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Reproducción de la tapa y contratapa:

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El AMBIENTE EN LA CIVILIZACIÓN
GRECORROMANA

UNA HERRAMIENTA DE EDUCACIÓN


AMBIENTAL

Por Antonio Elio Brailovsky

Esta es una copia del manuscrito de autor. El ejemplar impreso se puede


adquirir on demand en:

https://www.morebooks.de/store/es/book/el-ambiente-en-la-
civilizaci%C3%B3n-grecorromana/isbn/978-3-8417-6273-3
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1. INTRODUCCIÓN

Este libro analiza las condiciones del medio ambiente en la civilización


grecorromana durante la época clásica a partir principalmente de la lectura de
testimonios antiguos y su análisis con los enfoques científicos actuales. Está
pensado como una herramienta para la educación ambiental.

Uno de los aspectos más débiles de los estudios ambientales y de los enfoques
de educación ambiental es que habitualmente se los piensa sólo en el presente. Se
hacen análisis y diagnósticos de lo que ocurre en determinado momento, sin
tener en cuenta que ninguna acción humana puede comprenderse fuera de la
perspectiva histórica. El resultado es que la mayor parte de las personas que
leen información ambiental en los medios de comunicación o en cursos en los
distintos niveles de estudio, terminan creyendo que los conflictos ambientales se
deben exclusivamente a la ignorancia o a la maldad humana. La historia
ambiental es la herramienta para reflexionar sobre la compleja trama de
causalidades que culmina en los conflictos ambientales presentes.

La historia ambiental es un campo del conocimiento relativamente nuevo en


el mundo, y en el que la mayor parte de las investigaciones aún están por
realizarse. Podemos destacar diversos antecedentes, que implican diferentes
aproximaciones metodológicas. Desde el trabajo pionero de Morello y Gligo1,
hasta el intento de abarcar en un solo volumen la historia ecológica del mundo
(aunque obviando sus implicaciones sociales)2, pasando por las primeras
investigaciones realizadas a escala nacional, y teniendo en cuenta los desarrollos
teóricos de Joan Martínez Alier, existe una amplia gama de perspectivas sobre la
relación entre historia y ecología.

La historia ecológica o historia ambiental utiliza fuentes y métodos muy


parecidos a los de la Historia para describir las sociedades. Al ocuparse de las
grandes temáticas de la ecología, como por ejemplo el impacto ambiental o el
desarrollo sostenible, la historia ambiental se vale de los principales conceptos
de las ciencias ambientales. La historia ambiental busca un balance entre el
análisis de la naturaleza y de la historia. En esta actividad puede apoyarse por
5

una parte en la historia social o en la historia urbana, pero poniendo el acento en


los cambios producidos en el medio ambiente.

El más sugestivo antecedente se encuentra en la inmensa obra de Fernand


Braudel sobre el Mediterráneo en la época de Felipe II3, aunque el desafío es
actualizar un enfoque metodológico que ya tiene más de medio siglo. El debate
entre los diversos puntos de vista sobre este campo del conocimiento recién
comienza4.

Una de las ideas rectoras es considerar como incompleta la vieja noción de


“recursos naturales”, originada en el siglo XIX y basada en la idea del hombre
que domina la naturaleza y explorar la noción de coevolución entre naturaleza y
sociedad. De este modo, las sociedades humanas y los ecosistemas coevolucionan
y se modifican mutuamente. La noción de coevolución fue desarrollada
inicialmente para analizar los cambios recíprocos que se producen entre especies
analizadas, las que a veces se descubren cuando la extinción de una especie
provoca la de otra especie asociada. Su utilización en historia ambiental permite
pensar de un modo más ajustado las interacciones entre fenómenos naturales y
procesos sociales.

¿De qué modo la historia ambiental puede ayudarnos a pensar el presente y el


futuro? ¿Hasta dónde los conflictos ambientales pasados nos proporcionan
elementos para comprender los problemas actuales y futuros? Estudiar las
condiciones ambientales en culturas anteriores a la nuestra ayuda a entrenar
nuestra mirada. ¿Qué de lo que estamos viviendo es nuevo, específico de nuestra
cultura? ¿Hasta dónde estamos repitiendo conductas, sea por inevitabilidad o
por simple falta de imaginación? ¿Qué podemos aprender de la actitud de otros
hombres ante la naturaleza? Pero además, ¿de qué manera la historia ambiental
de Grecia y de Roma influyen sobre nosotros, o generan procesos que se
entrecruzan, aún hoy, con nuestra vida cotidiana?

Los principales antecedentes de esta obra son una serie de investigaciones


realizadas por el autor sobre distintos temas de historia ambiental, cuyos
criterios metodológicos se mantienen en el presente libro5 6 7 8 9 10 11 12 13 14. Parte
de la información que aquí se desarrolla fue presentada por el autor también en
6

una versión anterior de esta obra, publicada en Argentina por el Programa


ProCiencia de CONICET15, en un libro de divulgación16 y en notas periodísticas
diversas 17.

Hablamos de lo ambiental como del cruce entre la naturaleza y la sociedad. De


lo que cada grupo humano hace con su particular entorno natural y del modo en
que estas conductas revierten sobre las condiciones de vida de las personas. La
relación con ese entorno se produce mediante determinadas tecnologías,
entendidas simplemente como una manera de hacer las cosas. Estas tecnologías
pueden alcanzar un alto grado de sofisticación en el aprovechamiento de los
distintos fenómenos naturales, aunque las herramientas materiales utilizadas
nos parezcan primitivas. Esas técnicas también pueden provocar profundas
alteraciones sobre el ambiente, sobre cuya envergadura recién ahora estamos
comenzando a tomar conciencia.

Cada pueblo tiene un peculiar estilo tecnológico que resulta de las


interacciones entre la oferta natural (los recursos naturales disponibles) y su
cultura, entendida en su sentido más amplio (desde el sistema de creencias hasta
la red de intereses económicos y las relaciones de poder existentes).

Esto significa, además, que esta relación no es individual sino social. Cuando
hablamos del vínculo entre hombre y naturaleza, sólo podemos referirnos al que
se establece entre una sociedad determinada y su entorno natural. Esta
aproximación sólo es posible mediante un enfoque multidisciplinario. En
consecuencia, vamos a tratar temas que habitualmente son estudiados por varias
ciencias diferentes. Al mismo tiempo, la multidisciplinariedad del enfoque
significa que este libro puede ser utilizado por docentes de diferentes
asignaturas, tanto del campo de las ciencias naturales como de las ciencias
sociales.

Esto nos plantea, simultáneamente, la necesidad de un lenguaje común, un


lenguaje que sea accesible a personas de formaciones profesionales y académicas
diversas. Por esta razón evito el uso de la terminología técnica de las diferentes
disciplinas involucradas y prefiero emplear un lenguaje de divulgación. Esto no
significa que se trate de un libro periodístico. Ésta es una obra académica (como
7

se desprende de la lectura de las referencias y del soporte erudito de cada


afirmación) pero que, por razones didácticas, utiliza un lenguaje semejante al
del periodismo.

Diferentes grupos humanos tienen actitudes distintas frente a la naturaleza.


Eso se relaciona con las condiciones naturales que encuentren y también, con su
manera de ver el mundo. Ante las mismas condiciones naturales, distintas
sociedades tratan de otro modo a la naturaleza. Y lo que hagan con ella no
depende de la bondad o maldad de los hombres sino de sus formas de
organización social.

La diversidad de situaciones me lleva a adoptar un criterio semejante al que


seguí en otras obras anteriores. Es decir, dar un peso muy importante a los
estudios de caso, de forma de permitir un mejor conocimiento de la riqueza y
diversidad de situaciones. En las situaciones que justifican afirmaciones de
índole general, haré, obviamente, el señalamiento. Sin embargo, creo más útil un
aporte que señale las especificidades de cada situación.

Además (y teniendo en cuenta el rol de formación docente en educación


ambiental), he dado un mayor peso a aquellos temas (o aquellas facetas de
determinados temas) que están insuficientemente tratados en la mayor parte de
la bibliografía de uso corriente.

Una primera versión de esta obra fue publicada en Argentina por el Programa
Pro-Ciencia de CONICET en 1997 y utilizada en cursos de formación docente.
He realizado una completa revisión y ampliación para la presente edición.
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2. EL VÍNCULO CON LA NATURALEZA EN EL


MEDITERRÁNEO ANTIGUO

En esta obra analizamos un período de un poco más de mil años, que


comienza convencionalmente con los poemas homéricos, fechados en algún
momento entre los siglos VIII y VI AC. Otro posible comienzo son los primeros
Juegos Olímpicos en el 776 AC. El final, como suele suceder, es apenas un poco
más claro: tomamos la caída de Roma, en el año 476 DC (pero podría ser en el
410, año en que Roma fue saqueada por los bárbaros).

La cultura griega se desarrolló en la zona oriental del Mediterráneo, en


territorios que hoy ocupan Grecia y Turquía, con colonias en Italia y en varias
islas como Creta, Chipre, Rodas, y Sicilia.

El Imperio Romano, por su parte, alcanzó su extensiòn máxima durante el


reinado de Trajano (del 98 al 116 DC), momento en que abarcaba desde el
océano Atlántico al oeste hasta las orillas del mar Caspio, el mar Rojo y el golfo
Pérsico al este, y desde el desierto del Sahara al sur hasta las tierras boscosas a
orillas de los ríos Rin y Danubio y la frontera con Caledonia al norte. Su
superficie máxima estimada sería de unos 6,5 millones de km²18. Esto no quiere
decir que esa dominación haya sido homogénea: el Imperio Romano, como todos
los imperios, está sujeto a limitaciones dadas por las condiciones naturales. Casi
siempre (con la excepción del Imperio Incaico) los imperios son mucho más
fuertes en las costas de mares y ríos navegables, donde pueden llegar con
facilidad, y van perdiendo poder e influencia a medida que se alejan de ellas. En
este caso, las montañas son uno de sus límites, ya que el costo de someter a esas
tribus dispersas es mucho mayor que lo que el Imperio podría obtener de ellos.
Los desiertos africanos, las selvas del norte de Europa y el centro de las Islas
Británicas fueron otros límites extremos para los romanos.

El Imperio también tuvo sus límites superior e inferior. Por debajo, las
tierras bajas, palúdicas, salvo las que pudieron ser saneadas, con un alto costo
en vidas humanas. En la altura, “la montaña es un mundo adusto. Un mundo
marginal, situado a extramuros de las civilizaciones, que son producto de las
ciudades y de las tierras llanas. Su historia consiste en no tenerla, en permanecer
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casi siempre al margen de las grandes corrientes civilizadoras, que discurren


lentamente, pasando de largo ante el mundo de la montaña. Capaces de
extenderse amenamente en sentido horizontal, estas corrientes parecen
impotentes para ascender en sentido vertical y se detienen ante un obstáculo de
varios centenares de metros de altura. Para estos mundos encaramados, sin
contacto con las ciudades, ni la misma Roma, a pesar de la pasmosa duración de
su poderío, significó gran cosa”19.

Todas las culturas tienen un vínculo con su entorno. La nuestra es una


cultura que privilegia los aspectos materiales de esa relación, pero las culturas
anteriores trataban de encontrar alguna forma de equilibrio en los aspectos
materiales y los espirituales, un ida y vuelta entre la realidad y la leyenda. Se
destaca la presencia permanente de los mitos sobre la naturaleza y su
coexistencia con la descripción de sucesos históricos. Así, Jenofonte nos da la
receta para capturar un sátiro. Por si el lector se encuentra en necesidad de
usarla, la damos aquí: hay que echar vino en el agua de la fuente en la que
acostumbra beber20. Jonofonte no aclara si los sátiros borrachos se vuelven
agresivos o simplemente se duermen, pero, por lo que se dice de ellos, es mejor
tomar alguna precaución. Esto, además, no debió asombrar a sus lectores, ya
que la embriaguez era una técnica habitual de captura de animales salvajes en la
Antigüedad21.

Para el pensamiento antiguo, las actitudes hacia lo material y lo espiritual no


son dos actos diferentes y simultáneos, sino que se trata de las facetas necesarias
del mismo acto. Cuando Orfeo toca la lira, cantan los pájaros y bailan los pinos
de Tracia.

Los dioses de la Antigüedad solían ser territoriales: cuidaban del pueblo que
habitaba en una cierta comarca en la que ellos también residían. Esto supone
que cada pueblo creía en la existencia real de los dioses propios y de los ajenos,
del mismo modo que constataba la existencia de los reyes de los otros pueblos.
Cuando el Antiguo Testamento prohíbe a los judíos adorar dioses ajenos, no fue
por considerarlo inexistentes sino por creerlos tan reales como el propio Dios.
Era frecuente que los romanos construyeran altares a los dioses de sus enemigos,
como forma de sobornar a esos dioses. La existencia de formas de culto secretas
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era una forma de evitar que los enemigos se apropiaran del ritual de adoración a
los dioses romanos e hicieran lo mismo.

Esos dioses gobernaban determinados aspectos del medio natural, al que


podían proteger para que los hombres lo utilizaran, o, por el contrario, lo
cuidaban de la presencia humana. Así, la mitología griega tiene muchas deidades
que se ocupan de proteger los distintos componentes del medio natural. Las
fuentes, los cursos de agua, la tierra, la vegetación y la fauna tienen divinidades
específicas que los protegen. Gran parte de los dioses viven en los bosques
sagrados y allí se les levantan altares. En el Antiguo Testamento, los judíos
destruyen los bosques donde hay altares paganos.

Los episodios mitológicos generalmente ocurren en los espacios naturales y


expresan conflictos vinculados con el empleo productivo de diferentes
componentes de la naturaleza. Esto se representa en las obras de arte, tanto las
de la cultura grecorromana como las posteriores, que la toman como tema.

UN RÍO SE DEFIENDE DE LA CONTAMINACIÓN

Durante el sitio de Troya, Aquiles, furioso, mató multitud de enemigos, que


cayeron al río Escamandro, hasta que el dios del río se le apareció y le dijo: "(Si
Zeus) te ha concedido que destruyas a todos los troyanos, apártalos al menos de
mí y mátalos en la llanura. Mi hermosa corriente está ya llena de cadáveres que
obstruyen mi cauce y no me dejan verter el agua en el divino mar".

Como Aquiles no le hizo caso, el dios del río se enfurece y lucha con el héroe
en defensa de la calidad de sus aguas. Le envía una crecida para ahogarlo."se
hinchó arremolinándose, le rodeó agitando los cadáveres de que estaba lleno y
los arrojó contra las orillas mugiendo como un toro. Y las aguas tumultuosas
rodeaban a Aquiles; azotaban con fuerza su escudo, y le hacían vacilar sobre sus
pies". El guerrero escapó hacia la orilla, pero "no por eso dejó de perseguirle el
gran dios, pues lanzó contra él sus agitadas y sombrías olas". "Afligido en su
corazón, el héroe procuraba liberarse saltando; pero el furioso río seguíale con
11

su tortuosa corriente, le fatigaba las rodillas y le arrebataba el suelo donde


ponía los pies"22.

Finalmente intervienen otros dioses, que lo amenazan con secarlo si no lo deja


escapar. La interpretación barroca del episodio por Charles-Antoine Coypel
muestra la indignación del río, que defiende la pureza de su curso.

Charles-Antoine Coypel – La furia de Aquiles, detalle

En el mismo sentido, el Senado de Roma rechazó un proyecto de modificar el


curso de un río para controlar las inundaciones, por temor a las represalias del
dios de ese río.
12

Habitualmente los ríos se representan como una figura masculina con un ánfora
que arroja agua continuamente.

La civilización grecorromana se desarrolla en la gran cuenca del


Mediterráneo, de manera que para hablar de su relación con el ambiente,
tenemos que situarla en sus ecosistemas característicos. El Mediterráneo es,
simultáneamente, una unidad cultural y ecológica. El oceanógrafo Jacques
Cousteau utiliza el juego de palabras "Madre Mediterráneo", porque en francés
las palabras "mar" y "madre" se pronuncian casi de la misma manera y esto
refleja la relación de las sociedades antiguas y actuales con él. Con climas y
suelos similares en todas sus orillas, el Mediterráneo está rodeado por viñedos y
olivares, plantas autóctonas de la zona y que hoy son sus cultivos característicos.
Desde el agua, podían verse sus típicos bosques de pinos, en las laderas de
montañas y colinas.

En esas costas surgieron las culturas que han dejado una impronta más fuerte
sobre nosotros. De allí son árabes y judíos, italianos y españoles, griegos y
turcos. Es vínculo entre pueblos que comparten sus costas, que tienen territorios
con climas, vegetación y fauna similares. Los romanos lo llamaron
orgullosamente "Mare Nostrum". Mientras esa expresión fue cierta, se mantuvo
el Imperio Romano.

La ocupación de la cuenca del Mediterráneo se hizo a partir de “las regiones


altas, desde muy pronto pobladas, explotadas y organizadas por el hombre. ¿Las
razones? Sin duda, la variada distribución de los recursos montañeses; pero
también el hecho de que las llanuras fueron primitivamente el reino de las aguas
estancadas y de la malaria, o bien de zonas a lo largo de las cuales discurrían
aún las aguas de curso incierto de los ríos. Las llanuras habitadas, que hoy en
día son imagen de la prosperidad, han sido la culminación tardía y penosa de
siglos de esfuerzos colectivos. En la Roma antigua, en tiempo de Varrón,
persistía aún el recuerdo de los días en que se navegaba en barca por el Velabro.
La ocupación se extendió progresivamente de las alturas hacia las tierras bajas
febriles, brillantes de aguas muertas”23.
13

Su clima es uniforme, previsible, seguro y bastante marcado. Tiene dos


estaciones: un verano caliente y seco y un invierno húmedo y suave. A pesar de
esto, la navegación en tiempos antiguos sólo era posible en verano, ya que las
tormentas del Mediterráneo la hacían muy peligrosa fuera de esta estación.
Precisamente, buena parte del tiempo que Ulises tardó en regresar a su casa
tuvo que ver con que no podía navegar en cualquier momento del año, sino que
tenía que esperar la estación favorable.

La época de lluvias dura desde octubre hasta abril, más larga en el norte y en
el oeste y más breve en el sur y en el este. Casi todas las precipitaciones caen en
este tiempo. La época húmeda no es de lluvias constantes. Hay tormentas
intensas pero no son muy frecuentes, y gran parte del invierno es soleado.

Agrega Braudel que “la conquista de la planicie ha significado, desde


siempre, ante todo, triunfar sobre el agua malsana y acabar con la malaria, y
después, utilizar de nuevo el agua viva, corriente, para el riego. El hombre es el
elemento operante de esta larga historia. Si drena el agua, si conquista la
planicie para los cultivos, extrayendo de ella la mayor parte de sus alimentos, el
paludismo retrocede; el remedio contra la malaria, dice un proverbio toscano, es
una olla bien colmada. Si, por el contrario, descuida la construcción de los
canales de drenaje y las acequias de riego, si a su lado se desbordan las
torrenteras de la montaña cegando las vías de circulación del agua; si, por una u
otra razón, la población de la llanura disminuye y se relaja el dominio que sobre
ella ejerce el campesino, la malaria se extiende sin remedio y todo lo paraliza. No
tarda en hundir de nuevo a la planicie en su primitiva condición de desiertoy de
marisma; el proceso es automático. Este fue, al parecer, el caso de la antigua
Grecia. Asimismo sostienen algunos que la malaria fue una de las causas de la
decadencia del Imperio romano. Es muy difícil pronunciarse en favor o en
contra de esta tesis, por su naturaleza tan amplia y tan categórica. La malaria
progresa cuando el hombre afloja en su esfuerzo y se afirma en sus perniciosas
recurrencias, tanto como causa que como efecto. Parece, sin embargo, que la
historia de la malaria acusa épocas de mayor o menor virulencia. Las fiebres
palúdicas pudieron agravarse a finales del Imperio romano”24.
14

Si las ciudades eran insalubres, los campamentos militares lo eran mucho


más. Las descripciones habituales son las de una gran cantidad de individuos
violentos que se peleaban entre sí y saqueaban las ciudades, aldeas y templos
más próximos. En esas condiciones, no había ninguna posibilidad de que los
jefes les impusieran normas higiénicas, suponiendo que ellos las hubieran tenido.
Era frecuente atribuir las epidemias a la cólera o el capricho de los dioses. En La
Ilíada, Apolo se enfurece con Aquiles por haber maltratado a uno de sus
sacerdotes y “suscitó en el ejército maligna peste. Al principio el dios disparaba
contra los mulos y los ágiles perros; mas luego dirigió sus amargas saetas a los
hombres, y continuamente ardían muchas piras de cadáveres. Durante nueve
días volaron por el ejército las flechas del dios”25. Homero no aclara por qué
Apolo tiró sus flechas contra aquellos que no lo habían ofendido, pero la idea de
que los dioses pueden castigar a una comunidad entera por la conducta de
algunos de sus miembros se mantuvo hasta tiempos muy recientes. A principios
del siglo XIX, desde los púlpitos se atribuyeron los grandes terremotos de
Caracas y Valparaíso a castigos divinos. El primero por la declaración de la
Independencia de Venezuela y el segundo por la presencia de algunos
protestantes ingleses y norteamericanos en ese puerto26.

Como en casi todo el mundo, la cantidad de lluvias suele ser el elemento del
clima que más varía. Es frecuente que un año duplique el promedio y otro año
llueva la mitad27.

En toda la región mediterránea, la primavera es la estación lluviosa. Durante


el verano puede haber unas cuantas tormentas violentas, que producen
inundaciones rápidas con torrentes que bajan desde las montañas y ocupan
transitoriamente los cauces de los ríos. Fuera de ellas, en muchas zonas de la
cuenca, la mayor parte de los arroyos están secos durante el verano.

Este fenómeno fue reforzado por la deforestación sufrida por la zona. El calor
del verano es moderado. A pesar de no ser extremo, es una temperatura
incómoda y esto hace que la siesta sea una práctica común en toda la cuenca del
Mediterráneo.
15

Recíprocamente, las actividades al aire libre se ven muy favorecidas, lo que


crea particulares sentimientos de vínculo con la naturaleza en los pueblos
Mediterráneos. Los antiguos griegos tenían una importante actividad religiosa
desarrollada en espacios naturales. Por este motivo, a pesar de la subestimación
del trabajo manual (característico de las sociedades esclavistas), la vida rural y
el trabajo rural eran especialmente valorizados.

Los ecosistemas mediterráneos tienen una variedad de seres vivos mayor que
en la Europa septentrional. En gran parte de la región hay un crecimiento
importante de varios tipos de arbustos grandes (de entre cuatro y seis metros de
altura) que en Francia se llaman “maquis”. Esos bosqes sirvieron de refugio y
dieron nombre a los guerrilleros que combatieron la invasión nazi. Son la
vegetación dominante en toda la cuenca mediterránea, principalmente a baja
altura: entre 500 y 1.000 metros sobre el nivel del mar. A veces incluye árboles
como el encino o los pinos, pero sus plantas principales son arbustos como el
laurel, la retama o el romero. Están adaptados al largo y seco verano, con
peligro constante de incendios, como también al invierno suave.

Los bosques del Mediterráneo están siempre verdes porque aprovechan la


humedad del invierno, con el crecimiento que esa humedad provoca. Sus hojas
son generalmente de un color verde oscuro, cubiertas con una capa brillante,
que retrasa la evaporación durante la estación seca.

Este bosque puede regenerarse después de los incendios, pero no resiste la


combinación de deforestación con sobrepastoreo, especialmente si se trata de
cabras. En todo el Mediterráneo antiguo, "los animales más comunes, las ovejas
y las cabras, eran los más destructivos, pero también los más útiles, ya que les
proporcionaban carne, leche, cuero y lana, que servían como materia prima
para casi toda su ropa".

"Las ovejas se comen el pasto y otras plantas desde las raíces, mientras sus
agudas pezuñas aprietan el suelo. Las cabras, que prefieren ramonear en los
retoños y en el follaje de los árboles y arbustos, comen casi todo el material
vegetal disponible si hay necesidad. Juntos estos dos tipos dispares de animales
pueden dejar desnuda una ladera, abriéndola a la erosión, ahuyentando la fauna
16

silvestre que pudiera competir con ellos y forzando el retroceso del equilibrio de
sucesión y energía de todo el sistema ecológico. La erosión resultante podía ser
desastrosa, sobre todo cuando se combinaba con la deforestación o con los
incendios, ambos provocados por los pastores, para mantener abiertas las
colinas al pastoreo. El estiércol de los animales no podía, generalmente, ser
utilizado por las granjas durante los seis meses de verano cuando los rebaños
estaban en las montañas"28.

En esos casos, las lluvias torrenciales del verano arrastran muy rápidamente
el suelo fértil y dejan la roca al descubierto. Los materiales arrastrados por la
erosión formaron grandes pantanos en la desembocadura de los ríos. De este
modo, la acción humana amplió el habitat de los mosquitos que transmiten la
malaria, enfermedad que aparece en Grecia y Roma asociada al sobrepastoreo y
la erosión.

Cuando la destrucción del bosque Mediterráneo y de su suelo se vuelven


irreversibles, se forma una comunidad vegetal constituida por pequeños
arbustos dispersos, separados por suelo casi desnudo y sobrepastoreados por
ovejas. Algunas son plantas aromáticas como el orégano, la salvia, la lavanda, la
albahaca o el ajo. Este paisaje, a diferencia del anterior, sólo está verde durante
la mitad húmeda del año. Sus plantas florecen de un modo espectacular durante
un breve período. Después, la apariencia dominante es de sequedad. Había una
cierta cantidad de bosques verdaderos, de los que hoy quedan apenas unos
restos. Los árboles más frecuentes son robles y pinos, especialmente el pino de
Aleppo, que es resistente a la sequía.

Algunos de estos árboles, como el pino de Aleppo y el alcornoque, resisten


mejor el fuego, por su tipo de corteza, por su forma de rebrote o de diseminación
de semillas. Esto hizo que la acción humana sobre el ecosistema provocara una
selección espontánea (artificial, pero no deliberada) de algunas especies en
detrimento de otras y generara bosques de esas especies resistentes.

También se formaron en la zona bosques de cipreses, cedros, algarrobos y


olivos silvestres. Casi siempre fueron bosques abiertos, con los árboles separados
para poder captar mejor la humedad con sus raíces. Por encima de los 1.000 y
17

hasta los 1.600 metros sobre el nivel del mar, había bosques de coníferas, con
pinos, abetos y cedros.

"Las depredaciones masivas -dice un ecólogo-, engendradas por una


explotación irracional de los recursos forestales y por los incendios, perturbaron
considerablemente esa hermosa ordenación inicial y el manto forestal
Mediterráneo hoy no es más que un traje de arlequín cuyo esplendor de paisajes
no consigue ocultar su miseria"29.

