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ÍNDICE

3 Introducción

6 Materia y consciencia
Michel Cohén, licenciado en Filosofía

20 El cerebro en el campo de tensión de dos fuegos


Rosa María Cohén, doctora en Medicina Stephan Sigrist, doctor en Medicina

38 El papel del cerebro en el proceso de renovación de la consciencia


Stephan Sigrist, doctor en Medicina

55 La anatomía del cerebro bajo la luz de las bodas alquímicas de


Cristián Rosacruz
Roger Kalbermatten, doctor en Ciencias Químicas

71 Anexos
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Introducción

La época que nos toca vivir actualmente es emocionante. La concepción cartesiana del
mundo como una dualidad entre espíritu y materia, con la idea de que el cuerpo y el alma
son dos realidades vitales con existencia independiente la una de la otra, ha sido refutada
en nuestra encrucijada de los tiempos por la física cuántica y las más recientes
investigaciones del cerebro, aunque eso no significa que ya esté superada.

Descartes (1596 - 1650), el gran filósofo, matemático y científico francés, ha marcado con
su célebre constatación: "cogito, ergo sum" la era del racionalismo, acuñando de forma
reduccionista nuestras investigaciones científicas y su intención estrictamente racional y
relacionada con la forma material. Así quedó poco espacio para las fuerzas causantes del
espíritu o las posibilidades creadoras de un alma en sus interacciones con la forma
material. La expresión del famoso patólogo R. Virchow (1821-1902): "He seccionado cientos de
cadáveres, pero el alma no la he encontrado" nos ilustra claramente esta reducción de la vida a
la mera forma material.

Por los resultados de la física cuántica, tanto en el ámbito de la astrofísica como en el


mundo de las partículas más pequeñas, se evidencian con claridad las interrelaciones
existentes entre las realidades materiales y espirituales.

Según estos estudios, ya no existe la dualidad, sino sólo una complementariedad, una
unidad que se va complementando. En un nivel superior de vibración, las manifestaciones
duales de nuestra realidad en el espacio-tiempo son llevadas a una unidad en la que es
acogida toda parcialidad.

Así, entretanto, se ha vuelto evidente que no existe separación alguna entre espíritu y
materia.

En el mundo cuántico no existe la polaridad "o esto o aquello", que es mutuamente


excluyente, sino que se demuestra un comportamiento complementario y condicionante
que se podría definir como "tanto así, como de otro modo”. La luz puede comportarse bien
como una onda o como una partícula (fotón). La decisión sobre de qué forma actúa la luz,
la toma la consciencia que está observando y evaluando.

También nuestro cerebro trabaja de forma cuántica. Nuestra consciencia recupera del
universo cuántico, del "mar de todas las posibilidades", la información hacia la cual se ha
abierto al focalizarse en una pregunta o bien por impulsos de la voluntad, haciendo uso
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del cerebro, con sus complejas posibilidades, para llevar al organismo, con todas sus partes
integrantes, hacia un comportamiento adecuado.

Así las ideas se van concretando en realidades. La dimensión de las ideas es integral, es
decir, universal, al encontrarse más allá del espacio y del tiempo y por ello también más
allá de la causalidad. La concretización de la idea se realiza en el mundo de los fenómenos,
en el espacio- tiempo, donde nos encontramos con lo parcial, la división (espacio) y la
diferenciación en aspectos aislados, los cuales se encuentran en aparente contradicción y se
relevan unos a otros (tiempo).

La calidad de las informaciones recuperadas del universo cuántico se corresponde con la


calidad de nuestra consciencia y es el resultado de procesos de resonancia, el resultado de
unisonancias en la clave vibratoria.

La idea global es impulsada por la consciencia a un proceso de matización. La idea


permanece indivisa y, en principio, inmanente. Al ser vertida en una forma determinada, se
despliega parcialmente, de forma que sólo percibimos un determinado aspecto que se
corresponde con la apariencia. La idea original es pues indivisa, todavía inmanente, si bien
de forma germinal. Vivimos así en un universo holográfico, donde en cada una de las
partículas diminutas está contenida toda la plenitud de información.

Por eso los místicos decían por experiencia: el espíritu omnipresente y atemporal está en
todo.

Nos encontramos ante el maravilloso fenómeno de que las analogías, por medio de las
cuales se complementan mutuamente las experiencias espirituales y las científicas, siendo
por tanto transponibles, se convierten en nuestros tiempos en un libro abierto para nuestra
búsqueda de conocimiento. Hoy en día se puede ya hablar de la complementariedad de la
mística y la física.

El desarrollo de la consciencia del hombre ha recorrido todos los escalones de la


evolución, pasando desde lo mineral, a través de lo vegetal y animal hasta llegar a nuestra
actual personalidad humana, consciente de sí misma. Somos, por así decir, el compendio
de la creación. La consciencia actúa de forma creadora. Esto podemos tomarlo actualmente
como conocimiento de base por las experiencias de la mística y de la ciencia moderna.
Nuestra consciencia es co-determinante de nuestro destino individual y colectivo y de las
circunstancias de nuestro campo vital, porque la consciencia global humana representa un
campo cuántico holográfico. Vemos así cómo, paralelamente a la creciente complejidad de
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la consciencia humana, también el desarrollo del cerebro, a través del cual la consciencia
dirige nuestra vida, se ha ido aclimatando a una diferenciación más elevada.

Podemos contemplar el cerebro como una matriz material donde nuestra consciencia va
grabando su biografía. Pero en la formación material del cerebro también podemos intuir a
la vez el manuscrito del espíritu, que nos ha unido potencialmente a la idea arquetípica de
un hombre perfecto "a imagen y semejanza", tratándose de una potencialidad que podemos
desarrollar. Si aprendemos a leer esta "signatura" en la manifestación material de nuestras
estructuras cerebrales, podremos comprender cuán insospechadas espirales de consciencia
se encuentran todavía abiertas ante nosotros y veremos un camino trazado, por el cual el
espíritu se despliega hasta la materia, la idea arquetípica se abre paso hasta la anatomía.

En mi juventud redacté mi tesis doctoral en el "Instituto Max Planck para la Investigación


Cerebral" de Fráncfort. Allí tuve el privilegio de conocer al famoso investigador del
cerebro, profesor Spatz. Durante un congreso nos mostró a los estudiantes, basándose en la
configuración ósea del cráneo, que el desarrollo del cerebro humano está concluido
respecto a los requisitos biológicos y la capacidad autónoma de decisión relacionada con
ello, donde también encuentran espacio las necesidades éticas. A continuación añadió, con
una voz algo apagada, donde se intuía un elemento interrogante: "En mi opinión, este hecho
parece ser simultáneamente como un postulado para nosotros, los humanos, para una espiral
superior evolutiva, donde se volvería necesario un crecimiento espiritual de nuestra consciencia."
Este comentario de un científico comprometido y de elevada ética causó una honda
impresión en mi alma y provocó una resonancia que me ha acompañado a lo largo de toda
mi vida.

Con gratitud podemos evidenciar, en el presente, que la desalmada separación entre


consciencia y forma material también puede ser superada en nosotros, y que de esta forma
también podremos reconocer en la manifestación formal de nuestro cerebro el manuscrito
directo del espíritu que lo ha efectuado.

Impulsados por estos conocimientos, podemos involucrarnos en un desarrollo de la


consciencia que culmina en una nueva creación, donde la idea arquetípica se manifiesta
plenamente. La consecuencia será una nueva forma espíritu- alma-cuerpo.

Dra. Dagmar María Uecker


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Materia y consciencia
Michel Cohén

¿Por qué eligieron los orientales la flor de loto como símbolo del renacimiento? Sin
lugar a dudas, porque el loto, en su radiante pureza, emerge de forma misteriosa de las
turbias y fangosas aguas de un estanque. ¿Por qué comienza el camino de iniciación,
grabado en las piedras de la gran pirámide, con el descenso a la cámara subterránea,
antes de elevarse hacia la cámara de la reina y al sarcófago abierto de la cámara del
rey? Indudablemente, porque lo escondido en el subconsciente es lo primero que debe
ser sacado a la luz. Estas imágenes son como parábolas que se pueden declarar
recordando las siguientes frases de la Tabula Esmaraldina:

Separa cuidadosamente y con gran comprensión y sabiduría, lo que es de la tierra de lo que es del fuego, lo
finamente tejido de lo que es duro, tosco y rígido.

Para que lo superior pueda ser accesible, en un sentido amplio, algo tiene que
desaparecer, algo debe disolverse. La base sobre la que colocamos nuestras
intervenciones es el axioma hermético: "recibirlo todo, entregarlo todo y así renovarlo
todo". El "entregarlo todo" es la llave, el corazón del camino; es el Sadhana hindú; la
lucha de Gautama, el Buda, contra Mara; el "Solve et coagula" de los alquimistas.

No se extrañen al oírnos hablar de las profundidades fangosas del ser, comparando el


fango de un estanque con los dañinos miasmas de nuestro subconsciente. Antes de que
podamos vislumbrar el claro brillo del amanecer, antes de que siquiera pueda cobrar
sentido cualquier idea de renacimiento, debe abrirse paso en nuestra consciencia la
idea de una purificación, en el sentido más noble, como condición necesaria.

Esta introducción, que parece alejarnos del tema, en realidad es la que le aporta cierta
perspectiva. Pues independientemente de los temas que tratemos en estos trabajos,
siempre será bajo la perspectiva de que debe realizarse un camino de transformación.
Este camino conduce desde la oscuridad a la luz. Es un sendero de conocimiento y de
cambio.

Queremos comenzar revisando algunos conceptos antes de adentrarnos en una


contemplación más concreta de nuestro asunto. Esto lo haremos teniendo en cuenta
que enseguida empezaremos a hablar de procesos anatómicos y fisiológicos que
incluyen transformaciones, las cuales no podremos comprender si no tenemos una
representación suficientemente clara de las razones que hacen posible estos procesos.
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Se basan en transformaciones de la materia y de la consciencia. Deberemos hacernos,


por tanto, una idea amplia y clara sobre lo que son la materia y la consciencia.

Contradicciones actuales

Al analizar qué es materia, encontramos un contrasentido. Éste surge cuando


contraponemos los hechos de la física clásica, que describe suficientemente el mundo al
que nos enfrentamos diariamente, con las leyes de lo infinitamente pequeño.

Cuando la física penetra en el mundo de lo infinitamente pequeño y, al hacerlo,


prueba las teorías físicas de nuestro mundo de experiencias, vemos que esto no
funciona. Las leyes que rigen la materia en el plano de sus componentes más diminutos
no son las mismas que las que gobiernan nuestro mundo macroscópico. Pero de hecho
se trata de la misma materia.

Tenemos dos diferentes ámbitos de experiencias, uno frente al otro, que no pueden
ser explicados por la misma ley. En el mundo de lo infinitamente pequeño muchos
acontecimientos parecen incomprensibles y paradójicos si se comparan con la realidad
cotidiana. Hay experimentos que nos muestran, por ejemplo, que la luz es tanto onda
como partícula, pero nunca las dos cosas a la vez. Depende de lo que se quiera
evidenciar. Si se busca una onda, entonces la luz es una onda. Si se busca una partícula,
la luz es una partícula. Estas propiedades de la luz y de la materia fueron fijadas en
1927, definiéndose como el Principio de Incertidumbre de Heisenberg. Este principio
dice que es imposible determinar, al mismo tiempo y de forma precisa, la posición y la
velocidad de una partícula.

Esto se encuentra en oposición con el determinismo de Newton y su "universo de


relojero" donde, por principio, todo es predecible. Otro suceso consiste, por ejemplo,
en el hecho que las señales se pueden expandir instantáneamente por todo el universo,
incluso más allá de varios años luz.

Se podría plantear la cuestión de otro modo: ¿Por qué los objetos que utilizamos, y
también los seres vivos, no se comportan como los átomos, electrones y otras
partículas elementales, de las que han sido formados? Nos encontramos pues ante una
paradoja que deberíamos resolver.

Podríamos preguntamos: ¿Es el mundo que percibimos una ilusión? La percepción


que tengo del mundo parece objetiva, pues soy consciente de él. Pero también constato
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que hay muchas situaciones que me son totalmente extrañas: el estado de consciencia
de un esquizofrénico, la experiencia mística de una Teresa de Ávila, la adecuadamente
probada capacidad de muchas personas de hacer predicciones, la percepción de un
daltónico que ve el mundo en dos colores, las experiencias extracorpóreas que conocen
miles de personas, la influencia que experimenta una persona bajo los efectos de la
hipnosis, etc.

Todas estas situaciones tienen como consecuencia que la consciencia que yo tengo
del mundo, de repente, me parezca menos universal, y las experiencias que hago con
ello me parecen menos seguras. Y si, en base a lo que hemos visto y en lo cual
seguiremos abundando, la materia de la que consta el mundo se me escapa entre las
manos, entonces me puedo cuestionar si mi cerebro me está incluso engañando. Pues,
¿no es el cerebro el que procesa lo que captan mis sentidos y que precisamente por ello
marca los límites de mi consciencia?

En el marco de este tema, nos interesa ver qué relación puede tener el hombre con el
mundo espiritual, de qué naturaleza es una experiencia espiritual, cómo puede
percibirla nuestra consciencia y qué papel desempeña nuestro organismo, y muy
especialmente nuestro cerebro, en esta experiencia.

A lo largo de cuatro disertaciones intentaremos mostrar los fundamentos de tal


experiencia, su tipo y sus límites, y esto tanto en el plano fisiológico y anatómico como
mediante el simbolismo de la alquimia.

Finalmente nos plantearemos la siguiente pregunta: ¿Existe un estado de consciencia


sinónimo de libertad, de realización espiritual?

Y si éste es el caso, ¿cuál es su fundamento físico?

Relacionamos entre sí materia y consciencia para clarificar la dependencia real de la


una con la otra. Así algunos afirman que la consciencia es un fenómeno de la materia.
Otros, por el contrario, refuerzan la dualidad entre materia y espíritu; para ellos la
consciencia ya es una expresión del espíritu. Por ello nos planteamos de nuevo las dos
preguntas:

1. ¿Qué es materia?
2. ¿Qué es consciencia?
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¿Qué es materia?

En general, nos imaginamos la materia como una sustancia que tiene una forma
sólida, líquida o gaseosa. Si nos preguntamos lo que es la materia, preguntamos, por
tanto, sobre aquello de lo cual están formadas las cosas que nos encontramos en
nuestras experiencias.

Hagamos un poco de historia: Primero se dijo que el componente más pequeño de la


materia era el átomo. El fundamento de esta idea lo encontramos en los antiguos
griegos. La indivisibilidad del átomo permitió diferenciar el universo de aquello de lo
cual estaba formado: Existen objetos reales y un espacio vacío, donde nos encontramos
con ellos. Esta idea de una materia que es divisible hasta alcanzar el componente final
se mantuvo durante mucho tiempo.

Pero a finales del siglo XIX se cuestionó el concepto del átomo como partícula
indivisible. Los experimentos de descargas eléctricas en gases diluidos llevaron al
descubrimiento de partículas muy ligeras, cargadas de electricidad, los electrones. Así
se llegó finalmente al modelo atómico de Rutherford, que equipara la estructura del
átomo con un planetario, representando a la materia como una ordenación de
electrones y núcleos atómicos.

Aquí tenemos la primera ruptura con la idea del átomo como unidad indivisible de la
materia. Pero la historia de la física todavía no acaba aquí. Al descubrir la existencia de
partículas muy numerosas, las cuales se definieron como partículas elementales, y una
vez reconocidos sus tipos y propiedades, se dejó de contemplar la materia como una
piedra de construcción fundamental, considerando más bien como tal a las fuerzas
presentes en el universo. Se tenían en cuenta las interacciones de las fuerzas que
modelan los objetos más que a los propios objetos. Así se cuestionó el punto de vista
original, según el cual la materia hace referencia a algo concreto. La última disolución
de la idea de la materia vino de parte de la teoría de la relatividad y de la teoría
cuántica.

En la física clásica, la masa de un cuerpo siempre se vincula con una sustancia


material indestructible. La teoría de la relatividad ha mostrado que la masa no tiene
nada que ver con una sustancia, sino que es una forma de energía. Materia y energía
están unidas entre sí mediante la famosa fórmula E=mc2.
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En el nuevo enfoque de la física, las definiciones clásicas como partículas


elementales, sustancia material u objeto aislado han perdido su importancia. No se
habla ya de cosas, sino de campos energéticos.

La teoría cuántica describe un mundo extraño, donde uno descubre que la materia
que conforma todo nuestro universo y que sí parece estar bien localizada en el espacio,
en realidad está "esparcida" en algún lugar. Evidencias que desde nuestro punto de
vista vemos tan claras, como "aquí" y "allá", pierden todo su significado en el mundo
subatómico. La materia y el espacio conforman una única y misma realidad. Así la
materia se muestra mucho menos "material" a como lo creía antaño la ciencia.

La historia de la física se ha ido alejando de la idea de una sustancia material, primero


para descubrir partículas más finas, después para no encontrar otra cosa que energía, y
finalmente para contemplar las formaciones de materia como campos de formas que
han surgido de un campo fundamental y unificado, que tiene el carácter de vacío.

Según escalas atómicas, lo que se define como "vacío" es algo totalmente diferente a
lo que estamos acostumbrados: de hecho, simplemente no existe el vacío. Es la sede de
un movimiento permanente, donde las partículas y anti-partículas surgen y se
disuelven de nuevo en un tiempo brevísimo.

Según la expresión de los físicos, el espacio se convierte en una especie de "hervidero


cuántico" donde pueden surgir partículas virtuales del vacío para volverse a diluir
enseguida. Este vacío está en continua vibración en forma de energía y de onda.

