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Cartilla N° 1 “PATRIARCADO”

¿Qué es el patriarcado?
Los seres humanos vivimos en la tierra desde hace unos
200.000 años. Las sociedades humanas han tenido diferentes
formas de vivir y organizarse, en distintos territorios y estas
formas de vivir han ido modificándose a través del tiempo y
son distintas en los diversos espacios en que han vivido y viven
los distintos pueblos.

Actualmente hay una manera de organización de la sociedad


que predomina y ha transformado a muy diversas sociedades
de nuestro mundo, lo que se denomina patriarcado o cultura
patriarcal.

Para comprender en mayor profundidad de qué hablamos


cuando nos referimos a cultura patriarcal o patriarcado
veremos que significa esta palabra.

Patriarca deriva de las palabras griegas άρχω que significa “mandar” y


πατήρ que significa "padre”, por lo que podemos decir que una
sociedad patriarcal es una organización social marcada por la
supremacía del padre en el clan o familia, la autoridad la ejerce el
varón jefe de familia, dueño del patrimonio, del que forman parte los
hijos, la esposa, los esclavos y los bienes.

El hombre y los valores considerados masculinos como la fuerza y la lucha son el centro de la cultura patriarcal. Esto
reafirma su superioridad y las mujeres que deben estar a su servicio o bajo su cuidado.

Las mujeres son propiedad de los hombres, de esta manera estos controlan controlar su reproducción y sus cuerpos.
Esto tiene el objetivo de asegurar que los hijos son sólo de un hombre, por eso se sostiene la monogamia o el control
de la sexualidad de la mujer sólo para un hombre. En el patriarcado es duramente sancionada la infidelidad de la mujer,
no así la del hombre.

En el patriarcado todo lo relacionado a la mujer es considerado inferior, los trabajos, las costumbres, las ideas, la
capacidad de tomar de opinar y tomar decisiones, etc. En lo económico también las mujeres son discriminadas, pueden
realizar la misma tarea que un hombre pero generalmente lo que reciben por su trabajo es menor. Los puestos
jerárquicos, con más poder de decisión y acción, son en su gran mayoría ocupados por hombres.

El patriarcado desarrolla formas de desvalorización de las personas sólo por ser diferentes. Se considera menos a las
personas mayores, abuelos y abuelas, a los niños y niñas; a las personas con capacidades diferentes, porque no poseen
la fuerza y la capacidad de lucha de los hombres.

El patriarcado se da y se mantiene por medio de la violencia y del control de otras personas. Esta forma predominante
de organización de las sociedades actuales se ha transformado a lo largo de la historia, pero siempre ha conservado el
rasgo que lo caracteriza que expresa el significado de la palabra, “MANDAR”. En el patriarcado hay unos que “mandan”

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y otros que son obligados a obedecer. El miedo es la emoción que predomina, los que obedecen no lo hacen porque
estén de acuerdo con lo que dice los que dominan sino por el miedo que tienen a los que mandan.

En la cultura patriarcal hay una distribución desigual del poder, no busca el bienestar de todos los miembros de la
comunidad, sino que busca dominar y explotar a unos para favorecer a otros.

El patriarcado no es una característica masculina, no es solo propio de los hombres, sino que es un modo de vivir
fundado en ciertos valores, en una cosmovisión. En una sociedad patriarcal hombres y mujeres podemos ser igualmente
patriarcales.

Valores que estructuran y se transmiten en el patriarcado


Los valores en los cuales se estructura esta cultura son:

 la aceptación de la autoridad, las jerarquías y el poder;


 y la imposición de obediencia a estas jerarquías, autoridad y poder;
 la valoración de la competencia, la lucha y la guerra como manera de resolver desacuerdos;
 la valoración del crecimiento indiscriminado y la fertilidad vista como procreación sin límites;
 el control de la sexualidad femenina y la subordinación de las mujeres a los hombres;
 la búsqueda de la seguridad en el control y la acumulación de apropiaciones;
 la apropiación, la defensa irreflexiva de lo propio, no solo de bienes materiales, sino también la apropiación de
la verdad, de las ideas.

