misma visión que había
traído a Ana y Roda a San Martín en 1922. Ahora Asunción
da gracias a Dios por no haberle permitido casarse. Aconseja
a las señoritas creyentes con las palabras del Señor Jesús en
Mateo 6:33: Mas buscad primeramente el reino de Dios y
su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.
Asunción se lanzó íntegramente al servicio del Señor. Es
digna de toda admiración. Compasiva en extrema, con el fin
de ayudar a los necesitados, tuvo la capacidad de estar aún en
los lugares más inhóspitos, donde la vida era extremadamente
difícil. Ninguno de sus familiares en Lima y Tingo María
logró persuadirla a que se quede en un lugar donde le sería
más fácil la vida.
Es otra historia larga cuando el hospital de Lamas tenía
que clausurarse y Megan Jones con Asunción, como su
ayudante, se trasladaron al pueblo de Yumbatos, a unos 100
km. (en la carretera entre Tarapoto y Yurimaguas) donde no
había médicos. Vencieron muchas dificultades para establecer
allí una clínica y una iglesia evangélica.
En esos días un huracán causó destrucción en todo el
pueblo. Durante el furor del viento, con lluvias torrrenciales,
que devastaron los cerros, la clínica evangélica quedó en
ruinas. Resultaron cajas de medicinas malogradas, archivos y
libros, sábanas, frazadas y colchones empapados. Demoró
182 LOS CHASQUIS DEL REY
semanas para que se seque todo poco a poco. El viento elevó el
techo del templo y lo tiró volteado al lado del edificio.
Cayó también la casa de una familia de creyentes. Se
escaparon todos menos un niño de nueve años que fue
aplastado por la pared cuando cayó sobre él. Murió. Eran
pruebas sumamente difíciles.
Algunos años después del huracán, Megan se enfermó. Tal
vez era debido a sus muchos compromisos en cuanto a la
renovación de la clínica y la iglesia juntamente con sus
incansables servicios abnegados a la gente. Tenía que regresar
a Inglaterra. Asunción con unas enfermeras auxiliares
quedaron encargadas de la clínica y de continuar la obra.
Asunción seguía con ese trabajo y evangelizando los
pueblos durante varios años con una dedicación única. Aún
cuando empezaron los peligros y atrocidades de los terroristas
y narcotraficantes, nada le amilanó. Trataba a heridos y
enfermos por igual. Dio consejo valientemente a una señora
que estaba en Yumbatos con el temido grupo terrorista
Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA). Le
habló del amor de Cristo. En los pueblos que seguía
visitando, consolaba a los padres de familias que se
sobrecogieron de pánico cuando sus hijos jóvenes
desaparecieron siendo engañados por los terroristas y
narcotraficantes.
Todo el tiempo Asunción seguía fiel en la predicación de
la Palabra, dirigiendo EBV, campamentos, y retiros. Animaba
a los creyentes que estudien con el fin de que salgan a enseñar
también a otros. Con ese fin estableció en Yumbatos un mini
instituto Bíblico (IBY).
Sigue empujando puertas para servir a la gente. Ayuda
también con la música a las iglesias cuando ve la necesidad
de que aprendan a cantar mejor los himnos. Lleva su
melódica a los pueblos y enseña a armonizar en voces. Unas
amigas de Megan, en Inglaterra, le regalaron un órgano
electrónico portátil. Porfiaba mucho para aprender a tocarlo y
hacía todo lo posible para animar a otros a que aprendan
música también. Les serviría de ayuda.
Peruanas su Influencia 183
Los misioneros jubilados apoyan con sus oraciones a los
“chasquis” como Asunción. Ana en esos años de su jubilación
en inglaterra escribió a todos aquellos que seguían corriendo
con el evangelio: “La oración es el ministerio más valioso que
uno puede hacer.” Era fiel en su intercesión para aquellos
siervos que todavía trabajaban en el campo misionero.
31
Cómo Dios
Delfín Flores y Sra. Dionela,
Contestó misioneros
a
Hijo de Harry Strachan, amigo personal de Ana Soper, y fundador del
Instituto Bíblico de Costa Rica.
4 Las iglesias se dividían en grupos de tres para orar por EVAF. Cuando
aumentaba el número de participantes hasta seis, se dividían en dos
grupos y así sucesivamente.
