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Aproximación sobre la definición de geopolítica como ejercicio de poder

según las marcas del discurso imperante


Por: Edward Andrés Tamayo Duque

En el curso “Geopolítica del siglo XXI” se han presentado diferentes argumentos que permiten
comprender la geopolítica según un carácter histórico dinámico. En éste se han referenciado
diversas explicaciones sobre cómo los principales acontecimientos que enmarcan las guerras a lo
largo de la historia configuran algunos de los cambios trascendentales en el orden del discurso según
las acciones que determinan quién tiene el poder en las diferentes relaciones geopolíticas de
acuerdo con los principios que establece Halford Mckinder. Según este fundamento, y teniendo en
cuenta los “pretextos” entregados por la Profesora Avendaño, se pretende dar una aproximación al
concepto de Geopolítica partiendo desde el concepto mismo de política como ejercicio de poder,
es decir, el mismo que los griegos denominaron “areté politiké”, que en el ser humano determina
su capacidad para “gobernar” y “ser gobernado”. Bajo esta mirada de la política, se encuentra
planteado el supuesto de que la representación del poder en el ser humano se gesta
conceptualmente en dos vías, una de ellas lo determina como habilidad (capacidad) y la otra como
ejercicio de dominación. Lo primero que se está demostrando es por consiguiente el hecho de que
la geopolítica, al incluir en sí misma el significado de política, se puede definir como un ejercicio
donde las relaciones de poder determinan la manera cómo viven e interactúan las personas,
empresas, territorios, pueblos y Estados, y bajo esta mirada su disciplina estudiaría cómo el ser
humano en el intento por encontrar su rol en este juego de poder transforma los territorios. Esta
definición, comprobaría porqué a lo largo de la historia las variables que aparecen en torno a los
conflictos entre las organizaciones o Estados – entendiendo organización como entidad social y
Estado como la representación de la voluntad de todos los entes sociales –, encajan perfectamente
en el argumento de lucha y ejercicio de poder. Sin embargo, esta definición de Geopolítica deja un
interrogante abierto, y es precisamente el hecho de que si existe un juego o lucha de poder, por qué
muchos no participan de dicho juego o simplemente se resignan a una estulticia política donde son
determinados a dejarse llevar por la marea tormentosa que los determina a cumplir su papel como
gobernados perpetuos, quienes Noam Chomsky menciona como aquellos que creen fielmente que
lo mejor para ellos es seguir siendo pobres y dominados por los ricos. No en pocas ocasiones se ha
escuchado que en el sistema económico del capital los ricos se hacen más ricos mientras los pobres
se hacen más pobres, pero es que vale la pena recordar que un sistema refleja el comportamiento
de los organismos que conviven en dicho sistema, y es por esto que en este trabajo se ha
determinado que la política es ejercicio de poder, es acción, movimiento, y en este contexto, para
dar solución al interrogante abierto, hay que entender que las acciones del ser humano en sociedad
determinan los sistemas económico, político, cultural, social, y que en el fondo toda acción se
estructura históricamente a partir del discurso que impera en determinadas épocas. Bajo la mirada
que presenta la Profesora Avendaño se ha afirmado: quién tiene el dinero tiene el poder, quien
domina territorialmente tiene el poder y quien gana las guerras cuenta la historia. Por ello, en el
contexto de toda actividad política, quien domina en términos discursivos siempre tendrá el poder,
y para hacerlo precisa entonces del dominio territorial y de recursos. En la microfísica del poder,
más específicamente en la conversación filosófica que tiene Michel Foucault con Gilles Deleuze, se
menciona que la teoría es un “sistema regional de lucha” y que el poder no sólo se puede delimitar
a los términos de reclusión o castigo – como menciona el mismo Foucault en su texto historia de la
locura –, sino que la figura del saber y el mismo discurso del saber se configura como una de las
fuentes de poder capaz de hacer frente a la misma figura autoritaria del castigo. Esta visión del
poder reconfigura las ideas Foucaultianas sobre el Panóptico y la Reclusión, porque cuando algo sale
de la norma, cuando aparece lo “anormal”, el discurso y la figura del saber aparecen como
herramienta de la marginalización que no necesariamente depende del encierro o la reclusión. Pero
¿qué sucede cuando esa figura del saber se desfigura, es decir, cuando al igual que sucedió en la
antesala del renacimiento se fue abandonando el discurso medieval? Aquí se puede apreciar como
el saber se convierte en el caballo de guerra del nuevo discurso. Un buen ejemplo para demostrar
este supuesto lo proveen los tres textos recomendados por la Profesora Avendaño. “La historia en
12 mapas” presenta cómo el conocimiento en cartografía fue fundamental para determinar el poder
de dominación en la competencia que Inglaterra tenía, sintiéndose en desventaja, contra Francia. El
trazado de mapas fue una de las claves para hallar puntos geoestratégicos en el globo y esto hizo
que fueran creando comunidades que finalmente trazaron el mundo y la historia occidental. Por su
parte el texto “la nueva geopolítica” muestra cómo Estados Unidos a partir de la guerra en Irak
reconfiguró el mapa geopolítico controlando Eurasia Central. Según el documento, este
comportamiento expansionista comenzó luego de la segunda guerra mundial y tiene como objetivo
luchar por el poder contra grandes potencias como Rusia, China, Japón y Corea usando el discurso
de la lucha contra el terrorismo pero que, con el control de Kazajistan, Uzbekistan, Georgia y
Azerbaijan aseguran su futuro dominio de China, quien necesita del petróleo de la zona de Europa
y Asia Central. La idea de que quien controla el discurso tiene el poder, la confirma también el
documento “La geopolítica de las religiones”, y tal vez este es el documento que mejor plasma esta
idea, pues demuestra como gran parte de los conflictos mundiales se construyen a partir de una
ofensiva de las religiones y cómo su razón coyuntural es una filosofía de vida. Hoy es claro como el
escenario geopolítico se configura a partir de una mezcla de tácticas y estrategias que mezcla, la
razón, la ciencia, la religión, los mitos paganos, el temor; no importa la variable a utilizar lo
realmente determinante es la manera como el discurso estructura el saber, cómo este se transforma
en sistema de lucha y cómo la capacidad alternativa de la areté politiké se convierte en unívoca, es
decir, en constituir seres gobernados que usan el concepto de libertad, de riqueza, de conocimiento
como cadena para que el poder sea verídico, distractor, aniquilador del mismo sentido racional.