En una sociedad patriarcal todos estamos atravesados por la dominación y la violencia que se originan en la cultura y
las instituciones del patriarcado, o somos los que dominan o aceptamos y naturalizamos la dominación.

Inmersos en esta cultura pensamos que otro ser humano es un competidor, y que cuando surgen desacuerdos se va a
recurrir a la lucha y la guerra para resolverlos. Nos vemos envueltos en la dinámica de lucha y guerra, en la creencia
de que si no nos defendemos y dominamos al otro, seremos dominados.

Culturas matrísticas y orígenes del patriarcado


Actualmente el patriarcado es la organización social predominante, la vivimos de manera tan naturalizada, que parece
que no fuera posible otra forma de cultura.

Existen evidencias que nos indican que hubo otras formas de organizar las sociedades humanas. Existieron grupos
humanos en distintos lugares del mundo y en distintos tiempos, que tenían otras formas de vivir y organizarse, donde
el mandar y oprimir a otros no era el valor central. Humberto Maturana (1988) entre otros, habla de la existencia de
culturas matrísticas. Matrística es una palabra derivada de matriz, útero, trama que contiene, que sostiene la vida. Esta
forma de organización social aún prevaleció en algunos lugares de Europa hasta 5 mil años antes de Cristo. y en América
hubo sociedades que mantuvieron esta forma de organización hasta la conquista hace 500 años.

Eran sociedades donde mujeres y hombres vivían relacionándose desde un paradigma dónde la dominación y la
explotación no eran la norma, donde las relaciones en las familia, las comunidades y con la naturaleza no eran de
dominación sino de participación, donde la distribución del poder no era desigual. Las relaciones entre los sexos eran
de complementariedad. La tierra se trabajaba, se vivía de la agricultura y la propiedad pertenecía a la comunidad.

Se han encontraron distintas imágenes de culto femeninas o figuras de mujeres y animales, que sugieren una armonía
con la existencia, una visión sagrada de la naturaleza y de lo femenino, de la capacidad de dar y sostener la vida. La
muerte, como el nacimiento, estaba incluida en la dinámica cíclica del vivir, no era una tragedia sino una perdida natural.

En las culturas matrísticas las relaciones no estaban centradas en las jerarquías, ni en el control. En estas culturas no
todo fue paz, amor y cooperación, ausencia de violencia, dolor ó conflictos; esto sería plantear un idealismo lejano a las
vicisitudes de la vida humana. Sino que los valores que orientaban la organización social no sustentaban la violencia
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crónica, el dolor y el temor, de manera que para mantener la cohesión social, para la resolución de conflictos, se
valoraba más la participación que la imposición, se confiaba más en el placer que en el castigo o temor al dolor. El amor
era la emoción básica en las culturas matrísticas.

Hay diferentes teorías acerca del surgimiento del patriarcado y su posterior dominación y destrucción de las sociedades
matrísticas. Hay evidencias de que pueblos, donde el pastoreo era la actividad predominante, invadieron a estas
sociedades buscando expandirse por carencias en las zonas donde se asentaban.

Siguiendo la mirada de Maturana (1988) en la actividad del pastoreo como central en un pueblo, de la dominación de
la vida de otros animales, en el resguardo de éstos de los otros animales depredadores, se produce una transformación
en las emociones básicas, que guían las relaciones humanas. En los pueblos pastores se evidencian con más intensidad
la desconfianza, el temor, y por lo tanto la necesidad de control y dominación: emociones y necesidades que estructuran
las relaciones en las sociedades patriarcales. Luego de años de luchas e invasiones las sociedades matrísticas europeas
fueron dominadas imponiéndose los valores y los modos de vida de las tribus patriarcales.

La cultura patriarcal dominó a las culturas matrísticas y fue evolucionando centrada en el valor de acopiar y acumular
los excedentes, lo que implica una valoración de la competencia, generándose vínculos de rivalidad-enemistad. Se
produce una ruptura de los vínculos de hermandad que ligaban a los seres humanos a los demás y a la naturaleza, y
una conformación del concepto del “otro” diferente y ajeno al “yo”, la dominación como forma de controlar al “otro”
en función de los intereses de acumulación de riquezas, y el desarrollo de un poder central y hegemónico que regula la
vida social destruyendo la circulación del poder.

