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2015-I 1
Es indiscutible el impacto que tuvo y tiene hasta nuestros días las ideas de Paulo Freire
sobre la educación. Su importancia radica en que rompe con los esquemas de la comprensión de
los individuos desde la opresión, adquiriendo en su teoría un sentido que va más allá de las
lógicas de la sociedad mercantilista, definiendo así una búsqueda de la humanización del ser
humano a través del reconocimiento de su condición libertaria, en contraposición a las
condiciones de desigualdad social por la cual muchas personas se ven condenadas a la opresión
(Freire, 1986). Freire en su propuesta propone una “Pedagogía del Oprimido”, aquella pedagogía
se plantea como una construcción con los mismos individuos en condiciones de opresión, ya que
desde ellos debe surgir la búsqueda de nuevos modos de actuar con el fin de superar su condición
y de las estructuras sociales de desigualdad que las perpetúan. De acuerdo a lo anterior, un
requisito necesario para la creación de esta nueva pedagogía, seria abandonar las viejas lógicas
del opresor-oprimido ya que estas plantean una dicotomía que le es funcional a los sistemas que
se alimentan de la desigualdad social, es importante superar este debate con el objetivo de evitar a
que no se reproduzcan las formas actuales de opresión. Resulta interesante ver como este
planteamiento de la liberación, es similar en cierta medida a los objetivos de la educación vistos
desde Dewey (Dewey, 2004) y Piaget (Piaget, 1981), ya que en estos autores la búsqueda o el
desarrollo de la autonomía es primordial para la constitución de sujetos libres y responsables de
sus actos, no obstante esa libertad a la que aluden puede ser aparente si no se tienen en cuenta
aquellas condiciones sociales y de opresión que atraviesan a los sujetos, tema que trata
extensamente Freire.
Desde esta pedagogía también se debe comprender que superar la condición de opresión
por parte de los oprimidos y en cierta medida de los opresores, implica un proceso de reflexión
crítica de la situación de opresión, en el que se identifique como operan estas estructuras sobre
los individuos y más importante aún, se trate de buscar vías para revertir esta situación, no es el
cambio de oprimidos por opresores, sino que se constituyan nuevas formas de praxis liberadoras
¿Enseñar Psicología? 2015-I 2
Un punto de vista similar sostiene Martin Baró, quien afirma que desde la psicología
como ciencia social se ha ignorado bastante el tema de la opresión, especialmente en los pueblos
latinoamericanos. La discusión que plantea este autor es sobre el poco contacto que ha tenido esta
disciplina con los problemas sociales que son comunes en las sociedades latinoamericanas,
haciendo irrelevantes los aportes que se han producido hasta el momento desde esta ciencia para
comprender las problemáticas de desigualdad en esta región. Martin Baró señala que esta
situación precaria de la psicología latinoamericana se debe a cierta subordinación de esta a las
grandes teorías y movimientos intelectuales de Norteamérica y Europa, por lo que la psicología
latinoamericana se ve reducida a estudiar los problemas de su región a través de esas grandes
perspectivas teóricas “occidentales”, esto conlleva a que se sobresimplifiquen algunas de las
características particulares que se encuentran en nuestra región y no se tenga en cuenta otras
alternativas válidas de explicación. En ese orden de ideas, se propone una psicología que
replantea sus problemas desde y para la comprensión de nuestros pueblos. Comprendiendo la
situación latinoamericana se debe elaborar una Psicología de la Liberación (Baró, 1986). Para
ello, esta disciplina debe lograr una independencia a nivel teórico y práctico de los grandes
paradigmas dominantes de la psicología Norteamericana y Europea, así mismo la psicología debe
estar al servicio de los pueblos y en especial, de los oprimidos. Lo anterior no implica que se
deba abandonar del todo el cuerpo teórico que se ha constituido hasta el momento en la historia
de la psicología, sino que replantea una reflexión sobre sus postulados y que tanto aplican en el
contexto de Latinoamérica (Baró, 1986).
algún sentido para ellos o si tienen conexión alguna con los saberes que ya poseen, a este hecho
Freire lo llamo la “bancarización de la educación”, en otras palabras la educación como practica
de la dominación (Freire, 1985). Desde estas dinámicas rígidas de pedagogía se conforman
procesos de reproducción cultural, en los que alumnos y maestros se ven implicados en
estructuras de dominación que se encuentran inscritas en aquellos códigos sociolingüísticos que
ambos manejan y que restringen las alternativas de una verdadera apropiación de los
conocimientos manejados en clase (Bernstein, 1993). Este tipo de dinámicas educativas también
inscriben en los sujetos una posición pasiva e ignorante por parte de los educandos y un rol
activo e ilustrado por parte de los educadores, no obstante desde la pedagogía del oprimido se
sostiene una posición más conciliadora entre estos roles, con la meta de superar estas
contradicciones y generar un verdadero ambiente donde se construyan conocimientos en
comunidad.
REFERENCIAS.
Martín-Baró (1986). Hacia una psicología social de la liberación, Boletín de psicología, No. 22,
p.p. 219-231, Uca Editores, El Salvador.
Bernstein, B. (1993). La clase social y la práctica pedagógica. En B. Bernstein, La estructura del
discurso pedagógico. Madrid, Morata.
DEWEY, J. (2004). Experiencia y educación. Madrid: Biblioteca Nueva.
FREIRE, Paulo. (1985): Pedagogía del oprimido. Montevideo, Tierra Nueva. México, Siglo XXI
Editores
¿Enseñar Psicología? 2015-I 4
Piaget, J. (1981). “Principios de educación y datos psicológicos”. En: Psicología y Pedagogía. Pp.
174-208.