El discurso, la luz, el saber, son así elementos que al igual que sucedió a Prometeo nos ha permitido
sobrevivir, incluso con las desventajas evidentes de debilidad humana, y por esto me gustaría cerrar
este ensayo usando esta metáfora para afirmar que somos el ser humano y el Prometeo
encadenado, porque estamos condenados a sufrir a causa de la luz por el poderío del padre de todos
los dioses…

Hefesto: Cratos y Bía, cumplido está por vuestra parte el decreto de Zeus, y nada os embaraza ya.
Cobarde ando yo para encadenar en este precipicio que azotan las tormentas a un dios de mi propia
sangre; puesto que fuerza me es tal osadía; que es grave cosa acudir con tibieza a los mandatos de
mi padre. Mal que a los dos pese Prometeo, hijo magnánimo de la consejera Temis, te ataré con
broncíneos e indisolubles nudos a este risco apartado de toda humana huella; donde jamás llegará
a ti figura ni voz de mortal alguno, sino que tostado de los lucientes rayos del sol, mudarás las rosas
de la tez. Vendrá la noche, ansiada de ti, y te ocultará la luz con su estrellado manto, de nuevo
enjuagará el sol el rocío de mañana, pero el dolor del presente mal te abrumará sin tregua…
(Prometeo Encadenado, Esquilo).

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