Estos dos modelos de sociedades, las solidarias o matrísticas y las dominadoras o patriarcales han subsistido siempre;
en las sociedades patriarcales hay relaciones donde predomina el amor como emoción fundamental; hay movimientos
sociales que se rebelan ante la opresión y buscan la construcción de formas más participativas de vincularse.

La invasión de América y la instauración del colonialismo y el patriarcado


Los pueblos europeos hacía ya aproximadamente 6000 años que vivían en una cultura predominantemente patriarcal
cuando invadieron el continente que llamaron América, y que algunos pueblos de estas tierras llamaban Abya Yala. Sólo
un pueblo que ya había perdido los valores de solidaridad, respeto por la vida y comunión con la naturaleza fue capaz
de emprender una de las más violentas invasiones y genocidios del que haya testimonio en la historia humana. En la
Europa de esos tiempos tanto las mujeres, los “otros” pueblos, como la naturaleza, eran objetos, cosas a ser dominados
y controlados para satisfacer su deseo de apropiación, de acumulación de riquezas y de poder. En estas palabras de
Hernán Cortez nos lo expresan

“Nosotros los españoles padecemos de una enfermedad del corazón, para lo cual el remedio específico es el
oro; vinimos en busca del oro y no para trabajar la tierra como peón”, (Hernán Cortez 1521 ABNB CH-34)

Los pueblos que vivían estas tierras eran distintos entre sí, tenían sus propias historias y algunos lazos en común, los
conflictos entre si, los intereses y antagonismos propios. Como pueblos, con la invasión y la colonización, fueron
interrumpidos en la construcción de su historia, perdieron los hilos con los que estaban tejiendo, la trama de su memoria
y su futuro. Difícil es ahora saber como eran los pueblos de América antes de la invasión europea debido a como esta
memoria fue alterada, destruida, distorsionada por el poder y la visión occidental.

Por datos documentales históricos y los que los pueblos hoy pueden relatar, en los pueblos de estas tierras los valores
que orientaban la vida de las comunidades y realidad de las mujeres era distinta a la de la cultura patriarcal que vivían
en Europa.

En América había diferencias entre los distintos pueblos que la habitaban, había algunos pueblos donde la forma de
organizarse se parecía en algunos aspectos a las culturas patriarcales, donde el poder era ejercido por un grupo que
dominaba a otros, había guerras, se podía reconocer diferencias y jerarquías de prestigio entre lo masculino y lo
femenino, pero estas posiciones o estas jerarquías no eran rígidas, la mujer conservaba un lugar de valoración y poder
de decisión y acción. Hay diversas opiniones en relación si los pueblos de América eran patriarcales o el patriarcado
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vino “importado” de Europa. Existieron ciertas características que podrían considerarse patriarcales, en algunos
pueblos más que en otros, pero aun en las posiciones que consideran que el patriarcado ya había comenzado a dominar
en estas tierras, este era, como dice Rita Segato (2010) un patriarcado de baja intensidad, que no era tan discriminador
ni desvalorizador de las mujeres.

Esto puede reconocerse en el lugar de poder que las mujeres tenían en las comunidades, Las, las mujeres podían ser
sanadoras, podían guiar las ceremonias espirituales, las mujeres participaban del gobierno y de la defensa de sus
territorios. “Las mujeres indígenas podían ser guerreras, podían ser jefes, "(...) No fue Mama Huaco la única mujer
guerrera en la narrativa indígena (...) numerosas son las referencias en los documentos de archivos sobre la existencia
de mujeres jefas de sus señoríos que ejercían directamente el poder: El hecho indica que el privilegio del mando y de
autoridad no fue exclusivo del varón” “Existían desde tiempos pre-incas y se trataba de mujeres, señoras y jefas de su
curacazgo1”

Algunas de las tareas agrícolas eran responsabilidad única de la mujer, como la conservación de la semilla, y no por estar
obligadas sino por la propia decisión de las mujeres, con el valor que esa tarea tenía ya que preservaba lo más valioso
para un pueblo agricultor.

Otra de las característica centrales del patriarcado no se había producido de la misma manera que en los pueblos
europeos. La propiedad de la tierra era en la predominantemente, comunitaria, no era propiedad solo de algunos, sino
de toda la comunidad.

