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COLOMBEIA

1764-1810

Segunda edición del Archivo del General Francisco


de Miranda. Nueva publicación en curso llamada
“Colombeia”, reestructurada, ampliada, reordenada
cronológicamente y traducida al español. Ediciones
de la Presidencia de la República, con el beneplácito
de la Academia Nacional de la Historia de Venezuela.
TOMOS ELABORADOS

Primera Sección

Tomo I, Miranda Súbdito Español, 1750-1780


Tomo II, Miranda Súbdito Español, 1780-1783

Segunda Sección

Tomo III, El Viajero Ilustrado, 1783-1785


Tomo IV, El Viajero Ilustrado, 1785-1786
Tomo V, El Viajero Ilustrado, 1787
Tomo VI, El Viajero Ilustrado, 1787-1788
Tomo VII, El Viajero Ilustrado, 1788
Tomo VIII, El Viajero Ilustrado, 1788-1790

Tercera Sección

Tomo IX, Revolución Francesa, 1790-1792


Tomo X, Revolución Francesa, 1792
Tomo XI, Revolución Francesa, 1793
Tomo XII, Revolución Francesa, 1793
Tomo XIII, Revolución Francesa, 1793
Tomo XIV, Revolución Francesa, 1793
Tomo XV, Revolución Francesa, 1793
Tomo XVI, Revolución Francesa, 1793-1794
Tomo XVII, Revolución Francesa, 1795-1797

Cuarta Sección

Tomo XVIII, Negociaciones, 1797-1799


Tomo XIX, Negociaciones, 1799-1801
Tomo XX, Negociaciones, 1801-1803
Archivo Original del General Francisco de Miranda
Academia Nacional de la Historia de Venezuela
Selección de textos
Gloria Henríquez
Miren J. Basterra

Tomo II
Doc. 323
Certificación del Gobernador de La Habana,
Juan Manuel de Cagigal

Don Juan Manuel de Cagigal y Monserrat, Caballero del Orden


de Santiago y Comendador de Ballesteros en la de Calatrava;
Teniente General de los Reales Ejércitos y Superintendente de la
Renta de Tabacos; Juez Protector de la de Correos Marítimos y
Terrestres y de la Real Compañía; Gobernador y Capitán
General Interino y por vía de Comisión de la Isla de Cuba y
ciudad de San Cristóbal de La Habana, etc.

CERTIFICO: Que el Teniente Coronel don Francisco de


Miranda, Capitán del Regimiento de Infantería de la Princesa,
destinado últimamente al de Aragón, ha servido bajo mis
órdenes en el expresado Regimiento de la Princesa todo el
tiempo que fui Coronel de este Cuerpo, y en calidad de mi
Edecán en la expedición que salió de Cádiz el 28 de marzo de
1780 [28 de abril]... En el desembarco de nuestras tropas en las
Islas de Dominica, Guadalupe, etc... En los aprestos que en La
Habana se han hecho y puesto a mi cuidado por el Exmo. Señor
Comandante General Don Victorio de Navia, para el embarco de
toda la artillería y ejército principal de operaciones en
América... En la Expedición que bajo mis órdenes salió de La
Habana el 9 de abril próximo pasado, para reforzar y auxiliar el
ejército de Su Majestad, que a las órdenes del Mariscal de
Campo Don Bernardo de Gálvez sitiaba la Plaza de Pensacola,
en cuyo sitio y rendición, como igualmente en todas las
anteriores comisiones, ha servido a mi vista con el mayor celo,
valor, actividad y buena conducta en cuanto se ha ofrecido y yo
le he mandado, concerniente al Real servicio; habiendo servido
también con igual distinción en la defensa de la Plaza de
Melilla...

Y últimamente ha sido enviado con pleno poder y facultades por


esta Capitanía General a la Jamaica, a fin de establecer un Cartel
para el Canje de prisioneros españoles y británicos, entre las
Islas de Cuba y Jamaica, cumpliendo en todo, como igualmente
en varias otras graves e importantes comisiones reservadas del
Real servicio que al mismo tiempo se le encargaron, con aquel
celo, actividad, penetración y conocimiento que le caracterizan
de un buen oficial, y sirven de honor y lustre a su profesión. Por
todo lo cual, le recomiendo muy particularmente y le juzgo
acreedor a los ascensos y empleos que la Real bondad de S.M.
quiera dispensarle. Habana, 6 de enero de 1782

Juan Manuel de Cagigal


T. III, f. 198 Viajes.

***

Tomo II
Doc. 481
De Miranda a Juan Manuel de Cagigal

16 de abril de 1783
Confidencial
Exmo. Señor

Mi más venerado amigo y favorecedor:

Por carta de oficio que con esta fecha escribo a V., habrá visto
mi resolución de pasar al Norte de América y los motivos que
me han movido a ello. Ahora me resta prevenirle, que siendo los
designios de nuestros contrarios tan manifiestamente
depravados, no es regular desistan del empeño, malogrado su
premeditado golpe, sin tocar primero otros resortes a fin de
conseguir su intento; y así es indispensable, que sin pérdida de
tiempo, informe V.E. a la Corte, para que con esta prevención,
aguarden a lo menos por lo que yo escriba antes de resolver.

Unido siempre al partido en todas estas emergencias, por


elección y por justicia, seguiré constante hasta el fin y como he
dicho a V., esperaré su aviso en Filadelfia antes de tomar
resolución alguna. Me prometo que no perdonando V. diligencia
para el acertado manejo del negocio, tendré cuanto antes esta
noticia con todo el buen éxito que es de esperarse.

Sin embargo, para que V. proceda con todo aquel conocimiento


que es indispensable en los asuntos, a fin de que salgan
conformes con la idea del interesado, le diré que la mía, en
dirigirme a los Estados Unidos de América, no sólo fue por
sustraerme a la tropelía que conmigo se intentó, sino para dar al
mismo tiempo principio a mis viajes en países extranjeros, que
sabe V. fue siempre mi intención concluida la guerra; con este
propio designio he cultivado de antemano con esmero los
principales idiomas de Europa que fueron la profesión en que
desde mis tiernos años me colocó la suerte y mi nacimiento.
Todos estos principios (que aún no son otra cosa), toda esta
simiente que con no pequeño afán y gastos se ha estado
sembrando en mi entendimiento por espacio de treinta años que
tengo de edad, quedaría desde luego sin fruto ni provecho por
falta de cultura a tiempo. La experiencia y conocimiento que el
hombre adquiere, visitando y examinando personalmente con
inteligencia prolija en el gran libro del universo; las sociedades
más sabias y virtuosas que lo componen; sus leyes, gobierno,
agricultura, policía, comercio, arte militar, navegación, ciencias,
artes, etc..., es lo que únicamente puede sazonar el fruto y
completar en algún modo la obra magna de formar un hombre
sólido y de provecho!
Así he de merecer a V. que si pudiese por sí solo transigir mis
asuntos, respecto a tener en su poder documentos suficientes
para ello, me consiga de Su Majestad una Real Licencia para
pasar por cuatro años a Inglaterra, Holanda, Francia, Alemania,
Italia, etc., a viajar y perfeccionar mi incompleta educación.

Finalmente, en manos de V. quedan mi honor, mi suerte y mi


fidelidad futura; ¡ningunas más sagradas y más propias para el
depósito que las de mi mejor amigo! Dios me conceda el acierto
y a V. prospere y guarde felicísimos años que desea su fiel y
constante amigo,
Miranda
T. VII, f. 189 Viajes.

***

Tomo V
Doc. 813
Copia de la carta circular del Conde de Bezborodko, Ministro de
Asuntos Extranjeros, al Embajador de Su Majestad Imperial en
Viena, Príncipe de Galitzin, y a los Ministros en París, Londres,
La Haya, Copenhague, Estocolmo, Berlín y Nápoles, fechada en
Kiev el 22 de abril de 1787. [Entregada a Miranda en San
Petersburgo en agosto]

El Conde de Miranda, Coronel al servicio de Su Majestad


Católica, habiendo llegado a Kiev durante la estancia de la
Emperatriz en dicha ciudad, tuvo el honor de ser presentado a
Su Majestad Imperial y de conciliarse, por sus méritos y
cualidades distinguidos, y entre otros, por los conocimientos
adquiridos durante sus viajes por los diferentes continentes del
globo, la benevolencia de nuestra Augusta Soberana.

Su Majestad Imperial, queriendo dar al señor de Miranda una


muestra señalada de su estima y del interés particular que le
profesa, ordena a V.E., cuando reciba la presente carta de mi
parte, conceder a este oficial un recibimiento conforme al caso
que ella misma hace de su persona, testimoniándole todos los
cuidados y atenciones posibles, dándole su asistencia y
protección cada vez que lo necesitare y cuando quiera él mismo
recurrir, y finalmente, ofreciéndole, llegado el caso, su propia
casa por asilo.

La Emperatriz recomendándole, Señor, este Coronel de una


manera tan distinguida, ha querido demostrar hasta qué punto
ella aprecia el mérito donde lo encuentra y que un título
indefectible ante ella, para poder aspirar de preferencia a sus
bondades y a su alta protección, es el de poseer tantos méritos
como el Señor Conde de Miranda. Tengo el honor de ser, etc.

P.S. Siendo voluntad de la Emperatriz que el contenido de esta


carta quede en el secreto impenetrable, me apresuro, Señor, en
comunicar a V.E. sus órdenes.

T. XI, f. 177 Viajes.


Traducido del francés.
***

Tomo V
Doc. 820
De Miranda a la Emperatriz Catalina II

San Petersburgo, 15 de agosto de 1787


(Viejo estilo)
(Copia)
Señora:

Que Vuestra Majestad Imperial se digne permitir que ofrende a


sus pies estas humildes expresiones de mi profundo
agradecimiento por todos los favores y bondades que V.M. se ha
dignado concederme desde que tuve la dicha de serle presentado
en Kiev, y que han penetrado de tal modo en mi alma que no
podré sino quedar inviolablemente atado a su Augusta Persona.

Solamente un gran e interesante asunto, como el que me ocupa


actualmente, sería capaz de hacerme diferir el agradable y dulce
placer de poder, por mis servicios, pagar en parte lo que debo a
la benevolencia de Vuestra Majestad, y de compartir con sus
súbditos las ventajas inestimables e insignes de que goza la
sociedad bajo su ilustre y glorioso reinado. Pero en cuanto mis
compromisos sean fielmente cumplidos en otra parte, como tuve
el honor de comunicar a V.M. por el señor General Mamonov
en Kiev, me atrevería a recordarle su promesa y espero que su
bondad se dignaría aceptar los modestos servicios de un hombre
sincero que no busca en todas estas gestiones sino el beneficio y
la felicidad de los demás.

La protección que la magnanimidad de V.M.I. ha querido


concederme, será siempre un nuevo motivo para que mis
acciones resulten tan correctas como me sea posible, y no dudo
de que bajo tales auspicios mis deseos serán perfectamente
realizados, a pesar de todas las invectivas de la cábala de un
partido combinado.

La Letra de Crédito que V.M. ha tenido a bien agregar, será


utilizada juiciosamente en caso de necesidad y siempre
satisfecha por mi parte, teniendo el honor de considerarme con
sincero agradecimiento y profundo respecto de V.M.I., el más
humilde y muy obediente servidor.

Francisco de Miranda
T. XI, f. 167 Viajes.
Traducido del francés.

***
Tomo VIII
Doc. 1098
De Miranda al Conde de Floridablanca

Londres, 15 de julio de 1789

Exmo. Señor
Muy Señor mío:

Sírvase V.E. dispensarme el que, al cabo de la jornada, le


recuerde mi carta de 1º de agosto de 1785 por donde tuve el
honor de informarle, captando su beneplácito, mi resolución de
pasar a Prusia con el fin de asistir a las Revistas generales que el
difunto Rey Federico II pasó a sus ejércitos, que conseguí
efectivamente mediante el permiso y benigna acogida que
merecí de S.M.

De aquí seguí a Sajonia, Bohemia, Austria, Hungría, etc., con el


propio objeto y, mediante la asistencia de los ministros de
España en estos parajes, logré satisfacer igualmente mis deseos
por lo que mira a tropas, campamentos y asuntos militares.
Después bajé a Italia, donde la historia, antigüedades, las bellas
artes y literatura me detuvieron cerca de un año que viajé en ella
incógnito.

Pasé luego al continente de la antigua Grecia, sus islas,


archipiélago, Egipto, Asia Menor y hasta Constantinopla, cuyos
países no son menos interesantes por todos términos que los
antecedentes. Atravesando el Mar Negro, fui a desembarcar a
Otchakov y después a Kherson; di vuelta a la Táurida en
compañía de S.A. el Príncipe de Potemkin que me hizo ver
además el ejército ruso, que allí estaba a la sazón, y con
amistosa instancia me obligó a ir a Kiev, donde fui por él
presentado a S.M. la Emperatriz de las Rusias, que me acogió
con suma benevolencia honrándome de mil distinciones. A su
Majestad el Rey de Polonia, que vino a Kaniev, visité
igualmente, y siguiendo mis viajes hacia el Norte, fui a Moscú,
San Petersburgo, Finlandia y Laponia.

Pasé el Báltico y desembarqué en Estocolmo, donde tuve


también el honor de tratar al Soberano [Gustavo III] y ver
cuánto el país encierra de interesante en minas, arsenales,
marina, milicia, etc., mediante las recomendaciones con que la
magnanimidad de S.M. la Emperatriz Catalina II quiso
favorecerme a la despedida.

Luego estuve en Noruega, pasé el Sund y vine a Copenhague


donde me detuve lo crudo del invierno y recibí igual distinción y
acogida de la Corte, sin embargo de un infame párrafo que a este
tiempo se publicó contra mí en las Gacetas de Europa, atribuido
generalmente al ministro de España en Estocolmo, que tuve a
bien despreciar. Después he estado en otras partes de Alemania,
Holanda, Zelandia, Flandes, Cantones Suizos y finalmente por
toda Francia que he examinado con despacio por más de ocho
meses, hasta fines del pasado que dejé Versalles en bastante
confusión y me vine a esta capital.

Inmediatamente pasé casa del Exmo. Señor Embajador don


Bernardo del Campo, creyendo seguramente encontrar en su
poder la pronta determinación del Rey, que V.E. me prometió
por dos cartas suyas de 26 de mayo y 18 de julio de 1785; mas la
respuesta ha sido que nada ha recibido ni nada se le ha avisado
relativo a mis asuntos en todo este pasado intervalo de cuatro
años cumplidos. Y así, permítame V.E. le importune de nuevo
con mis letras, pues siendo indispensable para el arreglo puntual
de mis negocios, y para tomar un partido decisivo, saber la
resolución que a mi Representación ha dado o tiene a bien dar
Su Majestad, le he de merecer a V.E. se sirva comunicármela
cuanto antes fuese posible.
Excuse V.E. igualmente la narración tediosa de mi giro, que sólo
he expuesto para que vea en qué se ha empleado el pasado
tiempo y los parajes en que vienen los episodios de
Constantinopla y Petersburgo, que con escándalo, poco más o
menos, y tal vez exageración, se remitieron a V.E. y que no he
querido referir aquí porque, siendo el primero asunto puramente
personal (esto es, una grosería de la parte del señor de Bouligny
[Embajador de España] y repulsa indiferente de la mía) nada
tiene que hacer con V.E., y el segundo, se encierra todo en una
concisa carta de doce líneas que respondía a otra grosera que
escribió el Encargado de Negocios don P. Macanaz, que sin
duda la habrá remitido original a V.E., que juzgaría mejor
dejando comentarios aparte.

Es cierto que se me han ofrecido muy ventajosos partidos en


Europa y aun en la América Septentrional cuando pasé por ella;
mas también es positivo, por más que se haya dicho, que
ninguna resolución he tomado aún... contando siempre dejar la
decisión de este importante asunto para el fin de mis viajes que
concibo ya terminados, y por ello repito a V.E. me haga el favor
de comunicarme una respuesta o resolución cualquiera sobre
mis consabidos asuntos, con la brevedad posible.

Nuestro Señor guarde la apreciable vida de V.E. muchos años.


Exmo. Señor, B.L.M de V.E., su más atento y obediente
servidor.

Francisco de Miranda
T. XVIII, f. 38 Viajes.

***
Tomo VIII
Doc. 1102
De Miranda al Rey Carlos IV

Londres, 23 de abril de 1790

Señor:

Habiendo tenido el honor de escribir al glorioso padre de V. M.


en el 10 de abril de 1785 con motivo de hacer dejación del
empleo, que su bondad Soberana me había conferido en los
Reales Ejércitos; fundado en varias injusticias, calumnias y
atropellamientos que llevaba experimentados, especialmente del
Ministro de Indias, Don José de Gálvez, acompañando el todo
de autenticas demostrativas pruebas de mi sinceridad y de la
malevolencia de aquel Ministro. Tuve en contestación dos cartas
atentas del Ministro de Estado, Conde de Floridablanca, en que
me ofrece positivamente S.E. una resolución de S.M., luego que
hubiese dado cuenta como correspondía.

Yo, entretanto, seguí el curso de mis viajes por Europa y Asia, y


a mi arribo aquí en el mes de julio próximo pasado [junio]
¡extrañé no hallar resolución alguna aún! Mas ayer me ha
comunicado el Embajador de V.M., Marqués del Campo, una
carta del Exmo. Señor Conde de Floridablanca en que le dice:
“Pero como ese Caballero está comprendido en un proceso
pendiente en que conviene se defienda y purifique su conducta,
no puede S.M., sin esta circunstancia, tomar un partido para
hacer uso de él y de sus circunstancias, y así me manda el Rey
lo responda a V.E. en vista de sus favorables representaciones,
etc”. Por donde veo claramente que, en vez de darse una
satisfacción completa a mis agravios y reparar los graves
perjuicios que ha sufrido mi hacienda, se traman y se oyen
nuevas implicaciones, aún cuando estoy fuera del país,
poniéndome así en la dura precisión de sacrificar todo mi caudal
e intereses y, lo que es más, la dulce compañía de mis padres y
deudos, para escoger una Patria que me trate al menos con
justicia y asegure la tranquilidad civil.

Dígnese V.M. dispensar esta humilde repetición de mis agravios


a los pies de su Persona Augusta, porque comprobando así más
y más mi honesto proceder y mi paciencia, quede este consuelo
y satisfacción a la lealtad pundonorosa que siempre he
profesado. Nuestro Señor guarde la importantísima vida de V.M.
muchos años. A.L.R.P. de V.M., su más humilde y rendido
servidor.

Francisco de Miranda
T. XVIII, f. 164 Viajes.

***

Tomo IX
Doc. 1232
Nº 3 correspondiente al nº VIII del Registro de 1790
Propuesta. En consecuencia de la Conferencia [con William Pitt]
tenida en Hollwood el 14 de febrero de 1790

La América española desea que la Inglaterra le ayude a sacudir


la opresión infame en que la España la tiene constituida,
negando a sus naturales de todas clases el que puedan obtener
empleos militares, civiles o eclesiásticos de alguna
consideración y confiriéndolos sólo a españoles europeos de
baja esfera, por lo general, que vienen allí únicamente para
enriquecerse, ultrajar y oprimir los infelices habitantes, con una
rapacidad increíble, prohibiendo aún a la nobleza americana el
que pase a España ni a ningún otro país extranjero sin Licencia
particular del Rey, que rarísima vez se concede; verificándose
así el tenerlos aprisionados sin causa ni motivo alguno y, lo que
es más aún, oprimir también el entendimiento con el infame
tribunal de la Inquisición, que prohíbe cuantos libros o
publicación útil parezca, capaz de ilustrar el entendimiento
humano, que así procuran degradar, haciéndole supersticioso,
humilde y despreciable por pura crasa ignorancia.

Los pueblos de varias Provincias de la América en la


desesperación, con el exceso de tributos, injusticias y toda suerte
de abusos, se han sublevado en diversos períodos, más sin
conseguir el alivio que buscaban porque viniendo a someterse al
fin, han aumentado más bien sus calamidades. Caracas se
levantó por los años de 1750. Quito en el de 1764. México
trataba de su Independencia con la Inglaterra en 1773. El Perú
estuvo sublevado en marzo de 1781 y en el mes de junio de este
propio año (1781) el reino de Santa Fe de Bogotá en rebelión,
expulsó al Virrey y tropas europeas, quedándose el pueblo
dueño del país...Vinieron a una capitulación después en que el
Rey se sometió a todo, ofreciéndoles cuanto deseaban y luego
que recobró el poder, rompió dicha estipulación, faltó a su
palabra y les ha tratado con la mayor crueldad, propasándose
aún a hacer aprisionar otros sujetos de primera distinción en
aquellos países por órdenes arbitrarias o Lettres de Cachet, sin
que estas personas hubiesen dado el menor motivo para ello.

En esta situación pues, la América se cree con todo derecho a


repeler una dominación igualmente opresiva que tiránica y
formarse para sí un gobierno libre, sabio y justo, con la forma
que sea más adaptable al país, clima e índole de sus habitantes,
etc. Tanto más que en ello no se usurpa ni hace la menor
injusticia a los Reyes de España, que todo el mundo sabe cuán
poco contribuyeron a los gastos del Descubrimiento del Nuevo
Mundo y en nada seguramente para las conquistas... por lo cual,
sin embargo, se han hecho pagar sobradísimamente, si no es que
se quieran alegar por derecho fundamental de los herederos y
sucesores de don Fernando el Católico, la Donación curiosa del
Papa español Alejandro VI, cuyo asunto más es para tratarlo
jocosamente en el día que en una discusión seria.
Por sí sola podría América verificar la expulsión antecedente,
siendo superior en población y mucho más en riquezas a la
España, mas si se considera la extensión de aquel continente y
las grandes distancias que hay de una capital a otra; si se
observa que no hay caminos para comunicarse por tierra, siendo
preciso el ir por mar de una a otra parte y lo que es más aún, el
no haber en todos los dominios españoles de aquel hemisferio
una sola gaceta por donde comunicar las ocurrencias de una a
otra provincia, se ve que es imposible obrar de acuerdo y que,
por consecuencia, es indispensable para ello una fuerza marítima
que preserve las comunicaciones libres y resista a las que la
España envíe a fin de obstruir estos designios.