He insistido bastante en la descripción del paisaje natural de esa época, para


que procuremos imaginarlo de un modo diferente que el paisaje tan antropizado
en el que estamos tentados a pensar. La fauna también era mucho más variada
que en la actualidad: había asnos y cabras salvajes, jabalíes y mamíferos más
pequeños como las liebres, puercoespines, ardillas y ratones.

Eran frecuentes los grandes carnívoros que hacían difícil el oficio de pastor,
como los osos y lobos. También, el león y el leopardo de Grecia figuran en mitos
como los de Hércules porque su presencia era cotidiana. Recién hacia el año 200
AC se extinguen completamente30.

Por eso, “la cacería era un deporte para la nobleza griega, cuyas hazañas en la
persecusión del jabalí salvaje y de otras criaturas celebra la literatura. Bestias y
pájaros eran cazados para proteger a los animales domésticos y las cosechas: es
bien conocido el símil homérico del león perseguido por los pastores. Grandes
cantidades de animales pequeños eran muertos como alimento. (…) Los grandes
depredadores fueron diezmados. El león y el leopardo fueron extirpados de
Grecia y de la costa de Asia Menor a finales de la edad Helénica. Los lobos y
chacales rara vez eran vistos fuera de las montañas”31.
18

3. QUÉ ES LA CIUDAD ANTIGUA

Estamos tan acostumbrados a vivir en ciudades de una forma determinada


que nos cuesta pensar en ámbitos urbanos diferentes de los nuestros. Miramos
las ciudades ajenas con los ojos de nuestra cultura. Cuando el escritor alemán
Goethe visitó las ruinas de Pompeya, se asombró de la pequeñez y estrechez de
las calles y casas. Sintió que sus edificios eran "más una maqueta y una casa de
muñecas que edificios".

Calle de Pompeya

Para nosotros está claro lo que es una ciudad, pero los arqueólogos que
estudian restos de asentamientos antiguos, muchas veces se preguntan si están
ante las ruinas de una ciudad o de otra clase de asentamiento. Cada sociedad,
cada cultura, cada forma de organización de los seres humanos, estructura
asentamientos que cumplen funciones diferentes y que, por ende, están
organizados de otra manera. No todo asentamiento humano es una ciudad y, a
19

veces, encontramos testimonios medievales o antiguos que usan ese nombre para
referirse a lo que nosotros llamaríamos pequeños poblados.

Por ejemplo, la Biblia cuenta que el rey Salomón contrató con Hiram, rey de
Tiro, que le enviara madera de los cedros del Líbano para construir su famoso
Templo en Jerusalem. Cuando a Salomón se le acabó el dinero, le pagó
entregándole "veinte ciudades en tierra de Galilea"32. Hoy podríamos dudar de
la sabiduría de un gobernante que entrega parte de su territorio para pagar la
deuda externa. Por su parte, la famosa Micenas que encabezó el sitio de Troya
en la época de Agamenón, tenía una superficie amurallada de apenas 4
hectáreas. Está claro que hoy no llamaríamos ciudades a ninguna de ellas.

Esto no quiere decir que toda ciudad antigua sea necesariamente pequeña. En
la Antigüedad existieron grandes ciudades, aún para nuestra concepción actual.
Alejandría, Roma y Constantinopla, fueron verdaderas megalópolis, cumplieron
funciones como tales y tuvieron problemas ambientales derivados de su tamaño.
Algunos de esos problemas ambientales son comparables a los de nuestras
megalópolis actuales.

Esto hace que los especialistas intenten definiciones de ciudad, para ponerse
de acuerdo en cuáles son las características de lo que tienen delante. Vamos a
enunciar algunos de los criterios que se utilizan para tratar de definir lo
específico de una ciudad33. Se trata de aproximaciones tentativas. Vemos que
mencionarlos no aclara las dudas sino que tiende a reforzarlas:

1. Una ciudad tiene una unidad física y administrativa.

Esto parece obvio, pero hay bastantes ejemplos en contrario. Berlín es una sola
ciudad, y en los tiempos en que un muro la dividía, siguió siendo una sola
ciudad, aunque careciera de unidad administrativa. Del mismo modo, desde el
punto de vista de las funciones urbanas, el Área Metropolitana de Buenos Aires
se comporta como una única ciudad, aunque esté dividida administrativamente,
y lo mismo ocurre con varias áreas metropolitanas de América Latina.

Ni siquiera se cumple del todo el tema de la unidad física al hablar de una


ciudad. Los urbanistas consideran que los asentamientos del Alto Valle del Río
20

Negro constituyen una única ciudad, aunque de tipo discontinuo. Del mismo
modo, en la Antigüedad, el puerto de El Pireo estaba próximo a Atenas pero era
parte funcional de la capital griega.

2. Una ciudad tiene una población de varios miles de habitantes (los lugares de
unos mil se consideran casos límite).

Es cierto, pero obviamente no basta. Una fortaleza, un presidio, un hospital o


un country pueden tener esa población y no serían considerados ciudades.

3. Existe una marcada división del trabajo y diferenciación social bien definidos.

Esto se liga con la idea de Max Weber de que en una ciudad la gente se
abastece en el mercado local. Sin embargo, en un campus universitario tenemos
muy bien diferenciados los roles de profesores, alumnos, personal administrativo
y personal de maestranza. Quienes están allí se abastecen de alimentos, libros,
artículos de papelería, computación, cotillón con el logo institucional, etc. Y eso
no lo hace una ciudad.

4. Se observan diversidad de construcciones.

Lo que equivale a decir edificios con funciones diferenciadas. Por eso, un


conjunto de templos egipcios no es una ciudad, aunque albergue a una gran
cantidad de personas.

5. Hay un modo de vida urbano.

Es el punto más difícil de definir y de probar su existencia en un momento y


lugar determinados, especialmente cuando estamos ante restos arqueológicos,
con pocos testimonios escritos. Para muchos de nosotros el modo de vida urbano
excluye la agricultura. Sin embargo, las ciudades incaicas del Valle Sagrado
(Písac, Ollantaitambo, Machu Picchu, etc.) tienen en su interior un área agrícola
importante.

6. El asentamiento cumple funciones como centro de un entorno.

Nuevamente, cada respuesta nos lleva a formularnos otros interrogantes: la


Ciudad de Buenos Aires es, sin duda, el centro de un entorno. También el
21

Oráculo de Delfos fue el centro de la vida espiritual y política de Grecia, sin que
esto le haya dado carácter de ciudad.

En otras palabras, que nuestra aproximación a lo que es una ciudad tendrá un


fuerte sesgo intuitivo, aunque basada en los criterios mencionados, cuyos
alcances y limitaciones hemos visto.

Agregamos que "en la Antigüedad clásica, la ciudad constituía un conjunto


inseparable del campo circundante. Tanto griegos como romanos, que alababan
la agricultura, estaban profundamente convencidos de que la ciudad era lo que
permitía llevar una vida civilizada. Era la ciudad donde, por costumbre secular,
se residía desde siempre en la zona mediterránea. La expansión del Imperio
Romano tuvo en realidad el aspecto de un proceso de urbanización. En las
provincias fronterizas los grandes campamentos militares habían desempeñado
el papel de ciudad. A través de diversos procesos la forma urbana se extendió
desde el Asia Menor y las civilizaciones del Próximo Oriente, a las regiones del
Danubio y del Rin. En estas últimas, con la conquista romana se produjo un
verdadero boom urbano"34.

El grado en que este ocurrió no tuvo precedentes y quizás no se haya repetido.


"Se cuenta un total de 5.627 ciudades que fueron fundadas por los romanos o
repobladas por ellos en este perfecto imperio que se extendía en torno del
Mediterráneo. Séneca ha observado que los romanos se instalaron siempre allí
donde habían vencido"35. Es decir que los romanos no dejaban sólo ruinas a su
paso, como otros conquistadores, sino que siempre fundaban ciudades.
22

4. EL AMBIENTE EN LA ANTIGUA GRECIA

UNA MIRADA SOBRE EL EQUILIBRIO ECOLÓGICO

Uno de los principales mecanismos que permite mantener el equilibrio


ecológico es la diferencia en las biomasas relativas de herbívoros y carnívoros.
No sólo las presas tienen que ser más que los depredadores, sino que tiene que
mantenerse una cierta proporción entre ambos. El viajero e historiador
Heródoto (siglo V AC) intenta una explicación, que procura interpretar la
observación a partir de mitos diversos sobre la reproducción de los animales:

(Debido a) "un insigne rasgo de la sabiduría y providencia divinas, vemos que


a todos los animales tímidos a un tiempo por instinto y aptos para el sustento
común de la vida, los hizo muy fecundos, sin duda a fin de que, aunque comidos
ordinariamente, no llegaran a verse del todo consumidos, mientras los otros
por naturaleza fieros y perjudiciales suelen ser poco fecundos en sus crías".

"Se ve esto especialmente en las liebres y conejos, los cuales, siendo presa de
las aves de rapiña, y caza de los hombres, son una raza con todo tan
extremadamente fecunda, que preñada la hembra ya concibe de nuevo, en lo que
se distingue de cualquier otro animal, ya que a un mismo tiempo lleva en su
vientre una cría con pelo, otra sin pelo aún, otra en embrión que se va
formando, y otra nuevamente concebida en esperma. Tal es la fecundidad de la
liebre y el conejo".

"Al contrario, la leona, fiera la más valiente y atrevida de todas, pare una sola
vez en su vida y un cachorro solamente, arrojando juntamente la matriz al
parirlo. La causa de esto es porque apenas empieza el cachorrito a moverse
adentro de la leona, cuando sus uñas, que tiene más agudas que ninguna otra
fiera, rasgan la matriz, y cuanto más va él creciendo, tanto más la araña con
fuerza ya mayor, y por fin, vecino el parto, nada deja sano en el útero, el cual
queda enteramente herido y destrozado".36
23

LA VIDA AGRARIA EN GRECIA

Sabemos que el Mediterráneo está hoy tan contaminado que muchas de sus
playas no pueden usarse y Joan Manuel Serrat anuncia que tendrá que ir a su
entierro. Pero es menos conocido el deterioro ecológico de las tierras que lo
rodean.

La civilización griega comienza a partir de pastores de ovejas y cabras que,


dos veces al año, se trasladan con sus rebaños para pastar en verano en las
montañas y en invierno muy por debajo de la línea marcada por las nieves. Esta
forma de uso de la naturaleza marca los primeros tiempos de Grecia, de la
economía hasta la mitología. Desde las primeras campañas de la guerra del
Peloponeso, los mitos y la historia están llenos de relatos de pillaje de ganado.
Homero habla de los rebaños de Ulises -rey de una isla- que vagaban por el
continente. Los guiaban los mismos pastores que aparecen en los frisos del
Partenón.

La formación de las diversas ciudades-Estado de la época clásica refuerza las


fronteras. Poco a poco, va impidiendo la trashumancia, lo que aumenta la
presión sobre los suelos que forman el entorno de cada ciudad.

La práctica de la agricultura va ligada, como en tantos pueblos, al


conocimiento astronómico, que es el que marca el calendario de las diferentes
labores. “Al salir las Pléyades, hijas de Atlas, -dice Hesíodo- comienza la
recolección, y la labranza cuando ellas se oculten. Se ocultan durante cuarenta
días y cuarenta noches; y cuando el año va corrido, aparecen de nuevo en el
momento en que se afila el hierro. Tal es el uso campestre entre los que cultivan
las tierras fértiles de los profundos valles, lejos del mar retumbante. Debes estar
desnudo cuando siembres, desnudo cuando labres, desnudo cuando coseches, si
quieres Ilevar a cabo los trabajos de Demeter en el momento propicio, si quieres
que cada cosa crezca en su estación”37. En muchos pueblos, la desnudez del
agricultor está vinculada con los ritos de fertilidad. En el Hemisferio Norte las
Pléyades aparecen entre 13 y 15 días antes del solsticio de verano, es decir, que
se usan como indicador para definir una de las fechas más importantes del ciclo
24

agrario. Sugestivamente, las Pléyades también servían de referencia en la


construcción del calendario incaico.

En una época en la que no se imprimian los calendarios, Hesíodo muestra los


indicadores de la naturaleza empleados para definir las fechas de las diferentes
tareas del campo.

• “Escucha con atención el graznido de la grulla que todos los años chilla desde
lo alto de las nubes. Da la señal de tu labor y anuncia el invierno lluvioso”.

• “Cuando la fuerza del ardiente sol disminuye y el cuerpo humano se torna


más ligero durante las lluvias otoñales, la estrella de Sirio aparece menos
tiempo sobre la cabeza de los hombres y brilla sobre todo en la noche; cuando
la selva, talada por el hierro, se hace incorruptible, y caen las hojas y la savia
ardiente se detiene en las ramas, acuérdate de que ya es hora de cortar la
madera”.

• “Si labras la tierra fértil solamente en el solsticio del invierno, cosecharás


sentado, recogiendo pocas espigas”.

• “Cuando el cuco canta en el follaje de la encina y encanta a los mortales en la


tierra espaciosa, a veces desata Zeus una lluvia durante tres días aunque cesa
antes de que el agua suba por encima de la pezuña de los bueyes. Así, la
labranza tardía valdría tanto como la otra”.

• “Cuando pone fin Zeus a los dias invernales, la estrella Arturo, aparece la
primera y se alza al anochecer. Después, la gemebunda golondrina aparece
por la mañana a los hombres, cuando ha comenzado ya la primavera.
Prevenla y poda tu viña, que así es mejor”.

• “Pero, cuando salga del suelo el caracol para subir a las plantas y huya de las
Pléyades, no caves tus viñas, sino que debes afilar tu hoz y excitar a tus
servidores (para la cosecha)”.

• “Ordena a tus servidores, cuando aparezca la fuerza de Orión, que muelan


(el trigo)”.
25

• “Cuando Orión y Sirio lleguen a la mitad del Urano, y cuando Eos la de los
dedos rosados mire a Arturo, guarda tus uvas en tu morada; y exponlas a la
luz de Helios durante diez días y otras tantas noches. Ponlas a la sombra
durante cinco días, y al sexto, encierra en los vasos esos dones de Dionisos que
inspira la alegría”.

• “Cuando las Pléyades, las Hiadas y la fuerza de Orión hayan desaparecido,


acuérdate de que ha llegado el momento de labrar”38.

Este vínculo productivo con la tiera y la naturaleza no era sólo racional. Se ha


construido una imagen de la Antigüedad clásica a partir de los filósofos, como si
todos los griegos lo hubieran sido, olvidando la existencia de religiones que
incluían sacrificios humanos para asegurar la fertilidad del suelo y evitar
calamidades. “En la ciudad nativa de Plutarco, Queronea, cada agricultor en su
casa golpeaba a un esclavo con un cayado de sauce y lo expulsaba, diciéndole:
¡Afuera con el hambre y adentro la riqueza y la salud! Pero en la civilizada
Grecia la costumbre de la expiación victimaría tomó tintes más sombríos que el
rito inocente que el amable y piadoso Plutarco presidió”.

“Siempre que Marsella, una de las más famosas y brillantes colonias griegas,
era asolada por una plaga, un hombre de la clase más pobre se ofrecía como
víctima expiatoria y durante un año era mantenido a expensas públicas y
alimentado con selectos y puros alimentos. Al expirar el año le ponían vestiduras
sagradas decoradas con ramas sagradas y le conducían por toda la ciudad
mientras se elevaban preces para que todos los males del pueblo recayesen sobre
su cabeza. Después era expulsado de la ciudad o muerto a pedradas fuera de las
murallas. Corrientemente mantenían los atenienses a expensas públicas unos
cuantos seres degradados e inútiles, y cuando alguna calamidad como epidemia
o hambre caía sobre la ciudad, sacrificaban a dos de estos proscritos como
víctimas expiatorias. Una de estas víctimas era sacrificada para los hombres y la
otra para las mujeres”.
“Los griegos del Asia Menor, en el siglo VI antes de nuestra era, practicaban
la costumbre de la expiación con víctimas humanas del siguiente modo. Cuando
una ciudad sufría de peste, hambre u otras calamidades públicas, elegían una
persona deforme o repugnante para que asumiese sobre sí todos los males que
26

afligían a sus vecinos. La llevaban a un lugar apropiado, donde ponían en sus


manos higos secos, un pan de cebada y queso para que lo comiera. Después le
pegaban siete veces en los órganos genitales con cebolla albarrana, ramas de
cabrahigo y de otros arbustos y árboles silvestres, mientras las flautas tocaban
una tonadilla especial y, finalmente, la quemaban en una pira hecha con ramas
de árboles del bosque, arrojando sus cenizas al mar. Costumbre semejante
parece que se celebraba anualmente por los griegos asiáticos en el festival de la
cosecha o Targelia”39. La idealización de la cultura clásica griega ha llevado a
esconder o minimizar la crueldad de estas ceremonias.

Muchas de esas unidades productivas eran autosuficientes o intentaban serlo.


A lo sumo tenían pequeños excedentes que vendían para obtener aquellos bienes
que no podían producir y también comprar esclavos. En una comedia de
Aristófanes un campesino llega a Atenas y contrasta su vida rural de
autosuficiencia con la ciudad mercantil, cuya sociedad estaba basada en la
división social del trabajo: “detesto la ciudad y pienso en aquellas gentes de mi
pueblo que nunca supieron lo que es decir: "compra carbón, vinagre, aceite",
que hasta ignoraban el verbo "comprar", y que para todo se bastaban a sí
mismos sin tener que romperse la cabeza con tantos golpes de "compra, compra,
compra"40.

El sobrepastoreo es la primera causa de deterioro de los ecosistemas griegos,


en zonas en que alrededor del 80 por ciento de la tierra era inadecuada para el
cultivo. Sin embargo, la imagen idílica del pastor está tan marcada a fuego en los
orígenes de nuestra cultura, que muy pocos vieron los efectos de estos rebaños
sobre los suelos. Se atribuyó exclusivamente a la agricultura un daño ecológico
que se origina en las dos actividades. Así, Sófocles explica que en el mundo:
"Muchas son las cosas terribles, pero ninguna es más terrible que el hombre,
que a la más poderosa de las diosas, a la Tierra imperecedera, infatigable, agota
con los arados que año tras año la remueven al labrarla con los caballos"41.

La información sobre las condiciones ambientales en otras épocas suele


requerir de fuentes indirectas. Es decir, encontrar el ambiente en obras que
hablan de otros temas e inferirlos partir de indicios arqueológicos. “Las noticias
de la épica sobre bosques, leones y otros grandes felinos y caudalosos ríos no
27

permiten saber si hubo cambios importantes en el paisaje de la península


balcánica en el período comprendido entre 1100 y 650 a. de C. Se ha pensado
que al final de la época micénica y en los primeros siglos de la Edad del Hierro el
pastoreo se extendió en detrimento de la agricultura. En todo caso, en este
periodo comenzó a usarse el hierro para fabricar aperos agrícolas,
especialmente la reja del arado. Las consecuencias inmediatas fueron la
extensión del área cultivada y la explotación de minas en busca de metales para
fabricar utensilios y, a partir de hacia 650 a. de C., acuñar moneda. Los avances
técnicos y el aumento de la producción agrícola y ganadera produjeron un
incremento de la población y su ulterior expansión por la península balcánica y
las costas mediterráneas. La colonización de la cuenca mediterránea implica
avances técnicos en la construcción de barcos (fabricados, con preferencia, de
abeto o pino, de cedro en el caso de los habitantes de Siria y Fenicia, y de pino
carrasco en el caso de los chipriotas. De estos cambios sólo podría haber noticia
en la épica, pues las demás fuentes escritas comienzan desde el siglo V a. de C. o
poco antes”42.

El crecimiento de la población y las ciudades obligó a deforestar Grecia muy


tempranamente. Los bosques del Ática fueron talados por completo en el siglo V
AC y los atenienses debieron comprar maderas en Macedonia. "Aunque los
griegos conocían bien las técnicas de conservación del suelo como el uso del
abono para mantener la estructura del suelo y la formación de terrazas para
limitar la erosión de las laderas, la presión de una población en continuo
aumento resultó excesiva. Hacia el 590, en Atenas, el gran reformador de la
constitución, Solón, sostenía que había que prohibir el cultivo en las pendientes
por la cantidad de suelo que se estaba perdiendo".

"Unas décadas después, el tirano de Atenas, Pisístrato, concedió un subsidio


para que los agricultores plantasen olivos, el único árbol que podía crecer en un
terreno tan erosionado porque tenía raíces lo suficientemente fuertes para
penetrar en la piedra caliza del subsuelo"43.

Nosotros podemos agregar que las condiciones sociales en que se realizaban


las tareas agropecuarias no estimulaban la conservación del suelo, ni existieron
28

suficientes políticas oficiales en tal sentido, dada la permanente presión por los
abastecimientos.

Detrás del hacha iba el arado en busca de nuevas tierras para cultivo y
pastoreo. Cuando esas tierras no alcanzaron, los atenienses se lanzaron a
navegar y a buscarlas más y más lejos, extendiendo la presión sobre otros
ecosistemas. Las colinas de Atenas quedaron peladas y la Acrópolis rodeada de
laderas desnudas. Los últimos pinos son los labrados en el mármol o los
cantados por los poetas.

La colina desnuda de la Acrópolis

TESTIMONIOS DE LA DESERTIFICACION

Platón es autor de una patética descripción de ese deterioro ecológico. "Nuestro


país -dice-, comparado con lo que era, parece un cuerpo consumido por la
enfermedad; todo lo que había de tierra grasa y fecunda ha desaparecido y no
29

nos queda más que un cuerpo descarnado. Pero el Ática, antes de que su suelo
hubiera sufrido alteración, tenía altas montañas en vez de colinas. Las llanuras
estaban cubiertas de tierra abundante y fértil y los montes sombreados por
frondosos bosques, de los que aún quedan huellas visibles. Las montañas
estaban cubiertas en un tiempo no lejano de árboles gigantes, que se cortaban
para enormes construcciones. Las lluvias que anualmente se obtenían de Zeus
no se perdían sin utilidad corriendo de la tierra estéril al mar. Al contrario, la
tierra después de recibirlas abundantemente las conservaba en su seno.
Guardándolas en reserva entre capas de arcilla las dejaba desparramarse desde
las alturas a los valles y por todas partes se veían mil manantiales, mil ríos, mil
cursos de agua. He aquí lo que eran por naturaleza nuestros campos; los que los
cultivaban, eran sin duda verdaderos labradores, entregados exclusivamente a
sus labores, amigos del bien, de un natural excelente, y poseedores de una tierra
fértil, regada por aguas abundantes y favorecida con el más benigno de los
climas"44.

LA SUPERPOBLACION EN GRECIA

El desarrollo de la Grecia que hoy conocemos se realizó en el marco de fuertes


tensiones sociales entre los siglos VIII y VI AC. Como tantos autores en muchas
épocas diferentes, el poeta Hesíodo idealiza una época en la cual no existía la
escasez ni la injusticia: “Jamás el hambre ni la injuria ponen a prueba a los
hombres justos, que gozan de sus riquezas en los festines. La tierra les da
alimento abundante; en las montañas, la encina tiene bellotas en su copa y
panales en la mitad de su altura. Sus ovejas están cargadas de lana y sus mujeres
paren hijos semejantes a sus padres. Abundan perpetuamente en bienes y no
tienen que navegar en naves, porque la tierra fecunda les prodiga sus frutos”45.

En esa época, la única percepción del daño ambiental es la contaminación de


los espacios interiores causada por el humo de los fogones, como dice Telémaco
en La Odisea: “Reténme a las mujeres dentro de las habitaciones del palacio
mientras transporto a la despensa las magníficas armas de mi padre a las que el
humo ennegrece, pues están descuidadas por la casa mientras mi padre está
ausente; que yo era hasta hoy un niño pequeño, pero ahora quiero
transportarlas para que no les llegue el aliento del fuego”46.
30

Aparentemente el rápido crecimiento demográfico fue el causante de que las


tensiones fueran creciendo, lo que obligó a que diferentes grupos lo resolvieran
de maneras distintas. Algunos crearon colonias, otros desarrollaron un estado
militarista y otros crearon una economía de exportación. En todos los casos, la
idea dominante es la que afirma la inconveniencia de una ciudad demasiado
grande. En ocasiones, el argumento es la escasez de recursos naturales; otras,
son las dificultades para que una multitud excesiva se autogobierne debatiendo
en el ágora.

DEMOCRACIA Y SUPERPOBLACION

Una interpretación sugestiva es la que explica el nacimiento de la democracia


ateniense como una respuesta a las condiciones ambientales de superpoblación y
escasez de recursos naturales en Grecia. Es probable que esa expansión
poblacional haya estado relacionada con un período de clima favorable, que
permitió sustentar una mayor cantidad de población. Al respecto señala Arnold
Toynbee:

(En el período 725-325 AC) "la sociedad de la cual estos Estados numerosos eran
miembros se vio frente al problema de la presión de la población sobre los
medios de subsistencia. Cuando llegó la crisis, los diferentes Estados la
combatieron de modo diferente:

"Algunos, como Corinto y Calcis, dispusieron de su exceso de población


conquistando y colonizando territorios agrícolas en ultramar: en Sicilia, Italia
Meridional, Tracia y otras partes. Las colonias griegas así formadas extendieron
simplemente el área geográfica de la Sociedad Helénica sin alterar su carácter.
Por otro lado, ciertos Estados buscaron soluciones que imponían una variación a
su modo de vida".

"Esparta, por ejemplo, satisfizo el hambre de tierra de sus ciudadanos atacando


y conquistando a sus vecinos griegos más próximos. La consecuencia fue que
Esparta sólo obtuvo sus tierras adicionales a costa de obstinadas y repetidas
guerras con pueblos vecinos de su propio calibre. Con el fin de salvar esta
31

situación, los gobernantes espartanos se vieron obligados a militarizar la vida


espartana, adoptando ciertas instituciones sociales primitivas, en un momento en
que éstas estaban a punto de desaparecer".

"Atenas reaccionó al problema de la población de un modo diferente.


Especializó su producción agrícola para la exportación, inició manufacturas
también para la exportación, y después desarrolló sus instituciones políticas
para dar una justa parte de poder político a las nuevas clases que habían
surgido con estas innovaciones políticas. En otras palabras, los gobernantes
atenienses evitaron una revolución social realizando con éxito una revolución
económica y política"47.

EL AMBIENTE DE LA CIUDAD GRIEGA

Al hablar de ambiente urbano en la época clásica, tenemos que distinguir


netamente el mundo griego del romano. Porque Roma es casi una ciudad
moderna, pero Atenas sigue perteneciendo a la Antigüedad. Las ciudades
griegas son pequeñas. Suelen seguir un modelo semejante: la mayor parte de
ellas están junto a un puerto natural. Esto tiene que ver con las características
naturales de la costa griega, ya que se trata, quizás, del país del mundo que tiene
mayor longitud de costas en relación con su superficie. Abundan allí las
pequeñas bahías cerradas, donde los barcos pueden estar a cubierto de
temporales y enemigos.