Cambios Mayores 201
Biblia, iban enfatizando, que cada creyente debía estar activo.
No podía haber creyentes inactivos. Como resultado, muchos
descubrieron que tenían preciosos dones para servir al Señor.
Seguidamente, aparecieron los temas y propaganda de
EVAF en las iglesias. Eran en forma de afiches y banderolas
pintadas con letras grandes y anchas: EL PERU SERA PARA
CRISTO. CRISTO ES LA SOLUCION. EVANGELISMO A
FONDO.
Especial participación en EVAF tuvieron algunas mujeres.
Las valientes hermanas viajaban de un lugar a otro, usando
los medios tradicionales de transporte: a bestia, a pie, en balsa
o bote. Muchas veces arriesgaban sus vidas. Mención especial
se merece los viajes a Chazuta por los malos pasos (cataratas)
del Huallaga. Organizaron a las mujeres en las iglesias para
obtener fondos pro-campañas de EVAF.
—Podemos hacer tinajas para vender —dijo una de ellas.
La alfarería era su especialidad. Otra sugirió que podrían
hacer tamales y chicha para vender en los festivales
deportivos. Otras sugirieron tejer alforjas y cinturones del
algodón. Cada una podía trabajar según su habilidad. Se
pusieron manos a la obra. Pero también se reunían para orar,
para estudiar juntas la Biblia y para realizar trabajos y
negocios de su Liga Femenina.
Estos programas enseñaron a las mujeres algo de
mayordomía cristiana, particularmente a ser generosas con las
familias necesitadas, a trabajar en proyectos de sus iglesias y
sobre todo a participar y trabajar en proyectos de
evangelización. Muchas almas fueron ganadas para el Señor
durante EVAF
Era diciembre de ese año notable. Víctor Cenepo y su
esposa, Elinor, subieron en el avión en un vuelo expreso
contratado para el evento de la gran final, la Cruzada
Nacional de EVAF, en Lima. Muchos otros como los Cenepo,
entraron al avión, cada uno preparado con cierto ungüento
aromático para evitar las nauseas, en su primer vuelo a la
Costa. Se les veía nerviosos. La presencia de Víctor era de
gran ayuda en esos momentos. Víctor tenía un buen sentido
202 LOS CHASQUIS DEL REY
de humor. Alguien le provocó:
—Oye, Cenepo, ¿qué dijo el “lamisto”5 después de cruzar
la calle con tanto carro en Lima?
Victor respondió para risa de todos:
—Con las justas escapé cuando un carro venía a toda
velocidad, y entonces su cría (una motocicleta) casi me
atropelló.
Y hubo una explosión de risa en el grupo.
En la gran ciudad, noche tras noche, durante una semana
entera, los visitantes llenaban el estadio para oír el gran coro
unido, cantantes como Juan Isaís de Centroamérica y
predicadores renombrados como el hermano Pablo de Costa
Mesa, California, y otros.
El evento final de EVAF constituía una marcha pacífica
unida desde distintas partes claves de la ciudad de Lima hacia
la Plaza de Acho. Miles de creyentes participaron llevando
banderolas que identificaban a sus iglesias. Este evento
concluyó con servicio al aire libre.
Las autoridades temían que esta marcha pudiera degenerar
en una demostración inapropiada. Por eso enviaron unidades
del ejército con la orden de que el predicador debería terminar
su mensaje en diez minutos, de lo contrario usarían gases
lagrimógenos para dispersarlos. La conclusión del mensaje y
de la reunión fue poderosa. Luego la gente se dispersó
pacífica pero rápidamente. De todas partes del país la Iglesia
nacional evangélica se había movilizado. EVAF sirvió mucho
a la iglesia evangélica en el Perú. Los creyentes se dieron
cuenta que eran parte de una comunidad viviente y grande
(minoría respetable) y sobre todo una comunidad
evangelizadora. Un día necesitarían mucho la fuerza recibida
en las Campañas de EVAF.
Entre los misioneros que ayudaron el programa de EVAF
1 I Corintios 12:28
206 LOS CHASQUIS DEL REY
talleres para introducir ETE en la región.