A ninguna potencia le es esto más fácil que a la Inglaterra y bajo


los principios de justicia, reciprocidad perfecta hacia la España y
propios intereses. La América tiene un vastísimo comercio que
ofrecer con preferencia a la Inglaterra; tiene tesoros con qué
pagar puntualmente los servicios que se le hagan y aún para
pagar una parte esencial de la Deuda Nacional de esta nación;
por cuyas razones, juzgando de mutuo interés estos importantes
asuntos, espera la América que, uniéndose por un pacto solemne
a la Inglaterra, estableciendo un gobierno libre y semejante y
combinando un plan de comercio recíprocamente ventajoso,
vengan estas dos naciones a formar el más respetable y
preponderante cuerpo político del Mundo.

Si se considera la analogía de carácter que hay entre estas dos


naciones y los efectos inmediatos que es necesario produzca la
libertad y el buen gobierno, dando una instrucción general a la
masa de la Nación que expela progresivamente las
preocupaciones religiosas en que están imbuidos aquellos
pueblos, por otra parte honrados, hospitalarios y generosos, no
se debe dudar que formaran en breve una nación respetable,
ilustre y digna de ser el aliado íntimo de la potencia más sabia y
más célebre de la tierra.
El estado adjunto manifiesta la población, riquezas y productos
actuales de la América Española, como asimismo sus consumos
de Europa, etc., y un plano comparativo de la España
presentemente, por donde se puede inferir la disparidad que hay
en favor de la primera y la imposibilidad en que está la segunda
de hacer una oposición eficaz, siempre que la combinación
antecedente se llevase a debido efecto. La practicabilidad de
todas las operaciones militares (para lo cual se requieren sólo 12
a 15.000 hombres de infantería y 15 navíos de línea) será asunto
para explicarlo después si fuese necesario, como asimismo la
posibilidad de formar sin mayor dificultad un canal de
navegación en el istmo de Panamá, que facilite el comercio de la
China y del mar del Sur con innumerables ventajas para la
Inglaterra, América, etc..

En Londres, a 5 de marzo de 1790.

Don Francisco de Miranda


T. I, f. 128 Negociaciones.

***

Tomo IX
Doc. 1450
Anotación de Miranda

El 20 de marzo de este mismo año partí de Londres a París, con


ánimo de informarme si acaso los franceses –como yo me lo
presumía- no intentaban revolucionar la América Española. Y
habiendo llevado cartas de recomendación para el señor Bailly,
ex –alcalde de París, y el señor Garan de Coulon, presidente del
Tribunal Extraordinario de Orleáns, me introdujeron éstos, al
cabo de algún tiempo, al señor Pétion, alcalde de París,
igualmente que a los señores Gensonné, Guadet, Brissot,
diputados a la Asamblea Legislativa; señores Roland y
Dumouriez, ministros del Interior y de Negocios Extranjeros.
Por ellos supe efectivamente que se pensaba en revolucionar la
España y cuando menos las Colonias Españolas de la América
Meridional. Hice lo posible para disuadirles de lo primero (esto
es de la España) y que asimismo no se intentase nada
relativamente a la América Meridional, sin estar asegurados
primero de la probabilidad del éxito y consultarme sobre el
particular, pues yo podría cooperar a la empresa con más
eficacia tal vez que otro. Y se concluyó definitivamente que se
suspendería la ejecución del proyecto por algún tiempo y que
nada se emprendería en este particular sin darme parte antes.

Con esta seguridad y habiendo logrado al menos de que no se


hiciese mal a mi país, emprendiendo precipitosamente y sin
cordura una empresa de esta magnitud que si no producía el bien
que se presumía era necesario que produjese males y perjuicios
incalculables, yo me preparaba a partir de París para restituirme
a Londres y en el intermedio ir a Petersburgo a hacer una visita
y tributar todo mi reconocimiento a la Emperatriz, mi protectora,
la Gran Catalina, cuando estando para partir –con mi puesto
pagado ya en la diligencia de Londres- el 12 de agosto, ¡cata que
precede el gran evento del 10, que las barreras se cierran y que
nadie puede partir!

Los diputados y ministros, ya citados, me llaman con insistencia


y me proponen el que era indispensable para el bien de mi
Patria, para salvar la Francia en aquel momento de una invasión
extranjera, y tal vez la familia Real, de una masacre inevitable si
los prusianos llegaban a París, que yo partiese inmediatamente
al ejército francés, con carácter de General y que, reuniéndome a
Dumouriez, procurásemos detener a los prusianos y a los
austriacos y que logrado este objeto, la Libertad se establecería
en Francia, la familia Real sería preservada y yo conseguiría
también el colmo de mis deseos, ¡llevando la Libertad y la
Independencia a mi Patria!
Tomé sin embargo cuatro días para dar una respuesta definitiva
y al cabo partí para Reims, en Champagne, con grado de
Mariscal de Campo al servicio de Francia, y me reuní al ejército
francés en el cuartel general de Grandpré, donde el General
Dumouriez me recibió con los brazos abiertos; y consultando
conmigo todas las operaciones militares desde aquel día,
poniendo a mi cargo igualmente mucha parte de ellas, seguimos
con la mayor armonía toda esta campaña y la siguiente, hasta
conducir los enemigos sobre los bordes del Rin.

T. I, f. 141 Negociaciones.

***

Tomo X
Doc. 1674
De Miranda para el Diputado Gensonné

Para Gensonné, en París el 10 de octubre de 1792, el cual debía


hacer el manifiesto para nuestra Independencia. M.

Compatriotas:

Llamado por vosotros en 1781 al socorro de la Patria,


extremadamente agitada con las vejaciones y opresión excesiva
que en aquellos tiempos ejercía sobre sus infelices habitantes el
Ministro don José de Gálvez, por medio de sus agentes y
visitadores, cuyos excesos habían provocado justamente una
insurrección general en el Reino de Santa Fe de Bogotá, en el
Perú y aún en la Provincia de Caracas, no pude en aquellas
circunstancias acudir a su socorro, tanto por hallarme liado con
un grado superior en el Ejército de S.M.C., entonces en guerra
con la Inglaterra, como por concebir que en todos aquellos
movimientos de insurrección no había combinación ni designio
general, lo que me fue patente luego que recibí las
Capitulaciones de Sipaquira (8 de junio de 1781), testimonio de
la sencillez e inexperiencia de los americanos, por una parte, de
la astucia y perfidia de los Agentes españoles por la otra; y así
creí que el mejor partido era sufrir aún por algún tiempo y
aguardar con paciencia la independencia de las Colonias anglo-
americanas, que sería en lo venidero el preliminar infalible de la
nuestra.

Con esta mira (y por sustraerme también a las intolerables


persecuciones del Ministro Gálvez) hice dimisión formal de mi
empleo en el Ejército Español luego que se publicó la paz, y
pasé a examinar comparativamente los Estados Unidos de la
América. Aquí fue que, en el año de 1784, en la ciudad de
Nueva York, se formó el proyecto actual de Independencia y
Libertad de todo el Continente Hispanoamericano, con la
cooperación de la Inglaterra, tanto más interesada cuanto que la
España había dado ya el ejemplo, forzándola a reconocer la
independencia de sus Colonias en el propio Continente.

Pasé con este objeto a Inglaterra en el principio de 1785. Mas


los embarazos y disgustos en que la nación se hallaba con
motivo de la pérdida de sus Colonias y de los gastos excesivos
de la pasada guerra, no daban campo a presentar en el momento
asuntos de esta magnitud; y así resolví ocupar el tiempo, que era
necesario aguardar, en examinar atentamente los diversos
gobiernos y sistemas políticos de la Europa. Artes, ciencias,
religiones, industria y efectos de las diferentes formas de
repúblicas y gobiernos mixtos de gobierno, ocuparon mi
atención por espacio de cinco años, hasta el de 1789, que volví a
Inglaterra no sin haber corrido algunos riesgos en mi seguridad
personal, pues los Agentes de Madrid (aunque atentos y amigos
en la apariencia) no dejaban de tramar perfidias. En Petersburgo
se quitaron la máscara y creyendo imponer al Soberano,
pidieron que yo fuese librado a la España, sin articular motivo
sino el aparente pretexto de que el Imperio Español estaba en
peligro, a lo que respondió magnánimamente Catalina II que no
sabía que yo hubiese cometido ningún delito y que así si el
Imperio Español corría riesgos con mi presencia, yo no podía
estar mejor que en Rusia, donde mi presencia sería siempre
agradable. Lo mismo intentaron, aunque sordamente, en
Estocolmo y aun en París, por medios clandestinos, mas sin
obtener el menor éxito.

En fin, en el mes de febrero de 1790, este gran Proyecto fue


presentado al Primer Ministro de S.M.B. [William Pitt], y
aceptado en los mismos términos que en el día (en caso de
guerra entre las dos naciones), esto es, para la emancipación e
independencia absoluta de las Colonias Hispanoamericanas, en
los propios términos que la Francia y la España habían
reconocido las de la América del Norte. El 6 de mayo siguiente,
la declaración hostil de la Inglaterra sobre los acontecimientos
de Nootka Sound, se presentó como de propósito, y fue
convenido en el propia día que este proyecto se pondría
inmediatamente a ejecución, si la guerra (como parecía
probable) se declaraba entre las dos naciones. Se enviaron a
buscar algunos de nuestros compatriotas ex jesuitas que yo había
visto y preparado en Italia para el asunto, y todo prometía el
mejor éxito, cuando poco después apareció la Convención entre
la España y la Inglaterra, que terminó la disputa y puso término
a nuestros deseos por entonces.

La Revolución Francesa progresaba rápidamente hacia un


sistema de Libertad, aunque con algo de aquella exageración
propia del carácter nacional. Supe por uno de nuestros
compatriotas que se hallaba en París, que aquel nuevo gobierno
se ocupaba ya de extender sus principios hacia la América
Española y proteger la independencia. Con este motivo pasé a
París en marzo de 1792 y hallé efectivamente que las ideas del
gobierno se dirigían a una guerra continental, y que en tal caso
la intención era de revolucionar la España por Cataluña y
Vizcaya, y asimismo las colonias de la América española.
Combatí con éxito la primera parte del Proyecto y logré también
que el objeto de las Colonias se pospusiese a mejor oportunidad,
dejándome la dirección, puesto que el intento era la
emancipación e independencia.

Poco después, a tiempo que yo me disponía a salir de París para


regresar a Inglaterra, llega la época fatal del 10 de agosto de
1792 y con ella la caída del Trono de Francia. Los mismos
ministros que me habían prometido cooperar a nuestra
independencia, vinieron entonces a mí asegurándome que todo
sería perdido y aun la misma familia Real sacrificada, si los
ejércitos enemigos que penetraban por Champagne se acercaban
a París; que la felicidad de mi Patria, como la salvación de la
Francia, dependían de que los ejércitos Prusianos y Austriacos
saliesen del territorio francés, pues entonces la agitación cesaría
y todo entraría en el orden. Que yo, como tan interesado, debía
tomar un grado de general en el Ejército Francés, y unido con
Dumouriez, cooperar a esta empresa de que dependería la suerte
de todos. Aquí está el motivo y las razones de mi entrada al
servicio de la Nación Francesa, el 24 de agosto de 1792.

Reunido con el General en Jefe Dumouriez en Grandpré,


obrando íntimamente y de acuerdo en esta campaña, los
enemigos fueron expulsados y yo promovido al grado de
Teniente General, y muy luego al grado y mando del ejército del
Norte. En este punto, fui nombrado para mandar un Ejército
contra España, que rehusé por las razones arriba dichas. El 19 de
diciembre de 1792 recibí aviso de que el Ministro me había
nombrado Comandante General en St. Domingue; que un
ejército de 25 mil hombres y una escuadra estaban allí a mi
disposición para operar la revolución e independencia Américo-
hispana y.... (inconcluso)

T. I, f. 8 R F.

***
Tomo X
Doc. 1675
Del General Miranda a Pétion, Alcalde de París
Primer Presidente de la Convención Nacional

Valenciennes, 26 de octubre de 1792


Año 1º de la República

(No me lea hasta que V. tenga veinte minutos libres, ya que es


importante que V. lo lea todo)

Mi querido y digno amigo:

V. se habrá extrañado, quizás, de no haber recibido mis noticias


desde que tuve el placer de escribirle por conducto de nuestro
común amigo, el General en Jefe, señor Dumouriez. El caso es
que mi salud ha estado un poco quebrantada, hasta este
momento en que me siento lo bastante restablecido como para
tomar el mando de la segunda División del Ejército, que el
General en Jefe ha tenido a bien confiarme.

En fin, nuestra vanguardia ha entrado con éxito en territorio


enemigo [Bélgica], y el resto del ejército entrará pasado
mañana... Nuestros planes para echar al enemigo e invadir los
Países Bajos Austríacos son a menudo y juiciosamente
combinados, por lo que parece, por nuestro digno General
Dumouriez quien, como tuve ya el honor de decir a V., toma
todas las disposiciones él mismo... pero, ¿es que los demás
Cuerpos, que deben cooperar juntos, cumplirán su deber y
actuarán con unidad? ¡He aquí lo que temo!

Para probar a V. que mi temor no es del todo infundado, he aquí


una copia de la carta impertinente que uno de los que deben
esencialmente cooperar, acaba de escribir al señor Dumouriez,
quien, sin embargo, no ha querido notificarla al Ministro de la
Guerra, creyendo que con su moderación llevará a estos
oficiales a su deber, sacrificando su tonta vanidad al interés
público. Es con la mayor dificultad que he podido obtener esta
copia, rogando a V. no se la muestre a nadie, y que le envío
únicamente para convencer a V. de la necesidad absoluta en que
estamos de tener un rango o autoridad militar superior, situada
en algún lugar, que remedie todas estas disputas y enredos que
podrían muy bien acabar por arruinar la cosa pública... En fin,
haga V. lo que considere mejor, y ya le he dicho bastante sobre
este mismo tema en otras ocasiones.

Pasemos a otra cosa. El General Dumouriez me ha dicho que V.


pensaba enviar una fuerza contra España, y que con este motivo
querían que yo regresara a París, etc. Es materia muy delicada
sobre la cual me atrevo a solicitar la palabra, con preferencia a
todo lo demás, antes de que V. emprenda la menor cosa.
Primero, porque tengo que informar a V. hasta qué punto había
llegado Inglaterra, que trató el asunto conmigo, como agente de
América del Sur, en pro de su independencia y libertad, durante
estos últimos tres años. Segundo, cuáles eran las disposiciones
de América del Norte con respecto a la misma empresa. Tercero,
los medios eficaces que yo había preparado en Italia con algunos
jesuitas americanos, convertidos en hombres ilustrados y en
enemigos implacables de España. Cuarto, doce años de fatigas,
de viajes y meditaciones sobre el mismo tema, me dan una
especie de derecho que reclamo con alguna confianza.

Este mismo motivo es, además, la causa principal (como tuve el


honor de decirle a V. en su tiempo) por el que prefería
establecerme en Francia y ser un ciudadano francés, a toda otra
ventaja que yo pudiera obtener en América del Norte, en Rusia o
incluso en Inglaterra. Sobre este punto, puedo prestar servicios
esenciales a la República y hacer al mismo tiempo la felicidad
de mi Patria, que es el colmo de la felicidad humana. Así pues,
V. no debe dudar de mi completa abnegación por una y otra
cosa... No conozco sino dos deberes en mi situación actual, el
primero para con Francia, como un miembro legítimo de la
nación y un servidor fiel de la República, a la cual he hecho un
juramento inviolable; el segundo, para con mi pobre Patria
accidental, que de lejos me tiende la mano y me muestra las
cadenas con las que gime desgraciadamente bajo el despotismo
más cruel e infame. Esta idea desgarra mi corazón cada vez que
pienso en ella... pero no pierdo la esperanza. ¡Animo hombres
virtuosos y bienhechores de la humanidad; la posteridad os
bendecirá eternamente!

Me parece como de buen augurio en este momento la


singularidad siguiente: el año 1785, cuando viajé por Prusia,
etc., España y Francia, que veían con muy malos ojos mis
“principios” y mis ideas, informados por el señor La Fayette que
yo debía pasar por París, de regreso a Inglaterra, me habían
preparado mi alojamiento en La Bastilla, con la complicidad del
señor de Aranda, Montmorin, Floridablanca y Luis XVI...
Fracasaron completamente... y he aquí que el primero está en
Spandau, el otro sobre el precipicio, el otro decapitado en el
Châtelet, el cuarto en el Castillo o bastilla de Segovia y el último
en el Temple, mientras que este Miranda está, la espada en la
mano, en los Ejércitos de la Libertad. Es ésta una reflexión que
yo hubiera hecho ya al señor La Fayette, si su situación le
permitiese recibirla. Por lo demás, amigo mío, ruego a V. no
hacer comentarios, por razones de orden diverso y de las cuales
la República pueda sacar mejor partido de mis débiles
conocimientos. Mi abnegación es completa y muy sincera.

A propósito de legislación, estoy muy contento de ver que el


demagogo Robespierre ha caído en el olvido donde debiera
haber estado siempre, por el bien de la cosa pública a la que ha
hecho ya bastante daño. Pero veo con indignación que V. tiene
que sufrir que otros más infames todavía, tales como Marat,
Cha..., etc., difamen a los hombres virtuosos, a la nación y a la
Convención Nacional impunemente. Recuerde V. que por una
igual negligencia la última Asamblea Legislativa se envileció
ante los ojos de la nación y de Europa hasta el punto de reducir
casi a cero su autoridad. El Comité de Legislación me parece
estar muy bien compuesto, ¡y sus nueve miembros poseen más
conocimientos sobre esta importante materia que quizás todo el
resto de los hombres juntos!

Le recomiendo una cosa de mi parte, sabio legislador, ¡y son las


mujeres! ¿Por qué, en un gobierno democrático, la mitad de los
individuos no está directa o indirectamente representada,
mientras que ellas están igualmente sujetas a la misma severidad
de las leyes que los hombres han hecho a su voluntad? ¿Por qué,
al menos, no se les consulta sobre las leyes que les atañen más
directamente como son las del matrimonio, divorcio, educación
de los hijos, etc.?

Confieso a V. que todas estas cosas me parecen usurpaciones


irritantes y muy dignas de ser tomadas en consideración por
nuestros sabios legisladores. Si yo tuviera aquí mis papeles,
encontraría algunas observaciones que he hecho sobre este
mismo tema, hablando de ello con algunos legisladores de
América y de Europa, que nunca me dieron ninguna razón
satisfactoria, habiendo convenido en su mayoría de la injusticia,
etc.

En fin, mi querido amigo, no esté tan silencioso, envíe una


palabra de vez en cuando, ello alegra infinito mi pura amistad y
son sensaciones muy agradables. Mis respetuosos saludos a la
señora Pétion, al pequeño y a todos nuestros amigos. Le abrazo
y soy con afecto inviolable. Suyo,

Miranda
Archivos Nacionales de Francia
F/7 /4774 Policía General
Traducido del francés.

***
Tomo XII
Doc. 2482
Proclama del General Miranda
Comandante en Jefe de los Ejércitos de Bélgica,
en ausencia del General Dumouriez, a sus compañeros de armas.

A sus valientes hermanos de armas

La Convención Nacional declara en nombre de la Nación


francesa que está en guerra con el Rey de Inglaterra y el
Estatúder de las Provincias Unidas, en vista de sus actos de
hostilidad y de agresión, por odio a nuestra santa Libertad.

El Consejo Ejecutivo Provisional va a desplegar las fuerzas


necesarias para rechazar sus agresiones y para mantener la
independencia, la dignidad y los intereses de la República
francesa.

Nuestros hermanos de las fuerzas navales van a proteger los


mares y a hacer triunfar el pabellón tricolor, mientras que
vosotros, gloriosos triunfadores de Valmy, Jemmapes, Amberes,
Namur, etc. vais a derribar de nuevo los satélites de los
déspotas. Valor, unión, disciplina, vigilancia... habéis vencido
con estos medios; terminaréis vuestra obra y el Árbol de la
Libertad, plantado con vuestras manos triunfantes, extenderá por
todas partes sus ramas bienhechoras. “Allons enfants de la
Patrie, un nouveau jour de gloire est arrivé… » Que el himno
sagrado resuene por todas partes y sea el preludio de vuestros
éxitos.
13 de febrero de 1793

T. I, f. 187 R.F.
Traducido del francés

***
Tomo XIV
Doc. 3314
Del General Miranda a Pétion

Lovaina, 21 de marzo de 1793

Mi querido y digno amigo:

En el momento en que iba a contestar a la carta de V. del 13 de


este mes, los ataques diarios del enemigo sobre nuestros puestos
avanzados me impidieron seguir dando a V. las informaciones
que V. deseaba sobre los asuntos de la Vanguardia en Aix-la-
Chapelle, etc. Desde entonces no he tenido un momento de
tranquilidad para hacerlo y V. juzgará de ello cuando se entere
de las lamentables consecuencias de nuestras operaciones
ulteriores, combinadas y dirigidas por el General Dumouriez y
su íntimo consejero Thouvenot.

El amigo de V. no ha tomado la menor parte en todas estas


disposiciones las cuales, lejos de ser conformes a mis ideas, han
tenido siempre mi desaprobación y si hubiese estado en mi
poder impedirlas, lo hubiera hecho ciertamente sin dudar.

En la conducta de los Generales y oficiales superiores en Aix-la-


Chapelle no creo que haya habido traición, como se ha
sospechado, pero creo que ha habido negligencias y faltas
graves en el servicio del Cuerpo que estaba encargado del Roer,
entre ellas, la presencia del General Valence, quien en vez de
estar en su puesto se hallaba en Lieja desde el 23 de febrero.

El asunto posterior de Neeerwinden, que tiene mucha mayor


importancia, no está en el mismo caso y sospecho mucho al
consejero del General, quien no posee ni la probidad ni los
principios de republicanismo necesarios para ponerlo fuera del
alcance de la reprobación. Me ha parecido muy extraño que el
General Dumouriez, quien siempre me consultaba sobre todos
los asuntos militares y políticos del Ejército, no me haya dicho
una palabra de éste.

