Está en la página 1de 24

El Código del Trabajo y la función pública: Análisis de la aplicación

supletoria de la acción de tutela de derechos fundamentales.

Por Karla Varas Marchant

Resumen: La relación laboral pública, en su concepción clásica, es regulada por


un régimen de derecho público, de carácter estatutario y no contractual, que
excluye la acción del derecho del trabajo que rige al trabajador subordinado del
sector privado.
Sin embargo, en la actualidad, el modelo estatutario de función pública va en
retirada, o al menos, ha perdido su fuerza, toda vez que ha sido invadido por el
fenómeno de la laboralización.
Esta llegada del derecho del trabajo a la función pública se ha manifestado de
diversas maneras, siendo una de ellas, la aplicación supletoria del derecho del
trabajo en la regulación de la relación laboral pública.
El presente trabajo tiene por objeto analizar cuáles son los requisitos que se
deben cumplir para que el Código del Trabajo pueda actuar como legislación
supletoria en la función pública, deteniéndonos en la aplicación de la acción de
tutela de derechos fundamentales a los trabajadores públicos.

Palabras claves: aplicación supletoria, función pública, Código del Trabajo.

I. Introducción.

Tradicionalmente hemos entendido que el derecho del trabajo rige las relaciones
entre empleadores y trabajadores del sector privado, y en consecuencia, su
ámbito de acción no alcanza, por ejemplo, a los trabajadores autónomos o a los
trabajadores del sector público1.

1
El artículo 1 inciso 2° del Código del Trabajo señala que están excluidos de su ámbito de aplicación los
funcionarios de la Administración del Estado, centralizada y descentralizada, del Congreso Nacional y del
Poder Judicial. Asimismo, quedan excluidos, los trabajadores de las empresas o instituciones del Estado o de
aquellas en que éste tenga aportes, participación o representación, siempre que dichos trabajadores se
encuentren sometidos por ley a un estatuto especial.

1
Sin embargo, dicha afirmación con el tiempo se ha ido relativizando, puesto que el
derecho del trabajo ha desbordado las fronteras del trabajador asalariado del
mundo privado en razón de la atracción que ejerce sobre las otras formas de
trabajo humano2.

De esta forma, la tajante separación que habitualmente marcábamos entre


derecho del trabajo y derecho de la función pública3, ha ido desapareciendo
producto del arribo de instituciones propias del derecho del trabajo al campo de la
Administración Pública. Y ello por una razón bastante sencilla y evidente: el
trabajo humano es uno solo, y si bien, pueden existir ciertas peculiaridades en
base a la naturaleza de los servicios o al sujeto que se beneficia con los frutos de
ese trabajo, ello no es óbice para que exista una línea común de regulación.

Como indica DE LA CUEVA, este proceso de extensión del derecho del trabajo a
los trabajadores públicos, no fue un ideal que el derecho laboral tuvo a la vista
desde sus orígenes, sino que fue un efecto posterior, derivado de su fuerza
expansiva y de su sentido de universalidad, lo que ha conllevado a ampliar su
campo de acción hacia todos los seres humanos explotados por el capital4.

Este proceso de expansión del derecho del trabajo a la función pública ha sido
denominado por la doctrina como “laboralización de la función pública”5, fenómeno
que puede entenderse en dos sentidos. En primer lugar, en un sentido restringido,

Sin embargo, el artículo en referencia contiene una norma de excepción al disponer que los trabajadores de
tales entidades se sujetarán a las normas del Código del Trabajo en los aspectos o materias no regulados en
sus respectivos estatutos, siempre que ellas no fueren contrarias a estos últimos.
2
Supiot, Alain (2008). Derecho del Trabajo. Buenos Aires. Ed. Heliasta. pp. 10.
3
El trabajo subordinado del sector público es regulado por el Derecho Administrativo, principalmente, a
través del Estatuto Administrativo, Ley N° 18.834.
4
IZQUIERDO, ANA LUISA Y DE LA CUEVA, MARIO (1994). El humanismo jurídico de Mario de la
Cueva. Universidad Nacional Autónoma de México. Fondo de la Cultura Económica. pp. 665 y 666.
5
Sobre los diversos aspectos y significados que tiene el proceso de laboralización de la función pública,
puede revisarse la vasta doctrina española sobre la materia, entre otros: SALA FRANCO, TOMAS (1989).
Incidencia de la legislación laboral en el marco de la función pública. Madrid Inap.; CANTERO
MARTINEZ, J. (2001). El empleo público: entre el estatuto funcionarial y el contrato laboral. Barcelona.
Universidad Castilla-La Mancha. Marcial Pons; IZQUIERDO HERNANDEZ, J. y MOLINA GARCIA, M.
(1996). La laboralización de los funcionarios públicos. Valencia. Tirant Lo Blanch.

2
como el arribo o llegada del Derecho del Trabajo al régimen de función pública por
medio de la incorporación de sus instituciones más características –combinación
de estatutos jurídicos-, pero también, en un sentido más amplio, como la
sustitución absoluta del régimen de función pública por el Derecho del Trabajo6.

Pues bien, la aplicación supletoria del Código del Trabajo al régimen jurídico de
función pública forma parte de este proceso de laboralización, eso sí, en su
vertiente más morigerada.

A continuación, analizaremos los presupuestos en base a los cuáles el Código del


Trabajo obra como legislación supletoria en el régimen de función pública,
deteniéndonos en la recepción que ha tenido la acción de tutela de derechos
fundamentales regulada en el Código del Trabajo en el empleo público.

II. Aplicación supletoria del Código del Trabajo en el empleo público.

El Código del Trabajo cumple diversas funciones en la regulación jurídica de la


relación laboral entre el Estado y su personal. Una de ellas, es actuar como
legislación supletoria, al tenor de lo dispuesto en el inciso 3° del artículo 1 del
Código del Trabajo.

El referido artículo primero del Código del Trabajo7, fija su ámbito de aplicación,
estableciendo como regla general que regulará, las relaciones laborales entre los
empleadores y los trabajadores.

6
En Italia, por ejemplo, el modelo de función pública tradicional estuvo inmerso en el fenómeno de
laboralización, que comenzó –precisamente- con la aplicación de instituciones más típicas del derecho
laboral: la negociación colectiva, y con el paso del tiempo dicha expansión llegó hasta la asimilación absoluta
de los funcionarios públicos a los trabajadores del sector privado. PARADA, RAMÓN (1998). Derecho
Administrativo. Madrid. Ed. Marcial Pons. Vol. III. pp. 411.
7
El artículo 1 del Código del Trabajo, incisos 1º, 2º y 3º, disponen, “Las relaciones laborales entre los
empleadores y los trabajadores se regularán por este Código y por sus leyes complementarias.
Estas normas no se aplicarán, sin embargo, a los funcionarios de la Administración del Estado, centralizada
y descentralizada, del Congreso Nacional y del Poder Judicial, ni a los trabajadores de las empresas o
instituciones del Estado o de aquellas en que éste tenga aportes, participación o representación, siempre que
dichos funcionarios o trabajadores se encuentren sometidos por ley a un estatuto especial.

