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– KARL POPPER.

El hombre en las cs empíricas constituye hipótesis y las constrata con la experiencia. La tarea
lógica de la investigación científica es ofrecer un análisis lógico de tal proceder.

Las cs empíricas pueden caracterizarse porque emplean “métodos inductivos”, la lógica de la


investigación científica será indentificar a la lógica inductiva. Una deducción inductiva pasa de
enunciados singulares a enunciados universales, cualquier conclusión que se saque de este
modo corre el riesgo de ser falsa. El problema de la inducción consiste en si están justificadas
las deducciones inductivas. Se cree que la verdad de los enunciados se sabe por experiencia.
Sin embargo todo informe en que se da cuenta una experiencia no puede ser originalmente
universal, sino solo singular, por lo tanto, la verdad de dicho enunciado puede reducirse a la
verdad de otros enunciados (singulares) verdaderos. Por experiencia, los enunciados
universales están basados en deducciones inductivas.
Anteriormente, se estableció un principio de inducción, tal principio no puede ser una verdad
puramente lógica, si así lo fuese no habría problema de inducción. Por lo tanto el principio de
inducción tiene que ser un enunciado sintetico, cuya negación sea lógicamente posible, surge
la cuestión de porque aceptar semejante principio y no de como se puede justificar su
aceptación. Todo principio de inducción lleva a la incopativilidad lógica. El principio tiene que
ser un enunciado universal según Popper y para justificarlo se tiene que usar inferencias
inductivas, para justificar de estas, hay que suponer de un principio de inducción superior y asi
sucesivamente, lo que produciría una regresión infinita. Por lo cual propone usar el método
deductivo, que es la oposición de la inducción.
Popper critica a los empiristas lógicos con respecto a que no proporcionan un criterio de
demarcación apropiado para distinguir entre las ciencias empíricas y los sistemas metafísicos ,
la visión de los empiristas lógicos con respecto a las sistemas metafísicos es un tanto
naturalista, creen que su naturaleza es una mera carencia de sentido, que no contribuye al
progreso o avanza a la ciencia, los empiristas lo que quieren lograr no es tanto una
demarcación o una distinción sino derribar o eliminar la metafísica. Entonces lo que propone
Popper no es la eliminación de los sistemas metafísicos, sino un acuerdo de conviviencia, es
decir, definir conceptualmente lo que es una ciencia empírica y lo que es un sistema metafísico
al fin de proporcionar un uso linguistico concreto con respecto a ambas. Pero ademas, Popper
propone la falsabilidad como criterio de demarcación, este consiste en establecer que los
enunciados científicos sean suseptibles de constrastacion empírica o refutables a través de la
experiencia. La constrastacion se logra a través del proceso deductivo, esto lo plantea con el
objetivo de que la ciencia avance y porque considera que la verdad o la certeza absoluta en el
conocimiento científico no es aceptable, para Popper siempre deben criticar e intentar refutar
o falsar los enunciados científicos. Si un enunciado científico o una teoría no es suceptible de
refutación, critica o constrastacion debe ser excluida por no científica. Sin embargo si es
suceptible es puesta a prueba para ver si “sobrevive” a la constrastacion, si lo hace, quiere
decir que todavía puede seguir vigente como conocimiento científico, es decir puede seguir
dentreo del sistema teorico. Lo que Popper propone es lo inverso al verificacionismo, es decir
a través de la deducción se intenta falsar o comprobar si una teoría es falsa o no, en vez de si
es verdadera o no. El sistema teórico empírico tendrá que satisfacer tres requisitos. Ha de ser
sintético, que pueda representar un mundo no contradictorio posible; debe satisfacer el
criterio de demarcación, no será metafísico, sino representará un mundo de experiencia
posible; y es menester que sea un sistema que se distinga de otros sistemas semejantes por
ser el que represente nuestro mundo de experiencia. La experiencia resulta ser un método
distintivo mediante el cual un sistema teórico puede distinguirse de otros; con lo cual la ciencia
empírica se caracteriza no solo por su forma lógica, sino por su método de distinción. El
criterio de demarcación que hemos de adoptar no es el de la verificabilidad, sino el de la
falsabilidad de los sistemas. No exigirá que un sistema científico pueda ser seleccionado, de
una vez para siempre, en un sentido positivo, pero sí que sea susceptible de selección en un
sentido negativo por medio de contrastes y pruebas empíricas: ha de ser posible refutar por la
experiencia un sistema científico empírico. Por medio de inferencias puramente deductivas es
posible argüir de la verdad de enunciados singulares la falsedad de enunciados universales. La
ciencia progresa gracias al ensayo y al error, a las conjeturas y refutaciones. Aunque nunca se
puede decir lícitamente de una teoría que es verdadera, se puede decir que es la mejor
disponible en ese momento determinado. El falsacionista admite francamente que la
observación es guiada por la teoría y la presupone. Se puede demostrar que algunas teorías
son falsas apelando a los resultados de la observación y la experimentación

El autor entiende por individualismo metodológico a un postulado que plantea que a tarea de
las cs sociales es la de construir y analizar nuestros modelos sociológicos cuidadosamente en
términos descriptivos, es decir en términos de individuos de sus actividades, esperanzas y
relaciones. Entre otras palabras el individualismo metodológico supone comenzar el análisis de
cualquier problema o fenómeno social a partir de los individuos. Popper elabora el método
cero, como respuesta a los problemas de las cs sociales, tambien lo designa como método de
construcción racional o lógica. El autor denomina asi al método de construir un modelo base a
una suposición de completa racionalidad por parte de todos los individuos implicados y luego
de estimar la desviación de la conducta real de la gente con respecto a la conducta modelo,
usando esta ultima como especie de “coordenada cero”. De este modo tomando al modelo de
conducta completamente racional, es posible explicar las conductas reales a partir de las
deviaciones que presentan respecto a dicho punto fijo. Popper sostiene que el método cero es
propio para las ciencias sociales que se diferencian de las situaciones estudiadas por la física en
que siempre existe en ellas un elemento de racionalidad, esto no quiere decir que los humanos
actúan 100% de manera racional, al contrario.

