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LOS PREJUICIOS SISTÉMICOS

Entrevista a Gianfranco Cecchin (*)


Por Claudio Des Champs y Fernando Torrente

¿Es posible que todas las nociones de sistemas, circularidad y los intentos por ampliar el
contexto de nuestras visiones, recaigan indistintamente en nuevos esquemas cerrados y nuevas
lentes que acoten el marco de nuestras lecturas? ¿Cómo operar en la telaraña del lenguaje y de
nuestra estructura cognitiva, que nos obligan a forjar herramientas sólo para después
desecharlas? Estos interrogantes entre otros, pudimos discutirlos con el destacado terapeuta
familiar Gianfranco Cecchin quien con su humor y su capacidad para el diálogo, además de sus
ideas, nos mostró una senda para salir del encierro de nuestras propias construcciones. (1)

Perspectivas Sistémicas: ¿Podría desarrollar su idea acerca de los prejuicios en la visión


sistémica y de cómo éstos funcionan?

Gianfranco Cecchin: Es imposible no mirar la realidad a través de lentes, y esas lentes son una
serie de prejuicios que uno aprende con los años: experiencias personales, de la familia, de la
escuela, y que comienzan a ser la forma en que uno mira la realidad. Cuando uno es chico
aprende a mirar con esas lentes, a saber qué está bien y qué está mal, qué es útil, qué es inútil,
a fin de distinguir la realidad. Esta distinción es construida por nuestro cerebro. Pero esto no es
preciso, nuestra máquina no es precisa; sólo interpretamos lo que vemos, le damos un
significado. Una de las características de los seres humanos es que otorgamos significado a las
cosas. Probablemente si uno toca esto y todos lo tocan vamos a estar de acuerdo en que esto
existe, pero el significado es individual, proviene de cada uno. Por supuesto que uno aprende a
interpretar la vida en la conversación con otras personas. Por eso, a menudo, los prejuicios no
son personales sino del grupo.

PS: ¿Y en cuanto a los "prejuicios sistémicos"?

GC: Son, básicamente prejuicios que usamos para hacer terapia de una manera sistémica. No
pensar en sistema implica pensar en forma de causa-efecto, buscando cuál es la causa de algo,
la verdad o la realidad. Si uno adopta los "prejuicios sistémicos", ya no cree que pueda encontrar
la realidad, lo único que encuentra son patrones, relaciones, cómo la gente se conecta entre sí y
también su forma de ver las cosas. El prejuicio es la única manera de mirar las cosas, de mirar la
realidad para reflejar las relaciones entre las cosas en la reacción de cada uno.

PS: ¿Estos prejuicios sistémicos están en el mismo nivel de prejuicios que otros? Por ejemplo, la
epistemología lineal o la epistemología que cree en la verdad, ¿está en el mismo nivel que una
epistemología que postula que sus propios prejuicios son temporarios?

GC: Los prejuicios con los que la gente ve la realidad a menudo no se llaman prejuicios. La
gente los llama "yo sé". Cuando uno habla de prejuicios está asumiendo al mismo tiempo que
son temporarios, que provienen de la propia experiencia, que nos son reales. Un prejuicio es
algo que uno tiene en la cabeza, es un juicio previo, anterior a ver las cosas.

PS: ¿Es por eso que usted usa esos nombres tan provocativos?

GC: Es un mensaje para mí y para los demás de que esa no es la verdadera forma de mirar las
cosas. Para la mayoría de la gente, su manera de mirar la realidad es la correcta. Pero si la
llama "prejuicio" ya está aceptando que es algo personal. Y en ocasiones puede ser
desagradable, negativo. Por ejemplo, usted decide que todos los negros son malos. Y entonces
no puede advertir que estas personas son excluidas porque usted piensa de esta manera. De
modo que el propio prejuicio crea el problema.

El prejuicio del prejuicio vs. "la curiosidad"

PS: ¿Podría ser que estos prejuicios fueran prejuicios de segundo orden? Porque son prejuicios
sobre prejuicios...

