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Música y psicoanálisis. Cuestiones de oreja.

Osvaldo Enrique Destefanis

Universidad John F. Kennedy

odestefan@yahoo.com.ar

B. Mitre 2152 C.A.B.A.


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Música y psicoanálisis. Cuestiones de oreja.

La música como nudos y nudos como goces.

Bueno, los psicoanalistas también escuchamos, ponemos la oreja allí donde no se dice

nada, y donde habrá que escuchar que se dice en ese no decir. Eso que se dice entre

líneas. Quien pone la música, el bullicio, el sinsentido es el analizante. Entonces,

hacemos música, o escuchamos?. La voz es sonido, y es música. Digo por los tonos de

las voces, las distintas tesituras al hablar, al entonar las palabras, a los cambios

tímbricos al hablar (como ser ronquidos, suspiros, aspiraciones, subidas y bajadas de

tonos, acentos, demarcaciones, silencios, y a los cambios de registros, sutiles falsetes,

ubicaciones en distintas partes de la caja torácica o la cabeza de la voz, y las distintas

modulaciones manipuladas con la lengua y la boca, etc.).

La música, como el psicoanálisis, es en la práctica, en la sesión analítica, transferencia

mediante, lo mismo que ocurre en la música que solo existe en el momento en que se

la practica, en ese tiempo, luego ya no esta, solo queda en nuestras mentes, y depende

generalmente de los intérpretes, el autor de la música generalmente está ausente.

Dice Alicia Terzian, (Argentina, de la ciudad de Córdoba, destacada compositora,

directora, musicóloga y difusora de la música contemporánea ), en “La creación del


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arte. Incidencias Freudianas” (Dirigida: Roberto Harari. Amitin, D. Dreidemie, V. Juarroz,

R. Karothy, R. Kovadloff, S. Rodriguez Ponte, R. Squirru, R. Terzian, A. Vegh, I.. Bs.

As., Ed. Nueva Visión, 1991) “El acto creador (…) es un salto al vacío” y “(…) es una

manera de señalar cómo el creador es inconsciente de lo que hace” y “(…) cuando

nosotros estamos ante una obra musical, estamos proponiéndonos también un salto al

vacío” (Pp. 52-58).

Podríamos pensar que ese salto al vacío es como saltar allí donde no hay nada de lo

buscado, es decir un cambio de la meta pulsional, como ir hacia donde no hay nada,

porque al objeto no se lo encontrará con el producto de la creación musical, con este

nuevo objeto que es como un vacío.

Continúa la autora:

Vemos una partitura y no entendemos nada. La partitura requiere de un

Intérprete para que transmita la obra al oyente. Es decir que el creador está en

las manos absolutas de los intérpretes, hasta el punto de que su pensamiento

puede ser totalmente tergiversado si la interpretación no es acorde con el

pensamiento de lo que la partitura misma dice. Porque además lo que la

partitura está dando no es nada mas que una serie de códigos, una serie de

signos que son e lenguaje habitual del músico, pero (la música como en la

literatura con las palabras), hay un entrelíneas que no está escrito y que se
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debe interpretar. El entrelíneas lo tiene que interpretar el intérprete, pero lo tiene

que interpretar también el público.

El entrelíneas aludido podría ser nada menos que ese mensaje desde la pulsión, o

mejor aún desde el goce que no llega a lo simbólico, pero ´resuena´ en los otros de la

escucha. En el caso de la música el aludido entrelíneas no es un síntoma o mensaje

metafórico a poner a trabajar con el sentido, sino algo no simbolizado o simbolizable,

algo extranjero al significante, aunque, en parte haga significantes (con la partitura

escrita, con la adecuación a las formas musicales, etc.).

En nuestra época se privilegia la imagen por sobre la escucha. El nuestro, es más un

mundo de la imagen, del ojo que espía y es espiado, y muy poco el de escuchar,

y ser escuchado. El mundo actual está lleno de controles por la mirada, como

panópticos, mediante cámaras que filman todo el tiempo nuestras actividades,

los desarrollos de internet, el imaginario de que “todo está en internet”, las

relaciones entre personas mediante internet, relaciones de amistad,

profesionales, sexuales, etc., el cine, la televisión, se trata de un mundo virtual,

donde pareciera que aquella fusión con la imagen del espejo, del otro, ocurriera

en casi todos los ordenes de la vida: un mundo de indiferenciaciones, donde la

castración se borra por ausencia de lo simbólico.


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Música clásica, música de cámara, música sinfónica, música folklórica, música de

cuartetos, música de rock, música de jazz, música fúnebre, música incidental, música

para películas, músicas…. Cuantos nombres para nombrar que cosa?.

Y uno se pregunta: que pulsión quiere hacerse oír allí?.

Podemos entender la música como esa resonancia de la voz de nuestra madre, es

un significante que indicaría que algo me espera allá afuera de la panza de la madre.

