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La muerte clínica: un diagnóstico y un testimonio

Clinical death: A diagnosis and a testimony

J. L. Trueba

RESUMEN ABSTRACT
La muerte clínica de una persona es la muerte del The clinical death of a person is the death of the
encéfalo. Hay un consenso bastante generalizado en brain. There is a fairly general consensus in western
nuestra medicina occidental sobre los criterios necesa- medicine on the necessary criteria and the mode of
rios y el modo de proceder para un correcto diagnóstico proceeding for a correct diagnosis of “brain death”. In
de “muerte encefálica”. En un caso concreto, cuando a specific case, with a reasonable previous record of
existen antecedentes razonables de daño cerebral catas- catastrophic brain damage and certain neurological
trófico y determinados signos clínicos en la exploración exploratory signs, an expert practitioner is able to
neurológica, un médico con suficiente experiencia puede diagnose clinical death.
llegar a emitir un diagnóstico de muerte clínica. Accepting that the diagnosis of death is an
Aceptando que el diagnóstico de muerte es un exercise of diagnostic judgement, in practical
ejercicio de puro juicio práctico, y que como tal nunca application, which cannot as such provide absolute
puede dar certidumbre absoluta, debemos asumir que certainty; we have to accept that, in spite of this
a pesar de la incertidumbre debemos tomar decisiones uncertainty, we have to take sensible and prudent
razonables y prudentes. decisions.
Sin embargo, existen opiniones discrepantes que However, there are dissenting opinions that
consideran sería necesario un más alto grado de certe- believe in the need for a higher degree of certainty
za antes de tomar decisiones. before taking decisions
Para tomar decisiones responsables se requiere It is necessary to try to understand the concept of
intentar comprender el concepto de la muerte cerebral “brain death” in order to be able to take responsible
como un auténtico constructo cultural en el que son decisions. This concept is a real “cultural
necesarios conocimientos a cerca de “qué” es lo que se construction”, in which it is necessary to have
define científicamente como muerte; el “cómo” se knowledge about the scientific definition of death, how
puede diagnosticar en la práctica; el “cuándo” se dice death can be diagnosed in practice, when it is possible
que un hombre está clínicamente muerto, y de “cual” to say that someone is clinically dead, and what is the
es el grado de evidencia que conlleva el diagnóstico. degree of evidence carried by the diagnosis.
Palabras clave. Muerte encefálica. Muerte clínica. Key words. Brain death. Clinical death. Diagnosis.
Diagnóstico. Ética. Ethics.

An. Sist. Sanit. Navar. 2007; 30 (Supl. 3): 57-70.

Prof. Asociado de Neurología. Hospital Uni- Correspondencia:


versitario Doce de octubre UCM. Juan Luis Trueba Gutiérrez
Presidente de la Asociación de Bioética Fun- C/ López de Hoyos, 7, 5º izq
damental y Clínica. 28006 Madrid
Tfno. 915 617816

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J.L. Trueba

LA MUERTE CLÍNICA: En primer lugar, “el morir”. Se refiere a


ALGUNAS CONSIDERACIONES un proceso asistencial de un paciente, con
TERMINOLÓGICAS un pronóstico de situación evolutiva termi-
nal. Es, pues, un pronóstico clínico dentro
La última palabra del final de la vida es de una referencia lineal del tiempo de la
la muerte. El final de la vida y la muerte vida humana; conlleva una predicción pro-
son términos muy serios con los que los nóstica de muerte próxima, lo que permite
médicos afrontamos al problema de la la consideración de que el proceso clínico
existencia de una persona como viviente. está en estado terminal. El estado terminal
Cuando de lo que se trata es del final de la plantea otros problemas: especialmente la
vida de un hombre concreto nos estamos futilidad de las decisiones terapéuticas y la
refiriendo al periodo final del proyecto posibilidad de una “limitación del esfuerzo
vital de una persona y es aquí donde la terapéutico”2. Así, pues, “el morir”, se refie-
palabra “muerte” adquiere su mayor tras- re a la vida humana concreta como proce-
cendencia y complejidad. so biológico, y al pronóstico de terminali-
El propósito de este trabajo es realizar dad de la vida temporal biológica del
una serie de consideraciones sobre los sujeto; implica un pronóstico vital negati-
aspectos clínicos y los problemas éticos vo, pero no afecta necesariamente la
que suscita el diagnóstico de muerte al dimensión ontológica del sujeto personal,
final de la vida de un hombre concreto. en tanto que su individualidad como toda-
Este es el sentido de lo que llamaremos vía viviente no se cuestiona.
“muerte clínica”, es decir: la actualidad En segundo lugar, “la muerte”. Puede
presencial de la realidad de la muerte en referirse a un estado o a un evento. La
quien yace, postrado clínicamente1, ante muerte como estado es el opuesto a la
un médico, que tiene que afrontarlo, verifi- vida; la muerte como evento es el fin de la
cando y atestiguando mediante un juicio vida, opuesto al nacimiento. El evento de
diagnóstico el “estado de muerte irreversi- la muerte es la culminación de la vida en
ble”; lo que permitirá tomar las decisiones un organismo vivo, mientras que el estado
pertinentes al respecto. es lo que sucede a dicho evento3. Dicho en
términos médicos: el evento equivale al
Al final de la vida humana, lo que en
juicio diagnóstico de muerte clínica; el
otro capítulo de esta monografía se aborda
estado al pronóstico que se deriva del
como “el morir”, se refiere a terminalidad,
diagnóstico; el estar muerto sin posibili-
pero no a la realidad de “la muerte”; las
dad de retorno a la vida, y en una situación
decisiones que se pueden y deben tomar
que ha de conducir necesariamente a la
en una u otra situación son muy distintas,
desestructuración orgánica total del cuer-
siempre importantes, pero no igualmente
po: la putrefacción del cadáver en un tiem-
trascendentes.
po inmediato. La “muerte clínica” al reco-
Conviene aclarar que desde un punto nocer un “nuevo estado”, compromete la
de vista conceptual no es lo mismo el tér- dimensión ontológica del sujeto objeto de
mino “el morir” que el de “muerte clínica”, estudio; es un hecho real muy trascenden-
ya que el primero se refiere al proceso bio- te, ya que abre la posibilidad de actuacio-
lógico del morir mientras que el segundo nes muy trascendentes como pueden ser:
se refiere al momento en el que se diag- la firma de un parte de defunción, la retira-
nostica y atestigua un “nuevo estado”; el da de la respiración asistida, o la solicitud
de estar muerto. Veamos las diferencias de donación de órganos a la familia del
entre ambos términos. fallecido.

1. Del griego clinh (chliné), lecho.


2. TRUEBA JL. Los marcos asistenciales de la limitación del esfuerzo terapéutico. En: J De la Torre (ed)
La limitación del esfuerzo terapéutico. (Dilemas éticos de la medicina actual 20) Universidad
Pontificia de Comillas, Salamanca 2006.
3. Definición de la muerte en la enciclopedia libre Wikipedia.