En la juventud tanto varones como mujeres, en muchos de los pueblos, podían disfrutar de libertad en la vida sexual. Si
la pareja no prosperaba, la joven mujer regresaba a su hogar y si tenía hijos estos eran bienvenidos en su familia. Todo
esto era muy diferente a la situación de la mujer en Europa, que debía ser virgen hasta el casamiento, y donde cualquier
experiencia con la sexualidad que pudiera vivir era considerada un pecado.

En muchas culturas de América la concepción de hombres y mujeres desde el principio de dualidad implicaba considerar
que cada persona podía fluctuar entre lo masculino y lo femenino, podía haber mujeres masculinas y hombres
femeninos. Las transformaciones de hombre en “hombres femeninos”, permitían a los hombres una relación de
cercanía con lo divino, ya que ésta era la característica asociada a la femineidad, así como también la transformación
de mujeres a “mujeres masculinas”, les acercaba a la fuerza y las convertía en guerreras, características asociadas a lo
masculino. Todas estas formas de expresión eran válidas, cada una cumplía un rol en la comunidad, tenían una finalidad
política, bélica o espiritual que era reconocida y valorada.

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Maria Rostorowski “La Mujer en el Peru Prehispanico”
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Características de lo Visión de los pueblos de Abya Yala Visión de los invasores europeos

Femenino Cercanía a lo divino y poderoso Asociada a la sumisión, pasividad, debilidad,


emocional, exclusivo de las mujeres

Masculino Cercanía a la fuerza y a la guerra, Asociada a la dominación, acción, control,


fuerza, racional exclusivo de los hombres.

Desde el principio de dualidad mujeres y hombres no establecen una relación de jerarquía, ambos son valorados, no
podrían existir uno sin el otro. Este principio es muy diferente al que regía las sociedades patriarcales europeas, que
plantean una lógica binaria, de dos opuestos que están en conflicto, uno superior que domina a otro inferior y que
tiende a universalizarse, ser uno.

La dualidad implica complementariedad, lo diverso y lo múltiple en dialogo.

Lo binario implica suplementariedad, lo superior que domina lo inferior, dos opuestos rígidos que están en conflicto
y uno tiene que dominar a otro.

Estos valores de los pueblos europeos en la invasión y dominación de los pueblos de América trastocan la visión sobre
la dualidad, la ven con sus ojos, y la convierten a su perspectiva, rebajando lo femenino y exaltando lo masculino y de
esta manera logran imponer el patriarcado que hasta hoy domina las sociedades. La complementariedad pasa de ser
una relación de diálogo y de interdependencia a ser vista como servicio que le deben las mujeres a los hombres, los
invasores europeos cambiaron el contenido, el sentido que tenía la complementariedad para las comunidades
indígenas, mantuvieron el nombre pero con un sentido y una intención totalmente diferente.

La invasión europea modifica completamente la dimensión de los espacios públicos y privados de los pueblos de
América. El mundo de lo público, prioritariamente masculino, y de lo domestico, prioritariamente femenino, desde la
visión de dualidad y complementariedad, estaban en diálogo, había una comunicación entre ambos mundos, y ambos
se influían recíprocamente.

Con la penetración de los valores de occidente el mundo doméstico se desvalorizo y se aisló, limitando a las mujeres a
este espacio.

El patriarcado occidental como sistema de dominación trajo también a nuestras tierras una de las peores plagas de la
humanidad, el racismo. Como sistema de dominación y control la cultura patriarcal divide no solo a hombres y mujeres
sino que divide también a los seres humanos por las diferencias que hay entre ellos. El racismo es un sistema social de
dominación, basado en las diferencias de los grupos humanos (negros, blancos, amarillos, mestizos, indígenas,
entre otros). El racismo ve las diferencias físicas y culturales de otros grupos, como inferiores o negativas.

Es el grupo blanco o ario, el que ve a los demás grupos como inferiores y por eso, hay que eliminarlos, dominarlos o
eliminar sus culturas. El racismo ha sido usado para controlar, discriminar, explotar y hasta matar a las personas que
son vistas como una raza inferior. Esto ha provocado guerras y violación de los derechos humanos en muchos lugares
del mundo.