Después de eso, tal sonido puede ser un poco amenazante, dulce, protector,

asegurador, etc. y pueda tal vez aquel sonido no permutarse totalmente en lo simbólico,

produciendo restos, voces, sonidos, música.

Lacan, habló de pulsión oral, anal, la mirada y la pulsión invocante que es la voz.

Pulsiones que emergen de nuestra sexualidad. Podemos pensar que por el origen del

habla, la pulsión invocante esta mas cerca de la pulsión oral.

Los sonidos de las escalas musicales, de todo el mundo, tienen significados, y son

también significantes (altura determinada o aproximada, relaciones entre los sonidos de

la estructura llamada escala, relaciones interválica entre los sonidos que componen las

escalas, relaciones entre los sonidos superpuestos o acordes, los ritmos, los

contrapuntos, es decir son como ´estructuras´ que dan forma a una masa sonora).Y

aún, si una persona inventara una escala solamente suya, en su intimidad, tendría un

sentido, seria un significante, y a alguien le podría gustar o no, pero nadie podría decir

que está loco, sin embargo si alguien intentara llamar a un elefante utilizando cualquier

neologismo o utilizara neologismos, entonces lo mirarían raro y dirían que está

psicótico, excepto claro está, en la poesía, dado que el poeta crea y recrea las
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palabras. En fin, no podemos escapar a los significantes, sean éstos de la índole que

sean. Somos productos de ellos, aunque –en la música- otras cosas también resuenan.

Es como si ocurriese una suspensión del principio de realidad en la música (y en arte

en general), suspensión de tal principio, que produce una gran satisfacción, y el

otorgamiento de un elevado valor, ideal, y económico, y de reconocimiento. Puede

mover multitudes apasionadas, ya sea en recitales o en fans de determinados autores o

intérpretes musicales.

Ahora bien, la música es puesta en los significantes, pero son significantes como más

´blandos´, mas amenos a la castración. Porque el significante es siempre más unívoco,

evocador de la Ley, etc., sin embargo con los significantes de la música, la Ley es más

blanda, a veces incluso casi no existe, y no es que se niegue o se reniegue o se

desestime o se forcluya, sino antes bien que se sublima. Es decir que se hace de un

objeto que es una nada (algún objeto petit a) una obra de arte. Obra de arte que podrá

conmover, emocionar, producir rebelión, sentimientos de poder, de amor, de ternura, de

tristeza o de alegría, de desazón, de confusión, e inclusive de miedo, y de evocación de

lo siniestro. Pero se trata de un desecho que esta allí, y el artista lo siente como algo

muy suyo, y los espectadores gozan allí por lo que les evoca tal objeto de goce desde

una ponencia aceptable ante los ideales sociales, ante el superyó.

En todo caso debiéramos definir si es música el sonido del trueno, sin intervención del

ser humano, pero desde el momento en que el ser humano lo toma como significante,

entonces ya es música. La naturaleza no tiene sujeto, no tiene un sujeto de la estética.

Y somos nosotros, presos de nuestro invento, el significante, quienes percibimos e


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interpretamos. La naturaleza no nos goza, nosotros gozamos de ella y de una manera

mortífera para la misma, y muy perjudicial para nosotros.

Justamente estaba pensando de que es lo mismo una composición de Rock que una

sinfonía, por caso la 5° sinfonía de Beethoven , imagínense!, qué comparación, tal

sinfonía es una obra del equilibrio, del juego de tensiones y distensiones, de lo apolíneo

y lo dionisiaco que intenta todo el tiempo romper el ideal pero genera otro ideal, contra

la composición de rock, por ejemplo de la banda ´Metálica´, por ejemplo Nothing else

matters, la una es obra de un genio de la composición musical, de la sinfonía, la otra es

una obra de la rebelión, del poder de los deseos, y de la época actual, de la

transgresión, y de la dulzura también. Y entonces? Qué vale más? Son cosas distintas,

solemos decir. Pero desde aquellos gritos primitivos de los hombres nómades en sus

cuevas, o bajo la lluvia, manifestando la alegría, el miedo, el dolor, la esperanza,

pasando por una composición folklórica, por una cumbia, una canción de rock, o la

quena solitaria del indígena en las montañas de Jujuy Argentino, por el canto de un

hombre en su ducha diaria, hasta la 9° sinfonía de Beethoven , o El mandarín

maravilloso de Béla Bartók, o Noche transfigurada de Arnold Schönber, o cualquier

composición de Jonh Cage por ejemplo Cartridge Music, todo es Arte, es manifestación

artística, y puede ser sublimación. Porque la sublimación pone una cosa en lugar de

otra, en lugar de un vacío de objeto pulsional, pone cualquier cosa, imagínense: unas

pinceladas sobre un lienzo, un escrito que cuenta una historia que jamás existió, un

juego de palabras de algún poeta, unos movimientos contorsionantes, una masa de

materia con alguna forma, o unos ruidos y sonidos, y esas cosas cualesquiera son
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interpretadas por los sujetos, son resinificadas, muy valorizadas, como si fuesen otras

cosas, pero no lo son, pero, sublimación mediante, sí lo son!.

