Está en la página 1de 2

LA CIUDAD: UN ESPACIO EDUCATIVO

El cambio de paradigma en el sistema educacional chileno implementado por la reforma


educacional a mediados de los 90 nos lleva a replantearnos la forma de “hacer clases”,
en otras palabras la renovación de la metodología practicada por la mayoría de los
docentes de nuestro país. Los niños y niñas del siglo XXI no tienen nada que ver con el
mundo que existía cuando se estableció el sistema educativo que mantenemos, porque la
sociedad se ha transformado sustancialmente y ha generado nuevas necesidades a todos
los niveles, económicas, laborales, individuales y por supuesto educativas, y en este
ámbito surge la propuesta de utilizar la ciudad como un interesante espacio educativo.

¿Por qué surgen las ciudades?


Es difícil saberlo, pero los estudiosos en el campo de la Historia y la Arqueología
concuerdan en que el nacimiento de las ciudades está asociado a una compleja red de
procesos sociales, económicos y culturales que se retroalimentan, para formar
asentamientos poblacionales de alta concentración humana, alta densidad de viviendas y
estructuras, desarrollo de edificios en torno a un núcleo, gran tamaño, y arquitectura
monumental (templos, tumbas, palacios, plazas).

La ciudad tiene una población, que aunque de origen étnico diverso, tienen un sentido
de pertenencia (son, ciudadanos). En términos políticos y administrativos, la ciudad se
rige por las leyes, decretos y visiones de unas clases que ostentan el poder, y que en los
orígenes emanaba de un mandato divino.

¿Qué evento significativo permitió que se dieran los primeros pasos hacia la formación
de las ciudades?

La revolución del neolítico trajo consigo una serie de innovaciones tecnológicas que
todavía impactan nuestra vida cotidiana: el uso de ciertos animales domésticos en
nuestra dieta (cabras, ovejas y ganado vacuno), el pan (producto de un proceso
complejo de preparación de masa, uso de levadura, y hornear), la cerámica, el uso de
metales, el arado, la rueda, el uso de la irrigación para manejar los suministros de agua e
irrigar los campos de cultivo, entre otros.

La ciudad ha sufrido transformaciones desde los tiempos prehistóricos; ya sea desde el


punto de vista de la infraestructura como de sus habitantes. Desde las formas de vida
patriarcales de procedencia campesina o el antiguo ambiente provincial, donde las
personas mantenían estrechos vínculos entre sí y las figuras del poder ético, como el
carabinero, el profesor, el cura y el médico. Me recuerdo que de pequeño acompañaba a
mi padre donde el señor Cereceda, que escribía cartas por algunos pesos –lo que usted
pueda-, decía a los ciudadanos que carecían del “estudio” y que tenían la necesidad de
comunicarse con algún familiar que vivía en tierras lejanas o hacer algún escrito
necesario para algún “tramite”. También estos vínculos se establecían el algún sitio de
esparcimiento como el famoso Club Liberal donde se juntaban los parroquianos a jugar
dominó o cacho acompañado siempre del buen “vinito”.

La transformación de la ciudad supone la pérdida de "un estilo" cultural. La migración


del campo a la ciudad hace que surja la necesidad de vivienda para los nuevos
habitantes, satisfecha muchas veces por soluciones electoralistas-proselitistas que han
generado la modificación del espacio habitable hasta en la actualidad. Las nuevas
políticas de viviendas (Villas) han concebido verdaderos gethos, como también el
surgimiento de grandes construcciones (mall) destinadas al consumo sin límites.

El nuevo ciudadano gestado por esta nueva ciudad también se cuestiona el modelo de
desarrollo de ésta, vinculado a una sociedad de consumo globalizada, planteando
propuestas y nuevas miradas acerca de lo urbano, como por ejemplo: grandes
movimientos de ambientalistas, respeto a la diversidad sexual, étnica; planificación de
modelos sustentables de habitabilidad con infraestructura acorde con el contexto
geográfico y biológico donde va a estar o está emplazado.

Este nuevo ciudadano se refleja en los jóvenes urbanos, quienes son portadores de
memorias y formas de vida signadas por la cultura de sus padres y abuelos, quienes
migraron a la ciudad en busca de nuevas y mejores condiciones de vida. Este fenómeno
supone procesos de subjetivación nada placenteros y armónicos para los jóvenes
urbanos, y, por el contrario, vivencias desgarradoras y traumáticas, y la configuración
de identidades múltiples y complejas que se debaten entre las tradiciones locales
profundamente tradicionales y conservadoras, y los consumos globales, donde el pasado
es devorado por el futuro.

Este desencuentro entre la construcción física de la ciudad y su edificación social es el


contexto donde surge la ciudad educativa que, supone identificar y comprender las
lógicas y prácticas educativas propias de la ciudad que pasa por la formación y
socialización del que participan los sujetos y colectivos urbanos a partir de la vida
citadina que les es propia.

Basado en esta realidad la escuela ha perdido presencia en la formación y socialización


de los niños y jóvenes, y convive con otras instancias comunitarias y culturales que
contribuyen en la educación, como los grupos urbanos de pares y los medios de
comunicación. Por este motivo es que las nuevas tendencias en educación se deben
enfocar al establecimiento de nuevas modalidades y estrategias de formación y
socialización, dirigiendo la atención a salir del espacio físico del aula y apuntar a
ocupar el entorno en el diseño de las planificaciones y actividades como una forma de
recuperarse de problemas asociados con la exclusión, y el desarrollo humano de los
sujetos y las comunidades.

Hoy más que nunca la ciudad, grande o pequeña, dispone de incontables posibilidades
educadoras. De una manera u otra, contiene en sí misma elementos importantes para
una formación integral. La ciudad será educadora, cuando reconozca, ejercite y
desarrolle, además de sus funciones tradicionales (económica, social, política y de
prestación de servicios), una función educadora; cuando asuma la intencionalidad y
responsabilidad cuyo objetivo sea la formación, promoción y desarrollo de todos sus
habitantes.

Juan González Olivares


Docente Escuela Villa Los Naranjos
Illapel

También podría gustarte