Tienen también una acrópolis alta y fortificada donde, a veces, vive la mayor
parte de la población. La acrópolis significa el punto de referencia de la ciudad a
la distancia y es la señal de orientación para los marinos que retornan a puerto.
Recordemos que se trata de una costa rocosa en la que los barcos de madera
pueden hacerse pedazos.

Su ubicación en sitios altos condiciona las características del ambiente urbano


y tiene mucho que ver con las actitudes hacia el uso de los recursos naturales y
con la propia disponibilidad de esos recursos. "Un motivo importante para el
emplazamiento de poblaciones en colinas fue, al parecer, el deseo de no
32

desperdiciar valiosas tierras de labranza"48. Es decir, que la escasez de tierra


agrícola es un fuerte condicionante para la forma de las ciudades griegas.

Una característica especial, tanto de la ciudad griega como de sus santuarios,


es la cuidadosa armonía con su entorno natural, en especial con los sentimientos
que cada tipo de paisaje despierta en las personas. Esto tiene que ver con una
particular relación entre su cultura y el medio natural en el que esa cultura se
desarrolló. El teatro griego de Taormina, Sicilia, aprovecha la ladera de la
montaña para hacer las gradas de los espectadores y tiene al monte Etna como
parte del fondo del escenario. No es una casualidad sino una concepción de la
armonía en las relaciones entre la naturaleza y las obras humanas49.

Teatro griego en Taormina, Sicilia, con el monte Etna integrado al escenario

"El paisaje griego se caracteriza por una gran variedad de sitios naturales. En
lugar de vastas y monótonas extensiones, posee espacios bien definidos que
parecen predispuestos para el asentamiento humano. Uno de los factores
fundamentales del espacio es el carácter individual de los sitios. "Individual" se
33

usa aquí para manifestar que eran sentidos como manifestaciones de caracteres
arquetípicos. En ciertos lugares existen elementos naturales de forma y función
muy particulares, tales como cumbres agudas, grutas y surgentes. Estas
propiedades ponen de manifiesto un orden natural y estimulan determinado tipo
de relación entre el hombre y su ambiente” 50.

Templo de Poseidón, dios del mar, rodeado por el mar, en Cabo Sunion (Foto Educared)

“Así, los sitios donde domina la naturaleza están dedicados a las antiguas
divinidades de la tierra, Démeter y Hera; y aquellos donde el intelecto y el
trabajo humano modifican y se oponen a tales fuerzas, se han consagrado a
Apolo. Otros, donde la vida se siente como una totalidad armoniosa,
corresponden a Zeus, y otros más, en los cuales los hombres se han agrupado en
una comunidad, en una póleis, están consagrados a Atenea. La localización
griega no era, en modo alguno, arbitraria: antes bien, estaba determinada por la
percepción de los significados del ambiente natural, tal como se manifestaban a
través de sus formas particulares".
34

La escasez de tierras de cultivo no sólo condiciona la ubicación de las ciudades


en lo alto de las colinas. También, como señala Toynbee, tiene que ver con las
características mismas de la vida urbana. Las ciudades mesopotámicas pueden
tener una base principalmente agrícola, porque la gran fertilidad de sus
ecosistemas bajo riego permite sostener una vida urbana compleja. En cambio,
los suelos de Grecia tienen una productividad mucho más baja. Allí las sequías
eran frecuentes y graves. Dejan su huella no sólo en los ecosistemas sino también
en la cultura. Durante una de ellas, Dánao envía a buscar agua a su hija
Amimone. Como no la había por ninguna parte, el camino fue lo suficientemente
largo como para que la chica se durmiera, lo que aprovecha un sátiro para
intentar violarla. En ese momento llega el dios Poseidón (con quien la chica
estaba viviendo un romance) y le arrojó su tridente, que se clavó en la roca, de
donde salieron tres manantiales que formaron la fuente de Lerna51. A respecto,
señala Braudel que el mito es, “quizá, un recuerdo de la introducción del riego
perenne en la planicie de Argos”52.

Pero los medios de transporte de la época impedían explotar desde la ciudad


un campo que estuviera a más de 5 kilómetros de distancia. El resultado es que,
para que la ciudad existiera y pudiera crecer, tenía que ser capaz de producir y
vender productos artesanales a cambio de los alimentos que recibía del campo.
Esto también condiciona su tamaño, no solamente físico, sino también sus
posibilidades de disponer excedentes económicos para el desarrollo urbano y
ambiental.

Algunas de las más famosas, como Micenas, son apenas caseríos rodeados por
una muralla. La Atenas de la época de Pericles, la superpotencia del mundo
griego, tendría quizás 50 mil habitantes. Todo el esplendor de la época clásica,
las obras de arte y los mármoles, estaba concentrado en la Acrópolis. Atenas era
una ciudad donde el lujo estaba en los templos, mientras que las condiciones
urbanas y ambientales de los ciudadanos eran precarias. La Acrópolis estaba
diseñada como un recorrido, donde la persona que ingresaba a la colina (a
través de los Propileos) tenía una serie de visuales a medida que avanzaba,
adentrándose en las zonas cada vez más sagradas, hasta llegar al templo de
Atenea, patrona de la ciudad, el Partenón. Allí estaba la estatua hecha por
Fidias, que sólo podía ser vista por los sacerdotes. El diseño de un recorrido de
35

visuales ordenadas sobre espacios de creciente valor simbólico significa un


cambio importante con respecto a otros espacios del mundo antiguo, mucho
menos estructurados.

Pero sobre el ambiente del resto de la ciudad, un viajero del siglo III AC,
dice: "La ciudad está mal proyectada, a la manera antigua. Es muy seca y no
posee buen abastecimiento de aguas; las calles son estrechas y sinuosas, debido a
que la ciudad es tan vieja. La mayoría de las casas son pobres y sólo unas
cuantas confortables. A primera vista, los extranjeros podrían dudar de que se
tratara de la elogiada ciudad de los atenienses"53.

Una descripción más minuciosa destaca que "las calles muestran un trazo
sinuoso que sigue el dibujo de las colinas. ¡Y qué calles! Ningún eje principal,
sino líneas irregulares; las más anchas no superan los cuatro metros, y la
mayoría apenas llega al metro y medio; callejuelas en pendiente, a menudo muy
pronunciada, escalones que conectan, mal que bien, niveles diferentes, callejones
sin salida. No hay pavimento de ningún tipo en estas calles, y las canalizaciones
corren a la vista".

"La edificación es a la medida de este urbanismo. En la época clásica, las


casas, pequeñas y bajas, no pasan de los dos pisos superpuestos. No hay ningún
orden arquitectónico en estas moradas de paredes de tierra apisonada o ladrillos
crudos, y nada distingue en realidad la casa del rico de la del pobre. Todo lo cual
no contribuye, por ciento, a dar un aspecto majestuoso a esta ciudad de Atenas,
mucho más cercana en el momento de su mayor gloria, a un caserío tosco que a
una verdadera capital"54. Esta situación persiste hasta la dominación romana,
que procura mejorar y embellecer la ciudad.

Si en Atenas el abastecimiento de agua era inadecuado, podemos imaginar las


dificultades que habría en otras ciudades con menor disponibilidad de
excedentes económicos para realizar obras públicas de saneamiento.
Nuevamente, es más sencillo y barato llevar agua a una ciudad que esté en una
llanura que a otra en lo alto de una colina. Los déficit de higiene están asociados
a algunas grandes epidemias, como la peste de Atenas del 429 AC, en la que
actuó el famoso Hipócrates aunque con poco éxito, ya que se perdió
36

aproximadamente la tercera parte de la población. También fue desastrosa la


peste de Siracusa del 246 AC. No es casual el que Siracusa haya sido una ciudad
del tamaño de Atenas en ese momento.

LA GRAN EPIDEMIA

Tucídides fue testigo (y víctima) de la peste de Atenas y ha dejado una


descripción muy vívida de esa situación. La epidemia se originó en las
condiciones de hacinamiento de la ciudad sitiada por los espartanos y que fue
refugio de numerosos pobladores de los alrededores. La historia refleja, una vez
más, la enorme fragilidad de las ciudades.

“Jamás se vio en parte alguna del mundo tan grande pestilencia, -dice
Tucídides- ni que tanta gente matase. Los médicos no acertaban el remedio,
porque al principio desconocían la enfermedad, y muchos de ellos morían los
primeros al visitar a los enfermos. No aprovechaba el arte humana, ni los votos
ni plegarias en los templos, ni adivinaciones, ni otros medios de que usaban,
porque en efecto valían muy poco; y vencidos del mal, se dejaban morir. Los del
Pireo sospecharon al principio que los peloponesios habían emponzoñado sus
pozos, porque entonces no tenían fuentes. Poco después invadió la ciudad alta, y
de allí se esparció por todas partes, muriendo muchos más. Aquel año fue libre y
exento de todos los otros males y enfermedades, y si algunos eran atacados de
otra enfermedad, pronto se convertía en ésta. Los que estaban sanos, veíanse
súbitamente heridos sin causa alguna precedente que se pudiese conocer.
Primero sentían un fuerte y excesivo calor en la cabeza; los ojos se les ponían
colorados e hinchados; la lengua y la garganta sanguinolentas, y el aliento
hediondo y difícil de salir, produciendo continuo estornudar; la voz se
enronquecía, y descendiendo el mal al pecho, producía gran tos, que causaba un
dolor muy agudo; y cuando la materia venía a las partes del corazón, provocaba
un vómito de cólera, que los médicos llamaban apocatarsis, por el cual con un
dolor vehemente lanzaban por la boca humores hediondos y amargos; seguía en
algunos un sollozo vano, produciéndoles un pasmo que se les pasaba pronto a
unos, y a otros les duraba más. El cuerpo por fuera no estaba muy caliente ni
amarillo, y la piel poníase como rubia y cárdena, llena de pústulas pequeñas; por
37

dentro sentían tan gran calor, que no podían sufrir un lienzo encima de la carne,
estando desnudos y descubiertos. El mayor alivio era meterse en agua fría, de
manera que muchos que no tenían guardas, se lanzaban dentro de los pozos,
forzados por el calor y la sed, aunque tanto les aprovechaba beber mucho como
poco. Sin reposo en sus miembros, no podían dormir, y aunque el mal se
agravase, no enflaquecía mucho el cuerpo, antes resistían a la dolencia, más que
se puede pensar. Algunos morían de aquel gran calor, que les abrasaba las
entrañas a los siete días, y otros dentro de los nueve conservaban alguna fuerza y
vigor. Si pasaban de este término, descendía el mal al vientre, causándoles flujo
con dolor continuo, muriendo muchos de extenuación”.
“Esta infección se engendraba primeramente en la cabeza, y después discurría
por todo el cuerpo. La vehemencia de la enfermedad se mostraba, en los que
curaban, en las partes extremas del cuerpo, porque descendía hasta las partes
vergonzosas y a los pies y las manos. Algunos los perdían; otros perdían los ojos,
y otros, cuando les dejaba el mal, habían perdido la memoria de todas las cosas,
y no conocían a sus deudos ni a sí mismos. En conclusión, este mal afectaba a
todas las partes del cuerpo; era más grande de lo que decirse puede, y más
doloroso de lo que las fuerzas humanas podían sufrir. Que esta epidemia fuese
más extraña que todas las acostumbradas, lo acredita que las aves y las fieras
que suelen comer carne humana no tocaban a los muertos, aunque quedaban
infinidad sin sepultura; y si algunas los tocaban, morían. Pero más se conocía lo
grande de la infección en que no aparecían aves, ni sobre los cuerpos muertos, ni
en otros lugares donde habían estado; ni aun los perros que acostumbraban
andar entre los hombres más que otros animales; de lo cual se puede bien
conjeturar la fuerza de este mal”55.

Sin embargo, la descripción de Tucídides se destaca más por su fuerza literaria


que por su precisión. En el último siglo, los científicos intentaron ponerse de
acuerdo en cuál enfermedad había sido causante de esa situación tan
desgraciada. “Las etiologías más frecuentemente planteadas son peste bubónica,
fiebre tifoidea, tifus epidémico, viruela y sarampión. Todos los autores discuten
los signos y síntomas presentes, si calzan o no con una determinada enfermedad
y ponen énfasis en aquellos característicos presentes y en aquellos
llamativamente ausentes”56. La reciente epidemia de ébola agregó una nueva
38

hipótesis a la lista. Los que comprendieron la situación con absoluta claridad


fueron los enemigos, quienes al ver desde afuera la humareda de las ceremonias
fúnebres, se dieron cuenta de lo que ocurría, levantaron el campamento y se
fueron.

EL DESCUBRIMIENTO DE LAS ENFERMEDADES


AMBIENTALES

Hipócrates es el primer médico que describe la existencia de enfermedades


ambientales. “Quien desee estudiar correctamente la ciencia de la medicina
deberá proceder de la siguiente manera. Primero, deberá considerar qué efectos
puede producir cada estación del año, puesto que las estaciones no son todas
iguales, sino que difieren ampliamente tanto en sí mismas como en sus cambios.
El siguiente punto se refiere a los vientos cálidos y a los fríos, especialmente a los
universales, pero también a aquellos que le son peculiares a cada región en
particular. Deberá también considerar las propiedades de las aguas, pues tal
como estas difieren en sabor y peso, también las propiedades de cada una
difieren grandemente de las de cualquier otra. Por lo tanto, al arribar a un
pueblo que le es desconocido, el médico deberá examinar la posición del mismo
con respecto a los vientos y a las salidas del sol, pues un aspecto norte, un
aspecto sur, uno del oriente y uno de occidente tienen cada uno su propio
carácter individual. Deberá considerar con el mayor cuidado todas estas cosas.
Y también a dónde tienen que ir los nativos para buscar agua, si usan aguas
pantanosas, suaves, o que son duras y vienen de lugares altos y rocosos, o son
salobres y ásperas. También el suelo, si es llano v seco, o boscoso y de aguas
abundantes. Asimismo, el modo de vida que les place a sus habitantes, si son
grandes bebedores y comen en exceso y se mantienen inactivos, o si son atléticos,
industriosos y se alimentan bien, bebiendo poco”57.

En relación con estos criterios, Hipócrates analiza una gran cantidad de casos
clínicos, en los que describe minuciosamente las relaciones entre salud y calidad
ambiental. Esto para nosotros es obvio, aunque no parece serlo para la ciencia
médica actual. A mediados del siglo XIX encontramos una preocupación por el
origen ambiental de determinadas enfermedades. Émile Littré realiza una
39

comparación entre los textos de Hipócrates, la bibliografía de la época y sus


propias experiencias clínicas sobre las relaciones entre salud y ambiente58. Pero
a partir del siglo XX, la soberbia tecnológica desplazó al ambiente fuera de las
ciencias médicas.

Recién en 2011, “de forma pionera en el estado español”, se elabora en


algunos pacientes la historia clínica ambiental. Esto se hace en la unidad de
salud medioambiental pediátrica del Hospital Virgen de la Arrixaca de Murcia y
en la Universidad Politécnica de Cartagena con el proyecto Macapemur. “El
doctor Juan Antonio Ortega, codirector del proyecto, nos ha explicado que han
elaborado la historia clínica ambiental de cada menor de 15 años diagnosticado
de càncer en la región de Murcia. Es decir, se han analizado las características
del domicilio durante el embarazo de la madre, durante los primeros años de
vida y en el momento del diagnóstico de cada niño. Y también de la escuela o de
los hábitos de los padres. En definitiva, una radiografía completa de los posibles
agentes cancerígenos a los que haya podido estar expuesto el paciente infantil”59.
Es decir, que se anuncia en forma triunfalista que “en forma pionera” han
decidido tener en cuenta las condiciones ambientales de unos pocos pacientes
(los niños con cáncer previamente diagnosticado). Lo mismo que Hipócrates
hacía con todos sus pacientes 2.380 años antes.

Las situaciones ambientales no resueltas nos ayudan a comprender por qué


tenemos el mito de un héroe que, además de matar los previsibles monstruos,
también hace tareas de saneamiento. Uno de los doce trabajos adjudicados a
Hércules es limpiar los enormes establos del rey Augias. Para poder hacerlo,
construye un canal, desvía el curso de un río y lo hace pasar por la zona que
necesita ser saneada.

Como vimos, esto implica, no sólo un esfuerzo físico sobrehumano, sino


también enfrentarse al dios del río Alfeo, decidido a proteger el espacio natural
que está encomendado a su responsabilidad. Alfeo estaba a cargo del actual río
Saranda, el más largo del Peloponeso, con una longitud de 110 kilómetros. Del
40

mismo modo que Aquiles con el Escamandro, el héroe tiene que enfrentarse a las
fuerzas de la naturaleza.

Hércules desvía el río Alfeo para sanear los establos.


Arriba se ve al dios del río.
41

LOS MITOS DEL AGUA

Habitualmente, el abastecimiento del agua en una ciudad romana está ligado a


la realización de importantes obras de ingeniería. En cambio, en una ciudad
griega, el agua tiene mucho que ver con ciertos mitos sobre su origen y su
historia. Las diferencias no son sólo de origen cultural: la Grecia clásica se
desarrolló durante una etapa climática favorable, que correspondió a un ciclo
climático húmedo en la cuernca mediterránea. En cambio, la expansión romana
coincidió con un ciclo mucho más seco, que obligó a mayores esfuerzos en la
construcción de acueductos.

En Corinto, fuera del ágora, hay un enorme depósito rocoso, que se identifica
con la fuente de Glauce. Esta fuente debe su nombre a la hija del rey Creonte,
que fue la segunda esposa de Jasón, el jefe de los Argonautas. Según la leyenda,
Jasón abandonó a Medea para casarse con ella. Medea le regaló a Glauce un
vestido nupcial envenenado, que le provocó profundas quemaduras. Para
intentar mitigar el dolor, al muchacha se arrojó a esta fuente. La fuente Glauce
estaba alimentada por el lado sur y constaba de cuatro cisternas precedidas de
pozos a los que se accedía por escaleras talladas en la roca. Estuvo en uso desde
los primeros momentos de la vida de la ciudad hasta la época medieval, en que
fue transformada en vivienda60.

Por su parte, Siracusa debe su existencia a una surgente de agua dulce, que se
encuentra junto al mar y que lleva el nombre de la ninfa Aretusa. Esta ninfa
llegó huyendo del dios fluvial Alfeo y se transformó en fuente para evitarlo.
Alfeo se transforma en río y, pasando bajo el mar, trata de unir sus aguas con
las de la ninfa61. Al respecto, Cicerón dice que: "En la punta de la "isla" hay un
manantial de agua dulce, llamado Aretusa, extraordinariamente abundante,
lleno de peces, que quedaría cubierto completamente por el mar si no lo
impidiera un dique de piedra"62.
42

EL AMBIENTE EN LA ACTIVIDAD MINERA

Las alabanzas a los mármoles griegos y romanos a su sentido de la estética,


deberían tener como contrapartida alguna reflexión sobre las condiciones
ambientales de los que trabajaban en la extracción de esos materiales. Las
condiciones laborales y ambientales en la producción de las minas y canteras
(tanto griegas como romanas) eran, notoriamente, las peores de la Antigüedad.
La antigua minería "provocó una importante erosión, removiendo la tierra de
las laderas y obstruyendo los arroyos. Se extrajeron sustancias venenosas, como
plomo, mercurio y arsénico. Los arroyos que habían sido desviados a las minas o
que estaban contaminados por el desagüe de éstas debieron llevar sustancias
venenosas río abajo y con frecuencia hasta los campos, donde eran usadas para
la irrigación. El mercurio beneficiado por un proceso que producía vapor de
mercurio, era usado para refinar oro y como adhesivo para este metal precioso.
El arsénico fue utilizado en pigmentos y medicinas; sus propiedades venenosas
fueron conocidas".

"Las condiciones de trabajo eran atroces. Los técnicos capacitados, libres o


reducidos a esclavitud, dirigían a miles de esclavos y criminales condenados,
incluyendo hombres, mujeres y niños. Los túneles angostos y a menudo
empinados, rara vez eran lo suficientemente altos como para permitir otra
postura que la de andar a gatas. Cargando pesados sacos de mineral, los
trabajadores eran a menudo golpeados cuando se detenían a descansar" .

Tucídides describe las condiciones de trabajo de los prisioneros atenienses en


Siracusa. Recordemos que no se trata de excepciones, sino que son economías
organizadas sobre la base del trabajo esclavo: "En un primer momento, los
siracusanos trataron muy mal a los que estaban en las canteras. Estos, apiñados
en un lugar hondo y estrecho, se vieron atormentados primero por el sol y el
calor, al encontrarse el lugar al aire libre. Después vinieron, en su lugar, las frías
noches otoñales, que provocaron enfermedades. Y dado que a causa de la
estrechez del lugar lo hacían todo en el mismo lugar, y además se amontonaban
unos sobre otros los cadáveres de los que morían de las heridas, debido a los
43

cambios de temperatura y otras causas del mismo tipo, el hedor era


insoportable. Les atormentaban el hambre y la sed. Y todo lo que le podía
suceder a quien cayera en un lugar así, por todo ello pasaron. Permanecieron así
hacinados durante casi 70 días. Pasados esos días, a excepción de algunos
atenienses y algunos sicilianos e itálicos que habían combatido con ellos, todos
fueron vendidos. No es fácil decir cuál era exactamente el total de prisioneros,
pero sin duda no era inferior a 7.000"

EL ORO EN ESPAÑA

En Las Médulas (España) los romanos utilizaron la fuerza hidráulica para


demoler sectores de la montaña, de un modo semejante a como se utilizó en
épocas recientes la dinamita. Se canalizó un río para formar una represa aguas
arriba del área a trabajar. Simultáneamente, se cavaron una gran cantidad de
galerías en la montaña para debilitarla. Finalmente, rompían la presa para
generar un aluvión que derrumbara la montaña, en una técnica que Plinio del
Viejo denominó ruina montium, el derrumbe de los montes. Las misma fuerza
del agua llevaba los escombros a un área llana, donde se empleaba la misma
técnica de los lavaderos de oro que vimos en los westerns.

“El método de explotación –dice Plinio- supera la labor de gigantes. Se hace


con galerías llevadas a largas distancias, en el hueco de la montaña, a la luz de
candiles de cerámica, cuya duración se utiliza para medir el trabajo porque los
hombres en varios meses no ven la luz del día. Estas minas a menudo se agrietan
de repente, y el deslizamiento de las tierras entierra a los trabajadores. Si bien
puede parecer menos imprudente recoger perlas y coral en las profundidades
del mar, ¡hemos sido capaces de hacer la tierra más mortal que el agua!

“En las cuevas el vapor y el humo asfixian a los mineros. Ellos suelen tener que
romper la roca con martillos de hierro de ciento cincuenta libras, y luego sacan
los fragmentos sobre los hombros de día y de noche, pasándolo de mano en
mano a través de la oscuridad. Sólo los hombres colocados a la entrada ven la
luz.
44

“Si la piedra parece tener demasiado espesor, siguen la veta por el flanco, y
ahondan alrededor. Sin embargo, el sílex no es el obstáculo más difícil: se trata
de una tierra, una especie de barro mezclado con grava, que es casi imposible de
penetrar. Se ataca con cuñas y mazas de hierro lo mismo que antes: no hay nada
en el mundo más difícil, pero la sed de oro es más dura.

“Cuando los pilares de los arcos se abren dando señal de derrumbe, sólo lo
percibe el vigilante en la parte superior de la montaña: éste da la voz y con
ademanes, grita a los trabajadores, rápido huyan. Rota cae la montaña con un
estruendo que la imaginación no puede concebir, y da una explosión de una
fuerza increíble. Los sobrevivientes contemplan la ruina de la naturaleza. Sin
embargo todavía no hay oro y ni siquiera sabían si lo habría cuando empezaron
a cavar.

“Otro trabajo, e incluso más caro, es conducir desde la cumbre de las


montañas, (la mayoría de las veces a cien millas de distancia), los ríos para lavar
los desechos. Y este es un gran trabajo: es necesario que la pendiente sea rápida,
de modo que el agua corra rápida, y para ello tiene que venir de los puntos más
altos.Las personas que rompen estas rocas están suspendidas por sogas, de modo
que vistos de lejos trabajando, parecen ser bestias salvajes, qué digo, aves de una
especie nueva. Estos hombres, casi siempre suspendidos, son los que nivelan las
pendientes”63.

Al respecto dice Estrabón que “en su tiempo, eran más los españoles que
apuraban el oro con el agua, que los que lo sacaban de las entrañas de la
tierra”64.

LA PLANIFICACION DE LA CIUDAD GRIEGA

Los problemas de Atenas activaron el debate sobre el ambiente urbano.


¿Cómo fundar y administrar ciudades ordenadas, hermosas y salubres? A
medida que la civilización griega se expande por el Mediterráneo, la discusión
deja de ser teórica. Aparecen las primeras normas ambientales, que son de tipo
45

puntual: en Naxos se alejan de las viviendas los talleres de cerámica para evitar
incendios.

En algunas ciudades que tienen los excedentes económicos que les permiten
pagarlas, se hacen obras hidráulicas. En la capital de la isla de Samos, el tirano
Polícrates "ordenó la construcción de un gran túnel que llevara agua de una
fuente distante a través de las fortificaciones. Tiene un kilómetro de longitud y
atraviesa una montaña. Se hicieron dos catas a ambos lados que coincidieron
casi a la perfección en el centro. El proyecto tardó unos quince años en ser
completado y quedó como testimonio de la ingeniería civil de la época y como
indicación de la extraordinaria capacidad práctica de los jonios. Pero hay otro
aspecto más siniestro de esta empresa: lo construyeron en parte esclavos
encadenados, muchos capturados por los buques piratas de Polícrates"65.

Al mismo tiempo, aparecen reflexiones sobre el ambiente urbano, que tienen


que ver con el tamaño de la ciudad. Por ejemplo, Jenofonte lo vincula con el
grado de división social del trabajo, en un texto que preanuncia a los grandes
economistas del siglo XIX. "En las póleis pequeñas66 -dice- la misma persona
fabrica una cama, una puerta, un arado, una mesa, y a menudo la misma
persona construye también casas y puede darse por satisfecha si encuentra
suficiente trabajo para poder ganarse la vida. En las póleis grandes es suficiente
para poder sustentarse el tener un oficio cada uno, ya que muchos necesitan una
cosa de cada. A menudo es suficiente dominar una parte de un oficio: por
ejemplo, uno confecciona zapatos para hombres, el otro para mujeres. También
existen póleis donde uno vive sólo de la reparación de zapatos, otro solamente de
cortarlos, otro a su vez los cose y finalmente otro no hace nada de esto, sino unir
todas las piezas"67.

La relación de las ciudades griegas con el espacio fue planteada por


Aristóteles, quien sostuvo que los regímenes tiránicos construían acrópolis y los
democráticos lo hacían en la llanura. De un modo contrario, Sarmiento, influido
por Montesquieu, sostiene que las tiranías proliferan en las llanuras y las
montañas son los espacios de la libertad. Sarmiento necesita explicar a Rosas
como un producto del ambiente natural pampeano, pero, por supuesto, su
afirmación tiene el mismo sustento que la opuesta de Aristóteles.
46

En la Antigüedad no siempre se encuentra una significativa correlación entre


políticas urbanas y regímenes políticos. Aún más, los tiranos de Atenas (a
diferencia de los tiranos de otras latitudes) tuvieron especial cuidado en
preservar las áreas de uso público, ya que "amenazaban con importantes multas
a aquellos que hubieran construido edificios invadiendo las calles, consideradas
espacios públicos"68.