Ole y Grisero estaban felices cuando cincuenta o más
líderes, en respuesta a su invitación, se reunieron en Lamas
con los promotores de ETE. Pedro Wagner, Pedro Savage y
Ray Morris, de la Misión Andina Evangélica,2 iban a
presentar un método autodidáctico de enseñanza
3
programada. Este método, a más de ayudar a un mejor
conocimiento de la Biblia enseñaba cómo las Iglesias podrían
auto-gobernarse, auto-propagarse y auto-sostenerse. Con
optimismo anticipaban todos esos estudios, sabiendo que
ayudaría mucho a los líderes de las Iglesias.
La primera noche cuando todos los participantes se habían
retirado ya a dormir, Ole empezó a sentir ciertos
movimientos. Se dio cuenta de que se trataba de un temblor.
Pronto, con la luz de la luna, pudo ver por la ventana como
caían las tejas del techo y romperse por el impacto con el
suelo.
Salió rápidamente y encontró a Pedro Wagner4 en el patio
asustado y pálido. Pedro había saltado de su cama y segundos
después vio que se caía sobre su almohada una masa grande
de tierra y cal,5 algo que de haber caído sobre él le podía
haber matado. Dio gracias al Señor por haberle protegido,
pero seguía bastante asustado.
Se unieron a otros que habían corrido desde los
dormitorios a la cancha de fútbol, lejos de las casas. Estaban
todos asustados, inclusive los perros que aullaban por causa
del temblor. Ahí estaban ya todos: visitantes, misioneros,
2
O
Ahora SIM International
“Edificaré Mi Iglesia” por Melvin L. Hodges (misionero autor con las
Asambleas de Dios) hizo más que cualquier otro para transformar los
conceptos de los creyentes, especialmente Griserio Flores, quién se
graduó de ETE, comparable a un Diploma en Biblia.
4 Pedro Wagner, con Pedro Savage, ambos de la Misión Andina Evangéli
ca, hicieron promoción del plan en Latinoamérica, de llevar el seminario
al estudiante, idea originario de su antes profesor, Dr. Ralph Winter de
Fuller Theological Seminary.
5 Material del cielo raso y del techo de tejas.
El Remezón 207
35
¡Hola,
Don Ole!
o
Su hija, Bethy de 14 años, murió accidentada por electricidad. Se lee la
historia en un tratado llamado “Yo Te Amo” escrito por sus padres.
¡Hola, Don Ole! 213
Jerusalén,3 que Dios había permitido una dispersión para el
avance del evangelio de Cristo.
En el concepto de Ole era notable que peruanos dejaran su
tierra también y su parentela para servir al Señor. Gracias a
Dios que misioneros nacionales, tales como las familias
García y Flores se habían trasladado a dirigir iglesias en
Amazonas. Los García, de Chincha Alta, eran hijos
espirituales de Federico y Ruth Webb.
Vicente quedó aparentemente tranquilo. Se dedicó a seguir
predicando y enseñando mientras que Dios le concedía
fuerzas y vida. Todavía recibía invitaciones para ir a los
pueblos a predicar en iglesias, convenciones y retiros.
Mientras tanto, futuros líderes seguían preparándose en
CETESAMA y ETE. Había un buen número de estudiantes.
Antes de que regresaran a su país los Sorell, en 1980,
surgió una nueva necesidad, de orden técnico, en el Centro
Teológico al parecer sin visos de solución alguna. Unos y
otros decían: ¡No hay agua! ¿Qué podemos hacer? ¡Es que no
tenemos agua...!
Mantener una institución sin agua era tan inconcebible
como querer hacer andar un carro sin gasolina. El
CETESAMA estaba ubicado al otro extremo de la línea de
agua del pueblo y a diario cortaban esa provisión. Los que
vivían y trabajaban en el Centro tenían que colocar barriles y
dejar abiertos las válvulas para aprovechar de cada
oportunidad en que caerían gotas del surtidor del pueblo.
Cargar desde el río les hacía perder mucho tiempo y energías
a los estudiantes.
Cuando había un problema, la gente creía que Ole era el
que tenía siempre la solución. Le llamaron. Había pensado
desde antes que podrían encontrar agua. Con pico, pala y
baldes, con la ayuda de Griserio, Víctor y Edgar, un
estudiante, se pusieron manos a la obra. Cavaron un pozo. Tal
como había pensado Ole, a unos ocho metros de profundidad,
se encontró agua y en buena cantidad. ¡Qué alegría fue
3 Hechos 8:1.
214 LOS CHASQUIS DEL REY
Cavando el Pozo
Siempre f
9
César criado en la Escuela Dominical de Tarapoto, sirve al Señor en el
-5
ministerio de la radio.