A las once de la mañana recibí mi orden por escrito y supe


verbalmente por él que íbamos a combatir y a atacar a nuestros
enemigos, un total de 51.000 hombres, colocados muy
ventajosamente y con una temible artillería, y por nuestra parte,
con un Cuerpo de tropas inferior en número y con todas las
desventajas del terreno, etc., sin haber hecho ningún
reconocimiento del terreno ni de la posición precisa de nuestros
enemigos; en fin, yo no tuve tiempo sino para decir: “cuente V.
conmigo y no dejaremos de ejecutar las órdenes de V. atacando
vigorosamente con cinco columnas diferentes”, y de las cuales
tres fueron conducidas por mí personalmente al ataque; en el
camino encontramos dificultades que superar, por falta de
conocimientos locales, pero sin embargo logramos atacarlo
vigorosamente por cinco puntos diferentes hacia las tres de la
tarde, y habiéndonos batido hasta las seis con un éxito variado,
las tropas se vieron obligadas a replegarse ante el número muy
considerable de enemigos superiormente colocados, y bajo el
fuego excesivo y muy bien seguido de su numerosa artillería.
Las demás partes del Ejército sufrieron más o menos la misma
suerte, en proporción a la proximidad de sus ataques sobre las
líneas y baterías de los enemigos, diga lo que diga la proclama
poco exacta del General Dumouriez, que no llegará jamás a
oscurecer los hechos y la verdad.

Nuestras pérdidas son considerables; sólo en mi División ha


habido un oficial General muerto y más de otros treinta oficiales
muertos o heridos, y entre ellos mi primer edecán que V.
conocía, muerto a mi lado, y unos dos mil hombres
aproximadamente entre muertos y heridos. Por esta pérdida
podrá V. computar la de las otras dos Divisiones.
El enemigo nos atacó al día siguiente con vigor, obligándonos a
retirarnos detrás de Tirlemont y sucesivamente hasta Lovaina,
donde conduje, hacia las tres de esta tarde, el Centro y la
División de la Izquierda. Este fracaso debe producir muy fatales
consecuencias para la suerte de Bélgica y para nuestros asuntos
políticos en general. Me extraña que Dumouriez haya sido capaz
de un error semejante.

He aquí, mi querido amigo, lo que puedo decir a V. por el


momento sobre la situación de nuestros asuntos militares en esta
parte y de cuanto puede V. estar seguro, por ser la exacta
verdad, a pesar de todas las tergiversaciones y sofismas de que
pueden hacer uso para oscurecerla los que han sido causa de
nuestra calamidad.

Hay muchas otras cosas muy importantes que me encantaría


poder comunicar a V. y que no puedo confiar al papel. Cuando
leí la carta de V. en la que me decía que la ramificación del
complot, descubierto últimamente contra nuestra querida
libertad, se extendía hasta el Ejército, creí a V. exagerado y
demasiado tímido. Hoy estoy convencido que hay motivo
fundado para creerlo, y sospecho a más de un individuo como
agente principal de nuestros reveses actuales. Diré a V. más,
amigo mío, y es que he oído a estas propias personas hacer
proposiciones indirectas, con habilidad, que han alarmado mi
patriotismo y mi amor íntegro a la Libertad. En fin, veo que
estamos agitados por infames intrigantes que han hecho ya
mucho daño y que pueden acabar por perdernos y arruinar la
Libertad.

Si fuera posible procurarnos una entrevista, sea viniendo V.


mismo al Ejército (lo que creo de la más alta importancia en este
momento), sea haciendo que se me permita ir a encontrarme con
V. en cualquier sitio, yo podría comunicar a V. cosas que creo
del mayor interés para la salvación de la República, y que no
hay más que a V., cuya integridad, principios y amor puro de la
libertad conozco, a quien yo pueda franca y abiertamente
comunicar. Creo incluso que hay una cábala para deshacerse de
mí, como quisieron deshacerse de V. antes del 10 de agosto.

No escribo una palabra al Ministro ni a nadie. Dejo a Dumouriez


y a todos los demás hacer sus informes como les parezca. Creo
que la virtud y la verdad se abren paso irresistiblemente y que la
máscara de la intriga no puede resistirles. Haga V.
prudentemente uso de esta carta y deme una respuesta con el
correo que la lleva y que envío a V. expresamente a este efecto.

P.S. del 22. Nuestra retirada sobre Francia y la completa


evacuación de Bélgica están decididas, según lo que me ha
dicho hoy el General Dumouriez, haciéndome leer la carta que
ha escrito al Ministro con tal motivo, haciéndome ver al mismo
tiempo la posición militar que nuestro Ejército tenía hoy. Es la
primera vez, desde su regreso, que me hace semejantes
comunicaciones; me parece que ha querido de este modo que yo
tome parte en el desastre que nos ha sucedido por unas malas
combinaciones, así pues, V. apreciará que no me he mezclado en
ello; pero sin embargo, no rehusaré nunca a contribuir con todos
mis esfuerzos a la conservación del Ejército y al sostenimiento
de la República, a la cual me he consagrado sinceramente hasta
la muerte.

Firmado: Miranda

T. I, f. 232 vto R.F.


Traducido del francés.

***
Tomo XIV
Doc. 3384
De Miranda al Presidente de la Convención Nacional

París, 4 de abril de 1793


Año 2º de la República francesa

Ciudadano Presidente:

Habiendo sido llamado por dos decretos de la Convención


Nacional para comparecer ante ella con el fin de ser oído en
justificación de mi conducta y en respuesta a algunas
inculpaciones militares, de la cuales me será fácil demostrar el
error o la injusticia; y habiendo esperado cada día desde el 29 de
marzo, sin que la gravedad y la multitud de asuntos que han
acaecido me hayan permitido obtener este momento tan deseado
por mí; reflexionando además que el conocimiento de los hechos
que me proponía dar a la Convención Nacional y de los que yo
había informado a algunos de sus miembros, se hace menos
interesante desde que la conjura ha estallado en toda su maldad;
ruego a la Convención Nacional remitirme a sus Comités Militar
y de Defensa General para ser oído por éstos y que un informe
le sea hecho.

Ciudadano Presidente, ofreceré esta última reflexión a la justicia


de la Convención Nacional: aquel que Dumouriez ha convertido
en víctima, porque de ser su amigo pasó a ser su adversario
desde el instante en que lo consideró conspirador, es además
acusado y detenido. El Conciudadano de V.,

Firmado: Miranda

T. I, f. 236 vto. R. F.
T. XIII, f. 73 R. F.
T. XIII, f. 88 R. F.
Traducido del francés.
***
Tomo XV
Doc. 3419
Resolución del Tribunal Criminal Revolucionario que absuelve
a Francisco Miranda el 16 de mayo de 1793

Nos, Jacques Bernard Marie Montané, Presidente del Tribunal


Criminal Revolucionario, creado por la ley del 10 de marzo de
1793, vista la declaración unánime del Jurado en el juicio sobre
la acusación presentada contra Francisco Miranda, General de
División:

“1º Que no consta que el dicho Miranda haya traicionado los


intereses de la República cuando el bombardeo de Maestricht,
comenzado del 24 al 25 de febrero de 1793 e interrumpido el
dos de marzo siguiente.

“2º Que no consta que haya traicionado los intereses de la


República cuando la evacuación de la ciudad de Lieja el cinco
de marzo último.

“3º Que no consta que Francisco Miranda haya traicionado los


intereses de la República el dieciocho de marzo último, día de la
batalla de Neerwinden, en la cual él comandaba el ala
izquierda”.

Decimos que el dicho Francisco Miranda queda absuelto de la


acusación presentada contra él por el Acusador Público del
Tribunal, en acta del diez del presente mes; en consecuencia,
ordenamos que será puesto inmediatamente en libertad, si es que
no se halla detenido por otras causas, y que su asiento de
encarcelamiento será eliminado y borrado de todos los registros
de las cárceles en las que ha sido detenido.

Hecho y pronunciado en la Audiencia Pública del Tribunal, el


jueves dieciséis de mayo de mil setecientos noventa y tres, año
dos de la República. Firmado: J. B. M. Montané y N.J.
Fabricius, Escribano.

Y en el acto, el Tribunal ha ordenado que el presente


mandamiento judicial sería impreso y fijado en carteles donde
sea necesario. Hecho y juzgado en la Audiencia en las que
estaban presentes los ciudadanos Montané, Presidente; Etienne
Foucault y François Christophe Dufriche Des Madeleines,
Jueces que han firmado la minuta. Firmado: J.B.M. Montané,
Foucalt, Dufriche Des Madeleines y N.J. Fabricius, Escribano.
Copia conforme a la minuta: Wolff, Escribano.

T.XIV, f. 46 R.F.
Traducido del francés.

***

Tomo XVI
Doc. 3550
Del General Miranda a la Convención Nacional

La Force, 25 brumario
Año 3º de la República
(15 de noviembre de 1794)

Ciudadanos Representantes:

Hace casi dieciocho meses que, habiendo comparecido ante la


Barra de la Convención Nacional para denunciarle mi detención
arbitraria y sin motivo, ésta envió mi queja al Comité de
Seguridad General para estimarla. En virtud de la Ley del 18
termidor, he solicitado al mismo Comité los motivos de mi
detención y sucede que no tiene ninguno.
No creo que el Senado francés, que ha puesto la justicia a la
orden del día, tolere que un inocente, ya juzgado y declarado por
los Comités de Vds. y por el Tribunal Revolucionario haber sido
digno de la República y fuera del alcance de la sospecha misma,
sea retenido un momento en cautividad sin motivos. Y no dudo
que la Convención en su sensatez me conceda la libertad que
reclamo ante ella.

De lo contrario, le rogaría (si se me pudiera todavía imputar el


menor crimen) me enviara hacia un tribunal cualquiera en el que
yo pudiera justificar legal y rigurosamente mi conducta, único
medio para que el hombre probo conserve su honor intacto y al
abrigo de la calumnia, o satisfaga el interés público si ha tenido
la desgracia de infringir las Leyes.

Miranda

Enviada al Comité de Seguridad General


el 25 brumario, año 3º.

T. XV, f. 98 R. F.
Traducido del francés.
***

Tomo XVII
Doc. 3634
Decreto de la Convención Nacional ordenando la libertad de
Francisco de Miranda

EXTRACTO DEL ACTA DE LA


CONVENCION NACIONAL

Del vigésimo sexto día de Nivoso, año tercero de la República


Francesa, una e indivisible.

La Convención Nacional decreta que Miranda, ex general de


los ejércitos de la República, detenido en la prisión llamada La
Force, será puesto de inmediato en libertad y que los precintos
puestos sobre sus efectos serán levantados a la vista del
presente decreto.

Refrendado por el Representante del pueblo, Inspector de las


actas. Firmado: Viquy.

Cotejado con el original por Nos, Representantes del pueblo,


secretarios de la Convención, en París los mencionados día,
mes y año. Firmado Anguis, Dumont y Borel.

Certificado conforme al original, depositado en la Escribanía


de la prisión de La Force, por mí, el que suscribe. París, 26
nivoso, año 3º de la Era Republicana [15 de enero de 1795].
J.F. Richelot. C. Escribano.

T. XV, f. 276 R. F.
Traducido del francés.

***

Tomo XVIII
Doc. 3968
Llegada de Miranda a Londres y entrevista con el
Primer Ministro inglés, William Pitt.
Segundas negociaciones [Extracto]

(...) Yo no llegué a Londres hasta el lunes 15, [enero de 1798]


porque dormí en el camino a causa de los ladrones que andaban
en él y habían robado a otros dos días antes. Me apeé en la
posada de Dantan, Panton Square, a eso de las 4 a.m. y después
de comer fui a ver al señor Turnbull (Broad Street 42) que me
aguardaba con impaciencia. Hablamos un poco sobre mis
asuntos y me comunicó las dos cartas (nos. 47 y 48) del
Secretario del señor Pitt, Carthew, por donde supe que dicho
Ministro [William Pitt] me había estado aguardando aquel día en
Downing Street y que me aguardaba mañana sin falta en su casa
de campo en Hollwood, para una conferencia, ¡qué es lo que yo
deseaba!

El 16 a las 11 de la mañana partí en silla de posta a Hollwood,


donde llegué poco después de la una. El portero anunció mi
llegada inmediatamente al señor Pitt, que vino a mí sin dilación.
Muy jovial y amistosamente me recibió efectivamente,
felicitándome de mi buena llegada y recordándome que hacía 8
años que, en aquel mismo paraje, nos habíamos juntado por la
primera vez sobre el propio importante asunto; que ahora las
circunstancias eran muy diferentes a las de entonces, ¡pues que
la Inglaterra estaba en guerra abierta con la España!... Yo
contesté que esta circunstancia era precisamente el motivo que
nos hacía repetir, o por mejor decir, resumir las negociaciones
de 1790 sobre el propio asunto. Todo está muy bien, me dijo,
mas en nombre de quienes o por quienes se da esta autorización;
y si no se podía formar un documento que (en lo posible) tuviese
forma de Poderes para proceder con mayor arreglo en el
asunto.

Le respondí que ambas objeciones se habían prevenido de


antemano y que para remediarlas, en cuanto era posible,
habíamos convenido que mis Instrucciones sirviesen al mismo
tiempo de Poderes. Y que estas fuesen dadas por los Comisarios
–Diputados y representantes de las Colonias Hispano-
americanas; y que todo esto estaba contenido en un Pliego que
traía ya preparado conteniente de la nota y documento adjunto nº
LXV y L. Leyó uno y otro con suma atención y al llegar al
punto de alianza con los E.U. de la América, prorrumpió en tono
de alegría y sinceridad: ¡Mucho nos alegraremos de obrar
juntos con la América en esta empresa!... ¿Sabe V. si acaso se le
han hecho ya proposiciones sobre el particular? No lo creo,
respondí, porque si se le hubiesen hecho, no me encargarían a
mí que las hiciese y yo prometo a V. de no dar un paso en el
particular hasta obtener su decisión o respuesta. Muy bien, me
dijo con una inclinación de cabeza y prosiguió leyendo.

(...) Y viniendo ahora a otro punto, añadió (aunque no es la


intención de la Inglaterra de mezclarse por ningún motivo en el
gobierno del País) ¿cuál es la forma o sistema de gobierno que
se piensa establecer en el País? Muy semejante al de la Gran
Bretaña, le respondí, pues debe componerse de una Cámara de
Comunes, otra de nobles y un Ynca, o soberano hereditario. Muy
bien, me dijo, ¡pues si un sistema por el modo de la Francia se
intentase introducir en el País, aseguro a V. (me replicó con
viveza) que más bien querríamos que los americanos españoles
continuasen por un siglo súbditos obedientes bajo del opresivo
gobierno del Rey de España, que verles sumergidos en las
calamidades del abominable sistema de los franceses!...Muy
bien, dije, ¡y es precisamente para evitar un contagio semejante
y precavernos con tiempo del influjo gálico, que hemos pensado
en emanciparnos inmediatamente y formar alianza con los E.U.
de América y con la Inglaterra, a fin de combatir unánimemente
(si fuese necesario) los monstruosos y abominables principios de
la pretendida Libertad francesa!... Y para que V. vea que éstas
son las mismas opiniones que profesan mis compatriotas, aquí
tengo el borrador del proyecto de Constitución que se cree más
acomodado al espíritu y opiniones de nuestros americanos, y
que los comisarios de aquel país han sancionado.

Leyólo todo con atención y llegando al artículo del Ynca


hereditario, dio un gran asentimiento bajando la cabeza y al fin
me dijo, pues todo esto está muy bien y yo no percibo ningún
embarazo en el todo, mas como es un asunto tan grave y de
momento, no puedo decir a V. más por ahora. ¡Dentro de poco
tiempo tendrá V. una respuesta más formal y decisiva! Yo
observé que la franqueza y sencillez con que yo había procedido
me dejaba esperar la mayor brevedad en el despacho del asunto
y el que se usase conmigo de la misma manera...
(...) Luego, dejando este asunto, me preguntó qué pensaba yo de
la situación de la Francia y si creía que realmente pensasen en
hacer desembarco en Inglaterra. Aquí entramos en el anchuroso
campo de la Revolución francesa en que de paso, y muy
brevemente, le impuse de los motivos por que fui a París el año
de 92. Y el accidente que hizo que entrase yo en aquella época
en el servicio de la Francia; en resumidas cuentas a fin de que no
se intentase cosa alguna en perjuicio de las Colonias Hispano-
Americanas (como hubiera sucedido si no voy yo a París en
aquel tiempo) y para que la libertad se introdujese por medios
suaves y con cordura, si el caso se presentase, etc. Le hice ver
asimismo los motivos que me detuvieron en Francia después que
recuperé mi libertad, en consecuencia de la muerte de
Robespierre y reentrada en el Cuerpo Legislativo de los restos
del partido de la Gironda, después del 9 Termidor. Que el objeto
era hacer la Paz y restablecer el orden de cualquier manera que
se fuese en Francia. Que para el objeto primero de la Paz, se
había pensado en mí y que las proposiciones y términos de esta
Paz se hallaban en un pequeño escrito que yo publiqué entonces
en París con título: Opinion du Général Miranda sur la situation
actuelle de la France et des convenables remèdes à ses maux...
¡Me replicó que efectivamente había leído dicho escrito y que se
acordaba muy bien de los términos de moderación y buen juicio
en que estaba concebido!... Entonces yo añadí que la intención
era de empeñar la Emperatriz Catalina II en ser el mediador y
pacificador del Universo y que tanto más practicable me había
parecido el asunto manejado por su mano cuanto que se hallaba
en aquel tiempo ser ella el aliado íntimo de la Inglaterra. Es muy
cierto, me replicó y ¡no hay duda que hubiera sido el personaje
más propio para ello de todos los soberanos de Europa!

(...) Me dijo también ¿y cómo ha hecho V. para salvarse en tanto


riesgo y salir de Francia en este momento? Por medio, respondí,
de un pasaporte adaptado a mi persona por medios químicos y
con el auxilio de algún disfraz... En fin, con mucha amistad y
mutua satisfacción, nos separamos a eso de las 3 y media de la
tarde... quedándome algo admirado del excesivo buen
acogimiento y olvido total de la brusca contestación en que
habían quedado estos asuntos al principio del año de 1792,
¡cuándo yo me fui a París! En fin, a las 6 p.m. estuve de vuelta
en Londres, etc.

T. I, f. 151 Negociaciones.

***

Tomo XVIII
Doc. 4005
Nº 8 correspondiente al nº LIV del Registro de 1798
De Francisco de Miranda a J. Adams, Presidente de los
Estados Unidos de América [Extracto]

Londres, 24 de marzo de 1798

Señor Presidente:

Es en nombre de las Colonias Hispanoamericanas que tengo el


honor de enviar a Vuestra Excelencia las proposiciones anexas.
Estas han sido presentadas igualmente a los Ministros de
S.M.B., quienes las han recibido muy favorablemente,
manifestando mucha satisfacción en poder actuar en un caso
semejante con los Estados Unidos de América, y me parece que
la demora que experimento –verdaderamente aflictiva en un
momento tan apremiante- proviene precisamente de la
expectativa en que parece estar el gobierno inglés de ver la
América del Norte decidida a romper definitivamente con
Francia, por el deseo que tiene de hacer causa común y cooperar
juntos a la Independencia absoluta del Continente entero del
Nuevo Mundo.
Como el espíritu de justicia, generosidad y adhesión de mis
Compatriotas hacia los Estados Unidos se encuentran mejor
expresados en el documento que me sirve de poderes e
Instrucciones, he querido adjuntarle una copia completa,
persuadido de que esta demostración de amistad y franqueza
servirá más eficazmente a acelerar la decisión...contando
siempre con la reserva indispensable en todo lo que no
concierna directamente a los Estados Unidos.

(...) No disimulo a V.E., Señor Presidente, mi inquietud por la


próxima entrada de las tropas francesas en España: temor de que
un movimiento convulsivo en la Metrópoli produzca sacudidas
anárquicas en las Colonias y que el abominable sistema de
Francia se introduzca entre nosotros, por no haber tomado
medidas prontas y eficaces para impedirlo. ¡Dii avertant! En fin,
espero que el pequeño auxilio que necesitamos para comenzar, y
que se reduce a seis u ocho navíos y cuatro o cinco mil hombres
de tropa, lo hallaremos fácilmente tanto en Inglaterra como en
América...Mis deseos serían que la Marina fuese inglesa y las
tropas de tierra, americanas. ¡Quiera la Providencia que los
Estados Unidos hagan en 1798 por sus Compatriotas del Sur lo
que el rey de Francia hizo por ellos en 1778!

(...) Con sentimientos de la más alta consideración y de estima


más perfecta, tengo el honor, Señor Presidente, de ser el muy
humilde y obediente servidor de Vuestra Excelencia.

F. de M.
T. I, f. 154 Negociaciones.
Traducido del francés.
***
Tomo XVIII
Doc. 4108
De Miranda a Pedro Caro [Josef de Oquendo y Atuey]
[Extracto]
Nº 5 Duplicada.-
Londres, 3 de junio de 1799

Querido paisano y amigo mío:

Con mucho gusto he recibido sus apreciables cartas de V.,


fechadas en Trinidad a 8, 13, 19 y 27 de febrero último, y no
dudo que a la hora de esta se halle V. en el Continente para el
arreglo definitivo de nuestros negocios, en la suposición de que
el momento es el más propicio y de que los Sres. que debían
ayudarnos y nos habían prometido tantas asistencias se
conducen con una reserva y lentitud (por no decir otra cosa), que
yo creo sería una locura aguardar más por sus promesas. En fin
amigo, es menester encomendarnos a la Providencia y con
resolución y juicio obrar por nosotros mismos si queremos tener
asociados, porque estos no se decidirán jamás hasta que nos
vean en una posición respetable.

Por otra parte yo veo por las noticias mismas que V. me da


(confirmadas aún por el principal) que los medios que tenemos
son acaso muy suficientes para la empresa, con tal que un jefe
prudente y hábil dirija los asuntos. ¡En el comercio como en la
guerra, es necesario reunir la audacia con la prudencia si se
quieren emprender negocios arduos y difíciles, aprovechando
principalmente los momentos favorables! En este supuesto
cuenta V. con mi embarque para la Trinidad el 15 o 20 de este
mes, en el convoy que se prepara a hacer vela y diríjame V. a
este paraje todas sus noticias. Espero, antes de partir, recibir
cartas de V. en el convoy que por horas se aguarda aquí de esas
Islas, pues las que supongo venían en el paquebote de la Jamaica
se han perdido con esta embarcación que fue apresada. No
ponga V. por Dios ni su nombre ni el mío en las cartas que me
escriba, pues estamos en guerra y las sospechas solo de
contrabandistas nos haría un perjuicio muy notable.