Más adelante, se procura planificarlas de un modo integral. Las ciudades


dejan de ser espontáneas y la reflexión sobre ellas pasa a ocupar a los filósofos.
Platón piensa fundamentalmente en ciudades pequeñas. Su número ideal es de
5.040 ciudadanos, resultado de especulaciones pitagóricas, pero esto nos da una
idea de hasta qué punto su concepción de ciudad se aleja de la nuestra. También
dice que al elegir el lugar hay que atender a las condiciones climáticas, al suelo y
a una provisión suficiente de agua. Le da mucha importancia a la existencia de
árboles y cita la tala de los bosques del Ática como una amenaza siempre latente.
Platón pide también que las ciudades estén lejos del mar, porque el contacto con
los extranjeros termina favoreciendo las ideas democráticas, que deben ser
evitadas.

Aristóteles no le teme al mar, pero sí a la contaminación. Hijo de un médico,


sabe de la importancia de la salud pública en la vida urbana. Las casas tienen
que estar orientadas hacia el sol, para hacer más soportable el frío del invierno.
"Nada influye tanto en la salud como aquellas cosas que con más frecuencia
están en contacto con el cuerpo, como el aire y el agua", dice69. Recomienda que
el agua sea de manantiales antes que de lluvia recogida en aljibes o cisternas.
"La primera condición -agrega- es la salud para los habitantes y resulta
principalmente de la situación de la ciudad y del uso de aguas salubres; este
último punto requiere la atención más decidida".

Las estructuras políticas griegas tienen mucho que ver con la forma en que se
desarrollaron la ciudad y el ambiente urbano. Debido a la evolución política, la
ciudad griega se diferencia de la ciudad oriental. "La ciudad había pasado de
ser el amasijo de viviendas humildes dominadas por el palacio-templo de un rey
divinizado para convertirse en una estructura más compleja en la que
dominaban aquellos elementos que eran del disfrute general: plazas, mercados,
47

pórticos, edificios de la administración pública, teatros, estadios, etc". Allí "no


aparece ningún palacio abrumador que represente el poder o la autoridad de un
jefe"70.

"En el año 408 AC, el arquitecto Hipodamos, que había planificado El Pireo,
diseñó el plan en forma de tablero de ajedrez de la capital (de la isla de Rodas) y
del que el geógrafo Estrabón escribió: `El puerto, las calles, los muros, los
edificios, tanto sobrepasan a otras ciudades en tal medida que no se conoce
ninguna otra igual, ni mucho menos superior a ella"71.

La democracia es la base de la ciudad griega antigua, pero con una forma


distinta de la nuestra: la suya era una democracia de propietarios. Para poder
votar, el ciudadano tenía que ser dueño de un pedazo de tierra en la ciudad. En
muchas ciudades, la gente de la plebe podía ocupar un terreno para construir su
casa, pero no eran legalmente dueños de esa tierra, para no darles derechos
políticos. En Atenas, la reforma de Solón significó permitir que los trabajadores
pudieran ser propietarios de tierras. En casi todas las ciudades, los ricos eran
republicanos, por ser los únicos que votaban, mientras que los pobres eran
monárquicos, porque los reyes y tiranos se apoyaban políticamente en la plebe.
Es decir que nuestra visión de la democracia no es la misma que la de esta etapa
histórica. El principio de “un hombre, un voto” es muy reciente.

Al fundar una colonia griega, entonces, había que establecer su régimen


político y eso requería repartir tierras entre los ciudadanos. El damero es la
forma más sencilla de hacerlo, dándoles a todos la misma cantidad de tierra y
ahorrándose interminables conflictos. Esto, además, marca una importante
diferencia con muchas culturas orientales, en las que la tierra pertenecía a los
dioses y, por tanto, era administrada por los templos.

Entonces, para los griegos, las calles cortadas en ángulo recto eran el símbolo
de la democracia. Cualquiera que atravesara una de las colonias griegas en el
Mediterráneo podía saber, con sólo recorrer sus calles, que allí vivían hombres
libres e iguales, tan iguales entre sí como las manzanas de la ciudad. Es decir que
la forma de las calles no es neutral, ni es puramente estética, sino que expresa
una concepción sobre el estilo de vida de quienes vayan a vivir en esa ciudad.
48

LOS SENTIMIENTOS DE PATRIA


Los sentimientos patrióticos, tal como hoy los conocemos, tienen mucho que
ver con el surgimiento de la ciudad griega. La patria es el lugar en que viven los
descendientes de un único padre. El patriotismo es un sentimiento muy intenso
porque su objeto está bien delimitado y está ligado al contacto con el entorno
natural:

"Un pequeño territorio adosado a una montaña, atravesado por un riachuelo,


junto a una bahía. En todas las direcciones, una elevación del terreno sirve como
frontera. Basta con subir a la acrópolis para abarcarlo enteramente con la
mirada. Esta es la tierra sagrada de la patria: el recinto de la familia, la tumba
de los antepasados, los campos en los que se conocen todos los propietarios, la
montaña a la que se va a buscar leña, se lleva el ganado a pastar o se recoge la
miel, los templos en los que se asiste a los sacrificios, la acrópolis a la que se va
en procesión. Una ciudad, incluso la más pequeña, es algo por lo que Héctor va
en busca de la muerte, los espartanos consideran honroso 'caer en primera fila',
los combatientes de Salamina se lanzan al abordaje cantando el peán y Sócrates
bebe la cicuta para no desobedecer la ley"72.

Recordemos que, a diferencia de los conflictos armados posteriores, en una


guerra de la Antigüedad la existencia misma de la patria estaba en peligro,
incluyendo su soporte natural: “No sólo se hacía la guerra a los soldados, se la
hacía a la población entera: los hombres, mujeres, niños, esclavos. No sólo se
hacía a los seres humanos: también a los campos y las mieses. Se incendiaban las
casas, se cortaban los árboles, la cosecha del enemigo casi siempre se dedicaba a
los dioses infernales y, por consecuencia, se quemaba”73. En sociedades
esclavistas, una de principaleslas razones para hacer la guerra era la misma que
en la actualidad: obtener fuentes de energía. La diferencia es que no se trataba
de la energía fósil del petróleo sino de la energía viva de los seres humanos
encadenados. Existen muchos textos que hablan de la enorme violencia sufrida
por los esclavos en la sociedad espartana, pero en realidad el maltrato a los
49

esclavos era común en todas las sociedades antiguas. La mayor parte de las
guerras se hacían para capturar hombres, encadenarlos y obligarlos a trabajar
gratuitamente para el vencedor.

UN FILÓSOFO ESCLAVISTA

En ese contexto, Aristóteles trata de explicar por qué le parece bien una
economía basada en la esclavitud. Estos argumentos parecen científicos, aunque
en realidad están defendiendo intereses económicos concretos. La justificación
de la esclavitud con argumentos de índole biológica, como respondiendo a un
orden inevitable, se han reiterado en distintas etapas históricas. Este mismo
texto de Aristóteles fue utilizado en la época de la colonización de América por
quienes sostenían que los indígenas carecían de alma y, por ende, no era
pecaminoso encadenarlos:

“Los elementos de la economía doméstica – dice Aristóteles- son precisamente


los de la familia misma, que, para ser completa, debe comprender esclavos y
hombres libres. Algunos seres, desde el momento en que nacen, están destinados,
unos a obedecer, otros a mandar. El alma manda al cuerpo como un dueño a su
esclavo, y la razón manda al instinto como un magistrado, como un rey.

“Lo mismo sucede entre el hombre y los demás animales: los animales
domesticados valen naturalmente más que los animales salvajes, siendo para
ellos una gran ventaja, si se considera su propia seguridad, el estar sometidos al
hombre. Por otra parte, la relación de los sexos es análoga; el uno es superior al
otro; éste está hecho para mandar, aquél para obedecer.

“Se es esclavo por naturaleza. Estos hombres, no pueden hacer cosa mejor que
someterse a la autoridad de un señor. La utilidad de los animales domesticados y
la de los esclavos son poco más o menos del mismo género. Unos y otros nos
ayudan con el auxilio de sus fuerzas corporales a satisfacer las necesidades de
nuestra existencia. La naturaleza misma lo quiere así, puesto que hace los
cuerpos de los hombres libres diferentes de los de los esclavos, dando a éstos el
vigor necesario para las obras penosas de la sociedad, y haciendo, por lo
50

contrario, a los primeros incapaces de doblar su erguido cuerpo para dedicarse


a trabajos duros, y destinándolos solamente a las funciones de la vida civil,
repartida para ellos entre las ocupaciones de la guerra y las de la paz. Es
evidente que los unos son naturalmente libres y los otros naturalmente esclavos;
y que para estos últimos es la esclavitud tan útil como justa”74.

LA GRAN CIUDAD GRIEGA NO ESTABA EN GRECIA

Con estos antecedentes, los griegos pueden lanzarse a construir la mayor de


sus ciudades. Y es que la ciudad griega tradicional es pequeña, pero la ciudad
helenística es grande. A la muerte de Alejandro Magno, su imperio se fragmenta
y cada una de sus partes queda encabezada por una gran ciudad, como lo son
Pérgamo y Éfeso. La mayor de ellas es Alejandría, fundada por el propio
creador del imperio. En Alejandría viven cientos de miles de personas. Allí todo
es monumental, desde el Faro hasta la Biblioteca, las grandes avenidas, las casas
y los templos.

"Una larga avenida -dice un cronista de la época- corta por así decir en dos la
ciudad, y es una maravilla tanto por sus dimensiones como por su belleza. De
una puerta a la otra, mide 40 estadios (7 kilómetros), tiene un pletro de ancho
(casi 30 metros) y est adornada por construcciones suntuosas, templos y
mansiones particulares. Alejandro hizo edificar asimismo un palacio
sorprendente por su tamaño y abundancia en obras de arte. Y casi todos los
reyes de Egipto después de Alejandro y hasta nuestra época, han sumado
palacios de magnífica construcción. La ciudad se ha desarrollado tanto en los
siglos siguientes que todos la consideran como la más importante ciudad del
mundo habitado. Por su belleza, sus dimensiones, la importancia de sus
riquezas, por todo lo que concierne a los placeres sensuales, es la primera de las
ciudades"75.

Alejandro diseña una ciudad griega con las dimensiones de un conjunto de


templos egipcios, adaptada a las condiciones del medio natural local. Por
ejemplo, la ausencia de colinas le impide levantar una acrópolis que pueda verse
desde el mar.
51

Por eso construye una inmensa torre iluminada en la isla de Faros. El famoso
Faro de Alejandría es mucho más que un punto de referencia para los viajeros
en una costa que, por estar en el delta del Nilo, no tiene el tipo de rocas que
amenazan a los barcos en Grecia. El Faro es la acrópolis que Alejandro
construye para demostrar que el medio natural no le impone sus límites.

Sabemos poco del medio ambiente en Alejandría, aunque suponemos que su


fundador tuvo en cuenta no sólo el embellecimiento sino también el saneamiento.
El éxito de la ciudad es su continuidad hasta el presente, lo que impide los
trabajos arqueológicos en las zonas densamente pobladas. Nos queda el
testimonio de escritores y viajeros de la Antigüedad, que quedaron tan
deslumbrados por su tamaño que olvidaron mencionar los demás aspectos de la
vida urbana.

Tan grande es Alejandría que sus poetas comienzan a expresar un sentimiento


nuevo en el mundo griego: el anhelo de verdes praderas, de árboles, y del
murmullo de un arroyo. Sentimientos que sólo aparecen cuando los hombres
viven en medio de un ecosistema de cemento o de mármol.

LOS BOSQUES DE ULISES

Con el tiempo aprendimos a tomarlo en serio a Homero. Al menos, lo


suficiente como para recoger su testimonio sobre los cambios ecológicos
ocurridos en el Mediterráneo. Desde siempre se lo había creído un fantástico
inventor de leyendas, que hablaba de hechos nunca sucedidos, ambientados en
sitios inexistentes. Hasta que, un siglo atrás, un maniático llamado Heinrich
Schliemann se dedicó a excavar sistemáticamente en busca de la mítica ciudad
de Troya.

Unánimemente odiado por los arqueólogos, Schliemann descubrió y destruyó


implacablemente las ruinas de nueve ciudades superpuestas, ubicadas allí donde
Homero decía que había estado Troya y donde los historiadores decían que no
había más que leyendas. Pero él no era un científico sino sólo un fanático de la
Ilíada y la Odisea, y nunca comprendió la importancia de esas ruinas que iba
descubriendo y que le estorbaban en la búsqueda de las otras, que para él eran
las realmente importantes.
52

Finalmente, se dio por satisfecho con los restos de una Troya equivocada,
después de haber arruinado completamente los de la Troya que estaba
buscando. Pero nos dejó la certeza de que Homero es un cuidadoso cronista de
su tiempo. Por eso, podemos releerlo como alguien que nos describe con
precisión los paisajes y la forma de vida que existieron en el Mediterráneo hace
casi 3 mil años. En la Odisea nos cuenta que Ulises pasó siete años en una islita -
que hoy identificamos como Gozo, en el archipiélago maltés- retenido por la
diosa de esa isla, la ninfa Calypso. Allí se exhibe a los turistas la caverna donde
quizás viviera la mítica pareja76.

Y fue tal vez por extrañar su hogar, o porque el paso de los años le impidiera
seguir satisfaciendo la inmensa pasión de la diosa eternamente joven, el hecho es
que finalmente Ulises quiso regresar a su casa. Para ello, cuenta Homero que fue
"a un extremo de la isla donde crecían grandes árboles, chopos, álamos, y el
abeto cuya copa escala el alto cielo, y cuyos troncos eran compactos y a
propósito para mantenerse a flote sobre las aguas". Allí construyó una balsa:
"de recias tablas unió la cubierta, y labró el mástil con su correspondiente
antena, y enseguida el timón. Con ramas de sauce, bien tejidas, rodeó la balsa,
para resguardarla de los golpes de las olas, y la lastró con abundante madera"77.

Hoy Ulises sólo hubiera podido salir a nado de la isla. Los únicos árboles que
quedan en Gozo son los raquíticos cipreses que rodean el cementerio. Los
bosques fueron incendiados por los piratas argelinos que saquearon la isla y
alguna vez llevaron a todos su habitantes como esclavos. Los árboles que
sobrevivieron a las guerras fueron cortados por los propios pobladores.
Deforestada y con los suelos gastados, la isla es hoy de una aridez extrema, tanto,
que los lugareños se refieren a los campos como "el desierto". El principal
cultivo son unas tunas espinosas, que llaman "higo de la India", lo único que
puede crecer en esos suelos agotados.

Impresiona el contraste entre esta masa de rocas amarillas y peladas, y los


bosques espesos que describe Homero, el testimonio del efecto de tres mil años
de uso del hacha y del fuego. Hoy, que la diosa ya no cuida de ella, la cueva de
Calypso es un hueco más en el silencio de las piedras resecas. Pero en ese
entonces, "rodeando la gruta, había crecido una verde selva de chopos, álamos y
53

cipreses olorosos, donde anidaban aves de largas alas: búhos, gavilanes y


chillonas cornejas marinas, a las que alimenta el mar".

Isla de Calypso actualmente sin árboles. Foto del autor

"Allí mismo, junto a la honda cueva, se extendía una viña floreciente,


cargada de racimos maduros. Cuatro fuentes manaban, muy cerca la una de la
otra, dejando correr en varias direcciones sus aguas cristalinas. Se veían en el
contorno frescos y amenos prados de violetas y apio silvestre; de tal modo, que al
llegar allí hasta un dios se hubiese admirado, recreándose su alma".
54

5. EL AMBIENTE EN LA ANTIGUA ROMA

Los cronistas de un imperio siempre nos hablan más de sus riquezas que de
sus miserias. Tenemos descripciones minuciosas de templos y palacios,
realizadas con un cuidadoso esfuerzo de reconstrucción 78, 79. Hay, sin embargo,
bastante menos información sobre las condiciones ambientales del borde de esos
palacios y sobre sus consecuencias sobre la calidad de vida de ese momento y las
concepciones urbano-ambientales posteriores.

La antigua Roma prefigura las megalópolis modernas. Ciudad inmensa y


desordenada, de trazado confuso, maloliente y ruidosa, donde el mármol convive
con el estiércol, ciudad que combina la sordidez con el lujo, Roma, la capital del
mundo, tiene aspectos que se parecen sugestivamente a nuestros tiempos
actuales. Su historia esta llena de catástrofes, algunas originadas en la
naturaleza, otras en la sociedad. Temblores de tierra, epidemias, hambrunas,
inundaciones del Tíber, dan testimonio de la vulnerabilidad ambiental de la
ciudad.

Para sus apologistas es una ciudad grande y poderosa. Se habla de ella con
adjetivos grandilocuentes: soberbia, pujante, orgullosa. El mundo entero le
rinde tributos. Y es tanto el poder que tienen los que gobiernan esa ciudad que
les resulta difícil imaginar sus puntos débiles. Porque desde el punto de vista
ecológico, la situación es exactamente al revés: una gran ciudad es, a menudo, un
sitio frágil y peligroso.

A lo largo de la historia de la humanidad, las ciudades se han transformado


reiteradas veces en trampas mortales para sus habitantes. Existen más riesgos
de accidentes y de incendios, de mortandad masiva por catástrofes, de
enfermedades transmisibles por el agua o por el aire, por los alimentos o por el
amor80. Cuanto más grande y complejo es un sistema, mayores son los riesgos de
que se vuelva inmanejable.

Hacia el fin de la República, y durante el apogeo del Imperio, Roma tenía


quizás un millón de habitantes (parece haber pasado de 400.000 personas en la
época de Sila a 1.200.000 en la de Trajano)81 y una clase gobernante que no
sentía la ciudad como propia ni hacía nada por cuidarla. La ciudad encerrada
55

por la muralla aureliana construida en el año 264 DC abarcaba 1.130 hectáreas.


Séneca observa que los ojos de los nobles se ofuscan cuando ven la menor
mancha en sus casas, pero soportan alegremente afuera esas callejuelas sucias y
embarradas, excrementos, fachadas descascaradas y muros agrietados. "¿Cuál
es la causa -dice-, por qué aquello que en público no les ofende, en casa les
molesta?"82.

El patrimonio arquitectónico del Foro romano tiene un cambio cualitativo al


pasar de la República al Imperio. Augusto se enorgullecía de haber encontrado
una ciudad de ladrillo y dejar una ciudad de mármol. A partir de la caída del
Imperio, el Foro fue muy deteriorado por siglos de abandono. Esos mismos
mármoles fueron cantera para construcciones posteriores, a tal punto que se
popularizó la expresión: “lo que no hicieron los bárbaros, lo hizo Barberini”
(por Maffeo Barberini, Papa Urbano VIII, quien remodeló Roma, a costa de las
construcciones antiguas). En el siglo XX, Mussolini demolió una parte para
atravesarle una avenida que usó para manifestaciones políticas.

¿DE QUIÉN ES LA NATURALEZA?

Nuestro sistema jurídico actual supone que los bienes sólo pueden ser
privados o estatales, con formas jurísicas diversas, pero que tienen en común la
ausencia de bienes comunitarios. La idea de que los bienes comunes, al no ser de
nadie, terminan depredados por todos, es una de las bases de las discusiones
ambientales contemporáneas. Esta categoría fue eliminada al sancionarse los
diversos Códigos Civiles latinoamericanos durante el siglo XIX, pero estaba en
el orden jurídico colonial, que derivaba de las Partidas del rey Alfonso X el
Sabio, quien a su vez las había tomado del Derecho Romano.

Los filósofos griegos argumentaron la existencia de un período histórico (más o


menos mítico) en el cual no existía la propiedad y todos los bienes eran comunes.
Pero recién en Roma se formaliza su situación jurídica. En el derecho romano
los bienes comunes existen como una forma especial de propiedad, y eran
aquellas cosas que por su condición específica natural no eran susceptibles de
apropiación privada, quedando entonces fuera del comercio83. Son los bienes
comunes que la naturaleza proporciona a todos los hombres y que estaban
56

abiertas al uso común de todos y comprendían el aire, el agua de los ríos y


mares, costas, etc. La clasificación era un poco más complicada e incluía
aquellos bienes que están fuera del comercio. Es decir, que no pueden ser
comprados ni vendidos:

a) Bienes fuera del comercio por razones de Derecho Divino (divini iuris)

* Las res sacrae, consagradas a los dioses públicos como templos, terrenos,
etc.

* Las res religiosae, destinadas al culto de los dioses manes como los
sepulcros, monumentos mortuorios, etc.

* Las res sanctae, son las construcciones que limitan la ciudad como las
puertas, muros etc. La violación de las cosas sacras se consideraba
sacrilegium y los violadores eran castigados con la pena de muerte.

b) Cosas fuera del comercio por razones del derecho humano.

* Las res comunes onimun iure naturali, son aquellas indispensables para
la vida y por lo tanto pertenecen a todos. Por ejemplo: aire, mar, el agua
de los ríos, etc.

* Las res plublicae, con este término los juristas romanos indican las cosas
que son propiedad del pueblo romano: caminos, playas, etc.

* La res universitatem, son las que están a disposición de una corporación


pública, teatros, plazas, los baños públicos, etc.84.

EL ENTORNO NATURAL DE ROMA

Roma tenía un emplazamiento con grandes ventajas geopolíticas pero pocas


ventajas ambientales. Era, en efecto, el mejor lugar para conquistar primero el
sur y centro de Italia; después África del norte; a continuación España y más
adelante Oriente, Egipto y las Galias. “Roma estaba en el centro como la araña
en la red de las vías de comunicación, que en esa época eran vías marítimas”85.
57

Pero la capacidad productiva de su entorno para sostener una ciudad de ese


tamaño era extremadamente baja. Uno de los principales investigadores sobre el
urbanismo antiguo sostiene que: "El suelo pobre del Lacio era más adecuado
para la pasticultura que para la agricultura, y Roma se extendía sobre colinas en
torno a una hondonada junto al Tíber, insana por la malaria"86.

La escasa riqueza de la oferta natural del entorno de Roma quedaría,


entonces, disimulada por la desaforada propaganda de los más famosos autores
latinos, que pretendían demostrar que, por tener el mejor suelo del mundo,
Roma estaba naturalmente predestinada a dominarlo. Por eso, Virgilio escribe
textos como éste: "Pero ni la tierra muy fértil de la selva de los Medos, ni el
hermoso Ganges, ni el Hermo, turbio por el oro, podrían competir en alabanzas
con Italia. Aquí, perenne primavera y un verano con meses que no son los
propios; dos veces da cría el ganado; dos veces, el árbol su cosecha. Esta tierra
muestra todavía en sus entrañas filones de plata y de cobre y fluye abundamente
en oro. Salve, Saturnia tierra, magna madre de mieses, magna madre de héroes;
en tu honor ensayo cosas de antigua alabanza y arte"87. Por supuesto, no hay
ninguna razón para suponer que Virgilio haya conocido el Ganges.

Sobre éste y muchos otros textos semejantes, comenta Paolo Fedeli: "Un
motivo común recorre ésta y otras laudes italiae: el de la autosuficiencia de
Italia, que por la variedad de sus tierras, la abundancia de sus recursos
minerales, el beneficio del clima, no tiene necesidad de importar nada. En la
elaboración propagandística del motivo, es totalmente obvio, que una tierra de
tales características sea habitada por una raza de hombres superiores,
equiparable a cuantas habían tenido la fortuna de vivir en la edad de oro: clima
y recursos naturales han permanecido iguales"88. La idea de que esta tierra
excepcional produce hombres superiores, que legítimamente dominarán a los
demás ha sido utilizada en múltiples ocasiones, siendo la más recordada la del
nazismo.

Nada de esto es completamente cierto. Si fuera exclusivamente por las


condiciones naturales, los romanos no hubieran llegado muy lejos. Rodeados de
pantanos insalubres y de tierras de escasa fertilidad, fueron las espadas, más que
los arados, quienes los alimentaron durante largos siglos.
58

Además, en ningún momento pudo Roma construir una economía de


producción para exportar, como lo hizo Atenas. En este parece haber más un
condicionante social que ecológico. La mayor parte de su población no trabajaba
y vivía de la distribución del saqueo de los pueblos conquistados. Bajo Claudio
había en Roma 159 días al año de fiesta, de los cuales 93 con juegos y
espectáculos sangrientos. "En el año 354 los días festivos fueron más de
doscientos; de ellos ciento setenta y cinco con juegos en los que se repetían todas
las formas imaginables de suplicios y torturas mortales"89.

Mientras tanto, más y más gente llega a Roma. La capital del mundo es un
foco de atracción de población y allí llegan griegos y egipcios, galos y judíos.
También llegan grandes masas de campesinos de las zonas de Italia afectadas
por profundos cambios políticos y sociales. "La Segunda Guerra Púnica (entre
los años 217 y 202 AC) -dice Toynbee- y las guerras predatorias y civiles que la
siguieron durante los dos siglos inmediatos produjeron un efecto profundamente
desintegrador sobre la vida social italiana. La cultura y la economía rurales
fueron minadas primero y arrasadas después por el efecto acumulado de un
número determinado de fuerzas hostiles: la devastación de Aníbal; la perpetua
movilización de los campesinos para el servicio militar; la revolución agraria
que sustituyó el cultivo en pequeña escala de los campesinos autosubsistentes por
una agricultura en gran escala con trabajo de esclavos, y la emigración en masa
del campo a las ciudades parasitarias"90.

Terminadas las guerras, los campesinos se encuentran con que han cambiado
las condiciones de la producción agraria. Ya no podrán hacer cultivos de
autosubsistencia. La tierra está ocupada por cultivos en escala comercial, que se
hacen en grandes latifundios esclavistas. En el campo ya no hay lugar para los
campesinos y deben emigrar a la ciudad, donde nadie los espera.

Al final del Imperio Romano, comienzan a producirse los problemas opuestos.


A partir del siglo I, se hace cada vez más difícil la obtención de esclavos.
Terminan las grandes conquistas, decae la piratería y la cría de humanos en
cautiverio se revela demasiado costosa. Se reemplazan los esclavos por
arrendatarios pobres (veteranos de guerra o libertos). Para impedir que
59

abandonen los campos y escapen a las ciudades, se los obliga a permanecer toda
la vida (y también las de sus descendientes) en el campo.

"Ese fue el motivo de que quedaran los arrendatarios ligados a sus tierras,
estado de servidumbre que parece fue estableciéndose poco a poco, en cada
provincia por separado, a tenor de los edictos imperiales sobre la materia"91. De
este modo, el Imperio en sus últimos tiempos va construyendo un orden social
que culminará en el feudalismo. Este orden privilegiará la vida rural, mientras
decaen las ciudades.