3
Posteriormente, su inciso segundo contempla las exclusiones –a quienes no les
resultará aplicable el Código del Trabajo-, individualizando a los funcionarios de la
Administración del Estado, centralizada y descentralizada, del Congreso Nacional
y del Poder Judicial, y en general, a los trabajadores de las empresas o
instituciones del Estado o de aquellas en que éste tenga aportes, participación o
representación, siempre que dichos funcionarios o trabajadores se encuentren
sometidos por ley a un estatuto especial.

Ahora bien, pese a que los trabajadores del sector público están excluidos de la
aplicación del Código del Trabajo y sus leyes complementarias, el inciso 3º del
referido artículo 1 contempla una contra excepción, al establecer que estos
trabajadores se sujetarán a las normas del Código, siempre que se reúnan las
siguientes exigencias:

a. Que exista una omisión de regulación o vacío legal, es decir, el Código


del Trabajo y sus leyes complementarias podrían ser aplicables respecto
de materias o aspectos no regulados en los estatutos de los
trabajadores del sector público, y
b. Que exista una compatibilidad de regímenes, es decir, que las materias
que resulten aplicables en razón del vacío legal existente en sus
estatutos, no sean contrarios a estos últimos.

En consecuencia, la aplicación supletoria del Código del Trabajo en el sector


público8 está circunscrita al cumplimiento de estos dos requisitos, para lo cual se

Con todo, los trabajadores de las entidades señaladas en el inciso precedente se sujetarán a las normas de
este Código en los aspectos o materias no regulados en sus respectivos estatutos, siempre que ellas no fueren
contrarias a estos últimos”.
8
Asimismo, en determinados estatutos especiales que rigen la relación funcionarial de determinados
servidores públicos, se consagra expresamente la remisión al Código del Trabajo en lo no regulado en los
mismos. Así por ejemplo, el DFL N° 411 de 1981 de Hacienda, normativa estatutaria del personal de la
Superintendencia de Valores y Seguros, en su artículo 1 dispone que en lo no previsto, rige supletoriamente la
legislación laboral común; artículo 81 de la Ley 18.840, establece que al personal del Banco Central se
aplican supletoriamente las normas del Código del Trabajo; Ley 19.070 sobre Estatuto Docente, su artículo

4
debe determinar si en el Estatuto Administrativo General 9 o en los respectivos
estatutos especiales, se regula alguna(s) de las materias contenidas en el Código
del Trabajo y su legislación complementaria, y en caso que la respuesta sea
negativa, si tales materias resultan compatibles con la legislación estatutaria.

La referida disposición, además de fijar los límites de la aplicación del Código del
Trabajo al sector público, reviste una vital importancia, ya que de sus
declaraciones se desprende que el Código del Trabajo constituye el derecho
común aplicable a todos los trabajadores dependientes, y por ende, que los
estatutos especiales de los funcionarios públicos tendrán el carácter de leyes
especiales en relación con el Código del Trabajo10.

Como indica THAYER Y NOVOA, ya el Código del Trabajo de 1931, atribuía el


carácter de ley laboral especial al Estatuto Administrativo, según lo había estimado
la Contraloría General de la República11, criterio que es mantenido en la redacción
actual del inciso 3° del artículo 1 del Código del Trabajo.

Revisando el Estatuto Administrativo General, las materias que son objeto de su


regulación dicen relación con: normas generales (ámbito de aplicación, definición
de determinados conceptos, calidades funcionarias que pueden formar parte de
una dotación, plantas de personal, cargos de exclusiva confianza, requisitos de
ingreso a la administración, provisión de cargos); carrera funcionaria (ingreso,
empleo a prueba, capacitación, calificaciones, promociones); obligaciones
funcionarias (normas generales, jornada de trabajo, destinaciones, comisiones de

51, establece que los profesionales de la educación que se desempeñan en el sector municipal se rigen por las
normas de este estatuto y supletoriamente por el Código del Trabajo y sus leyes complementarias.
La importancia de la remisión expresa que efectúan determinados estatutos especiales a la normativa
contenida en el Código del Trabajo, radica en que la aplicación de tal cuerpo normativo primará frente a la
regulación contenida en el Estatuto Administrativo General.
9
Ley Nº 18.834, de 23 de septiembre de 1989.
10
Marín, Urbano (2000). Estatuto Administrativo: ¿Régimen en retirada en la Administración Pública
Chilena?. En: La Administración del Estado de Chile. Decenio 1990-2000. Santiago. Ed. Conosur. P.p. 240.
11
Thayer Arteaga, William y Novoa Fuenzalida, Patricio (1998). Derecho del Trabajo. Tomo II. Ed. Jurídica
de Chile. P.p. 107.

5
servicio y cometidos, subrogación, prohibiciones); derechos de los funcionarios12
(estabilidad en el empleo, carrera funcionaria, capacitación, remuneraciones y
asignaciones, feriados, permisos, licencias médicas, prestaciones sociales);
responsabilidad administrativa; cesación de funciones; extinción de la
responsabilidad administrativa, y disposiciones varias (procedimiento de reclamo
ante la Contraloría General de la República, plazo de prescripción de los derechos
y estatutos especiales).

Teniendo en vista las materias recién detalladas, de acuerdo a la norma de


remisión contenida en el Código del Trabajo que hemos analizado, son diversas
las materias que pueden resultar aplicables en razón de los vacíos legales
existentes en el Estatuto Administrativo, toda vez que este último cuerpo legal no
regula, entre otras materias, los límites de las contrataciones temporales –
funcionarios a contrata-, materia regulada a propósito de los contratos a plazo fijo
en el artículo 159 Nº 4 del Código del Trabajo13; los requisitos para otorgar certeza
y seriedad a la renuncia que se encuentran contenidos en el artículo 177 del
Código del Trabajo14; y lo que nos interesa tratar en el presente artículo, los
mecanismos de protección ante la vulneración de los derechos fundamentales de
los trabajadores durante la vigencia de la relación laboral o con ocasión del
despido, contenidos en los artículos 485 y siguientes del Código del Trabajo.