(...) Nuestros amigos de Broad Street han aflorado infinitamente


más. El señor King [Embajador de Estados Unidos] y el ministro
de Rusia [Semion Vorontsov] se muestran más y más finos cada
día; creo que podemos contar con ellos para siempre y aún con
el señor Turnbull. Adiós.

P.S. La guerra entre la Inglaterra y Tippo, en la India, parece


positiva.

M-a
T. II, f. 186 Negociaciones.

***

Tomo XVIII
Doc. 4251
Nota sin firma sobre Miranda
Nº 4. Copia.

Entre las actas de la Audiencia de Caracas relativas al asunto de


la insurrección proyectada en aquel país hay una copia de una
carta secreta fechada el 9 de mayo de 1797, dirigida a ese
Tribunal por el Presidente y Capitán General, remitiéndoles,
para su consideración y opinión, una Real Orden (que no está
copiada) de la Corte de España, que la carta declara estar
fechada el 24 de diciembre de 1796 y que contiene el Plan de la
Corte de Londres para una expedición contra Nueva España y
las medidas tomadas por el famoso español Miranda; tema
sobre el cual la Audiencia es de la opinión que una descripción
precisa de la persona de Miranda debería ser remitida a todos
los oficiales, civiles y militares, con las órdenes más estrictas de
detenerlo cuando sea descubierto en alguna parte de la costa,
así como a todo extranjero que pueda parecer sospechoso.

N.B. Estos papeles me fueron entregados [a Caro] por el ex-


Gobernador de Trinidad, General Picton, quien garantiza su
autenticidad.

T. I, f. 86 Negociaciones.
Traducido del inglés.

***

Tomo XVIII
Doc. 3996
De Miranda a Wm. Flint, Subsecretario inglés de la Guerra

Great Pulteney Street


25 de junio de 1799

El General de Miranda saluda atentamente al señor Flint y le


suplica le envíe el permiso para dejar Inglaterra, que él tuvo el
honor de solicitar hace quince días por tercera vez, para ir a los
Estados Unidos de América donde le ofrecen un asilo contra las
proscripciones del Directorio francés y de sus aliados. Como en
esta solicitud se renuncia al favor del Pasaporte que se le había
prometido para la Trinidad, o para otra isla bajo dominio de
Inglaterra, se espera no encontrar más obstáculos. El señor Flint
perdonará seguramente este apremiante ruego cuando tenga a
bien considerar y hacer comprender a los Superiores que el
señor de Miranda, en este momento, no goza de sus bienes
patrimoniales, que están en la América española, ni de su
propiedad en Francia puesto que está proscrito igual que el
General Pichegru, el Director Barthélemy, etc. Que se ha visto
obligado además a vivir a su costa en Londres durante más de
15 meses, en espera de una respuesta sobre unos asuntos de la
mayor importancia que el Gobierno le había dicho esperara y
que una demora más larga le pondría en la desagradable
alternativa de contraer deudas o pedir limosna.... estando
absolutamente agotados sus recursos en este país. Tendrá el
honor de pasar mañana por la oficina del señor Flint, para
obtener si es posible este permiso; los barcos que salen para
América se encuentran ya a punto de partir.

T. II, f. 178 Negociaciones.


Traducido del francés.

***

Tomo XIX
Doc. 4327
De Miranda a Manuel Gual

Londres, 31 de diciembre de 1799

En la carta de envío que escribí al Ministro de la Guerra Dundas,


remitiendo sus papeles de V., me pareció conveniente decir lo
siguiente acerca del autor: “Don Manuel Gual, es el hijo mayor
de Don Matheo Gual quien comandaba en la Guaira cuando el
Almirante Knowles atacó esta Plaza en el año de 1743. Es
nativo de Caracas, sirvió en la Infantería regular de esta
Provincia y goza de una gran popularidad en el país, siendo
descendiente de una noble y rica familia de la Guaira. El
General de Miranda lo conoció íntimamente en su juventud y ha
sido informado desde entonces que se ha convertido en un
hombre de distinguidas aptitudes y consecuencia en el país”.

Acerca del Gobernador de Trinidad debo prevenir a Vm. que yo


le he creído un hombre amigo y favorable a nuestra
independencia, hasta de poco tiempo a esta parte que su
conducta me ha hecho suspender el juicio; y así convendría que
se condujese V. con precaución y reserva con este personaje. Si
acaso quiere vejar a V. o tratarle mal (como lo hizo con nuestro
comisario Don P. Caro) procure V. irse a los E.U. de América y
preséntese allí en mi nombre al General Hamilton, que es el
segundo Comandante General del Ejército Americano, y dará a
V. sin duda acogida honrosa. Puede V. también abrirse
enteramente con él, pues es acaso el más fiel amigo que tiene
nuestra Libertad e independencia en todo el mundo. Sin
embargo, no conviene precipitar nada en este crítico momento, y
V. haga por aguardar hasta que reciba mis noticias posteriores.

Este gobierno Inglés da tales esperanzas en el día de ayudarnos


prontamente, que sería temeridad no aguardar un poco; mas
hace tan largo tiempo también que nos trae entretenidos con sus
bellas promesas, que yo casi tengo perdida la confianza; y
espero más de los E.U. de la América (por lo mucho que les
interesa nuestra Independencia) y ¡sobre todo de nosotros
mismos, que de ningún otro! ¡gracias al perjuicio incalculable
que ha hecho la Anarquía galicana a la Libertad en todo el
mundo!

Por la primera ocasión enviaré a V. un mapa magnífico de la


América Meridional, que hemos hecho grabar aquí a nuestra
utilidad; fue trabajado por Cruz en Madrid el año 1775 y
recogido inmediatamente por el gobierno para que el mundo
ignore los primores de la naturaleza en ese hemisferio. También
se publicó en Madrid por uno de nuestros Compatriotas (Don
Antonio de Alcedo) un Diccionario geográfico-histórico de
nuestra América en 5 v. in 4º, que es obra sumamente útil y
sumamente rara por lo mismo. Si puedo encontrar un segundo
ejemplar lo remitiré también a V.

En cuanto a mi persona, amigo mío, ella está siempre invariable


al servicio de la Patria. Por esta tengo hechos ya tantos
sacrificios, que sería absurdo ahora el abandonar la empresa;
cualesquiera puesto que se me señale será para mí muy
aceptable y honroso, con tal que todo el mundo marche al
mismo y único fin de nuestra Libertad e independencia, sin que
la dominación de una Potencia extranjera cualquiera pretenda
fijarse o mezclar su autoridad en el País; ¡porque en tal caso
seremos la codicia y muy luego el despojo de todas las demás
que teniendo una fuerza marítima cualesquiera querrán también
tener parte en la División. ¡Dii avertant! En fin, amigo mío, la
verdadera gloria de todos los Americanos consiste en la
consecución de la Empresa y viceversa... ¡Dos grandes ejemplos
tenemos delante de los ojos: la Revolución Americana y la
Francesa; imitemos discretamente la primera; evitemos con
sumo cuidado los fatales efectos de la segunda!
M-a

T. II, f. 218 vto. Negociaciones.

***

Tomo XIX
Doc. 4476
Del General Miranda a Bonaparte,
Primer Cónsul de la República francesa.

10 Pluvioso del año VIII


de la República francesa
(30 de enero de 1800)

Ciudadano Cónsul:

Permita que uno de los más antiguos Soldados de la República y


un Ciudadano francés le reclame sus derechos claramente
violados el 19 Fructidor del año V.

Este atentado fue tanto más pérfido para conmigo que mi


nombre no se halla, ni siquiera estoy designado, en las piezas
que han servido de pruebas a la Conspiración, verdadera o falsa,
que los Triunviros dieron como motivo de una medida tan
extraordinaria. Y si se añade que los pretendidos Jefes del
Complot me son del todo desconocidos, o enemigos personales,
la cosa sería también absurda.

Invitado por el gobierno Francés para defender la noble Causa


de la Libertad en un momento extremadamente crítico (en el
mes de agosto de 1792) entré en el servicio bajo unas
condiciones honorables y con un Contrato Solemne, certificado
por el Ministro de la Guerra.

El examen riguroso que se exigió de mi conducta, después de


los acontecimientos funestos producidos por la defección de
Dumouriez, hizo ver a la Nación entera que este compromiso
había sido cumplido con fidelidad por mi parte y que Francia
quedaba deudora hacia el que tuvo el honor de defenderla con
gloria a la cabeza de sus Ejércitos.

La Tiranía y el Sistema Arbitrario que más o menos han pesado


sobre Francia, desde el famoso Comité de Salvación Pública
hasta el último Directorio, siguieron, como es lógico, una
marcha contraria, y en vez de concederme lo que la Justicia
mandaba, se acumulaba persecución sobre persecución hasta el
punto de incluir mi nombre en todas las listas de Proscripción,
desde la de la Gironda hasta las de Danton y Pichegru,
añadiendo además el saqueo de mis bagajes y mis caballos así
como el rechazo de pagar los sueldos que se me debían casi en
su totalidad desde el inicio de la guerra.

Mi Biblioteca, que por casualidad pudo escapar, no dejó de


pagar también tributo por el empréstito forzoso, etc.

En fin, hoy que el Reino augusto de la Justicia y de la


moderación es altamente proclamado, bajo felices auspicios,
espero obtener por la suprema autoridad de V. lo que tantos
otros, estando en el mismo caso, han recibido ya muy
justamente y que mi Estipulación formal con Francia sea
finalmente cumplida.

El Amor de la Libertad, por el que he hecho tantos y tantos


sacrificios en otros lugares, me hizo renunciar a vivir en mi País
natal, el más oprimido quizás de todos los de la Tierra, y fue la
causa de mi estrecha relación con Francia.

El mismo motivo me había hecho buscar antes de la época de la


Revolución francesa un refugio en Inglaterra y fue por esta
antigua conexión que se me concedió un asilo cuando los
gobernantes de Francia me expulsaban violentamente de su seno
en Fructidor, año V. Sin embargo, hace casi un año que solicito
con empeño el Permiso para dejar este país y pasar a los Estados
Unidos de América, sin haber podido obtenerlo!!!.... lo que
hace, Ciudadano Cónsul, que esta carta no sea dirigida a V.
desde un País neutral.

Que los beneficios de la Libertad puedan ser comunes a aquellos


de nuestros semejantes que la deseen y que Francia pueda gozar,
después de tantos sacrificios, de una Paz estable y gloriosa,
basada en el bien inestimable de una sensata y perfecta Libertad,
son y serán siempre mis deseos más sinceros.

Salut et Respect
M-a

T. II, f. 268 Negociaciones.


Traducido del francés.

***
Tomo XIX
Doc. 4337
De Don Juan Manuel de Cagigal, ex Gobernador de La Habana
y Comandante del Reino de Valencia, a Francisco de Miranda
Sentencia del Tribunal del Consejo de Indias.

Dijeron: Que debían declarar y declaraban libre a Don Juan


Manuel de Cagigal de todos los cargos que se le han hecho en
esta Causa, por legítima, justa, meritoria y arreglada a las
Reales Ordenes y soberana intención de S.M. su conducta y
procedimientos en el hecho principal e incidencias de la
Comisión conferida a Don Francisco de Miranda para que
pasase a la Isla de Jamaica a los objetos del Real Servicio y del
Estado que le confió, con las facultades para el aparente
Comercio que contempló conducentes a su logro, y por
consecuencia, que lejos de constituirle reo del delito que se le ha
imputado, le han hecho acreedor a la Soberana estimación de
S.M. y al premio que, así en remuneración de sus meritorios y
anteriores Servicios como en recompensa de sus padecimientos
y atrasos en su carrera, ocasionados de esta causa, se digne S.M.
concederle en ejercicio de su Soberana Justicia distributiva y
con alzamiento de cualquier arresto, embargo de bienes,
depósitos y secuestros actuados de resultas de este mismo
procedimiento, le reservaban y reservaron su derecho, para que
por los daños, gastos y perjuicios que en su persona y caudal
hubiese padecido con motivo de esta causa, use de él donde,
como le convenga y contra quien corresponda.

Asimismo declaraban y declararon por libre de todo cargo en


el ejercicio de la referida Comisión y sus incidencias al
Teniente Coronel Graduado Don Francisco de Miranda, y por
legítima y exenta de todo vicio la introducción de los tres barcos
titulados Puerco Espín, Tres Amigos y el Aguila con los
esclavos, géneros y efectos que vinieron en ellos de la Isla de
Jamaica; y revocaban y revocaron en esta parte la Sentencia del
Juez Comisionado en que declaró caídos en la pena de comiso
los referidos barcos, esclavos, géneros y efectos, y condenó a
Miranda a que pagase su importe a la Real Hacienda, con más el
valor de las tres carretas, siete yuntas de bueyes y cinco caballos
en que se condujo parte de aquellos efectos desde el Surgidero
de Batabanó hasta la Habana; en privación de su Empleo y en
diez años de Presidio a la Plaza de Orán y declaraban y
declararon a dicho Oficial, por el contrario, por fiel Vasallo de
S.M. y acreedor a las Reales Gracias en premio y remuneración
del mérito contraído en la delicada Comisión que puso a su
cuidado el Gobernador Cagigal; resultando por otra parte,
como resulta justificado, que no tuvo parte (ni aún noticia) del
hecho de haber registrado o visto las Fortificaciones de la
Plaza de la Habana el Mayor General inglés Juan Cambell,
como falsamente se informó a Su Majestad, etc. etc.

T. I, f. 101 Negociaciones.
T. II, f. 234 vto. Negociaciones.

***

Tomo XIX
Doc. 4338
De Miranda a Juan Manuel de Cagigal, ex Gobernador de
La Habana, Comandante en el Reino de Valencia.

Allsop’s Buildings, cerca de Londres


9 de abril de 1800

Mi General y muy estimado Amigo:

Con mucho gusto he recibido ayer su apreciable carta fecha en


Valencia a 10 de diciembre último, y doy a V. mil gracias por el
aviso y extractos de la Sentencia recientemente pronunciada en
el Supremo Consejo de las Indias en favor nuestro. ¿Mas qué
satisfacción quiere V. reciba yo en saber más y más las
iniquidades de Don Josef de Gálvez y sus agentes, que en parte
aún ignoraba? ¿cuyas infamias se han tolerado por el gobierno
Español, a lo menos por lo que a nosotros toca, el espacio de 18
años consecutivos? ¿y que la reparación que por tan graves
injurias se nos ofrece ahora, es la facultad de perseguir los hijos
y viudas de aquellos, sobre una parte del caudal y honores que a
costa nuestra adquirieron sus perversos maridos? ¡No amigo
mío, lo que por ello debe conjeturarse en mi opinión es que la
situación del hombre de bien en ese País siempre será muy
precaria y que el perverso, por lo común, goza impunemente del
fruto de sus maldades!

¡Lo que realmente me da gran satisfacción es el saber que mi


antiguo y querido amigo Don Juan Manuel de Cagigal es aún mi
verdadero y fiel amigo, sin embargo de las vicisitudes que han
podido ocurrir en tan largo y singular período de tiempo!....
Nada por consecuencia me sería tan gustoso como el verlo y
darle un abrazo, pero las presentes circunstancias lo impiden
absolutamente.

El estado de guerra y agitación en que casi toda la Europa se


halla actualmente, hacen que una persona algo conocida en el
mundo político y militar apenas pueda moverse de un lugar a
otro sin alarma u inconvenientes; y así más vale estarse quedo
que inquietar a los demás, a menos que una evidente necesidad
no lo exigiese por el bien de nuestros semejantes.

Por este propio motivo me habrá V. visto, desde nuestra


separación, ya viajando y atentamente examinando una gran
porción del civilizado mundo; ya encargado de los Ejércitos de
la Francia, protectora entonces de la Libertad pública; ya llevado
por la anarquía ante el famoso Tribunal Revolucionario; ya
rehusando funciones públicas en dicha confusa República y ya
por esta causa Proscrito el 18 Fructidor del año V (1797),
forzádome por ello a tomar refugio en este País, donde hallé
acogida favorable por cierto tiempo y sobre todo un inestimable
amigo antiguo, cuya hospitalidad me ha soportado y soporta aún
en el día.

¡Cuál sea el resultado de los graves eventos que se preparan,


Dios lo sabe!... mas su amigo de V., ciertamente, no abandonará
aquella justa regla y principios honrosos que hasta aquí le han
merecido la estimación de V. y que probablemente han forzado
el gobierno Español a revocar sus injustos procedimientos para
devolverle (por manos de la Justicia Santa) su honor y su caudal
intactos. ¡O magna vis veritatis! Quae contra hominum ingenia,
calliditatem, solertiam, contraque fictas omnium insidias, facile
se per seipsam defendat. Cic. Pro Calius.

Cosa singular es, por cierto, que al mismo tiempo que la España
me hacía tan atroces injurias, yo fuese el único en Francia que
ayudado del preponderante influjo de mis amigos (por la
convicción íntima en que estábamos de que la justicia y la
moderación solamente podían con prosperidad y gloria llevar
adelante la noble causa de la Libertad, que fuera el objeto de la
revolución), combatía con suceso la tentativa formal de
revolucionar la España, a tiempo que se me confería para ello el
mando de un poderoso ejército en noviembre de 1792 y luego
después nombrándoseme al gobierno y Comandancia General de
Santo Domingo con Ejército de 22.000 hombres y una fuerte
Escuadra a fin de proclamar la Libertad e Independencia de las
Colonias Hispanoamericanas... en cuyos acontecimientos me
debería la España por lo menos el reconocimiento de haberle
procurado un gran bien negativo, ¡pues vine a ser causa de que
no se le hiciese mucho mal en Europa y de que las inocentes
Américas no sufriesen tal vez perjuicios incalculables e
irreparables!

Veo con pena sin embargo que los agentes del Gobierno
Español en el Nuevo Mundo se obstinan a tratar mal los
Americanos; y que el Gobernador, recientemente llegado a
Caracas, comienza a derramar sangre con particular ferocidad y
audacia. ¡Quiera Dios que semejantes violencias no traigan
reatos más funestos para la Corte de Madrid, y que aquellos
buenos, sencillos y desgraciados Pueblos no sean largo tiempo
víctimas de la injusticia y perfidias europeas!

A Dios amigo y querido dueño mío. Sírvase V. dar mis


expresiones a mi Señora doña Angela, al Señor don Juanito, al
amigo don Phelipe Cagigal, al Caballero Mata, etc. Estimaría
me enviase V. copia formal de la Sentencia consabida y que
también la comunicase V. a la Habana y Caracas. Mi dirección
aquí es la siguiente: Al General Miranda, a cargo del Señor
Turnbull & Cia. Broad Street, Londres, o ponerla bajo cubierta
del Señor King, embajador de los E.U. de América. Londres. De
V. su siempre fiel amigo y seguro servidor.

F. de Miranda
T. I, f. 102 Negociaciones.
T. II, f. 235 Negociaciones.

***

Tomo XIX
Doc. 4267
De Miranda al Primer Ministro Pitt
30 de junio de 1800

Nº 4

El objeto por el que vino a este País, bajo un Salvus Conductus,


habiendo sido abandonado, debido a un cese total de toda
comunicación con él, durante el espacio de dos años y al haber
él retirado las condiciones por las que pedía la asistencia de este
País, el 28 de marzo de 1800, no le quedan asuntos adicionales
en Inglaterra.

Por otro lado, habiendo recibido aviso de una perfecta


justificación de su conducta contra secretas y falsas acusaciones
bajo las que ha sufrido diecinueve años de persecución de la
Corte de Madrid, como también un reconocimiento pleno y
decisivo del mérito de sus Servicios, junto con un decreto de
indemnización y restablecimiento de sus Derechos y Bienes, su
interés personal requiere por esto su presencia inmediata en su
propio país. Él, por lo tanto, en todos los sentidos y con toda
señal de respeto y todo sentimiento de gratitud por la protección
que recibió del Gobierno de este País, pide su Pasaporte.

No siendo un Prisionero de Guerra; no estando acusado de


haber cometido ningún acto contra el Estado o intereses de este
País, no es Prisionero de Estado, y habiendo venido a este País
con un Salvus Conductus, antes de ser aprobada la última Ley de
Extranjeros, espera y confía que, como una solicitud fundada en
la Ley de las Naciones, pueda reclamar su Pasaporte.

T. II, f. 272 Negociaciones.


Traducido del inglés.
***

Tomo XIX
Doc. 4280
De Lullin a Miranda
Alien Office
Crown Court
29 de septiembre de 1800

El señor Lullin saluda muy atentamente al General Miranda


remitiéndole, por encargo del señor Ford, un Pasaporte para
Francia y pide permiso para molestar al General con un pequeño
paquete para el señor Allen Smith (el amigo de ambos) que está
ahora en París, ya que él imagina que puede tomarse esa
libertad. El paquete contiene una pequeña sombrilla de señora,
comprada por la joven dama Miss Smith, olvidada en la casita
de campo en James Town.

El señor L. hubiese querido él mismo tener el honor de presentar


sus respetos al General Miranda, si no hubiera estado retenido
noche y día en el Alien Office.

Si el General Miranda deseara informar al señor S. de su


deseado viaje, el señor L. puede fácilmente hacerle llegar con
seguridad una carta cualquier día de estos.

T. II, f. 306 Negociaciones.


Traducido del inglés.

***

Tomo XIX
Doc. 4492
De Miranda a Fouché, Ministro de la Policía General

Amberes, 9 brumario del año 9 de la República


(31 de octubre de 1800)

Ciudadano Ministro:

Es como consecuencia del Decreto del 18 Fructidor, año 5, que


me deportaba a Cayena, que abandoné Francia viéndome
obligado a buscar un asilo en el extranjero. La Inglaterra, que en
esa época tuvo bastante liberalidad para concedérmelo, tuvo la
perfidia de rechazarme la salida cuando solicité el permiso de
abandonar ese país para ir a los Estados Unidos de América,
hace ya casi dos años. Sin embargo habiendo logrado obtener
este permiso, por reiterados esfuerzos, me he apresurado a dejar
el país, dirigiendo mis pasos hacia las fronteras de Francia. A mi
llegada a Holanda me he presentado ante el Ministro
Plenipotenciario de la República en la Haya y, de acuerdo con él
así como con el General en Jefe Victor (que tuvieron la bondad
de proveerme los Pasaportes necesarios), he venido a esta
ciudad para esperar la respuesta que el Primer Cónsul tendrá a
bien dar a las peticiones que tuve el honor de dirigirle, hace
algún tiempo, por medio del Ciudadano Lanjuinais, miembro
del Senado Conservador.