La decadencia de Roma significará un avance de la malaria en zonas que antes


habían sido saneadas, por falta de mantenimiento de la infraestructura de riego
que potegía a la población. “Es natural que, bajo el Imperio, el agro romano
haya estado ocupado en toda su extensión. Contaba con importantes acueductos
y la malaria causaba allí pocos estragos. La catástrofe llegó con los ostrogodos,
en el siglo V, al cegarse los acueductos”92.

Es decir, que como en nuestra época, los problemas del ambiente urbano
reflejan, además, tanto cuestiones económicas del campo como el marco político
global en el que esa sociedad se desenvuelve.

VIVIR EN ROMA: EL DESCENSO DE LA CIUDAD

Por estas razones, son muchos los que llegan a Roma, donde se amontonan
como pueden. Porque el espacio es uno de los graves problemas de las ciudades
antiguas. Las murallas son un corsé de piedra, que hace lentísima su expansión.
Para vivir en Roma, si uno es un recién llegado, hay que hacinarse. Ante la crisis
del espacio, les quedan dos opciones a los provincianos y a los bárbaros pobres:
bajar o subir.

Los que bajan, lo hacen ocupando los terrenos más próximos al río, las áreas
bajas que se inundan con cada lluvia torrencial. Y es que a pesar de la expresión
usual, una inundación no se debe a que el río suba sino a que la ciudad ha
bajado. Es decir, que se construye en aquellas áreas que el río ocupa por su
propia dinámica natural (que es lo que técnicamente se conoce como su valle de
inundación). Poner allí un barrio de una ciudad es condenarlo a la inundación,
60

cosa que hicieron los romanos con sus barrios pobres y que aún repetimos en
muchas ciudades del Tercer Mundo, 93, 94.

A veces, el Tíber viene con tanta fuerza que se lleva las casas. Por ejemplo, en
el 54 A.C. "subió tan alto que inundó los barrios bajos de la ciudad y llegó
incluso a los barrios más elevados. Las casas construidas con ladrillos se
derrumbaron por acción del agua. Todos los animales murieron en la
inundación. Y la gente que no había buscado refugio a tiempo en las alturas,
quedó sobre los techos de sus casas, o en las calles, y murió"95.

En este caso, como en muchos otros, el mayor nivel de las aguas no era un
fenómeno exclusivamente natural. Y es que la misma expansión de la ciudad
había llevado a deforestar las tierras en las que ese río nace. Esto anuló los
mecanismos naturales de regulación que antes tenía el río y agravó las
crecientes.

Roma necesitaba continuamente maderas, cereales, carnes y lanas, y el mismo


acto de proveerlas llevó a deforestar las laderas de montañas y colinas. Los
árboles se cortaron para usar sus maderas o para abrir nuevas tierras a la
explotación agropecuaria. La cultura romana no tuvo ningún mecanismo de
protección de árboles, como los hubo en otras de la antigüedad, que dieron un
carácter sagrado a algunos de sus bosques. También aplicaron muy poco las
técnicas de los etruscos, de construir grandes canales de drenaje subterráneo,
que estaban "destinados a impedir la erosión de las tierras de labor en los
fértiles valles"96.

Las mismas guerras con Cartago, que comenzaron a desorganizar el sistema


agrícola campesino, estimularon la deforestación para construir los centenares
de barcos que continuamente se enfrentaban y destruían en las batallas navales.
La duración de esos barcos era muy corta, debido al deterioro provocado por el
agua salada y los accidentes, de modo que debían ser renovados continuamente.
No es casual que las grandes inundaciones de Roma comiencen en la época de las
Guerras Púnicas.

Después de cortados los árboles, los suelos de caliza porosa, muy frecuentes
en la región, se erosionan con facilidad. Esto se aceleró por las breves pero
61

torrenciales tormentas características de la cuenca del Mediterráneo y por el


continuo pastoreo de las cabras, que impidieron que los árboles volvieran a
crecer. La situación se agravó por los repetidos incendios provocados por
pastores, agricultores y soldados.

Los árboles actuaban como reguladores del caudal de los ríos, al facilitar que
parte del agua de lluvia se infiltrara en el suelo. La deforestación y los procesos
erosivos posteriores llevaron cada vez mayor cantidad de agua hacia los cursos
de agua, lo que aumentó la intensidad de sus crecidas.

Mientras se inundaron los barrios bajos, como siempre ocurre, la


preocupación fue escasa. Al empeorar la situación, se realizan algunas obras de
limpieza de cauces. "Para prevenir las inundaciones del Tíber (el Emperador
Augusto) hizo limpiar y ensanchar su cauce, obstruido desde mucho tiempo por
las ruinas y estrechado por el derrumbamiento de edificios"97.

Cuando se empezó a inundar el Foro, se inició la construcción de un extenso


drenaje subterráneo para desalojar el agua. La primitiva cloaca máxima
(construida en el siglo IV AC) servía más como conducto pluvial que como
alcantarilla, aunque se usó para las dos cosas. Esa cloaca era tan amplia como
un camino. El funcionario encargado de su saneamiento, Vipsanio Agripa, hizo
lo que ninguno de nuestros funcionarios ambientales se atrevería a hacer hoy:
para cerciorarse del cumplimiento de sus órdenes y para convencer a los
romanos de que efectivamente la habían saneado, recorrió en una barca las
galerías de la cloaca hasta su desembocadura en el Tíber98. Parece que
sobrevivió, lo que equivale a decir que no había una significativa acumulación de
gases tóxicos.
62

Cloaca Máxima de Roma, grabado de Piranesi


63

No se nos dice nada, en cambio, de las consecuencias sobre los esclavos


encargados de realizar la tarea. Sabemos, sin embargo, que los índices de
suicidio entre los esclavos obligados a trabajar en el subsuelo eran muy elevados.

La erosión significó que los ríos venían cargados de sedimentos. Los


acueductos romanos se llenaban todo el tiempo de barro, aparecieron nuevos
pantanos en la desembocadura de los ríos y la costa quedó alterada. El puerto de
Pesto quedó inutilizado por los sedimentos. Ostia, la boca del Tíber, fue
mantenida construyendo periódicamente nuevos fondeaderos, cada vez que los
viejos quedaban tapados por la tierra que traía el río.

Más tarde, Ravena, el principal puerto romano sobre el Adriático (y que llegó
a ser cabeza del Imperio por un breve período), perdió su acceso al mar por un
proceso similar. Al mismo tiempo, este proceso erosivo ampliaba los pantanos
donde se criaban los mosquitos transmisores de la malaria o paludismo.

Ocurrió lo mismo con los puertos de algunas colonias romanas. El de


Hadrumeto, en el norte de África, debió ser abandonado porque se llenó de
arena hacia el siglo IV DC. Aparentemente, la intensa actividad agrícola de la
zona no fue ajena a este fenómeno geológico.

Se realizaron intentos de regular el curso del Tíber para atenuar sus crecidas.
Por ejemplo, uno de los proyectos suponía desviar alguno de sus afluentes para
disminuir su caudal. Sin embargo, el proyecto se detuvo con argumentos
religiosos, ya que manifestaron el temor de que el dios del río se vengara de esa
ofensa. El motivo real parece haber sido la presión de quienes temían recibir la
inundación cambiada de lugar, entre ellos, los representantes de Florencia 99.

La concepción de conquista y de grandilocuencia que caracterizó durante


siglos la política romana se reflejó en su actitud hacia la naturaleza. Para evitar
inundaciones y pantanos, para detener los aluviones de barro, lo más sencillo
hubiera sido forestar laderas y proteger el suelo mediante la recomposición de
sus mecanismos naturales.

Pero los árboles no dan la misma gloria ni el mismo prestigio que las obras
públicas. Por eso, los romanos agrandaron las cloacas y desecaron pantanos,
64

excavaron canales y los dragaron, en un esfuerzo permanente e inútil por


detener lo mismo que estaban provocando, ya que la deforestación continuó
igual que antes. A nosotros no debería sorprendernos: lo sabemos, pero todavía
seguimos haciendo lo mismo.

VIVIR EN ROMA: LA CIUDAD HACIA ARRIBA

Otros de los recién llegados suben en vez de bajar. Se inventa la construcción


en altura. Sabemos de la existencia de edificios de varios pisos por lo menos
desde la época de la Segunda Guerra Púnica, construidos para albergar la
inmigración masiva de la que ya hablamos. En ausencia de ordenanzas
municipales, la especulación les fija una altura incompatible con las condiciones
técnicas. La mayoría de los romanos vive en grandes edificios de
"departamentos" (llamados insulae), que a menudo son demasiado altos para
sus cimientos. Un inventario de los años 312-315 DC registra 1.790 casas grandes
unifamiliares y 46.600 bloques de casas colectivas de alquiler. En una zona de
frecuentes temblores de tierra, cada uno de ellos voltea esos edificios como
castillos de naipes.

Tardíamente, Augusto les fija una altura máxima de 70 pies romanos (entre
18 y 20,70 metros), lo que supone quizás unos cinco pisos. Como seguían
cayéndose, Trajano baja esa altura máxima a 60 pies en el siglo II DC 100.
Juvenal pregunta:

“¿Qué lugar hemos visto tan miserable, tan solitario que no consideremos peor
el temor a los incendios, a continuos derrumbamientos de casas y a los mil
peligros de esta terrible ciudad? Nosotros habitamos una ciudad que se apoya en
buena medida en frágiles pilares, pues con un pilar detiene el casero el
derrumbamiento, y así que ha tapado la abertura de viejas rendijas nos invita a
dormir despreocupados con la mina encima” 101.

“Hay que vivir allí donde no hay incendio alguno, ni temor alguno durante la
noche. Ya pide agua, ya traslada sus cachivaches, ya tienes el tercer piso
echando humo. Tu ni te enteras, pues si el alboroto empieza en las escaleras de
abajo, el último en arder será el que solo las tejas resguardan de la lluvia. Cordo
65

no tenia nada, ¿es que lo niega alguien? Y con todo, esa “nada” la perdió
entera”.

CRÍTICAS A LOS EDIFICIOS EN ALTURA

Elio Arístides, un autor de la época imperial, critica este tipo de edificios y se


horroriza del tamaño de la ciudad: "Roma lleva sobre sus hombros todo un
cúmulo de otras Romas de iguales proporciones superpuestas. Si se dispusiera
la ciudad sobre un plano horizontal, de forma que las distintas Romas que ahora
se alzan al cielo quedaran a nivel de la tierra, unas junto a otras, el resto de
Italia, creo yo, quedaría cubierto por Roma si es que ya ahora no lo está"102.

Un personaje fabulosamente rico como Craso se dedicaba a comprar bloques


de casas que habían ardido, los derribaba, construía nuevas viviendas de
alquiler y las vendía o alquilaba a precios más elevados. Era sospechado de
haberlas incendiado deliberadamente para especular con sus ruinas.

Las casas de los ricos eran lugares agradables, con estanques y jardines. Pero
los demás romanos tomaban agua de las fuentes públicas y utilizaban letrinas
públicas o bacinillas, que eran vaciadas a la calle desde los pisos superiores. En
los interiores se acumulaba el polvo, la suciedad, insectos, roedores y escombros.
Por la ausencia de pasillos, era frecuente que para llegar a un departamento
hubiera que pasar por el interior de varios otros. El precio de los alquileres era
mayor en la planta baja, cerca de la puerta e iba disminuyendo hacia arriba.
Esto se debía a la casi imposibilidad de evacuar el edificio en caso de incendio103.

Como no había chimeneas, se usaban braseros de carbón para calentarse y


cocinar, y lámparas de aceite para tener luz; se suponía que el humo debía salir
por la ventana. Eran frecuentes los envenenamientos con monóxido de carbono.
66

En cuanto a los incendios, no había forma eficaz de contenerlos en una ciudad


tan amontonada. Augusto organizó rondas nocturnas para tratar de detectarlos
a tiempo, y, después del ocurrido en el año 64, Nerón "trazó un plan nuevo para
la construcción de edificios en Roma e hizo elevar a su costa pórticos delante de
todas las casas, con el objeto de que se pudiese atajar los incendios desde lo alto
de las plataformas"104.

Si bien hay que hacer un esfuerzo especial para elogiar a Nerón, lo cierto es
que este emperador realizó el único intento sistemático de planeamiento urbano
en la Roma clásica, actividad que ya era habitual en las colonias del imperio. El
barrio de Nerón tiene calles rectas y amplias con columnatas, un mejor
abastecimiento de aguas y la altura de los edificios reducida. Las casas tenían
muros exteriores separados y los pisos bajos sólo podían construirse con
materiales resistentes al fuego.

EL URBANISMO DE NERÓN

El escritor Tácito evalúa las ventajas y desventajas ambientales de la política


urbana de Nerón:

"La ciudad no fue construida de una manera discontinua y sin orden, sino que
se midió la estructura de los barrios, se ensancharon las calles, se limitó la altura
de los edificios, se abrieron plazas, se añadieron porches para la protección de
las fachadas. Nerón prometió construir estos porches a sus costas y ceder las
áreas reconstruidas a sus dueños. Para descargar los escombros destinó los
pantanos de Ostia; las naves que traían el grano por el Tíber debían partir
cargadas de escombros. En algunas partes, los edificios debían construirse sin
madera, con piedra refractaria al fuego.

Estableció una vigilancia para que el agua, interceptada abusivamente por los
particulares, circulara con mayor abundancia por los lugares públicos. Los
edificios no podían tener paredes comunes, sino cada uno sus propios muros".
67

"Estas disposiciones, adoptadas por razones prácticas, también aportaron


belleza a la nueva ciudad. Aunque los había que todavía creían que la antigua
estructura era más salubre, ya que la angostura de las calles y la altura de las
casas defendían contra los rayos del sol. En cambio ahora, con tanta anchura
abierta y no defendida con la sombra, causaba un calor insoportable"105.

LOS ASPECTOS BIOCLIMÁTICOS

En Roma no se desarrollaron criterios bioclimáticos, que permitieran adaptar


los edificios a las condiciones del clima local, utilizando criterios de diseño. Hay,
sin embargo, una significativa excepción, que se encuentra en el edifico mejor
conservado de la Antigüedad. Se trata del Panteón, un templo dedicado a todos
los dioses, construido por el emperador Adriano.

El Panteón es una inmensa cúpula sin columnas interiores. Tiene una abertura
superior, el oculus, que le permita la entrada de luz solar. Habitualmente se
considera que la función del oculus es aligerar la estructura para evitar la
sobrecarga de las paredes. Pero además, esa abertura genera una corriente de
aire ascendente que permite refrescar el espacio interior durante el duro verano
de Roma.
68

Interior del Panteón

SE INICIA LA CONTAMINACION

"La contaminación del aire era familiar a los romanos, quienes comentaban
que el sol estaba tan oscurecido por el humo y el polvo que la gente que
regresaba del campo perdía su bronceado después de unos días. Los incontables
fogones para cocinar y calentarse y las lámparas humeantes; los hornos de
alfareros y panaderos; las calderas e hipocaustos de los grandes y numerosos
baños, todo ello agregaba humo al polvo levantado por las innumerables
actividades humanas"106.
69

Por algo los romanos amaban cada vez más el campo y la vida al aire libre,
lejos de la ciudad. Hay, sin embargo, una abundancia de exageraciones retóricas
que no deberíamos tomar al pie de la letra, ya que tiene más razones sociológicas
que ambientales. Por ejemplo, Horacio dice: “Feliz aquél que lejos de
ocupaciones, como la primitiva raza de los mortales, labra los campos paternos
con sus bueyes, libre de toda usura, si se despierta como el soldado al oír la
sanguinaria trompeta, ni se asusta ante el mar airado, y se aleja del foro y de los
umbrales soberbios de los ciudadanos poderosos”107. La alabanza de las viejas
costumbres rurales es frecuente en diversas civilizaciones antiguas, aún en
aquellas que no tenían problemas ambientales de una envergadura semejante a
los de Roma108.

Sin embargo, y aún limando los excesos verbales, algunos de los efectos
ambientales eran más severos de lo que imaginamos. Por ejemplo, el ruido.
"Mucha gente muere de insomnio en Roma", dice Juvenal, quien agrega: "¿A
quién permite dormir la vivienda de alquiler? El sueño es artículo de lujo. El
trafico de carros por el trazado angosto de las calles y las maldiciones a la recua
atascada son tales que incluso Claudio, el Emperador, príncipe de los
dormilones, se despierta con tanto ruido"109.
Veamos una descripción de las calles de Roma, indicada para quienes hablan
de la serenidad de los tiempos antiguos: "En Roma el pobre ya no puede pensar
ni reposar. Imposible vivir en paz por la mañana a causa de los maestros de
escuela que enseñan en la calle, de noche a causa de los carniceros, todo el día a
causa de los martillos de los caldereros. Aquí un cambista sin clientes hace
rodar, sobre su mostrador engrasado, pilas de monedas con la efigie de Nerón.
Allá un obrero español muele arena de oro y golpea su vieja piedra con el mazo
brillante. Nada detiene a la tropa fanática de fieles de Belona, ni al náufrago
locuaz, con el pecho circundado de vendajes, ni al judío al que su madre le ha
enseñado a mendigar, ni al vendedor ambulante de yescas de azufre", dice el
poeta Marcial110. También eran frecuentes los accidentes en la vía pública: “Si se
vuelca el carro que acarrea mármoles ligures y derrama sobre la multitud la
montaña que se ha desplazado, ¿qué queda de los cuerpos? ¿Quién encuentra los
miembros, quien, los huesos? Machacados, los cadáveres de la gente
desaparecen todos como si fueran espíritus111.
70

Esto ocurría en medio de embotellamientos de tránsito que recuerdan a los


nuestros actuales. Y sucedía a pesar de que Julio César había establecido la
única medida posible -en esa época y en la nuestra- para posibilitar la
circulación en una gran ciudad, que era poner restricciones a los vehículos
particulares (les prohibía circular de día).

Por su parte, la contaminación química comienza con las minas de plomo y de


arsénico y, posteriormente, con las de mercurio. Numerosos arroyos fueron
contaminados con los deslaves de estos yacimientos, sin preocuparse por el uso
que tuvieran aguas abajo. En ocasiones, la contaminación y la consiguiente
mortandad de peces fueron usadas como argumento político: después del
asesinato de Calígula, hallaron un enorme baúl lleno de los venenos que el tirano
usaba para eliminar a sus enemigos. "Claudio mandó arrojarlos al mar, que
quedó, según dicen, de tal manera emponzoñado, que el flujo arrastró a la playa
gran cantidad de peces muertos", dice Suetonio112.

En Roma parecen haber sido importantes los problemas vinculados con el


envenenamiento con plomo. Usaban diariamente vasos y utensilios de ese metal,
lo que hizo del saturnismo una enfermedad frecuente113.

El plomo ataca al sistema nervioso a punto tal que algunos comentaristas


atribuyen la locura de Nerón y la de Calígula al uso de vasos de plomo, y aún le
dan un lugar importante entre las causas de la decadencia romana, lo que nos
parece excesivo. Sin embargo, el plomo se acumula en el organismo y provoca
lesiones en diversos órganos internos.

Sobre sus efectos, advierte Vitruvio: "Podemos tomar como ejemplo a los
trabajadores del plomo, quienes tienen un semblante afectado por la palidez,
debido a que, al fundirse, el plomo recibe la corriente de aire y sus emanaciones
ocupan los miembros del cuerpo y los queman, robándoles las virtudes de la
sangre. Por lo tanto, parece que el agua no debe ser traída en tuberías de plomo
si queremos conservarla pura"114. ¿Necesitamos aclarar que, a dos mil años de
distancia, aún no le hicimos caso? Un ejemplo más de que la contaminación no
puede ser atribuida a la ignorancia, ya que siempre hubo científicos que
advirtieron a tiempo lo que ocurría.
71

Cañerías romanas de plomo en Padua (foto del autor)

ENFERMAR Y MORIR EN ROMA

Sucesivos gobiernos construían más y más obras admirables, templos y circos,


teatros y fortalezas, apoyándolas sobre ese entorno degradado, sin sanearlo. La
soberbia fue agravando más y más las cosas: ¡Los romanos estaban para
gobernar el mundo, no para limpiarlo! En algún momento, las bacterias
aprovecharon tanto descuido: Roma fue azotada por grandes epidemias. "Los
atacados no sobrevivían más allá de siete días -cuenta Tito Livio-. Los que
pasaban la crisis sufrían de malestares prolongados, principalmente fiebre
cuartana115. La mayoría de las víctimas eran esclavos. Las calles se cubrían de
sus cadáveres, que quedaban sin sepultura. Se llegó a no enterrar siquiera a los
hombres libres. Los cadáveres, a los que no tocaban los perros ni los buitres, se
descomponían lentamente. Ni ese año ni el anterior hubo aves de rapiña, pese a
la gran mortandad de vacunos y de hombres"116.

Además de las epidemias, también había enfermedades endémicas, como la


malaria, que afectaba a los habitantes de los barrios bajos, en esa época
72

rodeados de pantanos, los que, como vimos, crecían a causa de la erosión. Todo
esto hacía crisis durante los veranos, momentos en que los nobles y los ricos se
iban afuera de la ciudad por miedo a las fiebres, que afectaban a los pobres. En
Roma, el verano era la época de los desfiles fúnebres.

¿Adónde van a parar esos muertos? Digamos que el qué hacer con la gente
que muere, es uno de los problemas que debe enfrentar todo asentamiento
humano y que crece con el tamaño de la ciudad. El riesgo está en que, como en
las historias de fantasmas, los muertos pongan en peligro a los vivos. En Roma,
la higiene mortuoria era bastante precaria, y la zona más sórdida de la ciudad
era el cementerio.

"Estas regiones están lejos de ofrecer un espectáculo atractivo y es poco


recomendable que se arriesguen las almas sensibles en estos descampados. Hasta
el reinado de Augusto una gran necrópolis se extiende hacia el noroeste de la
ciudad, zona a la que corresponden tres colinas. Esta necrópolis presenta un
espectáculo particularmente siniestro: es ahí donde se encuentran las fosas
comunes, adonde se arrojan los cadáveres de los indigentes, de los esclavos, de
los condenados. Sobre más de dos hectáreas y media se ven tumbas modestas,
osamentas blanqueadas, restos de cadáveres, y toda la basura de la que vienen a
desembarazarse diariamente los habitantes de la ciudad. Por ahí vagan perros,
aves de rapiña, a veces lobos, en busca de su macabra alimentación. En los
crematorios, permanentemente encendidos, se apilan cadáveres. Este trabajo
repugnante se confía a ciertos esclavos, los más miserables o los más peligrosos.
Se los condena a vivir entre los humos nauseabundos de los crematorios, cuyo
fuego mantienen vivo, al tiempo que protegen los cadáveres de los ataques de los
animales"117.

Aparecen, sin embargo, quienes entienden que el saneamiento hace a la


supervivencia misma de la ciudad. Finalmente, por motivos de salubridad,
Augusto desafecta el cementerio del Esquilino y Mecenas transforma el terreno
en un paseo muy apreciado por los romanos. Los crematorios y las sepulturas se
trasladan lejos de la ciudad, y las zonas peligrosas se desplazan al norte y al sur
de las murallas. Podemos imaginar cuántas epidemias se habían originado en las
73

condiciones ambientales del cementerio, sin que nadie se preocupara, hasta que
las clases altas comenzaron a ser afectadas.

EL INVENTOR DE LAS BACTERIAS

Sabemos de los descubrimientos de Luis Pasteur sobre la existencia y


enfermedades provocadas por los microorganismos. Pero una cosa es descubrir
y otra es inventar. Para reflexionar sobre los alcances y limitaciones de las
ciencias de la Antigüedad, tenemos que ver algo sobre su método, y para eso
queremos contar la historia de un escritor romano que dedujo la existencia de
virus y bacterias. Es decir, que reflexionó sobre ellos y llegó a la conclusión de
que tenían que existir aunque no fuéramos capaces de verlos. Se trata de Lucio
Apuleyo, escritor que nació en las colonias romanas del norte de África en el 114
D.C. y murió como sacerdote y abogado en Roma. Nos interesa por la curiosidad
de su razonamiento, pero además para mostrar que no basta con acertar en una
conclusión por casualidad para hacer ciencia. La ciencia es, antes que nada, un
método de pensamiento.

Pero veamos qué dice Apuleyo. En su libro "El Demonio de Sócrates", se


pregunta por la existencia material de seres que no vemos. Tienen que existir,
dice, porque de lo contrario habría un abismo insalvable entre los dioses y los
hombres. Como la naturaleza es continua, y Júpiter está muy lejos pero termina
escuchando nuestros ruegos, de allí deduce que hay seres intermedios (ni dioses
ni hombres), que sirven de mensajeros entre unos y otros. Los llama demonios y
no tienen nada que ver con los seres que el cristianismo nombra con la misma
palabra118.

¿Dónde viven los demonios? Apuleyo deduce su existencia y su hábitat de la


errónea teoría de los cuatro elementos: el agua, el aire, la tierra y el fuego. "Su
morada -dice- está en el espacio de aire contiguo a la Tierra y a los Cielos, y
habitan en él como cada especie animada en el elemento que le es propio".

Porque conocemos los seres vivientes que habitan en la tierra y en el agua.


También sabemos, dice, gracias a Aristóteles, que en los hornos "hay unos
animales alados que revolotean y pasan su vida en el fuego, con el cual nacen, y
sin él perecen". En consecuencia, si hay vida en tres de los cuatro elementos,
74

también debería haberla en el cuarto. "¿Por qué el aire, este cuarto elemento
que ocupa tanto espacio, ha de estar vacío de toda cosa, y ser el único de los
cuatro condenado por la naturaleza a no tener habitantes? ¿Por qué no ha de
hacer que nazcan en el aire animales aéreos, como los produce inflamados en el
fuego, fluidos en el agua y terrestres en la tierra? ¿Qué diréis de esta gran
extensión de aire que se encuentra entre la cima del monte Olimpo y la Luna?"

Apuleyo desmiente que los pájaros vivan en el aire, ya que sólo lo usan para
moverse en él. "Puesto que la fuerza del razonamiento -agrega- obliga a admitir
la existencia de animales propios del aire, resta sólo tratar de su naturaleza y de
sus propiedades". Una cosa tiene clara desde el principio: no deben ser ni tan
pesados como los de la tierra ni tan ligeros como los del éter. Los divide en
aquellos que han tenido un cuerpo humano como hábitat y los que permanecen
en el aire. Nos los vemos "porque carecen de esa solidez terrestre que intercepta
la luz".

Es decir, hay animales que no vemos y que viven en el aire o en el cuerpo de


las personas. Apuleyo va más allá y deduce que, por su relación con los dioses,
estos animales del aire tienen vida eterna. Efectivamente, los organismos
unicelulares, al reproducirse dividiéndose, siguen vivos en cada una de sus
nuevas partes. Son, de alguna manera, inmortales.