-Merton
El análisis funcional depende de una triple alianza entre la teoría, el método y los datos. El
método es el más débil. La palabra función se refiere a los procesos vitales u orgánicos
considerados en el respecto en que contribuyen al sostenimiento del organismo. La expresión
función social se refiere a consecuencias objetivamente observables, y no a disposiciones
subjetivas (propósitos, motivos, finalidades). El no distinguir entre las consecuencias
sociológicas objetivas y las disposiciones subjetivas lleva inevitablemente a confusión en el
análisis funcional. Los postulados que prevalecen en el análisis funcional sostienen, primero
que las actividades sociales o las partidas culturales estandarizadas son funcionales para todo
el sistema social o cultural; segundo que todos estos renglones sociales y culturales
desempeñan funciones sociológicas; y tercero que, en consecuencia son indispensables.
 Postulado de la unidad funcional de la sociedad: un sistema social tiene cierto tipo de
unidad que podemos llamar unidad funcional. Podemos definirla como una situación
en la que todas las partes del sistema social funcionan juntas con un grado suficiente
de armonía o de congruencia interna, o sea, sin producir conflictos persistentes que no
puedan resolverse ni reglamentarse. Crítica: Este supuesto es con frecuencia contrario
a la realidad. Los usos o los sentimientos sociales pueden ser funcionales para unos
grupos y disfuncionales para otros de la misma sociedad. La armazón teórica del
análisis funcional debe requerir expresamente que se especifiquen las unidades para
las cuales es funcional una manifestación social o cultural dada.
 Postulado del funcionamiento universal: Todas las formas sociales o culturales
estandarizadas tienen funciones positivas. El concepto funcional de la cultura insiste
en el principio de que todo tipo de civilización, toda costumbre, objeto material, idea y
creencia desempeñan alguna función vital. Aunque toda manifestación de cultura o de
estructura social pueden tener funciones, es prematuro afirmar inequivocadamente
que todas esas manifestaciones tienen que ser funcionales. Crítica: No debe dejarse
llevar por una controversia arcaica e irrelevante a adoptar el postulado irrestricto de
que todas las manifestaciones culturales desempeñan funciones vitales.
 Postulado de la indispensabilidad: En todo tipo de civilización toda costumbre, objeto
material, idea y creencia, desempeñan alguna función vital, tienen alguna tarea que
realizar, representan un papel indispensable dentro de un todo que funciona. Se
supone que hay ciertas funciones que son indispensables en el sentido de que, si no se
realizan, no persistirá la sociedad. Esto expresa un concepto de requisitos previos
funcionales o de condiciones previas funcionalmente necesarias para una sociedad. Se
supone que ciertas formas culturales o sociales son indispensables para la realización
de cada una de esas funciones. Hay un margen de variación en las estructuras que
realizan la función en cuestión. Crítica: Los científicos sociales funcionales corren el
riesgo de errar, primero apresurándose a encontrar valor funcional o adaptativo en
prácticas o creencias, segundo, no viendo que quedan excluidos modos diferentes de
acción al aferrarse a prácticas ostensiblemente funcionales. Hay alternatividad de las
funciones, no funciones indispensables.

El análisis funcional no implica necesariamente un compromiso ideológico específico. El


análisis funcional es neutral en relación con los grandes sistemas ideológicos. Para un
análisis funcional el requisito fundamental es que el objeto de análisis represente una cosa
estandarizada, es decir normada y reiterativa, tales como papeles sociales, normas
institucionales, procesos sociales, normas culturales, emociones culturalmente normadas,
instrumentos de control social, etc. Funciones son las consecuencias observadas que
favorecen la adaptación o ajuste de un sistema dado; y disfunciones son las consecuencias
observadas que aminoran la adaptación o ajuste del sistema. Funciones manifiestas son
las consecuencias objetivas que contribuyen al ajuste o adaptación del sistema y que son
buscadas y reconocidas por los participantes del sistema. Funciones latentes son,
correlativamente, no buscadas ni reconocidas. El análisis funcional tiende a enfocarse
sobre la estática de la estructura social y olvida el estudio del cambio estructural. La
descripción de un fenómeno cultural comprende más que las acciones aparentemente
orientadas a la intervención de los dioses, por ejemplo, en fenómenos meteorológicos.
Abarca informes de las personas que están comprendidas en distintas formas en el tipo de
conducta. Y la descripción de los participantes se hace en términos estructurales, es decir,
situando a las personas en sus posiciones sociales interconectadas. La descripción
estructural de los participantes en la actividad analizada suministra hipótesis para
subsiguientes interpretaciones funcionales (qué significados le dan los propios agentes a lo
que están haciendo) Hay una idea de sujeto dominado por estructuras y funciones. Al
describir la norma característica para tratar un problema estandarizado, el observador
indica las principales alternativas que quedan excluidas. Se deben incluir los significados (o
significación cognoscitiva y afectiva) de la actividad o norma para individuos del grupo. Los
participantes en la práctica sometida a examen tienen algún cuerpo de motivos para la
conformidad o para la disidencia. La exposición descriptiva incluirá la enumeración de las
motivaciones. Esto ayuda a explicar las funciones psicológicas realizadas por la norma y
con frecuencia resulta sugestiva respecto de las funciones sociales. Estas son normas
manifiestas, pero de vez en cuando se descubre una norma cultural cubierta, un conjunto
de prácticas o de creencias tan consecuentemente estandarizado como las normas
manifiestas, pero que no consideran los participantes como una actividad regulada
mediante normas. Las funciones manifiestas son relativas a las consecuencias objetivas
para una unidad especificada (persona, subgrupo, sistema social o cultural) que
contribuyen a su ajuste o adaptación y se esperan así. Las funciones latentes son relativas
a consecuencias inesperadas y no reconocidas del mismo orden. El concepto de función
latente amplía la atención del observador más allá de la cuestión de si la conducta
consigue o no su finalidad confesada. La distinción entre funciones latentes y manifiestas
sirven para dirigir la atención de los sociólogos precisamente hacia las esferas de la
conducta, las actitudes y las creencias en que pueden aplicar más con mayor provecho sus
especiales pericias. Son precisamente las funciones latentes de una práctica o creencia las
que no son de conocimiento común, porque son consecuencias sociales y psicológicas
inesperadas y por lo general no reconocidas. La investigación que descubre funciones
latentes produce con frecuencia resultados paradójicos. Dados la modificación de un
prejuicio popular familiar que ve una práctica únicamente por sus funciones manifiestas.