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LA MUERTE CLÍNICA: UN DIAGNÓSTICO Y UN TESTIMONIO

LA MUERTE CLÍNICA COMO JUICIO Y es que no es fácil establecer una defi-


DIAGNÓSTICO: NECESIDAD DE nición de muerte que pueda ser entendida y
DEFINIR EL MOMENTO DE LA aceptada por todos. Sin embargo, la muerte
MUERTE clínica por tratarse de un problema prácti-
co, esencialmente basado en hechos de
Si la muerte clínica es un evento diag- experiencia, siempre será un problema ético
nóstico que abre a la actualidad de un que obligará a tomar decisiones desde la
nuevo estado (la presencia de una realidad incertidumbre. No puede ser de otra mane-
reconocible como muerte en quien yace ra ante un conocimiento empírico. No obs-
ante el médico), será necesario definir de tante, estamos obligados a tratar de perfec-
la manera más precisa posible los criterios cionar nuestro conocimiento del proceso
que permiten reconocerla; los datos y del morir, perfeccionar nuestros criterios y
hechos que son necesarios para admitir la buscar cada vez criterios más sólidos para
irreversibilidad vital del organismo y la el diagnóstico de la muerte
mera consideración del cuerpo como
“cadáver”. Establecer criterios para definir lo
mejor posible el momento de la muerte
¿En que momento tiene lugar eso que resulta ser una imperiosa necesidad fruto
llamamos “muerte”? Esta es la cruz del de un doble imperativo: ético y legal.
asunto. En esencia ¿qué es la muerte? El
problema del momento de la muerte tiene
EL IMPERATIVO ÉTICO EN EL
serias implicaciones a nivel práctico, y es
un aspecto de gran interés desde el punto DIAGNÓSTICO DE LA “MUERTE
de vista judicial, filosófico, teológico y CLÍNICA”
moral4-6. En trabajos anteriores me referí al pro-
Plantearse la pregunta de en qué blema que plantea desde un punto de vista
momento tiene lugar lo que llamamos práctico el hecho de que la muerte clínica
“muerte clínica” remite necesariamente a ha de establecerse como un momento de
las preguntas esenciales sobre la “muerte un proceso evolutivo biológico y que ello
humana”7. Ambas cuestiones no son capri- supone necesariamente asumir la expe-
chosas, pues, siendo el hombre el único riencia de que dicho momento no corres-
animal que conoce la existencia de la ponde a un instante meramente temporal,
muerte, y el único que conoce que todos sino que encierra un necesario momento
necesariamente tenemos que morir, afron- de imprecisión y de incertidumbre: prime-
tar la muerte del “otro” y asumir la ineludi- ro, incertidumbre temporal en cuanto al
ble muerte propia, implican necesariamen- “donde” y “cuando”; segundo, incertidum-
te a cada individuo como persona, y a bre existencial sobre que es “la muerte
todas las estructuras sociales en la refle- propia”, y tercero , incertidumbre esencial
xión y participación de la toma de decisio- sobre que es la “muerte en sí”.
nes, que no pueden quedar reducidas a un El análisis histórico muestra la expe-
planteamiento exclusivamente científico o riencia acumulada de que los criterios de
clínico asistencial. muerte clínica han cambiado con los tiem-

4. D. W. BROCK The role of the public in public policy on the definition of detah. En: YOUNGNER SJ,
Arnoold RM, SCHAPIRO R., eds. The definition of death: contemporary controversies. Baltimore:
Johns Hopkins University Press, 1999: 293-307.
5. Pontificiae Academiae Scientiarum Scripta varia 60, pp. 113-114: Working Group on the Artificial
Prolongation of Life and Dtermination of the exact moment of death, (C. CHAGAS, ed.), Cittá del
vaticano 19-21 octubre 1985.
6. Pontificiae Academiae Scientiarum Scripta varia 83 Working Group sobre Determinación de la
muerte cerebral y su relación con al muerte humana, 10-14 diciembre 1989 Edit. R.J. WHITE, H.
AGSTWURM Y I CARRASCO DE PAULA.
7. TRUEBA, J.L. La muerte clínica. En: Diez palabras sobre el final de la vida. Edit: J. Elizari. Verbo
divino 2006.

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J.L. Trueba

pos, y especialmente a partir del desarro- na moderna, y a razones de salubridad


llo tecnológico de la medicina. pública. La gestión de la muerte humana
pasó de ser un patrimonio de la religión y
Hoy en día es el médico el que diagnós- la filosofía a ser un problema de “diagnós-
tica la muerte; no siempre ha sido así. tico clínico”, y la “muerte clínica” una
Determinar la muerte ha sido un acto de cuestión sobre como actuar médicamente
gran trascendencia para cualquier socie- ante la evidencia de una pérdida irreversi-
dad mínimamente organizada. El hecho de ble de las funciones y las estructuras cons-
designar a un individuo como cadáver titutivas del organismo de un viviente
tiene consecuencias inmediatas: como, humano concreto.
por ejemplo, la inhumación o la aplicación
Con todo esto el papel que la sociedad
de lo que socialmente se denominan los
ha venido demandando al médico se ha
“ritos de la muerte”. Cada sociedad ha
ido complicando y elevando los niveles de
tenido los suyos propios y cada sociedad
responsabilidad exigida. Partiendo de
ha interpretado a su manera el sentido de
unas obligaciones puramente asistenciales
la muerte y el modo de determinarla, expli-
en la esfera del diagnóstico nosológico, la
carla y comprenderla. Los miedos con res-
determinación del pronóstico y de las
pecto a la posibilidad de un error en el
posibilidades terapéuticas sobre el cura,
diagnóstico de muerte y la experiencia de
cuidar y consolar a los pacientes, el médi-
que en algunos casos, especialmente coin-
co pasa a convertirse en garante de la exis-
cidiendo con los enterramientos masivos
tencia personal con unas obligaciones tes-
de guerras y epidemias, se han producido
timoniales de la mayor trascendencia. Los
enterramientos con vida8, condujo por pre-
familiares y la sociedad misma espera de la
sión social a la implantación de leyes para
actuación del médico con respecto al diag-
los enterramientos, a los periodos de espe-
nóstico un testigo fiel de la misma; alguien
ra antes de proceder a la inhumación y
que de fidelidad y testimonio de la muerte
especialmente a la necesidad de una certi-
de una persona. En definitiva, no un mero
ficación médica de la muerte. Hasta finales
diagnóstico incidental o procesual, sino lo
del siglo XVIII y principios del XIX la figura
que me atrevería a llamar “un diagnóstico
del médico estaba ausente de los ritos de
testimonial de muerte clínica”. Es aquí
muerte en las sociedades del mundo occi-
donde la rigurosidad del juicio diagnóstico
dental. El médico acompañaba al paciente
ponderado razonable y prudente adquiere
mientras “había algo que hacer”, pero a
todo su valor. El médico que testifica el
partir de dicho momento procedía al
diagnostico de muerte clínica no es un
“desahucio” del paciente que quedaba al
mero evaluador, sino un testigo veraz,
cuidado de familiares, y de los miembros
capaz de dar fe pública de quién y cuándo
sociales y religiosos especialmente dedica-
está muerto9.
dos a las obligaciones morales y a los man-
damientos de “enterrar a los muertos”. El El diagnóstico correcto de “muerte clí-
diagnóstico propiamente dicho de “muerte nica” se realiza teniendo en cuenta una
clínica” basado en la intervención de un serie de signos objetivos que poseen valor
médico para emitir un certificado legal diagnóstico mostrativo de “muerte”. Estos
“para” poder enterrar no se implantó hasta signos no aparecen de repente al modo
principios del siglo XIX, ligado al nacimien- como los antiguos imaginaban la llegada
to de los criterios científicos de la medici- de la muerte, como si fuese un personaje

8. Centanaro G.. El concepto de muerte. Un poco de historia. (http://www.geocities.com/


HotSprings/Spa/3516/muerceb.html?200527) refiere que Bruchier (1742) recogió 189 casos de
supuestos enterramientos con vida.
9. Conviene distinguir entre evaluar y testimoniar. El diagnóstico de la muerte clínica es el de muerte
como testimonio; un testimonio veraz no de hechos físicos, sino de acontecimientos humanos.
Por ello, es un testimonio y no una mera comprobación. El médico atestigua la muerte; verifica la
muerte, no simplemente la comprueba, porque atestación es algo infinitamente más que
comprobación, cuando se trata de acontecimientos humanos.