Haciendo un poco de historia, en las discusiones de la Ley N° 18.620, donde se


encuentra el origen del inciso 3º del artículo 1 del Código del Trabajo, se tuvo en
vista las dos posiciones doctrinarias existentes a la época respecto de la

12
La única referencia que se hace a un derecho fundamental es respecto al atentado que pueden realizar
terceras personas en contra de la vida o integridad corporal de los funcionarios, con motivo del desempeño de
sus funciones, confiriéndoles el derecho a ser defendidos y exigir que la institución a que pertenezcan persiga
la responsabilidad civil y criminal de los responsables (artículo 90 del Estatuto Administrativo).
13
En este sentido se pronuncia la sentencia dictada por el Primer Juzgado de Letras del Trabajo de Santiago,
RIT O-103-2009.
14
En sentencia pronunciada por el Juzgado de Letras de Valparaíso con fecha 15 de diciembre de 2009, Rol
695-2008, se aplica supletoriamente el artículo 177 del Código del Trabajo, concluyéndose que en la especie
la renuncia realizada por el demandante no fue voluntaria, condenándose a la demandada al pago de las
indemnizaciones legales por despido.
Sin embargo, posteriormente, tal pronunciamiento fue revocado por la Corte Suprema por medio de sentencia
de fecha 5 de julio de 2010, Rol 2895-2010.

6
aplicación supletoria del Código del Trabajo al sector público. Así, se advirtió que
la mayoría de los tratadistas estimaban que, atendido que el funcionario público es
objeto de un nombramiento y que su incorporación a la Administración no es
producto de un negocio jurídico, no le debieran ser aplicables, ni aun con el
carácter de subsidiario, las normas laborales del sector privado. Sin embargo,
otros tratadistas pensaban que, considerando el carácter expansivo del derecho
del trabajo y la circunstancia de que tanto el servidor público como el dependiente
privado ejecutan una prestación de servicios remunerada, sería atendible tal
aplicación subsidiaria. Frente a estas dos posturas, el proyecto de Ley se inclinó
por conferirle al Código del Trabajo el carácter de legislación supletoria del sector
público, en aquellos aspectos o materias que no fueren contrarios o incompatibles
con el estatuto que los rija15.

Sin embargo, y pese a la claridad normativa e intención de nuestro legislador, el


debate en torno a la aplicación supletoria del Código del Trabajo en el sector
público no ha sido pacífico en nuestra jurisprudencia, especialmente en lo que dice
relación con la posibilidad de ejercer la acción de tutela de derechos
fundamentales.

III. Acción de tutela de derechos fundamentales y su ejercicio por parte


de los empleados públicos.

15
El origen de esta disposición se encuentra en el Decreto Ley Nº 2.200, que sustituyó los Libros I y II del
Código del Trabajo de 1931. Sin embargo, en razón de la breve tramitación que tuvo el referido Decreto Ley,
los antecedentes de su historia se encuentran en la tramitación legislativa de la Ley Nº 18.620, que aprobó el
nuevo Código del Trabajo.
En el texto original del proyecto, el artículo 1º del Código establecía que las relaciones laborales entre
empleadores y trabajadores se regirían por él y sus leyes complementarias. En su inciso 2º se establecía que
no se aplicaría a los empleados del sector público, y después de un punto seguido se disponía que, “En este
caso, serán aplicables supletoriamente tales normas en los aspectos o materias que no fueren contrarios o
incompatibles con dicho estatuto”.
En el informe de la secretaría de legislación se precisó que el sentido del proyecto era enfatizar la generalidad
del campo de aplicación del Código del Trabajo, manteniendo su carácter expansivo, en cuanto su normativa
se aplicará también supletoriamente a los funcionarios públicos o trabajadores de empresas afectas al sector
público, teniendo presente que tanto el servidor público como el dependiente privado ejecutan una prestación
de servicios remunerada, según lo han indicado algunos tratadistas.
Finalmente, se incorpora un nuevo inciso 3º al artículo 1 del Código del Trabajo que corresponde a la actual
redacción.

7
Uno de los debates más recientes respecto a la aplicación supletoria del Código
del Trabajo al sector público, dice relación con la acción de tutela de derechos
fundamentales regulada en los artículos 485 y siguientes del Código del Trabajo.

El punto medular se centra en determinar si los Tribunales de Letras del Trabajo


resultan competentes para conocer de acciones de tutela de derechos
fundamentales incoadas por empleados públicos.

A. El comienzo de la historia: la declaración de incompetencia de los


Tribunales del Trabajo.

En el inicio de este debate, fueron los propios Tribunales del Trabajo quienes
declararon su incompetencia, fundados principalmente en que los empleados
públicos se rigen por el Estatuto Administrativo y/o estatutos especiales, que
excluyen la aplicación de las normas del Código del Trabajo, entre ellas, la acción
de tutela de derechos fundamentales16.

Además, han entregado como argumento de la incompetencia de los Tribunales


del Trabajo para conocer de acciones de tutela de derechos fundamentales
impetradas por funcionarios públicos, la redacción contenida en la norma que fija
la competencia de estos tribunales (artículo 420 del Código del Trabajo), ya que
no incluye dentro de su catálogo de materias el conocimiento de los conflictos
existentes entre funcionarios públicos y el Estado17, remitiéndose exclusivamente
a los conflictos generados entre empleadores y trabajadores del sector privado.

16
En este sentido se pronuncia el Juez Titular del Juzgado de Letras del Trabajo de Coyhaique, don Oscar
Barría Alvarado, por medio de resolución de fecha 22 de diciembre de 2009, causa RIT T-1-2009.
En el mismo sentido se ha pronunciado la Jueza Titular del Primer Juzgado de Letras del Trabajo de Santiago,
doña Ximena Rivera Salinas, por medio de resolución de fecha 14 de junio de 2010, RIT T-139-2010, y la
Jueza Titular del Primer Juzgado de Letras del Trabajo de Santiago, doña María Morande Dattwyler, por
medio de resolución de fecha 11 de agosto de 2010, causa RIT T-221-2010, que fue confirmada por la Corte
de Apelaciones de Santiago, Rol 1155-2010.
17
Así lo ha sostenido la Jueza Titular del Juzgado de Letras del Trabajo de Temuco, doña Marta Álvarez
Basaez, por medio de resolución de fecha 13 de septiembre de 2010, RIT T-19-2010, confirmada por la Corte
de Apelaciones de Temuco con fecha 23 de noviembre de 2010, Rol 142-2010. La misma Corte refrendó
dicho criterio por medio de la sentencia de fecha 14 de diciembre de 2011, Rol 221-2011.

8
B. Un vuelco inesperado: titularidad de los funcionarios públicos para
ejercer la acción de tutela de derechos fundamentales.

Fueron las respectivas Cortes de Apelaciones quienes, al conocer de los recursos


de apelación interpuestos en contra de las resoluciones que declararon la
incompetencia de los tribunales del trabajo para conocer de estas materias,
revirtieron esta situación, aplicando supletoriamente el Código del Trabajo al tenor
de lo dispuesto en el inciso 3º de su artículo 1, toda vez que la acción de tutela no
se encuentra regulada en ninguno de los estatutos que regulan la relación laboral
entre los empleados públicos y la Administración, no existiendo ningún conflicto
entre ambos regímenes, ya que se trata de la protección de derechos
fundamentales de que son titulares todos los ciudadanos y que el Estado debe
respetar en virtud de la Constitución.