En los años veinte del siglo pasado, el físico Paul Dirac era de la opinión que lo que
llamamos vacío en realidad es un mar de partículas invisibles no manifestadas,
tratándose de partículas que permanecen en estado virtual. Esto se corresponde con el
punto de vista de la física moderna de que más allá de las estructuras observadas del
plano macrocósmico existe algo así como un "murmullo de fluctuaciones del vacío" y
que este "murmullo cuántico" probablemente sea el origen del universo manifestado.

Por ello el vacío físico no es una pura nada. Contiene las posibilidades de todas las
partículas. El vacío es un campo unificado omnipresente, de donde surgen las
partículas que estructuran en gran medida el universo manifestado.

Como todas las manifestaciones físicas son principalmente modificaciones dentro de


un campo donde todo está unido entre sí, la separación entre sujeto y objeto que
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aplicamos en la realidad cotidiana se vuelve pura ficción. Hay experimentos que


muestran que una partícula tiene información instantánea del estado de otra partícula
que se encuentra a gran distancia de ella. Es indudable que en el nivel cuántico de la
materia existe una relación recíproca infinita entre los acontecimientos. La teoría
cuántica destruye la creencia en la existencia de una materia misma, la cual sería
completamente separable del sujeto que la percibe. Lo que la física describe como
"campo energético de la materia" no existe independientemente del tipo y modalidad
del observador que lo está analizando. Por tanto, el tejido de los acontecimientos sólo
existe para un observador. El observador, la observación y lo observado conforman un
todo inseparable.

Lo que nos transmite actualmente la física cuántica es crucial. Nos dice, ni más ni
menos, que el mundo nos aparece de acuerdo a nuestro estado de consciencia.
Debemos comprender que la materia, tal y como la percibimos con nuestros cinco
sentidos, no guarda relación con lo que es en realidad. Si las leyes del mundo
subatómico parecen diferir tanto del universo visible, esto nos evidencia que es nuestra
consciencia la que construye nuestro mundo, estando limitada en ello por su capacidad
de percepción. Pues nuestra consciencia capta sólo una parte de la realidad. El campo
de ensayos de la física cuántica no es irreal, simplemente es nuestra consciencia la que
no tiene acceso al mismo. Así parece que la paradoja de la existencia de dos realidades
queda resuelta, aunque nos coloca ante un problema no menos relevante: el de la
objetividad de nuestra consciencia.

¿Qué es consciencia?

Nos planteamos ahora la pregunta: ¿Qué es consciencia? La consciencia nos une


directamente con el mundo. Es la sensación de ser uno mismo, diferente de "lo que
está al exterior de uno mismo". Es la certeza directa de ser una entidad única y
especial. La consciencia es la capacidad de imponernos como "yo". Pero pronto
veremos que la consciencia, en sentido absoluto, no puede reducirse a una simple
definición.

En cambio, podemos hablar de diferentes estados de consciencia y de diferentes


niveles de consciencia. Queremos realizar nuestras consideraciones en base a una serie
de preguntas:
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• ¿Cuál es la base fisiológica de la consciencia?


• ¿Habita la consciencia fuera del cuerpo?
• ¿Qué significa el hecho de que existan diferentes estados de consciencia?
• ¿Puede nuestro estado de consciencia ser modificado?
• ¿A través de qué medios tomamos consciencia del mundo exterior?
• ¿Es la denominada experiencia "espiritual" consecuencia de un estado de
consciencia modificado?

Generalmente, el cerebro se considera el sustrato físico que permite la integración de


los fenómenos conscientes. Nadie parece cuestionarlo. Pero, si queremos dar respuesta
a la primera pregunta: ¿qué es la consciencia, o de qué tipo es la consciencia?, entonces
existen, grosso modo, dos puntos de vista. Por un lado tenemos una visión monista y,
por otro lado, una visión dualista de la relación entre materia y espíritu. La primera
corriente la encontramos principalmente entre los científicos, la segunda más bien
entre los filósofos.

La primera corriente se ha fortalecido extraordinariamente con el desarrollo de la


neurociencia y sus imágenes médicas. Esta corriente se define como reduccionista; ella
tiende a ver todos los procesos mentales como productos del cerebro. Esta tendencia
puede ilustrarse mediante la cita de J. G. Cabanis: "El cerebro secreta el pensamiento, del
mismo modo que el hígado secreta la bilis". No obstante, cabe mencionar que este tratado
procede del año 1802. Newton, por su parte, escribía: "El espíritu nace en el cerebro y por
medio de un 'mecanismo de vibración' viaja a lo largo de los nervios, bajo el control de la
voluntad." En la actualidad, también la mayoría de los biólogos celulares suelen ser de
orientación reduccionista y consideran cualquier actividad espiritual, cualquier
consciencia, como el resultado de la actividad físico-química del cerebro. Podemos
citar, por ejemplo, a Francis Crick: "Sus alegrías y sus sufrimientos, sus recuerdos, sus
objetivos, su sentido de la propia identidad y del libre albedrío, en todos estos asuntos en
realidad sólo se trata del comportamiento de una gigantesca acumulación de células nerviosas y
de las moléculas correspondientes."1

Este enfoque, hoy en día todavía muy actual, supone que todos los fenómenos
químicos, biológicos, psicológicos, lingüísticos, culturales y sociológicos son
fenómenos físicos y siguen las leyes básicas de la física. En especial se postula que las

1Francis Crick, Lo que el alma es de verdad. La investigación científica de la consciencia, Artemis, Winkler, 1994.
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actividades mentales son procesos cerebrales. Esto contrasta con la visión dualista, que
hace una clara diferenciación entre materia y espíritu. Este enfoque lo encontramos
más bien entre los filósofos, pero también en algunos científicos, como John Eccles,
neurofisiólogo y premio Nobel.

Intentemos ahora comprender cómo se expresa la consciencia. Con toda certeza no


haremos ahora una disertación sobre la consciencia, pero será útil incluir algunos
matices: la consciencia se muestra en dos aspectos principales, la consciencia objetiva y
la consciencia subjetiva.

La consciencia orientada a los objetos resalta la dimensión intencional de la


consciencia, su propiedad de hacer referencia a algo, de referirse a un objeto, ya sea
éste real o imaginario. Está orientada a un objeto cuando es consciencia de algo, por
ejemplo, de mi entorno: está lloviendo; de mis estados corporales: tengo frío; o de mi
estado mental: quiero que deje de llover. Esta consciencia puede ser más diferenciada
si, por ejemplo, tomo consciencia de ser consciente. En este caso se habla de una
consciencia orientada hacia el interior. Además puedo percibirme a mí mismo como
objeto de mi pensamiento; entonces se habla de consciencia de uno mismo.

Esta consciencia orientada a un objeto es descrita relativamente bien por la


neurobiología, considerándose un mecanismo de la bioquímica. Una percepción
sensorial, como por ejemplo la vista, concierne a una multitud de bien conocidos
procesos fisiológicos.

Por otro lado, la consciencia subjetiva se refiere a los aspectos subjetivos y cualitativos
de la experiencia consciente, el efecto que me causa experimentar dolor o ver algo rojo,
el efecto que causa en mí el sonido de una trompeta, el olor de una rosa, el sabor de un
limón. Estas propiedades subjetivas sólo son accesibles a través de la experiencia
propia: son privadas, inexpresables e incomunicables. La consciencia subjetiva sublima
nuestras diversas experiencias sensoriales con sus especiales e indecibles aspectos. La
consciencia subjetiva es por ello más difícil de analizar desde el ángulo neurobiológico
que la consciencia objetiva. La neurobiología tiene ciertamente dificultades con los
hechos de la subjetividad. La consciencia subjetiva todavía es para la biología un
mundo lleno de incertidumbres. Representa el principal obstáculo de cada intento por
reducir la consciencia de forma absoluta a meros procesos físicos y químicos.
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Una visión puramente materialista de la consciencia es incapaz de explicar la


aparición de la subjetividad en un universo de hechos objetivos.

Ahora podemos regresar al tema que nos ocupa: Queremos aportar indicaciones
aclaratorias de los problemas que ha causado la visión materialista de la consciencia.
Este enfoque es incapaz de explicar los aspectos subjetivos de la consciencia y de
resolver las paradojas de la mecánica cuántica. Por ello tenemos que ampliar la base
teórica, a la que hacemos referencia normalmente, y arrojar luz sobre una serie de
situaciones reales que se circunscriben al ámbito de la tradición. Los hechos se refieren
a un campo de experimentación que aparece en muchas culturas. Enfoquemos el
concepto del vacío. Decíamos: el vacío es un campo unificado omnipresente de donde
surgen las partículas que estructuran en gran medida el universo manifestado.
Spinoza hablaba de "natura naturans" (naturaleza creadora) y de "natura naturata"
(naturaleza creada). El físico cuántico David Bohm, fallecido en 1992, hablaba de un
orden implícito y de un orden desarrollado.

La idea de un orden implícito o de una "natura naturans" es más que un simple


concepto; pues expresa una realidad que abruptamente tira abajo el muro del callejón
sin salida, ante cuyo final antes no veíamos salida alguna. Esta realidad emerge del
vacío cuántico como estructura de líneas de fuerza, como fuerza matricial, que contiene
en sí todo el potencial de la vida manifestada.

Detrás de lo que percibimos de la materia (digamos de la materia "densa") existen


realmente estados más finos de materia, los cuales constituyen su matriz.

Este concepto de fuerza matricial, sobre la cual actualmente numerosos físicos ya


tienen cierta premonición y que necesariamente engloba estados de la materia que la
ciencia todavía no ha investigado, es conocido desde hace mucho tiempo por una
corriente del saber que podríamos definir como la "gran tradición" y que forma parte
de una "enseñanza universal".

La tradición habla de materia etérica, de materia astral y de materia mental. En


realidad, cada átomo material es penetrado por un átomo de tipo etérico que le aporta
vida y movimiento. También sirve como soporte de nuestra vida emocional y mental.

No trataremos aquí el tema en profundidad, pues es muy amplio. Sólo queremos


mencionar que existen cuatro tipos de éteres, a saber: éter químico, éter vital, éter luz y
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éter reflector. Como estos existen en diversos estados vibracionales, tenemos de hecho
12 variedades de éteres. Podemos hablar, por tanto, de una dodécuple corriente viva
de donde surge todo lo creado. Cuando la materia se organiza, siempre participa en
ello uno o varios de estos éteres.

En relación con nuestro cuerpo, estos cuatro éteres realizan su trabajo en cada parte
del organismo vivo, pero cada uno de ellos tiene una tarea especial:

• El éter químico es el canal por donde circulan las fuerzas que edifican y
nutren el cuerpo.
• El éter vital despierta las actividades del crecimiento y de la reproducción.

El éter químico y el éter vital, los dos éteres "inferiores", conforman un "cuerpo
vital" que actúa como matriz, con una forma similar a una red o retícula de fuerzas,
que cohesionan los átomos del cuerpo material en un organismo vivo.

El éter luz es el canal por el cual circulan las fuerzas cósmicas asociadas a la luz
solar, el color y el calor. El sistema nervioso es su especial campo de acción, tanto el
voluntario como el autónomo. El éter luz es la fortaleza de la consciencia, pues es la
sede de todas las impresiones sensoriales, tanto en el marco de la escala normal de
reconocimiento de nuestros cinco sentidos, como por encima o por debajo de la
misma. El cerebro es el gran centro que recibe y coordina las conducciones nerviosas
y que organiza todas las impresiones procedentes de los órganos sensoriales que son
"aportadas" por los nervios.

Si no existiera el cuarto éter, el éter reflector, el ego no podría expresar la consciencia


en el cuerpo material.

El éter reflector también es el medio por el cual el pensamiento influye sobre el


cerebro.

La consciencia aparece así como una interfaz entre el cuerpo y el ego, que debemos
considerar como el espíritu humano.

El hecho de que la consciencia, antes de que pueda expresarse en el cerebro, utilice


medios de transmisión más finos, nos permite comprender ahora lo que es la
consciencia subjetiva y cómo se vuelve posible. En su aspecto más elevado, los estados
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etéricos de los que está edificada la materia, permiten dirigir al cerebro todas las
sutilezas mentales y afectivas que conforman la parte esencial de la consciencia.

A través de su clave vibratoria, la materia que acogemos del plano físico o de los
planos más sutiles determina nuestro estado de consciencia.

Esta materia que recogemos por los órganos de nuestro cuerpo físico y de nuestros
cuerpos más finos, fluye hacia nosotros en forma de millones de informaciones.

Una vez transformadas estas informaciones, alcanzan finalmente nuestro cerebro


donde generan un estado de consciencia por medio del cual se puede expresar el
espíritu humano (el ego).

La consciencia no es por tanto una característica simple, no es un objeto que se puede


separar y aislar de nuestra realidad física. Es un aspecto de nuestra psique que está
sometido a fluctuaciones: bien por una transformación repetitiva que lleva nuestra
consciencia a un estado de cristalización, o bien por una transformación creativa que
ofrece a nuestra consciencia la posibilidad de renovarse. Este punto lo abordaremos
más a fondo en los siguientes capítulos.

Ahora podremos entender mejor la naturaleza de los diversos estados de consciencia


que conocemos:

«El estado de vigilia»


«El estado del sueño profundo»
«El estado onírico»

Existe además un cuarto: el estado hipnagógico. Algunos hablan del estado alterado
de la consciencia o del estado de vigilia paradójico. Este cuarto estado lo hallamos en
numerosos experimentos que relatan las personas que pueden mantener su consciencia
de vigilia en los planos más finos de la materia, con estados de consciencia que pueden
ser muy variados.

Habría que diferenciar los niveles de consciencia de los estados de consciencia. Los
niveles de consciencia representan modificaciones cuantitativas en el sentido de
"hiperclaridad" o de oscurecimiento: de hiperclaridad en el sentido de revelación,
iluminación, donde la consciencia puede tener acceso a un discernimiento cuyo
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contenido escapa a la razón ordinaria; de oscurecimiento, cuando nos encontramos


ante una cerrazón de posible origen mórbido.

Los estados de consciencia (estado de vigilia, estado del sueño profundo, etc.)
representan modificaciones cualitativas. Los estados de consciencia se pueden
determinar mediante criterios fenomenológicos, mediante la auto-observación
subjetiva fisiológica y psicológica. También generan cierta cantidad de consecuencias
que pueden ser observadas desde el exterior.

Renovación de la consciencia

Al observar los términos "materia" y "consciencia" hemos podido ver que ambos están
estrechamente unidos entre sí, que la realidad de uno actúa sobre la naturaleza del otro
y viceversa. Hemos reconocido que la materia y la consciencia, contempladas desde el
punto de vista materialista, generan paradojas que sólo se pueden resolver si se
comprende que nuestra consciencia tiene un campo receptivo limitado y que la
realidad física se expresa en niveles más sutiles, donde surgen y se fijan nuestros
diversos estados de consciencia.

Pero si ampliamos nuestros horizontes, si le damos a la materia una dimensión


mucho más amplia y a la consciencia una mayor variabilidad, seguimos sin dar
respuesta a la pregunta: ¿Existe un estado de consciencia que sea sinónimo de libertad,
de realización espiritual? Para ello debemos retornar a un concepto que sólo hemos
tocado superficialmente: el concepto de la energía.

La energía se define según la fuente de donde se obtiene; en sí misma, es el resultado


de una transformación de un estado en otro. Así, una determinada forma de energía
produce efectos físicos; otra, elementos vitales; otra, procesos emocionales; otra,
fenómenos mentales; y todavía otra aporta valores espirituales. Materia, energía y
consciencia son inseparables. La consciencia siempre está correlacionada con la pareja
de fuerzas materia-energía. Energía es sinónimo de vibración. Cuando aumenta la
velocidad de la vibración, cambia la naturaleza de los fenómenos. La consciencia se
adapta al nivel del estado de vibración de la materia que capta a través de nuestros
cinco sentidos.
18

Hasta ahora hemos mostrado en qué medida existe conformidad entre la materia, de
la que está compuesta el universo, y la consciencia que el hombre puede obtener de
ello mediante sus sentidos.

Pero incluso en el caso de que pudiéramos elevar nuestra consciencia, por un


esfuerzo de la voluntad, hacia los niveles donde la energía vibra infinitamente más
deprisa, debemos saber que el espíritu humano (el ego), incluso en su aspecto más
elevado, sólo puede acoger una forma de energía cuya fuente se encuentra muy por
debajo de las vibraciones de naturaleza espiritual. Aquí encontramos, por tanto, una
barrera estructural que el hombre debe aprender a superar. Por suerte, esta posibilidad
existe.

Hasta ahora hemos intentado ayudarles a disolver la, quizás aún existente, idea de
que algunas partes del universo manifestado pudieran estar separadas las unas de las
otras. Nada está separado, todo se interpenetra, todo está conectado entre sí. La vida se
expresa mediante un continuo metabolismo de fuerzas que generan formas, las cuales
se vuelven a disolver en un plazo más corto o más largo. El hombre es una de esas
formas, y su vida también está sometida a un proceso de permanentes cambios que
tienen lugar en todos los aspectos de su ser, en el físico, etérico, astral y mental. Dado
que el espíritu humano es un ego, no puede hacer otra cosa que absorber estas fuerzas
de forma centrípeta para construir su identidad.

Como este proceso se repite -y pronto veremos por qué- la consecuencia de ello es
una cristalización de la consciencia.

Si en contraste con este metabolismo natural queremos mostrar ahora la imagen de


un proceso metabólico, digamos, espiritual, deberemos buscar la imagen de una fuerza
centrífuga que actúa con un efecto contrario al carácter egocéntrico de la naturaleza
humana. En este sentido, citamos el epigrama que es para nosotros una de las claves
más relevantes de la filosofía hermética: "Recibirlo todo, entregarlo todo y así renovarlo
todo". Retengamos en la memoria ese "entregarlo todo", ya que nos coloca de nuevo en
la tierra, sí, en nuestra realidad.