Asociación de Iglesias Bíblicas Evangélicas de Lima.
¿Matar? o ¿Sanar? 227
4 Salmo 150:6
39
¡pv!; ■
Que Corra
El Que
i
Leyere Torres, joven evangelista
le dijo:
—Sigue siempre al Señor, primo. Nunca abandones tu fe.
Quedaron gravadas en la mente de Rafael aquellas
palabras, porque una semana más tarde le llegó la noticia de
la muerte trágica de Horacio. Se escuchó que a media mañana
de un día lunes, unos gritos de desesperación en el patio de
CETESAMA. Horacio dio un salto felino para rescatar a su
esposa, Dilmer, de la línea cargada de electricidad que ella
no podía soltar. Horacio la cogió de la cintura, la jaló
violentamente de donde había estado colgada la ropa mojada.
La corriente penetró al cuerpo de Horacio y éste murió
instantáneamente.
2 2 Timoteo 4:7
246 LOS CHASQUIS DEL REY
familiar, y en un hogar chayahuita alegremente participando
con sus hijos de la Palabra en su lengua.
Antes, desde el mismo balcón habían visto, con aliento en
trecortado, llenos de preocupación, al cínico enemigo de las
almas de todos los seres humanos, como un enorme tizón de
fuego viviente y humeante, que iba rodando por entre los
pueblos, montañas, caminos y valles. Y de entre el fuego
humeante había salido un horrible y pérfido monstruo: la
cocaina. A éste le siguió otro no menos pérfido: Sendero
Luminoso, una banda criminal terrorista, y un tercero, el
Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA), igual
que el anterior, una banda de delincuentes. ¡Vaya qué cuadro!
Los valles se volvieron negros. De la gente que no huyó,
algunos fueron persuadidos para juntarse a los “terrucos” o
narcotraficantes; otros resistieron. La iglesia gemía por la
tensión.
Pasó ya la escena. En enero de 1994 Pedro Pascual Torres
Apóstol” al Biabo, asistió, con veintiún otros dedicados
estudiantes a un mini-Instituto Bíblico, en el CETESAMA.
Pedro estaba preparándose para ir mejor equipado a los
campos blancos, para continuar con lo que es su llamamiento:
Seguir predicando la Palabra de Dios. ¡Había que ver a Pedro
con qué entusiasmo y dedicación estudiaba y hacía la obra del
Señor! Terminó sus estudios y se graduó en enero de 1998.
Gracias a Dios que el terrorismo está ya casi derrotado;
mejor dicho, el monstruo está dando sus últimos aletazos de
moribundo. La gente intuye y está volviendo a sus campos de
labranza, la misma que tuvo que abandonar por seguridad y
temor. Ahora se ven aquellos terrenos abandonados, donde
antes crecía coca (materia prima para la cocaina), y otros
antes abandonados que nuevamente reverdecen con productos
de “panllevar” (alimenticios).
Pero volvamos con nuestra imaginación a ver a aquellos
espíritus de los justos hechos perfectos (Hebreos 12:23) que
siguen aún especiando boquiabiertos y exclamando al unísono
en ritmo:
—¡Adelante, bravos chasquis, adelante!
Que Corra El Que Leyere 247
i
Tabalosos^
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•/ San José
Epílogo
Autora:
Dios dio la motivación para escribir este libro a través de
Habacuc 2:2: Jehová ...dijo: Escribe la visión, y
declárala...para que corra él que leyere. El propósito
esencial para escribirlo es de animar, y por qué no, desafiar a
muchos para prepararse para ser también Chasquis del Rey
Divino. Importa que todos los creyentes, pequeños y grandes,
sigan corriendo, teniendo calzados los pies con el apresto
del evangelio glorioso de paz... (Efesios 6:15), hasta que
todo el mundo haya escuchado el mensaje del Dios de amor.