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LA MUERTE CLÍNICA: UN DIAGNÓSTICO Y UN TESTIMONIO

que aparece con su aspecto cadavérico y ta razonable pensar en el estado de muer-


su guadaña. Tampoco la muerte ocurre te, porque sencillamente existen “causas”
porque ese personaje que nos visita nos suficientes para ello. Es el dilema médico
conduzca a la muerte en un proceso dan- de la “causa inmediata” de la muerte y de
zante al que no podemos resistirnos. Son la “enfermedad previa” que figuran en los
todas interpretaciones míticas que hoy certificados médicos. Y hay que reconocer
casi parecen ridículas, pero que han tenido que frecuentemente los médicos, a la hora
desde siempre una fuerza seductora frente de certificar la muerte, tienen tendencia a
a los enigmas que la muerte como final de pasar de puntillas sobre los temas que
la vida nos plantea. abordan las causas de la muerte, a pesar
Es interesante constatar como en de ser tan trascendentes para la vida del
dichas imágenes míticas se encuentra paciente y las implicaciones sociales que
escondido no sólo el enigma sobre “cuan- conllevan. Ello no quiere decir que la
do” aparece la muerte, sino también el causa suficiente no sea evidente para el clí-
enigma sobre cual es la “causa” de la muer- nico que evalúa el estado del paciente; no
te. Creo que ambos enigmas requieren un hay nadie que piense en la posibilidad de
abordaje por separado que nos ayude a la “llegada de la muerte” de un paciente sin
comprenderlos, pero no será vano dejar tener antes la evidencia de una causa con-
bien sentado que la muerte clínica no creta en la historia clínica que hace temer
puede tener un sentido, al menos desde la existencia de un daño orgánico suficien-
una posición a la altura de lo que la cien- te como para producir la muerte del orga-
cias positivas nos han venido demostrado, nismo entero.
sobre la base de hacer de ella una “cosifi- Las causas de la muerte pueden ser cla-
cación” ni una relación subjetivista de lo sificadas de una manera práctica en dos
que sin duda es una experiencia de hecho grandes grupos fisiopatogénicos: muertes
necesaria. En definitiva que no existe la repentinas o inesperadas, y muertes termi-
“señorita muerte” como ente sustancial ni nales o esperables en el proceso final de la
como “entidad morbosa”; la muerte no es vida. En las primeras es posible reconocer
ni una “persona” ni una “enfermedad” en un antecedente inmediato agudo que ha
su sentido más tradicional. Para el médico podido dañar de manera muy importante
la muerte no es una entidad nosológica, algún órgano vital o esencial para la vida
sino un “estado” biológico; entra más en la (por ejemplo el cerebro o el corazón). En
categoría de síndrome que en el de entidad las segundas existe el antecedente de la
morbosa o enfermedad. Es, pues, un mero “enfermedad previa” con una evolución
diagnóstico clínico de “estado”, lo cual pronóstica mala que hace esperable su
plantea como enseguida veremos cuestio- desenlace como situación puramente ter-
nes importantes sobre el “como” y el minal. En ambas se plantea la situación
“cuando”. como razonablemente crítica para la vida,
Quizá sea oportuno empezar abordan- hasta el punto de considerar la posibilidad
do primero el problema médico del de la muerte. Es desde esta situación con-
“como”, esto es: la causa del posible “esta- creta de la que parte el juicio diagnóstico
do” de muerte. La razón es que todo diag- médico para establecer y confirmar el
nóstico clínico de muerte empieza por un estado de muerte del paciente por daño
afrontamiento ante un paciente concreto irreversible estructural del organismo. Es
de la posibilidad de dicho estado. De si, en decir el diagnóstico testimonial de una
definitiva, el paciente está o no está muer- muerte clínica.
to. Es una duda que requiere confirmación La desestructuración del organismo y
resolutoria, pero que aparece ante una la muerte celular no ocurren en el mismo
situación concreta en la que siempre exis- instante en todas y cada una de las células
ten unos antecedentes conocidos, media- que forman parte de un organismo entero;
tos o inmediatos, que hacen plausible el el ritmo de instauración y progresión es
razonamiento puramente lógico de que el diferente para cada tejido y para cada
planteamiento de la cuestión es oportuno. órgano, y los llamados “signos de muerte”
Es decir, resulta ante esa situación concre- tienden a aparecer en una sucesión tempo-