GC: Sí, pienso que sí. Se trata de una meta-explicación. El nombre, en sí mismo, es una manera
de referir a un segundo orden, de forma reflexiva.

PS: Usted dijo en la conferencia que uno de estos prejuicios en la visión sistémica es prestar
atención a cómo funciona el sistema, y la curiosidad es la forma en la que ingresamos al
funcionamiento del sistema. ¿Cómo funciona la curiosidad?

CG: En primer lugar si uno ve la realidad como un sistema, autoorganizado, autopoiético,


entonces uno se mantiene alejado de la idea del cambio cada vez que ve un sistema. Lo único
que uno puede hacer es intercambiar, interactuar con él, ser curioso respecto de él. Entonces, en
lugar de pretender la neutralidad en la que se creía en el pasado, uno sabe que va a interferir y
lo hace observando, tocando, estando allí. La única posición que para mí tiene sentido es la de
mostrarse curioso al respecto. Y mostrarse curioso tiene un efecto, es interferir en la realidad. Da
curiosidad saber cómo funciona la gente, no buscar qué está bien y qué está mal, sino ver cómo
es. Entonces uno es sistémico si respeta los sistemas; si quiere cambiarlos no los respeta:
piensa que deberían ser diferentes y además cree saber cuál es el sistema correcto. Y esto es
imposible porque somos parte de los sistemas, no podemos inventar un sistema. Sólo puede
hacerlo Dios, si existe... Pensar que podemos controlar los sistemas es un error epistemológico.
Lo único que podemos hacer es estar concientes, observar, ser curiosos, y tener respeto por
cómo es el sistema, "respeto sistémico".

El dilema del Cambio en la terapia sistémica

PS: La noción de cambio ha sido muy importante en la historia de la visión sistémica. Usted
afirma que la posición de terapeuta, al menos al principio, tiene que ser la de no intentar cambiar
el sistema. Otra idea provocativa...

GC: Este es otro prejuicio: el cambio siempre se produce. Todo cambia: la familia, la sociedad, el
mundo físico, todo se mueve permanentemente. El problema aparece cuando el sistema deja de
moverse. Es entonces cuando la gente viene a vernos; a menudo la gente tiene conductas
repetitivas, repite patrones de comportamiento y esto los hace sufrir porque no es natural. Y
nuestro trabajo es hacerlos moverse otra vez. Después el cambio viene solo. El cambio es
consecuencia del movimiento. Yo no busco el cambio, busco que la gente no se quede quieta,
que se mueva otra vez. El cambio lo produce la persona, no yo.

PS: ¿Cómo hace para lograr ese movimiento?

GC: Siguiendo esta teoría, lo primero es que si uno muestra interés y curiosidad al respecto, esto
es ya una intervención, porque la gente necesita asegurarse de que lo que hace tiene sentido;
entonces, si uno demuestra interés, connota positivamente lo que están haciendo, hay
posibilidades de quedar incluido, de no quedar afuera. Conocemos la culpa. Sabemos que el
culpar a otros o a sí mismo es una forma de quedarse quieto. Por lo tanto la idea es disminuir el
nivel de culpa, y la curiosidad acerca de cómo funcionan las cosas puede ayudar en esto. La
curiosidad y la connotación positiva en relación al sistema tal como es hacen que se produzcan
esos movimientos. Esto es teoría; en última instancia es otro prejuicio el pensar que la culpa
favorece la inmovilidad. La culpa no es una idea sistémica, porque uno no se hace responsable:
culpa a la esposa, al esposo, a los padres, a la sociedad, siempre es otro el responsable.
Entonces uno nunca puede participar en la creación del sistema en movimiento, uno participa
bloqueando el movimiento. Si uno culpa a otra persona, entonces no sucede nada.

PS: Las preguntas circulares son una poderosa intervención...