Lacan dice (Seminario VII, La Ética en psicoanálisis, clase 20 enero 1060): “La fórmula

general que les doy de la sublimación es ésta: que eleva un objeto (…) a la dignidad de

la Cosa”.

Ese desecho pasa a ser elevado a un valor ideal, a la dignidad de la Cosa.

En ese mismo seminario (Clase del 3 de febrero) dice Lacan: “El arte, la religión y la

ciencia (…) intentarán mostrarnos en toda su generalidad la fórmula en la cual, en

último término, llegaremos a plantear la noción de la sublimación (…)”. Es decir que no

solo en el arte, sino también en la ciencia y la religión operaría esta cuestión de la

sublimación. Continuamos citando a Lacan:

Esta cosa, cuyas formas creadas por el hombre son del registro de la sublimación,

será siempre de algún modo representada por un vacío, precisamente porque no

puede ser representada por otra cosa. O, más exactamente, sólo puede ser

representada por otra cosa. Pero en toda forma de sublimación el vacío será

determinante.

Vale decir que se representa por ´otra cosa´ en lugar de otra, como una suplencia

apenas inscripta. Porque en realidad de lo que se trata es de un vacío determinante

para el sujeto.

Al respecto comenta Isidoro Vegh (El abanico de los goces, Letra Viva, Bs. As., 2010,

p.100):
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Con mis palabras: hay sublimación cada vez que el parlétre crea un objeto con el

cual recrea el vacío. La sublimación es la recreación de un vacío, vacío de objeto

pulsional, el cual permite aproximarse asintóticamente a la dimensión de la

Cosa, al Das Ding.

Entonces este vacío actúa desde los bordes de lo simbólico para estructural algo en el

sujeto mediante la operación de sublimación.

Podemos decir que la sublimación parte de una falta de objeto, y que le permite un

goce al sujeto , goce posible ante el superyó, ante los ideales sociales, y se trata de la

recreación de un vacío, de un espacio que le permite recrearse, ser y gozar a la vez.

Porqué esa necesidad de expresar con otra cosa, con otros elementos, algo que es otra

cosa?.

Es una manera de poner en significantes no convencionales eso que se siente, se

desea, y con lo que no se puede. Aquella masa sonora primigenia (voz de los Otros

parentales), se invistió pulsionalmente, pero no fue posible su ingreso a la

simbolización, produciendo entonces restos, oleadas de ruidos, luego se hicieron

sonidos (ya mediante el significante) y más tarde se hicieron música, y ahora acaricia

nuestros oídos placenteramente, que si no fuera por aquella primitiva relación, no

entenderíamos el porqué de tales placeres.

Y lo que no se puede, es el destino, esa repetición que no cesa de no inscribirse. Sin

embargo, creo que está muy claro de que aunque ´aquello no se inscriba nunca´ hay un

saber hacer con ello, por ejemplo saber hacer música, arte, sublimar.
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Bien, pero el significante mismo es eso!, Nada de lo simbólico garantiza la

representatividad total. Es verdad que si digo “estoy triste” es mas claro que si me

pongo a tocar el piano una composición en tono menor (que aluden –culturalmente- a la

tristeza o más o menos estados de melancolía) y si logro transmitir algo a los

interlocutores, y esto es así porque el significante sonido pareciera estar más cerca de

aquel real primitivo, ya se llame objeto, o falta de objeto, u objeto alucinado y para

siempre perdido, o vacío, o falta estructurante, que es tan necesaria como temible. Pero

también puede decir “estoy triste” sin estarlo. Hay dos modalidades de aquello primitivo,

una sería una falta demasiado grande, imposible de significar y de intentar obturar, y la

otra, una súper presencia del objeto que no deja lugar para nada mas y forcluye al

sujeto, o al menos parte de él.

La música, pareciera estar más cercana al cuerpo que las otras expresiones artísticas.

Porque es en el cuerpo donde reside aquel goce, aquella fusión, aquel no lugar, aquella

separación del otro parental, es un más allá del discurso, aunque después en el mundo

de la cultura por asociaciones se haga más discursiva. Aquel real que tiene que ver con

la voz de la madre, y del padre. Y porque además ha habido poca interdicción del

significante entre aquel goce y este nuevo objeto, el objeto musical.

Y entonces la música intenta borrar la hiancia, borrar la castración, su-poniendo otra

cosa, otro objeto. Intenta de alguna manera colmar la falta originaria. Se trataría del

objeto ´a´ voz. Toca los cuerpos, y es por todo esto que es tan comunicable, y dan

ganas de bailar, y luego también la música emociona grupalmente, el objeto queda allí

flotando en los recitales, y todos gozan!, pero como la música también hace
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significante, tiene cortes, es que controla al goce. Y es así que la música siempre

viene del Otro.