Y si no fuera por un acceso místico que arruina las últimas páginas, quizás
Apuleyo habría seguido deduciendo las funciones que cumplen estos seres
vivientes en los ecosistemas. No se pregunta de qué se alimentan esos demonios.
Llega por pura especulación al borde de la ecología de las bacterias, y en ese
momento lo deslumbran los dioses. Termina hablando de Apolo y de Minerva en
vez de preguntarse si esos demonios son herbívoros o carnívoros, si pueden
provocar enfermedades y qué otras relaciones tienen en los ecosistemas.

LA TRISTE SUERTE DE LOS LEONES

Estamos habituados a condolernos de los primeros mártires cristianos y


admirar su coraje al enfrentar a los leones y morir por su fe.
75

Capilla románica en el Anfiteatro de Tarragona, España,


donde fue quemado San Fructuoso. Foto del autor

Tanto, que eso nos lleva a olvidar a los otros protagonistas de la misma
tragedia. ¿Nos preguntamos, acaso, qué les pasó a los leones? Les sucedió lo
mismo que a los santos, sólo que un instante después, ya que el circo romano fue
una de las más formidables máquinas de muerte de la Antigüedad.

Roma era un sitio incómodo para vivir, con hambrunas e inundaciones, con
pestes, incendios y derrumbes. Para entretener a la gente que sufría éstas y otras
calamidades, y para garantizar el apoyo político a las figuras de turno, se
inventa la fórmula de panem et circensis, aludiendo al reparto público de trigo y
a la reiteración de espectáculos sangrientos que servían para canalizar la
violencia colectiva. Y no era sólo el Coliseo: todas las ciudades romanas tenían
sus arenas, aún las ubicadas en las colonias de España o de África.
76

Anfiteatro romano en Arlès, Francia

El Imperio necesitaba de enormes batidas de caza en toda su periferia para


alimentar el espectáculo. Era necesario llenar los circos de todas las ciudades
romanas de animales de gran porte, los únicos que podían ser vistos a la
distancia por miles de personas. Se trata de aquellos que son más escasos en la
naturaleza. Ya en el 51 AC, Marco Tulio Cicerón, procónsul en Sicilia (base de
operaciones para las cacerías en África) recibe una carta en la que le indican
que sería deshonroso para él si enviara menos de diez panteras a Roma.
Contesta desconsolado: "Con respecto a las panteras, los cazadores se están
ocupando de ellas atentamente bajo mis órdenes, pero su número es
extraordinariamente limitado".

Por la abundancia de fieras que hemos visto en el cine, a menudo nos cuesta
percibir hasta qué punto algunos de estos animales son realmente escasos
(especialmente los grandes carnívoros). Por ejemplo, se estima que una
extensión de selva como la del Parque Nacional Iguazú no podría sostener más
77

de veinte yaguaretés119, (que son parientes cercanos de las panteras). Se


comprende, entonces, la inquietud y las dificultades de Cicerón.

EL LLANTO DE LOS ELEFANTES

Había importantes motivos políticos para matar elefantes en el circo romano.


Y es que los elefantes habían sido las armas que aterrorizaron y destruyeron la
infantería romana en las guerras en Asia y África. Fueron el arma estratégica
con que Aníbal derrotó las legiones de Roma.

Durante la primera guerra púnica, L. Cecilio Metelo logra capturar 140


elefantes que lleva al continente transportándolos en balsas fijadas encima de
botes. La operación es arriesgada, pero es necesario mostrar al pueblo la
victoria de los legionarios sobre esos monstruos.

En los juegos organizados por Pompeyo en el 55 AC, "Plinio describe ante


todo escenas lamentables de elefantes heridos (el elefante que, con los pies
perforados por los dardos de los gétulos, se arrastra sobre las rodillas); el
elefante muerto por un sólo venablo hundido bajo el ojo) y un intento de fuga
general por parte de los paquidermos asustados. En aquella ocasión, sin
embargo, habiendo perdido ya toda esperanza de fuga los elefantes intentaron el
recurso de los afectos y conmocionaron a los espectadores, asumiendo una
actitud tal que hace pensar que se pusieron a llorar. Sus lastimosos berridos
provocaron tal turbación en la multitud que todos, olvidados de la presencia de
Pompeyo, se levantaron llorando y comenzaron a maldecir al magnífico
organizador de los juegos"120.
78

Había razones políticas para matar muchos elefantes.


Mosaico romano en Piazza Armerina, Sicilia

En el circo había avestruces, leopardos y leones. En el último siglo de la


República, se agregaron hipopótamos, cocodrilos y rinocerontes. César mandó
un lince de Galia, Augusto exhibió rinocerontes africanos y tigres de la India, y
Nerón se dio el gusto de mostrar osos polares cazando focas: "Dio una
naumaquia en la que se vieron monstruos marinos nadando en agua de mar"121.
Los emperadores romanos acostumbraban bajar al circo para matar fieras
personalmente. El más apasionado de esta actividad fue Cómodo (el mismo que
aparece representado en la película Gladiator): "no había animal que huyese de
su furia, desde los salvajes (leones, tigres, panteras, osos, elefantes, hipopótamos,
rinocerontes) hasta los inofensivos (ciervos, gamos, avestruces y jirafas). Los
hipopótamos eran su pasión, tanto que logró ejecutar a cinco de ellos en una sola
oportunidad"122.
79

Estas excentricidades afectaron la fauna en forma significativa. Una exhibición


común y corriente podía arreglarse con un centenar de animales, pero tenemos
algunos récords interesantes: Augusto hizo matar 3.500 animales en 26
espectáculos. En la consagración del Coliseo, bajo Tito, se mataron 9 mil en cien
días. Y la conquista de Dacia por Trajano fue celebrada matando 11 mil fieras.

Tenemos que aclarar que estas cifras muestran sólo una parte pequeña del
efecto del circo romano sobre la fauna. Por razones que hacen a la lógica del
espectáculo, sólo se admitían animales vivos y sanos. Pero no todos llegaban en
ese estado.

Lo habitual es que, por cada animal que llega vivo a su destino final (y esto
vale también para los zoológicos actuales y las empresas de venta de simpáticas
mascotas silvestre), los que lo capturan se vean obligados a matar a unos cuantos
que, por ejemplo, estaban defendiendo sus crías. A esto se agrega la mortandad
provocada por el estrés del cautiverio y el transporte, lo que multiplica en varias
veces la cantidad de animales que efectivamente se pierden 123, 124.

Existen mosaicos romanos que describen minuciosamente las escenas de caza,


lo que nos permite seguir las técnicas utilizadas. Están en Piazza Armerina,
Sicilia, en una mansión que parece haber sido de un importante proveedor de
fieras para el circo de la época imperial. Pueden verse los jinetes que conducen
ciervos hacia una trampa de redes; un jabalí perseguido por los perros, que
termina, en una escena siguiente, atado y llevado cabeza abajo por dos hombres
que lo sujetan con un palo. Hay también un bisonte enlazado y arrastrado por
los cuernos; una tigresa llevada con bozal y arnés; un rinoceronte conducido con
cuerdas y un avestruz llevado en brazos, como si fuera un ganso. Una carreta de
bueyes arrastra una jaula y un cazador recibe sobre su escudo el ataque de una
leona herida.
80

Captura de animales para el circo


Mosaico romano en Piazza Armerina, Sicilia

En medio de escenas de tanto realismo, hay una de tipo emblemático, que


parece reflejar la opinión del artista sobre los episodios que desarrolla. Allí la
situación se invierte: no hay un animal sino un monstruo mitológico que
aprisiona a un ser humano. "Es significativo -dice un comentario sobre esta
obra-, en el sentido ecológico, interpretar la representación de un grifo alado
que lleva entre sus patas una caja donde hay un hombre prisionero; el hombre,
destructor de la naturaleza"125.

La escasez de fieras generó una continua presión sobre todas las formas de
obtenerlas. Se las crió en cautiverio y, cuando no fueron suficientes, se llegó a
confiscar los animales de los zoológicos privados. Giordano era un general que
venía coleccionando animales exóticos para mostrarlos cuando hiciera su desfile
por un triunfo en Persia. Juntó 32 elefantes, 10 tigres, 60 leones domesticados, 30
leopardos amaestrados, 6 hipopótamos, 10 jirafas y un rinoceronte, entre otros
81

más. Los hicieron matar a todos en la arena durante los juegos por el milenario
de la fundación de Roma, en el año 248.

Lo anterior nos muestra que Roma ya tenía una característica de las grandes
ciudades modernas: era capaz de producir un fuerte impacto ambiental en su
zona de influencia política o económica, además del provocado en su zona
inmediata de influencia física. En todos los períodos históricos en los que la
economía se internacionalice, las grandes capitales afectarán el ambiente a
enormes distancias. En los períodos de aislamiento económico y político, su
influencia se reducirá a su entorno más inmediato.

HISTORIAS DE DELFINES

La literatura originada en la fauna es inmensa y tratarla con algún detalle


excede los objetivos de este libro. Sin embargo, queremos proporcionar algún
ejemplo sobre este aspecto.

La particular sensibilidad de los delfines originó historias y costumbres. Los


barcos pesqueros romanos acostumbraban llevar músicos, para atraer los
delfines, los que, cuando se acercaban a escuchar la música eran arponeados126.

Una historia menos cruenta es la del músico Arión, quien fue asaltado por los
marineros del barco corintio que lo llevaba. Arión les pidió "que le permitieran
ataviarse con sus mejores vestidos y entonar, antes de morir, una canción sobre
la cubierta de la nave, dándoles palabra de matarse por su misma mano luego de
haberla concluido. Convinieron en ello los corintios, deseosos de disfrutar un
buen rato oyendo al músico más afamado de su tiempo, y con este fin dejaron
todos la popa y se vinieron a oírle en medio del barco. Entonces el astuto Arión,
adornado maravillosamente y puesto el pie sobre la cubierta con la cítara en la
mano, cantó una composición melodiosa, y cuando hubo concluido, se arrojó al
mar. Los marineros, dueños de sus despojos, continuaron su navegación a
Corinto, mientras un delfín (según nos cuentan) tomó sobre sus espaldas al
célebre cantor y lo condujo salvo a Ténaro"127.
82

Arión y el delfín (anónimo)

EL AGUA EN ROMA

La supervivencia ecológica de Roma fue posible gracias a su sistema de


abastecimiento de agua. Amontonar esa cantidad de personas en las condiciones
que hemos descrito, sin proveerles de un buen sistema de agua potable, hubiera
sido catastrófico.
83

Hubert Robert, “Le Pont du Gard” (acueducto romano en el sur de Francia),


óleo sobre tela, 1787,

Para que esa multitud pudiera sobrevivir, se construyen grandes acueductos y


la calidad del agua que se bebe pasa a ser responsabilidad del gobierno. Poco a
poco, todos toman conciencia de que su salud y su vida dependen del agua que
tomen. Para evitar las epidemias, el Estado garantizaba agua de buena calidad
para todos los habitantes, inclusive para los marginales y los esclavos. Algo que
nuestras sociedades actuales no han intentado hacer aún. El período de
84

expansión romana se correspondió con una etapa muy seca en toda la cuenca del
Mediterráneo. Los romanos urbanizaron dicha cuenca, conquistando o
fundando miles de ciudades. Para hacer posible su existencia, el acueducto fue
un componente indispensable de las ciudades romanas. La magnitud de las
obras realizadas es difícil de imaginar, y corresponde a una sociedad basada en
la esclavitud masiva.

Roma creció y se mantuvo mediante un complejo sistema de canales y


acueductos que recogía agua de manantiales, ríos, lagos y arroyos, situados a
muchos kilómetros de la ciudad. A partir de los siglos IV y III AC aumenta la
extensión de la ciudad y se hacen necesarias mejoras de infraestructura. "El
acueducto llamado Aqua Appia (312 AC) por el famoso censor Appio Claudio,
remedió la necesidad de abastecer de agua las cimas de las colinas, con una
población que había crecido mucho. Hasta entonces había bastado con el Tíber y
algunas fuentes profundas; el acueducto, de 12 km de longitud, llevaba el
preciado líquido a través de arcos desde los Montes Sabinos. En el 272 AC se
construyó un segundo acueducto, el Annio Veto"128. Más tarde se construye el
Aqua Marcia (entre el 144 y el 140 AC), que, con 91 kilómetros de longitud, fue
el más largo de los que abastecían Roma. Veinte años después se levanta el Aqua
Tepula Menor.

A diferencia de nuestras obras de ingeniería actual, que son exclusivamente


funcionales, las obras romanas tuvieron un importante componente estético, que
tenía que ver con los objetivos de propaganda política asociados. Un acueducto
es un sistema complejo de captación, transporte y distribución de agua.
Habitualmente llamamos “acueducto” a su parte más visible, que son los
puentes utilizados para salvar los desniveles del terreno.

Los romanos no sólo abastecieron a Roma de agua confiable, sino que hicieron
lo mismo en las diferentes ciudades que fundaran. Tengamos en cuenta que el
Imperio se desarrolló en un período muy seco en la cuenca del Mediterráneo, lo
que aumentó la necesidad de esta infraestructura.

Los baños romanos son un buen ejemplo de una estrategia exitosa que logró
un alto nivel de efectividad en la extensión de prácticas higiénicas, basándose en
85

la sensualidad del cuerpo. Los baños romanos eran un importante punto de


encuentro social. Eran instalaciones sofisticadas, con agua fría y caliente. En
algunos casos tenían piscinas de natación. Junto con los anfiteatros, la
construcción de baños era un componente importante de la demagogia.

Los baños romanos fueron muy fuertes demandantes de agua, de manera que
su continua ampliación exigió las construcción de nuevos acueductos. Primero
fueron las grandes termas de Trajano, después las de Caracalla y finalmente, las
de Diocleciano, quien construyó la mayor instalación de baños de la historia, con
capacidad para 3.000 visitantes al mismo tiempo. En Bath, Inglaterra, hay baños
romanos en uso actual, con sus instalaciones restauradas. Existe una imitación,
construida en Budapest durante la Belle Époque. Tanto los baños romanos,
como su continuación en la cultura islámica, han dado buenos contextos para la
pintura de desnudos femeninos.

Como Diocleciano había perseguido a los cristianos, en el interior de sus


termas se construyó una gran iglesia. El problema es que se asoció la higiene con
la sensualidad pagana y se promovió la falta de higiene como actitud ligada con
el ascetismo cristiano. Esta actitud olvidaba la actitud de Juan el Bautista al
bautizar a Jesús, bañándolo en el Jordán, pero pesó más el rechazo a las
costumbres paganas.

La magnitud de estas obras suele maravillar a quienes ven sus ruinas y aún a
los historiadores, al extremo de llevarlos a subestimar la importancia de otros
problemas ambientales, además de los vinculados con la provisión de agua.

Por ejemplo, un autor ya citado afirma que: "nuestros baños públicos


modernos no pueden compararse con las termas romanas ni en número, ni en
dotación, ni en importancia social; hombres, mujeres y niños podían usar estas
instalaciones pagando una módica cantidad. Aparte de las termas, las letrinas
privadas y públicas ofrecían un nivel sanitario e higiénico alto, una notable
asistencia de médicos pagados con dinero público y una extraordinaria provisión
de agua, que procuraban, junto a los acueductos que traían el agua a veces desde
muy lejos, magníficas fuentes e incluso agua corriente en las casas particulares.
Las condiciones de vivienda, incluso para la gente sencilla, eran mejores que en
86

la Europa del siglo XIX. A diferencia de las ciudades industriales novecentistas,


la mayoría de los problemas sanitarios producidos por la concentración de
población estaban resueltos"129.

Se trata de un caso de deslumbramiento, que lo lleva a atenuar el juicio


crítico. Porque el que algunos problemas ambientales hayan estado atendidos -y
algunos en forma espectacular- no invalida la información ya proporcionada
sobre los restantes problemas. Por otra parte, no podemos mirar esa sociedad
con los mismos ojos de los romanos, cuya única preocupación eran las
condiciones de vida de los ciudadanos libres. Sobre los esclavos encontramos una
información muy escasa, que los trata en forma similar a los animales
domésticos130.

Para el 226 DC se elevó a once el número de acueductos que llegaban a Roma.


El segundo en longitud, que tenía 87 kilómetros, era el Anio Novus, construido a
mediados del siglo I DC. La capacidad diaria de estas instalaciones superaba el
millón de metros cúbicos diarios.

Esto significa un promedio de 1.000 litros diarios por habitante. Algunos


autores señalan que se trata entre el triple y el cuádruple del consumo medio de
las ciudades en la actualidad. Esta comparación es impresionante pero también
imprecisa, ya que estamos hablando de agua disponible en las fuentes públicas
de Roma, pero no de agua efectivamente utilizada (como es la cifra referida al
consumo urbano actual).

El agua que sobraba era usada para remover las aguas negras a través de
grandes sistemas de drenaje que iban hacia el Tíber. Las letrinas públicas y las
casas elegantes estaban conectadas a estas canalizaciones. A pesar de este
esfuerzo, era frecuente que las crecidas del Tíber enviaran aguas servidas sobre
los barrios bajos de la ciudad.

Se mantenía la pureza del agua mediante canales cubiertos y cuencas de


sedimentación. Había leyes muy rigurosas para prevenir la contaminación de
fuentes públicas y acueductos. La población vigila que siga siendo traslúcida y
repudia cualquier intento de contaminarla. Además de pedir pan y circo, los
romanos exigen agua limpia. El emperador Nerón merece la condena unánime
87

del pueblo por haberse bañado en un acueducto. Aparentemente, esta conducta


fue mucho más impopular que sus numerosos asesinatos, ya que los romanos
estaban acostumbrados al crimen político131.

ELOGIO DEL AGUA

La importancia del agua en la cultura romana aparece en el testimonio de sus


autores. Por ejemplo, su principal naturalista, Plinio el Viejo, afirma: "Este
elemento manda sobre todos los demás: las aguas se tragan las tierras, ahogan
las llamas, suben a las alturas y también reclaman para sí el cielo... Ellas
mismas, al caer, se convierten en causa de cuanto nace en la tierra, circunstancia
realmente maravillosa si se considera que, para que broten los cereales y para
que vivan los árboles y las plantas, las aguas emigran al cielo y de allí les traen
incluso a las hierbas su aliento vital"132.

EL VIENTRE DE NÁPOLES

Nápoles viene de Neápolis, palabra griega que significa "ciudad nueva".


Fundada hacia el 680 AC por la sirena Parténope, el vientre de la ciudad es tan
sugestivo como el de la sirena que le dio origen. Y es que el agua les llegaba de
abajo y la forma en que las ciudades se las arreglan para proveer de agua a sus
habitantes es uno de los temas más interesantes del ambiente urbano.

Está edificada junto al mar, en una bahía dominada por el Vesubio, que
forma uno de los paisajes más hermosos del mundo. La ciudad entera
está encima de un único bloque de piedra amarilla, un calcáreo resistente y fácil
de trabajar, ideal para la construcción, que los lugareños llaman "tufo". De este
material se hicieron las esculturas, los templos y las viejas murallas.

Con el crecimiento de la ciudad, los griegos decidieron construirle un


acueducto, que terminaba en una cisterna excavada en la roca. Ese fue el
comienzo de un fantástico laberinto de grutas y canales, cisternas y corredores,
que cubre el subsuelo íntegro de la ciudad. A punto tal que las incontables
88

galerías están siendo exploradas por espeleólogos que a cada paso se sorprenden
de lo que encuentran en las vísceras de Nápoles.

Los romanos siguieron la técnica griega y, en la época imperial, construyeron


su propio acueducto desde una surgente en las montañas cercanas. Tenía 60
kilómetros de largo y era casi totalmente subterráneo. Llegaba hasta una
enorme cisterna situada cerca del puerto, destinada a abastecer de agua a la
flota militar. La cisterna, excavada en la roca, tiene cinco naves longitudinales y
columnas talladas en el mismo tufo. Da la impresión de una inmensa basílica
subterránea y fue calificada de "admirable" por el poeta Francisco Petrarca,
que la visitó en 1340.

Del acueducto y la cisterna salen canales destinados a abastecer las villas


patricias de la época. En algunos de ellos, el agua circula por las diferencias de
pendiente. En otros se aplica el principio de vasos comunicantes. Asombra su
conocimiento de la geología del lugar, ya que hay túneles que atraviesan rocas de
distinta consistencia y calidad, sin que el conjunto resulte afectado. La obra
incluye pasajes para inspeccionar las cisternas, exclusas para regular el pasaje
del agua y canales que vinculan entre sí las distintas partes de este laberinto
subterráneo.

Las vísceras de Nápoles también tienen su costado religioso: hay templos


griegos y romanos, catacumbas edificadas por los primeros cristianos y aún un
pequeño cementerio, plagado de leyendas de aparecidos.

El posterior crecimiento de la ciudad durante el Renacimiento se hizo sobre


materiales extraídos del subsuelo. Durante la dominación española
(especialmente entre 1588 y 1615) se prohibió ingresar materiales de
construcción a la ciudad, para frenar su expansión. Los napolitanos lo
obtuvieron excavando debajo de sus casas y palacios. Para evitar los derrumbes,
construyeron grutas en forma de campana, para que el arco resultante
soportara el peso de lo que tenía encima. Cada una de estas grutas, vueltas a
conectar entre sí, pasó a ser la cisterna de un palacio. El sistema volvió a ser
ampliado en 1627, siempre sobre la base de las partes todavía utilizables del
viejo acueducto subterráneo romano.
89

Estuvo en funciones hasta la epidemia de cólera de 1884, que causó miles de


víctimas. Allí se vio que los pozos negros contaminaban las aguas hasta volverlas
peligrosas. Se cerraron acueductos y cisternas, los que sólo volvieron a abrirse
cuando la Segunda Guerra Mundial obligó a habilitarlos como refugios
antiaéreos. Sobre las paredes excavadas por los esclavos de Roma, quedaron los
graffitis de los que esperaban, ocultos en el vientre de Nápoles, mientras las
bombas caían sobre sus casas133.

EL AGUA EN CONSTANTINOPLA

Las grandes obras de abastecimiento de agua son características de todas las


ciudades construidas por los romanos. Constantinopla, la Roma de Oriente, no
es una excepción, aunque aquí lo más distintivo son las cisternas en que
culminan los acueductos.

Procopio de Cesárea, el cronista oficial del emperador bizantino Justiniano,


destaca las obras hidráulicas de este emperador en distintas ciudades del
imperio, en párrafos como el siguiente: “Había en la ciudad una gran
problemática, respecto al agua, para los ciudadanos del lugar. Porque no tenían
allí una fuente que manara, ni un caudal de agua que se llevara por un conducto
hasta las calles existentes, ni que se depositara allí en algunos cisternas, y los
ciudadanos cuyas calles estaban muy próximas al curso del río se abastecían, sin
dificultades y con toda comodidad, de agua potable por su proximidad; en
cambio, aquéllos cuyas viviendas se encontraban casualmente muy alejadas del
cauce del río, tenían forzosamente una de dos alternativas: o abastecerse de agua
en medio de padecimientos extremos o perecer de sed. Pero el emperador
Justiniano trazó un gran canal con el que distribuyó el agua por todas las partes
de la ciudad y puso fin, para sus habitantes, a la escasez”134.

El sitio de fundación de Constantinopla es estratégico, al dominar el estrecho


del Bósforo y, por tanto, el encuentro entre el Mediterráneo y el Mar Negro.
Pero un sitio tan privilegiado desde el punto de vista militar no lo fue desde lo
ambiental. En la zona hay un sólo río, el Lykos, que además de tener un cauce
muy pobre, desembocaba fuera de los límites de la Bizancio griega. En esa
época, la ciudad tenía pozos y cisternas para recoger agua de lluvia. Más tarde,
90

en la época del emperador Adriano, se construyó un acueducto que llevó las


aguas de los manantiales de los bosques del Mar Negro135. Al ser Constantinopla
capital del Imperio Romano de Oriente, se lo reservó para uso exclusivo del
palacio imperial y se construyeron otros para abastecer la ciudad.

Quizás por temor a los períodos de sequía o a que los enemigos cortaran el
suministro de agua, en esta ciudad los acueductos no terminan en fuentes sino en
cisternas. Es probable que los ataques de los bárbaros hayan influido en esta
decisión. El caso es que el agua que no se utiliza, ya no se pierde en forma
decorativa como en las fuentes de Roma, sino que se acumula a la espera de
futuros usuarios. La ciudad tenía dos grandes cisternas al aire libre, de 21 mil y
25 mil metros cúbicos, respectivamente136.

Pero la joya de la ciudad son sus enormes cisternas subterráneas, que


permitían conservar el agua libre de contaminantes y desarrollos bacterianos.
La Basiliké kisterne (que aún se conserva) es del siglo V. Tiene 336 columnas de
mármol que sostienen un sistema de bóvedas esféricas de origen oriental. Al
siglo siguiente se construye la cisterna de Bimbirdirek, que significa "de las mil y
una columnas". Fue usada para abastecer unas termas de enorme capacidad.

La imagen que dan ambas cisternas es la de un inmenso bosque de columnas


subterráneas que emergen de un lago silencioso. Las columnas tienen capiteles
labrados y las cúpulas del techo una fina terminación, como si fueran a albergar
personas importantes en lugar de solamente agua. La impresión que hoy
produce al visitante la Basiliké kisterne es la de una Mezquita de Córdoba que
acabara de inundarse.

Son sugestivas las diferencias con el abastecimiento de nuestras ciudades


actuales, lo que acentúan su vulnerabilidad ambiental. Constantinopla tenía una
reserva de agua para varios meses. En la actualidad Buenos Aires tiene una
reserva de agua equivalente a dos horas de consumo.
91

Cisterna bizantina. Foto del autor

LAS UTOPIAS URBANAS: LA CIUDAD EN TABLERO DE


AJEDREZ

Este urbanismo desordenado crea como contrapartida las ideas para una
ciudad utópica, algunas de las cuales aún influyen fuertemente sobre nosotros.
Vitruvio enseñó que las poblaciones debían ser construidas sobre lugares secos y
sanos y hechas de tal manera que controlaran los vientos. Plantea evitar que la
dirección de las calles sea la misma que la de los vientos, de manera que no
entren directamente, sino que disminuyan su intensidad al estrellarse entre las
calles137.

El clima tiene un papel determinante en sus proyectos arquitectónicos. La


orientación y diseño de los edificios dependerá de las condiciones bioclimáticas
en que se encuentren. En climas fríos, los edificios deberán tener un buen
92

aislamiento térmico y estar orientados al sur (es decir, tener el máximo de sol
posible en el Hemisferio Norte). En las zonas calurosas, habrá que maximizar la
ventilación e invertir la orientación para obtener un mayor grado de
refrescamiento. Estos criterios son, en líneas generales, los mismos que retoman
en la actualidad las orientaciones de arquitectura bioclimática o arquitectura
solar pasiva para tratar de reducir al mínimo el consumo energético en las obras
que se realizan138.