GINO GERMANI

Gino Germani perteneció a esa generación de sociólogos que en las décadas del 50 y el 60
protagonizó una profunda renovación de las ciencias sociales en los Estados Unidos y América
Latina. Su empresa de modernización de la sociología fue un proceso de transformación de la
cultura intelectual y organizacional de las ciencias sociales. Tiene una gran tradición europea
(Weber y Durkheim) como también una norteamericana (Parsons y Merton). Se trató de un
movimiento tendiente a hacer de la sociología una ciencia empírica. Rompía con una
concepción culturalista de la sociología que presuponía el trazado de una rígida frontera entre
la investigación empírica o sociográfica, por un lado, y la sociología pura o ciencia de la cultura
por el otro. Germani acudió a todos los recursos intelectuales que en ese momento estaban
disponibles para todos aquellos que pretendieran hacer de la sociología una ciencia. La
separación entre sociografía y sociología estaba fundada en una idea equivocada tanto de la
teoría como de la investigación. La teoría no debía ser vista como la expresión integral de la
realidad, sino como una abstracción conceptual operada sobre la basa de un determinado
interés cognoscitivo. No hay conocimiento sin teoría. Teoría e investigación no podían ser
vistas como empresas separadas, sino mutuamente relacionadas. No existe diferencia alguna
entre ciencias naturales y ciencias sociales en lo que a sus fundamentos lógicos refiere, y que
las bases últimas del conocimiento residen en la verificación experimental de carácter público,
intersubjetivo, antes que en la experiencia personal o privada, y en la que encierra todas las
formas de intuición o introspección a las que por entonces recurrían todos aquellos que
pretendían hacer de la sociología una ciencia del espíritu. La modernización universitaria
iniciada con posterioridad a la caída del peronismo crearía las condiciones favorables para el
establecimiento de la empresa. Con la creación en 1957 del departamento de la carrera de
sociología en la UBA dotó a la disciplina de un novedoso repertorio bibliográfico e incorporó a
su enseñanza el aprendizaje de las modernas técnicas de la investigación social. Presentó una
reconstrucción histórica de los orígenes de la ciencia social procurando mostrar la existencia
de una íntima vinculación entre el desarrollo de la sociología y el movimiento general del
mundo moderno hacia una extensión progresiva de dominio de la racionalidad., que ya no
quedaba restringida a los ámbitos tradicionales de la economía y la administración, sino que
tendía a abarcar la totalidad de las relaciones sociales. Este proceso de racionalización, del que
la planificación era su expresión contemporánea, había puesto en crisis los cuadros
tradicionales de la estructura comunitaria. En un contexto de crisis de la tradición, la
sociología estaba llamada a ejercer una función de orientación de la acción. Esto exigía la
conversión de la sociología en una ciencia positiva, empírica e inductiva, pues solo de ese
modo estaría en condiciones de descubrir uniformidades de conducta cuyo conocimiento
pudiera ingresar en la elaboración de estrategias de planificación. Dado el conocimiento de
determinados fines, la sociología está en condiciones de definir, por un lado, los medios y los
procedimientos más adecuados para alcanzar los fines propuestos y de calcular, por el otro, los
efectos y repercusiones de su puesta en práctica. Tenía un sentido exclusivamente
instrumental. Era necesario extender, en la medida de lo posible, aquella intervención de la
ciencia social al dominio de los fines, puesto que, de otro modo, la ciencia, desconectada de
una problematización de los valores o los fines últimos, terminaba sometida a fines que
escavan su dominio y que incluso podían ser contradictorios con la existencia misma de la
ciencia como actividad racionalmente organizada. El principio de neutralidad axiológica, que
no dudaba en calificar como un reaseguro de la cientificidad del conocimiento en las ciencias
sociales. Del testimonio, proporcionado por el conocimiento científico, de la existencia de una
multiplicidad de sistemas valorativos, no podía inferirse necesariamente la imposibilidad
absoluta de su objetividad. La ciencia, si bien explica las condiciones de emergencia y
desarrollo de un sistema moral, no ofrece razones para obedecer a él. Una explicación no
consiste en una justificación de aquello que ha sido explicado. La sociología había demostrado
que es posible alcanzar grados más elevados de autoderminación y que estos dependen del
tipo de estructura social. La moderna sociedad industrial era la estructura social que admitía el
grado más elevado de autodeterminación. Tiene un diálogo con el psicoanálisis que es
decisivo. Solo si estamos interesados en valores como la autonomía y la libertad, podemos
recurrir a la ciencia en busca de una respuesta que consistirá no en decirnos cómo debemos
comportarnos, sino qué situaciones garantizan una decisión al respecto en condiciones de una
comunicación libre de dominio. La distinción- propia del psicoanálisis- entre racionalización y
razonamiento ofrecía la posibilidad de establecer el valor objetivo de la razón tanto como
papel decisivo de la autorreflexión en la construcción de una sociedad fundada en la razón. LA
racionalización está constituida por aquellos argumentos de apariencia racional mediante los
cuales el sujeto ofrece una explicación de sus actitudes mientras que el razonamiento, indica
las causas reales que han motivado dichas actitudes, pero que escapan al control consciente
del sujeto. El autoconocimiento cumple una función emancipadora en la medida en que , a la
vez que disuelve las causas aparentes, permite al sujeto conocer y someter a control
consciente aquellas causas reales que han determinado su comportamiento. Una
racionalización de la historia no era pasible de ser promovida con los mismos medios con los
que los hombres habían llevado a cabo una racionalización de la naturaleza, es decir, mediante
la sola manipulación técnica de procesos objetivos. Ello exigía la conciencia emancipada de
unos hombres que no solamente están en condiciones de manipular sino también de
interactuar. Hay una decidida voluntad de comprometer a las ciencias sociales con el proyecto
crítico de una ilustración práctica y no ya meramente técnica o tecnológica de la conciencia
social y política. Pretendía ofrecer los medios para trascender una comprensión limitada de la
racionalidad y conectar a las ciencias sociales con un interés ya no solamente instrumental sino
crítico-emancipatorio. La experiencia del totalitarismo fue el fenómeno que marcó toda su
producción intelectual. Presentó las cuestiones de la secularización y la individuación como
procesos constitutivos de la transición de una sociedad tradicional a una moderna, las
tensiones sociales originadas por la industrialización y los efectos sociales patológicos
desencadenados como consecuencia de rápida transición y de cambio. Mostros dos
dimensiones de la crisis: una temporal y la otra estructural. La crisis tenía su origen en el
hecho de que si la base del desarrollo del mundo moderno descansaba en la idea del individuo
como entidad separada y autónoma, esa individuación era ahora amenazada por la creciente
estandarización que imponía la emergencia de una sociedad de masas. La sociedad de masas
en tanto moderna era individualista, pero, en tanto masiva, empujaba a los individuos hacia la
uniformidad. La crisis era solo temporal, resultado de un proceso de trasición de una sociedad
tradicional a una sociedad de masas. Evaluaba positivamente la sociedad de masas. La
amplicación de la participación a vastos sectores sociales anteriormente excluidos de ella no
solamente debía acreditarse como parte del proyecto histórico del mundo moderno, sino
como un momento significativo de emancipación social. Pero el peligro radicaba en que,