La consciencia determina, a través de nuestros cuatro cuerpos, nuestros


pensamientos, nuestros deseos y nuestra voluntad y a su vez depende de ellos. Se trata
de una cuádruple unidad inseparable que conforma la prisión de los sentidos; es una
prisión cuya llave son los deseos. Pronto hablaremos de ello con más detalle.
19

Por esta razón todas las tradiciones hablan de purificación, por eso los alquimistas
hablan de disolución. Pues el tipo de los deseos condiciona la apertura o el cierre de la
puerta del corazón para las emanaciones de naturaleza espiritual. El corazón es la
puerta del templo. Una vez abierta, permite al candidato subir la escalera que lleva a la
parte superior de la "torre de Olimpo" (de Las Bodas Alquímicas de Cristian Rosacruz).

En el corazón del hombre reside el misterio de una energía que es capaz de renovar
su consciencia, mediante un proceso cuya parte más importante es el cerebro.
20

El cerebro en el campo de tensión de dos fuegos


Dra. Rosa María Cohén Dr. Stephan Sigrist

Al final del capítulo anterior se indicó que sólo podremos experimentar una realidad
superior si purificamos nuestros deseos. Pero antes de que entremos en el fondo de
nuestra cuestión, queremos intentar reconocer, y por ello comprender, cómo nuestra
consciencia se encuentra aprisionada, sí, incluso más: cómo es dominada por un
circuito cuyo único objetivo es la auto-conservación.

Nos hemos esforzado por acercarnos a la realidad de la consciencia desde una base
conceptual. Hemos visto que la consciencia precisa del cerebro y de sus fuerzas etéricas
como base física.

Estructura del cerebro

Para una correcta compresión queremos recordarles en primer lugar la estructura


anatómica del cerebro. Comencemos con una breve descripción esquemática:
21

Los tres niveles funcionales del cerebro:

• Corteza cerebral: Percepciones sensoriales y procesos de pensamiento.


• Sistema límbico: Procesos emocionales.
• Tronco cerebral: Procesos fisiológicos y procesos inconscientes.

Diferenciamos:

1. El tronco cerebral (el arcaico "cerebro reptiliano"):

• Parte inferior del tronco cerebral: médula, puente y cerebro medio.


• El cerebro intermedio: epitálamo, tálamo, subtálamo e hipotálamo.

2. El sistema límbico (el cerebro mamífero).

• Hipocampo, amígdala, fómix cerebral, etc.

3. La corteza cerebral o neocórtex.

Sus funciones son:

1. Médula: Control de las funciones autónomas (respiración, circulación


sanguínea).

Cerebro medio: Tegumentario: control de movimientos simples (por ejemplo,


caminar).

Téctum (región dorsal del tronco cerebral): funciones importantes para ver, oír,
sensaciones corporales, oler (en los primates, controlado por el cerebro).

Cerebro intermedio: Funciones de supervivencia basales, vegetativas y


autónomas (por ejemplo, el hipotálamo controla la hipófisis y los estados
emocionales).

2. Sistema límbico: Control de las actividades emocionales y de la memoria


emocional; desempeña un papel importante en el sistema nervioso autónomo y
somático.

3. Corteza cerebral: Las experiencias y los ejercicios se transforman para formar la


memoria (por ejemplo, tocar el piano), la percepción sensorial es refinada; es el
22

órgano de la consciencia; es determinado como "órgano auxiliar" por muchos


otros centros cerebrales.

El tronco cerebral

El tronco cerebral apareció en los peces de hace 400 millones de años y se ha


desarrollado con los anfibios y reptiles hace unos 250 millones de años. Se encuentra
por encima de la nuca. Es el cerebro que hace posible la acción y la reacción. Es guiado
por el instinto y contiene el conocimiento ancestral de la especie y una parte del
sistema involuntario. Dispone de un patrón de comportamiento para casos de peligro
mediante reacciones instintivas simples, bien sea atacando para defenderse, bien sea
huyendo. Garantiza la supervivencia del organismo al encargarse de la regulación de
las funciones vitales, como por ejemplo: dormir, comer, beber, actividades sexuales o
de manejo del territorio. Tiene una memoria a corto plazo y un comportamiento
reflejo. Si uno permanece atado al tronco cerebral, no tiene emociones, ni se toman
decisiones, todo sucede a partir del instinto. El tronco cerebral regula todas las
funciones autónomas importantes (digestión, circulación sanguínea, reproducción) y
sirve, por tanto, a la autoconservación y a la conservación de la especie.

El sistema límbico

El sistema límbico ha surgido con los mamíferos hace unos 150 a 200 millones de años.
Se encuentra por encima del "cerebro reptiliano", en el lado interior de los dos
hemisferios del cerebro. La misión del sistema límbico es la de administrar los afectos,
los movimientos sentimentales y las emociones, asegurando su control. Contiene
nuestra afectividad, como por ejemplo atender a nuestros hijos, cuidar de nuestra
familia, etc. Memoriza los comportamientos agradables y los desagradables.

Es el lugar de nuestras sensaciones, de nuestros sentimientos, de nuestro aprendizaje.


No es receptivo para cualquier tipo de lógica, actúa como un filtro, registra el acto
vivido que se convierte en un reflejo; recopila los recuerdos a largo plazo. Atesora
nuestros conocimientos.

Mediante el sistema límbico somos capaces de identificarnos con otros seres


humanos y evaluar lo que el otro espera de nosotros. Asegura la supervivencia
mediante una buena adaptación al entorno social, hace posible la empatía y la
23

adaptación al grupo. En el proceso de aprendizaje, el mecanismo de la motivación


desempeña un papel importante (diversión-malestar, éxito-fracaso).

El sistema límbico es más lento que el tronco cerebral. Nosotros somos conscientes de
nuestras reacciones emocionales, incluso en el caso de que permanezcamos
inconscientes respecto a su significado. Por eso resulta muy difícil provocar allí
cambios.

Nuestros sentimientos se expresan sin nuestro control y pueden provocar reacciones


como taquicardias, sudoración, carne de gallina, dolores de estómago, escalofríos,
dolores de cabeza, calambres.

Bajo su influencia reaccionamos a los recuerdos antiguos sin distancia alguna.


Reaccionamos mediante un comportamiento con fuerte carga emocional carente de
lógica. Nos imaginamos sentimientos intensos, los interpretamos, los sentimos y así
quedan fijamente anclados en nosotros. De este modo, las experiencias del pasado
tienen un enorme peso y evocan en nosotros en un determinado momento un
comportamiento controlado por las emociones, bien sea de aprobación o de rechazo,
según sea el caso de que una determinada experiencia esté asociada con un premio o
un castigo en el pasado.

El sistema límbico tiene interconexiones con las otras dos partes del cerebro, ellas se
influyen de forma recíproca. Por ejemplo, si una experiencia genera un bloqueo o bien
un sentimiento de desconfianza, este sentimiento activará el tronco cerebral y por ello
nuestra capacidad de raciocinio quedará fuertemente reducida. Si, por el contrario,
tenemos una experiencia agradable, se estimula el cerebro y su capacidad se aprovecha
al máximo. Los olores, por ejemplo, pueden despertar recuerdos de experiencias en
determinados entornos, durante largo tiempo olvidados, o bien recuerdos de
emociones muy intensas hacia determinadas personas.

Conclusión: El sistema límbico desempeña un papel decisivo en las actividades


emocionales, en la memoria emocional (la secreción interna) y en el sistema nervioso
autónomo y somático.

El neocórtex

El neocórtex, o corteza cerebral, se desarrolló en los primates hace alrededor de 2 ó 3


millones de años, con el género «homo». Se encuentra por encima del tronco cerebral y
24

del sistema límbico y comprende el 80% del total de la masa cerebral. Lo novedoso en
el ser humano es la extensión y las estructuras unidas a ello: el nuevo cerebro muestra
una plasticidad y flexibilidad desconocidas en las estructuras arcaicas.

Sólo este cerebro hace posible la consciencia. Por medio de él, tanto el animal como el
hombre se vuelven conscientes del mundo exterior y de los sentimientos. Además de
eso, el hombre tiene también la consciencia de su existencia. Para nuestra memoria a
medio plazo es relevante que se registren todos los sucesos importantes de nuestra
vida y que se conserven el sentido de las palabras y las capacidades manuales. A pesar
de todo, nuestra memoria está lejos de ser infalible; con frecuencia deforma los hechos
y su fiabilidad tiende a disminuir con el paso del tiempo.

En general, la mitad izquierda del cerebro está especializada en las capacidades


lingüísticas: hablar, oír, escribir, leer. Ella sirve más bien al pensamiento lógico y lineal.

La mitad derecha del cerebro se ha especializado en las habilidades espaciales:


dibujar, reconocimiento de objetos familiares o personas, sentido de la orientación, etc.
Ella sirve más al pensamiento analógico y asociativo.

El cerebro es la sede de nuestro pensamiento lógico y racional, de nuestras


consideraciones. Es el lugar que forma la inteligencia, donde nuestras neuronas se
combinan cada vez de nuevo cuando hemos comprendido algo; imagina, compara,
almacena, recuerda, olvida y también se equivoca; dirige y equilibra nuestras
capacidades de juicio y de análisis; procesa todas las percepciones sensoriales.

Para controlar una situación, es capaz de excluir al tronco cerebral y al sistema


límbico: así nos permite expresar nuestro rechazo instintivo con cortesía, transforma la
huida en aislamiento o bien nos hace evadirnos hacia los sueños. Cambia la
agresividad en autodominio o en una búsqueda de autoafirmación. Atenúa y filtra los
automatismos de los otros dos cerebros.

Una función esencial del cerebro es la automatización de lo aprendido. Muchas


actividades pueden volverse así rutinarias y ya no requieren nuestra plena atención.
Así se puede ahorrar mucha energía, por ejemplo, al conducir un coche o al escribir,
donde no necesitaremos pensar más como se forma, por ejemplo, una 'B' mayúscula.
La energía ahorrada se puede emplear en lugar de eso para reconocer lo nuevo,
25

aprender lo nuevo, sí, hacer siquiera posible lo nuevo. Sin cerebro no sería posible el
desarrollo ulterior de la consciencia humana.

Conclusión: El neocórtex controla, almacena y procesa nuestras percepciones


sensoriales y los procesos de pensamiento y posibilita la consciencia.

Emoción y pensamiento

La colaboración de estos tres cerebros no es siempre perfecta y su coordinación carece


así de eficacia y coherencia, lo que puede planteamos serios problemas a veces en el
aprendizaje y la asimilación de nueva información y-o situaciones que deberán ser
tratadas por el neocórtex. Podemos también decir que toda nueva información, todo
nuevo aprendizaje, tiene siempre el mismo método de tratamiento, lo que nos permite
comprender que nuestro cerebro trabaja de manera global únicamente con el objetivo
de nuestra autoconservación, tanto en el plano físico como en el emocional.

Como comprenderemos, la mala colaboración entre los tres cerebros va a ocasionar


reacciones aún más complejas. Podemos deducir fácilmente que van a surgir
problemas en relación con la capacidad o no de gestionar nuestras emociones y de
dejar que sea el neocórtex el que encuentre la solución más adaptada a la situación.

Vamos a ver un poco más en detalle el funcionamiento de nuestro cerebro, sobre todo
el límbico, y cómo estamos condicionados por nuestros sentidos.

Dijimos que el cerebro límbico es la parte del cerebro asociada a las emociones y a la
respuesta de la memoria.

Los investigadores no son unánimes en lo que se refiere a todas las estructuras que lo
forman, y se considera generalmente que sus estructuras principales se sitúan en la
parte mediana del cerebro anterior. Es la zona por la cual toda la información que
remonta de la médula espinal entra en el cerebro y por la cual todas las órdenes
motoras vuelven a salir hacia abajo, hasta los órganos correspondientes, según la
respuesta necesaria o deseada. Es también el centro de tratamiento de la información
procedente de todos los órganos de los sentidos específicos de la caja craneana.

Numerosas conexiones, entre el sistema límbico y el sistema cerebral inferior (médula


espinal) y superior (el neocórtex), permiten al cerebro límbico integrar y responder a
un extenso abanico de estímulos medioambientales. Toda nuestra vida emocional que
26

parte, a nivel cerebral, del sistema límbico, depende de informaciones que están
vehiculadas por sustancias químicas que se llaman neurotransmisores o
neuropéptidos.

El cerebro límbico posee la cantidad más importante de lugares de fijación de


neurotransmisores de todos los cerebros; las neuronas de esta zona pueden fabricar,
enviar y recibir cada uno de los neurotransmisores conocidos hasta ahora, alrededor de
60, ¡aunque se piensa que existen en torno a 300!

Los neurotransmisores y los neuropéptidos son sustancias químicas fabricadas por el


organismo, que permiten a las células nerviosas transmitir el flujo nervioso entre
neuronas u otra variedad de células del organismo, músculos, glándulas, etc.
Constituyen el lenguaje del sistema nervioso.

En el plano fisiológico es muy importante comprender la relación que existe entre el


sistema nervioso, el sistema hormonal y el sistema inmunitario, sistemas que son las
tres claves de bóveda de nuestra identidad.

Cuando el hipotálamo es activado por estos neurotransmisores, envía informaciones


a la hipófisis, que a su vez envía "señales hormonales" a los órganos objetivos y algunas
de estas hormonas van a influir sobre nuestro sistema inmunitario (por ejemplo, los
glucocorticoides).

El sistema inmunitario ejerce la función más compleja de la maravillosa máquina que


es el cuerpo humano; cuando cumple bien su papel es capaz de identificar y eliminar a
los invasores (o cuerpos extraños), permitiendo al mismo tiempo a nuestras células
hacer su trabajo. ¡Este sistema tiene a su servicio más de tres mil millones de
defensores, todo un verdadero ejército!

El concepto según el cual el sistema inmunitario hace constantemente la elección


entre el yo y el no yo, entre lo mío y lo no mío, es la piedra angular de la teoría
inmunológica. Permite comprender que el sistema inmunitario es el guardián de
nuestra identidad.

Examinemos un poco los puntos de unión entre estos tres sistemas para definir el
papel desempeñado por las emociones y las creencias. Recientes trabajos de
investigación tienden a demostrar que cada pensamiento y cada emoción provoca
transformaciones químicas y eléctricas mensurables en el cerebro y por todas partes en
27

el cuerpo; como ya se ha dicho, una reacción emocional tiende a concentrarse en el


cerebro límbico que va a transferir el mensaje a las glándulas endocrinas: hipófisis,
suprarrenales, tiroides, etc., gracias a los neurotransmisores o a los neuropéptidos. Y,
algo interesante: los monocitos, células que son elementos clave del sistema
inmunitario, contienen lugares receptores de estos mismos neurotransmisores; así el
sistema nervioso e inmunitario estarían unidos por medio de estos monocitos.

Al parecer son los monocitos quienes establecen un vínculo directo entre la capacidad
memorística del cerebro y el misterioso sistema de memoria de la propia reacción
inmunitaria. En función de contactos anteriores, las células o linfocitos T pueden
reconocer los cuerpos extraños. ¡Lo más sorprendente es que cuando se reprime una
emoción, los neurotransmisores asociados son incapaces de localizar sus lugares
receptores, y de ello resulta un ciclo repetitivo de comportamientos disfuncionales en
lo que se refiere a la autoestima, a las relaciones interpersonales y al objetivo de su
vida! Vemos así hasta qué punto lo psíquico y lo fisiológico son interdependientes.

El sistema inmunitario es nuestra tarjeta de visita, nuestro yo biológico, lo cual nos


hace diferentes a cualquier otro yo que exista sobre la tierra. Y veremos que las
emociones reprimidas y almacenadas en el cuerpo constituyen una parte muy
importante de nuestro condicionamiento psíquico, por no hablar de nuestro
encarcelamiento emocional. ¿Pero cómo ocurre eso más concretamente? Estamos ante
un nuevo paradigma científico, es decir, hoy sabemos que casi todas las células del
cuerpo poseen millares de receptores, que captan las señales procedentes de su medio
ambiente. Son tan numerosos que un 40% de nuestro A D N se consagra a garantizar
que estos receptores estén reproducidos perfectamente de generación en generación.

Cuando los receptores han recibido la información, se envía dentro de la célula y los
procesos se ponen en marcha: reparación de daños, reproducción celular, defensa y
ataque contra el enemigo, etc. Cada señal procede de lo que se llama en lenguaje
científico "ligandos"2, y que está constituido por neurotransmisores, hormonas y
péptidos. Son sustancias "informativas"; proceden del cerebro, los intestinos, el
corazón, los órganos sexuales, resumiendo, se puede decir que de casi todas las partes
del cuerpo. Así, la comunicación se hace de célula a célula formando una red de
comunicación.

2 En términos muy generales se puede definir un ligando como una molécula capaz de ser reconocida por otra provocando una
respuesta biológica.
28

Estos " ligandos" transportan un 98% de toda la información entre el cuerpo y el


cerebro y es solamente el 2% de la comunicación que tiene lugar dentro del cerebro por
las sinapsis entre las neuronas. Hay alrededor de 200 péptidos conocidos y cada uno
emite una gama emocional compleja: la beatitud, la cólera, la distensión, el
apaciguamiento del dolor, etc.

Con el tiempo se ha sabido que los ligandos actúan como una clave que se inserta en
la única cerradura, en el único "receptor" posible; actualmente estas nociones han
cambiado, y se habla de una atracción vibratoria entre el ligando y el receptor. En la
superficie celular, los receptores se agitan y cambian constantemente de configuración.
Eso crea una vibración, que resuena con el "ligando" que tiene la misma frecuencia. Se
ponen así a vibrar juntos.