GC: Sí, así es. Un elemento es la curiosidad, otro es disminuir el nivel de culpa; y el otro, la
pregunta circular, que tiene el efecto de conectar todo, porque una de las ideas no-sistémicas es
que la gente está separada de los demás, cada uno es una individualidad separada de los otros,
el padre, la madre, todos son diferentes personalidades que están juntas por error... En cambio
las preguntas circulares conectan a unos y otros en el presente, en el pasado, en el futuro. Eso
hace que las cosas circulen. La conexión es lo más natural porque es así como funciona el
sistema. Las preguntas circulares muestran estas cosas, hacen que las personas sean
concientes de las conexiones.

PS: Usted afirma que la culpa es una de las cuestiones que produce sufrimiento. La idea de la
culpa implica que alguien está equivocado dentro del sistema. Cuando uno cree que alguien está
equivocado generalmente lo culpa...

GC: También implica responsabilizar a alguien de lo que le pasa al sistema, por lo tanto usted se
libra de su propia responsabilidad. Culpar significa atribuir responsabilidades, considerar que
alguien es la causa de algo. La idea sistémica es: "¿de qué te sirve perder el tiempo echándoles
la culpa a los demás?". Uno, puede hacer preguntas del tipo: "¿Cuánto tiempo se la pasa
culpando?, ¿qué piensa la gente de usted cuando hecha culpas?, ¿qué efectos tiene?".
Entonces la persona se da cuenta.

PS: ¿Tiene usted alguna definición de lo que es una pregunta circular?

GC: "Circular" no es la palabra correcta. Necesitamos otra palabra. Estas son preguntas que
crean conexiones. Uno crea conexiones a través de esas preguntas, sin hacer afirmaciones. Y
básicamente, uno no espera respuestas, no le importa si le responde o no.

PS: Es muy interesante. La gente se enoja mucho cuando le decimos que hable en primera
persona, que diga "yo". Entonces es muy difícil echar culpas. ¿Cómo maneja usted las
situaciones en las que los pacientes piden cambios en alguna parte del sistema?

"¿Porqué no termina la terapia Dr. Cecchin?"

GC: Por ejemplo, una madre que le pide al hijo que cambie. Entonces uno le pregunta:
"¿Cuándo comenzó a pedirle todo el tiempo que haga esto o lo otro?". Y al hijo se le pregunta:
"¿Cuándo decidiste desobedecer a tu madre?". Así se le da la responsabilidad al chico, él
decidió desobedecer. Y a la madre: "¿Cuándo decidió no desistir nunca de hacer algo?". Estoy
interesado en la interacción, no quiero que él cambie, no hay que obsesi onarse con el cambio.
Supongan que uno no logra que cambie, ¿qué pasa? Básicamente, el cambio real es lograr que
la madre deje de pedir que el hijo cambie. Es la misma cuestión: nosotros no tenemos que
pretender que ellos cambien. El problema es que los chicos pretenden que los padres cambien,
los padres pretenden que los hijos cambien. En verdad, en algunas terapias se introduce el
prejuicio sistémico en la cabeza del paciente. Uno no puede cambiar a la gente; uno tiene que
respetarla. Si uno trata de cambiar a alguien, no se da cuenta de que está contribuyendo a que
no cambie.

PS: ¿Se puede introducir este proceso, este prejuicio sistémico en una terapia breve?
GC: Sí, excepto si usted se obsesiona con la idea de que la gente cambie rápido. Nosotros
estamos en una posición cómoda porque podemos decirle: "Vuelva en seis meses, vuelva en un
año". Pero de acuerdo con este prejuicio, habitualmente la movilidad se produce muy
rápidamente. Aunque no siempre, a veces, toma más tiempo, porque uno comete errores, le
echa la culpa a alguien, o empuja demasiado a alguien, es decir, uno mismo inmoviliza la
situación. Pero si uno es curioso, se interesa en las conexiones, entonces hay muchas
posibilidades de que la terapia breve funcione. Pero uno no tiene que obsesionarse con que
debe ser breve, porque entonces no nos van a pagar más...

PS: Tiene que tomarse tiempo para ser breve...