Como estas comunicaciones deben necesariamente ser


entregadas a V. para hacer el informe previo, ruego a V.,
Ciudadano Ministro, tenga a bien dispensar la consideración que
a V. parezca conveniente hacia un Ciudadano que, no habiendo
infringido ninguna ley ni ejercido ningún empleo público del
que se haya aprovechado y del que no haya rendido una cuenta
la más severa, se halla sin embargo exiliado y mendigando unas
ayudas para vivir ¡mientras que la República posee la única
parte de los bienes que le quedaban de todos los que
voluntariamente él sacrificó para servirla!

Soy con respeto y perfecta consideración, Ciudadano Ministro,


el Conciudadano de V.
Miranda

Al Ciudadano Fouché
Ministro de la Policía General

Obtenido directamente en París


Archivos Nacionales de Francia
F/7/6285
Traducido del francés.

***
Tomo XIX
Doc. 4495
Del Ministro francés de la Policía General al
Prefecto del Departamento de Deux Nèthes.

Copia División Administrativa


Segundo Negociado

París, 27 Brumario
Año 9 de la República
Una e indivisible
(18 de noviembre de 1800)

El Ministro de la Policía General al


Prefecto del Departamento de “Deux Nèthes”

Por la carta de V. del 12 de este mes, V. me informa, Ciudadano


Prefecto, del regreso a Francia del General Miranda, inscrito en
la Lista de los Emigrados.

Encargo a V. ordenarle salir de inmediato del territorio de la


República y tomar todas las medidas convenientes para
asegurarse de la ejecución de esta orden, de la cual V. me
rendirá cuenta.

El Ministro de la Policía

Firmado: Fouché
Copia conforme.

T. I, f. 111 Negociaciones.
Traducido del francés.

***
Tomo XIX
Doc. 4497
Pasaporte otorgado por la Prefectura de Amberes al
Ciudadano Miranda

LIBERTAD IGUALDAD

DEPARTAMENTO DE DEUX NETHES

_________

A TODOS LOS OFICIALES CIVILES Y MILITARES encargados de


mantener el orden en los diferentes Departamentos de Francia y
de hacer respetar el Nombre Francés en el extranjero. Dejad
pasar libremente al Ciudadano Miranda, oriundo de América,
domiciliado en Amberes, sección_______, Departamento de
Deux Nèthes, de cuarenta seis años de edad, estatura un metro
780 milímetros, cabello castaño, cejas castañas, ojos pardos,
frente ancha, nariz ordinaria, boca mediana, barbilla redonda,
cara rellena, que va a París, sin poner ni permitir se ponga
ningún impedimento.

El presente Pasaporte es válido durante tres semanas.

Expedido después de la aprobación de la Administración


Municipal y según certificación del Ciudadano ________,
domiciliado en la calle______ y del Ciudadano_______,
domiciliado en la calle_______, quienes han firmado con Nos.

La Prefectura de Amberes, el tres frimario del año nueve de la


República Una e Indivisible. (24 de noviembre de 1800).
Firma del portador del Pasaporte
F. Miranda

El Prefecto del Departamento de Deux Nèthes

C. Herbouville
El Secretario de la Prefectura

O. Ruelle

T. I, f. 110 Negociaciones.
Traducido del francés.

***

Tomo XIX
Doc. 4498
De Miranda al Ministro de la Policía General

En París este 9 Frimario del año 9


(30 de noviembre de 1800)
Rue Honoré nº 1497

El General Miranda al Ministro de la Policía General

Ciudadano Ministro:

El Senador Lanjuinais, quien me ha comunicado el permiso


tácito del Primer Cónsul para venir a París a fin de arreglar mis
asuntos y vivir de una manera privada, en espera de un momento
más favorable para poder disfrutar de toda libertad, me ha
ordenado también escribir a V. a mi llegada.
En consecuencia, tengo el honor de avisar a V., Ciudadano
Ministro, que he llegado ayer a París; que pienso, aprovechando
este Permiso, conformarme a los deseos del Gobierno y poner en
mis gestiones la circunspección necesaria para que el orden
público no sea perjudicado en lo más mínimo por parte del que
constantemente ha sido su mejor amigo.

Mi intención es (una vez terminados mis asuntos particulares


con la República) ir a los Estados Unidos de América para
establecerme allí.
Salut et Respect
Miranda

Archivos Nacionales de Francia


F7 6285. Dossier nº 5819 B. P.
Policía General.
Traducido del francés.
***

Tomo XIX
Doc. 4499
Del Prefecto de Policía al Ministro de la Policía General

Oficina Primera Sección


Señalar esta oficina en el margen de la respuesta así como el Nº
________

Nº 5553 B.P.

LIBERTAD IGUALDAD

París, 12 frimario, año 9 de la


República francesa, una e indivisible
(3 de diciembre de 1800)
El Prefecto de Policía al Ciudadano Ministro
de la Policía General
Ciudadano Ministro:

Conforme a la carta de V. del 11 de este mes [frimario], he dado


la orden de hacer traer ante mí al señor Miranda, ex General, y
embargar todos sus papeles.

Este individuo no se hallaba en la Rue Honoré nº 1437 así como


V. lo indicaba. Lo hago buscar de inmediato.

Salut et respect
(Firma ilegible)

Obtenido directamente en París


Archivos Nacionales de Francia
F/7/6285
Traducido del francés.
***

Tomo XIX
Doc. 4512
Pesquisa efectuada por la policía en el domicilio de Miranda

Nº 5819 B. P.

Hoy, catorce ventoso del año 9,


(4 de marzo de 1801)

NOS, JEAN-FRANÇOIS SOBRY, COMISARIO DE POLICIA DE LA


DIVISIÓN DE LA FONTAINE GRENELLE, ALCALDÍA DEL DECIMO
DISTRITO DEL CANTON DE PARIS, en ejecución de una orden del
ciudadano Fouché, Ministro de la policía general, hemos ido con
el ciudadano Paques, inspector general, rue Honoré nº 1497, al
cuarto piso de una casa donde hemos encontrado al ex general
Miranda. Le hemos significado la mencionada orden a la cual
defirió de inmediato. Hecha la pesquisa en su domicilio, hemos
reunido todos sus papeles en un gran portafolio de cuero negro
del cual el ex general Miranda ha guardado la llave y sobre el
cual hemos puesto nuestro precinto. Hemos encontrado en un
cajón de la ropa de la criada del mismo, dos grabados que hemos
creído tener que embargar en vista de que representan al último
rey y a su esposa, con alegorías.

El mencionado Miranda ha dicho que esos grabados no le


concernían y pertenecían a la ciudadana Potier, su criada, o más
bien la persona de confianza donde él vive y a quien pertenecen
los muebles, y la cual ha declarado que estas dos estampas le
fueron entregadas personalmente y no conciernen al dicho
Miranda. Hemos encontrado un manuscrito latino que tiene
pegado un sello imperial con cordones de seda amarilla y negra,
cubierto de terciopelo carmesí, el cual es un título del Obispo de
Lieja. Lo hemos embargado igualmente y hemos entregado
todos los mencionados objetos así como la persona del dicho
Miranda al ciudadano Paques y a sus inspectores, para llevar el
todo ante el Ministro de la Policía General, y hemos concluido y
firmado la presente que el ciudadano Miranda ha firmado con
nosotros.
Sobry

Paques Miranda

Obtenido directamente en París


Archivos Nacionales de Francia
F/7/6285
Traducido del francés.

***
Tomo XIX
Doc. 4516
Interrogatorio del Juez Fardel a Miranda

13 ventoso, año 9 de la República


(3 de marzo de 1801)

Miranda (Francisco)
Ex general francés
Acusado de maniobras e intrigas contrarias a los intereses
del Gobierno francés y de sus aliados

========

El año nueve de la República, el trece ventoso, ante Nos, Pierre


Fardel, Juez de Paz de la División de la Halle aux Blés, oficial
de policía judicial del Cantón de París, adscrito al Ministerio de
la Policía General, ha sido traído el ex general Miranda, acusado
de espionaje y de mantener correspondencia con los enemigos
del Estado, al que hemos hecho reconocer y rubricar los papeles
embargados en su casa, así y de la manera siguiente:

-¿Cuál es su apellido, nombre, edad, profesión, domicilio y lugar


de nacimiento?
-Me llamo Francisco de Miranda, de 48 años, general al Servicio
de la República francesa, nativo de América Meridional,
domiciliado en París, rue Honoré nº 1497.

-¿Desde cuándo está V. en París?


-Estoy aquí desde hace aproximadamente tres meses.

-¿De dónde venía cuando V. llegó a París?


-He venido de Inglaterra a Holanda, de Holanda a París por
Amberes.
-¿Qué había ido a hacer V. a Inglaterra?
-Deportado a Guayana por los sucesos del 18 Fructidor, fui a
buscar un asilo a Inglaterra, donde me quedé hasta mi regreso a
Francia hace más o menos tres meses.

-¿Qué ha hecho V. en Inglaterra durante todo este tiempo?


-He esperado allí el final del acto opresivo que había sido
cometido con respecto a mí.

-¿Por qué ha regresado V. sin haber obtenido el permiso?


-No regresé sin el permiso; regresé con el permiso.

-¿Dónde está?
-Está en el pasaporte que me ha sido entregado por el Prefecto
de Amberes, el ciudadano Herbouville. Yo había además escrito
al Primer Cónsul y había recibido la orden.

-¿Dónde está esa orden que V. había recibido del Primer


Cónsul?
-Esa orden era una orden tácita que me fue comunicada por el
ciudadano Lanjuinais.

-¿Reconoce V. este gran portafolio negro precintado que


presento a V.?
-Sí, lo reconozco.

-¿Lo encuentra usted en el estado en que estaba cuando V. le


puso su precinto?
-Sí, ciudadano.

-¿Va V. a rubricar los papeles que se hallen en él cuando yo lo


haya abierto en presencia de V.?
-Sí, ciudadano.
-¿Qué es este manuscrito latino al que está pegado un sello
imperial con cordones de seda amarilla y negra? ¿Cómo y por
qué se halla a disposición de V.?
-Es un título del Obispo de Lieja; lo tengo desde que yo
comandaba el ejército francés en Lieja.
-Rubríquelo.

-Y estos dos grabados, de los cuales uno representa al último


Rey de Francia y el otro a Maria Antonieta, ¿qué hace V. con
ellos y de quien los consiguió?
-No son míos; pertenecen a mi criada; no quiero rubricarlos.

-Cuáles son las relaciones de V. con el ciudadano Dupeyrou.


-Lo conocí antes del 18 Fructidor. Vino a Londres; me veía;
pero como se relacionó con Pichegru y me dijo que iba a
restablecer el Antiguo Régimen en Francia, lo despedí.

-¿Por qué V. le hizo ir a Londres?


-Para que me sirviera de secretario.
-No siendo V. nada, V. no debía ya necesitar Secretario.
-Me explico: era con el fin de que copiase mis cartas, mis viajes.
Siempre hay algo que hacer en mi correspondencia con mi país.

-¿No hizo V. enviarle 50 luises de oro para los gastos de su viaje


a Londres?
-Ciertamente; hice que le dieran incluso otros cincuenta para que
se regresara.

-¿Por quién se los hizo V. dar?


-Por los negociantes que me adelantaban lo que yo necesitaba.

No habiendo recibido ni notas ni informe concernientes al


ciudadano Miranda, hemos limitado, por el momento, nuestras
preguntas a las arriba mencionadas, y habiendo rubricado los
papeles que se hallaban en el gran portafolio del que se ha
hablado en otra parte, los hemos depositado en la oficina
particular para ser examinados allí.

Hecha la lectura, ha dicho que sus respuestas contienen la


verdad, persiste en ello y ha firmado con Nos,

Fardel F. Miranda

=============

El día de hoy, 14 ventoso, año 9, (4 de marzo de 1801), Nos,


Juez de Paz, oficial de policía judicial susodicho, hemos hecho
sacar del Temple y conducir ante Nos al ciudadano Miranda, a
quien hemos hecho las preguntas siguientes:

-¿No es el ciudadano Malouet quien hizo a V. obtener su


pasaporte en Londres?
- Habló con uno de sus amigos por mí, para hacérmelo obtener.

-¿Quién es ese amigo?


-Es un oficial empleado en las oficinas del Ministro; creo que se
llama Howkison.

-¿Qué hace el ciudadano Malouet en Inglaterra? ¿Qué influencia


tiene allí?
-No hace nada. Es considerado; se les escucha a él, a Lally-
Tollendal y Mounier; se les tiene por muy sensatos.

-¿Dónde está en este momento?


-No sé. Estaba en Bruselas cuando pasé por allí; yo lo vi; pero
creo está en Amberes o en la frontera.
-¿Quiénes son madame Lefèvre, la señorita Lefèvre y la señorita
Françoise a las que V. hacía dirigir sus cartas, rue Honoré nº
1497?
-La primera es la señora Pétion. Lefèvre es su apellido de
soltera; es por error que no aparece siempre señora. En cuanto a
Françoise, es mi criada.

-¿Por qué utilizaba V. estos diferentes nombres para recibir sus


cartas?
-Es porque estoy aquí con un permiso tácito.

-¿Quién le ha escrito a V. estas dos cartas sin firma, fechadas


una del 3 y la otra del 28 nivoso?
-Es madame De Custine

-¿Dónde está en este momento?


-En París, rue Martel, en su casa.

-Explíqueme el sentido de esta frase: “No tengo nada


satisfactorio que decir a V. sobre su amigo; tiene que quedarse
donde está”. ¿De qué amigo le habla a V.?
-Ella me habla de Malouet. Ella se había encargado de hablar en
su favor al Ministro de la Policía y de solicitarle una vigilancia.

-Hágame saber aquí el motivo de las relaciones de V. con el


Gabinete de Londres.
-El motivo de mis relaciones con el Gabinete de Londres era la
libertad y la independencia de la América Meridional, tales
como las que Francia y España garantizaron a los Estados
Unidos de América del Norte, sin ningún monopolio en el
comercio ni posesiones territoriales para los Ingleses sobre ese
continente.
-V. ha debido tener a este respecto varias entrevistas con el
Ministro Pitt.
-No tuve sino una sola que tuvo lugar a mi llegada a Inglaterra;
pero ya había tenido varias en 1790, antes de venir a Francia, y
de éstas resultó la promesa por parte del Gabinete de Londres de
cooperar a la libertad e independencia de la América Meridional
en el caso de que una guerra tuviera lugar entre España e
Inglaterra en el mismo pie de igualdad que Francia lo había
garantizado a las colonias inglesas que forman hoy los Estados
Unidos de América. Dos años después, es decir, en 1792,
Francia, adoptando ese plan, hizo la misma promesa a las
colonias de la América española nombrándome Gobernador
General de Santo Domingo. Pero vino el Terror e impidió la
ejecución del plan. Es ese mismo plan el que nos proponíamos
hoy en día hacer realizar por el Gobierno inglés.

-¿Qué personas se proponía V. emplear para la ejecución de sus


planes?
-Yo quería ejecutarlo yo mismo y servirme de dos ex jesuitas
americanos del Perú, así como de tres agentes de las colonias
que estaban en Londres.

-¿Quién es un llamado Caro, a quién parece que V. había dado


toda su confianza?
-Es un americano que estaba en Londres por el mismo motivo.

-¿Por qué el Gobierno inglés no ha facilitado a V. la ejecución


de sus planes?
-El Gabinete de Londres, y principalmente el Rey, está tan
irritado contra toda idea de Libertad y de Independencia que
ellos han preferido sacrificar sus propios intereses para
satisfacer su odio contra los principios de Libertad que han visto
establecerse en Francia, sobre todo cuando se dieron cuenta que
los dos ejércitos, ruso y austriaco, comenzaron a tener éxito
contra los ejércitos de la República en Italia.
-¿Hasta que punto Dupeyrou estaba informado de los proyectos
de V.?
-Hasta el punto de copiar algunos papeles. No sabía nada del
resto; es decir que no conocía la situación de la negociación.
Ignoraba las respuestas que habíamos obtenido sobre este
asunto, tanto del Gabinete británico como el de América, y era
para despistarle que me escondía de él.

-¿Por qué trataba V. esconderse de él?


-Porque me había dado cuenta que sus principios habían
cambiado enteramente y que se había convertido en un
monárquico exagerado. Se había ligado a diferentes emigrados
tales como Mallet du Pan, Pichegru, de La Rue, de quien era
amigo, así como de Dossonville y otros.

-¿Pichegru no estaba encargado de la ejecución de algún plan a


favor de Inglaterra?
-No lo he visto. Me negué siempre a verlo, pero sé por personas
fidedignas que ha sido públicamente recibido por d’Artois y por
todos los emigrados de alto rango que estaban a su alrededor;
que aceptó de Monsieur el grado de Teniente General y el
uniforme. Que después fue enviado ante el señor Wickham,
agente principal de la Corte de Londres en Alemania, para poner
en ejecución el plan que formó él mismo de acuerdo con el
Ministerio inglés.

-¿Cuál es ese plan?


-Son los diferentes planes militares.

-¿Qué hace Dumouriez en Londres?


-Creo que él está en Hamburgo o en los alrededores. Parece que
es él quien dio a la Corte de Petersburgo un plan de operaciones
militares que debía ejecutarse por un cuerpo de tropas rusas
sobre las costas de Normandía y de Bretaña, cuyo plan fue
enviado a Londres por el Emperador de Rusia.
-V. vivió mucho tiempo en Londres y tuvo siempre relaciones
con el Gabinete de Londres. ¿Cuáles pueden ser sus recursos y
cuál puede ser su objetivo o su esperanza continuando la guerra?
-En mi opinión, Inglaterra no tiene más recursos que los que las
colonias españolas de América Meridional pueden ofrecerle: 1º
consumiendo de doce a catorce millones de libras esterlinas de
sus manufacturas; 2º ofreciéndole además 12 o 14 millones de
libras esterlinas para la exportación de metales preciosos, tanto
oro como plata, así como en añil, cochinilla, quina, madera para
tinte, vicuña, etc. Su esperanza es atraer a los Estados Unidos de
América ofreciéndoles el reparto de sus comercios inmensos y
obligarles con esto a hacer causa común con ella contra Francia.
Inglaterra espera que si puede encontrar los medios de continuar
la guerra 4 o 5 años, Francia probablemente se dividirá y que
logrará aniquilar un partido apoyando al otro y que así debilitará
la potencia que excita su temor. Sería deseable que Francia,
conduciendo a España de una manera sensata, adquiriese
influencia sobre ella; y que se valiera de esta influencia para
hacerle adoptar un plan de comercio y de gobierno propio a
acercar todos los colonos a la madre patria e impedir que
Inglaterra ejecute la invasión que medita para quitar a Francia,
así como a España, recursos inmensos que este comercio puede
ofrecerle; pues no hay que engañarse, Inglaterra cuenta que si
puede lograr hacer independientes las dos Américas e
interesarlas, hallará un nuevo mercado igual al producto total de
sus manufacturas y una fuerza marítima superior quizás a la del
resto del mundo.

-¿Qué quiere decir V. al anotar en su portafolio: “Artois, 25 L.”?


-He querido anotar lo que Inglaterra daba a cada francés
emigrado y V. ha visto que el Conde d’Artois tiene veinticinco
libras esterlinas al día, etc. Es el obispo de St. Paul [Pol] de
León quien me lo dijo el 16 de junio de 1799.
Hecha la lectura, ha dicho que sus respuestas contienen la
verdad, persiste en ello y ha firmado con Nos,

Fardel F. Miranda

Obtenido directamente en París


Archivos Nacionales de Francia
F/7/6318/B
Copia de este documento legada por el Dr. Parra-Pérez a la
Academia Nacional de la Historia de Venezuela
Papeles de Miranda nº 19
Traducido del francés.

***

Tomo XIX
Doc. 4517
Del Ministerio de la Policía General

Ministerio de la Policía General de la República

LIBERTAD IGUALDAD

15 ventoso, año 9
(5 de marzo de 1801)
Expedida dicho día

Escribir al Prefecto de Policía para encargarle hacer conducir


a la frontera al general Miranda. Enviarle la orden de........
para el conserje de la Maison du Temple.

_________
DESPACHO PARTICULAR
Nº 5819

París, 15 ventoso, año 9


de la República
(5 de marzo de 1801)

Al Prefecto de Policía en París

Encargo a V., Ciudadano Prefecto, tomar todas las medidas


necesarias para hacer conducir fuera de las fronteras de la
República al General Miranda, extranjero acusado de
maniobras e intrigas contrarias a los ideales del Gobierno
francés y de sus aliados.

Anexo la orden para el conserje de la Maison du Temple a fin de


que tenga este prisionero a disposición de V.

V. me dará cuenta del resultado de la diligencia de V. a este


respecto.
El Ministro de la Policía General

_________

Se ordena al Conserje de la Maison du Temple tener al General


Miranda a disposición del Prefecto de Policía.

El Ministro de la Policía General

Obtenido directamente en París


Archivos Nacionales de Francia
F/7/6285
Traducido del francés.

***
Tomo XIX
Doc. 4518
Certificación del Traductor Chollet

En París el 20 Ventoso, año 9


(10 de marzo de 1801)

Por el examen detenido que he efectuado de los papeles en


español hallados casa del General Miranda, no parece que haya
tenido relación con el Comité inglés presidido por Duperron.
Estos papeles prueban únicamente que estaba relacionado y en
correspondencia con varios descontentos de las colonias
españolas, situadas sobre la costa meridional del Golfo de
México, de los cuales varios le han dirigido proyectos de
insurrección y de movimientos tendientes a entregar a los
ingleses no solamente las susodichas colonias sino también las
de México. Por lo demás, como entre estos papeles no se
encuentra ninguno de puño y letra del ex – General, no se puede
decir si él daba su asentimiento a todos los hermosos proyectos,
de los cuales algunos tenían como fin la entrega a los ingleses de
algunas partes del dominio colonial español.