En efecto, la Corte de Apelaciones de Santiago, por medio de sentencia dictada


con fecha 4 de octubre de 2010, en causa Rol 850-2010, revocó la resolución
dictada por el Primer Juzgado de Letras del Trabajo de Santiago, RIT T-139-2010,
declarando la competencia del referido juzgado para conocer de la acción de
tutela de derechos fundamentales interpuesta por ex funcionarios del Consejo
Nacional de la Cultura y las Artes.

Asimismo, la Corte de Apelaciones de Coyhaique, por medio de sentencia de


fecha 4 de febrero de 2010, en causa Rol 1-2010, revocó la resolución
pronunciada en la causa RIT T-1-2009 del Juzgado de Letras del Trabajo de dicha
ciudad, al estimar, que la norma que habilita al Juzgado del Trabajo para conocer
de la denuncia de tutela laboral, está contemplada en el inciso 3º del artículo 1 del
Código del Trabajo.

Igual pronunciamiento emite la Corte de Apelaciones de Valparaíso, en causa Rol


267-2009, y posteriormente, en sentencia pronunciada con fecha 12 de

9
septiembre de 2009, Rol 334-2011, donde conociendo de un recurso de nulidad
interpuesto en contra de la sentencia definitiva pronunciada por el Juzgado de
Letras del Trabajo de Valparaíso18, que rechaza la demanda de tutela deducida en
contra del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes al acogerse la excepción de
falta de legitimación activa, estimó que se infringió el artículo 1 del Código del
Trabajo, en relación con el artículo 485 del mismo cuerpo legal, toda vez que en la
especie el Estatuto Administrativo no contempla una acción especial cuyo objeto
sea la protección de los derechos fundamentales, razón por la cual resulta
aplicable la acción de tutela de derechos fundamentales regulada en el Código del
Trabajo, siendo totalmente compatible con su estatuto especial, ya que en
definitiva se busca cautelar derechos fundamentales que se reconocen a todas las
personas sin distinción.

C. Un escenario de incertidumbre para la efectiva vigencia de los


derechos fundamentales de los funcionarios públicos.

Pese al vuelco jurisprudencial que se produjo en los inicios del debate en torno a
la competencia de los Tribunales del Trabajo, el panorama judicial para los
empleados públicos, a fin de obtener protección ante posibles vulneraciones de
sus derechos fundamentales, es bastante incierto, ya que los criterios recién
expuestos que afirman que los Juzgados de Letras del Trabajo son competentes
para conocer de estas materias no son uniformes, quedando supeditada la tutela
judicial efectiva de sus derechos fundamentales al criterio del juez de turno, de su
respectiva Corte de Apelaciones y de los Ministros que estén integrando la sala
respectiva19, y finalmente del criterio que predomine en la cuarta sala de la Corte
de Suprema.

18
Causa RIT T-17-2011.
19
Sólo a modo referencial, la propia Corte de Apelaciones de Valparaíso, en causa Rol 350-2011, conociendo
de un recurso de nulidad en contra de la sentencia definitiva que acogió una acción de tutela por vulneración
de garantías fundamentales en contra del Gobierno Regional de Valparaíso, estableció un criterio totalmente
distinto al que había sustentado hace pocos días atrás en la causa Rol 334-2011, al sostener que al ser
aplicable a los funcionarios denunciantes el Estatuto Administrativo, no tiene aplicación el Código del
Trabajo, y en consecuencia, tampoco el procedimiento tutela laboral, ya que además, de las disposiciones del

10
En efecto, la Corte de Apelaciones de Concepción, conociendo de un recurso de
nulidad en contra de una sentencia dictada por el Tribunal de Letras del Trabajo
de Concepción20 por medio de la cual rechaza una acción de tutela de derechos
fundamentales con ocasión del despido ejercida en contra de un organismo
estatal, invalidó de oficio la totalidad del procedimiento y la sentencia, por haber
sido tramitada y fallada por un tribunal absolutamente incompetente. Tal decisión
se basó en que el conflicto planteado se refería a la terminación de la relación
funcionaria, la cual se estimaba discriminatoria, frente a lo cual la Corte consideró
que el Estatuto Administrativo –cuerpo legal que regía la relación laboral del
denunciante con el Estado-, regulaba dicha materia en su Título VI, “De la
cesación de funciones”, y para el caso de los funcionarios a contrata, el artículo 3
letra c) les confiere el carácter de contratación transitoria, estableciéndose
posteriormente en su artículo 10, la terminación de funciones por el solo ministerio
de la ley. De esta forma se concluye que no hay vacío normativo, y por ende, no
se configura la posibilidad de aplicar el Código del Trabajo de forma supletoria21.

Consideramos poco acertado el criterio sustentado por la Corte de Concepción, ya


que en ninguno de los artículos del Título VI del Estatuto Administrativo relativo a
la cesación de funciones, se contempla alguna norma cuyo objeto sea otorgar a
los trabajadores la posibilidad de ejercer una acción judicial para reclamar que el
cese de funciones ha sido vulneratorio de sus derechos fundamentales –derecho a
la vida e integridad física o psíquica, libertad de expresión, derecho a no ser
discriminado, entre otros-.

artículo 486 y 420 del Código del Trabajo, se desprende que no está dentro de la esfera de competencia de los
Tribunales del Trabajo los conflictos que se susciten entre los funcionarios públicos y el Estado.
En ambas causas el conocimiento de los recursos correspondió a salas y Ministros distintos, lo que explica el
cambio abrupto de criterio en tan solo 9 días.
20
RIT T-4-2011, del Tribunal del Trabajo de Concepción.
21
Sentencia dictada por la Corte de Apelaciones de Concepción, Rol 212-2011.
En el mismo sentido se pronuncia la referida Corte en causa Rol 236-2011, donde nuevamente invalida de
oficio la totalidad del procedimiento y la sentencia, al haber sido tramitada y fallada por un Tribunal
absolutamente incompetente, ya que la relación del denunciante con el Estado se encuentra regida por el
Estatuto Administrativo, por lo que la acción de tutela de derechos fundamentales no tiene cabida en este
caso, “pues no se condice con las especiales características y naturaleza de la función pública que
desempeñaba la actora, ni con lo que señala el artículo 15 de la Ley 18.575”.

11
Que estén reguladas las causales de cese de funciones –renuncia, remoción de
los cargos de exclusiva confianza, obtención de jubilación o renta vitalicia,
declaración de vacancia, cumplimiento del plazo, supresión del empleo por
procesos de reestructuración o fusión-, no significa que con ello se entreguen los
suficientes resguardos y herramientas jurídicas para recurrir ante los Tribunales de
Justicia frente a situaciones en que la apariencia legal del cese de funciones
verdaderamente encubre alguna lesión de un derecho fundamental.