Debido a que este fenómeno no es un hecho aislado, pero procede de un grupo de


células, se produce una "resonancia celular" que causará una fuerza de atracción muy
potente. Por ejemplo, una cuerda de violín hace vibrar los otros violines que están al
lado, en la misma frecuencia, provocando una sincronización de las vibraciones, que
terminan por alcanzar lo que llamamos un estado de coherencia, que hace que todo
oscile en la misma frecuencia.

Las emociones son el vínculo entre el cuerpo físico y los estados de conciencia no
físicos. Los receptores celulares son el lugar donde eso se produce. La vibración que
atrae es la emoción. Mientras que el vínculo real de péptido a receptor es la
manifestación de los sentimientos en el mundo físico.

Las emociones influyen sobre las moléculas, que a su vez determinan lo que
experimentamos.

Los receptores crecen y disminuyen en número y sensibilidad según la frecuencia con


la cual están ocupados por los ligandos. Lo que quiere decir que nuestro cuerpo físico
puede ser transformado por las emociones que experimentamos.

Este fenómeno es muy importante. Nos explica por qué nuestra sangre se caracteriza
por la huella bioquímica de nuestras emociones, que van a constituir por resonancia
celular un estado vibratorio determinado, atrayendo hacia nosotros los valores astrales
correspondientes. Eso nos permite comprender claramente el proverbio que dice que
29

"tal estado de consciencia, tal estado de sangre y tal estado de sangre, tal estado de
consciencia".

Por otra parte se creía, como hemos observado antes, que los péptidos, los ligandos,
se adherían a un único receptor, pero hoy se sabe que los receptores están a menudo
retiñidos en grupos complejos, y que forman las paredes de canales en el interior de las
células, abriéndose y cerrándose en un movimiento rítmico de bombeo, dejando entrar
o salir sustancias celulares y formando un flujo iónico o corriente eléctrica que puede
extenderse por todo el cuerpo.

Esta corriente va a influir sobre el umbral de excitabilidad de las neuronas del


cerebro, determinando la activación de las células cerebrales.

Los péptidos de la emoción afectan directamente a lo que pensamos y viceversa.

Los umbrales de excitabilidad de las células cerebrales son muy diferentes de un


individuo a otro, según qué tal o cuál receptor esté ocupado por tal o cual
neurotransmisor o droga, etc. Estas diferencias son la causa a menudo de conflictos en
una pareja, por ejemplo, en una mujer nerviosa, habladora, o en un marido entorpecido
delante de la televisión. Ambos se hallan en una modalidad electroquímica
incompatible, que si no se modula puede causar serios problemas.

Estas sustancias o ligandos son a la vez onda y partícula, como la luz. Son sustancias
físicas, que se pueden medir en nuestro cuerpo, y también son onda, como olas de
ondas entre los seres, en nuestras interacciones emocionales.

¡Eso nos hace regresar a la física cuántica!

Podemos decir que el cuerpo humano es capaz de transformaciones instantáneas de


naturaleza cuántica, cambios que pueden ser estabilizados por nuevos estados de
consciencia cuando se mantienen.

Cuando los ligandos se conectan a los receptores, una carga eléctrica es emitida
siempre y modificada por los movimientos de vaivén del flujo iónico, formando así un
campo eléctrico. En consecuencia, los numerosos receptores que se encuentran en la
membrana celular, van a formar un campo eléctrico y un estado vibratorio
determinado que va a transmitirse a todo el cuerpo.
30

Pero hay aún un problema, ¿cómo es posible la transmisión de la información a esta


velocidad? ¡Normalmente, en nuestro cuerpo deberían existir distintos estados
vibratorios según los distintos grupos de células, tejidos y órganos! Eso nos lleva a
comparar el cuerpo con una especie de cilindro de cristal líquido de baja tensión, capaz
de vibrar a numerosas frecuencias. Pero para que un fenómeno así pueda tener lugar
se necesita una estructura, una matriz.

La matriz es, pues, una estructura corporal que consta, principalmente, de fibras de
colágeno de tejido conjuntivo y que permite a las distintas partes del esqueleto
mantenerse unidas. Es una red de comunicación de alta velocidad, que funciona de
manera sincrónica y penetra todas nuestras células como una red altamente maleable
(lo que es contrario a las teorías científicas actuales = células como una bolsa vacía).

En efecto, esta matriz actúa como un semiconductor capaz de apoyar la actividad


eléctrica del organismo.

En resumen, podemos decir que todo cambio del estado fisiológico va acompañado
de un cambio de estado emocional consciente o inconsciente, y a la inversa, todo
cambio del estado emocional producirá un cambio del estado fisiológico. El lugar
donde la psique y el cuerpo se encuentran es el cerebro límbico, que es el lugar del
cerebro donde está la colección más densa de receptores y que, por otra parte, está
estrechamente vinculado al lóbulo frontal o neocórtex.

Actividades del cerebro

Contemplemos ahora algunas investigaciones de la neurociencia.


Seguramente habrán visto en algunas revistas imágenes de las
denominadas RMNf (resonancia magnética nuclear funcional).

Estos estudios aportan una acrecentada información acerca de


qué regiones del cerebro se activan con determinados
pensamientos, acciones y sentimientos (es decir, que reciben mayor aporte sanguíneo).
La actividad puede ser representada como imagen en color.

A partir de ahí se concluye que en la zona activa es donde surge el determinado


sentimiento o pensamiento. En el caso de monjes que experimentaban durante la
31

meditación una sensación de algo divino, un sentimiento de unicidad con todo, se


pudo observar una incrementada actividad en una zona determinada del neocórtex.

Los neurocientíficos de orientación puramente material concluyen que dicha región


cerebral transmite al hombre la ilusión de una divinidad.

Otros científicos interpretan los mismos ensayos de forma completamente distinta.


Para ellos Dios existe. En la correspondiente área del cerebro el hombre percibe algo.
El cerebro funcionaría entonces de forma similar al receptor de una radio. Tal y como
sucede con tanta frecuencia en la ciencia, los mismos resultados de investigación son
interpretados de forma diferente. ¡También esto es una consecuencia del cerebro!

En relación con las imágenes RMNf se podía leer en el Deutsche Ärzteblantt3 un texto
interesante: "Aunque él amor y el odio se expresan haría el exterior como impulsos
sentimentales contrarios, en el interior del cerebro generan la activación de los mismos centros
cerebrales, tal y como demuestran los estudios de resonancia magnética nuclear".

Otros ensayos neurocientíficos se han ocupado de esta pregunta: ¿Cómo transmite el


cerebro las señales para una acción como reacción a un estímulo? Las mediciones
mostraron que ya aparecen actividades nerviosas antes de que el hombre sea
consciente de ello, antes de que se decida a ello.

Algunos neurocientíficos deducen de ello que no existe el libre albedrío. Lo resumen


así: los impulsos nerviosos autónomos y la acción resultante de ello surgen sin la
intervención de nuestra consciencia. Sólo después esta acción pasa a ser reproducida,
como si fuera controlada conscientemente por el cerebro. Así surgiría la sensación de
que la acción ha sido fruto de una libre decisión.

Estos neurocientíficos llegan por sus ensayos a la conclusión de que el hombre


experimenta una sensación de libertad cuando entre el sistema límbico y el neocórtex
no aparecen impulsos contradictorios. El sistema límbico almacena todas las
experiencias como calidad emocional. Sabe lo que estaba unido al placer y a la
aversión. Esto significa que se experimentará como libertad aquello que se
corresponda con el patrón de placer y aversión. O bien, expresado de forma más
concreta: se experimenta libertad cuando la corteza cerebral, la parte consciente del
cerebro, se adapta al sistema límbico, cuando se somete a él.

3
www.aerzteblatt.de, de fecha 29 de octubre de 2008
32

Cuando el sistema límbico y la corteza cerebral entran en conflicto, o cuando el


hombre está indeciso entre dos impulsos de la misma intensidad, aparece un
sentimiento de falta de libertad.

Actividades de la consciencia

Concluyamos ahora la observación científica y orientémonos hacia la consciencia.


Permítannos analizar ahora en detalle dos estados de consciencia conocidos: la
consciencia de vigilia y la consciencia del sueño profundo.

En la consciencia del sueño profundo los cinco sentidos conocidos están en gran
medida suprimidos, inactivos. No existe una clara consciencia, no hay una consciencia
que actúa como un yo. En los sueños, los sucesos son experimentados, soportados. Uno
está en gran medida a su merced. Tampoco la voluntad está activa. Los sueños constan
de imágenes, de secuencias de imágenes que frecuentemente no se corresponden con
las normas de nuestra vida diurna.

La noche pertenece al sueño, el día a la consciencia de vigilia. Se trata de una


polaridad. Un polo es: sueño-noche-Luna-impresiones pictóricas inconscientes. En el
esoterismo, el sueño se define como el hermano pequeño de la muerte. Después de
dormir normalmente nos sentimos descansados y regenerados. Durante el sueño
vemos, por tanto, que tiene lugar una vivificación. El otro polo es: vigilia-día-Sol-vida
activa y consciente en el pensar, sentir, querer y actuar. En el transcurso del día nos
vamos cansando y agotando progresivamente. Durante la vigilia tiene lugar, por tanto,
un consumo de energía, una pérdida de fuerzas y una degradación. Se trata de una
disminución, de una muerte de las fuerzas vitales.

En consecuencia, la consciencia está relacionada con un proceso de muerte.

En la noche, por el contrario, acontece un proceso inverso: el sueño conduce a la


edificación, regeneración y vivificación. Se trata de un proceso para la vida. En
consecuencia, el sueño (pequeña muerte) da nacimiento a la vida y la consciencia de
vigilia (vida diurna) da nacimiento a la muerte.

Un proceso de muerte posibilita la consciencia y la edificación de la vida sólo es


posible en la inconsciencia del sueño. Como ya se dijo, en el sueño se vivencia y se
percibe de forma pictórica.
33

De las imágenes emana una poderosa fuerza, tal como sabemos por el lenguaje
figurado de los mitos y de los cuentos. Nos ofrecen la posibilidad de la acción, de la
aplicación al día siguiente. Las imágenes de la consciencia del sueño pueden tener así
una influencia decisiva sobre nuestros actos durante el estado de vigilia.

Por otro lado, también quedará claro que el tipo de la actividad diurna, en relación
con nuestra vida sentimental y mental influye ampliamente sobre el tipo de imágenes
que se producirán durante la consciencia del sueño.

¿Qué es en realidad consciencia? Es el aspecto más elevado del alma y consta de la


trinidad del pensar, sentir y querer. La consciencia es un puente que crea una unión
entre el sujeto y un objeto.

¿Quién es el sujeto? Ahí tenemos muy grandes diferencias. En el hombre puramente


natural es el yo y en el hombre espiritual el ser verdadero, el núcleo espiritual;
mientras que para él hombre que se encuentra en un camino cultural o espiritual
existen todo tipo de estadios intermedios.

¿Qué es el objeto? En primer lugar, son las cosas y circunstancias exteriores y, en


segundo lugar, también el sujeto mismo puede volverse objeto, pues esto acontece
cuando se percibe la propia existencia. En tal caso se habla de consciencia de uno
mismo, siendo ésta la diferencia crucial que eleva al hombre por encima del animal.

La puerta entre sujeto y objeto (por ejemplo, entre hombre y entorno) la forman los
sentidos. Las percepciones sensoriales son condición previa para la consciencia; sin
percepción no hay consciencia. Si consideramos que nuestros órganos sensoriales
transmiten en cada momento una ingente cantidad de informaciones a nuestro
cerebro, pero que sólo una muy pequeña parte de ello suscita nuestra atención
consciente, se plantea la cuestión de cómo se lleva a cabo esta selección. ¿Qué es lo que
determina hacia qué objetos se orienta la consciencia?

Hay diversos impulsos que orientan nuestra consciencia hacia un objeto


determinado, como por ejemplo desear, sentir, amor, interés, placer, estímulo sensorial
intenso, instinto, intuición, inspiración, dolor. Todos estos impulsos son expresiones
de una intensa energía; se podría definir como el intenso calor de un fuego. Basta
pensar en el fuego de la pasión, del dolor o del amor. En correspondencia con un
axioma hermético, en todo comienzo existe un impulso de fuego. Es el fuego el que
34

determina hacia dónde se orienta nuestra consciencia. Investiguémoslo a través del


deseo, que es la expresión más potente del fuego en el hombre. Es un rayo de intenso
calor que parte hacia el objeto, bien desde el vientre o desde el corazón del ser
humano, colocando al objeto deseado en el centro de la consciencia. Por el rayo de
intenso calor se forma una luz que incita al cerebro a una reflexión, a una actividad
racional, tras lo cual todo se almacena en la memoria a corto plazo. Después de esto, o
bien se activa la voluntad o bien se vuelve a soltar el contenido de la consciencia. La
voluntad es un impulso que parte del sujeto y hace posible el acto. La voluntad y el
acto fijan en la memoria a largo plazo el contenido de la experiencia, cuando ésta se ha
repetido en múltiples ocasiones. Si no hay una actividad de la voluntad, la imagen se
volatiliza poco a poco en la memoria a corto plazo.

Vemos así que la consciencia abarca una triple actividad ardiente:

1. El intenso calor de los deseos y sentimientos,


2. La luz del pensamiento,
3. La fuerza de la voluntad.

En el hombre natural, este triángulo es nutrido completamente por el fuego del


vientre -la central energética situada en el vientre- cuya finalidad es el mantenimiento
del cuerpo.

La central de mando de esta función es la red nerviosa del plexo solar y la central
energética propiamente dicha la conforma el sistema compuesto por el estómago, el
intestino delgado, el páncreas, el hígado, la vesícula y el bazo, que para simplificar
definimos como sistema hígado-bazo.

Esta central energética alimenta una segunda central energética, que consta de los
riñones, las suprarrenales y las gónadas. Llamémosle el sistema riñones-sexualidad.

La central de mando de esta segunda fuente energética es una pequeña glándula


unida al cerebro, la hipófisis, que regula los órganos del sistema riñones-sexualidad,
coordinando sus funciones en la vida social y en la conservación de la especie.

Los centros energéticos del sistema hígado-bazo y del sistema riñones-sexualidad


conforman juntos el espíritu, el fuego del cual vive el hombre. La luz de este fuego es
35

reflejada por el cerebro y hace posible la consciencia. A su vez, la consciencia se adapta


a este fuego.

Como resumen podemos decir: las acciones humanas son dirigidas por las regiones
inconscientes del sistema nervioso, que sirven a la autoconservación. El plexo solar y la
hipófisis son los focos centrales y dominantes en estos procesos.

Renovación espiritual

El comienzo de cada renovación espiritual consiste en el desplazamiento del centro


de gravedad energético, del fuego, desde el vientre hasta el corazón. En el corazón se
encuentra oculto un principio de eternidad, un "átomo espiritual".

En muchas imágenes de diferentes culturas se representa al corazón colmado de


fuego o con una luz radiante. La pregunta sería ahora: ¿podemos comprender
nosotros, hombres modernos, por qué cada proceso espiritual debe comenzar en el
corazón? La respuesta es: el corazón es el "órgano de la unidad". Esto se puede
descifrar en la propia estructura de las células del corazón (ver anexo). Para
comprender la singularidad de las células del corazón, vamos a dirigir nuestra
atención en primer lugar a la construcción normal de las células corporales. En cada
célula se expresa el principio de la división, de la separación. Se trata de infinitud de
pequeños corpúsculos, separados entre sí mediante una cámara intermedia llena de un
líquido intersticial. Sólo las células de los músculos y de la piel tienen una superficie
de contacto común. Por el contrario, la estructura del tejido celular del corazón expresa
una tendencia a la unión y a la relación. Las células del corazón no se tocan como
sucede en otras células musculares, sino que están como endentadas entre sí en su
parte más estrecha.

Se entrelazan como los dedos de dos manos, y precisamente por ello, tienen una
potente cohesión. En la célula del corazón vemos un indicio de cómo partes separadas
quieren volver a componer una unidad. En el corazón encontramos, por lo tanto, una
correspondencia material del anhelo de conexión y unidad.

El espíritu es la fuente original de donde todo emana, que se entrega en un


inconmensurable amor hacia todo, que es todo en todo, donde no existe separación.
¿Qué otro órgano aparte del corazón podría ser más apropiado para recibir los
impulsos y las fuerzas del espíritu?
36

Cuando el centro espiritual del corazón se ha inflamado, esta fuerza irradia primero
en la sangre, se impregna en la sangre. No obstante, esto no significa que el cerebro ya
esté automáticamente en sintonía con el corazón. La cabeza y el corazón no forman
todavía una unidad. ¿Quién de nosotros no conoce la lucha entre el corazón y la
cabeza? El cerebro y el pensamiento deben primero sintonizarse con la luz renovada
del corazón. Cuando esto tiene lugar se habla entonces de "pensar con el corazón".

Ahora nos podríamos plantear cómo surge la activación de este núcleo espiritual del
corazón. En el capítulo precedente se dijo que existe una barrera estructural que el
hombre debe traspasar. Nos gustaría señalar el hecho de que en la vida de un ser
humano que anhela la renovación espiritual puede haber momentos dramáticos, en los
cuales la estrategia vital anterior es cuestionada de forma fundamental. ¿Qué
queremos decir con esto?

Cuando un grito de profunda tristeza se eleva desde lo más profundo de su alma, tal
momento representa el punto crucial en la vida de una mujer, de un hombre. Al
respecto, no se trata de una gran desgracia, que puede acontecer en cualquier momento
de la vida, ni de una desesperación como la que podemos sentir ante la pérdida de un
ser querido. No, se trata de una llamada urgente procedente de lo más interior en
nosotros, que nos hace comprender, en un instante, el vacío y las ilusiones de nuestra
personalidad y del mundo, así como nuestras propias limitaciones. Es un momento de
crisis, un punto de inflexión, en el que el antiguo centro energético del vientre es
atravesado por el fuego del corazón.