Dedica una especial atención a los edificios públicos, que deben estar situados
en lugares saludables, en especial el foro y el teatro. Junto al foro, y en el lugar
más cálido posible, debe estar la basílica, de modo que se pueda entrar en ella
sin sufrir condiciones meteorológicas adversas. Asigna también un lugar
destacado a los espacios verdes: debe haber -dice- espacios abiertos amplios y
cubiertos de plantas ornamentales.

Los santuarios y lugares de culto deben estar situados donde haya


manantiales de aguas salubres. Esto se debe a que, como eran sitios de
peregrinación, debían tener aptitud para recibir a gran cantidad de personas.

FUNDAR EN UN TERRENO SALUDABLE

Los textos de Vitruvio tienen una serie de contenidos ambientales, algunos de


ellos provenientes de observaciones y otros de leyendas. Sus ideas fueron
recogidas casi textualmente por los reyes españoles en sus Ordenanzas de
Población, que fijaban normas para fundar ciudades en América:

“Para la construcción de ciudades amuralladas, he aquí los principios


fundamentales: primero que todo se debe seleccionar un terreno saludable: tal
terreno debe ser elevado y abierto, donde no haya brumas ni heladas y que no
sea ni caluroso ni frío, sino templado; debe estar lejos de terrenos pantanosos,
porque cuando las brisas matutinas soplan hacia la ciudad, al levantarse el sol, si
traen con ellas los efluvios de los pantanos mezclados con el aliento venenoso de
las criaturas que allí habitan, y son respiradas por los habitantes, harán que el
sitio sea insalubre”.
93

“Se debe insistir en la necesidad de regresar a los métodos de los viejos


tiempos. Nuestros antepasados, cuando estaban a punto de levantar un pueblo o
un campamento fijo, sacrificaban algún ganado que hubiera pastado en los
alrededores y examinaban su hígado. Si los hígados de las primeras victimas
eran de color oscuro o anormal, sacrificaban otros para ver si la falla se debía a
la enfermedad o a la alimentación. Nunca empezaban a construir defensas en un
lugar hasta que no habían hecho muchos ensayos de esos y quedaban satisfechos
con que la buena agua y la buena comida producía hígados firmes y sanos. Si
seguía siendo anormal, argumentaban, a partir de esto, que los suministros de
agua y comida encontrados en el lugar también eran insalubres para el hombre,
y por tanto se movían y cambiaban de vecindario, pues la salud era su principal
objetivo”.

“Sería muy fácil si hubiera fuentes abiertas de agua, pero si no las hay, se
deben buscar en el subsuelo y conducirlas. Se debe aplicar la siguiente prueba.
Antes de que salga el sol se yaceré plano sobre el suelo donde se va a hacer la
búsqueda y colocando la barbilla en la tierra se mirará alrededor. De esta
manera la mirada no se elevará más de lo que debe ser, sino que alcanzará a una
determinada altura al mismo nivel en todo el campo. Entonces, se cavará en los
lugares donde se ven ondear y levantarse los vapores en el aire. Esta señal no
puede aparecer en un suelo seco”.

“Hay también otras fuentes, que parecen mezcladas con vino, como sucede
con una fuente que mana en Pafaglonia cuyas aguas embriagan aun cuando no
se haya bebido vino. En el territorio de los Ecuos en Italia, y también en la tribu
de los Médulos en los Alpes, se encuentra una clase de agua que produce bocio a
quienes la beben. En Arcadia hay una ciudad conocida, llamada Clítor, y por sus
campos corren unas aguas que brotan en una cueva las cuales tienen la
peculiaridad de que quitan todo deseo de beber vino a quienes las prueban.
Cerca de la fuente hay una inscripción, grabada sobre la roca con caracteres
griegos, con la advertencia de que no es apta para el baño ni para regar los
viñedos. En la isla de Quío, también brota una fuente que hace perder la razón a
quienes inadvertidamente beben sus aguas”.
94

Su ciudad ideal habría sido octogonal e impuesto una concepción geométrica


en contraposición a las ciudades espontáneas del mundo antiguo. Es la más
perdurable respuesta a la confusión urbana que acabamos de describir. Vitruvio
quiso hacer un tratado sobre cómo construir una ciudad perfecta, y uno de sus
ingredientes era el trazado en forma de damero. Su libro era tan claro, tan
sencillo, tan convincente, y además estaba escrito en el momento justo, cuando
los emperadores pensaban que el destino de Roma era llenar el mundo de
ciudades romanas. Si iba a ser así, ¿por qué no hacer ciudades simétricas,
parecidas las unas a las otras, de modo que quedara la impronta del poder de
Roma sobre el terreno?

Lo primero, fue hacer así los campamentos militares: en la época en que Jesús
nacía, por toda Europa, por el Norte de África, por el Medio Oriente, se
establecieron ciudades hechas de carpas de lona, con las calles perfectamente
orientadas como para que pasaran por ellas torres y alfiles. Más tarde, fueron
las ciudades romanas de ladrillo y mármol, las colonias en Galia o en África, las
que llevaron el sello del tablero de ajedrez. Encontramos el damero en Timgad y
en Tréveris; en Colonia y en la Cartago romana. Finalmente, se llevará el
damero romano a América.

LA INVENCION DEL MUNICIPIO

Las colonias romanas tienen una importante innovación jurídica, que incidir
sobre la administración del ambiente local: los romanos inventan el régimen
municipal. En efecto, las ciudades antiguas eran, como dijimos, ciudades-Estado.
Gobernadas por un rey o por un consejo de ciudadanos, eran el asiento de la
soberanía: levantaban los símbolos de la patria, dictaban sus leyes, condenaban
criminales, hacían la paz o la guerra.

Soberanía que pierden al ser conquistadas. Pero los romanos tienen que
encontrar la forma de transferir algo del poder a las clases dominantes aliadas
de las ciudades sometidas. Les dejan la administración local, los aspectos
edilicios, (“sólo las calles y mercados”, dice Fustel de Coulanges139) que, además,
serán capaces de hacer con la mayor eficiencia porque conocen su propia tierra.
95

De este modo, el poder único de las ciudades antiguas queda dividido en un


poder soberano (ejercido por el Imperio) y un poder municipal (ejercido por los
aliados locales). Las consecuencias sobre nuestra forma de vivir hoy en las
ciudades son, obviamente, muy profundas.

Estos criterios sobre el uso del espacio fueron tomados por los reyes de
España al redactar las Leyes de Indias y definir allí la forma de las ciudades que
se fundarían en América140. Esa era la forma que mandaba el rey, y ésa fue la
forma que Juan de Garay le dio a Buenos Aires, esa lejanísima mañana de 1580,
y que hoy se conserva, idéntica, en el microcentro y se repite en todas nuestras
ciudades actuales.

Pero, ¿por qué adoptó el Emperador esa figura? Su origen está en la época
clásica, porque Carlos era un hombre del Renacimiento, El suyo era un tiempo
de admirar a griegos y romanos y tratar de copiarlos en todo lo posible. Carlos
adopta el título de Imperator y se pone a ver cómo hacían los emperadores
romanos cada vez que fundaban una colonia. Juego monárquico si los hay, ya
que subordina el destino de todos al de una sola pieza, y quizás el ajedrez fuera
para Carlos un buen símbolo de la expansión de los dos imperios, el romano
primero y el español después.

Sólo que, llegados hasta aquí, nos volvemos a preguntar: ¿de dónde había
sacado Vitruvio esa única imagen de ciudad que hemos heredado? ¿Acaso la
inventó? No: la copió de los griegos. Porque así como Carlos V y la gente del
Renacimiento se lo pasaban copiando a Roma, los antiguos romanos hacían lo
mismo con los griegos.

A medida que el Imperio Romano crecía y crecía, y ocupaba más y más


tierras, sus dirigentes tenían la penosa sensación de ser inferiores a los griegos,
en inteligencia y en capacidad artística. Y ante la confusión urbana de Roma,
Vitruvio construye su utopía a partir de las colonias griegas y redescubre la
cuadrícula que Hipodamos había incorporado a El Pireo y a Rodas. Entonces,
España copia a Roma, que a su vez había copiado a Grecia.
96

Atenas era un caos de callejuelas, pero las fundaciones de ciudades griegas se


fueron haciendo a partir de un cierto plan. La cuadrícula llamada “hipodámica”
se aplica inicialmente en el puerto de El Pireo, en Mileto y en Rodas. Las utopías
griegas no son sólo trazados urbanos. Son modelos de sociedades ideales,
basadas en la rígida división de clases.

Mileto, cuadrícula histórica

Hay, sin embargo, una diferencia importante entre el planeamiento urbano


griego y el romano. Los griegos piensan en una cuadrícula homogénea, como
reflejo (o quizás como resabio) de la influencia de las ideas democráticas en la
concepción de la ciudad. Los romanos, en cambio, organizan la ciudad sobre dos
ejes principales (llamados cardo y decumano), que nacen en cada una de las
puertas, siguen las líneas norte-sur y este-oeste y se cortan en el foro. Esto da
97

una jerarquización a los espacios urbanos, que no existe de un modo tan


generalizado en la ciudad griega.

Bolonia (Italia), con los ejes cardo y decumano.


La plaza actual marca el lugar del antiguo foro (Google Earth).

“Una de las características que diferencian la ciudad ideal romana de la griega


es la adaptación al terreno; así mientras que las poleis se acomodan al terreno
donde se construyen, las romanas en cambio se erigen sobre una estructura
rectangular en un intento de hacer doblegarse el terreno (recuérdese en este
sentido cómo por lo general los griegos aprovechaban la pendiente de una ladera
para erigir sus teatros, mientras que los romanos tendían a levantarlos desde
una base plana) y siguiendo el esquema físico e ideológico de un campamento
romano”141.

Un dato importante es que en los tres casos (España, Grecia, Roma), las
metrópolis conservan sus calles en desorden, pero fundan colonias con calles en
damero. En otras palabras, que si hoy tenemos calles que se cortan en ángulo
recto (y para muchos de nosotros, ésa es la única forma de entender una ciudad),
98

lo debemos a un Emperador renacentista que admiraba a Roma. Y a un


arquitecto romano, que, harto de la confusión urbana de Roma, de los ruidos y
los derrumbes, cansado de las inundaciones y del hacinamiento, imaginó las
grandes líneas de una utopía. Para trazarla, se preguntó cómo hacían los griegos
para fundar ciudades.

DEL MIEDO A LA SUPERPOBLACIÓN AL COLAPSO


DEMOGRÁFICO

A medida que la ciudad crece, las inundaciones se agravan, por los


mecanismos que acabamos de ver. Los temblores de tierra provocan más
víctimas, ya que la edificación ha crecido en altura. Las epidemias matan más
gente, simplemente porque están todos juntos y se contagian unos a otros. Ante
cada catástrofe, se alzan voces que repiten, con un acento que parece
contemporáneo: "somos demasiados". Escuchando esas voces, Augusto limpia la
ciudad de los gladiadores, de parte de los esclavos y de los extranjeros, con
excepción de médicos y profesores. Periódicamente se repetirán estas órdenes, a
medida que el hambre o las enfermedades vuelvan a crear este sentimiento de
superpoblación.

Desde el principio, el abastecimiento alimenticio de Roma fue una cuestión


estratégica y estuvo a cargo del gobierno. "Los azares de la política impulsaron
a la ciudad a ampliar el papel que esos abastecimientos desempeñaban.
Alrededor de fines del siglo II AC afluían a Roma grandes cantidades de grano
que constituían impuestos en especie, provenientes de las provincias que en ese
momento la ciudad tenía bajo su mando. Para ganarse el favor de los
ciudadanos, los políticos comenzaron primero a venderles grano a un precio
inferior al del mercado, y luego a distribuírselo gratis. Cuando empieza a
ocurrir algo como esto, raramente se lo puede detener: durante los primeros tres
siglos después de Cristo, había un promedio de 200.000 personas que recibían
tales dádivas. Para complicar aún más las cosas, por esa época la ciudad estaba
abasteciéndose de la mayor parte del vino y aceite que consumía, de fuentes
exteriores. Entre lo que necesitaba para las dádivas y para el mercado abierto,
cada emperador desde Augusto hasta el último que se sentó en el trono, encontró
99

que el abastecimiento de alimentos para la ciudad constituía uno de sus


problemas más angustiosos".

"La situación empeoró en el siglo III DC, cuando a las dádivas tradicionales
de grano se agregaron primero las de aceite y después las de vino y cerdo"142.

El Imperio reparte trigo gratuito a los ciudadanos de Roma. Cuando no llega


o no alcanza, se suceden las revueltas. En el 410, en pleno circo, una
muchedumbre hambrienta exige que se ponga en venta la carne de los
gladiadores derrotados.

La conquista de Egipto era un objetivo estratégico para Roma, que necesitaba


asegurar su abastecimiento alimentario. Los romanos convirtieron al país en el
granero del Imperio. En los almacenes de Alejandría debía depositarse toda la
cosecha de trigo y cada año, debía enviarse a Roma una cantidad de ese cereal
que era el equivalente a la tercera parte de su abastecimiento143.

Así como el abastecimiento era un problema, también lo era la prevención o


atención de eventos catastróficos. El gran incendio del 64, que se atribuye a
Nerón, es un buen ejemplo de la incapacidad de la gran ciudad para hacer frente
a los problemas que ella misma genera. Al año siguiente del gran incendio, una
peste especialmente intensa mata treinta mil personas en Roma. Esta vez
empieza en los barrios pobres, pero muy pronto contagia también a los
senadores y caballeros.

El temor a la superpoblación fue creciendo lo suficiente como para estimular


concepciones similares a las que después desarrollaría Malthus. Hacia el año 200
DC, Tertuliano destaca el alto grado de transformación de la naturaleza
provocado por Roma. "Todo está abierto -dice-, todo está explorado, todo es
accesible al comercio y a la industria. Hermosas fincas han sustituido a
desiertos; los campos de cultivo al bosque; se ha plantado en la roca; se han
desecado ciénagas. Hay más ciudades que antes casas. Ni islas ni escollos
arredran; por todas partes se levantan casas, por todas partes hay hombres, hay
comunidades, hay vida"144.
100

Este autor cree que el mundo se está poblando en forma demasiado acelerada.
"Somos una carga para el mundo -agrega-. Los elementos no nos bastan.
Nuestras necesidades son apremiantes. Todo el mundo puede quejarse pues
ahora la naturaleza dejar de subvenir a nuestras necesidades. La peste, la
hambruna, las guerras y el hundimiento de las ciudades son enviados en verdad
como remedios, como cortes de pelo para el crecimiento de la raza humana". Del
mismo modo, en el año 380, San Jerónimo repite ideas semejantes: "El mundo -
dice- ya está lleno y la Tierra ya no puede contenernos"145.

En realidad, la situación era exactamente la opuesta. Roma era la gran cabeza


de un mundo Mediterráneo que ella misma estaba vaciando a pasos agigantados.
La población no crecía sino que se estaba reduciendo.

"Las élites italianas pueden tener la impresión de estar en el centro de un


mundo lleno y de un mundo inagotable, cuyos esclavos ganados en las guerras de
conquista son hombres formados en la periferia sin que el Imperio haya tenido
la preocupación de producirlos. El Imperio está en el centro de una ilusión
nacida de la hipercomunicación y de un enorme efecto de dominación"146.

Esta ilusión parece haberse originado en la continua extracción de esclavos de


la periferia del Imperio. Sin embargo, los humanos casi no se reproducen en
cautiverio. A pesar de algunos esfuerzos dispersos por estimular el casamiento
de esclavos, sus tasas de reproducción eran muy bajas y su mortalidad infantil
muy elevada. En un esfuerzo por mantener grandes contingentes de mano de
obra encadenada, el Imperio fue despoblando su entorno.

Al fin del Imperio Romano, ya se ha producido la gran hambruna del siglo III
DC. También aparecen epidemias y enfermedades ambientales: "La viruela
parece haber azotado al Imperio en el año 66 DC, en el 166 y del 180 al 192 DC.
El tifus apareció durante el reinado de Aureliano al final del siglo III, el tifus
exantemático, enfermedad por excelencia de la pobreza, de las carencias, del
hacinamiento urbano y de la falta de higiene".147 Lo que es claro es que las
epidemias aparecen especialmente en poblaciones carenciadas. No son una causa
principal, sino que son el indicador de un modo de vida que se derrumba, sin
que sus protagonistas puedan percibirlo. El Imperio en decadencia no tiene más
101

de 25 a 30 millones de habitantes, frente a los 55 a 60 millones estimados para la


época de Augusto.

CUANDO LA SELVA VENCIÓ AL IMPERIO

En nuestro tiempo vivimos tan sumergidos en los espacios tecnológicos que


hemos olvidado la importancia de los espacios naturales. Pero todas las culturas
que nos precedieron estuvieron basadas en formas peculiares de adaptación a la
naturaleza. A menudo, nos cuesta percibir hasta qué punto el vínculo con el
entorno marca su signo en todas las actividades humanas, aún en las que no
parecen tener ninguna relación con él.

Hace dos mil años, los romanos dominaron la cuenca del Mediterráneo, a la
que confundieron con el mundo, a partir de una técnica militar que tenía mucho
que ver con sus orígenes. Eran un pueblo agrícola, de modo que organizaron
ejércitos que aprovecharon las posibilidades que brinda el combate en espacios
muy amplios, como los que tenían en Italia.

El secreto de sus legiones era su capacidad para actuar en campo abierto.


Nadie mejor que ellos para mover grandes grupos de hombres en perfecta
sincronía, como piezas de ajedrez.

Así, no hubo enemigo capaz de enfrentárseles durante siglos. Por eso, la


conquista de la Galia por César fue un paseo, que pudo ser resumido como
venir, ver y vencer. No hubo ninguna resistencia importante y Asterix es sólo
una tardía expresión de deseos. César les dijo a todos que era por su genio
militar. En Roma confiaban en la eficiencia de su ejército frente a esos bárbaros
desorganizados. Tardaron en darse cuenta de que habían podido ganar porque
el paisaje galo estaba tan antropizado y deforestado como el de la propia Italia.
En Galia, las legiones pudieron sentirse como en casa. Y así fue en todas partes
hasta que llegaron a los límites de la Europa cultivada y se encontraron con las
selvas del Norte.

Después de haber cruzado el Rin y el Danubio, trataron de ocupar una


Germania particularmente hostil. Allí, dos caudillos que habían servido a las
órdenes de Roma, llamados Hermann y Siegmyrgth, comprendieron que el
102

ejército más poderoso del mundo antiguo era incapaz de desplegarse en una
selva. Así, en el año 9 emboscaron a las legiones de Quintilio Varo en el bosque
de Teutoburgo, mientras marchaban casi en fila india bajo la lluvia, atravesando
un estrecho camino entre la montaña y la ciénaga. Los romanos iban
hundiéndose en el barro, por el peso de las mochilas cargadas y las armaduras y
los escudos de cuero empapados. Los arcos estaban tan mojados que no se
podían tensar. Durante tres días, los bárbaros semidesnudos salían de la nada,
los atacaban por el flanco y los mataban de a uno en uno.

Se perdieron tres legiones completas y los pocos sobrevivientes fueron


sacrificados a los dioses de los bosques. Cayo Suetonio cuenta que cuando lo
supo, el emperador Augusto "experimentó tal desesperación que se dejó crecer
la barba y los cabellos durante muchos meses, golpeándose a veces la cabeza
contra las paredes, y exclamando: “¡Quintilio Varo, devuélveme mis legiones!".
Varo no pudo contestarle: se había suicidado para no caer en manos de los
germanos148.

Las consecuencias de largo plazo fueron aún más profundas. En el bosque de


Teutoburgo los bárbaros aprendieron que Roma no era invulnerable y que
bastaba con darle batalla en un ecosistema distinto de aquél para el que habían
sido imaginadas sus legiones. El sueño romano de una técnica militar capaz de
vencer en cualquier contexto natural estaba resquebrajado. Lo demás era sólo
cuestión de tiempo.

LOS INVASORES Y LA ECOLOGÍA

¿Acaso la historia ambiental puede ayudarnos a entender a Atila, el jefe de los


hunos? ¿Qué podemos tener en común con un hombre que se hacía llamar "el
azote de Dios" y que afirmaba que la hierba no volvía a crecer allí donde pisaba
su caballo? Nada, en apariencia. Y sin embargo, aunque nadie pensaría en Atila
como un ecólogo, quizás la ecología pueda ayudarnos a entender sus conductas.

La historia tradicional nos cuenta que, cada tantos siglos, las tierras
civilizadas sufrían alguna invasión bárbara. Un día cualquiera surge un jefe
carismático capaz de unir a una serie de grupos nómades, que hasta ese
momento habían oscilado entre las guerras tribales y la indiferencia mutua. Un
103

rey guerrero capaz de compararles su miseria actual con las enormes riquezas
atesoradas en las ciudades amuralladas.

Los bárbaros lo siguen, avanzan en un alud incontenible, saquean, incendian y


destruyen lo que encuentran a su paso, hasta que finalmente son detenidos en
algún punto y derrotados definitivamente. Los sobrevivientes vuelven a las
tierras de pastoreo de sus antepasados y así se están hasta que, varias centurias
más tarde, otro jefe los lleve a una guerra semejante.

Esta es la historia, repetida en tantas épocas y lugares que pareciera que cada
uno conocía las guerras de sus antecesores y había leído sus detalles. Sabemos,
sin embargo, que los guerreros bárbaros no solían destacarse por su cultura.
¿De dónde vienen tantas semejanzas, entonces?

Pensemos que la vida completa de un pueblo viene marcada por su forma de


relacionarse con la naturaleza. No sólo su forma de trabajar y alimentarse.
También su modo de ver el mundo, la imagen que tienen de Dios y de la
sociedad, y, asimismo, su modo de hacer la guerra.

El nomadismo es una particular forma de adaptación a condiciones ecológicas


extremas: un pueblo que ha perdido sus tierras fértiles (por una guerra o por un
cambio climático que las volvió áridas) tiene que poder subsistir a partir de
pastos que no puede comer, transformándolos en carne y leche de sus animales
domesticados. Para poder vivir en ecosistemas tan difíciles, adapta todos los
ritmos de su vida a los de la naturaleza. Sabe en qué lugares hay campos de
invernada o de veranada. Encuentra señales imperceptibles en el cielo o en la
vegetación para saber en qué momento y hacia dónde llevar su rebaño.

Hasta que un día, aparece un nuevo cambio climático, porque el clima del
mundo tiene permanentes oscilaciones entre períodos de humedad y períodos de
sequía. "Cuando la sequía alcanza un grado en el que la estepa no puede ofrecer
pastos para la cantidad de ganado que el nómada ha reunido, los pastores se
apartan de su huella de migración anual e invaden las comarcas cultivadas en
busca de alimento para los animales y para ellos mismos", dice Arnold
Toynbee149. Ese es el momento de hombres como Atila. Porque Atilas hay
104

siempre, pero hacen falta determinadas condiciones del medio natural para que
logren arrastrar a su pueblo a la guerra.

Se podría, sin embargo, formular la hipótesis opuesta. Es decir, que las


sequías provoquen una mayor dispersión de los nómades en el desierto, dado
que en su distribución anterior no obtienen los pastos necesarios para sus
rebaños. En ese caso, sería mucho más difícil reunirlos y obtener los pertrechos
necesarios para organizar una invasión. Estarían demasiado empobrecidos para
poder realizar una tarea de esa envergadura.

Por el contrario, si el clima es favorable y los nómades tienen un período de


abundancia, podrían estar en las mejores condiciones para aprovechar esos
excedentes en la preparación de la guerra. Aparentemente, Toynbee no tuvo en
cuenta el enorme esfuerzo de organización y la complejidad de tareas que
requiere una invasión en gran escala. Es más probable, entonces, que los malos
tiempos puedan estimular las pequeñas bandas de saqueadores. Pero sólo un
período de abundancia podría permitir la organización de una conquista en
gran escala.

Y como toda su cultura está permeada por su relación con la naturaleza,


también en su forma de hacer la guerra siguen siendo nómadas. Los bárbaros no
fundan imperios: sólo son capaces de destruirlos. Incendian, saquean y siguen de
largo. No pueden consolidar sus victorias, porque para eso tendrían que volverse
sedentarios. Algunos de ellos arrasaban las ciudades que encontraban a su paso
porque no se les ocurría para qué podían servir, ni podían organizarse de modo
de cobrarles tributos periódicos.

Se sedentarizan en contadas ocasiones, como los mongoles que conquistaron


China al mando de Genghis Khan. En vez de destruir las ciudades se quedaron a
vivir en ellas. En pocas generaciones iban dejando de ser mongoles y eran cada
vez más chinos. De un modo semejante, los germanos y los francos que atacaron
el Imperio Romano mantuvieron muchas de las instituciones romanas.

"El objetivo de los invasores -dice Pirenne- no era anular el Imperio Romano
sino instalarse allí para disfrutarlo. En cualquier caso, lo que conservaron
sobrepasa en mucho a lo que pidieron destruir o aportar de nuevo. Su
105

civilización sobrevivió a su dominio. Se impuso a sus vencedores por la Iglesia,


por al lengua, por la superioridad de las instituciones y del derecho. En medio de
las luchas, de la inseguridad, de la miseria y de la anarquía que acompañaron a
las invasiones, es cierto que esa civilización se fue degradando, pero esta
degradación conserva una fisonomía netamente romana"150. En el largo plazo, y
a veces por caminos sinuosos, generalmente los imperios terminan derrotando a
los bárbaros.
106

6. CONCLUSIONES

La cuenca del Mediterráneo es una unidad natural y cultural. También fue


una unidad política durante el Imperio Romano, cuyos límites coincidieron con
los de la cuenca. Existe una especificidad en diversos aspectos de las culturas que
la habitaron, entre los que se destaca especialmente su relación con la
naturaleza. Al respecto, los pueblos que integraron la cultura grecorromana
tuvieron algunos puntos coincidentes y otros divergentes en esa relación.

Entre los aspectos de coincidencia, podemos señalar:

• La sacralización de la naturaleza. Aún en las situaciones y actitudes de


mayor utilitarismo, existe un fondo de religiosidad en las relaciones con el
mundo natural. Desde el río de Homero que se resiste a ser contaminado a
los romanos que no quieren privar al Tíber de su caudal para no ofender
al dios del río.

• La mirada científica sobre la naturaleza es, también, común a ambos


pueblos, y no se contrapone con la sacralización del medio natural, sino
que la complementa. Se refiere tanto a la descripción de fenómenos
naturales como a las condiciones del ambiente urbano.

• El exceso de presión sobre los recursos naturales, a partir de la


deforestación, el sobrepastoreo y la erosión de los suelos. En particular, el
pastoreo combinado de cabras y ovejas significó en muchas zonas daños
irreversibles al ecosistema. Esto se agravó cuando la definición de los
límites políticos de las ciudades-Estado impidió el pastoreo trashumante.