No hay regulación alguna de los derechos fundamentales de los trabajadores


públicos, razón por la cual la conclusión de que no existe vacío legal, es
totalmente artificial y carece de sustento normativo. Ello tan sólo da cuenta de la
poca seriedad y profundidad con que nuestros tribunales abordan la temática de
los derechos fundamentales.

Pero eso no es todo, ha sido la propia Corte Suprema, la que a través de un


recurso de unificación de jurisprudencia22, ha negado tajantemente la competencia
de los Tribunales Laborales para conocer de acciones de tutela impetradas por
funcionarios públicos, basándose en que el cuerpo normativo que los rige –
Estatuto Administrativo-, tiene su propia regulación en torno a las calidades
funcionarias que pueden formar parte de una dotación institucional y en cuanto a
las causales de expiración en los cargos de contratados, con lo cual se excluye el
imperio del derecho laboral común, al tenor de lo dispuesto en los artículos 1 y 11
del Estatuto Administrativo, así como en los incisos 2º y 3º del artículo 1 del
Código del Trabajo. Además, la Corte Suprema, argumenta que del tenor del
artículo 485, éste sólo resulta aplicable a la vinculación surgida en los términos de

22
Afortunadamente, el recurso de unificación de jurisprudencia sólo produce efectos en la causa respectiva,
por lo que no constituye un precedente que deban respetar los demás tribunales de justicia. En efecto, el
artículo 483-C del Código del Trabajo en su inciso 1° dispone que: “El fallo que se pronuncie sobre el
recurso sólo tendrá efecto respecto de la causa respectiva, y en ningún caso afectará a las situaciones
jurídicas fijadas en las sentencias que le sirven de antecedente”.

12
los artículos 7 y 8 del Código del Trabajo, y en caso alguno, a la relación
estatutaria a la que se someten los funcionarios públicos a contrata23.

Nuevamente estamos ante la construcción de un criterio artificial que no tiene


sustento normativo, ya que como hemos podido analizar, el Estatuto
Administrativo no contiene ninguna norma relativa a la tutela de los derechos
fundamentales de los empleados públicos, ni durante la vigencia de la relación
laboral ni con ocasión del cese de funciones, por lo que estamos ante una
verdadera omisión de regulación que hace aplicable el Código del Trabajo, de
acuerdo a lo dispuesto en el inciso 3 de su artículo 1.

A su vez, la Contraloría General de la República también emitió un


pronunciamiento al respecto, pero de forma indirecta, ya que a propósito de una
consulta formulada por la Dirección de Compras y Contratación Pública en torno a
la pertinencia de requerir al Instituto Nacional de Estadísticas la declaración jurada
de no estar afecto a las inhabilidades de los incisos primero y sexto del artículo 4
de la Ley 19.886 –no haber sido condenado por prácticas antisindicales o
vulneración de derechos fundamentales-, sostuvo que la protección de los
derechos fundamentales a que hace referencia el artículo 485 del Código del
Trabajo, se produce en el contexto de vínculos regidos por tal cuerpo normativo,
excluyendo de esa forma a otros estatutos jurídicos que regulan las relaciones
laborales de los empleados públicos con el Estado, como ocurre con los
funcionarios del Instituto Nacional de Estadísticas24.

De esta forma, para el órgano contralor, la acción de tutela de derechos


fundamentales sólo sería aplicable a los trabajadores de la Administración del
Estado cuyo estatuto sea el Código del Trabajo, quedando fuera de su ámbito de
protección los empleados públicos que se rijan por un estatuto distinto al anterior.

23
Corte Suprema, Recurso de Unificación de Jurisprudencia, Rol 1972-2011.
24
Dictamen de la Contraloría General de la República, Nº 47.790 de fecha 18 de agosto de 2010.

13
D. Quién dijo que todo estaba perdido: Análisis del voto en contra del
Ministro Lamberto Cisternas25.

Si bien, la doctrina mayoritaria de la Corte Suprema es negar la aplicación de la


acción de tutela de derechos fundamentales a los funcionarios públicos, con un
reciente fallo de unificación de jurisprudencia se abre una luz de esperanza de que
en un futuro, ojalá lo más cercano posible, el criterio de la cuarta sala de la Corte
Suprema puede cambiar.

Y ello porque el referido fallo contiene un contundente voto en contra, cuyos


argumentos derrotan de forma absoluta al voto de mayoría.

En efecto, la Corte Suprema vuelve a invocar su sagrado argumento de entender


que la relación laboral de la denunciante está sometida a la reglamentación del
Estatuto Administrativo, el cual contiene su propia regulación en torno a las
calidades funcionarias que pueden formar parte de una dotación institucional y las
causales de expiración en sus cargos, excluyendo de esa forma la aplicación del
Código del Trabajo en tales materias. Asimismo, recalca que la normativa
estatutaria prevé sus propios procedimientos ante la vulneración de derechos
fundamentales.

Nuevamente nos parecen lamentables los argumentos entregados por el voto de


mayoría, y más aun en este caso, relativo a la vulneración de derechos
fundamentales vigente la relación laboral –derecho a la integridad física y psíquica
a consecuencias de actos de acoso sexual ejercidos por su jefe directo-,
resultando inapropiada la referencia a las materias que supuestamente se
encuentran tratadas en el Estatuto Administrativo: calidad funcionaria y causales
de expiración en sus cargos.

25
Sentencia dictada por la Corte Suprema en recurso de unificación de Jurisprudencia de fecha 6 de mayo de
2013, Rol 9381-2012, caratulado “Rosas con Servicio de Salud Sur Hospital”.

14
Reiteramos que el Estatuto Administrativo no contiene norma alguna que confiera
protección a los funcionarios públicos en caso de lesión de sus derechos
fundamentales, sea durante la vigencia de la relación o sea durante su cese o
despido, por lo que no existe razón alguna para negar la aplicación supletoria del
Código del Trabajo al tenor del inciso 3° de su artículo 1.

Afortunadamente, el Ministro Lamberto Cisternas advirtió tal realidad, y en un


contundente voto en contra manifestó su parecer de que lo funcionarios públicos
son titulares de la referida acción de tutela de derechos fundamentales.

En primer lugar, da cuenta del fenómeno de constitucionalización del derecho, el


cual está expresado en el artículo 5 de la Constitución, en relación con el artículo 5
inciso 1° del Código del Trabajo, fenómeno que también se extiende al empleo
público, donde claramente hay una relación de trabajador a empleador, y por
ende, una obligación de este último de respetar los derechos fundamentales de
sus trabajadores.