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J.L. Trueba

ral en la que sólo un juicio diagnóstico planteó una cuestión muy seria sobre los
sobre los datos semiológicos conduce al criterios reales de una muerte definitiva.
médico a descubrir la evidencia de la En definitiva, la parada cardiorrespira-
muerte clínica de su paciente. La muerte toria es un criterio sólido de muerte clíni-
clínica no se puede certificar por la exis- ca solamente cuando existe “voluntad de
tencia de un solo signo indicativo de muer- no reanimar” lo que frecuentemente tam-
te, aunque evidentemente hay algunos sig- bién supone una estrategia de “limitación
nos que tienen mayor valor que otros. En del esfuerzo terapéutico” (LET).
general son los signos que muestran la
existencia de putrefacción de los tejidos Así, pues, la muerte por parada car-
los que fueron buscados por la medicina diorrespiratoria es el primer modo de rea-
forense a la hora de determinar si un cadá- lizar el diagnóstico de muerte clínica en el
ver debía ser o no inhumado. Sin embargo final de la vida. El “momento de la parada”
son los signos llamados vitales la ausencia es considerado como “el momento de la
irreversible de latido cardiaco y de respi- muerte”, y a partir de ese evento, el médi-
ración los que el clínico ha venido consi- co puede firmar el certificado de defun-
derando como causas inmediatas de la ción ya que desde el punto de vista legal
muerte de un paciente. la sociedad civil considera que la vida
propiamente humana del paciente ha ter-
minado; que el cuerpo esta en estado
LA MUERTE CLÍNICA POR PARADA cadavérico y que puede ser enterrado
CARDIACA Y RESPIRATORIA después de transcurridas las 24 horas
preceptivas.
La ausencia de signos vitales y espe-
cialmente el criterio de la parada cardio- La parada irreversible de la función car-
rrespiratoria fue el modo tradicional de diaca y respiratoria supone la muerte del
hacer el diagnóstico de muerte en la medi- organismo como consecuencia de la anoxia
cina. Su verificación era relativamente de los órganos y tejidos corporales que en
fácil, especialmente cuando la medicina tiempo muy corto conduce a la muerte de
científica aportó procedimientos más las células, la destrucción por lisis de los
exactos para registrar el latido cardiaco y órganos y la apertura al proceso de desin-
la respiración. Su confirmación final tam- tegración o descomposición del cadáver.
bién era fácil ya que bastaba con esperar Pero como la muerte celular no ocurre al
la aparición de signos de putrefacción para mismo tiempo en todos los tejidos, y el
tener evidencias suficientes que evitasen órgano más sensible a la anoxia es el cere-
los diagnósticos precipitados o erróneos bro, la parada cardiorrespiratoria sin volun-
de la muerte. tad de reanimación produce en unos pocos
minutos la muerte total del encéfalo; conlle-
El fin último del diagnóstico de muerte va la ineludible e irrecuperable pérdida de
por ausencia de signos vitales era “para” las funciones de todo el encéfalo por lisis
poder enterrar, y las razones del enterra- neuronal en cuestión de minutos. En defini-
miento respondían a preceptos religiosos tiva, la muerte clínica real solo ocurre con
y más tarde cuando en nuestras socieda- la muerte de todo el encéfalo, como ense-
des las normas de salubridad pública se guida veremos, aunque en muchos casos
establecieron como una necesidad social, dicha muerte encefálica haya estado prece-
a preceptos legales perfectamente estable- dida de una parada funcional cardiorrespi-
cidos. ratoria irreversible o sin voluntad de reani-
Las maniobras de reanimación cardio- mación.
pulmonar supusieron un gran impacto En conclusión, la pérdida irreversible
sobre las creencias establecidas de la hora de las funciones llamadas “vitales” (lati-
de la muerte. En efecto, la posibilidad de do cardiaco y respiración) ha sido el cri-
que una pérdida de funciones vitales como terio diagnóstico tradicional para certifi-
la respiración y el latido cardiaco fuesen car la “muerte clínica” y la actuación del
reversibles, y que determinadas manio- médico tenía una justificación basada
bras permitiesen un “retorno a la vida”, fundamentalmente en motivos medicole-

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LA MUERTE CLÍNICA: UN DIAGNÓSTICO Y UN TESTIMONIO

gales, y con la finalidad última de poder En 1968, el Comité de la Facultad de


enterrar; era un diagnóstico “para poder Medicina de Harvard10 constituido por diez
enterrar”, y el enterramiento una necesi- médicos, un abogado, un teólogo y un histo-
dad social preceptiva por razones de riador formula el primer criterio para la
salubridad pública. determinación de la muerte basado en un
total y permanente daño encefálico, acuñán-
dose el concepto de “muerte cerebral” o
LA MUERTE ENCEFÁLICA UN NUEVO encefálica11. Desde entonces han aparecido
“CONSTRUCTO CULTURAL” PARA numerosas revisiones sobre “muerte encefá-
LA MUERTE CLÍNICA lica” que han consolidado el uso del término
y en especial la Comisión del Presidente de
Con el desarrollo tecnológico de la medi- Estados Unidos que en 1981 estableció el
cina y especialmente con la creación de las “Estatuto de muerte” en los siguientes tér-
unidades de cuidados intensivos se abrie- minos: “Un individuo en el que se mantiene
ron nuevos caminos y modos de realizar los un cese irreversible de todas las funciones
diagnósticos de la “muerte clínica”. del encéfalo, incluyendo el tallo cerebral,
Cuando los pacientes ingresados en UVI está muerto”12-14. A partir de este momento la
en estado de coma y con asistencia ventila- definición de la muerte clínica como “el cese
toria no salían de dicha situación clínica, se permanente de todas las funciones vitales”
comenzaron a plantear nuevas dificultades quedaría circunscrita y aceptada médica-
para diagnosticar la muerte. A partir de 1956 mente al “cese permanente de la función del
comenzó a hablarse de casos de “coma irre- organismo como un todo” y teniendo en
versible” y de las incertidumbres que sobre cuenta que el “encéfalo como un todo” es el
el modo correcto de proceder planteaban. responsable de la función del organismo
Así, por ejemplo: tomar decisiones sobre si como un todo, la muerte encefálica es equi-
retirar o no la asistencia ventilatoria; reani- valente a muerte clínica.
mar o no las paradas cardiacas; mantener o En resumen, podemos concluir que en
limitar el esfuerzo terapéutico; iniciar o no nuestras sociedades del mundo occidental
técnicas extraordinarias como la diálisis, existen en el momento actual dos criterios
etc. Pero también una cuestión ética funda- válidos para llegar al diagnóstico clínico de
mental de carácter ontológico: si los pacien- muerte, que son:
tes se mantenían en ausencia completa de
función neurológica, sin retirar la intuba- Criterio cardiopulmonar: la comproba-
ción, y manteniendo el soporte cardiocircu- ción del cese irreversible de la función car-
latorio ¿se estaba manteniendo una vida diopulmonar (ausencia de latido cardiaco y
humana o practicando “encarnizamiento respiración).
terapéutico” y futilidad sobre un cadáver? Criterio encefálico: la comprobación del
La necesidad de tomar decisiones para cese irreversible de la función del encéfalo
afrontar estos graves problemas llevó a la como un “todo” (no necesariamente de
búsqueda de un consenso social en los cam- todas las neuronas), aún en presencia de un
pos de la medicina, la ciencia, el derecho y funcionamiento cardiovascular y ventilato-
la religión. rio artificial.

10. “Harvard Criteria”. Report of Ad Hoc Committee of Harvard Medical School to Examine the
Definition of Brain Death. A definition of irreversible coma. JAMA 1968; 205: 337-340.
11. En español es más correcto utilizar el término “muerte encefálica” ya que el término cerebro se
utiliza de manera restringida a la porción encefálica constituida solo por los hemisferios
cerebrales.
12. Medical Consultants to the President’s Comisión. Guidelines for Determination of Death JAMA
1981; 246: 2184-2186.
13. Guidelines for Determination of Death. JAMA 11/13/1981; 246(19): 2184-2186.
14. Practice parameters for determining brain death in adults (summary statement). Neurology 1995;
45: 1012-1014.