Otra cuestión es la Estética.

Podemos ver en el diccionario de la Real Academia Española, así como en internet

( http://www.rae.es/rae.htm y https://www.es.wikipedia.org/wiki/Estética ), la Estética –en

filosofía- es el estudio de la esencia y la percepción de la belleza, y también podría

decirse percepción en general, y otra significación sería que es el estudio de la teoría

del arte. Pero aquí el problema seria: qué es belleza?. O la reflexión sobre los

problemas del arte en relación a la belleza o lo artístico.

Una pregunta nos cruza a fuego: qué es lindo y que es feo, y porqué?, qué es la

belleza?. Y esto es de alguna manera una teoría del Sujeto.

Lo lindo sería quizá lo que nos acerca al objeto primigenio, y lo feo lo que nos aleja de

él. Pero salvando el hecho de que una cierta distancia del objeto es lo que nos permite

o hace lugar al desarrollo de nuestra subjetividad. Si no hubo lugar para el desarrollo de

los deseos, no habrá mucho del sujeto. Es decir que debió haber objeto como presencia

o alucinado al menos, pero también espacio para el surgimiento del sujeto.

Lo lindo o bello pareciera acercarse al deseo, si se trata de deseo que hace sujetos. Tal

vez un deseo de-sujetado sería un goce, y bastante mortífero, por cuanto el deseo esta

sujetado a los significantes, a lo simbólico que intenta limitar al goce, ponerle ruedas a
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lo inmóvil, y crear allí donde no hay nada, y en esto último, algo así como inventar un

objeto.

Pero deberemos ser cuidadosos, porque lo bello también se refiere al ideal, al imposible

de alcanzar, ideales que tienen sus bases en la ideología. Es decir que según los

poderes hegemónicos en un determinado grupo humano, éstos tendrán sus ideas de

cuales son los ideales de lo que es bello, hermoso, puro, sublime, y lo que no lo es.

La belleza para los griegos podría ser el ideal matemático del equilibro de las líneas, lo

apolíneo, el equilibro de fuerzas, de lo armonioso, es decir la pureza de las ideas, que

no lo fue tanto para los románticos, o para las expresiones musicales del sigo XX y XXI,

sobre todo las llamadas músicas de vanguardia, donde ocurre todo lo contrario.

Desde la antigüedad hubo siempre organizaciones de los sonidos musicales: escalas

griegas (modos griegos: dórico, locrio o hipodórico, lidio, hipolidio, mixolidio ,frigio,

hipofrigio), en oriente escalas con afinaciones propias diferentes a las occidentales, en

América, Asia, China, y África las escalas pentatónicas, (incaicas, indígenas), y en

algunas regiones también las escalas tritónicas y bitónicas, inclusive hay instrumentos

monocordes, es decir con una sola nota (el triángulo, monocordio) hecho famoso por

Pitágoras, etc.). Con la llegada del cristianismo, los monjes en las iglesias tomando

elementos orientales, desarrollaron el canto gregoriano, y lentamente se fueron

armando las escalas occidentales actuales (12 escalas en tonos mayores y doce

escalas en tonos menores y las escalas menores de tres tipos: armónicas, melódicas y
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antiguas), y la escala cromática, y las escalas creadas en el sigo XX por Arnold

Schöenberg llamadas ´dodecafónica´, y también las escalas por tonos, etc.

Las escala musical es siempre una organización determinada de los sonidos dentro de

la misma, sea la que sea, y asentada en la cultura por el uso, las costumbres, es como

si el sonido fuese un continuom y las notas hicieran escansiones, cortes, para generar

las diferenciaciones en los tonos, y el ritmo que mediante los silencios, las

acentuaciones de una nota o grupos de notas con regularidades como en el compás, o

irregularidades como en los síncopas, y que hacen que la música no sea algo

monocorde y aburrido, como sin deseos, sino que pone cortes y acentuaciones en la

masa sonora.

Esta ´diferenciaciones´ constituyen una manera de generar significantes, que luego se

asociarán –mediante el uso y las costumbres- a otros significantes, y en el tiempo hará

que podamos decir que una música es triste o alegre, melancólica, festiva, siniestra,

dulce, fresca, impetuosa o épica, amorosa, etc.

Siempre se pensó que la música tiene fuertes relaciones con las matemáticas, e

inclusive la física, ( y esto se debe en parte a Pitágoras, filósofo y matemático de la

grecia antigua, que creó las leyes de los intervalos musicales regulares que son las

relaciones aritmeticas de la escala musical, así como por el valor que le otorgaron los

pitagóricos a la música en la sociedad) y esto es por un ideal griego, de que las

matemáticas son entidades sublimes, alejadas de lo corruptible, o por la armonía

espiritual y con el universo o en el mismo universo, por el ideal del equilibrio, por los

entes ideales, pero en realidad la música esta más cerca del desecho, en el sentido del
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objeto que no es nada, dado que está antes que la cultura, y que el sujeto, y que es

más bien caos y azar, o en el mejor de los casos puro goce.