habiendo puesto en crisis las formas tradicionales de integración social, la sociedad emergente
no le brindaba al individuo marcos institucionales en los que restablecer sus relaciones con el
mundo. Esa falta de vínculos estaba en el origen de situaciones de anomia o desintegración
social que ponía a las masas en situación de disponibilidad para aventuras políticas de signo
diverso. La solución era la creación de marcos institucionales que integraran al individuo en los
valores de la cultura moderna. El problema no estaba entonces en el espíritu moderno
(secularización, individualismo, racionalismo) sino en un proceso mecánico de individuación
que no le proporcionaba al individuo los medios para forjarse una personalidad. Germani
encontraba en la psicología, como disciplina que indaga los motivos de la acción, un camino
para encarar, con renovados instrumentos analíticos, la pregunta por la cuestión de la
racionalidad de la acción política que el advenimiento de la sociedad de masas y la emergencia
del totalitarismo habían tornado problemática. El surgimiento del peronismo como fenómeno
político y social debía ser comprendido como el emergente de una crisis que había venido a
afectar todos los órdenes de la vida social. En lo económico, por el contraste entre la inmensa
capacidad técnica de producción y la existencia de grandes masas de población que se hallan
por debajo del mínimo vital; en lo moral, por un desajuste de las normas tradicionales a la
nueva situación y la falta de interiorización de las normas propias de la sociedad moderna;
finalmente, en lo político, la crisis era resultado de la emergencia de una sociedad de masas
caracterizadas por un proceso de democratización fundamental, y que planteaba el problema
en el que venían a resumirse de algún modo todos los anteriores: el de la integración de las
masas a la vida política. En el peronismo serían las clases trabajadoras urbanas y rurales las
que constituirían su base de sustentación política. Las clases medias vieron amenaza su
superioridad económica y su tradicional prestigio social que gozaban frente a las clases
populares. Las clases medias eran de transformación reciente, sin las tradiciones de prestigio
que caracterizaban a las de Europa. Dichas clases habían encontrado en el partido radical el
canal político de expresión de sus aspiraciones. La clase trabajadora también era reciente
producto, en su composición mayoritaria, del rápido proceso de industrialización y
urbanización masiva ocurrido durante la década del 30. Los motivos de esa adhesión se
hallaban en la posibilidad que les ofrecía el peronismo de afirmar sus derechos contra
capataces y patrones, elegir delegados, ganar pleitos en los tribunales laborales, en suma, una
cierta experiencia de participación en los aspectos inmediatos y personales de sus vidas. El
reconocimiento de derechos era el aspecto que empujaba a Germani a reconocer en el
peronismo un componente de emancipación y ciertos elementos de una democracia
sustantiva que estaban del todo ausentes de los regímenes europeos. La irracionalidad de la
acción residía en que la integración de las masas en la vida política se había operado bajo el
signo del totalitarismo, es decir, bajo un régimen político que significó una profunda alteración
del funcionamiento de las instituciones de un sistema democrático. Lo racional hubiera sido el
método democrático. El proceso de modernización de una sociedad implica tres cambios
fundamentales: una modificación en el tipo de acción social, modificación que entraña un
declive de acciones de carácter prescriptivo en provecho de acciones del tipo electivo; la
institucionalización del cambio y, finalmente, una diferenciación y especialización creciente de
las instituciones. La transición supone un proceso de movilización social que Germani
caracteriza como el pasaje de la acción prescriptiva a un tipo de acción electiva, es decir,
deliberativa. Esa movilización implica una serie de momentos que pueden producirse de forma
sucesiva o simultánea y que pueden expresarse de diversas maneras: movimientos de
protesta, participación en los partidos, movimientos religiosos, etc. La crisis se produce cuando
la integración falla, es decir, cuando el grado de movilización supera o rebasa los canales de
absorción y participación que la estructura política es capaz de ofrecer. El peronismo se
trataría de un régimen que, fundado en una movilización de masas, combinan, a su vez, y de
manera variable, contenidos ideológicos correspondientes a tradiciones políticas diferentes y
comúnmente percibidos como antitéticos, alternando de esta manera las categorías
tradicionales (izquierda/derecha) de clasificación de los fenómenos políticos. Tanto para las
élites como para las masas movilizadas la democracia había dejado de representar un modelo
de modernización como la había sido el pasado. En América Latina falto la sincronicidad típica
de los países centrales, o cierto grado de correspondencia entre la paulatina movilización de
una proporción cada vez mayor de la población y el surgimiento de múltiples mecanismos
legítimos de integración o de participación en la comunidad nacional capaces de absorberla.
Las características socioculturales de los sectores sociales movilizados, que, provenientes de
un medio rural y con problemas de adaptación al medio urbano, eran todavía portadores de
una cultura política de tipo tradicional y paternalista, lo que explicaría su adhesión a liderazgos
de carácter autoritario. El tradicionalismo ideológico ilustra aquella actitud que, aceptando el
desarrollo y la modernización en la esfera de la economía, no está dispuesta a reconocer y
aceptar sus consecuencias en la esfera social y política. Una fuente importante de las tensiones
del mundo moderno que parecían poner en peligro su supervivencia y amenazaban las
posibilidades de la democracia residía en la orientación particular bajo la cual se cristaliza la
propia civilización moderna. Hay un predominio de una racionalidad instrumental que implica
un criterio prescripto para la elección, al menos en el ámbito del conocimiento, la economía y
la técnica, no está en condiciones de discutir los fines, y a los que solamente le interesan los
medios más eficientes para alcanzarlos. La amenaza a la democracia proviene del predominio
de una racionalidad formal (o funcional) que, a la vez que priva al individuo de formas de
integración orgánicas a la sociedad, no está en condiciones de orientar al actor en el dominio
de los fines. Al volverlo todo objeto de elección, esa secularización conducía a poner en
cuestión el mecanismo mismo de la integración social, es decir, ese núcleo normativo básico
sin el cual la sociedad entre los hombres resulta una empresa imposible. El resultado es una
crisis de mecanismos de control de los conflictos y la emergencia de soluciones destructivas de
la democracia. La sociedad moderna es una sociedad planificada; que requiere la planificación
económica, social y psicológica (o sea la programación del hombre). Se plantea una tensión
entre la libertad y la planificación. Aparece una centralización y concentración del saber
experto, y crecimiento de poderosas burocracias del todo ajenas al control ciudadano. Una de
las tareas de las ciencias sociales es obtener una descripción de las normas tal como se dan en
la conciencia común y la de verificar su correspondencia con los comportamientos y las
actitudes observables. Decir que determinados grupos de fenómenos representa una totalidad
significa que sus partes guardan entre sí una relación funcional determinada. El proceso
psicológico por el cual el investigador descubre alguna hipótesis, puede ser un acto intuitivo.
Lo que le da carácter científico es la verificación no la intuición. La vida social no puede ser
obtenida sino por la experiencia. La ciencia es esencialmente acumulativa, es el resultado del
aporte sucesivo de generaciones de investigadores precedentes.