El racismo en Abya Yala empezó con la invasión de los europeos, quienes se creían superiores y “civilizados” y a los
grupos indígenas los vieron como “salvajes”, inferiores. Y por eso, merecían ser explotados y eliminada su cultura.

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Pero el racismo no terminó con la independencia de los pueblos americanos. Ha servido para explotar y dominar el
trabajo de los pueblos indígenas, campesinos, negros y echarlos de sus tierras, explotarlos en los trabajos a lo largo de
estos años y hasta el presente. Además en todo este tiempo, se continua negando y desvalorizando sus culturas.

Con la conquista los hombres indígenas se encontraron atrapados en un lugar que promueve la violencia y que alteró
su relación con las mujeres. Como los invasores europeos valoraban lo masculino y consideraban inferior a lo femenino,
cuando tenían que negociar con los pueblos indígenas consideraban como interlocutores válidos a los hombres. A las
mujeres las desvalorizaban y las consideraban un botín de guerra, apropiándoselas, violándolas y usándolas para
satisfacer sus intereses de reproducción y producción de hijos como mano de obra para la colonización.

Los hombres entonces vieron aumentado su poder en el espacio público, eran más valorados que las mujeres, pero a la
vez eran discriminados y maltratados por los blancos como “indios” que debían trabajar para ellos. Eran más valiosos
que sus mujeres pero menos valiosos que los blancos. Este proceso produce una violencia en el interior de los hombres
indígenas que estos terminan descargando en las mujeres.

Por un lado se aliaron con los hombres indígenas y promovieron la “domesticación” de las mujeres, introduciendo la
noción de pecado y la represión de la sexualidad femenina. Y por el otro, con el racismo, discriminaron y violentaron a
los hombres indígenas subyugándolos y tratándolos como seres inferiores. Esto modificó totalmente las posiciones
masculinas y femeninas ancestrales y la relación de complementariedad. Este es un proceso que genera violencia en los
hombres, los oprime en el mundo blanco y los empodera en las comunidades, obligándolos a reproducir y demostrar
su capacidad de control con las mujeres, sino no serían considerados “machos” desde los valores occidentales.

Como plantea Rita Segato (2010) , los vínculos que se daban solo entre mujeres, de reciprocidad y solidaridad en los
rituales y las tareas de producción y cuidado de la familia se rompen, las mujeres se van aislando entre sí, se van
perdiendo el valor que estas tareas compartidas tenían y el poder que ejercían en la comunidad, como espacios de
participación en las decisiones que afectan a todos. Las consecuencias de esta ruptura de los vínculos entre las mujeres
y del fin de las alianzas políticas que se favorecían entre el colectivo de mujeres fueron literalmente fatales para su
seguridad, las mujeres se hicieron cada vez más vulnerables a la violencia de los hombres, ya no estaban resguardadas
por el control que podía ejercer la comunidad y y mujeres, a la vez de que los hombres fueron incrementando su
violencia por la presión que vivían en el mundo dominado por los blancos.
Cultura patriarcal en la actualidad
Lo que es indudable es que a lo largo de la historia el patriarcado como estructura social se ha desarrollado y
complejizado, llegando con el capitalismo neoliberal de nuestra época, a un nivel incalculable de opresión y explotación
global.

Si bien ha crecido el cuestionamiento al sistema patriarcal desde distintos movimientos sociales, este sigue vigente, con
el consecuente aumento de la violencia, las guerras, la explotación. Ahora es un sistema opresor donde los opresores
no son tan visibles como antes, dónde el autoritarismo no se asume directamente, donde no se acepta la
responsabilidad en la construcción de las poderosas maquinarias que regulan la economía mundial y que condenan a la
pobreza y la exclusión a millones de personas, y donde la muchas mujeres, y más aun si son indígenas, campesinas, de
sectores económicos vulnerables o negras viven situaciones de triple opresión, son violentadas por ser mujeres,
discriminadas por ser indígenas o negras y excluidas por ser pobres.