Lacan siempre considero que las matemáticas modifican el objeto ´a´, dice: «Es un

hecho que las matemáticas corrigen y […] lo que corrigen es el objeto mismo. De allí mi

reducción del psicoanálisis a la teoría de conjuntos» (Lacan, J. ‘Lacan pour Vincennes’,

en Ornicar? n.º 17/18, 1979, p. 278, cit. por: Natallie Charraud, Semblantes y Sinthome,

Grama, Paris, 2010).

Quizá podríamos pensar que el significante modifica al objeto, o, tan solo quizá permita

crearle semblantes a aquel objeto. Distintos semblantes que nos permiten sujetarnos y

vivir, o que el significante permite crear otros objetos, dada la ausencia estructural del

objeto de la pulsión.

Pero por cuál necesidad surgiría entonces esta voluntad de expresar con otros

elementos ya sean deseos profundos, desdichas, dolores, inquietudes, aspiraciones,

etc., cuestiones que nada tienen que ver con la pulsión?.

Freud indico que en el arte se trata de la sublimación (Pulsiones y destino de pulsión,

1915. Obras completas, Amorrortu), y que la pulsión –que no tiene objeto- puede tener

diversas metas, una de ellas es la sublimación, es decir la producción de algún

fenómeno que nuestra censura moral permita manifestar ante nuestro Superyó y en la

sociedad, en lugar de otras manifestaciones que no son posibles o aceptadas en

nuestra mente consiente (súper-yo) ni en la sociedad (ideales). Se trataría tal vez de

contenidos siniestros, de deseos inconscientes, de goces. Recordemos que en el


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inconsciente existe la contradicción, y no existen las cualidades del tipo lindo-feo, malo-

bueno, etc. en el inconsciente operan otras lógicas, si es que operan algunas, es decir

que no hay lógicas allí, sino que nosotros intentamos acercados a aquel mediante

lógicas mas vagas o blandas o efímeras o tenues (lógicas: plurivalentes, difusa, modal,

intuicionista, etc.), porque en realidad se trata de lo inaprensible al significante.

Pero hasta aquí no dijimos nada nuevo, cualquier lectura de algunos artículos de Freud,

o de algún filósofo del arte lo haría mucho mejor y con mayor claridad y profundidad

ciertamente, y haciendo incluso un interesante recorrido por la historia de la Estética.

Pero, no se trata de este recorrido histórico, ni de las filosofías del arte, sino de ese

´destino trunco´ de la pulsión, de algunas pulsiones, de ese constructo que fue y es

necesario para sobrevivir. Tal vez sobrevivir a un goce mortífero, oponiéndole una

estructura sublime que lo acote. Y también la posibilidad de la negación de la

castración, es decir, no se la niega, se sublima, se conserva esa especie de objeto

primordial (real o no, alucinado y vacío) en este fenómeno: la obra de arte.

Poco importa si se trata de manifestaciones como el teatro, la literatura, la poesía, la

danza, la música, el canto, la opera, la escultura, el grafiti, internet o el cine. En todo

caso estas eventualidades estarán relacionadas con las vicisitudes de la singularidad

de cada sujeto, de su atravesamiento particular del complejo de Edipo, de sus

fantasmas, y de sus historias.

En el Arte no hay valor, el valor adviene posteriormente por resignificacion, o, en todo

caso se trata de un primer valor proveniente del Otro parental, que deja su marca en la

voz, voz que se hace sonido de aquel Otro que nos significó, nos puso un significante, y
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nos sujetó (es decir nos subjetivizó, algo así como la primera palmadita que los médicos

dan al bebe recién salido del vientre materno en el parto).

Un sujeto sublima produciendo un fenómeno tal que resuena fantasmaticamente en

otros sujetos, entonces éstos últimos ven como bella tal manifestación, cuando en

realidad no es nada, porque si vinieran personas de otro planeta o de alguna cultura no

humana, con otras estructuras psicológicas, tal vez dirían: que ven en ese montón de

latas? (aludiendo a una escultura que fuera considerada una obra de arte).

Se comprende entonces que no somos nada, nada sin el significante encaramado en el

Otro, ese de la cultura.

El psicoanalista crea un arte que consiste que en el discurso de la sesión analítica las

palabras tienen múltiples significados, y es el analista el que debe saber que no sabe

nada acerca del discurso del paciente, y que debe aprender su lengua, la singularidad

con la que el paciente trata las palabras, y esto es como la particularidad de cada

músico con la música, y la particularidad con la que cada interprete trata las partituras

en la ejecución. Hay una especie de fidelidad del interprete para con el compositor

musical, empero, hay también, y esta es la cuestión propia del interprete, hay un poner

algo de su singularidad, de su rebelión, de su más intimo goce. Si así no fuera, la

interpretación jamás nos emocionaría, no distinguiríamos las distintas ejecuciones.