Chollet
Traductor
T. I, f. 115 Negociaciones.
Traducido del francés.

***
Tomo XIX
Doc. 4519
Del Senador Lanjuinais al Ministro de la Policía

20 Ventoso, año nueve


(10 de marzo de 1801)

Lanjuinais, Senador, al Ministro de la


Policía de la República

Ciudadano Ministro:

Con el permiso de V. he visto al Ciudadano Miranda, ex


General de la República, a quien ésta niega un asilo por toda
recompensa de sus servicios, pues su sueldo y sus
indemnizaciones se le deben aún. Si esto es político, esto no es
generoso. Estando incomunicado y no pudiendo escribir, me
encarga ruegue a V. tenga a bien hacerle expedir un pasaporte
para Holanda, con el permiso de quedarse en París tres o cuatro
días para arreglar sus asuntos. Estando enfermo, desea este
pasaporte sin demora, hoy si V. puede.

Salut et fraternité
Lanjuinais

Archivos Nacionales de Francia


F7 6285- Dossier nº 5810
B.P. Policía General
Traducido del francés.

***
Tomo XIX
Doc. 4520
Anotación de Miranda

París, 10 de marzo de 1801

Tentativa infernal e intrigas de la Corte de Madrid, 1º para que


no se me recibiese en Francia cuando volví de mi proscripción;
2º para que se me acusase, por el infame Fouché, de
correspondencias con los enemigos del Estado, y con este
pretexto ampararse de mis Papeles y ponerme en la Bastilla du
Temple. De donde salí milagrosamente después de 6 días de
detención, por los vigorosos esfuerzos que hicieron mis amigos,
sobre todo Lanjuinais.
M-
T. I, f. 109 Negociaciones.

***

Tomo XIX
Doc. 4522
Del Ministro Fouché al Senador Lanjuinais
7804 F2
Secretariado General

LIBERTAD IGUALDAD

París, 21 Ventoso, año 9 de la República Francesa


(11 de marzo de 1801)

El Ministro de la Policía General de la República

Al Ciudadano Lanjuinais, miembro del Senado Conservador


Aviso a V., Ciudadano Senador, que encargo al Prefecto de
Policía de París, expedir al ex –General Miranda, detenido en la
prisión del Temple, el pasaporte que reclama para ir al territorio
de la República Bátava. Dispondrá del plazo de cuatro días que
necesita para arreglar sus asuntos en este Municipio. Saludo a V.

Fouché
T. I, f. 113 Negociaciones.
Traducido del francés.
***

Tomo XIX
Doc. 4523
Al Prefecto de la Policía de París
22 ventoso
(12 de marzo)

El Secretariado General al Prefecto de Policía de Paris

El Ministro me encarga, Ciudadano, requerir toda la atención de


V. en la ejecución de la orden que ha dado ayer con relación al
ex general Miranda. Es con la garantía del Ciudadano
Lanjuinais, Senador, que ha sido puesto en libertad; pero la
condición que le ha sido impuesta de retirarse a Holanda debe
ser cumplida exactamente y el Ministro desea sobre todo que V.
se ocupe en que no se quede más de los cuatro días que le son
concedidos para dedicarse a sus asuntos en esta Comuna.

Saludo a V.

Obtenido directamente en París


Archivos Nacionales de Francia
F/7/6285
Traducido del francés.
***
Tomo XIX
Doc. 4524
Pasaporte expedido a Miranda

PASAPORTE PARA EL REPUBLICA FRANCESA


EXTRANJERO

PREFECTURA DE POLICIA
Correspondencia
LIBERTAD IGUALDAD

París, veintitrés Ventoso, año nueve de la República


Francesa, una e indivisible. (13 de marzo de 1801).
_____
SEÑAS
PERSONALES El Prefecto de Policía de París, en virtud
del artículo tres del Decreto de los
Cónsules, del 2 brumario, año 9, a todos
los Oficiales civiles y militares encargados
Edad: 47 años
Estatura: un metro 76 de mantener el orden en los diferentes
centímetros Departamentos de Francia, y de hacer
Cabellos: Castaño-gris respetar el nombre Francés en el
Cejas: Castañas extranjero.
Frente: Mediana
Ojos: Grises
Nariz: Recta Dejen pasar libremente a Francisco
Boca: Mediana Miranda.
Barbilla: Redonda pro-
minente Oriundo de Caragas en el Perú (sic)
Rostro: Ovalado Domiciliado en París, rue Honoré nº 1497
Dirigiéndose a la República Bátava

Sin poner ni permitir se ponga ningún


impedimento.
El presente Pasaporte concedido por
________ es válido durante dos semanas
únicamente para salir del territorio francés.
Firma del Portador del
Pasaporte:
Expedido por orden del Ministro de la
F. Miranda Policía General, con fecha del 21[ventoso]
de este mes, con el compromiso de salir de
París en el término de 4 días.

Hecho en la Prefectura de Policía de París


los mencionados día y año.

Visto en la Oficina de Por el Prefecto


Policía de Valencien-
El Secretario General
nes el 1º Germinal, año
9 (22 de marzo de (firma ilegible)
1801).
(firma ilegible). El Jefe de la 4ª. División
(firma ilegible)
Visto pasar por Am-
beres para ir a Batavia.
Amberes, este 4 Ger-
minal, año 9 (25 de
marzo de 1801).
C. Herbouville

T. I, f. 114 Negociaciones.
Traducido del francés.

***
Tomo XIX
Doc. 4525
Del Prefecto de Policía al Ministro de la Policía General

8ª. DIVISION
Señalar esta División en el
margen de la respuesta, así como el Nº
__________

Nº 7804
LIBERTAD IGUALDAD

París, 24 ventoso,
año 9 de la República francesa,
Una e indivisible
(14 de marzo de 1801)

El Prefecto de Policía al Ministro de la Policía General

Ciudadano Ministro:

En conformidad con la carta de V. fechada el 21 de este


mes, y en ejecución de la orden anexa, he hecho sacar del
Temple y traer a la Prefectura al ex General Miranda, a quien
ha sido entregado el 23 [ventoso] un Pasaporte para dirigirse a
Holanda, a condición de que salga de París en el lapso de cuatro
días. Haré vigilar su salida y me ocuparé, Ciudadano Ministro,
de dar cuenta de esto a V.
Salut et respect
El Prefecto (firma ilegible)
Obtenido directamente en París
Archivos Nacionales de Francia
F/7/6285
Traducido del francés.
***
Tomo XIX
Doc. 4526
Devolución a Miranda de sus papeles incautados por la policía

Sección Particular
Nº 5819 B. P.
Añadir al expediente

He recibido del Jefe de la Sección Particular


un gran portafolio con cerradura y otros dos
pequeños portafolios con adorno de plata, y los
papeles incautados en mi casa cuando mi detención.

El 24 ventoso, año 9 de la República


(14 de marzo de 1801)

Miranda

P.S. Falta un mapa geográfico y un manuscrito sobre el


Istmo de Panamá y diferentes cartas de Malouet y otra de
Dupérou, etc., así como dos Estampas pertenecientes a mi
criada.

Obtenido directamente en París


Archivos Nacionales de Francia
F/7/6285
Traducido del francés.

***
Tomo XIX
Doc. 4530
Extracto sacado del Diario de Miranda del
26 de abril al 30 de junio de 1801. Londres.
Terceras negociaciones con el Gobierno inglés.

30 de abril

Estuve puntualmente en Lincoln’s Inn Nº 5, Stone Buildings, a


la hora citada y encontré allí este caballero [Vansittart] que me
aguardaba. Me informó que el señor Ministro, señor Addington,
había recibido mi carta dirigida al señor Pitt (quien se la había
transmitido sin dilación); que el motivo de no haber asignado
otro Ministro en su propia casa en Downing Street y recibídome
él mismo era porque se quedase mejor el secreto. Entramos
luego en materia, trajo los mapas de D’Anville, de Cruz y
pequeño de Jepherys, en que se discutió el asunto, política y
militarmente, (hablamos en francés porque el criado que nos
servía el té no entendiese) y hallé que ya estaba pasablemente
impuesto en lo que había pasado de antemano con el señor Pitt;
sin embargo le impuse de todo y le hice leer lo que Gual me
escribía de Trinidad, la carta interceptada por Picton y el Cartel
de la Margarita que él no dejó de comprender bien en el original
y que me pareció haber producido convicción.

En este supuesto le dije que lo que yo solicitaba ahora era


solamente un corto socorro de armas y pocos hombres que se
podían encontrar allí mismo, principalmente en las Islas de
Trinidad y Curazao; que cuando el gobierno no quisiese
mezclarse, yo tenía amigos en el Comercio que me darían lo que
se necesitaba y con quien nosotros estipularíamos, con tal que el
gobierno no lo desaprobara o se prestase a ello. Me replicó con
viveza que la intención era de hacer la cosa en grande y
completamente, que su opinión era que esto se debía haber
hecho ya hace tres años y que si insistían en que yo les
manifestase el Plan general era por asegurarse de que la empresa
no se malograse y darnos a este efecto los socorros que fuesen
necesarios al Plan una vez convenido. A esto le repliqué que ya
todo lo que me pedía era un trabajo que estaba ya hecho y que se
hallaba en mis Papeles depositados en casa del señor King,
Ministro de los E.U. de América, de quien sería menester
sacarlos por medio del señor Turnbull pues no convenía que
tampoco otro Ministro supiese que yo estaba aquí. Convinimos
en que así se hiciese y que sobre todo se guardara el secreto, que
era lo que más el señor Addington le había encargado y por
cuyo motivo le había nombrado a él.

En el discurso me sugirió la idea de que viniesen los navíos y


demás fuerza que se necesitase para la Mar del Sur, de la India y
yo le decía que el Plan Militar éste había sido ya examinado y
aprobado por Sir Ralph Abercromby como también por Sir Ch.
Stuart, que sería en mi opinión el mejor jefe para cooperar en
esta empresa. Asintió justamente conmigo, ¡más le hemos por
desgracia perdido, me dijo! También le hablé del Capitán
Graves y me dijo que estaba en el Báltico y que era ya
Contralmirante y buen oficial efectivamente. Me decía que el
que le parecía bueno era Sir S. Smith; yo asentí, mas no nos den
Vmds., por Dios, Sir J. Pulteney... ¡Dios nos guarde! me
respondió, añadiendo que en oficiales de tierra estaban mal (uno
hay bueno y está en Egipto, General Moore) pero de mar hay
varios buenos como Warren, Blaight, etc. Nos despedimos a eso
de medianoche y quedamos en vernos al siguiente día, llevando
conmigo los Papeles y libros que pudiese y también al
compañero Vargas. (Él me decía y también Pitt se lo dijo a
Turnbull que las empresas no se lograban aquí por falta de
celeridad en la ejecución y de audacia en resolver).

T. III, folios 14 vto. y 15 Negociaciones.

***
Tomo XIX
Doc. 4572
Proclama de Miranda
[Terceras negociaciones con el
Gobierno inglés de Henry Addington. Mayo1801]

Compatriotas:

Tres siglos ha que los españoles se apoderaron por fuerza de este


continente. Los horrores que cometieron en su conquista son
conocidos de todo el mundo, mas la tiranía que han ejercitado
después, y continúan ejerciendo hasta hoy, no es conocida ni
sentida sino de nosotros. Nuestros derechos como nativos de
América, o como descendientes de los conquistadores, como
Indios o como Españoles, han sido violados de mil maneras. No
es menester para conocerlo que nos acordemos de las violencias
ejecutadas por los visitadores en 1781, de las capitulaciones de
Zipaquirá tan solemnemente juradas y tan descarada como
escandalosamente violadas por el gobierno Español; de la
ferocidad con que nuestros compatriotas de Santafé y Caracas
han sido expatriados y conducidos en cadenas a España en 1796
y 1797. Estas violencias son tan comunes que no hay uno de
nosotros que no las experimente todos los días. Olvidados para
todo lo que nos puede ser útil, la España solo se acuerda de
nosotros para imponernos tributos, para enviarnos un enjambre
de tiranos que nos insulten y despojen de nuestros bienes, para
ahogar nuestra industria, para prohibir nuestro comercio, para
embarazar nuestra instrucción y para perseguir todos los talentos
del país. Es un crimen para ella el nacer en América. A los ojos
de su gobierno todo Americano es sospechoso, incapaz de
obtener ningún empleo, hecho solo para sufrir.

Con una tierra fertilísima, con metales de toda especie, con


todas las producciones del mundo, somos miserables, porque el
monstruo de la tiranía nos impide el aprovechar estas riquezas.
El gobierno español no quiere que seamos ricos, ni que
comuniquemos con las demás naciones porque no conozcamos
el peso de su tiranía. Esta no puede ejercerse sino sobre gentes
ignorantes y miserables.

Pero tres siglos de opresión son una lección sobrado larga para
enseñarnos a conocer nuestros derechos. Estos son: la seguridad
personal, la libertad, la propiedad, tan esenciales al hombre que
vive en sociedad. Mas ¿qué libertad, qué seguridad podemos
tener nosotros en nuestras personas ni en nuestros bienes,
cuando el déspota se dice dueño de vidas y haciendas y cuando
sus satélites nos privan de una y otras el día que les da la gana?
¿Cuando la menor instrucción, la palabra más indiferente, una
queja vaga en la boca de uno de nosotros es crimen de estado
que nos conduce irremediablemente a la tortura, a un presidio o
a la muerte?

Compatriotas: El mundo está ya muy ilustrado para que


suframos tantos ultrajes. Somos demasiado grandes para vivir en
una tutela tan ignominiosa. Rompamos las cadenas de esta
esclavitud vergonzosa y hagamos ver al mundo que no somos
tan degradados como la España piensa. Sigamos las huellas de
nuestros hermanos los Americanos del Norte; estableciendo
como ellos un gobierno libre y juicioso, obtendremos los
mismos bienes que ellos obtienen y gozan al presente. No ha
más que 25 años que son libres; sin embargo, ¡qué ciudades no
han edificado después de esta época, qué comercio no han
establecido, qué prosperidad y contento no se ve entre ellos! Y
nosotros, más numerosos, habitando un suelo más rico,
sufriendo lo que ellos nunca sufrieron ¿quedaremos siempre en
la miseria, en la ignorancia y en la esclavitud? Los Apalaches
verán sus faldas cultivadas por manos libres y los Andes, que
dominan al mundo, ¿serán desiertos o habitados por esclavos
infelices? El Delaware y Potomac serán abiertos a todos los
pueblos del mundo mientras que el Amazonas, el Orinoco y
tantos otros ríos majestuosos que bañan nuestro país ¿quedan
olvidados de los hombres? ¿Las Artes y las Ciencias serán
extranjeras en la América Meridional?

No compaisanos, seremos libres, seremos hombres, seremos


nación. Entre esto y la esclavitud no hay medio, el deliberar
sería una infamia. El único enemigo que se puede oponer a
nuestra emancipación está encadenado en su península, de
donde no puede salir, ni evitar largo tiempo el castigo que le
prepara una nación insultada y oprimida. Los buenos españoles,
que gimen sobre el estado de mi patria, ven con gusto nuestra
libertad. Tenemos amigos que nos protegen poderosamente y
que impedirán que el tirano haga el menor esfuerzo contra
nosotros. Tenemos armas y generales de nuestro propio país,
acostumbrados a pelear por la libertad. Tenemos sobre todo
razón y justicia y esto nos dará todo el vigor necesario. Así
Compatriotas, todo depende de nosotros mismos. Unámonos por
nuestra libertad, por nuestra independencia. Que desaparezcan
de entre nosotros las odiosas distinciones de chaperones,
criollos, mulatos, etc. Estas sólo pueden servir a la tiranía cuyo
objeto es dividir los intereses de los esclavos para dominarlos
unos por otros. Un gobierno libre mira todos los hombres con
igualdad; cuando las leyes gobiernan, las solas distinciones son
el mérito y la virtud. Pues que todos somos hijos de un mismo
padre, pues que todos tenemos la misma lengua, las mismas
costumbres y sobre todo la misma religión; pues que todos
estamos injuriados del mismo modo, unámonos todos en la
grande obra de nuestra común libertad. Establezcamos sobre las
ruinas de un gobierno injusto y destructor, un gobierno sabio y
creador; sobre la tiranía, la libertad; sobre el despotismo, la
igualdad de derechos, el orden y las buenas leyes.

Nuestras miserias cesarán con la tiranía. Nuestros puertos


abiertos a todas las naciones nos procurarán la abundancia de lo
que necesitamos y la salida de lo que nos es superfluo. Nuestras
tierras recibirán toda especie de plantas sin restricción. No habrá
más estancos, más tributos personales, más alcabalas, más
guardas ni ningún derecho impeditivo del comercio o de la
cultivación de la tierra. Cultivaremos y traficaremos para
nosotros, no para unos extranjeros codiciosos e injustos. Todo lo
que contribuimos hoy a la España para que nos oprima, lo
emplearemos en limpiar nuestros caminos, en hacer navegables
nuestros ríos, en abrir nuestros canales para nuestro tráfico, en
establecimientos para las ciencias y beneficencia pública. En fin,
Conciudadanos, ya no seremos extranjeros en nuestro propio
país. Tendremos una patria que aprecie y recompense nuestros
servicios. ¡Una Patria! ¡Ah! Esta voz no será más una voz sin
significado en nuestra lengua. Ella animará nuestros corazones
de aquel entusiasmo divino con que animó tantos pueblos
célebres, antiguos y modernos. Por ella el vivir es agradable y el
morir glorioso.

Dulce et decorum est pro patria mori.

T. III, f. 53 Negociaciones.
***

Tomo XX
Doc. 4574
Extracto sacado del Diario de Miranda del
1º de julio al 30 de agosto de 1801. Londres.
Terceras negociaciones con el Gobierno inglés.

31 de julio

Respondí esta mañana al señor Sullivan por mi nota (nº 15) y al


mismo tiempo recibí la (nº 15) del señor Vansittart
anunciándome que nos reuniríamos hoy en casa de Lord Hobart,
con lo cual le respondí por la mía (nº 16) y me preparé para el
caso con Papeles y demás documentos que llevé en mi
faldriquera. Vino Rutherfurd y también el señor Turnbull, que
están contentos en la expectativa de una resolución definitiva. A
las 5 p.m. me puse en el coche y a las 5 y media estaba en
Grosvenor Place nº 38. Vino a mí el señor Sullivan poco
después con mucha amistad y dióme la bienvenida de parte de
Milord Hobart, quien bajaría en el instante, así también Milord
San Vicente que igualmente se hallaría al rendez-vous como así
mismo el señor Vansittart, etc... Al llegar Lord Hobart me hizo
muchas amistades preguntándome algunas cosas sobre Caracas
y que ya haríamos que mis Paisanos hablasen inglés, etc... y en
esto vinieron sus jóvenes parientes a quienes envió diciéndoles
nadie podía comer con nosotros hoy, etc...

En fin llegó Milord San Vicente muy puntual a las 6 y Lord


Hobart me presentó diciéndole –éste caballero es el señor
Martin, ya V. me entiende. –Sí, ya comprendo... mucho me
alegro de conocer este caballero que todo el mundo ama y de
quien todos me hablan con sumo interés por la noble y gloriosa
causa que defiende y en que está próximo a embarcarse. Me
preguntó dónde había yo conocido Lady Townsend, que también
le había hablado de mí. Le respondí que no podía realmente
asegurar, mas que probablemente sería en casa del señor y
señora Cooke, en Norfolk. Justamente, dijo, sería allí. Hablamos
luego de Rutherfurd y convinimos que era un oficial de mérito y
muy propio para el encargo que se premeditaba darle de Jefe del
Estado Mayor. En fin llamaron a comer y nos dirigimos a la
mesa donde estuvimos solos Milord San Vicente, Lord Hobart,
el señor Vansittart (quien hizo su excusa por el señor Addington,
que sentía mucho no ser de la partida), el señor Sullivan y yo.

En tanto que los criados estuvieron allí no hablamos sino de


cosas generales y particularmente del Norte de Europa.
Alabamos con Milord San V. la bella situación de Estocolmo y
de Cronstadt que parece había visto Lord San Vicente, pagamos
el tributo debido a Pedro 1º y a la Gran Catharina. Hicimos
justicia al mérito del Almirante Greigh y de Mc Kenzy en el Mar
Negro, por los trabajos de Sebastopolis, asegurándome Lord
S.V. que la marina Rusa en dicho mar estaba en un pie
respetable en el día y que tenían allí 14 o 16 navíos de línea. Se
hizo también justicia al mérito de Potemkin y a Mordwinov que
él me dijo conocía... Y vinimos a nuestra América,
asegurándome el mismo que había estado en Cartagena,
Portobello y Santa Marta... No sabía que hubiese ningún buen
puerto para una Escuadra desde Honduras hasta Trinidad. Y yo
entonces le hice ver que Bahía Honda era excelentísimo y
también Puerto Cabello, aunque pequeño... Creía que este
último no era más que una rada abierta. También se sorprendió
mucho de que hubiese mucha y buena harina en Mérida y
Trujillo. Creía igualmente que yo fuese nacido en Trujillo, sobre
las costas de Honduras y no en Caracas... En fin por el tenor de
su conversación me parece éste un hombre raro, liberal,
instruido, magnánimo y generoso, amigo de la Libertad y capaz
de servir al género humano si estuviese en su poder. Con este
motivo le dije: bueno Milord, sépase V. que yo le tenía por un
enemigo nuestro y de la razón porque me habían dicho que mis
compatriotas, a quienes el pérfido gobierno Español envió
encadenados desde Caracas a Cádiz y fueron apresados por la
Escuadra Inglesa delante de Cádiz, se habían entregado a los
Españoles por Milord San Vicente; y me respondió que no era
cierto, ni semejante noticia había llegado a sus oídos. Hablamos
también de la salubridad e insalubridad de las costas del
Continente y se alegó como reciente la expedición de los
Ingleses al Golfo de Nicaragua, sobre lo cual me dijo que el
objeto no había sido otro que el de pillar y robar los habitantes
del País y que así había ello acabado trágicamente todo, pues
Dalhing no había llevado otra mira, etc... Lord Hobart me
preguntaba a qué edad había yo salido de Caracas y cuándo
había dejado aquellas partes de América por la última vez. Le
dije que tenía 18 años cuando salí y que había dejado la Habana
en el año de 83, al fin de la última guerra sobre la Independencia
Americana.