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J.L. Trueba

Es importante aclarar que no existen encefálica lo que abre la necesidad de


dos clases de muerte ni dos formas diferen- establecer unos criterios diagnósticos
tes de morir, sino simplemente dos modos precisos y rigurosos para el diagnóstico
de llegar al diagnóstico de la muerte clínica de muerte encefálica, ya que las conse-
y que esto es sólo una consecuencia de la cuencias que dicho diagnóstico conlleva
necesidad de tener que tomar decisiones son serias y trascendentes.
éticas ante la incertidumbre clínica de deter-
minadas situaciones producidas por la Hay un consenso bastante generaliza-
medicina tecnológica y los medios artificia- do en nuestra medicina occidental sobre
les de soporte cardiopulmonar. Ya he dicho los criterios necesarios y el modo de pro-
que en definitiva la muerte clínica por crite- ceder para un correcto diagnóstico de
rio cardiopulmonar fisiopatogénicamente “muerte encefálica”. No es mi intención
no es más que un modo de muerte encefáli- exponer en este lugar el protocolo de
ca aguda como consecuencia de la anoxia actuación para establecer el diagnóstico
cerebral. En definitiva la muerte clínica de de muerte encefálica ni los problemas que
una persona es la muerte del encéfalo. Y que encierra su aplicación ya que los he abor-
el concepto de “muerte encefálica” sola- dado en otros lugares15,16.
mente surge cuando el paciente está con un
control asistido de sus funciones cardiovas- Existen numerosas revisiones sobre el
culares, es decir cuando está en una unidad tema17-19, diferentes propuestas de protoco-
de “cuidados intensivos” y conectado a un lo para establecer el diagnóstico y distin-
respirador. tas normativas legales en los diversos paí-
ses, sobre todo para establecer la muerte
NECESIDAD DE ESTABLECER UNOS encefálica en los casos de donación de
PARÁMETROS PRÁCTICOS PARA LA órganos20. Es también un hecho que exis-
ten opiniones divergentes sobre los mis-
DETERMINACIÓN DE LA MUERTE
mos problemas, todo lo cual pone de mani-
ENCEFÁLICA fiesto que el debate aunque con suficiente
De cuanto llevamos dicho se puede consenso no deja de estar abierto21-23. El
extraer una consecuencia: en presencia debate se ha reactivado en los últimos
de medios artificiales de soporte cardio- años, especialmente centrado en los
pulmonar la muerte clínica debe ser aspectos neurológicos sobre la especifici-
determinada por pruebas de función dad y selectividad del concepto “muerte

15. TRUEBA J L La muerte cerebral como evidencia clínica. En: Bioética un diálogo plural. Homenaje a
Javier Gafo Fernandez, S.J. J. FERRER Y J. MARTINÉZ (eds). Universidad pontificia de Comillas, 2002;
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16. TRUEBA J.L. ¿Qué implicaciones éticas tiene el diagnóstico de muerte encefálica? Retirada de las
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20. Canadian criteria. Guidelines for diagnosis of brain death. Canadian Neurocritical Care Group. Can
J Neurol Sci 1999; 26: 64-66.
21. VAN NORMAN GA, A Incorrect application of accepted criteria. matter of life and deth. Anestesiology
1999; 91: 275-287.
22. DOIG CJ AND BURGESS E. Brain Death: resolving inconsistences in the ethical declaration of death.
Can J Anesth 2003; 50(7): 725-731.
23. ROSENBAUM, S. Ethical conflicts. Anesthesiology 1999;91:3-4. “Si hay algún tema en la legislación
sanitaria y en la bioética del que se puede decir que esta bien resuelto, y a la vez persistentemente
no resuelto, es el de determinar que ha tenido lugar la muerte”.

64 An. Sist. Sanit. Navar. 2007 Vol. 30, Suplemento 3


LA MUERTE CLÍNICA: UN DIAGNÓSTICO Y UN TESTIMONIO

encefálica” y sus problemas de aplicación manera insuperable; a sus propias pala-


en la práctica24-31. bras me remito.
En mi opinión, tal debate traduce las “Las discusiones sobre el momento de la
dificultades de aceptar el hecho de que el muerte y sobre el comienzo de la vida se
diagnóstico de la muerte es un ejercicio de hallan con frecuencia viciadas por esta
un juicio razonable dentro de una aplica- obsesión de determinar con exactitud el
ción práctica que nunca puede dar certe- momento preciso en el que la vida comien-
za, lo que nos obliga no solo a establecer za o termina. Mi opinión es que todo eso
criterios claros y rigurosos que siempre carece de sentido. No digo que no haya que
son potencialmente mejorables, sino, lo poner un razonable cuidado en la determi-
que me parece más importante, a asumir nación del momento del inicio y del momen-
que no por su incertidumbre necesaria to del final de la vida. Pero ni es posible
podemos dejar de tomar resoluciones y a conocer esos momentos con exactitud mate-
justificarlas desde lo meramente razona- mática, ni tiene sentido plantear así las
ble y prudente. Nadie estaría dispuesto a cosas. La tesis que quiero defender es que
tolerar la actitud meramente pasiva ante la hay que plantear estos problemas en una
posibilidad suficientemente fundada de dirección completamente distinta. Entre el
muerte; el horror a la putrefacción ante nacimiento y la muerte lo que se extiende es
nuestros ojos de los seres queridos parece la vida. Este es el tema, la vida, no el
que ha gozado siempre del respaldo social momento de su comienzo y de su fin. Hay un
por considerarlo un imperativo ético de tiempo de morir, porque el argumento de la
primer orden que responde al mandato vida se ha plenificado ya” 32.
preceptivo de enterrar a los muertos. Así Planteadas las cosas así, el diagnóstico
se ha considerado siempre, y aunque las de “muerte clínica”, hecho por un médico
condiciones físicas en las que se encuen- ante un paciente que se encuentra presente
tran los que yacen en un lecho han cam- corporalmente ante él, postrado en un
biado mucho el reto tecnológico no puede lecho y con antecedentes causales suficien-
llevarnos al absurdo de querer tener certe- tes y determinados signos exploratorios
zas absolutas donde nunca podrá haber- neurológicos es una evidencia suficiente y
las. No se puede ir más lejos; de ahí la razonables como para considerarlo “cadá-
importancia de tales juicios diagnósticos ver”. Esto es, muerto por pérdida irreversi-
que me he atrevido a catalogar de testimo- ble de todas sus funciones encefálicas. Si
niales. Diego Gracia nos lo ha dicho de ello ocurre sin tener soportes vitales acce-

24. STEPHEN T. MERNOFF, MD. Clinical Assistant profesor of Neurology, Brown Medical School. Brain Death:
the Neurologist´s Perspective.
http://www.brown.edu/Departments/Center_for_Biomedical_Ethics/ppt.
25. TRUOG, R.D. Brain Death-Too Flawed to Endure, Too Ingrained to Abandon (Demasiadas
inperfecciones para durar y demasido asumidas para abandonarlas) 2007 J Laww Med Ethics 35:
273-281.
26. BRATTON SL, KOLOVOS, NS, ROACH, ES, MCBRIDE, V, GEIGER, JL, MEYERS, RL 2006. Pediatric Organ
Transplantation Needs: Organ Donation Best practices. Arch Pediatr Adolesc med 160: 468-472.
27. SHANER, DM, ORR, RD, DROUGHT, T, MILLER, RB, SIEGEL, M . Really, most SINCERELY dead: Policy and
procedure in the diagnosis of death by neurologic criteria. Neurology 2004. 62:1683-1686.
28. DOIG, CJ, BURGESS, E Brain deth: resolving inconsistencies in the ethical declaration of death. Canadian
J. Anesthesia 2003; 50: 725-731
29. SWASH, M, BERESFORD, R, 2002. Brain detah: Still-unresolved issues worldwide. Neurology 58: 9-10.
30. CRANSTON, RE, ROCKOFF, MA, THOMPSON, JE, LARSON, MD, GRAY, AT, TRUOG, RD, ROBINSON, WM, BROYDE,
MJ, WIJDICKS, EFM, CAPRON, AM 2001. The diagnosis of Brain Death. NEJM 345: 616-618.
31. CAPRON, AM 2001 Brain Death. Well Settled yet Still Unresolved. NEJM 344: 1244-1246.
32. D. GRACIA Salir de la vida. En: Como arqueros al blanco. Estudios de bioética. Edit. Triacastela (San
Sebastián) 2004, cap. 18, pp 395-431.