El sonido, la voz, la música, están en el inconsciente humano, lo cual no quiere decir

que la música sea una formación del inconsciente, es más bien una construcción, una

suplencia. Y así, se puede soñar con músicas, con melodías, se sueña con voces o en

silencios, se alucinan voces y melodías, e incluso algunas melodías insisten a veces


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durante varios días o meses como imposición reiterativa en la mente de una persona, y

aquí es claro que forma parte de un producto del inconsciente, pero estos sonidos están

insertos en otra rede significante. Y también cuando esta melodía se relaciona con otros

contenidos, y es porque el analizante lo relaciono en su momento con otros

significados. De alguna manera se parece un poco al ombligo del sueño´ freudiano,

punto en el cual la cosa escapa a la significación, es inaprensible. Es decir que la

música en sí misma no hace conceptos, y es poco proclive a la significación. Pero es

proclive a la repetición y a tratar de inscribir algo, o mejor aún, trata de crear algo

nuevo para otro lugar.

Didier Anzieu dice (Lo imaginario en los grupos) “… es el reagrupamiento de algunos

participantes alrededor de uno de ellos, el cual hace ver o da a entender, a través de

sus actos, de su manera de ser o sus palabras, su fantasma individual inconsciente”.

En física seria como las cuerdas de un piano, donde para cada techa (que implica una

nota musical) pero al presionar una tecla del piano, suenan las tres cuerdas y hacen

resonancia en otras cuerdas del instrumento (en el llamado arpa del piano, en le resto

de las cuerdas) sobre todo cuando presionamos el pedal de sostén, y estas cuerdas re-

suenan a la manera de sus singularidades con algo en común con la cuerda percutida.

Imaginemos que cuando un artista crea una obra pictórica, y dado que a muchos les

resulta bella, o expresiva, o les evoca ´algo´ (resonancia fantasmatica) y entonces

´valoran´ dicha obra como algo especial, como una obra de arte, ahora bien, si tal obra

de arte no logra significar nada en los espectadores, solo puede quedar como un mero

pasatiempo, alguna recreación, o tal vez como un deshecho, es decir sin ningún velo, a
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cielo descubierto, seria el objeto a cielo descubierto. Es decir que la obra de arte

´resuena ‘en los otros espectadores, y no se trata de que sea una obra de arte

destacada o famosa, puede ser un arte solo compartido en algún grupo de amigos o

conocidos.

Igualmente, para la sublimación no hace falta ninguna sanción social, y de hecho un

hombre perdido en una isla solitaria que soplara una caña y fabricara una flauta

ejecutándola, aun sin ningún espectador, estaría sublimando. Además de que siempre

están los otros en el interior de la propia y más íntima subjetividad, en nuestra

constitución aparentemente más unitaria y solitaria o narcisista, siempre, los otros son

los que mandan. Creo que no se puede ocultar que la Música viene del Otro.

Es claro que el éxito que tenga un artista musical puede consagrarlo y quedar en los

anales de la historia musical (Los Beatles, Mozart, los Rolling Stones, Mercedes Sosa,

Liszt, etc.), y muchos pero muchos otros quedan en las sombras de la historia por

diversos motivos, a veces por cuestiones de personalidad, de discriminaciones,

comerciales, etc., y esto no les quita que los compositores sean artistas, porque el artes

es una cuestión fundamentalmente creativa, implica una suplencia de algo, poner

algunas cosas en lugar de otras, es una pasión, una necesidad, una sublimación, y la

sanción social del éxito es una cosa, pero la sanción social de arte esta dada per se en

el acto mismo de la sublimación.

En física sublimar es el pasaje de un cuerpo del estado sólido al estado de vapor. Es

decir que se desintegra el objeto, pasa a ser ´otra cosa´, otras metas… para la pulsión y

sus evanescentes objetos. Pero en la física hablamos y tratamos con cuerpos, y en la


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pulsión?, también tratamos con cuerpos, el cuerpo de cada sujeto, allí donde la pulsión

escribe, cuando puede, y cuando no, habrá otra cosa, otro objeto, tal vez, música.

Freud nos habla en el “Malestar en la cultura” del sentimiento oceánico, (El malestar en

la cultura, 1930), de un sentimiento ´oceánico´ o de ´eternidad´, y que podría estar en el

origen de las religiones. Y sería un sentimiento como de fusión con el todo. En una

parte estaría la fusión con e todo universal, y también esta fusión con el todo es la

fusión con la madre, con aquel todo del Otro parental, el sentimiento ideal del Uno.