En fin, acabada la comida y enviados fuera los criados, entramos


en materia sobre la ejecución del Plan en cuestión a fin de
presentar a tiempo cuantas objeciones pudiesen ocurrir en lo
sucesivo, para allanarlas de antemano y que no trastornasen la
empresa. Lo primero que ocurrió era quién comandaría las
Tropas cuando desembarcásemos. Yo (a quien se dirigía la
pregunta) respondí que el que comandase las fuerzas americanas
que, reunidas bajo el Estandarte de la Independencia,
representaban el Ejército americano a quien las Tropas Inglesas
venían a suportar meramente. Muy bien, decían Sullivan y
Vansittart, esto será cuando se haya formado un gobierno y que
éste haya nombrado un General en Jefe, mas antes el
Comandante Inglés no puede obedecer una autoridad que no está
sancionada por el Pueblo... Y entonces -repliqué yo- resultará
que una fuerza extranjera y enemiga del País con la ayuda de los
Americanos va a apoderarse del País a fuerza de armas, que
quiere decir a conquistarlo, para después hacer con este País y
sus habitantes lo que tenga por conveniente, cuyo resultado en
lugar de reunir las gentes del País y atraerlas a nosotros, las
dispersará, acaso las espantará y al primer paso nuestra empresa
si no marra, será equívoca... y como es posible que ningún
americano venga a ponerse bajo los Estandartes de la Inglaterra,
cuando por la Proclamación se les ha llamado a seguir los de su
propio País bajo la dirección de sus mismos Caudillos; que yo
por mi parte no sacaría la espada contra ningún Americano sino
bajo el estandarte de la Libertad Americana y que cuantos
Americanos había en aquel continente tenían derecho y debían
resistir y oponerse a los Ingleses que intentaran penetrar en el
País, a menos que no fuese evidente que estos seguían el
Estandarte Americano como amigos y para suportar nuestra
Independencia; que por otra parte nuestros enemigos no dejarían
de dar la alarma inmediatamente a toda la Europa y presentar la
Inglaterra, en este caso, como una nación que bajo el pretexto de
dar su Independencia a aquel país se apoderaba de él por saciar
su avaricia y pillar sus habitantes para imponerles poco a poco el
yugo que sufría en el día la India Oriental... que para mejor
lograr sus intereses se servían del pérfido M__ que, vendiendo a
su Patria y sus compatriotas, les había sugerido Planes y dado
medios de obtenerlo con mejor acierto y seguridad, haciendo en
esto el papel que tantos Traidores que habían entregado las
colonias holandesas y francesas a la Inglaterra habían ejecutado
antes (perdonen Vmds., les dije, que hable con tanta franqueza...
-No, dijo Milord San Vicente, continúe V., está muy bien. Aquí
–añadí- estoy repitiendo el manifiesto de Talleyrand y Socios).

Con que vean aquí Vmds. que nuestra empresa en lugar de


aparecer en el mundo desinteresada y magnánima por lo que
mira a la Inglaterra, justa y honrosa por lo que toca a los
Americanos, no será concebida sino como una perfidia de los
primeros y una injuria vergonzosa para los segundos.

Mas podemos conquistar la Provincia de Caracas, replicó


Vansittart, y después que la hayamos tomado la entregaremos a
los habitantes para que formen su gobierno... Esto es –dije yo-
que después que nos haya V. asesinado una porción de nuestros
Ciudadanos y humilládonos a los demás, entonces nos permitirá
V. hacer lo que de derecho nos pertenece y lo que, sin derramar
nuestra propia sangre ni cometer la infamia de ser unos traidores
a nuestra Patria, pudimos haber conseguido si Vmds. hubiesen
sido más moderados y menos ambiciosos de autoridad en todas
partes. En fin para que no se crea que yo defiendo una autoridad
que debe recaer tal vez sobre mi persona, propondré, si Vmds.
me lo permiten, un medio para salvar los inconvenientes de este
concurso de autoridades y es que se nombre por parte de Vmds.
un Comisario para que éste, de acuerdo conmigo, disponga de lo
que deba hacer la Fuerza Inglesa ínterin que ésta se ponga a la
disposición del País.

Esta proposición calmó los espíritus y aunque Vansittart y


Sullivan masticaron aún la cosa, Lord Hobart dijo que estaba
bien y que era menester que este sujeto fuese una persona de
conocida prudencia y en quien el Gobierno pudiese asentar toda
su confianza... Y no solamente (replicó Milord San Vicente) es
menester que tenga la confianza de Vm. sino que posea también
la del señor Martin. -¿Conoce V. alguno, me preguntó
volviéndose a mí, que pudiese ser a propósito para este encargo?
–No, le respondí, mas no pueden faltar sujetos a propósito. Bien
se me ocurrió Pownall ¡mas está tan viejo! En fin hablamos de
Picton y yo hice ver que su conducta arbitraria en Trinidad había
alienado los espíritus de mis paisanos a punto que le creían la
causa de la muerte de España, etc. Lord Hobart y Vansittart le
defendieron en algún modo, mas convino el primero en que una
persona no querida en el País (y mayormente siendo Inglés,
entre quienes no había tal vez que lo fuese) no era a propósito
para el caso y que sería necesario pensar en otra. Yo hablé del
nuevo Gobernador de Curazao, señor Witham, y Sullivan le
halló el defecto de que era cojo.

En fin vino el Plano de Cruz y fuimos a ver las posiciones


militares, marítimas y terrestres, que Milord San Vicente
combinó muy bien con mis ideas haciéndonos ver que sería
conveniente de que Dokworth operase con sus naves en la
empresa sobre la Provincia de Caracas y Lord Seymur con las
suyas desde la Jamaica sobre la de Santafé, etc. Milord Hobart
copió una de mis expresiones al tiempo que yo hablaba, para
explicarse más francamente en el particular y fue la de soportar
diciendo, ésta es justamente la idea que yo tengo en el asunto y
que expresa muy bien nuestra intención pues nosotros no vamos
para hacer una Revolución sino para soportar a Vmds. en su
Independencia y para que la Francia no se apodere de estos
países. Muy de acuerdo con V., dije yo, pues estaremos
entonces. Con este motivo, yo me lamentaba del tiempo que
habíamos perdido con el retardo éste y Vansittart convenía
conmigo cuando Lord Hobart nos replicó: muy bien, señores
míos, y que cuando estuviésemos ocupados en fomentar la
Revolución de la América Meridional que los franceses
hubieran desembarcado sobre nuestras costas y apoderádose de
la Inglaterra... Yo les explicaba sobre la carta la facilidad de esta
operación en los términos que yo proponía, la salubridad del
País, la abundancia de víveres y demás, de que quedaba
satisfecho el ministro de la Guerra; y Lord San Vicente en esto
nos dejó, a eso de las 10 p.m., diciendo al despedirse a Lord
Hobart: -pues ¿cuándo estará V. en su oficio mañana por la
mañana? –a las 11 sin falta. -Pues a esa misma hora me tendrá
V. allí en persona, dando a entender que estos asuntos no debían
ya sufrir el menor retardo…

T. III folios 32 vto. al 35 Negociaciones.

***

Tomo XX
Doc. 4594
De Miranda a Lord St. Vincent

(Nº 17)

Mount Street, 4 de agosto de 1801

El señor Martin saluda respetuosamente a Lord St. Vincent y


espera que, tras la reunión que tuvieron el 31 pasado en casa de
Lord Hobart, todas las dificultades estén ahora casi superadas.
Al señor Martin le da un auténtico placer saber que, mediante
esta entrevista afortunada, el destino de su País depende en este
momento, en gran medida, de la generosidad y talentos del
Conde de St. Vincent, cuyo recuerdo siempre le será grato
aunque sólo fuera por los sentimientos humanos y magnánimos
que le escuchó expresar aquella tarde sobre este interesante
tema.

El señor Martin ruega a Lord St. Vincent acepte, en nombre de


todos sus paisanos, su más sincero reconocimiento por ello.
Espera también que Lord St. Vincent tendrá la bondad de
informarle, a tiempo, cuándo es probable que las tropas sean
enviadas, teniendo él algunas cosas que preparar aquí antes de
su partida.

T. III, f. 194 Negociaciones.


Traducido del inglés.

***

Tomo XX
Doc. 4596
De Miranda a Sullivan

(Nº 19)

4 de agosto de 1801

El señor Martin saluda atentamente al señor Sullivan y, como


imagina que está próximo el momento de poner en ejecución los
planes que fueron debatidos el pasado viernes, cree, tras
reflexión, que sea conveniente dar a sus amigos en el Continente
alguna información previa por medio de los agentes
confidenciales que están actualmente en las islas cercanas. Por
lo tanto desea saber si una carta para la Trinidad podría ser
remitida inmediatamente y si no sería apropiado que él
mencionase el momento, más o menos, de su salida de aquí,
habiendo escrito hace seis semanas sobre el asunto, lo que habrá
parecido allí prematuro debido al retraso que desgraciadamente
ha tenido lugar desde entonces.

T. III, f. 196 Negociaciones.


Traducido del inglés.

***
Tomo XX
Doc. 4601
De Miranda a Vansittart

(Nº 24)
Mount Street, 28 de agosto de 1801

El señor Martin agradece al señor Vansittart por los periódicos


franceses que tuvo la complacencia de enviarle ayer. Por estos él
ve que una división salida de Oriente ha llegado ya felizmente a
la Guadalupe y que los franceses envían a estas islas buenas
tropas y jefes capacitados.

Esta noticia no hace sino aumentar su desesperación, viéndose


retenido en este País mientras que el enemigo se fortifica cada
día, gana un tiempo valioso y toma a la vez posiciones más
ventajosas para oponerse con éxito a todos nuestros proyectos...
En fin, está claro hoy que lo que se hubiera podido ejecutar hace
dos años con perfecta seguridad, se podía haber hecho con
probabilidad todavía hace cuatro meses. Que la misma empresa
se ha vuelto (por los retrasos) problemática en este momento y
que será impracticable quizás dentro de dos o tres meses.

El señor Vansittart, que entiende todo esto mejor que nadie y


que añade al mismo tiempo el interés más grande por la suerte
de los desgraciados pueblos que son víctimas de esto, no
necesita estas reflexiones para prever todas las consecuencias...
Pero poniéndose en el lugar del señor Martin, no podrá negarle
el favor de hacer intervenir sus buenos oficios ante el Gobierno
con el fin de enviarlo de inmediato, aún sin concederle incluso
los auxilios prometidos... puesto que las cosas han llegado a este
punto extremo.

T. III, f. 163 Negociaciones.


Traducido del francés.
***
Tomo XX
Doc. 4616
De Miranda a Vansittart

(Nº 29)

London Street nº 13
Fitzroy Square, 23 de octubre de 1801

El señor Martin tiene el honor de agradecer al señor Vansittart la


carta que tuvo la bondad de escribirle ayer relativa a la ayuda
que el Gobierno Británico se propone ofrecerle como
compensación de los perjuicios considerables que él ha
padecido, tanto por la retención de más de un año que el
Ministerio precedente le hizo soportar aquí en 1799-1800 como
por la de varios meses que éste le ha retenido posteriormente en
la hipótesis de una cooperación muy importante para este país,
etc... Y somete a la consideración del señor Vansittart la
siguiente proposición, que le parece tanto menos exagerada
cuanto que la residencia parece estar indicada en Inglaterra:

Pensión vitalicia y anual de 700 L.

Pagar al señor Turnbull por los adelantos hechos en 1799, por el


mismo asunto del cual el Ministerio se ocupaba ese año, 2.000
guineas.

Para mi cuenta y con el fin de pagar mis deudas, l.000 L.

El señor Martin ha manifestado siempre el deseo de quedarse en


Inglaterra si una ayuda efectiva y el pago de sus deudas le fuese
concedido... De lo contrario se encontraría en la dura necesidad
de partir para cualquier otro lugar donde pueda hallar una
subsistencia sencilla y honesta con el disfrute de sus libros que
serán, en el porvenir, el único recurso de su vida.

Espera de la amistad y sensibilidad del señor Vansittart que


después de la comunicación indispensable al muy honorable
señor Addington, tendrá la bondad de transmitirle sin demora la
decisión con el fin de tomar su resolución antes de la partida de
su compatriota, señor Smith [Vargas] quien (como tuvo el honor
de decírselo al señor Vansittart antes de ayer) solo espera la
misma resolución para salir hacia el Archipiélago Americano.

T. III, f. 164 vto. Negociaciones.


Traducido del francés.

***

Tomo XX
Doc. 4624
De Miranda a Vansittart

(Nº 32)

13, London Street


Fitzroy Square, 8 de diciembre de 1801

El señor Martin presenta sus respetos al señor Vansittart y le


envía la obra del señor de Pradt sobre las Colonias, etc. Este
libro, publicado en París muy recientemente con el
consentimiento del Gobierno, contiene opiniones y proyectos
sobre las Colonias Españolas de América que bien merecen la
atención del Gobierno Británico en este momento.
El señor M- ha recibido además, de París, algunas opiniones
sobre el mismo asunto que confirman esta conjetura y que hacen
necesaria una entrevista con el señor V- lo antes que él pueda.

Mientras tanto, ruega al señor Vansittart tener a bien hojear la


segunda parte de la obra, aunque no fuera sino los párrafos que
están subrayados o indicados en el margen... Puede estar seguro
que este libro ha sido publicado con la aprobación del Gobierno
Consular, que se ocupa de esto muy seriamente en este
momento. Las cartas que el señor M- acaba de recibir de París
no le permiten dudarlo y le prometen nuevas informaciones
sobre el mismo asunto, por personas que están en condiciones de
conocerlas.

T. III, f. 165 vto. Negociaciones.


Traducido del francés.

***

Tomo XX
Doc. 4781
De Pownall a Miranda

Everton House-Biggleswade
19 de septiembre de 1802

Mi estimado Señor:

Mientras viva me lamentaré de que nuestro proyecto de ayuda a


los Suramericanos para conseguir su Libertad e Independencia
política haya sido descuidado en su puesta en ejecución. En
primer lugar lo siento porque resultará ser una pérdida para Gran
Bretaña, que jamás en lo sucesivo será reparada. En segundo
lugar siento mucho que la persona, a quien la Providencia
parecía haber señalado para presentarlo como el único
instrumento de tan gran beneficio para una porción tan amplia
de la Humanidad, no haya sido permitida a actuar cuando él
podía haber llevado a cabo ese beneficio. Sin embargo me
consuelo hasta cierto punto por la estima personal de esa
persona que está en una situación libre de casualidades y del
capricho de la suerte, por lo que puede estar preparado para
servir a sus compatriotas si jamás se ofreciese de nuevo una
oportunidad.

En cuanto a los Suramericanos, dejad que los malvados de


Europa y de cualquier otra parte de la tierra hagan o dejen de
hacer lo que puedan; esta gran parte de la Humanidad
conseguirá y debe conseguir su Libertad e Independencia
aunque quizás con luchas más duras y más severas que las que
hubieran experimentado con nuestro proyecto. Es un
acontecimiento que está llegando naturalmente y que la política
retorcida de los hombres no puede impedir.

En cuanto a mí y a la parte que tomé en este asunto, y en cuanto


a los nativos que me incitaron a interferir en ello, a pesar de que
yo pueda estar arrinconado y olvidado aquí por nuestros
miserables estadistas, presiento mi recompensa y la presentiré
aún más, porque la máquina que yo puse en marcha producirá
tarde o temprano, en un tiempo futuro, su efecto. No puedo a mi
edad esperar verlo pero que lo pueda ver V. es el deseo sincero,
incesante y esperanza de mi corazón.

He escrito, y me propongo publicar este año, un segundo


Memorial a los Soberanos de Europa y del Atlántico. La primera
parte menciona el desarrollo, progreso, acción y efecto del
Espíritu Revolucionario en la desorganización de Europa. La
segunda parte propone a los Soberanos del Atlántico cómo y con
qué medidas y espíritu pueden ser reducidos en sus acciones
hacia el Continente de Europa y cómo los Soberanos del
Atlántico pueden, al mismo tiempo de que se protegen contra
esto, establecer, mantener y activar su independencia legítima,
interés y poder. En esta parte menciono o más bien me refiero a
la propuesta que hice a los Ministros y que ellos descuidaron.
Hago esto de una manera que protege todas las confidencias y
secretos así como para no hacer revelaciones imprudentes de
medidas o personas. La tercera parte señala, precisa y
específicamente, la verdadera doctrina del Pacto Social o
Contrato original para demostrar cómo un gobierno eficaz surge
mediante las acciones de la naturaleza en el proceso de organizar
la Comunidad en Gobierno, y es compatible con los intereses,
Derechos y Libertad de sus Constituyentes; y cómo, observando
esta verdad en principio y actuando debidamente, este Gobierno
se puede resistir al Espíritu Revolucionario.

Tendré placer en discutir una vez más estos asuntos con V., para
que podamos examinar el terreno y ver si queda algo por hacer,
con política que pueda administrar los asuntos que se están
trabajando en esencia para adelantar el gran acontecimiento que
ambos deseamos.

Actualmente estoy ocupado en un asunto de cambio de Títulos


por terrenos en lugar de dichos Títulos y mi casa está llena de
Comisionados y Topógrafos. En cuanto se acabe este asunto,
que espero pueda ser para la primera semana de octubre, y en
cuanto esté seguro del día, si V. me lo permite le pediré el favor
de verle en Everton y espero que V. no me lo negará. Soy,
estimado Señor, el leal amigo de V.
T. Pownall

Al General Miranda
27, Grafton Street
Fitzroy Square
Londres.

T. III, f. 290 Negociaciones.


Traducido del inglés.
***
Tomo XX
Doc. 4647
De Vansittart a Miranda y nota del General

Mi estimado General:

Estaré tan ocupado mañana que no creo poder conceder a V. un


momento de entrevista, pero tendré ese placer pasado mañana si
conviene a V. Le saluda atentamente,

N. V.
Al General Miranda
Traducido del francés.

Nota de Miranda al pie:


2 de abril de 1803.

Hemos convenido en que se enviará inmediatamente a la


Trinidad todo el armamento, vestuario y cuanto estaba
preparado de antemano a fin de que no haya dilación en nuestras
operaciones sobre el Continente, caso que la guerra se declare
contra la Francia y cuya probabilidad es manifiesta en el
momento.

T. IV, f. 9 Negociaciones.
***

Tomo XX
Doc. 4648
Memoria del General Miranda a Pitt

En Londres, el 29 de abril de 1803

El objeto de esta Memoria es hacer ver que se puede reparar,


con un esfuerzo rápido y decisivo, todo lo que se ha perdido
desde 1790 en las infructuosas negociaciones iniciadas con
Inglaterra en pro de la Independencia de las Colonias
Hispanoamericanas.

La cosa es tanto más urgente que estas Colonias están


amenazadas de caer bajo el yugo abominable de Francia, si no
se apresuran a venir en su ayuda. La suerte de las de Florida y
Nueva Orleáns no es sino el preludio fatal de un pérfido plan
llevado a cabo con asiduidad por el Gobierno Consular de
Francia y que parece ser su objeto favorito desde la evacuación
de Egipto por las tropas francesas.

Las opiniones más recientes y más seguras que nos han llegado
desde la costa de Caracas, anuncian que el descontento es
general en esta Provincia; que para reprimir de alguna manera el
espíritu de rebelión se contentaron con sacrificar a una persona
de consideración en el país, un oficial de bajo rango de las
tropas regulares y otros tres de la milicia en la clase de gente de
color... no atreviéndose los agentes del Gobierno Español a
hacer más y conformándose con una sumisión aparente por el
momento. Que además se había desarmado indistintamente a
todo el mundo, tanto en las ciudades como en el campo, y que se
había cortado toda comunicación con el extranjero con castigos
horribles, desconocidos incluso en los tiempos más críticos de la
guerra, etc. ¡Estos hechos solos indignarían más que nada la
fermentación que debe existir en el País! Y el que suscribe está
persuadido que el mismo espíritu debe reinar en la Provincia
limítrofe de Santa Fe, puesto que en ocasiones semejantes estas
dos Provincias han ido siempre juntas y que las noticias que
hemos recibido vienen todas a apoyar esta coyuntura.

Las opiniones que nos llegan igualmente por la vía de Trinidad y


por los Americanos Españoles que están actualmente en esa isla,
coinciden en creer que sus Compatriotas no necesitan en este
momento para cumplir sus deseos sino una ayuda cualquiera en
armas y algunos hombres bajo un jefe militar experimentado,
con el fin de dar un impulso que ponga en movimiento a los
habitantes del País que esperan esta señal con impaciencia, etc.
A este efecto pues, y para que este deseo general sea finalmente
cumplido, sometemos con deferencia la siguiente solicitud.

“Un empréstito que sea suficiente para comprar algunos barcos


armados en Corso que se hallan actualmente en venta tanto en
Liverpool como en el Támesis, así como un armamento para 6 a
8.000 hombres tanto de Infantería como de Caballería. Y para
reclutar también de 1.200 a 1.500 hombres que deben alistarse
para hacer contrabando en las Costas de la América Española,
bajo la dirección de una casa de comercio respetable de la
Trinidad que los contratará específicamente para este objeto”.

Estamos persuadidos que con esta fuerza podremos sorprender


la ciudad de Caracas así como el puerto de La Guaira. Esta
ciudad está del todo abierta y sin ningún tipo de defensas. La
Guaira tampoco presenta ningún obstáculo, tomándola de flanco
o por detrás; y habiéndose hecho dueños de estos dos puntos, se
es efectivamente de toda la Provincia.

Seguidamente se convocará allí una Asamblea General; y si la


gran mayoría de los habitantes está decidida realmente a
sostener su independencia, se harán los documentos necesarios y
se despachará un barco para llevarlos a España acompañados de
las propuestas más respetuosas hacia la Madre Patria,
invitándole por todos los medios a un arreglo amistoso y
razonable con tal de que la independencia absoluta del gobierno
de las Colonias, y por consiguiente su libre comercio con todo el
mundo, sea la base fundamental de esta estipulación.