-Weber
Jamás puede ser tarea de una ciencia empírica proporcionar normas e ideales obligatorios, de
los cuales puedan derivarse preceptos para la práctica. Cualquier reflexión conceptual acerca
de los elementos últimos de la acción humana provista de sentido se liga, ante todo, a las
categorías de fin y medio. A la consideración científica es asequible ante todo,
incondicionalmente, la cuestión de si los medios son apropiados para los fines dados. La
ciencia puede proporcionarle la conciencia de que toda acción, y también, según las
circunstancias, la in-acción, implica, en cuanto a sus consecuencias, una toma de posición en
favor de determinados valores, y, de este modo, por regla general en contra de otros. La
ciencia ofrece el conocimiento del significado de aquello que se aspira. Pone en manifiesto
para la comprensión espiritual estas ideas por las cuales se ha luchado y se lucha, en parte
realmente y en parte solo en apariencia. Esto no sobrepasa los límites de una ciencia que
aspire a un ordenamiento conceptual de la realidad empírica. El tratamiento científico de los
juicios de valor permite juzgarlos críticamente. Una ciencia empírica no puede enseñar a nadie
qué debe hacer sino únicamente que puede hacer y, en ciertas circunstancias, que quiere. Los
juicios de valor últimos y supremos que determinan nuestra acción y confieren sentido y
significado a nuestra vida, son percibidos por nosotros como algo objetivamente válido.
Enjuiciar la validez de tales valores es asunto de la fe no de la ciencia empírica. El conocimiento
de las proposiciones más seguras de nuestro saber teórico es, lo mismo que el afinamiento y
aguzamiento de la conciencia, ante todo un producto de la cultura. El signo del carácter socio
político de un problema consiste, precisamente, en que no se lo puede resolver sobre la base
de meras consideraciones técnicas a partir de fines establecidos, y en que los criterios
reguladores de valor pueden y deben ser puestos en cuestión, porque el problema pertenece a
la región de las cuestiones culturales generales. Cuanto más universal sea el problema en
cuestión, o sea, cuanto más amplio sea su significado cultural, tanto menos susceptible será de
una respuesta extraída del material del saber empírico, y tanto mayor el papel de los axiomas
personales últimos de la fe y de las ideas valorativas. Podemos hallar el sentido del acaecer del
mundo, no a partir del resultado de una investigación, por acabada que sea, sino siendo
capaces de crearlo; las cosmovisiones jamás pueden ser producto de un avance en el saber
empírico, y por lo tanto, los ideales supremos que nos mueven se abren camino, en todas las
épocas, solo en la lucha con otros ideales, los cuales son tan sagrados para otras personas
como para nosotros los nuestros. Weber plantea que a través de la síntesis de opiniones
partidistas, no es posible obtener normas prácticas de validez científica. En casos particulares,
puede ser obligatorio conciliar opiniones contrapuestas, o tomar partido por una de ellas; pero
esto no tiene nada que ver con la objetividad científica. Es preciso indicar al lector cuando calla
el investigador t cuando comienza a hablar el hombre como sujeto de voluntad, dónde los
argumentos se dirigen al intelecto y dónde al sentimiento.