An. Sist. Sanit. Navar. 2007 Vol. 30, Suplemento 3 65


J.L. Trueba

sorios el paciente estará en parada cardiaca ponder argumentando que “así es la vida, y
y respiratoria y la aparición de signos de así es la muerte”. Así es, y así probable-
putrefacción es inminente en horas. Si, por mente lo seguirá siendo, pero, aún con su
el contrario, el paciente está con soporte incertidumbre, nos obliga como “realidad”
ventilatorio, y este no se retira, podría que es a afrontarla, y a tomar resoluciones
durar en esta situación algunos días hasta con respecto a ella. No podemos evitar el
que finalmente se produzca la parada car- compromiso y la necesidad de actuar
diaca definitiva. En ambos casos, la muerte según sea nuestro juicio y nuestra valora-
clínica adviene por “muerte encefálica” y ción circunstancial. Todo proceso orgáni-
para el clínico su valoración diagnóstica es co o biológico encierra un componente de
idéntica; sencillamente considera que se incertidumbre que nos obliga a descubrir
encuentra ante “un cadáver”, y que puede y asumir cierta dosis de relativismo cientí-
ser razonable y prudente firmar el certifica- fico y práctico para nuestras tomas de
do de defunción una vez que el cadáver decisión. Esto puede resultar incomodo
haya sido desentubado puesto que habría pero no es posible establecer un criterio
indicación de “limitación del esfuerzo tera- absolutamente absoluto para poder certifi-
péutico”. car la muerte, pero ello no invalida la posi-
Como puede verse se trata de un diag- bilidad de un diagnóstico testimonial,
nóstico clínico hecho por un médico; una razonable y responsable.
actuación transitiva del médico que se En la práctica el concepto de muerte
basa en criterios objetivos de la explora- cerebral se genera desde un trágico dilema
ción neurológica y que se encuentran como consecuencia del desarrollo tecnoló-
incluidos entre las notas o características gico de la medicina. El conocimiento y apli-
de lo que la ciencia describe como for- cación de las medidas de soporte cardio-
mando parte de la realidad mortal biológi- pulmonar, las unidades de cuidados
ca humana. Es por lo tanto ante la ciencia intensivos y los medicamentos vasoacti-
y para el médico la realidad de la “muerte vos o los antibióticos han permitido man-
biológica” a cuyo conocimiento llega por tener con vida situaciones que habrían
experiencia práctica, pero fundamentada muerto en épocas no demasiado remotas,
en unos hechos sobre los cuales ha de pero también conducen a situaciones de
asentar su “juicio diagnóstico”. El juicio daños irreversibles y a prolongar innece-
diagnóstico abre la posibilidad de argu- sariamente la llegada de la muerte, en lo
mentar las razones por las que el estado que se ha denominado “encarnizamiento
del paciente lo valora como “cadáver”. terapéutico”. Por otra parte el desarrollo
de las técnicas de trasplante de órganos
NECESIDAD DEL JUICIO vitales, como el corazón, hígado o pulmo-
nes y el desarrollo de tratamientos efica-
DIAGNÓSTICO TESTIMONIAL EN EL
ces para impedir el rechazo inmunológico
CONCEPTO DE MUERTE CLÍNICA han venido planteando necesidades cre-
Me he detenido deliberadamente en la cientes de donación de órganos. De una
descripción de la situación diagnóstica de parte hay la urgente necesidad de encon-
la “muerte clínica” para resaltar que en trar órganos disponibles para trasplantar a
definitiva se trata de un juicio clínico que pacientes enfermos que de otra manera
solo puede argumentarse desde lo razona- morirían. Pero por otro lado es concebible
ble y prudente, apoyada en la búsqueda y que para que un paciente escape de una
valoración de los hechos más objetivos, de muerte inminente y cierta, lo debe hacer
los procedimientos de ratificación diag- gracias una “muerte” de la que no se
nóstica más sofisticados y perfectos, pero puede tener absoluta certeza.
que no puede, por tratarse de datos de Con todo para tomar decisiones res-
experiencia práctica, dar certeza absoluta ponsables se requiere intentar compren-
sobre el juicio emitido. der el concepto de la “muerte cerebral”
Es posible que alguien piense que esto como un auténtico “constructo” cultural
es algo poco exacto para un tema tan en el que son necesarios conocimientos a
serio. A estos únicamente podríamos res- cerca de qué es lo que se define científica-

66 An. Sist. Sanit. Navar. 2007 Vol. 30, Suplemento 3


LA MUERTE CLÍNICA: UN DIAGNÓSTICO Y UN TESTIMONIO

mente como muerte; el “como” se puede las funciones del encéfalo, incluyendo el
diagnosticar en la práctica; el “cuando” se troncoencéfalo, está muerto. En ausencia
dice que un hombre está clínicamente de soporte cardiopulmonar la muerte debe
muerto, y de “cual” es el grado de eviden- ser determinada por la ausencia prolonga-
cia o certidumbre conlleva el diagnóstico. da de signos vitales (diagnóstico de muer-
También es necesario conocer cuales son te por el criterio cardiopulmonar: pérdida
las posibles decisiones que el diagnóstico de la función espontánea cardiaca y pul-
de muerte cerebral permite plantear como monar). En presencia de medios de sopor-
opciones, y procurar facilitar el cumpli- te cardiopulmonar, la muerte debe ser
miento y fomento de las voluntades antici- determinada por pruebas de función ence-
padas como medio para establecer los fálica (diagnóstico de muerte por el crite-
niveles asistenciales que cada cual prefie- rio encefálico: cese irreversible de la fun-
ra cuando deba pasar el trance de asumir ción del encéfalo como un “todo”). En
la muerte propia. ambas circunstancias la determinación de
muerte debe ser realizada de acuerdo con
LAS PREGUNTAS FUNDAMENTALES los estándares médicos aceptados”33.
PARA UN JUICIO DIAGNÓSTICO A partir de este momento, el concepto
TESTIMONIAL DE LA MUERTE nuevo requiere una definición. La defini-
CLÍNICA ción actual que es la que generalmente se
acepta en nuestra cultura occidental ha
Intentaré abordar sucintamente algu- sido formulada de la siguiente manera: se
nas de las cuestiones que en otros escritos entiende por muerte cerebral encefálica, o
he considerado esenciales para la realiza- neurológica, la pérdida irreversible de la
ción de un juicio diagnóstico neurológico función del cerebro y el troncoencéfalo34.
de la muerte encefálica.
Desde aquí se han levantado algunas
1. ¿Qué es la muerte encefálica?
críticas a la misma, así como diversos
Es un concepto que emana del desarro- intentos de modificarla o de diferenciar
llo propio y del momento empírico de la distintos subtipos de muerte neurológica35
ciencia médica actual. Un fruto intelectual atendiendo a razones anatómicas y estruc-
o “constructo cultural” que requiere para su turales de las lesiones observadas36,37.
comprensión conocimientos científicos
Tres aspectos de la definición que
racionales objetivamente justificados.
merecen interés:
En general, dentro de lo que denomina-
mos cultura occidental, los médicos, los a) La muerte cerebral no es un concep-
trabajadores de la sanidad, los miembros to que se defina por criterios estruc-
pertenecientes a las iglesias de confesión turales o anatomopatológicos, sino
cristiana, y los pertenecientes al mundo de por criterios de función o de posibili-
las leyes, aceptan hoy en día plenamente dades funcionales del encéfalo.
“el estatuto de muerte”: que un individuo en b) La pérdida irreversible de esas fun-
el que existe un cese irreversible de todas ciones debe ocurrir en todo el encé-