Precisa el Ministro Cisternas, que es el propio legislador el que ha entendido que


los funcionarios públicos son también trabajadores, conclusión que se deriva de la
nomenclatura utilizada en el artículo 1 inciso 3° del Código del Trabajo, cuando se
refiere a las personas que prestan servicios en la Administración del Estado,
centralizada y descentralizada, y demás entidades ahí señaladas, calificándolas
como “trabajadores”, y posteriormente al utilizar la palabra “entidades”, la que es
compresiva tanto de las empresas del Estado, como de los servicios públicos que
conforman la Administración del Estado, y demás instituciones ahí señaladas.

En base a lo anterior concluye que siendo los funcionarios públicos ciudadanos y


trabajadores, no existe motivo alguno para negarles el reconocimiento y
protección de sus derechos fundamentales, tanto los que otorga la Constitución
como los consagrados a nivel legislativo, aceptando la aplicación supletoria del
Código del Trabajo en esta materia, ya que el Estatuto Administrativo General no

15
contiene ninguna norma que proteja los derechos fundamentales de los
funcionarios públicos, así como tampoco, ningún procedimiento especial para
conocer las vulneraciones de los derechos de éstos funcionarios, recalcando que
el Estado es un empleador incluso con más poder que el empleador privado.

Junto con lo anterior, da cuenta de los criterios de interpretación que se deben


aplicar en materia de derechos fundamentales, principalmente el principio de
interpretación “pro homine”, conforme al cual, en caso de duda, debe preferirse
aquella interpretación que mejor proteja, asegure y garantice los derechos
humanos, y como derivación del mismo, la directriz interpretativa “favor debilis”,
que exige que en la interpretación de situaciones que comprometan derechos en
conflictos, se debe considerar especialmente a la parte que está en una situación
de inferioridad en relación a la otra. A ello, agrega, se encuentra el postulado de la
interpretación de las normas infra constitucionales conforme al bloque
constitucional de derechos, o conforme a la constitución, por todo lo cual, no
puede aceptarse una interpretación positiva del artículo 485 y 420 letra a) del
Código del Trabajo, para restringir o negar la protección de los derechos
fundamentales de los funcionarios públicos.

Qué duda cabe que los argumentos entregados en el voto en contra son más que
suficientes para entender aplicable la referida acción de tutela a los funcionarios
públicos, dejando al voto de mayoría sin palabras, por lo que más temprano que
tarde llegará a ser la postura mayoritaria de la cuarta sala de la Corte Suprema.

E. Fundamentos para afirmar la competencia de los Tribunales del


Trabajo para conocer de acciones de tutela de derechos
fundamentales impetradas por funcionarios públicos.

Más allá de los vaivenes jurisprudenciales, son muchos los argumentos que se
pueden entregar para afirmar que efectivamente los Juzgados de Letras del
Trabajo son absolutamente competentes para conocer de las acciones de tutela

16
de derechos fundamentales impetradas por funcionarios públicos, sea que se
ejerzan durante la vigencia de la relación laboral, o con ocasión del despido o cese
de funciones.

El primero y más elemental de ellos, es que sin lugar a dudas los trabajadores del
sector público gozan de derechos fundamentales, los que son plenamente
exigibles en su relación con el Estado-empleador26.

Ahora bien, como el Estatuto Administrativo, y en general, los demás estatutos


especiales que regulan la función pública, no contienen una norma jurídica que
tutele dichos derechos ante posibles lesiones por parte del Estado en su calidad
de empleador, entra en escena el Código del Trabajo de acuerdo al tantas veces
citado inciso 3º de su artículo 1, debiendo aplicarse supletoriamente, ya que existe
un vacío legal27 en la materia, y las normas del procedimiento de tutela laboral en
ningún caso pueden ser consideradas contrarias a los estatutos de los empleados
públicos, toda vez que, y tal como lo sostuvo la Corte de Apelaciones de
Valparaíso, “la acción de tutela busca cautelar derechos fundamentales que se
reconocen a todas las personas sin distinción”.

Por otro lado, la tesis de la separación total de regímenes bajo la excusa que el
Estatuto Administrativo contiene una regulación íntegra del cese de funciones de
los empleados públicos, que excluye una posible aplicación supletoria del derecho

26
Ello se desprende del propio texto Constitucional, el que en su artículo 1 inciso 1º señala que, “Las
personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos”, luego en su artículo 5 inciso 2º dispone que, “El
ejercicio de la soberanía reconoce como limitación el respeto de los derechos esenciales que emanan de la
naturaleza humana. Es deber de los órganos del Estado respetar y promover tales derechos, garantizados
por esta Constitución, así como por los tratados internacionales ratificados por Chile y que se encuentren
vigentes”, del principio de vinculación directa de la Constitución consagrado en su artículo 6, “Los órganos
del Estado deben someter su acción a la Constitución y a las normas dictadas conforme a ella, y garantizar el
orden institucional de la República. Los preceptos de esta Constitución obligan tanto a los titulares o
integrantes de dichos órganos como a toda persona institución o grupo”, y finalmente, del listado de
derechos fundamentales que la Constitución asegura a todas las personas (artículo 19).
27
Este vacío legal fue constatado por la Corte de Apelaciones de Santiago, la que al conocer de un recurso de
nulidad interpuesto por el Servicio de Salud Metropolitano Central en contra de la sentencia definitiva que
acogió la acción de tutela, en relación con el vicio del artículo 478 letra a) del Código del Trabajo –haber sido
pronunciada por Juez incompetente- reafirmó la competencia del Juzgado del Trabajo para conocer de la
acción de tutela, ya que las Leyes 18.834, 18.575, 10.336, en ninguno de sus artículos establece algún
mecanismo para resguardar la libertad sindical, garantía que había sido denunciada como vulnerada.

17
laboral, adolece de un grave error conceptual, ya que como hemos señalado, la
regulación que efectúa el Estatuto Administrativo es respecto a las causales de
cese de funciones, existiendo un total vacío normativo en relación a las posibles
lesiones de derechos fundamentales que se pueden generar con ocasión de ese
cese, lesión que probablemente será encubierta bajo la aparente legalidad del
término de los servicios, amparado en alguna de las causales reguladas por el
mencionado estatuto.

En este contexto, nuestra doctrina ha señalado que en los casos de despidos


lesivos de derechos fundamentales, pueden presentarse dos situaciones: (1) que
el empleador haya tenido una causa legal para poner término al contrato de
trabajo y justifique ello en el juicio respectivo, de acuerdo a las normas sobre
terminación del contrato de trabajo, pero a su vez, que dicha conducta –el
despido- sea lesiva de derechos fundamentales, caso en el cual nos
encontraremos frente al despido pluricausal28 y, (2) Que el empleador no haya
invocado causal que justifique el despido, o no haya señalado los hechos que la
fundan, o habiendo detallado la causal y hechos que la fundan, no esté en
condiciones de acreditarla, caso en el cual estaríamos frente a un despido
injustificado y lesivo de derechos fundamentales, lo que en doctrina se conoce
como despido de causalidad única y lesiva de derechos fundamentales29.