El carácter económico-social de un fenómeno no es algo que este posea objetivamente, está


condicionado por la orientación de nuestro interés cognoscitivo, tal como resulta de la
significación cultural específica que en cada caso atribuimos al proceso correspondiente. La
influencia indirecta de las relaciones sociales, instituciones y agrupamientos humanos
sometidos a la presión de intereses materiales se extiende a todos los ámbitos de la cultura.
Los procesos de la vida cotidiana, los acontecimientos históricos de la alta política y de los
fenómenos colectivos y de masas, así como acciones singulares de los estadistas o las
realizaciones literarias y artísticas individuales, están co-influidos por aquellos intereses: están
económicamente condicionados. Se emplea la expresión social en su significado determinado
por los problemas concretos del presente. Si las disciplinas que consideran los procesos de la
vida humana desde un punto de vista de su significación cultural ha de denominarse ciencias
culturales, la ciencia social pertenece a esta categoría. La base de la labor de las ciencias está
en las conexiones conceptuales entre problemas. Una nueva ciencia surge cuando se abordan
nuevos problemas con métodos nuevos, y, por esa vía, se descubren verdades que inauguran
nuevos puntos de vista significativos. Todos los fenómenos culturales pueden ser deducidos,
como producto o función de constelaciones de intereses materiales. El análisis de los
fenómenos sociales de los procesos de la cultura desde el especial punto de vista de su
condicionamiento y alcance económicos ha construido para el futuro previsible un principio
científico sumamente fecundo, en caso de que se lo aplique con circunspección e
independencia de cualquier estrechez dogmática. El materialismo histórico, como cosmovisión
o como denominador común para la explicación causal de la realidad histórica, ha de
rechazarse de la manera más decidida. La reducción a las solas causas económicas en ningún
sentido es exhaustiva en ningún campo de la vida cultural, ni siquiera en el de los procesos
económicos. Nuestro análisis científico objetivo de la vida cultural o de los fenómenos sociales
es independiente de puntos de vista especiales y unilaterales, de acuerdo con los cuales estos-
expresa o tácitamente, de manera consciente o inconsciente- son seleccionados, analizados y
organizados como objeto de investigación. La razón de ello reside en la especificidad de la
meta cognoscitiva de cualquier investigación de las ciencias sociales que quiera ir más allá de
una consideración puramente formal de las normas- legales o convencionales- de la
convivencia social. La ciencia social que queremos promover es una ciencia de realidad.
Queremos comprender la realidad de la vida que nos circunda, y en la cual estamos inmersos,
en su especificidad, queremos comprender, por un lado, la conexión y significación cultural de
sus manifestaciones individuales en su configuración actual y, por el otro, las razones por las
cuales ha llegado históricamente a ser así y no de otro modo. La infinitud absoluta de esta
multiplicidad para nada disminuye cuando consideramos aisladamente un objeto singular, tan
pronto como procuramos con seriedad describirlo de manera exhaustiva en todos sus
componentes individuales; tal infinitud subsiste todavía más si intentamos comprenderlo en su
condicionamiento causal. Cualquier conocimiento conceptual de la realidad infinita por la
mente humana finita de esta realidad constituye el objeto de investigación científica, parte
que debe ser la única esencial en el sentido que merece ser conocida. El ideal al cual deben
tender todas las ciencias es la obtención de un sistema de proposiciones del cual la realidad
pueda ser deducida. Hay un interés por la cuestión de qué resultado individual produce la
acción de estas leyes en una constelación individualmente configurada. Cada constelación
individual que ella explica o predice es explicable causalmente solo como consecuencia de
otra, igualmente individual, que la preceda. La realidad a la cual se aplican las leyes sigue
siendo individual, no deducible a partir de leyes. El interés parte de la configuración real y, por
tanto, individual de la vida social que nos circunda, considerada en sus conexiones universales,
mas no por ello, naturalmente, de índole menos individual. Si queremos explicar causalmente
esta configuración individual, debemos recurrir a otras configuraciones igualmente
individuales, sobre la base de las cuales explicaremos aquella mediante el empleo de esos
conceptos (hipotéticos) de leyes. Comprobar esas leyes y factores (hipotéticos) sería la primera
de las múltiples tareas que nos llevarían al conocimiento a que aspiramos. Llamamos ciencias
de la cultura a las disciplinas que procuran conocer los fenómenos de la vida en su significación
cultural. La significación de la configuración de un fenómeno cultural, y su fundamento, no
pueden ser obtenidos, fundados y vueltos inteligibles a partir de un sistema de conceptos
legales; en efecto, presuponen la relación de los fenómenos culturales con ideas de valor. El
concepto de cultura es un concepto de valor. La realidad empírica es para nosotros cultura en
cuanto la relacionamos con ideas de valor; abarca aquellos elementos de la realidad que
mediante esa relación se vuelven significativos para nosotros y solo esos. Únicamente una
pequeña parte de la realidad individual considerada en cada caso está coloreada por nuestro
interés condicionado por aquellas ideas de valor; ella sola tiene significación para nosotros. La
relación de la realidad con ideas de valor, que le confieren significación, así como el
aislamiento y el ordenamiento de los elementos de la realidad así destacados desde el punto
de vista de su significación cultural, constituyen un modo de consideración por entero
heterogéneo y dispar respecto del análisis de la realidad basado en leyes y de su ordenamiento
de conceptos generales. Solo mediante el supuesto de que únicamente una parte finita entre