33. Acta sobre la determinación de la muerte”. President´s Comision of the Study of Ethical Problems
in Medicine and Biochemical Research. Defining death: a report on the medical, legal and ethical
issues in the detrmination of death. Washington, D.C.: Government Printing Office, 1981.
34. Practice parameters for determinig brain death in adults (summary statement). report of Quality
Standars Subcommittee of American Academy of Neurology. Neurology, 1995; 45: 1012-1014.
35. ESCALANTE J.L. La definición de muerte. En: Trasplantes de órganos: problemas técnicos, éticos y
legales. J. GAFO (de.) Universidad Pontificia de Comillas, 1996.
36. HENNEMAN, E. A., KARRAS, G.E. JR. Determining Brain Death in Adults: A Guideline for Use in Critical
Care. Crt Care Nurse 2004; 24: 50-56.
37. MORENSKI, J.D., ORO, J.J., TOBIAS, J.D., SINGH, A. Detrmination of Death by Neurological Criteria. J.
Intensive Care Med 2003; 18: 211-221.

An. Sist. Sanit. Navar. 2007 Vol. 30, Suplemento 3 67


J.L. Trueba

falo (tanto en las funciones reconoci- especifica de manera muy similar los crite-
bles del cerebro como en las corres- rios necesarios para el diagnóstico41-45.
pondientes al troncoencéfalo). Los criterios diagnósticos recogidos a
c) La definición parece enfocar el partir de la AAN y resumidos en el Anexo I
punto de vista desde un plantea- del R.D. 2070/199946, establecen, que la evi-
miento holístico, entendido como dencia diagnóstica se alcanza con un proce-
“un todo funcional”, con soporte so de valoración, no existiendo dato, signo,
estructural encefálico, pero sin criterio o prueba diagnóstica que de una
especificar cuáles son las funciones forma aislada, y por sí misma, permita hacer
imprescindibles que definirían el el diagnóstico de muerte cerebral. Los crite-
encéfalo como “un todo”. rios son todos necesarios pero no suficientes
para el diagnóstico, que requiere la síntesis,
2. ¿Por qué es muerte cerebral? con un juicio racional, o de valoración pon-
derada, de los datos objetivos. La síntesis
Porque cumple unos criterios que per-
conduce a la evidencia emergente según la
miten un juicio racional diagnóstico que
propia experiencia del clínico que valora.
soporta la confrontación con la definición
actual o vigente de muerte cerebral38. Es comprensible, por lo tanto, que los
criterios para el diagnóstico de muerte cere-
En efecto, los criterios actuales recogi- bral recogidos en el Anexo I del R.D. distin-
dos en las directrices (“guidelines”) de la gan, entre condiciones diagnósticas, nece-
Academia Americana de Neurología (AAN) sidad de la exploración neurológica
establecen los llamados criterios prácticos sistemática, completa y extremadamente
para el diagnóstico clínico de muerte cere- rigurosa, prerrequisitos, hallazgos cardina-
bral39. les, límites en la valoración de los datos,
En el caso de España, la Organización periodo de observación y pruebas instru-
Nacional de Trasplantes (ONT), y por ello, mentales de soporte diagnóstico.
el Real Decreto40 que regula en la legisla- Los tres hallazgos cardinales en la
ción española los trasplantes recoge en su muerte cerebral son: coma arreactivo,
anexo I un “Protocolo de diagnóstico y cer- ausencia de reflejos troncoencefálicos y
tificación de la muerte para la extracción apnea. Los documentos recogen orienta-
de órganos de donantes fallecidos” que ciones prácticas muy válidas para la

38. ESCUDERO AUGUSTO, D. Diagnóstico clínico de muerte encefálica. Prerrequisitos y exploración


neurológica.http://www.trasplan.org/Espanol/Muerte.htm.
39. Practice parameters for determinig brain death in adults (summary statement). Report of Quality
Standars Subcommittee of American Academy of Neurology. Neurology, 1995; 45: 1012-1014.
40. Real Decreto 2070/1999, de 30 de diciembre, por el que se regulan las actividades de obtención y
utilización de órganos humanos y la coordinación territorial en materia de donación y trasplante
de órganos y tejidos.
41. Donación y trasplante de órganos. Valoración del donante potencial:diagnóstico de muerte
cerebral. http://donación.organos.ua.es/
info_sanitaria/proceso/diagnostico.htm.
42. FERNÁNDEZ G., FERNÁNDEZ F., REY G, CONCHA T, MEDINA V, MENÉNDEZ C Muerte encefálica y donación en
población infantil. An Pediatr (Barc). 2004 May; 60(5): 450-453.
43. PÉREZ-PÉREZ RM, BARDALET-VINALS N, SOLER-MURALL N Diagnostico de muerte y trasplante de órganos:
Implicaciones jurídicas y medicolegales. Med Clin (Barc) 2006 May 13; 126(18): 707-711.
44. MOLINA-MARTÍNEZ FJ, TAROGI_SÁNCHEZ S, BARCELO-ARTIGUES MI, BARCELO-ROSSELLO A.Muerte encefálica y
donación de órganos: Revisión a la luz de la legislación española. Rev Neurol. 2003 Apr 16-30;
36(8): 771-780.
45. CHAMORRO C, ROMERA MA, SILVA Aturdimiento miocardico en la muerte encefálica. Med intensiva.
2006 Aug-Sep; 30(6): 299-300.
46. Recogido como Anexo I .al final del texto del R.D. 2070/1999.