GC: Sí, eso es cómodo. Por ejemplo como un caso que tuve: la mujer venía desde hacía dos
años, el hijo era esquizofrénico y ya estaba mejor, y entonces el grupo de estudiantes me
preguntó:

"¿Por qué no termina la terapia?". Les respondí: "No puedo encontrar la forma. Pidámosle que
vengan". Entonces llamamos a la familia, la pusimos detrás del espejo y uno del grupo les dijo:
"Mi colega ti ene un problema. ¿Por qué no termina la terapia? ¿Qué pasa?". Entonces
comenzamos a interactuar con esa idea, y mi colega preguntó: "¿Qué es lo que Cecchin está
haciendo mal, que no puede terminar la terapia?. El problema era que mi colega venía a estudiar
terapia breve... La mujer decía: "No, yo necesito hablar". El problema se da cuando uno se
vuelve parte del sistema. Entonces el grupo ayuda. Yo les dije: "Tengo un problema con esta
terapia que no termina nunca", porque nuestra teoría dice que si no termina algo está mal. Lo
podemos discutir, ¿no? Podemos dejar durante un año y luego retomar con otra terapia breve...

Temporalidad y diagnóstico

PS: El tiempo es una variable muy importante en este esquema...

GC: Por supuesto. Hay terapia breve, terapias largas, depende de cuánto tiempo te lleve
mejorar. Tenés que castigarte... Pero ¿cuántos años de castigo pensás que mereces? ¿Dos
años, tres años? Si pensás que son dos años, te puedo ayudar a sufrir durante los mismo
(risas)... No, seriamente... Muchas veces el paciente realmente sufre durante dos años. Parece
loco sufrir durante dos años, pero... Si se ríen, en verdad están mejor. El humor es muy
importante.

PS: Me gustaría que comentara algo que dijo durante la conferencia, cuando en un caso le dijo a
la mujer: "Yo le creo que será una madre incompetente durante los próximos cinco meses".

GC: La idea es: "Yo te creo. Me has demostrado hasta aquí que eras incompetente, te has
comportado de forma incompetente". Por lo tanto te creo. Te dí algunos meses, ahora te creo,
creo que sos incompetente. Me convenciste. Felicitaciones. Vos sos la responsable de hacerme
creer. Siempre estás a tiempo de dejar de comportarte de forma incompetente y hacer otra cosa.
Y yo soy responsable de creer. Por lo tanto existen dos responsabilidades. No estoy aquí para
curarte; cada uno tiene la responsabilidad que le corresponde. Es una conexión interesante. El
tiempo es importante: tres o cuatro meses por ejemplo. La idea de una temporalidad es
importante para el prejuicio. Acá tengo un caso real de abuso, o de violencia, o de suicidio, así
que por el momento lo creo. Me hago responsable, pero esto es temporario porque después voy
a discutirlo. Si yo me quedo en ese diagnóstico para siempre entonces me vuelvo peligroso,
¿no?

PS: Es un buen concepto para los terapeutas...

"Ser Libres...
GC: Es ser libres. No creer que cuando uno descubre algo va a ser siempre así. El problema en
la terapia es que cuando uno hace el diagnóstico al principio, tiende a conservar la misma idea
hasta el final.

(*) Gianfranco Cecchin fue uno de los más importantes terapeutas familiares de Europa, miembro del grupo original que junto a
Mara Selvini Palazzoli, Luigi Boscolo y Giuliana Prata, dio lugar al modelo de terapia familiar de la escuela de Milán. Hasta el
día de su reciente fallecimiento, dirigía el Centro Milanese di Terapia Della Famiglia di Luigi Boscolo y G. Cecchin , en la ciudad
de Milán, Italia. Miembro del Comité Editor de numerosas publicaciones del campo de la terapia familiar. Conferencista de
renombre internacional y profesor invitado en Latino América, Estados Unidos y Europa.

(1) La entrevista fue realizada durante las conferencias de Terapia Breve realizadas en San Pablo, Brasil, en el mes de Julio de
1996 con el auspicio de la Milton Erickson Foundation y la empresa Workshopsy

Este artículo fue publicado en Perspectivas Sistémicas Nº 43 septiembre / octubre 1996

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