28
Al respecto UGARTE señala que “es perfectamente posible que dentro del procedimiento de tutela el
empleador acredite la causal legal de término del contrato de trabajo respectivo, pero no esté en condiciones
de justificar la no lesividad o la proporcionalidad del despido en términos de derechos fundamentales”,
situación que ocurre cuando el empleador, “teniendo efectivas necesidades de la empresa haya decidido
utilizar esa justificación para despedir, precisamente, al trabajador que efectuó un reclamo en la Inspección
del Trabajo (garantía de indemnidad), o al que hizo declaraciones públicas sobre la empresa (libertad de
expresión), o al que es homosexual (discriminación), etc.”. Ugarte C., Jose Luis (2009). Tutela de Derechos
Fundamentales del Trabajador. Santiago. Chile. Ed. Legal Publishing. P.p. 49 y 50.
29
En este punto, debemos tener presente que de acuerdo a lo señalado por el artículo 489 inciso final del
Código del Trabajo, la acción por despido injustificado, indebido o improcedente, debe interponerse de forma
subsidiaria a la de tutela, razón por la cual, en nuestro contexto, tal como lo señala UGARTE, pueden
presentarse las siguientes situaciones: (1) “que el empleador logre con su prueba destruir los indicios
presentados por el trabajador, sorteando exitosamente la acción de tutela, pero no logre dar cuenta de la causal
de término del contrato de trabajo, siendo condenado por despido injustificado, y (2) que el empleador
acredite la existencia de una causal legal de término del contrato, pero no logre destruir el panorama indiciario
presentado por el trabajador (despido pluricausal). Ibíd. 50.

18
Entonces, si bien puede estar plenamente configurada la causal de cese de
funciones invocada por la Administración, ello no significa necesariamente que
pase el test del respeto de los derechos fundamentales, ya que perfectamente
puede esconder una lesión de los mismos, que no encuentra protección en el
Estatuto Administrativo.

Por otro lado, la inexistencia de vacío legal ha sido argumentado por los
Tribunales a propósito de acciones de tutela ejercidas con ocasión del despido,
señalando que ello se encontraría cubierto en el título VI del Estatuto
Administrativo que regula el cese de funciones.

Ahora bien, respecto del posible ejercicio de acciones de tutela de derechos


fundamentales vigente la relación laboral, no se puede entregar el mismo
argumento, ya que si bien el Estatuto Administrativo contiene un título relativo a
los derechos de los funcionarios, en ninguno de sus artículos se habla del goce de
los derechos fundamentales que poseen en su calidad de ciudadanos, ni mucho
menos, de los mecanismos judiciales que pueden impetrar ante posibles lesiones
por parte de la Administración. Queda aquí entonces el camino despejado para
aplicar la norma de remisión del inciso 3º del artículo 1 del Código del Trabajo.

Además, es importante destacar que un tratamiento diferenciado entre los


trabajadores del sector privado en relación con los trabajadores del sector público
en el goce y ejercicio de sus derechos fundamentales al interior de la relación
laboral, y lo que es peor, entre los mismos trabajadores públicos que se
encuentran afectos a distintos estatutos jurídicos, afecta gravemente el derecho a
no ser objeto de discriminación, derecho que debe ser respetado por el Estado en
virtud del principio de vinculación directa de la Constitución. De lo contrario, se
pone en serio riesgo las bases democráticas de nuestro sistema político.

Más de alguno sostendrá que la exclusión del ejercicio de la acción de tutela a los
empleados públicos no afecta el derecho a la no discriminación, atendido que los

19
empleados públicos pueden recurrir al procedimiento de reclamo ante la
Contraloría General de la República que contempla el artículo 160 del Estatuto
Administrativo30 o deducir una acción de protección ante la respectiva Corte de
Apelaciones31.

Sin embargo, las acciones antes aludidas no son comparables con la acción
especial que se encuentra regulada en los artículos 485 y siguientes del Código
del Trabajo.

En efecto, el procedimiento de reclamo ante la Contraloría es de carácter


administrativo y no jurisdiccional, por lo que no entrega garantías suficientes de
imparcialidad y efectividad en la protección de derechos fundamentales. Además,
al no existir una regulación en el propio Estatuto Administrativo en torno a los
derechos fundamentales y su protección, difícilmente el órgano contralor
dispondrá de los elementos y herramientas necesarias como para intervenir y
ordenar el cese de las conductas lesivas de derechos. Por otro lado, estamos ante
una materia de suma trascendencia que debe ser resuelta por órganos
jurisdiccionales especializados.

En este sentido, la Corte de Apelaciones de Puerto Montt, conociendo de un


recurso de apelación en contra de la resolución que declaró la incompetencia del
tribunal para conocer de una acción de tutela incoada por funcionarios públicos,
estimó que, “no puede pretenderse, que los derechos fundamentales
especialmente protegidos por el procedimiento de tutela laboral estén amparados
por procedimientos de carácter administrativo (artículo 160 del Estatuto

30
El artículo 160 de la Ley N° 18.834 dispone: “Los funcionarios tendrán derecho a reclamar ante la
Contraloría General de la República, cuando se hubieren producido vicios de legalidad que afectaren los
derechos que les confiere el presente Estatuto. Para este efecto, los funcionarios tendrán un plazo de diez
días hábiles, contado desde que tuvieren conocimiento de la situación, resolución o actuación que dio lugar
al vicio de que se reclama (…)”.
31
Estos argumentos fueron sustentados, en primer lugar, por el juez suplente del Juzgado de Letras del
Trabajo de Valparaíso, en causa RIT T-17-2011, y por la propia Corte de Apelaciones de Valparaíso en causa
Rol 350-2011.

20
Administrativo); arrogándose las instituciones para las que se encuentran
contemplados, facultades propias de los Tribunales del Trabajo”32.

En cuanto a la acción de protección, los argumentos para estimar que no es una


herramienta idónea para la protección de los derechos fundamentales al interior de
la relación laboral, están relacionados con el carácter cautelar y general de la
referida acción constitucional. El plazo para su interposición es mucho más breve
que el de la acción de tutela33, su conocimiento está radicado en las Cortes de
Apelaciones y no en tribunales especializados en materia laboral, no existe un
procedimiento adecuado para preparar, ofrecer y discutir en torno a la
admisibilidad de la prueba, no rige el principio de libertad probatoria ni mucho
menos opera la regla de la prueba indiciaria, lo que resulta vital para que el
trabajador pueda sortear con éxito las dificultades probatorias que existen en el
contexto de la relación laboral y principalmente en el ámbito de los derechos
fundamentales34, entre otro aspectos. Por lo demás, si la acción de protección
fuese una herramienta efectiva para la protección de los derechos fundamentales
al interior de la relación laboral, claramente no habría existido la necesidad de
consagrar una acción especial en sede laboral.