Imprescindible es que estén CALZADOS los pies por medio
de la preparación en Institutos Bíblicos y Seminarios para que
corran. Se principia en los hogares. Una recomendación para
los padres. Es importante enseñar a nuestros hijos lo
siguiente:
Dios ha ganado la victoria. Satanás fue derrotado en la
cruz del Calvario. Solamente gana en nuestras vidas cuando
nosotros le damos lugar.
La Palabra de Dios no cambia. Podemos confiar siempre
en ella.
La vida con Cristo está llena de aventuras y emociones
inefables. Probadme ahora...derramaré bendiciones...
(Malaquías 3:10).
La obediencia a Dios es el secreto de una vida realizada.
Cristo es agua, pan, la luz del mundo, el camino, la verdad y
la vida, y mucho más. Lo encontramos en las Escrituras.
Es imposible estudiar demasiado la Biblia, y es imposible
orar demasiado.
Que corra él que leyere... preparado con el apresto del
evangelio glorioso de paz.
—Vera Sorell
Glosar io
ADIBEL Asociación de Iglesias Bíblicas Evangélicas de
Lima.
AIENOP Asociación de Iglesias Evangélicas del Nor-Oriente
Peruano.
AIESS Asociación de Iglesias Evangélicas del Sur de San
Martín.
alcuza Lámpara rústica con mecha gruesa de algodón metido
en cualquier recipiente de aceite de higuerilla.
Alejandro del
Castillo Graduado de Costa Rica, predicaba en el Valle de
Sisa, por varios meses, durante la ausencia de Edith.
Alfalit Cursos llamados Alfalit preparados para enseñar a
leer a adultos.
ama
sua/llulla/quilla El antiguo incanato, antecesor de los quechuas
tenían como ley de la vida una trilogía: ama sua
(no seas ladrón); ama llulla (no seas mentiroso),
y ama quilla (no seas perezoso). Fueron
principios respetados por la mayoría.
amarcar Cargar en los brazos.
AMEN Asociación Misionera Evangélica Nacional
Ampi Urco Es un cerro alto extremadamente difícil de subir y
bajar, especialmente bajar durante el invierno
(tiempo de lluvia).
Ashuka(ita) Ashuka o Ashukita. Nombre diminutivo en la región
para Asunción.
bijáo Hoja ancha de la región que se usa para envolver
cualquier alimento.
capachos Vasija de cuero en el que se transporta tierra.
CETESAMA Centro Teológico de San Martín.
chimbar Cruzar un río.
cumbas Palmeras entretejidos quef servían para protejer las
paredes de la lluvia.
EBL Escuela Bíblica de Lamas.
252 LOS CHASQUIS DEL REY
esteras Camas improvisadas tejidas de hoja de palmera.
ETE Educación Teológica por Extensión.
EVAF Evangelismo a Fondo.
gringuitas Palabra de cariño para las extranjeras.
hartos Expresión regionalista que quiere decir “muchos”.
Huayco Un barrio de indios nativos en Lamas.
IBL Instituto Bíblico de Lamas.
IBY Instituto Bíblico de Yumbatos
IEP Iglesia Evangélica Peruana
ILV Instituto Lingüístico de Verano.
inchic hapi Sopa de maní con pollo.
inguiri Inguiri, plátano verde (de freir) sancochado.
jalea Las partes más altas y frías, sin vegetación.
juanes Potaje especial de la Selva hecha de arroz con presas
de gallina o pescado envuelto en bijáo.
Lamasman Un vocablo quechua significa: “Vámonos en
dirección de Lamas.”
Lamisto Término usado para referirse a una persona
ocurrente, simple o simplona. El término viene de
Lamas.
lisiado Lisiado llaman en la región a una luxación (hueso
dislocado).
mata Herida en el lomo de las bestias causadas por el mal
trato, monturas rústicas, cargas pesadas, etc.
mitayo Carne de caza, silvestre.
mochila Morral.
MPl Misión del Perú Interior.
MRTA Movimiento Revolucionario Tupac Amaru
mutiñahui Piel blanca con ojos azules y claros.
pandisho Una fruta carnosa muy apreciada en la Selva.
perezosa Silla especial de tela sobre un marco ajustable de
madera.
Glosario 253
Josías Ringifo, Vicente Coral, Carlos del Castillo. Recuerdo de los tres
graduados en Costa Rica, Lamas 19 de Abril de 1988.