una multitud infinita de fenómenos es significativa, cobra sentido lógico la idea de un
conocimiento de fenómenos individuales. ¿Cómo es posible en general la explicación causal de
un hecho individual? El número y la índole de las causas que determinaron cualquier evento
individual son siempre infinitos, y no hay nada en las cosas mismas que indique qué parte de
ellas debe ser considerada. Solo una parte de la realidad individual reviste para nosotros
interés y significación, porque únicamente ella muestra relación con las ideas de valor
culturales con las cuales abordamos la realidad. Solo determinados aspectos de los fenómenos
individuales, siempre infinitamente múltiples, son por lo tanto, dignos de ser conocidos, y solo
ellos son objetos de explicación causal. El conocimiento de leyes de la causación no puede ser
el fin de la investigación sino solo un medio. Cuanto más generales sean las leyes, tanto menos
pueden contribuir a la imputación causal de fenómenos individuales y a la comprensión de la
significación de los procesos culturales. El conocimiento de los procesos culturales solo es
concebible sobre la base de la significación que la realidad de la vida, configurada siempre en
forma individual, tiene para nosotros en determinadas condiciones singulares. La premisa
trascendental de las ciencias de la cultura consiste en que somos hombres de cultura, dotados
de capacidad y la voluntad de tomar conscientemente posición ante el mundo y de conferirle
sentido. El conocimiento de la cultura está condicionado por ideas de valor. El conocimiento
de las ciencias de la cultura está vinculado a premisas subjetivas en cuanto se ocupa solo de
aquellos elementos de la realidad que muestran alguna relación con procesos a los que
atribuimos significación cultural. Esto no quiere decir que los resultados de la investigación
sean válidos para una persona y no para otras. Lo que varía es el grado en que interesan a
diversas personas. El concepto típico ideal no es una hipótesis, pero quiere señalar una
orientación a la formación de hipótesis. Quiere proporcionar medios de expresión unívocos
para representarla. Se los obtiene mediante un realce unilateral de uno o de varios puntos de
vista y la reunión de una multitud de fenómenos singulares, difusos y discretos, que se
presentan en mayor medida en unas partes que en otras o que aparecen de manera
esporádica, fenómenos que encajan en aquellos puntos de vista, escogidos unilateralmente,
en un cuadro conceptual en sí unitario. Es una utopía que plantea a la tarea de comprobar, en
cada caso singular, en qué medida la realidad se acerca o se aleja de ese cuadro ideal. Es
posible que se esbocen varias utopías de este tipo y ninguna sea idéntica a otra, ni observables
empíricamente. Pero todas ellas pretenden construír la representación de una idea; pretensión
posible porque todas ellas han extraído de la realidad determinados rasgos de hecho de
nuestra cultura para incluirlos en un cuadro ideal unitario. La formación de tipos ideales
abstractos entran en consideración, no como una meta, sino como un medio. El Tipo Ideal es
el intento de aprehender, en conceptos genéricos, individuos históricos o sus elementos
singulares. En su plena pureza conceptual no encuentran representante en la realidad, o lo
encuentran solo parcialmente. Un tipo ideal de una determinada situación social, a partir de
ciertos fenómenos sociales característicos de una época, puede haber estado presente para los
propios contemporáneos como ideal por alcanzar prácticamente o como máxima para la
regulación de determinadas relaciones sociales. La nítida distinción entre la referencia lógica
comparativa de la realidad a tipos ideales en sentido lógico, y el juicio valorativo acerca de la
realidad a partir de ideales constituye el deber elemental del autocontrol científico. Un Tipo
Ideal es algo por entero indiferente a cualquier juicio valorativo, y nada tiene que ver con una
perfección que no sea puramente lógica. Es una construcción conceptual para la mediación y
caracterización sistemática de conexiones individuales, es decir, significativa en su
singularidad. Su propósito es obtener una nítida conciencia, no de lo genérico, sino de la
especificidad de fenómenos culturales. La maduración de la ciencia implica la superación del
tipo ideal, en cuanto se lo piensa como válido empíricamente o como concepto de género.
Pertenece a la esencia de su tarea superar todas las construcciones típico ideales, pero
también construir otras nuevas. En las ciencias de la cultura la formación de los conceptos
depende del planteamiento de los problemas y que este caría junto con el contenido de la
cultura. El fin de cualquier ciencia es ordenar su materia en un sistema de conceptos, cuyo
contenido se obtendría mediante la elaboración de regularidades empíricas, la formación de
hipótesis y la verificación de estas, hasta el momento en que de ello surgiese una ciencia
completa y deductiva. Solo mediante fórmulas conceptuales típico ideales se vuelven
realmente nítidos en su especificidad, por la vía de la confrontación de lo empírico con el tipo
ideal, los puntos de vista que entran en cada caso. La validez objetiva de todo saber empírico
descansa en que la realidad dada se ordene según categorías que son subjetivas en un sentido
específico, en cuanto representan el presupuesto de nuestro conocimiento y están ligadas al
presupuesto del valor de aquella verdad que solo el saber empírico puede proporcionarnos. La
objetividad de las ciencias sociales depende de que lo empíricamente dado se oriente de
continuo con relación a aquellas ideas de valor, las únicas que le prestan valor cognoscitivo,
que, en su significación, sea comprendido a partir de ellas, pero que jamás sea convertido en
pedestal para la prueba, imposible empíricamente, de la validez de aquellas. Servir al
conocimiento de la significación cultural de conexiones históricas concretas es la meta única y
exclusiva, a la cual, junto con otros medios, también contribuye la labor de formación y crítica
de conceptos.