En el intermedio se continuará (ayudados por todas las fuerzas


que encontraremos en Caracas, etc.) la misma operación sobre la
Provincia de Santa Fe. Y se enviarán agentes autorizados por el
gobierno Provisional de la Provincia, tanto a Inglaterra como a
los E.U. de América, con el fin de obtener su intervención
amistosa para un arreglo equitativo con España o, en caso de
rechazo, auxilios convenientes para ayudarnos a soportar con
éxito nuestra honorable independencia.

Si las negociaciones actuales entre Gran Bretaña y Francia


terminan con un arreglo pacífico, Inglaterra no puede sino ganar
con el éxito de nuestra Independencia; si es por la guerra, es
entonces una causa común y España, así como Francia,
quedarían privadas de estos inmensos recursos. Y en todos los
casos se impedirá que Francia (o Jefes Revolucionarios
Franceses) se apodere de estas bellas regiones. Los E.U. de
América estarán también obligados a adherirse a nuestra causa
y, ayudándonos, a disgustarse con Francia que no busca
probablemente en este momento sino engañarles; y ellos
vendrían de esta forma a unirse, quizás por un interés común,
con Inglaterra.

En lo que respecta a los gastos de armamento, serán pagados


seguramente por centuplicado, en caso de éxito; y los barcos, así
como una parte de las armas, regresarán siempre a los puertos
británicos si por desgracias, que no se pueden prever,
fracasáramos en todo.

Los amigos de nuestra Independencia en los E.U. de América


ofrecen igualmente auxilios para venir rápidamente en nuestro
apoyo, lo que es extremadamente favorable para nuestras
operaciones ulteriores así como para imponernos a nuestros
enemigos, si por desgracia tuviéramos que tenerlos.

T. IV, f. 17 Negociaciones.
Traducido del francés.
***
Tomo XX
Doc. 4649
Memorial de Miranda al Gobierno inglés

La situación de Guerra actual entre Inglaterra y Francia y sus


aliados da al que suscribe la esperanza mejor fundada sobre los
auxilios y el apoyo que los Ministros de S.M. Británica habían
prometido a sus compatriotas de la América Meridional, con el
fin de obtener fácilmente su independencia y establecer un
gobierno sólido y sensato. Sólo los Preliminares de la Paz
firmados entre Inglaterra y Francia en 1801 pudieron suspender
en esa época el curso de la expedición lista para hacerse a la vela
a este efecto, y sólo el regreso de la guerra debiera
proporcionarnos de nuevo la misma ventaja. Estas son al menos
las promesas que nos fueron hechas varias veces por los
respetables agentes del Gobierno de este país.

En este supuesto y mediante las opiniones que los agentes


Americanos de las Provincias de Caracas y de Santa Fe, que
están actualmente en la Isla de Trinidad, acaban de transmitirnos
con fecha de 19 y 30 de marzo último, someto a consideración
de los Ministros de S.M. Británica la solicitud siguiente:

- Algunas armas y municiones de guerra.


- Algunas tropas de gente de color de las que están
actualmente en la Isla de Trinidad.
- Algunos barcos para transportarlas hasta la Costa
y si es posible uno o dos navíos de guerra para
servirles de escolta.

Esta fuerza, por insignificante que parezca, sería suficiente para


dar el impulso necesario en el Continente si se considera que la
gran masa de los habitantes la esperan con impaciencia para
unirse a ella; y que la mayor parte de los Españoles que están en
la Trinidad prometen reunirse con nosotros para este objeto,
como se puede más distintamente apreciar en el extracto de las
cartas del Comisario Vargas que copiamos aquí:

“Puerto de España, 19 de marzo de 1803


“..... En lo que respecta a la Provincia de Caracas, los
espíritus están tan bien dispuestos como lo estaban antes (en la
época de la última insurrección en 1797), pero les falta una
cabeza que los conduzca. Varios me han hablado de V. como el
Salvador del país y varios me han asegurado que hasta el
Gobierno había creído más de una vez que V. vendría para
atacar la Provincia. Lo cierto es que una vez corrió el rumor de
que Gual había hecho un desembarco y que habiendo para
entonces reunido todas las fuerzas, no se pudo juntar más de
tres mil hombres, siendo la mayor parte de las milicias puesto
que los veteranos no alcanzaban los 600 hombres, cuya mitad
son por nosotros, principalmente los oficiales.

“No ha llegado ninguna tropa de Europa. No hay


ninguna fortificación entre Caracas y La Guaira y el puerto del
C. se me asegura que es muy propio para un desembarco, así
como el río G.

“En esta ciudad (Puerto de España, en la Trinidad) vive


actualmente un viejo B. que ha servido durante 28 años como
jefe del Resguardo o guardacostas; se le ha perseguido en la
Guayana y ha venido a establecerse aquí. Conoce todos los
caminos, las entradas y todo lo que es necesario para nuestra
empresa; y lo que es más, está dispuesto a conducirnos y a
seguirnos por todo en semejante ocasión. Es un hombre valioso
en este momento, etc.

“Hay en esta Isla muchas personas que desean la


independencia de la Tierra Firme y que cooperarían con sus
personas y sus bienes; pero mientras Picton esté aquí no se
puede hacer nada. Si el Gobierno Inglés quisiese ayudarnos con
algunos soldados y que nos dejara actuar por nosotros mismos,
no faltarían personas aquí que nos facilitaran medios para
comprar armas, etc.

“Los mismos enemigos de la independencia de América


convienen que en otra guerra Caracas se sublevará y que el
resentimiento es general”.

Esta sencilla exposición será suficiente para convencer a los


Ministros de S.M. Británica de la necesidad en la cual me hallo
de obedecer a la voz de la Patria, que me llama en su ayuda en
un momento realmente peligroso. Espero en consecuencia que
tendrán la bondad de concederme sin demora el transporte
seguro de mi persona hasta la Isla de la Trinidad, con los
auxilios que en su discernimiento ellos encontrarán conveniente
concedernos.

Grafton Street, 17 de mayo de 1803

T. IV, f. 23 Negociaciones.
Traducido del francés.

***

Tomo XX

Doc. 4654
De Vansittart a Miranda

18 de junio de 1803

Mi estimado General:

Hasta el presente no se ha tomado ninguna decisión sobre


América, de manera que no sé qué consejo dar a V. si no es
esperar un poco los acontecimientos que no pueden tardar en
llegar. Le saluda atentamente,

N. V.

Al General Miranda
Grafton Street

Traducido del francés.

Nota de puño y letra de Miranda: Esto es después de haberme


asegurado oficialmente que se había mandado embarcar para
Trinidad el armamento aprestado aquí hace dos años para
nosotros. Que en caso de emprenderse nuevamente la guerra
seríamos sin falta ayudados. Y cuando mi amigo el señor King
estaba para embarcarse para Nueva York en mayo último y me
propuso el que me fuese con él, pues sus amigos en aquel país
tal vez me darían los socorros que necesitábamos, estos aquí me
aconsejaron que no me fuese pues ellos estaban preparándose
para socorrernos con lo que necesitábamos, etc. etc., etc.

T. IV, f. 48 Negociaciones.

***

Tomo XX
Doc. 4720
De P. Vargas a Miranda
Trinidad, 25 de junio de 1803

Mi General y dueño:

He dejado de escribir a Vm. porque ha sido menester salir


huyendo con el señor Fullarton y otros muchos de la Isla, a
causa de la tiranía del Gobernador Picton. Hemos estado en un
tiempo de terror que dudo hubiese sido peor el tiempo de
Robespierre. ¡Qué monstruo! ¡Qué déspota! ¡Qué loco! Gracias
a Dios que con la venida del correo y órdenes perentorias del
General en Jefe hemos salido de él, y vivimos ahora en paz.
Quería el hombre quedarse dueño absoluto de la Isla, ahorcando
y desterrando a cuantos no convenían en sus designios. A mí me
tomó una ojeriza extraordinaria porque era hechura de Vm. y
amigo de la libertad de mi país. Así fue menester que me pusiese
en salvo yéndome con el señor Fullarton fuera de la Isla. Este
Señor me ha protegido con todo su poder, su hacienda, con
cuanto ha podido; digno hombre, lleno de luces, de humanidad y
de todas las buenas cualidades que se requieren para gobernar
un país menos corrompido que éste, porque los delitos de Picton
han engendrado aquí un semillero de malvados secuaces suyos,
que hacen todo el mal posible y que no dejarán de hacerlo hasta
que el país se ponga bajo la constitución Británica.

Veo que la guerra está declarada con la Francia, o como tal; mas
nada veo contra la España. Siento que Vm. no me haya escrito
en este correo último, aunque a su salida creo que ya habría
recibido Vm. mis primeras cartas. Yo tengo escritas a Vm.
varias, más particularmente con el Mayor Williamson, amigo
mío, quien me ofreció entregar a Vm. en propia mano mis
cartas. Allí le detallaba cuanto había sabido hasta aquella época.
Con el señor Adderley le escribí también diciéndole el estado en
que nos hallábamos; también le supliqué que viese a Vm. y le
informase de lo que pasaba por acá.

Ahora solo puedo decirle que parece que en Caracas se teme


otro movimiento como el anterior, a lo que me ha dicho Rico
(que está aquí) y fue uno de los comprendidos en el anterior.
Que no han venido ningunas tropas de España; que todas las
milicias son favorables a la causa; que los soldados veteranos
que allí hay no pasan de 600 en toda la Provincia; que de estos
es menester guarnecer Maracaibo, Puerto Cabello, La Guaira y
Cumaná; que las gentes de Coro son las más bien dispuestas de
toda la Provincia, porque allí han hecho muchos castigos y
porque estas gentes solo viven del contrabando; que es menester
grande arte, en caso de alguna invasión, para que no crean que
se les va a conquistar; porque la conducta de Picton aquí ha sido
tal que todos los ánimos de los Españoles Americanos están
enteramente enajenados del carácter Inglés. Ya dije a Vm.
anteriormente que aquí no faltan quienes sacrifiquen sus vidas y
haciendas por esta grande causa y que en todas las colonias
sucederá lo mismo, a lo que me han asegurado.

De todos los Jefes del complot de Gual han quedado dos,


Picornell y Cortez. El primero creo que está en la América del
Norte. El segundo está en Guadalupe, al servicio de la Francia
con grado de Capitán. Es ingeniero y mozo de muchísimas luces.
Me han dicho que tiene el mismo ardor que siempre por la gran
causa. Yo le he hecho escribir que se venga aquí en caso de
guerra con la España, sin embargo de que lo hallo muy difícil en
el día. El ingeniero de que yo le hablé a Vm. que estuvo en
América conmigo se llama Larti, es yerno de Don Fulano
Marmión, Gobernador que fue de Puerto Cabello e Ingeniero en
Jefe en Caracas. El tal Larti se mantuvo largo tiempo en
Burdeos y de allí se embarcó para Caracas, a donde lo han
cogido y lo tienen preso. Todos los caraqueños que estaban
presos en Cádiz han sido absueltos, mas desterrados todos de
Caracas.

Tenemos aquí un muchacho de la Angostura llamado Andrés de


España, íntimo de Gual, que promete un gran soldado. Yo lo he
colocado con Rutherfurd para tenerlo a mano. El señor Gardié
es un hombre de caudal y de un ardor por la causa inconcebible.
El me ha prometido trescientos hombres a sus expensas para
ella. En fin no faltan más gentes, pero es menester dar el
movimiento desde allá, o que Vm. venga aquí. En Vm. tienen
todos las esperanzas. Yo les he dicho que Vm. no olvida su país
y esto los llena de entusiasmo. A mí me parece que nadie es
mejor para todo que el señor Fullarton, que ha sabido ganarse el
corazón de los españoles de aquí y de la Costa firme.
Olvido decir a Vm. que he recibido la suya de 12 de marzo y
que me alegro que el señor King pase al Continente del Norte.
Espero con impaciencia la llegada de Lambot, con quien me
ofrece Vm. dar aviso de lo que se haya resuelto.

Yo promuevo aquí cuanto me es posible nuestros intereses. Yo


sé que Vm. hace lo mismo allá. ¡Yo no tengo otra súplica que
hacerle sino que no olvide que nació en América y que ella lo
llama con los brazos abiertos! A Dios mi General, yo soy
siempre devoto de la grande causa y celoso apasionado de Vm.

P. Vargas
Al señor General Don F. Miranda
28, Grafton Street
Fitzroy Square
Londres.

T. IV, f. 75 Negociaciones.
***

Tomo XX
Doc. 4660
De Miranda a Vansittart
Grafton Street,
18 de julio de 1803
Señor:

Habiendo llegado el momento de partir en auxilio de la Patria


amenazada de manera inminente, o de abandonarla en su
desamparo, lo que sería la consecuencia precisa de mi más larga
demora en este país, ruego a V. someter a la consideración de
los Ministros de Su Majestad la proposición siguiente:

Renunciaré a la pensión de 500 L. que se me concede


anualmente y solicito que se me adelante (en calidad de
préstamo) en este momento la cantidad de tres pagos o 1.500 L.
2º Ruego al Gobierno tenga a bien continuar durante algún
tiempo la gratificación extraordinaria que he recibido hasta
ahora, con el fin de pagar durante mi ausencia los gastos de la
casa alquilada donde vivo en Londres*.

El objeto de esta proposición es ofrecer a mi Patria, en el acto de


mi último sacrificio, absolutamente todo lo que poseo; ¡estando
íntimamente persuadido que una causa más justa, más
importante, más honorable y más interesante para la humanidad
no se ha presentado jamás a los mortales!

No habiendo recibido resolución definitiva sobre mis notas del


17 de mayo y del 12 del corriente, quiero creer que no es por
falta de consideración ni de buena voluntad por parte de los
Ministros de Su Majestad. ¡Sería sin embargo una cosa
inexplicable que una nación tan poderosa y tan rica como
Inglaterra, que se halla directa o indirectamente en guerra con
España y sus Aliados y que debe precisamente ser la principal y
la primera en recoger los frutos opimos de esta emancipación,
no quisiera contribuir con un soldado, un fusil, una libra
esterlina, ni con un barco! Soy con perfecta consideración y el
mayor respeto, Señor, el muy humilde y muy obediente servidor
de V.
Fr. Miranda
Al señor Nicolás Vansittart, Esquire

T. IV, f. 63 Negociaciones.
Traducido del francés.

* Nota de Miranda en el original: Este artículo ha sido suprimido con la


condición de que el señor Vansittart suministrará al señor Turnbull las 200 L.
anuales de la mencionada gratificación, para cumplir durante mi ausencia con
el objeto de la solicitud en cuestión.

***
Tomo XX
Doc. 4747
De Miranda a R. King

ut supra, este 23 de agosto de 1803


La credulidad o la tontería sigue su curso aquí, de manera que
estoy decidido a partir en el primer Convoy con o sin auxilios.
¡La conducta de estos me parece en este momento sospechosa y
Dios sabe si no es pérfida!... Así, conjuro a V. en nombre de su
Patria y de la mía, nos haga llegar auxilios lo antes posible. El
punto donde hay que dirigirlos es la isla de Trinidad; la Casa de
Comercio Wm. Brown & Co., Puerto España, Trinidad y a Don
Pedro Vargas quien es nuestro agente en la misma. Los navíos
pueden cargarse con harina, que es un artículo de provecho y de
venta en todas partes incluso en los puertos de la Provincia de
Caracas.

Lo más urgente en estos auxilios es dos a cuatro mil fusiles con


bayoneta y municiones de su calibre, con pólvora en
abundancia, picas, si hubiera, y cien o doscientos valientes
americanos. Estoy persuadido que esto se encuentra fácilmente y
he aquí las informaciones que me he conseguido aquí (ver nº 1),
V. hará lo demás. Siendo la ocasión muy segura, la aprovecho
para enviar a V. copia del Proyecto del amigo K- (ver nº 2), para
formar un pequeño Cuerpo que me parece muy bien dispuesto y
que se podría poner en ejecución luego, si los asuntos prosperan.

Adiós, pensemos que la cosa no puede ser más importante para


nuestra Patria común ni el momento más decisivo. El señor G-
[Gore] dirá sobre esto otras cosas que le he comunicado y que
no son menos interesantes conocer. Escríbame siempre aquí y
no dejaré de hacerlo por mi parte. Vale,
Amindra
T. IV, f. 100 vto. Negociaciones.
Traducido del francés.
***
Tomo XX
Doc. 4728
De Miranda a Vargas

Londres, 10 de septiembre de 1803

Acabo de ver al amigo V-t y a Sir E. Nep... Aún no está resuelto


si tendremos los socorros inmediatamente, mas hemos concluido
que tendré mi pasaje con comitiva a Trinidad en una Fragata de
guerra, dentro de 20 o 30 días a más tardar. En este intervalo es
muy probable que la guerra se haya ya declarado contra la
España y entonces lo tendremos todo. Pero si no, vamos
nosotros mismos a comenzar la obra, con los auxilios que
podamos juntar ahí por sí mismos y con lo que venga de Nueva
York.

El momento es tan favorable que sería lástima el perderlo por


aguardar a los que tal vez no desean sino sacrificarnos por la
última vez. Tengo escrito al señor King a Nueva York para que,
sin pérdida de tiempo, nos envíe a Trinidad dos embarcaciones
Americanas con cuatro mil fusiles y municiones, y 200 bravos
americanos, por lo menos, y que las dirija a los señores Brown
& Co., a quien también tengo avisado.

Esté V., amigo, a la vista de todo para que cuando yo llegue


(con socorros o sin ellos) podamos siempre comenzar nuestras
operaciones, ya sea por parte de barlovento o de sotavento, etc.
Crea V. que lo que nos conviene es comenzar cuanto antes ¡pues
los enemigos de nuestra futura Libertad son más numerosos en
este país (si no me engaño) que lo que nos parecía! En fin,
pensemos que Audentes fortuna juvat.
Vale
Al señor Don P. Vargas
T. IV, f. 90 vto. Negociaciones.
***
Tomo XX
Doc. 4694
De Miranda a Vansittart

Grafton Street,
11 de noviembre de 1803

Agradezco a V., mi digno amigo, las notas de V. del 9 y 10 del


corriente. Lo que yo temía ha llegado precisamente; el digno
aliado de Francia maniobra para ganar tiempo y servir mejor a la
mencionada República. No veo nada que en este momento
pueda efectivamente echar por tierra los asuntos de los cuales
me he hecho responsable, sino esta demora; ¡los enemigos la
solicitan por todos los medios posibles y el Gobierno de este
país parece, por cierto, querer concedérsela!

En consecuencia, mi resolución está tomada para partir de


inmediato. El mismo negociante que en estos días pasados nos
ha prometido suministrar a su costa el armamento que el
Caballero Popham ofrece llevar personalmente, etc., está
dispuesto igualmente a suministrarnos algunas armas y
municiones de guerra con un navío de transporte armado... He
aquí todo el favor que solicito al Gobierno en la situación a la
que estamos reducidos.

Tendré el honor de pasar por su casa mañana por la mañana para


que V. tenga la bondad de despachar el asunto de una manera o
de otra. Podré entonces explicar a V. también las razones
evidentes que tengo para tomar esta decisión, ¡sin lo cual, estoy
íntimamente persuadido que todo puede quedar anulado sin
recurso! Siempre suyo,

M___
Muchas gracias por la nota de ayer. Me parece sería quizás útil
que el señor A__ consultara sobre el peligro que corremos con la
demora (por la posibilidad que tiene el enemigo de tomarnos la
delantera y destruir así nuestras combinaciones e incluso toda la
empresa)....a Sir E. Nepean, Sir H. Popham, Coronel Fullarton
o cualquier otra persona competente sobre estos puntos
militares, con el fin de obtener esta importante decisión. Espero
que V. presionará hoy para obtenerla y que nos veremos mañana
por la mañana en su casa. Vale
M___

Al Señor Nicolás Vansittart

T. IV, f. 117 Negociaciones.


Traducido del francés.
***

Tomo XX
Doc. 4704
Invitación de Yorke y nota de Miranda

El señor Yorke

Solicita el honor de la compañía del

General Miranda

para cenar el sábado 10 de diciembre a las seis.

St. James’s Square Se ruega contestación


Este convite se dio en virtud de una larga conferencia que
tuvimos dicho Ministro, Popham y yo tres días antes. En ella se
trató muy de veras del asunto y aún me significó cuán necesario
era que yo aceptase la Comisión de Teniente General Británico
(con mando sobre las costas de la América Meridional) a fin de
que no se ofreciese ninguna dificultad con las tropas Inglesas en
la conducción de dicha expedición; y lo mismo sugirieron
Sullivan y Vansittart que vi en aquel mismo día...

Nos reunimos los cinco solamente a este convite; Yorke estuvo


remarcablemente atento y amistoso hacia mí. Hablamos mucho
sobre expediciones a la América Meridional y todo el mundo me
pareció bien dispuesto y con ánimo de proceder a la ejecución,
excepto el dicho Sullivan que me parece hombre de duplicidad y
limitado talento.

En fin, Vansittart asignó otro día para reunirnos en su casa los


mismos. Y también Sir E. Nepean. Yo quedé citado de volver
con ciertos mapas de América y llevé conmigo a Vargas para
hacerlo conocer, etc... No me parece que el fervor anterior
subsiste en el Ministro.

T. IV, f. 146 Negociaciones.

***
Tomo XX
Doc. 4705
Invitación de Vansittart y nota de Miranda

El señor N. Vansittart

Solicita el honor de la compañía del

General Miranda

para cenar el viernes


16 de diciembre a las seis menos cuarto

36 Gt. George St. Se ruega contestación


Westminster

Nos reunimos efectivamente; mas ni Yorke ni Sir E. Nepean


asistieron, por consecuencia apenas se habló de América.
Sullivan manifestó en su política oscura sentimientos de perfidia
para con los negros de Santo Domingo y como si no pensase en
otra cosa que en la invasión de la Holanda; y sobre este
particular se entretuvo mucho con Popham a quien aún dio cita
para su oficio al día siguiente.

Cuando yo combino esto con lo que me han asegurado de que


Pichegru y Dumouriez están siempre en el oficio del dicho
Sullivan, se me antoja que habrán tal vez antepuesto a mi Plan el
de otra Vendée o asesinar a Bonaparte, como se dice por ahí
entre Shouanes, etc... ¡En fin, el corrido lo dirá!

T. IV, f. 149 Negociaciones.


***


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