• Las guerras no sólo provocaron el desorden de la vida agraria y la


destrucción de las ciudades. También generaron una presión excesiva
sobre los bosques, debido a la continua construcción de barcos de madera,
cuya vida útil era muy breve.

• La erosión resultante de estos procesos llevó al crecimiento y expansión de


los pantanos en amplias zonas de la cuenca. Esto contribuyó a hacer
endémica la malaria en Grecia y Roma. También provocó el taponamiento
107

de algunos de los principales puertos con los sedimentos originados en la


erosión.

Con respecto a las diferencias, destacamos:

• Los griegos construyen en sitios cuyo paisaje natural despierta


sentimientos vinculados con el objeto de la construcción. La actitud
romana es mucho más utilitaria al respecto.

• El mundo griego es un mundo de ciudades pequeñas y vida


predominantemente rural. Por el contrario, el mundo romano es
principalmente urbano. Roma urbaniza el Mediterráneo. En
consecuencia, los problemas ambientales de las ciudades romanas son
marcadamente distintos de los de las ciudades griegas. La transición entre
ambos se da a través de las ciudades helenísticas. Alejandría es la gran
metrópoli del mundo griego y preanuncia el gigantismo romano.

• La unidad política de la ciudad griega cubre un área demasiado pequeña


para permitir el manejo conservacionista de sus ecosistemas, con las
tecnologías prevalecientes en ese momento. No hay tierras suficientes para
rotación de cultivos, así como tampoco hay espacio que permita la
trashumancia. Parte del impacto ambiental se origina en el esfuerzo de
autosubsistencia de las ciudades griegas.

• Por el contrario, Roma produce muy poco y parasita a sus colonias. La


escasa fertilidad de su territorio contrasta con la desorbitada apología de
sus propagandistas, quienes sostienen un determinismo geográfico.
Afirman que el mejor suelo del mundo ha producido la raza que debe
dominar el mundo. En realidad, los problemas del abastecimiento
alimentario de Roma son serios en toda su historia y en muchas ocasiones
provocan graves crisis.

• Tanto griegos como romanos pasan de construir ciudades espontáneas a


planificar sus asentamientos. Ambos adoptan la cuadrícula, pero la de los
griegos es más homogénea, en tanto que los romanos fijan ejes de
ordenamiento del espacio (cardo y decumano).
108

• Las grandes obras romanas de ingeniería hidráulica les permiten


construir grandes ciudades, reduciendo sus riesgos ambientales al mínimo
posible para la época.

• El impacto del circo romano sobre la extinción de poblaciones y especies


de fauna exótica fue altamente significativo.

• En cuanto a la población, se da la aparente paradoja de que el modelo de


sociedad grecorromana comienza con la superpoblación de Atenas (que
lleva a especializar a esta ciudad en al industria artesanal para la
exportación) y culmina con el colapso demográfico asociado a la caída del
Imperio Romano.
109

INDICE:

1. INTRODUCCIÓN, 4.

2. EL VÍNCULO CON LA NATURALEZA EN EL MEDITERRÁNEO


ANTIGUO, 8.

• Un río se defiende de la contaminación, 10.

3. QUÉ ES LA CIUDAD ANTIGUA, 18

4. EL AMBIENTE EN LA ANTIGUA GRECIA, 22

• Una mirada sobre el equilibrio ecológico, 22.

• La vida agraria en Grecia, 23.

• Testimonios de la desertificación, 27.

• La superpoblación en Grecia, 29.

• Democracia y superpoblación, 30.

• El ambiente de la ciudad griega, 31.

• La gran epidemia, 36.

• El descubrimiento de las enfermedades ambientales, 38

• Los mitos del agua, 41.

• El ambiente en la actividad minera, 42

• El oro en España, 43.

• La planificación de la ciudad griega, 44.

• Los sentimientos de patria, 48.

• Un filósofo esclavista, 49.


110

• La gran ciudad griega no estaba en Grecia, 50.

• Los bosques de Ulises, 51.

5. EL AMBIENTE EN LA ANTIGUA ROMA, 54.

• ¿De quién es la naturaleza? 55.

• El entorno natural de Roma, 56.

• Vivir en Roma: el descenso de la ciudad, 59.

• Vivir en Roma: la ciudad hacia arriba, 64.

• Críticas a los edificios en altura, 65.

• El urbanismo de Nerón, 66.

• Los aspectos bioclimáticos, 67.

• Se inicia la contaminación, 68.

• Enfermar y morir en Roma, 71.

• El inventor de las bacterias, 73.

• La triste suerte de los leones, 74.

• El llanto de los elefantes, 77.

• Historias de delfines, 81.

• El agua en Roma, 82.

• Elogio del agua, 87.

• El vientre de Nápoles, 87.

• El agua en Constantinopla, 89.


111

• Las utopías urbanas: la ciudad en tablero de ajedrez, 91.

• Fundar en un terreno saludable, 92.

• La invención del municipio, 94.

• Del miedo a la superpoblación al colapso demográfico, 98.

• Cuando la selva venció al Imperio, 101.

• Los invasores y la ecología, 102.

6. CONCLUSIONES, 106

ÍNDICE, 108

REFERENCIAS, 111.

REFERENCIAS
1
Gligo, Nicoló y Morello, Jorge: "Notas sobre la Historia Ecológica de América Latina" en
Sunkel, Osvaldo y Gligo, Nicoló (eds.): “Estilos de Desarrollo y Medio Ambiente en América
Latina”, México, Fondo de Cultura Económica, 1980.
2
Pointing, Clive: “Historia verde del mundo”, Buenos Aires, Ed. Paidós, 1992.
3
Braudel, Fernand: “El Mediterráneo y el mundo Mediterráneo en la época de Felipe II”,
México, Fondo de Cultura Económica, 1987.
4
Para una síntesis de los diversos puntos de vista y criterios metodológicos en historia
ecológica, véase el capítulo: Palacio C., Germán A: “En búsqueda de conceptos para una
historiografia ambiental”, en “Naturaleza en disputa”, Bogotá 2001, pp. 37-74)
5
Brailovsky, Antonio Elio: "Memoria verde: historia ecológica de la Argentina", investigación
sobre historia ambiental argentina. En colaboración con Dra. Dina Foguelman, Buenos Aires,
Editorial Sudamericana, 1991. 15 ediciones. Reedición en Colección de Bolsillo de la misma
editorial, 2004.
6
Brailovsky, Antonio Elio: "El ambiente en la Edad Media", Buenos Aires, Prociencia-
CONICET, 1996.
7
Brailovsky, Antonio Elio: "El ambiente en las sociedades precolombinas", Buenos Aires,
Prociencia-CONICET, 1996.
112

8
Brailovsky, Antonio Elio: "El ambiente en la sociedad colonial", Buenos Aires, Prociencia-
CONICET, 1997.
9
Brailovsky, Antonio Elio: "La ecología en la Biblia", investigación sobre historia ambiental.
Buenos Aires, Editorial Planeta, 1993. Reeditado por Editorial Mila, edición conjunta de
Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) y Fundación Vida Silvestre Argentina
(FVSA), Buenos Aires, 2005. Reeditado por Editorial Maipué, 2014.
10
Brailovsky, Antonio Elio: “Historia ecológica del Riachuelo”, investigación sobre historia
ambiental, incorporado al informe del Defensor del Pueblo de la Nación sobre el estado de la
cuenca Matanza-Riachuelo, Buenos Aires, 2002.
11
Brailovsky, Antonio Elio: “Historia ecológica de Iberoamérica (tomo I): De los mayas al
Quijote”, Buenos Aires, Editorial Kaicrón-Le Monde Diplomatique, 2005.
12
Brailovsky, Antonio Elio: “Historia ecológica de Iberoamérica (tomo II): De la
Independencia a la Globalización”, Buenos Aires, Editorial Kaicrón-Le Monde Diplomatique,
2009.
13
Brailovsky, Antonio Elio: “Buenos Aires, Ciudad inundable”, Buenos Aires, Editorial
Kaicrón-Le Monde Diplomatique, 2011.
14
Brailovsky, Antonio Elio: “Historia ecológica de la Ciudad de Buenos Aires”, Buenos Aires,
Editorial Kaicrón, 2011.
15
Brailovsky, Antonio Elio: "El ambiente en la civilización grecorromana", investigación sobre
historia ambiental. Buenos Aires, Pro Ciencia-CONICET, 1997.
16
Brailovsky, Antonio Elio: "Ésta, nuestra única Tierra", introducción a la ecología y el medio
ambiente, Buenos Aires, Editorial Larousse, Colección Referencias Larousse, 1992. Publicado
simultáneamente bajo el título "Ecología y medio ambiente", en la Biblioteca Práctica
Larousse. Varias ediciones. Reedición corregida y actualizada en Editorial Maipué, Buenos
Aires 2004.
17
Algunos de los casos analizados en este libro han sido desarrollados previamente por el
autor en notas de divulgación publicadas en el Suplemento Ciencia del diario La Nación de
Buenos Aires, durante 1994 y 1995.
18
https://es.wikipedia.org/wiki/Trajano
19
Braudel, Fernand: “El Mediterráneo y el mundo Mediterráneo en la época de Felipe II”, op.
cit.
20
Jenofonte: "La expedición de los diez mil", Edicomunicación S.A., Barcelona, 1992.
21
Fedeli, Paolo: "La naturaleza violada. Ecología y mundo romano", Ed. Sellerio, Palermo,
Sicilia, 1990. (Trad. de la Cátedra de Latín y Cultura Latina de la Facultad de Filosofía y
Letras de la U.B.A. Buenos Aires, 1990.
22
Homero: "La Ilíada", Ed. Iberia, Barcelona, 1952.
23
Braudel, Fernand: “El Mediterráneo y el mundo Mediterráneo en la época de Felipe II”, op.
cit.
113

24
Braudel, Fernand: “El Mediterráneo y el mundo Mediterráneo en la época de Felipe II”, op.
cit.
25
Homero: "La Ilíada", op. cit.
26
Brailovsky, Antonio Elio: “Historia ecológica de Iberoamérica (tomo II): De la
Independencia a la Globalización”, op. cit.
27
Hughes, Donald: "La ecología de las civilizaciones antiguas", México, Fondo de Cultura
Económica, 1981.
28
Hughes, Donald: "La ecología de las civilizaciones antiguas", op. cit.
29
Dajos, Roger: "Principales divisiones de la biósfera", en: "Ecología", Larousse, Canadá,
1977.
30
Pointing, Clive: "Historia verde del mundo". Barcelona, Paidós Contextos, 1992.
31
Hughes, Donald: "La ecología de las civilizaciones antiguas", op. cit.
32
"La Santa Biblia", 1 Reyes, 9; 11. Sociedades Bíblicas de América Latina, 1964.
33
Kolb, Frank: "La ciudad en la Antigüedad", Madrid, Ed. Gredos, 1992.
34
"Los albores de la ciudad moderna", en: Varios Autores: "Arqueología de las ciudades
perdidas. Nº 29: España medieval", Salvat, Barcelona, 1992.
35
Braunfels, Wolfgang: "Urbanismo occidental", Madrid, Aianza Editorial, 1983.
36
Heródoto: "Los nueve libros de la historia", III, CVIII, Buenos Aires, El Ateneo, 1968.
37
Hesíodo: “Los trabajos y los días”, en:
http://www.ladeliteratura.com.uy/biblioteca/hesiodotrabajos.pdf
38
Hesíodo: “Los trabajos y los días”, op. cit
39
Frazer, James George: “La rama dorada”, México, Fondo de Cultura Económica, 1944.
40
Aristófanes: “Los Arcanienses”, en:
http://historicodigital.com/download/ARISTOFANES%20-%20Los%20Arcanienses.pdf
41
Sófocles: "Antígona", en "Obras de Esquilo y Sófocles", Buenos Aires, El Ateneo, 1956.
42
Crespo, Emilio: ”Textos sobre el paisaje de Grecia en la antigüedad”, en Estudios Clásicos
n° 110, 1996, en:
http://interclassica.um.es/var/plain/storage/original/application/165c2ecb0a1d420cc08c7c20e9
a4b847.pdf
43
Pointing, Clive: "Historia verde del mundo", op. cit.
44
Platón: "Critias", Madrid, 1945.
45
Hesíodo: “Los trabajos y los días”, op. cit
46
Homero: "La Odisea", Ed. Iberia, Barcelona, 1952.
47
Toynbee, Arnold: "Estudio de la historia", T.I. Planeta-Agostini, Madrid, 1985.
48
Kolb, Frank: "La ciudad en la Antigüedad", op. cit.
114

49
Es conocido por haber sido el escenario de la película “Poderosa Afrodita”, de Woody Allen.
50
Norberg-Schulz, Christian: "Arquitectura occidental: la arquitectura como historia de formas
significativas", Arquitectura ConTextos, Ed. Gustavo Gili S.A. Barcelona, 1972.
51
https://es.wikipedia.org/wiki/Amimone
52
Braudel, Fernand: “El Mediterráneo y el mundo Mediterráneo en la época de Felipe II”, op.
cit.
53
Cit. en: Kolb, Frank: "La ciudad en la Antigüedad", op. cit.
54
Salles, Catherine: "Los bajos fondos de la Antigüedad", Ed. Granica, Buenos Aires, 1983.
55
Tucídides: “Historia de la Guerra del Peloponeso”, en:
https://civilizacionclasica2011.wikispaces.com/file/view/TUCIDIDES.+Historia+de+la+Guerra
+del+Peloponeso.pdf
56
Dagnino S., Jorge: “Nota Histórica: ¿Qué fue la plaga de Atenas?”, en Revista Chilena de
Infectología, versión impresa ISSN 0716-1018 Rev. chil. infectol. vol.28 no.4 Santiago ago.
2011.
57
Hipócrates: “Airs, Waters, Places”. Selección de textos. W.H.S. Jones (ed.). Cambridge,
Harvard University Press, 1948. Reproducido de El Desafío de la Epidemiología. O.P.S.
Publicación científica.
58
Littré, Émile: “Colección completa de las obras del grande Hipócrates: Volumen 3”, Madrid,
1 de enero de 1843, Imp. Médica, en:
https://play.google.com/store/books/details?id=fVu4NLKK5LMC&rdid=book-
fVu4NLKK5LMC&rdot=1
59
Boluda, Anna: “La historia clínica ambiental, clave para entender el cáncer infantil”, en:
Revista on line Inspira sobre Salud y Medio Ambiente, Fundación Roger Torné, 6/5/2011, en
http://www.fundrogertorne.org/salud-infancia-medio-ambiente/divulga/inspira-
nuevo/2011/05/06/la-historia-clinica-ambiental-clave-para-entender-el-cancer-infantil/
60
"Corinto: el control del istmo", en: "Arqueología de las ciudades perdidas: Atenas y
Esparta. T. 7", Salvat, Barcelona, 1992.
61
Chierichetti, Sandro: "Capolavori della Sicilia", CO.GRAF. editrice, Milán, s/f.
62
Cicerón, Marco Tulio, cit. en: "Siracusa: la señora de la Sicilia griega", en: Varios Autores:
"Arqueología de las ciudades perdidas: Sicilia y la Magna Grecia. T. 10", Salvat, Barcelona,
1992.
63
Plinio el Viejo: “Tratado de los metales y su naturaleza”, Libro XXXIII.
64
Cit. en: Barba, Álvaro Alonso:” Arte de los metales: en que se enseña el verdadero beneficio
de los de oro, y plata por azogue : Con el tratado de las antiguas minas de España, que escribiò
Alonso Cavillo y Lazo (Descripción breve de las antiguas minas de España”,) 1 de enero de
1770.
65
Sagan, Carl: "Cosmos", Barcelona, Ed. Planeta, 1980.
66
Las póleis son los sistemas organizativos y jurídicos de la época clásica griega. Muchos
autores usan la expresión como sinónimo de ciudad. Sin embargo, pueden corresponder a
115

ciudades como Atenas o a muy pequeños caseríos. Basta con que tengan un ágora donde el
pueblo se reúna para deliberar. La Grecia clásica tenía entre 500 y 700 póleis.
67
Jenofonte: "Ciropedia", Madrid, 1912.
68
"Ciudades de Grecia: la ciudad-Estado", en: "Arqueología de las ciudades perdidas: Atenas
y Esparta", op. cit.
69
Aristóteles: "La política", Buenos Aires, Editorial Tor, 1953.
70
Chueca Goitía, Fernando: "Breve historia de urbanismo", Buenos Aires, Alianza Editorial,
1990.
71
Sheldon, Peter: "Grecia", Ediciones Folio, Barcelona, 1983.
72
Glotz, G.: "La cittá greca", Turín, 1955.
73
de Coulanges, Fustel: “La ciudad antigua”, Buenos Aires, Emecé Editores, 1951.
74
Aristóteles: “La política”, en:
http://fama2.us.es/fde/ocr/2006/politicaAristoteles.pdf
75
Diodoro de Sicilia, cit. en: Salles, Catherine: "Los bajos fondos...", op. cit.
76
Recorrida de campo el autor.
77
Homero: "La Odisea", op. cit.
78
Dal Mazo, Leonardo: "Roma dei Cesari", Bonechi Edizioni, Firenze,1974.
79
Norberg-Schulz, Christian: "Arquitectura Occidental: la Arquitectura como Historia de
Formas y Significados". op. cit.
80
Davis, Kingsley: "La Evolución de las Ciudades Industriales en Occidente", en: Varios
Autores: "La Ciudad, su Origen, Crecimiento e Impacto en el Hombre", Selecciones de
Scientific American, Blume Editora, Madrid, 1976.
81
Para una discusión sobre las estimaciones de población en la Roma clásica, según las
diferentes evidencias, ver: Kolb, Frank: "La Ciudad en la Antigüedad", op. cit.
82
Séneca, Lucio Anneo: "De la Ira", en Obras Completas, Madrid, Aguilar, 1943.
83
Añaños Meza, María Cristina: “La doctrina de los bienes comunes de Francisco de Vitoria
como fundamentación del dominio en el Nuevo Mundo”, en:
http://www.unav.edu/publicaciones/revistas/index.php/persona-y-
derecho/article/viewFile/2707/2578 .
84
Derecho Romano: “Los bienes, concepto y clasificación”, en:
https://chiapasjuridico.wordpress.com/2011/11/12/derecho-romano-los-bienes-concepto-y-
clasificacion/
85
Braunfels, Wolfgang: "Urbanismo occidental", op. cit.
86
Kolb, Frank: "La ciudad en la Antigüedad", op. cit.
87
Virgilio: "Las Geórgicas", Cit. en: Fedeli, Paolo: "La naturaleza violada. Ecología y mundo
romano", op. cit.
116

88
Fedeli, Paolo: "La naturaleza violada. Ecología y mundo romano", op. cit.
89
Braunfels, Wolfgang: "Urbanismo occidental", op. cit.
90
Toynbee, Arnold: "Estudio de la historia", op. cit.
91
Grimberg, Carl: "Las invasiones bárbaras", en Historia Universal, tomo 12, Sociedad
Comercial y Editorial Santiago, Santiago de Chile, 1995.
92
Braudel, Fernand: “El Mediterráneo y el mundo Mediterráneo en la época de Felipe II”, op.
cit.
93
Damos por conocido el origen no natural (antrópico) de las inundaciones urbanas. Para una
ampliación de esto, ver: Chow, Ven Te: "Hydrologic Cycle", en Enciclopaedia Britannica, T.
9, 1980. Y también:
94
Vigil, Carlos Aurelio: "Recursos Naturales y Desarrollo Regional en Argentina", UBA,
Cátedra de Recursos Naturales del Ciclo Básico Común, 1986.
95
Dion Cassius, cit. en: Salles, Catherine: "Los bajos fondos de la antigüedad", op. cit
96
Kolb, Frank: "La ciudad en la Antigüedad", op. cit.
97
Suetonio, Cayo: "Los Doce Césares", Ed. Sarpe, Madrid, 1985.
98
Cit. en: Fedeli, Paolo: "La naturaleza violada. Ecología y mundo romano", op. cit.
99
Tácito: "Anales", cit. en: Fedeli, Paolo: "La naturaleza violada. Ecología y mundo
romano", op. cit.
100
Kolb, Frank: "La ciudad en la Antigüedad", op. cit.
101
Juvenal: "Sátiras", Madrid, Aguilar, 1956.
102
Arístides, Elio (117-189 DC), cit. en: Braunfels, Wolfgang: "Urbanismo occidental", op. cit.
103
Montagut, Eduardo: “Los problemas de la vivienda popular en Roma”, en:
http://www.nuevatribuna.es/articulo/cultura---ocio/problemas-vivienda-popular-
roma/20150508104618115719.html
104
Suetonio, Cayo: "Los doce césares", op. cit.
105
Tácito: "Anales", XV, 43.
106
Hughes, Donald: "La ecología en las civilizaciones...", op. cit.
107
Horacio: “Libro de los Epodos”, Elogio de la vida campestre, II, 1-8.
108
Para un tratamiento análogo sobre el contraste entre la práctica agrícola y la nostalgia de
las viejas épocas de pastoreo nómada (por ejemplo, en la historia de Caín y Abel) en el
Antiguo Testamento, ver: Brailovsky, Antonio Elio: "La ecología en la Biblia", Buenos Aires,
Ed. Planeta, 1994 y Ed. Milá-Fundación Vida Silvestre Argentina, 2005.
109
Juvenal, Décimo Junio: "Sátiras", cit. en: Zeballos de Sisto, María Cristina: "¿Adónde
vamos con tanto ruido?", Buenos Aires, 1988, inédito.
110
Marcial: "Epigramas", en: "Obras completas", Madrid, Aguilar, 1965.
111
Juvenal: “Sátiras”, op. cit.
117

112
Suetonio, Cayo: "Los doce césares", op. cit.
113
Organización Mundial de la Salud - Oficina Sanitaria Panamericana: "Riesgos del
ambiente humano para la salud", Washington, 1972.
114
Vitruvio: "De la arquitectura", 8,11. Buenos Aires, Apuntes de la Cátedra de Historia de la
Arquitectura, UBA, mimeogr, 1972.
115
Son los síntomas de una variedad de paludismo.
116
Tito Livio: "Historia romana", XLI, 21; 5-7. Buenos Aires, El Ateneo, 1957.
117
Salles, Catherine: "Los bajos fondos de la Antigüedad", op. cit.
118
Apuleyo, Lucio: “La Metamorfosis o El asno de oro: Las Floridas ; El demonio de Sócrates”
Editorial Iberia, 1955.
119
Guardaparques del P.N. Iguazú, comunicación personal, julio de 1994.
120
Fedeli, Paolo: "La naturaleza violada. Ecología y mundo romano", op. cit.
121
Suetonio, Cayo: "Los doce césares", op. cit.
122
Fedeli, Paolo: "La naturaleza violada. Ecología y mundo romano", op. cit. Cómodo es el
Emperador al que se enfrenta Russell Crowe en la conocida película “Gladiador”. Todo indica
que el director Ridley Scott no exageró: el Emperador era tan malvado como allí aparece.
123
Sobre la relación entre caza y disminución de las poblaciones animales en estado salvaje,
según los respectivos nichos ecológicos, ver: Owen, Oliver: "Conservación de recursos
naturales", México, Ed. Pax, 1977.
124
Sobre la relación entre presión de caza y extinción de poblaciones o especies, ver la
discusión en: Ehrlich, P.R. y Ehrlich, A.H.: "Extinción", Biblioteca Científica Salvat,
Barcelona, 1981. De ambos textos puede deducirse como muy significativo el impacto del circo
romano sobre la fauna silvestre.
125
Dragotta, Ana María: "Piazza Armerina: les mosaiques de la Villa du Casale". Ed. Poligraf,
Palermo, Italia, 1985.
126
Cousteau, Jacques-Ives: "Enciclopedia del mar", Buenos Aires, Hyspamérica, 1983.
127
Heródoto: "Los nueve libros de la historia", op. cit.
128
Kolb, F.: "La ciudad ...", op. cit.
129
Kolb, F.: "La ciudad ...", op. cit.
130
Por ejemplo, Graves cita a Catón el Censor, quien en su "Manual de agricultura"
recomienda a los propietarios vender a los bueyes, ovejas y esclavos viejos y enfermos. En:
Graves, Robert: "Yo, Claudio", Ediciones Orbis, Barcelona, 1988.
131
Suetonio, Cayo: "Los doce césares", op. cit.
132
Plinio el Viejo: "Historia natural", XXXI, I, cit. en: Varios autores: "El agua en el mundo
antiguo", Ministerio de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente - Centro de Estudios
Históricos de Obras Públicas y Urbanismo, Madrid, 1993.
118

133
Recorrida del autor a los túneles de Nápoles, enero de 1992.
134
Procopio de Cesárea, “Los edificios”.- Libro II, en:
http://interclassica.um.es/investigacion/hemeroteca/e/estudios_orientales/numero_7_2003/proc
opio_de_cesarea_los_edificios_libro_ii
135 "Constantinopla: La "Roma" de Oriente", en: Varios Autores: "Arqueología de las
ciudades perdidas: vol. 24. Norte de Africa II. Constantinopla", Barcelona, Salvat Editores,
1992.
136
Recordemos que: 20 mil metros cúbicos equivalen a una pileta de 100 x 100 metros, con
una profundidad de 2 metros. En Buenos Aires, el Palacio de las Aguas Corrientes, ubicado
en Córdoba y Riobamba (e inaugurado en 1894) tiene tanques con una capacidad para
almacenar 72.700 metros cúbicos de agua potable (datos de: Pogoriles, Eduardo: "La historia
de un edificio emblemático de Buenos Aires", en Clarín, 30/12/1996).
137
Vitruvio: "De la arquitectura...", op. cit.
138
Fujol Martha: "Arquitectura solar", apuntes de la Cátedra de Ecología y Medio Ambiente
de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Belgrano, Buenos Aires, 1990.
139
de Coulanges, Fustel: “La ciudad antigua”, op. cit.
140
Al respecto, véase mi libro: “Historia ecológica de Iberoamérica, de los mayas al Quijote”,
Buenos Aires, Ed. Kaicrón-Le Monde Diplomatique, Buenos Aires, 2005.
141
“Historia del urbanismo en Roma”
142
Casson, Lionel: "Los antiguos marinos", Buenos Aires, Paidós, Biblioteca de Cultura
Clásica, 1969.
143
Wikipedia, artículo “Alejandría”, en: https://es.wikipedia.org/wiki/Alejandr%C3%ADa
144
Cit. en: Kolb, F.: "La ciudad...", op. cit.
145
Cit. en: Chaunu, Pierre: "Historia y población: un futuro sin porvenir", México, Fondo de
Cultura Económica, 1982.
146
Chaunu, Pierre: "Historia y población...", op. cit.
147
Chaunu, Pierre: "Historia y población...", op. cit.
148
Suetonio, Cayo: "Los doce césares", op. cit.
149
Toynbee, Arnold: "Estudio de la historia", op. cit.
150
Pirenne, Henri: "Las ciudades de la Edad Media", Buenos Aires, Alianza Editorial, 1992.

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