HACKING

Si se considera la historia algo más que un depósito de anécdotas o cronología, puede producir
una transformación decisiva de la imagen que poseemos de la ciencia. Popper pensaba que el
estudio de significados no es pertinente para entender la ciencia. De acuerdo a este autor la
racionalidad es una cuestión de método, es conjetura y refutación. Formemos suposiciones de
largo alcance acerca del mundo, deduzcamos consecuencias observables. Contrastemos para
ver si son verdaderas. Si es así, procedamos a contrastarlas nuevamente. Si no pasan la
contrastación, revisemos la conjetura, o mejor aún, inventemos otra nueva. Lo que sostiene
Kuhn es que no hay una distinción precisa entre observación y teoría. La ciencia no es
acumulativa. Una ciencia en desarrollo no tiene una estructura deductiva férrea. Los conceptos
científicos en uso no son particularmente precisos. La unidad metodológica de la ciencia es
falsa, hay muchas herramientas diferentes no relacionadas que se utilizan para diferentes tipos
de indagaciones. Las ciencias mismas no están unificadas. Están compuestas de un gran
número de disciplinas reducidas que sólo traslapan ligeramente, muchas de las cuales pueden
llegar en el curso del tiempo a no ser mutuamente inteligibles. El contexto de justificación no
puede separarse del contexto de descubrimiento. La ciencia está en el tiempo y es
esencialmente histórica. La tesis de la ciencia normal dice que una rama establecida de la
ciencia se dedica en su mayor parte a modificaciones relativamente menores de la teoría
corriente. La ciencia normal consiste en la resolución de acertijos. Casi ninguna teoría bien
elaborada logrará encajar punto por punto con los hechos del mundo. Cada teoría nace
refutada. A tales defectos en una teoría que de otra manera es atractiva y útil se los llama
anomalías. Gran parte de la ciencia normal es aplicación tecnológica. La ciencia normal no
tiene como objetivo la confirmación, la verificación, la falsación o la tarea de proponer
conjeturas y refutaciones. Lo que sí hace es acumular constructivamente un cuerpo de
conocimientos y conceptos en dominios particulares. A veces las anomalías no desaparecen.
Se acumulan. Algunas de ellas llegan a considerarse particularmente problemáticas. Cuando la
disciplina está en crisis un resultado posible es un enfoque totalmente nuevo que utilice
nuevos conceptos. Los fenómenos problemáticos son de repente inteligibles a la luz de estas
nuevas ideas. Una nueva generación de trabajadores se dedica a tratar de resolver las
anomalías. Hay una nueva ciencia normal. La idea de revolución científica de por sí no pone en
entredicho la racionalidad científica. Hemos tenido la idea de revolución por largo tiempo, y
aun así hemos sido buenos racionalistas. Kuhn sugiere que la idea de que cada ciencia normal
acarrea las semillas de su propia destrucción. Aquí hay una idea de revolución perpetua. Kuhn
concentra en dos sentidos el término paradigma. Uno es el de paradigma como logro. En el
momento de la revolución hay generalmente algún éxito ejemplar que resuelve los viejos
problemas de una manera novedosa, utilizando nuevos conceptos. Este éxito sirve como
modelo para la generación siguiente de investigadores, que tratan de resolver problemas de la
misma manera. EL paradigma como logro es el modelo de la ciencia normal. No hay nada en la
idea del paradigma como logro que vaya contra la racionalidad científica, todo lo contrario. Por
otro lado, está el paradigma como conjunto de valores compartidos. Cuando Kuhn escribe
sobre la ciencia se refiere a pequeños grupos de investigadores que idean una línea de
investigación. Él ha llamado esto una matriz disciplinaria compuesta por grupos de
investigación que se influyen recíprocamente, con problemas y objetivos comunes. Dentro de
cada grupo hay un conjunto de métodos, normas y suposiciones básicas. Estas se transmiten a
los estudiantes, se inculcan en los libros de texto, se usan para decidir qué investigación debe
apoyarse, qué problemas importan, qué soluciones son admisibles, quien publica, quien
perece, etc. Este es un paradigma como conjunto de valores compartidos. Uno de los valores
compartidos es el logro. El logro inicial impone normas de excelencia, un modelo de
investigación, una clase de anomalías para la cual resolver acertijos se considera su
recompensa. La búsqueda de la verdad y de la razón se organizará de acuerdo con las mismas
fórmulas sociales de otras búsquedas. El hecho de que los científicos sean gente, y de que las
sociedades científicas sean sociedades, no tiene porque arrojar dudas sobre la racionalidad
científica. La amenaza a la racionalidad proviene principalmente de la concepción de Kuhn del
cambio revolucionario en los paradigmas. Lo compara con el cambio religioso y con el
fenómeno de un cambio gestáltico. Tales reflexiones no muestran que un cambio no racional
de creencia no pueda ser también un cambio de algo menos razonable a una doctrina más
razonable. Después de un cambio de paradigma los miembros de una nueva matriz
disciplinaria viven en un mundo diferente del de sus predecesores. Kuhn sugiere que uno no
puede ni siquiera expresar las ideas de la vieja teoría en el lenguaje de la nueva. La nueva
teoría es un nuevo lenguaje. No hay manera de encontrar un lenguaje neutral en el que las dos
teorías puedan expresarse para posteriormente compararse. En este sentido los paradigmas
son inconmensurables. Esto va en contra de la idea de que la teoría sucesora debía incorporar
los descubrimientos de su predecesor. Para ser objetivas, las teorías deberían ser precisas, o
sea, adecuarse a los datos experimentales existentes. Deberían ser internamente consistentes
y consistentes con otras teorías aceptadas. Deberían ser amplias en alcance y ricas en
consecuencias .Deberían ser simples en estructura y organizar los hechos de una manera
inteligible. Deberían ser fructíferas y descubrirnos nuevos sucesos, nuevas técnicas, nuevas
relaciones. Cuando uno acepta una teoría empieza a hablar el lenguaje como nativo. Nada
parecido a una elección ha ocurrido pero uno termina hablando el lenguaje como un nativo de
todas maneras. Uno no tiene dos teorías en la cabeza. Uno se convierte gradualmente y esto
se muestra en el movimiento hacia una nueva comunidad lingüística. Las principales corrientes
del libro de Kuhn no se oponen explícitamente a la racionalidad científica. Ofrecen una visión
diferente de la ciencia que ha sido cuestionada punto por punto. Su historia ha sido puesta en
duda, sus generalizaciones han sido cuestionadas y sus ideas acerca del lenguaje y la
inconmensurabilidad han sido ferozmente criticadas.

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