En este momento, el corazón se vuelve receptivo para una nueva fuerza. Una nueva
energía procedente de otra realidad activa, el "núcleo atómico" que se encuentra en la
punta de la cámara derecha del corazón. Nosotros hablamos del átomo chispa de
espíritu. Esta energía, una vez liberada, dinamizará todas las estructuras ya existentes
en nuestro organismo y comenzará a circular a través de ellas. También podemos decir
que la vida espiritual es la expresión de una energía donde el ego no existe. Se
caracteriza por el fluir de una energía procedente de una realidad superior que se
transforma ininterrumpidamente.
37

El hombre como microcosmos (Rodney Collin, The Theory of Celestial Influence, Londres 1945.)

Rodney Collin era de la opinión de que los centros energéticos y sus correspondientes
glándulas serían como adaptadores y transformadores. Él habla de una "espiral
funcional en expansión,... cuyo sol y origen es el corazón" y que desemboca en la
pineal, en tanto que "última agencia exterior y posibilidad del organismo".

Esta fuerza sólo obtiene eficacia cuando no es utilizada para nuestro propio provecho
y cuando el hombre coloca su comportamiento de vida bajo la conocida fórmula
hermética:

"Recibirlo todo, entregarlo todo y así renovarlo todo".


38

El papel del cerebro en el proceso de renovación de la consciencia


Dr. Stephan Sigrist

¿Cuál es el destino del cerebro humano? ¿Se trataría de llegar a tener un pensamiento
intelectual magistral? ¿O quizás de la creación de imágenes de pensamiento artísticas?
Con todo ello, no agotaríamos las posibilidades de desarrollo dispuestas en el cerebro.
El hombre se encuentra ante la misión de realizar un pensamiento que pueda concebir
valores de eternidad, siendo así, en el verdadero sentido de la palabra, neo-creativo. El
cerebro ha sido dispuesto para ser el lugar de encuentro con el espíritu, una vasija
para la consciencia omnipresente.

Los tiempos actuales impulsan al hombre más que nunca a buscar las posibilidades
latentes de desarrollo y a realizarlas, en beneficio de cada individuo y en beneficio de
toda la humanidad. Así queremos analizar con usted las bases anatómicas y el
funcionamiento del cerebro que hacen posible este proceso de desarrollo; un proceso
por el cual la nueva consciencia se vuelve un hecho.

En el segundo capítulo escuchamos que el proceso de renovación espiritual comienza


en el corazón, ya que en él se encuentra oculto un principio de eternidad, un átomo
espiritual. Si se despierta este principio espiritual, su luz irradia en todo el organismo.
El ya mencionado "pensar con el corazón" sólo es posible a través de este principio
espiritual, de este principio de fuego. Si la luz espiritual se eleva hasta la cabeza, a
través de la sangre, todas las estructuras del cerebro comienzan a trabajar a partir de la
nueva fuerza. Pero el resto del organismo con sus diversos órganos todavía no se ha
renovado. Por eso el organismo intenta eliminar de nuevo las fuerzas espirituales de su
sistema. Esto forma parte de la naturaleza del organismo que debe rechazar todo lo
desconocido para garantizar la autoconservación.

Nuestro pensamiento actual, nuestro cerebro, ordena lo percibido, diferencia, separa,


evalúa y clasifica. Este proceso se apoya en lo conocido y consolidado, es decir, en las
experiencias del pasado. Para que se pueda producir una verdadera renovación, los
viejos patrones de pensamiento, las antiguas construcciones mentales deben retirarse;
deben disolverse a fin de poder crear espacio para nuevos efectos. Si no estamos
dispuestos a entregar al fuego espiritual las imágenes formadas ayer por el
39

pensamiento, así como las emociones vividas ayer, las nuevas comprensiones no
encuentran espacio. Entonces el pensamiento permanece atado al pasado y nosotros
quedamos anclados en el antiguo estado de consciencia.

¿Qué estructuras reaccionan específicamente a estas nuevas energías espirituales?


¿Qué estructura puede cumplir la función de conexión entre el cerebro y el corazón?
Para nuestras consideraciones posteriores es importante analizar con mayor detalle la
extensión de la médula espinal, el bulbo raquídeo y el cerebelo.

Definiciones
Espíritu

Fuente original de donde todo surge y hacia donde todo regresa. Energía original, de donde
nacen todos los impulsos y fuerzas. El espíritu es eterno, inagotable, permaneciendo siempre
igual a sí mismo.

Alma (en el estado original)

Mediadora entre el espíritu y el cuerpo. Recibe los impulsos del espíritu y los transmite al
cuerpo. Es la fuerza activa, el movimiento, el arco energético entre espíritu y cuerpo.

El alma actual está separada de la unión directa y consciente con el espíritu.

Cuerpo (en el estado original)

Realización del plan divino. Forma de manifestación e instrumento para la colaboración en la


creación divina.

Por su unión con el espíritu eterno, el alma y el cuerpo originales son inmortales.

Alma (en el estado actual)

La unión entre el cuerpo y el cosmos (zodíaco y sistema solar). Ella recibe las informaciones del
cosmos y las transmite al cuerpo. El estado energético del alma está determinado
principalmente por el cuerpo.

Cuerpo (en el estado actual)

Manifestación biológica de la vida, que ha sido desarrollada por evolución y es mantenida por
medio del proceso de reproducción.
40

El bulbo raquídeo

El bulbo raquídeo se encuentra debajo del puente, del "pons", formando la conexión
entre la médula espinal y el tronco cerebral. Por encima del mismo se asienta el
cerebelo. El bulbo raquídeo se encuentra por tanto, a nivel energético, en la zona de
influencia directa del cerebelo.

El cerebelo tiene pocas funciones autónomas e independientes. No es expresamente


necesario para la pura supervivencia. Aparte de su función principal, la regulación del
equilibrio, de la orientación y del movimiento en el espacio, de la capacidad de poder
mantenemos en pie, tiene sobre todo una función auxiliar y moduladora en relación
con muchos otros procesos (cognitivos y emocionales, que tengan que ver con procesos
temporales).

Jan van Rijckenborgh decía que a través del cerebelo entran las influencias kármicas en
el sistema. Esto concuerda con las funciones mencionadas. El cerebelo no tiene una
función autónoma primaria, sino de influencia. Esto significa: el cerebelo influye en
muchas otras funciones cerebrales, al igual que el karma hace valer también su
influencia en muchas áreas de la vida.

¿Qué funciones están relacionadas con el bulbo raquídeo?

El bulbo raquídeo, parte del puente y el hipotálamo controlan el sistema nervioso


vegetativo. Este gobierna, entre otros, la circulación sanguínea, la actividad del
corazón, la presión sanguínea y la respiración.

Queremos centrar nuestra atención ahora en el centro respiratorio del bulbo raquídeo.

Normalmente el ritmo respiratorio se realiza involuntariamente, es decir, de forma


inconsciente. El centro respiratorio del bulbo raquídeo regula la frecuencia
respiratoria, es decir, la elevación y el descenso de la musculatura de las costillas y del
diafragma. Lo hace de forma automática por la acción de la presión del C O2 presente
en la sangre, la tensión de la musculatura de las costillas, etc., o bien por las emociones.
Además, se puede ejercer una influencia consciente sobre la respiración, ya que es la
única función que se controla de forma inconsciente, de forma automática (la forma
habitual) o bien de forma voluntaria. Dicho de otro modo: la respiración se encuentra
en una interfaz entre lo consciente y lo inconsciente. Un desarrollo espiritual
comprende siempre un proceso de concienciación. ¿Qué es lo que se nos toma
41

consciente? Se van elevando cada vez más elementos del subconsciente a la luz de la
consciencia. Desarrollo espiritual significa: desarrollo de lo inconsciente a lo
consciente, en la luz del espíritu. Al encontrarse la respiración en esta interfaz, un
cambio espiritual debe estar unido a un cambio en la respiración.

Podemos ver, por tanto, una estrecha relación entre el bulbo raquídeo, la respiración y
la toma de consciencia. Si, por el toque espiritual, se transforman las fuerzas en el
bulbo raquídeo, también se transforma la respiración y la consciencia. De ello se puede
deducir lo siguiente: un cambio de consciencia comienza con un cambio en la
respiración.

Es importante diferenciar dos tipos de cambios en la respiración:

La modificación a través del bulbo raquídeo por la luz encendida en el corazón y la


modificación por el empleo consciente de la voluntad (tal y como tiene lugar cuando se
realizan ejercicios respiratorios). Si se influye en la respiración mediante la voluntad, el
estado de consciencia no es modificado de forma fundamental.

Pero si las nuevas fuerzas procedentes del corazón penetran en el bulbo raquídeo se
produce una verdadera transformación. La influencia del subconsciente es disminuida.
También la influencia del karma procedente del cerebelo es debilitada. Así surge
espacio y cierta independencia de las influencias avasalladoras del pasado.

La nueva energía espiritual actúa por tanto en el bulbo raquídeo. Cuando el hombre
intenta reaccionar cada vez más a la nueva voz de su interior, las nuevas fuerzas ya no
son eliminadas de forma inmediata. Sus esperanzas de poder realizar alguna vez sus
ideales humanistas, religiosos o artísticos son reforzadas. Pero al mismo tiempo
experimentamos con frecuencia que muy pronto perdemos nuestra calma, que nuestro
comportamiento no siempre concuerda con los ideales y que nuestros esfuerzos no
muestran resultados liberadores. Los ideales parecen inalcanzables. ¿Dejaremos ahora
que se instale el desaliento? ¿Caeremos en la desesperanza y la resignación?

Cuando el apremio interior es lo suficientemente fuerte, aparece una reacción


contraria, muy útil y significativa. Entonces, nos preguntamos: ¿Por qué nuestro estado
todavía oscila tan fuertemente? Como respuesta, reconoceremos que no podemos
forzar esta transformación por las fuerzas espirituales, que no basta con simplemente
quererla. Pero podemos permitir que suceda. Entonces no reaccionamos con
42

resignación, sino con serenidad. Intentamos no forzar nada, sino que "soltamos", nos
volvemos silenciosos. Como la nueva fuerza está activa en el bulbo raquídeo, creando
allí espacio nuevo, este volverse silencioso interior se vuelve posible. El bulbo raquídeo
se abre cada vez más para la nueva fuerza ígnea, es como una copa abierta; y la
respiración se sincroniza con ello. El corazón y la cabeza entran en sintonía. Pero si
queremos conseguir una unidad duradera entre el corazón y la cabeza, la fuerza del
espíritu debe seguir elevándose hasta alcanzar el foco de la consciencia.

La hipófisis

¿Dónde se encuentra nuestro foco de la consciencia? Posiblemente estemos todos de


acuerdo en que la consciencia se encuentra localizada en el cerebro. Si nos
preguntamos: ¿dónde "sentimos" con mayor fuerza ser conscientes de algo?

¿Señalaremos entonces hacia el cogote o al vértice? No, la mayoría de las personas


señalan hacia la zona de la frente. Es decir, al punto donde las tradiciones orientales
sitúan la sede del "tercer ojo". Según la tradición esotérica, este lugar es el punto de
proyección de la hipófisis. La radiación de la hipófisis se refleja en el espacio abierto
detrás del hueso frontal y es percibida allí subjetivamente como foco de la consciencia.
Esto no significa que nosotros podamos dirigir la hipófisis conscientemente. Pero el
"programa" de la hipófisis para la autoconservación se graba con fuerza en la
consciencia. En este sentido, la hipófisis es un órgano determinante de nuestra
consciencia.

Observemos las funciones de la hipófisis tal y como las describe la ciencia. En ella se
encuentran las funciones de control más importantes de todo el organismo para la
autoconservación y el mantenimiento de la especie: el control y la regulación de la
inteligencia (a través de la tiroides), del equilibrio energético, de la reproducción (a
través de las gónadas), del equilibrio hídrico, del metabolismo de los minerales y del
azúcar (a través de las suprarrenales), del crecimiento, del fomento de la síntesis de
proteínas y del crecimiento del esqueleto.

La hipófisis es el órgano central de control de la secreción interna. Existe una intensa


influencia recíproca entre las hormonas de la hipófisis y las del resto de glándulas de
secreción interna. Simplificando, se podría decir: la hipófisis se encuentra al servicio de
la autoconservación. Pero en el avance del proceso, ella debe colocarse al servicio de la
43

auto-rendición a una realidad superior. La pregunta crucial es: ¿qué fuego arde en
ella?, ¿qué dimensión es la determinante?

¿Puede ofrecernos la estructura anatómica de la hipófisis aún algunas otras pistas? La


hipófisis está directamente unida al hipotálamo y es gobernada por él.

Si observamos las estructuras cerebrales anatómicas, parece como si la hipófisis


estuviera colgada en un tallo de la parte inferior del cerebro. En el lenguaje alemán se
define también como "Himanhangdrüse" [trad. literal: glándula apéndice del cerebro].

El desarrollo embrional de la hipófisis muestra una singularidad: el lóbulo posterior


consta histológicamente del mismo tejido que el hipotálamo. Ha surgido a nivel
embrional del hipotálamo y se encuentra completamente bajo su control. El lóbulo
anterior tiene otro origen: se ha formado del mismo tejido que la cavidad bucal. Vemos
así que la hipófisis es un órgano que surge y se fusiona, por una parte, de la zona del
cerebro, y por otra, de la región superior del tubo digestivo. Conforma, por tanto, un
elemento de unión entre el cerebro -el polo de los órganos del pensamiento y de los
sentidos- y el polo del metabolismo. Algo similar ocurre también con el corazón. Se
encuentra igualmente en el centro, siendo el órgano mediador entre el cerebro, como
polo de los órganos del pensamiento y de los sentidos, y el polo del metabolismo y de
la digestión. Además hay otra singularidad: el lóbulo anterior de la hipófisis se
encuentra atravesado por un plexo vascular (capilares sinusales), de un modo tal que
no se encuentra en ninguna otra parte del cerebro. Se podría decir que la circulación
sanguínea ha invadido el lóbulo anterior de la hipófisis.

Corte longitudinal del cerebro

• Hipófisis: Dirige a través de sus hormonas prácticamente todo el


organismo.
• Tercer ventrículo: Espacio de comunicación entre la hipófisis y la
pineal.
• Pineal: Órgano de percepción de la luz que se ha vuelto latente.
Dirige el ritmo de sueño y vigilia.
44

La hipófisis y la pineal desempeñan un papel clave en el proceso del despertar


espiritual y de la liberación.

El lóbulo posterior de la hipófisis consta de puro tejido nervioso, al igual que el resto
del cerebro. Pero curiosamente falta en él la barrera hematoencefálica (lo que sólo
acontece en muy pocas áreas del cerebro). Esto significa que el lóbulo posterior de la
hipófisis está abierto a un mayor intercambio entre la sangre y las células cerebrales.
Pues la barrera hematoencefálica cumple una función defensiva, rechazando las
sustancias de la sangre que no deben llegar al cerebro.

La hipófisis tiene por tanto, por su estructura, una función mediadora y es un punto
de intersección entre el cerebro y la totalidad del organismo. Se podría hablar del
corazón en el cerebro. Es por tanto posible que la hipófisis pueda llegar a estar bajo la
influencia del átomo espiritual del corazón, a través de los vasos sanguíneos del lóbulo
anterior y por la ausencia de la barrera hematoencefálica del lóbulo posterior.

Resumamos brevemente: Si el fuego espiritual del corazón ha despertado, debe


elevarse al cerebro y ser anclado en la hipófisis. ¡Sólo entonces se puede hablar de una
verdadera unidad entre cabeza y corazón! ¿Cuál será la consecuencia de ello? Cuando
la hipófisis se encuentra de forma permanente en la luz del espíritu, esto tiene como
45

consecuencia un estado de vida completamente nuevo. Definitivamente, la hipófisis ya


no estará sometida a la coacción de la autoafirmación, sino que guiará al organismo
hacia la vida nueva en completa conformidad con la luz. Lo que hasta entonces sólo se
percibía de forma borrosa, se puede captar ahora con mayor claridad. El hombre
contempla el nuevo estado de vida como una clara imagen que tiene ante sí. Es un
estado en el cual la unidad, la armonía, la libertad y el amor son una realidad, ¡se trata,
pues, de un estado de alma verdaderamente renovado! Se puede definir como el estado
de iniciado, o bien de iluminado. Todo el organismo sensorial se sintoniza a la
percepción interior del mundo espiritual.

Quizás se pregunte: ¿Cómo pueden acometer sus nuevas funciones las estructuras
cerebrales mencionadas que desempeñan un papel central en las posibilidades
liberadoras? ¿Es esto realmente posible? Pues ellas son importantes para todo el
organismo. ¿Deben cesar en sus funciones anteriores? Naturalmente, las conocidas
funciones bioquímicas y fisiológicas prosiguen con normalidad. La física moderna,
especialmente la teoría de la relatividad, dice que la materia y la energía se encuentran
en una interacción continua. La materia es una densificación momentánea de la energía
y, a su vez, la energía es una posibilidad en potencia de manifestación dinámica de la
materia. Aún más apasionantes son los conocimientos de la nueva física (teoría de las
cuerdas), según la cual en el mismo continuo espacio-tiempo y en el mismo espacio
existen varios campos de manifestación planetarios, varias dimensiones planetarias a
la vez. Por tanto, también en las estructuras cerebrales, como en la hipófisis, están
presentes en potencia otras dimensiones al mismo tiempo. La pregunta sólo es: ¿qué
dimensión es actualmente la determinante?