Podemos relacionar entonces a la música con el sentimiento oceánico freudiano, y con

el regreso a la madre, pero como es una sublimación, no es paralizante, no pone al

sujeto preso del goce, antes bien, le posibilita hacer algo con ese objeto, hacer otro

objeto, se entiende, el objeto musical, pero objeto que ya es controlable, asimilable,

digerible, puede ser acotado, sería como decir “ya que no puedo con la castración, sin

embargo pude construir una alternativa, un nuevo objeto, y objeto de arte!.. Y

continuaría diciendo “en los recitales, en los oyentes, la música es como un lenguaje

universal, que borra las identidades, las diferencias”, y estamos aquí todos oyendo otra

cosa: música, nada de pulsión de la voz, o de la sexualidad!.

Pero es claro que no toda sublimación es arte, se puede sublimar en la investigación

científica, en la creación filosófica, literaria, en algún oficio, en una actividad deportiva,

en las religiones, etc.

El arte entonces debe tener alguna especificidad aparte de estar en el grupo de las

pulsiones que cambiaron la meta, que sublimaron. Y cual podría ser una actividad tal?
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Que es lo especifico del arte?. O mejor aun, hay algo especifico en la sublimación

artística, o se trata solamente de cuestiones de cada sujeto singular?.

Yo considero que siempre se trata de singulares, la universalización es solo un mero

intento de comprensión reduccionista. Por ello no habrá nunca dos obras de arte

iguales.

La obra de arte es un constructo, una especie de suplencia, donde la pulsión se

perdería como un río que terminara en pequeñas ciénagas hasta diluirse por completo,

terminando entonces en otra cosa. Es un proceso creativo por excelencia, donde se

inventa algo que no existe, algo que bordea un goce, y que sin embargo lo controla, lo

acota con los sonidos, con las imágenes, con las formas, con el estímulo a las

percepciones que remitirán a aquellos fantasmas que a su vez cobijan a lo Real.

Podemos decir (parodiando los tres registros que introduce Lacan como RSI) que lo

Simbólico es todo lo musical (partituras, técnicas, significantes aplicado al sonido) es

decir la Música misma, y que lo Imaginario estaría en todo lo que sería el sonido, la

evocación como en espejo desde el Otro, y con lo cual me identifico, pero lo Real es

solamente el ruido, aquellas voz o voces que hicieron marca desde los tiempos

primigenios en la historia de cada sujeto. Pero si tenemos en la música algo como los

tres registros (SRI) lacanianos, que sería el cuarto lazo, el que hace que permanezcan

unidos los tres?, y podríamos decir que ese cuarto lazo Nombre del Padre, es cuando la

sanción que viene del Otro social, impone su veredicto: es una obra de arte!, ya sea con

la admiración, con los aplausos, con el beneficio económico, con el reconocimiento, o


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inclusive con el rechazo por romper demasiado con los ideales en juego en

determinadas culturas. Sería mas o menos ´hacerse un nombre con el objeto musical´.

Bueno, notas más notas menos, pero exclusivamente en el arte musical, de que se trata

entonces?.

Real

Imaginario Simbólico

Habría muchas respuestas por las que algún sujeto derivara parte de sus pulsiones en

sonidos, en voces, en música, y es una manera de estar cerca a aquel objeto primitivo.

Tal vez a aquel llamado materno, y también a sus silencios…

Lacan dice que la pulsión invocante es la más cercana de lo inconsciente.

Dice Marcelo Zigaran (Música y psicoanálisis, ese “Otro” al que invocamos, versión

electrónica, http://www.musicaclasicaymusicos.com/musica-y-psicoanalisis.html 2009):

“Cuando tocamos música experimentamos otro que no es un extraño: en cada frase de

la Sonata de Rachmaninov que toco, la música es tanto una expresión de Rachmaninov

como mía”.
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Continúo citando: “En mi libro Powers of Music (2007) planteo la cuestión de que la

música, en lugar de ser una sublimación de una pulsión sexual, es una expresión de la

experiencia de lo sublime”. No estoy de acuerdo, porque la pulsión es de origen sexual,

y está primero, luego en el pasaje del animal a la cultura, complejo de Edipo mediante,

por necesidades de la cultura se sublima, esto es así en el origen, al menos para el

psicoanálisis.

De acuerdo entonces, cinta de Moebius en mano, para significar esto del adentro y el

afuera, esto de ´lo uno´ y por momentos ´ lo otro´, seria por momentos que uno es el

compositor y está como en su piel, y por otros se está del lado del espectador mirando

u oyendo ese objeto extraño, pero que le produce emociones placenteras o no: Goces.

Lo cual no quiere decir que el compositor y el intérprete y los oyentes sean la misma

cosa. Sino que son caras de un mismo proceso continuo, que me viene del Otro, me

marca y significa y retorna al otro, a los otros, quedando en mí acurrucado como un

cuerpo vacío, que se recorre en su sinsentido, en su oír o en su cantar.