68 An. Sist. Sanit. Navar. 2007 Vol. 30, Suplemento 3


LA MUERTE CLÍNICA: UN DIAGNÓSTICO Y UN TESTIMONIO

obtención de esos hallazgos, ya que (aun- mula legal; a efectos de la certificación de


que no difíciles de realizar, cuando se tiene la muerte el R.D. exige para la donación de
experiencia) necesitan una cuidadosa apli- órganos un certificado de defunción que
cación que evite interpretaciones erróneas permita la consideración y tratamiento
de los mismos. como cadáver, y un certificado médico fir-
Las pruebas de confirmación diagnósti- mado por tres médicos, entre los que debe
ca han sido elementos de discusión duran- figurar un Neurólogo o Neurocirujano y el
te muchos años47. Creo que se ha enfatiza- Jefe de Servicio de la Unidad médica
do demasiado en ello, haciendo creer que donde se encuentre ingresado.
las pruebas de confirmación son “el crite- 4. ¿Es definitivo el concepto actual de
rio” para establecer la muerte cerebral. muerte cerebral?
Quiero insistir, pues, en que la evidencia es El contexto cultural vigente, en el que
resultado de un juicio clínico diagnóstico y es posible hacer diagnósticos de muerte
no consiste en una prueba concreta, espe- cerebral, se encuentra potencialmente
cífica o selectiva, para poder hacer el diag- abierto a otros grados de evidencia más
nóstico de muerte cerebral. Ninguna prue- perfecta, es decir, a la perfectibilidad o pro-
ba conocida puede, por sí sola, superar los greso de la evidencia, con otros modos de
niveles de evidencia que se alcanzan con el entender el “constructo cultural”, según lo
juicio clínico sintético de una correcta permitan los futuros conocimientos cientí-
valoración neurológica. ficos del momento.
3. ¿Por quién es muerte cerebral?
5. ¿Para qué es muerte cerebral?
El diagnóstico clínico de muerte cere-
La muerte clínica es una consecuencia
bral requiere que el que lo realiza posea la
diagnóstica “desde el obrar” con un fin.
destreza y experiencia necesaria para un
Todo saber práctico o de lo concreto es un
ponderado juicio de valor. La formación
“saber para”. La muerte clínica, en general
adecuada desde un punto de vista médico
es un diagnóstico que se hace “para algo”,
es esencial, así como la adecuada especia-
para conseguir algún fin.
lización y experiencia sobre problemas
neurológicos, en los distintos procesos Históricamente, el diagnóstico de muer-
morbosos que pueden afectar al sistema te clínica lo han tenido que hacer los médi-
nervioso central. cos probablemente con el único fin de evi-
En general, esta labor es desempeñada, tar la putrefacción del cadáver ante los
en la practica clínica habitual, por los neu- ojos. Es un sentir universal de cualquier cul-
rólogos clínicos y los neurocirujanos, por tura el horror al cadáver en putrefacción y
lo que parece natural les corresponda la especialmente si éste era un ser humano, y
valoración diagnóstica, tal y como recoge aún más si había sido conocido y querido
la actual ley española48. Esta valoración por cuantos asistían a su muerte.
legal es conveniente realizarla siguiendo Esta ha sido la labor tradicional del
un protocolo clínico, que debería ser elabo- médico ante la muerte: hacer un diagnósti-
rado por los servicios e instituciones, co de muerte clínica “para enterrar”.
según una pauta que podría seguir los cri- El desarrollo de la medicina en nuestro
terios diagnósticos y de exploración prác- siglo ha contribuido, sensiblemente, a
tica sugeridos en el Anexo I del R.D. que ha modificar el panorama de los fines perse-
desarrollado la aplicación de la Ley. En guidos para el diagnóstico de muerte. En
muchos hospitales existen protocolos que efecto, dos nuevos fines aparecen con el
deben ser cumplimentados clínicamente desarrollo de las unidades de cuidados
en cada caso. intensivos a partir de los años cincuenta.
Una vez establecida la muerte cerebral La muerte clínica, “para desconectar”; y la
clínica se plantea la necesidad de una fór- muerte clínica, “para trasplante”.

47. Tema monográfico Muerte encefálica en UCI (II). Medicina intensiva 2000, 24: 143-198.
48. Ley 27-10-1979, núm. 30/1979, sobre extracción y trasplante de órganos.

An. Sist. Sanit. Navar. 2007 Vol. 30, Suplemento 3 69


J.L. Trueba

6. ¿Cuándo es muerte cerebral? esta perspectiva que es la que constituye


Solo existe muerte cuando hay muerte el origen de su aplicación práctica. Sola-
encefálica y la muerte cardiorrespiratoria, mente una ética puramente utilitarista
sin reanimación, no es más que el diagnós- podría quedar satisfecha con una aproxi-
tico prematuro de muerte, anticipada a los mación tan parcial.
cinco a diez minutos necesarios para que Desde mi punto de vista la fundamen-
el encéfalo, sin circulación, pierda sus fun- tación del contracto cultural “muerte clíni-
ciones de modo irreversible, por anoxia y ca” y su equivalente neurológico “muerte
lisis neuronal. encefálica” tiene su raíz epistemológica en
En consecuencia, existe “momento de el imperativo ético y legal que marca el
la parada cardiaca y/o respiratoria”, pero evento de la muerte y el estado resultante
realmente es problemático decidir cuando de su consideración como cadáver. Como
es el momento de la muerte verdadera; esto nos ha enseñado Zubiri, es el encéfalo
es, de la encefálica. La muerte cerebral como órgano de la formalización humana
ocurre evidentemente en un período de el que le permite a la individualidad huma-
tiempo, es un proceso biológico de degra- na alcanzar su mismidad y la suficiencia
dación estructural, que alcanza un nivel de constitucional para poder seguir realizán-
pérdida de funciones con irreversibilidad, dose formalmente como persona49. Sería la
pero dada la complejidad estructural y fun- pérdida de la suficiencia constitucional
cional del encéfalo, no se puede establecer por desestructuración orgánica de dicho
biológicamente un momento o instante de órgano esencial para la formalidad huma-
la muerte. Realmente, es un proceso bioló- na la que conduciría necesariamente al
gico de desestructuración orgánica. Así, en estado irreversible de la muerte biológica
realidad, el llamado “momento de la muer- y a la imposibilidad de reactualización de
te cerebral” quedaría reducido, en su refe- su propia formalidad de realidad. Sin sen-
rencia temporal, al momento en el que el tir intelectivo, o dicho de otra forma, sin
observador experto alcanza la evidencia intelección sentiente, no existe posibilidad
sobre los criterios objetivos de la explora- de una unidad coherencial primaria que
ción. permita al organismo humano vivir o reali-
zarse como individualidad. La respuesta
7. ¿Qué más incluye un testimonio ver- orgánica a esta insuficiencia es el proceso
dadero de muerte clínica? irreversible de la muerte en forma de rápi-
Hasta aquí hemos abordado la muerte da putrefacción del organismo entero. Es
clínica desde un punto de vista fundamen- un proceso biológico en el que no se pue-
talmente científico y biológico, partiendo den establecer instantes o referencias fijas
del análisis racional de los hechos y aten- con respecto al transcurso temporal, pero
diendo preferentemente a los fines y con- en el que no existe posibilidad de recupe-
secuencias del concepto “muerte cere- rar el relato argumental de la vida ya vivi-
bral”, es decir, hemos tomado un punto de da. La vida humana de la persona concreta
vista empírico, positivista y teleológico ha terminado definitivamente en el mundo
que nos sirve para aproximarnos, lo más en el que estaba dando de sí. Posiblemen-
correctamente posible, al diagnóstico y te sea así, porque, como refería más arriba,
para la ayuda en la toma de decisiones. Sin el argumento de una vida humana se ha
embargo, la muerte clínica no se agota en plenificado ya.

49. TRUEBA J.L., Cerebro y persona. Reflexiones sobre la suficiencia constitucional, en J MASIÁ (ed) Ser
humano, persona y dignidad. (Dilemas éticos de la medicina actual 19), Universidad Pontificia de
Comillas y Editorial Desclé de Brouwer, 2005.

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