La pineal

El siguiente órgano muy importante en el proceso del despertar espiritual es la


pineal. En las especies animales inferiores (peces, anfibios, reptiles y algunos pájaros)
la pineal es capaz de percibir impresiones de luz. En los animales superiores
(mamíferos) esta capacidad se ha perdido. En el desarrollo embrional del hombre, la
pineal se encuentra primero en el vértice, en el lado exterior del cerebro. A lo largo del
desarrollo embrional se va moviendo hacia dentro, al centro del cerebro.
46

¿Se podría inferir de esto que la capacidad de percepción de este pequeño órgano
para la luz exterior tuvo que perderse a lo largo de la evolución, para que en el hombre
pudiera desarrollarse una capacidad de percepción interior para la luz espiritual?

Por la noche, en la oscuridad, la pineal produce la hormona melatonina que regula el


ritmo de sueño-vigilia. El proceso de toma de conciencia es un proceso de despertar.
Del estado, similar al sueño, de lo inconsciente de la noche se eleva el despertar
consciente en la luz del día. Vemos que la pineal produce por la noche la hormona que
hace posible que nos volvamos a despertar por la mañana. Aunque respecto a la
producción de melatonina nos encontramos ante un proceso fisiológico, también
presente en el reino animal, podemos no obstante proyectar la analogía, reconociendo
así a la pineal como órgano de la nueva toma de conciencia. De forma resumida, se
puede definir a la pineal como "órgano de percepción de la luz" y como órgano del
"despertar" en el hombre. El proceso de renovación encuentra su culminación en este
órgano.

La pineal y la hipófisis están comunicadas entre sí a través del compartimento de


líquido del tercer ventrículo. El tercer ventrículo se encuentra en el centro del sistema
de líquidos total del cerebro. Desde este centro puede iniciarse el siguiente proceso
importante. Al final del proceso se encuentra la "unión de la novia con el novio", las
bodas alquímicas, la unión de la hipófisis y de la pineal así como la realización del
alma-espíritu. De esto se hablará con más detalle en el cuarto capítulo.

Hasta ahora hemos hablado del corazón como puerta de entrada espiritual. Pero
también la pineal recibe impulsos espirituales. Las fuerzas espirituales recibidas por
ella son acogidas en las cavidades cerebrales.

Las siete cavidades cerebrales

La anatomía diferencia en el cerebro cuatro ventrículos, que son cavidades donde se


encuentra el líquido cefalorraquídeo. Pero nosotros pensamos que en total deben
diferenciarse siete cavidades. Vamos a llamarlas las siete cavidades cerebrales.

Las 7 cavidades cerebrales

Los conocidos 7 chacras en el hombre y los 7 planetas clásicos de la astrología son la


expresión de 7 energías espirituales. Estas energías dirigen al hombre y, en su aspecto
más elevado y puro, impulsan al hombre a la renovación haciendo posible el proceso
47

de transformación necesario para ello. Estas fuerzas espirituales son acogidas


especialmente por las 7 cavidades craneales, donde encienden una séptuple luz.

Los cuatro ventrículos cerebrales

1 y 2. Primera y segunda cavidad cerebral: dos ventrículos laterales.

3. Tercera cavidad cerebral: tercer ventrículo.

7. Séptima cavidad cerebral: cuarto ventrículo.


48

Las cavidades de liquor

4. Cuarta cavidad cerebral: fosa hipofisaria.

5. Quinta cavidad cerebral: espacio alrededor del cuerpo mamilar.

6. Sexta cavidad cerebral: espacio alrededor de la pineal.

7. Séptima cavidad cerebral: cuarto ventrículo.

Se trata de los dos ventrículos laterales y del tercer ventrículo; la fosa hipofisaria es la
cuarta cavidad craneal; la quinta se encuentra alrededor del cuerpo mamilar, la sexta
es el espacio alrededor de la pineal y la séptima se corresponde con el ventrículo
situado debajo del cerebelo. El líquido cefalorraquídeo se encuentra en las cavidades
craneales y en la médula espinal, y envuelve el cerebro y la médula espinal. El
cerebro está completamente rodeado de líquido y nada dentro del mismo. Por lo
tanto, no es soportado por el hueso craneal, sino que nada en un líquido acuoso. De
esta forma se vuelve muy ligero y sólo sostiene el 4 por ciento de su peso. De alguna
manera, es aligerado un poco de la fuerza de gravedad.

Generalmente, el líquido cefalorraquídeo es considerado como una sustancia tampón


para la protección del cerebro y como líquido nutriente. Pero posiblemente tenga una
relevancia mayor a la que se le concede en la actualidad. Esto creemos constatarlo por
el hecho de que el tejido cerebral alrededor de los ventrículos es el más vital. Allí tiene
lugar un proceso de formación de células nerviosas más potente que en el tejido
cerebral restante. En un libro moderno de neurofisiología (Trepel: Neurofisiología) se
menciona que los espacios del líquido cefalorraquídeo y el propio líquido
cefalorraquídeo fueron definidos hace siglos como la sede del alma y del espíritu.

Investigaciones científicas descubrieron que las células cerebrales vierten sustancias


de transmisión al líquido cefalorraquídeo. Esto sugiere que el líquido cefalorraquídeo y
los ventrículos también tienen una función de comunicación, en el sentido de
información para las células nerviosas. Se podría decir: los espacios del líquido
cefalorraquídeo son espacios de comunicación.

Naturalmente el líquido cefalorraquídeo está formado principalmente por agua. El


agua es muy magnética. Absorbe fácilmente otras fuerzas y permite incluso que su
estructura sea modificada por ellas. En investigaciones científicas relacionadas con la
49

homeopatía se pudo demostrar que, a través de sus enlaces de hidrógeno, el agua se


deja estructurar de forma diferente según la sustancia en cuestión. Acoge, por tanto,
las cualidades y las fuerzas activas de otras sustancias mejor que cualquier otra
estructura corporal, y también puede transmitir la fuerza asimilada.

Antes hemos descrito las siete cavidades cerebrales. De igual modo a como se
conocen siete chacras en el hombre y en la astrología se diferencian siete planetas
clásicos, así también existen, en analogía con esto, siete energías, siete energías
espirituales que impulsan al hombre a la transformación y que también la hacen
posible. Estas fuerzas espirituales, estos siete rayos, son acogidos por las siete
cavidades cerebrales. Allí encienden las siete energías su luz.

En el cuarto capítulo veremos algunas cosas más sobre este proceso de la luz.

El pensamiento y la inspiración

Dejemos ahora a un lado la anatomía y dirijamos nuestra atención a lo que diferencia


esencialmente al hombre del animal: el pensamiento. Todo en nuestro mundo es
analogía, símbolo de procesos espirituales. Los procesos espirituales se reflejan en los
materiales y siembran así las semillas para un desarrollo ascendente. Condición para
ello es que las respectivas estructuras orgánicas se vuelvan un espejo apropiado,
purificado y claro para la luz espiritual.

Este espejó purificado sólo puede surgir por medio de una transformación alquímica.

También aquí es válido: muere y deviene. La consciencia de lo tridimensional debe


ser sustituida por la consciencia de una dimensión superior, la dimensión de la
sabiduría, del amor y de la fuerza. ¿Qué significa esto en relación con el pensamiento?
Respecto al pensamiento se habla con frecuencia de inspiración. El origen de esta
palabra es “inspirare”, que significa inspirar (aire). De hecho también se puede hablar
del pensamiento como de una "inspiración".

Un pensamiento renovado presupone una inspiración de nuevas fuerzas. Mediante la


inspiración se acoge, en un instante, una imagen. Se encuentra ante nosotros como una
visión, como una estructura de líneas de fuerza. La imagen de una realidad espiritual
se refleja ante nosotros de forma concreta.
50

Según la sabiduría de los antiguos (por ejemplo, de Paracelso) existe una estrecha
relación entre los planetas, los órganos y los metales. También aquí rige la ley
hermética "tal como es arriba, así es abajo". Esto significa que, tal como en el
macrocosmos, así en el microcosmos, el hombre. Diversos autores (como Rudolf
Steiner o Paracelso) describieron este contexto en base a sus conocimientos.

Cuando hace mucho tiempo el planeta Mercurio activó en la Tierra el metal mercurio,
surgieron a su vez los pulmones en el desarrollo humano. Vemos así que existe una
relación planetaria entre Mercurio, el metal mercurio y los pulmones. Por ello se puede
definir a los pulmones como órganos de Mercurio. Al igual que Mercurio se asocia con
los pulmones, así el cerebro ha sido asociado desde la antigüedad con la Luna y la
plata.

Observemos ahora más de cerca los dos metales plata y mercurio, para comprender
mejor la fuerza dinámica que opera en ellos. La plata es utilizada hasta el presente para
fabricar espejos. Ningún metal nos muestra nuestra imagen reflejada con mayor
nitidez, sin maquillar, como un espejo de plata.

El cerebro, que rodea como un espejo parabólico a las estructuras cerebrales más
antiguas, también muestra reflejos. Refleja procesos de percepción. Refleja en el interior
sucesos percibidos en el exterior. En la neurociencia se habla en este contexto de
neuronas espejo.

En analogía con el proceso de la plata, se puede hablar del cerebro como de un órgano
lunar. Para ser más exactos, debemos hablar de un antiguo y de un nuevo proceso
lunar. El antiguo proceso lunar genera la reproducción, reflejos, copias. El antiguo
pensamiento cerebral sirve para reflejar, mantener y "copiar", es decir, para dar
continuidad de lo consolidado en el pasado. En la antigua luz de la consciencia, el
pensamiento lunar cerebral es un pensamiento de la memoria. Por muy importante
que resulte el pensamiento de la memoria en la vida diaria, ayudándonos a ahorrar
mucha energía por la ensayada rutina, por ejemplo al conducir, cocinar y en el oficio,
los seres humanos no deberíamos quedamos estancados en esto.

Para una verdadera inspiración se precisa un nuevo pensamiento lunar. Este


pensamiento se orienta hacia las fuerzas del espíritu. Se desata de los patrones de
pensamientos egocéntricos y así se abre para la luz que se eleva del corazón. El nuevo
proceso lunar abre el cerebro para nuevas inspiraciones. Pero seamos conscientes de lo
51

siguiente: la verdadera inspiración, las visiones del espíritu nunca se dejan forzar.
Siempre serán un don del espíritu.

Para poder comprender todo el potencial de las imágenes inspiradas por el espíritu y
actuar de acuerdo con las nuevas dimensiones, es necesario realizar un análisis que
tiene lugar en la luz espiritual del corazón.

El cerebro como órgano, así como la reflexión de imágenes interiores, son funciones
lunares. El pensamiento como proceso dinámico y creativo es, no obstante, una
función mercurial.

¿Qué queremos decir con ello? El planeta Mercurio es el más rápido de todos los
planetas de nuestro sistema solar. La órbita de Mercurio es la más cercana al Sol de
todos los planetas. El metal oro, asociado al Sol, siempre ha sido conocido como
símbolo del espíritu. Vemos que Mercurio tiene una muy estrecha relación con el Sol y
con el espíritu. En la mitología griega Mercurio es el mensajero de los dioses, esto
significa, el que une el cielo y la tierra, el espíritu y la materia. Mercurio, en tanto que
metal, es muy móvil, sumamente vivaz. Enseguida manifiesta finas vibraciones ante el
más leve temblor. Es un metal líquido que se divide muy rápidamente en bolitas
diminutas y que también vuelve a confluir muy rápidamente. (A quien se le haya roto
un termómetro de mercurio, lo conoce bien).

Es el único metal líquido en temperatura ambiente, que a su vez se evapora con suma
facilidad. Aparece, por tanto, a la vez, en dos diferentes estados físicos: líquido y
gaseoso. El mercurio tiene un fuerte efecto catalizador cuando está muy finamente
atomizado, acelerando así las uniones de otros elementos.

De todos estos fenómenos se desprende lo siguiente: los procesos mercuriales son


muy dinámicos, son cercanos al espíritu, acogen impulsos muy sutiles y los transmiten.
Son mediadores, es decir, acogen y transmiten, disuelven y reúnen. Reconocemos aquí
el principio alquímico de "solve et coagula", "disuelve y reúne".

Para ser más exactos, debemos diferenciar en el pensamiento a un mercurio inferior y


a un mercurio superior. En la mitología, Mercurio es conocido como el dios de los
médicos, comerciantes y ladrones. En tiempos antiguos, los comerciantes llevaban
mercancías, materiales nuevos y desconocidos o tesoros, de una parte del mundo a
52

otra. Su misión era, por tanto, la de trasladar, hacer circular y también transmitir
noticias, uniendo así diferentes partes del mundo.

Si esto lo hace sólo para su propio enriquecimiento, en interés propio, entonces


predomina el mercurio inferior, el mercurio de los ladrones. En el caso ideal, no
obstante, el comerciante es el eslabón de unión y de equilibrio entre el exceso y la
deficiencia.

Si cumple con esta misión de forma altruista, se coloca al servicio de la humanidad.


La actividad del verdadero médico es el servicio al hombre para su curación. En la
forma suprema se trata de la curación interior, de la reconexión del hombre con el
espíritu. Este es el mercurio superior.

¿Cómo actúan los procesos del mercurio superior en el hombre? Se manifiesta un


nuevo poder del pensamiento, un "conocimiento de primera mano", lo que significa
que el hombre es unido con el Ser de Dios, con el conocimiento absoluto que todo lo
abarca.

Principios nucleares de la alquimia


El proceso divino de creación, la renovación espiritual y la alquimia tienen como
base los mismos principios universales.
53

El principio básico de la alquimia es: "solve et coagula", disuelve y reúne, o bien


"muere y deviene". Se trata de procesos en el fluir continuo de agua viva.

Hermes Trismegistos lo describe en el onceavo libro del Corpus Hermeticum


(Sobre la razón y los sentidos):

“Pues la percepción y la inteligencia del mundo, creados por la voluntad de Dios para ese
fin, dan forma a todas las cosas y dejan que se disuelvan de nuevo en sí mismas, para
que...hagan surgir todas las cosas en concordancia con su misión y su vocación, y por el hecho
de desatarlas de nuevo, ofrezcan a todo la renovación... Renovación, haciendo que éstas se
manifiesten de una forma diferente.”

Cada verdadero proceso vital y cada desarrollo superior se sustentan en un


proceso continuo de transformación de una forma existente a una nueva
manifestación. Lo que se sustrae a una renovación continua por la disolución y la
regeneración, cae del río de la vida y se cristaliza. Como el proceso de creación
divino impulsa sin cesar hacia delante, lo cristalizado se desmorona y produce
contaminación, enfermedad y muerte.

El regreso al proceso de creación original, la regeneración, debe comenzar por tanto


con la purificación, una de las tareas más importantes de la alquimia. En la alquimia
práctica se conocen al respecto diferentes procedimientos, como la calcinación,
sublimación o destilación. Son procesos de purificación que tienen lugar en la fuerza
purificadora del fuego.

En analogía con ello, los procesos de purificación del alma tienen lugar en la fuerza
purificadora del fuego espiritual.

El objetivo de la verdadera alquimia es la unión (boda, religio) del alma purificada


(Mercurio) con el espíritu (Azufre) para crear un hijo - una hija, un nuevo cuerpo
inmortal (Sal).

La anatomía del cerebro no es sólo la base para las funciones racionales, sino
también para el proceso de renovación espiritual.

La alquimia en su forma suprema es, por tanto, un proceso de transformación


interior que comprende al espíritu, al alma y al cuerpo.
54

Página del «Mutus Liber»


55

La anatomía del cerebro bajo la luz de las bodas alquímicas de Cristián


Rosacruz
Dr. Roger Kalbermatten

La renovación y liberación espiritual del hombre de su atadura a la materia


comprende no sólo la transformación del alma y del espíritu, sino también la del
cuerpo y sus funciones, tal y como se ha podido evidenciar con claridad en los
capítulos anteriores. Debemos ver siempre el cuerpo, el alma y el espíritu como una
triunidad, pues un cambio en uno de ellos no es posible sin el cambio de los otros dos.

Representémonos de nuevo los conceptos espíritu, alma y cuerpo, definiéndolos de


forma sencilla. Al respecto no debemos olvidar que hay diversidad de espíritus y, en
correspondencia con ello, diferentes almas y cuerpos.

La trinidad de espíritu, alma y cuerpo

Comencemos con el hombre original que vive de la unión consciente con el espíritu
de Dios. El espíritu de Dios es la fuente original de donde todo emana y hacia donde
todo regresa. Es la energía original de donde surgen todos los impulsos y fuerzas. El
espíritu divino es eterno e inagotable. El alma en el estado original es la mediadora
entre el espíritu y el cuerpo. Ella recibe los impulsos del espíritu y los transmite al
cuerpo. Ella es la potencia del arco entre el espíritu y el cuerpo, la fuerza vivificante,
movilizadora y generadora de consciencia del cuerpo.

El cuerpo en el estado original es la realización, la manifestación del plan divino. Es el


instrumento para la colaboración en la creación divina. Por la unión con el espíritu
eterno, el alma original y el cuerpo original son inmortales.

Frente a esta creación original se encuentra el hombre actual, tal y como le conocemos.
Él no vive de la unión directa y consciente con el espíritu divino, sino que es
determinado por la energía y la estructura del cosmos, por el sistema solar y el
zodíaco.

El alma actual es, por ello, la unión entre el cosmos y el cuerpo. Ella recibe las
informaciones del cosmos y las transmite al cuerpo. La energía, sin embargo, no la
recibe directamente del Sol, sino a través de los alimentos vegetales y a través del
56

cuerpo. Quien conoce la astrología sabe que la estructura del alma se ve influida por el
cosmos, y quien se observa a sí mismo sabe que la energía del alma depende
principalmente de la vitalidad del cuerpo.