El padre pone lo simbólico, la Ley, y la madre lo imaginario, lo real se hace goce, y esto

resuena en cada uno de nosotros, ya actuemos como los compositores o intérpretes de

la obra musical o como los espectadores que son los que ´revalidan´ la composición

musical.
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Por ello puede decirse en este sentido de que la música es anterior al sonido, se trata

de aquel sonido primitivo, quizá del otro parental, y para crear la música uno debe

tenerla ya en algún lugar de la subjetividad, y para quien la escucha y se deleita es

porque encuentra también algo en algún lugar de su interioridad.

Los significantes musicales hacen sujeto, sujetan también al sujeto.

Aún diremos algo más, y es del orden de la música y el juego. El juego que es como

jugar amasando la masa sonora, amasando aquellos objetos, cuerpos que se tañen, se

rozan o se soplan o se golpean. El cuerpo de la flauta, el cuerpo del piano, el del arpa,

el del violín, el cuerpo de la percusión, cuerpo de las cuerdas, de los vientos, y el

cuerpo de la voz humana, la voz desde el cuerpo del Otro.

Y el famoso juego del ´fort da´ freudiano (El malestar en la cultura), que se desarrolla

entre una presencia y una ausencia, y la alucinación de la presencia, y en la música se

trata del sonido, luego del silencio, y del sonido nuevamente, y ante la ausencia de este

sonido surge la alucinación auditiva: el sonido que retorna. La música que insiste a

veces como una melodía que insiste todo un día, varios días e inclusive meses, o las

voces que retornan desde el exterior. El juego entonces como un amasar la maza

sonora, hacerla presencia como música y silencio como ausencia. Como un placer por

la presencia misma de algo –la música-, antes de cualquier significado.

Quisiéramos señalar sólo que el arte tiene algo del jugar, del juego, del hacer de la

realidad otra cosa, de suspender en parte el principio de realidad, y cambiar los objetos

de la mesa de juegos por otras cosas, otros significados. En la música es cambiar los
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sonidos de lugar, de sus lugares lógicos en la secuencias de las melodías, de las

armonías, trocar aquella voz por esta música.

El arte es pura suplencia, y puro significado de un goce, digo significado porque esta

dentro del mundo de los significantes, aunque no signifique ´nada´, es decir que

precisamente significa ´nada´, su sustancia seria una especie de nada, que invoca al

desecho, desecho que es altamente valorado y puesto en lugar de ´ideal´, en lugar de

algún objeto que falta en el ser humano, precisamente por ser tal.

El arte es juego que limita al goce. Voz superpresente y mortífera, significante del Otro

parental, que es acotado por el silencio: terrenos de la música.

La creación no es acaso inventar objetos nuevos desde algo que no existe?, o mejor

aún desde algo que no está, y que alguna vez estuvo y que hemos perdido para

siempre, o que tal vez solo alucinamos.

Ahora bien, hemos recorrido la cuestión musical desde el psicoanálisis. Empero, el arte

no se limita solamente a estas cuestiones, el arte es también una intuición sobre los

misterios del universo, un captar lo que está más allá de las percepciones comunes. Y

la sublimación es el desencadenante, el constructor de este objeto vacío, y de la que se

sirve el sujeto, pero hay una especie de trascendencia por la cual el arte conecta con

esas realidades más allá del logos, de los significantes, y que no es solo aquel Real del

sujeto, sino los reales externos al ser humano, entre otras cosas que no se pueden

explicar desde la razón. Porque el arte, aunque se apoye en la razón, dice otras cosas,

y habla en otros lenguajes que no son lenguajes, no son significantes, es decir que su

contenido es a-dicto.
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El arte es el arte!. Es la construcción que arma cada sujeto para explorar su propio

infinito, y así navegar por los misterios del universo.

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS.

Adorno, Th. W. Filosofía de la nueva música. Ed. Akal, Básica de bolsillo, Madrid,

2003.

Amitin, D. Dreidemie, V. Juarroz, R. Karothy, R. Kovadloff, S. Rodriguez Ponte, R.

Squirru, R. Terzian, A. Vegh, I. Dirigida: Roberto Harari. La creación del arte.

Incidencias Freudianas. Bs. As., Ed. Nueva Visión, 1991.

Freud, Sigmund. Pulsiones y destino de pulsión, (Obras completas, Amorrortu).

Freud, Sigmund. El malestar en la cultura, (Obras completas, Amorrotu).

Lacan, J. (1981) Aún. El Seminario libro XX (1972-1973).Buenos Aires: Paidós.

Lacan, J. (1981) La angustia. Seminario libro X (1972-1973).Buenos Aires:

Paidós.

Lacan, J. (2006) De los nombres del padre. Buenos Aires: Paidós.

Lacan, J. (1988) Intervenciones y textos 2. Buenos Aires: Manantial.

Orwell, Lewis. Introduccion a la filosofía de la música. Antecedentes históricos y

problemas estéticos. Ed. Genisa, Barcelona (España), 2005.

Vegh, Isidoro. El abanico de los goces. Ed. Letra Viva, Buenos Aires, 2010.

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