El valor del lucro y de la acumulación de bienes materiales, por encima de valores como la vida de las personas y la
protección de la naturaleza; la economía orientada a las ganancias de los poderosos, el militarismo y la industria
armamentista puesta al servicio de estos intereses; la violencia explícita e implícita de las que somos partícipes y
observadores, llevan a que se vaya un endureciendo y apagando el afecto, de la sensibilidad, de la espiritualidad, y de
esta manera vamos perdiendo el poder interior y comunitario de actuar y cambiar la realidad opresiva que vivimos.

Este proceso de discriminación racial, violencia y explotación se continua dando actualmente con todas las grupos
étnicos o sociales que son considerados inferiores por esta cultura patriarcal y racista, incrementándose el proceso de
la violencia en la sociedad. Violencia que viven los hombres y mujeres en una sociedad que los discrimina, y que el
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hombre para ser considerado “hombre” tiene que demostrar su poder, y cuanto más desvalorizado es en la sociedad,
más maltratado o discriminado, es empujado a descargar la violencia en las mujeres, para a través de la violencia y la
dominación lograr sentirse poderoso. Así mismo, la mujer, cuanto más discriminada es, más inferior y desvalorizada se
siente, y más soporta las situaciones de violencia porque cree que no puede salir de ellas, que no hay escapatoria, que
es parte de su condición de inferioridad.

Guía para lectura de este material


Léelo atentamente, dándote un tiempo para reflexionarlo. Busca y anota las palabras que no entiendas. Podes recurrir
un diccionario, a un compañero para sacarte las dudas.

Anota las preguntas u opiniones que te surjan de la lectura.

Actividades de observación y reflexión en nuestra vida y en la comunidad

¿Te han discriminado como mujer? ¿Qué has hecho? ¿Has presenciado discriminación hacia las mujeres? ¿Cuales? ¿Qué
has hecho?

¿Cómo viven las mujeres y los hombres de tu comunidad el patriarcado? Escribí ejemplos que hayas vivido. Conversa
con mujeres de diferentes edades sobre el patriarcado y realízales esta pregunta, escribí las respuestas.

¿Cómo crees que afecta el patriarcado a los hombres de tu comunidad? Escribí ejemplos que hayas vivido. Conversa
con hombres de diferentes edades sobre el patriarcado y realízales esta pregunta, escribí las respuestas.

Bibliografía:
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D’agliano, Regina V. y Llorens, Ma. Carolina (2012): “Enfoque Psicosocial de la Violencia”, cuadernillo del curso de capacitación
“S.O.S. mujer 5”, Córdoba, Fundación Mujer Paz y Desarrollo.
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Maturana, Humberto y Verden-Zöller, Gerda(1993):Amor y juego, Fundamentos olvidados de lo humano, Santiago de Chile, Granica
J.C. Saez.
Maturana, Humberto (1988): Ontología del conversar, Santiago de Chile: Revista Terapia Psicológica. Año VII, Nº 10.
Naranjo, Claudio (2010): La mente patriarcal, Buenos Aires: Del Nuevo Extremo.
Vargas, Ivan (2014) : “Invasión violenta “patriarcal-católica-española” a la variedad sexual” articulo publicado en “El quinto
poder”, de Fundación Democracia y Desarrollo.
Boyle, Carlos (2009): “El siglo de la fraternidad”,Escola de Redes .
Segato, Rita Laura (2011): “Género y colonialidad: en busca de claves de lectura y de un vocabulario estratégico descolonial”, en
“Feminisimos y Poscolonialidad. Descolonizando el feminismo desde y en América latina”, Karina Bidaseca y Vanesa Vazquez Laba
(Comp.), Bs. As, Ed. Godot.
Escuela de Formacion Politica de AFEDES (2009) : “Por qué hemos vivido con opresión”, Basada en Módulos del Sector Mujeres,
Version mediada, Consultoras, Aura Marina Yoc y Mavis Irasema Herrera. Guatemala.
Desnudando las huellas de la colonización, mi cuerpo el territorio y mi poder para decidir. Cartilla realizada Equipo Intercultural de
Investigadoras e investigadores de la Central Indígena de Comunidades de Concepción (CICC), Universidad Autónoma Gabriel René Moreno,
Colectivo Rebeldía.

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