El cuerpo actual es la manifestación vital biológica que ha sido desarrollada por la


evolución a lo largo de millones de años y es mantenida mediante el proceso de
reproducción. Como el alma actual está separada de la unión directa y consciente con
el espíritu, ella es, al igual que el cuerpo, perecedera.

La trinidad de espíritu, alma y cuerpo se refiere no sólo al hombre, sino que es el


principio universalmente válido de la manifestación triple que en la alquimia se
designa como sulfuro, mercurio y sal. El sulfuro (azufre) es inflamable y representa al
espíritu, el mercurio es tanto líquido como gaseoso y representa al alma, y la sal es
tanto sólida como soluble y representa al cuerpo. En cada proceso de creación actúa
esta trinidad, estando contenida en todo lo creado: sulfuro, el espíritu, es la energía, el
combustible; mercurio, el alma, es el elemento que se inflama y refleja; y la sal, el
cuerpo, es el resultado de la combustión, la sal que está contenida en las cenizas.

En los capítulos anteriores hemos dicho que el centro energético del hombre natural
es un fuego metabólico que arde en los órganos vitales de la región del vientre. El
ardor de este fuego irradia al corazón y ocasiona las codicias y las emociones, y la luz
de este fuego se refleja en el cerebro, haciendo posible la razón. Esto significa que este
fuego no sólo nutre al cuerpo, sino también a la vida del alma del hombre actual.

Pero la vida del alma que tiene su base en el fuego metabólico de la región del
vientre y de la pelvis nunca puede ser el punto de partida de un desarrollo espiritual,
pues la única misión de este fuego es el mantenimiento del cuerpo.

Por ello, encontramos el comienzo del camino espiritual -tal como se ha descrito- en
el desplazamiento de la fuente de energía del alma, desde el centro de la pelvis al
corazón.

El desarrollo espiritual comienza sólo cuando el fuego del espíritu eterno se ha


encendido en el corazón y su luz es reflejada en el cerebro. Contemplamos los procesos
de elevación del nuevo fuego espiritual a la cabeza; vimos como la hipófisis llega a
quedar bajo su control y el tercer ojo, situado en la frente, comienza a irradiar. Cuando
57

se ha alcanzado este punto, el estado del alma ya no depende del cuerpo ni de las
circunstancias externas como antes.

Aunque este estado es muy sublime, todavía no representa una liberación


estructural, es decir, todavía no ha renacido lo inmortal, que es en sí la elevada meta
del desarrollo humano. El renacimiento comprende el surgimiento de una criatura
completamente nueva, de un nuevo cuerpo inmortal. Pero una criatura de este tipo no
puede desarrollarse a partir de lo antiguo; tampoco es que aparezca de repente, sin
más. Primero tiene que ser concebida.

El proceso del renacimiento

El primer paso de cada proceso de devenir es la concepción por la unión de los dos
principios polares. Esto no sólo es válido para los hombres, animales y plantas en la
naturaleza que conocemos, sino también en la vida perfecta y eterna. Dios sólo se
puede manifestar por la dualidad del Padre original y de la Madre original. Esta
dualidad se manifiesta en todos los planos y en todas las regiones cósmicas. En el
mundo perfecto, estos polos actúan como unidad; mientras que en la naturaleza
imperfecta que conocemos están separados y por ello, alternándose, bien se
complementan o se combaten.

El caduceo de mercurio, símbolo del hombre alma- espíritu


58

El concepto "Hermes" o ''Mercurio'' designa al hombre que se despierta a la nueva


conciencia del alma, el hombre ante el que se abre la sabiduría divina, y que, por consiguiente,
eleva el santuario de la cabeza a la altura de su sublime vocación. Pero es imposible realizar esta
vocación si el alumno no aprende primero a abrir su corazón al Espíritu, en el silencio.

(Jan van Rijckenborgh, La Gnosis Original Egipcia 1, cap. XXIX, pág. 243, Fundación
Rosacruz, 1999)

La doble unidad se designa como espíritu y alma, fuego y agua, Sol y Luna, azufre y
mercurio, Yan y Yin, masculino y femenino, etc. De la unión de los dos surge un tercer
elemento, una creación.

Cuando hablamos del despertar del principio espiritual en el corazón, del núcleo del
alma inmortal, que los rosacruces designan como "Rosa del Corazón", nos hemos
referido al polo femenino del espíritu. Ante ello se encuentra el polo masculino del
espíritu, la mónada, que se corresponde con la epífisis, la pineal en el cerebro. El
camino comienza por tanto con la liberación del núcleo espiritual femenino en el
corazón, de la semilla del alma eterna original, siendo así despertada de su latencia, de
su sueño profundo de 'bella durmiente'. Tras su despertar en el corazón, el alma nueva
se eleva a la cabeza y es anclada en la hipófisis. Pero una verdadera irrupción, una
liberación, sólo es posible cuando el polo masculino se une alquímicamente con el polo
femenino, surgiendo por estas bodas un nuevo cuerpo etérico inmortal.

Antes de que las bodas puedan consumarse, deben disolverse los conceptos mentales
y las imágenes del desarrollo anterior. Quizás se intranquilice al enterarse de que el
programa, que ha llevado al candidato de los misterios hasta este sublime estado
espiritual, deba ser disuelto antes de que pueda proseguir su desarrollo. Sólo lo
podremos comprender si profundizamos en las características y funciones de las
imágenes del alma en el cerebro.

Existe una analogía entre alma, consciencia, cerebro, luna, plata y agua. Al igual que
la luz del Sol se refleja en la Lima, en un espejo de plata y en el agua de un lago, los
impulsos espirituales, percepciones sensoriales y pensamientos se reflejan y proyectan
en el alma, es decir, en la consciencia y en el cerebro.
59

Las imágenes de la percepción, los pensamientos y sentimientos se graban en la


corteza cerebral. Esta parte más grande del cerebro funciona como un espejo, que no
sólo refleja las imágenes sino que también las almacena. La corteza cerebral es capaz de
almacenar una prácticamente ilimitada cantidad de imágenes y de vincularlas entre sí
para crear así nuevas imágenes. Todas las percepciones, pensamientos y sentimientos
de la vida anterior han dejado una huella en la corteza cerebral bajo la forma de
muchos billones de sinapsis. Durante el nacimiento, además, fue transmitida al
cerebelo la esencia de las encamaciones anteriores y la constelación astrológica. Desde
allí actúa durante toda la vida como una influencia desde el trasfondo, a no ser que sea
disuelta mediante una liberación espiritual estructural.

Con "imágenes" no nos referimos sólo a las imágenes en sentido de figuras, sino
también a las estructuras de palabras y sonidos, formas de pensamiento, así como
patrones emocionales. Es especialmente significativo el hecho de que nuestra
concepción del mundo y nuestro sistema de valores se basan en percepciones de los
ojos, los oídos y del sentido del tacto. Esto se evidencia, por ejemplo, en expresiones
como discernir, claridad y vista panorámica, resonancia, armonía y lógica (de Logos =
Palabra), así como comprender, captar y entender. Veremos más tarde que, en la
decapitación simbólica que precede a las bodas alquímicas, son éstas las imágenes y
estructuras que deben disolverse, las cuales poseen una calidad muy diferente según a
qué impresiones sensoriales pueden ser atribuidas.

Ahora hemos sentado las bases para la definición del yo inferior, del ego: El ego es la
totalidad de todas las imágenes, es decir, de todos los patrones mentales y emocionales
del pasado. El ego es la estructura del pasado individual. El ego es incapaz de percibir
una nueva experiencia de forma objetiva e independiente, pues cada percepción se
relaciona en seguida con las imágenes interiores del pasado, siendo valorada e
interpretada en base a ello. Por la actividad de los órganos sensoriales, el ego no recibe
ninguna imagen objetiva de la realidad, sino una proyección de las imágenes interiores
ante las manifestaciones externas, una interpretación que reconduce lo nuevo hacia lo
ya conocido.

Tal como hemos podido escuchar, las imágenes son un aspecto del alma y, dado que
el alma es el vínculo entre el espíritu y el cuerpo, o bien entre el impulso espiritual y la
realización material, las imágenes deben desempeñar un papel clave en la realización
de una idea. Ellas son el medio para la realización de los impulsos espirituales.
60

Todo lo que viene a la existencia, sigue un proceso triple:

«En primer lugar, tenemos el impulso espiritual que fecunda el alma.»

«En segundo lugar, el alma recibe el impulso y surge una imagen, una estructura de
líneas de fuerza de ello.»

«En tercer lugar, la imagen es realizada en la materia por sus líneas de fuerza.»

Sea lo que sea que queramos realizar en este mundo, sólo podrá tener éxito si
tenemos una imagen, una representación clara de ello. Cuanto más viva sea la imagen,
cuanto más exactamente concuerde con las leyes y posibilidades de la realidad, mejor
se logrará la obra. Con "viva" se hace referencia a que la imagen debe permanecer
siempre flexible y adaptable. Una imagen viva ejerce una fuerza mágica y obliga al
cumplimiento. Pero ni mucho menos todas las imágenes pueden ser ejecutadas en la
realidad.

Mundos mentales imaginarios

¿Puede realizarse una imagen también de otro modo que en la realidad? ¡Sí, uno
puede realizarla en un mundo mental de apariencias!

La voluntad es la fuerza creadora de la consciencia, el agente mágico de la realización


que crea las realidades. ¿De qué tipo son estas realidades?

En primer lugar, se trata de las realidades externas que son creadas por actos
conscientes en el mundo exterior. En segundo lugar, tenemos las imágenes de
pensamiento que surgen por el hecho de que la voluntad alinea el pensamiento hacia
un objeto concreto o abstracto. Por la voluntad creamos, por tanto, dos tipos de
realidades: cosas externas e imágenes internas, convirtiéndose estas últimas en una
parte de nosotros mismos. Cuando la voluntad crea imágenes interiores, el yo se crea y
se mantiene a sí mismo. Para escapar de este circuito degenerativo "incestuoso" se
necesita del nuevo fuego procedente del núcleo espiritual del corazón. Por el nuevo
fuego se crean nuevas imágenes.

Mediante las enseñanzas de seres iluminados o grandes filósofos y la energía del


nuevo fuego se genera una representación del hombre ideal. En el alma se forma una
imagen de la verdad y una representación del camino para alcanzar la elevada meta.
Esta imagen contiene la fuerza para recorrer los primeros pasos.
61

No obstante, debido a su idealidad, se encuentra tan por encima de la realidad del


estado de ser actual, que sólo una pequeña fracción de ella puede ser transmutada en
actos. Pero como cada imagen debe ser realizada, todo lo que no es transmutado en el
mundo real, se solidifica en el mundo mental.

Esto significa que la imagen del camino y del hombre ideal recibe cada vez contornos
más sólidos, que puede ser formulada cada vez mejor, pero -y preste especial atención
a estopor este hecho se vuelve cada vez más rígida, más inamovible. Finalmente se
vuelve tan rígida que se puede hablar de un edificio intelectual, donde el sujeto, el yo,
se puede mover y vivir como en una casa de verdad. Así se crea un mundo mental
ficticio, cuya estructura está formada por los ideales que no fueron realizados en la
materia. Frecuentemente el candidato ya no puede entonces distinguir entre la imagen
mental y lo que ha sido realizado en la materia. Así surgen las más extrañas
discrepancias entre lo que decimos y lo que hacemos, tal y como lo podemos observar
tan frecuentemente en nosotros mismos y aún mucho mejor en otros.

Y ahora viene lo decisivo: En cuanto una imagen del mundo mental muestra
contornos sólidos, y por tanto ya se ha cristalizado, es decir, cuando se ha creado una
realidad ilusoria, pierde la fuerza para mover algo en el mundo real. En cuanto
creemos haber comprendido una enseñanza espiritual, esta imagen se ha vuelto
impotente y existe el peligro de caer en la ilusión de haberla ya realizado.

Por ello, sólo existe una posibilidad para evitar que el ideal se deslice a la ilusión: la
imagen ideal debe ser disuelta. Esto sólo puede acontecer por el fuego del espíritu.
Esto significa: el mismo fuego que aportó el impulso para una imagen ideal elevada y
espiritual, debe disolverla de nuevo después de cierto tiempo.

Ahora se trata de que permitamos este proceso. Éste es el significado del axioma
hermético "recibirlo todo, entregarlo todo y así renovarlo todo".

Un hombre con aspiraciones espirituales debe estar dispuesto a abandonar de nuevo


cada imagen sublime de la verdad espiritual, edificada en él por el espíritu, a permitir
que muera. Sólo es posible ver avances en el desarrollo espiritual cuando, una y otra
vez, imágenes y comprensiones nuevas sustituyen las antiguas, pues sólo las imágenes
nuevas poseen fuerza.
62

Estos hechos también se pueden demostrar de forma irrefutable a través de las


investigaciones neurobiológicas modernas. Nuestra consciencia almacena todas las
imágenes conocidas en determinadas categorías de la memoria y pasa al orden del día.
Sólo las imágenes que nuestro cerebro registra como desconocidas, como nuevas,
captan nuestra atención y liberan suficiente energía para que de ello pueda surgir un
acto. Para poder llevar a cabo una evolución superior, debe tener lugar, por tanto, una
permanente disolución y nueva formación de estructuras mentales.

En la alquimia este proceso se define como "solve et coagula", disuelve y reúne, o bien
"muere y deviene".

La anatomía de la liberación

Veamos ahora el tema de la "anatomía de la liberación". En el proceso de la liberación


espiritual, es decir, estructural, el cerebro ejerce las funciones de tumba, de sala
nupcial y también de matriz de nacimiento, mientras que el propio alquimista, es
decir, el candidato a la liberación, actúa como comadrona. En la tumba tiene lugar la
disolución de las imágenes, en la sala nupcial la unión entre el espíritu y el alma, y en
la matriz de nacimiento la creación del cuerpo etérico inmortal.

Después de haber analizado detalladamente la gran importancia de la disolución de


las imágenes como proceso preparatorio para las bodas alquímicas, podemos pasar
ahora a estudiar las estructuras anatómicas del cerebro donde debe acontecer esta
muerte.

Para ello nos serviremos de las siguientes fuentes:

1. Las Bodas Alquímicas de Cristián Rosacruz. Se trata de un mito iniciático, un


escrito inspirado de Juan Valentín Andreae del año 1616.

2. El análisis esotérico de las Bodas Alquímicas de Jan van Rijckenborgh,


fundador de la Escuela Espiritual de la Rosacruz Moderna.

Las bodas alquímicas son, tal como ya se ha mencionado en varias ocasiones, la unión
entre el espíritu y el alma, entre el azufre y mercurio. Primero hay que sustituir al
antiguo azufre por un nuevo mercurio. Recuerden al respecto la inflamación del nuevo
fuego del alma en el corazón que sustituye al fuego del vientre. Después debe
63

purificarse el antiguo mercurio en la cabeza. Aquí se trata de la disolución de las


imágenes.

No se realiza, por tanto, una purificación del antiguo azufre, de la voluntad del ego,
sino una transformación, una muerte del antiguo fuego y el nacimiento de un nuevo
fuego. Para ello, el fuego del alma del corazón (mercurio) asume temporalmente la
representación del fuego espiritual. El antiguo azufre no puede unirse con el mercurio.

Esto encuentra su expresión también en el plano anatómico y químico: la fuerza de la


voluntad del ego se expresa materialmente en la sangre, de forma más específica, en el
hierro de la sangre. El hierro es el mensajero de Marte, del planeta de la voluntad.
Mercurio, el alma, y el pensamiento verdadero tienen su sede en el cerebro. Para que
mercurio no sea envenenado por el antiguo azufre, el cerebro coloca una barrera
fundamental para oponerse. Ésta es la razón espiritual de la barrera hematoencefálica
que se mencionó en el capítulo anterior. El cerebro mantiene a distancia la sangre, pues
no soporta la sangre. Si, en el caso de una hemorragia cerebral, no obstante, entra
sangre en el cerebro, las células nerviosas son destruidas.

Esta ley espiritual se refleja también en las propiedades químicas de los respectivos
elementos: mercurio no puede unirse con el hierro. Todos los demás metales
planetarios, como la plata, el oro, el cobre, el estaño y el plomo pueden disolverse en
mercurio, es decir, pueden amalgamarse, pero no así el hierro. Es debido a esto que el
fuego metabólico de los órganos del vientre no puede unirse en matrimonio con el
alma, tampoco en un estado sublimado, como el que se pretende conseguir mediante
el humanitarismo y la cultura. Sólo el oro del nuevo fuego espiritual de la pineal
puede unirse con el mercurio del nuevo fuego del alma de la hipófisis.

El siguiente paso es la purificación del mercurio, la disolución de las imágenes.

Contemplemos ahora anatómicamente dónde tiene lugar la disolución y la formación


de imágenes. Se trata del entorno cercano a la pineal.

La pineal se encuentra en el lado superior de la placa cuadrigémina, que forma la


pared posterior del tercer ventrículo. En la placa cuadrigémina se encuentran arriba los
dos tubérculos superiores y abajo los dos tubérculos inferiores. Las dos colinas
superiores son de color más oscuro que las inferiores y contienen centros de reflejos
ópticos. Las dos colinas inferiores contienen centros de reflejos acústicos. La placa
64

cuadrigémina es el centro sensorial más importante al exterior de la corteza cerebral.


En todos los animales, a excepción de los mamíferos, en este centro tiene lugar la
integración sensorial más importante. Esto significa que en las especies animales más
primitivas, que todavía no disponen de una corteza cerebral tan grande como los
mamíferos, los estímulos sensoriales son procesados principalmente en esta región del
cerebro.