Finalmente, existe un interesante argumento que fue esgrimido por la Juez Titular
del Segundo Juzgado de Letras del Trabajo de Santiago, Carolina Luengo Portilla,
que dice relación con los criterios de interpretación propios de los derechos

32
Corte de Apelaciones de Puerto Montt, sentencia de fecha 27 de mayo de 2011. Rol 77-2011.
33
La acción de protección debe interponerse en el plazo de 30 días desde la ocurrencia del acto lesivo, en
cambio, la acción de tutela de derechos fundamentales, si se ejerce vigente la relación laboral, debe
interponerse en el plazo de 60 días contados desde que se produzca la vulneración de derechos fundamentales
alegada, el que se suspenderá por la interposición de reclamo ante la Inspección del Trabajo, de conformidad
al artículo 168 inciso final del Código del Trabajo (artículo 486 inciso final del Código del Trabajo). En
cambio, si se ejerce con ocasión del despido, debe interponerse dentro del plazo de 60 días contados desde la
separación, el que se suspenderá en la forma señalada en el citado artículo 168 (artículo 489 inciso 2º del
Código del Trabajo).
34
Nuestro legislador laboral entendió, que para otorgar una efectiva protección a los derechos fundamentales
de los trabajadores, era necesario establecer reglas especiales sobre la prueba de las conductas lesivas de tales
derechos, para lo cual se introduce en el artículo 493 del Código del Trabajo el sistema de prueba indiciaria, al
establecer que, “cuando de los antecedentes aportados por la parte denunciante resulten indicios suficientes
de que se ha producido la vulneración de derechos fundamentales, corresponderá al denunciado explicar los
fundamentos de las medidas adoptadas y de su proporcionalidad”.

21
fundamentales, en este caso, el “principio pro homine o pro civis”35, el cual obliga a
extender de la forma más amplia posible, la protección de los derechos
fundamentales de los trabajadores, tanto del sector público como del sector
privado, por lo que “en caso de duda ante la hermenéutica debe inclinarse la más
beneficiosa a tutela de derechos fundamentales”36.

En concordancia con lo señalado precedentemente, de acuerdo al principio “Pro


Homine”, debemos preferir aquella interpretación que extienda al máximo el
alcance de un derecho fundamental, y a la inversa, debemos preferir la
interpretación más restringida cuando se trata de establecer limitaciones al
ejercicio de los mismos. En consecuencia, este principio nos ordena a dar una
aplicación preferente a la norma más favorable a la persona humana, y no cabe
duda que en el caso en comento, la interpretación más favorable es aquella que
permite el ejercicio de la acción de tutela de derechos fundamentales a los
empleados públicos.

En definitiva, el Estado-empleador no está ajeno de realizar actos o conductas que


lesionen los derechos fundamentales de sus trabajadores, razón por la cual, y al
no existir un mecanismo judicial idóneo para la protección de tales derechos en los
diversos estatutos que regulan la función pública, se debe aplicar supletoriamente
el Código del Trabajo, el que en la actualidad, consagra una acción especial de
tutela de derechos fundamentales.

De lo contrario, se dejaría a los empleados públicos en total indefensión, y al


Estado en una situación privilegiada en comparación con los empleadores del
sector privado, al no estar expuestos a sanciones concretas y específicas por la

35
Este principio tiene un reconocimiento expreso en la Convención Interamericana de Derechos Humanos o
Pacto de San José de Costa Rica, específicamente en su artículo 29, relativo a las normas de interpretación, en
el sentido de que ninguna norma de la Convención, así como cualquier otro instrumento internacional o leyes
de los Estados partes, puede ser interpretada de manera que se suprima el goce y ejercicio de los derechos y
libertades reconocidos en tales instrumentos, o se los limite en mayor medida que lo previsto en ellos.
36
Segundo Juzgado de Letras del Trabajo de Santiago, RIT T-70-2009, de fecha 7 de enero de 2010.

22
vulneración de derechos fundamentales, afectándose con ello gravemente el
principio de igualdad.

Además, se dejaría al Estado con un poder absoluto frente a sus empleados, el


cual podría ser utilizado para arrebatarles el goce de sus derechos fundamentales
en aras de la prosecución del interés público, pasando por alto el principio de
igualdad en la ley y la dignidad de sus trabajadores37.

Referencias Bibliográficas:

 Cantero Martínez, J. (2001). El empleo público: entre el estatuto funcionarial


y el contrato laboral. Barcelona. Universidad Castilla-La Mancha. Marcial
Pons.
 Izquierdo, Ana Luisa y De La Cueva, Mario (1994). El humanismo jurídico
de Mario de la Cueva. Universidad Nacional Autónoma de México. Fondo
de la Cultura Económica.
 Izquierdo Hernández, J. y Molina García, M. (1996). La laboralización de
los funcionarios públicos. Valencia. Tirant Lo Blanch.
 Marín, Urbano (2000). Estatuto Administrativo: ¿Régimen en retirada en la
Administración Pública Chilena? En: La Administración del Estado de Chile.
Decenio 1990-2000. Santiago. Ed. Conosur.
 Marzi Muñoz, Daniela (2011). Tutela de Derechos Fundamentales en el
sector público y el avance de la realidad. En: Revista Laboral Chilena N°
194.
 Sala Franco, Tomas (1989). Incidencia de la legislación laboral en el marco
de la función pública. Madrid Inap.
 Supiot, Alain (2008). Derecho del Trabajo. Buenos Aires. Ed. Heliasta

37
Esta situación ha sido graficada acertadamente por la profesora Daniela Marzi al señalar que, “De un lado,
se erigiría un empleador privilegiado, y de otro, los funcionarios constituirían una clase particularmente
desgraciada, ya que al investir su condición de funcionarios, pues serían los únicos que estando sometidos al
poder de un empleador carecerían de una vía procesal idónea para el ejercicio eficaz de sus derechos
fundamentales”. Marzi Muñoz, Daniela (2011). Tutela de Derechos Fundamentales en el sector público y el
avance de la realidad. En: Revista Laboral Chilena N° 194. p.p. 87.

23
 Thayer Arteaga, William y Novoa Fuenzalida, Patricio (1998). Derecho del
Trabajo. Tomo II. Ed. Jurídica de Chile.
 Ugarte Cataldo, José Luis (2009). Tutela de Derechos Fundamentales del
Trabajador. Santiago. Chile. Ed. Legal Publishing.

24

También podría gustarte