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La trama de la Metamorfosis de Franz Kafka se desenvuelve en torno a la transformación de

Gregorio Samsa, quien luego de tener un intranquilo sueño, despierta encontrándose convertido
en un insecto. Inicialmente Samsa creyó que todo era producto de su mente, que la fantasía le
había jugado un mal rato, y por lo tanto se rehusaba a cualquier tipo de contacto social, pero con
el transcurso de las horas y el temor constante de perder su empleo debió enfrentarse a su nueva
realidad, y es que esto no se aleja mucho de la realidad, del día a día de un sin número de
personas que se apabullaban en la soledad, donde encuentran la aliada para escapar de su vida
cotidiana, de los pesares, de las tristezas, de las dificultades económicas y demás, que nos llevan a
refugiarnos en nuestra guarida de fantasía, donde la vida se nos hace menos pesada.

Lo primero que Samsa debió afrontar fue levantarse de la cama, lo cual era de gran dificultad por
la fisionomía que ahora tenía, y abrir rápidamente la puerta, ya que fuera de ella estaba su jefe, y
Gregorio temía que lo despidieran de su trabajo. Cuando logró abrir la puerta quedó al
descubierto su nuevo cuerpo, un cuerpo que asustó a sus padres y espantó inmediatamente a su
jefe. A partir de este momento se convirtió en un ser inútil, ya que no podría sostener a su familia
y fue marginado por su nueva imagen.

Es necesario hacer aquí un paréntesis y ahondar un poco la idea que anteriormente se enunció,
porque es evidente que esta situación de marginación que debió enfrentar Samsa en el relato, no
es fruto únicamente de la inventiva literaria del autor, puesto desde hace muchos años atrás esta
marginación ha sido evidente, y ahora con más fuerza la apariencia juega un papel trascendental
en las sociedades, es necesario cultivar el físico para escalar peldaños sociales. Además es
evidente como Kafka en su obra intenta ofrecer al lector el tema de la discriminación social al que
son sometidas las personas

que la sociedad se ha encargado de marginar y estigmatizar como inútiles; un claro ejemplo de


esta tacha social en nuestros días lo encontramos en los
adultos mayores, quienes en muchas sociedades son abandonados por sus familias en virtud de la
carga que representan puesto su fuerza laboral ha expirado con los años, para la economía la
productividad de algunas personas es nula y por lo tanto dejan de estar en el mercado.

En situación similar a la de las personas de la tercera edad se encuentran las personas con alguna
discapacidad o enfermedad, quienes son aislados de la sociedad en virtud de los posibles
trastornos y variaciones físicas a las cuales son sometidas por sus dolencias.

Es en este punto donde surge una pregunta de gran importancia y que seguramente muchos se
han formulado ¿Será el relato de Franz Kafka la narración metafórica de una vivencia personal?
Podría pensarse que efectivamente así fue, y que no hay gratuidad alguna en la relación que hace
el autor entre la exclusión de unas persona enferma por la sociedad, los amigos –dado el caso de
tenerlos- y hasta la propia familia en comparación con el repudio o asco a un insecto, no es una
comparación descabellada. Es importante recordar que Kafka sufrió una terrible enfermedad que
lo acompañó hasta su muerte. La tuberculosis representó para el autor lo que el cambio de
fisionomía para Gregorio, un problema que lo incapacitó de disfrutar más de la vida y lo encerró
durante varios años en su casa, casa que para el personaje de su obra representaba la habitación
en la cual pasaba sus días, mientras que su hermana, la que estuvo acompañándolo durante su
enfermedad, representaría a Grate, la hermana de Gregorio Samsa, la que lo ayudó en los
primeros días de su transformación. Pero no es así pues la enfermedad de Kafka apareció dos años
después de que escribiera esta obra (1917) lo que hace que la anterior teoría sea totalmente
imposible. Sin embargo, el mensaje que deja el libro es claro y contundente al llevar la
discriminación a un punto extremo como lo es la muerte. Pero podría decirse en lo que fuera un
insulto al sentido común, que Kafka se adelantó a su propia historia, o que quizás interiorizó tanto
su relato que su vida luego del mismo tomó algo de lo que había dejado en sus líneas.

La monotonía en la cual se encontraba sumergida la vida de Gregorio Samsa es el reflejo de las


exigencias sociales que en muchos casos nos llevan a seguir lo que la misma sociedad ha trazado
para sus miembros, quizás esa historia del destino y su predeterminación no es del todo irreal,
sólo que ahora no es un Dios el que marca el camino, sino una sociedad capitalista y práctica que
necesita mover estratégicamente sus peones para sostenerse a sí misma. Pero esta monotonía
padecida por el personaje central de la obra y millares de personas en la actualidad que se ven
obligadas a emplearse en labores que no los satisfacen pero por deudas, estabilidad económica,
conveniencia familiar y demás hacen obligatoria y necesaria la permanencia en determinado
puesto laboral, obligación que se ve apaciguada por la relativa felicidad que proporciona la
tranquilidad personal y familiar en lo que respecta a la economía.

Pero después de su transformación esta poca felicidad se desvaneció al comprobar que sus
padres, lo desvalorizaron y redujeron a un simple estorbo por no poder continuar
contribuyéndoles. Y descubrió que, como casi siempre pasa con todo, no se le apreciaba por lo
que era, sino por lo que tenía, por lo que podía ofrecer. En momentos como este en el que la
dolorosa verdad toca los más recónditos sentimientos llega aquella invisible compañía, que le
habla al hombre al oído para ahondar su ira o para aplastar el poco valor que le queda.

La soledad, este estado fue representado por Kafka en un cuarto grisáceo, donde se agudizan los
sentidos, donde se resguardan los temores, donde se trepa hasta el techo intentando huir
estúpidamente de la realidad, aun sabiendo que rápidamente se desprenderá y chocará
fuertemente contra el duro e inerte piso de los problemas, para fortuna de Samsa su
metamorfosis lo había dotado de un fuerte caparazón que amortiguara el impacto, pero quizás el
hombre común, el que lleva el insecto en su mente y en su alma, no resista este choque contra la
realidad y muera creyendo que lo único que necesitaba era automedicarse tiempo y soledad

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