Como ya saben, no percibimos el mundo objetivamente tal como es, sino que los
impulsos sensoriales son integrados en el cerebro, es decir, son agrupados a fin de
generar con ello una imagen de la realidad. Los centros primarios de esta función se
encuentran por tanto en la placa cuadrigémina, la cual se encuentra directamente
debajo de la pineal. Aquí hay capas sensorias para la vista, el oído y la sensación
corporal. En los tubérculos, en las colinas, tiene lugar una primera integración de las
percepciones sensoriales. Se forman y archivan las primeras imágenes, los primeros
mapas. Estos patrones, fotos, imágenes de las diferentes impresiones sensoriales se
colocan una encima de la otra y se cotejan entre sí. Aquí se encuentran los patrones de
referencia por medio de los cuales se comparan todas nuestras impresiones sensoriales.
65

El espacio de la pineal

La pineal es el foco de consciencia del espíritu. En su entorno inmediato se encuentra


la placa cuadrigémina, que está formada por dos tubérculos superiores y dos
inferiores. En ellos se encuentran puntos importantes de conmutación para
informaciones ópticas y acústicas de los ojos y del oído. Ver y oír ejercen una
influencia dominante sobre la consciencia.

¿Cuál es ahora la diferencia entre la gestión de imágenes en la corteza cerebral,


infinitamente más compleja, y la que se realiza en los tubérculos? Se podría decir: en la
corteza cerebral están almacenados los detalles de nuestras experiencias y en los
tubérculos la esencia, el extracto de las experiencias. De este hecho se deduce que los
tubérculos desempeñan una función eminentemente importante en el proceso del
desarrollo espiritual, pues es aquí donde se encuentra la clave de nuestro sistema de
valores.

En los dos tubérculos superiores se transmutan y procesan, por tanto, las


informaciones ópticas, en los dos inferiores las informaciones acústicas y en otras capas
de la placa cuadrigémina se integran las percepciones del tacto. Esto quiere decir que
aquí se procesa la luz, el sonido y la sensación corporal.

Ya hemos mencionado la gran importancia de las estructuras ópticas, acústicas y


espaciales en la formación de nuestra imagen del mundo y de nuestro sistema de
valores. ¿Cuál es la esencia de la luz y del sonido? El ojo percibe mediante las
reflexiones de la luz sólo el lado externo de las cosas. La luz que puede ser percibida
por los ojos no nos puede aportar informaciones sobre el interior de las cosas y la luz
espiritual no puede ser percibida mediante los ojos.

Dos cosas de esencia completamente diferente pueden tener una apariencia idéntica.
Pongamos un ejemplo: usted no puede diferenciar con los ojos una campana original
de bronce de una imitación de plástico con idéntica forma, color y brillo. Vemos, por
tanto, que somos muy propensos a engaños y errores por medio de las percepciones
luminosas.

Más pronto o más tarde, los engaños siempre acarrean decepciones. Todas las
esperanzas destrozadas, el cáliz lleno de amargura que el hombre ha tenido que vaciar
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a lo largo de su dilatado camino errante, ¿no son, en definitiva, la consecuencia de la


seducción por lo exterior de las cosas, por su apariencia?

En contraposición con esto, el sonido tiene otra calidad bien diferente. A través del
sonido percibimos algo del interior, de la esencia de la fuente del sonido. Tomemos de
nuevo el ejemplo de la campana de bronce y su imitación. Por su sonido, con toda
seguridad, podrán diferenciar una de otra. El sonido nos puede engañar bastante
menos que la luz, porque procede del interior de las cosas. Por eso el espíritu se dirige
a nosotros en primer lugar a través de la palabra. En el prólogo del Evangelio de Juan
se dice: "Al principio era la Palabra". Por la palabra, por el sonido percibimos la calidad,
la esencia de las cosas y podemos reconocer lo bueno y lo verdadero. Si nos dejamos
guiar por el sonido, no por el eco de las muchas palabras, sino por el sonido que
resuena del centro de todos los seres, entonces conseguiremos ricas experiencias y
madurez.

Veamos ahora la esencia de la sensación corporal, del sentido del tacto. Ya hemos
hablado varias veces del principio espiritual en el corazón. ¿Cómo percibimos esta voz
del espíritu? A veces hablamos también de la voz de la consciencia. ¿Cómo la
percibimos, con qué sentido? ¿Oímos la voz interior con el sentido acústico, con
nuestro oído? No, claro que no. La voz interior, la voz del núcleo espiritual en nuestro
corazón la percibimos con nuestra sensación corporal, con nuestro sentido del tacto. Si
sondea profundamente en su interior, descubrirá que hay sutilísimas diferencias de
presión y de tensión en la región del corazón mediante las cuales se puede percibir lo
que concuerda con las leyes universales de la vida y con la verdad, y lo que no. En
consecuencia, es la sensación corporal, el sentido del tacto, el que nos abre una puerta
mucho más directa hacia el núcleo de las cosas, a su contenido verdadero, que el oído.
Es la puerta hacia el espíritu, al menos al principio del camino espiritual. Más adelante
habrá otros sentidos, instrumentos sensoriales renovados, que cobrarán significado.

Correspondencias con las Bodas Alquímicas

Aparte de la descripción de la tan diferente esencia de la luz y el sonido terrestre así


como de la sensación corporal, queremos colocarle ante una parte de las Bodas
Alquímicas de Cristián Rosacruz, donde se trata de seis figuras reales, sentadas sobre
seis tronos. Se trata de una escena clave del cuarto día de esta narración. ¿Por qué
presentamos esta escena precisamente ahora, en este contexto? Porque Jan van
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Rijckenborgh explica en su análisis esotérico que lo que acontece en esta parte de la


historia se refiere a los procesos decisivos que tienen lugar en los alrededores de la
pineal. Él dice, con otras palabras, que esta imagen es una representación simbólica de
procesos en el entorno de la pineal.

En el análisis esotérico, Jan van Rijckenborgh4 interpreta los personajes como sigue:

Hay un príncipe negro de mediana edad y su mujer anciana, cubierta con un velo.
Ellos simbolizan el gran cáliz lleno de amargura que el hombre ha tenido que vaciar en
su camino largo de eones por la materia y la noche, como símbolo de los muchos
pecados y comportamientos de vida erróneos. Y nosotros queremos aún añadir lo
siguiente: es una cosecha de amargas experiencias en los caminos erróneos en la luz del
engaño. También tenemos un rey mayor con una barba gris y su joven y bella esposa.
Es el símbolo de la madurez y de la experiencia. La suma de todas las experiencias es
ahora puesta a disposición del candidato. Por eso vemos al lado del rey anciano a la
joven y bella reina como personificación de muchas posibilidades nuevas. Y nosotros
añadimos a esto: es una riqueza de nuevas posibilidades que surgen al escuchar el
sonido de las cosas, su esencia.

Así tenemos, según nuestra opinión, una sorprendente correlación con la anatomía
del cerebro en la zona de la placa cuadrigémina: el rey negro y su esposa se
corresponderían con los tubérculos superiores, que son de un color más oscuro y el rey
anciano y su joven esposa se corresponderían con los tubérculos inferiores.

La otra pareja de reyes, que en la imagen aparecen en el centro, se corresponderían


anatómicamente con la pineal y la hipófisis.

La imagen muestra la sala nupcial tal y como es descrita por Johan Valentín Andreae
en el texto original (4o día). Las personas de los hechos en esta sala representan, según
el análisis esotérico de Jan van Rijckenborgh, los procesos de transmutación espiritual
en el entorno de la pineal. La pineal se encuentra por encima de la placa cuadrigémina;
la hipófisis se encuentra en la parte inferior del tercer ventrículo, de la tercera cavidad
cerebral, y tiene una unión líquida con la pineal a través del líquido cefalorraquídeo.

4 "Las Bodas Alquímicas de Cristián Rosacruz", tomos I y II, Jan van Rijckenborgh, Fundación
Rosacruz.
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Las tres parejas reales (de Jan van Rijckenborgh, Las Bodas Alquímicas de Cristián Rosacruz).

En los dos jóvenes personajes reales situados en el centro, que tienen su correlación
con la pineal y la hipófisis respectivamente, deben realizarse las bodas alquímicas. Es la
unión del espíritu y del alma, del azufre y el mercurio. El rey representa el polo
espiritual masculino, que se corresponde con la pineal, y la reina representa el alma,
que se corresponde con la hipófisis renovada. La hipófisis representa -lo repetimos- el
corazón de la cabeza, el alma nueva, que tras su nacimiento en el corazón se ha elevado
hasta la sala superior. Pero antes de que se puedan consumar las bodas deben
disolverse las antiguas imágenes, los antiguos sistemas de valores. Este proceso se
describe en el mito de las bodas alquímicas de Cristián Rosacruz mediante la
decapitación. Las seis personas son decapitadas por un hombre negro, que
69

posteriormente también es a su vez decapitado. Citamos de las Bodas Alquímicas en la


interpretación de Jan van Rijckenborgh:

"Y así se lleva acabó la misteriosa muerte. En la sala superior son decapitados sucesivamente siete personas: los seis
personajes reales y la figura misteriosa que debió ejecutar esta muerte [...]

Este ejecutor de la sentencia es la voluntad del candidato. ...La voluntad en nosotros es el ejecutor, él que actúa.
Es... aquél que, junto a los otros seis, también se deja perecer a sí mismo.”

En el texto original de Andreae, el acto se describe como sigue:

"... en cuanto las seis personas habían sido decapitadas, el hombre negro salió de nuevo hacia fuera, seguido de
otra persona, que también lo ejecutó a él justo delante de la puerta..."

Muy sorprendente es la indicación del lugar: "justo delante de la puerta"... ¿Podría


tratarse de una referencia a la barrera hematoencefálica?

Con tanto homicidio y sangre por medio, no debemos pasar por alto que se trata de
una insinuación simbólica de procesos que representan la disolución, la liberación de
estructuras que han sellado desde eones la atadura a la materia y a lo temporal.

Se trata del mismo proceso que la crucifixión de Jesús en el monte Gólgota, cuya
traducción significa "lugar del cráneo". Hay tres cruces erigidas en el lugar del cráneo.
Ellas simbolizan:

1. la muerte del fin legal, la cruz de lo relativamente malo.

2. la muerte de Juan, la cruz de lo relativamente bueno.

3. Sobre la tercera cruz -de la hipófisis y la pineal- leemos en Jan van


Rijckenborgh: "las manifestaciones del alma y del espíritu, que no son de tipo terrenal,
deben penetrar en la forma nacida de la naturaleza, deben entregarse prisioneras a esta
forma de la muerte. También ellos deben penetrar en la tumba de la naturaleza. Y así, para
estos dos, el gran sacrificio también es una muerte."

Ahora se han cumplido las condiciones para las bodas alquímicas. En el lenguaje
alquímico se trata del siguiente proceso: La unión del espíritu y del alma, azufre y
mercurio, produce un rayo y provoca un fuego. Por el fuego surgen cenizas. Las
cenizas contienen sal. La sal es disuelta por mercurio (equivalente a agua) de las
cenizas. Por la unión de sal y agua obtenemos agua salina, un mar, un "mare", una
"mater", una matriz, un útero. Esta matriz contiene la estructura de líneas de fuerza del
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nuevo cuerpo etérico inmortal. Así, de las cenizas, o siendo más precisos, de la sal de
las cenizas, se eleva el fénix, el hombre espíritu.

¿Dónde se encuentra este mar, esta matriz? Ella se corresponde con el agua del tercer
ventrículo, que une entre sí al espíritu y al alma, pineal e hipófisis.

Queremos dejarlo aquí con estas alusiones, ya que un análisis detallado sobrepasaría
el marco de este trabajo.

Cerremos por tanto este capítulo, dejándonos penetrar por la fuerza de la imagen del
fénix, en la conciencia que representa la meta a la que es llamado todo ser humano.
Anexos
"El corazón tiene cerebro"
Annie Marquier, matemática e investigadora de la conciencia

http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=ItsqK5ACB1I

Tras estudiar Matemáticas y la carrera de piano y órgano fue profesora en La Sorbona.


Luego se instaló en India y participó en la creación de la comunidad de Auroville con
Sri Aurobindo y Krishnamurti. Y poco después fundó en Quebec el Instituto para el
Desarrollo de la Persona. Es autora de El poder de elegir, La libertad de ser y El
maestro del corazón (Luciérnaga). Lleva muchos años investigando la intersección
entre la ciencia y la conciencia y sus planteamientos son siempre rigurosos y están
documentados. El próximo sábado expondrá en las jornadas sobre La Evolución de la
Conciencia (CosmoCaixa) los descubrimientos sobre el cerebro del corazón y sus
implicaciones.

Que el corazón tiene cerebro es una metáfora, ¿no?


No. Se ha descubierto que el corazón contiene un sistema nervioso independiente y
bien desarrollado con más de 40.000 neuronas y una compleja y tupida red de
neurotransmisores, proteínas y células de apoyo.

¿Es inteligente?
Gracias a esos circuitos tan elaborados, parece que el corazón puede tomar decisiones y
pasar a la acción independientemente del cerebro; y que puede aprender, recordar e
incluso percibir. Existen cuatro tipos de conexiones que parten del corazón y van hacia
el cerebro de la cabeza.

Primera...
La comunicación neurológica mediante la transmisión de impulsos nerviosos. El
corazón envía más información al cerebro de la que recibe, es el único órgano del
cuerpo con esa propiedad, y puede inhibir o activar determinadas partes del cerebro
según las circunstancias.

¿Significa eso que el corazón puede influir en nuestra manera de pensar?


Puede influir en nuestra percepción de la realidad y por tanto en nuestras reacciones.

Segunda conexión...
La información bioquímica mediante hormonas y neurotransmisores. Es el corazón el
que produce la hormona ANF, la que asegura el equilibrio general del cuerpo: la
homeostasis. Uno de sus efectos es inhibir la producción de la hormona del estrés y
producir y liberar oxitocina, la que se conoce como hormona del amor.

Tercera...
La comunicación biofísica mediante ondas de presión. Parece ser que a través del ritmo
cardiaco y sus variaciones el corazón envía mensajes al cerebro y al resto del cuerpo.

Cuarta...
La comunicación energética: el campo electromagnético del corazón es el más potente
de todos los órganos del cuerpo, 5.000 veces más intenso que el del cerebro. Y se ha
observado que cambia en función del estado emocional. Cuando tenemos miedo,
frustración o estrés se vuelve caótico.

¿Y se ordena con las emociones positivas?


Sí. Y sabemos que el campo magnético del corazón se extiende alrededor del cuerpo
entre dos y cuatro metros, es decir, que todos los que nos rodean reciben la
información energética contenida en nuestro corazón.

¿A qué conclusiones nos llevan estos descubrimientos?


El circuito del cerebro del corazón es el primero en tratar la información que después
pasa por el cerebro de la cabeza. ¿No será este nuevo circuito un paso más en la
evolución humana?

¿...?
Hay dos clases de variación de la frecuencia cardiaca: una es armoniosa, de ondas
amplias y regulares, y toma esa forma cuando la persona tiene emociones y
pensamientos positivos, elevados y generosos. La otra es desordenada, con ondas
incoherentes.

¿Aparece con las emociones negativas?


Sí, con el miedo, la ira o la desconfianza. Pero hay más: las ondas cerebrales se
sincronizan con estas variaciones del ritmo cardiaco; es decir, que el corazón arrastra a
la cabeza. La conclusión es que el amor del corazón no es una emoción, es un estado de
conciencia inteligente.

...
Ya ve, el cerebro del corazón activa en el cerebro de la cabeza centros superiores de
percepción completamente nuevos que interpretan la realidad sin apoyarse en
experiencias pasadas. Este nuevo circuito no pasa por las viejas memorias, su
conocimiento es inmediato, instantáneo, y por ello, tiene una percepción exacta de la
realidad.

Parece ciencia ficción.


Está demostrado que cuando el ser humano utiliza el cerebro del corazón crea un
estado de coherencia biológico, todo se armoniza y funciona correctamente, es una
inteligencia superior que se activa a través de las emociones positivas.

Pues parece que nadie lo utilice...


Es un potencial no activado, pero empieza a estar accesible para un gran número de
personas.

¿Y cómo puedo activar ese circuito?


Cultivando las cualidades del corazón: la apertura hacia el prójimo, el escuchar, la
paciencia, la cooperación, la aceptación de las diferencias, el coraje...

¿Santos las 24 horas?


Es la práctica de pensamientos y emociones positivas. En esencia, liberarse del espíritu
de separación y de los tres mecanismos primarios: el miedo, el deseo y el ansia de
dominio, mecanismos que están anclados profundamente en el ser humano porque nos
han servido para sobrevivir millones de años.

¿Y cómo nos libramos de ellos?


Tomando la posición de testigos, observando nuestros pensamientos y emociones sin
juzgarlos, y escogiendo las emociones que nos pueden hacer sentir bien. Debemos
aprender a confiar en la intuición y reconocer que el verdadero origen de nuestras
reacciones emocionales no está en lo que ocurre en el exterior, sino en nuestro interior.

Ya.
Cultive el silencio, contacte con la naturaleza, viva periodos de soledad, medite,
contemple, cuide su entorno vibratorio, trabaje en grupo, viva con sencillez. Y pregunte
a su corazón cuando no sepa qué hacer.

Anexo 2

EL HOMBRE COMO MICROCOSMOS


Rodney Collin

CUARTO CAMINO

III. La Corriente Sanguínea como Índice del Ser del Hombre:

Estudios acerca de la TIPOLOGÍA Anteriores.

El corazón es el sol del cuerpo y la corriente sanguínea, como la radiación del Sol en el
Sistema Solar, se extiende a cada una de sus partes. Ningún rincón del cuerpo es
Demasiado remoto para que no sea calentado y vitalizado por ella. Se derrama en los
Órganos endocrinos del modo como la luz y el calor del Sol brillan sobre todos los
Planetas, dotándolos de vida y uniéndolos en un todo único. (leer más)

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